El Partido Comunista de Guatemala y el Partido Comunista de Centro América (1922-1932)
Arturo Taracena Arriola
El movimiento obrero en Guatemala dio un salto cualitativo a principios de la década de 1920, y su acción reivindicativa se orientó desde el comienzo hacia la lucha por obtener participación en las ganancias de las empresas a través del mejoramiento de los salarios y de las prestaciones sociales, y el derecho a organizarse en sindicatos reconocidos legalmente. Esto es lo que caracteriza principalmente los conflictos laborales que se sucedieron en esta década a partir del triunfo de la insurrección unionista contra la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, en abril de 1920. La política de los gobiernos posteriores de los generales José María Orellana (1921-1926) y Lázaro Chacón (1926-1930) no sólo puso en evidencia la tendencia conservadora de los regímenes liberales en esta materia, sino que testimonió también el fracaso del movimiento sindical guatemalteco por alcanzar sus metas durante este período. En este contexto resulta relevante la constitución del Partido Comunista de Guatemala y del Partido Comunista de Centro América, tanto por su composición social como por su temprana emergencia en el escenario continental.
Palabras clave: huelga, movimiento obrero, socialismo, Guatemala
A la memoria de Luciano Bernard,
mi amigo y colega cubano-venezolano.
Antecedentes
La reivindicación más frecuente y conflictiva fue la insistencia de los trabajadores para que sus sindicatos fuesen reconocidos por los empresarios, lo que podía permitir el primer paso hacia una autonomía de la naciente clase obrera frente al poder central. Al producirse la huelga ferroviaria de mayo de 1920, en la que la recién constituida Unión Ferrocarrilera exigía ser reconocida por la International Railway of Central América IRCA como representante de sus empleados, el Patronazgo y el Gobierno comprendieron el doble peligro que tal acción entrañaba para sus intereses. Así, el carácter público del servicio ferrocarrilero fue el pretexto gubernamental para decretar que toda huelga obrera que implicase una amenaza a los intereses del Estado sería sistemáticamente reprimida. A su vez, esto dio la excusa a los patronos para recurrir al Ejército ante cada amenaza de paro obrero. En el fondo, el meollo de tal situación era el derecho exigido por los trabajadores para organizarse por sí mismos.
La unidad alcanzada en la coyuntura de 1920 por los trabajadores en torno a la Liga Obrera, durante los seis meses que precedieron a la caída del presidente Estrada Cabrera, se deterioró rápidamente a partir del inicio del gobierno del Partido Unionista, encabezado por el presidente Carlos Herrera. La Liga Obrera no había sido sino la unión coyuntural de una serie de organizaciones mutualistas frente al estradacabrerismo, en un momento en que el sector conservador de la oligarquía guatemalteca y una parte del sector liberal de la misma estaban dispuestos a poner fin a veintidós años de dictadura personalizada. Fue así que, a partir del acuerdo logrado entre conservadores y liberales después de la renuncia de Estrada Cabrera, las organizaciones obreras se vieron jaloneadas por la lucha en la correlación de fuerzas establecida al interior de la oligarquía guatemalteca.
Dentro de esa fragmentación del naciente movimiento obrero surgió Unificación Obrera, bajo la presidencia del maestro hojalatero Alfredo Estrada Mendoza, ex miembro de la Liga Obrera y uno de los firmantes del “Acta de los Tres Dobleces”, que había dado nacimiento al Partido Unionista en diciembre de 1919. En sus estatutos, Unificación Obrera reclamaba, de conformidad con la ley, el derecho a “inmiscuirse en la política interior del país cuando los intereses que defiende lo requieren”[1]. Dicha posición era novedosa en Guatemala, pues durante los veintidós años de estradacabrerismo las mutualidades habían estado obligadas por el poder central a una actividad apolítica por parte del poder central.
La segunda reunión de Unificación Obrera se celebró el 27 de abril de 1920, en el teatro Nueva York. Lo más relevante de ella fue el ataque que el estudiante salvadoreño Ricardo Chamorro lanzó contra el Partido Unionista a tan sólo quince días de su triunfo político, haciendo un llamado a los obreros en pro de su autodeterminación. Chamorro, quien se había distinguido como jefe militar de las milicias obreras durante la “semana trágica” del 7 al 14 de abril, comenzaba a sacar conclusiones en torno a la traición del Partido Unionista ante su aliado frente la dictadura, la Liga Obrera. En efecto, el día 14 de abril, conociendo la decisión de Estrada Cabrera de renunciar, los unionistas habían empezado a desarmar a las milicias de la Liga Obrera y habían bloqueado la publicación del manifiesto de Silverio Ortiz, máximo líder de ésta, dirigido a los obreros y campesinos para que no entregasen las armas hasta haber obtenido satisfacción de sus demandas por parte del Partido Unionista. El 30 de ese mes, Ricardo Chamorro fue expulsado de Unificación Obrera, concretizando las presiones que ejercían los unionistas sobre las organizaciones obreras.
En cuanto a los obreros, éstos habían descubierto la huelga como mecanismo reivindicativo de sus derechos económicos y políticos. Como ya se ha dicho, a la cabeza de su acción se encontraban los ferrocarrileros que trabajaban para la IRCA, subsidiaria de la United Fruit Companay UFCO. De esta forma, a la huelga por mejoras salariales de mayo de 1920 siguió otra a principios de 1921, la que finalizó el 22 de abril de ese año con la firma de un acuerdo entre el gerente general de la IRCA, Alfred Clark y los representantes de la Unión Ferrocarrilera. En el acuerdo, la empresa norteamericana hacía constar que el suscribirlo no implicaba el reconocimiento del sindicato ferrocarrilero como persona jurídica, pero en la práctica fue el primer triunfo obrero en materia de contratos colectivos.
El movimiento de protesta obrera surgido a raíz de la caída de la dictadura se extendió a los trabajadores del banano y a los estibadores (“muelleros) de Puerto Barrios, quienes iniciaron una huelga en búsqueda de mejoras salariales. A éstos se unieron los trabajadores de la planta eléctrica y del hospital de Quiriguá, pertenecientes también a la UFCO. Después de amenazar con sabotajes si sus reivindicaciones no eran satisfechas, los trabajadores del enclave bananero obtuvieron un aumento salarial. Empero, el Gobierno envió por primera vez tropas con el objeto de preservar el orden en las tierras de la compañía norteamericana. Esta medida se volvería cotidiana en el futuro.
Por su parte, los trabajadores de la Cervecería Centroamericana, S. A., de los Hermanos Castillo, pidieron un aumento de diez pesos por cabeza y la regulación de las ocho horas de trabajo, en junio de ese año de 1920. Y, en octubre, los telegrafistas de las ciudades de Guatemala y Quetzaltenango declararon la huelga con el mismo objetivo. Esta última terminó bruscamente con el despido de varios dirigentes y bajo la amenaza de represión policiaca.[5]
Es decir, una vez pasado el período de la dinámica revolucionaria, el gobierno unionista comenzó a restringir los derechos de manifestación de los obreros. La Policía dificultaba la actividad organizativa y, por ello, el 15 de octubre de 1920 representantes de la Liga Obrera se entrevistaron con el presidente Herrera para que garantizara la libertad de trabajo, acción, prensa y asociación, así como la libertad de recorrer el país sin cortapisas. Un año más tarde, el Ministerio de Gobernación estableció un “Reglamento de Manifestaciones”, en el que se estipulaba que toda manifestación debía ser comunicada por escrito con veinticuatro horas de antelación y que los firmantes de la misma eran responsables de los desórdenes que pudieran ocurrir, siendo castigados de acuerdo a la ley los infractores.
Como contrapartida al fraccionamiento del movimiento obrero, se dio la aparición de una gran cantidad de mutualidades y, sobre todo, de los primeros sindicatos en el país. A pesar de que la lista sobre las organizaciones obreras guatemaltecas es incompleta, entre 1892 y 1920 existieron al menos 31 mutualidades situadas en 8 de los 22 departamentos con que cuenta la República de Guatemala. Como resultado de la apertura política a raíz de la caída de Estrada Cabrera, luego, entre 1920 1931, aparecieron otras 35 organizaciones obreras (mutualidades y sindicatos), repartidas esta vez en 16 de los 22 departamentos.[8]
De esas organizaciones obreras recién creadas, dos habrían de jugar un papel decisivo en el posterior surgimiento del Partido Comunista de Guatemala, la Sociedad Central del Gremio de Panaderos y la Unificación Obrera Socialista. La primera fue fundada en 1920 y, de hecho, durante el transcurso del año 1924 ésta pasó a ser el primer sindicato dirigido por los comunistas, quienes hicieron del mismo el motor de las reivindicaciones obreras guatemaltecas de dichos años, como se verá más adelante.
Los orígenes de las ideas socialistas en Guatemala
La Unificación Obrera Socialista UOS, que surgió de una escisión de Unificación Obrera, sería fundada el 1 de mayo de 1921.[9] A los pocos días se creó un sistema de fichas que debían firmar cada uno de los adherentes y se organizó un consejo directivo de 20 miembros.[10] Según Antonio Obando Sánchez, la UOS agrupaba a obreros artesanos y miembros de la pequeña burguesía, que durante los fines de semana se reunían en el local de algún cinematógrafo para discutir los problemas de la clase trabajadora. Por su parte, Robert J. Alexander afirma que, al poco tiempo de fundada la UOS, el Gobierno presionó a las imprentas capitalinas para que no editasen sus manifiestos, lo que la obligó a adquirir una imprenta propia.
Entre sus fundadores, Obando Sánchez recuerda a Rafael Estévez, Alfredo Toledo, Alberto del Pinal (carpintero), Antonio Cumes (zapatero), Antonio Avelar, Francisco Ayerdi, Francisco Castro, Manuel Castro (panificador), Narciso Grajeda, Moisés Castro Morales (salvadoreño, estudiante de Derecho), José Luis Barrientos (salvadoreño, estudiante de Derecho), Antonio Méndez Paz, Alvaro I. Vásquez, Julio I. Vásquez, Enrique I. Vásquez, Felipe Medina, Víctor Arrazola, Tomás Saso González y Silverio Valenzuela.[13]
Las ideas socialistas y comunistas habían ido entrando en Guatemala por múltiples vías desde la caída de Estrada Cabrera. Una de ellas fue la llegada de cuadros sindicales y políticos mexicanos al istmo centroamericano en los primeros años de la década del veinte, y todavía bajo el impulso de la Revolución de 1910. Por otra parte, la influencia de la Revolución bolchevique se dejaba sentir de cierta manera como lo constata la prensa capitalina de Guatemala, en la que se podían leer artículos como el aparecido bajo el título “Los líricos del socialismo”.[14]. En éste se atacaba a aquellos que pretendían emular la Revolución bolchevique distribuyendo entre los obreros “hojas íntegras” de Lenin, Trotsky., sin comprender que las condiciones sociales eran diferentes.
“Este socialismo de pega escribía el articulista anónimo, que a la postre no lleva más miras que explotar un círculo laboralista (sic), establece muchas irrazonadas inquietudes, entabla la duda y la desorientación entre los braceros e impide la constitución racional de los gremios y corporaciones con carácter económico, que defienden a los necesitados de las duras penas de la penuria”[15].
Entre los activistas de esta época que merecen ser recordados, se encuentra el salvadoreño José Luis Recinos. Expulsado hacia Guatemala a la edad de diecisiete año por sus ideas avanzadas, Recinos se instaló en la ciudad de Guatemala, donde publicó un pequeño periódico titulado 14 de julio. Expulsado de Guatemala seguramente antes del triunfo unionista, se instaló en México, donde trabajó para el diario obregonista Lucha. El 1º de octubre de 1920 se encontraba entre los miembros fundadores del Comité de la Local Comunista de la ciudad de México y asistió como delegado fraternal de los obreros salvadoreños al Congreso constituyente de la Confederación General de Trabajadores de México, el 15 de febrero de 1921.
Durante ese lapso de tiempo las idas a Centroamérica de los agitadores políticos mexicanos fueron también intensas, como lo demuestra la llegada a Guatemala de un delegado de la Liga Obrera Ferrocarrilera -que se hacía llamar “Bretón”-, a principios de julio de 1921, con el objeto de entablar relaciones con la recién constituida Unión Ferrocarrilera. Asimismo, en julio de 1920, la recién fundada Asociación de Estudiantes Universitarios AEU había recibido en la ciudad de Guatemala al representante de la Federación de Estudiantes Mexicanos, el estudiante de Leyes Mariano Zeceña, quien dio varias pláticas sobre el proceso revolucionario de su país. Por su parte, el que sería más tarde Premio Nobel de Literatura, Miguel Ángel Asturias, viajó por ese tiempo a la capital mexicana para asistir como delegado de la AEU al Congreso Internacional de Estudiantes, promovido por el ministro de Educación de México, José Vasconcelos.[19]
A principios del año de 1921, se sabe que la AEU tenía relaciones con las organizaciones revolucionarias mexicanas por un mensaje que la asociación envió al Partido Comunista de México PCM, a la Federación de Jóvenes Comunistas, a la Federación Comunista del Proletariado, al Partido Socialista, al Partido Agrarista, a la Federación Regional Obrera Mexicana y al Buró de Información Comunista Latinoamericano, con sede en México, pidiéndoles que se dirigieran a los obreros norteamericanos para que éstos hiciesen presión sobre su gobierno con el fin de que Panamá no invadiese a Costa Rica. De hecho, el Presidente Warren Harding había instado a este país para que declarase la guerra a su vecino, con el objeto de que no ratificase el acuerdo de unidad centroamericana firmado por los otros países del istmo, a excepción de la intervenida Nicaragua. El manifiesto de la AEU estaba firmado por el salvadoreño José Luis Barrientos y Miguel Ángel Asturias, entre otros directivos de la asociación estudiantil.[20]
Haciendo una breve referencia al contexto nacional en el que se fue desenvolviendo el movimiento obrero guatemalteco, cabe señalar que durante el gobierno unionista las dificultades del presidente Herrera se fueron multiplicando desde su nombramiento como “hombre compromiso”. El liberalismo tendió a reconstituir sus filas con miras a mantener una posición de fuerza frente a los conservadores representados en el Partido Unionista. A pesar de los buenos llamados al Ejército, cuyos oficiales habían sido formados bajo la dictadura de Estrada Cabrera, Herrera no pudo evitar el inicio del complot militar ni los ataques de la prensa liberal.
De esta forma, El Demócrata, diario ligado al sector del Partido Liberal comprometido con el gobierno de Herrera, predecía ya en marzo de 1921 la posibilidad de golpe de Estado.[21] El 5 de diciembre de ese año, los generales José María Orellana, José María Lima y Miguel Larrave derrocaron al presidente cañero y Orellana, el hombre fuerte del triunvirato, separó a Guatemala de la efímera Federación Centroamericana, renegoció los contratos de la empresa eléctrica (decomisada a los alemanes después de la guerra) con la Bond & Share y aceptó las demandas financieras que exigía la IRCA en la construcción del tramo que uniría a Guatemala y El Salvador. El general golpista buscaba con afán el reconocimiento de Washington y la firma de préstamos que ayudaran a la endeuda banca nacional.
