Nota sobre la situación internacional Alberto Wiñazky*

En un clima a nivel mundial de incertidumbre económica y política, transcurren los enfrentamientos entre distintos países que dificulta severamente la política multilateral diseñada bajo la supremacía de EE.UU. Es en definitiva la consecuencia de una larga crisis estructural del capitalismo no resuelta.

El proyecto del brexit sin acuerdo en el Reino Unido, el freno a las ambiciones de Mattteo Salvini en Italia, el golpe electoral en Turquía contra el gobierno de Erdogán, que perdió incluso el control de Estambul, la guerra comercial entre EE.UU. y China, la rebelión de la población en Hong Kong, los enfrentamientos de EE.UU. con Irán y Siria, el bombardeo de la refinería saudita, la crisis económica en Alemania, los incendios en el Amazonas, el populismo evangélico de Bolsonaro entre otros casos, confluyen en la inestabilidad y la volubilidad internacional que refleja en definitiva, los problemas económicos, políticos, sociales y ambientales del conjunto del sistema en esta etapa.

Estos hechos se hilvanaron a través de una cadena de acontecimientos donde se destacó la peripecia británica por la pesadilla del brexit y sus posibles vínculos con otros procesos que se desarrollan en Europa. El primer ministro Boris Johnson no solo no cumplió con su promesa de unir al país, sino que amplió la brecha existente y dividió a su partido conservador, llevando a la rebelión a figuras emblemáticas de esa agrupación. Además con “un golpe antidemocrático” cerró el parlamento para demostrar a la Unión Europea (UE) que puede conseguir un brexit sin acuerdo, si las autoridades de la Unión no ceden y negocian en un todo de acuerdo a sus deseos.  Por otro lado Jeremy Corbin, el líder del laborismo, acordó una agenda con el resto de la oposición británica, para tratar de impedir una salida de la UE sin la conformidad de todos los sectores políticos.

También el regreso (sin mucha convicción) de Donald Trump, a la mesa de negociaciones con China, refleja la compleja situación de la guerra comercial de las dos potencias más integradas productivamente de la historia del capitalismo. Esta guerra comercial, que es en realidad una disputa  por el dominio mundial, se ha constituido junto con el brexit en los mayores fantasmas que corroen el sistema y han hecho reaparecer la amenaza de una gran recesión.

Situación que se reflejó recientemente en la baja de la tasa de interés en EE.UU. Asimismo, el desplazamiento del centro económico mundial hacia Asia, con epicentro en China, que en conjunto representa dos tercios del crecimiento económico mundial y el 50% del PBI global, está comenzando a provocar dificultades para el dominio de EE.UU. y el funcionamiento mundial del dólar. EE.UU. trata de sostener al dólar como la principal moneda del mundo, dado que todavía es el instrumento que se utiliza en más del 80% de los intercambios globales, además de componer las reservas y activos de todos los países.

Una parábola similar a la británica sucedió en el mes de agosto pasado con el ultraderechista Matteo Salvini en Italia, quien igual que Johnson en el Reino unido, ha tenido fuertes diferencias con Bruselas al hacer campaña contra la burocracia de la UE. Pero a pesar que, siguiendo el resultado de las encuestas, pensaba imponerse en las elecciones italianas, apareció una fuerza centrista social-demócrata, el Partito Democrático, que quiere ante todo evitar la constitución de un gobierno de ultraderecha, haciendo que las ambiciones de Salvini colapsaran y se estrellaran contra la dura realidad de la política italiana.

Alemania, la cuarta economía del mundo, con una gran capacidad exportadora, ya que es hoy la segunda vendedora de manufacturas después de China y la primera de bienes de capital, cuenta con un retraso en las inversiones en capital intangible (conocimiento) y propiedad intelectual cuya inversión se sitúa en el 50% de su PBI, mientras que en EE.UU. es casi el 70%, ubicándose por este motivo por detrás de este momento histórico. Este retraso de Alemania en el desarrollo del “capital intangible”, resulta ser un componente muy importante dentro de la creciente irrelevancia de Europa en el contexto global del sistema capitalista. Asimismo, por causa del envejecimiento de su población, la fuerza de trabajo pierde 350.000 trabajadores por año, dificultando su crecimiento.

Es evidente que lo que está en juego en Europa es el contrato que había surgido luego de la Segunda Guerra Mundial que le abrió paso a un capitalismo renano, que en muchos aspectos es diferente al capitalismo imperante en EE.UU.

El conjunto de estos hechos que se superponen dentro de este universo complejo, evidencian una mutación hacia la derecha de las dirigencias políticas en esta etapa del capitalismo. Un informe de OXFAM, publicado poco antes del encuentro del G7, sostenía que “al adoptar [el encuentro] un régimen neoliberal fundado sobre la desreglamentación y la privatización, trata por consiguiente de modelar la economía mundial según ese modelo”.

AMÉRICA DEL SUR

Para América del Sur, la posibilidad de la firma de un acuerdo Unión Europea- Mercosur, tendría un carácter desequilibrado y confiscatorio. De imponerse llevaría a una profundización de la primarización de las economías de los países sudamericanos que tienen un cierto grado de industrialización como son Brasil y Argentina, reforzando un mercado desigual entre la región y Europa.

Demostraría la naturaleza neoliberal de sometimiento encaminada esencialmente a disciplinar aún más a la clase trabajadora, potenciando el atraso y la dependencia de estos países. Sin embargo existen algunos voceros del gobierno argentino en retirada, como el candidato a vicepresidente Pichetto, quien caracterizó el posible acuerdo como “trascendente”. Además  sectores del capital, integrantes del Foro Empresario, destacaron, contra toda lógica, que el acuerdo beneficiaría la generación de empleo. De cualquier forma, para concretar este acuerdo quedaría por vencer en Europa, entre otras dificultades, la resistencia de las burguesías agrarias de Francia, Bélgica, Irlanda, Polonia y Austria.

Es de esperar que las próximas autoridades gubernamentales argentinas, que seguramente asumirán el próximo 10 de diciembre, consideren que la firma de este acuerdo ampliará aún más la crítica situación económica del país. Además, que hacen falta medidas estructurales que traten de revertir el lamentable estado de la economía del país. Para concluir, hay que señalar que los posibles acuerdos internacionales y las distintas medidas económicas que se puedan aplicar, deberán reflejar a futuro los intereses del pueblo trabajador, de los demás sectores populares y de las pequeñas empresas, que también se encuentran perjudicadas por las acciones que hoy implementa un gobierno neoliberal.

*Alberto Wiñazky, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11. Revista Tesis Once Nº 131 (09/2019) Publicado en 26 septiembre 2019

Comunicado de Prensa del partido Unión Democrática Nacionalista, UDN, del 6 de septiembre de 1971

El Partido Unión Democrática Nacionalista ha realizado el domingo 22 de agosto próximo pasado su Asamblea general Extraordinaria según convocatoria girada al efecto y acorde con el estatuto del Partido.

La Asamblea General del Partido conoció lo siguiente:

1.- Informe sobre los resultados del trabajo de reorganización del partido iniciado en mayo dl año en curso, en el que se destacan los avances logrados en la formación de muchas directivas departamentales y municipales, así como el aumento considerable de los afiliados.

2.- Resolvió caos no previsto en el estatuto sobre la no elección de la Directiva Suprema en su oportunidad. En este punto, la Asamblea General, acordó elegir nuevas Directiva Suprema del Partido, la que quedo integrada de la manera siguiente:

Presidente    Dr. Manuel de Paz Villalta

Secretario General   Agrónomo Carlos Humberto Rivera

Secretario Nacional de Asuntos Jurídicos  Dr. Emilio Mendoza

Secretario Nacional de Organización     Pedro Santacruz Castro

   “              “   de Asuntos Económicos    Pedro Napoleón Martínez

                      de  Actas     Ana del Rosario Luna

                     de Propaganda     Prof. Ernesto Adalberto Ruiz

                    de Relaciones Publicas      Mario R. Inclán

           de Asuntos Electorales               Manuel Pineda Prieto

         de Asuntos Obreros        Jorge Mendoza Santos

de Asuntos Femeninos   Ana Lila de Inclán

  de Asuntos Campesinos    Romeo Granadino

1er. Vocal                           Julio Iraheta Santos

2do. Vocal                      Prof.  Nazario E. Hernández

3er. Vocal                       Hernán Robledo

4to. Vocal                     Prof. Laura Siliezar

5to. Vocal                     Felipe Rodas

3.- Analizó la situación política del país, destacando los principales rasgos de la misma, que permitieron a la Asamblea elaborar los puntos básicos de su línea política, la cual, en resumen es la siguiente:

a) Hacer Participar: el UDN con un papel más activo como fuerza de oposición, debiendo dar su aporte a las acciones gremiales y sociales que a criterio del Comité Ejecutivo necesitan de esa ayuda. Principal preocupación esta en estos momentos a solidarizarse con las exigencias obreras, magisteriales y campesinas, y

b) Trabajar  para profundizar los pasos unitarios en la búsqueda de soluciones adecuadas a los principales problemas del pueblo salvadoreño.

En este terreno, la Asamblea estimo que el UDN utilizara como criterio guía para decidir si puede llegar a entendimientos con determinada organización, la actitud que tal entidad adopte ante un programa de cambios (básicos) que habrá de elaborarse.

En cuento a las próximas elecciones y a la posibilidad de formar una coalición de partidos de oposición, la Asamblea  General, acordó encomendar a la Directiva Suprema el estudio de este asunto, así como la elaboración de un proyecto de participación en las elecciones, el que será conocido por la Asamblea General que se realizará oportunamente.

