Frei Betto: “Las izquierdas latinoamericanas debemos pensar por qué los más pobres ya no nos apoyan tanto

Frei Betto: “Las izquierdas latinoamericanas debemos pensar por qué los más pobres ya no nos apoyan tanto”
29 de noviembre de 2018 | Escribe: Stephanie Demirdjian en Internacional
Fraile dominico brasileño y referente de la teología de la liberación.

La vida del fraile y teólogo brasileño Frei Betto está marcada por hitos de todos los colores y formas desde el día en que nació, hace 74 años, en la ciudad brasileña de Belo Horizonte. Militó en la Juventud Estudiante Católica, trabajó como periodista, se unió a la orden de los domínicos, fue encarcelado y torturado por oponerse a la dictadura militar, estudió teología, filosofía y antropología, y fue asesor de varios gobiernos progresistas de América Latina, incluido el primer mandato del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

En el medio, escribió más de 50 libros de diferentes géneros literarios –desde novelas hasta ensayos– y se convirtió en uno de los principales referentes brasileños de la teología de la liberación, una corriente del pensamiento cristiano que consiste en “ver el mundo desde los ojos y el sufrimiento de los pobres”, como el propio fraile lo ha definido más de una vez.

De visita en Uruguay, Frei Betto conversó con la diaria sobre las razones de la llegada al poder del ultraderechista Jair Bolsonaro, que el 1º de enero asumirá como presidente de Brasil. Al mismo tiempo, habló sobre la “autocrítica” que tiene que hacer el Partido de los Trabajadores (PT) para reconstruirse en este contexto y cómo impacta en la política la influencia de las iglesias evangélicas. Acerca de la teología de la liberación, fue bastante claro: sigue viva en espíritu pero, en la práctica, perdió terreno.

¿Qué lectura hace del triunfo de Jair Bolsonaro, a un mes de que se celebraron las elecciones presidenciales en Brasil?

El triunfo de Bolsonaro se ha dado por cuatro factores. El primero es el antipetismo, que ha sido muy fuerte en Brasil por la manera en la que se intentó explotar los casos de corrupción que efectivamente hubo en el partido. Son casos excepcionales pero graves, y el partido nunca hizo una autocrítica pública, entonces la oposición supo explotar esto y creó una ola antipetista. No es que la gente prefiera a Bolsonaro, la gente prefiere a cualquiera que no sea del PT. Esto tuvo lugar dentro de una conspiración para encarcelar a Lula; este es un segundo factor. No hay pruebas contra Lula, hay pruebas contra otros líderes del PT, que fueron sancionados y algunos dimitieron, como Antonio Palocci, que fue ministro de los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff. Pero contra Lula no. Entonces, como Lula tenía mucho prestigio y estaba garantizado que ganaría en estas elecciones, se trató de ponerlo en la cárcel, y ahora el juez que lo hizo [Sérgio Moro] ha sido recompensado por Bolsonaro y nombrado ministro de Justicia. Esta es la prueba de que se trató de una conspiración. Otro factor es la influencia de las iglesias evangélicas, las únicas que hacen un trabajo de base con el pueblo. En los 13 años de gobierno del PT no hemos hecho este trabajo, no hemos tratado de hacer la alfabetización política de la gente sencilla, mientras que las iglesias evangélicas sí lo hicieron. El papel de esas iglesias neopentecostales es garantizar que los pobres soporten la pobreza. Entonces son como un rebaño de corderitos, de ovejitas que aceptan la palabra del pastor como si fuera la palabra de Dios. Es una forma terrible de opresión, de servidumbre voluntaria, pero que tiene mucha fuerza en Brasil, incluso fuerza política. Las iglesias evangélicas tuvieron su peso en la elección de Bolsonaro y tienen una bancada parlamentaria muy fuerte. El cuarto factor es la manipulación de las redes digitales, que ahora plantean un problema grave para la democracia. ¿Qué significa “democracia” si las manipulaciones que hace un hombre como [Steve] Bannon desde Estados Unidos ya han influido en las elecciones de 50 países del mundo? Incluso en la elección de Donald Trump, en el brexit en Reino Unido y ahora en la victoria de Bolsonaro en Brasil. También hay que tener en cuenta que Bolsonaro tuvo 47 millones de votos y hay 30 millones de brasileños que no votaron, entre abstenciones, votos en blanco y nulidad. Pero por la ley y la democracia de Brasil ahora Bolsonaro es el futuro presidente y forma un gobierno de carácter fascista, de militares, y que tiene un discurso antidemocrático. De la elección de Bolsonaro también es responsable la cobardía del sistema judicial brasileño, porque tendría que haberlo sancionado por las cosas absurdas que ha dicho durante la campaña, como defender la tortura u ofender a los homosexuales y a las mujeres. Pero todo se soportó en la Justicia, sin ninguna sanción. Eso facilitó su proyección.

¿A qué atribuye el crecimiento de las religiones evangélicas en Brasil, tanto en cantidad de fieles como en los espacios de poder político?

Lo atribuyo a varios factores. Primero, los dos pontificados conservadores de la iglesia católica, el de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI, no valorizaron nuestro trabajo en las bases populares con las comunidades eclesiales de base. Al contrario, hubo mucha sospecha, mucha oposición y un cambio de obispos y curas que apoyaban este trabajo, entonces muchos fieles de las comunidades eclesiales de base emigraron a las iglesias evangélicas. Además, no se sentían bien en las misas católicas, que generalmente son muy buenas para las capas medias y altas. Pero tú, fiel, dueña de una empresa, vas a la misa y difícilmente vas a encontrar a un empleado tuyo ahí, o al portero de tu edificio, o al chofer de tu auto. Esa gente va a la iglesia evangélica. La iglesia católica no ha sabido dar apoyo ni valorar. También el clericalismo que hay en la iglesia católica –todo está centrado en la figura del cura– ha dificultado mucho nuestro trabajo. Los curas no viven en las favelas, pero los pastores sí, entonces ese acercamiento conquista a la gente. Otro factor tiene que ver con una mística interna de que “un hermano vota a un hermano”. Es decir, un evangélico, cuando va a votar, tiene que votar a otro evangélico. Por eso Bolsonaro, que es de tradición católica, se hizo bautizar en la Asamblea de Dios, que es una confesión protestante de carácter pentecostal. Con mucha inteligencia, fue a tratar de convertirse en evangélico para merecer también ese voto.

Durante la campaña electoral, Bolsonaro presentó una agenda que –entre otras cuestiones– amenaza con criminalizar los movimientos sociales. En este contexto, ¿qué perspectiva de acción y movilización tienen?

Los movimientos sociales van a seguir con sus luchas. Seguramente va a haber más represión, prisión de sus líderes y mucha agitación en Brasil, porque Bolsonaro va a querer traspasar los límites constitucionales. La Constitución garantiza, por ejemplo, el derecho a la protesta o a la organización popular, pero para él todo eso va a estar encuadrado en la ley antiterrorismo de Brasil, que lamentablemente es una ley de un gobierno del PT, el de Dilma. Los movimientos sociales van a ser caracterizados como movimientos terroristas, al menos él en su discurso lo planteó así. Hay que esperar para ver si eso ocurre. De acá a un mes vamos a poder evaluar por dónde va este gobierno.

¿En qué posición queda ahora la izquierda en Brasil y, particularmente, desde qué lugar empieza a reconstruirse el PT?

El PT tiene que pasar por una autocrítica. Tiene que poder decir “nosotros hemos avanzado en muchas cosas, los logros son más importantes que los fracasos, pero nos hemos equivocado en este, este y este punto”. También tiene que sancionar a sus militantes que efectivamente metieron la pata en la corrupción. Si no pasa eso, nadie va a creer en esta autocrítica. La izquierda tiene que buscar algo como lo que han logrado en Uruguay con el Frente Amplio. Tenemos que encontrar una manera de unirnos contra esta ofensiva fascista que va a venir. Para eso hay que trabajar mucho, porque no podemos pensar en los desacuerdos que tenemos con el otro.

¿Cómo se ve actualmente en Brasil la figura de Lula?

Es muy respetada. La gente tiene memoria de que los dos mandatos de Lula fueron muy buenos; tanto es así, que salió del gobierno con 87% de aprobación. La gente hace una distinción entre Lula y el PT. El PT ya está viejo, metió la pata –o las manos– y tiene sus problemas, pero Lula es otra cosa. La gente sabe distinguirlo, y eso hace que él sea muy querido todavía por el pueblo.

¿Cree que su liderazgo va a sobrevivir al gobierno de Bolsonaro?

Creo que sí, porque mi expectativa es que el gobierno de Bolsonaro va a ser un desastre y mucha gente que lo votó va a estar arrepentida. Eso va a reforzar el liderazgo de Lula.

¿Ha hablado con él después de las elecciones?

No, después no. Fui a visitarlo a la cárcel antes de las elecciones y ahora voy a ir antes de Navidad. Tengo noticias, por la familia y por amigos que lo visitan, y sé que está muy bien, de buen ánimo. Indignado, porque está encarcelado, porque no pudo participar en las elecciones, por todas las injusticias y las acusaciones falsas que le hacen, pero está firme desde el punto de vista mental y espiritual.

¿Qué lugar tiene la teología de la liberación en el Brasil actual?

La teología de la liberación sigue viva ahora en Brasil, después de un largo período de pontificados conservadores que no han valorado esta línea pastoral. Ahora sí se valora, sobre todo porque el papa Francisco está muy identificado con las tesis de la teología de la liberación. Hay un nuevo aliento, la teología de la liberación vuelve a ser muy importante para la fe cristiana, para los movimientos de iglesias, para entender la relación entre la Biblia y la realidad que vivimos, entonces estamos en un nuevo momento de ofensiva en ese sentido. Pero hemos perdido mucho espacio.

¿Ese espacio se perdió en detrimento de las religiones evangélicas?

Exactamente. Perdimos espacio en la base, pero no desde el punto de vista teórico, porque seguimos avanzando y tratando nuevos temas, como la ecología, la innovación tecnológica, la astrofísica, una teología feminista muy avanzada, también una teología indígena.

