REFLEXIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES EN EL SALVADOR.
PONENCIA ANTE EL VI CONGRESO CENTROAMERICANO DE HISTORIA
MESA : HISTORIA Y GENERO
CIUDAD DE PANAMÁ, 22 AL 26 DE JULIO DE 2002.
María Candelaria Navas
Escuela de Ciencias Sociales
Facultad de Ciencias y Humanidades
Universidad de El Salvador
Final 25 Avenida Norte, San Salvador
El Salvador.
Teléfono: ( 503) 2251500, extensión 4309
Fax: (503) 2252999
Email: mcandelariasv@yahoo.
Reflexiones sobre la Historia de la Participación de las Mujeres en El Salvador.
Nos permitimos presentar a consideración de las y los participantes en el VI Congreso Centroamericano de Historia , algunas reflexiones surgidas del seguimiento que hemos dado a la participación de las mujeres salvadoreñas en los ámbitos sociopolítico, económico y cultural, tanto a nivel personal/individual como en su calidad de miembras de alguna organización. Como antecedentes inmediatos hemos tomado los períodos históricos propuestos, en la ponencia que presentamos Liza Domínguez y mi persona, en el V Congreso Centroamericano de Historia realizado en San Salvador en julio de 2000.(“Elementos para una Historia del Protagonismo de las Mujeres en El Salvador”) .
Como complemento , en esta ocasión, presentaré un avance de la investigación
“ La Participación de las Mujeres en Seis Municipios de El Salvador : un análisis comparativo”, (San Salvador, Soyapango, Nejapa, Olocuilta, Tecoluca y El Carmen), realizada durante el año 2001 para la Fundación Nacional para el Desarrollo –FUNDE- en co-autoría con María Elena Moreno investigadora de dicha institución. Para el desarrollo de las reflexiones trataré de responder las siguientes preguntas:
1. ¿ Qué entendemos por participación?
2. ¿ Cual ha sido la historia de la participación de las mujeres en El Salvador?.
3. ¿Cómo participan, en qué espacios?
I. Qué entendemos por participación?
Analizar la participación desde una perspectiva de género, conlleva una forma de mirar y de pensar los procesos sociales, las necesidades y las demandas, los objetivos y beneficios del desarrollo que, como metodología de trabajo, considera a las mujeres agentes de cambio que impulsan una adquisición individual y colectiva de poder (“empoderamiento”) que las posiciona en una situación de equidad frente a los hombres y les posibilita relaciones con diferentes actores y espacios para incidir en los procesos de cambio.
Posición en situación de equidad significa igualdad de oportunidades en lo que se conoce, lo que se sabe hacer y en las cualidades que se tienen. De la misma forma, la igualdad de oportunidades supone poder disfrutar de los logros y beneficios de la participación.
Dicho de otro modo, equidad significa acceso real a las oportunidades que se presentan, condiciones para aprovechar esas oportunidades y disfrute de los productos del trabajo, todo ello apuntando a una participación de las mujeres en igualdad y en pleno ejercicio de su condición ciudadana. Por eso, la ciudadanía (Hábitat:2000,13) tiene que ver con la igualdad de oportunidades de participar activa y plenamente, ejercer derechos y tomar decisiones que influyan en la producción, distribución y apropiación de los recursos materiales y simbólicos de cada sociedad y territorio.
La Ciudadanía de las mujeres habla de participación activa en las instancias de toma de decisiones como sujetos con derechos y como sujetos políticos constructores de democracia. El poder compartido se ha reconocido como requisito esencial para ella. (Hábitat:2000,16)
Este nivel de participación dependerá de factores como:
a) la promoción de estructuras, políticas y esfuerzos organizados de participación de las mujeres; b) la existencia de un tejido socio-institucional que apoye y promueva a las mujeres; c) la capacidad de las mujeres para conformar su propia organización.
Hablar de participación nos lleva también a examinar los aportes de las mujeres en la modificación de estructuras organizativas e institucionales (incluidas las gubernamentales).
La Participación, entonces, son actos protagónicos de las mujeres en los procesos sociales de una localidad o nación . La participación puede ser organizada o no, y puede implicar interactuar con el Estado.
La participación se inicia en el grupo familiar desde el cual contribuye a la reproducción de la fuerza de trabajo de la sociedad local, socializa y fomenta el aprendizaje de normas y valores. La reproducción de la especie humana que implica crianza, apoyo emocional, asistencia a hijos e hijas, pareja, parientes, también es una forma de participación.
Existen diferentes formas o tipos de participación, veamos:
a) Participación Política: es la intervención de ciudadanos y ciudadanas a través de los partidos políticos en órganos de representación como parlamentos y concejos municipales. Se realiza directamente (afiliación o militancia en un partido) e indirectamente (a través de los procesos electorales).
