Derechos humanos y luchas populares

Derechos humanos y luchas populares
Fernando Martínez Heredia

(Cubarte). -El miércoles fue el aniversario de la Declaración Universal dDerechos Humanos, proclamada por la ONU en 1948, y pasé el día en un Taller Internacional dedicado a discutir ese tema, sesenta años después. Lo inauguró el Ministro de Relaciones Exteriores y lo cerró el Presidente de Parlamento. Hasta ahí pudiera ser uno de esos días que no queda más remedio que perder, poner cara de interesado y desear que termine temprano. Pero no fue así. Ante todo, porque los oradores citados fueron Felipe Pérez Roque y Ricardo Alarcón. Y los participantes que vinieron de América Latina, Estados Unidos y Europa a reunirse con nosotros eran luchadores sociales, intelectuales, artistas, religiosos, periodistas, parlamentarios, comprometidos realmente con la defensa de las personas y los pueblos. Convocaron la Red “En defensa de la Humanidad”, capítulos de Venezuela y de Cuba, y la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO.

El resultado fue un día muy intenso, cargado de ideas y emociones. Se sucedieron los análisis, las denuncias y condenas, la crítica descarnada y la esperanza, las ideas acerca de qué hacer y las convocatorias. No nos perdimos en las trampas que ponen los usos diplomáticos ni intentamos contemporizar para lograr ser perdonados. Tomamos a las declaraciones formales y los instrumentos legales para valernos de ellos como una ayuda más en la defensa de los derechos de los seres humanos. Al final aprobamos una Declaración del Taller, que ya está puesta en la prensa digital. Quisiera compartir entonces algunos comentarios acerca de este tema de los derechos humanos.

Tres años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaba grávido de demandas y esperanzas de que a la gigantesca matanza planetaria le siguiera una nueva época más favorable para las personas y los pueblos. Pero muy pronto se comprobó que los poderosos del mundo trataban de mantener a salvo sus intereses, sus ganancias y su dominio. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) nació en 1945 con la pretensión de reunir a los Estados en un foro de entendimientos de beneficio común y tutelar la paz mundial, pero aquel designio de los poderosos le marcó también de inmediato a la ONU límites férreos.

La Declaración del 10 de diciembre de 1948 era engañosa y pretenciosa desde su propio título. Cómo iba a ser “universal” si se negó a reconocer la igualdad entre las naciones, para no condenar la inmensa llaga mundial que era el colonialismo, esa culpa tremenda de la modernidad capitalista que para desarrollar su sistema y multiplicar sus avances saqueó a fondo, aplastó culturas, esclavizó a decenas de millones, destrozó formas de vida y de producción, explotó el trabajo, prostituyó organizaciones sociales y erosionó el medio ambiente a escala universal, que hizo “científico” al racismo y otras formas de naturalizació n de la desigualdad entre los seres humanos. Al negarse a denunciar el colonialismo y el neocolonialismo, aquella Declaración no tuvo en cuenta a la mayoría del mundo, y tampoco a los artículos 1 y 55 de la propia Carta de la ONU.

El instrumento aprobado de manera tan solemne escogía ser heredero de una tradición, la de 1789 y 1776, que legisló desde la libertad del individualismo para minorías que pusieron a salvo cuidadosamente cuestiones que les eran esenciales, como la propiedad privada, o la condición de esclavo en los Estados Unidos. Que los poderes más directamente herederos de esa tradición no habían cambiado en nada básico fue demostrado después de 1948 de manera fehaciente. Francia, que masacró salvajemente en 1945 a los argelinos que pedían que la victoria de la libertad sobre el fascismo se extendiera a ellos, le cobró a Argelia su lucha por la independencia con más de un millón de muertos y una orgía inacabable de torturas. Estados Unidos, que alardeaba entonces de no ser una potencia colonialista, violó en Viet Nam todos los derechos humanos imaginables, y le cobró a ese pueblo sus combates por la independencia y la libertad con cuatro millones de muertos y la destrucción intencionada de una parte de su suelo.

Han tenido que ser entonces las resistencias y las luchas de los pueblos del mundo las que le den a las declaraciones sobre derechos humanos carne, realidad, identificació n con anhelos y proyectos de las mayorías y posibilidad de ser realmente universales. Y los pueblos han cumplido su parte con creces. Fueron las revoluciones, desde China hasta Cuba, las resistencias y las exigencias de autodeterminació n a lo largo del llamado Tercer Mundo y la imposibilidad de mantener los imperios coloniales europeos después de 1945 y con una hegemonía mundial de Estados Unidos en el campo capitalista, los que hicieron que la ONU en 1960-1961 aprobara una Declaración para poner fin al colonialismo y creara un Comité de Descolonizació n. Sólo en 1966 la ONU aprobó el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que proclamó en su artículo 1 el derecho de todos los pueblos a su libre determinación, su libre condición política y su desarrollo económico, social y cultural. “En ningún caso —decía el artículo 2— podría privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia” . Junto a ese instrumento fue aprobado también el Pacto sobre Derechos Civiles y Políticos, pero tuvieron que esperar diez años para que se les declarara en vigor.

Decenios de combates, sufrimientos y solidaridades han sido necesarios para hacer realidad la opción de derechos humanos desde los pueblos y para los pueblos. Mencionó el caso de Cuba. Sólo la Revolución triunfante pudo inscribir con decoro –porque estaba dándole a todos los niños la oportunidad real de estudiar—en los Objetivos de la Enseñanza Primaria{1}: “Los niños de los últimos grados de la escuela primaria deben saber que existen la ONU y la UNESCO y cuáles son sus finalidades; deben, además, aprender y asimilar dentro de lo posible la Declaración Universal de Derechos del Hombre, ya que estos Derechos constituyen una proclamación de los deberes de los Estados ante el destino de la persona humana.” Y tres líneas más abajo decía: …la comunidad, para el niño de hoy, comienza con el vecindario y se extiende sobre el mundo entero.” Qué bien aprendieron los niños cubanos la lección de la Revolución: cientos de miles combatieron por la soberanía y autodeterminació n de Angola, la independencia de Namibia y el fin del apartheid en Sudáfrica. Desde 1989, todos los 7 de diciembre rendimos homenaje a más de dos mil que dieron sus vidas para que esos derechos se convirtieran en realidades.

Otra cuestión que me parece crucial es que el tema de los derechos humanos forma parte de un conflicto fundamental que los trasciende: si la Humanidad podrá o no convertir en vida plena, liberación de opresiones y felicidad para las personas y los pueblos los colosales avances que se han conseguido, y cuyo goce es hoy negado a las mayorías. A mi juicio eso sólo será posible si triunfa y se desarrolla la alternativa del socialismo como modo de vida, relaciones humanas y organización social. Esto implica deberes y requisitos extraordinarios que el socialismo debe identificar y cumplir. Para utilizar una síntesis extremada, el socialismo está obligado a desplegar una nueva cultura, no sólo opuesta sino diferente a la del capitalismo, desde sus puntos de partida y en sus instrumentos, relaciones, instituciones y proyectos.

En la ONU de 1948 nadie se atrevió a votar en contra de la Declaración. Pero Sudáfrica y Arabia Saudita se abstuvieron, por razones obvias. URSS, Ucrania, Yugoslavia, Polonia, Rumanía y Checoslovaquia se abstuvieron también, en protesta por la no condena del colonialismo y otras ausencias de la Declaración. Pero los que habían escogido la negación del capitalismo no fueron consecuentes en proponerle al mundo entero un camino de luchas por la justicia y la libertad, una nueva cultura de liberación, ni en practicar el internacionalismo, que es uno de los requisitos sin los cuales no se formará esa nueva cultura.

Los imperialistas tuvieron que ir aceptando, a regañadientes, que los derechos humanos formen parte del derecho internacional y se creen instrumentos legales y exigencias sociales y de opinión pública a favor de ellos. Pero al mismo tiempo que promovían o respaldaban el crimen, las torturas y el genocidio a escala universal, mostraron su calidad en la guerra ideológica y su hipocresía al comenzar a utilizar el tema de los derechos humanos en su provecho. En las últimas décadas se han erigido en supuestos defensores de esos derechos, para criminalizar a gobiernos que defienden la soberanía nacional y los derechos de sus pueblos, y a movimientos populares, y para confundir a millones desde sus controles totalitarios sobre aparatos inmensos de información y formación de opinión pública. En el curso del formidable retroceso de las luchas de liberación y de clases del último cuarto del siglo, se ha intentado convertir al tema ‘derechos humanos’ en el lugar de un defecto que padecen por definición los que se oponen al sistema, una exigencia imperial que se coloca por encima del derecho internacional y una propiedad privada del capitalismo para ser utilizada en su guerra cultural mundial.

Mientras, el imperialismo impuso su ideología de “lucha contra el terrorismo” como consumo general obligatorio, y a su sombra se puso por encima de toda ley, glorificando descaradamente la violación de los derechos individuales y de las soberanías nacionales, la agresión a países y su ocupación militar permanente, la tortura institucionalizada, la matanza cotidiana de civiles y otras atrocidades. Pero frente a ese mal que amenaza la vida de todos y al planeta, se levantan la resistencia heroica del pueblo iraquí y los combates de los afganos contra los ocupantes extranjeros, el auge de los poderes y los movimientos populares combativos en América Latina, el crecimiento de las posiciones de autonomía frente al imperialismo por parte de un buen número de países del llamado Tercer Mundo, y la tendencia a la articulación, las alianzas y la integración entre ellos. En esta nueva situación, los derechos humanos son un campo de conflicto, un territorio en disputa.

Ante el aniversario de aquel documento de 1948, habría de decir: ¿qué derecho tenemos a esperar que la gente crea en una Declaración que tiene sesenta años de pronunciada, en el marco de una organización mundial que tiene sesenta y tres años de fundada, si ni una ni otra tienen fuerza ni prestigio para defender sus vidas, y mucho menos para hacerlas vivibles y mejorarlas? Una vez más son las prácticas cívicas y la estatura moral de los que reivindican todos los derechos humanos para todos los que habitamos este mundo las dueñas legítimas de este tema. Somos nosotros los defensores de los derechos humanos y los que tenemos derecho a invocarlos. El 10 de diciembre constituye un pequeño alto en el camino y un día de reunión y recuento, para seguir peleando.

{1}En las Bases y normas legales reguladoras de la Reforma Integral de la Enseñanza y Ley núm. 680 del Gobierno Revolucionario, del 23 de diciembre de 1959. En José Bell, Delia L. López y Tania Caram: Documentos de la Revolución cubana. 1959, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p. 226.

PESCADO ENVUELTO EN HUEVO EN LA CARCEL

PESCADO ENVUELTO EN HUEVO EN LA CARCEL

BRISBANE, Australia, 31 de marzo de 2015 (SIEP) “Siempre para esta época de Semana santa se me viene a la memoria la experiencia que viví a finales de los años setenta Y la historia es la siguiente…” nos comparte Ricardo Martínez, militante revolucionario salvadoreño.

