La construcción de la teoría revolucionaria en El Salvador

La construcción de la teoría revolucionaria en El Salvador Roberto Pineda San Salvador, 5 de mayo de 2015

A lo largo de 90 años (l925-2015) los revolucionarios y las revolucionarias han reflexionado desde la teoría marxista sobre las características de la sociedad salvadoreña y los principales problemas de la estrategia y la táctica de las luchas populares para derrotar a la dictadura militar, a la oligarquía y el imperialismo así como para construir la democracia y el socialismo.

Muchas de estas reflexiones y discusiones han quedado soterradas bajo el manto de la represión, la cárcel, el exilio o la clandestinidad. Una severa derrota en enero de 1932 y 60 años de dictadura militar (1931-1992) lograron reducir estos debates a la opacidad del murmullo. En pocas ocasiones hemos logrado conceptualizar la riqueza de nuestras formas de lucha y los perfiles, sujetos y territorios de nuestra lucha de clases y la densidad de la lucha de clases nos sofoca muchas veces el aliento teórico.

Y lamentablemente la herencia teórica que conocemos de Agustín Farabundo Martí (Teotepeque 1893-1932) principal referente del pensamiento de los primeros siete años del movimiento revolucionario del siglo XX (1925-1932) es muy limitada, se reduce a algunas cartas. Es más su simbología, su ejemplo militante de internacionalista y de revolucionario, que su palabra, la que nos ha servido de sustento y horizonte.

Lo mismo puede decirse de Alfonso Luna, Mario Zapata, Moisés Castro y Morales (+1982 San José, CR) Miguel Ángel Vásquez (circa 1904-1990 Ciudad de México), de los profesor Víctor Manuel Angulo y Juan Campos Bolaños. Del pensamiento de esa generación heroica inicial conocemos muy poco. Y lo poco que se conoce esta por lo general teñido de anticomunismo. Pero la historia siguió marchando.

Después del 32, en los años treinta y cuarenta destacan las figuras de los intelectuales marxistas Julio Fausto Fernández (1913-1981) y Alejandro Dagoberto Marroquín (1911-1917), ambos dirigentes principales en un periodo de la historia del PCS. El primero escribió una interesante obra filosófica en 1950 que fue publicada en la Editorial Pueblos Unidos de Montevideo, Uruguay, titulada “El existencialismo, ideología de un mundo en crisis.”Pero ese mismo año es expulsado del PCS por “aceptar cargos diplomáticos de la dictadura militar” en Brasil y se convierte posteriormente en un cuadro intelectual de la dictadura militar.

En el caso de Marroquín no deserta pero si abandona la lucha popular, aunque deja una importante herencia sociológica, que incluye las obras Panchimalco, Apreciación Sociológica de la independencia salvadoreña. Estudio sobre la crisis de los Años 30 en El Salvador, etc. Otro intelectual de esa época, el periodista Jacinto Castellanos Rivas, secretario privado de Martínez y luego dirigente del PCS, lamentablemente nos privó de conocer sobre las últimas horas de la vida de Farabundo. Asimismo destaca el Dr. Miguel Ángel Flores, originario de Usulutan, el médico Antonio Díaz, de Berlin, y el abogado Toni Vassiliu Hidalgo, dirigente del PCS a principios de los años 50. Durante esta época es en las páginas de Opinión Estudiantil donde se puede rastrear la huella marxista.

Otra figura destacada es el intelectual marxista y participante del levantamiento popular de 1932, Abel Cuenca Martínez (1909-1975 Ciudad de México), originario de Tacuba, exilado en Honduras y luego exilado en Guatemala, donde en mayo de 1951 es nombrado Administrador del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. Regresa en enero de 1957 y ese año escribe la obra Una democracia cafetalera, en la que hace un singular planteamiento marxista de análisis de país y estrategia revolucionaria. Además escribe sobre Francisco Morazán. Su padre, Leopoldo Cuenca, fue fusilado en el 32 en Nahuizalco, y lo fueron también sus hermanos Alfonso y Leopoldo. Otro hermano, Efraín, fue ahorcado.

Otro hermano, Max Ricardo Cuenca (+1965 Santiago de Chile), químico, escribe en 1947 La reforma agraria democrática en Guatemala, publicada por la Confederación de Trabajadores, CTG. En septiembre de 1954 ambos abandonan Guatemala y son exiliados a Chile, donde fueron confinados a un campo de concentración en el “árido norte chileno” (Díaz Castillo 1998). Otra intelectual marxista, Matilde Elena López, en 1940 integrante de la Liga de Escritores Antifascistas, también estuvo en Guatemala y luego en 1954 salió al exilio.

José Celestino Castro, originario de Arcatao, fue un intelectual progresista, biólogo, que enfrentó a la dictadura osorista y escapó de la cárcel en 1952, muere exiliado en Chile. De esta época es el Dr. Gabriel Gallegos Valdés, abogado, dirigente del PCS. Pedro Geoffroy Rivas (1908-1979), periodista, lingüista e intelectual marxista, exilado primero en México y en 1944 en Guatemala, regresa al país en 1956 y publica un combativo periódico, pero unos años después abandona la lucha popular. En 1951 el jurista Napoleón Rodríguez Ruiz (1910-1987), Rector de la UES de 1959 a 1963, publica Historia de las instituciones jurídicas salvadoreñas. Un año antes había publicado la novela Jaraguá. Carlos Lobato (Zacatecoluca 1911-1999) que vivió la mayor parte de su vida en Europa. Juan José Vides, militante del PCS, dirigió Opinión Estudiantil.

El dirigente del PCS y luego fundador de las FPL, Salvador Cayetano Carpio (Santa Tecla 1918-1983 Managua) publica en 1951 Principios Elementales del Sindicalismo; en 1962 su testimonio de las cárceles de la dictadura osorista, Secuestro y Capucha; en 1964 el artículo Corrientes Sindicales en el Movimiento Obrero, así como La huelga general obrera de abril de 1967; en 1982 publica El partido marxista-leninista del proletariado y La lucha de clases, motor del desarrollo del Ejército Popular de Liberación. Y el que es considerado como su testamento político, su discurso en el XII Aniversario de fundación de las FPL (abril de 1983). Y su última carta del 12 de abril de 1983: Palabras al heroico pueblo de El Salvador, a mí querida clase obrera y a la gloriosa FPL Farabundo Martí.

En enero de 1962 el intelectual marxista y militante del PCS, Mauricio de la Selva (Soyapango 1930) escribe en la revista mexicana Cuadernos Americanos El Salvador: 30 años de lucha. El dirigente del PCS, Jorge Arias Gómez (1923-2002) escribe en 1964 su obra Anastasio Aquino: recuerdo, valoración y presencia y posteriormente su obra cumbre en 1972, Farabundo Martí, así como Sandino, semilla de revolución (1995). El intelectual marxista, Rector de la UES (63-67 y 91-95) y fundador del PRTC, Fabio Castillo Figueroa (1920-2012) dejo poca obra escrita. En 1989 escribió Centroamérica: Zona de Paz. Mario Salazar Valiente (1927-2012) publica en 1988 la obra Saltar al Reino de la Libertad.

El intelectual marxista y poeta Roque Dalton (1935-1975), militante primero del PCS y luego del ERP, pública en 1963 en Cuba, El Salvador. Monografía; en 1969 El intelectual y la sociedad; en 1970 ¿Revolución en la revolución? y la críti¬ca de derecha; en 1972 Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, así como Partido revolucionario y lucha armada en la formación social contemporánea de El Salvador, en 1973 Imperialismo y revolución en Centroamérica. El dirigente del PCS y luego del FAPU y la RN, José Napoleón Rodríguez Ruiz publicó en 1965 junto con Roberto Armijo la obra Francisco Gavidia, la Odisea de su Genio.

El intelectual marxista Jorge Bairez (1943-2007) escribe desde la Comisión Militar del PCS de los años sesenta sobre aspectos de estrategia militar. Escribe en 1982 sobre El valor histórico de los testimonios de Miguel Mármol acerca de la insurrección de 1932. Los intelectuales marxistas y dirigentes del PCS, Raúl Castellanos Figueroa (+1970 Moscú) y Roberto Castellanos Calvo (+1994) , periodista uno y economista el otro, lamentablemente producen muy poca teoría, y orientada más hacia la coyuntura.

En 1971 David Alejandro Luna publica Manual de Historia Económica de El Salvador y Algunas facetas esenciales en la vida de Farabundo Martí. En 1972 Mélida Anaya Montes (1929-1983), intelectual marxista y dirigente de ANDES 21 de Junio, luego de las FPL y del BPR, escribe en 1972 La segunda gran batalla de ANDES.
En julio de 1972 Rafael Menjívar Larin (1935-2000), entonces Rector de la UES es exiliado a Costa Rica. En 1976 viaja a México, becado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) para obtener un doctorado en ciencias políticas, que completó en 1979. En ese periodo y como militante de las FPL, escribe dos obras fundamentales en el desarrollo del pensamiento marxista salvadoreño, que son Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador y Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño.

En 1977 un intelectual de origen democristiano, Eduardo Colindres publica la destacada obra Fundamentos económicos de la burguesía salvadoreña. Otro intelectual marxista en esa época, Rafael Guidos Vejar, publica en 1980 su magistral obra El ascenso del militarismo en El Salvador.

El economista marxista Santiago Ruiz Granadino ha escrito desde los años setenta sobre temáticas vinculadas al agro, finanzas y relaciones comerciales. Asimismo Luis Argueta Antillón, economista y ex Rector de la UES ha publicado La economía salvadoreña en 1984. Algunos elementos de análisis. También el economista y militante revolucionario Hugo Molina (1944-2014) , pública en 1980 la obra Contenido político e ideológico de la Integración Centroamericana. Liliam Jiménez (1923-2007), poeta y periodista exiliada en México, publica en 1980 El Salvador, sus problemas socioeconómicos y El salvador: un proceso de lucha irreversible. En febrero de 1980, semanas después de haber regresado al país de su exilio en Costa Rica es asesinado el intelectual comunista Roberto Castellanos Braña.

En 1984 el economista Aquiles Montoya (1942-2012) publica Los elementos ideológicos de la clase dominante en El Salvador en 1932 y Antes del 32 y se publica en 2012 su Manual de Economía Solidaria. En 1986 el arquitecto Mario Lungo (1943-2005) escribe El desarrollo de las ciencias sociales en El Salvador y su aporte al conocimiento de la realidad del país; en 1987 publica La lucha de masas en El Salvador; así como El Salvador 1981-1984, la dimensión política de la guerra, en el año 2000 La tierra urbana. El sociólogo Pablo Castro publica en 2004 Sociología y transformaciones de la sociedad salvadoreña: transición hacia el siglo XXI (1960-2003).

En diciembre de 1986 Eduardo Sancho (1951…) , entonces Ferman Cienfuegos, dirigente máximo de la RN y miembro de la Comandancia General del FMLN, desarrolla una charla que después es publicada en 1989 como Veredas de la Audacia (Fundación y desarrollo de la vanguardia dispersa). En 1986, Joaquin Villalobos ( 1951…) , dirigente del ERP y de la Comandancia General del FMLN publica El estado actual de la guerra. En 1990 Antonio Cardenal (1950-1991) , entonces Jesús Rojas, dirigente de las FPL publica Al tope para negociar: La estrategia del FMLN. En 1992 Víctor Marroquín publica el Manual de Economía Agrícola Salvadoreña. En 1995 Víctor Aguilar publica junto con Joaquin Arriola la obra Globalización de la economía. En 1997 Pedro Juan Hernández, dirigente del MPR-12 publica Tierras, Deuda Agraria y Políticas Agrarias.

En 1993 el dirigente del PCS y luego de la TR, Dagoberto Gutiérrez (Chalchuapa 1944…) publica La persona, la fe y la revolución; en el 2007 Nadie quedara en el olvido; en el 2012 Sobre los movimientos sociales. El economista Salvador Arias (1945…) publica en 2003 Mundialización y las dos globalizaciones; en 2008 Derrumbe del Neoliberalismo Lineamientos de un modelo alternativo en 2010 ANTA 25 años de lucha campesina; en 2010 Mapa de la Pobreza y la Opulencia en El Salvador; en 2012 la trampa de la deuda. En 2014 Manual de la corrupción de ARENA. En 1995 Roberto Cañas (1950…) , dirigente de las RN y del FMLN, publica La Universidad hacia el siglo XXI.

Asimismo en el año 2001se publica la obra del principal historiador marxista salvadoreño, que vivió exiliado en Costa Rica desde 1972, Juan Mario Castellanos (1936-2013 San José, C.R.) : El Salvador: 1930-1960 y en el 2010 la continuación de esta magistral obra: El Salvador: 1960-1968. Lamentablemente quedo sin publicarse la tercera parte de este esfuerzo que va del 67 al 72.

En la primera década del 2000 sobresale el esfuerzo del dirigente del PCS Domingo Santacruz que publica Antecedentes del movimiento popular de masas y papel del Partido Comunista en las luchas políticas y populares antes y después de 1970 y en un foro realizado en 2005 por el FMLN para su 25 aniversario Santacruz y Nidia Díaz hablaron respectivamente del PCS y del PRTC, bajo el tema La construcción del Partido FMLN y el aporte de las cinco organizaciones históricas que lo constituyeron. Eugenio Chicas, dirigente de la RN publica Partidos militares de la década de los 70, creadores e impulsores del movimiento de masas. En 2013 Américo Araujo, dirigente del PCS, publica Un tiempecito después de terminada la guerra.

En el 2000 el economista Raul Moreno publica Reforma Fiscal en El Salvador: una exigencia impostergable; en 2003 Derechos Laborales y Tratados de Libre Comercio y El Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-Centroamérica. Implicaciones Económicas y Sociales; en 2004 La Globalización Neoliberal en El Salvador. Un análisis de sus impactos e implicaciones; en 2005 El marco jurídico para la privatización el agua en El Salvador; en 2006 CAFTA-DR y Deuda Externa en Centroamérica y CAFTA-DR, agricultura y soberanía alimentaria y en 2011 Una mirada desde El Salvador.

En el caso de Schafik Handal (1930-2006) , su producción político-teórica abarca casi cinco décadas y es indudablemente uno de los más destacados teóricos marxistas del movimiento revolucionario salvadoreño. Y su pensamiento puede estudiarse desde cuatro vertientes principales en los que se interesó y analizó: escritos relacionados con la construcción y fortalecimiento partidario (primero del PCS luego del FMLN) ; análisis de la coyuntura nacional e internacional, análisis acerca de la estructura de clases del país y elaboración teórica sobre problemas estratégicos de la conducción revolucionaria salvadoreña e internacional.

En términos del último apartado, Schafik inicia con la elaboración en 1961 de la Plataforma Programática del FUAR, continúa con la producción teórica orientada al V Congreso del PCS de marzo de 1964 (Programa General, Programa Agrario, incluso Estatutos); publica en 1964: La proletarización orgánica e ideológica del Partido; en 1968 Reflexiones sobre algunos problemas de la revolución latinoamericana; en 1974 Por un gobierno democrático, antiimperialista y antioligarquico; en 1975: La experiencia del PCS, el más rico patrimonio de la clase obrera y del pueblo salvadoreño así como El Fascismo en América Latina; en 1974-76 Nuestra polémica con la ultraizquierda; en 1977 Tesis y Fundamentos de la Línea del PCS; en 1979 Experiencias de la Revolución Nicaragüense; en 1981 El Poder, el carácter y la vía de la revolución y la unidad de la izquierda; en 1982: Un partido que supo ponerse a la altura de la historia; en 1983: Consideraciones acerca del viraje del Partido Comunista de El Salvador hacia la lucha armada; en 1988: El Salvador: Partido Comunista y guerra revolucionaria; en 1990: PCS: 60 años jóvenes en la lucha por la democracia y el socialismo; en 1991: El socialismo: ¿Una alternativa para América Latina?; Discurso durante la Ceremonia de la Firma del Acuerdo de Paz de Enero de 1992; Discurso pronunciado en el Acto de Fin del Proceso de Paz Armada; en 1993 Problemas teóricos políticos y trazos del modelo de desarrollo económico – social de la revolución democrática en El Salvador”, en 1994 El capitalismo no es la estación terminal del desarrollo de la humanidad; en 1997: El Salvador: La lucha continúa; en 2003: Erradiquemos la pobreza, saquemos al país de la crisis económica y garanticemos una efectiva democracia para todos y todas; en 2004: El debate de la izquierda en América Latina; en 2004: El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario en El Salvador; en el 2012 se publica póstumamente Teoría de la situación revolucionaria así como en 2014 Legado de un Revolucionario.

Revolución Permanente y Revolución por Etapas en América Latina

Daniel Bensaïd

1983
Revolución Permanente y Revolución por Etapas en América Latina

La crítica insuficiente de Shafik Handal

En 1981, Schafik Jorge Handal secretario general del Partido Comunista Salvadoreño, publicó un articulo denominado “El poder, el carácter, y la vía revolucionaria y la unidad de la izquierda”, en el cual, trataba una serie de problemas de la revolución salvadoreña y latinoamericana a la luz de la experiencia nicaragüense. El 15 de noviembre de 1982, en una entrevista con la periodista chilena Marta Harnecker, Handal desarrolla las ideas presentadas un año atrás y critica la política de los PCs en América Latina. Desde entonces, la polémica – y la confusión – recorre a gran parte de la vanguardia latinoamericana : se trata de un PC distinto ? lo de Handal significa una rectificación de la clásica concepción stalinista de la revolución por etapas ? no se trata de un giro táctico presionado por los acontecimientos políticos en El Salvador ? Por la importancia que el tema tiene para los revolucionarios latinoamericanos, Inprecor ofrece hoy, un artículo del dirigente de la IV Internacional Daniel Bensaid, y aunque escrito en agosto de 1983, mantiene plena vigencia tanto en el análisis como en las conclusiones que se extraen de la posición del dirigente salvadoreño y miembro de la comandancia general del frente Farabundo Martí de Liberación Nacional.

Los problemas abordados por Handal bajo la presión de los hechos políticos, no son problemas nuevos para el Partido Comunista Salvadoreño, sino, que han sido objeto de debates internos y de convulsiones desde hace dos décadas [1].

Por otra parte, y mas allá de las autocriticas, Handal insiste en mantener una continuidad en la política concreta del PC. En 1979 después del golpe de Estado que derribó al general Romero, el PC entró al gobierno junto a los demócratas cristianos de Duarte y a los militares reformistas encabezados por el coronel Majano. En 1982, después de las elecciones orquestadas por el imperialismo norteamericano, Handal en persona reafirmaba la posibilidad de una alianza estratégica con un sector del ejército y que no se podía concebir por fuera de una negociación global en la región, “…Seria falso pensar que en el ejército hondureño, no existen más que partidarios de la política de represión y de intervención. Existen en él, otras opiniones, verdaderamente democráticas provenientes de los adversarios de que el ejército sea utilizado de esa manera. Veremos a su tiempo, un cuadro análogo también en El Salvador” (Proceso Revolucionario, n° 2, agosto de 1982, pág. 13). Estos hechos concretos de la política del PC salvadoreño es bueno tenerlos presentes la hora de cualquier análisis.

En su artículo, Handal se propone tratar cuatro puntos decisivos para la estrategia revolucionaria en América Latina y que parten de una constatación indiscutible : “dos grandes revoluciones tuvieron lugar en Cuba y en Nicaragua, sin que, en ninguna de las dos, el Partido Comunista haya estado a la cabeza”. Esos cuatro puntos, son según Handal, él de la cuestión del poder, el carácter de la revolución, el de las “vías de la revolución” y finalmente el de la “unidad de la izquierda revolucionaria”.

1. El fracaso de los partidos comunistas tradicionales (Handal habla de la “experiencia desastrosa del hermano partido nicaragüense”) encierra efectivamente motivos suficientes para cuestionar el conjunto de su orientación. Para Handal, su debilidad fundamental reside en el abordaje del problema del poder : “Estamos convencidos que la ausencia practica de una clara dirección del combate por el poder es el principal factor que explica esos resultados. El mismo problema ha estado en la base, pensamos, de la caracterización incorrecta de ciertos procesos sociales y políticos reformistas en América Latina como “revoluciones en la práctica”, esta caracterización ha colocado a los partidos comunistas hermanos de los diferentes países, en un rol de fuerzas de colaboración”.

2. En cuanto al carácter de la revolución, Handal, escribe, “No podemos llegar al socialismo más que la vía democrática antiimperialista, pero recíprocamente, la revolución democrática antiimperialista no puede alcanzarse sin ir hacia el socialismo. En la medida en que existe entre las dos un lazo esencial e indivisible, se trata de dos facetas de una misma revolución y no de dos revoluciones…” “La revolución democrática antiimperialista no la veremos como una revolución separada, sino mas bien, como el cumplimiento de las tareas de la primera fase de la revolución socialista”.

3. En cuanto a la vía revolucionaria, Handal la deduce lógicamente del carácter mismo de la revolución : “Si aceptamos la idea de que la revolución democrática antiimperialista es una parte de la revolución socialista, la revolución no puede entonces, llevarse a cabo a través de la conquista pacífica del poder, sino que será indispensable, de una manera u otra, desmantelar la maquina del Estado capitalista y de sus amos imperialistas, para construir un Estado y un poder nuevo. En esas condiciones, se torna evidente que la vía pacifica no es la vía de la revolución. A propósito de la vía revolucionaria en América Latina, partir del dogma según el cual, es indiscutible verdad, por principio, que la vía armada y la vía pacifica son igualmente posibles y acertadas, nos parece un error muy grave”.

4. Finalmente, en relación con todos esos problemas, está “el asunto de la unidad de las fuerzas de izquierda revolucionaria y de la actitud de los comunistas hacia las organizaciones revolucionarias que han surgido por de las estructuras del partido”. Respecto a ello, Handal dice : “Es curiosamente sintomático, que los partidos comunistas hayan demostrado en las décadas pasadas, una gran capacidad para entenderse con sus vecinos de la derecha, mientras que no hemos sido capaces, sin embargo, en la mayor parte de los casos, de establecer relaciones y alianzas progresistas estables con nuestros vecinos de la izquierda… ; no somos capaces de comprender el fenómeno de sus existencias, sus características y su significado histórico”.
Sobre el caracter de la revolución en america latina

Luego de haber afirmado claramente que la revolución democrática antiimperialista y la revolución socialista no podían existir separadas, y que se trata de “dos facetas de una misma revolución”, Handal que no es un novato del movimiento comunista, desliza con una increíble mala fe : “Yo no sé de donde nos ha venido la idea, que nuestro partido, y me parece que otros partidos y dirigentes comunistas en América Latina, han trabajado durante decenas de años con la idea de las dos revoluciones, y que hemos considerado a la revolución cubana como una experiencia particular”.

¡Es una maniobra ideologica ! ¡De dónde puede venir esa idea de dividir a la revolución en dos etapas ? Handal ha perdido de pronto la memoria. Es necesario refrescársela. La separación de la revolución en dos etapas, es ajena totalmente a los escasos documentos de la Internacional Comunista (IC) sobre América Latina, en sus primeros años. “Llamando a la clase obrera de las dos Américas” (La Internacional Comunista, n° 15, enero de 1921), inscribe al contrario, la lucha democrática en la perspectiva de la revolución proletaria : “La unión revolucionaria de la clase campesina pobre y de la clase obrera es indispensable ; sólo la revolución proletaria puede liberar al campesinado, quebrando el poder del capital, sólo la revolución agraria puede preservar la revolución proletaria del peligro de ser aplastada por la contrarrevolución”. Y dos años más tarde, en la proclama “A los obreros y a los campesinos de América del Sur” (Correspondencia Internacional n° 2, 20 enero 1923) afirma lo siguiente : “Luchad contra nuestra propia burguesía y luchareis contra el imperialismo yanqui”.

Los pioneros del marxismo revolucionario en América Latina, los gigantes revolucionarios como el cubano Mella y el peruano Mariategui, se ubicaban directamente en esta tradición, apuntalándola con una lucidez fundada en la experiencia concreta y en el conocimiento preciso de su continente.

En un texto magnifico de 1928, “La lucha revolucionaria contra el imperialismo”, Mella explica : “Las traiciones de las burguesías y pequeñas burguesías nacionales, tienen ya, una causa que todo el proletariado comprende. Ellas no luchan contra el imperialismo extranjero para abolir la propiedad privada, sino para defender su propiedad contra el robo que los imperialistas cometen en su perjuicio. En su lucha contra el imperialismo (el ladrón extranjero), las burguesías (los ladrones nacionales) se unen al proletariado, buena carne de cañón. Sin embargo, acaban por comprender que vale más la pena hacer alianza con el imperialismo, ya que al final de cuentas, persiguen un interés similar. Los progresistas se tornan reaccionarios. Las concesiones que la burguesía daba al proletariado, para tenerlo a su lado, son traicionadas por aquella cuando este trata de avanzar y con ello se vuelve peligroso, tanto para el ladrón extranjero como para el ladrón nacional… Para hablar concretamente : la liberación nacional absoluta, solamente la obtendrá el proletariado, y será a través de la revolución obrera”.

Esta línea de pensamiento era también desarrollada por Mariategui, que en 1929 en su texto “El proletariado y su organización” afirmaba : “La revolución latinoamericana no será nada más ni nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Ella será pura y simplemente la revolución socialista. Ustedes pueden apegar a esta palabra, según el caso, todos los objetivos que quieran : antiimperialista, agraria, nacionalista, revolucionaria. El socialismo las implica, las precede, las abarca a todas”. No se debe pensar que se trataba de planteos de principios y nada más. Mariategui sabia al contrario, sacar de ellos las consecuencias estratégicas esenciales : “Para nosotros, el antiimperialismo no constituye en sí mismo un programa político, un movimiento de masas apto para la conquista del poder. Incluso si admitimos que pueda movilizar al lado de las masas obreras y campesinas a la burguesía y a la pequeña burguesía nacionalista (nosotros ya hemos refutado formalmente esta posibilidad), el antiimperialismo no suprime el antagonismo entre las clases, no anula las divergencias entre sus intereses. Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía pueden llevar al poder una política antiimperialista… La toma del poder por el antiimperialismo en tanto que movimiento demagógico-populista, si fuere posible, no equivaldría jamás, a la toma del poder por las masas proletarias por el socialismo. La revolución socialista encontraría ese enemigo más decidido y más fanático (peligroso en su confusionismo y su demagogia) en la pequeña burguesía afirmada en el poder conquistado bajo estas consignas. Sin descuidar el empleo de ningún elemento de agitación antiimperialista, ni ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente puedan participar en esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista es capaz de oponer una barrera verdadera y definitiva al imperialismo” (Punto de Vista Antiimperialista, 1929). He aquí pues, cual es la tradición del comunismo revolucionario nacido de la influencia que tuvo en América Latina la revolución bolchevique de octubre de 1917. Y fue también, bajo la bandera inseparable del antiimperialismo y del socialismo, que el joven Partido Comunista Salvadoreño, bajo la dirección de Farabundo Martí, condujo la insurrección campesina de enero de 1932.

