Los años 70 fueron años de lucha y resistencia del pueblo salvadoreño…
Entrevista con Domingo Santacruz (3)
Domingo Santacruz en Convención del FMLN.
SAN SALVADOR, 12 de julio de 2008 (SIEP) Más de cincuenta años de entrega a la causa revolucionaria, primero en el movimiento sindical, después en las filas del Movimiento Revolucionario 2 de Abril, luego en el Partido Comunista de El Salvador y finalmente en el FMLN, hacen de Domingo Santacruz un referente primordial de la historia de nuestro pueblo. Publicamos la tercera parte de una entrevista no concluida.
En enero de 1970 regreso a El Salvador luego de tres años de estudio en la Unión Soviética. ¿Cuál es el país que encuentro? Es un país sumido en una profunda crisis, en lo social, lo económico y lo político. Los problemas que eran de carácter estructural, histórico, lejos de resolverse se habían profundizado. Aunque la derecha tuvo la posibilidad de realizar algunos cambios, la crisis se profundizo. La tierra se encontraba en poder de pocas manos, controlaban las mejores tierras cultivables, de buena calidad, un total de 811,919 manzanas. Había un 53 por ciento de tierras ociosas.
Esto creaba una situación con altos niveles de desempleo, la capacidad adquisitiva de la población era reducida, el costo de la vida iba en ascenso. Y esta situación se vio agravada por el conflicto con Honduras, que recién concluía. Lo que se llamó la guerra del futbol, que recién finalizaba. Esta guerra fue la culminación de fuertes contradicciones de grupos de poder centroamericanos que rechazaban el peso de la oligarquía salvadoreña. Debido a esta guerra regresaron de Honduras 200,000 salvadoreños. La situación estaba a punto de estallar.
En esa época como partido estábamos ya trabajando en la construcción de una amplia alianza con sectores democráticos que luego se plasmó en la Unión Nacional Opositora, la UNO. Con esta unidad íbamos a enfrentar a una derecha que estaba dividida en el PCN; el FUDI y el PPS. La derecha se encontraba con una situación en la que su modelo de sustitución de importaciones se encontraba ya agotado, aunque el país económicamente estaba en una situación todavía controlable. Los años 70 fueron años de lucha y resistencia del pueblo salvadoreño.
El Partido no mostraba cohesión ideológica ni organizativa. Había grietas. Carpio en su carácter de secretario general, distribuyó, hizo circular a las bases del partido un Informe al comité central sobre el conflicto con Honduras, y este se encontraba paralizado discutiendo este documento, mientras Carpio andaba formando agrupamientos para enfrentar a la dirección del partido, encabezada por Schafik (Handal) y Raúl (Castellanos Figueroa).
Los desacuerdos entre Carpio y la dirección del Partido, un debate que duro diez años…
El origen de estos desacuerdos entre Carpio y los otros miembros de la dirección del partido los ubico diez años atrás, luego del golpe de estado de derecha del 25 de enero de 1961. Era una época de efervescencia provocada por la Revolución Cubana y los éxitos del Frente Nacional de Orientación Cívica, FNOC, que había derrocado a Lemus. Había un flujo revolucionario, mucho entusiasmo. Incluso dentro de las filas de la recién creada Democracia Cristiana. Y en su ala izquierda, había influencia de la Revolución Cubana. Claro, ellos hablaban de la “revolución de los pobres, sin violencia.” Hasta Memo Ungo andaba en esta oleada.
Este auge se reflejaba, de alguna manera en el FNOC, que estaba conducido por Raúl (Castellanos Figueroa). En su dirección estaban también gente cercana al partido como Mario Salazar Valiente, Gabriel Gallegos, Pedro Mancía Cerritos, Mario Moreira entre otros. Para ese tiempo Carpio estaba estudiando en la escuela de Cuadros en la Unión Soviética. Schafik había regresado de Chile en el 56. Raúl era el dirigente más experimentado del PCS.
El FNOC aglutinaba al Partido Revolucionario Abril y Mayo (PRAM), Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas, la Asociación Juvenil 5 de Noviembre y la Tazumal, AGEUS, el Partido Revolucionario Democrático (dirigido por José María Méndez padre) y la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños (CGTS). Era un movimiento político de masas que logró derrocar a un dictador pero no logró tomar el poder, no se tradujo en poder. El FNOC luego del derrocamiento de Lemus en octubre del 60 se dispersó. Y esto fue evaluado.
Y entonces en 1961 Raúl plantea la necesidad de crear un nuevo instrumento que supere al FNOC, propone la creación de un frente político superior, con características político-militares, que recoja, procese y supere la experiencia del FNOC. Que tome en cuenta que la oligarquía no iba a ceder voluntariamente el poder a los sectores populares.
En este marco, Carpio regresa ese año 1961 de la URSS y se encuentra con esta situación. Y califica estos esfuerzos como expresiones de ultra izquierdismo, que reflejaban desviaciones pequeño burguesas, de sectores pequeño burgueses enquistados en la dirección del PC. Criticó que esa no era una posición del proletariado sino una desviación ideológica. Schafik salió en defensa de la posición de Raúl y desarrolló esa posición.
Explicó que había la necesidad de construir un movimiento de los sectores más avanzados políticamente, altamente organizado, una fuerza organizada, calificada, de choque, con capacidad de respuesta, de auto defensa de las masas, que realizara acciones de propaganda armada, y de lucha armada. Argumentó que se había botado a Lemus, pero no se pudo alcanzar el poder por falta de un instrumento de este tipo.