Dentro de la militancia partidaria, las mujeres inciden en instancias de dirección y toma de decisiones, como votar por representantes, acceder a cargos de representación, elaborar y políticas públicas, definir programas de acción y áreas de intervención, por nombrar algunos ejemplos.
b) Participación Social: se ejerce a través de agrupamientos de la sociedad civil en el marco de los movimientos sociales, para resolver necesidades inmediatas.
c) Participación Comunitaria: busaca el desarrollo de la comunidad; las agrupaciones dan respuesta a las limitaciones y carencias en infraestructura y servicios básicos.
a) Participación Ciudadana: es el involucramiento, de ciudadanos y ciudadanas, así como de organizaciones e instituciones que los agrupan, en los procesos de toma de decisiones y ejecución de acciones de carácter estratégico para el desarrollo, junto con el gobierno y otros actores, tanto en los niveles nacionales, como en las regiones o municipios. Se trata, de una participación transformadora de la realidad, en beneficio de las presentes y futuras generaciones.
La ciudadanía tiene que ver con el derecho a proponer y decidir sobre la resolución de problemas en la comunidad, barrio, colonia o municipio. Trasciende el ámbito de lo asociativo o comunitario.
II. Cuál ha sido la participación de las salvadoreñas en la Historia?
La participación debe entenderse como un proceso histórico cultural, de ahí que si quisiéramos profundizar en la historia de la participación de las mujeres en la realidad salvadoreña, atendiendo las opciones antes descritas, nos encontraríamos con una gama de expresiones, pese a que todavía falta examinar a fondo los anales históricos para trazar un retrato firme y claro de dicha participación.
Desde la segunda mitad del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, las mujeres aparecen como fuerza organizada o como personas individuales, en distintos espacios: sectoriales, gremiales, corporativistas o literarios.
Para efectos de análisis, la participación de las mujeres se enmarcaría en dos tendencias. Estas manifestaciones se identifican antes del surgimiento del movimiento de mujeres y feminista, como tal, con reivindicaciones propias, organizado por ellas y con cierta dirección autónoma o en su búsqueda y de la especificidad de ser mujeres.
a) Había la consideración de que los sectores subalternos se constituían a partir de su determinación e identidad de clase. Consecuentemente, las mujeres y/o sus organizaciones debían “ sumar fuerzas” a otros movimientos, a otras reivindicaciones de carácter global. Las transformaciones estructurales , a ese nivel, resolverían todas las formas de opresión, incluida la de género. Las mujeres salvadoreñas se integraron a éstas luchas sociales , aproximadamente hasta 1987, momento en que se inician las reflexiones, los debates y organizaciones específicas de mujeres.
b) Hubo otra tendencia muy minoritaria de mujeres feministas que no estaban ligadas a una organización , pero pertenecían a la academia, al ateneo, al periodismo, a las expresiones literarias las cuales hicieron presencia desde su especificidad e identidad femenina. Algunas, como Prudencia Ayala, muy adelantada para su época. Pero ni la coyuntura histórica ni la conciencia colectiva permitieron en aquellos momentos reconocer su labor.
Ninguna de estas dos tendencias han sido estudiadas en profundidad. Lo que se ha recopilado sobre la historia de la participación de las mujeres en El Salvador es realmente poco.(Navas:1983, 1987, 1995, 1999, 2000; Domínguez: 1995;Herrera:1998).
Retomaremos a continuación los períodos propuestos
Primer Período: De la segunda mitad del siglo XIX, con el antecedente de la creación de la Universidad de El Salvador (1841) y el parcial acceso de las mujeres a la educación , hasta la segunda mitad de la década de los años 50 del siglo XX con la creación de Fraternidad de Mujeres (1957).
Destacan en este período : a nivel individual , Antonia Navarro, primera graduada de la Universidad de El Salvador en 1889; Consuelo Suncín , Condesa de Saint Exupéry , intelectual y escritora; Prudencia Ayala, en los años 20; Rubenia de Ruíz , luchadora por los derechos de la mujer , Matilde Elena López , escritora y poeta, Rosa Amelia Guzmán , Ana Rosa Ochoa , ambas periodistas, por mencionar algunas.
A nivel de organización , sobresalen : – 1944: Frente Democrático Femenino, con la publicación “ Mujer Demócrata”, dirigido por Matilde Elena López. – 1945: Asociación de Mujeres Democráticas de El Salvador, con la publicación “ Tribuna Feminista”, bajo la dirección de Rosa Amelia Guzmán y Ana Rosa Ochoa. – 1948: se funda la Liga Femenina, la cual logró el derecho al sufragio sin restricciones para las mujeres salvadoreñas. Tuvo como órgano de divulgación “ Heraldo Femenino”.
Segundo Período: De 1957 a 1975 : primeras organizaciones exclusivamente femeninas, cuyo énfasis era sectorial, aunque elaboraron reivindicaciones y estrategias de acción propias ligadas a la esfera doméstica. Las mujeres se integran a las diferentes organizaciones que conforman el movimiento popular e incluyen sus demandas de clase dentro de la plataforma de las demandas populares. – Destaca la creación, en 1957 , de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas( ligada al Partido Comunista). – 1969: Surge el Comité de Mujeres Sindicalistas. – 1970 : Se crea el Comité provisional de Mujeres Salvadoreñas. – 1975: Las dos organizaciones anteriores constituyen la Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador AMPES que inicialmente concentró su atención en las mujeres trabajadoras.
