PRESENTACION
El presente número de FUNDAMENTOS Y PERSPECTIVAS da cabida al documento: “Tesis y Fundamentos de la Línea General del PCS” aprobado por el VII Congreso del Partido Comunista de El Salvador, que se realizó en abril de 1979.
En la elaboración de este documento, participó activa y creadoramente toda la militancia del PCS y la Juventud Comunista (JCS). Fueron largos meses, previos al VII Congreso, que se ocuparon en su discusión y elaboración, el cual fue, finalmente, aprobado unánimemente por el pleno del VII Congreso.
Con la publicación de las “Tesis y Fundamentos de la Línea General del PCS”. nos proponemos contribuir al necesario esclarecimiento ideológico. que permita comprender los alcances de la agudización de la lucha de clases que experimenta nuestro país y al mismo tiempo, el papel histórico a desempeñar por el PCS y otras organizaciones revolucionarias del país en la conducción del pueblo
salvadoreño hacia la conquista de su liberación definitiva.
Comisión Nacional de Propaganda (CNP)
San Salvador, Junio de 1980
PRIMERA PARTE
FUNDAMENTOS Y TESIS DE LA LINEA GENERAL
DEL PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR
I.- ESQUEMA DEL DESARROLLO SEGUIDO POR EL CAPITALISMO Y LA FORMACION ECONOMICO-SOCIAL SALVADOREÑA EN CONJUNTO
A.- Tres etapas del desarrollo del capitalismo
El desarrollo del capitalismo, hasta su triunfo absoluto corno formación económico-social en El Salvador, recorrió tres etapas:
Primera etapa del desarrollo del capitalismo.
1. Los orígenes del capitalismo se remontan en nuestro país al último tercio del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, vinculados a la producción y explotación de añil. La agro-exportación del añil nació bajo el estímulo y condicionamiento de la creciente demanda de tintas para la industria textil de los países europeos más desarrollados en el sentido capitalista (Países Bajos, Inglaterra, etc.), que se encontraban entonces en pleno despliegue de la “revolución industrial”.
Esta primera etapa se agotó cuando los tintes naturales empezaron ser sustituidos en Europa por los colorantes de fabricación química, desde mediados del siglo pasado. La producción y exportación de añil ue desplazada por el cultivo y exportación de café.
2. La evolución del capitalismo en esta primera etapa, trajo consigo la descomposición parcial de las clases sociales tradicionales bajo la colonia; por un lado, destacó de entre los terratenientes criollos feudal-esclavistas a un grupo de hacendados dedicados al cultivo del añil, vitalmente interesados en liberar este negocio del abrumador peso de los impuestos coloniales y eclesiásticos y del asfixiante monopolio que ejercía España sobre el comercio de sus dominios americanos con Europa; por otro lado, en las plantaciones y “obrajes” añileros (1) se formó un concentrado sector de trabajadores semi-libres, que se diferenció rápidamente del conjunto de indígenas comuneros y esclavos y de los campesinos mestizos (siervos y ejidatarios). Este fue un proceso especialmente doloroso para las masas indígenas, puesto que inició el despojo de sus tierras comunales y, con ello, la destrucción de su organización tribal, de su cultura y costumbres ancestrales; en una palabra, la destrucción de su entidad como nacionalidad (2).
3. Las nuevas relaciones de producción y la nueva organización del trabajo de tipo capitalista incipiente, surgidas en las plantaciones añileras, también entraron en conflicto con la esclavitud y otros muchos aspectos de la estructura económico-social y la super-estructura político- ideológica imperante bajo la colonia.
Es por eso que la evolución de esta primera etapa del desarrollo del capitalismo, desempeñó un papel determinante en la promoción de la lucha por la independencia del yugo español, en la fundación del Estado nacional, en la liquidación de la esclavitud, puso en marcha el proceso de integración de la nación salvadoreña, y, en tanto capitalismo agrario, sentó las bases del autoritarismo que se hizo tradicional en las formas de dominación de las clases explotadoras en nuestro país.
El desarrollo del capitalismo durante su primera etapa fue el factor determinante que facilitó la introducción del liberalismo que, con las deformaciones e inconsecuencias impuestas por el gran atraso y las peculiaridades de la plural estructura de la sociedad colonial (en comparación con su cuna europea), tuvo en El Salvador uno de los centros más fuertes y activos en Centro América y se convirtió en ideología política dominante -aunque con fuertes altibajos— hasta la mitad de la última década del siglo pasado.
Segunda etapa del desarrollo del capitalismo
4. Esta es la más larga; se desenvolvió durante un siglo vinculada a la agro-exportación del café, desde mediados del siglo XIX hasta los años cincuenta del siglo XX.
Aunque durante la primera etapa se crearon algunas premisas socio- económicas internas para el sucesivo desarrollo del capitalismo, ellas eran muy débiles. Esta segunda etapa fue en esencia, como la primera, un proceso inducido desde el exterior por la expansión del capitalismo europeo y, desde principios de este siglo, crecientemente también por la expansión del capitalismo norteamericano, y no una transformación dinamizada principalmente por el desarrollo interior de la sociedad en nuestro país. El desarrollo del capitalismo continuó vinculado asimismo, a la agro-exportación.
5. Esta segunda etapa trajo importantes cambios socio-económicos y políticos:
a) Para abrir paso al cultivo del café fue necesario liquidar las formas no privadas de la propiedad de la tierra legadas por las épocas precolombina y colonial: la propiedad comunal indígena y el ejido (3), ambas todavía muy extendidas en los años 1850-80. El Estado jugó el papel decisivo en tal liquidación, apoyando con la fuerza pública el despojo de hecho de los comuneros y ejidatarios y promulgando, en 1881-82, las leyes que ordenaron la liquidación total de estas formas de propiedad y, luego, toda una legislación consagratoria de las relaciones capitalistas de explotación y de la propiedad privada como el fundamento esencial de la estructura económico-social: Constitución Política de 1886, Ley de Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de 1897, Ley Agraria de 1907, etc.
b) Sobre esta base tuvo lugar la proletarización forzosa de nuevos y nutridos sectores de la población campesina, se aceleró la formación del mercado nacional que, aunque muy pobre a causa de la grosera explotación de los trabajadores del café, trajo consigo la activación del comercio y la paulatina transformación de la producción artesanal simple en producción mercantil desplegada y la consiguiente formación de la clase obrera urbana.
c) En el transcurso de esta segunda etapa surgieron los bancos y el papel moneda, fueron construidos los ferrocarriles de Occidente y Oriente, los puertos principales y la primera red telegráfica y telefónica (4), surgieron las primeras fábricas (aunque muy lentamente y muy pocas), cobró cierto impulso el ensanche de San Salvador y otras ciudades y avanzó la diferenciación y oposición urbano-rural, se extendió relativamente el uso de la imprenta, surgieron los diarios y se ensanchó un poco la enseñanza pública y privada, incluso la secundaria y universitaria (5).
d) Todo ello engrosó y ramificó relativamente las filas de la clase obrera y de la burguesía emergente, propició el surgimiento de la pequeña burguesía, el ensanchamiento de la intelectualidad y el aparecimiento de otros sectores de las capas medias.
e) Durante esta segunda etapa del desarrollo capitalista, se consolidó el Estado nacional: se produjo su separación de la Iglesia, se institucionalizó y profesionalizó el Ejército y surgieron los cuerpos policiales, se codificó y desarrolló el andamiaje jurídico (6), se centralizó la acuñación de moneda y la emisión de billetes bajo control estatal y se acentuó y consolidó definitivamente el autoritarismo de las formas de dominación, con la instauración —en diciembre de 1931— de la dictadura militar que aún hoy gobierna al país.
6. Estos cambios transcurrieron en medio de frecuentes convulsiones po1íticas, en cuya base estaba, en un comienzo, la lucha de los terratenientes feudales y conservadores y del clero vinculado a ellos, por impedir las reformas liberales y, después, hasta los últimos años del siglo pasado, también la lucha de la emergente burguesía agro-exportadora del café por capturar para sí el timón del Estado. La burguesía cafetalera, en tanto burguesía agraria, dio origen a una ideología política mis parecida a la de la burguesía prusiana que a la de los enciclopedistas franceses (7) o de los autores de la Constitución Política de los EE.UU. La burguesía agraria y los terratenientes terminaron uniéndose para desplazar del poder a los restos en descomposición de los grupos de políticos aferrados al liberalismo deforme que surgió durante la lucha por la independencia de España y que propicio la gesta morazánica. Este liberalismo como corriente política, tuvo su momento de mayor florecimiento bajo el liderazgo del Capitán General Gerardo Barrios, y culminó con la frustrada Constitución de 1885.
7. El último gobierno dominado por los liberales fue el de los hermanos Ezeta (iniciado en 1890);su autoritarismo se enfiló, precisamente, contra los señores de la tierra y el capital agro-exportador de café; el llamado “despotismo” de los Ezeta era en realidad defensivo: la lucha final por la supervivencia del liberalismo. Por eso, el golpe de Estado de “los 44”, que los derrocó (en 1894) fue, por un lado, el triunfo de los terratenientes retrógrados pero, también, la “partida de nacimiento” del que llegaría a ser férreo poder de la oligarquía cafetalera. Esta tendencia político-estatal iniciada en 1896, fue fugazmente interrumpida en 1911-13 por el gobierno liberalizador del Dr. Manuel Enrique Araujo (a quien el intento le costó la vida) y brevemente por el gobierno “aperturista” del Dr. Pío Romero Bosque y su sucesor, el Ingeniero Arturo Araujo (8),depuesto por el golpe de cuartel martinista que originó la dictadura militar y reafirmó el dominio despótico de la oligarquía cafetalera.
8. Los cambios económico-sociales y políticos promovidos por el desarrollo del capitalismo durante su segunda etapa, aunque transcurrieron lentamente, ensancharon considerablemente las premisas objetivas internas para el sucesivo desarrollo capitalista; sin embargo; llegaron tarde en relación a la evolución capitalista mundial y no alcanzaron nunca a configurar una base sólida para un desarrollo autosostenido, es decir, para un proceso de desarrollo capitalista independiente, a pesar de que ello era históricamente posible todavía. La insuficiencia de las premisas internas por un lado y, por el otro, el paso del capitalismo en Europa Occidental y los EE.UU. a las fase monopolista e imperialista, sellaron definitivamente el carácter dependiente del capitalismo salvadoreño.
9. La dictadura militar prorrogó por la fuerza el modelo capitalista estructurado alrededor de la agro-exportación de café, que en realidad se había vuelto obsoleto desde los años siguientes a la Primera Guerra Mundial y se había precipitado en profunda quiebra a finales de los años 20, bajo los embates de las luchas vigorosas del emergente movimiento obrero, que organizó y acaudilló al movimiento-campesino (9), de las agudas contradicciones inter-burguesas entrelazadas con la lucha de la pequeña burguesía por la democratización durante toda esa década(10), y de la gran crisis económica del mundo capitalista (1929-33).
10. Además, la instauración de la dictadura militar como instrumento de la oligarquía cafetalera, impidió el advenimiento en nuestro país de la fase de la “industrialización sustitutiva de importaciones” (modelo de desarrollo “hacia adentro”), desplegada en la mayoría de los países suramericanos durante los años treinta hasta comienzos de los cincuenta, como respuesta a la gran crisis económica mundial de 1929-33.
Este retardamiento es el principal responsable de que la “sustitución de importaciones” se intentara en El Salvador cuando, después de la Segunda Guerra Mundial, el imperialismo yanqui se hizo absolutamente hegemónico y nuevas formas de exportación de capital volvieron imposible todo rasgo independiente de dicho proceso. Así, se agudizó el subdesarrollo y el carácter dependiente del capitalismo salvadoreño.
Tercera etapa del desarrollo del capitalismo
11. Esta etapa se inició en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial y, más exactamente, desde el “golpe de los Mayores”, en diciembre de 1948, que originó una nueva faceta de la dictadura militar y del papel del Estado en el desarrollo económico nacional.
12. En esta tercera etapa, el desarrollo del capitalismo se dinamizó vinculado en parte a la diversificación de la agro-exportación (con el algodón y el azúcar), pero principalmente a la industrialización seudosustitutiva de importaciones, cobijada en el mercado común centroamericano.
13. Ha tenido lugar el surgimiento de monopolios de la burguesía local, el surgimiento y ensanchamiento del sector capitalista de Estado (CEL, CEPA, INSAFI, FIGAPE, BFA, ANDA, ANTEL, FSV, COFINTA, etc.), profundamente penetrado y condicionado por el capital norteamericano de préstamo, que es su fuente casi única de financiamiento. El capital monopolista de los EE.UU. y de otras potencias imperialistas penetró también fuertemente la industria y condicionó las características del proceso industrializador; avanzó asimismo su penetración en la banca, no tanto por medio de la apertura de sucursales de bancos extranjeros en nuestro país (en verdad excepcionales y no muy fuertes), sino principalmente, por medio de préstamos a los banco de la burguesía local. Surgió así una fusión creciente del capital extranjero (norteamericano, ante todo) y del capital local, dando origen a las empresas
“mixtas” y a otras formas de asociación. Así, el capitalismo mundial dejó de ser un factor puramente externo para el impulso y configuración del capitalismo “salvadoreño” y se “interiorizó”, se convirtió en factor a la vez externo e interno.
14. Terminó la inserción de nuestro país dentro del sistema de dominación del imperialismo yanqui y se redefinió su papel dentro del sistema capitalista mundial: de simple apéndice agrícola y mercado de consumo de productos industriales acabados, europeos y norteamericanos, pasó a ser, además, plaza para la inversión directa e indirecta del capital monopolista estatal y privado internacional, mercado de consumo de máquinas, tecnología y materiales industriales semi-elaborados, fuente de mano de obra barata y asiento de plantas de monopolios transnacionales, con vistas a la exportación al mercado mundial.
15. Durante esta tercera etapa de desarrollo del capitalismo “salvadoreño”, se acentuó e hizo irreversible su carácter dependiente. No existe ya ninguna posibilidad de desarrollo independiente para nuestro país dentro del sistema capitalista.
16. La industrialización de los años 50-70, realizada en este marco de creciente dominio económico y tecnológico de los monopolios imperialistas y sus esquemas neocoloniales, trajo consigo grandes deformidades y desequilibrios en la evolución social; una de ellas ha sido el brusco surgimiento y crecimiento acelerado de las capas marginales y de capas medias urbanas modernas, a un ritmo muy superior al del crecimiento del proletariado industrial.
17. Por el nivel de desarrollo y la estructura de sus fuerzas productivas, El Salvador dejó de ser un país absolutamente agrario, como puede verse en los datos siguientes: en 1946 la agricultura constituía el 45.9 % del Producto Territorial Bruto (PTB) (11), mientras que la industria sólo un 10.5 %; en 1966, estas proporciones se habían modificado sustancialmente: agricultura 25.5 % e industria 18.4 % del PTB; y en 1977, casi se habían equiparado: 21.7 % y 19.2 % (12) respectivamente. Ahora sería más exacto decir que El Salvador es un país agrario- industrial, con las deformaciones y desequilibrios propios de la dependencia.
18. Así, durante esta tercera etapa, el capitalismo alcanzó su victoria como modo de producción en El Salvador. Las relaciones capitalistas de producción alcanzaron el predominio absoluto en todas las ramas de la economía y alcanzó niveles decisivos, cuantitativa y cualitativamente, la reorganización de la estructura social: la burguesía y el proletariado son ya las clases fundamentales de la sociedad salvadoreña; la burguesía se ramificó y dentro de ella surgió una poderosa oligarquía financiera, de la fusión de grandes capitalistas bancarios, agro-exportadores, industriales, comerciantes y, bajo diversas modalidades, con el capital imperialista extranjero. El proletariado (industrial y agropecuario en conjunto) es la clase más numerosa; surgieron y se engrosaron las nuevas capas medias urbanas.