La idea de mutilar la revolución, de truncarla en su fase antiimperialista, y que Handal en 1981 declara “no saber” de donde proviene, es en efecto, una idea importada. Es la proyección en el continente de la corriente derechista de la Internacional Comunista ya burocratizada, de la tentativa de alianzas entre la URSS y las democracias burguesas (pacto Stalin-Laval) y de la sistematización a escala internacional, de la política de los “frentes populares” adoptada en el VII Congreso de la IC en 1935. A partir de entonces, el objetivo estratégico de los partidos comunistas subordinados a Moscú, no va más allá de una etapa democrática y antiimperialista de desarrollo capitalista. El fin implica los medios : una alianza durable con las burguesías nacionales en la cual, los partidos comunistas – como lo admite a posteriori Handal – se convierten en fuerzas de apoya y colaboración y que periódicamente, se ven expuestas a la represión implacable por sus aliados de la víspera. En ese cuadro general, la aplicación concreta de la política sigue las necesidades de la diplomacia soviética. A fines de los años 30, está lo de los “frentes populares” que llevan al PC a ir de remolque del Partido Radical.

En 1945, al final de la guerra, es la euforia de la alianza entre Stalin y el imperialismo norteamericano, lo que se refleja inmediatamente en la política de los partidos comunistas. En la Argentina. Codovila, el stalinista “modelo”, flama a una alianza contra el peronismo de “todos los partidos tradicionales, de la parte más consciente y combativa del movimiento y del campesinado, de la mayoría de los industriales, comerciantes, agricultores, ganaderos y financistas, de la mayoría del ejército y la marina, y de una parte de la policía de uniforme”. (Informe a la Conferencia del PC argentino de diciembre de 1945). En Brasil, el Partido Comunista de Prestes, se coloca bajo la tutela de Getulio Vargas, pues se había ubicado en la guerra del lado de los aliados.

En fin, como decía Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista ; el Partido Socialista Nicaragüense (partido comunista) había nacido “En 1944 antes del fin de la guerra mundial, en una época en que las tesis de Earl Browder, secretario del PC de los EE.UU., que impulsaba la conciliación con la clase capitalista y con el imperialismo norteamericano en América Latina, estaban en pleno vigor. Es cierto, se trataba de la política oficial de Moscú, de la cual Brodwer no era él (inicio abanderado. Peor, el PSN nació en el curso de un mitin cuyo objetivo era proclamar el apoyo al gobierno de Somoza. Esto fue el 3 de julio de 1944 en el Gimnasio de Managua” (Carlos Fonseca, Nicaragua Hora H, Tricontinental, setiembre de 1969).

El agujero en la memoria de Handal es más bien una fosa o un abismo, en el cual desaparece medio siglo de historia del movimiento obrero latinoamericano.

Inclusive, admitiendo que Handal sufre de tales olvidos, habría tenido más de 20 años después de la victoria de la revolución cubana, para volver a encontrar en su frágil memoria, el hilo de la historia. Porque Castro, Guevara y Fonseca Amador, no esperaron 20 años para extraer las enseñanzas de la revolución cubana y retornar a las fuentes de los grandes ancestros como Mella y Mariátegui.

A partir de su histórico discurso del 2 de diciembre de 1961, luego de la nacionalización de las empresas imperialistas, Fidel Castro vuelve explícitamente a esta tradición : “No hay término medio entre el capitalismo y el socialismo. Los que se obstinan en buscar una tercera vía, caen en una posición errónea y utópica… Tal es el camino que hemos seguido : el camino de la lucha antiimperialista, el camino de la revolución socialista. Pues no existía otra posición posible. Debíamos hacer una revolución antiimperialista, una revolución socialista. Pero esto no era sino una sola revolución, pues no puede existir más que una. Esta es la gran verdad dialéctica de la humanidad : el imperialismo no tiene frente a él más que al socialismo”. Castro estaba categóricamente por la unidad dialéctica del contenido antiimperialista y socialista de la revolución. Le fueron necesarios 20 años a Handal para convencerse de ello. Más vale tarde que nunca. Sin embargo, el “descubrimiento” de Castro no ha sido la confidencia oculta entre las líneas de un discurso. Fue compartida y propagandeada sobre el continente por toda una generación de revolucionarios. Por el Che que proclamaba “o revolución socialista o caricatura de revolución” por el informe de la delegación cubana en la Conferencia de la OLAS en 1967 y por las tesis de la propia Conferencia [2].

Handal no puede pretender que esta perspectiva no hubiera alcanzado a América Central. En el artículo citado de Carlos Fonseca escrito en 1969, se afirmaba : “La lucha se desarrolló (de 1926-1936) sin que existiera un proletariado industrial. La burguesía naciente traicionó al pueblo nicaragüense y se abandonó a la intervención yanqui…” “es necesario actualmente insistir sobre el hecho de que nuestro principal objetivo es la revolución socialista, una revolución que presupone denotar al imperialismo yanqui, sus agentes locales, a los falsos opositores y a los falsos revolucionarios”.

No hemos escatimado citaciones y referencias para demostrar claramente hasta qué punto las revelaciones de Handal son tardías y generales en relación a un debate que sacude desde hace medio siglo al movimiento obrero latinoamericano. Fue necesario el formidable encadenamiento de los hechos y sobre todo el surgimiento de la propia revolución en El Salvador a contrapelo de la política concreta del PC salvadoreño, para que apareciera la autocritica que tratamos.

Sin embargo, ya en los años veinte, los alcances del problema estratégico estaban definidos y bien planteados. Encontrábamos por un lado, una corriente populista que tendía a insistir sobre la especificidad de América Latina, de su historia, de su estructura social, para fundamentar en teoría la perspectiva de una colaboración de clases. Era esa, la posición del peruano Haya de la Torre y de su partido, el APRA, que se presentaba en sus inicios en 1924, como un movimiento antiimperialista.

Más tarde, vendría una corriente marxista-economicista que alimentaba con coartadas teóricas, las políticas de alianzas y de subordinación a las burguesías nacionales, seguidas por los partidos stalinistas. Se trataba de considerar a las sociedades latinoamericanas como sociedades feudales para justificar mejor, la perspectiva de un desarrollo capitalista nacional y antiimperialista, lo que implicaba una alianza estratégica con la burguesía nacional de cada país. Esta orientación, continúa siendo, aun con variantes, la de los partidos comunistas (en Brasil, en Chile, en Uruguay, en Bolivia, en Perú, etc.). Debe entenderse esta orientación, en el marco general de la política internacional de la burocracia soviética y de sus necesidades.

Esta dependencia con la burocracia soviética, tiene raíces materiales, y lo que Handal no dice, es que para tener una política revolucionaria en América Latina, los PCs tendrían que romper definitivamente con la política de Moscú y con los lazos de dependencia que los subordinan.

Finalmente, la corriente marxista revolucionaria, encarnada desde la década del veinte por Mella y Mariátegui, ha considerado siempre a las sociedades latinoamericanas como sociedades en las cuales el carácter capitalista esta directamente imbricado en la dominación imperialista y marcado por ella. De allí, el lazo indisoluble entre la lucha antiimperialista y la revolución socialista. Esta corriente, rechaza la doctrina de un feudalismo latinoamericano y define la estructura social, incluyendo al campo, como esencialmente capitalista. Critica el concepto de “burguesía nacional progresista” y rechaza la perspectiva de un posible “desarrollo capitalista independiente”. Ve en el fracaso de las experiencias populistas, la consecuencia lógica de la naturaleza de las fuerzas sociales dependientes del imperialismo. Encuentra la fuente del “retraso” económico no en el feudalismo o en los obstáculos pre capitalistas, sino en las características mismas del capitalismo dependiente. En conclusión, excluye la posibilidad de una vía de desarrollo democrático-nacional y afirma la necesidad de la revolución socialista como única respuesta coherente a la dependencia y al subdesarrollo.
La cuestion del poder

Handal considera que los deslices reformistas cometidos por los partidos comunistas en América Latina, se debe a que perdieron de vista la cuestión del poder. ¡Razonamiento perfectamente circular ! ¿Y porqué perdieron de vista la cuestión del poder ? Todo está encerrado en ésta cuestión.

Handal no establece claramente la relación entre este problema y el asunto sobre el carácter de la revolución. Es sin embargo, evidente que un partido no se plantea la cuestión del poder de la misma manera, si quiere compartirlo con una clase “aliada” o si quiere tomarlo para ejercerlo. Era esa ya, la gran línea divisoria desde 1905 entre mencheviques y bolcheviques y así lo entendía Lenin que afirmaba : “Las fracciones bolcheviques y mencheviques han llevado ellas mismas todas las divergencias a la siguiente alternativa : el proletariado debe ser “el guía”, “el dirigente” de la revolución, y arrastrar tras de sí al campesinado, o debe ser “el motor” que sostiene tal o cual vía de la democracia burguesa” (Obras Completas, tomo 15, pág. 388). Lenin, entonces, defendía contra los mencheviques una posición claramente anticapitalista desde el punto de vista de la conquista del poder político.

A la luz de la experiencia revolucionaria de 1905, y desde 1906, el debate se clarificó aun más. Para los bolcheviques, “solo el proletariado está en condiciones de conducir hasta el fin, la revolución democrática, pues es la clase completamente revolucionaria de la sociedad contemporánea”. Y “arrastra tras de sí al campesinado” (idem).

El litigio con los mencheviques se resume en tres puntos capitales para Lenin y los bolcheviques : 1) que el proletariado debe jugar el rol dirigente, el rol de guía de la revolución. 2) que el objetivo de la lucha es la conquista del poder por el proletariado con la ayuda de las otras clases revolucionarias. 3) que en ese terreno, el campesinado puede ser la primera y tal vez la única ayuda. Para los mencheviques, el proletariado debía ser “el motor” (y no la dirección como planteaba Lenin) de la revolución, y debía “sostener” a través de una presión de masas de vías de la democracia burguesa que no estaban en contradicción con su propio programa. “Desde el punto de vista del poder político, esto significa resignarse a una etapa en la cual el poder es abandonado en manos de la democracia burguesa” (Lenin, idem).

Handal, reconoce a su manera, que los partidos comunistas en Latinoamérica se han colocado en la mayoría de los casos, en el terreno menchevique, al adjudicarse el papel de “fuerzas de apoyo” en cuanto al problema del poder, y en “fuerzas de colaboración”.

Sin embargo, en “su vuelta a Lenin”, Handal no recorre más que la mitad del camino. De un lado, el pretende abolir la separación entre las dos revoluciones. Pero por otro lado, tiende a establecer esta etapa distinguiendo radicalmente “el problema del poder” del “programa socio-económico de la revolución”.

Es cierto que en 1905-1906, la polémica de Lenin contra los mencheviques se limitaba al asunto : quién debe tomar el poder ? Y el respondía “el proletariado arrastrando tras de sí al campesinado”. Pero al mismo tiempo, Lenin continuaba caracterizando al programa de la revolución por las tareas a realizar como democrático burgués, concebía incluso, la posibilidad de que luego de la conquista del poder por el proletariado, se mantuviera en la sociedad un cuadro general que se podría definir como capitalista.

Sobre este punto, la revolución rusa de octubre del 17 completó las lecciones de 1905. Es cierto que la revolución proletaria comienza por la conquista del poder político, (Marx hablaba de la dictadura del proletariado como instrumento para empezar las transformaciones económicas y sociales). Es cierto que la conquista del poder politico y las transformaciones de las relaciones de producción, no coinciden en el tiempo. Lo primero (la conquista del poder) es un acto, el resultado revolucionario de una prueba de fuerzas entre clases antagónicas. Lo segundo (las transformaciones económicas y sociales) es un proceso sobre el cual no podemos pre-fijar ritmos ni plazos y que está determinado por un conjunto de factores internos y externos. Lo que si está claro, es que sin el primer acto revolucionario, lo segundo es imposible.

Existe sin embargo, una relación dialéctica entre los dos. Pues la conquista del poder político, y principalmente su conservación frente a toda intentona contrarrevolucionaria, implica la mayor movilización de las masas, en primer lugar de la clase obrera y el campesinado pobre, las únicas capaces de aplastar la resistencia burguesa e imperialista. Pero esta movilización no puede nutrirse de promesas, sino de conquistas sociales concretas. El Partido Comunista Vietnamita (PCV) lo sabía muy bien, por eso, para preparar la ofensiva contra las tropas francesas en Dien Bien Phu en 1954, lanzó una campaña de profundización de la reforma agraria en los territorios liberados. Lo mismo en la revolución rusa, la resistencia a la agresión de las potencias capitalistas europeas y a la contrarrevolución interna durante la guerra civil, llevó muy rápidamente a la radicalización del contenido social de la revolución, la ruptura con la burguesía, la estatización de los medios de producción, a las diferenciaciones de clase en el campo, etc. Esta lección, se ha visto confirmada por las revoluciones derrotadas como la china de 1926-27, o por la victoriosa de China en 1949, la vietnamita, la cubana, y más recientemente la de Nicaragua.

Este problema fue sistematizado por Trotsky en 1928 en la teoría de la revolución permanente. La batalla que él condujo contra la teoría stalinista de la revolución por etapas, se inscribe en la continuidad de la batalla librada por Lenin contra los mencheviques y su etapismo, y Trotsky la enriqueció a la luz de la victoria de la revolución rusa y de la derrotada revolución china a mediados de la década del veinte.

La teoría de la revolución permanente afirma, la necesidad de transformar la revolución democrática en revolución socialista en los países dominados, no niega, contrariamente a lo que han hecho creer los stalinistas, la existencia de etapas en un mismo proceso revolucionario : “Yo no he negado jamás, el carácter burgués de la revolución en cuanto a sus tareas históricas inmediatas, yo lo he negado únicamente, en cuanto a sus fuerzas motrices y sus perspectivas…” “La historia ha unido, no confundido, sino unido orgánicamente el contenido fundamental de la revolución burguesa a la primer etapa de la revolución proletaria” (Trotsky, La Revolución Permanente).

Del mismo modo, Trotsky no excluye para nada, las alianzas tácticas con fracciones de la burguesía : “Es evidente que nosotros, no podemos en el futuro, renunciar a tales acuerdos rigurosamente limitados y sirviendo cada vez a un objetivo claramente definido la única condición de todo acuerdo con la burguesía, acuerdo separado, practico, limitado a medidas definidas y adaptadas a cada caso, consiste en no mezclar las organizaciones y las banderas, ni directa ni indirectamente, ni por un día, ni por una hora, y a no creer jamás que la burguesía es capaz de conducir una lucha real contra el imperialismo y a no poner obstáculos a los trabajadores y campesinos” (idem).

Para derrotar a la dictadura de Batista, Fidel Castro hizo con sectores burgueses un pacto limitado, que “definió una estrategia común para derrotar a la dictadura con la insurrección armada”. Pero desde la caída del dictador, Castro consolida alrededor del ejército rebelde, las bases del poder revolucionario fuera de todo control de los órganos formales del gobierno recién instalado e integrado por dirigentes burgueses. En la medida que el proceso revolucionario avanza, y se profundiza, que se desarrolla la reforma agraria, que se constituye el ejército revolucionario, los representantes de la burguesía van a retirarse unos tras otros, para pasar a la oposición abierta y a la contrarrevolución.

Cada presión o agresión imperialista, conduce a la necesidad de ir apurando el proceso de transformaciones sociales y económicas, de radicalización de la reforma agraria, de nacionalización, de expropiaciones, etc., con el fin de resguardar el poder revolucionario y de avanzar en las conquistas sociales de las masas.

Al mismo tiempo, estas conclusiones que han sabido sacar los revolucionarios mas consecuentes, también hay que decirlo, las ha sacado la propia burguesía. La evolución de las posiciones burguesas en la medida que avanzaba el proceso revolucionario nicaragüense con una prueba de ello. La dictadura oligárquica se impuso en Nicaragua en los 30 con el apoyo del imperialismo yanqui. Desde el inicio de la década del 60, una contradicción se desarrolló entre la vieja oligarquía reagrupada en tomo a la familia Somoza, y fracciones de la burguesía industrial que deseaban una liberalización del régimen para poder insertarse en el desarrollo económico ligado a la implantación del mercado común de América Central. Esta burguesía encabezó una oposición liberal con la proclamación de la Unión Democrática de Liberación (UDEL). En 1977, luego de dos años de Estado de Sitio, que supuestamente había liquidado al Frente Sandinista, los liberales creen poder aprovechar la campana democratizante del presidente Carter para pasar a la ofensiva sin correr el riesgo de un desbordamiento del movimiento de masas. En enero del 78, luego del asesinato de su líder Joaquín Chamorro, son los patrones quienes toman la iniciativa de lanzar una huelga general.

Pero una carrera contra el tiempo se plantea entonces para la dirección revolucionaria. En febrero del 78, el Frente Sandinista pasa nuevamente a la acción. La patronal se asusta y suspende la huelga general. En julio se constituye el Frente Amplio de Oposición (FAO) por un lado y que reagrupa a la burguesía opositora. Y por otro lado, se forma el Movimiento Popular Unificado (MPU) que nuclea a veintidós organizaciones de masas (barrios, estudiantes, mujeres).

A fines de agosto y comienzos de septiembre de ese año, con el repunte de la movilización autónoma de las masas, y con ello la iniciativa vuelve a estar en manos de los sandinistas. A fines de agosto, un comando del FSLN ocupa el Congreso Nacional y obtiene la mayoría de sus demandas. El MPU llama a la Huelga general y en setiembre el FSLN a la insurrección popular. A cada paso del movimiento de masas, la burguesía se retrae y busca la negociación con la dictadura apoyándose en el gobierno de EE.UU., que a esa altura busca una “transición” pacifica y controlada.

El ala “tercerista” del FSLN toma esta capitulación como argumento para retirarse del FAO y se unifica con las otras dos tendencias del sandinismo. En febrero del 79 se constituye el Frente Patriótico Nacional (FPN), incluye a los sandinistas y a sectores burgueses significativos representados por Alfonso Robelo y Violeta Chamorro. Pero, mientras que la burguesía era hegemónica en el FAO, ahora el centro de gravedad se ha desplazado, debido a que la lucha toma un curso favorable a los trabajadores y campesinos. Esto es lo que se traduce de la formación del FPN donde el rol dirigente – político y militar – le corresponde al FSLN.

Denotada la dictadura, y a medida que el proceso revolucionario se iba profundizando, nuevos sectores de la burguesía son llevados a retirarse del Gobierno de Reconstrucción Nacional y a pasar a la oposición. Esto se confirma con el retiro de Robelo y Chamorro en la primavera de 1980.

En ese proceso de ruptura con la burguesía, la dirección sandinista permaneció fiel a los consejos de Carlos Fonseca, que el articulo antes citado agregaba : “Se debe prestar atención al peligro de que la insurrección no le sirva de trampolín a la fuerza reaccionaria de oposición a Somoza. El objetivo del movimiento revolucionario es doble. Por un lado, se trata de derrotar a la camarilla criminal y traidora que, durante largos años ha usurpado el poder, y por otra parte, debemos impedir que la fuerza capitalista de la oposición, cuya sumisión al imperialismo es sabida, no aproveche de la situación desatada por la lucha de la guerrilla y tome el control de poder”.

De este modo, el comunicado del 9 de diciembre de 1978, que sella la unidad entre las tres tendencias del sandinismo, confirma la necesidad de continuar la lucha hasta la destrucción de la columna vertebral de la dictadura (la Guardia Nacional) y de avanzar en la conquista de la democracia y las transformaciones sociales y económicas.
Una autocritica a medias

Las otras dos cuestiones abordadas por Handal, la vía armada y la unidad de la izquierda revolucionaria, son decisivas sin duda, sin embargo, como en casi todo, el compañero salvadoreño no va a fondo en el asunto.

1. Primero : él constata que “la idea de la vía pacifica de la revolución en América Latina se relaciona con el reformismo”. La lucha armada es la primera palabra de la estrategia revolucionaria, pero no la ultima. Si la lucha armada es necesaria porque se trata de destruir el aparato del Estado burgués, ella no constituye en sí misma, una línea divisoria suficiente entre reforma y revolución existe también un reformismo armado que practica la conciliación de clases.

El caso de los Montoneros argentinos particularmente bajo el gobierno de Campora en 1973 y luego con Perón – es una muestra elocuente de lo que afirmamos. Pero sobre todo, la afirmación de la necesidad de la lucha armada no dice nada sobre la forma de esa lucha armada y su relación con el conjunto de una estrategia revolucionaria. Existe respecto a este tema una amplia experiencia de más de veinte años en el continente. En la “Revolución en la revolución”, Regis Debray sacó de la experiencia cubana una visión simplista y errónea, privilegiando el foco de guerrilla rural y subordinado a esto la construcción del partido revolucionario A la luz de los fracasos verificados en los años 60, el propio Debray tuvo que hacerse una autocritica, las que formuló en su libro “La crítica de las armas”.

De la misma manera, el ejemplo mal asimilado de la revolución rusa, pudo nutrir en la década del 20, corrientes putchistas en el seno de la Internacional Comunista, y el ejemplo mal comprendido de la revolución cubana, llevó a errores y fracasos político-militares que tuvieron nefastas consecuencias para el conjunto del movimiento de masas en muchos países, y lo que es peor, no sirvieron para hacer avanzar al movimiento popular en sus niveles de comprensión respecto al rol de los aparatos reformistas.

La revolución nicaragüense al contrario, aportó una combinación original de formas de lucha armada culminando en la huelga general y en la insurrección de las principales ciudades : en ese caso, la insurrección supone una preparación particular y una organización en profundidad de las masas urbanas. Hoy en El Salvador, la relación entre las zonas controladas militarmente por el FMLN y la perspectiva final de lucha por el poder, están en el corazón del debate entre las diversas organizaciones revolucionarias salvadoreñas.

Al pronunciarse categóricamente por la lucha armada, Handel da un paso decisivo, pero no irreversible. Ya hemos visto en 1967 en la Conferencia de la OLAS, a dirigentes stalinistas tradicionales como el uruguayo Rodney Arismendi, “pronunciarse” por la lucha armada, sin embargo en la política concreta de su país, el PC uruguayo puede calificarse como absolutamente reformista, consecuente con las tesis etapistas de la revolución, y defensor acérrimo de la vía pacífica. Hoy mismo, el PC chileno se declara a favor de la lucha armada y por la “sublevación popular”, sin que esto signifique un abandono de su estrategia de conciliación con la burguesía democrática y los militares “patrióticos”.

En 1970, Carlos Fonseca ya había dicho respecto al PC nicaragüense : “Podemos afirmar que los cambios operados en la dirección de esta organización no son más que cambios formales. La pretendida nueva dirección no cesa de hablar de lucha armada, mientras que en la práctica, concentra toda su energía en una acción pseudo-legal”,

2. Segundo : Sobre la unidad de la izquierda revolucionaria, Handal reconoce, y es positivo, que pueden aparecer otros partidos revolucionarios por fuera de los PCs oficiales : “La vieja concepción dogmatica según la cual el Partido Comunista es por definición “el partido de la clase obrera”, la vanguardia del combate antiimperialista, etc. limita e incluso bloquea nuestra capacidad para comprender que en las condiciones sociales y políticas de América Latina, es imposible que no aparezcan esas organizaciones de la izquierda armada”. Debemos reconocer, a menos que neguemos obstinadamente la realidad, que Handal no tiene otra elección, ya que el PC salvadoreño fue colocado en una situación de minoría en las organizaciones de masas urbanas, por formaciones revolucionarias armadas como el Bloque Popular Revolucionario (BPR) y por las Ligas Populares 28 de Enero (LP208). Además, la marginalización del PC de Nicaragua en el proceso revolucionario, también le sirvió a Handal, para la autocritica. Pero a partir de ese reconocimiento forzado de la realidad, “la unidad de la izquierda revolucionaria” puede desembocar en dos casos diferentes. O bien se trata de encontrar la unidad en la acción, a nivel sindical, político, de todas las organizaciones que hablan en nombre de los trabajadores y campesinos, lo que significa un frente único de movilización y de combate, respetando la identidad y diversidad de sus integrantes, O bien, se trata de la construcción a través de un proceso de fusiones, de un nuevo partido revolucionario En este caso, un llamado a la unidad no alcanza. Existe entre esas organizaciones (las que componen el FMLN) programas y perspectivas distintas desde el punto de vista del objetivo final de la revolución, así como de sus visiones respecto a la situación internacional. Estas diferencias pueden ser superadas por la experiencia de la practica común es cierto, pero no, sin la discusión clara de las diferencias existentes, y sin afirmar al mismo tiempo, la necesidad de la unidad y de la democracia que permita, en el marco de una misma organización, coexistir a corrientes y compañeros con posiciones distintas.

Artículo publicado por primera vez en agosto de 1983 en la revista Quatrieme International
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Notes

[1] En 1969 se produjo la escisión más importante dentro del PC. Allí un grupo de militantes encabezados por Cayetano Carpio, secretario general del partido, cuestionando la finca reformista del PC, formó las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), que hoy es una de las organizaciones más fuertes del FMLN.

