“La represión que tenemos en El Salvador no es propia de una democracia”

“La represión que tenemos en El Salvador no es propia de una democracia”

Cuesta hallar entre los intelectuales salvadoreños voces tan diáfanas como la del sacerdote jesuita Rodolfo Cardenal, uno de los referentes de la UCA. Uno podrá estar más o menos de acuerdo, pero en una sociedad de escasos referentes como la salvadoreña, destaca su discurso sin medias tintas en temas tan sensibles como el de las ejecuciones extrajudiciales. Cardenal dice que El Salvador está en guerra y que el aparato represivo del gobierno del FMLN es similar al de las viejas dictaduras latinoamericanas. ¿La razón de fondo? “La sociedad salvadoreña está por la violencia”.
Roberto Valencia / Fotos Víctor Peña
Lunes, 4 de Septiembre de 2017

1862

Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero, de la Universidad Centroamericana (UCA). Foto Víctor Peña.

Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero, de la Universidad Centroamericana (UCA). Foto Víctor Peña.

El país está en guerra, dice enfático, y cuando lo desarrolla usa palabras y argumentos que no le generarán muchas simpatías en una sociedad como la salvadoreña: “Si los policías están matando a pandilleros, ¿cómo piensan que no van a responder? Esa es la lógica de la guerra”.

Rodolfo José Cardenal Chamorro (Managua, 1950-11-25) es uno de los referentes de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, la UCA, institución sin la que costaría explicar el último medio siglo de la historia de El Salvador. Desde inicios de los noventa el padre Cardenal ha sido vicerrector de Proyección Social, vicerrector Académico y ahora está al frente del Centro Monseñor Romero, entidad que tiene por misión “cultivar la memoria de la Iglesia martirial de El Salvador, a través de diversas actividades de carácter teológico y pastoral”.

Pero Cardenal también escribe sobre temas de actualidad. Raro es que cada mes no suba dos o tres columnas de opinión en la página web de la UCA, artículos agresivos en el buen sentido de la palabra y, como reza el dicho coloquial, escritos sin pelos en la lengua. En su columna del 31 de agosto, sin ir más lejos, afirma esto: “Es penoso que el gobierno del FMLN haya recurrido a los escuadrones de la muerte para perseguir a pandilleros, así como antes los militares los usaron para exterminar a guerrilleros”.

Esta conversación se centra precisamente en la deriva represiva del gobierno de Salvador Sánchez Cerén, y se realizó tres días antes de que la UCA anunciara en conferencia de prensa que llevaría a audiencia al Estado salvadoreño ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, interpelado por las ejecuciones extralegales.

¿El Salvador está en guerra?
Yo pienso que sí. No es una guerra como la de los ochenta, de un ejército formal contra una guerrilla, sino que tiene más carácter social, pero creo que esto es una guerra. Una guerra social, si se quiere ver así, pero guerra: con un ejército integrado y otro ejército muy fragmentado y multifacético, con pequeñas células pero potentes. Los dos bandos están fuertemente armados. Los dos tienen control de territorios, transporte, comunicaciones, sistemas de abastecimiento… y los dos cuentan con inteligencia, aunque me parece que las pandillas tienen mejor servicio de inteligencia. Es una guerra en la que mueren de las dos partes. Eso es lo perverso de las guerras.

Lo que usted llama el ejército integrado sería…
La Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada. Todas las fuerzas de seguridad del Estado, porque en El Salvador los policías hacen funciones de soldados, y los soldados, funciones policiales.

Esta guerra, en todo caso, no afecta a todos los estratos sociales por igual.
Nos afecta a todos de una u otra manera.

¿Con la misma intensidad?
No, obvio. Pero nos afecta a todos. Si lo miramos desde el punto de vista del producto nacional bruto, eso que tanto preocupa a la ANEP, el impacto de la guerra se nota en las extorsiones a la empresa privada, en los gastos que se generan en el sistema de salud porque cada herido supone costos, en las inversiones en seguridad…

Yo me refería a que no es la misma afectación tener que gastar más en seguridad que vivir en colonias o cantones controlados por las maras.
Hay familias desesperadas en El Salvador. Sufren a los pandilleros y también sufren a los policías; están entre dos fuegos, sienten que pueden ser víctimas de los dos bandos, y todo eso es lo que está detrás de los desplazamientos de población, algo muy propio de las guerras.

Hace seis años en El Salvador se cometían más asesinatos que hoy, pero nadie planteaba que estuviéramos en guerra.
No tengo datos para poder decirte…

Más precisa la pregunta: ¿cuándo cree usted que comenzó esta guerra?
Un indicador quizá sea la cantidad de bajas en policías y soldados, algo que es muy lamentable y que yo condeno, pero uno dice: si los policías están matando a pandilleros, ¿cómo piensan que no van a responder? Esa es la lógica de la guerra; ahí es donde yo lo veo claro.

Hasta antes de la tregua el enemigo principal de una pandilla era la pandilla contraria.
Sin duda…

Hoy el conflicto principal es entre las pandillas y el Estado.
Además, el discurso de los voceros del gobierno es de guerra, y las pandillas están respondiendo en los mismos términos.

En una de sus columnas usted afirma que El Salvador tiene “un aparato represivo similar al de las dictaduras latinoamericanas”.
Sí.

¿¡Qué!?
Las prisiones salvadoreñas no cumplen pero ni en sueños la función de rehabilitar al detenido, que es lo que dice la Constitución. Nuestras cárceles están hechas para humillar al detenido, para destruirlo. Pensemos en el estadio en el que Pinochet metía a todos los detenidos y los iba fusilando poco a poco; aquí aún no hemos llegado a eso, a fusilar a detenidos, pero aquí los ejecutan antes de la detención. Por eso digo que el aparato represor es similar al de una dictadura militar, porque la represión que tenemos en El Salvador no es propia de una democracia. Las democracias tienen que reprimir la violencia, el crimen, todas las expresiones en las que se violenta la ley, pero reprime parejo, con ecuanimidad y con oportunidad de defensa.

El gobierno repite una y otra vez que, si ha habido abusos, son casos puntuales.
Ya no son casos puntuales; es una tendencia clara. Algo sistemático. Se han destapado algunas ejecuciones sumarias, y es curioso que en todos los casos los voceros de la Policía y del Ministerio de Justicia dicen que van a investigar, que no saben nada, que desconocen. Es lo mismo que decían los ministros de Defensa militares antes y durante la guerra civil. Lo mismo. Nunca sabían nada. ¡Pero los hechos ahí están! El abuso sobre personas inocentes, personas que no tienen nada que ver en este conflicto entre pandillas y gobierno… eso es propio de un estado de guerra.

El escenario que usted plantea no involucraría solo al gobierno, sino también a la Fiscalía, por ejemplo.
Yo uso la palabra gobierno en un sentido amplio: gobierno para mí también es la Fiscalía, es la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), es la Asamblea Legislativa…

¿Todas esas instituciones están remando en la misma dirección?
Unas más y otra menos, pero sí. La voz cantante la lleva el Ejecutivo, porque es el que la tiene que llevar pero, por ejemplo, el presidente de la Asamblea Legislativa [el diputad Guillermo Gallegos] tiene una postura totalmente guerrerista y militarista. Habrá excepciones, sin duda, pero es una tendencia, y lo peor es que un buen sector de la sociedad la aplaude.

¿Usted cree que hay connivencia entre Policía y Fiscalía para bajar el perfil a las ejecuciones extrajudiciales?
Me parece que sí. Yo creo que la Fiscalía no actúa con imparcialidad, porque solo investiga ciertos casos, y no solo en el tema de la seguridad pública. ¿Por qué con los 10 millones de dólares donados por Taiwán el imputado solo fue el expresidente Francisco Flores? ¿Por qué no ha indagado ahí donde fue a parar el dinero, cuando todo apunta que fue a parar a Arena?

Usted ha escrito que la Fiscalía “no está exenta de ineficiencia y corrupción”.
Ineficiente porque la Fiscalía es puro dimes y diretes. Le encanta el testigo criteriado, y rara vez trabaja con pruebas científicas concluyentes. Entiendo que la cooperación internacional, Estados Unidos sobre todo, lleva años dando tecnología para investigar, pero o no la usan, o no la saben usar, o no saben montar un caso con ella. Prefieren el testigo criteriado…

Como el famoso Nalo, del Caso Tregua. Con sus declaraciones, la Fiscalía ha abierto otro caso contra Raúl Mijango, pero no se atreve a acusar a los partidos políticos por las entregas de dinero a las pandillas.
Exacto, a eso me refiero: si el tal Nalo no es válido para investigar a los dirigentes de los partido por fraude electoral, tampoco debería serlo contra Mijango ni contra nadie. Y yo no sé si Mijango es inocente o culpable, y me es indiferente, pero no hay lógica alguna en las actuaciones de la Fiscalía. Y en los pocos casos de ejecuciones sumarias abiertos, la Fiscalía ha ido a remolque de las investigaciones periodísticas.

Estas son palabras suyas: “La Fiscalía persigue con saña a los débiles, pero es condescendiente con los policías y soldados que asesinan”.
La Fiscalía no está siendo imparcial en los casos de ejecuciones sumarias. Está protegiendo a los policías. Como tampoco ha sido imparcial en el caso de los millones de Taiwán.

Parece que en El Salvador resulta rentable en términos de imagen presentarse como alguien que combate frontalmente las pandillas.
Sí, pero quiero pensar que sería más rentable ser un fiscal general eficiente. Sería también muy popular y tendría la reelección asegurada.

No sé, no sé.
Me refiero a la aceptación popular, aunque es obvio que un buen fiscal incordiaría a los políticos, que son los que deciden su reelección. Pero volviendo al Caso Tregua, ¿por qué no acusó al ministro Munguía Payés y al expresidente Funes si fueron los máximos responsables? Se repite el mismo esquema del Caso Jesuitas: acusan a los que dispararon, pero a los responsables intelectuales nunca ha sido posible ponerlos presos. Si hay delito en el Caso Tregua, que yo no lo sé, la Fiscalía ha ido contra los que ejecutaron, no contra los que lo planificaron.

Buena parte de la sociedad salvadoreña tolera e incluso aplaude la violación de derechos humanos e incluso las ejecuciones extrajudiciales.
El Salvador está sumergido en una cultura de la violencia, y mucha gente cree que la violencia es la mejor manera de solucionar los problemas. Y eso aplica tanto para problemas sociales, como son las maras, como para problemas personales. La sociedad salvadoreña está por la violencia, como también está a favor de los regímenes autoritarios, algo que los partidos políticos alimentan con sus actitudes. Entonces, en una sociedad violenta y que admira las dictaduras, toda medida represiva tiende a ser aplaudida. Creemos que es la solución a nuestros problemas. Y hay que trabajar para cambiar esa mentalidad, para convencernos de que esa no es la solución.

Hay políticos, y el diputado Gallegos quizá sea el caso más emblemático, que asientan su carrera sobre un discurso manodurista radical.
La violencia es un tema populista que la clase política en El Salvador tiende a usar con más o menos descaro. Mostrarse a favor de la represión genera votos. Creo que las organizaciones que trabajamos a favor de la paz y de los derechos humanos deberíamos ser más críticos. Ahora, por ejemplo, se viene el mes cívico, y el gobierno dice que va a promover valores morales, éticos, culturales, religiosos y patrióticos bajo este lema: ‘El Salvador avanza en convivencia y desarrollo’. ¿Qué quiere decir eso en esta sociedad de violencia? Habría que decir: así como estamos viviendo, esto no es convivencia.

¿Cómo juzga el papel de la PDDH en este tema?
A la institución le falta garra. Es la institución que constitucionalmente tiene que defender los derechos humanos y, dadas las violaciones que hay en El Salvador, masivas, debería ser más agresiva, con un perfil más definido. Le falta, le falta, sin duda.

La PDDH apoya las Medidas Extraordinarias que, entre otras cosas, permiten que desde hace año y medio más de 10,000 reos no hayan recibido visitas de sus madres o hijos.
Ese es un buen ejemplo, porque muestra cómo incluso a una institución como la PDDH se le ha olvidado que su rol es ir en contra de esas medidas, no apoyarlas. El reo, el prisionero, por muy criminal que sea, por muy horrendo que sea el crimen cometido, tiene derechos y se le deben respetar, algo que no ocurre en El Salvador. Es lo que decía, las cárceles salvadoreñas son como las de una dictadura militar.

Las Medidas Extraordinarias se prorrogaron un año más en la Asamblea casi por unanimidad: solo un diputado votó en contra.
Ahí se juntan dos cosas: por una parte, el populismo; y por otra, que están convencidos de que es la solución. Y esa imagen de unanimidad es la que le proyectan al país, por eso la sociedad termina pensando que es la solución. Las Medidas Extraordinarias, por muy duras e inhumanas que sean, no disuaden de cometer el delito. La cárcel no disuade, ni siquiera la pena de muerte. Recuerdo cuando Paco Flores comenzó con el Plan Mano Dura, y desde la UCA le dijimos que al meter a toda la gente en la cárcel lo que estaba haciendo era darles techo, comida y un espacio para que se organizaran, y eso fue precisamente lo que pasó.

¿Qué rol está jugando el periodismo en todo esto?
Lo que me sorprende en el tema de las ejecuciones extrajudiciales es la falta de crítica. Hay excepciones, pero la prensa, la gran prensa, es en gran medida la caja de resonancia del gobierno. Por comodidad, por falta de formación o por interés… no lo sé, pero el periodismo se limita a reproducir lo que dicen el gabinete de seguridad o los fiscales. Salvo alguna excepción, nadie cuestiona. Es el caso del testimonio del Nalo: grandes desplegados, grandes titulares, y no hay una sola pregunta de los periodistas diciendo: ¿pero cómo es posible que esto sea verdad? Simplemente reproducen. Y en la televisión es peor: se va a los eventos a buscar a las autoridades, les preguntan cualquier cosa y, aunque las respuestas no tengan lógica, igual publican esas declaraciones. Ningún periodista se plantea: usted ahora me está diciendo esto pero hace un mes dijo lo contrario. Hace falta crítica sana, la crítica que ayuda a pensar. Mención aparte para la cobertura de la nota roja, que el periodista publica cualquier cosa que le diga el policía o el fiscal de turno. ¿Pero cómo es posible que se traguen esas versiones así nomás?

La UCA lleva unos seis meses siendo mucho más crítica en el tema de las ejecuciones extrajudiciales.
La voz institucional de la UCA, pero yo lo vengo denunciado desde mucho antes.

¿Ha habido en la UCA alguna discusión interna que les ha hecho concluir que es necesario señalar con más dureza los abusos?
No puedo responder esa pregunta porque yo ahora no estoy en la dirección de la UCA. Lo que sí te puedo decir es que, en la tradición de la UCA, cuando la situación comienza a ser tan grave, hay que hablar. No podés ser complaciente con lo que está ocurriendo. Eso viene desde el padre Ellacuría, en los setenta.

En 2015, las fuerzas de seguridad mataron a más de 400 personas en supuestos enfrentamientos; más de 600 en 2016. Pero la UCA no habló tan claro como ahora.
Ahora la situación es más agobiante; vivimos una guerra, como hablamos al inicio. Cuando uno escribe este tipo de cosas, se hace después de interactuar con la realidad, y en la medida que la realidad se vuelve más agobiante, más desesperada, uno también critica con más fuerza. Lo que se está viendo ahora… no sé… alguien tiene que decir las cosas.

¿Comparte entonces que la UCA se ha tardado en señalar los abusos?
Sí, sin duda, sin duda.

La Iglesia Católica tuvo un rol importante en la tregua.
La Iglesia Católica no. Monseñor Colindres tuvo un compromiso personal, pero sin el aval de la Conferencia Episcopal.

Pero el Vaticano aportó fondos, la primera conferencia de prensa de los mediadores fue en la nunciatura, el nuncio Luigi Pezzuto estuvo en los penales…
Sí, el nuncio Pezzuto sí apoyó, y supongo que tendría sus razones, pero la Conferencia Episcopal se desentendió del asunto. No porque la Iglesia Católica esté en contra del diálogo, sino porque algo de aquel proceso no le gustó.

¿El papa Francisco ha estado de alguna manera al tanto? Tengo entendido que hasta consideró viajar a El Salvador para reimpulsar el proceso.
El deseo de que el papa venga a El Salvador está relacionado con monseñor Romero, y ahora con Rutilio Grande también. Él destrabó la beatificación y desde entonces creó expectativas, y todavía hoy se especula si va a venir o no.

¿No tiene absolutamente nada que ver la inseguridad?
¿Con la tregua? Nada que ver.

No con el proceso llamado tregua, sino para apoyar el diálogo como vía para resolver los problemas de violencia.
Este papa siempre ha estado por el diálogo para resolver todo tipo de conflictos. Y lo ha puesto en práctica en Cuba, en Venezuela… a Colombia iba a ir si se aprobaba en referéndum, pero no se aprobó y suspendió el viaje. Todo indica que el viaje lo retomará ahora, una vez que las FARC se han desmovilizado. La diplomacia vaticana es muy cuidadosa, muy calculadora, muy hábil… para bien o para mal. La figura del papa y la del Vaticano no se van a arriesgar si no están muy seguros de lo que se está haciendo. Hasta donde yo sé, Francisco no ha hecho ninguna mención al problema de las pandillas en El Salvador.

Une autre narration du monde

Une autre narration du monde
Bourg-lès-Valence le 14 novembre 2008

SUD Solidaire
http://www.rhone-alpesolidaires.org/sud-solidaire

Résumé de la conférence une autre narration du monde 1 avec la
participation de Riccardo Petrella. Cette conférence organisée dans le cadre des Rencontres Solidaires en Rhône-Alpes, doit aider la promotion de l’Economie Sociale et Solidaire. Riccardo Petrella début son intervention en parlant de l’économie sociale. – – – – – –
Riccardo Petrella :

L’économie sociale devrait être l’économie, quand nous avons été obligé de parler de l’économie sociale, c’est parce que notre économie n’est pas sociale!
En grec, économie signifie : règle de la maison. L’économe est celui qui réalise les règles de la maison.

Imaginons une règle qui dit : – Tels dans la cave et de temps en temps on envoie quelques nourritures – Au rez-de-chaussée, ceux qui servent – A l’étage ceux qui réclament : alors, quand est-ce que l’on mange ?
Qu’est-ce cette règle ? Les règles de la maison sans solidarité ? Comment peut-on vivre dans une famille dont les membres ne sont pas solidaires ?

