El debate interno de la izquierda salvadoreña.

El debate interno de la izquierda salvadoreña.

29/10/2010
By Hunnapuh

Nuestro amigo Ricardo, nos envia esta nota con el siguiente mensaje:

Siempre recibo algunos articulos escritos por amigos de izquierda, que conocen muchas veces las mismas entrañas del frente, sin embargo, a veces escriben con mucho higado y otras veces no, esta es una de estas ultimas si desean y les parece la pueden publicar como anónimo, esta bonito.

Este es el nuevo debate que se escucha en el seno de la izquierda, yo he dicho antes que para lograr hacer los cambios que tanto exigen al Gobierno actual con la rapidez exigida, hubiese sido necesario llegar al poder por la vía de un triunfo de la revoución, que nunca se dió.

Al triunfar una revolución se destruyen todas las estructuras políticas y sociales dejando el camino libre para la construcción de una nueva sociedad, que fué el caso de Rusia, Cuba, Vietnam, Corea del Norte, Nicaragua.

Sin embargo su desarrollo se vió sometido a la presión ejercida por la clase capitalista mundial y a sus propias internas contradicciones que devinieron en el fracaso de la URSS, el desastre nicaraguense y la interminable agonía del modelo cubano, vietnamita y coreano.

No podemos olvidar ni soslayar la monstruosa experiencia del Khmer Rouge en Camboya, que ha quedado como terrible modelo de lo que puede llegar a convertirse una revolución.

El hecho de haber finalizado el conflicto salvadoreña por medio de la concertación y negociado la incorporación de la entonces guerrilla a la vida política salvadoreña como partido político y que el FMLN haya participado en este juego hasta lograr alcanzar el triunfo electoral por medio de una coalición que en su momento fué estratégica con actores fuera de sus filas, llenó de ilusiones infundadas a muchos de los llamados izquierdistas que nunca entendieron que estaban jugando un partido con las reglas de la clase hegemónica dominante y quizá pensaron que con obtener el poder político podían cambiar esas reglas y por ende la sociedad.

Poco a poco fueron comprendiendo que la realidad es distinta y partiendo de este punto es que ellos escriben ahora cosas como la que les presento a continuación, gracias a nuestro amigo Ricardo.

La vieja estrategia de la postergación

1950 contra el Viet Minh

En las décadas de 1940 y 1950, prevaleció en la izquierda latinoamericana una vieja concepción y estrategia del proceso revolucionario ?de la que El Salvador no es la excepción sino una experiencia aleccionadora?, de resistirse a dar las batallas trascendentales por transformar las causas de las injusticias estructurales de la sociedad y el pueblo. Vieja concepción que aún continúa siendo dominante en muchas de las izquierdas de muchos países.

Desde entonces, ha habido proclividad a la intermediación del poder desde la perspectiva de la proposición de reformas y en el mejor de los casos de plantear alivios o paliativos a los efectos de las problemáticas socioeconómicas y políticas. Todo lo que la ha hundido, al menos desde entonces, en el fracaso reiterado y recurrente, llevando a la izquierda hasta el empantanamiento y aceptación ideológica y política de la postergación de los cambios y transformaciones indispensables.

Al principio, esta resistencia ha sido meramente concepcional, ideológica y doctrinaria, en cuyos debates más bien se han expresado miedos, carencia de análisis e interpretación de las realidades objetivas y subjetivas propias y particulares de los pueblos y la sociedad.

Esta incapacidad de discernir sobre las realidades objetivas también ha provocado falta de claridad para adaptarse, aprovechar, crear y construir condiciones propias e inherentes a las particularidades dentro de los contextos generales, y por tanto ha habido preeminencia de las ideas conservadoras y de derecha, que le han procurado a ésta plena hegemonía de la ideología dominante en el rumbo, métodos y estrategias de los procesos de lucha.

Los chicarrones truenan…si lo permitimos

Es decir y por decirlo de esta manera, las oligarquías, las derechas han sido las que han impuesto y dominado no sólo en el pensamiento, los propósitos y objetivos de lucha, sino también en las formas, métodos y los resultados que se han ido alcanzando en el proceso, por lo que han marcado el compás, el ritmo, la velocidad y los contenidos del pensamiento y las luchas de la izquierda, y no al contrario. Para entenderlo mejor: se lucha según la derecha, según lo que permite la oligarquía y el poder dominante. Fuera de esos márgenes no hay posibles cambios.

Han sido las oligarquías y las derechas las que han dado las pautas de lo conquistable y lo no conquistable, de lo realizable y lo no realizable. Han sido éstas las que han concedido los resultados según sus intereses y deseos, y hasta han llegado a imponer los contenidos de los discursos y el pensamiento de acuerdo con sus preferencias, por lo que en las diferencias siempre se ha de tener en cuenta primero las consideraciones que tenga la derecha y la oligarquía sobre lo que se dice, lo que se piensa y lo que se hace o pretende hacer.

En muy pocas excepciones, en muy pocas coyunturas, en muy cortos períodos, en muy escasas condiciones y circunstancias históricas ¿y sólo en determinados pueblos? las luchas han sido verdadera y realmente antagónicas. O sea, esencial, porque han traspasado la esfera de lo superficial hacia la profundidad y han llegado a cuestionar las causas y el origen de los males.

A parte de dichas excepciones y aun, a pesar de estas excepciones, cuando éstas han dejado de sostenerse como procesos histórico-sociales y han tenido necesariamente que derrumbarse las oligarquías y las derechas han dictado, definido y determinado a la izquierda y los pueblos lo posible y lo imposible, de acuerdo a sus ideas dominantes y sus intereses dominantes.

La izquierda ha sido más capaz de adaptarse a las condiciones impuestas por la oligarquía y la derecha que a las propias condiciones objetivas y subjetivas del pueblo y la sociedad para transformarlas. En consecuencia, la izquierda por un lado ha terminado adoptando y aceptando de facto como verdades las ideas, las prioridades y las agendas políticas, y por otro los modelos económicos, las formas de distribución de las riquezas y las relaciones productivas establecidas por las clases dominantes.

Dicen que la barba está de moda

Mientras la oligarquía y la derecha sus batallas las establecen en el terreno de las luchas de clases, bajo el principio descubierto por Marx y Engels, de que para la defensa de sus intereses las clases dominantes se convierten en “clase en sí, y clase para sí”, el pueblo, el asalariado y las clases medias están desprovistas de su propia identidad y conciencia de clase.

A tanto ha llegado la intimidación y dominación de la oligarquía y la derecha, que sabemos que sólo el hecho de designar a las cosas con este lenguaje de “clases y lucha de clases”, como conceptos para analizar e interpretar la realidad le para los pelos a la misma izquierda y se asustan por lo que los poderosos puedan llegar siquiera a pensar. Lo que nos lleva a la conclusión de que hasta en el plano del lenguaje, del discurso, los mensajes, las palabras y los conceptos la dominación es infranqueable.

Sin embargo, del problema meramente planteado en el campo del debate de las ideas sobre la concepción, estrategias y métodos de lucha, la izquierda fue trascendiendo hasta el plano de haberse perdido de rumbo ya en la práctica concreta del intento de construir las alternativas políticas, sociales, ideológicas y económicas posibles para luego arribar a la evolución del proceso de transformaciones profundas.

Es decir, la izquierda de luchadora social revolucionaria ha tendido a la transfiguración, a la conversión en un contingente conservador y hasta reaccionario cuando ejerce el poder formal o institucional tanto en su seno como en el exterior.

Pero tanto el debate como las prácticas dentro del proceso no son nuevos ni apócrifos. El mismo Che Guevara tuvo que enfrentarse tanto a esta ideología como a tales estrategias, métodos y prácticas de la izquierda. Son al menos nueve libros escritos por el Che ? y otro donde se recopilan varios de sus escritos, discursos y pensamientos? dentro de los que se destaca de su propia mano este debate teórico e ideológico, entre los que hace a la vez trabajos de crítica y construcción económica, y de economía política.

Estos trabajos teóricos del Che nos ubican en el contexto endógeno y exógeno de la izquierda y los movimientos revolucionarios al que nos estamos refiriendo, y adquieren hoy una importancia vital para entender la actualidad, por supuesto con sus variantes pero dentro de la esencia de lo concreto.

Todos los días la gente se arregla el cabello, ¿por qué no el corazón?

En ese entonces del Che, ya la izquierda se orientaba, entre otras cosas, bajo la concepción de que incluso la lucha debía librarse junto con las burguesías nacionales, por lo que la lucha entre explotados y explotadores o burgueses tenía que postergarse hasta nuevo aviso. Este nuevo aviso estaría marcado por una nueva fase del proceso revolucionario, que sería constituido por la lucha por el socialismo.

En este enfoque de la izquierda, la burguesía nacional debía cumplir un papel fundamental en la lucha contra el imperialismo, y las fuerzas populares y las masas apoyarían estos esfuerzos y a esta clase mientras acumulaban fuerzas política y social propias para dar el salto hacia el socialismo. Aquí es importante hacer un paréntesis para señalar que en la actualidad en nuestro país ya ni se lucha contra el imperialismo ni contra la oligarquía.

El planteamiento estaba justificado, argumentado, fundado sobre la base de que la postergación no era más que un cálculo político y pragmático obligado, porque no existían las condiciones objetivas de realizar la revolución, a lo que debía ponderarse las concesiones y consideraciones a las alianzas con las fuerzas antagónicas, es decir la misma oligarquía, la derecha, la burguesía nacional, y esperar sentados a que las condiciones maduraran por sí solas objetivamente y se acumularan también por sí solas las fuerzas sociales y políticas del seno del pueblo y la clase media atraídas por fuerzas inexplicables pero objetivas .

En cuanto a esto, el movimiento revolucionario salvadoreño desde la década de los sesenta hasta los ochenta sí tuvo un comportamiento ideológico y político avanzado, pues le apostó a la lucha armada y al papel del sujeto y los luchadores como condición para emprender el proceso, expandirlo y desarrollarlo de manera muy compatible con los aportes teóricos del Che. Incluso, llevó a la práctica muchos de los aportes del pensamiento económico del Che en pleno conflicto armado. Sin embargo, fracasó en la capacidad de negociación del fin del conflicto porque al final aplicó la misma teoría y concepción de la postergación revolucionaria, pues las estructuras injustas quedaron intactas hasta hoy en día.

De la “rebelión contra la oligarquía y contra los dogmas revolucionarios”, tal como lo propuso el Che para alcanzar el poder revolucionario y transformador hacia una nueva sociedad y un nuevo hombre y mujer, la izquierda salvadoreña pasó a la simple postergación reiterada, a la sumisión y sujeción de los paradigmas de la derecha, de la oligarquía y del imperialismo

XVIII Foro de Sao Paulo: Examen microscópico

viernes, 13 de julio de 2012

XVIII Foro de Sao Paulo: Examen microscópico

Narciso Isa Conde

Apelo al ejemplo y la agudeza de nuestro inolvidable y talentoso camarada Orlando Martínez (asesinado en 1975); recurro al espíritu de sus análisis mas allá de lo macro y a la esencia de los mismos expuesta y sistematizada a través de su columna MICROSCOPIO para examinar, valorar y ponderar algunos aspectos del XVIII Encuentro del Foro de Sao Paulo (FSP) realizado recientemente en Venezuela y muy especialmente de su DECLARACIÓN DE CARACAS..

1.-Magnífica fue la idea de realizar ese importante evento en esa Capital de nuestra América, por lo que representa para el mundo el proceso hacia la revolución en Venezuela y por la urgente necesidad de respaldar a su líder y su pueblo, tanto en la trascendente contienda electoral del próximo 7 de octubre como en cualquier otro escenario a ser creado por los planes de agresión puestos en marcha por el imperialismo Estados Unidos, la burguesía transnacional y sus aliados internos y externos.

Misión cumplida en el compromiso colectivo explicitado al término de ese evento y en el plan de acción incluido en sus resoluciones, aunque ciertamente las partes mas blandas de sus componentes tiendan a asumir ese tipo de acuerdos solo como pronunciamientos, con escasa disposición de convertir las palabras en hechos contundentes.

Misióncumplida, además, en el señalamiento responsable de las fuerzas que conspiran contra ese valioso proceso, salvo el silencio preocupante respecto al rol del oprobioso régimen colombiano, receptor de poderosas fuerzas intervencionistas a cargo del Pentágono, la CIA y el MOSAAD; responsable directo de la creación e infiltración en gran escala en territorios vecinos de unidades paramilitares, equipos asesores de la extrema derecha venezolana, comandos de sabotajes y atentados, traslado de capitales sucios y mecanismos corruptores; incluida dentro de su pérfida programación la elaboración y promoción de planes separatistas y fracturas territoriales, especialmente en el Estado Zulia y otras zonas fronterizas.

2.-La sede venezolana y la gravitación en su seno de los países del ALBA, esta vez en forma muy intensa, ampliaron considerablemente el poder de convocatoria y la proyección mediática del FSP: ochocientos delegados/as y cien organizaciones de cincuenta países, la capacidad de difusión de TELESUR, del sistema de medios bolivarianos y cubanos; la reanomada influencia de partidos que son gobiernos en la opinión internacional y la activación de numerosos espacios alternativos y redes sociales por iniciativa de los/as participantes produjeron un importante efecto multiplicador y una proyección continental y mundial sin precedente en la historia de este Foro.

2.-Entrando ya en el contenido de la declaración final, la comparación entre la hegemonía del neoliberalismo en Europa y el avance de los procesos alternativos en esta región, luce además de exageradamente triunfalista sensiblemente incompleta, si se ponderan debidamente todas las vertientes del fenómeno y ciertos detalles por países y procesos.

En América Latina y el Caribe, en la parte importante donde las fuerzas progresistas y de izquierdas dirigen los destinos de las naciones del área , hay muchos desniveles tanto en el plano del desmonte del neoliberalismo como en materia de soberanía, gravitación de la burguesía transnacional y local, dimensión del sector financiero privado y bases sociales y culturales del neoliberalismo. También en cuanto al reemplazo de las instituciones tradicionales y la creación de nuevas bases constitucionales democráticas participativas.

Hay gobiernos de ese conjunto que no han desprivatizado, o lo han hecho muy limitadamente, lo privatizado en la era neoliberal; que mantienen acuerdos militares y de seguridad con Estados Unidos y sus aliados, que sostienen concesiones onerosas al gran capital financiero local o internacional, que favorecen y participan en la intervención militar en Haití; que no han debilitado sensiblemente los sistemas e instituciones tradicionales, las bases económicas, sociales y culturales del orden capitalista neoliberal; llegando en algunos casos solo a moderar sus aristas mas irritantes, a combinar neoliberalismo light y neo-keynesianismo , o a aproximarse a una especie de neo-socialdemocracia ; manteniendo vigente el fantasma del retroceso

En la otra parte de las naciones del área, nada despreciable en cuanto a su dimensión y poder sobretodo si se pondera debidamente el enorme peso en sus territorios de la burguesía transnacional, de sus Estados imperialistas y sus contingentes militares reina el neoliberalismo en sus formas más brutales, junto al poder político de las derechas y la extrema derecha de todas los matices.

Basta mencionar Chile, Perú (de vuelta atrás con la derechización del presidente Humala), Paraguay, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala, México, Jamaica, Republica Dominicana, Puerto Rico, Aruba, Curasao, Bahamas y otras islas caribeñas, y de paso sumárselo a lo anteriormente descrito, para apreciar los límites territoriales de los cambios en el Continente y la fragilidad de ciertos procesos en el contexto de la presente contraofensiva de Estados Unidos y sus aliados; sin dejar de ponderar los significativos avances alcanzados y de valorar la oportunidad que brinda al quehacer revolucionario la multi-mega crisis que afecta al imperialismo estadounidense y a todo el sistema capitalista .

La Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y la Confederación de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con todo su valor en cuanto a esfuerzos de no subordinación a Estados Unidos, tienen en su seno no pocos caballos de Troya ; amén del peso extraordinario del sistema capitalista en su propio seno.

El FSP pasa por alto estas realidades, las cuales deben enfrentarse con nombres y apellidos y con firme determinación desde fuerzas políticas que deberían diferenciar el rol de los Estados y el de las organizaciones políticas y sociales en los procesos transformadores. Porque quedarse en expectativas y propagandas gubernamentales exageradas, sin ver las bases movedizas de esos proyectos integracionistas y sus carencias en cuanto a contenido social emancipador, no hace bien.

Ni hablar que el FSP no pondera la emergencia antineoliberal y anticapitalista de las bases populares y sectores medios europeos e incluso estadounidense en medio de una crisis de por sí agobiante que extiende la indignación a todos los continentes.

3.-Carece de todo fundamento incluir el triunfo electoral del Danilo Medina y del Partido de la Liberación Dominicana-PLD que preside Leonel Fernández, como parte de los avances de las fuerzas progresistas y de izquierdas en la región.

