Comunidades de Fe y Vida marchan por victoria de Hugo Chávez

SAN SALVADOR; 3 de diciembre de 2006 (SIEP) “Les agradecemos su presencia y su solidaridad con la Revolución Bolivariana, con el triunfo este día de nuestro Presidente Hugo Chávez” expresó el Licdo. Vladimir Ruiz, Encargado de Negocios de la Republica de Venezuela en El Salvador.

Centenares de manifestantes marcharon esta noche desde la Plaza del Salvador del Mundo hasta la sede diplomática venezolana para expresar la alegría de las organizaciones populares con la victoria del presidente Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de ese país sudamericano.

La actividad convocada por las Comunidades de Fe y Vida (COFEVI) inició con un Culto Ecuménico en la Plaza del Salvador del Mundo y concluyó con una Marcha hacia la Embajada venezolana en la que se realizó una concentración popular.

El Dr. Salvador Arias, diputado del FMLN, indicó que “esta victoria en Venezuela es una victoria de los pueblos latinoamericanos y fortalece la tendencia hacia la independencia y la liberación. Como pueblo salvadoreño nos sentimos sumamente alegres por este triunfo.”

El pastor luterano Roberto Pineda de la ILPES señaló que “este domingo como iglesias cristianas iniciamos la temporada de Adviento que significa venida y significa para el pueblo venezolano la venida del socialismo del siglo XXI, la venida de nuevas victorias para los pueblos que luchan por su liberación.”

Rudy Sandoval, del Bloque Popular Juvenil (BPJ) subrayó que “miles de jóvenes salvadoreños ven con mucha admiración el profundo proceso revolucionario que se desarrolla en Venezuela y aplaudimos esta victoria del Comandante Hugo Chávez.”

Concluyó el acto el Rev. Ricardo Cornejo, enfatizando que “ si el imperialismo arremete contra el pueblo venezolano serán miles los salvadoreños que defenderemos esa gloriosa revolución popular, que es muy evangélica y muy cristiana, en acción y oración.”

Iglesia Luterana Popular lamenta muerte de Inger Aasa-Marklund

SAN SALVADOR, 27 de noviembre de 2006 (SIEP) “Con mucha tristeza hemos recibido la noticia del fallecimiento de nuestra hermana Inger Aasa-Marklund, sueca y salvadoreña, egipcia y paquistaní, internacionalista desde su corazón…“dijo el Rev. Roberto Pineda, de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador.

La pastora luterana Inger Aasa-Marklund murió junto con su hija Sara de ocho años, a consecuencia de un accidente automovilístico cerca de la ciudad de El Cairo, en Egipto, mientras realizaba una visita pastoral a una iglesia de la localidad.

“Conocimos a Inger durante la guerra, en los años ochenta, y fue una persona con un corazón desbordante de solidaridad con los humildes y de indignación frente a la injusticia. Fue por eso que vino de misionera de la iglesia luterana sueca a El Salvador.”

“Nos acompañó en la atención a los refugiados salvadoreños que huían de la represión del ejército y se cobijaron en nuestro albergue Fe y Esperanza en Nejapa; nos acompaño en las marchas y vigilias por la paz que organizaba el Comité Permanente del Debate por la Paz, CPDN.”

Concluyó el Rev. Pineda que “su memoria, su sonrisa, su entusiasmo, su interés por la verdad, su pasión por la vida, acompañaran siempre la lucha de este pueblo salvadoreño y de otros pueblos del mundo que contaron con su presencia comprometida. Expresamos nuestro pésame a Ricardo, su esposo y también pastor internacionalista sueco, a la Iglesia Luterana Sueca, y al Consejo Mundial de Iglesias, de cuyo comité ejecutivo formaba Inger parte.”

El tratamiento de la violencia…

El tratamiento de la violencia en las obras de losclásicos del Marxismo- Leninismo e importantespensadores cubanos
Iris Laureiro Ramírez
Universidad “Martha Abreu” Villa Clara.
Profesora de Historia de la Filosofía.irisl@sociales.uclv.cu

La problemática de la violencia cobra actualidad en este mundo de principios de siglo, en el cual las grandes potencias imponen desde su poder por la fuerza de las armas su cultura. Siendo la violencia aldecir de algunos autores el primer problema que enfrentará la humanidad en el siglo XXI, poniendo ala orden del día la necesidad de una cultura de paz. El concepto cultura de paz implica el conocimiento de su contrario: violencia y su manifestación en elplano socio – histórico, la guerra.Ideas esenciales:La violencia como medio, en dependencia del desarrollo social que implica el uso de la fuerza en lasrelaciones sociales en el nivel macrosocial.La necesidad de la paz como única forma de viabilizar el progreso social.La unidad marxista y martiana de la concepción de la guerra, tesis esenciales:La concepción leninista de guerras justas e injustas (connotación clasista del fenómeno de la guerra).