Entre las filas obreras la reacción al golpe de Estado fue más bien mitigada. Sólo en Cantel, en el departamento de Quetzaltenango, hubo una seria oposición. Los obreros de la textilería más grande de Centroamérica en ese entonces se lanzaron a la huelga, que duró casi una semana. El estado de sitio implantado por los golpistas permitió su represión, lo mismo que la persecución de UOS en la ciudad de Guatemala.[22] En un intercambio de cartas con el PCM, que fueron publicadas en la International Press Correspondence el 9 de julio de 1922, la UOS denunciaba la persecución y el asesinato de sus miembros por parte del gobierno de Orellana, quien para entonces se había consolidado en el poder desplazando a los otros triunviros.[23]
El inicio de los contactos entre la UOS y el partido Comunista de México habría de darse por medio de dos de sus militantes extranjeros, el norteamericano Richard F. Phillips y el español Sebastián San Vicente, quienes en el mes de mayo de 1921 fueron expulsados por el gobierno de Alvaro Obregón hacia Guatemala. Phillips había asistido el año anterior como delegado mexicano al II Congreso de la Internacional Comunista, pues ésta tenía interés en México por los informes enviados y el trabajo realizado por sus principales agentes, el ruso Mijail Borodín y el indio M. N. Roy.[24]
Phillips cuenta que estuvieron “en Guatemala alrededor de un mes, durante el cual, gracias a los esfuerzos de San Vicente, que realmente era muy capaz en ese sentido, hicimos contacto con algo parecido a un movimiento guatemalteco; fue allí en Guatemala donde recibí el nombre de Manuel Gómez”.[25] De hecho, participaron “organizando grupos de propaganda ideológica y dando conferencias en los teatros Guatemala y La Libertad”.[26] En definitiva, Taibo II señala que los contactos fueron para consolidar a la Unión Obrera Socialista. Finalmente, Phillips y San Vicente cruzaron la frontera clandestinamente, regresando a México, donde ninguno de los dos pudo volver a actuar abiertamente.[27]
De estas relaciones entre los comunistas mexicanos y los primeros simpatizantes centroamericanos con las ideas socialistas surgió la relación del suizo Edgar Woog con la UOS. Establecido en México en 1920, Woog militó en las filas del PCM bajo el nombre de Alfred Stirner. Con dicho pseudónimo firmó diversos artículos sobre Latinoamérica en la Correspondencia Internacional. En junio de 1921 se trasladó a Moscú como delegado del PCM al III Congreso de la Internacional Comunista IC[28] y, en noviembre de 1922, participó en esa calidad en el IV Congreso, siendo electo miembro del Comité Ejecutivo de la IC.[29] Como se verá más adelante, Woog es quien da una mayor información sobre la desconocida actividad de la UOS en ese período.
En noviembre de ese año apareció el primer artículo de Woog (Stirner) sobre Guatemala, lo que hace pensar que estaba basado en el informe que presentó sobre México y Guatemala en el IV Congreso de la IC. En este artículo, señalaba que el único grupo revolucionario guatemalteco que mantenía relaciones políticas con la Internacional Comunista era la UOS, reducida a una escasa actividad clandestina. Su tentativa por editar un periódico había sido obstaculizada por la Policía, la que había confiscado la imprenta y apresado a dos militantes de la organización. Según Woog, la UOS tendría 90 militantes en la capital y estaba implantada en las “regiones mineras de Guatemala”.[30] Se puede pensar que se refería al departamento de Zacapa, donde hay mármol y otros minerales, aunque tradicionalmente se ha señala que los departamentos de la primera implantación comunista fueron Escuintla y Jutiapa.
Del texto de Woog se desprende que la mayoría de los integrantes de la UOS eran de orientación anarquista, y cuando la IC o el PCM (posiblemente por medio del mismo Woog) propusieron a la organización obrera guatemalteca “formar a pesar de los obstáculos, un partido legal, aun bajo consignas de orientación social-demócrata, surgió una violenta disputa con los anarquistas”. Para el comunista suizo era necesaria una propaganda metódica, con el fin de hacer comprender, “particularmente a los sindikalisten -es decir, los anarco-sindicalistas-, el carácter atrasado y pequeño-burgués de su programa”.
Otro elemento que marca la existencia de la confusión ideológica en el seno de la USO fue el hecho de que uno de sus fundadores Francisco Ayerdi y dos de sus miembros, Daniel Hernández Figueroa y Teófilo Lima, fueron cooptados por el gobierno orellanista, pasando a ser funcionarios de la Policía Nacional. Hernández Figueroa llegó pronto ser director de la misma y Ayerdi, su Inspector General, reforzando el peso de la impronta liberal con que había surgido el movimiento obrero guatemalteco.[31]
La fundación del Partido Comunista de Guatemala
La tradición señala también que el Partido Comunista de Guatemala PCG fue fundado durante el año 1922. No cabe duda que esta fecha corresponde más bien a la intención de un sector de la UOS por poner en pie una nueva organización de acuerdo a los postulados de la IC, que a su fundación de hecho. En el Informe de Máx M. González ante el III Congreso del PCM en abril de 1925, se afirma que el PCG fue fundado en 1923, luego de que una delegación de la UOS asistió en abril de 1922 al Congreso de la Juventud Comunista de México, llegándose a acuerdos de que ésta se transformaría en un partido comunista.[32]
A vez, Luis Villagrán, otro de los dirigentes comunistas guatemaltecos, señala más bien abril de 1923, cuando una delegación de la UOS se trasladó a México para pedirle al PCM que los “educaran sobre las tareas principales para formar el Partido comunista”[33]. Esta fecha coincide con la celebración del II Congreso del PCM, el que sólo a partir de 1922 había comenzado a implantarse en ciertos sectores de la sociedad mexicana.
Los primeros datos sobre las actividades del PCG respaldan más bien la fecha de 1923. Así, éste impulsó en agosto de ese año la fundación del Sindicato de Carpinteros y en septiembre, la del Sindicato Rojo de Zapateros, que pronto debió dejar de llamarse “rojo”. Asimismo, pareciera que tenían cierta influencia sobre siete sociedades mutualistas: Fuerza de Acción, Cruzada Mutualista, Internacional de Trabajadores, Fraternal de Barberos, Gremial de Albañiles, Centro Obrero de Albañiles y Unión Ferrocarrilera, las que “adoptaron la bandera roja”. A su vez, desde ese año el PCG empezó a celebrar el 7 de Noviembre en honor a la Revolución bolchevique.[34]
La composición del PCG, en su inicio –y posteriormente– fue esencialmente de artesanos. Entre sus fundadores se encontraban el ebanista Julio Alberto del Pinal, el panificador Francisco Castro que parece haber sido el primer secretario general, el panificador Juan Luis Chigüichón, el carpintero Luis Villagrán y el zapatero Antonio Cumes. Cumes, nacido en 1886, había sido miembro de El Porvenir de los Obreros (la primera mutualidad de Guatemala, fundada en 1892) al menos desde 1915, y todo indica que tomó parte en la insurrección unionista de 1920. Poco después de fundado el PCG, ingresó el carpintero Antonio Obando Sánchez, a quien se le encargó fundar la Juventud Comunista. Obando Sánchez tenía veintiún años de edad y había luchado en las milicias obreras contra Estrada Cabrera y trabajado como carpintero en las poblaciones de Quiriguá y Bananera, donde se encontraba la sede de la UFCO entre 1922 y 1923. Este último año pasó a ser representante sindical de la fábrica de muebles “Feltrín” en el seno del recién constituido Sindicato de Carpinteros.[35]
De esa manera, aparte del trabajo de organización en la capital, el PCG se fue extendiendo a las cabeceras departamentales de Quetzaltenango, Jutiapa, Escuintla, Antigua y Jalapa, coincidiendo sobre todo con las actividades sindicales de los panificadores y de los carpinteros.
También lo indican los datos de la inmediata represión gubernamental sobre el PCG. En julio de ese año de 1923, su primer local –situado en la 16 calle “O”, entre 10 y 11 avenidas-, fue destruido por fuerzas enviadas por el general Jorge Ubico, Ministro de Guerra de Orellana, así como golpeado su bibliotecario, Julio del Pinal, al igual que su mujer e hijo. Luego, el 7 de noviembre, el PCG lanzó un manifiesto ilegal en honor de la Revolución bolchevique, invitando a los trabajadores a unirse al partido. La policía reaccionó saqueando la biblioteca y destruyendo su imprenta de madera en los nuevos locales, y fueron encarcelados durante un mes Antonio Cumes y Antonio Abelar. Se creó un comité de defensa.[36]
Con motivo de la muerte de Lenin, el 25 de enero de 1924, el PCG organizó una manifestación de duelo, que le trajo inmediatamente la persecución del gobierno. El 3 de febrero, la Policía invadió por tercera vez el local semiclandestino en que se reunían los comunistas, arrestando a Julio A. del Pinal, a quien la Correspondencia Sudamericana señalaba en 1927 como líder del PCG. Del Pinal fue torturado y se quedó sordo a resultas de los disparos hechos cerca de sus oídos por los agentes orellanistas. Durante los tres meses que siguieron a su encarcelamiento, los miembros del PCG fueron vigilados en sus casas y continuamente amedrentados.[37]
La detención de Del Pinal dio como resultado una serie de manifestaciones de solidaridad entre las diferentes corrientes del movimiento obrero guatemalteco. Es así que, el 1º de mayo de 1924, la Federación Obrera de Guatemala para la Protección Legal del Trabajo -la primera central obrera guatemalteca, fundada en 1918 bajo el espíritu de la Pan American Federation of Labor AFOL, exigió la libertad del dirigente comunista en el discurso pronunciado por el tipógrafo Jorge A. García frente al Palacio Nacional. El general Orellana prometió su libertad, pero Del Pinal solamente fue liberado hasta inicios del año siguiente, a pesar de la masividad del desfile obrero, que reunió alrededor de 3,000 trabajadores.[38]
Por su parte, Alexander reporta que en esa ocasión, la represión gubernamental trajo consigo el encarcelamiento pasajero de los 13 miembros del comité central y la clausura de Nuestra Palabra, órgano del PCG.[39] A su vez, desde México, tanto El Machete, órgano del PCM como El Libertador, órgano de la Liga Antiimperialista Panamericana, señalan que el PCG resiste a la presión de parte del gobierno de Orellana luego de la destrucción de su imprenta y la captura de varios de sus miembros, por lo que se notifica su reestructuración y la designación de un nuevo comité de dirección. Asimismo, denuncia a la Pan American Federation of Labor estar detrás de todo ello.[40]
El PCM y la fundación del Partido Comunista de Centro-América, PCCA
La liberación de Del Pinal se dio 28 de febrero, mediante el pago de 20 o 100 dólares proporcionados por la Liga Internacional Pro Luchadores Perseguidos, afiliada a la Ayuda Internacional Roja Socorro Rojo Internacional.[41] La reestructuración del PCG habría de ser tomada en manos del PCM, de acuerdo a los planes del Comintern. De esa suerte, a inicios de abril de ese año viajó a México Max M. González para asistir al III Congreso de los comunistas mexicanos a celebrarse del 7 al 12 de ese mes.
En su informe, el delegado guatemalteco luego de hacer un esbozo de las actividades de los fundadores del PCG y de la realidad política guatemalteca desde el triunfo del Partido Unionista en 1920 a la liberación de Del Pinal en febrero de 1925, describe los principales elementos de confrontación con el imperialismo norteamericano en cada uno de los países del istmo.
Así, en Guatemala el gobierno de Orellana estaba cargado de compromisos con el capital de la UFCO, la IRCA y el banco de Reserva de los Estados Unidos, habiendo cedido la Empresa Eléctrica a la Bond and Share Company. En El Salvador, los gobiernos de la familia Quiñónez-Meléndez estaban contribuyendo a la implantación del capitalismo norteamericano a raíz del empréstito por un valor de 18 millones de dólares, pasando la recaudación de impuestos por las manos de un colector americano, mientras que destinaba el 70% de lo recaudado a pagar la deuda. En Honduras, las características eran parecidas a las guatemaltecas por el predominio de la UFCO. Igual cosa sucedía en Costa Rica. Finalmente, en Nicaragua, a partir del Tratado Bryan-Chamorro de 1919, la posibilidad de construcción de un canal interoceánico había quedado arrendada, mientras que en el Golfo de Fonseca los norteamericanos pensaban construir una base naval que garantizase la seguridad del canal de Panamá.
Finalmente, el Informe de González señalaba que la orientación sobre las actividades comunistas en Centroamérica deberían estar encaminadas a la organización del proletariado, urbano y rural, con lo cual se debía crear una comisión de propaganda sindical que debía de operar con cautela debido a la ilegalidad y las prohibiciones existentes sobre las realización de huelgas, debiéndose hacer una distinción entre trabajo partidario comunista y trabajo sindical amplio.
Paralelamente, las orientaciones versaban sobre la realización de una campaña de prensa en los órganos comunistas o en aquellos que estuviesen influenciados por ellos a favor del reconocimiento del derecho de huelga, de organización sindical, de libertad de prensa y propaganda en el istmo, la cual debería ser respaldada por la prensa obrera en todo el continente, con el propósito de obtener el beneplácito de los gobiernos centroamericanos.[42]
Cabe señalar que el informe de Max M. González fue elaborado hacia el mes de agosto de ese año, pues no sólo contiene los datos del paso del norteamericano Roswell S. Blackwell, miembro del PCM, por Guatemala y Honduras, sino su misión de fundar un partido comunista con dimensión centroamericana.[43]
Roswell S. Blackwell, conocido con el seudónimo de Rosalío Negrete, militaba en las filas del PCM. Era probablemente originario de Tucson, Arizona, donde habitaba su madre, viuda de Waldo R. Blackwell, mientras que su tío materno Henry L. Thomas, también militante comunista, habitaba en Brooklyn, New York.[44] Muy probablemente había sido enviado a Guatemala por Bertram D. Wolfe, quien en el III Congreso del PCM realizado en abril de ese año de 1925, había sido electo miembro de su Buró político, luego de haber estado en Moscú durante la realización del V Congreso de la Internacional Comunista en junio y julio de 1924.
Si bien durante el III y IV Congreso de la IC los planteamientos centrales habían sido el “frente único” y “hacia un gobierno obrero y campesino”, en el V Congreso los mismos fueron suplantados por el de “el frente único por abajo”. Es decir, la necesidad de luchar contra las direcciones reformistas. Por su parte, Wolf llevaba la consigna de pedir la “centralización de los partidos comunistas latinoamericanos” y la idea de realizar una Conferencia de éstos en México. A su vez, insistió en la necesidad de denunciar la importancia del imperialismo norteamericano, del dominio de los amarillos y anarquistas en el seno de las direcciones obreras latinoamericanas y la debilidad de la Internacional Sindical Roja en el continente. Sin combatir esas carencias no se podría desarrollar el peso que la clase trabajadora latinoamericana debería de jugar en el proceso revolucionario mundial.[45]
Todo indica que Blackwell conocía a algunos de los militantes comunistas guatemaltecos y centroamericanos, pues cuando se enteró de la invitación para que Max M. González fuese el delegado del PCG al III Congreso del PCM a inicios del mes de abril de 1925, opinó:
“…me entusiasma ver que el Partido Centroamericano hizo llegar un representante al Congreso, pero yo soy de la opinión personal que hubiera sido mejor mandar a otro en vez de Max. Max es bueno en algunas cosas. Es muy sincero y entusiasta, pero parece que no tiene empuje o iniciativa”.[46]
Asimismo, Blackwell era el contacto con el PCM a raíz de que llegaron las instrucciones de convertir el PCG en un partido comunista centroamericano, aprovechando no sólo la presencia de varios cuadros centroamericanos en las filas guatemaltecas, entre los que sobresalían los salvadoreños Agustín Farabundo Martí y Moisés Castro Morales, sino la necesidad de dar un salto cualitativo en la organización, volcando la actividad hacia el proletariado agrícola del enclave bananero en el istmo, especialmente el de Honduras, hacia donde partió a inicios del mes de mayo.