“Un 8 de Marzo de 1977, después de la masacre el 28 de febrero en la Plaza Libertad, fui capturado por hombres “fuertemente armados vestidos de civil” a la altura de la terminal de buses de occidente e inmediatamente me vendaron de los ojos tirándome al piso del vehículo y me dijeron carcajeándose: “al fin caíste pollito, este es tu final, te llegó la hora.”

“Inmediatamente me condujeron hacia el cuartel central de la Policía Nacional y durante las horas del día fui sometido a humillaciones y torturas sicológicas. Al llegar la medianoche siempre vendado me suben a un vehículo con rumbo a una cárcel clandestina muy cerca de la terminal de oriente. En dicho lugar, me tuvieron tres días encadenado de pies y manos, sin alimentos ni agua; pude superar el hambre después de 24 horas no así la sed. Una noche me puse a gritar como un loco pidiendo agua porque se me pegaba la lengua con el cielo de la boca y hacía mucho calor. Abrí la boca me dijo un torturador, y me dejo ir un recipiente lleno de orines, pero era tanta la sed que me los tome y me parecieron deliciosos.”

“En uno de esos días, siempre en la medianoche llevaron a alguien a ese lugar, lo golpean sin piedad y le preguntan: “donde te reunís con los terroristas?” Él respondía a cada momento: yo no me reúno con los terroristas sino en una iglesia evangélica…Ya cansados de golpearlo lo dejan en paz por un instante, y me aseguro ver por un pequeño agujero que tenía en la venda de los ojos que no hubiera nadie alrededor y como estaba tirado en el suelo igual que yo le digo casi al oído: oiga soy Ricardo Martínez de la federación sindical FENASTRAS. Y ante mi sorpresa me responde: soy El Humilde. Se trataba de un conocido, era un compañero de trabajo y entonces le aconseje no responderles nada a los torturadores porque de todas maneras lo iban a seguir golpeando. Entonces el humilde me responde: “ no se preocupe que ahora tengo más valor… porque no estoy solo, cuento con usted.”

“Unos días después y siempre en horas de la madrugada me llevan nuevamente hacia el cuartel de la Policía Nacional, pero esta vez me arrojan al “Palacio Negro” un lugar tétrico, hediondo, llenos de cucarachas y ratones, totalmente oscuro que ni las uñas se podían ver. En otra celda al lado puedo reconocer que estaba Juan José Martell, dirigente juvenil del Partido Demócrata Cristiano, que antes había visto en la Plaza Libertad. Me di cuenta que era él porque yo me estaba quejando del dolor de la apendicitis que en esos días sufría y Martell amigablemente me recomendó defecar aunque sea un poco para vaciar el intestino ya que eso calmaría el dolor, lo cual así sucedió. A los dos días de permanecer en el “palacio negro” me llevan a una celda de los reos políticos con capacidad para 6 personas y habíamos más de veinte, casi la totalidad de los presos eran inocentes capturados en los alrededores del parque (bolitos), otros madrugaban a trabajar y no sabían lo que había ocurrido en el centro de San Salvador y otros por otras causas que nada tenían que ver con los asuntos políticos.”

Allí me encontré con Alfredo Vallecillos, un camarada, comunista ejemplar y fiel luchador por las causas populares. Con Vallecillos organizamos tareas dentro de la celda para sentir menos el tiempo en prisión. A las personas mayores las pasábamos a dormir al fondo de la celda porque todos los días en las madrugadas nos lanzaban agua helada con mangueras; también repartíamos proporcionalmente los desperdicios de la basura que nos llegaban a tirar los bolitos para apaciguar el hambre, limpieza de la celda, contar cuentos, historias y chistes, hora de oración para católicos y evangélicos y alfabetizar a quienes no sabían leer y escribir.

Pedro, un muchacho campesino joven nos decía: “a mí no me entran las letras es por demás que gasten su tiempo conmigo. Maria cuando era mi novia le daba pena que yo fuera analfabeto pues ella había estudiado tercer grado, por las noches trataba de enseñarme a leer y escribir pero en ese entonces ella tenía unas piernas bien torneaditas y un trasero provocador, lo cual me obligaba a invitarla que nos fuéramos a la cama al refuego y me olvidaba de las letras…” Estaba con nosotros Don Angelito, un señor de unos 78 años de edad, él vendía periódicos en Aguilares siendo capturado por equivocación por miembros de la “benemérita” Guardia Nacional. Me acuerdo que estaba a dos celdas de nosotros y gritaba en una madrugada agarrado de los barrotes: “ Sáquenme de aquí por favor porque el diablo no me deja en paz, tengo miedo por favor, ayúdenme”.

Estaba en otra celda Chico, un militante del FAPU. Estaba muy grave ya que el cuerpo se le había inflamado de tantas torturas. “Déjenme morir preocúpense de ustedes” nos decía. Quedamos preocupados cuando lo sacaron libre de la cárcel porque por lo general quienes presentaban estados como los de él los mataban a la salida, y luego nunca supimos nada de Chico. En una madrugada más o menos a las 3 am varios hombres vestidos de civil y armados introducen en una celda a un muchacho joven. Cuando los hombres se van, este joven comienza a decir cosas incoherentes, de una mente trastornada ya que no se le entendía. Insistimos en preguntarle quien era y en un momento de lucidez, dijo estas palabras: “Soy Cristales (el nombre no lo recuerdo) mi mamá es enfermera en el Hospital Rosales, me han torturado en la Guardia Nacional .

A mi salida de la cárcel busque a la enfermera en el Rosales y efectivamente era su hijo “desaparecido” y nunca se supo mas de el. A Cristales lo sacaron nuevamente de la celda a eso de las 5 am y nosotros nos quedamos pensando que lo llevaban a matar. Ricardo y Pedro el campesino a quien mencione arriba fueron capturados en San Juan Nonualco luego que en estado de ebriedad arrancaron un poster del general Romero, alguien los vio y los detuvieron acusándolos de “terroristas”. Cuando salí de la cárcel avise a su familia de la detención de los dos, la familia ya les había hecho la misa de 30 días pensando que habían sido asesinados.

Ricardo sufría de una ulcera, se ponía boca abajo y lloraba cuando no habíamos conseguido desperdicios de la basura que algunos bolitos nos hacían llegar para comer. Al momento de repartir proporcionalmente lo que para nosotros era la comida más rica procurábamos darle a Ricardo un poco mas de los desperdicios. Buenos días señores nos dijo “respetuosamente” una vez el carcelero mas odioso y mal encarado que cuidaba la celda, hoy como ustedes saben es Viernes Santo, es un día de guardar porque nuestro señor Jesucristo murió en la cruz para salvarnos a nosotros. Es un día de paz y de oración.

Entonces, continuo diciendo, hoy a la hora del almuerzo tendrán una comida especial, pescado envuelto en huevo y tal vez, tal vez unas torrejas. Al oír esto desde el fondo de la celda alguien le silbó la vieja y el carcelero se retiró molesto del lugar. Nadie creyó ese ofrecimiento porque estábamos claros que la dictadura y sus esbirros pretendían matarnos a torturas físicas y sicológicas. Sin embargo había alguna expectación de que iba a suceder a la hora del almuerzo. Cabal pasada la una de la tarde nos llegan a tirar los desperdicios que los policías y el personal de ese cuerpo represivo habían comido, efectivamente pescado envuelto en huevo pero solo para ellos. Para nosotros, lo que venía era diferente. Nos repartimos rápidamente dichos desperdicios sacados de la basura, apartamos todo lo que era basura como las servilletas algunas hasta con mocos y nos pusimos a chupar las espinas.

Era delicioso. Estábamos celebrando nuestra semana Santa en la cárcel, por nuestras ideas por nuestras convicciones revolucionarias. Pienso a esta altura de mi vida, a casi cuarenta años de estos acontecimientos que relato, que mi militancia política en el Partido Comunista de El Salvador, nuestro glorioso PCS que se encuentra celebrando su 85 aniversario, fue determinante para soportar el martirio diario en las manos de los torturadores.

Desde el primer minuto de mi captura me dije: hoy inicia una nueva batalla en otro frente de lucha, minuto a minuto debo mantener mi moral en alto a pesar de las adversidades. Sabía que afuera había un montón de gente y organizaciones reclamando mi libertad, cada día que pasaba decía, he subido un peldaño más de la escalera y sigo vivo estoy triunfando. Un día, como es natural., entrada la noche tuve un “bajón”, entonces, Vallecillos vio que mi estado de ánimo estaba caído. Este compañero que siempre mantenía una gran serenidad comenzó a darme animo y entre otras cosas me decia: “célula que no se adapta muere”, palabras sabias que hasta hoy en día me sirven. El día que me liberaron estaba en una celda repleta de gente inocente especialmente campesinos y al momento del anuncio de mi libertad muchos de ellos comenzaron a llorar diciéndome lo siguiente: “Hoy que ya no va estar usted con nosotros si nos van a matar” .

También a mí se me rodaron las lágrimas al vivir ese momento tan duro junto a ellos. Pero al escucharlos sentí que había cumplido mi deber como comunista. Sali de la cárcel pesando alrededor de 40 kilos (más o menos 80 libras) lleno de millones de chichuisas en todo el cuerpo, con varias clases de parásitos y con una debilidad que hasta el viento me botaba. Descanse dos semanas en la casa de unas hermanas y después me incorpore de nuevo a la lucha, esa es otra historia que después se las cuento.

Homenaje del CEM al 45 aniversario de las FPL

Homenaje del CEM al 45 aniversario de las FPL

SAN SALVADOR, 1 de abril de 2015 (SIEP) “La creación de las Fuerzas Populares de Liberación FPL “Farabundo Martí” el 1 de abril de 1970 marca un salto de calidad en la lucha revolucionaria de la clase obrera y del pueblo salvadoreño…”enfatizó Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas, CEM “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “la militancia de las FPL tanto antes, durante y después del surgimiento del FMLN hicieron una valiosa contribución a la lucha revolucionaria construyendo en 1975 el multitudinario Bloque Popular Revolucionario, BPR; así como una poderosa organización guerrillera basada en Chalatenango, y luego de los Acuerdos de Paz de 1992, sus cuadros y dirigentes han sido pilar fundamental del partido FMLN. La fundación de las FPL está vinculada a las ideas y praxis revolucionaria de Salvador Cayetano Carpio y su fortalecimiento posterior al actual presidente Salvador Sánchez Ceren.”

“En homenaje a este 45 aniversario de las FPL como CEM publicaremos próximamente el documento de análisis que Saúl, entonces secretario general del PCS y que después será el legendario Marcial, realiza a partir de los acontecimientos vinculados con el conflicto con Honduras en julio de 1969. El documento titulado La actuación durante la guerra, consta de 95 páginas y analiza de manera polémica las distintas fases de la línea política del PCS, fue escrito en septiembre de 1969 y es uno de los principales antecedentes para la creación el siguiente año de las FPL” estima Pineda.