19. Subsisten fuertes residuos de relaciones de producción pre-capitalistas (sobre todo en el campo), pero fueron involucrados y supeditados dentro de las relaciones y la estructura social capitalista, con la cual forman en conjunto un sistema único el capitalismo dependiente y al mismo tiempo, lo preñan de singulares contradicciones y conflictos.
20.Teniendo en cuenta todos los anteriores elementos de juicio, es legítimo afirmar que El Salvador entró en la categoría de “país capitalista de desarrollo medio”, formulada por Lenin para los países periféricos de Europa, Argentina y otros en la segunda década del siglo actual (15) en los cuales existían ya las premisas materiales para construir la sociedad socialista.
Claro que en las actuales condiciones, cuando la dependencia se ha vuelto irreversible dentro del capitalismo, y cuando la revolución científico-técnica ha ampliado y continúa ensanchando la brecha que separa el nivel de los países atrasados respecto al de los países capitalistas desarrollados, la denominación de “país capitalista de desarrollo medio” no debe entenderse en el sentido de que nuestro país está próximo al desarrollo pleno, sino sólo en el sentido de la existencia de las premisas económico-sociales para el socialismo, y como un indicador para compararlo con los países más rezagados. El “Subdesarrollo” se ha vuelto insuperable dentro del capitalismo para los países dependientes.
21. La tercera etapa de desarrollo del capitalismo dependiente en El Salvador —la más corta y dinámica— agotó en 1969 su impulso al precipitarse la crisis del Mercado Común Centroamericano; se abrió así la fase madura de la crisis estructural de este modo de producción que, en las condiciones peculiares del sistema político imperante en nuestro país, acarreó la crisis de éste. Esta fase madura de la crisis estructural y política, a diez años de iniciarse, no encuentra todavía una salida.
B. Rasgos históricos de la formación económico-social salvadoreña
22. Conviene tener presente los siguientes rasgos, históricamente adquiridos por la formación económico-social capitalista dependiente de nuestro país, para todo análisis de sus problemas actuales y sus perspectivas.
a) En los países de Europa Occidental y Norteamérica, donde se desarrolló primero el capitalismo, surgió éste como un proceso interiormente dinamizado, el capitalismo se formó en el seno de la sociedad feudal; se originó en el comercio y la industria y, desde allí, invadió después la agricultura. El capitalismo europeo fue un “producto urbano” y su desarrollo indujo una acelerada civilización.
En El Salvador, en cambio, el capitalismo se originó como un proceso de ruptura y desintegración lenta e incompleta de las estructuras económico-sociales y la super-estructura político-ideológica de la formación colonial (mezcla feudal-esclavista y comunitario primitiva, con predominio feudal), por la acción de una fuerza externa a ellas: la fuerza expansiva del capitalismo europeo occidental. Por otra parte, en nuestro país el capitalismo se “asentó” primero en ciertas ramas de la agricultura y, desde allí, se extendió al comercio, a los transportes y, mucho más tarde, a la industria; es decir, sin poner en marcha un proceso de rápida urbanización y desintegración de la sociedad agraria, sino solidificándola con nuevas bases económicas y fortaleciendo la dominación sobre ella de los terratenientes de viejo y nuevo tipo. De allí, la raíz agraria de la burguesía y el antiguo carácter predominantemente agropecuario y artesanal, atrasado, del proletariado salvadoreño, el retraso en la formación y organización de la clase obrera industrial.
b) La burguesía salvadoreña tiene una antigua experiencia en la conducción del Estado y en la actividad política en general; prácticamente desde las primeras luchas por la independencia (1810) hasta nuestros días. Mientras que el proletariado, por su atraso y su prolongado carácter predominantemente agrario reflejado en el tardío surgimiento de la clase obrera industrial, apenas inició en los años veinte del siglo actual su proceso de organización socio-política. cortado por el aplastamiento contrarrevolucionario de 1932 y reiteradamente obstaculizado por la persistente represión ejercida en su contra por la dictadura militar.
Esta disparidad entre el desarrollo organizativo socio-político de la burguesía y el proletariado, lo mismo que la acción represiva constante sobre éste, se halla en la base de importantes rasgos de la psicología de las masas trabajadoras, de la inmadurez de su movimiento clasista.
c) La ideología y la doctrina política del liberalismo europeo no podía sobre esta base, por tanto, y realmente no pudo, procrear aquí una república democrática real. He aquí la raíz profunda del contraste tradicional entre las normas constitucionales republicano-democráticas, emanadas de la influencia del liberalismo francés, inglés y norteamericano, durante la lucha independencista y a lo largo del siglo pasado, y la realidad concreta de la dictadura burguesa “con alma feudal” que se configuró históricamente en El Salvador; una dictadura que como ya se dijo, está más cerca del modelo prusiano, bismarkiano, que del modelo de la República Francesa o de la democracia norteamericana de entonces.
23. Para comprender el proceso de desarrollo del capitalismo en nuestro país y analizar sus tendencias y perspectivas, no basta con estudiar su desenvolvimiento interno, “nacional”; es indispensable que lo estudiemos en el contexto del desarrollo y crisis del capitalismo como sistema mundial, el cual determinó su nacimiento, ha ejercido y ejerce sobre él una influencia decisiva.
24. La primera etapa del desarrollo del capitalismo en nuestro país se desenvolvió cuando el capitalismo internacional más avanzado se encontraba en las condiciones pre-monopolistas y no se había impuesto todavía como sistema dominante mundial.
25. La segunda etapa del desarrollo del capitalismo “salvadoreño”, transcurrió cuando el capitalismo internacional realizaba su tránsito al capitalismo monopolista, hacia el imperialismo; cuando se formaban a sangre y fuego los imperios coloniales de las potencias imperialistas y el capitalismo se convertía en sistema mundial único: cuando terminaba el reparto del mundo, entre dichas potencias y estalló dos veces la guerra entre ellas, por un nuevo reparto. En el marco de la Primera Guerra Mundial surgió la primera revolución socialista victoriosa, se fundó la Unión Soviética, el primer Estado socialista y, luego, desde los días finales de la Segunda Guerra Mundial, surgió toda una comunidad de Estados socialistas; dio así comienzo el paso a una segunda fase, más honda, de la crisis general del capitalismo.
26. La tercera etapa del desarrollo capitalista en El Salvador, transcurrió cuando EE.UU. se convirtió en la potencia imperialista hegemónica a nivel mundial y absolutizó su dominio sobre América Latina; cuando tuvo lugar en ese país, Europa Occidental y Japón el paso definitivo al capitalismo monopolista de Estado, irrumpió la revolución científico-técnica y se tejió la red de los poderosos monopolios transnacionales; cuando se desplomó el sistema colonial del imperialismo y se profundizó abismalmente la crisis general del capitalismo (en su tercera fase); cuando se incrementó extraordinariamente el poderío de la Unión Soviética y la comunidad socialista y surgieron, sin vinculación con otra guerra mundial, nuevos Estados socialistas en Asia y América Latina, más tarde también en África, y se configuro con toda claridad la tendencia universal a pasar del capitalismo al socialismo.
27. En 1968-69, estalló una nueva fase -fase madura-de la crisis estructural del capitalismo dependiente en nuestro país, la cual no ha encontrado solución hasta hoy. La actual crisis estructural transcurre en un marco mundial cuyas principales tendencias son las siguientes:
a) Una acelerada expansión de los monopolios trans-nacionales, nueva y más poderosa forma del capitalismo monopolista internacional que aprisiona cada vez más dentro de sus redes a la economía de los países aún no liberados del llamado “tercer mundo”.
b) Una acelerada expansión de la exportación imperialista de capital público y privado, bajo la forma de capital de préstamo.
e) Un rápido ensanchamiento de la brecha que separa el nivel alcanzado por los países más desarrollados y el de los países subdesarrollados aún no liberados del dominio imperialista.
d) El estallido y comportamiento crónico de una compleja crisis económica que envuelve a todo el mundo capitalista (inflación y en general crisis monetaria, crisis energética, etc.).
e) Un brusco ahondamiento de la crisis general del sistema capitalista mundial y en particular del imperialismo yanqui, a partir de su derrota en Viet Nam, reforzada por la tendencia a un peso económico- político mayor de Japón y Europa Occidental en el mundo capitalista, en detrimento de la hegemonía de los EE.UU., incluso de su predominio absoluto sobre América Latina.
f) Grandes y sólidos avances, sin crisis, en el desarrollo y fortalecimiento económico-social y militar de la comunidad socialista, encabezada por la Unión Soviética, y de su sistema integracionista promovido por el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y los consiguientes cambios radicales en la correlación mundial de fuerzas.
g) Grandes progresos de la política de distensión, preconizada por la URSS y demás países socialistas, pese a la política traidora y provocación de la dirigencia de China.
h) Triunfo definitivo y consolidación de la formación socialista en Cuba.
i) Extraordinarios aunque contradictorios avances de los Partidos Comunistas de Italia y Francia, Portugal y España.
j) Extraordinarios triunfos de la lucha anti-colonialista y antiimperialista en general y de la revolución socialista en Asia y África, con el creciente apoyo material y político de la URSS, Cuba y otros países socialistas y el consiguiente cambio de la correlación de fuerzas en la ONU y la diplomacia mundial, en detrimento del imperialismo en general y del yanqui en particular.
k) Ensanchamiento de las fuerza anti-imperialistas y por el socialismo, diversificando sus formas de desarrollo, e irrupción de la contrarrevolución fascista en América Latina; afianzamiento en algunos países y surgimiento en otros de la tendencia de evolución hacia el capitalismo monopolista de Estado dependiente.
l) Viraje encabezado por el gobierno Carter hacia formas refinadas del enfrentamiento con la Unión Soviética y la comunidad socialista y de la dominación norteamericana sobre América Latina y otras regiones del “Tercer Mundo”, que envuelve la pretensión de revertir el proceso de la distensión, graves peligros para la paz mundial y para la claridad político-ideológica, la unidad y avance de las fuerzas democráticas y revolucionarias en nuestro continente y otras áreas.
Todo ello complica la crisis estructural y política en nuestro país, dificulta a las clases dominantes y al imperialismo imprimirles una solución en su beneficio. Al mismo tiempo que en ciertos aspectos resulta favorecido el avance hacia la revolución, por otro lado también se alzan ante él nuevos y complejos obstáculos que lo dificultan.
28. El capitalismo dependiente busca en El Salvador abrir la salida de su crisis hacia una cuarta fase de su evolución, pero al mismo tiempo, encara el peligro de su liquidación revolucionaria, que abriría el curso socialista de desarrollo a nuestra sociedad.
II- CARACTERISTICA ACTUAL DE LA FORMACION ECONOMICO—SOCIAL SALVADOREÑA Y SU CRISIS
A. -Aspectos Generales
29. El Salvador es hoy un país capitalista dependiente, con un desarrollo mediano de agudos contrastes: mientras por un lado han surgido incluso monopolios nacionales privados y estatales y se ha formado una oligarquía financiera, por otro lado arrastra no pocos remanentes precapitalistas, en especial un grave problema agrario. El país soporta una antigua dictadura militar derechista, ahora en trance de fascistización.
30. A pesar del crecimiento del sector industrial en los últimos 25 años, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas es aún bajo, avanza con lentitud, desequilibrios y deformidades; la agro-exportación de café, algodón y azúcar tienen todavía un peso decisivo en la economía nacional, la sujetan al mercado internacional dominado por los monopolios imperialistas y, consiguientemente, a sus manipulaciones sobre precios, fletes, seguros, etc.
La agro-exportación en las condiciones del sistema capitalista, constituye un freno al desarrollo de las fuerzas productivas y es una de las más sólidas ataduras de la dependencia.
31. Los más bajos niveles de desarrollo se encuentran en la agricultura, a la que se halla dedicada la mayor parte relativa de nuestra población económicamente activa (el 42.7 %) (16). Los instrumentos rudimentarios de trabajo (arado de madera, machete, animales de tiro, etc.) continúan ampliamente difundidos. Las masas trabajadoras de la agricultura son en gran mayoría analfabetas (17), los trabajadores calificados apenas una minoría ínfima y en la vida del campo prevalecen condiciones de la peor miseria y atraso.
32. La industria de nuestro país es predominantemente de tipo liviano, dependiente tecnológicamente, sus materias primas y demás insumos provienen del exterior en más del 80 %. Las fábricas se limitan en su mayor parte a envasar, ensamblar y terminar productos que llegan casi elaborados del extranjero; sin el suministro de esos productos con idénticas especificaciones técnicas, sería imposible hacer funcionar estas fábricas.
Además la industria se encuentra crecientemente dominada por las corporaciones transnacionales, en primer lugar norteamericanas, pero también japonesas y alemanas, cuyo peso crece.
33. La industrialización alcanzó ritmos relativamente acelerados entre 1962-1968, apoyándose en el Mercado Común Centroamericano; roto éste en 1969, la industrialización cayó en un ritmo de avance crónicamente lento, cercano al estancamiento (18). La quiebra del MERCOMUN, su dependencia en aumento de la inversión de capital extranjero, de la importación de maquinaria, tecnología e insumos; el impacto de la crisis económica que sacude al mundo capitalista desde 1974; la pobreza del mercado interno, determinada por el monopolio latifundista sobre la agricultura y la super-explotación de las masas del campo, son los factores que han frenado la industrialización y, con ello, impusieron la marcha lenta al país en general. Estos son factores estructurales.
34. No obstante, la economía nacional experimenta en conjunto un paulatino proceso de modernización en el sentido capitalista que abarca, con grandes desequilibrios y distorsiones, a las fuerzas productivas, supeditándolas cada vez más a la supremacía tecnológica del imperialismo. Este proceso se refleja en cambios dentro de la estructura social, en una relativa modernización de la administración estatal, su creciente dependencia de los préstamos atados a los EE.UU. y las agencias financieras transnacionales y en la fuerte tendencia a la fascistización del sistema político.
Particular importancia tiene la modernización o “aburguesamiento” de los latifundios semi-feudales, no sólo en el área tradicional de la agro-exportación (café, algodón, caña, etc.), sino también en la ganadería y el área de los granos básicos (maíz, maicillo, fríjol, arroz).
Los latifundios modernizados, donde predomina el trabajo asalariado y se emplea de manera creciente máquinas, fertilizantes, pesticidas, semillas selectas, etc., se han constituido en parte esencial del núcleo del capitalismo dependiente en nuestro país. Pero lejos de haber traído una solución o alivio al viejo problema agrario, este proceso de “aburguesamiento dependiente de la agricultura lo ha agravado y complicado, aumentando los problemas sociales y los sufrimientos para las grandes masas. Tampoco trajo un ensanche vertical apreciable del mercado interno” (19) ni se constituyó, por tanto, en una fuente de impulso a la estancada industrialización.
35. El capitalismo dependiente ha demostrado hasta la saciedad su impotencia para resolver los fundamentales problemas del desarrollo social en beneficio de nuestro pueblo, todo lo contrario de lo que alega la propaganda burguesa, es la fuente de los crecientes sufrimientos económicos y políticos de las grandes masas, sobre cuya explotación descansa el injusto edificio de la sociedad salvadoreña actual.
B. El Problema agrario
36. Los rasgos principales del problema agrario de nuestro país son los siguientes:
a) La mayor parte de la tierra disponible para la agricultura es propiedad de un puñado de grandes terratenientes: 1,961 latifundios, que son menos del uno por ciento del total de explotaciones agropecuarias (20), poseen en conjunto 813,643 manzanas, es decir, el 39°/o de la tierra agrícola total. Estos latifundios tienen una extensión promedio de 415 manzanas, aunque algunos de ellos sobrepasan las cinco mil e incluso las 10 mil.