L’économie sociale et solidaire ne devrait pas exister parce que c’est une
démonstration de l’échec total d’une société. Si l’on doit faire une économie solidaire, alors à quoi sert l’économie ?

Si la société a un système qui produit tous les biens et services que ses membres ont besoin, elle ne peut qu’être solidaire, on ne peut pas penser que ce serait fait uniquement pour une partie de la société.

Après cette digression venons au sujet de mon intervention.

I) Droit de liberté d’entreprise privée :

Est-ce que dans notre société on pratique la générosité ? Ce qui est intéressant, c’est que la narration du monde du passé a évacué le concept système de générosité qui s’exprimé par le concept de gratuité. Que la gratuité de l’acte humain c’est farfelu, idéaliste, utopique = c’est le caractéristique fondamental dans notre société.

Le point de départ de tout analyse de notre société c’est effacé l’idée qu’il n’y a pas de gratuité dans notre société. Si on comprend cela, on commence à
comprendre la société, signifie que cette société a une notion de la valeur uniquement instrumentale.

Tout ce qui a de la instrumental peut avoir une valeur. On considère que tout ce qui a de la valeur, ce qui contribue à la création de richesse pour le capital
existant, la richesse du patrimoine, surtout financier, a de la valeur.
Tout ce qui ne contribue pas à la création de richesse du capital n’a pas de valeur. Donc l’objectif est la richesse.

Etre riche c’est l’idéal, c’est le rêve, la richesse est la raison d’être de notre société. Combien de fois l’on considère que celui qui n’est pas riche, n’est rien ?

Si tu es riche tu peux ! Parce que peuvent que ceux qui sont riches.
Créer la richesse est la logique normale qui donne de la valeur à quelque chose Nous vivons avec ce que la société capitaliste a dit et c’est là la narration, car tout est toujours narration.

Quant on raconte sa famille, ou une entreprise, c’est de la narration.
La société nous dit que le sujet le plus important qui établit les règles de la maison, qui établit la valeur du patrimoine, qui établit la disposition des gens dans la maison , le sujet le plus important ce n’est pas l’état, pas les gens, c’est l’entreprise privée.

L’entreprise privée est titulaire des instruments, l’entreprise privée est celle qui prend les ressources, elle prend le bois, les minerais, le verre, . . . les gens. C’est l’entreprise privée qui est le sujet déterminant la valeur.
C’est pour cela que la société capitaliste pales de la liberté d’entreprise, de droit naturel à la propriété privée.

L‘entreprise doit être libre. Les capitaux doivent être libres, si non, comment le sujet le plus important peut produire des richesses pour les capitaux ? Il ne faut pas mettre de contrôle sur le mouvement de capitaux.

En 73-74, la narration du monde a imposé la libération du capital. La liberté d’entreprise privée c’est de choisir quoi produire, il faut déterminer les objectifs de la production des richesses.

Le capital détermine les priorités de la création collective et à quoi doit servir la création collective.

Le capital de l’entreprise doit être propriété privée = droit de propriété privée. Distinction entre les droits humains naturel, droits sociaux civiques et économiques, comme s’il était possible de différencier dans la condition humaine des droits qui seraient naturels et d’autres qui ne le seraient pas = déclaration universelle des droits sociaux, économiques et politiques.

Les droits naturels sont ceux qui sont inhérents à la nature humaine, ils sont donc universels, indivisibles, etc. .

Les droits sociaux, économiques, politiques, sont des droits acquis, ils sont
réversibles en fonction de la capacité de la société. Le maintien des droits acquis est fonction de la croissance économique. Quand nous étions plus pauvres, on a donné des droits de santé, de travail, de pension . . ., et depuis 30 ans que nous sommes devenu plus riche, on ne veut plus partager. On dit : « on a plus d’argent », alors les gens sont devenus : les riches plus riches et les autres plus pauvres.

Alors il et décidé que le droit humain naturel, le plus important, inviolable, intouchable, inaliénable, c’et la liberté. Quand la société dit que c’est la liberté le principal droit humain, ça signifie que c’est une société injuste, oligarchique parce que c’est ceux qui ont le pouvoir qui disent
que c’est la liberté le plus important.

II) Droit de propriété privée :

Le deuxième droit humain est le droit de propriété privée qui est le plus important avec la liberté. Ce n’est pas par hasard que nous sommes une société capitaliste = liberté d’entreprendre et propriété privée.
Quel critère de sélection des priorités établit pou r la règle de la maison n’est pas la législation de l’ état. Les règles du marché énoncées sont des lois, c’est-à-dire que c’est la confrontation entre les préférences individuelles. Quand on fait son marché, deux critères : le prix et la qualité suivants des critères
individuels. Ceci pour chaque consommateur.

La loi du marché dit : si je permet à tous, en fonction de l’utilité individuelle, d’aller dans un marché où il y a dix producteurs qui vendent, à la fin tout le monde sort et aura optimisé l’utilité de tout le monde avec sélection. C’est le marché, il ne faut pas mettre des règles au marché, c’est l’autorégulation du marché.

L’état intervient pour garantir l’intérêt du consommateur, le marché est le mécanisme de la sélection des entreprises qui produisent des bonnes choses, élimine les petites car les grosses peuvent contrôler le marché.

Suivant la narration du monde : un marché concurrentiel, marché libre avec des entreprises libres, qui défendent le droit de propriété privée, et qui peuvent satisfaire les besoins individuels : « c’est l’économie la meilleure !! »

Cette économie ainsi décrite, fait croire qu’elle permet à chacun de nous d’optimiser notre utilité individuelle. La société capitalisme de marché n’enseigne pas d’optimiser l’utilité collective. Alors si nous ne sommes pas éduqué à penser l’utilité collective, pourquoi dois-je être généreux ?
Il n’y a pas de gratuité dans tout cela.

Si l’utilité individuelle est la fonction qui inspire les mécanismes et les fondements de cette économie, il ne peut pas y avoir de cohésion, de solidarité, l’objectif c’est que plus j’optimise mon utilité individuelle, je peux le faire si je minimise ton utilité individuelle. Mon utilité individuelle est optimisée au fur et à mesure où je diminue l’utilité individuelle de l’autre. Un marché, s’il veut être un bon sélecteur, doit être basé sur le principe de rivalité et d’exclusion.

Chaque producteur, chaque consommateur est rival. La rivalité signifie que j’ai tout intérêt que ma survie pour être assurée dépend de ma capacité d’optimiser mon utilité individuelle, au détriment de la survie de l’autre.

Le phénomène d’exclusion sociale est de plus en plus forts au fur à mesure que les principes de l’économie capitaliste de marché sont appliqués de manière de plus pure et plus étendue.

Quand on est passé d’une économie de l’état social, de l’état protecteur (années 50-60) où il y avait tout un système de protection sociale, des réglementations de la part de l’état, de contrôle s (avec limites et dérives), tout le monde était devenu un peu plus riche – 1945 à 1975, toutes les données statistiques montrent que les inégalités entre les premiers des plus riches et les derniers des pauvres diminuées. Les gens, moyennement devenaient plus riches.

Depuis 1978, les inégalités entre les extrêmes s’élargissent, la grande pauvreté
revient dans la société et les riches sont plus riches, il a eu la capacité de
s’approprier par la maximalisation de sont utilité individuelle de la partie la plus vaste des richesses : c’est ça la narration du monde.

Alors on dit que l’on a pas l’argent pur éliminer les inégalités sociales. On ne l’a pas car la logique c’est de créer les inégalités sociales. On a fait dépendre la capacité de satisfaire l’accès au biens et service essentiels à la
vie du pouvoir d’achat.

Pourquoi le pouvoir d’achat est -il devenu si déterminant dans la société ? Et pourquoi, sans pouvoir d’achat, vous n’êtes rien ? Parce que vous n’avez plus aucun droit, parce que tout ce que l’on peut faire pour avoir accès aux biens et services, qui sont déterminant, essentiels pour notre existence de base, dépend de notre capacité de l’acheter.

C’est pour cela que l’on a marchandisé tout, c’est la logique du marché.
On a marchandisé les biens et les services indispensable à la vie des gens.
La marchandisation signifie que vous existez que si vous avez un pouvoir d’achat.

On est heureux d’être citoyens si nous sommes des c onsommateurs à pouvoir d’achat élevé.

On est important, nous pas en tant que citoyen, mais si nous sommes des
consommateurs on a du pouvoir, pas si nous sommes citoyen ! Si l’on a la possibilité de consommer, on peut influencer l’économe, en tant que
simple citoyen, on ne peut que voter aux élections.
Extraordinaire !

Qu’est-ce ce qui s’est passé avec la crise financière actuelle, la crise du
capitalisme ? Deux choses :
1- Les grands absents : les parlements ont été des sujets inexistants, l’exécutif a tout porté. A l’avenir, ce n’est pas nécessaire de faire des cours aux
parlements pour résoudre les problèmes de crise. Les exécutifs du monde
attendent l’ouverture des bourses, ils n’ont pas d’idée, ils attendes si
l’entreprise privée financière est d’accord ou pas. Quelle pauvreté de
démocratie ! Et les bourses se sont « foutues » éperdument des décisions des
gouvernements, elles ont continué à faire ce qu’elles voulaient.

2- La deuxième chose de la crise, qui concerne le point final de la narration
concrète du monde. Où sont les syndicats dans tout cela, les a-t-on entendu ?
La société a accepté la disparition des syndicats comme expression de
l’organisation du travail, et les syndicats eux-mêmes sont devenu partie
intégrale du système parce qu’ils s’ont pas réagis, parce que la seule chose
qu’ils attendaient est que les états fassent la « planche à billets » pour sauver
les fonds de pension. La narration du monde qui c’est concrétisée.
TUC : Théologie Universelle Capitaliste

– Le Père c’est le capital d’où tout vient – L’entreprise est le fils et la fille du Père, du capital – Et l’Esprit Saint c’est le marché.

Maintenant reste à savoir s’il y a résurrection après « l’écroulage » de la Saint Trinité. Cette Sainte Trinité a démontré qu’elle est complètement inefficace, mauvaise, injuste et méchante.

La crise actuelle, ce n’est pas qu’il y a pas assez de règles, de contrôles,
d’information, de transparence, avec un peu plus de règle de contrôle, on aura
refondé le capitalisme mondial. Mais ils ne veulent pas changer la liberté de
mouvement de capitaux, la flexibilité des fluctuations de échanges entre les
monnaies et cela sont à la base des mouvements spéculatifs à court court terme. On ne veut pas éliminer l’indépendance de banques centrales, on ne veut pas éliminer les mouvements spéculatifs, les secrets bancaires, les paradis fiscaux, pas de contrôle sur les mouvements de capitaux, pas de taux de change fixe, pas de société de notation, (ceux qui cachent tout). Ils veulent revenir au système d’avant.

Y a-t-il des possibilités d’évolutions différentes ?
J
e ne peux pas vous dire qu ’il y a de recette, de solution, le capitalisme peut durer encore 50, 100 ans . . . Quand un système s’écroule, ce n’est pas comme un mur qui tombe, ça peut durer 30 ans et . . . ., et même si le système s’écroulait maintenant, il ne peut pas disparaître immédiatement.

Un système sociétal disparaît lorsque l’autre est déjà en place, il faut qu’un nouveau système s’affirme. Ce que l’on peut faire actuellement, si vous partager le jugement négatif du système de la narration dominante, que peut-on faire : c’est commencer à mettre les piliers, à élaborer les principes fondateurs de l’autre système que l’on souhaite mettre et s’engager, petit à petit, comme citoyen, faire en sorte que les forces sociales fassent leurs les principes de l’alternative, et fassent que par les règles, par les institutions,,
les principes se transforment en facteurs de construction de l’autre système.

Ca prendra des générations. Ne vous faite pas rouler par ceux qui disent « comment veux-tu faire pour remplacer l’existant ? » Il faudra deux ou trois générations. Ce n’est as dit que si l’on ne réussi pas dans les 10 ou 15 ans à venir, que l’on ne réussira pas. Ce n’est pas parce que l’on a échoué, que l’on a démontré que le système actuel est bon. Il ne peut y avoir d’histoire en dehors de la société capitaliste, pas d’histoire en dehors des mécanismes de fonctionnement de l’économie capitaliste mondialisé, financialisé, de marché, ils donnent l’impression que c’est l ’éternité.

Quels sont les principes sur lesquels travailler ?

Il faut renverser l’image de trois principes de la Saint Trinité. Il faut trouver comment notre société, le système qu’on voudrait qui remplace celui
qui c’est écroulé, définisse la valeur. Ava nt la valeur est tout ce qui contribue à la création de richesse du capital financier, un système alternatif, la société pour laquelle on se bat à construire, la valeur est défini par tout ce qui a valeur : biens, personnes, a de la valeur en fonction de sa contribution de créer les conditions pour que tout le monde ai droit à la vie. Tout ce qui ne contribue pas à créer les conditions de droit à la vie, n’a pas de
valeur.

Première valeur : principe de droit à la vie, tout ce qui peut être produit pour la vie
Deuxième valeur : principe de l’humanité a de la valeur tout ce qui est le résultat du sujet principal de l’histoire de l’humanité. L’humanité n’est pas reconnue, on parle de l’humanité, mais l’humanité n’existe pas du point de vue juridique et politi que. L’ONU n’ai pas l’humanité, c’est l’organisation des nations unies. Les intérêts de l’humanité ne sont pas représentés par les nations unies .

La nouvelle narration du monde doit se basée sur le principe du droit à la vie pour tous, et basée sur le fondement de l’humanité, une reconnaissance juridique, et politique de l’humanité. Ce qui signifie qu’il faut passer de l’organisation de nations à l’organisation de l’humanité.

La souveraineté nationale est un problème fondamental pour la nouvelle narration du monde. Peut-on considérer que dans la règle de la maison chaque habitant de la maison se considère souverain de son mètre carré
La souveraineté nationale sur les ressources : la foret, l’eau, l’air est mondialisée, on est l’économie mondiale, il faut des règles mondiales.

Troisième principe, il faut déclarer des biens communs mondiaux et je me bat pour que l’eau soit reconnue le premier bien commun mondial. L’eau patrimoine de l’humanité, chaque pays à la tâche de la sauvegarder, de l’entretenir, en fiducie, dans l’intérêt des générations futures.

Nous sommes confronté à un problème fantastique, dramatique, les luttes du 19ème siècle, sociales, politiques, etc . . ., ont été caractérisées par le fait que nos ancêtres ont dû lutter contre la préparation du capital d’être propriété du travail.

Après la deuxième guerre mondiale, pendant 20 ou 30 ans, les luttes avaient réussit, le capital ne pouvait plus prétendre à devenir propriétaire du travail.
Ces 30 dernières années, le capital a réussi à devenir propriétaire du travail : le
concept des ressources humains, le travail précaire, la diminution du retour des richesses vers le revenu du travail, tout cela à permis au capital de devenir propriétaire du travail.

Le 21ème siècle sera plus terrible. Nous devons maintenant nous battre contre les prétentions du capital de devenir propriétaire de la vie. De toute forme de vie. De la vie humaine, de la vie des plantes, de la vie naturelle, il se prétend propriétaire de l’air, de l’eau, des forets, des gênes, . . ., de tout.
La nouvelle narration du monde nous donne quelques espoirs aussi, parce que j’ai écrit des choses qui peuvent être faites et devenir des grosses vagues, peut –être dans 30, 50 ans renverser la vapeur. Ou peut -être que vous trouverez un autre que moi qui vous dira que vous être malade d’un rhume.

Un autre monde est en marche!

Un autre monde est en marche!

Un autre monde est possible ! Au commencement était un slogan.
Lancé contre l’idéologie néolibérale que les puissants de ce monde tentaient de nous imposer comme « la » pensé unique1. Désormais, nous n’aurions plus le choix que de vivre dans leur marché globalisé articulé autour des impératifs
de privatisation, de déréglementation et de libéralisation de l’économie. There is no alternative ! la formule ne cesse d’être ressassée depuis presque 30 ans, de Margaret Thatcher à Jean Charest. Même de l’espoir ils ont cru pouvoir nous déposséder.

Pourtant, l’histoire ne s’est pas arrêtée avec la chute du mur de Berlin2. L’arrogance triomphante des élites en pèlerinage à Davos3 fut même de courte durée.

1. La revue POSSIBLES a déjà abordé cette question dans son numéro printemps-été 2000, intitulé « Sortir de la pensée unique », vol. 24, n° 2-3.
5 POSSIBLES, AUTOMNE 2008
2. N’en déplaise à F. Fukuyama, La fin de l’histoire et le dernier homme, Paris, Flammarion, 1992.
3. Station de ski suisse où se tient chaque année, depuis 1971, le Forum économique mondial. Pour un aperçu rapide et informatif, Frédéric Lemaître, « Forum économique mondial. Des élites en quête de sens », Le monde, mercredi 23 janvier 2008, p. 18.
4. Riccardo Petrella, Pour une nouvelle narration du monde, Montréal, Écosociété, 2007.
5. Frédéric Lordon, « Le jour où Wall Street est devenu socialiste », Le monde diplomatique, octobre 2008, p.1, 4-5.

Depuis le milieu des années 1990, les peuples se font entendre aux quatre coins de la planète pour rejeter l’idéologie néolibérale et promouvoir
des solutions de rechange. Au Chiapas, à Paris, Seattle, Prague, Washington, Manille, Buenos Aires, Gênes, Québec, Cancún, Hyderabad, Bamako, Hong-Kong, Montréal… partout le même message d’espoir retentit.

Réapproprionsnous le droit de choisir le monde dans lequel nous souhaitons vivre et que nous voulons transmettre à nos enfants ! Une
nouvelle narration du monde est aujourd’hui plus que nécessaire
pour nous émanciper de la « théologie universelle capitaliste» qui colonise nos esprits et nos modes de vie4.

Un autre monde est nécessaire

Nous sommes aujourd’hui à un carrefour de l’histoire. Nos sociétés capitalistes « avancées », fondées sur l’impératif de croissance, la consommation de masse et la civilisation du pétrole, sont en crise. Crise écologique, crise financière, crise alimentaire, guerres…

Le moteur actuel de l’accumulation capitaliste, la finance, est atteint de plein fouet, obligeant par le fait même une intervention sans précédent de l’État (ou plutôt de nos économies collectives) pour sauver les banques, les bourses, l’économie5.

