Durante la campaña presidencial, los músicos más populares del gigante sudamericano jugaron un rol central en la oposición a Jair Bolsonaro, siguiendo así una larga tradición de cantantes y compositores comprometidos con el devenir del país. En este sentido, Culto seleccionó las canciones de mayor simbolismo que en el pasado fueron himnos de una generación en los años duros de la dictadura militar (1964-1985).es de mayor simbolismo que en el pasado fueron himnos de
Contrario a las advertencias de prácticamente todo el mundo cultural brasilero, el candidato presidencial de ultra derecha, Jair Bolsonaro, fue electo presidente de Brasil. Atrás quedaron todas las formas de activismo que desplegaron, principalmente, los músicos populares del gigante sudamericano; entrevistas, mensajes en redes sociales y participaciones en mitines del postulante perdedor, Fernando Haddad.
Así, aprovechando el alcance que tienen sus obras en un país que cultiva a sus ídolos, y a la atención y respeto que concitan en el exterior, artistas como Gilberto Gil, Caetano Veloso y Chico Buarque fueron férreos opositores a las ideas radicales expresadas por Bolsonaro. Veloso, de hecho, fue uno de los más activos; entrevistó a Roger Waters, publicó una columna en The New York Times titulada “Se avecinan tiempos oscuros en mi país” y hasta compuso una canción con un título contingente: “Ele Nao”.
Buarque, Veloso y Gil, de hecho, son figuras que se repiten a lo largo de a historia brasilera. Fue en los años de la dictadura (1964-1985) que lo más granado de la llamada MPB expresaron su oposición al régimen militar de la época- del que Bolsonaro se ha declarado un tributario-, pagando a veces un costo personal de prisión y exilio.
Culto hizo una revisión de las canciones imprescindibles que en el pasado reflejaron el malestar de una época en el país del “orden y progreso”.
Pra Não Dizer que não falei das Flores
Luego de haber ingresado a la Universidad de Río de Janeiro a estudiar Derecho, Geraldo Vandré incursionaría en la música al asociarse con el cantautor Carlos Lyra, uno de los referentes del bossa nova que venía en retirada de aquel género. En 1965 alcanzó la fama al lograr el primer lugar del Festival TV Record con la canción “Disparada”, certamen donde compartió el primer lugar con “A banda” de un joven Chico Buarque.
No bien disfrutaba de sus primeros minutos de fama, hasta que compuso la canción “Pra Não Dizer que não falei das flores” (“Para que no digan que no hablé de las flores”). Era 1968, apenas 4 años de gobierno de facto, y Vandré movilizaba a los opositores con versos como los siguientes:
“Por los campos hay hambre en grandes plantaciones
Por las calles marchando indecisos cordones
donde hacen de la flor su más fuerte refrán
y creen en las flores venciendo al cañón”.
La canción alcanzó un impacto tal que rápidamente se transformó en un himno de la oposición a la dictadura, particularmente del movimiento estudiantil. La canción, por cierto, fue censurada. Al poco tiempo, el gobierno emitió el tristemente célebre “Acto Institucional N-5”, donde los militares ratificaron la suspensión de los derechos políticos, con la consiguiente persecusión y exilio de la disidencia. Algunos cronistas, de hecho, sugieren que el impacto de la canción, también conocida como “Caminhando”, gatilló la emisión de dicho decreto.
Vandré saldría al exilio en Chile ese mismo año, retornando a Brasil en 1973. Desde entonces, sus apariciones públicas se redujeron al mínimo, con un consiguiente silencio musical que perdura hasta hoy.
Aquele Abraço
En la segunda mitad de los sesenta, dos jóvenes músicos de Salvador de Bahia hacen furor en la juventud de clase media. Se trata de Caetano Veloso y Gilberto Gil, una de las duplas más productivas en la música brasilera. Ambos, junto a otros artistas como Tom Zé y Os Mutantes, lideraron el movimiento Tropicalismo donde, inspirados en la obra del artista de vanguardia Helio Oiticica, fusionaron los géneros más populares del país, samba y bossa nova, lo fusionaron con Rock&Roll y lo llenaron de mensajes irónicos y politizados donde, entre otras cosas, Veloso mostraba su canción “É Proibido Proibir”.
Poco demoró la dictadura para definir que esos extravagantes artistas eran incómodos al régimen. Así que en 1969, Gil y Veloso fueron encarcelados durante dos meses -en Río de Janeiro y posteriormente en Salvador de Bahia-, previo exilio de tres años en Londres. Previo a eso, y a modo de despedida, ambos músicos realizaron un concierto en el teatro Castro Alves de la capital bahiana. En ese concierto, Gil estrenó uno de sus composiciones más exitosas que sublimó el dolor de esos años.
