Segunda Declaración de La Habana

Segunda Declaración de La Habana
[Discurso: Texto completo]
Fidel Castro Ruz

Vísperas de su muerte, en carta inconclusa porque una bala española le atravesó el corazón el 18 de mayo de 1895, José Martí, Apóstol de nuestra independencia, escribió a su amigo Manuel Mercado: «Ya puedo escribir… ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber…, de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…

»Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos… más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los Imperialistas… el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia –les habían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos.

»Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: –y mi honda es la de David.»

Ya Martí, en 1895, señaló el peligro que se cernía sobre América y llamó al imperialismo por su nombre: Imperialismo. A los pueblos de América advirtió que ellos estaban más que nadie interesados en que Cuba no sucumbiera a la codicia yanqui despreciadora de los pueblos latinoamericanos.

Y con su propia sangre, vertida por Cuba y por América, rubricó las póstumas palabras que en homenaje a su recuerdo el pueblo de Cuba suscribe hoy a la cabeza de esta Declaración.

Han transcurrido sesenta y siete años. Puerto Rico fue convertida en colonia y es todavía colonia saturada de bases militares. Cuba cayó también en las garras del imperialismo. Sus tropas ocuparon nuestro territorio. La Enmienda Platt fue impuesta a nuestra primera Constitución, como cláusula humillante que consagraba el odioso derecho de intervención extranjera. Nuestras riquezas pasaron a sus manos, nuestra historia falseada, nuestra administración y nuestra política moldeada por entero a los intereses de los interventores; la nación sometida a sesenta años de asfixia política, económica y cultural.

Pero Cuba se levantó, Cuba pudo redimirse a sí misma del bastardo tutelaje. Cuba rompió las cadenas que ataban su suerte al imperio opresor, rescató sus riquezas, reivindicó su cultura y desplegó su bandera soberana de Territorio y Pueblo Libre de América.

Ya los Estados Unidos no podrán caer jamás sobre América con la fuerza de Cuba, pero en cambio, dominando a la mayoría de los demás Estados de América Latina, Estados Unidos pretende caer sobre Cuba con la fuerza de América.

¿Qué es la historia de Cuba sino la historia de América Latina? ¿Y qué es la historia de América Latina sino la historia de Asia, África y Oceanía? ¿Y qué es la historia de todos estos pueblos sino la historia de la explotación más despiadada y cruel del imperialismo en el mundo entero?

A fines del siglo pasado y comienzos del presente, un puñado de naciones económicamente desarrolladas habían terminado de repartirse el mundo, sometiendo a su dominio económico y político a las dos terceras partes de la humanidad, que, de esta forma, se vio obligada a trabajar para las clases dominantes del grupo de países de economía capitalista desarrollada.

Las circunstancias históricas que permitieron a ciertos países europeos y a los Estados Unidos de Norteamérica un alto nivel de desarrollo industrial, los situó en posición de poder someter a su dominio y explotación al resto del mundo.

¿Qué móviles impulsaron esa expansión de las potencias industrializadas? ¿Fueron razones de tipo moral, «civilizadoras», como ellos alegaban? No: fueron razones de tipo económico.

Desde el descubrimiento de América, que lanzó a los conquistadores europeos a través de los mares a ocupar y explotar las tierras y los habitantes de otros continentes, el afán de riqueza fue el móvil fundamental de su conducta. El propio descubrimiento de América se realizó en busca de rutas más cortas hacia el Oriente, cuyas mercaderías eran altamente pagadas en Europa.

Una nueva clase social, los comerciantes y los productores de artículos manufacturados para el comercio, surge del seno de la sociedad feudal de señores y siervos en las postrimerías de la Edad Media.

La sed de oro fue el resorte que movió los esfuerzos de esa nueva clase. El afán de ganancia fue el incentivo de su conducta a través de su historia. Con el desarrollo de la industria manufacturera y el comercio fue creciendo su influencia social. Las nuevas fuerzas productivas que se desarrollaban en el seno de la sociedad feudal chocaban cada vez más con las relaciones de servidumbre propias del feudalismo, sus leyes, sus instituciones, su filosofía, su moral, su arte y su ideología política.

Nuevas ideas filosóficas y políticas, nuevos conceptos del derecho y del Estado fueron proclamados por los representantes intelectuales de la clase burguesa, los que por responder a las nuevas necesidades de la vida social, poco a poco se hicieron conciencia en las masas explotadas. Eran entonces ideas revolucionarias frente a las ideas caducas de la sociedad feudal. Los campesinos, los artesanos y los obreros de las manufacturas, encabezados por la burguesía, echaron por tierra el orden feudal, su filosofía, sus ideas, sus instituciones, sus leyes y los privilegios de la clase dominante, es decir, la nobleza hereditaria.

Entonces la burguesía, consideraba justa y necesaria la revolución. No pensaba que el orden feudal podía y debía ser eterno, como piensa ahora de su orden social capitalista. Alentaba a los campesinos a librarse de la servidumbre feudal, alentaba a los artesanos contra las relaciones gremiales y reclamaba el derecho al poder político. Los monarcas absolutos, la nobleza y el alto clero defendían tenazmente sus privilegios de clase, proclamando el derecho divino de la corona y la intangibilidad del orden social. Ser liberal, proclamar las ideas de Voltaire, Diderot, Juan Jacobo Rousseau, portavoces de la filosofía burguesa, constituía entonces para las clases dominantes un delito tan grave como es hoy para la burguesía ser socialista y proclamar las ideas de Marx, Engels y Lenin.

Cuando la burguesía conquistó el poder político y estableció sobre las ruinas de la sociedad feudal su modo capitalista de producción, sobre ese modo de producción erigió su estado, sus leyes, sus ideas e instituciones. Esas instituciones consagraban en primer término la esencia de su dominación de clase: la propiedad privada. La nueva sociedad basada en la propiedad privada sobre los medios de producción y en la libre competencia quedó así dividida en dos clases fundamentales: una poseedora de los medios de producción, cada vez más modernos y eficientes; la otra, desprovista de toda riqueza, poseedora sólo de su fuerza de trabajo, obligada a venderla en el mercado como una mercancía más para poder subsistir.

Rotas las trabas del feudalismo, las fuerzas productivas se desarrollaron extraordinariamente. Surgieron las grandes fábricas, donde se acumulaba un número cada vez mayor de obreros.

Las fábricas más modernas y técnicamente eficientes iban desplazando del mercado a los competidores menos eficaces. El costo de los equipos industriales se hacía cada vez mayor; era necesario acumular cada vez sumas superiores de capital. Una parte importante de la producción se fue acumulando en número menor de manos. Surgieron así las grandes empresas capitalistas y más adelante las asociaciones de grandes empresas a través de carteles, sindicatos, «trusts» y consorcios, según el grado y el carácter de la asociación, controlados por los poseedores de la mayoría de las acciones, es decir, por los más poderosos caballeros de la industria.

La libre concurrencia, característica del capitalismo en su primera fase, dio paso a los monopolios que concertaban acuerdos entre sí y controlaban los mercados.

¿De dónde salieron las colosales sumas de recursos que permitieron a un puñado de monopolistas acumular miles de millones de dólares? Sencillamente, de la explotación del trabajo humano. Millones de hombres obligados a trabajar por un salario de subsistencia produjeron con su esfuerzo los gigantescos capitales de los monopolios. Los trabajadores acumularon las fortunas de las clases privilegiadas, cada vez más ricas, cada vez más poderosas. A través de las instituciones bancarias llegaron a disponer éstas no sólo de su propio dinero, sino también del dinero de toda la sociedad. Así se produjo la fusión de los bancos con la gran industria y nació el capital financiero.

¿Qué hacer entonces con los grandes excedentes de capital que en cantidades mayores se iba acumulando? Invadir con ellos el mundo. Siempre en pos de la ganancia, comenzaron a apoderarse de las riquezas naturales de todos los países económicamente débiles y a explotar el trabajo humano de sus pobladores con salarios mucho más míseros que los que se veían obligados a pagar a los obreros de la propia metrópoli. Se inició así el reparto territorial y económico del mundo. En 1914, ocho o diez países imperialistas habían sometido a su dominio económico y político fuera de sus fronteras a territorios cuya extensión ascendía a 83.700.000 kilómetros cuadrados, en una población de novecientos setenta millones de habitantes. Sencillamente se habían repartido el mundo.

Pero como el mundo era limitado en extensión, repartido ya hasta el último rincón del globo, vino el choque entre los distintos países monopolistas y surgieron las pugnas por nuevos repartos originados en la distribución no proporcional al poder industrial y económico que los distintos países monopolistas en desarrollo desigual habían alcanzado. Estallaron las guerras imperialistas que costarían a la humanidad cincuenta millones de muertos, decenas de millones de inválidos e incalculables riquezas materiales y culturales destruidas. Aún no había sucedido esto cuando ya Marx escribió que «el capital recién nacido rezumaba sangre y fango por todos los poros, desde los pies a la cabeza».

El sistema capitalista de producción, una vez que hubo dado de sí todo lo que era capaz, se convirtió en un abismal obstáculo al progreso de la humanidad. Pero la burguesía desde su origen llevaba en sí misma su contrario. En su seno se desarrollaron gigantescos instrumentos productivos, pero a su vez se desarrolló una nueva y vigorosa fuerza social: el proletariado, llamado a cambiar el sistema social ya viejo y caduco del capitalismo por una forma económico-social superior y acorde con las posibilidades históricas de la sociedad humana, convirtiendo en propiedad de toda la sociedad esos gigantescos medios de producción que los pueblos y nada más que los pueblos con su trabajo habían creado y acumulado. A tal grado de desarrollo de las fuerzas productivas, resultaba caduco y anacrónico un régimen que postulaba la posesión privada y con ello la subordinación de la economía de millones y millones de seres humanos a los dictados de una exigua minoría social.

Los intereses de la humanidad reclamaban el cese de la anarquía en la producción, el derroche, las crisis económicas y las guerras de rapiña propias del sistema capitalista. Las crecientes necesidades del género humano y la posibilidad de satisfacerlas exigían el desarrollo planificado de la economía y la utilización racional de sus medios de producción y recursos naturales.

Era inevitable que el imperialismo y el colonialismo entraran en profunda e insalvable crisis. La crisis general se inició a raíz de la Primera Guerra Mundial con la revolución de los obreros y campesinos, que derrocó al imperio zarista de Rusia e implantó, en dificilísimas condiciones de cerco y agresión capitalista, el primer Estado socialista del mundo, iniciando una nueva era en la historia de la humanidad. Desde entonces hasta nuestros días, la crisis y la descomposición del sistema imperialista se han acentuado incesantemente.

La Segunda Guerra Mundial, desatada por las potencias imperialistas, y que arrastró a la Unión Soviética y a otros pueblos de Europa y de Asia, criminalmente invadidos, a una sangrienta lucha de liberación, culminó en la derrota del fascismo, la formación del campo mundial del socialismo y la lucha por su soberanía de los pueblos coloniales y dependientes. Entre 1945 y 1957 más de mil doscientos millones de seres humanos conquistaron su independencia en Asia y en África. La sangre vertida por los pueblos no fue en vano.

El movimiento de los pueblos dependientes y colonizados es un fenómeno de carácter universal que agita al mundo y marca la crisis final del imperialismo.

Cuba y América Latina forman parte del mundo. Nuestros problemas forman parte de los problemas que se engendran de la crisis general del imperialismo y la lucha de los pueblos subyugados: el choque entre el mundo que nace y el mundo que muere. La odiosa y brutal campaña desatada contra nuestra Patria expresa el esfuerzo desesperado como inútil que los imperialistas hacen para evitar la liberación de los pueblos.

Cuba duele de manera especial a los imperialistas. ¿Qué es lo que se esconde tras el odio yanqui a la Revolución Cubana? ¿Qué explica racionalmente la conjura que reúne en el mismo propósito agresivo a la potencia imperialista más rica y poderosa del mundo contemporáneo y a las oligarquías de todo un continente, que juntos suponen representar una población de trescientos cincuenta millones de seres humanos, contra un pequeño pueblo de sólo siete millones de habitantes, económicamente subdesarrollado, sin recursos financieros ni militares para amenazar ni la seguridad ni la economía de ningún país?

Los une y los concita el miedo. Lo explica el miedo. No el miedo a la Revolución Cubana; el miedo a la revolución latinoamericana. No el miedo a los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas medias que han tomado revolucionariamente el poder en Cuba; sino el miedo a que los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas medias tomen revolucionariamente el poder en los pueblos oprimidos, hambrientos y explotados por los monopolios yanquis y la oligarquía reaccionaria de América; el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebaten las armas a sus opresores y se declaren, como Cuba, pueblos libres de América.

Aplastando la Revolución Cubana creen disipar el miedo que los atormenta, y el fantasma de la revolución que los amenaza. Liquidando a la Revolución Cubana, creen liquidar el espíritu revolucionario de los pueblos. Pretenden en su delirio que Cuba es exportadora de revoluciones. En sus mentes de negociantes y usureros insomnes cabe la idea de que las revoluciones se pueden comprar o vender, alquilar o prestar, exportar o importar como una mercancía más.

Ignorantes de las leyes objetivas que rigen el desarrollo de las sociedades humanas, creen que sus regímenes monopolistas, capitalistas y semifeudales son eternos. Educados en su propia ideología reaccionaria, mezcla de superstición, ignorancia, subjetivismo, pragmatismo y otras aberraciones del pensamiento, tienen una imagen del mundo y de la marcha de la historia acomodada a sus intereses de clases explotadoras. Suponen que las revoluciones nacen o mueren en el cerebro de los individuos o por efecto de las leyes divinas y que además los dioses están de su parte. Siempre han creído lo mismo, desde los devotos paganos patricios en la Roma esclavista, que lanzaban a los cristianos primitivos a los leones del circo y los inquisidores en la Edad Media que, como guardianes del feudalismo y la monarquía absoluta, inmolaban en la hoguera a los primeros representantes del pensamiento liberal de la naciente burguesía, hasta los obispos que hoy, en defensa del régimen burgués y monopolista, anatematizan las revoluciones proletarias. Todas las clases reaccionarias en todas las épocas históricas, cuando el antagonismo entre explotadores y explotados llega a su máxima tensión, presagiando el advenimiento de un nuevo régimen social, han acudido a las peores armas de la represión y la calumnia contra sus adversarios. Acusados de incendiar a Roma y de sacrificar niños en sus altares, los cristianos primitivos fueron llevados al martirio. Acusados de herejes, fueron llevados por los inquisidores a la hoguera filósofos como Giordano Bruno, reformadores como Hus y miles de inconformes más con el orden feudal. Sobre los luchadores proletarios se ensaña hoy la persecución y el crimen precedidos de las peores calumnias en la prensa monopolista y burguesa. Siempre en cada época histórica, las clases dominantes han asesinado invocando su sociedad de minorías privilegiadas sobre mayorías explotadas la defensa de la sociedad, del orden, de la Patria: «su orden clasista», que mantienen a sangre y fuego sobre los desposeídos, «la patria» que disfrutan ellos solos, privando de ese disfrute al resto del pueblo, para reprimir a los revolucionarios que aspiran a una sociedad nueva, un orden justo, una Patria verdadera para todos.

Pero el desarrollo de la historia, la marcha ascendente de la humanidad no se detiene ni puede detenerse. Las fuerzas que impulsan a los pueblos, que son los verdaderos constructores de la historia, determinadas por las condiciones materiales de su existencia y la aspiración a metas superiores de bienestar y libertad, que surgen cuando el progreso del hombre en el campo de la ciencia, de la técnica y de la cultura lo hacen posible, son superiores a la voluntad y al terror que desatan las oligarquías dominantes.

Las condiciones subjetivas de cada país, es decir, el factor conciencia, organización, dirección, puede acelerar o retrasar la revolución según su mayor o menor grado de desarrollo, pero tarde o temprano en cada época histórica, cuando las condiciones objetivas maduran, la conciencia se adquiere, la organización se logra, la dirección surge y la revolución se produce.

