Las tareas estratégicas y nuestro avance en su cumplimiento. Documento del PCS de julio de 1971.

LAS TAREAS ESTRATEGICAS Y NUESTRO AVANCE EN SU CUMPLIMIENTO
V Pleno del CC del PCS 25 de julio de 1971

Nuestro Partido ha definido que ésta es la etapa de la Revolución Nacional-liberadora, Agraria, Democrática y Popular, la cual rebasara los marcos del capitalismo y abrirá el paso al socialismo. La tarea estratégica principal para alcanzar la victoria de esta revolución consiste en la toma del poder por sus fuerzas motrices y la instauración de un gobierno revolucionario, que aplique el Programa que corresponde a la presente etapa histórica.

Para realizar tales objetivos, las fuerzas motrices de esta revolución deben agruparse en un Frente Democrático de Liberación Nacional, bajo la hegemonía de la clase obrera y su Partido de vanguardia, lo cual constituye la condición decisiva para que la .revolución no degenere en compromisos con el imperialismo y para que después avance segura hacia el socialismo. Se entiende que el Frente Democrático de Liberación Nacional deberá tomar las formas y características que mejor se ajusten a nuestro proceso y a las peculiaridades nacionales.

Por consiguiente, es labor revolucionaria fundamental la de promover la lucha, la organización y la toma de conciencia de la clase obrera , impulsarla a ganar aliados firmes y a concertar alianzas con otros aliados que, aunque poco seguros, sean susceptibles de entrar en lucha, por sus mismos intereses, en contra del imperialismo y de la oligarquía burguesa terrateniente interna, o pueden ser neutralizados para que no refuercen a esos enemigos fundamentales de la revolución. El aliado principal y más firme de la clase obrera no puede ser otro que el campesinado y juntos deben formar “el grueso” de las fuerzas de la revolución (según la expresión vietnamita).La unidad de la propia clase obrera en torno de una política clasista revolucionaria, es por tanto, una condición necesaria y decisiva.

El Capitulo X del Proyecto de Programa Genera1 de nuestro P., al abordar el problema de la construcción del Frente Democrático de Liberación Nacional, establece: que la base de éste ha de ser “ LA UNIDAD DE LA CLASE OBRERA (URBANA Y RURAL) Y SU FIRME ALIANZA CON EL CAMPESINADO”… y agrega que “deberán participar las múltiples capas medias urbanas, especialmente los estudiantes, profesionales honestos, maestros, empleados, artesanos, pequeños comerciantes, etc., así como las capas de la burguesía nacional cuyo desarrollo se ve frustrado en la actual situación nacional”. (las mayúsculas son nuestras).

Estas complejas tareas de cuya realización depende la victoria de la Revolución Nacional Liberadora, Agraria, Democrática y Popular, no podrían cumplirse si no se desarrolla el Partido Comunista, el Partido Marxista-leninista de la clase obrera. Sin la actividad del Partido es imposible la toma de conciencia revolucionaria por las masas proletarias, ni la unidad dé ésta clase, ni la alianza de ellas con los campesinos y demás clases y sectores mencionados.

El cumplimiento de toda esta multifacética labor abarca un periodo fundamental de la presente etapa histórica de la revolución, el periodo de la acumulación de fuerzas, y la construcción del Partido Marxista- Leninista del proletariado, fuertemente ligado a su clase y a todo el pueblo, es por todo esto la tarea más decisiva de todas las tareas de éste periodo.

En la construcción del Frente Democrático de Liberación Nacional se resumen las tareas estratégicas del período de la acumulación de fuerzas; pero éste Frente único no puede formarse en un sólo acto, por acuerdo fácil y ‘unánime de las diferentes fuerzas sociales y sus respectivas organizaciones políticas. El trabajo por el frente único es un proceso de avances gradua1es, de ciertos retrocesos incluso; es un proceso de alianzas en torno de objetivos inmediatos y concretos y de objetivos mediatos, y es también un proceso de esfuerzos por aprovechar las contradicciones en el campo enemigo.

Nuestro Proyecto de Programa General expresa esta idea diciendo que la construcción del Frente Democrático de Liberación Nacional “.. es un proceso de acciones comunes y esfuerzos unitarios concretos y no un sólo acto definitivo.”

En el periodo de acumulación de Fuerzas deben construirse las organizaciones de masas de la clase obrera, de los campesinos, de las capas medias; debe, en otras palabras, construirse un poderoso ”ejército político de masas.” Las fuerzas motrices de la revolución no podrían actuar desorganizadas. Las masas, como sabemos bien se agrupan inicialmente en torno de sus intereses inmediatos reivindicativos, o de objetivos políticos también inmediatos, y promoviéndolas a asociarse y a luchar por tales objetivos, se las puede ir elevando, paso a paso, hacia la conciencia revolucionaria y la lucha por los objetivos revolucionarios. Esa tarea corresponde al Partido marxista-leninista de la clase obrera. Sólo la organización y la lucha de las masas por objetivos inmediatos no constituyen acumulación de fuerzas para la revolución. También el imperialismo, la oligarquía y sus sirvientes forman organizaciones de masas, gremiales o políticas, con el fin de afianzar su dominio y de impedir el avance de la revolución.

¿Cómo hemos avanzado nosotros en el cumplimiento de las tareas del periodo de acumulación de fuerzas?
Desde el V Congreso , que es donde se trazaron con más claridad las tareas estratégicas de la actual etapa de la revolución, nuestro Partido ha contribuido a construir o ha construido numerosas organizaciones de masas, principalmente sindicales, y ha promovido o ayudado a promover fuertes luchas de esas organizaciones y de amplios sectores populares, tanto en lo reivindicativo como en lo político (huelgas, campañas electorales, protestas, Etc. A la formación de organizaciones de masas en la capital y en Santa Ana ha comenzado a seguir la creación de esas organizaciones en numerosas ciudades del interior del país y en diferentes lugares del campo.

Todo esto constituye un avance no despreciable, pero no en todos los casos han redundado nuestros esfuerzos en efectiva acumulación de fuerzas para la revolución,. Es muy notorio que, por ejemplo, el sector del movimiento sindical en cuya dirección influimos, no esta en realidad orientada a las objetivos revolucionarios. Lo mismo ocurre con otras organizaciones populares (la magisterial, por ejemplo) y, en el caso del movimiento estudiantil confrontamos incluso un retroceso. La construcción de la Juventud Comunista ha sufrido un retroceso radical y un aplazamiento. La organización femenina se estancó y luego se disolvió. No debe cabernos la menor duda de que la causa más determinante de este fen6ienb se encuentra en que no hemos llevado adelante la construcción leninista de nuestro Partido, que es en rea1idad lo único que puede hacer que esos avances en la organización y en la lucha de masas se concrete también como avances en la acumulación de fuerzas para la revolución.

El V Congreso de nuestro Partido trazó orientaciones certeras en cuanto a promover y organizar a las masas en torno de sus intereses inmediatos, nos dio documentos programáticos que en lo fundamental trazaron bien la etapa en que nos encontramos, y nos señaló la orientación general de que debíamos ligar el desarrollo del Partido al proletariado industrial y agrícola. Esas fueron sus virtudes, pero también adoleció ese Congreso de una gran debilidad: no destacó la importancia decisiva que tiene la construcción del partido para la acumulación de fuerzas.

E V Congreso, en cuanto a la construcción del Partido, puso el énfasis en señalar los errores del crecimiento desordenado que habla registrado éste en los años anteriores (crecimiento ligado a la actividad del FUAR), y en las violaciones a la seguridad que ese crecimiento nos trajo; pero no valoró lo positivo que fue el que entonces se hubiera creado, después de varias decenios de clandestinismo y estrechez, una “mentalidad de crecimiento” en nuestras filas, que debía haber estimulado, depurándola de sus errores iniciales y sometiéndola a planeamiento. Así el Partido salio del Congreso a cumplir con entusiasmo las tareas de organización de los masas y de su conducción a las luchas reivindicativas y políticas, ( más a las primeras que a las segundas), pera abandonó casi por completo las correspondientes tareas de la construcción del Partido. Este fen6meno abarcó a todo el Partido, desde la Dirección a la base.

Así se explica por que; por ejemplo, carecemos de Células del Partido en casi todas las empresas o grupos de empresas donde existen sindicatos afiliados a las Federaciones cuya dirección influimos. Así se explica también el prolongado estancamiento del Partido en San Salvador y la descomposición de numerosos cuadros. Claro que hay en esto la influencia de otros factores, entre los que los de naturaleza ideológica se destacan más, pero la causa principal del fenómeno esta en el abandonó de la vital tarea de construir el Partido.

¿Cua1 es la causa o raíz de ese paso brusco del crecimiento desordenado al abandono de la labor de desarrollo del Partido? Habrá que analizar más ampliamente ésta cuestión, pero debemos decir por de pronto que una causa muy destacada consiste en la composición pequeño-burguesa de nuestro Partido y en la influencia que las concepciones pequeño-burguesas han ejercido en él durante mucho tiempo.

No obstante que ésta es la realidad que confrontamos ahora; nuestro trabajo de años ha sentado premisas que nos permitieran superar en un plazo relativamente corto ésta deficiencia esencial en el trabajo por la acumulación de fuerzas para la revolución. Existe en derredor del Partido, en los sindicatos y demás organizaciones de masas y entre el pueblo no organizado, un cinturón proporcionalmente grueso en comparación con las dimensiones de nuestro Partido formado por obreros industriales avanzados, por campesinos, asalariados agrícolas, maestros, estudiantes y otros sectores de las capas medias, también avanzados, .Con ayuda de algunas medidas, como las que en éste mismo Pleno han de adoptarse y otras que ya se encuentran en aplicación, podemos impulsar el desarrollo del Partido en medio de tales condiciones favorables preferentemente entre la clase obrera y extenderlo también entre las otras fuerzas motrices de
la revolución.

Pensamos que un Pleno próximo del C. C. deberá dedicar atención central a este problema de la construcci6n del Partido, para elaborar no sólo medidas concretas , sino también una concepción correcta acerca de los perfiles que deben alcanzar el Partido marxista leninista del proletariado en El Salvador y las rutas principales que debe recorrer en su desarrollo.

La aplicación de las orientaciones tácticas trazadas por los Plenos del C. C . de Octubre de 1970 y Enero de 1971.

Los Plenos del C. C. de octubre y enero pasado hicieron un análisis de la situación y apreciaron las principales tendencias en desarrollo. En base de éste análisis trazaron la orientación de impulsar la unidad de los partidos políticos democráticos en torno de un Programa de cambios y del objetivo de conquistar “un gobierno de transición” teniendo como objetivo inmediato la participación unida en las elecciones de 1972. Hay que decir que el objetivo de un “gobierno de transición” fue únicamente esbozado en los acuerdos del C. C. encargando a la C. P. estudiar detenidamente esta cuestión. Más específicamente, esos plenos del C. C. nos orientaron hacia un trabajo unitario en el movimiento sindical, en torno de la lucha inmediata por un nuevo Código de Trabajo acorde con las demandas obreras, como parte del proceso hacia una Central Única de Trabajadores, cono meta mediata. La línea de unidad fue trazada también para ser aplicada en todos los frentes, con la mayor amplitud.

En lo que se refiere al trabajo de unidad en la esfera de los partidos políticos, se experimentaron progresos consistentes en el inicio de conversaciones bilaterales con el MNR. La dirección del UDN mejoró y acercó ese partido a los esfuerzos unitarios. Pero en cuanto al PDC no puede decirse que haya podido concretarse progresos prácticos con relación a nosotros, aunque si en cuanto a las acciones conjuntas en torno a objetivos inmediatos y definidos con los otros partidos. La tesis de que la alianza formal únicamente debe concertarse entre partidos legales ha venido tomando fuerza en el curso de esas acciones conjuntas, impuesta por la dirigencia del PDC, en la que parece se ha afirmado la corriente que busca la unidad pero sólo con objetivos electorales y concebida como el apoyo a ellos por parte de los demás partidos opositores, “por ser el Partido con mayor fuerza y con más posibilidad”.

En las bases del PDC ha crecido el apoyo a una línea de unidad. Eso es en gran parte el resultado de la difusión por nosotros de la línea unitaria y de los contactos directos a nivel de base en diversos municipios. El sentimiento de las bases se inclina a favor de un entendimiento unitario con nosotros y no solo con los partidos legales. Así quedó demostrado en la última Convención ordinaria de ese partido, celebrada en mayo último, en la cual se llegó a tomarse un acuerdo en tal sentido. Sin embargo, los sucesivos golpes represivos sufridos por la Juventud Democristiana y las organizaciones campesinas que le son adeptas, han venido debilitando orgánicamente esa posición y favoreciendo a la otra.

Una de las causas que ha determinado ese debilitamiento de la corriente avanzada en el PDC, permitiendo que sus dirigentes hayan venido haciendo prevalecer sus limitadas concepciones burguesas acerca de la unidad, consiste en que nuestra línea de acumulación de fuerzas se encuentra rezagada, como ya se explicó, en que nuestro Partido es débil en el seno de la clase obrera, es débil también el sector organizado de ésta y prevalece en su seno, por el mismo poco desarrollo de nuestro Partido, una orientación economista que rebaja sus posibilidades de influir en el proceso político actual. Otro de los obstáculos que dificulta el avance hacia la unidad con el PDC son los prejuicios acumulados en dicha organización en contra nuestra que han predominado a lo largo de varios años en gran parte de su membresía. Importante papel en igual sentido está jugando en este momento la ofensiva reaccionaria emprendida contra el PDC a propósito del caso Regalado Dueñas.

El trabajo por la unidad en el movimiento sindical se ha venido procesando como se previó, en torno de la lucha por un Nuevo Código de Trabajo acorde a las demandas obreras. Durante una buena parte de los meses transcurridos desde los Plenos mencionados del C.C. el trabajo unitario en el frente sindical se concentró en las negociaciones entre los dirigentes nacionales de las distintas centrales que existen. Pero en las últimas semanas se han producido acciones conjuntas y actividades unitarias por las bases en el interior del país y ha progresado el proyecto de construir una nueva Federación incluyendo a los más poderosos sindicatos que se han mantenido independientes de las centrales. En las masas sindicalizadas existe un palpable anhelo a favor de la unidad y éste quizá es el logro más trascendente que se ha logrado. Aunque estos progresos son importantes, no puede aún decirse que hayamos ganado a. nuestras mismas bases sindicales para un trabajo activo y conciente por la unidad del movimiento obrero.

El trabajo unitario permitió en la Universidad asegurar la elección de autoridades superiores de la institución de modo favorable para las fuerzas de izquierda y derrotar las maniobras reaccionarias iniciadas desde la Federación de Asociaciones de Profesionales Académicos de El Salvador (FEPRO). Una nueva organización con una base unitaria, surgió durante ese proceso electoral en la Universidad y e1 FAU hace esfuerzos por consolidarse, entre los estudiantes universitarios esta comenzando a avanzar el trabajo organizativo de los jóvenes
comunistas; pero aún domina entre el estudiantado la dispersión orgánica. e ideológico y el apoliticismo, lo mismo que aún prevalece en grupos estudiantiles relativamente grandes y en ciertos nucleamientos de catedráticos y empleados, la influencia de concepciones ultraizquierdistas.

Los obstáculos ideológicos que entorpecen la aplicación de nuestra línea.

El ultraizquierdismo mantiene o gana influencia en otros sectores políticamente activos de la juventud urbana y los minúsculos grupos ultraizquierdistas, incluido el que se desprendió de nuestro Partido en marzo de 1970, hacen esfuerzos por ganar influencias entre los maestros organizados. En nuestro propio Partido no puede considerarse del todo superada esa influencia, que persiste en la medida en que nuestra propia línea no alcanza la suficiente claridad
y, sobre todo, en la medida en que no realizamos contra esa corriente pequeño-burguesa una lucha ideológica seria y sistemática.

Los ultraizquierdistas combaten abiertamente nuestra línea de unidad y nuestros esfuerzos por concertar alianzas políticas encaminadas a progresar hacia la tarea estratégica de la construcción del frente democrático. Por otra parte, la corriente derechista del economisno en el movimiento sindical obstruye la toma de conciencia revolucionaria por los trabajadores organizados, lo cual bloquea la construcción del Partido y también obstaculiza el trabajo por el frente único y debilito nuestra capacidad para aprovechar en debida forma las visibles contradicciones que ahora surcan el campo enemigo.

La construcción del Partido encuentra obstácu1os, especialmente aquí, en San Salvador y algunos lugares concretos del país, en la campaña de desprestigió en su contra y la difusión del anti-partidismo como tesis, que realizan los ultraizquierdistas, para lo cual imprimen y hacen circular abundante literatura, sobre todo de origen extranjero.

No podríamos avanzar en el trabajo por el frente único, ni en la construcción de nuestro Partido, sin perfilar claramente nuestra línea, sin emprender una lucha de principios, enérgica y sistemática, contra éstas corrientes ideológicas pequeño-burguesas o burguesas. Ya está claro que la lucha contra esas corrientes forma parte integrante, esencial, de lo elaboración y la aplicación de la línea del Partido y que, por tanto, no debe seguir soslayándose. En la medida que no presentamos esa batalla, el propio Partido se ve congestionado por fenómenos de descomposición liberal y por un notorio sentimiento de insatisfacción y hasta de frustración entre los cuadros más abnegados. La lucha por elevar la disciplina y la moral partidarias, están inseparablemente unida a la lucha ideológica por la línea revolucionaria marxista leninista, contra las tendencias pequeño burguesas y burguesas. Más aún, ningún esfuerzo por elevar la moral partidaria de combate tendría éxito si no se apoya en esa lucha ideológica contra tales tendencias oportunistas o aventureras.