[2] Contrariamente, la historia de la lucha de clases en América Latina ofrece múltiples ejemplos de revoluciones derrotadas y traicionadas. Handal habla sobre las elecciones de la derrota chilena en 1973, a la considera como un “laboratorio” : “Es cierto que a lo largo de la experiencia chilena, dos vías se opusieron constantemente : la vía de la conciliación y colaboración de clases por un lado, y la de la movilización revolucionaria de masas por otro”.
Luego que la ofensiva reaccionaria de octubre de 1972 alrededor de la huelga de los camioneros, Allende podía apoyarse sobre la movilización espontanea del movimiento popular, sobre la forma no de las Juntas de Abastecimiento Popular (JAP), de los Cordones Industriales, de los Comandos Cominales, para pasar a la ofensiva contra la derecha fascista. Sin embargo, prefirió reafirmar el respeto a la -“legalidad burguesa” y a aumentar la presencia de los militares “constitucionalistas” en su gabinete ministerial.
Después del ensayo de golpe de Estado de junio del 73 (“el tancazo”) y cuando preparación del golpe gorila se hacía evidente y abierto, Allende otra vez, y apoyado por el PC y el PS, se dedicó a ofrecer garantías constitucionales a la oposición burguesa encabezada por la Democracia Cristiana, desarmando a los obreros de los Cordones Industriales y permitió la represión sobre los marinos de Valparaiso que se oponían a los militares golpistas.
Por otra parte, Handal parece ignorar completamente la autocritica del Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) que ya en 1955, evaluaba la derrota popular de 1954, tras el derrocamiento del gobierno burgués-reformista de Jacobo Arbenz : “El PGT no ha -seguido una línea de trabajo independiente en relación con la burguesía nacional. Es la alianza con la burguesía democrática, obtuvo los éxitos señalados, pero a la vez, la burguesía ejerció una influencia sobre nuestro partido, influencia que en la práctica frenó numerosas actividades. El PGT, no evaluó correctamente la débil capacidad de resistencia de la burguesa y no tuvo permanentemente presente en carácter conciliador frente al imperialismo y a las clases reaccionarias, lo que explica algunas ilusiones que se tuvieron sobre el patriotismo, la lealtad y la firmeza de la burguesía nacional frente a los asaltos del imperialismo norteamericano”

La hora de la verdad para el PRD

La hora de la verdad para el PRD
Paco Ignacio Taibo II

Coloque en el centro, en el único centro de su vida, sagrado y unidimensional, la lucha electoral. No lo diga, pero en el fondo de su corazón mantenga la firme creencia de que las luchas sociales estorban los momentos claves y definitorios de la vida del partido, los verdaderos, que tiene que ver con la selección de candidatos, las campañas electorales, las reu¬niones para medir las fuerzas y repartir las cuotas, el reparto de zonas de influencia y el reparto de botines salariales.

2) Convierta a una buena parte de los militantes en asalariados, que dependan para su supervivencia del aparato y la jerarquía. Salve a esa militancia de trabajos mal pagados de maestros, chambas de medio tiempo, ventas de miel de colmena que manda la abuelita o enciclopedias británicas a domicilio. Aproveche que toda una generación de militantes, la de los 60-70, está quemada económicamente, que deben la renta y están tres meses atrasados con la pensión alimenticia. Construya un partido moderno de empleados y no de activistas.
Conviértase usted mismo y toda la dirección nacional en asalariados de lujo, con prebendas, asistentes, choferes paseadores de esposas y esposos, ayudantes que hacen el súper. Dé por buena la teoría de que un diputado tiene derecho a ganar 50 veces lo que gana un obrero.
Reparta cargos de elección popular, de administradores públicos en términos de cuotas (aunque alguno sea narco), ni se le ocurra pensar en perfiles profesionales, técnicos o políticos; cree centenares de asalariados del propio partido a escala municipal, delegacional, estatal, nacional. Distribuya infatigablemente empleos y no apoyos económicos para la realización de tareas. Reparta esos empleos generando lazos de afinidad con los que los reciben, deudas a ser pagadas, fidelidades, servidumbres.
Construya paulatinamente una situación en la que en la cabeza de los militantes aparezca la idea de eternidad asociada a la idea de chamba. Establezca que la única continuidad en la vida es la del empleo que ofrece el partido. Que en la realidad política mexicana se puede construir una rueda de la fortuna donde nomás se va cambiando de asiento: de regidor de ayuntamiento a miembro de dirección estatal, a diputado, a senador, a viceministro.
3) Abandone cualquier radicalismo. No sólo el radicalismo no es moderno sino que espanta. En la realpolitik lo políticamente correcto no tiene aristas. Ponga de moda la noción de que lo ideal es el centro, que el centro atrae votos indecisos, gana elecciones. Dé por buena la idea muy estedunidense de que se gobierna con las encuestas, que no se trata de convocar a la población y llevarle visiones, reflexiones, ideas, sino que se trata de adoptar sus dudas, sus miedos, sus prejuicios. Declárese ferviente partidario de la búsqueda del centro, aunque no lo diga. No permita que por ahí se ande diciendo que en política el centro es la nada.
4) Convierta todo debate de ideas en un debate de posibilidades. Ponga siempre por delante la idea de que el objetivo es alcanzar el poder. ¿Para hacer qué con el poder? Eso no importa.
Despolitice la política, vuélvala un juego de posibilidades donde los principios se desvanecen, las ideas del cambio profundo pasan al rincón de los juguetes viejos, la utopía es considerada una mala palabra, los muchachos de Ayotzinapa, un estorbo. Declare abolido el trabajo de formación política. Declare difuntos a Marx y a Sandino, a Ho Chi Minh y a Pancho Villa, al cura Hidalgo (excepto en ceremonias) y a Bakunin. Simplemente no son modernos.
Acepte pragmáticamente cualquier tipo de alianza, con quien sea, con tal de medio ganar una elección. Alíese con el que despide electricistas, con el que está en contra de las leyes progresistas del aborto o el matrimonio homosexual, con el que declara al Fondo Monetario Internacional su santo patrón, con los que quieren desnacionalizar el petróleo. Ignore esas pequeñas diferencias con tal de ganar-perder una elección.
5) Dé por buena la idea de que una pequeña parte de corrupción es admisible, no mucha, no saqueadora, apenas funcional; que no tiene nada de malo recibir apoyos económicos de un gobernador priísta o que un alto funcionario panista le ofrezca a su grupo tres camionetas. Poco a poco adopte la idea de que la corrupción es un mal del sistema y por lo tanto aprovéchese de ella, total (como dijo la sumadora), si todos le caen, por qué uno no.
6) Adquiera los estilos y las formas del poder, conviva respetuosamente con el enemigo, reúnase frecuentemente con él en hoteles, restaurantes y cantinas, salúdelo amablemente cuando lo tenga en el asiento de al lado de una cámara de senadores. No les crea a los que andan diciendo que existe el contagio por contacto. Acepte consejos de priístas y panistas de dónde comprar corbatas italianas o cómo leer una carta de vinos.
7) Haga suya y de corazón toda norma burocrática. Donde manda la normatividad, que le valga verdaderamente madre el sentido común, el pensamiento racional, la sensatez. No permita de ninguna manera que la sensibilidad estorbe el procedimiento. Olvídese de cualquier intento de simplificación administrativa. Diga frecuentemente cosas como: Ni modo, así hay que hacerlo. Si se lo encuentran en una escalera no permita que nadie sepa si sube o baja.
8) Cambie el lenguaje, hable de canicas y de recursos. Cuando le hablen de Programa responda: ¿En qué canal?
9) Viva en un país en una de las más profundas crisis de su historia y logre que a pesar de ello, le valga absolutamente sombrilla. Convierta la política en un acto reac¬tivo y no propositivo. Viva como en un clóset cerrado y sin público, preocúpese sólo de lo que ahí sucede, desconéctese del exterior.
10) Reviva las prácticas internas de fraude electoral. No importa que ese haya sido uno de los demonios cuya necesidad de abolición les dio origen. Si no las practica, al menos consiéntalas, explíquelas, perdónelas. Haga lo mismo con la presión del voto a través de la despensa o el saco de cemento, la compra de conciencia. Construya detrás de cada tendencia un apoyo social corporativo (por ejemplo: un proyecto habitacional de 40 casas con 400 peticionarios). Declare la moral abolida y la vergüenza inexistente. No son modernas.
11) No conceda a las demás tribus ni el aliento, practique la lucha interna con estilo de emperador romano, o de auxiliar de Stalin (Beria o Yhezov sirven para los efectos), chínguese al de al lado a la menor oportunidad.
12) No realice congresos ni elecciones de comités abiertas, a no ser que cuente con el ferviente apoyo del gobernador de Puebla que les va a mandar a los trabajadores de limpia transmutados en perredistas, a los trabajadores de la delegación Iztapalapa que votan con lista y amenaza de desempleo.
13) Procure que no se hable demasiado del pasado militante de cada quien. Ese es un terreno peligroso, bien por la ausencia de tal pasado, bien por la incoherencia entre ese pasado y el triste presente.
14) Tenga de uno a 20 cargaportafolios, no le hace que sólo posea un portafolio, la medida del poder la da el número de ayudantes inútiles que andan rondando.
15) No vaya jamás a una manifestación, mítines sólo en lugares cerrados y con cámaras de televisión. Eso sí, apoye el Teletón. Odie con vehemencia a los moneros de La Jornada.
Bien, más o menos ya lo tiene. Ahora asuma el problema: ¿quién quiere militar en una lata de sardinas?, ¿quién se siente representado por una lata de sardinas?, ¿quién va a votar por una lata de sardinas?
16) Prepárese para el descalabro.

  • Dieciséis de las muchas maneras de convertir un partido político de izquierda en una lata de sardinas.

Este artículo está dedicado a mis amigos Alejandro Encinas, Gilberto Ensástiga, Roberto Rico, reiterándoles la pregunta de ¿Si no son como ellos, qué siguen haciendo ahí?

Planeta Tierra. Movimientos antisistémicos

Planeta Tierra. Movimientos antisistémicos

Gilberto Valdés Gutiérrez *

La civilización con que soñamos, será “un mundo en el cual caben muchos mundos”
(según la bella fórmula de los zapatistas), una civilización mundial de la solidaridad y de
la diversidad. De cara a la homogeneización mercantil y cuantitativa del mundo, de cara
al falso universalismo capitalista, es más que nunca importante reafirmar la riqueza que
representa la diversidad cultural, y la contribución única e insustituible de cada pueblo,
de cada cultura, de cada individuo.
Michael Löwy y Frei Betto

No hay otros mundos. Todos los otros mundos están en éste.
Paul Eluard

El Sistema de Dominación Múltiple del capital

Si se piensa en alternativas reales, de trascendencia desenajenadora, a la civilización rectoreada por el capital, es imprescindible determinar las formas históricas de opresión que se entrelazan en la crisis civilizatoria de fines de siglo XX y principios del XXI. Nos parece oportuno, en esta dirección, asumir la categoría de Sistema de Dominación Múltiple (SDM) . Su análisis debe realizarse teniendo en cuenta sus dimensiones económica, política, social, educativa, cultural y simbólica. El campo económico y social del capital completa su fortaleza con su conversión en capital simbólico. Mientras enfrentábamos su poder visible con las armas de la crítica reflexivo-racional, sus tentáculos estetizados contactaban con los subvalorados rincones del inconsciente social e individual de sus víctimas, logrando incorporarlas, en no pocas ocasiones, al consenso de sus victimarios.

1.- Véase Raúl Leis, “El sujeto popular y las nuevas formas de hacer política”, Multiversidad,
n. 2, Montevideo, marzo de 1992, y Gilberto Valdés Gutiérrez, El sistema de dominación
múltiple. Hacia un nuevo paradigma emancipatorio, Tesis de doctorado, Fondo del Instituto
de Filosofía, La Habana, 2002. La categoría operacional de Sistema de Dominación Múltiple
ha sido enriquecida a lo largo de los Talleres Internacionales sobre Paradigmas
Emancipatorios, convocados desde 1995 cada dos años por el Grupo GALFISA del Instituto
de Filosofía en coauspicio con otras organizaciones e instituciones cubanas e
internacionales, como el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr.

  • Grupo GALFISA Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr

Con esta categoría podremos integrar diversas demandas y
prácticas emancipatorias que hoy aparecen contrapuestas o no
articuladas, y evitar de esta forma viejos y nuevos reduccionismos
ligados a la predeterminación abstracta de actores sociales a los que
se les asignan a priori mesiánicas tareas liberadoras.
El contenido del SDM abarca las siguientes prácticas de:
•Explotación económica y exclusión social (Aparecen
nuevas formas de explotación de las empresas transnacionales de
producción mundial, a la vez que se acentúan las prácticas
tradicionales de explotación económica y a esto se agrega la
exclusión social que refuerza las primeras)

•Opresión política en el marco de la democracia formal
(Política-espectáculo neoliberal: contaminación visual y
“pornografía” política, irrelevancia decisoria del voto ciudadano,
vaciamiento de la democracia representativa, corrupción
generalizada y clientelismo político, secuestro del estado por las
élites de poder ).
•Discriminación sociocultural (étnica, racial, de género, de
edades, de opciones sexuales, por diferencias regionales, entre
otras).
•Enajenación mediático-cultural (Alta concentración de los
medios como forma de dominio del capital sobre la sociedad, su
conversión en espacios de toma de decisiones políticas y de
contrainsurgencia frente a las alternativas y las resistencias
populares que pongan en peligro su hegemonía, su papel como
puerta “estetizada” del mercado capitalista, antesala visual de la
78
Gilberto Valdés Gutiérrez
2.- “La “clase política” actúa en la práctica como una elite unificada, en la que la división en
diferentes partidos obra sólo como una formalidad necesaria para la distribución de cargos
vía elecciones y la consiguiente legitimación que ello produce, pero no encarna proyectos
diferentes ni pretensiones serias de transformación del orden social existente. Se aprecia una
situación de “partido único virtual”, en la que el lugar de gobierno y oposición puede
intercambiarse sin mayores consecuencias, y sin frenar ni atenuar la tendencia persistente al
empeoramiento de la calidad de vida de las mayorías, y al deterioro de las instituciones
políticas. El gran compromiso realmente eficaz de la dirigencia política es con el gran capital
y sus instituciones, compromiso que se toma a veces con entusiasmo y otras con resignación
frente a lo que se considera una valla infranqueable para la realización de políticas más
“progresistas”, pero se asume y ejecuta invariablemente por parte de quienes tienen a su
cargo la conducción del aparato estatal”. (Daniel Campione, “Los problemas de la
representación política y el movimiento social. Algunas reflexiones críticas”, Periferias, a. 5,
n. 8, Buenos Aires, segundo semestre de 2000.)
2
plusvalía, paralización del pensamiento crítico a través de la
velocidad de la imagen fragmentada y del simulacro virtual,
hiperrealista de las televisoras, lo que el Subcomandante Marcos
llama, con razón, “el Canal Único del neoliberalismo”).
•Depredación ecológica (en el sentido de que la especie
humana, colocada como “responsable” y no como “dueña” de la
tierra, ha contraído una deuda ecológica, al no haber podido impedir
la proliferación de modelos utilitarios de intervención en la
naturaleza, que han destruido los ecosistemas ).
El despliegue de esta categoría nos facilita el análisis integral
de las prácticas de dominación, y por ende, permite debatir los
problemas de la emancipación en clave más compleja. De ahí la
necesidad de abordar la crítica a las prácticas de dominio y sujeción
acendradas en la sociedad contemporánea vinculadas al examen de
los problemas actuales de la articulación de las demandas libertarias
y emancipatorias en el movimiento social y popular de América
Latina y el Caribe. Resulta necesario contextualizar, a la luz del
imperialismo transnacional y de los aportes de la teoría social
contemporánea, aquellos conceptos teórico-críticos surgidos de
Marx: explotación económica, exclusión social, opresión política,
alienación individual y colectiva, con el propósito de sistematizar
las múltiples perspectivas de lucha y demandas emancipatorias que
se dan a diario y simultáneamente en los lugares más diversos del
planeta, y determinar las bases de una voluntad proyectiva mundial
que otorgue condiciones de posibilidad a la superación de la
dominación capitalista.
La esencia de la categoría de sistema de dominación múltiple

3.- “La utilización de los recursos naturales, tal como se está llevando adelante en esta forma
de capitalismo, tenemos que modificarla, hay que empezar a encontrar otra lógica. La lógica
del capitalismo es utilizar los recursos, sean naturales o humanos, para maximizar sus
ganancias; nosotros pretendemos encontrar una lógica que utilice los recursos naturales y
humanos para maximizar la felicidad de la gente. (…)Necesitamos construir una forma nueva
de relación con los recursos que respete, por ejemplo, lo que pregonan los pueblos originarios
desde hace más de 500 años en América, de que somos parte de un todo y si nos comemos las
montañas y los ríos y el aire nosotros tampoco vamos a estar, o no van a estar nuestros hijos o
nuestros nietos. El tema es que cada vez está más cerca -y no de los que van a ser nuestros
nietos sino de nuestros hijos y de nosotros mismos- que el agua se acaba, el aire se acaba, la
tierra se acaba. La pelea por construir un nuevo modelo no es sólo por una visión romántica de
la naturaleza y el mundo, ni es sólo por querer plantear una alternativa al capitalismo tal cual
lo conocemos, sino que hoy por hoy es una urgencia de vida.” (Entrevista a Juan Vita, de la
Central de Trabajadores Argentinos, www.rebelion.org, 06-09-2007)
3
coincide con la formulación que realiza István Mészáros para
caracterizar la civilización del capital: “El capital – apunta con razón
4.- István Mészáros, “La teoría económica y la política: más allá del capital”

“ellas no lograron conformar un sistema hegemónico que globalice
las reglas de vida de toda la humanidad, como lo ha hecho el sistema
capitalista porque no son su esencia sino la diversidad ”. La
dirección antisistema (antihegemónica) está ligada en su
razonamiento al avance de las emancipaciones, mas no de la noche a
la mañana, ya que “no se puede vivir una mutación genética
sociopolítica de manera inmediata, espontánea y radicalmente
distinta al sistema hegemónico capitalista, sino como parte de un
desprendimiento de la vieja piel para cubrirse de otra alternativa.
Esta transición implica por tanto incoherencias, contradicciones,
pero con una direccionalidad por medio del desprendimiento para
dar origen y parir otros mundos ”.
Al analizar la presunta crisis de los paradigmas, Franz
Hinkelammert se pregunta si existe realmente una pérdida de los
criterios universalistas de actuar con capacidad crítica beligerante
frente al triunfo del universalismo abstracto propio del capitalismo
de cuartel, actualmente transformado en sistema globalizante y
homogeneizante. Este sistema, arguye, está lejos de ser afectado por
la fragmentación. Todo lo contrario: aparece como un bloque
unitario ante la dispersión de sus posibles opositores. Su conclusión
es que no podemos enfrentar dicho universalismo abstracto
mediante otro sistema de universalismo abstracto, sino mediante lo
que define como una “respuesta universal”, que haga de la
fragmentación un proyecto universal alternativo:

Fragmentarizar el mercado mundial mediante una lógica de lo
plural es una condición imprescindible de un proyecto de liberación
hoy. No obstante, la fragmentación/pluralización como proyecto
implica, ella misma, una respuesta universal. La fragmentación no
debe ser fragmentaria. Si lo es, es pura desbandada, es caos y nada
más. Además, caería en la misma paradoja del relativismo. Sólo se
transformará en criterio universal cuando para la propia
fragmentación exista un criterio universal. La fragmentación no
13.- Frei Betto aboga por no minimizar las diferencias de modelo. Si pretendemos pulsar los
intereses inmediatos de los sectores populares (y su representación en la conciencia cotidiana
de las masas), que el capitalismo salvaje deja de satisfacer, es preciso distinguir, sin ninguna
idealización, las diferencias entre las vías “incluyente” y “excluyente” adoptadas por el
sistema de acuerdo con sus cálculos de beneficio: “Todos sabemos que el neoliberalismo es
una nueva fase del capitalismo. Nosotros sentimos en nuestras vidas, en la piel, en el bolsillo,
debe ser fragmentaria. Por eso esta “fragmentación” es
pluralización.

En similar perspectiva epistemológica, Jorge Luis Cerletti
aporta su propia visión crítica sobre la reproducción del
universalismo abstracto en el proyecto alternativo: “La totalidad es
una eminente cuestión política que, además de lo que abarca, exige
decidir en nombre de qué y de quiénes se plantean las luchas. Si se
exalta la universalidad de los mismos, se puede enunciar un sujeto
ideal y privilegiado, sea la clase obrera, la nación, la humanidad o
también la muchedumbre. Caso contrario, marchamos hacia la
valorización de las partes que en sentido amplio connota la
pluralidad. Y ésta exige un cambio sustantivo de mirada que
contradice la cultura política que tenemos introyectada ”.
Ese cambio de cultura política lo ubica el autor argentino en
una visión diferente del poder y la organización. A partir
precisamente de esa apuesta por las partes surgen interrogantes que
Cerletti se formula: ¿cómo se expresa el todo en cada parte?; ¿cuál
sería el hilo conductor que haría lazo entre las múltiples
“inmanencias” de cada situación?; Y si no hay tal lazo, ¿en qué
consistiría el “todo”?, ¿en la pura diversidad? La tensión entre los
lazos de poder y el tipo de organización que sea capaz de evitar la
estructura piramidal es resuelta acá mediante la propuesta de
construcción política en red:

La red no sólo se liga a través del hilo sino que éste conforma
los nudos que se vinculan entre sí. O sea, el vínculo es de la
misma naturaleza de lo que relaciona. Luego, se podría decir
que los principios y la orientación política constituyen las
múltiples hebras del hilo, y de sus cualidades dependerá la
fortaleza de la red. Pero ésta es obra del tejido que transforma
el hilo en red. Esto exige ir construyendo los nudos al tiempo
que se los va ligando (metodología de construcción).
Traducido en términos políticos, la red es producto de las
cuál es la diferencia entre el capitalismo liberal y el capitalismo neoliberal: Pequeñas pero
significativas diferencias. Porque antes el capitalismo hablaba de desarrollo. Y había una
esperanza de que mucha gente iba a ser beneficiada por ese desarrollo. Por ejemplo, en los
años 60 la Alianza para el Progreso era un esfuerzo de preocupación por el bienestar de toda la

acciones constitutivas de los nudos (las partes) pero que si no
se vinculan pierden su razón de ser (potenciación de los
cambios colectivos). Y al hacer centro en la organización
necesariamente debemos precisar a qué tipo de hilo nos
referimos, pues se pueden construir redes afines al orden
establecido (conexiones interempresarias), como redes de
autoayuda, de políticos tradicionales, de mafias, etc. etc. Pero
en este caso hablamos de una red emancipatoria.

Entonces, el problema se revierte sobre la condición constitutiva de la red. Y para que la misma no se convierta en la que emplea el pescador que es quien la maneja, el pode debe circular entre los distintos nodos que componen la red y al interior de los mismos. Queda establecida así la condición fundante a que debe responder semejante construcción para que no se constituya, bajo una apariencia distinta, en otra
variante de una estructura piramidal a imagen del Estado.

Este esbozo metafórico, plantea simultáneamente la
necesidad de crear organizaciones políticas junto a la
modalidad asumida para establecer sus relaciones internas.
De lo dicho se desprende tanto la autonomía de las partes en
aptitud de decidir las situaciones que la involucran así como
sus vínculos que deben corresponder a la orientación política
que define tal metodología de construcción.
Si nos colocamos desde la mirada antisistémica, observamos
que la categoría de exclusión social deja en ocasiones en la
opacidad, fuera de la crítica radical a la categoría central de
explotación, independientemente de la necesidad de develar las
prácticas presentes de explotación en el capitalismo transnacional.
Pero si miramos el tema desde el ángulo de las posibles alternativas
intrasistémicas, la crítica a la exclusión asume competencia
beligerante en el enfrentamiento a la forma prevaleciente de
capitalismo salvaje. Lo mismo ocurre con la opresión política. El
Estado neoliberal se ha convertido en un mercado de intereses
población de América Latina. Hoy el neoliberalismo no habla de desarrollo. Habla de
modernización. Y modernización no incluye a la mayoría de la gente. Modernización es este
proceso creciente en que las inversiones no se hacen teniendo en vista las necesidades del
pueblo, sino teniendo en vista la tecnología de punta. (…) En el liberalismo se hablaba de

particulares al desaparecer las conquistas democráticas que hicieron
de la cosa pública un espacio en disputa entre las clases. Por ello, la
batalla por la ciudadanización tiene un contenido político
convergente con la izquierda en la medida en que se enfrenta a la
desarticulación o “secuestro” de la cosa pública por las élites de
poder. En el ámbito global, la existencia de un Gobierno mundial de
facto, no regulado por la sociedad civil internacional, es también
otro argumento en favor de este tipo de ciudadanización activa.

Hoy es impensable lograr la emancipación del trabajo vivo
únicamente con los asalariados formales. Existen dos fenómenos
contradictorios que se desarrollan simultáneamente en el
capitalismo: por un lado la evolución socioeconómica y cultural de
los trabajadores vinculados al proceso económico, en particular a
los sectores tecnológicos más evolucionados, y por otro lado la
super explotación, la marginalización y exclusión de los
trabajadores desvinculados del proceso económico principal o
directamente expulsados a la desocupación. Ambos son explotados
económicamente y excluidos socialmente a través del trabajo
asalariado y semiasalariado, y a través del desempleo, subempleo
invisible y visible. El trabajo y el “no trabajo” (la fuerza de trabajo
que ha dejado de ser necesaria a la producción capitalista) encarnan
la verdadera universalidad que el capital usurpa.