Nouvel interventionnisme, soulignons-le au passage, exigé et mis en oeuvre par ceux-là mêmes qui, jadis, fustigeaient l’État et encensaient le marché… Le moins que l’on puisse dire, c’est que nous ne sommes pas à un paradoxe près et que nous voilà loin de la « mondialisation heureuse » que nous promettaient
les néolibéraux des années 1990!

Force est plutôt de constater que notre modèle dominant de société et de développement nous conduit dans l’impasse sur les plans environnemental, social et humain.

Et l’avenir que nous proposent les élites politiques et économiques de la planète n’est pas vraiment rassurant. Pour répondre à l’approfondissement des inégalités et des antagonismes sociaux et internationaux générés par le néolibéralisme, elles n’ont rien d’autre à offrir que le choc des cultures, la surenchère identitaire et l’obsession sécuritaire.

Plutôt que de chercher à fonder de nouvelles solidarités, le néoconservatisme qui sévit actuellement en Amérique du Nord et en Europe érige des murs, renforce ses contrôles migratoires et exporte la guerre.

Dans les Amériques, le constat est frappant. L’échec du projet néolibéral d’intégration continentale par le marché (la Zone de libre échange des Amériques – ZLEA) a conduit à un processus de désintégration continentale, où le Nord se replie sur lui-même (avec le Partenariat pour la sécurité
et la prospérité – PSP) alors que le Sud tente d’inventer de nouvelles solidarités régionales (Alternative bolivarienne pour les Amériques – ALBA ; Communauté sud-américaine des nations – CSAN).

Le néoconservatisme ne peut être la réponse à la crise actuelle du néolibéralisme. Pour éviter de répéter les atrocités de l’histoire, il est aujourd’hui nécessaire de concrétiser des solutions de rechange.

6. Alain Minc, La mondialisation heureuse, Paris, Plon, 1997.
7. Sur ce thème, voir le numéro précédent de Possibles, « Rêver, résister », vol. 25. n° 3-4, été-automne 2001.
8. Pierre Rosanvallon, Le capitalisme utopique. Histoire de l’idée de marché, Paris, Seuil, 1979.
9. Raphaël Canet, « L’intelligence en essaim. Stratégie d’internationalisation des fórums sociaux et régionalisation de la contestation mondiale », Cultures et conflits, n° 70, été 2008, p. 33-56.
10. Chico Whitaker, Changer le monde. Nouveau mode d’emploi, Paris, Éditions ouvrières, 2006.

Un autre monde est en marche !

Visant la construction de sociétés plus justes, plus fraternelles, généreuses et libératrices, l’altermondialisme se presente comme la nouvelle utopie du XXIe siècle. On dénigre trop souvent le pouvoir de rêver7. On oppose facilement le suppose réalisme de la pensée économique rationaliste à l’idéalisme romantique des pelleteux de nuages… Or, outre le fait
que le capitalisme et l’idée de marché sont aussi des utopies8,
reposant avant tout sur la croyance, on oublie que cette nouvelle vision du monde porteuse d’espoir, l’utopie altermondialiste, débouche aussi sur des réalisations concrètes. C’est en ce sens qu’elle est véritablement créatrice.

Les échecs de l’AMI (1998), de la ZLEA (2005), de la
constitution européenne (2005), de l’OMC (2008) sont autant de victoires globales de l’utopie altermondialiste contre l’idéologie néolibérale. Les forums sociaux, ces nouveaux « espaces publics critiques » qui rassemblent des centaines de milliers de personnes et qui se déploient depuis 2001 sur tous les continents et à tous les niveaux, du global au local, constituent de puissants incubateurs de conscience citoyenne et de renouvellement de l’action collective9.

Ils permettent l’éclosion d’une nouvelle culture politique10 qui, tout en redynamisant les mouvements sociaux, peut à la longue enrichir les programmes politiques des partis progressistes.

11. Antonio Negri et Giuseppe Cocco, GlobAL. Luttes et biopouvoir à l’heure de la mondialisation : le cas exemplaire de l’Amérique latine, Paris, Éditions Amsterdam, 2007.
12. Francis Dupuis-Déri (dir.), Québec en mouvements. Idées et pratiques militantes contemporaines, Montréal, Lux éditeur, 2008.
13. À titre comparatif, le premier Forum social mondial, tenu à Pôrto Alegre au Brésil en janvier 2001, avait rassemblé 20 000 participants et, plus près de nous, le premier Forum social États-Unis, tenu à Atlanta en juillet 2007, a réuni 10 000 participants.

En ce sens, l’Amérique latine constitue un intéressant laboratoire d’expérimentation de cette nouvelle relation dialectique entre les mouvements sociaux et les gouvernements, palliant ainsi la crise de la démocratie représentative11. L’élection de Lula au Brésil, la révolution bolivarienne vénézuélienne et surtout les politiques du gouvernement Morales en Bolivie ou encore la nouvelle constitution qui vient d’être adoptée en Équateur, témoignent de la capacité des mouvements sociaux, lorsqu’ils
reposent sur une base solide, d’enclencher de profonds processus de transformation sociale en travaillant de concert avec des gouvernements progressistes.

Malheureusement, chez nous, nous sommes encore bien loin d’une telle avancée démocratique. C’est à notre tour de changer le Québec !

L’espoir est cependant présent, et même manifeste dans les puissantes mobilisations sociales qui ont agité le Québec ces dernières années12. Il est faux de dire que l’apathie politique sclérose notre société. Quarante mille personnes dans les rues de Québec en avril 2001 pour le Sommet des peuples, 250000 en mars 2003 dans les rues de Montréal contre la guerre en Irak,
80000 étudiants en grève à l’hiver 2005, 5 000 participants au premier Forum social québécois tenu au mois d’août 200713, multiplication des forums sociaux régionaux (Saguenay, Mauricie, Outaouais, Laval, Lanaudière) en sont la preuve. Le problème est que, contrairement à ce qui se passe actuellement dans plusieurs pays du sud de notre continent, toutes ces mobilisations sociales ne semblent pas avoir, pour le moment,
beaucoup d’impact sur notre système politique.
Faut-il pour autant se résigner ? Non.

Apprenons plutôt à être patients et continuons à réaliser, progressivement, l’utopie altermondialiste. Le néolibéralisme a couvé pendant 40 ans dans les cercles restreints d’économistes de droite avant de s’imposer politiquement au
tournant des années 1980 en profitant d’une conjoncture économique
favorable (la crise des années 1970 et la fin des Trente Glorieuses). Tirons aussi des leçons du passé. Pour traduire en programme politique rassembleur les multiples aspirations sociales et populaires, il faut demeurer en contact avec les gens, il faut ouvrir des espaces d’échange et de dialogue, il faut débattre, pour que chacun puisse prendre conscience qu’il est lui aussi un artisan du changement social, pour que tous se sentent inclus dans le projet de société en construction. Nous devons créer le Québec que nous voulons, tous ensemble.

Le succès du premier Forum social québécois a résulté de cette claire volonté d’inclusion de tous dans le débat, ce souci constant d’être cohérents avec nos principes et de pratiquer concrètement l’idéal de participation. Le succès du FSQ est venu du fait que chacun a pu y trouver sa place et se redonner
le pouvoir de la parole.

Le présent numéro de la revue POSSIBLES, tout comme le précédent qui portait sur le thème de « L’avenir », s’inscrit dans cette démarche de construction de solutions de rechange au néolibéralisme au Québec et dans le monde. Il interroge, d’une variété de points de vue répartis en quatre sections, le potentiel et les défis de l’altermondialisme, cette utopie créatrice du XXIe siècle.

Nous traiterons, tout d’abord, des enjeux et des crises qui confrontent nos sociétés (institutions internationales, crise alimentaire, écologie, migrations). Ensuite, nous aborderons les différentes facettes du redéploiement actuel
de l’action collective au Québec, que ce soit sur le plan de la mutation des acteurs existants (groupes progressistes, syndicats) ou des expériences innovantes (Forum social québécois, campement de la jeunesse, Université Populaire à Montréal).

Dans une troisième section, nous nous pencherons sur le role du politique dans l’altermondialisme à partir d’une réflexion sur les partis politiques (notamment par le biais d’une entrevue réalisée avec Françoise David), et sur les projets politiques qui fleurissent en Amérique du Sud. Finalement, dans une quatrième section nous tracerons des pistes de solution pour concrétiser l’utopie altermondialiste (décroissance, coopérativisme, nouveaux paradigmes politiques).

Privée de l’appui financier de ses organismes subventionnaires, la revue POSSIBLES semble aujourd’hui acculée à livrer son chant du cygne, après 32 ans de travail editorial visant à proposer une vision critique, progressiste et ouverte de la société, de la politique et de la culture au Québec. Cet espace de réflexion critique sur notre société est pourtant essentiel, il participe à la construction collective de cet autre monde en gestation. Plutôt que de disparaître, il devrait au contraire élargir son audience. C’est pour cette raison que, pour la première fois de son histoire, la revue POSSIBLES publiera aussi ce numéro sous un format électronique qui será diffusé largement sur Internet.

RAPHAËL CANET
POUR LE COMITÉ DE RÉDACTION
ÉDITORIAL 11

Por qué hicimos la opción por los pobres (y ellos la hicieron por el neopentecostalismo)

Por qué hicimos la opción por los pobres (y ellos la hicieron por el neopentecostalismo)
Redacción de Atrio, 15-Enero-2017

Tres entradas seguidas en ATRIO escritas por brasileños. Y la de ayer y la de hoy extensas. Pero interesantes y provocativas. Desde Brasil, que fue en posconcilio la cuna de las Comunidades de Base y de la Teología de la Liberación, ¿cómo se vive ahora la primavera de Francisco?
Frei Betto (ver al final del artículo unas pinceladas sobre este dominico, si hay alguien que no lo conozca) se plantea muchos interrogantes sobre lo que han sido estos últimos cuarenta años, cómo es la gente sencilla en Brasil (y otras partes, lo mismo), qué esperan de la religión y cómo debería actuar la Iglesia Católica si quiere ser fiel a Jesús y al Pueblo. Al final del todo señala cuatro líneas estratégicas. AD.
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Hay quien dice que la Iglesia Católica optó por los pobres y los pobres optaron por las Iglesias evangélicas. Lo cual tiene cierta dosis de verdad si consideramos los índices que demuestran que en los últimos años hubo una disminución del número de católicos en el Brasil y un aumento de protestantes (adeptos a las Iglesias históricas) y de evangélicos (adeptos a las Iglesias pentecostales y neopentecostales).
En el censo del año 2000, el 73.6 % de la población estaba formado por católicos y sólo el 15.4 % por protestantes y evangélicos. En el censo del 2010 los católicos representaban el 64.6 % y los protestantes y evangélicos el 22.2 %. En diez años el número de protestantes y evangélicos aumentó el 61.45 %. Y hoy ellos son 42.3 millones. En 1970 eran 4.8 millones (5.2 % de la población). Se estima que cada año son abiertos en el Brasil 14 mil nuevos templos evangélicos.
Los evangélicos se dividen en Iglesias protestantes tradicionales o históricas (luterana, presbiteriana, bautista, anglicana, metodista, etc.); pentecostales (Asamblea de Dios, Presbiteriana Renovada, etc.); y neopentecostales (Universal del Reino de Dios, Internacional de la Gracia de Dios, etc.).
La mayoría de los neopentecostales se ubican en la periferia de las ciudades y el 63.7 % ganan al mes como máximo un sueldo mínimo. De ahí el interés por la Teología de la Prosperidad, que propone una ética que transforma en valor religioso la ascensión social dentro de la movilidad urbana.
Pedagogías apostólicas
Mientras que la predicación católica se centra en lo dogmático (en lo que se debe creer), la neopentecostal está enfocada en el pragmatismo (el carácter utilitario de la fe para alcanzar beneficios, desde empleo hasta la cura de enfermedades). De ahí el lema adoptado por la principal Iglesia neopentecostal, la Universal del Reino de Dios (“Pare de sufrir”). Es una predicación muy centrada en la autoayuda.
¿A qué se debe tal fenómeno? Hay varias hipótesis. Una de ellas es explicada por la coincidencia entre la urbanización brasileña, en la confluencia de los siglos 19 y 20, y la diseminación de las Iglesias evangélicas. El éxodo rural, la urbanización desordenada, la ruptura de los vínculos familiares tradicionales, el aumento de las periferias y la masificación de los medios de comunicación, son factores que están en el origen de la explosión evangélica.
Más recientemente hay que considerar los 34 años de los pontificados conservadores de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que inhibieron en la esfera católica a la Iglesia de los Pobres, a veces incluso severamente reprimida, así como su fundamento icónico, la Teología de la Liberación. Aunque nunca fueran condenados.
Católicos de las periferias urbanas y rurales que no se sentían acogidos en Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) y pastorales populares emigraron hacia los espacios evangélicos. Lo hicieron por dos razones básicas: el ansia de encontrar posibles soluciones a sus problemas crónicos (enfermedades, desempleo, carencia de identidad en los grandes centros metropolitanos…) y el malestar de ser llamados a frecuentar los templos católicos, predominantemente ocupados por la clase media, y donde reina el clericalismo.
Las Iglesias evangélicas adoptan un modelo pastoral calificado de “caníbal”. Instaladas en antiguas salas de cine o en garajes, abren directamente a la calle su gran boca ávida de fieles… Para tales Iglesias el espacio físico religioso no exige necesariamente la construcción de templos. Cualquier sala o galeria puede ser transformada en local de culto.
Y muchos templos mantienen abiertas sus puertas las 24 horas del día, lo cual es impensable en lo tocante a los templos católicos. Y al llegar a algunos templos evangélicos en plena madrugada es posible que sea recibido por un obrero que dedica especial atención al fiel en potencia. En una parroquia católica no es fácil ser atendido por un sacerdote, especialmente en el período vespertino.
En los cultos evangélicos se da participación de los fieles. Se adopta una espiritualidad “personalizada”, predestinadora, sin dimensión social. Lo que fascina es el Dios de misericordia que cura, consuela, perdona y ayuda a obtener empleo, da prosperidad y une a la familia.
Un Dios que libera al fiel de los vicios, del adulterio, del pecado, en fin de las garras del diablo… Espiritualidad que penetra a fondo en el corazón y en el bolsillo del fiel… En ese mundo de perdición la Iglesia sobresale como una isla de salvación individual, en la que cada fiel se siente elegido del Señor. Y si demuestra vocación para la música, sea en el canto o en el dominio de un instrumento, el fiel es apreciado por la comunidad religiosa.
En la Iglesia Católica hay muchos obstáculos que dificultan la adhesión de los más pobres. Reina el clericalismo: casi todo está centrado en la figura patriarcal del sacerdote, y las mujeres participan como meras figurantes. No hay mujeres diaconisas ni sacerdotes, mucho menos revestidas del carácter episcopal.
Las liturgias católicas se ven asfixiadas por las rúbricas canónicas que impiden la improvisación, la danza, la participación de los fieles, los rituales de bendiciones y sanaciones. Nuestros fieles no pasan necesariamente por escuelas bíblicas ni tienen el hábito de leer y meditar las Sagradas Escrituras. Casi todo su acercamiento a la Biblia se reduce a las lecturas litúrgicas seguidas de sermones que raramente hacen la exégesis del texto, y cuando lo hacen no está al alcance cultural de los fieles.
Los templos y capillas católicos no cuentan con obreros o agentes pastorales que, a cualquier hora del día o de la noche, están dispuestos a atender a quien los busque y que estén dispuestos a atender al borracho, a la mujer agredida por su marido, al desempleado agarrado por la desesperación o al individuo sumergido en la angustia o la joven afligida por la gravidez inesperada e indeseada…
Y a veces utilizamos un lenguaje demasiado politizado o meramente moralista, sin que se corresponda con la sed de sacralidad del fiel, de mística, de sentirse acogido por la misericordia de Dios o por la Iglesia como familia o comunidad religiosa.
Conservadurismo
Desde que los evangélicos se instalaron en el Brasil, a fines del siglo 19, se caracterizaron por una postura conservadora, robustecida por la lectura fundamentalista de la Biblia y por el puritanismo. Basta con recordar el alineamiento de la mayoría de las Iglesias protestantes y evangélicas con la dictadura militar (1964-1985), aunque algunos de sus fieles figuren como mártires y confesores de la resistencia democrática, como es el caso de los hermanos Paulo y Jaime Wright y los pastores Jeter Ramalho y Anivaldo Padilha.
A pesar de que hoy día se den segmentos evangélicos abiertos al ecumenismo, a la Teología de la Liberación, lo que todavía predomina es el conservadurismo teológico y político. En estos comienzos del siglo 21 el blanco del fundamentalismo evangélico son las políticas de derechos humanos y de género.
Hay que destacar el avance de las Iglesias evangélicas en el uso de los medios de comunicación, creando figuras mediáticas de fuerte arrastre popular, como Silas Malafaia, R.R. Soares y Edir Macedo. La adquisición de la Red Record, TV abierta, en 1989, por la Iglesia Universal, causó un fuerte impacto en la formación de la opinión pública nacional. Y el mercado fonográfico “góspel” obtuvo la mayor recaudación de la industria musical brasileña, pues anduvo en torno a los US$ 200 millones por año.
La Iglesia Católica lidia con los medios sin la debida profesionalización, sobre todo en el campo de la imagen, como la TV e internet. El máximo de audiencia obtenida por los católicos se restringe al éxito de los sacerdotes cantores, como Marcelo Rossi, Fabio de Melo, Reginaldo Manzotti y otros.
Es necesario destacar también los segmentos evangélicos progresistas, como la Renas (Red Evangélica Nacional de Acción Social), creada en Rio de Janeiro en el 2006, y que congrega a fieles de las Iglesias Bautista, Asamblea de Dios, Anglicana y Luterana. Los miembros de la Renas son críticos del discurso y de la práctica de la bancada evangélica en el Congreso, son contrarios a la reducción de la mayoría de edad penal y se muestran favorables al diálogo con las religiones de origen africano, al debate sobre la discriminalización del aborto y a la unión civil y religiosa de parejas homosexuales (cf. O Globo 19.09.2015, p. 26).
Rumbo a la derecha
En octubre del 2013 una encuesta del DataFolha comprobó que la mayoría de los brasileños se identifica con los valores de la derecha. Este cuadro se hizo público cuando se preguntó acerca de cuestiones como la pena de muerte y el papel de los sindicatos. El 38 % de los encuestados fueron clasificados como de centroderecha, el 26 % de centroizquierda, el 22 % de centro, el 11 % de derecha y el 4 % de izquierda.
La tendencia a la derecha se ve reforzada por muchas Iglesias evangélicas indiferentes a la moral social y defensoras del libre mercado. Toman postura contra el aborto y el control de la natalidad; son favorables al tratamiento sicológico de los homosexuales, y consideran que la democracia es plenamente compatible con los parámetros del capitalismo. Apuestan por un Estado mínimo y, en nombre de la “salvación de la familia”, la criminalización de los movimientos civiles pro derechos sociales.