En el extremo opuesto hay 252, 481 minifundios, que son el 93 % del total de explotaciones y poseen en conjunto
572,5 79 manzanas, es decir, sólo el 27% de la tierra agrícola. Cada uno de estos minifundios posee una extensión promedio apenas superior a las dos manzanas y cuarta (2.27) y, en general, realizan una agricultura sumamente improductiva, incapaz de sostener niveles de vida civilizados para sus dueños.
Entre los dos extremos, hay 17,990 explotaciones de tamaño mediano, que son el 6 °/o de todas, y poseen en conjunto 707 mil 096 manzanas, es decir, el 34 % de la tierra disponible para la agricultura, con un promedio de extensión para cada una de 39 manzanas. (21).
b) A causa del monopolio sobre la tierra anteriormente descrito, las tres cuartas partes de la población del campo, es decir, alrededor de un millón ochocientas mil personas, carecen en absoluto de propiedad sobre la tierra y, en las condiciones del capitalismo dependiente, ello las condena a sufrir la peor explotación a manos de los terratenientes y los empresarios capitalistas de la agricultura, las hunde en la miseria, en el atraso cultural y social en general.
c) Existe todavía un fuerte remante de relaciones económicas propias de modos de producción pre-capitalistas. He aquí algunos datos: Según la Encuesta Nacional de Mano de Obra del año 1975, había entonces en el campo 302,701 personas desempeñandose como “trabajadores por cuenta propia” y “trabajadores familiares no remunerados”, que formaban nada menos que el 49% de la población Económicamente Activa dedicada a la agricultura (*). La mayoría de estas personas son campesinos vinculados a formas semi-feudales de la renta de la tierra: renta en especie o “censo”, renta en dinero, también llamada “terraje”, ambas con o sin obligaciones en trabajo personal (22).
(* Encuesta Nacional de Mano de Obra y Aspectos Demográficos (abril-junio de 1975) del Ministerio de Planificación y Coordinación de! desarrollo económico social de El Salvador, Volumen II, cuadros C 23 y C25)
La mayoría de estos campesinos se desplazan a trabajar como asalariados durante las cosechas de café, algodón y caña de azúcar; son pues semi-proletarios”.
Como puede verse, las supervivencias pre-capitalistas tienen un gran peso todavía dentro del conjunto de las relaciones económicas en el campo salvadoreño.
d) En lo que se refiere al estado de desarrollo de las fuerzas productivas, se observa, junto a cierto grado de mecanización y uso de insumos y técnicas más o menos modernas, la supervivencia bastante generalizada de niveles propios de modos precapitalistas de producción:
tracción animal, uso del machete y la “cuma”, del arado de madera con punta de hierro, etc., el alto grado de analfabetismo entre la población económicamente activa (PEA) de la agricultura. Sólo el 46% de la PEA rural es alfabeta, pero un 64% de los que saben leer y escribir, estudió no más allá del tercer grado de la escuela primaria (**). (** Encuesta Nacional de Mano de Obra de 1975, ya citada Vol. II cuadro C15)
El atraso general de las fuerzas productivas agropecuarias se refleja en los bajos niveles de aprovechamiento de la tierra disponible. a pesar de la pequeñez territorial y alta densidad poblacional de nuestro país. He aquí algunos datos ilustrativos. El primer Congreso Nacional de Reforma Agraria, reunido en enero de 1970, por convocatoria de la Asamblea Legislativa, basándose en las cifras oficiales sobre la utilización de la tierra en nuestro país, concluyo que “. – . están sin utilizarse 487,000 hectáreas (696, 410 manzanas); están siendo mal utilizadas 804, mil hectáreas (1,149,720 manzanas); y están con una intensidad de uso deficiente 100 mil hectáreas (143 mil manzanas). En total 1,391,400 hectáreas (I,989,702 manzanas), que representan el 69.5 % del territorio nacional está siendo ineficientemente utilizado” (*).
(* Memoria del Primer Congreso Nacional de Reforma Agraria, publicado por la Asamblea Legislativa, pág.364. La conversión a manzanas la incluimos nosotros.)
Según el censo agropecuario de 1971, había en el país 641 mil 410 manzanas de tierras cubiertas por “pastos naturales”, es decir, por gramíneas de bajo valor alimenticio, malezas y “charraleras” surgidas espontáneamente, sin ninguna clase de cultivo. En comparación con el censo de 1961, la superficie cubierta por “pastos naturales” se redujo sólo en un l0%, pero más en beneficio del crecimiento de las ciudades y de instalaciones de diverso tipo, que en favor de la extensión de los cultivos, puesto que, en comparación con 1961, las tierras de labranza (destinadas a granos básicos y otros) se redujeron en un 1.1% y los montes y bosques se redujeron en 26.6%, mientras que los cultivos permanentes (café principalmente), aumentaron su superficie sólo un 2.4% y los pastos sembrados un 2.8%.
La situación no había registrado cambios apreciables en 1976, puesto que la Comisión que preparó los estudios en que se basó el frustrado programa del Primer Distrito de Transformación Agraria, apuntó que en el área seleccionada para dicho proyecto (planicies costeras de los Departamentos de Usulután y San Miguel), caracterizadas por ser entre las más activas zonas de laboreo y a pesar del gran peso que allí tiene un cultivo relativamente moderno como el del algodón, la utilización del potencial productivo de la tierra era sólo de un 35.5% como promedio (23).
Así, pues, los bajos niveles de productividad abarcan incluso a los cultivos exportables, como el algodón, que son los que cuentan en nuestro país con las mejores condiciones.
e) Los niveles más altos del desarrollo de la agricultura están en los cultivos de exportación (café, algodón, caña de azúcar). Estos cultivos son la mayor fuente de empleo en el campo, pero sólo durante temporadas que, en conjunto, no son mayores de 4-5 meses en el año. En el tiempo restante reina la desocupación y ello permite mantener, en provecho de los señores de la tierra y de los empresarios de la agro-exportación en general, un nivel miserable de salarios para las masas trabajadoras del campo.
Los cultivos para la agro-exportación están en manos principalmente de los grandes capitalistas, acaparan las mejores tierras, la mayor parte de crédito, las mejores vías de transporte y la técnica más desarrollada disponible en el país. El cultivo de granos básicos y otros productos dirigidos al consumo interior, continúa en importante medida en manos de los campesinos y agricultores capitalistas pequeños, pero allí se registran los niveles del mayor atraso en nuestra agricultura. El desarrollo de este segundo sector elevaría el nivel general de empleo permanente en el campo y se traduciría en la elevación de los salarios, por eso los amos de la agro-exportación han estado siempre interesados en mantener allí el atraso y, desde sus posiciones tradicionalmente hegemónicas en la banca y en la conducción de la política agropecuaria del Estado, han mantenido casi totalmente cerrados los canales del progreso a la agricultura para el consumo interno.
En los últimos años, la agro-exportación ha comenzado a invadir también a los granos básicos y la ganadería, abriéndoles relativamente el acceso a sus privilegios financieros y técnicos. Sin embargo, este es un fenómeno proporcionalmente minoritario y la situación sigue siendo en general la misma que se ha descrito atrás.
37. La extrema concentración latifundista de la propiedad sobre la tierra, los privilegios de la agro-exportación, la dependencia del mercado internacional dominado por los monopolios imperialistas que imponen términos desiguales de intercambio, los fuertes remanentes precapitalistas en las relaciones económico-sociales y el atraso general de las fuerzas productivas de la agricultura, están íntima e indisolublemente vinculados entre si, se condicionan unos a otros, son en conjunto la causa del miserable nivel de vida y del atraso social que sufren las masas del campo (más del 60% de la población total del país) y, en consecuencia, son la causa más determinante de la pobreza del mercado interno (24) y de su lento crecimiento, todo lo cual frena el desarrollo nacional.
38. Este conjunto de relaciones económicas, internas e internacionales, constituye la estructura del capitalismo dependiente en la agricultura. En esta estructura el eslabón decisivo y más determinante es el monopolio latifundista sobre la tierra, sin romper el cual es imposible
modificar la situación social en el campo, ni hacer de la agricultura un factor dinámico del desarrollo económico-social independiente del país.
39. El monopolio latifundista sobre la tierra y la agro-exportación están en la raíz del sistema político autoritario imperante, es una de las principales fuentes tradicionales de la negación sistemática de los más elementales derechos y libertades democráticas al pueblo rural y de sus drásticas limitaciones para las masas trabajadoras urbanas.
40.El problema agrario es, pues, estructural y político, consiste en la existencia de unas relaciones de propiedad y en general de producción, intercambio y distribución, que obstaculizan el desarrollo de las fuerzas productivas de la agricultura y de un sistema político autoritario, antidemocrático, que defiende con gran violencia represiva esas relaciones económico-sociales, frenando todo ello al desarrollo del resto de las fuerzas productivas del país, su economía, su cultura, su desarrollo social general.
¿DOS CAMINOS DE SOLUCION ALTERNATIVOS PARA EL PROBLEMA AGRARIO?
41. Visto el problema agrario en abstracto, fuera del contexto concreto de la dependencia y del sistema político autoritario de El Salvador, puede pensarse que son posibles dos caminos de solución alternativos dentro del capitalismo:
a) El camino “prusiano” (*), o vía terrateniente, que consiste en la transformación gradual de los latifundios semi-feudales en empresas capitalistas más o menos modernas.
b) El camino “americano” (*), o vía campesina, que consiste en la expropiación de los latifundios, la distribución de la tierra en parcelas a los campesinos y la transformación de éstos en granjeros modernos, es decir, en pequeños capitalistas de la agricultura.
(* Camino prusiano y camino “americano” son categorías formuladas por Lenin al analizar el desarrollo clásico del capitalismo en la agricultura, utilizando en ello dos modelos históricos: el de Prusia y el de los EE.UU.)
42. En esencia, la vía terrateniente de desarrollo del capitalismo en la agricultura es la que se ha venido practicando en nuestro país desde principios del siglo pasado. Para empujar el carro de la historia por este
incluso se despojó a las masas trabajadoras de la tierra ejidal y comunal. Durante el siglo XX ese camino se vio fortalecido por la quiebra de miles de pequeños propietarios durante la crisis económica de 1929-33, cuyas tierras pasaron a manos de los amos latifundistas. La Ley Moratoria dictada en 1932 fue sólo un paliativo, que aminoró pero no elimino el fuerte proceso de concentración de la tierra, el cual continuó desenvolviéndose permanentemente incluso en “tiempos normales”
se ve hoy acelerado por la nueva crisis económica que azota al mundo capitalista e impacta a nuestro país.
43.El camino terrateniente de desarrollo capitalista dependiente ha consistido en El Salvador en una parcial y paulatina eliminación de supervivencias pre-capitalistas por medio de la conversión de los latifundios semifeudales, donde predominaban la renta de la tierra como relación económica fundamental entre los terratenientes explotadores y campesinos explotados, en latifundios capitalistas, donde predomina el salario como relación económica entre los empresarios de la agricultura y los trabajadores. La tierra continúa siendo propiedad de los terratenientes.
Esta conversión ha traído consigo una relativa adopción de la maquinaria, los fertilizantes, las semillas selectas y, en general, de métodos de producción modernos, es decir, un cierto desarrollo de las fuerzas productivas, pero éste ha sido y es sumamente lento.
La vía terrateniente de solución al problema agrario ha traído consigo la proletarización de grandes masas campesinas y un ensanche muy limitado del mercado nacional.
44. La “limpieza” de las haciendas de colonos y campesinos arrendatarios o medieros (que pagan como renta la mitad o más de su cosecha), mediante los desalojos ejecutados con ayuda de la fuerza, pública ya sea para dedicar las tierras a plantaciones de tipo capitalista o a proyectos- turísticos, han sido y son una expresión típica del camino terrateniente durante las últimas tres décadas.
Los desalojos han sido y son uno de los factores que más han contribuido a exacerbar y agudizar la lucha de clases en el campo, lo mismo que a incrementar el éxodo hacia San Salvador y otras ciudades, agravando los problemas sociales.
45. La vía terrateniente puso la iniciativa histórica en manos de los latifundistas y, después, de la gran burguesía en general, enriqueció y reforzó su control sobre el poder del Estado, implantando métodos de gobierno sumamente autoritarios y represivos, a fin de mantener a raya a las masas del campo que, convulsionadas por los agudos dolores de la proletarización, se ven lanzadas a resistirla. La vía terrateniente trajo, pues, el estrangulamiento de las posibilidades democráticas.
46.Los terratenientes, la gran burguesía de nuestro país, en particular la cada vez más poderosa oligarquía financiera, se aferran intransigente y recalcitrantemente a este camino terrateniente y rechazan de un modo total cualquier forma de solución campesina, aún los tímidos proyectos reformistas que se han intentado por la dictadura militar en algunos momentos, como las leyes de Riego y Avenamiento y Primer Distrito de Transformación Agraria, en la forma inicial de ambas.
Ningún sector de la burguesía ha tomado como su bandera la solución campesina del problema agrario, como sí ha ocurrido en ciertos momentos en otros países latinoamericanos.
47. En su empeño por continuar empujando el proceso por el camino terrateniente del desarrollo capitalista en la agricultura, las clases dominantes y el gobierno dictaron las leyes que establecieron el séptimo día de descanso remunerado y el salario mínimo y abolieron la obligación patronal de dar la comida a los trabajadores agropecuarios en las haciendas y fincas; crearon el Banco de Fomento Agropecuario, emitieron la Ley de Arrendamiento de Tierras, la Ley del ISTA (reformada en septiembre de 1976 para quitarle todo matiz pro-campesino), la Ley del Impuesto Territorial y la “Corporación Financiera de Tierras Agrícolas” (COFINTA), para dar impulso a la parcelación privada de tierras.
48. Las parcelaciones privadas y estatales son parte consustancial del camino terrateniente de desarrollo capitalista, y no una modalidad de la vía campesina. Dichas parcelaciones son un gran negocio para los terratenientes y para la oligarquía financiera, refuerzan su papel en la conducción del país y no traspasan la tierra a las grandes masas trabajadoras, puesto que las parcelas se venden a quienes pueden pagar sus elevados precios, es decir, a campesinos ricos y elementos burgueses o pequeño-burgueses acomodados de las ciudades. La tierra que se parcela es, además, la de calidades inferiores. Por otra parte, este proceso es tan lento y abarca en conjunto tan poca tierra, que de ningún modo puede significar la entrega masiva de ésta a quienes la trabajan, como se necesita. Así, la concentración latifundista de la tierra y el dominio de sus amos sobre la agricultura sigue en pie.
Las parcelaciones privadas y estatales se ha visto en la práctica engendran minifundios, es decir, uno de los dos pilares de la estructura de la tenencia territorial existente. Los minifundistas, de este modo originados, terminan perdiendo la tierra, la cual vuelve a concentrarse en manos de los terratenientes. Así, la estructura agraria tradicional no se rompe sino que se regenera, el problema agrario no se resuelve, sino que perdura y se agrava.
49. Después de más de siglo y medio de transitar el camino terrateniente de desarrollo, está de sobra claro que: no ha conducido a la eliminación de los remanentes pre-capitalistas, sino que ha perennizado todo lo que de ellos hace más baratos los costos y más elevadas las ganancias de los capitalistas; no ha elevado el desarrollo de las fuerzas productivas al nivel moderno contemporáneo, sino que ha sido un factor de atraso de las mismas; no ha propiciado el desarrollo independiente del país, sino que ha sido una amarra cada vez más fuerte de su dependencia; no ha abierto el acceso de los campesinos a la propiedad de la tierra, sino que ha traído su concentración monopolista en manos de un insignificante puñado de ricos y poderosos señores; no ha elevado a las grandes mayo rías el goce de la civilización y la libertad, sino que las ha empobrecido, descarga sobre ellas una opresión cada día más sangrienta y ¡a siglo y medio de fundación de la República! – el pueblo rural continua siendo en más de la mitad analfabeta y permanece marginado de la cultura.