En su primera parte considera que “la actuación de los organismos de dirección (del PCS) fue en lo fundamental correcta, clara y estaba enmarcada dentro de nuestra línea de principios: la lucha contra el régimen antidemocrático, contra sus provocaciones y planes antipopulares, contra sus represiones, contra la penetración y sojuzgamiento por el imperialismo.”

En la segunda parte denuncia que “durante la última semana de junio (del año 1969) a medida en que fue ascendiendo la campaña de prensa y radio, incendiaria del odio y venganza nacionalista…fueron acrecentándose las vacilaciones en el seno de la dirección del partido y las presiones a fin de acomodar nuestra actuación a la ascendente marea que estaba convirtiendo en histeria nacionalista colectiva.”

En la tercera parte opina que “a principios de julio es el momento que marca el viraje de nuestra línea para acomodarla a la “necesidad” que planteaba la campaña reaccionaria de defender la patria y la integridad territorial” cortina tras la que se mueven los preparativos de agresión.”

En la cuarta parte subraya que “durante los cinco días de guerra 14 al 18 de julio ese acomodamiento práctico a la acción bélica se puso de manifiesto con toda evidencia, al negarse la dirección a cumplir su deber de orientar al pueblo, negándose a señalar el carácter de la guerra concreta desatada por el gobierno y el ejército salvadoreño contra Honduras.”

En la quinta parte critica “la ilusa posibilidad de transformar la guerra de agresión en guerra de toda la nación contra el imperialismo a través de la lucha anti OEA, orientando a las masas hacia una actitud firme de no retirada de las tropas de los territorios ocupados; posición que en el fondo hacía el juego a los sectores ultra reaccionarios del ejército.”

En la sexta parte “del 1ro. al 6 de agosto (de 1969) con el regreso de las tropas, se alimenta el descontento en las masas por el retiro, y se alimentan ilusiones de cambios ( sin contenido revolucionario) que este gobierno debe hacer para que “la sangre derramada no haya sido en vano.”

En las conclusiones de este largo trabajo de Saúl aparece el siguiente pensamiento que sería posteriormente fundamental para la creación de las FPL : “salvar al partido de la corriente oportunista de derecha y sobre esa base consolidarlo ideológica y orgánicamente, hacerlo más eficaz en su estructura y funcionamiento interno para su trabajo político-militar entre el pueblo. Hacer que sea el dirigente político militar del pueblo en todos los escalones.”

Homenaje del CEM al 85 aniversario del PCS y 35 de las FAL

Homenaje del CEM al 85 aniversario del PCS y 35 de las FAL

SAN SALVADOR, 30 de marzo de 2015 (SIEP) “Con mucha alegría celebramos este día dos grandes aniversarios: el85 del Partido Comunista de El Salvador, PCS, y el 35 de su brazo militar durante la guerra, las Fuerzas Armadas de Liberación, FAL..,” expresó Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

“En tributo a estas efemérides reproducimos tres valiosos documentos históricos, que son parte de nuestra tradición teórica, ideológica y política como izquierda salvadoreña y que reflejan el pensamiento revolucionario del Partido Comunista en la década de los años sesenta del siglo pasado…” indicó Pineda.

“El primer documento es el proyecto de Programa General del PCS, aprobado por su V Congreso en marzo de 1964, en el que se define la línea estratégica y táctica de esta primera organización revolucionaria salvadoreña. El documento fue elaborado a mediados del año 63, discutido en las células del partido y finalmente aprobado por su congreso partidario.”

“El segundo documento es un extenso artículo aparecido en las páginas de la Revista Internacional, a mediados de 1965 en conmemoración del en ese entonces 35 aniversario de la fundación del Partido Comunista. Es un documento profundamente autocrítico sobre errores y desviaciones cometidos luego de la derrota de la revolución de 1932.”

“El tercer documento es el Manifiesto del Partido Comunista en el 1 de Mayo de 1968 en el que se rinde tributo a los dirigentes obreros Saúl Santiago Contreras y Oscar Gilberto Martínez, asesinados por la dictadura militar por sus acciones en solidaridad con la huelga magisterial de ese año.”

Concluye Pineda que “de esta manera rendimos homenaje a los mártires y héroes, hombres y mujeres, militantes comunistas que entregaron generosamente sus vidas en estos 85 años en las luchas populares por la paz, la democracia y el socialismo en nuestro país.”

La expansión urbana de San Salvador

La expansión urbana de San Salvador

POR EDWIN ALFARO

CONFORMACIÓN DEL ESTADO NACIONAL 1870 -1912, PRIMERA EXPANSIÓN.

La consolidación de los liberales y la producción cafetalera generan un clima estable y económicamente bonancible que permitió a las élites y a grupos urbanos dedicarse al ocio y la apreciación del mundo moderno, cuyo referente indiscutible fue Europa. Se produce una pequeña expansión de la ciudad, hacia el sur, absorbiendo San Jacinto, hacia el poniente teniendo como límite al Hospital Rosales inaugurado en 19051 y hacia el norte limitando con el recién inaugurado cuartel El Zapote. Los ejes principales sobre los cuales se realiza la expansión fueron las calles Rubén Darío y Manuel José Arce. Lo que hoy es el centro histórico era el centro político y económico, la casa presidencial se situaba frente al actual mercado ex cuartel. En 1903 se apertura el parque Gerardo Barrios y la gran Avenida Independencia que era la entrada a la capital y a la vez el límite en el extremo oriente.
Como puede observarse en esta primera etapa la lógica era consolidar San Salvador como el centro de poder, se compra el London Bank, el palacio de Justicia es instalado en el ex Instituto Nacional , los límites del tranvía eran mejicanos y el Hospital Rosales. Bajo la óptica del control territorial y de seguridad se construyen los cuarteles: central, El Zapote y el San Carlos cuya ubicación no era para nada arbitraria. Esta primera expansión de las elites urbanas obedecía a la marcada tendencia de este período hacia la concentración económica, condicionada por un grupo que controlaba la producción y la estructura del crédito.

CRISIS ECONÓMICA, POLITIZACIÓN DE SECTORES POPULARES 1927-1944. SEGUNDA EXPANSIÓN.

La capital se expande al poniente al norte y al sur, se construye el Parque Cuscatlán, Hospital Militar, la Calle Arce se expande, se construye la Alameda Roosevelt, se construyen las colonias: Santa Anita, la Rábida, Guatemala, Honduras, colonia Guadalupe, Santa Eugenia, Colonia Modelo, Colonia Manzano, Colonia América, Barrio San Miguelito, Colonia Harrison, Colonia Mugdan. se inicia la colonia Escalón, y se edifica el Estadio Flor Blanca.
En esta segunda expansión y en concordancia con los regímenes militares, desde el golpe de 1931 los militares han permanecido en el poder, parece haber una evolución de la visión política-territorial del poder, ya no interesa estar en el centro político-económico, sino la seguridad, la casa presidencial se traslada a San Jacinto en el edificio cuyo destino era ser la Escuela Normal. Entre 1918 y 1929 el capital norteamericano desplazó completamente al inglés, definiendo así la política económica de Centroamérica, el capital producido por el café permitió el desarrollo de la manufactura, e instalación de las primeras fábricas, las clases trabajadoras comienzan a organizarse, y se clarifican las marginaciones del campo y la ciudad, el espacio urbano de San Salvador presenta una clara delimitación horizontal clasista. Las clases propietarias tienden a abandonar el centro para trasladarse al poniente, mientras las clases trabajadoras se asientan al sur, norte y oriente, el centro histórico comienza a coparse y surge un nuevo fenómeno: La metropolización. [2]

MODERNIZACIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO 1948-1960 TERCERA EXPANSIÓN

Se produce un expansión al Poniente, al oriente, al norte y al sur. Se construye El Salvador del Mundo, Colonia Costa Rica, Nicaragua y Barrio Lourdes, Colonia San Luis, 25 Ave. Norte y sur, Colonia Cucumacayán, Colonia Layco e inicios de la colonia Palomo, se construye el Paseo General Escalón, Hotel El Salvador, Colonia Lomas Verdes, Ave. Masferrer, Calle El Progreso, Colonia Centroamérica, Colonia Panamá, inicios de Colonia Atlacatl, 29 Calle Poniente, se construye el Boulevard del Ejército Nacional, Colonia Santa Lucia, Iglesia Don Rúa.
Esta expansión refleja una nueva etapa política y económica caracterizada por una modernización deliberada, la nueva generación de militares profesionales, se plantea el desarrollo como problema estratégico nacional, ya no es una visión liberal, sino intervencionista, hay un marcado crecimiento económico, en el cual se opta por el sector secundario de la economía, buscando la no dependencia del café. Las expansiones más grandes se dan al poniente, al oriente y al norte.
Se abandona la idea de casa presidencial y se sustituye por la residencia presidencial, ejemplo de ello es el Coronel Osorio quien fija su residencia en la Colonia Layco, una zona de crecimiento urbano de clase media. Más tarde el Presidente Lemus se convertiría en el primero en abandonar el radio urbano para domiciliarse en panchimalco. El Presidente Adalberto Rivera vivió en la Colonia Centroamérica un proyecto habitacional del Estado los cuales predominaron en esta época con una tendencia a favorecer a los militares. A estas alturas el centro histórico se encuentra ya saturado.
El Boulevard del Ejército se convierte en el corredor industrial de El Salvador, evidencia del proceso de industrialización a que el país estaba entrando, la expansión al sur significaba a la vez acceso a las planicies costeras lo cual era beneficioso para el café.

GUERRA CONTRA HONDURAS, MIGRACIÓN, CRISIS POLÍTICAS, 1960-1980 CUARTA EXPANSIÓN

Hay un fuerte desarrollo de la colonia Escalón, surgen las colonias: Campestre, El Mirador, Miramonte, Yumuri, se construye Metrocentro, el Centro de Gobierno , el Boulevard de Los Héroes, Colonia La Esperanza, Colonia Zacamil, Colonia Univesitaria, Colonia Miralvalle, Colonia San Francisco, Colonias: La Mercedes, Roma, La Mascota, Jardines de Guadalupe, La Sultana, Monserrat, Vista Hermosa, Jardines de la Hacienda, Jardines de Cuscatlán, Inicio de Ciudad Merliot, se construye la Feria Internacional, el Boulevard Tutunichapa, la Fuente Luminosa y la embajada de USA sobre la 25 Ave. Norte, además se construye el mercado central.
En la década de 1960-1970 la expansión es más ponderada al norte y sur, mientras que de 1970 a 1980 se produce crecimiento más al sur al norte y al poniente, se construyen las colonias: Miralvalle, Montebello, Satélite, Maquilishuat, San Mateo, Lomas de San Francisco, Alta Mira, Loma Linda, La Floresta, Jardines de la Libertad. Se construye la Autopista sur, el inicio a la autopista a Comalapa, y la Alameda Juan Pablo II.
La expansión de San Salvador en este período, es en todas las direcciones, pero más en dirección del volcán de San Salvador, ello significaba por un lado, la expansión de la clase media, militares y profesionales, pero por otro lado la crisis habitacional que produjo el regreso de los salvadoreños de Honduras. Hacia 1980 la crisis política y el estallido de la guerra civil producen un descenso en la dinámica de la expansión del radio urbano, únicamente se construyen 6 colonias nuevas la mayoría de clase media3, no obstante se inicia la gran urbanización de la zona de Soyapango como respuesta a la creciente migración interna producida por la guerra.

