25 de enero: van cuatro décadas…

25 de enero: van cuatro décadas… – Thursday, March 20, 2003 hora 23:54

Dr. Danilo Velado

Las cosas sucedieron así: el 24 por la noche en el “Salón Azul” de la Asamblea Legislativa (un área cuadrada donde 54 diputados se hacinaban para dejar lugar al “público” que estaba, baranda de por medio, en la parte trasera de los curules; y donde posiblemente, de pie y apretujados, cabrían unas cincuenta personas).

Esa noche, los partidos de oposición se habían reunido para discutir la forma de realizar elecciones libres. Tres meses antes, el 26 de octubre de 1960, había sido lanzado del poder el Presidente de entonces, José María Lemus, a quien Oscar Osorio, su predecesor, “escogió” para que lo sucediera. Más adelante contaré lo que Osorio nos dijo en México, cuando compartíamos un asilo.

Volviendo a las fechas: 25 de enero de 1961, los aviones de la Fuerza Aérea habían sobrevolado desde tempranas horas varios puntos de San Salvador, con específica mención de los cuarteles. Como quiera que el que escribe vivía en La Rábida, los aviones pasaban raudos, con fuerte sonido por volar tan bajo sobre las casas de los estupefactos citadinos que no se explicaban, en un inicio, qué ocurría.

Días atrás yo había vendido “el chapudo” (un viejo carro Hillman bautizado así por Tulio Sáchez Segovia, compañero de afanes periodísticos) vendido, digo, a Serafín Quiteño, con quien compartíamos la redacción de El Diario de Hoy, pues Serafín tenía otro carro igual de desvencijado y de los dos iba a conseguir integrar uno solo…
Las instalaciones del periódico estaban en la 8ª. Calle poniente, precisamente frente a lo que se conoció como Cine París. A ese mismo lugar había llegado también, alrededor del 10 de ese mismo enero, José Luis Salcedo Gallegos, abogado y escritor, gran amigo y asesor que fuera del posteriormente Director de la Guardia Nacional, José Alberto “chele” Medrano. Cuando llegó a la redacción del Diario iba furioso, con un revólver – como siempre lo usaba – calibre .38 al cinto. “Mirá hijueputa” fueron las primeras palabras cuando se dirigió a mí, sentados uno a la par del otro en la propia redacción “por vos me echaron de la Universidad, me declararon hijo indigno; pero te voy a aniquilar física y moralmente, oíste?” En verdad, en una asamblea estudiantil celebrada en el auditorio de Derecho, tomé la palabra para pedir que a Salcedo, que era profesor de la UES, se le declara hijo indigno de la Universidad por sus nexos golpistas, pues él andaba llevando, como todos los comprometidos en ese golpe del 25 de enero, una pequeña navaja de conchanácar, con una complementaria y delgada cadena que daba la impresión de ser llavero pero que instituía, a su portador, como persona que estaba en contra de la Junta de Gobierno que había sucedido a J. M. Lemus. Era la “señal” de quienes confabulaban.
Confabulación que se concretó ese mismo 25 de enero en horas de la madrugada, y a raíz de lo cual fuimos algunas decenas de nosotros a dar a México. Pero sigamos con lo del 25: esperaba, entonces, el bus que me llevaría a El Diario, a eso de las siete y media de la mañana, cuando se me acercan dos individuos vestidos de paisano (eran de la GN) y tomándome del saco, me dice uno de ellos:
— Ud. es el bachiller Velado?
—Sí, les contesto
— Pues va a pasar con nosotros porque…
No dejé que terminara de hablar y de mi cintura a la vez saqué una escuadra (que era calibre 22, casi inocua; y encima de eso no tenía cartucho en la recámara…. uno se ríe después de aquellos avatares! La tal pistola me la había prestado un amigo porque no quería yo que Chepe Luis Salcedo me agarrara con las manos vacías…) ellos entre tanto empezaron a buscar su arma en el interior de la camisa. De inmediato corrí a diez metros, entré a una tienda donde boté la cámara, propiedad de El Diario, con la que había estado tomando fotos del foro oposicionista la noche anterior hasta eso de las 11. Me dice el dueño de la tienda:
— ¿Qué te pasa, Danilo?
Respondo:
—Me viene siguiendo la policía…
Y él, de inmediato, me dice entre afligido y preocupado:
— Pero andate al carajo porque yo soy empleado del Ministerio de Defensa!…
¡Bonito medio de escape que había buscado! Sin embargo, seguí adentro de la casa, había una escalera sobre un pequeño muro, salté a la casa vecina, me dice la señora de igual modo qué ocurría y cuando le explico me consuela:
— Métase al baño, ahí enfrente….
— No, le digo, si me vieron entrar en la casa vecina, ya vendrán luego a registrar esta.
Voy de nuevo al fondo de la casa y otra escalera, con más altura:
— No se vaya por ese lado — me dice la señora – que en ese mesón viven unos “orejas”— ¿Y aquí? Pregunté, en tanto ya caminaba por el canal de aguas lluvias sobre el tejado.
— Ahí viven unos profesores – me explicó. La historia sigue con que no registraron esa casa, mi amigo que ahí residía fue (ya casi al mediodía) por un automóvil prestado, retorné por el mismo sitio donde ya habían registrado, y le dije a mi amigo que me llevase a la Universidad: estaba cerrada. A la Embajada de Honduras, recién había cambiado de dirección. Opté por la Embajada de México porque el Embajador, un ilustre diplomático de grata recordación, Emilio Calderón Puig, era amigo de algunos periodistas que solíamos ser invitados a sus fiestas.
“Parece que este hotel le está gustando a mucha gente” me dice como al tercer día el Embajador, a la hora de compartir su mesa al mediodía. Y es que ya para entonces se habían refugiado ahí Fabio Castillo Figueroa, que era miembro de la Junta depuesta. El general Adán Parada, que fuera Ministro de Defensa de Lemus pero que participó en el golpe en contra de él, y quien durante los tres meses de la Junta se desempeñaba como Presidente del equivalente ahora al ISTA. Roque Dalton igualmente y muchos otros más (alrededor de veinte) que, posteriormente, hicimos el exilio menos afectante cuando nos reuníamos, en no pocas ocasiones, en casa de los Carías Delgado, algunos de ellos exiliados y otro más que ya estudiaba en México.
Qué significó para cada quien ese ostracismo? He de mencionar que al igual que Fabio Castillo, en México estuvieron asimismo René Fortín Magaña, actualmente Magistrado de la Suprema Corte y Ricardo Falla Cáceres, en años posteriores Gerente de la Compañía Salvadoreña de Café con quien estuve laborando como asesor periodístico durante algunos años. Ricardo dejó gratos recuerdos en muchos y asimismo fue combatido por su gestión en la Compañía por otros más. Ya hace varios años que emprendió el viaje final.
El significado, retornando al párrafo anterior, fue diverso para cada quien: Roque partió hacia La Habana, Fidel Rodríguez Quintanilla, ex Director de la Policía Nacional en época osorista, se quedó un tiempo en México, lo mismo que Osorio y el general Parada… los demás fueron regresando al pasar los meses y haberse instalado el gobierno de Julio Adalberto Rivera, a mitad del año 62. Pero hay otras cuestiones más que bien vale la pena rememorar, para trazar un parangón entre aquellos días y los que vivimos: cuarenta y un años y una guerra, no han hecho cambiar mucho las cosas.

(Este y otros artículos del mismo tema fueron escritos al inicio del presente año, 2003).

Roque Dalton. el niño, el amigo, el mito.

ROQUE DALTON

“El niño, el amigo, el mito”

El asesinato de “Roquito”, como le decíamos los que como yo lo conocimos desde niño, constituye algo más que un crimen político; es más bien un crimen contra la inteligencia y la intelectualidad revolucionaria de El Salvador. Al ubicar a sus asesinos como personajes de la política actual del país, nos provoca muchas emociones: Preocupación, repugnancia e indignación.

Roque y yo, jugamos muchas tardes, cuando al visitar a mi abuelo cuya casa colindaba con la de Dña. María García, la madre de Roque, nos juntaba el deseo de tomar tiste con leche que mi abuela nos daba. Eran aquellos días, cuando Roque usaba el apellido García y por supuesto no sentía el malestar de ser hijo natural del gringo Mr. Dalton. Roquito era de naturaleza sencilla, buena y de que otra manera podría ser, siendo nada más que un niño salvadoreño. Yo era un año mayor que él. El estudiaba en el Externado San José y yo en el Liceo Salvadoreño.

Pasaron los años y llegó la adolescencia. Roque llegó a ser más amigo de mi tío Mauricio de la Selva, a quien también le dolía el alma, pues como Roque era hijo natural. Sufrían juntos el dolor de no ser aceptados por la sociedad salvadoreña de los años 40’s. Ellos y muchos otros poetas y escritores salvadoreños de esa generación, “La comprometida”, tuvieron curiosamente como denominador común, los desvaríos de sus padres, que al colocarlos al borde de la sociedad como hijos bastardos, les lastimaron el alma. Muchas poesías de esa lejana época que leímos, eran una queja y quizás una acusación. Mucho del resentimiento y quizás la sensibilidad social que adquirieron, los llevó a refugiarse en la rebeldía que en esos días se manifestaba siendo izquierdista; con esto no quiero decir que no hubiera razón para ser enemigo de los regímenes que desgobernaban a nuestro país en los años 50’s.

Ya se había ido el Gral. Hernández Martínez, pero quedó Osmín Aguirre, Castaneda Castro, Osorio y Lémus, indignos ejemplares-presidentes-coroneles.

Y así llegamos a los años 60’s. Cuando las barbaridades de Chema Lémus, desembocan en una pseudo-revolución, aplastada en pocos meses, por otros “gorilas” de la época y viene el exilio de muchos intelectuales del país. Ya yo vivía en México D.F. donde estudiaba y trabajaba desde hacía varios años.

Y así llegan a México D.F. exilados entre otros, Fabio Castillo, René Fortín Magaña, Roberto y Leonel Carías Delgado, Ricardo Falla Cáceres, José Napoleón González, Tomas Guerra (el coronel Oscar Osorio)y mi amigo de infancia Roque Dalton. Para esos días Roquito ya era líder, escritor y bohemio, Ya teníamos 25 años de edad.

La amistad volvió a hacerse pláticas, discusiones, copas y alegrías, sueños y planes. Carías Delgado quería hacer guerrillas, Rafael Hasbún, quien vivía ahí, lo secundaba, Roque sonreía. Se empezaron a entrenar; caminaban a pie hasta el Desierto de los Leones, o se venían a pie, desde el Zócalo hasta la Ciudad Universitaria. Mauricio de la Selva, ya se había declarado comunista y él movía al grupo. Todo fue un intento, no se llegó a nada. Creo que hasta se platicó con el Gral. Lázaro Cárdenas, para buscar un apoyo. No olvidemos que este revolucionario mexicano, acababa de ayudar a Fidel Castro a invadir Cuba, con éxito.

La bohemia vida de Roque Dalton desbordaba, muchas veces gastó el dinero con que yo le ayudaba para sobrevivir, “llendose” a Acapulco. Así era Roque. Esos días también lo protegió uno de los Regalado Dueñas, de quien había sido compañero en el Externado. Siempre creí que aquel artículo del “Sermón de la Montaña” que firmó Miguel Regalado, Roque lo había escrito.

Me lo volví a encontrar a fines de los años 60’s en San Salvador. Hablamos mucho, chistamos más y divagamos un montón. Roque ya era internacional. trabajaba para Prensa Latina, y había estado en la Casa de Las Américas en la Habana, ya había andado por Viet -Nam, Praga Moscú y tantos otros lugares que eran Tabú para los salvadoreños. Lo que más recuerdo de él ahora, es cuando me dijo: “Mirá Lito, no hay cosa más agradable que tomar champán rosado, sentado a la orilla del Danubio Azul”.

Roque lo había hecho, cuando tomaba notas con Miguel Mármol para su libro. Así era Roque “García” ahora Dalton. El Salvadoreño bueno, el idealista, el escritor mítico. Roque murió inmisericordemente ASESINADO. Un crimen imperdonable, todos lo sabemos.

Quiero terminar estos recuerdos, utilizando la frase de Marco Antonio, a raíz del asesinato de Julio Cesar (Según William Shakespeare):

“ De Bruto y los otros con la venia, porque varón pundonoroso es Bruto. Todos lo son ~ pundonorosos todos”.

A Roque lo mataron “hombres pundonorosos, muy valientes” ——; pobres diablos, quisieron matar la inteligencia, sin lograrlo. Y aunque ya asesinado, Roque esta vivo con sus libros, sus poesías, “Por siempre, como público recreo”.

¿Cuando Habrá otro Roque?

El comunismo en México: entre la marginalidad y la vanguardia

El comunismo en México: entre la marginalidad y la vanguardia
Publicado en 179 enero 2004 | Concheiro Bórquez, Elvira | Ensayo

Frente a la necesaria revisión crítica de la izquierda mexicana, la cual en muchos sentidos recién comienza, el estudio del significado y alcance que tuvo el Partido Comunista Mexicano (1919-1981) es, sin duda, obligado. Presentamos aquí algunas partes de la ponencia presentada en el Seminario “Territorios y militantes comunistas: un estudio comparado” del Centro de Historia Social del Siglo XX, de la Universidad de París 1, en enero de este año, con el propósito de contribuir a una reflexión abierta y analítica de una memoria que debe mantenerse, como una de las herramientas con que cuenten todos los que buscan la transformación social de México.

Concheiro Bórquez, Elvira

En 1981, en un momento en que gozaba de bastante buena salud, y después de 62 años de una accidentada existencia, el XX Congreso del Partido Comunista Mexicano decidió, en forma unitaria y con plena conciencia de lo que ello significaba, su disolución. Ese acto daría, de inmediato, curso a la formación de un nuevo partido que reunió a expresiones muy diversas de la izquierda mexicana, que iban desde el nacionalismo revolucionario hasta el trotskismo, pasando por algunas otras variantes.

De esta forma, el PCM fue, mucho antes de que fuera posible prever los acontecimientos que llevaron a la caída de los países del “socialismo real” y a la consiguiente crisis de muchos partidos comunistas en diversas regiones del mundo, el primero y, en esas circunstancias el único, en llevar su autorrevisión hasta el punto de su desaparición como tal partido comunista.

La historia del comunismo en México es, la mayor parte del tiempo, la de una corriente pequeña y marginal que, pese a ello, con sus propias particularidades y su aguerrida y persistente actividad, en varios momentos incidió de manera importante en el curso político del país. Así como, en términos generales, su historia es de breves primaveras y largos y obscuros periodos de marginalidad y persecución que lo llevaron en varios momentos a su práctica liquidación, el comunismo mexicano oscila también entre el atraso y la anticipación, entre la inercia y la audacia, entre la marginalidad y la vanguardia1.

Aunque los comunistas mexicanos fueron casi siempre un número muy reducido y débil de luchadores, con escasas herramientas de análisis y que en largos periodos de su historia se sometieron al más primitivo dogmatismo, también supieron aprender en la propia y abigarrada realidad de su país, en la constante lucha de los trabajadores del campo y la ciudad, así como en los embates que protagonizaron otros sectores como los estudiantes, complejos elementos que enriquecieron su perspectiva y los llevaron a tomar posturas y realizar acciones de pronto más avanzadas y audaces que el resto del comunismo mundial. En ese aprendizaje, sin duda tuvo particular importancia la comprensión de la democracia como camino para la transformación social.

En realidad, aunque mucho de su historia es la misma que la del resto de partidos comunistas, en ciertos aspectos el mexicano no entra en esquema alguno. De forma que, por ejemplo, si los comunistas buscaron afanosamente ser una fuerza y un partido de los obreros, ciertamente no lo fueron, con excepción de breves y difíciles periodos; si los comunistas deberían haber seguido determinadas pautas generales de acuerdo con su ideología y las características del movimiento internacional al que pronto se adscribieron, no siempre lo hicieron y llegaron, incluso, a dar muestras críticas asombrosas en un medio como el comunista; si, en correspondencia con el atraso del país, fue una constante su falta de tradición teórica y analítica, de pronto sorprendieron con la creatividad y anticipación de sus ideas.

Para tratar de desentrañar estos hechos, de los procesos contradictorios, de las inesperadas conductas de sus actores, de lo paradójico de muchos aspectos de su historia, es necesario asentar el análisis en lo singular y específico de la complicada realidad mexicana en la que los comunistas trataron siempre de incidir, pero la cual con frecuencia no les resultaba de fácil comprensión.

México: una abigarrada y contradictoria realidad

Es preciso recordar que toda la vida política de México durante el siglo XX estuvo marcada por ese hecho constitutivo2 que fue la revolución mexicana de 1910 que, tras derrocar al dictador Porfirio Díaz, desató durante largos años una cruenta guerra civil. Dado que los momentos constitutivos o catastróficos tienen la condición de poner a la sociedad entera en disposición de reformular sus patrones ideológicos y también -como decía René Zavaleta-“lo que se puede llamar el ‘temperamento’ de una sociedad”, la manera en que se conciben los sujetos sociales a sí mismos y a los demás depende del papel que cumplen en esos momentos definitorios. De igual modo, las formas particulares que adquiere la dominación y las características específicas de las instituciones y el Estado mismo responden a su momento y manera de construcción.

Es de esa revolución que nace el Estado más consolidado y fuerte de América Latina, cohesionado por una poderosa ideología nacionalista, generador de un régimen corporativo y autoritario, de un presidencialismo absoluto, de una contradictoria pero prestigiosa política exterior.

Producto de esa violenta y larga lucha armada en la que estuvieron inmersos los mexicanos, que realmente diezmó al país, las cosas en México resultan con demasiada frecuencia contradictorias. El impulso revolucionario de grandes contingentes, sobre todo de campesinos, dejó su huella en un poder que, buscando representarlo, requería controlarlo y supeditarlo. Para lo cual, entre otras cosas, se edificó como instrumento hegemónico una historia oficial que, exaltando el nacionalismo, incorporó a todos los programas y demandas, logradas o por lograr, así como a todos los participantes en el movimiento armado, tanto a los vencidos como a los vencedores, en la misma lista de fundamentos de la nación y de héroes de la patria.

Por décadas, la medida de todas las cosas en México fue la Revolución Mexicana (con mayúsculas); cualquier acto de gobierno o de su partido, fue realizado en nombre de ella. Considerada como un hecho inmortal, perpetuo, todas las fuerzas políticas del país, incluidos los comunistas, quedarían entrampadas a través de los años en múltiples intentos por definir su carácter, bien exaltando su realización o criticando su incumplimiento. Tal fue la fuerza de dicho acto constitutivo.

A partir de ello, los gobernantes podían hablar a nombre de los obreros y campesinos, exaltar sus luchas y propósitos, pronunciarse incluso por el socialismo como meta, y al mismo tiempo dividir, controlar, corromper y reprimir no sólo a sus agrupamientos más combativos y a sus líderes rebeldes, sino al conjunto de los trabajadores. El resultado final de ello fue una estructura estatal que integró a las organizaciones populares, de obreros y campesinos, a través del partido oficial.

Habría que señalar que esa contradictoria forma de ser del Estado mexicano también se expresó internacionalmente. Desde el discurso antimperialista de los primeros gobernantes posrevolucionarios, pasando por el antifascismo, el apoyo decidido a la república española, la expropiación de las compañías petroleras norteamericanas, el exilio de Trotsky, hechos que se producen durante el cardenismo, hasta el reconocimiento de la revolución cubana y el rechazo a las dictaduras latinoamericanas, como la de Pinochet, por mencionar sólo algunos actos más recientes, la imagen de México en el extranjero fue siempre la de un Estado progresista y solidario, al punto de que, hasta en las filas de la izquierda mundial, se negaba la otra cara dependiente y autoritaria provocando que el apoyo internacional a las luchas del pueblo mexicano fuese siempre marginal y muy pocas las voces de condena ante las acciones represivas del gobierno3.