El debate con Carpio siguió hasta 1963 cuando funcionaba el Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR).Carpio logra desplazar a Schafik de la conducción de este instrumento. Carpio estaba interesado en que el Partido promoviera la organización del movimiento sindical y en que este superara su carácter artesanal, la visión de pequeño taller y fuera al encuentro del proletariado industrial y Carpio estaba empeñado en esta dirección…
O sea que las diferencias que hacen crisis en 1970 tenían diez años de venirse gestando. En 1970 por ejemplo, Carpio se opuso a la idea de construir una amplia alianza de fuerzas políticas contra la dictadura militar, que incluyeran al PDC y al MNR. Carpio saltó enojado y expresó en su estilo que tal idea era “avanzar en dirección del pensamiento pequeño burgués y apartarse de la lucha del proletariado.”
Carpio indicó que ya el PAR con la candidatura del Dr. Fabio Castillo en 1967 había demostrado la inconsecuencia de esa línea…que se estaba abandonando al movimiento obrero…En ese momento se le sumó a estas ideas Raúl Padilla Vela. Pero fue un pensamiento que no avanzó, no prevaleció…
Carpio había perdido la batalla dentro del PCS
Ya para ese momento, enero de 1970, Carpio había perdido la batalla interna en la dirección del partido. Había dado la batalla ideológica, la perdió y entonces se dedicó a crear organizaciones con elementos seguidores de él, fieles ejecutores de sus designios, y entonces formó grupos como los Nonualcos, la Tazumal, y otros.
Creo las Fuerzas Armadas revolucionarias salvadoreñas, aglutinando a algunos sindicalistas, a algunos estudiantes universitarios, a los integrantes de la Célula Frank Paiz, entre estos los entonces estudiantes Roberto Vargas, Salvador Moncada, Salvador Menéndez Linares, el Peche Alfredo Quezada, y no pudieron llevarse a Miguel Ángel Sáenz Varela, que también era de esta célula pero que era ya un cuadro de dirección del Partido.
Al regresar de la URSS busque a Carpio ya que él era el secretario general y tenía que informarle de los estudiantes allá. El hizo un fuerte esfuerzo para reclutarme para sus posiciones. Le dije lo que se había discutido en Moscu, que no habíamos estado de acuerdo con la posición sobre la guerra con Honduras, de la Comisión Política del PCS que hizo Pepe Rodríguez Ruiz.
Carpio me invitó a su casa en la Colonia Zacamil para almorzar. Me echó todo un rollo como de 3 horas tratando de denigrar a Schafik, a Raúl y a Roberto (Castellanos Calvo). Los acusaba de ser fieles representantes de sectores pequeño burgueses dentro del Partido. Además agrego que tenía sospechas que trabajaban para los servicios de inteligencia del enemigo.
Me calentó, me indignó que hiciera estas últimas acusaciones. No le ayudaron en nada para convencerme, como era su propósito. Le exprese que no se puede acusar a nadie sin presentar pruebas. Y que él como secretario general debía de presentar pruebas, y ceñirse a los estatutos. Los estatutos de nuestro partido definían el proceso que debía seguirse.
Le dije que me sorprendía que él como secretario general con una larga trayectoria histórica de compromiso político, pudiera llegar a estas conclusiones que eran graves y causaban un grave daño al Partido. Le rete a que si tenía pruebas de lo que estaba diciendo que yo lo acompañaba. Pero que si no las tenía, que debía de rectificar y someterse humildemente al principio de la autocrítica.
Me fui luego a ver a Schafik, que vivía en la Colonia El Roble, al costado sur del parque, en un pasajito, le dije: vengo de ver a Carpio, me ha contado algunas cosas, le manifesté mi preocupación por estas acusaciones y mi deseo de reintegrarme al trabajo político…parece que no era el primero que llegaba porque Schafik no mostró ninguna sorpresa ni mayor preocupación. Me expresó que las diferencias con Carpio llevaban ya bastante tiempo. El incluso había sido sacado del FUAR como resultado de estas divergencias.
Sus relaciones con Carpio habían sido anteriormente fraternas, incluso en un momento vivieron juntos en un cuartito, me expreso que respetaba y admiraba mucho sus valores, capacidades, dotes, su experiencia en la dirección del movimiento sindical, sacrificio, pero que también tenia defectos, si Saúl no encontraba compañeros que se le doblegaban y sometieran entonces chocaban con su personalidad, si alguno le discutía se convertía en su enemigo. Ellos trataron de convencerlo, pero él se fue distanciando, y como representante de los sectores obreros, en 1964, buscó el apoyo de diverso sindicalistas para ser electo en el V Congreso como secretario general. Pero en 1970 había ya perdido la batalla…
En 1970 al regresar, me nombran para integrarme al Comité Departamental de San Salvador como responsable de Educación. El Coordinador era Blas Escamilla, Raúl Padilla Vela el de Organización. Además lo integraba Emma Guadalupe Carpio, Romeo Granadino, Jesús Paz, (que lo expulsaron del país por ser hondureño junto con Salvador Moncada.) Nos reuníamos en la Col. Ferrocarril, en la casa de Padilla Vela.
Yo regrese con mucho entusiasmo, con muchas ideas en la cabeza para poner en práctica lo aprendido y me encuentro con todo el mundo sumido en la lectura del informe de Carpio sobre los sucesos de la guerra con Honduras. Horas y horas, meses enteros dedicadas las células a esta lectura y discusiones, mientras la vida transcurría, la lucha de clases se estaba desarrollando fuera de nuestras largas y estériles lecturas y discusiones.
Y entonces lo primero que propongo en el Comité departamental es que se retire de las bases el Informe de Carpio y logró convencerlo, el único que tuvo dudas fue Blas, por su amistad con Carpio. Ambos venían del sindicato de panificadores.
El centenario del natalicio de Lenin
En aquel momento nos encontrábamos inmersos en los preparativos para la celebración del centenario del natalicio de Vladimir Ilich Lenin. Habíamos organizado dos actividades. Una en el local de la Unión de Trabajadores Ferrocarrileros (UTF) el 24 de enero y otra en el paraninfo de la Universidad Nacional. En su exposición en la UTF Carpio critico abierta y públicamente a la dirección del Partido de la que formaba parte. En la asamblea había militantes y simpatizantes y esto produjo confusión y sorpresa.