De esa forma, Blackwell se encontraba en Honduras cuando durante la celebración del 1 de mayo en la ciudad de Guatemala se hizo público el Manifiesto del Partido Comunista de Centro América, firmado por el Comité Central Ejecutivo, dirigido “A los Trabajadores, en el que se recordaba que hacía 38 años se había cometido el asesinato de los mártires de Chicago, por lo cual no debían permitir que los “obreros amarillos” desviasen el objetivo del Día del Trabajo, como venía sucediendo con las actividades desarrolladas por la Federación Obrera de Guatemala para la Protección Legal del Trabajo –FOG-, a cuyos integrantes se declaraba como “traidores a la causa Obrera y Campesina”, aunque algunas de sus agrupaciones, como el Sindicato de Carpinteros, el Sindicato de Zapateros y la Sociedad de la Cruzada Mutualista, no caían en la trampa de colaborar con su Comité Pro Día del Trabajo.
”El 1° de Mayo, lo repetimos una y mil veces, es un día de protesta. Los Obreros conscientes de su clase deben de declarar en este día de HUELGA GENERAL en Talleres, Fábricas, Campos y celebrar reuniones, mitines, manifestaciones para deliberar como clase y como miembros de la familia humana sobre la táctica que deben emplear para acabar con este sistema inocuo y sobre sus escombros edificar la República Comunista del Trabajo y, por lo pronto, organizarse bajo el Pabellón Rojo del Partido Comunista de Centro América y luchar hasta alcanzar el derecho de HUELGA, la libertad de imprenta, de asociación y la garantía de los hogares proletarios que son allanados tan brutalmente.”
Por último, recordaba que la Unión Soviética, por medio de los Consejos de Obreros, Soldados y Campesinos, estaba demostrando al mundo que solamente implantando la “Dictadura del Proletariado, podremos salir de nuestra condición actual”.[47]
Indudablemente, la tónica del Manifiesto causó la represión de la policía orellanista, la que buscaba a Agustín F. Martí por considerarlo uno de los responsables de la elaboración del mismo, el que según palabras de Blackwell “estaba caliente, que echaba chispas”. Entre los fundadores del PCCA se encontraban, además del dirigente salvadoreño, Julio Alberto del Pinal, Alfredo Toledo, Antonio Cumes, Francisco Castro, Manuel Castro, Antonio Abelar y Moisés Castro Morales, Adrián Bautista Manuel López, Manuel Marroquín B., Alberto Bobadilla, Nestor J. Juárez, Filadelfo Juárez, José Rosas, Bernardo Gaytán, Juan Luis Chigüichón, Luis Villagrán, Emilio Villagrán Manuel Izquierdo, Enrique Solares, Hermelindo García y Antonio Obando Sánchez.[48]
En una carta que Martí le envió a Blackwelll hacia el 28 de mayo, además de informarle que era perseguido, le señalaba que ciertos documentos le debían de haber llegado ya a Max M. González en México y no era así, por lo que le pedía averiguar su paradero.[49]
En otra carta, en su cargo de Secretario del Exterior del PCCA, Martí le advertía que ya habían sido remitidos los “Estatutos Para la Organización de Sindicatos Rojos de Campesinos” y que en la presente le adjuntaba la copia de los “Métodos de Organización y Propaganda Comunista en el campo” correspondientes a los emitidos en la Primera Conferencia Internacional Campesina, celebrada en Moscú el 23 de octubre de 1923 por medio de los cuales se indicaba que debían de tomarse en cuenta la sicología y la cultura campesina, la especificidades según los países, el grado de desarrollo capitalista, si se quería tener éxito.
Asimismo, Martí indicaba que las “Bases del Partido” llegarían en ese mismo correo en sobre separado, que seguía sin tener información del acuso de recibo de los documentos por González y que en el futuro Blackwell debería de escribir a un apartado postal a nombre de Manuel González, en la ciudad de Guatemala. Toda correspondencia debería de ser dirigida desde ese momento al Secretario del Interior del PCCA.[50]
Las “Bases del PCCA” implicaban el cumplimiento de 22 puntos programáticos, a saber:
1) Este era fundado en Guatemala y estaría constituido por obreros, campesinos y soldados;
2) Tendría 6 secciones, por cada uno de los países centroamericanos más Belice, dependiendo de un Comité Central Ejecutivo;
3) Lucharía por el establecimiento del Socialismo;
4) Esto se lograría por medio de la conquista del poder y la implantación de la dictadura del proletariado;
5) Apoyaría las actividades emancipadoras de otros grupos obreros;
6) Lucharía por su inscripción en la Tercera Internacional;
7) Adoptaba la bandera comunista;
8) Tendría como día festivo el 7 de Noviembre, aniversario de la revolución Bolchevique;
9) Realizaría propaganda y agitación de masas por medio de la prensa, mítines y círculos familiares, apoyando las luchas reivindicativas
10) Fundaría un periódico, El Comunista;
11) Estaría dirigido por un Comité Central Ejecutivo, pudiendo ser sus miembros electos en sesión plenaria;
12) Los Comités de partido de cada una de las 6 secciones debían de rendir informes mensuales;
13) Cada año se celebraría un Congreso general, en el que se discutirían las tesis presentadas por cada sección;
14) Cada afiliado se sujetaría a las bases;
15) Cada afiliado debería de pagar cuotas de inscripción y mensuales, de acuerdo al salario y al tipo de moneda en circulación;
16) El afiliado que contraviniese los principios del partido, sería expulsado;
17) También serían expulsados los afiliados que fundasen otras agrupaciones obreras a la sombra de partidos políticos distintos del PCCA;
18) Todos los afiliados tenían derecho a elegir y ser electos para cualquier cargo;
19) Todos los afiliados deberían de hacer comprender a las masas que el PCCA era la vanguardia del movimiento revolucionario;
20) La solicitud de membresía debía de estar apoyada por tres afiliados y presentar los datos biográficos y civiles del candidato;
21) Discutido su informe, el candidato debía de jurar en público su fidelidad y respeto al PCCA ;
22) Todo afiliado firmaría el “Libro de Adhesiones”.[51]
Como primeras conclusiones, quedaba claro que las bases no implicaban que el PCCA no se abocaba al principio de clandestinidad, a pesar de las circunstancias en que había nacido el PCG y ahora lo hacía el PCCA. De hecho, desde el inicio los comunistas guatemaltecos demostraron una casi inexistente concepción de estructura partidaria leninista y, según declaraba Luis Villagrán, el PCCA sólo conoció la organización celular hasta 1928, y eso a pesar de que no sería legalizado jamás.[52]
Esta afirmación, que es válida para la historia de todos los partidos comunistas centroamericanos en su primera etapa, es matizada por Miguel Mármol, quien explica que los organismos de base eran las denominadas “comisiones de base”, integradas por 8 a 20 personas, las que podían crecer sin límites. Si bien estaban supeditadas a la dirección nacional, tenían un fuerte grado de autonomía. Según Mármol, tal tipo de estructura existía no por un desconocimiento de los principios leninistas sobre el partido, sino debido al nivel político específico de las masas centroamericanas. El “comité local” se adaptaba mejor que la célula a las necesidades de un rápido crecimiento. [53]
La segunda conclusión es que el PCCA nacía al margen de una decisión directa del Comintern, como lo dejan ver sus propios estatutos, y por iniciativa del PCM. “La Internacional llegó tarde a América Latina y, especialmente a América Central”, se quejaría Villagrán durante la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, celebrada en Montevideo, Uruguay, en 1929. La IC había delegado al PCM la responsabilidad del istmo centroamericano, la cual parece haber sido cumplida con cierta ineptitud a juzgar por las críticas de los comunistas guatemaltecos. En 1924, el entonces PCG se había adherido a la III Internacional durante la celebración de su V Congreso, sin embargo, tal adhesión parece haber sido por tan sólo por escrito, pues el primer delegado centroamericano sólo concurrió a uno de sus congresos en 1928.[54]
Tercera, aparte de los guatemaltecos y los salvadoreños no parece haber habido en 1925 ninguna participación de militantes de los otros cuatro países del istmo. Según Miguel Mármol, no acudieron hondureños, pero el líder bananero Calixto Herrera había dado su acuerdo, lo mismo que Abarca en Nicaragua, ambos dirigentes de los pequeños círculos comunistas existentes en esos dos países. Por su parte, Villagrán asegura que el PCG envió una delegación a El Salvador para fundar la sección del PCCA correspondiente”.[55]
Cuarta conclusión, la membresía era fundamentalmente de artesanos y de algunos pocos estudiantes universitarios. Al respecto, medio siglo después el carpintero Antonio Obando Sánchez reflexionaba sobre el período de formación:
“Mediante la militancia del Partido logramos levantar muchos sindicatos en esta capital (ciudad de Guatemala). Hoy me pregunto ¿cuál fue el mayor error de nuestra campaña? Fue el no habernos apoyado más y más en las industrias básicas de la economía, tenía que ser débil nuestro movimiento, pero como digo, la base del partido era la artesanía, no pudimos penetrar en las masas azucareras, bananeras, cafetaleras, [el] transporte…
“Ese error iba tomando línea allá por el año de 1928-29-30, cuando comenzamos a organizar a los trabajadores básicos cafetaleros… [y] comenzamos a operar en las industrias como la del cemento…”[56]
La actividad de Roswell S. Blackwell en Honduras
Blackwell se había establecido en el Colegio Nacional de Agricultura de Honduras, con sede en Birichiche (cerca de Tela), y con el apoyo de su director, el mexicano Manuel García. De hecho, los informes que dirigía a México D. F. por correo, lo enviaba a María del Refugio García, probablemente una pariente de éste. En una carta dirigida en inglés desde allí a un “Dear Camarade”[57], con fecha 1 de junio de 1925, el comunista norteamericano acusaba recibo del correo del 16 de mayo con la copia de los “Estatutos” de la Liga Internacional Pro Luchadores Perseguidos, para cuya organización pensaba que no existían todavía las condiciones en Honduras. Pensaba permanecer diez días más, para luego dirigirse a Tela, donde examinaría el trabajo organizativo del compañero Posse (posiblemente un militante de un país anglófono caribeño trabajando en la UFCO), con posibilidades de haber establecido ya un grupo. Luego, iría a recorrer los campamentos más lejanos de la frutera y, finalmente, llegaría a Tegucigalpa. En esa ciudad como en La Ceiba tenía esperanzas organizativas.
Consideraba que, sin embargo, había condiciones para fundar la sección de la Liga Antiimperialista, por lo que pedía le enviaran los estatutos. Su opinión era de que las secciones locales de ésta debían de ser organizadas por el PCCA. Asimismo, acusaba haber recibido noticias de Martí desde Guatemala y pedía que la correspondencia se la dirigiesen a ese país, a la dirección de Moisés Castro Morales.[58]
Asimismo, adjuntaba un artículo suyo para El Libertador, órgano de la Liga Antiimperialista, sobre el papel del imperialismo norteamericano y de la UFCO, las condiciones de los trabajadores hondureños, el levantamiento del partido Liberal (Rojos) en contra del gobierno del Partido Nacional (Azules), encabezado por Miguel Paz Barahona, el papel de vanguardia obrera del PCCA y la pronta formación de la Liga Antiimperialista en este país. Pedía que no lo firmasen con su nombre.[59]
Ese mismo día escribió a su madre, dando la dirección del Colegio Nacional de Agricultura y acusando el giro certificado del tío Henry L. Thomas, y de varios recortes de periódicos.[60]
Todo indica que Blackwell ya estaba vigilado, pues ambas cartas figuran en el Memorando que recibió el Departamento de Estado luego de su captura días más tarde. Lawrence Dennis, Encargado de Negocios ad interim, informaba al Secretario de Estado, en Washington que, además de trasmitirle copias y facsímiles fotostáticas de ciertas cartas y documentos tomados a Blackwell, quien entendía era ciudadano norteamericano y agente comunista, pues traía consigo una gran cantidad de ejemplares de El Libertador, que le fueron confiscados.
Asimismo, le adjuntaba las cartas personales dirigidas a su madre y a Henry L. Thomas, quien tenía conocimiento de sus actividades comunistas en Centroamérica. Junto a éstas había un giro certificado para un banco de Tegucigalpa y una cantidad de recortes de periódicos. El funcionario norteamericano consideraba que el “contenido críptico de algunas de las cartas, podría ser un código”. También habría que corroborar la ayuda recibida por parte de Manuel García, director del Colegio de Agricultura.
En cuanto a la carta de Agustín F. Martí y los documentos del PCCA, consideraba que implicaban constituir una renuncia de lealtad a cualquier gobierno no-comunista y le habían sido proporcionados por el Administrador de la Compañía de Ferrocarriles de Tela, pues Blackwell los había estado circulando clandestinamente en Honduras.
Dennis se había enterado de las actividades de éste y de otro extranjero (Posse) en la Costa Norte el 1 de julio, haciéndole llegar la información al Presidente Paz Barahona y al general Tiburcio Carías. Por medio de telégrafo, éste último envió órdenes de conducirlos a Tegucigalpa y enjuiciarlos, por lo que le había asegurado al presidente hondureño que, a pesar de ser Blackwell ciudadano norteamericano, el gobierno norteamericano no protestaría por intentar derrocar el gobierno legalmente constituido y de establecer una dictadura comunista.
De hecho, con la cooperación del Cónsul norteamericano en La Ceiba, Waller, Blackwell había sido capturado en esa ciudad, después de que le permitieron abandonar Tela para conocer mejor sus contactos. Se reportaba que tenía una relación muy cercana con el congresista Mungía, originario de La Ceiba. Este era un organizador notorio de huelgas, pero se declaró no comunista al ser interrogado. Dennis, quien había viajado a esa población, se había negado a entrevistarse con el prisionero, aconsejándole por telegrama interno a Waller hacerlo después de que él hubiese partido.[61] Ya en Tegucigalpa, le pediría el Cónsul Shaw de hacerlo y de garantizarle la protección consular si se comprobaba que era ciudadano norteamericano. Existían leyes en Honduras para juzgarlo, aunque la Constitución vigente prohibía la violación de correspondencia privada, pero el hecho de que estuviese decretado el estado de sitio favorecía todo. El consideraba que sería mejor no dar publicidad al caso, pues ello implicaría un juicio público bajo la ley marcial. suspendidas las garantía Mientras tanto, esperaba instrucciones del Departamento de Estado.
Paralelamente, había hablado con Paz Barahona, los generales Carías y Martínez Funes y otras autoridades locales en Tela, La Ceiba y San Pedro Sula, de las cuales había recibido reacciones positivas en miras de preservar al país del mal de una revolución comunista y, por tanto, de lo positivo que sería deportar al Blackwell de manera inmediata a cuanto sospechoso hubiese de ser agente de propaganda comunista, pues existían condiciones para un brote revolucionario en la Costa Norte hondureña, como lo apreció durante su gira por la zona.
Sobre la personalidad de Blackwell, Dennis escribía que se reportaba que era “un joven de gran inteligencia, con un conocimiento del español excelente y de un gran compromiso por propagar enseñanzas comunistas, por estas razones lo considero particularmente peligroso”. Con lo cual, recomendaba deportarlo a Estados Unidos en un barco norteamericano para ser examinado por las autoridades del departamento de Justicia.[62]
Por los sellos que el expediente comporta, éste fue recibido sucesivamente por Index Bureau el 23 de julio; la Division of Latin American Affairs, el 30 de julio y el Esteran European Affairs, el 10 de agosto, y el Department of Justice, el 12 de agosto de ese año. Asimismo, el funcionario Morgan de la Divison of Latin American Affairs envió una nota el 5 de agosto a la División of Passport Control en la que le pedía verificar la ciudadanía de Blackwell y ver a qué países latinoamericanos había viajado, pidiéndole que le rehusara dar un pasaporte nuevo.[63] Por su parte, el golpe para el PCM fue tan fuerte, que a partir del mes de junio de 1925 hasta abril de 1926, es decir casi un año, El Machete y El Libertador no publicaron un solo artículo sobre Centroamérica. Sin embargo, en Centroamérica este impasse en la supervisión internacional del trabajo abrió el período del salto cualitativo en organizar el trabajo de los comunistas en el istmo.