Un conflictivo momento para nacer

Cuando, en agosto de 1919, se produce la convocatoria para realizar una Conferencia Socialista con el propósito de crear un nuevo partido unitario de las diversas expresiones de la izquierda socialista de entonces, se vivían en el país aún momentos de gran inestabilidad y de constantes conflictos. México estaba aún lejos de haber logrado la consolidación del naciente Estado que emerge tras la revolución.

No obstante, el partido que surgiría de aquella conferencia, entusiasmado por los acontecimientos rusos de 1917 y confiado en las posibilidades aún de alcanzar en su convulsionado país conquistas revolucionarias de fondo, adoptaría en una reunión, realizada en noviembre de ese mismo año, y por una cuestión que tuvo mucho de accidental, el nombre de Partido Comunista Mexicano e iniciaría sus vínculos con la recién formada Internacional Comunista4.

Durante el proceso de construcción de la corriente comunista y de consolidación de su estructura organizativa, no dejaron de estar presentes diversas dificultades y limitaciones que la mantendrían, pese a su participación destacada en algunos relevantes movimientos sociales y huelguísticos5, como una fuerza pequeña6 que apenas se abría camino en la lucha política del país.

Durante aquella primera década desde la fundación del Partido Comunista Mexicano, el país vivió frecuentes situaciones críticas, provocadas en buena medida por la persistencia de los medios violentos y el asesinato político para resolver las diferencias entre las diversas corrientes del movimiento revolucionario y constituir al nuevo grupo gobernante. Así, en mayo de 1920, a los pocos meses de fundado el PCM, el entonces presidente de la República, Venustiano Carranza, quien había logrado, una vez derrotadas las corrientes más radicales de Emiliano Zapata y Francisco Villa, encabezar a la mayoría de las fuerzas que concurrieron al Congreso Constituyente de 1917, fue depuesto como resultado del levantamiento en el norte del país del otro importante jefe militar y caudillo de la revolución, el general Álvaro Obregón, y poco después asesinado.

A finales del año de 1920, después de un breve y conflictivo interinato, fue electo presidente Obregón, el cual también habría de enfrentar varias sublevaciones militares durante su gobierno, una de las cuales, casi al final de su mandato, tuvo relativa importancia7. Obregón, a su vez, será asesinado en 1928, cuando acababa de ser electo para un segundo periodo presidencial8.

De esta forma, a las dificultades propias de aquellos primeros comunistas, la mayor parte de los cuales tiene una precaria formación intelectual, habría que añadir la complejidad de una situación política en la que, en forma cruenta, la lógica misma de la conformación del naciente Estado y del nuevo bloque dominante habría de terminar aniquilando a todos sus líderes principales, organizadores cada uno de ellos de sendos ejércitos populares que durante varios años combatieron en todo el país. En aquellos años, México vivió, por tanto, una situación permanente de inestabilidad, en la que los gobernantes salidos de las filas revolucionarias buscaban a toda costa la contención de los impulsos rebeldes de una agotada sociedad heterogénea que en la confusión de los acontecimientos no atinaba a saber qué hacer, dejándose arrastrar por la confrontación en las filas de los militares revolucionarios. En contraste, entre los sectores de trabajadores de la ciudad y el campo, pareciese como si entonces, negándose a que sus anhelos que los habían llevado al sufrimiento de la guerra civil se esfumasen, un sector entrara en relevo del otro ante las continuas persecuciones y derrotas de que eran objeto todos.

Frente a esa situación del país, los comunistas, como la mayoría de las otras fuerzas políticas, se ven con frecuencia rebasados por los acontecimientos y carecen de elementos suficientes para entender siempre y actuar adecuadamente en aquella contradictoria dinámica del México posrevolucionario. Sin embargo, su perseverante propósito de lograr la unidad y la independencia de los trabajadores, como manera para alcanzar sus objetivos, los guio aun en los momentos más confusos.

En sus primeros años de existencia, los comunistas recogen algunas de las banderas más avanzadas de la lucha revolucionaria mexicana y se asientan tanto en el nuevo movimiento campesino que con dificultades vuelve a emerger en diversas zonas importantes del país, como en la nueva y más importante expresión artística del México posrevolucionario: el muralismo9. Persistentes organizadores, en una etapa en que se acrecientan las luchas obreras a lo largo y ancho del territorio, no sólo impulsan la creación de los sindicatos en ramas en las que no existían, sino que participan de la formación de los primeros intentos de asociación unitaria que tiene la clase obrera mexicana después de la revolución.

Desde los días siguientes a la formación del Partido Socialista, hubo un par de escisiones por causas bastante banales que no trascendieron en la constitución de la corriente comunista mexicana, por lo que, prácticamente desde su origen, ésta tuvo expresión en un solo partido comunista, aunque en el nivel local permanecieron diversos partidos socialistas que tampoco arribaron a conformar una expresión partidista que tuviera relevancia nacional10. No sería sino hasta la década de los años cuarenta cuando se creó un partido socialista (el que, finalmente, se denominaría Partido Popular Socialista) como un nuevo intento de unir a todas las expresiones de la izquierda mexicana, pero que muy pronto derivó en una organización plegada a los designios del poder estatal y que terminaría sin real fuerza propia.

Durante el momento constitutivo del comunismo mexicano tuvo una relativa importancia la influencia y participación activa de militantes extranjeros, varios de origen estadounidense11, algunos de los cuales ocuparon cargos de dirección y lo representaron ante la Internacional Comunista12. En otros momentos de su historia, el PCM también contó con la participación destacada de comunistas de otras nacionalidades, como es el caso sobresaliente del joven cubano Julio Antonio Mella, quien los últimos tres años de su vida, antes de ser asesinado en enero de 1929 por mercenarios a sueldo del dictador Gerardo Machado en el centro de la Ciudad de México, realizó una intensa actividad desde las filas del PCM, del cual fue, incluso, secretario general interino13.

Una de las primeras crisis serias en las que el nuevo partido quedó reducido a su mínima expresión y de la cual lo salvaron los jóvenes que no hacía mucho habían creado la Federación de Jóvenes Comunistas fue, precisamente, el momento en el que el gobierno de Álvaro Obregón decide, en mayo de 1921, expulsar del país a los “rojos extranjeros”. Lo cual también tuvo como efecto que se debilitara a los partidarios de la colaboración entre comunistas y anarquistas y desaparecieran los otros dos pequeños partidos que competían con el PCM.

En correspondencia, los comunistas mexicanos establecieron nexos con los revolucionarios centroamericanos y participaron de los esfuerzos que arribarían a la conformación de los partidos comunistas en esos países, particularmente en Guatemala y El Salvador. Además de las múltiples acciones solidarias con la Nicaragua de Sandino, así como con otras luchas latinoamericanas, un dirigente del PCM participó también en la fundación del Partido Comunista Cubano, en agosto de 1925, lo mismo que Rafael Ramos Pedrueza, entonces embajador de México en Ecuador, quien contribuyó a la organización del PC de ese país. Una primera iniciativa en el ámbito continental, acordada con la IC, fue la creación de la Liga Antiimperialista que se creó en 1924.

Pese a las múltiples dificultades por la que atravesó, se puede afirmar que para el año 1929 el comunismo tenía carta de naturalización en México; contaba con nuevos dirigentes que tenían un importante reconocimiento entre los sectores en lucha de la población; había logrado consolidar su pequeña estructura organizativa y arraigado a sus militantes en diversos sectores sociales. Desde luego, ello no significó que en los periodos posteriores dejaran de ser cíclicas y persistentes las crisis tanto de dirección como del conjunto de la organización partidista de los comunistas.

“En el momento en que se disponían a combatir a muerte el último levantamiento militar del periodo posrevolucionario14 escribe Martínez Verdugo los comunistas podían hacer un balance optimista de los primeros 10 años de su accidentada labor. Habían organizado y dirigían en alianza con los demócratas revolucionarios la más importante organización campesina surgida en el país desde que los ejércitos de Villa y Zapata fueron derrotados y diezmados. Como resultado de su audacia y larga labor entre los obreros, habían dado vida a lo que en ese momento era la segunda central sindical por su número y la primera por su prestigio y autoridad entre los obreros. Bajo la influencia de los comunistas se desarrollaba el movimiento cultural más trascendente de la historia del país: la pintura mural, y crecían nuevas expresiones en la literatura y en la música. Los vínculos del PCM con el ala radical derivada de la revolución de 1910 eran más fuertes que nunca, a pesar de que siempre fueron contradictorios. El prestigio de los comunistas nunca había sido mayor entre la población trabajadora y la intelectualidad”15.

Obreros, anarquistas y comunistas

Como hemos señalado, en la historia de los comunistas mexicanos encontramos, como primera gran paradoja, el hecho de que, concibiéndose a sí mismos como expresión (la más avanzada, se decía) de la clase obrera mexicana, en realidad en pocos y efímeros momentos tuvieron una efectiva e importante fuerza en ella. Este hecho contradictorio llevó al comunismo mexicano, entre otras cosas, a encontrarse con otros sectores de la sociedad en los que se recrearon y tuvieron con frecuencia una mayor presencia e importancia. Por tanto y pese a su terca actividad en el seno de los obreros, en ciertos momentos, el comunismo en México es fundamentalmente una fuerza campesina en otros, una corriente intelectual y artística; en otros más, sobre todo una fuerza estudiantil. Sin embargo, para los comunistas esto era un hecho permanente de frustración, por lo que nunca cejaron en alcanzar su condición obrera, intento en el que sufrieron constante represión y muchas derrotas.

Habría que recordar que en México, dada su condición de país principalmente agrario, la lucha obrera comienza a adquirir una relevancia innegable sólo hasta el momento en que las fuerzas campesinas más radicales, que en la revolución formaron poderosos ejércitos, han sido derrotadas en el país. A diferencia de otros países latinoamericanos por no hacer referencia, desde luego, a los trabajadores europeos, los obreros mexicanos carecían de fuertes organizaciones y su programa e ideario era aún muy precario, pese a que habían dado constante batalla a la dictadura de Porfirio Díaz, la cual durante el último tercio del siglo XIX sometió al país a una costosa vía de desarrollo dependiente y a la asfixia política.

Aunque la actividad de la Asociación Internacional de Trabajadores (la cual se conocería después como Primera Internacional) y, en particular, la obra de los comuneros de París, no pasaron inadvertidas para la prensa obrera mexicana y que algunas de las obras de Marx fueron parcialmente conocidas y publicadas en ella hacia el último tercio del siglo XIX, a diferencia de lo ocurrido tanto en EU como en varios países del Cono Sur del continente, en México no sería sino hasta los preludios de la lucha revolucionaria que sacudió al país desde 1910, cuando dicho pensamiento encuentra condiciones para su difusión.

La corriente que hasta el fin de la revolución había tenido mayor peso y presencia entre los trabajadores había sido, sin duda, el anarquismo, un anarquismo que en su versión magonista tuvo importantes peculiaridades: surgido de los medios liberales y en lucha franca contra la dictadura, el magonismo representó una poderosa corriente de pensamiento que alimentó los fundamentos principales del movimiento armado iniciado en 1910. Partidario de una revolución social que alcanzara la igualdad material, convencido de que la revolución francesa había conquistado el derecho a pensarla sin haberla alcanzado en la vida real16, Ricardo Flores Magón expresó lo más avanzado del pensamiento y la lucha del artesanado y del proletariado mexicano de fines del siglo diecinueve, dando al naciente movimiento obrero un programa que resultó sustento fundamental de grandes sectores de la lucha armada que acabó con el régimen porfirista, planteándose la finalidad de una revolución social que acabara con el régimen capitalista. Además de organizar y dar soporte a los destacamentos obreros que participaron en la revolución, el magonismo y su lucha en defensa del modo de vida y de la propiedad comunal de los pueblos indígenas del país resumió en su lema de Tierra y Libertad, bandera que retomaría después el zapatismo, el contenido de la insurrección campesina que se produjo en aquellos años. Más tarde, ante la fraticida lucha por el poder que arrastraba al país y abandonaba las más importantes demandas populares del movimiento revolucionario, el pensamiento de Flores Magón se definió en forma más abierta por los preceptos anarquistas, posición que lo llevó a ser condenado a veinte años de cárcel en Estados Unidos, lugar donde murió en 1922.

En el momento en que se forma el PCM, los anarquistas mantienen aún considerable influencia en el movimiento sindical que se resiste al predominio creciente del llamado moronismo17, que defiende la independencia de los agrupamientos de los trabajadores y sostiene la abstención en la lucha política electoral. Todas esas posiciones eran compartidas entonces por los comunistas18.

En medio de un claro ascenso de la lucha huelguística de los obreros, juntos, anarquistas y comunistas, impulsaron en agosto de 1920 la formación de la Federación Comunista del Proletariado Mexicano, la cual unos meses después (en febrero de 1921) daría vida a la Confederación General de Trabajadores (CGT), que se afilió “en principio” a la Internacional Sindical Roja.

Sin embargo, este esfuerzo por agrupar a los sindicalistas independientes sería el último esfuerzo importante que harían juntas estas dos corrientes, pues las discrepancias que empezaron a existir sobre la lucha política se acrecentaron con los conflictos que enfrentaron a estas dos corrientes en el seno de la revolución rusa.

Los dirigentes anarquistas de la CGT, la cual había reconocido al PCM como el único partido revolucionario afín a sus objetivos y que en esa calidad le daba derecho a actuar en su seno y estar representado en sus congresos (lo cual duró poco más de año y medio), enfilaron sus baterías contra los jóvenes comunistas al punto de que éstos decidieron dejar esta agrupación. Era ya el momento en el que los anarquistas realizaban una campaña internacional contra los bolcheviques, la cual se tradujo en México en la escisión del único agrupamiento de obreros que hacía frente a la ofensiva gubernamental y al sindicalismo amarillo.

Cuando, en su II Congreso realizado en 1923, el PCM decide participar en las elecciones presidenciales apoyando la candidatura de Plutarco Elías Calles, otro de los caudillos revolucionarios, la separación entre anarquistas y comunistas quedó sellada. En 1925, el ingreso a sus filas de varios diputados le hizo tener lo que podría llamarse su primer grupo parlamentario19 y, hasta 1928, el PCM no participará con un candidato propio a la presidencia.

De cualquier forma, en la lucha en el seno de los trabajadores, la fuerza de los anarquistas iba eclipsándose. Por su parte, una vez fuera de la CGT, los comunistas centraron su actividad en otros sectores que en esos años entran en la escena política y, particularmente, en el movimiento campesino. En 1926, logran realizar el congreso de unificación campesina, impulsado por las Ligas de Comunidades Agrarias que los comunistas habían formado en diversos estados de la república, del que nacerá la Liga Nacional Campesina.

En su trabajo obrero, el PCM procuró acciones unitarias entre las dos centrales existentes, la propia CGT y la CROM. Sin embargo, cada vez era más difícil para los comunistas su actuación en los sindicatos, principalmente en aquéllos agrupados por esta última central. Sólo en el sindicato ferrocarrilero, que se mantenía independiente, mantuvieron cierta fuerza desde la huelga que éste realizó en 1921.

En realidad, tanto en el periodo cardenista como en el inmediatamente posterior, la acción gubernamental por controlar y someter a la tutela estatal a las organizaciones obreras representó una colosal obra que ninguna fuerza pudo contrarrestar, pese a los enormes combates que se libraron.

De la ilegalidad a la lucha de masas

A partir de 1929, el PCM enfrentará un complejo proceso de reacción política que provoca un cambio brusco de su situación, en la que repentinamente pasa, por primera vez, a la condición de partido proscrito legalmente y perseguido, con la clara intención de hacerlo desaparecer de la escena nacional, situación de la que se recuperará sólo cinco años después, con el ascenso de la lucha social que se produjo bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, y llega a ser un partido con importante fuerza de masas.

Como preámbulo de la represión y como resultado de la exitosa presión que el gobierno ejerció sobre importantes líderes del PCM y de los agrupamientos que éste dirigía, para que cesara toda oposición en el curso de la lucha armada contra la sublevación escobarista, se produjo una importante división en las filas de los comunistas, la cual afectaría a la Liga Nacional Campesina que entonces éstos dirigían y al Bloque Obrero y Campesino que se había formado para unir a diversas fuerzas progresistas en una iniciativa electoral independiente del callismo.

Después de la crisis provocada por el asesinato de Álvaro Obregón y habiendo logrado apaciguar la rebelión cristera20, en medio del periodo de la Gran Depresión, el grupo gobernante iniciará el proceso de institucionalización del régimen presidencialista a través del persistente ejercicio de la fuerza y la violencia política contra sus adversarios. Como primera medida, el gobierno forzó al desarme del movimiento campesino que había logrado derrotar la sublevación reaccionaria e ilegalizó y persiguió a los agrupamientos de los trabajadores y a sus expresiones políticas. El 6 de junio de 1929, con el asalto y clausura de sus oficinas, el PCM pasó a la clandestinidad durante los siguientes cinco años, durante los cuales decenas de sus militantes fueron asesinados y muchos otros presos. Ante la prohibición de su prensa, con grandes esfuerzos mantuvo clandestinamente su periódico El Machete, desde cuyas páginas el PCM mantuvo la denuncia del régimen y alentó la actividad de resistencia de sectores de trabajadores que defendían sus derechos conculcados entonces.

La decisión anticomunista del entonces presidente de la república llegó al extremo, en enero de 1930, de romper relaciones con la Unión Soviética con motivo del llamamiento de la IC a protestar por el trato que estaba dándose a los comunistas mexicanos.

En realidad, la acción contra los comunistas no era sino parte de una actitud más general ante la lucha obrera. En ese periodo, las escasas huelgas fueron aplastadas con energía y se estableció una Ley Federal del Trabajo que constreñía de manera importante el derecho mismo de huelga, al tiempo que se generaban mecanismos para el control estatal de los sindicatos.

En ese momento, el acontecimiento de mayor trascendencia política fue la constitución del Partido Nacional Revolucionario, en marzo de 1929, con lo cual se estableció el principal mecanismo de control corporativo de la sociedad que tuvo desde entonces el régimen político en México.

En esos difíciles momentos, el PCM sufre su primera escisión importante y, con la injerencia directa de la Internacional Comunista, inicia la aplicación de la política estalinista denominada de “bolchevización”, la cual de inmediato significó la aplicación de mecanismos sectarios de “depuración”21 y de sometimiento dogmático a la Unión Soviética, que serían comunes y muy caros a los comunistas de todo el mundo.

No será sino hasta 1934, al iniciarse uno de los periodos más complejos y prometedores del México posrevolucionario, el cardenismo, cuando comienza a observarse un nuevo empuje de las luchas de los trabajadores de la ciudad y el campo. Es entonces cuando, junto a la proliferación de varios movimientos huelguísticos, se forman algunos importantes sindicatos, como el Sindicato Nacional de Mineros y Metalúrgicos. En ese ambiente, el PCM decide lanzar a su máximo dirigente, Hernán Laborde, como candidato a la presidencia frente a Lázaro Cárdenas que era el candidato del PNR y del cual había sido dirigente casi desde su constitución. Con ese acto sin repercusión electoral alguna, los comunistas iniciaban una compleja relación de oposición/colaboración con un gobierno que ante el empuje de la lucha obrera y campesina respondió en forma, por momentos, sorprendente y que realizó actos que marcaron profundamente a la sociedad mexicana.

La política seguida por Cárdenas de respeto a los movimientos huelguísticos, pronto se convirtió en una acción abierta de aliento a la organización sindical. En esa situación, los comunistas impulsaron la formación del proyecto unitario más importante que ha habido en México, la Central de Trabajadores de México (CTM), surgida en 1936, en cuyo programa aparecía el socialismo como objetivo y que en su lema proclamaba: “Por una sociedad sin clases”. Unos meses después de formada la CTM, la huelga de los trabajadores agrícolas de la región de La Laguna, en el centro del país, dirigida por los comunistas, provocó que Cárdenas iniciará la trascendente reforma agraria por la que decenas de miles de personas, la mayoría campesinos, habían perdido la vida en la revolución de 1910.

