Jovenes repudian presencia de Blanca Flor Bonilla en Fiestas Patronales

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JOVENES REPUDIAN PRESENCIA DE BLANCA FLOR BONILLA EN FIESTAS PATRONALES

AYUTUXTEPEQUE, 16 de enero de 2010 (2010) “! Fuera! ¡Cállate, Vieja Mentirosa¡ le gritaron muchos jóvenes a la Alcaldesa Blanca Flor Bonilla esta noche en el marco del Acto de Coronación de las Reinas de las Fiestas patronales de esta ciudad.

Una Blanca Flor Bonilla visiblemente irritada y nerviosa volvía a ver a su entorno de seguridad, mientras tartamudeaba tratando de mantener su compostura al observar como los jóvenes de las comunidades desafiaban el cordón policial y le lanzaban improperios.

Esta es la última expresión de un descontento creciente con la gestión de esta funcionaria, alta dirigente del partido gobernante FMLN, que fue impuesta por la dirección de este partido para gobernar este municipio de larga tradición izquierdita, no obstante no vivir aquí y ser originaria de San Lorenzo, San Vicente. Antes había sido una desconocida diputada en la Asamblea Legislativa.

Cerca de 500 elementos de la Policía Nacional Civil, con pasamontañas y en actitud agresiva con sus ametralladoras, se habían apostado desde horas de la tarde en los alrededores de la Alcaldía Municipal para garantizar la seguridad de esta Alcaldesa crecientemente cuestionada por sus actitudes de prepotencia e incapacidad administrativa.

Desde el inicio de su gestión, ha sido fuertemente criticada por su incapacidad de darle seguimiento a los proyectos heredados del anterior edil, Lic. Humberto Carrillo. En ocho meses de gestión no ha desarrollado un solo proyecto de beneficio para las comunidades de este municipio, caracterizado por la marginación y la pobreza.

Pero señalan observadores que se ha dedicado a realizar viajes a Europa alegando que es para “gestión internacional” mientras ha endeudado al municipio con un préstamo con el Banco Agrícola por medio millón de dólares, para supuestamente arreglar la fachada del edificio que alberga la Alcaldía Municipal.

Uno de los sectores mas golpeados por las erráticas políticas de esta alcaldesa es el de vendedoras del Mercado Municipal, a las cuales les ha aumentado los impuestos municipales, agravando así la ya critica situación económica de este sector y contribuyendo a que el poderoso Walmart Despensa de Don Juan, sea el amo económico de esta región.

Por otra parte, llama la atención como siendo un gobierno de izquierda, y la Sra. Bonilla la responsable de relaciones internacionales del FMLN, en todo tipo de actividad municipal, los únicos invitados sean los embajadores de Colombia y de Taiwán. Bien dice el refrán, dime a quien invitas a tu casa y te diré quien eres.

Finalmente otro foco de conflicto es la pretensión de la Alcaldesa Blanca Flor Bonilla de pasar a los empleados a un régimen de “servicios profesionales” sacándolos de la planilla y violentando así su estabilidad laboral garantizada por la Ley de la carrera Administrativa Municipal. Esta decisión seguramente generara protestas como las que actualmente realizan fuera de la Alcaldía 18 empleados, 12 mujeres y 6 hombres, exigiendo que se les reconozcan sus derechos constitucionales al reinstalo y la indemnización.

Esta es la realidad en esta pequeña población salvadoreña, de 35,0000 habitantes, al norte de la ciudad capital y a 18 años de la firma de los Acuerdos de Paz en Chapultepec. Esta es la realidad de Ayutuxtepeque, el cerro de los Cusucos.

En Ayutuxtepeque los despedidos seguimos en pie de lucha…

En Ayutuxtepeque los despedidos seguimos en pie de lucha…

AYUTUXTEPEQUE, 16 de enero de 2010 (SIEP) “Me siento enferma, quizás son los nervios, por eso no vine ayer a apoyar…pero hoy he venido, y seguimos en pie de lucha hasta que se nos haga justicia…”nos expresa Ana Vicente Guerrero, de 57 años,

Ella forma parte de doce mujeres y siete hombres que fueron despedidos de esta Alcaldía, gobernada por Blanca Flor Bonilla, dirigente de la Comisión Política del FMLN.

El pasado 6 de enero18 empleados de la Alcaldía de Ayutuxtepeque fueron notificados de su despido. Desde ese momento iniciaron una serie de actividades para denunciar este hecho ilegal, ya que su caso no fue tratado por la Comisión de la Ley de la Carrera Administrativa Municipal, como lo establece la ley. Incluso el secretario de esta comisión, Lic. Roberto Pineda, electo por la mayoría de trabajadores, y juramentado por la Alcaldesa, es uno de los despedidos.

“La Alcaldesa Blanca Flor Bonilla piensa que por ser de las alturas del FMLN esta por encima de la ley. Y lo triste es como manipula a los del CAM, hasta a traído agentes de Mejicanos y de Ciudad Delgado para reprimirnos… bueno, hasta militarizo la Alcaldía con soldados apuntándonos… ella quiere que nos arrodillemos, pero estamos firmes, con la dignidad que da la fe en Dios…”añadió la ordenanza despedida por no sabe leer ni escribir.

Por su parte, Edelmira del Carmen Sigüenza, de 60 años, cocinera del CDI, denuncio que “como es posible que hoy vayan a tener un baile con orquesta y todo, y por otro lado no nos quieran restituir a nuestros trabajos o cancelar lo que justamente nos corresponde, es una burla al pueblo, si llevamos ya diez días en la calle todo por el capricho de esta señora, que ni tan siquiera es de este pueblo…”

Esther Santos, educadora del CDI, de 27 años, indico que “han puesto a circular un comunicado del Concejo municipal para tratar de justificar nuestros despidos, que esta llena de mentiras. Alega que hay crisis financiera. Y es cierto, lo que no dice es que ha sido agravada por los viajes a Europa que la Alcaldesa se receta cada tres meses, y ya hoy en febrero va para España de vuelta.

Y lo que no dice es que la crisis es resultado de la contratación durante sus primeros seis meses de 13 nuevas plazas, que las enumeramos algunas para que puedan ser verificadas: asistente de alcaldesa, por cierto, la hija de la subcoordinadora del FMLN: ah y el sindico que afirmo que llegaba a trabajar sin pretensiones salariales se receto de entrada 900 dólares de salario, cuando el sindico anterior ganaba solo 600. Y no es casual entonces que sea el más férreo defensor de la Alcaldesa. Son 900 razones mensuales…

Pero sigamos conociendo de nuevas contrataciones: el gerente llevo a una nueva asistente; el jefe de la UACI llevo a un nuevo asistente, se suprime la plaza de un motorista y se contrata a otro, y algunos vehículos son manejados por personas sin licencia de conducir por falta de motoristas; hay altos funcionarios como el jefe de “desarrollo integral” que no tienen la mínima idea de trabajo municipal, y podemos seguir mencionando, bueno el CDI esta dirigido por una psicóloga que no es educadora.

“También se dice, afirmo la educadora del CDI Marina Elizabeth Antillon, que en el CDI se maltrataba a los niños. Es una calumnia. Tanto Ester y yo somos estudiantes universitarias. Es cierto, el CDI adolece de una serie de problemas como son infraestructura inadecuada, falta de apoyo, que nosotras mismas muchas veces señalamos. EL ISNA siempre estuvo supervisando nuestro trabajo, y en diversas ocasiones, hasta nos felicito por trabajar bajo condiciones adversas.”

En el fondo de esto esta el hecho que la Alcaldesa Blanca Flor necesitaba emplear a la gente de su ONG, de FUNDAFAM, que fueron los que también se recetaron un “diagnostico” para hacer esto cambios, y hoy han llegado a sustituirnos, pero es injusto además de ser ilegal, nunca se nos evaluó, nunca se nos llamo, somos personas no somos cosas, pero es por eso que estamos luchando, todo lo que Blanca Flor habla de “derechos los niños” es puro cuento, lo que quiere es los proyectos con CIDEP que ya habían sido aprobados desde la administración anterior….seguimos en pie de lucha” concluyo la educadora despedida.

MIGUEL MARMOL

INTRODUCCIÓN

Siempre consideraré como una de las grandes satisfac-
ciones de mi vida el haber tenido la oportunidad de recoger el
testimonio vital del compañero Miguel Mármol. Como escri-
tor y como militante revolucionario, como latinoamericano y
como salvadoreño, considero que esta oportunidad fue un
verdadero privilegio para mí, ya que el recogimiento de ese
testimonio involucró el recogimiento de unos cincuenta años
de historia salvadoreña (particularmente en lo que se refiere al
movimiento obrero organizado y al Partido Comunista) y de
un trozo de la historia del movimiento comunista internacio-
nal y de la Revolución Latinoamericana. No digo esto por
tratar de aparentar modestia o como una simple fórmula: basta
entender, por ejemplo, lo que para un escritor y un militante
salvadoreño significa recibir (y ser autorizado para transmitirla
públicamente) amplia información, de parte de un testigo pre-
sencial, de un sobreviviente, sobre la gran masacre antico-
munista de 1932 en El Salvador (que es el hecho político-
social más importante en lo que va en lo que va del siglo en
nuestro país, el hecho que más ha determinado el carácter del
desarrollo político nacional en la época republicana).
Pero no valdría la pena hacer un análisis del testimonio
del compañero Mármol, para dejar simplemente sentada esa
gran satisfacción o para señalar la importancia que en lo per-
sonal le concedo al material recogido. Mi tarea en las presentes
líneas, por el contrario, está fundamentalmente determinada:
1º) por el hecho de que la historia revolucionaria de
El Salvador, la historia del Partido Comunista de El Salva-
dor, los detalles de los acontecimientos del año 1932 en nues-
tro país (en que después de una insurrección frustrada, enca-
bezada por el Partido Comunista en última instancia, fueron
masacrados por el gobierno oligárquico-militar y pro-impe-
rialista del General Maximiliano Hernández Martínez —ver-
dadero instrumento de la incorporación definitiva al impe-
rialismo norteamericano de las estructuras económico-so-
ciales-nacionales de El Salvador— fueron masacrados, repi-
to, en el lapso de algunos días, más de treinta mil trabajado-
res salvadoreños) y, sobre todo, la relación de aquellos pro-
cesos con la realidad salvadoreña, centroamericana y latinoa-
mericana de hoy, son fenómenos extremadamente comple-
jos y todavía desconocidos en sus detalles por el movimien-
to revolucionario mundial; y
2º) por el hecho de que, independientemente de la ex-
traordinaria calidad política, histórica, humana (antropológica,
pudiera decirse) del testimonio de Mármol, éste es fundamen-
talmente un testimonio personal, que es lo mismo que decir,
lejos de cualquier connotación peyorativa, parcial.
Estos dos hechos, la complejidad y el desconocimien-
to exterior del proceso salvadoreño, por una parte, y la cali-
dad básica aunque relativamente parcial del testimonio, por
la otra, me han hecho entender como útil una introducción
principalmente dirigida al lector no salvadoreño (no hay que
olvidar que estas páginas han sido recogidas y redactadas
entre Praga y La Habana y que, por las condiciones del régi-
men político salvadoreño actual, es muy posible que sean
ideas primeramente por un público internacional —lo cual
no niega que mis preocupaciones y las de Mármol tengan lo
salvadoreño como objetivo final, y no sólo en este libro—)
introducción muy breve y general, que estaría destinada a:
1º) Ubicar al personaje testimoniante en un ámbito his-
tórico, cultural y político que lo haga inequívoco y, en esa me-
dida, lo más útil posible al movimiento revolucionario de hoy,
aportando sobre aquél información complementaria que no
aparece en su testimonio por razones de diversa índole; y a:
2º) Dejar constancia de la forma y metodología de
trabajo (técnica de la entrevista, manejo literario del texto,
dificultades políticas acaecidas entre el momento de la entre-
vista-base del texto y el momento en que éste ha sido consi-
derado listo para su publicación y que han incidido en la
limitación factográfica del material resultante, etc.) que sir-
vieron para recoger el testimonio, así como dejar constancia
de las intenciones literarias, políticas, historiográficas, etc. Que
han normado mi trabajo en cuanto a entrevistador, redactor
(y eventual analista) del texto, etc.

