Salvador Cayetano Carpio a 25 años de su muerte: Sigue presente

Salvador Cayetano Carpio a 25 años de su muerte: Sigue presente

ovidioretana@yahoo.com

Centenares de personas se hicieron presentes en el cementerio general de Santa Tecla, el día 12 de abril del corriente, provenían de varios lugares de El Salvador, ataviados con pañoletas rojas, banderas y mantas de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL) y del Bloque Popular Revolucionario (BPR).
El entusiasmo de los presentes irradiaba pasión, coraje y arrojo, en un contexto de alegría y fraternidad, daba la impresión que el tiempo había retrocedido a los años setentas del siglo pasado. En donde el ideal supremo era la lucha por un sistema político y un modelo económico democráticos, sin importar en lo más mínimo entregar la vida por el ideal supremo colectivo.
El cementerio estaba de fiesta, el color rojo de chile chiltepe maduro predominaba, las banderas se agitaban como la espuma de las olas del mar, los puños izquierdos de los presentes se elevaban al infinito para indicar, que aquí estaban presentes para no olvidar al más grande revolucionario salvadoreño, al panadero que amasó los ideales de justicia y que crecieron como la levadura.
Salvador Cayetano Carpio (Marcial), se mantuvo firme y fuerte como el roble, no lo doblegaron las torturas, la persecución ni sus subalternos que lo consideraron el mayor obstáculo para devenir diputados y alcaldes.
El principal valladar no fue el imperialismo yanqui, el gobierno burgués, la Fuerza Armada fascista, ni la oligarquía vende patria, no, fue Marcial, y fue tan roble que decidió morir a ver manchado su honor.
Pero como hoy estamos en año preelectoral, mejor hablamos después de las elecciones (2009). Igual que el caso de Roque Dalton, se abordó hasta después de la firma del Acuerdo de Paz (1992), pero se esclareció que el asesino fue Joaquín Villalobos.
Los testimonios de familiares
Tulita Alvarenga de Carpio, dijo: “Tienen una campaña de desprestigio, he sufrido mucho, porque mienten, mienten y mienten; yo sabía que Marcial no iba a morir acostado en una cama, lo llevaron a suicidarse. El gran sueño de él era el triunfo de la revolución, para que existiera paz y democracia, se truncó el ideal porque le cambiaron el rumbo a la lucha revolucionaria”.
Por su parte, Corina Carpio Alvarenga, hija de Marcial, dijo: “La victoria del pueblo se tiene que dar aunque pase mucho tiempo, y sea otra generación lo que la lleve a cabo. Me acuerdo cuando él le puso a la FPL Farabundo Martí, el Partido Comunista Salvadoreño se opuso a que se reivindicara la memoria de Farabundo Martí”.
Las canciones se hicieron presente
Participaron los músicos Franklin Quezada y Dimas Castellón, con sus guitarras y flautas, con melodías revolucionarias, en donde no podía faltar la canción Milonga del Fusilado, fue entonada en coro por la muchedumbre, se hizo remembranza del combo del Bloque Popular Revolucionario que acompañó a las luchas del movimiento popular.
La mayoría de los presentes habían sido combatientes, la Milonga, los hizo enrojecer los ojos, suspirar de duelo, y gotas del cielo caían sobre sus mejías, al recordarse de sus hermanos, hijos, compañeras y compañeros de vida, en fin hermanos que cayeron combatiendo y que quedaron enterrados en la madre tierra, se convirtieron en semillas que algún día germinarán, para continuar con el intento de floración que comenzó Anastasio Aquino (1833), que continuó Feliciano Ama (1932) y que prosiguió Salvador Cayetano Carpio (1983), está inconcluso el final, en donde florecerán veraneras rojas, amarillas, moradas y blancas, será un jardín el país.
La poesía también levantó su mano
La nota poética la puso Julio Iraheta Santos y Salvador Juárez, fue tonificante escucharlos, saber que hay líricos que vuelan tan libres como el viento, atravesando nubes, tiempo y cielo.
Salvador Juárez es el mejor poeta de El Salvador, por tal razón no aparece entrevistado en los medios de comunicación oficialistas, es una alegría saber que no pertenece a los poetas del sistema político salvadoreño, a los concultureros, es decir, funcionarios o simpatizantes de CONCULTURA.
Los poemas de Salvador Juárez fueron un roció de pétalos, donde el verso al pronunciarlo se convirtió en nota musical, el poema Puro Guanaco fue una sinfonía, un bouqué de letras hechas solfas.
El homenaje comenzó a las diez de la mañana y terminó a la una media de la tarde, hubiéramos seguido al amanecer.

BOLIVIA: ES AHORA

BOLIVIA: ES AHORA

Jorge Gómez Barata

Cuando en febrero de 1917 triunfó en Rusia la revolución burguesa que derrocó al zar, estableció el gobierno provisional y abrió el camino para la instauración de un régimen parlamentario liberal, los bolcheviques que salían de la cárcel y regresaban del exilio, Stalin y Trotski entre ellos, estaban felices: ¡Al fin la democracia!

En la estación de ferrocarril donde fue recibido por el Comité Revolucionario de Petrogrado, Lenin que volvía tras 15 años de destierro, arrojó un balde de agua helada: “¡No nos interesa la república parlamentaria.! ¡No nos interesa ningún gobierno que no sea el de los soviets.! Esta república no es nuestra república.!”

Aunque dejó un legado para la historia, fijó una posición inequívocamente revolucionaria y expresó un punto de vista atendible, Lenin no vivió lo suficiente para resolver aquel dilema que sus sucesores echaron al olvido y que aun sigue vigente. No sólo como una tarea sino como una tragedia.

La gran ironía de estos tiempos es que el fracaso del socialismo real no sólo hizo retroceder a partes de la humanidad hacía etapas ya superadas, restauró el capitalismo salvaje y entregó baluartes como la Unión Soviética a los capitalistas y mafiosos, sino que arrastró consigo al marxismo, el único pensamiento alternativo a la dominación oligárquica y de clases y desactivó los esfuerzos por encontrar caminos propios.

La democracia liberal es una conquista de la burguesía.para la burguesía que mediante una exitosa maniobra ideológica hace creer que se trata de un patrimonio de toda la sociedad. De ese modo, la clase en el poder, más que legitimar, sacralizó su estructura de dominación.

Desde entonces, en nombre de la democracia y al amparo de sus procedimientos pueden derrocarse gobiernos, invadir países, encarcelar líderes y últimamente desmembrar naciones. Lo que no se permite es quebrar el poder de la oligarquía dependiente del imperio, avanzar en la liberación nacional y social y mucho menos refundar naciones.

En sentido estricto, lo único que el sistema basado en la democracia liberal le ha dado a los sectores populares, a cambio de su lealtad y del acatamiento de todas las reglas, es el derecho a votar. El voto es la única cuota de poder de que disfrutan los individuos a los que, como una dádiva, se les habilita para ejercerlo cada cierto número de años. Con buena suerte un trabajador mexicano o de cualquier país vota diez veces en su vida.

El hecho de que, a falta de recursos y enfoques propios, los líderes populares, los pensadores avanzados, los patriotas e incluso los revolucionarios hayan aprendido a utilizar los resortes de la democracia liberal, para intentar concretar las necesidades populares y de que incluso, constituya una opción preferible a ninguna, es un paliativo, un sucedáneo, no una solución de fondo. Fidel Castro y Che Guevara se percataron del problema cuando advirtieron sobre la inconveniencia de utilizar las “armas melladas del capitalismo” en la lucha por el socialismo.”

La verdadera tragedia es que no se trata de una carencia de uno u otro proceso político ni de una cuestión coyuntural, sino de una deformación estructural, que condena al movimiento popular a luchar por alcanzar sus objetivos en la lucha de clases con los instrumentos y las armas que sus adversarios le han proporcionado y con los cuales consiguen éxitos eventuales que, muchas veces significan un paso adelante y dos pasos atrás.

El fondo del asunto es que el sufragio, los parlamentos, el equilibrio de los poderes y otros preceptos del pensamiento liberal que, eventualmente pueden ser utilizados como herramientas para alcanzar metas legítimas y avanzar de unas conquistas a otras, son fácilmente reversibles. Bolivia y Venezuela no son los primeros casos en que la democracia formal es utilizada contra la democracia real y el sufragio manipulado se levanta para anular el sufragio limpio. Eso es exactamente lo que está ocurriendo.

El pueblo boliviano eligió a Evo Morales como su presidente para conducir a todo el país y no como regente de cuatro provincias, que es en lo que quieren convertirlo los separatistas. Tampoco los gobernadores departamentales fueron elegidos para hacer leyes y enmendar la Constitución del Estado a la medida de intereses de oligarcas y caciques locales que, con el respaldo de la reacción del imperio, han puesto en marcha un golpe de estado electoral, que tratan de presentar como expresión de la voluntad popular.

América Latina está obligada con Bolivia, el más genuino y autóctono de nuestros países, un testigo excepcional de la tragedia vivida por los ancestros y el único lugar de América donde la indiada, paria en su tierra por más de medio milenio, en una excepcional coyuntura histórica, eligió a uno de los suyos, el único gobernante indio que, en olor de santidad, con la humildad de los de su raza, reivindica a los preteridos de siempre y los encabeza en una lucha contra el hambre, la incultura y por la tierra.

No se trata ahora de ocultarse tras hojas de parra ni de invocar subterfugios legales para ser omisos en el ejercicio de la solidaridad y permitir que otra vez los pueblos originarios sean los perdedores. Sin Bolivia tal y como es ahora, América Latina no será la misma.

Hace quinientos años no estábamos para enfrentar a los que avasallaron a los pueblos originarios y no hubo fuerza para impedir que Moctezuma y Cuauhtémoc fueran traicionados y Tupac Amaru descuartizado. Ahora no hay excusa para la complicidad ni para el silencio cómplice.

Ahora están aquí los gobiernos progresistas y los militares patriotas, la intelectualidad comprometida con los valores humanos y la iglesia de base, la juventud vigente, las organizaciones internacionales y los partidos de izquierda, los periodistas honestos, los movimientos populares y la opinión pública de Latinoamérica y del mundo. No es demasiado tarde. Hay que gritar y actuar ahora.

¡Bolivia debe sobrevivir porque Bolivia es como la tierra madre!