Tercer Período : De 1975 a 1985: “Primera oleada” de organizaciones femeninas, muchas de ellas conformadas en el exilio y otras dentro del país, para apoyar la lucha popular. La característica principal de estas organizaciones de mujeres es la nula reivindicación de género en sus objetivos, demandas o plataformas. Este período coincide con el auge del conflicto armado y las migraciones masivas , dentro y fuera del país, por razones políticas. Destacan:
– 1980: Asociación de Mujeres de El Salvador-AMES- se podría decir que es la única organización de este período que tiene trabajo en zonas suburbanas y rurales, en las zonas conflictivas. Se involucró de lleno en el esfuerzo revolucionario, realizó importante trabajo educativo y publicó algunos manifiestos sobre la condición social y laboral desde la óptica de la doble explotación : de clase y como mujer trabajadora. – 1980: Asociación de Mujeres por la Democracia Lil Milagro Ramírez. – 1983: Asociación de Mujeres Salvadoreñas-ASMUSA- – 1984: Federación de Mujeres Salvadoreñas. – 1984-85: Organización de Mujeres por la Paz.
Cuarto Período : De 1986 a 1989: “Segunda oleada” de organizaciones que, provenientes de organizaciones políticas de izquierda, comienzan a analizar “la problemática de la mujer ”, lejos de asumirse feministas.
Pasado el Decenio de la Mujer(1975-1985) e iniciadas las primeras pláticas entre las fuerzas guerrilleras y el gobierno, los organismos de cooperación disponen de financiamiento para proyectos con mujeres y en esa coyuntura surgen algunas organizaciones de mujeres como:
1986:- Coordinadora Nacional de la Mujer Salvadoreña-CONAMUS. – Unión Salvadoreña de Mujeres- USUM- – Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer-IMU-
Entre 1987 y 1989: – Asociación de Mujeres Marginales-AMMA- – Asociación de Mujeres Indígenas-AMIS- – Movimiento Salvadoreño de Mujeres-MSM- – Asociación Democrática de Mujeres-ADEMUSA- – Asociación de Mujeres Salvadoreñas-AMS- – Coordinadora de Organismos de Mujeres-COM- integrada por : CONAMUS, AMS, MSAM y ORMUSA.
Quinto Período: De 1990 a 1993: “Tercera oleada”, que se enmarca en el desenlace de la guerra civil. Con las organizaciones creadas en los períodos anteriores se empieza perfilar el actual movimiento de mujeres y a integrar la perspectiva de género en las demandas y denuncias.
1990 : – CONAMUS crea la primera clínica de atención a mujeres víctimas de
violencia. – Surgen Mujeres por la Dignidad y la Vida –DIGNAS-
1991: Se crea la Concertación de Mujeres por la Paz , la Dignidad y la
Igualdad. – Mujer Ciudadana – Centro de Estudios de la Mujer “Norma Virginia Guirola de Herrera”-CEMUJER- – Iniciativa de Mujeres Cristianas-IMC- – Movimiento Social de Mujeres-MSM- – Grupo de Mujeres Universitarias-MUES- – Asociación de Mujeres de Occidente-AMO-
1992:- Nace el Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes-MAM-
– Se crea la Red por la Unidad y el Desarrollo de las Mujeres, que llegó
a aglutinar hasta 30 organismos de mujeres, entre gubernamentales y no gubernamentales.
1993: se celebró el VI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en
El Salvador.
Sexto Período: De 1993 a 2003: fase de transición de post-guerra. Consolidación del movimiento feminista y de mujeres en EL Salvador y el surgimiento de algunas experiencias organizativas de mujeres rurales, como las siguientes:
1996 : Asociación de Mujeres Rurales del Bajo Lempa-ASMUR-
1998: Mesa Permanente de Mujeres Rurales
1999: esta Mesa presentó a la Asamblea Legislativa el Anteproyecto de Código Agrario con Perspectiva de Género.
Está pendiente el estudio del impacto social de 15 años (de 1987 a 2002) del movimiento feminista y de mujeres en El Salvador. Por ahora nos limitaremos a revisar algunos aspectos de la participación política.
El gobierno de El Salvador se comprometió a cumplir los acuerdos de la Conferencia de Beijing en 1995, por medio de la creación del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU) en 1996, y la aprobación de la Política Nacional de la Mujer PNM, como política de Estado, en 1997. En el área de participación política y ciudadana se plantearon cuatro objetivos específicos:
a) Promover la participación de las mujeres en el diseño de políticas públicas en los ámbitos nacional y municipal.
b) Fomentar el ejercicio y reconocimiento social y político de los derechos ciudadanos de las mujeres.
c) Impulsar la participación igualitaria de las mujeres y los hombres en las estructuras públicas y privadas de poder, desarrollando su capacidad y liderazgo para tener acceso a la toma de decisiones.
d) Promover y fortalecer la organización social y política de las mujeres, potenciando su capacidad asociativa y de interlocución con los poderes públicos y privados.