Neoliberalismo rampante, corrupción, narco-corrupción, asesoría y presencia militar de Estados Unidos, Colombia e Israel; TLCs, concesiones onerosas a voraces corporaciones mineras, negación de soberanía y dictadura institucionalizada, es lo que representa ese triunfo impregnado de fraude, dinero sucio, soborno, clientelismo y trampas de diversos tipos.

Ese y otros casos parecidos solo son posibles en un FSP donde gravitan con fuerza partidos que actúan a la vez como gobiernos y Estados, y que muchas veces confunden sus roles dentro y fuera de sus fronteras, unos muy moderados y otros relativamente avanzados; con posicionamientos a veces diferenciados y /o contradictorios, a veces no.

La media resultante es una tendencia que evade asumir una línea a favor de la revolución continental, de la solidaridad y unidad internacionalista con y entre sujetos y actores político-sociales oprimidos y excluidos, dispuestos a impugnar en cada escenario nacional e internacional los Estados y a enfrentarse con firmeza a la creciente presencia militar estadounidense y a los bloques dominantes-gobernantes subordinados a la burguesía transnacional, a los imperialismos norteamericano y europeo. Estados, por demás, gerenciados por burguesías y partidocracias dependientes y mafiosas.

Esa tendencia generalmente se deja condicionar por la primacía del respeto exagerado a las relaciones de gobierno a gobierno y Estado a Estado, incluidas las relaciones con aquellos gobiernos de signos contrarios a las reformas avanzadas y a la revolución; salvo frente a ciertas excepciones grotescas de corte golpista que son temporalmente condenadas y aisladas. Esa exageración incluye la inhibición de las organizaciones sociales y políticas en el necesario hermanamiento y respaldo mutuo con sus similares en otros países e incluso su innecesaria vinculación y colaboración con fuerzas políticas defensoras de los gobiernos derechistas.

Las críticas y las iniciativas políticas contrarias a esos Estados y poderes adversos a los cambios, como el apoyo a sus más consecuentes opositores/as, con la excepción de ciertas opciones electorales moderadas con perspectivas de victoria, no están contempladas por la fuerzas que hegemonizan y controlan el FSP, auspiciando a la vez en su interior un fuerte déficit de métodos democráticos-participativos para garantizar su preeminencia.

Igual son ignoradas las fuerzas responsables de repliegues y concesiones onerosas de gobiernos llamados progresistas, que facilitan los contra-ataques del imperialismo y las derechas. Así lo malo que hizo Lugo y lo malo que está haciendo Humala en Perú y Funes en El Salvador, es rodeado de un silencio perjudicial; mientras al Lobo de Honduras , al diablo Santo, al farsante, neoliberal y corrupto del Leonel, no se les acusa de las barbaridades cometidas en sus respectivos países. Incluso el partido que lidera Leonel en República Dominicana y sus grupos satélites €“y otros similares de otros países- son miembros plenos del Foro; mientras figuras del PRI de México, beneficiario del fraude, fueron invitadas a ese encuentro sin el menor sonrojo.

4.-Algo muy cuestionable es la manera de abordar el tema colombiano, como si se tratara de un conflicto con responsabilidades compartidas, sin caracterizar el Estado narco-para-terrorista de ese país, sin denunciar su condición de plataforma de intervención militar de Estados Unidos y de Israel para actuar dentro y fuera de su territorio, sin denunciar sus crímenes, su neoliberalismo y su guerra sucia.

En el caso colombiano, y en no pocos donde aparece la insurgencia armada o la posibilidad de su desarrollo, una parte de las izquierdas moderadas o reformistas que operan dentro y fuera del FSP, se esfuerzan en guardar distancias respecto a las heroicas organizaciones que las protagonizan, procurando excluirlas, ignorarlas o negarle solidaridad. Y en verdad que no pocas veces han tenido éxitos en ese propósito.

Pasó así con Chávez estigmatizado inicialmente como golpista, con la irrupción del subversivo MR-B-200 convertido después en Movimiento V República (MVR), con el MRTA de Perú, el EZLN de México y Patria para Todos de Argentina, y sigue pasando así con las FARC-EP, con la resistencia iraquí y afgana y otras parecidas, e incluso con una fuerza civil como H. Batasuna del País Vasco.

Honrosa excepciones son algunas de las organizaciones insurgentes palestinas, cuya especial legitimación data de muchas décadas, siendo beneficiarias de un trato respetuoso por todas las fuerzas del Foro. Faltaría conocer mejor las opiniones y actitudes respecto a la poderosa, emergente y original Hebollag,; y más allá, respecto a las organizaciones político-militares antiimperialista y anticapitalistas de Turquía, Kurdistán y Filipinas, entre otras; todas, más allá de cualquier diferencia, merecedoras de solidaridad en su lucha contra el terrible terrorismo de Estado sionista y estadounidense. El tema militar, las 46 bases militares de Estados Unidos en la región, la reactivación de la IV Flota estadounidense, las nuevas maniobras militares, las nuevas doctrinas policiales y la tesis de las guerras preventivas, ameritan un trato más serio y profundo respecto a lo que le viene encima a este continente preñado de riquezas y sobre la manera de enfrentarlo integralmente sin reducirnos como izquierda al pacifismo ingenuo u oportunista.

5.-Esta vez el FSP debió obviar formalismos y acoger por aclamación el ingreso solicitado por el emergente Movimiento Marcha Patriótica de Colombia, que viene a llenar un vacío político en la lucha legal y abierta en ese hermano país; exhibiendo como fuerza civil político-social, portadora de una propuesta de paz, una marcada vocación contestataria del decadente orden institucional colombiano y una formidable capacidad de convocatoria y movilización; agrupando en un mismo proyecto transformador una gran diversidad de movimientos sociales, políticos y culturales alternativos; con liderazgos tan importantes como el de la ex-senadora Piedad Córdoba (criminalizada por ese régimen nefasto).

El retraso intencionado en dar su aprobación (con olor a veto simulado) de parte de uno de los agrupamientos centro-izquierdista colombiano en extinción, producto de su excesiva moderación y de la corrupción de algunos de sus más destacados funcionarios electos, debió ser obviado para no dilatar más al merecido reconocimiento de Marcha Patriótica, sintonizado con el sentir de ese pueblo hermano.

6.Las características del FSP como espacio de confluencia de una parte de la diversidad de las izquierdas (reformistas y revolucionarias), de partidos de centro izquierda y hasta centro-derecha y derecha, al parecer le impide visualizar y enfrentar la crisis actual del sistema capitalista en su real dimensión y profundidad, lo que conlleva despreciar la necesaria estrategia anti-capitalista y pro-socialista de nuevo tipo en el actual contexto latino-caribeño y mundial.

No es simplemente que el capitalismo este afectado por un fuerte crisis estructural , acompañado de la disputa por espacios geopolíticos y geoestratégicos, la emergencia de nuevos polos de poder, las amenazas contra la paz mundial y la agresividad militar e ingerencia del imperialismo que intenta que intenta revertir su declive . Esa es una formulación no actualizada de la crisis capitalista en marcha, que hizo explosión en el 2008 en Estados Unidos.

La cuestión es mucho más grave: la crisis del capitalismo es múltiple, crónica, sin contar en su médula dominante y concentrada con un relevo sistémico a su destructiva y decadente restructuración neoliberal, la cual tiende a profundizar.

El capitalismo esta en crisis mayor (económica, social, ambiental, urbanística, militar, moral, político-institucional) y el capitalismo es al mismo tiempo la crisis: es la crisis de la civilización burguesa y provoca una peligrosa crisis de existencia de la humanidad.

No hay salida a esta grave situación desde el capitalismo, aun en los casos de gobiernos reformadores o reformistas ubicado en su periferia. O profundizan los cambios en dirección a las transiciones al socialismo o sucumben en manos de la contra-reforma y la contra-revolución.

Por eso el valor limitado del Foro, dada su renuencia a jugar un rol revolucionario; radical, en tanto ir a la raíz del problema; resistente a ese viraje dado su débil espíritu confrontativo con los poderes permanentes establecidos y su escasa vocación para el accionar internacionalista anticapitalista.

El propio Chávez, en la sesión de clausura, se quejaba de la ausencia de planes de acción y coordinación de luchas contundentes, como también cuestionó la validez de las opciones neo-reformistas.

La sede venezolana ciertamente radicalizó la retórica de la declaración final en comparación con otros momentos. En algunos de sus pasajes se siente la impronta del antiimperialismo y también referencias al socialismo bolivariano, las cuales no aparecían en el lema del evento reducido al anti-neoliberalismo y la paz.

7.-Claro está que -además de espacio para realizar valiosos encuentros bilaterales y declaraciones puntuales de solidaridad y posicionamientos contra la extrema derecha, el fascismo, el militarismo imperialista, el patriarcado, el colonialismo, el medio ambiente amenazado, la discriminación de la juventud – el FSP es confluencia de un gran abanico de fuerzas, que si bien partes significativas de ellas se muestran renuentes a actuar contra el sistema dominante, la mayoría por lo menos propugna por reformarlo. Y eso tiene un valor que podría potenciarse si ciertos oídos resistentes se abren a las críticas justas y se tornan receptivos cuanto menos en temas como el desmonte radical del neoliberalismo y la plena recuperación de la soberanía.

8.-Finalmente hay que decir que la existencia del FSP no es contradictoria con la necesidad de fortalecer otros espacios continentales, regionales y mundiales de mayor radicalidad, como lo es el Movimiento Continental Bolivariano (MCB) en el que participo. Ni permite obviar el necesario proceso de construcción de una nueva internacional anticapitalista, socialista, comunista; a tono con estos tiempos y con las actuales características del capitalismo y su multi-crisis, con posibilidad de agrupar las nuevas fuerzas de vanguardia en toda su diversidad. Por el contrario, hay que acelerar en el continente y en el mundo los pasos en esa dirección, sin ponerlos en contraposición con espacios de alcance más limitados, asumiendo sí diferenciaciones y roles precisos y diferenciados, y delimitando fronteras políticas y conceptuales.

Foro de Sao Paulo: balance desde Caracas

2012-07-08

AmericaLatina,EE.UU
Foro de Sao Paulo: balance desde Caracas
Atilio Boron

El viernes por la noche concluyeron en Caracas las deliberaciones del Foro de Sao Paulo. No habría exageración si dijéramos que fue la reunión más concurrida y variada del foro desde su creación, en la ciudad de Sao Paulo, en 1990. Numerosos partidos y movimientos sociales de América Latina y el Caribe se dieron cita en esta ciudad, junto a un significativo contingente de organizaciones hermanas de Europa, África y Asia. El balance final del cónclave es, en un cierto sentido, positivo, aunque en algunos aspectos que veremos a continuación hay muchas cosas para mejorar. Positivo porque en el multitudinario evento se dieron cita una gran cantidad de partidos y movimientos que tuvieron la posibilidad de intercambiar opiniones, comparar experiencias y realizar un rico y necesario aprendizaje recíproco. Positivo también porque ante el conocido eclecticismo ideológico del foro del cual participan partidos que sólo por un alarde de la imaginación podrían categorizarse como de izquierda el discurso de cierre pronunciado por el Comandante Chávez fijó una nueva agenda que los partidos y organizaciones del FSP deberían considerar muy cuidadosamente en sus próximos encuentros. En primer lugar, preguntándose como lo hizo Chávez citando un pasaje de la obra de Marx, por el carácter y la naturaleza de la transición que habrá de sustituir al capitalismo por un nuevo tipo histórico de sociedad. Porque, más allá de la crítica necesaria al neoliberalismo y su todavía hoy pesada herencia, el problema es el capitalismo, lo que hay que vencer y subvertir es el capitalismo. O es que las luchas protagonizadas por nuestros pueblos, con sus tremendos sacrificios y sus miles de vidas ofrendadas para la construcción de una nueva sociedad, ¿sólo lo fueron para pasar del neoliberalismo al neokeynesianismo, o al desarrollismo, o al espejismo de un “capitalismo verde”? Con su sagaz interrogación Chávez señalaba una de las principales debilidades teóricas de la Declaración de Caracas aprobada por el FSP. Segundo, porque siguiendo con ese mismo razonamiento advertía que el socialismo no caerá del cielo como producto de un determinismo económico, como sugería Edouard Bernstein a finales del siglo diecinueve, sino por la intervención del plural y heterogéneo sujeto revolucionario. Claro está que para responder a las necesidades de la praxis ese sujeto debe concientizarse, educarse y organizarse. Y remataba su incisiva reflexión con una pregunta: ¿qué harán las fuerzas sociales que concurrieron a Caracas el día después, cuando vuelvan a sus países? ¿Cómo organizarán sus luchas, cuál es el plan de batalla, quiénes asumirán cuáles responsabilidades en la ejecución del mismo? Preguntas no sólo pertinentes sino acuciantes porque las burguesías, las oligarquías y el imperialismo no sólo tienen sus foros el de Davos siendo el más importante sino que también disponen de instancias que organizan sus fuerzas y planifican y coordinan sus batallas, mismas que se libran en el terreno mundial y no tan sólo en los espacios nacionales. Nuestros enemigos no sólo deliberan sino que actúan organizadamente; no se los podrá enfrentar con éxito sólo con bellas declaraciones. Esta, nos parece, es una de las fundamentales asignaturas pendientes no sólo del FSP sino también de su organización hermana, el Foro Social Mundial. Ante una burguesía imperial y sus aliados locales fuertemente organizados no podemos oponer tan sólo la abnegación militante y el grito que denuncia la inhumanidad del capitalismo, desentendiéndonos alegremente de la decisiva problemática de la organización.

La declaración aprobada en Caracas condena las tentativas golpistas en contra de Evo Morales, Mel Zelaya, Rafael Correa y la más reciente contra Fernando Lugo. Olvida señalar, lamentablemente, el golpe perpetrado contra Jean-Bertrand Aristide en Haití, en el año 2004. Falla grave porque no se puede disociar este olvido de la desafortunada presencia de tropas de varios países latinoamericanos –Brasil, Chile, Argentina, entre otros- en Haití cuando en realidad lo que hace falta en ese sufrido país son médicos, enfermeros, maestros. Pero de esto se encarga Cuba, cuyo generoso internacionalismo es una de las señas más honrosas de su revolución. Por otra parte hubiera sido conveniente que la declaración de un foro de las izquierdas hubiese exigido el cierre de las bases militares que en número de 46 -según el último recuento del MOPASSOL (Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos) – se extienden por toda América Latina y el Caribe. Aunque Washington no modifique un ápice su postura beligerante, una exigencia unánime respaldada por más de un centenar de partidos políticos –incluyendo varios de gobierno- hubiera contribuido a resaltar, ante los ojos de la opinión pública latinoamericana y estadounidense, las amenazas que encierra la presencia de esas bases en Nuestra América. Lo mismo cabe decir en relación a la afirmación que asegura que nuestra región es una zona desnuclearizada. Esto era cierto hasta antes de la firma del tratado Uribe-Obama; ahora no lo sabemos porque nadie, excepto la Casa Blanca, sabe que tipo de armamentos –nucleares o no- el Pentágono introdujo en Colombia una vez que en virtud de dicho tratado ésta renunció a su derecho a inspeccionar los cargamentos que entran y salen de su territorio. Por último, la declaración habla de “los limitados logros de los Tratados de Libre Comercio bilaterales”. Creemos que esta redacción es desafortunada, como lo comprueba la experiencia más madura en esta materia: el caso mexicano. Antes de la firma del TLC con Estados Unidos y Canadá México era autosuficiente en materia alimentaria; hoy, luego de 18 años de “libre comercio” debe importar el 42 por ciento de los insumos necesarios para su alimentación. Antes su factura por concepto de importación de comestibles era de 1.800 millones de dólares; en 2012 será de unos 24.000 millones de esa misma moneda. No luce demasiado como un “logro”.