Esta lucha no sólo consiste en el combate contra esas tendencias fuera del Partido, sino que consiste también en un trabajo sistemático para desarrollar nuestra táctica, por hacer que la membresía domine la línea general y las decisiones de la Dirección, de modo que pueda defenderlas y aplicarlas en todas las circunstancias,. La rica experiencia latinoamericana de los últimos diez años y, en especial, las experiencias, actuales de la revolución en Chile, Perú y otros países del Continente, constituyen una preciosa fuente de inspiración y de material para realizar con éxito ésta tarea en el campo de las ideas.

No se trata, desde luego, de abrir una guerra ciega contra los grupos o personas que sustentan concepciones izquierdistas o derechistas, puesto que entre ellos hay muchos elementos honrados. El énfasis deber ponerse en la lucha de ideas, en la lucha contra concepciones y tesis. La lucha contra personas o grupos puede llegar a ser necesaria, pero en todo caso debería decidirse analizando cada situación concreta y no permitiendo que se convierta en método general. La regla general ha de ser la de que la lucha ideológica desde firmes posiciones de principios, se debe combinar con el diálogo con esas personas y grupos y con esfuerzos para concertar acciones unidas con ellos.

LA SITUACION ACTUAL

Para orientarnos bien en la compleja situación política actual de nuestro país y trazar una táctico correcta, debemos analizar sus causas profundas y su esencia, así como los aspectos más importantes de los fenómenos en desarrollo.

Las causas más profundas de ésta situación se encuentran en la crisis que sufre el imperialismo yanqui y su política reaccionaria a escala mundial y, mas ampliamente, en la crisis general del sistema capitalista. En otras parte de éste documento trazaremos el marco de la actual situación internacional dentro del Cual se mueve la situación de nuestro país.

Esta crisis general del imperialismo yanqui y del capitalismo mundial tiene su manifestación en la América Latina en una honda crisis de estructura, que en Centro Américo se expresa hoy .en lo quiebra del mercado Común Centroamericano.

La quiebra del Mercado Común expresa una honda crisis estructural

Que la quiebra del mercado común es una clara manifestación de la crisis de estructura en la región centroamericana, lo demuestra el que haya resistido todos los esfuerzos que, a lo largo de tres años (desde el Protocolo de San José vienen realizando los gobiernos para encontrarle una solución basada en medidas de ‘parches”. Esos esfuerzos no sólo han sido incapaces de alcanzar una solución, sino que han conducido a un deterioro mayor del mercado común.

El mercado común, surgió para asegurar compradores a la industria sustitutiva de importaciones, cuyo desarrollo comenzó a ser impulsado en nuestro país y en otros de lo región ( Guatemala en especial), desde los primeros años de la década de los cincuenta . Extendiendo de este modo el mercado “horizontalmente” se podio eludir la realización de los profundos cambios de estructura que son indispensables para enriquecer el mercado nacional (desarrollo del mercado “en profundidad”) , aumentando los ingresos de las grandes masas de jornaleros y campesinos, principalmente, como resultado de una reforma agraria. Quiénes emprendieron esta clase de industrialización en sus. inicios fueron precisamente grandes capitalistas agrarios, cafetaleros, señores de la tierra, para quienes no podio ser de ningún modo aceptable el camino de la reforma agraria y de ahí su interés en lo concertación de tratados bilaterales de libre comercio, primero (década. de los cincuenta) y del tratado multilateral en 1960. Los monopolios yanquis, (y en cierta medida también los japoneses, alemanes .y de otros países capitalistas), penetraron rápidamente ese proceso de industrialización y llegaron a poner el mercado común a su servicio En torno de la idea central del mercado común se configuró todo un programa de integración económica, que en realidad sólo ha marchado en los aspectos más directamente relacionados con el comercio intra-regional.

La integración y su mercado común han sido el proyecto más definido o importante para promover el crecimiento económico de los países centroamericanos. Bajo su influencia cobró fuerte incremento una industrialización dependiente, con la instalación de fábricas, en su mayoría dedicadas a los procesos finales (ensamblados, envasados, terminados, etc.), y, en consecuencia, fue modificada la composición social de los sociedades centroamericanas, en particular la sa1vadoreña. La formación de una clase obrero industrial, más o menos numerosa, la formación de capas medias urbanas y de sectores de lo burguesía industrial no vinculados o vinculados secundariamente a lo agricultura y la propiedad de lo tierra, son los resultados más sobresalientes de estos mutaciones. La composición social misma del poder se amplió con la incorporación de núcleos representativos de esos nuevos sectores de lo burguesía a los escalones del gobierno. Ciertos grupos de los capas medias, ligados como técnicos o administradores a la industria y a las instituciones a que la integración ha dado origen, se incorporaron también a las labores de gobierno. Todo ello ha influido dentro de la oficialidad del Ejército, haciendo aparecer dentro de ella nuevas corrientes políticas, al lado de las viejas tendencias semi-feudales, que aún subsisten.

Penetrando éste “modernizado” andamiaje del poder político con sus técnicos y agentes, el imperialismo ha impuesto su orientación general en todos los terrenos, incluido el militar.

El mercado común se convirtió así, de un mero instrumento para resolver necesidades económicas inmediatas planteadas por instalación de fábricas, en el núcleo de todo un esquema para empujar a Centroamérica por la vía del capitalismo bajo la dependencia del imperialismo yanqui.

Los planificadores de la Integración Centroamericana calcularon medio siglo de crecimiento y estabilidad bajo su esquema pero la vida no ha justificado tales expectativas: la supervivencia de la vieja estructura agraria y las muchas modalidades de la explotación imperialista han llevado el proyecto a un colapso. Como es natural la quiebra del mercado común ha sacado nuevamente a la superficie la necesidad de los cambios estructurales, que ahora no se limita ya a la urgencia de una reforma agraria, sino que plantea la tarea de sacudirse la hegemonía de los monopolios imperialistas y de las propias formaciones monopolistas de la gran burguesía local, en especial su dominio sobre la banca y otras instituciones financieras (seguros, etc.) en la electricidad, en el comercio de exportación e importación, en los servicios portuarios, etc.
En pocas palabras, puede decirse que el funcionamiento del mercado común ha originado una mecánica que puede expresarse así: a un mayor y más efectivo funcionamiento del mercado común corresponde un atenuamiento de la necesidad de una reforma agraria y otros cambios estructurales y a la contracción y, con mayor razón, a la quiebra del mercado común corresponde un redoblado resurgimiento de esa necesidad de cambios estructurales. Esto, que es una verdad para toda Centroamérica, lo es con especial intensidad para El Salvador.

Como se sabe, las presiones a favor de cambios en la estructura agraria proceden, por una parte, de las fuerzas populares que han demandado una Reforma Agraria profunda . Esta tesis inicialmente elaborada por nuestro Partido y enarbolada antes que nadie por nosotros y nuestros aliados más cercanos, encuentra ahora en nuestro país el amplio apoyo de variadas fuerzas sociales y políticas, que abarcan un campo que incluye desde la clase obrera organizada hasta fuertes sectores de las capas medias, como lo demostró el Primer Congreso Nacional de Reforma Agraria, en enero de 1970. Pero también se originan presiones a favor de una modificación agraria desde la política del imperialismo yanqui hacia América Latina y desde importantes sectores de la burguesía local, ligados exclusivamente o en mayor proporción a la industria que a la agricultura.

En cuanto a la burguesía industrial del país, sus presiones en el sentido indicado se han hecho sentir especialmente en ciertos momentos, cuando las ventas en Centroamérica se han enfrentado a la contracción. Tal fue por ejemplo, lo ocurrido en los meses siguientes a la guerra con Honduras, cuando se escuchó a la Cámara de Comercio e Industria pronunciarse en público. a favor de “medidas para enriquecer el mercado interno, a fin de sustentar el futuro desarrollo de la industria. En la medida en que el precio del café subió en el mercado mundial, en que se fue encontrando soluciones prácticas al problema del tráfico mercantil por el Golfo de Fonseca, en que se hizo posible la colocación de mercancías industriales salvadoreñas en el mercado hondureño, bajo el disfraz de marcas de fábricas guatemaltecas y en que se pudo realizar algunas ventas fuera, de Centroamérica, se debilitaron y cesaron las mencionadas presiones de esos sectores de la burguesía industrial. Además, entonces parecía cierta la posibilidad de normalizar el mercomún por medio de parches (negociaciones para un “modus operandi” etc.)

La tendencia del imperialismo yanqui a introducir modificaciones agrarias en la América Latina es un fenómeno que data ya de hace unos doce años y surgió oficialmente con 1a llamada Acta de Bogotá, que contiene el programa de reformismo neocolonialista patrocinado por el gobierno de Eisenhower. Debe recordarse que el “Directorio Cívico Militar, surgido del golpe cuartelario del 25 de enero de 1961 “para impedir el triunfo del comunismo” hizo suyo el programa reformista del Acta de Bogotá; compactó al Ejercito en torno de ese programa y comenzó a poner en práctica ciertas medidas bajo tal orientación: sep— timo día de descanso semanal remunerado, “alimentación mínima” y salario mínimo para los trabajadores agrícolas, etc.

La quiebra de la integración y el mercomún repercute así no sólo en el terreno económico, sino también en el político: incrementa las presiones reformistas o “desarrollistas” burguesas en toda la región; excita al imperialismo a reforzar sus exigencias en pro de más concesiones de privilegio para sus monopolios y reanima sus presiones reformistas neocoloniales, tantas veces aplazadas en nuestro país por la tenaz resistencia de la oligarquía burguesa-terrateniente; abre y agudiza las contradicciones entre las clases dominantes, provocando el reagrupamiento de la burguesía agraria y su virulenta contra ofensiva para preservarse contra las tendencias reformistas de todo tipo; todo lo cual dificulta a estos gobiernos y particularmente al gobierno salvadoreño, la solución de las tareas políticas que tiene planteadas (elecciones, en este caso).

Estas condiciones acentuadas unas o creadas otras por la quiebra del mercomún, permiten también avanzar hacia el reagrupamiento y la unidad de las fuerzas populares, extender la convicción de que son necesarios cambios profundos en las estructuras económicas y en el poder político, en nuestro país, abarcando a nuevos sectores que permanecían al margen o en posiciones conservadoras y, lo que es más importante, dan buena base para promover la lucha y la organización de las masas.

Debemos aceptar, no obstante, que la crisis política “por arriba”, es mucho más fuerte y profunda, que la lucha de masas “por abajo”, no sólo en nuestro país, sino a escala centroamericana. Puede decirse que, en nuestro país, después de la guerra contra Honduras, nos encontramos apenas en los pasos iniciales de un nuevo flujo de la lucha de masas, cuyas características anuncian que tenderá a desarrollarse y ensancharse como nunca antes.

Las contradicciones entre las clases dominantes son un rasgo sobresaliente de la situación actual

Así pues, la clara manifestación y agravamiento de los contradicciones entre las clases dominantes y su incidencia en el proceso político es otro rasgo destacado de la situación actual. En los párrafos anteriores hemos señalado cuales son las raíces que nutren estas contradicciones; procuraremos ahora analizar las características que ellas presentan y su papel en la situación de la actualidad y del futuro inmediato, en especial su incidencia sobre el proceso electoral que ya prácticamente se ha puesto en marcha.

Las contradicciones en el campo de las clases dominantes agrupan por un lado a la burguesía agraria, que se cohesiona en torno de ciertos grandes señores de la tierra (Salaverria Kreit, Wright, Menendez, Castro, etc.) para presentar batalla política y que ha coordinado todas sus organizaciones (ANAASA, Cooperativa Algodonera, Cooperativa Azucarera, Asociación Ganadera, Asociación Cafetalera, etc.), para presentar un frente común contra la posibilidad de que se legisle autorizando los sindicatos de trabajadores agrícolas y contra toda otra medida reformista que les afecte. Por otro lado, pero sin la misma cohesión, se encuentran ciertos círculos de la burguesía reformista pro-imperialista, ciertos nucleamientos de técnicos desarrollistas que laboran en las dependencias de algunos ministerios y reciben inspiración e impulsos de la política que mantiene el Departamento de Estado de los EE.UU. El gobierno de Sánchez Hernández procura servir a este último agrupamiento pero encuentra oposición dentro de sus mismas filas y en los escalones de mando del Ejército, donde la burguesía agraria cuenta con grandes y antigua influencia.

Las contradicciones en el campo de las clases dominantes se ponen de manifiesto en derredor de varios problemas recientes o actuales:

-Ley de Bancos;
-La Ley de Riego y Avenamiento;
-La actual discusión sobre el posible reconocimiento legal al derecho de sindicalización en el campo;
-La sucesión presidencial;

En todas estas cuestiones el gobierno de Sánchez Hernández ha procurado inicialmente colocarse en el punto de vista del reformismo neocolonialista yanqui, pero las presiones emprendidas por la gran burguesía, particularmente por su sector más ligado a la tierra, lo han obligado pronto a sucesivas vacilaciones, retrocesos y claudicaciones. Un fenómeno de éste género se encuentra hoy visiblemente en marcha, a propósito de la discusión sobre la sindicalización de los trabajadores agropecuarios Por seguro hay que tener que se recrudecerá la ofensiva ya iniciada por la burguesía agraria cuando se reabra en la Asamblea el debate para la aprobación de libro Segundo del Código de Trabajo, y se hará más virulenta é histérica el día que Sánchez Hernández se atreva ( si es que se atreve) a entregar a la legislatura cualquier proyecto de Ley bajo el titulo de “Reforma Agraria”, como lo anunció en su mensaje anual, el reciente primero de julio.

El mismo hecho de que la aprobación del nuevo Código de Trabajo se haya suspendido al terminar el Libro Primero, constituye una de las típicas vacilaciones y claudicaciones del gobierno de Sánchez Hernández y el hecho de que dos Comisiones de la Asamblea (la de Trabajo y la de Legislación y Puntos Constitucionales) sostengan con mayoría del PCN, dictámenes contrapuestos entre si, en relación al derecho a organizar sindicatos agropecuarios, muestra las grietas que esas contradicciones acarrean para el régimen.

La actitud del imperialismo yanqui hacia la organización en el campo se refleja en el funcionamiento del IESCA (que es una agencia oficial del gobierno de los Estados Unidos), y sus esfuerzos durante los últimos cuatro años por organizar “uniones comunales” y “cooperativas agrícolas”, instrumentos con los que busca controlar la dirección del movimiento del proletariado agrícola y de los campesinos que puede desplegarse en el caso de que se apruebe la sindicalización legal de los mismos. Los dirigentes sindicales que tradicionalmente han estado al servicio del imperialismo yanqui en nuestro país, incluido el más prominente de ellos, ahora diputado dirigente del PCN, apoyan la sindicalización para el campo, dentro, como es lógico, de limitaciones calculadas para impedir el surgimiento de poderosas organizaciones legales de jornaleros agrícolas.

A propósito del derecho individual del Trabajo (Libro Primero del Código) también se pusieron de manifiesto contradicciones dentro de la Asamblea y dentro de la bancada de diputados del PCN y tales contradicciones abarcaron a la burguesía industrial, cuyos intereses clasistas la contraponen al movimiento obrero.

La destitución del General José Alberto Medrano como Director de la Guardia Nacional y su posterior captura, el apresamiento de varios de sus destacados pandilleros, consejeros y aliados políticos, sacaron a la luz del día un nudo de conflictos en las altas esferas militares, que son indudable reflejo de las contradicciones que confrontan en su campo las clases dominantes internas y el imperialismo.

A medida que se ha venido acercando, la fecha de las elecciones presidenciales, esos conflictos se han hecho más agudos y han engendrado el fraccionamiento en las filas del PCN, incluso al más alto nivel.

Bajo fuertes presiones, fue resuelto el juicio penal contra Medrano en base de negociaciones que concluyeron con el compromiso de sacarlo libre, por un lado, y el compromiso de que él se fuera del país por el otro. La preocupación por retirar del país a éste personaje tiene su origen en el proyecto de hacerlo candidato a la Presidencia de la República que sustenta un fuerte grupo de grandes capitalistas agrarios encabezados por la familia Salaverria de Ahuachapan. La candidatura de Medrano podría dividir al PCN, al ejército y a la votación a favor del candidato oficial. Ese proyecto cuenta con simpatías, según parece, de círculos del Pentágono y la CIA, cuya línea para América Latina se confía sobre todo a la creación de gobiernos “duros”, represivos, más apoyados en los cuerpos de seguridad que en los ejércitos, según lo sostuvo Rockefeller en las recomendaciones de su informe a Nixon, después de la jira que éste le encomendó por la América Latina. Esa clase de gobierno, según la CIA y el Pentágono, puede ser la curación preventiva contra el avance de la revolución que hoy se vive en nuestro Continente, incluyendo la cura contra las corrientes militares nacionalistas que han comenzado a brotar en los ejércitos latinoamericanos. El imperialismo yanqui combina el reformismo con “la línea dura”, apoya la idea de gobiernos gorilas sin abandonar sus proyectos reformistas. No obstante, según lo ve el referido sector de la burguesía agraria este tipo de gobierno “duro” puede significar no sólo un freno para la revolución, sino también un freno para el reformismo cuyo filo se ha mantenido amenazador sobre su cabeza durante los últimos 10 años. Por eso, como lo demuestra la experiencia de estos años en América Latina (Brasil, Argentina, Venezuela), los gobiernos gorilas no superan las contradicciones entre las clases dominantes y menos la crisis de estructura sino que las agravan.

