El 28 de febrero del 2021 se realizaron en El Salvador los comicios para elegir 84 Diputados que integran la Asamblea Legislativa, 20 Diputados del Parlamento Centroamericano (PARLACEN) y 262 alcaldes con sus respectivos Concejos Municipales pluralistas.
Entre los 10 partidos políticos que participaron, nueve reflejaron posturas derechistas: Partido de Concertación Nacional (PCN), Partido Demócrata Cristiano (PDC), Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Cambio Democrático (CD), Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), Partido Democracia Salvadoreña (DS), Nuevas Ideas (NI), Nuestro Tiempo (NT), y VAMOS. Solo el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se presentó con su tradicional falsa fraseología de izquierda, pero no logró cautivar a las masas populares después de la amarga experiencia que vivieron bajo los gobiernos de Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén. También participaron dos candidatos no partidarios.
Persiste el ausentismo y la decepción con la democracia de los Acuerdos de Paz
Según los últimos censos, la población asciende a 6, 825,935 habitantes de los cuales 5,389,017 estaban inscritos para ejercer el sufragio en el 2021.
Datos preliminares refieren que la participación electoral en las elecciones del 28 de febrero no supero el 51%, lo que indica una marcada indiferencia de la mitad de la población hacia los procesos electorales. Esta apatía tiene su origen en que la frágil democracia burguesa instaurada con los Acuerdos de Paz de 1992, no resolvió las expectativas democráticas del pueblo salvadoreño. Continúan problemas como el desempleo, bajos salarios, violencia, delincuencia y corrupción generalizada. La población se siente defraudada por los viejos partidos políticos porque estos no cumplen las promesas de las campañas electorales.
En vez de declinar, el abstencionismo, con altibajos, ha aumentado en los últimos 29 años. En las elecciones legislativas de 1994 el abstencionismo fue del 46.92%, en 1997 subió al 60.82%, en el 2000 fue de 61.52%, para el 2003 bajo un poco hasta el 58.97, en 2006 continuo en descenso con el 54.22%, en 2009 fue del 54.09%, en 2012 fue del 51.91%, en 2015 fue del 51.77%, en 2018 fue del 54.27% y en las recientes elecciones del 2021 se calcula que no superó el 51%.
Un fenómeno similar ha ocurrido con las elecciones presidenciales. En 1994 el abstencionismo fue de 54,8%, en 1999 fue de 60%, en el 2004 bajo al 32%, y 2009 por las expectativas que habían en un triunfo del FMLN bajó hasta el 37,1%, en 2014 se mantuvo en 37,5%, en las elecciones que ganó Bukele el abstencionismo subió hasta el 58,2%. Una simple observación de las estadisticas muestran que el descenso del tradicional voto se produjo en las elecciones del 2009 y 2014 por las expectativas de las masas trabajadoras en un posible cambio de situación, bajo los gobiernos del FMLN, pero la decepción ha sido determinante para elevar nuevamente las cifras del abstencionismo en el histórico 50%.
La minoritaria protesta del voto nulo y voto en blanco
Según datos preliminares, se han contabilizado 49,421 votos nulos y 43,656 votos en blanco, lo que muestra la protesta activa de una franja todavía minoritaria en la población. Estos electores no se sintieron representados por ninguno de los partidos políticos en contienda, ni por ninguno de los candidatos independientes.
Nuevas Ideas: la minoría ganadora
Los resultados preliminares arrojan que Nuevas Ideas ganó 56 Diputados, ARENA obtuvo 12, GANA obtuvo 5, FMLN obtuvo 4, PCN obtuvo 2, PDC obtuvo 1, VAMOS obtuvo 1, y NUESTRO TEMPO obtuvo 1. Bukele logró la meta de imponer mayoría simple y calificada dentro de la nueva Asamblea Legislativa
A nivel municipal, Nuevas Ideas ganó 146 alcaldías de los 262 municipios del país, 13 de las catorce cabeceras departamentales, aunque en materia de votos tiene aproximadamente 399,000 votos menos que a en las elecciones legislativas.
A nivel del Parlamento Centroamericano (PARLACEN) solamente participaron 8 partidos políticos. De los 20 Diputados que integran el PARLACEN la coalición NUEVAS IDEAS-CD obtendría 14 diputados, 3 para ARENA, 1 para el PCN, 1 para GANA, y 1 para el FMLN.
Si comparamos la votación obtenida por Nuevas Ideas, con el conjunto de la población apta para votar, tenemos la sorpresa que a nivel legislativo obtuvo un 27% de apoyo. La Asamblea Legislativa será controlada por la minoría más grande, pero minoría al final de cuentas. Esta situación desnuda la naturaleza antidemocrática de la actual democracia salvadoreña. Con el apoyo de esta gran minoría, Bukele extenderá su control sobre el poder judicial, y resto de instituciones del Estado. La prolongada crisis económica, el endeudamiento y la pauperización de la mayoría de la población crea un ambiente propicio para el establecimiento de un régimen totalitario. El peligro real de instauración de un régimen bonapartista, con amplios poderes para el presidente de la república, puede ser la antesala de una nueva dictadura disfrazada de gobiernos civil.