EL PARTIDO UNION DEMOCRATICA NACIONALISTA denuncia la detención ilegal (secuestro) del compañero Ing. Carlos H. Rivera, Secretario General de la Directiva Suprema de nuestro Partido. Tal captura la efectuaron agentes de civil frete al negocio “La Semilla” en santa Tecla, el 23 de agosto próximo pasado a las 5:30 p.m., quienes se conducían en un vehículo marca volkswagen placa 57515.Hasta la fecha se ignora el paradero del capturado pues los cuerpos de seguridad lo niegan. Se han presentado varios recursos de exhibición personal. Asimismo denunciamos el salvaje atropello de que fue víctima el compañero profesor Ernesto Adalberto Ruiz, quien fue golpeado por agentes de seguridad ignorando la protección constitucional que tiene como representante del pueblo. Tal hecho consumado por agentes de seguridad en el cantón El Delirio, frente a la hacienda “La Finca” jurisdicción de San Miguel, demuestra claramente la represión desatada contra elementos y organizaciones democráticas. Los agentes se conducían en el vehículo marca Willys placa 45398 tipo Jeep.

San Salvador, 6 de septiembre de 1971

Por que as massas trabalhadoras ainda não entraram em cena? Arcadio Valery

Vai ser uma maratona. O pesadelo político-social que estamos atravessando é terrível.  Mas, infelizmente, não vai passar rápido. A luta para derrubar Bolsonaro não vai ser uma corrida de velocidade. Estamos acumulando, muito dolorosamente, forças. As massas não estão sempre dispostas a lutar com disposição revolucionária. A idealização de uma classe trabalhadora incansável é um auto-engano. A experiência de milhões tem os seus próprios ritmos.

Sem a mobilização de milhões não é possível deslocar Bolsonaro. A hora exige perseverança, resiliência, e muita paciência revolucionária. Mas tampouco vai demorar anos indefinidos. Bolsonaro não é imbatível.

As pessoas cansam e desistem. As classes populares cansam, também, mas não podem desistir. Na escala de nossos destinos individuais o desalento, a frustração e o desânimo podem conduzir à depressão, desfalecimento e prostração política. O Brasil está mergulhando em trevas. O céu está desabando sobre nossas cabeças. Mas o desespero é mal conselheiro. A situação exige, dia após dia, firmeza e paciência, determinação e calma contra o desespero. Qualidades que não costumam andar juntas.

Determinação e firmeza para ter força para dizer não, basta, chega, e construir nas ruas a resistência, os protestos, as manifestações. Paciência e calma para perseverar sabendo que o tempo político da experiência de milhões de pessoas é uma aposta no futuro. E toda aposta tem margens de incerteza. Mas não há atalhos.

Compreendo aqueles que, diante do avanço da barbárie monstruosa, desejam a aceleração da história. Aumenta a ansiedade e a desconfiança nas nossas fileiras. Teorias de conspiração ganham popularidade imediata. Mas não vamos derrubar o governo com frases revolucionárias. Precisamos de ações revolucionárias. Ações revolucionárias são aquelas que são feitas por milhões nas ruas. As dificuldades para realizá-las são reais. Não há truque mágico. Não há um abracadabra que desperte a disposição de luta das massas populares, imediatamente.

O escândalo do aumento das queimadas na Amazônia acelerou, qualitativamente, o isolamento internacional do governo. Teve intensa repercussão, também, no Brasil. Uma das frações mais importantes da classe dominante se moveu, criticamente, em função do perigo para as exportações do agronegócio. As maiores mobilizações de sempre contra o desmatamento saíram às ruas, ainda que tenham sido somente na escala de milhares. Até um primeiro panelaço foi ouvido em alguns bairros de classe média em muitas das grandes cidades.

Pesquisas de opinião já começaram a identificar um desgaste do governo. Segundo a CNT/MDA, com oito meses de mandato, a rejeição ao governo quase atingiu os 40%, com lenta, mas consistente dinâmica de aumento, e a rejeição ao próprio Bolsonaro superou os 50%,

Mas não nos enganemos. É lúcido saber que enfrentamos um inimigo ainda, social e politicamente, muito forte. Pesquisas de opinião não vão derrubar Bolsonaro. O regime presidencialista impõe uma relação de poder entre as instituições que deixa a presidência blindada diante das oscilações de popularidade. Um governo pode ter muito pouco apoio e, no entanto, chegar até ao final do seu mandato, se a oposição não for capaz de impulsionar manifestações poderosas que coloquem na ordem do dia o seu deslocamento.

Temer tinha taxas mínimas de aprovação, e cometeu um crime de responsabilidade sem paralelo, em 2017, nas conversas gravadas dentro do Palácio. É necessário que o governo perca, completamente, apoio no Congresso Nacional para que seja possível avançar um pedido de impeachment. E para que isso seja plausível, é indispensável que sejamos capazes de construir mobilizações na escala de milhões contra Bolsonaro.

Não depende da frase revolucionária, nem de gritar mais alto, nem de xingar. Sem a classe trabalhadora e a maioria oprimida nas ruas tudo é ilusão. Os últimos quarenta anos nos deixaram como lição que só ela tem a força social para derrubar Bolsonaro.

Fatores objetivos e subjetivos explicam porque ainda é tão difícil a entrada em cena da classe trabalhadora: (1) o desemprego, portanto, o medo das demissões e a ferocidade da luta diária pela sobrevivência alimentam a insegurança social e a desesperança política; (2) as políticas públicas dos últimos trinta anos, como a criação de uma rede de seguridade social com a Previdência, o SUS, a Bolsa Família, entre outras, não existiam em 1984, quando das Diretas ou em 1992, quando do Fora Collor, paradoxalmente, atenuam o impacto da crise econômico-social; (3) Outras redes de amortecimento da crescente pauperização, como a expansão das Igrejas evangélicas, e outros processos, como a imigração e as remessas dos imigrantes; (4) o aumento do medo da repressão; (5) a desindustrialização, as transformações estruturais no mundo do trabalho, portanto, a maior debilidade orgânica dos setores organizados da classe, e a expansão do semi-proletariado; (6) o peso das derrotas acumuladas na consciência da classe, em especial, o impeachment de Dilma Rousseff, a prisão de Lula e a eleição de Bolsonaro; (7) as ilusões em Bolsonaro ou o giro à direita em uma parcela da classe trabalhadora mais conservadora nos valores e mais vulnerável, politicamente, ao discurso da guerra contra a criminalidade, ou até contra a corrupção; (8) a força da ofensiva burguesa e sua narrativa de que o crescimento econômico é uma questão de tempo, desde que sejam feitas as reformas; (9) o deslocamento da classe média para a extrema direita e a pressão do impacto das suas mobilizações desde 2015/16; (10) os gravíssimos erros dos governos do PT, em especial, da política de Dilma Rousseff depois das eleições de 2014.

Alguns destes fatores pesam mais e outros menos. O papel da direção tem que ser inspirador. Mas a autoridade da esquerda diminuiu, e muito. Mesmo quando o fenômeno é contraditório. A do PT caiu muito, qualitativamente, a do PSOL aumentou um pouco, mas quantitativamente. Sim, há responsáveis. Eles têm nome. Mas dizer que a culpa é, em primeiro lugar, do PT, e repeti-lo todos os dias, não vai mudar a insegurança do povo que está atormentado na luta diária pela sobrevivência.

Ninguém tem o tipo de autoridade que Lula teve no seu auge, nem o próprio Lula. Falta autoridade moral, política e intelectual na esquerda. A moral vem do exemplo. Boulos tem, crescentemente. A política vem do projeto. Ninguém tem muita. A intelectual vem da força das ideias. Nesse terreno, permanecemos na defensiva.

Nada disso quer dizer que esta relação social de forças entre as classes não pode se alterar. Claro que pode.

O papel da esquerda deve ser aumentar o nível de consciência. Só que não é somente um problema de comunicação. É verdade que a agitação nas redes sociais é insuficiente. Mas esse não é o problema fundamental. A questão central é acreditar que é possível vencer. Ainda não somos fortes o bastante para um assalto frontal contra Bolsonaro. A hora da luta definitiva, decisiva, final não chegou. Ela virá. Mais cedo do que tarde. Estamos semeando a tempestade.

Ela será colossal, imensa, avassaladora. A força monumental da ação política dos trabalhadores e da juventude se revelou, parcialmente, nas Diretas em 1984, no Fora Collor em 1992, e no início de Junho de 2013. O que o futuro nos reserva será muito maior. Mas é preciso reorganizar a esquerda para não perder a próxima oportunidade histórica. A hora da revolução brasileira. Ela virá.

Más parque Cuscatlán y menos centro comercial Willian Carballo Septiembre de 2019 (El Faro)

Pasear por centros comerciales como La Gran Vía es una masturbación turística. Caminar cual europeos por su amplio paso peatonal adoquinado, mientras esquivamos tranvías infantiles y fuentes azul marino iluminadas, nos genera la falsa sensación de ser unos citadinos despreocupados que podemos salir a disfrutar de nuestra área metropolitana a pie, incluso de noche, como en París, Ámsterdam o Nueva York. Pero en el fondo sabemos que es paja. En realidad lo que hacemos es andar dentro de una burbuja fabricada con el jabón de la vigilancia privada y perfumada con el aroma de la exclusividad de tiendas a las que 2 millones de salvadoreños que viven en pobreza, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2018, quizás ni siquiera sueñan con vitrinear.

Caminar por la ciudad en verdaderos espacios públicos, lejos de esas ilusiones burbujeantes, en cambio, es complicado. Muchos ministros de Obras Públicas, quizás decoradores de Disney frustrados, fueron moldeando una ciudad que se asemejaba más a un escenario de la película Cars que a una urbe de seres humanos. San Salvador creció como si los automóviles nos gobernaran. Los ingenieros a cargo instalaron bancas en redondeles donde nadie se ha de sentar, angostaron las aceras y priorizaron los sapos en lugar de los árboles. El resultado fue un caminante para quien no hay camino ni se hace camino al andar.

Además, la violencia nos terminó de hundir. Los parques de muchas colonias se fueron llenando de números y letras góticas, hierba, brincos y rifas de los muchachos. Mientras que muchas calles, sobre todo las del centro de la ciudad, se fueron poblando de delincuentes hasta convertir los pasajes y las calles penumbrosas en sitios por los que caminar es pellizcar los testículos de un toro dormido. Los alcaldes también aunaron a la desidia. Incapaces o desinteresados –existen de los dos–, dejaron crecer la maleza en los pocos espacios públicos que teníamos y acabaron por condenarnos a avanzar con el celular escondido; o bien, si tenemos la suerte de ser del 19 por ciento de los hogares con vehículo, a no querer bajarnos de él.