Una vez que Medrano fue puesto en libertad los ajetreos para lanzar su candidatura presidencial se han reanudado. El magnate azucarero y cafetalero Raúl Salaverria ha anunciado la creación de un nuevo partido político, al que se encomendara postular la candidatura de Medrano y, en último caso , la candidatura de otro personaje capaz de desempeñar el mismo papel.

Hay suficientes elementos de juicio para sostener que la destitución del “Chachi” Guerrero de su cargo de Ministro de Relaciones Exteriores, su expulsión de la Secretaria General del PCN y de su condición de miembro de ese partido, son hechos que están directamente conectados con intensos trabajos que éste realizaba entre los pecenistas para una formula en la que él seria candidato a la Vice-presidencia. Según se desprende de ciertas informaciones, este propósito formaba parte de un plan concertado con representantes medranistas en la ciudad de México.

Para la mejor comprensión de esta intrincada madeja de maniobras, debe tenerse en cuenta el antecedente de que el Dr. J. F. Guerrero (“Chachi’) fue durante muchos años abogado de la Cooperativa Algodonera, hasta su ingreso a las altas esferas del gobierno a raíz del golpe del 25 de enero de 1961. La Cooperativa Algodonera se encuentra desde hace más de diez años bajo la jefatura del grupo de capitalistas agrarios que encabeza el multimillonario algodonero, camaronero y aceitero Juan Wright, dueño de la rica Hacienda “La Carrera”, en Usulután. El “Chachi” siempre se mantuvo fiel a Juan Wright y su grupo. Prueba de ello es el hecho de que al ser destituido de la Cancilleria hace algunas semanas, obtuvo de inmediato su antiguo puesto de abogado en la Cooperativa algodonera con 2,500.00 C. de sueldo mensual.

El trabajo encomendado al “Chachi’ dentro del PCN condujo a ahondar el fraccionalismo. En algunos lugares importantes del país, se llegó incluso a formar directivas paralelas del PCN, que todavía funcionan. Cada una de esas directivas controla no sólo a una parte de la membresía, sino también a una parte de la ORDEN, en cuyas filas esta viva la idea de que “el General Medrano se va a rehacer de los golpes recibidos y vo1vera a brillar”, como la estrella de esa organización anti-comunista.

El grupo predominante en el gobierno ha respondido a la maniobra expulsando al ‘Chachi” y reformando la Ley Electoral, una de cuyas modificaciones consiste en adelantar para el 20 de febrero de 1972 la elecci6n de Presidente y Vice-presidente de la República. Este adelanto de fecha, más la elevación del número de firmas para inscribir un partido y otras nuevas disposiciones, tienen no sólo los objetivos generales de perjudicar a los partidos de oposición y entorpecer la inscripción del PR, si no que buscan específicamente dificultar la inscripción del nuevo Partido de los grandes burgueses agrarios.

De lo dicho puede deducirse que, si el gobierno lograra impedir la inscripción del nuevo Partido y la postulación por él de una candidatura presidencial quedarían abiertos para ese agrupamiento ultra-derechista la posibilidad del golpe militar y, quizá, la negociación, los compromisos y concesiones mutuas con el candidato que postule el PCN, como ocurrió a fines de 1961 con Julio A.
Rivera, cuando era candidato a la Presidencia y negoció con la burguesía agraria el desistimiento de la Ley de “alimentación mínima” para los jornaleros agrícolas, y de todo otro proyecto reformista, a cambio del apoyo de esos capitalistas al nuevo partido oficial que entonces se estaba organizando para sustituir al fenecido PRUD. El Directorio Cívico Militar había proyectado crear un partido oficial con una plataforma reformista y estaban avanzados los preparativos con tal fin. Los compromisos adquiridos por Rivera con la burguesía agraria hicieron abandonar también ese proyecto y no es casual que el partido oficial que finalmente se creó fuera bautizado con el nombre de “Conciliación Nacional”.

La postulación de la candidatura propia de la burguesía agraria y un fuerte crecimiento de la misma dentro de la base política del régimen, podría conducir a un “auto-golpe” por parte del equipo gobernante, para impedir la realización de las elecciones y aplazarlas para cuando mejoren sus expectativas. En cuanto a las posibilidades de que la candidatura de la burguesía agraria sea fuerte, debe tenerse en cuenta que el gobierno no cuenta con ninguna figura suficientemente destacada e influyente como para cohesionar al PCN y a los votantes que éste arrastra, mientras que esas características si las reúne Medrano. Quizás esto explique por qué persiste el rumor de que la candidatura del Dr. Reinaldo Galindo Pohl no ésta aún desechada, pese al rechazo de éste.

Por consiguiente, al examinar el posible desarrollo de las apuntadas contradicciones actuales dentro de las clases dominantes, nuestro Partido debe tener presente las varias alternativas que ellas plantean:

-Elecciones que incluyan una candidatura propia de la burguesía agraria, la candidatura del PCN y la o las candidaturas de la oposición democrática;
-Auto golpe del gobierno actual;
-Golpe militar de ultraderecha
-Concesiones mutuas y reconciliación entre los bandos contradictorios de las clases dominantes.

El rápido deterioro del prestigio del gobierno por su acción represiva
contra el movimiento de masas (caso de la huelga de ANDES), puede reforzar cualquiera de las últimas tres alternativas apuntadas.

Más adelante veremos que las posibilidades golpistas abarcan también un tercer tipo de pronunciamiento militar, de inspiración nacionalista a “la peruana” “a la boliviana,” o a “la panameña”.

Al prever las apuntadas posibilidades golpistas debemos hacer un esfuerzo por deducir las características del gobierno que posiblemente se instale por ese medio.

Si se produjera un golpe patrocinado por el agrupamiento reformista, lo más seguro es que el gobierno que se instale lanzaría un programa cuya cuestión central seria una reforma agraria enmarcada en las concepciones burguesas, además de una serie de medidas orientadas a reorganizar el crédito, a un mayor control sobre el comercio de exportación de productos agrícolas (café, algodón, azúcar), de pequeñas medidas inmediatas para mejorar los salarios en el sector público y la consiguiente demagogia en torno de todo ello. Un gobierno así reclamaría quizás el nombre de “gobierno revolucionario.” Es probable, por otra parte, que un golpe de esa clase venga acompañado de medidas represivas en contra nuestra, de las organizaciones populares y de la Universidad, con el objeto de alegar una línea tercerista, bajo el postulado de “ni comunista ni derechista”. Pero también es probable que, si ésta posibilidad golpista madurara, las medidas represivas ya mencionadas, se produzcan desde antes, bajo la presidencia todavía de Sánchez Hernández, lo cual podría servir incluso para justificar su derrocamiento. En cierto modo éste puede hallarse implícito en las acciones represivas contra la manifestación de apoyo a ANDES la noche del 16 de julio cerca del Palacio Nacional y la tendencia a profundizar la represión, refrenada a ratos y a ratos activa que se nota en la actualidad.

Pero lo que debemos de tener claro acerca de esas medidas represivas combinadas con un golpe de este tipo, es que su verdadero objetivo consiste en destrozar a las organizaciones para que no pueda después desarrollarse una fuerte presión popular a favor de la radicalización del proceso, en el momento en que apliquen su limitado programa de reforma de esencia burguesa.

Es muy probable que dentro del Ejército existe en la actualidad algún núcleo de militares con ideología nacionalista y reformista hasta cierto punto avanzada. Pero en realidad la contradicción entre reformistas burgueses pro-imperialistas y reformistas pequeño burgueses nacionalistas no se ha procesado aún y está lejos de madurar, por lo que puede considerarse muy probable que los reformistas pro-imperialistas, que son ahora más fuertes que los otros, aseguren control de un eventual movimiento del tipo ya apuntado y que “absorban” temporalmente dentro de él a la corriente nacionalista pequeño burguesa. Solo después, en el curso de la aplicación del programa de reformas, es que puede producirse la diferenciación y el desarrollo consiguiente de esa contradicción, tanto más si se puede impulsar ‘desde abajo”, con las masas, una presión orientada a rebasar los limites burgueses de esas reformas.

Todo éste esquema no puede, sin embargo, tomarse como un pronóstico exacto; son apenas algunas hipótesis y la vida es siempre más rica y móvil que cualquier teoría. Pero si puede ayudarnos este esquema a prever los grandes rasgos y la tendencia de una posibilidad que está realmente planteada en nuestro país.

Una cuestión que se destaca nítidamente es que la cuestión agraria se coloca por la fuerza objetiva de la vida en el centro del proceso nacional y que, por consiguiente, ya sea que se produzca o no un movimiento golpista, reformista o netamente conservador, es deber de nuestro Partido levantar su propio Programa Agrario, difundirlo y, apoyándose en la necesidad de solución al problema agrario, esclarecer la necesidad de romper la dependencia del imperialismo yanqui, para asegurar que la solución agraria esté al servicio del desarrollo independiente de la nación y no hunda por más tiempo al país en el subdesarrollo y la dependencia.

La tesis agraria del Partido debe ser depurada de algunos aspectos erróneos que adolece y ser desarrollada en sus aspectos débiles, todo dentro de un breve plazo, pues muy pronto tendremos la necesidad de hacer claridad a las masas acerca de la diferencia entre reforma agraria burguesa y reforma agraria democrática y popular, ya sea que debamos hacerlo en las condiciones de la campaña electoral o frente a un gobierno no reformista surgido de elecciones o golpe militar.

La otra posibilidad golpista que está planteada es la proveniente del agrupamiento de la burguesía agraria. El gobierno que surgiría de ese tipo de golpe sería de franca posición derechista, con las características represivas de esa clase de gobierno surgidos de cuartelazos. No obstante, esa salida para la situación actual no haría desaparecer las contradicciones que están en proceso entre los clases dominantes, ni mucho menos superaría las contradicciones con las masas trabajadoras y del pueblo en general; y se abrirla por eso, un periodo de fuertes luchas populares y de intentos de contra-golpe militar que eventualmente podrían triunfar y hasta radicalizarse en el marco de la lucha popular.

El gobierno recrudece y extiende la represión

Otra característica de la actual situación consiste en el recrudecimiento de la actividad represiva del gobierno de Sánchez Hernández; un aspecto novedoso de la represión es su dedicatoria de la misma hacia los dirigentes juveniles de la democracia cristiana, que tiene su explicación en el propósito de bloquear .las tendencias avanzadas dentro del PDC, desprestigiarlo implicándolo en el caso Regalado y, de ser posible, bloquear también un acuerdo político de ese partido con otros partidos y fuerzas populares.

Tanto la ultraderecha como el gobierno han mostrado en los últimos meses su disposición práctica a hacer uso del terrorismo como instrumento político para abrir paso a sus planes. Así lo atestiguan el caso de Ernesto Regalado Dueñas, el caso del túnel y los frecuentes secuestros policiales.
La tendencia represiva y- terrorista tiene su origen en las animadas contradicciones actuales de las clases dominantes, en falta de cohesión en el Ejército y en sus instrumentos político-electorales, en momentos en que comienzan a enfrentarse a un nuevo periodo de ascenso de la lucha de masas, en las contradicciones internas y en el debilitamiento del imperialismo internacionalmente.

Se está iniciando un nuevo flujo de la lucha de masas en nuestro país.

Con la huelga de la construcción y con la huelga de ANDES, ambas de carácter nacional, se puede decir que ha dado comienzo un nuevo ascenso de la lucha de masas en nuestro país. Por las condiciones que rodean este ascenso , en lo internacional y lo nacional, y por las causas profundas que determinan los problemas y contradicciones principales de la situación actual, se puede afirmar que el flujo que está iniciándose tiene la posibilidad de llegar a ser más extenso y de mayores alcances que todos los flujos anteriores, quizá desde 1944.

El Marco Internacional

En la arena internacional el imperialismo yanqui se encuentra en un proceso de deterioro y defensiva, mientras los pueblos se encuentran en una gran ofensiva revolucionaria. Esta apreciación se comprueba si se hace una comparación aunque sea a grandes trazos, con la situación de ofensiva imperialista en los años de 1964 a 1968.

Durante esos años en América Latina fue derrotado el movimiento guerrillero en Venezuela, Perú y Bolivia (guerrilla del Comandante Che Guevara), fue gravemente afectado e1 movimiento guerrillero en Guatemala y Nicaragua, fue invadida la República Dominicana y atajado el movimiento popular que encabezaban los militares constitucionalistas; fue derrocado el gobierno progresista de Goulart en Brasil; el movimiento revolucionario de nuestro continente fue fraccionado por las divergencias ideológicas.

En Asia el imperialismo paso a una fase más desplegada y destructiva de su agresión contra los pueblos de Indochina, al iniciar los bombardeos sobre la República Democrática de Viet Nam, extender sus operaciones aéreas en Laos y enviar un ejército que llegó a los setecientos mil soldados norteamericanos a Viet Nam del Sur. En Indonesio fue derrocado el gobierno progresistas de Sukarno y, aplastado el Partido Comunista mediante una masacre que causó medio millón de muertos.

E Medio Oriente la ofensiva del imperialismo se hizo sentir en la invasión de Israel sobre Egipto y otros países árabes, instigados por el gobierno de los Estados Unidos, Varios gobiernos africanos progresistas, surgidos de la lucha por la independencia de las colonias, fueron derrocados por golpes militares urdidos por la CIA, como en Gana y Malí.

En Europa se estableció el gobierno militar fascista en Grecia y se intentó desmembrar a Checoslovaquia de la comunidad de países socialistas.

La situación actual es radicalmente distinta:

La derrota del imperialismo yanqui en Indochina es ya un suceso próximo y seguro. Ha sido totalmente derrotada su guerra aérea de destrucción sobre la República Democrática de Viet Nam, ha sido físicamente derrotada su agresión a Cambodia , ha sufrido un descalabro increíble su agresión a Laos, mientras en Viet Nam del Sur ya nada puede impedir la victoria del Frente de Liberación Nacional y las tropas yanquis se están retirando paulatinamente, de acuerdo al mal llamado plan de la “vietnamización de la guerra”, para evitar sufrir directamente el total y vergonzoso descalabro militar.

El imperialismo yanqui se ha visto en la necesidad de introducir un fuerte viraje a su política hacia la República Popular China, aunque no es claro aún el significado que asigno la dirección maoísta a la maniobra puesta en marcha en fecha reciente para normalizar las relaciones entre EE.UU. y ese país socialista, (próxima visita de Nixón a Pekín), no cabe duda que se trata del reconocimiento de parte del imperialismo de la derrota de una línea mantenida tercamente hacia aquel gran país, que tendrá que afectar aspectos básicos de su línea estratégica en el extremo oriente.

En los países árabes se ha consolidado una mayoritaria tendencia hacia la izquierda en sus gobiernos,.Gracias a la enorme ayuda de la URSS se han repuesto esos países de las grandes perdidos militares y económicas que les ocasionó la agresión en 1967 y cobra fuerza su exigencia de devolución de los territorios ocupados por Israel en esa oportunidad.

La cohesión de la comunidad socialista de Europa es ahora más sólida, el poderío económico y militar, lo mismo que el prestigio internacional de la Unión Soviética se han elevado mucho.

A causa de su destartalada y costosísima agresión a Viet Nam y demás pueblos de Indochina, el dólar es hoy una moneda en agudo proceso de debilitamiento ,que pasa de una convulsión a otra, en una crisis de la que ya no podrá retornar a su vieja posición hegemónica en el mundo capitalista. Las organizaciones populares norteamericanas han elevado a niveles sin precedentes su lucha contra la agresión de su gobierno en Indochina, contra la discriminación racial y la pobreza y por la democracia.

En América Latina la Revolución Cubana se ha consolidados y avanza superando complejos obstáculos en la construcción del socialismo. En Perú , a fines de 1968 surgió un gobierno militar nacionalista que ha venido radicalizando sus medidas anti-imperialistas y anti-oligárquicas y aún cuando el equipo dirigente busca una fórmula “tercerista”, de hecho ha rebasado ya en ciertos puntos los límites de un movimiento reformista burgués y asestado golpes duros, no sólo al imperialismo sino también al capitalismo en general en aquel país. En Panamá, surgió casi al mismo tiempo, otro gobierno militar nacionalista que, después de fracasar el contragolpe de derecha, a fines de 1969 contra Torrijos ha adoptado una posición anti-imperialista cada vez más definida, particularmente en lo que se refiere a exigir el retorno a la total soberanía panameña de la faja territorial conocida como Zona del Canal y el retiro de todas las fuerzas militares y bases norteamericanas de su país.

En septiembre de 1970 triunfó en Chile por vía electoral la Unidad Popular, encabezada por la alianza del Partido Comunista y el Partido Socialista. El gobierno que preside Salvador Allende se instaló en noviembre de ese mismo año y ahora apenas 8 meses después, ya ha cumplido una parte decisiva de su programa de apertura hacia el socialismo, El proceso Chileno es el más profundo de los nuevos procesos revolucionarios de la América Latina de hoy. Se trata de una revolución encabezada por el proletariado y en la cual su partido comparte el papel hegemónico con otro gran partido obrero, y marcha claramente hacia el socialismo apoyándose en la organización y la actividad conciente de millones de obreros industriales y agrícolas, de campesinos y mayoritarios sectores de las capas medias. El proceso chileno se desenvuelve dentro de peculiaridades excepcionales , como su carácter pacifico y pluripartidista, pero al mismo tiempo ha dado respuestas eficaces a interrogantes esenciales que tenia abiertas el movimiento revolucionario latinoamericano a partir de las sucesivas derrotas del periodo anterior. ¿Sobre ésta base y sobre la base de la variada experiencia del avance anti-imperialista continental, se puede reagrupar y cohesionar al fraccionado movimiento revolucionario latinoamericano, como ya ha comenzado a ocurrir?