Según el análisis de la teóloga protestante Magali do Nascimento Cunha, la bancada evangélica no creció tan significativamente como se alardeó en las elecciones del 2014. El discurso homofóbico en defensa de la familia y contra el comunismo no fueron suficiente como para atraer los votos que esperaban.

Según el DIAP (Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria), el número de parlamentarios evangélicos en la Cámara de Diputados no sufrió alteración significativa en las elecciones del 2014. Se estimaba que llegaría a una bancada de 100 elegidos (un crecimiento del 30 %), teniendo en cuenta el aumento del 20 % alcanzado en elecciones anteriores. Pero sólo fueron elegidos 72 parlamentarios. En el 2010 habían salido elegidos 66 para el Congreso Nacional, entre diputados federales y senadores.
Marina Silva y el pastor Everaldo

Los evangélicos presentaron, en las elecciones del 2014, dos candidatos a presidente: Marina Silva y el pastor Everaldo, ambos de la Asamblea de Dios.
Marina Silva empezó a destacar a partir de la muerte inesperada de Eduardo Campos, candidato a presidente por el PSB, de quien era vice. Eso socavó la candidatura del pastor Everaldo, pues los evangélicos, aunque no fueran aliados de Marina Silva, se agruparon en torno a ella movidos por el antipetismo. Sin embargo ella tampoco alcanzó a llegar a la segunda vuelta, quedando en tercer lugar entre los candidatos. Comparando con la elección del 2010, cuando también concurrió al mismo cargo, hubo un aumento del 2 % en el número de votos que obtuvo: del 19 al 21 %. Presionada por líderes evangélicos, Marina cambió varias veces su discurso, lo que provocó pérdida de confianza en muchos de sus posibles electores.
El pastor Everaldo obtuvo poco más de 780 mil votos, quedando detrás de la candidata de la izquierda Luciana Genro (PSOL-RS), que obtuvo 1 millón 600 mil votos.
Lo que sorprendió a muchos fue el apoyo de Marina Silva, en la segunda vuelta, a la candidatura del oposicionista Aécio Neves (PSDB). El pragmatismo superó los principios.
La servidumbre voluntaria

La Boétie publicó, en 1576, el Discurso de la servidumbre voluntaria, texto en el que analiza ese extraño fenómeno que hace que ciertas personas abdiquen de su autonomía para pensar con cabeza ajena y actúen según lo mande su maestro.
Se da en todos los ámbitos, desde la mujer que se deja subyugar por el marido hasta el funcionario que nunca cuestiona las órdenes del jefe. Otro ejemplo lo tenemos en los criminales nazis y en los torturadores brasileños que fueron llevados ante los tribunales y que alegaban en su defensa el cínico argumento de “Cumplíamos órdenes”.
Un día le pregunté a una señora a quién daría su voto para alcalde. “Al que Dios mande”, respondió. Confieso que me espanté, con una punta de envidia. Siempre quise saber la voluntad de Dios en mis pasos por la vida. Tengo una fe sembrada de incertidumbres.
Desde luego sé que Dios es Padre (y Madre también, nos recordó el papa Juan Pablo I), pero no es paternalista. Como canta Gilberto Gil, me dio la regla y el compás y yo mismo trazo el camino. Eso se llama libre albedrío. Aquella señora, sin embargo, daba muestras de haber merecido tener un canal directo con Dios. Es más: un Dios partidario electoral en la enconada disputa de las elecciones municipales. “Señora, ¿y cómo sabrá usted quién es el candidato preferido de Dios?”, le pregunté. A lo cual replicó cándidamente: “El pastor lo dirá. Él es la voz de Dios”. ¡Dios mío!, reaccioné para conmigo. Confundir la función de sacerdote, obispo o papa con la voluntad de Dios es una de las más aberrantes artimañas para favorecer el fundamentalismo y promover la servidumbre voluntaria. ¡Vean lo que los terroristas islámicos hacen en nombre de Mahoma!
Lo más curioso es que ni los ateos se libran de eso. Basta con leer El hombre que amaba a los cachorros, de Leonardo Padura. En nombre de la Causa, encarnada en la voluntad incuestionable de Stalin, Ramón Mercader sacrificó su vida para asesinar a Trotski.
Por lo demás, casi todos los líderes, sean políticos, religiosos o empresariales, prefieren que sus subordinados abdiquen de la conciencia crítica. Y si tienen una opinión diferente, que traten de callarla. El pez muere por la boca…
De ahí el fenómeno degradante de la humillación voluntaria. Para no perder prestigio, mantener su función, o creerse bien vistos ante los ojos del jefe, muchos bajan la cabeza y enseñan el trasero… Cualquier crítica es tenida como desvío ideológico, herejía, conspiración o traición.
Vuelvo a la canción de Gil. En la esfera cristiana la regla es la Biblia y el compás la práctica de Jesús. Él actuó en defensa de los derechos de los pobres y excluidos. Denunció a los opresores y “despidió vacíos a los ricos”. Hizo el reparto de los panes y los pescados y “sació de bienes a los hambrientos”.
Todos los que se consideran sus discípulos y creen que él hacía siempre la voluntad de Dios, deberían por tanto actuar como él, incluso al votar. Los criterios evangélicos son obvios para quien tiene ojos para ver y oídos para oír. El resto es demagogia e intento de perpetuar la servidumbre estructural de aquellos que, fuera del mercado, no merecen dignidad ni salvación.
Papel de los medios
Todo este proceso cuenta con la complicidad de los grandes medios, históricamente alineados a los valores y políticas conservadoras. En cierto modo los programas de radio y TV monitoreados por pastores evangélicos fortalecen la legitimación del statu quo, razón por la cual son apoyados por los dueños del capital. A éstos no les interesa la agenda de los movimientos sociales ni la ampliación de las conquistas en pro de los derechos humanos.
Esta apuesta de un pastor evangélico en FaceBook refleja bien el espíritu de cruzada de ciertas Iglesias. “Debemos unirnos cada vez más; ya somos millones los evangélicos en el Brasil, además de los simpatizantes. Tenemos fuerza, y está claro que nuestra fuerza viene de Dios. Necesitamos movilizarnos contra las fuerzas de las tinieblas, que quieren desvirtuar las buenas costumbres y la moral y, principalmente, que quieren afectar a la honorabilidad de la familia. Si mi pueblo, que me llama por mi nombre, se humillara y orara, no hay diablo que le resista”.
El huevo de la serpiente
En resumen: es preocupante la confesionalización de la política. En la elección de Dilma el tema religioso fue más relevante que los programas de gobierno. En la de alcalde para la capital paulista, en el 2012, chocaron obispos y pastores, y el padre Marcelo Rossi se convirtió en icono político. En Rio de Janeiro el candidato Crivella vio denunciado su pasado fundamentalista con base en sus propios escritos, donde demoniza al catolicismo y las religiones de origen africano.
La modernidad separó al Estado de la Iglesia. Ahora el Estado es laico. Por tanto no puede ser dirigido por una determinada creencia religiosa. Todas tienen derecho a difundir su mensaje y a promover manifestaciones públicas, siempre que sean respetados los no creyentes y los que piensan diferente.
Se esperaba que nombres de proyección nacional, como el diputado Marco Feliciano (PSC-SP), actualmente acusado de estupro, recibiesen al menos 1 millón de votos. Uno de sus más fuertes atractivos electorales, el pastor Silas Malafaia, de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, llegó a declarar: “Si Feliciano tuviera menos de 400 mil votos en la próxima contienda, me cambiaría de nombre”. E ironizó sobre la reacción de los movimientos sociales cuando Feliciano ocupó la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara: “Quiero agradecer al movimiento gay. Cuanto más tiempo pierdan con Feliciano mayor será la bancada evangélica en el 2014”. Malafaia debiera cumplir su promesa: Feliciano tuvo, en la elección del 2014, 398.087 votos.
El PSC estaba tan persuadido del éxito electoral de sus candidatos que lanzó al pastor Everaldo de candidato a presidente de la República.
El Estado debe estar al servicio de todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes, sin dejarse manipular por esta Iglesia o aquella denominación religiosa.
El pasado del Occidente comprueba que el mezclar poder religioso y poder político es reforzar el fundamentalismo y, en sus aguas revueltas, el prejuicio, la discriminación e incluso la exclusión (Inquisición, “herejías”, etc.). Todavía hoy en el Oriente Medio el traslape de doctrina religiosa en ciertos países produce políticas oscurantistas.
Temo que también en el Brasil esté siendo golpeado el huevo de la serpiente. Ciertas denominaciones religiosas están inscribiendo a sus pastores para cargos electivos; se constituyen bancadas religiosas en ámbitos legislativos; se moviliza a los fieles según el diapasón de la lucha del bien contra el mal; algunas Iglesias se identifican con ciertos partidos; y amplios espacios de los medios son ocupados por proselitismo religioso.
¿No se estará gestando algo peligroso? Ya no importa la lucha de clases ni sus contornos ideológicos. Ya no importa la fidelidad al programa del partido. Importa la creencia, la fidelidad a una determinada doctrina o líderes religiosos, a la “servidumbre voluntaria”, a una fe que moviliza corazones y mentes.
¿Qué sería de un Brasil cuyo Congreso Nacional fuera dominado por legisladores que aprobaran leyes no en beneficio del conjunto de la población sino para encuadrar a todos bajo la égida de una doctrina confesional, tengan o no tengan fe en esa doctrina?
Sabemos que ninguna ley puede forzar a un ciudadano a abrazar tal principio religioso. Pero la ley puede obligarlo a someterse a un procedimiento que contraría la razón y la ciencia, y sólo tiene sentido a la luz de un principio religioso, como prohibir la transfusión de sangre o el uso del preservativo.
No nos engañemos: la historia no sigue un movimiento lineal. A veces retrocede. Y lo que fue será, si no logramos que predomine el concepto de que el “amor” –que no conoce barreras y “todo lo tolera”, como dice el apóstol Pablo– debe prevalecer siempre sobre la fe.
Si nosotros, los católicos, pretendemos atraer a los pobres a nuestros templos y comunidades sólo nos queda un camino: evitar cualquier combate con las iglesias evangélicas, como estigmatizarlas con el apelativo de “sectas”; dialogar ecuménicamente con sus fieles y sus pastores; recrear espacios pastorales en los que los pobres se sientan como en casa, como era antes en nuestras CEBs y en la pastoral obrera; adaptar la liturgia católica a los paradigmas culturales populares; y sobre todo en nombre de la fe en Jesús colocarnos al servicio de la erradicación de la pobreza y de sus causas.

Frei Betto es escritor, autor de “Un hombre llamado Jesús”, entre otros libros.
www.freibetto.org/> twitter:@freibetto. Traducción de J.L.Burguet
QUIÉN ES FREI BETTO
El escritor brasileño Frei Betto es un fraile dominico. conocido internacionalmente como teólogo de la liberación. Autor de 60 libros de diversos géneros literarios –novela, ensayo, policíaco, memorias, infantiles y juveniles, y de tema religioso en dos ocasiones– en 1985 y en el 2005 fue premiado con el Jabuti, el premio literario más importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual del Año por la Unión Brasileña de Escritores.
Asesor de movimientos sociales, de las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, participa activamente en la vida política del Brasil en los últimos 50 años.

Instituciones, subjetividades y sentimientos frágiles

Instituciones, subjetividades y sentimientos frágiles
Miguel ALHAMBRA DELGADO
Universidad Complutense de Madrid
alhambradelgado@hotmail.com
SENNETT, Richard. 2006. La cultura del nuevo capitalismo. Barcelona:
Anagrama.

En este libro Richard Sennett nos introduce en lo que lleva siendo uno de sus intereses académicos durante los últimos años: las influencias del actual
capitalismo y la organización empresarial sobre las identidades, los
sentimientos y las pulsiones de la gente.

La característica peculiar de este nuevo libro es que tuvo su origen a raíz de un ciclo de conferencias impartidas por el autor en la Universidad de Yale resumiendo sus aportaciones teóricas en el ámbito de las relaciones laborales. Aunque Sennett no se limita a la mera auto-recopilación analítica de su obra, y
amplía sus reflexiones a otros ámbitos tales como el papel del consumo y las
formas políticas en la cultura del actual capitalismo.

Con una mirada profunda y una escritura ágil, nuestro autor va
exponiendo la cultura predominante en los sectores punteros del
capitalismo, a saber: grandes empresas -sobre todo, enfocadas en los
servicios-, consultoras, producción de TIC, automoción, etc., que tienden a
buscar un trabajador idealizado y problemático en la medida en que la vida
social de este sujeto idealizado se verá fragmentada.

Y, como él apunta, a pesar de que la mayoría de las personas no trabajen para las empresas del capitalismo “de avanzada” muchas de ellas, vastas instituciones transnacionales con más de tres mil trabajadores, la reconfiguración institucional propiciada por este neocapitalismo tiende a imponer sus formas culturales, tanto moral como estructuralmente, a todo el cuerpo social.

Así, el estudio etnográfico de Sennett sobre la cultura no se limita a la
proclamación y/o confirmación de unos valores abstractos que sustentarían
configurando la realidad, promovidos desde un logos o una consciencia
discursiva. Por contraste, Sennett integra analíticamente tanto los cambios
estructurales a nivel institucional -por consiguiente, prácticas inconscientes,
desde el momento en que existe una ausencia de sujeto(s) programador(es)-
como la ideología predominante y los discursos auto-comprensivos que los
propios sujetos se dan a sí mismos. Todo ello conforma una sugestiva
síntesis relacional de aspectos macro y microsociológicos.

La tesis principal del libro es que la desarticulación de la estructura
burocrática institucional, desarrollada después de la II Guerra Mundial hasta
finales de los pasados años setenta, no ha propiciado unas mayores cuotas
de libertad para los individuos.

A partir de la quiebra de los Acuerdos de Bretton Woods y la crisis del
petróleo de principios de los pasados años setenta, el autor fecha el punto de partida de una nueva reorganización institucional.

Ambos hechos potenciarán entre otros una liberación masiva de capital financiero a nivel internacional que, a la larga, debilitará la capacidad de influencia de los Estados-Nación.

En primer lugar, este monto de capital financiero propiciará la reconfiguración de la banca mundial en términos de fluidez y agilidad, ayudada por el incipiente aunque creciente desarrollo de las tecnologías de la información. La principal característica de este capital impaciente es la exigencia de beneficios económicos a un mayor corto plazo; el prototipo será la inversión centrada en la compra y venta de acciones en un mercado internacional abierto.

Paulatinamente, asistiremos a la conformación de un poder lateral “indiferente a la cultura que las asociaciones y alianzas a largo plazo habían forjado en el seno de la corporación” (2006: 39). Esta aceleración de resultados, demandada por la nueva configuración del capital financiero, acabara ejerciendo una excesiva presión sobre el sistema productivo y estatal, propiciando la desaparición o mutación radical de la tradicional organización institucional burocrática.

Para mostrarnos la estructura institucional burocrática, Sennett utiliza tanto
los estudios de Weber sobre la burocracia militar prusiana -desarrollada y
expandida por Bismarck a la sociedad civil- como los estudios sobre la
organización fordista y del Estado del Bienestar.

El orden burocrático se caracteriza por una estructura jerárquica piramidal con una amplia capacidad de inclusión en la base, lo que le proporciona bastantes réditos en cuanto a legitimidad se refiere, aspecto por el cual resultaría “funcional” y se extendería en la Alemania convulsa de Bismarck.

Al otorgarles una “posición” a las masas, aunque fuera baja, se inhibían los intentos revolucionarios, cosechando así apoyos al sistema político. La burocracia potenciaba en los agentes un sentimiento de sacrificio y lealtad respecto a la institución mediante una postergación de la gratificación o el placer usualmente permanente. En la medida en que la rutina se desarrollaba dentro de la rígida y estable organización, el individuo se auto-comprendía a través de ella encuadrado en posiciones sociales, marcadas por los “peldaños” adyacentes ascendentes y/o descendentes.

La tónica predominante del capitalismo social fordista fue un pensamiento estratégico a largo plazo, incluso en los estratos más bajos, desde el momento en que el tiempo social estaba estructurado bajo/en la predecible institución. De esta forma, la burocracia tendía a reproducirse cerrada al “exterior” de sí misma, lo que Weber denominó la “jaula de hierro”.

En comparación, la actual organización empresarial del capitalismo tardío
se parece mucho más a un conjunto de redes imprecisas de rápida
reconfiguración. En términos procesales, las nuevas instituciones se enfocan
al corto plazo con una estructura flexible y adaptable a los posibles cambios de la demanda de mercado, deteriorando la planificación burocrática
anterior. Y en términos estructurales, actualmente se ha producido una
drástica reducción de la “capacidad de inclusión” burocrática.

Por un lado, en el ámbito político se ha llevado a cabo a través de la privatización de sectores estatales y la disminución de Estado del Bienestar. Por otro lado, enel ámbito productivo, se ha operado mediante la precarización de los empleos existentes, la migración de las empresas a países subdesarrollados y la automatización de tareas propiciada por el desarrollo tecnológico. Dicha automatización ha eliminado empleos no sólo en las capas bajas de la estructura social, sino también en gran medida en los estratos medios, lo cual ha provocado una mayor dualización social con significativos cambios en los procesos de comunicación y poder.

En la piramidal institución burocrática, las ordenes emitidas por las elites
atravesaban los diferentes cargos intermedios hasta llegar a la base
ejecutora, produciéndose así una relativa manejabilidad de las ordenes -“se
hacían suyas”-, en definitiva, una interpretación descendente de los
mandatos. En contraste, hoy en día, la comunicación asimétrica ha sido
sustituida por la mera transmisión de información a consecuencia de la
reducción de los cuerpos medios “traductores” y del uso de los avances
tecnológicos, siendo las ordenes cuasi-instantáneas e inmodificables, lo que
ha favorecido una mayor concentración de poder en las altas esferas.