Así, pues, la vía terrateniente de desarrollo, en las condiciones de nuestro país dependiente, no ha sido ni puede ser una solución para el problema agrario. Todo lo contrario, es precisamente este tipo de evolución el que ha engendrado a este problema en su actual expresión.
50. Por lo que se refiere al “camino americano” o vía campesina de solución al problema agrario, no es posible bajo su forma clásica en nuestro país, ante todo porque el capitalismo como modo de producción es una realidad absolutamente dominante en la agricultura salvadoreña y no una posibilidad del desarrollo. No es casual por ello que todos los intentos reformistas (incluida la defenestrada “transformación agraria”), que se propusieron con uno u otro matiz, en uno u otro grado, emprender en El Salvador, fracasaron rotundamente. Y es que una solución “campesina” no puede dirigirse ya exclusivamente contra los remanentes pre-capitalistas en la agricultura, porque se han fundido tanto y se condicionan mutuamente de tal modo con las relaciones capitalistas, que no se pueden atentar contra aquellas sin golpear a éstas.
51. En las condiciones del capitalismo dependiente imperante en nuestro país, la “vía campesina” de solución al problema agrario necesaria e ineludiblemente incluye no sólo la liquidación de los latifundios semifeudales, sino también la liquidación de los latifundios capitalistas y la entrega de la tierra no sólo a los campesinos propiamente tales, sino también a las masas del proletariado agro-pecuario. Por consiguiente, la “vía campesina” tampoco puede conducir a la parcelación general de la tierra y el forjamiento de una agricultura basada principalmente en granjeros capitalistas modernos, pequeños y medianos, sino que necesaria e inevitablemente debe conducir, junto a una parcelación limitada, a la formación de grandes unidades agropecuarias de propiedad cooperativa o estatal.
52. Esta peculiar “vía campesina” está dirigida contra el corazón del capitalismo dependiente en nuestro país y, por tanto, no puede ser conquistada por vía reformista, sino sólo por vía revolucionaria. Las masas del campo no conquistarán la tierra del brazo de la burguesía, sino sólo del brazo de la clase obrera revolucionaria, y los campesinos, muy a pesar de su idiosincrasia y anhelos de pequeños propietarios, no pueden ser aliados de la burguesía para desarrollar el capitalismo, sino que deben aliarse con el proletariado para derrumbar el poder de los capitalistas y marchar en fin de cuentas al socialismo.
53. Sin embargo, la ideología y los anhelos de pequeño propietario no pueden borrarse de las masas campesinas por el decreto o la proclama de ninguna organización revolucionaria. Los campesinos tienen en esos anhelos vitales de poseer la tierra, la motivación más poderosa para incorporarse a la lucha por la revolución.
De ahí que la reivindicación de la tierra continúa objetivamente teniendo también un carácter democrático, un carácter pequeño-propietario, es decir, un carácter en esencia burgués, a pesar de la ineludible perspectiva socialista. Esta contradicción no es fatalmente antagónica, pero le imprime su sello al carácter de la revolución que hoy madura en El Salvador y encontrará solución en la dialéctica concreta de esa revolución.
C. Las clases sociales en El Salvador (*)
(* La definición científica de las clases la encontramos en “Una gran iniciativa”, de V. I. Lenin: “Las clases son. grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que las leyes refrendan y formulan en gran parte), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y, consiguientemente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo del otro por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social” (V. I. Lenin, “La ideología y la cultura socialista”, Moscú, pág. 15, ed. en español.)
54. La sociedad capitalista dependiente “salvadoreña” posee una estructura clasista sumamente heterogénea y complicada, como consecuencia de su estructura económica plural, en la que se combinan relaciones de producción capitalistas viejas y nuevas, mientras se conserva una fuerte dosis de remanentes pre-capitalistas; y también a consecuencia de las deformidades y desequilibrios en el desarrollo económico y de las fuerzas productivas, las cuales combinan niveles modernos y atrasados.
Por un lado, las clases fundamentales de esta sociedad
-como en todo país capitalista— son la burguesía y el proletariado; por otro lado, existen junto a ellas clases y capas secundarias: los terratenientes, los campesinos, la pequeña burguesía, las capas intermedias (capas medias urbanas y las llamadas “capas marginales”) y el lumpen proletariado.
Algunas de estas clases y capas secundarias son remanentes de la formación pre-capitalista colonial y post-colonial
(predominantemente feudal); otras son propias del capitalismo temprano y otras son fruto del desarrollo capitalista dependiente contemporáneo.
Las clases fundamentales:
55. Son clases fundamentales aquellas sin las cuales es imposible la existencia del modo de producción predominante (en nuestro caso, el capitalismo) y que, a su vez, deben su origen a dicho modo de producción. En las sociedades basadas en la explotación del hombre por el hombre, una de estas clases posee los medios fundamentales de producción y la otra agrupa a la gran masa de explotados; los intereses vitales de estas clases son, por tanto, opuestos y antagónicos.
La Burguesía:
56. Es la clase dueña de los fundamentales medios de producción, dueña del capital en sus diversas formas (monetario, mercantil o productivo), que se enriquece explotando el trabajo asalariado.
a) Teniendo en cuenta la cuantía de su capital, en la burguesía se distinguen tres capas: gran burguesía, burguesía media y pequeños capitalistas.
b) Si se tiene en cuenta su vinculación con los monopolios imperialistas extranjeros “interiorizados” en nuestro país y con el creciente sector del capitalismo de Estado, en la burguesía se distinguen varios agrupamientos, formados por ejecutivos y asociados de las sucursales de dichos monopolios en nuestro país o de las empresas de capital mixto; o por altos ejecutivos de las empresas capitalistas estatales (CEPA, CEL, INSAFI, FSV, FIGAPE, FNV, COFINTA, etc.), algunos de los cuales son a la vez ricos empresarios privados. Estos agrupamientos pertenecen a la gran burguesía, pero también abarcan a capitalistas medianos.
c) Si se tienen en cuenta su ubicación en las distintas ramas de la actividad económica, la burguesía comprende varios sectores: burguesía agraria, (en fuerte medida agro-exportadora), burguesía industrial, burguesía bancaria, burguesía comercial (en la cual se comprende la de los servicios). En el curso de las últimas dos décadas ha tenido lugar la fusión de ciertos grupos de banqueros, industriales, empresarios agro-exportadores, comerciantes, capitalistas de las sucursales de los monopolios extranjeros o vinculados a ellos y/o a las empresas estatales, dando origen a una oligarquía financiera muy rica que se encuentra hoy en plena expansión de su poderío.
d) En la oligarquía financiera se distinguen varios agrupamientos formados alrededor de los diferentes bancos, compañías de seguros y otras instituciones financieras, cada uno de los cuales ejerce control sobre decenas de empresas en la industria, el comercio, la agricultura, la construcción, las comunicaciones, los transportes y otros servicios, etc.
La oligarquía financiera es el principal sector monopolista de la gran burguesía, su cúpula dominante (25).
El proletariado:
57.El proletariado es la clase revolucionaria principal en nuestro país; la constituyen los trabajadores de la ciudad y el campo que producen o contribuyen de un modo directo a producir los bienes materiales y no poseen medios de producción propios, sino únicamente su fuerza de trabajo, la cual venden a los burgueses a cambio de un salario, inferior al valor que el desgaste de ella origina.
a) El proletariado salvadoreño se integra fundamentalmente por dos sectores:
I El proletariado industrial y, en general, urbano; y,
II El proletariado agropecuario.
b) En el proletariado industrial y urbano: debe distinguirse a los obreros de la industria moderna, la construcción, la electricidad y el transporte, que son un típico fruto del desarrollo capitalista, y a los operarios de tipo artesanal, que están ligados a las formas atrasadas, precapitalistas o capitalistas tempranas, de la producción y la economía.
Los primeros son ya mayoría en comparación con los segundos. (26).
c) El proletariado agropecuario lo forman en gran mayoría trabajadores asalariados no calificados, comúnmente llamados jornaleros; pero también los trabajadores calificados de beneficios de café, ingenios azucareros, establos y haciendas ganaderas modernas, salineras y empresas pesqueras, plantas almacenadoras, conductores y mantenedores de maquinaria agrícola y transporte automotriz, operarios artesanos radicados en cantones y poblaciones rurales (27).
d) Reservamos la denominación de “clase obrera” en especial para el proletariado industrial y, en general, para el proletariado urbano y otros asalariados vinculados a los centros industriales y agro-industriales del campo. Aunque estrictamente hablando, no se trata de una clase, sino de un sector del proletariado (28). La mayor parte de la clase obrera salvadoreña es de reciente origen campesino, la formación de su conciencia de clase ha avanzado mucho, pero aún no ha culminado.
LAS CLASES SECUNDARIAS
La pequeña burguesía.
58.En un sentido estricto, la pequeña burguesía es la clase formada por dueños de pequeños medios de producción, que no explotan mano de obra ajena sólo la propia y/o la de sus familiares y no tienen por tanto capital. La pequeña burguesía es una clase secundaria e intermedia, está situada entre la burguesía y el proletariado.
La pequeña burguesía no es parte de la burguesía, sino una clase distinta. La burguesía es dueña del capital, es decir, de medios de producción y recursos monetarios que crecen mediante la explotación del trabajo asalariado ajeno.
Ni siquiera los pequeños capitalistas, por consiguiente, deben ser confundidos con los pequeño-burgueses, porque éstos no poseen capital.
a) La pequeña burguesía comprende en nuestro país a los artesanos con talleres operados por ellos mismos o con sus familiares: telares manuales, zapaterías, sastrerías, costurerías, elaboración de sombreros de palma, lazos y demás jarcias, joyerías, peluquerías, salas de belleza, talleres de reparaciones diversas, etc. Son asimismo parte de la pequeña- burguesía: las locatarias de los mercados y plazas y otros pequeños comerciantes propietarios de pulperías o establecimientos vinculados a la esfera de los servicios, operados por ellos mismos o con ayuda de familiares, como molinos de nixtamal, comedores, tortillerías o pupuserías; otros pequeños propietarios, como taxistas y demás transportistas dueños de los vehículos que manejan, fumigadores dueños de los equipos operados por ellos, etc., y la categoría con menores ingresos de los pequeños rentistas (dueños de alguna casa o pieza de alquiler, por ejemplo) (29).
b) La pequeña burguesía, en tanto propietaria de medios de producción, se siente atraída hacia las posiciones político-ideológicas de la burguesía y el imperialismo, pero como personas que viven de su trabajo y son explotadas de diversas formas por los capitalistas, los pequeño- burgueses se inclinan hacia el proletariado. De este doble carácter suyo emana su conducta política generalmente vacilante.
c) En un sentido amplio, se acostumbra incluir bajo la denominación de pequeña burguesía también a los profesionistas, a la intelectualidad en general y demás sectores de las capas medias urbanas, así como también a los campesinos medios y a los pequeños capitalistas más pequeños, que explotan de 1 a 5 trabajadores asalariados o que lo hacen sólo por determinados períodos en que crece la demanda del mercado. Al revés, también se acostumbra incluir entre las capas medias a la pequeña burguesía propiamente tal.
Sin duda que entre la pequeña burguesía y todos estos sectores y capas existen en distintos grados, vínculos e intereses económicos e ideológicos comunes, y resulta conveniente abarcarlos con una sola denominación (pequeña burguesía o capas medias), cuando se trata de realizar ciertos análisis de un tipo global, general, pero también hay entre ellos diferencias importantes e intereses específicos, que hacen que algunos estén más cerca del proletariado que de la pequeña burguesía, incluso los hay aquellos que están más cerca de la burguesía y otros cuyas especificidades son de tal índole que presentan exigencias adicionales para sus análisis y tratamiento políticos.
e) Nuestro Partido, por tanto, adopta los dos conceptos de pequeña burguesía el estricto o restringido y el amplio pero no los utiliza indiscriminadamente para sus análisis. Por lo que se refiere a la elaboración de su táctica concreta hacia estos estratos sociales en cada momento, nuestro Partido se guía sobre todo por el criterio que hace diferenciaciones entre la pequeña burguesía, los campesinos medios y las capas medias urbanas, así como también entre los distintos sectores que componen a estas últimas.
Los Terratenientes:
59. En un sentido estricto de la palabra, son la clase de grandes propietarios de tierra vinculados a relaciones semi-feudales de producción o que la arriendan a empresarios capitalistas de la agricultura (grandes, medianos o pequeños).
La clase de los terratenientes no desaparece con el desarrollo capitalista en nuestro país. Ellos por lo general se transforman en ricos arrendatarios de su tierra y hacen una vida cada vez más parasitaria: muchos, se limitan a depositar sus rentas en los bancos del país o del extranjero,
que les pagan intereses y llevan una existencia dedicada a la holganza. Algunos se insertan dentro de la burguesía (grande o media), invirtiendo sus rentas en actividades económicas modernas, no agropecuarias y continúan también siendo terratenientes.
Las rentas que perciben los terratenientes son una carga pesada sobre las espaldas del pueblo trabajador, que es en realidad quien las paga.
Los terratenientes, así concebidos, son una clase secundaria en la sociedad salvadoreña, son una supervivencia feudal y una clase muy reaccionaria.
a) En un sentido amplio de la palabra, terratenientes son todos los grandes propietarios de tierra, incluso aquellos que explotan trabajo asalariado y utilizan máquinas, insumos y técnicas modernas que en realidad son capitalistas agrarios y forman parte de la gran burguesía. Algunos burgueses agrarios (medianos o grandes) son al mismo tiempo dueños de latifundios semi-feudales o que son entregados en arrendamiento a otros empresarios (30).
b) El empleo de este sentido amplio es útil cuando se hace referencia a los términos generales de la concentración de la propiedad de la tierra, pero su uso indiscriminado enmascara el problema de los remanentes semi-feudales en la economía nacional y resta claridad a la idea de que la gran burguesía es el verdadero amo de la agricultura, contra cuyo dominio debe dirigirse la lucha de las masas trabajadoras.
El Campesinado:
60. Los campesinos son trabajadores que realizan cultivos propios, ya sea en tierra de su propiedad, o en tierra ajena por cuyo uso pagan una renta en dinero (“terraje” o alquiler), en producto (“censo”), en trabajo(” obligación”) o combinadas estas tres modalidades.