Varias instituciones han evaluado los avances de la PNM, algunas de ellas son: la CEPAL, el Instituto de Investigación y Capacitación de la Mujer-IMU-, el Movimiento Salvadoreño de Mujeres –MSM- y la Iniciativa Centroamericana de Seguimiento a Beijing. Esta última plantea que “existen graves obstáculos en la implementación, en la decisión y en la acción política para operar la justicia hacia las mujeres. Ni en los altos niveles gubernamentales ni en las estructuras intermedias, existe política alguna para superar los mecanismos culturales en los comportamientos, y la visión de operadores de la gobernabilidad del país impide el acceso de las mujeres a altos puestos públicos” ( PNUD: 2001,66).
Si bien se reconocen logros oficiales en la implementación de acciones que incentiven la participación política y ciudadana de las mujeres, sin embargo, los indicadores cuantitativos de avances sobre la igualdad genérica en este ámbito muestran resultados poco satisfactorios. Veamos:
Una dimensión para medir la participación política y ciudadana son los partidos políticos. Una evaluación somera de este avance a nivel de los partidos nos muestra resultados pesimistas. El Partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional –FMLN – ha establecido en sus estatutos una cuota del 35% para la incorporación de las mujeres en sus organismos de dirección y en sus candidaturas a puestos de elección popular. El resto de partidos se sigue caracterizando por una actitud de indiferencia en torno a la participación de las mujeres en sus estructuras de poder. En 1999, las mujeres tenían una participación global del 36% con respecto al total de miembros que integraban los organismos de dirección de los partidos inscritos. En ese mismo año el Partido Alianza Republicana Nacionalista –ARENA- actualmente en el gobierno, reportó uno de los índices más bajos: una mujer en el Consejo Ejecutivo Nacional, donde hay 13 miembros.
En los Gobiernos Locales, la situación es grave: las mujeres representan apenas un 8% del total de alcaldes y alcaldesas, el 12.6% de los síndicos/as, el 20.6 de los regidores/as propietarios y el 22.8% de los regidores/as suplentes. Los datos anteriores podrían establecer una tendencia progresiva en la medida en que las posiciones implican menos autoridad y capacidad de decisión. La mayor representación de mujeres en los Concejos Municipales se dá en el municipio de San Salvador, con el 27%. (PNUD: 2001,66)
En la Asamblea Legislativa, período 1991-2001, las mujeres han representado en promedio el 11.31% del total de parlamentarios y los hombres han mantenido el 88.69%.
En lo que corresponde al Organo Ejecutivo, las mujeres ocupan el 23% de los puestos ministeriales y apenas un 12% en los viceministerios.
El Organo Judicial no muestra, en equidad genérica, mucha diferencia respecto a los otros órganos del Estado. En la Corte Suprema de Justicia, la participación de la mujer alcanza el 16% del total de las magistraturas. Pero su participación es menor cuando se trata de los magistrados y magistradas titulares o propietarios, entre quienes la proporción de mujeres es apenas del 13%.
Analizando los datos anteriores, podemos concluir que la participación de las mujeres en la vida política y ciudadana es baja. Una encuesta reciente puso de manifiesto que, en el ámbito nacional, la participación de las mujeres llega al 22%.Su participación se concentra en actividades religiosas (15%); seguidas de lejos por actividades políticas (2%), comunitarias (2%), gremiales y sindicales (2%). (Quintana y García del Corral: 2000).
Con respecto a la experiencia organizativa de las mujeres rurales( FUNDE, 2000: 173) , es reciente, es decir muy nueva y específica en cuanto a su identidad genérica , sin embargo, ellas conciben su experiencia organizativa como el mecanismo que, en el corto o mediano plazo, les permitirá acceder a oportunidades de mejorar sus condiciones de vida, tanto la satisfacción de sus necesidades prácticas como sus intereses estratégicos
Si bien es cierto que se necesitan espacios y mecanismos institucionales para incrementar la participación de las mujeres, consideramos también importante un clima de subjetividad política que los propicie y estimule. En este sentido vale la pena mencionar que según un estudio realizado por la empresa Gallup en el año 2000, la población salvadoreña residente en San Salvador expresó tener mayor conciencia de las desigualdades genéricas y aceptó tener una mayor inclinación hacia la participación de las mujeres en política.
Como lo hemos resumido, la participación social, comunitaria y política de las mujeres salvadoreñas, ha contribuido a ir estructurando un marco referencial teórico y práctico para la construcción de ciudadanía.
III. Ejercicio de la participación
Con el objetivo de compartir un avance de los resultados de la investigación sobre “ La Participación de las Mujeres en los Municipios de : San Salvador, Olocuilta, Soyapango, Nejapa, Tecoluca y El Carmen: un Estudio Comparativo”, presento a continuación un resumen.