En la autobiografía escrita por Veloso, Verdad tropical, el músico rememora: “Estábamos en la sala de la casita de Pituba y la samba me hizo llorar (…) el sentimiento de amor y perdón que se imponía sobre la herida y, en especial, que se dirigiera a Río de Janeiro, ciudad que siento íntimamente mía por ser, como dice Joao Gilberto y ya he mencionado, “la ciudad de los brasileños”, todo eso me conmovió muchísimo y se me saltaron las lágrimas de manera convulsiva. En el teatro, la canción también cautivó al auditorio, que la cantó como si la conociera desde hace mucho tiempo. Gracias a la ironía de ese tema -que parecía un canto de despedida de Brasil sin sobra de rencor- nos sentimos a la altura de las dificultades que afrontamos”, dice Veloso.
“Aquele abraco (“Aquel abrazo”) era, en ese sentido, lo opuesto a mi estado de ánimo, y yo entendía, conmovido, desde el fondo del pozo de la depresión, que era el único modo de asumir un tono de ‘vamos hacia adelante’ sin que nos aplastaran”, agrega.
La canción menciona una serie de referentes cariocas, a las que a todas Gilberto Gil les dedica un abrazo:
“Mi camino por el mundo
yo mismo lo trazo
Y Bahia ya me dio
poder y compás
Quien sabe de mi soy yo
Aquel abrazo
Para usted que ya me olvidó
Aquel abrazo
Aló, Rio de Janeiro
Aquel abrazo
Todo el pueblo brasileño
Aquel Abrazo”, dice un extracto de la canción.
Patria Minha
Noviembre de 1969. El poeta Vinicius de Moraes, compositor del hit mundial “Garota de Ipanema”, se embarca en una gira a Portugal junto al guitarrista Baden Powell, con quien, tres años antes, hicieran el álbum Os Afrosambas uno de los discos innovadores en la obra de ambos artistas. Una vez en Lisboa, De Moraes se encierra en el hotel y pide expresamente que no lo molesten, cansado del trajín de rockstar que, pese a su respetable edad, cargaba en su faceta de músico.
De pronto, desde la recepción comienzan a avisarle que en el hall se aglomeran periodistas esperando una reacción suya a la emisión del Acto Institucional Número 5. Al siguiente show, el recital llega a su fin con “Canto de Ossanha”, en el que De Moraes hace una obertura con la lectura de su poema “Patria Minha” (“Patria Mía”), mientras Powell toca los acordes del himno de Brasil en guitarra. “Hoy me gustaría decirles a ustedes que en mi país fue instaurado hoy el Acto institucional número 5. Personas están siendo perseguidas, asesinadas, torturadas”, advirtió el poeta.
“Ganas de besar los ojos de mi patria
yo que no tengo patria
de mimarla, de pasarle la mano por sus cabellos
ganas de cambiarle los colores del vestido (auriverde!) tan feas
de mi patria, de mi patria sin zapatos y sin medias
Patria mía, tan pobrecita”, dice un fragmento del poema.
Una vez finalizado el concierto, De Moraes entró en estado de conmoción, particularmente por la posibilidad de no poder volver a su país. “Voy a volver de cualquier manera. Y si me agarran y me echan, yo me mato!”, exclamó el poeta, según la biografía Vinicius de Moraes, o Poeta da Paixão, texto donde se agrega un cándido plan del artista para cortarse las venas con los vidrios de sus anteojos.
En marzo de 1969, los militares expulsaría a Vininha de los registros del Palacio Itamaraty, recinto de la cancillería brasilera. “Dimitan a ese vagabundo”, sentenció el presidente de entonces, el general Artur Costa e Silva, en documento interno a su canciller. Ni siquiera hubo argumentaciones políticas para su expulsión -que, para la época, De Moraes ya estaba prácticamente congelado en el servicio diplomático desde que se instauró la dictadura cinco años antes-, siendo motivo de especial irritación la vida bohemia de showman que Vinicius de Moraes -“poeta e diplomata” como gustaba presentarse- cultivaba con especial esmero.
Apesar de Voce
A fines de los sesenta, Chico Buarque ya había superado el mote de “joven promesa” para, a su corta edad, lograr instalarse en el canon de artista consagrado. Su música y su potente pluma han sido su marca registrada. Sin embargo, una vez instalada la dictadura, Buarque politiza su propuesta. Colaborador constante de dramaturgos y cineastas, Buarque va engrosando su obra de una constate y refinada crítica al régimen militar. A fines de los sesenta, por ejemplo, Buarque ya había incursionado en la dramaturgia con la obra Roda Viva, censurada en 1969.
Ese mismo año, Buarque es encarcelado. Al salir, él y su familia se exilian en Italia. Imbuido de nostalgia, el trovador compone “Apesar de Voce” (“A Pesar de Usted”). La canción es estratégica; evita alusiones explícitas y la acompaña una pegajosa samba. Vuelve a Brasil en 1970 y lanza su canción que, pese a las metáforas, quedaba meridianamente clara su intención:
“Hoy es usted el que manda
ya habló, está hablado
Y no hay discusión, no.
Mi gente hoy anda hablando de lado
y mirando al suelo, viste?
Usted que inventó este estado
Inventó de inventar toda oscuridad
Usted que inventó el pecado
Olvidó de inventar el perdón
A pesar de usted, mañana será otro día”, señala el inicio de la canción.
