CON JORGE ARIAS GÓMEZ

CON JORGE ARIASMEZ

En sus últimas horas de vida

(Comentario)

José Fidel Santacruz

En los primeros días de Junio del 2004, Lucio Rivera me llamó contándome que Jorge Arias Gómez estaba muy enfermo y me pedía en nombre de la familia, si yo podía colaborar con ella en cuidarlo parte del tiempo. Me dio el número de teléfono y en el mismo instante llamé a casa de Jorge. Fue Coyito, su hermana la que me respondió, me dio la dirección y una hora más tarde, estaba en su casa.

Me hizo pasar a la salita, mientras ella terminaba de preparar una bebida para Jorge. A su vez, ella, respetando los deseos de su hermano, le daría mi nombre y le preguntaría si aceptaba que yo le prestara algunos cuidados.

Mientras esperaba en la sala, me dediqué a ver varios diplomas y reconocimientos, entre ellos el de su doctorado en Jurisprudencia y Ciencias Sociales, extendido por la Universidad de El Salvador. Entre otras cosas, vi con gran interés unas libreras repletas de libros, documentos y muchos objetos de arte, sencillos, algunas fotografías y pequeñas pinturas.

A propósito yo llevaba su libro sobre Farabundo, para mostrarle mi interés por sus obras.

Después de unos momentos, Coyito me hizo pasar hasta el sencillo lecho donde Jorge libraba una feroz batalla contra esa cruel enfermedad que se llama cáncer. Estaba muy delgado, demacrado y su estado de ánimo era valiente, a pesar de la tortura que el dolor abrazaba todo su cuerpo, sus entrañas.

Al ver su estado de gravedad, no quise enseñarle su libro, pues uno de mis deseos era pedirle una firma, pero en aquellas condiciones, ni pensarlo.

La última vez que yo había visto a Jorge, fue en la Facultad de Jurisprudencia, el día que la Universidad de El Salvador le hiciera entrega de un merecido reconocimiento como el de PROFESOR EMÉRITO, en la cual se le hacía otro Reconocimiento de similar categoría al maestro Camilo Minero.

Al ver a Jorge en aquellas condiciones, sentí mucha pena por su estado de salud. Hubiera querido quedarme algún tiempo con él. Cuando fui joven trabajé varios años como auxiliar de enfermería y con frecuencia he puesto en práctica algunos conocimientos elementales. Pero Jorge no aceptó que me quedara. –“Yo le agradezco Fidel, su colaboración, pero aquí tengo a Coyito que me presta toda su atención; más adelante, cuando sea necesario que ella se comunique con usted.”

Al ver los esfuerzos que Jorge hacía para disimular sus dolencias, preferí retirarme para no incomodarlo más. Me despedí de él, estrechando su mano frágil, pero suave y cálida de afecto.

Unos quince días más tarde, recibí otra llamada de Lucio. Esta vez para decirme que Jorge estaba hospitalizado y que ahora si necesitaba que yo le apoyara, sobre todo por las noches. Era un día sábado.

A eso de las cinco de la tarde, llegué al hospital de Oncología del Seguro Social. A su lado estaba una de sus hijas y Coyito, su leal hermana, quienes se fueron a descansar a sus respectivas casas.

Si la vez anterior lo vi muy demacrado, agotado, sin mucho aliento; esta vez su estado de ánimo, su condición física era muy delicada. Sin embargo, él me reconoció inmediatamente. –¡Hola Fidel! –Respondió a mi saludo. Yo estrechaba su mano y sentí la sensación que me transmitía la suya, muy débil, por cierto, pero había un mensaje, un impulso de su estado emocional conciente y de su afecto bondadoso.

La alegría no se borró de sus ojos, ni la sonrisa de sus labios. Aún, en aquellas condiciones expresaba fuerza y ánimo.

Desde que llegué me mantuve a su lado. Unas veces ayudándolo a escapar de la tos, humedeciendo sus labios, limpiando sus ojos y su rostro; otras veces hablándole, pero pidiéndole que él no lo hiciera, que se mantuviera sereno, necesitaba conservar energías.

En un momento, yo le hablaba de los cambios sociales en El Salvador y en el mundo. Le recordé el papel que él jugó desde joven estudiante, lo del Llano del Espino, la Guardia Cárcel de Ahuachapán en 1944 y mucho más allá de toda su vida.

Esto sin duda, le alegró mucho porque sonrió; sonrió en todo su rostro, sus labios, sus ojos expresaban ese movimiento que se contrae y brillan con una sensación infantil.

En el momento que yo extraje tres libros suyos y se los coloqué a la altura de sus ojos: —¡Mi libro!… ¡Ha, mi libro! –Dijo cuando vio a su Farabundo.

Lo vi emocionado, feliz. Me lo decían sus ojos, sus labios con aquellas palabras: ¡Mi libro!… ¡ha, mi libro! Y me lo decía su mano que yo mantenía estrechada, para expresarle lo cercano que yo estaba de él.

De vez en vez, lo movía cambiando su posición; masajeaba sus brazos, sus pies y piernas y las flexionaba con gran cuidado. Masajeaba su espalda y un tanto los músculos de la cara, del cuello y su cabeza.

Ya no era aquel hombre fuerte y ágil que conocí hacía más de treinta años. Le recordé allá por 1986 en Pochomil, una playa del Pacífico nicaragüense, donde pasamos un día con Jorge, disfrutando de las deliciosas aguas del mar. Esa vez a Jorge se le escapaba de sus manos, una de la flechas de Cupido. Nos acompañaba una diana europea a quién Jorge había invitado a conocer las aguas del Pacífico.

Por el estado de lucidez que Jorge presentaba en aquel momento en el hospital, yo calculaba que pasarían varios días y a lo mejor, semanas.

En algunos momentos que se quedaba más lúcido, como mirando el horizonte, yo hacía lo posible por continuar hablándole. Le mencioné libros y autores que yo había leído. Cuando le dije que recientemente había leído “La Insoportable levedad del ser” de Milán Kundera, —¡Excelente! –Exclamó.

Yo recordaba en aquel momento haber leído algo de Jorge en donde citaba a Milán Kundera; le hablé del Fausto de Goethe, de lo mucho que me gustaba Dostoievski, Stefan Zweig, Neruda, Salarrué. Cuando mencioné a Dostoievski, quiso decir algo, pero se lo impidió un acceso de tos; la tos era frecuente por la acumulación de residuos gástricos que no podía expulsar por la falta de movilidad.

Jorge ya no tenía las energías necesarias para hablar; pero yo sabía que escuchaba y me proponía hacer aquello con la esperanza de hacerle placentero aquellos últimos momentos.

Me preparaba para quedarme una noche sin cenar; pero allí estaba la cena que habían llevado para Jorge, la enfermera me dijo que podía comérmela. Mientras la saboreaba estaba pensando: “he venido a cuidar al enfermo y me estoy comiendo su comida”. Pero Jorge ya no estaba en condiciones de deglutir alimentos sólidos; le habían practicado una operación con algún propósito de prolongar su vida, algo de eso supe. Se le administraba oxígeno y suero de manera permanente.

A eso de las once de la noche, Jorge comenzó a manifestar cierta incomodidad. Demandaba tal vez, cesaran sus dolores y todo aquello que le torturaba, que le impedía seguir viviendo normal, activa. Yo lo cambiaba de posición, flexionaba sus miembros y se quedaba tranquilo durante algunos minutos.

Por momentos me sentaba en una silla plástica, pero también me levantaba a cada instante para atenderlo. No podía abandonarlo.

A eso de la una de la mañana, comenzó a quejarse más y más. Yo continuaba prodigándole los mismos cuidados. Pero comenzó a decir: “¡no!… ¡no!… ¡no!” –Además, yo no dejaba de hablarle para darle confianza de que no estaba solo. Me daba cuenta que había entrado a esa fase grave.

Tal vez serían las dos y media de la mañana. Jorge se había quedado tranquilo, como sumido en un mundo lejano. Me senté bastante cansado en la silla. Tal vez recargué mi peso hacia una pata trasera; ésta se rompió con un ruido estrepitoso bajo mi cuerpo.

—¡Cuidado! –Escuché bien claro la voz de Jorge, muy débil, pero conciente.

Ya no me retiré del lado de su cama. Primero que ya no había otra silla; segundo se me quitó el sueño y a la vez comencé a notar un desfase en su condición física. Aumentó un poco la respiración, un cansancio de corta respiración y una evidente inquietud. (La enfermera llegaba frecuentemente para observar su condición) Jorge empezó a llevarse la mano libre para quitarse la sonda de la nariz por donde le llegaba el oxígeno. La otra mano, la izquierda, por cierto, estaba atada a la cama para inmovilizar el brazo por el suero que corría.

Jorge había hablado muy poco, pero a partir de aquel momento, tres o tres y cuarto de la mañana su voz se fue tornando más apagada, inaudible. En un instante que yo impedía que su mano derecha llegara hasta su nariz, para arrancarse la sonda continuó diciendo: ¡no!… ¡no!… ¡no!…

Sin duda alguna, él sentía que el oxígeno ya no jugaba ningún papel. Yo no podría decir si era conciente o inconciente aquella acción suya.

Mientras le quedaban algunas energías, su mano se dirigía hacia la sonda y su frase ¡no!… ¡no! –Continuaba diciéndola cada vez más extinguida y más pausada. Parecía decir: ¡quitanme ya esta cosa! Pero yo no dejé que se la sacara.

Después de una media hora, tal vez cuatro a cuatro y diez, yo continuaba a su lado sin soltar su mano. Cada vez con menos fuerza la fui deteniendo para que él no se arrancara la sonda del oxígeno. Era una fuerza regresiva, era una voluntad que ni en aquel momento se doblegaba.

Pero llegó un momento en que Jorge hizo un último esfuerzo, como queriendo dar un salto y ponerse de pie. Vi las contorciones de su rostro, de sus labios y también un intento como el de incorporarse o acercarse a mi. –“¡Ya no Fidel, esto es el fin!”. –Aquellas palabras casi inaudibles, fueron las últimas que logré captar con mi audición bastante perdida.

Con más de seis años que trabajé con enfermos graves, comprendí que Jorge había entrado a esa fase de pelea entre la vida y la muerte; el ocaso que vence al día con virtual ventaja de las tinieblas que vencen a los últimos destellos.

Después vinieron otros intentos por decir algo, pero sólo fueron apagados estertores agónicos. Nuevamente sentí el deseo de hablarle; era mi despedida de Jorge, ¿qué otra cosa podía hacer yo ahí a su lado en aquel momento que se iba?

-Jorge, -le hable. Usted deja a nuestro pueblo un legado histórico que todos recordaremos. Sus libros serán leídos y muchos profesionales a quienes usted ayudó en sus estudios lo recordarán siempre.

Su aporte no solo ha servido a nuestro pueblo, sino que a otros pueblos del mundo. Quedamos en deuda con usted y por eso no lo olvidaremos jamás. Algún día las luces del conocimiento iluminen en la mente de nuestro pueblo, del hombre humilde, de los campesinos y entonces Jorge Arias Gómez, continuará investigando y escribiendo la obra que deja inconclusa.

Nunca he olvidado Jorge, allá por el año 1969, cuando Schafik y Cayetano tuvieron que salir para participar en la Conferencia Internacional de Partidos Comunistas y Obreros que se celebraba en Moscú. Usted llegó a la célula Van Troi, para sustituir a Schafik. Luego, yo iba a su casa, llevaba y recogía los materiales que serían publicados en el periódico TRENES. ¿Se acuerda, Jorge? ¡Estoy seguro que si! Si en este momento yo pudiera, Jorge, me gustaría escuchar con usted la coral de Beethoven o el primer movimiento del Concierto número uno de Tchaikovski.

Le estuve hablando mucho tiempo, aún en aquellos momentos que Jorge se fue quedando quieto, sin mover su mano con la que escribió tantas cosas valiosas. A pesar que ya no la movía yo se la tenía agarrada entre las mías y continué a su lado, mirándolo y sintiendo en lo más profundo.

Prácticamente llegábamos al final del ocaso. Yo sentía un gran pesar por no haber llegado antes en auxilio del amigo y compañero. Lamentablemente yo no llevaba reloj. No supe la hora exacta de cada suceso. Ni la hora exacta del instante de su muerte. Yo la calculo entre seis y diez a seis y cuarto de la mañana del día domingo.

Lo vi morir y me aparté de su lado una vez que estuve seguro de su muerte. Fui a avisarle a la Enfermera con un gesto de mis manos, queriéndole decir: ¡murió!

La enfermera tiene que saber la hora exacta en que muere un paciente; como allí estaba yo, ella se atuvo. Mientras ella lo examinaba, me pidió que saliera de la sala. Entré al baño, me lavé las manos y salí del hospital.

En la calle había poco movimiento vehicular. Yo sentía un gran pesar por la muerte del amigo. Sin embargo, Apolo, impulsado en su carruaje, emprendía su largo viaje; el vibrante mundo iba tras él.

Para finalizar debemos de reconocer que Jorge Arias Gómez, no solo fue un investigador, un sociólogo, historiador, estudioso de la filosofía en todos los campos, sino que fue más allá del ámbito conciente del intelectual comprometido con la verdad y con la vida.

Si en estos momentos Jorge estuviera vivo, ya hubiese “pedido la palabra” para dar respuesta a varios críticos intelectuales, que buscan no se con que propósitos políticos e ideológicos, de desvirtuar los acontecimientos del 1932 en un campo de batalla prácticamente sin contendientes, en un país atrasado y doblegado por grandes intereses económicos y geopolíticos excluyentes en todos los sentidos de la vida.

Estoy totalmente de acuerdo con revisar la historia en general y en particular de todos los acontecimientos sucedidos en El Salvador. Trabajar en verdaderos estudios críticos y consecuentes con la realidad histórica de este país, sin apartarse ni un ápice de los actores sociales, ni de los sucesos históricos con pretensiones de minimizar los hechos en desmedro de unos actores o de “lavar” la culpa de otros.

Roque Dalton ya no está vivo para que pudiera defender su trabajo o su libro MIGUELRMOL. Miguel en persona ya no existe y ahora que también ya no vive Jorge Arias Gómez, quién pudiera dar su aportes en torno al tema que hasta ahora se pretende ponerle peros.

San Salvador, 30 de Abril de 2005.

Celebran cumpleaños 99 de Blas Escamilla: comunista salvadoreño

SAN SALVADOR, 18 de febrero de 2010 (SIEP) “Con gran alegría celebramos tres o mas generaciones de comunistas aquí presentes, este cumpleaños 99 de nuestro camarada Crucito, ejemplo de militante comunista, modelo de terquedad revolucionaria, de patriotismo…” expreso el director ejecutivo del Comité de Reconstrucción y Desarrollo, CRD, Rafael Benavides.

Por su parte, Domingo Santacruz, Embajador de El Salvador ante Cuba, indico que “el año pasado como CRD le celebramos el cumpleaños 98, Blas es una persona muy especial, como lo fue el papa de Coni, Daniel Castaneda, que también vivió 100 años, y fue secretario general del PCS…”

Agrego que “Blas es un autentico bolchevique, que ya desde los años 40 aparece como sindicalista del pan, en 1944 el 9 de mayo regresa de Panamá, el mismo día que Martínez iba de salida, en 1945 es exilado a Costa Rica, donde ingresa a vanguardia Popular y participa bajo el mando de Carlos Luís Fallas y los hermanos Mora en la guerra civil de 1948, regresa en 1953 y es capturado y torturado, es compañero de Cayetano Carpio, de Chepe Martínez y de la Chila, de Julita, todos panificadores.”

“Fue del CROSS. Luego de la CGTS junto con el Chele Cativo, con Antonio Velasco Iglesias, con Jorge López. A principios de los años 60 aparece conduciendo la Columna Obrera del FUAR, es un viejo veterano revolucionario, fue profesor nuestro. Nació en Moncagua en 1911. Militante testigo y participante de las luchas populares de estos últimos setenta años. No se doblego en los momentos mas difíciles, sufrió torturas, cárcel, fue objeto de vejámenes, incluso le aplastaron los testículos, Blas es un revolucionario autentico, un genuino comunista del que nos sentimos orgullosos.”