Propuse que se convocara de urgencia para discutir la posición del CD en relación a las declaraciones de Carpio en la UTF, en las que hablo públicamente criticando a la dirección del Partido. Nos fuimos para la casa de Raúl. Y para nuestra sorpresa vimos aparecer a Salvador. Explicó que venia solo a saludarnos. Padilla Vela, que no tenía pelos en la lengua, le dijo: mira Salvador, nos vamos a reunir, nos hemos convocado para discutir tu posición pública sobre la dirección del partido, como secretario general tenés derecho a quedarte, pero lo mejor es que no te quedés. Y no se quedo se despidió y se fue.
Luego de una acalorada discusión acordamos enviar una carta exigiendo la aplicación de los estatutos a Carpio por haber criticado a la dirección del Partido, sin permitir espacio para la defensa. Y a Blas se le encargó que entregara esta carta. Carpio comprendió que la Departamental se le venia encima y confió en lograr el apoyo de una parte de las células a las que se dedico a visitar. Pero nosotros también salimos a visitar a las células para explicarle la situación, trabajamos a las células y lo neutralizamos. Únicamente pudo llevarse a Dimas Alas, que era el secretario general de la FUSS, y a Ernesto Morales. A la Chila y a Chepe Martínez, panaderos, y a los de la Frank Paiz.
Luego el Partido retomo la conducción del movimiento social y dio dirección a las huelgas de los panificadores y textileros. Asimismo se convoca al Comité central y se iniciaron los preparativos para el Congreso del partido, que seria el VI. Se convocó a una reunión ampliada del CC que criticó las posiciones de Carpio. Según Schafik en esa reunión Carpio presento la renuncia y no se le acepto, pero después al ver que tenia todo en contra, se le acepto. El CC por mayoría acepto que había que resolver esta situación.
El 30 de marzo Carpio presenta su renuncia. Y es aceptada. Entonces él devolvió bienes, entregó documentos y se le facilitaron fondos por algún tiempo, se le facilito vehiculo y chofer, que era Mario Sibrian, que era el chofer de Carpio.
El VI Congreso del partido se realizó en agosto de ese año, fue en una casa en Los Planes. También el VII fue en Los Planes. Hubo alrededor de 80 delegados que ingresaron bajo estrictas condiciones de clandestinidad. En este congreso se sometió a crítica el desempeño de la dirección y varios de sus miembros fueron separados de sus cargos. Para algunos compañeros y compañeros fue difícil asimilar la situación con Carpio. Me acuerdo de una compañera maestra, Mercedes López, fue una situación difícil. El congreso analizo la situación política, económica, social del país y trzo orientaciones para el nuevo periodo.
Sostuvo el VI Congreso que el país vivía una agudización de la crisis que reflejaba el agotamiento del modelo lo cual creaba condiciones para derrotar a la derecha en el plano electoral.
Se evaluó necesidad de fortalecer y cohesionar al partido, resolver los problemas acumulados, incluyendo al izquierdismo pequeño burgués y al reformismo dentro del movimiento sindical manifestado como economismo, que retardaba el desarrollo del Partido y su papel de vanguardia entre las masas. El Congreso eligió a los miembros de la dirección, pero se considero prudente no elegir a un secretario general sino quedo un triunviro integrado por Schafik, Raúl y Roberto (Castellanos Calvo). A mi se me envía a fortalecer la Comisión sindical. Y desde este espacio fundo la Escuela Sindical.
Como estrategia política se adoptó la necesidad de organizar la fuerza política que enfrentara y derrotara al Partido de Conciliación Nacional, al PCN. Este era un reto para el cual necesitábamos un instrumento político, aprovechando toda la experiencia positiva acumulada con el PAR. La primera propuesta que hicimos fue una coalición integrada por nosotros como Partido Revolucionario, junto con el Movimiento Nacional Revolucionario y el Partido Demócrata Cristiano. O sea PR-MNR-PDC.
Pero cuando hablamos con el PDC, tanto José Napoleón Duarte como Abraham Rodríguez nos manifestaron que no estaban de acuerdo, que rechazaban hacer una alianza política con el Partido Comunista por medio de un partido ilegal como era el Partido Revolucionario, el PR. Es así como llegamos al UDN, que era un partido legal.
Y nos movemos al UDN
Y decidimos buscar al coronel José Ascencio Menéndez, cariñosamente conocido como Cabro Loco, originario de Apaneca, fundador del partido Unión Democrática Nacionalista, UDN. Fue también el fundador del PAR. Empezamos pláticas con él y los que lo acompañaban, entre estos Chico Lima, Álvaro Magaña, Mario Rodríguez Inclán, su esposa Dalila. Fueron reuniones positivas. Y nos movemos al UDN. Acordamos convocar a la primera Convención Nacional, en la que se eligió una nueva directiva.
Fue electo como secretario general Carlos Humberto Rivera, agrónomo de Santa tecla, dueño del agroservicio La Semilla, que después fue secuestrado y apareció asesinado. Como presidente fue electo Manuel de Paz Villalta, secuestrado y desaparecido. En esa primera directiva estuvieron por parte nuestra, Alfredo Acosta y mi hermano Pedro Santacruz. Teníamos directivas en muchas partes del país, en San Vicente, San martín, Usulután, en Cuscatancingo.
Y por medio de esta alianza política, que bautizamos como Unión Nacional Opositora, UNO, y llevando como candidatos a José Napoleón Duarte y a Guillermo Ungo obtuvimos un significativo triunfo electoral en las elecciones presidenciales de 1972, pero debemos de reconocer que como Partido no estábamos preparados para asumir la conducción estratégica de la respuesta popular al fraude cometido por la dictadura militar.
