Un Prologo Con historia
Por Narciso Isa Conde
En estos días, después de escribir y publicar los trabajos sobre Kiva Maidanik, estuve preocupado porque no había localizado mi ejemplar de su libro “El Proceso Revolucionario de América Visto desde la URSS”, editado en español aquí en mi país, con prólogo colectivo del Camarada Schafik Handal (Secretario General del Partido Comunista Salvadoreño y comandante del FMLN, fallecido el año pasado) y del autor de estas líneas.
Por fin lo encontré, pues quería hacer partícipe a ustedes de este prólogo, que en realidad es de triple autoría (Kiva, Schafik y Narciso), siendo yo el único sobreviviente físico de este trío.
Le contaba –y ahora quiero reiterárselo- que la publicación de este libro con este prólogo (que espero pronto pueda ser reeditado en algunos países de nuestra América), contribuyó mucho a que evitar que Kiva Maidanik, brillante latinoamericanista soviético, fuera procesado dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética por razones “disciplinarias”, con serias consecuencias políticas y mayores dificultades para él y su familia.
Esa edición, y también la carta que en su defensa enviamos Schafik y yo al Comité Central del PCUS, influyeron decisivamente para contener y revertir la sanción en marcha.
Y en verdad que eso fue así, no porque Schafik y quien esto escribe estuviéramos al margen de la “herejía” del camarada Maidanik, sino por cuestión de jerarquía.
Dos secretarios generales prologamos su libro y dos secretarios generales envíamos la carta defendiéndolo.
Ni Schafik ni yo teníamos apego a ese tipo de principalías –y eso lo demostramos muchas veces- pero esta vez hicimos un buen uso de ella.
Con razón muchas veces se ha dicho que las cosas no son blancas o negras y que aun las “cosas malas tienen su lado bueno”.
Kiva estaba bien jodido en ese momento, ya relatado en el artículo titulado “El proceso contra Kiva”, y pese a ser un revolucionario y un intelectual con grandes dotes para dirigir, no ocupaba lugar alguno en la estructura jerárquica del PCUS. Era un simple militante y, por demás, para su desgracia, finamente crítico y libre pensador. Carecía, por tanto, de escudo protector.
Por eso digo que este prólogo, que por demás generó la carta mencionada, tiene historia.
Pero también se refiere de manera especial a un interesante periodo de la historia reciente de nuestra América que deseo todos (as) ustedes puedan leer.
Prologo
Del libro: “El proceso revolucionario de América Latina visto desde la URSS” de Kiva Maidanik
Presentar como es debido este libro conlleva para nosotros hablar previamente de algunas características relevantes de su autor: lo esencial de su personalidad, de su actitud y de su pensamiento teórico-político.
Kiva Maidanik es un historiador soviético que ha devenido en acucioso investigador y militante de la problemática revolucionaria de América Latina y el Caribe. Es un comunista que le ha tocado vivir en una sociedad que hizo su revolución y construye el socialismo, con sus conocidas particularidades internas y crecientes responsabilidad internacional en la defensa de la paz mundial y en el proceso emancipador de los demás pueblos del mundo.
Pero por encima de esa importante condición, Kiva Maidanik es una persona de una capacidad de entrega, cariño, amistad y solidaridad humana, que sin proponérselo conquista rápidamente el afecto y se integra al colectivo de los seres queridos de quienes hemos tenido la oportunidad de conocerlo y tratarlo alternativamente de cerca y a distancia.
Kiva Maidanik no vivió como hombre ni “los diez días que estremecieron al mundo”, ni el período de la guerra civil, ni la heroica contienda antifascista. En este último periodo era un niño, pero él conoce en sus detalles y admira profundamente la obra de Lénin, la revolución bolchevique y los momentos estelares de la lucha de su pueblo, tanto como si soñara su repetición para compartirlos con sus protagonistas.
Quizás a eso se ha debido su dedicación por la causa revolucionaria latinoamericana y caribeña, luego de incursionar en los problemas generales de la historia del movimiento revolucionario y de modo particular en la revolución española y el movimiento obrero europeo.
El autor de ese libro dice que “que llegó un poco tarde a la problemática de nuestro continente”.
