Volver a las raíces del FMLN desde las bases. 25 de enero de 2020. Jasael Torres

Compañeros y compañeras, reciban un fuerte abrazo en este V Seminario Internacional sobre la Vigencia del Pensamiento de Schafik en América Latina de hoy. 

Aquí estamos en la 88 conmemoración de la insurrección indígena campesina de 1932, que marcó nuestra historia en el siglo pasado. Aquí estamos a 40 años de fundarse nuestro partido, el FMLN, como legítimo instrumento de lucha. A 28 años de la firma de los Acuerdos de Paz que puso fin a 12 años de guerra y abrió el camino democrático para la lucha de los pueblos. A 14 años de la desaparición física de Schafik Hándal, hijo meritísimo de nuestro pueblo, de América Latina y, por qué no decirlo, del mundo. Sintámonos orgullosos de ser herederos y herederas de este pueblo heroico y combativo por la justicia social y su emancipación plena. 

Una mirada al mundo

En esta ocasión, en la que rendimos homenaje a este gran revolucionario salvadoreño, Schafik, a través de la reflexión y debate de sus ideas y obra, no podemos obviar hacer una breve mención de la situación del mundo. Como FMLN estamos expectantes de la grave situación que aqueja la estabilidad de las diferentes naciones provocada por la escalada de intervencionismo y hostigamiento económico, político y militar de las potencias imperialistas, en especial, del gobierno de Estados Unidos y su Presidente, que al verse desplazados de su posición hegemónica, pretenden arrastrar al mundo a la barbarie. Ante esto, reafirmamos nuestra profunda convicción solidaria e internacionalista con los pueblos del mundo y su legítimo derecho a su soberanía y autodeterminación. 

Frente a la escalada de tensiones en el Medio Oriente, el FMLN abogamos la estabilidad en la región a través del diálogo y la concertación, evitando que una incalculable cantidad de vidas humanas sean devoradas por las fauces de una guerra que tiene a su base la irracionalidad de los poderes imperiales de mantener la hegemonía del decadente sistema capitalista neoliberal. 

A la vez, nos solidarizamos con los pueblos de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, que en su camino soberano, ha sufrido las envestidas de los intereses imperiales en contubernio con las oligarquías locales, que no descansan en su afán de recuperar los espacios de poder perdido y restaurar sus agendas neoliberales en la región.

América Latina es el epicentro de las luchas contra la ofensiva neoliberal y por el avance socialista

América Latina y el Caribe es el epicentro de las luchas populares por el paradigma socialista, por eso las fuerzas imperiales no descansan en su afán porque las ovejas descarriadas vuelvan al redil; todas sus estrategias y planes pretenden, no sólo recuperar su llamado patio trasero, sino también el exterminio de las ideas revolucionarias y las fuerzas portadoras de los ideales emancipatorios, que se atreven a impulsar cambios estructurales en la ruta socialista como única alternativa viable al capitalismo fratricida.

La década de oro, como la nombró Álvaro García Linera, abrió las puertas para que la izquierda accediera a espacios de poder formal e impulsara una redistribución social en beneficio de los históricamente excluidos. El ensanchamiento de los beneficios sociales promovidos por la izquierda en el gobierno, permitió una reducción de la pobreza en la región alcanzando niveles sin precedentes en la reducción de la brecha entre pobres y ricos en el continente.

La democratización de espacios políticos y económicos, la visibilización de minorías étnicas y sociales así como de nuevas institucionalidades emergentes, cambiaron el rostro del continente desde políticas públicas que impactaron positivamente a las economías de nuestros países, hasta la construcción de nuevos idearios colectivos en los acumulados culturales de los pueblos nuestroamericanos, teniendo en cuenta lo diverso de la región y las características propias de cada nación. 

Evidentemente América Latina no es la misma de antes del primer gobierno del Comandante Chávez, quien inauguró la oleada de gobiernos progresistas y de izquierda. Ha sido la lucha de los pueblos la que ha impulsado una ruptura con el dominio hegemónico del capitalismo para abrirse paso en la conquista de sus reivindicaciones.

Sin embargo, los retrocesos que hoy enfrentamos por la pérdida de espacios institucionales de poder no obedecen exclusivamente a la agenda de nuestro enemigo, sino también contienen las deficiencias, errores y desviaciones de nuestras prácticas en el ejercicio del gobierno. No podemos, compañeras y compañeros, culpar únicamente al imperio por nuestras deficiencias en la no construcción de la democracia popular y directa, del no desmontaje profundo del neoliberalismo, de la ausencia de una nueva estructura económica así como de la práctica de una política conciliadora con sectores de la burguesía que terminó separándonos del sujeto social de la revolución: el pueblo organizado. 