Y los militares, la dictadura, la oligarquía, se impusieron…esta experiencia señaló, expresó ya a esta altura, el agotamiento del sistema político y creo las condiciones para el desarrollo de modalidades alternativas. Diversos sectores se nos acercan, incluyendo a sectores profesionales, sectores de la UES se incorporan, los intelectuales se incorporan al esfuerzo político en contra de la dictadura militar.
Estas incorporaciones nos comprobaban que las posiciones de Carpio y de otros compañeros estaban equivocadas. La vía electoral todavía no se había desarrollado a plenitud. Había un potencial político que debía de aprovecharse. La inmensa mayoría del pueblo necesitaba todavía transitar por la vía electoral, hacer su propio aprendizaje político, necesitábamos divulgar el programa político de la UNO, construir conciencia política.
Tanto las bases programáticas como las jornadas de lucha electoral de la UNO, del 72 y del 77 fueron claves para este aprendizaje político de los sectores populares que comprendieron la necesidad del cambio. El pueblo salvadoreño estaba como una esponja, ansioso de recibir conocimientos e incorporarse la lucha política electoral. Esto echó al traste la tesis de Carpio de que “el escalón de desarrollo de la conciencia de clase era la lucha económica.”
Comprobamos en la práctica que por medio de la lucha política electoral incluso los sindicatos, los gremios, podían incorporarse. Era la mejor oportunidad para enfrentar el problema de la crisis política existente.
La oligarquía decidió bloquear en 1972 el proceso de entrega de la victoria electoral y al hacerlo exacerbó el sentimiento popular de repudio al régimen militar así como debe reconocerse que la lucha electoral se había lesionado, se había fracturado, y surgió la necesidad de abrir otras vías de expresión de la voluntad popular. Al interior del partido, en las células, se inicia una discusión sobre este fenómeno y concluimos que si bien era cierto que la lucha electoral se había lesionado, no estaba todavía agotada.
Regreso a los países del socialismo
En noviembre de 1971 la dirección del partido me designa como delegado del PCS al VI Congreso del partido Obrero Unificado de Polonia (POUP). Y viajo a Varsovia. En este congreso Gomulka fue sustituido por Edward Gierek. Llegaron varios latinoamericanos, es entonces que conocí al dominicano Narciso Isa Conde, y también estaban La Pasionaria, la española Dolores Ibarruri, el brasileño Luís Carlos Prestes, el costarricense Manuel Mora y otros destacados dirigentes comunistas.
Luego viajo a Praga, Checoslovaquia para n encuentro de la revista Internacional Problemas de la Paz y del Socialismo. No teníamos entonces representante en la revista. Luego viajo a Moscú, y aprovecho para visitar a mi escuela, y me reúno con mis antiguos profesores.
Regreso el 30 de enero de 1972. Lo hago vía Montreal luego México donde soy capturado por la INTERPOL. Y antes me habían interrogado en Montreal.
Capturado y encarcelado en Guatemala.
Me capturan en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de México cuando hacia fila en la Línea Aérea para registrar la continuidad del viaje a El Salvador. Dos o tres tipos se me acercan, me llaman por mi nombre para comprobar que viajaría a El Salvador. Al ver esta conducta inusual por estos agentes, me aparto de la fila, trato de salir del Aeropuerto pero me detienen y me conducen a un despacho de interrogatorio policial.
Me decomisan los documentos y boletos aéreos, salen con ellos, regresan al rato y sin ninguna explicación me conducen al avión con dos agentes de custodio. Así llego al Aeropuerto Internacional de Ilopango, en El Salvador, donde me estaban esperando. Me detienen, me llevan a un cuarto para un registro e interrogatorio minucioso. El operativo estuvo a cargo del Inspector Antonio Amaya, apoyado por dos agentes, todos vestidos de civil. Me sacan del Aeropuerto, me meten en un carro color café, me conducen al cuartel de la Policía Nacional, por la entrada del costado Sur.
Era el 30 de Enero de 1972. Fue el comienzo de una odisea de secuestro, torturas diarias y de un tormento que aún perdura en mi memoria. Me desaparecen, nadie sabía de mi paradero. Me secuestran durante esos tres meses, pasándome de El Salvador a Guatemala y viceversa. Me someten a todo tipo de torturas. No era fácil pero me mantengo firme, claro, estaba preparado psicológicamente para un momento como ese y logro superarlo. Ni siquiera la militancia partidaria logra arrancarme el enemigo.
Había leído varias experiencias nacionales e internacionales sobre los diversos tipos de torturas a que los revolucionarios y revolucionarias estamos expuestos, sabía de las modalidades de interrogatorios; estaba consciente de lo que me esperaba, estando en manos de los cuerpos policiales entrenados por expertos norteamericanos, israelitas y de otros países. No tenía ninguna duda de que podía pasarme: asesinarme o desaparecerme como lo que hicieron con el Chiquitín García, con Carlos Humberto Rivera, con uno de los hijos de Lucila Torres y con otros compañeros desaparecidos meses antes.
Por primera vez experimento en carne propia toda clase de torturas: la capucha de hule rociada con polvillo tóxico de gamezán; me arrancan las uñas, me quiebran lo dedos de la manos, dislocan mis hombros, me aplican la rueda de caballitos, el avión, el fusilamiento, la colgada desde las manos engrilletadas y pies soportando el peso durante 12 días, aplican choque eléctricos en los genitales, para mencionar algunas de las modalidades. En una ocasión me visten de militar, me meten en un vehículo militar, me llevan en dirección del Poy a la frontera con Honduras, para doblegar mi alta moral ante un posible ametrallamiento de los militares hondureños. Me conducen a cárceles clandestinas de Guatemala, en donde proceden a colgarme desde las manos engrilletadas, me inyectan el suero de la verdad.