En Bolivia, poco después del triunfo de la Unidad Popular chilena, las organizaciones populares y un sector militar hicieron fracasar una intentona derechista que buscaba instalar un gobierno totalmente entregado al imperialismo y, como resultado de ello, surgió el gobierno que encabeza el General Juan Torres que, pese a sus grandes vacilaciones y a las contradicciones internas no superadas por completo en el Ejército, ha abierto una nueva situación en aquel país, en cuyo marco se desenvuelve una creciente presión popular que exige la radicalización del proceso.-

CEM publica informe del CC del PCS de julio de 1971

CEM PUBLICA INFORME DEL CC DEL PCS DE JULIO DE 1971

SAN SALVADOR, 1 de febrero de 2009 (SIEP) “Como un homenaje a un nuevo aniversario del fusilamiento de Agustín Farabundo Martí en 1932, reproducimos este documento de los comunistas salvadoreños que siguieron su ejemplo” explicó el Lic. Roberto Pineda, del Centro de estudios marxistas “Sarbelio Navarrete.”

“Es un documento muy importante en términos de visión estratégica y logra clarificar la posición de los comunistas salvadoreños con respecto a procesos de agudización de la crisis política que estaban ya madurando y que diez años después iban a conducir a la Guerra Popular Revolucionaria y posteriormente a la desarticulación de la dictadura militar.”

“El documento de 17 páginas, titulado Las tareas estratégicas y nuestro avance en su cumplimiento fue presentado al Pleno del Comité central del PCS del 25 de julio de 1971.

“El documento comprende cuatro partes: un balance del cumplimiento de tareas estratégicas, sobre la quiebra del Mercado Común Centroamericano, sobre las contradicciones entre las clases dominantes y finaliza con una apreciación de la situación internacional.”

Inicia con la siguiente caracterización: “esta es la etapa de la revolución Nacional-liberadora, Agraria, democrática y Popular, la cual rebasará los marcos del capitalismo y abrirá el paso al socialismo.”

Continúa así: “la tarea estratégica principal para alcanzar la victoria de esta revolución consiste en la toma del poder por sus fuerzas motrices y la instauración de un gobierno revolucionario, que aplique el Programa que corresponde a la presente etapa histórica.”

“Con esta publicación le damos seguimiento a los informes ya publicados de los plenos del CC del PCS de octubre de 1970 y enero de 1971. Los tres documentos permiten comprender las prioridades de los comunistas salvadoreños a principios de la década del setenta de siglo pasado, en el marco de lo que se llamó el “periodo de acumulación de fuerzas” concluyó el Lic. Pineda.

Funes, Meléndez y Morales

Funes, Meléndez y Morales

Quien iba a decirle a mis profesores de la UCA, en los años 80 que en sus aulas como alumnos de Licenciatura en Letras iban a estar juntos: el candidato a la presidencia de la república por la izquierda, el responsable de la campaña sucia contra ese mismo candidato, la voz oficial de la campaña sucia.

Quién iba a decir que estos estudiantes que eran buenos amigos ahora estén en bandos distintos por razones muy curiosas. La polaridad parece no respetar creencia, principios ni amistades. Meléndez y Funes eran amigos de pasillo, compartían el café y su afán humanístico. Ahora Funes después de una larga trayectoria periodística es el candidato del Frente; Meléndez después de ser el redactor oficial de ARENA durante las últimas cuatro elecciones, es ahora el propietario de la Agencia de Publicidad Receptor (ubicada por supuesto en la Colonia Escalón), responsable de la llamada “campaña sucia” en contra de su ex compañero de estudios Mauricio Funes. Lo más extraño es que aunque ambos estudiaron en la UCA a Meléndez, parece no importarle y haber olvidado las palabras de los mártires de la UCA que fueron sus profesores y amigos.

Por otro lado también sorprende que Morales, actor, humanista y profesional de la publicidad por mucho tiempo y sobre todo amigo de Funes, preste (por unos dólares más) su voz a esa campaña sucia y supuestamente oculta que se oye en los medios.

Cuando el domingo venía de votar con mi familia, vi a Meléndez doblar la esquina de la cuadra en la residencial de primer mundo en que vive, y se me vino el recuerdo de cuando con el pelo largo y una matata en el hombro él, compartía ironías y críticas acerca de nuestro país con el mismísimo Mauricio Funes a su lado. ¿Qué hace cambiar tan radicalmente a una persona? ¿Cómo alguien que ha tenido la misma formación académica puede cambiar su forma de pensar? ¿Qué dirán ahora nuestros recordados y éticos profesores de la UCA? ¿Qué sentirán Ellacu que les dio filosofía, el padre Montes que les dio sociología, Nacho que les hablaba de la Ciencia y la Conciencia, Amando, Lolito y los otros asesinados por unos soldaditos bajo mando del gobierno de ARENA en turno? ¿Cómo alguien que ha vociferado contra el sistema se vende años después en contra de un amigo y compañero y quizás de la misma patria por la que estudió, luchó y lloró en la UCA?

La respuesta es literaria, y la dijo Quevedo hace muchos años: Poderoso caballero es Don Dinero.

La próxima vez que vea un anuncio de la “campaña sucia”, no lo dude más por que ni es una buena campaña y quizás, con lo que le he dicho no sea tan sucia. Lo que sí es sucio es la conciencia de Meléndez y Morales, quienes, después de este correo ya no podrán seguir en el anonimato.

No se extrañen si nadie firma este comunicado. También es un recurso literario que aprendimos en la UCA y ya que Meléndez y Morales lo han usado tan mal déjeme a mí usarlo mejor. El autor en estos casos es Anónimo y por razones de seguridad que usted comprenderá, prefiero mantenerme en esta condición.

Un apretón con la mano izquierda para Meléndez y Morales y un abrazo solidario para Funes.

De su amigo y compañero de aulas Anónimo, responsable de una campaña limpia…

Desacralizar la masculinidad

Desacralizar la masculinidad

“El mito del Hombre de los Derechos del Hombre y del Ciudadano caducó y su función despolitizante y naturalizante ya no funciona”. Las palabras de la investigadora francesa Elsa Dorlin resumen el espíritu de las plenarias que en el III Coloquio sobre varones y masculinidades, desarrollado en Medellín del 3 al 5 de diciembre, trataron de deconstruir la categoría de lo masculino y analizar qué significa ser varón en contextos postcoloniales.

Remontándose a la colonización de Asia y el norte de África, la filósofa francesa hizo un recorrido genealógico que, a través del análisis de categorías, explica y desmonta los modos en que se forjó la masculinidad dominante como un rasgo de la formación de la idea de nación francesa.

En su ponencia Mitología de la masculinidad y poscolonia , Dorlin se centró en la performance de las masculinidades dominantes, para “demostrar cómo la masculinidad/virilidad circula como significante particularmente productivo del poder”, tornándose “objeto de una recodificación de la clase dominante blanca en Francia”. La matriz liberal que se instala desde la creación de los Estados-nación modernos opera un dispositivo en el cual las masculinidades hegemónicas y alternativas se constituyen mutuamente como sujeto y abyecto, respectivamente, adquiriendo entidad como realidad y fantasma.

Esta relación compone las líneas de fuerza y tensión de procesos de subjetivación que naturalizan a la masculinidad blanca. “Si las masculinidades ‘populares’ y/o ‘racializadas’ (encuadradas claramente en la colonización e migración postcolonial hacia las metrópolis) son objeto de denigración (estigmatizadas como ‘vulgares’, ‘inmaduras’, ‘bárbaras’ y ‘peligrosas’) por parte de clases dominantes cuyo valor es definido en oposición a ese ‘otro’, podemos considerar que la identidad sexual participa de un capital semiótico común a ambas masculinidades”, explica Dorlin.

De esta manera, los “índices de valores contradictorios” de la masculinidad son claro efecto de un juego de poder. Por este motivo Dorlin anuncia la caducidad del Hombre universal propuesto por la Declaración de los Derechos del Hombre, enarbolado desde la Revolución Francesa como mito fundante del hombre moderno. La crisis del esquema semiótico que hizo de la masculinidad blanca la encarnación de ese universal invoca una nueva mitología, “un nuevo esquema operativo que capte las resignificaciones clandestinas y disidentes de la masculinidad”, en clave de raza y de género.

En la misma dirección se dirige la socióloga y antropóloga francesa Nacira Guenif-Soulimas, que sienta su análisis en las masculinidades alternativas de magrebinos que viven actualmente en Francia. En la ponencia El fin del eclipse francés de la raza y la etnicidad: el caso del joven árabe, la investigadora explica que los flujos migratorios desde las colonias hacia la metrópolis afectaron de forma profunda y duradera el paisaje francés en lo que respecta a su definición identitaria, cultural y nacional. “La línea fronteriza que contenía a los nativos racializados y sometidos fuera del perímetro de la república blanca, igualitaria y ciudadana, se desdibuja con el fin del período colonial y la inversión del flujo migratorio de las colonias hacia la metrópolis, cuando la colonización es repatriada. La salvaguarda de la masculinidad del Estado-nación francés reposa en el ocultamiento de la pérdida de poder imperial con acento en una regeneración de “lo europeo”, en detrimento de “lo africano”.

Es justamente la figura del joven árabe francés la que encarna, para la antropóloga, la encrucijada cultural de la Francia actual, al encarnar una raza particular: ni negra ni blanca; “una alteridad racial impuesta pero siempre colocada algo incierto, que le da cierta apariencia de blancura. Su negritud sería interior, artificialmente contradictoria con su piel relativamente blanca. El blanqueamiento de los nuevos franceses debe obedecer a la imagen de un carácter ideal e inaccesible, que permanece en el mito fundante de Francia como un reservorio de una autenticidad europea autóctona”. A partir de la inmigración magrebina, esta es reinventada como un anacronismo de lo ‘nativo’ y lo ‘europeo’, que reafirma semánticamente la diferencia, argumenta la investigadora.

A su vez, el género del joven árabe es múltiple: en él se mixturan las supervivencias icónicas de los árabes deseantes en una África del Norte exotizada, con la representación caótica y eréctil de los lugares de segregación urbana de sus descendientes. Es la bisagra entre la masculinidad “machista” del árabe y la masculinidad “civilizada” del europeo. De este modo, explica Guenif, la imbricación entre sexo y raza pasa por la sexualización que signa la bestialidad que distancia al joven árabe del patrón de civilización, obligándolo a someterse a una domesticación racial y étnica descalificadora. En palabras de Elsa Dorlin, “la infantilización de las masculinidades colonizadas funciona como una emasculación simbólica denigrante”, otorgando en contrapartida status de sujeto a la masculinidad blanca detentora del falo.

En su trabajo Aportes de los estudios postcoloniales y la sociología comparada de la familia y la sexualidad en el estudio de las masculinidades subalternas (negras, indígenas, mestizas) en América Latina, el sociólogo colombiano Fernando Urrea comparte el foco de las investigadoras. Para Urrea, “la imagen degradada respecto a los hombres blancos de las masculinidades de los varones negros e indígenas y, por extensión, de los mestizos y mulatos, se da en el marco de un proceso de intenso mestizaje racial, ya sea porque son invisibilizados en el juego del control sexual de las mujeres negras, mulatas, indígenas y mestizas por los varones blancos portugueses y españoles, y luego por las elites de hacendados en los países emancipados de los centros imperiales, o porque sus conductas sexuales son condenadas, calificándolas cercanas al mundo animal”.

Sin embargo, a esa desvirilización del período colonial siguió una revirilzación en los procesos de modernización en las ciudades, puntualiza Urrea. De este modo, en las ciudades la imagen del hombre aborigen muda y su capital erótico aumenta debido de la exotización que suponen, fundamentalmente para mujeres extranjeras y de clases altas. “A medida que los fenómenos de desigualdad racial y étnica se hacen visibles en el siglo XX, las diferentes cohortes masculinas negras y también indígenas que se urbanizan incorporan una ideología de énfasis de la virilidad asociada a un capital sexual. La inversión representa una deslegitimación del capital sexual del dominador blanco y mestizo. La etnicidad, al igual que la racialidad, continúa Urrea, tiene efectos sobre los cuerpos de mujeres y hombres (o de sujetos transgeneristas) y las relaciones sexo/género entre los mismos. Por ello, inconcientemente, el campo del deseo está organizado bajo categorías étnico-raciales, en cualquiera de las escalas de estatus (de mayor o menor prestigio) y clase social.”

El investigador colombiano cuestionó también la particularidad de las masculinidades heterosexuales, homosexuales o bisexuales de las clases subalternas en las sociedades latinoamericanas. Nuevas perspectivas analíticas permitirían, en la opinión de Urrea, “repensar la investigación en términos de larga duración”, relacionando “los procesos de dominación colonial y postcolonial con las formas sociohistóricas de racialización/etnización, producción de clases sociales y sexos/géneros”. De ese modo, concluye, los antiguos mitos sexuales se renuevan y vuelven a jugar como fantasmas en la estructura jerarquizada de las relaciones racializadas y etnizadas de nuestras sociedades.

Publican en Canada libro de salvadoreño Ignacio Melgar

SAN SALVADOR, 29 de enero de 2009 (SIEP) “Con la publicación de “Una Fortuna Odiosa” se enriquece la bibliografía testimonial sobre la Guerra Popular Revolucionaria librada de 1980 a 1992” indicó el Lic. Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”
El autor, Ignacio Melgar fue un destacado jefe político-militar del PRTC que realizó múltiples misiones revolucionarias. En la actualidad, vive en Canadá, donde continua con sus labores de solidaridad con las luchas del pueblo salvadoreño.
El libro de 127 páginas, fue publicado por la editorial Pipilpress, conducida por el poeta Ernesto Jobal Arrozales, quien contribuye así con la divulgación de obras salvadoreñas.”
“El libro describe una acción de recuperación financiera realizada por un comando guerrillero del FMLN, en el que participo el autor, bajo el pseudónimo de Roberto.”
“Ignacio es un militante histórico, de origen campesino, originario de Suchitoto, y además un gran amigo y excelente camarada, humilde y solidario, preocupado siempre por el avance del proceso revolucionario en nuestro país…en Canadá vive con su esposa, elabora vino dulce y de mascota tiene un conejo blanco que responde al nombre de Chepe…”concluyó el Lic. Pineda.

Jesús conduce la resistencia en Ayutuxtepeque…

Jesús conduce la resistencia en Ayutuxtepeque…

Reflexión sobre marcos 1: 14-20

Jesús de Nazaret garantizó la continuidad de la resistencia judía contra el invasor romano. Los sectores populares a lo largo de la historia y de la piel del mundo han asegurado el surgimiento de las organizaciones y los lideres para conducir la resistencia contra la opresión.

Es muy significativo que Jesús de Nazaret inicia su práctica política cuando Juan el Bautista es encarcelado. Jesús garantiza el relevo histórico. La práctica política de Jesús surge como una necesidad frente a la captura de Juan. El hilo de la resistencia no debía de romperse.

Los poderosos imponen la cárcel y la muerte a los que luchan. De la cárcel surge la esperanza. Y de la esperanza nace la lucha. Juan el Bautista experimentó la soledad del prisionero y entregó su vida por la causa del pueblo. Así ha sido y así será mientras exista la explotación y opresión de un ser humano por otro.

Jesús de Nazaret busca para construir su movimiento a los sectores populares. Se acerca los pescadores. Los pescadores eran un sector avanzado, políticamente claro de la necesidad de enfrentar a la opresión imperial.

Y Jesús busca y llama a cuatro pescadores para formar el embrión del Movimiento Popular, la célula dirigente, su conducción. Y llama a Simón, a Andrés, a Jacobo y a Juan. Y Jesús les explica la misión de organizar, educar y movilizar a la gente contra la opresión.

Y Simón, Andrés, Jacobo y Juan aceptan el llamado de Jesús, se comprometen con la lucha. Sabían que Juan el Bautista estaba encarcelado. Sabían que la lucha y la patria es valor y sacrificio, como enseñaba muchos siglos después el Maestro puertorriqueño. Y se convierten en organizadores populares.

Toman la decisión de incorporarse a la resistencia. Dejan de ser pescadores de peces para transformarse en pescadores de hombres y mujeres. Y van fortaleciendo con sus esfuerzos la organización popular. Van uniendo voluntades e ideas, van juntando los sueños y las acciones, van sumando miradas y puños. Y aprenden el arte revolucionario de echar las redes en el agua de la lucha así como de remendar y fortalecer siempre la barca, el instrumento político.

La experiencia evangélica del 18 de enero

Hace una semana vivimos como Iglesia Luterana Popular una variada y riquísima experiencia de acompañamiento a la lucha de nuestro pueblo por el cambio. El 18 de enero hubo elecciones para concejos municipales y diputados. Estuvimos en muchos sitios, acompañando al partido del pueblo, al FMLN, en Acajutla, en Guaymango, en Nahuizalco, en Santa Ana, en Ayutuxtepeque, en San Salvador, en Santo Tomas, en Chalatenango, y en muchos más lugares.