Por último, no se entiende como las autoridades del FSP le negaron el derecho a la palabra ¡no sólo el ingreso de la Marcha Patriótica como una organización política afiliada al foro, pese a todos los avales presentados por partidos políticos dentro y fuera de Colombia a la Senadora Piedad Córdoba, una de las principales figuras de la política latinoamericana y considerada en todo el mundo como una merecidísima candidata al Premio Nóbel de la Paz por sus denodados esfuerzos para facilitar la liberación de los rehenes en poder de la guerrilla y alcanzar una solución política al trágico conflicto colombiano. Aparte de informar sobre la dolorosa situación imperante en su país Córdoba tenía que denunciar la amenaza de muerte, lanzada por escrito, hace apenas dos días en contra de trece militantes de diversos organismos de derechos humanos. Argucias leguleyas, inadmisibles en una entidad que dice ser de izquierda, nos privaron de escuchar su testimonio, lo que no pasó inadvertido para el presidente Chávez. Y otro tanto se hizo con los hondureños de Libertad y Refundación (LIBRE), partido que representa mejor que ningún otro la resistencia al gobierno de Porfirio Lobo cuyo triste record en materia de asesinato de periodistas (24 desde que se produjera el golpe), más los numerosos crímenes y encarcelamientos de campesinos y militantes hubiera merecido de parte del FSP un gesto, aunque fuera elemental, de solidaridad, siendo que uno de sus líderes, Rafael Alegría, se encontraba entre nosotros. Habrá que luchar para que exclusiones como estas no vuelvan a repetirse en el futuro. Como puede inferirse de estas líneas hay que abandonar el triunfalismo que por momentos saturó las deliberaciones del foro y avanzar en la constitución de un espacio de discusión fraternal pero profunda, sin concesiones, y a salvo de cualquier clase de trabas burocráticas o formalistas que la asfixien. Discusión tanto más importante en la medida en que se supone que la misión del FSP es cambiar al mundo, y no sólo interpretarlo (o lamentarlo). Y cambiar el mundo en dirección del socialismo requiere de una claridad teórica, por aquello de que “no hay praxis revolucionaria sin teoría revolucionaria.” Y los tiempos que corren exigen a gritos una revolución. Conviene recordar, para los espíritus muy mesurados y moderados que circularon por el FSP, lo que decía Walter Benjamin: la revolución no es un tren fuera de control sino la aplicación de los frenos de emergencia. El tren descontrolado, que se encamina al abismo, es el capitalismo. Y si no lo frenamos a tiempo la humanidad entera sufrirá las irreparables consecuencias de ese desastre. No hay peor cosa que un conductor timorato y vacilante a la hora de aplicar los frenos de emergencia. En una hora que se requiere, como decía Dantón, “audacia, audacia y más audacia”, la moderación lejos de ser una virtud se convierte en un pecado mortal.

– Dr. Atilio Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina www.centrocultural.coop/pled http://www.atilioboron.com

Los 25 años de la Unes

Lunes, 09 de Julio de 2012 / 08:47 h

Los 25 años de la Unes

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Dagoberto Gutiérrez

En el año 1987 y en plena guerra civil, justamente cuando en las faldas del cerro de Guazapa, al final de la tarde, derribábamos un helicóptero, en uno de los pequeños radios y en uno de los noticieros, se coló una noticia referida a la creación de una especie de movimiento u organización llamada Unidad Ecológica Salvadoreña. Su presidente era el Doctor Ricardo Navarro, y la información referente a sus objetivos, su naturaleza y propósitos fue superada por la euforia guerrillera que celebró el resto de la tarde el golpe dado a las fuerzas militares.

Lentamente, empezaron a llegar al cerro de Guazapa nuevas informaciones, hasta tener una visión más o menos completa del significado de la UNES. En realidad, para la guerrilla de las FAL, que controlábamos el lado sur del cerro de Guazapa, las normas ambientales estaban establecidas desde hacía varios años, de modo que estaba prohibido derribar arboles sin permiso previo, contaminar la aguas, contaminar los suelos, adoptar medidas que afectaran a la fauna, y en fin, cuando algún terrateniente violaba estas normas y derribaba algún árbol protegido, la población informaba al mando y rápidamente se reaccionaba.

La Unidad Ecológica Salvadoreña, y sus condiciones particulares, permitieron y determinaron la creación del Centro de Tecnología Apropiado (CESTA) y Ricardo Navarro fue su presidente; en tanto que un joven ingeniero llamado Mauricio Sermeño apareció como el nuevo presidente de la UNES. Posteriormente, el Doctor Ángel Ibarra seria el presidente y el Ingeniero Sermeño el director ejecutivo.

Han pasado 25 años y estos comprenden el fin de la guerra, todo el periodo de la paz y finalmente el derrumbe neoliberal en el planeta. Se trata de 3 momentos conectados entre sí. Veamos esa relación:

La UNES nace en el filo de la guerra, cuando faltaban dos años para la poderosa ofensiva militar y las operaciones militares eran todas cruentas y buscaban el aniquilamiento del enemigo. Todo giraba alrededor de la guerra y era razonable que fuera así. El aparecimiento de una organización ambiental en ese ambiente bélico era en cierto modo, pero solo en cierto modo, una especie de desencuentro. En realidad, la temática ambiental ya tenía en su génesis todo el sentido anti sistémico, político y popular que ha de tener para expresar la nueva manera de vivir y convivir entre los seres humanos que exprese esa lucha. Vistas así las cosas, la creación de la UNES era una especie de expresión de la necesidad de construir, a partir de una nueva relación con la naturaleza, una nueva relación entre los seres humanos, una nueva convivencia y una nueva sociedad, un mundo nuevo.

El segundo momento, el periodo de la paz, corresponde a lo que en circunstancias normales y dentro de una visión popular, sería la post guerra, pero como sabemos, cuando la guerra termina, la insurgencia de aquellos años y la contra insurgencia, comparten la renuncia a la post guerra y se inaugura un momento en el que nuestro país se convierte en laboratorio neoliberal, que consistió en hacer en 20 mil kilómetros cuadrados, el reino de las transnacionales del mercado, de los tratados de libre comercio, de la contaminación de las aguas, la atmósfera y los suelos, de la deshumanización de los seres humanos y su conversión en consumidores, y en definitiva, en la transformación de la naturaleza del país más pequeño del continente en una verdadera alacena. El imperio estadounidense hizo de El Salvador un mundo en el que la economía degollaba a la ecología. Pues bien, a todo esto se le llamo paz, y sobre este universo se compartió el poder político de alcaldías y parlamentos.

Este es el momento en el que la UNES aprende la importancia de nadar contra corriente, porque en semejante paz, un discurso y una acción que llame y luche para defender la vida, chocaba con toda la orgía neoliberal victoriosa. Pero este es el momento en el que aparecen las organizaciones ambientales populares, se organizan escuelas y las calles se llenan de la voz y las pancartas de los ambientalistas, la denuncia y la proclama ambiental confrontan con el orden establecido y anuncian la necesidad de un mundo nuevo. La UNES pasa a funcionar como una escuela política y un movimiento independiente de cualquier partido y perteneciente a la gente de las comunidades. Este es el momento de mayor aprendizaje y de elaboración de un pensamiento político ambiental muy necesario para pensar el mundo actual y el mundo alternativo.

Internacionalmente, la UNES trabaja en el ámbito regional y Centroamérica es recorrida y entendida como el escenario de un medio ambiente igualmente amenazado que no reconoce fronteras estatales. Para un país como El Salvador, cuyo único río estratégico, el Río Lempa, nace fuera de sus fronteras, la visión y el trabajo centroamericano es nervio vital de una estrategia ambiental y por eso la UNES dedica a este trabajo tiempo y talento.

En este tercer momento, la UNES se mueve en un mundo de derrumbes, porque toda aquella parafernalia triunfalista del mercado se quiebra en todo el planeta, y ahora se trata de salvar y de absolver a los responsables y culpables del desastre. Y así, cuando el cambio climático hunde sus garras en la vida de millones de personas, cuando los poderosos buscan ser salvados por los más débiles y cuando los Estados y gobiernos salvan a sus bancos a costa de los pobres y de la naturaleza, y cuando El Salvador es considerado el país más vulnerable del mundo, o el número 10 en otras listas, cuando todo esto ocurre, la Unidad Ecológica Salvadoreña se encuentra con los mayores retos que pudo imaginarse, es decir, con los mayores obstáculos y problemas.

Este es el momento del mayor desafío para la UNES, pues ante estos retos, aparentemente insalvables, la UNES sabe que todo ese mundo que se derrumba tiene que ver con su pensamiento y su trabajo, con su actitud, su filosofía y su experiencia en la lucha ambiental, y la UNES también sabe que es el momento de la alternativa, de reafirmar y reafirmarse en la vocación y la escuela de aprender a nadar contra corriente, y esto supone una recapitulación de todo lo hecho y lo aprendido para aprender de nuevo a luchar en un mundo que se derrumba, sin ser parte de ese derrumbe. La UNES tiene ante sus ojos, ante su vida y su filosofía, el desafío mayor de contribuir y luchar en una ecología política por construir un poderoso y tenaz movimiento ambiental que si ha de ser, tendrá que ser suficientemente político, suficientemente ambiental, suficientemente anti sistémico.
En sus 25 años de lucha, la UNES sabe muy bien cómo hacer este trabajo adentro de los huracanes actuales

TESIS SOBRE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA EN EL SIGLO XXI

TESIS SOBRE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA EN EL SIGLO XXI

“Es más probable que un intelectual de izquierda se pregunte sobre la condición de izquierda y su identidad ideológica y política, a que un pensador conservador deje de razonar en términos de rentabilidad y de ganancia.”

¿Qué es ser de izquierda en los inicios del siglo XXI? ¿Cuáles podrían ser los fundamentos de una nueva definición de la condición de izquierda en el futuro? ¿Cuál es el sentido profundo que identifica actualmente y que podría identificar en el futuro al ser de izquierda?

Este ensayo desarrollado a través de un enfoque multidisciplinario y prospectivo propone a la reflexión intelectual un conjunto de elementos teóricos y conceptuales para contribuir a identificar los rasgos distintivos de la condición de izquierda en los inicios del siglo XXI.

INTRODUCCION

Una sola frase y todas las intocables adquisiciones de la civilización occidental fueron puestas en cuestionamiento: “Proletarios del mundo entero, uníos”. Así termina el Manifiesto Comunista de 1848 y así se comienza la era de las grandes transformaciones sociales y políticas, resultado de la primera Revolución Industrial, una época que parece haber concluido su prolongado ciclo en 1989 y 1990, con el derrumbe de los sistemas socialistas reales, de la Unión Soviética principalmente.

Pero…mirado objetivamente el mundo con un mayor detenimiento, mirado el planeta en los inicios del siglo XXI, no puede menos de sobrecogernos el espectáculo gigantesco de que las mismas miserias, injusticias, desigualdades y anomalías, que ocasionaron desde 1848 en adelante, la explosión de la conciencia obrera contra el capitalismo, esas mismas miserias y desigualdades estructurales se nos aparecen reproducidas, profundizadas y aumentadas a escala mundial con el peso agravante de un hecho insoslayable: parecemos no disponer de un modelo de sociedad que oponer a este capitalismo globalizado, desigual y con aspecto triunfante, que hoy pretende sustentarse y justificarse en un pensamiento único, y que se presenta a sí mismo como el “modelo a seguir”.

Frente a este espectáculo y a esta realidad entonces, tiene un profundo sentido ético e intelectual preguntarse ¿qué es ser de izquierda revolucionaria en los inicios del siglo XXI?.

La pregunta no tiene porqué parecer anacrónica, si convenimos que las mismas causas estructurales que hace más de un siglo ocasionaban en todo el mundo un malestar social creciente, creciendo hasta convertirse en descontento, descontento que se transformaba en rechazo, en protesta, en revuelta y hasta en revoluciones, hoy continúan surgiendo en muchos lugares del planeta, y los mismos descontentos y desigualdades conducen por el camino de las mismas protestas.

Para responder a la pregunta que nos convoca, tenemos varios momentos históricos a los cuales apelar para una mejor comprensión. Se puede fijar el punto de partida en el mismo 1848 y tratar de analizar cómo el siglo XIX estuvo plagado de revoluciones nacionalistas que tenían un trasfondo social y político anti-capitalista innegable. La actualidad del diagnóstico realizado en el Manifiesto Comunista no debería sorprender a nadie.

O podría uno fijarse como hito desencadenante los sucesos de Chicago en 1868 que dieron comienzo a la demanda por la jornada de trabajo de 8 horas en todos los continentes y para todas las clases obreras conscientes de aquella época, y esa exigencia cada vez más masiva resultaba de una toma de conciencia que se traducía en organización de lucha social sociedades obreras de resistencia, sociedades mutuales, gremios y sindicatos para después darle contenido a expresiones políticas orgánicas los partidos socialistas, las corrientes socialdemócratas, los partidos comunistas y los movimientos anarquistas y del sindicato y el partido a la calle, a la barricada, a la revuelta y a la revolución.

La condición de izquierda en particular como condición política e intelectual entonces, arranca sus raíces desde el fondo social profundo de la historia del capitalismo y de una toma de conciencia de la sociedad presente de la que se nutren las Ciencias Sociales modernas, en especial la Sociología, la Historia, la Economía y la Ciencia Política.
¿Porque esta eterna pregunta sobre la identidad de izquierda?
¿Porque nos desangramos casi hasta la inanición, por encontrar el sentido de nuestras ideas y de nuestro posicionamiento en la realidad social y política?

Probablemente una respuesta a estas interrogantes se encuentra en el hecho de que no es fácil ser de izquierda, porque es más probable que se encuentre usted en la oposición casi toda su vida y no es cómodo oponerse siempre a todo, y por eso surge la necesidad de pensar y la posibilidad de repensar la identidad de la izquierda desde una óptica propositiva.

Este ensayo tiene por objeto reflexionar acerca de la identidad de izquierda, en las condiciones históricas propias del inicio del siglo XXI y en términos que permitan comprender tanto las dimensiones de la crisis teórica vivida desde fines del siglo XX como de las perspectivas, dilemas y horizontes que se le presentan para el futuro.

LOS ORIGENES Y FUNDAMENTOS HISTORICOS DE LA IZQUIERDA

Podría parecer ocioso tener que ir a buscar los fundamentos intelectuales de la izquierda en épocas remotas, pero aparte de aquellas corrientes que han querido llegar hasta las épocas bíblicas en busca de sus raíces, parece existir un consenso general en cuanto a que las bases conceptuales del pensamiento de izquierda, a lo menos en la tradición de Occidente se encuentran en los pensadores utópicos de los siglos XVII y XVIII y en determinados pensadores políticos del período de la Revolución Francesa, ideas que a su vez, vinieron a ser sistematizadas por algunos pensadores del siglo XIX.

Las diversas escuelas utópicas inauguradas en el siglo XVI por Tomás Moro, fueron prolongadas a través de distintas trayectorias intelectuales por los utopistas de los siglos XVII y XVIII, dando forma a una corriente de pensamiento que buscó al mismo tiempo señalar los vicios de la época feudal y del naciente capitalismo y diseñar un estado ideal de la sociedad, siempre de algún modo relacionado con las carencias antes descritas. Del utopismo de la época renacentista y moderna, a los fundamentos del socialismo científico y hasta las formas y realizaciones de los socialismos históricos del siglo XX, la historia del pensamiento de izquierda constituye uno de las vertientes fundacionales de la modernidad.

No obstante la crítica que los autores del socialismo científico, en especial Marx y Engels hicieron de los utopismos anteriores, no cabe duda que se alimentaron de su poderoso contenido crítico.

9 TESIS SOBRE LA IDENTIDAD DE IZQUIERDA

En el marco de la tradición histórica e intelectual de Occidente pero no solamente en ella, las izquierdas constituyen a la vez un universo teórico-intelectual y socio-político que asienta sus raíces en las condiciones de vida y de trabajo generadas por la implantación, consolidación e institucionalización del sistema capitalista de producción y dominación en la sociedad hy su expansión a escala mundial durante los siglos XIX y XX.

El rasgo principal de la actual izquierda en el mundo, es su crisis. A partir de la evidencia de sus crisis de saber, de programación y organización, la gran tarea histórica de las izquierdas debería pasar por reaprehender el mundo y recuperar un discurso transformador posible en directa conexión con los movimientos populares nacidos extramuros de la izquierda convencional y de la crisis generalizada, a manera de respuesta de una izquierda necesaria convocada por los quiebres de la realidad social y política de fines del siglo XX.

La crisis política e intelectual de la izquierda se corresponde con el fin de la sociedad basada en la industria y la tecnología del siglo XIX y el paso gradual hacia una sociedad de la información y del conocimiento en que el componente de trabajo intelectual pasa progresivamente a predominar sobre el componente de trabajo físico.

TESIS I: UN ORIGEN HISTORICO E INTELECTUAL ANTICAPITALISTA.
La definición ideológica y teórica básica de la condición de izquierda, y que proviene de sus raíces históricas en el siglo XVIII y XIX, consiste en un claro posicionamiento crítico político y teórico frente al sistema capitalista de dominación, de manera que ser de izquierda y definirse como de izquierda en el presente significa adoptar una postura esencial y radicalmente crítica frente al conjunto del sistema de dominación socio-político y económico capitalista, sus modalidades históricas de aplicación y sus consecuencias, postura cuya gradación de intensidad crítica y de transformación estructural pueden ir en un continuum desde la tesis de la introducción de reformas parciales y graduales al sistema hasta la tesis de la ruptura más o menos violenta de éste. Por lo tanto, la esencia de la identidad de la izquierda como universo político y teórico reside en su crítica y su radicalidad frente al sistema capitalista. Ser de izquierda significa oponerse al capitalismo, como forma de organización económica, como modo de dominación política y como mentalidad ideológica y cultural.

El pensamiento de izquierda continúa constituyendo en el presente, al igual que desde principios del siglo XIX, el aporte intelectual y teórico crítico más coherente frente al sistema de dominación capitalista y burgués.

TESIS II: LA IZQUIERDA FORMA PARTE DE UNA REALIDAD POLITICA INOBJETABLE E INELUDIBLE.