FINAL DEL SIGLO POLÍTICO 1992- 2000, QUINTA EXPANSIÓN

Hacia finales de siglo, la expansión de la ciudad decrece hacia el poniente, más bien hay una expansión de colonias de clase media tales como Merliot, Santa Elena y la Escalón, pero producto de las migraciones internas y el cese del conflicto armado, se produce una elevada demanda de vivienda popular urbana, lo cual da origen a los enormes proyectos urbanísticos más que todo hacia el oriente y al norte, dando lugar al fenómeno de las “ciudades dormitorios” y a un desordenado crecimiento urbano.
El gran cambio político del siglo XX fueron los acuerdos de paz, que significaron una transición hacia la democracia expresada en la transformación del FMLN en partido político.

[1] Gustavo Herodier. San Salvador el esplendor de una ciudad.
[2] FUNDE. La traza urbana del Centro Histórico de San Salvador. Carta Urbana 46, Julio de 1996.
[3] Ver cuadro anexo

El teatro

Discurso de Roberto Salomón al ingresar a la Academia Salvadoreña de la Lengua como miembro de número.
12 de marzo de 2015.

Ocupará el sillón “B”, en el que antes estuvo el prominente diplomático y profesor de derecho, Dr. Reynaldo Galindo Pohl.
Juramentó: Dr. René Fortín Magaña
Presentó: Dra. Irma Lanzas
La respuesta fue dada por el Arq. Luis Salazar Retana y leída por Ana María Nafría.

Permítanme citar el razonamiento del comité de selección del Premio Nobel, al otorgarle la máxima distinción en Literatura al comediante Darío Fo en 1997: “Por el espíritu renovador de su teatro, en la tradición de los juglares de la Edad Media, que castiga a los poderes establecidos y restaura la dignidad de los oprimidos.” Con una mezcla de política agit-prop, provocación lingüística y técnica teatral de la commedia dell arte italiana, Darío Fo crea una imagen cómica de una sociedad al borde de la locura. Mezclando gravedad y comicidad, abre nuestros ojos al abuso y la injusticia de una sociedad complaciente, paternalista e interminablemente corrupta.

La búsqueda insaciable del hombre por el control sobre sus semejantes ha dado lugar, desde tiempos inmemoriales, a instituciones en cuyo nombre se han cometido las atrocidades más grandes. Así, a través de la historia, el venerado y respetado sabio, brujo, médium, taumaturgo, milagrero o como se le llamara al chamán que realizara la representación en la comunidad y la conexión con lo sagrado, ha sido relegado a la posición jerárquica más baja de la sociedad, cuando no expulsado de ella.

En Europa de la Edad Media, el estado eclesiástico, consciente que el teatro es el último recinto de comunión no religiosa de la sociedad, hace de su única competencia todo ritual, magia, ceremonia y comunión, y proscribe al artista escénico. La representación secular como tal desaparece por unos siglos para surgir nuevamente a través del drama litúrgico.

Los saltimbanquis han recorrido un largo camino desde la época de Shakespeare en que los actores eran marginados por la sociedad. No podían ser sepultados en camposantos como cualquier mortal. Debían ser enterrados bajo un cruce de calzadas para que el alma no supiera por qué camino ir, y así evitar que se perpetuara el oficio.

Una de las razones para crear el “teatro a la italiana” con su marcada separación entre artista y público tal como lo conocemos hasta este día, fue para evitar la “contaminación” con el mundo del arte.
Por eso, luego de siglos de opresión, persecución y tortura, puede sorprender un poco la justificación del comité del Premio Nobel.

Este es el mundo que, sin conocerlo, elegí desde temprana edad. El mundo de los marginados, pero también el mundo de la verdad. Estoy de acuerdo con el Comité del Premio Nobel al reconocer que uno de los roles del teatro es el de “castigar a los poderes establecidos”. Pero sin olvidar nunca que, si el teatro debe formar, criticar, educar y elevar, su primer papel es de entretenimiento.
No quiero pasar por alto lo importante que me parece que la Academia Salvadoreña de la Lengua honre este día a alguien que no viene del mundo de la academia ni de la literatura, sino del teatro. Lo leo como un verdadero signo de apertura.

Para nosotros, los teatreros, como nos gusta autodenominarnos, aunque consideremos que el teatro escrito es literatura y se convierte en teatro solo al ser llevado a escena, la relación que tenemos con la palabra escrita es enorme. Dependemos de ella.

Por mi parte, vivo y trabajo en tres idiomas: español, inglés y francés. Como mi vocación es proponerle al público ideas y sensibilidades que puedan servir para ensanchar su visión del mundo, me encuentro continuamente trabajando en traducciones, ya sea de Shakespeare y Tennessee Williams al francés y al español, de Valle-Inclán y García Lorca al francés, o como es el caso actualmente, de Molière al oído salvadoreño.

En cuestión de estilo, el teatro, como todas las artes, cuenta con muchos “ismos”: expresionismo, impresionismo, realismo, naturalismo, lirismo, etc. Estos apelativos se refieren a la dramaturgia o sea a la parte del teatro que es un género de la literatura. En cuanto a lo que se refiere a la práctica misma del teatro ―y aquí hablo de técnica y teoría̶-, a partir del final del siglo diecinueve, el teatro occidental sufre una revolución profunda que surge desde sus mismas entrañas para buscar lo que llamaré “el teatro total”.

Desde el francés André Antoine, el padre del naturalismo decimonónico, que pretende que el teatro debe ser “una rodaja de la vida” y que, si se representa un drama que se sitúa en una carnicería se debe trasladar la verdadera carnicería al teatro, hasta las realizaciones actuales más osadas en que los artistas laceran sus propios cuerpos y exponen sus partes íntimas para hacer que nosotros, el público, reaccionemos ante lo que sucede en nuestro entorno, la búsqueda por el teatro total es incesante.

Así, el inglés Gordon Craig nos habla de un teatro total en el que la “über marionette”, sería el centro. Craig pide un actor virtual de un gran virtuosismo capaz de responder a las exigencias vocales y físicas imaginadas por el director más exigente. Ese actor capaz de demostrar las emociones humanas sin perderse en ella. Ese actor capaz tan deseado por el compositor alemán Richard Wagner, el hombre tan ansiado por el filósofo Friedrich Nietzsche.
El concepto de escenografía surge con el suizo Adolphe Appia que propone crear espacios en que los decorados tradicionales serán remplazados por una concepción del espacio definido por el volumen y la luz.

El ruso Constantín Stanislavski desarrolla el método que permite al actor encontrar en cada representación, su verdad interna, acabando de una vez por todas con falsas poses, y abriendo el camino a la actuación cinematográfica tal como la apreciamos hoy: realista y sentida.

El alemán Bertolt Brecht, a través de su “verfremdung” o teoría de la distanciación, plantea quitar la cuarta pared que separa al espectador del escenario, de modo que el público sea parte de la reflexión escénica.

El francés Antonin Artaud nos dirige hacia un “teatro de la crueldad”, que no es otra cosa sino un llamado para volver a los orígenes y reconectarnos con lo sagrado.

Hoy mismo, quien por muchos es considerado como el más grande de todos los directores teatrales actuales, Peter Brook, nos propone volver a experimentar un instante donde el teatro era ceremonia iniciática, espacio de magia hechicera, latido de un rito sagrado. Shakespeare, Molière, Goldoni, Antón Chejov, Emile Zola, Eugene Ionesco, Samuel Beckett, Tennessee Williams, Harold Pinter son algunos de los gigantes que dominan el mundo del teatro en cuanto a textos dramáticos. Para los que practicamos el oficio de director escénica, los gigantes que iluminan nuestro camino son efectivamente: Craig, Appia, Stanislavski, Brecht, Artaud y Brook.

En 1965, Peter Brook presentó en Nueva York una de las grandes obras teatrales del siglo XX, “La persecución y el asesinato de Jean-Paul Marat, interpretado por los internos del asilo de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade”, mejor conocida como “Marat/Sade”, del alemán Peter Weiss. La obra, considerada marxista, es revolucionaria en todos los sentidos: texto, posibilidades escénicas, contenido social, económico, ideológico-político, religioso. En esa época yo estudiaba para mi bachelor’s en historia del arte en la universidad de Dickinson. Me subí a un bus por siete horas desde Carlisle, Pennsylvania, hasta Nueva York sin tener idea de que iba a ver al inglés que era el máximo director del mundo; iba para divertirme.

Ver el montaje de Marat/Sade de Peter Brook fue una revelación. Me cambió mi horizonte, mi manera de concebir el teatro, de ver el mundo, de analizar el texto, de relacionarme con el teatro. Fue un gran momento de encuentro con el arte precisamente porque se trataba de un espectáculo de teatro total; había una implicación completa del actor, dentro de su propio cuerpo, los locos del asilo tenían una dicción perfecta; estéticamente, el montaje era hermoso de inicio a fin, con análisis que reportaban a la situación social, política e histórica totalmente claros. Cuarenta años más tarde, logré conocer a Peter Brook en persona y pude agradecerle por el crucial encuentro. En 1970 monté esa misma obra en El Salvador, con las primeras promociones del Bachillerato en Artes, orgullo de la Reforma Educativa de Walter Béneke.

El escritor Geovani Galeas me ha preguntado si yo estaba consciente de que traje un movimiento teatral tremendamente liberal a un país que estaba en plena gestación de una guerra. Debo responder que, desde un punto de vista político o sociológico, no; pero desde un punto de vista teatral, sí.

En 1971, José Luis Valle, un escritor que dirigía teatro y que vive en Santa Ana, escribió en un periódico sobre mi montaje de Marat/Sade, “tenía que ser un burgués el que me enseñara lo que es teatro revolucionario”. Ese burgués, soy yo. Más claro no puedo ser. ¿Soy burgués? Sí. ¿Quise revolucionar El Salvador? Sí. ¿A qué nivel? Revolucionando las mentalidades, no destruyendo el sistema. Es lo que todavía busco. Revolucionar la forma de pensar de la gente y no los sistemas políticos. A los sistemas políticos a menudo llega gente con mentalidades que no son revolucionarias.
El teatro en El Salvador era básicamente un teatro de texto; Marat/Sade planteaba, además del texto, un teatro del cuerpo, de la imagen, del gesto. En el contexto de la revolución cultural mundial de 1968, los jóvenes nos rebelamos contra un teatro de texto para acceder al teatro del cuerpo, de la imagen y del gesto. Nuestra estética correspondía al espíritu de contradicción de la época en la que, con todas las virtudes y todos los defectos de la juventud, pretendíamos romper con todo y crear un nuevo mundo. Con un discurso de ruptura bastante beligerante, pensábamos que ya no era el texto lo que importaba, sino la situación. Pero todo movimiento cultural es como el péndulo que oscila, yendo de un extremo al otro. El péndulo volvió de su rechazo a los textos, pero enriquecido de los logros del trabajo sobre la imagen y el gesto.