Se aplicaron 154 encuestas a mujeres de los 6 municipios entre 20 y 50 años , con nivel educativo entre educación primaria y superior universitaria. El 62.3% de las mujeres encuestadas participan activamente en por lo menos un tipo de espacio a nivel local. Tomando en cuenta que son espacios cuya naturaleza y funciones están vinculados a actividades de índole social, es un nivel de participación (entendida como involucramiento comprometido y conciente) bastante alto.
¿Dónde participan?
Espacio de participación Total en %
Grupo Religioso
Concejo Municipal
Alcaldía
Consejo de Desarrollo Municipal
Comité de emergencia municipal
Directiva Municipal
Partido Político
Sindicato
Organización de mujeres
Cooperativa y sistema de apoyo a la prod.
Comités escolares, de salud, deportivos
ONG´s 27.6
7.5
6.0
5.2
3.7
18.7
7.5
1.5
6.0
7.4
6.0
2.9
TOTAL 100.0
Aunque en términos porcentuales el espacio de mayor confluencia de mujeres es el religioso, la mayoría (41.1%) participan en espacios vinculados a las estructuras de los Gobiernos Locales como la alcaldía, concejo, comités y directivas municipales.
Un reagrupamiento entre lo que se puede clasificar como Comités de Servicios y de Asistencia y las Organizaciones Productivas, nos daría un sugestivo 14% orientado a cubrir demandas, expectativas, necesidades de sobrevivencia, desarrollo comunal y los servicios.
Otros espacios como las Organizaciones Políticas y Sindicales y las Organizaciones de Mujeres, indican los caminos que se van abriendo hacia la participación en asuntos específicos relacionados tanto a la condición de las mujeres, como con los de intereses estratégicos. Si relacionamos estos dos últimos espacios con el de los Gobiernos Locales, vemos reforzada la tendencia a la participación en espacios de empoderamiento: con representatividad, legitimidad, nivel de decisión y de incidencia, donde las capacidades, habilidades y disposición se ponen en evidencia, se pueden reconocer y legitimar. De hecho también significan lo mismo a la hora de valorar las expectativas y demandas mencionadas al principio.
El nivel de participación en grupos religiosos es más alto que en partidos, sindicatos y organizaciones de mujeres juntos, lo cual indica que la religión sigue siendo un espacio socialmente reconocido y aceptado entre los roles tradicionales de las mujeres, ya que no representan amenazas en cuanto a descalificaciones, desprestigios o desconfianzas.
La demanda de actividades, pensamientos y sentimientos de orden espiritual, si bien desde unos años atrás ha tenido como factor de incidencia intereses externos (sectas, gobiernos extranjeros, etc.), expresa también una necesidad inmediata y un canal de salida para enfrentar angustias, depresiones y encontrar respuesta a lo no explicable, como los desastres naturales vividos en los meses de enero y febrero del 2001.
La poca participación de las mujeres en partidos políticos se podría explicar de dos formas: a) desprestigio de los partidos por su mala actuación en los últimos dos períodos de gobierno: riñas de poder, prebendas electorales, diputados incapaces, divisiones internas, ect.; b) las cúpulas de los partidos son mayoritariamente masculinas, difíciles de permear, sobre todo porque se carece de mecanismos de promoción de las mujeres.
Aunque la participación en ONG´s es muy baja o poco significativa en el plano numérico, cualitativamente indica otra brecha que se abre. Es interesante distinguir entre lo que sería una participación asalariada y una voluntaria, como también considerar la posibilidad mixta (asalariada y voluntaria). Un ejemplo de ello son las ONG´s donde, aunque las mujeres que trabajan en ellas las reportan como espacios de participación, en la práctica son trabajos asalariados. Lo mismo ocurre con la alcaldía y las cooperativas.
Es importante indagar si este hecho incrementa o no la participación y si la cualifica, así como explorar en los casos voluntarios o mixtos, de qué viven y cómo organizan su tiempo para participar de esa manera.
La mayoría de las mujeres que participan, lo hace en un sólo espacio (70.8%), sin embargo, hay quienes lo hacen en dos espacios (21.9%) y hasta en 3 ó 4 (7.3%).
A pesar de las cargas del trabajo y responsabilidades domésticas, familiares y laborales, las mujeres tienen tiempo para participar en más de un espacio de acción. Lo más frecuente es que pertenezca a una directiva comunal más otro espacio, o a un Grupo religioso más otro espacio, que bien puede ser el COEM, una organización de mujeres, una cooperativa o un comité escolar.
Las que forman parte del Concejo Municipal o trabajan en la alcaldía, generalmente son militantes de un partido político.
a) Cargos que ostenta y actividades que realiza: El tipo de cargo que las mujeres tienen en los espacios donde participan se puede clasificar en 3 grupos: – Cargos Principales: de dirección, como presidentas, vice-presidentas, jefas o coordinadoras – Cargos secundarios: asistencia a cargos de dirección, como tesoreras, secretarias, vocales o suplentes, promotoras, concejalas y miembras de directivas. – Cargos de apoyo: actividades de colaboración, socias de organizaciones, enlaces institucionales, catequistas, etc.