Pero la verdad es que entró con buen pie por la puerta grande del triunfo revolucionario cubano, que provocó un impacto y un interés sin precedentes en los investigadores soviéticos por el proceso latinoamericano.
Maidanik, historiador de grandes inquietudes, sucumbió desde el principio frente al impacto seductor de ese acontecimiento histórico, y no era para menos en el caso de un científico soviético de su talento y sensibilidad política.
Se trataba de la primera revolución antiimperialista en el hemisferio occidental y en el continente americano.
Una revolución con mucha originalidad, destructora de dogmas y reafirmadora de las verdades esenciales del marxismo- leninismo.
Una hazaña revolucionaria a 90 millas del coloso.
Un proceso de emancipación nacional y social que revelaba la profundad de la crisis estructural latinoamericana, la existencia de una situación potencialmente revolucionaria en este subconsciente, la apertura de una etapa de tránsito revolucionario al socialismo en esta área del mundo, considerada el traspatio el imperialismo norteamericano.
A ese extraordinario acontecimiento le siguieron la revolución de abril de 1965 en la República Dominicana (frustrada por la intervención militar norteamericana), el triunfo electoral de la Unidad Popular en Chile (aplastado por el golpe pinochetista que cuestionó a fondo la viabilidad del camino institucional-pacífico en América Latina), la victoria sandinista en Nicaragua, el impetuosos avance de la lucha popular armada en El Salvador; temas que con diferente intensidad y permanencia, en diferentes periodos y desde enfoques diversos, han formado parte de la vida diaria y de la obra intelectual de Maidanik, parcialmente reflejada en la presente recopilación..
En verdad el autor de este libro ha vivido y vive con ardor revolucionario ejemplar y con intenso espíritu reflexivo y creador, aún desde lejos, esos y otros procesos, destacándose su simpatía particular por las vanguardias con definida voluntad de poder transformador y su atención e interés por los momentos más discutibles de las luchas y las experiencias del movimiento revolucionario del continente.
A través de sus contactos directos e indirectos, Maidanik ha recibido –y lo refleja su obra- una marcada y positiva influencia del pensamiento social contemporáneo latinoamericano, contribuyendo notablemente con su esfuerzo intelectual a fortalecer el vínculo entre la ciencia social revolucionaria latinoamericana y la soviética, y a desarrollar una nueva versión de la América Latina y el Caribe desde diversas instancias de la investigación en la URSS.
La versión de la realidad y la interpretación de los hechos latinoamericanos que Maidanik ofrece en estos y otros trabajos, no representan la posición unánime de los científicos soviéticos, sino que es una de las versiones existentes expresadas en el curso de la ya larga e importante discusión que sobre los problemas latinoamericanos-caribeños ha tenido lugar en ese país y en sus cenáculos políticos-científicos a partir de la victoria de la Revolución Cubana y de la repercusión en todo el mundo del amplio y multifacético debate que ése y otros acontecimientos de importancia han provocado en el seno del movimiento comunista y revolucionario latinoamericano..
El autor de este libro es un trabajador científico del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, heredero de la tradición del Instituto Vargas adscrito a la Internacional Comunista.
Este instituto se reinstaló a partir de 1956 con un claro interés de captar la realidad cambiante y de influir directa y urgentemente en el curso de los acontecimientos mundiales; abierto y receptivo a todo lo nuevo que se presenta en la vida real y en su reflejo en las ciencias sociales, con marcado interés por alcanzar una visión global del proceso de cambios tanto en el espacio como el tiempo y realizar esfuerzos sostenidos por evitar los sigzagueos interesados o las adaptaciones oportunistas.
Por convicciones propias y dentro de ese ambiente, Maidanik queda integrado a una corriente del pensamiento científico soviético, que en el análisis de la realidad latinoamericana procede con una audacia que a veces raya en la osadía, casi siempre cargada de impaciencia en el esfuerzo por plantear lo nuevo y por rechazar las recetas absolutas y los juicios estáticos que finalmente han sido convertidos en especies de “clichés”.
La ausencia de paternalismo de cualquier índole respecto a los objetos de investigación, la constante disposición a la polémica, enmarcan sus esfuerzos individuales y su participación en trabajos colectivos, garantizando la superación de estancamiento y yerros más o menos significativos en el curso de su producción intelectual.