Que ésta tenga lugar por cauces pacíficos o nazca al mundo después de un parto doloroso, no depende de las fuerzas reaccionarias de la vieja sociedad, que se resisten a dejar nacer la sociedad nueva, que es engendrada por las contradicciones que lleva en su seno la vieja sociedad. La revolución es en la historia como el médico que asiste al nacimiento de una nueva vida. No usa sin necesidad los aparatos de fuerza, pero los usa sin vacilaciones cada vez que sea necesario para ayudar al parto. Parto que trae a las masas esclavizadas y explotadas la esperanza de una vida mejor.

En muchos países de América Latina la revolución es hoy inevitable. Ese hecho no lo determina la voluntad de nadie. Está determinado por las espantosas condiciones de explotación en que vive el hombre americano, el desarrollo de la conciencia revolucionaria de las masas, la crisis mundial del imperialismo y el movimiento universal de lucha de los pueblos subyugados.

La inquietud que hoy se registra es síntoma inequívoco de rebelión. Se agitan las entrañas de un continente que ha sido testigo de cuatro siglos de explotación esclava y feudal del hombre desde sus moradores aborígenes y los esclavos traídos de África, hasta los núcleos nacionales que surgieron después: blancos, negros, mulatos, mestizos e indios que hoy hermanan el desprecio, la humillación y el yugo yanqui, como hermana la esperanza de un mañana mejor.

Los pueblos de América se liberaron del coloniaje español a principios del siglo pasado, pero no se liberaron de la explotación. Los terratenientes feudales asumieron la autoridad de los gobernantes españoles, los indios continuaron en penosa servidumbre, el hombre latinoamericano en una u otra forma siguió esclavo, y las mínimas esperanzas de los pueblos sucumbieron bajo el poder de las oligarquías y la coyunda del capital extranjero. Esta ha sido la verdad de América, con uno u otro matiz, con alguna que otra variante. Hoy América Latina yace bajo un imperialismo más feroz, mucho más poderoso y más despiadado que el imperio colonial español.

Y ante la realidad objetiva e históricamente inexorable de la revoluci6n latinoamericana, ¿cuál es la actitud del imperialismo yanqui? Disponerse a librar una guerra colonial con los pueblos de América Latina; crear su aparato de fuerza, los pretextos políticos y los instrumentos seudolegales suscritos con los representantes de las oligarquías reaccionarias para reprimir a sangre y fuego la lucha de los pueblos latinoamericanos.

La intervención del Gobierno de los Estados Unidos en la política interna de los países de América Latina ha ido siendo cada vez más abierta y desenfrenada.

La Junta Interamericana de Defensa, por ejemplo, ha sido y es el nido donde se incuban los oficiales más reaccionarios y proyanquis de los ejércitos latinoamericanos, utilizados después como instrumentos golpistas al servicio de los monopolios.

Las misiones militares norteamericanas en América Latina constituyen un aparato de espionaje permanente en cada nación, vinculado estrechamente a la Agencia Central de Inteligencia, inculcando a los oficiales los sentimientos más reaccionarios y tratando de convertir los ejércitos en instrumentos de sus intereses políticos y económicos.

Actualmente, en la zona del Canal de Panamá, el alto mando norteamericano ha organizado cursos especiales de entrenamiento para oficiales latinoamericanos de lucha contra guerrillas revolucionarias, dirigidos a reprimir la acción armada de las masas campesinas contra la explotación feudal a que están sometidas.

En los propios Estados Unidos, la Agencia Central de Inteligencia ha organizado escuelas especiales para entrenar agentes latinoamericanos en las más sutiles formas de asesinatos; y es política acordada por los servicios militares yanquis la liquidación física de los dirigentes antiimperialistas.

Es notorio que las embajadas yanquis en distintos países de América Latina están organizando, instruyendo y equipando bandas fascistas para sembrar el terror y agredir las organizaciones obreras, estudiantiles e intelectuales. Esas bandas, donde reclutan a los hijos de la oligarquía, a lumpen y gente de la peor calaña moral, han perpetrado ya una serie de actos agresivos contra los movimientos de masas.

Nada más evidente e inequívoco de los propósitos del imperialismo que su conducta en los recientes sucesos de Santo Domingo. Sin ningún tipo de justificación, sin mediar siquiera relaciones diplomáticas con esa República, los Estados Unidos, después de situar sus barcos de guerra frente a la capital dominicana, declararon con su habitual insolencia que si el Gobierno de Balaguer solicitaba ayuda militar, desembarcarían sus tropas en Santo Domingo contra la insurgencia del pueblo dominicano. Que el poder de Balaguer fuera absolutamente espurio, que cada pueblo soberano de América debe tener derecho a resolver sus problemas internos sin intervención extranjera, que existan normas internacionales y una opinión mundial, que incluso existiera una O.E.A., no contaban para nada en las consideraciones de los Estados Unidos. Lo que sí contaban eran sus designios de impedir la revolución dominicana, la reimplantación de los odiosos desembarcos de su Infantería de Marina, sin más base ni requisito para fundamentar ese nuevo concepto filibustero del derecho que la simple solicitud de un gobernante tiránico, ilegítimo y en crisis. Lo que esto significa no debe escapar a los pueblos. En América Latina hay sobrados gobernantes de ese tipo, dispuestos a utilizar las tropas yanquis contra sus respectivos pueblos cuando se vean en crisis.

Esta política declarada del imperialismo norteamericano de enviar soldados a combatir el movimiento revolucionario en cualquier país de América Latina, es decir, a matar obreros, estudiantes, campesinos, a hombres y mujeres latinoamericanos, no tiene otro objetivo que el de seguir manteniendo sus intereses monopolistas y los privilegios de la oligarquía traidora que los apoya.

Ahora se puede ver con toda claridad que los pactos militares suscritos por el Gobierno de Estados Unidos con gobiernos latinoamericanos, pactos secretos muchas veces y siempre a espaldas de los pueblos, invocando hipotéticos peligros exteriores que nadie vio nunca por ninguna parte, tenían el único y exclusivo objetivo de prevenir la lucha de los pueblos; eran pactos contra los pueblos, contra el único peligro, el peligro interior del movimiento de liberación que pusiera en riesgo los intereses yanquis. No sin razón los pueblos se preguntaban: ¿Por qué tantos convenios militares? ¿Para qué los envíos de armas que si técnicamente son inadecuados para una guerra moderna, son en cambio eficaces para aplastar huelgas, reprimir manifestaciones populares y ensangrentar el país? ¿Para qué las misiones militares, el Pacto de Río de Janeiro y las mil y una conferencias internacionales?

Desde que culminó la Segunda Guerra Mundial, las naciones de América Latina se han ido depauperando cada vez más, sus exportaciones tienen cada vez menos valor, sus importaciones precios más altos, el ingreso per cápita disminuye, los pavorosos porcentajes de mortalidad infantil no decrecen, él número de analfabetos es superior, los pueblos carecen de trabajo, de tierras, de viviendas adecuadas, de escuelas, de hospitales, de vías de comunicación y de medios de vida. En cambio, las inversiones norteamericanas sobrepasan los diez mil millones de dólares.

América Latina es además abastecedora de materias primas baratas y compradora de artículos elaborados caros. Como los primeros conquistadores españoles, que cambiaban a los indios espejos y baratijas por oro y plata, así comercian con América Latina los Estados Unidos. Conservar ese torrente de riqueza, apoderarse cada vez más de los recursos de América y explotar a sus pueblos sufridos: he ahí lo que se ocultaba tras los pactos militares, las misiones castrenses y los cabildos diplomáticos de Washington.

Esta política de paulatino estrangulamiento de la soberanía de las naciones latinoamericanas y de manos libres para intervenir en sus asuntos internos tuvo su punto culminante en la última reunión de cancilleres. En Punta del Este el imperialismo yanqui reunió a los cancilleres para arrancarles, mediante presión política y chantaje económico sin precedentes, con la complicidad de un grupo de los más desprestigiados gobernantes de este continente, la renuncia a la soberanía nacional de nuestros pueblos y la consagración del odiado derecho de intervención yanqui en los asuntos internos de América; el sometimiento de los pueblos a la voluntad omnímoda de Estados Unidos de Norteamérica, contra la cual lucharon todos los próceres, desde Bolívar hasta Sandino.

Y no se ocultaron ni el Gobierno de Estados Unidos ni los representantes de las oligarquías explotadoras ni la gran prensa reaccionaria vendida a los monopolios y a los señores feudales, para demandar abiertamente acuerdos que equivalen a la supresión formal del derecho de autodeterminación de nuestros pueblos; borrarlo de un plumazo en la conjura más infame que recuerda la historia de este continente.

A puertas cerradas entre conciliábulos repugnantes, donde el ministro yanqui de colonias dedicó días enteros a vencer la resistencia y los escrúpulos de algunos cancilleres poniendo en juego los millones de la Tesorería yanqui en una indisimulada compraventa de votos, un puñado de representantes de las oligarquías de países que, en conjunto, apenas suman un tercio de la población del continente, impuso acuerdos que sirven en bandeja de plata al amo yanqui la cabeza de un principio que costó toda la sangre de nuestros pueblos desde las guerras de independencia. El carácter pírrico de tan tristes y fraudulentos logros del imperialismo, su fracaso moral, la unanimidad rota y el escándalo universal, no disminuyen la gravedad que entraña para los pueblos de América Latina los acuerdos que impusieron a ese precio. En aquel cónclave inmoral la voz titánica de Cuba se elevó sin debilidad ni miedo para acusar ante todos los pueblos de América y del mundo el monstruoso atentado y defender virilmente y con dignidad que constará en los anales de la historia, no sólo el derecho de Cuba, sino el derecho desamparado de todas las naciones hermanas del continente americano.

La palabra de Cuba no podía tener eco en aquella mayoría amaestrada, pero tampoco podía tener respuesta; sólo cabía el silencio impotente ante sus demoledores argumentos, la diafanidad y valentía de sus palabras. Pero Cuba no habló para los cancilleres; Cuba habló para los pueblos y para la historia, donde sus palabras tendrán eco y respuesta.

En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos; los Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos, por los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas. Cuba, por la soberanía; Estados Unidos, por la intervención. Cuba, por la nacionalización de las empresas extranjeras; Estados Unidos, por nuevas inversiones de capital foráneo. Cuba, por la cultura; Estados Unidos, por la ignorancia. Cuba, por la reforma agraria; Estados Unidos, por el latifundio. Cuba, por la industrialización de América; Estados Unidos, por el subdesarrollo. Cuba, por el trabajo creador; Estados Unidos, por el sabotaje y el terror contrarrevolucionario que practican sus agentes, la destrucción de cañaverales y fábricas, los bombardeos de sus aviones piratas contra el trabajo de un pueblo pacífico. Cuba, por los alfabetizadores asesinados; Estados Unidos, por los asesinos. Cuba, por el pan; Estados Unidos, por el hambre. Cuba, por la igualdad; Estados Unidos, por el privilegio y la discriminación. Cuba, por la verdad; Estados Unidos, por la mentira. Cuba, por la liberación; Estados Unidos, por la opresión. Cuba, por el porvenir luminoso de la humanidad; Estados Unidos, por el pasado sin esperanza. Cuba, por los héroes que cayeron en Girón para salvar la Patria del dominio extranjero; Estados Unidos, por los mercenarios y traidores que sirven al extranjero contra su Patria. Cuba, por la paz entre los pueblos; Estados Unidos, por la agresión y la guerra. Cuba, por el socialismo; Estados Unidos, por el capitalismo.

Los acuerdos obtenidos por Estados Unidos con métodos tan bochornosos que el mundo entero critica, no restan, sino que acrecentan la moral y la razón de Cuba, demuestran el entreguismo y la traición de las oligarquías a los intereses nacionales y enseña a los pueblos el camino de la liberación. Revela la podredumbre de las clases explotadoras, en cuyo nombre hablaron sus representantes en Punta del Este. La O.E.A. quedó desenmascarada como lo que es: un ministerio de colonias yanquis, una alianza militar, un aparato de represión contra el movimiento de liberación de los pueblos latinoamericanos.

Cuba ha vivido tres años de Revolución bajo incesante hostigamiento de intervención yanqui en nuestros asuntos internos. Aviones piratas procedentes de Estados Unidos lanzando materias inflamables han quemado millones de arrobas de caña; actos de sabotaje internacional perpetrados por agentes yanquis, como la explosión del vapor «La Coubre», ha costado decenas de vidas cubanas; miles de armas norteamericanas de todos tipos han sido lanzadas en paracaídas por los servicios militares de Estados Unidos sobre nuestro territorio para promover la subversión; cientos de toneladas de materiales explosivos y máquinas infernales han sido desembarcados subrepticiamente en nuestras costas por lanchas norteamericanas para promover el sabotaje y el terrorismo; un obrero cubano fue torturado en la Base Naval de Guantánamo y privado de la vida sin proceso previo ni explicación posterior alguna; nuestra cuota azucarera fue suprimida abruptamente y proclamado el embargo de piezas y materias primas para fábricas y maquinaria de construcción norteamericana para arruinar nuestra economía; barcos artillados y aviones de bombardeo procedentes de bases preparadas por el Gobierno de Estados Unidos han atacado sorpresivamente puestos e instalaciones cubanas; tropas mercenarias organizadas y entrenadas en países de América Central por el propio Gobierno han invadido en son de guerra nuestro territorio, escoltados por barcos de la flota yanqui, y con apoyo aéreo desde bases exteriores, provocando la pérdida de numerosas vidas y la destrucción de bienes materiales; contrarrevolucionarios cubanos son instruidos en el ejército de Estados Unidos y nuevos planes de agresión se realizan contra Cuba. Todo eso ha estado ocurriendo durante tres años, incesantemente, a la vista de todo el continente, y la O.E.A. no se entera. Los cancilleres se reúnen en Punta del Este y no amonestan siquiera al Gobierno de Estados Unidos ni a los gobiernos que son cómplices materiales de esas agresiones. Expulsan a Cuba, el país latinoamericano víctima, el país agredido.

Estados Unidos tiene pactos militares con países de todos los continentes; bloques militares con cuanto gobierno fascista, militarista y reaccionario haya en el mundo; la O.T.A.N., la S.E.A.T.O. y la C.E.N.T.O., a las cuales hay que agregar ahora la O.E.A., intervienen en Laos, en Viet Nam, en Corea, en Formosa, en Berlín; envía abiertamente barcos a Santo Domingo para imponer su ley, su voluntad y anuncia su propósito de usar sus aliados de la O.T.A.N. para bloquear el comercio con Cuba; y la O.E.A. no se entera… Se reúnen los cancilleres y expulsan a Cuba, que no tiene pactos militares con ningún país. Así, el Gobierno que organiza la subversión en todo el mundo y forja alianzas militares en cuatro continentes, hace expulsar a Cuba, acusándola nada menos que de subversión y de vinculaciones extracontinentales.

Cuba, el país latinoamericano que ha convertido en dueños de las tierras a más de cien mil pequeños agricultores, asegurando empleo todo el año en granjas y cooperativas a todos los obreros agrícolas, transformado los cuarteles en escuelas, concedido sesenta mil becas a estudiantes universitarios, secundarios y tecnológicos, creado aulas para la totalidad de la población infantil, liquidado totalmente el analfabetismo, cuadruplicado los servicios médicos, nacionalizado las empresas monopolistas, suprimido el abusivo sistema que convertía la vivienda en un medio de explotación para el pueblo, eliminado virtualmente el desempleo, suprimido la discriminación por motivo de raza o sexo, barrido el juego, el vicio y la corrupción administrativa, armado al pueblo, hecho realidad viva el disfrute de los derechos humanos al librar al hombre y a la mujer de la explotación, la incultura y la desigualdad social, que se ha liberado de todo tutelaje extranjero, adquirido plena soberanía y establecido las bases para el desarrollo de su economía a fin de no ser más país monoproductor y exportador de materias primas, es expulsada de la Organización de Estados Americanos por gobiernos que no han logrado para sus pueblos ni una sola de estas reivindicaciones. ¿Cómo podrán justificar su conducta ante los pueblos de América y del mundo? ¿Cómo podrán negar que en su concepto la política de tierra, de pan, de trabajo, de salud, de libertad, de igualdad y de cultura, de desarrollo acelerado de la economía, de dignidad nacional, de plena autodeterminación y soberanía es incompatible con el hemisferio?