La concepción martiana de la guerra necesaria (condicionamiento histórico – concreto en Cuba).La concepción revolucionaria expresada en el pensamiento de Fidel Castro de que: “Preparándonospara la guerra, garantizamos la paz “y” la guerra de todo el pueblo”.La necesidad de una educación para la paz como educación para el conflicto, hecho inevitable ante elcual se requiere una regulación positiva.Engels, critica la concepción de Duhring acerca de la violencia como la maldad absoluta, sin tener encuenta el papel muy distinto que desempeña la violencia en la Historia, un papel revolucionario,retoma las palabras de Marx en “El Capital” (capítulo XXIV, 1973):“La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva”Y agrega “… de instrumento por medio del cual vence el movimiento social y saltan hechas añicos lasformas políticas” (Engels, 1978, pág. 189).Coincidiendo con el análisis que hacen ambos pensadores en su obra conjunta “La ideologíaAlemana” donde tratan la violencia como medio de lucha de los obreros contra la burguesía, comofuerza motriz de la historia. Coinciden en afirmar el condicionamiento de la violencia por la situacióneconómica, que es la que tiene que dotarlas de los medios necesarios, al respecto Engels (1978, pág.191) pregunta:1III Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI – Iris Laureiro Ramírez
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“ ¿Dónde reside precisamente lo primario de la propia violencia? Reside en el poder económico, en laposibilidad de disponer de los recursos de poder de la gran industria.”Al respecto, Lenin en su artículo: “La victoria de los demócratas constitucionalistas y las tareas delpartido obrero” plantea:“ … Sin emplear la violencia contra quienes la ejercen y detentan los instrumentos y órganos de poder,no es posible liberar al pueblo de sus opresores”. (Tomo IX; Pág. 322).Lenin reconoce la necesidad de la violencia revolucionaria y reniega de quien habla de la violenciasin distinguir las condiciones que diferencian la violencia reaccionaria de la revolucionaria,condiciones que son expuestas en la política, las cuales permiten el reconocimiento de la aplicaciónde la violencia y sus manifestaciones, en la guerra, que para él “… es la continuación de la política porotros medios (violentos precisamente)” (Lenin, 1985, Tomo XVII, pág. 104).Esta tesis fundamental de la dialéctica aplicada a las guerras es la que permite, utilizando las palabrasde Lenin, determinar el carácter justo e injusto de las mismas. En sus tres tesis del “Informe sobre lademocracia burguesa y la dictadura del proletariado” planteó en cuanto al papel de la violencia en lahistoria:“La historia enseña que ninguna clase oprimida llegó ni pudo llegar a dominar sin un período dedictadura, es decir, sin conquistar el poder político y aplastar por la fuerza la resistencia másdesesperada y más rabiosa que, sin detenerse ante ningún crimen, siempre han opuesto losexplotadores”. (Lenin, 1985, Tomo X. Pág. 510).Considera que es imposible ponerse a salvo de las calamidades de la guerra sin derrocar a losgobiernos y a la burguesía de cada país beligerante.“Utilizar la guerra para precipitar el hundimiento del capitalismo” (Lenin, 1985, Tomo X. Pág. 194).Y llegaba a la conclusión de que las guerras no podrán suprimirse mientras exista la dominación declase:“Toda guerra reemplaza el derecho con la violencia” (Obra citada, pág. 73).En cuanto a su actitud ante la guerra, Lenin reflexiona en su obra “Los sudenkun rusos” acerca delmétodo de Marx en el análisis de este fenómeno:“ (…) Tener en cuenta el contenido objetivo del proceso histórico en el momento concreto dado y enla situación concreta dada a fin de comprender, ante todo el movimiento de qué clase es el principalresorte de un posible progreso en esa situación concreta”.Destaca su carácter inevitable en determinadas circunstancias; sin embargo advierte la existencia decondiciones que no permiten el uso de la violencia revolucionaria, tesis esta de gran actualidad,siendo la misma necesaria y útil en determinados momentos y en otras no puede dar ningún resultado.Alerta acerca de la necesidad de estudiar la política de aquellos grupos beligerantes para sólo asídeterminar el carácter justo o injusto de la guerra. Correspondió a Lenin demostrar la existencia de laguerra justa, cuando se desarrolla la Primera Guerra Mundial, lo cual daba al traste con sus propósitosdentro de la clase obrera, por lo que critica la violencia de forma general.Define las guerras injustas como aquellas que son emprendidas en beneficio de intereses de gruposprivilegiados, para satisfacer los apetitos de una banda de salteadores para alcanzar fines de lucrocapitalista, se libran por el interés egoísta de un puñado de gobernantes y explotadores, paraenriquecer a estas clases, exigen sacrificios, dilapidan recursos, arrastran a la población adesesperados levantamientos y a la muerte por hambre.2III Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI – Iris Laureiro Ramírez
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Desde la Segunda Internacional Lenin critica la teoría burguesa de la guerra defensiva o la defensa dela patria por las grandes potencias en la lucha por conquistar el mundo, mercados y esferas deinfluencia por sojuzgar a otros pueblos.“La defensa de la patria es una mentira en la guerra imperialista, pero no es de ninguna manera unamentira en una guerra democrática y revolucionaria” (Lenin, Tomo XXX, Pág. 4).Las guerras justas, legítimas, son dirigidas contra los opresores y esclavizadores del pueblo.Considera la revolución una guerra, la única legítima, legal, justa y realmente grande, se llevan a caboen interés de las masas contra el abuso y la violencia:“A la guerra burguesa imperialista, a la guerra del capitalismo altamente desarrollado puedeobjetivamente contraponerse sólo una guerra civil, por el poder entre el proletariado y la burguesía”.(Lenin, obra citada, Tomo XXX, pág. 11)Las guerras justas son guerras defensivas. En su obra “El programa militar de la revoluciónproletaria”, Lenin plantea dos tipos de guerra: La insurrección y la guerra nacional revolucionaria.Para la clase revolucionaria las guerras civiles son legítimas, progresivas y necesarias, pese a quereconoce que ha habido en el curso de la historia muchas guerras que han provocado horrores,ferocidades, calamidades y sufrimientos y sin embargo fueron progresivas, es decir, favorecieron elprogreso del género humano, al respecto señala:“Las guerras nacionales contra las potencias imperialistas no sólo son posibles y probables, sinotambién inevitables y progresistas, revolucionarias, aunque claro está, para que tengan éxito esimprescindible aunar los esfuerzos de un inmenso número de habitantes de los países oprimidos o quese dé una conjugación especialmente favorable de los factores que caracterizan la situacióninternacional”. (Obra citada pág.329).Reconoce la importancia de un período de paz que permita organizar la revolución para después quela clase obrera conquiste el poder, sea la única capaz de aplicar una política de paz efectiva y no depalabra.“La violencia revolucionaria y la dictadura son cosas excelentes si se aplican cuando se debe y contraquien se debe. Pero no se pueden emplear en el terreno de la organización”. (Lenin, Obra citada, pág.158).Aunque con su enfoque dialéctico característico y en circunstancias diferentes califica el pacifismo yla prédica abstracta de la paz como una de las formas de embaucar a la clase obrera.La condición para la paz internacional es la eliminación de los roces nacionales, que cada pueblo seaindependiente, obtenga la libertad y la posibilidad de decidir por su cuenta si desea constituirse enestado independiente o formar parte de cualquier otro. Palabras proféticas en este mundo donde losconflictos locales se convierten en conflagraciones regionales y amenazan convertirse en mundialesamenazando la paz mundial.Para el desarrollo de esta temática se han tenido en cuenta cuatro tesis fundamentales queindependientemente de las diferencias desde el punto de vista contextual, así como de sus autoresdemuestran la necesidad del uso de la violencia en condiciones concretas, así como la distinción de laviolencia reaccionaria1 – La concepción leninista de guerras justas e injustas, ya analizadas y que expresan la profundaconnotación clasista del fenómeno de las guerras.2 – La concepción martiana de la guerra necesaria3 – La concepción revolucionaria expresada en el pensamiento de los líderes de la Revolución cubana.3III Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI – Iris Laureiro Ramírez
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Una de las tesis que evidencia la unidad marxista y martiana en los temas tratados es su concepción dela guerra necesaria en las condiciones concretas de Cuba, a partir del dominio que tenía de la realidadcubana. Cinco factores condicionan su comprensión acerca de la necesidad de la lucha armada contrael coloniaje español como vía para lograr la independencia:1. – Influencia de los pensadores de la primera mitad del siglo XIX y sus concepcionesindependentistas.2. – El análisis de la experiencia de la guerra de los 10 años.3. – La lucha en el plano práctico y de las ideas contra el autonomismo.4. – Análisis de las condiciones concretas de Cuba.5. – Su propia formación académica y política con un profundo contenido ético.Martí se caracterizó como un hombre incapaz de odiar, amante de la paz, la libertad y de las formasmás sublimes de expresión del amor entre los hombres, el convencimiento. Sin embargo es el propioMartí quien nos revela al hombre como una fiera educada, allí donde el hombre es más animal, loremite a la incivilización y la barbarie.“El hombre, en verdad, no es más, cuanto más es, que una fiera educada. Eternamente igual a sípropio, ya siga desnudo a Caín, ya asista con casaca galoneada a la inauguración de la estatua de lalibertad, si en lo esencial suyo no cambia, cambia mejor y mejor con el conocimiento de los objetosde la vida y de sus relaciones” (Martí, 1983, pág. 74).Considera que el hombre es una fiera dormida que lleva en sí todo el mundo animal al cual esnecesario poner riendas, sólo que lo considera una fiera admirable pues le es dado llevar sus propiasriendas.En esta concepción del hombre como fiera se manifiesta su conocimiento acerca de la determinaciónbiológica del hombre en correspondencia con las concepciones biologicistas de su tiempo, sinreducirse a ellas, pues destaca su carácter bíosocial en franca coincidencia con las concepciones delMarxismo, como unidad de lo material, natural e innato con lo espiritual, superior y adquiridomediante las relaciones sociales y en este sentido se refiere a la educación, al trabajo y a las relacionessociales como medio para que cree y no destruya y reitera:“Todos los crímenes, todas las brutalidades, todas las vilezas están en germen en el hombre máshonrado. Lo más vil o bestial ha aparecido en algún instante posible o deseable al alma más limpia”(Martí, Obra citada, Tomo XI, Pág. 478).Para Martí la guerra es una de las semejanzas del hombre con la fiera y sin embargo en un momento laconsideró necesaria, justa e inevitable, Las condiciones concretas de Cuba hicieron que nuestroapóstol se propusiera preparar a los cubanos de “adentro y de afuera” a desatar esa agresividad,porque sólo de esta manera se establecerían después las condiciones de paz que permitieran elprogreso. Esta aparente contradicción entre su tendencia a la paz y al amor y su decisión por la guerraqueda muy bien aclarada en la siguiente cita:“Es criminal quien promueve en un país la guerra que se le puede evitar; y quien deja de promover laguerra inevitable. Es criminal quien ve ir al país a un conflicto que la provocación fomenta y ladesesperación favorece, y no prepara, o ayuda a preparar el país para el conflicto”. (Martí, Tomo I.Pág. 315).4III Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI – Iris Laureiro Ramírez
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La necesidad de preparar para el conflicto ya había sido expuesta por nuestro héroe nacional en lascondiciones del conflicto con España. Las condiciones coloniales impuestas por España a Cuba, los10 años de guerra en que se había sumido al país, el riesgo contra la dignidad y la libertad que traíaaparejada el mantenimiento de la situación, no dejaban otro camino que la guerra necesaria y hacíavotosAunque consciente de los horrores de la propia guerra, la consideró necesaria, justa y enaltecedora delos sentimientos de los hombres y en este sentido no tiene ambigüedades de ningún tipo. Al decir deMiguel Limia(1998, Pág. 54) “…es profundamente humanista y dialéctica”“La guerra es allá en el fondo de los corazones, allá en las horas en que la vida pesa menos que laignominia en que se arrastra, la forma más bella y respetable del sacrificio humano”. (Martí, tomo I,pág. 316).En un análisis más profundo del carácter de las guerras se revelan elementos positivos siempre queesta sea justa y no se reduzca a hechos violentos entre dos bandos, sólo la necesaria en aras del biencomún.“La guerra no se puede desear, por su horror y desdicha, aunque un observador atento no puededesconocer que la guerra fomenta en vez de mermar, la bondad y justicia entre los hombres, y queestos adquieren, en los oficios diarios y sublimes del combate, tal conocimiento de las fuerzasnaturales y modo de servirse de ellas, tal práctica de unión, y tal poder de improvisación que en unpueblo nuevo y heterogéneo sobre todo, los beneficios de la guerra, por el desarrollo y unificación delcarácter del país y de los modos de emplearlo, son mayores que el desastre parcial, por la destrucciónde la riqueza reparable y la viudez de las familias”. (Martí. Tomo II, pág. 61).Resulta la guerra necesaria para su principal organizador y artífice una guerra en que la unidad y vigorindispensables la convertirían en una guerra culta, sana en el entusiasmo de los cubanos, la confianzade los españoles y la amistad del mundo, en unión con la mayor cantidad de elementos amigos,incluidos los propios españoles siempre y cuando respetaran nuestro derecho a la libertad, como unservicio al país, movida por el propósito de poner en manos del país agradecido de antemano laslibertades públicas. Se manifiesta asimismo contrario a convertir a la guerra en una aventura personalo en una empresa privada.Independientemente de su proyecto final de paz en la república, comprendió que los métodosutilizados por el movimiento autonomista en las condiciones concretas de nuestro país eran renunciara la violencia mediante una paz onerosa, que no traería definitivamente la verdadera paz con libertad,pues con la agitación que involuntariamente provocó resultan dos lecciones que tendrán que admitir yque es útil a la patria…” una es la prueba evidente de que el país conserva entera el alma heroica queprefiere los peligros del valor a las vergüenzas de la paz”. (Martí. Tomo I. Pág. 333).Esta concepción de la paz con dignidad, sin renunciar a los principios se reitera:“Cuba no puede satisfacerse ni vivir en paz hasta que su gobierno sea en realidad de los cubanos”.(Martí. Tomo III. Pág. 79).La continuación de la revolución no podía ser la continuación de los métodos y el espíritu de laautonomía, era necesario cambiar, era entonces, la guerra, al decir de Lenin, la continuación de lapolítica por otros medios, un nuevo procedimiento, como dijera Martí:“La guerra es un procedimiento político, y este procedimiento de la guerra es conveniente en Cuba,porque con ella se resolverá definitivamente una situación que mantiene y continuará manteniendoperturbado el temor de ella; ya pobres y desacreditados entre los suyos, con los hijos del país, amigosnaturales de la libertad, triunfará la libertad indispensable al logro y disfrute del bienestar legítimo…”Martí. Obra citada. Pág.333).5III Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI
Unido a su reconocimiento de la guerra necesaria en contraposición a los métodos autonomistas estáexplícito un objetivo final de instaurar en la república la paz verdadera, haciéndose esta guerra paraevitar otras, “con todos y para el bien de todos”.”…en quien no quiere para su tierra remedos de tierra ajena ni república de antifaz, sino el ordenseguro y la paz equitativa, por el pleno respeto al ejercicio legítimo de toda el alma cubana” (Martí,obra citada, tomo IV, pág. 293).La guerra, lejos de ser sólo una semejanza del ser hombre con la fiera, un volver a la incivilización yla barbarie, una mera muestra de agresividad y violencia, sería entonces una vía para la libertad, la pazy el progreso social:“La guerra vendría a ser, en vez de un retardo de su civilización, un período nuevo de la amalgamaindispensable para juntar sus factores diversos en una república segura y útil”. (Martí. Obra citada.Pág. 317).Para Miguel Limia punto de vista con el que coincidimos: “La guerra popular no aparece como laopción preferida o libremente asumida por los patriotas, sino en tanto una imposición del sistemacolonial, como una muestra de la falta de libertad, de acceso a los medios de regulación política de lavida de la sociedad”. O sea, como una respuesta al fracaso de cualquier intento de solucionar elconflicto por medios políticos pacíficos.Esta concepción de la guerra no excluye, sino presupone el amor como principio en las relacionesentre los hombres, su fe en el hombre, en el mejoramiento humano, en la utilidad de la virtud, sucarácter pacífico, sin expresar sentimientos de odio, rencor, amante de la paz, y refiriéndose al pueblocubano dijo en su discurso: La oración de Tampa y Cayo Hueso:“ Fue que un pueblo en que el exceso de odio ha hecho más viva que en pueblo alguno la necesidaddel amor, entiende y proclama que por el amor, sincero y continuo, han de resolverse, y si no, no sehan de resolver, los problemas que ha anudado el odio”. (Martí. Ob. Citada. Tomo 4. Pág. 293).“El amor en Martí no es un medio para justificar la opresión, sino para luchar contra ella” (Limia,1998, pág. 54).Este autor valora a Martí de la siguiente forma:“No es un pacifista ni un cultor de la violencia, pero es partidario de emplear esta última en pro de laliberación y dignificación del hombre”.Estas ideas tuvieron continuidad y concreción en el período revolucionario iniciado en 1959.Concepciones marxistas y martianas de Fidel y Raúl Castro.Las condiciones en las cuales triunfó la revolución cubana del 59 le ha impuesto la necesidad deprepararse para su defensa independientemente del estado de paz que ha permitido el progreso social.“La necesidad de poseer una poderosa defensa no es un gusto un capricho de la revolución, es unanecesidad que nos impone el enemigo imperialista.”(Fidel, 1991, pág. 23). “Cuando un país como el nuestro hace una revolución a 90 millas de EE.UU, cuando un enemigopoderoso como el imperialismo yanqui le declara el propósito de aplastarlo, cuando un país como elnuestro ha recibido tantas lecciones acerca del carácter agresivo y criminal de ese imperialismo, tieneque ser verdaderamente un pueblo de todos trabajadores, de todos soldados, y de todos estudiantes,hombres y mujeres.”(Obra cit, pág. 42). Esta necesidad de prepararnos para la defensa impone ademásque sea de todo el pueblo, y no solo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, considera nuestromáximo líder que no tiene derecho a existir un país desarmado e inepto para defenderse.6III Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI – Iris Laureiro Ramírez
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“… Cuando esos privilegios desaparecen, cuando las clases marchan hacia su desaparición entonces eldisponer de las armas, saberlas emplear, saberlas usar, debe ser un conocimiento común de todos losciudadanos.”(Obra citada pág. 43).Para los países socialistas armarse es una amarga necesidad, costosa necesidad que se realiza sinvacilación alguna, puesto que no tienen otra alternativa, la revolución cubana toma todas las medidasde orden nacional e internacional para defenderse, para resistir.“Porque cada día que ha pasado, cada semana, cada mes nos ha hecho más fuertes, las amenazascontra nuestro país han tenido la virtud de multiplicar mis fuerzas(…), se han profundizado lasconcepciones, se ha llegado a criterios muy avanzados relacionados con la defensa que han recogidolas mejores experiencias de las últimas décadas en el mundo y que, realmente ha permitido undesarrollo de nuestro potencial defensivo basado en la participación de todo el pueblo.” (Obra citada.Pág. 83)Fidel en su posición ante la guerra reconoce que en determinadas condiciones esta es ineluctable y ensus reflexiones sobre este tema retoma la clasificación de Lenin sobre las guerras justas e injustas,conocedor de la guerra comprende los sacrificios que la guerra impone, el luto que encierra y quenadie puede amarla, sin embargo en caso de una agresión imperialista ha planteado como Bolívardeclararle la guerra a muerte al enemigo.Independientemente de las calamidades que encierra la guerra, de las consecuencias que trae para elprogreso social, reconoce la defensa de la patria como elemento esencial así sea por la violencia comocontinuación de la política, porque siempre que sea una guerra justa sus resultados permitirán unainfluencia positiva:“Porque dígase lo que se diga, a partir de Girón todos los pueblos de América fueron un poco máslibres.”(Fidel, 1991, pág. 302)Esta actitud es asumida en cuanto la defensa de la patria en caso de ser agredida pero la políticacubana es diferente, donde se quiere preservar la paz y se asume con responsabilidad todo lo que sepueda hacer por el logro de una distensión en el ámbito internacional.“Nuestra política es de respeto a las normas internacionales de paz.”(Fidel, 1991, pág. 310) (…)”quiero decir con esto que lo que esté en nuestras manos para hacer contribuir a la distensióninternacional, a un clima de paz lo haremos…” (Obra cit, pág. 315)Pero la defensa no solo se desarrolla para enfrentar una agresión sino también para evitarla, y no seprueba solo en la guerra sino en la paz y preservar la paz siempre será una victoria.La actuación de la Revolución desde la Sierra Maestra y las primeras leyes revolucionarias ha sido:- La más estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y ofrecerles protección alos perseguidos por sangrientas tiranías.- Una actitud de rechazo a la crueldad presente en nuestra historia- Se reitera la idea martiana del rechazo en la guerra a los ejércitos que asesinan a sus prisioneros.Fidel Castro plantea que…”el militar de honor no asesina al prisionero indefenso después delcombate sino que lo respeta, no remata al herido sino que lo ayuda, impide el crimen”. (obracitada, pág. 12).En la actualidad, la guerra como continuación de la política, no constituye una opción, sino la opciónde las potencias imperialistas para resolver sus problemas internos y externos, es la forma explicita dela generación del ser humano y del capitalismo como sistema, por lo que se impone la necesidad dedesterrarla con una cultura de paz.
7III Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI – Iris Laureiro Ramírez