El derrumbe del reformismo del FMLN
Nunca antes, ni en los peores momentos de la hegemonía de los gobiernos de ARENA, el FMLN había obtenido una votación tan baja. El FMLN ha obtenido apenas 4 Diputados para la Asamblea Legislativa, y 175, 056 de votos que representan el 6.94% de la participación electoral y un poco más del 3% de todo el electorado.
El FMLN ha sufrido su peor derrota electoral, a pesar de haber agitado correctamente el fantasma de una posible dictadura de Bukele. Igual que la fábula del pastorcillo mentiroso, que nadie le creyó cuando decía la verdad, el pueblo salvadoreño le ha dado la espalda al FMLN, una muestra de rechazo y decepción política ante la desastrosa gestión de los gobiernos de Funes y Sánchez Cerén, en la que se conformaron con ser simples administradores del Estado burgués, fieles peones del neoliberalismo.
Por una Coordinadora de Izquierda Revolucionaria (CIR)
Bukele ascendió al poder porque supo manipular las ilusiones democráticas de las masas, ante la crisis del sistema bipartidista que se instauró después de los Acuerdos de Paz de 1992. Estamos ante una nueva derecha que pretende ocupar el lugar de ARENA, que también se ha desplomado, aunque en menor medida que el FMLN.
Bukele ha logrado sus metas por el vacío de una conducción revolucionaria. Durante más de tres décadas, el FMLN logró copar el espacio de izquierda, impidiendo o bloqueando el surgimiento de nuevas direcciones revolucionarias. El peligro real que representa el bonapartismo de Bukele, y el desmoronamiento del reformismo del FMLN, crean nuevas condiciones que exigen el surgimiento de una nueva conducción revolucionaria.
Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a todas las organizaciones y personas que se identifican como parte de la izquierda a integrar una Coordinadora de la Izquierda Revolucionaria (CIR), para luchar contra el bonapartismo de Bukele, por la defensa de las libertades democráticas y contra los planes de ajuste neoliberal que inevitablemente aplicara contra los trabajadores y la clase media.
Llamamos a elaborar conjuntamente en Plan de Lucha que contenga, al menos, los siguientes puntos:
1.- Unidad sindical y popular contra los planes de ajuste neoliberales acordados con el FMI. Por el aumento de salarios conforme el costo de la vida. Por establecimiento de una renta básica para los sectores más vulnerables
2.- Para combatir el desempleo, luchemos por un Plan de Obras Públicas y construcción de viviendas a bajos precios para todos los trabajadores, sectores populares y campesinos que las necesiten.
No a la flexibilización laboral y a los empleos precarios sin goce de prestaciones ni estabilidad laboral.
3.- Defendamos la libertad de sindicalización y el derecho a huelga de todos los trabajadores, empleados públicos y municipales, así como también garantizar el derecho la trabajo y la estabilidad laboral. Abajo los chantajes del Ministerio del Trabajo y Prevención social (MTPS) que niega las certificaciones de las Juntas Directivas Sindicales. Despenalización de los métodos tradicionales de lucha laboral y social.
4.- Por la derogación de la Ley del Sistema de Ahorro para Pensiones (SAP) y la desaparición de las Administradoras de los Fondos de Pensiones (AFP), para garantizar una pensión digna volvamos al sistema clásico de seguridad social, conformado por aportaciones del Estado, la patronal y los trabajadores. ¡No más AFP!
5.- Democratización del actual sistema político, flexibilizando los requisitos para la creación y legalización de nuevos partidos políticos. Simplificar el procedimiento y requisitos para la presentación de candidaturas no partidarias que permitan la participación política de los trabajadores y demás sectores populares.
Incorporación de mecanismos de control popular, como el referéndum, plebiscito, etc., que permitan la participación democrática y consulta popular en temas de interés nacional.
6.- Renacionalización de las empresas y servicios públicos privatizados o entregados en concesión. El Estado bajo control de los trabajadores y el pueblo debe mantener el monopolio de los servicios públicos, para garantizar el acceso de la población
7.- Nacionalización de la banca, instituciones financieras y sistema de pensiones, bajo control de los trabajadores.
8. Reforma agraria integral que beneficie a los campesinos y que devuelva las tierras ejidales a las comunidades indígenas
9. La lucha contra la violencia, la delincuencia y las pandillas no debe centrarse en la represión militar, sino en resolver los problemas económicos de decenas de miles de jóvenes marginalizados socialmente, que conforman las pandillas.
Probablemente falten muchos temas más. Los revolucionarios debemos coordinarnos y discutir democráticamente cómo combatir al régimen bonapartista de Bukele, y como construir una nueva alternativa revolucionaria que ocupe en enorme vacío creado por el desplome electoral del FMLN.
Centroamérica, 9 de marzo del 2021
Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)
Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)