Durante el agasajo a Blas también se entrego un reconocimiento a Domingo Santacruz por su papel en la conducción del CRD desde su fundación. El reconocimiento fue entregado por el actual director ejecutivo Rafael Benavides, conocido durante la guerra como Ramón Suárez.

Por su parte, Damián Alegría, diputado del FMLN, hizo un brindis a nombre de los presentes: te deseamos Crucito, que cumplas más años y personalmente me siento feliz por esta familia de comunistas, de revolucionarios, de personas que luchan por un futuro mejor para nuestro país. Todo revolucionario salvadoreño debe sentirse feliz por personas como Blas.”

Carlos Ruiz, Alcalde de Soyapango, expreso que “es motivo de alegría para cualquier revolucionario salvadoreño esta celebración. Conocí a Blas cuando tenia 23 años, hicimos un trabajo organizativo en Montecarmelo, trabajamos juntos y pude conocer la profundidad de su personalidad revolucionaria, asi como la de Berta Deras de Aguiñada que se encuentra acá con nosotros.”

“”Bueno, me van a permitir…”indica Blas. “Durante toda mi vida lo que me ha impulsado a luchar es el rechazo a la injusticia, nunca me han gustado las injusticias y nunca me van a gustar…eso fue lo que me hizo afiliarme al partido Vanguardia Popular, que así se llamaban los comunistas en Costa Rica. Fíjense que una vez estaba en un parque y paso el presidente tico Teodoro Picado saludando a todos. Y yo me puse a pensar: los presidentes aquí saludan y allá en El Salvador lo meten preso a uno.

Me impacto en Costa Rica Vanguardia Popular, su nivel organizativo, llegamos 16 exilados. 2 abogados, 2 profesores, 4 obreros, estudiantes, etc. Iba el papa de un estudiante al que no hallaron y decidieron llevarse al padre, era de Sonsonete, de apellido Comandari, un señor elegante. Y nos fueron a recibir los de Vanguardia a la frontera, y desde allí nos trasladaron, ya lo tenían todo organizado. Abogados con abogados, obreros con obreros…Nos capturaron luego de una marcha del 15 de septiembre y nos sacaron a Honduras, luego a Nicaragua y terminamos en Costa Rica, ahí pase siete años…”

Antes, había regresado a El Salvador el 9 de mayo de 1944, de Panamá, no fuimos a hacer el canal, el canal ya estaba hecho… fuimos a ampliarlo, los gringos necesitaban ampliarlo por la Segunda Guerra Mundial, y luego me entere que por cada salvadoreño el General Maximiliano Hernández Martínez cobro un dólar, nos vendió por un dólar o sea que yo un dólar valgo…y dicen que fue un presidente honrado, fue un gran pícaro…

Y fue en Panamá donde yo conocí al primer comunista salvadoreño, porque yo no estaba organizado, se llamaba Eduardo Camporreales, era talabartero, tenía un taller de nombre El Potro, y platicábamos y empezó a lavarme el coco. Una vez e dijo _mira va pasar un mexicano y me gustaría que lo fueras a escuchar. Y fui a oírlo hablar en la Plaza Santa Ana. Era Vicente Lombardo Toledano. Y ahí abrí los oídos y se me abrieron los ojos, sus palabras me quedaron revoloteando por mucho tiempo…el explico que para liberarse como pueblos y como personas había que luchar, que ahí estaba la clave de la vida, de una vida digna.

Cuando regrese en 1953, la dirección de Vanguardia Popular me había dicho te vamos a enviar por tierra, por aire o por mar. Les dije: envíenme como sea, peor envíenme que ya me quiero ir para mi país. Y me enviaron por avión aprovechando que venia un equipo de fútbol a jugar, ahí me vine entre los jugadores. Al llegar pase aduanas sin problemas. Y salí a buscar un taxi, era el Aeropuerto de Ilopango. Pero nomás salí, cuando se me acercaron tres agentes de la DIC y me encañonaron. Les pregunte que querían. Y me respondieron: que nos acompañes. Y me llevaron a la Policía Nacional. Yo iba con mi valijita llena de ropa que me decomisaron. Al llegar a las bartolinas, era un pasillo y las celdas a los lados, vi que todos me saludaban. Unos levantaban las manos. Y reconocí a Cayetano. Y desde entonces era el mas viejo, por eso me decían Viejo.

Carpio me envió un papelito en una caja de fósforos. Decía: prepárate porque desde esta noche te van a torturar….Y cabal así fue…me fueron a sacar por la noche, vendado: y me preguntaban: conoces a esta persona. Respondía: si, y a esta: también. Y a esta otra: tamben la conozco. ¿Verdad que son comunistas? Respondía: eso si no se. Y se encachimbaban. ¿Y como es que los conoces y no sabes que son comunistas? Respondía: nunca me lo han dicho. Y venia la patada a las costillas. Como a la semana dejaron de torturarme. Y siempre pasábamos viendo por los barrotes a quien traían, que noticias traía de allá afuera. O buscando que dejaran los policías pedazos de páginas de periódicos. Al final, meses después, cuando me sacaron me levaron mi valijita y al abrirla veo que solo estaba un calzoncillo, y les reclame: esta maleta estaba llena. Y me dijeron: estas diciendo que aquí hay ladrones. Les respondí: yo no se, lo que se es que esta maleta estaba llena. Y llego Medrano, que era el Director y pregunto que pasaba y también me dijo: estas diciendo que aquí hay ladrones. Le dije: no se, solo se que mi valija estaba llena. Al final acepte que mi valija la habían saqueado y me fui, me fui a buscar el contacto que en Costa Rica me habían dado que era el Licdo. Raúl Castellanos Figueroa.

Una de las grandes enseñanzas que ha practicado en mi ya larga vida es que nunca me he sentido superior a nadie. Siempre he creído que hay personas que saben mas que uno….y por eso les digo, hoy que veo aquí a algunos funcionarios y diputados, el que quiere ser dirigente popular y dirigente comunista debe ser el mas humilde…no hace falta grandes estudios, yo tres años fui a la escuela, pero tengo conciencia, eso si, y e indigno ante cualquier injusticia…y lo libros que he leído me han ayudado, porque los marxistas consideramos que la teoría alumbra el camino de la practica. Hay libros que me son muy queridos y me ayudaron mucho como Mis Universidades de Máximo Gorki, y el libro La Catedral que narra la historia de un sacerdote en España que se hace comunista. Nunca he terminado de leer El Capital de Marx, tengo que reconocerlo, Lo empiezo y no lo termino…

Una vez nos preguntaron en Cuba, en 1961, cuando nos preparábamos para cruzar la Sierra Maestra en 9 días como parte de un programa de adiestramiento militar, nos pregunto el profesor que cuales libros habíamos leído. Le respondí: yo he visto muchos…pero la pasta. Y el nos dijo: ustedes han venido aquí para aprender. Éramos 13 los salvadoreños. Y una vez nos toco cruzar un rió cargando una piedra en la nuca. Y el Ratón Hidalgo como era un poco jorobado nos gano a todos.

Les voy a contar como fue que me torturaron. Esto fue a principios de los ochenta. Me acusaban de haber matado a dos coroneles, al coronel Manzano y al coronel Choto. Esto nunca lo había contado públicamente pero ya que Domingo lo menciono. Bueno, me capturaron y me tenían no en una cárcel sino en un pasillo. Me tenían vendado de los ojos. Pedí que me llevaran al baño a orinar. Me dijeron. Hay hacete en los pantalones. Les respondí: yo no soy cochino. Y al momento sentí que me pegaban una pata en los testículos y me desmaye. Dicen que después llego el director y al verme desangrado dijo que me trasladaran al hospital. Desperté ya cuando me ingresaban en el hospital. Empecé a gritar al verme fuera de la cárcel: a mi me han torturado…me han torturado…llamen a los periodistas.

Entonces sentí una mano que se posaba sobre mi cuerpo y me dijo: cálmese compañero, que aquí lo vamos a curar. Me dio una inmensa alegría estaba entre compañeros. Y me cuidaban, los doctores, las enfermeras, no dejaban que los policías que estaban fuera del cuarto entraran. Me condujeron al quirófano. Nunca le he tenido miedo a la muerte, yo sabia porque estaba allí por comunista, y no me arrepentía, aunque yo no había matado a esos coroneles…Al salir del quirófano, vino el doctor a hablar conmigo y me dijo: hicimos todo lo posible por dejarle un testículo y no se pudo, estaba ya también destrozado…Su expresión de sinceridad me dio animo. Me dije a mi mismo: ¡estoy vivo! ¡puedo seguir luchando! ¡que más quiero! ¡he vencido a mis torturadores! Y me sometí a las curaciones hasta salir del hospital y que me enviaran a Mariona.

Entonces los asistentes le dijeron: Viejo ¿y el grito? Respondió: Quieren oír el grito…vaya pues…¡¡¡Viva el Partido Comunista!!! Entonces Dagoberto Sosa contó: cuando salimos de Mariona, este Viejo lo primero que hizo al salir fue gritar con todas sus fuerzas: ¡Viva el Partido Comunista!

Asimismo Roberto Pineda indico que por medio del Servicio Informativo Ecuménico y Popular, SIEP se podía enviar saludos de felicitación para Blas. Por otra parte, Américo Araujo informo que el próximo 31 de marzo en el local de Nuestra América se celebrara el 80 aniversario del PCS. Ese es el día asignado en el marco de las celebraciones del 30 aniversario del FMLN. Habrá un día para cada una d las fuerzas que constituyeron el FMLN en 1980.

Realizan charla sobre experiencias historicas del movimiento revolucionario salvadoreño

SAN SALVADOR, 13 de febrero de 2010 (SIEP) “Dentro de la tradición teórica marxista y leninista, el problema político fundamental de toda revolución es el problema del poder, y este esta vinculado a la existencia de una situación revolucionaria…” asevero esta tarde en la UES el Lic. Roberto Pineda, del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

El Lic, Pineda inicio el Curso Superior de Educación Política 2010 organizado por el Movimiento de Intelectuales, Técnicos e Intelectuales de El Salvador, MPTIES. La segunda conferencia tratara sobre El Sistema Político de Dominación y estará a cargo del Dr. Américo Araujo.

Agrego el Lic, Pineda que “el movimiento revolucionario salvadoreño ha acumulado una riquísima experiencia en la lucha por la toma del poder. Durante el siglo XX se configuraron diversas situaciones revolucionarias de las cuales podemos extraer valiosas lecciones para el avance de nuestra lucha hacia el socialismo. Entre estas experiencias hemos seleccionado cinco: 1932, 1944, 1960, 1980 y 1989. Esta conversación la dividiremos en dos partes: una parte teórica inicial y luego el estudio de estos cinco casos.”

La teoría leninista de la situación revolucionaria

Vladimir Illich Lenin fue el principal continuador de la doctrina de Carlos Marx y maestro revolucionario ruso, que sintetizo la experiencia histórica del movimiento obrero y la aplico a la situación de su país convirtiéndose en el conductor de la primera revolución socialista triunfante, la Gran Revolución Socialista de Octubre. Y para esto tuvo que profundizar sobre las características de una situación revolucionaria.

Lenin planteaba que la revolución es imposible sin una situación revolucionaria. Y que la experiencia enseñaba que no toda situación revolucionaria terminaba con una revolución triunfante. Había derrotas que permitían acumular experiencia a las fuerzas revolucionarias. Y había derrotas que postergaban por muchos años el surgimiento de nuevas situaciones revolucionarias. Es nuestro caso, lo vivimos en el 32 con la gran masacre de la dictadura militar recién iniciada y en la actualidad vivimos desde los Acuerdos de Paz de 1992 una situación de apertura democrática prolongada, y desde el 1 de junio del 2009 un gobierno de signo progresista con presencia de sectores revolucionarios, pero debemos de estar claros que el poder no se encuentra en manos de los trabajadores, la lucha por la toma del poder sigue siendo una tarea pendiente en nuestra patria…

Lenin sintetizaba en tres rasgos básicos las características de una situación revolucionaria. El primer rasgo es que la clase dominante, los sectores poderosos no pueden seguir gobernando como lo venían haciendo, hay “crisis en las alturas”, hay conflictos entre los grupos que controlan el aparato de estado, no se ponen de acuerdo para gobernar, hay choque de intereses; y por otra parte los sectores populares, la clase oprimida se lanza a las calles a protestar, hay efervescencia popular…ya que un gobierno nunca cae por si solo, hay que hacerlo caer.

Decía Lenin que para que estalle la revolución se necesita no solo que “los de abajo no quieran” sino también que “los de arriba no puedan” seguir viviendo como hasta entonces. O sea que surja una crisis política nacional que afecte a todas las clases y las empuje a la acción política. Y que las acciones de los sectores oprimidos con su fuerza logren romper la resistencia de las clases dominantes, que nunca, y esto es una ley, nunca abandonan voluntariamente el poder. Hay que sacarlos, derrocarlos.

En segundo lugar, se necesita que el país atreviese por una crisis económica social intensa, profunda, que lance a la miseria y al desempleo a miles de personas. Una crisis que golpee fuertemente a los sectores populares y que permita, la aparición del tercer factor, el ánimo de lucha de las masas, el despliegue de la movilización popular.

Cuando surge una situación revolucionaria, lo hemos vivido todos, miles de gente que no se preocupaba por la política, se lanzan a la calle a protestar. Son grandes jornadas de batallas populares. Así fue en agosto de 1975 y en febrero de 1977. La lucha revolucionaria atraviesa dos momentos: el de acumulación de fuerzas, caracterizado por la construcción del ejercito político de la revolución y el momento de ascenso de la lucha de clases, de la lucha por la toma del poder, en el marco de una situación revolucionaria.

La vanguardia revolucionaria debe tener la sabiduría y el olfato político para construir y detectar el surgimiento de una situación revolucionaria en la que el problema de la toma del poder esta a la orden del día. Los bolcheviques rusos con Lenin a la cabeza supieron en abril de 1917 lanzar la consigna de todo el poder para los soviets, luego de la revolución en febrero que derroco al zar. Y definieron las tareas que llevaron al ataque al palacio de Invierno en noviembre de ese año. En junio de 1915, en el marco de una polémica con sectores reformistas, Lenin escribió La bancarrota de la segunda internacional, escrito en el que sintetiza su visión sobre la situación revolucionaria.

Otra aproximación leninista nos habla de factores objetivos y subjetivos de la situación revolucionaria. Los objetivos están vinculados a la existencia de una crisis política y una crisis socioeconómica. Los subjetivos a la existencia de cuatro componentes: nivel de organización de los sectores populares, nivel de educación política, nivel de movilización y finalmente, la existencia de una vanguardia revolucionaria, que en la visión de Lenin, es la de un partido marxista leninista. Este formato lo utilizaremos para analizar los cinco casos de situaciones revolucionarias en la historia del movimiento revolucionario de nuestro país, aclarando que no son los únicos casos, sino a nuestro juicio, los más relevantes.

La situación revolucionaria de 1932.

La crisis financiera provocada por la caída de la bolsa de valores en Wall Street en 1929 golpeo fuertemente la economía nacional. Los precios del café se vinieron abajo y provocaron el desempleo de miles de personas que vagaban por el campo buscando que comer. A los empleados públicos se les retrasaba el sueldo hasta por tres meses.

Y esta situación objetiva provoco que un gobierno reformista, surgido a principios de 1931 y dirigido por el Dr. Arturo Araujo entrara en crisis. En este gobierno figuraba un ideólogo reformista que haría historia, Alberto Masferrer y en la campaña electoral se había ofrecido realizar una reforma agraria. Pero de vicepresidente llevaron como candidato al general Maximiliano Hernández Martínez, en una peligrosa jugada orientada a ganar el respaldo de los sectores militares.

El 2 de diciembre de 1931 Martínez aprovechándose de la aguda crisis socioeconómica y política existente, de manera encubierta, propicio un golpe de estado cuyos autores rápidamente lo buscaron para ofrecerle la presidencia. Los Estados Unidos vacilaron en reconocerlo debido a un acuerdo previo entre los gobiernos centroamericanos de no reconocer a ningún gobierno surgido de golpe de estado. El escenario de situación revolucionaria estaba configurándose. Había crisis en las alturas. Los de arriba no se ponían de acuerdo para gobernar.