La lucha contra el reformismo de la Panamerican Federation of Labor y la Confederación Regional Obrera de México: la fundación de la Federación Regional Obrera de Guatemala FROG
Desde octubre de 1924, en las páginas de El Machete, el PCM alertaba a los obreros centroamericanos sobre la actividad de la CROM y de su dirigente Luis Morones, quien hacía “maniobras para extender en C. A. las ramas de la nefasta doctrina de colaboración entre capital y trabajo”, como buen discípulo que era de Samuel Gompers, secretario general de la PAFL y salariado del presidente Obregón. Acusaciones que repitió en el mes de febrero de 1925. [64]
Los comunistas eran, pues un grupúsculo cuando en 1924 controlaban fundamentalmente el Sindicato de Carpinteros, “una agrupación que va encabezando el movimiento social” y tenían a Antonio Cumes entre los redactores de la Revista El Trabajo, editada por el gobierno de Orellana bajo la dirección de Emilio Narváez y con la participación de altos dirigentes de la Federación Obrera de Guatemala para la legalización del Trabajo FOG, como Francisco Ayerdi, Nicolás Reyes, Manuel R. Solís, Jorge A. García, Pedro García Manzo, etc.[65]
Sería Cumes quien, a finales del año de 1925, dirigió la huelga de 1,500 panaderos en los departamentos de Guatemala, Escuintla y Sacatepéquez, por medio de la cual se reclamaban mejores salarios, jornada de ocho horas y trabajo nocturno con salario doble. Esta huelga, que se inició a finales de año, se prolongó durante los meses de enero y febrero de 1926, debido a la negativa por parte de cinco propietarios de pagar mejor las horas nocturnas. Estos se dirigieron a la Dirección de Policía a denunciar a los que componían el comité ejecutivo de la huelga, quienes fueron encarcelados en la Penitenciaría Central.
Como varios miembros del Sindicato de Carpinteros estuvieron presentes en la sesión en que se acordó el paro general, inmediatamente fueron detenidos los carpinteros Narciso Grajeda y Gerardo Rivas. Además, como el PCCA había acordada una manifestación para el domingo 7 de febrero, la Policía se apresuró a detener a Cumes, Del Pinal y Ricardo Avelarde, con lo que se daba el golpe definitivo a la prolongada huelga de panaderos. [66]
La acumulación de fuerzas durante los años 1924-25 y la agitación obrera en torno a las reivindicaciones de los panificadores y de los carpinteros, les permitió a los comunistas guatemaltecos poner en pie la Federación Regional Obrera -FROG-de Guatemala, siguiendo el ejemplo de El Salvador, donde un año antes comunistas y anarquistas habían creado la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños.
Con la constitución de la FROG, lo que pretendían los comunistas guatemaltecos era contrarrestar la influencia de la FOG como central única. A su vez, en el plano centroamericano, lo que se pretendía era llegar a controlar los puestos directivos de la Confederación Obrera de Centro América COCA,[67] que había sido constituida en 1920 y gozaba del apoyo oficial a nivel regional. De hecho, a partir de 1926 miembros de la FROG y de la FRTS pertenecientes al PCAA llegaron a controlar el comité ejecutivo de la COCA, lo que les permitió a los comunistas tener una cierta influencia regional. El zapatero Nestor J. Jurárez era el comunista que actuaba como delegado guatemalteco en su directiva. La FROG reagrupó rápidamente varios sindicatos en Guatemala, llegando a contar con 2,000 miembros, según las cifras de que se dispone hasta ahora.[68]
Volviendo a la actividad política guatemalteca, las relaciones entre los comunistas y Orellana continuaron siendo nada buenas. El general-presidente no dejó de perseguirlos. Nuevamente el 6 junio de ese año de 1926, durante una reunión, algunos de los miembros del Comité Central del PCCA fueron encarcelados luego de ser delatados por Manuel Alvarado. Entre ellos se encontraban Julio A. Del Pinal, Adrián bautista, Max M. González, Félix Portillo, Víctor Manuel J. Portillo, Herlindo García y José Luis Soto. Nuevamente, desde México, la Liga Internacional Pro Luchadores Perseguidos inició una campaña en su favor, luego de que fueron condenados a penas de entre 5 y 10 años de reclusión.[69]
En octubre apareció en la ciudad de Guatemala también la primera formación anarcosindicalista guatemalteca, el Grupo Nueva Senda, dirigido por Manuel Bautista Grajeda, y que reunía a algunos de los anarquistas que fueron miembros de la FROG en sus inicios. [70]
Según Obando Sánchez, los comunistas hicieron girar su acción política en torno al descontento popular que producía la política “entreguista” del gobierno guatemalteco hacia los intereses norteamericanos. Además de los “affaires” de la Empresa Eléctrica y de la disolución de la Federación Centroamericana, Orellana endeudó al país con un empréstito leonino por valor de 5 millones de dólares contraído con la Banca Federal de los Estados Unidos. De esta forma, cuando éste manifestó a finales del año de 1926 su intención de reelegirse, los comunistas parace que sostuvieron a su rival, el general Jorge Ubico, quien en ese momento trataba de emular a los caudillos mexicanos Obregón y Calles, jugando con la idea de una reforma agraria y de moras sociales con fines puramente electorales.[71] Empero, un ataque cardíaco cortó la vida del general Orellana en septiembre de 1926, pasando a ser candidato oficial el general Lázaro Chacón, quien inmediatamente contó con el apoyo del recién constituido Partido Laboralista. A su frente se encontraban los líderes del ala derecha de lo que fue la Unificación Obrera, que para entonces se encontraban igualmente al mando de la FOG.
El general Chacón ganó las elecciones de diciembre de 1926. Lo que marcó el primer año de su gobierno fue una cierta tolerancia política, algo inusual en la historia de Guatemala. En materia de legislación laboral, desde el último año de Orellana al primero de Chacón, el Gobierno decretó la creación del Departamento Nacional del Trabajo, la Ley del Trabajo y la Ley Protectora de Empleados Particulares para el Comercio, la Industria y la Agricultura. A pesar de que no era del todo favorable a los trabajadores, dicha legislación laboral fue una respuesta a la presión que el surgimiento del movimiento obrero ejerció sobre el Estado guatemalteco. De esa forma, aún si los obreros guatemaltecos debían continuar luchando por la jornada de ocho horas especialmente en el campo, o por el derecho de la libre organización, parte de sus preocupaciones se desplazaron a la creación de un poder obrero.
Una vez más, el Sindicato de Panificadores estuvo a la cabeza de las reivindicaciones obreras. Por incumplimiento de los acuerdos alcanzados en 1926 sobre las jornadas diurna y nocturna, la huelga volvió a estallar entre los panificadores en septiembre de 1927. De inmediato, la FROG se solidarizó con el sindicato en un manifiesto publicado el 27 de ese mes, en el que afirmaba que el conflicto tenía su origen en la oposición de los propietarios a una reglamentación del trabajo en las panaderías.[72]
El año 1928 fue clave para el sindicalismo guatemalteco de este período. Su importancia en ese momento puede ser medida a partir de las cifras que se tienen sobre los obreros sindicalizados, aun si éstas deben ser utilizadas con mucha reserva.
Según el American Federationist, órgano de la American Federation of Labor, en 1927 el número estimado de trabajadores guatemaltecos organizados se elevaba a 8,000.
– 3,000 pertenecían a la FOG.
– 2,000 a la Confederación Obrera Occidental, afiliadas a la Pan American Federation of Labor.
– 3,000 restantes puede suponerse que pertenecían a centrales como la FROG o la Sociedad de Seguros de Vida de Obreros.[73]
En un artículo aparecido en La Correspondence Internationale, en 1929, de los 180,000 trabajadores con que contaba el país, se señala que 12,000 estaban sindicalizados, de la siguiente forma:
– 2,200 miembros en la FROG, con 13 sindicatos. Afiliada a la Internacional Sindical Roja desde 1928.
– 5,000 o más miembros a la FOG, según se desprende del artículo, adherida a la Federación Panamericana del Trabajo desde 1918.
– 2,950 miembros a la Sociedad de Seguros de Vida de Obreros, la principal de las organizaciones autónomas existentes.
– 1,000 miembros, aproximadamente, al Comité Pro-Acción Sindical. Adherido a la Asociación Internacional de Trabajadores desde 1928.[74]
El Censo Nacional de 1921 daba una población económicamente activa de 245,000, cifra que, según los expertos, fue inflada al menos en un 15 por 100 de la población trabajadora de Guatemala en esta década estaba sindicalizada o formaba parte de una mutualidad.[75]
La línea de “clase contra clase”: comunistas contra anarquistas
Como se ha visto, el cuadro sindical del Guatemala se vio ampliado con la fundación del Grupo Nueva Senda, primera organización anarquista, el que a inicios de 1928 pasó a conformar el Comité Pro-Acción Sindical CPAS. Este vino a captarle adeptos a la FROG. Por Obando Sánchez se sabe que ésta perdió 8 de sus 14 sindicatos, los cuales pasaron a integrar la central anarcosindicalista.[76] El 8 de enero de ese año apareció a luz el primer número del quincenario Orientación Sindical, como órgano del CPAS, la que aglutinaba en ese primer instante a sastres, albañiles, carpinteros y ebanistas.
Obando Sánchez afirma que la consigna de apoliticismo de los anarcosindicalistas hizo mella entre las filas obreras. La táctica usada por los miembros del CPAS fue de acusar a la FOG y a la FROG de compromiso con el Gobierno por sus relaciones con el Departamento Nacional del Trabajo y la Revista El Trabajo, al mismo tiempo que denunciaban la ineficacia de la COCA. Por su parte, los comunistas contraatacaban señalando que “todo aquel que bajo pretexto de “anarquismo” no admite nuestro objetivo de la Dictadura del Proletariado no es revolucionario, sino pequeño burgués…”[77] En ese momento histórico entraba en juego en Centroamérica una de las tesis del VI Congreso de la IC: la táctica de “clase contra clase”.
La celebración del Día del Trabajo fue una expresión del conflicto que se comenzaba a desarrollar entre las corrientes sindicales. Al desfile del 1º de Mayo de 1928 concurrieron más de 4,000 trabajadores según los organizadores. Las tres centrales obreras repartieron manifiestos con ataques mutuos. Al año siguiente, la manifestación dio como resultado un zafarrancho entre comunistas y anarquistas, que finalizó con el encarcelamiento de 70 trabajadores.
La importancia de este conflicto intra obrero puede ser evaluada por el acto de provocación que significó el estallido de una bomba en una panadería de la capital a mediados del año de 1928. La prensa liberal acusó inmediatamente al Sindicato de Panificadores de terrorista. Y la tónica de la respuesta obrera a semejantes acusaciones la dio un artículo aparecido en Orientación Sindical, en el que el periódico anarquista se preguntaba “qué razón tiene la prensa burguesa para atacar a las nuevas tendencias socialista, anarquista y bolchevique, puesto que jamás han llamado a la utilización de las bombas para resolver las luchas sindicales”.[78] Sin embargo, la política de represión en contra del Sindicato de Panificadores prosiguió, llegando hasta el arresto de dos de sus dirigentes, Fridolino Barrientos y José León Martínez, en mayo de 1929.[79]
El reconocimiento explícito de la IC
Aunque desde 1924 el PCG y, luego al año siguiente, el PCCA estaban incluidos entre los partidos de la IC, como lo atestiguan los periódicos La Correspondencia Internacional, El Machete y El Libertador entre 1924 y 1927, no será sino hasta el año de 1928 que se verificaría el inicio de verdaderos contactos con la III Internacional.[80] El punto de partida fue su VI Congreso, celebrado en Moscú del 17 de julio al 1º de septiembre. Como lo ha señalado Robert Paris, este congreso contribuyó de manera particular al descubrimiento de la América Latina por parte de la IC y para Centroamérica fue aún más importante, por que al mismo asistió como delegado norteamericano Manuel Gómez (Richard F. Phillips).[81]
A éste acudió Antonio Cumes, posiblemente en calidad de secretario general, pero quien llegó con retraso por negligencia en la comunicación de las fechas por parte del PCM, debiendo asistir fundamentalmente a las sesiones del Congreso Juvenil. De regreso a la región, Cumes recorrió todos los países del istmo centroamericano para informar sobre los resultados obtenidos por el congreso.
Una conclusión del mismo fue la constatación de la poca influencia real de la IC sobre el movimiento sindical latinoamericano, con lo cual debía reforzarse el trabajo organizativo e ideológico al interior de los partidos comunistas latinoamericanos, a pesar de que desde finales de 1921 el Secretariado Del Comité Ejecutivo de la IC contemplaba que América Latina estuviese bajo la responsabilidad de Jules Humbert Droz, quien además era responsable de Suiza, Italia, España, Portugal, Gran Bretaña, Irlanda, China, Japón y Corea.[82]
Para llevar a cabo tal empresa, en el VI Congreso se estableció una comisión de trabajo específica para América Latina, encabezada por Jules Humbert-Droz, pero también integrada por Mineff (Stepanov), Stirner (Woog) y el argentino Vittorio Codovilla, secretario de la IC para Latinoamérica. De sus deliberaciones surgió la idea de organizar en Montevideo una conferencia sindical a nivel continental, que estaría secundada por la primera reunión de todos los comunistas latinoamericanos, la que debía de celebrarse en Buenos Aires en junio de 1929.
Asimismo, entre los delegados al VI Congreso surgió una polémica en torno al papel del imperialismo norteamericano y el de la Internacional Comunista en Centroamérica. Rafael Carrillo del PCM consideraba que la tarea era la de transformar a las masas obreras y campesinas de América latina en una reserva de la “revolución proletaria”.[83] En la misma dirección apuntaba Manuel Gómez (Phillips), quien afirmaba que era fundamental destruir la base del imperialismo en el subcontinente, por lo que la tarea era la creación de un frente único antiimperialista en América Latina.[84]
En cuanto a la cuestión de Nicaragua, el delegado norteamericano Dunne, criticó el hecho de que el manifiesto publicado por el Partido Comunista de los Estados Unidos, traslucía un carácter social-demócrata pacifista, que en el fondo trataba de forma vana la intervención militar en ese país. La crítica iba dirigida a los delegados Wolfe y Lovenstone y estaba respaldada por Gómez, quien consideraba que dicha guerra era la expresión imperialista más álgida y debía de partirse del hecho de que la revolución mexicana no estaba finalizada. Precisamente, el delegado mexicano Contreras argüía que en el istmo centroamericano la cuesti+ón nacional estaba íntimamente ligada a un problema colonial, sobre todo cuando se tomaba en cuenta que 25 millones de indígenas formaban una masa explotada a la que no solamente había que ofrecerle un pedazo de tierra, sino el derecho a administrar y desarrollar sus propias culturas y, por ende, los comunistas debían de luchar para que dicho derecho les fuera reconocido.[85]
Según Antonio García de León, las conclusiones del IV Congreso fueron consideradas poco ortodoxas por Mineff, quien poco después se desplazó personalmente a México y Centroamérica. Así, en ese año de 1928, éste apareció en una finca cercana a Huehuetán, Chiapas, bajo el nombre de Pedro Moreno y como empleado de la Administración. Había venido desde Hamburgo y estaba acompañado de un chino cantonés, que se hacía pasar por vendedor ambulante. Ambos viajaban entre Chiapas y las otras regiones del istmo. Además del nombre de Moreno, Mineff se hacía nombrar Juan Groham Buscovich y tenía por misión desarrollar la actividad comunista en Centroamérica. A pesar de que su estancia fue corta, dejó huella profunda, pues coincidió con la instalación del Bloque Obrero-Campesino en México y el inicio del trabajo de organización del campesinado en El Salvador.
