“También soy la suma de mis metidas de pata”

ENTREVISTA A EDUARDO GALEANO
“También soy la suma de mis metidas de pata”
Dos escritores, viejos amigos y ambos uruguayos, hablando de literatura, política, historia y esa eterna cuestión, cómo y hasta dónde se puede cambiar el mundo.
Por Jorge Majfud

I Pasado
–Una visión humanista considera la historia como un producto humano, producto de la libertad de sus individuos y de los diversos grupos que la han realizado e interpretado. Una visión antihumanista afirma que, por el contrario, esos individuos y esos grupos son el resultado de la historia misma y su libertad es una ilusión. Si me permití una limitación artificial dentro de este posible espectro, ¿dónde se situaría?

–Por lo que tengo caminado y escuchado, me da la impresión de que nosotros hacemos la historia que nos hace. Cuando la historia que hacemos nos sale más bien chueca, o es usurpada por los pocos que entre nosotros mandan, decimos que ella, la historia, tiene la culpa.

–En esta visión no hay lugar para el determinismo materialista o para algún tipo de fatalismo religioso…

–Los fatalismos son cómodos, te permiten dormir a pata suelta, el destino está escrito en los astros, la historia camina sola, no te amargues, hay que aceptar o aceptar. Los fatalismos mienten, porque si la vida no es una aventura de la libertad, que alguien venga y me explique si vale la pena vivir. Pero ojo: también mienten los iluminados, los elegidos que se atribuyen el poder de cambiar la realidad tocándola con su varita mágica: y si la realidad no me obedece, no me merece.

–Si el tiempo de las revoluciones modernas, es decir, de las revoluciones abruptas y violentas ha pasado, ¿es la progresión o la resistencia la mejor alternativa en nuestro tiempo?

–En tu último libro, Espejos, realizás un esfuerzo al mismo tiempo creativo y arqueológico sobre un vasto espacio geográfico y temporal. ¿Qué períodos de la historia crees que se llevarían el premio mayor a la crueldad y la injusticia?

–Hay demasiados favoritos en ese campeonato.

–Bueno, más puntual, ¿podrías resumir la crueldad en una imagen, en una situación que te ha tocado vivir?

–Me ocurrió hace años, en un camión que atravesaba la selva del Alto Paraná. Salvo yo, era toda gente de ese mapa. Nadie hablaba. Ibamos muy apretados, en la caja del camión, a los tumbos. A mi lado, una mujer muy pobre, con un bebé en brazos. El bebé ardía de fiebre, se quejaba. Ella sólo dijo que precisaba un médico, que en alguna parte tenía que haber un médico. Y por fin llegamos a alguna parte, no sé cuántas horas habían pasado, hacía mucho que el bebé no se quejaba. Ayudé a que aquella mujer bajara del camión. Cuando recogí el bebé, vi que estaba muerto. El asesino que había cometido esa crueldad era todo un sistema de poder, que no iba preso ni viajaba en camiones destartalados.

–Con memorias como ésa deberíamos terminar aquí. Pero el mundo sigue girando. ¿Crees que el pasado precolombino ha sobrevivido tantos años de colonización y modernización, tanto como para definir una forma latinoamericana de ser, de sentir y hasta de pensar?

–Desde hace siglos, los dioses acuden, quién sabe cómo, desde el pasado americano y desde la selva africana y desde todas partes. Muchos de esos dioses viajan con otros nombres y usan pasaportes falsos, porque sus religiones se llaman supersticiones y ellos siguen condenados a la clandestinidad.

II Presente
–¿Estamos presenciando el fin del capitalismo, de un paradigma basado en el consumismo y el éxito financiero, o simplemente se trata de una crisis más de la que saldrá fortalecido el mismo sistema, la misma cultura hegemónica?

–Con frecuencia recibo convites para asistir al entierro del capitalismo. Bien sabemos, sin embargo, que vivirá más de siete vidas este sistema que privatiza sus ganancias pero tiene la amabilidad de socializar sus pérdidas, y por si fuera poco nos convence de que eso es filantropía. En gran medida, el capitalismo se nutre del desprestigio de sus alternativas. La palabra socialismo, por ejemplo, ha sido vaciada de significado, por la burocracia que la usó en nombre del pueblo y por la socialdemocracia que en su nombre modernizó el look del capitalismo. Sabemos que este sistema capitalista se las está arreglando bastante bien para sobrevivir a las catástrofes que desata. No sabemos, en cambio, cuántas vidas podrá vivir su víctima principal, el planeta que habitamos, exprimido hasta la última gota. ¿A dónde nos mudaremos cuando el planeta quede sin agua, sin tierra, sin aire? La empresa Lunar International ya está vendiendo lotes en la luna. A fines del 2008, el multimillonario ruso Roman Abramovich le regaló un terrenito a la novia.

–Quizá presume de ser el primer hombre que le regala un pedazo de la luna a una mujer, lo que viene a ser una especie de capitalismo romántico. ¿Crees que si China, por ejemplo, tuviese una economía hegemónica pronto se convertiría en un nuevo imperio, avasallante y colonialista como cualquier otro imperio?

–Si yo fuera profeta profesional, me moriría de hambre. No acierto ni en el fútbol, que de eso sí que algo sé. Todo lo que te puedo decir es lo que puedo ver: China está poniendo en práctica una exitosa combinación de dictadura política, al viejo estilo comunista, con una economía que funciona al servicio del mercado mundial capitalista. China puede proporcionar, así, baratísima mano de obra a empresas norteamericanas como Wal Mart, que prohíbe los sindicatos.

–A propósito, en el último “viernes negro”, el día del año en que en Estados Unidos las grandes cadenas de supermercados venden al costo, una avalancha de compradores no pudo esperar a que abrieran las puertas de uno de estos Wal Mart y se llevó por delante a un empleado. El hombre murió aplastado… A pesar de todo este absurdo, ¿podemos pensar que la humanidad se encuentra en un mayor estado de derechos individuales y de conciencia colectiva? ¿Qué es lo mejor de nuestro tiempo?

–En el siglo XX, la justicia fue sacrificada en nombre de la libertad, y la libertad fue sacrificada en nombre de la justicia. Ya nuestro tiempo es el siglo XXI, y lo mejor que tiene es el desafío que contiene: nos invita a luchar para ayudar al reencuentro de la justicia y la libertad. Ellas quieren vivir bien pegaditas, espalda contra espalda.

–¿Podemos comparar la aparición de Internet con la revolución que produjo la imprenta en el siglo XV?

–No tengo ni idea, pero valga la ocasión para recordar que la imprenta no nació en el siglo XV. Los chinos la habían inventado dos siglos antes. En realidad, eran chinas las tres invenciones que hicieron posible el Renacimiento europeo: la imprenta, la brújula y la pólvora. No sé si ahora habrá mejorado la educación, pero antes aprendíamos una historia universal reducida a la historia de Europa. De Medio Oriente, nada o casi nada. Ni una palabra sobre China, nada sobre la India. Y del Africa, sólo sabíamos lo que nos enseñaba el profesor Tarzán, que nunca estuvo allí. Y del pasado americano, del mundo precolombino, alguna cosita folklórica, unas cuantas plumas de colores… y chau.

–¿Cuál es el mayor peligro del progreso tecnológico en la comunicación?

–En la comunicación y en todo lo demás. Las máquinas no son ningunas santas, pero no tienen la culpa de lo que nosotros hacemos con ellas. El mayor peligro está en que la computadora nos programe, como el automóvil nos maneja. Con asombrosa facilidad, nos convertimos en instrumentos de nuestros instrumentos.

–Como escritor y como lector, ¿qué tipo de lecturas te ocupan mayor tiempo hoy?

–Yo leo de todo, empezando por las paredes que acompañan mis pasos por las calles de las ciudades.

–¿Son la crueldad y la in-justicia las mayores provocadoras de la literatura de Eduardo Galeano?

–No. Si así fuera, ya me hubiera enfermado de irremediable tristeza. Por suerte soy preguntón, curioso de nacimiento, y ando siempre buscando la tercera orilla del río, ese misterioso lugar donde se juntan el horror y el humor.

–¿Por qué crees que será recordado nuestro tiempo en los siglos por venir?

–¿Será recordado? ¿Habrá siglos por venir? Dios te oiga, y si Dios está sordo, que te oiga el Diablo.

III Futuro
–¿El mundo se dirigirá a un mayor equilibrio de sus fracciones geográficas, sociales y culturales o, por el contrario, estamos condenados a repetir las mismas formas de lo que hoy consideramos violencia física y moral?

–Condenados… no estamos. El destino es un desafío, aunque a primera vista parezca una maldición.

–¿Una mejora de nuestro presente radica mayormente en la profundización de los valores humanistas de la tradición europea o en una revalorización de un origen perdido en los pueblos “periféricos”?

