Las continuas derrotas electorales que el FMLN ha venido sufriendo desde 2018, así como la reducción de su capital político y de su representación en los Órganos del Estado, llevan forzosamente a plantear el siguiente desafío a sus actuales dirigentes:
¿Lo que la izquierda en El Salvador necesita es solo una reorganización interna o más bien la creación de un nuevo partido que sea un referente real de las luchas del pueblo?
A juzgar por el estado agónico en que se encuentra el partido en mi opinión hay que practicar una eutanasia inmediata y comenzar a trabajar en la creación de un nuevo referente partidario que retome el ideario fundacional de un verdadero partido de izquierda, tal como el que surgió a inicios de los años 80.
El FMLN, así como está, ya no tiene ninguna viabilidad.
La mayoría de sus dirigentes han demostrado una incapacidad total para superar la crisis que enfrenta el partido al punto de que no reconocen que se encuentran atrapados en una lógica derrotista, lo que ha provocado que poco a poco se hayan ido alejando de sus principios revolucionarios.
Son tan incapaces y faltos de autocrítica que responsabilizan de su derrota a los dos gobiernos anteriores del FMLN, sobre todo al primero (2009/2014).
Les acusan de haberse distanciado de las aspiraciones populares pero por otro lado contradictoriamente reivindican como propias las conquistas sociales que produjeron una reducción importante de la pobreza, sobre todo de la pobreza extrema.
Han llegado al colmo de ver como victoria el hecho de no haber desaparecido jurídicamente.
Así lo planteó su candidato presidencial, Manuel “el chino” Flores, cuando dijo que muchos, de adentro y de afuera del partido, los creían derrotados y aniquilados. Según Flores eso no ocurrió, ya que seguirán existiendo legalmente y lograron remontar la votación del 2019. No hay nada que nos haga crear que esta remontada ocurrió.
Probablemente les anularon algunos votos que habían ganado en las Presidenciales pero de esa anulación a asegurar que les “robaron” cerca de medio millón de votos efectivos hay una gran diferencia.
Vanagloriarse de ser la segunda fuerza política del país con apenas 204 mil votos (menos del 7% de la votación) es una vergüenza.
Existe además una situación que no nos explican.
No solo el FMLN no desapareció jurídicamente, tampoco desapareció el PDC, el PCN, GANA, Vamos y Fuerza Solidaria (el partido creado por Herbert Saca con recursos del oficialismo).
Cuál es el mérito entonces de no desaparecer si otros tampoco desaparecieron y sobre todo que no tienen ninguna representación en el Estado, al punto que el FMLN se ha vuelto inviable como oposición real.
Cuando Oscar Ortiz, actual Secretario General del FMLN, dice que pondrá su cargo a disposición de la dirigencia nacional, en el fondo está dejando que sean los responsables de la debacle electoral los que decidan sobre el futuro del FMLN.
Qué es lo más probable que ocurra?
Que la CP acepte la renuncia de Ortiz y que en su lugar nombren a Lourdes Argueta o al Chino Flores, con la bendición de José Luis Merino, lo que sería más de lo mismo.
¿Por qué no se atreven a denunciar y a desligarse de José Luis Merino? Esta es la corrupción que le ha hecho daño al partido y que ha corrompido a su dirigencia.
Las acusaciones en contra de mi gobierno y el de Sánchez Cerén la Fiscalía aún no ha podido demostrarlas, porque en el fondo fueron fabricadas por la derecha oligárquica y por una Fiscalía al servicio de los intereses oligárquicos y del clan Bukele.
Hablar de reestructuración interna o de relevo generacional sin desligarse de los corruptos y mercantilistas en el FMLN no es ni refundación y menos creación de un sólido instrumento partidario de izquierda que defienda los intereses populares.
Bajo el disfraz de una supuesta reestructuración interna, que más bien suena a una especie de rueda de caballitos, el FMLN seguirá siendo un partido sin rumbo, destinado al fracaso.
Acá lo que se impone es la creación de un nuevo partido de izquierda que recoja lo mejor de la militancia actual, del liderazgo joven y que no sea genuflexo a José Luis Merino y a sus seguidores en la Comisión Política actual.
La cirugía tiene que ir a la raíz del problema.
De lo contrario acabarán siendo más de lo mismo.
Por eso sostengo que no es una reestructuración lo que necesita el FMLN sino una refundación de raíz que parta de la creación de un nuevo referente partidario, fuertemente vinculado al movimiento social y a la lucha callejera, y a nuevos principios fundacionales ajustados a los tiempos que vivimos.