Actitud del partido obrero hacia la religión

V. I. Lenin

Actitud del partido obrero hacia la religión

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Escrito: En 1909.
Primera publicación: En Proletari, núm. 45, 13 (26) de mayo de 1909.
Fuente: Biblioteca de Textos Marxistas.
Preparado para el MIA: Por Juan Fajardo, diciembre de 2000.

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El discurso del diputado Surkov en la Duma de Estado, durante el debate del presupuesto del Sínodo, y la discusión en nuestra minoría de la Duma, al examinar el proyecto de este discurso — que publicamos a continuación —, han planteado un problema de extraordinaria importancia y actualidad precisamente en nuestros días. Es indudable que el interés por cuanto se relaciona con la religión abarca ahora a vastos círculos de la “sociedad” y ha penetrado en las filas de los intelectuales que están cerca del movimiento obrero y en ciertos medios obreros. La socialdemocracia tiene el deber ineludible de exponer su actitud hacia la religión.

La socialdemocracia basa toda su concepción del mundo en el socialismo científico, es decir, en el marxismo. La base filosófica del marxismo, como declararon repetidas veces Marx y Engels, es el materialismo dialéctico, que hizo suyas plenamente las tradiciones históricas del materialismo del siglo XVIII en Francia y de Feuerbach (primera mitad del siglo XIX) en Alemania, del materialismo incondicionalmente ateo y decididamente hostil a toda religión.
Recordemos que todo el Anti-Dühring de Engels, que Marx leyó en manuscrito, acusa al materialista y ateo Dühring de inconsecuencia en su materialismo y de haber dejado escapatorias para la religión y la filosofía religiosa. Recordemos que en su obra sobre Ludwig Feuerbach, Engels le reprocha haber luchado contra la religión no para aniquilarla, sino para renovarla, para crear una religión nueva, “sublime”, etc. La religión es el opio del pueblo1. Esta máxima de Marx constituye la piedra angular de toda la concepción marxista en la cuestión religiosa. El marxismo considera siempre que todas las religiones e iglesias modernas, todas y cada una de las organizaciones religiosas, son órganos de la reacción burguesa llamados a defender la explotación y a embrutecer a la clase obrera.

Sin embargo, Engels condenó al mismo tiempo más de una vez los intentos de quienes, con el deseo de ser “más izquierdistas” o “más revolucionarios” que la socialdemocracia, pretendían introducir en el programa del partido obrero el reconocimiento categórico del ateísmo como una declaración de guerra a la religión. Al referirse en 1874 al célebre manifiesto de los comuneros blanquistas emigrados en Londres, Engels calificaba de estupidez su vocinglera declaración de guerra a la religión, afirmando que semejante actitud era el medio mejor de avivar el interés por la religión y de dificultar la verdadera extinción de la misma. Engels acusaba a los blanquistas de ser incapaces de comprender que sólo la lucha de clase de las masas obreras, al atraer ampliamente a las vastas capas proletarias a una práctica social consciente y revolucionaria, será capaz de librar de verdad a las masas oprimidas del yugo de la religión, en tanto que declarar como misión política del partido obrero la guerra a la religión es una frase anarquista2. Y en 1877, al condenar sin piedad en el Anti-Dühring las más mínimas concesiones del filósofo Dühring al idealismo y a la religión, Engels condenaba con no menor energía la idea seudorrevolucionaria de aquél sobre la prohibición de la religión en la sociedad socialista. De clarar semejante guerra a la religión, decía Engels, significaria “ser más bismarckista que Bismarck”, es decir, repetir la necedad de su lucha contra los clericales (la famosa “lucha por la cultura”, Kulturkampf, o sea, la lucha sostenida por Bismarck en la década de 1870 contra el Partido Católico Alemán, el partido del “Centro”, mediante persecuciones policíacas del catolicismo3. Lo único que consiguió Bismarck con esta lucha fue fortalecer el clericalismo militante de los católicos y perjudicar a la causa de la verdadera cultura, pues colocó en primer plano las divisiones religiosas en lugar de las divisiones políticas, distrayendo asi la atención de algunos sectores de la clase obrera y de la democracia de las tareas esenciales de la lucha de clase y revolucionaria para orientarlos hacia el anticlericalismo burgués más superficial y engañoso. Al acusar a Dühring, que pretendia aparecer como ultrarrevolucionario, de querer repetir en otra forma la misma necedad de Bismarck, Engels requería del partido obrero que supiese trabajar con paciencia para organizar e ilustrar al proletariado, para realizar una obra que conduce a la extinción de la religión, y no lanzarse a las aventuras de una guerra política contra la religión4. Este punto de vista arraigó en la socialdemocracia alemana, que se manifestó, por ejemplo, a favor de la libertad de acción de los jesuitas, a favor de su admisión en Alemania y de la abolición de todas las medidas de lucha policíaca contra una u otra religión. “Declarar la religión un asunto privado”: este famoso punto del Programa de Erfurt5 (1891) afianzó dicha táctica política de la socialdemocracia.

Esta táctica se ha convertido ya en una rutina, ha llegado a engendrar una nueva distorsión del marxismo en el sentido contrario, en el sentido oportunista. La tesis del Programa de Erfurt ha comenzado a ser interpretada en el sentido de que nosotros, los socialdemócratas, nuestro Partido, considera la religión un asunto privado; que para nosotros, como socialdemócratas, como Partido, la religión es un asunto privado. Sin polemizar directamente con este punto de vista oportunista, Engels estimó necesario en la década del go del siglo XIX combatirlo con energía no en forma polémica, sino de modo posirivo. O sea: Engels lo hizo mediante una declaración, en la que subrayaba adrede que la socialdemocracia considera la religión como un asunto privado con respecto al Estado, pero en modo alguno con respecto a sí misma, con respecto al marxismo, con respecto al partido obrero6.

Tal es la historia externa de las manifestaciones de Marx y Engels acerca de la religión. Para quienes enfocan con negligencia el marxismo, para quienes no saben o no quieren meditar, esta historia es un cúmulo de contradicciones absurdas y de vaivenes del marxismo: una especie de mezcolanza de ateísmo “consecuente” y de “condescendencias” con la religión, vacilaciones “carentes de principios” entre la guerra r-r-revolucionaria contra Dios y la aspiración cobarde de “adaptarse” a los obreros creyentes, el temor a espantarlos, etc., etc. En las publicaciones de los charlatanes anarquistas puede encontrarse no pocos ataques de esta indole al marxismo.

Pero quienes scan capaces aunque sea en grado minimo, de enfocar con un mínimo de seriedad el marxismo, de profundizar en sus bases filosóficas y en la experiencia de la socialclemocracia internacional, verán con facilidad que la táctica del marxismo ante la religión es profundamente consecuente y que Marx y Engels la meditaron bien; verán que lo que los diletantes o ignorantes consideran vacilaciones es una conclusion directa e ineludible del materialismo dialéctico. Constituiría un craso error pensar que la aparente “moderación” del marxismo frente a la religión se explica por sedicientes razones “tácticas”, por el deseo de “no espantar”, etc. Al contrario: la línea política del marxismo está indisolublemente ligada a sus principios filosóficos también en esta cuestión.

El marxismo es materialismo. En calidad de tal, es tan implacable enemigo de la religión como el materialismo de los enciclopedistas del siglo XVIII7 o el materialismo de Feuerbach. Esto es indudable. Pero el materialismo dialéctico de Marx y Engels va más lejos que los enciclopedistas y que Feuerbach al aplicar la filosofía materialista a la historia y a las ciencias sociales. Debemos luchar contra la religión. Esto es el abecé de todo materialismo y, por tanto, del marxismo. Pero el marxismo no es un materialismo que se detenga en el abecé. El marxismo va más allá. Afirma: hay que saber luchar contra la religión, y para ello es necesario explicar desde el punto de vista materialista los orígenes de la fe y de la religión entre las masas. La lucha contra la religión no puede limitarse ni reducirse a la prédica ideologica abstracta; hay que vincular esta lucha a la actividad práctica concreta del movimiento de clases, que tiende a eliminar las raíces sociales de la religión. ¿Por qué persiste la religión entre los sectores atrasados del proletariado urbano, entre las vastas capas semiproletarias y entre la masa campesina? Por la ignorancia del pueblo, responderán el progresista burgués, el radical o el materialista burgués. En consecuencia, ¡abajo la religión y viva el ateísmo!, la difusión de las concepciones ateístas es nuestra tarea principal. El marxista dice: No es cierto. Semejante opinión es una ficción cultural superficial, burguesa, limitada. Semejante opinión no es profunda y explica las raíces de la religión de un modo no materialista, sino idealista. En los países capitalistas contemporáneos, estas raíces son, principalmente, sociales. La raíz más profunda de la religión en nuestros tiempos es la opresión social de las masas trabajadoras, su aparente impotencia total frente a las fuerzas ciegas del capitalismo, que cada día, cada hora causa a los trabajadores sufrimientos y martirios mil veces más horrorosos y salvajes que cualquier acontecimiento extraordinario, como las guerras, los terremotos, etc. “El miedo creó a los dioses”. El miedo a la fuerza ciega del capital — ciega porque no puede ser prevista por las masas del pueblo —, que a cada paso amenaza con aportar y aporta al proletario o al pequeño propietario la perdición, la ruina “inesperada”, “repentina”, “casual”, convirtiéndolo en mendigo, en indigente, arrojándole a la prostitución, acarreándole la muerte por hambre: he ahí la raíz de la religión contemporánea que el materialista debe tener en cuenta antes que nada, y más que nada, si no quiere quedarse en aprendiz de materialista. Ningún folleto educativo será capaz de desarraigar la religión entre las masas aplastadas por los trabajos forzados del régimen capitalista y que dependen de las fuerzas ciegas y destructivas del capitalismo, mientras dichas masas no aprendan a luchar unidas y organizadas, de modo sistemático y consciente, contra esa raíz de la religión, contra el dominio del capital en todas sus formas.