No se propone aquí un cambio, al menos como una
cuestión principal, el examen de los desacuerdos, dudas, re-
chazos parciales, etc., que en mí puedan suscitar o hayan sus-
citado de hecho algunas afirmaciones de Mármol con res-
pecto a problemas concretos de la historia revolucionaria
contemporánea tanto nacional como internacional. Puedo
decir en términos generales que no comparto necesariamen-
te todos los puntos de vista de Mármol sobre la historia salva-
doreña ni adhiero a todos los juicios que hace Mármol so-
bre numerosos personajes (muertos o vivos) de la historia
salvadoreña o del movimiento revolucionario mundial. Inclu-
so en algunos momentos considero que Mármol cae en posi-
bles errores debido a problemas de memoria o falta de cabal
información (como sería el caso de la militancia comunista del
mayor líder burgués de masas que dio El Salvador desde 1932,
o sea el doctor Arturo Romero, o la participación en trabajos
partidarios comunistas de elementos desde hace tanto tiempo
conocidos por su pensamiento fascistoide como los doctores
Antonio Rodríguez Porth y Fernando Basilio Castellanos, he-
chos por lo menos muy dudosos). La razón de que estos
aspectos aparezcan en el texto es la de que las afirmaciones
originales de Mármol fueron sostenidas por él aun después de
que yo expresara mis dudas (y las opiniones contrarias de otros
camaradas salvadoreños) y por lo tanto ya consideré que no
podían ser excluidas sin atentar contra la autenticidad del testi-
monio. Tampoco la visión de Mármol sobre el movimiento
comunista internacional es compartida totalmente por mi per-
sona. Creo que ello es perfectamente natural. Cuando yo nací,
Miguel Mármol tenía cinco años de ser militante comunista y
ya había sido fusilado una vez, había viajado a la Unión Sovié-
tica y había estado preso en Cuba. Mármol se educó en el
comunismo cuando Stalin era o parecía ser piedra angular de
un sistema, cuando la posibilidad de ser «el hombre nuevo»
consistía en llegar a ser «el hombre staliniano». Yo ingresé en el
Partido en 1957, después de haber visto en la URSS los pri-
meros síntomas de la «desestalinización», y personalmente te-
nía tras mí un origen de clase muy complejo, una educación
burguesa y una ubicación social de carácter intelectual. El pro-
blema del «stalinismo» y de la crítica al «culto a la personali-
dad» no vine a conocerlo más o menos ampliamente hasta en
los años 65-67 en Praga, y lo conocí como problema casi
teórico, de información. En todo caso, lo conocí desde mi
calidad de intelectual. De intelectual de Partido, es cierto, pero,
en último caso, intelectual. Lo cual, desde luego, no es la con-
fesión de un delito, ni mucho menos, sino el enunciado de un
hecho. Todas las posibilidades de desencuentro que abre la
sucesión generacional estarían pues entre Mármol (básicamente
un organizador partidista) y yo, listas a multiplicarse. Todo ello
independientemente (y hablo ahora a nivel de temperamen-
tos) de que mí tendencia natural a complicar las cosas se eriza
seriamente frente a la tendencia de Mármol, consistente en
simplificarlas. Pero hay además otra instancia que hay que de-
jar por lo menos apuntada y que a mí me parece más impor-
tante que este eventual foco de diferencias que pueda consti-
tuir la impropia perspectiva histórica «stalinista – no stalinista»
o el temperamento. Me refiero (no para lesionar a la modestia
sino para ejercer un mínimo de responsabilidad) a las posicio-
nes distintas que Mármol y yo mantenemos frente a los pro-
blemas de la etapa de la revolución latinoamericana que se
abrió con el triunfo cubano, Mármol sostiene, matiz más ma-
tiz menos, las posiciones del movimiento comunista latino-
americano en la expresión concreta de la línea del Partido Co-
munista de El Salvador. Mis posiciones al respecto (sobre las
vías de la revolución, fuerzas motrices, formas de lucha y
metodologías, jerarquización de las experiencias internaciona-
les, reubicación clasista del Partido, mutabilidad o inmutabilidad
del Partido, zonalización supranacional de la lucha armada,
estrategia global imperialista, nuevas instancias de la solidari-
dad internacional, etc.) han sido expresadas pública y princi-
palmente en mi libro sobre las tesis de Regis Debray («Revo-
lución en la Revolución y la crítica de Derecha», Casa de las
Américas, La Habana, 1970) y en diversos artículos políticos y
culturales publicados en revistas cubanas y latinoamericanas.
No he discrepado con la crítica italiana a mi libro sobre Debray
cuando me señala como un escritor y un militante «pertene-
ciente a la corriente crítica surgida en el seno del movimiento
comunista latinoamericano sobre la base del triunfo de la Re-
volución Cubana y de la influencia ejercida por el Che Guevara».

No obstante, o mejor dicho, debido a estas razones es que
me parece evitable toda insistencia entre la mutua diferencia
de opiniones entre los conceptos de Mármol y los míos.
Más que polemizar con Mármol, siento que mi deber de
revolucionario centroamericano es asumirlo: como asumi-
mos, para ver el rostro del futuro, nuestra terrible historia
nacional. Lo cual no obstaculiza, repito, el esfuerzo por ex-
traer experiencias, conclusiones, hipótesis de trabajo, de las
realidades históricas que surgen, que se desprenden del testi-
monio de Mármol, esfuerzo que trataré de cumplir en ma-
teriales específicos. Tampoco señalaré especialmente mis co-
incidencias con los enfoques de Mármol, creo que se harán
obvias para el lector en el transcurso del texto y en la orien-
tación de mis conclusiones. Ni hablaré tampoco de las múl-
tiples y amplias zonas en las que yo no tendría nada que opi-
nar después de que Mármol, con autoridad innegable, las ha
abierto a nuestro conocimiento. De aquí que los límites de
esta introducción sean los arriba puntualizados.

Miguel Mármol es una personalidad legendaria entre
los comunistas salvadoreños, un comunista muy conocido
entre los marxistas y revolucionarios de Guatemala y un re-
volucionario casi desconocido por los revolucionarios lati-
noamericanos de hoy.

Activista del movimiento organizado de los trabajado-
res de El Salvador desde los años 20; miembro fundador de
la Juventud Comunista y del Partido Comunista de El Salva-
dor (Sección de la Internacional Comunista); primer delegado
oficial del movimiento obrero organizado salvadoreño en un
congreso sindical mundial comunista (congreso de la Federa-
ción Sindical Mundial Roja —PROFINTERN— celebrado
en Moscú en 1930); detenido en la Cuba de Machado en ese
mismo año, bajo las sospecha de ser agitador internacional y
espía; participante en los preparativos de la insurrección arma-
da abortada en 1932 en El Salvador; capturado, fusilado y
milagrosamente sobreviviente en aquella oportunidad; impor-
tante elemento en la lenta y escabrosa reorganización del Par-
tido y del movimiento obrero clandestino después de la ma-
sacre; recapturado por la tiranía de Martínez en 1934 y mante-
nido incomunicado y esposado durante largos meses, hasta su
liberación limitada en 1936; reorganizador del movimiento
obrero abierto bajo la dictadura de Martínez, principalmente
el gremio de zapateros; inmerso en las luchas intestinas del
fragmentado y debilitado Partido Comunista de El Salvador,
entre aquellos años y los inicios de la década de los 40; partíci-
pe indirecto en los acontecimientos que rodearon el derroca-
miento de la dictadura de Martínez en abril de 1944 (inicio de
la caída en cadena de las dictaduras centroamericanas en la
Segunda Postguerra Mundial); dirigente político de masas bajo
el breve gobierno provisional de Andrés I. Menéndez; activis-
ta y propagandista clandestino bajo el terror del régimen del
Coronel Osmín Aguirre y Salinas (21 de octubre de 1944 – 28
de febrero de 1945); exiliado en Guatemala y militante activo
del movimiento obrero guatemalteco después de la caída del
Gobierno de Jorge Ubico, así como animador de los prime-
ros círculos marxistas guatemaltecos de esta etapa; fundador y
cuadro dirigente del Partido Guatemalteco del Trabajo (co-
munista); militante y dirigente de la nueva época que para el
Partido Comunista de El Salvador comenzó con el auge del
movimiento popular salvadoreño de los años 50; miembro
del Buró Político del Comité Central de ese partido en dicha
época; dirigente campesino en los años 60, capturado, man-
tenido incomunicado y torturado durante largos meses por la
Guardia Nacional de El Salvador (1964); miembro del Co-
mité Central del PCS en los momentos de otorgar verbal-
mente el testimonio (1966), etc., el compañero Mármol es la
encarnación prototípica del dirigente obrero y campesino co-
munista latinoamericano de lo que suele llamarse la «época
clásica», «época heroica» de los Partidos que, como secciones
de la Internacional Comunista surgieron y se desarrollaron en
la casi totalidad de los países del Continente.

Y no es eso todo lo que yo tendría que decir de la
personalidad de Miguel Mármol, aun sin tener los propósitos
de agotar todos los aspectos importantes de la misma. Esos
son los hechos de su vida que se deben ubicar dentro de los
marcos históricos, políticos, culturales, ideológicos, etc.
Aunque tocado desde muy joven por la influencia
mundial de la Gran Revolución Rusa de Octubre, ideológi-
camente Miguel Mármol es hoy una hechura de las concep-
ciones más generales difundidas en el seno del movimiento
comunista internacional desde 1930. Los lectores seguramente
conocen las corrientes actuantes en tal etapa, en el seno y en los
«alrededores» del movimiento comunista. Pero al mismo tiem-
po es necesario decir que el compañero Mármol se decidió
por una línea comunista, es decir, por la línea impulsada por la
III Internacional, en el seno de un incipiente movimiento or-
ganizado de trabajadores como era el movimiento obrero
salvadoreño de los años 20 comienzos de los 30, es decir, un
movimiento laboral muy heterogéneo con gran preponde-
rancia artesanal, campesina, etc. y profundamente influenciado,
en forma inclusive simultánea, por las posiciones anarco-sin-
dicalistas, reformistas, «mínimum-vitalistas», etc. De acuerdo
con la estructura deforme de la base obrera en un país como
El Salvador —cuya historia es un largo tránsito de una a otra
dependencia—, la propia ubicación clasista de Mármol es
ambigua, y, en todo caso, para conceptualizarla necesitaríamos
de una definición compuesta. El mismo Mármol plantea en
ocasiones repetidas este problema, en términos cuya consis-
tencia y propiedad quedan remitidos al criterio de los lectores,
cuando rechaza ser visto como «artesano» o como «un revo-
lucionario de mentalidad artesanal». A todo esto hay que agre-
gar que en el transcurso de su desarrollo revolucionario, Mi-
guel Mármol no tuvo sino esporádicas oportunidades de ha-
cer estudios políticos marxistas más o menos profundos y
más o menos prolongados Esto es particularmente evidente
en su vida de militante hasta 1946, que es por cierto la etapa
más agitada, más fructífera y más interesante, desde todo punto
de vista, de esa vida. Hasta entonces, durante todo ese lapso,
Miguel Mármol extrae sus experiencias y sus ideas casi exclu-
sivamente del contacto directo con la realidad en la que actúa,
es casi exclusivamente un revolucionario práctico. Lo cual no
quiere decir, desde luego, que no haya accedido a rudimentos
muy generales y sobre todo agitativo-operarivos de marxis-
mo teórico, obtenidos en las «escuelas de marxismo» que fun-
daron los cuadros extranjeros que envió al país la Internacio-
nal Comunista y en lecturas de folletos y materiales de infor-
mación, agitación y propaganda, de todo lo cual deja constan-
cia el mismo Mármol en su relato. Pero es evidente que el nivel
de la enseñanza obtenida por uno y otros medios no disminu-
ye de manera apreciable su calidad de revolucionario, repito,
casi exclusivamente práctico. Incluso, digámoslo de una vez,
relativamente empírico. Tampoco resta mayor cosa a tal afirma-
ción el hecho de que sus experiencias prácticas (labor de orga-
nización sindical y política de los trabajadores del campo y la
ciudad de El Salvador; primeras experiencias clandestinas; asis-
tencia al Congreso de la Sindical Mundial Roja en Moscú; pre-
paración de la insurrección armada popular para la toma del
poder y realización de la revolución democrático-burguesa,
etc.) estén tan definitivamente cargadas de ideas políticas y de
choques de ideas políticas y conlleven por sí mismas ciertos
niveles de elaboración inclusive teóricos (no importa el nivel
de esa elaboración).