En el marco de los factores subjetivos, desde 1924 se había iniciado un proceso de organización de la clase obrera artesanal (sastres, panaderos, zapateros, talabarteros, etc.) mediante la creación de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños, FRTS, conocida como La Regional y primer instrumento de lucha reivindicativa de los trabajadores salvadoreños que se trazo como una de su principales banderas la lucha por la jornada laboral de ocho horas. Por medio de la FRTS se realizo un intenso esfuerzo organizativo en el occidente y centro del país.

También la FRTS realizo una vasta campaña de educación política orientada a despertar la conciencia de clase de los sectores populares y a ganar a la lucha a sectores de la clase media, crearon la Universidad Popular donde destacados intelectuales participaban mediante charlas, entre estos Salvador Ricardo Merlos. Mediante dibujos se enseñaba como estaba estructurada la sociedad salvadoreña, como estaba dividida en clases sociales.

Y la crisis económica genero también una amplia movilización exigiendo empleo para los desocupados y salarios justos para los que trabajaban. El régimen respondió con la represión. Y esto fue encendiendo la indignación de miles de trabajadores de la ciudad y de los campesinos, incluyendo a sectores indígenas radicalizados que reclamaban sus tierras ancestrales.

Por otra parte, el 30 de marzo de 1930, a orillas del lago de Ilopango, cerca de Asino, había surgido el Partido Comunista de El Salvador, PCS, bajo la influencia de la Revolución Rusa y de Lenin. Era un pequeño destacamento pero contaba con prestigio entre los sectores organizados. Su primer secretario general fue Luís Díaz. Fue este partido el que se puso a la cabeza de la insurrección popular del 22 de enero de 1932. Considero que la situación revolucionaria inicio el 2 de diciembre de 1931 y tuvo como su momento de cresta del 22 de enero del 32 al 25 o 26 de ese mismo mes, fueron solamente algunos días. Por primera vez en nuestra historia, el ejercito de la burguesía se enfrento al ejercito de los trabajadores e indígenas.

Cuando Martínez dio el golpe el 2 de diciembre de 1931 estaban planteadas elecciones municipales en las que participaría el PCS en enero de 1932. El pospuso la fecha de las elecciones. Por San Salvador se llevaba como candidato a un taxista de nombre Joaquín Rivas. Antes, los votantes hacían filas según el partido de su preferencia y esto permitió identificar al electorado comunista. Esas listas fueron después utilizadas para buscar y asesinar a todo aquel que hubiera votado por el PCS.

Y por otra parte el Partido recibía la presión de amplios sectores populares del Occidente del país que exigían responder a la violencia represiva con acciones revolucionarias y que amenazaban con desbordarse si el Partido no garantizaba la conducción de estos esfuerzos. Se manejo una estrategia electoral y una insurreccional. A estas alturas de enero de 1932 en la dirección del Partido figuraba ya Agustín Farabundo Marti, dirigente principal de este esfuerzo revolucionario junto con los estudiantes universitarios Alfonso Luna y Mario Zapata. Luego de gestiones infructuosas con Martínez para detener la represión, el Partido decide organizar la insurrección, lanzarse a la toma del poder. Y se nombra a Comandantes Rojos que son enviados para sus respectivos teatros de operaciones. Entre estos estaba Modesto Ramírez, que es enviado para Sonsonate.

Unos días antes del inicio de la insurrección que había sido ya pospuesta en dos ocasiones, son capturados en una casa de seguridad en el barrio de San Miguelito, Farabundo Marti, Luna y Zapata. La insurrección quedaba sin cabeza, sin conducción estratégica aunque se garantizaba la conducción táctica en el terreno. Marti era el que manejaba los contactos con militares opositores que después no actuaron y fueron eliminados. El 22 de enero de 1932 miles de campesinos e indígenas se levantaron en el centro y occidente del país izando la bandera roja de la hoz y el martillo. En Tacuba fue tomada la alcaldía e izada esta bandera de los trabajadores.

Cuando le preguntaron al cacique Feliciano Ama de Izalco si aceptaba integrarse al PCS el dijo que como pueblo lo aceptaban, o sea se integro junto con su etnia, y así combatió hasta entregar su sangre por la liberación de este pueblo. Combatieron durante tres cuatro días. Fueron derrotados. La superioridad militar del ejército termino imponiéndose. Y luego de esta derrota, como ha sucedido en muchos lugares, la derecha inicio una feroz cacería de comunistas y una masiva represión que alcanzo a miles de personas. Algunos sobrevivieron y nos contaron lo que había pasado, entre estos el inolvidable Miguel Mármol.

Actualmente hay un esfuerzo desde historiadores nacionales y extranjeros por tratar de arrebatarle al PCS su papel de vanguardia en estos acontecimientos. Es un anticomunismo disfrazado de objetividad histórica. El 32 fue una gran derrota histórica en el que el PCS cometió errores por su falta de experiencia pero no por su falta de vínculos con las masas o por falta de compromiso con el pueblo. Al final, acompaño a su pueblo y es por eso que la figura de Farabundo Marti es símbolo de rebeldía que después es asumido para la construcción de un ejercito popular, como lo fue el FMLN.

Hay cuatro sucesos históricos claves que anteceden al 32. El primero, es la resistencia indígena contra la invasión española que va de 1524 a 1539. El segundo las jornadas insurreccionales pro independencia que van de 1811 a 1821, el tercero la resistencia patriótica ante las tropas anexionistas del Imperio de Iturbide en 1824 y la cuarta, la rebelión indígena de Anastasio Aquino de 1833.

La situación revolucionaria de 1944.

Martínez entronizo su dictadura por trece años, a base de represión pero también de demagogia. Al final hubo sectores de la oligarquía que rechazaban su gestión económica, sectores del ejército que anhelaban un mecanismo de relevo generacional en la conducción del estado y sectores populares, en particular universitarios que repudiaban sus políticas represivas. En esta situación revolucionaria el factor de crisis económica estuvo casi ausente.

El 2 de abril se produce un levantamiento cívico militar contra el dictador. La Dra. Matilde Elena López anuncia por la radio YSP que la dictadura había caído. La figura mas representativa del anhelo popular de cambio era el Dr. Arturo Romero. El General Martínez que se encontraba en el puerto de la Libertad se entera del alzamiento y de quienes son los que lo apoyan. Diseña una estrategia de respuesta y regresa a San Salvador, se va hacia la Policía Nacional y desde ahí va derrotando uno a uno a los sublevados.

El levantamiento fracasa militarmente. Los cabecillas son juzgados y condenados a muerte. Diariamente pasaban las carretas con los condenados en dirección al Cementerio general donde eran fusilados debajo de un ámate y enterrados. La crueldad del dictador indigno a la población. Y como decía Mao una chispa puede encender la pradera. Y la gente respondió al llamado realizado por estudiantes universitarios a una Huelga General de brazos caídos. Las secretarias en sus oficinas mecanografiaban los comunicados rebeldes. Los ferrocarrileros se sumaron al paro, los comercios, las oficinas públicas, el país estaba paralizado. El dictador tuvo que renunciar…el 9 de mayo la gente celebraba la renuncia del tirano. Salio del país…

La dictadura no fue desmontada pero se estableció un ambiente de amplias libertades democráticas que duro cinco meses. El movimiento popular aprovecho para fortalecer su organización. Se crea la Unidad Nacional de Trabajadores, UNT, dirigida por Alejandro Dagoberto Marroquín, entonces dirigente del PCS. El 21 de octubre vino el contragolpe de la dictadura militar para garantizar su supervivencia. Y de nuevo vino la represión, los exilios, la cárcel, la tortura.

La situación revolucionaria que se inicia el 2 de abril y concluye el 9 de mayo no desemboco en un triunfo revolucionario, sino en una apertura democrática de algunos meses, este fenómeno se repetiría en el futuro. Las razones de este resultado radican en la ausencia de elementos del factor subjetivo. Había muy poca organización popular, solo algunas sociedades mutualistas de obreros y AGEUS. El nivel de conciencia política era muy limitado. Lo que había era un amplio sentimiento antidictatorial. Antes del 2 de abril la movilización popular era inexistente.

El PCS era muy débil, diezmado por la represión, super clandestino. De esa época surgen líderes estudiantiles que iban a ser intelectuales orgánicos, como planteaba Gramsci, de la derecha como Reinaldo Galindo Pohl y de la izquierda como Fabio Castillo Figueroa y Raúl Castellanos. Las jornadas de abril y mayo de 1944 fueron una escuela política que permitió al pueblo salvadoreño aprender que la lucha y la unidad popular pueden derrotar a una dictadura, por represiva que esta sea. Fue un gran aprendizaje popular, una valiosa experiencia histórica.

La situación revolucionaria de 1960.

De nuevo aquí el factor económico no es especialmente relevante. Y el elemento desencadenante es lo político. En 1956 la dictadura militar impone como presidente al coronel José Maria Lemus. Al llegar a la presidencia este hace algunos gestos democráticos como permitir el regreso de los exiliados políticos. Pero ante el fortalecimiento del movimiento popular impulsa acciones represivas que desatan la ira del pueblo. En especial causo un amplio repudio la represión en contra de la Universidad Nacional y el atropello del que fue victima su rector y autoridades en septiembre de 1960.

El movimiento popular organiza el Frente Nacional de Orientación Cívica, el FNOC como mecanismo de conducción de la lucha contra Lemus. Lo integran AGEUS, la CGTS, y algunos partidos de oposición como el PAR, el PRD. El FNOC convoca a movilizaciones para repudiar el asalto a la Universidad nacional. Fueron grandes jornadas de lucha popular. Y esto provoca que sectores en el ejército reaccionen. El ejército es siempre, por regla general, una caja de resonancia de lo que sucede en el país. Y el 26 de octubre se produce un golpe de estado. Lemus es derrocado y se establece una Junta de Gobierno Cívico Militar, que incluye al Dr. Fabio Castillo. La situación revolucionaria inicio con el asalto a la UES y concluyo el 26 de octubre de 1960 con el golpe de estado triunfante.

Se abre, igual que en 1944, un periodo de apertura democrática que dura tres meses. El 25 de enero de 1961 vino de nuevo el contragolpe de la dictadura militar asesorada esta vez por la Misión Militar norteamericana y se reinician las acciones represivas contra la izquierda y el movimiento popular. Un movimiento popular influenciado por la experiencia guerrillera de Fidel Castro y la Sierra Maestra y por las conquistas sociales de la Revolución Cubana. En respuesta a la represión los sectores populares orientados por el Partido Comunista organizan el Frente Unido de Acción Revolucionaria, FUAR, organización de naturaleza político militar, antecedente histórico del FMLN., que fue desactivada hasta 1963.

A nivel de factores subjetivos podemos mencionar que el nivel organizativo era mayor que en 1944; lo que permitió incluso pasar en 1961 a constituir el FUAR, pero mas como mecanismo de defensa, porque el momento revolucionario ya había pasado; el nivel de educación política era limitado; el nivel de animo, de indignación de las masas de San Salvador fue muy elevado en ese periodo de septiembre y octubre de 1960 pero no lo suficiente para inclinar la balanza hacia la revolución; y el PCS seguía siendo un instrumento todavía débil, sin reponerse del todo de la brutal represión del coronel Osorio en 1952. De nuevo la situación revolucionaria no desemboco en la toma del poder por parte de las clases oprimidas.

La situación revolucionaria de 1980.

El año 1980 es un año de mucha actividad revolucionaria, de mucha disputa entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución. Es un año en que la posibilidad real de la toma del poder por parte de las fuerzas revolucionarias se pone de nuevo a la orden del día. Es el año en que los de arriba ya no pueden seguir gobernando como antes y los de abajo ya no quieren seguir siendo gobernados y se lanzan a la calle a luchar por la revolución.

El 15 de octubre de 1979 un grupo de militares derrocan al general Carlos Humberto Romero. Se instala una Junta de Gobierno con presencia de sectores democráticos, entre estos el Dr. Guillermo Ungo, de filiación socialdemócrata, representando al Foro Popular. Por otro lado, la mayoría de las fuerzas revolucionarias condena el golpe y lo califica como una maniobra para prevenir el triunfo popular.

Para entender el papel de las fuerzas revolucionarias en esta coyuntura debemos de remontarnos al año 1970, en el cual la izquierda salvadoreña deja de ser únicamente el Partido Comunista y pasa a contar con otros componentes. En abril de 1970 Salvador Cayetano Carpio renuncia como secretario general al PCS y crea las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Marti, FPL y asume una estrategia militar de guerra popular prolongada, en oposición a la estrategia electoral de acumulación de fuerzas preconizada en ese entonces por el PCS. En 1972 teniendo como antecedente a El Grupo, que secuestra al industrial Regalado Dueñas, y procedentes de la Juventud del Partido Demócrata Cristiano, se funda el Ejercito Revolucionario del Pueblo, ERP, que asume la estrategia militar insurreccional.

Durante los años setenta se desarrollan simultáneamente y yo diría complementariamente ambas estrategias, la vía electoral y la vía militar. Y se desarrollaron ambas en el marco de una aguda polémica ideológica. Los comunistas calificaban a las FPL y al ERP como aventureros y estas a su vez llamaban al PCS electorero.

El PCS entra en alianza con el PDC y con el socialdemócrata MNR y forman la Unión Nacional Opositora, UNO. Llevan como candidato a la presidencia en 1972 al Ing. José Napoleón Duarte, que en esa época era un destacado dirigente opositor. La UNO gana las elecciones al partido de la dictadura militar, el PCN. Estos hacen fraude. Hay un intento de golpe de estado el 25 de marzo de sectores democráticos dirigido por el Cnel. Benjamín Mejia que fracasa. Duarte es enviado al exilio. La dictadura se desgasta. Tuvieron que recurrir al fraude. Y no podían ganar las elecciones.

Antes, en 1967 habían derrotado al candidato de izquierda, Dr. Fabio Castillo. En 1972 pierden las elecciones. En 1974 la UNO gana diversas alcaldías y varios diputados. En 1976 decide equivocadamente no participar en el evento electoral. Craso error ya que pierden posiciones ganadas. En 1977 la UNO lleva como candidato a la presidencia a un militar, el Cnel. Ernesto Castillo Claramount. De nuevo el PCN comete un fraude masivo en febrero de ese año, no permitieron que la gente votara. La UNO convoca a la Plaza Libertad y se mantiene por una semana con una concentración popular permanente.

El 28 de febrero el ejército y los cuerpos de seguridad reprimen a los manifestantes y desalojan la plaza. Claramount es exiliado. No cumplió su compromiso de “darse en al madre” como lo decía en sus discursos para generar confianza. No hubo levantamiento de militares progresistas como se esperaba. La vía electoral agoto sus posibilidades. Miles de gente comprendieron que la dictadura solo seria derrotada mediante la vía armada. No obstante esto, los partidos que conformaban la UNO, el PDC, MNR y UDN, junto con otros sectores populares crean en septiembre de 1979 el Foro Popular. Asimismo había surgido un representativo sector progresista al interior de la Iglesia Católica que tenia como vocero al Arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que se había convertido en “la voz de los sin voz.” La dictadura en su desesperación había llegado al asesinato de sacerdotes.

Por su parte, el sector de las organizaciones político militares había avanzado tanto en acumulación de experiencia militar y de fondos para la guerra como en el diseño de estrategias de organización y lucha popular. Las FPL lograron en 1975 luego de la masacre estudiantil del 30 de julio construir una poderosa organización de masas llamada Bloque Popular Revolucionario, BPR, la más grande organización popular conocida en nuestra historia, integrada por maestros de ANDES 21 de Junio, estudiantes universitarios del UR y de secundaria del MERS, pobladores de tugurios, obreros y principalmente campesinos. Los campesinos a través de FECCAS y UTC pasan en los años setenta a constituirse en parte principal del esfuerzo revolucionario. Esto permitió crear las condiciones para la guerra revolucionaria que se venia encima, que inicio en las ciudades pero luego se desarrollo fundamentalmente en el campo.