Los caminos de la guerra y de la vida me llevaron a vivir y trabajar durante 25 años en otra cultura y en otro idioma: el francés. Entre otras cosas, esa experiencia me enseñó a revalorar la importancia del texto en el teatro.

Mis estudios en Estados Unidos en el método stanislavskiano me habían formado a pensar que la situación que vive el personaje en una obra es casi tan importante como el texto mismo. En el ámbito de la cultura francesa, eminentemente cerebral, bañada de lógica cartesiana, la concepción es distinta. Por cierto, el método Stanislavsky ha tardado mucho más en ser asimilado por esta cultura en que el acercamiento sucede más a través de las ideas que del sentimiento. En tanto que, para un ruso como Stanislavsky, todo acercamiento se da por medio del sentimiento y de la acción física.

Pero la tradición del teatro occidental se basa primeramente en el texto. Como dice Shakespeare, “The play is the thing”; y hoy vemos un regreso a la tradición. Paradójicamente, cuando uno es joven no comprende que la ruptura misma es parte de la tradición. La generación de 1968 abominábamos de nuestros padres, pero la filiación es un hecho y así como uno no puede existir sin sus padres, no puede seguir existiendo sin sus hijos. Aunque no lo reconociéramos, nuestro movimiento se nutría de lo que nos precedía y sería alimento de lo que vendría después. Es la filiación del arte. De lo contrario se tiene un vacío, una adolescencia perenne que no permite acceder al estado que todo artista busca: el de un adulto eternamente abierto al mundo, joven, sorprendido y capaz de asimilar lo que aún no conoce.

Un buen director de teatro busca una forma orgánica en un clima en que los actores se sientan libres, donde todo está abierto.

Cuando comienza a trabajar una obra, empieza con una profunda intuición sin forma, un aroma, un color, una sombra. ¿Cómo será el vestuario? ¿Qué colores usar? Hacer y deshacer, buscar que esa intuición se convierta en algo más concreto. Hasta que de todo ello emerge una forma, que se modificará.

En los ensayos, debe provocar al actor, estimularlo, hacerle preguntas, crear una atmósfera en la que el actor pueda probar, investigar, hasta que el trabajo irrumpe en una zona oscura que es la existencia subterránea de la obra, y la ilumina.

Allí el director queda en posición de ver la diferencia entre las ideas del actor y la obra propiamente dicha. Hay que eliminar lo superfluo, todo lo que pertenece al actor y no a la conexión intuitiva que el actor ha establecido con la obra. El director está en mejor posición para decir qué es propio de la obra y descarta todo lo que está de más. Y hay que hacerlo sin miramientos, sin piedad, incluso con uno mismo.

El escenario es un lugar donde puede aparecer lo invisible. Los teatreros sabemos eso mejor que nadie; nuestro arte es por naturaleza efímero y al terminar la función no queda nada.
La palabra ‘dirigir’ tiene que ser dividida en dos. La mitad de dirigir es hacerse cargo, tomar decisiones, decir sí o no, tener la última palabra.

La otra mitad de dirigir es mantener la dirección correcta. El director es un guía, lleva el timón; tiene que haber estudiado las cartas de navegación y tiene que saber si lleva rumbo norte o sur. No cesa de buscar, pero no por la búsqueda misma, sino porque tiene un objetivo. El director podrá atender a lo que le digan los demás, transformará sus propias ideas, cambiará constantemente de rumbo y, sin embargo, las energías colectivas acumuladas seguirán sirviendo al mismo único fin.

Al igual que Peter Brook, pienso que el director de teatro tiene que trabajar entre dos extremos. Por un lado, debe tener un objetivo claro, pero un objetivo no tiene herramientas; sin embargo, un oficio está compuesto sólo de herramientas. ¿cómo enfrentar esta paradoja?

Primero, tiene que desarrollar un vivo interés por las relaciones, lo que significa comprender que él y un actor, él y un autor, él y las palabras, están siempre en relación. Así se desarrolla una mejor capacidad de observar, de escuchar, utilizar de manera más refinada los instintos e intuiciones; sólo se puede desarrollar en uno ayudando a otros a desarrollarlo.

Sucede que un actor escucha al director, le deja explicar con todos los medios de persuasión algo que el director piensa que es absolutamente perfecto; luego el actor hace exactamente lo contrario y el director se da cuenta de que eso es exactamente lo que la obra necesitaba. Esa es la colaboración creativa.

Y nunca olvidar que dentro del equipo, cada uno posee apenas una sola herramienta, su propia subjetividad.
Todas las interrelaciones son importantes, sobre todo el sentido del público. Si hay un respeto total por el público, el director teatral se vuelve consciente de qué le atrae y qué le hace perderse, desarrolla cada vez más la percepción de lo que el ritmo, el espacio, todos los aspectos físicos del teatro despiertan en el público.

Nunca debe despreciarse ninguna forma de teatro. Comedia, tragedia, sátira, drama histórico, costumbrismo, toda forma de teatro tiene derecho a la existencia.

Los intelectuales a menudo queremos “elevar” el nivel del público, pero el público es como el atleta: si la valla está colocada muy alta, no saltará el obstáculo. Y cuando hablamos de altura, no hay que perder de vista que los problemas de ritmo en un arte vivo como el teatro son de capital importancia. Los gritos de un director: ‘más rápido’, ‘no se escucha’, ‘no corran’ ‘no se te ve’ ‘demasiado lento’ ‘habla más alto’, son tan fundamentales como ‘¿dónde está el alma de la obra?’ ‘¿dónde está el corazón?’, ‘¿dónde está el significado?”

Finalmente, los dejo con la idea de Federico García Lorca que el rol del teatro es recoger el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas. Y que un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo.

No hacemos teatro para predicar ni para indicar camino alguno a seguir. No proponemos ideas fijas ni mensajes cerrados.

Procuramos que el espectador sienta. Y, como dice Peter Brook, cuando alguien siente, comprende.

El corazón de San Salvador

El corazón de San Salvador

La vieja San Salvador tiene la rara facultad de conservar en estado de absoluta sinceridad cien años de la historia del país; los cien años de mayor esplendor, lujo, ambición, extravagancia y también buen gusto. Los conserva como la naturaleza conserva los fósiles, sin querer, sin cuidado y sin propósito. Algunos son embriones de futuras ruinas; otros ya son escombros adultos. Una vieja tradición islámica dice que las ruinas son el hogar favorito de los genios. Por eso a los salvadoreños asusta el centro de su capital. Pero si uno escucha con atención los susurros de esos espíritus verá como ante sus ojos toma vida un pasado preñado de ensoñaciones pero incapaz al fin de burlar las exigencias de la naturaleza, los dioses y el alma de los hombres.

La ciudad es una de las más antiguas de Centroamérica y al igual que sus hermanas ha sucumbido numerosas veces a las catástrofes naturales. San Salvador conserva sin embargo vestigios de su pasado colonial, restos de fachadas novohispánicas, mesones con decoración mudéjar y la configuración de sus calles y sus plazas a base de cuadrículas exactamente alineadas con los puntos cardinales según el plano cósmico de Marco Vitruvio impuesto por el emperador Carlos V. Tres siglos después, la Independencia fue un regalo de los cielos que la aristocracia criolla pasó varias generaciones disputándose y utilizando como pretexto para el exterminio de las últimas formas de vida tradicional.

En la década de 1880 la propiedad compartida (comunal) y la asociación religiosa entre iguales (cofradía) fueron abolidas y con ellas el último fundamento de la organización social indígena. Una exquisita droga empezaba a ser consumida de manera masiva en las antiguas metrópolis. La producción de café requería cierta inversión tecnológica, tierras ricas y de altura, abundante mano de obra y una cuidadosa aritmética en la organización del trabajo. En cuanto las modernas élites salvadoreñas aprendieron a neutralizar la jurisprudencia indígena (no debió ser fácil convertir el ocio en una actividad delictiva, por ejemplo) sustanciosas cantidades de capital procedentes de las Europas y Américas blancas reencontraron su camino de regreso al paisito.

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Plaza Mayor 1890 (hoy Parque Libertad). Tomada del facebook de Carlos Quintanilla.

La otrora pequeña capital de provincia de un reino periférico de un imperio a la deriva, se convertía de repente en la “París de Centroamérica”. De Carrara fueron importados los mármoles más puros esculpidos por las más habilidosas manos italianas. De Cataluña y de Bélgica llegó la última tecnología en láminas metálicas con intrincados y caprichosos diseños. Los más insignes arquitectos y diseñadores que el dinero pudiera comprar llegaron de Europa así como artesanos y mercaderes chinos, turcos, árabes, rusos, judíos y quien sabe que otras naciones de la Tierra toda. De allende los océanos y los siglos llegaron también los estilos arquitectónicos del siglo XIX, los historicismos neogóticos, neogriegos, neobizantinos, neorrenacentistas, neobarrocos… San Salvador era poseída por un pasado ajeno, un nacionalismo lejano y un romanticismo fingido que inundaba sus calles y su Ilustre Cementerio.

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Costado oriental de la Catedral. Años 30. Tomada del facebook de Carlos Quintanilla.

Ya a principios del siglo XX la ciudad poseía una fisionomía característica (y no del todo desprovista de excelentes muestras de arquitectura ecléctica) que la hacían sobresalir por encima del resto de las ciudades de la región. Los continuos quebraderos de cabeza provenientes del campo exigieron mano dura y paternal represión. El punto crítico llegó a principios de 1932 cuando una amalgama de indígenas, campesinos pobres, desterrados y comunistas (los primeros de América) tomaron las cumas y usurparon el poder en algunas plazas menores del occidente salvadoreño. La reacción del gobierno (ya para entonces militar) fue inmediata, contundente y ejemplarizante, dejando regados los campos de cadáveres que en el más optimista de los cálculos se cuentan por decenas de miles.

La apuesta dio los frutos esperados, la élite burguesa se amplió enormemente y rindió su peculiar homenaje a la ciudad. A partir de los primeros años del siglo XX pocos espacios del centro pasaron sin ser renovados en los nuevos estilos modernistas. Cada vecino asumió la tarea de rivalizar con el contiguo en creatividad, capricho y fantasía. El movimiento que en su conjunto se conoce como Art Noveau en El Salvador se convirtió en un abigarrado desfile de formas y colores unas veces con claras reminiscencias mediterráneas, centroeuropeas, anglosajona o asiáticas y otras claramente latinoamericanas o exclusivamente locales. Durante los años 30 y 40, las huellas dejadas en San Salvador por los nuevos estilos internacionales como el Art Decó sirvieron para marcar el ritmo ascendente de la maquinaria moderna.

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Calle Arce, Años 30. Tomada del facebook de Carlos Quintanilla.