Narcotráfico: plan de dominación imperial

Narcotráfico: plan de dominación imperial Capítulo final del ensayo que se presenta en Caracas, República Bolivariana de Venezuela, y que estudia la problemática del narcotráfico como una estrategia de dominación global que el imperialismo estadounidense viene utilizando desde hace algunas décadas. El libro publicado por la Editorial El Quijote negro con prólogo del investigador y escritor venezolano Luis Britto García, pretende ser una aporte en un campo donde lo que prima es, ante todo, la mentira. A modo de conclusión: ¿qué hacer? El mundo de las drogas ilegales, en tanto gran negocio a escala planetaria, pero más aún: como mecanismo de control social, es algo manejado por los mismos actores que deciden las políticas globales, las deudas externas de los países y fijan las guerras. Dicho claramente: el mundo de las drogas ilegales es un instrumento implementado –secretamente– por los grandes poderes, y más exactamente, por la Casa Blanca, por el gobierno de la principal potencia del orbe: Estados Unidos de América, en función de seguir manteniendo su hegemonía. Sabiendo que no es simplemente un problema de salud pública o una cuestión criminal de orden policial, sabiendo que las dimensiones del asunto son gigantescas, con implicancias militares a nivel planetario incluso, ¿qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para enfrentar todo eso, nosotros, los pueblos que seguimos padeciendo la explotación y la exclusión social? Hay que empezar por crear conciencia, por desmontar la mentira en juego, por denunciar de manera pública el mecanismo que allí se realiza. Está claro que el problema afecta a todos los ciudadanos comunes, tanto los del Norte como los del Sur. En los países capitalistas desarrollados el problema es la cultura de consumo establecida, consumo universal de cuanta mercadería se ofrezca y que incluye, entre otras, las drogas. En el Sur, donde no es tanto la calidad de vida lo que está en juego, sino su posibilidad misma, el problema tiene otras connotaciones: es una buena excusa que sirve para la intervención directa, política y militar. En ambas perspectivas, no obstante, se trata de lo mismo: mecanismos de dominación político-cultural con los que el poder se asegura el manejo de las poblaciones y los recursos. En ambos casos, también, para el campo popular se trata de lo mismo: ¿qué hacer?, ¿cómo enfrentar este monstruo que se ha ido creando y que se presenta como de tan difícil desarticulación? La legalización es una clave fundamental para empezar a cambiar todo esto; si se saca a las drogas de su lugar de prohibido, seguramente va a descender en muy buena medida el consumo y se va a terminar, o se va a reducir ostensiblemente, mucho de la delincuencia y la violencia que acompañan al fenómeno. Pero la legalización no es la solución final. A partir de la misma condición humana, finita, siempre necesitada de válvulas de escape ante la crudeza de la vida, para lo que apareció el uso de evasivos –práctica que se repite en todas las culturas–, a lo cual se suma la monumental inducción artificial a un consumo siempre creciente, es muy difícil predecir si en un futuro inmediato podremos prescindir absolutamente de las drogas. Pero el hecho de quitarles su estigma diabólico, despenalizarlas, eso ya constituiría un paso adelante en el manejo del tema. De todos modos, dado que en la actual situación estamos ante una red tan fuertemente tejida, con intereses tan extendidos, quizá resulte prácticamente imposible, dentro de los marcos sociales donde la misma surgió, poder terminarla en totalidad. Los planteamientos policíaco-militares en relación al narcotráfico no son una verdadera respuesta ante el problema. De hecho las políticas antinarcóticos que se despliegan por todo el planeta, alentadas por Washington como parte de su estrategia de dominación global, ponen siempre, y cada vez más insistentemente, todo su acento en la represión. Se reprimen, eso sí, los dos puntos más débiles de la cadena, los que menos incidencia tienen en todo el fenómeno: el productor de la materia prima (campesinos pobres de las montañas más recónditas) y el consumidor final. De esa forma no hay posibilidad alguna de terminar con el círculo. Eso, en todo caso, marca que no hay la más mínima intención de afrontar el problema en forma seria. Muy por el contrario, reafirma que es un “problema” artificial, provocado, manejado desde una óptica de control político-militar planetaria. La angustia humana que lleva a consumir los diversos consuelos químicos de que disponemos no es artificial; lo es el manejo político que se viene haciendo de él desde hace unas tres décadas, con fines de dominación. A esto se suma el manejo hipócrita que se hace del tema, pues mientras por un lado la estrategia de hegemonía global de Washington levanta la voz contra el flagelo del narcotráfico, al mismo tiempo su principal instancia presuntamente encargada de combatirlo, la DEA, funciona de hecho como el más grande cartel del trasiego de sustancias ilícitas en el mundo. Doble discurso inmoral con el que es imposible afrontar con seriedad el asunto y que ratifica, en definitiva, que no hay interés en terminar con el mismo. En Cuba hay algo emblemático: el caso del general Arnoldo Ochoa, héroe de la guerra de Angola, y otros tres oficiales del Ejército. Cuando se descubrió que participaban en una red de narcotráfico, se les fusiló. Eso fue realmente una respuesta fuerte del Estado a este problema social, con un alto contenido político e ideológico. Y de hecho Cuba, más allá de la sucia campaña mediática internacional con la que quiere involucrársela en el negocio de las drogas ilegales, no tiene problemas de narcotráfico. ¿Se tratará de fusilar unos cuantos mafiosos para terminar con el problema? No, sin dudas que no; los entramados en torno al poder mundial que hoy día se construyeron con este mecanismo son infinitamente complejos. En definitiva, el consumo inducido de drogas es parte medular del mantenimiento del sistema capitalista, tanto como lo es la guerra. Atacar el narcotráfico, por tanto, es dar en el corazón mismo del poder. Por eso en un país socialista se puede fusilar a narcotraficantes considerándolos delincuentes peligrosos mientras que la DEA, la agencia pretendidamente dedicada a la lucha contra los narcóticos, termina funcionando como el principal grupo mafioso de narcotráfico. Está claro que el proyecto del capitalismo no es terminar con el negocio; al contrario: lo necesita. Para muestra, lo sucedido en la República Bolivariana de Venezuela, donde luego de la salida de la DEA por expreso pedido de las autoridades del país, los decomisos de estupefacientes subieron significativamente. Dicho de otra manera: el sistema capitalista se apoya cada vez más en pilares insostenibles. Si la guerra, el consumo de narcóticos o un modelo de consumo voraz que está provocando una catástrofe medioambiental sin salida, si esas formaciones culturales son las vías sobre las que transita, eso marca que, como sistema, no tiene salida. Si la muerte y la destrucción son su alimento imprescindible, definitivamente no sirve al desarrollo de la humanidad. Por el contrario, es el camino que conduce a su destrucción. En un sentido es casi imposible, al menos hoy, pensar en un sujeto que a través de la historia no haya necesitado este soporte artificial de las drogas. De hecho, hasta donde podemos reconstruir, nuestra historia como especie, nuestra misma condición de finitud nos confronta con esa angustia de base que nos lleva a buscar apoyos en determinadas sustancias químicas. Son nuestras “prótesis” culturales, que hablan, en definitiva, de nuestras flaquezas originarias. Es difícil, cuando no imposible, hablar de “la” condición humana, una condición única, ahistórica; con modestia podemos hablar de la condición de ser humano que conocemos hoy. El sujeto de referencia, aquél del que podemos hablar en este momento, es una expresión en pequeño de la dimensión socio-cultural general que lo moldea; por tanto es una expresión de finitud girando en torno a valores egocéntricos y donde la lucha en torno al poder juega un papel central. Esa es, al menos, nuestra realidad constatable hoy; si la edificación de una nueva cultura basada en otros principios da lugar a un nuevo modelo de sujeto, a nuevas relaciones sociales, y por tanto a una nueva ética, está por verse. En todo caso, hay ahí un desafío abierto. Con mayor o menor éxito, el socialismo lo ha intentado construir en estas primeras experiencias del siglo pasado. Si aún no se logró, ello no habla de la imposibilidad del proyecto. Habla, en todo caso, de su dificultad, de la lentitud en cambiar modelos ancestrales. ¿Quién dijo que cambiar la ideología patriarcal, machista, xenófoba y egocéntrica que conocemos en todas las culturales actuales es tarea fácil? La duda, en todo caso, es ver si ello será posible cambiar. La apuesta nos dice que sí. ¿O estaremos condenados a sociedades centradas en la división de clases y en el triunfo de los “mejores”? ¿O habrá que aceptar un darwinismo social originario? Siendo crudamente realistas, nuestra situación en este momento es que estamos en el medio de un mundo manejado criminalmente por unos pocos grandes poderes basados en enormes capitales privados y con un espíritu militarista furioso; y son esos factores de poder los que han puesto en marcha la estrategia del consumo de drogas ilegales como parte de su política hegemónica. Una vez más, entonces, la pregunta inicial: ¿qué hacemos ante este estado de cosas? Llamar casi ingenuamente al no consumo de drogas sabemos que no alcanza. En todo caso, con bastante más modestia –o visos de realidad–, se podrían pensar estrategias para minimizar el consumo. ¿O podremos terminar algún día con la angustia de base que genera estas huidas a paraísos perdidos? De momento, nadie en su sano juicio podría concebir un mundo donde los evasivos no fueran necesarios; pero lo que sí podemos intentar es generar una nueva sociedad donde ningún grupo aliente las conductas de las grandes mayorías imponiéndole tendencias, obligándolas a consumir en función de proyectos basados en el beneficio de unos pocos. Los gobiernos revolucionarios, o con proyectos alternativos al neoliberalismo salvaje de estos últimos años, están proponiendo nuevos caminos. No se trata de seguir los dictados del imperio, hacer buena letra para no ser descertificado y apoyar la estrategia de represión que se ha puesto en marcha. Reprimiendo al usuario o al campesino productor de las materias primas, no se termina con el problema de las drogas ilegales. Para atacar el consumo con alguna posibilidad cierta de impactar positivamente hay que implementar políticas que vayan más allá de la represión policíaco-militar; hay que poner énfasis en la prevención en su sentido más amplio. Pero terminar con el narcotráfico tal como hoy lo conocemos implica, por fuerza, luchar en términos políticos por otras relaciones sociales. Se trata, inexorablemente, de una nueva sociedad: nuevas relaciones de clases, nuevas relaciones entre países. Es decir: un mundo nuevo, una nueva ética, un nuevo sujeto. Sin ese marco no es posible considerar seriamente el narcotráfico, sabiendo que él es, en definitiva, un instrumento más de dominación de la clase capitalista global liderada por el aparato gubernamental de Washington. Sólo la construcción de una sociedad nueva que supere las injusticias de lo que ya conocemos en el ámbito de la iniciativa privada basada en el lucro y que recupere críticamente lo mejor que hayan producido las primeras experiencias socialistas del siglo pasado, sólo así podremos pensar de verdad en terminar con el altísimo consumo inducido y el tráfico de sustancias psicoactivas como gran problema de salud a escala planetaria. Sólo una sociedad nueva a la que llamaremos socialista, quitándonos de encima el miedo y la esclerosis que nos produjeron las pasadas décadas de neoliberalismo feroz, sólo una sociedad con esas características, centrada en la equidad, en la búsqueda de justicia por igual para todas y todos, sólo eso será lo que podrá desarmar esa estrategia de muerte que hoy, al igual que el siempre mal definido “terrorismo”, ha implementado el imperialismo para seguir manteniendo sus privilegios disfrazando el control social con el noble fin de un combate contra un problema real. El peor enemigo de la sociedad, en definitiva, no son las mafias delincuenciales que trafican con drogas ilegales; el enemigo sigue siendo el sistema injusto que usa esa barbarie para beneficio de unos pocos privilegiados. Nadie asegura que los seres humanos, por nuestra misma condición de finitud, no sigamos apelando por siempre a estos apoyos externos, estos evasivos que constituyen las drogas. Pero sí podemos –y debemos– buscar modelos de sociedades más justos donde ningún poder hegemónico decida maquiavélicamente la vida de la humanidad, tal como sucede hoy día con el capitalismo desarrollado. Una sociedad que no ofrece salidas, que se centra cada vez más en los “negocio de la muerte” como son la guerra, la catástrofe ecológica provocada, el consumo imparable de drogas, la apología de la violencia, no es sino una barbarie, es la negación de la civilización. Los “incivilizados” no son los pueblos que aún están en el neolítico y con taparrabos, tendenciosa imagen holywoodense que ya se nos internalizó. La barbarie está en la sociedad capitalista que no ofrece salida a la marcha de la humanidad, que tiene como sus dos principales quehaceres la guerra y las drogas, primer y segundo rubros comerciales del mundo. En ese sentido, entonces, hacemos nuestras las palabras de Rosa Luxemburgo para mostrar que sin cambio social no es posible terminar con esta cultura de muerte llamada capitalismo que nos envuelve día a día, destruyendo valores morales y el propio medio ambiente. Es decir: “socialismo o barbarie”.

Saludo a la Mujer Salvadoreña

MI SALUDO A LA MUJER SALVADOREÑA DESDE LA DISTANCIA. EN EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER.
Marzo 8, 2008.

A través de más de 60 años de lucha del pueblo salvadoreño construyendo el camino que nos lleve a lograr cambios estructurales en lo político, económico y social que nuestro país necesita, las mujeres salvadoreñas han estado históricamente vinculadas a ese proceso de heroicas luchas
El avance del movimiento popular no pudiera haber sido posible sin la participación cada vez más creciente de la incorporación de la mujer salvadoreña a ese camino que se ha venido construyendo a través de nuestra historia. Su incorporación paulatina y creciente no ha sido solamente cuantitativa sino que una vez incorporada a la lucha del movimiento popular ha aportando con eficacia, poder, inteligencia y valentía su firme decisión, compromiso y convicción ideológica a este proceso formando parte activa en los logros obtenidos en el progreso y bienestar de la familia y la sociedad salvadoreña en el camino hacia la construcción de un nuevo El Salvador.

Hablar de las mujeres salvadoreñas es hablar de la mujer que es la madre y ama de casa, la jefa de la familia monoparental, de la mujer obrera en las fábricas, de las mujeres campesinas, de la mujer empresaria y de la mujer dedicada al comercio informal, sin saber leer, sin nociones de matemáticas modernas; Es hablar de las mujeres excluida y marginada de los escasos programas socioeconómicos que no permiten su incorporación plena a la vida socio-económica y productiva. Es también hablar de la mujer sometida a la pobreza extrema, excluida de los programas sociales de educación, de salud, de habitación, sin posibilidades de potenciar su plena integración a la vida social y democrática del país. El causante de este desamparo en que se encuentra viviendo las mujeres salvadoreñas son los gobiernos oligárquicos de la derecha capitalista y pro imperialistas que aplican medidas neo liberalistas que abonan mas a la exclusión y marginación de nuestras mujeres.