Me aplican choques eléctricos. Me colocan dentro de una pila con agua con hielo. Me dislocan nuevamente los dos hombros, permaneciendo así durante ocho días. Luego de tres meses de llevarme y traerme de regreso y repetir la operación 15 días después, me trasladan al Tercer Cuerpo de la Policía de Guatemala, en donde me dejan incomunicado en una celda clandestina.
Era una celda oscura, sin servicios sanitarios ni drenajes de ningún tipo. Desde que uno era aventado a su interior, por el hedor y lo chicloso del piso, pues esta cubierto de excrementos. No había manera de ver para elegir el mejor lugar para sentarse o mantenerse sentado, recostado sobre la húmeda pared. Había que caminar sobre los excrementos hasta encontrar un lugar. Me encontraba en una oscuridad completa y un hedor insoportable. Había pasado doce días colgado de pies y manos, ahora estaba en una posición aliviada. Según mis cálculos hacía 15 días que no consumía ningún alimento.
Me acusaban de haber viajado a Europa a buscar financiamiento para la campaña de la UNO. El enemigo estaba perdiendo las elecciones y necesitaban una ayuda para debilitar a la UNO. Yo era el conejillo elegido para mejorar la campaña a su favor. En todos esos días estuvo en mi mente la idea de que me asesinarían por no colaborar con ellos. Estaba seguro que no lograrían sus propósitos. Muchas veces les emplacé a proceder cuanto antes a asesinarme, acusándoles de que ese era su preparación, para eso era lo único que servían, como simples instrumentos de la dictadura.
Así permanecí luchando en esa trinchera, en manos del enemigo. Por momentos hacía cálculos sobre las posibilidades de derrotarlos en su propio terreno, incluso si era asesinado, sería una derrota política de ellos al fracasar en sus intentos por quebrar mi moral revolucionaria. En El Salvador era muy conocido el fatídico Palacio Negro del cuartel de la Policía Nacional. Entre los diferentes tipos de torturas con duración de una semana, me trasladaban a otro lugar y me regresaban al mismo lugar me fui haciendo la idea de que ya no regresaría.
Cuando estaba en la celda oscura llena de excremento humano, cuando habían transcurrido 19 días sin alimentos, pero estaba vivo, pensé que sería el final. Tuve que elegir una esquina sin muchos desechos y sentarme sobre un zapato. No podía a esas alturas permanecer de pie. Además, los orines durante la colgada prolongada habían dañado los testículos. El dolor era intenso y suponía un problema de infección. No contaba ni siquiera de un poco de agua para lavarlos y las manos no podían tocarlos y agravar la infección. No obstante la situación sumamente precaria en que me encontraba, en ningún momento apareció en mí flaqueza alguna.
No podía pararme, las extremidades inferiores, las nalgas y las manos estaban completamente dormidas. Las piernas y las pompas porque habían soportado el peso de mi cuerpo en una posición incómoda e inmóvil. Como todo el piso estaba cubierto de desechos fecales, mis testículos muy adoloridos y despellejados, se me ocurrió colocar uno de mis zapatos en un de las esquinas del pequeño cuarto y sentarme sobre él. Para no ensuciarme el pie descalzo lo coloque sobre el otro zapato y me senté sobre el zapato. Así permanecí tres días, turnando pararme cada cierto tiempo. Pero la falta de agua y de alimentos por casi tres semanas había debilitado mi cuerpo, mis piernas no respondían.
Mis fuertes convicciones ideológicas no me abandonaron nunca, siempre permanecí lúcido para enfrentar al enemigo en aquellas condiciones. Utilizaba el tiempo para repasar una y otra vez los interrogatorios, las tácticas suaves y duras de los interrogatorios, la utilización de los golpes físicos y las torturas de ablandamiento. Nada de eso quebró mi alta moral revolucionaria. Siempre recordaba a Julius Fucic, al periodista revolucionario checoslovaco, que soportó con estoicismo las prolongadas torturas de los fascistas hitlerianos, que le fracturaron casi todo el cuerpo y jamás pronunció una confesión de traición a la causa revolucionaria. Con sus huesos rotos pero con esa alta moral murió de los tormentos derrotando a sus enemigos al no darle nada de lo que pedían.
También recordaba a Luis Carlos Prestes, al legendario revolucionario brasileño, al Capitán del Ejército brasileño, preso por diez años y salvajemente torturado por los esbirros del primer gobierno de Getulio Vargas. Recordabas la experiencia de Salvador Cayetano Carpio y su ejemplar resistencia y conducta, como la de su esposa Tula Alvarenga y las de otros camaradas que también prefirieron morir en las bartolinas de la dictadura antes que traicionar al Partido y su causa. Ese repaso de la experiencia histórica ayudaba mucho en esos difíciles momentos para vencer la tortura y derrotar a los enemigos.
Recuerdo que el centro principal de los interrogatorios giraba alrededor de la UNO. El enemigo necesitaba a toda costa una declaración que afectara la imagen y la legalidad de la UNO, de sus dirigentes, de su fórmula presidencial. Muchas veces me presionaron y me ofrecieron este y el otro mundo para que firmara una declaración de haber recibido financiamiento de los países socialistas para la campaña de la UNO. Les interesaba mucho un testimonio sobre los contactos y relaciones de la UNO con Cuba y con la Unión Soviética, especialmente con los Partidos Comunistas del Campo Socialista. Todo el interrogatorio bajo los supuestos efectos del suero de la verdad giró alrededor de estos temas.