En la coyuntura política actual, de avance de las derechas en la región, ¿cuál es la autocrítica que deben hacer las izquierdas latinoamericanas?

Debemos hacer una autocrítica en el sentido de por qué la gente más pobre ya no nos apoya tanto. ¿En dónde nos hemos equivocado? ¿Será que nos faltó hacer alfabetización política? ¿Será que dejamos que la economía dependiera demasiado de las importaciones de commodities? ¿No creamos suficiente mercado interno? ¿Será que hemos trabajado demasiado en la dimensión cultural y artística? Todas esas son cuestiones que tenemos que valorar ahora.

La semana pasada, en el Foro Mundial del Pensamiento Crítico celebrado en Buenos Aires, el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, dijo que habrá una “noche oscura” en la región, pero que no será larga porque “el neoliberalismo está agonizando”.

Yo no comparto tanto este optimismo de Linera. Creo que el capitalismo tiene mucha capacidad de sobrevivir de distintas maneras. Yo soy de una generación que ha creído que asistía al velorio del capitalismo unas diez veces, y no pasó. Al contrario, sigue cada vez más hegemónico, sobre todo después de la caída del muro de Berlín. Entonces yo creo que tenemos que repensar nuestra manera de enfrentar este sistema, y hay que enfrentarlo por la organización de base. Tenemos que crear un nuevo modelo de sociedad dentro del propio capitalismo basado en la economía solidaria, las luchas de protección ambiental, el buen vivir de los indígenas. Es decir, hacer espacios democráticos populares socialistas desde la base que vayan minando cada vez más esta pirámide capitalista que tiene una desigualdad brutal.

Vuela camarada…

VUELA CAMARADA , CONTEMPLA CON TUS OJOS VERDES LA DIVISA DEL AZUL CELESTE Y CUENTALE TUS DUDAS Y SOSPECHAS A LAS ESTRELLAS

Scarlett Cuadra Waters.

Recuerdo que por esos días abandonaste las filas del FER- ML de la tendencia proletaria del FSLN para integrarte a nuestra organización la Juventud Socialista Nicaragüense (JSN), misma a la que pertenecía quien sería el padre de tu hijo. Tiempos de auge revolucionario en el marco de las divisiones entre las tendencias sandinistas y socialistas y las discusiones sobre las tácticas y estrategias que cada fracción u organización consideraba como correcta, no faltando en las discusiones las agresiones verbales, propias de nuestra cultura e idiosincrasia política.
Allí fue también en donde supimos de tu liga ancestral revolucionaria, al ser hija del poeta Manolo Cuadra y hermana también del ya conocido revolucionario Pablo Antonio Cuadra Ayala. Recuerdo también a ese grupo de jóvenes costeñas que se vincularon a nuestra labor además de tu persona: Zenaida Cadenas y Gloria Bacon. El núcleo u organismo de base nuestra, en ese entonces formado entre otros por Bolívar Téllez, Arturo Aguirre, Héctor Mairena, Lester Matus y otros que no recuerdo en este momento, realzaban sus tareas principalmente en el RURD.
Por esos días nos involucramos tanto en las movilizaciones anti dictatoriales y en la fundación del brazo armado del Partido Socialista Nicaragüense (PSN) la Organización Militar del Pueblo (OMP) a través de la cual te integraste a combatir en el Frente Sur Benjamín Zeledón. Tras el triunfo revolucionario y la fusión del PSN con el FSLN en el mismo 1979,
Volcaste todo tu entusiasmo y experiencia en el Frente femenil AMLAE, tiempos también en que tenías que asumir tu papel de madre de tu hijo Simbawe. Todo ello, junto a la labor de fortalecer y defender el Proyecto revolucionario en distintas trincheras. Tras la derrota electoral de 1990, como muchos compañeros, pasaron a defender las reservas de la RPS y en tu caso fue destacada tu labor en el campo de la comunicación social y el desarrollo social comunitario. Época en que se empezó a desarrollar esa penosa enfermedad que minó tu físico pero no a tu moral revolucionaria.
Scarlett hoy cuando has emprendido el eterno vuelo y nos tenemos que remontar a tantos anécdotas y recuerdos que agolpan nuestra memoria, nos resta decirte vuela… vuela paloma blanca , contempla con tus ojos verdes la divisa del azul celeste y cuéntale tus sospechas y tus dudas a las estrellas, mismas que guiaron senda en el pardo terrestre en donde se explayo tu sino … vuela, vuela paloma blanca, haz de tu senda estelar una réplica del mismo camino que un dia recorrimos para conquistar la utopía.

Aprendizajes desde una posición vivida masculina

Aprendizajes desde una posición vivida masculina
02/01/2019

Estas notas se refieren al capítulo 5 de Big Little Lies, concretamente a la escena de la “cena familiar”. Es una serie de 2017, abiertamente feminista, con Nicole Kidman como una de las protagonistas, que narra el encuentro de un grupo de mujeres y la sororidad que subyace entre ellas. El objeto del análisis son dos minutos en la vida de una mujer, un hombre y dos niños en pleno desarrollo cognitivo. Es una escena aparentemente sin violencia, sin grandes muestras de machismo explícito y a la vez muy significativa de lo que nos constituye como que hombres en esta sociedad patriarcal.

Sólo analizando la socialización masculina podemos dar cuenta de cuáles son los aprendizajes que derivan de ella. La socialización como el lugar donde aprendemos a relacionarnos con nuestro grupo de pares y con el otro dialéctico, a relacionarnos con el mundo desde una experiencia marcada por una posición, en nuestro caso, masculina. Es allí donde vivenciamos y disfrutamos primeramente los privilegios masculinos y donde comenzamos a sentirlos como derechos. Donde a través de identificaciones y desidentificaciones vamos conformándonos como sujetos sexuados. Cómo se vive el mundo desde esa posición, qué normalizamos (qué damos por hecho), cómo nos diferenciamos de las mujeres y qué incorporamos como dispositivos para ejercer el control y el dominio sobre ellas consiguiendo así mantener nuestra posición intacta. Al fin y al cabo es examinar cómo se fragua una subjetividad dominante frente a las mujeres.

Empieza la escena, los niños están jugando en la mesa con sus coches, lo que promueve que aprendan que conducir (en todos sus sentidos) es cosa de hombres. A continuación, la madre les manda que dejen de jugar y se pongan a comer, a lo que los niños hacen caso omiso del deseo de la madre, es sólo cuando el padre les dice que coman que éstos asumen la orden, dejan de jugar y empiezan a comer. Es un buen ejemplo de cómo los niños aprendemos que la autoridad la tenemos los hombres y que las mujeres no tienen poder sobre nuestras decisiones, aprendemos que podemos hacer lo que queramos sin importar sus deseos, los límites de “lo posible” los ponemos nosotros. Es el privilegio que define lo viable, lo permitido.

De seguido, los niños preguntan por la adolescencia, a lo que Nicole Kidman contesta pero queda tapada por la respuesta del padre, quien eructa y hace alusión a que los adolescentes le temen cuando pone su “voz especial”. Los aprendizajes en los que deriva son, por un lado, que los hombres podemos poner la norma (no jugar en la mesa) y acto seguido transgredirla. Y por otro, que esa transgresión pasa por lo que en cada momento nos apetece o decidimos, y que si trata de algo que molesta a las mujeres es doblemente divertido y satisfactorio. Es decir, los hombres podemos romper las normas siempre que se nos antoje aun siendo contradictorios. Ni la sociedad (normas sociales), ni las mujeres tienen autoridad sobre nosotros, la referencia de lo que está bien o está mal es precisamente lo que hacemos y lo que no hacemos, somos los únicos jueces de nuestros actos. Una ética del yo orientada a cumplir nuestros deseos y apetencias, un ejercicio de poder mediante el que establecemos los márgenes de lo justo con nuestros hacer, una bara de medir la realidad que tiene como referencia al “mí mismo” y que por tanto no se acerca a la realidad sino que se mantiene en una fantasía egocentrada, puramente ideativa.

Lo que muestra el padre con esa “voz especial” es que los hombres tenemos dos caras y una de ellas puede dar miedo. Miedo que puede sernos de gran utilidad para conseguir lo que queremos si no lo hemos conseguido por otros medios. Aprendemos así que tenemos la legitimidad de mostrar una parte monstruosa sin que dejemos de ser nosotros mismos. Nos damos el permiso a ejercer la violencia de manera eventual, en parte porque sabemos que no se nos va calificar como violentos. Por supuesto hay muchas formas de violencia y alzar el tono de voz (salida de la boca de un hombre) tiene unas implicaciones simbólicas ligadas al miedo, que se traducen en unos beneficios prácticos, obtener la razón o conseguir que se haga nuestra voluntad.

El colmo es el final de la escena, donde después de perseguir y disparar a la madre por todo el salón, el padre le dice que va a salvarla y la abraza, para en realidad sujetarla y que puedan dispararle a gusto.

Aprendemos que la violencia es divertida y no hay mal en hacer daño, que violentar a las mujeres, ejercer violencia sobre ellas no sólo es lícito sino que puede ser objeto de diversión, disfrute y placer. Otra cosa que aprendemos, cuando los niños salen de su cuarto con las metralletas disparando al padre y éste les hace un gesto a escondidas señalando a Nicole Kidman, es que el poder masculino se sustenta sobre la complicidad, al margen de otras condiciones o intersecciones como pueda ser en este caso la intergeneracionalidad. Aprendemos también a tener nuestro espacio de comunicación secreto al margen de las mujeres, a esconder cosas que sólo con hombres podemos compartir.

El colmo es el final de la escena, donde después de perseguir y disparar a la madre por todo el salón, el padre le dice que va a salvarla y la abraza, para en realidad sujetarla y que puedan dispararle a gusto. Aprendemos en situaciones como esa que mentir y engañar a las mujeres está bien, especialmente si es para conseguir lo que nosotros queremos y/o reforzar la fraternidad (construida por oposición y con base en la opresión del otro, diferente y desigual, las mujeres).

Es urgente que los hombres nos pongamos manos a la obra, que nos analicemos con perspectiva de género, que incorporemos la autocrítica como hombres y que llevemos a cabo un proceso de transformación de nuestro deseo, de la manera en que leemos a las mujeres y nos relacionamos con ellas. Es prioritario pensar sobre los anclajes de la masculinidad, las dificultades y las resistencias internas emergentes ante cambio que nos toca.