En mi caso estuve en Ayutuxtepeque y deseo compartirles esta experiencia. Hay tres situaciones que me impactaron. Me hicieron hasta llorar…La primera fue la gente vestida de rojo. Centenares de gente vestida de rojo, orgullosa de su Partido, disciplinada, entusiasta, de varias generaciones, con camisas del Che, de Schafik, de Monseñor Romero, de Mauricio. Identificándose como rojos defendiendo su municipio rojo. Desafiando la campaña de mentiras y amenazas de la derecha.

La segunda: familias enteras, el papá, la mamá, los hijos e hijas, hasta la mascota de rojo, recorriendo las calles, espontáneamente, colaborando con la propaganda, con sus niñitos en coches, con boinas, sombreros, pulseras, pañoletas, camisas, blusas, banderas rojas, etc. Y pensaba en Farabundo, en que no pudieron destruir el sueño de la liberación. Y pensaba en Raúl Castellanos, en Schafik, en Lito Aguiñada…Aquí estamos, de pie, con las banderas rojas desplegadas.

La tercera: al finalizar las votaciones, la gente se aglutino en los tres centros de votación y esperaron ya de noche, salir a los vigilantes y miembros de mesas y los recibieron como héroes, los cargaron en brazos. Habíamos conquistado el quinto gobierno municipal rojo, con Blanca Flor a la cabeza. Dos mil quinientos votos de diferencia. El busto de Monseñor a la entrada del pueblo vigiló la victoria. Simón, Andrés, Jacobo y Juan fueron vigilantes de urna.

Y viene la batalla en marzo por la presidencia. Mauricio y Salvador tienen el honor de representar los anhelos de justicia y libertad de este pueblo heroico. Venceremos..!

Rev. Roberto Pineda

Iglesia Luterana Popular

San Salvador, 25 de enero de 2009

El socialismo del Siglo 21, Nueva teorización de viejas ideas antimarxistas

El socialismo del Siglo 21,
Nueva teorización de viejas ideas antimarxistas

Por: Alejandro Ríos

Introducción

Poco más de una década duró la ofensiva que intentó convencer a los trabajadores y al mundo que la época del socialismo llegó a su fin. En medio de la debacle política a la que el revisionismo llevó a los países de Europa Oriental, Francis Fukuyama pretendiendo contrariar las leyes del desarrollo histórico de la humanidad, habló de la eternidad de la sociedad burguesa al manifestar que se había llegado al fin de la historia. Hace poco, forzado por las circunstancias que vive el planeta, Fukuyama tuvo que reconocer su equivocación.

No hubo ingenuidad en su error, el planteamiento formaba parte del arsenal ideológico utilizado por el imperialismo estadounidense para combatir a las fuerzas revolucionarias e imponer su dominio mundial. Aquel se convirtió en el sustento ideológico—político de las fuerzas anticomunistas en su lucha en contra de la revolución mundial, cuyo efecto se sintió en el movimiento popular y revolucionario, en algunos intelectuales progresistas y de izquierda que se convencieron de aquello y engrosaron las filas de la reacción o, en el mejor de los casos, en medio del desencanto buscaron la forma de “armar” propuestas que hagan del capitalismo un sistema menos salvaje, en evidente demostración de su estado de derrota.

La afectación al movimiento obrero internacional fue grande. Los partidos revisionistas, que en algunos países y regiones poseían una significativa influencia en el movimiento de masas, organizaciones pequeño burguesas de izquierda y aún partidos marxista leninistas que se encontraban debilitados ideológica y políticamente, y otras fuerzas actuantes en el movimiento revolucionario y democrático a escala mundial sucumbieron ante la embestida. El desconcierto ganó terreno y pocos fueron los partidos y organizaciones que entendieron la transitoriedad del proceso político que vivía la humanidad. Nuestro Partido fue uno de ellos, nunca bajó las banderas de la revolución y el socialismo, no obstante ser blanco del ataque de la burguesía, de organizaciones y gente que se decían de “izquierda” —una izquierda light, moderada y “moderna”— que acusaban al PCMLE de “tradicionalista”, “conservador”, “cavernario”…

En esas circunstancias, el escenario político internacional se dibujaba bajo el dominio absoluto de las fuerzas de derecha y con la pérdida de la iniciativa política del movimiento obrero. Sin embargo, el mismo capitalismo se encargó de desmentir las falacias de la burguesía, sus contradicciones intrínsecas hicieron que la idolatría al sistema se desgrane. Una vez más los hechos dieron la razón a las fuerzas revolucionarias; el supuesto boyante capitalismo, que crecía y lograba abrazar todos los confines del planeta, no pudo ocultar su crisis y menos aún los nefastos efectos sociales escondidos tras las cifras macro económicas. Bajo el ejercicio del “modelo neoliberal” la pobreza y la riqueza se polarizaron aún más en todo el planeta, no solo entre los países imperialistas y dependientes, sino también al interior de los primeros. Tres mil millones de personas en el mundo que viven en la pobreza, de las que mil millones sufren hambre, mientras en los países capitalistas desarrollados los alimentos se encuentran embodegados o el subsidio que los Estados europeos otorgan a la paralización de los campos fértiles, son pocas demostraciones de la insalvable inequidad que alimenta el sistema.

El enseñoramiento del capital produjo lo inevitable: el descontento y la protesta de los trabajadores, de la juventud y de los pueblos en general. Los años en que el movimiento obrero bajó ostensiblemente su lucha de resistencia quedaron atrás (la época del reflujo) y desde hace algo más de un lustro es evidente la reanimación del movimiento de masas a nivel internacional, con las lógicas diferencias en uno y otro país, en una y otra región. En algunos sitios la reanimación fue anterior y ahora está presente en todo lado.

De esta manera, la prédica de la lozanía del capitalismo, de la imposibilidad de superarlo —y menos aún por medios revolucionarios— ha ido perdiendo piso, ha sido derrotada por los combates de la clase obrera y los pueblos. Particularmente en América Latina la lucha en contra de los programas de ajuste neoliberal y sus negativas secuelas económicas y sociales ha permitido desarrollar la conciencia de las masas, afirmar el anhelo de cambio y la certeza de que éste es posible alcanzarlo. Al calor del combate, en varios países las fuerzas neoliberales han sido arrinconadas, produciéndose en la actualidad un cambio en la correlación de las fuerzas sociales y políticas.

Expresión de ello es el desarrollo de las fuerzas y movimientos políticos que levantan planteamientos progresistas y de izquierda que, inclusive en algunos países, han obtenido importantes victorias electorales enarbolando las banderas del antineoliberalismo, y alimentan la esperanza de los pueblos de derrotar políticamente a sus enemigos de clase.

En este contexto las ideas de izquierda han ganado terreno, por lo que hablar de socialismo ya no resulta extraño, inclusive hay jefes de Estado que dicen asumirlo como su objetivo. Mas, se promueve con fuerza un planteamiento calificado como socialismo del siglo XXI —que hace todos los esfuerzos por mostrarse distinto al socialismo marxista leninista—, que sería “más democrático y humano” que el conocido por la historia, recordándonos algunas teorizaciones formuladas en el pasado por viejos revisionistas.

Socialismo sin pensamiento socialista

El 15 de diciembre de 2006, el presidente venezolano Hugo Chávez pronunció un discurso en el Teatro Teresa Carreño de Caracas, calificado como trascendente; las versiones que sobre él circularon en internet lo titularon como Lineamientos para la construcción del socialismo del siglo XXI, y, de hecho, contiene aspectos que marcan puntos nuevos en la política del gobierno venezolano.

En él, Chávez habla de trabajar por una nueva era, a la que relaciona tres grandes elementos: el tema del socialismo, la formación del partido único y la reforma constitucional. Pero cuando aborda el punto del socialismo empieza por reconocer que carece de un material escrito que defina cómo avanzar hacia la construcción del mismo.

Esto no resulta extraño, puesto que lo “teóricos” y/o los más connotados propugnadores del “socialismo del siglo XXI” siempre han manifestado que está por “inventárselo”.

La base teórica y política de ese socialismo estaría en el pensamiento de varios patriotas latinoamericanos que encabezaron las luchas independentistas y en el de algunos revolucionarios de nuestros días. Los primeros, en su gran mayoría, son personajes liberal burgueses, de los que resulta imposible extraer una doctrina socialista, ya sea porque no la profesaron o porque algunos de ellos históricamente no pudieron concebirla. Buscar en el pensamiento liberal y republicano de inicios del siglo XIX la base ideológica de este “nuevo socialismo” no solo es un absurdo, sobretodo oculta la intención de negar la validez y vigencia universal del marxismo leninismo, como doctrina científica revolucionaria de la clase obrera para la lucha por su emancipación social y la construcción del socialismo. De esa manera se hace el coro a la campaña burguesa que, desde hace muchos años, ha querido enterrar al marxismo leninismo, justamente por el riesgo que para la dominación burguesa significa.

Heinz Dieterich, posiblemente uno de los pocos que reivindica tener una formulación respecto del “socialismo del siglo XXI”, en su texto del mismo nombre afirma que aquel tiene tres componentes: “la democracia participativa, la economía democráticamente planificada de equivalencias, el Estado no clasista y, como consecuencia, el ciudadano racional —ético—estético” . Sobre estos elementos daremos nuestra opinión en el presente artículo, salvo el tema de la economía de equivalencias que lo haremos en un posterior material.

El tema de la “democracia participativa” es ubicado en un nivel principal, al punto que Dieterich habla de aquella como sinónimo de socialismo del siglo XXI . Por su parte Haiman El Trudi (asesor presidencial del gobierno venezolano), en el libro El salto adelante, al puntualizar algunas características del socialismo que se estaría construyendo en ese país, empieza por aclarar que aquel en nada se parece al capitalismo de Estado ni menos a las lógicas totalitarias que en otras latitudes se reprodujeron en otros tiempos, para luego remarcar que no transgrede las libertades y derechos humanos y que enfoca en el bien común toda su atención. El Trudi no solo busca mostrarse alejado de las tesis marxista leninistas, sino que mantiene coincidencia con la “crítica” burguesa al socialismo revolucionario, que más que crítica es una furibunda campaña de calumnias.

La burguesía internacional ha utilizado como caballo de batalla la burda mentira de que socialismo es sinónimo de represión, de violación de derechos humanos, de falta de libertades públicas y políticas, y ahora El Trudi, Dieterich y otros se hacen eco de aquello. El socialismo realmente existente —dice Dieterich— redujo considerablemente la explotación económica, mas no la dominación (verticalidad) sociopolítica ni la alienación, lo que disminuyó enormemente su atractivo democrático para las sociedades avanzadas. Inclusive señala, más adelante, que ni siquiera se habría desarrollado “la democracia formal y participativa” en aquellas experiencias conocidas por la humanidad.

Desde el primer intento fallido del proletariado por tomar el poder (París, 1872), y luego en las revoluciones triunfantes en Rusia, China, Albania y otros países, junto a la adopción de medidas económicas para acabar con el poder de la burguesía y de los terratenientes y crear los gérmenes de la nueva sociedad, se aplicaron medidas orientadas a garantizar la participación democrática de la clase obrera y demás clases trabajadoras en la definición de las políticas estatales, en la formulación de los planes económicos y políticos, en la aplicación de medidas de control, etc.

Carlos Marx sostiene que, al tomar el proletariado el poder, el Estado burgués será sustituido por una estructura comunal, basada en la “auto—administración de los productores”, dejando en claro el criterio de participación democrática de las masas en la definición de sus destinos. Previo al triunfo de la revolución de noviembre de 1917 en Rusia, surgieron los soviets de obreros, campesinos y soldados que fueron los cimientos sobre los que se levantó el gran Estado socialista y cumplieron el papel de motor para el desarrollo de las tareas revolucionarias. Fueron formas organizativas de las masas, verdaderos parlamentos populares en los que se discutía toda la política estatal, las políticas locales y particulares. En otros países de Democracia Popular se crearon los consejos populares, los comités revolucionarios, etc. con similares funciones que los soviets en muchos casos, pero siempre con el propósito de incorporar a los trabajadores y al pueblo al ejercicio directo del poder, creando una forma nueva de participación democrática, la democracia proletaria, cualitativamente diferente y superior a la democracia representativa o participativa del capitalismo.

La primera Constitución soviética, aprobada tras el triunfo de la revolución, dio un gran salto en el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres y de la juventud, que en los países capitalistas eran negados; aquella fue pionera en el reconocimiento de derechos económicos, sociales y culturales de segunda generación, se avanzó en el reconocimiento de los derechos de comunidades y de grupos nacionales como derechos colectivos.

La participación democrática de la clase obrera y de las clases trabajadoras en el ejercicio del poder hizo que en la ex Unión Soviética y en los países de Democracia Popular las masas se movilicen entusiastamente por la defensa del nuevo sistema que habían conquistado.

De todas maneras, resulta necesario advertir la diferencia existente entre el período inicial de la construcción del socialismo en la URSS y en otros países de Europa Oriental, de la época en la que los revisionistas jrushovistas asaltaron el poder (a mediados de los años 50 del siglo pasado) y abrieron las puertas a la restauración capitalista, lo que en el plano político produjo la restricción de los derechos democráticos, la adopción de mecanismos burocráticos y autoritarios en el ejercicio del poder, la represión a las masas, todo ello a nombre de un supuesto socialismo que en los hechos ya no existía.

El marxismo reivindica la instauración del Estado de dictadura del proletariado, como instrumento obligatorio de la clase obrera para la construcción del socialismo, para prevenir e impedir las acciones restauracionistas que llevará adelante la burguesía nativa e internacional. Dicha forma estatal genera pavor entre los explotadores que en lo más refinado de su crítica condenan al “verticalismo sociopolítico”. La dictadura del proletariado es un régimen de plena democracia para las masas y control y represión a las antiguas clases explotadoras; ésta se levanta en los principios del centralismo democrático, al que “Engels no concibe en modo alguno (…) en el sentido burocrático con que emplean este concepto los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses, incluyendo entre éstos a los anarquistas. Para Engels, el centralismo no excluye, ni mucho menos, esa amplia autonomía local que, teniendo en cuenta que las ‘Comunas’ y las regiones defienden voluntariamente la unidad del Estado, elimina en absoluto todo burocratismo y todo ‘mando’ desde arriba”.

Sin afectar la propiedad privada, no hay socialismo

Si lo anterior ya resulta una tergiversación peligrosa, Dieterich no tiene reparos en ir más allá cuando en otro texto de su autoría invoca a superar “el dogmatismo del discurso de los años treinta que confunde el problema del socialismo con el problema de la forma de la propiedad…” (subrayado nuestro). De ello se desprende dos elementos: a) que el socialismo sería resultado de la adopción de medidas de carácter super estructurales y no de medidas aplicadas en la base de la sociedad: la estructura económica; y, b) como consecuencia de aquello, que el socialismo es posible construirlo en el marco del capitalismo.

¿Cómo puede entenderse un sistema que supere y se diferencie cualitativamente del capitalismo sin cambiar su esencia, la forma cómo se organiza la producción determinada por la forma de propiedad de los medios de producción? ¿Puede concebirse un socialismo que respete la propiedad de la burguesía, y por ende los instrumentos en los que se apoya para la acumulación de sus riquezas vía explotación a la clase obrera?

El socialismo del señor Dieterich, en los hechos, defiende la permanencia de la burguesía —y con ella el capital privado local e internacional, aunque manifieste lo contrario—, no en vano propugna la instauración de un “estado no—clasista”, que nos recuerda la vieja tesis del gobierno de todo el pueblo, con el que los revisionistas soviéticos llevaron a la reinstauración del capitalismo en la ex URSS. Inspirado en ese pensamiento, Hugo Chávez sostiene que propugna un socialismo “que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad” , caracterización bastante vaga, que no hace diferencia de los preceptos levantados en la revolución francesa de 1789: liberté, egalité, et fraternité. Sí ha sido preciso, en cambio, en señalar que busca “un socialismo que no excluya a la empresa privada” .

No es posible construir el socialismo si se mantiene el fundamento económico del capitalismo: la propiedad privada sobre los medios de producción. El socialismo es tal únicamente a condición de establecer la propiedad social sobre los medios de producción, expresada en la propiedad socialista estatal y la propiedad socialista cooperativa. Esa forma de organización de la economía requiere de un Estado cualitativamente diferente al actual.

No puede haber construcción del socialismo si la propiedad privada sobre los medios de producción no es sustituida por la propiedad social y si no se suprime toda forma de explotación del hombre por el hombre. Pero hay que advertir que —a diferencia de formaciones económicas pre capitalistas, en las que el nuevo tipo de economía va madurando en las entrañas del modo de producción anterior—, la economía socialista no puede surgir en las entrañas de la sociedad burguesa, por lo que la vía revolucionaria es la única que conduce al socialismo, y esa vía es la de expropiar a los expropiadores, como señalaba Carlos Marx.

Al establecerse otras formas de propiedad, las relaciones de producción se diferenciarán radicalmente —en su esencia— de las relaciones de producción del capitalismo. Éstas se expresarán por el dominio de la propiedad social sobre los medios de producción; por la emancipación de los trabajadores de toda explotación y el establecimiento de relaciones de colaboración fraternal y mutua ayuda socialista; y, por la distribución de los productos con arreglo a los intereses de los mismos trabajadores en consonancia con el principio de “a cada cual según su trabajo”.