¿Debe deducirse de esto que el folleto educativo antirreligioso es nocivo o superfluo? No. De esto se deduce otra cosa muy distinta. Se deduce que la propaganda atea de la social-democracia debe estar subordinada a su tarea fundamental: el desarrollo de la lucha de clases de las masas explotadas contra los explotadores.

Quien no haya reflexionado sobre los principios del materialismo dialéctico, es decir, de la filosofía de Marx y Engels, quizá no comprenda (o, por lo menos, no comprenda en seguida) esta tesis. Se preguntará: ¿Como es posible subordinar la propaganda ideológica, la prédica de ciertas ideas, la lucha contra un enemigo de la cultura y del progreso que persiste desde hace miles de años (es decir, contra la religión) a la lucha de clases, es decir, a la lucha por objetivos prácticos determinados en el terreno económico y político?

Esta objeción figura entre las que se hacen corrientemente al marxismo y que testimonian la incomprensión más completa de la dialéctica de Marx. La contradicción que sume en la perplejidad a quienes objetan de este modo es una contradicción real de la vida misma, es decir, una contradicción dialéctica y no verbal ni inventada. Separar con una barrera absoluta, infranqueable, la propaganda teórica del ateísmo — es decir, la destrucción de las creencias religiosas entre ciertos sectores del proletariado — y el éxito, la marcha, las condiciones de la lucha de clase de estos sectores significa discurrir de modo no dialéctico, convertir en barrera absoluta lo que es sólo una barrera móvil y relativa; significa desligar por medio de la violencia lo que está indisolublemente ligado en la vida real. Tomemos un ejemplo. El proletariado de determinada región y de determinada rama industrial se divide, supongamos, en un sector avanzado de socialdemócratas bastante conscientes — que, naturalmente, son ateos — y en otro de obreros bastante atrasados, vinculados todavía al campo y a los campesinos, que creen en Dios, van a la iglesia e incluso se encuentran bajo la influencia directa del cura local, quien, admitámoslo, crea una organización obrera cristiana. Supongamos, además, que la lucha económica en dicha localidad haya llevado a la huelga. El marxista tiene el deber de colocar en primer plano el éxito del movimiento huelguístico, de oponerse resueltamente a la división de los obreros en esa lucha en ateos y cristianos y de combatir esa división. En tales condiciones, la prédica ateísta puede resultar superflua y nociva, no desde el punto de vista de las consideraciones filisteas de que no se debe espantar a los sectores atrasados o perder un acta en las elecciones, etc., sino desde el punto de vista del progreso efectivo de la lucha de clases, que, en las circunstancias de la sociedad capitalista moderna, llevará a los obreros cristianos a la socialdemocracia y al ateísmo cien veces mejor que la mera propaganda atea. En tal momento y en semejante situación, el predicador del ateísmo sólo favorecería al cura y a los curas, quienes no desean sino sustituir la división de los obreros según su intervención en el movimiento huelguístico por la división en creyentes y ateos. El anarquista, al predicar la guerra contra Dios a toda costa, ayudaría, de hecho, a los curas y a la burguesía (de la misma manera que los anarquistas ayudan siempre, de hecho, a la burguesía). El marxista debe ser materialista, o sea, enemigo de la religión; pero debe ser un materialista dialéctico, es decir, debe plantear la lucha contra la religión no en el terreno abstracto, puramente teórico, de prédica siempre igual, sino de modo concreto, sobre la base de la lucha de clases que se libra de hecho y que educa a las masas más que nada y mejor que nada. El marxista debe saber tener en cuenta toda la situación concreta, cncontrando siempre el límite entre el anarquismo y el oportunismo (este límite es relativo, móvil, variable, pero existe), y no caer en el “revolucionarismo” abstracto, verbal, y, en realidad, vacuo del anarquista, ni en el filisteísmo y el oportunismo del pequeño burgués o del intelectual liberal, que teme la lucha contra la religión, olvida esta tarea suya, se resigna con la fe en Dios y no se orienta por los intereses de la lucha de clases, sino por el mezquino y mísero cálculo de no ofender, no rechazar ni asustar, ateniéndose a la máxima ultrasabia de “vive y deja vivir a los demás”, etc., etc.

Desde este punto de vista hay que resolver todas las cuestiones parciales relativas a la actitud de la socialdemocracia ante la religión. Por ejemplo, se pregunta con frecuencia si un sacerdote puede ser miembro del Partido Socialdemócrata y, como regla general, se responde de modo afirmativo incondicional, invocando la experiencia de los partidos socialdemócratas europeos. Pero esta experiencia no es fruto únicamente de la aplicación de la doctrina marxista al movimiento obrero, sino también de las condiciones históricas especiales de Occidente, que no existen en Rusia (más adelante hablaremos de ellas); de modo que la respuesta afirmativa incondicional es, en este caso, errónea. No se puede declarar de una vez para siempre y para todas las situaciones que los sacerdotes no pueden ser miembros del Partido Socialdemócrata, pero tampoco se puede establecer de una vez para siempre la regla contraria. Si un sacerdote viene hacia nosotros para realizar una labor política conjunta y cumple con probidad el trabajo de partido, sin combatir el programa de éste, podemos admitirlo en las filas socialdemócratas: en tales condiciones, la contradicción entre el espíritu y los principios de nuestro programa, por un lado, y las convicciones religiosas del sacerdote, por otro, podría seguir siendo una contradicción personal suya, que sólo a él afectase, ya que una organización política no puede examinar a sus militantes para saber si no existe contradicción entre sus conceptos y el Programa del Partido. Pero, claro está, caso semejante podría ser una rara excepción incluso en Europa, mas en Rusia es ya muy poco probable. Y si, por ejemplo, un sacerdote ingresase en el Partido Socialdemócrata y empezase a realizar en él, como labor principal y casi única, la prédica activa de las concepciones religiosas, el Partido, sin duda, tendría que expulsarlo de sus filas. Debemos no sólo admitir, sino atraer sin falta al Partido Socialdemócrata a todos los obreros que conservan la fe en Dios; nos oponemos categóricamente a que se infiera la más mínima ofensa a sus creencias religiosas, pero los atraemos para educarlos en el espíritu de nuestro programa y no para que luchen activamente contra él. Admitimos dentro del Partido la libertad de opiniones, pero hasta ciertos límites, determinados por la libertad de agrupación: no estamos obligados a marchar hombro con hombro con los predicadores activos de opiniones que rechaza la mayoría del Partido.

Otro ejemplo. ¿Se puede condenar por igual, en todas las circunstancias, a los militantes del Partido Socialdemócrata por declarar “El socialismo es mi religión” y por predicar opiniones en consonancia con semejante declaración? No. La desviación del marxismo (y, por consiguiente, del socialismo) es en este caso indudable; pero la importancia de esta desviación, su peso específico, por así decirlo, pueden ser diferentes en diferentes circunstancias. Una cosa es cuando el agitador, o la persona que interviene ante las masas obreras, habla así para que le comprendan mejor, para empezar su exposición o presentar con mayor claridad sus conceptos en los términos más usuales entre una masa poco culta. Pero otra cosa es cuando un escritor comienza a predicar la “construcción de Dios”[8] o el socialismo de los constructores de Dios (en espíritu, por ejemplo, de nuestros Lunacharski y Cía.). En la misma medida en que, en el primer caso, la condenación sería injusta e incluso una limitación inadecuada de la libertad del agitador, de la libertad de influencia “pedagógica”, en el segundo caso, la condenación por parte del Partido es indispensable y obligada. Para unos, la tesis de que “el socialismo es una religión” es una forma de pasar de la religión al socialismo; para otros, del socialismo a la reiigión.

Analicemos ahora las condiciones que han engendrado en Occidente la interpretación oportunista de la tesis “Declarar la religión un asunto privado”. En ello han influido, naturalmente, las causas comunes que engendran el oportunismo en general como sacrificio de los intereses fundamentales del movimiento obrero en aras de las ventajas momentáneas. El Partido del proletariado exige del Estado que declare la religión un asunto privado; pero no considera, ni mucho menos, “asunto privado” la lucha contra el opio del pueblo, la lucha contra las supersticiones religiosas, etc. ¡Los oportunistas tergiversan la cuestión como si el Partido Socialdemócrata considerase la religión un asunto privado!

Pero, además de la habitual deformación oportunista (no explicada en absoluto durante los debates que sostuvo nuestra minoría de la Duma al analizarse la intervención sobre la religión), existen condiciones históricas especiales que han suscitado, si se me permite la expresión, la excesiva indiferencia actual de los socialdemócratas europeos ante la cuestión religiosa. Son condiciones de dos géneros. Primero, la tarea de la lucha contra la religión es históricamente una tarea de la burguesía revolucionaria, y la democracia burgue sa de Occidente, en la época de sus revoluciones o de sus ataques al feudalismo y al espíritu medieval, la cumplió (o cumplía) en grado considerable. Tanto en Francia como en Alemania existe la tradición de la guerra burguesa contra la religión, guerra iniciada mucho antes de aparecer el socialismo (los enciclopedistas, Feuerbach). En Rusia, de acuerdo con las condiciones de nuestra revolución democráticoburguesa, también esta tarea recae casi por entero sobre los hombros de la clase obrera. En nuestro país, la democracia pequeñoburguesa (populista) no ha hecho mucho al respecto (como creen los kadetes centurionegristas de nuevo cuño o los centurionegristas kadetes de Veji [9]), sino demasiado poco en comparación con Europa.

Por otra parte, la tradición de la guerra burguesa contra la religión creó en Europa una deformación específicamente burguesa de esta guerra por parte del anarquismo, el cual, como han explicado hace ya mucho y reiteradas veces los marxistas, se sitúa en el terreno de la concepción burguesa del mundo, a pesar de toda la “furia” de sus ataques a la burguesía. Los anarquistas y los blanquistas en los países latinos, Most (que, dicho sea de paso, fue discípulo de Dühring) y Cía. en Alemania y los anarquistas de la década del 80 en Austria llevaron hasta el nec plus ultra la frase revolucionaria en su lucha contra la religión. No es de extrañar que, ahora, los socialdemócratas europeos caigan en el extremo opuesto de los anarquistas. Esto es comprensible y, en cierto modo, legítimo; pero nosotros, los socialdemócratas rusos, no pode mos olvidar las condiciones históricas especiales de Occidente.

Segundo, en Occidente, después de haber terminado las revoluciones burguesas nacionales, después de haber sido implantada la libertad de conciencia más o menos completa, la cuestión de la lucha democrática contra la religión quedó tan relegada históricamente a segundo plano por la lucha de la democracia burguesa contra el socialismo, que los gobiernos burgueses intentaron conscientemente desviar la atención de las masas del socialismo, organizando “cruzadas” quasi-liberales contra el clericalismo. Este carácter tenían también el Kulturkampf en Alemania y la lucha de los republicanos burgueses de Francia contra el clericalismo. El anticlericalismo burgués, como medio de desviar la atención de las masas obreras del socialismo, precedió en Occidente a la difusión entre los socialdemócratas de su actual “indiferencia” ante la lucha contra la religión. Y también esto es comprensible y legítimo, pues los socialdemócratas debían oponer al anticlericalismo burgués y bismarckiano precisamente la subordinación de la lucha contra la religión a la lucha por el socialismo.

En Rusia, las condiciones son completamente distintas. El proletariado es el dirigente de nuestra revolución democráticoburguesa. Su partido debe ser el dirigente ideológico en la lucha contra todo lo medieval, incluidos la vieja religión oficial y todos los intentos de renovarla o fundamentarla de nuevo o sobre una base distinta, etc. Por eso, si Engels corregía con relativa suavidad el oportunismo de los socialdemócratas alemanes — que habían sustituido la reivindicación del partido obrero de que el Estado declarase la religión un asunto privado, declarando ellos mismos la religión como asunto privado para los propios socialdemócratas y para el Partido Socialdemócrata —, es lógico que la aceptación de esta tergiversación alemana por los oportunistas rusos merecería una condenación cien veces más dura por parte de Engels.