Los pueblos piensan muy distinto, los pueblos piensan que lo único compatible con el destino de América Latina es la miseria, la explotación feudal, el analfabetismo, los salarios de hambre, el desempleo, la política de represión contra las masas obreras, campesinas y estudiantiles, la discriminación de la mujer, del negro, del indio, del mestizo, la opresión de las oligarquías, el saqueo de sus riquezas por los monopolios yanquis, la asfixia moral de sus intelectuales y artistas, la ruina de sus pequeños productores por la competencia extranjera, el subdesarrollo económico, los pueblos sin caminos, sin hospitales, sin viviendas, sin escuelas, sin industrias, el sometimiento al imperialismo, la renuncia a la soberanía nacional y la traición a la Patria.

¿Cómo podrán hacer entender su conducta, la actitud condenatoria para con Cuba, los imperialistas; con qué palabras les van a hablar y con qué sentimientos, a quienes han ignorado, aunque sí explotado, por tan largo tiempo?

Quienes estudian los problemas de América suelen preguntar qué país, quiénes han enfocado con corrección la situación de los dirigentes, de los pobres, de los indios, de los negros, de la infancia desvalida, esa inmensa infancia de treinta millones en 1950 (que será de cincuenta millones dentro de ocho años más), sí, ¿quiénes, qué país?

Treinta y dos millones de indios vertebran –tanto como la misma Cordillera de los Andes– el continente americano entero. Claro que para quienes lo han considerado casi como una cosa, más que como una persona, esa humanidad no cuenta, no contaba y creían que nunca contaría. Como suponía, no obstante, una fuerza ciega de trabajo, debía ser utilizado, como se utiliza una yunta de bueyes o un tractor.

¿Cómo podrá creerse en ningún beneficio, en ninguna Alianza para el Progreso, con el imperialismo, bajo qué juramento, si bajo su santa protección, sus matanzas, sus persecuciones aún viven los indígenas del sur del continente, como los de la Patagonia, en toldos, como vivían sus antepasados a la venida de los descubridores, casi quinientos años atrás? ¿En dónde los que fueron grandes razas que poblaron el norte argentino, Paraguay y Bolivia, como los guaraníes, que han sido diezmados ferozmente, como quien caza animales y a quienes se les ha enterrado en los interiores de las selvas? ¿En dónde esa reserva autóctona, que pudo servir de base a una gran civilización americana –y cuya extinción se la apresura por instantes– y a la que se la ha empujado América adentro a través de los esteros paraguayos y los altiplanos bolivianos, tristes, rudimentarios, razas melancólicas, embrutecidas por el alcohol y los narcóticos, a los que se acogen para por lo menos sobrevivir en las infrahumanas condiciones (no sólo de alimentación) en que viven? ¿En dónde una cadena de manos se estira –casi inútilmente– por sobre los lomos de la cordillera, sus faldas, a lo largo de los grandes ríos y por entre las sombras de los bosques para unir sus miserias con los demás que perecen lentamente, las tribus brasileñas y las del norte del continente y sus costas, hasta alcanzar a los cien mil motilones de Venezuela, en el más increíble atraso y salvajemente confinados en las selvas amazónicas o las Sierras de Perijá, a los solitarios vapichanas, que en las tierras calientes de las Guyanas esperan su final, ya casi perdidos definitivamente para la suerte de los humanos? Sí, a todos estos treinta y dos millones de indios que se extienden desde la frontera con los Estados Unidos hasta los confines del Hemisferio Sur y cuarenta y cinco millones de mestizos, que en gran parte poco difieren de los indios; a todos estos indígenas, a ese formidable caudal de trabajo, de derechos pisoteados, sí, ¿qué les puede ofrecer el imperialismo? ¿Cómo podrán creer estos ignorados en ningún beneficio que venga de tan sangrientas manos? Tribus enteras que aún viven desnudas; otras que se las supone antropófagas; otras que en el primer contacto con la civilización conquistadora mueren como insectos; otras que se las destierra, es decir, se las echa de sus tierras, se las empuja hasta volcarlas en los bosques o en las montañas o en las profundidades de los llanos en donde no llega ni el menor átomo de la cultura, de luz, de pan, ni de nada.

¿En qué «alianza» –como no sea una para su más rápida muerte– van a creer estas razas indígenas apaleadas por siglos, muertas a tiros para ocupar sus tierras, muertas a palos por miles por no trabajar más rápido en sus servicios de explotación por el imperialismo?

¿Y al negro? ¿Qué «alianza» les puede brindar el sistema de los linchamientos y la preterición brutal del negro de los Estados Unidos a los quince millones de negros y catorce millones de mulatos latinoamericanos que saben con horror y cólera que sus hermanos del norte no pueden montar en los mismos vehículos que sus compatriotas blancos ni asistir a las mismas escuelas, ni siquiera morir en los mismos hospitales?

¿Cómo han de creer en este imperialismo, en sus beneficios, en sus «alianzas» (que no sean para lincharlos o explotarlos como esclavos) estos núcleos étnicos preteridos?

Esas masas, que no han podido gozar ni medianamente de ningún beneficio cultural, social o profesional, que aun en donde son mayoría, o forman millones, son maltratados por los imperialistas disfrazados de Ku-Klux-Klan; son arrojados a las barriadas más insalubres, a las casas colectivas menos confortables, hechas para ellos, empujados a los oficios más innobles, a los trabajos más duros y a las profesiones menos lucrativas, que no supongan contacto con las universidades, las altas academias o escuelas particulares.

¿Qué Alianza para el Progreso puede servir de estímulo a esos ciento siete millones de hombres y mujeres de nuestra América, médula del trabajo en ciudades y campos, cuya piel oscura –negra, mestiza, mulata, india– inspira desprecio a los nuevos colonizadores? ¿Cómo van a confiar en la supuesta «alianza» los que en Panamá han visto con mal contenida impotencia que hay un salario para el yanqui y otro salario para el panameño, que ellos consideran raza inferior?

¿Qué pueden esperar los obreros con sus jornales de hambre, los trabajos más rudos, las condiciones más miserables, la desnutrición, las enfermedades y todos los males que incuba la miseria?

¿Qué les pueden decir, qué palabras, qué beneficios podrán ofrecerles los imperialistas a los mineros del cobre, del estaño, del hierro, del carbón, que dejan sus pulmones a beneficio de dueños lejanos e inclementes; a los padres e hijos de los maderales, de los cauchales, de los yerbazales, de las plantaciones fruteras, de los ingenios de café y de azúcar, de los peones en las pampas y en los llanos que amasan con su salud y con sus vidas las fortunas de los explotadores? ¿Qué pueden esperar estas masas inmensas que producen las riquezas que crean los valores, que ayudan a parir un nuevo mundo en todas partes, qué pueden esperar del imperialismo, esa boca insaciable, esa mano insaciable sin otro horizonte inmediato que la miseria, el desamparo más absoluto, la muerte fría y sin historia al fin?

¿Qué puede esperar esta clase, que ha cambiado el curso de la historia en otras partes del mundo, que ha revolucionado al mundo, que es vanguardia de todos los humildes y explotados, qué puede esperar del imperialismo, su más irreconciliable enemigo?

¿Qué puede ofrecer el imperialismo, qué clase de beneficio, qué suerte de vida mejor y más justa, qué motivo, qué aliciente, qué interés para superarse, para lograr trascender sus sencillos y primarios escalones, a maestros, a profesores, a profesionales, a intelectuales, a los poetas y a los artistas; a los que cuidan celosamente las generaciones de niños y jóvenes para que el imperialismo se cebe luego en ellos; a quienes viven con sueldos humillantes en la mayoría de los países; a los que sufren las limitaciones de su expresión política y social en casi todas partes; que no sobrepasan, en sus posibilidades económicas, más que la simple línea de sus precarios recursos y compensaciones, enterrados en una vida gris y sin horizontes que acaba en una jubilación que entonces ya no cubre ni la mitad de los gastos? ¿Qué «beneficios» o «alianzas» podrá ofrecerles el imperialismo que no sean las que redunden en su total provecho? Si les crea fuentes de ayuda a sus profesiones, a sus artes, a sus publicaciones, es siempre en el bien entendido de que sus producciones deberán reflejar sus intereses, sus objetivos, sus «nadas».

Las novelas que traten de reflejar la realidad del mundo, de sus aventuras rapaces; los poemas que quieran traducir protestas por su avasallamiento, por su ingerencia en la vida, en la mente, en las vísceras de sus países y pueblos; las artes combativas que pretenden apresar en sus expresiones las formas y contenido de su agresión y constante presión sobre todo lo que vive y alienta progresivamente, todo lo que es revolucionario; lo que enseña; lo que trata de guiar, lleno de luz y de conciencia, de claridad y de belleza, a los hombres y a los pueblos a mejores destinos, hacia más altas cumbres del pensamiento, de la vida y de la justicia, encuentra la reprobación más encarnizada del imperialismo; encuentra la valla, la condena, la persecución maccarthista. Sus prensas se les cierran; su nombre es borrado de las columnas y se aplica la losa del silencio más atroz…, que es, entonces –una contradicción más del imperialismo–, cuando el escritor, el poeta, el pintor, el escultor, el creador en cualquier material, el científico, empiezan a vivir de verdad, a vivir en la lengua del pueblo, en el corazón de millones de hombres del mundo. El imperialismo todo lo trastrueca, lo deforma, lo canaliza por sus vertientes para su provecho, hacia la multiplicación de su dólar; comprando palabras o cuadros, o mudez, o transformando en silencio la expresión de los revolucionarios, de los hombres progresistas, de los que luchan por el pueblo y sus problemas.

No podíamos olvidar en este triste cuadro la infancia desvalida, desatendida; la infancia sin porvenir de América. América, que es un continente de natalidad elevada, tiene también una mortalidad elevada. La mortalidad de niños de menos de un año, en once países, ascendía hace pocos años a ciento veinticinco por mil, y en otros diecisiete, a noventa niños. En ciento dos países del mundo, en cambio, esa tasa alcanza a cincuenta y uno. En América, pues, se mueren tristemente, desatendidamente, setenta y cuatro niños en cada mil, en el primer año de su nacimiento. Hay países latinoamericanos en los que esa tasa alcanza, en algunos lugares, a trescientos por mil; miles y miles de niños hasta los siete años mueren en América de enfermedades increíbles: diarreas, pulmonías, desnutrición, hambre; miles y miles, de otras enfermedades, sin atención en los hospitales, sin medicinas; miles y miles ambulan, heridos de cretinismo endémico, paludismo, tracoma y otros males producidos por las contaminaciones, la falta de agua y otras necesidades. Males de esta naturaleza son una cadena en los países americanos en donde agonizan millares y millares de niños, hijos de parias, hijos de pobres y de pequeños burgueses con vida dura y precarios medios.

Los datos, que serán redundantes, son de escalofrío. Cualquier publicación oficial de los organismos internacionales los reúne por cientos.

En los aspectos educacionales, indigna pensar el nivel de incultura que padece esta América. Mientras que Estados Unidos logra un nivel de ocho y nueve años de escolaridad en la población de quince años en adelante, América Latina, saqueada y esquilmada por ellos, tiene menos de un año escolar aprobado como nivel en esas mismas edades. E indigna más aún cuando sabemos que de los niños entre cinco y catorce años solamente están matriculados en algunos países un 20 por 100 y en los de más alto nivel el 60 por 100. Es decir, que más de la mitad de la infancia de América Latina no concurre a la escuela. Pero el dolor sigue creciendo cuando comprobamos que la matrícula de los tres primeros grados comprende más del 80 por 100 de los matriculados; y que en el grado sexto, la matrícula fluctúa apenas entre seis y veintidós alumnos de cada cien que comenzaron en el primero. Hasta en los países que creen haber atendido a su infancia, ese porcentaje de pérdida escolar entre el primero y el sexto grado es del 73 por 100 como promedio. En Cuba, antes de la Revolución, era del 74 por 100. En la Colombia de la «democracia representativa» es del 78 por 100. Y si se fija la vista en el campo, sólo el 1 por 100 de los niños llega, en el mejor de los casos, al quinto grado de enseñanza.

Cuando se investiga este desastre de ausentismo escolar, una causa es la que lo explica: la economía de miseria. Falta de escuelas, falta de maestros, falta de recursos familiares, trabajo infantil. En definitiva, el imperialismo y su obra de opresión y retraso.

El resumen de esta pesadilla que ha vivido América, de un extremo a otro, es que en este continente de casi doscientos millones de seres humanos, formado en sus dos terceras partes por los indios, los mestizos y los negros, por los «discriminados», en este continente de semicolonias, mueren de hambre, de enfermedades curables o vejez prematura alrededor de cuatro personas por minuto, de cinco mil quinientos al día, de dos millones por año, de diez millones cada cinco años. Esas muertes podrían ser evitadas fácilmente, pero sin embargo se producen. Las dos terceras partes de la población latinoamericana vive poco, y vive bajo la permanente amenaza de muerte. Holocausto de vidas que en quince años ha ocasionado dos veces más muertes que la guerra de 1914, y continúa… Mientras tanto, de América Latina fluye hacia los Estados Unidos un torrente continuo de dinero: unos cuatro mil dólares por minuto, cinco millones por día, dos mil millones por año, diez mil millones cada cinco años. Por cada mil dólares que se nos van, nos queda un muerto. Mil dólares por muerto: ese es el precio de lo que se llama imperialismo! ¡MILLARES POR MUERTO, CUATRO VECES POR MINUTO!

Mas a pesar de esta realidad americana, ¿para qué se reunieron en Punta del Este? ¿Acaso para llevar una sola gota de alivio a estos males? ¡No!

Los pueblos saben que en Punta del Este los cancilleres que expulsaron a Cuba se reunieron para renunciar a la soberanía nacional; que allí el Gobierno de Estados Unidos fue a sentar las bases no sólo para la agresión a Cuba, sino para intervenir en cualquier país de América contra el movimiento liberador de los pueblos; que Estados Unidos prepara a la América Latina un drama sangriento; que las oligarquías explotadoras, lo mismo que ahora renuncian al principio de la soberanía, no vacilarán en solicitar la intervención de las tropas yanquis contra sus propios pueblos y que con este fin la delegación norteamericana propuso un comité de vigilancia contra la subversión en la Junta Interamericana de Defensa, con facultades ejecutivas, y la adopción de medidas colectivas. Subversión para los imperialistas yanquis es la lucha de los pueblos hambrientos por el pan, la lucha de los campesinos por la tierra, la lucha de los pueblos contra la explotación imperialista. Comité de vigilancia en la Junta Interamericana de Defensa con facultades ejecutivas significa fuerza de represión continental contra los pueblos a las órdenes del Pentágono. Medidas colectivas significan desembarcos de infantes de Marina yanqui en cualquier país de América.

Frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su revolución, respondemos: Las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos.

Lo que Cuba puede dar a los pueblos y ha dado ya es su ejemplo.

Y ¿qué enseña la Revolución Cubana? Que la revolución es posible, que los pueblos pueden hacerla, que en el mundo contemporáneo no hay fuerzas capaces de impedir el movimiento de liberación de los pueblos.

Nuestro triunfo no habría sido jamás factible si la revolución misma no hubiese estado inexorablemente destinada a surgir de las condiciones existentes en nuestra realidad económico-social, realidad que existe en grado mayor aún en un buen número de países de América Latina.

Ocurre inevitablemente que en las naciones donde es más fuerte el control de los monopolios yanquis, más despiadada la explotación de la oligarquía y más insoportable la situación de las masas obreras y campesinas, el poder político se muestra más férreo, los estados de sitio se vuelven habituales, se reprime por la fuerza toda manifestación de descontento de las masas, y el cauce democrático se cierra por completo, revelándose con más evidencia que nunca el carácter de brutal dictadura que asume el poder de las clases dominantes. Es entonces cuando se hace inevitable el estallido revolucionario de los pueblos.