El ERP por su lado, desarrolló inicialmente una estrategia de creación de comités militares y de búsqueda de contactos en el ejército para desencadenar una insurrección. Descuidaron el trabajo de organización popular. Esta visión militarista hizo crisis en mayo de 1975 con el asesinato de Roque Dalton y provoco el surgimiento de otra fuerza político militar, la Resistencia Nacional, RN, la cual tenía una visión más amplia y retomo la conducción del primer frente revolucionario de masas, el Frente de Acción Popular Unificada, FAPU, surgido en 1974.

El FAPU contaba en sus filas a sectores de trabajadores industriales organizados en FENASTRAS y de sectores claves de la economía, como los de la energía eléctrica, los de STECEL. Y también sectores de la Iglesia Católica, marco la llegada de sacerdotes al movimiento popular. Posteriormente de las filas de la RN surgió el quinto actor del conjunto de fuerzas de la revolución, el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos.

A mediados de 1979 el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua mostró la necesidad de avanzar en la unidad de los sectores democráticos y revolucionarios. La dispersión de diez años llego a su fin. En diciembre de ese año se forma la Coordinadora Política Militar aglutinando a las FPL, RN y PCS. Esta noticia fue recibida entusiastamente por miles de revolucionarios salvadoreños y genero un amplio movimiento de solidaridad internacional. A partir de allí los hechos se sucedieron precipitadamente, como en un torbellino de acciones revolucionarias.

El 11 de enero se creo la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM, aglutinando al BPR, FAPU, Ligas populares 28 de Octubre, MLP y partido UDN, que era la expresión abierta del PCS. El 22 de enero se realizo convocada por al CRM la manifestación mas grande de la historia patria, solo comparable a los funerales de Monseñor Romero y de Schafik Handal. Fueron miles y miles de personas que respondieron a este llamado unitario, la vez primera que marchaban juntas las cinco fuerzas revolucionarias unificadas en homenaje a los mártires y héroes de 1932.

El 24 de marzo asesinan a Monseñor Romero. La indignación nacional y popular fue enorme. Creo que este fue el pico, la cumbre de la situación revolucionaria abierta en octubre de 1979 y que se extendió hasta enero de 1981. Lamentablemente las fuerzas revolucionarias no habían alcanzado el suficiente nivel de unidad y de experiencia militar para dar la batalla decisiva, era el momento indicado de tomar el poder pero no se pudo hacerlo. El 19 de abril se crea el Frente Democrático Revolucionario, FDR, presidido por el Ing. Enrique Álvarez Córdoba., que aglutinaba a los sectores democráticos y revolucionarios.

El 1 de mayo se sale a las calles, pero la convocatoria disminuye, fue casi una marcha armada. La represión ha calado en una parte de los sectores populares. La lucha de masas en las calles se haba agotado. En mayo se integra el ERP a la unidad revolucionaria y se crea la DRU. En junio como FDR se convoca a un exitoso paro nacional. En octubre se crea el FMLN. En noviembre la dictadura asesina al comité ejecutivo del FDR. El 11 de enero de 1981el FMLN convoca a una Ofensiva Final que no dio los frutos deseados, el momento decisivo ya había pasado. El llamado a la insurrección no fue respondido por la población, que estaba agotada y atemorizada. Hay que rescatar de esta ofensiva que se logro por vez primera el levantamiento de un cuartel, la II Brigada de Infantería de Santa Ana, y la incorporación a las fuerzas revolucionarias de un grupo de oficiales y tropa del ejercito gubernamental. Por otra parte, la situación revolucionaria se extinguía y daba lugar a una Guerra Popular Revolucionaria de larga duración. Luego del 11 de enero de 1981 se planteo la estrategia de Resistir, Desarrollarse y Avanzar y se crearon los primeros frentes guerrilleros.

La situación revolucionaria de 1989.

El 11 de noviembre de 1989 el FMLN inicia la mayor ofensiva militar de la guerra, concentrando sus fuerzas sobre los barrios populares del norte y oriente de San Salvador. Se abre una situación revolucionaria en la que las clases oprimidas y su ejército popular, construido desde enero de 1981 logran mantenerse por una semana en la capital del país. La fuerza armada se ve obligada a bombardear los barrios populares para expulsar a los rebeldes. La posibilidad real de la toma del poder por parte del FMLN esta a la orden del dia en vista del fracaso del ejercito para contener esta ofensiva insurgente. El FMLN le jugaba la cara al ejército en la ciudad principal del país. Pero la insurrección esperada no se produce, hay ejército guerrillero pero no hay insurrección. Las masas se mantienen a la expectativa del desenlace militar. Muestran simpatía por el FMLN pero no se lanzan a la calle.

Ya para esta altura el FMLN es una fuerza militar respetable, con territorio bajo su control permanente en Chalatenango y Morazan y presencia estratégica en Guazapa y el Volcán de San Salvador. Con amplia experiencia diplomática que le permitió mantener siempre la iniciativa en este terreno. Con una red multifacética de solidaridad internacional, especialmente en ciudades estadounidenses. Con un movimiento social organizado poderoso encarnado en la Unidad Nacional de Trabajadores Salvadoreños, UNTS.

Al final este magno esfuerzo militar no logro quebrar el sistema de dominación. No logro la derrota militar del régimen. No logro provocar una crisis política que abriera el camino a la revolución triunfante. Pero si logro inclinar la balanza hacia una solución política del conflicto mediante el dialogo y la negociación y con la mediación de las Naciones Unidas. El bloque de poder dominante, la oligarquía, las fuerzas armadas, y el Gobierno USA se vio obligado a negociar un Acuerdo de Paz que modifico sustancialmente el sistema político salvadoreño, garantizando el final de la dictadura militar y la vigencia de libertades publicas.

1992 inicio un nuevo periodo histórico de acumulación de fuerzas para derrotar políticamente a la derecha representada en ARENA y construir el ejército político de la revolución. La derrota de ARENA se logra después de 17 años, en marzo del 2009. En junio del 2009 la llegada al gobierno de un presidente progresista, de Mauricio Funes y la derrota política infringida por el FMLN al partido ARENA inaugura otro periodo histórico, el de la acumulación de fuerzas para consolidar el predominio de la izquierda en el 2012 y 2014.

El FMLN como partido político legal se ha convertido en una poderosa, disciplinada y experimentada maquinaria electoral. La figura de Schafik Handal es su referente más simbólico. Pero se ha descuidado el vínculo y la construcción del movimiento popular, que aparece debilitado y disperso, lo que reduce las posibilidades de golpear de manera más contundente a la derecha y de seguir construyendo el ejército político de la revolución, del cual el FMLN es su núcleo principal, el más avanzado.

Es un momento complejo, en el que los desafíos políticos se relacionan con la capacidad para ofrecer soluciones a problemas nacionales como el de la delincuencia y el alto costo de la vida. La izquierda no tiene el poder pero es parte del poder. Y la gente observa su conducta dentro del gobierno. La experiencia acumulada desde 1994 en la administración de gobiernos locales, en la dinámica legislativa, es grande. 2009 marca el inicio del FMLN como partido de gobierno. Es un gran desafío.

De la manera como se resuelva este desafío depende la continuidad del FMLN como el instrumento político para conducir al pueblo a las nuevas batallas, que siguen vigentes, a las batallas por la toma del poder. Hay considero, en la dirección del FMLN las reservas políticas y morales para cumplir estas tareas y ser fieles así al sacrificio de miles de revolucionarios y revolucionarias que ofrendaron su vida por un El Salvador Socialista. De lo que se trata es de incorporarnos a esta gran batalla._

El capitán Feliciano

Lunes, 15 de Febrero de 2010 / 09:05 h
El capitán Feliciano

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Dagoberto Gutiérrez

Blanco y de mejillas rosadas, delgado y fuerte, alto y elegante, fuerte y agradable, así era Tomás García y algo más: Era campeón nacional de esgrima y tenía, lógicamente, un cuerpo de espadachín, es decir, flexible y fuerte y era muy joven, pero desde siempre y desde las honduras más insondables de su ser, Tomás supo, que en la guerra que se desataba el tenía un lugar establecido y no vaciló ni un segundo en ocuparlo.

Como ocurre en estos casos, no se sabe de dónde llega la señal o la voz o la orden que llama al ser humano a ocupar una posición en el combate que se ha armado ya entre los explotados y los explotadores, pero Tomás parecía saber, desde siempre, cual era su lugar en la confrontación y lo asumió sin vacilación.

Eran tiempos de clandestinaje, así como hoy, cuándo el pensamiento también es clandestino; pero en aquellos años, acción y pensamiento se cuidaban de la luz, aunque esta debía siempre iluminar a ambas, pero en el mayor de los secretos, y el más intenso de los amoríos.

Siempre me dio seguridad y lo recuerdo de manera vívida, de pantalón azul, que terminaba en un ruedo ancho, de camisa verde claro y de un caminar desafiante, con revólver en uno de sus bolsillos y caminando adelante, mientras, de vez en cuando, se volvía para mirarme, y sus ojos claros y grandes no sabrán nunca toda la confianza que me transmitían, porque la decisión que emanaba de ellos era indescifrable; después platicábamos de cosas de la vida, pero él siempre mantenía cierto respeto y cierto límite y yo siempre estuve interesado en descifrar la firmeza y la convicción que se desprendía, como torrente de montaña, de aquel esgrimista y de aquel estudiante y de aquel joven que siéndolo era un convencido de lo que estaba haciendo.

La guerra ya había estallado y nadie sabía para dónde iba, porque eso nadie lo sabe, pero ya sabíamos que las horas y los minutos estaban cargados de fuego, de acero de vida y de muerte y los estudiantes, profesionales, campesinos y clases medias en general se preparaban para una guerra que era la suya, era la guerra del pueblo; el enemigo sabía, como lo saben siempre todos los enemigos de todos los tiempos, que había que impedir que ese fuego humano creciera y la vieja y sangrienta oligarquía afilaba sus cuchillos día y noche y anunciaba la repetición de la matanza de 1932 y la de 1830.

Los banqueros y cafetaleros tenían pesadillas con los fantasmas de Anastasio Aquino y Farabundo Martí, ambos rondaban, con sus ejércitos de nonualcos y de pipiles, de artesanos, obreros e intelectuales, las conocidas veredas de la patria, y, los cuchillos oligarcas relumbraban como pompas de jabón.

Los estudiantes de educación media sabían, por la vida misma, que la cosa era con ellos y que las campanas de la lucha preguntaban por ellos, y Tomás, cuya foto salía en los diarios, que era noticia como esgrimista, que era acariciado por la propaganda oficial, supo siempre que desde el fondo de su ser había una voz que lo llamaba a la pelea y no vaciló.

Su situación se hizo insostenible en la ciudad, y “la chucha” era un nombre que se repetía en las listas represivas de la policía, su madre, una secretaria, hermosa e inteligente de Mejicanos y su padre, un cubano que llegó aquí exilado y regresó después a Cuba, es coronel del ejército cubano, combatiente internacionalista y alumbrado también por la luz de su hijo que nunca se apaga, así como no cesa la luz de José Martí, del Che y de Fidel.

Feliciano ya había nacido como tal, y era un combatiente de la guerrilla urbana de los que se enfrentaban a los asesinos de los cuerpos represivos con valor y arrojo, pero debía salir de la ciudad y pasar a Guazapa para hacerse guerrillero rural, fuera del alcance de la represión; todo estaba listo para que el capitán Feliciano saliera hacia el cerro al día siguiente; pero decide despedirse de su madre, y así lo hizo, era un apartamento pequeño y cómodo cerca del Cine Jardín, en zona populosa y de mucho tráfico, y allí llegó Feliciano para que su madre lo viera la última vez, y para que él la viera por última vez.

Sobre él cayeron los ojos enemigos como cuchillos de sangre y de alguna manera supieron que Feliciano estaba en la casa de su madre, y se organiza el cerco. En horas de la madrugada revienta el ataque, ellos sabían que no lo capturarían vivo y concentraron todo el fuego disponible para destruir la habitación y arrasar como si allí hubiera todo un ejército.

Feliciano no se entregó y la madrugada se llenó de combate, de la luz y de los fogonazos, de las maldiciones y de los lamentos de los policías heridos y muertos, los disparos siempre sonaron furiosos y mortales, y siempre la resistencia se mantuvo, tenaz, fuerte, e invencible. La casa fue destruida, la madre fue muerta, el hermano menor de Feliciano también fue muerto y cuando al fin cesaron los disparos Feliciano había caído disparando hasta el último tiro.

No sabían si seguir disparando o entrar a la casa, apretaron el cerco y esperaron la luz del día para entrar porque ya nadie disparó, y porque nadie se entregó y nadie se rindió. El silencio invencible dominaba la escena y en medio de la destrucción y de la sangre que humedecía la sala, la cocina y los dormitorios, un sentimiento de derrota dominaba al enemigo.

Un esgrimista había peleado hasta el fin, el guerrillero sabía, que lo que venía era eso: una pelea sin fin y que su sangre abría un camino que no se cierra todavía y que sigue llamando, a todos y a todas los Felicianos que la patria necesita, y a todos y a todas los que necesitan de la patria.

El padre de Feliciano escucha su historia y pareciera saber que es parte de ella y que su mano también es parte de aquella que disparó hasta el final en la madrugada del asalto. Esa mano de Feliciano sigue disparando para que la penumbra abra paso a la luz que se sigue necesitando.

FUI PRESIDENTE DE AGEUS EN 1966…Entrevista con Francisco Guzman

FUI PRESIDENTE DE AGEUS EN 1966…Entrevista con Francisco Guzman

SAN SALVADOR, 10 de febrero de 2010 (SIEP) “Fíjate que ya había empezado a estudiar en la U en 1960, en la facultad de Ingeniería, y en eso se produce el golpe de estado de octubre de 1960 y luego el de enero de 1961 y cierran la U…” nos comparte el reconocido periodista Francisco Guzmán.

“Entonces como no veía claro, decidí irme a trabajar con una empresa mexicana El Águila en la construcción de la carretera de La Litoral, allá por Mizata…manejaba camiones. Hice vida de obrero lo que me permitió relacionarme con mucha gente. Fue una experiencia extraordinaria, el contacto con la montaña virgen, ver los nacimientos de agua y abajo la playa de El Zonte, de San Blas. Fueron tres años que estuve allí y esto me permitió ahorrar dinero ya que se pagaba bien, veinte colones al día, en aquella época, te imaginas. Originalmente soy de Zacatecoluca pero aquí en la capital he vivido toda mi vida…mi bachillerato lo estudie en el INSFRAMEN, de noche porque trabajaba de día.”

Cuando regrese a San Salvador por medio de un amigo conocí a Don Guillermo Alfonso de León, director de Teleprensa del canal 4 que recién salía al aire… “vengase a trabajar con nosotros” me dijo sin conocerme, y acepte la oferta. Tenía 24 años. El me enseño el trabajo de prensa, a redactar, lo que se fue lo que aprendí allí, luego lo he ido mejorando únicamente. Fue como un padre para mí. Ese era otro mundo, el de la prensa, y lo fui conociendo…

Pero en mi mente había la idea de seguir estudiando. Y decidí ingresar a la U. Cuando se entero Don Guillermo se enojo, me dijo: allí no le van a enseñar nada. Pero la decisión estaba tomada, quería continuar estudios superiores, desarrollar una vida intelectual. Ya existía el Departamento de Periodismo desde 1948. Incluso ya habían egresados cuando ingrese. Los docentes eran Matilde Elena López, Quique Silva, Pedro Geoffroy Rivas, Italo López Vallecillos, entre otros.

Mi papa era administrador de hacienda…vivíamos en Zacatecoluca. Había aprendido a leer y escribir lo que le permitía llenar las planillas. Y se apasiono por la lectura, leía los periódicos. Una vez, estando en sexto grado llego y me dijo: léete este libro. Era Doña Bárbara de Rómulo Gallegos. Contaba de caballos y pistolas, de la vida rural que era la que el vivía. Luego me llevo para leer la Hora 25 de un autor rumano. Trataba sobre la Segunda Guerra Mundial. Lo leí. Luego me llevo a Homero, a Víctor Hugo, a los clásicos de la literatura universal. Leí mucho lo que me sirvió mucho para el Plan básico y el Bachillerato. Fui autodidacta. Y por otra parte, me gustaban las matemáticas la física, la química.