A lo anterior, habría que agregar la sui géneris división entre autoridad y poder del capitalismo flexible. Mientras que la autoridad hace referencia a un
poder que se ejercería gracias a una legitimidad y un cierto reconocimiento
por parte de los agentes que lo “padecen”, en la medida en que existe una
responsabilidad y un compromiso particulares con ellos, en el presente las
redes empresariales han transformado radicalmente esta interrelación entre
poder y autoridad, instaurando formas de poder desligadas, que “hacen tabla
rasa” del pasado y cortan cualquier vínculo con el futuro –acuerdos colectivos, asociaciones inter-empresariales, etc.-, lo que conforma un poder
irresponsable.

Estos cambios institucionales fomentan cierto tipo de pulsiones, efectos
psicológicos y subjetividades, aspectos tratados por Sennett en el segundo
capítulo. Para nuestro autor, todos tenemos la necesidad de sentirnos útiles
en algo, y en esta línea el ámbito laboral continúa aún hoy siendo una
esfera privilegiada a la hora de (auto)atribuirnos el necesario
reconocimiento social. Así, en cuanto a la definición del talento, mientras
que las anteriores estructuras otorgaban una relevancia a la experiencia y a
los logros conseguidos por el agente, en las nuevas instituciones se
persiguen sujetos adaptables a situaciones imprevistas, al trabajo periódico
en diferentes grupos en relación a una función o tarea específica, con gran
tolerancia a la ambigüedad y desprendidos de cualquier “lastre social” que
impida la proyección sobre el futuro cercano.

Otra característica del neocapitalismo sería la acelerada obsolescencia de los conocimientos y las destrezas adquiridas, producida por el frenético cambio en las innovaciones productivas y tecnológicas. Hoy en día, cualquier profesional medio se ve en la obligación de reciclarse dos o tres veces a lo largo de su vida laboral que tiende a prolongarse cada vez más. Sin embargo, ante el “costoso” reciclaje de la plantilla más veterana, las empresas suelen optar por la sustitución generacional y la contratación de jóvenes, económicamente más rentables y mucho más sumisos a las directrices de la dirección, pues no poseen la experiencia laboral que fomenta una actitud crítica ante todo
nuevo conocimiento.

En la última parte del libro, Sennett profundizará sobre las similitudes
entre dos ámbitos aparentemente lejanos: el consumo y la esfera política.
Mezcla de ambas, la política de consumo será la peculiar forma de
interacción política en la actualidad. Desde el estudio del consumo, Sennett
diferencia entre la “plataforma”, esto es, los elementos comunes
estructurales de dos artículos similares, mayoritarios éstos, y el “dorado”, a
saber, las escasas diferenciaciones maximizadas gracias a la mercadotecnia
y la publicidad.

Para ejemplificar estos conceptos, se observa la producción de dos automóviles de gama alta, como son el Skoda y el Volkswagen -o
bien, billete de primera y de turista en un vuelo trasatlántico- que comparten
un 90% de similitud estructural chasis, motor, etc. y un 10% de pequeñas
diferencias simbólicas potenciadas al máximo por el marketing profesional.
Mutatis mutandi, observamos ciertos parecidos en cuanto a la política
institucional, la “plataforma” es el amplio consenso entre partidos en
términos de apoyo al sistema capitalista y a las tendencias estructurales de
éste, mientras que el “dorado” correspondería a la magnificación de los
símbolos, como serían las retóricas de partidos o la escenificación de los
medios de comunicación, por poner unos ejemplos. Todo ello se sitúa dentro
de un ambiente que pretende hacer la decisión del votante sencilla,
característica que embrolla cualquier debate comprometido con una cierta
profundidad y debilita la democracia.

Sintetizando, la cultura del nuevo capitalismo produce principalmente tres
déficits sociales en la vida de los individuos. Primero, en términos
temporales, si en el pasado el tiempo social se co-formaba dentro de las
estables instituciones burocráticas -creando, de esta forma, la posibilidad de
una auto-compresión por parte del individuo en relación a los “escalones” o
cargos conseguidos en la institución e insertando así el pasado en el
presente-, en la actualidad las institucionales empresariales del capitalismo
“de avanzada” imposibilitan la auto-comprensión que los sujetos tienden a
darse a sí mismos, en la medida que erosionan la “capacidad de relato” e
integración del trecho vital pasado y presente, instaurando entre ambos una
radical separación.
Esta fragmentación de la auto-percepción existencial sería consecuencia de la reinvención continua de las instituciones en el neocapitalismo, orientadas al corto plazo y al benéfico rápido. Segundo, y en consonancia con lo anterior, los talentos y habilidades requeridos han sido redefinidos, si en el pasado se premiaba la antigüedad y la experiencia adquirida a lo largo del tiempo, fomentando de este modo un conocimiento profundo de la tarea desempeñada, hoy en día las habilidades y los talentos buscados son mucho más difusos como la versatilidad, la flexibilidad adaptativa a situaciones imprevisibles o la tolerancia a la ambigüedad y al riesgo.

Finalmente, un tercer déficit social se produciría ante la incesante
renuncia a cualquier responsabilidad dentro del reajuste permanente de las
instituciones, pues desaparece cualquier compromiso establecido en el
pasado y/o enfocado hacia el futuro entre la institución y los sujetos,
produciéndose un debilitamiento de la confianza y la lealtad mutua,
necesarias para cualquier construcción duradera, personal o colectiva.

Para concluir este breve texto, quisiéramos aportar una ligera crítica al
incisivo análisis de Sennett, pues en algunos párrafos se tiene la sensación
de que no realiza una completa comparación simétrica entre el pasado y el
presente, apreciándose cierta dualidad explicativa. Así, cuando analiza las
instituciones pasadas, apela a explicaciones que enfatizan causas políticas,
esto es, a la necesidad sistémica de conseguir una amplia legitimidad con el
modo de producción capitalista, legitimidad lograda gracias a la extensa
inclusión de las masas y al consecuente ensanchamiento de la base social
que propiciaba el aparato burocrático capitalista -ejemplarizadas en la
política social de Bismarck y potenciadas tras la Segunda Guerra Mundial-.

En contraste, el estudio de la flexibilidad institucional, instaurada desde
finales de los pasados años setenta, se explica, sobre todo, por la necesidad
de la lógica capitalista de una nueva reorganización que incrementará los
beneficios económicos -la “destrucción creadora”, en palabras de
Schumpeter-, a la vez que se analizan las peculiares consecuencias de esta
nueva reestructuración. A nuestro juicio, para conseguir una completa
comparación simétrica, se debería asistir a un desarrollo paralelo de ambas
explicaciones. De esta forma, sería conveniente interrogarnos tanto por los
mecanismos actuales de legitimación -los dispositivos de obediencia
voluntaria, en términos weberianos- como por la necesidad económica de la
antigua organización social en términos de la lógica capitalista y su
necesario incremento de la rentabilidad.
La ausencia de esta simetría explicativa tiende a mostrar, como logros sociales de una concienciación voluntarista de una colectividad obrera organizada, los sindicatos tradicionales, fenómenos que estarían más bien derivados y condicionados por una determinada estructuración social o también por la actividad consciente de los agentes.
Revista de Antropología Social
ISSN: 1131-558X
ras@cps.ucm.es
Universidad Complutense de Madrid
España

En el espíritu de Boltanski

En el espíritu de Boltanski
Un par de veranos atrás intenté ordenar mi lectura del “Nuevo Espíritu del Capitalismo” (NEC) de Bolstanski y Chiapello es una especie de reseña privada. Inspirado por el espíritu de la visita- que lamentablemente me perderé- del mismísimo Boltanski a la UDP por estos días decidí subir mis notas.

1. El libro es sobre la relación entre el capitalismo, y las formas de justificación y críticas a este régimen de acumulación. El título viene obviamente de la ética protestante de Weber, aunque de una particular lectura de éste. A juicio de B&Ch no es que el capitalismo necesite de una especie de fuerza previa que le permita despegar, sino que tiene que justificarse continuamente, pues, por un lado, debe ser legítimo para los diferentes actores que participan de las relaciones económicas (como los trabajadores o los consumidores), y, por otro, porque sus agentes centrales (entrepreneurs, gerentes, etc.) necesitan de una justificación que trascienda la mera ganancia.
En este sentido se distinguen dos grandes “espíritus”, el descrito por Weber (o también en esta muy buena película!) donde la ganancia necesita de una justificación religiosa, y el capitalismo de post-guerra, donde el control de la empresa pasa a manos de los gerentes profesionales y mejoran las condiciones de vida de los trabajadores con el estado de bienestar. Tal como indica el título del libro, la idea principal del texto es que en los últimos años el capitalismo habría encontrado un tercer espíritu.
2. El libro se conecta con diferentes elementos de un marco teórico mayor desarrollado principalmente en On Justification de Boltanski y Thevenot. Ahí se sugiere que a la hora de enfrentarnos en controversias públicas los actores sociales contamos con un conjunto de repertorios o regímenes de justificación legítimos.
Más específicamente, se propone una lista de 6 “orders of worth” (merchant, civico, industrial, domestico, fama, gracia), cada uno asociado con diferentes formas de establecer lo común, lo justo, y sus particulares escalas de orden[i]. El punto del NEC es que el nuevo “espíritu del capitalismo” se conecta con el nacimiento de un nuevo régimen de justificación.

Este nuevo orden se asocia a la idea de “red” y tiene que ver con el despliegue de una forma de organizar la economía donde los proyectos, el desarrollo de nuevas conexiones y la flexibilidad son valores centrales. Empíricamente, la idea de este nuevo espíritu se infiere (de modo análago al trabajo de otros autores como N.Thrift) del análisis detallado de textos de management de diferentes momentos. Sin embargo, se sugiere también de que es posible encontrar una formulación más sistemática en las diferentes corrientes del pensamiento contemporáneo basadas en una ontología “reticular”: en particular la sociología de redes de EEUU (en especial gente tipo Burt, Uzzi, Powell, etc.) y el post-estructuralismo de Deleuze y la ANT.
3. Esto se conecta con lo que Boltanski y Thevenot han denominado una Sociologia de Capacidad Crítica, que más que ver con ser críticos, aspira al estudio sistemático de la crítica en la vida social. En esta dirección, una importante proporción de On Justification es dedicada a la forma como particulares arreglos sustentados en un determinado orden, son denunciados desde otro cómo corruptos, incorrectos o injustos.
En NEC la sociología de la crítica adquiere una dimensión histórica, casi dialéctica, ya que: se intenta estudiar empíricamente la relación entre el capitalismo y sus críticas[ii]. En este sentido la principal tesis histórica del libro es que el capitalismo se relaciona productivamente con sus críticas, o más específicamente, que el espíritu del capitalismo actual puede ser comprendido como una reacción de la crítica desplegada durante el 1968 en Francia. En particular, se revisa con gran detalle las controversias de la época, discutiendo, como el 68 conectó dos tipos diferentes de críticas (universitarios asustados por empresas burocráticas e incapaces de insertarlos a todos y los sindicatos empoderados clamando por mejores condiciones salariales), y como, en un primer momento (hasta mediados de los 70s) la reacción del capitalismo fue hacia mejorar las condiciones laborales (o sociales), mientras que de ahí en adelante la empresa comenzó a orientarse a aumentar la flexibilidad y creatividad.
4. Finalmente, el NEC desarrolla un tercer interés característico de la “sociología pragmática francesa”, a saber, el intento por estudiar la producción práctica de categorías sociales. En este contexto las clases son comprendidas como una forma de abstracción práctica (donde a y b tienen en comun x), que son el producto de controversias socio-cognitivas donde participan múltiples actores, incluidos sociólogos, estadísticos y encuestas. En efecto, a diferencia de otros influyentes libros de fines de los 90s, en el NEC no se sugiere que en la actualidad los actores sean “menos clasificados” o menos conectados socialmente, sino que hay un cambio en el tipo de clasificación considerada al momento de establecer las condiciones laborales de cada trabajador. En este contexto, la crítica social de la injusticia en la economía industrial (basadas en un sistema de categorías nacionales, i.e. OBREROS SEMI-CALIFICADOS) pierde sustento y relevancia, con respecto a nuevas formas de conexiones (REDES y proyectos).
5. Es en este momento que los autores dan el paso más político del libro, y se preguntan sí es posible pasar de una sociología de capacidad crítica, a una crítica social. En otras palabras, desde donde es posible criticar la injusticia del regimen conexionista? Su particular respuesta es: lo justo y lo injusto se puede asociar a dos formas de armar redes: una conexión de la que varios se benefician – del tipo capital social- versus una red donde uno o unos pocos se apropian de todo. Sin embargo, para desarrollar esta crítica es necesario hacer un trabajo de “producción de formas”, similar al realizado para ensamblar las categorías ocupacionales y las críticas industriales, que pérmita conectar los beneficios de los ganadores con la miseria de los excluidos.
En resumen: un libro muy recomendable, y que, como las grandes novelas, no sólo se trata de la historia que cuenta sino que también sobre como contar historias. En este caso: es tanto un libro sobre la nueva economía como de la sociología del capitalismo. En particular: los autores parecen sugerir jugar con tres diferentes modos de hacer esta sociología: cómo una narrativa del nuevo capitalismo; cómo un agente en la producción de nuevas formas de clasificación; o cómo una renovada sociología crítica. Quizás lo único que eche de menos fue una discusión sobre el capitalismo, que a pesar del altisimo nivel de reflexividad del libro, parece darse por sentado.
José Ossandón
________________________________________
[i] Estas escalas sirven para ordenar personas (ej: quienes tienen más o menos méritos varía considerablemente sí consideramos la cercanía del orden doméstico o el bien común del orden cívico) y objetos (ej: es distinto si ordenamos bienes de acuerdo a su demanda, a su popularidad o respecto a la eficiencia del orden industrial). On Justification se distingue de otros enfoques sociológicos que subrayan la diferenciación, porque en vez de asociar ámbitos funcionales con un particular tipo de valor, se estudia como los actores movilizan estos diferentes principios en controversias prácticas en diferentes contextos (ej: una decisión económica no es tiene porque ser justificada sólo en términos de competencia, pero también puede asociarse a la eficiencia, o el orden doméstico).
[ii] Específicamente, B&Ch sugieren que es posible distinguir dos grandes tipos de críticas al capital: críticas sociales y críticas artísticas. La crítica social puede ser a la Durkheim (el capitalismo puede arriesgar los lazos necesarios para mantenernos integrados) o a la Marx (el capitalismo se basa en la explotación de unos a otros); mientras que la “crítica artística” es asociada con la alienación (o la pérdida de sentido en el capitalismo) y la autenticidad (propia de la crítica a la mercantilización).

Sobre el nuevo espíritu del capitalismo

El nuevo espíritu del capitalismo
Por Ricardo Forster
EL PAISOPINION

“En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo. Hoy el poder adquiere cada vez más una forma permisiva. En su permisividad, incluso en su amabilidad, depone su negatividad y se ofrece como libertad. La psicopolítica neoliberal está dominada por la positividad. En lugar de operar con amenazas, opera con estímulos positivos. No emplea la ‘medicina amarga’, sino el me gusta. Lisonjea el alma en lugar de sacudirla y paralizarla mediante shocks. La seduce en lugar de oponerse a ella. Le toma la delantera. Con mucha atención toma nota de los anhelos, las necesidades y los deseos (…). La psicopolítica neoliberal es una política inteligente que busca agradar en lugar de someter.”
Byung-Chul Han, Psicopolítica
Hace unos años, cuando todavía no se había desatado la crisis de las hipotecas, la signada por la estrepitosa caída de Lehmann Brothers y que, desde el año 2008, sigue marcando duramente la travesía del capitalismo ultraliberal, en un notable libro de dos sociólogos franceses, Luc Boltanski y Ève Chiapello (El nuevo espíritu del capitalismo), podíamos leer, entre incrédulos y fascinados, las profundas transformaciones que se habían operado en el funcionamiento de la sociedad y de sus entramados económicos a partir de los años 80 y, sobre todo, desde la última década del siglo pasado.
Boltanski y Chiapello se detenían, principalmente, a analizar y desmenuzar los cambios en el interior del mundo de las empresas, aguzaban su indagación para descifrar los procesos cultural-simbólicos que llevaron a dejar atrás los paradigmas fordistas en los que habían sido formados y formateados los cuadros gerenciales para poner en evidencia la profunda metamorfosis que viene signando la realidad empresarial desde las últimas tres décadas y que ha irradiado sobre los otros estratos de la sociedad.