Es en Guatemala y a partir de Guatemala,
de acuerdo a la elevación que para entonces ha alcanzado el
nivel político de los grupos pensantes más avanzados en la
zona centroamericana, donde Mármol tiene mayores y cada
vez más organizadas oportunidades de estudiar el marxismo
(inclusive hasta el grado de haber llegado a recibir un curso
muy importante de capacitación político-sindical y de organi-
zación campesina en la República Popular China a fines de la
década de los 50). He dicho todo esto no para oponer en la
personalidad de Mármol lo práctico inicial a lo eventualmente
teórico-práctico posterior, sino porque es necesario compren-
der que Miguel Mármol me ofreció el testimonio sobre su
vida (en la que, como tiernos dicho, los hechos más importan-
tes acaecieron en derredor del año 1932) en época tan recien-
te como 1966 y ello implica la elaboración de un criterio sobre
esos problemas más alejados en el tiempo con un instrumen-
tal que se ha venido desarrollando desde entonces. Miguel
Mármol nos habla a todos de los sucesos de los años 20, de
1932 o de 1944, a través del pensamiento político que posee
en 1966. Y aunque el relato evidencie una gran objetividad y
una constante preocupación por dejar hablar a los hechos; y
aunque Mármol no suela ocultar sus posiciones y hasta sus
simpatías y antipatías políticas esta situación merece ser consi-
derada y evaluada especialmente, independientemente de que
luzca obvia, para reducir lo más posible el margen eventual de
desenfoque o de error político en las eventuales conclusiones.
Pero, indudablemente, Miguel Mármol es, ideológica-
mente, también producto de que lo que Lenin llamaba «cultura
nacional en general», o sea, de las resultantes culturales de la
historia salvadoreña anterior y en desarrollo, que se concretizaron
en derredor de nuestro informante tal y como su habitat so-
cio-geográfico las conformó. En este sentido hay que señalar
que Mármol transcurre su infancia y su primera juventud en la
zona suburbana que circunda la capital salvadoreña, específi-
camente la zona del lago de Ilopango, en donde se ha venido
entremezclando, por lo menos desde principios de siglo, lo
que la jerga y los esquemas de los antropólogos norteamerica-
nos llamarían componentes culturales cosmopolitas (de origen euro-
peo, principalmente), de la «clase alta local», de las nacientes capas
medias, de los trabajadores rurales móviles(peones, cortadores), de los
trabajadores rurales estables (pequeños campesinos, pescadores),
trabajadores urbanos (principalmente artesanos), etc.1, e inclusive
componentes de cultura indígena (nahoas ladinizados) decadentes y so-
brevivientes; y, según nuestro criterio, los elementos culturales de
todas las capas y clases sociales explotadas del país en el marco
1. RICHARD N. ADAMS. «Componentes culturales de la América
Central»; en American Anthopologist (Vol. 58, 1956, Nº 4, pp. 881-907). Traducción

de una cultura nacional: la impuesta por la oligarquía terratenien-
te y monoexportadora dominante y por sus instrumentos fun-
damentales (aparato estatal, iglesia, ejército, cuerpos de segu-
ridad, ideólogos, etc.) y por la influencia exterior de los va-
rios imperialismos que para entonces se disputaban la zona
centroamericana (entre ellos el imperialismo norteamericano
cada vez más preponderante) haciendo permanecer y refor-
zando la calidad dependiente de nuestras sociedades. Los ele-
mentos de cultura democrática producida por las capas y
clases explotadas en el seno de la «cultura nacional en general»
conformaron y conforman lo que llamamos la tradición revolu-
cionaria del pueblo salvadoreño, que en la época de la formación de
la personalidad de Miguel Mármol se manifestaba en diversas
formas tales como la tradición simultáneamente comunitaria
y agrarista-revolucionaria de los peones y jornaleros (proleta-
riado agrícola en proceso de desarrollo) concentrada en las
hazañas de los pueblos nonualcos liderados en la primera mi-
tad del siglo XIX por Anastasio Aquino (el personaje histórico
que más impresionara a niño Mármol en la escuelita de
Ilopango, tal como la afirma en la parte I del testimonio),
pueblos nonualcos que se levantaron con las armas en la mano
contra el «gobierno de los blancos» en procura de tierra y
derechos económico-sociales, y que, como tal tradición, reci-
bió uno de sus peores golpes con la extinción de los ejidos y
de las tierras comunales decretada bajo el gobierno de Zaldívar
(1876-85), medida básica para la concentración de la propie-
dad agraria salvadoreña en manos de la oligarquía criolla tam-
bién en desarrollo2; la tradición política liberal y anti-conserva-
2. No se trata de hacer una añoranza de formas obsoletas, arcaicas, de
producción. Pero es verdad que en El Salvador la liquidación de las formas comunitarias de la tenencia de la tierra se hizo en favor de la concentración de la misma en manos de los terratenientes «semifeudales», lo cual fue la base material para el mantenimiento del subdesarrollo en el país simultaneado con el paulatino uncimiento de El Salvador al furgón de cola del ferrocarril

dora de los próceres más avanzados de la Independencia Cen-
troamericana, de Francisco Morazán (el gran unionista centro-
americano nacido en Honduras), etc., que había tenido su gran
figura y su gran mártir salvadoreño en el Capitán General
Gerardo Barrios (autor desde su Gobierno (1859-63) de una
amplia reforma liberal, introductor del cultivo intensivo del
café, etc.) y que llegó a derivar hasta formas de gobierno
paternalistas y muy relativamente anti-oligárquicas —por lo
menos contrarias a los sectores más oscurantistas de la oligar-
quía— como fue el caso del gobierno de los Ezeta (1890-94)
e inclusive quizás el de Manuel Enrique Araujo (1911-13) de
los cuales ya nos habla directamente Mármol en su relato; la
tradición cuasilírica del «ideal unionista centroamericano», la
patria mayor, etc., etc. Tradición conjunta (soslayada por re-
gla general en las diversas «historias de las ideas en Centro-
américa), muy positivamente reforzada por cierto, por el auge
de la lucha revolucionaria de los pueblos del mundo, cuyo
perfil principal comienza ser, a medida que avanza el siglo, el
antiimperialismo, evidenciado para El Salvador principalmen-
te a través de los ecos de la Revolución Mexicana, de la Gran
Revolución Rusa de Octubre y, a través de mucho más que
los ecos, por la lucha heroica del General Augusto César
Sandino contra los marines norteamericanos en las selvas de la
imperialista. Es interesante a este respecto comparar los criterios de Mariátegui («Siete Ensayos») sobre la «comunidad» indígena y el latifundio en el Perú con las tesis de A. Gunder Frank sobre «el desarrollo del subdesarrollo». Mariátegui señala cómo en el Perú «la propiedad comunal no representa una economía
primitiva a la que haya reemplazado gradualmente una economía progresiva
basada en la propiedad individual» sino que «las comunidades han sido despo-
jadas de sus tierras en provecho del latifundio feudal o semifeudal, constitu-
cionalmente incapaz de progreso técnico». Y para lo que nos interesa aquí,
Mariátegui señala además que «disolviendo la comunidad, el régimen del
latifundismo feudal no sólo ha atacado una institución económica, sino tam-
bién una institución social que defiende la tradición indígena. que conserva la
función de la familia campesina y que traduce ese sentimiento jurídico popu-
lar al que tan alto valor asignan Proudhon y Sorel».

inmediata Nicaragua. No es extraño entonces que los prime-
ros sindicatos campesinos salvadoreños lleven nombres de
agraristas mexicanos asesinados, que Mármol leyera —junto
al inevitable Salgari de la primera juventud— un periódico
que llegaba calladamente desde Panamá y que se llamaba «El
Submarino Bolchevique» y nos informe de que en los años 18
y 19 hubo en El Salvador inclusive un «estilo bolchevique», una
«moda bolchevique», es decir: zapatos bolcheviques, pan bol-
chevique, caramelos bolcheviques; y no es extraño tampoco
que la figura individual más importante del Partido Comunis-
ta de El Salvador en la etapa del 30 al 32 haya sido Agustín
Farabundo Martí, que había ganado en combate el grado de
Coronel del Ejército Defensor de la Soberanía de Nicaragua
dirigido por el General Sandino y llegado a ser Secretario Pri-
vado de éste. Muchos otros salvadoreños, dicho sea de paso,
pelearon contra los yanquis al lado del General Sandino.

No quiero decir que podamos simplemente liquidar
todas las cuentas clasificatorias con Miguel Mármol diciendo
que éste fue la encarnación inequívoca de la perfecta fusión, de
la amalgama completa (dialéctica) del marxismo con los resul-
tantes culturales nacionales de El Salvador, particularmente con
los «elementos democráticos» sumergidos en la «cultura na-
cional» (todo ello recibiendo los ecos o los contactos directos
del marco internacional de la época). Hay que considerar que
no nos referimos al marxismo en general sino a aquel sistema
de rudimentos ideológicos de origen marxista que llegaron a
El Salvador entre 1917 y 1932 y hay que comprender (luego
de conocer) el carácter caótico, embrionario, atrasado —sub-
desarrollado— de la cultura salvadoreña, incluso en su papel
de objeto de reflexión en el proceso de toma de conciencia
revolucionaria de los militantes de nuestro país. Y hay que con-
siderar también la calidad siempre relativa (incluso en la actua-
lidad) del desarrollo político posterior de Mármol, que le hace
plantearse al final de la entrevista la pregunta: «¿Por qué soy
marxista? ¿En qué sentido soy marxista?» Podría cuestionarse
inclusive si alguna vez se dio en El Salvador (para permanecer)
en términos generales, históricos, aquella fusión, aquel encuen-
tro necesariamente dialéctico entre el marxismo y la cultura
nacional. Este cuestionamiento nos llevaría de inmediato a la
calidad del instrumento que necesariamente tendría que haber
sido el agente de tal fusión (el partido marxista-leninista de los
trabajadores salvadoreños), a la consecuencia de su línea polí-
tica frente a la problemática nacional en todo este período
histórico, base de sus reales perspectivas revolucionarias, pero
creo que ello significaría —para El Salvador— querer comen-
zar por el final. A las soluciones teórico-históricas de esos pro-
blemas podría llegarse (como una simple vía más, desde lue-
go, la de este libro y sus limites), a través de la discusión de los
aportes de experiencia que el testimonio de Miguel Mármol
pudiera eventualmente originar en nuestro país (a la luz de las
realidades y necesidades actuales) y no antes.

Desde luego, también se podría estudiar o simplemen-
te plantear con algún detenimiento el submundo de las llama-
das «ideologías particulares» en Mármol: los elementos de la
educación familiar a los que él mismo concede tanta impor-
tancia, fuertemente determinados por las personalidades de
su abuela, su madre, etc.; su calidad de hijo natural y por lo
tanto de niño doblemente discriminado en la pequeña pobla-
ción de Ilopango; las supersticiones ambientales sólidamente
arraigadas en la población a partir de la mitología indígena y
que en el mismo Mármol han creado una indudable «psicolo-
gía de lo extraordinario y de lo sobrenatural» que aunque no
problematiza corrientemente desde el punto de vista de sus
posiciones políticas y filosóficas, no deja de hacerlo en alguna
ocasión paticularmente intensa en el transcurso del relato, psi-
cología que, por otra parte, dota de un clima nada común a
diversos ejemplos de su rico anecdotario. Pero para ello de-
bería yo tener conocimientos más que vulgares de etnología y
psicología. Y abundaría entonces demasiado sobre un terreno
muy complejo que prefiero mantener simplemente como un
matiz en lo narrado, a un nivel que no perturbe los propósitos
esencialmente políticos de la deposición del compañero Már-
mol y de mi trabajo elaborativo.

La esencial complejidad del pensamiento y la persona-
lidad de Mármol, cuyo encuadramiento ambiental e ideológi-
co he tratado de hacer muy someramente, se refleja en sus
distintos niveles de expresión. En el lenguaje de Mármol se
mezcla lo coloquial-cotidiano, la expresión casi folklórica, las
gamas de la fabla popular, con el estilo del lenguaje cargado de
palabras-claves y clichés de los marxistas-leninistas tradiciona-
les de América Latina e, incluso, con un lenguaje de nuevo
tipo, político-literario, de indudable calidad formal. En diver-
sos momentos durante la entrevista, yo mismo tenía que hacer
un esfuerzo para aceptar que no había ninguna incongruencia
en que el mismo hombre que contara su infancia con un estilo
de poeta bucólico-costumbrista, fuera capaz de estructurar,
con una dureza verbal extrema, indispensable, un análisis de
los errores militares de los comunistas salvadoreños en el año
32 o el examen y la caracterización de éste o aquel gobierno
salvadoreño sobre la base del estado de las relaciones de pro-
ducción y las fuerzas productivas en un momento dado. Yo
me he negado a llevar el irremediable «trato técnico» a que he
debido someter el texto, a un extremo que lograra una unifor-
midad estilística que simplemente no existe en el personaje
testimoniante. Sin embargo he querido dejar constancia de este
hecho, que, por lo demás será advertido por cualquier lector
avisado, porque tiene que ver con los problemas mismos de la
estructura lingüística de un libro de testimonio, género nuevo
entre nosotros, cuya problemática propia se nos comienza a
revelar en la práctica. En la medida que este género ofrece a
los escritores e investigadores revolucionarios un instrumento
y un conjunto de técnicas muy apropiados para el conoci-
miento profundo de la realidad de nuestros países y de nues-
tra época, es necesario plantear nos sobre la marcha sus carac-
terísticas fundamentales. Por eso es que me permitirá insistir en
esta introducción sobre diversos aspectos meramente forma-
les, elaborativos de puntos de vista, de método y de meros
«recursos» inclusive, que debimos enfrentar en nuestra labor
conjunta el compañero Mármol y yo.

«Avatar», la ecología debe ser anticapitalista

“Avatar”, la ecología debe ser anticapitalista

Philippe Corcurff
Viento Sur

Traducción de Andrés Lund Medina

Después del fracaso del Copenhague institucional y de la vitalidad del Copenhague de los movimientos sociales, se puede intentar volver la vista hacia el escaparate del marketing o mercadeo electoral de la Europa Ecológica.

¿Podría ser que la buena nueva viene, más bien, y paradójicamente, de un viejo caminante de la industria hollywoodense, James Cameron, con su película “Avatar”?

En 1998, en “Un deseo de política” (en La Découverte), después de haber pasado del estatuto de ícono sesentayochero a inspirador de un capitalismo verde, Daniel Cohn-Bendit escribía esto:

“Lo que la izquierda debe hacer valer hoy, es que esta evolución tiene aspectos destructivos, ya que la producción amenaza con destruir el planeta. Hacer esta demostración no es fácil, pero se puede hacer en el mismo nombre de la economía de mercado, ya que estoy a favor del capitalismo y la economía de mercado. ”

No más que los ecologistas, Marx ya señalaba la contradicción Capital/Naturaleza

Volviéndose los cantantes de un capitalismo clorofílico y de una ecología política cloroformada, agitado el bosque político se incorporaron a las filas de una defensa consensualmente esterilizada de la naturaleza los Al Gore, Yann Arthus-Bertrand, Nicolas Hulot, Jean-Louis Borloo y otros.