Al declarar desde la tribuna de la Duma que la religión es el opio del pueblo, nuestra minoría procedió de modo completamente justo, sentando con ello un precedente que deberá servir de base para todas las manifestaciones de los socialdemócratas rusos acerca de la religión. ¿Debería haberse ido más lejos, desarrollando con mayor detalle las conclusiones ateas? Creemos que no. Eso podría haber acarreado la amenaza de que el partido político del proletariado hiperbolizase la lucha antirreligiosa; eso podría haber conducido a borrar la línea divisoria entre la lucha burguesa y la lucha socialista contra la religión. La primera tarea que debía cumplir la minoría socialdemócrata en la Duma centurionegrista fue cumplida con honor.

La segunda tarea, y quizá la principal para los socialdemócratas — explicar el papel de clase que desempeñan la Iglesia y el clero al apoyar al gobierno centurionegrista y a la burguesía en su lucha contra la clase obrera —, fue cumplida también con honor. Es claro que sobre este tema podría decirse mucho más, y las intervenciones posteriores de los socialdemócratas sabrán completar el discurso del camarada Surkov; sin embargo, su discurso fue magnífico y su difusión por todas nuestras organizaciones es un deber directo del Partido.

La tercera tarea consistía en explicar con toda minuciosidad el sentido justo de la tesis que con tanta frecuencia deforman los oportunistas alemanes: “declarar la religión un asunto privado”. Por desgracia, el camarada Surkov no lo hizo. Esto es tanto más de lamentar por cuanto, en la actividad anterior de la minoría, el camarada Beloúsov cometió un error en esta cuestión, que fue señalado oportunamente en Proletari. Los debates en la minoría demuestran que la discusión en torno al ateísmo le impidió ver el problema de cómo exponer correctamente la famosa reivindicación de declarar la religión un asunto privado. No acusaremos sólo al camarada Surkov de este error de toda la minoría. Más aún: reconocemos francamente que la culpa corresponde a todo el Partido por no haber explicado en grado suficiente esta cuestión, por no haber inculcado suficientemente en la conciencia de los socialdemócratas el significado de la observación de Engels a los oportunistas alemanes. Los debates en la minoría demuestran que eso fue, precisamente, una comprensión confusa de la cuestión y no falta de deseos de atenerse a la doctrina de Marx, por lo que estamos seguros de que este error será subsanado en las intervenciones subsiguientes de la minoría.

En resumidas cuentas, repetimos que el discurso del camarada Surkov es magnífico y debe ser difundido por todas las organizaciones. Al discutir el contenido de este discurso, la minoría ha demostrado que cumple a conciencia con su deber socialdemócrata. Nos resta desear que en la prensa del Partido aparezcan con mayor frecuencia informaciones acerca de los debates en el seno de la minoría, a fin de aproximar ésta al Partido, de darle a conocer la intensa labor que efectúa la minoría y de establecer la unidad ideológica en la actuación de uno y otra.

NOTAS

[1] Véase C. Marx, “Introducción a La crítica de la filosofía de derecho de Hegel “. (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. I.)
[2] Véase F. Engels, “La literatura de emigrado”. (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XVIII.)
[3] Se alude a Kulturkampf (“Lucha por la cultura”) que era como llamaban los burgueses liberales al conjunto de medidas legales adoptadas en la década del 70 del siglo XIX, por el gobierno de Bismarck bajo el rótulo de la lucha por una cultura laica y con miras a oponerse a la iglesia católica y al partido del “Centro”, los que brindaban apoyo a las tendencias separatistas de los terratenientes y la burguesía de los Estados pequeños y medianos de Suroeste de Alemania. La política de Bismarck también apuntaba a desviar de la lucha de clases a una parte de la clase obrera mediante la incitación al fanatismo religioso. En la década del 80, a fin de amalgamar a las fuerzas reaccionarias, Bismarck derogó gran parte de estas medidas.
[4] Véase F. Engels, Anti-Duhring, parte tercera, V. El Estado, la familia y la educación.
[5] El Programa de Erfurt, de la socialdemocracia alemana, fue aprobado en octubre de 1891 en el congreso de Erfurt para sustituir el Programa de Gotha de 1875, y significó un paso adelante con respecto a este último porque en el se rechazaba las exigencias lassalleanas. Sin embargo, también contenia graves errores; no trataba de la teoría de dictadura del proletariado, de las exigencias de derrocar la monarquía y fundar república democrática. En junio de 1891, Engels criticó el proyecto de este programa. (C. Marx y F. Engels, “La critica del proyecto del programa del Partido Socialdemocrático de 1891”, Obras Completas, t. XXII.)
[6] Se alude a la “Introducción” de F. Engels al folleto de C. Marx La guerra civil en Francia, 3a edición alemana.
[7] Enciclopedistas: grupo de ideologo-civilizadores franceses del siglo XVIII, que se unieron para publicar la Encyclopédie ou dictionnaire reissonné des sciences, des arts et des métiers (1751-1780) y por eso se denominan así. Su organizador y editor en jefe fue Denis Diderot. Los enciclopedistas estaban categóricamente en contra de la iglesia católica, la escolástica y el privilegio del sistema feudal, y desempeñaron un papel nada insignificante en la preparación ideológica de la revolución burguesa en la Francia de fines del siglo XVIII.
[8] Construcción de Dios: corriente religioso-filosófica hostil al marxismo, aparecida en el período de la reacción stolipiniana entre una parte de los intelectuales del Partido, que se desviaron del marxismo después de la derrota de la revolución de 1905-1907. Los constructores de Dios (Lunacharski, Bazárov y otros) predicaban la creación de una religión nueva, “socialista”, trataban de reconciliar el marxismo con la religión. En un tiempo, M. Gorki se adhirió a ellos. La reunión de la redacción ampliada de Proletari condenó dicha corriente y en una resolución especial declaró que la fracción bolchevique no tenía nada de común “con semejante tergiversación del socialismo científico”.
[9] Veji (“Jalones”): recopilacion de los kadetes; apareció en Moscú en la primavera de 1909 con artículos de N. Berdiáev, S. Bulgákov, P. Struve, M. Guerchenzon y otros representantes de la burguesía liberal contrarrevolucionaria. En los artículos sobre los intelectuales rusos, los “vejistas” trataban de difamar las tradiciones democrático-revolucionarias de Rusia, denigraban el movimiento revolucionario de 1905 y daban las gracias al gobierno zarista por haber salvado a la burguesía “con sus bayonetas y cárceles”. La recopilacion exhortaba a los intelectuales a ponerse al servicio de la autocracia. Lenin comparaba el programa de Veji tanto en filosofía como en ensayos con el de Moskovskie Viédomosti, periódico centurionegrista, llamaba la recopilación “enciclopedia de la apostasia liberal “, que “es un continuo torrente de lodo reaccionario, vertido sobre la democracia.”

¡Convocatoria a Vigilia de Adviento por la Victoria en Venezuela!

COMUNIDADES DE FE Y VIDA DE EL SALVADOR

¡Convocatoria a Vigilia de Adviento por la Victoria en Venezuela!

“Estén ustedes preparados,

orando en todo tiempo…”

Lucas 21:36a

Hermanos y hermanas: un combativo saludo en el nombre de nuestro Señor y Liberador, Jesucristo!

Las Comunidades de Fe y Vida (COFEVI) con la alegría del que espera la llegada del triunfo popular en Venezuela y la derrota de los sirvientes del imperio, invita a todo nuestro pueblo para que nos acompañen en esta actividad. ESTE 3 DE DICIEMBRE EL PUEBLO VENEZOLANO DERROTA DE NUEVO AL IMPERIO.

Como pueblo salvadoreño vamos a celebrar la victoria de nuestro hermano Hugo Chávez en Venezuela que es la victoria de los pueblos del mundo que luchan contra el imperialismo. Vamos a orar y dar gracias a Dios por este nuevo triunfo popular en nuestra Patria Grande. Vamos a compartir las noticias que nos lleguen desde Venezuela; vamos a escuchar música de protesta, vamos a restaurar nuestro espíritu solidario; vamos a cantar y celebrar.

¡Acompáñanos! Trae tu espíritu solidario, instrumentos musicales, trae tu vos y tu presencia comprometida con esta América Latina que se levanta contra el imperio…

DIA, HORA Y LUGAR: Plaza del Salvador del Mundo, 3 de diciembre de 2006, de 4 p.m. en adelante…