Los núcleos de trabajadores vinculados a los sectores
económicos más avanzados pueden constituirse en células
autogestionarias de un futuro en el que el capital perderá su cetro
como dueño de las condiciones de trabajo. Las experiencias de
cooperación, de economía solidaria y trueque, así como otras
prácticas altermercantilistas de los sujetos excluidos y precarizados
complementan esa fisonomía del modo de producción alternativo al
hoy hegemónico. Una versión formalista de la categoría de
marginalización. Una persona que está marginalizada en una iglesia, en una escuela, tiene la
esperanza de volver al centro. Ahora no, ahora se habla de exclusión. Y uno que está excluido
no tiene más cómo volver al centro. El neoliberalismo es la canonización de la exclusión”.
(Frei Betto, “Luchadores de un mundo nuevo”, América Libre,No. 10, enero 1997, pp. 7-8.).
14.- A propósito del sentido del juego “democrático” dentro de la sociedad neoliberal,
podrán citarse muchos estudios críticos. Pero, como ya sabemos, con Martí, que el arte es la
forma más rápida de llegar a la verdad, el autor de este texto, en una reciente estancia en un

trabajador (ocupado) sería políticamente inoperante para entender,
por ejemplo, la naturaleza del nuevo sindicalismo argentino
presente en la Central de Trabajadores Argentinos y la de
movimientos sociales, como pueden ser los piqueteros, en el caso de
Argentina, y otros donde el peso de los trabajadores “no ocupados” o
excluidos marca la radicalidad política de sus acciones, tal como
reconocemos en el Movimiento de los Sin Tierra, de Brasil. Dónde
colocar desde una perspectiva reduccionista a los pueblos indígenas
de nuestro continente y de otras regiones del planeta, cuya
resistencia, cosmovisión y modos de entender el relacionamiento
con la naturaleza y el “tiempo político” desafían no sólo a la
civilización productivista, consumista y disipatoria, al servicio de
las superganacias de las transnacionales y de los bloques
imperialistas, sino a las nociones de cierta “izquierda”, cuyas
prácticas no van más allá del “juego democrático” y de la ilusión
de humanizar el orden del capital.

La significación histórica y epistemológica de la noción de
Sistema de Dominación Múltiple radica en la superación del
reduccionismo y la consecuente comprensión de que las luchas
contra el poder político del capital están íntimamente vinculadas a la
creación no sólo de un nuevo orden político-institucional
alternativo al capitalista, sino a la superación histórica de su
civilización y su cultura hegemónicas.

Si concordamos en que este orden económico y político
hegemónico está ligado íntimamente a una civilización excluyente,
patriarcal, discriminatoria y depredadora, que impulsa la cultura de
entrañable país latinoamericano afectado profundamente por ese “sentido”, no pudo dejar
de meditar cada noche, en la soledad de su habitación, escuchando la impresionante
canción de Luis Eduardo Auté, “La belleza”. Vale la pena recordar algunas frases: Y ahora
que ya no hay trincheras / el combate es la escalera / y el que trepe la más alta / pondrá a salvo
su cabeza / aunque se hunda en el asfalto / la belleza…”, y también, por supuesto, “Míralos
como reptiles al acecho de la presa / negociando en cada mesa ideologías de ocasión”.
15.- Cf. José Luis Rebellato, Antología mínima, Editorial Caminos, La Habana, 2000.
16.- Cf. Jorge Luis Cerletti, El poder bajo sospecha, De la Campana, Buenos Aires, 1997.
17.- Raúl Zibechi: “La emancipación como producción de vínculos”, en Los desafíos de las
emancipaciones en un contexto militarizado, Op. cit., p.125.
18.- Sobre el papel de la utopía en estos procesos véase Yohanka León del Río: Sobre el papel

la violencia e impide el propio sentido de la vida humana, habrá que
reconocer que la absolutización de un tipo de paradigma de acceso al
poder y al saber, centrado en el arquetipo “viril” y “exitoso” de un
modelo de hombre racional, adulto, blanco, occidental,
desarrollado, heterosexual y burgués (toda una simbología del
dominador), ha dado lugar al ocultamiento de prácticas de dominio
que, tanto en la vida cotidiana como en otras dimensiones de la
sociedad, perviven al margen de la crítica y la acción liberadoras.
Nos referimos, entre otros temas, a los millones de hombres y
mujeres que son expulsados de la producción, el mercado y la
política, que sobran por no ser redituables, a la discriminación
histórica efectuada sobre los pueblos y las culturas indígenas, los
negros, las mujeres, los niños y niñas y otras categorías socio—
demográficas que padecen prácticas específicas de dominación.
Son expresiones de una civilización excluyente, patriarcal y
depredadora que el capital encierra en su Pensamiento Único. José
Luis Rebellato sintetiza lo que queremos expresar con certeras
palabras: “Patriarcado, imperialismo, capitalismo, racismo.
Estructuras de dominación y violencia que son destructivas para los
ecosistemas vivientes ”.

Dichas prácticas de dominio, potenciadas en la civilización (y
la barbarie) capitalista, han penetrado en la psiquis y la cultura
humana . No de otra manera se explica la permanencia de patrones
de prácticas autoritarias racistas, sexistas y patriarcales que irradian
el tejido social, incluso bajo el manto de discursos pretendidamente
democráticos o en las propias filas del movimiento anticapitalista.
Podría objetarse que existen discriminaciones y violencias
mucho antes de la hegemonía del capital sobre la sociedad, lo cual es
de la utopía en el pensamiento social crítico contemporáneo, Fondo instituto de Filosofía, La
Habana, 2006.
19.- Helio Gallardo: “Intervención en el VII taller Internacional sobre Paradigmas
Emancipatorios, La Habana, abril 2007, Sitio web: Pensar América Latina:
http://www.heliogallardo-americalatina.info
20.- Cf. Fernando de la Riva: En la encrucijada, inédito.
21.- Isabel Rauber, Construcción de poder desde abajo. Claves para una nueva estrategia,

absolutamente cierto. Sin embargo, el régimen del capital las
potencia y generaliza como nunca antes. Un ejemplo de ello
podemos verlo con los feminicidios en la actualidad. Se sabe que
cada cultura patriarcal mantiene nichos de violencia y criminalidad,
es el caso de la quema de mujeres como resultado del
incumplimiento del tributo de la dote en la casta de los Brahmā de la
India. Esas prácticas de violencia sobre las mujeres fueron incluso
esgrimidas por los ingleses para justificar como “civilizadora” la
invasión colonialista. Las mujeres que luchan hoy contra esa
herencia patriarcal en la India aducen que, con el neoliberalismo y la
mercantilización de la vida, lo que era privativo de la casta
“superior” devino una práctica generalizada en la sociedad
globalizada.

Según un cable de EFE fechado en Nueva Delhi el 23-05-
2007, casarse en la India sigue siendo una losa para miles de mujeres
que, al no poder pagar las altas cantidades que exige la dote, una
tradición ilegal pero aún vigente, se suicidan o mueren a manos de
sus maridos. Los últimos casos de jóvenes muertas por esta causa
han puesto en evidencia que la costumbre de la dote, lejos de
extinguirse, sigue a la orden del día más allá de barreras de clase o
casta. De acuerdo con la Comisión de Mujeres de Delhi (DCW), son
aún muchas las muertes por este motivo que pasan desapercibidas:
sólo el año pasado se denunciaron más de 9.800 casos relacionados
con violencia por la dote, según datos de la Policía de Nueva Delhi
difundidos recientemente por The Times of India. La tradición no se
limita al mero desembolso económico en el momento de la boda, ya
que, en los meses y años siguientes, es posible que el marido y su
familia sigan pidiendo dinero o bienes a la esposa por concepto de
gastos vinculados al matrimonio, o como confirmación de un cierto
status social.

Así cualquier hombre de esa sociedad puede ejercer la
violencia sobre la mujer si considera que no ha recibido lo que de
suyo le pertenece a cuenta de esa figura ancestral, hoy
“democratizada” en la sociedad mercantil. “No nos dejan
enfrentarnos críticamente a los nichos de violencia de nuestra
Pasado y Presente XXI, Santo Domingo, p. 123.
22.- Ibídem.
23.- La vinculación entre los actores políticos y sociales no puede ser casual ni coyuntural

cultura tradicional, una vez que la sociedad neoliberal los
generaliza”expresaba Madhu, activista del CIEDS de Bangalore al autor de este texto, en el marco del VI Foro Social Mundial en Mumbai.

Mas no es necesario ir tan lejos para comprobar cómo la lógica totalizadora del capital subsume y recicla este tipo de violencia: el caso de las jóvenes asesinadas en Ciudad Juárez en México es otro ejemplo de feminicidio multicausal en el que se
entrelaza la cultura de la violencia del patriarcado con el narco, el
tráfico de órganos por la frontera norte y la injusticia como norma
del orden neoliberal.

El alto grado de explotación/exclusión, de prácticas de
saqueo, de opresión política y de discriminación sociocultural, así
como de densidad de enajenación (económica, social, política,
cultural, mediática) común a los modelos de capitalismo neoliberal
dependiente en América Latina, hace que se condensen todas las
dimensiones y las consecuencias de lo que hemos llamado Sistema
de Dominación Múltiple del capital; a saber: la muerte de los sujetos
subalternos como “destino” (ya sean pobladores urbanos o rurales,
trabajadores ocupados, no ocupados, jubilados o excluidos,
indígenas, mujeres, jóvenes, personas LGTB) (lesbianas, gays,
personas transgénero y bisexuales) y la destrucción del entorno
ambiental, como efectos sociales, humanos y ecológicos en el Sur
periférico de la implementación de las nociones de “crecimiento”,
“desarrollo” y “competitividad” de la globalización imperialista.

Vertientes de resistencia y lucha: Hacia un modo “no tramposo” de articulación

La existencia de múltiples redes de movimientos sociales y prácticas contestatarias en el seno del movimiento social-popular en América Latina, las que se constituyen en torno de demandas puntuales (en muchos casos ancestrales e históricas) por la equidad y/o por el reconocimiento, obliga, en principio, a describir los ámbitos arquetípicos de dichas prácticas y movimientos de la manera siguiente:

1. Movimientos reivindicativos/redistributivos (equidad social)
•Barriales y sindicales (por demandas reivindicativas locales
y sectoriales)
•El nuevo sindicalismo radical que trasciende el
economicismo y comprende una noción más amplia de trabajador
(trabajadores ocupados, no ocupados, jubilados, excluidos/as). De
las luchas por trabajo y los derechos básicos de subsistencia estos
movimientos avanzan hacia la subversión de las relaciones sociales
del capital, la promoción de experiencias autogestionarias y de
economía solidaria (popular). Alternativas y propuestas de nueva
socialidad

2. Movimientos por el Reconocimiento (identitarios)
•Movimiento indígena (autonomía cultural, derechos como
pueblos, reconocimiento de saberes y cosmovisiones)
•De género (movimientos feministas y de mujeres)
•Personas LGTB
•Movimientos contraculturales y juveniles en contra de la
moral tradicional y la mercantilización de la vida en el capitalismo.
Al luchar contra las prácticas racistas, discriminatorias
(patriarcales y homofóbicas) desde una dimensión utópico-
liberadora, muchos de estos movimientos llegan a enfrentarse a los
poderes hegemónicos, causantes supremos de la opresión
sociocultural y política de los grupos humanos que representan, a la
vez que irradian y co-construyen con otras fuerzas alternativas
nuevos patrones civilizatorios de interacción social.

3. Movimientos ambientalistas, conservacionistas y en defensa
de la biodiversidad.
“No es lo habitual – argumenta Raúl Zibechi en su ensayo “La emancipación como producción de vínculos”-, ciertamente, que un
movimiento haya desarrollado de forma pareja todos los aspectos
que hacen a la emancipación y a la creación de un mundo nuevo. (…)
Existen, por lo tanto, grados diversos de ruptura con lo viejo, siendo
a mi modo de ver el zapatismo la ruptura más completa y explícita
tanto en el hacer como en el pensar con las viejas formas de cambiar
el mundo (…) Las diferencias anotadas entre los movimientos, y
otras tantas que pudiéramos sumar, no deberían ocultarnos las
cuestiones en común de estos sujetos territorializados que, mientras
resisten, se empeñan en convertir sus emprendimientos para la
sobrevivencia en alternativas al sistema ”.

La mayoría de estos movimientos tributan a la dimensión
utópico-liberadora del pensamiento social crítico latinoamericano,
frente a las consecuencias genocidas (humanas, ecológicas,
socioculturales) del paradigma depredador de la modernidad
capitalista potenciado por la globalización neoliberal: indígenas,
campesinos, feministas, comunidades eclesiales de base (teología
de la liberación), juveniles, de excluidos/as urbanos y rurales, etc.
De sus vertientes de lucha se desprenden, entre otras, las visiones
analíticas de la crítica al Desarrollo y la Economía (del capital), la
ecología social, el ecosocialismo, la soberanía alimentaria, los
proyectos autogestionarios de fundamento ecológico, así como
otras dimensiones utópicas positivas de nueva socialidad, nueva
economía y nueva relación con el entorno . Esto ya implica un salto
de lógica, una racionalidad diferente, no absolutamente
identificable con la que ha prevalecido dentro de la modernidad.
En consecuencia, si existe un sistema múltiple de prácticas de
dominio y sujeción entrelazadas, podemos representarnos al
movimiento social-popular como la integración compleja y
dinámica de todas las demandas emancipatorias y perspectivas de
resistencia, lucha y creación alternativa a ese Sistema de
Dominación Múltiple del capital. Sin embargo, este es un tema que
sigue estando pendiente en la agenda práctica de los movimientos y
redes, por más que se han logrado avances en determinadas
campañas articuladoras de defensa de los intereses fundamentales
de nuestros países, como ha sido la exitosa Campaña hemisférica
contra el ALCA.
Para Helio Gallardo el sistema de dominaciones provee a los
sectores populares de identificaciones inerciales: “Tú ocuparás el
lugar de mujer o hembra, tú el de niño, tú el de anciano, tú el de
obrero, tú el de indígena, tú el de LGTB, el de desplazado o migrante
no deseado…” y estas identidades “forzadas” los ha tornado
vulnerables, discriminados y rebajados en su autoestima por la
dominación patriarcal machista y adultocéntrica.
17.- Raúl Zibechi, “La emancipación como producción de vínculos” en Los desafíos de las
emancipaciones en un contexto militarizado, op. cit., p.125.

La identidad autoproducida de los sujetos subalternos que
enfrentan, resisten y combaten las identidades inerciales que
le confiere el sistema para aislarlo y destruirlo material y
simbólicamente, comprende su autonomía y autoestima: esta
última consiste en aprender a quererse a sí mismo para
ofrecerse a otros. La autoestima no se liga con narcisismo ni
con egoísmo. Pasa por cuidar de sí, integrarse, quererse a uno
mismo, aprender a asumirse como parte de un
emprendimiento colectivo (de la familia, de la especie, del
sistema de vida)… y se sabe que uno la posee porque se la
testimonia en la existencia cotidiana, o sea en la vida de todos
los días, en cada acto, todo el tiempo. Es factor decisivo de la
identidad autoproducida. Y puede ser muy complicado y
riesgoso testimoniar esta autoestima, irradiarla, porque, ya
hemos visto, puede darse en un sistema de poder que no la
admite, que la invisibiliza, la persigue y acosa para destruirla.
Es así que – en la reflexión de Gallardo – para los movimientos
sociales populares los puntos de referencia decisivos son su
autonomía, la autoproducción de identidad efectiva, la conversión
de sus espacios de encuentro y discusión, de sus movilizaciones en
situaciones de aprendizaje, el testimonio, la irradiación de
autoestima. Sin autoestima – arguye -, ninguna aproximación social
o humana resulta positiva.

Esto vale tanto para las relaciones de pareja como para el
movimiento campesino o para un movimiento ciudadano por
instituciones democráticas Con autoestima, cualquier propuesta o
acción, venga de amigos, de adversarios o de enemigos, será juzgada
como conveniente o inconveniente por la competencia y eficacia
que el actor social popular ha ido ganando, es decir
autotrasfiriéndose, mediante su lucha.

Mucho se ha discutido acerca de las dificultades para
construir un modelo de articulación que no esté preestablecido por
una u otra fuerza política, o por las expectativas corporativistas o
gremiales de uno u otro actor social. Este tipo de modelo
18.- Sobre el papel de la utopía en estos procesos véase Yohanka León del Río, Sobre el papel
de la utopía en el pensamiento social crítico contemporáneo, Fondo instituto de Filosofía, La
Habana, 2006.

“colonizador”, pretendiendo un universalismo poscapitalista, ha
dado lugar, en ocasiones, a consensos “fáciles” o pseudoconsensos
que ocultan las contradicciones, liquidan las visiones distintas y
desplazan los puntos conflictivos entre los sujetos involucrados en
la construcción de un proyecto compartido. Aquí aparece un
problema central que resolver:

¿En qué medida la nueva articulación sociopolítica por la que
abogan los movimientos devendrá garantía para asumir, respetar y
desplegar la emergencia de la diversidad sociocultural, étnico-
racial, de género, etánea, de opciones sexuales, diferencias
regionales, entre otras que son objeto de manipulación y diversas
formas discriminatorias por el actual orden enajenante del
imperialismo global, no como signo de dispersión y atomización,
sino de fortaleza y como la propia expresión de la complejidad del
sujeto social-popular en las dimensiones micro y macrosocial?

La preocupación anterior se formula con mucha frecuencia
ante cada propuesta de articulación sugerida desde cualquiera de las
fuerzas políticas del campo popular.

Mientras un componente del sujeto social y popular se erija en
designador omnipotente del lugar del otro, habrá normatividad de
roles, e identidades adscriptivas. Esta especie de desvergüenza
epistemológica legitima el juego del “elogio y el vituperio” en el
plano político. Si el actor que sufre tal designación trata de vivir
como si pudiera hacer abstracción de las designaciones de que es
objeto por el otro, y pretende autodefinirse desde su propia
experiencia subalterna, no hace sino seleccionar de nuevo, por
cuenta propia, los aspectos del mundo que ya han seleccionado para
él, y resignificar el lenguaje mismo que lo destina a una forma de
vida y de comportamiento que debe acatar, dentro de un espacio
ausente de actividad crítico-reflexiva.

Una totalidad “tramposa”, en consecuencia, sería aquella que
conciba al proyecto como sinónimo de rasero nivelador para un
denominador común. Desde la perspectiva popular, es primordial
19.- Helio Gallardo, “Intervención en el VII taller Internacional sobre Paradigmas
Emancipatorios”, La Habana, abril 2007, Sitio web: Pensar América Latina:
http://www.heliogallardo-americalatina.info

que los sujetos demanden y constituyan al proyecto, y no a la
inversa. Nadie pone en duda la necesidad de un proyecto y la
viabilidad de éste, que dé credibilidad a las masas populares, que
supere, en sentido positivo, la crisis de valores existente. Pero no
debe ser concebido como la idealización y la autoconciencia, en sí
mismas. La experiencia política propia, labrada sobre las prácticas
socioclasistas y de otros géneros, ha sido y es la que constituye al
sujeto, y en ella éste, a su vez, valida al proyecto. Cualquiera de estas
dos partes que falte hace que el sujeto real se transforme en virtual, y
que un proyecto virtual se presente como real y verdadero, propio
para ese sujeto; pero nunca, por ese carácter, puede hacerlo
completamente suyo.

La práctica más severa confirma que el carácter de un proceso
sólo está determinado por las contradicciones sociales que resuelve
y no por un supuesto protagonista que puede ser virtual (como lo ha
sido en la mayor parte de la historia), y que ha defendido un proyecto
como suyo, pero que en realidad lo han convertido, por exclusión
participativa, en algo que nada o muy poco tiene que ver con él,
anteponiendo una utopía “alcanzable”, como velo de un proyecto
del y para el poder de otros.

Lamentablemente, muchas experiencias frentistas en Latinoamérica reprodujeron estos viejos esquemas, y al final llegaron al fracaso. Por eso se produjo una crítica al estrategismo, es decir, a la visión que tenían algunas fuerzas de izquierda de que una
vez que se tomara el poder, se iban a resolver, de la noche a la mañana, el problema del medio ambiente, el de la mujer, el de las poblaciones indígenas, de los barrios, etc., y no incorporaron temas de estas demandas en la construcción de la propia lucha, desde el
mismo comienzo del camino hacia una sociedad humanizada. La sociedad deseada, por supuesto, tiene mucho que ver con el camino que recorramos para llegar a ella, y de la capacidad para no desvincular fines y medios, para no reproducir viejas o generar
nuevas formas de dominación.

El conocimiento mutuo, la superación de prejuicios, el
desarrollo de la confianza mutua entre personas y entre
organizaciones es clave en este proceso. Compartir el análisis que
hacemos de la realidad dentro de la diversidad. Fijar objetivos
comunes, claros, concretos, posibles; que sea un espacio (con
procedimientos claros) para la participación de las organizaciones y
personas. Evitar desequilibrios (unos, siempre mucho; otros,
siempre poco). Si hay desequilibrios, que sean razonados,
“conscientes”, asumidos y solidarios. Así como evaluar, revisar
conjuntamente, responsablemente la acción común y el
funcionamiento de la coordinación. Vamos a tener que apostar por el
mestizaje, dice Fernando de la Riva, por las mezclas que nacen
desde la identidad de cada uno, pero se convierten en algo más
cuando incorporan la fuerza y las capacidades de los otros.

Debemos estar preparados para una nueva estrategia liberadora, que implica ensanchar el continente y el contenido de lo político, percibir la política implícita en lo social, y no sólo en las estructuras concebidas habitualmente como tales, incorporar con ello más actores sociales que asuman posiciones contestatarias frente a las discriminaciones de todo tipo, tal vez dispersas y no sistemáticas, pero igualmente válidas. “El proceso de lucha es,
escribe Isabel Rauber, a la vez que construcción (reconstrucción),
articulación y puente, un proceso educativo-formativo de
construcción de sujetos, de conciencias, de contrahegemonías y de
poder ”.

La posibilidad de elaborar un nuevo proyecto que represente
y sintetice las actuales aspiraciones y necesidades de los pueblos
latinoamericanos y caribeños, apunta dicha autora, está
directamente relacionada (y condicionada) por la capacidad de la
teoría, del pensamiento de y para la transformación. Capacidad que
presupone la actualización de la propia teoría, asunto que en nuestro
caso pasa, en primer lugar, por asumir el mestizaje étnico y cultural
de los pueblos y, por tanto, de la teoría de la transformación.

Desde el ángulo de esta convocatoria, esto supone “mestizar” el marxismo, asumir sus aportes junto a los de otras corrientes del pensamiento latinoamericano y nacional: con el pensamiento de los independentistas, con las propuestas de los pueblos originarios, con los aportes de la educación popular y de la Teología de la Liberación, con las reflexiones de las experiencias de resistencia y construcción de los movimientos urbanos y rurales desarrollados en las últimas décadas, etcétera.

En este sentido, parece hoy más importante encontrar una matriz política, ética y simbólica, que permita integrar, sin exclusiones, todas las demandas emancipatorias, libertarias y de
20
20.- Cf. Fernando de la Riva, En la encrucijada, inédito.
reconocimiento que dan sentido a las luchas de los actores sociales
que están hoy frente a un sistema de dominación concreta, y que
arrastran como sucede particularmente con las mujeres, ancestrales
opresiones y discriminaciones de difícil y/o incómodo
reconocimiento para la cultura patriarcal. Para ello es clave
reconocer estos cuatro nódulos de referencia: el género, la raza, la
etnia y la clase. Estas cuatro categorías han padecido diversos usos
reduccionistas.

Es tan perjudicial preterir el enfoque de género en aras de una
visión estructural o económica de la sociedad, como asumir la lucha
contra la cultura patriarcal haciendo abstracción de la denuncia y el
enfrentamiento a los poderes económicos y políticos de clase,
responsables de la explotación, la exclusión y la llamada
feminización de la pobreza. Lo mismo puede suceder con la raza o la
etnia, o con la clase. Los que vienen de una tradición marxista en
América Latina conocen el itinerario del reduccionismo de clase a la
hora de elaborar las tácticas, las estrategias, los modos de
acumulación. Claro está que la crítica al reduccionismo de clase ha
llevado también a una postura nihilista: desconocer la clase como
categoría fundamental de análisis.

La apuesta por la articulación social-política de estos sujetos
y actores subalternos no constituye un fin en sí mismo, sino una
condición de la emergencia de lo que István Mészáros llama
movimiento radical de masas, germen a su vez de alternativas
emancipatorias antiimperialistas y anticapitalistas. Sin embargo, la
articulación de las resistencias y luchas no debe ser identificada con
la noción idílica de “unidad aglutinante”, supeditada a intereses
virtuales de pretendidas “vanguardias” ajenos a la experiencia
política propia de los actores sociales involucrados.

No es ocioso recordar que el nuevo sentido político de las
articulaciones será resultado de la experiencia política propia de los
actores. Cada cual (organización, movimiento y redes sociales)
deberá y podrá traer todo lo suyo: sus prácticas y tradiciones de
21.- Isabel Rauber, Construcción de poder desde abajo. Claves para una nueva estrategia,
Pasado y Presente XXI, Santo Domingo, p. 123.
22.- Ibídem.

resistencia y lucha, las visiones civilizatorias y perspectivas
libertarias y la diversidad de “epistemes” y saberes construidos
96
Gilberto Valdés Gutiérrez
23
23.- La vinculación entre los actores políticos y sociales no puede ser casual ni coyuntural
afirma Alberto Pérez Lara, sino que tiene que darse de manera necesaria y continuada sobre la

político-cultural contrahegemónico, distinto del reduccionismo
estrategista o “vanguardista”.
Lo anterior requiere, en consecuencia, la búsqueda de un eje
articulador que pasa, inevitablemente, por la creación de un nuevo
modelo de acumulación política. Esto presupone, al menos:

•El reconocimiento de la especificidad cultural y la
competencia simbólica y comunicativa de cada sujeto o actor
social, la realización de acciones comunicativas de rango
horizontal, que permitan develar las demandas específicas,
integrando solidariamente las de otros sectores, sobre la base
de la confrontación teórica y práctica con las formas de
dominio de clase, género, etnia y raza. Aquí es importante
concebir no sólo las problemáticas fundamentales de los
trabajadores formales y no formales (ocupados y no
ocupados), de los excluidos del sistema, sino la aparición, o
nuevos desarrollos, de problemáticas antes no consideradas
por las fuerzas contestatarias: las de género, las étnicas, el
cuestionamiento de la moral tradicional, la politización de
ciertos movimientos juveniles, etc. Sigue vacante la
construcción de una articulación política para todas esas
líneas de iniciativas populares que se forman en torno a
diferentes cuestiones particulares y evolucionan, en muchos
casos, hacia un cuestionamiento global del sistema
económico, social y cultural. Ese papel lo puede cumplir
solamente una organización horizontalista, plural y
democrática en su interior. Horizontalista en cuanto no acepte
liderazgos permanentes e indiscutibles, y plural en cuanto a
base de un conjunto de principios: una relación de respeto mutuo a la identidad de ambos y a la
autonomía, un impulso y respeto a la democracia; tolerancia y flexibilidad; fijar áreas de acción
común que garantice el paso de las reinvidicaciones inmediatas a la construcción de poder
político; la construcción en común de un pensamiento crítico impugnador del neocapitalismo.
El paradigma de emancipación, en consecuencia, debe ser construido por todos/as con
expresión del contenido plural y el protagonismo debe basarse en la participación efectiva y
real y no en la pretendida superioridad de una organización respecto a la otra. (Alberto Pérez
Lara, Nuevo sujeto histórico y emancipación social en América Latina, Fondo Instituto de
Filosofía, La Habana, p. 14.)

no convertirse en una organización centralizada que aspire a
la homogeneidad ideológica y tenga, además, capacidad de
incorporar organizaciones preexistentes que no renuncien a
su identidad propia.