Marx, para algunos fascinado por el productivismo industrial de su tiempo, no está exento de ambigüedades en cuanto a la relación capitalismo/naturaleza. No obstante, él había comenzado a percibir una de las contradicciones principales que desarrolla el capitalismo en interacción con la contradicción capital/trabajo: la contradicción capital/naturaleza.

Por eso, para Marx, la producción capitalista agota “las dos fuentes de donde brota toda riqueza: la tierra y el trabajador” (El Capital, libro I, 1867).

Para André Gorz, es imposible evitar la catástrofe sin una ruptura radical

André Gorz prolongó este análisis de Marx a nuestra entrada al siglo XXI: “La cuestión de la salida del capitalismo nunca ha sido más actual”, escribe en “Ecológica” (Ed. Galilea, 1998). Y añade por adelantado y contra una posible cohn-benditzación de la radicalidad ecologista: “Es imposible evitar una catástrofe climática sin romper radicalmente con los métodos y la lógica económica que se mantiene desde hace ciento cincuenta años.”

Es en esta perspectiva que recientemente se situó el periodista Hervé Kempf: “Para salvar el planeta, debemos salir del capitalismo” (Ed. du Seuil, 1999).

“Avatar”: ¿Hollywood en la galaxia anticapitalista?

Las denuncias izquierdistas al capitalismo hollywoodense son tan corrientes que los espíritus anticapitalistas tendrán dificultades en reconocer las potencialidades críticas en una de sus producciones. Y sin embargo…

A años-luz de la Tierra, el planeta Pandora está bajo la colonización occidental norteamericana. Un mineral raro suscita la codicia de una multinacional (“La Compañía”, como en la serie de “Aliens”), apoyada por tropas militares.

El argumento de la rentabilidad financiera (las ganancias de los accionistas se menciona directamente en la película) promueve la doble destrucción de la naturaleza y del pueblo Na’ vi. Ecocidio y genocidio constituyen aquí un doble horizonte de la lógica del beneficio.

Cameron pone de alguna forma en imágenes y en su forma más extrema la contradicción Capital/naturaleza. La trama narrativa de la ciencia ficción, reconfigurada con los nuevos efectos especiales y proyectada en 3D, ofrece una verdad ética y política propiamente cinematográfica en una composición ficticia.

Una crítica social, en un plano sensible e inteligible

Este dispositivo cinematográfico nos permite explorar lo más cerca posible de nuestras sensaciones otro mundo, el de Pandora y el de los Na’vis, jugando a la vez con el temor, la sorpresa o la alegría del descubrimiento. La crítica social se expresa a un doble nivel, sensible e inteligible.

Este universo extraño en 3D, que nos da en primer lugar temor y luego nos maravilla, constituye menos uno de los “otros mundos posibles” de los altermundistas que el reverso de nuestro propio mundo, un lugar imaginario que permite situar mejor las fallas de nuestra realidad diaria a la manera de la isla Utopía en Tomás Moro.

Ciertamente los Na’vis tienen cierto perfume New Age, arrastrando una visión estereotipada de la comunión de los seres “primitivos” y la naturaleza. Pero los conocimientos técnicos particulares de los autores más originales de las películas y series televisivas hollywoodenses consisten, precisamente, en tomar cierto apoyo en algunos estereotipos para cuestionar otros.

Somos llevados de la mano en la familiaridad de rutas estandarizadas, pero ahí mismo se abren sendas críticas, en un cóctel detonante de suaves evidencias y señalamientos picantes y vigorosos.

Sully vive una conversión existencial, como esos militantes anticapitalistas…

El anti capitalismo de “Avatar” es indisociablemente colectivo e individual. Desintoxicarse del imaginario capitalista pasa también por una transformación de sí mismo. Jake Sully (Sam Worthington, que ya había actuado en “Terminator 4”), antiguo marine inmovilizado en una silla de ruedas, se convierte en un “piloto” mental de un avatar (un cuerpo híbrido de ADN humano y Na’ vi), para luego sufrir una verdadera conversión: de infiltrado entre los Na’ vi a protector de su modo de vida, de soldado imperialista a eco-guerrero.

Sully tiene cierto parentesco con la figura de los “militantes existenciales” anticapitalistas, caracterizada “por un trabajo espiritual y político de cada uno nosotros sobre sí mismos, respaldada por las comunidades de vida”, promovida recientemente por el filósofo de la economía Christian Arnsperger en su estimulante trabajo “Ética de la existencia post capitalista” (Ed. du Cerf, 2009).

Esta revolución cultural personal toma los caminos de la fragilidad en “Avatar”: un minusválido de alma belicosa, fascinado al principio por las supuestas capacidades ilimitadas de su avatar, terminará por asumir sus debilidades de ser un humano mortal.

Una ecología radical, lejos de las tonterías de Borloo o Cohn-Bendit

Sin embargo, James Cameron no seguiría a Arnsperger en su elección de la conversión existencial contra la vía revolucionaria clásica de las relaciones de fuerzas.

En una coyuntura de amenaza extrema, “Avatar” justifica el recurso del combate y la fuerza. En algunas circunstancias, el anticapitalismo verde consecuente debe también saber tomar las armas (en el sentido metafórico, lo que no implica necesariamente el manejo del kalachnikov).

Esta ecología radical no tiene mucho que ver con las tonterías consensualistas del tipo Borloo/Cohn-Bendit. Más bien convoca a rupturas, conflictos, confrontaciones. La transformación personal y la acción colectiva contra las fuerzas dominantes aparecen asociadas y no opuestas.

Philippe Corcuff nació en Orán (Argelia). Es uno de los más importantes sociólogos franceses y un comprometido activista altermundista. Tratando temas de sociología y filosofía política, tiene varios libros. Junto con Daniel Bensaïd dirige la revista de izquierda Contretemps y milita en el Nuevo Partido Anticapitalista francés.

Fuente: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=2706

¿Hacia el “post-altermundialismo”?

A los diez años de la creación del Foro Social Mundial de Porto Alegre
¿Hacia el “post-altermundialismo”?

Bernard Cassen

LMD en español

Muchos militantes se preguntan sobre los resultados políticos concretos de esos encuentros. Los movimientos sociales y ciudadanos, reunidos por primera vez en Porto Alegre en enero de 2001 para denunciar los estragos del neoliberalismo y exponer proposiciones alternativas, lograron gran repercusión. Pero la fórmula está emitiendo señales de desgaste… De ahí la necesidad de tender puentes con las fuerzas políticas y con los gobiernos progresistas que llevan a la práctica medidas directamente surgidas de los Foros.

En la pequeña oficina de Le Monde diplomatique de París, donde el 16 de febrero de 2000 se establecieron las bases de lo que iba a convertirse en el Foro Social Mundial (FSM), ninguno de los presentes (1) hubiera podido imaginar hasta qué punto el FSM se transformaría en un nuevo actor de la vida política internacional. Y todo fue muy rápido, dado que el primer FSM se celebró menos de un año después en Porto Alegre, capital del estado brasileño de Rio Grande do Sul (2).

Tan rápido paso de la idea a la acción fue una notable hazaña que debe atribuirse al comité brasileño de organización, constituido a ese fin. En un artículo publicado en agosto de 2000 (3), que contribuyó de manera decisiva a dar credibilidad y poner en órbita internacional al futuro Foro, Ignacio Ramonet escribía: “En 2001, Davos tendrá un competidor mucho más representativo del planeta tal cual es: el Foro Social Mundial que se reunirá en la misma fecha (del 25 al 30 de enero) en el Hemisferio Sur, en Porto Alegre (Brasil)”. Añadía, a partir de los elementos de los que disponía en ese momento, que se esperaban “entre 2.000 y 3.000 participantes, portadores de las aspiraciones de sus respectivas sociedades”. No obstante, y para agradable sorpresa de todos, fueron cerca de 20.000 los delegados que seis meses después se reunieron en la capital gaucha.

La reacción anti-Davos tuvo una fuerte influencia en esa movilización. La voluntaria proximidad de los titulados dos Foros –Foro Económico Mundial o World Economic Forum (WEF) en Davos y Foro Social Mundial en Porto Alegre– así como la también deliberada simultaneidad de ambas reuniones, constituyeron ventajas mediáticas mayores. El fundador y presidente del Foro de Davos, Klaus Schwab, lo constató con amargura, quejándose de la “desviación negativa” del renombre del WEF.

Símbolo del poder y de la arrogancia financiera, así como del desprecio por la democracia y la sociedad, Davos constituía un blanco perfecto para los movimientos sociales y ciudadanos. Ya en enero de 1999, en plena sesión del WEF, varias organizaciones, entre las que se encontraba el Foro Mundial de las Alternativas (FMA) y Attac, habían organizado un seminario de dos días en Zurich, seguido de una conferencia de prensa sobre el tema de “El otro Davos” en la estación de esquí suiza. Cualquier otro tipo de manifestación o protesta era prácticamente imposible en esas estrechas callecitas cubiertas de nieve controladas por policías y militares.

Fue, pues, contra todo lo que representaba Davos contra lo que se definieron los primeros FSM, en una postura de denuncia del neoliberalismo y de resistencia a sus perjuicios. Los FSM también se situaban como prolongación de los combates zapatistas (en especial el Reencuentro Intergaláctico de Chiapas de 1996); de la lucha victoriosa contra el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (AMI) de 1998, elaborado en secreto por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y cuyo texto había publicado Le Monde diplomatique, y por supuesto de la gran movilización en Seattle contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) de diciembre de 1999 (4).

En una segunda etapa, los Foros se tornaron más propositivos, lo que como consigna se tradujo en el abandono del término “antiglobalización” a favor de “altermundialismo”. Es decir, el paso del rechazo a la propuesta, lo que correspondía más a la consigna de los Foros: “Otro mundo es posible”. Esta evolución se realizó sin modificar las reglas de funcionamiento del FSM, codificadas en su Carta de Principios elaborada en junio de 2001. Dicho documento de referencia define al Foro a la vez como un “espacio” y un “proceso”; de ninguna manera como una entidad. Se trata de componer un lugar de intercambios, de diálogo, de elaboración de propuestas, de puesta en práctica de estrategias de acción y de constitución de coaliciones de todos los actores sociales que rechazan la globalización liberal. Pero cada una de esas acciones sólo compromete a las organizaciones que desean implicarse y no al conjunto de las presentes en el Foro.

Por lo tanto, el Foro Social Mundial no toma posiciones como tal y en sus reuniones no hay un “comunicado final”; sólo textos adoptados en el transcurso del Foro Social Mundial, pero no textos “del” Foro Social Mundial ni de sus declinaciones continentales (como los Foros Sociales africanos, europeos, etc.). Esta fórmula abierta permitió la progresiva incorporaciónn a los Foros de nuevas fuerzas –sindicatos “reformistas”; Organizaciones No Gubernamentales (ONG); movimientos indígenas, feministas, ecologistas, confesionales, etc.– que aceptaban caminar un trecho con elementos más radicales, pero que no querían ser desbordados por ellos.

De un FSM a otro se emitieron cientos de propuestas (más de 350 sólo para el Foro de Porto Alegre de 2005), pero sin ninguna jerarquía ni articulación entre ellas. Todo lo que derogaba el principio de “horizontalidad” (las propuestas tienen un estatus equivalente) y todo lo que aparecía como “vertical” (por ejemplo, una plataforma que unificara diferentes propuestas complementarias pero dispersas), fue combatido por una fracción influyente de los organizadores brasileños de los Foros y dirigentes de ONG que veían allí el inicio de un programa político… y hasta el intento de creación de una nueva Internacional!

Así es como el Manifiesto de Porto Alegre, base de las doce propuestas –originadas en debates y que constituyen a la vez un sentido y un proyecto– que el 29 de enero de 2005 presentaron en Porto Alegre 19 intelectuales de cuatro continentes (entre ellos dos premios Nobel) (5), fue criticado en sus propios principios por muchos autoproclamados guardianes de la ortodoxia “Foro”. Idéntica suerte le reservaron posteriormente al Llamamiento de Bamako, documento programático de alcance planetario, redactado al término de un encuentro que organizó el Foro Mundial de las Alternativas, que renunió a 200 intelectuales y representantes de movimientos sociales, la mayoría de África y Asia, en vísperas del Foro Social Mundial descentralizado que tuvo lugar en la capital de Malí en enero de 2006 (6).

Si se aplicara la rigurosa lectura que algunos hacen de la Carta de Principios de 2001, los Foros Sociales estarían condenados a presentar en orden disperso una multitud de propuestas de muy desigual importancia acerca de las estructuras del orden dominante que, de los gobiernos a las instituciones multilaterales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comerico, Organización de Cooperación y Desarrollo Económico), sin hablar de la Comisión Europea, dan prueba de una cohesión absoluta en la imposición de los dogmas liberales.