Entre los campesinos se distinguen tres capas: pobres, medios y ricos.
a) campesinos pobres o semi-proletarios: no poseen tierra propia por lo general, o si la tienen es en extremo poca; en todo caso sus cultivos, laborados por ellos mismos, sólo les permiten obtener una escasa producción para subsistir una parte del año. Durante la otra parte se desplazan hacia las plantaciones capitalistas y también, en cierta medida., a las obras de construcción y carreteras y trabajan allí por salario.(31).
b) Campesinos medios: laboran por sí mismos y con ayuda de sus familias tierra propia, o ajena mediante el pago de renta, disponen de aperos de labranza, semillas, insumos en general, en cantidad tal como para no necesitar vender su fuerza de trabajo por salario en ningún tiempo. Ocasionalmente, casi siempre durante las siembras o las cosechas una parte de los campesinos medios emplean un pequeño número de trabajadores asalariados, pero no es ésta la base principal de su producción (32).
c) Campesinos ricos poseen tierra propia o arrendada, plantaciones permanentes o periódicas, instrumentos de trabajo y transporte, semillas, insumos, ganado, capital de operación, etc., en unas proporciones tales que les permiten hacer una vida acomodada. Los campesinos ricos aportan una pequeña cuota de trabajo personal y familiar al laboreo de sus cultivos o pequeños hatos ganaderos, pero éste se realiza por medio de trabajo asalariado, o de colonos, o explotan campesinos pobres y medios que les pagan renta en cualquiera de sus formas (33)
Una parte de los campesinos ricos en realidad forman los estratos bajo de la burguesía agraria; otra parte, son una capa de pequeños terratenientes semi-feudales, algunos de los cuales se encuentran en proceso de “aburguesamiento”, de modernización, y escalan posiciones más altas dentro de la burguesía agraria; otros, se arruinan y caen a la capa media o pobre. Por lo general, los campesinos ricos se colocan en política tras las posiciones de la burguesía y/o los terratenientes, como pudo verse en 1976, frente al “Primer Distrito de Transformación Agraria”; pero también sufren discriminación económica y social, corren el riesgo de ser arruinados por los grandes capitalistas y terratenientes y el proletariado puede por ello neutralizarlos e incluso atraerlos temporal y parcialmente.
d) El campesinado en su conjunto, sufre ese proceso de diferenciación bajo la influencia de la expansión del capitalismo en la agricultura y ganadería: una parte extremadamente minoritaria de los campesino se enriquecen y “aburguesa”, mientras el resto, grandes masas de campesinos pobres y medios se arruinan, pierden sus insignificantes medio de producción y se ven obligados a convertirse en trabajadores asalariados, son proletarizados. Este proceso se ve acelerado en muchos caso por el uso de la fuerza para desalojar a los campesinos colonos de lo latifundios que luego son dedicados a las plantaciones de tipo capitalista o a proyectos turísticos (en la costa).
e) La proletarización de las masas campesinas se inició con el florecimiento del negocio añilero, se ensanchó considerablemente con el cultivo del café, y luego, con el algodón y la caña, y se encuentran hoy en pleno despliegue en las áreas ganaderas y de los granos básicos, ocasionándoles grandes sufrimientos y lanzándolas a formas agudas de la lucha de clases. La parcelación que se proyecta promover en mayor escala, con la creación de CO FINTA, acelerará y extenderá aún más la proletarización, de los campesinos (34).
En este proceso de diferenciación y proletarización se encuentra asimismo el origen principal del continuo éxodo de miles y miles de trabajadores del campo hacia las ciudades, donde, en su mayoría, engrosan las capas marginales de la población.
f) Los campesinos pobres y medios sufren una dura explotación por parte de los terratenientes y los capitalistas; los campesinos pobres incluso se ven obligados a vender su fuerza de trabajo durante una parte del año y sufren así el mismo tipo de explotación que el proletariado. Por todo ello se sienten fuertemente atraídos hacia las posiciones revolucionarias del proletariado; pero al mismo tiempo
sobre todo los campesinos medios son pequeños propietarios de medios de producción y la burguesía procura estimular sus sentimientos como tales para apartarlos de la influencia proletaria. Los campesinos medios tienen por ello tendencias a la vacilación política. Los campesinos pobres se comportan mucho más firmemente en la lucha contra los terratenientes y capitalistas.
La experiencia concreta de la lucha de clases en nuestro país lo ha confirmado así.
Las Capas Sociales Intermedias:
61. Son capas intermedias agrupamientos numerosos de la población que, “por sus relaciones respecto de los medios de producción, por su lugar y papel en la organización social del trabajo y por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen”, se encuentran situadas entre el proletariado y la burguesía, o debajo del proletariado, entre éste y el lumpen-proletariado.
Las capas intermedias son estratos sociales secundarios, es decir, no fundamentales, en la sociedad capitalista dependiente de El Salvador.
a) Son capas intermedias en nuestro país: las capas medias urbanas y las “capas marginales”.
b) Las capas medias urbanas en El Salvador son grupos de la población de las ciudades que realizan un trabajo predominante de tipo intelectual, en alguna de sus formas, o se capacitan para el, y cuyos ingresos no provienen de la explotación del trabajo ajeno realizado directamente por ellos.
Algunos sectores de las capas medias urbanas se encuentran situados entre la burguesía y la pequeña burguesía, otros entre ésta y el proletariado. A los primeros los llamaremos “capas medias altas” y a los segundos “capas medias bajas”.
c) Como consecuencia de la combinación de estructuras viejas y nuevas y de las demás deformidades del capitalismo dependiente “salvadoreño”, una parte de las capas medias urbanas se originaron como consecuencia del desarrollo capitalista temprano y conservan sus rasgos característicos, como por ejemplo los profesionistas libres (médicos, abogados, dentistas, que ejercen su profesión por cuenta propia, especialmente aquellos que residen en ciudades de segunda y tercera importancia), cierto tipo de empleados ligados a formas atrasadas de la producción, el comercio, los servicios y la administración pública (empleados de la gran mayoría de alcaldías, juzgados, beneficios de café, tiendas en las ciudades del interior del país, ciertas categorías de parteras y enfermeras “prácticas”, de maestros de escuela, etc., de sacerdotes y sub-oficiales de filas, comisionistas —“coyotes”—, etc.). A las de este tipo las llamaremos “capas medias tradicionales” y claramente se encuentran perdiendo peso dentro del conjunto de las capas medias urbanas.
Otra parte de las capas medias urbanas, que llamaremos “modernas”, se han originado y continúan ensanchándose corno resultado del desarrollo contemporáneo del capitalismo dependiente en nuestro país, están ligadas a la industria, al comercio, los servicios y la administración pública modernos: técnicos, contables, empleados de oficina (de bancos, empresas industriales, administración pública, empresas comerciales o de servicio, etc.), profesionistas, estudiantado universitario, artistas, periodistas, investigadores científicos, la mayor parte de los maestros de la educación primaria, media y superior, vendedores comisionistas y promotores de ventas, etc.
d) Entre las capas medias se distinguen básicamente tres grandes sectores: el sector asalariado, la intelectualidad y el sector pequeño propietario.
Sector Asalariado:
e) formado por empleados de oficina, particulares y del Estado, personal del sistema de salud pública y Seguro Social, trabajadores de la educación y de la esfera de los servicios en general. Todos los trabajadores asalariados de las ciudades que no puedan conceptuarse como proletarios deben considerarse parte de este sector de las capas medias urbanas.
El sector asalariado es el más numeroso de las capas medias urbanas (35) y en su mayoría, cuentan con modestos ingresos, que acercan e incluso equiparan sus condiciones de vida con las del grueso de la clase obrera. Estos asalariados de pobres ingresos deben incluso conceptuarse como semi-proletarios y la clase obrera puede desarrollar con ellos una lucha reivindicativa común y atraerlos a sus posiciones políticas revolucionarias, neutralizando su idiosincrasia pequeño-burguesa y sus tendencias vacilantes.
Desde luego, entre los asalariados de las capas medias urbanas hay una minoría de elevados ingresos que a menudo ocupan puestos ejecutivos y de confianza de la burguesía y el gobierno. Por lo general ellos se inclinan políticamente hacia posiciones conservadoras y de compromiso con las clases dominantes; pero el estrangulamiento de la democracia afecta incluso a estos elementos de diversas maneras y pueden por ello ser neutralizados e incluso atraídos parcial y/o temporalmente a la lucha del proletariado y demás clases progresistas.
El sector asalariado de las capas medias urbanas se forma con elementos provenientes de la pequeña burguesía en una proporción dominante, así como también de los campesinos medios o ricos, o provienen de la propia reproducción de sus filas. Los elementos provenientes del proletariado son todavía una muy pequeña porción.
La Intelectualidad: (36)
f) Está formada en nuestro país por el estudiantado universitario, una parte de los estudiantes de educación media, catedráticos. maestros de escuela, sacerdotes, profesionistas, técnicos, periodistas, escritores, artistas en general, oficiales de la Fuerza Armada, etc. Una parte de la intelectualidad es también asalariada. Una parte de la misma ocupa altos escalones ejecutivos y/o son accionistas de las empresas capitalistas nacionales o extranjeras, o son altos funcionarios estatales, civiles o militares; estos elementos deben considerarse, por tanto, asimilados por la burguesía.
Los estudiantes y los maestros (37) salvadoreños cuentan con grandes tradiciones democráticas y revolucionarias, y durante los últimos 10-15 años se engrosan con mayor ritmo que antes las filas de los artistas, emergiendo núcleos jóvenes vinculados estrechamente a la lucha popular democrática y por el socialismo. Estos segmentos de la intelectualidad son una fuerza activa con la que el proletariado revolucionario puede contar, si sabe atraerla y conservarla a su lado. Al mismo tiempo, son una fuerza que tiende constantemente a disputar al proletariado su lugar histórico a la cabeza de la revolución y, suelen ser fuente de vacilaciones, bandazos ideológico-políticos y/o sectarismo y radicalismo maximalista.
Durante las últimas tres décadas se ha observado claramente en la intelectualidad salvadoreña la formación de un fragmento estable, fuertemente vinculado al gran capital local e imperialista, a quien sirve y en el cual éste confía cada vez más las tareas de la lucha ideológica contra- revolucionaria y el perfeccionamiento de sus aparatos de dominación.
La intelectualidad se nutre de todas las clases y capas sociales; aunque los intelectuales provenientes del proletariado y los campesinos pobres son una minoría insignificante.
Sector Pequeño Propietario:
g) Dentro del concepto amplio de las capas medias urbanas, como ya se apuntó atrás, cabe también la pequeña burguesía de las ciudades, la cual sería considerada dentro de los análisis globales, como un tercer sector, el sector pequeño propietario de las capas medias.
Las Capas Marginales (38)
62. Son grupos muy numerosos de personas que no cuentan con medios de producción y no tienen un lugar estable dentro del sistema de la producción y la organización social del trabajo, ni de la distribución, pero que, sin embargo, se dedican a muy diversas y variables actividades laborales para obtener los ingresos indispensables que les permiten llevar una vida miserable.
Las llamadas “capas marginales” están formadas por masas que viven en un desempleo crónico, enmascarado por las actividades a veces mercantiles, a veces en la esfera de los servicios personales y, ocasionalmente, en la pequeña producción artesanal (ventas callejeras, servicio doméstico, reparaciones ambulantes de calzado, fontanería, etc.); o por breves períodos de ocupación como peones de la construcción etc.
a) Los “marginales” por lo general no saben un oficio o cuentan con ninguna o muy poca calificación laboral, son analfabetas o tienen un nivel educacional muy precario y se ven colocados en situación de desempleo crónico, no tanto por los fenómenos cíclicos de la economía capitalistas que lanza al paro forzoso a miles y miles de trabajadores, sino por el hecho de que el desarrollo del capitalismo exige un cierto grado de calificación a los trabajadores y estos elementos no lo poseen, precisamente porque la misma sociedad capitalista que exige de ellos esa calidad, por un lado los desarraiga de su medio tradicional de vida y, por el otro, no es capaz de darles la capacitación indispensable, ni las oportunidades de empleo que los inserten dentro de la economía nacional.
b) Los “marginales” no deben ser confundidos, como ocurre con frecuencia, con el lumpen-proletariado. La diferencia fundamental entre ellos consiste en que los marginales realizan algún tipo de trabajo o se esfuerzan por conseguirlo, mientras que los integrantes del lumpen rehuyen trabajar y procuran sus ingresos recurriendo a toda clase de actividades delictivas o corruptas. Una parte de los “marginales” tiende a degenerar y caer en las filas del lumpen.
c) Tampoco debe considerarse como parte de las capas marginales a todas aquellas personas que habitan en las barriadas formadas por tugurios. Allí suelen vivir también no pocos obreros de bajos ingresos y también pequeños comerciantes y rentistas, delincuentes y otros elementos lumpen junto con los que propiamente pueden considerarse “marginales.”
d) Las capas marginales son muy numerosas y crecen con fuerte ritmo, forman grandes masas en la capital y en muchas otras ciudades; su formación y rápido crecimiento ha agravado y multiplicado los problemas sociales.
Las capas marginales son principalmente el fruto de la expansión del capitalismo en la agricultura, de la desposesión de decenas de miles de campesinos, de la extensión de la miseria en el campo, una parte de cuyos habitantes emigra hacia las ciudades en busca de medios de vida y nuevos horizontes.
e) La existencia y rápido ensanche de las capas marginales es un testimonio irrefutable de las contradicciones incurables del desarrollo capitalista dependiente; constituye la expresión de una honda crisis social y un aspecto sobresaliente de los efectos de la crisis estructural que sufre nuestro país, ya que es muy notorio que los “marginales” se han multiplicado a gran velocidad, precisamente desde que la fase madura de esta crisis estalló en 1969.
f) Las capas marginales se inclinan en general, a seguir las posiciones del proletariado, los campesinos y la intelectualidad progresista, especialmente en aquellos períodos de flujo de la actividad revolucionaria de masas; pero también muestran marcada tendencia a vacilar, abandonando el campo de la revolución e incluso a atender las prédicas de la reacción, cediendo a sus migajas y otros sobornos, especialmente cuando llegan los períodos del reflujo de la lucha revolucionaria de masas. Igualmente inestable se muestra su organización.
Esta inestabilidad política y organizativa de las capas marginales, tiene su origen en su inestable y precaria condición económica-social, en la falta de vínculos permanentes con el sistema de la producción y dentro de la organización social del trabajo.
El proletariado revolucionario puede, sin embargo, reducir considerablemente dicha inestabilidad y contar con las capas marginales como fuerza de apoyo más o menos constante, si realiza entre ellas un trabajo intenso de agitación y las organiza bajo la dirección de cuadros obreros sólidos.
El Lumpen-proletariado (39)
63. Es una capa formada por elementos desclasados: ladrones, prostitutas, narcotraficantes, bandidos en general.
Esta capa se nutre constantemente de elementos provenientes de las distintas clases, arrojados a los “bajos fondos” por las condiciones imperantes en la sociedad capitalista.
En nuestro país, el lumpen-proletariado ha crecido considerablemente durante las ultimas tres décadas, cuando se aceleró la expansión del capitalismo como modo de producción. Producto de la explotación y la ideología consumista difundida por el capitalismo, se ha ampliado como resultado de la crisis económica que sufre hoy el capitalismo.
La conducta política del lumpen-proletariado es sumamente inestable, pero en general como ya lo habían apuntado Marx y Engels, desde el siglo pasado es una capa dispuesta a venderse a la reacción. En nuestro país, el lumpen-proletariado es fuente de reclutamiento de las bandas de asesinos, torturadores y demás esbirros, cuyas filas han experimentado un gran crecimiento durante los años setenta, en el proceso de escalada represiva fascista.
Algunas peculiaridades de las clases y capas sociales salvadoreñas.
64. Al utilizar el cuadro de las clases y capas sociales salvadoreñas y cada una de sus categorías, que hemos presentado en este documento, debe tenerse presente que ellas no se encuentran en la realidad en un estado siempre puro, sino que los límites de cada una con sus vecinas no son siempre absolutos y tajantes y a menudo se interpenetran.
65. Respecto del proletariado, ya hemos dicho que en su mayoría está formado por los asalariados agropecuarios y la mayoría de éstos son trabajadores de temporada, entre los que se mezcla gran número de campesinos pobres. Este sólo hecho lo diferencia del proletariado de los países capitalistas desarrollados donde los obreros de la industria tienen el peso principal y posee esta clase en su conjunto un nivel bastante mayor de concentración y organización, lo mismo que un nivel educacional y técnico superior. La revolución científico-técnica en los países desarrollados está incluso fundiendo dentro del proletariado a una gran parte de los técnicos y otros trabajadores (como los de la cultura y los medios de comunicación), que tradicionalmente se consideraban formando parte de las capas medias. En El Salvador no podría considerarse que tal fusión ha tenido o tiene lugar aún.
66. Por lo que se refiere a nuestra clase obrera en particular, ya hemos señalado que se mezclan en ella los obreros industriales (comprendiendo entre ellos a los fabriles, los de la construcción, los transportes y la electricidad), con obreros de tipo artesanal, que en verdad son supervivencias del capitalismo temprano e incluso representan a veces remanentes pre-capitalistas aún fuertes (aunque ya no mayoritarios). Una parte de la masa de peones de la construcción, además, está formada por emigrantes temporales del campo, muchos de los cuales son semiproletarios.