La definición de izquierda en el campo político, así como las definiciones de centro y de derecha existen en la realidad socio-cultural, ideológica, intelectual y política de la sociedad moderna desde la experiencia de la Revolución Francesa y no desaparecen por alguna decisión voluntarista y constituyen formas de representación política asentadas profundamente en los sistemas políticos modernos.

Así como –desde el siglo XIX hasta el presente- las más diversas dictaduras políticas, militares e intelectuales reaccionarias y de derecha han tratado de eliminar a la izquierda del escenario político, así mismo su permanente resurgimiento y reaparición bajo nuevas formas y estilos de acción, reflejan que ellas se encuentran radicadas y profundamente ancladas en el imaginario colectivo de los pueblos y de las naciones.

TESIS III: EL DIFICIL PASO DE LA TEORIA CRITICA A LA PRAXIS POLITICA.
La definición teórica de la izquierda no es unívoca con la definición política que se supone deriva de aquella, en términos tales que la radicalidad teórica de los postulados de la izquierda no resulta necesariamente en la radicalidad política de quienes actúan en la práctica social y política. Esta dificultad se manifiesta en diversas cuestiones tales como el de las vías de la acción para conquistar el poder, el de la forma de conducir el Estado o de la estrategia de alianzas en el curso del proceso hacia los cambios.

TESIS IV: LA IZQUIERDA CONSTITUYE UN IDEARIO CON SU PROPIA RACIONALIDAD Y VALORES.
La identificación teórica y política de izquierda es básica, primaria y esencialmente en relación con el sistema capitalista de dominación y no con las demás corrientes de pensamiento del espectro político de la sociedad. Esto significa que ser de izquierda no constituye solamente una definición política, intelectual y teórica en relación con las demás corrientes del espectro político, sino que contiene una racionalidad que hace referencia a las condiciones estructurales y coyunturales de un sistema capitalistade dominación respecto del cual se define como contrario.

La izquierda se ha definido históricamente como la corriente política, cultural, social e intelectual portadora de los valores de la libertad, de la justicia, de la igualdad y la solidaridad, del cambio social, del racionalismo y la primacía de la inteligencia sobre la fuerza, de la creencia optimista en la perfectibilidad del ser humano y de la sociedad, del perfeccionamiento contínuo de la experiencia democrática, del antiracismo y el antibelicismo y la construcción de una paz justa entre los pueblos y naciones, de las profundas aspiraciones de cambio de las mayorías ciudadanas, del rechazo al clericalismo y al verticalismo autoritario.

TESIS V: LA IZQUIERDA ES UNA POSTURA POLITICA, QUE REPRESENTA ADEMÁS UNA CULTURA Y UNA ETICA

La identidad política y teórica de izquierda no constituye solamente una postura ideológica y política que se materializa en el plano de las estructuras socio-políticas y de los sujetos sociales históricos sino que representa además y sobre todo, una determinada cultura política representativa de determinados segmentos sociales y que además, es característicamente moderna.

Existe una cultura de izquierda en nuestras sociedades actuales, una pertenencia e identidad de izquierda subyacente dentro de la cultura política, que forma parte de las tradiciones de luchas sociales, proletarias y obreras, que recoge en su diversidad la historia de formación y desarrollo de los movimientos urbanos de trabajadores, artesanos y profesionales durante los siglos XIX y XX, así como de los movimientos y demandas de campesinos e indígenas y otras minorías excluidas del sistema.

Los enemigos de la izquierda quieren ver su inexistencia, quieren anunciar su desaparición, quieren explotar sus derrotas para proclamar su obsolescencia definitiva y final. La izquierda, en la rica diversidad de sus proyectos, corrientes y movimientos sigue existiendo en el siglo XXI como expresión de una protesta ética, intelectual, social y política contra un sistema económico-político y una dominación imperial que pretenden condenar a la Humanidad a un solo supuesto destino inevitable: la perpetuación de la dominación capitalista, la hegemonía del lucro sobre el ser humano y su felicidad.

Desde esta perspectiva, la identidad de izquierda no solo constituye un componente esencial de la cultura nacional y de la identidad patriótica de los pueblos y las naciones, sino también contiene una visión del mundo y de la Humanidad y, sobre todo, es portadora de una ética: el ser de izquierda implica una moral cívica en que el valor de la consecuencia, del esfuerzo solidario y consciente por la libertad y bienestar de los más desposeídos, se acompaña con el apego irrestricto a la libertad y la justicia, a la búsqueda honrada de la igualdad, de la dignidad y la profunda aspiración a la primacía del ser humano sobre toda otra consideración.

TESIS VI: NO HAY UNA IZQUIERDA, SIEMPRE HAN HABIDO VARIAS IZQUIERDAS.

Desde la perspectiva de sus formas de expresión y representación no hay una izquierda, nunca ha habido una sola izquierda, sino que en la realidad histórica mundial siempre han coexistido varias corrientes de izquierda con mayores o menores niveles de convergencia o de divergencia. Por lo tanto, la diversidad es el rasgo distintivo de las izquierdas como universo político y como expresión de una pluralidad social y cultural. Así, el problema de la unidad de las izquierdas está relacionado no con la coherencia de los programas y posturas de cada sector, sino con la necesidad histórica de integrar, reunir y coordinar fuerzas para combatir al capitalismo, o para producir socialmente una mayoría política que sustente el poder susceptible de producir los cambios, o para sustentarse en el poder socialista.

La diversidad enriquece la unidad, la representatividad y la democracia interna del movimiento. El proceso hacia la constitución de nuevos sujetos históricos de cambio social se manifiesta, entre otros elementos, en el surgimiento de las siguientes tendencias.
a) la constitución de identidades políticas no partidistas desarrolladas en torno a una condición de género (las mujeres), a un rol privado, grupal o sectorial (los ancianos, los jóvenes, los homosexuales), o a valores universales que apelan al sujeto como miembro del género humano (pacifistas, defensores de la naturaleza o los derechos humanos).
b) la formación de nuevas organizaciones, definidas más por el movimiento que por la estructura, que adoptan la forma de redes y que no se enmarcan en el sistema de partidos políticos ni en estructuras orgánicas y permanentes, sino que mantienen altos grados de flexibilidad y de autonomía.
c) el surgimiento de nuevas pautas de acción política, socio-política y socio-cultural, más cercanas a las formas directas y horizontales de democracia, que se orientan hacia la participación social y ciudadana y hacia la configuración de multitudes inteligentes, para la definición y demanda de prioridades o sectoriales sin pasar por la mediación de los partidos políticos ni por el proceso electoral.
d) el despliegue de nuevas estrategias de acción política, por fuera de los canales institucionales electorales y representativos, esto es, acciones no convencionales que van desde las formas directas como la protesta ciudadana, las manifestaciones, las multitudes inteligentes, las marchas y los paros cívicos, hasta las acciones concertadas y pactadas entre agrupaciones sociales, o bien de estas con los entes gubernamentales. Estos actores o movimientos sociales no tienen en general una propuesta sustantiva de nuevo régimen político, sino más bien un interés por influir sobre las decisiones de las élites políticas y el Estado, en aquellos aspectos que son de interés para esos movimientos.
e) se redefinen también los ámbitos territoriales de práctica política y de ejercicio de poder mediante el establecimiento de formas de gobierno y gestión autónomas que coinciden con localidades, regiones o etnicidades caracterizadas por una fuerte identidad cultural o social, lo que en la práctica socavan, de alguna manera, los Estados centrales y los ámbitos nacionales.

Los nuevos movimientos sociales, cívicos, ciudadanos, de género, étnicos, locales, regionales, ponen en jaque la centralidad política e institucional del Estado, el sistema de partidos, los mecanismos institucionales de la representación y los canales formales de la participación, politizando al mismo tiempo a la sociedad civil. Los centros se multiplican, los actores y sus prácticas se pluralizan y las maneras de hacer política se reinventan; es decir, se instaura un nuevo patrón de politización, que se manifiesta en nuevas concepciones sobre la democracia. Se insiste en las autonomías, en las redes, en los autogobiernos, en la participación ciudadana en todos los ámbitos de la vida social, en la descentralización del poder y en el fortalecimiento de las democracias locales y regionales.

TESIS VII: DEL DIAGNOSTICO AL PROYECTO
La naturaleza propositiva del discurso y de la postura política de las izquierdas, constituye una vertiente complementaria y fundamental de la identidad de izquierda. No basta con el diagnóstico crítico del capitalismo dominante y de la globalización en curso: la mentalidad y la cultura de izquierda requiere siempre de un componente propositivo. Después de un diagnóstico crítico anti-capitalista y anti-imperio, la izquierda debe ser portadora de un modelo de cambio, de una idea de nueva sociedad y de un proyecto alternativo de nación, de Estado y de democracia.

La hegemonía capitalista se organiza en un sistema de dominación y de poder que articula a un sistema económico basado en el lucro, el predominio del capital sobre el trabajo, la explotación multiforme del trabajo, la inteligencia, el conocimiento y la creación, el predominio de las grandes corporaciones globales sobre las economías nacionales y regionales, sobre la desigualdad básica territorial, estructura económica que se enlaza con una estructura de poder político el Estado burgués y sus diversas formas de régimen político y con una superestructura ideológica y cultural que opera como paradigmas articuladores de la dominación en el plano de las conciencias.

Por lo tanto, la crítica anticapitalista de la izquierda moderna en el siglo XXI es una crítica integral al sistema de dominación y contiene un proyecto de transformación de esta forma de sujeción de los seres humanos, de la naturaleza y del conocimiento y la cultura, por una nueva sociedad más humana, más justa, más libre, más igualitaria y más participativa.

La radicalidad de la crítica anti-capitalista de la izquierda reside tanto en su capacidad para construir un diagnóstico crítico de las condiciones objetivas y subjetivas en las que se manifiesta históricamente el modo de producción y de dominación capitalista, a partir del protagonismo y la toma de conciencia de las clases y segmentos sociales y culturales subordinadas, explotadas y excluídas, sino sobre todo en su virtualidad y capacidad orgánica y diversa, para proponer un determinado modelo de tránsito y un horizonte sistémico de cambio, alternativo al sistema de dominación existente.

TESIS VIII: EL SUJETO HISTORICO DEL CAMBIO SOCIAL SON TODOS LOS EXCLUIDOS Y EXPLOTADOS DEL SISTEMA

Una de las cuestiones teóricas cruciales para la izquierda del futuro es la de delimitar el sujeto histórico de cambio que exigiría subjetiva u objetivamente la transformación de la sociedad, habida cuenta de la pluralidad potencial de ese sujeto evolucionado desde aquella histórica clase obrera convertida por la revolución industrial en protagonista ascendente de la Historia. Es evidente en la historia que los potenciales sujetos históricos de cambio dificilmente adquieren conciencia de su rol histórico, lo que explica que el proletariado está pasando a la Historia como pasado sin haber adquirido conciencia de clase en sí y para sí. Más difícil es definir al disperso sujeto histórico crítico formado frente a la globalización y que más que moverse en pos de la utopía, parece hacerlo a partir de un inventario de necesidades y aspiraciones.

Por otra parte, uno de los campos en los que los cambios suscitados por el capitalismo global actualmente imperante es el del trabajo. Desde la segunda mitad del siglo XX, tienden a desaparecer las condiciones laborales que facilitaban la toma de conciencia y permitían la solidaridad y la lucha de clases. La atomización, la alienación y el individualismo de los modernos explotados requiere de una praxis cultural, intelectual e ideológica mucho más extensa, radical y profunda. Hay que partir desde esta nueva realidad compleja, abordar la problemática del protagonismo social, cultural y político no solo desde los conceptos clásicos, donde se resaltaba la explotación salarial de los trabajadores como el gran trasfondo de la denuncia ideológica. En la sociedad de consumo actualmente dominante se manifiestan diferentes formas de alienación social, cultural, económica, moral y política de los explotados y excluídos, todos efectos degradantes que los colectivos deberán combatir y transformar.

Las transformaciones sociales y políticas que conducirán a una nueva sociedad, son el resultado del despliegue multiforme de diversos actores sociales, culturales y políticos que constituyen un sujeto histórico de los cambios, a través de su movilización consciente y multitudinaria, de la construcción desde la sociedad civil de una organización social diversa y plural que vehiculiza y lidera desde una lógica democrática y horizontal el proceso de cambios.

El sujeto histórico de los cambios sociales no es una clase social en particular, ni un segmento social, cultural o político determinado y limitado, sino que se constituye como un vasto y multiforme movimiento de carácter socio-cultural y político en el que caben todos los excluídos, discriminados y explotados por el sistema de dominación imperante, y que es portador en cada momento del proceso histórico de sucesivos proyectos de cambios estructurales de un profundo contenido democrático y democratizador, que lleva a las instituciones democráticas a su tensión más amplia y plural y que constituye formas de poder, de decisión, de gestión y de participación amplias y horizontales.

El nuevo sujeto histórico es una articulación móvil y dinámica de actores sociales populares que desde las injusticias y las estructuras injustas a las que logra identificar en sus propias condiciones de producción y consigue asociar constructivamente con las demás inequidades, asimetrías e injusticias específicas del orden político, de la cultura, de las condiciones de vida y del desarrollo, ganan en identidad histórica al asumir que no son éstas injusticias específicas las que pueden resolverse en sí mismas mientras nos se transforme el conjunto del sistema de dominación en la que tienen lugar.

La construcción del sujeto histórico, portador del cambio en el siglo XXI, está estrechamente vinculada con la formación y el despliegue del tejido social, que es todo el trabajo social, político, intelectual y cultural que facilita el desarrollo y potenciamiento de espacios autónomos, libres y democráticos de encuentro que devengan en espacios de organización. El tejido social no pude desplazar, ni reemplazar por decreto la antigua existencia político—popular (sindicatos tradicionales, partidos, movimientos políticos y político-sociales, profesionales, gremiales etc.).

Los actores del tejido social gestan sus propias formas de organización y expresión social y política (en un nuevo sentido que no excluya al antiguo). El encuentro de estas formas con las organizaciones políticas populares tradicionales debe ser de encuentro constructivo, de conocimiento y aprendizaje mutuo. Son sus propios actores los que deben configurar los caracteres específicos de este tejido. La articulación de las diversas expresiones del tejido social con los movimientos políticos debe permitirles evitar o resistir la represión y el aislamiento, conseguir al mismo tiempo, reconocimiento, legitimidad e identidad. El tejido social constituye la trama de la fuerza ejecutora del movimiento popular, su historización real. Es, por consiguiente, el referente central de toda práctica alternativa y liberadora.

TESIS IX: LA IZQUIERDA HA DE SER PROFUNDA Y RADICALMENTE DEMOCRATICA O NO SERÁ

Si hay un punto de equilibrio que es vital para la existencia del sistema de dominación actual en el mundo, es la cuestión democrática. ¿Hasta qué límites el sistema actual de dominación puede ser democrático sin que el propio sistema no vea amenazadas sus bases fundamentales de sustentación?

Las izquierdas tienen que ser capaces de llevar la democracia hasta sus límites más amplios y profundos. En su esencia la demanda ciudadana que las izquierdas deben ser capaces de vehiculizar y de liderar, es la aspiración de introducir toda la democracia posible y necesaria para que el conjunto del sistema de dominación pueda encontrarse de frente con sus propias definiciones teóricas nunca realizadas. Todo en el actual sistema de dominación es a democratizar: el orden político, el espacio público, el sistema de partidos políticos, el poder ejecutivo, el poder legislativo, el poder judicial, la estrcutura económica, todo debe ser impregnado por una corriente profunda de democratización que transforme al conjunto del orden político representativo en un orden político participativo.

Se trata de pasar de una democracia gobernada a una democracia gobernante. La radicalidad del proyecto democrático de la izquierda consiste no solo en su decisión y voluntad de practicar la democracia en el movimiento que la constituye, generando una amplia y profunda cultura democrática, sino en su capacidad para liderar una transformación democrática de las instituciones representativas del Estado moderno, proyecto que supone introducir en la lógica de las instituciones y de los regímenes políticos mecanismos cada vez más amplios, universales y significativos de participación de los ciudadanos en los procesos de toma de decisión que les conciernen.

El carácter participativo que propone la izquierda para la democracia parte del principio de que la ciudadanía es la depositaria primordial de la soberanía y del poder constituyente y que, en virtud de este concepto fundacional de las democracias modernas, son los ciudadanos en quienes deben residir cada vez más las decisiones de los asuntos públicos, de manera que los mecanismos participativos abarquen todos los aspectos fundamentales de la vida política, social y económica de la nación.

TESIS X: LA IZQUIERDA SE AMPLIA EN LA ACCIÓN.

Las referencias a la izquierda, no aluden sólo a los elementos tradicionales, como pueden ser revolucionarios socialistas, comunistas y socialdemócratas, sino a todos los que, en la palestra política, adelantan transformaciones o actitudes progresistas. Tales son los casos del movimiento anticolonialista y de liberación nacional, los luchadores por la paz, los movimientos sociales, los sectores avanzados dentro de la oficialidad militar, los políticos nacionalistas y comprometidos y naturalmente los elementos revolucionarios.

