Los miembros del colectivo LeftEast están horrorizados por la violenta agresión militar en Ucrania que ha degenerado en guerra. Amenaza con sumir a nuestra región en un baño de sangre a una escala no vista en décadas. Condenamos inequívocamente la criminal invasión del Kremlin y llamamos a la retirada de las tropas rusas hasta la frontera internacional. Si no olvidamos la responsabilidad de Estados Unidos, la OTAN y sus aliados en el inicio de esta guerra, el agresor evidente en la situación actual sigue siendo la élite política y económica rusa.
Nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a exponer esta imperdonable invasión imperialista de Ucrania por parte de Rusia, para la cual la expansión agresiva de la OTAN y el régimen ucraniano post-Maidan también han allanado el camino. Con espíritu revolucionario y en solidaridad con los pueblos de Ucrania, Rusia y la región, decimos “¡No! en Moscú hoy y “¡No!” a la falsa elección entre Moscú y la OTAN en el futuro. Pedimos un alto el fuego inmediato y el regreso a la mesa de negociaciones. Los intereses del capital mundial y su complejo militar no merecen derramar una gota más de sangre de los pueblos. ¡Paz, tierra y pan!
Rechazamos el capitalismo oligárquico, el neoliberalismo autoritario y el anticomunismo regional, promovidos por las fuerzas anticomunistas mundiales, responsables de la situación actual. Como anunció Putin en su “lección de historia” del 21 de febrero : “¿Quieres la descomunistización? Estamos completamente de acuerdo. Pero no es necesario, como se dice, quedarse a mitad de camino. Estamos dispuestos a mostrarles lo que significa la verdadera descomunistización de Ucrania.
El ataque del Kremlin es, de hecho, la culminación de este proceso de descomunistización.La alternativa, basada en el ultranacionalismo y las ideologías de extrema derecha, solo beneficiará a un puñado de políticos, mientras que las poblaciones estarán condenadas a un ciclo interminable de sufrimiento y odio. Económicamente, este anticomunismo nos ha traído el capitalismo oligárquico y la pobreza, que conocemos en Rusia, Ucrania y toda Europa del Este. Políticamente, nos ha traído gobiernos que apenas se preocupan por representar a su población.
Afirmamos firmemente que:
(1)¡Hacemos responsable al Kremlin por este acto de guerra! El Estado ruso ha invadido Ucrania en nombre de una nostalgia imperial reaccionaria, en completa oposición a la solidaridad internacionalista ejemplificada por los movimientos revolucionarios pasados y presentes en Europa del Este. El nacionalismo de la “Gran Rusia” de Putin es un intento criminal y fútil de hacer valer su poder a nivel internacional, al negar la rica diversidad cultural de Europa del Este. Nos solidarizamos con todos los grupos socioculturales de la región y defendemos un ideal de solidaridad pacifista, a través de la lucha por un mundo mejor para todas y todos.
(2) Si bien consideramos al Kremlin como el iniciador de esta guerra y el principal agresor en la actualidad, tenemos presente la responsabilidad de Estados Unidos, de sus aliados y del capital transnacional en esta desastrosa situación. Su negativa a negociar con Rusia sobre las preocupaciones de expansión de la OTAN ha avivado las llamas de la guerra, ignorando los numerosos llamamientos a la distensión, incluso del gobierno ucraniano. A raíz de la pandemia, las élites económicas y políticas de Estados Unidos y de los otros estados capitalistas avanzados están tratando de desviar la atención de sus poblaciones de su falta de legitimidad democrática y de la hegemonía económica del proyecto “Euro-Atlántico”.
Fomentan la reanudación de la acumulación capitalista a expensas de las poblaciones de Europa del Este. Por su parte, un Putin belicista con ambiciones imperialistas, está utilizando la crisis socioeconómica ligada a la transición post-socialista, y reforzada por la pandemia tanto en Rusia como en Ucrania, para inflamar los sentimientos nacionalistas y los conflictos etnonacionalistas. El proceso de integración de la región en esta alianza Euro-Atlántica, impulsado por una búsqueda expansionista de beneficios, ha dado lugar así a un casus belli: ha conducido a una guerra total en Ucrania.