Los dueños del capital supieron leer el cuento. Entendieron que los salvadoreños en el exterior mandaban dólares –más de 5 mil millones solo en 2018– y que quienes nos quedamos acá somos hijos del consumo que nos gastamos el 80 % de ese dinero. Entonces, como los geckos en nuestras casas, los centros comercialesfueron de a poco colonizando la capital. Era más entretenido ir al Pops de Metrocentro que comprar un sorbete de carretón en el Parque Infantil, y era más seguro llevar a los niños al carrusel de Galerías o al carrito tragamonedas del minion en Unicentro que atravesarse con ellos el Centenario flanqueado por faldas cortas y tacones. El resultado fue macondiano. San Salvador se convirtió en un centro urbano ecléctico que combinaba lo mejor de Miami con lo peor de las favelas de Río. En medio de esa rara ensalada, el mall terminó por ser el epicentro de nuestro tiempo libre en el área urbana.

Por eso es que noticias como la reciente remodelación del parque Cuscatlán se reciben como un frente frío en San Miguel. La reinauguración –pero también la recuperación y embellecimiento del Centro Histórico y la apertura de sitios como el Bicentenario y la plaza temática sobre El Principito– funcionan como alcohol en la piel de una población a la que normalmente le da comezón andar a pie. Y aunque nos quejemos de que el remozado espacio verde no tiene parqueo idóneo, porque nos sigue dando miedo llegar en bus o porque ir hacia él sigue siendo un campo de minas, el lugar se yergue como un oasis en un país que ha hecho de vitrinear y de comer donas un deporte. 2.6 millones de salvadoreños con sobrepeso y obesidad lo confirman.

Ahora, una vez el parque listo, las oportunidades son enormes. Me imagino a Adrenalina en la hoja cultural cantando La maldita; a la ídem delegación de diputados reconociendo simbólicamente, por fin, la memoria de las víctimas del conflicto armado en el monumento instalado en una de sus paredes y a Camilo Minero homenajeado en la Sala Nacional de Exposiciones. Veo emoción, deportes y esparcimiento lejos de los techos de Plaza Mundo o de los nuevos centros comerciales que está pariendo la Zona Rosa. Y también me veo caminando con mi familia por sus senderos, llevando a mi hija a marearse hacia la casa de la gravedad del Tin Marín y hasta saliendo desde ahí de su manita, a las 8 p.m. de un sábado, con rumbo al Teatro Nacional por el camino amarillo que lleva a la obra El Mago de Oz.

Claro que nos falta seguridad, aceras despejadas, circuitos peatonales y varias decenas de museos y monumentos para ser París, Ámsterdam o Nueva York. Pero se puede soñar. Quizás el Parque Cuscatlán sea, después de todo, el despertar de esta adolescencia y de esta masturbación turística de los mall. O mejor aún: el inicio de un nuevo andar por los adoquines de un suelo público de verdad en esta furiosa y tan susceptible ciudad.

Breves valoraciones sobre próximas elecciones presidenciales de febrero 2019 Roberto Pineda 18 de enero de 2018

1.    Esta es una elección completamente irregular, atípica.  Con muy poco colorido en las calles, peleada básicamente en los medios de comunicación y particularmente en las redes sociales. Esto no lo entendieron ni ARENA ni el FMLN que a última hora hacen esfuerzos en este sentido.

2.    El dilema electoral a resolver consiste en quien triunfara: el rechazo popular masivo al bipartidismo, evidenciado en marzo de 2018, junto a la popularidad de Nayib reflejada en la intensión de voto de más de 20 encuestas desde septiembre del año pasado o la fortaleza territorial de ARENA/FMLN en la defensa del voto y su control de Tribunal Supremo Electoral, Fiscalía General de la Republica, Corte Suprema de Justicia, y Medios de Comunicación.

3.    Existen diversos escenarios  de resultado electorales: considero que Nayib puede ganar en primera vuelta con una victoria abrumadora  e inédita (60% del voto) que venga a confirmar las encuestas.

Un segundo escenario es una victoria cerrada en primera vuelta de Nayib con un 51% del voto.

Un tercer escenario de primera vuelta es una victoria de Calleja (ARENA) cerrada (entre 51 y 53%).

No me parece muy objetiva la apreciación del empate técnico entre Nayib, Calleja y Hugo.

En caso de segunda vuelta Nayib gana por un 60% del voto.

4.    El universo de votantes es de 5 millones. En las elecciones de marzo pasado votaron 2.1 millones, el 40 por ciento. En las elecciones presidenciales anteriores votaron 3 millones (el 60 por ciento). Creo que por esta cifra andara la actual elección, unos 3 millones de votantes.  Para ganar cualquier candidato necesita mínimo  1, 6 millones de votantes.

Hacia un anticapitalismo realista Entrevista a Wolfgang Streeck (Joanna Itzek)

Wolfgang Streeck cree que la izquierda debe plantear un programa anticapitalista realista antes que proyectos de reeducación moral. En esta entrevista analiza el rol de las izquierdas en el complejo panorama contemporáneo.

Los partidos de izquierda, dentro y fuera de Europa, están en crisis. ¿Hasta qué punto esta crisis difiere de la crisis general de las organizaciones políticas de masas y del desconcierto ideológico de los conservadores?

Hay puntos en común y diferencias. Uno de los puntos en común es que ya no se cree que los partidos tradicionales tengan fuerza creativa, y ni siquiera se les exige que la tengan. La diferencia es que hay otros que pueden manejar esta situación mejor que los socialdemócratas o los partidos ubicados a la izquierda de estos. Los partidos que no son de izquierda, antaño «burgueses», pueden hacer política de manera espontánea, como lo hace, por ejemplo, Angela Merkel, que logra escenificar magistralmente un oportunismo guiado por encuestas, a modo de una novela de aprendizaje personal. Todos los días sucede algo que la prensa puede revelar de inmediato. Lo que sucedió ayer ya no es de interés siquiera para los miembros de la Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán).

Por el contrario, los partidos de izquierda tienen miembros que esperan de ellos un núcleo ideológico-programático. Sin embargo, generalmente no lo pueden consensuar, en parte porque carecen cada vez más de una perspectiva de poder real que promueva el realismo. Los votantes, muchos de los cuales toman su decisión en el último minuto dentro del cuarto oscuro, ven esto solamente como caos. Si los partidos de izquierda no logran, en medio de una opinión pública acostumbrada a consumir una multiplicidad de noticias, concitar atención y credibilidad para una voluntad transformadora que apunte a una sociedad sostenible a largo plazo, y por lo tanto tangiblemente distinta, se volverán irrelevantes. Más aún cuando sus líderes intentan imitar el oportunismo carente de conceptos del llamado «centro». Los otros dominan mejor la política posdemocrática.

Un punto neurálgico del debate político es el futuro de la Unión Europea. ¿Cómo percibe el debate actual de la izquierda sobre Europa?

Para Alemania, la Unión Europea sigue significando bonanza, tanto económica como política. En Alemania convergen los flujos de poder económico de la eurozona, mientras que los países de la región mediterránea se desangran. Aquí es donde se está gestando un conflicto intraeuropeo como no hemos tenido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Haber impuesto una moneda única de acuerdo con la receta alemana sirve a los intereses de la industria exportadora alemana, incluidos sus trabajadores, al tiempo que arruina a países como Italia y Grecia: un ejemplo de cómo un exceso de integración lleva al conflicto.

La situación es similar en Europa del Este, aunque por otras razones, como la política de refugiados. En términos políticos, con el número creciente y la heterogeneidad de los Estados miembros de la Unión Europea, Alemania está emergiendo como la potencia hegemónica de Europa, junto con –o mejor dicho, escondida detrás de– Francia. Y esto se debe además, en no menor medida, al rearme previsto del 2% del PIB, con lo que el presupuesto alemán de «defensa» superará con creces el de Rusia. Es probable que el nuevo poder militar se use en el África poscolonial, donde Francia necesita ayuda contra los insurgentes islamistas, así como en Europa del Este y los Balcanes, donde, para mantener la amistad de sus habitantes con Europa, Rusia debe ser mantenida a raya; y quizás incluso en Oriente Medio.

¿Cuáles son las consecuencias de esta hegemonía alemana para los y las votantes en Alemania?

Ser una potencia hegemónica no es gratis; los países mediterráneos demandarán compensación económica y financiera regional, y los países balcánicos reclamarán ayuda para el desarrollo; además será necesario cerrar la brecha financiera abierta por el Brexit en la Unión Europea y contar con el armamento convencional planeado como complemento de las armas nucleares y espaciales francesas. Nada de esto se discute seriamente en la izquierda alemana. Su pasatiempo es el reaseguro, en el nivel de la Unión Europea, de los seguros nacionales de desempleo a base de crédito y el denominado «salario mínimo europeo», llamado así porque diferencia según el ingreso promedio nacional.

Hay muchos indicios de que Alemania es demasiado pequeña para estar a la altura del papel de un Estado hegemónico europeo, incluso si Francia contribuyera con los costos. Ni siquiera somos capaces de reducir las diferencias de ingresos entre Alemania Occidental y Alemania del Este 30 años después de la unión monetaria alemana, ¿cómo haríamos entonces para reducir esas diferencias entre Baviera y Sicilia? Las demandas imposibles de satisfacer de otros países, especialmente si están moralmente justificadas, pueden provocar reacciones hostiles en la política interna. Entonces la «gran europea» Merkel, para ponerse del lado de sus votantes, traería sin duda de vuelta al «ama de casa suaba» (el símbolo de la austeridad alemana) de su reserva de RRPP. Incluso ante este peligro evidente, no hay una visión alternativa en la izquierda para una Europa futura, aparte de una mayor redistribución de Norte a Sur, con fronteras abiertas en todas las direcciones: un proyecto segurísimo de autorrepliegue.