Cuando Mineff (bajo el pseudónimo de Moreno) fue arrestado en Retalhuleu, Guatemala, acusado de llevar propaganda, siendo expulsado hacia Alemania, fue el profesor Carlos Mayén quien tomó la dirección del Partido Comunista en Chiapas. Mayén había hecho sus estudios en Alemania y participado en 1923 en el célebre sublevamiento de Hamburgo y, más tarde, en el Secretariado Latino del Comintern, que tuvo como sede ese puerto hasta 1926.[86]
De esa forma, en Centroamérica, la cuestión agraria comenzó a tomar importancia en 1929, después de la constitución de la Confederación Sindical Latinoamericana en Montevideo y la celebración de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos Aires, de mayo y junio respectivamente. El V Congreso de la Federación de Trabajadores Salvadoreños marcó un giro en ese sentido. Convocado a mediados de julio bajo la consigna de un “congreso regional obrero y campesino”, éste reunió únicamente a trabajadores sindicalizados.
La convocatoria estaba firmada por el carpintero Luis Díaz, quien había sido el delegado salvadoreño a los dos congresos comunistas continentales. Según Mármol, los antecedentes de este trabajo organizativo entre los trabajos agrícolas partían de la experiencia de la Sociedad de Obreros, Campesinos y Pescadores de Ilopango, que luego los comunistas salvadoreños hicieron extensiva a la región, bajo la dirección de Modesto Ramírez, como lo explica en sus Memorias. Seguidamente, los cuadros de la FRTS comenzaron a operar en las fincas de café.
Las reivindicaciones económicas giraron en torno al aumento de salarios, la mejora de los ranchos e instalación de botiquines de primeros auxilios. Más tarde, las reivindicaciones se extendieron a la obtención de raciones de tortilla y de frijoles más abundantes, a la supresión de tiendas de raya y de fichas de pago en las fincas, a mejores tratos, etc.[87]
En Guatemala, Antonio Obando Sánchez también indica los años 1928-1929 como los que marcaron la línea de comenzar a “organizar a los trabajadores básicos cafetaleros, comenzando con los trabajadores de la firma Guirola [San Marcos], los trabajadores de San Antonio las Flores y otras fincas de trabajadores en general…” [88]
También surgieron inquietudes en Barberena, Jutiapa, Quetzaltenango, Totonicapán, Quiché y Escuintla, pero que no fueron “atendidas como era debido por la falta de cuadros”[89].
Los comunistas guatemaltecos y la cuestión indígena
En el año de 1927, el PCCA recibió desde México la invitación para asistir al V Congreso de PCM. El delegado guatemalteco fue nuevamente Max M.[elgar] González, quien visitó varias comunidades campesinas en las que se desarrollaba una acción en torno a la reforma agraria. Sobre la relación del movimiento obrero centroamericano antes de 1930 con los sindicatos mexicanos obreros y campesinos controlados por los comunistas, se sabe poco. Según Schlessinger, durante la huelga de ferrocarrileros de 1926-1927, dirigida por la Unión de Trabajadores Ferrocarrileros de México, cuyo máximo líder Hernán Laborde era miembro del PCM, la FROG realizó una campaña de solidaridad económica en su favor. Aún, a nivel de la COCA se hicieron gestiones para enviar fondos a los sindicalistas en huelga del vecino país.[90]
Así, en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana celebrada en Buenos Aires en el mes de junio, a la que asistieron como delegados guatemaltecos Luis Villagrán y Alfredo Toledo y como salvadoreños Luis Díaz y Serafín Martínez, Villagrán se mostró poco sensible al informe que José Carlos Miariátegui había hecho llegar, por medio de Hugo Pesce (Saco) y de Julio Portocarrero (Zamoral) intitulado “El problema de las razas en América Latina”. En su intervención se limitó a decir lo siguiente:
“En Guatemala existe un gran porcentaje de indígenas, que constituye el 75 por 100 de la población, y de los cuales el 70 por 100 es analfabeto. Conservan su régimen primitivo, su idioma, sus costumbres. En esta raza está arraigada la cuestión clerical, y eso lo deberemos tener en cuenta, pues los indígenas aportan a veces fuertes sumas de dinero a las organizaciones clericales. La acción de nuestro Partido no ha logrado todavía introducirse en aquellas regiones. En Guatemala, camaradas, tenemos también otros dos problemas raciales no menos importantes: el de los negros y el de los chinos. Este último, principalmente, no ha sido tenido en cuenta por los compañeros del Perú que dieron informe, a pesar de que, como he podido comprobar cuando pasé por dicho país, el problema es mayor que en Guatemala”.[91]
Humbert-Droz comentó con ironía:
“Opino, que, después de este debate [de la diversidad étnica en América Latina], para todos nuestros partidos se plantea claramente la cuestión: y si el VI Congreso de la Internacional Comunista no produjo una tesis sobre la cuestión de las razas, es porque, repito, los compañeros de la América Latina afirmaron la no existencia de ese problema”[92].
En mayo de ese mismo año de 1929, el dirigente anarquista Manuel Bautista Grajeda, secretario del CPAS, durante su participación en el Congreso de fundación de la Asociación Continental Americana de Trabajadores, celebrado en el mes de mayo en Buenos Aires, insistía en la necesidad de tomar en cuenta “el espíritu de rebeldía ingénita” que existía en las masas campesinas indígenas.[93]
En la práctica, los esfuerzos realizados por el PCG y por la FROG en esta dirección fueron inexistentes. La única explicación posible es la incomprensión del meollo político-social. Una visión desde la sociedad ladina, en la que el indio era ante todo una masa analfabeta incapaz de gobernarse por sí misma; un peso muerto en lo político y en lo cultural; una mano de obra gratuita.
El 28 de julio de 1930, 2,000 indígenas quichés atacaron la guarnición de Totonicapán para protestar contra la decisión gubernamental de revisar el catastro en busca de un aumento del impuesto territorial. En 1905 había habido levantamiento similar en el mismo departamento. Ambos fueron reprimidos violentamente. Las causas del acto desesperado de los quichés de Totonicapán estaban ligadas a los primeros efectos que la crisis económica mundial comenzaba a causar en Guatemala.[94] Sin embargo, este hecho no fue tomado en cuenta ni quedó grabado en la memoria colectiva de las organizaciones populares guatemaltecas.
De esa forma, en Guatemala no se dio la explosión organizativa que caracterizó al movimiento obrero y campesino salvadoreño entre 1929 y 1932. Las razones fueron de orden económico y social. Primeramente, si bien en Guatemala el café representaba el principal cultivo de exportación, este no alcanzaba la proporción de El Salvador. La existencia de banano, caña de azúcar y caucho le permitió resistir relativamente mejor a la contracción general provocada por la crisis económica mundial. Asimismo, el proceso de proletarización del campesinado era menos avanzado por el hecho de que la mano de obrar en torno a la producción cafetalera, esencialmente indígena, estaba ligada al minifundio existente en el occidente del país desde la reforma liberal de 1871. Es decir, que en Guatemala hubo una mayor capacidad de absorción por parte de la economía campesina de subsistencia, en la que buscaron refugio las masas rurales después de que los propietarios decidieron no cortar el café. A ello habría que agregar el peso que el sistema de trabajo forzado tenía en la realidad agraria guatemalteca.
Por otro lado, en este país la población urbana y semiurbana era menos importante que en el Salvador. En Guatemala, la población rural representaba el 75% de los 2,500,000 habitantes que existían aproximadamente a finales de la década de los veinte. Los indígenas, que en 1921 eran 1,460,000, según los cálculos de la Secretaría de Fomento, representaban el 80% de la población rural y el 65% de la población total.
Ello implicaba desarrollar un trabajo entre las diferentes comunidades indígenas si se quería un movimiento de masas. Sin embargo, los obreros guatemaltecos, esencialmente ladinos (como la totalidad de los políticos), estaban lejos de comprender que una transformación de la sociedad no podía operarse sin las masas indígenas y sin tener comprensión de su especificad cultural dentro de la sociedad guatemalteca.
El otro frente de lucha: el antiimperialismo
Los comunistas centroamericanos al igual que los otros comunistas del continente, hicieron del antiimperialismo otro de sus frentes estratégicos. Para ello promocionaron la Liga Antiimperialista de las Américas y el Socorro Rojo Internacional, de los cuales se propusieron abrir sedes en cada uno de los países del istmo y habrían de jugar en Centroamérica un papel importante en la gesta de Augusto César Sandino contra la intervención norteamericana en Nicaragua. Gesta que no se abordará en estas páginas por falta de espacio y por estar ya tratada en muchísimos estudios históricos recientes.[95]
Luego de la captura de Blackwell en Honduras en junio de 1925, se hacía necesario volver a intentar tomar riendas en el asunto. Así, desde México llegaron a Guatemala, a inicios de 1926, los estudiantes peruanos Esteban Pavletich y Nicolás Terreros, y el cubano Julio Antonio Mella. Terreros y Mella, ambos comunistas, llegaban con la orden de fundar una sección de la Liga Atiimperialista en la capital guatemalteca, pero pronto fueron expulsados junto a Pavletich por la policía.[96] Juan Luis Chigüichón, recuerda que en ese mismo año también visitó el país Rafael Carrillo, en su calidad de secretario general del PCM, lo mismo que Dionisio Encina y Jorge Fernández Anaya.[97]
En el vecino El Salvador, en 1926 el gobierno de Alfonso Quiñónez Molina expulsó a su vez a Agustín F. Martí hacia Nicaragua, quien en ese momento fungía como secretario fundador de la sección salvadoreña de la Liga Antiimperialista, siendo encarcelado en Managua. Luego de ser liberado partió para México y New York. Para ese momento, el órgano de la Liga, El Libertador se correspondía públicamente en Guatemala con la Revista El Trabajo y Nuestro Diario, en Honduras con Acción Cívica y El Norte, y en Costa Rica, con Repertorio Americano. [98]
En Costa Rica, Manuel Chavarría, en compañía del abogado salvadoreño Moisés Castro Morales, trabajaban en el mes de septiembre de ese año en la ciudad de San José promoviendo a nombre de la Liga la idea de un Congreso Internacional Antiimperialista y Revolucionario, con el propósito de fundar una Liga Internacional Antiimperialista, que uniese en un mismo esfuerzo a la Unión Latinoamericana animada entre otros por Manuel Ugarte, la propia Liga y “casi” todas las organizaciones obreras del continente, así como “varias” federaciones estudiantiles y grupos de propaganda cultural.[99]
Seguidamente, a mediados de 1927 se fundó en El Salvador la revista El Grito de la Raza, a la cual El Libertador calificaba como “esencialmente antiimperialista”, y en Guatemala la Liga Antiimperialista organizó una manifestación como protesta de la ingerencia norteamericana en Nicaragua, la que fue dispersada violentamente por la policía.[100]
El 18 de marzo de 1928, a instancias del Liga Antiimperialista, el Socorro Rojo Internacional, la Liga Pro Luchadores y Perseguidos y otras organizaciones comunistas se fundó en México el Comité “Manos Fuera de Nicaragua”, dirigido por el abogado venezolano Gustavo Machado, con el propósito de:
“…colectar fondos para enviar medicamentos a Sandino y realizar una intensa agitación de propaganda para la independencia de Nicaragua y la soberanía de todos los países latinoamericanos sometidos”.[101]
A su vez, el Comité Continental de la Liga Antiimperialista lanzó un manifiesto, en mayo de 1928, en el que denunciaba las intenciones de los Estados Unidos de aislar al general Sandino y llamaba a los obreros hondureños y guatemaltecos a tomar las armas junto al patriota nicaragüense en contra del imperialismo yanqui.[102]
El año de 1929 no habría de ser bueno para los comunistas centroamericanos, en parte porque el gobierno de Plutarco Elías calles decidió perseguir al PCM y a sus organizaciones de masas como la Liga Antiimperialista y el Socorro Rojo Internacional. En marzo de 1930, el Comité Continental de la Liga Antiimperialista, que afirmaba iniciar sus “Seis meses de reorganización”, señalaba que el “ultimo gobierno libre de América” se había entregado al imperialismo y denunciaba cómo, al tiempo que el gobierno mexicano hacía “promesas gratuitas al general Sandino”, sus ataques se habían centrado contra los comunistas, llevando a prisión entre otros a Agustín F. Martí, Esteban Pavletich, junto a los líderes del PCM Valentín Campa, José Gallardo y Saturnino Ortega.[103]
Además, a la ya aludida expulsión de Mineff fuera de las fronteras guatemaltecas, el año de 1929 vio la deportación del salvadoreño Miguel Angel Vásquez hacia este país, donde pasó a hacerse cargo de la sección guatemalteca del Socorro Rojo Internacional, fundada ese año al igual que la salvadoreña. Ambas dependían del ISR, cuya sede continental se encontraba en Nueva York. A la cabeza de la misma se encontraba el cubano Jorge A. Vivó, quien había constituido el primer grupo comunista en Costa Rica.[104]
El peso imperialista del enclave bananero
La vida política de Centroamérica en ese momento se vio también marcada por el conflicto fronterizo de Guatemala con Honduras, el cual casi degeneró en una guerra. El territorio en disputa consistía en dos mil millas cuadradas entre el río Motagua y las montañas del Merendón, dos líneas fronterizas naturales entre ambos países. En el trasfondo del conflicto estaba la disputa que por este territorio libraban los enclaves bananeros de la United Fruit Co. y la Cuyamel Fruit Co. Además, también entraba en juego la coyuntura política hondureña, debido a la disputa del poder presidencial entre los generales Tortosa y Carías, así como el recrudecimiento del conflicto armado que oponía el Ejército Libertador de Sandino a las tropas de “marines”, en Nicaragua.
En enero de 1927, el Consejo Supremo de la COCA establecido en Tegucigalpa, tuvo que conocer la demanda de parte de la Federación Obrera Nicaragüense FON para separar de su cargo a los directivos nicaragüenses Apolonio Palacios y Leonardo Velásquez, acusados de apoyar abiertamente al gobierno de Emiliano Chamorro. En el mes de marzo, Consejo Supremo decidió expulsarlos junto a los dirigentes guatemaltecos Jorge A. Miranda y Andrés M. Morales bajo el cargo de “secundar las intrigas” de aquellos.[105]
A nivel obrero, la eventualidad de la guerra obligó a la COCA a trasladar su sede de Tegucigalpa a El Salvador, mientras recomendaba a la Federación Obrera Hondureña FOH, a la FOG y la FROG no pronunciarse sobre el asunto.[106] De hecho, los obreros guatemaltecos dieron su apoyo al presidente Chacón, sin que por ello se tomaran actividades beligerantes, debido al claro trasfondo imperialista de la disputa.
En cuanto a la prensa comunista, en las páginas de El Libertador, bajo la siglas J. H., el comunista Jacobo Hurwitz escribió el artículo intitulado “Guatemala y Honduras Presas del Imperialismo Yanqui”, en cuyas líneas afirmaba que Guatemala y Honduras eran igualmente víctimas del capitalismo y que su lucha era la de las compañías bananeras. Par él, la cuestión se planteaba en el hecho de que si el laudo internacional era favorable a Guatemala, quedarían anuladas las concesiones de Honduras a la Cuyamel, la cual perdería su salida al mar Caribe y entraría en vigor la concesión hecha por Guatemala a la United Fruit Co. De lo contrario, si el fallo fuese a favor de Honduras, la UFCO, se vería obligada a respetar las concesiones de la bananera rival, limitando sus actividades a la margen izquierda del río Motagua.[107]
Hurwitz también informaba que una delegación de obreros guatemaltecos había llegado a Honduras con el propósito de hacer ver a los trabajadores hondureños que el conflicto era un asunto en el seno del imperialismo y de los políticos profesionales. Empero, no todo era claro, pues el patriotismo rebosaba de un lado y el otro del río Motagua. Así, en Guatemala había sido fundada la Liga Patriótica de Defensa Nacional de Guatemala, de la cual hacía parte el profesor Ernesto Carrera, uno de los miembros de la Liga Antiimperialista.