Mi mama era artista. Sabía tocar el piano y teníamos uno viejo en mi casa, ya carcomido, pero mi mama lo afinaba. También cantaba y le gustaba la poesía. Pero a mi me quedaba el pueblo chiquito y decidí a los 16 años venirme para San Salvador donde un tío que me daba donde vivir. Aquí hice el Plan Básico y Bachillerato, nocturno. Esto me hizo madurar tempranamente. Me dedicaba a la lectura, iba a la Biblioteca.

Ingrese a la U el año 63 que fue el mismo año que Fabio empezó como Rector. Ingrese a la Facultad de Humanidades. Allí conocí a personas que eran del Partido Comunista. Estaba Chepito Vides, que estudiaba Educación y era de su comité central, su esposa Carmencita estudiaba Sociología. Estaba Mario Medrano, a quien admire mucho y pienso que el también tuvo la admiración del maestro al discípulo; porque también existe ese tipo de admiración. Se daba el fenómeno en la UES que la gente mas avanzada intelectualmente con un mayor horizonte cultural, era de izquierda. La gente de derecha era mediocre, había entre funcionarios de gobierno y profesores de escuelas primarias, había también militares y orejas. Y esto me permitió irme definiendo…tomar opciones, decido volverme un hombre de izquierda.

Estaba también el profesor Alejandro Dagoberto Marroquín. Un profesional muy capaz, brillante, pero que por el sectarismo prevaleciente en esa época se acusaba de ser de derecha. No queria ser vinculado con la izquierda. Y negaba su vinculación anterior. El había vivido el periodo de la dictadura martinista y era super clandestino. Era marxista. Con el conocimos del materialismo histórico y dialéctico. Esto junto con el conocimiento del Método Científico para llegar a la verdad me permitió saber analizar, contar con instrumentos de pensamiento para juzgar entre el bien y el mal.

En esa época me hice ateo. Un ateismo científico que respetaba la fe de las personas creyentes. Estaba un profesor español, Mariano García Villas, era republicano y llego exilado al país; era el papa de la que fue diputada democratacristiana, y luego asesinada, la Licda. Marianella García Villas. El nos introdujo al pensamiento de Kant, de Hegel, a la filosofía griega y romana. A la filosofía marxista. Durante el primer y segundo año de universidad organice todos mis pensamientos confuso y los fui complementando, fundamentándolos en un pensamiento de izquierda.

Fui el que lleve a Raúl Castellanos Figueroa al departamento de Periodismo. Era una personalidad impresionante, muy seguro de si mismo, persuasivo, con una extraordinaria cultura general. El llega a modernizar al departamento de Periodismo. Logra por medio de la cooperación internacional, que la embajada de Francia le done un teletipo, de France Press. Funda el periódico Primera Plana, que luego se vuelve diario y lega a tener un tiraje en 1972 de 40,000 ejemplares. Era una alternativa frente a la prensa de derecha, que no informaba. Se informaba sobre la guerra de Vietnam, sobre los avances del FLN de Vietnam del Sur, sobre Ho Chi Minh, sobre el fraude que le permitió llegar en 1972 al Coronel Molina a la presidencia.

Había un profesor de nacionalidad coreana, Song Jin Kim, que vino con una delegación y lo invitamos a quedarse y acepto. Hablaba perfecto español, era alguien brillante, con una visión amplia del mundo, tenía una licenciatura en letras de la Universidad de Missouri. Se especializaba e el reportaje investigativo, en el featuring. Convencimos a Fabio que le pagara un alto salario porque era una inversión hacia el futuro.

Entonces organice en la facultad un frente de izquierda. La organización de estudiantes de Humanidades, la OEH. Ya estaba el FER pero decidí hacer mi propia organización. Y en 1965 me postule para el Comité ejecutivo de la AGEUS. Logro el voto de los primeros años y el voto femenino. El año siguiente logro el apoyo del Partido Comunista y soy electo Presidente de AGEUS. Rubén Zamora fue mi vicepresidente, luego se fue a estudiar a Chile y lo sustituyo otro democristiano, Jorge Cáceres Prendes, el acusado del secuestro de Regalado Dueñas.

Me fui volviendo un tribuno estudiantil, incluso gane un concurso de oratoria promovido por la AED. Hablaba y me manejaba. La Plaza Libertad se volvió un hogar para mí porque en aquella época no había partidos de oposición. Entonces conocí a Cayetano Carpio. Y la AGEUS junto con los sindicatos, con la FUSS que la dirigía Cayetano Carpio eran las únicas organizaciones que convocaban a mítines y manifestaciones populares, casi todas las semanas. Nosotros, AGEUS y la FUSS éramos los partidos políticos de oposición. Duarte era alcalde de San Salvador… también a veces visitábamos a la asamblea legislativa, frente al Pan Lido, y nos daban la palabra para expresar reivindicaciones de distinto tipo.

La UCA estaba recién creada como un proyecto de la derecha y para quitarle espacios y gente a la U. Había iniciado en el externado San José. Estaba en esos años una ola de emigración cubana reaccionaria a El Salvador principalmente de curas. Por ejemplo, Wesmar Garcia, que vino a dirigir el Liceo Salvadoreño. La AGEUS mantenía el enfrentamiento ideológico, de altura, contra estas corrientes de derecha, hacíamos muchas actividades en apoyo a los trabajadores, acompañando al movimiento sindical en su lucha por la libre sindicalización y reivindicaciones sociales.

Estaba involucrado en dos grandes tareas: darle seguimiento, dinamismo a la Reforma Universitaria impulsada por Fabio y debo contarte que de 1965 a 1968 trabaje en la oficina de relaciones publicas de la UES…Era todo un esfuerzo por generar conciencia universitaria para la transformación académica, los estudiantes, docentes y trabajadores llegábamos a trabajar los fines de semana, ese Bosque nosotros lo sembramos, fue parte de nuestro esfuerzo por una Nueva Universidad.

Le dábamos seguimiento a las luchas populares en Sudamérica, en especial Chile, Brasil, Argentina y Uruguay. Soy de la opinión que fue precisamente la admiración y el estudio de la experiencia de la guerrilla urbana uruguaya de los Tupamaros lo que condujo a Salvador Cayetano Carpio, además de la lectura de Mao, a construir su concepción de Guerra Popular Prolongada en las FPL, ya que nos parecemos mucho como país al Uruguay. Fue de allí que tomo la experiencia…y la fue desarrollando, para terminar con la tesis vigente del PC que porque no habia montañas no podia haber guerrilla. Y al final hubo guerrilla y rural y por largo rato y ya Marcial elaboro la tesis que las montañas son las masas…Y aunque militarmente el ERP fue superior acordate que eran socialdemócratas, no tenian la solidez ideológica de las FPL: aquello de que el pueblo armado vencerá.

Luego vino en 1966 la campaña de Fabio Castillo como candidato a la presidencia por el PAR. Y pase a formar parte del Equipo de oradores de campaña junto con Farid Handal, que era un orador de imágenes, tomadas por el mismo de la realidad rural y urbana, el fue el que se invento aquello de “sobarle el lomo a la bestia” para referirse a la dictadura militar; ; Mario Flores Macal, un orador muy culto, que usaba pasajes de la Biblia o de los clásicos griegos para explicar la reforma Agraria que proponíamos, usaba ilustraciones, muy retórico, usaba citas poéticas…

Jesús Gochez Castro, que era el candidato a vicepresidente, y alguien a quien estimaba mucho, mi tartamudo lindo, David Luna de Sola. Me acuerdo de un mitin en Suchitoto: que…que…que…lindo es el patrimonio de Suchitoto, ya en…en…sabían que en los días de de…de…de…la independencia había aquí 400 pianos…y hoy les aseguro que no hay ni 50 pianos, aquí era como Antigua Guatemala…yo he andado en la campaña con Fabio y Suchitoto no me lo iba a perder…los salvadoreños estamos mos…mos… orgullosos de tener a Suchitoto…y luego explicaba que había pasado y se iba para la situación actual.

La campaña de Fabio fue una campaña de nuevo tipo, una campaña de mensaje, una grandiosa escuela de educación política para la gente, el lema era cinco grandes soluciones para cinco grandes problemas, simbolizados en una estrella. Y se planteo por vez primera desde 1932 la bandera de la Reforma Agraria. Los universitarios nos sumamos entusiastas a esta histórica campaña. Olvide mencionar que Mario Aguiñada era el agitador, el animador oficial de los mitines que realizábamos. Decía: Ya viene, el Doctor…ya viene el Doctor! Quédese, espere! Llegábamos a preparar condiciones, mientras el estaba hablando en el pueblo vecino.

Fíjate que Fabio llego a ser orador, aun con su hablar pausado, incluso llego a usar el humorismo: de que sirven que pinten las cunetas, como si las cucarachas pudieran leer.

En el año 68 me capturan. Estaba en Zacatecoluca apoyando a los maestros de ANDES 21 de Junio. Me manda a llamar el capitán Alfonso Castro Sam, torturador. Díganle a Chico que venga a la Guardia. Fui a ver que quería. Que paso Castro Sam? Tengo orden de mandarte donde mi Coronel Medrano, otro torturador. Mientras tanto se había regado la bulla que estaba capturado en la Guardia y la gente se había ido juntando para saber que pasaba. La guardia estaba sitiada por una gran cantidad de gente. Castro Sam consulto y pidió refuerzos. Llego gente de San Salvador para llevarme, dirigidos por un chele alto, ranger, texano. Me llevan. Llego donde Medrano. No lo conocía. Esta acompañado por su abogado Salcedo Gallegos. Habla fluidamente.

¿Del PC verdad? Me dice. Le respondo: sabe usted bien que no soy del PC. Era una Oficina grande, muy grande, un gran salón. Le pregunto que deseaba de mí. Me dice: que platiquemos. Sobre que? Sobre la huelga de los maestros. Tenía una pizarra con muchos nombres, incluyendo el mío. Me dice: deseo que le comuniques a Salvador Cayetano Carpio que la clave para ganar la huelga de los panaderos esta en el precio de la harina. Y porque no se lo dice usted? Porque conmigo no va a hablar. Dale el mensaje que la Guardia no se va meter. Y ya le advertí a la Tapa (Fidel Sánchez Hernández) que no se meta. Cuando le conté a Cayetano no le dio importancia.

En 1975 me invitaron para visitar la URSS. Iba a una actividad vinculada a la FELAP, de la cual era Vicepresidente. Había establecido vínculos con las FPL. Ya desde la muerte del Che en 1967 tenia diferencias con el PC, que en ese entonces rechazaba el papel del Che y de la lucha armada en Bolivia. Y esto nos había traído tanto a Guillermo Aldana como a mi persona que nos echaran bola negra. Bueno, informe a mi contacto que iba para la URSS. Y me dijeron que les levara un paquete dirigido al Comité Central del PCUS. Me lo fueron a dejar un día antes de mi salida. Lo acomode no en mi equipaje sino en mi saco. Viaje vía Lima, Perú donde me dieron una visa volante. Al llegar a Moscú me estaba esperando un periodista soviético que había conocido en México donde estuvo destacado como corresponsal de APN, de nombre León Kostanan.

Me hospedaron en el Hotel Rossia. Me solicitaron una reunión con la Unión de Escritores Soviéticos. Me extraño la solicitud ya que mi tema eran los periodistas. Fui y lo que querían saber eran detalles de la muerte de Roque Dalton, a quien algunos allí conocian. Les explique no había versión oficial. Me acorde de aquel articulo de Italo López Vallecillos con el sugestivo titulo de ¿Y quien no es agente de la CIA en El Salvador?

Al nomás llegar le entregue a León el paquete enviado por las FPL cuyo contenido desconocía. Al día siguiente llego y lo observe cambiado. El trato era diferente. Me pregunto sobre la situación política del país, sobre el PCS, sobre las FPL. Me imagino que habrá pensado que yo era dirigente de esta nueva organización por el paquete que lleve, que repito ignoro su contenido, habían documentos, fotos y una cinta magnetofónica. Lo que me sorprendió fue que cuando regrese a El Salvador Schafik ya sabía que había estado en Moscú y me andaba buscando afanosamente y cuando me encontró me dijo: mira necesito hablar con Cayetano, nos están haciendo acusaciones falsas, necesito aclararle algunas situaciones. Me comprometí a trasladar su solicitud y lo hice pero la respuesta fue negativa…

Los presidentes de AGEUS

En 1944 Reynaldo Galindo Pohl. En 1956 estuvo Raúl Valiente. En 1957 José Napoleón Rodríguez Ruiz. Antes de mi estuvo en la presidencia de AGEUS, el estudiante de Ingeniería, Francisco Orellana Gamero, del 65 al 66. Su papa era dueño de los terrenos donde se construyo la presa del Cerron Grande. En el 60 había estado Ivo Príamo Alvarenga. En 1961 Antonio Osegueda. En el 62 Roberto Carias Delgado… Toni Handal me siguió como Presidente de AGEUS; hizo el periodo 67 al 68, porque se iniciaba a mitad del año, en julio. Luego siguió Eduardo (El Chele) Dada, del 68 al 69, luego Julián Belloso del 69 al 70, luego Lico Baires, del 70 al 71, y después se fue para Chile y en 1973 estuvo capturado en el estadio nacional; luego Manuel de Jesús Rivera, que fungía como Presidente cuando intervinieron la U el 19 de julio de 1972.

Luego Dagoberto Gutiérrez fue en 1973 Presidente del Comité Estudiantil Provisional, el CEP que era como AGEUS en el exilio. Luego Manuel Franco del 74 al 75. Luego llega la Alianza Revolucionaria entre UR19 y FUERZA y queda Medardo González, actual Coordinador del FMLN. Oscar Bonilla fue del 79 al 80. Del 84 al 85, Rufino Quezada actual rector de la UES; del 87 al 89, Vinicio Peñate, del 89 al 90 Hugo Martínez, actual Canciller. En el 91 Carlos Castillo. Y el último presidente, creo que fue Gilberto Gutiérrez, del 94 al 95, ya luego de los Acuerdos de Paz.

Los diferentes significados del Otro mundo es posible

Los diferentes significados del Otro mundo es posible
por Raúl Zibechi

El movimiento altermundista, que se ha expresado en innumerables movilizaciones y en los foros sociales mundiales, regionales y temáticos, está siendo evaluado al cumplirse 10 años del primer encuentro realizado en Porto Alegre. Los análisis difieren, como es lógico en un movimiento tan abarcativo y diverso, que contiene diferentes tradiciones y modos de ver el mundo asentados a menudo en culturas políticas con trayectorias con muy poco en común, más allá de una vaga tensión emancipatoria.

En estos 10 años se ha producido un cambio notable a escala mundial que se puede resumir en la crisis sistémica, por un lado, y en la expansión de los movimientos antisistémicos a cada rincón del mundo, por otro. De algún modo, son dos caras del mismo fenómeno: el fin de algo, que podemos llamar capitalismo, y el comienzo titubeante de algo diferente, que por ahora llamamos ?otro mundo?. Así y todo, no pocos manifiestan insatisfacción con los logros alcanzados y creen que sería necesario marchar más rápido, más unidos y dotados de una
organización más eficiente, o sea, más centralizada. Sin pretender realizar
un balance del movimiento, parece conveniente diferenciar los distintos modos de entender el papel y los objetivos de los movimientos.

El lema Otro mundo es posible, como expresión de las aspiraciones de los movimientos y de los deseos de sus miembros, contribuyó a fortalecer las resistencias al neoliberalismo, que hasta hace poco tiempo parecía un modelo imbatible. La creciente deslegitimación del proceso de acumulación asentado en la especulación financiera, y del modelo extractivista que es una de sus expresiones, ha comenzado mucho antes de la presente crisis y contribuye a profundizarla. Desde el punto de vista de las resistencias al capital y a los estados, la década altermundista ha sido por demás exitosa.