Al principio en el PCS no se enteran de mi captura, pero luego, al no regresar al país en la fecha anunciada, algunos compañeros y la Dirección misma entraron en sospechas. Yo logre avisarle a Pedro mi hermano que trabajaba en ese tiempo en el Seguro Social. Eso fue posible con la ayuda de un preso en ese Tercer Cuerpo policial, que estuvo vinculado por un tiempo con el Partido Guatemalteco del Trabajo. Sucedió que donde me encontraba secuestrado, en una celda clandestina dentro del Tercer Cuerpo, fuera de las celdas clandestinas, había un pasillo por donde algunos presos circulaban sin detenerse. Pero un día ese amigo se detuvo, se recostó en la puerta metálica que parecía pared, en ambas lados del pasillo había puertas de hierro. Ese compañero sospechó que alguien estaba detrás y tocó suavemente, con los dedos, la puerta y le respondí. De ese contacto surge la idea genial de introducir un pequeño trozo de grafito de lápiz y papel para escribir la dirección a donde y a quien avisar. Y lo hizo, tal como lo prometió.
Este amigo ya había estado en una de esas celdas, pero su caso no era grave y lo sacaron al recinto de los presos comunes. El descubrió que había un pequeño agujero en la esquina inferior izquierda de la puerta. Por ese agujero pasaría el grafito y el pequeño retazo de papel higiénico. Cuando escuché su señal no reparé en la cantidad de desechos acumulados en ese lado de la puerta. Tampoco sentí dificultad para levantarme y tomar el papel y la mina desgastada de lápiz para que entrara en el agujero de la puerta pared. Con dificultades tomé el grafito y escribí el escueto mensaje dirigido a mi hermano Pedro. Dos días después sonaron voces fuertes pronunciando mi nombre. Sonaron casi a gritos las voces de los abogados amigos que llegaron a buscarme.
Aún suenan en mi cerebro los gritos del abogado comunista del PGT, Santiago López. ¡DOMINGO SANTACRUZ, SI TE ENCUENTRAS AQUÍ RESPONDE, “SI! El amigo preso corrió para alertarme. Lo llaman amigo, esté alerta y responda fuerte. El corazón volvió a latir con fuerza, cuando las fuerzas físicas estaban al límite. Respondí y así me encontraron casi al borde de perder la vida. Habían transcurrido 19 días sin tomar alimentos, ni agua. El sueño había desaparecido casi por completo desde varios días antes. Las torturas habían destruido partes vitales del sistema nervioso de mis manos y pies, no sentía ya los dolores de mis huesos rotos, mis hombros dislocados, las manos y mis dedos no sentían nada, estaban como muertas. Los grilletes habían roto, las comunicaciones radiales de ambas manos. La nariz rota, mis ojos aún sangrando. Presumía una hematoma interna de uno de ellos, la cual comprobé días después.
Los gritos escuchando mi nombre devolvieron energías a la vida que nunca perdió las esperanzas de vivir para continuar luchando contra el sistema injusto de la dictadura militar. El Abogado guatemalteco llega e insiste, viene en mi búsqueda, jamás olvide su nombre Santiago López. Este valiente abogado del PGT se las jugó para rescatarme de la cárcel clandestina. En ese Tercer Cuerpo me negaban, pero al gritar mi nombre y escuchar mis gritos, mi respuesta, ¡AQUÍ ESTOY!, pronunciada con todas las fuerzas que me quedaban, no pudieron impedir, por ley, que me aceptaran mi presencia en ese cuerpo policial.
El Abogado camarada se apoyó en un Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, para que presenciara ese trámite. Cuando no respondí la primera vez, fueron a todos los Cuerpos y regresaron de nuevo a gritar mi nombre, hasta que escucharon mi respuesta con alivio. Y yo también, pude experimentar mi alivio: había vencido al enemigo en esas condiciones, estando en sus manos no pudo derrotarme, gracias a la fuerza de ese principio de la solidaridad militante de los camaradas del PGT y del amigo guatemalteco, de la oportuna intervención de la Dirección del PCS que se movilizó para rescatarme de las garras de los asesinos, de los cuerpos de seguridad salvadoreños y guatemaltecos, y de la complicidad del imperialismo norteamericano. Por fin pude respirar con alivio. Con la ayuda de mis hermanos, de mi familia y de mis camaradas pudimos derrotar al enemigo.
Que feliz me sentía en esos momentos. Que importaba lo demás. Me sentía orgulloso de ser un fiel soldado de la revolución popular. No lograron quebrar mi alta moral revolucionaria, lo más sagrado para un revolucionario: cumplir con su alto deber al lado de la causa. Lo demás podía repararse y tratar de curarse. Con solo quedar con vida para continuar la lucha, con eso me bastaba. No pude impedir llorar en esos momentos de alegría. Acudieron a mi memoria las angustias de mi madre, de mi padre, fuerte como un roble, a pesar de su humildad, de mi familia, de mis camaradas caídos combatiendo al mismo enemigo al cual me había enfrentado había no sin dificultades. Traté de dormir un rato para recuperar fuerzas físicas pero no pude. Había que pensar en como salir adelante. No sabía de las futuras trampas colocada por el enemigo en mi contra.
Estaba muy lejos de imaginar lo que esperaba. Cuando oí mi nombre y grite bien fuerte que allí estaba, apenas había ganado el primer round. Con continuaba escuchando mi nombre y volvía a gritar, respondiendo: ¡AQUÍ DOMINGO SANTACRUZ, AQUÍ ESTOY, DOMINGO SANTACRUZ, AQUÍ ESTOY! Y entonces, después supe que el abogado Santiago López puso un recurso, posiblemente de Habeas Corpus o de Reconocimiento, o algo por el estilo, en los tribunales, para que reconocieran mi presencia y me sacaron del Tercer Cuerpo.