Una importancia no menor reviste el tema de la migración, que ha resultado ser tan difícil como doloroso para los partidos de izquierda. ¿Cómo debería ser para usted una posición de izquierda convincente?

Las empresas alemanas tienen hambre de mano de obra, tanto de trabajadores calificados como de aquellos que estarían satisfechos con la mitad del salario mínimo alemán, sumado al subsidio Hartz IV. Una floreciente economía regional está creciendo más rápido que la oferta laboral renovable en cada región; es necesario que pasen casi dos décadas para que esa oferta arroje ganancias para los empleadores y los organismos de seguridad social. Esto significa inmigración. Piense en el hombre de Daimler, Dieter Zetsche, quien a fines de 2015 fantaseaba con el «comienzo de un segundo milagro económico». Pero tenemos una ley de migración desde hace apenas unos meses –tal fue hasta ese entonces la resistencia tanto de la antigua CDU como de los sindicatos– y no habría sido suficiente para la utopía neoliberal de un mercado laboral abierto con oferta ilimitada de mano de obra.

Fue entonces cuando llegaron oportunamente la guerra de Siria y las guerras (también guerras civiles) en Afganistán y África: si se interpreta adecuadamente la Constitución y el derecho internacional, a los refugiados se les debe permitir ingresar sin control y sin límite, incluso a aquellos poco calificados o que no están calificados en absoluto. Incluso tampoco pudo hacer nada en contra la bancada de la CDU/CSU en el Bundestag, acosada por sus votantes pero presionada a quedarse quieta no solo por la canciller, sino también por los empleadores, aliados con las iglesias, el Partido Socialdemócrata de Alemán (SPD), Los Verdes…

Por lo tanto, la economía obtuvo por razones humanitarias lo que no podría haber obtenido con justificación económica: una oferta de trabajo adicional tanto para trabajos calificados como para el sector de bajos salarios, desde el cual se puede seleccionar lo mejor y transferir el resto a la asistencia social. Que luego «nosotros» hayamos sido elogiados como una nación «abierta al mundo» –una «nueva Alemania» que ha «aprendido de su historia»– hizo de la izquierda casi un club de admiradores de Merkel, especialmente cuando se le permitió combatir al inevitable movimiento antagónico tildándolo de «neofascista». Lo que se le escapó fue el hecho de que Merkel, a más tardar a fines de 2016, tuvo éxito en volver a cerrar las fronteras no solo de Alemania sino también de Europa, para asegurar así su supervivencia política.

¿Pero la inmigración controlada no es vista con agrado por amplios círculos de la opinión pública alemana?

Sabemos poco sobre la reacción de la población local a las oleadas inmigratorias. Sin embargo, parece que aun en los países «más abiertos al mundo» la euforia inicial, incluso el orgullo nacional por la propia voluntad de ayudar, se convierte en algún momento y súbitamente en rechazo (ver los países escandinavos), al menos cuando se extiende la impresión de que la inmigración no está bien administrada, ya sea por incapacidad del gobierno o por falta de cooperación por parte de los inmigrantes.

En los Estados de Bienestar clásicos de Europa occidental, la oposición que surge a la inmigración se debe menos probablemente a la xenofobia general que a la preocupación por el estilo de vida propio, considerado progresista y justo. Una sociedad igualitaria tolera, por ejemplo, la desigualdad solo en un grado muy limitado: a diferencia de Estambul, no se quiere ver a los refugiados en Colonia o Múnich durmiendo en las calles y en los parques. Para que tal colapso del orden público sea solo una excepción, los recién llegados deben ser rápidamente capacitados para participar en la vida social como ciudadanos de pleno derecho, incluso mediante la adquisición de habilidades laborales, de modo que puedan ganar por lo menos el salario mínimo alemán.

Esto requiere un esfuerzo social y fiscal que no puede aumentarse arbitrariamente. A menos que se logre limitar la inmigración de forma tal que los recién llegados puedan integrarse a una vida doméstica exigente, es decir, que la entrada de inmigrantes se ajuste a los recursos destinados a la integración social disponibles, inevitablemente se hará escuchar el reclamo para que se ponga fin, primero de manera temporaria y luego permanente, a la inmigración. Quien condene esto moralmente debe contar, a su vez, con que recibirá una condena moral por violar otros valores sociales.

En Alemania, los socialdemócratas han discutido en los últimos tiempos acaloradamente sobre el ejemplo de Dinamarca, donde los socialdemócratas insisten en establecer estrictas restricciones migratorias.

Del caso danés se puede aprender que un partido socialdemócrata asume un alto riesgo si permite que la cantidad de inmigrantes exceda la capacidad de la sociedad para integrarlos a su estilo de vida tradicional. Esto es en particular lo que pasa cuando el partido reacciona con una retórica «cosmopolita» destinada a reeducar a los ciudadanos en lo que consideran moralmente aconsejable. Volver a trabajar como partido desde tal posición para volver a representar a sus votantes puede requerir un tipo de política simbólica que puede parecer sucia a los observadores externos. Sin embargo, en la medida en que los defensores de la inmigración ilimitada, incluso como consumidores, tienen interés en una mayor desigualdad –para comer barato en el restaurante y limpiar sus casas de manera más barata–, esto puede señalar un conflicto real sobre qué tipo de sociedad se quiere ser, una sociedad socialdemócrata o neoliberal.

Lo que sucede con los demócratas estadounidenses parece ser bien diferente de lo que ocurre en Dinamarca. ¿Qué se puede aprender de estas comparaciones?

El Partido Demócrata de Estados Unidos nunca ha logrado ponerse de acuerdo sobre una política de inmigración creíble. Actualmente, la reacción frente a Trump es liderada por fuerzas «liberales» que se basan en dos grupos significativos de defensores de las fronteras abiertas de facto: las familias inmigrantes que ya están en el país, predominantemente latinoamericanas, y los trabajadores de bajos salarios, como los cientos de miles que cada mañana inician su viaje de varias horas en el metro para limpiar habitaciones de hotel en Manhattan y cocinar alimentos para locales y turistas; por la noche viajan otras tantas horas de regreso, porque ni siquiera pueden soñar con vivir cerca de su lugar de trabajo. El lema que ambos deben pregonar es «Legalización de la inmigración ilegal».

Se evita decir si «legalización» significa que, después de una victoria electoral democrática, toda inmigración debería ser legal, o si todavía habrá inmigración ilegal en el futuro y qué se debe hacer si alguien que no puede ingresar legalmente en ese momento lo hace ilegalmente. Cualquiera que haya tenido que pasar por los controles normales de inmigración como pasajero de una aerolínea normal después de aterrizar de manera segura en Estados Unidos debería poder imaginar que la «legalización de la inmigración», entendida como entrada gratuita al país para todos, no es un hit de campaña con el que se pueda vencer a Trump; probablemente ni siquiera se obtenga bajo ese lema una mayoría en el Partido Demócrata.

Por cierto, nadie habla de recursos para financiar la calificación profesional de los inmigrantes ni incluso de construir viviendas dignas para ellos, ni siquiera los «legalizadores»; ahí es donde se termina la generosidad aun del demócrata más generoso porque, en la vieja tradición de la sociedad rica más desigual del mundo, los inmigrantes tienen que valerse por sí mismos. No es un modelo para Europa.

Usted señala repetidamente el importante papel del Estado. ¿Realmente necesita la izquierda aclarar su relación con el Estado-nación?

Por cierto que sí, y con urgencia. El Estado-nación, especialmente el europeo, es la única entidad política de importancia que puede democratizarse. La transferencia de competencias nacionales al «mercado mundial» o a las autoridades supranacionales normalmente equivale a una desdemocratización de estas competencias, si por democracia se entiende la posibilidad que tienen los perdedores en la lotería capitalista de oportunidades de corregir, mediante la movilización del poder político, los resultados de la distribución.

La política de redistribución solo funciona en las naciones; en la sociedad mundial hay donaciones, de Bill Gates y compañía, pero no hay impuestos. La «gobernanza global» no es democrática y no puede serlo. Por encima del Estado-nación solo existe el «libre mercado internacional», que consiste en grandes empresas que son libres de hacer lo que quieran, y tecnocracias como el Fondo Monetario Internacional o la Unión Europea. En lo que respecta especialmente a esta última, se ha construido supranacionalmente desde el principio de modo tal que su democratización quede descartada o permanezca en el plano de la «consulta pública» del señor Juncker sobre la eliminación de la hora de verano. ¿Alguien realmente recuerda eso? En su lugar, ahora todos esperan que la señora Von der Leyen ponga fin al cambio climático.

Incluso si los Estados nacionales y la democracia están ligados, los Estados nacionales son históricamente responsables del exceso de violencia. ¿Acaso ser una nación no implica esto?

Es un cuento de hadas, contado muchas veces en beneficio de los Estados nacionales con ambiciones imperiales, que los Estados nacionales como tales sean agresivos hacia fuera y autoritarios hacia dentro. Curiosamente, el escepticismo con respecto al Estado desaparece como por arte de magia en los autodenominados «proeuropeos» tan pronto como el concepto se transpone al plano europeo. El superestado supranacional, que reemplazará al Estado-nación europeo al final de la «integración europea», de repente tiene que ser imaginado como pacífico y democrático.

El hecho de que los Estados nacionales pueden ser bastante diferentes se demuestra al observar Escandinavia y Suiza, pero también las seis o siete décadas de la Europa occidental de posguerra, después de que las aspiraciones de poder del Reich fueran aniquiladas junto con el propio Reich. Los imperios son agresivos hacia dentro especialmente cuando no quieren que se independicen las naciones que ellos dominan, y hacia fuera, cuando hay conflicto con otros imperios, como en la Primera Guerra Mundial; así sucede con los Estados nacionales que quieren convertirse en imperios, como Alemania y Japón en la Segunda Guerra Mundial, o Estados Unidos en Vietnam, Iraq, etc. Para formularlo de manera provocativa, una Unión Europea bajo el liderazgo francés y armada con el 2% del PIB de Europa, obviamente con fines de defensa, sería la única entidad política de Europa occidental que podría tener hoy ambiciones imperiales, por ejemplo, en África u Oriente Medio.