Mas sin embargo las mujeres resisten estoicamente impulsando sus luchas reivindicativas y librando una dura y desigual batalla por su integración y participación en la vida desicional de la sociedad salvadoreña. Han incrementado su participación activa con mas presencia y determinación en todas aquellas acciones políticas y sociales que contribuyan a crear las condiciones para realizar los cambios profundos y estructurales que el pueblo y la sociedad salvadoreña necesitan. Todavía aun en desventaja cuantitativa en términos de presencia las mujeres salvadoreñas han demostrado en términos cualitativos su capacidad para ejercer su sabiduría y responder a las misiones de alta responsabilidad que la sociedad salvadoreña les ha encomendado. El ejercicio en cargos de elección popular la han llevado a niveles mas altos de participación en el desempeño de funciones y de responsabilidades demostrando su eficiencia y capacidad. Así lo demuestran en cargos públicos como alcaldesas, como integrantes de los consejos municipales, legisladoras y el algunos cargos magisteriales.

Es cierto que en gran medida las mujeres continúan siendo victimas de un sistema marginador y explotador que las sitúa en una situación en la cual siguen siendo victimas de una doble explotación pero también es cierto que están ganando con mucho estoicismo y dignidad un espacio en el cual su voz a comenzado a tener eco. Las salvadoreñas se han ganado a fuerza de sangre y dolor; de dignidad y de estoicismo; de valentía y heroísmo a hacer uso, cada vez más, de sus derechos civiles y ciudadanos. Ha logrado espacios desde los cuales hoy ejercen sus legítimos derechos para poder expresar su pensamiento y sus ideales en la construcción de una sociedad igualitaria fraterna y solidaria en paz y justicia social.

Las cinco organizaciones que originalmente conformaron al FMLN pusieron su confianza, voluntad y compromiso revolucionario en la indoblegable mujer salvadoreña quien exigió su incorporación para formar parte de las gloriosas unidades guerrilleras.

Una lección de alto compromiso ideológico-político, y de determinación revolucionaria en la historia fue la que dieron las jóvenes mujeres integrantes del primer y único batallón de Mujeres “Compañera Silvia” en los Cerros de San Pedro, San Vicente, bajo la conducción militar de la compañera Capitán Ileana. Que derroto el operativo militar del batallón de tropas elite del ejército salvadoreño “Ramón Belloso”. Esto, sin mencionar a todas aquellas mujeres que combatieron no solamente militarmente sino a todas aquellas combatientes que contribuyeron en el movimiento popular con su trabajo político, de apoyo logística e incluso hasta moral.

La visión y el aporte que las organizaciones populares y revolucionarias de la izquierda salvadoreña organizada en el FMLN han permitido actualmente sentar las bases de una verdadera política de género, abriendo así nuevos espacios, para la participación de la mujer generando verdaderos cambios en sus proyectos político-sociales. El FMLN ha creado condiciones necesarias para la integración de la mujer en el proceso de cambios que se generan en esta nueva etapa de la lucha política y social. Condiciones que permiten cimentar las bases para la construcción de una verdadera democracia participativa en El Salvador, en la cual, tanto los hombres como las mujeres compartamos igualitariamente un mundo de paz con justicia social y libertad de otro El Salvador.

Las paginas de la historia salvadoreña poco habla de los aportes y participación de la mujer salvadoreña. Casi brillan por su ausencia. Parece que solo vivíamos para servir de amas de casa. Esta falta de información solamente refleja que la historia esta escrita por personas que demuestran ser producto de una sociedad sumamente machista y retrógrada que ha dominado por mas de un siglo la sociedad salvadoreña.

La derecha arenera ha buscado engañar al pueblo salvadoreño llevando a una mujer a la vicepresidencia como anzuelo para atraer mas votos de las mujeres y poder presentar una cara con “sentido humano” Para luego decir que “las mujeres en El Salvador no están solas”. La verdad que la vida nos demuestra que son no solamente unos hipócritas sino que también mentirosos por que jamás ha impulsado una verdadera legislación de genero ni siquiera aun dentro de sus propios partidos políticos y movimientos sociales manipulados y creados para hacer sus bases sociales.

En este país con el actual gobierno derechista de ARENA las mujeres están mas desprotegidas y más abandonadas que nunca; sumergida en la miseria y mantenida en la ignorancia dado al alto índice de analfabetismo y falta de oportunidades en la educación y la salud, falta de oportunidades para su capacitación y formación para que puedan fácilmente incorporarse a la vida productiva del país. A este gobierno de ARENA no le importa que se sigan cometiendo diariamente los femicidios que dejan un saldo de mas de 400 mujeres muertas por año. Muertes que se suman a tantas otras que se quedan en la impunidad.

En esto de política de genero el FMLN va a la vanguardia de los cambios que nuestra sociedad necesita y aunque todavía hace falta mucho camino por recorrer hay que reconocer que las mujeres salvadoreñas tienen en el FMLN un espacio abierto para continuar incorporándose e integrándose en los diferentes niveles de decisión y participación igualitaria y un verdadero reto para hacer una verdadera realidad la política de genero tanto dentro como fuera del partido.

Es importante que en este 8 de Marzo “Día internacional de la Mujer” resaltar el ejemplo de mujeres heroicas que ofrendaron su vida en pro de la causa Libertaria del pueblo salvadoreño. Con su ejemplar incorporación sentaron las bases que demuestran que sin la participación de la mujer no hay cambio posible en una sociedad. Ejemplos concretos de participación ya se encuentran a la vanguardia de este camino de lucha constante, en la que la historia ya no puede dejar de mencionar, mujeres como, Prudencia Ayala, primera Mujer candidata a la presidencia de El Salvador, Ana Maria Castillo (Eugenia), Marianella García Villas, fundadora de La Comisión de Derechos Humanos, Melida Anaya Montes, educadora y revolucionaria, Leyla Patricia Quintana, radista guerrillera y poetisa de Santa Tecla, Lil Milagro Ramírez, fundadora de la organización político-militar Resistencia Nacional, Ileana, jefe militar del primer batallón de mujeres en el frente paracentral, Febe Elizabeth Vásquez, dirigente sindical de FENASTRAS de la cual es Secretaria General, Silvia Olano, joven madre y trabajadora del movimiento social y político en Sonsonate, Juana Monjaras, defensora del derecho a la vida y de los derechos humanos, quien es asesinada en la ciudad de Suchitoto, Rufina Amaya, única sobreviviente de la masacre del Mozote quien vivió para contar los hechos de tan horrendo crimen colectivo convirtiéndose en una luchadora contra la impunidad. Tantas otras que han abonado este camino de incorporación de la mujer en el proceso revolucionario salvadoreño.

Otras mujeres inquebrantables en su determinación de vencer hasta morir todavía se encuentran luchando en la actualidad. Pese a que los años pasan y envejecen, su determinación de participación en este proceso de cambios estructurales en la sociedad salvadoreña es inquebrantable; manteniéndose a la vanguardia del actual movimiento popular e inspirando y otras mujeres a incorporarse. Mujeres que siguen demostrando con seguridad y firmeza en sus convicciones y lucha por sus reivindicaciones que: Si la mujer salvadoreña es capaz!!

Las mujeres en El Salvador continuaran integrándose a las luchas para hacer crecer la esperanza que ahora se fortalece aun más y crece por que ese cambio de estructuras de poder político, social y económico esta mas cerca que nunca. Estamos seguras que este cambio vendrá a fortalecer las bases que le permitirán a la mujer salvadoreña avanzar con firmeza seguridad y valentía en la vanguardia de la lucha popular del pueblo salvadoreño.

Ana Gladys Méndez
Ottawa, Canadá.
8 de Marzo, 2008.

Saludo a la clase obrera

MI SALUDO A LA CLASE OBRERA Y TRABAJADORES DEL PUEBLO SALVADOREÑO EN ESTE PRIMERO DE MAYO DEL 2007.

Llegamos al mes de Mayo así como la primavera llega hasta nuestras alcobas despertándonos con la suave brisa del viento tropical, con el canto de los gallos del corral vecino, con el perro rascando a la puerta pidiendo abrirla para salir a orinar, con el ruido de los viejos autobuses que son un peligro al momento de avanzar, el campanazo de “la basura!!” del camión municipal, el grito de una madre que urge a su hijo que deje de llorar, y el del canillita que a todo pulmón grita ¡el diario!! ¡El diario!! “Cabeza de mujer asesinada aparece en el banco del parque central”, el “Sereno” que dando su último silbatazo a su casa a dormir se va. Todo parece una mañana tradicional de un día tropical en la ciudad capital de un país de la América Central.
Así recuerdo un día del Primero de Mayo, de 1978 en el que la clase obrera salvadoreña se preparaba para asistir a la marcha “del Primero de Mayo”. La demostración de fuerza del poder obrero estaba organizada, los trabajadores poco a poco iban llegando al “Reloj de Flores” que abre paso a la carretera Troncal del Norte, por donde entran los autobuses provenientes del oriente del país a la “Terminal de autobuses de Oriente”. Las delegaciones estudiantiles llegaban con su juvenil algarabía combativa de “el pueblo unido jamás será vencido” y bailando al ritmo de la famosa canción de “cacho” que era toda una fiesta revolucionaria dedicada a la bandera estudiantil del “Frente de Acción Unificada” (FAU). Entrábamos cantando “Mira la Bandera, Como se menea, como se menea la estrella en la Bandera,!! La bandera eah! Se menea eah!!, Ahí estábamos los militantes de la Juventud Comunista de El Salvador. Muchos de ellos murieron defendiendo la causa del proletariado y otros aun continuamos vivos defendiendo la causa del pueblo trabajador salvadoreño solo que ahora bajo la bandera gloriosa del FMLN.

Las mantas se iban extendiendo poco a poco presentando las siglas de los sindicatos presentes en esta marcha del pueblo trabajador, También los campesinos se hacían presentes acompañando al movimiento obrero en natural alianza obrero-campesina combatientes históricos en la lucha del proletariado en la construcción de la nueva sociedad de justicia e igualdad.

Esta lucha de clases claramente definida en la historia política y social de El Salvador ha sido la característica de las batallas reivindicativas de los y las trabajadoras del pueblo salvadoreño no solamente en su lucha por alcanzar sus propias reivindicaciones económicas, sociales y políticas; sino, que también en solidaridad internacional con todos los trabajadores del mundo.

Bajo un sol que brillaba radiante e intenso estaban los trabajadores salvadoreños de pie, gritando todos unidos “Viva la Clase Obrera” “Vivan los trabajadores”, “Viva la Internacional”; Listos a continuar en su lucha contra del Estado opresor explotador de los trabajadores pagados con salarios de hambre y miseria. Los volantes denunciando las injusticias, las desigualdades las masacres; iban circulando de mano en mano, las mantas exigiendo la libertad para los presos y desaparecidos políticos se desplegaban entre los presentes , los trabajadores con ayuda de megáfonos, agrupando los manifestantes orientaban a las diferentes delegaciones de las organizaciones que se unían a la combativa manifestación, organizadamente, anunciaban “Agrupémonos todos!!” por que “el día que el triunfo alcancemos” “ni esclavos ni hambrientos habrá” “la tierra será el paraíso de toda la Humanidad”
Así se iniciaba una celebración que dio paso a un Primero de Mayo combativo y revolucionario pese a la sangre de los trabajadores que había sido derramada en tantas otras manifestaciones de protestas en contra del cruel sistema derechista; integrado por funcionarios militares y civiles del gobierno sanguinario que dirigía el PCN apoyado al mismo tiempo por un ejercito fascista a cargo de militares de alto rango y que actualmente continúan formando parte junto al partido derechista de ARENA de los escuadrones de la muerte.
Ahora nuevamente el pueblo salvadoreño se prepara para un Primero de Mayo el cual no será distinto a aquel de mis recuerdos puesto que las causas que motivaron estas demostraciones de la clase trabajadora y posteriormente al conflicto armado, aun siguen estando presentes en las luchas del pueblo trabajador salvadoreño. Y son aquellas mismas causas, por las cuales el movimiento popular organizado por el entonces “Socorro Rojo”, dirigido por el Partido Comunista de El Salvador con Farabundo Martí a la cabeza, siguen siendo las principales razones de lucha del pueblo trabajador de El Salvador. Estas no cesaran hasta que el pueblo conquiste la Victoria Final es decir, hasta romper las cadenas de la esclavitud oligárquicas e imperialistas, hasta conquistar ese paraíso de paz y justicia social al que el pueblo salvadoreño y los pueblos del mundo tienen derecho. Hasta que la bandera salvadoreña, junto a la bandera del FMLN, flameen en el azul del cielo como estandartes de dignidad, fraternidad, heroísmo y valentía de un pueblo salvadoreño que siempre se resistirá a vivir de rodillas. Hasta hacer de su patria una Patria Libre y soberana.
Al escribir esta pequeña memoria he guardado un minuto de silencio por todos aquellos obreros que vi desfilar ese día y que ahora ya forman parte de ese contingente de Héroes y Mártires que nunca mueren por que siempre estarán presentes en nuestras luchas y en nuestros corazones.