Derecha e Izquierda son contrarias, opuestas, antitéticas lo cual quiere decir que ninguna doctrina, pensamiento o movimiento político puede ser al mismo tiempo de derecha y de izquierda. Todas las disciplinas del saber humano moderno están dominadas por una de ellas. Cuando se quiso explicar la desaparición de la “díada” como la conceptualiza Bobbio, se situó a la base la crisis de las ideologías, o como la llamó pomposamente el entonces teórico de moda Alfredo Fukuyama, “El fin de la historia”.

La historia nos ha demostrado que nunca ha habido tal crisis de ideología y que no hay nada más ideológico que afirmarlo, dice Bobbio (Derecha e izquierda. Razones y significados). Izquierda y Derecha no indican solamente ideología, de tal manera que reducirla a esto es una tontería. Indican programas opuestos, intereses y valoraciones contrarios de hacia dónde conducir a la sociedad, que en El Salvador equivale a decir una democracia del pueblo (revolucionaria) o una “democracia del poder” (tradicional burguesa y autoritaria)

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Caute, D.: THE LEFT IN EUROPE. London, 1977. World University Library.Cole,
G.D.H.: A HISTORY OF SOCIALIST THOUGHT. 1789-1939. (5 vols). London, 1953.
Hobsbawm, E.: LA ERA DEL CAPITAL, 1848-1875. Barcelona, 1998. Grijalbo-Mondadori.

Perú: Adiós Humala

Perú: Adiós Humala

Oscar Ugarteche

ALAI AMLATINA, 04/06/2012.- Tras la “masacre política” de diciembre del 2011, Ollanta Humala ha decidido convencer al mundo de que no solo es un militar sin palabra, sino un político con ideología neoconservadora. Este convencimiento se lo hizo primero a los venezolanos que lo apoyaron en la campaña del 2006 y luego a los brasileños que lo apoyaron en el 2011, y ahora lo viene llevando a la calle. No ha bastado “limpiar” a su gobierno de funcionarios progresistas, ahora es fundamental declarar la lucha de clases a la antigua, a balazo limpio. En distintas partes del Perú, y con el aplauso de la pintoresca y bravucona derecha nacional, Ollanta Humala y su gobierno se enfrentan y desafían al pueblo que ha votado por él. ¿Para qué?

Humala pretendió ser el caudillo progresista esperado en dos décadas. Participante del Foro de Sao Paulo, los partidos políticos de la izquierda latinoamericana lo acogieron y apoyaron en sus campañas diversas desde el 2005. La derecha lo acusó por todo esto de ser primero el candidato de Chávez y la señora Heredia fue perseguida por una parte de la prensa peruana a partir de las elecciones del 2006 por sus vínculos con Venezuela. Por esto tuvo de portavoces de campaña a Mocha García Naranjo y a Nicolás Lynch que venían de las izquierdas.

Luego de su salto a la esfera de influencia de Brasil para la campaña del 2011, creando una mejor imagen de amigo de Lula da Silva y con posiciones más moderadas, la misma prensa lo persiguió por tener un asesor que representaba los intereses empresariales brasileños. El día del triunfo electoral, en junio del 2011, los titulares limeños no lo dieron por ganador sino por empate y anunciaron la necesidad de una concertación política. La derecha decía que éste no podría gobernar sin ella. De allí salió la baraja conservadora dentro del gabinete nombrado el 28 de julio del 2011. Sin embargo ni entonces ni después hubo concertación. La que hizo la derecha fue un asalto al poder. Lo que hay es una vuelta de la tortilla. Una revolución en su sentido cabal. Ganaron los que perdieron y perdieron los que ganaron como ya se dijo hasta la saciedad.

Una cosa es la prensa limeña conservadora y otra la realidad política en el campo. Cuando en Espinar el 76% de la población que ha votado por el candidato ve como ya de presidente los agarra a balazos, la cosa está complicada. Peor si encima mete a la cárcel a la gente de la Vicaría de la Solidaridad de Sicuani por terrorismo que fue a ver qué pasa. Y aún peor, cuando además presiona al presidente de la Corte Suprema a hacer cosas reñidas con la independencia de poderes y lo consigue, permitiendo así el secuestro de autoridades electas para su juicio en otras jurisdicciones. Lo que hay en el Perú, a un año de electo el nuevo gobierno, es un régimen mafioso y matonesco no muy distinto al de Fujimori.

Queda la interrogante de si Ollanta Humala piensa algo. Cualquier cosa. Y si tiene alguna línea. Cualquier línea. Reflejos políticos claramente no tiene. Descartado el verbo “pensar”, ¿Creerá que va a terminar su gobierno? ¿Cómo lo va a hacer? Que Washington piense que esto se arregla a balazos en el nombre del control del terrorismo es un tema relacionado al negocio de la venta de armas. Lo que a los peruanos nos concierne es nuestro país y adónde va. Cada vez hay menos ciudadanos dispuestos a que los atropellen en todo el país. Ese es el único complot. Hay más ciudadanía. Y los jóvenes de ahora son más ciudadanos que lo que han sido en mucho tiempo al margen de la geografía. Medio Oriente nos muestra que la calle pesa en el mundo y el Perú no es una excepción, aunque esa calle sea de tierra en un pueblo con un río contaminado al lado.

Venimos de una dinámica de desintegración nacional que comenzó en la década del 80, cortesía de Sendero y García, a través de las masacres, la hiperinflación y el colapso económico de los años 80. Se intentó recuperar el sentido nacional mediante la estabilización económica de los años 90, las investigaciones sobre corrupción de Fujimori y sus secuaces, y la formación de Comisión de la Verdad en la primera parte del siglo XXI. Tras la elección de Humala en simultáneo tenemos como siempre a la cruz y la espada actuando juntas. El Primer Ministro nombrado en diciembre resulta una expresión del fujimorismo castigado en junio del 2011 por el voto presidencial. Este ha tomado partido en un tema muerto y acabado, como es la sentencia de la Corte Interamericana sobre la Embajada del Japón (1997). Al mismo tiempo, el cardenal echó al padre Gastón Garatea S.S.C.C., ex Comisionado de la Verdad, de la práctica religiosa en Lima. El tema de los militares en los años aciagos ha revivido de la mano de cruz y la espada. Días más tarde se violentaron las protestas sociales anti mineras mientras la policía secuestraba a los alcaldes para enjuiciarlos fuera de su jurisdicción legal. En el Perú, los derechos humanos de los alcaldes son una cojudez total, parafraseando.

El tono de la renuncia de la congresista Verónica Mendoza del Partido Nacionalista la mañana del lunes 4 de junio debería de alertar a Humala y todo su combo, civil, religioso y militar, que pueda que no acabe su periodo. Dice: “La represión como un resorte automático frente a las demandas populares genera más resistencia de la gente, cayendo en un círculo vicioso. No obstante, condenamos tajantemente todo tipo de violencia venga de donde venga. Es necesario que las organizaciones sociales, la sociedad civil y todos los sectores que expresan su malestar por la imposición de las industrias extractivas se manifiesten de forma democrática, organizada y pacífica. Ni un muerto más, ni civiles ni personal policial. ¡Ni un muerto más! Hago un llamado a defender la vida con la vida, no con la muerte.”

Y la Coordinadora de Derechos Humanos el mismo lunes 4 de junio ha pedido la renuncia del Premier Valdés. Si los jóvenes tomaran conciencia de su poder, esto podría devenir en marchas de renuncia del Presidente de parte de organizaciones crecientes de la población afectada no solo por la minería sino por el engaño electoral del 2011. Mientras tanto faltan cuatro años de gobierno.

– Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org

Debate sobre el poder en el movimiento popular

Debate sobre el poder en el movimiento popular

Rubén Dri

Las movilizaciones de los últimos tiempos han puesto en evidencia una fuerte voluntad popular de afirmar su realidad subjetual. Pero ser sujeto significa ponerse como tal, crearse, luchar por el reconocimiento, lo cual implica necesariamente plantearse el problema del poder, en torno al cual, en el ámbito del movimiento popular, podemos vislumbrar tres posiciones típicas:

La concepción clásica del marxismo-leninismo que se expresa como “toma del poder”.
La de pensadores influenciados por el posmodernismo, como Negri y Holloway, cuya concepción es la de “huida del poder”.
La de militantes de los nuevos movimientos sociales y políticos que prefieren hablar de la “construcción del poder”.
Se trata de una tipificación que permite tomar las diversas concepciones como si se tratase de casos puros y resaltar, de esa manera, las diferencias y oposiciones. En la realidad las concepciones se suelen entrecruzar.

1.- Toma el poder o el poder como objeto

En los movimientos sociales y políticos de las décadas del 60 y 70 que marcaron profundamente a nuestra sociedad, el problema del poder fue planteado con fuerza, en contra de concepciones de izquierda tradicionales para la cuales el tema se postergaba de manera indefinida. Partidos considerados siempre de izquierda como el Partido Comunista, los diversos Partidos Socialistas, las variantes maoístas y trotzquistas no se planteaban el problema del poder.
No significa ello que no hablasen sobre el poder. El asunto es que para ellos el problema no se imponía como una exigencia perentoria a realizar. No se cuestionaba en los hechos seriamente el poder del capitalismo. Por una u otra razón, la revolución estaba postergada, de manera que había tiempo de sobra para debatirlo.
El problema, en cambio, adquirió no sólo actualidad, sino exigencia perentoria en las diversas agrupaciones y partidos de una nueva izquierda, por llamarla de esa manera, que se proponían hacer la revolución. Ello significaba, terminar con la sociedad capitalista, sustituirla por una sociedad socialista. Ya no se trataba de una meta lejana, sino de algo que estaba en cierta manera a la mano.
El debate sobre el poder fue intenso, y las concepciones, diversas, pero todas, de una u otra manera se sintetizaban en “la toma del poder”. En realidad la expresión pertenece a la teoría que fundamentó los procesos revolucionarios del siglo veinte. Toma del poder, asalto al poder, asalto al cielo, son expresiones equivalentes. Sin duda que son movilizadoras, encienden en la imaginación figuras utópicas que impulsan a la voluntad para la lucha.
El poder, en primer lugar, es concebido como un objeto. Así como se puede tomar, asir, o, en términos populares, “agarrar” un objeto, también se puede tomar o agarrar el poder. De esta manera, se piensa que no se tiene el poder, no se lo ejerce, hasta que no se lo ha tomado. El poder está en manos de las clases dominantes, de los grandes consorcios, del ejército. En fin, alguien, o algunos lo tienen. Se trata de arrebatárselo.
En segundo lugar, el poder está en un lugar determinado. Ese lugar puede ser la “Casa Rosada”, Campo de Mayo o La Tablada. Quienes están ahí tienen el poder. Para arrebatárselo es necesario trasladarse hasta ese lugar. La columna del Che, desde la sierra Maestra a Santa Clara, y desde allí a la Habana, o la “Larga Marcha” de Mao son símbolos de este ir hasta el lugar donde se encuentra el poder, para tomarlo, arrebatándoselo al enemigo.
El poder, en consecuencia, es como una cosa que está en un determinado lugar al que hay que trasladarse para tomarlo. Algo semejante a la expedición de los Argonautas dirigidos por Jason a la Cólquide para arrebatar el célebre “vellocino de oro”. Pero ya se sabe, semejante tesoro está bien guardado, bien custodiado. La marcha para su conquista no es una fiesta, sino una lucha. Menester es tener la organización y los instrumentos necesarios para dar esa lucha.
El instrumento por excelencia es el partido político. Para la toma del poder se necesita un partido revolucionario y para que éste lo sea, debe estar constituido por el sujeto o los sujetos revolucionarios. Como en la teoría marxista tradicional el sujeto revolucionario es el proletariado, el partido debe ser un partido obrero y, su meta próxima es la conquista del poder y el establecimiento de la dictadura del proletariado.
El concepto de “dictadura del proletariado” es por demás significativo. Normalmente significó lo contrario a la democracia, en cualquiera de sus formas. Entiendo que no fue ésa la concepción de Marx, en el cual, por otra parte, el concepto es marginal, nunca tematizado. Pero en él el concepto de dictadura no se oponía al de democracia, en el sentido de elecciones, partidos políticos diferentes, en la medida en que consideraba que las democracias burguesas eran dictaduras.
Ello significa que para Marx la dictadura implicaba la dominación de una clase sobre las otras, no necesariamente la de un partido político. Así como la dictadura de la burguesía se ejerce mediante diversos partidos políticos, lo mismo podría hacer el proletariado. Quiero decir que la lógica de la dominación de clase no implica necesariamente el partido único.
El establecimiento de las dictaduras del proletariado ha producido resultados decepcionantes. Los partidos revolucionarios que lograron la toma del poder establecieron efectivamente una dictadura que se llamó “dictadura del proletariado” pero que, en realidad, fue una dictadura del partido, del aparato burocrático y finalmente del líder, depositario de la ciencia.
La revolución se había realizado para construir una sociedad plenamente liberada, con igualdad efectiva de derechos para todos. La realidad fue decepcionante. La dominación no fue quebrada sino sustituida. Los revolucionarios pasaron a ser los nuevos señores. Mentiras, crímenes y corrupción acompañaron a la nueva sociedad, que no resultó nueva, sino antigua. La caída del Muro de Berlín es el símbolo de la derrota de las revoluciones que tomaron el poder.
Hablar de traición, referirse a las condiciones difíciles en que se produjo la revolución soviética, a la temprana muerte de Lenin y a otras circunstancias, de ninguna manera logran explicar un fracaso tan rotundo. Volver al debate entre Lenin y Rosa Luxemburgo puede ser un ejercicio excelente, no para darle ahora la razón a Rosa, sino para bucear en el destino de una revolución realizada por una organización, el partido político, que “toma el poder”.

2.- Huir del poder o fugar al anti-poder.

