SAN SALVADOR, 2 de agosto de 2022 (SIEP). “Una de las raíces de La Cebolla Purpura se encuentra en una discusión que sostuvimos, -todavía sin conocernos- con Jaime Suarez Quemain, alrededor de la película Teorema de Pier Paolo Pasolini, que trata de las complejas relaciones de una familia de la alta burguesía con un joven que les altera su vida…”nos comparte David Hernández, novelista y escritor salvadoreño.
“Ambos asistimos a ver esta película, como parte de una serie de cine –forum que se realizaban los sábados en el sótano de la antigua Biblioteca Nacional, organizados por José Luis Valle, en su carácter de director del departamento de estudios escénicos del Ministerio de Educación. Sí, es el mismo que publicó ese año la antología 25 poetas jóvenes de El Salvador.”
Con Jaime discutimos en esa ocasión sobre la lucha en Vietnam, fíjate que aquel tenía posiciones raras, contradictorias: por una parte defendía la lucha del pueblo vietnamita pero por otro lado era crítico de Fidel y de la Revolución Cubana, incluso a veces manifestaba admirar a Hitler…pero luego nos hicimos amigos y hasta hermanos…”
Entre los meros cuatro fundadores de la Cebolla Púrpura en abril de 1971 estaba Jaime, que era contador, Rigoberto Góngora, que venía de Los Masacuatos de la Juventud Comunista en San Vicente, el migueleño Jorge Morazán y mi persona. Para ese tiempo estudiaba mi último año de bachillerato en el Instituto Francisco Menéndez, el INSFRAMEN. Después se fueron sumando muchos otros escritores y artistas…
Empezamos a reunirnos en el Teatro Nacional y decidimos formar un grupo literario, con la claridad que no queríamos llamarnos con nombres de animales (ya estaban la Masacuata, los Unicornios, Pez y Serpiente, los Osos Hormigueros, etc.) y entonces Raúl Chamagua sugirió el nombre de Cebolla Purpura y nos gustó, lo aceptamos, le pegó con el nombre.
Después se incorporaron Carlos Balaguer y Francisco Bertrand Galindo, sí el mismo, el que escribió Los locos de San Salvador, con narraciones sobre Te Pica, la Loca Amparo, Carrito y otros…
Por cierto Jaime, que vivía allá en la calle 5 de noviembre, era muy amigo de Bertrand Galindo, por lo que criticaba fuertemente a Góngora y a Morazán porque se metían con la novia de este, -convirtiéndolo en cornudo- y por esto hasta amenazaba con expulsarlos del grupo.
Cuando habíamos sacado ya el tercer número de nuestra revista, La Cebolla Purpura, el director del Diario El Mundo nos ofreció que asumiéramos como grupo literario una página sabatina, que entonces empezamos a publicar. La publicamos durante cuatro años, incluso dimos a conocer una parte de Pobrecito poeta que era yo de Roque…
En abril de 1975 publicamos un pronunciamiento saludando la victoria del pueblo vietnamita y esto nos valió una crítica de la UCA, del departamento de letras, dirigida por el chapín Leonel Menéndez Quiroga, que cuestionaron que como era que “unos vagos de cafetines” se ponían a opinar sobre Vietnam. Le respondí la siguiente semana en la página, sacando un pronunciamiento firmado con mi nombre: el papel de la historia…
Nosotros visitábamos muchos bares y cafeterías: el Skandia allá en los bajos del hotel San Salvador, el Bella Nápoles, y los bares alrededor de La Praviana: el Alcázar, el Faro, el Paraíso…
Nosotros los cuatro fundadores éramos los cebolludos y los que se fueron integrando al grupo -que fueron muchos-eran los cebollines…entre estos estaban los hermanos Galeas, Giovanny y Marvin; Rafael Mendoza, Ricardo Castrorrivas, Alfonso Hernández (quién siempre andaba huyendo), Dago el Escultor, Gilda Lewin, Norman Douglas, Manuel Soto, pintores como Toño Bonilla, los dos Crespines (el Loco y el Pequeño) , Napoleón Ramírez Melara, uno de apellido Orantes, incluso había periodistas como el guatemalteco Eduardo Vásquez Becquer, Chico Aragón, René Contreras, Quique Castro, además de Myrna López, Marisol Galindo (sí la de las LP-28), hasta Fernando Zablah, etc.
Del 74 al 75 estuve en la Ciudad Normal…estudiando para maestro…y ahí fui reclutado para el PCS, me llegaba a atender políticamente Dago Manteca, digo Sosa, el actual Lucio.
Fíjate que en el 77, al mismo Emilio, que así se llamaba entonces Schafik, le habían llegado chambres de la misma gente del partido que me conocían, que nosotros pasábamos en cafetines y bares y me dijo preocupado:
-Aléjese de esos sitios, ahí llegan muchos orejas y cuidado! Que viene una represión terrible!
Esto me hizo volverme un poco más cauteloso, pero sin abandonar la bohemia. Y fue de esta relación política, del mismo Simón, que surgió la beca en 1980 para ir a estudiar a la Ursula, y opte por agronomía. (Continuara)