Lejos de los paradigmas contra los que se rebelaron los jóvenes de las décadas de 1960 y 1970, paradigmas sostenidos en el interior de la etapa productivista del capitalismo, allí incluso donde, en especial en los años que se abrieron a partir de la segunda posguerra, se expandió el Estado de Bienestar, lo que domina la escena de los últimos casi 40 años es la emergencia de un capitalismo de lo flexible asociado al impacto de la financiarización extrema de las relaciones económicas.
Combinando una rigurosa investigación de esta etapa hegemonizada por la financiarización del capital y hundiendo su bisturí crítico en los fundamentos ideológicos del neoliberalismo, los autores van mostrando de qué modo el discurso y la práctica del “nuevo espíritu” del capitalismo se fue apropiando de las experiencias y las propuestas contraculturales desplegadas en los años sesentas cuando la busca de un nuevo paradigma de libertad individual y de una violenta crítica a las formas autoritarias y jerárquicas de la sociedad burguesa dominaron la sensibilidad y las acciones de la generación de Mayo del 68.
En todo caso, se afanan por comprender el paso de un capitalismo centrado en la producción y organizado a partir de estructuras verticales y jerárquicas a un capitalismo “de seducción” orientado hacia los placeres y el llamado al goce permanente capaz de introducir en la vida cotidiana la ficción de la diversidad, la libertad sin límites y la transgresión normativizada. Sus inquietudes están dirigidas a interrogar por la construcción de nuevas alternativas que logren sustraerse a esas formas de seducción que le ha permitido a la economía global de mercado imponer en casi todas las latitudes sus estructuras de dominación.
Desafío de quienes siguen reivindicando ideales emancipatorios en la época en la que la lógica represiva y autoritaria del capitalismo ha mutado hacia prácticas capaces de enmascarar la actualidad de la desigualdad y la injusticia que, lejos de disminuir, se han multiplicado y acelerado a nivel planetario. “El capitalismo artístico –escribieron Gilles Lipovetsky y Jean Serroy– nos hace pasar del mundo del horror al de la belleza radiante y poética”.
En nuestra geografía sureña eso lo podemos comprobar al experimentar la diferencia que existe entre la publicidad de una “revolución de la alegría” propuesta por Cambiemos y la despiadada implementación de un programa de transferencia de recursos desde los sectores populares y asalariados a las grandes corporaciones financieras, a los dueños de la soja y a las empresas multinacionales.
En todo caso, entre la ficción propagandística y la realidad de un aceleramiento de la desigualdad se ha colado una nueva y pujante maquinaria de producción intensiva de subjetividades sujetadas al engranaje del consumo infinito que encuentra su otro rostro en las nuevas formas de exclusión.
Veamos lo que destacan Boltanski y Chiapello: “No es difícil reconocer aquí (los autores están reflexionando sobre los cambios en la formación de los cuadros empresariales en los años 90) el eco de las denuncias antijerárquicas y de las aspiraciones de autonomía que se expresaron con fuerza a finales de la década de 1960 y durante la de 1970. De hecho, esta filiación es reivindicada por algunos de los consultores que, en la década de 1980, han contribuido a la puesta en marcha de los dispositivos de la nueva gestión empresarial y que, provenientes del izquierdismo y, sobre todo, del movimiento autogestionario, subrayan la continuidad, tras el giro político de 1983, entre su compromiso de juventud y las actividades que han llevado a cabo en las empresas, donde han tratado de hacer las condiciones de trabajo más atractivas, mejorar la productividad, desarrollar la calidad y aumentar los beneficios.
Así, por ejemplo, las cualidades que en este nuevo espíritu son garantes del éxito –la autonomía, la espontaneidad, la movilidad, la capacidad rizomática, la pluricompetencia (en oposición a la rígida especialización de la antigua división del trabajo), la convivencialidad, la apertura a los otros y a las novedades, la disponibilidad, la creatividad, la intuición visionaria, la sensibilidad ante las diferencias, la capacidad de escucha con respecto a lo vivido y la aceptación de experiencias múltiples, la atracción por lo informal y la búsqueda de contactos interpersonales– están sacadas directamente del repertorio de Mayo de 1968.
Sin embargo, estos temas, que en los textos del movimiento de mayo de 1968 iban acompañados de una crítica del capitalismo (y, en particular, de una crítica de la explotación) y de su anuncio de un fin inminente, en la literatura de la nueva gestión empresarial se encuentran de algún modo autonomizados, constituidos como objetivos que valen por sí mismos y puestos al servicio de las fuerzas que antes trataban de destruir.
La crítica de la división del trabajo, de la jerarquía y de la vigilancia, es decir, de la forma en la que el capitalismo industrial aliena la libertad es, de este modo, separada de la crítica de la alienación mercantil, de la opresión de las fuerzas impersonales del mercado que, sin embargo, era algo que la acompañaba casi siempre en los escritos contestatarios de la década de 1970”.
Lo interesante de este análisis es, precisamente, que nos muestra de qué modo el sistema logró apropiarse de las críticas más radicales, en especial de aquellas que hacían hincapié en las formas autoritarias y jerárquicas que dominaban la esfera de la producción y del mundo económico, para, generando una metamorfosis sorprendente, ponerlas al servicio de la reconfiguración del propio capitalismo.
Resulta imposible explicar la expansión cultural (y ya no sólo estructural-financiera) del neoliberalismo sin establecer estas genealogías y estos vínculos que, a simple vista, parecerían ser visceralmente contradictorios. ¿Cómo es posible que los movimientos contestatarios y anticapitalistas de los 60 y los 70 se hayan convertido en la materia prima para la refundación todavía más salvaje de la dominación burguesa sobre el conjunto de la sociedad?
Seguramente es posible encontrar la respuesta en el meticuloso estudio que los autores realizan de la erosión que el nuevo individualismo libertario y hedónico generó en el interior de la vida de la sociedad de finales del siglo pasado y, sobre todo, de la “genial” apropiación que la nueva cultura empresarial fue capaz de hacer de las energías contestatarias que marcaron a una generación e hicieron inviable la persistencia de un modelo autoritario de organización de la sociedad (aunque también se llevó puesta, esta labor erosionante, el entramado comunitario para potenciar el híper individualismo).
Pero, lo fundamental, fue la sagacidad con la que rápidamente comprendieron la fluidez que surgía entre las nuevas necesidades del capitalismo neoliberal y la ruptura de los límites, de las jerarquías y de las tradicionales y anquilosadas formas de organización del trabajo que estaban en la base de la crítica de los jóvenes rebeldes de los 60 y 70. Del mismo modo que, utilizando los cuantiosos recursos de los medios de comunicación y de la industria de la cultura, se desplegó un proceso de producción de subjetividad asociada a los valores emergentes de la nueva praxis individualista.
Del espíritu anticapitalista extrajeron aquellas características que se correspondían con las exigencias de la época de la fluidificación económica, de la imprescindible apertura de las fronteras mercantiles y de la radical financiarización del sistema económico que apostaba a lo flexible frente a lo sólido, a lo fugaz frente a lo permanente, a lo descentrado frente a lo orgánico, a lo horizontal frente a lo jerárquico.
Bajo la impronta de un nuevo concepto de “libertad” (en gran medida extraído de la crítica de la generación del 68, lo que otros autores han llamado la “crítica artística del capitalismo”), el neoliberalismo fue modificando de cuajo las formas cultural-simbólicas y se preparó para producir una profunda mutación en la subjetividad. Difícil, por no decir imposible, desentrañar la emergencia de la “nueva derecha” (entre nosotros del macrismo) sin dilucidar las características centrales de esta etapa del capitalismo global.

El nuevo espíritu del capitalismo

El nuevo espíritu del capitalismo*
Luc Boltanski y Ève Chiapello

INTRODUCCIÓN GENERAL:
Del espíritu del capitalismo y del papel de la crítica

Este libro tiene por objeto los cambios ideológicos que han acompañado a las recientes transformaciones del capitalismo. Propone una interpretación del movimiento que va de los años que siguieron a los acontecimientos de mayo de 1968, durante los cuales la crítica del capitalismo se expresó con fuerza, pasando por la década de 1980, donde, con el silencio de la crítica, las formas de organización sobre las que reposaba el funcionamiento del capitalismo se modificaron profundamente, hasta la vacilante búsqueda de nuevas bases críticas en la segunda mitad de la década de 1990.
No se trata de un libro meramente descriptivo, sino que pretende también, mediante este ejemplo histórico, proponer un marco teórico más amplio para la comprensión del modo en que se modifican las ideologías asociadas a las actividades económicas, siempre y cuando no demos al término de ideología el sentido reductor al que lo ha reducido frecuentemente la vulgata marxista de un discurso moralizador que trataría de ocultar intereses materiales que quedarían, no obstante, continuamente puestos en evidencia por las prácticas. Preferimos acercarnos al sentido de ideología desarrollado, por ejemplo, en la obra de Louis Dumont, para quien la ideología constituye un conjunto de creencias compartidas, inscritas en instituciones, comprometidas en acciones y, de esta forma, ancladas en lo real.
Tal vez se nos reprochará el haber abordado un cambio global a partir de un ejemplo local: el de Francia en los últimos treinta años. No creemos, ciertamente, que el caso de Francia pueda, por sí solo, resumir todas las transformaciones del capitalismo. Sin embargo, no satisfechos con las aproximaciones y descripciones esbozadas a grandes rasgos que suelen acompañar, generalmente, a los discursos sobre la globalización, deseábamos elaborar un modelo del cambio que fuese presentado aquí a partir de un conjunto de análisis de orden pragmático, es decir, capaces de tomar en consideración las distintas maneras en las que las personas se comprometen en la acción, sus justificaciones y el sentido que dan a sus actos.
Ahora bien, semejante empresa es, por cuestiones de tiempo y sobre todo de medios, prácticamente irrealizable a escala mundial o inclusive a escala de un continente, habida cuenta del peso que las tradiciones y las coyunturas políticas nacionales continúan teniendo sobre la orientación de las prácticas económicas y de las formas de expresión ideológica que las acompañan. Ésta es sin lugar a dudas la razón por la cual los enfoques globales terminan a menudo dando una importancia preponderante a factores explicativos con frecuencia de orden tecnológico, macroeconómico o demográfico que son considerados como fuerzas ajenas a los seres humanos y a las naciones, que se verían de esta forma obligadas a padecerlos del mismo modo que se soporta una tormenta. Para este neodarwinismo histórico, las «mutaciones» se nos impondrían como se imponen a las especies: depende de nosotros adaptarnos o morir. Sin embargo, los seres humanos no sólo padecen la historia, también la hacen y nosotros queríamos verles manos a la obra.
No pretendemos afirmar que lo que ha pasado en Francia sea un ejemplo para el resto del mundo, ni que los modelos que hemos elaborado a partir de la situación francesa tengan, tal cuales, una validez universal. Tenemos, sin embargo, buenas razones para pensar que procesos bastante similares al francés han marcado la evolución de las ideologías que han acompañado a la reorganización del capitalismo en otros países desarrollados, según modalidades sujetas, en cada caso, a las especificidades de la historia política y social que sólo análisis regionales detallados permitirán iluminar con la precisión suficiente.
Hemos tratado de aclarar las relaciones que se establecen entre el capitalismo y sus críticas, de forma que podamos interpretar algunos de los fenómenos que han afectado a la esfera ideológica a lo largo de los últimos decenios: el debilitamiento de la crítica mientras que el capitalismo conocía una fuerte reestructuración cuya incidencia social no podía pasar desapercibida; el nuevo entusiasmo por la empresa orquestado por los gobiernos socialistas a lo largo de la década de 1980 y la recaída depresiva de la década de 1990; las dificultades encontradas en la actualidad por las iniciativas que tratan de reconstruir la crítica sobre nuevas bases y su escasa, por ahora, capacidad movilizadora aún cuando no faltan motivos para la indignación; la profunda transformación del discurso de gestión empresarial y de las justificaciones de la evolución del capitalismo desde mediados de la década de 1970; el surgimiento de nuevas representaciones de la sociedad, de formas inéditas de poner a prueba a las personas y a las cosas y, en consecuencia, de nuevas formas de triunfar o fracasar.
Para realizar este trabajo, la noción de espíritu del capitalismo se nos ha impuesto rápidamente. Esta noción nos permite articular, como veremos, los dos conceptos centrales sobre los que reposan nuestros análisis el de capitalismo y el de crítica en una relación dinámica. Presentamos a continuación los diferentes conceptos en los que se basa nuestra construcción, así como los resortes del modelo que hemos elaborado para dar cuenta de las transformaciones ideológicas relacionadas con el capitalismo a lo largo de los treinta últimos años, que parecen, no obstante, tener un alcance mayor que el simple estudio de la reciente situación francesa.

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• 1. El espíritu del capitalismo
o Una definición mínima del capitalismo
o La necesidad de un espíritu para el capitalismo
o De qué está hecho el espíritu del capitalismo
o Las diferentes etapas históricas del espíritu del capitalismo
o Las ciudades como puntos de apoyo normativos en la construcción de justificaciones
o El espíritu del capitalismo legitima y limita el proceso de acumulación

• 2. El capitalismo y sus críticas
o Los efectos de la crítica sobre el espíritu del capitalismo
o Pruebas de fuerza y pruebas legítimas
o El papel de la crítica en la dinámica de las pruebas
o Las formas históricas de la crítica del capitalismo
o El carácter incompleto de la crítica
o Las modificaciones del espíritu del capitalismo independientes de la crítica

SOBRE EL RUMBO ACTUAL DEL FMLN (1998)

SOBRE EL RUMBO ACTUAL DEL FMLN *
1. PREVIO
Encontrarse para discutir no tiene ni puede tener como objetivo la creación de un agrupamiento o reagrupamiento orgánico. El único propósito es: a) Interpretar lo que ha sucedido en el FMLN alrededor y después de la V Convención; b) Regenerar el pensamiento marxista en el fmln. Recuperar este pensamiento e incidir con él en el frente mismo; c) Defender el proyecto histórico de izquierda revolucionaria.