–La tradición europea no alcanza. Los americanos somos hijos de muchas madres. Europa sí, pero hay también otras madres. Y no sólo los americanos. Los humanitos todos, el mundo entero es mucho más que lo que cree ser. Pero el arcoiris terrestre no brillará, en todo su lucerío, mientras siga mutilado por el racismo, el machismo, el militarismo, el elitismo y todos esos ismos que nos niegan la plenitud de nuestra diversidad. Y dicho sea de paso, no viene mal aclarar que los valores humanistas de la tradición europea se desarrollaron mientras Europa exterminaba indios en América y vendía carne humana en Africa. John Locke, el filósofo de la libertad, era accionista de una empresa negrera.

–Sí, algo así como las democracias imperiales, desde la antigua Atenas hasta Estados Unidos. ¿Pero quiere decir eso que la historia se repite siempre?

–Ella no quiere repetirse, eso no le gusta ni un poquito, pero muy frecuentemente nosotros la obligamos. Por ponerte un ejemplo muy actual, hay partidos que llegan al gobierno prometiendo un programa de izquierda, y terminan repitiendo lo que la derecha hacía. ¿Por qué no dejan que la derecha lo siga haciendo, ya que tiene experiencia? Se aburre la historia, y se desprestigia la democracia, cuando se nos invita a elegir entre lo mismo y lo mismo.

–¿Qué rol cumplen hoy en la sociedad los intelectuales “no orgánicos”? ¿Siguen siendo, al menos en una minoría, una fuerza crítica y provocadora?

–Yo creo que escribir no es una pasión inútil. Pero esa generalización, “los intelectuales”, orgánicos o no orgánicos, no se parece mucho al mundo real. Hay de todo en la viña del Señor. En mi caso, te puedo decir que trabajo con palabras, que soy un inútil total y eso es lo único que me sale más o menos bien, y que me consta, por experiencia propia y ajena, que el acto de la lectura es una secreta, y a veces fecunda, ceremonia de comunión. Quien lee algo que de veras vale la pena, no lee impunemente. Leer un libro de esos que respiran cuando te los ponés al oído no te deja intocado: te cambia, aunque sea un poquitito, te incorpora algo, algo que no sabías o no imaginabas, y te invita a buscar, a preguntar. Y más, todavía: a veces hasta te puede ayudar a descubrir el verdadero significado de las palabras traicionadas por el diccionario de nuestro tiempo. ¿Qué más puede querer una conciencia crítica?

–Pero los escritores contemporáneos tienden a evitar esa palabra, “intelectuales”. ¿Por qué?

–Te contesto por mí, no en nombre de “los escritores”, que también son una generalización dudosa. Yo escribo queriendo decir y decirme en un lenguaje sentipensante, certera palabra que me enseñaron los pescadores de la costa colombiana del mar Caribe. Y por eso, justo por eso, no me gusta nada que me llamen intelectual. Siento que así me convierten en una cabeza sin cuerpo, situación por demás incómoda, y que me están divorciando la razón de la emoción. Se supone que intelectual es el capaz de entender, pero yo prefiero al capaz de comprender. Culto no es quien acumula más conocimientos, porque entonces no habrá nadie más culto que una computadora. Culto es quien sabe escuchar, escuchar a los demás y escuchar las mil y una voces de la naturaleza de la que formamos parte. Para decir, escucho. Escribo en un viaje de ida y vuelta, recojo palabras que devuelvo, dichas a mi modo y manera, al mundo de donde vienen.

–A propósito, ¿cuál es tu técnica narrativa, tus hábitos y conductas de escritura?

–No tengo horarios. No me obligo. En Santiago de Cuba, un viejo tamborero, que tocaba como los dioses, me lo enseñó: “Yo toco –me dijo– cuando me pica la mano”. Y yo le hago caso. Si no me pica, no escribo. Nunca he firmado un contrato que me ponga plazos para entregar un libro. En la literatura, como en el fútbol, cuando el placer se convierte en deber, pasa a ser algo bastante parecido al trabajo esclavo. Los libros me escriben, crecen dentro de mí, y cada noche me duermo dándoles las gracias, porque me permiten creer que el autor soy yo. Y dicho esto te aclaro que escribo muchas veces cada página, que tacho, suprimo, reescribo, rompo, vuelvo a empezar, y todo eso es parte de la alta alegría de sentir que lo que digo se parece, y a veces se parece mucho, a lo que mis páginas quieren decir.

–Tus libros, después de las dictaduras militares de Uruguay y Argentina, después del exilio, cambian de estilo. O quizá profundizan una característica: tu mirada sigue siendo la del rebelde inconformista, pero tu voz se vuelve más lírica. Si mal no recuerdo, fue Jean-Paul Sartre el que dijo que la técnica de un escritor remite a su concepción del mundo. ¿Cómo definirías tu estilo? ¿Refleja tu percepción del mundo o, quizá, tus aspiraciones sobre él o el estilo es algo accidental, una forma de hacer las cosas que proviene de una historia de la estética, de una influencia de la adolescencia?

–Mi estilo es el resultado de muchos años de escribir y borrar. Juan Rulfo me lo decía, mostrándome un lápiz de aquellos que ahora ya casi ni se ven: “Yo escribo con el grafo de adelante, pero más escribo con la parte de atrás, donde está la goma”. Eso hago, o intento hacer. Intento decir cada vez más con menos.

–Un elemento común de la literatura del compromiso, de las utopías revolucionarias hasta los setenta, de los años previos a las dictaduras en América del Sur, parece ser la alegría. Como ejemplo ilustrativo podríamos hacer una exposición de fotografías de los rostros adustos de los Pinochet, por un lado, y de los rostros sonrientes de los Che Guevara por el otro. ¿Existe una conexión entre la “estética de la tristeza” de la literatura del siglo XX y las fuerzas conservadoras de la sociedad? ¿En qué medida es subversiva la alegría, el epicureísmo del que hablaba Américo Vespucio refiriéndose a cierta imagen de los nativos americanos?

–Vuelvo a la costa colombiana y te cuento que allá el peor insulto es “amargao”. Nada más grave te pueden decir. Y no les falta razón, porque al fin y al cabo, no hay nada en el mundo que no merezca ser reído. Si la literatura de denuncia no es, al mismo tiempo, una literatura de la celebración, se aleja de la vida viva y duerme a sus lectores. Se supone que sus lectores deben arder de indignación, pero ellos se caen de sueño. Con frecuencia ocurre que la literatura que dice dirigirse al pueblo sólo se dirige a los convencidos. Sin riesgo ninguno, se parece más a la masturbación que al acto del amor, aunque según me han dicho el acto del amor es mejor, porque se conoce gente. La contradicción mueve la historia, y la literatura que de veras estimula la energía de cambio nos ayuda a adivinar los soles secretos que cada noche esconde, esa humana hazaña de reír contra toda evidencia. La herencia hebreo-cristiana, que tanto elogia el dolor, no ayuda mucho. Si no recuerdo mal, en toda la Biblia no suena ni una risa. El mundo es un valle de lágrimas, los que más sufren son los elegidos que suben al Cielo.

–¿Cómo imaginás el mundo dentro de cincuenta años?

–Con la edad que tengo, me imagino que dentro de cincuenta años ya no estaré. Como ves, tengo una imaginación prodigiosa.

–Alguna vez Onetti dijo que él escribía para sí mismo. ¿Galeano escribiría si tuviese la poca fortuna de ser el único sobreviviente de una catástrofe mundial?

–¿El único sobreviviente? ¡Uy! Me moriría de aburrimiento. Quizás escribiría igual, porque tengo el vicio, pero escribir para nadie es peor que bailar con la hermana. Onetti se enojó conmigo cuando una noche cometí una juvenil insolencia. El me dijo eso, que él escribía para él, y yo le propuse llevarle al Correo esas cartas para Juan Carlos Onetti, calle Gonzalo Ramírez, Montevideo, etc., etc. El se cabreó. Se cabreó porque mentía, y bien lo sabía. Quien publica lo que escribe, escribe para los demás.

–¿Qué harías diferente si tuvieses la experiencia y la oportunidad de hacerlo de nuevo? ¿De qué se arrepiente Eduardo Galeano hoy?

–No me arrepiento de nada. Yo también soy la suma de todas mis metidas de pata.

La Ofensiva de 1981

En la casa que alquilan los dos compañeros a los que cariñosamente les decimos tíos, donde funciona uno de los talleres de explosivos del ERP, y que está ubicado en la periferia norte de Soyapango, me dirijo a uno de los dormitorios, consulto mi reloj y son las 4 y 10 de la tarde.