Ana Gladys Méndez
Ottawa, Canadá.

Presentan libro sobre Dra. Melida Anaya Montes

SAN SALVADOR, 15 de abril de 2008 (SIEP) “Con la publicación de este libro Melida: un canto a la vida, estamos concluyendo un sueño, el de presentar para la historia la biografía de la Dra. Melida Anaya Montes” dijo Nery Arely Díaz, presidenta de Las Melidas.

La Asociación de Mujeres Melida Anaya Montes surge en 1994 y se extiende por todo el país promoviendo la organización y concientización de las mujeres del campo y la ciudad.

Abigail Guerrero, al comentar el libro, señaló que ve a Ana maría, que era su pseudónimo, “en los rostros de los niños y niñas de este país, de los y las docentes, en las capacitaciones e FECCAS, en el compromiso que siempre tuvo por lograr la unidad popular.”

Por su parte, Sandra Moreno sostuvo que 2esta obra es de naturaleza testimonial, y nos muestra desde la foto de la portada, que ser una comandante no estaba reñido con la alegría…”

Finalmente, la poetisa Silvia Matus agradeció la asistencia al acto y reitero el “compromiso que como Melidas tenemos de honrar con nuestra práctica cotidiana la memoria de la Dra. Melida Anaya Montes…”

La venganza de Yessy

La venganza de Yessy

Estaban frente a frente y Yessy, midiendo fríamente sus palabras como el francotirador, dijo lentamente «yo tengo relaciones con una persona y creo que estoy embarazada», Mardoqueo no creía oír lo que estaba oyendo, estaban hablando de otras cosas sin relación al tema cuando la mujer dejó caer tamaña confesión y esperó, agazapada, para ver la reacción de sus palabras.

El hombre se sintió morir, como cuando un navajazo corta la aorta de un humano, sintió que la tierra lo tragaba, toda su boca se le secó de inmediato y la lengua pareció una serpiente reptando en el desierto, por un segundo dejó de pensar inundado por el sentimiento de impotencia y su cabeza parecía una roca, dura e impenetrable, miraba a la mujer sin creer que fuera la misma persona que él quería y que ésta fuera capaz de hacer semejante cosa.

La mujer, con los ojos inundados de lágrimas por su situación per- sonal, miraba con gozo la reacción de sus palabras, era lo que ella buscaba pese a lo comprometido del mo- mento. Por un segundo nadie dijo nada pero ella logró lo que quería. Mardoqueo nunca aceptó totalmente, el amor de Yessy, pero se amaban, ella pensó que él la despreciaba y la menospreciaba, por eso, construyó, con mucha firmeza y paciencia, una relación aparte que ella entendía que le pertenecía totalmente. Mardoqueo nunca supo nada y tan siquiera se imaginaba lo que se construía frente a sus propios ojos. En una ocasión Yessy le puso enfrente a su amante y el oficinista fiel nunca supo de quien se trataba, apenas lo vio y lo saludó.

En realidad la mujer llego a odiar a Mardoqueo aunque nunca se lo dijo y por el contrario, en todo momento le expresaba su amor y el enamorado le creía siempre, confiado en que su Yessy era inquebrantable y llena de paciencia, ignoraba la increíble tormenta que ante sus ojos se desarrollaba, no podía imaginar que se había convertido en un obstáculo, en una roca que era necesario quitar del camino y que la mujer, que estaba cerca de su corazón lo odiaba porque se consideraba rechazada por él, no sabía que su Yessy, todos los días, en las tardes y en las noches, vivía el más intenso de sus amores y se sentía acompañada, comprendida y estimulada por el hombre que ella consideraba su marido y de la que se sentía su mujer. Mardoqueo jamás supo nada de esto ni tan siquiera lo presintió el día en que ella le prohibió que la tocara, – no quiero que me toques- le dijo fríamente la mujer y Mardoqueo nunca supo que Yessy lo había sacado de su corazón.

Al sentirse embarazada, Yessy se lo confesó a su marido y este, asustado, la rechazó porque le dijo,- estoy harto de tus exageraciones – en medio del susto y la angustia, la mujer decidió usar su miedo para darle a Mardoqueo esta estocada final.

Los segundos se petrificaron y él rompió el hielo: «si necesitas ayuda contá conmigo en todo», la mujer no esperaba esto y fue sorprendida. «Yo te acompaño a cualquier clínica le dijo Mardoqueo no te preocupes, puedo hablar con tus padres si fuera necesario, es fundamental que hables con el posible padre de tu posible hijo, esto es lo más importante, no te preocupés por los aspectos económicos y contá conmigo, si es necesario te apoyaré con tu posible hijo, pero debes asegurar que el padre lo respalde».

La mujer no esperaba esto y en ese momento rompió a llorar en una mezcla de satisfacción por el golpe dado al hombre, de angustia por una maternidad no buscada y de cierta desesperanza al comprobar, tardíamente, lo cerca que ella estaba de Mardoqueo aún cuando ella suponía que la ignoraba.

La tensa e intensa plática llegó a su fin, el hombre salía para un compromiso y en una muestra de apoyo la abrazó, la mujer reaccionó de inmediato como tocada por una braza ardiendo. «No quiero que me toques», le dijo y olvidando el apoyo total que Mardoqueo le acababa de brindar, le recordaba, pese a todo, que entre ellos dos no existía nada.