Pese a nuestros errores y deficiencias en el ejercicio de gobernar, los pueblos de América Latina se encuentran en combate, resisten y reclaman la urgente rectificación de la izquierda partidaria para elaborar las estrategias y tácticas necesarias que nos permitan acortar la distancia entre las fuerzas políticas y populares, hoy distantes por la pérdida de la confianza y la legitimidad. 

Aunque el escenario parezca sombrío, el camino recorrido hasta ahora es una experiencia rica e invaluable para las actuales y futuras generaciones de luchadoras y luchadores revolucionarios, que se propongan cambiar las raíces estructurales del sistema y sepultar de una vez por todas los escombros de la vieja y decadente sociedad. Ejemplo de ello, son los pueblos de Chile, Colombia, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y la heroica Cuba, que con su firme lucha dan ejemplo de valentía y resistencia frente a la feroz envestida de las derechas golpistas y sus aliados del Norte.

¡Camaradas, en Nuestra América Latina y Caribeña se define el avance o retroceso de la lucha por el socialismo! ¡De nosotras y nosotros depende!

El FMLN y la lucha revolucionaria en El Salvador

Esta experiencia latinoamericana no es ajena a nuestro proceso de lucha en El Salvador, que luego de un largo proceso de acumulación de fuerzas logramos arribar al ejercicio del gobierno en el año 2009 y un segundo gobierno en 2014, una experiencia de gestión de lo público que concluyó con una derrota electoral en 2019.

No me detendré a hacer una descripción de los importantes logros y avances de nuestros dos gobiernos, no por desconocer el significado de éstos para el beneficio de nuestro pueblo, sino porque muchos han sido los espacios donde se ha debatido y reflexionado al respecto; incluso, se ha querido justificar o solapar los decisiones y prácticas que provocaron el fracaso de nuestro gobierno con este proceder. 

A las y los revolucionarios en ocasiones nos da por escuchar únicamente las cosas buenas que hacemos, pero debemos cuidarnos de negarle los oídos a los errores. Y esto de pronto hasta podría parecer normal, a nadie le gusta escuchar sobre sus deficiencias y equívocos, pero los revolucionarias y revolucionarios abrazamos el principio de la crítica y la autocrítica; es por ello, que desde la posición de nuestra juventud, frente al actual contexto de lucha, es más importante identificar nuestras falencias y errores, que vivir celebrando permanentemente nuestras victorias, para corregirlos y no volver a cometerlos. Claro está, tampoco se trata de caer en la autoflagelación. 

En este sentido, la experiencia del FMLN en el gobierno nos hace recordar aquellas palabras de Schafik que nos advertían sabiamente en los siguientes términos: “[…] Si llegamos al gobierno, tendremos un reto muy grande. Estamos en un país con un problema social sumamente complejo. Hay un estado de ánimo no solo de insatisfacción sino de desesperación. Hay problemas que no pueden resolverse de la noche a la mañana, pero la gente espera resultados rápidos. Entonces nosotros vamos a tener un fuerte desafío. Yo creo que la respuesta a esto va a estar en sincerarse con la gente, estrechar lazos con ella, en intercambiar, en decirle cual es la verdad de lo que estamos viendo.”

Estas palabras de Schafik nos hacen reflexionar sobre cómo debe ser la relación entre el partido, el gobierno y el pueblo, ecuación que debe servirnos para analizar y debatir nuestro papel como fuerza política en el gobierno durante los dos periodos anteriores; y principalmente sobre el papel que le asignamos al pueblo en el mismo ejercicio gubernamental: cómo meros beneficiarios de una política social o cómo sujetos de su propio destino.

No tardamos en iniciar nuestro primer gobierno cuando justamente nos enfrentamos a estos desafíos. Las expectativas generadas en el pueblo durante la campaña electoral en 2009 estaban sobre las posibilidades reales de llevarlas a cabo y no contábamos con la correlación de fuerzas suficientes, pero en lugar de ampliarlas junto al pueblo se terminó optando por el camino de la gobernabilidad con las fuerzas conservadoras del país y los organismos internacionales, que no escatimaron esfuerzos por bloquear, frenar y condicionar la agenda de país por la que la población había votado.

Convencidos que este primer gobierno era de transición y amparados por los programas sociales exitosos, enfrentamos un segundo periodo gubernamental en el que recibimos el respaldo de la población, esta vez con un comandante guerrillero a la cabeza y con la promesa que esta sería la muestra clara de nuestro compromiso por hacer las transformaciones que históricamente abanderamos. 

