Compañeros: Un país necesita una izquierda democrática, combativa y creativa. El desastre, que vive el país con el régimen de Bukele, en gran parte se debe a que en toda la fase de la postguerra no logramos construir una izquierda de este tipo.
Para crearla ahora, no sirve para nada la reorganización profunda del partido FMLN, como la anunció Oscar Ortiz. Se necesita una refundación de la izquierda, en base de dos ejes: la defensa de la democracia con su sistema republicano de división de poderes y la erradicación de la corrupción y de la pobreza.
Necesitamos una izquierda creíble que se desmarque claramente de las dictaduras con discurso revolucionario en Nicaragua, Cuba y Venezuela, que el FMLN defiende hasta la fecha.
Yo he expresado esto desde que terminamos la guerra. Tuve que observar que esta fuerza formidable, audaz y plural que era el FMLN insurgente era incapaz de convertirse en la izquierda democrática que necesitaba el país para su transformación sólida a la paz y la democracia.
Lo he expresado en docenas de artículos. Junto con muchos otros, que también tomaron distancia crítica al FMLN de la postguerra, abogamos por la refundación de la izquierda salvadoreña en innumerables discusiones con miembros del FMLN y personajes independientes de la izquierda. Hasta que nos cansamos. Nos cansamos, cuando vimos al FMLN gobernar manchándose con la misma corrupción sistémica heredada de Tony Saca.
Nos cansamos, cuando vimos a muchos personajes de la izquierda democrática uniéndose a Mauricio Funes, quien hundió la izquierda en la más cínica corrupción. Pero ahora, luego de que el mismo FMLN llevó al poder a Nayib Bukele, permitiéndole robarle a la izquierda gran parte de sus bases sociales, y luego de la derrota final del FMLN
en las elecciones del 2024, hay que retomar este concepto de la refundación de la izquierda.
En un país al borde de caer en una dictadura, una izquierda democrática es más indispensable que nunca. Yo digo esto con plena consciencia que todos los que hemos sido parte de la izquierda insurgente somos responsables por la incapacidad de crear una fuerza progresista capaz de defender la democracia contra el ataque de la antipolítica y del populismo autoritaria a mano de los Bukele.
Luego de 12 años de formar parte de la izquierda insurgente más formidable de América Latina, no fue fácil comprender que el partido FMLN de la postguerra era obsoleto y se estaba convirtiendo en un obstáculo para la construcción de una sociedad democrática.
Plantearlo en discusiones internas y luego en público no fue bien visto por los ortodoxos que se habían hecho del control del partido. Los más radicales de esta tendencia llamaron traidores a sus críticos. Sin embargo, era necesaria la permanente crítica a la manera del partido de hacer política y de gobernar.
Hoy ya no se trata de buscar culpables, tampoco de pelear por ideologías. Hoy se trata de cerrar filas contra la dictadura de Bukele. Pero sólo tiene sentido cerrar filas si es sobre la base de un claro compromiso compartido con la democracia, con la Constitución, con la libertad de expresión y con el pluralismo. Sólo tiene sentido, si se condena y combate el autoritarismo, sea disfrazado con un discurso de izquierda o de derecha.
Los Maduro y Ortega son enemigos de la libertad igual que los Milei y Bukele. Sin los sectores progresistas será imposible crear una alternativa democrática al modelo autoritaria, corrupto y demagógico del Bukelismo. Espero que al final el FMLN deje de ser obstáculo.