Falleció Scarlet Cuadra Waters, militante sandinista y fundadora de la Revista Correo

La periodista y militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Scarlet Cuadra Waters, de 62 años de edad, falleció esta madrugada en el hospital Militar de Managua, a causa de una enfermedad progresiva que la aquejaba.

Scarleth Waters era hija del poeta, narrador y periodista nicaragüense Manolo Cuadra. Fue fundadora del semanario Barricada Internacional, trabajó en la Asociación de Mujeres Nicaragüenses “Luisa Amanda Espinoza” (AMNLAE) y en el año 2008 fundó la Revista Correo.

COMPROMETIDA CON LA REVOLUCIÓN

El historiador y folclorista Wilmor López recordó que conoció a Scarleth Cuadra en 1978 y siempre demostró ser una mujer leal, honesta, alegre, contenta, pendiente de todo y comprometida con la revolución.

“A nuestro grupo de amigos nos llamaba la atención que ella era hija del poeta Manolo Cuadra, el hombre que impulsó e hizo toda las diligencias para que el Comandante Carlos Fonseca participará en el Sexto Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, realizado en Rusia, en 1955”, dijo Wilmor López.
La militante sandinista Scarlet Cuadra Waters
La militante sandinista Scarlet Cuadra Waters

El folclorista nicaragüense recordó la manera como Scarlet Cuadra les contestaba las preguntas sobre la relación de su padre Manolo Cuadra con el Comandante Carlos Fonseca a quien también lo instó a que escribiera el libro testimonial “Un nicaragüense en Moscú”.

“Ella fue un ser humano excepcional, solidaria y una punta de lanza al heredar el don de la pluma de su padre, escribiendo artículos interesantes, análisis, críticas y propuestas siempre defendiendo la revolución”, recordó Wilmor López.

MUESTRAS DE SOLIDARIDAD

Scarleth Cuadra tuvo tres hijos, el mayor Simbawe Aguirre Cuadra, procreado con el artista Arturo Aguirre; Manolo Ariza Cuadra y una niña que falleció a corta edad, productos de su relación con el español Pedro Ariza.

Sobre el fallecimiento de Scarlet Cuadra, distintos artistas nicaragüenses expresaron sus condolencias a través de las redes sociales, tal es el caso del cantante Diego Aguirre quien publicó en su facebook: “Es una pérdida enorme, mi corazón llora. Scarlet Cuadra una mujer alegre, combativa, digna heredera del rol de su padre el poeta Manolo Cuadra, mujer que hasta los momentos difíciles de su salud defendió con todo corazón el proyecto revolucionario con su grito Mí Comandante Se Queda”.

HONRASNEBRES

El cuerpo de Scarlet Cuadra Waters fue cremado y en su memoria, su compañero de vida Pedro Ariza, sus hijos Simbawe Aguirre Cuadra y Manolo Ariza Cuadra, sus hermanos Katherine y Pablo, su familia y amigos le ofrecerán una cantana a partir de las 5 de la tarde, en la Funeraria Monte de Los Olivos, en Managua.

Tu Nueva Radio Ya envía su más sentido pésame a la familia doliente por el sensible fallecimiento de Scarlet Cuadra Waters, militante Sandinista y defensora de las causas revolucionarias de los pueblos.

Gilberto Váldez: la lucha se construye desde otro lugar y con otras reglas

Entrevista a Gilberto Valdés Gutiérrez (Guanajay, 1952). Licenciado en Letras en la Universidad de La Habana (1974) y Doctor en Ciencias Filosóficas (Instituto de Filosofía, 2002). Investigador del Instituto de Filosofía. Se dedica en particular al estudio de los movimientos sociales y políticos, a los paradigmas emancipatorios en América Latina hoy y a la filosofía política y social en general. Coordina las actividades del grupo Galfisa (Grupo América Latina, Filosofía Social y Axiología) del Instituto de Filosofía.

Fernando Luis Rojas (FLR): En las discusiones sobre el socialismo, en ocasiones se desatiende el significado de este concepto para la gente, su lugar en el sentido común de los cubanos. ¿Qué opinas al respecto?

Gilberto Valdés Gutiérrez (GVG): Creo que existe una novedad conceptual en el denominado proceso de actualización y la discusión de una nueva constitución. Ambos procesos, que no están desligados, tienen un impacto en la noción que sobre el socialismo hemos incorporado en la teoría y el imaginario social cubano.

Como he dicho en otras ocasiones, en medio de tantos desaprendizajes necesarios y de tantas desconstrucciones desmovilizadoras es innegable la necesidad de ejercer, como diría Marx, la crítica radical de todo lo existente, sin que ésta retroceda ni frente a los resultados alcanzados ni frente al conflicto con las fuerzas existentes.

Hoy esa crítica implica “desaprender”, sin violar la continuidad de lo conocido, las nociones históricas conformadas y el instrumento cognitivo heredado, tal y como lo recibimos de versiones limitadas del llamado marxismo-leninismo.

Todas las discusiones desde la década del noventa hasta las que se llevan a cabo a partir del proyecto constitucional, deben ser concebidas como procesos de autoaprendizaje, en medio de la diversidad de propuestas. Las soluciones económicas, políticas, jurídicas, éticas, estéticas y culturales que necesitamos para enfrentar los nuevos retos no podrán efectuarse apelando a una cientificidad elaborada exclusivamente desde el recinto académico, ni solo aplicando procedimientos, técnicas y metodologías institucionales. Tampoco debe tratarse de un cuerpo conceptual a priori, construido al margen de las prácticas concretas, que se aplica para la concientización de los sectores populares.

Los saberes de la gente juegan un papel político regulador de primer orden, como aprendizaje proveniente del mundo de la vida cotidiana. Una de las amenazas con la que debemos lidiar, es la acostumbrada construcción de dicotomías (“esto o lo otro”), como presuntas antinomias que no pueden resolverse dialécticamente, por su carácter unidimensional. Un ejemplo de lo anterior es la escisión a veces desmovilizadora entre la economía y la política, entre plan y mercado, entre lo social y lo político, entre lo político y lo cultural.

A todas luces, existe una diversidad de posicionamientos éticos y políticos en torno a la Revolución, su densidad liberadora y su fardo de errores y proyecciones en las nuevas circunstancias. Muchos de estos posicionamientos reflejan sensibilidades generacionales.

Las transformaciones económicas, jurídicas y político-institucionales son fenómenos que generan estimaciones contrapuestas sobre los ritmos, orden, forma y sentido de los cambios particulares, pero que muy pocos objetan como salida ante la crisis de la economía cubana de los últimos años y la necesidad de renovar el consenso social socialista de cara a la movilidad y complejidad estructural y cultural que condiciona (y resulta de) tales acontecimientos.

Carolina García Salas (CGS): ¿Cuáles de esas transformaciones destacarías? ¿Dónde están las amenazas?

GVG: El redimensionamiento del Estado y la superación de su forma como Estado-empresario, el paso a la descentralización (mayor autonomía y facultades) de la empresa estatal socialista y su capacidad de planificación, incorporando emprendimientos autónomos en el mercado, la emergencia del sector privado en sus diversas variantes, las repercusiones de la Ley de la Inversión Extranjera en el contexto de nuestra economía y de nuestra sociedad, las reformulaciones acerca del modo de construir la hegemonía y el papel de la sociedad civil… Todas ellas activan el imaginario dicotómico conformado en décadas anteriores que reduce y empobrece la diversidad de opciones entre la noción socialista desplegada como estatalización extrema, frente a la cual –según ese modo binario de pensar_ presumiblemente solo se podría sustituir por la “mercantilización” como alternativa.

Habrá quienes sientan que se está “desmontando” el socialismo y reaccionen negativamente a los cambios y no faltarán, interna y sobre todo externamente, quienes a la vez que saluden las aperturas, llamen a seguir ensanchando el papel del mercado y la propiedad privada y la “liberación” de las trabas estatales que los constriñen, con la apuesta consecuente de un modelo de democratización que pretenda llenar el déficit procedimental democrático del Estado y el sistema político en el socialismo histórico, con el acervo democrático liberal.

Por esas dos razones: primera, no existe un “antídoto” válido para cada momento histórico que nos haga inmune a la posibilidad del retorno al capitalismo dependiente; segunda, porque serán cada vez más visibles las voces que nos estimulen a seguir dando pasos hacia la mercantilización de la vida; he insistido en la necesidad de abrir cauce y ensanchar el corredor cultural crítico del no capitalismo en la sociedad cubana.

CGS: ¿Qué entiendes por “corredor cultural crítico del no capitalismo”?

GVG: Primero, este corredor cultural está marcado por el debate. Implica una doble dirección, porque las propuestas que se desplieguen deben combinarse y articularse con iniciativas diseñadas e intencionadas desde el ámbito institucional. Pero no porque la gente le caiga atrás a la institución, pidiéndoles de favor que atiendan sus propuestas. Es necesario que las instituciones atiendan y respeten la auto-organización social de dichas emergencias y, las que son deseables, se multipliquen (espontánea e institucionalmente) no solo en nuestros centros educacionales, culturales y de investigación, sino en las organizaciones sociales y en las comunidades. No debemos prescribir negativamente a priori el carácter desinstitucionalizado de las subjetividades colectivas no capitalistas, no es una debilidad, ni les resta fuerza. Al contrario, es justamente uno de los componentes de su capacidad corrosiva radical: la lucha se construye desde otras bases, desde otro lugar y con otras reglas.

La realidad no es homogénea, incluso en una nación como Cuba que ha logrado conformar un tejido social articulado sobre la base de sellos identitarios fuertes. La realidad tiene lugares sociales y perspectivas diferentes.