La creciente y radicalizada movilización de los trabajadores, que permitió al PCM acrecentar rápidamente su fuerza, provocó una fuerte disputa en el interior de la CTM que concluyó con la exclusión de los comunistas de la dirección de esta central, la cual quedó bajo el férreo control de un renovado grupo sindical plegado, desde entonces y por encima de todo, a los gobernantes en turno, con una política corruptora que causó, y causa hasta la fecha, los más grandes estragos a la lucha de los trabajadores.

En esas condiciones, tanto la organización sindical obrera como la de los campesinos, junto a los militares, fueron incorporadas por Cárdenas a la estructura del partido gobernante que, a iniciativa de él mismo se reformó y cambió su nombre, a fines de 1937, por el de Partido de la Revolución Mexicana (PRM)22.

De inmediato y ante una creciente explosión social, tan rica en acontecimientos23 y de tan contradictorios resultados, el PCM, que recientemente había roto con la dirección de la CTM, inicia un proceso errático, en el que en muchos sentidos pierde su postura independiente y desarrolla una política que lo llevaría a la pérdida de su influencia de masas y a una grave crisis interna.

Entre otras cosas, de su postura crítica ante Cárdenas y la confianza plena de que sólo con la movilización de los trabajadores de la ciudad y el campo se alcanzarían las reformas planteadas, el PCM pasa a estar dispuesto a incorporarse al partido estatal que comanda el presidente de la república, al tiempo que, pese a haber sido expulsados de la dirección sindical, llama a sus afiliados a la “unidad a toda costa”, con lo cual abandonaba su larga lucha contra la corriente que sometería a los obreros y los entregaría al control corporativo.

A partir de ese momento, el PCM se divide de nueva cuenta y entra en una grave crisis que perdurará durante los siguientes dos decenios. Con la expulsión de los principales dirigentes comunistas, acusados de “trotskistas” tal como gustaban hacer los estalinistas24, realizada en el VIII congreso extraordinario de marzo de 1940, ese partido quedó en manos de un grupo impregnado del más acérrimo dogmatismo, plegado por completo a la política de los comunistas soviéticos (quienes intervinieron directamente en dicho congreso a través de funcionarios de la IC). En esas condiciones, el PCM fue incapaz, durante los oscuros años que siguieron al cardenismo, de remontar su exclusión de las filas del sindicalismo obrero e impedir la desarticulación de las organizaciones independientes de los trabajadores de la ciudad y el campo, varias de las cuales se mantenían bajo su dirección o influencia.

La renovación del PCM

No sería sino hasta fines de los años cincuenta, con las revelaciones del XX congreso del PCUS que cimbraron al mundo comunista y con la reaparición de importantes movimientos obreros y magisteriales contra el control corporativo y las dirigencias gangsteriles de los sindicatos, cuando en el PCM surge una nueva generación de militantes que despliegan una importante lucha interna contra la vieja y anquilosada dirección de ese partido.

Con el nuevo grupo dirigente que emana de esa lucha interna, encabezado por Arnoldo Martínez Verdugo, el PCM, tras reunificar a las fuerzas comunistas25, comenzó lentamente una profunda trasformación que lo llevaría a la búsqueda de las rutas propias para su acción. Convencido de que tras las posiciones sectarias y dogmáticas que habían mantenido los comunistas, existía una profunda desvalorización de la lucha democrática, este partido inicia un largo análisis que le permitirá al cabo del tiempo no sólo incorporar el objetivo de alcanzar la democracia como elemento sustantivo para la transformación social del país, sino como propósito mismo de la lucha del momento y forma de la organización. A partir de ello, el PCM abandona muchos de los esquemas vanguardistas y sectarios del comunismo e inicia una nueva etapa que le permitirá incorporarse de renovada manera a los movimientos sociales que se producen a lo largo de los años sesenta en México.

Particular relevancia tuvo la participación decidida del PCM en la lucha estudiantil de 1968, en el curso de la cual dicho partido fue objeto directo de la represión gubernamental. Desde el 26 de julio mismo y durante los primeros siguientes días del movimiento, sus oficinas e imprenta fueron asaltadas y muchos de sus dirigentes cayeron presos, bajo la acusación de que el PCM había instigado el movimiento juvenil con el propósito de provocar un estallido revolucionario. Pese a todo, el PCM mantuvo una enérgica actividad respaldando las demandas de la lucha estudiantil, reconociendo las formas propias que el movimiento se dio y respetando al CNH, del cual formaron parte varios miembros destacados de la Juventud Comunista, como su legítima dirección.

Los difíciles años que siguieron a la represión del movimiento estudiantil representaron un reto para la postura independiente y democrática en que se empeñaba el PCM. Entre, por un lado, la reiterada acción represiva del gobierno (como lo mostró el 10 de junio de 1971 y el despliegue de la propia “guerra sucia”) y, por el otro, el discurso y los actos de un gobierno que apoyaba a Salvador Allende y recibía a los exiliados perseguidos por los militares del sur del continente, al tiempo que internamente, entre otras cosas, se enfrentaba con la nacionalización de importante cantidad de tierras del noreste a sectores de la burguesía agraria del país, los dirigentes comunistas eludieron tanto la tentación de la lucha violenta, a la que se sumaron algunos de sus militantes, como el “aperturismo”26 en el que cayó otra parte de la izquierda y un buen número de exponentes de la intelectualidad progresista.

La posición abierta que empieza a recorrer las filas del PCM permitió, entre otras cosas, que este partido, pese a no compartir la forma de lucha armada, fuese de los pocos partidos comunistas de América Latina que no condenó la actividad guerrillera que surge con el impacto de la revolución cubana y, posteriormente, con el ambiente represivo que se instaló en el país tras la masacre y la persecución a los líderes estudiantiles del 68. Esta actitud permitió que más tarde, cuando los grupos armados entraron en una reflexión crítica de sus propias actuaciones y métodos, no pocos de sus miembros se incorporaran o reingresan a las filas del PCM.

De igual forma, la nueva posición del PCM le permite en su último decenio de existencia volver a incorporar a sus filas a una parte importante de la intelectualidad de izquierda y a influir en otros sectores, tales como los obreros agrícolas y los indígenas, entre los cuales ese partido impulsó su organización propia e independiente.

Simultáneamente, a través de frentes electorales que unificaron a una parte de la izquierda, el PCM se planteó entonces reconquistar su reconocimiento legal, del cual carecía desde principios de los cuarenta y que no logrará sino hasta 1978, en que conformó la Coalición de Izquierda.

Los cambios en el PCM también se hicieron sentir en el plano internacional. Cuando se produjo la Revolución Cubana, el PCM expresó una clara postura de apoyo y simpatía pese a mantener importantes diferencias de enfoque respecto a cómo entender la realidad latinoamericana y, particularmente, sobre la idea que entonces impulsaron los dirigentes cubanos, y que tuvo gran eco en la izquierda del continente, de impulsar focos guerrilleros como el camino inaugurado para alcanzar la transformación revolucionaria de la región. Después, ante el cisma chino-soviético, ese partido mantuvo distancia frente a las iniciativas de ambos bandos y promovió con otros partidos latinoamericanos el acercamiento y la búsqueda de soluciones que evitaran la ruptura.

En 1968, el PCM siguió muy de cerca los acontecimientos de Checoslovaquia, frente a los cuales, primero, expresó su identificación con las reformas planteadas por Alexandr Dubcek y, después, condenó abiertamente la intervención de tropas del Pacto de Varsovia, que, en su opinión, tenía el propósito de detener la democratización del régimen. De igual forma, los comunistas mexicanos expresaron su rechazo a la intervención militar soviética en Afganistán. En sus últimos años, el PCM, en concordancia con una actitud cada vez más crítica de la situación del llamado socialismo real y con el propio proceso de acercamiento con diversas fuerzas de izquierda y progresistas del país, estableció relaciones con partidos socialdemócratas europeos lo mismo que con diversas izquierdas latinoamericanas, al tiempo que acrecentaba sus vínculos con los partidos eurocomunistas.

Con todas esas posiciones, que en el concierto comunista y, particularmente, en el de América Latina eran entonces por completo extravagantes, el PCM fue visto con grandes reservas por los comunistas soviéticos, los cuales llegaron, incluso, a promover —sin éxito— escisiones en las filas de ese partido y buscaron apoyarse en otras fuerzas más afines a su política.

Contribuciones de los comunistas

Dos fueron, desde mi perspectiva, las contribuciones más importantes que dio en su última etapa la corriente comunista en México. Por una parte, su concepción y postura democráticas que le permitieron dejar atrás muchos de los esquemas más negativos de dicha corriente y contribuir, de esa forma, a las transformaciones que el país ha vivido en los últimos decenios; y, por otra, su persistente lucha por la unidad de las izquierdas, a la cual dio un aporte sustancial.

En correspondencia con los anhelos de amplios sectores de la sociedad mexicana, sensibilizados por la acción de grandes movimientos (entre ellos, principalmente, el de los estudiantes) que habían puesto en el centro la transformación del régimen autoritario y la conquista de libertades democráticas y venciendo, no sin dificultades, las interpretaciones dogmáticas sobre la democracia que el comunismo del siglo XX mantuvo desde muy temprano y que se contraponían al pensamiento marxista en el que decían sustentar su acción, el PCM emprendió en la segunda mitad de los años setenta una concienzuda revisión que le permitió un amplio despliegue político. El inusitado proceso de elaboración colectiva del nuevo programa de los comunistas que precedió a su penúltimo congreso realizado en 1979, en el que participaron militantes políticos, intelectuales y actores de los nuevos movimientos que se dieron cita entonces (feministas, indígenas, jóvenes, homosexuales, etcétera), expresó el vasto y diverso espacio que abría en México la lucha por la democracia. La discusión franca y abierta, la crítica irrestricta como divisa, el abandono de la pretensión monolitista, llevaron pronto al cuestionamiento propio, a la recuperación crítica de una larga historia y a su superación.

Cuando el PCM propuso en 1980 la creación de un partido unitario no sólo tenía ya pleno reconocimiento legal y un grupo parlamentario que, aunque pequeño, lograba que sus acciones legislativas tuvieran importante repercusión en una sociedad que clamaba por cambios democráticos, sino que había alcanzado alianzas electorales con otros tres agrupamientos de izquierda y una creciente presencia en el ámbito político nacional.

Es importante destacar que la construcción de dos formaciones partidistas sucesivas (el Partido Socialista Unificado de México, PSUM, y el Partido Mexicano Socialista, PMS), hasta la creación en 1989 del actual Partido de la Revolución Democrática, proceso del que participó activamente la corriente comunista y a las cuales proporcionó su registro electoral, no tuvo para ésta la pretensión de crear un partido único de la izquierda, pues partió del reconocimiento del pluralismo democrático, tanto como programa para la sociedad mexicana como norma de acción y organización de la misma izquierda. Para lograr esto, el PCM había tenido que librar fuertes batallas tanto con el gobierno y el oportunismo, como con su propio sectarismo y el del resto de la izquierda radical del país.

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1 Pese al riesgo que implica la utilización de un término paradigmático entre los comunistas, quienes se autodesignaron la vanguardia de la clase obrera, con una serie de consecuencias que no desconozco, aquí lo utilizamos en su connotación precisa y puntual en contraposición a aquella definición genética que adquirió en el seno de esa corriente que describe elementos, algunos de los cuales señalaremos aquí, en los que el comunismo mexicano se adelantó o, dicho de otra forma, con los que el PCM anticipó procesos que apenas se vislumbraban.

2 Entendemos como hecho o momento constitutivo lo que el teórico boliviano René Zavaleta señala como causa originaria fundamental de los hechos sociales. Sobre ello en su trabajo sobre el Estado en América Latina escribe: “…lo que corresponde analizar es de dónde viene este modo de ser de las cosas: las razones originarias. Hay un momento en que las cosas comienzan a ser lo que son y es a eso que llamamos el momento constitutivo ancestral o arcano o sea su causa remota, lo que Marc Bloch llamó ‘la imagen de los orígenes’.” René Zavaleta, El Estado en América Latina, Ed. Los Amigos del Libro, Bolivia, 1990, p.180.

3 Un caso particularmente dramático fue la matanza del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, sobre el que se escucharon en el mundo muy pocas voces de condena.

4 Aproximadamente a mediados de octubre de 1919, llegó a México Mijaíl Borodín, revolucionario ruso que había estado exiliado en Estados Unidos y que, apenas repatriado, le fue encomendada la tarea de regresar al continente americano a tratar de establecer relaciones oficiales de la naciente república soviética y a impulsar la incorporación de los agrupamientos socialistas a la IC. Borodín, tras perder los recursos con los que realizaría su tarea (al parecer unas joyas de la zarina rusa) no llegó más que a México. Aquí contactó a algunos de los dirigentes del recién formado Partido Socialista de México, a los cuales sin dificultad convenció de cambiar el nombre por Partido Comunista de México y que los delegados nombrados asistieran al II Congreso de la Internacional Comunista. Aunque instaló un Buró Latinoamericano de la IC, éste no parece haber tenido realmente existencia práctica.

5 Al inicio de este periodo, destaca la huelga inquilinaria que junto a otros encabezaron los comunistas en Veracruz y la Ciudad de México de marzo a junio de 1922 y que luego se extendió a algunas otras ciudades del país. De las filas de esta lucha, saldrían poco después los organizadores de los agrupamientos campesinos que impulsaron los miembros del PCM. Cf. Paco Ignacio Taibo, Bolshevikis. Historia narrativa de los orígenes del comunismo en México (1919-1925), Joaquín Mortiz, México, 1986, pp. 153-197.

6 Martínez Verdugo señala que para 1925 el número de afiliados era de aproximadamente doscientos; en 1928, de 1500 y en 1929 de 3000. Este último número de miembros del partido, el cual en la situación mexicana era considerado ya de consideración, fue el resultado de la intensa actividad en diferentes frentes de los comunistas, entre ellos la lucha armada contra la sublevación reaccionaria de aquel año. Cf. Arnoldo Martínez Verdugo, Historia del comunismo en México, Grijalbo, México, 1983, p. 74.

7 En diciembre de 1923, frente a la candidatura de otro líder revolucionario del grupo de Obregón, De la Huerta, quien a la muerte de Carranza había asumido el interinato, logra organizar un complejo agrupamiento militar que se sublevó afectando a más de un tercio del país. Pese a que entre los sublevados se encontraban algunos de los líderes de las posiciones más avanzadas de la democracia revolucionaria, los comunistas decidieron oponerse al levantamiento delahuertista y participar en la lucha armada contra éste.

8 Cuando Obregón terminó su primer periodo en 1924, lo sucedió en la presidencia Plutarco Elías Calles, quien había sido uno de sus más cercanos colaboradores y su secretario de Gobernación. Al concluir su periodo, Calles pretendía impulsar a alguno de su equipo, pero Obregón lanzó su candidatura y ganó. Antes de tomar posesión del cargo, el 17 de julio de 1928, Obregón fue asesinado en un restaurante de la Ciudad de México. Gracias a ello, Calles logró imponer la candidatura de Portes Gil, con el que se inicia lo que se conoce como el maximato, ya que Calles era conocido entonces como Jefe Máximo de la Revolución.

9 Diego Rivera (1886-1957) vivió en Europa desde 1907 hasta 1921 y en París se asoció al movimiento cubista, trabando amistad con Derain, Klee, Picasso y otros. Tras una breve estancia en Moscú, donde decoró el teatro de las Fuerzas Armadas, regresó a México y se convirtió en uno de los dirigentes del movimiento artístico revolucionario conocido como muralismo. A su llegada a México, Rivera comienza a organizar lo que se denominaría Grupo Solidario del Movimiento Obrero y que un año después daría vida al Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores, en el que destacaron, además de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Xavier Guerrero, Fermín Revueltas, Jorge Juan Crespo de la Serna, Germán Cueto y otros artistas que habían ya ingresado al PCM, y con el que colaboró también el otro gran pintor mexicano, Clemente Orozco. Cf. Arnoldo Martínez Verdugo, o. c., p. 58.

10 Algunos de los fundadores del Partido Socialista habían mantenido el nombre en un pequeño agrupamiento que, poco después, se incorporó a las filas del PCM.

11 Entre los fundadores del nuevo partido se encontraban algunos destacados slackers, como se conoció en Estados Unidos a los evasores del servicio militar durante la Primera Guerra Mundial. Muchos de ellos cruzaron la frontera mexicana con el fin de evadir a la justicia en su país y guiados por el atractivo de un país en plena convulsión revolucionaria. “Mientras la mayoría de los slackers escribe Paco Ignacio Taibo hizo de México una tierra de destierro temporal, algunos de ellos, los más animosos, los más militantes, evadieron las primeras imágenes, los primeros miedos y se vincularon al movimiento mexicano.” Varios editaron en México diversas publicaciones que contribuyeron a la difusión del pensamiento socialista y de los acontecimientos que entonces ocurrían en Europa. Entre ellos, destacan el hindú Manabendra Nath Roy, los norteamericanos Richard Francis Phillips (conocido en su militancia comunista como Frank Seaman), quien editó la página en inglés del periódico El Heraldo, y Lynn A. E. Gale, editor de la revista Gale’s Magazine, quien pronto se separó del PCM para formar un efímero Partido Comunista de México, tratando de disputarle el reconocimiento de la IC. Además de ellos, el primer secretario general del PCM fue José Allen, también de origen norteamericano, y quien se prestó a ser informante de los servicios de seguridad de su país. Otro extranjero relevante en el PC fue el suizo Edgar Woog (de seudónimo Alfred Stirner), quien también se incorporó más tarde al aparato de la IC. Cf. Paco Ignacio Taibo, o. c., pp. 23-29.

12 Los dos delegados del recién formado PCM al II Congreso de la IC fueron, precisamente, M. N. Roy y R. F. Phillips y, en realidad, ninguno habló a nombre del partido que los había nombrado delegados, sino de sus respectivos países. Roy, incluso, ya no regresó nunca al país que por más de dos años le había dado asilo y se quedó en Moscú como importante funcionario del Komintern. Phillips regresó un año después, junto con el japonés Sen Katayama, en su calidad de funcionario de la IC, con el fin de establecer lo que se llamó Oficina Panamericana de la IC. Años después, en 1924, el norteamericano Bertram D. Wolfe, quien también será miembro de la dirección del PCM a cargo de su labor de prensa, asistió al V Congreso del Comintern representando a los comunistas mexicanos.

13 “Durante los tres años que transcurren escribe Arnoldo Martínez Verdugo desde su llegada a México hasta su asesinato, Mella desplegó una intensa actividad organizadora, teórica y política. Fue el alma de la solidaridad de los mexicanos hacia el pueblo de Cuba y el organizador de la ANERC (Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos); editó periódicos, intervino en numerosas asambleas y mítines; fue un activo impulsor de la Liga Antiimperialista de las Américas y de la solidaridad con Sandino; se integró plenamente en las filas del PCM y durante los meses de junio a septiembre de 1928, cuando el secretario general asistía a los debates del VI Congreso de la Comintern, actuó como secretario general interino. En calidad de tal viajó por distintos lugares del país atendiendo reuniones de comités locales, dirigió circulares con el seudónimo de Juan José Martínez y participó intensamente en la preparación de la asamblea de unificación obrera y campesina. Pero la parte más importante de la actividad de Mella en México fue su labor teórica y propagandística en las páginas de El Machete. A Mella le correspondió revelar en sus inicios el contenido de las concepciones del peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del APRA, y dar fundamento al vínculo entre la lucha antiimperialista y el programa nacional de la clase obrera.

“En el momento de su muerte, Mella dirigía la formación de un grupo expedicionario que emprendería la lucha armada contra la dictadura de Machado…” esta fue la razón por la que el dictador envió a México agentes para asesinarlo. AMV, o. c., p. 105.