Y si bien es cierto que en los países subdesarrollados de América la clase obrera es en general relativamente pequeña, hay una clase social que por las condiciones subhumanas en que vive constituye una fuerza potencial que, dirigida por los obreros y los intelectuales revolucionarios, tiene una importancia decisiva en la lucha por la liberación nacional: los campesinos.

En nuestros países se juntan las circunstancias de una industria subdesarrollada con un régimen agrario de carácter feudal. Es por eso que con todo lo duras que son las condiciones de vida de los obreros urbanos, la población rural vive aún en más horribles condiciones de opresión y explotación; pero es también, salvo excepciones, el sector absolutamente mayoritario en proporciones que a veces sobrepasa el 70 por 100 de las poblaciones latinoamericanas.

Descontando los terratenientes que muchas veces residen en las ciudades, el resto de esa gran masa libra su sustento trabajando como peones en las haciendas por salarios misérrimos, o labran la tierra en condiciones de explotación que nada tienen que envidiar a la Edad Media. Estas circunstancias son las que determinan que en América Latina la población pobre del campo constituya una tremenda fuerza revolucionaria potencial.

Los ejércitos, estructurados y equipados para la guerra convencional, que son la fuerza en que se sustenta el poder de las clases explotadoras, cuando tienen que enfrentarse a la lucha irregular de los campesinos en el escenario natural de éstas, resultan absolutamente impotentes; pierden diez hombres por cada combatiente revolucionario que cae, y la desmoralización cunde rápidamente en ellos al tener que enfrentarse a un enemigo invisible e invencible que no le ofrece ocasión de lucir sus tácticas de academia y sus fanfarrias de guerra, de las que tanto alarde hacen para reprimir a los obreros y a los estudiantes en las ciudades.

La lucha inicial de reducidos núcleos combatientes se nutre incesantemente de nuevas fuerzas, el movimiento de masas comienza a desatarse, el viejo orden se resquebraja poco a poco en mil pedazos y es entonces el momento en que la clase obrera y las masas urbanas deciden la batalla.

¿Qué es lo que desde el comienzo mismo de la lucha de esos primeros núcleos los hace invencibles, independientemente del número, el poder y los recursos de sus enemigos? El apoyo del pueblo, y con ese apoyo de las masas contarán en grado cada vez mayor. Pero el campesinado es una clase que, por el estado de incultura en que lo mantienen y el aislamiento en que vive, necesita la dirección revolucionaria y política de la clase obrera y los intelectuales revolucionarios, sin la cual no podría por sí sola lanzarse a la lucha y conquistar la victoria.

En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que en nuestras naciones esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanqui, ha sido incapaz de enfrentarse a éste, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas.

Situadas ante el dilema imperialismo o revolución, sólo sus capas más progresistas estarán con el pueblo.

La actual correlación mundial de fuerzas y el movimiento universal de liberación de los pueblos coloniales y dependientes señalan a la clase obrera y a los intelectuales revolucionarios de América Latina su verdadero papel, que es el de situarse resueltamente a la vanguardia de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo.

El imperialismo, utilizando los grandes monopolios cinematográficos, sus agencias cablegráficas, sus revistas, libros y periódicos reaccionarios acude a las mentiras más sutiles para sembrar divisionismo e inculcar entre la gente más ignorante el miedo y la superstición a las ideas revolucionarias que sólo a los intereses de los poderosos explotadores y a sus seculares privilegios pueden y deben asustar.

El divisionismo, producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras; el sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos. Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario que deben quedar atrás. En la lucha antiimperialista y antifeudal es posible vertebrar la inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas más progresistas de la burguesía nacional. Estos sectores comprenden la inmensa mayoría de la población y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el dominio imperialista y la reacción feudal. En ese amplio movimiento pueden y deben luchar juntos por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de América, desde el viejo militante marxista hasta el católico sincero que no tenga nada que ver con los monopolios yanquis y los señores feudales de la tierra.

Ese movimiento podría arrastrar consigo a los elementos progresistas de las fuerzas armadas, humilladas también por las misiones militares yanquis, la traición a los intereses nacionales de las oligarquías feudales y la inmolación de la soberanía nacional a los dictados de Washington.

Allí donde están cerrados los caminos de los pueblos, donde la represión de los obreros y campesinos es feroz, donde es más fuerte el dominio de los monopolios yanquis, lo primero y más importante es comprender que no es justo ni es correcto entretener a los pueblos con la vana y acomodaticia ilusión de arrancar, por vías legales que ni existen ni existirán, a las clases dominantes, atrincheradas en todas las posiciones del Estado monopolizadoras de la instrucción, dueñas de todos los vehículos de divulgación y poseedoras de infinitos recursos financieros, un poder que los monopolios y las oligarquías defenderán a sangre y fuego con la fuerza de sus policías y de sus ejércitos.

El deber de todo revolucionario es hacer la revolución.

Se sabe que en América y en el mundo la revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo. El papel de Job no cuadra con el de un revolucionario. Cada año que se acelere la liberación de América significará millones de niños que se salven para la vida, millones de inteligencias que se salven para la cultura, infinitos caudales de dolor que se ahorrarían los pueblos. Aun cuando los imperialistas yanquis preparen para América un drama de sangre, no lograrán aplastar las luchas de los pueblos, concitarán contra ellos el odio universal y será también el drama que marque el ocaso de su voraz y cavernícola sistema.

Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero.

Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina, con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos de hoy le ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía para la humanidad. Porque aquella lucha fue para librarse del poder colonial español, de una España decadente, invadida por los ejércitos de Napoleón. Hoy le toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista mundial y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que le prestaron nuestros antepasados.

Pero esta lucha, más que aquélla, la harán las masas, la harán los pueblos; los pueblos van a jugar un papel mucho más importante que entonces; los hombres, los dirigentes importan e importarán en esta lucha menos de lo que importaron en aquélla.

Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados, la van a escribir las masas progresistas; los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina; lucha de masas y de ideas; epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. Nos consideraba rebaño impotente y sumiso; y ya se empieza a asustar de ese rebaño; rebaño gigante de doscientos millones de latinoamericanos en los que advierte ya a sus sepultureros el capital monopolista yanqui.

Con esta humanidad trabajadora, con estos explotados infrahumanos, paupérrimos, manejados por los métodos de foete y mayoral no se ha contado o se ha contado poco. Desde los albores de la independencia sus destinos han sido los mismos: indios, gauchos, mestizos, zambos, cuarterones, blancos sin bienes ni rentas, toda esa masa humana que se formó en las filas de la «patria» que nunca disfrutó, que cayó por millones, que fue despedazada, que ganó la independencia de sus metrópolis para la burguesía, esa que fue desterrada de los repartos, siguió ocupando el último escalón de los beneficios sociales, siguió muriendo de hambre, de enfermedades curables, de desatención, porque para ella nunca alcanzaron los bienes salvadores: el simple pan, la cama de un hospital, la medicina que salva, la mano que ayuda.

Pero la hora de su reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la viene señalando, con precisión, ahora, también de un extremo a otro del continente. Ahora, esta masa anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el Continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir. Porque ahora, por los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o en el tráfico de las ciudades o en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de razones, con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros. Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia. Ya se les ve por los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los «olimpos» gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, de un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, fincando sus garfios en la tierra que les pertenece y defendiéndola con su vida; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas sus consignas; haciéndolas correr en el viento por entre las montañas o a lo largo de los llanos. Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron.

Porque esta gran humanidad ha dicho: «¡Basta!» y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia.

¡Patria o Muerte!
¡VENCEREMOS!
EL PUEBLO DE CUBA
La Habana, 4 de febrero de 1962

Estuve en 1957 en la creación de la CGTS…Entrevista con Raúl F. (2)

SAN SALVADOR, 11 de mayo de 2010 (SIEP) “Soy de Ahuachapán, naci en 1930 en el municipio de Guaymango, y de un año me llevaron para la ciudad de Ahuachapán, ahí estuvo hasta como los cinco años…” nos relata Raúl F., revolucionario salvadoreño y destacado dirigente del Sindicato de Sastres.

Agrega que “después nos fuimos a vivir a Atiquizaya, en búsqueda de la vida, en búsqueda de trabajo. Ahí estuve con mi familia hasta los catorce años, todavía tengo gente conocida, amigos. Éramos muy pobres. Estudie hasta tercer grado y luego tuve que trabajar para ayudar en la casa: trabajaba vendiendo diarios. Valía 5 centavos tanto la Prensa como La Tribuna. Me ganaba un centavo por periódico vendido, también pintaba casas, lustraba zapatos y hacia mandados. Trabajo desde los nueve años…”
“Luego me puse a aprender un oficio, estuve tres meses como aprendiz de sastre en el taller de Don Rafael (Lito) López. Aprendí mi poco. Luego Don Ángel Rivera me ofreció 25 centavos por pantalón, y acepte. Luego llegaron a buscar operarios y decidí trasladarme a Juayúa, que era donde tenían el taller. Había mucho movimiento, se requería de sastres…andaba ya por los catorce años…y la hechura del pantalón me lo pagaban ya a un colón, hacia un pantalón por día…”
“Ahí en Juayúa fue donde por vez primera vi faroles iluminando las calles, no había luz eléctrica, era un pueblo cafetalero…Un día decidí regresar a Atiquizaya, pro pronto me encontré con la realidad que ahí no había empleo y tuve que volver a salir, esta vez me fui para Ataco, ahí estuve trabajando una temporada…y luego en Sonsonate, otra temporada en Acajutla, y de regreso a Atiquizaya, donde vivía mi mamá, era el menor de cuatro hermanos, así vivía uno de un lado para otro, buscando empleo…”
Un día un amigo me contó que se iba para San Salvador a trabajar de motorista y me dijo: ¿si queres nos vamos? Decidí irme, me vine para San Salvador con él. El tenia donde llegar. Llegamos al barrio San Miguelito, a la panadería Quiñonez que quedaba sobre la calle 5 de Noviembre, ahí vivía, dormía en el camión. Tenía 17 años, me aceptaron como pantalonero en la Sastrería La Tijera de Oro, el dueño conocía a un tío mío de santa Ana y eso me valió. De entrada me dijo: ¿ sos familiar de Don Manuel Farfán Castro? Y al aceptar eso le dio confianza. Ahí aprendí a hacer chumpas, me hice chumpero. También ayudaba en ventas ya que era taller y a la vez almacén. Don Manuel Corces, el dueño, me tenía confianza.
“Estando ahí se me planteo un dilema de lealtad complicado: había compañeros que robaban mercadería y no quería denunciarlos. Decidí mejor irme con un amigo para Honduras, pasamos por Tegucigalpa hasta llegar a San Pedro Sula. Íbamos en un conocido transporte de esa época llamado “El Buen Amigo.” Fueron tres días de viaje. En el año 51 regrese de Honduras…me fui para Atiquizaya, a la casa de mi mamá. Luego me regrese para San Salvador. Trabaje en la Sastrería Monterrey. Quedaba en la 2da. Avenida Norte y 9na. Calle. Ya entonces cobraba tres colones por pantalón. Era un taller grande, éramos 20 los operarios. Se hacían sacos y me pegue con los saqueros. Una vez me pregunto el dueño: ¿podes hacer sacos? Respondí afirmativamente. Me dijo: vas a trabajar conmigo. Nos turnábamos, a veces el hacia el trabajo a mano y yo en la maquina y luego cambiábamos. Ahí aprendí también a hacer gorras y birretes.”
“Fue aquí donde oí por vez primera hablar de sindicatos. Nos pasaban visitando sindicalistas para invitarnos a reuniones y nos hablaban de la necesidad de organizarse. Yo escuchaba con atención. Corría el año 52 y me empecé a pegar a los sindicalistas. Después supe que eran a la vez militantes del clandestino Partido Comunista de El Salvador, PCS, dirigido en ese entonces y por muchos años, por un sastre, el camarada Daniel Castaneda, el famoso Pío.”
“Pasaba tiempo en el local de los Sindicatos, que todos estaban en un mismo local, que quedaba en la 5ta. Calle Oriente y antes había estado frente al Cine Apolo. De esa época me acuerdo de los dirigentes sindicales Ramón Argueta, Fernando Marenco, Daniel Rubio, entre otros. Eran los tiempos en que Cayetano Carpio dirigía el sindicato de Panificadores, el siempre andaba metido en todo, el ya era dirigente sindical, yo era todavía un aprendiz de sastrería y luego fui un aprendiz de la revolución…”
“Ramón Argueta se tomaba tiempo conmigo para explicarme como es que funcionaba un sindicato y también poco a poco me iba explicando acerca del Partido, a uno lo iban midiendo antes de aceptarlo, lo tenia que conocer bien primero para evitar infiltraciones, así me fue llevando, en reunioncitas, me hablaba de la historia del 32, de Farabundo Martí, hasta que me recluto…”
“Me acuerdo que en septiembre de 1952, cuando Osorio reprimió al movimiento sindical, el local quedaba frente a la Iglesia de Concepción, y la Policía Nacional atacó el local, nos cercaron, me quede encerrado junto con otros compañeros, me acuerdo de Leticia Payés, que también estaba…luego pudimos escapar por una ventana. En esa ocasión se me quedo grabado en la mente que un cura con sotana nos llevo comida en una bolsita. En esa época fue un gesto audaz…
“En el 53 me fui a trabajar un año a Guaymango. Y les preguntaba a la gente por el 32 y me contaban que fue una gran matazón, que la gente no salía d sus casas por temor a ser asesinado, pero que los comunistas “andaban metidos en la gente” y muchos se salvaron de ser fusilados.

En el 54 hubo otra represión…y se llevaron presos a muchos sindicalistas. Y a mi me toco que asumir entonces diversas responsabilidades. Había ya acumulado experiencia…y como estaba cerrado el local formamos el Comité de Acción Sindical, CAS y trabajábamos sin local, los contactos los hacíamos en al calle, en cafeterías, en parques…ese año ingreso al Partido.

Mi primera célula en el PCS era una célula de sastres. Estaba Daniel Castaneda, el la dirigía. Estaba Salvador Carrillo, militante histórico que venia también desde el 32, y que tenía un taller donde nos reuníamos que quedaba por la Plazuela Ayala, y que antes lo tuvo por Santa Anita. El taller le daba cobertura a Pío. Estaba también en la celula Ramón Argueta y Miguel Ángel Iraheta. Me acuerdo por esa época de una reunión ampliada ala que me invitaron que fue en una finca en Cojutepeque, que era propiedad de la familia de José Napoleón Rodríguez Ruiz., de Pepe.

A mi el Sindicato (de Sastres) me educo, me enseño a caminar por la vida. Era un lugar donde uno aprendía mucho. Por ejemplo, aprendí a hacer actas de las reuniones y de las asambleas, y fui electo en la directiva como Secretario de Actas. El siguiente año asumí la responsabilidad como tesorero, luego fui de conflictos, y en cada área iba aprendiendo, hasta llegar a secretario general en el año 58.
Con Carpio trabajamos en muchas actividades y también tuvimos diferencias. Como cuando en el 67 llego al local de la FUSS y me encuentro con una reunión de dirigentes sindicales para apoyar la huelga de hambre que estaba desarrollando Carpio junto con otros panificadores. No me habían invitado. Me sorprendo ya que no me habían convocado. Me dicen: pase adelante compañero, siéntese. Me piden mi opinión y les expreso que considero que el movimiento sindical esta debilitado luego del esfuerzo con la Huelga de Acero, que recién concluíamos. Se inicia un tenso debate. Carpio estaba ya en huelga en el Predio Universitario y me voy a apoyarlo.
Al llegar, Carpio me ve y me manda a llamar, ya le habían contado de mi posición. Me pregunta sobre mi posición. Le planteo que: a mi me parecía que el secretario general del PCS no podía declararse en huelga de hambre como sindicalista y abandonar sus responsabilidades políticas. Y peor si se hacia sin haber explicado previamente a los militantes que era lo que se perseguía con esta acción, como sucedió. A mi me tomo por sorpresa esta acción no obstante mis responsabilidades partidarias y sindicales. Me pregunta Carpio: y esto que me expresa ¿Quién se lo ha dicho? Me enoja. Le respondo secamente: nadie me lo ha dicho, yo tengo criterio propio. Me responde: ah bueno, esta bien, para eso es que lo llamaba.
Después que terminó la huelga de hambre llevamos a Carpio y a los otros huelguistas al local de la CGTS, que estaba entre la 7ma. y 8 va. Avenida norte, para darle tratamiento. ..Estaba Chepe Martínez, también panadero, que acaba de morir, el marido de la Chila.
El último secretario general del Sindicato de Sastres fue Leopoldo Quintanilla.