El segundo gobierno del FMLN estuvo marcada por las falencias no resueltas del primero, principalmente expresadas en la incapacidad de desarrollar una estrategia clara de ampliación de la correlación de fuerzas revolucionarias, por el contrario, ya estábamos en un proceso acelerado de desacumulación en los espacios estratégicos, como la Asamblea Legislativa, Concejos Municipales y principalmente con la desmovilización de los sectores populares. 

A raíz de esto, lejos de fortalecernos en nuestro segundo gobierno fuimos perdiendo el respaldo, la confianza y la legitimidad ante nuestro pueblo. Algunas de las principales deficiencias que marcaron, desde nuestro punto de vista, el declive político expresado en las últimas dos elecciones, son las siguientes: 

1. La falta de liderazgo al frente del gobierno en la toma de decisiones estratégicas, como la reforma de pensiones, la reforma fiscal progresiva, el combate frontal a la elusión y evasión fiscal. 

2. En nombre de la gobernabilidad, el FMLN en el ejercicio de gobierno sustituyó su carácter beligerante por una conducta conciliadora con los sectores económicamente poderosos, que trajo como consecuencia el distanciamiento con los sectores populares que históricamente nos han acompañado.

3. El temor político de enfrentarse a los intereses del imperialismo norteamericano y la derecha local postergó la apertura de relaciones diplomáticas estratégicas para el país, ejemplo de ello es establecimiento de relaciones con China Popular.

4. La sustitución del programa de la revolución por la plataforma de gobierno, que tiene a su base la prioridad de una agenda eminentemente electorera.

5. La disolución del contenido político de la conducción estratégica del gobierno que se depositó en manos de tecnócratas y aliados de derecha, que provocó la desconexión con el pueblo y el partido; en consecuencia, se postergaron las rupturas estructurales necesarias y se terminó reproduciendo las prácticas burocráticas del estado burgués. 

En cuanto al partido, 

1. La pérdida del rumbo revolucionario, a merced de un mezquino cálculo electorero que convirtió al FMLN de instrumento de lucha revolucionaria por una maquinaria exclusivamente para ganar elecciones. En este sentido, se desfiguró la concepción de organización de base del partido por la estructuración del EPEL, la formación política e ideológica por la capacitación electoral, al programa de la revolución por la plataforma legislativa y municipal, y lo más grave, la sustitución del pueblo como sujeto de la revolución por una masa de votantes. 

2. La burocratización de la histórica dirección nacional del partido, vaciada en los principales cargos públicos, algunos de los cuales ya suman varias décadas en la función pública con salarios onerosos que los alejaron de nuestra base y del pueblo trabajador. El usufructo de los espacios y privilegios derivados del poder estatal hicieron de la función pública un modus vivendi que descompuso a muchos dirigentes, incluidos algunos amparados bajo la cuota partidaria de juventud y mujeres.

3. La destrucción de la democracia interna por el uso del llamado consenso como método de toma de decisiones, que excluyó a la base de participar bajo el pretexto de que esta no estaba preparada y que debía, por la lealtad a los dirigentes históricos y en resguardo de la disciplina, aceptar la verticalidad como forma de orientación. 

4. Se censuró la crítica y autocrítica cerrando los espacios para el debate y el pensamiento crítico con la militancia, con excepción de un exclusivo y reducido grupo de dirección, lo que provocó la exclusión y purga contra quienes, a contracorriente de la línea, emitían señalamientos sobre las desviaciones cometidas. 

Usualmente, las posiciones oportunistas descalifican el valor de la crítica y autocrítica bajo el pretexto de quienes hacemos uso de ella no queremos la unidad partidaria. Quieren unidad partidaria pero sin reconocer sus errores y desviaciones, y menos asumir la responsabilidad que de ellas deriven. Quieren que hayan autocritica, pero no crítica, porque saben que la militancia tiene claridad de son los principales responsables del desprestigio al que han llevado a nuestro FMLN ante la población.