Por otra parte, la mayoría de los obreros industriales son de reciente extracción campesina o de otros estratos no proletarios de la sociedad.
En el seno de la clase obrera se observan también otros fenómenos, como la existencia de una pequeña fracción muy bien remunerada que tiende a acomodarse y el caso, relativamente frecuente, de obreros que se dedican fuera de jornadas a diversos tipos de actividades comerciales y aún a la usura.
67. Todos estos factores tienen su reflejo en la incompleta formación de la conciencia clasista de nuestro proletariado en general, y de nuestra clase obrera en particular, así como también en su débil organización. Al mismo tiempo, algunas de dichas características ofrecen la posibilidad de adelantar con cierta facilidad el trabajo por la alianza obrero-campesina y favorecen las posibilidades de que el proletariado establezca vínculos políticos estables y sólidos con amplias masas trabajadoras no proletarias (como las capas medias asalariadas y la pequeña burguesía). Otras de estas características dificultan el avance de la clase obrera y el proletariado en conjunto hacia la cabecera del movimiento revolucionario y favorecen que sectores de la intelectualidad desempeñen papeles vanguardistas, o permiten a la burguesía ejercer su influencia ideológica sobre las masas.
68. Por consiguiente el PCS, como Partido que es del proletariado, tiene que reconocer y tomar enérgicamente en sus manos las grandes y complejas tareas organizativas, políticas e ideológicas que tiene planteadas para organizar el ascenso de la clase obrera y el proletariado en general a su misión revolucionaria socialista y a su papel dirigente de todo el movimiento democrático popular.
El PCS debe cuidarse de la tendencia dogmática a considerar nuestro proletariado con los mismos atributos del de Europa u otras áreas desarrolladas. En apariencia, la repetición de postulados que emanan de ese error tiene un carácter clasista, “obrero”, pero de hecho oculta las tareas que debemos realizar los comunistas para promover nuestro proletariado concretó a su misión de vanguardia; atribuye a éste características revolucionarias ya logradas, las cuales en verdad aún están por forjarse en nuestro país.
Con todo, el proletariado salvadoreño y en particular la clase obrera, es sin ninguna duda la clase potencialmente más revolucionaria de nuestro país; no sólo por corresponder esta afirmación a una tesis teórica de validez universal, sino porque la propia experiencia de la lucha de clases se ha encargado de mostrar aquí las cualidades concretas de mayor firmeza, disciplina y combatividad que el proletariado imprime al movimiento popular cada vez que participa en él masivamente.
EL SISTEMA POLITÍCO DE DOMINACION, EVOLUCION Y CRISIS
Desde los comienzos del siglo actual, una parte de las tendencias objetivas del desarrollo capitalista en nuestro país, propias de las condiciones imperantes entonces en el mundo y en nuestro continente, necesitaban para abrirse paso de un sistema político flexible y liberalizado. Grupos de la ascendente burguesía y algunos políticos ligados a la surgente intelectualidad, expresaban esta corriente. El primer intento en la dirección apuntada fue emprendido por el breve gobierno del Dr. Manuel Enrique Araujo (1911 a 1913), pero el golpe de hacha que descargó sobre su cabeza el asesino “Mulatillo”, pagado por los terratenientes, no sólo quitó la vida al Presidente de la República, sino también cortó el proyecto democratizador y restauró el régimen dictatorial de la oligarquía terrateniente y agro-exportadora de café, que había asaltado el poder en 1894 con el llamado “Movimiento de los 44”, encabezado por el General Tomás Regalado.
El asesinato del Dr. Manuel Enrique Araujo, dio comienzo a la larga tiranía de las familias terratenientes Meléndez-Quiñ6nz (1923-1927). La tendencia a la liberalización siguió buscando abrirse paso; se expresaba en el movimiento de los “constitucionalistas” y otros demócratas de la época, contra los Meléndez-Quiñónez. El surgimiento del movimiento obrero en los años inmediatos a la terminación de la Primera Guerra Mundial, bajo la presión de la breve crisis económica de esos años, e influido fuerte y crecientemente por las ideas de la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia, vino a dar una mayor consistencia y base social a la lucha contra la tiranía.
El gobierno de Don Pío Romero Bosque (1927-1931), fue el punto de viraje hacia un tímido proceso de liberalización del sistema político, lo cual se había convertido en una necesidad inaplazable era la segunda mitad de los años veinte, bajo la demanda no ya únicamente de los sectores democráticos de la intelectualidad pequeño-burguesa y de la burguesía urbana ascendente, sino también de la lucha creciente de las masas trabajadoras que se extendió con rapidez en las ciudades y en el campo, en las zonas centro-occidental del país, la más adelantada entonces en el sentido capitalista.
Las “elecciones libres” en las que fue electo Presidente de la República el Ing. Arturo Araujo en 1930, fue el obligado intento de dar continuidad, bajo control de la burguesía, al proceso de liberalización iniciado por Pío Romero Bosque, pero la gran crisis económica del mundo capitalista (1929-33), agudizó a tales extremos la lucha de clases y precipitó una crisis política tan profunda, que ahogó el proyecto en sus encrespadas olas.
En medio del desbarajuste administrativo del gobierno de Araujo, de la frustración de las grandes masas que lo habían llevado a la presidencia y de las convulsiones cada vez más fuertes y frecuentes de la lucha de clases, surgió ante las clases dominantes el peligro de la revolución social y, con ello, la apremiante necesidad de un “régimen fuerte”, de un “gobierno de orden que impusiera paz a los de abajo”. Para llenar esa necesidad surgió la dictadura militar derechista encabezada por el Gral. Maximiliano Hernández Martínez, mediante el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1930.
La dictadura, se consolidó por medio del brutal aplastamiento de la insurrección obrero-campesina (más campesina que obrera), encabezada por nuestro Partido en enero de 1932.
70.4 En el fondo de aquella aguda crisis económica y política estaba la fase inicial de la crisis estructural del capitalismo dependiente en nuestro país, más concretamente la crisis de la estructura agro-exportadora- cafetalera.
70.5 A lo largo de sus 47 años de existencia, la dictadura militar derechista ha sufrido modificaciones en el contenido de los intereses clasistas por ella representados y defendidos, en sus pautas para el desarrollo nacional y en sus formas o métodos de gobernar. En general, puede considerarse tres fases de esta evolución de la dictadura militar de derecha.
PRIMERA FASE DE LA DICTADURA MILITAR DERECHISTA:
Diciembre de 1931 a Diciembre de 1948
71. Durante esta primera fase, la dictadura militar representaba y defendía, por sobre todo, los intereses de la oligarquía cafetalera, agro-exportadora y terrateniente. Su política económica fue el principal obstáculo que impidió en El Salvador la diversificación de la economía nacional y en particular como ya se dijo atrás, el movimiento de industrialización sustitutiva de importaciones, que caracterizó la evolución de los países del cono sur del continente, después de la gran crisis económica, durante la Segunda Guerra Mundial y la inmediata post-guerra. Por lo contrario, en nuestro país se afianzó profundamente la agro-exportación del café; incluso la diversificación de la agricultura de exportación se vio frenada. La débil y atrasada industria se quedó prácticamente estancada. La “modernización” atribuida al gobierno despótico y sanguinario que durante 13 años ejerció el Gral. Maximiliano Hernández Martínez, en realidad no fue otra cosa que construcción de algunas carreteras, entre ellas la mayor parte de la carretera Panamericana y otras obras de infra-estructura, junto al sistemático concurso del Estado para ordenar el sistema bancario y monetario bajo el férreo control de la oligarquía agro-exportadora del café, dirigir casi totalmente el crédito en su beneficio y bloquear la industrialización.
72.Hasta 1934-35, la exportación de café se dirigía, en más de la mitad, hacia Europa (principalmente a Alemania) y de allí procedía también gran parte de las importaciones de mercancías industriales. La influencia económica y política del imperialismo yanqui era todavía un tanto débil.
73. Surgida para cumplir una apremiante misión contra-revolucionaria y congruente con su línea básica de gobierno, orientada a reforzar y perfeccionar el control de toda la economía nacional por la oligarquía agro- exportadora del café y revitalizar la hegemonía latifundista, la dictadura militar en esta primera fase realizó un método de gobierno sumamente autoritario y represivo, estrangulador de todas las libertades democráticas y los derechos humanos; incluso suprimió la electibilidad del
Presidente de la República y la autonomía del poder municipal, abolió toda libertad para organizar y hacer funcionar partidos políticos y sindicatos; los diputados a la Asamblea Legislativa surgían de unas “elecciones” en las que únicamente podía “votarse” a favor de los candidatos nominados personalmente por el tirano.
74.Un aspecto sobresaliente del régimen fue el hecho de que todo el mando estatal estaba estructurado bajo la autoridad personal del Presidente de la República, a lo cual era inherente la tendencia a la permanencia indefinida del tirano en ese cargo, rodeado por su equipo de jefes militares de confianza, que envejecían junto con él en la cumbre del poder. Así, tampoco había ninguna forma de democracia, ni movilidad hacia los escalones del poder político, para la casi totalidad del cuerpo de oficiales de la Fuerza Armada, que, sin embargo, era el principal y decisivo pilar de sostén de la dictadura.
75. El estallido en Europa de la Segunda Guerra Mundial, en 1939 determinó el desvío total del flujo de las exportaciones de café hacia los EE. UU. y, consiguientemente, también se hizo predominante, casi total, la importación de productos industriales de ese país; aunque desde su entrada en la guerra, en 1940, las exportaciones de mercancías civiles de ese país se redujeron en extremo, a causa de la militarización de su industria.
76. El profundo y extenso descontento de las masas trabajadoras populares en general, acumulado durante 13 años de sufrir el látigo de la dictadura; la tendencia a la diversificación de la economía nacional surgida en algunos sectores de la burguesía, que se veía bloqueada por la absoluta devoción del régimen a la agro-exportación del café; el descontento en la oficialidad del Ejército, en que se mezclaban los sentimientos democráticos y el enojo por la nulificación de sus expectativas de movilidad hacia el ejercicio del poder, bloqueadas por la tiranía personal; la influencia de las ideas anti-fascistas propagadas por el esfuerzo bélico mundial contra el agresor germano-italo-nipón y el debilitamiento del anti-comunismo a consecuencia de la heroica y decisiva participación de la URSS en la guerra anti-fascista; la desconfianza del gobierno de los EE.UU. hacia el Gral. Martínez, a causa de su germanofilia, que si bien no condujo a que Washington “derrocara a Martínez (como alegan algunos empeñados en minimizar el papel del movimiento popular), se expresó en la abstención norteamericana de darle apoyo en su momento final; todos esos factores se conjugaron en Abril y M yo de 1944 para derrocarlo, e iniciar una apertura democrática que fue prontamente cerrada por el contra-golpe militar que encabezó el Coronel Osmín Aguirre y Salinas (octubre de 1944), detrás del cual se alineó la oligarquía agro-exportadora del café.
Es decir, el gobierno de Castaneda Castro, fue el intento de prolongar el esquema personalista o caudillista ya obsoleto, de la dictadura militar derechista; pero este intento fracasó, era en verdad históricamente insostenible.
77. El gobierno del Gral. Salvador Castaneda Castro, que le siguió, fue de nuevo la dictadura dentro del puño de esa oligarquía, el Estado de Sitio permanente, el poder absolutista unipersonal y la tendencia a su perennización.
El “Golpe de los Mayores”, el 14 de diciembre de 1948, le puso fin sin que fuera necesario ni un sólo combate, como no fueran unos pocos disparos de salva.
SEGUNDA FASE DE LA DICTADURA MILITAR DERECHISTA:
Del 14 de diciembre de 1948 a la guerra contra Honduras (14de julio de 1969)
78. El Golpe de Estado de los Mayores abrió una nueva fase de la dictadura militar en cuya dirección se conjugaron inicialmente varias tendencias y sectores:
a) La intelectualidad reformista civil y la joven oficialidad, frustradas en 1944, que aspiraban a la democratización del sistema político, a reformas sociales limitadas y a fomentar la industrialización.
b) Grupos de la burguesía interesados en la diversificación de la economía nacional, entre los que se incluían algunos elementos agro-exportadores que habían iniciado la diversificación de sus propias inversiones y resentían los obstáculos emanados del autoritarismo conservador del tirano y de la legislación existente.
c) La aspiración, profundamente enraizada en el cuerpo de oficiales del Ejército, de asegurarse un mecanismo de relevo periódico en el mando político y la administración estatal, de modo que dejaran de ser éstas un privilegio por tiempo indefinido para un tirano y su camarilla y fuera posible ampliar su disfrute a las sucesivas promociones de militares.
Esta demanda, prácticamente unánime en las filas castrenses, si bien se enfilaba contra la tiranía caudillista y coincidía por eso, en lo inmediato, con las aspiraciones democráticas del pueblo, llevaba implícita también la decisión de que la Fuerza Armada retuviera indefinidamente el gobierno, incluso frente al eventual rechazo de la voluntad popular. Era, pues, la aspiración a modernizar la vieja dictadura militar, su cobertura con un ropaje de democracia representativa que no tardó en rasgarse y no la aspiración a la democratización consecuente del sistema político. Esta vocación autoritaria tampoco venía unida, como ha ocurrido en varios casos recientes de Asia, África y América Latina, a una determinación de los militares de utilizar su hegemonía para realizar cambios estructurales profundos y rescatar la soberanía nacional de las garras del imperialismo.
79. El mecanismo de relevo demandado por los militares quedó consagrado en el principio constitucional de la no prolongación del período presidencial y la no reelección del Presidente de la República, cuya violación está sancionado por el “Derecho del pueblo a la insurrección’ que de hecho es el reconocimiento del “derecho” al Golpe de Estado militar (artículos 5 y 7 de la Constitución Política).
La constitución de 1950 recogió también, en general, todas estas tendencias burguesas y pequeño-burguesas anteriormente mencionadas y también registró ciertas conquistas democráticas de las masas trabajadoras y de sectores progresistas de la intelectualidad, como el derecho de huelga y la autonomía universitaria.
80. Se inició lo que podríamos llamar una apertura democrática limitada e inestable, varias veces cerrada y varias veces abierta durante esta segunda fase de la dictadura militar derechista.
Los límites de esta “apertura” fueron siempre claros:
a) no se permitiría que sirviera para el desarrollo del movimiento revolucionario popular anti-oligárquico, anti-imperialista y, menos aún por el socialismo;
b) no se permitiría el desplazamiento del ejército de las posiciones hegemónicas en el gobierno.
El Estado asumió el papel de activo promotor de la industrialización, de la agro-exportación y de la reorientación del crédito bancario, se emitió una legislación incentivadora de la industria; se dinamizó la electrificación; se procedió a la construcción de una red moderna de
carreteras, comunicaciones telefónicas y telegráficas; el Estado emprendió por su cuenta, o en asociación con la gran burguesía, el desarrollo de algunas ramas de la economía (electricidad, puertos, construcción de viviendas). El esfuerzo del Estado estuvo dirigido primero a atraer a la oligarquía agro-exportadora del café, dueña principal del capital en el país hacia la inversión en la industria y, luego, a la atracción del capital monopolista extranjero, especialmente norteamericano. Como consecuencia de su empeño en el fomento industrial y de la orientación seguida
para ello, el Estado entró en un proceso de modernización y de endeudamiento externo.
81. La concertación de un sistema de tratados bilaterales de comercio con los demás países centroamericanos, durante la década de los años cincuenta y, finalmente, del Tratado de Integración Económica Centroamericana en 1960, imprimieron mucho dinamismo a esta política. El Mercado Común Centroamericano (MERCOMUNCA), creado por este movimiento integracionista, vino a ser no sólo un fuerte incentivo económico, sino que también surgió como garantía real de que la industrialización no forzaría una reforma agraria, a la cual se opone obstinadamente la oligarquía agro-exportadora. Así, esta oligarquía, que se mostró al principio recelosa y esquiva, se incorporó de un modo creciente a la inversión industrial.