Las posiciones de Holloway, de Negri y de Hardt pertenecen al amplio espacio abierto por autores que, desencantados de las revoluciones que se habían producido bajo la égida del marxismo ortodoxo, reniegan de todo lo que suene a estructura o institución. Se fundan en interpretaciones de las nuevas prácticas que se generaron luego de la caída del Muro de Berlín, como las de Chiapas, las de los Sin Tierra de Brasil, las de los diversos Movimientos Sociales, de las Asambleas en Argentina y, en general, de los movimientos anti-globalización.
El planteo de Holloway guarda semejanzas con el de Negri y Hardt, pero también diferencias, cuya base fundamental se encuentra en la diferente posición frente a la dialéctica. Mientras éstos la rechazan como un elemento burgués inserto en el pensamiento revolucionario, Holloway, por el contrario, la incorpora como clave de su pensamiento.
En este sentido, recupera a Hegel y fundamentalmente a Marx. Sus análisis de la alienación en Marx, especialmente como se expresa en los Manuscritos de 1844 son excelentes. Pero su dialéctica no es tanto la de Marx, sino la dialéctica negativa de Adorno. Esto lo lleva directamente a la conclusión de que toda institución constituye una alienación. La única formulación posible de una revolución que se pretenda liberadora será la del anti-poder.
Las coincidencias fundamentales contemplan dos rubros, “la centralidad de la lucha oposicional (ya sea que la llamemos poder de la multitud o anti-poder) como la fuerza que da forma al desarrollo social” y el concentrarse en la revolución, que “no puede concebirse en términos de tomar el poder del Estado”. (Holloway; 2002; 244). Mientras los autores de “Imperio” a la fuerza de oposición la denominan “multitud”, Holloway, le da el nombre de “anti-poder”.
La diferente denominación no es una simple cuestión de nombres. Significan dos posiciones diferentes en cuanto al contenido mismo de la oposición. La “multitud”, aunque sea algo indeterminado, volátil, pulverizado, es “algo”, mientras que el anti-poder es nada, o mejor, es “no”. Ninguna posibilidad de darle un contenido, una forma, una estructura.
La segunda coincidencia es, en realidad, la verdadera coincidencia. La alergia al Estado, a cualquier Estado es total, porque el Estado no es otra cosa que “una forma rigidizada o fetichizada de las relaciones sociales. Es una relación entre personas que no parece ser una relación entre personas, una relación social que existe en la forma de algo externo a las relaciones sociales” (Id.; 142). Es necesario escapar del Estado. La fuga, en todos los autores citados es la clave de toda la lucha por una nueva sociedad.
Holloway, al igual que Negri, se considera heredero del pensamiento de Marx. Se plantea entonces aquí un problema, pues para Marx, el Estado es mucho más que la simple fetichización de las relaciones sociales. Es la forma “en la que se condensa toda la sociedad civil de una época” (Marx; 1977; 72), por lo cual en el primer proyecto de su obra, esto es, de El Capital, figura como el tercer momento de la primera dialéctica, formada de la siguiente manera: 1) “Las determinaciones abstractas que corresponden en mayor, o menor medida a todas las formas de sociedad”. 2) “Las categorías que constituyen la articulación interna de la sociedad burguesa”. 3) “Síntesis de la sociedad burguesa bajo la forma de Estado”. (Marx; 1980; 29-30).
En la concepción tradicional, ortodoxa del marxismo se sostiene la desaparición del Estado, pero al final, luego del acto revolucionario de toma del mismo por parte del proletariado dirigido por el partido. Menester es tener en cuenta que el concepto “destrucción” o “eliminación” es antidialéctico. Engels lo utiliza sin problemas y de allí provienen las confusiones posteriores. Marx es mucho más cauto al respecto y suele referirse al problema mediante el concepto de Auf-hebung, que traducimos por “superación”.
Se lograría ello no mediante una destrucción, sino mediante la universalización de la satisfacción de necesidades. La característica cautela de Marx para no incursionar en realidades futuras que sólo podían ser barruntadas es, en cierta manera compartida por Holloway, si bien tanto él como Negri exageran nuestra ignorancia con respecto a todo futuro.
Las disidencias, por su parte, están centradas “en el tema del paradigma”. Para Hardt y Negri, en efecto, la revolución consiste en un cambio de paradigma, semejante a los que ya hubo, como ser, “del imperialismo al Imperio” o “ de la modernidad a la posmodernidad, de la disciplina al control, del fordismo al posfordismo, de una economía industrial a una informacional” (Idem; 245). Ello significa que la sociedad es algo estable, lo cual es totalmente contradictorio con una dialéctica negativa como la de Holloway.
El enfoque paradigmático lleva al funcionalismo, según Holloway, a una concepción de la sociedad en la que todo encaja. Su origen se encuentra en la posición anti-dialéctica y anti-humanista de ambos autores, lo que, por otra parte, los lleva a sostener la continuidad entre animales, seres humanos y máquinas, siendo éstas últimas, prótesis de nuestros cuerpos y mentes. Con ello entramos en una antropología del ciberespacio, pero “el problema con esta visión, dice Holloway, seguramente, es que ni las hormigas ni las máquinas se rebelan. Una teoría que está basada en la rebelión tiene poca opción: tiene que reconocer el carácter distintivo de la humanidad” (Idem; 249).
La revolución no es otra cosa que “el desarrollo del anti-poder”, del no-poder, de la negación del poder, la cual “toma millones de formas diferentes: desde arrojar el despertador contra la pared, hasta llegar tarde al “trabajo”, realizar tareas sin esforzarse, ausentismo, sabotaje, luchas por descansos, por el acortamiento de la jornada laboral, por vacaciones más largas, por mejores pensiones, huelgas de todo tipo, etc.” (Idem; 270).
Dos observaciones se imponen al respecto. En primer lugar, es imposible pensar todas estas prácticas como simple no-poder. De hecho constituyen construcción de poder. Son prácticas constitutivas del poder popular. Es que el concepto mismo de anti-poder como no-poder que se debe lograr, es contradictorio, pues para lograrlo hay que luchar, lo cual significa siempre construir poder.
La pesadilla de la que Holloway quiere escapar mediante su concepción del anti-poder es el círculo diabólico de la circularidad del poder, sobre el cual se había explayado Foucault. El poder como siempre se lo ha considerado y practicado es el poder-sobre, la dominación sobre otros. Cuando se lucha en contra de ese poder, de hecho lo que se hace es cambiar de quien ejerce el poder-sobre.
Así ha pasado con las revoluciones socialistas, especialmente con aquéllas que fueron denominadas del “socialismo real”. No se modificaron sustancialmente las relaciones sociales. Cambiaron los dominadores, pero no se eliminó la dominación. Holloway quiere salir del círculo con la pretensión de separar taxativamente el poder-hacer del poder-sobre, como si el sujeto pudiese ejercer un poder sin encontrarse con la relación de poder del otro. En otras palabras, pretende saltar afuera de la diale´ctica del señor y del siervo.
En segundo lugar, todas esas prácticas han sido realizadas por los obreros, maestros, empleados, profesores universitarios, y trabajadores distintos desde la implantación del capitalismo. Nunca se consideró que ello se hacía por el no-poder. Todo lo contrario, lo que se quería es un poder de abajo, de los dominados, un poder alternativo.
Entre las formas de lucha Holloway destaca la migración, pues mediante ella “millones de personas huyen del capital, buscando esperanza” (Idem; 270). Esta apreciación de la migración es compartida con entusiasmo por Hardt y Negri. Dos observaciones se imponen también aquí. En primer lugar, la migración puede interpretarse, más allá de la conciencia de los migrantes como una fuga del capital, pero de hecho éstos buscan un lugar donde el capital les permita tener un trabajo que en su lugar de origen no consiguen. El mexicano que pasa a Estados Unidos lo hace bajo esa condición, lo mismo que el boliviano que migra a la Argentina.
En segundo lugar, es curiosa esta manera de privilegiar la migración como forma de lucha por el anti-poder. Es cierto que constituye una forma de lucha, como todas las enumeradas, pero está lejos de ser privilegiada. Es una lucha penosa, amarga y que al capital no le ocasiona demasiados trastornos. En todo caso los soluciona con medidas cada vez más represivas.
Otro aspecto de la concepción de Holloway con respecto a la revolución es el heroísmo. En su concepción “el movimiento del comunismo es anti-heroico”, pues “el objetivo de la revolución es la transformación de la vida común, cotidiana y es ciertamente de esa vida común y ordinaria que la revolución debe surgir” (Idem; 302; 303). Esto lo lleva, a su vez, a criticar la concepción revolucionaria que se basa en la conducción de los líderes y los héroes.
Toda revolución que se realiza a partir de un liderazgo, reproduce desde el principio las relaciones que quiere subvertir e hipoteca las realizaciones a la voluntad del líder. Éste, por otra parte, tenderá a ahogar todo avance que suponga una mengua de su propio poder-sobre. En este sentido, Holloway tiene razón. Además, el liderazgo siempre tenderá a perpetuarse y tendrá fuertes tentaciones de manera el poder como si proviniese de él y no del pueblo.
Es importante la observación de Holloway en lo referente a los héroes. Efectivamente, la revolución no es una tarea de héroes, sino del pueblo. La revolución no la hacen los héroes, ni se hace para vivir una vida heroica. Se hace para vivir mejor, para “vivir bien” como quería Aristóteles, donde “bien” no significa sólo realidades materiales, las que deben ser suficientes, sino la posibilidad del sujeto de realizarse plenamente.
Pero las afirmaciones de Holloway no parecen admitir espacio alguno para el heroísmo, virtud excelsa que expresa realizaciones humanas superiores, en el sentido cualitativo, sin que ello dé ninguna razón para ejercer un poder sobre los demás. La construcción de esa futura sociedad en la que podamos fraternizar entre todos, puede exigir, y de hecho así es, actos de heroísmo. Un piquetero que, entre las balas de la policía, se detiene a auxiliar al compañero caído es un acto heroico. La lucha siempre estará llena de ellos.
Los 30.000 mil compañeros detenidos-desaparecidos eran jóvenes, la mayoría de ellos, como cualesquiera de los jóvenes de hoy, con una vida común, con sus afectos, virtudes y defectos. En un momento determinado fueron puestos en la situación-límite del heroísmo. Pero ello le sucede también a la más común de las madres cuando debe enfrentar situaciones-límites en la defensa de su hijo.
Por otra parte, el heroísmo es un momento fundamental en los proyectos que se formulan en la juventud. Nada más aplastante y descorazonador que encontrarse con jóvenes que quieren vivir una vida tranquila. Pasión, ansias de transformar la realidad, son constitutivas de una juventud no contaminada por el cansancio de la vida, propio de sociedades decadentes. No por nada muchas veces se siente tentada por la aventura fascista. No se hace una revolución para vivir una vida heroica, pero su realización suele exigir momentos de heroísmo.

3.- La construcción del poder, o el poder como relación social.

El poder, veíamos, no es un objeto o una cosa que se encuentra en algún lugar al que es necesario ir para tomarlo. Es una tendencia difícil de vencer, como anotaba Hegel, poner en movimiento las representaciones propias del entendimiento. El poder concebido como objeto no es otra cosa que una representación del entendimiento. Menester es fluidificarlo, ponerlo en movimiento.
El poder es una realidad propia del ámbito de las relaciones humanas que, de una u otra manera, siempre son sociales y políticas. No existe, no es, igual que los sujetos. Se hace, se construye de la misma manera en que se construyen los sujetos. Éstos, para crearse, empeñan una lucha a muerte por el reconocimiento. Esta lucha genera poder. Generarse como sujeto es generar poder.
Todo cambio, toda transformación, toda revolución que se proponga siempre tiene en su centro el tema del poder que significa quién y como será reconocido. La frase que figura como acápite es el corte que le da Jesús a la discusión que se había entablado entre los componentes más cercanos de su movimiento, cuando, al dirigirse a Jerusalén pensaban en el triunfo de la propuesta liberadora.
Los dirigentes del movimiento de Jesús discuten sobre cómo se van a repartir el poder en la nueva sociedad, y Jesús les replica que no habrá nada que repartir, porque habrá que pensar el poder de una manera totalmente distinta, contraria a la que ellos pensaban. No como poder de dominación, no en la relación señor-siervo, sino como diakonía, como servicio, como mutuo reconocimiento de sujetos plenamente libres.
Ese poder no puede empezar a construirse una vez que “se lo ha tomado”, porque en realidad entonces lo que se ha hecho es ocupar el lugar que antes tenían “los otros”. No se rompe la relación señor-siervo, aunque se sostenga que ello constituye una fase para romper la dominación anterior. La célebre “dictadura del proletariado” que es, siempre, la dictadura del partido, de determinados aparatos del Estado o de una persona, el “líder”, no se instala para desinstalarse en función de la diakonía, sino que llega para quedarse a perpetuidad si ello es posible.
El poder es esencialmente relación social, relación de reconocimiento. En ese sentido es fluido, circula, cambia. Pero necesita momentos de reposo, de instalación. Es el momento de las célebres estructuras, sin las cuales todo poder se evapora. La mínima relación, la que se produce entre dos sujetos, sean éstos madre e hijo, amigo con amigo, novios, es lucha por el reconocimiento y, en consecuencia genera un ámbito de poder. En ese sentido todos ejercemos y se ejerce poder sobre nosotros.
Crear nuevo poder, crear poder popular significa crear nuevas relaciones humanas, nuevas relaciones sociales, nuevas relaciones políticas (1). Éstas no pueden comenzar cuando, por ejemplo, se tome el aparato del Estado. Se realizan en el camino, en el proceso. Si el otro es un objeto para mí, o un súbdito, mero soldado del partido o de la organización, se está reproduciendo el poder de dominación.
Microfísica del poder, en consecuencia, y redes del poder sobre las cuales nos informa abundantemente Foucault. Pero su planteo no logra romper, traspasar las paredes que encierran a los micropoderes en los cuales nos enredamos. No habría otra salida que un juego de poderes y contrapoderes, o en todo caso un pequeño espacio de liberación, ese espacio en el que se ejerce mi poder, que sería la “línea de fuga” de Deleuze o, en todo caso el ser “militante de la acción restringida, limitada” de Badiou.
Ello significa lisa y llanamente renunciar a construir poder popular en sentido fuerte, es decir a construir una sociedad del mutuo reconocimiento, una sociedad plenamente democrática, en la que el poder se ejerza tendencialmente en forma horizontal. En otras palabras, los micropoderes se encuentran englobados en megapoderes, y así como hay que construir los primeros, también hay que construir los segundos. De la microfísica es necesario pasar a la macrofísica, no en forma línea sino dialéctica. Los pequeños poderes se encuentran englobados en los megapoderes. No hay paso lineal de unos a los otros.
Esto significa que toda lucha, ya sea barrial, villera, campesina, en las cárceles, en la escuela, en la familia debe conectarse dialécticamente con una lucha más amplia, que tenga como horizonte la totalidad. Si ello se pierde de vista, estamos condenados a movernos en un círculo sin salida. Es un magro consuelo o una burla decirles a desocupados que ellos también ejercen poder. Es cierto que ejercen poder, y lo hacen cuando, por ejemplo cortan rutas y obligan al poder político a ceder a determinados reclamos. Pero ese poder es totalmente asimétrico con el poder del gran capital, de las grandes corporaciones.
Los trabajadores desocupados, los villeros, los campesinos construyen poder con su trabajo, con sus debates, con sus asambleas, con sus medidas de lucha. Ese poder comienza siendo micropoder, o mejor, micropoderes que se gestan en las diversas asambleas que se conectan entre sí en forma de redes. Éstas interactúan con los megapoderes, confrontan con ellos, negocian, se retiran y vuelven.
Micropoderes, redes de poder, circulación de poderes, fluidez de relaciones. Todo ello es cierto, pero toda fluidez tiene momentos de condensación. Dicho de otra manera, el movimiento necesita estructurarse. Con la estructuración aparecen nuevos desafíos, expresados sobre todo en el fenómeno de la burocratización. Un verdadera construcción del poder, o sea de relaciones sociales, luchará siempre contra la tendencia, siempre renaciente a la burocratización.

Hegemonía y poder

Como es sabido el triunfo de la revolución en la Rusia zarista y las derrotas de los intentos revolucionarios de la segunda década del siglo XIX en Alemania, Hungría e Italia, llevaron a Antonio Gramsci a una profunda reflexión sobre las causas de tan dispar destino de los intentos revolucionarios. La contribución más importante de estas reflexiones gira alrededor del concepto de hegemonía que desde entonces figura en todas las elucubraciones que tienen que ver con la realidad política.
Me interesa, en este apartado, trabajar sobre la relación entre dicho concepto y la construcción del poder popular, reinterpretando el concepto de hegemonía, o, incluso, corrigiéndolo. Para empezar, hay una observación importante que hace Gramsci al referirse a las diferencias existentes entre las tareas que le esperan a la revolución de octubre y las que es perentorio realizar en las revoluciones del los países centroeuropeos.

Siendo la sociedad zarista una sociedad en la que prácticamente no había sociedad civil, tomado el Estado, o la fortaleza, como lo denomina Gramsci, la tarea a realizar era nada menos que la de crear la sociedad civil, lo que significa, crear la hegemonía, entendida ésta como consenso de los ciudadanos. Ese consenso es poder. Construir la hegemonía es construir poder, poder horizontal, democrático, lo cual significa, a la vez, construirse como sujetos.

Esta tarea no puede ser creada desde arriba, pero es el único lugar en que esa revolución la podía realizar. Una contradicción prácticamente insoluble, como se mostró ulteriormente. Como se ve, nos estamos sirviendo del concepto gramsciano de hegemonía, pero transformado o reinterpretado, como se quiera. Es muy difícil, por no decir imposible, que la revolución soviética no terminase en el estalinismo.

De hecho, esto ya había sido expuesto por Hegel en la célebre dialéctica del señor y el siervo. El camino del señor es un callejón sin salida. Desde el poder de dominación, aunque éste se denomine “dictadura del proletariado” es imposible pasar a una sociedad del mutuo reconocimiento. Los sujetos no se realizan por una concesión que se les hace desde arriba. Se conquista en una lucha en la que los siervos, dejan de serlo, no se reconocen como siervos, sino como sujetos.

Gramsci plantea correctamente, para las sociedades avanzadas, con sociedad civil ampliamente desarrollada, que la hegemonía debía preceder a la toma del poder o del Estado. En realidad, ese principio vale para toda revolución y no sólo para las sociedades avanzadas, porque si la hegemonía no se construye en el camino, no se la construirá posteriormente. Se repetirán las prácticas anteriores.
A menudo se me pregunta en los seminarios si los amos o señores no pueden también lograr el reconocimiento y, por lo tanto ser sujetos en sentido pleno. La respuesta es absolutamente negativa. Ni los señores, ni los siervos pueden logra el reconocimiento como autoconciencias o sujetos sin dejar de ser señores o siervos. Tanto el ser siervo como el ser señor es la negativa del sujeto.
La hegemonía como consenso democrático no puede ser construida desde arriba, porque ello implica subordinación. Quien detenta el poder del Estado o el poder político y económico puede obtener legitimación, que implica aceptación de la dominación, pero no hegemonía en el sentido de consenso democrático. Éste sólo puede lograrse desde el seno de las sociedad civil. Es una construcción que se realiza entre iguales, entre sujetos que se reconocen mutuamente como tales.

4.- Criterios fundamentales.