Esas características personales, esa manera de pensar, esa actitud inconmoviblemente revolucionaria, esa práctica en la labor de creación, explican que en Kiva Maidanik se haya desarrollado una inconmensurable admiración por la obra y el ejemplo revolucionario del Che Guevara, sin rechazar la adecuada valoración de sus aciertos y sus hipótesis no confirmadas por la práctica.
La audacia teórica y práctica, la fortaleza moral, el espíritu de sacrificio, el desinterés personal y la vocación revolucionaria de Ernesto Guevara, convirtieron a Maidanik en uno de sus más ardientes pero a la vez racionales defensores, en momentos en que desde dentro y fuera del movimiento comunista llovían ataques inconsistentes o mal fundados sobre su figura y su trayectoria.
En un intento de clasificación de las tendencias principales dentro de esta discusión, la revista norteamericana Latin American Research Review (No. 1 del año 1981) ubica a Maidanik en la más “radical” de las corrientes soviéticas respecto a la problemática del continente. Y la verdad es que tanto el contenido de las obras de los latinoamericanistas soviéticos como el hecho mismo de la existencia de una discusión tan viva, abierta y contradictoria en torno a problemas cruciales, sirven de prueba –y lo interesante es que el autor del citado trabajo de esa revista subraya- para desmentir la versión que presenta la ciencia social en la URSS como un conjunto de ideas decretadas por un coro unánime de investigadores, que a lo sumo pueden comentar o discutir entre sí el uso de los signos de puntuación en los textos detenidos a la publicación..
La lectura de este libro, que comprende la recopilación de los artículos aparecidos durante el periodo de 1964-1981 en tres revistas (“Revista Internacional”, “Economía
Mundial y Relaciones Internacionales” y “América Latina”) así como en publicaciones comunistas de El Salvador, México, Uruguay y República Dominicana, permite conocer el pensamiento y la actitud de su autor, e incluso a pesar de las dificultad que ofrece un medio indirecto como éste, permite captar parte de sus características individuales que brotan en ciertas líneas y “entre líneas” de su obra.
En lo que a estilo se refiere la mayor parte de las traducciones no son buenas, aunque vale destacar el esfuerzo posterior para “castellanizarlas”.
Según la opinión de todos los que han podido comparar las versiones en ruso con las traducciones en español, la diferencia es notable, En estas últimas, sobre todo en el caso del artículo sobre el Che Guevara, se pierde la emoción, la fuerzas de las palabras y la hermosura de estilo presentes en la versión original en lengua rusa.
En esta recopilación se recoge todo lo escrito por su autor sobre estos otros temas. Además de esos aportes, Maidanik tiene escrito una gran cantidad de trabajos sobre el movimiento obrero y revolucionario europeo, sobre la teoría general del movimiento de libración nacional y sobre los países de orientación socialista, casi todos sin traducción al español.
Como puede apreciarse, no todo lo dicho por Maidanik ha sido confirmado por los acontecimientos posteriores. En su constante marcha, la historia a veces resultas más rica que sus consideraciones y vaticinios y, a veces, llega a desmentirlo, sin que ello reduzca el valor de su obra que no tiene correcciones en segunda publicación por la honesta negativa del autor a dar muestras de sabiduría arreglada o amañada, a “posteriori”.
Las repeticiones, relativas sobre todo a la crisis estructural, se explican por la necesidad de dar a conocer reiteradas veces en la URSS una realidad poco estudiada y difundida, casi desconocida antes de la revolución cubana.
En esta recopilación el lector podrá encontrar un valioso material relacionado con la dialéctica contradictoria entre revolución y contrarrevolución, que arranca del análisis de la crisis estructural y penetra en la búsqueda de soluciones y en el exámen de las diversas variantes o alternativas de desarrollo que tienen lugar en nuestro sub-continente.
En estos análisis el tema de la mística de la oposición al determinismo tanto pesimista como optimista ocupa un lugar relevante y constituyen un aporte para un juicio más equilibrado sobre las perspectivas de nuestro movimiento.
Este libro es muy interesante también si se examina desde el ángulo de la relación entre identificación del autor con la política exterior del gobierno de su país y su actitud de plena solidaridad con los pueblos en lucha.