Para que ese corredor cultural del no capitalismo pueda significar algo socialmente y se arraigue en el sentido común es necesario que sometamos a crítica otro parámetro estereotipado: los criterios inamovibles (y tan de moda) sobre “lo revolucionario” y “lo no revolucionario”. Hay una idea de Juan Valdés Paz sobre esa necesaria pluralidad del referente axiológico revolucionario. Valdés Paz dice en El espacio y el límite que la ideología de la Revolución es mucho más que una doctrina de Estado y debe ser lo “suficientemente heterodoxa y ecléctica como para dar cuenta de la diversidad social, la historia y culturas nacionales, las experiencias socialistas, nuestra cultura política y la permanente «batalla de ideas» contra el capitalismo y el sectarismo.”

FLR: Por lo que dices, ¿apuestas abiertamente por un escenario de aceptación de la diversidad como camino a ese corredor cultural crítico del no capitalismo?

GVG: El tema de la diversidad eclosionó en el mundo social y académico cubano en los noventa. La diversidad, aunque ha estado siempre, a partir de esos años ha adquirido mayor significación ética, política y visibilidad epistemológica. Pero igual que existe esa diversidad, existen sus lecturas. La diversidad (sexual, de género, racial, religiosa, social, ideológica, cultural, entre otras) la concibo no como un lastre a superar, sino como riqueza a potenciar y articular. Asumir las diversidades es un proceso de aprendizaje social y político y una necesidad que se precisa reconocer para que sea fuente de la emancipación.

Los seres humanos no se adscriben a una identidad única sino múltiple, a una multiplicidad de pertenencias que ellos mismos organizan de alguna manera en el marco de las obvias restricciones sistémicas, pero que están presentes de modo simultáneo y a la vez jerarquizan. El problema surge a la hora de determinar el referente axiológico, práctico-político para realizar la articulación: ¿debemos centrarnos en la diferencia como momento de esa diversidad o en su identidad?

Para que la diversidad no implique atomización y desbandada es preciso desear, pensar y hacer la articulación, o lo que es lo mismo: generar procesos socioculturales y políticos desde las identidades. El pensamiento alternativo es tal únicamente si enlaza diversidad con articulación, lo que supone crear las condiciones de esa articulación (impulsar lo relacional en todas sus dimensiones, como antídoto a la ideología de la delegación); fortalecer el tejido asociativo sobre la base de prácticas y valores fuertes (de reconocimientos, justicia social y justicia ambiental, equidad de género).

Pareciera que el reconocimiento de las diferencias resulta punto de partida para la constitución de sujetos con equidad y reconocimiento de las identidades respectivas. Sin embargo, la diversidad que se pretende asumir desde el “narcisismo de las diferencias” deviene recurso ideológico y cultural de dominación, cerrando el paso a cualquier reconstrucción que pretenda levantar, sobre tales diferencias, identidades sociales colectivas capaces de trascender el orden enajenante que las discrimina a todas por igual. Las razones últimas de la fragmentación se hallan en la enajenación del trabajo. La diversidad que necesitamos potenciar y articular es la que expresa la voluntad socializadora de los individuos en proceso de emancipación socialista.

CGS: En esta mirada a la transformación cultural que se necesita. ¿Qué lugar otorgas a lo simbólico?

GVG: Creo que para hablar de transformación cultural es necesario sacudirnos el empaquetado académico. En una visión educativa amplia, social-humana, no pueden desecharse las manifestaciones asociadas a lo marginal, lo vulgar, lo cotidiano, que por otra parte, tienen que ver con el individuo real: sus relaciones esenciales, sus gustos y preferencias, sus aspiraciones y necesidades materiales y espirituales. Aparece así la posibilidad de una educación de la sensibilidad que no contrapone cotidianidad a trascendencia, que no impone un ideal inalcanzable al sujeto, sino que lo prepara de manera participativa para co-construir sus propios canales estéticos, su propia subjetividad, hacerse responsable de su proyección en consonancia con la comunidad y la época.

Considero que hemos reflexionado poco sobre la evidencia que nos descubre la relación hegemonía / dominación, desde el papel de los componentes simbólicos que aporta la espectacularidad en la actual fase impositiva del capital. Uno de los pecados de las izquierdas en el último siglo ha estado signado por el candor utópico de que la justicia brilla con luz propia y no necesita escenografía en su presentación pública. La tarea consiste en deslindar lo mediático-manipulador y la perspectiva crítica-liberadora de las potencialidades humanas de la sensibilidad. No hemos estudiado suficientemente cuánto aportó la imagen mesiánica de los barbudos al aliento revolucionario de aquel enero cubano; el trasfondo estético y político de la canonización popular del Che en la Higuera; el costo político de algunos desaciertos mediáticos. “La cortina de hierro” con que se cubre el amo imperial es marcadamente cultural; la batalla ideológica por un mundo nuevo, se ha vuelto sumamente compleja.

Para favorecer la concientización y la autocomprensión de los sujetos sociales resulta clave alejarnos de todo didactismo insulso y panfletario. Ya sabemos, gracias a la práctica estetizada de la vida, que no es suficiente blandir argumentos racionales en un mundo en que la gente funciona desde otros canales, que siempre estuvieron ahí, pero que ahora se encuentran en ejercicio permanente más allá de lo que podíamos imaginar. El hombre participa de lo político no solo desde condicionamientos racionales. La emoción, la simpatía, el fervor, el entusiasmo, generalmente menospreciados bajo la sombrilla del racionalismo occidental, juegan un papel importante en la toma de decisiones individuales y colectivas.

No tienen sentido los intentos por negar la posibilidad actual de educar políticamente desde la admisión de la estetización y la re-estetización de la vida cotidiana. Si la escuela, la familia, las instituciones políticas, sociales, culturales revolucionarias no se sienten aludidas, ni intencionan su labor sobre estas bases, otros lo harán necesariamente. Y esos otros son los generadores de la cultura de la conservatización a que hacía referencia Fernando Martínez Heredia, que al igual que el apoliticismo, crea las condiciones sicológicas para el imaginario antisocialista.

FLR: Al escucharte da la impresión que no basta con preguntarnos ¿a qué socialismo aspiramos?, si no que debemos hablar también de la batalla que se da en Cuba hoy entre una cultura socialista y su opuesta, la capitalista.

GVG: En efecto. Enfrentar y superar multifacéticamente al capitalismo es un desafío histórico permanente en nuestra época, que trasciende la lucha de un país y de un grupo de países, que compromete a la humanidad en su totalidad. Hemos aprendido que no basta con subvertir solo sus resortes estructurales e institucionales de dominio y sujeción, sino es necesario comprender que está compuesto por “prácticas pequeñitas” –como dice Ángeles Eraña– de interacción social enajenada y fetichizada desde lo cotidiano.

Si no nos preparamos con nuevos procesos de aprendizaje/desaprendizaje sensibles para enfrentar esas prácticas e impedimos que se coloquen como norma reguladora del sentido de la vida la sicología del “éxito” individualista, el consumismo del “nuevo rico”, la insensibilidad frente a los privilegios reales, si no desafiamos la mirada economicista que desliga producción y reproducción de la vida, si reproducimos en nuestro accionar y sistema de valores el paradigma patriarcal discriminatorio de acceso al poder y al saber (centrado en el arquetipo “viril” y “exitoso” de un modelo de hombre racional, adulto, blanco, occidental, desarrollado, homofóbico y burgués), no podremos superarlo culturalmente en la perspectiva histórica.

CGS: Has mencionado con mucha fuerza la necesidad de atender el sentido común de las personas y su relación con la vida cotidiana. Esto pasa también por las alternativas económicas –en materia de propiedad y gestión– que caracterizan el ámbito cubano contemporáneo. ¿Qué opinas sobre estos temas?

GVG: Para Cuba, revolución por el socialismo con mercado es una realidad a asumir en el terreno práctico, de manera diáfana y no vergonzante, pero en modo alguno acrítica. El debate teórico y axiológico, lejos de estar dirimido, recién comienza en este punto. Ello explica la avidez con que desde los años noventa del pasado siglo las ciencias sociales cubanas han revisitado, con mirada histórica y crítica contextualizada, los temas vinculados al tránsito hacia la Nueva Política Económica (NEP) y la controversia posterior en torno a sus significados.

Un rasgo consustancial a esos procesos es que, en ocasiones, las medidas socialistas, justificadas o no, se alzaran históricamente sobre una especie de vacío, así como sobre una inadecuada preparación de los sujetos-actores sociales que impedía la plena hegemonía socialista.

Durante décadas se borró el conflicto, concientizado por Lenin, entre la superación económica de la propiedad privada y las circunstancias políticas que impusieron la vía jurídico-administrativa de dicha “superación”, como “castigo” a la burguesía en medio de la agudización de los combates de clase. El proyecto original, que sólo comprendía la instauración del control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets, devino forma sui géneris de “implantación” del socialismo. La guerra civil y el sabotaje convierten la expropiación y la nacionalización en medidas de autodefensa de la propia Revolución. Se trataba de condiciones excepcionales que en modo alguno hacían superfluas las conclusiones esbozadas en un texto como Las tareas del proletariado en nuestra Revolución, donde para Lenin el nuevo poder “no implanta”, no se propone implantar ni debe implantar ninguna transformación que no esté ya perfectamente madura en la realidad económica y en la conciencia de la inmensa mayoría del pueblo.

El resultado es la discordancia entre el desarrollo de elementos vitales (producción-distribución-consumo, administración-control-sociedad civil, y Estado-poder-ejercicio del poder); y de las relaciones que tienen como elemento central mediador el problema de la propiedad.

La discusión sobre la disparidad de desarrollo, sus causas y clasificaciones, tiene una larga historia. De lo que se trata es de determinar si fue posible o no, o si quedó trunca la alternativa socialista al capitalismo, como proceso civilizatorio y formacional nuevo, con su propia línea político-cultural de desarrollo, o si lo que devino fue una alternativa a la modernidad occidental, como proceso de actualización civilizatoria, sobre la base de un tipo de propiedad no capitalista.

¿Por qué comienzo por ahí? Porque a propósito de la NEP, la dificultad radica hoy en aceptarla o no como nuevo rumbo estratégico en el que, una vez conquistado el poder estatal por vía revolucionaria, y dar pasos gigantescos de subversión y ruptura con las relaciones sociales capitalistas (el régimen de propiedad) y los resortes superestructurales de la dominación capitalista, se retrocede o reacomoda el proyecto hacia una interfase en la que aún lo socialista no aparece como opuesto pleno, como superación societal multifacética del orden económico capitalista, aunque este esté distorsionado por una nueva dirección hegemónica en formación.