Ese rechazo voluntario a influir colectivamente sobre los actores de la esfera política a partir de una plataforma internacional común, y al mismo tiempo quedarse afuera de la esfera electoral, explica el desgaste de la fórmula de los FSM. Y eso aunque continúen reuniendo a decenas de miles de participantes locales, que a menudo asisten por curiosidad, como ocurrió en Belem en enero de 2009.

Muchos militantes se preguntan sobre los resultados políticos concretos de esos encuentros y la manera en que pueden contribuir al advenimiento de “otro mundo posible”.

Las cosas se complicaron con la llegada al poder en América Latina (Bolivia, Ecuador, Paraguay y Venezuela) de gobiernos surgidos de movimientos populares, que ponen en práctica, aunque con altibajos, políticas de ruptura con el neoliberalismo –tanto a nivel nacional como internacional– que coinciden con las expresadas en los Foros. ¿Qué actitud debería adoptarse? ¿Ser solidarios con ellos, aunque sea caso por caso? ¿O quedarse de brazos cruzados y mirar para otro lado, so pretexto de que se trata de gobiernos, por lo tanto sospechosos, razón por la cual hay que mantenerlos a distancia?

Ese comportamiento remite a una ideología libertaria difusa pero muy presente en numerosas organizaciones. En especial fue objeto de las teorías de John Holloway en su obra titulada explícitamente Cambiar el mundo sin tomar el poder (7). Por otra parte, la palabra “poder” está ausente del vocabulario de muchos de sus actores, salvo para estigmatizarla, muy a menudo como reacción a las derivas totalitarias de Estados-Partidos.

Por el contrario, el contrapoder y la desobediencia civil se consideran las privilegiadas palancas del cambio. Tal postura se hace difícil de sostener cuando en la Cumbre de Copenhague, por ejemplo, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) que agrupa a nueve Estados latinoamericanos y caribeños, toma posiciones que convergen con las de las coaliciones de ONG que exigen la justicia climática, y cuestiona directamente al capitalismo (8).

El nuevo contexto internacional impondrá, incluso en la concepción de estos Foros, la búsqueda de nuevas formas de articulación entre movimientos sociales, fuerzas políticas y gobiernos progresistas. Para caracterizar esta evolución se ha propuesto una palabra: el post-altermundialismo (9), que sin sustituir al altermundialismo, constituye una continuidad posible.

Con ocasión del FSM de Belem, se pudo ver un primer esbozo de esta actividad postaltermundialista en el diálogo entre cuatro presidentes latinoamericanos –Hugo Chávez (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Fernando Lugo (Paraguay) y Evo Morales (Bolivia)– y los representantes de movimientos sociales del subcontinente. Un diálogo que va a profundizarse en el Foro Social temático de Salvador de Bahía, previsto en dicha ciudad del 29 al 31 de enero de 2010 (10) con la creciente participación de jefes de Estado (entre ellos del presidente Lula). Participación que debería prolongarse con ocasión del próximo FSM que en 2011 tendrá lugar en Dakar.

Durante una reunión preparatoria organizada en la capital senegalesa el pasado noviembre, movimientos sociales del continente expresaron su voluntad de hacer evolucionar al FSM. Se debatieron formulaciones como la necesidad de crear “un espacio de alianzas creíbles” y no “un mercado de la sociedad civil”; de “definir una relación nueva con los actores políticos” en vista a “construir una alternativa”.

Ciertamente, en África se consolidará el necesario giro “post-altermundialista” de los Foros Sociales.

(1) Además del autor de estas líneas (en aquel momento director general del periódico y presidente de Attac Francia), se trataba de Chico Whitaker y Oded Grajew, respectivamente el secretario de la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, y el dirigente de la Asociación Brasileña de Empresarios por la Ciudadanía (CIVES), así como las señoras Whitaker y Grajew.

(2) Sobre la génesis y organización de este primer Foro y los dos siguientes, véase Bernard Cassen, Tout a commencé à Porto Alegre, Editions des 1001 Nuits, París, 2003. También el texto de Chico Whitaker sobre los orígenes del Foro: www.forumsocialmundial.org.br/dinamic.php?pagina=origem_fsm-por

(3) Ignacio Ramonet, “¿Davos? No, Porto Alegre”, Le Monde diplomatique en español, agosto de 2000. Este artículo fue retomado en las veinte ediciones en distintos idiomas con las que contaba en esa época el periódico. Lo mismo sucedió con el editorial del mismo autor publicado algunas semanas antes del Foro, con el objeto de movilizar a los participantes: “Porto Alegre”, Le Monde diplomatique en español, enero de 2001.

(4) Samir Amin y François Houtart, “El futuro de los Foros Sociales a debate”, Le Monde diplomatique en español, mayo de 2006.

(5) Véase: www.medelu.org/spip.php?article27&var_recherche=manifeste%20de%20porto%20alegre

(6) www.forumdesalternatives.org/FR/readarticle.php?article_id=841

(7) John Holloway, Cambiar el mundo sin tomar el poder, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, 2002.

(8) Declaración especial sobre el cambio climático aprobada por la Cumbre del ALBA con ocasión de su Cumbre del 13 y 14 de diciembre de 2009 en La Habana. Versión en español: www.medelu.org/spip.php?article313

(9) El 26 de enero de 2008, la Asociación Mémoire de Luttes y la revista Utopie critique organizaron en París un coloquio titulado “Altermundialismo y post-altermundialismo”. Véase su “Llamado Final”, www.medelu.org/spip.php?article7&var_recherche=colloque%20post%20altermondialisme

(10) www.fsmbahia.com.br

Bernard Cassen es presidente honorario de Attac Francia, secretario general de Mémoire des luttes.

Año político 2009

Lunes, 11 de Enero de 2010 / 08:52 h
Año político 2009

Dagoberto Gutiérrez

Sus doce meses concentran, como la luz en un rayo, toda la atención de la década, de la primer década del siglo y esto significa, los veinte años de la postguerra, el neoliberalismo aplicado, sin anestesia, la derrota de la antigua clase dominante, la cafetalera y el ascenso de la nueva, el capital financiero; implica el cambio de clase gobernante y la sustitución en este papel de las fuerzas armadas, también comprende el mayor empobrecimiento de la sociedad y la proletarización de las clases medias; finalmente comprende la victoria rotunda del mercado sobre el estado y el sometimiento de la naturaleza a la economía.

Todo esto está contenido en la primera década del presente siglo y todo esto estalla implosionando en el 2009, es por eso el año de mayor tensión.

Planetariamente es el año en que se derrumba el capitalismo estadounidense en su forma de financierización y se inaugura el proceso para la erección de un nuevo imperio dominante en el planeta, Estados Unidos pierde la hegemonía y el dólar cede posiciones ante nuevas propuestas de nuevas monedas que pueden sustituirlo como moneda universal.

Este año es el de mayor peligro de confrontación militar porque esta es la opción por la que camina el capital estadounidense y la que determina el Estado profundo en ese país, es decir el pentágono y el bloque industrial militar.

En América Latina avanzan los procesos políticos que desde el sur del continente establecen nuevas reglas de relación entre el estado, el mercado y los recursos naturales y se avanza hacia nuevas formas de democracia participativa que sin negar la democracia representativa construyen un proceso de democratización de la democracia. Suramérica contiene el agua, el petróleo y el gas natural que Estados Unidos no tiene y es por eso la joya codiciada para los consorcios estadounidenses y la piedra de conflicto en la confrontación internacional.

Centroamérica, siendo la parte más atrasada del desarrollo capitalista registra, sin embargo, procesos políticos que pueden ser desequilibrantes para los poderes tradicionales, eso es lo que ocurre en Nicaragua, y en Honduras; eso es lo que crea la necesidad imperial de apoyar el golpe de estado contra el gobierno de Mel Zelaya en el segundo país y este factor revela un movimiento popular hondureño con la mayor capacidad combativa de organización y de resistencia. El gobierno electo de Porfirio Lobo carece de legitimidades mínimas y de respaldo popular.

En El Salvador se construye, en la postguerra, el reino neoliberal más ortodoxo del continente y el mercado le pone precio a todo incluyendo a las personas y a la naturaleza. En veinte años todo el país está en venta y millones de migrantes se convierten en el verdadero sostén de la economía nacional, mientras una minoría de banqueros y comerciantes voraces atesoran inmensas riquezas.

La derrota electoral de ARENA es de alta importancia por la creación de un nuevo escenario político en donde se abre nuevos procesos, una parte de ese nuevo escenario es el nuevo gobierno y el nuevo presidente; aunque no es lo más importante como factor crucial de cambio de las condiciones; lo es como expresión de derrota electoral de un instrumento partidario exitoso hasta ahora en las urnas.

En este escenario la esperanza social ante el nuevo gobierno pasa por el trance doloroso de su matrimonio con la realidad y el pueblo ha de aprender que es mejor un fin espantoso que un espanto sin fin, es decir que ha de saber que los cambios por los que se votó no han de venir de arriba sino de abajo y de adentro y que ese afán no está en manos de ninguna persona en particular sino del pueblo todo, con todos sus colores y tamaños, que este proceso es contradictorio y nunca será en línea recta, ha de saber que la clave del momento consiste en descubrir cuál es la relación política entre el pueblo y sus organizaciones y el nuevo gobierno.

Se trata de saber que se necesita disputar el nuevo gobierno a la oligarquía y esto supone un complicado proceso de confrontación y concertación porque en todo caso, el pueblo debe saber que depende de sus propias fuerzas, de su propia organización, de su propio proyecto, de sus alianzas y de su unidad y, desde allí podrá pensar en acuerdos y entendimientos con el sector gubernamental, en la medida en que éste reconozca y haga suyos los intereses populares.

Los temas del agua, la minería, la lucha contra las presas, contra los transgénicos por el empleo y el salario digno, por la defensa del ambiente, por la soberanía, por la democracia participativa son algunos puntos programáticos irrenunciables y desde allí el movimiento popular ha de aprender a ser sujeto político y no sólo actor político, esto quiere decir que ha de aprender a cumplir un papel previamente asignado, siendo actor como cuando vota en una elección; pero ha de ser capaz, de alzarse frente a una realidad injusta e inconveniente, confrontar con ella y luchar por una realidad alternativa, es decir ser sujeto y, desde luego, hemos de aprender a combinar la calidad de sujeto con la calidad de actor y de esto dependerá que podamos hacer del actual gobierno instrumento del pueblo y no el pueblo instrumento de ningún gobierno.

Denuncian a Blanca Flor Bonilla por despido de trabajadores de Alcaldía de Ayutuxtepeque…

Denuncian a Blanca Flor Bonilla por despido de trabajadores de Alcaldía de Ayutuxtepeque…

AYUTUXTEPEQUE, 9 de enero de 2010 (SIEP) Con su rostro triste por haber sido despedida, Ana Vicente Guerrero de 57 años, recorre los diversos puestos de venta del mercado de esta ciudad, solicitando colaboración y explicando las razones para continuar la lucha por su reinstalación. Ella forma parte de doce mujeres y siete hombres que fueron ayer despedidos de esta Alcaldía, gobernada por Blanca Flor Bonilla, dirigente de la Comisión Política del FMLN.

“No solo es = expresa= porque llevo quince años trabajando aquí en el Centro de Desarrollo Infantil, CDI, y no se me quiere reconocer la indemnización sino por dignidad, ella, la Alcaldesa nos quiere humillar, en mi carta de despido se dice que es porque no tengo NINGUN GRADO DE ESCOLARIDAD. Si yo solo soy ordenanza, yo lo que hago es la limpieza, y trato con mucho cariño a los niños, son cientos de niños que me conocen en el pueblo, que hoy ya son hombres y mujeres y pueden dar testimonio de mi trabajo…”

“La señora Blanca Flor nos ha difamado, es cierto yo no tengo escolaridad pero tengo un corazón limpio y hago todos los oficios, mantengo limpio, sacudo, barro, trapeo…y solo me dicen que estoy despedida, necesito una explicación, necesito también un trabajo, o que por lo menos me indemnicen, ella la Señora Alcaldesa dice que defiende los derechos de las mujeres pero esas son puras mentiras…somos humildes es cierto, pero no nos vamos a humillar…

“Yo soy cocinera del CDI, nos comenta otra de las despedidas, Edelmira del Carmen Sigüenza, de 60 años, y también me ponen en ese papel que me han dado para despedirme, que no tengo NINGUN grado de escolaridad, pero no entiendo, yo pensaba que con el cambio de gobierno, gente como yo, humilde, íbamos a tener mas oportunidades pero hoy hasta para cocinar nos van a pedir titulo universitario.”

“Dicen que Doña Blanca Flor es muy importante en el Partido, que hasta Diputada ha sido antes de ser Alcaldesa, pero tengo la confianza que el partido FMLN, que es el partido que defiende a los pobres va tener que reflexionar y no seguir permitiendo que personas como ella le hagan daño, porque es un daño el que ella le esta haciendo al gobierno de Mauricio Funes.”