Son bastante difundidas las referencias (e incluso ellas a veces pueden oírse dentro de cierta izquierda) a dos “superpotencias”, cada una con su interés de Estado y comportamientos análogos o paralelos en función de sus pretensiones hegemónicas respecto a los demás países y a los problemas que plantea la lucha de los otros pueblos.
En ese aspecto de la discusión, el lector mas escéptico de este libro estará emplazado a encontrar sin éxito la menor contradicción entre la coincidencias de Kiva Maidanik con la política del Estado soviético y su identificación y actitud solidaria con la lucha de los pueblos de América Latina y el Caribe; no tendrá, sin embargo, la misma suerte si trata de determinar esa relación en el caso del investigador norteamericano dedicado a la misma temática.
Esa coincidencia armónica no se produce en el ámbito de la ciencia social estadounidense, Y es que, contrario a lo que acontece con el interés de Estado en el sistema capitalista, el potencial del Estado socialista, su interés fundamental, coincide en lo esencial con el potencial de la causa universal, con las aspiraciones de la inmensa mayoría de la humanidad.
Y esa tendencia se refleja como en una gota de agua en el curso de la lectura de este libro, cuyo contenido demuestra que se puede no estar de acuerdo con algunos puntos de vista y actitudes de nuestros camaradas del socialismo real, pero que intentar borrar la diferencia cualitativa abismal entre ambos campos o proclamar la equidistancia entre la URSS y los Estado Unidos, conduce inevitablemente a “suavizar” la línea y la lucha contra el imperialismo e incluso termina por hacerles el juego a las tendencias que concilian con sus intereses.
A la estrategia de guerra del imperialismo norteamericano, a su escalada en el campo de la proliferación de armamentos, a la contra-ofensiva militar de la Administración Reagan y a sus propósitos de multiplicar el arsenal coheteril y convertir a Europa en zona potencial de guerra, se le opone la voluntad de defensa y una coherente política de paz de la URSS y del campo socialista; con específicos compromisos de rehusar a la iniciativa en el empleo del arma nuclear y propuestas concretas de control, reducción de armamentos, desmilitarización de zonas y desarme general.
Al incremento del rol contrarrevolucionario de los Estados Unidos, a la agresiva política del equipo Reagan contra los esfuerzos de emancipación nacional y social de los pueblos de Asia, África, y América Lanita, se lo opone la acción solidaria de la URSS con esos pueblos, ratificada por el camarada Yuri Andropov que en el pleno del Comité Central de PCUS de noviembre de 1982 declaró sin ambigüedad que “garantizar una paz sólida y defender el derecho de los pueblos a la independencia y el progreso social son objetivos inamovibles” de la política exterior soviética.
En interés de no condicionar demasiado al lector, dejamos a su juicio la valoración de lo que puedan ser otros puntos fuertes y débiles de estos trabajos, así como las limitaciones que se desprenden de las ausencias de determinados problemas en la presente recopilación.
A nuestro entender, en lo dicho mas arriba hay suficientes estímulos para la lectura de este libro con espíritu crítico. Y esto último se ubica entro del mayor interés de su autor y de sus editores.
Consideramos además que su lectura adquiere mayor interés proyectada en esta tercera ola de la revolución latinoamericana y en este momento de aguda confrontación de las fuerzas del socialismo y del movimiento democrático-antiimperialista con la agresiva escalada guerrerista e intervencionista de la Administración Reagan.
El Caribe y Centroamérica –y esto lo esboza muy bien Maidanik- vuelven a ser el centro el nuevo auge continental, escenario de agudas luchas y de profundas transformaciones sociales; escenario de la original revolución granadina y del triunfo de la revolución sandinista, seguidos del avance arrollador de la lucha popular armada en El Salvador, que aproxima otra victoria revolucionaria, y del fortalecimiento de la resistencia guerrillera contra el régimen genocida y ahora teocrático de Guatemala.
La crisis estructural se agudiza por todas partes y esta zona vuelve a mostrar su sobresaliente dinamismo histórico, contrapartida de los más altos niveles de opresión, explotación e intervencionismo imperialistas.