No me siento nervioso, más bien alegre de que al fin estamos por iniciar los combates. Sin perder más tiempo procedo a ponerme el uniforme que vamos a utilizar los combatientes del ERP: camisa beige manga larga y pantalón de lona azul. Me coloco un cinturón militar verde olivo a la cintura y acomodo en su funda una pistola calibre 9 mm marca browning, luego reviso dos cargadores del fusil M-16 y también los coloco a la cintura, otros dos cargadores los adapto con cinta adhesiva en sentido contrario e introduzco uno de ellos al arma. Me coloco en la cabeza una boina color café oscuro y me encamino a la puerta. Al llegar a la sala veo a Mariana, Clelia, Misael y Pichinte.

Vuelvo a consultar mi reloj, son las 4 y 46 de la tarde. Ya falta muy poco para iniciar los operativos militares en la capital. A las 5 en punto les digo a los compañeros: “Ya es la hora, salgamos a la calle a esperar a la fuerza con la que vamos a asegurar el terreno aquí”. Todos se levantan de donde están y empezamos a salir con las armas en la mano. La gente que en ese momento está en la calle se sorprende al vernos. Algunos de ellos se van corriendo para sus casas y cierran rápidamente las puertas.

La ofensiva ha comenzado

No han transcurrido ni 3 minutos cuando veo que entran los compañeros que van a estar conmigo en esta parte del barrio. Doy órdenes inmediatamente y distribuyo a toda la gente en diferentes posiciones para asegurar la defensa, simultáneamente escucho ruido de bombas y disparos cerca de aquí. “La ofensiva ha comenzado”. Le comento a Mariana, que se ha quedado al lado mío al frente de la casa de la organización. “Sí, empezó todo bien sincronizado”, responde con mucha calma, observando todos los movimientos y sosteniendo una subametralladora UZI en su mano derecha.

Leoncio Pichinte empieza a arengar a la población y a invitar a que se unan a la insurrección armada que se ha iniciado en todo el territorio nacional por las fuerzas del FMLN. Empieza a oscurecer y para este momento las tropas del enemigo combaten en las calles con nuestras fuerzas en varios lugares de Soyapango. Pichinte no se cansa de arengar a la población e incluso ha ido visitando casa por casa con el grupo que pertenece a las Ligas Populares 28 de Febrero, nuestro frente de masas.

Sin embargo, es bien poca la población que nos está ayudando a hacer barricadas. La gran mayoría de la gente se ha quedado encerrada en sus casas. “¿Qué es lo que pasa que la población no se nos une?”, le comento preocupado a Mariana. “No sé, esperábamos que la población nos apoyara”, me responde también preocupada. “Pues sí, nos apoyan, pero no se integran a combatir al lado de nosotros, se han encerrado en sus casas”, le insisto. “Ya te dije, no sé que pasa”, dice ella suavemente.

A pesar de que la población no se nos ha unido masivamente, nosotros en esta parte de Soyapango mantenemos el control militar. Cerca de las 10 de la noche, Mariana me toca el hombro y me dice: “Mirá, llegó Mincho con su gente. “¿Que pasó?”, le pregunto a Mincho de entrada. Los de la RN no atravesaron el tren como vos dijiste. El ejército penetró con sus camiones sin problemas y ya tienen control del bulevar del Ejército”.

-¿O sea que nos han dividido la fuerza?

Claro, el resto de combatientes han quedado al otro lado, incluyendo los que atacan a la Fuerza Aérea, dice Mincho agitado.

-Está bien, con tu gente apoyá para asegurar el terreno aquí y en un rato veremos que hacemos, voy a evaluar la situación.

No hay insurrección

Me aíslo un poco, saco un cigarro de mi camisa, lo prendo y trato de analizar la situación. Las fuerzas de la RN o no pudieron atravesar el tren por causas que desconozco, o era mentira que podían hacerlo. El asunto es que tengo dividida la fuerza militar, lo cual limita mis posibilidades de maniobra y lo más importante es que la insurrección no se ha desarrollado. Estamos peleando ejército contra ejército y nosotros con muy poca ayuda de la población civil.

Llamo a Mariana, Clelia, y Misael y les digo:

-La situación militar no es buena para nosotros en las actuales circunstancias. El hecho político que no se haya desarrollado la incorporación masiva de la población es un asunto que cambia todas las perspectivas de esta maniobra. He decidido que solamente vamos a estar aquí un corto tiempo y luego nos retiramos al norte, buscando Tonacatepeque.

Me parece bien, dice Misael.

Dejo pasar como media hora y después ordeno a todos los mandos que den instrucciones a su gente para retirarnos. Reunimos a toda la fuerza y nos vamos retirando por grupos de manera ordenada hasta que nos convertimos en una inmensa fila de combatientes que camina un poco lento por la oscuridad que nos abraza. Pero pienso que la decisión de retirarnos la tomé en el momento justo porque no estamos siendo perseguidos por tropas del enemigo. Vito, uno de mis mandos medios, se me acerca y dice:

-Alejandro, ya llegamos a Tonacatepeque, en este punto tenemos que desviamos.

¿Y cómo se ve el pueblo?, le pregunto.

Ese lugar está tranquilo, no se ve movilización de tropas ni de civiles, responde.

Tomémonos este pueblo

Me quedo reflexionando unos segundos y pienso: ¿y si en vez de desviamos en silencio tomamos este pueblo?

-Vito, no nos vamos a desviar, vamos a tomarnos el pueblo. Vos encargate con tu fuerza de atacar el puesto de la guardia.

En pocos minutos empieza el ataque al puesto de la guardia y se escucha un combate bien nutrido y prolongado. “Puta, no pensé que los guardias iban a oponer tanta resistencia”, le comento a Mariana. En ese momento se me acerca el compañero Fermán y me dice:

-Alejandro, tenemos que retirarnos porque los tanques del ejército nos vienen siguiendo.

Me paro en todo el medio de la calle para ver una pequeña colina por donde tendrían que aparecer los blindados.

Yo no veo nada, le digo.

-Puta, Alejandro, mirá bien, allá se ven, vienen bajando por la colina.

Me esfuerzo para ver mejor y no veo los tanques que dice Fermán. No existen esos carros de combate, este lo que tiene es un ataque de nervios, pienso en mis adentros. Ya no le hago caso, trato de ponerle cuidado al desarrollo de los combates en el pueblo. Al cabo de unos minutos me doy cuenta que viene acercándose Mariana con una cara que expresa preocupación. Dice al llegar:

-El puesto de la guardia no se pudo tomar y mataron a Vito.

Vámonos de aquí, le digo contrariado.

Bordeamos el pueblo sin complicaciones y seguimos caminando siempre con rumbo norte.

Me siento mal y muy molesto por la muerte de Vito. Recuerdo que antes de iniciar los preparativos de esta ofensiva lo teníamos como candidato para que asumiera la jefatura de operaciones de San Salvador.

La evacuación

Seguimos caminando y yo no dejo de pensar en qué hacer en este momento con toda esta fuerza militar que llevo conmigo, porque es obvio que en la capital no ha habido insurrección y del resto del país estoy desconectado, no tengo por lo tanto la menor idea de lo que está ocurriendo.

Tengo informes que en Guazapa la Resistencia Nacional tienen una pequeña fuerza militar, pero nosotros no contamos con nadie en ese lugar, y además no conocemos el camino para llegar hasta los campamentos.

Al llegar a una zona con bastante vegetación doy la orden de pararnos, llamo a Mariana, Clelia y Misael. Les hablo despacio y muy calmado:

-Pienso tomar la decisión de evacuar a toda la gente desde este punto que nos ofrece un buen camuflaje, porque la ofensiva en la capital no salió como esperábamos y ustedes bien saben que en este momento no tenemos comunicación con el resto del país.

¿Y en Guazapa no se dice que hay fuerzas del FMLN?, pregunta Misael.

-Sí, pero no conocemos el camino y pronto nos sorprenderá el día. Es mejor que nos disgreguemos aquí. De aquí está cerca Quezaltepeque y ahí está don Tito, que tiene una infraestructura con capacidad suficiente para guardar las armas, y además buena cobertura porque es una estación de gasolina. Vamos a proceder en ese sentido y voy a dejar a cargo de la evacuación a Mincho. Que vaya trasladando las armas hacia ahí y que la fuerza militar se traslade para San Salvador poco a poco, como gente común y corriente, en la medida que él vaya trasladando el armamento.

Mando a llamar a Mincho y le explico el plan de evacuación.

Está bien Alejandro, yo empiezo a trabajar en eso y arreglo para que ustedes salgan primero para San Salvador, responde con aplomo.

A pesar de las expectativas que la ofensiva final había despertado en todos nosotros, tomamos algunas precauciones y en nuestras mochilas tenemos ropa normal para confundirnos con la población y poder viajar a la capital con algún mínimo de seguridad.

La Bety quiere un celular

La Bety quiere un celular

Dagoberto Gutierrez

De pequeña estatura y delgada, de ojos vivaces que hablan por ella y dueña de una envidiable energía y voluntad para trabajar y ganarse la vida, todo en ella indica a una mujer vulnerable, pero no es así. Tiene 42 años, se llama Bety, tiene hermanos y hermanas y hace pocos meses se le murió su madre, la niña Rosa.