Este dio una conferencia sobre el origen de las reclamaciones fronterizas entre ambos países, la cual fue publicada en las páginas de El Libertador y que concluía afirmando que el triunfo de las pretensiones hondureñas “perjudicarían incalculablemente” a Guatemala por la pérdida de sus puertos del Caribe. Ante tal afirmación, Hurwitz protestó con una carta abierta, acusándolo de estar “dominado por equívocos sentimientos patrioteros”. Embarazado, el periódico comunista tuvo que señalar que consideraba la conferencia de Carrera en “muchos puntos acertada”.[108] Al final, por laudo internacional de España, se le reconoció a Guatemala el derecho sobre el territorio en disputa.
En esa coyuntura parece haber sido fundado el Partido Comunista de Honduras. Víctor Meza considera que el PCH podría haber nacido en 1927, en torno a las luchas de los trabajadores de las plantaciones bananeras.[109] A mi juicio, tal fundación estuvo más próxima al año de 1929, cuando fue fundada la Federación Sindical Hondureña FSH durante el primer Congreso Obrero-Campesino realizado en Tela, el 1 de mayo. Esta central habría de liderar la organización de los obreros y sus huelgas en el enclave entre ese año y el de 1932.
Calix Herrera argumentaba que se buscaba una nueva estructura organizativa para el movimiento sindical a partir de la unidad de los trabajadores como clase, consciente de su destino histórico, tal y como lo reclamaban las instrucciones de la Internacional Sindical Roja a sus filiales en América Latina. [110]
En julio y septiembre de 1929, los dirigentes de la FSH denunciaron la campaña represiva lanzada por las compañías bananeras en contra de sus afiliados (como en 1925), siendo capturados el 25 de agosto en el puerto de Tela, su máximo dirigente Manuel Cálix Herrera, junto a seis compañeros, quienes fueron acusados de atentar contra el vice-cónsul de los Estados Unidos. Otros miembros de la federación habían sido capturados en San Pedro Sula durante una manifestación que exigía una jornada laboral de 8 horas.
El parteaguas del IV Congreso de la Internacional Comunista
Inmediatamente después de la realización del IV Congreso de la IC, con el propósito de lograr un mejor funcionamiento en el área, se fundó en México el Secretariado (o Buró) del Caribe, durante el mes de noviembre de 1928. En un informe del mismo para el Pleno del Comité Ejecutivo del Socorro Rojo de marzo de 1931, se señala que no fue hasta mediados de julio del año de 1929 que se empezó a trabajar duro en agitación, propaganda y organización en el resto de los países del Caribe. Así, las sedes de Guatemala y Honduras comenzaron a operar en agosto de ese año, y la de El Salvador lo hizo en el mes de noviembre. Luego, al año siguiente fueron abiertas las puertas de las sedes de Honduras y Costa Rica, durante el mes de diciembre.
Sin embargo, mientras que en Costa Rica para inicios de 1931 se estaba aún en los trámites legales, en El Salvador el Socorro Rojo era un éxito total. Luego, en Honduras la organización era aun embrionaria y, en Guatemala, las actividades eran insuficientes. Además, tan sólo las secciones salvadoreña y hondureña tenían los estatutos impresos. La mayor parte de la acción estaba encaminada a prestar ayuda a los familiares de los presos políticos y sindicales, pero dejaba mucho que desear el trabajo organizativo en los respectivos movimientos obreros.[111]
A raíz del cierre de espacios políticos para los comunistas en México, la sede del Buró del Caribe fue trasladada a la ciudad de New York, posiblemente poco antes o después de la Conferencia de Partidos Comunistas latinoamericanos en Buenos Aires. El venezolano Ricardo Martínez habría de jugar un papel en su comité ejecutivo, junto a los norteamericanos Alexander Bitelman y Earl Browder.[112]
A inicios del año de 1930, Agustín F. Martí llegó expulsado de México a Guatemala, donde había residido después de estar en Nicaragua al lado de Augusto César Sandino, con quien había roto relaciones en el curso del 1928. Allí se entrevistó con Vásquez, el líder campesino Jorge Fernández Anaya y los dirigentes comunistas guatemaltecos para conocer mejor la situación de El Salvador. Luego, clandestinamente entró a su país durante el curso del mes de marzo con el propósito de hacerse responsable de la sección del SRI. Por su parte, Modesto Ramírez y Miguel Mármol viajaron a la celebración del V Congreso de la Internacional Sindical Roja, que tuvo lugar en Moscú. La delegación guatemalteca estaba compuesta por Antonio Obando Sánchez y Juan Luis Chigüichon, quien era el Secretario de la Juventud del PCCA. La invitación les había llegado por medio del venezolano Ricardo Martínez, quien como dirigente del Buró del Caribe visitó los países centroamericanos portando las instrucciones necesarias.[113]
La motivación a participar en el V Congreso de la ISR había llegado a manos de los sindicalistas centroamericanos por intermedio de Fernández Anaya. Éste era miembro del PCM y había organizado la Unión de Trabajadores Agrícolas Aztecas, antes de partir hacia El Salvador durante la primavera de 1930 para trabajar entre obreros agrícolas de la zona occidental. De rasgos indígenas y de habla nahuatl, Fernández Anaya pudo transitar sin dificultad entre la población pipil de la región, más tarde epicentro de la rebelión campesina de 1932.[114] El 1 de mayo había sido fundado el Partido Comunista de El Salvador PCS. De esa forma, con la existencia ya de los partidos comunistas en cuatro de los países centroamericanos (Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Honduras), quedaba definitivamente enterrado el PCCA.
Pocos meses más tarde, a su regreso de Moscú, Ramírez y Mármol, junto a Obando Sánchez y Chigüichón, entraron a Centroamérica por Guatemala. Los dos delegados permanecieron en este país un mes. Por su parte, Nestor J. Juárez fue deportado a Honduras, donde pasó a militar en la Federación Obrera Hondureña y en la sección local del Socorro Rojo Internacional. Con anterioridad, Del Pinal había viajado a ese país para entrar en contacto con Juan Pablo Wainright, uno de los principales líderes comunistas hondureños. Capturado a raíz de un movimiento de huelga en las plantaciones bananeras, Juárez fue expulsado hacia la ciudad de León, Nicaragua, donde entró en contacto con los miembros del Obrerismo Organizado. Las autoridades nicaragüenses no tardaron en deportarlo hacia el puerto de La Unión, El Salvador. Ya en el mes de febrero de ese año de 1930, Luis Villagrán había sido expulsado también hacia territorio salvadoreño.[115]
Hacia la confrontación con el Estado
Ya desde 1929, en Guatemala había una respuesta popular al deterioro económico de la vida debido a la crisis mundial. Los muelleros (estibadores) de Puerto Barrios habían declarado la huelga, aparentemente dirigida por cuadros de la FROG, la que finalizó con el encarcelamiento de doce de sus dirigentes. Según la prensa comunista, el paro fue en parte desarticulado por la labor conciliadora de los representantes de la FOG durante el conflicto. El 12 de septiembre de 1929, el general Chacón suspendió las garantías constitucionales como una medida destinada a frenar la agitación que se iba extendiendo a todo el país.
Para calmar la situación, el Gobierno decidió hacer un préstamo de 2,500,000.00 dólares a la compañía sueca Svenka Tansticks Antiebologet a cambio de una concesión de monopolio en la fabricación de fósforos, pero cuando se empezaron a hacer los avalúos de las garantías, la cosecha de café se encontraba ya por los suelos. Ante este fracaso, el Gobierno decidió al reajuste del presupuesto y el recorte de los gasto. Ya antes del mes de agosto de 1930 era imposible pagar a los maestros y a los demás empleados públicos. Frente a la puerta de la Tesorería Nacional se veían a diario columnas de funcionarios en espera de sus sueldos atrasados.
Precisamente, el 12 de ese mes, el gobierno emitió un decreto por medio del cual prohibía “toda reunión, propaganda o manifestación de tendencia comunista” y ordenaba la emisión de cualquier periódico o impreso que contuviese propaganda comunista bajo pena de cárcel. Asimismo, daba instrucciones a la Dirección General de Policía para que detectase y detuviese a extranjeros que estuviesen realizando propaganda o actividades comunistas. Las razones dadas apuntaban a que “algunos individuos, con el pretexto del mejoramiento de la clase obrera, hacen activa propaganda comunista para reparto de tierras, irrespeto de la propiedad y de otros derechos”, habiendo llegado a ejecutar actos de violencia, ostentar emblemas y banderas y pronunciar discursos subversivos.[116]
El general Chacón no llego a ver el final de su mandato presidencial. El 10 de diciembre de ese año cayó enfermo de un ataque cerebral. Inmediatamente, Guatemala entró en una crisis política, de la cual salió victorioso el general Jorge Ubico, con apoyo del embajador norteamericano Whitehouse. Ubico era el hombre ideal para el Departamento de Estado, tanto por su pro norteamericanismo como por su fama de excelente administrador y hombre fuerte. Como candidato único, el futuro dictador de Guatemala triunfó clamorosamente en las elecciones de febrero de 1931.
El movimiento obrero se dio pronto cuenta de que Ubico estaba dispuesto a destruirlo. El sitio del primer enfrentamiento tuvo lugar en la capital durante la huelga de los obreros de la fábrica “Cementos Novella”. Los altos hornos habían sido apagados por órdenes del Comité de huelga, integrado por Antonio Avelar, Julio Cristales, Vitalino López y Antonio Obando Sánchez, miembros de la FROG. Apresados en el momento en que discutían con los empresarios sobre las reivindicaciones obreras, sólo fueron puestos en libertad tres meses más tarde, el 1º de mayo. Ubico había accedido a dejarlos libres si el desfile conmemorativo del Día de Trabajo se limitaba a las condiciones impuestas por la policía. Los dirigentes de la FROG fueron entregados a los directivos de la FOG, que habían actuado como intermediarios en el proceso judicial.[117]
Luego de los acontecimientos de “Cementos Novella”, Ubico hizo encarcelar a varios campesinos del municipio de San Antonio las Flores que, después de haberse presentado en las sedes sindicales, se habían lanzado a la huelga como protesta por la situación laboral imperante en el campo guatemalteco con el desplome de los precios mundiales del café. Según Obando Sánchez, éstos habían acudido a la FROG para que les ayudase a hacer las gestiones en juzgados y ministerios.
Por su parte, el PCG parece haberse orientado hacia una actividad semiclandestina. Por medio de mimeógrafos imprimía manifiestos desde Quetzaltenango y la capital, que sus militantes deslizaban durante la noche bajo puertas de las casas. En ellos, atacaba la decisión gubernamental de implantar la cédula de vecindad obligatoria como medida de control de la población. Además, acusaba a las autoridades de mantener prisioneros a 23 campesinos y obreros en el cuartel de Matamoros. Asimismo, denunciaba la explotación que sufrían los trabajadores del campo por parte de terratenientes, como la familia Herrera, dueños del ingenio “Pantaleón”, y los obreros por parte de industriales, como la familia Castillo, propietaria de la “Cervecería Centroamericana”. Por último, explicaban los sucesos en torno a la radicalización campesina en El Salvador y llamaban a los trabajadores a derrocar al Gobierno para sustituirlo por el de la “colectividad obrero-campesina”.
A su vez, las reuniones del Comité Central del PCG se realizaban en el Cementerio General de la ciudad de Guatemala, aprovechando la discreción y multitud de los entierros, lo que permitía a sus miembros pasar inadvertidos, dada su extracción popular.[118]
Ubicó decidió actuar rápidamente, antes de que la agitación obrera tomara las proporciones de El Salvador. A finales del mes de noviembre de 1931 desencadenó una ola de arrestos contra los integrantes de la FROG y del CPAS. Ésta tuvo éxito debido a la debilidad y al trabajo disperso de las dos centrales. Ambas se habían venido enfrentando entre sí en los tres últimos años y se encontraban marginadas de las organizaciones obreras de tendencia reformista.
De esa forma, a mediados del mes de enero de 1932, la prensa comenzó a dar información sobre el desmantelamiento de un “complot comunista”, que debía tener lugar el 1º del año y del que Ubico sería la primera víctima. El 26 de diciembre del año 1931, en Quetzaltenango, habían sido capturados el barbero Ismael Coyoy, Pedro Choz, Ricardo Valle Barillas y doce personas más, acusadas de pertenecer al PCG. Este golpe condujo a la captura de otros militantes comunistas en la ciudad de Guatemala, el día 30 de diciembre. Entre ellos se encontraba Tomás Choz, encargado de las comunicaciones entre la capital y Quetzaltenango.
Para este operativo, el Gobierno hizo llegar tropas del interior del país y acordonó la capital. Los barrios populares fueron allanados y cayeron varias casas ligadas al PCG, en las que se encontró propaganda y una lista de sus adherentes. El 4 de enero fueron capturados algunos de los principales dirigentes comunistas: Julio del Pinal, Juan Luis Chigüichón, Antonio Cumes y Miguel Angel Vásquez, así como el principal líder anarcosindicalista, Manuel Bautista Grajeda. El día 12 fue capturado Juan Pablo Wainwright, en la estación central del ferrocarril. El líder comunista hondureño se hacía pasar como agente viajero de grandes casas comerciales. Luego, el 17 de enero fue capturado Luis Villagrán, quien se había refugiado en una casucha situada en el fondo de uno de los barrancos que circundaban la ciudad de Guatemala.[119]
En esa situación, todo parece indicar que, a partir de la captura de los otros miembros del Comité Central Ejecutivo, Antonio Obando Sánchez asumió la dirección la que ya había ocupado entre 1930 y 1931 ayudado por el secretario general de la Juventud Comunista de ese momento, Bernardo Gaytán. Obando Sánchez hizo circular un manifiesto en el que pedía la liberación de todos los sindicalistas presos. Pero él mismo fue capturado a finales del mes de enero.[120]
A principios de febrero el Gobierno dio inicio al proceso contra el PCG. La fiscalía militar señaló que “bajo influjo, dirección y apoyo económico del Soviet ruso”, sus propósitos eran “lograr por todos los medios establecidos la creación de una República Soviética en Guatemala y Centroamérica, gobernada por obreros y campesinos”. El fiscal pidió por ello la pena de muerte para Julio del Pinal, ebanista, secretario general; Antonio Cumes, zapatero; José Luis Chigüichón, panadero; Rafael Güil; José León Castillo Meza, albañil; Pablo Delgado López (o Ligorría López), carpintero; Juan Pablo Wainwright (alias Nicolás Guerra), miembro del Partido Comunista de Honduras; Miguel Angel Vásquez, abogado, miembro del Partido Comunista de El Salvador y encargado de la sección guatemalteca del SRI. La sentencia fue dictada el 9 de febrero y confirmada por la corte marcial el 14 del mismo mes.[121]
Por su parte, Manuel Bautista Grajeda fue dejado en libertad después que sus defensores lograron convencer al tribunal militar de que a un anarcosindicalista no se le podía juzgar a partir de las acusaciones hechas a los comunistas. Más tarde, Bautista Grajeda terminaría por cumplir ocho años de cárcel acusado de promover un comité pro-prisioneros políticos. Según los partes policíacos, el 30 de enero había 170 detenidos. El 5 de febrero la cifra era ya de 206. Obando Sánchez da la cifra de 400. Según testimonio de Del Pinal, los afiliados del PCG en ese momento sólo llegaban a 250, en todo el país.[122]
Ubico conmutó la pena de muerte por quince años de prisión a nueve de los acusados. Solamente Juan Pablo Wainwright fue fusilado el 18 de febrero a las 4 de la tarde en la Penitenciaría Central. Wainwright se había permitido escupir al dictador cuando éste en persona lo interrogaba. Esa misma noche trató de suicidarse cortándose las venas. El líder comunista hondureño moriría gritando: “¡Viva la Internacional! ¡Viva la clase obrera!”.[123]
Por su lado, el Gobierno organizó una gran manifestación anticomunista para el domingo 14 de febrero. En ésta se destacó la participación del Partido Liberal Progresista en el gobierno, del Partido Fascista de Guatemala recientemente constituido por guatemaltecos de origen italiano y de la Sociedad israelita “Maguen David”. A la cabeza de tal desfile iban los miembros de la Asamblea Legislativa y el Cuerpo diplomático, que también estuvo presente. La manifestación reunió a 10,000 personas y se terminó con un Té Deum en la catedral en presencia del arzobispo Luis Durou Sure. [124]
Todo esta parafernalia en torno al proceso contra el PCG adquirió una gran importancia ideológica en la historia posterior de Guatemala. Fue el inicio del anticomunismo esgrimido por la derecha guatemalteca y por las autoridades eclesiásticas desde el triunfo de la revolución de Octubre de 1944 y sobre todo en 1954, cuando el arzobispo Mariano Rossell y Arellano se declaró abanderado del anticomunismo y sostuvo la invasión encabezada por Castillo Armas y el Departamento de Estado en contra del régimen de Jacobo Arbenz. Rossell y Arellano, en 1932, era adjunto de monseñor Durou Sure.