Una calle llamada Venezuela

Lunes, 24 de Mayo de 2010 / 09:04 h
Una calle llamada Venezuela

Dagoberto Gutiérrez

Es como una culebra que nace en un nido de ruido, de humo, de sol y de gente apresurada, llamado Bulevar del Ejército. Allí nace, tímidamente, como cubriéndose los oídos para luego deslizarse, en fuga y en carrera plateada, hasta encontrarse mucho tiempo después con la avenida Manuel Enrique Araujo, a la entrada o a la salida de San Salvador. Es una de las calles que caracteriza a la capital porque atraviesa en su apresurada ruta, zonas populares y populosas, dialoga con cementerios, se llena de compradores y vendedores, tiembla ante el fervor de las parejas de enamorados y, antes y durante la guerra, presenció con sus ojos abiertos, asesinatos políticos, y recibió en sus brazos de plata, más de un cadáver de muchos patriotas asesinados por las derechas.

También resonaron en sus oídos telúricos enfrentamientos armados, seguidos de persecuciones o fugas y, más de una vez, un cuchillo asesino cegó la vida de una víctima inocente. La calle Venezuela tiene, desde la mitad del siglo pasado, un lugar en la memoria urbana de los capitalinos, y seguirá allí aunque la palabra Venezuela no sea hoy del agrado de las derechas.

En la década del 60 del siglo pasado, cuando los estudiantes de bachillerato de Santa Ana veníamos a San Salvador a examinarnos los privados para obtener el título de bachiller, conocimos el Bulevar Venezuela, porque éste pasa, como quien no quiere la cosa, por la terminal de buses de occidente, y era una de las entradas a la capital.

La alcaldía de San Salvador ha decidido cambiarle el nombre a esta arteria y sin duda que esta decisión política es parte de las funciones y atribuciones del Concejo Municipal, porque poner un nombre y cambiar un nombre es parte del ejercicio del poder, y así, los padres le ponen nombre a sus hijos y éstos a los suyos. El Estado, y en este caso el gobierno local, puede poner y cambiar los nombres. Por supuesto que estaremos ante decisiones políticas que expresan una identificación o un rechazo con el nombre, que puede ser una fecha histórica, el nombre de un personaje o, como en este caso, el nombre de un país.

El país llamado Venezuela tiene grandes resonancias en El Salvador por ser la patria de Simón Bolívar, grande entre los grandes del continente, la patria de Andrés Bello, de Rómulo Gallegos, la patria de Maneiro, la casa del río Orinoco y del Arauca, la Zona de las torres petroleras, la patria de valientes guerrilleros que cayeron combatiendo por nuestra revolución, durante la guerra de 20 años, y es, actualmente, la sede de una de las revoluciones más importantes de la contemporaneidad. Es la patria de Hugo Chávez, dirigente de esa revolución.

Estoy diciendo que un país llamado Venezuela resulta ser, en efecto, un país y mucho más que un país, es fuente de amores, de encuentro, identificaciones y también de odios irreconciliables.

Frente a Simón Bolívar, pareciera haber unanimidades, pero solo es un parecer, porque al acercarse a su anti imperialismo, las aguas se bifurcan. Frente a la Revolución Bolivariana, hija legítima de Bolívar, las aguas nacen bifurcadas, como debe ser ante una revolución de verdad. Así, los odios y temores cubren todo el diapasón de las conductas sociales, ideológicas y políticas, porque nadie, ni hoy ni mañana, podrá ignorar el peso político de la revolución Bolivariana de Venezuela y tampoco se podrá ignorar el peso personal de Hugo Chávez en ese proceso.

Quitar la palabra Venezuela de una arteria principal de San Salvador es parte del enfrentamiento con la Revolución Venezolana y, desde luego, con todo un país llamado Venezuela, porque es ese país el que está hoy en revolución y esa revolución se desarrolla en un país que se llama Venezuela. El solo nombre de Venezuela produce escalofríos a los poderosos y a los privilegiados de siempre y, a lo mejor, se piensa que cambiándole el nombre a una calle que se llama así, se conjurará el peligro de que el pueblo salvadoreño haga lo mismo que el pueblo Venezolano y tome en sus manos el diseño y la construcción de su destino.

Este cambio de denominación enseña que la confrontación es en todos los terrenos y es el escenario ideológico el fundamental, porque sin duda que el nuevo nombre corresponderá a un personaje con méritos innegables, sobre todo para la historia del Estado de Israel, pero la decisión y el momento de la decisión forman parte de las oleadas de escalofríos que los “malos ejemplos”, políticos, ideológicos y sociales de otros pueblos y de otros países, producen en las derechas locales, y sobre todo, ante la pesadilla para las derechas, de que el pueblo salvadoreño siga los caminos abiertos por otras revoluciones del continente.

En todo caso, quitar la palabra Venezuela del nombre de una calle importante hace que este país esté más presente en El Salvador, porque si su revolución no gusta a la minoría, sí interesa y gusta a las mayorías. Los ataques a la revolución bolivariana aumentan el interés sobre este proceso porque si las derechas locales odian, temen, atacan y persiguen hasta el nombre de un país en revolución, eso quiere decir que lo que está ocurriendo en ese país hay que conocerlo, hay que aprenderlo, hay que aprehenderlo, para asimilar las lecciones necesarias e inevitables.

Los zompopos de mayo en Chalchuapa

Los zompopos de mayo en Chalchuapa

Dagoberto Gutiérrez

Las primeras tormentas han caído sobre el país y sobre la tierra sedienta de agua, de flores y de esperanzas, las lluvias han despertado los tambores sonoros del mes de mayo o estos tambores han despertado a las lluvias que pasaron durmiendo todo el verano en sus dormitorios de luz, lo cierto es, que las primeras gotas de lluvia son viajeras, antiguas en el tiempo y el espacio por que esta agua resultan ser las mismas que vieron los dinosaurios y las que bebieron las manadas de Tiranosaurus Rex.

Son gotas de lluvia que han visto mucha historia, mucha alegría y mucho sufrimiento, nos han visto nacer y también morir, luchar, amar y odiar, y ahí estarán, ojalá siempre, iniciando su visita en abril o mayo, hasta cuando nosotros y nosotras seamos polvo de estrellas enamoradas.

Junto con las lluvias, como sus novios eternos, aparecen también los zompopos de mayo que han dormido con estas gotas largos meses y despiertan a la vida con la danza acuosa y húmeda de la lluvia y aparecen, como si vinieran de cerca y si fueran los dueños del mundo y tuvieran todas las prisas que caen en un segundo.

De alas largas, de cabeza grande, trasero voluminoso y abdomen delgado, de ojos omnipotentes y a los lados como toda presa, de marcha presurosa y aparentemente errática, como si tuvieran mandados urgentes que hacer en poco tiempo, estos zompopos nos han cautivado desde siempre y junto a los charcos, a los lodazales y al verdor despertado, las bandadas de zompopos atraían a bandadas de cipotes cautivados por este pequeño animalito indiferente a nosotros y dedicado a una misión que solo él conocía.

Chalchuapa estaba rodeada de cafetales, llena de aroma y de verdor, las lomas que la circundan se llenaban de bugambilias, dalias, siete negritos, de grama abundante, de bandadas de torditos, que como puntos negros alados llenaban el cielo luminoso de franjas nocturnas; de ruidosos chijuyos audaces e indiferentes en su búsqueda de garrapatas y de aseñorados sanates en búsqueda de agua y de insectos, nada era amenazante y todo anunciaba cosecha, siembra y abundancia.

Junto a todo esto, que era como alumbramiento de la naturaleza, venían los zompopos de mayo sin anunciarse y sin despedirse, eran el alimento de las aves y no protestaban y eran, también el juguete de los niños citadinos y escolares, en una especie de circo romano callejero un zompopo se enfrentaba a otro con sus tenazas abiertas y amenazante, capturaba a su supuesto enemigo para gozo de los espectadores infantiles que llegábamos a apostar a favor o en contra de nuestros zompopos, estos no sabían que tenían dueños y que eran parte de un espectáculo, mucho menos que les convenía ganar y no perder, porque al ser ganador eran protegidos en las bolsas de las camisas, llevados a las casas y depositados en las ramas de algún árbol a salvo de las gallinas y gallos voraces.

Las calles eran adecuadas para el juego porque el empedrado permitía un sistema de grama que crecía entre una y otra piedra y los zompopos podían protegerse en ese inmenso follaje y nosotros, los escueleros de entonces, podíamos jugar indiferentes y despreocupados, con los bolsones colgados sin pensar en la amenaza de ninguna coche.

Los zompopos de mayo, soñaban en sus palacios subterráneos y en su misión reproductiva, eso los subyugaba y los preocupaba día y noche, les interesaba enterrarse para que así, en medio de la oscuridad total y el silencio total, sin perturbación alguna, aseguraran la perpetración de su especie.

En las actuales tormentas no aparecen estos visitantes de siempre como si no les gustara el mundo que encuentran y su ausencia resulta ser para nosotros, animales con conciencia de si mismos, una advertencia silenciosa pero fatal, un mensaje que no se puede dejar de recibir porque resulta que las cosas están cambiando en contra nuestra, porque la naturaleza que no nos quiere, ni nos odia, ni nos estima, ni nos pondera, no necesita de nosotros, ni está comprometida con la vida humana y tampoco parece estarlo con la vida misma, pero nosotros si necesitamos de esa naturaleza que año tras año nos enviaba el mensaje reproductor de sus zompopos, estos deben saber que los esperamos y los seguiremos esperando, que deben confiar en nosotros.

La generación patria o muerte en El Salvador

La generación patria o muerte en El Salvador

Dr. Víctor M. Valle

Creo que hay una “Generación Patria o Muerte” en El Salvador. Está formada por aquellos que nacimos a fines de los treinta y principios de los cuarenta en el siglo veinte y que soñamos con la inevitabilidad de la revolución social.

El 4 de marzo, recién pasado, se conmemo-raron los 50 años de la explosión, en los muelles de La Habana, del barco francés La Coubre. La Revolución cubana era muy joven. Había comenzado un año antes con el triunfo de los rebeldes de Fidel Castro sobre el ejército del dictador Batista.

Al día siguiente, en el funeral de los centenares de muertos por este indudable sabotaje homicida urdido para amilanar a los revolucionarios cubanos, un fotógrafo –Alberto Korda- tomó la célebre foto del Che Guevara que, durante varias décadas, ha decorado o ilustrado múltiples expresiones políticas y culturales.

La foto estuvo en la portada del primer Diario del Che en Bolivia, que publicó la Editorial Siglo XXI y que compré apenas salió en México, en julio de 1968, estando de paso por esa ciudad, en los días en que una celebración del aniversario del comienzo de la rebelión de Fidel Castro -el 26 de julio de 1953, dio lugar a disturbios que culminaron en octubre de 1968 con la “matanza de Tlatelolco”.

En el mismo acto en que fue tomada la famosa foto del Che, Fidel Castro con indignación y resolución pronunció por primera vez el concepto que después tomó la forma de “Patria o Muerte: venceremos”.

Muchos jóvenes, principalmente de América Latina, éramos en 1960 admiradores de la Revolución Cubana y su fogoso dirigente. Podría decirse que había una Generación Patria o Muerte de revolucionarios e izquierdistas de El Salvador. En 1960 se dieron en el país hechos políticos que estuvieron a punto de abrir paréntesis y alimentar esperanzas. El gobierno militar de José María Lemus se deterioró en pocos meses y entró en un período de gran represión política.

Entonces se configuró la Generación Patria o Muerte. La dirigencia estudiantil universitaria y los políticos de izquierda movilizaron a la población y en tres meses –de agosto a octubre de 1960- derrocaron al gobierno militar de Lemus, por medio de un movimiento cívico-militar que tuvo como fuerzas concurrentes a sectores de izquierda y a grupos ligados el antecesor de Lemus, el también militar Oscar Osorio.

Esa generación universitaria Patria o Muerte era variopinta. La dictadura homogenizaba a todos los opositores políticos como comunistas; pero había de todo. La Generación Patria o Muerte incluía a Miguel Sáenz Varela, Manlio Argueta, Roberto Armijo, Roque Dalton, Ivo Alvarenga, Albino Tinetti, Eduardo Badía Serra, Josefina Guirola, Guadalupe Flores, Mario Moreira, Tomás Guerra, Eduardo Castillo Urrutia, Gustavo Pineda Marchelli, Miguel Parada, Antonio Osegueda, Roberto Góchez, Víctor Marroquín, Santiago Ruiz Granadino, Alfredo Castro Quezada, Manuel de Paz, Manuel Gavidia, Ernesto Ramírez Guatemala, Joaquín Figueroa Villalta, Félix Villatoro y muchos más.

Schafik Handal, Juan José Vides y Mario Flores Macal eran un poco mayores. Raúl Castellanos Figueroa, Rodrigo Antonio Gamero, Jorge Arias Gómez y Roberto Castellanos Calvo tenían aún más años; pero con todos ellos interactuó la Generación Patria o Muerte. Muchos nombres quedan en las gavetas escondidas de la memoria. Que me perdonen.

Cantábamos la Marcha del 26 de Julio, recitábamos Patria Exacta de Osvaldo Escobar Velado, lo mismo armábamos un mitin relámpago que entonábamos una canción de la República Española. Insultábamos a Francisco Franco y recitábamos: “Valiente la Policía/orden de los coroneles/ en la hora más amarga/mataron a dos mujeres”.

Todos tuvimos algo que ver en la caída de Lemus el 26 de octubre de 1960 y casi todos creímos que había llegado el tiempo de Patria o Muerte a El Salvador. Quizá ilusamente creíamos que la Universidad era como el país o viceversa.

En 1960 solamente existía la Universidad de El Salvador y todos los mencionados pasaron por las aulas de las facultades de la Universidad. La primera universidad privada, la UCA, se fundó en 1965 con base en una Ley de Universidades Privadas que aprobó la Asamblea Legislativa durante el Gobierno del Coronel Julio Rivera.,

El tiempo pasó. Los jóvenes universitarios de la Generación Patria o Muerte comenzaron a diferenciarse. Unos se hicieron social demócratas de apariencia o de corazón, otros hicieron aflorar su arraigado anti-comunismo, unos optaron por la Dolce Vita (por cierto también este año se cumplen 50 años de esa señera película de Fellini), unos se volcaron a terminar sus estudios, muchos murieron y algunos siguieron en la izquierda y aún luchan por un país con democracia, justicia social y dignidad para todos.

Quizá el saldo humano más reconfortante para los luchadores sea que en la Generación Patria o Muerte ha habido revolucionarios de toda la vida, que lo fueron desde antes del Concilio Vaticano II y han continuado como revolucionarios después de la caída del Muro de Berlín. Algunos de ellos, han proyectado sus luchas a través de sus hijos y de las siguientes generaciones.

Se me ocurre, como evidencia gráfica de la vigencia de lo que se sembró hace 50 años, recordar una fotografía del día cuando cayó el Coronel Lemus, el 26 de octubre de 1960. La foto recoge el instante en que Roque Dalton sale de la Penitenciaría Central, donde lo tenían secuestrado y desaparecido, y el compañero solidario que está a su lado dándole la bienvenida a la libertad es Eduardo Badía Serra, quien hace 50 años era un dirigente estudiantil del frente revolucionario de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de El Salvador y ahora es Vice Ministro de Educación.