Ha vivido siempre en el Sitio del Niño y ahí, en los espacios abiertos del Valle descubrió, en un día sin memoria y sin nombre, que para ella no existiría nunca ningún sonido y ningún ruido, que el viento sería el polvo de la calle en remolino, las ramas de los árboles danzando y los papeles volando, también supo que ese artificio mágico llamado palabra, tampoco le produciría sobre saltos, que nunca oiría su nombre pero lo aprendería por el movimiento de los labios de sus interlocutores y algo mas, desarrollaría la capacidad de descubrir en la mirada, más, mucho más, de lo que dicen las palabras.

La Bety tiene un hijo, ella ha luchado tesoneramente para que Luis, de 21 años sea un hombre de bien, el hijo está en el norte y la madre en el Sitio del Niño.

Madre e hijo se aman entrañablemente y aunque nunca han platicando, la Bety sabe que ese hijo contiene todos los sonidos y las palabras del mundo y ese hijo sabe que su madre es la campana más sonora del amor más repiqueteante.

La Bety sigue trabajando, lavando, planchando y haciendo comida pero ahora sabe que periódicamente Luis le envía remesas desde el norte y, de acuerdo a la fecha, ha llegado a adivinar cuando el hijo está llamando al ver el rostro de sus hermanas cuando hablan, por teléfono, con el sobrino, hijo de Bety.

Luis siempre dice, al final de la llamada pásenme a la Bety y la madre sabe muy bien que es su hijo el que la está llamando, no lo escuchará nunca y Luis lo sabe, pero él le habla como si ella lo escuchara; le dice que la quiere, le dice que se cuide, le dice que no se enferme y que no trabaje tanto, la madre siente en su oído el hormigueo encendido de las palabras de su hijo, ella sabe, de algún modo lo sabe, que le está diciendo que la quiere y ella le dice también que lo quiere y que le siga mandando pisto y que sólo se lo mande a ella.

La comunicación es breve pero efectiva, no hay palabras y tampoco miradas, y ella no puede leer el movimiento de los labios; pero se está comunicando con su hijo y, a partir de estas pláticas la Bety está pidiendo a su familia un celular para comunicarse con Luis.

Ante el argumento de que no puede hablar ella les indica que va sentir cuando Luis le esté llamando por la vibración de su teléfono en la cintura y con señas indica el momento de la vibración. La verdad es que Luis, como buen hijo y hombre de bien también ayuda para otras cosas de la familia y por supuesto a su madre, pero la Bety ha descubierto que es necesario controlar esa comunicación y para eso necesita un celular.

Ninguna compañía de las que venden celulares conoce de esta necesidad de la Bety, pero nadie supo como se las arregló para que un día, con mucho viento, polvo y frío, la Bety viajó a San Salvador tal como suele hacerlo cuando lo es necesario, y sin compañía alguna entró al negocio de celulares después de mirar en las vitrinas el aparato que mas le gustaba; le apuntaron los precios en un papel y los empleados medio sorprendidos y medios sonrientes, entraron en una negociación inusual hasta que la Bety decidió cual era el aparato y cual era el precio que mas le convenía.

Nadie supo de su compra, aunque supieron de su viaje a San Salvador y hace quince días cuando Luis, en un barrio de los Ángeles llenos de salvadoreños, cocinaba huevo y frijoles fritos a las diez de la noche, oyó sonar su celular, se alarmó un poco pero sonrío plácidamente cuando supo que la Bety le estaba hablando. En realidad ella lo estaba regañando porque el hijo no la había llamado el día anterior, intercambiaron besos y abrazos por teléfono y una vez mas la comunicación fue rápida pero intensa.

La familia sabe hoy que de todas maneras la Bety tiene su propia comunicación con Luis y Luis sabe que de todas maneras el tiene su propia comunicación con la Bety, y así, un puente de amor de palabras y silencios une dos ríos inagotables.

Roque Dalton comienza a aburrir

Roque Dalton comienza a aburrir
(Cinco tesis sobre la imagen pública del poeta salvadoreño)
Miguel Huezo Mixco

Esto va a sonar como una herejía. Cuando me puse a pensar qué decir en ocasión del lanzamiento del tercer volumen de la Poesía Completa de Roque Dalton por parte de la DPI, debo confesarles que mi primera reacción fue sentir que Dalton ha comenzado a aburrirme un poco. Es probable que ustedes no compartan mi posición, pero al menos van a respetar mi punto de vista. A continuación amplío de manera muy breve mi perspectiva a partir de cinco tesis sobre la imagen pública del poeta en nuestros días.

Primera tesis: Dalton se ha convertido desde hace un buen tiempo en un clásico, y los clásicos están condenados a volverse aburridos. No quiero decir que su obra o su pensamiento se haya agotado y no tengan nada nuevo que aportar al entretenimiento o al conocimiento de eso que llamamos “el alma humana”. Pero los clásicos están recubiertos por una pátina que les otorga un carácter distante. Dalton ha ingresado, por su obra y por su tragedia, en el panteón de los grandes escritores salvadoreños de todos los tiempos, y eso, tenemos que decirlo, comienza a convertirlo en una especie de antigüedad.

Segunda tesis: Dalton goza, sin embargo, de muy buena salud en el estado de ánimo nacional. Dalton consiguió recoger extraordinarias representaciones de “lo salvadoreño”, como en el mil veces citado “Poema de amor”, donde considera a sus compatriotas nosotros como muy trabajadores y creativos, además de ser muy pendencieros (dispuestos a sacar primero el cuchillo). Este tipo de representaciones lo convierten en un autor y una referencia imprescindible de una cierta idea de la “salvadoreñidad”. Su personalidad misma encarnó rasgos muy “salvadoreños”, y muy “masculinos”: irreverente, mujeriego y borracho. Características que nunca consiguieron opacar, sino más bien resaltaron, sus innegables talentos artísticos.

Tercera tesis: Dalton es uno de nuestros principales productos nostálgicos y un verdadero éxito comercial. La nostalgia se ha convertido en las últimas décadas en un producto muy rentable para la economía salvadoreña. El loroco, el achiote, la horchata, ya no digamos las pupusas, las fotos del monumento al Salvador del Mundo y la bandera nacional, han cobrado un nuevo brío debido a que veinte de cada cien salvadoreños viven en el extranjero. Las necesidades de esas casi tres millones de personas de constituirse en una comunidad diferenciada respecto de otras identidades (mexicanos, dominicanos, colombianos, etc.) presentes en los enclaves latinos en Estados Unidos han hecho a los salvadoreños abrazarse a la nostalgia con fuerza inusitada. En el terreno editorial Dalton es nuestro principal producto nostálgico.

Cuarta tesis: El “establishment” le está pasando una alta factura a la rebeldía de Roque Dalton. El poeta decía que su patria, El Salvador, era como una “mamá que paraba los pelos”. Esa madre horrible, agresiva, coscorroneadora, parece haber acogido finalmente a su hijo pródigo. Y lo está apretando contra sus grandes chiches, así como una madre entre abnegada y resignada aprieta a un cipote travieso, ese cipote que Dalton siempre quiso ser. Los que vivimos la prohibición y el peligro que entrañaba tener un libro de Dalton (y, en general, la sola tenencia de casi cualquier libro), no dejamos de sorprendernos cuando lo miramos convertido en uno de los productos más apetecidos en las librerías y uno de los nombres obligados en los programas de estudio de los escolares. Estos hechos prueban que una parte importante de la cultura salvadoreña ha cambiado, y mucho. Esa nueva cultura lo ha acogido, pero su “venganza” consiste en imponerle esa aureola, algo vacua, destinada a los forjadores de identidad, que rápidamente asociamos con la imagen de “viejitos aburridos” y anacrónicos.

Quinta tesis: todo lo dicho parece un resultado inevitable del paso del tiempo. Parece irremediable que Dalton llegue a convertirse en lo más cercano a una estatua. Confieso que yo mismo me siento un poco pero solo un poco responsable de ello, pues entre otras cosas ayudé a darle forma al proyecto de publicación de sus poesías completas, patrocinado por la instancia editorial oficial. Ese proyecto culmina ahora con el lanzamiento del tercer tomo titulado, casi como una dulce ironía… “No pronuncies mi nombre”.

Me siento invadido por un doble sentimiento. Por un lado, tengo un claro sentimiento de alejamiento respetuoso respecto de Dalton. Por otro y quisiera que esto quedara también muy claro un sentimiento de orgullo por haber sido testigo y parte de ese proceso que lo sacó definitivamente de las catacumbas. Dalton seguramente va a comenzar a ser visto cada vez más como un viejo aburrido. Pero el hecho mismo de que ya comience a aburrirnos, de que se vuelva demasiado habitual, excesivamente nombrado y unánimemente respetado, es prueba de que su obra y no sólo su obra, sino también su testimonio personal empujaron un cambio importante en la cultura salvadoreña del último siglo. Por una de esas paradojas de la vida, Dalton nos ha obligado a todos a ser un poco más tolerantes.