En la construcción del poder popular habría que tener en cuenta algunos criterios fundamentales:
No se debe partir de organizaciones o partidos políticos ya estructurados, con línea que se pretende clara para bajarla a los sectores populares que se están movilizando. Esta práctica expresa todo lo contrario de la construcción de una nueva sociedad en la que sus miembros sean sujetos reconocidos. Esa estructura partidaria es la representación de la sociedad en la que unos saben y los otros son ignorantes, unos son esclarecidos y otros andan en tinieblas, unos mandan y otro obedecen.
Por lo tanto, es necesario dejar de lado la concepción leninista de que al proletariado o, en nuestro caso, a los sectores populares, se les inyectará conciencia “desde afuera”. Sería conveniente, al respecto, como he dicho más arriba, revisar las polémicas entre Lenin y Rosa Luxemburgo sobre el partido, no para darle ahora la razón a Rosa en contra de Lenin, sino para incorporar críticamente algunas intuiciones y aciertos de Rosa en cuanto al protagonismo popular en el proceso revolucionario.
Decía Rosa, en contra de Kautsky: “Piensan que educar a las masas proletarias en el espíritu socialista significa darles conferencias, distribuir panfletos. ¡No! La escuela proletaria socialista no necesita de eso. La actividad misma educa a las masas” (Cliff 1971; 64). Descontextualizada esta afirmación es errónea. Rosa aquí exagera, porque está polemizando con la dirección burocrática de la socialdemocracia alemana que pretendía dar conciencia desde afuera, mediante conferencias y panfletos. La conciencia crece en la práctica, en la acción, en la lucha.
En ese proceso de práctica-conciencia, de lucha-reflexión se cometen errores, pero “los errores cometidos por un movimiento obrero auténticamente revolucionario, dice Rosa, son mucho más fructíferos y tienen más importancia histórica que la infalibilidad del mejor Comité Central” (Ibidem). Ya sabemos a dónde han conducido la infalibilidad de los diversos comités centrales. Los pueblos en su lucha aciertan y se equivocan, logran victorias y sufren derrotas. Aprenden continuamente. Una dirigencia infalible nunca aprende, ya lo sabe todo. Eso no tiene remedio.
En contra de la concepción de una determinada élite revolucionaria que desde arriba, desde afuera pretende dar conciencia a los trabajadores, o a los sectores populares, es conveniente hacer efectiva la concepción gramsciana de que se debe partir del “buen sentido” que radica en el desagregado y caótico “sentido común” que se encuentra en dichos sectores. O, en palabras del Che, ayudar a desarrollar “los gérmenes de socialismo” que se encuentran el pueblo. Toda pretensión de construcción que tenga que ver con una elaboración teórica separada de las aspiraciones, expectativas, valores presentes en los sectores populares, contribuirá a instalar una nueva dominación. El socialismo tendrá sentido y será una verdadera solución si es el despliegue de valores profundamente arraigados en los seres humanos.
En contra de que el socialismo es primeramente una teoría que habría nacido recién en el siglo XIX, menester es tener en cuenta que, en cuanto expresa, por una parte, valores, aspiraciones, ideales y utopías y, por otra, luchas para conseguirlos, es tan antiguo como el mismo ser humano. Luchas en contra de la opresión, luchas de liberación han existido siempre. Realizaciones socialistas, en el sentido de agrupaciones o sociedades humanas liberadas, con relaciones relativamente horizontales, siempre se han dado en la historia.
El socialismo es fundamentalmente la realización de una sociedad fundada en los mejores valores del ser humano. Éste es tanto egoísta como altruista, tanto tacaño como generoso, tanto se ama a sí mismo como se odia, tanto ama a su vecino como lo aborrece. Es un ser dialéctico. El buen sentido del que habla Gramsci está constituido, precisamente, por los valores de amor a sí mismo, de generosidad, de bondad. De esos valores socialistas es necesario partir.
Ello no significa renegar de la teoría. El problema es no confundir teoría o ciencia o filosofía con conciencia. La conciencia nunca puede venir de fuera. La conciencia es autoconciencia desde el primer momento, pero sólo lo es implícitamente. Avanza de desde los primeros balbuceos en el plano de lo sensible. Toda teoría al entrar en relaciones dialécticas con la conciencia será motivo de crecimiento de ésta, tanto de la conciencia del teórico como de aquél a quien se comunica la teoría, la cual a su vez sufre transformaciones en el proceso. Se avanza de la conciencia a la autoconciencia, o de la conciencia en-sí a la conciencia para-sí, como dice Marx en la Miseria de la filosofía.
El para-sí o nivel superior de la conciencia no es un agregado que viene de fuera. Es el en-sí que se supera en el para-sí. Este segundo momento, que en realidad es tercero,, es decir, en-sí-para-sí, es una superación –Aufhebung- que sólo puede darse en el sujeto. Es éste que se supera en su totalidad. Si el tercer momento no estuviese ya en el primero, nunca llegaría a ser, por más adoctrinamiento externo que se practicase.
La conciencia socialista no se inventa, no se crea desde arriba, no se introduce desde afuera. O ya está en la conciencia humana o nunca estará. Está, pero no está “puesta” para decirlo hegelianamente. O no está “en acto”, para emplear la categoría aristotélica. No está puesta, y puede no estarlo nunca. Ello dependerá de la práctica o, para decirlo con una categorización marxiana, dependerá de la revolución. Ésta es el proceso de mediatizar lo inmediato o llevar al acto lo que está en potencia.
Por lo tanto no se avanza con la “unión de la izquierda”, si ello significa hacer unidos lo mismo que se está haciendo en forma separada, es decir, actuar como estructuras piramidales que poseen “la ciencia”. La verdadera unión hay que encontrarla atreviéndose a criticar las formas tradicionales de concepción de los partidos de izquierda e ir confluyendo con inserción verdadera en los sectores populares.
Un proyecto alternativo que ya se encuentra en germen en agrupaciones, comunidades, organismos de derechos humanos, movimientos de trabajadores desocupados, asambleas barriales, luchas de diverso tipo, asume una forma movimientista que se está descubriendo y construyendo. El peligro del movimientismo es su posible transformación en un “gigante invertebrado y míope”, según la expresión de John W. Cook El movimiento, verdadero torrente de los sectores populares, debe estructurarse, con todo lo que ello implica de peligro de burocratización y obstaculización de la marcha dialéctica.
Para la construcción de la identidad, sin la cual no hay sujeto, por una parte, es necesario recuperar auténticos símbolos populares como Agustín Tosco, John W. Cook, Enrique Angelelli, Evita. El Che por su parte, es un poderoso símbolo convocante para las nuevas generaciones. Por otra parte, es necesario dar la lucha hermenéutica en torno a los símbolos arraigados en los sectores populares.
No hay identificación posible o, de otra manera, no hay construcción posible de un sujeto sin los símbolos. Los sujetos son esencialmente simbólicos y, entre los símbolos, los que asumen características religiosas –tal vez sea la realidad de todos- tienen especial importancia, por cuanto los sectores populares son particularmente religiosos. La posición “cientificista” que el marxismo “ortodoxo” heredó de la Ilustración es ciego frente a esta realidad.
Si el símbolo con el cual construye su identidad determinado sujeto es considerado sólo únicamente como “fetiche”, ya se ha puesto un telón de acero para comprender qué construye dicho sujeto en la relación con el símbolo. No se tiene en cuenta que borrar el símbolo es borrar al sujeto que con él se relaciona y, fundamentalmente, que la relación símbolo –fetiche es una relación dialéctica. Todo símbolo tiene algo de fetiche.
Desde las diversas prácticas sociales y políticas es necesario ir confluyendo en un proyecto político común que sea la unión en la diversidad. Como todo proyecto político debe darse su instrumento que tradicionalmente es el partido. Pero, de acuerdo a lo que venimos reflexionando, el partido tradicional de izquierda no nos sirve. Reproduce las relaciones de dominación. Se necesita un nuevo tipo de partido que sea una verdadera articulación del poder popular gestado en la base.

5.- El socialismo de cada día.

Con la caída del denominado “socialismo real” y la imposición de la globalización neoliberal conservadora entró en crisis también una determinada concepción de lo que significa hacer la revolución. Ésta era pensada como una lucha en la que siempre se jugaba el todo social. Se trataba de derribar el capitalismo para instaurar el socialismo. La consecuencia era que, salvo en los países que esto se habría logrado, en todas las demás sociedad la revolución o había fracasado o estaba retrasada.
La visión que en general se tenía era que una sociedad era capitalista o socialista. El socialismo como modo de vida no podía realizarse en una sociedad capitalista, de manera que el sujeto socialista sólo surgiría cuando esa nueva sociedad pudiese implantarse. La visión totalizadora, el bosque, no permitía ver las partes, los árboles.
La globalización, verdadera imposición del universal abstracto, como hemos visto, produce un resquebrajamiento del todo social en fragmentos aislados. Contradictoriamente esta nueva realidad ha permitido repensar todo el problema de la revolución y, en consecuencia, del socialismo. Por una parte hay un impulso posmoderno de quedarse en la sola parcialidad, pero, por otra, permitió repensar la totalidad no sólo sin sacrificar la parcialidad, sino tomándola como punto de partida.
En esta visión, no se trata de pretender inmediatamente la gran meta, lo que históricamente se conoce como la toma del poder. En primer lugar, porque el poder no es ninguna cosa u objeto que se tome; en segundo lugar, porque es necesario plantearse metas reales, a las que sea posible acceder y finalmente porque si las relaciones sociales no se cambian en el camino, cuando se llegue a la meta y se pretenda realizar el socialismo, lo que se hará será reproducir las relaciones anteriores. Esto ya no necesita demostración alguna. La historia del “socialismo real” lo ha puesto en claro.
El poder no es una cosa u objeto, sino “relación social”. Se trata, por lo tanto, de ir creando nuevas relaciones sociales, acordes con lo que pensamos que deba ser una realización del poder que sea efectivamente liberadora. En consecuencia, relaciones lo más horizontales posibles, con la vista puesta en el horizonte utópico de un poder horizontal, profundamente democrático.
No es que no queramos transformar toda la sociedad, derrotar definitivamente al capitalismo. Claro que queremos hacer eso, pero debemos tratar de clarificarnos sobre lo que nos corresponde hacer hoy, en un hoy en el que debemos hacer presentes los valores socialistas.
La objeción que surge de toda la concepción anterior es que no se puede vivir con los valores socialistas, es decir, humanos, en una sociedad capitalista, porque ésta impone sus leyes. Esta objeción es verdadera sólo en parte y, en consecuencia, si se la afirma de esa manera, es falsa. Es cierta en el sentido de que ninguna parte, llámese un grupo, una organización o un individuo pueda sustraerse de las leyes que impone la sociedad en la que se encuentran enclavadas.
Esto puede incluso generalizarse, como lo hizo Marx, al mundo entero. Ninguna nación, y aquí es necesario colocar a Cuba, puede realizar el socialismo hasta que éste se realice de manera hegemónica en el mundo entero, porque finalmente el sistema hegemónico termina imponiendo sus leyes. Eso es cierto cum grano salis, porque allí se viven auténticos valores socialistas, humanistas, como el haber sacado del “negocio” a la salud, la educación y la alimentación.
Ello también puede y debe realizarse, con todas las limitaciones y contradicciones del caso, en el seno de la sociedad capitalista. Si un sujeto quiere vivir de acuerdo con valores socialistas, ¿quién se lo puede impedir? ¿No es posible ser generoso? ¿Debemos necesariamente verlo todo como un negocio?
El socialismo no se ha de construir a partir de las ideas “científicas” que tengamos en nuestra cabeza o en nuestros libros, ni por la acción de un grupo esclarecido. Ya ha comenzado su construcción. Está en camino en los diversos movimientos a los que he hecho alusión.
Como decía el Che, el socialismo está en germen en el pueblo. No es el socialismo ninguna construcción teórica o “científica” pensada desde fuera, sino el desarrollo contradictorio, creativo, que se realiza todos los días en nuestras luchas, proyectos, encuentros, debates. La solidaridad, la ayuda, el diálogo, la fiesta, el compartir constituyen valores esenciales del socialismo de cada día.

Notas
(1) Prefiero hablar siempre de “construcción del poder popular” y no de “contrapoder” o “doble poder”. La expresión “contrapoder” expresa una voluntad de permanecer siempre allí, en la contra, por lo cual va acompañado de “contracultura”. Ello implica considerar que sólo es política el contraponerse. Será siempre una política marginal. La expresión de “doble poder”, es la concepción leninista que supone dos poderes como dos entidades ubicadas una arriba y la otra abajo. Se trata de derribar la que está arriba para poner la que está abajo.

Bibliografía citada
Cliff, Tony: Rosa Luxemburg- (Introducción a su lectura). Galerna, Buenos Aires, 1971.
Holloway, John: Cambiar el mundo sin tomar el poder. (El significado de la revolución hoy). Herramienta y Universidad Autónoma de Puebla. Buenos Aires, 2002.
Marx, Karl: Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858) 1. Siglo XXI, México, 1980.
Marx, Karl: La ideología alemana. Ediciones Pueblos Unidos, México, 1977.

Rubén Dri
Buenos Aires, 15 de noviembre de 2002
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Fabio Castillo Figueroa: una vida por la dignidad de El Salvador

Lunes, 07 de Marzo de 2011 / 10:24 h
Fabio Castillo Figueroa: una vida por la dignidad de El Salvador

Por Dr. Víctor M. Valle

El 10 de marzo de 2011 un compatriota destacado y excepcional, Fabio Castillo Figueroa, cumple 90 años. Sean estas letras un tributo a su vida dedicada a construir la dignidad de El Salvador.

En 1942, Fabio, como estudiante de Medicina con apenas 21 años de edad, en la Universidad de El Salvador, fue parte de un comité estudiantil para conmemorar el centenario del fusilamiento de Francisco Morazán y los 150 años de su nacimiento. Sin duda, Fabio era un admirador de Morazán por sus ideales progresistas y unionistas.

En 1944, llegaba a su fin la dictadura del General Hernández Martínez, quien comenzó la dictadura militar, hizo la célebre masacre de 1932 y se mantuvo hasta el 9 de mayo de 1944, cuando un contexto internacional y un pueblo harto de sus abusos de poder lo obligaron a renunciar. En medio de la rebelión popular que precedió a su caída, los estudiantes universitarios organizaron un Comité de Huelga, que fue un ariete contra el dictador, integrado, entre otros, por Fabio Castillo Figueroa, Jorge Bustamante y Raúl Castellanos Figueroa, quien años más tarde llegó a ser Secretario General del Partido Comunista de El Salvador y murió en Moscú en 1970. Desde joven, pues, Fabio fue un valiente luchador contra las dictaduras.

En 1947, Fabio se graduó en la Universidad de El Salvador como Doctor en Medicina. La UES era la única universidad en El Salvador. La tesis doctoral de Fabio fue sobre los problemas de desnutrición en los barrios obreros de San Salvador. Fabio era, pues, un joven interesado en una ciencia al servicio de los problemas sociales que afectan a las mayorías desvalidas.
Se dice que todo lo que emprendía Fabio lo hacía con tesón, perseverancia, lucidez y valentía; pero sobre todo con dignidad. Además de sus logros políticos y académicos, antes de sus 25 años fue un destacado jugador de baloncesto. Uno de sus contemporáneos, Alfredo Martínez Moreno, muy conocida figura intelectual y política, me ha dicho con vehemencia que Fabio ha sido quizá el mejor basquetbolista de la historia salvadoreña.

El juicio es muy absoluto pero en algo refleja la calidad de Fabio como deportista. Sin duda el deporte le dio a Fabio muchos instrumentos para sus otros logros y por eso el es un educador partidario del deporte como parte integral de la educación y no como circo de masas para beneficio de unos cuantos aprovechados. Entre 1950 y 1956, Fabio se dedicó a afirmar su formación como científico. Estudió y trabajó en laboratorios científicos de Estados Unidos y Europa. Se comprometió con una ciencia al servicio de la humanidad que debería ser fundamento para una educación sólida, sobre todo en el área de la medicina y disciplinas afines. A su regreso, Fabio Castillo y su contemporánea María Isabel Rodríguez emprendieron una reforma académica en la Facultad de Medicina que trajo muchos beneficios a la calidad académica y a la productividad intelectual de esa Facultad universitaria. Fue en ese período que Fabio sembró las semillas para la otra reforma universitaria, de mayor alcance, que vendría después.

Desde su retorno a El Salvador, después de hacer estudios científicos avanzados, hasta casi todo 1960, Fabio se dedicó de lleno a la docencia universitaria y al estudio de la ciencia. El 19 de agosto de 1960, en un hecho de represión política del gobernante de turno, Teniente Coronel Lemus, los cuerpos de seguridad sitiaron la Facultad de Medicina por toda la noche. Nos quedamos encerrados y salimos después de negociaciones improvisadas con la Cruz Roja como mediadora.
Esa noche, se ha de haber despertado otra vez el espíritu rebelde, revolucionario y de luchador social que Fabio lleva consigo. Cuando el 26 de octubre de 1960 cayó Lemus por una conjura cívico-militar apoyada por los sectores populares, Fabio Castillo Figueroa fue nombrado miembro de la Junta de Gobierno Cívico-Militar junto a René Fortín Magaña, Ricardo Falla Cáceres (abogados) y los militares Rubén Alonso Rosales, Miguel Ángel Castillo y César Yánez Urías.

Además de ser miembro de la Junta, que se cayó a los tres meses por el embate de las derechas políticas, Fabio tuvo el recargo de Ministro de Educación y desde ahí se proponía hacer reformas educativas para una sociedad educada y un pueblo pensante, productivo, de criterio propio y defensor de su dignidad nacional.