El dominio norteamericano se resquebraja al compás del incremento de su agresividad contrarrevolucionaria.
El proceso transformador en nuestros países muestra sus vigorosas raíces internas y desmiente la campaña interesada y falsa que lo presenta como resultado de importaciones o producto de un determinado expansionismo.
Se trata de una seria situación para el imperialismo norteamericano, que a nombre de la importancia estratégico-geográfica de la zona y de su propia seguridad, ha puesto en marcha una agresiva cruzada ultra-reaccionaria que integra una sola estrategia al llamado plan Reagan y una escalada militar contrarrevolucionaria que combina el incremento de sus fuerzas de agresión, los preparativos intervencionistas y las “operaciones militares encubiertas”.
Una ayuda financiera insignificante y condicionada (dirigida en un 37% a favorecer el régimen sanguinario de El Salvador), una liberalización comercial que representa pocos sacrificios y muchas ventajas para sus consorcios, y mayores incentivos para nuevas inversiones, integran la trilogía de la iniciativa económica de la Administración Reagan para lo países de esta zona; iniciativa inseparable de la referida política de fuerza comprendida en su contraofensiva militar.
El alimento ideológico de ese programa de acción contrarrevolucionario –situado en una de las vertientes del vano empeño de la Administración Reagan por recuperar la hegemonía absoluta y la supremacía militar de los Estado Unidos en el mundo- lo aporta la concepción que a nombre de “seguridad nacional” amplia sus fronteras, desconoce el derecho a la autodeterminación de nuestros pueblos y considera que esa potencia debe actuar en Centroamérica y el Caribe como si se tratara de su propio territorio o del jardín de la Casa Blanca.
Esa concepción que asume como “vital” para los Estados Unidos de América su dominio sobre esta zona, su “derecho” a apuntalar a los fascistas salvadoreños, guatemaltecos y hondureños, y a promover contrarrevoluciones, no sólo ha conducido al poder imperialista a enviar, en medio de las objeciones y las protestas de amplios e importantes sectores de la sociedad estadounidense, cuantiosos armamentos y asesores militares a esos países, sino además a darles una dimensión sin precedente a las “operaciones encubiertas” de la CIA y el Pentágono.
Esa concepción que considera la revolución nicaragüense como “una amenaza para sus vecinos y para su propio pueblo”, ha conducido al gobierno yanqui a propiciar la intervención indirecta en Nicaragua desde Honduras, a pertrechar la derrotada escoria somocista convirtiéndola en columnas invasoras y a estimular las agresiones del ejército hondureño y la guerra entre ambos países.
Esa concepción ha conducido a la administración Reagan a recurrir de nuevo a la amenaza de agresión militar contra Cuba y al despliegue prepotente de sus fuerzas navales en el mar Caribe.
Esa concepción sienta incluso la premisa política para el empleo, en caso extremo, del recurso de la intervención militar directa, que sin lugar a dudas, presentan hoy enormes dificultares y riesgos para la política exterior e interior de los Estados Unidos de Norteamérica.
Hace 18 años, las perspectivas de triunfo de la segunda revolución del hemisferio occidental en la Republica Dominicana, obligó a los Estados Unidos de Norteamérica a pasar del dominio encubierto al abierto desembarco de 42 mil marines para detener el desmantelamiento del ejército represivo nativo que ellos había forjado a partir de la intervención militar del 1916.
El expediente de la intervención militar directa fue desempolvado luego de haber pasado varias décadas en reserva.
Entonces, le resultó eficaz.
El factor sorpresa, la ausencia de una conciencia antiimperialista en las grandes masas dominicanas, la localización de la insurrección en la ciudad capital y la superioridad militar, se conjugaron para detener el avance revolucionario y colocar en fase defensiva la insurrección popular.
En Vietnam, sin embargo, cantó otro gallo. Allí le fracasó estrepitosamente el empleo de ese mismo expediente. Las circunstancias eran considerablemente diferentes y ellas se han generalizado en perjuicio del gendarme imperialista.
Los efectos del frustrado abril dominicano y el triunfal proceso vietnamita sobre la conciencia latinoamericana, junto a nuevos cambios en la correlación de las fuerzas mundiales, han contribuido por su parte a crearle enormes obstáculos al empleo de la intervención directa como posible recurso de contrarrevolución del poder imperialista estadounidense contra Nicaragua, El Salvador y Granada.