Pasados 50 años de estos hechos recordados, puede concluirse que la marcha ha sido larga. Lo que actualmente vive El Salvador –en sus esplendores y en sus miserias- tiene largas raíces. Lo que importa es que las generaciones jóvenes asuman con pasión la esperanza de un mundo mejor. Algo queda y, sobre todo, la esperanza no muere.

¿Tenemos ahora, en El Salvador, el equivalente a la Generación Patria o Muerte?

Los inicios de la guerra en El Salvador…Entrevista con Américo Araujo (VIII) (segunda versión, corregida y aumentada)

SAN SALVADOR, 6 de noviembre de 2009 (SIEP) “El 29 de diciembre de 1979 se definió que como PCS nos salíamos de la Junta de Gobierno, y entonces hubo un febril esfuerzo por parte de Rubén Zamora de reunirse con Schafik (Handal) para revertir este acuerdo…” nos comenta Mauro Araujo.

Explicó que “al final se realizó una reunión en una oficina de Farid (Handal) en la Colonia Ávila, en la cual Rubén insistió en que era un gravísimo error político salirnos de la Junta, que diéramos más tiempo y que ellos se comprometían a cambiar la correlación interna del Gobierno…la Comisión Política del P.C.S. ratificó la decisión de salirse…”
En la primera semana de enero de 1980 se realizó una Conferencia de Prensa de la Coordinadora Político-Militar, C.P.M. en la que se informó sobre los avances de la unidad, saludaron la creación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas con representación de BPR, FAPU, UDN y LP-28 y la convocatoria a la Marcha del 22 de enero.
Los primeros días de enero, se nos fue en conformar la CRM y preparar la marcha del 22 de enero. Después del 22 de enero se agudizó la campaña represiva del régimen, los Escuadrones de la Muerte iniciaron una carnicería masiva y selectiva intensa en los meses de enero, febrero y marzo, incluyendo los asesinatos el 4 de marzo del Fiscal General Dr. Mario Zamora y el magnicidio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, el 24 de marzo.
El asesinato de Mario aceleró el rompimiento del Partido Demócrata Cristiano, PDC y la creación del Movimiento Popular Social Cristiano, MPSC, encabezado por Rubén Zamora, Francisco Díaz, Aronette Díaz, Héctor Silva, Juan José Martell, Jorge Villacorta y otros. En febrero creamos el Movimiento Independiente de Profesionales y Técnicos (MIPTES) conducido por Enrique Álvarez Córdova con quien veníamos platicando desde noviembre del año anterior y como Vicepresidente se eligió al Ing. Eduardo Calles, militante nuestro. En marzo se empezó a construir entre MIPTES, el MPSC recién formado por el grupo que salió del PDC, y el MNR de Memo Ungo el Frente Democrático, que luego junto con la CRM, el 18 de abril, se constituyeron en el Frente Democrático Revolucionario, FDR.
El 24 de marzo, día que asesinaron a Monseñor Romero, estábamos en Cuba. Una delegación de la CPM participaba en una Conferencia Internacional en La Habana. La Delegación incluía a Salvador Cayetano Carpio y Jorge Escoto, por las FPL, a Doroteo Gómez Arias, por la R.N., y a Tony Hándal y mi persona por el PCS. Al saber la noticia, se realizo una numerosa manifestación, a la que asistimos, de repudio a los asesinos y de solidaridad con el pueblo salvadoreño en la Universidad de La Habana. Confundido entre los estudiantes de la Universidad encontramos a Miguel Mármol que por aquellos tiempos residía en esa ciudad. Todos los de la delegación decidimos regresar de inmediato al país.
Con Tony Hándal regresamos vía Managua y Guatemala. En Nicaragua nos quedamos un par de días pues la esposa de Tony con sus dos hijos vivía en Managua. Ingresamos con Tony Hándal el domingo 30 de marzo, el mismo día del sepelio de Monseñor Romero. Nos esperaban en Guatemala el viejo Porfi y otro compañero de seguridad. Mientras nos encontrábamos viajando desde Ciudad de Guatemala hacia San Salvador estaba sucediendo la masacre enfrente de Catedral donde muchos obispos de Iberoamérica y religiosos de todas partes del mundo celebraban la misa de responso por Monseñor Romero ante unas cincuenta mil personas.
El ejército disparó balas y granadas contra la multitud. Al día siguiente Napoleón Duarte dio declaraciones asegurando que “…la violencia había sido creada por los terroristas de izquierda, cuyo principal objetivo es crear la confrontación y la violencia…» Así, la Democracia Cristiana justificó y explicó aquel horrendo y monstruosos crimen cometido por los militares salvadoreños en pleno centro de la Capital, sobre las gradas del principal centro católico de El Salvador y en la principal plaza cívica del país. Trataron de hacer creer que los revolucionarios habíamos provocado aquel espantoso crimen.
Al regresar de La Habana me encontré a Schafik trabajando en el borrador del Programa del Gobierno Democrático Revolucionario, GDR, Robertico Castellanos era su asistente y le ayudaba en la redacción del programa…El primero de abril estaba convocada una reunión de la CPM y acompañe a Schafik. Este, por el camino, dentro del carro, fue haciéndole todavía las últimas correcciones al borrador del documento. En esa reunión se leyó una segunda carta del ERP – la primera la habían enviado en enero- insistiendo en la necesidad de incluirlos en la Coordinadora Político-Militar. Se generó una gran discusión con la RN. Fermán Cienfuegos se oponía firmemente a que se les incluyera.
En una siguiente reunión, a finales de abril, Ferman informó que la dirección de su organización, el CENA, finalmente había aceptado que el ERP ingresara a la CPM con la condición de que dieran explicaciones satisfactorias sobre la muerte de Roque y de Pancho. Como te imaginaras, nunca lo hicieron…
A principios de mayo, iniciamos los preparativos para pasar a otro escalón de la unidad revolucionaria, de la fase de la coordinación a la de la dirección…esto concluyó el 22 de mayo con la creación de la Dirección Revolucionaria Unificada, la DRU. Me acuerdo que Carpio mostró mucha iniciativa en el diseño del funcionamiento y la estructura de la DRU. Ante cada problema, sacaba un fólder con una propuesta. Salvador era uno de quienes mejor se preparaba para aquellas reuniones.
La DRU iba a estar integrada por tres representantes por organización. La reunión constitutiva se realizó en La Habana. El ERP nombró como su representante en el exterior a Ana Guadalupe Martínez. En esa primera reunión constitutiva de la DRU se preparó la huelga general para junio de ese año, la cual fue muy exitosa y logro paralizar a más de 100,000 trabajadores y trabajadoras…fue tan exitosa que la RN decidió, hacer una convocatoria unilateral para otra huelga general en julio. Esta otra huelga fue un fracaso. La DRU también decidió realizar giras internacionales para solicitar solidaridad. Como representantes ante la DRU por el PCS quedamos Schafik, Mario Aguiñada y mi persona. Se decidió que Schafik fuese a los países socialistas en una gira que lo llevó hasta Vietnam, y que es la famosa gira que luego apareció en el Libro Blanco que la C.I.A publicó y difundió por todo el mundo.
A Carpio y a Domingo Santacruz se les envió para visitar a los presidentes centroamericanos; Joaquín Villalobos y Fermán Cienfuegos visitaron Panamá y México. Surgió también la necesidad de nombrar representantes en diversos países, era cada vez más evidente la importancia del factor internacional en nuestra lucha. Cuando el 10 de octubre se constituyó el FMLN prácticamente estaban nombrados los representantes de la alianza FMLN-FDR en todo el mundo.
Se habla que dentro del FMLN las disputas naturales e históricas han sido entre PCS y FPL, y entre ERP y RN. Ello no era así en la coyuntura de fundación del FMLN. Las organizaciones más grandes en aquel momento, con expresiones muy desarrolladas y ramificadas de movimiento social (masas), eran las FPL que tenían su expresión social en el poderoso Bloque Popular Revolucionario,BPR y las R.N. que a su vez tenían al Frente de Acción Popular Unificada, FAPU. Entre sus cuadros había cierto espíritu de competencia que en algunos casos llegaba a rivalidad. Marcial acusaba a la R.N. de ser aventureros y Alberto Ramos a las FPL de ser hegemonistas. Estas dificultades se expresaron, de manera clara, en los momentos de crisis durante los días previos a la fundación del FMLN que generó la salida, durante unas pocas semanas, de la R.N. del seno de la DRU.
Las fases de la guerra…
La primera fase arranca desde 1977 hasta enero de 1981.Comprende el vuelco total de la población a la guerra y su convencimiento que no queda otro camino que la lucha armada. Inicia con el fraude electoral cometido en febrero de 1977 contra la Unión Nacional Opositora y la represión del 28 de febrero en el parque Libertad. Es la fase de transición hacia la guerra.
La segunda fase comprende del 10 de enero de 1981 hasta el año 1982. Sus rasgos principales son los del impulso de la estrategia militar de resistir, desarrollarnos y avanzar y de la ofensiva diplomática continua. En esta fase se organiza el Ejercito Popular y sus diversas unidades de apoyo, logística, comunicaciones, inteligencia, etc. Y esta fase concluye con el control militar de la franja norte del territorio nacional, una tercera parte del país.
La tercera fase es la del despliegue de la iniciativa militar y va del año 82 al año 84.
La cuarta fase va del año 84 a los años 86-87 y comprende la implementación de la Guerra de Baja Intensidad, GBI y su fracaso.
La quinta fase va del 87 al 89 y es la del pre-desenlace del conflicto.
La sexta fase va del 89 al 92 y es la del desenlace. Vamos a referirnos a la segunda y tercera fase.
El año 81…