Volvamos nuevamente a la debilidad de la izquierda: el debate a menudo se refiere a la distribución de la atención política entre un eje de conflicto cultural y un eje de conflicto económico. ¿Cuál es el eje decisivo desde su punto de vista? ¿En qué plano hay que dar un golpe de timón de manera más urgente?

No creo que los dos ejes sean rígidamente perpendiculares entre sí, es decir, que no tengan nada que ver entre sí, en cuyo caso de hecho plantearían un dilema como el de Escila y Caribdis para la izquierda. Recuerdo que el problema surgió del desconcierto de la izquierda de la «Tercera Vía» en la década de 1990 sobre lo que aún podían ofrecer a los votantes después de su giro globalista: quedaba ya descartada la protección frente a las fuerzas del mercado y la competencia internacional. La respuesta fue la propagación de valores liberal-libertarios, llamados posmaterialistas, que eran percibidos como una tendencia.

Esto dividió a la base de la izquierda: aquellos «nuevos libertarios», que hasta entonces habían podido integrarse económicamente, ya no veían razón alguna para no pasarse inmediatamente a Los Verdes, que estaban en ascenso; por el contrario, los votantes de izquierda tradicionales se encontraron expuestos a una retórica de reeducación que exigía de ellos que adhirieran a estilos de vida que les parecían incomprensibles, siniestros o incluso inmorales. Es por ello que muchos de ellos decidieron no tener nunca más relación con la política. Otros se fueron a partidos conservadores o, en su defecto, a partidos de derecha y radicales de derecha.

¿Habría podido evitarse?

Creo que la mayoría de los alemanes tiende a adoptar una actitud de «vivir y dejar vivir» en cuestiones culturales y morales, siempre que los otros adopten la misma actitud hacia ellos. Aceptación de que cada uno haga lo que quiera mientras no me moleste; rechazo a que se imponga una cultura de «celebración de la diversidad» desde arriba hacia abajo, desde el pensamiento único antitradicionalista de la elite de los medios liberales hasta los últimos rincones del pensamiento y la vida cotidianos. No existe ninguna contradicción entre esto y que uno se lleve bien con los vecinos turcos o vietnamitas, aunque sea de una manera alemana, bastante poco social.

Creo que la política de izquierda puede contentarse con eso: no tiene que presionar por limpiar la esfera pública de actitudes y manifestaciones que no sean lo suficientemente diversas desde una perspectiva verde. Quedan exceptuadas las manifestaciones de odio nazis, para cuya represión en Alemania, afortunadamente, se cuenta con el derecho penal. La izquierda puede encomendarles los intentos de reeducación moral de las masas a Los Verdes, que tienen bastante experiencia en ello, y cuyo buen momento actual se debe probablemente al hecho de que han atenuado notoriamente su moralismo, que tanto crispa a la gente.

¿Dónde ve una razón para el optimismo? ¿Dónde están los puntos fuertes estructurales de la izquierda que podrían aprovecharse más en el futuro?

Veo una gran necesidad estructural de una política de izquierda, es decir, una política que cohesione a la sociedad multiplicando sus bienes colectivos, que benefician a todos por igual. Obviamente, otro asunto completamente distinto es si los partidos de izquierda pueden satisfacer esta necesidad tal como están conformados en la actualidad; en esto soy escéptico. La actual borrachera del espectro verde/izquierda con una política simbólica de exclusión hacia dentro, regulaciones discriminatorias en escritura y lenguaje, condena moral contra quienes cometan mínimas desviaciones, habla en contra de esto.

En mi opinión, la situación actual pide a gritos una izquierda que se preocupe con igual intensidad por los déficits dramáticamente crecientes de nuestras infraestructuras colectivas en el sentido más amplio, desde el transporte urbano hasta el sistema escolar, y por las crecientes disparidades entre las zonas centrales en ascenso y la periferia en decadencia. Esto requiere, entre otras cosas, el alivio de la deuda de los municipios, con una descentralización simultánea de decisiones, un aumento sostenido de la capacidad de la desangrada administración pública, la promoción de cooperativas y formas no convencionales de empresa con capital ligado a un lugar, inversiones costosas para la protección contra las consecuencias del irreversible cambio climático que se avecina y espera desde hace mucho tiempo, además de dejar de lado el «déficit cero» como dogma fiscal: en resumen, un anticapitalismo realista. A veces uno tiene la sensación de que algunas izquierdas están más preocupadas por la mayor difusión posible de las estrellas de género.

Banca centroamericana fuerte afrontará la tormenta Leonel Ibarra Marzo de 2018

La banca centroamericana viene de tener años bonancibles y ritmos acelerados de crecimiento en todos sus indicadores;  y el año pasado no fue la excepción. En 2017 los activos del sistema bancario regional, sin Panamá, crecieron 8.3 %, mientras que los créditos aumentaron 5.5 %, y 1.5 % en utilidades, este último indicador arrastrado por una caída en el mercado costarricense.

Pero, ante la estabilidad de los datos, hay nubes de tormenta que amenazan al sector y que podrían  impactar sobre los resultados de este año. Los analistas coinciden en que los destapes de malversación y desvío de fondos públicos, la polarización política, la inseguridad jurídica, los procesos electorales poco transparentes y la población descontenta podrían formar “una tormenta perfecta” que azotaría aun al más fuerte de los actores bancarios en la región.

Pero ¿qué tiene que ver que un funcionario vaya a la cárcel con que los bancos tengan un menor crecimiento? “En el negocio bancario siempre ha sido importante la influencia que tiene el entorno: económico, político, social; pero cada vez está influyendo más en el desempeño”, responde Rolando Martínez, director sénior y director de Instituciones Financieras Centroamericanas de Fitch Ratings.

Centroamérica tendrá un entorno económico y político que “probablemente permanecerá desafiante” y los bancos “enfrentarán algunas presiones sobre la calidad de activos y perspectivas de crecimiento limitadas, mientras que los eventos de riesgos no financieros podrían seguir poniendo a prueba los marcos regulatorios de estos países”, detalla el informe de Perspectivas 2018 realizado por esta agencia.

Dichos eventos de riesgo no financieros son a los que más atención debe poner la banca regional. Los temas de corrupción impactan al sector bancario, porque los lleva a exigirse un mayor control en sus procesos de otorgamiento de servicios, así como el monitoreo de estos con el fin de evitar servir de cómplices, explica Gary Barquero, gerente general de SC Riesgo.

“Ante todo, el sistema bancario debe tener credibilidad ante sus clientes a través del conjunto de políticas y procedimientos establecidos y en la medida que las entidades tengan un gobierno corporativo más robusto, este tema se puede mitigar”, agrega. Los elementos de inestabilidad política, el alto déficit fiscal de países como Costa Rica y El Salvador,  aunado a la incertidumbre de procesos electorales  con señalamiento de fraudes como en Honduras, generan una contracción de las inversiones y un menor otorgamiento  de créditos.

Asimismo, esa inestabilidad puede generar degradaciones de parte de las calificadoras de riesgo, incrementando los costos de fondeo internacional. Todo lo anterior llevaría como consecuencia a una posible contracción de la rentabilidad en el sector bancario si las cosas siguen iguales o empeoran.

Otro factor que incidirá son las políticas públicas que tome Estados Unidos y que podrían incidir en el flujo de remesas. Un análisis  publicado recientemente por S&P Global dice que estas medidas podrían afectar las relaciones comerciales regionales y obstaculizar la inversión. Martínez, de Fitch, explica que para el caso de El Salvador, los depósitos se mantuvieron estables durante un buen período del año y luego empezaron a subir también impulsado por las remesas de los salvadoreños en Estados Unidos.

“El tema del TPS es algo que va hasta el segundo semestre de 2019, entonces no está claro cómo va a ser el comportamiento de las remesas”, dice el analista. En el escenario de que las remesas disminuyan su dinamismo: ¿Qué pasaría con los depósitos de la banca? Posiblemente su crecimiento también tendería a reducirse, pero eso no significa que la liquidez de la banca se vaya ajustar, pues los bancos se han mantenido por bastantes años con niveles de liquidez y capital bastante buenos, coinciden los analistas.

Además, para los sistemas bancarios con exposición elevada a moneda extranjera (como Guatemala, Honduras y Costa Rica) el fortalecimiento del dólar “podría afectar los indicadores de calidad de activos, dañando la rentabilidad”, advierte S&P.

Más transparencia

De todos es sabido que la  región centroamericana se ha caracterizado  por su inestabilidad política y poca transparencia en finanzas públicas. Entonces ¿por qué ahora la banca se ve más afectada por este entorno?  Los expertos coinciden en que la diferencia es que hoy en día hay más mecanismos de control a través de los cuales se han detectado temas de corrupción así como de lavado de dinero que pasa a través de los bancos.

Pero, en todo caso, para Oscar Jasaui, presidente de la agencia Pacific Credit Rating (PCR), el aspecto político más influyente continúa siendo el desempeño fiscal y de balanza de pagos, y la forma en que los indicadores de deuda impactan en las economías. “Asimismo, deben sumarse otros efectos relacionados con la capacidad de los países de la región para mantener un adecuado ritmo de crecimiento económico que, ante una mayor demanda agregada y mejores indicadores de inversión, derive en un crecimiento de la participación de los servicios que ofrece el sector bancario”, afirma Jasaui.

Aunque es aventurado prever si estos escándalos de corrupción seguirán sucediendo, lo que sí está claro es que la banca ha tomado conciencia y está más preparada. “Nosotros esperamos, debido a esto, que en 2018 haya bastante estabilidad en la región, con un desempeño bancario similar al de 2017, con excepción de Honduras y Costa Rica, donde esperamos que algunos indicadores financieros se deterioren, sin que esto ponga en riesgo la solvencia o liquidez de la banca”, manifiesta el director sénior y director de Instituciones Financieras Centroamericanas de Fitch Ratings.