Crónica de un concierto anunciadísimo y una canción desesperada…

Crónica de un concierto anunciadísimo y una canción desesperada…
Pretextos para un texto con texturas
Por Luis Enrique Mejía Godoy
¿Qué tiene la música que cada mañana se nutre de vida la desesperanza…? (LEMG)
hos amigos, especialmente entre artistas, aunque casi nunca nos veamos, Fue la historia común de nuestros pueblos, Cuba y Nicaragua, la que quiso que Silvio Rodríguez y yo nos conociéramos allá por 1978 en el Festival de la Nueva Trova Cubana, en Santiago de Cuba, durante el XI Festival de la Juventud y los Estudiantes, unos meses antes de las primeras insurrecciones en Nicaragua, en el mismo año en que mi hermano Carlos y yo, empezamos a escribir, treinta años atrás, las primeras ideas de lo que sería la obra musical Guitarra Armada, que nunca fue un instructivo para hacer la guerra como piensan algunos, sino un manual para defendernos de la violencia y la represión. Precisamente, once años atrás, se realizaba el Primer encuentro de la Canción Protesta, organizado por Haydeé Santamaría en Casa de las Américas, La Habana, del 24 de julio al 8 de agosto de 1967, actividad en la que participaron Daniel Viglietti de Uruguay, Barbara Dane de EEU. Carlos Puebla de Cuba, y los iniciadores del Movimiento de la Nueva Trova Cubana, apenas dando sus primeros pasos, los jóvenes cantautores, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Vicente Feliú y Noel Nicola. Empezaba con este evento un acercamiento inevitable de nuestros pueblos, realidades y sueños, a través del canto popular. Sin prisa, los recuerdos vienen nítidos a mi memoria…Yo conocí las canciones de Silvio, Pablo Milanés, Vicente Feliú, Noel Nicola, Sara González, el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos), el grupo Manguaré y el grupo Moncada, especialmente, por los discos de acetato de Larga Duración que lograban llegar a Costa Rica a mediados de los años sesenta, a través de una de las primeras embajadas de Cuba en América Latina y del Instituto Cultural Costarricense Cubano. Yo vivía en San José y ya cantaba mis primeras canciones de contenido social, donde éramos, sin conocernos aún, parte de un fenómeno de la canción popular latinoamericana llamado Nueva Trova Cubana, Nueva Canción Chilena y Canto Nuevo, Nuevo cancionero Argentino, Canto Testimonial Nicaragüense, Nueva Canción Costarricense, o de forma general, con el membrete de Canción Protesta, Canto Revolucionario y, que empezaba a tener importante divulgación, especialmente después del triunfo de la Unidad Popular de Chile en 1971, que, con las banderas en alto, la consigna del Pueblo Unido jamás será vencido y las canciones de Victor Jara, Ángel e Isabel Parra, Patricio Mans, Quilapayún e Inti Illimani, celebraban la decisión del pueblo chileno de elegir, por los votos, democráticamente, y apoyaban al primer gobierno socialista de Chile encabezado por el Dr. Salvador Allende. En 1973, cuando la CIA y la Derecha Chilena dieron el golpe militar y asesinaron a miles de ciudadanos chilenos, entre ellos, Salvador Allende y Víctor Jara, mi hermano Carlos y yo escribimos canciones urgentes y solidarias con la resistencia chilena. Pinocho Pinochet y Chile Vencerá fueron tema s que empezamos divulgar en las múltiples actividades de solidaridad con Chile en muchos países de América Latina y Europa, cuando en Nicaragua, apenas a un año del terremoto que destruyó Managua, seguíamos sobreviviendo bajo la dictadura de los Somoza. Por supuesto, antes de todo esto, las canciones de Atahualpa Yupanqui, Horacio Guaraní, Violeta Parra y Carlos Puebla, y la voz de Mercedes Sosa y Alfredo Zitarrosa nos habían estimulado con sus canciones de tal manera, que sabíamos que tarde o temprano romperíamos las fronteras y nos íbamos encontrar, llenos de energía y esperanza en esa “Canción con todos” que escribió el querido poeta Armando Tejada Gómez con música de César Isella y que mis hermanos del grupo vocal Quinteto Tiempo de Argentina hicieran que me emocionara hasta las lágrimas, allá en aquel Festival de la Canción Política en la RDA, durante el X Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en Berlín, Alemania Democrática, en Febrero de 1973. Vuelvo al presente. Supe que Silvio estaba planeando una deseada gira por Centroamérica desde el 2007. Nos comunicamos por correo electrónico para confirmarlo, porque no quería estar ausente en tan importante evento. Silvio vendría a Guatemala y El Salvador por primera vez y regresaba a Nicaragua después de veinticinco años, desde que nos juntamos, la última vez, en el Festival por la Paz, en aquel hermoso 23 de abril de 1983 en la Plaza de la Revolución, organizado por el Ministerio de Cultura, con el apoyo de la UNESCO y con el financiamiento de la solidaridad internacional, especialmente de Holanda. En ese concierto también participaron Mercedes Sosa, Alí Primera, Daniel Viglietti, Amparo Ochoa, Gabino Palomares, el Grupo Moncada, Chico Buarque, Fagner, Adrián Goizueta y el Grupo Experimental, Isabel Parra, Luis Rico y Silverio Pérez. A casi todos los habíamos conocido en distintos escenarios del mundo y les habíamos prometido, sin imaginarnos que sería tan pronto, vernos en Nicaragua al triunfo de la insurrección contra la dictadura somocista. Mi hermano Carlos y yo fuimos los anfitriones de aquel encuentro que ahora nos parece un sueño. Abril en Managua fue no solo un concierto, sino una Jornada de la Nueva canción que duró una semana con conciertos en el anfiteatro de la Laguna de Tiscapa y en distintas cabeceras departamentales. Después de escribirnos varios correos con Silvio y su hermana María de los Ángeles, que es su representante, nos dijeron que se había pospuesto la gira para el verano del 2008 ya que lo de Nicaragua no estaba claro y no querían dejar a nuestro país por fuera. Le agradecí a Silvio. Fue mejor la decisión porque se posponía para el verano del 2008, les comentamos que no había un lugar cubierto para hacer un concierto en invierno con capacidad para más de 1.200 personas. Hablaron de la posibilidad de organizar la gira entre febrero y marzo para hacer conciertos masivos y populares por primera vez en Guatemala y El Salvador, y cumplir con su deseo de regresar a Nicaragua, como todos sabemos, en circunstancias muy distintas y después de la derrota del Frente Sandinista en 1990, con dieciséis años de gobiernos neoliberales y un año después de haber ganado las elecciones Daniel Ortega en el 2006. La primera vez que nos vimos con Silvio en Nicaragua fue para recibir, desde la Plaza de la Revolución, a miles de jóvenes que regresaban de alfabetizar en las montañas de Nicaragua recién liberada. Nos vimos solo unos minutos porque ese mismo día, yo salía con el grupo Mancotal a una gira por Costa Rica. Silvio se emocionó mucho en la plaza porque volvía a vivir, de alguna manera, su experiencia de joven en Cuba… El ha comentado que fue como una eclosión, una especie de revelación… Actualmente en Nicaragua vivimos una historia muy distinta de aquella, Silvio y yo lo sabemos muy bien, aunque hasta el día de hoy no hemos hablado de esto… Ya con la noticia confirmada de que venía Silvio, lo único que se nos ocurrió a mi esposa Lucía y a mí, fue recomendarle a él y su hermana que no hicieran el concierto en ningún lugar que no fuera el Estadio Nacional. Que Silvio, sus admiradores y nuestro pueblo se lo merecían y que no había ningún otro lugar seguro y con condiciones como para hacer un evento de esa categoría. Sería la primera vez, en estos últimos dieciocho años que un cantautor de “la otra música” se presentaría en un concierto masivo, porque tanto Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Alberto Cortez y Facundo Cabral, por mencionar algunos, se habían presentado solamente en la sala mayor del Teatro Rubén Darío. Poco a poco se fueron definiendo las fechas y el orden de los países de la gira. A Nicaragua le tocó el dos de marzo y fue anunciado con algunas contradicciones en la información, sobre todo en el lugar, los precios de los boletos y los patrocinadores. Primero se habló del Estadio Nacional. Luego se habló de la posibilidad de un concierto gratuito en la concha acústica del Malecón patrocinado exclusivamente por la Alcaldía de Managua, lo cual me pareció un riesgo con un costo inmenso en la logística y la técnica de audio y luces y me parecía un poco populista ofrecer un concierto gratuito cuando en nuestro país sigue habiendo mucha politización. Hasta que, finalmente, se confirmó que se haría en el parqueo del Casino Pharaohs, empresa gringa de juegos al mejor estilo de Las Vegas, donde comúnmente se organizan peleas de boxeo. Me pareció una broma primero, luego, al confirmarlo, me pareció que los productores se estaban equivocando totalmente de concepto y que sería una locura presentar a Silvio ahí. Todo estaba por verse. En los siguientes días, hubo más información por los medios escritos y por los canales eficientes de los cuechos, chismes y bolas de Radio Bemba… Finalmente, empezó a salir la publicidad en viñetas de radio, spots de TV y en la forma más popular de anunciar todo tipo de eventos en Managua, las famosas mantas que se colocan en las principales calles de nuestra caótica capital. A propósito, este año, Managua había sido declarada, a pesar de todo, Capital Iberoamericana de la Cultura. Por esta razón, se llegó a especular, y con razón, que la Alcaldía de Managua, a lo mejor, patrocinaría totalmente el concierto de Silvio Rodríguez. Al Trovador de América lo anunciaron con letras ilegibles en las mantas publicitarias del magno concierto, y más bien parecía la promoción de una actividad colegial o el anuncio de un concierto de un desconocido artista en cualquier bar de Managua. Luego, al ver el spot de TV., pude comprender que los Productores nicas no estaban dándole el nivel ni la seriedad profesional que correspondía a un concierto tan esperado por una generación de jóvenes que conoció las canciones más populares de Silvio a través de sus abuelos, padres o hermanos mayores, todos, casi sin excepción, dueños de una nostalgia personal o colectiva de los difíciles pero hermosos años de la Revolución Sandinista. Bueno, viene Silvio. Todo parece estar claro y confirmado. Abrirá el concierto el Dúo Guardabarranco y Moisés Gadea. Me pareció una decisión muy acertada la de invitar, no como teloneros, sino como anfitriones, a estos compañeros, destacados y queridos cantautores nacionales. Se dice que Silvio lo solicitó personalmente a los organizadores, no lo dudo. Todos sabemos, además, que Katia Cardenal, en el año 2001 grabó un CD realizado entre Nicaragua, Noruega y Cuba, con canciones de Silvio donde él participó compartiendo con ella su emblemática canción “Playa Girón”. De tal manera, que el reencuentro con Katia le daba también un sabor especial a la noche en la que, yo pensé, que Katia cantaría a dúo con Silvio una de sus canciones, espontáneamente, talvez como había sucedido en el concierto de Mercedes Sosa, hacía unos días en el Teatro Rubén Darío, donde la Negra Sosa invitó a cantar a Norma Helena Gadea un par de canciones. Otra cosa que me llamó la atención en la publicidad es que, en ningún momento se destacó, a excepción de una nota de El Nuevo Diario, de la presencia, junto a Silvio, de otro cantautor fundador de la Nueva Trova Cubana, como es nuestro hermano Vicente Feliú. Quizás por eso mismo, cuando Vicente salió al escenario invitado por Silvio para cantar Créeme y El Colibrí (que me imagino, la mayoría del público no se enteró que esta canción es el mismo Romance Español “El Colibrí”, también recopilado en las montañas de Nicaragua, esta vez, en versión de habanera como se canta en Cuba este tema folklórico que cuenta Silvio que lo inspiró para componer sus primeras canciones). El rumor de la gente al dejar Silvio a Vicente solo con su guitarra hizo sentirme mal, lo confieso. Vicente fue tan humilde que dijo “No se preocupen, Silvio vuelve…” Algunos que conocían la canción Créeme, la cantaron tímidamente, pero después del Colibrí el público, en su mayoría, quedó más perdido que un zanate en mitad de las Cataratas del Niágara… Esos pequeños detalles del concierto, para mí, fueron muy lindos y los disfruté en total silencio, imaginándome quizás, que estaba en el corredor de un vieja casona del algún pueblo de nuestro Caribe. Comenté con algunos amigos músicos que el lugar que habían escogido para el concierto, una vez que le negaron el estadio a la productora, no sé por qué razones, era un lugar inconveniente y hasta me atreví a decir que pésimo. Para colmo, los vientos de esta época del año anunciaban anticipadamente polvaredas que seguramente afectarían al público y a los artistas. Salieron los boletos a la venta… Todos los días se comentaba la respuesta del público en la adquisición de entradas. A última hora se anunció el precio especial para estudiantes y personas de la tercera edad, me pareció una muy buena decisión. Yo acabo de cumplir sesenta y tres años y agradezco la cortesía que hay en los Bancos para la gente mayor de edad, pero no tenía pensado ir al concierto, sabiendo que iba a estar incómodo, expuesto al polvo y al humo de las fritangas y los fumadores. Pero, de todo corazón, deseaba que fuera una noche inolvidable, mágica, contagiosa y que, (aunque dudaba alcanzaran las 15.000 personas que los organizadores apostaban lograr ingresar), que Silvio, Vicente y sus compañeros músicos, tuvieran un público con la adrenalina al tope y con el mayor de los respetos para el trabajo en el escenario de este hermano del canto latinoamericano y el exponente, junto a Pablito Milanés, más destacado de la Nueva Trova Cubana y de la Canción Latinoamericana. La otra música, como nos gusta llamarla a algunos.
Vuelvo al pasado y los recuerdos…Con Silvio tuvimos la oportunidad, que no siempre se tiene entre artistas que se encuentran en los famosos Festivales Internacionales, de conocernos un poco más. Fue de regreso de una Jornada de la Canción Latinoamericana en Uruguay, cuando ese país hermano regresó a la Democracia en 1985 y Viglietti, Los Olimareños y otros cantautores de Uruguay nos invitaron para un multitudinario concierto que nos recordó nuevamente el de Managua en 1983. Antes, con Silvio habíamos estado representando a nuestros respectivos pueblos y revoluciones, en el XII Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes en la Unión Soviética . Pero después de los noventa, solo nos habíamos hablado un par de veces por teléfono, nos habíamos enviado recados con amigos comunes, y últimamente, como ya he contado, nos escribimos por correo electrónico. Esto sucede con muc seguimos manteniendo una amistad mucho más allá de los años y las distancias. Mucho más allá de los silencios y los cambios de realidades en nuestros países, mucho más allá de la urgencia de una canción aún no escrita…Algunos de estos compañeros de oficio han muerto y han dejado una huella imborrable, como es el caso de Víctor Jara, Alí Primera, Amparo Ochoa, Alfredo Zitarrosa, Noel Nicola, Orlando Gamboa, Caito Diaz . Todos tenemos que envejecer y morir, pero sabemos que las canciones ahí están, nuevecitas, como la primera vez, cargadas de una gran humanidad y un deseo siempre renovado de defenderlas desde el lado izquierdo del corazón, donde la esperanza pasta como un unicornio…