14 En marzo de 1929 se levantaron en armas varios generales encabezados por Gonzalo Escobar, que lograron agrupar a casi 30 mil militares y controlar cerca de una decena de estados del país. “Esta nueva asonada militar escribe Martínez Verdugo no era un hecho aislado, sino la apertura de un nuevo frente de lucha contra el gobierno. Si tomamos en cuenta que durante estos días se mantenía en actividad la guerra cristera y que poco después estallaría la huelga estudiantil por la autonomía de la universidad, la rebelión de los 44 generales llevaba la crisis política a una agudeza jamás vista desde el asesinato de Venustiano Carranza.” AMV, o. c., p. 99.

15 AMV, o. c., pp. 102-103.

16 “La revolución francesa escribe R. Flores Magón en su escrito Vamos hacia la vida conquistó el derecho de pensar, pero no conquistó el derecho a vivir, y a tomar este derecho se disponen los hombres conscientes de todos los países y de todas las razas. Todos tenemos derecho de vivir, dicen los pensadores, y esta doctrina humana ha llegado al corazón de la gleba como un rocío bienhechor. Vivir, para el hombre, no significa vegetar. Vivir significa ser libre y ser feliz. Tenemos, pues, todos derecho a la libertad y a la felicidad. La desigualdad social murió en teoría al morir la metafísica por la rebeldía del pensamiento. Es necesario que muera en la práctica. A este fin encaminan sus esfuerzos todos los hombres libres de la tierra. He aquí por qué los revolucionarios no vamos en pos de una quimera. No luchamos por abstracciones, sino por materialidades. Queremos tierra para todos, para todos pan. Ya que forzosamente ha de correr sangre, que las conquistas que se obtengan beneficien a todos y no a determinada casta social.”

17 Luis N. Morones fue el dirigente de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) que agrupó a la corriente moderada y posibilista;del sindicalismo mexicano, la cual extrajo de las experiencias de participación de los obreros en el proceso armado la idea de que los agrupamientos de los trabajadores tenían que servir de apoyo a los gobiernos “revolucionarios” (que es como comenzó a denominarse a la nueva burocracia estatal), como manera de obtener beneficios para los trabajadores. Pronto el moronismo aprendió del sindicalismo norteamericano las prácticas gansteriles y corruptoras que se enfilaron de manera violenta contra los anarquistas y los comunistas.

18 En 1920, ante las tesis de la IC sobre la participación parlamentaria, el entonces secretario general del PCM escribió un artículo en el que decía: “No creemos útil utilizar en este país el arma parlamentaria, porque estamos convencidos de que nada podemos hacer con esa arma (…) ¿Para qué nos serviría entrar en instituciones del Estado, si diez años nos han mostrado la facilidad con la que se derrumban esas instituciones…? Las revueltas por adueñarse del poder político y económico cuando triunfan se lo deben a las masas usando armas extraparlamentarias.” Citado en Paco Ignacio Taibo, o. c., p. 73.

19 Aunque ninguno fue electo como miembro del Partido Comunista, Luis G. Monzón, Úrsulo Galván, Francisco I. Moreno, Gregorio Turrubiates y Roberto Calvo Ramírez se incorporaron a ese partido siendo diputados.

20 El movimiento cristero, que debe su nombre a su lema de “Viva Cristo Rey”, fue una sublevación político-religiosa que se inició en 1926 en contra de las medidas anticlericales del entonces presidente Elías Calles. Aunque el siguiente presidente, Portes Gil, logra llegar a acuerdos con la jerarquía eclesial, otorgándole ciertas concesiones, el movimiento se mantendrá hasta 1936.

21 Como parte de la línea sectaria entonces dominante y después de la expulsión del PCM, entre otros, del principal dirigente de la Liga Nacional Campesina, Úrsulo Galván, quien desertó de la lucha anticallista y del pintor Diego Rivera por negarse a suspender sus obras pictóricas en edificios oficiales, el PCM desató una serie de expulsiones con el fin, decían, de “depurar al partido de los oportunistas de derecha”.

22 El Partido de la Revolución Mexicana adoptaría en 1947 el nombre de Partido Revolucionario Institucional, PRI. Es interesante observar que los sucesivos nombres que adoptó ese partido -PNR-PRM-PRI-reflejan, entre otras cosas, la sucesiva apropiación estatal del hecho revolucionario de 1910.

23 Además de la reforma agraria, que abrió paso a la propiedad campesina colectiva, y de la reforma educativa, que proclamó su carácter socialista, en 1938 se realizó la expropiación de las compañías petroleras, entonces en manos del capital norteamericano, lo mismo que los ferrocarriles.

24 Hay que recordar que desde mediados de los años veinte, tras la muerte de Lenin, se produjo la división en el seno del grupo dirigente del partido bolchevique. Stalin, entonces secretario general de los comunistas rusos, tras expulsar a Trotsky del país, inició un largo proceso de exterminio criminal de todos sus contrincantes políticos, acusándolos de ser “trotskistas”. Precisamente en 1940, la mano criminal de Stalin llegó hasta México para asesinar, a través de sus agentes secretos de la NKVD, al viejo bolchevique. Trotsky había sido acogido en su exilio por el gobierno de Cárdenas, ante lo cual el PCM alzó furiosas protestas. Sin embargo, de acuerdo con el testimonio de Valentín Campa, uno de sus entonces dirigentes más destacados, la dirección del PCM se negó a participar en el asesinato, razón por la que él y H. Laborde, entonces secretario general, fueron expulsados acusados de “trotskistas”.

25 Tras las expulsiones de los principales dirigentes del PCM, éstos formaron el Partido Obrero y Campesino de México (POCM), al que se fueron sumando otras corrientes expulsadas del PCM. A principios de los años sesenta, algunos de los principales dirigentes de ese partido reingresaron a las filas del PCM.

26 El entonces presidente Luis Echeverría usó el lema de “apertura democrática” para distinguirse de su antecesor, Díaz Ordaz, por lo que se conoció como “aperturistas” a quienes se sumaron al apoyo al nuevo gobernante.

El vuelo nupcial

¿Por qué las adolescentes sueñan con los más aclamados actores de cine o con políticos carismáticos y no se conforman con los jóvenes del vecindario?

En una extensa investigación empírica FrancescoAlberoni descubre los importantes cambios que se están produciendo en la relación entre los sexos. Mientras que los hombres buscan hoy la estabilidad en una relación “definitiva”, las mujeres jóvenes se están volviendo más libres y exigentes. El enamorarse de ídolos no es una conducta simplemente infantil, sino un tipo de ensayo que revela una enorme valentía, ya que significa una auténtica elección. Las chicas escogen a sus héroes según los rasgos estéticos y morales más valorados para construir así la imagen precisa del hombre que desean encontrar. Alberoni muestra que en el presente las mujeres poseen una vitalidad inédita y una energía creativa sin precedentes, son capaces de entregarse totalmente a diferentes objetos: al héroe ideal, al hombre amado real y a la casa, luego a los hijos y al trabajo. Pero también cortan con facilidad una relación decepcionante y vuelven a buscar lo que desean. El vuelo nupcial, metáfora que Alberoni toma de las abejas, comienza como persecución de un ídolo masculino por parte de todo un «enjambre» de muchachas, pero ellas no caen al suelo, sino que vuelan de nuevo para depositar sus emociones en un objeto diferente. En este profundo cambio de la relación entre los sexos, los hombres se quedan en una preocupante desventaja. Según Alberoni, será la creatividad de las mujeres la que decidirá como será en el futuro.

Francesco Alberoni es conocido en todo el mundo por su teoría del enamoramiento y del amor y sus libros han sido traducidos a veinte idiomas. Es profesor de sociología y Rector de la Libera Università de Lingue e Comunicazioni IULM de Milán. Editorial Gedisa ha publicado entre otras, sus obras: Ten coraje, Te amo, El primer amor, Enamoramiento y amor, La amistad, El erotismo y Los envidiosos.

Indice

1. Las pasiones amorosas

2. El despertar del amor

3. El vuelo nupcial

4. Teorías del enamoramiento

5. Dos amores

6. El amor en femenino y el amor en masculino

7. La categoría erótica

El futuro de la lectura depende del futuro de los lectores: Carlos Monsiváis

El futuro de la lectura depende del futuro de los lectores: Carlos Monsiváis

>>JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Lector y escritor precoz, Carlos Monsiváis (ciudad de México, 1938) es uno de los intelectuales mexicanos que, con mayor agudeza y profundidad ha examinado los diversos ámbitos de la cultura. Desde hace por lo menos cuatro décadas “ejerce la crítica como una higiene moral”, según la acertada observación definitoria de Octavio Paz. A través de la crónica, el ensayo, el reportaje y el artículo cultural y político, Monsiváis aborda con rigor, ironía, amenidad y humor la realidad de México y América Latina. Su escritura crítica por excelencia se auxilia del excelente dominio de la paradoja y gusta de trabajar con esmero una fluida y cordial narrativa que le ha valido la gratitud y la admiración de los lectores.

Autor, entre otros libros, de Principados y potestades (1969), Días de guardar (1970), Amor perdido (1976), Nuevo catecismo para indios remisos (1982), Entrada libre: Crónicas de la sociedad que se organiza (1987), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos (1995), Aires de familia: Cultura y sociedad en América Latina (2000), con el cual obtuvo, en España, el XXVIII Premio Anagrama de Ensayo, Salvador Novo: Lo marginal en el centro (2000) y Yo te bendigo, vida: Amado Nervo, crónica de vida y obra (2002), y de los volúmenes antológicos La poesía mexicana del siglo XX (1966) y A ustedes les consta: Antología de la crónica en México (1980). Por esta obra diversa, que se encuentra entre lo mejor de la literatura reflexiva y el periodismo analítico de nuestro país, Carlos Monsiváis ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Periodismo (1977), el Premio Mazatlán de Literatura (1987) y el Premio Xavier Villaurrutia (1996).

A decir de Sergio Pitol, Carlos Monsiváis “es un incomparable historiador de las mentalidades, un ensayista intensamente receptivo y agudo y el cronista de todas nuestras desventuras y prodigios”. Él mismo, sin embargo, se mira más bien con modestia y considera la posteridad como el juicio de los amigos que le importan y que le sobrevivan.
Lector como pocos, y conocedor de los temas de la lectura y la escritura, entre otros múltiples terrenos culturales, el autor de Amor perdido confiesa que muchas veces ha pensado que podría dedicarse exclusivamente a leer y a ver películas. “La idea —dice— no me molesta en lo absoluto. Pero he encontrado que la única manera de equilibrar mi desaforado consumo de libros, revistas, películas y exposiciones, es escribir. Lo que me permite encontrar la mínima armonía entre mis necesidades de consumidor y mi vida personal es escribir, y tengo que seguir escribiendo como un método de salud mental y sobre todo de correspondencia con todo aquello que consumo”.
Refractario al denso mar de las solemnidades, Carlos Monsiváis conversa con su interlocutor y comparte con él y con los otros lectores, sus dudas y certezas de su apasionada vocación de lector; una vocación que lo ha absorbido desde que tenía seis años de edad y que, en su caso, muestra fehacientemente el enriquecimiento espiritual e intelectual que se opera en todo gran lector sensible e inteligente. En la conversación que sigue nos esclarece un ámbito, el de la lectura, para documentar nuestro optimismo o, en algunos casos, decantar nuestro pesimismo.
“Bienaventurado el que lee —escribe en sus “Parábolas de las postrimerías” con las que cierra magistralmente Los rituales del caos—, y más bienaventurado el que no se estremece ante la cimitarra de la economía, que veda el acceso al dudoso paraíso de libros y revistas, en estos años de ira…”
El que habla es Carlos Monsiváis el lector; un lector convencido de que la lectura obra prodigios en quienes el día menos pensado se encuentran con un libro y luego se dan cuenta que ya no pueden vivir sin esa compañía.

¿Cuándo y de qué forma descubriste la lectura?

En general, siempre creamos nuestras propias mitologías del recuerdo, y yo no soy la excepción. Sin embargo, hay detalles de la memoria que, aunque se incorporen a un horizonte mitológico, son muy precisos y reales. Descubrí la lectura a los seis años, en la escuela primaria, cuando empezaba yo a descifrar los signos y llegó a mis manos un libro de la colección argentina Billiken, que era la Odisea, de Homero. No recuerdo para nada cuál fue en ese momento mi impresión, pero sí sé que para los ocho años ya leía regularmente y que durante la primaria agoté la serie de clásicos de Billiken: la Ilíada, la Odisea, la Eneida, la Divina Comedia, etcétera, en versiones muy bien hechas que, además, tomaban en cuenta la capacidad intelectual del niño, pues no lo relegaban a libros con ilustraciones, sino que los editores eran muy generosos al pensar que un niño tenía capacidad y facultades para enfrentarse a los grandes temas de la literatura clásica.

¿Además de los clásicos de Billiken, ¿qué otros libros leíste en esa etapa?

Leí, desde luego, los Cuentos de Navidad y David Copperfield, de Dickens, y ya en quinto o sexto de primaria Los papeles póstumos del Club Pickwick. Leí también muchísimo a Agatha Christie, que fue para mí la emoción del suspense, la intriga, y el placer de darme cuenta de que no tenía ninguna capacidad detectivesca. Leí bastantes títulos de la colección Biblioteca Enciclopédica Popular, que publicaba José Luis Martínez en la Secretaría de Educación Pública, y que tenía, por ejemplo, resúmenes de Guillermo Prieto e Ignacio Manuel Altamirano y de algunos libros que, en ese momento, eran para mí exotismo total, como Una excursión a los indios ranqueles, del general Lucio V. Mansilla, prócer argentino.

¿Ya leías, entonces, poesía?

Salvo la que memorizaba, en realidad no leí mucha poesía en esa primera etapa. Yo entré a la poesía por la memorización. Lo primero que memoricé en la primaria fue Rubén Darío (recita las primeras estrofas del poema “Del trópico”):

¡Qué alegre y fresca la mañanita!
Me agarra el aire por la nariz;
los perros ladran, un chico grita
y una muchacha gorda y bonita,
junto a una piedra, muele maíz.
Un mozo trae por un sendero
sus herramientas y su morral;
otro, con caites y sin sombrero,
busca una vaca con su ternero
para ordeñarla junto al corral.

Para mí, inevitablemente, el ejercicio de la memoria se asocia con la poesía.

¿Te diste cuenta, en ese momento, de la importancia que tenía para tu vida la lectura?

Diría más bien que, para mí, fue sorprendente cómo logré darme cuenta que sin la lectura yo mismo no funcionaba. Lo supe a través de un hecho muy concreto: por las noches, me fastidiaba que mi madre me apagase la luz, porque yo quería seguir leyendo. Es decir, no presumo de otra cosa sino de una devoción real por la lectura; no sé si porque me aleja de mi reconocimiento de incapacidad para otras cosas o porque realmente ahí sí me encuentro a gusto.

¿Recuerdas el primer libro o la primera lectura que cambió tu percepción de las cosas o que al menos la haya modificado de manera notable?

La lectura de los clásicos, en las versiones que sean, te modifica, de manera indudable, la percepción de las cosas, porque te hace entrar en contacto con el universo de lo que te parecerá siempre sublime en la medida en que los héroes participan de la calidad de los dioses y los dioses se humanizan. Cuando, en la secundaria, leí la Ilíada ya no en versión abreviada sino en el texto clásico perfectamente fijado, ese arranque homérico del “Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquileo; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos…”, recuerdo que me sacudió tremendamente, del mismo modo que me conmovieron y me entusiasmaron, con intensidad, los episodios de Néstor, el más anciano de los aqueos, o el momento en que los mirmidones se lamentan de la decisión del retiro de Aquiles, o el llanto de Aquiles por Patroclo, etcétera. Todo me llevaba a un entusiasmo de saber que ese era un mundo de lo alejado, de lo opuesto a lo cotidiano, porque ahí todo era monumental. Yo creo que todo eso, indudablemente, me cambió.
También me cambió una novela de Agatha Christie, Quién mató a Roger Ackroyd, por la magistral forma en que la escritora maneja la intriga, la trampa y la puñalada por la espalda. Me cambió la lectura de Los papeles póstumos del Club Pickwick, porque me reía con todo ese universo enloquecido del disparate, la pretensión y la bobaliconería que sabía transmitir a través de sus personajes el genio narrativo de Dickens. Y, sobre todas las cosas, me cambió la Biblia. La Biblia es el libro que más leí en la niñez y en la adolescencia, y si no lo mencioné en primer término es porque estaba tan integrado a mis costumbres cotidianas que yo no lo veía tanto como lectura sino como reafirmación de la vida familiar.
Aparte de la poesía, memorizar fragmentos de la Biblia fue para mí un ejercicio indispensable (recita): “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, y el espíritu de Dios se movía, aleteaba, por encima de las aguas.” Todo esto tenía para mí muchísimo sentido, y yo creo que lo que introdujo la Biblia en mi vida es la belleza de la sonoridad del lenguaje; el lenguaje como un instrumento, al principio, de placer acústico, y luego del reconocimiento de la belleza que sólo radica en la palabra: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y la expansión denuncia la obra de sus manos. En un día emite palabra y a la siguiente noche declara sabiduría”…

En este sentido, ¿la lectura te condujo, como suele aceptarse, a perfeccionar el uso de la memoria y a mejorar el aprecio por tu idioma?

Por supuesto. Ahora te lo estoy diciendo ya con una conciencia demasiado trabajada, pero en su momento yo no lo sabía. Memorizaba todo aquello que me parecía extraordinario y, cuando lo resentí o lo supe por vez primera, es porque ya estaba instalado en la alucinación del lenguaje. Y, de inmediato, vino ya la poesía, en especial Rubén Darío. Rubén Darío fue para mí, en la pubertad y en la adolescencia, simplemente el espectáculo magnífico de la palabra (recita):

¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines.
La espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines.

Con Darío no estaba descubriendo únicamente la poesía, estaba descubriendo el idioma. Esto, claro, lo supe más tarde.

¿Había en tu casa libros y antecedentes lectores?

Había muy pocos libros, pero mi madre sí leía. Había estos dos estantes (los señala), y yo descubrí como en quinto o sexto de primaria los libros de viejo, y durante muchísimo tiempo fue mi biblioteca expropiable; cada domingo iba yo a comprar.

En la escuela, ¿hubo algún profesor que haya contribuido a que tú leyeras?

No. Me temo que no. La atmósfera misma, sí, porque no era todavía la atmósfera del resentimiento antiintelectual que luego se produce, ni era todavía la masificación, pero no tuve un profesor que fuera a la vez un lector que me haya animado a seguir leyendo. Eso para nada. Aunque lo que pasaba también es que yo era un pedante intolerable, y en tercero de secundaria tuve un problema que ahora me abochorna: durante su clase, uno de los profesores se refirió a los enciclopedistas y nombró a Rousseau, a Voltaire, a Diderot… y a Cadillac, y a mí me dio un ataque de risa porque yo había leído ya por entonces el Tratado de las sensaciones de Condillac; y la idea de que alguien pudiera confundir a Condillac con Cadillac me parecía enormemente graciosa, y, claro, era también, de mi parte, de una pedantería grotesca, pero así fue. El profesor me sacó de la clase, y al otro día tuvo que ir mi madre a solicitar perdón, por una estupidez de mi parte. Pero, en fin, ésta es sólo una anécdota acerca del tono, digamos, de la vida educativa. Otros maestros me sirvieron muchísimo en otro sentido: me orientaron hacia las ideas de izquierda, porque era todavía una generación muy marcada por el cardenismo y por el Partido Comunista, y uno de mis maestros de secundaria, Jorge Fernández Anaya, me reclutó para las Juventudes Comunistas. Se trataba de una experiencia que muy poco tenía que ver con la lectura; su propósito era, básicamente, la militancia.

¿Ha fallado la escuela en la tarea de propiciar el gusto por la lectura?