•La aceptación de la pluralidad de maneras de acumular y
confrontar, propias de cada tradición política dentro del
movimiento popular.
•La necesidad de un modo horizontal de articulación de los
movimientos sociales, de los partidos y otras fuerzas sociales
y políticas de la sociedad civil. Lo cual no quiere decir
renunciar a la organización, sino a la concepción elitista,
verticalista de ella. De lo que se trata es de imaginar el
movimiento político como una organización que debe
asumirla doble tarea de promover el protagonismo popular y
contribuir efectivamente a crear las condiciones para que sea
posible, como una fuerza nueva capaz de integrar las más
diversas tradiciones y las formas organizativas más variadas,
y articular horizontalmente, no unificar verticalmente.

El sujeto del cambio es plural demandante de expectativas emancipadoras de distinto carácter, y no una entidad preconstituida.

Su autoconstitución implica, en consecuencia, una intencionalidad múltiple, construida desde diversidades (no siempre articuladas) y dirigida a transformar los regímenes de prácticas características de explotación y dominio del capitalismo contemporáneo. Ello será posible en la medida en que se constituyan como agentes alternativos por vía de la plasmación de otros patrones de interacción social opuestos a los hoy institucionalizados. Esta
situación no debe interpretarse como un simple “basismo” o como
propuesta a favor de la “gradualidad” de las transformaciones
requeridas para que se impongan dichos patrones alternativos.

Una articulación “no tramposa”, tal y como hemos
examinado anteriormente, entraña alternativas acompañadas de
visiones diferentes sobre la significación de la vida humana a
aquellas que prevalecen en la modernidad capitalista. Se trata de ir
más allá, de trascender la lógica antihumanista de la
mercantilización de la vida, del trabajo, de la naturaleza, del amor,
del arte, del compañerismo, del sexo, que impulsa la
transnacionalización irrefrenable del capital. Descartemos la
ilusión de poder promulgar un salto ahistórico hacia una nueva
civilización, puesto que existen alternativas viables que están
encapsuladas por las formas y los poderes económicos e
institucionales hegemónicos. La creación y generalización de
nuevos patrones de interacción social, desde la vida cotidiana, el
despliegue de las nuevas estructuras y subjetividades y sus praxis
contrahegemónicas, harán variar la relativa poca capacidad de
interpelación o interlocución de dichas alternativas con la situación
social general.

Se impone hacer un registro lo más abarcador posible de las
prácticas de resistencia y lucha a diversas escalas (local, nacional,
regional, global), no para decirnos sólo “lo que le falta a cada una”,
sino “lo que tiene de interesante, lo que aporta ya, lo que promete
potencialmente”. En otras palabras, sistematizar mejor las
experiencias alternativas emprendidas por los sujetos sociales que
se enfrentan a los patrones de interacción social hegemónicos, y
cuyo accionar multifacético se orienta hacia la creación de
regímenes de prácticas colectivas, características y recurrentes
(comunitaria, familiar, clasista, educacional, laboral, de género,
etnia, raza, etc.), alternativas al patrón capitalista neoliberal,
depredador y patriarcal, que usurpa la universalidad humana de
nuestra época.

Ello nos permitirá, en principio, ensanchar la noción de sujeto
social-popular alternativo con la diversidad de movimientos
sociales (barriales, feministas y de mujeres, étnicos y campesinos,
de trabajadores excluidos, sindicales, ambientalistas, juveniles,
contraculturales), de identidades y culturas subalternas amenazadas
por la homogeneización mercantil y la “macdonalización” del
entorno y el tiempo libre; cosmologías preteridas, perspectivas
liberadoras que se enfrentan, cada cual desde su propia visión y
experiencia de confrontación, al pensamiento único del
neoliberalismo global.
La desesperación ante la falta de reales, efectivas, viables y
24.- Cf. Daniel Campione, “Los problemas de la representación política y el movimiento
social. Algunas reflexiones críticas”, Periferias, a. 5, n. 8, Buenos Aires, segundo semestre de
2000.

radicales propuestas y acciones políticas alternativas que engloben
a todos los actores sociales comprometidos en construir ese otro
mundo posible, mientras los dueños del mundo que se quiere
cambiar siguen actuando impunemente contra los pueblos y las
personas, destruyendo su entorno identitario y natural, es y será
legítima, siempre que, desde esa insatisfacción, se avance creativa y
audazmente en la búsqueda del verdadero centro de gravedad
político en cada país, región y a escala planetaria. Ese centro no se
diseña “desde arriba” ni se declara a partir de una sola de las fuerzas
beligerantes, por muy buenas intenciones y capacidad
“representativa” y teórica que tenga. No se puede prever en sus
detalles, pero sí captar a tiempo su posibilidad y apostar por ella sin
temor a dejar en el camino cualquier signo o seña particular que nos
haya acompañado en la lucha, por muy amada que sea, en aras de la
emancipación y la dignificación social que nos involucra a todos y
todas.

La tarea estratégica implica construir un enfoque ético-político que reconozca la multiplicidad y diversidad del sujeto social alternativo (y la legitimidad de sus respectivos epistemes), que dé lugar a un nuevo modelo de articulación política en el
movimiento popular, en el que esté representado el conjunto de
demandas emancipatorias y libertarias, independientemente de las
tendencias cosmovisivas confrontadas, para llegar a un consenso
que admita puntos de conflictos. No se trata de negar los
desencuentros, incomprensiones y visiones diferentes sobre
diversos asuntos, entre las distintas vertientes del movimiento
social-popular, entre las tradiciones marxistas, socialistas,
comunistas, religiosas, indígenas, feministas, sindicales,
ambientalistas, comunitaristas, etc., y sus modos actuales de
25.- Ibídem.
26.- Concuerdo con Pedro Luis Sotolongo en que debemos, en primer lugar, asumir nuevas
pautas teóricas, epistemológicas y prácticas que permitan captar los modos del registro
subjetivo sus componentes inconsciente o arreflexivo, tácito o prerreflexivo y consciente del
sistema de sujetos-actores sociales alternativos. En otros términos, para calar ulteriormente,
en toda la complejidad de esa mediación aportada por la praxis interpersonal, social e
histórica, la relación entre los seres humanos y el mundo por conocer y transformar por ellos,
hace falta articular nuestros tratamientos tradicionales de la dimensión social clasista,
consciente e ideológica (con su sentimiento de pertenencia a ella) con, por lo menos, la
dimensión del inconsciente, vinculada a ámbitos prerreflexivos tales como el deseo, el saber
cotidiano tácito, los plastos prerreflexivos del poder microsocial (micropoderes) y el ámbito

afrontar los poderes hegemónicos desde sus organizaciones, redes y
movimientos sociales. Lo importante es no encapsularnos en
corazas corporativas y abrirnos hacia la identidad social-humana en
el compromiso emancipatorio, en la defensa de la vida, en la
solidaridad.

La actitud de los movimientos sociales ante la nueva etapa
posneoliberal en América Latina resulta hoy un tema de primer
orden. “La dificultad con los movimientos sociales es que – refiere
Emir Sader-, no logran construir opciones políticas (…) la
autonomía es fundamental para defender los intereses del pueblo, de
la masa, pero no es absoluta. La política tiene un momento
institucional y si se le rehúye, si se insiste en preservar su autonomía
como una categoría absoluta, si se oponen autonomía y hegemonía,
los movimientos se relegan y pueden adquirir rasgos corporativos ”.
El tránsito de lo social a lo político conlleva numerosos retos y
peligros que deben ser afrontados, a riesgo de hacer retroceder la
actual ola antiimperialista en la región. Pero, como ya hemos
apuntado, el paso a lo institucional que hace dejación de la lógica
emancipatoria, antisistémica, hace el juego a la política que se
pretende superar.

En consecuencia, ¿reconocemos la necesidad de
(auto)constitución de movimientos políticos alternativos? Si
admitimos esta necesidad, ¿nacerá éste de la articulación de y desde
los movimientos sociales y otras fuerzas? ¿Cuáles son los sentidos
éticos y políticos que se deberían encarnar en estos procesos de
articulación? ¿Cómo tomar en cuenta la reclamada autonomía de lo
social y los movimientos que lo expresan? Y en el caso en el que
estas problemáticas puedan ser respondidas positivamente, en el
que un movimiento social rico y diverso se dé a sí mismo una
expresión política, y llegue hipotéticamente al gobierno, ¿cómo
vivir entonces la autonomía en esas nuevas condiciones, hasta qué
punto convertirla en un coto cerrado? ¿Cómo construir esa nueva
política realmente emancipatoria, en la que los fines no son
indiferentes a los medios, en la que la postura ética personal y el
enunciativo o del discurso, que han sido puestos en evidencia por diversos pensadores y
corrientes de conceptualización social contemporánea. (Ver: Pedro Luis Sotolongo Codina,
Hacia un nuevo paradigma epistemológico, Fondo del Instituto de Filosofía, La Habana.)

compromiso con las mayorías son intransferibles? ¿Se enajenan el movimiento político y el movimiento social?

O en el caso de quienes tienen una reconocida trayectoria y liderazgo en organizaciones y movimientos sociales y a la vez poseen una militancia partidaria, ¿cómo viven como individuos (sujetos) esa aparente contradicción?

Tendremos que enfrentar – apunta con razón Joel Suárez – estas y otras interrogantes e intentar hallar pistas y caminos que nos
orienten en la constitución de un (nuevo) bloque histórico y una
(nueva) hegemonía emancipatoria.

Sabemos que este tema es complejo y está sujeto a
interpretaciones disímiles, no se ajusta a una fórmula preconcebida
para todas las coyunturas políticas nacionales y regionales.
El horizonte de nuestras luchas no se reduce a un mero cambio
de gobierno. La aspiración es por la justicia, la equidad, pero desde
un verdadero y significativo tránsito civilizatorio-cultural, de un
nuevo modo de relacionamiento social y con la naturaleza.

Convenimos en que si desde hoy no impregnamos al camino de
resistencia, lucha y construcción alternativas con esos valores, si no
lo aplicamos en nuestro accionar cotidiano, en las articulaciones
políticas y sociales que hacemos, no aparecerán por simple
generación espontánea.

En América Latina existe una tensión entre la lógica de la
lucha política (antineoliberal, antiimperialista, antisistema: la
nueva emancipación política) y la emergencia civilizatoria derivada
de las prácticas y visiones utópico-liberadoras de los movimientos
sociales (sus desafíos y propuestas frente a la civilización del
capital: la contextualización contemporánea de lo que Marx llama
emancipación humana). Esta tensión se ha hecho tradicionalmente
explícita desde una visión instrumentalista de la política y de la
lucha por el poder como demiurgo de lo social. Mas desde una visión
más amplia de lo político, ella reaparece como algo imposible de
obviar. La actitud más productiva para intentar superar dicha tensión
no radica, salvo que nos contentemos con un consenso “fácil” e
igualmente estéril, en desplazar los puntos conflictivos que suponen
ambas lógicas.

Al caracterizar las líneas de discusión entre las estrategias
liberadoras contenidas en las prácticas y conceptos de las llamadas
“contrahegemonías” (dirigidas a la construcción de un poder
alternativo) y las “emancipaciones”, entendidas esquemáticamente
como procesos tendientes a la liquidación de las propias relaciones
de sujeción y poder, Raúl Ornelas reseña las antinomias de las que
pueden ser presa ambas lógicas. “Desde la perspectiva de la
emancipación – nos dice el autor mexicano – el sujeto que se
construye es también múltiple pero caracterizado por la diversidad y
anclado más en la sociedad civil (o si se prefiere, en las luchas
populares) que en la esfera política. La diferencia esencial con el
proyecto contrahegemónico es que la emancipación privilegia y
pone el énfasis en la recuperación del control de la reproducción del
sujeto transformador. Por encima de cualquier otro objetivo, el
proyecto emancipador parte de enfrentar las dependencias y
opresiones que viven cotidianamente los individuos y sus
comunidades ”.

El proyecto emancipador, a diferencia de la estrategia política
del proyecto contrahegemónico de las fuerzas de izquierda, asume
la política como proceso de autoafirmación, lo que Helio Gallardo
caracteriza como identidad autoproducida e irradiación de
autoestima popular.

La demonización del Estado, como representación de la
dominación, por parte de la visión “emancipadora”, deviene un
punto de no entendimiento y de conflicto entre ambas concepciones.
De igual manera el pragmatismo y el peligro de reproducir o
continuar la cadena de dominaciones en los proyectos
contrahegemónicos que queden truncos y no se propongan
trascender el sistema y superar la civilización y el orden cultural del
capital, constituye el principal cuestionamiento que puede hacerse a
la perspectiva lineal contrahegemónica. Con razón Ornelas plantea
que “los esfuerzos que se realizan actualmente en ambas direcciones
están encerrados en callejones sin salida aparente en lo inmediato ”.
27.- Emir Sader, “El posneoliberalismo será anticapitalista, no socialista”, La Jornada,
viernes 12 de octubre de 2007, p. 7.

Ni las emancipaciones han logrado quebrar desde la cotidianidad y
territorialidad de sus emprendimientos la hegemonía capitalista, ni
las contrahegemonías son tales si no incluyen en sus estrategias de
orden el perfil emancipatorio, libertario y autogestivo de los
movimientos sociales.

La predisposición de muchos movimientos sociales hacia la
impronta de las formalizaciones políticas (el temor al verticalismo y
a la nivelación de lo heterogéneo, a la visión tradicional de cierta
izquierda, que concibe la diversidad como un lastre qué superar y no
como riqueza y potencialidad qué articular sobre la base del respeto
a la autonomía de los distintos movimientos) y la advertencia de los
partidos de izquierda sobre la posibilidad de agotamiento (o
cooptación) del movimiento social que no avance hacia la
construcción colectiva de alternativas políticas contrahegemónicas
de verdadera direccionalidad antineoliberal y anticapitalista
poseen, a su turno, razones atendibles, base de los debates
necesarios en la actualidad.

Ninguna de estas lógicas debe ser supeditada una a la otra,
sino armonizadas y complementadas, lo que implica asumir sus
puntos de tensión como desafíos creativos de aprendizaje de los
sujetos involucrados. En otras palabras: si en aras de la presunta
toma del poder se abandonan las demandas libertarias y de
reconocimiento por las que han luchado muchos movimientos, el
nuevo poder contrahegemónico pudiera derivar en una entidad
ficticia o desnaturalizada. De igual forma, negarse a participar en el
movimiento radical de masas que se constituya en una nación
determinada ante la crisis del modelo hegemónico, colocando las
demandas específicas (por muy legítimas que sean) por encima de
las de la inmensa mayoría de la población, implica signar la noción
de “diferencia” con un alto rango de universalidad excluyente.

Habría que reconocer, en principio, que la confluencia de los
movimientos sociales y populares para generar alternativas social-
políticas en una dirección anticapitalista, no implica hacer dejación
28.- Estas interrogantes surgen en el debate acerca de la propuesta de investigación
participativa “Diversidad, Identidad y Articulación en las organizaciones, redes y
movimientos sociales en América Latina y el Caribe” realizada por GALFISA y el Centro
Memorial Dr. Martin Luther King, Jr.

de sus demandas específicas (libertarias y de reconocimientos) ni
posponerlas para etapas posteriores, aunque se modifiquen sus
objetivos y métodos en cada coyuntura. La lógica geopolítica
antiimperialista que avanza hoy en América Latina no es
incompatible con la lógica de los movimientos sociales. Las razones
de los movimientos son tantas como los atributos del mundo que es
posible conquistar: dignidad para personas y pueblos, equidad,
igualdad de género, medio ambiente, diversidad sexual,
multiculturalismo, soberanía alimentaria, biodiversidad. El
“programa máximo” emancipatorio y libertario de la revolución
política anticapitalista (pospuesto en las experiencias
protosocialistas del siglo XX) se convierte en “programa mínimo”
de las luchas de los movimientos sociales y populares.
Hoy, como nunca antes, la izquierda requiere tensar sus
instrumentos de análisis y de creación, puesto que “es necesario
pensar en una empresa muchísimo más difícil: la labor histórica de
superar la lógica objetiva del capital en sí, mediante un intento
sostenido de ir más allá del capital mismo ”. Pero esas alternativas
sociopolíticas no serán obra de gabinetes, ni fruto de ninguna
arrogancia teórica o política. Serán construidas como proyectos
colectivos y compartidos, desde y para el movimiento social-
popular.

No tenemos, en esto, dudas: necesitamos construir una ética
de la articulación , no declarativamente, sino como aprendizaje y
desarrollo de la capacidad dialógica, profundo respeto por lo(a)s
otro(a)s, disposición a construir juntos desde saberes, cosmologías
y experiencias de acumulación y confrontación distintas, potenciar
identidades y subjetividades. Tal ética ha de moverse dentro de las
coordenadas de un paradigma de racionalidad crítica, organizada
mediante el diálogo de los sujetos implicados y orientada a descubrir
29.- Raúl Ornelas, “Contrahegemonías y emancipaciones. Apuntes para un inicio de debate”
en Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado, Ana Estehr Ceceña
Coordinadora, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Colección Grupos de
Trabajo, Buenos Aires, 2006, p. 102.
30.- Cf. Helio Gallardo, “Intervención en el VII Taller Internacional sobre Paradigmas
Emancipatorios, La Habana, marzo 2007, www.heliogallardo-americalatina.info
31.- Raúl Ornelas, “Contrahegemonías y emancipaciones. Apuntes para un inicio de debate”,
op. cit,p.113.

el significado auténtico de la realidad humana.

El horizonte no es un muro que podamos saltar de una vez

Las luchas y resistencias del movimiento social popular en
América Latina han producido el quiebre de la otrora hegemonía del
neoliberalismo y del dominio absoluto de nuestras soberanías por el
imperialismo norteamericano. Todo lo que parecía aplastado,
acallado, luego de épocas de profundo malestar, de saqueo y
humillación, se levanta desde el Sur. La presencia de una amplia y
diversa corriente alterglobalizadora (portadora de tres momentos
distintos pero complementarios: la negatividad de la resistencia, las
propuestas concretas y la utopía de otro mundo ), devino nuevo
fenómeno político mundial, visible en las resistencias y luchas
multivariadas que convergen a partir de este siglo en la experiencia
del Foro Social Mundial en Porto Alegre y sus sucesivas ediciones
regionales y mundiales. Nuevos gobiernos populares emergen en
nuestro continente modificando el escenario geopolítico a favor de
los pueblos.

El Sub Comandante Marcos ha expresado: “el capitalismo agonizante ha puesto los ojos en nuestras selvas, desiertos, bosques, montañas, ríos, aguas, vientos, mares, playas, maíces, saberes que durante miles de años hemos aprendido, defendido, alimentado,
cuidado ”. El ecocidio, etnocidio, feminicidio y genocidio son enfrentados hoy por trabajadores ocupados y no ocupados del campo y la ciudad, excluidos de las redes de reproducción del capital, mujeres, jóvenes e indígenas de nuestro continente que
protagonizan las luchas más variadas y creativas contra la recolonización imperial.

Estos nuevos escenarios no deben dar lugar a la creación de falsas expectativas de ruptura del sistema, como resultado inminente de sus contradicciones internas, del acercamiento de una “hora cero” en la que se producirá el estallido esperado. Tal punto de vista sigue siendo un sustituto mesiánico o escatológico de la necesidad de estudiar el movimiento real del capitalismo. No para satisfacer un prurito académico, sino para captar en todos los aspectos posibles las estrategias y los reacomodos del capital y estar
así en mejores condiciones para oponer las alternativas concretas que aconseje cada vuelta de tuerca de la época, en función de los intereses de las mayorías populares. La postura escatológica, al contrario, fija una línea inmóvil de salto en el horizonte que, al
desplazarse, hace que la perspectiva revolucionaria pierda credibilidad y eficacia.

Las posibilidades reconstructivas, sin embargo, no son
eternas, ni mucho menos endógenas al sistema. Los elementos que
previsiblemente pondrán tope a la reproducción actual del
capitalismo, hoy se anuncian en la crisis de civilización y de vida
que se agudiza ya entrado el nuevo milenio. Pero resulta imposible
aún prever el modo de desenlace, ni las formas institucionales y
civilizatorias sustitutivas que sobrevendrán. La globocolonización
del capital obliga a pensar las alternativas emancipatorias en
términos de globoliberación . Frente a los poderosos que acumulan
depredando al género humano y a su entorno, una pluralidad de
sujetos intenta, a partir del entrelazamiento de sus prácticas y sus
rutas específicas entrelazadas, conformar colectivamente un
“nuevo mapa cognitivo” para acceder al puerto donde los hombres y
las mujeres comenzarán a fabricar su verdadera historia. Lo que
hagamos en la travesía no será indiferente al Fin-Comienzo
anhelado: el puerto es, en mucho, la travesía. De ella depende que
lleguemos y que no tengamos que volver otra vez a preguntarnos
extrañados: ¿qué nos pasó?

¿Hay alternativas al TTIP y los tratados de “libre comercio”?

¿Hay alternativas al TTIP y los tratados de “libre comercio”?

Juan Hernández Zubizarreta y Pedro Ramiro // El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y Estados Unidos (TTIP) se asienta en un modelo de sociedad y de economía indiscutido e indiscutible: el capitalismo como el único sistema posible y el mejor. A partir de ahí, los argumentos para promoverlo se transforman en “verdades objetivas”: nos aseguran que con el TTIP se generará crecimiento económico, empleo y desarrollo; las pymes aumentarán sus oportunidades de negocio y el acuerdo entre los dos mayores bloques económicos del mundo ofrecerá, además, la posibilidad de crear estándares y reglas que luego se adoptarán a nivel global, lo que beneficiará a terceros países.

Sus impulsores sostienen que el TTIP puede contribuir a un mejor aprovechamiento de la liberalización económica y a paliar lo que hasta ahora habría sido una “globalización sin reglas”. Todo en base a una idea fuerza: considerar que el comercio internacional tiene como objetivo el libre intercambio de servicios y mercancías, profundizando la competencia entre economías y favoreciendo, por tanto, la disminución de los precios y la creación de empleo.

La realidad, sin embargo, es muy diferente. La UE, que tiene como dogma la libre circulación de capitales y el “libre comercio”, ha sustentado su política económica en el crecimiento económico por el lado de la oferta, el predominio de los intereses del sector financiero, las privatizaciones de los servicios públicos y las políticas fiscales regresivas. Así, el TTIP se vincula con la idea de estimular la economía con el aumento de las exportaciones, el comercio exterior y la competitividad; es decir, a través de la desregulación de los derechos sociales, la bajada de los salarios y la contención de todas las políticas públicas.

Asociar el incremento de los flujos comerciales y el crecimiento económico al bienestar del conjunto de la ciudadanía no es una verdad inmutable. En realidad, en un contexto económico marcado por la caída de las tasas de ganancia y la reducción del consumo, el TTIP responde —al contrario de lo que dicen los propagandistas del acuerdo transatlántico— a la necesidad intrínseca del capitalismo de ampliar las esferas de comercialización, la acumulación ilimitada de la riqueza y la mercantilización de la vida.

Pero los tratados de comercio e inversiones —a los que habitualmente se llama “tratados de libre comercio”, a pesar de que tienen muy poco de intercambios entre libres e iguales— no tienen por qué ser útiles por sí mismos, y sus normas y contenidos no pueden ser ajenos a las realidades internas de los países y a las necesidades del conjunto de la población. De hecho, los contenidos del acuerdo deberían ser fruto del equilibrio entre variables económicas y resultados sociales.

La evaluación de los impactos de estos tratados sobre la vida de las personas tendría que ser el verdadero indicador a tener en cuenta. Porque las cifras macroeconómicas, el incremento de las exportaciones y el crecimiento del PIB no pueden ocultar el hecho de que, por una parte, una minoría continúa con su lógica de crecimiento y acumulación mientras, por otra, aumentan la pobreza y las desigualdades para las mayorías sociales.

El TTIP sirve para apuntalar el modelo económico que está destruyendo la vida en el planeta, dando prioridad a las energías más contaminantes y abriendo la puerta al fracking. Como afirma Noam Chomsky, “la humanidad está en una carrera hacia su propia destrucción: se subsidia a las industrias letales, se incentiva la extracción de la última gota de petróleo aunque la evidencia científica dice que debemos dejar esos combustibles fósiles donde están”. Y es que el crecimiento ilimitado y la competitividad a ultranza, que son el telón de fondo que está detrás de todos los acuerdos comerciales impulsados en el marco de la nueva lex mercatoria, nada tienen que ver con las necesidades reales de la población y con el respeto a la naturaleza.

Desde esta perspectiva, el comercio y las inversiones no pueden ser fines en sí mismos. La distribución de la riqueza, el crecimiento económico y la cuantificación de los indicadores macroeconómicos deben adecuarse, como mínimo, a los principios del desarrollo humano y sostenible, cuando no al planteamiento de otro modelo económico radicalmente distinto que parta de asumir, para empezar, los límites físicos del planeta.

En este contexto, existe una multitud de movimientos sociales que pretenden superar la economía capitalista y el Estado como pilares inmutables de la organización social, buscando alternativas radicales basadas en la solidaridad, la proximidad y la participación. De este modo, la democracia radical y las necesidades humanas aparecen como factores clave para una nueva organización social, en la que se subordinen las dimensiones productiva y financiera de la economía a las personas, a los trabajos de cuidados y a las responsabilidades domésticas.