Los comunistas guatemaltecos y la insurrección de 1932 en El Salvador
Un elemento a considerar es la importancia que tuvo la caída del aparato del PCG en los acontecimientos insurreccionales de El Salvador en enero de 1932. Nuevos estudios, como los de Eric Ching y Héctor Pérez Brignoli,[125] con el apoyo de los documentos del KOMINTERN relativos a El Salvador, demuestran la relatividad de la afirmación histórica de que el PCS organizó y dirigió la rebelión campesina. Queda claro que los comunistas salvadoreños sufrían de deficiencias organizativas y políticas que les impidieron conducir un acontecimiento de tal envergadura.
Las disputas internas, la falta de dinero, el fenómeno de las relaciones interétnicas entre indígenas y ladinos complicaron la tarea y cuando las masas campesinas del occidente del país se inclinaron por la insurrección atenazada por la crisis económica surgida en 1929, las divisiones en el seno del PCS se complicaron. Sus líderes sabían que carecían de experiencia y de armamento adecuado parea enfrentar al Ejército, pero a pesar de ello el 10 de enero de 1932, solamente diez días antes del estallido insurreccional, los que estaban a favor de apoyarlo tuvieron mayoría en el Comité Central. Así, el PCS ingresó a la acción revolucionaria: dividido, sin claridad de conducción, sin preparación militar. La insurrección sería más una suma de tumultos locales que una revolución generalizada.
En las acusaciones del fiscal militar guatemalteco se dice que había una estrecha relación entre los preparativos insurreccionales salvadoreños y la actividad de los comunistas guatemaltecos. De las supuestas confesiones de los detenidos se desprende que Wainwright mantenía contactos con el Buró del Caribe y que conocía a Agustín Farabundo Martí y mantenía relaciones con él en El Salvador. Había entrado a Guatemala en agosto de 1931, después de escaparse del fuerte de Omoa, donde se encontraba encarcelado acusado de ser un agitador en las plantaciones bananeras de la costa atlántica de Honduras. Supuestamente, Wainwright había reconocido estar desde tiempo atrás en contacto con Del Pinal, a quien conoció en San Pedro Sula a finales de los veinte. La propia Gaceta, donde se publicaron los documentos sobre el proceso, deja entrever que estaba al tanto de los sucesos insurreccionales de El Salvador.
Por Mármol se sabe ahora que Wainwright había venido a El Salvador para estar al tanto del resultado de las elecciones en las que los comunistas salvadoreños participaron a nivel de alcaldes y diputados, entre el 3 y el 12 de enero, en las que los comunistas salvadoreños participaron a nivel de alcaldes y diputados. Se puede suponer, además, que Wainwright se entrevistó con Agustín Farabundo Martí o con un alto dirigente del PCS y que estaba al tanto de la insurrección, pues según Mármol, ésta había sido decidida por el Comité Central en la noche del 7 al 8 de enero, aunque Ching fija la fecha del 10 de enero.[126]
Sólo hasta el 15 de enero dio a conocer la prensa guatemalteca la captura de Wainswright (quien había sido capturado el día 12) y de un gran numero de los dirigentes del PCG. Esto significaba que Ubico había destruido las esperanzas de poder recibir una ayuda desde Guatemala y que el principal cuadro comunista centroamericano ligado a Martí, había sido capturado antes de que la insurrección se iniciase. Obando Sánchez niega que hubiera habido una relación entre los acontecimientos en cada país. Sin embargo, si se ponen en orden cronológico los hechos, se puede dilucidar la coincidencia entre la destrucción del aparato del PCG y la insurrección comunista salvadoreña. En semejante coyuntura política, a Guatemala le correspondía jugar el papel de retaguardia.
Asimismo, vale la pena señalar el reproche que Mármol hace cuando afirma que lo que había precipitado la represión ubiquista contra el PCG fue la circulación de los manifiestos demasiado radicales, escritos por Wainwright.[127] Como se ha visto, el golpe dado al PCG tuvo proporciones catastróficas. Aparte de los principales acusados, habían caído presos Néstor J. Juárez, Max Melgar González y cuadros secundarios, como Pedro Chigüichón, Lázaro Paredes, etc. Sólo el secretario general de la Juventud Comunista, Bernardo Gaytán, mecánico de oficio, logró mantenerse en la clandestinidad.[128]
Ubico creó, así, el clima que le permitió desarticular una a una las organizaciones sindicales del país. Además de la FROG y el CPAS, el 4 de abril, por acuerdo de Gobierno, dejó de funcionar la FOG, que hasta entonces había gozado de la protección oficial. Ubico consideraba que no era conveniente la existencia de organizaciones con personalidad reconocida por el régimen, pues les daba la oportunidad de intervenir en asuntos que eran de exclusiva competencia estatal. Entre el 21 y el 31 de febrero de 1933, el Gobierno canceló la personalidad jurídica de la Confederación de Asociaciones Agrícolas de la Sociedad Cooperativa de Ahorros Obreros y de la Sociedad del Seguro del Gremio Obrero. El 3 de junio de 1934, el Departamento Nacional de Trabajo fue anexado a la Dirección General de la Policía. El general Ubico habría de gobernar hasta junio de 1944, cuando fue derrocado por el movimiento popular que dio inicio a los diez años de vida democrática que marcaron el destino de Guatemala en el siglo XX.
Notas:
[1] Diario de Centroamérica (D.C.A.), Año XL No. 11,145, Guatemala 27 de abril de 1920.
[2] Arévalo Martínez, Rafael. Ecce Perícles. San José: EDUCA, Tomo II, pp. 324-329.
[3] D.C.A., Año XL, No. 11.148. Guatemala, 30 de abril de 1920. A pesar de no contarse con datos precisos, Chamorro podría encontrarse entre los estudiantes y obreros fundadores de la Unificación Obrera Socialista, de la cual saldría el grupo que fundó el Partido Comunista de Guatemala en abril de 1923.
[4] D.C.A., Año XL, No. 11,221. Guatemala, 28 de julio de 1920.
[5] D.C.A., Año XL, Nos.11, 171 y 11, 295. Guatemala, 28 de mayo y 25 de octubre de 1920.
[6] D.C.A., Año XLI, No. 11,510. Guatemala, 16 de julio de 1921.
[7] D.C.A., Año XLI, No. 11,532. Guatemala, 10 de agosto de 1921.
[8] Taracena Arriola, Arturo. Les origines du mouvement ouvrier au Guatemala (1878-1932). Tesis de Doctorado. París: Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1982. Ver capítulo IV.
[9] Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista CEMOS. Informe al Tercer Congreso del Partido Comunista de México efectuado del 7 al 12 de Abril de corriente año, por el Delgado del Partido Comunista de C.A. Máx. M. González, 1925. p. 1.
[10] “Primera Conferencia Comunista Latinoamericana. El Movimiento Revolucionario Latinoamericano”. La Correspondencia Sudamericana. Buenos Aires, 1929. pp. 224-225.
[11] Obando Sánchez, Antonio. Apuntes para la historia del movimiento obrero de Guatemala” en Alero, 30. Guatemala, mayo-junio de 1977. p. 77.
[12]Alexander, Robert J. Communism in Latin America, Rutger University Press, 1957. p. 351.
[13] Obando Sánchez, Antonio. “Retazos… Pretéritos”. Guatemala, 1 de septiembre de 1952. Manuscrito.
[14] D.C.A. Año XLI, No. 11,447. Guatemala, 8 de junio de 1921.
[15] Idem.
[16] Información proporcionada por el profesor Robert Paris. EHESS.
[17] D.C.A. Año XLL, No. 11,414. Guatemala, 16 de mayo de 1921
[18] D.C.A. Año XL. No. 11,208. Guatemala, 6 de junio de 1920.
[19] Taracena Arriola, Arturo. “Miguel Ángel Asturias y la búsqueda del ‘alma nacional, guatemalteca. Itinerario político, 1920-1933” en Miguel Ángel Asturias. París 1924-1933. Periodismo y creación literaria. (Coordinación de Amos Segala). París-Madrid: UNESCO, 1988. (Colección Archivos, 1).
[20] D.C.A. Año XLL, No. 11,401. Guatemala, 5 de mayo de 1921.
[21] D.C.A. Año XLI, Nos. 11,507 y 11,509. Guatemala, 13 de julio y 15 de julio de 1921.
[22] Diario Latino. Año XXXII, No. 9,229. Guatemala, 10 de diciembre de 1921.
[23] Alexander, Robert J. “Communism in…”, pp. 351-352.
[24] Paco Ignacio Taibo II. Bolshevikis. Historia narrativa de los orígenes del comunismo en México (1919-1925). México: Joaquín Mortíz, 1986. pp. 108-126.
Sobre la fundación del PCM, véase también Carr, Barry. “Los orígenes del Partido Comunista Mexicano” en Nexos, 40. México, abril de 1981. pp. 37-47.
[25] El Demócrata, México, 28 de agosto de 1921.
[26] El Trabajador, No. 17. México, 4 de septiembre de 1921.
[27] Véase las notas 53, 64 y 65 de la Cuarta parte, pp. 350-351.
[28] Sobre la historiografía relativa a la III Internacional Comunista véase, Agosti, Aldo. “L´Historiopgraphie de la Troisieme Internationale” en Cahiers d´Histoire de l´Institut de Recherches Marxistes, 2 (36), Paris, 1980. pp. 7-59.
[29] Lazitch, Brenko. Biographical Dictionnary of te Comintern. Standford University California: Hoover Institution Press, 1973. pp. 446-447 y Kahan, Vilém. The Communist International, 1919-1943: The Personnel of its Highest Bodies. En International Review of Social History. Vol. XXI (2), 1976. pp. 151-185 y “A Contribution to the Identification of the Pseudonyms Used in the Minutes and Reports of the Communist Intertational” en International Review of Social History, XXIII, (2), 1978. pp. 177-192.
[30] Stirner, Alfred: “Aus Guatemala”. Internationale Presse-Korrespondenz, No. 216. Berlín, noviembre de 1922, p. 1,537. “Dans un coin perdu de l´Amérique Centrale: au Guatemala”, La Correspondence Internationale No. 88. Berlín, 18 de noviembre de 1922, p. 675.
[31] Obando Sánchez, “Retazos…”, p. 1 e Informe al Tercer Congreso del Partido Comunista de México…, 1925. p. 1.
[32] Informe al Tercer Congreso del Partido Comunista de México…, 1925. pp. 1-2.
[33] “Primera Conferencia Comunista Latinoamericana…”. p. 225.
[34] Informe al Tercer Congreso del Partido Comunista de México… p. 3. y Obando Sánchez. “Retazos…”, p. 2.
[35] Revista El Porvenir de los Obreros” en sus Bodas de Brillante. 1892-1967. Guatemala, 1967, pp. 13-16; Alvarado, Humberto. Apuntes para la historia del Partido Guatemalteco del Trabajo. Guatemala: Ediciones del P.G.T., 1975 (mecanografiado). p. 7. Obando Sánchez, Antonio. Memorias. La historia del movimiento obrero. Guatemala: Editorial Universitaria, 1978.
[36] Idem.
[37] Informe al Tercer Congreso del Partido Comunista de México… p. 4; Obando Sánchez. “Retazos…”, p. 2; Korsunsky, J. “El movimiento obrero en la América Central y la lucha contra el imperialismo” en La Correspondencia Sudamericana. Año I, No. 25, Buenos Aires, 15 de junio de 1927, páginas 29-30.
[38] Idem. y Barcárcel, José Luis: “La primera celebración del Día del Trabajo y las formaciones iniciales de la conciencia de la clase obrera guatemalteca”, en Cuadernos Americanos, Año XXXIX, Vol. CCXXX., No. 3. México, 1980, p.174.
[39] Alexander Robert. J. “Communism in…”, pp. 352-353.
[40] “El comunismo en Centroamérica. Se reorganiza el PCG” en El Machete, No. 31. México, 15 al 22 de febrero de 1925 y “Guatemala, C.A.” en El Machete, No 33. México, 5 al 12 de marzo de 1925; “La tortura de Alberto del Pinal” y Comunistas guatemaltecos luchan contra el imperialismo” en El Libertador, I/1. México, marzo de 1925.
[41] “Guatemala. Del Pinal liberado” en El Machete, No. 37. México, 18 de mayo de 1925 y “Del Pinal Libertado” en El Libertador, I/2. México, mayo de 1925.
[42] Centro de estudios del Movimiento Obrero y Socialista CEMOS. Informe al Tercer Congreso del Partido Comunista de México efectuado del 7 al 12 de Abril de corriente año, por el Delgado del Partido Comunista de C.A. Máx. M. González, 1925. p. 1.
[43] Agradezco al historiador Mario Posas, quien me proporcionó el expediente de documentos relativos a la captura de Blackwell en Honduras que se encuentren en los Archivos del Departamento de Estado, en la División of Passport Control, a partir de un Memorandum (2 informes y 5 anexos) realizado por el oficial Morgan, de la División of Latin-American Affairs, con fecha 5 de agosto de 1925 con base en los materiales recogidos por Lawrence Dennis, encargado interino de Negocios en Tegucigalpa, Honduras. El nombre de pila verdadero de Blackwell es Russell y no Roswell como indican los documentos, quien había nacido en 1904.
[44] “Carta de Blackwell a su madre, fechada en Birichiche, Honduras, el 1 de junio de 1925”. (Anexo 2). Es una carta manuscrita en papel membretado de la Liga Internacional pro Luchadores Perseguidos.
[45] Véase Paco Ignacio Taibo II. Bolshevikis… pp. 243-246.
[46] “Carta de Roswell S. Blackwell a María del Refugio García, México D. F., Birichiche, Honduras, 1 de junio de 1925” (Anexo 1). Es una carta enviada en papel membretado del Colegio Nacional de Agricultura.
[47] El Comité Central Ejecutivo del P.C. de C.A. Manifiesto del Partido Comunista de Centro-América. A los Trabajadores. Guatemala: Tipografía El Progreso, 1 de mayo de 1925 (Anexo 4).
[48] Obando Sánchez, Antonio Retazos…, p. 9.