Otro buen año

Como dice el dicho: “Al mal tiempo, buena cara” y por los resultados financieros obtenidos en 2017, se puede concluir que la banca regional ha enfrentado con bastante éxito las condiciones adversas.   El sector bancario centroamericano (sin tomar en cuenta Panamá) registró un crecimiento promedio de activos del 8.3 % en 2017. Este porcentaje representó un aumento de $10,000 millones, destacando las plazas guatemalteca, costarricense y nicaragüense. La cartera crediticia de la región creció en promedio un 4.3 %, liderado por Nicaragua con 7.9 % y Costa Rica un 5.07 %. “Nicaragua es uno de los países que tiene mayores perspectivas de crecimiento económico en Latinoamérica, esto lo vemos reflejado en los crecimiento del sector bancario del país (…) impulsado por el comercio, vivienda e industria”, dice Barquero, gerente general de SC Riesgo.

El crecimiento de las utilidades del sector en el istmo (sin Panamá) estuvo en línea con el aumento en los depósitos, destacando el caso guatemalteco que obtuvo un incremento de 15.3 %. Sin embargo, las cifras de la región se deterioraron (creciendo solo un 1.5 %) arrastrado por las pérdidas en el sistema costarricense (-18.9 %) por el ajuste cambiario y el aumento de la morosidad.

Esto es menor al 3.5 % en beneficios que reportó la región a finales de 2016. En el caso de Panamá,  se espera que el crédito local cierre el año con crecimiento del 8 %,  había crecido 6 % hasta octubre pasado “lo cual es un dinamismo normal y bastante sano”, aseguró Recinos. Además, luego de dos años de mantener una perspectiva negativa, Fitch Rating la modificó a estable, ya que se estima que el sistema bancario panameño ya se ha adaptado al entorno de crecimiento menor y su desempeño financiero va a ser bastante similar al de 2017.

Por otra parte, para este año no se proyectan mayores compras o adquisiciones en el sector. La última la realizó en octubre el hondureño  Banco Atlántida (el segundo banco más grande de su país y número 19 de la región) que adquirió a ProCredit en El Salvador. Procredit Nicaragua también cambió de manos en agosto de 2017 cuando fue adquirido por la Corporación Financiera de Inversiones, S.A. de Grupo Pellas.

“Todavía hay espacio para que bancos que son relevantes en su país de origen inicien operaciones en otros países, pero el escenario más probable es que esas operaciones se realicen en una escala pequeña o empezando operaciones desde cero. Donde más espacio vemos es en Panamá, donde se puede iniciar un proceso de consolidación”, prevé Martínez, de Fitch. Es decir que los bancos más grandes adquieran a otros más pequeños.  

Honduras entra con fuerza

En el ranking bancario centroamericano 2017 elaborado por El Economista desde hace 10 años, que incluye a los 25 mayores bancos por activos, Banco General de Panamá se sigue posicionando como líder de la región,  con $15,867.5 millones, un incremento del 5.8 % comparado a noviembre del año anterior. Le sigue Banco Nacional de Costa Rica, con $12,340.9 millones (un 10.4 % más); el guatemalteco Banco Industrial está en la posición número tres  con $11,772.1 millones de activos, rompiendo la hegemonía panameña en los primeros cinco lugares. El podio de los primeros ocho bancos se mantiene igual que el año pasado, pero en esta ocasión  Honduras sumó cuatro instituciones en el top 25.

Bac Honduras y Banco de Occidente son de nuevo ingreso. Los activos de las 25 mayores instituciones bancarias suman  $161,764.5 millones, $6,085 millones más que en 2016. El 47 % de los activos del top 25 pertenecen a bancos panameños, 21 % a instituciones guatemaltecas, 20 % a bancos costarricenses, 9 % a hondureños y un 3 % a los salvadoreños.•

Leonel Ibarra-Centroamérica (El Economista)

27 de Marzo de 2018

Debatiendo a Salarrué en el siglo XXI Álvaro Rivera Larios

Una semana después de que Rafael Lara Martínez publicara en este periódico un artículo sobre la obra de Salarrué («Cuentos de barro sin la censura del siglo XXI»), el escritor y ensayista salvadoreño Álvaro Rivera Larios, residente en Madrid, España, responde con estas palabras:

Álvaro Rivera Larios

Miércoles, 12 de Junio de 2013

Como buen clásico que es, el autor de los «Cuentos de barro» ha sobrevivido a las viejas interpretaciones de su obra y lo más probable es que también sobreviva a las actuales. Entre las interpretaciones actuales de Salarrué destaca, por su carácter polémico, la de Rafael Lara Martínez.

Lara Martínez sacude el avispero de ciertas omisiones y carencias en el abordaje de los Cuentos de barro y las interpreta como un ocultamiento. La suya es la típica hermenéutica de la sospecha que siguiendo la estela del «neo-historicismo» sitúa las lecturas del texto dentro de la historia social y la historia del pensamiento. Los silencios y las limitaciones de nuestra filología siempre serían, según él, parte de las estrategias discursivas de poder.

Qué duda cabe de que hay ciertos datos de la biografía política de Salarrué y de la utilización ideológica de su obra que hemos preferido ignorar para que no lastimasen su imagen de gran padre bonachón de la auténtica literatura salvadoreña. Puede que algunos hayan participado en la creación deliberada del mito (esos que, a sabiendas, ocultaron los hechos incómodos); puede que otros, sin mentir intencionadamente, hayamos preferido el plácido engaño al conocimiento que impugnaría las inocentes lecturas de nuestra infancia. Lo que sugiero es que no siempre quien participa de forma pasiva o activa en un ocultamiento ideológico es cómplice intencionado de una maquinación.

La hipótesis de la censura, llevada hasta el extremo, también puede distorsionar la realidad. Gracias al profesor sabemos que Salvador Salazar Arrué omitió trece textos de la versión final de los «Cuentos de barro». Ahora bien, ese dato hay que explicarlo. La auto-censura y la censura aclaran algunas exclusiones, pero no todas. A veces, un escritor suprime textos de su obra final porque los considera mediocres desde el punto de vista literario.

Con ciertas tesis que Lara defiende, y que pertenecen al acerbo metodológico de la filología moderna (hay que trabajar con los datos del archivo, hay que definir los usos originales del texto y el marco inicial de su recepción), no hay más remedio que estar de acuerdo. Otra cosa es cómo se interpreten los datos del archivo y cómo se reconstruyan las lecturas iniciales de una obra.

Entre las fuentes primarias de los Cuentos de barro están las revistas en que inicialmente fueron publicados a partir de la segunda mitad de los años veinte del siglo pasado. La revista Excélsior (en 1928) y la revista Prisma (en 1931), que anticiparon algunos cuentos de barro, no pueden ser etiquetadas como revistas del martinato por la sencilla razón de que el martinato por esas fechas no existía. Esta última precisión tiene importancia a la hora de señalar que la recepción original de los primeros cuentos de barro incluye un período del tiempo social y político en el cual Martínez y su régimen no gobernaban la interpretación de esos textos.

Desde el punto de vista creativo sería un error creer que el Salarrué posterior a 1932 ya estaba presente –con los criterios estético-políticos del martinato– en el Salarrué de 1925. Solo una visión teleológica simplista podría sugerir que los primeros cuentos de barro ya legitimaban la política cultural de una dictadura populista del futuro cercano.

Las primeras fechas de publicación (de los Cuentos de barro) también nos indican que el regionalismo como expresión estética e ideología cultural es anterior al régimen del general Martínez. El regionalismo, como política, ya tenía también un ejemplo poderoso antes de la aparición del martinato y ese ejemplo era el régimen nacido de la revolución mexicana.

Martínez y su corte de intelectuales lo que hicieron fue institucionalizar una sensibilidad estética y unas ideas que ya recorrían América Latina en las primeras décadas del siglo XX. Martínez y su corte de intelectuales pusieron en práctica, imponiéndoles una determinada orientación, planteamientos que habían prendido en la agitada vida social salvadoreña de los años veinte. Por esa época domina en círculos intelectuales y políticos un protonacionalismo cuyos padres eran José Martí, Rodó, Vasconcelos, Masferrer, etcétera.

Los primeros usos e interpretaciones de los Cuentos de barro hay que hacerlos retroceder hasta esa época, teniendo el cuidado de no confundirlos con el uso peculiar que Martínez le dio a la estética regionalista con fecha posterior a 1932. Martínez utiliza unos antecedentes, no los crea, por eso es un error vincular genéticamente al regionalismo con la política del martinato.

El protonacionalismo popular latinoamericano era lo suficientemente ambiguo, en sus expresiones artísticas y políticas, como para albergar en su seno posturas pequeño-burguesas, fascistoides y marxistas. Por eso hubo una época en la cual Farabundo Martí colaboró con Sandino y Diego Rivera con José Vasconcelos. Éste último, con el paso del tiempo, y de modo semejante al general Martínez, llegó a simpatizar con Hitler.

Una pregunta que debemos hacer es si las recensiones críticas de los Cuentos de barro aparecidas en «las revistas del martinato» representan todas las lecturas que se hicieron de dicha obra literaria antes de Martínez y durante su dictadura. Es bastante probable que Agustín Farabundo Martí leyese los primeros Cuentos de barro. Sería bueno saber cómo interpretaron inicialmente esos cuentos los lectores e intelectuales que fueron derrotados en el año 32 ¿Qué rastros quedan de esas lecturas en las fuentes primarias que nos ofrece el profesor?

El diálogo entre Farabundo Martí y Salarrué demuestra que el escritor admiraba la integridad ética del político y que el político quizás admiraba la estética del escritor. Quizás. Esto es algo que debería investigarse pero cuya sola posibilidad nos pone en la pista de que las lecturas institucionalizadas de los Cuentos de barro que se impusieron a partir del 32 no agotan el universo ni el contexto original de su primera recepción.

Hay algo en el planteamiento de Lara Martínez que recuerda al uso mecanicista, y no dialéctico, de la tesis de la ideología dominante. Dicho enfoque deja sin voz y sin resistencia interpretativa a quienes se hallan bajo el dominio simbólico de una élite. Esas voces y esas lecturas difícilmente llegan a las redacciones de los periódicos y las revistas después de una matanza como la que inauguró la dictadura del general Martínez.