Eso sí, yendo a lo concreto, ¿cómo articular alternativas reales y viables que sirvan para ir diseñando otra manera de entender la economía? Tratando de avanzar en esta dirección, el nuevo mandato de comercio alternativo establece algunas pautas en esta dirección, siempre en base a una premisa central: “Los derechos humanos, la democracia y la transparencia deben priorizase por encima de los intereses empresariales y privados, al igual que el acceso universal a los servicios públicos de calidad, la protección social, las normas laborales y ambientales”.

A partir de esta idea, apostando “por una nueva perspectiva frente al comercio”, pueden irse concretando diferentes propuestas alternativas de regulación que tengan en cuenta, entre otros factores, que:

La política comercial europea respete el derecho de los países y las regiones a desarrollar —y a darle prioridad— el comercio local y regional por encima del global; por ejemplo, en el sector de la alimentación.

Los bienes comunes y los servicios públicos queden excluidos de las negociaciones de la UE en materia de comercio e inversiones.

Los gobiernos y los parlamentos europeos han de exigir a las corporaciones transnacionales que rindan cuentas en sus países por las consecuencias sociales y ambientales de sus operaciones en todo el mundo.

Los gobiernos deben regular las importaciones, exportaciones e inversiones de forma que estas sirvan a sus propias estrategias de desarrollo sostenible.

Los países, las regiones y las comunidades tienen que controlar la producción, la distribución y el consumo de sus propios bienes y servicios.

Los gobiernos, los parlamentos y las autoridades públicas deben tener plenos derechos para regular los mercados financieros, con el fin de proteger los derechos sociales, salvaguardar el control democrático y garantizar la sostenibilidad socioambiental.

Junto a ello, estas propuestas sobre comercio alternativo —y otras complementarias que vayan en el mismo sentido— pueden completarse con opciones como el Tratado internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales: “Un tratado del presente y del futuro, basado en la responsabilidad y ética de las generaciones presentes y futuras, y en la obligación de proteger la Tierra y sus habitantes”.

  • Juan Hernández Zubizarreta es profesor de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Pedro Ramiro (@pramiro_) es coordinador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)

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1 comentario
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migue
migue
01/05/2015, 18:52

Sería tristísimo que no hubiera una alternativa al dichoso TTIP. Sí, sí que la hay y tiene un nombre muy sencillo: decencia.
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EE.UU.: El actual Partido Republicano es el partido de Jefferson Davis, no el de Lincoln

EE.UU.: El actual Partido Republicano es el partido de Jefferson Davis, no el de Lincoln
Harold Meyerson · · · · ·

25/04/15

Hace 150 años [el pasado jueves, 9 de abril], después de que la infantería de la Unión rodeara por completo al Ejército del Norte de Virginia, Robert E. Lee le envió una nota a Ulysses S. Grant proponiéndole un encuentro para discutir las condiciones de rendición. Con ello, la Guerra Civil comenzaba su final.

Y en algún momento del futuro, todavía puede que llegue a terminar.

La emancipación de los esclavos que acompañó a la victoria del Norte marcó el inicio, tal como había esperado Abraham Lincoln, de un nuevo nacimiento de la libertad, pero el viejo orden consiguió adaptarse a las nuevas circunstancias. La subyugación de los afroamericanos y la violencia contra ellos prosiguieron rápidamente, sobre todo después de que las tropas del ejército norteamericano se retirasen del Sur al término de la Reconstrucción [1865-77]. Se suprimió el voto de los negros. El sistema laboral del Sur conservó, modificado, su característica más distintiva: el trabajo sin libertad. Tal como ha demostrado Douglas A. Blackmon en su estudio, Slavery by Another Name, galardonado con un Premio Pulitzer, numerosas empresas — muchas de ellas domiciliadas en el Norte — dependían en buena medida del trabajo de miles de presos negros, muchos de los cuales cumplían largas condenas por delitos menores o bien sin haber cometido ninguno.

Desde luego, una razón por la que la subyugación de base racial resultó tan persistente fue que constituía un eje, no sólo de la economía del Sur, sino también del conjunto de la economía norteamericana. Durante buena parte del siglo XX, la visión predominante del conflicto Norte-Sur era que había enfrentado a la economía capitalista cada vez más avanzada del Norte contra la economía premoderna, cuasi feudal del Sur. En años recientes, no obstante, un aluvión de nuevas historias ha situado la economía algodonera del Sur en el centro mismo del capitalismo decimonónico. Obras como Empire of Cotton, del historiador de Harvard Sven Beckert, y The Half Has Never Been Told, del historiador de Cornell Edward E. Baptist, han documentado cómo el algodón producido por los esclavos constituía el mayor y más lucrativo sector de la economía norteamericana anterior a la guerra, origen de la fortuna de comerciantes e inversores con sede en Nueva York y de fabricantes británicos. El incremento de la rentabilidad, demuestra Baptist, fue resultado en buena medida del aumento de la brutalización de la mano de obra esclava.

Lincoln entendió esto, ¿cómo no iba a entenderlo? Los comerciantes e inversores de Nueva York convirtieron esa ciudad en un centro de sentimiento pro-sudista, a tal punto que su alcalde, Fernando Wood, llegó a sugerir de veras segregarse de la Unión a fin de preservar sus lazos con los propietarios de esclavos del Sur. Los intereses comerciales británicos presionaron a su gobierno para que reconociera diplomáticamente a la Confederación. En el discurso inaugural de su segundo mandato presidencial, Lincoln denominó a la esclavitud no un pecado del Sur sino un pecado norteamericano, por el que tanto el Norte como el Sur estaban condenados a alguna forma de castigo divino, empapada en sangre. “Si hemos de suponer que la esclavitud norteamericana es uno de esas faltas que, en la providencia de Dios, había de llegar,” afirmaba Lincoln, “pero que habiendo continuado el tiempo previsto por Él, hoy consiente en suprimir, otorgando tanto al Norte como al Sur esta terrible guerra como aflicción merecida por aquellos por quienes vino la falta, hemos de discernir en ello cualquier divergencia de esos divinos atributos que los creyentes en un Dios vivo le asignan”.

Todavía hoy, uno de los problemas más fundamentales de Norteamérica es que la alianza entre la forma actual del trabajo en el Sur y la forma actual de las finanzas de Nueva York continúa entre nosotros. Los cinco estados que carecen de leyes sobre salario mínimo están en el Sur: Alabama, Luisiana, Misisipi, Carolina del Sur y Tennessee. Grandes empresas domiciliadas en el Sur como Wal-Mart se encuentran entre las principales oponentes de los derechos de los trabajadores a organizarse, y a medida que Wal-Mart se ha ido extendiendo por el Norte y el Oeste, igual ha sucedido con la legislación de “derecho al trabajo” [en realidad, con propósitos antisindicales] aplicada por los gobiernos republicanos del Medio Oeste.

La sudificación del Partido Republicano y la creciente dominación de esa variedad de capitalismo de accionistas propia de Wall Street sobre la vida económica del país se han combinado para erosionar tanto la renta como el poder de los trabajadores norteamericanos. Los sindicatos son anatema para Wall Street y el Partido Republicano. Ambos se oponen a la regulación federal que otorga más facultades a consumidores y empleados.

Alimentado por las megadonaciones de los megarricos, el Partido Republicano de hoy no es que esté lejos de ser el partido de Lincoln, es que es verdaderamente el partido de Jefferson Davis [presidente de la Confederación durante la Guerra Civil]. Reprime el voto de los negros, se opone a los esfuerzos federales para mitigar la pobreza, pone objeciones a la inversión federal en infraestructuras y educación, del mismo modo que el Sur anterior a la guerra se oponía a las mejoras internas y rechazaba la educación pública. Desprecia los compromisos. Es casi todo él blanco. Es el descendiente en línea directa del ejército de Lee, y los descendientes del de Grant tienen todavía que someterlo.

Harold Meyerson es un veterano periodista estadounidense, director ejecutivo de la revista The American Prospect y columnista de The Washington Post.

Los peligros de la negación. Sobre el genocidio armenio

Los peligros de la negación. Sobre el genocidio armenio
Robert Fisk · · · · ·

25/04/15

A las siete de la noche de hoy, un grupo de hombres y mujeres muy valientes se reunirán en la plaza de Taksim, en el centro de Estambul, para organizar una conmemoración sin precedentes y conmovedora. Los hombres y las mujeres serán turcos y armenios, y se reunirán para recordar el 1,5 millón de cristianos armenios hombres, mujeres y niños asesinados por los turcos otomanos en el genocidio de 1915. Ese Holocausto armenio –el precursor directo del Holocausto judío– comenzó hace cien años a sólo media milla de Taksim, cuando el gobierno de la época sacó a cientos de intelectuales y escritores armenios de sus hogares y los preparó para la muerte y la aniquilación de su pueblo.

El Papa ya molestó a los turcos llamando a este acto malvado –la más terrible masacre de la Primera Guerra Mundial– un genocidio, que lo era: el deliberado y planificado intento para erradicar a una raza de gente. El gobierno turco –pero, gracias a Dios, no todos los turcos– mantuvieron su negación petulante e infantil de este hecho de la historia sobre la base de que los armenios no fueron muertos según un plan (la antigua pavada de “caos de guerra”), y que de todos modos la palabra “genocidio” fue acuñada después de la Segunda Guerra Mundial y por lo tanto no puede aplicarse a ellos. Sobre esa base, la Primera Guerra Mundial no fue la Primera Guerra Mundial, ya que no fue llamada ¡la Primera Guerra Mundial en el momento!

Dos pensamientos vienen a la mente, entonces, en este centenario de la carnicería, la violación masiva y los asesinato de niños en 1915. El primero es que para un poderoso gobierno de una fuerte –y valiente– nación europea y de la OTAN, como Turquía continúe negando la verdad de esta masiva crueldad humana está cerca de una mentira criminal. Más de 100.000 turcos descubrieron que tienen abuelas armenias o bisabuelas –las mismas mujeres secuestradas, esclavizadas, violadas en las marchas de la muerte de Anatolia al desierto de Siria en el norte– y los propios historiadores turcos (por desgracia, no los suficientes) ahora presentan la prueba documental detallada de las órdenes siniestras de exterminio de Talat Pasha emitidas desde lo que entonces era Constantinopla.

Sin embargo, cualquiera que se oponga a la negación del genocidio del gobierno sigue siendo vilipendiado. Durante casi un cuarto de siglo, he recibido correo de turcos acerca de mi propia escritura sobre el genocidio. Comenzó cuando cavé los huesos y cráneos de armenios masacrados fuera del desierto de Siria con mis propias manos, en 1992. Unos pocos corresponsales querían expresar su apoyo. La mayoría de las cartas eran casi malignas. Y me temo que la continua negación por el gobierno turco podría ser tan peligrosa para Turquía, como lo es la indignación de los descendientes armenios de los muertos. Recuerdo una señora armenia anciana describiéndome a mí cómo ella vio milicianos turcos apilando los bebés vivos unos sobre otros y prendiéndoles fuego. Su madre le dijo que sus gritos eran el sonido de sus almas yendo al cielo. ¿No es esto –y la esclavitud de las mujeres– exactamente lo que el Estado Islámico (EI) está perpetrando contra sus enemigos étnicos justo al otro lado de la frontera turca hoy? La negación está llena de peligros.

Y preguntémosnos qué pasaría si el actual gobierno alemán afirmara que cualquier demanda de reconocer los “eventos” de 1939-1945 –en los que seis millones de judíos fueron asesinados– como un genocidio sería “propaganda judía” y “mutilación de la historia y le ley”. Sin embargo, eso era más o menos lo que el gobierno turco dijo cuando la semana pasada la UE pidió que reconociera el genocidio armenio. La UE, el Ministerio de Relaciones Exteriores dijo en Ankara, había sucumbido a la “propaganda armenia” sobre los “eventos” de 1915, y fue “mutilando la historia y la ley”. Si Alemania hubiera adoptado tales imperdonables palabras sobre el Holocausto judío, no habría sido capaz de ver por los gases de los caños de escape en Berlín, como los embajadores del mundo se dirigían al aeropuerto.

Sin embargo, al día siguiente de la pequeña conmemoración valiente prevista para la plaza Taksim de esta semana, la grande y la buena parte del mundo occidental se reunirá con líderes turcos a pocos kilómetros al oeste de Estambul para honrar a los muertos de Gallipoli, la extraordinaria y brillante victoria de Mustafá Kemal en 1915 sobre los aliados en la Primera Guerra Mundial. ¿Cuántos de ellos recordarán que entre los héroes turcos luchando por Turquía en Gallipoli había cierto capitán armenio, Torossian, cuya propia hermana moriría pronto en el genocidio?

Tengo la intención de informar sobre la conmemoración de la próxima semana en compañía de amigos turcos. Pero el segundo pensamiento que viene a mi mente –y los amigos armenios me deben perdonar– es que no estoy muy interesado en lo que los armenios dicen y hacen en este 100º aniversario. Quiero saber lo que planean hacer al día siguiente del día del 100º aniversario. Los sobrevivientes armenios –los que podría recordar– ahora están todos muertos. En unos 30 años, los judíos de todo el mundo van a sufrir la misma tristeza profunda cuando sus últimos sobrevivientes desaparezcan del mundo del testimonio vivo. Pero los muertos siguen viviendo, sobre todo cuando su estado de víctima se niega –una maldición que los obliga a morir una y otra vez–. Los armenios seguramente debe ahora elaborar una lista de los valientes turcos que salvaron sus vidas durante la persecución de su pueblo. Hay por lo menos un gobernador provincial, y los soldados individuales turcos y policías, que arriesgaron sus propias vidas para salvar a los armenios en este momento horrible en la historia turca. Recep Tayyip Erdogan, primer ministro triunfalista de Turquía, habló de su dolor por los armenios, sin dejar de negar el genocidio. ¿Se atrevería a negarse a firmar un libro en conmemoración por el genocidio armenio que lleve una lista de los valientes turcos que trataron de salvar el honor de su nación en su hora más oscura?

He estado insistiéndoles a los armenios sobre esta idea durante años. Le dije lo mismo a los armenios en Detroit la semana pasada. Honra a los buenos turcos. Por desgracia, todos aplauden. Y no nadie hace nada.

Robert Fisk es el corresponsal del diario británico The Independent en Oriente Medio

Se lleva muy mal que te pregunten todo el rato por la situación política cubana. Entrevista a Leonardo Padura · · · · ·

Se lleva muy mal que te pregunten todo el rato por la situación política cubana. Entrevista
Leonardo Padura · · · · ·

26/04/15

Cuando un periodista de una democracia liberal habla con un escritor cubano como Leonardo Padura (La Habana, 1955), puede correr el riesgo de pensar que está hablando con una especie de sujeto exótico de la Historia, igual que le ocurre a un turista occidental que se pasea extasiado por las calles de La Habana porque todavía quedan chevrolets del 55 o murales llenos de viejas consignas políticas que ya no se escuchan en casi ningún sitio. Pero luego, la realidad es mucho más normal: que si tú te pides un café y yo un té, que si tú traes tabaco negro y yo te robo un pitillo, que si vamos a esa terraza, que está más tranquila, que si ese toldo parece que se va a caer, que si vamos a hablar de literatura y no de política…

Y así empezó la conversación con Padura, el escritor de novelas y cuentos, el periodista, el guionista, que a principios de los ochenta comenzó a trabajar como un sencillo corrector en la revista cultural cubana El Caimán Barbudo, y que ahora es un imprescindible del catálogo de la editorial Tusquets, con la que acaba de publicar una recopilación con sus mejores relatos, Aquello estaba deseando ocurrir. Justo ahora también, su personaje, el detective Mario Conde, está a punto de saltar a la pantalla de la mano del director Félix Viscarret, en un proyecto de cuatro películas en cuyos guiones ha estado trabajando con su esposa. Y por si fuera poco, se acaba de estrenar en España la película Regreso a Ítaca, del director Laurent Cantet, con guión suyo e inspirada en una de sus novelas, que fue retirada del cartel del Festival de Cine de La Habana por su tono crítico, pero que finalmente se estrenará en Cuba, según El País. Y es que a veces se hace difícil zafarse de las cuitas de la política, como refleja la propia obra de Padura, aunque siempre de un modo personal y elaborado…

¿Cómo se lleva que a uno le pregunten siempre por la situación política de Cuba cuando le entrevistan?

Pues se lleva muy mal. Yo escribí hace cuatro o cinco años una larga crónica que se titula Yo quisiera ser Paul Auster. Estaba en una gira que coincidió con el momento de transición entre Fidel y Raúl, y todo el mundo me preguntaba quién iba a mandar. Entonces me leí una entrevista que le hacían a Paul Auster en una revista, y vi que le preguntaban por literatura, cine y béisbol, y me dije: “Coño, qué felicidad ser Paul Auster, que está hablando de las cosas que a mí me gusta hablar y nadie le pregunta por su Gobierno”. La política está siempre en el subtexto del escritor, y es siempre una preocupación en el caso de los cubanos. Pero es algo desgastante, porque tienes que volver al mismo tema y explicar cosas para las cuales ni tú mismo tienes respuesta. En el caso de España, a veces te preguntan de Cuba como si fuera un tema doméstico, como si fueras catalán y te estuvieran preguntando sobre Cataluña.

Pero los periodistas insistimos… ¿Le llega a molestar?

A veces, porque hay periodistas que empiezan la entrevista diciendo: “Y el régimen castrista…”. Cuando uno empieza la entrevista calificando al Gobierno cubano como régimen, tú ya sabes que viene con una visión muy prejuiciada de la realidad cubana. O lo mismo cuando te dicen: “El compañero general Raúl Castro…”. Eso limita el espacio del diálogo. Yo creo que la opinión política del periodista debe estar en un nivel que permita al entrevistado expresar sus opiniones, sin inducirlo, porque no estás entrevistando a un político, estás entrevistando a un escritor. Si yo fuera el responsable de un Estado en México donde está floreciendo el crimen, por supuesto que entendería que empezaran por ahí, pero yo soy un escritor, escribo libros y no hago política. No milito.

Pero supongo que es consciente de que, de que de alguna manera, representa a la Cuba contemporánea, ¿no?

A mí no me gusta que me identifiquen con nada. Yo soy un escritor que escribe de manera individual, solitaria, que hago mucho esfuerzo con cada libro. Lo que después los libros representan es el resultado de mi trabajo, pero también el efecto que el propio libro crea en su vida comercial, editorial, cultural. El otro día, Paco Ignacio Taibo decía algo muy simpático: “A mí no me digan que vengo representando a nadie, porque malamente me represento a mí mismo”. Y a mí un poco me pasa lo mismo. Y aunque soy consciente que implica algo de responsabilidad que me identifiquen como el escritor de una posible visión de la Cuba contemporánea, hay otras visiones en otros escritores, como Juan Gutiérrez o Wendy Guerra.

Vamos al libro de relatos: la guerra de Angola está muy presente en alguno de los cuentos. No era consciente de que hubiera tenido tanto impacto en algunas generaciones de cubanos…

Mi generación fue la generación que asistió a Angola como soldado, no como altos grados militares, que fueron las generaciones anteriores. Los jóvenes que fueron a Angola eran gente de veintitantos años en los 70. Aunque no se puede decir que fuera algo traumático en primer lugar, porque ganamos la guerra; y en segundo lugar, porque hubo muy pocas bajas cubanas, y las que hubo, fueron por accidentes y enfermedades, sí dejó huellas psicológicas: yo estuve en Angola en el 85 y 86, trabajando como periodista, y fue una experiencia muy fuerte en muchos sentidos. Fue la primera vez que yo estaba fuera de Cuba. Por primera vez, veía la miseria en su grado más supremo. Por primera vez, convivía con personas a las que yo no conocía. El primer día que llegué a Luanda nos llevaron a un entrenamiento, y luego, nos dijeron: “Tú duermes con fulano, mengano y ciclano (en la España peninsular, zutano)”. Y me dieron un fusil y un cargador. Estaba separado de toda la familia, y aquello me afectó mucho. Sin embargo, también nos tomábamos aquello como lo más normal del mundo. Te decían: “Tú has sido seleccionado para ir a Angola como periodista, o como combatiente…” Y la gente se iba.

En ese tipo de circunstancias complicadas, el amor y el sexo parecen el verdadero sustento de los relatos, en lugar de los grandes discursos… Parecen los únicos elementos verdaderamente liberadores de algunas historias

Yo creo que el amor y el sexo son siempre liberadores. Y en el caso cubano, mucho, porque Cuba es un país con un alto nivel de sensualidad. Eso en Cuba es algo que está a flor de piel en las personas. Y crea conflicto, ayuda a tener una relación dinámica a los personajes y pueden ser motivo literario. Por eso están tan presentes en mi obra, porque en Cuba se manifiestan de una manera muy diáfana, con muy pocos prejuicios en comparación, por ejemplo, con la sociedad española, donde tú sientes que todavía hay determinados elementos que frenan la sexualidad de las personas.

Y además, describe escenas sexuales para todos los gustos, de todas las maneras…

Claro, es que como es algo que se expresa con absoluta naturalidad, pues aparece desde las manifestaciones más escatológicas o agresivas, hasta las más normales y las más románticas, por decirlo de alguna manera.

Otra constante de estos relatos es el gusto por el arte. Algunos de los personajes de estos cuentos sueñan con ver a Velázquez en el Prado o visitar Venecia. Son como pequeños placeres cosmopolitas…

Eso personajes son desprendimientos míos, de mis preocupaciones, de mi forma de entender la vida, la cultura, el conocimiento del mundo a través de la creación artística. Y no es casual que aparezcan en mis historias los fantasmas de Velázquez, de Salinger o de Hemingway, porque son fantasmas que me acompañan a mí también.

¿No hay una cierta tensión entre esas ambiciones culturales de los personajes y la imposibilidad de la mayoría de los cubanos de visitar este tipo de lugares?

Sí y no. Porque aunque en el Museo del Prado haya una cola permanente, la cantidad de personas en el mundo que pueden entrar a ver las obras de Velázquez es ínfima. Aunque es cierto que en Cuba hay limitaciones culturales que son de tipo político y económico. En lo económico, un cubano no puede comprarse un billete de avión para ver la Acrópolis en Grecia, como tampoco puede gastarse 20 euros en comprar un libro importado, porque es lo que cobra en un mes. Y en lo político, porque hasta hace muy poco no podíamos salir si no era con permisos oficiales.

Y sin embargo, en Cuba hay mucha gente que conoce a Velázquez…

Claro, es que estamos hablando de un país con un nivel cultural muy alto. Y el nivel de consumo cultural es elevado a pesar de todas las limitaciones, porque aunque se publiquen poco libros, se importen pocos libros, las cosas se comparten. Los ejemplares de Paul Auster que hay en mi casa lo han leído 25 personas. Una película que aquí ve uno con su familia en Cuba se convierte en un producto social. Y eso nos ha salvado en muchos casos.

Le voy a contar una anécdota que tiene implicaciones políticas: una amiga mía cubana que estaba haciendo una estancia en Ecuador porque era profesora de universidad no conocía quién era Cabrera Infante. ¿Extraño?

En Cuba, todo el que realmente ha querido leer a Cabrera Infante lo ha leído. En los años 70, cuando nosotros estábamos en la universidad y nos encontrábamos en el periodo más ortodoxo políticamente hablando, donde todo era blanco o negro, de una forma o de otra leímos Tres Tristes Tigres o La Habana para un infante difunto. En mi caso, fue un escritor que me descubrió un universo lingüístico del que yo me he apropiado a mi manera: el lenguaje habanero literario. Si te impones leerlo, lo lees. Los escritores cubanos, todos, han leído a Cabrera Infante.

Pero, ¿y la población general, los que no son escritores?

Menos, menos… Pero creo que tiene que ver con un problema de acceso, porque sus libros no se publican en Cuba. Como cuando yo escribí sobre Paul Auster: todo el mundo me preguntaba dónde se podían conseguir sus novelas.

En uno de los relatos de este libro, hay un escritor que imparte talleres literarios de manera rutinaria para ganarse la vida, mientras una sus alumnas, una ancianita, espera ansiosa el taller y la oportunidad de enseñar lo que escribe. ¿Por qué ese personaje?

En Cuba, en los años 70 y 80 se creó una estructura burocrática del trabajo cultural, y recuerdo que había un plan del Ministerio de Cultura para la creación por el que debía haber 10 instituciones culturales básicas en cada municipio: un museo, una casa de la cultura, un taller literario, etc. Daba igual que en un sitio hubiera buenas condiciones para tener un coro y en otro para tener un taller literario: en los dos tenía que haber ambas cosas, era una ordenanza. Yo juego con esa burocratización, porque además muchos de mis compañeros trabajaron como asesores literarios en ellos talleres. Yo también estuve a punto, pero salió lo de la revista. Lo que quiere ese personaje es escribir y estar con su mujer, y lo del taller es un trabajo como quien viene a esta cafetería a servir café y té. Nada más. Pero después estaba la gente que iba a esos talleres con mucha ilusión. En el relato hay un juego entre esa ilusión inocente y el conocimiento cínico del escritor.

¿Puede decirse que entre el exilio de algunos escritores cubanos y el exceso de burocratización en la isla ha faltado un cierto fermento para los escritores más jóvenes?

Yo no creo que fuera así del todo. Estaban estos talleres a los que iba gente aficionada… Y es cierto que cuando tú burocratizas la cultura, la congelas. Pero también había otras cosas. Nosotros, por ejemplo, creamos un taller en la universidad entre estudiantes de Humanidades que teníamos una preparación y un interés literario mucho más definido. Fue un lugar de intercambio de ideas y de surgimiento de relaciones que duran hasta hoy entre muchos narradores y poetas. Ahora, en Cuba, desde hace 10 años existe una escuela para escritores donde se dan talleres literarios que dirige un escritor que se llama Eduardo Heras León, y es increíble la cantidad de gente joven que está saliendo de ahí y que escribe cosas notables.