Las actividades que realizan en los diferentes espacios son de cuatro tipos: – Planificación, dirección y toma de decisiones sobre actividades a realizar: 20.1%. – Organización de actividades: 17.9% – Asistencia a actividades (reuniones, cultos, misa, etc.): 32.1% – Atención y trabajo con comunidades, gestión de proyectos: 15% – Promoción, Capacitación y Asesoría: 6.7%
El tipo de actividades está en relación con el cargo que ocupan, es decir, no conllevan poder de decisión en cuanto a políticas, estrategias, metodologías y contenidos. Continúan en actividades operativas, de servicio y atención directa.
Razón para participar % Total
Mejorar condiciones de vida familiar: mejorar ingresos, involucrarse en proyectos
Solucionar problemas de la comunidad
Compromiso religioso: ayudar a los demás
Ayudar a tomar decisiones en el municipio
Representar a las mujeres en cargos de dirección
Informarse, saber lo que pasa
Capacitarse y conocer sus derechos
Otros 23.9
16.7
15.8
14.5
10.3
8.1
9.0
1.7
Total 100.0
Solucionar problemas de la comunidad denota un anhelo de servicio, de contribución, de aporte, de cooperación que, por supuesto, también cubre a quienes participan, por ser parte de la comunidad, en la búsqueda de soluciones a problemas relacionados con necesidades prácticas, infraestructura, servicios, productividad. Pero de acuerdo a los datos del cuadro, la motivación principal tiene que ver con la solución de necesidades prácticas de las mujeres y sus familias.
El compromiso religioso, según esa concepción de ayuda, apunta a cubrir necesidades espirituales para entender la vida y el mundo, pero en concordancia con las demandas de la población sobre alguna necesidad sentida y expresada claramente.
Ayudar a tomar decisiones en el municipio y representar a las mujeres en cargos de dirección, son dos razones de índole política por cuanto se trata de una participación conciente, voluntaria y dirigida al ejercicio del poder; al parecer tienen claro que el estar allí es necesario y va a producirles un beneficio.
Reagrupadas las variables de manera más global, esos mismos datos nos arrojan lo siguiente:
• Un 32.5% participa por anhelo de servicio social y religioso
• Un 24.8% para incidir políticamente (representar al pueblo, que haya mujeres en cargos de dirección, participar en toma decisiones de organismos de gobierno)
• Un 23.97% por interés de mejoras en las condiciones materiales de vida
• Un 17.1% por superación y crecimiento personal.
Tales datos muestran la proporción entre los aspectos claves de la vida de las mujeres y, por otro lado, con aspectos claves de la vida de la comunidad . Por lo tanto, participar en soluciones de la comunidad; utilizar espacios de empoderamiento (comprensión de la dimensión de los espacios políticos); buscar y cubrir espacios relacionados con las condiciones materiales de vida, y entenderse a sí mismas como sujetas con derechos, de incidencia en cambios sociales y personales, son los principales móviles en la participación de las mujeres.
condiciones que han facilitado la participación:
Condiciones que facilitan la participación %
Contar con el reconocimiento comunitario del liderazgo y capacidad de la mujer 22.7
Contar con experiencia en organización y participación 17.8
Contar con apoyo de familiares, esposo e hijos/as 13.5
La creación de espacios para que las mujeres puedan participar 11.4
Contar con el apoyo de organizaciones de mujeres e instituciones que apoyan el trabajo de mujeres 9.2
Privilegiar la contratación de mujeres locales 5.4
Cuotas de participación al interior de los Partidos Políticos y de las organizaciones 3.2
Valores religiosos 3.2
Otros 13.6
Total 100.0
El reconocimiento comunitario del liderazgo y capacidad de las mujeres, la experiencia previa en organización y participación, y el apoyo de esposos, hijos, hijas y familiares, son las variables que más han incidido en el ejercicio de la participación.
Estas tres variables apuntan a factores importantes en la construcción de identidad de mujeres con una visión integral: contar con reconocimiento social, estar legitimadas social y políticamente al tener un espacio de participación propios, y sentirse apoyadas en el ámbito de sus relaciones afectivas, son tres componentes de su personalidad que las hace fuertes, convencidas de lo que hacen y respaldadas.
Vemos en los tres primeros lugares, factores condicionantes de la participación de las mujeres. Integrar al nivel macro, lo que al nivel micro tanto cuenta para ellas: afecto, conocimientos y reconocimiento (liderazgo y capacidad, apoyo de todo tipo).