No es que haya fallado, lo que sucede es que nunca la ha impulsado. No ha fallado en el sentido de que alguna vez quisiera impulsarla y no supiese los métodos conducentes; lo que pasa es que nunca lo ha intentado.

¿A qué lo atribuyes?

A la burocratización de la enseñanza, a la decisión de no ver en los maestros a personas con un desarrollo necesario culturalmente hablando, a sujetarlo todo a un proceso de hecho industrial donde los maestros son capataces del conocimiento y no formadores en el sentido digamos clásico que, por otra parte, tampoco se ha dado en México. Basta leer las crónicas de Altamirano para percibir hasta qué punto no ha habido nunca un verdadero aprecio por el maestro, y esa reducción salvaje del maestro a sus mínimas posibilidades en el siglo XIX tiene un momento de cambio con todo el espíritu de las misiones culturales y educativas, pero dura muy poco y en ese lapso no se consigue fomentar el culto a la lectura. José Vasconcelos lo intenta y lo intenta también Jaime Torres Bodet, pero el proyecto no cuaja.

¿Qué tipo de lecturas populares influyeron en tu gusto por leer?

El cómic. Leí muchísimo cómic. Leí entonces todo lo que había que leer. De los cómics mexicanos, en especial La Familia Burrón, A Batacazo Limpio y Rolando el Rabioso. También cómics norteamericanos como El Agente X-9, que yo ignoraba entonces que tenía guión de Dashiel Hammett; cuando lo supe y lo releí me pareció más extraordinario; asimismo Batman, Spirit, Flash Gordon y Tarzán. Además, de Tarzán me leí toda la serie de libros de Edgard Rice Burroughs, los dieciséis tomos. Y, de Arthur Conan Doyle, todo Sherlock Holmes, y El mundo perdido, una novela que me parece estupenda. Leí todos los libros de science fiction de H. G. Wells. Era un consumista de lecturas populares y especialmente de cómics, pero también de libros que habían inspirado esos cómics.

De acuerdo con esta experiencia, ¿crees que el cómic o la historieta faciliten el gusto por la lectura y, a la postre, puedan conducir hacia lecturas más complejas o más serias?

El buen cómic, sí; no la basura que se vende ahora. Es decir, hoy el buen cómic se vende en las librerías, y por lo tanto no es barato y, en consecuencia, no es literatura popular.

¿Hubo amigos o compañeros que hayan influido en tu gusto por la lectura?

Sí, en la preparatoria. Recuerdo el día en que un amigo me prestó el Retrato del artista adolescente, de Joyce; fue para mí un vuelco, porque en la secundaria empecé a leer mucha literatura comunista, y llegué a Pablo Neruda por la literatura comunista, no por la poesía. Lo primero que leí de Neruda fue el “Nuevo canto de amor a Stalingrado” (recita):

Guárdame un trozo de violenta espuma,
guárdame un rifle, guárdame un arado,
y que lo pongan en mi sepultura
con una espiga roja de tu estado,
para que sepan, si hay alguna duda,
que he muerto amándote y que me has amado,
y si no he combatido en tu cintura
dejo en tu honor esta granada oscura,
este canto de amor a Stalingrado.

Este poema me lo sé de memoria desde la secundaria. Qué horror por Stalin, pero todavía recuerdo el entusiasmo doliente con el que fui al Teatro Lírico a la ceremonia luctuosa en honor del “camarada Stalin”. Y me avergüenzo. Pero entonces tenía quince años.

¿Qué fue lo que te dio, entonces, la lectura?

En todo ese lapso me dio el conocimiento de que no estaba yo encerrado en mi realidad cotidiana. Claro, lo estoy diciendo ahora. En ese momento no lo hubiera podido ni siquiera formular vagamente, pero creo que es eso, exactamente, lo que me dio. Y también la certeza, que todavía conservo, de que la literatura popular es también muy valiosa. Leer en fascículos Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno, fue una experiencia extraordinaria.

¿Tuviste lo que se denomina lecturas infantiles?

Sí, pero no me interesaron mucho. No sabía que me parecían bobaliconas, pero esa era la sensación. Por otra parte, tampoco había muchas. No había nada de lo que hay ahora. Me acuerdo haber leído en secundaria Winnie the Pooh, del escritor británico Alan Alexander Milne, que me sigue pareciendo una obra maestra y a la cual creo que la película de Walt Disney no le hace para nada justicia. Leí, desde luego, Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, que como se quiera ver es lo más portentoso que uno pueda leer de niño. Si hay una cumbre de la literatura infantil, si es posible transmutar la formación del niño en un espíritu distinto, eso es Alicia, sin duda. Leí estas obras pero sin creer, ni saber, que se trataba de literatura infantil; yo la leía sencillamente como literatura. La idea de una “literatura infantil”, así masivamente, como se conoce ahora, con esa superabundancia de publicaciones, es posterior, es ya de la década de los sesenta y los setenta.

¿Qué encontrabas en tus libros de texto?

Bueno, los leía, que ya era mucho. En esto sí soy un desastre. No los hojeaba, como muchos de mis compañeros, sino que los leía completos. Me interesaban mucho los de historia, pero la historia, independientemente de los libros de texto, la comencé a leer después, en la preparatoria. Por supuesto, sabía cómo se llamaba el Héroe de Nacozari, sabía frases de Morelos o de Guerrero y tenía una idea más o menos clara de la genealogía de los reyes de Francia, lo que, por cierto, yo le debía a Alejandro Dumas.

Esto quiere decir que también te entusiasmaron las novelas de aventuras…

Dumas, Michel Zévaco, Emilio Salgari y Julio Verne, sobre todo, a los que, con toda injusticia, se les ha relegado, constituyeron para mí lecturas compulsivas en secundaria. Los leí completos: los 22 tomos de Los Pardaillan, de Zévaco, y todos los episodios de Los tigres de Mompracem, de Salgari, además de todas las historias fantásticas de Verne: Viaje al centro de la Tierra, De la Tierra a la Luna, Veinte mil leguas de viaje submarino, Cinco semanas en globo, La vuelta al mundo en ochenta días, Los hijos del capitán Grant, La isla misteriosa, Miguel Strogof, etcétera. Estos autores me daban lo que me daba también, complementariamente, el cine, porque en el caso de mi generación el cine y la literatura fueron una misma experiencia formativa, nunca desligada.

¿Crees que una mala película venza siempre a un buen libro?

No, por supuesto que no. Una mala película vence la buena idea que tengas de ti mismo si la ves completa. Esta es la razón por la cual no me he decidido a ver Zapata, de Alfonso Arau, porque sé que es una mala película. A cambio vi ¡Viva Zapata!, de Elia Kazan, que no es una muy buena película pero que tiene la actuación de Marlon Brando, que es en sí misma de un aliento épico que te subyuga. En cambio, una mala película, si no la estás gozando, inventándotela, te descompone la experiencia misma.

Leer y escribir ¿fueron para ti actividades simultáneas?

Si es que escribo, empecé a hacerlo en la secundaria, en donde realizaba parodias acerca de mis compañeros; unas quizá muy tontas, pero que me divertían enormemente. Eran parodias de poetas, porque, eso sí, tengo una gran facilidad de versificación. No podré escribir un poema, pero sí puedo hacer parodias. Y ya, luego, por el periodismo, empecé a escribir, entre 1954 y 1955.

¿Cuál es, desde tu experiencia, la mejor manera de contagiar el gusto por la lectura?

El entusiasmo familiar. No conozco otro. En segundo lugar, pero sólo en segundo lugar, el entusiasmo del profesor. La familia como crepitación de la gana de leer es primordial, y luego si el maestro además está contagiado de esa alegría puede ser muy útil. Pero el del maestro no es un ejemplo cotidiano, en la medida en que los grandes lectores, si son profesores, duran un año en su influencia, mientras que la familia, por desgracia y por fortuna, dura mucho más tiempo. Entonces, creo que el ejemplo familiar es el más importante para contagiar ese entusiasmo.

¿Crees que se necesite una disposición especial para ser lector, del mismo modo que hay toreros, futbolistas, boxeadores, etcétera?

Sí. Cualquiera puede ser un lector regular, pero para ser un lector compulsivo, un lector profesional, por así decirlo, sí se necesita una predisposición especial. Se necesita renunciar al chantaje de que cuando lees no estás viviendo. Esto requiere, absolutamente, una predisposición.

¿Para qué sirve leer?

Cada quien responde a su manera. A todos les sirve para conocer, para abandonar prejuicios, para disciplinar su mente y para usar creativamente el idioma. Ya más específicamente, cada quien lo hace a su manera. El gozo de la metáfora sólo lo conoce a fondo quien lee poesía. Estoy haciendo un trabajo sobre la anécdota para un simposio y de pronto me acordé de líneas poéticas que son en sí mismas pequeños cuentos. Dice Pellicer: “El otoño en Atenas es una primavera en ruinas”. Ahí, al leer esto, entro en otra realidad. O dice Emily Dickinson: “La esperanza es una cosa con plumas”. En ambos casos la metáfora te ilumina. Y te ilumina para el resto de tu vida.

¿Hay libros que cambian el curso de la historia?

Algunos, no todos. La Biblia, el Corán, El origen de las especies, la literatura de Freud… Son muy pocos.

¿Hay realmente demasiados libros?

Sí, esto nadie lo puede dudar, pero tampoco puede uno dudar de que gracias a esos demasiados libros se mantiene el espíritu del conocimiento y de la imaginación. Una cosa por la otra.

¿Por qué elegiste el ensayo y la crónica como medios habituales de expresión?

Se me impusieron, en parte por mi flojera, en parte porque eran géneros periodísticos, y yo he vivido del periodismo. En parte, también, porque me parecen maravillosos como géneros. Por estas tres razones.

¿Has sentido que tus libros hayan modificado en algún momento la percepción de tus lectores?

No, para nada. Eso no es fácil. Si me preguntas de alguien a quien se le pueda reconocer ese don te digo de inmediato que Juan Rulfo y López Velarde, pero esas son palabras mayores.

¿Y Octavio Paz?

Sí, en cierto sentido, pero por el conjunto de su obra. Ningún libro de Paz tiene la fuerza de Pedro Páramo, El Llano en llamas o La sangre devota. La totalidad de su obra, sí.

¿Contribuye Internet a la lectura?

Muchísimo, pero es una lectura tan de fragmentos que rompe el propósito unitario que ha hecho posible la cultura del libro.

¿Hiciste uso de las bibliotecas públicas en algún momento de tu vida?

Sí, toda mi secundaria y toda la preparatoria fui a las bibliotecas, en especial a la Benjamín Franklin. Después ya no, porque, como te puedes dar cuenta, tengo una modesta biblioteca aquí en la casa.

¿De cuántos volúmenes?

Poco más de 25 mil.

¿Cómo está integrada?

Literatura, historia y arte, básicamente.

¿Notas la diferencia entre el hábito lector que existe en México y el existente en otros países?

Sí, claro. Como quiera que sea, no puedes comparar Francia, Inglaterra y Estados Unidos con México. El hábito lector en esos países es sin duda superior, infinitamente superior.

¿Te preocupa transmitir la necesidad de leer?

No, porque sé que a fin de cuentas leer es una decisión personal, y a nadie le preocupa transmitir decisiones personales que, por definición, resultan ajenas para los demás. Me preocupa, esto sí, apoyar que los libros estén al alcance de los lectores probables, pero la necesidad de leer es un asunto tan personal que dudo mucho que alguien pueda transmitirla.

Un buen lector, ¿lee de todo?

Sí, lee de todo y abandona rápidamente lo que no le sirve y lo que le molesta. Un buen lector no está hecho de sacrificios.

¿Cómo determinas tus lecturas?

Por necesidades de trabajo y por la imposibilidad de abandonar un libro.

¿Cuál es la diferencia entre una emoción de lector y una emoción no lectora?

La emoción del lector tiene que ver con el pasmo ante el idioma o ante la creación de personajes, y la emoción no lectora tiene que ver con la capacidad que tengas de vivir a fondo una relación amorosa, una situación familiar, un momento político o una frustración histórica que puede darse en la pertenencia a una comunidad a la que se le cierran todas las salidas creativas y laborales.

Para ti, ¿la lectura es un hábito en el sentido de que no puedas estar sin leer, o más bien una afición que puedes relegar sin sentimiento de culpa?

Si abandono la lectura, sólo vivo ya para el sentimiento de culpa. Decreto mi propia Almoloya.

La lectura y la escritura, ¿producen siempre mejores personas?

No. Producen mejores personas en quienes son mejores personas. Me explico: no es fácil encontrar a un gran lector que sea un verdadero imbécil, definitivamente no es fácil, pero sí es posible encontrar a un gran lector que sea un canalla. Desde luego, no hay un determinismo en tanto tal. En general, un gran lector no es un canalla ni sería un carcelero en Auschwitz, ni se prestaría a las trampas del racismo, pero tampoco hay que olvidar que, por ejemplo, el siglo XIX está lleno de conservadores que eran grandes lectores y que, al mismo tiempo, eran absolutos enemigos de la libertad de creencias.

¿Hay alguna diferencia entre usuarios de la cultura escrita y no lectores en cuanto a su capacidad sensible y para expresar sentimientos?

Sí la hay, y se nota. Sin embargo, debemos tomar en cuenta ciertas cosas. Tú haces una buena argumentación al respecto en tu libro ¿Qué leen los que no leen? cuando dices que no es posible ponderar la ventaja moral del lector sobre el no lector, porque sería algo insano y porque ello, de alguna manera, sugiere un clasismo. Esto me parece no sólo atendible sino también perfectamente razonado, apoyándote en un momento en algunas reflexiones de Gabriel Zaid, igualmente justas. Pero, por otra parte, lo que me queda muy claro también es que el no lector no vive cotidianamente el goce del idioma del buen lector; entonces, su expresión, como sea, está reducida, y esa reducción del uso de la palabra, que no indica ninguna disminución moral, sí indica una desvinculación de la fuente del goce idiomático que se empobrece. Otra cosa que hallo en el no lector es la disminución del poder de las comparaciones: un buen lector siempre está comparando lo que vive, lo sepa o no, con situaciones de las novelas o está recordando un poema en el momento en que, por ejemplo, ve un paisaje. En uno de sus más hermosos “Nocturnos”, Pellicer dice (recita):

Al hallar el otoño, qué sorpresa

de ver lo que fue oscuro ya amarillo.

El mismo sol, aerógrafo y caudillo,

con aire de ganado que regresa.

Cuando he memorizado estas líneas y veo un paisaje, estoy remitiéndolo siempre a Pellicer, o cuando me propongo la autocrítica, pienso en los primeros dos versos, extraordinarios, que escribió López Velarde en “El perro de San Roque” (recita):

Yo sólo soy un hombre débil, un espontáneo

que nunca tomó en serio los sesos de su cráneo.

Todo eso está allá y, como lector, me enriquece la intensidad de lo que vivo.

Sociológicamente, hay quienes creen que la falta del hábito lector predispone a actividades negativas o antisociales, ¿tú crees que esto sea así?

Para responderte esto, te remito, nuevamente, a la lectura del libro ¿Qué leen los que no leen?, que me parece que al respecto tiene una buena argumentación. O dicho, rápidamente, y en ello estarás de acuerdo, no creo, en definitiva, que eso sea así.

¿Cuál es el futuro de la lectura?

El futuro de la lectura depende del futuro de los lectores. Cuando la gente se resigna a perder ese depósito invaluable de las generaciones, cuando se resigna a no leer a los clásicos, cuando se resigna a no leer a Eliot, a Homero, a Virgilio, a Dante, cuando se resigna claramente a no beneficiarse de lo mejor de la humanidad entonces no hay futuro para la lectura, porque tampoco hay futuro para una minoría importantísima, no la mejor ni la peor moralmente, pero sí la más dispuesta al goce idiomático e imaginativo. Y, entonces, si no hay futuro para ellos, no hay futuro para la lectura. Así lo veo, tan apocalíptica o tan genésicamente.

Ciudad de México, 31 de mayo de 2004.

Lo màgico y mìtico de la mujer como Diosa

RASGOS CRONOLÓGICOS GENERALES

Primeros Indicios de organización social en los pueblos del mundo.

Este capitulo parte de una incógnita que nos remonta al inicio de los tiempos, donde existía sólo el vacío del cual se produce la vida, el origen del mundo y su evolución.

Desde el nacimiento de la historia , cada cultura ha encontrado una respuesta al misterio de la existencia, y en muchas de ellas el principio femenino es la fuente de la creación de todas las formas de vida sobre nuestro planeta, evidentemente la posición de los científicos reconoce que en el principio existía el gran vacío, y lo que desde una cosmovisión ancestral era el momento inicial del amor cósmico, los físicos lo llamaron el “Big Bang” y desde una perspectiva que entrelaza la teoría creacionista y evolucionista se establece que hace unos cuatro y medio billones de años el planeta Tierra se puso en órbita como el tercer planeta en torno al sol.

En el transcurso de millones de años de evolución apareció la vida bajo complejos sistemas que requerían diversidad y cooperación con el fin de garantizar la supervivencia.

Las ancestras y ancestros totémicos y tribales pertenecían a grupos específicos. Así existe el “pueblo serpiente”, “el clan del oso”, etc… Cada grupo desciende de una serpiente original universal o de una osa universal, etc. El clan al que hemos pertenecido en nuestra primera encarnación en la Tierra. Las ancestras y ancestros primordiales son seres sobrenaturales que pertenecen a los distintos mitos de creación en el mundo, quienes crearon la Tierra y las estrellas e influencian y sostienen todas las formas de vida a través de las eras. Hay tantos mitos de creación como culturas en el mundo, pero también hay algunos que son universales.

La Gran Madre promete abundancia, nacimiento, crecimiento, armonía, comunidad y relación. Fue la proveedora original, la socializadora, la madre –amante- maestra significa el desarrollo de la agricultura y las primeras civilizaciones surgidas durante el Neolítico.

La estatua que se muestra a la izquierda fue esculpida en la arcaica ciudad de Catal Hüyuk (actualmente, Turquía), unos 20.000 años más tarde que la Venus de Laussel. Como Marija Gimbutas observa, “la temprana agricultura debe haber crecido alrededor del altar de la Diosa Madre, el que así se convirtió en centro social y económico, al mismo tiempo que lugar sagrado, germen de las futuras ciudades.

En el período de la historia cuando se produce la retirada de los hielos y aparecen nuevas tierras, los grupos humanos existentes empezaron a emigrar y entremezclarse. En el mundo antiguo se concebía a la Tierra como un cuerpo vivo, un ser vivo, reconocido desde el comienzo de los tiempos como la Madre Tierra. El poder de la vida tiene su origen en el contenido de la naturaleza.

Hace cincuenta mil años nuestros antepasados comenzaron a dejar huellas de su linaje, de sus creencias, costumbres, de su forma de relacionarse en el entorno natural de esa época en el que se extendían valles cubiertos por plantas comestibles y variedad de frutos, rebaños grandes y aves migratorias, ríos, arroyos puros, llenos de una variedad de peces. Pequeños grupos se asentaron en gigantescas cavernas de Francia, Suiza, España, Palestina, en las que se protegían de las adversidades del tiempo y posibles amenazas de animales.

Lo que se puede observar en el Paleolítico es la existencia de una cultura que se prolongó al menos durante 50.000 años con una figura central, la Gran Madre, que instituyo una cultura artística, el amor a la vida, la creencia en el más allá, una relación simbiótica con los animales, las plantas, un profundo respeto por los ciclos naturales de la Tierra y la mujer que aseguraba la continuidad del grupo, garantizaba y protegía la fecundidad y la abundancia.

Las primeras comunidades primitivas llamados clanes se asentaron, en medio de la naturaleza la cual les proveía de todo alimento, las que en gran parte del mundo no tenían grupos elite, ni propiedad privada, compartían por igual la tierra, los alimentos, las mujeres, los hombres e hijos. No tenían la idea de protegerse contra la violencia o el ataque de otros grupos, en este tiempo se podía tomar libremente los frutos, y la caza era abundante, estas culturas muestran signos de una convivencia pacifica, sin armas, no se conocía la guerra, la violación, la invasión, el robo y en todos estos grupos la concepción de la Diosa era fundamental.