Por su parte, una educadora despedida del CDI, Esther Santos, de 27 años, indico que “me siento indignada por el trato que recibimos, luego que fuimos los que anduvimos de casa en casa haciendo campaña para que ella fuera electa, convenciendo a la gente ya que la gente no quería porque ella no es aquí del municipio. En realidad, su actitud de capataz de Blanca Flor solo podría entenderlo como que ya no es revolucionaria, o del Frente, y que ahora que es alcalde, solo piensa en mandar, en pisto y en andar en todos los países, aquí casi ni la vemos…”

“Hacemos un llamado a las organizaciones de mujeres, a las Dignas, la que dice ser fundadora de las Melidas, a AMS, MSM, al IMU, a las Prudencia Ayala, a que vengan a acompañarnos, aquí nos van a encontrar enfrente de esta Alcaldía en pie de lucha como mujeres con necesidades pero con la frente en alto” concluyó la trabajadora despedida. También agradeció el apoyo que las mujeres vendedoras del mercado ya les están dando.

Discurso en 26 Aniversario de Constitucion de la Republica

DISCURSO DEL DIPUTADO SIGFRIDO REYES, EN REPRESENTACIÓN DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL FMLN EN SESION SOLEMNE 21-12-09

lunedì 21 dicembre 2009 alle ore 22.34

Señor Presidentes de la Asamblea Legislativa y Señores y Señoras Diputados
Señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia y del Órgano Judicial
Señores Diputados y Diputadas del Parlamento Centroamericano;
Señores Magistrados y Magistrados de la Corte Suprema de Justicia;
Señores Magistrados del Tribunal Supremo Electoral;
Señores Miembros del Ministerio Público
Señor Presidente de la Corte de Cuentas de la República;
Señores y señoras Ministros, Vice-Ministros y Presidentes de Entidades Autónomas;
Señores y señoras del Cuerpo Diplomático y representantes de Organismos Internacionales acreditados en el país;
Amigos de la prensa;
Invitados Especiales,
Pueblo salvadoreño que nos ve y nos escucha gracias a los medios de comunicación:

Una nueva etapa política se ha abierto en El Salvador en este año 2009, año que será de mucha relevancia histórica para nuestro país.
Es ésta una NUEVA ERA, que podemos llamarla, sin ningún resquicio de duda, LA ERA DEL CAMBIO. Es una Era en la que toma un nuevo valor la LEY SUPREMA DE LOS SALVADOREÑOS: la CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA.
Nuestra Constitución, promulgada hace ya 26 años, y reformada profundamente con los Acuerdos de Paz de 1992, para dar inicio a una época de democratización de la sociedad salvadoreña y de construcción de un Estado de Derecho, vuelve a la vida en el presente y promete un nuevo amanecer para nuestro país.
Hace justo 4 años nuestro recordado y respetado líder Schafik Hándal, decía en esta misma tribuna, que releyendo la Constitución, tenía la certeza que su texto reflejaba un sistema jurídico-político que se caracteriza como un Estado Constitucional y Social de Derecho. Pero, a continuación, denunciaba con vehemencia (me permito citar textualmente): “Para nosotros está claro que no es esto lo que se vive. Para nosotros está claro que el modelo neoliberal vigente desde hace años, desde que gobierna el partido ARENA, que proclama al mercado como el supremo hacedor y rector de todo lo que se hace y se deja de hacer, que proclama la ganancia y no la persona como el fin y objetivo del Estado, que proclama la superioridad del interés privado sobre el interés social y el interés público… Ese modelo, es contrario a la Constitución! Viola la Constitución!”.
De allí que en esa misma alocución dejó grabada, con palabras que todavía resuenan en este Salón Legislativo, aquella poderosa sentencia que a continuación también cito: “Esta Constitución es una especie de cadáver insepulto, acribillado, apuñalado, que se saca cada año para ponerlo sobre la mesa y rendirle el homenaje del Día de la Constitución. Si van a insistir con sus políticas, sus decisiones, el “yo hago lo que quiero”, si va a insistirse en esto, lo menos que se puede exigir es que sometan al conocimiento ciudadano la consulta de hacer otra Constitución, a su medida totalmente. Pero lo que es con ésta Constitución no casa ninguna de esas políticas y conductas. Hacerle un homenaje cada año a la Constitución no corrige nada de esto, no establece un Estado Constitucional y Social de Derecho, como lo manda la Constitución…”.
Estas palabras fueron dichas no solo con el objetivo de denunciar las flagrantes violaciones que del Estado de Derecho se perpetraron en nuestro país por décadas, sino que más bien fueron la admonición de que esta triste realidad algún día tendría que llegar a su fin. Con su contundente sabiduría y su fe profética en este pueblo salvadoreño, Schafik señalaba el rumbo por el cual teníamos que seguir luchando: defender la Constitución y conducir este pueblo a reivindicar esa norma suprema, que en su art. 83 proclama que “El Salvador es un estado soberano” y que “la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce en la forma prescrita y dentro de los limites de esta Constitución”.
Así igualmente lo plasma el Art. 86 de esta Carta Magna: “El poder público emana del pueblo”. Y ha sido bajo estos postulados que el pueblo salvadoreño dio una ejemplar lección al mundo en este año: Los salvadoreños y salvadoreñas, haciendo uso de su poder soberano, dieron en las urnas el triunfo al FMLN, a sus CANDIDATOS y a su PROGRAMA DE GOBIERNO, para que como dignos representantes y gobernantes, conduzcamos a El Salvador por el nuevo sendero de la Democracia, de la prosperidad y la puesta en vigencia de un verdadero ESTADO CONSTITUCIONAL Y SOCIAL DE DERECHO.
Por ello afirmamos que esta nueva etapa de la historia patria constituye un verdadero Cambio de Época, que anuncia para El Salvador el fin de la arbitrariedad, de la imposición y el abuso, de la corrupción y de la violación flagrante a los Derechos Fundamentales de nuestros compatriotas. Ha comenzado pues, el fin de una práctica de violación sistemática a nuestra Constitución y a sus preceptos fundamentales.
EL FMLN ha tenido y seguirá teniendo como horizonte el objetivo de que se respete por todos, por gobernantes y gobernados, el texto y el espíritu constitucionales. Y con ese objetivo en mente es que trabajamos para que el pueblo vea señales vigorosas e irreversibles, de que el CAMBIO también ha llegado en relación al respeto y vigencia de nuestra Constitución.
Así, por ejemplo, iniciamos esta legislatura garantizando que se estableciera una nueva composición de la Corte Suprema de Justicia, especialmente de su Sala de lo Constitucional, eligiendo Magistrados que gozan del respeto de la sociedad y que valoran muy en alto el principio de la independencia judicial. Con ello se ha empezado a devolver la esperanza a la Nación que se puede y se debe ejercer con honestidad la administración de la Justicia, y en particular de la Justicia Constitucional.
Igualmente, hemos ratificado en la presente legislatura, varias reformas a nuestra Ley Fundamental. Una de ellas permitirá ahondar en uno de los beneficios sociales a que todos nuestros compatriotas tienen derecho, estableciéndose la gratuidad de la educación secundaria pública.
A fin de brindar más y mejores herramientas legales para la investigación y persecución de algunos delitos de suma gravedad, se dio paso a la reforma que otorga validez al recurso de las intervenciones telefónicas.
De gran significado para la democracia y para la igualdad entre los ciudadanos, han sido las reformas que habilitaron la entrada en vigencia efectiva de varios Convenios de la Organización Internacional del Trabajo, que garantizan la sindicalización y la contratación colectiva de los empleados del sector público.
Más recientemente, y observando escrupulosamente los términos establecidos en la Constitución, arribamos a importantes acuerdos con otras bancadas legislativas, para que se aprobará con transparencia y sin demora el Presupuesto General de la Nación del 2010, nuevas emisiones de deuda pública y la reorientación de créditos, para empezar a hacer salir a El Salvador de la profunda crisis económica y social.
Así, igualmente de significativo ha sido el paso valiente que dio esta Asamblea cuando aprobó el mes pasado la Ley Reguladora de las Tarjetas de Crédito. Con la misma pretendemos defender a la ciudadanía de los abusos a que por años ha estado sometida por acreedores sin ningún tipo de restricción. Esta ley es una clara muestra de que es posible legislar aplicando el principio de Justicia Social consignado en el artículo Primero de la Constitución. Le hacemos además honor al precepto constitucional, que en el art. 101 establece que “El orden económico debe responder esencialmente a principios de justicia social, que tiendan a asegurar a todos los habitantes del país una existencia digna del ser humano”, o en el art. 102, que postula textualmente: “Se garantiza la libertad económica, en lo que no se oponga al interés social”. Con esta visión del trabajo legislativo, no estamos haciendo otra cosa sino poner en boga estos principios, alevosamente olvidados en el pasado reciente.
Estamos aplicando pues, la justicia social que la Constitución nos ordena aplicar a todos los diputados y las diputadas.

Señores y Señoras, Ciudadanos todos:
En nuestro compromiso de promover la justicia social en El Salvador, de gran significado ha sido el intenso trabajo que el FMLN realizó recientemente, junto a otros Grupos Parlamentarios que exhiben responsabilidad patriótica y racionalidad, para aprobar una Reforma al Sistema Fiscal y Tributario del país, que si bien representa un paso inicial y modesto, constituye sin duda una clara aplicación del principio de equidad tributaria que consigna el ordinal 6º. del Art.131 de la Norma Primaria, que establece como atribución de esta Asamblea Legislativa, cito textualmente: “Decretar impuestos, tasas y demás contribuciones sobre toda clase bienes, servicios e ingresos, en relación equitativa”. Es decir, el que posee más riqueza debe contribuir con más tributos.
No puede ser de otra forma. En esta Era de Cambios que hemos inaugurado, se deben acabar los privilegios y las prebendas para reducidos, pero poderosos sectores de la sociedad. No podemos dejar de señalar, y lamentar, que todavía persisten visiones y conductas, que se oponen tenazmente a que en El Salvador haya mayor justicia tributaria. y con ello, a que el Estado cuente con los recursos fiscales, imprescindibles para realizar proyectos sociales de combate a la pobreza y la exclusión, brindar más y mejor seguridad ciudadana, mitigar riesgos y proteger el ambiente, fortalecer la administración de justicia, entre otras de las irrenunciables responsabilidades estatales.
Así entonces, las muestras positivas que esta nueva Asamblea Legislativa empieza a dar, ejerciendo el diálogo, la negociación política transparente, y no la imposición, donde la bancada mayoritaria del FMLN marca indudablemente su impronta de reivindicación de la Constitución y la institucionalidad democrática, nos señalan que, en El Salvador de hoy, una nueva forma de hacer política no es solo necesaria, sino que también es posible. Así, por ejemplo, nos aprestamos a aprobar, y por ello solicitamos desde ya el compromiso de todas los Grupos Parlamentarios, una Ley de Transparencia y Acceso a la Información, que permita ejercer una nueva forma de administración pública con transparencia y probidad. Debemos con esta y otras leyes que es necesario consensuar y aprobar, combatir de tajo la corrupción, el abuso de autoridad y el despilfarro de fondos públicos.
Debemos igualmente aprobar pronto una moderna Ley de Ordenamiento y Desarrollo Territorial, que regule el uso del territorio y prevenga que tragedias tan lamentables como las acontecidas apenas el mes pasado en varios municipios de San Vicente y otros departamentos del país, vuelvan a repetirse y a dejar luto en nuestras familias. Es decir, debemos aprobar leyes que como éstas pongan en verdadera vigencia el acervo de Derechos Fundamentales que nuestra Constitución postula y que deben ser el norte de todo gobierno del pueblo y para el pueblo.
En suma, pues, esta nueva Era de Cambios, demanda de nosotros un firme compromiso con la Democracia, el respeto a la Constitución y la plena vigencia del Estado Social, Democrático y Constitucional de Derecho.
Esto es particularmente significativo, cuando en nuestro vecindario inmediato, en nuestra hermana República de Honduras, se ha perpetrado el rompimiento abierto, violento y todavía impune del orden constitucional, y donde se pretende estrenar una nueva estrategia golpista para la región, que culmina con la realización de elecciones ilegítimas.
Por todo ello, en este día de tanta significancia para la vida política e institucional de nuestra querida Nación, queremos dejar plasmado nuestro anhelo, nuestra voluntad y nuestro firme compromiso de seguir luchando como Grupo Parlamentario por la defensa y la vigencia plena y real de esta Constitución que hemos jurado cumplir. Podemos este día decirle con solvencia a nuestro querido Schafik, infatigable y leal defensor de la Constitución: ¡Tu sueño y tu demanda por cumplir y defender esta Constitución, para beneficio del pueblo al que tanto amaste, comienza a hacerse realidad!.

Ciudadanos y ciudadanas salvadoreños:
En este aniversario de la Constitución les reafirmamos a ustedes que la Constitución de la República de El Salvador ya no será más un cadáver insepulto y vilipendiado.
Este pueblo noble, creyente ferviente en el mensaje de Cristo y de su resurrección, la ha hecho resucitar con su mandato soberano, expresado en su voto. Y nosotros, representantes fieles de la Nación salvadoreña, le daremos alimento a su vida, luchando firmemente por su defensa y su vigencia.

¡Muchas gracias!

¡Unidos para luchar con el pueblo al Poder!

¡Unidos para luchar con el pueblo al Poder!