2. RETO ACTUAL DEL FMLN
En 1992 se funda el fmln como partido legal; pero además de fundarse diseñó un futuro. Se logró diseñar un partido, una estrategia y una acción. De ahí la esperanza que la gente ha visto en el fmln. Hoy estamos ante un gran reto, gobernar el país. Sí vamos a gobernar el país la pregunta es: ¿hacia dónde, con qué rumbo? Pues a pesar de las resoluciones de la V convención ya no hay una visión, un solo proyecto en el fmln.
Actualmente en los organismos de dirección del fmln existe una corriente de centro. Maneja un discurso anti neoliberal pero en los hechos no combate el neoliberalismo. A la base lo que tiene es privilegiar las relaciones y el desarrollo de la empresa privada, modernizar el estado según la necesidad neoliberal; todo esto en detrimento de la economía popular. Es un proyecto que no ve como problema la privatización. Por eso la necesidad para nosotros de reflexionar desde la perspectiva de izquierda revolucionaria, con pensamiento marxista propio.
El pensamiento marxista en el FMLN esta expresado en las resoluciones de la V Convención, que deben respetarse. Estas resoluciones no pueden ser ni tergiversadas ni amañadas ni incumplidas. Son mandato y deben cumplirse. Pues en las tesis estratégicas está el instrumento para profundizar la transición, es decir cambiarle el rumbo a la economía nacional. De no hacerlo nos quedaríamos en una democracia a medio andar, una democracia como la quiere el neoliberalismo, una democracia sin duda modernizada y restringida.
¿Es posible cambiarle el rumbo a la economía y pasar la profundización de la democracia? Consideramos que si. El escenario es favorable, el modelo liberal está teniendo varios reveses tanto en lo político como en lo económico y no se ve cómo podría recuperarse. Es prácticamente imposible que en un año logre lo que no ha logrado en nueve años. Es por eso que debemos apostarle a las elecciones, para abrirle espacio a nuestra estrategia.
Es por eso también que tenemos que defender la unificación del fmln, pero para fortalecerlo, no debilitándolo. Se debilita el fmln cuando se le desvía de su rumbo y el rumbo está en las resoluciones de nuestra V convención.
¿Qué hacer? Hay que participar en el debate alrededor del programa de gobierno del fmln. Debemos defender nuestro programa de gobierno. Tenemos que lograr que la fórmula de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia esté acorde con el programa de gobierno. Debemos exigir que esa fórmula represente las resoluciones de la V Convención y el programa de gobierno. Hay una relación estrecha entre resoluciones y programa. Debemos insistir en esto, ser exigentes en que se haga esta relación estrecha. Tenemos el deber de ser exigentes, puesto que esas resoluciones fueron votadas por unanimidad o evidente mayoría.
3. ¿HAY DOS PROYECTOS EN EL FMLN?
Hay comentaristas que quieren hacer creer, y muchos militantes que creen, que alrededor y después de la V Convención surgió un pleito de poder entre personas o grupos. Afirmamos que de lo que se trata es una lucha por ideas, por ideales, por propósitos y por proyectos.
Sí, hay surgimiento de un proyecto que no es el explícitamente expuesto por la institucionalidad del partido. Pero no es fácil identificarlo o denunciarlo, porque no tiene un planteamiento escrito, ni internamente ni al partido ni hacia afuera. Esto no por incapacidad si no por estrategia. El no exponerlo claramente es propósito deliberado, pues si se explicitara abiertamente no encontraría correlación dentro del partido. Lo que hay son solamente entrevistas, frases sueltas. Para ubicarlo hay que ver consignas, prácticas, actitudes o matices de planteamientos que comienzan a surgir en el Frente y la posición frente a la política o ideología de la derecha. Ellos evaden el debate por hoy, pero actúan (incluso desde afuera del partido) hasta tener los hechos consumados. Así fue con la Convención, así es con las “Bases para el plan de Nación”.
El proyecto viene desde antes de la última convención de las fpl, cuando se dio un debate interno en la CP de las FPL. En ese momento Samayoa hizo la propuesta de “renovar” el pensamiento y la cuestión era de qué tipo de renovación estábamos hablando. En ese momento Samayoa perdió en la CP, salió de la FPL, no entró nunca al FMLN y siguió su proyecto desde afuera.
Algunos conceptos básicos, en los cuales podemos detectar diferencias: El sujeto. Nosotros hablamos de clases sociales. Hoy se evita utilizar la palabra “clase” pero lo esencial es que hay lucha de clases, entre los que poseen y los desposeídos y marginados. El sujeto de la revolución siguen siendo los desposeídos, los campesinos, los desempleados, hasta los funcionarios… los que viven de su trabajo diario (esta es la clase). El sujeto hoy es más amplio por haberse modificado en comparación a los años 60/70. El partido y su programa deben aspirar a ser la expresión correcta concreta de todo este sujeto.
La nueva corriente, ya no identifica ni se identifica con la clase de los desposeídos, con un sujeto. Su criterio es donde están los votos. Con este criterio deja fuera a los campesinos, a los muy pobres, porque según sus análisis son gente que no votan o que votan en su mayoría por Arena. Según ellos el voto está en la ciudad, en la clase media y cuando se refieren a ella hablan de la “ciudadanía”. Para ellos solo existe “ciudadanía” que vota, ya no hay sujeto.
La ideología. Está de moda la desideologización. Cuando hoy más que nunca necesitamos ideología. Hay que ideologizarse. La ideología nos dice que tipo de sociedad queremos, que mundo queremos, que visión del mundo tenemos. Al comparar al FMLN con un partido como ARENA se puede demostrar muy bien la influencia e importancia de la ideología. En ARENA serán acaso 15 o 20 por ciento los burgueses, el resto son trabajadores, son campesinos. ¿Pero dónde está la diferencia con el FMLN? La diferencia está en la ideología, es decir esta en los intereses que un partido defiende. La ideología está íntimamente ligada con el programa de un partido y con su política. La nueva corriente, sigue reclamándose de izquierda. Pero en realidad es una izquierda que va corriendo hacia el centro. Es una izquierda pragmática y populista. El populismo se expresa en conceptos vagos como “mejorar las condiciones de vida de la población” o “profundizar la democracia”, sin jamás explicar que se entiende por profundizar la democracia, o para cuales sectores de la población se busca mejores condiciones.
Escobar Galindo, co-redactor de las “Bases para el plan de Nación”, un exponente de derecha pero hoy en su práctica política muy identificado y aliado de esta corriente naciente dentro del FMLN, ya anda hablando de “pragmatismo transideologico”, concepto hibrido muy revelador de su modo de actuar y de pensar ¿Por qué sienten la necesidad de producir un engendro como este? Porque al pragmático no le importa nada, con tal de llegar adonde quiere llegar. Puede hacer cualquier alianza, con tal de llegar al gobierno. Lo fundamental, dice el pragmático, es llegar al gobierno. Y cree que por eso ya llegó al poder. Confunde gobierno con poder y como confunde no ve ya más la necesidad de la estrategia y la necesidad del sujeto y la necesidad del partido.
Esto no está pasando solamente en nuestro país. En toda América Latina se puede encontrar ahora a esta izquierda, que dice que busca un modelo alternativo al neoliberalismo. Pero no combate al neoliberalismo y no ve la necesidad de proponer un rumbo diferente. Se contenta con luchar por lo que ellos creen ser un neoliberalismo menos salvaje.
La concepción de partido. En nuestra concepción el partido no es una federación de grupos o de personas para tomarse una alcaldía. Somos un partido revolucionario, democrático y socialista que tiene unidad, institucionalidad, que defiende valores y que tiene raigambre popular. Es un partido de izquierda revolucionaria que además tomó las armas…y que hoy no vamos a convertir en un partido electorero. Un partido exigente, donde hay que ser honesto, honrado, con un estilo de trabajo que es el colectivo. Luchamos por una causa, no por ambiciones personales de poder. El partido debe estar inmerso en la lucha social.
Luchamos por el poder político, porque el poder es para defender los intereses de los desposeídos, de los intereses del sujeto, y no solo por las ansias de llegar al gobierno. Es cierto que nosotros vemos como decisivo llegar al gobierno, pero tenemos rumbo. El rumbo es que queremos cambiar las estructuras que producen miseria……. y está plasmado en el programa que debe tener carácter transformador y no solo administrador del poder.
Cualificarse, modernizarse, renovarse ha sido una necesidad y una constante en nuestro partido y requerirá siendo necesario. Somos un aparato político-social y como tal debemos estar sometidos a un permanente cambio (precisamente el socialismo real de la ex-URSS no entendió esto y perdió toda su frescura) Pero estos cambios no nos deben llevar a perder nuestra razón de ser un partido de los trabajadores, de los excluidos, que somos anti neoliberales y que buscamos construir como modelo alternativo el Socialismo.
Una renovación que tenga como base el pragmatismo y que nos lleve a administrar un gobierno del modelo neoliberal no es ninguna victoria, es simplemente una farsa y nuestro suicidio como izquierda.
La nueva corriente ha trabajado de manera amañada con el concepto “renovación.” Lo contrapone a un supuesto dogmatismo u ortodoxia. En esta concepción, la base histórica del proyecto revolucionario, la que participo en la guerra, ya no es necesaria, porque significa pocos votos y esta además ideologizada con el proyecto socialista. Como que les diera vergüenza referirse a las bases y a todo lo que suene a popular. Para ellos lo popular ya solo tiene sentido en tanto que caudal de votos, ya no como sujeto de transformación de la sociedad. Esta concepción es la de un partido electorero. Esto es lo que ellos entienden por renovarse.
Esto es coherente con la incorporación de cuadros y bases del PDC y en algunos casos hasta de ARENA. A estos “nuevos cuadros” hay que abrirles espacios hasta de dirección (porque son expertos en dirección política, dicen), lo que es coherente con remover cuadros históricos de distinto nivel, sobre todo en la medida que estos sostengan un planteamiento socialista.
La concepción del partido se expresa además en el actuar político cotidiano de exponentes importantes de esta corriente. Se rompe por ejemplo la norma de tratar los asuntos internos del partido solo dentro del mismo y base a acuerdos colectivos: así es como se utilizó al Diario de Hoy alrededor de la convención o que se lanzó acusaciones contra Schafik.
Las alianzas. Las alianzas es factor necesario en la lucha por el poder Pero es la alianza social, la alianza de base que es fundamental. Las alianzas electorales vienen después.
En lo internacional igual, somos aliados de Cuba y de otros países socialistas. Naturalmente que queremos entendernos con otros países, priorizando los Estados Unidos, pero estando claro quiénes son nuestros amigos. Queremos relaciones respetuosas con todos en el mundo, sin ninguna clase de exclusivismos ni de exclusión. Estados Unidos, fundamentalmente no es amigo, pero queremos entendernos con ese gran pueblo. Pero estemos claro que mientras en ese país esté el corazón mismo del neoliberalismo los gobiernos de ese país no pueden ser amigos. Mientras los gobiernos de ese país estén bloqueando y conspirando para destruir la Revolución en Cuba, no pueden ser amigos.
La nueva corriente privilegia las alianzas electorales y gubernamentales, el programa es secundario. El entendimiento y búsqueda de acuerdos está dirigido al empresariado. El reto más grande es el de “unir a la nación.”
Las formas de lucha. Somos un partido legal, dentro de la legalidad. El parlamentarismo, el cabildeo, la búsqueda de consenso, la concertación, la proporción, son formas y métodos básicos y fundamentales dentro del sistema político y democrático. Las elecciones son parte fundamental de la estrategia. Pero primero debemos estar claros en cuanto a saber en qué tipo de país estamos y en que clase nos ubicamos. Hay que combinar la lucha social con la lucha de calle, imaginativa. Creemos en la presión de la calle como elemento importante de lucha. Hoy tenemos 27 diputados, podríamos tener más, 60 y más y siempre necesitaríamos lucha de calle ¿Por qué? Porque partimos de que es necesario que la gente acompañe la política de su partido, aun con el fmln en el gobierno.
Ellos en la revista Tendencias plantearon que no hay lucha de clases. Su actuar político tiende a reducir la lucha social y privilegia la búsqueda de arreglos en las cúpulas. Si hay lucha de calle, que esta no perturbe la estabilidad.
Posición frente al neoliberalismo. El neoliberalismo es deshumanizante, es empobrecedor y su modelo de civilización es embrutecedor. Es excluyente de los bienes que él mismo produce. En nuestro país lleva 9 años ya, y en 9 años tenemos más pobreza. Es imposible relativizar el neoliberalismo. No es cierto que con simple crecimiento vamos a salir de la pobreza. El modelo liberal es bueno para el capital. El resto se empobrece. Pero el neoliberalismo no solo es un modelo económico si no tiene también sus efectos culturales: provoca el embrutecimiento ideológico, la alienación cultural.
Las “Bases para el plan de Nación” propuesto por la comisión del gobierno de ARENA es un buen ejemplo del planteamiento neoliberal. Hay frases bonitas ahí, para engañar, pero la esencia es puro neoliberalismo. Si nos ponemos a relativizar, a “humanizar” el neoliberalismo nos enmarcamos dentro del neoliberalismo. Podemos incluso ganar elecciones, relativizando el neoliberalismo; pero ¿qué garantías tendremos de que no solo vamos a ir a administrar el neoliberalismo? Es cierto que nosotros vemos como decisivo llegar al gobierno, pero desde ahí queremos cambiar las estructuras que producen miseria. El reto nuestro es: construir un proyecto alternativo al neoliberalismo. Nuestro programa por lo tanto debe tener un carácter transformador, debe conducir a la sociedad a un momento de ruptura.
Ellos ante el neoliberalismo tienen una posición vergonzante. Hablan en contra del neoliberalismo pero se inscriben por ejemplo dentro de las “BASES.” Prefieren no enterarse de las verdaderas cifras económicas y sociales. Evaden analizar la realidad de las mayorías y la conducta voraz del gran capital nacional y multinacional. Lo que se busca es abrir el mercado aún más al gran capital, servir de motor para el desarrollo de la gran empresa privada. Todo el énfasis va en esa dirección. Es un proyecto que no ve como problema la privatización. Su énfasis esta en remodelar y “modernizar “el Estado de acuerdo a la necesidad de gran capital nacional e internacional en detrimento de un Estado capaz de cumplir con sus responsabilidades sociales y con su atribución de proyector y planificar. Es un proyecto con discurso anti neoliberal pero que en los hechos no combate el neoliberalismo. En esencia buscan una buena administración del neoliberalismo desde un gobierno supuestamente de izquierda.
El proyecto de la nueva corriente en resumen:

  • Para el sujeto, la clase media;
  • Para las alianzas, el capital, privilegiando las alianzas electorales y gubernamentales;
  • Para el partido, un partido estrictamente electorero con ideología pragmática, populista.

Es un proyecto centrista, porque para atraer el centro, adapta su programa a posiciones centristas en vez de buscar la correlación de fuerza en la alianza social para obligar a las fuerzas del centro a plegarse a un programa de izquierda.
Es un proyecto reformista porque:
-solo se preocupa por lo institucional, la buena administración del poder estatal (alcaldías, presidencia, asamblea), olvidándose del carácter transformador que el ejercicio del poder debe tener;
-el partido se distancia del sujeto y de la lucha social;
-no se preocupa por conducir la sociedad a un momento de ruptura trabajando por las transformaciones.

  • El proyecto lleva a la destrucción de la posición de fuerza del proyecto revolucionario porque:

-una política de alianza sin una verdadera fuerza social organizada no lograra cambios;
Reemplazar un programa de izquierda por planteamientos centristas no acumula votos.
*Como primera elaboración programática se puede considerar “las Bases para el Plan de Nación”: refleja la refleja la nueva manera de hacer política (ayudar a las posiciones moderadas del Frente desde afuera) está dirigida contra de un perfil propio del Frente, busca la desideologización en nombre de la “nación que es un todo” las propuestas son esencia de carácter neoliberal.
Nosotros somos socialistas y seguimos creyendo en la necesidad de la revolución.
Seguimos creyendo que el mundo y este país deben ser transformados. La organización actual de la sociedad es inhumana. Sigue existiendo la necesidad de conducir la sociedad a un momento de ruptura y al socialismo. El FMLN considera el socialismo como un modelo alternativo que puede ser superior al capitalismo en todas sus variantes. El socialismo es una nueva y superior forma de construir la sociedad, es una nueva civilización, es un humanismo radical. La transición a la Revolución Democrática y la Revolución Democrática misma son la expresión política indispensable para llegar a la construcción del socialismo.
Sin embargo, la pregunta del millón es, como saber si la revolución democrática nos conduce a la meta del socialismo o nos aleja de ella. Lo que preocupa a todos es cómo saber qué el rumbo es bueno y el camino que recorremos es correcto. Una respuesta definitiva a esta inquietud no es fácil. Pero lo que si podemos señalar son algunos criterios que nos permiten ir midiendo nuestra práctica y nuestro rumbo:
1- La estructura de la propiedad. Observar hasta qué punto se van erosionando las bases de la gran propiedad de la tierra, industrial y financiera, se extiende realmente la propiedad popular y es viable la democracia económica. Ver en qué medida y bajo en qué condiciones hay una integración de los sectores informales a la estructura económica. Evaluar las respuestas económicas a sectores sociales tales como mujeres y jóvenes.
2- La orientación social de mercado. Evaluar su avance o retroceso.
3- Los cambios democráticos. Medir sus alcances reales, medidos no solamente en el terreno de lo formal-institucional si no muy especialmente en lo referente a lo participación popular.
4- Las estructuras de poder del Estado. La transformación del estado en un sentido profundo sigue pendiente en nuestro país y ello no será posible sin que se expresen formas de confrontación entre distintos intereses de clase y diferentes proyectos de sociedad.
5- El poder del estado. Una buena parte del futuro se juega en ese ámbito. Avanzar o retroceder en esa cuota de poder es así mismo una forma de medir hacia dónde vamos.
6- El uso del poder del estrado. En qué medida potencia la participación; en qué medida alimenta o mediatiza a los movimientos populares y les quita o no independencia. Si la izquierda usa el pode para hacer de gestora de los intereses populares, ocupando su espacio en las instituciones, entonces retrocedemos porque aunque hagamos de caja de resonancia lo que estamos haciendo es amortiguar las contradicciones. La izquierda debe gobernar con la gente, no para la gente sin la gente.
7- Grados de ruptura. El avance hacia el socialismo lleva consigo grados de ruptura. Si esto no se produce en mucho tiempo, habrá que desconfiar respecto de si avanzamos o no.
8- La movilización en sus diversas expresiones. Este termómetro es a considerar de importancia. El accionar de las masas nos dirá que tan aceptado es el programa revolucionario, expresara la fuerza política en la cual descansa el partido, nos indicara el futuro del proyecto que impulsamos.
9- Los principios o el factor moral. Tradicionalmente la izquierda ha considerado este factor un subproducto de la política, algo secundario. Sin embargo no hace falta ni queremos un código moral, pero si unos principios y valores morales revolucionarios (solidaridad, justicia, igualdad, odio al racismo y al machismo…) que deben y pueden ser sujetos a la crítica. Por mucho que una fuerza revolucionaria tenga definido un trayecto hacia el socialismo, ello no servirá de nada si tal partido está deteriorado moralmente y es incapaz de liderar un proyecto de sociedad alternativa.
10- La mirada hacia dentro del partido. El partido será una fuerza con mayor o menor energía de cambio según sea su grado de acomodación al nuevo escenario político; según sea capaz de superar las servidumbres de la acción institucional; de la búsqueda de financiamientos, etc. Esto es un punto muy importante ya que no hay avance hacia el socialismo sin fuerza subjetiva.
Los dos indicadores principales:
a) Son las luchas sociales las que principalmente nos indicaran el rumbo; si la sociedad tiende a la conservación o si tiende al cambio, si tiende a replegarse alrededor de problemas muy sectoriales o tiende a querer participar en asuntos generales, si tiende al individualismo o a la acción comunitaria. Todo eso vislumbra si la democratización lleva buen rumbo o nos lleva a cualquier parte.
b) La fuerza de voluntad expresada en el partido, en las organizaciones de base, en el pueblo es el termómetro principal que nos llevara hacia el socialismo.
Por lo tanto, debemos pelear por:
*Un programa de gobierno que sea consecuente con los intereses de la nación y del pueblo.
*Ganar las elecciones del 99
*Llegar al gobierno y ser prácticos pero no pragmáticos.
*Ser flexibles y amplios sobre la base de un partido masivo popular con firmeza de principios.
Esta fue la línea y la practica en el 97 y el pueblo nos premió, nos correspondió. Firmeza de rumbo y de principios puede ser y es compatible con flexibilidad.
4. PUNTOS A PROFUNDIZAR EN EL ANALISIS.
Sobre la identificación del proyecto

  • Falta sistematizar y profundizar en la diferenciación de las dos corrientes para ayudar a la argumentación en el debate (evitar de operar con etiquetas simples)
  • Elaborar planteamientos claros sobre que somos.

Sobre el sujeto de cambio.
*Hay que hacer una relectura de las amplias mayorías. Esa relectura quedara parcial si no parte de un enfoque de género. El neoliberal excluye cada vez más gente, golpeando sobre todo a las mujeres, lo que produce diferentes niveles de pobres y desposeídos. Las condiciones sociopolíticas de los desposeídos, de los que viven en su trabajo, han cambiado. Hoy tener un trabajo asalariado puede ser un privilegio. Además hay que diferenciar el concepto de clase media
*Hay que buscar respuesta a por qué la gente más pobre vota en su mayoría por ARENA y porque la clase media urbana prefiere al Frente
*El sujeto es amplio: todos los que están en contra del neoliberalismo. El programa debe responder a este sujeto.
*Tomar en cuenta que también en el partido la composición socioeconómica del sujeto ha cambiado.
Sobre alianzas
*Hay que tener claro cuál es el piso para participar en alianzas y concertaciones.
*La búsqueda de candidatos hay que hacerla en base a criterios y el programa y no en base a nombres
Construir el proyecto alternativo: se necesita elaboración teórica.
*sobre el Estado: una posición clara sobre sus nuevas funciones en función del nuevo proyecto alternativo al neoliberal.
*sobre lo social: tener respuestas alternativas ante la liberalización del mercado del trabajo por el neoliberalismo.
*sobre el sujeto: este es amplio, incluyen a todos los que están en contra del neoliberalismo. El programa debe responder a ese sujeto. – *sobre todo no caer en solo administrar el neoliberalismo; hay que tener claro los momentos, las áreas y en que estaremos obligados a hacer concesiones.
Movilización, lucha social y conceptos de organización
*sin fuerza social organizada no habrá cambios realizables;
*necesidad de recuperar la capacidad organizativa del partido, (capacidad de interpretar lo que dice y piensa la gente) para no depender tanto de los asesores;
*en la base existe vacío en cuanto a la educación ideológica: esto puede ser peligroso si se gana el gobierno;
*el movimiento sindical no tiene una conducción política clara;
*la movilización social debe estar estrechamente ligada a temas movilizadores;
*para lograr el cambio hay que apostar a la organización;
*profundizar alrededor de conceptos de organización que pueden desideologizar y alimentar actitudes anti-partido. Como ejemplo el concepto de la “sociedad civil”: es un todo que no enfrenta, que no formula ni expresa intereses, ni busca referente.
5. QUE HACER-TAREAS
Partimos de que queremos fortalecer la unificación, institucionalidad y capacidad ideológico-política del FMLN afianzando el rumbo socialista.
Impulsar el debate:
a) asambleas de intercambio para discutir y profundizar los puntos de los dos proyectos;
b) centrar el debate alrededor de: – los dos proyectos y corrientes de pensamientos – los contenidos del plan de gobierno – la fórmula presidencial y – la composición de gabinete
c) aprovechar los espacios oficiales del partido para impulsar el debate y apoyar iniciativas de formación político-ideológica de los militantes así como incidir en la formación técnica de cuadros.
d) reivindicar el derecho a la palabra, la crítica y el debate y porque son fundamentales para la unificación del partido.
Afianzar nuestro plan de gobierno:
a) construir lo más pronto posible una metodología de concertación para impulsar la consulta del plan de gobierno del FMLN
b) promover la elaboración con sustento teórico de propuestas para el proyecto alternativo al neoliberalismo
c) recuperar a nivel departamental y nacional la bandera de la concertación que con la iniciativa de las “Bases” se le quiere quitar al FMLN
Seguir profundizando sobre el proyecto alternativo al neoliberalismo.
a) retomar y mejorar el plan del Frente (de abril 1996) con base a nuestros planteamientos
b) profundizar sobre temas como el Estado, lo social, indicadores sobre el proceso de las transformaciones paulatinas hacia el socialismo.

Las experiencias de FECCAS y UTC

Las experiencias de FECCAS y UTC
Miércoles, 28 de agosto de 2013
Por: Alberto Enríquez Villacorta

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Aguilares: vivero de cuadros campesinos que contribuyeron a cambiar la historia de El Salvador

Alberto Villacorta, miembro de la dirección de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), a finales de la década de los 70, uno de los grandes aportes al trabajo de organización campesina y del movimiento popular.