La Iglesia y la represión franquista

La Iglesia y la represión franquista
Julián Casanova · · · · ·

30/11/08

La tragedia de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura de Franco se ha convertido en las últimas semanas en el eje de un debate social, político y judicial. Con ese recuerdo, ha revivido de nuevo ante nosotros el pasado más oculto y reprimido. Algunos se enteran ahora con estupor de acontecimientos que los historiadores ya habían documentado. Otros, casi siempre los que menos saben o a los que más incomodidad les produce esos relatos, dicen estar cansados de tanta historia y memoria de guerra y dictadura. Es un pasado que vuelve con diferentes significados, lo actualizan los herederos de las víctimas y de sus verdugos. Y como opinar es libre y la ignorancia no ocupa lugar, muchos han acudido a las deformaciones para hacer frente a la barbarie que se despliega ante sus ojos.

En realidad, por mucho que se quiera culpabilizar a la República o repartir crueldades de la Guerra Civil, el conflicto entre las diferentes memorias, representaciones y olvidos no viene de ahí, de los violentos años treinta, un mito explicativo que puede desmontarse, sino de la trivialización que se hace de la dictadura de Franco, uno de los regímenes más criminales y a la vez más bendecidos que ha conocido la historia del siglo XX.

Lo que hizo la Iglesia católica en ese pasado y lo que dice sobre él en el presente refleja perfectamente esa tensión entre la historia y el falseamiento de los hechos. “La sangre de los mártires es el mejor antídoto contra la anemia de la fe”, declaró hace apenas un mes Juan Antonio Martínez Camino, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, en el fragor del debate sobre las diligencias abiertas por el juez Garzón acerca de la represión franquista. “A veces es necesario saber olvidar”, afirma ahora Antonio María Rouco. Es decir, a la Iglesia católica le gusta recordar lo mucho que perdió y sufrió durante la República y la Guerra Civil, pero si se trata de informar e investigar sobre los otros muertos, sobre la otra violencia, aquella que el clero no dudó en bendecir y legitimar, entonces se están abriendo “viejas heridas” y ya se sabe quiénes son los responsables.

Franco y la Iglesia ganaron juntos la guerra y juntos gestionaron la paz, una paz a su gusto, con las fuerzas represivas del Estado dando fuerte a los cautivos y desarmados rojos, mientras los obispos y clérigos supervisaban los valores morales y educaban a las masas en los principios del dogma católico. Hubo en esos largos años tragedia y comedia. La tragedia de decenas de miles de españoles fusilados, presos, humillados. Y la comedia del clero paseando a Franco bajo palio y dejando para la posteridad un rosario interminable de loas y adhesiones incondicionales a su dictadura.

Lo que hemos documentado varios historiadores en los últimos años va más allá del análisis del intercambio de favores y beneficios entre la Iglesia y la dictadura de Franco y prueba la implicación de la Iglesia católica jerarquía, clero y católicos de a pie en la violencia de los vencedores sobre los vencidos. Ahí estuvieron siempre en primera línea, en los años más duros y sangrientos, hasta que las cosas comenzaron a cambiar en la década de los sesenta, para proporcionar el cuerpo doctrinal y legitimador a la masacre, para ayudar a la gente a llevar mejor las penas, para controlar la educación, para perpetuar la miseria de todos esos pobres rojos y ateos que se habían atrevido a desafiar el orden social y abandonar la religión.

La maquinaria legal represiva franquista, activada con la Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939 y la Causa General de abril de 1940, convirtió a los curas en investigadores del pasado ideológico y político de los ciudadanos, en colaboradores del aparato judicial. Con sus informes, aprobaron el exterminio legal organizado por los vencedores en la posguerra y se involucraron hasta la médula en la red de sentimientos de venganza, envidias, odios y enemistades que envolvían la vida cotidiana de la sociedad española.

La Iglesia no quiso saber nada de las palizas, tortura y muerte en las cárceles franquistas. Los capellanes de prisiones, un cuerpo que había sido disuelto por la República y reestablecido por Franco, impusieron la moral católica, obediencia y sumisión a los condenados a muerte o a largos años de reclusión. Fueron poderosos dentro y fuera de las cárceles. El poder que les daba la ley, la sotana y la capacidad de decidir, con criterios religiosos, quiénes debían purgar sus pecados y vivir de rodillas.

Todas esas historias, las de los asesinados y desaparecidos, las de las mujeres presas, las de sus niños arrebatados antes de ser fusiladas, robados o ingresados bajo tutela en centros de asistencia y escuelas religiosas, reaparecen ahora con los autos del juez Garzón, después de haber sido descubiertas e investigadas desde hace años por historiadores y periodistas. Quienes las sufrieron merecen una reparación y la sociedad democrática española debe enfrentarse a ese pasado, como han hecho en otros países. La Iglesia podría ponerse al frente de esa exigencia de reparación y de justicia retributiva. Si no, las voces del pasado siempre le recordarán su papel de verdugo. Aunque ella sólo quiera recordar a sus mártires.

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

El País, 26 noviembre 2006

Liliam Jiménez (1922-2007): Presencia Feminista Y Album de Viajes

SAN SALVADOR, 23 de noviembre de 2008 (SIEP) “En junio del año pasado falleció en México a los 85 años, una de nuestras principales poetisas y luchadora revolucionaria, Liliam Jiménez, y en homenaje a su vida y su obra publicamos esta extensa colección de fotografías” informó el Lic. Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

“La colección inicia con fotografías de actividades de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas en 1957, 1960 y continúa con un encuentro en Ciudad de México en 1961, sigue con un viaje a Austria, Unión Soviética y República Popular China en 1958, para cumplir compromisos de la Federación Internacional de Mujeres Democráticas y concluye con fotografías de un encuentro de mujeres realizados en la Ciudad de México en 1983”

“En estas siete fotografías de 1957 ha quedado reflejada una actividad artístico cultural en celebración del Día Internacional de la Mujer, por parte de Fraternidad, que estuvo dirigida por Rosita Castellanos.” preciso el Lic. Pineda.

ACJ de El Salvador presente en Foro Juventud y Prevención

SAN SALVADOR, 25 de noviembre de 2008 (SIEP) “Como jóvenes tenemos la responsabilidad de protegernos, si es que no podemos decir no a una relación sexual, para evitar ser víctimas del VIH-SIDA y esto podremos lograrlo mediante el uso correcto del condón” expresó Victoria Pineda, de 17 años, voluntaria de la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ) de El Salvador, quien estuvo dando consejería sobre prevención y el uso correcto del condón, a jóvenes que se acercaron al stand de la Asociación. También habló sobre los embarazos en adolescentes.

Este día decenas de organizaciones que trabajan en la prevención del VIH-SIDA realizaron en la Feria Internacional el Foro Nacional “Juventud y Prevención” en el que expusieron los diversos programas que realizan.

La ACJ de El Salvador, fundada en 1990, se dedica a promover entre los jóvenes estilos de vida seguros por medio de promover la solidaridad, la salud asexual y reproductiva, así como la lucha por la paz y la justicia social.

Agregó la joven Pineda que “ únicamente si las y los jóvenes tomamos conciencia de esta amenaza y de manera organizada tomamos medidas en cambiar nuestros estilos de vida, vamos a salir victoriosos.”

Concluyó que “tengo confianza que vamos a lograrlo porque las y los jóvenes tenemos el desafío de transformar nuestra sociedad y el cambio viene y ese cambio significa también ser responsables en nuestras relaciones con nuestra pareja.”

Las metamorfosis del FMLN

Por Juan José Dalton

SAN SALVADOR – El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) está en un proceso de transformación política-ideológica, pero también se le avecina una transición, si es que gana las elecciones presidenciales en marzo del año próximo: de oposición histórica a partido gobernante.

Interesadamente los adversarios del FMLN tratan de establecer que no se han registrado cambios que visualicen la transformación, pero al ir a la profundidad, si existen elementos que pueden denotar el cambio.

Veamos: Antes de que el FMLN decidiera que Mauricio Funes fuera su candidato, en su seno existía un debate acerca de quién sería su figura presidenciable: entre los mencionados con más peso estaban: Salvador Sánchez Cerén, Medardo González y Salvador Arias.

Finalmente se decidieron por Funes, una persona que ha logrado un gran arrastre popular, pero aunque de izquierda, nunca militó en el partido durante ni después de la guerra civil. Nadie, ningún líder del FMLN, ni Joaquín Villalobos ni Facundo Guardado ni Schafik Handal, logró reunir tantas y tan diversas simpatías como Mauricio Funes, quien ha estado encabezando todas las encuestas, algunas con más y otras con menos credibilidad.