El Che fue un crítico respetuoso de la NEP y sobre todo de su impronta posterior en la URSS. A la vez que identificaba al sistema presupuestario de financiamiento como la vía idónea para el avance del socialismo y el comunismo en Cuba, reconocía con claridad que “la economía política del período de transición falta totalmente”. Fue el artífice principal de dicho sistema y polemista agudo del cálculo económico de corte soviético, y consideró necesario que “nosotros debemos mantener todavía, durante un tiempo, los dos sistemas y después entrar ya a discutir algunas cosas mucho más profundas…”. El Che se leyó a Lenin, y en las polémicas de la época escribe: “Tal es, precisamente, la tesis que permitía a Lenin decir que sí era una revolución socialista la de Octubre, y en un momento dado plantear, sin embargo, que debía irse al capitalismo de Estado y preconizar cautela en las relaciones con los campesinos”. El Che admite que en aquellas condiciones, “cuando el atraso es muy grande, la correcta acción marxista debe ser atemperar lo más posible el espíritu de la nueva época, tendiente a la supresión de la explotación del hombre por el hombre, con las situaciones concretas de ese país; y así lo hizo Lenin en la Rusia recién liberada del zarismo y se aplicó como norma en la Unión Soviética”.

El defensor del sistema presupuestario de financiamiento, reconoce que tanto la argumentación sobre la NEP, como de la variante aplicada posteriormente en la URSS del llamado cálculo económico, es “absolutamente válida y extraordinaria por su perspicacia en aquel momento, es aplicable a situaciones concretas en determinados momentos históricos”. Yo te diría, que a mi juicio la identificación de la NEP con la política económica seguida en la URSS, es válida a los efectos argumentativos de la crítica de Che y sobre todo de su concepción diferente sobre la transición socialista en las condiciones cubanas, aunque existen sustantivas diferencias de concepción económica, y sobre todo en materia de estrategia política, en la propuesta inconclusa de la NEP y las variantes que le sucedieron tanto con Stalin como con los ulteriores momentos del llamado socialismo real.

Pero la época y las condiciones de radicalidad en que surge y avanza la Revolución cubana, está marcada por el establecimiento de todo el sistema mundial del socialismo. El Che se pregunta: “¿Cómo se puede producir en un país colonizado por el imperialismo, sin ningún desarrollo de sus industria básicas, en una situación de monoproductor, dependiente de un solo mercado, el tránsito al socialismo”?

En este contexto de radicales transformaciones estructurales y concientización popular (expropiaciones, nacionalizaciones, leyes en beneficio popular), de aguda lucha de clases es que debemos entender las propuestas teórico-prácticas de Che Guevara y en especial el Sistema Presupuestario de Financiamiento como concepción integral (económica, política y cultural) de construcción socialista. Para Che la posibilidad de avanzar en la acumulación originaria socialista era un imperativo económico y cultural que hacía pertinente los esfuerzos del trabajo liberado por la Revolución en aquella década de rupturas y avances civilizatorios. De ahí su convicción (avalada además por la idea de la época de que el marxismo podía prever, pronosticar casi en detalles las líneas de acciones revolucionarias) de “forzar la marcha de los acontecimientos, pero forzarlos dentro de lo que objetivamente es posible”.

FLR: Pero, ¿cómo conecta esto con la realidad cubana actual?

GVG: No tiene sentido hoy contraponer de modo libresco las conceptualizaciones y estrategias de desarrollo que respondieron a problemáticas concretas en cada etapa y coyunturas del proceso emancipatorio cubano, al proceso en curso de reestructuración de la economía y la sociedad en las actuales condiciones. Incorporar la médula racional de cada polémica, de las posiciones divergentes confrontadas en esta historia es una necesidad que problematiza y enriquece el debate de nuestros días. Virtud de Che fue su pensamiento cuestionador de dogmas, sometiendo sus propias nociones a la crítica revolucionaria.

En una de las reuniones bimestrales (verdaderos espacios de discusión revolucionaria plural, de aprendizaje colectivo), al incentivar una lectura histórica de El Estado y la revolución señalaba que “en cada momento tenemos que tomar medidas que en el momento siguiente podrán no ser correctas y que en el momento anterior pudieran no haber sido correctas, y que a lo mejor en este momento no son correctas tampoco, es verdad, pero hay que analizarla en el sentido dialéctico de que todo está en movimiento, de país cercado por el imperialismo, con profundos problemas internos de producción, en proceso de reestructuración de sus instituciones…”.

Esta reflexión es muy significativa tratándose de Che Guevara, para quien el proyecto socialista era multifacético e integral, y debía “crear” el hombre y la mujer nuevos, y también una nueva cultura. No solo necesitamos más que nunca el antimperialismo y la visión anticapitalista de Che, sino retomar en los actuales escenarios de diálogos y disputas la acción multifacética de intelectuales revolucionarios que no sean “asalariados dóciles al pensamiento oficial ni becarios que vivan al amparo del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas”.

Para pensar la continuidad de la Revolución hay que volver sobre lo que parecía ya entendido y hasta superado (no para incorporar acríticamente o rechazar por presunta inviabilidad), sino para resignificar todo lo valioso desde las nuevas condiciones nacionales e internacionales en que nos desenvolvemos.

Las transformaciones en curso asumen (o deben asumir) ese desafío. En consecuencia, se produce una transformación del Estado, la Sociedad Civil, así como de sus relaciones mutuas. También de los vínculos del Estado con el ciudadano y del individuo con la colectividad. En ese proceso de redimensionamiento aparece con fuerza el rescate del mercado.

El tema es polémico. A mi juicio, la complementariedad de mercado y plan, mercado y socialismo, espontaneidad y autoridad, siendo absolutamente necesaria para toda una época interformacional, de límites imposibles de fijar desde el presente, no es el “gran descubrimiento”: es el gran sucedáneo de nuestra incapacidad intelectual (o de la inmadurez societal) para descubrir el secreto de la superación histórica de la civilización del capital, pese a que asumamos conscientemente el reto que nos impone dicha época. Tal vez la paradoja sea consecuencia de aquella observación de Marx: “No basta con que el pensamiento acucie hacia su realización; es necesario que la misma realidad acucie hacia el pensamiento”.

Admitiendo que el mercado —contenido viejo que actúa en este caso como forma— puede y tiene que ser utilizado en la nueva “esencia” socialista (aún infomal en tal sentido), su talón de Aquiles radica en hacer caso omiso de las condiciones fundamentales donde éste debe actuar. ¿Cuáles serán sus nuevas leyes, papel y lugar en el sistema socioeconómico? ¿Qué contenido tendrá el mercado que lo haga adecuado al proyecto social y a la economía social socialista? ¿Cómo “domesticarlo” para que no imponga a través de su simbolicidad los valores que naturalizan la explotación transnacional y el dominio imperial sobre nuestros pueblos?

Hay suficientes elementos históricos para consentir que el fin de la producción capitalista de mercancías no es el fin de las relaciones mercantiles, toda vez que continúa un proceso de producción y un intercambio de productos supeditados a la división social del trabajo. Sin embargo, la mera extensión de las leyes del mercado al socialismo, sin una determinación clara del mecanismo de acción y subordinación de las mismas, muestra, hasta el momento, la posibilidad de reversión de la alternativa socialista como alternativa de emancipación humana.

FLR: Finalmente, por estos días se discute el anteproyecto constitucional. ¿Te parece un proyecto que se subordina a la realidad o que dialoga con ella sin renunciar al horizonte socialista?

GVG: Quiero partir de que se trata de un proceso democrático, cuya esencia no se agota (o no debe agotarse) con que la gente trasmita sus criterios. Después viene la manera en que esos criterios toman cuerpo en el proyecto, y luego, cómo se implementan.

Ahora bien, esta discusión expresa, al mismo tiempo, la necesidad de continuar trabajando en el ensanchamiento de ese corredor cultural del no capitalismo, y la situación real de la cultura acumulada y existente en Cuba a la altura de 2018. Procesos como este hacen emerger, visibilizar, fenómenos que ya existen. Los planteamientos conservadores presentes en el proyecto o que emergen en la discusión popular, digamos, por ejemplo, los relativos a la supresión del horizonte comunista o los disímiles criterios generados por el Artículo 68; son un termómetro. El asunto está en qué hacemos. Como país se asume el compromiso de consultar, escuchar y tener en cuenta a todos los ciudadanos, pero como individuos tenemos la libertad de resistirnos ante estas manifestaciones conservadoras. Nos hace falta una izquierda anticapitalista sólida, sin temores, diversa pero no atomizada, y quizás este sea un asunto de comunión entre las diferentes posiciones existentes.

‘Roma’: sororidad de mujeres solas

‘Roma’: sororidad de mujeres solas
Alfonso Cuarón hace un perfecto retrato de cuál ha sido y es el lugar de las mujeres en un orden patriarcal en el que el poderío masculino es posible gracias a la subordinación de ellas
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Octavio Salazar
Córdoba 26 DIC 2018 – 11:55 CET

Un coche enorme que, procedente del espacio público (masculino), entra con dificultad en el portalón de la casa (femenina). No vemos el rostro del patriarca. Lo intuimos a través de sus manos que sostienen un cigarrillo y que maniobran al volante. El profesor, el marido, el padre, el proveedor. Un hombre con traje que, ausente del hogar, vuelve a él con el poder que le da haber nacido con un pene entre las piernas. El tipo que, aunque apenas ocupe un par de escenas, y del que apenas escuchamos su voz, es en gran medida el detonante de lo que pasa en las habitaciones. Esa escena del coche que, al entrar, va pisando mierdas de perro, es solo una de las muchas con las que Alfonso Cuarón, con unos planos que parecen querer mantener una cierta distancia objetiva y con una narrativa que no impone ningún credo, dibuja a la perfección el contexto y los personajes de su Roma.