En uno de sus cuentos, hay un personaje que mira desde su oficina a un niño que juega al béisbol. Entonces se da cuenta que sus sueños han sido sepultados por un cierto seguidismo político… ¿Es una crítica a la militancia revolucionaria en Cuba?

Yo creo que estos cuentos son mucho más universales que mis novelas, a pesar de ser historias muy pequeñas. Lo que ocurre aquí es que este personaje ha llegado a un punto de su madurez y se da cuenta de que se ha convertido en un burócrata de mierda. Porque entre los propósitos de las personas y lo que al final logran por limitaciones sociales, económicas, políticas, personales y familiares siempre hay una distancia, siempre. Este personaje ve en ese niño al niño que él mismo fue, y que se llenó de sueños que no pudo lograr. Esto está contextualizado en Cuba y tiene razones cubanas, pero se puede leer de manera universal, porque puede ocurrir en cualquier lugar del mundo, le puede ocurrir a un francés, a un español, a un finlandés.

Por cierto: hay dos suicidios en estos relatos. ¿Le preocupa especialmente el tema?

Para mí, el suicidio es una obsesión puramente literaria. En Cuba sabemos que hay un índice de suicidio bastante alto, pero no sabemos los datos. Hay muchas estadísticas en Cuba que no se conocen, a pesar de que en los últimos años se han empezado a publicar más. Esta es una de las que se desconocen, creo. Pero mi interés en el suicidio probablemente tenga más que ver con la importancia de Hemingway en mi formación. En Hemingway, el suicidio está muy presente. También en Salinger: el genio de la Familia Glass se suicida en una playa de La Florida.

También describe usted muy bien el mundo de la marginalidad en La Habana. ¿Tiene mucho contacto con esos ambientes?

En Cuba, ese mundo marginal es bastante visible si tú quieres verlo. Hay muy pocas personas que vivan en niveles donde no tienen contacto con este mundo. Yo vivo en un barrio de La Habana, un barrio normal, un barrio de toda la vida, y ahí yo me conecto muy fácilmente con las personas. Y aunque es un barrio popular, no es un barrio marginal, pero sí hay actitudes y personas marginales a las que yo conozco y con las que converso. No es algo exótico para mí, no tengo que salir a buscarlo sino que viene a mí, y tengo una relación dinámica y normal con él.

Es usted una referencia en la novela policiaca… Me preguntaba cuáles fueron los autores fundamentales para su formación en este género…

Hammet y Chandler los primeros. Pero una influencia catalizadora fue la de Vázquez Montalbán. Descubrí una literatura policiaca escrita en lengua española en un país de la periferia del centro de la novela policiaca, que estaba en el mundo anglosajón y Francia. Era una literatura de una gran calidad y con una perspectiva social muy evidente. Y fue como un catalizador que me dijo: “Este es el camino por el que puedes entrar y seguir”.

En ese camino hay también mucha tendencia a la melancolía, ¿no?…

La melancolía y la nostalgia son muy literarias, y a medida que va pasando el tiempo, me voy volviendo más melancólico porque me voy volviendo más viejo. En el caso de Mario Conde, es un elemento esencial de su personalidad, porque también lo es de la mía. Yo soy un hombre con una gran nostalgia por un pasado en el que fui joven, tuve sueños, disfruté de cosas de las que ya después no pude disfrutar… A pesar de eso, soy una persona bendecida por lo que haya allá arriba, porque todo lo que yo pude soñar que iba a conseguir con mi trabajo es ínfimo al lado de lo que he conseguido. Nunca habría pensado que iba a conseguir el Premio Nacional de Literatura de Cuba o que iba a publicar con Tusquets, pero no dejo de sentir nostalgia por una época en la que éramos más pobres y más felices, como decía Hemingway …

Y hasta aquí llegó la charla, porque además el sol se iba desplazando, y al final, el fresquito de la incipiente primavera madrileña se metía con facilidad en el cuerpo. Se fue Padura con su esposa por la calle, pero al poco tiempo, Raúl Castro y Obama se encontraron en la Cumbre de las Américas para abrir una nueva etapa en la historia de las relaciones entre Cuba y EEUU. De nuevo, la política. Pero el momento merecía la pena, y había que mandarle un correo al escritor con una pregunta, que él volvió a contestar con toda la amabilidad del mundo.

Después de ver las imágenes y escuchar los históricos discursos de Obama y Castro, ¿qué sensación ha tenido? ¿Qué le ha venido a la cabeza?

He pensado muchas cosas, he sentido muchas cosas. Me he congratulado por estar vivo para ver algo así, algo que jamás pensé que vería… Y he pensado en el futuro. Ojalá que esos estrechones de mano de Raúl y Obama –que fueron varios- de verdad comiencen a cambiar una historia y el diálogo se imponga a la hostilidad, la comprensión a la prepotencia, la cercanía a la lejanía. Siento que no va a ser nada fácil, pero que podemos estar al principio de algo mejor. De un tiempo de diálogos… ¡esa es la palabra clave!: diálogo.

Leonardo Padura, escritor y periodista cubano, galardonado con el Premio Nacional de Literatura 2012. Sus novelas han sido traducidas a más de 15 idiomas, y su obra El hombre que amaba a los perros, tiene como personajes centrales a León Trotski y a su asesino, el militante estalinista catalán Ramón Mercader. Su más reciente novela es Herejes.

Que veut Poutine ?

Que veut Poutine ?

Par Rostislav Ischenko – Le 11 février 2015 – Source thesaker.is

Il est gratifiant que les «patriotes» n’aient pas instantanément accusé Poutine pour l’échec de la mise en déroute à grande échelle des troupes ukrainiennes au Donbass en janvier et février, ni pour les consultations de Minsk avec Merkel et Hollande.

Néanmoins ils attendent impatiemment une victoire. Les plus radicaux sont convaincus que Poutine finira par «rendre la Novorussie», alors que les modérés craignent que, dès la signature de la prochaine trêve (si cela se réalise), un regroupement et un grossissement des rangs de l’armée novorusse aient lieu (ce qui aurait pu être fait sans désengagement des opérations militaires), et qu’il faille se réadapter à de nouvelles circonstances sur le plan international, se préparer à de nouvelles batailles diplomatiques.

En fait, malgré toute l’attention que portent les dilettantes politiques et/ou militaires (les Talleyrands et Bonapartes d’Internet) sur la situation dans le Donbass et plus généralement en Ukraine, il ne s’agit là que d’un seul point sur le front mondial: le résultat de la guerre ne se déterminera pas sur l’aéroport de Donetsk, ni sur les collines des abords de Debaltsevo, mais dans des bureaux de la place Staraya [1], de la place Smolenskaya [2], de Paris, de Bruxelles et de Berlin. L’action militaire n’est qu’un des nombreux éléments qui composent la querelle politique.

C’est aussi bien l’ultime élément, le plus terrible, il comporte de grands risques, mais l’affaire ne commence pas et ne se termine pas avec la guerre. C’est seulement une étape intermédiaire qui marque l’impossibilité du compromis. Sa conséquence est de créer de nouvelles conditions, rendant un compromis possible ou alors montrant que celui-ci n’est plus nécessaire, du fait de la disparition d’une des parties au conflit. Quand vient le moment du compromis – quand les combats cessent, les troupes sont de retour à leurs casernes et les généraux commencent à écrire leurs mémoires et à préparer la prochaine guerre – c’est alors, à la table des négociations que les politiciens et les diplomates déterminent le résultat réel de la confrontation.

Souvent les décisions politiques ne sont comprises ni par la population, ni par les militaires. Par exemple, pendant la guerre austro-prussienne de 1866, le chancelier prussien Otto Von Bismarck (plus tard chancelier de l’Empire allemand) avait ignoré les demandes répétées du roi Guillaume Ier (le futur empereur allemand), ainsi que les exigences des généraux prussiens de prendre Vienne, et il avait eu tout à fait raison. De cette façon, il avait accéléré la paix à partir des exigences prussiennes et s’était également assuré que l’Autriche-Hongrie reste dès lors – jusqu’à son démembrement en 1918 – un partenaire mineur de la Prusse et plus tard de l’Empire allemand.

Pour comprendre comment, quand et dans quelles conditions l’activité militaire peut se terminer, il est nécessaire de savoir ce que les politiciens veulent et comment ils envisagent les conditions d’un compromis d’après-guerre. Alors la raison pour laquelle l’action militaire s’est transformée en guerre civile de faible intensité avec des trêves occasionnelles, non seulement en Ukraine, mais aussi en Syrie, deviendrait claire.

De toute évidence, les points de vue des politiciens de Kiev ne nous intéressent pas, parce qu’ils ne décident de rien. Le fait que les étrangers gouvernent l’Ukraine n’est plus occulté. Que les ministres soient des Estoniens ou des Géorgiens n’a pas d’importance; ils sont tout d’abord des Étasuniens. Ce serait également une grosse erreur de s’intéresser à la façon dont les dirigeants de la République populaire de Donetsk (RPD) et de la République populaire de Lougansk (RPL) voient l’avenir. Les républiques existent seulement grâce au soutien russe. Aussi longtemps que la Russie les soutiendra, ils devront protéger les intérêts de la Russie, même dans leurs décisions et initiatives indépendantes. Les enjeux sont trop importants pour permettre à [Alexandre] Zakharchenko ou [Igor] Plotnitzky, ou n’importe qui d’autre d’ailleurs, de prendre des décisions indépendantes.

Nous ne sommes pas non plus intéressés par la position de l’Union européenne. Beaucoup dépendait de l’UE jusqu’en été dernier. Alors la guerre aurait pu être évitée ou arrêtée dès le départ. Une position ferme de principe de la part de l’UE contre la guerre aurait été nécessaire. Elle aurait pu bloquer les initiatives des États-Unis pour la commencer et aurait fait de l’UE un acteur géopolitique indépendant significatif. L’UE a raté cette occasion et s’est comportée en fidèle vassal des États-Unis.

En conséquence, l’Europe est au bord d’un bouleversement interne effrayant. Dans les années à venir, elle a toutes les chances de subir le même sort que l’Ukraine, mais dans un grand vacarme, une grande effusion de sang et avec moins de chances que les choses ne se tassent en peu de temps – en d’autres termes, que quelqu’un se présente pour mettre de l’ordre.

En fait, aujourd’hui l’UE peut faire le choix de rester l’outil des États-Unis ou de se rapprocher de la Russie. Selon son choix, l’Europe pourra s’en tirer avec une légère frayeur, comme la rupture de certaines parties de sa périphérie et la possible fragmentation de certains pays, ou elle pourra s’effondrer complètement. À en juger par la réticence des élites européennes à rompre ouvertement avec les États-Unis, l’effondrement est presque inévitable.

Ce qui devrait nous intéresser, ce sont les avis des deux principaux acteurs qui déterminent la configuration du front géopolitique et, en fait, se battent pour la victoire dans une nouvelle génération de guerre globale en réseau, la Troisième Guerre mondiale. Ces joueurs sont les États-Unis et la Russie.

La position étasunienne est claire et transparente. Dans la seconde moitié des années 1990, Washington a raté l’opportunité de réformer son économie de guerre froide sans obstacle et d’éviter ainsi la crise imminente de son système, dont le développement est limité par les ressources de la planète Terre, y compris humaines, limites qui sont antagoniques avec l’incessant besoin d’imprimer des dollars.

Après cela, les États-Unis ne pouvaient que prolonger l’agonie du système en pillant le reste du monde. Dans un premier temps, ils s’en sont pris aux pays du Tiers-Monde; puis aux concurrents potentiels; puis à leurs alliés et même à leurs proches amis. Ce pillage aurait pu persister aussi longtemps que les États-Unis seraient restés les maîtres incontesté du monde.

Ainsi, lorsque la Russie a affirmé son droit de prendre des décisions politiques indépendantes – des décisions d’importance régionale et non mondiale – un affrontement avec les États-Unis était devenu inévitable. Ce choc ne pourra pas finir en compromis de paix.

Pour les États-Unis, un compromis avec la Russie signifierait une renonciation volontaire à son hégémonie, ce qui conduirait à une rapide catastrophe systémique – pas seulement une crise politique et économique, mais aussi une paralysie des institutions de l’État et l’incapacité du gouvernement de fonctionner. En d’autres termes, son inévitable désintégration.

Mais si les États-Unis gagnent, ce serait la Russie qui subirait une catastrophe systémique. Après une certaine forme de rébellion, les classes dirigeantes de la Russie seraient punies par la liquidation et la confiscation de leurs actifs ainsi que par l’emprisonnement. L’État serait fragmenté, des territoires importants annexés, et la puissance militaire du pays détruite.

Par conséquent la guerre durera jusqu’à ce qu’un côté ou l’autre gagne. Tout accord intérimaire ne devrait être considéré que comme une trêve – un répit nécessaire pour regrouper, pour mobiliser de nouvelles ressources et trouver (c’est à dire, braconner) des alliés supplémentaires.

Pour compléter le tableau, nous n’avons besoin que de la position de la Russie. Il est essentiel de comprendre les objectifs des dirigeants russes, en particulier ceux du président, Vladimir Poutine. Nous parlons du rôle clé que joue Poutine dans l’organisation de la structure du pouvoir russe. Ce système n’est pas, comme beaucoup l’affirment, autoritaire, mais fait plutôt autorité – ce qui signifie qu’il n’est pas fondé sur la consolidation législative de l’autocratie, mais sur l’autorité de la personne qui l’a créé et qui étant à sa tête, le fait fonctionner efficacement.

Au cours des quinze années de pouvoir exercé par Poutine, et en dépit des situations internes et externes difficiles, il a essayé de maximiser le rôle du gouvernement, de l’Assemblée législative, et même des autorités locales. Ce sont des mesures tout à fait logiques qui auraient dû assurer au système intégrité, stabilité et continuité. Parce qu’aucun politicien ne peut garder le pouvoir éternellement, la continuité politique, indépendamment de qui vient au pouvoir, est la clé de la stabilité du système.

Malheureusement, le contrôle entièrement autonome, à savoir la capacité de fonctionner sans la supervision du président, n’a pas été atteinte. Poutine reste l’élément clé du système parce que les gens mettent leur confiance en lui personnellement. Ils ont beaucoup moins confiance dans le système tel qu’il est représenté par les pouvoirs publics et des organismes individuels.

Ainsi, les opinions et les plans politiques de Poutine deviennent le facteur décisif dans des domaines tels que la politique étrangère. Si l’expression «sans Poutine, il n’y a pas de Russie» est une exagération, alors la phrase «ce que Poutine veut, la Russie le veut aussi» reflète à mon avis assez précisément la situation .

Tout d’abord, notons que l’homme qui pendant quinze ans avait attentivement guidé la Russie vers sa renaissance l’a fait dans des conditions où les États-Unis avaient l’hégémonie en politique mondiale, ainsi que des possibilités importantes d’influer sur la politique intérieure de la Russie. Il a dû comprendre la nature de la lutte et son adversaire. Autrement, il n’aurait pas duré si longtemps.

Le niveau de confrontation que la Russie s’est autorisé face aux États-Unis a progressé très lentement et jusqu’à un certain point est passé inaperçu. Par exemple, la Russie n’a pas réagi du tout à la première tentative de révolution de couleur en Ukraine en 2000-2002 (l’affaire Gongadze [3], le Scandale des cassettes [4] et la protestation d’Ukraine sans Koutchma [5]).

La Russie a pris une position d’opposition, mais n’est pas intervenue activement dans les coups qui ont eu lieu à partir de novembre 2003 jusqu’en janvier 2004 en Géorgie et de novembre 2004 à janvier 2005 en Ukraine. Mais en 2008, en Ossétie et en Abkhazie, la Russie a utilisé ses troupes contre la Géorgie, un allié des États-Unis. En 2012, en Syrie, la flotte russe a démontré sa volonté d’affronter les États-Unis et ses alliés de l’Otan.

En 2013, la Russie a commencé à prendre des mesures économiques contre le régime de [Victor] Ianoukovitch, qui avait contribué à la réalisation et à la signature de l’accord nocif d’association [avec l’UE].

Moscou n’a pas pu sauver l’Ukraine du coup d’État en raison de la bassesse, de la lâcheté et de la stupidité de ses dirigeants – non seulement Ianoukovitch, mais tous sans exception. Après le coup d’État armé à Kiev en février 2014, la Russie est entrée en confrontation ouverte avec Washington. Avant cela, les conflits étaient entrecoupés d’améliorations dans les relations; mais au début de 2014 les relations entre la Russie et les États-Unis se sont rapidement détériorées et ont presque immédiatement atteint le point où en une ère pré-nucléaire la guerre aurait été déclarée automatiquement.

Ainsi, aux moments appropriés, Poutine a su engager précisément le niveau de confrontation avec les États-Unis que la Russie pouvait gérer. Si la Russie maintenant ne limite pas le niveau de ses confrontations, cela signifie que Poutine estime que, dans la guerre des sanctions, la guerre des nerfs, la guerre de l’information, la guerre civile en Ukraine, et la guerre économique, la Russie peut gagner.

C’est la première conclusion importante à propos de ce que Poutine veut et sur ce qu’il anticipe. Il anticipe la victoire. Et considérant qu’il adopte une approche méticuleuse et qu’il s’efforce d’anticiper les surprises, vous pouvez être sûrs que lorsque la décision a été prise de ne pas reculer sous la pression des États-Unis, mais de lui répondre, les dirigeants russes avaient une double, sinon une triple, garantie de victoire.

Je voudrais souligner que la décision d’entrer en conflit avec Washington n’a pas été prise en 2014, pas plus qu’en 2013. La guerre du 8 août 2008 était un défi que les États-Unis ne pouvaient laisser sans réponse. Après cela, chaque nouvelle étape de confrontation s’accompagnait d’une montée des enchères. De 2008 à 2010, la capacité des États-Unis – non seulement militaire ou économique, mais leur capacité globale – a décliné, alors que celle de la Russie s’est sensiblement améliorée. Donc l’objectif principal était de faire monter les enchères de manière lente plutôt qu’explosive. En d’autres termes, devant une confrontation où les simulacres sont écartés, tout le monde comprend la situation et la nécessité de retarder une guerre ouverte aussi longtemps que possible ou mieux encore l’éviter complètement.

Chaque année qui passait voyait les États-Unis s’affaiblir alors que la Russie se renforçait. Ce processus est naturel et impossible à arrêter. Nous pouvons prévoir avec un degré élevé de certitude que d’ici 2020-2025, en l’absence de confrontations, la période hégémonique des États-Unis viendra à sa fin, et qu’ils seraient alors mieux inspirés de ne plus penser comment gouverner le monde, mais comment conjurer la précipitation de leur propre déclin interne.

Ainsi le second désir de Poutine devient clair: maintenir la paix ou son apparence aussi longtemps que possible. La paix est avantageuse pour la Russie parce que dans des conditions de paix, sans énormes dépenses, elle obtiendrait les mêmes résultats politiques, mais dans une bien meilleure situation géopolitique. C’est pourquoi la Russie avance continuellement avec la branche d’olivier. Pareillement la junte de Kiev, dans des conditions de paix au Donbass, s’effondrerait. Dans les mêmes conditions dans le monde, le complexe militaro-industriel et le système financier mondial créés par les États-Unis seraient voués à l’autodestruction. De cette façon, les actions de la Russie reflètent justement la maxime de Sun Tzu : «La plus grande victoire est celle qui ne nécessite pas de bataille.»

Il est clair que Washington n’est pas gouverné par des idiots, peu importe ce qui se dit dans les talk-shows russes ou s’écrit sur les blogs d’internet. Les États-Unis comprennent précisément la situation où ils se trouvent. En outre, ils comprennent également que la Russie n’a pas l’intention de les détruire et qu’elle est vraiment prête à coopérer d’égal à égal. Même si, en raison de la situation politique et socio-économique aux États-Unis, cette coopération ne leur est pas acceptable. Un effondrement de leur économie et une explosion sociale seraient susceptibles de se produire (même avec le soutien de Moscou et de Pékin) avant qu’ils aient le temps d’introduire les réformes nécessaires, et en particulier si l’on considère que l’UE sera dans la même situation et qu’elle aura aussi à faire des réformes. En outre, les membres de l’élite politique qui a émergé aux États-Unis les 25 dernières années sont habitués à leur statut de propriétaires du monde. En toute sincérité, ils ne comprennent pas que l’on puisse le leur contester.

Pour l’élite dirigeante des États-Unis (pas tant la classe affaires, mais la bureaucratie gouvernementale), passer d’un pays qui décide du sort des peuples inférieurs à celui qui négocie avec eux sur un pied d’égalité serait intolérable. Cela équivaudrait probablement à offrir à Gladstone ou à Disraeli le poste de Premier ministre du royaume zoulou sous Cetshwayo kaMpande. Et ainsi contrairement à la Russie, qui a besoin de paix pour se développer, les États-Unis considèrent la guerre comme vitale.

En principe, toute guerre est une lutte pour des ressources. Typiquement, le gagnant est celui qui a plus de ressources et qui peut finalement mobiliser davantage de troupes et construire plus de chars, de navires et d’avions. Même si, parfois, ceux qui sont défavorisés stratégiquement peuvent renverser la situation avec une victoire tactique sur le champ de bataille. Les exemples incluent les guerres d’Alexandre le Grand et de Frédéric le Grand, ainsi que la campagne d’Hitler en 1939-1940.

Les puissances nucléaires ne peuvent pas se confronter directement l’une à l’autre. Par conséquent, leur base de ressources est d’une importance primordiale. C’est précisément la raison pour laquelle au cours de cette année la Russie et les États-Unis se sont engagés dans une course désespérée pour trouver des alliés. La Russie a remporté cette course. Les États-Unis ne peuvent compter comme alliés – et pas toujours de manière inconditionnelle – que sur l’UE, le Canada, l’Australie et le Japon; mais la Russie a réussi à mobiliser le soutien des BRICS, à prendre solidement pied en Amérique latine, et à commencer à remplacer les États-Unis en Asie et en Afrique du Nord.

Bien entendu, ce n’est manifestement pas évident, mais si l’on considère les résultats des votes à l’ONU, en assumant que le défaut de soutien officiel pour les États-Unis signifie la dissidence et donc le soutien à la Russie, il s’avère que les pays alignés avec elle dans leur ensemble contrôlent environ 60% du PIB mondial, ont plus des deux-tiers de la population du globe et couvrent plus des trois-quarts de sa surface. Ainsi la Russie a été en mesure de mobiliser davantage de ressources.

À cet égard, les États-Unis avaient deux options tactiques. La première semblait avoir un important potentiel et ils l’ont employée dès les premiers jours de la crise ukrainienne.

Il s’agissait d’essayer de mettre la Russie en face du dilemme de l’obliger à choisir entre une mauvaise situation et une situation encore pire. La Russie aurait été contrainte d’accepter un État nazi à ses portes et donc de perdre de manière dramatique son autorité internationale, de pair avec la confiance et le soutien de ses alliés. Après un court laps de temps, elle serait devenue vulnérable aux forces pro-étasuniennes internes et externes, sans avoir de chance de survie. Elle aurait pu choisir d’envoyer son armée en Ukraine, balayer la junte avant qu’elle ne s’organise, et rétablir le gouvernement légitime de M. Ianoukovitch. Dans ce cas, toutefois, elle serait accusée d’agression contre un État indépendant et de répression de révolution populaire. Une telle situation aurait entraîné un degré élevé de désapprobation de la part des Ukrainiens et nécessité la dépense constante de ressources militaires significatives, politiques, économiques et diplomatiques, ainsi que le maintien d’un régime fantoche à Kiev, car aucun autre gouvernement n’aurait été possible dans de telles conditions.

La Russie a évité ce dilemme. Il n’y a pas eu d’invasion directe. C’est le Donbass qui se bat contre Kiev. Ce sont les Étasuniens qui sont obligés de consacrer des ressources rares au régime fantoche moribond de Kiev, alors que la Russie peut rester à l’écart en faisant des propositions de paix.

Ainsi, maintenant, les États-Unis emploient la deuxième option. Elle est vieille comme le monde. Ce qui ne peut être tenu, et qui sera pris par l’ennemi, doit être endommagé autant que possible afin que sa victoire devienne plus coûteuse que sa défaite, et que toutes ses ressources soient utilisées pour reconstruire le territoire détruit. Les États-Unis ont donc cessé d’aider l’Ukraine, sauf pour la rhétorique politique tout en encourageant Kiev à répandre la guerre civile à travers tout le pays.

La terre ukrainienne doit brûler, non seulement à Donetsk et Lougansk mais aussi à Kiev et Lvov. La tâche est simple: détruire autant que possible l’infrastructure sociale et laisser la population à la limite de la survie. Alors la population de l’Ukraine consistera en millions d’affamés, désespérés mais lourdement armés, qui s’entretueront pour de la nourriture. La seule façon d’arrêter ce bain de sang sera une intervention massive militaire internationale en Ukraine (la milice à elle seule ne suffirait pas) avec de très importantes injections de fonds pour nourrir la population et reconstruire l’économie jusqu’à ce que le l’Ukraine puisse recommencer à se nourrir.

Il est clair que tous ces coûts seraient à charge de la Russie. Poutine estime à juste titre que dans ce cas, non seulement le budget, mais aussi les ressources publiques en général, y compris militaires, seraient débordées et peut-être insuffisantes. Par conséquent, l’objectif consiste à ne pas permettre à l’Ukraine d’exploser avant que la milice puisse ramener la situation sous contrôle. Il est crucial de minimiser les pertes et la destruction et de sauver autant que possible l’économie et l’infrastructure des grandes villes afin que la population, en quelque sorte, survive. Alors les Ukrainiens eux-mêmes se chargeront des racailles nazies.

À ce stade, un allié pour Poutine apparaît sous la forme de l’UE. Parce que les États-Unis ont toujours essayé d’utiliser les ressources européennes dans leur lutte contre la Russie. L’UE, déjà affaiblie, a atteint le point d’épuisement et doit résoudre ses propres problèmes qui purulent depuis longtemps.

Si l’Europe avait à sa frontière orientale une Ukraine complètement détruite, d’où des millions de gens armés fuiraient non seulement vers la Russie mais aussi vers l’UE, amenant avec eux des passe-temps sympathiques tels que le trafic de drogue, le trafic d’armes et le terrorisme, l’UE ne survivrait pas. D’un autre côté les républiques populaires de Novorussie serviraient de tampon pour la Russie.