[49] “Carta de Roswell S. Blackwell a María del Refugio García, México D.F., Birichiche, Honduras, 1 de junio de 1925” (Anexo1). Es una carta enviada en papel membretado del Colegio Nacional de Agricultura.
[50] “Carta de Agustín F. Martí a Rosalío S. Blackwell en Birichiche, Guatemala, [sin fecha]”, (Anexo3).
[51] “Bases del Partido Comunista de Centro América. Guatemala, mayo de 1925”, (Anexo 3).
[52] “Primera Conferencia Comunista Latinoamericana…”. p. 225.
[53] Roque Dalton. Miguel Mármol. San José: EDUCA, 1980. p. 158.
[54] “Primera Conferencia Comunista Latinoamericana…”. p. 225 y Obando Sánchez. Memorias… p. 51.
[55] “Entrevista con Miguel Mármol, Managua, 31 de abril de 1982” en Taracena Arriola, Arturo. Les origines du mouvement…, p. 426; “Primera Conferencia Comunista Latinoamericana….”, p. 225; Borin, I. Komunismum in Lateinamerika. Sttutgart: Verlag W. Kohlhansmer. 1971. p. 63; “Situación Económica de Guatemala”, en La Correspondencia Sudamericana. 2ª. Epoca, No. 12-14. Buenos Aires, mayo de 1929. pp. 59-60.
[56] Obando Sánchez, Antonio. Retazos…, p. 3.
[57] El destinatario podría ser el norteamericano Bertram D. Wolfe, miembro del Buró político del PCM, conocido como Juan Gómez.
[58] “Carta de Roswell S. Blackwell a María del Refugio García, México D. F., Birichiche, Honduras, 1 de junio de 1925” (Anexo 1).
[59] Este estaba firmado “El Corresponsal” y fechado en Tela, 1 de junio de 1925. (Anexo 1).
[60] Carta de Blackwell a su madre, fechada en Birichiche, Honduras, el 1 de junio de 1925”. (Anexo 2).
[61] “Telegrama de Dennis, Encargado de Negocios, al Cónsul en La Ceiba Waller, Tegucigalpa, Despatch No. 812, Enclosure No. 5”. (Anexo 5).
[62] “Carta (con 5 Anexos) de Lawrence Dennis, Encargado de Negocios ad interim al Secretario de Estado, Tegucigalpa, 14 de julio de 1925”.
[63] “Memorandum de Morgan, Divison of Latin American Affairs, 5 de agosto de 1925”. R.L.K. de este departamento le responde a Morgan que sus archivos no poseen ningún pasaporte de esa persona desde 1906. Blackwell salió libre y en 1927 estaba de nuevo en México, de donde fue expulsado el mismo año. En 1928 pasó a integrar el ala trotskista del PCM, enfrentándose a Rafael Carrillo, Davild Alfaro Siqueiros y otros dirigentes comunistas. Durante la guerra civil española fue brigadista, pero siendo miembro del Partido Obrero de Unificación Marxista POUM, el partido de los trotskistas españoles, peleó junto a los anarquistas en las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona. Herido, fue capturado por los comunistas, quienes lo redujeron a prisión. Pidió la intervención del pintor en su favor, quien se negó. Liberado por la presión internacional, salió hacia Francia y, luego, retornó a Estados Unidos, donde murió en 1967, luego de pasar a militar en las filas anarquistas desde 1949. Véase David Alfaro Sequeiros. Me llamaban el Coronelazo. Memorias. México: Biografías Gandesa, 1977. pp. 279-285.; Víctor Alba y Stephen Schwartz. Spanish Marxism versus Soviet Communism: A history of the POUM. Transaction Books, 1988 y Hugo Oehler. “Barricades in Barcelona” en Revolutionary Huistory, Volumen 1, No. 2 Summer 1988, pp. 23-29.
[64] “¡Trabajadores de C. A.! ¡Alerta del PCM a los obreros de C.A.!” y “El comunismo en C. A. Se reorganiza el PCG” en El Machete, Nos. 18 y 31, México, 23 al 30 de octubre de 1924 y 5 al 12 de febrero de 1925.
[65] “Sobre el movimiento obrero de Guatemala” en El Machete, No. 28. México, del 8 al 15 de enero de 1925.
[66] M.B.G. (Miguel Bautista Grajeda): “Desde Guatemala. El terror blanco en Guatemala” en Cultura Oberera, Vol. III. No. 183. Nueva York, 6 de mayo de 1926. p. 8; Korsunsky, J. “El movimiento obrero en la América Central…”, p. 30; Excelsior, No. 2,537. Guatemala, 19 de enero de 1926.
[67] Véase Taracena Arriola, Arturo. “La Confederación Obrera de Centroamérica (COCA), 1921-1928” en Anuario de Estudios Centroamericanos, 10. San José, 1984. Pp. 81{93.
[68] López Larrave, Mario. Breve historia del movimiento sindical de Guatemala. Guatemala: Editorial Universitaria, 1976. p. 16. Taracena Arriola. Arturo. Le Mouvement ouvrier…, pp. 240-241. “Situación Económica de Guatemala” e La Correspondencia Sudamericana. 2ª. Época, No. 12-14. Buenos Aires, mayo de 1929. pp 59-60; Schlessinger, Jorge. Revolución Comunista. ¿Guatemala en peligro?. Guatemala: Unión Litográfica, 1946. pp. 62-75.
[69] “Las persecuciones en C. A.” en El Machete, No. 50. México, 16 de septiembre de 1926.
[70] Cultura Obrera. Vol IV. New York, 6 de noviembre de 1926. Véase Taracena Arriola, Arturo. “Presencia anarquista en Guatemala entre 1920 y 1932” en Mesoamérica, No. 15. South Woodstock: CIRMA/Plumsock, junio de 1988. pp. 1-23.
[71] Martínez Nolasco, Gustavo. El Movimiento Armado de Diciembre de 1930. Guatemala: Tipografía nacional, 1931. p. 31.
[72] Véase, “Hoja” publicada el 26 de septiembre de 1927 por la Federación Regional de Trabajadores de Guatemala, nombre que adopta la FROG ese año, en Valenzuela, Gilberto. Bibliografía de Guatemala. 1901-1930. Tomo VVII. Guatemala: Tipografía Nacional, 1962 Guatemala. p. 446.
[73] Iglesias Santiago. “Pan-American Labor. The Birth of the Labor Movement in Latin American” en American Federationist, Vol. XXXIX, No. 10. Washington, octubre de 1927, p. 1209.
[74] “Le mouvement ouvrier au Guatemala” en La Correspondence Internationale, No. 19. Paris, 18 de septiembre de 1929, p. 1216.
[75] Taracena Arriola, Arturo. Les origines du mouvement ouvrier…, p 320 y ss.
[76] Obando Sánchez, Antonio. Memorias…
[77] Orientación Sindical, Año 1. No. 12. Guatemala, 15 de mayo de 1928.
[78] Orientación Sindical. Año I No. 13, Guatemala, 1 de junio de 1928.
[79] Recinos García, María Elena. El movimiento obrero en Guatemala, 1900-1954. Tesis de Licenciatura. Guatemala: Escuela de Historia, USAC, 1977. p. 61
[80] En este artículo no están incluidos los materiales existentes en los Archivos del Comité Ejecutivo del Comintern y que incluyen 10 expedientes para el período 1923-1932, tal y como lo han hecho notar Ching, Eric y Pakkasvirta, Jussi. “Latin American Materials in the Comintern Archive” en Latin American Research Review. 35, No. 1. 200. pp. 138-149.
[81] Paris, Robert. “La Terza Intertazionale e l´America Latina” en Movimiento Operaio e Socialista, XV, No. 4. Octubre-diciembre de 1969. pp. 311-334.
[82] Branco Lazitch. “La formation de la section des liaisons internationales du Komintern (OMS), 1921-1923” en Communisme, 4. París: PUF, 1983. pp.66-67.
[83] La Correspondence Internationale. No. 69, 26 de julio de 1928. p. 67. (Número especial X).
[84] La Correspondence Internationale. No. 83, 16 de agosto de 1928. p. 1282. (Número especial XXVIII).
[85] La Correspondence Internationale. No. 83, 16 de agosto de 1928. pp. 1133, 1282-1283 y 1419. (Número especial X).
[86] García de León, Antonio. Du millenarisme au mouvement ouvrier. Chiapas et la Révolution Méxicaine. Tesis de 3er. Ciclo. Universidad París I, 1981. pp. 411-417.
[87] Dalton, Roque. Miguel Mármol, p. 150 y ss.
[88] Obando Sánchez, Antonio. Retazos…, p. 3.
[89] Obando Sánchez, Antonio. Apuntes…, p. 78.
[90] Schlessinger, Jorge. Revolución comunista…, pp. 66-69.
[91] Primera Conferencia Comunista Latinoamericana. El movimiento…, pp. 308-309.
[92] Ibid.p. 311.
[93] Asociación Continental Americana de Trabajadores. Congreso Constituyente de la ACAT. (No.1). Buenos Aires, 1930. p. 29. Véase, Taracena Arriola, Arturo. “Presencia anarquista en Guatemala entre 1920 y 1932”…, pp. 1-23.
[94] “Rapport de l´Ambassadeur George Lecomte au Ministre des Affaires Étrangères, daté au Guatemala le 11 juillet 1930” en Sous-Série Centre Amérique. Affaires Intérieures, 1927-1933. Vol. 27, Archives du Quai d´Orsay. Paris. Fols. 90-95.
[95] Para la biografías recientes de Sandino véase Wunderich, Volker. Sandino: una biografía política. Managua: Nueva Nicaragua, 1995.
En lo personal he tratado el apoyo latinoamericano a Sandino en Europa, las incidencias del Congreso Antiimperialista de Bruselas y el papel de los centroamericanos en torno a las diferentes organizaciones comunistas y apristas. Véase, Taracena Arriola, Arturo, “La Asociación General de estudiantes Latinoamericanos de París, 1925-1933” en Anuario de Estudios Centroamericanos, 15, No. 2. San José, 1989. pp. 61-80.
[96] “Angustiosa situación de los obreros guatemaltecos” en El Libertador, I/8, México, abril de 1926 y “La angustiosa situación de los obreros guatemaltecos” en El Machete, No. 46. México, 1 de mayo de 1926.
[97] Mora Valverde, Eduardo. “Habla Chigüichón, veterano comunista de Centroamérica” en Memoria, 33. México: CEMOS, mayo-junio de 1991. pp. 346-349.
[98] “Hacia la Internacional Americana “, “La United Fruit Co. encarcela a un Secretario de la Liga” y “Canje y Administración” en El Libertador, Nos. I7, /8 y 9-10, México, febrero, abril y septiembre-octubre de 1926.
[99] “Delegados organizadores en Costa Rica” en El Libertador, No. I/9-10, México, septiembre-octubre de 1926.
[100] El Libertador, Tomo II, Nos. 13 y 15. México, agosto de 1927 y febrero de 1928.
[101] El Machete, No. 99. México, 28 de enero de 1928.
[102] La Correspondencia Sudamericana. 2ª Época No. 1. Buenos Aires, 1 de agosto de 1928.
[103] Amauta, No. 30. Lima, abril-mayo de 1930.
[104] Dalton, Roque. Miguel Mármol…, 230; La Gaceta. Revista de Policía y Variedades, Año II, Tomo X, No. 6, Guatemala, 21 de febrero de 1932, pp. 346-348; Cerdas, Rodolfo. Strategie et tactique de l´Internationale Communiste en Amérique Centrale, 1920-1934. Tríos cas d´analyse: Nicaragua, El Salvador et Costa Rica. Tesis de 3 er. Cycle. Universidad de Paris-Sorbonne, 1976. pp. 410-411.
[105] El Machete, Nos. 58 y 61. México, 1ª. Quincena de enero y 2ª. Quincena de marzo de 1927.
[106] Schlessinger, Jorge. Revolución comunista…, pp- 67-69.
[107] El Libertador, Vol. II, No. 18. México junio de 1928.
[108] El Libertador, Vol. II, No. 19. México, agosto de 1928.
[109] Meza, Víctor. Historia del movimiento obrero hondureño. Tegucigalpa:, 1981. pp. 19-20 y 36
[110] Barahona, Marvin. La hegemonía de los Estados Unidos en Honduras (1907-1932). Tegucigalpa: Centro de Documentación de Honduras, 1989. pp. 193-208.
[111] Informe del Secretariado del Caribe para el Pleno del Comité Ejecutivo Internacional del Socorro Rojo Internacional. R. Gómez, Secretario General. New York, marzo 21 de 1931. RG. 40.234/75. Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la revolución Socialista de Cuba, anexo al Comité Central de PCC. La Habana, Cuba.
[112] Véase Manuel Caballero. La Internacional Comunista y la Revolución Latinoamericana. Caracas: Editorial Nueva Sociedad, 1987.
[113] Mora Valverde, Eduardo. “Habla Chiguichón…” p. 348.
[114] Anderson, Thomas. El Salvador Los sucesos políticos de 1932. San José: EDUCA, 1976. p. 43.
[115] Taracena Arriola, Arturo. Le mouvement ouvrier…, pp. 343-344 y 426-427; Schlessinger, Jorge. Revolución Comunista…, 66-70; La Gaceta…, 346-348; D.C.A., Tomo III, No. 73. Guatemala, 1 de febrero de 1932.
[116] Revista de las Españas. V, Nos. 50-52. Madrid, octubre diciembre de 1930. P. 553.
[117] Obando Sánchez, Antonio. Memorias…, pp. 77-78.
[118] La Gaceta. Revista de Policía y Variedades. Año II, Tomo X, No. 6, Guatemala, 21 de febrero de 1932.
[119] D.C.A., Tomo III, No. 65. Guatemala, 10 de febrero de 1932. Rapport de l´Ambassadeur Georges Lecomte au Ministre des Affaires Etrangères, daté au Guatemala le 15 janvier 1932” en Sous-Série Centre Amérique. Affaires Intérieures, 1927-1933. Vol. 27, Archives du Quai d´Orsay. Paris. Fols. 215-218..
[120] Obando Sánchez, Antonio. Memorias…, pp. 80-81.
[121] La Gaceta. Revista de Policía…, 21 de febrero de 1932.
[122] D.C.A., Tomo III, Nos. 65, 69 y 73. Guatemala, 1, 5 y 10 de febrero de 1932.
[123] Obando Sánchez, Antonio. Memorias…, pp. 101-104.
[124] La Gaceta. Revista de Policía…, 21 de febrero de 1932, pp. 351-358; D.C.A., Tomo III, Nos. 74 y 77. Guatemala, 11 y 15 de febrero de 1932; Rapport de l´Ambassad eur Géorge Lecomte…., le 18 février 1932. Fols. 222-225.
[125] Ching, Eric. “In Search of the Party: The Communist Party, The Comintern, and the Peasant Rebellion of 1932 in El Salvador” en The Americas, 55, No. 2. October 1998. pp. 204-239 y Pérez Brignoli, Héctor. “La rebelión campesina de 1932 en El Salvador” en Anderson, Thomas R. El Salvador 1932. San Salvador: CONACULTURA, 2001. pp. 17-54.
[126] “Entrevista con Miguel Mármol, Managua, 31 de abril de 1982” en Taracena Arriola, Arturo. Les origines du mouvement…, p. 428;
[127] Ibid.
[128] Obando Sánchez, Antonio: Memorias…, pp. 80-81
[129] Recinos García, María Elena. El movimiento obrero…, pp. 82-83 Fuente: Pacarina del Sur – http://www.pacarinadelsur.com/home/oleajes/166-el-partido-comunista-de-guatemala-y-el-partido-comunista-de-centro-america-1922-1932 – Prohibida su reproducción sin citar el origen.