Así, frente al hecho de que no podían ignorar mi presencia en el Tercer Cuerpo, el enemigo fragua toda una farsa: me sacaron vendado de los ojos, como había permanecido por casi tres meses. A finales del mes de Abril, después de tres meses de secuestro, vendan de nuevo los ojos, me sacan de la celda clandestina y me conducen con destino desconocido. Tiempo después, a la luz de la maniobra pude deducir que me llevaron a un supuesto Hotel, en donde me registran con un nombre falso: Domingo Mencos. Con ese nombre trataron de vincularme al tráfico de drogas y así llevarme a los tribunales comunes, tratar de condenarme y mantenerme en la cárcel, junto a los ladrones y narcotraficantes. Por eso era necesario que me tragara unas pastillas, supuestamente aspirinas para el dolor, sin importar la forma de lograrlo.
Casi me rompen los dientes tratando de abrirme la boca con una espátula metálica. Por supuesto, no lograron su propósito. Uno de los policías cometió una ligereza insinuando que yo, con nombre falso, andaba en ese tipo de actividades. El plan exigía una presentación apropiada. Me cambiaron ropa, supuestamente en ese Hotel, el cual serviría para legalizar y justificar el operativo Policial y toda la acusación formal que estaban tramando hasta llevarme a los tribunales. Me regresan un determinado lugar que resultó ser el Tercer Cuerpo, me quitan la venda de los ojos, me bajan del carro con placa particular, me dejan en manos de policías uniformados frente a l puerta principal del edificio y los elementos vestidos de civil se van a toda prisa en el vehículo en que me llevaron allí.
Tres días permanecí en las celdas de los reos comunes. Allí pude conocer y tratar al amigo guatemalteco que me ayudó. Yo mismo no me reconocía. Había perdido unas ochenta libras de peso. Ambos ojos mantenían hematoma interna, la nariz sangraba con facilidad, los hombros eran un desastre. El amigo buscó algo que sirviera de utensilio para recibir el rancho: un par de tortillas delgadas (chapinas) con una pequeña porción de caldo de frijoles. Encontró un cartón de un cuarto de litro de chocolatina, vacío. Pero no llegó a tiempo para el rancho. El me ofreció parte del suyo, pero mi estómago no podía tolerar nada de eso que ofrecía. No pude comer nada. El cartón me sirvió para tomar sorbos de agua cada hora hasta que pude tragar un par de bocados. Yo estaba consciente que no debía cometer un error en ingerir cualquier alimento y poner en aprietos a mi estómago vacío, pues una infección intestinal en las condiciones en que me encontraba podía causarme muchos sufrimientos adicionales. Así pasé hasta que me citan a los Juzgados.
El Secretario del Juzgado me pregunta: ¿Por qué ha sido detenido? Y luego: ¿Sabe de qué se le acusa? El secretario del Juzgado era un estudiante progresista, escuchó mi relato y me dijo rápidamente: el cuerpo del delito es droga, lo acusan de traficante de drogas. Le pregunto si hay pruebas y me enseña un costal parecido a las bolsas de Cemento, llena de Marihuana. El abogado santiago me informó que no había manera de evitar el Penal. Entonces me trasladan para el reclusorio conocido como la Penitenciaría Pavón, ubicada en las alturas de San José Pinula. Fue una dolorosa y desagradable experiencia, especialmente por el estado de salud en que me encontraba.
Me preparé para esa nueva prueba. No sería el primer inocente en ser encerrado. Todo revolucionario debe estar siempre preparado y eso hice, prepararme mental y sicológicamente. Vestido con la ropa de viaje a Europa, con abrigo, sombrero y hasta con una bufanda de seda, me trasladan al Pavón junto con otros presos comunes. El Bus se desplazaba con toda aquella carga de delincuentes y dentro de ellos me encontraba dando la impresión de era empresario con adinerado. Dentro de los presos figuraban por lo menos tres que no ocultaban su condición de asesinos. Uno de ellos había encerrado a su mujer y dos hijas dentro del carro y prendido fuego por presunta infidelidad. No era casual que el bus fuera bien custodiado con vehículos de seguridad delantera y trasera. Al llegar a Pavón me percaté que era obligación quitarse la ropa, depositarla en un recipiente con agua hervir, como una supuesta medida profiláctica, de prevención para evitar los piojos y otros bichos.
Estaba haciendo un frío terrible pero todo indicaba que no había otro camino. En la fila estaba, ya conforme con el inevitable procedimiento, cuando alguien de los presos se me acerca y me dice: “Patrón, por cinco Quetzales le evito pasar por el hervidero, si acepta lo saco de la cola” Le hago señas de que si para ver que pasa. Me sacó y hizo pasar por el control sin objeciones. El pipo observa mi anillo de graduación, de aproximadamente 22 gramos de oro que habían devuelto en el Hotel. Me propuso negociarlo o conseguirme un buen préstamo con un módico interés. También acepté, no tenía en ese momento muchas opciones, además, eso podía recuperarlo después o fabricar otro. Luego, ya en la cuadra de los reclusos, me encontré en una situación no prevista. No tenía una idea de cómo se desenvolvería mi permanencia allí. No había cama, colchoneta, y menos ropa de cama.
Cada preso debe arreglárselas para resolver esos importantes detalles, sin hablar de la comida. La primera noche duermo en la parte superior de un catre, soportando el frío con solo el abrigo que afortunadamente me devolvieron en el Hotel. El tipo intermediario consiguió 20 Quetzales por el anillo y con ese dinero resuelvo la adquisición de la colchoneta en planta baja, dos cobijas calientes y las cortinas para encerrar la parte inferior del catre. Algo que sobró sirvió para conseguir algo de alimento comprable dentro del reclusorio. Pase un año preso. Me leí todos los libros que había en esta penitenciaria, organice también una Escuela Política. Estando preso, sin tener acceso a informaciones de primera mano, pude enterarme sobre los sucesos del golpe del Coronel Benjamín Mejía, del Mayor Pedro Guardado y del Ing. Manuel Reyes, también sobre el triunfo electoral de la UNO. Con razón, pensaba, tanta insistencia en obligarme a colaborar.