Dificultades enfrentadas en la participación:
a) A nivel personal
Dificultades personales Total en %
Carga de trabajo laboral y necesidades económicas: 14.2
Carga de trabajo doméstico y cuido de familiares e hijos/as 11.1
Falta de tiempo y horarios: 11.1
Actitudes sexistas como la oposición de su pareja, compañeros de militancia, y estilos autoritarios de las estructuras partidarias: 9.0
Falta de apoyo expresado en indiferencia, apatía, desinterés, críticas no constructivas y sobrecarga de responsabilidades socio-políticas: 5.0
Problemas de salud 5.1
Falta de capacitación y analfabetismo 5.1
Ninguna 27.3
No contestó 12.1
Total 100.0
Este es un rubro (como muchos otros) donde los porcentajes de mujeres que no contestaron y las que dijeron no tener ninguna dificultad, son los más altos, lo cual hace pensar, a quienes conozcan de cerca el trabajo con mujeres, que, como es común en rubros donde lo que se pregunta pudiese generarles conflictos, prefieran abstenerse de contestar. De todos modos es un indicador de inseguridad o de temor frente a represalias, que dejaría ver entre líneas la existencia de un clima cultural de coerción.
Las respuestas señalan dificultades cotidianas concretas como la carga de trabajo laboral y doméstico, carga que automáticamente se traduce en falta de tiempo, limitante que figura como la primera de la lista (36.4%).
Aunque los resultados son cuantitativos, tienen una connotación cualitativa, ya que las mujeres expresan una práctica cultural genéricamente discriminatoria por parte de su pareja, de la gente de la comunidad y de las estructuras partidarias.
Al final, las mujeres señalaron lo referente a su salud, a lo que habría que poner atención por la referencia misma y lo que implica, como también a una valoración relacionada con problemáticas específicas de las mujeres con su cuerpo, ya que generalmente cuando hablan de estos temas, se refieren a niños, a la familia, a necesidades de la comunidad y muy raras veces (aquí lo demuestran) aluden a lo suyo.
Por otro lado, la falta de educación es una limitante que no tiene mayor peso en las respuestas, lo que refuerza la afirmación hecha en el apartado 4.1.2., de que el grado académico no es un indicador determinante de la participación.
b) A nivel de la comunidad o municipio:
Nuevamente el porcentaje mayor se da en las personas que no contestan (36.5%) y en quienes responden no tener ninguna dificultad en la comunidad que les impida participar(28.1%), lo cual permite deducir que la indisposición a responder está asociada con los temores ya señalados, máxime si trabajan en espacios de este tipo, donde opinar sobre lo que no les parece podría resultar amenazante para la permanencia en su trabajo. En todo caso, las observaciones hechas en el literal anterior, son válidas aquí también.
Las principales limitantes de las mujeres dentro de la comunidad se ubican en la falta de cooperación de la población; en formas no adecuadas de abordar desacuerdos, críticas y problemas; marginación, discriminación y falta de confianza hacia las mujeres; el poco involucramiento en la toma de decisiones y, finalmente, en que los cargos de dirección están ocupados por hombres.
Si observamos atentamente las respuestas, exceptuando la primera, todas aluden a actitudes, estilos y prácticas que tienen que ver con la ausencia de equidad de género.
Aunque muy pocas (2.1%) manifestaron involucramiento en la toma de decisiones, se refleja un pequeño cambio en la concepción de la participación, es decir, en la necesidad de involucrarse en los espacios locales de toma de decisiones.
c) A nivel del trabajo:
Cuando se les pregunta a las mujeres sus limitaciones para participar a nivel del trabajo, la mayoría de las respuestas vuelven al ámbito personal (falta de tiempo, y carga de trabajo doméstico). Son muy pocas (4.1%) las que señalan la falta de apoyo de los patronos y la discriminación que sufren por la concepción de que el “trabajo de los hombres es mejor”.
Parece que la limitante de la carga doméstica sigue siendo tan fuerte que se olvidan de los problemas laborales y de la importancia que tienen las intervenciones del orden político y social para mejorar su situación (leyes laborales no discriminatorias, seguridad en y fuera del centro de trabajo, participación de utilidades, promoción de la fuerza de trabajo con capacitaciones, pagos de horas extra, organización de la actividad productiva que no obligue a labores extenuantes, etc. etc.)
b) Algunos indicadores para la superación de limitantes:
Para que las mujeres participen o asistan a actividades, requieren de ciertos apoyos tanto en las tareas domésticas, como en la planificación de las actividades que se realizan dentro de los espacios.
Las encuestas dan cuenta de 3 indicadores importantes a los que valdría la pena tomarles el pulso:
– Realización de tareas en casa: Un 35.2% de las mujeres que participan dejan las tareas del hogar hechas antes de ir a las actividades o al trabajo, y un 51.8% recibe ayuda de otras mujeres como son la trabajadora doméstica, madre, hija o hermana. O sea que en un 87% de los casos, las tareas del hogar las realizan las participantes y otras mujeres, lo cual apunta a la necesidad de una mayor intervención que impacte en la población masculina. Al respecto algo se ha logrado, ya que un 13% de hombres contribuye o apoya en el trabajo doméstico (3.7% los esposos y 9.3% los hijos).