También sabía que Silvio había tenido problemas por el frío y el viento en el estadio de Guatemala. Lo vi en una foto de un periódico guatemalteco, por Internet. El concierto en El Salvador, fue muy especial por el recuerdo de la amistad con el poeta Roque Dalton y su hijo Roquito. Silvio vino a Nicaragua cansado pero siempre dispuesto a cerrar este ciclo histórico en Centroamérica. Yo sé lo que es cantar casi afónico y con problemas en los pulmones. También conozco el “miedo escénico”… que nunca se supera. El público casi nunca se entera de esto porque los artistas generalmente nos entregamos en cuerpo y en alma, precisamente, cuando hacemos una diferencia entre lo que es el arte y lo que es la industria del arte o la empresa comercial… Independientemente del derecho que tenemos de que nuestro trabajo sea justamente remunerado, que nuestros derechos de autor sean respetados y nuestro trabajo artístico apoyado de la mejor manera, profesionalmente con la tecnología moderna, más allá de lo que cada uno escoge como tema y contenido. Finalmente, todos los rumores, bolas y cuechos alrededor de la llegada de Silvio Rodríguez empezaron a confirmarse. Yo me encontraba camino a San Juan del Sur, para realizar un concierto en prevención contra el VIH y el sida organizado por la Fundación Mejía Godoy y otras organismos, en la tarde del domingo 1º. de marzo, cuando Silvio, su hermana, Vicente Feliú, los músicos del grupo Trovarrocco y el equipo de técnicos, llegaban por fin a Nicaragua. Sabía que no íbamos a poder vernos. El tiempo era limitadísimo entre pruebas de sonido, descanso y preparación del concierto. Solo faltaba entonces el último concierto tan esperado en Nicaragua que inclusive, había alborotado a muchos fans de Silvio en Costa Rica y Honduras, quienes organizaron una caravana que viajó ese mismo día para hacer una infinita cola por más de dos horas y media cuando ya el cantautor nacional Moisés Gadea y el Dúo Guardabarranco había iniciado su parte introductoria. Yo estaba afuera en esa larga fila, no me lo contaron. Me imagino, o quiero imaginarme que, Silvio, cuando vio desde el avión, los patios baldíos de la vieja Managua (a los que se refirió Julio Cortázar en su poema Declaración de amor a Nicaragua, poema que después le puso música mi hermano Carlos), y haber reconocido la Plaza de la Revolución, antes llamada Plaza de la República, después bautizada Plaza de la Fuente Musical, y hoy, nuevamente confirmada Plaza de la Revolución, pudo haber recordado, quizás, aquella tarde del Concierto por la Paz en Abril de 1983, donde nuestro pueblo, en medio de una guerra fraticida, un bloqueo bárbaro e injusto impuesto por los gringos, y un calor casi llegando a los cuarenta grados, pedía a gritos a Silvio sus canciones más queridas, y él en un gesto solidario, muy común entre los trovadores de nuestra América, estrenó su Canción Urgente para Nicaragua, acompañada por el grupo Manguaré (que según cuentan, Silvio la escribió en el avión en el que venía de La Habana) y que quedó registrada para siempre en el corazón, la conciencia y la memoria de nuestro pueblo, pero también en un CD y un en Video que se grabó ese día y que contribuyó a denunciar la guerra que contra Nicaragua imponía el gobierno de Mr. Ronald Reagan, gobernante de la potencia más grande del mundo que insistía en convencer en sus discursos que el mundo era en blanco-y-negro, como las películas de vaqueros que él protagonizó en el Hollywood de los años cuarenta. Como que es hoy, ahí están las imágenes del concierto por la Paz. En video y en fotos, los rostros de los muchachas y muchachos, curtidos por el sol, con sus gorras verde olivo, sus sombreros de palma y sus pañuelos rojinegros en el cuello. Con sus sonrisas brillantes como el sol de abril, a pesar de la escasez y la pobreza… Los padres y madres con sus hijos en brazos. En aquel emblemático Festival, las banderas de Nicaragua y el FSLN ondeando entre la multitud que había acudido desde tempranas horas de la mañana. Los Comandantes, por primera vez, confundidos entre el público y no en la tarima. La poesía y el canto de nuestro Continente presidiendo este inolvidable e irrepetible festival… La Cultura en el poder. El poder de la Cultura. “Solo le pido a Dios”, del querido trovador argentino León Gieco,vibrando en la potente voz de Mercedes Sosa. En ese mismo concierto que tuve el honor de abrir con mi canción “Yo soy de un Pueblo Sencillo”. El pueblo cantó a coro cerrado con Daniel Viglietti su conocidísima canción “A desalambrar” y escuchó otro tema que esa tarde estrenó, “El sombrero en alto de Sandino”. El corazón aceleraba su ritmo. El zenzontle mexicano, Amparo Ochoa, a dúo con Gabino Palomares nos cantó esa canción fundamental para nuestra resistencia cultural “La maldición de la Malinche”. Alí Primera, desde Venezuela, vino especialmente para abrazar al pueblo salvadoreño con “El sombrero azul”, que desde entonces se convirtió en un himno de la lucha por la paz del Pulgarcito de Centroamérica. En fin, Chico Buarque y Fagner de Brasil, Isabel Parra de Chile, Luis Rico de Bolivia, Silverio Pérez de Puerto Rico, Adrián Goizueta de Costa Rica, hicieron con sus canciones una fiesta de amor y de solidaridad. Mi hermano Carlos y su grupo, Los de Palacagüina, cantaron el poema-canción de Gioconda Belli que se hizo consigna “No pasarán” y Nicaragua, Nicaragüita se convirtió a partir de esa tarde en la más hermosa canción de amor a Nicaragua . Hoy, todavía se me encharcan los ojos. Estoy seguro que Silvio tampoco olvida ese día. “Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente…”. “Andará Nicaragua su camino en la gloria…”. “Se me Rugama el corazón… Es el sombrero en alto de Sandino…”. “No pasarán, amor no pasarán…”, “Pero ahora que ya sos libre, yo te quiero mucho más…”. Yo pienso que Nicaragua nunca fue ni será ayer igual que hoy, ni será mañana igual que ayer, aunque nosotros sigamos siendo los mismos… Somos los que fuimos y fuimos lo que éramos. “Yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui. Allá Dios, que será divino, Yo me muero como viví…” afirma Silvio en su canción “El Necio”, la canción que escogió para iniciar su concierto del dos de marzo del 2008. Al terminar el concierto del 23 de abril del 83, cuando desarmaron la enorme tarima de la Plaza de la Revolución, y regresaron los equipos sofisticados de audio y luces a Holanda por barco desde el puerto de Corinto por donde habían llegado hace unos días. Cuando las cámaras de TV. que grabaron el concierto se apagaron y el pueblo regresó a sus casas, tranquilo, sin temor a ser asaltado, a pie, al “ride” o amontonado en una camioneta o un camión IFA, allá, en la Plaza de la Revolución, dentro de la estructura de hierro y cemento de las ruinas de la vieja Catedral, quedó, como un eco aquel canto solidario que este dos de marzo del 2008 volví a escuchar en el concierto de Silvio, y se me coló de nuevo “entre el espanto y la ternura”, mientras, después de hacer una fila durante una hora y media, decidí buscar otra manera de entrar (por donde más tarde entraría Silvio con su guitarra) y dije que éramos invitados de él, pues a media noche, mientras yo regresaba de mi concierto de San Juan del Sur, mi esposa Lucía, recibió una llamada de Maria de los Ángeles, para decirnos que Silvio nos invitaba a su concierto. Pasamos a recoger los boletos de cortesía. Ya Guardabarranco interpretaba sus últimas canciones. “Guerrero del amor” era coreada por una buena parte del público, aunque la mayoría de ellos no estuvieron en los Frentes de Guerra en los años 80… Los más desesperados pedían, mejor dicho, reclamaban la presencia de Silvio. La canción “Casa abierta” salió del corazón de Salvador y Katia, abriéndole las puertas de nuestro país a Silvio, que no es hoy la misma Nicaragüita que él conoció, mientras el público, todavía en su mayoría haciendo fila afuera, presionaba contra el único portón, logrando romperlo después, lo que permitió entrar a empujones y codazos a los rezagados y pacientes fans y uno que otro “colado” que pasaba por ahí y que no entendía por que tanta bulla para escuchar las canciones, que no eran regaetones de moda ni con un volumen ensordecedor, de un hombre que con una guitarra sobre sus rodillas proponía uno de los temas más cantados por “moros y cristianos” y que esa noche coreaban furiosa y alegremente los jóvenes de ayer y de hoy: “Ojalá que el deseo se vaya tras de ti a tu viejo gobierno de difuntos y flores…” Un niño como de doce años saltó de su silla, como impulsado por un resorte, al reconocer el tema que había esperado hasta entonces, se abrazó a su madre que trataba de secarse la lágrimas sin echar a perder su maquillaje. Porque Silvio, en este concierto, cosa que disfruté muchísimo, hizo versiones muy distintas, sobre todo, en las introducciones, intermezzos y solos del grupo maravilloso de músicos que lo acompañaron, propuesta acústica, delicada, más para un teatro que para un concierto al aire libre, según mi opinión… El tres cubano hilvanando melodías del punto guajiro, o recorriendo las venas de nuestra América con el son, la habanera y la chacarera. Cajón, bongoes, batería, congas, o simplemente con un pandeiro brasileño como sucedió con una de mis canciones favoritas, “Pequeña Serenata diurna”. Silvio haciendo segunda voz con su público. El concierto se desarrollaba sobre un pedregoso camino y el Juglar proponía la belleza como única forma de vencer los espejismos, como también propone el cantautor español Luis Eduardo Auté. Un concepto hermoso pero lamentablemente muy mal aprovechado por los productores que confundieron el concierto de Silvio con una pelea de Rosendo Alvarez. Solo faltó el ring, porque la barra al final pidió urgentemente otro round. Silvio regresó dos veces al escenario para seguir proponiendo “aflojar odios y apretar amores…” como dice en su canción “Reparador de Sueños”. Apenas comenzaba la noche y la canción (de marketing, como el mismo Silvio la llama, ironizando…) “El Necio” aún no era más que la propuesta del trovador para iniciar el concierto que iba a ser acompañado por el trío Trovarroco (formado por Rachid López, César Bacaró y Maikel Elizarde, especializados en temas clásicos del barroco y del Renacimiento), el percusionista Oliver Valdés y una joven flautista, afinada y precisa, que parecía uno de los ángeles que suele pintar Silvio en sus canciones. Estoy seguro que Silvio ya sabía que además de las canciones coreadas, en más de dos horas de concierto, la mayoría muy conocidas y popularizadas por los vendedores piratas de CDs que seguramente hicieron su agosto este dos de marzo, no faltarían las gargantas que desde casi la mitad del concierto propusieran, rogaran, solicitaran, exigieran, la famosa “Canción Urgente para Nicaragua” que al final, después de la decisión de Silvio de no cantarla, o explicar que tenía problemas con esta canción y hasta pedir disculpas, se iba a convertir en el tema de la noche… La suerte estaba echada. La voz del trovador se proyectaba por encima del rumor que recogía un micrófono abierto para captar el ambiente del concierto… Era casi como estar en un bar enorme donde la gente hablaba, gritaba, pedía un trago o simplemente comentaba la canción de turno. Yo seguía en silencio, intentaba concentrarme en el trabajo del tres y la guitarra que muchas veces se perdió por la mala sonorización. Desde el rincón más lúcido de mi corazón y mi conciencia me hacía cómplice de Silvio. Me seguían llegando los recuerdos…Ahora me fluyen como un río de aguas transparentes y tranquilas… En una oportunidad, a finales de los años noventa, en un bar de la capital frecuentado por jóvenes de clase media, muchos, hijos de Sandinistas o disidentes del FSLN, me pidieron hacer un concierto. Por supuesto, pagado. Fue una aventura y un riesgo que quise correr. En medio de cervezas, rones, tequilas, mucho humo de cigarrillos, gritos, coros desafinados, una que otra lágrima y un rumor insoportable pero natural en esos ambientes nocturnos, logré salir adelante, como un torero que sale ileso del ruedo, o un alambrista que logra el equilibrio necesario sobre la cuerda floja… Al final, al despedirme, después de cantar “Somos hijos del maíz” y “Nicaragua Nicaragüita”, me pidieron a gritos “La Consigna”, canción de la guerrilla del FSLN, compuesta por mi hermano Carlos en los años setenta e inevitable de incluir en el repertorio de los conciertos y actividades políticas en las plazas de nuestro país en los años ochenta. Me negué a cantarla diciéndoles que no la tenía en repertorio y que no me la sabía. En realidad, no quería cantarla ni ahí ni en ninguna parte. En el concierto de Silvio, cuando le pidieron “Canción urgente para Nicaragua” y Silvio respondió lo que todos sabemos, inevitablemente recordé mi experiencia. Yo recibí una rechifla y protestas en aquel bar. Empezaron a golpear las mesas con las botellas y con las manos. Podrían haberlo hecho con las tarjetas de crédito, (parodiando lo que dijo John Lennon). Yo me retiré del escenario. El propietario del lugar me rogó que saliera a cantar de nuevo antes de que los jóvenes rompieran el local. La verdad es que esto ha pasado en este y el otro lado del mar. Hay miles de historias escritas y por escribir… Entonces les dije a los jóvenes que si querían cantar ellos “La Consigna”, mi grupo y yo los acompañaríamos, y así fue… Esto me trae también el recuerdo de una experiencia en Guatemala, donde me negué a cantar la canción “Comandante Carlos Fonseca” por tratarse de un himno que no tenía que ver nada con el concierto de aquella noche en el local “Trovajazz”. Yo mismo, por mucho tiempo me había censurado de cantar “Yo soy de un pueblo sencillo” después de la derrota electoral del FSLN, pero con el pasar de los años, yo mismo, sin ninguna presión volví a incluirla en mi repertorio para cantarla en el lugar y el momento que deseo hacerlo y creo conveniente. Pero este es mi caso y no el de otro y es mi propia decisión. Silvio hizo lo que tenía que hacer. Yo hubiera hecho lo mismo. Leí algunos comentarios que se publicaron en El Nuevo Diario, además de otros artículos que se escribieron después del concierto de Silvio, en relación a la comercialización del arte y los artistas, al ser o no revolucionario por cobrar honorarios y pedir condiciones técnicas y logísticas para nuestro trabajo. Y hasta comparar a Silvio con cualquier artista que se sube a un escenario a divertir a la gente. Me parecieron comentarios totalmente equivocados y hasta groseros. Entonces se me ocurre contar un par de anécdotas. Después de la derrota del FSLN, alguien que llegó a vernos a un concierto al Café Concert La Buena Nota, reclamó que por qué se estaba cobrando la entrada si los Mejía Godoy habíamos cantado siempre en plazas públicas y de forma gratuita para el pueblo. La respuesta fue simple, porque vivimos de nuestro trabajo, dijimos. Luego, cuando exigimos que requeríamos de una producción profesional en audio y luces para nuestros espectáculos, que no necesariamente fueran en el Teatro Rubén Darío, nos dijeron que se nos estaban subiendo los humos a la cabeza y que ahora cantábamos solo para la burguesía… o que ahora nos estábamos pareciendo a los artistas comerciales… Por último, una vez, recién el triunfo de la Revolución, me encontraba haciendo una presentación en el pueblito de Terrabona, cerca de Sébaco, y un niño que nos seguía a unos pasos de distancia, finalmente se me acercó y me dijo,“Tóqueme la Josefana”, y metiéndose la mano en el bolsillo sacó una moneda de veinticinco centavos y me la dio. Era todo lo que andaba ese niño en su bolsa. “O casi todo, o casi nada, que no es lo mismo pero es igual…” No quería escribir estas palabras que no son necesariamente una crítica a los organizadores del concierto, ni una cobertura periodística, ni una reflexión ni una defensa de Silvio ni material para un debate ni nada que se le parezca, sin dejar que los recuerdos fluyeran sin prisa y compartir la emoción, las contradicciones que sentí y el silencio que hice durante todo el concierto de Silvio porque me estremecieron sus canciones como a cualquiera que sabe que frente a nosotros estaba el cantor, el juglar, el trovador, el poeta, el ser humano, el artista, comunicándose como él lo sabe hacer, con esa su voz tan particular y acurrucando su guitarra, con una carga de honestidad, sinceridad y coherencia a toda prueba. A lo mejor más de un problema había resultado en su visita a Nicaragua. Con un audio que dejó mucho que desear y no logró mostrar de la mejor manera el trabajo profesional de los increíbles músicos originarios de Santa Clara. Al fondo del escenario una pantalla negra en la que se intentaba proyectar estrellitas y figuras geométricas más bien distraían… Y un público era más lo que hablaba y gritaba que lo que escuchaba, con su respectiva dosis de banderas de Cuba, Nicaragua y el FSLN como si se trataba de un acto político en aquel terreno, propiedad de uno de los Casinos de Juegos que han invadido el país en los últimos años de la nueva Nicaragua y la propuesta de la clase política de “desarrollo y prosperidad…” Solo faltaron los candidatos a alcaldes. ¿Andará Nicaragua su camino en la gloria…? No sé, pero estoy seguro que fue la sangre sabia de los héroes la que escribió nuestra historia, hasta que las cosas cambiaron para mal. Me lo dijo un hermano que ha sangrado conmigo, me lo dijo un cubano que supo cantarnos que la era paría un corazón (cuando el Ché era asesinado), mientras en nuestras pequeñas “Bananas Republics” de Centroamérica, bajo la bota de las dictaduras tropicales, seguía teniendo más valor una mula que la vida de un obrero. Se llevaron el oro y nos dejaron los pulmones perforados. Se fueron las Bananeras y nos quedaron las secuelas del Nemagón y la indiferencia de los gobiernos de turno en los últimos dieciocho años… Vinieron las Maquilas en la Nueva Era y seguimos, quinientos años después de haber cambiado oro por espejos de vidrio, esperando nuestra redención. Mientras tanto, la sombra vertical de Sandino, desde la Loma de Tiscapa seguirá siendo un espectro con Bolivar, el Ché, Leonel Rugada, Roque Dalton, y muchos más. Cuando Silvio dedicó su hermosa canción (que escuché por primera vez en abril de 1983) “El dulce abismo” a los cinco hermanos cubanos prisioneros políticos en las cárceles de EEUU, sonreí con los ojos húmedos y la piel de gallina, cómplice con su pueblo en la amistad, la solidaridad y la ternura. Quizás muchos no se dieron cuenta de qué hablaba Silvio, porque quizás lo llegaron a ver cantar sus éxitos, que por supuesto, no tiene nada de malo. “Solo el amor de tanta sangre derramada hizo posible tanta luz en nuestras vidas. Solo el amor reverdecido entre la muerte donde con actos se respaldan las palabras… “ dice una estrofa de una canción que escribí en 1993. Solo el amor hizo posible este concierto, digo ahora. Sigue siendo urgente una nueva canción para todos los tiempos. Gracias a Silvio, hermano, compañero y amigo, por su entrega sin bozal, más allá de los pronósticos y los comentarios… Gracias por seguir echando redes a los sueños… Quiero que Silvio sepa que su visita nos ha servido para reafirmar más nuestro oficio de trovadores itinerantes, comprometidos con el arte y la cultura. Sé que ahora estamos más unidos que nunca, en la lucha contra cualquier tipo de guerra y de injusticia en el mundo. Sé que él vino a sumar por encima de las diferencias, con su poesía y su música, para replantearnos los sueños… lo siento por los que urgían escuchar una canción en particular.
Para terminar, recuerdo los versos de una canción que escribí en 1972 pero que pude haberla escrito después del concierto de Silvio.
«El cantor no tiene estrella porque es dueño de la noche
cuando llora su guitarra se llena de mariposas
el sendero que ha escogido junto al pueblo va venciendo
va luchando, caminando, con el grito en la garganta
y el corazón en la mano…»