A finales de los años 50 El Salvador se convertía en el tercer exportador mundial de café, el país más industrializado de toda la región y el más visitado por los turistas. La revista National Geographic hacía públicos unos malabares estadísticos que convertían El Salvador en el mejor lugar del mundo para vivir. El país atraía grandes inversiones de capital estadounidense junto con sofisticada maquinaria industrial y los mejores medios de transporte. La nueva promesa de una verdadera “Revolución Verde” propiciada por la agroindustria (fertilizantes y pesticidas derivados de los petroquímicos) encontró en El Salvador el más fértil de los terrenos.

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Parque Libertad. Años 60. Tomada del facebook de Carlos Quintanilla.

El centro capitalino, fiel a su vocación escaparatista, acogió de nuevo lo mejor de las tendencias internacionales y ahora sus edificios empezaban a hablar los lenguajes de la bauhaus, el funcionalismo, el organicismo, el brutalismo, etc., llegando en ocasiones a elevadas cotas de excelencia creativa como en el caso de la Iglesia de El Rosario del escultor y arquitecto salvadoreño Rubén Martínez. El más exaltado espíritu triunfalista dominaba todas las esferas de la vida pública del país. Los males del pasado, los siglos de contradicciones y confrontaciones, parecían conjurados para siempre. Nunca en cambio la apariencia resultó tan engañosa. El poder económico, los inversores extranjeros, el ejército y los grandes medios de comunicación pasaban por momentos de intensa autoafirmación que de nuevo los condujo por la senda del exceso. Durante los 70 se produjeron al menos dos clamorosas violaciones de la voluntad democrática del pueblo, se perpetraron varias matanzas de civiles en la universidad y en otras plazas públicas, acabando por institucionalizarse los infames Batallones de la Muerte para la liquidación rutinaria y fulminante de opositores, campesinos, estudiantes, proletarios, mujeres, niños, curas, monjas y el mismísimo obispo de El Salvador. El centro sigue hoy exhibiendo en algunos de sus muros y sus puertas de hierro las huellas de las balas asesinas.

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Biblioteca Nacional y Ministerio de Cultura (frente al actual mercado Excuartel) Años 70.
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Azotea del Gran Hotel San Salvador en la Avenida de España. Años 70.

La Guerra de los Ochenta convirtió la capital en un bastión sitiado. Más de medio millón de salvadoreños migraron del campo a la ciudad durante los primeros años del conflicto. La economía dejó de crecer, los inversores se retiraron, los puentes y autopistas fueron volados y los pesticidas agroquímicos arruinaron los campos creando superplagas que aún hoy, cuarenta años después, siguen imposibilitando el cultivo del algodón en las tierras salvadoreñas y mantienen sus aguas subterráneas altamente contaminadas. Pero la Ira de Dios todavía encontró una manera más explícita de hacerse notar. El 10 de octubre de 1986 un sismo de 7.5 grados de intensidad y 5 segundos de duración destruyó el 90% de los edificios del centro de San Salvador, matando a 1.200 personas, hiriendo a 8.000 y dejando sin hogar a 200.000.

Fotos de Carlos Quintanilla y Antonio García Espada
Lotería de Beneficencia, 1970 y 2014.

Los edificios más altos y lujosos fueron los primeros en caer. El Gran Hotel, el Edificio del Café, la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Educación, el Edificio Comercial, la Lotería Nacional, el Rubén Darío… Las ruinas de algunos de estos majestuosos colosos rendidos siguen hoy esperando a ser retiradas y la mayor parte de los edificios supervivientes está técnicamente inhabilitada para la vivienda. Desde entonces el centro de la ciudad ha perdido sus líneas rectas. Paredes y estatuas cívicas aun siguen dobladas, como humilladas ante el furor de la madre tierra.

Las élites y las autoridades se retiraron definitivamente del centro y con ellos sus extravagancias y derroches. Las nuevas líneas rectas (cada vez más rectas, cada vez más altas) están al oeste de la ciudad, rodeadas de amplias avenidas y alambres de espino. El centro en cambio quedó desahuciado y a punto estuvo de desaparecer como desapareció el centro de la Managua de los Somoza. Sin embargo, la densidad demográfica de El Salvador, la particular fisionomía del “Valle de las Hamacas” y las mareas de refugiados provocadas por la guerra inauguraron un nuevo destino para el centro histórico de San Salvador.

Foto de Mauro Arias Panamá
Costado poniente de Iglesia del Calvario. Foto de Mauro Arias Panamá.

El centro es en realidad un enorme intercambiador donde aun hoy más del ochenta por ciento de los medios de transporte público comienza o termina su ruta. Sus usuarios son por lo general los más pobres del país y en torno a ellos se ha desarrollado un vibrante comercio de minucioso menudeo que satisface sus necesidades al mejor de los precios posibles. Los artículos ofertados son vendidos generalmente en unidades en el último nivel de subdivisión (pañales, clavos, tomates… por unidades) y los exiguos márgenes de beneficio de los comerciantes dependen en su totalidad del volumen de venta; es decir, de extenuantes jornadas laborales de más de doce horas o tantas como dure la luz del sol sin dejar de ofrecer el producto con pasión, una voz adecuadamente modelada y distinguible del resto.

El Alcalde Morales Ehrlich sancionó la iniciativa popular espontánea el mismo año del terremoto y entregó una sección de la calle Arce desde la Catedral hasta la Plaza Hula Hula a los vendedores ambulantes. A partir de entonces el mercado al aire libre se fue extendiendo hasta cubrir la mayor parte del centro histórico (la sección oficialmente conocida como Perímetros A y B) arrebatándole el paso a los vehículos y llegando en ocasiones a techar calles enteras a lo largo de varias cuadras.

Foto de Antonio García Espada
Calle Delgado. Foto del autor.

La oferta es variadísima y tiende a agruparse por gremios: aperos de labranza, herramientas, herrajes, ropa, muebles, libros, discos, juguetes, electrodomésticos y muchas, muchas peluquerías. Abundan productos raros de encontrar en otras partes de la ciudad como yerbas y plantas medicinales, productos mágicos y esotéricos, objetos de culto así como la variada e imaginativa producción alfarera de raíces indígenas; también petates, morrales, matatas, cebaderas y todo tipo de pequeños y gigantescos canastos de fibra vegetal; caites, delantales de mil encajes, sombreros de paja y hamacas… Entre los puestos abundan las preparaciones rápidas de comidas y bebidas típicas como pupusas, pasteles, tamales, tortas, frescos, horchatas, cocacolas en bolsa… En algunos lugares se concentran en grandes cantidades y ofertan productos más sofisticados como hamburguesas y cervezas.

Desde hace no muchos años están alcanzando un notable éxito los comerciantes que venden productos importados de Estados Unidos. Conocidos como bodegones o más popularmente agachones, estos negocios venden cantidades ingentes de mercancía descartada en el exuberante país vecino bien por defectuosa, pasada de moda o simplemente desgastada por el uso. Son negocios que requieren gran cantidad de mano de obra y que gracias a su eficiente gestión en el reciclaje han introducido importantes modificaciones en el look de los salvadoreños que, ahora, por unas coras, adquieren ropas, calzados y juguetes, algo deslucidos, pero de la mejor de las facturas.

Foto de Mauro Arias Panamá
Foto de Mauro Arias Panamá.

Se calcula que en el centro tienen lugar un millón de transacciones diarias. Su intensidad, ajetreo y organicismo recuerda mucho a los bazares orientales de Fez, Cairo o Estambul, solo que los supera a todos en tamaño. Sin embargo el gran mercado a cielo descubierto que es el centro tiene su propia poesía. Alguno de sus admiradores de entre los pocos eruditos lo considera un tianguis. El tianguis es una modalidad de mercado popular, temporal e informal característica de las poblaciones indígenas mesoamericanas. El debate no está cerrado respecto a si su origen es totalmente prehispánico o si tiene influencias musulmanas traídas por los invasores cristianos. Pero en El Salvador es una realidad atemporal. El tianguis san salvadoreño es un fenómeno no controlado, pero que satisface las necesidades reales de la inmensa mayoría de la población de este país. Y no parece que ninguna otra iniciativa de las impulsadas desde arriba haya conseguido satisfacer realmente las necesidades de los de abajo, por lo que debemos a la inapelable ley de la naturaleza un tipo de equilibrio que merece al menos un momento de consideración desprejuiciada.

La última guerra oficial en El Salvador terminó sin aportar soluciones visibles a ninguno de los bandos. Los ricos siguen teniendo miedo y los pobres hambre. Todos de una manera u otra soportan imposiciones que a menudo rayan en lo insoportable. La conversión espontánea del centro en un inmenso tianguis es también producto de ese conflicto no tan lejano en el tiempo. Su capacidad de aplacar la miseria, aunque sea levemente, puede haber sido una de las razones de la paulatina y creciente pacificación de, al menos, la capital. Dicha capacidad posee su propia belleza. El centro es amable, colorido, trata bien al visitante y posee un enorme atractivo turístico. En vez de estar sitiado, continuamente amenazado y expuesto a las sacadas de pecho de los políticos, el centro debería ser mimado como el refugio de los pobres, como el puente de El Salvador con su propio pasado, como un lugar de contradicciones pero también de encuentros, de disensión así como de consenso, de caos y de orden: de vida en suma.En el centro hoy miles de vendedores (ambulantes, informales, espontáneos) y compradores (apresurados, humildes, improvisados) pululan entre los grandes monumentos y las más adorables huellas del pasado, pero también entre las ruinas y los testimonios arqueológicos del sufrimiento. El centro contiene más información sobre la historia de El Salvador que todas las bibliotecas juntas. Permite largos paseos sin competir con el acero de los vehículos. Entre sus calles se encuentran objetos curiosos y de gran valor cultural. Hay también músicos ambulantes, billares, buena comida, espectáculos de lucha libre y exaltados predicadores del evangelio. No faltan tampoco encomiables iniciativas privadas como la restauración de fachadas e insignes edificios como el Plaza Centro, la Biblioteca Luis Alfaro Durán, o la Excasa Munguía. Ciertamente no estaría mal que alguien eliminara para siempre y del todo las nefastas rejas que convierten la plaza Morazán en un corral de pollos o que se mostrara algo de respeto por la iglesia de San Francisco y las decenas de sorprendentes mesones de la parte oriental del centro antes de que salgan ardiendo como tantos otros edificios antes de ellos. Emblemáticos edificios como el segundo Hotel Nuevo Mundo están en manos de celosos propietarios que no permiten su contemplación… en fin.