82. La incorporación activa de la oligarquía agro-exportadora a la industria, la expansión del sistema bancario bajo su control, el creciente peso de los monopolios imperialistas en la industria de nuestro país, el endeudamiento estatal con los EE.UU. y la imposición de su recalcitrante política de “guerra fría”, arrinconaron o corrompieron las tendencias reformistas pequeño-burguesas incorporadas a la dirección del Estado por el “Golpe de los Mayores”, convirtieron en papel mojado sus logros en la Constitución de 1950 y ahogaron el espíritu democratizante de ésta. El derrocamiento en Guatemala del gobierno independiente, democrático y anti-imperialista de Jacobo Arbenz, hecho promovido y dirigido por la CIA, afianzó este curso de evolución en El Salvador durante la década de los cincuenta.
83. La cristalización del nuevo modelo de la dictadura militar y su orientación industrializadora, así como también la frustración de los aspectos democratizantes del mismo, tuvieron por marco el gobierno del Coronel Oscar Osorio (1950-56). El gobierno del Coronel José María Lemus, que le siguió, fue el punto culminante del nuevo maridaje de la dictadura militar con la oligarquía agro-exportadora y el imperialismo yanqui, en torno al fomento a la industrialización y a la guerra fría. Su derrumbe en octubre de 1960, en el marco de un gran auge de la lucha popular influido por la Revolución Cubana el mayor desde 1944 y el contragolpe del 25 de enero de 1961, que se comprometió inicialmente con el viraje reformista norteamericano de “Alianza para el Progreso” (ALPRO); el dinámico crecimiento industrial que permitió en sus primeros años el MERCOMUNCA y la consiguiente salida de la crisis política, condujeron en 1963-64, a una nueva actualización de la apertura democrática limitada bajo el gobierno del Coronel Julio Adalberto Rivera*: cesó temporalmente la represión, se introdujo el sistema de la representación proporcional ante la Asamblea Legislativa, que fue decisivo para el afianzamiento de los partidos políticos permanentes y pareció ofrecer posibilidades para obtener por medio de las elecciones logros progresivos hacia la democratización del sistema político.
(*El Coronel Julio Adalberto Rivera desenvolvió su período presidencial entre 1962 y 1967)
84. El reformismo volvía a levantar cabeza en los escalones de la dictadura militar derechista, adoptando ribetes de un temido populismo, bajo el patrocinio de Washington; aunque también se vitalizaron y resurgieron las tendencias reformistas de diverso matiz dentro de las filas militares y el aparato civil del Estado, donde acrecentaba su peso la emergente tecnocracia.
Este rebrote reformista fue prontamente ahogado, no tanto o no sólo porque el asesinato de John F. Kennedy (1963) puso en agonía a la ALPRO, sino principalmente porque el funcionamiento del MERCOMUNCA ofreció, entre 1962 y 1968, un punto de apoyo consistente para el proceso industrializador y éste adquirió ritmos acelerados, sin necesidad de una reforma agraria que enriqueciera el mercado nacional.
85. La apertura democrática limitada iniciada el 14 de diciembre de 1948 y su actualización en 1963-64, originaron condiciones que favorecieron el resurgimiento del movimiento obrero sindical (1949 en adelante), que había sido proscrito desde enero de 1932, el desarrollo del movimiento estudiantil y magisterial, la creación y fortalecimiento de partidos políticos permanentes (desaparecidos desde 1932), la reforma universitaria con su consiguiente multiplicación del estudiantado y la intelectualidad en general, la notable izquierdización en el contenido ideológico de la educación superior y el desarrollo multifacético de la lucha político.-ideológica en nuestro país.
El PCS fue el principal y más activo promotor de este amplio movimiento de reorganización y orientación de masas. Al empeñarse en ello, el PCS superó los estrechos marcos de su propia debilidad y clandestinidad, heredados de la gran derrota de enero de 1932.
86. En 1968 comenzó a hacerse evidente que los grandes desequilibrios en el desarrollo de la industrialización, impuestos a los países centroamericanos por los monopolios imperialistas en el marco de la “integración económica” y el pesado lastre del problema agrario, habían engendrado contradicciones graves que se volvieron prontamente agudas y condujeron a la guerra de El Salvador contra Honduras, el 14 de julio de 1969.
El sistema de convenios e instituciones directrices del Mercado Común Centroamericano se rompió, la industrialización y la economía salvadoreña en conjunto sufrieron un brusco frenaje y los ritmos anteriores a 1968 no han vuelto a recuperarse. En una palabra, estallaba la fase actual de la crisis estructural, fase de plena madurez de la misma. Paralelamente, agravada por la crisis estructural, se iniciaba una nueva crisis política de la dictadura militar derechista, de la cual todavía no ha logrado salir; se abría así un período histórico de revolución.
TERCERA FASE DE LA DICTADURA MILITAR DERECHISTA:
DEL 14 DE JULIO DE 1969 A LOS DIAS ACTUALES
87. El fructífero y multifacético proceso organizativo de las masas trabajadoras urbanas (obreros y maestros principalmente), los avances cualitativos en la lucha político-ideológica conseguidos por el PCS y grupos no organizados de la izquierda, aliados suyos, mediante su influencia., en el movimiento obrero, en la Universidad, en los nuevos sectores de la intelectualidad y con su participación en la contienda política legal, desde las elecciones presidenciales de 1967 (“PAR Nueva Línea”), prepararon en las ciudades las fuerzas revolucionarias de masas que, una vez estallada la crisis estructural, irrumpieron vigorosamente y pusieron en marcha un gran movimiento revolucionario (dolorosamente divido desde 1970).
88. Por otra parte, la guerra contra Honduras y la ruptura del MERCOMUNCA, estimularon el resurgimiento del movimiento campesino y pusieron de relieve una vez más la necesidad de dar una solución al problema agrario, incluso para proseguir el desarrollo dentro del capitalismo, especialmente para seguir adelante con el proceso industrializador, principal polo dinámico de dicho desarrollo.
Pero han teni4o poco éxito y, además, aportaron nuevas contradicciones y tensiones estructurales y políticas, las tentativas oficiales de sustituir la industrialización basada en el MERCOMUNCA, por un modelo en que el Estado asuma un papel de gran peso en la producción, en
el sistema financiero y los servicios, es decir, desarrollando la tendencia al capitalismo monopolista de Estado, que al mismo tiempo promueva la liquidación de latifundios y fomente la industrialización para exportar al mercado mundial, mediante una política entreguista, de puertas abiertas a las transnacionales (Ley de Industrias de Exportación, “Zonas Francas”, etc.).
89. Al abrirse esta fase de la crisis estructural, surgió un nuevo brote de reformismo impregnado con las concepciones desarrollistas pro-imperialistas, en el aparato militar y civil del Estado. En efecto, desde los finales del gobierno de Sánchez Hernández hasta los finales del gobierno del Coronel Molina, esta corriente reformista caracterizada por su timidez y vacilación, se vino disputando la supremacía con la vieja tendencia conservadora y ultraderechista que ha sido la razón de ser de la dictadura militar, a lo largo de sus 48 años de vida. La tendencia conservadora consiguió una victoria decisiva al imponer al Coronel Arturo Armando Molina la claudicación de su proyecto de “Transformación Agraria”, en octubre de 1976.
90. El ascendente proceso organizativo, de toma de conciencia y de lucha multiforme de las masas populares, puso a prueba el modelo político de la dictadura militar derechista con democracia representativa limitada, organizado por el “Golpe de los Mayores” en 1948 y mejorado en 1964 con la representación proporcional en la Asamblea Legislativa.
El movimiento popular se enriqueció con un nuevo instrumento de. aglutinación y acción política, al constituirse la Unión Nacional Opositora (UNO), en 1971, cuyo programa recogió las aspiraciones democráticas y de cambios estructurales de las grandes mayorías del pueblo, agrupó a éstas en su derredor y condujo a una polarización total del enfrentamiento político electoral, durante el gobierno del Coronel Molina.
El modelo aperturista se derrumbaba así bajo la presión del movimiento popular, cuyas demandas apuntaban hacia una democracia real y consecuente, hacia la libertad y el poder de decisión para la mayoría. El agotamiento del modelo se inició en 1967, con la ilegalización del PAR y la represión del movimiento huelguístico (segunda mitad de 1967 y comienzos de 1968), y luego se inutilizó bajo la acción de las reiteradas grandes batallas electorales encabezadas par la UNO: dos elecciones presidenciales, dos de diputados y munícipes y el retiro de una más de ellas. Quedó demostrado para las grandes masas, por medio de su propia experiencia, que las “elecciones” son un simple mascarón
de proa de la dictadura militar derechista, la cual se vio forzada por el empuje popular a corromperlas frente a la vista de todos, mediante el fraude y la imposición.
En este marco de polarización y de crisis del modelo aperturista de la dictadura militar, surgieron y crecieron varias organizaciones populares armadas, cuya acción ha contribuido a profundizar la crisis política y a dificultar con ello, la salida a la crisis estructural.
91. La Iglesia Católica, que había venido prestando su concurso ideológico al servicio de la oligarquía burguesa-terrateniente y de la dictadura militar, para ejercer sobre las masas en particular sobre las del campo un influjo apaciguador y conformista, y era por ello una parte integrante del sistema de dominación, se movió con bastante rapidez desde comienzos de los años setenta, hacia las posiciones de compromiso con los trabajadores, especialmente con los campesinos.
El viraje de la Iglesia Católica debilitó en lo ideológico al sistema político, ayudó a desatar las amarras ideológicas y sicológicas que impedían el despliegue del movimiento revolucionario de las masas del campo; significó por tanto, un golpe desde dentro y a la vez desde fuera para la dictadura militar derechista.
92. La dictadura militar derechista había perdido así su vestimenta democrática-representativa, el instrumento ideológico que tanto le ayudó (la Iglesia), y la pasividad de las masas. Las clases dominantes, la jerarquía militar y el imperialismo quedaron ante la necesidad de instituir un nuevo modelo de dominación que fuera capaz de asegurarles la permanencia en el poder y, consiguientemente. la sobrevivencia del capitalismo dependiente.
Esta tarea no ha podido ser cumplida a satisfacción, a causa de dificultades de diversa índole: económicas y políticas, nacionales e internacionales, pero principalmente, por la obstinada lucha y la heroica resistencia del movimiento popular.
93. El temor ante el peligro ro1ucionario, que significa el auge del movimiento popular durante esta década y la consiguiente inutilización de la “democracia representativa limitada’’, los requerimientos del cauce monopolista dependiente por el que forzan a seguir a la economía nacional la oligarquía financiera y las transnacionales norteamericanas, japonesas y alemanas, muchas de ellas vinculadas al complejo militar industrial de los EE.UU. y la OTAN; la desesperada defensa de su monopolio sobre la tierra y del modelo agro-exportador por los sectores más tradicionales de la burguesía y los terratenientes; las presiones que ejercen en pro de la exacerbación de la contra-revolución los círculo del Pentágono y el viraje más o menos general de las jefaturas militares de América Latina hacia la derecha y el fascismo, han impuesto en nuestro país una criminal escalada de represión y la tentativa de organizar un Estado verticalista y corporativo.
94. En las condiciones de América Latina, este es un “fascismo dependiente” con peculiaridades que lo asemejan o distinguen de otras variantes del fascismo, como las de Europa de los años 20-40 o el de la última década (Grecia, España-Portugal), pero su esencia contrarrevolucionaria es la misma.
El “fascismo dependiente” es en gran medida “fascismo militar” y es la forma de la contra-revolución actual en América Latina y por supuesto, en nuestro país.
95. De esta manera, la dictadura militar derechista, abocada a su propia caducidad histórica y empujada por los círculos más reaccionarios de la oligarquía financiera, de los terratenientes, de las transnacionales del Estado imperialista yanqui, ha buscado sobrevivir mediante la fascistización; pero no ha logrado institucionalizar este modelo.
Al mismo tiempo, la alternativa de una nueva apertura democrática se le presenta hoy sumamente riesgosa: las contradicciones estructurales del sistema son ya muy agudas, el movimiento popular revolucionario ha experimentado un extraordinario desarrollo, la burguesía y el gobierno han perdido en proporción muy grande su base de apoyo político.
En estas condiciones, la vía burguesa democrática para solucionar la crisis política, tiene que ser hoy parte inseparable de sustanciales reformas-económico-sociales que deriven beneficios al pueblo trabajador y tales cambios encuentran oposición recalcitrante en las mismas filas
burguesas. Por lo demás, no bastaría una apertura democrática limitada para conjurar esta crisis y conceder un nuevo plazo indefinido de vida a la dictadura; más que en ningún otro momento, pues, la conquista de democracia está ahora vinculada íntimamente a su derrocamiento.
DIALECTICA DE LA CRISIS ESTRUCTURAL, LA CRISIS DEL SISTEMA POLITICO Y LA DEPENDENCIA
95.1. Las espectaculares posibilidades de desarrollo de las fuerzas productivas que abre el mundo de hoy, en plena revolución científico-técnica, se encuentran bloqueadas para nuestro país por su propia estructura, es decir, por su sistema de relaciones de propiedad, producción, intercambio, distribución y la supeditación de su economía al imperialismo.
La dependencia y el problema agrario, que inherentes al capitalismo dependiente que impera en nuestro país, constituyen los principales frenos al desarrollo nacional.
96. El Salvador, sufre esta profunda crisis estructural, característica de los países capitalistas dependientes de un desarrollo medio y al mismo tiempo una profunda crisis de su sistema político; está así en crisis el capitalismo dependiente “salvadoreño” como sistema entero, su base y super-estructura: su sistema de relaciones económicas, su sistema político y jurídico, las formas ideológicas dominantes tradicionales.
96.1.— Es esta crisis de la formación social entera lo que constituye la base material y política de la actual situación histórica que vive nuestro país, cuyo atributo principal consiste en que la revolución es ahora una posibilidad objetiva real y no sólo un buen deseo de los revolucionarios.
97. Dicho de otro modo, está abierta en El Salvador una etapa histórica de revolución. La revolución se convertirá de posibilidad en realidad victoriosa, si existe una vanguardia que trace y aplique una línea correcta, que una y conduzca firmemente hasta su triunfo la lucha de las fuerzas sociales del progreso, las grandes masas trabajadoras en primer lugar.
Pero esta etapa histórica también puede desembocar en una salida que imponga al país la continuidad del curso capitalista dependiente de evolución. Esta es también una posibilidad real, que solo la revolución podría impedir.
98. La salida de la crisis estructural hacia la continuación del curso capitalista de evolución, sería sólo un paliativo a la profunda crisis del capitalismo dependiente “salvadoreño”, no su definitiva solución.
A este respecto debe tenerse presente que a pesar de sus similitudes, no se trata de una crisis del capitalismo de desarrollo medio idéntica a la que sufrió Europa Occidental en el tercer cuarto del siglo pasado, sino de un tipo de esta crisis en un país (El Salvador) que está inmerso dentro del sistema del capitalismo monopolista mundial, dentro del cual los países como el nuestro ocupan un lugar y función específicos. En el tercer cuarto del siglo pasado no había monopolios en ninguna parte, hoy los monopolios tienen posición dominante sobre los países del “Tercer Mundo” como el nuestro y, al descargar sobre ellos la crisis del capitalismo mundial, agravan su crisis estructural “interna”, la complican, bloquean la posibilidad de una solución real y estable.
Así, pues, en el siglo pasado, la crisis del capitalismo de desarrollo medio no tenía encima estas agravantes presiones “externas”.
Además, ahora existe el sistema socialista mundial y su influencia en el curso de la historia de la humanidad es poderosa y aumenta; es éste un factor también “externo” que condiciona la evolución de países como el nuestro.