Long Train Running Lyrics

Long Train Running Lyrics
Doobie Brothers

Down around the corner half a mile from here
see them both feet run and you watch them dissapear

without love where would you be now
without love

though i saw miss lucy down along the track
she lost her home and her family and she won t be coming back

without love where would you be now
without love

with the feeling always central and the southern central freight
you got to keep on pushing mamma you know there running late

without love where would you be now
without love

when the pistons keep on turning and go round and round
and the steel reels are cold and hard and the moutain ain t no down

without love where would you be now
without love

Canada’s Place in the Imperialist System

Canada’s Place in the Imperialist System, and the Struggle for Sovereignty and an Independent Foreign Policy of Peace and Disarmament

Presented by Kimball Cariou, editor of People’s Voice and member of the Central Executive Committee CPC, at the seminar on “Anti-Imperialism and Peace,” June 25, 2006, Vancouver, British Columbia.

My presentation today is largely based on some earlier work by comrade Miguel Figueroa, leader of the Communist Party of Canada. Together with Miguel, I have added some comments in regard to issues being debated within the anti-war movement in the new context of the Harper Conservative minority government.

The CPC has a long history of involvement in the anti-war struggles. Our party was formed in 1921 by representatives of the socialist movements in North America which were most strongly opposed to participation in the First World War, which saw millions of European workers slaughter each other for the sake of the competing colonial ambitions of their masters. Ever since that time, the Communist Party has played an important role in the movements against war and for peace and disarmament. During the most difficult years of the Cold War, the Communists, along with some left-oriented social democrats, were virtually the only political force campaigning against the imperialist domination of the US and the European colonial powers.

Even at the present, when our Party is quite small, we place a high priority on building a broad and powerful struggle against imperialist war, from local grassroots coalitions to alliances on a country-wide and international scale.

To give just a couple of local examples, the Communist Party was one of the very first organizations to affiliate to the StopWar coalition here in Vancouver. We were deeply involved in the Coalition of Progressive Electors, whose elected officials took the initiative to launch the World Peace Forum. On a country-wide scale, we were among the groups which built the Canadian Peace Congress, and which helped to launch the Canadian Peace Alliance during the 1980s. We have been among those political forces which aim to build up mass opposition to the occupation of Iraq and Palestine, and to resist Canada’s shameful role in the occupation of Afghanistan and the overthrow of the democratically-elected government of Haiti.

I want to speak about some of this context first, and then deal briefly with the theoretical issues faced by the peace movement.

Two months ago, on the third anniversary of the U.S.‑led invasion of Iraq, protests were organized around the world, including in over thirty cities and towns across Canada. With the dangers to peace multiplying, Canada’s peace movement is faced with the necessity to redouble our efforts to block this country’s tilt towards support for U.S. imperialism.

The election of the minority Conservative government is a dangerous development, directly counter to the interests of the majority of people in Canada.

In recent years, Canada has participated in a number of imperialist aggressions, violating the fundamental, democratic principles of international law: Iraq (enforcing sanctions, 1990 to 2003), Somalia (1992), Bosnia (1993 to present), Yugoslavia (1999), Afghanistan (2001 to present) and Haiti (2004 to present).

Prior to this period, Canada projected an image as a “neutral” party in world affairs. Canada was clearly on the same side as the United States, but we were usually seen as “peacekeepers” rather than participants in military actions. Under enormous pressure from the peace movement, particularly in Quebec, the Chrétien government declined to take part in the invasion of Iraq, a move which temporarily restored this tarnished image.

Overall, however, this more aggressive recent trend emerged following the serious setbacks to socialism in the Soviet Union and its allies, which acted as a counterweight to imperialism’s constant and inherent drive for world domination.

Canada’s new imperialist record has shocked many people, but it should be no surprise. Acting on behalf of Canadian banks and transnationals, and backed by the corporate media, successive federal governments have increasingly aligned Canada’s foreign policy and military doctrine with that of the U.S. One important exception has been Ottawa’s disagreement with the illegal U.S. economic blockade of Cuba.

Now, on a whole range of foreign policy issues, the Harper government threatens to involve Canada in ever more dangerous aggressions and war preparations.

In defiance of public opinion, the Harper government wants to reverse the 2004 decision against official participation in U.S. plans to deploy weapons in space (missile defence). With the aim of taking part in more foreign aggressions, the Harper government will increase military spending to nearly $25 billion over the next five years, up from today’s $11.6 billion.

Canada’s leading role in the occupation of Afghanistan is the greatest and most immediate problem confronting the peace movement. Last year the Martin Liberals – with the full support of the Harper Tories – escalated Canada’s troop deployment to Afghanistan into the largest foreign operation in fifty years. Last month, on just 36 hours notice, the Conservatives pushed through a Parliamentary vote to extend the Afghan mission for two more years. But the vote was just 149-145, thanks largely to a last minute campaign by anti-war groups to flood MPs with e-mail messages.

This struggle will continue despite the Parliamentary vote, and it will almost certainly escalate as two things happen: more Canadian troops will suffer casualties in the Kandahar area, and more Afghans will be killed by the occupation forces. The battle to win “hearts and minds” over this issue is being fought here in Canada by such means as the arrests of 17 young men in Toronto, who are now facing terrorism charges. According to Harper and “Public Safety” Minister Stockwell Day, these men are already presumed guilty. We can be certain that the timing of these arrests had more to do with winning support for the Afghan mission than with any real immediate danger of a terrorist action.

This deployment has nothing to do with improving the lives of people in Afghanistan or fighting terrorism. The real purpose is to allow the U.S. to keep more of its soldiers in Iraq, and to safeguard U.S. investments, like Unocal corporation’s proposed oil pipeline through Afghanistan from Central Asia. But the presence of Canadian troops in the region will make Canada an even more important target and enemy of the peoples struggling to end unjust occupations.

The seriousness of tensions in the region cannot be underestimated. The use of nuclear weapons or devastating attacks by the U.S. or another imperialist power may well provoke a far greater and widespread war with millions of casualties over many years.

Unfortunately, the Afghanistan deployment vote revealed the lack of a powerful Parliamentary opposition to the Tories’ foreign and military strategy. There was plenty of talk of “supporting our troops” and “getting back to building infrastructure,” but even the NDP members of parliament accepted the underlying assumption that Canada has a “responsibility to protect” the weak and powerless through the projection of our military strength. In effect, the NDP, as well as Liberal and Bloc Quebecois opponents of the war, are reluctant to challenge the imperialist nature of this occupation. This means that the peace movement must redouble our efforts to demand that Canada immediately withdraw our military forces from Afghanistan and speak out in support of sovereignty of the peoples in the Middle East. There will be stronger campaigns along these lines by many anti-war groups across Canada in the coming months, including a cross-country day of action on October 28.

There are other crucial issues faced by the peace movement today. The U.S. continues to develop and lower thresholds for the use of its massive nuclear weapons arsenal. A new round of nuclear testing is in preparation.

The Bush administration is ominously charging that Iran is building nuclear weapons, laying the groundwork for some type of military assault upon that country.

Imperialist countries are using the Hamas victory in the Palestinian Authority elections to punish the Palestinian people with starvation and sanctions, while ignoring the murderous campaigns against the Palestinians by the Israeli state.

The war on terrorism is being used by imperialism to curb civil rights, carry out racist attacks, and criminalize resistance to its domination.

All these problems are added to old global injustices, such as the impoverishment and starvation of millions of people as a result of the unjust world order of corporate globalization.

In response, the Communist Party calls for an independent foreign policy of peace and disarmament for Canada, and urges peace‑supporting left, democratic, labour and other peoples’ movements to mobilize and unite in support of such policies.

In all these broad struggles, our Party has also put forward our own perspective. Some of my comments on this topic were presented at a seminar in Toronto two years ago, where comrade Figueroa engaged in debate with other left groups, such as the International Socialists, who are prominent in the Canadian Peace Alliance and in some local coalitions and campaigns. I will also deal with some controversies here in Vancouver, where the Mobilization Against War and Occupation attempts to impose narrow, divisive positions on the wider anti-war movement. The point of these debates is not to engage in sectarian attacks against other forces on the Left, but to attempt to clarify the strategies and tactics necessary to strengthen the peace movement as a whole.