Hemos remarcado todo esto para mostrar la distancia existente entre el marxismo y socialdemocratismo presentado por Dieterich y compañía. Según éste, “la vía para salir del subdesarrollo es la política desarrollista… (que) se mantiene dentro de la economía de mercado y en el marco de la superestructura del Estado burgués” , lo que encierra un elemento político sumamente peligroso, porque eso significaría que la clase obrera y los pueblos deben abandonar la lucha por la conquista del poder y hacer suyas la exigencia de retornar al Estado de bienestar, impulsado seis décadas atrás por la burguesía como mecanismo de acumulación y desarrollo capitalistas para enfrentar la crisis que en ese momento carcomía al sistema y como medida política para hacer frente a un floreciente socialismo que atraía la atención de las masas.

Esa conducta política a su vez demandaría el apoyo de las clases trabajadoras a las burguesías criollas en la ejecución de su programa, hasta alcanzar el desarrollo que permita avanzar al socialismo, sobre la base de una alianza estratégica republicana entre los pueblos y los gobiernos . Según Dieterich solo países como Estados Unidos, China o Japón estarían en condiciones de avanzar hacia el socialismo, el resto deberíamos conformarnos con tener un Estado benefactor y una burguesía que lo maneje rumbo al desarrollo.

En agosto de 2006, Yásser Gómez (de la Revista Mariátegui de Perú) entrevistó a Dieterich respecto de la salida frente al neoliberalismo, y esta fue la respuesta: “La salida estratégica al neoliberalismo es, por supuesto, el socialismo, es decir una civilización post capitalista, pero en estos momentos tu no tienes condiciones para hacer el socialismo, porque en primer lugar no tienes el proyecto histórico del nuevo socialismo divulgado masivamente, … si no tienes la teoría divulgada entre la gente, si no tienes movimientos de masas ni vanguardias para implementarla, será una quimera hablar del socialismo como una alternativa al capitalismo neoliberal. La alternativa inmediata es el keynesianismo, el capitalismo desarrollista de Estado. (el subrayado es nuestro) …se tienen que combinar los dos elementos, porque los campesinos, los desempleados quieren una respuesta inmediata y no puede ser el socialismo la respuesta inmediata. Se tienen que vincular los dos proyectos históricos: el keynesianismo y el Socialismo del Siglo XXI”. Los comentarios sobran, pues, no se trata de un lapsus, porque en la misma entrevista afirma que tanto Bolivia como Venezuela van camino de ese keynesianismo.

Pero esto último no es lo que más llama la atención. El inefable Dieterich (inefable por inexplicable, y no por extraordinario), en otra entrevista, esta vez con Cristina Marcano, publicada en www.aporrea.org, a la pregunta de si existen condiciones para implementar en Venezuela el socialismo del siglo XXI respondió de la siguiente manera: “Sí, ahora sí las hay. Menciono solo algunas. Dos tercios de la población votaron por el Presidente con pleno conocimiento de su bandera del Socialismo del Siglo XXI (sic). Esto es un mandato sustancioso de los ciudadanos. El avance del sistema educativo, económico y de la conciencia del pueblo han sido notables. La integración latinoamericana y la destrucción de la Doctrina Monroe parecen ya imparables. Las Fuerzas Armadas ahora son confiables y tres sectores claves de la economía nacional están en manos del gobierno: el Estado, PdVSA—CVG, y más de cien mil cooperativas”. Hacemos notar que esta respuesta la dio apenas cinco meses después de la brindada a Yasser Gómez y en los días en que Chávez reconocía que carece de material escrito que marque el sendero por el que debía caminarse al socialismo, como señalamos en los primeros párrafos de este material. Podría ocurrir que las cosas hayan madurado tan rápidamente, o también que respondió así para alagar a los lectores de Aporrea, medio electrónico venezolano.

La vía al socialismo es la economía mixta (¿?)

Insistamos un poco más para conocer a este pensador que tiene mareados a unos cuantos intelectuales que perdieron el rumbo cuando el muro de Berlín se desplomó, como si lo hubiera hecho sobre sus cabezas.

Aporrea.org publica con fecha 10 de febrero de este año una entrevista de José Luis Carrillo. El título de esa nota es decidor: “Economía mixta es la vía al socialismo del siglo XXI”, y sintetiza la esencia de la entrevista. Según Carrillo, Dieterich está convencido de que estatizar la propiedad privada no lleva al socialismo, porque “si la propiedad del Estado fuese socialismo, ya con (el rey) Carlos V tendríamos socialismo en América Latina, porque cuando llega la Corona Española a América, toda la propiedad de la tierra, el subsuelo y lo que está arriba es patrimonio del rey, pero eso era feudalismo, no socialismo. La única vía posible es una economía mixta, que tendría tres sujetos, el Estado, la empresa privada y la propiedad social, como cooperativa” sostiene Dieterich.

¿Ingenuidad argumentativa o mala intención? Por supuesto que no hay ingenuidad en el argumento, sino una forma burda de atacar a uno de los pilares fundamentales del socialismo: la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción y la estatización de los mismos.

La propiedad estatal por sí no es sinónimo de socialismo, y efectivamente esta existió en el feudalismo y existe en el capitalismo; pero “olvida” señalar quiénes, qué clases sociales se encuentran al frente del Estado en esas sociedades. En una sociedad en la que los trabajadores se encuentran en el poder, la propiedad estatal no tiene similitud con la existente en el marco del capitalismo, de la que la burguesía y el capital financiero son beneficiarios.

Volvamos a las últimas líneas del texto citado anteriormente y encontraremos que Dieterich es partidario de “una economía mixta con tres sujetos, el Estado, la empresa privada y la propiedad social…” como la vía para ir al socialismo, ubicándolo, en los hechos, como defensor de la propiedad privada.

En ese “socialismo” el papel de la empresa privada estaría condicionado, ni más ni menos, que por la eficiencia, por “la capacidad de administración. Si un ente administra adecuadamente un bien —sostiene Dieterich— no tienes realmente motivo para quitarle la propiedad o posesión, si abusa es otro asunto. Yo asumiría una visión funcional”. Vaya socialismo este, en el que los explotadores, los responsables de las miserables condiciones de vida de los trabajadores y los pueblos se convierten en redentores, gracias a su capacidad de gestión administrativa, olvidando las infranqueables barreras de clase que ubican en posiciones contrapuestas a la clase obrera y clases trabajadoras, por un lado, y la burguesía y el imperialismo, en otro.

El keynesianismo propugnado por los defensores del SS21 buscaría crear las condiciones materiales para el desarrollo del socialismo, y por ello es que —como señalamos líneas arriba— solo las potencias imperialistas tendrían posibilidades de llegar a aquel. Como el mismo Dieterich señala, el desarrollismo invocado se desenvuelve en el marco del mercado capitalista y la institucionalidad burguesa; pero el desarrollo capitalista per se no conduce al socialismo. Lo que genera el capitalismo son algunas condiciones económicas y sociales, gracias al desarrollo que se opera en las fuerzas productivas, a la socialización cada vez mayor del trabajo y la concentración de la producción, pero eso no basta para construir el socialismo si no se produce la expropiación de los medios de producción de la burguesía y se los transfiere a la propiedad colectiva tras la toma del poder por parte de la clase obrera. Esto equivale a decir que, la transición del capitalismo al socialismo solo es posible tras la toma del poder por parte de la clase obrera y en el marco del régimen de dictadura del proletariado.

El socialismo y el período de transición del capitalismo al socialismo tienen diferencias cualitativas. Hasta lograr la afirmación de la propiedad social y la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción, habrá de tomarse medias encaminadas a reconstituir las fuerzas productivas de la sociedad. Aquello “evocaba Lenin cuando declaraba en el Congreso de la Internacional Comunista en 1921, que ‘la base material del socialismo no puede ser otra que la gran industria mecanizada capaz de reorganizar también la agricultura” . Para aquella época eso representaba lo más desarrollado de los instrumentos de producción, ahora deberemos plantearnos la necesidad de utilizar los más avanzados adelantos tecnológicos y el más desarrollado conocimiento científico.

En este período se aplican todas las medidas para liquidar a la burguesía arrancándole poco a poco el capital y centralizando los instrumentos de producción en manos del Estado, y su naturaleza y duración dependerá de las condiciones particulares de cada país.

Eso significa que, en un inicio junto a la propiedad estatal convivirán y se respetarán: a) la pequeña propiedad privada (pequeña producción mercantil generada por campesinos y artesanos); b) elementos de un capitalismo de Estado, surgido de las concesiones y convenios con capitalistas en sectores donde el nuevo Estado no tiene capacidad tecnológica y científica para desarrollar las fuerzas productivas. Pero esto se dará transitoriamente y en el marco de un sistema nuevo, distinto cualitativamente, porque la clase obrera cuenta con el poder en sus manos y ha pasado de ser clase dominada a clase dominante, un Estado en el que se ejerce la dictadura del proletariado y todas las actividades están orientadas a aplastar los vestigios de capitalismo y no, como sostiene Dieterich, a convivir con la burguesía en un Estado no clasista.

Puede parecer que no hay diferencia entre los dos planteamientos en cuanto a la existencia de diversas formas de propiedad, pero el contraste es radical. El socialismo marxista leninista habla de un período de transición del capitalismo al socialismo en una etapa inicial, pero en condiciones en las que la clase obrera ha tomado el poder en sus manos, creando una circunstancia cualitativamente diferente, en un proceso dirigido por el proletariado y su vanguardia política. Dieterich, en cambio, cuando habla de socialismo o de nuevo proyecto histórico lo hace en términos de las etapas más avanzadas. “La realización del NPH (nuevo proyecto histórico) —asevera— se dará en tres etapas: a) la fase final es la sociedad sin economía de mercado, sin Estado y sin cultura excluyente… b) la fase intermedia será un tiempo de coexistencia de elementos heredados de la sociedad global burguesa y de elementos de la nueva sociedad global postburguesa que servirá para la armonización gradual entre los niveles de desarrollo tecnológico, educativo, económico, político, cultural, militar, etc., de los Estados del Primer Mundo y de los Estados neocoloniales… La primera fase (“c”) de superación del capitalismo global es el tiempo que estamos viviendo… y se caracteriza actualmente por el proceso de constitución de la programática de la sociedad posburguesa…” Nótese que en ningún momento hace referencia a las formas de propiedad de los medios de producción; en la fase superior solo hace referencia a la esfera del mercado y a elementos de la superestructura.

Nos vemos obligados a citar en extenso a Dieterich para demostrar que su planteamiento no concibe una ruptura, sino un proceso evolutivo del capitalismo al socialismo, que en el caso de Latinoamérica tendría como esencia la formación de un bloque regional de poder, con base en el MERCOSUR.

“…hoy, —dice Dieterich— como en el siglo XIX, la superación del subdesarrollo en condiciones de una economía global neocolonial, sólo es posible con la estrategia de desarrollo proteccionista empleada por Alemania y Japón; después por los tigres asiáticos y en América Latina, por Cárdenas, Perón y Vargas. Esto con una diferencia vital: ya no se puede aplicar sólo a nivel nacional. El espacio mínimo para su exitosa implementación es un mercado y un Estado regional que pueda defender ante Estados Unidos y la Unión Europea el bloque proteccionista latinoamericano que permitirá el desarrollo de sus industrias, el rescate del campo, la conservación de sus recursos naturales, el fomento de las ciencias y tecnologías de punta y la defensa de una identidad propia”

“En las actuales condiciones políticas latinoamericanas que se caracterizan por el fracaso de la centroderecha y de la centroizquierda en el poder, y la pertinaz insistencia de Washington de seguir exprimiendo la última gota de plusvalor de la Patria Grande, el proyecto bolivariano nacional y regional, es la única esperanza inmediata de cambio. El núcleo de esta Patria Grande solo puede ser el Mercosur que es el único espacio económico regional no controlado directamente por Washington, con incipientes estructuras de un proto—Estado regional. Este bloque regional, por supuesto, es un ente capitalista, tal como fue la Patria Grande planteada por el Libertador, Simón Bolívar. Y habrá ciudadanos que digan que no están dispuestos a luchar por un proyecto capitalista. Acerca de esta interrogante, que es absolutamente legítima, conviene hacer dos reflexiones.”

“En primer lugar, los programas de cambio nacional que se realizarán en coordinación con el bloque regional latinoamericano, son la respuesta inmediata a la situación latinoamericana actual. El horizonte estratégico de Nuestra América, como el de toda la humanidad, es la democracia participativa o el nuevo socialismo. Al integrar este tercer nivel programático del cambio en la lucha nacional y regional, se abre el camino hacia el “reino de la libertad” y se evita estancarse en la política de la cotidianeidad.”

“En segundo lugar, la alternativa actual para los países latinoamericanos no se define entre la implementación del capitalismo regional o del socialismo regional, sino entre la anexión neoliberal a Estados Unidos mediante el ALCA y el Plan Colombia, y la profundización de la balcanización y africanización nacionales que estamos viviendo. Porque, no solo no existe un programa socialista latinoamericano arraigado en las masas, sino tampoco hay sujetos sociales organizados y con capacidad operativa, para realizarlo. No existen confederaciones latinoamericanas de estudiantes que pudieran parar la vida académica de Nuestra América; de trabajadores que consiguieran paralizar la economía regional; de campesinos, que lograran bloquear las carreteras que llevan a las ciudades, de pequeños y medianos empresarios, sindicatos, partidos políticos, etcétera, que pudieran expresar su voluntad política a nivel hemisférico. Por lo tanto, plantear la implantación del socialismo regional hoy como alternativa a la balcanización o la anexión neoliberal a Estados Unidos, no sería más que un deseo. Porque es evidente, que un proyecto político sin programa y sin sujetos sociales, es una quimera.” (subrayado nuestro).

Luego resume en tres los elementos que la “estrategia del capitalismo proteccionista de Estado” debe cumplir para que sea exitosa: “1. tiene que ser nacional—regional; 2. debe basarse en cuatro polos de crecimiento; y, 3. debe resolver el problema del financiamiento de la acumulación ampliada del capital.” Los polos de desarrollo que hace mención el punto 2 se refieren a: “1. las pequeñas y medianas empresas (PYMES); 2. las corporaciones transnacionales (CTN); 3. las cooperativas y, 4. las empresas estratégicas del Estado”.

Estas son las ideas medulares de Dieterich respecto del período de “transición latinoamericana al nuevo socialismo”, un proceso netamente capitalista y radicalmente distinto a la concepción marxista leninista.

Un elemento final en este aspecto. Al analizar las opciones políticas que tiene América Latina para salir del subdesarrollo, Dieterich no pierde la oportunidad para negar la validez del uso de la violencia organizada para derrotar a las fuerzas del capital. “La tercera opción —dice el mencionado autor—, la guerrilla clásica ha dejado de ser —por múltiples razones, que van desde la urbanización en América Latina hasta la tecnología militar y la imposibilidad de un desarrollo nacional independiente— un acceso estratégico a una sociedad no—capitalista. El uso de las armas sigue siendo legítimo, por supuesto, en la defensa de los intereses de los pueblos, cuando los caminos institucionales democráticos están cerrados.” Este pacifismo burgués, sumado a la concepción evolucionista del capitalismo en socialismo, hace de Dieterich un “pensador” socialdemócrata vestido de socialista.

El estado no—clasista

Retomemos el tema del “estado no—clasista”; pero antes, no está demás refrescar algunos elementos básicos del marxismo que nos servirán de premisas para el análisis.

En la obra El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Engels señala que “el Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera de la sociedad… Es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado: es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren en sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del . Y ese poder, nacido de las sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado.”

Un punto medular de la concepción marxista del Estado implica reconocerlo como resultado y expresión del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, por lo que se concluye que mientras ellas existan, pervivirá el Estado. Otro aspecto fundamental tiene que ver con los roles distintos del Estado como instrumento de dominación de una clase sobre otra, tanto en el capitalismo como en el socialismo. La burguesía no puede ejercer su dominación de clase sin apoyarse en el Estado y en su aparato especial de represión, por lo tanto, sea la forma que lo de, busca los mecanismos de fortalecerlo y desarrollarlo. En contraparte, la clase obrera al tomar el poder adopta una serie de medidas que conducen al debilitamiento y a la final extinción del Estado socialista.

Las inconsistencias y contradicciones que a lo largo de su trabajo se evidencian, en este tema no están ausentes. En un momento habla que un componente de la institucionalidad del SS21 es el Estado no clasista y en otros momentos afirma que éste desaparecerá. En el punto 2.2.3 El Estado clasista, tras pocas palabras argumentativas respecto de las funciones de aquel, se limita a señalar que “desaparecerá con la democracia participativa. En su lugar habrá una nueva autoridad que priorizará los intereses generales y que, al perder sus funciones de clase pierde su identidad represiva”. En este punto el autor no reconoce o no diferencia una etapa inicial y otra avanzada del socialismo; habla de socialismo del siglo XXI en general. Y es lógico que se refiera en esos términos porque, como ya manifestamos, la transición al socialismo la entiende en el marco del capitalismo.

Si con ello Dieterich se refiere al período que el marxismo identifica como la etapa superior de socialismo, entonces, el Estado habría desaparecido, no existiría y no podría hacerse mención a la organización administrativa de la sociedad con este concepto; de hacer alusión a la etapa inicial, entonces estamos frente a un enorme contrabando, pues, en ella perviven las clases y la lucha de clases no ha dejado de ser menos intensa y abierta que en el capitalismo, por lo que la vigencia de una forma estatal es natural e indispensable. Al hablar de Estado tácitamente se reconoce la existencia de clases, por lo que resulta irracional o contradictorio —por decir lo menos— calificar como “Estado no clasista” a la institucionalidad del SS21.