En el marco de la conmemoración de la partida física de Schafik, pretenden usar la incansable lucha unitaria de este líder histórico para justificar sus conductas oportunistas. Y por eso las palabras de Schafik sobre la unidad revolucionaria les azota: «Cuando propugno por la unidad del partido, no estoy hablando de pegar con chicle grupos que se forman con intereses electorales y tampoco hablo de tranzar sin principios. Eso sería reducir la unidad sólo a estar todos juntos, con el FMLN como techo común. Esa no es unidad, deja de lado la misión revolucionaria del partido y su capacidad de cumplirla. El principal combate ideológico deberá dirigirse contra el mezquino interés electorero y la ambición de adquirir poder personal, contra la corrupción, el oportunismo y el arribismo»

Estos oportunistas, incluso se atreven a acusarnos de que queremos dividir y destruir al partido, porque queremos construir otro instrumento. Sobre esta ridícula acusación, esta nueva dirección nacional desmiente categóricamente esa vil falacia y reafirma su compromiso por la recuperación del rumbo revolucionario de nuestro partido, el FMLN, que le ha costado la sangre y vida de tantos hijos e hijas de nuestro pueblo.

Quienes nos acusan de querer dividir y destruir al FMLN, con sus prácticas y conductas casi lo logran. Pero eso no sucederá si nosotros lo impedimos, corrigiendo lo que haya que corregir, escuchando a la base nuestro partido y a nuestro pueblo. No hay camino hacia la recuperación de nuestra fuerza si no es a través del diálogo franco y transparente con la base y el pueblo. Este pueblo sabrá valorar nuestra sinceridad y la justeza de nuestra lucha; nos acompañará con la firme decisión de vencer. 

Por lo anteriormente expuesto, el objetivo estratégico de este momento para el FMLN es recuperar la confianza del pueblo y el rumbo revolucionario como opción transformadora. 

1. Urge recuperar la organicidad en las filas efemelenistas a través de la estructura de comités de base, como organismos de capaces de vincularse permanentemente con el pueblo salvadoreño, que no visite sino que viva entre el pueblo, cambiando la visión de este de masa electoral a lo que verdaderamente es: sujeto de transformación. En este aspecto, es importante compartir algunas de las ideas que Schafik nos dejara: “Yo insisto, hay que asegurar la vinculación con la gente, formar los comités de base, los dobles carriles que deben generarse de esa información: del partido hacia la gente y de la gente hacia el partido. Ese es el antídoto para la estrategia de hacer cambios para que nada cambie, para cambios paliativos o cambios propagandísticos”.

2. Recuperar los métodos de dirección y funcionamiento colectivo, en el que la base pase de receptora de la línea a constructora permanente de la estrategia. Para ello es indispensable que sea participe de las grandes decisiones, devolverle a la militancia el lugar que le corresponde. 

3. Desarrollar una poderosa y activa organización y movilización popular desde el diálogo con todas las fuerzas vivas de nuestro país, que permita enfrentar al actual gobierno abiertamente de derecha neoliberal y a los intereses imperiales, que usando una avalancha mediática, pretenden enterrar la historia de lucha de nuestro pueblo y sus esperanzas de cambio para sus vidas. Esto debe ser antesala para impulsar la construcción de poder popular. 

4. Superar las desviaciones electoreras, en las que las elecciones son sólo una vía para acumular fuerzas para el avance de nuestro horizonte socialista y deben combinarse con otras formas de lucha, como la lucha popular. Al respecto, cabe traer a cuenta aquellas orientaciones de Schafik: “[…] pido también que adoptemos otro inciso […] hacer del FMLN un partido de luchadores sociales y no sólo de votantes.”

5. Es urgente intensificar los esfuerzos de formación política e ideológica a todo nivel, prestando especial interés a la formación y promoción de cuadros juveniles a través de la integración de las experiencias de las diferentes generaciones del FMLN, para garantizar hoy el surgimiento de los futuros luchadores y luchadoras sociales que empuñen la bandera del socialismo en El Salvador. 

Camaradas, estas son tareas de todo el partido en su conjunto, en especial, es compromiso de esta nueva dirección, pero solo será posible lograrlos con firme decisión y participación de nuestra militancia revolucionaria. 

Para que haya socialismo en El Salvador, el pueblo debe quererlo, será este quien lo conquiste y lo defienda; y para que el pueblo lo quiera, debe ser el FMLN quien lo acompañe.

Camaradas, hoy más que nunca se vuelven oportunas aquellas palabras de Schafik con las cuales quiero concluir esta participación: “Nosotros no estamos llegando a este momento como ovejas descarriadas que vuelven al redil, sino como maduros y enérgicos impulsores de los cambios hace mucho tiempo anhelados por la inmensa mayoría de los salvadoreños”.

¡Viva el FMLN!

¡Viva Schafik!Etiquetas: Cultura del Debate

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Jasael Torres

Jasael Torres

Secretario Nacional de Juventud Farabundo Martí e integrante de la Comisión Política del FMLN

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