Es esta una de esas películas milagrosas en las que la mirada de un hombre creador es capaz de situarse más allá de su ombligo de genio y de posarse sobre la realidad las mujeres que siempre han existido para que nosotros fuéramos justamente los divinos, los autónomos, los protagonistas. Con evidentes tintes autobiográficos, el director de Gravity nos adentra en el universo de una familia o, mejor dicho, de una familia en crisis, y lo hace a través de los pasos medidos, prudentes y domesticados de las que cuidan. Esos seres para otros, que diría Marcela Lagarde, que, de la mañana a la noche, viven entregados a las necesidades, materiales y emocionales, de los demás.

Con la ayuda de un blanco y negro que consigue situarnos en un espacio temporal concreto, y que contribuye a que los hilos narrativos lleguen a nosotros sin apenas florituras, Cuarón nos hace un perfecto retrato de cuál ha sido, y es, me temo, el lugar de las mujeres en un orden patriarcal en el que nuestro poderío es posible gracias a la subordinación de ellas. Basta con seguir la rutina de Cleo, encarnada más que interpretada por ese brutal descubrimiento que es Yalitza Aparicio, para ir sumando las renuncias, las dependencias y los sometimientos. Todo ello al tiempo que encontramos todas las claves que podrían servir para explicar con ejemplos la ética del cuidado, así como para poner en evidencia cómo ellas, y no solo las que están en peores condiciones socioeconómicas, han sido siempre seres disponibles. Las encargadas de satisfacer los deseos y las necesidades, por supuesto incluidas las sexuales, de un varón que las considera intercambiables y que vive proyectado en el trabajo, en la lucha, en la fortaleza que da sentido a su rol de héroe.

Ese joven entregado a las artes marciales, al que luego vemos empuñando una pistola, es otro retrato magnífico de cómo la masculinidad hegemónica se construye sobre el músculo grasiento, y con frecuencia ensangrentado, de los cuerpos que compiten, se pelean y hasta se matan entre sí. La violencia normalizada que con demasiada frecuencia acaba convertida en humillación de las que no son consideradas equivalentes.

Cleo es una de esas mujeres, de esos millones de mujeres, que sufren una discriminación interseccional. Su singular vulnerabilidad deriva en primer lugar de su condición de mujer, que es la que la sitúa en una subordinación estructural, a la que habría que sumar su condición de indígena y su pobreza. La suma de todos estos factores no hace sino situarla en una posición de extrema fragilidad: una especie de nadie, en palabras de Eduardo Galeano, que solo puede ser identificado socialmente en función de aquellos a los que sirve. Es decir, Cleo es una de esas mujeres que carecen incluso de subjetividad —así, cuando llega al hospital, es imposible saber su apellido o su procedencia— y que podría ser otra cualquiera. Una idéntica en un mundo en el que la igualdad ha sido siempre monopolio disfrutado y administrado por los varones. Ellas: las paridoras, las esposas, las limpiadoras, las putas. O sea, las cautivas.
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Más allá pues del magnífico retrato de una época y de un lugar determinado, Roma es un emocionante relato sobre cómo el patriarcado genera víctimas y silencios. De cómo el amor, Roma al revés, ha sido durante siglos la excusa perfecta para mantener a las mujeres en una situación de dependencia. De cómo los hombres nos hemos servido de quienes se han ocupado de la intendencia material y emocional para poder ocupar los púlpitos. De cómo la sororidad ha sido siempre la estrategia afectiva y política que ha permitido que mujeres diversas, y en clara contradicción con el discurso patriarcal que las convierte en enemigas entre sí, se apoyen mutuamente y sobrevivan en condiciones adversas. “Estamos solas”. La soledad que supone carencia de voz, sentirse manejadas en función de los intereses del macho dominante, habitar como de prestado el espacio público de las oportunidades y los derechos.

El paso lento de Cleo, sus ojos tristes, sus abrazos amorosos, sus sonrisas difíciles de descubrir, son una bellísima lección sobre cuál ha sido la historia interminable de las mujeres. De tantas y tantas mujeres. Las que Cuarón conoció en su infancia y las que todas y todos podemos identificar en nuestras vidas. Las que rescatadas del olvido y convertidas en memoria deberían ser hoy palanca más que luminosa para pensar en un futuro sin siervas. Es decir, con mujeres que puedan elegir su soledad —cuánto he pensado en Carmen Alborch al ver esta película— y que tengan en sus manos las herramientas necesarias para modelar sus proyectos de vida. Unas vidas no construidas para salvar a los demás sino para salvarse a sí mismas. La revolución del amor que empieza por la de unas leyes, escritas y no escritas, que liberen a todos los seres humanos de la servidumbre consistente en limpiar las mierdas de los perros ajenos. La revolución que pide a gritos hombres sin cochazos y sin mayúsculas. El feminismo que nunca debería olvidar que la desigualdad social y económica es la madre de todas las batallas.

Revelando la africanidad salvadoreña

Revelando la africanidad salvadoreña

Escrito por: Jorge Colorado Publicado: 23-06-14 Comentarios: 0

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lienzo Quauquechollan

Porción del Lienzo de Quauhquechollan (Siglo XVI) en donde se muestra un personaje con características africanas acompañando a los conquistadores españoles que se dirigen hacia el actual territorio salvadoreño.

Desde los trabajos de don Pedro Escalante Arce y Carlos Loucel Lucha, el tema de la africanidad salvadoreña ha ido tomando importancia en el estudio científico del pasado y de la identidad salvadoreña, a pesar de ello, el gran público todavía desconoce que nuestro pasado salvadoreño estuvo ligado con África, un continente que hoy nos parece muy lejano.

Hay que decirlo sin rodeo: sí, en El Salvador hubo africanos, fueron traídos aquí por los europeos durante los tres siglos que representó el período colonial, construyeron un grupo social dinámico y en algunos casos llegaron a tener un fuerte poder económico.

La africanidad no es cosa del pasado, hoy gran parte de la población salvadoreña sino es que todos tenemos un antepasado africano, es un tema apasionante que vincula nuestra historia personal y nacional, por ello se me ocurrió entrevistar a alguien especializado en el tema y quien mejor que mi colega Marielba Herrera.

Marielba Herrera es una antropóloga salvadoreña que se ha dedicado en los últimos años al estudio de la religiosidad, al patrimonio, la identidad y ha trabajado desde hace varios años el tema de la afrodescendencia salvadoreña.

En la actualidad colabora con la Vicerrectora de Investigaciones de la Universidad Tecnológica de El Salvador y es investigadora adjunta de la Academia Salvadoreña de la Historia, pertenece a una red de investigaciones de religiosidad del Cristo Negro a nivel centroamericano y ha colaborado con la de la Universidad San Carlos de Guatemala y con la Universidad Nacional Autónoma de México.

¿Cómo llegaste al tema de la africanidad en El Salvador?

Llegué a esto porque en el trabajo que se realizó sobre Macario Canizales con la UTEC, en Izalco, comenzamos a encontrar ciertos elementos que no correspondían a lo indígena y que tampoco eran cristianos. Es complicado hablar de esto porque nosotros tenemos tan metida la idea del blanqueamiento mental y la colonización que hemos dejado de lado el tema de la africanidad.

Hablando con otro colega antropólogo (Cristian Hernández), me dijo un día que en Ereguayquin (Usulután) hay una danza que si vos lo escuchás no parece tan indígena y tampoco tan cristiana.

Entonces, llegando a ese punto, propuse en algún momento junto con mi colega de investigación José Heriberto Erquicia, de la UTEC, abordar trabajos desde la línea de la afrodescendencia, que en ese momento fue un boom, porque cuando comenzamos se declaró el año de la afrodescendencia.
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Marielba Herrera durante trabajo de campo antropológico

¿Pero a ti te ha llamado la atención la idea de los afrodescendientes desde mucho antes?

Sí, el tema siempre lo he tenido presente, llegué a él de la misma forma que llegaron muchos investigadores, esto es porque tenemos un ancestro que fue africano, yo soy afrodescendiente.

Yo me acuerdo cuando estaba pequeña mi padre me contaba de su bisabuelo, habían varías historias familiares, me decía que mi bisabuelo era blanca, pero mi bisabuelo era distinto, cuando le preguntaba a qué se refería él con ser distinto, yo le preguntaba si era indígena y él me decía que no, que no lo era. Entonces me comenzaron a surgir las dudas y esto a la larga me dieron pie a considerar que mi abuelo pudiera haber sido de estos últimos cimarrones que la historia los conoce como los volcaneños del volcán de Santa Ana. Mi bisabuelo se llamaba Jacinto Herrara Grijalva, investigando me doy cuenta que el apellido Grijalva está asociado a un grupo de afrodescendientes de la zona de Ahuachapán, así que también estaba relacionado con ellos directamente.

En las fotos de mis tíos abuelos, ves las diferencias de los blanquitos, chelitos, ojos claros, pero que tienen esos rasgos muy fuertes africanos, como la nariz, los labios y de repente tenés del otro lado que son hijos morenos, que sí tiene los rasgos mucho más fuertes. Y otras cosas… por ejemplo, a mi bisabuelo lo conocían en Santa Ana como Don Chico Diablo, porque él era el brujo de ahí, pero eso es parte de la otra historia familiar que todavía estoy recopilando.

¿Entonces sí te sentís identificada con la africanidad salvadoreña?

Genéticamente sí, pero es que en El Salvador, como se tiene la idea o el mito que como no hay costa atlántica o que Martínez los sacó, la gente cree que los afrosalvadoreños o afrodescendientes son personas que vienen de afuera. Pero todos los que nos identificamos de alguna forma con esa africanidad lo podemos identificar como algo netamente genético, nos definimos a partir de la piel, de tus rasgos físicos, pero no hay un arraigo cultural fuerte, aunque en la sociedad salvadoreña sí tenés estos elementos culturales mulatos desde la colonia que han prevalecido hasta la fecha.

Por ejemplo, en la danza de San Benito de Palermo, la danza, es obvia la imagen del santo negro de San Benito que según la tradición africana que llega a América, es traída por los Angolanos. En El Salvador hay una serie de documentos que te hablan de personas que fueron traídas de Angola y que fueron vendidas en el puerto de Acajutla.