El año 81 fue un año intenso. En el terreno militar el trabajo fue duro pues se terminó de formar y forjar el ejército popular, se adquirió experiencia y se empezaron a formar las unidades de apoyo: la artillería, los zapadores y las tropas especiales. La logística adquirió proporciones y potencialidades extraordinarias, las comunicaciones militares tuvieron un increíble desarrollo con el uso de tecnologías duras para el cifrado y descifrado de nuestros mensajes, y el trabajo de inteligencia paso a escalones superiores. Mientras, en el terreno, las unidades guerrilleras resistían, se desarrollaban y avanzaban.
En julio de este año lanzamos la primera ofensiva militar luego de la de enero. Fue una ofensiva que se prolongo hasta agosto y que tuvo como momentos destacados la toma de Perquin en Morazán durante diez días; y los cortes de carretera. Esto permitió demostrar que el FMLN no estaba militarmente derrotado. Y sirvió de base para la declaración Franco-Mexicana.
El ejército respondió con una nueva estrategia basada en desconcentrar medianas y pequeñas unidades en todas las poblaciones. Por nuestro lado, iniciamos en la segunda mitad de este año la formación de grandes unidades militares, con las cuales realizamos desde octubre y noviembre labores de limpieza de efectivos enemigos en la franja norte del país. De esta manera hicimos fracasar a la estrategia enemiga y adquirimos presencia territorial. El 15 de octubre se destruyo el Puente de Oro, asestando un fuerte golpe militar con amplio impacto político.
En el área político-diplomática fue intenso el trabajo porque se impulsaron diversas iniciativas. La estrategia del FMLN, de manera casi magistral, ejecutaba la combinación de diversas formas de lucha. Y desde el mismo momento que la guerra se inicio, el FMLN levantó la bandera de la solución política al conflicto y desplegó su músculo diplomático. Para esa época el jefe de los asesores militares estadounidenses en El Salvador se jactaba con gran prepotencia que sería más fácil aplastar militarmente al FMLN que sacar a un borracho de una cantina.
Unas semanas después de la Ofensiva del 10 de enero, entre el 28 de febrero y el 1 de marzo, el Buró de Centroamérica y del Caribe de la Internacional Socialista realizó una reunión en Panamá y giraron una invitación para que una delegación del FMLN se hiciera presente. A esta reunión asistieron Joaquín Villalobos, Fermán Cienfuegos y Ana Guadalupe Martínez portando una propuesta de la Comandancia General del Frente para una mediación en busca de una solución política.
A la reunión del Buró llegó el alemán Hans Wishniewsky que se entusiasmo por esta oportunidad para mediar en un conflicto internacional y salió para reunirse con el Departamento de Estado del gobierno norteamericano y con José Napoleón Duarte. En ambos lados fue rechazado pero él insistió en varias oportunidades. Marcial no simpatizaba con esta iniciativa. La miraba con desconfianza. Consideraba que el FMLN debería de desarrollarse y fortalecerse más para poder entrar a un juego político de esta envergadura. Y Marcial decidió filtrar un documento interno del FMLN, que en su mayor parte el mismo había redactado, donde caracterizaba la iniciativa como una medida táctica necesaria para ganar legitimidad internacional. El documento llegó a manos de Duarte y este se lo entregó a Wishniewsky quien se sintió ofendido y fue a quejarse con Fidel Castro. Allí terminó aquel esfuerzo
No obstante, en mayo se realizó un nuevo esfuerzo de mediación esta vez coordinado por el político canadiense Edward Broadbent, Vicepresidente de la Internacional Socialista, y con muy buenas relaciones con los gobiernos mexicano y norteamericano. Igual que había sucedido con Wishnievky, Duarte y el Departamento de Estado rechazaron las propuestas del canadiense. Esta otra iniciativa también fracasó. Los Gobiernos de el Salvador y de los Estados Unidos consideraban que la derrota del FMLN era cosas de meses y que cualquier intento de diálogo o negociación obstaculizarían aquel objetivo y por lo contrario Duarte sostenía que el FMLN debía deponer las armas como condición para cualquier tipo de negociación. Esta exigencia se mantuvo durante todo el tiempo que duró la Junta de Gobierno, el Gobierno Provisional de Álvaro Magaña y el Gobierno de Napoleón Duarte.
En junio de aquel año, una tercera iniciativa, esta vez proveniente de un grupo de eurodiputados de varios partidos puso sus buenos oficios para impulsar una salida negociada. Cuando hablaron con Duarte este los rechazó y les pidió que demandaran al FMLN que depusiera las armas Esta iniciativa también fracasó.
Luego, en Julio, la C.G. inicio un esfuerzos con el hijo del entonces canciller mexicano Jorge Castañeda y con la esposa del presidente francés Francois Miterrand. Esto llevo al gobierno mexicano a enviar a Paris a Don Porfirio Muñoz Ledo, destacado diplomático y por muchos años dirigente de la COPPAL. Y el FMLN-FDR envió por su parte a Guillermo Ungo, Héctor Oquelí y a Salvador Samayoa. Y como resultado de este esfuerzo surge el 28 de agosto la Declaración Franco-Mexicana que simboliza un avance en el reconocimiento internacional de la alianza FMLN-FDR, a la que califica como “fuerza política representativa.”Luego muchos partidos de la IS y de otras tendencias democráticas y revolucionarias, respaldarían este esfuerzo.
En septiembre el presidente nicaragüense incluyó en su delegación ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, al presidente del FDR, Guillermo Ungo, y en ese foro Daniel Ortega leyó una propuesta del FMLN para lograr una solución política negociada al conflicto salvadoreño. Esto causó un gran revuelo internacional. Este fue otro empujón más hacia la solución negociada, importante y relevante que puso al FMLN a la ofensiva política y al GOES en aprietos y a la defensiva.
Entonces Rafael Caldera, presidente copeiano (socialcristiano) venezolano acudió en auxilio internacional de Duarte y emprendió una gira que lo llevó a México para serrucharle el piso a la propuesta mexicano-francesa y a la ofensiva diplomática que estábamos realizando. Caldera obtuvo cierto éxito y logró que nueve gobiernos latinoamericanos aprobaran a principios de diciembre la Declaración de Caracas, que criticaba duramente la declaración Franco-Mexicana.
¡De haberse iniciado estas platicas cuanto costo político y humano nos hubiéramos evitado! Incluso el presidente costarricense Carazo y el colombiano Belisario Betancourt tomaron la iniciativa de mediar para buscar una salida política. Pasaron a formar parte de la larga lista de rechazados.
1981 fue el primer año de la guerra, y el énfasis público de las actividades se desplazó de lo militar hacia lo internacional y tomamos la iniciativa en este nuevo terreno de lucha. El gobierno norteamericano siempre estuvo a la defensiva, reaccionando a nuestras propuestas. Nos posicionamos en la búsqueda de una solución política al conflicto mientras que los norteamericanos mantuvieron su tesis de “la deposición previa e incondicional de las armas por el FMLN…”
El año 82…
En 1982 internamente, la derecha convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente. Los norteamericanos enfrentaban el dilema entre el PDC de Duarte y la ARENA de DAubuisson. Filosóficamente coincidían con el planteamiento anticomunista de ARENA pero políticamente sabían que la figura de DAubuisson era desastrosa y no contribuía a sus planes contrainsurgentes. . Como no pudieron lograr la conciliación entre estas dos fuerzas eligieron, entonces, el camino de una Asamblea Constituyente para buscar un nuevo pacto social y político. Este camino favoreció a DAubuisson que iba ganando fuerza, lo que llevó a nombrar a Álvaro Magaña en marzo de 1982 como Presidente. En mayo de ese año se firmó el Pacto de Apaneca donde la derecha, exclusivamente la derecha, definió, como siempre había sido a lo largo de toda la historia salvadoreña, las reglas del proceso político.
En lo militar para el FMLN, 1982 es el año de la formación de las grandes unidades militares. Como FAL nos asentamos en Guazapa. Anteriormente, en el 1981 estuvimos en San Vicente, en los Cerros de San Pedro. También tuvimos presencia en el Volcán de San Miguel, en Piedra Azul. El primer jefe de este esfuerzo fue Raulito, que había llegado con Los Esquimales. El cayó. El era originario de San Miguel. Posteriormente en el 89 estuvo Damián conduciendo este esfuerzo. Y fue desde Piedra Azul que se abrió ruta hacia Jucuarán.
En enero se ataca a la Fuerza aérea destruyéndoles varios medios aéreos. En marzo, de cara a las elecciones del régimen, impulsamos una nueva ofensiva militar para boicotearlas, en la que por primera vez desde enero del 81, incursionamos hasta la Col. Zacamil, llegando de nuevo a la capital. Después de marzo, incursionamos en la franja sur del país. En junio en El Moscardón, Morazán, el FMLN logro aniquilar una unidad completa del Batallón Belloso.
A finales de este año, el ejército gubernamental entra en una crisis de conducción ante el fracaso de su estrategia militar. Al colapsar su estrategia se abre una brecha profunda, surgen grandes contradicciones entre el Alto Mando y los mandos operativos e intermedios, es en este escenario que el Coronel Ochoa se insubordina en Sensuntepeque.
Los Estados Unidos ingresan entonces a conducir la guerra y crean los Batallones de Infantería de Reacción Inmediata, los famosos BIRI; refuerzan la Fuerza aérea; reconstruyen la Inteligencia Militar e inician la preparación en Fort Bragg de dos batallones, el Belloso y el Atlacatl.
Y esto provoca que en los mismos círculos de poder en Estados Unidos surja un debate sobre la política hacia El Salvador y que el presidente Reagan al no contar con una política bipartidista, se vea obligado a rendir un informe semestral sobre los avances en el respeto a los derechos humanos del gobierno salvadoreño, en particular de sus fuerzas armadas.
En lo diplomático, durante todo el año 82, el FMLN continúo presentando nuevas iniciativas. En enero de 1982 el FMLN envió una carta al Presidente Ronald Reagan en la que le proponía iniciar conversaciones de paz de inmediato pero este rechazó la propuesta. Mas tarde, en julio del mismo año la Comisión Político-Diplomática del FMLN-FDR escribió una carta abierta al Secretario General de las Naciones Unidas proponiéndole que pusiese sus buenos oficios para encontrar una solución negociada con el GOES. También fue rechazada por Álvaro Magaña quien levantó la consigna que “diálogo y negociación es traición”.
En Septiembre de ese mismo año el Presidente costarricense Luis Alberto Monge quiso mediar pero Magaña lo rechazó de manera tajante. Finalmente, en octubre de 1982 la Comandancia General lanzó la iniciativa en la Ciudad de México de Diálogo Directo y sin precondiciones con el Ejecutivo, Legislativo y Fuerza Armada. Así terminó aquel año.
El año 83…
En febrero de 1983 el ejército ya conducido por los norteamericanos, despliega una gran contraofensiva militar conocida como Guazapa 10. Y coincidió con una reunión de la Comisión Política. Para mi fue la guinda mas larga de toda la guerra. Fuimos a parar desde Palo Grande en Guazapa hasta más arriba de La Laguna, en Chalatenango, pasando por la Montañona y por Guarjila. Yo fui a salir en un tramo de carretera cerca de La Palma, ya que nos mandaron junto con Domingo a San Salvador.
En Guazapa estaba la Comisión Política del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, PRTC, de la Resistencia Nacional, RN y la nuestra. Estaban tres integrantes de la Comandancia General del FMLN. Roca, Ferman y Schafik.
Guazapa 10 fue un ensayo de los gringos del uso de grandes unidades militares, que con apoyo aéreo y de inteligencia, lograsen “quitarle el agua al pez.”Fue la continuación de las grandes masacres cometidas en 1981 y 1982. El propósito era despoblar nuestros territorios. Y naturalmente, provoco grandes desplazamientos de población civil, guindas de miles de gente, y origino los refugios en Honduras como Mesa Grande y Colomoncagua. El ejército actuó de manera criminal contra la población civil, la obligo a abandonar las zonas de conflicto. Guazapa de ser un lugar poblado paso a ser un sitio despoblado. Hubo matanzas cuando la gente pasaba el rio Quelepa, bombardeaban y disparaban desde los helicópteros…
A mediados de este año los asesores gringos toman la decisión de imponer una nueva estrategia militar basada en acelerar creación de los BIRI, más Cazadores, mejor inteligencia y renovar la fuerza aérea y la artillería.
En septiembre unidades del FMLN atacan la III Brigada de Infantería en San Miguel. El coronel Joseph Stringham, jefe del Grupo de Asesores manifiesta públicamente su preocupación ante este último golpe al que califico como una “derrota dramática” del ejército salvadoreño, que podía adquirir un “impacto psicológico abrumador.”Era una conclusión lapidaria del gobierno gringo. Un mes después, en El Cacahuatique, Morazán fue aniquilado por parte del FMLN un Batallón de Cazadores completo, que eran supuestamente una fuerza más liviana y de gran movilidad. Ante los ojos de los asesores norteamericanos la situación militar para el ejercito es catastrófica y dramática, esta colapsando.
Esto golpea fuertemente la moral del ejército y naturalmente despierta la preocupación de loa asesores, ya que estaban perdiendo la guerra. Y esta situación acercaba el peligro de una intervención directa con tropas gringas. Y el peligro era naturalmente regional. La decisión de la CG fue que en respuesta a una intervención había que convertir el suelo salvadoreño en una gran hoguera, en un nuevo Vietnam.
En noviembre se realiza un ataque militar con armamento casero, los famosos “tepezcuintles” en San Salvador contra el Estado Mayor del ejército. Como FAL participamos en esta acción. El 29 de diciembre fuerzas del FMLN atacan y destruyen la IV Brigada de Infantería en El Paraíso, Chalatenango, causando más de 300 bajas al enemigo. Este era un cuartel moderno, según ellos inexpugnable. Pero tropas especiales lo penetraron, sorprendieron a varias compañías y las aniquilaron, demolieron esa mole y se retiraron victoriosos, llevando como trofeos tres cañones, centenares de armas y 200 soldados rendidos.
A comienzos del año una nueva iniciativa diplomática surgió con la constitución del Grupo de Contadora y que estaba integrado por Panamá, Venezuela, México y Colombia.
El año 84…
En enero zapadores del FMLN destruyen El Puente Cuscatlán y parten el país. Ante los ojos de los asesores norteamericanos la situación militar para el ejercito es catastrófica y dramática, esta colapsando.
Este mismo mes de enero la Comisión Kissinger concluyo que en El Salvador había que incrementar la ayuda militar para condicionar a los militares a que respetaran los derechos humanos. Se inicio una campaña del partido Republicano, la Prensa y sectores del Poder para acusar a los Demócratas que estaban poniendo en peligro la seguridad de los Estados Unidos al apoyar a movimientos revolucionarios en su patio trasero. Esto presiono a los Demócratas y los obligo a aceptar un acuerdo bipartidista de más ayuda para el régimen salvadoreño.
El 31 de enero el FMLN junto con el FDR hace la audaz propuesta de constituir un Gobierno de Amplia Participación, GAP. Este incluiría a sectores de empresarios medios, partidos políticos y sectores del ejército. Y esto estuvo acompañado por una amplia ofensiva militar en todo el país. La oferta política contemplaba posponer las elecciones programadas para marzo hasta junio, y de esta manera el FMLN aceptaba participar. Nos la jugamos con esta propuesta en el entendido que Duarte la iba rechazar como efectivamente sucedió. De no haber sido así, hubiéramos estado en un serio aprieto. Pero nuestro cálculo fue acertado: Fue una jugada magistral: Duarte y los gringos no aceptaron la propuesta.
En marzo se realizaron las elecciones presidenciales disputadas entre el PDC y ARENA, entre Duarte y DAubuisson. Los Estados Unidos necesitaban a Duarte como aliado y lo apoyaron, rechazando a DAubuisson. En mayo tomo posesión Duarte de la presidencia. El les garantizaba el apoyo internacional de la IMDC y de la ODCA. En julio Duarte viaja a Europa y se llena la boca en Francia y Alemania con llamados a la negociación.
En octubre pronuncia un discurso en la ONU en el que anuncia una oferta de dialogo. Nos desafiaba a que nos reuniéramos dentro del país en un par de días. Iba con patada y mordida. Aspiraba a arrebatarnos la iniciativa política diplomática. Nos puso en una situación difícil. El sabia que para ese tipo de reunión teníamos que consensuar una posición primero dentro de las cinco fuerzas del FMLN y luego con nuestros aliados del FDR. Estos eran procesos que normalmente duraban meses dado que se estaba en diferentes lugares dentro y fuera del país; decidimos iniciar el proceso y en 48 horas pudimos dar una respuesta.
La respuesta fue que si, aceptábamos la invitación, que íbamos a llegar a La Palma, Chalatenango. Todos empezaron a moverse hacia La Palma; se arreglo el ingreso de Zamora y de Ungo; se movió Nidia Díaz desde San Vicente; y se genero un intenso movimiento de todos los sectores. Y logramos con nuestra presencia demostrar que la propuesta de Duarte era una maniobra táctica. Y obtuvimos una gran victoria política. Nos acercamos a la gente…varios sectores vinieron a vernos, a conversar. Luego vino la segunda reunión en Ayagualo en noviembre de este año…otro movimiento táctico. Facundo Guardado pronuncio un discurso muy radical de denuncia de este juego y de critica a Duarte, a las Fuerzas Armadas y al GOES por esta manipulación.
El año 85…
El 21 de enero Rubén Zamora presento en la Ciudad de México una propuesta para reanudar el dialogo con el gobierno salvadoreño. El 23 de enero Duarte denuncio públicamente que la derecha preparaba un golpe de estado a al vez que rechazo la oferta del FMLN-FDR. Justifico su rechazo alegando que se encontraba amenazado. En marzo hubo una reunión de la CELAM en San José, Costa Rica en la que el Arzobispo de san salvador, Monseñor Rivera y Damas anuncio que la Iglesia Católica estaba a favor del dialogo entre el FMLN y el GOES. El 31 de marzo se realizaron elecciones de diputados y alcaldes que le dieron ventaja al PDC, obtuvo mayoría en la asamblea legislativa constituyéndose así la “aplanadora verde.” Contaba ahora con el ejecutivo, el legislativo y el judicial. El 23 de abril duarte por medio del Obispo Rosa Chávez nos hizo llegar una propuesta de conversaciones privadas y publicas. El 6 de agosto la CEDS publico una importante Carta Pastoral sobre Reconciliación y Paz. El 9 de agosto fui capturado…
Continuara…

Declaración solidaria de Partidos de Izquierda de Mesoamérica y el Caribe con la lucha del pueblo hondureño

Declaración solidaria de Partidos de Izquierda de Mesoamérica y el Caribe

La reunión de Partidos de Izquierda de Mesoamérica y el Caribe, siguiendo de cerca los acontecimientos que a partir del 28 de junio, día del golpe de estado militar-oligárquico-imperialista, que rompió con el orden constitucional de Honduras y que depuso a su presidente legítimo José Manuel Zelaya Rosales, hace pública su declaratoria en los siguientes términos:

– Nos solidarizamos con la lucha del pueblo hondureño conducida por el Frente Nacional de Resistencia Popular FNRP, que ha logrado aglutinar a todos los sectores democráticos, progresistas y revolucionarios, en una sola instancia unitaria de lucha.

– Reconocemos al FNRP como el principal referente de la lucha por la democracia y la justicia social en la hermana república de Honduras, a la vez que comprometemos nuestra acción político-partidaria a favor de la campaña internacional por la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que le devuelva el orden constitucional.

– Condenamos las acciones represivas, violatorias de las garantías constitucionales y los Derechos Humanos del actual régimen de facto de Porfirio Lobo Sosa, que han llevado a la inseguridad social y política a la gran mayoría de la población hondureña.

– Rechazamos el intervencionismo norteamericano en asuntos de un país soberano como es Honduras, mismo que han sido descaradamente atendidos personalmente por Hugo Llorens, embajador norteamericano en dicho país.

Los partidos reunidos son:

Frente Nacional de Resistencia Popular FNRP
Frente Sandinista de Liberaciòn Nacional FSLN
Partido Comunista Cubano PCC
Frente Farabundo Martì de Liberaciòn Nacional FMLN
Uniòn Revolucionaria del Nacional de Guatemala ­ Movimiento Amplio de Izquiedas (MAIZ)
Frente Amplio Costarricense
Movimiento Independentista de Puerto Rico
Partido de los Trabajadores ­ Mèximo ­ PT
Partido Socialista Unido de Venezuela PSUV