Manifiesto al pueblo salvadoreño, a todos los pueblos del mundo, Partidos Comunistas y Movimientos de Liberación Nacional, hermanos.

El Partido Comunista de El Salvador (PCS), que ha celebrado su II CONGRESO ORDINARIO los días 26 y 27 de diciembre de 2009, de forma clandestina en algún lugar de El Salvador, con la participación de toda la militancia de nuestras estructuras de base territoriales y de los frentes de masas en todo el país, y de otros partidos hermanos de la región y el mundo, en especial del Partido Comunista de los Estados Unidos de América, el Partido del Trabajo de Bélgica y el Partido Comunista de Suecia, manifiesta lo siguiente:
1. Que el Partido Comunista de El Salvador (PCS) digno defensor de los intereses de la clase proletaria, el campesinado y los sectores populares de El Salvador, con la celebración de nuestro II CONGRESO ORDINARIO, hemos iniciado una nueva etapa de desarrollo como Partido Marxista Leninista de la Revolución. En esta nueva etapa, reafirmamos nuestro compromiso de seguir acumulando fuerzas, fortaleciendo nuestra unidad, desplegando y expandiendo nuestras estructuras de base, organizando al pueblo, en especial a la clase Proletaria, por la toma del poder político del Estado para la Liberación Nacional y la edificación del Socialismo en El Salvador.
2. Que nuestro congreso elaboró, discutió y aprobó importantes documentos que trazan nuestra línea política en el actual periodo de lucha. Definió la línea para el fortalecimiento, unificación y relanzamiento de nuestros Frentes de Masas bajo la dirección del proletariado. Aprobó la línea política para el desarrollo de la Juventud Comunista de nuestro Partido; así, también definió la política de alianzas y nuestra posición frente a otras fuerzas políticas de izquierda y progresistas como el FMLN y la alianza de centro izquierda que gobierna el órgano ejecutivo, bajo la figura del Presidente Mauricio Funes Cartagena.
3. Anunciamos que a partir de estos momentos concentraremos nuestras fuerzas hacia un proceso de consulta con el pueblo para enriquecer nuestra línea política general, el programa revolucionario de Liberación, Antimperialista y Socialista. Asumimos el compromiso de mantener nuestra unidad y cohesión como partido, desde las estructuras de base hasta la Dirección Política Nacional. Dedicaremos especial esfuerzo al lanzamiento de una ofensiva política contra la burguesía pro-imperialista y sus principales partidos de derecha: ARENA, GANA, PCN Y PDC.
4. Reafirmamos nuestra posición de defender y acompañar de manera crítica al gobierno del FMLN y la alianza de centro izquierda que encabeza el Presidente Mauricio Funes Cartagena. Luchando en primeras filas contra la burguesía pro-imperialista, defendiendo los intereses del pueblo y en especial de la clase proletaria, rechazando la farsa de un gobierno de Unidad Nacional y exigiendo un GOBIERNO DE UNIDAD POPULAR.
5. Nos solidarizamos con todos los procesos de liberación que emanan del planeta y en especial con los gestados en América Latina a quienes el imperialismo quiere golpear con nuevas bases militares en Colombia y Panamá, con la prolongación de la base militar y de tortura en Guantánamo, con el golpe militar del presidente Manuel Zelaya, con el incremento de efectivos militares en Afganistán y la aprobación de un gigantesco presupuesto militar sin precedentes en la historia de la humanidad y en general con la ofensiva contrarrevolucionaria lanzada y ocultada bajo la apariencia benevolente del presidente de los Estados Unidos: Obama.
6. Finalmente hacemos un llamado a todo el pueblo salvadoreño a seguir organizándose y fortaleciendo los Frentes de Masas para luchar por sus intereses y necesidades inmediatas e ir construyendo la Unidad Popular que permita pasar de la lucha inmediata al terreno de la lucha política por la toma del poder del Estado contra la Burguesía pro-imperialista. También convocamos a todas y todos los comunistas salvadoreños a incorporarse y fortalecer las filas de nuestro partido marxista leninista de la revolución salvadoreña, el PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR (PCS).

¡Que viva el proletariado de todos los países y sus partidos comunistas!
¡Que viva el Partido Comunista de El Salvador!
¡Unidos para luchar con el pueblo al Poder!

La geopolítica de la biodiversidad y el desarrollo sustentable

Enrique Leff – La geopolítica de la biodiversidad y el desarrollo sustentable
Economización del mundo, racionalidad ambiental y reapropiación social de la naturaleza 1

Globalización económica y capitalización de la naturaleza

El planeta que habitamos siempre ha sido global: un globo terráqueo. La tierra se desprendió de su planicie e inició el vuelo de su globalización en el siglo XVI, una vez que el mundo fue circunnavegado y que los intercambios comerciales fueron interconectando a las diferentes civilizaciones y culturas. Más adelante, la generalización de los intercambios comerciales se convirtió en ley, y esta se fue universalizando, invadiendo todos los dominios del ser y los mundos de vida de las gentes. Con la invención de la ciencia económica y la institucionalización de la economía como reglas de convivencia universales, comenzó un proceso de cinco siglos de economización del mundo. Mas el orden físico y la vida en el planeta que dan origen y sustentan al género humano no encuentran en sus raíces ninguna esencialidad económica más allá de la pulsión de producir con la naturaleza para satisfacer necesidades humanas. Este proceso de expansión de la racionalidad económica culmina con su saturación y su límite, el límite de su extrema voluntad de globalizar al mundo engullendo todas las cosas y traduciéndolas a los códigos de la racionalidad económica, razón que conlleva la imposibilidad de pensar y actuar conforme a las leyes límite de la naturaleza, de la vida y la cultura.
En este sentido, el proceso de globalización cuya naturaleza intentamos descifrar –los crecientes intercambios comerciales, las telecomunicaciones electrónicas con la interconexión inmediata de personas y flujos financieros que parecen eliminar la dimensión espacial y temporal de la vida, la planetarización del calentamiento de la atmósfera, e incluso el aceleramiento de las migraciones y los mestizajes culturales–, ha sido movilizado y sobredeterminado por el dominio de la racionalidad económica sobre los demás procesos de globalización. Es esta sobre-economización del mundo la que induce una homogeneización de los patrones de producción y de consumo, contra una sustentabilidad planetaria fundada en la diversidad ecológica y cultural.
Desde los orígenes de la civilización occidental, la disyunción del ser y el ente que opera el pensamiento metafísico preparó el camino para la objetivación del mundo. La economía afirma el sentido del mundo en la producción; la naturaleza es cosificada, desnaturalizada de su complejidad ecológica y convertida en materia prima de un proceso económico; los recursos naturales se vuelven simples objetos para la explotación del capital. En la era de la economía ecologizada la naturaleza deja de ser un objeto del proceso de trabajo para ser codificada en términos del capital. Mas ello no le devuelve el ser a la naturaleza, sino que la transmuta en una forma del capital –capital natural– generalizando y ampliando las formas de valorización económica de la naturaleza (O’Connor, 1993). Es en este sentido que, junto con las formas ancestrales de explotación intensiva que caracterizaron al “pillaje del tercer mundo” (Jalée, 1968), hoy se promueve una explotación “conservacionista” de la naturaleza. La biodiversidad aparece no sólo como una multiplicidad de formas de vida, sino como zonas de reservas de naturaleza –territorios y hábitat de esa diversidad biológica y cultural– que hoy están siendo valorizados por su riqueza genética, sus recursos ecoturísticos y su función como colectores de carbono.
En este sentido las políticas recientes en torno a la biodiversidad no responden tan sólo a una preocupación por la pérdida de especies biológicas y por su importante papel en el equilibrio ecológico del planeta. La biodiversidad se ha revelado como un enorme banco de recursos genéticos que son la materia prima de los grandes consorcios de las industrias farmacéuticas y de alimentos, cuyo valor económico supera ya el de los consorcios petroleros. Por su parte, para los países y los pueblos donde se encuentran localizadas las áreas de mayor biodiversidad, esta representa, por un lado, el referente de significaciones y sentidos culturales que son trastocados cuando son transformados en valores económicos; por otro, la biodiversidad es la expresión del potencial productivo de un ecosistema, ante el cual se plantean las estrategias posibles de su manejo sustentable así como las formas de apropiación cultural y económica de sus recursos.
La geopolítica de la biodiversidad y del desarrollo sustentable no sólo prolonga e intensifica los anteriores procesos de apropiación destructiva de los recursos naturales, sino que cambia las formas de intervención y apropiación de la naturaleza y lleva a su límite la lógica de la racionalidad económica 2. Esta nueva geopolítica de la sustentabilidad se configura en el contexto de una globalización económica que, al tiempo que lleva a la desnaturalización de la naturaleza, promueve con el discurso del desarrollo sostenible una estrategia de apropiación que busca “naturalizar” la mercantilización de la naturaleza. En esa perversión de “lo natural” se juegan las controversias entre la economización de la naturaleza y la ecologización de la economía.
Por otra parte, la economía política engarzada en la relación de la fuerza de trabajo, el capital y la tierra se desplaza hacia una ecología política en la que los antagonismos de las luchas sociales se definen en términos de identidades, territorialidades y procesos de sustentabilidad. Las relaciones de producción y las fuerzas productivas ya no se establecen entre el capital y el proletariado industrial –entre capital, trabajo y tecnología. En el nuevo discurso sobre la biodiversidad y el desarrollo sustentable-sostenible, los conceptos de territorio, de autonomía y de cultura se han convertido en conceptos políticos que cuestionan los derechos del ser y las formas de apropiación productiva de la naturaleza (Leff, 2001b).
Ante la complejidad ambiental (Leff et al., 2000), las políticas de la globalización económico-ecológica ponen de manifiesto la impotencia del conocimiento para comprender y solucionar los problemas que han generado sus formas de conocimiento del mundo; el discurso del crecimiento sostenible levanta una cortina de humo que vela las causas reales de la crisis ecológica. Así, ante el calentamiento global del planeta, se desconoce la degradación entrópica que produce la actividad económica ejercida bajo la racionalidad económica (cuyo último grado de degradación es el calor) y se niega el origen antropogénico del fenómeno al calificar sus efectos como desastres “naturales”.
La geopolítica del desarrollo sostenible mira con optimismo la solución de las contradicciones entre economía y ecología al proponer la reconversión de la biodiversidad en colectores de gases de efecto invernadero, con lo cual se exculpa a los países industrializados de sus excedentes de sus cuotas de emisiones, mientras se induce una reconversión ecológica de los países del tercer mundo. Fundadas en un supuesto control del proceso de largo plazo a través del automatismo del mercado, estas políticas desconocen los factores de incertidumbre de los procesos económicos y ambientales, la ineficacia de las políticas públicas y los intereses encontrados sobre las estrategias de apropiación de la naturaleza.