Bienvenidos a la anarquía global

IMMANUEL WALLERSTEIN

BIENVENIDOS A LA ANARQUÍA GLOBAL

La Administración de Bush disfruta de una posición de cómoda ventajacon la conquista de Iraq. Piensa que puede obrar a su antojo y proba-blemente se comportará de acuerdo con esta creencia en el futuro próximo. Es comprensible que los halcones del Pentágono, que durantemucho tiempo han defendido que el militarismo rendiría sus dividendos,sientan que en estos momentos sus tesis están siendo validadas. Es igual-mente natural que quienes se oponen al imperialismo estadounidense sesientan desmoralizados por el evidente éxito de Estados Unidos. En miopinión, ambos razonamientos no tienen en cuenta los parámetros defi-nitorios de la situación ni aferran lo que está sucediendo realmente en elámbito geopolítico. En este artículo construiré mi análisis alrededor detres periodos: el momento álgido de la hegemonía estadounidense duran-te el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, que abarcó desde1945 hasta 1967/1973; el momento de los últimos resplandores de esahegemonía, que se extendió desde 1967/1973 hasta 2001; y la época quese abre ante nosotros, que arranca de esta última fecha y llegará hasta2025 o 2050, y que se caracterizará por ser un periodo de anarquía queEstados Unidos no puede controlar. Distinguiré tres ejes dentro de cadauno de estos periodos: las luchas competitivas internas de las sedes másimportantes de acumulación de la economía-mundo capitalista; la lucha«Norte-Sur»; y la batalla para determinar el sistema-mundo futuro libradapor los dos grupos que yo metafóricamente denomino los campos deDavos y de Porto Alegre.Durante el periodo comprendido entre 1945 y 1967/1973, Estados Unidosfue incuestionablemente la potencia hegemónica en el sistema-mundo, ya que se hallaba en posesión de una combinación de ventajas económicas,militares, políticas y culturales que excedía la poseída tanto por cual-quiera de los restantes Estados como por el conjunto de todos ellos. Alfinalizar la Segunda Guerra Mundial, era la única potencia industrial quehabía eludido la destrucción bélica y había incrementado de modo nota-ble sus recursos productivos en comparación con los niveles alcanzadosantes del conflicto mundial. Las empresas estadounidenses podían pro-ducir bienes con una eficiencia tan por encima de la de sus competido-res que estuvieron en condiciones de penetrar los mercados nacionales
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En realidad, la situación era tan desigual que EstadosUnidos tuvo que acometer la reconstrucción de Europa occidental y deJapón para constituir una demanda de consumo razonable a escala mun-dial.Esta aplastante ventaja económica se combinaba con una neta superiori-dad militar. Después de 1945, la opinión pública estadounidense insistió,como es sabido, en una reducción inmediata de las fuerzas armadas, quecristalizó en la expresión «que los chicos vuelvan a casa». Estados Unidos,sin embargo, poseía la bomba atómica y una fuerza aérea capaz de arro-jarla en cualquier punto del mundo. La única fuerza militar realmenteequiparable era el ejército de la Unión Soviética, que en 1949 poseía yaarmas nucleares. Estados Unidos no tuvo más remedio que sellar un trato.Aunque los acuerdos de Yalta suponían tan sólo una pequeña parte deunos pactos mucho más amplios, la negociación alcanzada entre las gran-des potencias ha sido conocida por ese nombre desde entonces. Conteníantres cláusulas primordiales: conservación del statu quo en Europa deacuerdo con los límites definidos por la presencia de tropas soviéticas en1945; la compartimentación económica de las dos zonas mundiales y lalibertad de utilizar recíprocamente una retórica de denuncia frente a laotra parte.Estos tres puntos fueron más o menos respetados hasta 1980 y, en ciertamedida, hasta el colapso de la Unión Soviética. El statu quo fue puesto aprueba por el bloqueo de Berlín en 1949, pero salió reafirmado por eldesenlace de la crisis. Posteriormente, Estados Unidos se abstuvo riguro-samente de prestar su ayuda, más allá de la denuncia retórica, a ningunode los levantamientos que se produjeron en la zona soviética. En Yugoslaviay en Albania, los dos disidentes del bloque soviético, la URSS no tenía tro-pas estacionadas. Sin embargo, estos Estados, en vez de integrarse en laesfera estadounidense, tuvieron la libertad de permanecer «neutrales» fren-te a ambas superpotencias durante la Guerra Fría. Si se pretendió aplicarel acuerdo de Yalta a la guerra de Corea es algo que no estuvo claro ini-cialmente, pero su resultado –una tregua armada en la línea de partida–colocó la península coreana rotundamente dentro del marco de aquélla.La compartimentación económica persistió también durante las primerasdécadas de posguerra, aunque comenzó a resquebrajarse después de1973. La retórica estridente de la denominada Guerra Fría fue la única res-ponsable de transmitir la impresión de que se estaba librando una seriabatalla. Evidentemente, muchos todavía creen que así sucedió en reali-dad; pero contemplado con la perspectiva que da el paso del tiempo,podría igualmente describirse como un conflicto coreografiado en el cualrealmente nunca sucedió nada. Políticamente, los acuerdos de Yalta permitieron que ambas partes alinea-ran una serie de leales aliados en sus bandos respectivos. Ha sido cos-tumbre referirse a los de la Unión Soviética como países satélites; pero losclientes de Estados Unidos –en Europa, los países de la OTAN; en Asia
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7ARTÍCULOSoriental, Japón, Corea del Sur y Taiwán– apenas fueron menos serviles.Nueva York se convirtió en el centro mundial del arte, mientras la cultu-ra de masas se «americanizaba» cada vez más. Finalmente, en cuanto a ladominación ideológica, el concepto de «mundo libre» funcionó tan biencomo la noción de «campo socialista».En el Norte, por consiguiente, Estados Unidos fue capaz de imponer susdeseos tanto sobre sus competidores capitalistas como sobre la superpo-tencia rival con un 95 por 100 de éxito y en el 95 por 100 de las ocasio-nes. Esto era evidentemente una hegemonía. El único contratiempo queexperimentó la maquinaria fue cierta resistencia por parte del Sur a esteorden mundial definido por Estados Unidos. En teoría, la superpotenciaamericana postulaba «el desarrollo y la liberación del Sur del dominiocolonial» la Unión Soviética entonaba la misma canción en tonos todavíamás estridentes. En la práctica, sin embargo, ninguno de los dos tenía nin-guna prisa por fomentar dichos objetivos, y se dejó que los pueblos delSur persiguieran sus propias causas con grados diversos de militancia yenergía política. Se produjeron algunas luchas célebres y revolucionesviolentas –fundamentalmente, en China, Vietnam, Cuba y Argelia– que secolocaron al margen de las coordenadas marco de Yalta. Estados Unidoshizo lo que pudo por suprimir tales movimientos y cosechó algunos éxi-tos significativos: el derrocamiento de Mossadegh en Irán y la expulsiónde Arbenz en Guatemala en 1954, entre otros muchos. Pero el Norte tam-bién experimentó un puñado de importantes fracasos: la Unión Soviéticaen China; Francia en Argelia; Estados Unidos en Cuba; y Francia, prime-ro, y Estados Unidos, después, en Vietnam. Tanto Occidente como laURSS se vieron obligados a ajustarse a estas «realidades», es decir, a absor-ber los acontecimientos en el ámbito de su retórica, mientras intentabancooptar a estos nuevos regímenes limitando así su impacto geopolítico ysus consecuencias sobre la economía-mundo. Durante este periodo, elresultado de lo que puede denominarse la lucha de clases mundial pare-ce haber sido de empate. Por un lado, se había extendido por todo elmundo, especialmente en el Sur, un sentimiento antisistémico que tuvoun efecto de autocumplimiento y que se tradujo en un triunfalismo gene-ralizado. Por otro, este levantamiento comenzó a apagarse cuando elNorte consideró que ya había satisfecho suficientes de sus demandas.Últimos resplandoresEl periodo 1967-1973 representa el momento en el que los trente glorieu-ses llegaron a su fin y la economía-mundo entró en una larga fase B deKondratieff. Con toda probabilidad, la causa inmediata fundamental de laralentización fue el auge económico de Europa occidental y de Japón, queinevitablemente provocó una situación de sobreproducción en los secto-res industriales anteriormente punteros. Política y culturalmente, el levan-tamiento revolucionario de 1968 –en realidad, de 1966-1970– representóun desafío integral al periodo anterior. Se desencadenó por una combina-
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8ARTÍCULOSción de resistencia a la hegemonía estadounidense y de desilusión con losmovimientos antisistémicos tradicionales. En el plano militar, la ofensivadel Tet en febrero de 1968 fue el toque de difuntos para la intervenciónestadounidense en Vietnam. Aunque la guerra todavía se prolongó otroscinco años agonizantes antes de la retirada final de 1973, la cuestión esque Estados Unidos perdió la guerra contra una pequeña nación del TercerMundo. La combinación de estos tres sucesos –la ralentización de la eco-nomía-mundo, el levantamiento de 1968 y la derrota de Estados Unidos enVietnam– transformó la escena geopolítica y señaló el inicio del lentodeclive de la hegemonía estadounidense. Estados Unidos ya no sería capazde cumplir sus objetivos con el 95 por 100 de éxito mencionado anterior-mente, ni siquiera en el Norte. Pero el control hegemónico no se desva-nece de la noche a la mañana y todavía se produjo un último resplandor.Los fundamentos económicos de este periodo no son difíciles de compren-der. Una fase B de Kondratieff presenta determinadas características típicas:• el declive en la rentabilidad de las empresas productivas –especial-mente en aquellas que habían sido más rentables previamente– y laconsecuente reorientación de los capitalistas desde la actividad pro-ductiva a la financiera;• la huida de industrias cuyos beneficios están disminuyendo –porquesus ventajas monopolistas han desaparecido– de las zonas del centrode la economía-mundo capitalista a los países «en vías de desarrollo»semiperiféricos, en los que los salarios son menores aunque seansuperiores los costes de transacción; • el incremento significativo de las tasas de desempleo y, por consi-guiente, el esfuerzo acometido por parte de las áreas más importantesde acumulación de capital para «exportarlo» a las restantes en granmedida para minimizar las repercusiones políticas derivadas del mismo.Todos estos procesos hicieron su aparición puntualmente. Los aconteci-mientos espectaculares del declive –aunque no sus causas– fueron losaumentos de los precios del petróleo de 1973 y 1979 y una serie de devas-tadoras crisis provocadas por los alto niveles de endeudamiento: la crisis dela deuda del Tercer Mundo y del bloque socialista durante la década de 1980;la crisis del gobierno de Estados Unidos y de las corporaciones transnacio-nales durante la de 1990; la crisis de los consumidores estadounidenses, asícomo la provocada por las devaluaciones que tuvieron lugar en Asia orien-tal y en otros lugares a finales de esta misma década; y otra ronda de exce-sivo endeudamiento público protagonizada por la segunda Administraciónde Bush. En cuanto al bienestar comparativo de las áreas más importantesde acumulación podemos decir que Europa se comportó mejor en la déca-da de 1970, Japón en la de 1980 y Estados Unidos a finales de la de 1990,pero que todos ellos se han comportado pobremente desde 2000. En elresto del mundo, la promesa de «desarrollo», tan activa y optimistamente per-seguida en el periodo anterior, se reveló como el espejismo que siemprehabía sido, al menos para la gran mayoría de los Estados.
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9ARTÍCULOSPolíticamente, el orden centrado en Estados Unidos comenzó a desinte-grarse. Europa occidental y Japón ya no deseaban ser tratados como saté-lites, sino que exigían, por el contrario, ser tratados como socios. EstadosUnidos intentó aplacarles con nuevas estructuras –la Comisión Trilateral ylas reuniones del G-7–, desplegando además dos argumentos fundamen-tales para mantener el orden entre sus aliados: la Unión Soviética seguíaconstituyendo una amenaza para sus intereses y una posición de unidadfrente a un Sur cada vez más levantisco era esencial para mantener susventajas colectivas. Estas líneas de razonamiento cosecharon un éxito tansólo parcial. La zona soviética, entretanto, también estaba comenzando afragmentarse tras el espectacular ascenso de Solidaridad en Polonia y lasreformas de Gorbachov. Su disolución se aceleró por el colapso del desa-rrollismo, paralelo a sus fracasos en el Tercer Mundo, lo cual puso en evi-dencia que los Estados del bloque del Este nunca habían dejado de sercomponentes periféricos o semiperiféricos de la economía-mundo capita-lista. En el Sur, la posición de debilidad mostrada tanto por EstadosUnidos como la URSS pareció que dejaba cierto espacio para la resolu-ción parcial de un determinado número de conflictos seculares existentesen América Central, Sudáfrica y el sudeste de Asia, pero cuyo desenlacerepresentó a la postre una u otra forma de compromiso político.El levantamiento revolucionario de 1968 y el colapso del desarrollismo enla fase B de Kondratieff erosionaron severamente la legitimidad moral dela vieja izquierda –los movimientos antisistémico clásicos–, que ahoraparecía que tan sólo ofrecían en opinión de la mayoría de sus antiguospartidarios poco más que un electoralismo defensivo. Sus sucesores –enparticular, los múltiples maoísmos y la denominada nueva izquierda, losverdes, las feministas y los muchos movimientos basados en las diferen-tes formas de identidad– tuvieron breves y brillantes impactos en algunospaíses, pero no lograron adquirir ni nacional ni internacionalmente laposición central que habían adquirido los movimientos de la vieja izquier-da durante el primer periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial.Desde la perspectiva de la lucha de clases mundial, el debilitamiento de losmovimientos antisistémicos –viejos y nuevos– permitió a las fuerzas de lospoderes dominantes lanzar una contraofensiva de considerable magnitud.Inicialmente, ésta se materializó en los regímenes neoliberales de GranBretaña y Estados Unidos; en el auge del «consenso de Washington», queenterró el ideal del desarrollismo y lo reemplazó por el de la globalización,y en la vigorosa expansión del papel y de las actividades del FMI, del BancoMundial y de la recientemente creada Organización Mundial de Comercio,instituciones, todas ellas, que intentaron achicar el poder de los Estados peri-féricos de interferir el libre flujo de bienes y, sobre todo, de capitales. Estaofensiva de alcance mundial tenía tres objetivos primordiales: reducir elnivel de los salarios, restaurar la externalización de los costes de producciónponiendo fin a las serias constricciones que pesaban sobre los abusos eco-lógicos, y reducir los niveles de fiscalidad desmantelando los dispositivos delEstado del bienestar. En un primer momento, este programa pareció que
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10ARTÍCULOShabía sido coronado con éxito, y que el eslogan de Thatcher –«no hay alter-nativa»– se imponía sin contemplaciones. A finales de la década de 1990, sinembargo, esta ofensiva había alcanzado sus límites políticos. Las devaluaciones monetarias que afectaron a las economías de Asia orien-tal y sudoriental y a Brasil a finales de esta década auparon al poder a unaserie de líderes –Roh en Corea del Sur, Putin en Rusia, Megawati enIndonesia, Lula en Brasil– cuyos programas electorales o actuacionesgubernamentales no siempre han seguido las prescripciones de Washington.El colapso de Yugoslavia y de la Unión Soviética provocó una serie deconflictos nacionales, que fueron testigos de una «limpieza étnica» deenvergadura, amplias zonas de inestabilidad y escaso crédito político paraEstados Unidos o Europa occidental. La deuda y la guerra civil agarrota-ron a un buen número de Estados africanos. El predomino cultural e ide-ológico del «campo» de Davos se topó con un desafío inesperado enSeattle en 1999, cuando los muy tradicionales y moderados sindicalistasestadounidenses en conjunción con los grupos de la nueva izquierda con-siguieron forzar la suspensión de las negociaciones de la OMC, de la cualésta todavía no ha logrado recuperarse. Después, el ímpetu se tradujo enuna coalición mundial de movimientos laxamente organizada, que hamantenido una serie de encuentros exitosos en Porto Alegre y que se hanautoproclamado como contrapunto de la cumbre de Davos. CuandoGeorge W. Bush optó a la presidencia de Estados Unidos, las perspectivasno eran halagüeñas para la única superpotencia en activo. Uno de lostemas de su campaña había sido el ataque a la política exterior de Clinton,aun cuando ésta había estado orientada por las mismas premisas que habíanseguido todos los presidentes estadounidenses desde los tiempos de Nixon:es decir, intentos de parchear el renqueante globo de la hegemonía esta-dounidense mediante negociaciones recurrentes con sus supuestos alia-dos, así como con Rusia y China, combinados con esporádicos recursos ala fuerza en el Tercer Mundo. Desde 1970, la política exterior estadouni-dense ha tenido indefectiblemente dos objetivos primordiales: impedir laemergencia de una entidad europea políticamente independiente y man-tener el predominio militar mediante la restricción de la difusión de lasarmas nucleares en el Sur. En 2000, el balance de situación de estos dosobjetivos estratégicos era en el mejor de los casos mediocre y el futuro seantojaba preso de una gran incertidumbre.La estrategia de la guerra interminableFue en este momento cuando Bush llegó al poder. Su Administración sedividió entre aquellos que deseaban proseguir la política exterior vigenteen el periodo 1973-2001 y quienes defendían estrepitosamente que éstahabía fracasado y era la causa –no meramente el resultado– del decliverelativo de la hegemonía estadounidense. El grupo que adoptaba la últi-ma de las posiciones mencionadas está constituido por tres áreas princi-pales: los neoconservadores, como Wolfowitz y Perle; la derecha cristia-
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11ARTÍCULOSna; los militaristas «clásicos», como Cheney, Rumsfeld y otros, cuyas opi-niones fueron secundadas por McCain aunque él mismo estuviera ene-mistado personalmente con Bush. Los motivos, las prioridades y las bazaspolíticas de estos tres grupos son muy diferentes, pero pese a ello hanconseguido formar un bloque políticamente muy cohesionado a partir deciertas premisas comunes que comparten todos ellos:• el declive estadounidense es una realidad, y ha sido causado por latorpe timidez de los sucesivos gobiernos estadounidenses; podría serrevertido, sin embargo, acometiendo acciones militares preventivas,contundentes, explícitas y rápidas en una zona tras otra;• cualquier reticencia o incluso oposición iniciales mostradas por elestablishment estadounidense, por la opinión pública nacional o porlos aliados europeos y asiáticos será neutralizada por las demostra-ciones exitosas del poderío armado estadounidense, lo cual hará quelos aliados de Estados Unidos acepten su línea de conducta;• el modo de manejar a los regímenes recalcitrantes del Sur es la inti-midación y, si ésta falla, la conquista.Había otra lectura de la historia sobre la cual los halcones se mostraba deacuerdo: nunca habían conseguido que una Administración estadounidenseadoptara sus razonamientos y siguiera sus prescripciones en la medida queellos deseaban. Como grupo se hallaban frustrados, y cuando Bush ocupóel poder, no estuvieron del todo seguros de que el presidente estuviera desu lado. Temían más bien que sería una réplica de su padre –aunque se abs-tuvieron cuidadosamente de decirlo– o de Reagan, que había cometido elimperdonable pecado de intentar firmar un acuerdo con Gorbachov. El 11de Septiembre fue un increíble regalo para este contingente. Catapultó aBush a su campo, aunque tan sólo fuera porque ser un presidente en gue-rra que libraba una campaña interminable contra el «terrorismo» parecíagarantizar su futuro político. Esta guerra interminable legitimaba el uso de lafuerza militar contra un oponente ultradébil, los talibanes, en una operaciónque recogió una legitimidad mundial de tal amplitud como nunca la habíaalcanzado una acción de tales características. Tras este paso, los halconespercibieron que podían poner toda la carne en el asador: Iraq. Sabían quesería más difícil políticamente, pero también que ésta era una oportunidadirrepetible no únicamente para conquistar Bagdad, sino para aplicar la tota-lidad de su programa geopolítico. Se encontraron muchas más dificultades de las que habían previsto. En primerlugar, los veteranos de la Administración de Bush senior –probablemente conla aquiescencia de su anterior empleador– persuadieron al presidente de queadoptase un planteamiento «multilateralista». Tras este paso, las profecías delos halcones parecía que se estaban materializando. Francia anunció que uti-lizaría el veto frente a una segunda resolución del Consejo de Seguridad deNaciones Unidas que autorizase el uso de la fuerza y se mostró capaz de queAlemania y Rusia se unieran a ella, lo cual provocó en marzo de 2003 la humi-llación de Estados Unidos, quien a pesar de ejercer toda la presión a su alcan-
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12ARTÍCULOSce no pudo conseguir la mayoría simple del Consejo de Seguridad y tuvo queretirar su resolución. Entretanto, el 15 de febrero de 2003, las fuerzas de lo quehe denominado el campo de Porto Alegre movilizaron una protesta globalcontra la guerra que no conocía de precedentes en la historia mundial.Finalmente, incluso la leal Turquía no cumplió los deseos de Estados Unidosa pesar del enorme soborno que se le ofreció a cambio. La invasión de Iraq,por supuesto, se produjo y el régimen de Sadam Hussein colapsó. Rumsfeldy Powell están lanzando ahora nuevas amenazas a Oriente Próximo, Asianororiental e incluso a América Latina. Están convencidos de que su estrata-gema ha tenido éxito y de que la hegemonía estadounidense ha sido restau-rada. Hablan explícitamente, y sin vergüenza, de la función imperial deEstados Unidos. Pero, ¿han intimidado ellos a alguien más?Creo que no. En estos momentos, avanzamos hacia un futuro inmediatoincierto, y en momentos de anarquía sistémica como el actual puede sucedercasi cualquier cosa. Sin embargo, parece posible discernir ciertas tendencias:• el actual gobierno estadounidense se halla comprometido con unapolítica exterior unilateralista y en verdad muy agresiva;• la integración europea proseguirá –sin duda con dificultades, pero impa-rablemente– y Europa se distanciará cada vez más de Estados Unidos;• China, Corea y Japón darán los primeros pasos para aproximar posi-ciones, proyecto éste cargado con muchas más complicaciones que elde la integración europea, pero preñado de consecuencias geopolíti-cas mucho mayores;• la proliferación nuclear en el Sur continuará y probablemente seexpandirá;• la asunción del manto imperial por Estados Unidos erosionará toda-vía más sus pretensiones de arroparse de legitimidad moral en el sis-tema-mundo;• el campo de Porto Alegre se hará más sólido y probablemente másmilitante;• el campo de Davos puede muy bien dividirse de un modo cada veznítido entre quienes deseen unirse, llegar a un acuerdo o cooptar alcampo de Porto Alegre y quienes estén determinados a destruirlo;• Estados Unidos puede no tardar en lamentar el torbellino que hadesencadenado en Iraq.Hemos entrado en una transición anárquica desde el sistema-mundo exis-tente hacia uno diferente. Como todos los periodos de tales características,nadie controla la situación en un grado significativo y menos todavía unapotencia hegemónica en declive como Estados Unidos. Aunque los partida-rios del imperium estadounidense piensen que tienen los elementos de suparte, soplan fuertes vendavales en todas las direcciones y el problema realva a ser –para todos nuestros barcos– evitar el naufragio. Si el resultado últi-mo de todo ello va a ser un orden más o menos igualitario y democrático,es totalmente incierto. Pero el mundo que emerja será consecuencia decómo actuemos, colectiva y concretamente, durante las próximas décadas.