Managua, 10 de abril de 2010

PARÁBOLAS DE LA TRAICIÓN

PARÁBOLAS DE LA TRAICIÓN

Y en aquellos tiempos sucedió que Judas, con las treinta monedas tintineándole en el bolso, vio pasar un tumulto y en medio de él al Hijo del Hombre cargando la cruz que su delación le había acarreado. Y he aquí que habló el Iscariote: “Señor ¿Cómo puedes decir que te he traicionado? Tú me sentaste a tu lado sabiendo que soy publicano, un hombre cuya vida es contar dinero. Me buscaste durante tus juntillas con publicanos y gentiles y mujeres públicas. Hiciste posible mi infamia encomendándome garantizar tu seguridad y la de tus fieles. Tú lavaste mis pies y ungiste mi frente, recomendando a tus creyentes que tuvieran en mí la misma confianza que en Ti. Tú protegiste mi acto declarando que uno de los discípulos traicionaría, pero negándote a dar mi nombre. Tú mismo recibiste ante todos mi beso, el beso de quien todo lo tasa en dinero. Y preguntóle uno de los sayones: “¿Qué harás con tus treinta monedas?” Y contestóle el Iscariote: “Comprar una cuerda, pues ya nadie podrá confiar en un hombre que ha apagado la Luz del Mundo”.
PARÁBOLA DEL CORRUPTO PRÓDIGO
Y vivían los primeros cristianos mil estrecheces, pues todo lo habían dado por la Causa. Y el Iscariote los exhortó a hacer gran fiesta para recibir entre sus filas y favorecer con sus votos a un corrupto, delator, traficante de influencias, cuartorrepublicano, neoliberal, promotor de casinos y saltador de talanqueras. Y ante el escándalo de los fieles, los apostrofó el Iscariote: “¿Mas no sabéis que habrá más alegría por un corrupto pródigo que condesciende a unírsenos, que por los veintisiete millones de honrados a quienes robó?”
PARÁBOLA DE LA DOBLE RELIGIÓN
Y he aquí que Judas Iscariote propuso la doctrina de la Doble Religión. Y he aquí que los romanos podían hacerse cristianos sin perder su fidelidad, obediencia y deberes de lealtad y defensa militar hacia el Imperio Romano. Y he aquí que los fariseos podían sacar pasaporte cristiano manteniendo su fe, su fidelidad, su obediencia y sus deberes de lealtad y defensa militar hacia sus autoridades fariseas. Y he aquí que los filisteos podían tener ciudadanía cristiana conservando ciudadanía, fidelidad, obediencia y deberes de servicio militar hacia el filisteismo. Y hete aquí que entre todos encerraron a los que sólo eran cristianos, y los echaron a los leones.
PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO
Y sucedió que el Buen Samaritano quiso votar. Y se le presentó el publicano para enumerarle los nuevos requisitos para el ejercicio del sufragio: “Y para votar deberás tener computadora e impresora y modem y conexión a la web y abrir una página de informática reposera que nunca abre y cierra fuera de horario laboral y en feriados. Y llenarás en pantalla un formulario redactado por fariseos de una manera tan complicada que no la descifrarán ni los sabios del sanedrín a menos que contrates un publicano gestor, a tus órdenes. Y una vez lleno e impreso el formulario indescifrable de informática peatonal peregrinarás a pie para hacer cola desde las cuatro de la madrugada ante oficinas que sólo atienden el día del número de tu cédula según la fase de la luna dentro de cinco o seis meses. Y en cuanto llegues a la taquilla te informará el publicano que debes llevar partida de nacimiento nueva, nuevo certificado del Seniat y nuevo registro de Sencamer, a ser todos renovados periódicamente. Y te añadirán que debes presentar certificado del Ince de que no tienes más de seis empleados. Y te preguntarán que dónde está la constancia de residencia que sólo puede expedir el Consejo Comunal, mas el recibo del Seniat que cuesta medio salario mínimo, para lo cual se requiere antes el cumplimiento de los requisitos mencionados, mas otros mil de los que sólo podrán informarte abriendo la página web que nunca abre”.
PARÁBOLA DE LA VENTA DEL REBAÑO
Y el Buen Samaritano sintió hiel en su corazón, pues vivía pastoreando un rebaño, y de ocuparse en tantas diligencias morirían sus ovejas, de modo que decidió venderlas todas para pagar al gestor a fin de que cumpliera tan implacables trámites. Mas he aquí que dijo el gestor: “Para vender cada oveja necesitas certificado del veterinario de que no tiene brucelosis, tuberculosis ni triquinosis, para movilizarlas ante el veterinario necesitas permiso de la Guardia, para venderlas requieres autorizaciones del Ministerio de Agricultura y Tierra, y el costo de realizar todos esos trámites es igual al precio del rebaño”.
PARÁBOLA DEL GESTOR DEL SUFRAGIO
Y sobrecogió al Buen Samaritano un sudor de sangre, pues veía que no podía ejercer ningún derecho sin contratar un gestor, y no podía contratar un gestor sin perder todos sus derechos. “Me venderé como esclavo, y con el precio te contrataré como gestor para que votes en mi lugar”, dijo con amargura en su corazón. “¿Y cómo quieres que vote en tu nombre”? preguntó el publicano. “Contra quienes me han reducido a la miseria con su Calvario de trámites. Pero, ¿Cómo sabré que cumplirás mi voluntad?”, preguntó el Buen Samaritano. Y contestó el gestor publicano : “¿Cómo dudas de que para complacerte acabaré con el infierno que me alimenta?”
PARÁBOLA DEL PARAMILITAR
Y en aquellos tiempos los imperialistas romanos habían establecido siete bases militares en Tierra Santa, y dos más allí mismo en las Islas Bienaventuradas, y todavía dos más en el Istmo, y la IV Flota Imperial de galeras hería con sus espolones las aguas, y amenazaba Herodes con seguir la matanza de los falsos positivos inocentes. Y por aquellos días los paramilitares filisteos entraban como Pedro por su casa por las fronteras, y cobraban vacuna, y establecían alcabalas, y legitimaban capitales con bingos, garitos y casinos, y sicariaban a los luchadores sociales palestinos. Y el Buen Samaritano, a quien los paracos habían incendiado su casa y matado a su familia, acudió ante el Hijo del Hombre a preguntarle qué había de hacer. “Si alguien golpea en una mejilla, hay que poner la otra para ser golpeado”, contestó el Elegido. “Sí”, respondió el Buen Samaritano “pero en lugar de tu mejilla, la que recibe el golpe es la mía”.

CARTA SECRETA PARA MARVIN

CARTA SECRETA PARA MARVIN

Por Dagoberto Gutiérrez

Muy bonita tu carta, Marvin, la del jueves en El Diario de Hoy. Yo pienso que cada vez que escribís, lo haces mejor que la vez anterior. De modo que es probable que termines, y que buena noticia, dedicándote completamente al oficio de la palabra.

Como esta carta que te escribo es secreta, y solo vos la vas a leer, porque es secreta, platicaremos de una manera llana, confianzuda y suelta, como potros en una llanura sin cercas.

Los años de guerra son años hermosos, dentro de su dureza, luminosos dentro de sus oscuranas, y engrandecedores, dentro de sus cosas pequeñas. Porque es ahí, en esas coyunturas, donde el ser humano da todo de sí, aun a sabiendas que no recibirá nada a cambio. Y así debe ser, porque los ideales que impulsan a tomar decisiones grandes son en función de muchos y muchas, y no siempre esto coincide con intereses individuales de los guerreros que participan en la guerra.

Y tampoco es posible que estos guerreros tengan los mismos intereses, o que miren el mundo de la misma manera. Así pasó en la guerra de veinte años, porque el FMLN, siendo un acuerdo de comunistas, anticomunistas y no comunistas, no supuso coincidencia ideológica, es decir, idéntica sangre de la sangre y carne de la carne; pero, eso sí, exigió muy claros y precisos acuerdos políticos.

Porque es, en este terreno, el político, donde se libran las escaramuzas que permiten que una determinada ideología determine el rumbo del proceso. Una vez terminada la guerra, la granada de luz que era el FMLN implosionó en mil pedazos, como tenía que ocurrir, para que el país, el pueblo, las clases dominantes y gobernantes, el gobierno y el Estado, entráramos de traje entero, al nuevo período histórico abierto por la post guerra.

En el nuevo escenario construido por la guerra y rubricado por los acuerdos políticos que la culminaron, cada quien, Marvin, siguió mirando, entendiendo y sintiendo la realidad, con sus propios ojos. Como vos muy bien sabes, uno no mira con los ojos sino con el cerebro y la realidad no tiene con uno una relación directa sino indirecta, mediada por la ideología.

De ahí que, independiente del origen de clases, de la situación de clases, resulta ser la posición de clase, dentro de la que cada quien se define frente a una misma realidad, de acuerdo a determinada ideología. Y es aquí donde se define con quien está uno, contra quien está uno, quienes están con uno, quienes están contra uno, y la relación de uno con el mundo.

Cuando estalla el FMLN, que es la mayor escuela de alianzas en la historia de nuestro país, cada uno de sus componentes recupera su identidad, tanto individual como política, y una vez más, el mismo mundo, que es la realidad conocida, es visto de diferente manera a partir de ideologías diferentes. Por eso, aquella brillante ejecutoria política, militar y diplomática, que partía de las diferencias y desigualdades del acuerdo político que llamamos FMLN, desaparece irremediablemente, sin que nada ni nadie lo sustituya; a menos que el nuevo instrumento partiera, precisamente, de las diferentes ideologías y posicione políticas de los componentes del desaparecido frente.

Se trataba, Marvin, de construir una nueva alianza, en un nuevo escenario, pero en este punto predominó el miedo a esas diferencias y a esos diferentes, y se impuso el criterio huérfano de la uniformidad, de la unificación, y por eso mismo, de la renuncia a hacer política, a partir de los acuerdos políticos. Así las cosas, en realidad predomina la ausencia de acuerdos, que solo pueden alcanzarse a partir de las diferencias, que son más importantes que las coincidencias, tenemos un país en que la mayor certeza es la sombra de cada cual y la idea de cada quien sobre su sombra.

Cada uno ve el mundo a partir de su país y de su patria, porque este debe verse con ojos chilipiosos, y no con ojos de gringo o de europeo, o de chino. Y como tenemos diferente ideología, aunque tengamos el mismo origen de clase, vemos mundos diferentes, y por eso diferentes visiones ideológicas producen diferentes posiciones políticas sobre procesos políticos trascendentes en el continente y en el mundo.

De ahí las diferencias sobre las revoluciones cubanas, venezolanas, bolivianas, ecuatorianas, y en definitiva, sobre el capitalismo y el comunismo. Claro que se trata de procesos que no son químicamente puros, y son todos, reversibles, como todo hecho social.

Yo soy de los que piensa que el ser humano es bueno por naturaleza, soy optimista histórico, y creo que la humanidad no está condenada a la norma, es decir, al Estado, y desde aquí, Marvin, se despliega una opinión y una posición frente a la realidad. Yo aprendí a odiar a los imperios a partir de un libro sobre la vida de Jesucristo, este personaje me cautivó, después lo harían Marx, Lenin, José Martí, Bolívar, El Ché, por su sencilla firmeza, su palabra justa y su compromiso inquebrantable. Odié a los romanos y a partir de ahí me fue fácil hacerme revolucionario e incorporarme al único destacamento que estaba luchando solo contra la explotación: el Partido Comunista de El Salvador. La nueva Roma está en Washington pero con mas soberbia y menos genio que el imperio que se apropió del cristianismo.

Te he contado esto, Marvin, porque esta es una carta entre vos y yo, y te pido que no se la enseñes a nadie, porque hay gente que mal interpreta o bien interpreta, las cosas que uno dice.

Saludame al Geovani, decile que siempre lo leo.

Antiguo dilema para la izquierda

Antiguo dilema para la izquierda

El caso Brasil

Immanuel Wallerstein

La Jornada

Con ocasión de celebrar el trigésimo aniversario de la creación del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, el principal periódico independiente de izquierda, Brasil de Fato, publicó entrevistas con cuatro de los principales intelectuales de izquierda. Los cuatro fueron activos alguna vez en el PT, de hecho se cuentan entre sus fundadores. Tres de ellos se retiraron del PT –el historiador Mauro Lasi se unió al Partido Comunista Brasileño, el sociólogo Francisco de Oliveira se unió al Partido Socialismo y Libertad y el historiador Rudá Ricci se hizo izquierdista independiente. El cuarto, el historiador Valter Poner, permanece en el PT y es una de las figuras principales de su facción de izquierda.

Expresaron cuatro análisis, sorprendentemente diferentes, de lo que Ricci llama el antiguo dilema de la izquierda brasileña: como ser popular y de izquierda. Pero por supuesto ése ha sido el dilema de la izquierda en todo el mundo, y sigue siéndolo hasta ahora.

Brasil es un lugar interesante para analizar este dilema y cómo se expresa. Es un país con una larga y activa tradición política, y hoy goza mucho de una situación multipartidista. Es también una nación cuya situación política ha mejorado mucho en años recientes, particularmente en los últimos 10 años. Y Brasil es un país que ha estado afirmando mucho liderazgo político en América Latina. Así que la pregunta se vuelve ¿cómo medimos la popularidad de un partido y cómo evaluamos sus credenciales de izquierda?

El periodista de Brasil de Fato abrió sus entrevistas apuntando que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva es una figura carismática, que es el mandatario más popular desde la “redemocratización” del país y que a lo largo de su historia el PT ha incrementado su apoyo entre los estratos más pobres de la población. Para que el partido se volviera más popular, aseveró, tuvo que hacer concesiones al pragmatismo.

¿Cómo reaccionaron los cuatro intelectuales a esta premisa? Para Ricci, el “lulismo” se ha vuelto más importante que el partido, lo que invierte el concepto original del PT. El PT se americanizó dice él. Hoy es simplemente una maquinaria electoral. La izquierda encuentra difícil ser popular debido a su lastre teórico de origen europeo. La cultura popular, dice, es compleja y conservadora, y Lula dialoga con su cultura popular. El PT es estatista y desarrollista, y como tal conservador y pragmático. Así que el problema es retornar a la idea original de una utopía de izquierda democrática sin tornarse elitista.

Para Lasi, el PT se volvió uno de los dos principales partidos de Brasil, de centroizquierda con un programa pequeñoburgués. El precio que pagó por el tamaño de su respaldo fue el abandono de los principios y las metas políticas que estaban presentes en su origen. El lulismo o el populismo es un modo de hacer que las masas accedan a las políticas que no fueron hechas en su interés.

Para Oliveira, el PT que comenzó con una base de trabajadores, de teología de la liberación y de movimientos de democratización, se ha vuelto simplemente parte de la jalea general del sistema partidista brasileño. Una perspectiva socialista no se basa en los pobres sino en un análisis de clase. Y en cuanto al programa del partido, la estatización, está 100 años atrasado, es parte de la dolencia infantil del estatismo. Es un programa para fortalecer las industrias brasileñas y no tiene nada que ver con la izquierda o el socialismo.

Poner ve la situación muy diferente. Concuerda con que al principio el gobierno de Lula era social-liberal en su orientación. Pero después de 2005, se hizo hacia la izquierda. Sí, dice él, el partido es desarrollista. Pero hay dos variedades de desarrollistas, los conservadores y los demócrata-populares. Con la crisis del capitalismo, el socialismo está de vuelta al debate.

Lo sorprendente acerca de los tres análisis críticos es el miedo al populismo. Lo que sorprende de los análisis es la ausencia de cualquier discusión de geopolítica.

Justo unos días después del artículo de Brasil de Fato, Fidel Castro publicó una de sus Reflexiones periódicas en La Jornada, en la ciudad de México. Lula acababa de estar de visita con Castro. Éste dijo que conocía a Lula hace 30 años, es decir, desde la creación del PT. Dada la historia de Cuba y las dificultades de más de 50 años, Castro dijo que lo que tiene para nosotros una enorme trascendencia era la reciente reunión en Cancún donde se había decidido la creación de una Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe que incluía a Cuba y excluía a Estados Unidos y Canadá. Esta reunión fue en gran medida un logro de Lula.

Castro subrayó entonces la importancia y el simbolismo de esta última visita de Lula antes de que deje de ser presidente de Brasil. Recordó que en la década de 1980 tuvo un emotivo encuentro con él, su esposa y sus hijos en su sencilla morada y alabó de Lula “su placer de luchar… con intachable modestia”. Aquí no hay crítica alguna al lulismo.

Todo lo que los intelectuales brasileños de izquierda critican, Castro lo alaba –el desarrollo tecnológico de Brasil, el crecimiento del PIB, convertirse en una de las 10 principales economías del mundo. Aun en la cuestión de la producción de etanol, a la que Castro dice que se opone, no culpó a Lula. “Comprendo perfectamente que Brasil no tiene otra alternativa, frente a la competencia desleal y los subsidios de Estados Unidos y Europa, que incrementar la producción de etanol”.

Castro termina con esta nota: “Una cosa es indiscutible: el obrero metalúrgico se ha convertido actualmente en un estadista destacado y prestigioso cuya voz se escucha con respeto en todas las reuniones internacionales”.

¿Cómo pudieron los intelectuales brasileños de izquierda y Castro llegar a retratos tan diferentes de Lula? Está claro que estaban mirando dos cosas por completo diferentes. Los intelectuales brasileños de izquierda miraban primordialmente la vida interna de Brasil y expresaron su pena por el hecho de que Lula fuera, a lo sumo, un pragmático de centroizquierda. Castro miraba principalmente a Brasil en su papel geopolítico, que él ve que socava a su enemigo primordial, el imperialismo de Estados Unidos.

¿Cuál es entonces la prioridad para los intelectuales de izquierda? Ésta no es meramente una cuestión brasileña. Es una cuestión que debe preguntarse casi en todas partes, tomando en cuenta el curso de la historia y el estatus geopolítico del país en cuestión.