Pero también hay que aplaudir el puntual aseo y desinfectado del Mercado Central y el Mercado Excuartel, así como el esmerado cuidado del espectacular cementerio de los Ilustres. El Palacio Nacional y el Teatro están bien conservados (aunque los horarios de visita no pueden ser más inapropiados). Se sigue intentando tenazmente hacer funcionar la fuente de la Plaza Barrios (o Cívica o Telefónica o como quieran llamarla los sucesivos alcaldes) y sus pocos árboles supervivientes aun continúan siendo motivo de reunión de consumados tertulianos que hablan entre sí sin propósito y sin prisas. Los viernes por la tarde en la plaza San José, una orquesta a los Hermanos Flores deleita a transeúntes despistados y alivia las penas de vagabundos, bolos y prostitutas. Jóvenes emprendedores universitarios solo tienen que poner juntas tres tablas para lanzar sus ideas a la calle y vender elaboradas artesanías, esencias personalizadas, sus sueños de un mundo mejor. Las vendedoras y sus hijas cultivan un raro arte de persuasión que combina entonaciones embrujadoras, comprometedores halagos e impúdicas caricias en las manos y los hombros que a mí y a otros como yo han convencido hasta de comprar el traje del equipo de fútbol rival.
Foto de Antonio García Espada
Bella por dentro. Foto del autor.

El Salvador hoy es un país muy distinto al de los años 30 y los años 60 del siglo XX, al de los años 40 y los años 80 del siglo XIX y al de los trescientos años de la colonia española. Todas estas épocas en cambio tienen en común una marcada cultura de confrontación violenta. Comparten también un fuerte rechazo hacia su propio pasado y la convicción generalizada que hay que comenzar de nuevo. De hecho, la idea de abandonar San Salvador es una constante en la historia de El Salvador. Ya en 1854, después de otro desolador terremoto, el presidente Dueñas decidió mover la capitalidad a Santa Tecla. Los terroneros, como eran conocidos los san salvadoreños por pasar la vida entre los terrones dejados por los continuos sismos, circularon un panfleto en el que se leía que “preferirían hundirse o que se los tragara la tierra antes que abandonar el solar de sus antepasados”. Y, bueno, por el momento van ganando.

El centro de San Salvador es criticado por todos: quienes lo habitan saben cuánto debería mejorar y quienes no lo conocen piensan que debería desaparecer. Sin embargo ahí está. El centro crece, tiene una historia y una personalidad propia. Cambia y se adapta a las nuevas exigencias. Solo desde el respeto a esta extraordinaria capacidad de resistencia y supervivencia encontraremos maneras de hacer del centro un espacio más habitable, inclusivo, digno de orgullo y admiración.

Los centros comerciales y su impacto en la ciudad

Los centros comerciales y su impacto en la ciudad

Por:
Arq. Jorge Regazzoli
Universidad Centroámericana “José Simeón Cañas”, UCA jregazzoli@uca.edu.sv

Desde la década de los noventa ha crecido en América Latina un proceso de privatización de la planificación urbana, que usualmente ha sido regido por las fuerzas del libre mercado representadas por inversionistas inmobiliarios y empresas constructoras; agentes motivados principalmente por factores de lucro y no por principios de bien común.
Consecuentemente, han surgido nuevos paradigmas con elementos que rompen totalmente con características positivas de nuestros centros urbanos.

Uno de estos elementos es el centro comercial tipo mall, tan “populares” ahora en nuestra ciudad. Dos debates han surgido alrededor de estos centros comerciales: 1) ¿Son o no espacios públicos?; 2) ¿Cuáles son sus impactos urbanos? Respecto al primer debate, considerar un centro comercial como espacio público o no depende de a qué le asignemos el carácter de público, si a la propiedad o al uso.

Los centros comerciales son propiedades privadas de uso público, esto conlleva mayor regulación sobre su uso y una inducción sobre el comportamiento de los usuarios-clientes. Incluso cumplen un rol en la definición de las prioridades de la sociedad en tanto forman parte de un modelo que promueve una sociedad consumista. Por tanto, no se cumple la principal cualidad de un espacio público que es la construcción de ciudadanía desde la ciudadanía.

Respecto al segundo debate, los promotores de estas inversiones afirman tener un impacto beneficioso al crear polos de desarrollo que generan empleos. Esta aseveración es cuestionable. Muchas veces lo que pasa no es que se generan nuevas dinámicas económicas sino más bien que las dinámicas económicas se trasladan. Grandes almacenes abandonan su ubicación histórica para trasladarse a centros comerciales, los cines que antes existían por toda la ciudad desaparecen porque ahora esa actividad se realiza en los centros comerciales etc.

La vida, entonces, se traslada de la ciudad a los centros comerciales y los lugares donde se desarrollaban actividades como compras, ocio y trabajo quedan abandonados y en proceso de deterioro.

Richard Sennett afirma que la atomización de la ciudad, de la cual los enclaves fragmentarios como los malls son una expresión, “han puesto fin en la práctica a un componente esencial del espacio público: es la superposición de funciones en un mismo territorio lo que creacomplejidad en la experiencia vivida en ese espacio” (Sennett, 1977).

Según Adam Ezrahi, este tipo de desarrollos inmobiliarios es uno de los factores responsables del creciente debilitamiento de los centros urbanos en beneficio del modelo norteamericano de ciudad expandida. Ezrahi afirma que “el modelo norteamericano de hábitat suburbano, que tiene como complementos necesarios el automóvil privado y el mal o centro comercial, provoca el vaciamiento de las ciudades, empobreciendo el espacio público y transfiriendo la responsabilidad de la conformación del estilo de vida de la sociedad a las fuerzas del mercado” (Ezrahi, 1999).

Según Esther Zandberg este tipo de desarrollos inmobiliarios “crean un modelo cultural definido de carácter conservador, aislacionista y culturalmente heterogéneo” (Zandberg, 1998).

En nuestra capital y otras ciudades, la degradación de los espacios públicos ciertamente comenzó antes de la proliferación de los centros comerciales. Pero el que estos sustituyan su función empeora las cosas. Los parques, plazas y ejes peatonales lejos de recuperarse tienden a degradarse más si no se interviene en ellos.

En su artículo sobre transporte público de la edición 01 de La Casa de Todos, Raúl Avelar lanza la pregunta de ¿cómo queremos vivir? el autor afirma que la respuesta nos dará pistas de la ciudad que queremos. En el mismo artículo plantea: “Si por ejemplo, queremos una ciudad donde algunos habitantes tengan acceso exclusivo a ciertas amenidades que la mayoría no, debemos construir centros comerciales; la inversión en parques, el rescate de espacios públicos, y el ordenamiento del comercio informal seguramente estarían al final de nuestra lista de prioridades, ya que dichas medidas contravienen la exclusión que nos interesa establecer” (Avelar, 2009).

Está claro que los centros comerciales tipo mall obedecen a un modelo que segrega la sociedad y fragmenta la estructura urbana de la ciudad. Vale la pena preguntarse entonces: ¿Cuál es la ciudad que queremos? ¿Una ciudad de carácter individualista, consumista y segregador o una ciudad con una perspectiva comunitaria y diversa donde la solidaridad y la cohesión social son prioridades?

Referencias:
Ezrah, Adam. 1999. La Planificación Suburbana Como Cultura. Pag. 3. Aurora.
Zandberg, Esther. 1998. El País del Suburbio. Haaretz.
Avelar, Raul. 2009. El Transporte Público. Pag. 22.La Casa de Todos, Edición 01.
Sennett, Robert (1977) The fall of the public man. Northon & Company.

¿Una iglesia estéril?

¿Una iglesia estéril?
marzo 12, 2015 Voces Comentar
Publicado en: Actualidad, De furias y ternuras – Julia Evelyn Martínez, Foro de opiniones, Voces Ciudadanas

Julia Evelyn Martínez

En su alocución dominical del pasado 8 de marzo, el papa Francisco quiso congraciarse con las mujeres del mundo, y no dudó en afirmar que “un mundo que margina a las mujeres, es un mundo estéril”.

De inmediato, las agencias noticiosas y los medios de comunicación se encargaron de transmitir este mensaje, supuestamente como una muestra más del talante reformador del nuevo jerarca de la Iglesia Católica, y por supuesto, sin cuestionar en ningún momento la coherencia entre este discurso y la manera en cómo se trata a las mujeres en el seno de esta institución religiosa.

De acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra marginar significa “poner o dejar a una persona o grupo en condiciones sociales, políticas o legales de inferioridad”. Es decir, según el papa, un mundo que coloca a las mujeres en condiciones sociales, políticas o legales de inferioridad, es un mundo estéril, un mundo que no puede producir frutos o resultados positivos para quienes habitan en él. Excelente aforismo utilizado por el papa para ilustrar los resultados de la marginación de las mujeres que existe en la mayoría de sociedades actuales, PERO…. ¿Se podría aplicar la misma sentencia para calificar a la iglesia que el papa dirige?

La iglesia católica es una institución poderosa. Se estima que sus adeptos en el mundo suman casi 1,200 millones de personas, y que cuenta con una plantilla de 200 cardenales, 5,000 obispos, 410,000 sacerdotes, 55,000 religiosos, y 740,000 monjas.

El poder económico y financiero de esta entidad es incalculable. Sin embargo, se sabe que el Vaticano posee la segunda reserva mundial de oro después de la del tesoro de Estados Unidos, y que sus inversiones inmobiliarias y financieras, incluyen asocios con los mayores grupos financieros mundiales (Rotchild, JP Morgan, Credit Suisse y otros). Únicamente en Estados Unidos se calcula que el Vaticano tiene inversiones por valor de $500 millones en acciones de corporaciones como General Motor, General Electric, y Gulf Oil.

Este incalculable poder social y económico explica en buena medida la enorme incidencia que esta entidad tiene en los “asuntos terrenales”, que incluyen no solo la influencia del Vaticano en el rumbo de las políticas de los Estados sino también su influencia en las prácticas culturales, educativas y sexuales de millones de personas.

¿Cómo trata a las mujeres esta poderosa institución religiosa?

En primer lugar, pese a que las mujeres representan el 61% de miembros de las órdenes religiosas católicas, se les niega la posibilidad de llegar ser ordenadas en el sacerdocio, y por ende, se les inhabilita para ocupar un puesto en la compleja estructura eclesial, ya sea como obispos, arzobispos, cardenales o papas.

En segundo lugar, los hombres que forman parte de las órdenes religiosas católicas (jesuitas, franciscanos, dominicos, etc.) disponen de las facilidades para el desarrollo de su intelecto y para incursionar en ámbitos profesionales de prestigio social, como filosofía, física, biólía, sociología, medicina o economía En cambio, la trayectoria académica de las mujeres religiosas es más limitada, y salvo excepciones, se circunscribe a ocupaciones y profesiones “femeninas”, tales como la educación básica, los cuidados de salud, y el trabajo social comunitario.

En tercer lugar, la iglesia católica aún mantiene en su doctrina, el estudio y enseñanza de textos que constituyen verdaderos ejemplos de violencia simbólica contra las mujeres y/o que reproducen y refuerzan los patrones de discriminación en contra de las mujeres.

Así por ejemplo, en la Biblia católica se puede encontrar el libro del Eclesiastés (o libro del predicador) que no omite pasajes de clara misoginia que alientan la discriminación de las mujeres en las familias y comunidades católicas. Por ejemplo, en la versión latinoamericana de la Biblia católica de este libro se lee:”La mujer es más amarga que la muerte; ella es para el hombre una trampa, su corazón es una red y sus brazos cadenas. El que agrada a Dios se escapa de ella, pero el pecador se deja atrapar”.(7:26).