First, some comments on the nature of the Canadian state. In our Party’s view, Canada is an imperialist state. Chapter II of our program states explicitly:

“Canada is an imperialist country – a highly developed monopoly capitalist state. Canada has the highest level of foreign ownership amongst the imperialist countries, but it is neither a colony nor a semi‑colony. Canadian‑based transnationals participate in the exploitation of working people in other countries, and Canada is subject to the intrinsic contradictions of global capitalism.”

In fact, recent statistics indicate that while foreign ownership of the Canadian economy is on the rise once again, at the same time Canadian monopoly interests are increasing their export of capital. By 1996, outward Direct Foreign Investment (DFI) from Canada to the U.S., Europe, and Asia had actually surpassed new inward foreign investment in the country. Last weekend here at the Dogwood Centre, a speaker from Montreal pointed out that even the smaller nation of Quebec has developed its own transnational capitalists, such as the giant Bombardier Corporation.

Our program goes on to state: “Canadian monopoly is more than a junior partner of U.S. imperialism; it is an integral part of the world imperialist system. Canadian monopoly interests are interwoven with those of U.S. capital and increasingly with capital from the EU and Japan.”

And on the related question of who actually controls the Canadian state, our program is also explicit: “The central fact of political life in Canada is that state power is in the hands of Canadian finance capital.”

In short, our Party rejects the idea that Canada is some sort of vassal state, or semi‑colony controlled by a comprador bourgeoisie – a view advanced by some others on the Left during the 1960s and ’70s.

This is not to deny the colonial, dependent roots and history of the development of capitalism in Canada, and of the ruling capitalist class in this country. From early in the twentieth century onward, trade and debt dependence on Britain was gradually replaced with an even closer dependence on U.S. capital and technology. U.S.‑based capital increasingly gained control of key sectors of the Canadian economy, particularly manufacturing and natural resources. This process resulted in Canada becoming more integrated into and more dependent on the U.S. economy than any other developed capitalist country.

This relatively unique pattern of capitalist development helps to explain the contradictory relations between Canadian and U.S. capital. In earlier decades we characterized this relationship as an “antagonistic partnership.” The Canadian ruling class collaborated with foreign, mainly U.S. capital, including tolerating an unusually high level of foreign ownership in an advanced capitalist state, while at the same time maintaining its control over the Canadian state apparatus and over significant parts of the domestic market – banking and finance, communications, and certain manufacturing and service industries, in particular.

This “antagonistic partnership” took shape prior to WWII, and held sway for at least the next three decades or more. It began to give way by the late 70s and early 80s with the gradual abandonment of Keynesianism in favour of monetarist and neoliberal policies by the ruling class.

As late as the 1984 general election, Brian Mulroney campaigned on a promise never to enter into a free‑trade arrangement with the U.S. After that election, following a “briefing” from the Business Council on National Issues (BCNI, now the Canadian Council of Chief Executives, CCCE), he and his Tory Government flipped 180 degrees and began to promote free trade.

Our party sums up this new orientation in this way: “Canadian monopoly has its own independent interests to protect and advance. However the dominant trend within Canadian monopoly circles today is toward economic integration and political collaboration with U.S. imperialism, and with international finance capital in general. In pursuit of maximizing profit, Canadian monopoly is prepared to sacrifice the country’s economic and political sovereignty, so long as it can maintain a reasonable share of the plunder of Canada’s natural resources and domestic market, while expanding access to larger U.S., hemispheric and global markets.”

Simplistic theoretical constructs would suggest that a state like Canada is either an independent, imperialist body in its own right, or else that it is in a dependent, subordinate position to its much more powerful imperialist neighbour. Life is far more complex than this. Certainly, in the case of Canada, both are true.

With that, let us turn to the issue of sovereignty.

Our Party rejects the argument that somehow the fight to defend Canadian sovereignty is at best an unnecessary distraction from the class struggle against capitalism, and at worst, an unprincipled embrace of bourgeois nationalism, a rejection of working class internationalism. On the contrary, we contend that the struggle for Canadian sovereignty and independence is an essential condition and step for the advance to socialism.

Two main considerations inform our approach on this issue. The first relates to our understanding of sovereignty as a fundamentally democratic demand, and second, the importance of the struggle to defend sovereignty as part of the larger struggle against U.S. imperialism.

There is sometimes an assumption that when Communists speak of sovereignty, we are primarily referring to state sovereignty. As Communists we are not in favour of strengthening the Canadian bourgeois state. We envisage that revolutionary moment when the people begin to dismantle that oppressive capitalist state and replace it with a democratic, revolutionary state led by the working class and committed to the building of socialism.

When we speak of Canadian sovereignty, we mean the sovereignty of the Canadian people – the vast majority of whom are workers and their closest allies – and the basic democratic right of the Canadian people to determine their own future, their own destiny.

It is precisely the democratic content of national sovereignty which is under attack by finance capital – both international and domestic. This takes place under the cover of various trade and investment regimes – the so‑called “global architecture” that is being imposed on the peoples everywhere under the aegis of the World Trade Organization (WTO) and the various imperialist‑controlled institutions like the International Monetary Fund and World Bank.

Under the terms of these pacts and agreements, the democratic rights of the people to determine their own social policies, labour and employment policies, environmental standards, etc., are being systematically stripped away. These “treaties” protect the interests of monopoly, guarantee the free mobility of capital, and virtually outlaw any possibility of public nationalizations and seizure of private assets. This is being done with the collusion of our own Canadian ruling class, and not by accident!

And yet there are still forces within the left which view the struggle against “free trade” and U.S. domination as a diversion, as a form of “tailing behind the national bourgeoisie.” Such forces sharply criticize groups such as the Council of Canadians, which are considered simply “nationalist.” Of course, this misses the point that it was precisely the national bourgeoisie which promoted “free trade” in the first place. Failure to condemn free trade, along with the rest of the project to integrate Canada more fully into the U.S. empire, plays into the hands of the Canadian ruling elite who want to enlist the support of the Canadian people for this sell‑out, or at least neutralize us and silence our protests.

There have been other forms of objection from the left against the struggle for sovereignty. Comrade Figueroa has related, for example, his experience at a seminar during the 1980s held by the Institute of Canada‑USA Studies in Moscow. The Soviet comrades argued that our party’s position was reactionary, because economic integration is an inevitable, objective process under capitalism and that therefore we should accept and even embrace it.

Our response what that while economic integration is objectively-driven, under the prevailing monopoly capitalist conditions it exacts a heavy price primarily from working people, and that in struggling against this agenda, Canadian workers become more aware of their class interests.

Sovereignty is directly connected to the rights of nations and peoples to self‑determination. This is not a selective right reserved only for oppressed nations, or those which have already embarked on a revolutionary path. Such is the view of Movement Against War and Occupation (MAWO) here in Vancouver, for example, which has bitterly resisted any attempts to link the struggles by the people of both Cuba and Canada for sovereignty against U.S. domination.

In reality, sovereignty is a fundamental right of all nations and peoples. Of course, no nation or people can be truly free if they oppress another nation or people. Our program is very explicit on this point, with respect to the right to self-determination of the oppressed nations in Canada – the Aboriginal nations, the Acadians and Quebec. But recognition of these national rights does not detract from or negate the sovereign rights of the peoples of Canada as a whole to resist the onslaught by U.S. imperialism and international finance capital.

Yet another argument is sometimes raised: that the struggle for sovereignty is part of a bygone era, the stage of early development of the bourgeois-democratic state in Canada. Again, this view misses the point. The left supports and fights for a whole number of democratic demands of the people – the right to the full equality of women, the struggles of the LGBT community, the campaign against environmental degradation, the defence of civil liberties – none of which are not directly or inherently socialist demands. The role of the left is to link these democratic struggles to the overall struggle for social emancipation against capitalism.

Finally, on the importance of the struggle to defend sovereignty as part of the larger struggle against imperialism.

Since the point is not just “to interpret the world, but to change it,” our starting point must be the elaboration of a clear line of march, a set of revolutionary strategy and tactics to achieve our goal.

There is a saying that “class consciousness is knowing which side of the barricades you are on – class analysis is knowing who is beside you.” We could add that strategy and tactics is knowing which direction to point your gun.

We often speak of “imperialism” or “global capitalism” as short‑hand to refer to prevailing political economic order in the world today. But in doing so, we should not fall into acceptance of the concept that there exists one all‑embracing, interconnected imperialist goliath – a kind of “ultra‑imperialism” of which Karl Kautsky wrote, or its modern variant, the core‑periphery model of world systems theory or similar ‘dependency’ theories.

In fact, world imperialism is composed of several different rival imperialist powers and centres. For a number of decades, during the imperialist Cold War struggle against the Soviet Union, these rivalries and contradictions were submerged in the common cause, to defeat world socialism. But these contradictions did not disappear, and since the early 90s, they have re‑emerged into the light of day.

To quote again from our program: “While the imperialist powers have a common interest in imposing a single global market which they can dominate and control, the three main imperialist centres – the U.S., the European Union (EU), and the emerging Asian bloc led by Japan – are engaged in a bitter struggle over the division of the spoils of global domination. As the world capitalist economy becomes ever more volatile, each imperialist centre seeks to protect its privileged position within those markets it already dominates (its so‑called ‘sphere of influence’) while simultaneously attempting to penetrate and supplant its rivals in other national and regional markets.”

The most powerful, predatory and expansionist of these three centres is U.S. imperialism. It follows therefore, that the main enemy of humanity today – and the main target against which we must direct our political fire – is U.S. imperialism.

As we know, the Canadian ruling class has for the most part decided to throw in its lot with Fortress America. Since the 1980s this walk to economic and political integration with the U.S. has turned into a jog, and then since Sept. 11, 2001, into a full‑fledged sprint.

But for the working class and popular forces in Canada, as around the world, anything that can weaken and block the drive of U.S. imperialism for world domination and hegemony should be done.

And in so doing, it is necessary for us to seek out and utilize every possible contradiction, every chink in the armour, to weaken U.S. domination. Should we not seek out every grievance and perceived wrong to hurl at the Bush regime? Should we not enlist every possible ally in this mammoth battle?

To ask the question is to answer it.

Take the debate over Canada’s participation in Missile Defence as an example. During the course of that political debate, former Liberal Foreign Minister Bill Graham made an incredibly honest statement – that Canada’s involvement was “necessary” to head off severe repercussions from the White House. That remark reminded us once again of the arrogance and condescension towards Canada coming from our imperial masters to the South. In the ensuing political struggle, the Liberal government was compelled by public opinion to reject “official” participation, although in reality, most of what the U.S. wanted from Canada was being carried out through our participation in the NORAD treaty. Now, the Harper Tories are pushing once again for participation, not because this would mean Canada doing anything significantly different, but to support the public relations campaign of the Bush regime.

In such circumstances, we reject the argument – raised by MAWO for example – that Missile Defence is “just another weapons system.” (The same general argument is used to resist efforts to build campaigns against nuclear weapons.) In our view, the development of Missile Defence, new tactical nuclear bombs, and other upgraded weapons systems are an integral part of the drive by U.S. imperialism to achieve global military domination. For this reason, all Canadians who are concerned about preserving our country’s sovereignty must be mobilized into the broadest possible campaign to block Missile Defence and to pull out of U.S.-dominated military agreements. Failure to do so, on some specious grounds of refusing to pander to nationalist sentiments, would be the height of political immaturity and irresponsibility.

Communists are not afraid of seek unity with others. On the contrary, we understand that it is only through the forging of unity – both within our class and with other allies – will the class struggle against capitalism proceed toward victory.

I will let Lenin have the last word. He wrote in Left Wing Communism, An Infantile Disorder: “To carry on a war for the overthrow of the international bourgeoisie, a war which is a hundred times more difficult, prolonged and complicated than the most stubborn of ordinary wars between states, and to refuse beforehand to manoeuvre – to refuse to temporize and compromise with possible (even though transitory, unstable, vacillating and conditional) allies – is this not ridiculous in the extreme?”

At the same time, however, let us remember that the working class and revolutionary forces must be expanded considerably to allow us to take part in the anti-war movement from a position of strength. Our perspective must be to build the broadest possible alliance of forces aimed at defeating imperialist war and aggression, at the same time as we build our own movement so that we can do more to provide principled and consistent leadership.