Organizaciones populares apoyan en El Salvador a Rafael Correa

SAN SALVADOR; 29 de noviembre de 2006 (SIEP) “Les agradezco su visita, voy a transmitir esta carta al gobierno de mi país” dijo la Licda. Julia Alarcón, Encargada de Negocios en El salvador de la República de Ecuador a una delegación del Bloque Popular Social.

Una delegación del Bloque Popular Social se hizo presente esta mañana a la sede diplomática del Ecuador para manifestar la solidaridad del pueblo salvadoreño con la histórica victoria alcanzada por el candidato d ela Alianza País, el presidente electo Rafael Correa.

El Rev. Ricardo Cornejo, del Bloque Popular Social manifestó que “como pueblo salvadoreño nos alegra que otro pueblo rompe las cadenas del miedo y se decide a construir un futuro independiente. Saludamos al pueblo ecuatoriano, al pueblo de Eloy Alfaro.”

“Los pueblos están derrotando al imperio y esto como cristianos n os llena de regocijo, porque significa que la gente va tener empleos y seguridad, que va a existir justicia y se va combatir la corrupción. Esto es evangélico. Esta es la solidaridad que antes se llamaba caridad.”

Concluyó que “el pueblo ecuatoriano nos esta dando una lección muy grande de unidad y de dignidad, que vamos estoy seguro a seguir para también aquí derrotar en el 2009 a los responsables de este modelo neoliberal depredador y excluyente.”

Iglesia Luterana Popular celebra triunfo de Rafael Correa en Ecuador

IGLESIA LUTERANA POPULAR CELEBRA TRIUNFO DE RAFAEL CORREA EN ECUADOR

SAN SALVADOR; 28 de noviembre de 2006 (SIEP) “Nos sentimos profundamente emocionados por esta nueva victoria popular en Ecuador; la llegada de Rafael Correa a la presidencia es un signo de los nuevos vientos que soplan en nuestro continente” dijo el Rev. Roberto Pineda, de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador.

Agregó que “estamos seguros que Rafael le va dar correa a la corrupción, la va dar correa al saqueo de los recursos naturales, la va dar correa a las pretensiones de convertir a este país sudamericano en una colonia yanqui, ese es el compromiso que ha asumido.”

Indicó que “los pueblos latinoamericanos están despertando y este año ha sido de importantes victorias electorales en Chile, Brasil, Bolivia, Nicaragua y esta vez en Ecuador. Y este domingo en Venezuela. Los pueblos están cansados de las políticas neoliberales impulsadas desde Washington que tanto sufrimiento han causado a nuestra gente.”

“Como Iglesia Luterana Popular vamos a estar vigilantes de este proceso, porque sabemos que los enemigos de la independencia latinoamericana no descansan, vamos a estar en oración permanente para que este proceso popular avance y se consolide en Ecuador.”

“Porque estamos seguros que será un proceso de recuperación de la independencia que se manifestará en la revisión de la participación del ejercito ecuatoriano en el Plan Colombia y en la revisión de la Base Militar gringa en Manta, en la revisión del TLC, de la dolarización. En impulsar políticas de beneficio al pueblo ecuatoriano” concluyó el líder religioso.

Carta de felicitación a Rafael Correa ¡Presidente electo de Ecuador!

BLOQUE POPULAR SOCIAL DE EL SALVADOR

CARTA DE FELICITACION A RAFAEL CORREA ¡PRESIDENTE ELECTO DE ECUADOR!

Sr. Rafael Correa
Presidente Electo de Ecuador

Reciba un fraternal saludo del Bloque Popular Social, frente de resistencia integrado por organizaciones sindicales, campesinas, comunales, estudiantiles, religiosas, magisteriales, juveniles, de indígenas, mujeres y veteranos de guerra, que desde septiembre del 2003 lucha en las calles por una verdadera democracia.

Hemos recibido con mucha alegría la noticia de su victoria frente a la derecha en Ecuador representada por el multimillonario Novoa. Le expresamos desde este pueblo salvadoreño que esta en pie de lucha nuestra admiración, respeto y entusiasmo por esta oportunidad histórica de construir un nuevo Ecuador.