De igual manera, en la galería de los llamados “doctores de la Iglesia”, se otorga un lugar especial a los escritos de Santo Tomás de Aquino y de San Agustín de Ipona, quienes sin ningún tipo de censura en pleno siglo XXI se dedican aún a menospreciar y a denigrar la imagen de las mujeres. ¿Habrá leído el papa Francisco el pasaje de Santo Tomás de Aquino en donde se cuestiona la utilidad de las mujeres cuando afirma “yo no veo la utilidad que pude tener la mujer para el hombre, con excepción de la función de parir hijos”?¿ Habrá reparado el papa que aún se encuentra en la bibliografía oficial de la doctrina católica el texto de San Agustín que acusa a las mujeres de la muerte de Jesucristo , y que afirma que “ las mujeres, sois la puerta del diablo; las transgresoras del árbol prohibido, sois las primeras transgresoras de la ley divina…. Por causa de vuestra deserción, habría de morir el hijo de Dios”.?

Por supuesto que la marginación de las mujeres no es exclusiva del catolicismo. Con mayor o menor medida se encuentra en otras religiones monoteístas que adoran a deidades masculinas, como en el caso del judaísmo o del Islam. Pero al menos, los jerarcas de estas instituciones religiosas no tienen la hipocresía de ver la paja en el ojo ajeno, para desviar la atención de la enorme viga que tienen en sus propios ojos.

Perdiendo la Cabeza de Jaguar

Perdiendo la Cabeza de Jaguar
Federico Paredes Umaña *
El Faro / Publicado el 6 de Marzo de 2015

El robo del monumento prehispánico #47 de la tradición Cabeza de Jaguar del occidente de El Salvador revela la existencia de grupos de contrabando de arte prehispánico especializado y pone a la Secretaría de Cultura en entredicho, debido a que, por su negligencia, el monumento no estaba registrado en la Lista Roja de Bienes patrimoniales, lo que dificulta su repatriación en caso de ser localizado fuera del país.

Monumento #47 de la Tradición Cabezas de Jaguar fue robado el 1 de marzo de la finca Loma de Paja, en Santa Ana. Pesa 5 quintales y mide mide 0.80 m de alto, 0.63 de ancho y 0.60 de grueso. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Monumento #47 de la Tradición Cabezas de Jaguar fue robado el 1 de marzo de la finca Loma de Paja, en Santa Ana. Pesa 5 quintales y mide mide 0.80 m de alto, 0.63 de ancho y 0.60 de grueso. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Que un bien cultural antiguo sea robado en El Salvador no es inusual; hemos visto robos a iglesias coloniales, saqueo de sitios arqueológicos mediante excavaciones nocturnas, robos de vasijas de cerámica polícroma de las mismas vitrinas de los museos de sitio. Sin embargo, el caso del robo del Monumento #47 de la tradición “Cabeza de Jaguar”, en el primer fin de semana de marzo del 2015, me tiene francamente desconcertado.

El reporte de robo me llegó el domingo 1 de marzo por la noche, mediante un correo electrónico del dueño de la finca cafetalera en la que se encontraba el monumento, un lugar alto y poco accesible. La escultura había permanecido ahí desde que fue hallada por el padre del finquero, hace tantos años que nadie recuerda bien.

Soy el arqueólogo que registró la pieza por primera vez, durante mi trabajo de tesis doctoral. Era una tarde nublada en 2011 cuando por fin tuve acceso al lugar para ver y registrar el monumento. Lo sumé como el número 47 de mi lista. Hoy conocemos un registro de 53 monumentos que pertenecen a esa tradición oriunda del occidente de El Salvador, algunos llegan a medir un metro de altura y en general son artefactos bastante pesados, lo que hace pensar que su robo es un acto planificado. Los ejemplares conocidos proceden de los departamentos de Ahuachapán, Sonsonate y Santa Ana. Esta prolija tradición escultórica representa rostros estilizados de felinos y otros seres del reino animal, fusionados con rostros humanos, y pertenecen a una cultura que se desarrolló cerca del año 300 AC en el occidente de El Salvador. Su importancia para entender el surgimiento de la cultura Maya es incalculable, y sin embargo conocemos muy poco todavía de sus creadores. Los hallazgos que reporté en mi tesis muestran que las cabezas de jaguar se usaron junto con retratos de gobernantes, una práctica acompañada de escritura jeroglífica y notaciones calendáricas que están a la base de los desarrollos civilizatorios del sureste de Mesoamérica. Todos estos monumentos han sido tallados en bulto en rocas basálticas, andesitas o escorias volcánicas, material adecuado para una cultura que surge y se desarrolla en la cadena de volcanes que corre paralela a la costa del Pacífico.

El Museo Nacional de Antropología de El Salvador tiene en su colección 15 ejemplares; los 38 restantes se distribuyen en colecciones particulares en el territorio nacional, o fuera de él. La cabeza de jaguar #53 de mi catálogo la conozco solo por fotos; está en una colección particular cuya localización no me ha sido revelada por mi informante, curador de arte prehispánico en los Estados Unidos.

Los ejemplares que sí he podido ver, tocar y medir en el territorio nacional están distribuidos por los caminos de fincas, estanques, piletas y hasta gasolineras del occidente de El Salvador o en casas de recreo. Otros han corrido la suerte de estar en propiedad municipal, en condiciones de preservación variable; algunos empotrados en cemento y expuestos a la intemperie y otros con tratos más dignos, como en el caso de Ataco, donde se ha abierto una pequeña sala de exhibición para resguardarlos que cuenta con vigilancia las 24 horas.

Monumentos #24 y #25 de la Tradición Cabezas de Jaguar pintados de campaña política en la pileta de la ex-hacienda La Labor. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Monumentos #24 y #25 de la Tradición Cabezas de Jaguar pintados de campaña política en la pileta de la ex-hacienda La Labor. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

El robo del monumento #47 pone de relieve varias cosas sobre las pasadas y la actual administración de cultura. Una de estas cosas es la inexplicable negligencia de las autoridades en el procesamiento de información relevante, que resalta la importancia y vulnerabilidad de una tradición escultórica de características únicas en Mesoamérica. Dicha investigación fue socializada desde el año 2012; ejemplares de la tesis doctoral Local Symbols and Regional Dynamics: The Jaguar Head Core Zone in Southeastern Mesoamerica During the Late Preclassic, por la Universidad de Pensilvania, fueron entregados a la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, a la biblioteca especializada del Museo Nacional de Antropología, a la biblioteca de la Asamblea Legislativa y a la biblioteca de la escuela de Antropología de la Universidad Tecnológica. Copias digitales de la misma fueron entregadas en la Universidad de El Salvador, y circulan entre arqueólogos nacionales e internacionales.

En el año 2014 hice entrega a la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural de una base de datos en formato digital de los 52 registros localizados hasta ese momento de la tradición escultórica cabeza de jaguar, procedente del occidente de El Salvador.

La entrega del material se hizo con el propósito expreso de que los monumentos fueran debidamente registrados como patrimonio cultural de la nación. A la fecha no poseo información fidedigna que pruebe que esos registros se llevaron a cabo.

Monumento #36 de la Tradición Cabezas de Jaguar luce empotrado en cemento en una gasolinera del occidente de El Salvador. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Monumento #36 de la Tradición Cabezas de Jaguar luce empotrado en cemento en una gasolinera del occidente de El Salvador. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

La urgencia de acción ante un robo como este es evidente para todo el mundo, por lo tanto no es extraño que las autoridades hayan reaccionado rápidamente tomando nota del mismo y que manifiesten haber interpuesto ya la denuncia ante la fiscalía. Sin embargo, lo que se observa como constante en la gestión del patrimonio cultural del país, en pasadas administraciones y en la actual, es la acción reactiva ante las crisis. Casi nunca vemos las políticas preventivas, ni las acciones legales que aseguren que no actuemos como bomberos, ya ante el incendio.

Si efectivamente los registros derivados de la investigación mencionada hubieran sido usados para actualizar la Lista Roja de Bienes Culturales, de acuerdo con los convenios internacionales, estaríamos ante una acción preventiva de parte de las autoridades de cultura. No parece ser el caso; una institución que registra bienes culturales sabe dónde y en qué condiciones están. Dudo que un funcionario comprometido con la salvaguarda y defensa del patrimonio nacional pueda dormir tranquilo conociendo las condiciones del Monumento #12, quizá una de las piezas más exquisitas del arte escultórico de El Salvador, y su ubicación actual, empotrado en una pileta en un establecimiento comercial en la ciudad de Santa Ana. Tampoco tendría un sueño tranquilo un funcionario que hubiera registrado estos monumentos en la Lista Roja si supiera que hay dos monumentos de esta tradición Monumentos #24 y 25 empotrados en una pileta en una finca en el municipio de Turín, y que a una de ellas le han instalado un tubo para que saque agua por la boca, y que todos los años estos dos monumentos prehispánicos son pintados con la bandera política de un partido en contienda electoral. Tampoco podría un secretario de cultura ufanarse de preservar el patrimonio cultural del país si supiera que uno de los monumentos más espectaculares de la talla en piedra de la tradición Cabeza de Jaguar, el Monumento #36 yace empotrado en una cápsula de cemento en una gasolinera de occidente.

Monumento #12 de la Tradición Cabezas de Jaguar empotrado en pileta en una colección particular Santa Ana. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Monumento #12 de la Tradición Cabezas de Jaguar empotrado en pileta en una colección particular Santa Ana. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Me preocupa el robo del monumento #47 porque nos confronta con su desaparición y nos habla del peligro que otros desaparezcan en los días venideros. Nos enfrenta con la logística criminal de grupos especializados, con la capacidad de entrar a una finca remota con vehículos adecuados y fuerza suficiente para cargar un monumento de por lo menos 5 quintales de peso. Esto nos pone de manifiesto que hay comandos especializados dedicados al robo de arte prehispánico, y que existe un mercado nacional e internacional, donde estos artefactos patrimoniales son requeridos. También nos muestra, quizá, que la investigación arqueológica que se genera en el territorio nacional no la están leyendo las personas adecuadas, no está siendo usado para crear políticas que aseguren el resguardo y disfrute de estos monumentos por parte de la población.

El conocimiento del pasado no es un fin en sí mismo, no se lleva a cabo para que los académicos desarrollen sus carreras en universidades e institutos de investigación. Su fin en una sociedad como la nuestra es prepararnos para razonar sobre los procesos sociales de nuestra especie, para dimensionar el tiempo profundo en el proceso de formación de sociedades, sus alcances y sus limitaciones. El territorio simbólico es el escenario de las disputas más duras en nuestra sociedad de posguerra. Los investigadores ofrecemos datos para nuevos imaginarios. Si el presente no nos unifica, el pasado tiene un potencial profundo. Nuestra relación con el pasado es esquizofrénica; sanarla es el papel de la cultura. Hay que recuperar la cabeza.