Supe sobre el fallecimiento de Segundo Ramírez. La noticia la leí en un pedazo de periódico. Un día de visita escucho mi nombre y el adjuntado por la Policía de que tenía visita. Salgo al punto de encuentro y mis ojos ven con sorpresa y mucho agrado a Dagoberto Gutiérrez que había llegado a visitarme. Sin perder tiempo, con inusitada seriedad me pregunta: traigo la misión de parte de la Comisión Política de preguntarte si confesaste algo a la Policía y sobre qué. No me agradó mucho la forma de preguntarme pero comprendí que era una misión. “Dile a la CP que no lograron sacarme ni siquiera la militancia partidaria”. Bueno, me dijo, eso me basta.
Todo el año 72 lo paso preso en Guatemala. Fui liberado casi al final de ese año. Primero el abogado logra sacarme bajo fianza con la condición de no salir del territorio guatemalteco. El PGT me aloja en casa de amigos de la colonia La Florida, en la Zona 19. Fue una magnífica familia, muy atenta y solidaria. Guardo en mi memoria una gratitud que no podré pagar nunca. En esa casa estuve esperando al chofer que me conduciría a una reunión con la Comisión Política del PGT, la cual se frustró porque los cuerpos de seguridad asaltaron la casa donde se encontraba reunida la mayoría en una Y caí con rubéola. Llegue a pesar 122 libras. Pero siempre con la moral en alto, seguro de mis ideales que nunca he abandonado ni lo voy a hacer. Me tuvieron preso por un año.
Regreso a El Salvador. Me designan para la secretaria de Educación, la SNE. Al Chele Rafael Aguiñada lo pasan para la Comisión Sindical. Ese año a Schafik lo eligen como secretario general. Y da comienzo una escalada represiva del régimen militar, crecen las capturas. En 1974 matan al “Beatle”, a Jorge Alberto Morán Cornejo, lo asesinan y lo lanzan al Río Acelhuate; en 1975 capturan en La Unión al Niño, a Víctor Manuel Sánchez Bonilla, el chofer de Schafik, junto con otro compañero, hijo del Alcalde de Sonsonate, lo hacen firmar su libertad y al salir de la guardia nacional lo vuelven a capturar y lo desaparecen. La cintura de esa década estuvo saturada de represión, persecución, ametrallamientos y asesinatos por el Ejército y los Cuerpos de Seguridad. Numerosos hechos están registrados en la memoria del movimiento popular: La Cayetana, Tres Calles, el 25 y 30 de Julio en Santa Ana y el paso a dos niveles de la 25 Av. Norte de San Salvador, respectivamente. El grupo militarista del ERP asesina a Roque, a Pancho el 10 de Mayo de ese año 1975.
En 1974 surge el frente de Acción Popular Unificada, el FAPU como un esfuerzo amplio surgido desde el ERP. Lamentablemente se desarrollan conflictos al interior del ERP; y lo mejor del ERP pasa a formar la Resistencia Nacional. Al final el Frente de Acción Popular Unificada deja de ser un frente amplio pero jugó su papel histórico, importante. Todavía a principios de 1975 asistimos a reuniones del FAPU en Suchitoto, en Aguilares, en El Zapote, en el costado norte de Guazapa. Nos reuníamos con el cura Rutilio Grande, de FECCAS. Toni Martínez atendía a un núcleo de la Juventud (Comunista) en Aguilares.
Los años 70 son una época caracterizada por el auge de las luchas populares y surgen las organizaciones de masas y también las organizaciones político-militares. Había una polémica que estimulaba el desarrollo teórico e ideológico. Es también la década del debate. Cada organización contribuía dar la pelea contra la dictadura militar. Algunas consideraban que el PCS era un obstáculo para la revolución. Hay momentos particularmente claves como el 30 de julio de 1975 que desencadeno una serie de movilizaciones populares que hicieron tambalear a la dictadura militar.
En el movimiento sindical dimos el debate contra posiciones economicistas que impulsaban determinados compañeros como El Ratón Hidalgo, Carlos Quijano, Hipólito Calles. El asesinato de Rafael (Aguiñada) debilitó este debate.
Las jornadas políticas de febrero de 1977 que culminaron con la masacre del 28 de ese mes en la Plaza Libertad fueron un punto de quiebre. No obstante que habíamos dado la orientación de defender la victoria electoral de la UNO, el gane del coronel Ernesto Claramunt, no logramos como Partido entender que esa orientación iba en serio. No estábamos preparados. Nuestra participación en las elecciones presidenciales de 1977 fue decidida en el Comité central por medio de dos grandes debates, uno en abril y otro en septiembre de 1976. Ya en esa época había al interior del Partido quienes sostenían que Establecimos una alianza con el Movimiento de Unidad Nacional, el MUN, que estaba dirigido por Neto Claramount, por Mariano Castro Moran, por Mariano Munguía Payes. …..
Abril del 77: el viraje hacia la lucha armada del PCS
En abril del 77se reúne el Comité central y aprueba el viraje del PCS hacia la lucha armada. Se acordó por unanimidad. Pero no se implementaron medidas. Y hubo actitudes que bloqueaban intencionalmente esta orientación. Hubo resistencia pasiva. El si pero no. Y fue la Juventud
(Comunista) la que jugó un papel de vanguardia, impulsando el cumplimiento de este histórico acuerdo. Fueron Dagoberto (Gutiérrez) Norma (Guevara), Lito (Aguiñada), Manuel (Franco), Tito (Bazan), Jorge (Molina, conocido como Candelita), José Luís (Merino), Feliciano, Víctor (Ramos)
Es hasta dos años después, en abril del 79, en el VII Congreso que se rarifica esta orientación. Han pasado dos años, se ha crecido orgánicamente, y la lucha se ha agudizado. El VII Congreso ratifica la línea del compromiso hacia la lucha armada. De esta decisión surgirían en 1980 las FAL.
(Continuara…)