Si observamos al FMLN actual: Funes es el “líder”, a quien se le subordinan Sánchez Cerén y Medardo González; mientras Salvador Arias, supuestamente representante de las posiciones más “duras”, salió del juego.

Este mero hecho que ciertamente se da en el marco de una contienda electoral, es un síntoma de transformación en el seno del FMLN. Las simpatías hacia Funes se habrán de convertir en caudal político que él controlará como “líder real” y no como “líder nominal”, no sólo del FMLN, sino del movimiento creado a su alrededor, que por cierto, va más allá de “Los Amigos de Mauricio Funes”, un conglomerado de empresarios, religiosos, profesionales y ex militares, entre otros.

Esto último será otro elemento de la transformación del FMLN, por la sencilla razón de que el “líder”, que no ha sido un elemento tradicional podría demostrar –si triunfa, con mayor dimensión- que la razón, su ideología y su estrategia fueron las certeras y las que se impondrán. Ese proceso no estará ajeno a traumas entre los sectores que se queden como tradicionalistas y los que acompañen al nuevo liderazgo.

El otro elemento que sufre transformación es el ideológico. El FMLN ha estado escondiendo las palabras “revolucionarios” y “socialista”, el concepto de “marxismo-leninismo” o “comunismo”, pero en realidad la tendencia ideológica que ahora está abrazando es la de la “socialdemocracia”, en la práctica, porque su plataforma de gobierno no plantea bajo ninguna circunstancia algo que no sea el respeto al sistema vigente; lo que se propone es un cambio de modelo.

En una reciente charla con los corresponsales de medios extranjeros el candidato Funes rebatía la campaña en la cual medios derechistas aseguran que en El Salvador quien mandará será Chávez si gana el FMLN. “Me he entrevistado y he visitado a José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno de España; con Lula en tres oportunidades; con Torrijos, de Panamá; y recientemente con Cristina Kirchner, de Argentina y Michelle Bachelet, presidenta de Chile… No he visitado a Hugo Chávez. En mi gobierno quiero que se pierda la desconfianza que se han tenido empresarios e izquierda, como ha sucedido en los países que he visitado”, aseveró Funes.

Por otra parte, en esa misma charla Funes consideró que entre el FMLN, en el gobierno, y el Partido Demócrata (PD), habrá mayor afinidad en políticas de interés mutuo, como por ejemplo, en temas de migración y combate a la pobreza.

Hemos estado observando continuamente viajes de Mauricio Funes, y de los principales jefes del FMLN a países gobernados por la socialdemocracia, y no así a países considerados “comunistas”, como Cuba, Corea del Norte y China. Los líderes que viajan a Venezuela están relacionados con los negocios del petróleo.

¿Pero quién no quiere petróleo? Recientemente hemos sabido del deseo de Costa Rica de incorporarse a “PetroCaribe”, una iniciativa de Venezuela. Y por si fuera poco, “sólo en 2008, las exportaciones de petroleras de Petróleos de Venezuela (PDVSA) hacia Estados Unidos han generado un ingreso de 42.517 millones de dólares para Venezuela”, según cifras oficiales.

Nueva política internacional

En este giro en el que el FMLN está inmerso, pretende también establecer, de llegar al gobierno, una nueva política internacional que, según Sigfrido Reyes, estará enfocada en los grandes objetivos de paz y desarrollo, a través de la cooperación y el respeto del derecho internacional. “Queremos contribuir en el fortalecimiento de los organismos internacionales bajo el principio de que las naciones son soberanas”, agregó a quien se le menciona como uno de los rectores de esa nueva política.

Reyes, tildado por los medios salvadoreños como uno de los “duros” dentro del FMLN y un acérrimo crítico del gobierno, es quien estuvo presente en la Convención Nacional del Partido Demócrata (PD) cuando Barack Obama fue proclamado oficialmente como candidato presidencial de esa agrupación política.

Recientemente Reyes participó en una trascendental reunión de la socialdemocracia en México, donde se analizó la actual crisis mundial. “Nuestras relaciones con la socialdemocracia no son nuevas, recordemos todo el papel que esta corriente jugó en el proceso por lograr la paz en El Salvador”, dijo.

“En la nueva etapa que estamos viviendo los vínculos con la socialdemocracia adquieren una naturaleza distinta; sin duda que es un movimiento con gran peso en la escena global, que gobierna decenas y decenas de países: España, Inglaterra, Holanda, cogobierno en Alemania y Chile, en Perú, en Nicaragua… En fin, un movimiento de amplia influencia en los asuntos globales”, explicó Reyes.

“La socialdemocracia internacional reconoce en el FMLN como su principal interlocutor en El Salvador para el impulso de una política progresista, basada en principios democráticos y en la búsqueda de la equidad y la justicia social; de un nuevo orden económico mundial, basado en el equilibrio de las naciones”, agregó.

Sigfrido Reyes explicó además que la afiliación del FMLN plenamente a la socialdemocracia será una decisión que tendrá que discutirse a nivel de los organismos de máxima dirección. “Lo que sí puedo subrayar es que hay una gran coincidencia de principios, valores y objetivos. Hay que reconocer también que dentro de la socialdemocracia internacional no todos los partidos son iguales; no podemos hablar de un estereotipo. Afiliaciones o inscripciones tiene su fase de discusión y maduración, lo que nos complace es que ese movimiento político global ve con mucha simpatía los esfuerzos que hace el FMLN por democratizar a El Salvador”, finalizó el también diputado del FMLN.

Roque Dalton y la Guatemala feliz

Roque Dalton y la Guatemala feliz –

Por Lorenzo Sanchis

Las relaciones con Guatemala, los nexos que el poeta salvadoreño Roque Dalton tenía con el país de la “eterna primavera”, son una de las facetas menos indagadas en torno al escritor centroamericano que bregó por ámbitos ahora evocados que van desde Cuba, Checoslovaquia o Vietnam, por decir algo entre sus diferentes destinos y vivencias.

En Vietnam, por ejemplo, lo ubicaba su leyenda en una carta enviada al guatemalteco Arqueles Morales en 1973 (como también lo hizo en otra misiva al argentino Julio Cortázar…). El hoy Poeta meritísimo, con busto en la Universidad de El Salvador1, fue perseguido, condenado a muerte por la dictadura oligárquica y forzado a exiliarse varias veces. De tal manera que Roque, al igual que Nazim Hikmet, a quien conoció en la ahora desaparecida Unión Soviética, se puede definir como poeta del exilio. Hablar de Roque y Guatemala, en perspectiva, no es un simple ejercicio estilístico o intelectual. Roque tuvo a Guatemala en el corazón y en la mira en etapas importantes de su vida: en los años de 1950, desde la eclosión literaria y su filiación comunista, en la década de 1960 cuando maduraban las dudas del exilio, y luego al principio de la década de 1970, cuando se perfila la oportunidad de regresar a Centroamérica por medio de un proyecto político-militar alternativo. Guatemala, con otros jóvenes emparentados a su generación, lo atraen a acercarse a su literatura y a la revolución; Este acercamiento tiene también un nombre propio: Otto René Castillo, su alter ego. «Yo llegue a la revolución por la vía de la poesía», escribió en la dedicatoria de Taberna y otros lugares a “Jorge”, otro guatemalteco, con quien recibia entrenamiento militar en Cuba, en 1968.

Otto René, lanzas y letras

Ya se ha escrito al respecto de que Roque se refirió al papel de Otto René Castillo en el Círculo Literario Universitario (CLU), cuna de toda una generación creadora y crítica. Otto René Castillo sirvió de puente físico con los ideales de la revolución guatemalteca, logrando así abrir perspectivas literarias y conceptuales a la juventud del CLU. Al morir el dictador Castillo Armas, en 1957, Otto René volvió a Guatemala para seguir tanto en su compromiso militante, como cultural, colaborando con la revista Lanzas y letras, publicada entre 1958 y 1962 por la asociación estudiantil “El derecho”.