El tema pasa la censura de la dictadura y sólo en una semana vende 100 mil copias, lo que en pocos días ya había sido transformado en un himno. Alertados por el poder de la canción, el régimen la censura de las radios y retiran todos los discos que contengan la canción, tanto de Chico Buarque como la versión de otros intérpretes.
Pese a ello, el tema suele asomar en movilizaciones y protestas en Brasil hasta el día de hoy.
Sociedade alternativa
En 1974 el músico Raúl Seixas, considerado por muchos como el padre del rock brasilero, lanza al mercado la canción “Sociedade Alternativa”, título homónimo de un colectivo al que perteneció el músico en las que se oponían al capitalismo, defendían la libertad individual a ultranza, además de practicar la magia negra.
“Viva, viva la Sociedad Alternativa
haz lo que quieras, será toda la ley”, dice parte de la canción coescrita por un joven Paulo Coelho (también escritor en las sombras de Rita Lee y Elis Regina)
El tema, abiertamente provocador, no demoró mucho en ser censurado, mientras que los agentes de la represión fueron tras Seixas y Coelho, quienes fueron apresados y torturados. Tras salir en libertad Seixas, apodado también “Maluco Beleza” -“Loco Lindo”, en traducción libre-, se exilia por un tiempo en EE.UU,
La canción sigue siendo sinónimo de rebeldía y ha sido ampliamente versionada en Brasil. OS Paralamas do Sucesso, por ejemplo, suelen interpretarla en sus recitales.
Cálice
Nuevamente Chico Burque instala una canción que horadó la moral de la dictadura. Compuesta en conjunto con Gilberto Gil en 1973 para ser presentada en un concierto organizado por el sello Phonogram, a la hora de la presentación a los cantantes les apagaron los micrófonos, luego de haber sido presionados por la censura de la época. Pasaron cinco años para que Buarque la relanzara junto a la voz de Milton Nascimento y el coro de MPB4.
A partir de la referencia litúrgica católica sobre la sangre de Cristo -idea adjudicada a Gil-, la letra es derechamente de denuncia al régimen. Además, cuenta con la particularidad que la pronunciación de “Cálice” asemeja a la sonoridad de “Cale-se” (“Cállese) :
“Cómo es difícil despertar callado
Si en el silencio de la noche, yo me daño
Quiero lanzar un grito deshumano
Que es una manera de ser escuchado
Ese silencio todo me tortura
Y torturado permanezco atento
en la gradería, para que en cualquier momento,
ver emergir el monstruo de la laguna
padre, aparta de mi este cáliz
de vino tinto, de sangre”, dice un pasaje de la canción.
Por la misma época, la cantante María Bethania la incluyó en su álbum Alibí. Su particular voz telúrica le confiere a la canción un color que estremece.
O bebado e o equilibrista
Elis Regina fue una de las voces mayores de Brasil. Interpretó todos los géneros y estilos posibles de música brasilera con gran soltura y reconocimiento. Los compositores se peleaban por presentarles nuevas canciones para que ella pusiera la potencia de su voz, como es el caso del propio Gilberto Gil, quien ha dicho que suele componer canciones pensando en cómo le sentaría a la voz de Regina. También colaboró con los músicos más notables de la época, como cuando junto a Tom Jobim lanzan el célebre disco Elis&Tom, disco que contiene la versión más famosa de “Aguas de Março”.
Pese a todo lo anterior, en los setenta “Pimentinha” -Pimientita, apodo referente a su personalidad exuberante y lenguaraz- da un giro y comienza a apostar por jóvenes compositores de la época. Con algunos de estos poetas coincide en su postura crítica a la dictadura, gobierno al que calificó como una “camarilla de gorilas” en una entrevista de 1969. Es así como llega a João Bosco y Aldir Blanc, quienes le presentaron la canción “O Bebado e o equilibrista”. (“El Borracho y el Equilibrista”)
El tema toma como punto de partida la figura de Charles Chaplín, personaje que, con sutileza, es traslado a la situación de derechos humanos que en los años setenta asolaba en Brasil. Una de las estrofas es pura crudeza:
“(…)que sueña con la vuelta del hermano de Henfil
con tanta gente que partió
En la cola de una bengala
Llora nuestra madre gentil
Lloran Marías y Clarices
No sólo de Brasil
Pero sé que un dolor así de pungente
No ha de ser inútilmente, la esperanza….”.
Este fragmento hace alusión a Henfil, famoso periodista y caricaturista y su hermano, el sociólogo Hebert José de Sousa (Betinho), exiliado en Chile, Canadá y México. Las menciones a “Marías y Clarices”, en tanto, son en referencia a las esposas de Manuel Fiel Filho -obrero metalúrgico- y Vladimir Herzog -Periodista- respectivamente, ambos asesinados por la dictadura. De los llamados “casos emblemáticos”.
La canción se alzó a un nivel de liturgia respecto a la oposición de la dictadura, especialmente en relación al exilio brasilero. De hecho, el año de su lanzamiento, 1979, la dictadura recién abría sus puertas para el retorno de sus propios desterrados.