Con ese concepto se daría al Estado la connotación de un órgano de conciliación de clases, mientras los marxistas sostenemos que aquel es un órgano de dominación de clase. “Que el Estado es un órgano de dominación de una determinada clase, la cual no puede conciliarse con su antípoda (con la clase contrapuesta a ella), es algo que la democracia pequeñoburguesa no podrá jamás comprender”, sostiene Lenin en El Estado y la Revolución .

En este punto es necesario recordar la vieja y enconada lucha que desde los tiempos de Marx y Engels se trabó entre el marxismo y el oportunismo, que llevó a Lenin a manifestar que no es marxista quien asume la existencia de las clases sociales, sino quien hace extensivo aquello a la necesidad de la dictadura del proletariado. Marx, en una carta dirigida a Weydenmeyer (marzo de 1852), escribe las siguientes emblemáticas palabras. “Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”

El anarquista uruguayo Raúl Zibechi, que también transita por los caminos del SS21, altera la historia al manifestar que Carlos Marx “nunca apostó al Estado como clave de bóveda de la construcción del socialismo, institución que siempre consideró como obstáculo en el camino emancipatorio”. Efectivamente, los marxistas no tenemos como fin el Estado, lo entendemos como instrumento utilizado por las clases para ejercer su poder y que desaparecerá cuando estén creadas las condiciones para llegar al comunismo. Siendo nuestro objetivo la sociedad sin clases —y no la igualdad de las clases—, implícitamente luchamos por acabar con el Estado como instrumento de dominación de una clase sobre otra.

Carlos Marx, en la “Crítica del Programa de Gotha” señala que “Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. Y a este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”, a lo que habría que añadir la siguiente formulación de Lenin: “El marxismo se distingue del anarquismo en que reconoce la necesidad del Estado y del poder estatal durante el período revolucionario, en general, y en la época del tránsito del capitalismo al socialismo, en particular.

… El marxismo se distingue del “socialdemocratismo” pequeñoburgués y oportunista … en que el Estado que considera necesario para esos períodos no es un Estado como la república parlamentaria burguesa corriente, sino un Estado del tipo de la Comuna de París”.

Pero a ese Estado el proletariado lo necesita transitoriamente, puesto que deberá desaparecer y “la forma transitoria para su desaparición (la forma de transición del Estado al no Estado) será ‘el proletariado organizado como clase dominante’” . Por lo tanto, mientras subsista mantendrá una condición de clase.

“Los sujetos de cambio”

Bajo este subtítulo Dieterich analiza las fuerzas y el programa del NPH. Aquí, como en la invención del Estado no—clasista, desconoce el papel de vanguardia que le corresponde cumplir a la clase obrera en la conducción del movimiento anticapitalista, al igual que en el proceso de construcción del socialismo. “El sujeto emancipador está conformado por la comunidad de víctimas del capitalismo neoliberal y de todos aquellos que son solidarios con ella. La clase obrera seguirá siendo un destacamento fundamental dentro de esta comunidad de víctimas, pero probablemente no constituirá su fuerza hegemónica.” Esa forma de negar el papel de la clase obrera también se observa en otro aspecto cuando, líneas antes, sostiene que “Tampoco parecen existir las condiciones para la revolución armada en el sentido tradicional…” Ni “tradicional” ni “moderna”, porque en la lógica de los SS21 el uso de la violencia organizada de las masas es incompatible con la transición del capitalismo desarrollista al “socialismo”.

También arremete contra la tesis leninista de la posibilidad de la construcción del socialismo en un solo país; antes lo hizo en contra la tesis leninista del eslabón débil, al manifestar que solamente los países con alto desarrollo capitalista (como Estados Unidos, Japón, China…) pueden avanzar al socialismo. En la página 61 encontramos lo siguiente: “Ningún proyecto de cambio nacional profundo puede prosperar en la actualidad, si no se conceptualiza y ejecuta como parte integral del proyecto mundial; debido a que las dependencias de las economías nacionales frente a su entorno son tan profundas que la sobrevivencia de un proyecto no—capitalista dentro del propio espacio nacional se vuelve imposible a mediano plazo. En este sentido, la vieja discusión teórica sobre la posibilidad de construir el socialismo en un sólo país ha sido resuelta por la evolución histórica de las últimas décadas (subrayado nuestro). El capitalismo es un problema sistémico, no local —como el cáncer—; por ende, sólo puede ser vencido con una estrategia de defensa y superación sistémica. Por lo mismo, la praxis democratizadora del sujeto mundial de cambio sólo logrará acumular la fuerza para superar al sistema actual, si conceptualiza la lucha a nivel global y regional, para actuar a nivel nacional y local. (Think global, act local)”. Jugando a dos aguas, como también lo hace en otros temas, a renglón seguido afirma que “esto no significa que la transformación tenga que hacerse simultáneamente en toda la aldea global, para que sea viable, (…) el nuevo sistema se establece por lo general, en un sector del sistema dominante para luego expandirse gradualmente y convertirse de subsistema o nuevo orden (heterodoxia) en sistema u orden principal (normal): la nueva ortodoxia. Suponemos, que la transición del capitalismo global contemporáneo hacia la democracia mundial participativa seguirá esta misma lógica evolutiva”.

Como en otros aspectos, Dieterich busca aparentar que su propuesta es íntegramente “innovadora”, no obstante recoger —de refilón— elementos reconocidos desde hace muchos años por el movimiento revolucionario. Desde el aparecimiento del Manifiesto Comunista (1848) se formuló la lucha por el socialismo como un fenómeno “sistémico” —para utilizar las palabras de Dieterich— y no local y menos circunstancial, y esa comprensión se resume en la consigna ¡Proletarios de todos los países, Uníos!, y en los esfuerzos inmediatos que se desarrollaron para la organización internacional del proletariado, que dio origen a la Asociación Internacional de Trabajadores, fundada en 1864 y conocida como la Primera Internacional, cuyos primeros documentos reconocían los principios del comunismo científico, pregonaban la necesidad de la unidad nacional e internacional de la clase obrera y el deber de tomar el poder político para lograr su emancipación.

El marxismo siempre ha postulado que la revolución social del proletariado tiene en su contenido una connotación internacional, porque enfrentamos a un sistema y a una clase que ha logrado el dominio mundial, cuya derrota definitiva está condicionada por su eliminación total. Mas, esta revolución mundial, por su forma tiene carácter nacional, es decir, se expresa en los combates que en cada país levanta la clase obrera para derrotar a “su” burguesía y conquistar el poder. De hecho, los efectos de las revoluciones triunfantes locales no se limitan a sus fronteras, tienen implicaciones internacionales al afectar la cadena de dominación del imperialismo, amén de los efectos ideológicos y políticos en el movimiento revolucionario internacional.

En el análisis que Lenin hace del imperialismo, remarca el desarrollo desigual que se opera en los países capitalistas e imperialistas, concluyendo que el sistema se quebrará en su eslabón más débil y no necesariamente en el país con mayor desarrollo de las fuerzas productivas, y la Revolución Rusa de 1917 confirmó aquello. De ese análisis se desprende la teoría de la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo país o en un número limitado de países. Stalin recurre a una cita de Lenin —de agosto de 1915— en la que explica este fenómeno de la siguiente manera: “La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que la victoria del socialismo empiece por unos cuantos países capitalistas, o incluso por un solo país capitalista. El proletariado triunfante de este país, después de expropiar a los capitalistas y de organizar la producción socialista dentro de sus fronteras, se enfrentará con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás países, levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados”

En la ex Unión Soviética se proclamó la victoria del socialismo a inicios de los años 30 del siglo pasado, es decir, que había culminado el período de transición del capitalismo al socialismo, superándose la “contradicción fundamental del período de transición (que) existía entre el socialismo ascendente y las formas de economía capitalista” Sin embargo, años más tarde, ese nuevo orden fue subvertido por los revisionistas jrushovistas.

Debe anotarse que el Partido bolchevique analizó la posibilidad de que dicha victoria no sea definitiva. Stalin previene el peligro que implica estar rodeados de países hostiles al socialismo que pueden intervenir para restaurar el capitalismo, concluyendo que “podemos decir abiertamente y honestamente que la victoria del socialismo en nuestro país no es definitiva” Y efectivamente el capital internacional actuó en contra de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. Antes, Lenin hizo una advertencia en los siguientes términos: “No vivimos solamente dentro de un Estado, sino dentro de un sistema de Estados, y no se concibe que la República Soviética pueda existir mucho tiempo al lado de los Estados imperialistas. En fin de cuentas, acabará triunfando lo uno o lo otro. Pero antes de que se llegue a esto, es inevitable una serie de choques terribles entre la República Soviética y los Estados burgueses. Esto significa que si la clase dominante, el proletariado, quiere dominar y ha de dominar, tiene que demostrarlo también por medio de su organización militar”

En otra ocasión, y analizando otros condicionantes, el mismo Stalin alertó lo siguiente: “Cuidado, esta victoria no es definitiva hasta tanto el socialismo no sea victorioso más que dentro de un solo país…”. Sin embargo, es un hecho que todas esas advertencias no previeron que la restauración capitalista provendría de un proceso de degeneración interna; siempre pusieron énfasis en elementos externos, como factores que podían poner en riesgo el socialismo que se construía en la ex URSS.

El socialismo fue subvertido desde dentro, por elementos oportunistas y degenerados que para engañar a la clase obrera y al movimiento comunista internacional inicialmente hablaban de conceptos y categorías marxistas y seudo marxistas. La burguesía fue capaz de penetrar con su ideología en el Partido Comunista de la Unión Soviética para desviarlo del camino revolucionario y reinstaurar el capitalismo. Esta amarga lección, en la que el proletariado soviético e internacional sufrieron una derrota transitoria, subraya que la lucha entre ideología socialista e ideología capitalista no solo se produce en la confrontación del movimiento revolucionario con la burguesía, se desenvuelve también al interior del primero.

Desde los albores del marxismo hubo que combatir a corrientes antimarxistas y seudo revolucionarias actuantes en el movimiento obrero, que trabajaban para llevar al movimiento revolucionario a posiciones funcionales al capitalismo. Las teorizaciones del socialismo del siglo XXI no se diferencian de ellas en sus objetivos ideológico—políticos, son una nueva versión del pensamiento burgués socialdemócrata, que busca crear un movimiento aparentemente socialista y anticapitalista, pero en los hechos no hace otra cosa que apuntalar al sistema.

II PARTE

La denominada economía planificada de equivalencias

Bajo el término de “economía planificada de equivalencias” Heinz Dietercih condensa lo que a su manera de ver constituye la esencia del programa económico del Socialismo del Siglo XXI. Esa sería una “economía en la cual los intercambios y las gratificaciones de los sujetos económicos se hacen sobre valores iguales, es decir, sobre esfuerzos laborales, cantidades de trabajo aportados a la generación de la riqueza social” e implicaría la transición de una economía de mercado a una de satisfacción de necesidades.

Sintéticamente, estas son las premisas fundamentales de su propuesta:
• La economía descansaría sobre la coincidencia (identidad) completa de precio y valor.
• Debe cambiar la teoría sobre el valor del trabajo con el principio de equivalencia.
• El valor estará determinado por la cantidad de trabajo contenido en el producto.
• El salario equivaldrá exactamente al tiempo de trabajo invertido, independientemente de cualquier condición o circunstancia.
• La precondición para la nueva estrategia es el conocimiento del valor objetivo de los productos y servicios.
• Los precios equivalen a los valores y no contienen otra cosa que no sea la absoluta equivalencia del trabajo incorporado en los bienes.
• La economía de valores sustituye a la de precios.
• En la medida en que la economía equivalente venza la economía de mercado, desaparecerá la ganancia y la propiedad privada de los medios de producción perderá su base, se eliminará por sí sola.
• La transición a este tipo de economía ya está realizándose.

Mientras desarrolla esos puntos de vista —en medio de un enredo teórico y una tergiversación histórica— no pierde la oportunidad para echar lodo sobre el marxismo leninismo y la primera experiencia que la humanidad conoció de la construcción del socialismo en la ex Unión Soviética, sin diferenciar el período inicial de esa revolución de la época en que los revisionistas jrushovistas asaltaron el poder e iniciaron la restauración capitalista.

Aunque el autor dice coincidir con las formulaciones teóricas de Marx y Engels, en realidad las recusa y desvalora; menciona a los clásicos para mostrarse como el único que ha estado en capacidad de desarrollar su pensamiento. En su libro “El Socialismo del siglo XXI” encontramos la siguiente formulación, que advertimos leerla con detenimiento: “Marx y Engels dedicaron toda su vida a la creación de esta conciencia de clase y a la organización política-sindical de los actores de cambio. Explicaron y combatieron el efecto de socialización enajenante del trabajo fabril, por una parte, y el impacto de la deformación ideológica deliberada a través de los aparatos ideológicos del sistema, como la iglesia, la escuela, los medios de comunicación, por otra. La superación de ambos tipos de enajenación en los sujetos era un medio; el fin consistía en la acumulación de fuerzas, capaces de producir el cambio radical deseado.

Sin embargo, no pudieron hacer lo mismo con el segundo polo del problema: la lógica de la economía de mercado. No dejaron un programa concreto de una economía socialista, por la simple razón, de que ni el conocimiento científico ni el avance de las fuerzas productivas lo permitieron”. (subrayado nuestro). Entre los dos párrafos transcritos existe un subtítulo por demás concluyente, que lo citamos aparte por su significado “Imposibilidad histórica del proyecto”.

Dieterich sostiene, en consecuencia, que cualquier intento por construir el socialismo ya estaba condenado al fracaso y que solo en la actualidad con su SS21 es posible lograrlo. Ahora bien, la razón para la supuesta carencia de un programa económico estuvo dada por la inexistencia –en la época de Marx- de computadoras y de una “matemática avanzada para calcular en la práctica el valor de un producto…”, lo que además llevó a que el intercambio de productos, en los ex países socialistas, no se realice en “términos de equi-valencias —equidad de valores—, sino en términos de equi—precios —equidad de precios.” Cristóbal García Vera califica a esta postura como “determinismo cientificista”, advirtiendo que Dieterich reproduce “la vieja creencia de que el desarrollo científico—técnico, por sí sólo, podrá resolver todos los problemas y contradicciones de nuestra sociedad”.

La explicación para el fracaso del socialismo en la ex Unión Soviética estaría, según Dieterich, en que allí tampoco había o no hicieron funcionar las computadoras para los cálculos del valor, y no como resultado de la intervención del capitalismo, el imperialismo y la reacción, de la traición revisionista y de los errores políticos, económicos y sociales en los que incurrieran los comunistas en el proceso.

Pero bien, continuando con la lógica del “filósofo alemán”, la clave sería encontrar un teorema operativo, una fórmula matemática que permita dar el salto del capitalismo al socialismo y para eso trabaja un grupo de matemáticos europeos. Lo cierto es que esa formulación capaz de condensar la teoría de valor-trabajo no existe, colocando a la economía de equivalencias como una especulación teórica y no como teoría científica.

La “modestia” de Dieterich Steffan le hace decir que nadie —salvo él, por supuesto— ha podido proporcionar “a la teoría del socialismo revolucionario nuevas fuerzas teóricas comparables a las de los nuevos paradigmas de la física” . Para él, el SS 21 “sería al viejo ‘socialismo teórico clásico’, lo que la teoría de la relatividad, la física cuántica y la teoría de los quarks a la física clásica de Isaac Newton”.

Mas, esa no es la única conclusión, se atreve a sostener que hasta el momento no ha existido un socialismo teórico, que hasta hoy “carecemos de una teoría socialista para el siglo XXI” y que simplemente ha existido una especie de socialismo experimental. Los aportes a la teoría del socialismo formulados por Lenin y Stalin son ignorados, y aún el mismo valor de los principios establecidos por Marx y Engels.

A propósito, no se puede cometer el error de aceptar como cierto que Marx y Engels “no dejaron un programa concreto de una economía socialista”. Allí están “El Manifiesto Comunista”, “La Crítica del Programa de Gotha” para citar apenas dos obras, que desarrollan elementos programáticos para la construcción del socialismo; y está “El Capital” que al desentrañar la esencia de la dinámica del capitalismo, deja al descubierto cómo debe actuar el proletariado para derrotarlo y construir el socialismo.

¿Cómo plantea Marx la equivalencia en el socialismo?

Arno Peters sostiene que en los “países comunistas” los precios de los productos no eran equivalentes a su valor, pues, “no estaban fijados por el tiempo laborado, contenido en ello”, amén que los salarios “no equivalían a los valores que los trabajadores habrían agregado a los productos”. Por lo tanto, allí no se estableció una economía equivalente.

Para sortear esa limitación —dice Peters— se debe combinar la teoría sobre el valor del trabajo con el principio de la equivalencia, con lo que el salario equivaldrá exactamente al tiempo de trabajo invertido, independientemente de cualquier condición o circunstancia. En consecuencia, “los precios equivalen a los valores, y no contienen otra cosa que no sea la absoluta equivalencia del trabajo incorporado en los bienes. De esta manera se cierra el circuito de la economía en valores, que sustituye a la de precios. Se acabó la explotación de los hombres por sus prójimos, es decir, la apropiación de los productos del trabajo de otros, por encima del valor del trabajo propio. Cada ser humano recibe el valor completo que él agregó a los bienes o a los servicios”.