Cuando un contragolpe conservador derribo al breve gobierno, Fabio salió al exilio en México y llevó a cabo un trabajo académico en universidades de Estados Unidos.

Durante el exilio en México, otros universitarios salvadoreños exiliados como Jorge Arias Gómez y Tomás Guerra Rivas comenzaron a hablar de una posible candidatura de Fabio para Rector de la Universidad de El Salvador que, hasta entonces, era aún la única universidad del país. En julio de 1962 llegó Julio Rivera a la Presidencia. Fue candidato único. Había sido compañero de Fabio en el Liceo Salvadoreño pero desde que se alzó, siendo subteniente, contra el dictador Martínez en 1944, lo que le valió una condena a muerte, Rivera había tenido sus temblores progresistas. Y comenzó una apertura política que permitió el retorno de algunos exiliados.

Fabio regresó en agosto de 1962 y, desde ese momento, nos dedicamos a trabajar por su candidatura para Rector, candidatura que tenía el decidido apoyo del Partido Comunista y otros sectores que, en torno a Fabio como aglutinador y conductor, diseñamos y pusimos en marcha una reforma universitaria llamada a tener grandes alcances.

En marzo de 1963, Fabio comenzó su cuatrienio como Rector de la UES. Lo acompañamos en la Comisión de Reforma Albino Tinetti, el científico costarricense Alfonso Trejos Willis, Alejandro Dagoberto Marroquín, (destacado intelectual que no se debe confundir con el diputado del PCN), Mario Flores Macal, José María Méndez, Guillermo Manuel Ungo y yo.

En 1966 Fabio Castillo era una figura nacional conocida. Había pasado por una Rectoría académicamente eficaz y políticamente vistosa. Julio Rivera había abierto espacios políticos y sentó las bases para la representación proporcional en la Asamblea Legislativa, el respeto a la autonomía universitaria y algunos cambios tecnocráticos en la institucionalidad del gobierno: telecomunicaciones, acueductos y alcantarillados, para citar algunos; pero lo más importante es que se le vio inclinado a una ampliación de la libertad política. Por supuesto que aún había represión política de baja intensidad, con algunas muertes de opositores. Se abrían los espacios; pero no para tanto.

En agosto de 1966 se comenzó a hablar de inscribir una candidatura de izquierda. Obviamente la fuerza impulsora más importante de esta idea era el Partido Comunista y hubo reuniones con Fabio y varios izquierdistas entre los que recuerdo a Raúl Castellanos Figueroa, Mario Salazar Valiente, José Domingo Mira, Gustavo Loyola, Jorge Arturo Reina, exiliado hondureño, y otros.

De nuevo Fabio, como aglutinador, hacía posible que otros sectores progresistas no comunistas se adhirieran a esta lucha que fue pionera. Fabio renunció a la Rectoría para dedicarse a la campaña política. A fines de 1966 se le proclamó candidato presidencial de la izquierda. Fabio, una esperanza para el pueblo salvadoreño, según decía un pequeño afiche de propaganda, se dedicó a proclamar la necesidad de las grandes soluciones para los grandes problemas del país.
El instrumento era un pequeño partido –el Partido Acción Renovadora (PAR) – fundado a fines de los 1940 por el Coronel Asencio Menéndez, hijo del Presidente Francisco Menéndez. El partido fue tomado por sectores de izquierda y sirvió para legitimar la candidatura de Fabio.

Los otros candidatos eran Abraham Rodríguez, abogado, por el Partido Demócrata Cristiano, Alvaro Martínez, militar, por el derechista Partido Popular Salvadoreño, y Fidel Sánchez Hernández, militar, por el Partido de Conciliación Nacional, comprometido con la continuidad de los gobiernos militares instaurados en 1931. Ganó Sánchez y la dictadura militar retomó su rumbo.

Fabio quiso volver a la carga política y cuando la dictadura ilegalizó al Partido Acción Renovadora y comenzó con eso a cerrar espacios, intentó organizar, con algún grado de autonomía del Partido Comunista, el Partido Acción Revolucionaria que después tornó a ser el Partido Revolucionario. Por supuesto, la dictadura no estaba para tanta apertura y esos ensayos no prosperaron y la izquierda parlamentaria comenzó a moverse hacia otros instrumentos.

(A la postre el puesto del PAR lo ocupó la Unión Democrática Nacionalista (UDN) partido fundado por el político derechista, recientemente fallecido, Francisco Roberto Lima, quien había sido Vice-Presidente del Coronel Rivera y quien en un movimiento paralelo a la fundación, por el General José Alberto Medrano, de la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) había fundado un partido que conservara, como denominador común, las palabras Democrática y Nacionalista, como nacionalista fue después la otra organización republicana y nacionalista fundada por un discípulo de Medrano, Roberto d’Aubuisson).

El Gobierno de Sánchez Hernández recrudeció la represión y, con Medrano, reprimió en 1968 la primera huelga de educadores en ANDES. Por ese tiempo, Fabio comenzó a tener reuniones para explorar otras vías de lucha política, es decir la lucha armada. El esfuerzo era incipiente y silencioso; pero ya se sembraban las semillas. Cuando en 1969 el país se embarcó en la guerra contra Honduras, Fabio se dedicó a esclarecer el carácter de la guerra que solo servía los intereses conservadores de ambos países.

En 1972 hubo fraude y represión en las elecciones. El Coronel Molina fue impuesto como Presidente. Benjamín Mejía, un coronel progresista, quiso restaurar la legalidad y dio un golpe que fracasó. El país se agitó. El nuevo gobierno fraudulento insaturado el primero de julio de 1972 ocupó militarmente, el 19 de julio, la Universidad de El Salvador. Fabio fue desterrado a Costa Rica junto a muchos otros ciudadanos, incluido el Rector de la UES de entonces Rafael Menjívar.

En Costa Rica, Fabio Castillo hizo trabajo académico y continuó con su trabajo político. Mantenía comunicaciones permanentes con políticos izquierdistas. Lo recuerdo, cuando compartíamos casa, sobre su máquina escribiendo cartas hasta altas horas de la noche. En el decenio de los 1970s en Costa Rica, Fabio ha de haber tenido tiempo de contribuir en organizar, junto a otros, una organización político militar que después se supo era el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, el PRTC, una de las fuerzas del FMLN, un esquema pluralista de la izquierda insurgente salvadoreña.

Vino la guerra civil. Durante gran parte de los 1980s Fabio fue miembro prominente de la Comisión Político-Diplomática del FMLN y ahí se le vio desplegar su aporte. Se movía por varios países y era recibido por personalidades que lo veían como un político honrado, progresista y creíble. Tuvo participación destacada en la causa de los derechos humanos en Centroamérica, cuando estos aún eran violados masivamente en las repúblicas centroamericanas. Asimismo, estuvo activo en la promoción de conceptos relacionados con la construcción de zonas de paz en Centroamérica.

En 1990 llegó el impulso final de la negociación para ponerle fin a la guerra interna en El Salvador. Los espacios comenzaron a abrirse y llegó ONUSAL a verificar el estado de los derechos humanos. A mediados de 1991, Fabio Castillo fue elegido, por segunda vez, como Rector de la Universidad de El Salvador, cargo que tuvo hasta 1995. De nuevo la UES tuvo el beneficio de una conducción lúcida y visionaria. Al concluir su período de Rector, Fabio trabajó en la organización de programas de educación sobre derechos humanos de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.

Recuerdo cuando el 16 de enero de 1992, en la Residencia Presidencial de México, Fabio Castillo, Schafik Handal y yo nos fundimos en un abrazo fraterno porque creímos alegremente que “una larga noche había llegado a su fin” y era posible “hacer una revolución por medio de la negociación”, como dijo con entusiasmo y optimismo el Secretario General de Naciones Unidas Boutros-Boutros Ghali.

Cuando comenzó el siglo veintiuno, Fabio Castillo estaba muy activo en la promoción de la seguridad democrática y las reformas educativas en la región centroamericana. La democracia y la educación continuaban como sus nortes éticos e intelectuales. La sociedad salvadoreña comenzó a hacerle justicia por medio de reconocimientos importantes. En el 2004 la Asamblea Legislativa lo designó como Educador Meritísimo, en el 2006 la Alcaldía de San Salvador lo declaró Hijo Meritísimo y en el 2008 la Universidad de El Salvador le otorgó un doctorado Honoris Causa.

Habían parado las injusticias y ataques contra su vida, como cuando los dictadores de turno lo encarcelaban, golpeaban y desterraban o como cuando, al no poder encontrarlo, en los 1980s, dinamitaron su casa de Ayutuxtepeque hasta dejarla como tierra arrasada.

Hoy Fabio cumple 90 años. Vida fecunda, luchadora y ejemplar la suya. Gran campeón de la dignidad, de la democracia y del progreso en El Salvador. A la distancia le rindo cariñoso y solidario homenaje en el recuerdo de muchas jornadas compartidas.

El viejo seco: el orden asalta al desorden

Lunes, 09 de Abril de 2012 / 12:48 h
El viejo seco: el orden asalta al desorden

Dagoberto Gutiérrez
1969 fue un año bien cargado. En julio estalla la guerra con Honduras y una larga corriente de migrantes salvadoreños fue expulsada de nuevo, de regreso, hacia El Salvador. La tensión sociopolítica creció y los alambres luminosos de la historia señalaban hacia un horizonte de fuegos. A finales de ese año, organizamos la Unión de Jóvenes Patriotas (UJP), y ahí conocí a Américo Araujo, ya le decían El Rusito, porque recién regresaba de Moscú, graduado de médico en una universidad soviética. Esa mañana, entre una y otra reunión, jugamos fútbol y El Rusito se mostró fuerte, dispuesto, y muy interesado en los goles.

Los años de clandestinidad, que son como aprender a caminar entre rejillas calientes y brasas ardientes, me permitieron conocerlo mejor, y así supe de su tremenda capacidad para la broma, sobre todo aquella construida a partir de informaciones conocidas y desconocidas, y que terminaban haciendo pensar. Supe que era tremendamente reservado y mantenía una relación bastante cercana con el dolor físico, porque una extraña formación de sus vértebras superiores le producían un dolor casi permanente, que se agravaría con el tiempo, y que solo menguaba con medicina constante, pero nunca lo oí quejarse de ningún dolor y casi nunca hacía referencia a su condición médica.

Era un hombre pequeño, blanco, de manos ágiles pero no grandes, de frente despejada y ojos inteligentes, no era corpulento pero tampoco notablemente menudo. Lo de Viejo Seco le vino, sin duda, porque en ningún momento apareció con más libras o con un peso diferente al normal, como si siempre tuviera a mano una dieta milagrosa que lo protegiera de las libras. Lo de Viejo fue porque, en medio de las bromas, era una persona tremendamente seria en su visión del mundo y de la vida, y siempre parecía mayor que los años que en realidad tenía. Se trataba de una persona muy vinculada y muy conocedor del orden, con capacidad de estudio y dueño de una cultura que le permitió mirar la vida, la realidad y el universo, más allá de lo que ordinariamente aparece ante nuestros ojos. Pero, en el caos aparente de lo real, Américo Mauro Araujo siempre encontró un orden al que se aferraba y del que, sin duda, partía, para asaltar al orden capitalista.

Su trabajo político lo llevó a descubrir que ese orden capitalista suponía un desorden económico, político e ideológico, que era y es una apariencia, sobre todo cuando establece que solo desde el orden se puede abordar y relacionarse con el orden capitalista.

El Viejo Seco y todos nosotros llegamos a entender que ese orden enemigo solo podía ser asaltado por un orden construido desde el pueblo y nutrido por una teoría, una ideología, una filosofía y una organización especializada en luchar desde el desorden, y en ese momento supimos dar el paso y el salto hacia la lucha armada, y Mauro Américo se transforma en luchador clandestino y armado. Se trataba de la lucha contra la dictadura militar de derecha, construida a partir de 1932 y aliada de los Estados Unidos, dentro de una guerra popular revolucionaria ya estallada. Mauro cruzó la escuela luminosa de la clandestinidad, la de los encuentros y desencuentros con las organizaciones revolucionarias hermanas, la de la construcción del FMLN como la mayor alianza política de la historia de nuestro país, y entramos de lleno en los días de acero de la guerra.
En una redada fulminante en la capital, San Salvador, El Viejo Seco es capturado por el enemigo junto a decenas de luchadores revolucionarios, el 9 de agosto de 1985. Casi un mes después, el 10 de septiembre, un comando guerrillero captura a Inés Guadalupe Duarte, hija del Presidente de turno, Napoleón Duarte, y a su amiga, Cecilia Villeda. El 24 de octubre de 1985, en un canje negociado afanosamente, las prisioneras son entregadas en Tenancingo a cambio de la libertad de 20 presos políticos, entre ellos Américo Mauro, y 101 lisiados de guerra.

En los frentes de guerra, el Comandante Hugo conducía el frente interno con mano firme, cautelosa y prudente. Toda la guerra, con sus detalles y minucias, le cabía en una libreta de notas y su minuciosa capacidad de manejar el detalle le permitió siempre conocer el pálpito de los acontecimientos. Nunca bajó la guardia, nunca descuidó aspectos importantes, ni detalles aparentemente insignificantes, y siempre aseguró caminos abiertos hacia los combatientes y hacia los jefes. Siempre fue exigente en el control de las tareas y en sus resultados. Su mochila siempre fue un ordenado equipo donde infaltablemente estaban sus medicinas, su equipo fundamental y el control, y dirección de los frentes. Trabajador incansable y sometido a los rigores de la guerra.

El fin de la guerra lo introduce en un mundo sin paz y sin guerra, sin lucha política y con abundante discurso electoral, y una nueva etapa de su vida se abre como el pétalo de una rosa: El Viejo Seco se hace padre de Moniquita y Katia, de 22 y 19 años, actualmente, y ambas estudiantes de Psicología. Esta es una etapa importante en la vida de Américo, la más tierna y de mayor aprendizaje. La muerte de Américo, el Domingo de Ramos, primero de abril del corriente año, nos impactó y conmovió, aunque sabemos que la vida de El Viejo Seco es capaz de vencer al olvido, de asegurar la memoria, refrescar a la historia e imponerse, al final, como una vida eternamente valiosa, útil y de compromiso. Reciban, su esposa Teresita, sus hijas y familiares, el pésame más sentido y el reconocimiento a una vida ejemplar.

¡AMERICO ARAUJO, PRESENTE…AHORA Y SIEMPRE!

SAN SALVADOR, 2 de abril de 2012 (SIEP) “Nos vas a hacer mucha falta Américo, para las batallas que aún están pendientes en el horizonte de la lucha…pero así es la vida y le agradecemos a Dios que nos permitiera conocerte…”expresó el Rev. Roberto Pineda de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador. El Dr. Américo Mauro Araujo falleció ayer en La Habana, Cuba, a los 68 años.

“Américo dedicó su profundo talento, su voluntad de hierro, su vida toda de mucha nobleza, a la lucha por la democracia y el socialismo en nuestra Patria. Fue un líder revolucionario, militante comunista, del cual nos sentíamos orgullosos y una persona muy modesta, pero con una autoridad moral y política inmensa…”

“Se incorporó a la revolución y al Partido Comunista desde muy joven, en secundaria, en las gloriosas jornadas contra el dictador Lemus a finales de los años cincuenta. A principios de los sesenta viaja a la Unión Soviética a estudiar Medicina. Esta en Moscú cuando las crisis de los misiles en Cuba, y muy emocionado se presenta ante la embajada cubana como voluntario ante una posible invasión de Estados Unidos a la isla. Así era Américo.”

“Regresa al país a finales de los sesenta y se incorpora a las labores revolucionarias. Es electo al comité central del PCS en el VI Congreso de agosto de 1970. Trabaja desde la clandestinidad, educando, organizando, preparando condiciones para las luchas que se venían. En marzo de 1979 es electo subsecretario general en el VII Congreso del PCS, que marcó el viraje a la lucha armada.”

“Desarrolla múltiples tareas político-militares en la construcción de lo que luego sería las Fuerzas Armadas de Liberación, FAL. Asimismo en el fortalecimiento de la unidad revolucionaria que quedo sellada en octubre de 1980 con la creación del FMLN. En 1985 es capturado y desaparecido. Se mantiene firme en sus principios ante la tortura y las amenazas. Es enviado a la cárcel de Mariona y ahí continúa su incansable labor revolucionaria. Ese mismo año es liberado junto con otros compañeros y se incorpora a la conducción de las fuerzas guerrilleras en el cerro de Guazapa.”

Luego de los Acuerdos de Paz de 1992 se incorpora a la conducción de FUNSALPRODESE, institución desde la cual continúa sus labores de organización y educación popular. En el 2010 es nombrado Embajador de nuestro país en Republica Dominicana. Con mucha tristeza por su partida pero a la vez con una gran alegría porque Américo representaba muchas facetas de ese hombre y mujer nuevos que esperamos construir en todos nosotros, le decimos a su familia y a la militancia del FMLN: ¡Américo Araujo, presente…ahora y siempre!