Así el ser primitivo tenía una conciencia sobre su alma, su cuerpo, sobre los árboles, las estrellas, el trueno, y todos los fenómenos del mundo exterior, tenían una participación mística, en la que la fertilidad era imperativa en la vida, era sinónimo de poder y esto pesó en la importancia de los misterios de una época en la que la magia de las mujeres dominaba el plano temporal y también el espiritual.

La relación de respeto que se establecía entre el hombre primitivo con la mujer era por el símbolo que representaba, igualmente como la tierra era fecunda, la mujer tenía este don de dar frutos, y ella era la encargada de la supervivencia de la especie.

Martín-Cano tiene dice al respecto: “En este proceso evolutivo se puede comprender que el ser humano es un ser social, con capacidad de organización para enfrentar desafío, es en este momento donde el poder erótico de la mujer fue uno de los motores de socialización de los clanes humanos, por el hecho de estar en contacto con su desarrollo emocional y sexual, daba cohesión y fortaleza al grupo. Los vínculos sociales estaban ligados al instinto natural, y se observa una gran organización de las mujeres para solucionar las dificultades que se les presentaba en el parto, el cuidado, la crianza, lo que pone de manifiesto una especie de hermandad de las mujeres”.

FAMILIAS MATRICÉNTRICAS

Los primeros grupos humanos serían familias matricéntricas, grupos estables que se compondrían de madre y sus bebés, igual que las familias de los primates.

Las madres son las que les han procurado la mayor parte de los alimentos diarios y han creado fuertes vínculos de manera permanente. En los grupos prehistóricos humanos, la madre sería de mucha importancia, ya que tenía la capacidad de crear vida, de sustentar la vida, de perpetuar la especie humana.

La agricultura primitiva se inicia con las mujeres, debido a su conocimiento y relación intima con los ritmos de la naturaleza, y las plantas, esta actividad marca un avance radical en la relación con el entorno y los miembros de las tribus.

El Matriarcado como primera coyuntura de la mujer en la sociedad.- Concepciones religiosas, esotéricas y místicas.

En estas culturas tempranas tanto en el paleolítico y el neolítico las mujeres ejercían una importante posición en la estructura social comunitaria y constituían el elemento primordial en la familia. Además el arte y el modo de subsistencia que se desarrollaba nos muestran un profundo respeto por la vida, por la deidad femenina que manifestaba abundancia, fertilidad y prosperidad en todo cuanto tocaba. La estructura social de estas culturas al parecer igualitarias y no jerárquicas, un modelo armonioso de coexistencia, sin impulsos agresivos ni de competencia se ligan a las características esenciales de un sistema matriarcal.

“La era matriarcal, un período en el que nuestros antepasados femeninos influyeron de modo importante sobre la sociedad y sobre las mujeres mismas. Los valores predominantes eran por entonces los valores de las mujeres, un tiempo en el que se concebía la armonía a partir de la naturaleza cíclica interior, un tiempo en el que se valoraban las intuiciones y los sueños. Era una de las religiones más viejas del género humano en donde los valores femeninos y masculinos no estaban polarizados.”

En la imagen de la Madre Paz, la Emperatriz como Gran Madre representa a la Tierra desde donde nace toda la vida y adonde retorna al final del ciclo natural. Las primeras estatuas de este tipo fueron pequeñas figurinas de “Venus” embarazadas, que pertenecen a la Edad del Hierro en Europa y Rusia (alrededor de 30.000 años a. C.). Estas pequeñas figuras no poseen rasgos distintivos de cara, manos o pies, evidenciando claramente que su importancia reside en sus pechos llenos y en su vientre abultado.

La fertilidad de la Madre y la fertilidad de la Tierra en estas culturas primitivas siempre están conectadas, desde el Paleolítico cuando se cazaba y recolectaba el alimento hasta los tiempos de la agricultura, cuando se cultivaban granos y se domesticaban animales. Así, el toro representaba tanto a la antigua domesticación de animales protectores, como el signo astrológico y la constelación de Tauro. Este, astrológicamente, es “el signo de las madres” y está vinculado con las Pléyades y Venus, el planeta regente de la Emperatriz.

La fusión entre espíritu y materia, la Diosa dentro del cuerpo. En las civilizaciones primitivas, el ritual estaba integrado al ciclo de plantación y cosecha, nacimiento y muerte, un homenaje ofrecido a la Gran Madre por su regalo de fertilidad. Como en el caso de Catal Hüyuk, las ciudades fueron construidas sin fortalezas, sugiriendo que la gente había encontrado caminos pacíficos para compartir el espacio. La propiedad era de posesión común y transmitida por línea femenina representada en la sacerdotisa y el templo, exactamente como hoy día la descendencia matrilineal es reconocida entre algunas culturas africanas y nativas americanas.

CONCEPCIÓN ESOTÉRICA

Las mujeres, no aceptan la muerte como un fin, al no concebir un cielo o un infierno en el sentido cristiano, aceptan como tantas otras religiones de la antigüedad, el proceso de la reencarnación.

La autora Mariechild dice: “… Creen en la magia porque admiten al mundo como algo más que una realidad física. La magia no actúa contra la naturaleza, la magia de las mujeres era el resultado de una profunda comprensión de cómo trabajar y actuar conforme a ella, la relación con la misma naturaleza permitía la unión con sus ciclos, tenían la visión y sus facultades abiertas, los cinco sentidos completamente descongestionados y aperturados hacia dentro y fuera, además del sexto sentido, el psíquico, el que les permitía la conexión con el mundo más allá de lo físico. Cuando estas facultades son desplegadas, se tiene acceso a la energía y a la información espiritual y síquica, la sensibilidad síquica por si sola”.

La magia, por aquella época no era sólo un medio de adivinación del futuro, ni la comunicación con los espíritus o hacer que la propia voluntad trabaje siguiendo varios fines, era un arte, llamada el arte de los sabios, y requería de una mente integra, de pensamientos, sentimientos e intuición capaz de proporcionar una conexión significativa entre el mundo material y el mundo espiritual. Las civilizaciones anteriores a los dioses eran al mismo tiempo matriarcales y pacifistas, estaban estructuradas de forma muy distinta al mundo de hoy.

Sin limitarse al Oriente Medio, la llamada “cuna de la civilización”, la Edad de Oro de la tríada de devoción a la diosa, matriarcado y paz se extendió por Egipto, el mundo greco romano, Creta, Persia, Islas Británicas, Irlanda y norte de África. En estas culturas y en docenas de otras más mandaba la diosa y las mujeres. Las familias estaban compuestas por madres e hijas que vivían en grupos comunales sedentarios dedicándose a la agricultura y el cuidado de los hijos, participando en los ciclos de la luna y de las estaciones.

Corroborando el criterio que sostiene este tema la autora Diane Stein dice que “La herencia y los niveles de familia se seguían por orden de nacimiento según la línea materna. No había paternidad en estas sociedades, ya que las mujeres no eran monógamas. Un niño pertenecía a su madre y al conjunto de la comunidad”.

El pensamiento se ese momento como deidad suprema era la propia tierra en la forma de una mujer que da vida a todo, las mujeres que guardaban en sus propios cuerpos el misterio y el conocimiento del nacimiento eran las madres y dirigentes de la civilización. Entre las mujeres había una progresión joven-madre-anciana a la que se adaptaban las enseñanzas y las funciones sociales.

Al principio todas las sociedades habrían pasado por una primera etapa de matrilinealidad. Al respecto afirma MORGAN, Lewis H “Allá donde la descendencia se sigue por la línea femenina como lo era universalmente el período arcaico y continuó subsistiendo instituciones matriarcales a principios del nacimiento de los Estados, entre ellos la herencia al trono por vía matrilineal, lo que pone de relieve la presencia del matriarcado arcaico”.

El clan totémico la concepción de lo matriarcal se conocía en que la vida de cachorro salía del vientre de la madre, de ella se alimenta y con ella se identifica, lo que marcó una diferencia a favor de la mujer y generó una exclusión del hombre del poder.

Han sobrevivido huellas de descendencia matrilineal y hasta de matriarcado en las civilizaciones egipcia y cretense, inclusive las primeras civilizaciones neolíticas otorgaron la mujer la mas alta condición. La influencia femenina en la sociedad era principal ya que de las mujeres dependía el desenvolvimiento en todos los campos, en lo económico, la estructura social y el poder que ejercían, la familia matricéntrica estaba compuesta por la madre y los hijos que formaban una unidad económica autosufieciente.

En la Prehistoria durante miles de años los núcleos de población se agrupaban ante todo alrededor de las mujeres, pues las mujeres por su condición ocupaban un lugar importante en la familia, la sucesión de los bienes y posesiones valiosos que heredaban sólo las hijas, las mujeres cazaban, recolectaban, araban y recogían los frutos para proveer de alimentos a sus hijos, ellas eran las que los cuidaban cuando estaban enfermos, celebraban cultos para pedir a la Madre Naturaleza que los protegiera.

Se puede mencionar el criterio de Pirenne: “En estos grupos humanos es la madre la que aparece esencialmente como fuente de toda la vida, de un modo particular en esa época en que la unión conyugal no existía de modo estable”.

Así en la Prehistoria y en algunas regiones todavía a principios de los tiempos históricos, estuvo vigente una sociedad matriarcal pacífica virginal, entendida como una mujer que es virgen, es completa-en-si-misma, en la que lo femenino jugaba el papel principal en el mundo social, las mujeres ejercían su autoridad sobre sus descendientes matrilineales reunidos en tribus independientes, este poder era el político, económico, religioso.

Para la historiadora PÍA LABIOSA ZAMBOTTI, en las más antiguas culturas agrícolas, mandaban las mujeres, la Gran Madre tenía a su servicio una corte de doncellas, hijas, nietas, parientes, etc. constituye una familia natural similar a la que el mundo de las abejas , en la que la abeja reina dominaba rodeada de una corte de obreras”. Vivian en comunidades sin guerras porque la autoridad era ejercida legítimamente por descendientes matrilineales de la madre Ancestral, la diosa que había dado origen al pueblo, de este modo se aceptaba de igual manera la legalidad del poder de la mujer.

El rol femenino era concebido como un poder mágico, elevándola a lo divino, la mujer fértil, la de grandes pechos, de vientre robusto paso a ser sacerdotisa y reflejo de la Gran Madre Tierra.

Concepciones místicas

Gran Madre representa a la Tierra desde donde nace toda la vida y adonde retorna al final del ciclo natural. Las primeras estatuas de este tipo fueron pequeñas figurinas de “Venus” embarazadas, que pertenecen a la Edad del Hierro en Europa y Rusia (alrededor de 30.000 años a. C.). Estas pequeñas figuras no poseen rasgos distintivos de cara, manos o pies, evidenciando claramente que su importancia reside en sus pechos llenos y en su vientre abultado.

La fertilidad de la Madre y la fertilidad de la Tierra en estas culturas primitivas siempre están conectadas, desde el Paleolítico cuando se cazaba y recolectaba el alimento hasta los tiempos de la agricultura, cuando se cultivaban granos y se domesticaban animales. Así, el toro representaba tanto a la antigua domesticación de animales protectores, como el signo astrológico y la constelación de Tauro. Este, astrológicamente, es “el signo de las madres” y está vinculado con las Pléyades y Venus.

Hay numerosos ejemplos de soberanas que ejercieron solas el poder y la soberanía en todos los continentes, reinas que también realizaban el sacerdocio, esto se demuestra en representaciones iconográficas en las que aparecen mujeres con los atributos de sus funciones políticas, religiosas y judiciales, así se manifiesta en objetos como coronas, collares, tronos, cetros, símbolos de poder legítimos, recibidos por vía matrilineal y emanado del cielo, ya que se asociaba el reino de la tierra con el reino de los cielos por el vinculo que sostenían con las estrellas y el más allá.

Concepciones religiosas

La espiritualidad traspasa las creencias limitantes de la religión, y aparece en los humanos desde los primeros tiempos. Algunos científicos incluso llaman a nuestra especie animales religiosos. Como dice la autora Busapest: “Surge la religión en el proceso que formalizó en el que parece ser de la comunicación espontánea con los espíritus que rodean”.

A la vez las mujeres se constituían reinas, sacerdotisas que ejercían un poder teocrático como encarnación viviente de a Diosa, además de realizar la labor de juezas castigando a los delincuentes en defensa de sus territorios, administraron sus riquezas y desempeñaron un papel muy determinante en aquella época en que sus súbditos las admiraban. Fueron llamadas en diferentes regiones por nombre que se derivaban de nombres de la Diosa.

La mujer aporta a la evolución de la humanidad como inventora de numerosos hechos culturales: la agricultura, diversas técnicas de transformaciones de productos alimenticios, farmacológicos, minerales, cerámica, curtido de pieles, artesanías del tejido, herramientas,… Y el gran papel jugado por la mujer en los inicios de la cultura humana: como maestra-nodriza, curandera, sacerdotisa, poetisa, escribana, jueza,… lo que patentizaría la existencia del matriarcado en la Prehistoria. Los estudios se apoyan en las nuevas teorías antropológicas, en estudios de primates y se complementan con estudios de las creencias y de la sociedad de diversas regiones y hallazgos arqueológicos.

En las familias el más importante papel lo jugarían las mujeres, en las primeras sociedades la mujer sería más importante que el varón. Y las jerarquías se establecerían entre las hembras emparentadas, al igual que ocurre entre las primates. Las hijas permanecerían en el grupo femenino y los hijos varones abandonarían el hogar estable femenino, y los adultos entrarían de manera transitoria.

La madre seria la jefe de las bandas y tribus que se desplazaban en la fase recolectora, depredadora-parasitaria de la Naturaleza; la cabeza de familia, tendría el papel principal. Era la que protegería a sus hijos cuando enfermaban; sería el centro.

En el régimen social matriarcal predominaba la madre e importaban los lazos de sangre. Y en las familias el más importante papel lo jugarían las mujeres. Ellas tendrían el mayor status social, ostentarían el poder político, regirían la sociedad: serían reinas. “En las más antiguas culturas agrícolas, mandan sin ninguna traba las mujeres: la gran madre incluso tiene a sus servicio una corte de doncellas, hijas, nietas, parientes, etc.” (Laviosa, 1959: 67).

Sin duda, en las primeras edades de la historia humana el milagro y la fuerza mágica de la mujer fue una maravilla no menor que el universo mismo, y esto dio a la mujer un poder prodigioso, y una de las preocupaciones principales de la parte masculina de la población ha sido destruirlo, controlarlo y emplearlo para sus propios fines.” (Campbell, 1991: 358).El varón en los primeros grupos ocuparía una posición subsidiaria. Precisamente esta posición sería la que les llevó a rebelarse. “

LA MADRE ENSEÑABA EL CONOCIMIENTO

La madre, al igual que la hembra primate, sería la que enseñaba a sus descendientes: el conocimiento para la sobrevivencia; a recoger los alimentos adecuados, a cazar; la que les enseñaban los comportamientos y tradiciones sociales que ella inventaba. (Pervive el conocimiento de la madre que enseñaba a sus descendientes en el régimen matriarcal la idea de “Alma Mater” con que se denomina a la universidad).

El lenguaje requiere una forma de cohesión social y sería la mujer la que como jefa del grupo matricéntrico, con su necesidad de comunicarse, con su capacidad de crear vínculos con sus hijos, la que posibilitaría el desarrollo del lenguaje.

Ella debido a que había de cargar con los hijos y los había de alimentar, habría desarrollado un lenguaje verbal que le dejara las manos libres, mientras que en la caza se desarrollaría el lenguaje gestual para evitar con los ruidos alertar a la presa (se sabe que los cazadores bosquimanos sudafricanos hoy día tienen un lenguaje gestual mientras cazan en grupos).

En el milagro del alumbramiento era y debería seguir siendo un momento de adquisición de autoridad para todas las mujeres, pues está estrechamente relacionado con el misterio de la transformación. El carácter transformativo de lo femenino como principio creativo abarca el mundo entero, la totalidad de la naturaleza en su unidad original , a partir de la cual surge y se despliega la vida, asumiendo en su transformación más elevada, la forma del espíritu. (Eric Neumann)”.

La autora Guetty dice al respecto: “Al igual el acto de exprimir la leche de los pechos representa la continuación de los misterios de la transformación y un recuerdo de la generosidad de la diosa, su capacidad para nutrir, proveer, contener y proteger, así como para hacer que todos vuelvan a su vientre”.

Ellas serían las depositarias de la cultura. Las creadoras de un código de comunicación verbal que implicaba la existencia de una serie de relaciones sociales. Así que en el proceso de hominización las mujeres tendrían un protagonismo principal. Por consiguiente es lícito afirmar que la mujer sería la responsable del proceso de hominización.

LA MUJER INVENTÓ LA AGRICULTURA

Tras la etapa de la economía recolectora y depredadora se pasó a otra productiva con la agricultura y la siembra de los terrenos de cultivo (Neolítico). La mujer conocedora de los ciclos regulares de las estaciones y su efecto sobre los vegetales fue la causante del descubrimiento y la aparición de la agricultura. “Se admite por lo general que, como derivación de su antigua función de recolectora de alimentos vegetales, fue la mujer quién inventó y desarrolló la agricultura”(Hawkes y Woolley, 1977: 227).

Invento femenino de la agricultura reconocido por muchos historiadores: “el mérito del descubrimiento de la agricultura recaería enteramente sobre las mujeres.” (Eliade, 1990: 140). “Los antropólogos atribuyen, generalmente, el cultivo de las raíces alimentarias a la mujer, que, de recolectora pasó a ser cultivadora.” (Girard, 1978: 730). “Los mitos atribuyen el hallazgo del cultivo

original de la yuca a una mujer, sublimada a categoría divina.” “… el matriarcado se debe a la iniciación de la agricultura por parte de la mujer… El huerto es propiedad de la mujer, ésta lo transmite a sus hijos, y de ahí debió derivar el predominio social femenino.” palabras de W. Schmidt, según refiere (Bagué Garriga, 1958: 50). “Sí, y ahora el poder pasa a la mujer. Como su magia es la de dar a luz y alimentar, lo mismo que hace la tierra, su magia da base a la magia de la tierra. En la tradición primitiva, la mujer es la primera cultivadora.” (Campbell, 1991a: 151). “Sobre el origen del matriarcado en las sociedades humanas se ha discutido y se discutirá mucho. Hay quién ve en él el signo de la posesión de la tierra por las mujeres, que inventaron la agricultura; otros piensan que la idea que de la generación se hacían muchas sociedades primitivas atribuye, en la fecundidad humana, un papel despreciable al varón.” (Fouquer, 1979: 22). “Cunow opina que el matriarcado se desarrolla cuando se convierte en importante el trabajo agrícola de la mujer, lo cual aumenta considerablemente el valor de ésta.” según los enciclopedistas (Espasa, Tomo 33,1988: 1003).

Asimismo la mujer inventaría las técnicas para fabricar los cestos para la recolección de los vegetales, etc. En palabras de Eisler “las tecnologías básicas de la civilización”. (Todos trabajos de mujeres según algunos estudios de los huesos llevados a cabo por Theya Molleson en algunas culturas neolíticas).

MUJER INVENTARÍA EL CALENDARIO

Además, al necesitar las recolectoras y las agricultoras, conocer los alimentos característicos de cada época del año, así como el momento adecuado para sembrar y realizar las diferentes labores agrícolas, empezarían a fijarse en las estrellas que sobresalían en el cielo en diferentes épocas. Y así descubrirían que la desaparición de ciertos grupos estelares por el cielo vespertino eran coincidentes con la lluvia o el tiempo adecuado para la siembra o recolección: inventaron el calendario.