Nos detenemos aquí para observar algunos elementos. Cada ser humano recibe el valor completo que él agregó a los bienes o a los servicios, puntualiza como innovación teórica. Esta idea no es original de Dieterich ni de Peters, Marx ya la combatió en su época.

En mayo de 1875 se celebró el Congreso de Gotha que reunió a las dos corrientes del movimiento obrero alemán: el Partido Obrero Socialdemócrata (dirigido por A. Bebel y W. Liebknecht) y los lassalleanos de la Asociación General de Obreros de Alemania, de él salió el Partido Obrero Socialista de Alemania. Ese congreso aprobó un programa que fue duramente criticado por Marx y Engels, y en el que se dice que “todos los miembros de la sociedad tienen igual derecho a percibir el fruto íntegro del trabajo”.

Marx refuta aquello señalando que del producto social global hay que deducir: Primero: una parte para reponer los medios de producción consumidos.
Segundo: una parte suplementaria para ampliar la producción.
Tercero: el fondo de reserva o de seguro contra accidentes, trastornos debidos a fenómenos naturales, etc.

Esas deducciones son imprescindibles para garantizar la continuidad y desarrollo del proceso productivo, de sus elementos materiales y también como medidas precautelares. Pero, de la parte restante del producto social global, destinada a servir de medios de consumo, Marx establece que, antes de que llegue al reparto individual, se debe deducir:
“Primero: los gastos generales de administración, no concernientes a la producción…
Segundo: la parte que se destine a satisfacer necesidades colectivas, tales como escuelas, instituciones sanitarias, etc. …
Tercero: los fondos de sostenimiento de las personas no capacitadas para el trabajo, etc.; en una palabra, lo que hoy compete a la llamada beneficencia oficial.

Sólo después de esto podemos proceder al ‘reparto’,… por lo que “el ‘fruto íntegro del trabajo’ se ha transformado ya, imperceptiblemente, en el ‘fruto parcial’, aunque lo que se le quite al productor en calidad de individuo vuelva a él, directa o indirectamente, en calidad de miembros de la sociedad”.

Con esta explicación se desvirtúa también que el salario debe equivaler directa y absolutamente al tiempo laborado, porque la sociedad retribuye con el salario solamente tras realizar las deducciones antes mencionadas.

En la fase primera de la sociedad socialista (tómese en cuenta que Dieterich nunca habla de una fase inicial y otra superior, y su economía de equivalencias se aplicaría en todo momento), el productor individual obtiene de la sociedad lo equivalente a su cuota individual de trabajo. “La sociedad le entrega un bono consignando que ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de descontar lo que ha trabajado para el fondo común), y con este bono saca de los depósitos sociales de medios de consumo la parte equivalente a la cantidad de trabajo que rindió. La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de esta bajo otra distinta.” En cierto sentido funciona el mismo principio que en el intercambio de mercancías equivalentes: “se cambia una cantidad de trabajo, bajo una forma, por otra cantidad igual de trabajo, bajo otra forma distinta”.

De esa forma se aplica el conocido principio socialista: “cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo”, lo que aparece como una acción justa, pero no lo es plenamente.

Debe tenerse en cuenta que la sociedad comunista no “surge” directa y solidamente, le antecede un período de convivencia (en condiciones de lucha a muerte) entre las iniciales formas socialistas de propiedad y las sobrevivientes formas capitalistas, lo que impide la realización —en esa etapa inicial— de la justicia plena. Mientras esa realidad objetiva se mantiene existen diferencias de clase, contradicciones entre el trabajo manual e intelectual, entre el campo y la ciudad, y más. El Estado proletario trabaja por desarrollar las formas de propiedad y producción socialistas y superar ese período.

Pero retomemos la idea de la retribución “equivalente, directa y absoluta del tiempo laborado”. Ese aparente comportamiento de justicia social tiene su raíz en el derecho burgués. La base de la igualdad, o la medida para determinarla, estarían en el tiempo laborado, pero no se toma en cuenta, por ejemplo, que por las diferencias físicas e intelectuales existentes entre los seres humanos, unos rinden más que otros en la misma unidad de tiempo, o que el valor agregado en el mismo tiempo difiere de acuerdo a las ramas de producción y aún dentro de la misma por el desigual desarrollo de los instrumentos de trabajo. Conclusión: la aparente igualdad deviene en desigualdad.

Esa retribución no toma en cuenta que, aunque desde el punto de vista de clase, todos los obreros son iguales, resulta que unos son casados y otros solteros; unos tienen más hijos que otros. Por lo tanto, ese principio de retribución igual en función del tiempo laborado conduce a que unos se aprovechen más que otros del fondo social, unos sean más ricos que otros.

Eso que dijimos es permisible en la primera fase del socialismo, posteriormente no es admisible. “En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!”

Los panegiristas de Dieterich aducirán que su “ideólogo”, al tiempo de pregonar la equivalencia exacta del salario con el tiempo de trabajo invertido, sostiene que lo esencial es determinar el valor en función de la cantidad de trabajo contenido en los productos, pero aún si encontrara esa fórmula mágica, quien agrega más valor recibiría más beneficios materiales porque toma como unidad de medida el tiempo.

Economía equivalente en el capitalismo

En la parte primera de este artículo hicimos notar que la vía al SS21 era el camino del keynesianismo desarrollista, como paso previo y evolutivo al socialismo. Con esa lógica, los ciber-socialistas del siglo XXI apuestan iniciar su economía de equivalencias en los países capitalistas.

La forma de propiedad en los medios de producción, sostiene Dieterich, no tiene mayor importancia para la realización del principio de equivalencia para una primera fase en la transición hacia la economía equivalente, y que “en la medida en que la economía equivalente venza la economía de mercado, desaparecerá la ganancia y la propiedad privada de los medios de producción perderá su base, se eliminará por sí sola”. (subrayado nuestro). En otras palabras, desde la esfera del intercambio se aniquilará a la propiedad privada; no hace falta tomar al poder, simplemente se debe persuadir a los capitalistas que introduzcan en sus computadoras la fórmula matemática de Peters y compañía y que en adelante fijen en las vitrinas los valores y no los precios de los productos.

Así como para los neoliberales el libre mercado era el centro del desarrollo y armonía social, el mercado equivalente de Heinz y Arno resuelve la satisfacción de las necesidades del ser humano. Ellos no creen en la sentencia marxista de expropiar a los expropiadores, pues, han “descubierto” que la explotación al trabajo no está sujeta a la propiedad privada de los medios de producción. Si eso fuera cierto, sostienen, los “directores de banco… que solo viven de la venta de su fuerza laboral, formarían parte de los explotados; por el contrario… (los) albañiles, como propietarios de sus medios de producción… si emplean a un ayudante… por un salario, serían explotadores” . No es broma… escrito está.

En otra parte del mencionado documento insisten que para lograr la justicia, históricamente se han tratado dos caminos: la redistribución de la riqueza, vía el Estado (socialdemocracia, CEPAL, keynesianismo) y la estatización de los medios de producción (socialismo histórico), frente a los que surge una tercera estrategia mediante el intercambio equivalente en productos y servicios. Es decir, la clave está en el intercambio. Ah, y en algo más: en la informática, pues, la transición hacia la economía equivalente es facilitada y activada por la rápida computación de la economía, administración y vida privada.

¿De qué clase de socialismo se habla, si se mantiene la propiedad privada sobre los medios de producción? Lo medular no está en cómo se intercambian los productos, sino cómo se producen, es decir, bajo qué tipo de relaciones sociales de producción. En el marco del sistema capitalista no es posible eliminar la plusvalía (fuente de acumulación capitalista), por lo tanto ¿Cómo pretende Dieterich establecer un sistema de equivalencias, respetando la plusvalía? Las utilidades de la burguesía no desaparecen estableciendo un sistema de intercambio equivalente, sino eliminando la propiedad privada sobre los medios de producción.

El la propuesta del Socialismo del Siglo XXI no encontramos ninguna rigurosidad científica como pretenden sus autores, es, por el contrario una especulación teórica antimarxista elaborada por representantes políticos de la burguesía, que tienen el interés de confundir a la clase obrera y a los pueblos, frente al despertar que en ellos surge por conquistar el socialismo.

Sobre la Alcaldía de San Salvador

En el año 2006, la alcaldía de San Salvador fué ganada por la Dra. Violeta Menjivar por apenas 44 votos, lo cual independientemente de que se hable de fraude o de movilización de ciudadanos indicaba que la población capitalina no estaba del todo contenta con la gestión del entonces alcalde Mario Rivas Zamora, que para entonces ya se había separado del FMLN participando en la elección como candidato y que al final sumó los votos suficientes para hacer que la victoria del FMLN estuviese pendiendo de un hilo.

Esto indicaba ya problemas en la gestión municipal y descontento de la población con el trabajo realizado en la alcaldía, y el gane de la Dra. Menjivar no se podía reclamar como una victoria contundente, por lo cual le esperaba un duro trabajo para revertir la percepción del electorado capitalino.

Pasó el período completo de la Dra. Menjivar pero no pudo o no quiso meterle mano a los problemas puntuales para el capitalino que todos sabemos que són:

– La basura
– Los vendedores ambulantes
– El desorden vehicular en el centro
– La inseguridad ciudadana

Aunque hizo bastante labor social y municipal, ésta no impactó en los problemas mencionados, lo cual fué aprovechado por los grandes medios para magnificar estos problemas y presentarles a los Capitalinos un San Salvador horrible y mal administrado.

Esto mantuvo el descontento de la gente, sumado a que en muchas ocasiones la derecha aprovechó grupos financiados por ellos para provocar y mantener desórdenes en la capital que fueron mal manejados por los agentes metropolitanos lo que dió nuevamente temas a los grandes medios, de manera tal que poco a poco se fué alimentando el descontento de los capitalinos por la nueva alcaldesa.

En esta elección Norman Quijano apareció con propuestas “novedosas” aunque de dudosa viabilidad, y se apoyó en una enorme cobertura mediática para vendérselas a los capitalinos que quisieron creerle, mientras por lo bajo se armaba una campaña sucia contra la alcaldía y sus funcionarios que mantuvo el descontento de muchos sectores con la gestión de la alcaldía.

Por eso bastaro unos cuantos miles de votos movilizados y/o fraudulentos para ganar la elección con una diferencia que aunque no fué aquella risible diferencia de 44 vótos, no se puede considerar como una gran victoria para ARENA, pues la población sigue dividida en su preferencia electoral en cuanto a elecciones municipales se refiere.sin inclinarse masivamente hacia ninguna de las dos opciones.

Alguien dijo por ahí en los comentarios lo siguiente: “Apelar al fraude como única causa de la vergonzosa derrota sufrida en San Salvador es demasiado simplista y peligroso….”.

Porque efectivamente, Sí, podemos decir que hubo movilización de votantes y mucho voto fraudulento, pero si hablamos de que la alcaldía se ganó a puro voto fraudulento, esto significa remontar 11 o mas puntos porcentuales de votación pura que en números electorales serían mas de 25,000 votos fraudulentos lo cual indicaría que los vigilantes del FMLN son los mas pendejos del mundo, como comentaron por aquí también en otro momento. ¿Será cierto eso?… Creo que no.

En realidad la derrota del FMLN en San Salvador fué apretada y seguramente “auxiliada” por acciones fraudulentas de parte de ARENA, pero se dió porque su gestión no ha sido como la de Ortíz en Santa Tecla por ejemplo, también fué vergonzosa para el FMLN sobre todo por la autosuficiencia expresada por su candidata y grupo de campaña, previo a la elección, pero aparte del baldazo de agua fría que representó, se pueden sacar buenas enseñanzas de ella.

1o. El triunfo de Funes no está asegurado en un 100%.
Es cierto que Mauricio Funes sigue a la cabeza en aceptación del electorado y que las dos elecciones son diferentes, el apoyo del electorado a la persona influye mucho, por lo que Mauricio Funes lleva muchas ventajas sobre Rodrigo Avila, pero que quede claro algo que se ha repetido insistentemente en este blog: ARENA mueve una enorme maquinaria propagandística que puede motivar al voto voto blando en otra dirección.

2o. El Voto “duro” del FMLN no es suficiente.
Es decir que el FMLN aunque tienen un voto duro sensiblemente mayor que el arenero, no representa la mayoría de los votantes salvadoreños, y depende al igual que ARENA de los votantes blandos (llamados “Swinger” por Keller) y en las últimas elecciones es ARENA quien ha sabido manipular dicho voto, muchas veces gracias a acciones y errores que el mismo FMLN comete.

3o. El Salvador no es Marxista – Leninista.
Les guste o nó a ciertas personas, El Salvador sigue siendo un pueblo escencialmente conservador y religioso, el discurso bolchevique todavía los asusta. A lo que el pueblo le ha perdido miedo es al FMLN, pues ha demostrado ser un partido democrático cumplidor de sus compromisos y ha gobernado en muchos municipios incluyendo la capital ademas de tener una representación legislativa muy fuerte, pero el miedo al comunismo persiste en buena parte de la población, y pegarse al mensaje de “Revolución o muerte Venceremos”, “Viva el Ché”, “Imperialismo Yanky”, etc. Aún asusta a la gente no militante que, repito, es la mayoría.

4o. A pesar de la ventaja, se debe ser mas cauteloso.
ARENA tiene puesta toda su maquinaria en máxima potencia, porque aún la tiene cuesta arriba, en estas Elecciones, salvo la pérdida de San Salvador, el FMLN ha salido victorioso con una representación mayor que la de ARENA en diputados y con el hecho de haberle arrebatado mas de 30 alcaldías al partido tricolor, incluyendo unas que se consideraban bastiones inexpugnables de la derecha salvadoreña, como Izalco, la Unión y Nueva Concepción, aumentando así el número de municipios bajo su control a casi el doble de lo que tenía el 2006, pero como lo demostró la derrota en San Salvador, no todo está escrito.

La fase final comienza y con este reacomodo de las fuerzas, ambos partidos se aprestan a librar su batalla decisiva, que no es de ningún modo la batalla por el destino de la humanidad, aunque insistan en presentarla de esta forma tanto Areneros como Efemelenistas.

Auschwitz

Auschwitz

Salvatore Quasimodo

Laggiù, ad Auschwitz, lontano dalla Vistola,
amore, lungo la pianura nordica,
in un campo di morte: fredda, funebre,
la pioggia sulla ruggine dei pali
e i grovigli di ferro dei recinti:
e non albero o uccelli nell’aria grigia
o su dal nostro pensiero, ma inerzia
e dolore che la memoria lascia
al suo silenzio senza ironia o ira.
Da quell’inferno aperto da una scritta
bianca: “ Il lavoro vi renderà liberi “
uscì continuo il fumo
di migliaia di donne spinte fuori
all’alba dai canili contro il muro
del tiro a segno o soffocate urlando
misericordia all’acqua con la bocca
di scheletro sotto le doccie a gas.
Le troverai tu, soldato, nella tua
storia in forme di fiumi, d’animali,
o sei tu pure cenere d’Auschwitz,
medaglia di silenzio?
Restano lunghe trecce chiuse in urne
di vetro ancora strette da amuleti
e ombre infinite di piccole scarpe
e di sciarpe d’ebrei: sono reliquie
d’un tempo di saggezza, di sapienza
dell’uomo che si fa misura d’armi,
sono i miti, le nostre metamorfosi.

Sulle distese dove amore e pianto
marcirono e pietà, sotto la pioggia,
laggiù, batteva un no dentro di noi,
un no alla morte, morta ad Auschwitz,
per non ripetere, da quella buca
di cenere, la morte.

CEM publica Informe del PCS de enero de 1971

CEM PUBLICA INFORME DEL PCS DE ENERO DE 1971

SAN SALVADOR, 24 de enero de 2009 (SIEP) “En homenaje al tercer aniversario del fallecimiento del revolucionario salvadoreño, Schafik Jorge Handal, principal seguidor de las ideas de Marx, Engels y Lenin, publicamos este interesante informe de la situación política de principios de la década de los setenta del siglo pasado” indicó el Lic. Roberto Pineda, coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “los comunistas salvadoreños aglutinados en el PCS seguían fielmente la enseñanza leninista del análisis concreto de la situación concreta y en este documento, elaborado por la Comisión Política de este partido clandestino, evalúan las diversas situaciones que vive el país.”

“Inician con una valoración sobre el deterioro de la situación económica como resultado del conflicto armado con Honduras y su impacto en el quiebre del Mercado Común Centroamericano, lo que provoca un aumento en las cargas impositivas sobre la población trabajadora.”

“Luego evalúa el fracaso de las gestiones diplomáticas para recomponer el MCC y concluye que el proceso de integración ha sido roto y pude incluso esperarse nuevos incidentes fronterizos entre Honduras y El salvador, fomentados por las oligarquías locales.”

Por otra parte, el documento toma nota de aumentos en los preciso de productos básicos y el surgimiento de la protesta social que se manifiesta en movimientos huelguísticos y crecimiento de la organización de los trabajadores de la ciudad y del campo.”

“Asimismo el documento registra la existencia de grietas al interior de las clases dominantes y sus aparatos de poder, que se refleja en la salida del general Medrano como jefe de la Guardia Nacional y en los esfuerzos que este realiza para unificar a los sectores más conservadores del gran capital.”

Finalmente el documento apunta a la necesidad de unificar a los sectores democráticos y populares en un frente único que desafíe y derrota las estrategias de la oligarquía y el imperialismo yanqui e impulse una plataforma de cambios…” concluyó el Lic. Pineda.