– Planificación de actividades: Un abrumador 64.4% señaló que su participación depende mucho de los horarios, los lugares y las distancias donde se celebran las actividades. Cuestiones como la seguridad al trasladarse, la cercanía de su centro de trabajo y/o su vivienda, y el acortar tiempo de transporte, requieren considerarse a la hora de planificar actividades, si se quiere que las mujeres participen.
Y aunque cuantitativamente no parezca significativo (un 6% relacionado con resolver asuntos del trabajo doméstico y cuidados del hogar, más un 3% el que sea incluida o invitada), las mismas mujeres dan la pauta sobre los factores que influyen en su participación. Por tanto un trabajo de sensibilización y formación en equidad de género y la promoción de su participación en las decisiones que se toman, formaría parte de lo que ya se ha venido señalando como líneas para la acción en la promoción de la participación y organización.
– Hombres que obstaculizan: El 25% de las respuestas aluden a hombres que quieren imponer su voluntad (figura de autoridad no elegida, autoimagen de ser portadores del poder de decisión sobre lo que hay que hacer)
Un 20% aluden a los casos a nivel político partidario, de directiva o de gobierno. O sea, hombres que ocupan cargos y detentan un poder que les permite decidir a quién incluyen, qué “debe hacerse” y todavía más, contar con recursos para que todo lo anterior se haga efectivo.
Un 10% lo expresa en intervenciones menos directas pero no menos agresivas: Falta de apoyo de los hombres a iniciativas de las mujeres.
Las restantes si bien en términos porcentuales no son muy significativas, en lo cualitativo vuelven a poner en evidencia las carencias de formación masculina en cuestiones de equidad de género: dicen que las mujeres no son capaces, no las toman en cuenta o no valoran sus opiniones. Aquí también podría hablarse de los hombres que manejando un discurso de género por verse obligados por el entorno, en la práctica no lo aplican porque sencillamente no están convencidos de que así sea ni están dispuestos a perder el poder que hasta ahora han ejercido.
Abonando a lo anterior un grupo de concejalas señalan que las principales dificultades para desempeñar sus cargos en el gobierno municipal son: la descalificación, la desconfianza y marginación de que son objeto por parte de los hombres alcaldes y concejales.
Beneficios obtenidos con la participación:
Beneficios de la participación Total en %
Adquisición de conocimientos técnicos, vocacionales, políticos, religiosos, derechos y autoestima: 27.0
Evidenciar presencia de las mujeres por su capacidad y aportes en el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres y de gobiernos municipales: 42.2
Mejoras económicas, infraestructurales y de servicios en la comunidad: 15.2
Salir de casa, satisfacción personal y espiritual, conocer más personas 13.8
Ninguno 0.4
No contestó 1.4
Total 100.0
En cuanto a los beneficios, sucede al contrario que con el rubro de las limitantes: el porcentaje de mujeres que no contestan o que dicen que no han obtenido ningún beneficio, es muy bajo. Cuando se trata de hablar de beneficios no hay ningún temor a expresar lo que se siente y se piensa.
Es importante observar cómo valoran los beneficios que obtienen y el orden en que los señalan. El primero y segundo son logros que tienen que ver directamente con su crecimiento personal y el nivel de incidencia, así como con el alcance de su participación. El tercero referido al ámbito de lo económico y material, complementa lo anterior. En la medida que también en su entorno esta situación mejora, el tiempo y el esfuerzo dedicados a su consecución puede ya quedar libre y ser empleado en superarse y superar su participación.
Es curioso ver el peso que le dan al “salir de casa y conocer nueva gente”, casi equiparable con los beneficios de índole económica. A ellas el simple hecho de salir de la casa les genera una gran satisfacción personal y espiritual.
Avances en la participación:
Un primer avance de la participación de las mujeres es el hecho de no “tener que pedir permiso al esposo”. Es bastante alentador que un 79.2% de las mujeres encuestadas ya no tengan que pedir permiso para participar, lo que habla de una mayor independencia y autonomía para tomar decisiones, aunque también habría que analizar con qué condiciones cuentan y si antes tenían que hacerlo y ahora ya no y por qué. Pero en comparación con épocas anteriores es un avance en las libertades democráticas de las mujeres y en su autoafirmación.
Las pocas mujeres que aún piden permiso, lo piden al esposo, a la madre o al jefe. Aunque solamente 3 mujeres hayan señalado que lo tienen que hacer con el jefe, buena parte de las intervenciones puede hacerse con empresarios y patrones sensibles que consideran positiva la participación de su empleada sobre todo cuando de capacitaciones se trata, o incluso, sensibilizarlo para que capacite en sus propias instalaciones.
Los cambios estructurales tanto a nivel socioeconómico como económicos son extremadamente lentos en El Salvador, las estructuras económicas son poderosas. Probablemente los espacios a nivel local nos podrían permitir romper barreras y potenciar la participación de las mujeres.
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