L’Europe ne peut pas affronter les États-Unis, mais elle est morte de peur à la perspective d’une Ukraine détruite. Par conséquent, pour la première fois dans le conflit, Hollande et Merkel ne se contentent pas d’atténuer les exigences étasuniennes (en imposant des sanctions, sans aller trop loin), mais entreprennent aussi une action indépendante limitée dans le but de parvenir en Ukraine à un compromis – peut-être pas à la paix, mais au moins à une trêve.
Si l’Ukraine prend feu, elle brûlera rapidement, et si l’UE est devenue un partenaire peu fiable, c’est-à-dire même si elle n’est pas prête à passer dans le camp de la Russie, mais décide juste d’adopter une position neutre, alors Washington, fidèle à sa stratégie, sera obligé de mettre le feu à l’Europe.

Il est clair qu’une série de guerres, civiles et entre pays, dans un continent empli de toutes sortes d’armes, et où vivent plus d’un demi-milliard de personnes, serait bien pire que la guerre civile ukrainienne. L’Atlantique sépare les États-Unis de l’Europe. Même la Grande-Bretagne pourra espérer rester à l’abri derrière la Manche. Mais la Russie et l’UE partagent une très longue frontière.

Il n’est pas du tout dans l’intérêt de la Russie d’avoir un incendie qui s’étend de l’Atlantique aux Carpates alors que dans les territoires entre les Carpates et le Dniepr couvent des cendres encore fumantes. Par conséquent, un autre objectif de Poutine serait, dans la mesure du possible, d’éviter les effets les plus négatifs d’une conflagration en Ukraine et d’une autre en Europe. Parce qu’il est impossible d’empêcher complètement une telle éventualité (si les États-Unis veulent mettre le feu, ils le mettront), il est nécessaire d’être en mesure de l’éteindre rapidement pour préserver ce qu’il y a de plus précieux.

Ainsi, pour protéger les intérêts légitimes de la Russie, Vladimir Poutine considère que la paix a une importance vitale, car c’est la paix qui permettra d’atteindre cet objectif avec un effet maximum et à un coût minimum. Mais comme la paix n’est plus possible, et que les trêves deviennent de plus en plus théoriques et fragiles, il a besoin aussi que la guerre finisse aussi rapidement que possible.

Mais je tiens à souligner que si un compromis aurait pu être atteint il y a un an dans des conditions favorables pour l’Occident (la Russie aurait quand-même atteint ses objectifs, mais plus tardivement – ce qui est une concession mineure), maintenant ce n’est plus possible, et la situation progressivement s’aggrave. En apparence elle reste la même; la paix à presque n’importe quelle condition est toujours bénéfique pour la Russie. Il n’y a qu’une seule chose qui ait changé, mais elle est de la plus haute importance: l’opinion publique. La société russe aspire à la victoire et au châtiment. Comme je l’ai souligné plus haut, la puissance russe fait autorité, plutôt que d’être autoritaire; par conséquent, l’opinion publique en Russie importe, contrairement aux démocraties traditionnelles.

Poutine peut maintenir son rôle de pivot du système aussi longtemps qu’il a le soutien de la majorité de la population. S’il perdait cet appui, du fait qu’aucune personnalité de sa stature n’a émergé de l’élite politique russe, le système perdrait sa stabilité. Mais le pouvoir ne peut maintenir son autorité que tant qu’il incarne avec succès les souhaits des masses. Ainsi la défaite du nazisme en Ukraine, même si elle n’est que diplomatique, doit être claire et incontestable – ce n’est que dans ces conditions qu’un compromis russe serait possible.

Ainsi, indépendamment de la volonté de Poutine et des intérêts de la Russie, compte tenu du rapport de forces global, ainsi que des priorités et des capacités des protagonistes, une guerre qui aurait dû se terminer l’an dernier à l’intérieur des frontières de l’Ukraine débordera presque certainement en Europe. On ne peut que deviner qui sera le plus efficace – les Étasuniens avec leur bidon d’essence ou les Russes avec leur extincteur? Mais une chose est absolument claire: les initiatives de paix des dirigeants russes seront limitées non pas par leurs désirs, mais par leurs capacités réelles. Il est vain de se battre contre les souhaits de la population ou contre le cours de l’histoire; mais quand les deux coïncident, la seule chose qu’un homme politique sage puisse faire est de comprendre les souhaits de la population et la direction du processus historique et d’essayer de le soutenir à tout prix.

Les circonstances décrites ci-dessus font qu’il est extrêmement improbable que les souhaits des partisans d’un État indépendant novorusse s’accomplissent. Étant donnée l’ampleur de la conflagration à venir, déterminer le sort de l’Ukraine dans son ensemble n’est pas excessivement compliqué, mais cela reviendra cher.

Ce ne serait que logique que le peuple russe demande: si les Russes, que nous avons sauvés des nazis, vivent en Novorussie, pourquoi doivent-ils vivre dans un État séparé? S’ils veulent vivre dans un État séparé, pourquoi la Russie reconstruirait-elle leurs villes et leurs usines? À ces questions il n’y a qu’une seule réponse raisonnable: la Novorussie devrait faire partie de la Russie (d’autant plus qu’elle dispose de suffisamment de combattants, bien que la classe dirigeante soit problématique). Eh bien, si une partie de l’Ukraine peut se joindre à la Russie, pourquoi pas l’Ukraine tout entière ? D’autant plus qu’en toute vraisemblance, quand cette question sera à l’ordre du jour, l’Union européenne ne sera plus [pour l’Ukraine] une alternative à l’Union eurasienne.

Par conséquent, la décision de rejoindre la Russie sera prise par une Ukraine unie fédérée et non par une entité sans statut clair. Je pense qu’il est prématuré de redessiner la carte politique. Très probablement, le conflit en Ukraine sera conclu d’ici la fin de l’année. Mais si les États-Unis parviennent à étendre le conflit à l’UE (et ils essaieront), la résolution finale des questions territoriales sera retardée d’au moins un ou deux ans et peut-être plus.

Dans n’importe quelle situation, la paix nous est bénéfique. Dans des conditions de paix, alors que les ressources de la Russie se développeront, de nouveaux alliés (anciens partenaires des États-Unis) viendront se mettre à ses côtés, et comme Washington sera progressivement marginalisée, la restructuration territoriale deviendra beaucoup plus simple et temporairement moins importante, en particulier pour ceux qui seront restructurés.

Notes:
1. Rue de Moscou où se trouve le siège de l’administration présidentielle de la Russie.
2. Place à Moscou où se situe le ministère russe des Affaires étrangères.
3. Géorgiy Gongadze était un journaliste et réalisateur ukrainien né en Géorgie, qui a été enlevé et assassiné en 2000.
4. Le Scandale des cassettes a éclaté en 2000 avec la fuite de cassettes audio où Leonid Koutchma aurait discuté de la nécessité de réduire au silence Gongadze pour avoir rapporté sur la corruption de haut niveau.
5. En conséquence du Scandale des cassettes, une manifestation massive anti-Koutchma avait eu lieu en Ukraine en 2000-2001.

Article original en russe.

Traduit du russe par Denis, Gideon, and Robin

Traduit de l’anglais par Alexandre Moumbaris, relu par Marie-José Moumbaris pour le Saker Francophone.

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador
Roberto Pineda San Salvador, 22 de abril de 2015

Cada generación de revolucionarios y revolucionarias salvadoreños vinculados al Partido Comunista ha realizado su particular lectura sobre los acontecimientos relacionados con el levantamiento indígena-popular de enero de 1932. La generación de comunistas inmediatamente posterior a estos acontecimientos realiza por lo general una lectura negativa y critica fuertemente los errores de aventurerismo que la habían caracterizado.

La generación de principios de los años ochenta, por el contrario, analiza y asume esta gesta como altamente significativa y fuente simbólica de su lucha armada contra la dictadura. A continuación reseñamos algunas de estas últimas ópticas. La primera es una reflexión partidaria medio siglo después del levantamiento (enero de 1982), la segunda un mensaje en el 52 aniversario del PCS (marzo de 1982) y la tercera es un trabajo de Federico Bairez (Antonio), sobre el valor de los testimonios de Miguel Mármol (marzo de 1982).

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador

El comité central del PCS dio a conocer este manifiesto relativo a la insurrección indígena-campesina de enero de 1932. Inicia explicando que “los acontecimientos del mes de enero de 1932 tuvieron a la base el catastrófico impacto de la crisis del sistema capitalista mundial en nuestro país y expresaron la resuelta disposición de las masas trabajadoras y populares en general a resolver el problema de la toma del poder que surgía al primer plano de la exigencia del momento.”

Añade que “a 50 años de distancia no podemos tener de aquellos sucesos solamente la impresión de la horrible matanza que la oligarquía y el ejército desataron sobre los humildes que intentaron conquistar la liberación social con sus propias manos, aunque ciertamente es este uno de los aspectos que nos aproximan a una reflexión valedera en los momentos actuales…Los comunistas de hoy inclinamos nuestras banderas ante los heroicos fundadores de nuestro Partido y de los luchadores de todo un pueblo que supieron cumplir con su deber.”

Establece que “fue en aquel cuadro de agudas contradicciones y vuelcos políticos, que el recién fundado Partido Comunista de El Salvador supo hacer frente a la máxima prueba de toda organización revolucionaria: conducir a las masas populares a la lucha armada por el poder con los resultados históricamente conocidos y aún no suficientemente enjuiciados.”

Reconoce que “la insurrección de 1932 que correspondiendo al atraso social imperante, fue principalmente una rebelión campesina, contó para su estallido con los fuertes factores objetivos ya señalados, aunque no contó, porque no podía contar, con la adecuada dirección político-militar del Partido Comunista, teniendo en cuentas que este tenía apenas menos de dos años de edad y carecía por tanto, de la suficiente experiencia y capacidad para dar organización y dirección eficiente a la insurrección.”

No obstante esto considera que “no se puede ignorar…que aún antes de la fundación de su partido, los comunistas realizaron un extenso y ramificado trabajo de organización de la masas de la ciudad y del campo, difundiendo las ideas de la revolución social, educando políticamente al pueblo, elevando en definitiva su conciencia. Esto es lo que explica porque la insurrección popular surgió indisolublemente vinculada a los comunistas.”

Agrega que “es incuestionable que el problema del poder ocupó un puesto central en la insurrección de 1932; incluso se probó a constituir “soviets” en algunos lugares de las zonas insurrectas, pero el carácter de la revolución por la que se luchaba no estuvo suficientemente clarificado.”

Aclara que “según el testimonio de compañeros que vivieron esa experiencia, el Partido había definido que aquella era la etapa de la “revolución democrático-burguesa”; pero es sumamente dudoso que tal definición fuera todavía comprendida por su militancia de base y, mucho menos, por las masas. En realidad, hacer una acertada definición del carácter de la revolución es un problema nada fácil, que el PCS no pudo resolver durante decenios, sino hasta tiempos bastante recientes.”

Considera que “la derrota de la insurrección y sus duraderas consecuencias negativas en la historia de nuestro país, llevaron incluso a algunos comunistas, a conclusiones alejadas de todo juicio histórico justo en las cuales la insurrección de 1932 aparecía como un tremendo y catastrófico “error cuyo precio fue necesario pagar durante décadas.”Tales conclusiones influyeron en alejar por demasiado tiempo al PCS de la elaboración de una línea revolucionaria, basada en su propia experiencia revolucionaria. Incluso en un tiempo llegó a prohibirse a la militancia hablar de la existencia de su Partido Comunista supuestamente para “asegurar su desarrollo fuera del peligro de la represión.”

Añade que “el 1932 el pueblo oprimido y le naciente Partido Comunista respondieron al reto de la historia y se lanzaron a la lucha armada contra el enemigo de clase; de la derrota de la insurrección y sobre los cadáveres de los treinta mil trabajadores asesinado durante la bestial matanza que la siguió, surgió la dictadura militar que hoy está llegando a sus últimos días, bajo los golpes del puño popular.”

“En 1982 –proclama este manifiesto- 50 años después, el pueblo y sus organizaciones de vanguardia también responden al reto de la historia, nos enfrentamos con los herederos de aquellos que en 1932 cazaron millares de revolucionarios y pacíficos ciudadanos y, saludaron la matanza como una “sagrada necesidad” para defender “el orden y la ley.” Nuestros enemigos de hoy son nuestros enemigos de ayer.”

Aclara que “también hay diferencia de presente con respecto a 1932: el pueblo salvadoreño construye la más poderos empresa unitaria de su historia y las banderas que el FMLN levanta en los frentes de la guerra popular revolucionaria, expresan los intereses, la conciencia, la acción combativa, organizada y experimentada de inmenso sectores del pueblo, directamente incorporados a la lucha: los heroicos revolucionarios de 1932 no pudieron contar con la enorme y calurosa solidaridad internacional que hoy aporta a nuestra lucha.”

“Agustín Farabundo Martí, fundador emérito del PCS y el más destacado dirigente de aquella alborada revolucionaria, está para siempre en el corazón del pueblo trabajador y su nombre es el de la vanguardia unificada que dirige hoy su lucha; los nombres de otros mártires y héroes de 1932, humildes trabajadores todos ellos, son estandartes de combate y denominan nuestros actuales frentes de guerra: Modesto Ramírez, Francisco Sánchez, Feliciano Ama.”

Indica que “la derrota infringida al movimiento popular en 1932, inició largos años de sangrienta dictadura militar. El Partido Comunista pese al aplastante golpe recibido, se convirtió en el único y solitario luchador por las ideas del marxismo-leninismo; en su seno aparecieron tendencias que, evaluando la insurrección a partir únicamente de sus resultados, renunciaban a la lucha armada, dando pie así al nacimiento y perduración de posiciones reformistas. Pese a todo ello, el Partido Comunista fue la única organización revolucionaria capaz de resistir durante décadas las embestidas represivas de los distintos gobiernos que fueron eslabonando la cruel cadena de la dictadura castrense reaccionaria.”

Subraya que “en el seño del PCS fueron formadas generaciones enteras de revolucionarios, fue el partido la fuente primicial donde adquirieron las nociones de marxismo-leninismo destacados revolucionarios, dirigentes sindicales y estudiantiles, dirigentes campesinos, activistas y dirigentes políticos, jefes guerrilleros y combatientes, algunos de los cuales engrosaron las filas de organizaciones revolucionarias hermanas.”

Enfatiza que “a partir del 28 de febrero de 1977, luego de la masacre en la Plaza Libertad, se produjo el vigoroso encuentro de las masas populares mayoritarias con el camino iniciado 7 años atrás por las organizaciones revolucionarias hermanas y por sectores populares avanzados; y dio comienzo también el complicado viraje del PCS hacia la lucha armada y la consiguiente creación de su brazo armado; las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). Se ha sintetizado unificadoramente así la larga y rica experiencia de nuestro partido, con la guerra ´popular revolucionaria que se desarrolla ascendentemente en nuestro país.”

Advierte sobre la intervención militar estadounidense que “si tales planes son ejecutados por el imperialismo yanqui y la dictadura militar fascista, pueden prender las llamas de la guerra en toda Centro América e incluso extenderla regiones del Caribe, con todos los riesgos que hay en ello para la paz mundial, pero no lograran derrotar al pueblo Salvadoreño ni a ningún otro pueblo de esta parte tensa y sensible de la tierra.”

Reconoce que “nuestros héroes del 32 no pudieron formar un ejército revolucionario que batallara y dirigiera militarmente las luchas que las masas del pueblo desplegaron contra el ejército oligárquico, ahora, en cambio, hemos logrado construir su ejército popular revolucionario, expresión fiel de sus intereses y verdadero y único garante del triunfo de la revolución y de su efectiva defensa.”
Explica que “si hace 50 años los trabajadores del mundo se compadecieron de un pueblo masacrado y vejado y deploraron la suerte de una vanguardia revolucionaria que, aun sabiendo cumplir hasta el final con su deber fue derrotada, hoy presencia y apoya la culminación de aquel esfuerzo heroico, con un pueblo que ha aprendido ya a golpear y a derrotar a sus enemigos. La sangre derramada por nuestro mártires durante más de 50 años germina hoy en estas luchas y en la victoria que no está lejana.”

Concluye que “la insurrección popular del 32 y la fundación de nuestro Partido, son acontecimientos estrechamente vinculados que han tenido honda repercusión en la historia política del país y la derrota sufrida a manos de los oligarcas tuvo a su base la debilidad del destacamento revolucionario de vanguardia, pese a la razón y la justicia que le asistió al pueblo insurrecto. Contamos ahora con la razón y la fuerza para triunfar, con el ánimo inquebrantable de vencer. Nuestro pueblo avanza incontenible hacia el logro de su liberación definitiva.”

Saludo del CC del PCS a los Combatientes de las FAL y a todo el Partido en Ocasión del Año Nuevo. 31 de diciembre de 1981

Es el primer saludo oficial del PCS a sus combatientes. Expresa que “el Comité central del PCS y la Comandancia General de las FAL se dirige a ustedes: militantes, candidatos a miembros y simpatizantes de nuestro Partido; combatiente guerrilleros de la ciudad o del campo, combatientes políticos (clandestinos y no clandestinos) de la resistencia popular, cuando dentro de pocas horas concluirá el año de 1981, que se ha caracterizado por la riqueza de los acontecimientos sucedidos a lo largo de sus doce meses.”

Considera que “en el corto período de un año nuestro Partido no solo ha logrado consolidar sus Fuerzas Armadas sino desarrollarlas y ampliarlas. Ha crecido la calidad de sus mandos y combatientes expresado en su capacidad, disciplina, disponibilidad y moral combativas; aparecieron las Escuelas Militares, se consolidaron los Estados y Planas Mayores , se realizaron cientos de operaciones de pequeña, mediana y gran envergadura, se mejoró nuestra armamentización, comunicaciones militares ,el aseguramiento logístico y el dominio por nuestro mandos y combatientes de la técnica de combate; aparecieron- en conjunción con las otras organizaciones hermanas del FMLN- las primeras columnas combinadas móviles; con nuestra decidida participación se formaron en varios frentes los Mandos Conjuntos del FMLN.”

Agrega que “grandes avances ha habido en a construcción orgánica del Partido dentro de las FAL, nuestros trabajadores políticos demostraron su temple comunista en las tareas encomendadas dentro de los frentes de guerra, nuestra milicia creció y se desarrolló. Creció así el prestigio de nuestro Partido ante nuestro pueblo y el Movimiento Comunista Internacional, el peso y el importante papel de las FAL en la guerra popular revolucionaria.”

Expresa que “todo esto nos satisface. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que no siempre todo lo que hicimos fue lo mejor, que no siempre tuvimos la suficiente visión revolucionaria, que no siempre actuamos con suficiente audacia y firmeza comunista y que hubo casos aislados de militantes que mostraron flaqueza y vacilación ante las dificultades que el enemigo y la lucha misma nos impone. Tendremos que hacer renovados y redoblados esfuerzos para darle una mayor dimensión a nuestra lucha político-militar.”

Menciona que “Cada golpe militar que el enemigo recibe, cada fracaso en sus planes, cada derrota política y diplomática termina por socavar más y más la moral del ejército enemigo desde su más altos mandas hasta el último oficial y soldado. El Puente de Oro, el Puente del Guajoyo, las emboscadas en las carreteras Panamericana y del Litoral, Perquín, La Guacamaya y Arambala serán las sombras que los perseguirán continuamente en el futuro próximo.”

Puntualiza que “especial homenaje quiere rendir la Dirección del PCS a los comunistas que en este año ofrendaron sus vidas a la noble e irrenunciable causa de nuestro pueblo, que es la misma de todos los pueblos del mundo. Ellos murieron y vivieron como comunistas. Nuestras rojas insignias siempre flamearan alto sobre sus tumbas. Su recuerdo se conjuga con el de aquellos que en 1932, hace 50 años, vivieron, lucharon y murieron de la misma manera. Ellos forman un legado de nuestra lucha y de nuestra historia. Juramos ser fieles siempre a la causa por la que ellos lucharon y murieron.”

Concluye asegurando que “este nuevo año será de triunfos y grandes éxitos revolucionarios. A nuestros militantes y combatientes expresamos la confianza en que cada uno de nosotros será en 1982 un mejor revolucionario, un mejor combatiente, un mejor comunista. Saludamos con especial cariño a los comunistas que desde las prisiones conocidas y desconocidas continúan combatiendo al enemigo. Hasta ellos extendemos nuestros brazos y nuestra convicción de que el pueblo más temprano que tarde romperá los barrotes que ahora los encierran y sojuzgan. Saludamos a cada uno de los militantes y combatientes e todas las otras organizaciones hermanas del FMLN.”

El valor histórico de los testimonios de Miguel Mármol acerca de la insurrección de 1932

Jorge Federico Bairez (1943-2007) fue un destacado intelectual revolucionario salvadoreño, presidente de AGEUS en 1970, originario de Usulután. En este escrito profundiza sobre el significado de los testimonios de Miguel Mármol y se adelanta a condenar ya en ese momento a aquellos que basados en el anticomunismo abierto o encubierto, desde la investigación académica nacional e internacional, pretenden disminuir o negar el papel de los comunistas y su partido en los acontecimientos de enero de 1932.

Plantea que “durante mucho tiempo los escritores e ideólogos al servicio de la burguesía criolla y del imperialismo, falsificaron a su antojo todo lo relacionado con la insurrección. En esa nefasta tarea han coincidido en los objetivos, aunque variado en los métodos, desde los burdos y enfermizamente anticomunistas de antaño como Schlesinger, hasta los más cautelosos y aparentemente objetivos de hoy día como Anderson.”

Frente a esta situación opina Bairez que “no encontraban mayor oposición en las filas revolucionarias. Era cuestión de tiempo, sin embargo, para que esa oposición llegara, comenzaron a aparecer trabajos tan valiosos como polémicos, entre los muchos trabajos que fueron, poco a poco, develando los mitos reaccionarios, un lugar especial llegó a ocupar , con indisputable mérito, el conjunto de testimonios de Miguel Mármol y de otros camaradas sobrevivientes del 32.”

Sobre las valoraciones de la insurrección Bairez opina que muchas veces se cae en el subjetivismo ya que “no se examina la insurrección de acuerdo a las condiciones históricas concretas existentes en la época. Se asimila, por ejemplo, a los dirigentes como putchistas, y al hecho insurreccional mismo como una aventura sin sentido. Putchistas los dirigentes porque no fueron capaces de organizar el gigantesco torrente espontaneo de la masas; aventura la insurrección porque se decidió y ejecutó en unos cuantos días; tales, juicios, unas veces se sientan como premisas y otras como conclusiones.”

Añade que “el Partido Comunista de El Salvador, al momento de acometer la inmensa tarea insurreccional no había cumplido dos años de existencia. Este hecho clave ignorado por algunos o examinado incorrectamente por otros, explica las insuficiencias en la dirección política y militar. La Historia Revolucionaria, desde la Comuna de Paris hasta nuestros días registra situaciones insurreccionales similares a las de 1932, con idénticos resultados, es decir, situaciones revolucionarias maduras donde la vanguardia no pudo forjar la victoria, al ser sorprendida en periodo de plena gestación.”

Considera que “es válido afirmar que el PCS era, en 1932, un partido marxista-leninista embrionario, y que la prueba de fuego a la que lo sometió la historia tan prontamente, fue demasiado severa para que hubiera podido descifrarla e otros términos que no fueran los del heroísmo, la valentía y la decisión de combatir hasta morir. Ciertamente el poder era la meta. Pero qué lejos estaba la posibilidad de consumar ese ambicioso y, a la vez justo y legitimo, propósito revolucionario.”

Opina que “los testimonios de Miguel Mármol y de otros camaradas sobrevivientes de 1932, la información disponible, los resultados de las investigaciones realizadas hasta la fecha, ponen fuera de toda duda a existencia entonces de agudos desajustes económico-sociales. De crisis del poder político, y de exacerbamiento del espíritu insurreccional de las masas, componentes típicos todos, de las condiciones objetivas de una situación revolucionaria madura.”

Pero por otra parte “también está, fuera de toda duda, la ausencia o débil presencia en 1932, de otros factores que resultaban indispensables para el triunfo, estos del carácter subjetivo, como decir, el escaso grado de organización de las masas y, fundamental y decisivamente, el bajo nivel de desarrollo político, ideológico y militar del partido como en Rusia de 1905, el heroísmo ilimitado de los insurrectos no bastaba para resolver los problemas extraordinarios y desconocidos que sólo la buena organización era capaz de afrontar con éxito.”

De todo esto Bairez concluye que “aun cuando el Partido no alcanzó el fin propuesto, el Poder, el juicio histórico no puede, ni debe descansar en una especie de reclamo “paternal” aunque en unos caso se disfrace de magnanimidad, y en otros, se inyecte de mordacidad.”

Agrega que “a diferencia del Partido de Rusia de 1917, donde el dilema histórico era tomar o no el poder, el Partido en El Salvador de 1932, se fijó además, el propósito de enfrentar y resolver positivamente el dilema de encabezar y dirigir a las masas enardecidas que, con o sin el Partido, estaban dispuestas a combatir.”

Pero a la vez “a semejanza de la Rusia de 1917, donde el Partido con un Lenin firme al frente, asumió la posición correcta y tomó el Poder., en El salvador de 1932 , el Partido, con un Farabundo Martí imperturbable a la cabeza, también adoptó la posición correcta, encauzando, hasta donde era posible hacerlo en aquellas circunstancias , un levantamiento masivo, una insurrección campesina que, al margen de cualquier tipo de juicios atenuantes o estigmatizadores, bien puede calificársele de heroica, grandiosa y necesaria.”

Valora Bairez que “la decisión del Comité central del Partido reflejó una actitud: la actitud de heredar, con el sello de la sangre combatiente, un brillante e incuestionable ejemplo de consecuencia de una dirección revolucionaria que no sólo se precia de ser tal, sino que también actúa como tal.”
Concluye que “destacar este rasgo esencial de a insurrección de 1932, sin caer en la visión “heroica” de la historia constituye, para nosotros, un requisito indispensable para hacer una valoración general justa y objetiva del más grande acontecimiento de nuestra historia revolucionaria.”