“Lanzas y letras, muy pronto, sobrepasó los límites que sus fundadores se habían planteado. Revista concebida originalmente como órgano cultural estudiantil, sus páginas fueron de inmediato invadidas por todas las voces del presente nacional y mundial, pasando a ser una fuente viva de inquietudes, sugerencias, preguntas, esbozos de respuestas. En Lanzas y letras aparecen los primeros balbuceos de auto-reconocimiento de la cultura guatemalteca revolucionaria después de los años de absoluto oscurantismo mercenario. La labor de esta publicación fue importantísima en esta etapa y trascendió hasta los países vecinos de América Central”.[2]

En Guatemala, Otto René Castillo mantuvo relaciones con el CLU y divulgó la vitalidad de la generación comprometida. Así fue que en mayo de 1959, miembros de Lanzas y letras fueron invitados a participar a un encuentro cultural en San Salvador. Ricardo Rosales Román, quien formaba parte de la delegación, se presentó en el lugar de la cita “en la calle 5 de Noviembre, enclavada en una fresca enramada y hogar en que Dalton vive con sus hijos y su esposa, rodeado de gran cantidad de libros”. De Roque, Rosales entonces solo sabía que era el entrañable amigo de Otto René con quien había recibido, por su poema compartido el premio Francisco Gavidia de 1956. “Cuando el poeta llegó (…) creímos conocerle ya de tiempo atrás. Habló de mi Patria con sin par alegría y de la admiración que le tiene a nuestro pueblo. Ese muchacho alto y blanco, con cara de niño mimado –-de niño bien se diría más clasístamente— que teníamos enfrente, ya lo sabíamos amigo de Guatemala y de su Revolución, pero no tan dueño de una pujante voz poética que con paso firme viniérase abriendo campo entre su propia generación”. [3]

La asociación estudiantil “El derecho” invitó a su vez a Roberto Armijo y a Roque Dalton a participar a una semana cultural en marzo de 1960. Al llegar al aeropuerto de la capital guatemalteca, los dos jóvenes poetas fueron arrestados por la policía. Armijo fue liberado, pero Dalton fue expulsado: la Secretaría de Comunicación de la Presidencia publicó un comunicado donde indicaba que “la presencia en Guatemala del señor don Roque Dalton García, se consideraba inadecuada debido a sus antecedentes políticos”.[4] El festival cultural fue anulado y varios actos de protesta fueron organizados, mientras en Nicaragua el presidente guatemalteco, Ydígoras Fuentes, inauguraba el 24 de marzo el Segundo Congreso Centroamericano Anticomunista. En mayo de 1960, Rafael Alberti escribía en Lanzas y letras: “La revolución cubana ha trascendido tanto que es imposible una agresión armada como la que se produjo en Guatemala. Contra Guatemala levantaron la bandera – mejor dicho, el pretexto— del anticomunismo (…) Las fuerzas que se oponen al avance de los pueblos tendrán que inventar otro, porque en nombre del anticomunismo se protege a Franco, a Trujillo, a todos los dictadores”.[5]

Guatemala Feliz

En enero de 1960, Miguel Ángel Asturias regresa a Guatemala tras cinco años de exilio. Concedió una de sus primeras entrevistas a la periodista Alaide Foppa, donde aborda la literatura latinoamericana. Evocaba también la nueva generación centroamericana y su deseo de interpretar la realidad de su país. Distingue ahí a tres excelentes jóvenes poetas: Arqueles Morales en Guatemala, Roque Dalton en El Salvador y Pompeyo Ramírez en Honduras.

En varias ocasiones será Roque Dalton quien hablará de Asturias y a veces lo interpelara. En febrero de 1965, El imparcial publica una entrevista de Roque Dalton, donde aborda las características de su generación literaria ligada a la realidad social de su país.[6] También contesta al periodista que le pregunta su opinión sobre la nominación de Asturias al Premio Nóbel. Dalton expresó su profundo desacuerdo con la eventualidad, arguyendo que un escritor de tal calidad no necesita tal recompensa, y tendría que demostrar el coraje de un Sartre, quien por razones políticas lo rechazó en 1964.

A pesar de todo, en 1966, Roque Dalton y Miguel Ángel Asturias aparecen juntos en una fotografía tomada en el barco Undine, de Alemania Democrática. Asturias aparece en el centro de la foto, mientras Dalton, con una boina puesta, lo escucha con aparente calma. Tal vez Asturias llegó a Europa en este año de 1966 para recibir el Premio Lenin por la Paz en Moscú. Tal premiación no suscitó los mismos comentarios reprobantes de su parte: En el contexto de la lucha, los intelectuales del continente reunidos en Cuba (Depestres, Benedetti, Fernández Retamar, etc) expresaron la necesidad de definirse políticamente, rechazando la supuesta neutralidad de la creación artística7.

En los meses que siguieron, una polémica mucho más violenta estalló cuando Asturias aceptó el puesto de embajador de la dictadura guatemalteca en París. Arqueles Morales y Roque Dalton reaccionaron violentamente contra este compromiso. Otto René Castillo estaba entonces a punto de unirse a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en la sierra de las Minas. La decisión del Nóbel guatemalteco había sido discutida por el mismo Asturias con los cuadros del Partido Guatemalteco de Trabajo (PGT), quienes le aconsejaron aceptar el cargo para poder dar apoyo logístico al movimiento desde el exterior: Asturias se calló ante la desaprobación de los que respetaban su obra y creían en él.

Dalton gratificó a Asturias en un poema irónico:

“Guatemala feliz

Cada país tiene

el premio Nóbel que merece.”

Después de este episodio, parece que los dos autores no tuvieron la oportunidad o la voluntad de reencontrarse. La página fue definitivamente volteada.

Homenaje a la mala memoria

En 1964, el V Congreso del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) evocó la vía armada como lejana perspectiva, pero definió como tarea prioritaria reiniciar el trabajo de organización y de tareas políticas. Esta declaración significaba el abandono de los intentos de resistencia armada, en precedentes como los GAR o el FUAR. Tal como ocurría en el PGT guatemalteco, los cuadros herederos de la tradición soviética habían sostenido estos intentos armados con poco entusiasmo. En definitiva, prevalecía la opinón de que la participación del PC en la insurrección campesina e indígena de 1932, tanto como la figura de Farabundo Martí, llevaban los estigmas de “la enfermedad infantil del comunismo”. Respecto a la figura de Martí, Roque la había pacientemente redescubierto con el testimonio de Miguel Mármol en mayo de 1966, en Praga, ligando así la historia del PCS a la tradición insurreccional, con lo que además ponía a la luz la figura olvidada de Farabundo Martí.

En Checoslovaquia, Roque colabora en el Comité editorial de la Revista Internacional junto a un guatemalteco delegado del PGT, Fortuny, a quien había conocido en Cuba por intermedio de Manuel Galich, ex-ministro de educación del gobierno de Jacobo Arbenz. En sus memorias, Fortuny relata que Roque se interesaba mucho por la línea política del PGT, que había decidido utilizar todos los medios para enfrentar al gobierno… Y entonces aceptó la vía armada reclamada por los jóvenes del partido, creando una confrontación casi generacional en el partido.[8] En Europa, Dalton vuelve a encontrarse con dos militantes del PGT, sus amigos Otto René Castillo y Arqueles Morales, que estudian entonces en Alemania.

Entonces, las FAR de Guatemala vivían una profunda crisis. Luis Antonio Turcios Lima intentó reactivar la lucha contra la línea de tregua impuesta por el PGT. La muerte del líder guerrillero, en octubre de 1966, empeoró la situación y el aislamiento de las FAR. En este contexto político frágil, Otto René estaba a punto de ingresar al frente guerrillero en la sierra de las Minas, dirigido por César Montes. Fortuny escribe: “El hecho es que Roque cada día hacía la pregunta de ´¿Qué hacer en El Salvador?´ Cada vez más disgustado con su partido, que entonces, evidentemente, excluía la vía armada de su estrategia política y cada día más animado por lo que se suponía eran éxitos de las guerrillas latinoamericanas”.[9]

Aquí estuvieron dos chapines vergonazos revolucionarios…

A principios de 1967, la conferencia de la OLAS en Cuba, imprime una visión optimista del desarrollo de la lucha guerrillera en el continente. Roque sigue en contacto con militantes y representantes de varias organizaciones de liberación del continente, entre ellos varios guatemaltecos como César Montes (ex comandante de las FAR y luego de la RN salvadoreña y el Ministerio del Interior nicaragüense) Rolando Morán y otros jóvenes como Gustavo Porras10. Las dificultades políticas generadas por la contradicción con el PGT llevan a los guatemaltecos reunidos en la isla a formular un nuevo proyecto revolucionario. Pensaban necesario constituir una nueva organización; su denominación provisional fue Nueva Organización Revolucionaria de Combate (NORC).

Los testigos como César Montes o Gustavo Porras asocian a Roque Dalton al proyecto, no tanto como instigador, sino como presencia permanente a lo largo del desarrollo de la reflexión11. Otros centroamericanos son citados cuando se perfila este proyecto, como por ejemplo el nicaragüense Henry Ruiz. Los sandinistas, entonces refugiados en Cuba con Carlos Fonseca, analizan el fracaso de la guerrilla en Pancasán, en agosto de 1967, y tratan de recomponer el proyecto revolucionario tras la dura represión contra el FSLN. Parece ser que la compartimentación habitual entre las organizaciones revolucionarias centroamericanas fue echada de lado en esta etapa de reorganización. En esta fase, entre 1967 y 1968, Roque se integró a la preparación militar intensa del grupo, lo que lleva a pensar a algunos que Dalton se preparaba para ingresar al territorio guatemalteco con parte del grupo guerrillero cuando se estimara viables las bases del proyecto. En esta etapa de preparación, otros optan por subrayar la opinión de Roque, según la cual consideraba la propuesta del nicaragüense FSLN como “más sólida”. La conclusión en esta fase es que, probablemente, Roque visualizaba su futuro en el seno de una organización revolucionaria que optaría por la vía armada contra los partidos revolucionarios ortodoxos. En 1968, tal proyecto no se articulaba en El Salvador y Roque pensaría en optar por otro territorio centroamericano.