La crisis del capitalismo dependiente de desarrollo medio de nuestro país, se parece más a aquella que sufrieron los países periféricos de Europa Oriental en los años 20-40 del siglo actual y los condujo al socialismo. Ciertamente El Salvador es quizás menos desarrollado, en el sentido
capitalista, de lo que eran entonces algunos de esos países, pero hoy el socialismo en el mundo es muchísimo más fuerte y la crisis general de capitalismo es más honda.
99. Entre la crisis del sistema político y la crisis del sistema de las estructuras económico-sociales existe una interacción dialéctica: la un agrava a la otra, el alivio de una alivia a la otra, pero al mismo tiempo que hay interdependencia armónica entre ambas, existen contradicciones y también una autonomía relativa entre ellas.
100.—Ilustra muy bien la existencia de estas contradicciones y autonomía relativa la experiencia centroamericana:
Los tres países de nuestra región donde ha imperado tradicionalmente un sistema político autoritario (El Salvador, Nicaragua y Guatemala), son también aquellos donde la crisis del sistema político se ha vuelto más aguda y ha conducido a una mayor polarización de las fuerzas; mientras que en Costa Rica, donde la democracia burguesa es tradicional, ha demostrado ser ésta un marco suficientemente flexible para albergar el juego de las tendencias emanadas de la crisis estructural (en esencia, la misma que sufre toda Centro América), ora inclinando el timón del Estado hacia el “centro” y, en ciertos momentos incluso, hacia el “centro izquierda”, ora hacia la derecha, pero sin que todavía el enfrentamiento político haya adquirido desde la guerra civil de 1948 un grado crítico de agudeza y polarización. Así pues, Costa Rica sufre de crisis estructural, pero no vive una crisis del sistema político.
Puede también traerse a cuentas el caso de Honduras, donde en diciembre de 1972 fue roto el modelo tradicional del sistema político bipartidista, por el golpe militar reformista. Se originó así una situación en la que, a pesar de la falta de juego electoral, imperó un clima de tolerancia que admitió durante cinco años la pugna de las tendencias de solución a la crisis estructural, sin provocar una extrema agudización del conflicto político. Cuando la flexibilidad del sistema político, abierta en diciembre de 1972, agotó sus posibilidades reales, con la frustración (en todo lo principal) del proyecto reformista condensado en el “Plan Nacional de Desarrollo”, se inició desde 1975-77 un período de inestabilidad del gobierno, empezó a clausurarse la tolerancia, apareció la garra de la represión sobre el movimiento obrero y popular, se intenta restaurar el sistema político tradicional bajo la supremacía del Partido Nacional el más conservador y antidemocrático y, así, la crisis política toca de nuevo a la puerta de ese país.
101. La lógica de estas realidades y experiencias centroamericanas apunta a esta conclusión: la democratización del sistema político podría sacar a éste de su crisis, aliviar la crisis de la formación social en conjunto, alejar el peligro de revolución y facilitar la continuación por la ruta capitalista dependiente de evolución. Sin embargo, excepto en Costa Rica, donde la democracia tiene hondas raíces históricas, en los demás países del Istmo la democratización es una tarea sumamente difícil y riesgosa para las clases dominantes: puede desatar y agudizar mucho sus propias contradicciones internas, ya que es imposible su unanimidad en torno a un proyecto de esta clase; puede encontrar tozuda resistencia de parte de las jefaturas militares, usufructuarias por décadas del privilegio de gobernar; y puede facilitar la organización y la acción de las grandes masas trabajadoras, ahora marginadas del ejercicio de la libertad por la continua represión, ampliándose y agudizándose aún más la lucha de clases, en pos de las radicales transformaciones estructurales.
102. Veamos más de cerca los problemas e interacciones de la crisis estructural y del sistema político en El Salvador:
a) En el marco de la crisis estructural y política ha tenido lugar un fuerte incremento de la actividad financiera especulativa, principalmente en derredor de la industria de la construcción y las inversiones turísticas, ha adelantado el aburguesamiento de los latifundios y la proletarización de los campesinos, ha adelantado grandemente el proceso de fusión entre el capital bancario, industrial, comercial y agro-exportador configurándose una oligarquía financiera, monopolista, “modernizante” cada vez más entrelazada con las transnacionales imperialistas sumamente poderosa.
La oligarquía financiera, las sucursales de las transnacionales y la alta jerarquía militar, constituyen hoy el núcleo principal del bloque de poder. La burguesía agro-exportadora y terrateniente, una parte de la cual se ha fundido dentro de la oligarquía financiera, sigue ejerciendo fuerte influencia, como pudo verse durante el enfrentamiento que suscitó la “Transformación Agraria”.
b) La pugna por imprimir una salida burguesa a la crisis estructural del capitalismo dependiente de mediano desarrollo, incluye tendencia económicas que en nuestro país son contradictorias, al menos en su inicios: por un lado, la tendencia al capitalismo monopolista de Estado dependiente, que amengua el papel del capitalismo privado y, por otro, la tendencia al fortalecimiento del sector capitalista privado alrededor de la oligarquía financiera y de las sucursales de las transnacionales, el cual se opone al incremento del control estatal sobre la economía.
Esta segunda tendencia (la privada) ha resultado hasta hoy más poderosa en nuestro país y ello trae implícito cierto recorte al autoritarismo estatal en la esfera económica que, en el fondo, es un obstáculo para un avance fácil y rápido hacia la institucionalización del Estado fascista, como una parte del bloque de poder lo desea.
c) El Estado ha experimentado un rápido endeudamiento externo sin que éste le haya servido para adelantar su participación en la esfera productiva, porque tal participación es rechazada por las mismas clases dominantes a las que sirve la dictadura militar derechista.
Las pequeñas reformas agrarias no ha sido posible realizarlas, porque fueron bloqueadas por el sector más reaccionario de la oligarquía financiera, por la burguesía agraria y los terratenientes.
Las transnacionales imperialistas han acrecentado sustancialmente su dominio sobre la industria y la economía nacional en conjunto, pero el volumen de sus inversiones ha estado muy lejos de lo esperado y de lo requerido para romper el estancamiento de la industrialización.
El ritmo y el volumen de la inversión privada interna ha sufrido una grave disminución desde 1977.
Todo esto ha agravado la crisis estructural y reforzado la dependencia del financiamiento imperialista, de lo cual se derivan más dificultades económicas y políticas, puesto que la concesión de dicho financiamiento se vincula hoy a las pautas, bandazos y maniobras aperturistas del gobierno norteamericano en Centroamérica.
d) Así pues, se encuentran atascados los propósitos principales tendientes a poner en marcha un nuevo modelo de desarrollo capitalista dependiente postulados desde 1970 por la política económica oficial.
Al fracaso sufrido hasta hoy en la construcción de los pilares del nuevo modelo económico, han contribuido también la crisis económica del mundo capitalista (inflación y devaluación del dólar, saltos en los precios del petróleo, especialmente) y la crisis política nacional, que ha alejado la inversión foránea y ha provocado la huída masiva del capital local. El retraso en romper el impase económico repercute a su vez agravando la crisis del sistema político.
102.1. Resolver la crisis del sistema político ha pasado a ser la cuestión clave, ya sea para dar una salida paliativa o una solución real a la crisis estructural, a la situación histórica en conjunto, para las masas trabajadoras y populares, la solución no puede comenzar sino con el derrocamiento de la dictadura militar derechista y la instauración de un poder revolucionario democrático anti-imperialista; para las clases dominantes conseguir un paliativo comienza necesariamente con la introducción de modificaciones en el sistema político de la dictadura militar, la cual a su vez busca angustiosamente su salvación.
Los sectores más reaccionarios de la oligarquía financiera, de las transnacionales que operan en el país, de los terratenientes y lo militares, han estado empujando a la dictadura militar a convertirse en un régimen fascista moderno, que patrocine y garantice el paso a la fase monopolista desplegada del capitalismo dependiente.
Otros sectores de las clases dominantes, coincidiendo con la orientación trazada por Washington, se inclinan a favor de ensayar con una maniobra aperturista, con la cual esperan disminuir la agudeza de la lucha de clases, normalizar el funcionamiento de la economía, incentivar inversiones y marchar gradualmente hacia la fase monopolista desplegada del capitalismo dependiente.
Aunque la alternativa fascista no ha podido realizarse plenamente es la que se aviene más con el carácter y tradiciones de la dictadura militar.
102.2. La dictadura militar derechista salvadoreña nació portando el germen de su propia crisis: se instauró como un régimen de excepción en un momento también excepcional (el de la situación revolucionan de 1931-32), y debía abandonar la escena una vez alejado el peligro de
revolución.
Los intereses del desarrollo modernizante del capitalismo dependiente requerían de un régimen político distinto, propio para los tiempo “normales”, “evolutivos”; pero el régimen de excepción se perpetuó a contrapelo de esta necesidad, como sistema político permanente. Este contrasentido tenía que chocar y chocó con las tendencias y necesidades del desarrollo capitalista y del desarrollo social en general; por eso hubo de realizarse en el pasado reparaciones y reajustes en el modelo de dictadura militar, para salvarla. Pero esos reajustes sólo aplazaron su colapso, no han superado su crisis congénita.
102.3. Es por eso que, la estabilidad de la dictadura militar derechista se ha visto afectada tantas veces, acercando sus inherentes posibilidades de crisis a la realidad:
a) en abril, mayo y diciembre de 1944;
b) en diciembre de 1948; y
c) en agosto-octubre de 1960.
102.4. Desde 1968 se ha vuelto crónica la crisis de la dictadura militar y se suceden con mayor frecuencia las coyunturas que la convulsionan:
a) movimiento huelguístico de hecho, de la clase obrera, culminando con la huelga general progresiva (diciembre de 1966-abril de 1967)
b) primera y segunda huelga de ANDES (febrero-marzo de 1968, junio-agosto de 1971);
c) victoria electoral presidencial de la UNO el 20 de febrero y alzamiento militar el 25 de marzo de 1972;
d) amplio repudio nacional a la matanza de estudiantes del 30 de julio de 1975;
e) agudo enfrentamiento entre el gobierno y la burguesía por el ‘Primer Distrito de Transformación Agraria” (julio-octubre de 1976);
f) victoria de la UNO en las elecciones presidenciales del 20 de febrero de 1977; extraordinaria movilización de masas, huelga política insurreccional en la semana siguiente;
g) agudización del enfrentamiento del gobierno de Molina con la Iglesia (asesinatos de los sacerdotes Rutilio Grande y Alfonso Navarro, ocupación militar y represión sangrienta en Aguilares y el Paisnal (marzo-junio de 1977);
h) agudización del enfrentamiento del gobierno con el movimiento campesino y las organizaciones armadas de izquierda (abril de 1977 en delante); y
i) sacudidas por el movimiento huelguístico de la clase obrera (febrero-marzo de 1979).
No cabe duda de que las convulsiones serán en. el futuro más recuentes y violentas.
102.5. De nuevo el país se aboca a las cercanías de otra situación revolucionaria y ello pareciera justificar para las clases dominantes la existencia de un régimen de excepción y avalar su fascistización; pero la dictadura militar derechista llega a este momento sumamente desgastada por más de 48 años de existencia postiza y, encomendado a ella, el fascismo no ha podido establecerse aquí de un modo eficientemente avasallador, como en Chile o Uruguay.
Es por eso que se han formado en las clases dominantes grupos que refieren ensayar con una maniobra “aperturista”, en vez de arriesgarse que el desgastado y profundo desprestigio nacional e internacional de
la vieja dictadura militar, favorezcan la victoria de la revolución. En esto hay desde luego, un contrasentido, que ilustra la contradictoria y hasta incongruente conducta que la crisis de la formación social impone a las clases dominantes.
103. Para comprender mejor, más profunda y multifacéticamente el actual proceso histórico nacional y sus perspectivas, conviene realizar un examen comparativo con el de otras regiones de la América Latina por lo menos desde la gran crisis económica del capitalismo mundial
(1929-33):
a) En los países del Cono Sur y otros de la América Latina tuvo lugar, como hemos apuntado antes, desde los años 30 a los finales de los 50, el proceso de industrialización “sustitutiva de importaciones”, que buscaba configurar un modelo de desarrollo económico “hacia adentro.” Esta era una respuesta a la experiencia sufrida durante aquella gran crisis económica, cuyo impacto en nuestro sub-continente fue tan devastador a causa del modelo imperante de economía “hacia afuera”.
Ese movimiento industrializador trajo el surgimiento de sectores nacionalistas de las burguesías, la democratización en algunos de aquellos países Chile, Uruguay y el populismo en otros Argentina, Brasil corno un sustituto o parodia de la revolución burguesa, que no pudo cumplir sus tareas.
b) En El Salvador, el impacto de la gran crisis capitalista precipitó también en la crisis un modelo de economía dependiente “ hacia afuera”, encarnado en el monocultivo y la agro-exportación del café (primera fase de la crisis estructural), pero el incipiente sistema político democratizante, inaugurado sólo en 1927 por el gobierno de Don Pío Romero y apenas continuado por el del Ing. Arturo Araujo en 1931 sucumbió en la vorágine del intento de revolución social y de la contrarrevolución victoriosa en 1932. La vieja dictadura de la oligarquía teniente agro-exportadora resultó así restaurada bajo la forma de dictadura militar derechista y, con ello, se frustró toda posibilidad para la puesta en marcha entonces de la industrialización sustitutiva, del tipo suramericano.
103.1. Ese proyecto se retrasó dos décadas y, cuando reasomó cabeza en los años cincuenta, habían ocurrido o se estaban produciendo cambios sustanciales en el contexto de las relaciones capitalistas mundiales: los EE.UU. se alzaban como la potencia hegemónica absoluta en el mundo capitalista e imponía a los dependientes y débiles países
latinoamericanos los términos de su propia política mundial y las pautas de desarrollo que le eran unilateralmente convenientes. Por tanto, redujo de modo radical el espacio para la iniciativa histórica de la burguesía nacional o nacionalista; el despliegue del capitalismo monopolista
de Estado en EE.UU., Europa Occidental, Japón y la revolución científico-técnica en los años 60 y 70, se encargarían de hacer más asfixiante la atmósfera para las posibilidades de tal iniciativa.
En estas condiciones, el proceso de la industrialización sustitutiva no pudo configurarse en El Salvador tampoco en los años 50 en delante y, con ese falso nombre, surgió en su lugar una industrialización dominada económica y tecnológicamente por los monopolios imperialistas, que engendró otra variante del modelo de economía “hacia afuera”; no surgió en nuestro país ningún sector de burguesía nacional o nacionalista, el reformismo y el populismo apenas adquirieron las dimensiones de una caricatura que, quizás, podríamos bautizar corno “minidesarrollismo” y “mini-populismo”. Lo de “mini” no tiene que ver con el tamaño de nuestro país, sino con los efectos reductivos de las posibilidades de desarrollo para estos fenómenos, impuestos por el retraso de 30 años del proceso nacional, en relación con otras regiones latinoamericanas y de muchas décadas más en relación con el reloj mundial.
103.2.— La madurez de la crisis estructural del capitalismo dependiente de mediano desarrollo, su fase central, estalló en otras partes del continente desde fines de los años 50; en El Salvador esta fase estalló al final de los años 60. He aquí la causa más profunda de que la crisis del sistema político y las formas de la lucha de clases propias de los años 50 para tantos otros países latinoamericanos, hayan surgido en nuestro país solo en los años 60.
103.3.— Pero en fin de cuentas, igual que en tantos países latinoamericanos, también en El Salvador sonó la hora de la verdad, el combate abierto en la encrucijada de dos vías alternativas fundamentales de salida a la crisis de las estructuras y del sistema político: la solución revolucionaria democrática anti-imperialista, rumbo al socialismo; y la salida burguesa contra-revolucionaria fascista, con o sin lapsos aperturistas o de “democracia restringida”, rumbo al capitalismo monopolista y monopolista de Estado dependiente.-