Por lo menos en América Latina, la deslegitimación del modelo neoliberal
ha modificado la relación de fuerzas en muchos países, permitiendo la llegada al gobierno de partidos, fuerzas políticas y presidentes que se proclaman distantes con el Consenso de Washington. Aunque la mayor parte de estos gobiernos, llamados progresistas, no ha superado el neoliberalismo y algunos ni siquiera pretenden hacerlo, son de todos modos la expresión de una voluntad popular, difusa o explícita, de ir más allá del modelo hegemónico. Desde esta perspectiva, la década altermundista fue relativamente exitosa ya que permitió barrer
gobiernos conservadores y antipopulares.

En tercer lugar, el movimiento aceleró la transición de la hegemonía estadunidense a un mundo multipolar. La lista de los 10 mayores bancos del mundo en 2009, o de las principales grandes multinacionales energéticas, donde aparecen en lugar destacado empresas de China y Brasil, son apenas una muestra del cambio en curso. El movimiento altermundista es también un movimiento contra el imperialismo, no tanto por las intenciones de las ONG, sino por las reiteradas posiciones de los activistas de base. Mirado desde la erosión de la supremacía de Estados Unidos, estos 10 años han sido positivos.

En cuarto lugar, debe considerarse la evolución en la construcción de un
sistema alternativo al capitalista, más allá del nombre que cada uno quiera darle. Es muy probable que en este punto las divergencias sean mayores. Por un lado, porque no existe una realidad poscapitalista con la suficiente implantación y extensión como para considerar que ya hay un campo alternativo formado o en formación. Pero, sobre todo, porque muchos activistas y movimientos siguen apostando a una construcción a escala nacional y por diseño estatal del mundo nuevo, pese a toda la evidencia histórica en contra.

En este punto es más útil observar las transiciones histórica habidas que
apelar a la literatura socialista. Las transiciones han sido siempre procesos muchos más largos y con resultados imposibles de prever a priori. Pretender que ya sabemos cuál es el lugar exacto de llegada de la transición al poscapitalismo, sería una soberbia imperdonable para quienes debemos aprender a movernos en situaciones de gran incertidumbre. Por supuesto que es posible, y necesario, influir en el curso de los acontecimientos para que el resultado sea mejor que el punto de partida.

En estos 10 años la construcción de una sociedad alternativa ha avanzado
de modo local y parcial. En su comunicación al seminario Diez Años Después, realizado en Porto Alegre del 25 al 29 de enero, Immanuel Wallerstein sostuvo que en los próximos 15 a 25 años las fuerzas de izquierda reconocerán que ?la cuestión central no es poner fin al capitalismo, sino organizar un sistema sucesor que estará en proceso de construcción?. En efecto, si la profundización de la crisis del capitalismo no encuentra porciones importantes de la sociedad organizada en movimientos antisistémicos, creando algo diferente, la natural
inercia llevará a la reproducción del sistema actual, probablemente empeorado.

Desde este lado, los avances de la última década son importantes, pero insuficientes. Los espacios fuera del control del capital, desde las fábricas recuperadas por sus trabajadores hasta los asentamientos sin tierra y las comunidades indígenas, atraviesan enormes dificultades. Construir poderes no estatales, o sea rotativos, de base asamblearia y no burocráticos, y además garantizar la sobrevivencia por haber recuperado los medios de producción, es un desafío mayor que no es fácil encontrar en la geografía de los movimientos antisistémicos.

Allí donde se ha revelado posible, donde los de abajo logran ejercer su poder y además logran la autosuficiencia, total o parcial, en alimentos, salud y educación, suelen ser sistemáticamente atacados por los estados. Los de arriba saben que no deben permitir que florezcan territorios que puedan, en los momentos de crisis terminal, servir de inspiración y ejemplo a los otros abajos.

Fuente: La Jornada

Me incorpore al ERP en 1972… Entrevista con Roberto Cañas

SAN SALVADOR, 20 de enero de 2010 (SIEP) “Vengo de una familia de clase media…de padres acomodados, nunca me acosté con hambre, su fantasía era que yo fuera profesional universitario…” nos comparte el revolucionario salvadoreño Roberto Cañas, firmante de los Acuerdos de Paz de 1992.

Mi padre Justo Villegas Cañas, fue militar, subteniente, en los tiempos del general Martínez, antes del 44, por desavenencias con el dictador, fue exilado a Nicaragua, de donde viajo a México, y luego en 1940 en Estados Unidos se enrola en el Army y participa en combates en Europa en la Segunda Guerra Mundial.

En 1950 regresa a El Salvador, se casa con mi madre, Edith López Cañas, y nazco yo un 21 de noviembre de 1950. Luego nace mi hermano Sergio. Somos dos. Mi padre era de San Miguel, aunque originalmente su familia venia de Zacatecoluca, donde hubo una peste y primero se fueron para San Vicente y luego para San Miguel. Me parezco a mi papa, era alto. Mientras que mi mama era de Santa Ana, hija natural de Alfonso Quiñónez Molina, con quien mi abuelita tuvo un amorío…

Ambos se dedicaron a cuidarnos a nosotros dos. Vivíamos en la Col. La Rabida, en la 33 calle Oriente, frente a la fabrica Robertoni. Era una zona popular. Y por otra parte, estudiábamos en el Liceo salvadoreño, donde estudia la gente de dinero. Vivía en dos mundos, contradictorios. Mis amistades de la Rabida y mis amistades del Liceo salvadoreño, que celebraban sus fiestas en el Circulo Deportivo Internacional. Todo esto me fue creando sentimientos de sensibilidad social.

En el Liceo salvadoreño estudie desde kinder hasta bachillerato, y empecé a rechazar los ritos de la Iglesia católica, como el de rezar el rosario por las tardes, yo rechazaba el estar rezando como solución a los problemas…en los estudios, si me lo proponía sacaba buenas notas, pero nunca tuve un interés en estar en el cuadro de honor…me atraían mucho las materias humanísticas: literatura, geografía, historia, moral, urbanidad y cívica y era malo en matemáticas, física, química…

También desarrolle en esa época un sentido de independencia, de querer salirme de la casa, de realizar excursiones a Guatemala, de ir a lugares pidiendo ride, era lo que llaman el síndrome del nido vacío, o sea que los hijos rápido se iban de casa, hoy es al contrario, hoy es el síndrome del nido lleno, los hijos regresan a la casa…y con nietos. Bueno, con un grupo de amigos salíamos a andar fregando, íbamos al Cine Tropicana, al cine Modelo, al cine México, a ver los dobles…nos íbamos a pata a todos esos cines. Nos gustaban los juegos rudos, las bromas pesadas, ir a vagar a la Col. Atlacatl, a la 5 de Noviembre….

Nos gustaba estudiar en la noche para los exámenes, a la luz de un bombillo debajo de un poste, en la calle…amo las madrugadas. Y comer el pan recién salido del horno…

Con mi papa teníamos una relación excelente, nos hablaba mucho, nos dedicaba tiempo, como ya estaba pensionado pasaba tiempo con nosotros…nos llevaba y nos iba a traer al colegio, nos llevaba literatura, me acuerdo que nos llevo El Quijote, influyo fuertemente en nosotros, nos dedicaron mucho tiempo, fue un amor ilimitado, tenían sentido de la paternidad y de la maternidad.

Tengo un tío que todavía esta vivo, de nombre Salvador Giralt, compadre con Meliton Barba, que era un gran lector y en su biblioteca encontré por vez primera las obras de Lenin, de Marx… fue mi tío Chamba el que me enseño estos libros…fue en 1967 al finalizar el bachillerato o ya en el 68 iniciando la U… y encontré al marxismo y comprendí que la división en clases no era a causa del destino sino del lugar que ocuparan las personas en la producción…pase de una visión de sensibilidad social a una comprensión científica, marxista de la realidad…

Llego a la UES en 1968…

Llego a la UES al final de su época de oro, años 67,68…habían académicos internacionales excelentes, como Daniel Slutsky, argentino, que revoluciono el estudio de la sociología, le imprimió un rigor académico serio…leíamos a Andre Gunder Frank, a Teotonio Dos Santos, a los teóricos de la dependencia, los estudiantes de la Facultad de Economía y de Áreas Comunes contaban con profesores de primer nivel, argentinos españoles, etc.

Estaba el argentino Jacobo Waisefilz, sociólogo riguroso, rechazaba las corrientes de los manuales soviéticos, por medio de el conocimos a autores como Nikos Poulantzas, a Hanna Arentz, a Louis Althusser y entonces mirábamos con desprecio a los que se dedicaban a leer los Conceptos elementales del Materialismo Histórico de Marta Harnecker, que había sido discípula de Althusser en Paris, y discutíamos con los del PC que nos recitaban la obra de Lenin La enfermedad infantil del izquierdismo… conocimos entonces a Schafik que andaba siempre con un attache , y exponía siempre la imposibilidad de realizar la lucha armada por falta de montañas y que había que dedicarnos entonces a la lucha pacifica….

La UES era entonces una verdadera ciudad universitaria: todo estaba dentro, había residencias estudiantiles, billares, comedores universitarios, gimnasios, se practicaba el karate, el tenis…estaba La Perica, bus de la facultad de Ingeniería, que era una ruta ala que los estudiantes se subían de choto, como una ruta de buses, iba a varios lugares…

Amaba y amo la Universidad con pasión, era una llama de libertad, había grupos de teatro, estaba la escuela de teatro del Maestro Edmundo Barbero, exilado español, se realizaban actos político culturales…

Fue en el Auditórium de Derecho donde nació la gran huelga magisterial de 1968, fue entonces que asistí a la primera manifestación en apoyo a ANDES, tenia 18 años, y me acuerdo de las consignas en solidaridad con Vietnam: Ho, Ho, Ho…Ho Chi Minh! Y fui apoyar a los maestros, estuve por la ENCO repartiendo boletines apoyando a los huelguistas…

Fuimos influenciados por todos los cambios que se daban en el mundo, en los años 60 y 70. El desarrollo del rock, los Beatles, la Revolución China, la píldora, que impulso la revolución sexual, los escritos de Jean Paul Sartre y de Simone de Bouvoir, el Mayo francés, y sus fracasos, problemas, posibilidades…la Revolución Cubana, oíamos religiosamente Radio Habana Cuba, territorio libre de América con su clásica campanita.

Y nos entusiasmábamos con los Tupamaros, fue toda una experiencia de audacia de la lucha urbana, se escapaban de las cárceles por túneles que construían por debajo de la tierra, estudiábamos El Manual del Guerrillero del brasileño Carlos Mariguella, seguíamos las acciones del ERP argentino, de los Montoneros…y queríamos ser del FSLN. Nos formamos en una disciplina de acero…aunque éramos un poco hippies, no al estilo de Fernando Llort, que promovía una mezcla de hippismo con cristianismo muy escapista sino una cultura hippie con compromiso político, a lo Joan Baez.

En aquella época la Dra. Maria Isabel Rodríguez era conservadora y fue la toma de la Facultad de Medicina, de la cual era decana, la que marco el inicio de la Huelga de Áreas Comunes, en 1968…me acuerdo de una pinta, creo que hecha por Felipe Peña: Al fin te violamos puta imperialista….referida a las autoridades de esa facultad elitista.

En el año 69 desde la UES se inicia un trabajo de proyección social, en el que participo, fuimos a La Fosa, la marginal al oriente de la Universidad, a realizar trabajo de concientizacion con el método del brasileño Paulo Freire, íbamos a alfabetizar…Y en la facultad de Economía formamos un frente político radical, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el MIR, y ganamos las elecciones de la CESE, llevamos a Alfredo Díaz Barrera, como Presidente. Nunca deje los estudios, aunque me gradué hasta 1980 debido al trabajo político que realizaba, cuando me gradué le lleve el titulo a mi madrecita y le dije: mama, mire ya le cumplí…la ventaja era que en la facultad las clases las iniciaba a partir de las 4 p.m. y eso me dejaba todo el día para hacer trabajo político…

En el año 70 surge la lucha armada…se da una reunión entre Cayetano y Ferman de El Grupo para constituir una sola organización, No logran ponerse de acuerdo y es entonces que nacen las FPL y luego el ERP…

El 19 de julio de 1972 el gobierno interviene militarmente a la U. Llevo ya 4 años de activismo político. Estaba en un círculo de estudio. Lil Milagro Ramírez nos plantea si queremos ser de la guerrilla…estaba Miriam Medrano quien junto con Reinaldo Hernández habían regresado de estudiar en la URSS. Era la época del conflicto chino soviético. Se meten al ERP, Miriam era amiga de Lil Milagro que estudiaba derecho.

Lil dirigía la Resistencia Estudiantil Universitaria, la REU. El nombre se derivaba de la caracterización del régimen como de “dictadura militar en escalada fascista.”Y si en Francia se genero la resistencia, nosotros éramos acá la resistencia al fascismo…. éramos clandestinos, compartimentados…teníamos un periódico de nombre Bandera Roja. Nos enfrentábamos con los grises, la policía universitaria.

Organizando desde los mesones…

Así fue como conocí los mesones…Lil era una gran organizadora y tenia mucha experiencia y capacidad para usar la leyenda o sea el uso de cobertura legal o normal para actividades guerrilleras….los militantes alquilábamos cuartos en los mesones, teníamos cuartos Herbert Guzmán, Carlos Arias, etc. Y se le daba vida a la leyenda, pasábamos tiempo en nuestros cuartos, el suficiente para no levantar sospechas, y desde allí operábamos, salíamos y regresábamos de hacer acciones de propaganda armada, teníamos mimeógrafos e imprimíamos la Bandera Roja…todos escribíamos., era una disciplina…para que no se oyera el ruido del mimeógrafo que era de manivela poníamos La Bala, a todo volumen…

En el 72 luego de la toma de la UES me organizo en una célula político militar. Mi hermano Sergio me recluta, me dice: nos vamos meter a la misma organización, al ERP. Inicio una doble vida, la pública y la clandestina. Era de la REU. Hacíamos pintas: lucha armada hoy, socialismo mañana. El ruido que hace el spray nos ponía nervioso en las actividades de propaganda armada y en el reparto de propaganda.