En este año de 1968, el panorama político del continente evolucionó de manera radical: un año después de la conferencia de la OLAS, el optimismo contagioso de los partidarios de la vía armada estaba fuertemente cuestionado. No se sabe si 1967 constituye una pausa o una inflexión definitiva del proyecto armado. En Guatemala, las FAR se pierden en los conflictos internos; Otto René Castillo, alter ego de Roque, es asesinado por los militares en marzo. Dalton escribirá la presentación de su Antología Poética publicada en Cuba y le dedicara Pobrecito poeta que era yo. En el poema Un Otto René Castillo del siglo pasado seguirá evocando a su hermano a través de la figura de Mateo Antonio Marure, independentista guatemalteco. En agosto, el FSLN sufre la desarticulación de la guerrilla de Pancasán y los pocos militantes de la organización enfrentan una dura represión. En fin, en octubre, el Che muere en Bolivia. Los comunistas ortodoxos van contando los puntos… ¿Cómo pretender todavía que la lucha armada permitirá conseguir la liberación del continente?, cuestionan.

Gustavo Porras recuerda las discusiones que sostenía con Roque Dalton en esta fase de intensos preparativos. Roque dudaba de las tesis foquistas y en eso estaba de acuerdo con el análisis de los guatemaltecos sobre estrategia de Guerra Prolongada. Frente a la ausencia de alternativas propuestas en El Salvador, Roque se alejaba momentáneamente del Pulgarcito, sin perder de vista que los ejemplos guatemaltecos o nicaragüenses más temprano que tarde demostrarían su viabilidad para los revolucionarios salvadoreños.

A mediados de 1968, Roque Dalton envió al Partido Comunista salvadoreño su renuncia oficial al partido por el cual había dado tanto. La decisión reflejaba el distanciamiento en el análisis y las alternativas propuestas para desarrollar el proyecto revolucionario en El Salvador. Por ahora, Roque piensa en su regreso a Centroamérica, tildado de “guevarista” o “pro-chino”, según los calificativos ortodoxos. Faltarían todavía cinco años en espera de un proyecto para entrever su regreso a Centroamérica. En la navidad de 1973, pasó la frontera y entró clandestino a El Salvador. Quiero imaginarme su ilusión y su media sonrisa pensando en el retorno hacia su amor de siempre, junto a “los guanacos hijos de la gran puta, los que apenitas pudieron regresar, los que tuvieron un poco mas de suerte…”

Lorenzo Sanchis, colaborador de “Raíces”, escribe desde Paris.

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[1] «Yo quisiera saber qué pudiera hacer uno para garantizar que a nadie se le ocurrirá construirnos una estatua conmemorativa una vez muerto», en Pobrecito Poeta… p.269.

[2] Testimonio de Roque Dalton, en Roberta Díaz Castillo, Las redes de la memoria, FLACSO, ed. Servipresa C.A. Guatemala, 1998, 366 p. p. 103-104.

[3] Ricardo Rosales Román, El itinerario de Roque Dalton, Lanzas y letras, num.24, Guatemala, abril de 1960.

[4] Ricardo Rosales Román, idem.

[5] Rafael Alberti, Lanzas y letras, num.25, Guatemala, mayo 1960.

[6] El imparcial, Guatemala, 20 de febrero de 1965: entrevista con el poeta Roque Dalton, los nuevos valores literarios de El Salvador.

[7] Lisandro Otero, Llover sobre mojado, editorial Planeta, México, 1998.

[8] Miguel Ángel Sandoval, Los años de la resistencia, editorial Óscar de León Palacios, Ciudad de Guatemala, 1998. p 66-67.

[9] Testimonio de Fortuny p. 309.

[10] Gustavo Porras, es el «Jorge» de la dedicatoria de Pobrecito poeta…

[11] Julio Cesar Macías: Mi camino, la guerrilla, editorial Planeta, México, 1999, y entrevista de Gustavo Porras en Ciudad de Guatemala, noviembre de 2002.

Una noche de perros en Chalchuapa

Una noche de perros en Chalchuapa

Dagoberto Gutiérrez

Todos sabían que esa noche se moría porque Don Juan Abraham Nicanor y Ortega, conocido y odiado cafetalero, había dicho que ese día martes se acabaría todo. Su única hija y heredera universal estaba atenta a los últimos suspiros y respiros de su padre moribundo y, en el momento extremo, Don Nicanor apretó la mano derecha de su hija, cerrando los ojos y elevando un poco la voz le dijo con acento saludable — cuidá bien a los perros que yo voy a reencarnar en uno de ellos—. Dicho esto el cafetalero murió y su hija María heredó las extensas fincas de café en Las Cruces, en las faldas del volcán de Santa Ana, en Las Flores y en El Cuje, todos caseríos en los alrededores de Chalchuapa.

El cafetalero se refirió a sus trabajadores con el nombre de perros, pero su hija, quien entendió literalmente la palabra, se dedicó a cumplir al pie de la letra la indicación de su padre y así, en una casona de corredores extensos y patios llenos de árboles de aguacate, de achiote, de pitos, mangos y matas de huerta, la cruel cafetalera María Ortega se dedicó a recoger a todo perro callejero que encontraba, para llevarlos a vivir a su mansión y proporcionarles una existencia principesca.

En las fincas de Doña María se pagaban salarios de hambre y en las temporadas de corta se engañaba en la pesa al cortador, los colones nunca tomaban café viviendo en medio de los cafetales, y niños y niñas nacían y morían en el mar verde del bosque cafetero, mientras la dueña, de pequeña estatura y de caderas anchas, de manos regordetas y pequeñas, de rostro redondo y de ojos cafés como su padre; se dedicaba, en la ciudad, a atender a trescientos perros que vivían con ella en su mansión del Barrio Las Ánimas.

Diez personas trabajaban al servicio de los perros y todos los días a las cinco de la mañana a las 12 del día y a las seis de la tarde, recogían los desechos perrunos, lavaban diez inmensos depósitos de color blanco como inmensas bacinillas, donde alimentaban a la inmensa familia de perros.

Para los más viejos que ya habían perdido los dientes, la comida era una especie de pastas y de carnes blandas; para el resto era carne de cerdo, de res y de ave y para las perras preñadas, la dieta comprendía leche tres veces al día, una sección de la casa se destinaba para los perros recién nacidos y la cafetalera celebraban los días sábados en la tarde en que diez nuevos perros se incorporaban a la familia, como ella llamaba a su población perruna, los días martes y jueves tres veterinarios examinaban a sus perros y el día sábado un dentista de Santa Ana revisaba la dentadura o hacia trabajos de reparación de dientes y hasta placas para los perros.

La mayoría eran aguacateros que nunca entendieron que habían hecho para merecer estar en ese paraíso; pero la cafetalera entabló una relación especial con un perro especial, de color negro encendido, de mirada de fuego y de raza desconocida, el más grande de todos los perros seguía a María a todas partes, este tenía atención muy especial y por encima del resto, comía con ella y dormía con ella en la misma cama y cuando estaban en el dormitorio la cafetalera lo llamaba “Papá”, la mujer estaba convencida de que ese perro era la reencarnación de su padre y por eso, hasta consultaba con él decisiones económicas y aunque nunca obtuvo respuestas, la mujer interpretaba, a su favor, los gestos del animal.

La María Ortega, la reina de los perros y la cafetalera cruel, enfermó de moquillo y después de una agonía cruel y prolongada, murió una tarde de un sábado borrascoso del mes de octubre de los años 60; esa noche, los perros aullaron lastimera y largamente, una bandada de zopilotes nocturnos cubrió los tejados de la mansión como pañuelos negros caídos del cielo, miles de sapos salieron de la laguna cercana para croar alrededor de la casa de la muerta mientras el gigantesco perro negro permanecía estático y fiero echado al pie del ataúd de la terrateniente.

Católica devota, había donado terrenos a la iglesia y donó la casa de perros a la parroquia. Luego de tres misas de cuerpo presente, con coros cantantes y cortinas blancas, los religiosos aseguraron a la María un viaje seguro al cielo.

Al posesionarse de la mansión, a las seis de la tarde del día del entierro, los curas lanzaron a 300 perros a la calle y así, esa noche, Chalchuapa fue ocupada por bandadas de perros bien alimentados que se convirtieron desde ese día en callejeros. Controlaron la basura del mercado hasta hoy y los vecinos aseguran que todos los años y en el día de la muerte de la María, un perro negro aparece echado en el zaguán de la casa donde vivió hace 50 años. Hoy es Clínica Veterinaria.