En el caso de San Benito, creemos que surge en un contexto en el que los mulatos trabajaban en las haciendas añileras, esto a finales del siglo XVIII, esas ideas de poder reunirse o fusionarse en una sola imagen negra te va a dar una identidad y te va a indicar de que grupo étnico estaban viviendo en ese lugar en particular.

Vos ves a San Benito de Palermo y entendés que iconográficamente los atributos que la gente le haga a la imagen, tiene que ver con esa vida del campo, sobre todo en la ganadería, que era el oficio donde los mulatos trabajaban durante la época colonial.
Trabajadores afrodescendientes a inicios del siglo XX

Trabajadores afrodescendientes a inicios del siglo XX

¿Por qué vemos más cosas indígenas y españolas que africanas?

Creo que lo vemos por el proyecto del Estado-Nación, que como en México se tuvo que recurrir a ese pasado prehispánico, glorioso, fuerte, para poder crear una identidad nacional, en éste país ser negro para la gente es ser descendiente de esclavos y la gente no quiere ser eso. La gente prefiere, a mi criterio, esto es una opinión muy personal, la gente va a preferir ser descendiente de alguien que perdió todo, que fue sometido, que fue víctima, a ser otro tipo de persona.

Pero bueno, recordemos que también los negros que llegaron a América, fueron arrancados de sus tierras, llegaron a un lugar donde no pertenecían, donde tuvieron que sobrevivir de alguna forma y es en ese proceso, cuando se empiezan fusionar africanos recién llegados a indígenas en El Salvador, ves esa fusión afroindígena.
plantaciones de azucar

Africanos en una plantación de azúcar, imagen colonial, imagen obtenida de libro “Del olvido a la memoria” UNESCO.

¿Tu decís los zambos?

No, porque el zambo viene a ser otra caracterización, a la hora de crear las castas se crearon a partir de lo físico, pero de repente hubo estatus sociales que te modificaron el nombre como mulato libre y no quería decir precisamente que tenías que ser evidente negro, hay afrodescendientes blancos, no podes llevártelo sólo a lo físico, esto también incluye lo político, lo militar, lo económico.

Hoy por hoy, ¿La población salvadoreña está muy vinculada con lo afrodescendientes?

Sí, no te puedo decir que todos, pero un gran porcentaje de la población sí, en todos lados. El último censo, saca un aproximado de 7,000 mil personas auto identificándose afrodescendientes. No es un número tan alto pero te está diciendo que hay gente que está sintiéndose descendiente de africanos. Claro, esto tiene sus problemas, habrá que ir a ver quienes dijeron eso, además el censo fue muy cuestionado, entonces puede ser “negro de raza” porque sos muy oscuro de la piel, podés decir que “yo soy negro porque me dicen el negro”, esa es una tarea pendiente de la antropología. Tenés que ver en que se basa esa negritud, si de lo biológico, cultural, político o de que.

Actualmente se está dando el fenómeno de la migración, por ejemplo en San Alejo, me decía alguien que tiene hijas que se han ido a Estados Unidos y han regresado embarazadas y han tenido hijos de afroamericanos. Hay que tomar en cuenta todas estas variables para poder hacer estudios en la actualidad.

Una pregunta clásica que la gente siempre hace ¿Por qué en Honduras, Panamá, Jamaica, Belice, el sur de Estados Unidos es evidente los negros y aquí en El Salvador no?

Es que mirá, en El Salvador por estar fuera de esa área circuncaribe lo hemos vivido de otra forma y el mestizaje aquí fue mayor que en la zona del Caribe, en estas zonas se establecieron parejas entre ellos, es que ellos se han mantenido y se pueden identificar más fácilmente que en El Salvador.

¿Se han hecho estudios genéticos de ADN mitocondrial?

Como tal no, hay algunos estudios pequeñitos, pero un verdadero estudio no se ha hecho. Yo me haría un estudio genético para reafirmarme lo que ya se, sólo tengo que ver las fotos de mi familia y mi historia familiar para saber que sí, estoy vinculada a ese pasado africano.

¿Qué característica debería de tener un salvadoreño cualquiera para poder sospechar que quizás tuvo pasados africanos? Y esto te lo pregunto desde los aspectos más físicos que los culturales.

La gente lo resume al fenotipo, no todos los colochos (rizos) son afrodescendientes, si tu familia es de Usulután, San Vicente, Metapán, tienes piel oscura, podrías tener un tono de piel un poco más oscura que los demás, una nariz amplia, aunque no todas las narices amplias suponen afrodescendencia, pero tenés esa idea que yo no parezco indígena del todo, ni europeo y sospechas y a partir de ahí deberías de hacer una exploración de tu pasado, preguntándole a tu familia. Se dan cosas interesantes, por ejemplo gente que es totalmente blanca me la he encontrado y me dicen que estudiando su familia han detectado orígenes africanos.

¿Los africanos sufrieron más que los indígenas durante la colonia?

Es difícil de precisar, pero si vos revisas a Gutiérrez y Ulloa antes del levantamiento de 1811, él te dice que los mulatos son la clase económica emergente, que era el número más grande de la población en El Salvador para ese momento.

Siguiendo esa clasificación un tanto difusa ¿Podríamos considerar a los mulatos como ladinos?

Ese es un problema, un caso típico que yo encontré estudiando un documento de finales del siglo XVIII, donde un cura dice que está bautizando a unos niños gemelos, de una madre mulata, la niña nace blanquita y el cura la asienta como ladina, y su hermanito nace negrito, el mismo cura lo categoriza como mulato. Quién definía en ese momento quien era que étnicamente hablando, era el que llenaba la fe de bautizo, y esto lo hacía según el tono de piel. Y esto era un problema, porque con el tiempo los mulatos comenzaron a aparecer como ladinos por la decisión de otro o por las variaciones del color de la piel.

El Estado-Nación y sus políticas racistas de finales del siglo XIX y siglo XX fueron minimizando, fueron negando la existencia de la africanidad. Le decía a alguien, el indígena fue y ha sido conscientemente invisibilizado, sí y ahí los tenés, los identificas. En el caso de los afrodescendientes, fueron negados totalmente, pero claro, están ahí, estamos aquí todavía.

Minacce di espatrio e accuse di fascismo, storia del declino di una sinistra

Minacce di espatrio e accuse di fascismo, storia del declino di una sinistra
Alessandro Catto

“Nelle file del partito democratico cristiano si raccolgono masse di operai, di contadini, di intellettuali, di giovani, i quali hanno in fondo le stesse aspirazioni nostre perché al pari di noi vogliono un’Italia democratica e progressiva, nella quale sia fatto largo alle rivendicazioni delle classi lavoratrici.”

In questa frase pronunciata durante un comizio di Roma da Palmiro Togliatti nel 1944 troviamo la summa della politica comunista gramsciana, derivata da quella essenziale battaglia tutta volta a conquistare l’egemonia culturale e, conseguentemente, elettorale nel paese.

Una politica diretta alla conquista delle simpatie popolari, fatta di caparbi tentativi di comprensione verso le pulsioni delle masse, finanche di infiltrazione di militanti comunisti nelle principali organizzazioni avversarie per studiare, capire e convincere. Un modus visto all’opera, del resto, anche durante il ventennio mussoliniano, quando fare gli antifascisti era decisamente meno comodo di farlo ora, a fascismo ben concluso.
Con questo breve incipit storico non voglio di certo accusare di fascismo il nuovo esecutivo, visto che ci pensa già abbondantemente il coro di media e stampa mainstream impegnato a dipingerci Salvini come il nuovo Goebbels e Di Maio come un incapace inetto, sorvolando ben volentieri sui motivi del successo elettorale dei due soggetti e sulla migrazione, pressoché completa, delle classi popolari verso i loro partiti.
Voglio al contrario far notare il profondo cambio di paradigma che ha coinvolto la cultura progressista del nostro paese, passata da una umile e pur encomiabile opera di convincimento ad una licenza di denigrazione ed offesa senza precedenti, o alle risibili minacce d’espatrio (ahimé raramente seguite dai fatti) provenienti dagli spalti più chic del proscenio intellettuale, sintomo, più che di una presunta aristocrazia del pensiero, di una dissociazione dalla quotidiana realtà di milioni e milioni di abitanti che delle promesse del cosmopolitismo glamour, finora, hanno raccolto solo gli ampi lati deleteri, dall’immigrazione senza sosta alle delocalizzazioni, dalla concorrenza salariale al ribasso all’assenza di sicurezza nelle periferie.
Viviamo giorni nei quali il prezioso contributo liberal al dibattito politico, al posto di concentrarsi sulle contraddizioni e i danni del modello fin qui proposto, sciorina mete di destinazione ed approdo della autoproclamata “parte migliore del paese”, che vuole scendere dalla giostra, che vuole fuggire dai populismi, dai nazismi, dai fascismi e vivere in un eden fatto di abbracci multiculturali, sorrisi europeisti e simposi tra anime belle, dimenticandosi che il modello cosmopolita tutto ponti e abbracci tanto propagandato è talmente condiviso che ormai in qualsiasi parte d’Occidente soffia fortissimo il vento del sovranismo, della riappropriazione degli spazi, delle identità e dei confini, dal governo gialloverde alla Brexit, dall’Austria al gruppo Visegrad, da Putin a Trump.
La sinistra paga il conto delle tante promesse di salvezza fatte e giocoforza mai mantenute, nonché della propria lontananza culturale e della propria autoreferenzialità, che hanno fatto passare un intero scacchiere politico dalle rivendicazioni giacobine alla puerile distribuzione di brioches al sapore di Maria Antonietta.
Mai un tentativo di comprensione, mai l’umiltà di calarsi nella parte dell’elettore leghista, delle istanze espresse dagli altri, mai la capacità di comprendere il presente e le sue contraddizioni ma sempre l’insopportabile spocchia nell’encomiarlo, nel ritenerlo l’unico mondo possibile, nel ritenerne le opposizioni sempre puzzolenti e impresentabili, finendo col divenire guardiani d’ordine e depositari delle responsabilità dell’esistente.
Il problema è che il palazzo reale sta cadendo a pezzi e rivendicare con orgoglio la propria fuga dalla realtà non fa che amplificare il proprio fallimento, così come continuare a dipingere l’alternativa come una masnada di fascisti, razzisti e nazisti non fa che spingere ulteriormente il popolo verso la realtà, irrimediabilmente diversa dagli aristocratici peri nei quali restano assisi, fortuna loro, la maggior parte degli odierni narratori.
Viene proprio da dire che qualunque simpatizzante leghista, qualunque elettore di centrodestra o militante pentastellato non deve affatto augurarsi la scomparsa dell’attuale sinistra, ma deve augurarsi una sua lunga presenza tra noi mortali e una sua forte salute, perché a fronte di una alternativa tanto inconsistente la rendita è assicurata per almeno un lustro

La (stessa) musica del mondo

La (stessa) musica del mondo
Giuseppe Laterza

Come funziona la globalizzazione della cultura? Un modo per rispondere è guardare alla musica, forse il consumo culturale più globalizzato che esista. Un buon osservatorio ce lo forniscono gli utenti di Spotify, più di cento milioni di persone in giro per il mondo.