1.3 Definiciones conceptuales sobre el culto a la diosa y a la mujer estereotipo.

La historia de la Diosa tal y como ha llegado con el transcurso del tiempo determina que los antepasados más remotos y el desarrollo de las grandes civilizaciones, enseñan el papel supremo de lo femenino en calidad de lo divino.

Desde la perspectiva de Vicki Noble se puede entender: “La perspectiva mitológica supone un hilo de toda la historia; las repercusiones políticas para las mujeres y nuestras actitudes cambiantes hacia la vida y la naturaleza también se encuentran inextricablemente unidas al destino de la Diosa”.

Y antes de la era patriarcal, los pueblos de todo el mundo consideraban los principios del universo como propios de la diosa y de sus símbolos, la hembra que produce el nacimiento y la vida. Desde la Grecia pre-helenística hasta los Hopi nativos americanos, Africa, Oriente Medio y Sudamérica se repiten leyendas parecidas como las olas de un mar , un mar tan profundo como el propio nacimiento. En principio era la nada que se convierte en el caos: todas las cosas formando un potencial infinito, pero sin forma ni orden, el húmedo abismo del universo. El caos es un concepto de fertilidad femenina, relacionado con la luna, mientras que el mar, que evoluciona en la tierra o en el seno gestante de la mujer, constituye sus paralelos.

“La creadora de este vertiginoso abismo es Gea, Yemaya, La Mujer Araña, Ishtar o Astoret, Demeter, la Pacha Mama y tiene otros mil nombres. Surge del caos y lo ordena para darle forma. Pone las cosas en su lugar y hace que nazcan los planetas, las personas y todo tipo de vida como compañeros para su soledad.”

El nacimiento es un acto femenino y las narraciones de la creación de las culturas anteriores a los dioses masculinos son, actos de diosas que dan a luz, aunque su nombre cambia de una cultura a otra, sigue siendo la gran madre, la que todo lo da, la que produce la vida y alimenta de su propio cuerpo.

La diosa pre-helénica más antigua es Gea (la tierra), la babilónia Tiamat (el mar), Yemaya, la sirena diosa de los yorubas, se la conoce en toda África occidental y por toda América Central y del Sur, La mujer Araña, la que teje la vida, gran madre de los indios Hopi en la zona sud-oeste de Norte América, la diosa Ishtar o Astoret tiene sus orígenes en Babilonia pero su culto se extendió por todo oriente medio y llegó a convertirse en el prototipo de Isis la diosa egipcia, Kwan Yin y Nu Kwa en China, Aido Hwedo y Mawu en África, Inanna la diosa Sumeria, Démeter, lo mismo Hera surgen de si mismas, del caos. Girando como un torbellino en la oscuridad, se convirtió en una galaxia de resplandeciente luz y creó el sol y la luna, el espejo del cielo. Fundiéndose con los cielos, ella misma en el espejo, dio vida los mares y al enfriarse se formó el planeta.

Cada una de estas y otras diosas de la creación dan forma a la tierra por nacimiento o por modelado, crean toda la vida. Son al mismo tiempo, la tierra y la luna. Sus símbolos y leyendas son ejemplos de historias que se encuentran por todo el mundo y en cualquier época, estableciendo a una diosa como fuerza creadora del universo. Son la base de la espiritualidad de las mujeres, de la magia y como en el culto de la diosa cada mujer es una parte de la madre creadora, resulta que cada mujer participa en la creación por sus propios actos de nacimiento y modelado. DIANE STAIN P64.

La mujer que crea tiene este aspecto del ser de la diosa, la diosa estaba al principio, lo mismo que estará en el futuro. La gran diosa madre del universo, es la creadora del mundo, de todo lo que existe y forma parte del ser de las vidas de todas las mujeres. DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA P64

La Diosa es la madre, la hembra, la tierra fértil. Sus abultados pechos son montañas y sus oscuras aperturas de agua son los océanos, su piel es el suelo del que crecen todas las plantas y todo alimento. Su interior es nacimiento, muerte y el mundo subterráneo del renacimiento, el lugar donde se forman los cristales y los volcanes, donde empieza y termina la vida.

Del mar de su vientre salieron el huevo y la serpiente de toda vida, los peces y los crustáceos, las serpientes y criaturas marinas que evolucionaron después en tierra firme. De su vientre salieron las aves y los animales, los insectos que vuelan, caminan y reptan por su cuerpo. Ella es la Diosa que todo lo da, y que todo lo quita. DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA P 54 CREACION Y DIOSAS DE LA CREACION

El ónfalos u ombligo de la Diosa es el oráculo de Delfos, el delfos significa útero, vigilado por la hija-serpiente de la diosa, la Pitia y sus sacerdotisas. Sus grutas y santuarios son los lugares de sabiduría interior, entre la superficie y el mundo subterráneo, los lugares de la Diosa donde se escuchaba la sabiduría de la diosa por medio de su sacerdotisa y ella garantiza el don de la profecía. DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA P54,55 CREACION Y DIOSAS DE LA CREACIÓN

“Las imágenes de la Diosa Madre, principio femenino del Universo y fuente de toda vida, abundan. Están en arcilla, en piedra, en herramientas, en pinturas modernas.

“La Diosa tiene diez mil nombre, compartidos por las mujeres alrededor del mundo. Se llama Diana, madre sagrada; se llama Tiamat, Hécate, Isis, Inanna, Belili, la Gran Madre del Maíz, Artemis, Brigid, Morrigan Cerridwen; su nombre es el de todas las mujeres – Ana, Susana, Luly, Catalina, Mariana -. Todos los nombre propios de mujeres derivan de nombres de la Diosa y todas nosotras sin excepción somos expresiones de la Madre, manifestaciones de la Diosa en la Tierra.” ZSUZSANA BUDAPEST EL PODERGICO DE LAS MUJERES P 314-319

“Y lo mismo que hace la diosa arriba, en el universo, las mujeres abajo, en la tierra, continúan el misterio de dar y alimentar la vida, el de la menstruación, el del nacimiento y el de amamantar”. DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD DELAS MUJERES P25

“Hallazgos arqueológicos de todo el mundo representan ala diosa mujer del nacimiento, con los senos, el vientre abultados y las piernas abiertas en posición de parto. La veneración por la fuerza vital pasó a ser veneración por la mujer”.DIANE STEIN EL LIBRO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMEININA

Se la honra en calidad de dadora y mantenedora de la vida: de su vientre surge el gran misterio y todo vuelve a ella. Toda la vida se mantiene mediante su cuerpo geano, en equilibrio homeostático, Tanto si fue la Gran Diosa Madre quien sirvió de guía a nuestros antepasados a la hora de convertirse en seres concientes como si no, es una mujer la que. Como madre, nos vigila a todos y a cada uno de nosotros desde los primeros momentos de nuestra existencia.

Los mitos de la creación de innumerables culturas dan testimonio, de este fenómeno y del papel que ha desempeñado el principio femenino en la conformación del mundo en el que habitamos.

La Diosa es universal y permanente en la imaginación humana y la fabuladora más importante: su historia se encuentra entretejida en el mundo entero con las vidas y las leyendas de los hombres.

Desde siempre se ha reconocido a la Diosa bajo diversas formas. Es la Madre del mundo, la dadora de vida, la gran nutridora, sustentadora y sanadora; pero también la que porta la muerte, la que garantiza la inmortalidad y la liberación. La Diosa da Y la Diosa quita. Es capaz de compasión infinita y de total aniquilación.

En definitiva, es la encarnación de lo que conocemos como vida y su historia, antigua como la vida misma, porque ella es la vida. Es el tiempo pasado, presente y futuro, la forma y la amorfia.

La Diosa aparece en una cultura tras otra con multitud de denominaciones; su panteón es enorme y sus dominios amplios. Nuestros antepasados eran politeístas y panteístas: no existía una deidad todopoderosa que rigiese la vida de la humanidad, sino una Diosa polifacética a la que se podía invocar pronunciando sus nombre para que satisficiera las necesidades de las gentes.

Sus santuarios se encontraban por todas partes , pues en todas parte moraba: junto al hogar, en el pozo o el manantial sagrado que forma la catedral de la naturaleza, en la cueva más profunda, en la montaña más alta.

Las plantas y los animales, la Luna, el Sol las estrellas, el río que fluye hasta el mar y el océano mismo: todo eran sus dominios. Todos ellos estaban consagrados a la Diosa. Todo formaba parte de la Gran Madre y por consiguiente, de la misma familia. Todas las Diosas son autoridad para traer sexualidad (fuego) y lenguaje (alfabeto) a sus pueblos como en el caso de Saraswati en la India; Brigit en Irlanda e Isis en Egipto.

Donde se rinde culto a la Diosa, ya sea en Europa o en la india, en la antigüedad, La Diosa proporcionaba la forma de la iniciación masculina o femenina. Las sociedades de hombre participaban activa y necesariamente en su culto, la sabiduría de las cultura en las que se rendía culto a la Diosa consistía en presentar la necesidad como un misterio y representarlo como purgación individual y festividad universal.

Los primeros ritos iniciáticos se basa en lo femenino, los ritos de las mujeres giran en torno a sus ciclos y la iniciación sacraliza los momentos fundamentales de la pubertad la menstruación, el amor sexual, el alumbramiento y la maternidad. También incluyen los ciclos, más amplios, de la Naturaleza y el retorno de las estaciones, que honran el lugar que ocupa la Diosa en el ciclo cósmico.

Los misterios primordiales de lo femenino siempre se han asociado con la vegetación, a través de la intimidad de las mujeres con el mundo de las plantas. Las flores, las frutas, el maíz y el trigo no eran únicamente fuentes de alimento, sino símbolos de fertilidad.

Ha sido virgen, amante, madre y vieja. Tiene diez mil nombres y la han llamado Reina de los Cielos, ama de la Oscuridad, Señora de las Cosa Salvajes, Tejedora de la Tela.

Uno de los múltiples dones de la Diosa es el poder de transformación, la capacidad para adoptar la forma de animales, sobre todo de aves y serpientes.

En todo el mundo antiguo se rendía culto al yoni como objeto del gran misterio: la entrada a las cuevas y a los recintos con puertas y columnas representa el santuario uterino de lo divino femenino. En la tradición tántrica de la iNdia, el yoni aparece en los templos, para que todos lo honren y respeten como fuente de la vida, la belleza y el placer, es otro ejemplo del fluir de la fuerza vital a través de lo femenino.

“Esta misma tradición reconoce que toda mujer representa el principio divino conocido con el nombre de Sákti. Mediante la existencia de la fuerza Kundalini, la mujer puede alcanzar mayor potencial creativo , pues la inseminación cósmica del poder de la serpiente despierta en ella la conciencia definitiva de la realidad. Tal despertar y la proyección de esta fuerza en el mundo suele manifestarse en el proceso de dar a luz.” ADELE GUETTY LA DIOSA MADRE DE LA NATURALEZA VIVIENTE.

En Egipto, la Diosa constituyó siempre un aspecto fundamental del panteón. En la época dinástica se dividió a la diosa buitre Nekbet en Nut, el cielo( una de las predecesoras de la griega atenea), la que existía desde la eternidad, la que creó el mundo y situó a Ra, el dios sol, en los cielos. Bajo la más conocida de sus múltiples formas, era la alada Isis, conmemorada como la Más Vieja entre las Viejas, que fundó las artes de la curación, la agricultura, el derecho y la justicia, también la monarquía.

En el arte del mundo entero se nos presenta como energía omnipotente de la Fuerza Vital. Sin ella no somos nada; con ella, nuestra capacidad se llena de una energía vital que nos encamina hacia el futuro.

Representa a corporizada en los arquetipos de Ishtar y Afrodita, diosas babilónica y griega del amor. También es Deméter, la diosa griega del trigo, adorada en los Misterios Eleusinos y más tarde reflejada en Ceres, la diosa romana.

Esta Diosa entronizada, sentada entre dos leopardos, las bestias de Afrodita, amplía la imagen encinta a una de poder administrativo. Ella sostiene a la raza humana en su amplio regazo y está en cuclillas, lista para dar a luz. Más tarde, el nombre egipcio “Isis” significó “trono” o “asiento”. Como dice Erich Neumann, “La Gran Madre es el trono, puro y simple”. De alguna manera, esta imagen cambia entre el Paleolítico y el Neolítico, pero tal como lo había hecho mucho antes, aparece ahora entre nosotros dispuesta a dar impulso. la Diosa dentro del cuerpo, la fusión entre espíritu y materia.

En la imagen de la Madre Paz, reclinada en el pasto silvestre parece esperar a un amante o al oficiante de los misterios, rememorando figuras encontradas a la entrada de la Magdaleine, en la Edad del Hielo en Francia. A ambos lados, la entrada representa una figura femenina reclinada, grabada en la roca. “Lo que parece tan extraño en estas figuras es su pose inusual que nada tiene que ver con la de un ídolo. Ambas figuras yacen tendidas hacia fuera en completo reposo, con un brazo doblado sosteniendo la cabeza. Se elevan desde la roca como Afrodita, nacida de la espuma, surgió del mar”. Más tarde, Giedion sugiere que estas esculturas en relieve anticipan las figuras posteriores de Artemisa reclinada, que “expresaban los múltiples atributos de la deidad: Diosa Madre, Diosa Luna, Regente del mundo animal, Diosa del Amor”. También menciona pequeños desnudos similares en Babilonia del siglo III y II a. C. que, como las figuras de la Magdaleine, acentúan marcadamente el triángulo púbico.

Al frente, en la parte baja de la imagen de la Madrepaz, la placa de Deméter está tomada de una escultura en relieve de la pintura griega clásica que reproduce los Misterios Eleusinos. Marija Gimbutas señala que desde el Paleolítico hasta la Antigüedad clásica, la imagen de la Diosa comenzó a fragmentarse desde su unidad original. Los misterios conducidos finalmente por un hierofante o sacerdote, no pudieron retener la mayor parte de lo que habían sido en el comienzo los misterios estrictamente femeninos. De todas maneras, estos antiguos ritos de iniciación celebraban la reunión de madre e hija, tanto como la cosecha de los granos sagrados, los que probablemente incluían algún conocimiento arcaico y tradición oral perdida hoy.

En su mano, la Deméter griega (o posterior Ceres romana) sostiene la serpiente de la regeneración y las espigas de trigo que simbolizan abundancia. Estas imágenes, aunque esotéricas y sacadas de contexto, todavía aportaban algún poder a los iniciados, aunque a menudo solo en el plano simbólico. Hoy día, por supuesto, los misterios femeninos que alguna vez expresaron una forma de vida y más tarde un ritual esotérico, los conocemos a través de pálidas versiones ofrecidas por los eruditos. Sin embargo, las bases de estos misterios permanecen en nuestros cuerpos. Nuestras iniciaciones modernas tienen lugar en un nivel inconsciente, durante nuestros sueños y visiones.

La Diosa, en su seductora pose contemporánea simboliza este conocimiento inconsciente que las mujeres modernas comparten de los antiguos misterios de sanación y transformación que aún viven en nuestra atenuada sexualidad y en nuestro siempre presente deseo de vivir.

El alma de mujer siente su conexión a la Tierra. Ella huele la rosa, roja como pasión o sangre menstrual, y conoce los misterios de la procreación, el potencial de la vida creciendo y nutriéndose en su útero, seguido por el acto sagrado del nacimiento. Ella presenta la vida comunitaria cercana al suelo, un tiempo cuando la gente no hacía guerras sino que ocupaban su tiempo libre haciendo arte y amor, concepto desvalorizado por nosotros, en los slogans de los años 60.

Cuando la agricultura se convirtió en negocio, se perdieron las cualidades de dar vida de la emperatriz y el trabajo llegó a ser el tedio que es hoy para la mayoría de la gente, sacado de su contexto significativo. La desconexión de la humanidad de la verde energía de sanación de la Diosa, de su tierra fértil fue la caída desde la gracia. El día que dejamos de amar la Tierra como nuestra Madre y a la mujer como su representante sagrada, fue el día que abandonamos el Jardín.

La Madre nos hace señas de que regresemos a ella antes de que nos destruyamos. Como la energía de la diosa Kundalini durmiente, ella pide ser redespertada en nosotras, de tal manera que podamos conocer una vez más la alegría y el propósito de la vida en el planeta.

Las antiguas culturas de la Diosa pueden despertar en las mujeres el deseo por una vida comunitaria donde se comparten las cosas materiales o por una vida sin guerra. Un mundo deseado donde todos los niños sean queridos, o donde se exprese con libertad la sexualidad, enterrando modelos o ideas culturales acerca del amor.

“En las culturas en que se reverenciaba a la Diosa, las sacerdotisas y mujeres mantenían el poder, el poder del nacimiento y la vida, del conocimiento, la curación y del culto. El culto a la Diosa mantenía una posición en que todo marchara bien en la tierra, tenían alegría de vivir, a la ley natural y a las mujeres, sus aspiraciones eran pacificas y populares, el poder era fortalecido desde adentro”. DIANE STEIN EL LIBRO DELA ESPIRITUALIDAD FEMENINA

En esta cultura se encontraban sumas sacerdotisas y templos dedicados a la Triple Diosa (Isis, Diana, Hécate), altares sagrados y poder femenino.

“La mujeres en este tiempo toman conciencia de sus ciclos y sus energías inherentes a él, también aprenden a percibir un nivel de vida que más allá de lo visible; mantiene un vínculo intuitivo con las energías de la vida, el nacimiento y la muerte, y siente la divinidad dentro de la misma tierra y de sí misma.

A partir de este conocimiento las mujeres se relacionan no sólo con lo visible y terrenal sino con los aspectos invisibles y espirituales de su existencia. Fue a través de este estado de conciencia que tenía lugar todos los meses que las chamanas/curanderas, y más adelante las sacerdotisas, aportaron al mundo y a su propia comunidad su energía, claridad y conexión con lo divino. La curación, la magia, la profecía, la enseñanza, la inspiración, la superviviencia provinieron de su capacidad de sentir ambos mundos, de viajar entre los dos y de llevar sus experiencias de uno a otro.” MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DEL CICLO MENSTRUAL P 75

Chamanas Mujer sabia que conoce cómo conducir las energías para la sanación del cuerpo, la mente y el espíritu. En las sociedades primitivas, se recurría a ella no solo en la enfermedad sino también en busca de consejos para la vida. Su función como parteras era vital para preservar la salud tanto de la madre como de los nuevos bebés que llegaban a la vida por sus manos. Del mismo modo, estas mujeres eran “parteras del espíritu”, facilitando el nacimiento de las almas en el Otro Mundo, asistiendo a las personas en el momento de la muerte. Algunos de sus sinónimos son “Mujer de Conocimiento” , “Mujer de Medicina” o como señala Clarissa Pinkola Estés en Mujeres que Corren con los Lobos, “la que Sabe”.

Muchas definiciones coinciden con esta última al determinar que la palabra “chamana” significa “que sabe”. Palabras con la misma raíz se encuentran en el sánscrito sramana, en el chino seha-men y en el turco altaico, kam udujan (mujer sabia).

El chamanismo supone una maestría sobre el reino de los espíritus para ser aplicado en la curación física. Al igual que el sacerdocio, es un arte femenino que fue usurpado por los varones prácticamente en todas las culturas, a partir del advenimiento del patriarcado. Vicki Noble señala en su libro Madrepaz.Un camino hacia la Diosa a través del mito, arte y tarot, que “el chamanismo es la religión más antigua en el mundo y se remonta a las raíces matrísticas primitivas de la cultura humano”. En la misma obra cita a Geoffrey Ashe, quien asegura que el chamanismo fue “antiguamente un culto de mujeres que estaba fusionado mientras lo estaban los pueblos” y que “después que las tribus se separaron y dejaron de tener contacto entre sí pasó a manos masculinas”. De este modo, comenzaron a utilizarse dos términos diferentes para definir el género de quienes ejercen este arte: “chamán” y “bruja”. Mientras que la palabra “chamán”, aplicada al varón, tiene connotaciones positivas, el término “bruja” ha sido utilizado para denigrar a la mujer sabia y para justificar el asesinato de millones de mujeres, durante el período de la Inquisición.