El costo de otro Vietnam puede resultarle demasiado alto y por eso, previamente, se las ingenian para dar una dimensión nunca vista al recurso de la intervención militar indirecta, a las operaciones militares “encubiertas”.
Ese expediente, sin embargo, no está descartado. La escalada de la política de fuerzas de los Estados Unidos lo incluye entre las posibilidades a contemplar para enfrentar un movimiento revolucionario antiimperialista que muestra –y debe avanzar aun más en esa dirección- auspiciosos logros en su imprescindible unidad y en su necesaria conducta de lucha por poder.
Pero de una cosa sí estamos seguros: el empleo de la intervención militar directa en las presentes circunstancias no le garantiza al imperialismo los resultados obtenidos en Santo Domingo en el año 1965. Más bien lo sitúa frente a una variante centroamericana de aquel Vietnam y lo expone, aunque a un elevado costo para nuestros pueblos, a otra derrota vergonzosa. La historia del sudeste asiático volvería a repetirse en Centroamérica: ¡El pulgarcito de América, y otros tan valientes como él terminarían derrotando al prepotente gigante del norte brutal!
Al publicar este libro con la valiosa colaboración de Editora Taller, abrimos el capítulo de la proyección en nuestros países de este esfuerzo de Kiva Maidanik y de otros autores soviéticos que desde ésa y otras instancias aportan al desarrollo de esa importante vinculación entre la ciencia social revolucionaria de la URSS y la de América Latina y el Caribe.
A Kiva Maidanik lo hemos podido conocer de cerca por las oportunidades que nos han brindado las relaciones de trabajo con la Revista Internacional (Problemas de la Paz y del Socialismo) y los vínculos de amistad y solidaridad de nuestros partido con el Partido Comunista de la Unión Soviética..
En momentos de trabajo, y en contactos informales, acaecidos en Santiago de Chile, en largas caminatas, en reuniones amistosas y encuentros hogareños en Praga y en Moscú, en la sede de la “Revista Internacional” y de la “Revista América Latina” (órganos del Instituto de América Latina de la URSS), hemos establecido un estrecho vínculo con la obrar de la persona de Kiva Maidanik a partir de la segunda mitad de la década de 1960.
Y esa relación con Kiva, al mismo tiempo que forjaba amistades comunes entre valiosos compañeros guatemaltecos, cubanos, dominicanos, salvadoreños, nicaragüenses… (algunos de ellos –inolvidables guatemaltecos como Hugo Barrios, Bernardo Alvarado y Uberto Alvarado, salvadoreños como el poeta Roque Dalton y dominicanos como Orlando Martínez- caídos en la dura brega revolucionaria- y otros presentes en el combate actual), nos permitió seguir muy de cerca su esfuerzo internacionalista y compartir sus lazos con este mundo mágico-real de nuestra América Latina..
Por tratarse de un viejo amigo, unido a nosotros por esos vínculos de solidaridad humana y de solidaridad política; por tratarse de un conjunto de materiales que fuimos conociendo progresivamente y que al releerlos apreciamos permiten seguir el rumbo de los difíciles y gloriosos últimos veinte años de la revolución latinoamericana, que hoy, como en aquel Abril dominicano, prosiguen su curso promisorio en las colinas de El Salvador y Guatemala; por todo esto, hemos convenido, con muchísimo gusto, en recomendar y prologar esta importante recopilación.
De esta estrecha relación pues, surgió nuestra iniciativa de darle una mayor difusión en nuestros países a los trabajo de Maidanik. Y luego debido a los accidentes y tardanzas que impone una edición a larguísima distancia, entró en circulación esta interesante obra, en el pasado diciembre con una presentación distinta y unipersonal de Narciso Isa Conde, y ahora, al culminar nuestras posibilidades de encuentros para estos fines, con un prólogo colectivo de los abajo firmantes.
Schafik Jorge Handal
Secretario General del Partido Comunista
Salvadoreño.
Narciso Isa Conde
Secretario General del Partido Comunista Dominicano Noviembre 1985