(3) Rechazamos el anticomunismo regional, del que Putin y su promesa de “descomunistización” son la encarnación, que goza del apoyo apenas disimulado de una parte de la izquierda y de los liberales que presentan cualquier oposición a Putin como “comunista”, mientras su gobierno estigmatiza y brutaliza a la oposición de izquierda y los movimientos antifascistas, anarquistas y contra la guerra en Rusia.
Pero igualmente rechazamos los regímenes con políticas antisociales en Rusia y Ucrania, basados en el capitalismo oligárquico y que nutren el nacionalismo y las ideologías de extrema derecha, así como los regímenes oportunistas en Europa del Este con retóricas militaristas que se benefician de la desgracia de las y los más pobres.
(4) Rechazamos las llamadas “leyes y reformas de descomunistización” de los últimos años en Rusia y Ucrania. Los dos “campos enemigos”, Rusia y EE.UU./OTAN, son fuerzas imperialistas y capitalistas que siguen el camino del neoliberalismo anticomunista autoritario. Este camino común, también emprendido por Ucrania, se refleja en la adopción de leyes neoliberales sobre el trabajo y la propiedad de la tierra destinadas a impedir el acceso a la tierra y el despojo de los pequeños agricultores, así como el despliegue de reformas económicas y sociales que exponen a las personas a la explotación y a la pobreza. Esto ha llevado a una crisis socioeconómica sin precedentes en Rusia y Ucrania, con impacto regional y global.
(5) Contrariamente a la glorificación del gobierno ucraniano, presentado como plenamente democrático, cuestionamos el régimen post-Maidan, responsable de una represión de la izquierda y de la oposición, la prohibición de los principales partidos de oposición y el bloqueo de los medios de comunicación de la oposición, como así como de políticas lingüísticas discriminatorias respaldadas por la negativa a reconocer y aceptar la diversidad política, étnica y cultural de Ucrania. También condenamos su política de sabotaje de los acuerdos de Minsk durante los últimos siete años. Las actuales medidas de “descomunistización” indican claramente que no podemos simplemente proponer un retorno al statu quo en Ucrania.
(6) Rechazamos las soluciones campistas que buscan la salvación en la unidad Euro-Atlántica racista y militarista o un eurasianismo vengativo, en lugar de apoyar las verdaderas luchas por un cambio social radical, la democracia, el poder de los trabajadores y trabajadoras, la inclusión y la liberación.
(7) Frente a estas ideologías reaccionarias que no auguran más que derramamiento de sangre, la pobreza y la división, defendemos la herencia de los movimientos revolucionarios de Europa del Este. En sus tradiciones, perseguimos críticamente la lucha contra el capitalismo, el imperialismo y el militarismo y la promesa de igualdad religiosa, étnica y de género. Esta lucha en solidaridad con todos los hombres y mujeres trabajadoras y las y los oprimidos de nuestra región es la única esperanza de un futuro mejor para los ucranianos/as y rusos/as y para los grupos históricamente oprimidos de la región: las comunidades romaníes, judías, tártaras y migrantes, las mujeres y las minorías sexuales. En este espíritu, proclamamos nuestra solidaridad con las y los presos políticos en Ucrania y en Rusia y nuestro apoyo al movimiento por una democracia anticapitalista radical en los dos países.
Exigimos un alto el fuego inmediato, medidas contra la guerra que afecten a la élite económica y política sin penalizar a las trabajadoras y los trabajadores a los y pueblos de los países afectados, y negociaciones que tengan en cuenta los errores del pasado y las políticas sociales y económicas que han conducido a nuestra región a la guerra. Somos solidarios de los movimientos anticapitalistas y anti-guerra en Ucrania y Rusia. No nos hacemos ilusiones sobre las promesas de la democracia liberal. ¡Ni guerra entre los pueblos, ni paz entre las clases!
Hacemos un llamado a los camaradas de todo el mundo para que presionen a sus gobiernos para que garanticen una recepción plena y humana de los refugiados y refugiadas de Ucrania y de todas las demás zonas de conflicto, exijan el establecimiento de una vía rápida hacia la paz y expresen su solidaridad con aquellas y aquellos cuyas vidas se ven afectadas por la guerra y el nacionalismo. Tomamos como guía el ejemplo de la larga historia del internacionalismo y el pacifismo de izquierda.
(Publicado originalmente en LeftEast y traducido al castellano por Viento Sur)