La palabra “curandera” es también utilizada para definir a esta profesión, aunque en la actualidad es un término frecuentemente asociado a la “ignorancia” y a la “superstición”, cuando aún hoy, en las poblaciones alejadas de los centros médicos “civilizados”, son ellas las responsables de asegurar la buena salud de la comunidad.

“La Mujer es la Sustentadora del Planeta y no debe permitir que su energía sea desviada hacia los sistemas masculinos, ya sea que estos estén dentro de un hombre o de una mujer afirma en su libro The Power Deck. The Cards of Wisdom (“El Mazo de Poder. Las cartas de Sabiduría”). Todos (y todas) necesitamos la armonía del mundo. La Madre Tierra no ha sido bien comprendida, pero ella es en realidad el Universo. Ella es el útero por el cual todo viene a la vida. La conciencia femenina es la energía que corporiza la sabiduría que necesitamos en este momento”.

La función de las chamanas modernas consiste en sanarse a sí mismas de los milenios que han separado a la mujer de su naturaleza divina (v. Diosa) y que han devastado sus conocimientos y su autoestima, con la consecuentepérdida de poder. Sandra Román Artículo incluido en Diccionario de Estudios de Género y Feminismos, Susana Gamba(comp.), Tania Diz (asistente comp), en imprenta

“Sacerdotisas, el papel de sacerdotisas fue tan fuerte en esta época, adoptando la posición de adivina o hechicera, que era el vínculo de las primeras religiones matriarcales, estas mujeres de la aldea eran espertas en magia de la naturaleza, la curación y las relaciones entre las personas y tenían la capacidad de interactuar con las estaciones, su propio ciclo menstrual y su intuición, ayudaba y guiaba a sus semejantes en lo concerniente a la vida y la muerte, actuaba como iniciadora y transformadora valiéndose de los rituales de transición, y dirigía las ceremonias estáticas que llevaban la unión, la fertilidad y la inspiración a su pueblo”. MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DEL CICLO MENSTRUAL P75

“Estas mujeres simbolizaban el equilibrio de la conciencia y las energías femeninas dentro de la sociedad y de la religión de la Diosas. Las sacerdotisas, hechicera, chamanas o brujas tienen la capacidad de transmitir los poderes de lo divino y esta es una capacidad típicamente femenina que proviene del propio conocimiento del ser. Convertirse en sacerdotisa significa bucear interiormente.” MIRANDA GRAY LA LUNA ROJA LOS DONES DE LA MENSTRUCIÓN P77

De sus conocimientos de la sucesión de las constelaciones y de las estaciones derivaba su enorme poder, por lo que eran consultadas para predecir el porvenir, aconsejar el tiempo adecuado para sembrar, viajar, navegar o realizar otras empresas importantes… inventaron el sacerdocio. (Durante muchos miles de años lo ejercieron en exclusiva y profetizaban basándose en la observación científica de los fenómenos atmosféricos, que hacían su aparición coincidentes con una precisa situación estelar.

La mujer es la conocedora de los misterios de la reproducción: animal, humana y vegetal (de ahí las fiestas de “Misterios”, celebradas en principio exclusivamente por mujeres en todas las religiones agrarias Mistéricas), consecuentemente el poder seguía estando en manos femeninas, con una organización igualitaria con vínculos horizontales.

La existencia de festividades exclusivamente femeninas ha sido explicada de distintas maneras. Una hipótesis es que los cultos femeninos eran supervivencias de un período matriarcal cuando toda la religión estaba en manos de mujeres. Otra explicación es que las mujeres en las sociedades primitivas tenían a su cargo la horticultura y la jardinería, y por tanto, estaban implicadas en los cultos a la fertilidad. (Pomeroy, 1987: 96).

Y así era la oficianta la que llevaba a cabo las ceremonias mágicas para solicitar favores a la Diosa, ayudada por músicas, cantantes y bailarinas (de las que existen múltiples obras de arte arcaicas que las reflejan, estando ausentes figuras paralelas masculinas).

Aporta Campbell la afirmación de Macculloch “una de las principales autoridades en este campo”, de los celtas de Irlanda: …desde el octavo milenio antes de nuestra era en adelante, fue tomando forma un nuevo orden de existencia humana, basado no en forrajear y cazar sino en plantar y recolectar cosechas, con la buena Madre Tierra como principal aportador del sustento. Fue en esos tiempos, entre esos pueblos, donde se desarrollaron los ritos de fertilidad que han conformado los ritos básicos de todas las civilizaciones basadas en la agricultura desde entonces: rituales que tenían que ver con el arado y la siembra, la siega, el aventado y los primeros frutos.” (Campbell, 1994: 201).

“La función de las sacerdotisa es la de transmitir, es la transmisora. La capacidad de la mujer de recibir para poder dar la convierte en un canal perfecto para lo divino, representando a la Diosa en su facultad revitalizadora.” MANUELA DUNN MASCETTI LA DIOSA CANCIÓN DE EVA P245

LA DIOSA EN CADA MUJER

“Tu eres Diosa”

La Diosa es la fuerza creadora del universo.

Sus símbolos, mitos, leyendas son ejemplos de historias que se encuentran por todo el mundo y en cualquier época.

Cada mujer es parte de la madre creadora.

Toda mujer participa en la creación por sus propios actos de tomar en forma activa el control del poder, desde su propia vida, cada mujer participa en el SER y la creación de la DIOSA que hay en todas las mujeres.

La danza, como un camino espiritual, permite que el cuerpo recupere sus formas y movimientos en un acto íntimo de encuentro con nuestro interior. De esta manera los movimientos son una expresión que surge de las conexiones con la Diosa que hay en cada mujer.

Metodológicamente pretendo demostrar la vía para llegar a este re- encuentro con la memoria corporal y su más alta emanación del Ser Mujer.

La DIOSA es la creatividad individual, crear bellas formas con sus cuerpos, sus manos, sus mentes, es el reconocimiento cada vez mayor de la Diosa como planeta, como la tierra misma y de las mujeres como parte de la tierra y de su ser divino, su evolución, su personalidad y su poder.

Lo mismo que hace la Diosa “arriba” en el universo, la Mujer “abajo” en la tierra, continua el misterio de dar y alimentar la vida, el de la menstruación , el del nacimiento y el de amamantar.

El resurgir de la Mujer y la Diosa, la gran madre como fuente de toda la vida, aceptar y confirmar la ley natural de la Diosa forma parte de una herencia que empezó antes del principio de los tiempos y que continuará cuando este haya terminado.

La Diosa ya no esta dormida, esta aquí y ahora.

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En el proceso de re-in vindicarla, re-conocerla, re-cordarla y revisar sus técnicas, conocimientos y rituales, es también un descubrimiento de las mujeres, una curación de

la humanidad y de la tierra, esta re-visión, despertar y curación es lo que constituye la espiritualidad de las mujeres.

LA DANZA ÍNTIMA DEL SER

“la Danza es una de las formas más perfectas de comunicación con

la divinidad y una ofrenda sagrada”

La danza intima del ser es un camino, una conexión con la Diosa, es una curación consigo misma, con los demás, con el planeta y todo lo que vive en el que se extiende a todas las mujeres en cualquier sentido y que esta aquí y ahora.

Las danzas sagradas conservan lenguajes arcaicos, nos devuelven a la ley universal de la Diosa, al movimiento para alcanzar la armonía de uno mismo y en el mundo. En el corazón es donde ocurre la danza.

La danza hace posible que cada ser se sumerja en sus cuerpos para descubrir y dejar surgir, más allá de las formas establecidas, su propia danza que emerge de las profundidades del propio cuerpo, de la memoria arcana, en la unión con la Diosa.

RECUPERANDO MEMORIA

“donde va la mano va la mirada,

Donde va la mirada va el espíritu,

Donde esta el espíritu, allí esta la emoción”

La danza es un medio de recuperar cuerpos que en occidente han sido desmembrados, las formas cotidianas de comportamiento corporal son, en apariencia, naturales, pues están revestidos de las conductas aprendidas socialmente y sujetas a la ley de la inercia, cuerpos que han ido perdiendo memoria, han talado sus raíces.

Es el cuerpo el que guarda cifrado su lenguaje arcano. Solo hay que tocarlo para despertarlo. Dejar que el cuerpo hable por si mismo, exige el propio vaciamiento para poder accionar, revela la forma del alma.

El Ser Mujer es una completa recuperación de nuestro espíritu, cuerpo, mente como uno solo, la lucha de la mujer a través de varios siglos es ahora la toma de conciencia de que somos seres creadores, generadores y sostenedores de la vida misma, ahora estamos ocupando el puesto que nos corresponde como seres, como madres, como profesionales, como ejes fundamentales en la reconstrucción de la sociedad y del planeta entero.

Es el compromiso de muchas mujeres y nuestra responsabilidad de Dar Luz desde nuestra cotidianeidad, porque somos portadoras de la mas alta tarea de crear y hacer de la Vida un acto de amor, de unión, de iluminar y trascender a otro plano de conciencia donde el respeto, la espiritualidad, las técnicas, el conocimiento, los rituales serán parte de un que hacer diario.

Cada Ser es una porción de Dios-Diosa manifestados y cada Ser en su corazón tiene el mas grande anhelo de que la vida sea un acto de amor con la belleza y sencillez de todo lo que nos hace volver simples y bellos a nosotros mismo y que lo encontramos en la naturaleza.

Que seamos capaces de crecer en conciencia, con profundidad espiritual para hacer de esta vida lo que deseamos verdaderamente.

DEDICATORIA

A la luz de la Diosa que suavemente se apodera de mi espíritu y me engrandece.

Hospitalizan a Efrèn Mejìa del BPS por golpiza sufrida en PNC

SAN SALVADOR, 13 de septiembre de 2006 (SIEP) “Este día hospitalizamos a nuestro hermano Efrén Mejìa con lesiones graves, el fue puesto en libertad el pasado lunes, ayer por la tarde lo llevamos a pasar consulta médica y este día hemos tenido que hospitalizarlo” informó el pastor Efraín Cerna, de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador.

Agregó que “la hospitalización de Efrén Mejìa es debido a la golpiza que sufrió cuando estaba esposado y detenido en la delegación de San Bartolo por parte de varios agente antimotines de la PNC que se enseñaron contra estos luchadores populares.”

Efrén Mejìa fue capturado junto con otros cuatro líderes comunales el pasado viernes 8 de septiembre, mientras realizaban una acción de protesta en la Calle de Oro en Soyapango, para exigir agua para la Comunidad Santa Eduviges. Fue golpeado salvajemente mientras se encontraba capturado.

“Responsabilizamos desde ya al director de la Policía Nacional Civil, Ing. Rodrigo Ávila por este atropello que sufrió nuestro hermano y exigimos que se realice una exhaustiva investigación y se castigue a los culpables de esta grave violación al mismo reglamento interno de la PNC” indicó.

Señaló que “nuestro hermano tiene una costilla rota, y diversos hematomas por lo que ha sido hospitalizado. Demandamos se respete su integridad física y moral y cese la persecución contra su familia por parte de las autoridades ya que su actividad es totalmente legal y pacífica.”

Concluyó el pastor luterano haciendo un llamado a “denunciar este nuevo hecho que comprueba la existencia de escuadrones de la muerte al interior de la PNC y exigir el respeto a los líderes de las organizaciones populares del Bloque Popular Social y otras movimientos, por parte de este gobierno represivo de Antonio Saca.”

Estamos libres y llega el agua a la comunidad…

SOYAPANGO, 12 de septiembre de 2006 (SIEP) “Estamos libres y llega el agua a la comunidad Santa Eduviges… De nuevo la experiencia nos enseña que en la lucha se encuentra la victoria…” dijo Efrén Mejìa, dirigente del Bloque Popular Social al comentar sobre su captura, liberación y victoria popular.

Bajo de estatura, delgado, de 47 años, Efrén Mejìa es reconocido como uno de los principales lideres comunales del país. Es miembro fundador de la Asociación Comunal del Cantón El Limón. Y desde este espacio ha conducido innumerables luchas por el derecho al agua, a la salud, a la educación, a la vida de las comunidades pobres de Soyapango.

Conversamos con Efrén sobre su reciente captura por la PNC y sobre las luchas de las comunidades de Soyapango. Nos responde con su típica sonrisa: “Amén, hermano. Estamos libres y llega el agua a la comunidad, hemos ganado…”

“Cuando vi que habían capturado a cuatro compañeros, me indigne y les grite a los antimotines: son ustedes los responsables de esta violación a los derechos humanos, de todas esta violencia, esta era una protesta pacífica, constitucional…”

“Entonces llegaron a capturarme, fíjate que fui golpeado…nos tiraron violentamente a un vehículo, íbamos esposados y así nos golpearon, nos patearon. Los compañeros capturados se alegraron de ver que los iba a acompañar, que no los iba a dejar solos, era mi responsabilidad como dirigente popular. Uno no deja solas a sus bases.”

“Nos llevaron a la delegación que esta en San Bartolo. Pero allí escuchamos que decían que debían de movernos a un sitio más seguro, porque si no la gente se iba a aglutinar. Decían: es a un líder que hemos agarrado. El comisionado Funes dirigía este operativo.”

“Y nos movieron para la delegación Progreso, allí nos ficharon, luego nos pasaron para la DIC que esta en la 49 Avenida. En la tarde llego un grupo de oficiales a disculparse porque el procedimiento había estado incorrecto. Fuimos agredidos por los antimotines. Explicaron que en “la Corporación” había de todo. Pero no nos sacaron, seguimos detenidos…”

“Luego nos movieron para la delegación de Montserrat “porque esta más escondido.” La celda era pequeña, maloliente, oscura. Pero allí recibimos una noticia que nos levantó el ánimo: la gente en la calle de Oro se mantenía en pie de lucha. La captura de cinco de sus líderes no los había amedrentado. Esto nos dio mucha fuerza.”

“Enviamos a decir que estábamos bien y que había que resistir hasta que saliéramos. Y así fue. La gente respondió. Hasta una escuela con sus alumnos uniformados llegó a incorporarse a la protesta en la Calle de Oro. El lunes fuimos a la audiencia y no se realizo porque no presentaron cargos. La jueza solo nos dijo que firmáramos y salimos en libertad…”

“El lunes la comunidad en lucha nos recibió como a héroes. Nunca olvidaremos ese recibimiento. Hubo lágrimas, abrazos, pura alegría. Y esa misma tarde estábamos firmando con un representante del ANDA la carta de compromiso.”

Concluyó diciendo el dirigente popular “Y ya tenemos agua en la Comunidad Santa Eduviges. Ganamos con nuestra lucha combativa, con dignidad, con acompañamiento popular. Y ya este domingo celebraremos la victoria, con una asamblea para informar de los compromisos de ANDA, y la haremos…frente al puesto de la PNC para que vean que no les tememos. Estamos en pie de lucha…”

Iglesia Luterana Popular realiza culto en Calle de Oro, Soyapango

SOYAPANGO, 10 DE SEPTIEMBRE DE 2006 (SIEP) “Ustedes como pueblo nos evangelizan al enseñarnos a luchar, con mucha dignidad, por los valores del reino de Dios, por el agua que es vida…” expresó el Rev. Ricardo Cornejo, de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador.

El Culto se realizó con los pobladores de la Comunidad Santa Eduviges, los cuales se encuentran desde el jueves pasado realizando una acción de protesta en la Calle de Oro, para exigir que ANDA les proporcione agua en sus viviendas.

“Nos reunimos para celebrar nuestra fe en comunidad, en esta comunidad Santa Eduviges, que se encuentra en pie de lucha, con sus lideres capturados, con la alegría de luchar por la justicia, con la esperanza de la victoria. Somos campeones en Cristo…” dijo el Rev. Roberto Pineda.

El viernes 8 de septiembre, unidades de la PNC irrumpieron violentamente, lanzando gases lacrimógenos y golpeando a estos manifestantes que ocupaban esta vía, realizando la captura de cinco dirigentes de esta comunidad, incluyendo a Efrén Mejìa, líder del Bloque Popular Social.

“Los admiramos, porque se encuentran en pie de lucha y como la mujer sirofenicia del Evangelio de esta mañana han exigido su derecho a la salud, porque el agua es salud para nuestras familias y nos la están negando, este gobierno nos la esta negando…” reconoció el pastor luterano Ricardo Cornejo.

Agregó que “ayer estuvimos realizando una visita pastoral a nuestros hermanos Salvador, Miguel Ángel, Arnoldo, Vladimir y Efrén. Están con el animo muy alto, orgullosos de pertenecer a esta comunidad que no se rinde, que no se deja amedrentar por la represión de la PNC.”

Indicó Cornejo que “no hay que desmayar, hay que seguir luchando hasta que logremos que el agua fluya de los chorros en nuestras casas, es nuestro derecho constitucional y debemos defenderlo. Estamos seguros que pronto nuestros cinco hermanos estarán con nosotros para reintegrarse a esta lucha.”

El llamado es a mantenernos firmes…

SAN SALVADOR, 9 de septiembre de 2006 (SIEP) “ El llamado que hago es a mantenernos firmes hasta alcanzar la victoria, hasta que llegue el agua a nuestras casas” dijo Efrén Mejìa, líder del Bloque Popular Social, desde las bartolinas de la Policía Nacional Civil en Montserrat, al sur de esta ciudad.

Mejìa, de 47 años, fue golpeado y capturado junto con Salvador Maravilla, Miguel Ángel Rivas, Arnoldo Lara y Vladimir Fernández, por elementos de la PNC cuando participaban el día de ayer en el bloqueo a la Calle de Oro, en el municipio de Soyapango, para protestar por la falta de agua por dos meses en la Comunidad Santa Eduviges.

Esta tarde los pastores de la Iglesia Luterana Popular, Ricardo Cornejo y Roberto Pineda, junto con el dirigente comunal Héctor Echeverría, del BPS, visitaron a los capturados para expresar su solidaridad y acompañamiento como iglesia.

“Felicitamos a la Comunidad Santa Eduviges por su espíritu de lucha, sabemos que se mantienen firmes y que no se dejaron amedrentar por la represión de la UMO; les decimos que pronto estaremos con ellos, para seguir luchando, allá nos capturaron y allá regresaremos…” expresó emocionado Mejìa.

Agregó el dirigente de la Asociación Comunal del Cantón El Limón (ACCL) que” felicitamos a todas y todos los que se han mantenido en resistencia, sabemos que no se han retirado de la actividad y esto n os llena de orgullo, de mucha alegría, el bloqueo continua hasta que ANDA nos garantice agua en nuestras comunidades…”

“Sepan que pronto regresaremos con ustedes, y estamos seguros que vamos a recibir nuestra carta de libertad y también el documento de compromiso de ANDA para darnos el agua. Por eso es que luchamos, por el agua que es vida y por eso este sistema capitalista nos castiga…”

“Sí ANDA, si Cesar Funes no nos cumple y pretende burlarse de nuestra necesidad, la Calle de Oro se convertirá en nuestro nuevo hogar hasta que logremos nuestro legítimo derecho a tener agua en nuestras casas, el cual nos han violado por 15 años… “

“Hacemos un llamado a los fieles de nuestras comunidades en Soyapango, y en espacial a los de la Santa Eduviges a que se mantengan en oración para que esta lucha se fortalezca. Agradecemos a la Iglesia Luterana Popular por este gesto solidario. Llamamos a realizar actos ecuménicos en apoyo a nuestra lucha por el agua…”

Concluyó Mejìa asegurando que “ya vamos a regresar, no se preocupen por nosotros, estamos con la moral en alto, pero sigan haciéndole huevo y ovarios para que la lucha se mantenga y no abandonemos la Calle de Oro hasta tener un compromiso serio que nos van a poner el agua. Un fuerte abrazo de camarada.”