Le classifiche per paese disponibili sulla piattaforma di streaming sono una interessante rappresentazione del modo in cui concretamente prende forma un fenomeno planetario. I primi dieci brani musicali della classifica americana sono abitualmente in cima alle classifiche di tutto il mondo.

In questi giorni, per esempio, “Shape of You” di Ed Sheeran (inglese) è primo in America e anche in Germania, Australia, Giappone, Malesia, Indonesia, Svezia, Nuova Zelanda, Finlandia, Filippine, Francia… Stessa situazione per i brani dei Chainsmokers (americani), Drake (canadese), The Weeknd (canadese di genitori etiopi), Migos (americano), Taylor Swift (americana) nei primissimi posti in tutte le classifiche. Spotify non fornisce i dati – e la musica – di grandi paesi, come la Cina e l’India e dell’intero continente africano.

È comunque impressionante vedere come attecchisca la stessa musica in America come in Giappone, in Australia come in Europa. Musica al 90% americana e inglese, con qualche inserzione canadese e australiana (Sia). Con una rilevante eccezione: il Sudamerica. Qui è un’altra musica a dettare legge,con il reggaeton che prende il posto del rap e dell’hip hop.

Stessa musica in Argentina e in Messico, in Honduras, Guatemala, Costarica, El Salvador: qui si canta prevalentemente in spagnolo. In Brasile al primo, secondo e terzo posto musicisti locai, anche se con ritmi molto simili ai colleghi anglosassoni. Neanche un brano di musica nazionale invece nelle classifiche tedesche, austriache e polacche, poca in Svezia e Danimarca, un po’ di più in Finlandia. Stessa situazione in Giappone: solo quattro brani sui primi cinquanta sono di artisti nazionali.

In Francia invece c’è molto rap francese ai primi posti in classifica. In Turchia al primo, terzo e quinto posto gruppi musicali turchi; al secondo, quarto e sesto inglesi e americani. E in Italia? La classifica è identica a tutte le altre, con il dominio incontrastato degli stessi musicisti inglesi e americani che si ascoltano in Malesia e in Indonesia. Nei primi cinquanta posti solo quattro cantanti italiani: J-AX, Fedez,Tiziano Ferro e Carmen Consoli.
Morale della favola: non sembra che in fatto di gusti i risorgenti nazionalismi abbiano fatto breccia. I giovani di paesi ai quattro capi del mondo parlano la stessa lingua musicale. L’altra faccia della medaglia è che l’unica musica che colonizza le classifiche è quella anglosassone, dando ragione a chi vede nella globalizzazione una forte componente di omologazione. È pur vero che il fenomeno non è nuovo: da dove veniva la mitica generazione rock nata negli anni ’40 dei Beatles e dei Rolling Stones, di Bruce Springsteen e Bob Dylan, di Janice Joplin e Tina Turner?
Ed è significativo che quella generazione, con poche eccezioni, fosse bianca mentre oggi la musica dominante è fatta in buona parte da neri. La diffusione della lingua inglese conta fino a un certo punto, perché la musica è una lingua a sè, una lingua universale. E dato che esiste certo una musica diversa, attraente e pop in altre aree del mondo, come mai è così raro che abbia successo fuori dei confini del proprio paese? Non è solo questione di potenza economica o commerciale.
Potrà nascere in futuro una nuova globalizzazione multiculturale o ascolteremo tutti musica cinese?

¿Quiénes son esos?

¿Quiénes son esos?
Sergio Ramírez
Jueves, 29 de Noviembre de 2018

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La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie pronunció en la Feria del Libro de Frankfurt de este año un espléndido discurso en el que se refiere a los temas claves del mundo contemporáneo: identidad, diversidad, y también a la emigración, que vemos repetirse por distintas geografías de manera masiva, un viaje desde los páramos oscuros de la miseria y el desencanto hacia la gran vitrina iluminada de la riqueza y la prosperidad, resguardada por muros de concreto y cercos de alambre de púas.

Un sueño, un delirio, una ilusión persistente. El vuelo rasante de un dron sobre el puente que cruza el río Suchiate, y que une Tecún Umán en el territorio de Guatemala, con Ciudad Hidalgo en México, nos muestra miles de cabezas apiñadas, juntas, compactas, indefinibles. Una masa ansiosa de llegar hasta la frontera mexicana con Estados Unidos, una caravana que ha salido desde Honduras y que marcha a largos trechos a pie, dispuesta a recorrer miles de kilómetros para llegar a su ansiado destino sin importar ni las penurias ni los obstáculos.

Otro dron vuela encima del puente sobre el río Táchira que conecta el poblado de San Antonio del Táchira, del lado de Venezuela, con Villa del Rosario, del lado de Colombia. Venezolanos expulsados de su propio país porque han perdido todas las oportunidades y todas las esperanzas, y se quedarán en Colombia, o seguirán hacia Ecuador, hacia Perú, hacia Chile. El éxodo se vuelve brutal, despiadado, como es la naturaleza del poder que los expulsa.

Pero lo que reclama Chimamanda, la novelista, ella misma una emigrante que ahora vive en los Estados Unidos, es no olvidar que no se trata de cifras, sino de personas. Hay que transformar en nuestras mentes los números en seres humanos. Verlos en su individualidad desamparada: “es el momento de analizar el tema de la inmigración, de ser sinceros respecto a ella. De preguntar si la cuestión es la inmigración o la inmigración de tipos concretos de personas: musulmanes, negros, morenos”, dice. “Es el momento de replantearnos cómo pensamos los relatos”. Los relatos de esas vidas, los relatos íntimos. Historias para penetrar en ellas.

La filósofa española Adela Cortina, en su lúcido libro Aparofobia, el rechazo al pobre, demuestra algo que por obvio solemos olvidar: los emigrantes que llegan a Europa desde medio oriente parecerían ser rechazados porque provienen de culturas extrañas, pero eso no es lo fundamental: no se les admite porque son pobres. Eso quiere decir aparofobia: la fobia a los pobres. “Lo que nos molesta”, dice, “es la pobreza, no la inmigración”.

“Lo mismo sucede con los pobres del propio país o incluso con los parientes pobres”, dice también. Es una tendencia que se origina en el cerebro humano, rechazar lo que nos desagrada, molesta o incomoda. No se rechaza a los turistas que llegan a un país a gastar su dinero, más bien se les acoge. “Se habla mucho de xenofobia, de islamofobia, y es verdad que existen. Pero en todos esos casos si traen dinero o algo que parece beneficioso se les acoge sin remilgos”.

No obstante, es una tendencia que es posible contrarrestar si logramos oponerle “la compasión, la capacidad de sufrir con otros en la alegría y en la tristeza y de comprometernos con ellos”. Son tendencias benéficas, que también están arraigadas en nosotros, y que podemos hacer despertar.

Es allí donde los números, miles de refugiados, una oleada incesante, molesta, incómoda, se transforman en gente, en personas con rostros, y entonces surgen las historias individuales capaces de hacernos entender que el prójimo es el próximo. Esas demostraciones de solidaridad las vemos repetirse en México con la caravana de emigrantes que se adentra en el territorio en su viaje hacia el norte, sin ceder en su terquedad, a pesar del muro, decretos, razias, y a riesgo de maltratos, secuestros, extorsiones, humillaciones. En los poblados por donde van pasando la gente organiza albergues, comedores. Hay instituciones de apoyo a los emigrantes, tanto religiosas como laicas, pero también son los pobres ayudando a los pobres, dándoles lo que pueden, cama, comida, ropa, medicinas. Cariño.

Y también hay rechazo, como el que se ha dado en Tijuana, ya al final del viaje, promovido por las propias autoridades municipales, y al que se ha sumado gente sensible al discurso xenofóbico, y que hace uso de la manipulación para exacerbar el rechazo. Bastó un video colocado de manera artera en las redes sociales, donde una emigrante hondureña se queja del plato de frijoles recibido en un albergue para que la reacción hostil estalle: “aquí somos pobres, comemos frijoles”, repiten las voces indignadas de unas 200 personas que se han juntado en manifestación de repudio a la caravana.

Hay que entrar en las historias individuales, como pide Chimamanda. El tramado del tejido es denso, y cada hilo hay que verlo a contraluz. La mujer se llama Miriam Zelaya y se sumó al éxodo en busca de que en Estados Unidos operaran a su hija de 11 años, que es sordomuda. Viaja, como los demás, en busca de un milagro. El suyo es que la niña llegue a hablar y oír. “Hemos caminado por todo México y hemos recibido mucha ayuda”, dice llorando. Tengo todo que agradecerles. Yo he criado a mis hijos con muchos esfuerzos y dándoles frijoles y tortillas”. Ahora está sola. Se ha tenido que marchar del albergue ante el repudio de sus propios compatriotas.

Pero Miriam está a punto de llegar. A lo mejor recibe asilo al otro lado de la frontera tan celosamente guardada. A lo mejor operan a su hija sordomuda. A lo mejor valieron la pena para ella el desprecio de los suyos, el rechazo de que ha sido víctima en Tijuana por quejarse de unos frijoles. El desarraigo, las penurias del viaje, el miedo, el peligro, la zozobra, la angustia, la esperanza, hacen que deje de ser un simple número en una suma, una cabeza entre miles que fotografía un dron.

Guadalajara, noviembre, 2018