En una caja d zapatos ADOC metíamos pocos de propaganda, con pólvora y mecha de cohetes y poníamos un cigarrillo encendido, al terminar quemaba la mecha y explotaba la caja y la propaganda se esparcía por los aires…a todas estas actividades ibas armado, en buses, porque no teníamos vehículos en esos primeros momentos, me acuerdo que ibas sentado viéndote la pistola, no podías quitarte la vista del bulto que hacia la pistola, hacíamos sesiones para arme y desarme, desarmábamos serenos, me acuerdo que desarmamos a un sereno allá por la DIGESTYC , para recuperar pistolas…

Los años 73 y 74 milito en la REU junto con Carlos Arias, Sergio Cañas, la responsable era Lil. En el año 74 surge el Frente de Acción Popular Unificada. Y ese año se inicia pleito con el núcleo del Estado Mayor del ERP conducido por Sebastián Urquilla. Nos convocan a una reunión en la que llega Urquilla como jefe del Estado Mayor. Llega de guayabera y armado. Era una reunión entre el Estado Mayor y el núcleo de dirección de la REU. Creo que fue en 1975 antes que mataran a Roque. Nos plantean la tesis de la creación de comités militares que fueran al encuentro de la insurrección de los cuarteles. Roque estaba allí. La Lil era la compañera de Roque. Nos pareció una posición militarista…

El jardín de senderos que se bifurcan

Jorge Luis Borges
(1899–1986)

El jardín de senderos que se bifurcan
(El jardín de senderos que se bifurcan (1941;
Ficciones, 1944)

A Victoria Ocampo

En la página 242 de la Historia de la Guerrra Europea de Lidell Hart, se lee que una ofensiva de trece divisiones británicas (apoyadas por mil cuatrocientas piezas de artillería) contra la línea Serre-Montauban había sido planeada para el 24 de julio de 1916 y debió postergarse hasta la mañana del día 29. Las lluvias torrenciales (anota el capitán Lidell Hart) provocaron esa demora —nada significativa, por cierto. La siguiente declaración, dictada, releída y firmada por el doctor Yu Tsun, antiguo catedrático de inglés en la Hochschule de Tsingtao, arroja una insospechada luz sobre el caso. Faltan las dos páginas iniciales.
“… y colgué el tubo. Inmediatamente después, reconocí la voz que había contestado en alemán. Era la del capitán Richard Madden. Madden, en el departamento de Viktor Runeberg, quería decir el fin de nuestros afanes y —pero eso parecía muy secundario, o debería parecérmelo— también de nuestras vidas. Quería decir que Runeberg había sido arrestado o asesinado1. Antes que declinara el sol de ese día, yo correría la misma suerte. Madden era implacable. Mejor dicho, estaba obligado a ser implacable. Irlandés a las órdenes de Inglaterra, hombre acusado de tibieza y tal vez de traición ¿cómo no iba a brazar y agradecer este milagroso favor: el descubirmiento, la captura, quizá la muerte de dos agentes del Imperio Alemán? Subí a mi cuarto; absurdamente cerré la puerta con llave y me tiré de espaldas en la estrecha cama de hierro. En la ventana estaban los tejados de siempre y el sol nublado de las seis. Me pareció increíble que es día sin premoniciones ni símbolos fuera el de mi muerte implacable. A pesar de mi padre muerto, a pesar de haber sido un niño en un simétrico jardín de Hai Feng ¿yo, ahora, iba a morir? Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente me pasa me pasa a mí… El casi intolerable recuerdo del rostro acaballado de Madden abolió esas divagaciones. En mitad de mi odio y de mi terror (ahora no me importa hablar de terror: ahora que he burlado a Richard Madden, ahora que mi gasrganta anhela la cuerda) pensé que ese guerrero tumultuoso y sin duda feliz no sospechaba que yo poseía el Secreto. El nombre del preciso lugar del nuevo parque de artillería británico sobre el Ancre.Un pájaro rayó el cielo gris y ciegamente lo traduje en un aeroplano y a ese aeroplano en mucho (en el cielo francés) aniquilando el parque de artillería con bombas verticales. Si mi boca, antes que la dehiciera un balazo, pudiera gritar ese nombre de modo que los oyeran en Alemania… Mi voz humana era muy pobre. ¿Cómo hacerla llegar al oído del Jefe? Al oído de aquel hombre enfermo y odioso, que no sabía de Runeberg y de mí sino que estábamos en Staffordshire y que en vano esperaba noticias nuestras en su árida oficina de Berlín, examinando infinitamente periódicos… Dije en voz alta: Debo huir. Me incorporé sin ruido, en una inútil perfección de silencio, como si Madden ya estuviera acechándome. Algo -tal vez la mera ostentación de probar que mis recursos eran nulos—me hizo revisar mis bolsillos. Encontré lo que sabía que iba a encontrar. El reloj norteamericano, la cadena de níquel y la moneda cuadrangular, el llavero con las comprometedoras llaves inútiles del departamento de Runeberg, la libreta, un carta que resolví destruir inmediatamente (y que no destruí), el falso pasaporte, una corona, dos chelines y unos peniques, el lápiz rojo-azul, el pañuelo, el revólver con una bala. Absurdamente lo empuñé y sopesé para darme valor. Vagamente pensé que un pistoletazo puede oírse muy lejos. En diez minutos mi plan estaba maduro. La guía telefónica me dio el nombre de la única persona capaz de transmitir la noticia: viviía n un suburbio de Fenton, a menos de media hora de tren.
Soy un hombre cobarde. Ahora lo digo, ahora que he llevado a término un plan que nadie no calificará de arriesgado. Yo sé que fue terrible su ejecución. No lo hice por Alemania, no. Nada me importa un país bárbaro, que me ha obligado a la abyección de ser un espía. Además, yo sé de un hombre de Inglaterra —un hombre modesto— que para mí no es menos que Goethe. Arriba de una hora no hablé con él, pero durante una hora fue Goethe… Lo hice, porque yosentía que el Jefe tenía en poco a los de mi raza -a los innumerables antepasados que confluyen en mí. Yo quería probarle que un amarillo podía salvar a sus ejércitos. Además, yo debía huir del capitán. Sus manos y su voz podían golpear en cualquier momento a mi puerta. Me vestí sin ruido, me dije adiós en el espejo, bajé, escudriñé la calle tranquila y salí. La estación no distaba mucho de casa, pero juzgué preferible tomar un coche. Argüí que así corría menos peligro de ser reconocido; el hecho es que en la calle desierta me sentía visible y vulnerable, infinitamente. Recurdo que le dije al cochero que se detuviera un poco antes de la entrada central. Bajé con lentitud voluntaria y casi penosa; iba a la aldea de Ashgove, pero saqué un pasaje para una estación más lejana. El tren salía dentro de muy pocos minutos, a las ocho y cincuenta. Me apresuré: el próximo saldría a las nueve y media. No había casi nadie en el andén. Recorrí los coches: recuerdo a unos labradores, una enlutada, un joven que leía con fervor los Anales de Tácito, un sodado herido y feliz. Los coches arrancaron al fin. Un hombre que reconocí corrió en vano hasta el límite del andén. Era el capitán Richard Madden. Aniquilado, trémulo, me encogí en la otra punta del sillón, lejos del temido cristal.
De esa aniquilación pasé a una felicidad casi abyecta. Me dije que estaba empeñado mi duelo y que yo había ganado el primer asalto, al burlar, siquiera por cuarenta minutos, siquiera por un favor del azar, el ataque de mi adversario. Argüi que no era mínima, ya que sin esa diferencia preciosa que el horario de trenes me deparaba, yo estaría en la cárcel, o muerto. Argüí (no menos sofísticamente) que mi felicidad cobarde probaba que yo era hombre capaz de llevar a buen término la aventura. De esa debilidad saqué fuerzas que no me abandonaron. Preveo que el hombre se resignarña cada día a empresas más atroces; pronto no habrá sino guerreros y bandoleros; les doy este consejo: El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado. Así procedí yo, mentras mis ojos de hombre ya muerto registraban la fluencia de aquel día que era tal vez el último, y la difusión de la noche. El tren corría con dulzura, entre fresnos. Se detuvo, casi en medio del campo. Nadie gritó el nombre de la estación. ¿Ashgrove? les pregunté a unos chicos en el andén. Ashgrove, contestaron. Bajé.
Una lámpara ilustraba el andén, pero las caras de los niños quedaban en la zona de la sombra. Uno me interrogó: ¿Usted va a casa del doctor Stephen Albert?. Sin aguardar contestación, otro dijo: La case queda lejos de aquí, pero usted no se perderá si toma ese camino a la izquierda y en cada encrucijada del camino dobla a la izquierda. Les arrojé una moneda (la última), bajé unos escalones de piedra y entré en el solitario camino. Éste, lentamente, bajaba. Era de tierra elemental, arriba se confundían las ramas, la luna baja y circular parecía acompañarme. Por un instante, pensé que Richard Madden había penetrado de algún modo mi desesperado propósito. Muy pronto comprendí que eeso era imposible. El consejo de siempre doblar a la izquierda me recordó que tal era el procedimiento común para descubrir el patio central de ciertos laberintos. Algo entiendo de laberintos: no en vano soy bisnieto de aquel Ts’ui Pên, que fue gobernador de Yunnan y que renunció al poder temporal para escribir una novela que fuera todavía más populosa que el Hung Lu Meng y para edificar un laberinto en el que se perdieran todos los hombres. Trece años dedicó a esas heterogéneas fatigas, pero la mano de un forastero lo asesinó y su novela era insensata y nadie encontró el laberinto. Bajo árboles ingleses medité en ese laberinto perdido: lo imaginé inviolado y perfecto en la cumbre secreta de una montaña, lo imaginé borrado por arrozales o debajo del agua, lo imaginé infinito, no ya de quioscos ochavados y de sendas que vuelven, sino de ríos y provincias y reinos… Pensé en un laberintode laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo los astros. Absorto en esas ilusorias imágenes , olvidé mi destino de perseguido. Me sentí, por un tiempo indeterminado, percibidor abstracto del mundo. El vago y vivo campo, la luna, los restos de la tarde, obraron en mí; asimismo el declive que eliminaba cualquier posibilidad de cansancio. La tarde era íntima, infinita.El camino bajaba y se bifurcaba, entre las ya confusas praderas. Una música aguda y como silábica se aproximaba y se alejaba en el vaivén del viento, empañada de hojas y de distancia. Pensé que un hombre puede ser enemigo de otros hombres, de otros momentos de otros hombres, pero no de un país: no de luciérnagas, palabras, jardines,cursos de agua, ponientes. Llegué, así, a un alto portín herrumbrado. Entre las rejas descifré una alameda y una especie de pabellón. Comprendí, de pronto, dos cosas, la primera trivial, la segunda casi increíble: la música venía del pabellón, la música era china. Por eso, yo la había aceptado con plenitud, sin prestarle atención. No recuerdo si había una campana o un timbre o si llamé golpeando las manos. El chisporroteo de la música prosiguió.
Pero del fondo de la íntima casa un farol se acercaba: un farol que rayaban y a ratos anulaban los troncos, un farol de papel, que tenía la forma de los tambores y el color de la luna. Lo traía un hombre alto. No vi su rostro, porque me cegaba la luz. Abrió el portón y dijo lentamente en mi idioma:
—Veo que el piadoso Hsi P’êng se empeña en corregir mi soledad. ¿Usted sin duda querrá ver el jardín?
Reconocí el nombre de uno e nuestros cónsules y repetí desconcertado:
—¿El jardín?
—El jardín de los senderos que se bifurcan-
Algo se agitó en mi recuerdo y pronuncié con incomprensible seguridad:
—El jardín e mi antepasado Ts’ui Pên.
—¿Su antepasado? ¿Su ilustre antepasado? Adelante.
El húmedo sendero zigzagueaba como los de mi infancia. Llegamos a una biblioteca de libros orientales y occidentales. Reconocí, encuadernados en seda amarilla, algunos tomos manuscritos de la Enciclopedia Perdida que dirigió el Tercer Emperador e la Dinastía Luminosa y que no se dio nunca a la imprenta. El disco del gramófono giraba junto a un fénix de bronce. Recuerdo también un jarrón de la familia rosa y otro, anterior de muchos siglos, de ese color azul que nuestros antepasados copiaron de los alfareros de Persia…
Stephen Albert me observaba, sonriente. Era (ya lo dije) muy alto, de rasgos afilados, de ojos grises y barba gris. Algo de sacerdote había en él y también de marino; después me refirió que había sido misionero en Tientsin “antes de aspirar a sinólogo”.
Nos sentamos; yo en un largo y bajo diván; él de espaldas a la ventana y a un alto reloj circular. Computé que antes de una hora no llegaría mi perseguidor, Richard Madden. Mi determinación irrevocable podía esperar.
—Asombroso destino el de Ts’ui Pên —dijo Stephen Albert—. Gobernador de us provincia natal, docto en astronomía, en astrología y enm la interpretación infatigable de los libros canónicos, ajedrecista, famoso poeta y calígrafo: todo lo abandonó para componer un libro y un laberinto. Renunció a los placeres de la opresión, de la justicia, del numeroso lecho, de los banquetes y aun de la erudición y se enclaustró durante trece años en el Pabellón de la Límpida Soledad. A su muerte, los herederos no encontraron sino manuscritos caóticos. La familia, como acaso no ignora, quiso adjudicarlos al fuego; pero su albacea —un monje taoísta o budista— insistió en la publicación.
—Los de la sangre de Ts’ui Pên -repliqué— seguimos execrando a ese moje. Esa publicación fue insensata. El libro es un acervo indeciso de borradores contradictorio. Lo he examinado alguna vez: en el tercer capítulo muere el héroe, en el cuarto está vivo. En cuanto a la otra empresa de Ts’ui Pên, a su Laberinto…
—Aquí está el Laberinto -dijo indicándome un alto escritorio laqueado.
—¡Un laberinto de marfil! exclamé. Un laberinto mínimo…
—Un laberinto de símbolos corrigió. Un invisible laberinto de tiempo. A mí, bárbaro inglés, me ha sido deparado revelar ese misterio diáfano. Al cabo de más de cien años, los pormenores son irrecuperables, pero no es difícil conjeturar lo que sucedió. Ts’ui Pên diría una vez: Me retiro a escribir un libro. Y otra: Me retiro a construir un laberinto. Todos imaginaron dos obras; nadie pensó que libro y laberinto eran un solo objeto. El Pabellón de la Límpida Soledad se erguía en el centro de un jardín tal vez intrincado; el hecho puede haber sugerido a los hombres un laberinto físico. Ts’ui Pên murió; nadie, en las dilatadas tierras que fueron suyas, dio con el laberinto. Dos circunstancias me dieron la recta solución del problema. Una: la curiosa leyenda de que Ts’ui Pên se había propuesto un laberinto que fuera estrictamente infinito. Otra: un fragmento de una carta que descubrí.
Albert se levantó. Me dio, por unos instantes, la espalda; abrió un cajón del áureo y renegrido escritorio. Volvió con un papel antes carmesí; ahora rosado y tenue y cuadriculado. Era justo el renombre caligráfico de Ts’ui Pên. Leí con incomprensión y fervor estas palabras que con minucioso pincel redactó un hombre de mi sangre: Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan. Devolví en silencio la hoja. Albert prosiguió:
—Antes de exhumar esta carta, yo me había preguntado de qué manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumen cíclico, circular. Un volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente. Recordé también esa noche que está en el centro de Las 1001 Noches, cuando la reina Shahrazad (por una mágica distracción del copista) se pone a referir textualmente la historia de Las 1001 Noches, con riesgo de llegar otra vez a la noche en que la refiere, y así hasta lo infinito. Imaginé también una obra platónica, hereditaria, transmitida de padre a hijo, en la que cada nuevo individuo agregara un capítulo o corrigiera con piadoso cuidado la página de sus mayores. Esas conjeturas me distrajeron; pero ninguna me parecía corresponder, siquiera de un modo remoto, a los contradictorios capítulos de Tsúi Pên. En esa perplejidad, me remitieron de Oxford el manuscrito que usted ha examinado.Me detuve, como es natural, en la frase: Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan. Casi en el acto comprendí; el jardín de los senderos que se bifurcan era la novela caótica; la frase varios porvenires (no a todos) me sugirió la imagen de la bifurcación en el tiempo, no en el espacio. La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts’ui Pên, opta —simultáneamente— por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también, proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts’ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones.Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen; por ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles usted es mi enemigo, en otro mi amigo. Si se resigna usted a mi pronunciación incurable, leeremos unas páginas.
Su rostro, en el vívido círculo de la lámpara, era sin duda el de un anciano, pero con algo inquebrantable y aun inmortal. Leyó con lenta precisión dos redacciones de un mismo capítulo épico. En la primera un ejército marcha hacia una batalla a través de una montaña desierta; el horror de las piedras y de la sombra le hace menospreciar la vida y logra con facilidad la victoria; en la segunda, el mismo ejército atraviesa un palacio en el que hay una fiesta; la resplandeciente batalla le parece una continuación de la fiesta y logran la victoria. Yo oía con decente veneración esas viejas ficciones, acaso menos admirables que el hecho de que las hubiera ideado mi sangre y de que un hombre de un imperio remoto me las restituyera, en el curso de un desesperada aventura, en una isla occidental. Recuerdo las palabras finales, repetidas en cada redacción como un mandamiento secreto: Así combatieron los héroes, tranquilo eñ admirable corazón, violenta la espada, resignados a matar y morir.
Desde ese instante, sentí a mi alrededor y en mi oscuro cuerpo una invisible, intangible pululación. No la pululación de los divergentes, paralelos y finalmente coalescentes ejércitos, sino una agitación más inaccesible, más íntima y que ellos de algún modo prefiguraban. Stephen Albert prosiguió:
— No creo que su ilustre antepasado jugara ociosamente a las variaciones. No juzgo verosímil que sacrificara trece años a la infinita ejecución de un experimento retórico. En su país, la novela es un género subalterno; en aquel tiempo era un género despreciable. Ts’ui Pên fue un novelista genial, preo también fue un hombre de letras que sin duda no se consideró un mero novelista. El testimonio de sus contemporáneos proclama —y harto lo confirma su vida— sus aficiones metafísicas, místicas. La controversia filosófica usurpa buena parte de su novela. Sé que de todos los problemas, ninguno lo inquietó y lo trabajó como el abismal problema del tiempo. Ahora bien, ése es el único problema que no figura en las páginas del Jatdín. Ni siquiera usa la palabra que quiere decir tiempo. ¿Cómo se explica usted esa voluntaria omisión?
Propuse varias soluciones; todas, insuficientes. Las discutimos; al fin, Stephen Albert me dijo:
—En una adivinanza cuyo tema es el ajedrez ¿cuál es la única palabra prohibida?
Refelxioné un momento y repuse:
—La palabra ajedrez.
—Precisamente dijo Albert, El jardín de los senderos que se bifurcan es una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el espacio; esa causa recóndita le prohíbe la mención de su nombre. Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a perífrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla. Es el modo tortuoso que prefirió, en cadda uno de los meandros de su infatigable novela, el oblicuo Ts’ui Pên. He confrontado centenares de manuscritos, he corregido los errores que la negligencia de los copistas ha introducido, he conjeturado el plan de ese caos, he restablecido, he creído restablecer, el orden primordial, he traducido la obra entera: me consta que no emplea una sola vez la palabra tiempo. La explicación es obvia:El jardín de los senderos que se bifurcan es una imágen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts’ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravezar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.
—En todos —articulé no sin un temblor— yo agradezco y venero su recreación del jardín de Ts’ui Pên.
—No en todos murmuró con una sonrisa. El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros. En uno de ellos soy su enemigo.
Volví a sentir esa pululación de que hablé. Me pareció que el húmedo jardín que rodeaba la casa estaba saturado hasta lo infinito de invisbles personas. Esas personas eran Albert y yo, secretos, atareados y multiformes en otras dimensiones de tiempo. Alcé los ojos y la tenue pesadilla se disipó. En el amarillo y negro jardín había un solo hombre; pero ese hombre era fuerte como una estatua, pero ese hombre avanzaba por el sendero y era el capitán Richard Madden.
—El porvenir ya existe —respondí—, pero yo soy su amigo. ¿Puedo examinar de nuevo la carta?
Albert se levantó. Alto, abrió el cajón del alto escritorio; me dio por un momento la espalda. Yo había preparado el revólver. Disparé con sumo cuidado: Albert se desplomó sin una queja, inmediatamente. Yo juro que su muerte fue instantánea: una fulminación.
Lo demás es irreal, insignificante. Madden irrumpió, me arrestó. He sido condenado a la horca. Abominablemente he vencido: he comunicado a Berlín el secreto nombre de la ciudad que deben atacar. Ayer la bombardearon; lo leí en los mismos periódicos que propusierona Inglaterra el enigma de que el sabio sinólogo Stephen Albert muriera asesinado por un desconocido, Yu Tsun. El Jefe ha descifrado ese enigma. Sabe que mi problema era indicar (a través del estrépito de la guerra) la ciudad que se llama Albert y que no hallé otro medio que matar a una persona con ese nombre. No sabe (nadie puede saber) mi innumerable contrición y cansancio.

