1.Las recientes elecciones se caracterizaron por un fraude estructural y constitucional, un alto nivel de abstencionismo y una victoria holgada del régimen. Bukele ganó con el 82% de los votos válidos y en 2019 había ganado con el 54%. Su partido (NI), que hoy tiene el 66% de las diputadas y diputados, a partir de mayo tendrá el 90%. También reforzará su poder en las alcaldías, pues gobierna en el 57% de ellas y gobernará en el 64%.
2.Los partidos llamados de oposición (ARENA, FMLN, NT y VAMOS) aceptaron la candidatura inconstitucional de Bukele y los cambios en las reglas electorales a favor de NI. Y pese a que Bukele será presidente de facto porque la Constitución prohíbe la reelección continua, esos partidos aceptaron su victoria y solo cuestionan las elecciones legislativas, donde el fraude técnico encubrió el fraude constitucional.
3.El régimen repartió votos entre partidos aliados y moribundos (GANA, PCN, PDC y CD) para humillar a los demás. También le dio una alcaldía a FS, de reciente creación.
4.El FMLN tuvo un fuerte descenso con respecto a 2019:
1.El candidato presidencial anterior obtuvo 390,000 votos y el actual recibió 204,000 (-48%).
2.Tenía 23 diputadas y diputados y no tendrá ninguno.
3.Gobernaba en más de 50 alcaldías y no gobernará en ninguna.
5.La dirección del FMLN no asume responsabilidad ante la derrota, no se autocritica y le envía a la militancia cinco mensajes para justificar los resultados.
6.A partir del primero de mayo el Estado será controlado totalmente por la derecha, bajo la hegemonía absoluta del clan gobernante y su partido. Cinco partidos de derecha tendrán presencia en la Asamblea Legislativa y siete gobernarán las 44 alcaldías.
7.Sin embargo, pese a su gran poder, el grupo gobernante no estabilizará al país, pues la gente demanda mejorías que no llegarán. Lo que vendrá es la desilusión.
8.En la nueva coyuntura que se abre, el movimiento popular seguirá luchando contra el régimen. Ya veremos si un referente partidario de izquierda se suma a esa lucha.