Pero sería un error ver a Martínez solo como a un hombre severo dotado de un cuchillo. Martínez asumió un proyecto (se rodeó de intelectuales) y poseía habilidad retórica (también era un hombre al que le gustaban la pluma y el micrófono). El General y sus secuaces presentaron la matanza como una pacificación y a los rebeldes como a unos agresores bestiales y sanguinarios. Indígenas y comunistas fueron derrotados en el teatro de la guerra y en el terreno de la propaganda (de ahí que la interpretación martinista de los Cuentos de barro pueda presentarse como «la primera»).

Sin lugar a dudas, tienen muchísima importancia las fuentes primarias, pero también hay que saber interpretarlas. Demasiado poder le concede a esas fuentes quien opina que los artículos aparecidos en una revista son capaces de determinar el uso social de unos cuentos. Tal uso puede estar influido por «la crítica» pero no se configura únicamente en el ámbito textual como sabe perfectamente cualquier sociólogo de la literatura.

Es cierto que las lecturas actuales de una obra no pueden ignorar el contexto original de su recepción. Pero también es verdad que la historia inicial del texto no puede ser la única pauta que rija sus lecturas actuales y futuras. La historia ilumina siempre que no sea un historicismo. El conocimiento del pasado es liberador siempre que no imponga una nueva camisa de fuerza.

Una historia social que ignore la historia del pensamiento está mal, pero está mal también una historia del pensamiento que ignore la entidad de lo literario. Es cierto que puede existir un nexo entre la recepción de un texto y las dimensiones simbólicas de la política, pero ésta conciencia crítica debe evitar los peligros de subsumir de forma mecanicista la complejidad de la obra literaria en los juegos crudos del poder.

Aceptemos que toda valoración de un poema o un relato que ignore los profundos vínculos de la palabra con el marco social e histórico en que es producida e interpretada corre el peligro de vaciarla hasta cierto punto de sus sentidos originales. Aceptemos que las posiciones políticas que adoptó Salarrué después de 1932 pudieron influir en la forma en que fueron leídos los Cuentos de barro. Aceptemos que las declaraciones explícitas de Salarrué sobre su forma de entender la literatura pudieron afectar el modo en que la suya fue leída. Pero ningún autor, más allá de cuál sea su idea del arte y de la función social inmediata que le asigna, controla por entero los contenidos latentes de su trabajo creativo y, por supuesto, aunque cuente con el respaldo estatal, tampoco rige de modo absoluto los marcos sociales presentes y futuros en los que su obra es y será interpretada.

Cuando se dice que toda obra literaria es abierta se asume que entra al juego y al conflicto de las interpretaciones. Dentro de esa lógica se comprende que Roque Dalton le disputase los Cuentos de barro a la cultura oficial. Y se los pudo disputar porque la estética de los Cuentos de barro más que deberse a la cultura del martinato se debía a la época del protonacionalismo popular latinoamericano. Ahora bien, un crítico actual les puede disputar el sentido de los cuentos a sus intérpretes oficiales del pasado y al mismo Dalton. Si algo nos dicen las obras de imaginación es que el pasado condiciona pero no determina fatalmente las lecturas del ahora.

Podemos incorporar la historia del texto a nuestra forma de leerlo, pero tal historia –como rastro de los conflictos sociales y hermenéuticos de poder– tampoco puede sustituir las encrucijadas intelectuales, literarias y políticas que condicionan el presente de nuestra lectura.

Tan importante como rescatar los datos silenciados del archivo es saber interpretarlos con rigor teórico en el marco de un debate plural. La censura, los tópicos y los silenciamientos prosperan ahí donde los datos no se revelan o se introducen sin cautela en el diálogo interpretativo.

A resposta à questão do poder: por um governo de esquerda Valerio Arcary

1-A crise da esquerda remete a uma questão: qual deve ser a estratégia? A estratégia deve responder à questão das questões: qual é o caminho do poder? Como abrir o caminho para um governo de esquerda e, para fazer o quê? Três desafios se colocam. A tática, o projeto e o programa. É a discussão das diferenças de programa e de projeto que ilumina as diferenças sobre a tática para derrotar Bolsonaro, e não o contrário.

2-O primeiro passo é a escolha da melhor tática para derrotar Bolsonaro. Não é simples. Há, neste momento, três táticas em disputa na oposição. A tática quietista, a tática da ofensiva e a tática da frente única da esquerda. A tática quietista defende aguardar o calendário eleitoral, se preparar para a eleição das Prefeituras de 2020, e esperar 2022. A tática da ofensiva defende partir, agora e já, para ações semi-insurrecionais, como a greve geral pelo Fora Bolsonaro. A tática da frente única de esquerda defende construir a resistência de massas, acumular forças e preparar as condições para derrubar Bolsonaro nas ruas ou, se não for possível, derrotá-lo nas eleições.

3-A tática quietista faz a aposta que o terreno mais seguro de disputa será eleitoral. É abraçada por aqueles que consideram que o eixo do projeto deve ser a defesa do regime democrático-liberal da Constituição de 1988, e só uma Frente de centro-esquerda poderá vencer as eleições em 2020 e em 2022. Ela responde ao cálculo de que a tática de derrubar Bolsonaro coloca em risco o regime. Alguns abraçam a tática quietista, de ficar quieto e esperar, porque temem a situação que poderá se abrir pela radicalização de mobilizações permanentes para interromper o mandato de Bolsonaro. Outros porque temem a possível reação violenta de Bolsonaro, e de setores das Forças Armadas, se descobrirem que estão encurralados. Ou seja, alguns têm medo do que virá se explodir um novo “Junho de 2013”, só que agora contra Bolsonaro.

Outros têm medo de um giro bonapartista autoritário de Bolsonaro, um autogolpe, com marchas verde-amarelas nas ruas como em março/abril de 2015/16. Mas todos estão firmes contra o projeto de um governo de esquerda como resposta aos desastres provocados por Bolsonaro. Trata-se da defesa de um governo de centro-esquerda unindo, finalmente, setores do PSDB dissidentes de Doria e setores republicanos socialdemocratas do PT, que considerem as aspirações de Ciro Gomes. Eles reuniram-se no Tuca em São Paulo na segunda feira dia 2 de setembro. Por tudo isso é que não se ouviu Lula Livre no Tuca. Porque defendem o regime, e não as liberdades democráticas. Não há democracia pela metade. Não se pode falar sobre liberdades democráticas no Brasil sem defender Lula Livre. Por isso o PSOL não esteve presente.

4-A tática da ofensiva permanente só tem coerência intelectual para aqueles que ignoram o terrível impacto das derrotas acumuladas pelos trabalhadores. Não foi somente a direção do PT que foi derrotada com o impeachment de Dilma Rousseff, a prisão de Lula e a eleição de Bolsonaro contra Haddad. Essa é a dimensão superestrutural do processo. Infelizmente, abriu-se uma situação reacionária. A classe trabalhadora sentiu, também, duramente, o peso das derrotas. E numa relação social e política de forças ainda tão desfavorável a tática da ofensiva, na forma da defesa permanente da convocação da greve geral, ignora que o dia de greve geral em junho foi muito parcial. Responsabilizar, exclusivamente, as direções sindicais burocratizadas pela fragilidade do dia nacional de greve é um balanço descolado da realidade, e pouco honesto, como sabem todos os militantes sérios que estiveram engajados na sua construção.

5-A tática da frente única de esquerda deve ter como projeto a luta por um governo de esquerda A esquerda deve abraçar como premissa a mobilização dos trabalhadores e dos seus aliados oprimidos para construir nas ruas uma muralha contra o governo Bolsonaro, e preparar as condições para um movimento como foram as Diretas Já contra Figueiredo. Mas seria desastroso a esquerda construir as mobilizações de oposição a Bolsonaro nas ruas para abrir o caminho para a centro-esquerda nas eleições. A esquerda não pode perder a sua independência política. Portanto, precisamos discutir o projeto. Repetir a experiência dos governos Lula ou Dilma? Procurar inspiração no Uruguai, na Bolívia ou na Venezuela? Ou nosso projeto deve ser a revolução brasileira?

6-As dificuldades são imensas em função da fragmentação, dispersão e confusão política. Um bom ponto de partida é reconhecer que estamos diante de uma desorientação estratégica. A reorganização da esquerda vai exigir uma superação do quadro atual. Alguns milhares abraçam a causa feminista. Outros a causa do movimento negro, ou a LGBT, ou a ambiental. Há aqueles que lutam nos sindicatos pela defesa dos direitos ameaçados, aqueles que resistem às privatizações. Há o movimento dos estudantes, a causa da defesa da universidade pública, ou da saúde pública. Há os militantes das mídias alternativas, e os organizadores das marchas pela legalização da maconha. Estamos diante de uma hemorrágica pulverização. Mas são poucos os que militam em partidos e organizações políticas. Por quê? Porque a velha estratégia foi derrotada.

7-A estratégia conhecida como projeto democrático e popular se esgotou. Quando formulada, originalmente, ela consistia em chegar ao poder com Lula através de eleições apoiado em mobilização dos trabalhadores e do povo. Se seria respeitando ou não os limites institucionais do regime político que surgiu da Constituição de 1988, para iniciar um processo de reformas progressivas, era algo indefinido. Quando, como e por que o PT no governo rompeu ou não com a estratégia do V Encontro de 1987 é um tema polêmico interessante, mas que hoje deve ser considerado um debate de tipo histórico. Imaginar que se pode reeditar a velha estratégia unindo o Lula Livre com a fórmula Lula 2022 é uma ingenuidade. A história demonstrou, cruel e irrefutavelmente, que não é possível com “paz e amor” transformar o Brasil. A classe dominante se dobrou diante de Bolsonaro.

8-A questão do programa, portanto, é central para que a estratégia de um governo de esquerda seja, historicamente, possível. Ela nos remete ao tema da ruptura. Não há perspectiva de um governo de esquerda se não nos prepararmos para ela. A luta por reformas exigirá disposição revolucionária.