[1] Hipótesis odiosa y estrafalaria. El espía prusiano Hans Rabener alias Viktor Runeberg agredió con una pistola automática al portador de la orde de arrestro, capitán Richard Madden. Éste, en defensa propia, le causó heridas que determinaron su muerte. (Nota del Editor.)

Nuestro querido Howard

Nuestro querido Howard

Evita Sastre, Alfonso Sastre y Marilena Castillo
Rebelión

Hoy viernes 28 de enero hemos sabido la noticia de que Howard Zinn ha muerto. Es difícil expresar la tristeza profunda que nos ha causado en la editorial. Porque en Hiru tenemos miles de razones para considerar a este gran autor norteamericano no sólo un gran escritor y un valiente activista, sino un gran, grandísimo amigo. Desde que en Hiru le publicamos su libro La Otra Historia de los EEUU, al que siguieron otros libros suyos, Howard se mostró siempre dispuesto, solidario y generoso con nosotros, a sabiendas de que esa pequeña editorial del País Vasco no le reportaría grandes beneficios económicos, sino otros valores, para él mucho más importantes. Desde el principio de nuestra relación Howard Zinn conectó intelectual y humanamente de inmediato con Eva Forest, y ambos se aventuraron en una relación en donde lo más importante no era la de editor-escritor, sino las relaciones humanas y el compartir una misma idea del mundo.

Por eso, cuando Howard renunció a sus derechos sobre su afamada obra para que Hiru pudiera editar otros libros, estaba iniciando algo que tendría su continuidad a lo largo de los años: Los Libros Solidarios. Es decir, libros financiados con los derechos cedidos por otro autor de la casa. Así pudimos hacer el libro Haití para qué, de Paul Farmer. Como escribió Eva Forest en su texto Hiru: ¿es realmente una editorial?: “…Cuando nos visitó Howard Zinn, en los 90, en su presentación en el Ateneo de Madrid y en un centro de obreros parados de Leganés, yo se lo dije: “Usted es responsable de que exista Hiru. Puede decirse que nuestra editorial en parte ha nacido de la necesidad de publicarlo a usted”. Y le dimos las gracias. Y él, con su sensibilidad exquisita, dijo que si teníamos paciencia iba a decirnos unas palabras en su mal castellano. Y fue muy emocionante lo que les dijo a los obreros. Al regreso a los EEUU no quiso cobrar los derechos de aquella edición y los empleamos en los libros solidarios. Esta es nuestra relación con los autores”…

También fueron numerosas las veces en que se le solicitó su apoyo para causas solidarias, y Howard Zinn siempre estuvo ahí: ¡contad con mi nombre!, era siempre su respuesta. Y contamos con él. Y seguimos contando. Howard Zinn, amigo, como te escribimos en numerosas ocasiones, aquí te admiramos y respetamos, pero por encima de todo, te queremos.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de los autores, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Hemeroteca en memoria de Zinn: un encuentro de 2004
Howard Zinn en La Habana

Santiago Alba Rico
LADINAMO nº 11

A los 81 años Howard Zinn visita Cuba por primera vez para supervisar los ensayos de su obra Marx en Soho y una tarde de mayo dialoga en el hotel Ambos Mundos de La Habana con una treintena de intelectuales y poetas cubanos. Zinn es un viejo hermoso de la estirpe libertaria de Thoreau y de Walt Whitman, manifiesto vivo de esa otra historia de los EEUU de la que se ha ocupado y que ha nutrido con su obra. Muy alto, muy espigado, sucinto y campestre como un pino, sólo su acusada delgadez hace difícil concebir que en su juventud, antes de ser historiador, se ganase la vida como cargador de puerto. Todo lo demás despega y se funde en el generoso trajín del sueño colectivo de los cargadores del mundo: su vigor físico, el verbo claro de su pedagogía militante, su voluntarismo veterano, esa sonrisa siempre encendida, entre tímida y avisada, del que ha aprendido más en la brega que en los libros y que sabe que lo que sabe debe enseñarlo en la palma de la mano. Desde detrás de la mesa escucha hacia delante y toma un hormiguero de notas; y responde modesto, abierto, aprendiz, intenso, insistiendo en la enorme eficacia de lo mínimo y en las colosales esperanzas de la paciencia. A una pregunta de Abel Prieto, brillante escritor y ministro de cultura de Cuba, Howard Zinn responde hablando de sus giras por pueblecitos y ciudades de provincia, apenas localizables en el mapa de los EEUU, donde a veces se reúnen cientos de personas para escucharlo: “No suelo utilizar la palabra socialismo. Les hablo de la nacionalización de la riqueza, del derecho a educación y sanidad gratuita, de la lucha contra el imperialismo, y todos aprueban con entusiasmo. Luego, a veces, les digo que eso es el socialismo y se quedan asombrados. Pero si pronunciase de entrada la palabra “socialismo” todos se asustarían y dejarían de escucharme”.

Por la noche, Zinn cena en casa de Abel Prieto ensalada y pollo, acribillando a preguntas a su anfitrión sobre las elecciones cubanas, los programas de estudio y la libertad de creación; y sonríe, mientras escucha, con la ingenuidad invencible, insobornable, de un niño difícil. A los postres, le sirven un vasito de ron añejo y él hace una tímida alusión a un puro habano. El viejo Howard Zinn, el historiador del pueblo, se vuelve aún más hermoso detrás del gran cigarro que parece estar fumándoselo a él, con las mejillas ligeramente arreboladas por el alcohol y esa sonrisita limpia que ahora es abiertamente complacida. Y de pronto descabalga de su improvisada traductora de inglés y sorprende a todos con una correctísima, larguísima frase en castellano. Mentiría si dijese que Zinn dice: “el 11-M señala el principio del fin del imperio estadounidense”, porque ya lo había dicho por la mañana; o si dijese que Zinn dice “nadie es neutral en un tren en marcha”, que es el título de uno de sus libros más bonitos. Howard Zinn, el historiador del pueblo, dice muy despacio y muy sencillamente: “Estoy muy contento de haber venido a La Habana”. Y la intérprete nos lo traduce rápidamente al inglés.

Murió el historiador y activista norteamericano Howard Zinn

Murió el historiador y activista norteamericano Howard Zinn

David Brooks

La Jornada

Nueva York, 27 de enero. Howard Zinn, el historiador que narró la otra historia de Estados Unidos, desde el punto de vista de los de abajo, a lo largo de su carrera, falleció este miércoles a los 87 años de edad.

Autor de varios libros, entre ellos el texto de historia más vendido, La otra historia de Estados Unidos (A People’s History of the United States), ponente, articulista, dramaturgo (Marx en Soho y una obra sobre Emma Goldman) y colaborador de La Jornada, era profesor emérito de historia en la Universidad de Boston.

Una de las voces independientes de izquierda, fue uno de los intelectuales más admirados por veteranos de las luchas sociales de la posguerra como por jóvenes, por su vida de praxis: era pensamiento y acción. El problema no es la desobediencia civil, sino la obediencia civil, afirmó en un discurso en Baltimore en los años 60, durante un acto al cual acudió en lugar de presentarse ante un juez para ser sentenciado por sus acciones contra la guerra en Vietnam; después, cuando regresó a la Universidad de Boston, un par de policías lo esperaban para arrestarlo.

Veterano de la Segunda Guerra Mundial, donde participó en los bombardeos aéreos contra Alemania, Zinn regresó después del conflicto para ver la destrucción que se cometió desde 30 mil pies de altura. Al ver Dresden y otras ciudades, decidió que para siempre, sin excepción, tenía que oponerse a la guerra. Colocó sus medallas y documentos que recibió por su servicio militar en un sobre, lo cerró y lo rotuló nunca más, refirió Ap.

Nació en Nueva York en 1922, hijo de inmigrantes judíos que vivieron en una colonia de clase trabajadora en Brooklyn. Se educó en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Columbia, donde recibió su doctorado en historia. En 1956 se le ofreció una plaza en Spelman College, una universidad para mujeres afroestadunidenses, en lo que era entonces la ciudad racialmente segregada de Atlanta.

Ahí participó en los inicios del movimiento de derechos civiles, alentado a sus estudiantes a participar en él. Una de ellas era Alice Walker, autora de El color púrpura, quien se hizo amiga de toda la vida de Zinn. Despedido de Spelman por insubordinación, Zinn fue contratado como profesor por la Universidad de Boston, donde continuó su activismo, tanto en el movimiento de derechos civiles como contra la guerra en Vietnam (uno de los primeros intelectuales estadunidenses en hacerlo).

Se jubiló en 1988 y pasó su último día apoyando una huelga de enfermeras, pero nunca dejó de trabajar, y gozar, en la desobediencia al poder, a la imposición, a la guerra y al imperialismo. En numerosas entrevistas con La Jornada, donde también contribuyó con decenas de artículos a lo largo de los últimos años, este ser digno, humano y modesto nunca perdió el optimismo sobre la capacidad del ser humano para rescatar a la humanidad con la rebelión ante la opresión de todo tipo.

Preguntado porqué en Estados Unidos había tan pocas señales de un movimiento masivo progresista en la era de George W. Bush, respondió que había más vitalidad y expresión progresista que en los años 60, pero estaba fragmentada y más aislada de sí misma, aunque presente en casi todas las esquinas.

Recordó que los intelectuales izquierdistas lamentaban lo mismo en los 50 del macartismo, pero que en esos mismo momentos jóvenes en varios pueblos del sur del país realizaban los primeros actos de desobediencia civil contra la segregación racial, la que estallaría poco después en el gran movimiento de derechos civiles. Eso, seguramente, está ocurriendo ahora. Eso es lo que uno aprende de la historia, esas sorpresas que solamente se perciben después.

En lo que tal vez fue su última aportación a un medio, Zinn escribió unos párrafos para The Nation sobre el primer año de Barack Obama. No me ha decepcionado terriblemente porque no esperaba mucho de él. Esperaba que fuera un presidente demócrata tradicional. En política exterior, eso es poco diferente a un republicano: nacionalista, expansionista, imperial y bélico. La gente está apantallada por la retórica de Obama, y creo que ya debería empezar a entender que será un presidente mediocre, lo cual significa, en estos tiempos, un mandatario peligroso, a menos que se presente un movimiento nacional para empujarlo en una dirección mejor, escribió Zinn.

Entre sus admiradores estadunidenses están Bruce Springsteen (el historiador influyó, se dice, en algunas de sus canciones) y fue amigo de Matt Damon, quien incluyó una famosa referencia a su texto de historia en el guión de la película Good Will Hunting, donde su personaje le recomienda el libro a su sicólogo (Robin Williams). Pero desde los jóvenes de las batallas por la justicia global en Seattle hasta los veteranos activistas, Zinn siempre fue referencia.

Recientemente había realizado un teatro de lecturas en voz alta con diversos actores y músicos reconocidos (Tim Robbins, Damon, Springsteen), y otros de discursos, canciones, versos, cartas y más sobre figuras históricas, algunas famosas otras no, que reflejan la historia desde debajo de este país. Un documental sobre lo anterior fue grabado y trasmitido por el History Channel el mes pasado, y el video estará pronto a la venta. Los textos forman parte de Voices of a People’s History of the United States, un volumen de los materiales primarios que utilizó para su famoso texto de historia.

Zinn murió de un infarto mientras estaba de viaje en California. Su esposa falleció en 2008, con la cual tuvo dos hijos. El historiador seguirá vivo a través de los desobedientes que siempre celebró.

http://www.jornada.unam.mx/2010/01/28/index.php?section=mundo&article=021n2mun

Referencias:

Libros:

“La otra historia de los Estados Unidos”, “Estados Unidos: Por qué tener esperanzas en tiempos difíciles”, “Nadie es neutral en un tren en marcha”, “Emma”, “Marx en el Soho” “Sobre la guerra. La paz como imperativo moral”, de Howard Zinn

Libros de Howard Zinn publicados en España:

La otra historia de los Estados Unidos, traducción de Toni Strubel, Hiru, 1997.

Estados Unidos: Por qué tener esperanzas en tiempos difíciles;

La resistencia ignorada; La revuelta de los guardianes, traducción de Valeria Verona, Hiru, 1998.

Emma, traducción de Tony Strubbel, Hiru, 2001.

Nadie es neutral en un tren en marcha, traducción de Roser Berdagué, Hiru, 2001.

Marx en el Soho, traducción de José Sastre, Hiru, 2002.

Sobre la guerra: la paz como imperativo moral, traducción de Ramón Vilà, Debate, 2007.

Textos de Howard Zinn en Rebelión

Reseña de “Sobre la guerra. La paz como imperativo moral”, de Howard Zinn Los principios de un hombre al que debemos unirnos Pascual Serrano 22-11-2007

Howard Zinn en La Habana http://www.rebelion.org/noticia.php?id=99490 Santiago Alba Rico

Howard Zinn en La Habana http://www.rebelion.org/noticia.php?id=1325 Angel Guerra

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=99483