Desde nuestro nacimiento como Bloque Popular Social hemos seguido con interés y solidaridad las luchas realizadas por el pueblo ecuatoriano por lograr un régimen
democrático que se lance a la realización de profundas transformaciones en beneficio de ese sufrido y heroico pueblo hermano. Con su elección se abre la oportunidad de hacer esos cambios.

El pueblo ecuatoriano y el pueblo salvadoreño somos pueblos hermanos. Somos pueblos con una historia común de militarismo y de saqueo de nuestras riquezas por los imperios y por oligarquías locales y también con una larga tradición de luchas populares por la democracia, la independencia y la justicia social.

Los pueblos latinoamericanos están despertando. Con mucho entusiasmo presenciamos la victoria ininterrumpida de candidatos de la izquierda en toda nuestra América latina, la Patria Grande que llamaba el Libertador Simón Bolívar. Es un gran honor y una gran responsabilidad.

Como países tenemos muchos problemas comunes. La globalización neoliberal nos ha impuesto medidas económicas que han provocado la exclusión de millones de personas del empleo, la salud, la educación, la vivienda y la expulsión de miles de nuestros jóvenes a otros países para ganarse la vida. Es importante revertir ese proceso de muerte por un proceso que genere vida y esperanza.

Y eso pasa, en Ecuador y en El Salvador, por revisar la dolarización que impusieron a nuestras economías. Por revisar los programas de ajuste estructural, las privatizaciones. Pasa por revisar los tratados de libre comercio con Estados Unidos que son lesivos a nuestros pueblos y solo benefician a las grandes corporaciones. Es una tarea difícil, pero que debe hacerse.

Y eso pasa, en Ecuador y en El Salvador, por revisar la presencia militar del imperio que se manifiesta en bases militares y en ejercicios conjuntos. En la Base Militar de Manta en Ecuador y en la Base Militar de Comalapa en El Salvador. Es una tarea difícil, pero que debe de hacerse.

Y eso pasa, en Ecuador y en El Salvador, por detener la inmensa corrupción que rodea a los gobiernos de derecha y por construir gobiernos al servicio de la gente más pobre y no para beneficiar a minorías económicas y políticas. Es una tarea difícil pero que debe de hacerse.

Tenemos la confianza que usted cumplirá sus promesas. Confiamos en la experiencia de lucha y capacidad organizativa y de movilización del pueblo ecuatoriano, del pueblo de Eloy Alfaro, de ese pueblo forajido, de ese pueblo que en la sierra y en la costa lucha por sus legítimos derechos.

Desde el pueblo de Monseñor Romero y de Prudencia Ayala reciba este saludo sincero que sale de nuestros corazones de luchadores sociales, sepa que estaremos acompañando la nueva etapa de lucha que se abre con su victoria electoral en Ecuador, sepa que los desafíos son inmensos pero que la fuerza del pueblo es indetenible.

El presente es de lucha, el futuro es nuestro

Coordinación Nacional del Bloque Popular Social de El Salvador

San Salvador, El Salvador, a 29 de noviembre de 2006

La tesis insurreccional de Moisés frente al faraón de Egipto

LA TESIS INSURRECIONAL DE MOISES FRENTE AL FARAON DE EGIPTO
Reflexión sobre Éxodo 7, 8,9 y 10

Es significativo, que en un inicio Moisés dude de su capacidad para conducir la lucha emancipadora del pueblo hebreo, alegando su poca experiencia y frágil capacidad de comunicación. Pero Yahvé el Dios de la justicia, no acepta estas justificaciones y le reitera su decisión de enviarlo para sacar a su pueblo de la esclavitud. Dios conoce nuestros corazones y siempre confía en nuestras potencialidades.

Es muy revelador que Moisés y Aarón asuman este compromiso revolucionario de conducir al pueblo hebreo a edades avanzadas. Moisés tenía 80 años y Aarón 83. Desde el comienzo es Yahvé el que acompaña este proceso, el que guía, aconseja, asesora y protege a estos dirigentes populares.

La batalla de los bastones y las serpientes

Moisés y Aarón realizan el segundo encuentro de diálogo con el faraón. Llegan al palacio del monarca y ante su muda presencia el bastón de Aarón se convierte en serpiente. Es un desafío de carácter religioso. La serpiente era un animal sagrado para los egipcios. El símbolo del imperio era la cobra que incluso adornaba la diadema del faraón.

Y sucede que el Dios de los esclavos rebeldes también dominaba a las serpientes. El faraón estaba sorprendido pero inmediatamente convoca a sus sabios y magos para conjurar esta inesperada amenaza. Los sacerdotes del faraón repiten la hazaña de convertir los bastones en serpientes. Pero entonces los bastones de Aarón se comieron a los bastones del faraón. Era una acción guerrillera desde la magia. No obstante esto, el faraón se sintió seguro de la respuesta de sus magos y decidió no hacerle caso, ignorar a la resistencia hebrea. Había sido una batalla al interior del palacio.

No es casual que la primera batalla entre el imperio del faraón y la resistencia de los hebreos haya sido en el terreno religioso. La sociedad egipcia era profundamente religiosa y se necesitaba derrotar primeramente a los símbolos religiosos de poder. Era magia contra magia, poder ideológico contra poder ideológico. La lucha de clase se manifiesta en diversos terrenos: el político, el económico, y el ideológico que transcurre en los rincones de la religión, la cultura, la historia, el deporte, el arte, y la educación.

El sabotaje al río Nilo

El río Nilo es Egipto y por sus venas circula la sangre del imperio. La segunda acción guerrillera consistió en el sabotaje a la principal fuente de abastecimiento de agua, a la llave del comercio y la economía. Al símbolo de la eterna grandeza de la monarquía. Moisés golpeó con su bastón el agua del río. El agua del río se transformó en sangre, en un río de sangre.

¡Había sangre por todo Egipto! La confrontación era ahora pública y el faraón la estaba perdiendo. El corazón de Egipto estaba golpeado por los rebeldes. Los peces morían en las orillas del río y el agua no podía beberse. Y el faraón desesperado convoca a sus técnicos y estos logran administrarle la crisis. Y el sistema opresor puede de nuevo asimilar este nuevo golpe de la guerrilla de Moisés. Y por segunda vez, el faraón ignoró la amenaza.

La invasión de las ranas

La tercera acción guerrillera consistió en una abrumadora invasión de ranas. En la mitología egipcia las ranas eran las portadoras del misterio de la vida y de la resurrección. Eran las mediadoras entre la vida y la muerte. Fue precisamente la diosa Herit la que ayudo a recomponer e insuflar vida en el cuerpo destrozado de Osiris.

El faraón se encuentra con que los esclavos rebeldes también controlaban el mundo mágico de las ranas. E incluso lograron que esta invasión de ranas afectara “los hornos y en donde amasas tu pan.” Era un sabotaje esta vez a la alimentación de los egipcios. El faraón esta vez se preocupa y maniobra para ganar tiempo, fingiendo ceder pero en realidad sin estar dispuesto a cumplir. La lucha continuaba.

La invasión de los mosquitos

La cuarta acción guerrillera fue provocada por Moisés, golpeando con su bastón el polvo de la tierra y generando la aparición de millones de mosquitos. Antes había golpeado el agua del río. Era un sabotaje a la agricultura y un golpe a la salud. Y esta vez los magos del imperio no pudieron controlar la situación y se ven obligados a reconocer ante el mismo faraón su derrota, afirmando que ¡esto es cosa de Dios! Pero la soberbia del faraón sigue imperturbable, continúa ignorando la magnitud de la amenaza que se cierne sobre el imperio.

La invasión de piojos

La quinta acción guerrillera fue el envío de millones de piojos para que picaran y martirizaran los cuerpos de los egipcios. Era un ataque a la salud y la economía. El país sufrió los estragos de una economía paralizada y casi destruida. Y en esta ocasión Moisés tuvo el cuidado de establecer una clara separación entre egipcios y hebreos, ya que esta plaga no afecto a estos últimos, que habitaban en Gosén, “donde vive mi pueblo.”

El sabotaje al ganado.

La sexta acción guerrillera fue la destrucción del hato ganadero del faraón. Fue un golpe al tesoro del imperio. Una manifestación de fuerza para quebrar la moral y la economía de Egipto. Los esclavos rebeldes mostraban su poder. Esta misma táctica fue utilizada en nuestro país por el FMLN a mediados de los años ochenta del siglo pasado, para castigar a los terratenientes derechistas, sostén de la dictadura militar.

El ataque a la piel de los explotadores

La séptima acción guerrillera fue la aparición de llagas en el cuerpo de los egipcios que los inmovilizaban. Era un golpe a la salud del estamento dominante. Los esclavos hebreos golpeaban la piel de los explotadores para doblar el brazo altivo del faraón. La hora de la victoria popular se iba acercando.

La tormenta de granizo

La octavo acción guerrillera fue una temible tormenta de granizo que destruyó la economía de Egipto. El faraón enfrentaba los frutos del odio de los esclavos hebreos y de la poderosa ira del Dios de la Justicia. Cada acción guerrillera debilitaba la voluntad opresora del faraón.

La invasión de las langostas

La novena acción guerrillera fue una inmensa invasión de langostas. Las langostas terminaron de destruir la economía de Egipto. El país se encontraba arruinado. Pero la soberbia del faraón continúa evitando una salida a la crisis. El faraón únicamente maniobra pero no tiene una voluntad real para negociar con los esclavos rebeldes.

Las tinieblas se apoderan de Egipto. Yahvé derrota a Ra

La décima acción guerrillera tuvo un carácter religioso. La religión imperial giraba alrededor del culto al Sol. El sol era el dios que proporcionaba la vida. El faraón era el representante del sol en la tierra. Y los esclavos rebeldes derrotaban a Ra, a Horus y a Amón. Derrotaban al sol. Establecían la oscuridad en pleno día.

Era como cuando durante la guerra en El Salvador los sabotajes a la energía eléctrica dejaban a oscuras el país. El faraón estaba ya derrotado si sus magos y consejeros no podían evitar este ataque al corazón del poder imperial. Yahvé era más fuerte que el sol. Yahvé había derrotado al dios sol que nace cada mañana, cruza el cielo en la barca solar, envejece, pero no muere y viaja a través del mundo subterráneo durante la noche en un ciclo de regeneración.

Cada una de las distintas campañas guerrilleras señaladas, utilizadas por el Movimiento Popular conducido por Moisés y acompañado por Yahvé, fue debilitando la maquinaria represiva y la moral imperial del faraón, y obligándolo a reconocer la necesidad de permitir que salieran al desierto, lo cual era claramente una maniobra para conquistar su liberación.

El reloj de la historia es el reloj de la resistencia

El reloj de la historia es el reloj de la resistencia. Los oprimidos con sus luchas han ido marcando el curso de la historia y el curso de las religiones. El teólogo Jorge Pixley nos alumbró el camino para entender el Exodo como una historia de liberación.

Y nos explicó que existen cuatro relecturas de este episodio histórico, la primera fue la realizada por los levitas, autores originales de esta revolución social; la segunda fue la realizada por los israelitas que se enfrentaron a los dictadores cananeos, la tercera vinculada a la escuela yahvista y elohista, es la que le imprime un carácter de enfrentamiento antiimperialista; y la ultima, la sacerdotal, después del exilio en Persia, enfatiza la singularidad de la fe en un Dios liberador.

Cada pueblo lee el Exodo desde su propia historia de liberación. En nuestro caso, los doce años de Guerra Popular Revolucionaria de 1980 al 1992 nos dieron un marco de reflexión de mucha profundidad sobre el significado de la resistencia popular y de la soberbia del imperio. En esta nueva época de posguerra las paginas del Exodo, sus enseñanzas, la historia de sus héroes y mártires nos sigue ayudando para discernir el presente y soñar con un futuro de una tierra socialista que mane leche y miel. Amén.

Rev. Roberto Pineda

Iglesia Luterana Popular

San Salvador, 26 de noviembre de 2006