Cuentos de barro sin la censura del siglo XXI Rafael Lara Martínez*

El Doctor en Lingüística y Premio Nacional de Cultura 2011 Rafael Lara Martínez denuncia la censura oficial sobre el legado de Salvador Salazar Arrué, Salarrué, y habla sobre una serie de 13 cuentos que fueron extirpados de las ediciones nacionales de Cuentos de Barro. Esta discusión se abre en torno al Día Mundial de los Archivos y a la incorporación de la obra de Salarrué al Registro Nacional de la Memoria del Mundo de El Salvador.

Miércoles, 5 de Junio de 2013 (EL Faro)

…[La historia] de un recordar sin recuerdos.

Salarrué

I.

A ochenta años de la publicación de Cuentos de barro (1933; viñetas de José Mejía Vides) de Salarrué, me pregunto por qué razón no existe una edición íntegra de la obra.  En el 2013 un doble acuerdo orienta casi todo comentario. Cuentos de barro se considera uno de los textos fundadores —de los libros más clásicosde la literatura salvadoreña.  Empero, se considera apropiado ocultar las revistas literarias que publican los relatos individuales, antes y después de la edición príncipe. 

Nadie ha fechado las publicaciones individuales de los cuentos en revistas como Excelsior (1928-1930), Repertorio Americano (1928-1937), Boletín de la Biblioteca Nacional (1932-1937), Cypactly (1930-1940),  Prisma.  Revista Internacional de Filosofía y Arte (1931), Revista El Salvador.  Órgano Oficial de la Junta Nacional de Turismo (1935-1939), El lector cuzcatleco (1941-1943) y otras tantas revistas jamás citadas del martinato.

Como intelectual de prestigio, el nombre de Salarrué aparece al lado de Arturo Ambrogi, Alberto Guerra Trigueros, Maximiliano Hernández Martínez, Alberto Masferrer, etc., en Semblanzas salvadoreñas (1930) de José Gómez Campos.  Todos los “grandes hombres” —sin mujeres, por supuesto— figuran en el mismo canon literario nacional hacia el despegue de los treinta.

En los círculos artísticos de esa década, la edición de 1933 no resulta una sorpresa. Al menos desde 1928, los cuentos aparecen en las revistas más afamadas del país y del istmo.  Estas publicaciones dispersas se prolongan hacia mediados del decenio.

El contexto político inicial lo especifica la revista Excelsior: “realizar en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929 una obra de sabor regional” para promover “el comercio, la agricultura y la industria nacional” en el extranjero.

A mediado plazo, en 1932, lo aclara la revista Cypactly: quienes deciden “lanzarse a desatentadas rebeldías obedeciendo azuzamientos subversivos [de los comunistas] sólo les dejan saldos de miseria y muerte”. Durante el despegue del segundo mandato del general Maximiliano Martínez (1935-1939), la función social de los cuentos la especifican la prensa costarricense y el Diario Oficial: “Delegado Oficial a la Primera Exposición de Artes Plásticas de Centro América” por “Decreto Ejecutivo”.

Ninguna de las citas anteriores aparece en los trabajos críticos de Salarrué en el siglo XXI, como si esas fuentes primarias no existiesen.  La práctica de la historia artística presupone la supresión de los archivos nacionales incómodos. 

Aun así, toda represión se archiva. En 1932, la función del intelectual consiste en lograr un entendimiento entre las autoridades universitarias, los artistas y el gobierno durante “estas horas de zozobra, de dolor y perplejidad” (Torneos universitarios, 1932).  Una “política del espíritu” —una “política de la cultura”— redimiría a una nación enemistada en la lucha fratricida.  Sólo un “alma solitaria y complicada” —“similar a Goethe [que tiene su Atlántida]”— expresaría el “espíritu sabio” del martinato y la reconciliación nacional (Torneos y Exposición de libros en la Biblioteca Nacional, 1933).

II. 

Las narraciones regionalistas no sólo se unifican bajo el mismo título de “cuentos de barro”. A la vez se reúnen en un proyecto conjunto de arte y literatura. El calificativo “cuentos de barro” se forja cinco años antes de la edición príncipe y se emplea en otros cuentos olvidados años después.  No sólo la obra príncipe es una antología de relatos anteriores.  También se prolonga hacia el futuro como un trabajo sin límite.

Además, las narraciones regionalistas se unifican en el diálogo que establecen entre la palabra y la imagen. Traducido a un lenguaje carente de arte visual, Cuentos de barro ofrece un vacío flagrante que reproducen todas las ediciones actuales al eliminar los diseños de los relatos. La mayoría de las narraciones originales se acompaña de ilustraciones que demuestran el contexto inmediato de su recepción entre los círculos artísticos salvadoreños y centroamericanos.

Las viñetas originarias y posteriores a la edición príncipe, no las diseña José Mejía Vides. Las esbozan pintores reconocidos como Luis Alfredo Cáceres Madrid, el costarricense Max Jiménez, así como ilustradores sin renombre que el siglo XXI anhela olvidar.

Para esta recepción inmediata, la “matanza” de 1932, significa una afrenta a los ideales pacifistas, cristianos y teosóficos, los cuales promueven el verdadero “comunismo”.  “Matan a sangre fría […] los peores asesinos.  Por eso merecen condena eterna todos los hechos sangrientos hace algunos meses ejecutados por forajidos […] es una dolorosa equivocación creer que el comunismo se practica segando vidas y arrasando propiedades. Esas doctrinas que tuvieron origen en el Sermón de la montaña, no son de destrucción sino de conservación […] Esto lo han ignorado […] nuestros campesinos por eso han delinquido […] y se dejaron llevar al sacrificio de su vida” (Eugenio Cuéllar cuyo cuento lo ilustra Pedro García V., quien diseña varios “cuentos de barro”.  Cypactly, No. 17, 22 de junio de 1932).

Si aún existieran dudas al respecto de los círculos intelectuales teosóficos, hay que recordar el apoyo de la Iglesia Católica al régimen del general Martínez y al ejército. Al atrio de la Catedral Metropolitana se redobla la legitimación de la “matanza”, que se juzga un acto de justicia.  [En el] portón de Catedral [se celebró] solemne misa de campaña por el alivio y descanso de los muertos por la patria en las pasadas revueltas comunistas y para bendecir al Gobierno, Cuerpo del Ejército, Guardia Nacional, Guardia Cívica y Cuerpo de Policía General, por su noble y patriótica actitud en defensa de la sociedad salvadoreña, de las instituciones patrias y de la autonomía nacional (El día, 25 de febrero de 1932 y Diario Latino, 29 de febrero de 1932).

III.

En el 2013 el mejor homenaje a Salarrué no consiste en ignorar adrede las fuentes primarias de sus publicaciones. Nuestras lecturas actuales no reemplazan la recepción original de la obra. El autor no pinta para ciegos, ni escribe para analfabetas. Su narrativa debe restaurarse de manera íntegra, en el contexto original de recepción: pictórico y crítico literario.

Hay al menos trece “cuentos de barro” que no están incluidos en Cuentos de barro, al igual que hay más de veinte viñetas que originalmente los ilustran.  Los “cuentos de barro” tachados hasta el 2013 se intitulan: “Auto tragicomedia en dos cuadros”  (1928), “Cuentos de barro.  El beso enjuncado” (1928, “El beso”), “Cuentos de barro.  El Sembrador” (1928 y 1929), “Cuentos de barro. El velorio” (1929), “Cuentos de barro.  El peretete” (1929 y 1936), “Cuentos de barro.  La tísica” (1929), “Cuentos de barro.  Los gringos” (1929), “Cuentos de barro.  El casorio” (1929), “Cuentos de barro.  El patrón” (1929), “Cuentos de barro.  El beso “(1929), “Cuentos de barro.  El soldado de chankaka” (1929), “Cuentos de barro.  El entierro del juneral” (1930), “Cuento de barro, “Cuentos de barro.  Benjasmín” (1931), “Cuentos de barro.  El damo” (1932), “Cuentos de barro.  El Cheje” (1932), “Cuentos de barro.  Balsamera” (1935), “Una tarde gris” (s/f).

Hay más obra de Salarrué oculta que debe desenterrarse. Hay más de cincuenta comentarios críticos de la obra, escritos entre 1928-1940. La restitución de esta memoria —tachada intencionalmente en el 2013— guía una serie de ensayos de próxima aparición en la Fundación AccesArte.

La quema sistemática de los archivos nacionales —un “recordar sin recuerdos”— no me parece la manera más adecuada de honrar la memoria de Salarrué. Tampoco me parece que encubrir las fuentes primarias sea la manera más pertinente de escribir la historia. Solicito una mínima honestidad intelectual con la historia salvadoreña. Exijo un respeto de la historiografía nacional y de sus fuentes primarias.

IV.

Por el olvido intencional, en el 2013 no existe una edición completa de Cuentos barro. Ignoro la fecha en la cual el acuerdo del siglo XXI levante su censura documental y publique una edición íntegra de la obra más clásica de la literatura salvadoreña. La denuncia anterior —la supresión de archivos— no la dirijo a personas en particular. La dirijo a las prácticas institucionales del siglo XXI que enmarcan a todo sujeto profesional y lo constituyen como tal. 

Los estudios culturales teorizan la literatura sin rigor historiográfico. La historia social excluye la historia intelectual y habla de hechos sin su representación inmediata en la conciencia artística del período en cuestión. La crítica literaria se ejerce sin documentación primaria de la época bajo su mirada, etc. Ochenta años sin Cuentos de barro demuestran que “un siglo es un momento” de una historia nacional. De una historia que se niega documentar su propia conciencia pretérita de los hechos. En su simulacro del pasado, la práctica de las ciencias sociales adapta el pasado a su deseo presente por la supresión de los archivos originales indeseados.  La “consignación de un archivo” al olvido forma parte esencial de la memoria histórica del 2013.

Desde Comala siempre…

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* Premio Nacional de Cultura 2011. Es investigador, escritor, lingüista, antropólogo y crítico literario, e imparte cátedra en Tecnológico de Nuevo México, Estados Unidos.