Los Acuerdos Multilaterales Ambientales (AMAs) y la OMC

Desde la adopción del CITES en 1973 se han venido acordando, elaborando e implementando diferentes tratados, convenciones, convenios y protocolos para la protección del medio ambiente. Al tiempo que se ha logrado disminuir el uso indiscriminado e inconsciente de sustancias como el DDT, el plomo, el asbesto, las dioxinas y los CFC, en la implementación de algunos de estos nuevos instrumentos jurídicos de la normatividad ecológica internacional –como el protocolo de Montreal sobre la capa de ozono– se registran importantes logros.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) celebrada en 1992 marca un punto de inflexión importante en la geopolítica ambiental global. A partir de Río-92, las políticas del desarrollo sostenible han promovido y puesto en operación un nuevo marco legal internacional, basado en un conjunto de Acuerdos Multilaterales Ambientales (AMAs), que incluyen una serie de instrumentos jurídicos que buscan establecer normas a los agentes económicos y sociales para limitar y revertir los impactos de los procesos económicos y tecnológicos sobre el ambiente.
Los AMAs incluyen los Convenios de Cambio Climático y Diversidad Biológica, la
Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, y los protocolos de Cartagena sobre Bioseguridad, de Kyoto sobre Cambio Climático y de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes. Entre esos instrumentos, quizá los más controvertidos han sido los convenios de cambio climático y de diversidad biológica –y sus respectivos protocolos– por sus implicaciones globales y la diversidad de intereses y conflictos que se dirimen en su interior, poniendo de manifiesto las dificultades para internalizar los costos ecológicos y amalgamar las políticas económicas y ambientales.
Más allá de los intentos de los negociadores de algunos países por abrir las agendas hacia temas controversiales sustantivos, en la práctica estos instrumentos se establecen sobre principios de orden más pragmático: reglas de procedimiento, cuestiones de financiamiento, indicadores mensurables. Las consideraciones éticas y filosóficas, las controversias políticas en torno a valores e intereses que definen las alternativas del desarrollo sustentable y que no son traducibles al patrón común de la valorización económica, son desplazadas de estos niveles de la diplomacia internacional hacia el campo de la ecología política, donde se genera la fuerza social para la apertura de las agendas globales. Es en este plano que se expresan los intereses por la diversidad biológica y cultural frente a la homogeneidad del mercado y las estrategias de la globalización económica. No es de sorprenderse que buena parte de las causas que han retardado los acuerdos y la implementación de estos mecanismos de gobernabilidad global sean las controversias en torno a asuntos relacionados con el comercio: la mercantilización de los bienes naturales y la evaluación económica de los riesgos ambientales.
Las dificultades para la puesta en vigor y la efectiva implementación de los AMAs ponen de manifiesto las resistencias del orden económico para internalizar los costos ambientales y acomodarse a las normas de la sustentabilidad ecológica. Ejemplo de ello son los obstáculos interpuestos para el cumplimiento de los acuerdos de Río –esto es, para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y frenar el avance del calentamiento global del planeta. Al mismo tiempo, la OMC ha venido diseñando sus propios regímenes ambientales bajo el predominio de las reglas del mercado y los derechos de propiedad intelectual. Si bien se han logrado avances en los AMAs, como la reciente firma del Protocolo de Kyoto sobre Cambio Climático, los mismos son acordados bajo el principio de un mínimo común denominador que logre concertar voluntades de los gobiernos, pero que reduce sus alcances y diluye sus objetivos. Así, las cláusulas sobre el comercio de permisos de emisiones de gases de efecto invernadero no aseguran que cada país o cada industria limite al máximo sus emisiones; al contrario, ese objetivo se pervierte ante
la posibilidad de que los países que se excedan de sus cuotas las transfieran a otros países, o que las compensen cubriendo el valor ficticio de su captura por parte de los países ricos en biodiversidad.
Al poner énfasis sobre la comercialización de derechos de emisiones, el Protocolo de Kyoto ofrece un salvoconducto a los países del Norte, que en vez de reducir sus emisiones de CO2 y de gases de efecto invernadero las compensan transfiriendo sus costos a países (como los de la ex Unión Soviética) que se encuentran por debajo de sus cuotas y que incluso, por su situación económica, no estarían en condiciones de incrementar sus emisiones. Por otra parte, la asignación de precios a la captura de carbono por las reservas de biodiversidad dentro del MDL funciona como un verdadero subterfugio que permite a los países que exceden su huella ecológica transferir el monto equivalente a algún país rico en biodiversidad cuya flora y suelos supuestamente secuestran el exceso de gases emitidos por las industrias del país industrializado a precios de “dumping” –a falta de un mecanismo de formación de precios de captura– y al “mejor postor” porque, como afirma Martínez Alier, los países pobres venden barato sus servicios ambientales. A través del MDL se vienen introduciendo cambios en el uso del suelo y formas de cultivo como por ejemplo la siembra directa, mediante la cual se pretende reducir las emisiones de gases y la aplicación de agroquímicos al tiempo que se implantan cultivos transgénicos, cuyos riesgos ecológicos y para la salud están lejos de poder ser evaluados y en particular cuantificados. Así, no sólo no se generan sinergias entre los AMAs, sino que estos funcionan como velos que encubren y escudos que sirven de parapeto a los procesos de “reconversión ecológica” que bajo su protección y legitimación se ejecutan en favor del “desarrollo sostenible”. En este sentido es cuestionable la efectividad del Protocolo de Kyoto, ya que el “valor de uso sumidero” de la biodiversidad seguramente no habrá de reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero que seguirá generando el imperio de la racionalidad económica, debilitándose las acciones de mitigación a través del MDL y el uso de tecnologías limpias. Como resultado, el calentamiento global seguirá agravándose.
En el fondo de los debates en torno a estos AMAs y los disensos para su aprobación y aplicación están la controversia entre la racionalidad ecológica y la ética que subyacen a las normas ambientales, y los principios y reglas de la racionalidad económica. Sus incompatibilidades no sólo se expresan en la resistencia de gobiernos como los de Estados Unidos y Japón a firmar y ratificar los AMAs. Al mismo tiempo, la OMC ha venido generando sus propios regímenes ambientales sometidos a la supremacía de los intereses y mecanismos económicos. De esta manera, los Acuerdos sobre Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) buscan legitimar y legalizar los derechos de las empresas por encima de las provisiones a los derechos de indígenas, campesinos y agricultores en la CDB y el Tratado Internacional sobre Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura.
Estas controversias desembocan finalmente en la necesidad de establecer marcos internacionales de gobernabilidad que, bajo el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, sean capaces de generar sinergias y relaciones que se refuercen mutuamente entre los AMAs y la OMC (UNEP, 2001). Sin embargo, en su ánimo de evitar disputas formales así como de prever y resolver anticipadamente los conflictos entre los regímenes ambientales y comerciales, la integración de las consideraciones ambientales en la toma de decisiones de los asuntos económicos y sociales tiende a ceder la aplicación de las normas ecológicas y los principios ambientales a los regímenes del libre comercio. En este sentido se ha acelerado la tendencia a elaborar y aplicar instrumentos económicos para la gestión ambiental y a reducir el valor de la naturaleza a los precios que esta puede adquirir en el mercado de bienes y servicios ambientales.

Valor y territorio: una política del lugar y la diferencia

Frente al proceso de globalización regido por la racionalidad económica y las leyes del mercado, y junto con los movimientos “globalifóbicos”, está emergiendo una política del lugar, del espacio y del tiempo (Leff, 20 01c) movilizada por los nuevos derechos a la identidad cultural de los pueblos (CNDH, 1999; Sandoval y García, 1999), legitimando reglas más plurales y democráticas de convivencia social. La reafirmación de la identidad es también la manifestación de lo real y de lo verdadero frente a la lógica económica que se ha constituido en el más alto grado de racionalidad del ser humano, ignorando a la naturaleza y a la cultura, generando un proceso de degradación socioambiental que afecta las condiciones de sustentabilidad y el sentido de la existencia humana.
El territorio es el lugar donde la sustentabilidad se enraiza en bases ecológicas e identidades culturales. Es el espacio social donde los actores sociales ejercen su poder para controlar la degradación ambiental y para movilizar potenciales ambientales en proyectos autogestionados generados para satisfacer necesidades,
aspiraciones y deseos de los pueblos que la globalización económica no puede cumplir. El territorio es el locus de las demandas y los reclamos de la gente para reconstruir sus mundos de vida. El nivel local es donde se forjan las identidades culturales, donde estas se expresan como una valorización social de los recursos económicos y como estrategias para la reapropiación de la naturaleza. Si la economía global genera el espacio donde las sinergias negativas de la degradación socioambiental hacen manifiestos los límites del crecimiento, en el espacio local emergen las sinergias positivas de la racionalidad ambiental y de un nuevo paradigma de productividad ecotecnológica (Leff, 1994 y 1995).
El territorio es un espacio donde se precipitan tiempos diferenciados, donde se articulan identidades culturales y potencialidades ecológicas. Es pues el lugar de convergencia de los tiempos de la sustentabilidad: los procesos de restauración y productividad ecológica, de innovación y asimilación tecnológica, de reconstrucción de identidades culturales. Por ello el slogan “pensar globalmente y actuar localmente”, tan tenazmente promovido por el discurso del desarrollo sostenible, ha sido en realidad una artimaña para generar un pensamiento único sobre “nuestro futuro común”. Ante los retos del desarrollo sustentable alternativo, induce en las culturas locales un pensamiento global que no es otro que el discurso economicista del crecimiento sostenible, cuando el reto de la sustentabilidad es pensar las singularidades locales y construir una racionalidad capaz de integrar sus diferencias, asumiendo su inconmensurabilidad, su relatividad y su incertidumbre.
Una nueva política del lugar y de la diferencia está siendo construida a partir del sentido del tiempo en las luchas actuales por la identidad, por la autonomía y por el territorio. Lo que subyace al clamor por el reconocimiento de los derechos a la supervivencia, a la diversidad cultural y la calidad de vida de los pueblos, es una política del ser; una política del devenir y la transformación, que valoriza el significado de la utopía como el derecho de cada individuo y cada comunidad para forjar su propio futuro. Los territorios culturales están siendo fertilizados por un tiempo que recrea las estrategias productivas y los sentidos existenciales. No es sólo la reivindicación de los derechos culturales que incluyen la preservación de los usos y costumbres de sus lenguas autóctonas y sus prácticas tradicionales, sino una política cultural para la reconstrucción de identidades, para proyectar a sus seres colectivos trascendiendo un futuro prefijado y excluyente. Es resistencia a la hegemonía homogeneizante de la globalización económica y afirmación de la diversidad creativa de la vida, construida desde la heterogénesis cultural-ecológica.
Esto lleva a repensar el sentido mismo de la geopolítica. Las geografías, como marcas dejadas por las civilizaciones en la tierra, son el locus, el hábitat en el que se asienta un mundo que ha sido trastocado por la globalización, que desplaza el lugar de su lugar, que hace prevalecer la globalidad de una razón única, universal, dominante. Pero son también la escritura que van dejando en la naturaleza los nuevos movimientos sociales de reapropiación de la naturaleza (Gonçalves, 2001). De esta manera, las poblaciones indígenas están afirmando sus derechos culturales para recuperar el control sobre su territorio como un espacio ecológico, productivo y cultural para reapropiarse de un patrimonio de recursos naturales y significados culturales. La racionalidad ambiental está siendo internalizada por nuevos actores sociales, expresándose como una demanda política que guía nuevos principios para la valorización del ambiente y para la reapropiación de la naturaleza, arraigándose en nuevos territorios y nuevas identidades.
La geopolítica de la globalización se ha centrado en las falsas virtudes del mercado y de la capacidad empresarial para guiar y alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible. Se confiere al mercado la capacidad de internalizar los costos ambientales y de absorber actividades productivas sobre el capital natural y los servicios ambientales que hasta ahora han sido campos tradicionales de apropiación y manejo de un patrimonio y bienes comunales que funcionan fuera del mercado, para transformarlos en nuevas oportunidades de negocios. Más aún, asumen a priorila voluntad de los pueblos del tercer mundo –en particular poblaciones indígenas y campesinas– de colaborar en este propósito, cediendo a las iniciativas del mercado temas fundamentales del desarrollo sustentable:manejo de recursos naturales, pobreza rural, seguridad alimentaria, etcétera. Por el contrario, las controversias entre la racionalidad económica y la racionalidad ambiental en las perspectivas del desarrollo sustentable llevan a contrastar y oponer a la lógica del valor de cambio una racionalidad productiva fundada en el valor de uso, que va más allá de los principios de la “calidad total” y la “tecnología limpia” de la nueva ecoindustria, así como de una calidad de vida fundada en la “soberanía del consumidor”. La racionalidad ambiental lleva a repensar la producción a partir de los potenciales ecológicos de la naturaleza y las significaciones y simbolismos asignados a la naturaleza por la cultura. Esta lleva a una política del ser, de la diversidad, de la diferencia, que replantea el sentido de la naturaleza, de la producción y del desarrollo sustentable.

Bibliografía

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Leff, Enrique 2001b “Los derechos del ser colectivo y la reapropiación social de la
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Sandoval, I. E. y García Colorado, G. 1999 El derecho a la identidad cultural (México DF: Instituto de Investigaciones Legislativas, H. Cámara de Diputados).

Notas

1 N. del E.: El presente artículo es una versión resumida del texto original, una de cuyas primeras ediciones fue publicada en la compilación de A. E. Ceceña y E. Sader La Guerra Infinita. Hegemonía y Terror Mundial(Buenos Aires: CLAC SO, 2002); así como también forma parte del reciente libro de Enrique Leff Racionalidad Ambiental. La Reapropiación Social de la Naturaleza(México: Siglo XXI, 2004), entre otras publicaciones. El artículo, en formato completo, puede consultarse en la sección debates de la página web del OSAL .
2 Economistas ecológicos como René Passet, Herman Daly y Joan Martínez Alier han argumentado sobre las limitaciones del mercado para regular efectivamente los equilibrios ecológicos y su capacidad para internalizar los costos ambientales a través de un sistema de normas legales; sugieren que la economía debe constreñirse a los límites de expansión que asegure la reproducción de las condiciones ecológicas de una producción sustentable y de regeneración del capital natural. Sin embargo, la economía (la racionalidad económica, el proceso económico) carece de flexibilidad y maleabilidad para ajustarse a las condiciones de la sustentabilidad ecológica. El debate político se ha enriquecido con los aportes de la ciencia sobre la insustentabilidad creciente del planeta y los riesgos ecológicos que la amenazan, pero no ha logrado desujetarse de las razones de fuerza mayor del mercado. La ley de la entropía, preconizada por Georgescu-Roegen (1971) como la ley límite del crecimiento económico, aparece como la negatividad negada por la teoría y las políticas económicas sobre su vínculo con la naturaleza. Mas la teoría crítica de la economía basada en la ley de la entropía, antes de haber llegado a fundar la positividad de un nuevo paradigma económico (de una economía ecológica), ha abierto las compuertas de una ecología política donde el debate científico se desplaza hacia el campo político; la cuestión de la sustentabilidad se inscribe en las luchas sociales contra la globalización y por la reapropiación de la naturaleza, desplazando el discurso y la acción al campo de la deconstrucción de la lógica económica y la construcción de una racionalidad ambiental (Leff, 1998; 2001a).

Enrique Leff (Coordinador de la Red de Formación Ambiental para América Latina y el Caribe, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Integrante del Grupo de Trabajo Ecología Política de CLACSO)

http://osal.clacso.org/espanol/html/osal17/dleff.pdf