Al Cumplir sesenta y tres años de edad y 46 de militancia revolucionaria, 43 de ellos en las filas del socialismo y el comunismo, siento un orgullo inmenso de este compromiso irrenunciable, indoblegable e imbatible.
Con Eduardo Galeano expreso que en esta época de renegaciones y traiciones se me han caído muchos pelos de mi cabeza, pero ni una sola idea, ni un solo principio de los que motivaron mi determinación revolucionaria en los últimos meses de la tiranía de Trujillo.
Sigo al pie del cañón a pesar de los pesares, lleno de vida, repleto de salud física y espiritual, cargado de ideas transformadoras, de firmeza y vocación innovadora.
La Navidad, fiesta que conmemora la trascendencia de Jesús, uno de los grandes revolucionarios de la humanidad, y el Año Nuevo, momento propicio para recrear proyectos, rearmar sueños, incorporar nuevas ideas, son fechas adecuadas para este tipo de reflexión y reafirmaciones.
El revolucionario, la revolucionaria, siempre deben ser subversivos, atrevidos y audaces.
El estancamiento mata. La aceptación del status en cualquier espacio de la sociedad, aniquila.
La rebeldía, mas cuando la acompaña la herejía, remoza, nutre, revive, rearma, recrea.
No importan las incomprensiones o confusiones iniciales en algunos sectores. La verdad se impone, la dignidad y el decoro sepultan las dudas.
La persistencia en el camino renovador engrandece.
Los cercos estratégicos pueden ser evadidos sin grandes sobresaltos. Los cercos tácticos, no: hay que romperlos.
Esa fue mi decisión respecto al espacio de dirección que compartía con otros camaradas en la Fuerza de Revolución (FR.)
No se trató ni se trata de una contradicción con el grueso de la militancia de ese espacio.
Mucho menos de duda alguna respecto al rol jugado en la sociedad.
Prueba de afecto, respeto, cariño, reconocimiento, he recibido a granel.
La cuestión es que la parte hegemónica de la cabeza de ese espacio andaba y anda mal, muy mal, mientras su expresión pública era otra cosa.
En los hechos se fue divorciando de casi todo lo renovador del proyecto. Regresó drásticamente a ese pasado del cual evidentemente nunca se apartó demasiado aunque fingía avanzar.
Incapaz de rebatir el ideario innovador recurrió al chisme, el doblez, la zancadilla, el doble discurso, la doble moral…
Jugó sucio mientras otros (as) nos dedicábamos a hablar de frente, a recrear sueños realizables, a crecer con la prueba de los aciertos y los errores sin dejar de reconocer estos últimos.
Actuó por detrás, ocultó planes, favoreció trajines fraccionales y conspiraciones soterradas. Quiso condicionarme, quiso utilizarme. No hablaron cara a cara.
Crearon dispersión conceptual, dispersión organizativa, estancamientos, retrocesos… No valieron los métodos persuasivos, ni las advertencias sinceras. Las rectificaciones aprobadas fueron sistemáticamente obstruidas. Y persistieron en su plan de condicionar la cabeza del proyecto, desde la propia cabeza y más allá.
Esto obligó a conmover las filas, sin fraccionar, sin dividir. Se tornó urgente ir mas allá de las filas, mas allá de la izquierda organizada. Ir hacia la gran izquierda social, cultural, sin partido.
Se necesitaba hablar con mas precisión de dos revoluciones imperiosas: la revolución en la izquierda y la revolución en el país.
La traba existía. El cerco impedía contribuir a transformar en ambas direcciones, aportar a esas dos revoluciones.
Por eso mi declaración de independencia de la estructura de FR sin renunciar a su ideario dentro y fuera, en toda la izquierda.
La tara es una realidad a derrotar, a superar. Aunque nos digan “locos”, aunque nos atribuyan un falso “abrumamiento”, aunque nos critiquen nuestro amor para con los seres queridos, aunque hablen de enfermedades inexistentes.
De toda manera ya comenzó la cuenta regresiva. Pierden autoridad, se tornan represivos a lo Stalin, llaman a considerarse expulsados a todo el que no los apoye. Y se trata de expulsar una gran mayoría que no se dejará expulsar.
Se van a aislar. Y habrá una nueva renovación revolucionaria, la cual es urgente porque nuestra América está en trance de revolución y nuestro país abocado a una crisis estremecedora y un desprestigio colapsante de la partidocracia tradicional, corrompida y pervertida.