Tratando de hacer memoria:
“Algunos cantan victoria,
Porque el pueblo paga vidas,
Pero esas muertes queridas
Van construyendo la historia….”

De Guatemala a El Salvador a estudiar teología en la UCA

Llegué a El Salvador en marzo de 1974, porque iba a iniciar mi etapa de estudio de teología en la Compañía de Jesús, y lo iba a hacer junto con un grupo de compañeros en El Salvador, donde bajo la dirección del padre Ignacio Ellacuría, se abriría el Centro de Reflexión Teológica (CRT) en la Universidad Católica José Simón Cañas, UCA.

Nosotros veníamos de vivir en la ciudad de Guatemala, en una comunidad jesuita ubicada en una zona popular de la zona 5, que se hizo muy famosa entre otras razones, por su ubicación, pues la zona 5 se asocia a comunidades marginales y no habían existido antes grupos de jesuitas centroamericanos viviendo en “ese tipo” de lugares. Para sectores de las clases altas y medias guatemaltecas, la zona 5 era la comunidad de los jesuitas “comunistas”.

Yo había llegado a Guatemala a finales de 1972, después de terminar mi carrera de filosofía en México. En 1973, formamos la comunidad de la Zona 5, en donde estábamos César Jerez, Juan Hernández Pico, Ricardo Falla, Carlos Cabarrús, Enrique Corral, Fernando Hoyos, Eduardo Valdés, y durante un tiempo llegó a vivir con nosotros Fernando Ascoli.

El grupo de estudiantes jesuitas que veníamos de Guatemala a El Salvador para iniciar el estudio de teología en el CRT, había tomado la decisión de no vivir en la ciudad de San Salvador, sino en una zona pobre del campo. Queríamos compartir, en la medida de lo posible, las condiciones de campesinos y campesinas salvadoreños. No teníamos un lugar previamente escogido, por lo que vivimos los primeros meses en la comunidad jesuita de Santa Tecla. En aquel momento había también otra comunidad de estudiantes jesuitas en Antiguo Cuscatlán, donde vivían compañeros, entre los que se encontraban Fernando Ascoli, Emilio Baltodano, Rodolfo Cardenal, Antonio Cardenal, Napoleón Alvarado y otros.
La experiencia del trabajo social en Guatemala. Opción de un compromiso más concreto

Yo venía con la experiencia de haber organizado en Guatemala varios grupos de estudiantes universitarios. Muchos de ellos, hombres y mujeres, habían militado en Acción Católica Universitaria y ahí se comenzaron a plantear con fuerza la problemática de la relación entre marxismo y cristianismo y de si la lucha armada era compatible o no con los principios cristianos. Llegó un momento en que los sacerdotes que dirigían la acción católica juvenil y universitaria en Guatemala, ya no podían dar respuesta a tantas preguntas que les planteaban los estudiantes; estaban completamente desbordados.

A partir de esta búsqueda de respuestas y opciones, hubo gente que quedó suelta. En enero de 1973, participé –no recuerdo quién me invitó- en una reunión en la Universidad de San Carlos y ahí conocí a varios de estos jóvenes; comenzamos a platicar sobre sus inquietudes. Les propuse que formáramos un grupo para trabajar con los indígenas en el Quiché. Aceptaron. Y fue el jesuita y antropólogo guatemalteco, Ricardo Falla, que trabajaba en esas zonas indígenas, quien nos conectó con los sacerdotes del Corazón de María, que vivían y trabajaban en el Quiché. La experiencia de trabajo en el Quiché, que posteriormente se ampliaría a Chimaltenango y que se combinó con nuestra intensa vida jesuítica comunitaria de la zona 5, y la evaluación que hice de un Programa del Centro de Adiestramiento de Promotores Sociales (CAPS) de la Universidad Rafael Landívar, que me llevó visitar múltiples comunidades indígenas del occidente y norte del país, marcaría mi vida muy profundamente.

La experiencia con grupos integrados por universitarios, universitarias y jesuitas trabajando desde una perspectiva motivada por el evangelio, el cristianismo entendido y vivido como compromiso con los pobres, lo que implicaba enfrentar la injusticia, la exclusión y todas las formas de represión, de acuerdo a los planteamientos nacidos en el Concilio Vaticano II, hechos como la reunión de los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín, Colombia; la teología de la liberación y el Movimiento de Cristianos por el Socialismo con todas las corrientes mezclándose e interactuando dentro de la Compañía de Jesús, nos impulsó a optar por un compromiso más concreto, incluido el voto de pobreza, no tanto como la renuncia a las cosas materiales, sino más bien cómo compartir la suerte de los pobres, comprometerse en serio con ellos, asumiendo las consecuencias y los riesgos que ello implicaba. No se trataba de no tener, sino de poner lo que se tenía en función de los pobres y comprometerse con ellos; no se trataba de ser “un pobrecito más”, sino de generar las condiciones para que la pobreza desapareciera.

La lucha contra la injusticia estructural en los países nuestros, comenzó a incrementarse a principios de los años 70. Era algo que se sentía por todas partes. Pero aunque era una corriente muy fuerte que fue asumida por amplios sectores de la iglesia católica y de la Compañía de Jesús, la manera de cómo ese compromiso con los pobres y los excluidos, con los más débiles y pequeños, se traducía a la vida y al trabajo concreto de maneras muy diversas. Podía ser a través de una línea muy pastoral, de una actividad parroquial o de una vía más explícitamente organizativa, social o política.
“La Casa de los Teológos” en Aguilares: Una reflexión hacia el Compromiso Social

Después de explorar varios lugares, tomamos la decisión de vivir en la ciudad de Aguilares, a 36 KM de San Salvador, donde la parroquia estaba dirigida por los jesuitas, bajo la orientación del padre Rutilio Grande, que años después, en marzo de 1977, sería asesinado. Encontramos una casa relativamente grande en el centro del pueblo y nos fuimos a vivir ahí. Habíamos propuesto como Padre Superior –así se llamaba el responsable- de la comunidad, al jesuita mexicano Rafael Moreno, que había sido Superior del grupo de jesuitas centroamericanos en México y que llegó a Aguilares a mediados de 1974.

FECCAS-UTC, FTC, FAPU, BPR

La “Casa de los Teólogos”, como le decía la gente a nuestra comunidad, estaba formada por Carlos Cabarrús guatemalteco, Jorge Sarsanedas Panameño, Eduardo Valdés (“el Negro”) Panameño, José María Andrés español, el “Cuache” Pellecer -guatemalteco-Roberto Sáenz –nicaraguense- y yo.

En ese grupo, como ya dije antes, había la decisión de venir a estudiar teología a El Salvador y de vivir en el campo. La idea era simplemente vivir en un lugar en el que pudiéramos asumir compromisos con los campesinos y combinar este propósito con nuestros estudios de teología. Queríamos también hacer una reflexión teológica desde la realidad de injusticia y pobreza que vivían las mayorías en nuestros países, y concretamente en El Salvador.

Sin embargo, en la comunidad habían dos vertientes o dos maneras de ver las cosas, un grupo que se planteaba el compromiso con los campesinos, desde una perspectiva pastoral y religiosa, que, por cierto se vinculó estrechamente con la parroquia; y el otro grupo en el que estábamos Eduardo Pellecer y yo, que queríamos trabajar directamente con las organizaciones de los campesinos, desde una perspectiva más social y política, porque considerábamos que era la mejor manera de enfrentar el tema de la pobreza y la injusticia. Yo venía absolutamente convencido por mi experiencia en Guatemala que solo la misma gente pobre obreros, jornaleros o campesinos, organizada, sería capaz de cambiar la situación. De ahí mi propósito e ilusión de contribuir a que la misma gente en el campo salvadoreño se organizara y fortaleciera sus instrumentos de lucha. No éramos nosotros los que íbamos a resolver sus problemas, eran ellos mismos. Pero tanto en Guatemala como en El Salvador, la injusticia estructural, la pobreza y exclusión, así como la represión, eran muy profundas. En el fondo, yo venía ya bastante convencido de que la opción de la lucha armada era una alternativa que no se podía descartar ni para la gente ni para nosotros, porque no quedaban muchos caminos ni muchos espacios abiertos.

Con esos pensamientos y determinaciones empezamos a vivir en Aguilares, una zona cañera, con grandes ingenios azucareros como La Cabaña y San Francisco (“San Chico”), pero también con mucha gente viviendo en condiciones de mucha pobreza y exclusión, y fuertemente acosada por la represión a través de la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda, la Policía Nacional y hasta el mismo Ejército. Recién llegados nosotros a Aguilares, empezó una gran huelga de los trabajadores en el ingenio La Cabaña. Fue ahí donde conocí a Marianela García Villas, una abogada demócrata cristiana que más tarde sería una gran defensora de los derechos humanos y moriría a manos del ejército en Guazapa a principios de 1983 cuando investigaba el uso de napalm por parte de la fuerza aérea salvadoreña.
Un núcleo inicial para el trabajo campesino

Para dar inicio a la proyección del trabajo con la organización campesina en Aguilares, Antonio Cardenal, Fernando Áscoli y yo, convocamos a una reunión en la casa jesuita de Antiguo Cuscatlán, a algunos estudiantes de la UCA, varios de los cuales militaban en el Movimiento Universitario Socialista (MUS) del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR). En esa reunión estuvieron, entre otros compañeros, Ana María Castillo, Yanet Zamour, Margarita Cruz, Oscar Miranda, y por el lado de los jesuitas estábamos Antonio, Fernando yo. Allí les preguntamos si querían comprometerse con el trabajo campesino en la zona de Aguilares, explicándoles que se trataba de asumir un compromiso serio, que no se trataba de un simple trabajo asistencial o de caridad. Buscábamos un compromiso a fondo. La respuesta fue positiva y partir de ahí comenzamos a trabajar para que se sumaran otros compañeros, incorporándose en primer momento, los seminaristas que vivían y trabajaban en la Colonia Santa Lucía, del municipio de Soyapango. Ellos apoyaban en ese tiempo el trabajo del padre Trinidad Nieto. En ese grupo estaban los compañeros Antonio Cardoza, Carlos Enríquez (“El Bigotes”), Jorge Palencia, Guillermo Cortez y Oscar, que después se fueron a trabajar al municipio de San Martín con el padre Rutilio Sánchez, que en ese entonces era el párroco en aquel lugar.
Nuestros primeros contactos con FECCAS a través de Polín

Unas semanas antes de irnos a vivir a Aguilares, hablando con Toño Cardenal, le comenté mi interés de trabajar de manera directa con una organización campesina y las razones que tenía para ello. Toño se entusiasmó y me dijo, “Yo conozco a la persona indicada con la que podés hablar de esto claramente, te la voy a presentar, es un dirigente campesino muy joven, pero inteligente y visionario, con mucho carisma; él se llama Apolinario Serrano y le dicen Polín”. Así es como en abril de 1974 llegué a conocer a Polín en Aguilares.

Una vez instalados en Aguilares, continuamos estudiando diariamente nuestra materia de Teología en la UCA, y al mismo tiempo, fortaleciendo nuestras relaciones con la parroquia de Aguilares. Algunos comenzamos a trabajar con la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), una organización campesina de origen demócrata cristiano que estaba de capa caída, pero que con la llegada de Polín y el apoyo de algunos dirigentes, comenzaría el trabajo de revitalización para darle una nueva visión. En abril de 1974, FECCAS era una organización muy desgastada y debilitada, tenía una dirección pasiva en todos los sentidos, con un pensamiento caduco y conformista. Parecía una organización en proceso de agonía.

Como queríamos contribuir a la renovación de FECCAS, Ana María Castillo y yo nos reunimos con Polín para plantearle que teníamos un grupo de jesuitas, universitarios y universitarias que quería trabajar con el movimiento campesino. Recuerdo casi textualmente lo que Polín nos dijo en aquella ocasión: “Sí, esa canción ya la he oído muchas veces, los universitarios llegan, se entusiasman, prometen trabajar brazo a brazo con los campesinos, pero luego, con el primer problemita que aparece, se van corriendo y ya no los volvemos a ver. ¿Ustedes se quieren comprometer de verdad? ¿Ya lo pensaron bien?” Obviamente, le contestamos que sí, que nos queríamos comprometer de verdad, que ya lo habíamos reflexionado y que era una promesa en firme. Se nos quedó mirando fijamente un buen rato y con una sonrisa que después me sería muy familiar, nos dijo “Entonces los invito a que tengamos una reunión en el cantón El Líbano”.

Poco tiempo después, fuimos a la reunión que fue en la casa de Polín, donde vivía con su abuelita, en el caserío El Líbano, en el camino que va de Aguilares a Suchitoto. Polín nos recibió en la puerta. Estaba descalzo y con su pantalón arremangado hasta las rodillas. La casa era muy pobre, con piso de tierra bruta, paredes de adobe y techo de teja. Polín había convocado a la comunidad. Habría unas 25 personas entre hombres y mujeres, sentadas en banquitas de madera e iluminadas por la luz de dos candiles. Después de dar las buenas noches, Polín comenzó diciendo: “Les presento a Ana María Castillo que es una estudiante de la UCA y a Alberto Enríquez que también estudia en la UCA y es jesuita. Ellos están aquí porque dicen que se quieren comprometerse con nosotros y ayudar a nuestra lucha, pero yo lo que quiero es que ellos se comprometan aquí delante de ustedes, para que ustedes sean testigos de su compromiso”. No hubo nada parecido al acostumbrado “Bienvenidos”. Por supuesto, les reiteramos – como ya le habíamos dicho a Polín- que nuestro compromiso iba en serio, que realmente queríamos trabajar con ellos. Polín dijo que para trabajar con FECCAS, había que hacerlo yendo a los cantones: “Hay que trabajar con la gente. Si ustedes quieren trabajar, vamos a comenzar a trabajar las bases, cantón por cantón”.

Así es como comenzamos, con todo el grupo, a trabajar en la zona de Aguilares y Suchitoto, en cantones y caseríos como El Líbano, Tres Ceibas, Mirandilla, El Zapote, Los Gramales, el ICR, Platanares, Los Almendros, La Cabaña, Amayo, El Jicarón, el Tablón y todos los cantones del cerro de Guazapa.

Para poder cubrir todo ese trabajo, nos distribuimos las visitas y atención de cada uno de esos cantones y caseríos. Al principio comenzamos con parte de los compañeros teólogos de Aguilares, Toño Cardenal y Fernando Ascoli de la comunidad de Antiguo Cuscatlán, Ana María, Janet Samur y Margarita Cruz, pero casi inmediatamente se fueron incorporando otros compañeros como Tamba Aragón, Julio Molina, y algunos seminaristas de San Martín como Carlos Enríquez (“El Bigotes”), Antonio Cardoza y Jorge Palencia (“El Viejo”).
Un Ritmo de Trabajo Frenético Conviviendo con los Campesinos

Teníamos un ritmo de trabajo muy intenso. Por la mañana, de lunes a viernes, salíamos de Aguilares para llegar a la UCA a las 8:00 de la mañana, y de la Universidad salíamos a las 12:00, para estar de regreso en nuestra casa, a eso de las 13:30 PM. Al menos tres días a la semana, almorzábamos, nos cambiábamos de ropa y salíamos a eso de las cuatro o cinco de la tarde hacia los distintos cantones. Dependiendo de la distancia –hacíamos el recorrido caminando- llegábamos hacia las siete u ocho de la noche a los cantones. A esa hora teníamos las reuniones con los campesinos, siempre en casas o ermitas, a la luz de los candiles. En las reuniones hablábamos de la realidad del país, de las condiciones de los trabajadores, de la importancia de la organización, de FECCCAS y la necesidad de fortalecerla, del movimiento popular, etc. Dormíamos en casas de compañeros de cada cantón, generalmente de los que se iban perfilando como dirigentes o líderes. Recuerdo bien las casas de “Chanito” en El Jicarón –tenía 11 hijos a quienes había bautizado con los nombres de los seleccionados brasileños de aquel momento-, de Numas Escobar en El Tablón, de Cirilo García y Gabina Dubón, Félix García y Patricia Puertas en Amayo, de Juan Recinos en Los Gramales, de José López cerca de Tres Ceibas y de otros compañeros. El hecho de quedarnos en sus casas nos permitió que poco a poco nos fuéramos conociendo mejor, y de esa manera compartir con ellos y sus familias nuestras propias preocupaciones, las suyas y, en general, las que vivía nuestra gente en todo el país. Así es como comenzamos a desarrollar una relación de verdaderos compañeros y hermanos. Para nosotros todo eso era una verdadera escuela que nos iba transformando lenta y profundamente. Alrededor de las cuatro de la mañana nos levantábamos para emprender el regreso a nuestra casa, para bañarnos rápidamente, agarrar nuestros libros y rodar los 36 kilómetros que nos llevaban a la universidad para continuar la reflexión teológica, que cada vez más estaba marcada por lo que vivíamos en Aguilares.

Los estudiantes que trabajaban con nosotros también entraron en ese ritmo de vida y trabajo. Ana María, por ejemplo, estaba terminando su tesis de licenciatura en Sicología y daba clases toda la mañana en el Colegio Notredam. Por eso, los tres o cuatro días que visitaba los cantones para trabajar con las bases de FECCCAS, llegaba a nuestra casa donde dejaba su carro, de ahí se iba al cantón correspondiente y en la madrugada siguiente, se bañaba, se cambiaba y se iba directo al colegio a dar sus clases. Lo increíble era la alegría, el entusiasmo y la entrega con que vivíamos el compromiso con los campesinos, lo cual se fue convirtiendo en algo central en nuestras vidas. Lo que aún no captábamos en toda su dimensión era, que hacíamos aquello en medio de la gestación de un vigoroso movimiento popular que comenzaba a gestarse y que estallaría pocos años más tarde con la toma de Catedral en 1975.
“La Casa de los Teólogos” de Aguilares: Un centro dinamizador y creador de Conciencia

A partir de las múltiples relaciones con los campesinos y campesinas de la zona, nuestra casa de Aguilares se convierte rápidamente en un verdadero centro de encuentro y de trabajo, tanto de celebradores de la palabra, como de integrantes de FECCAS. Ahí dormían los campesinos y campesinas cuando regresaban del cantón antes de irse a San Salvador; se quedaban en el patio de la casa o en los cuartos nuestros, pero además, había una sala grande que servía de dormitorio. “La casa de los teólogos” jugaba el papel de centro dinamizador, donde habían reuniones de mil cosas distintas, donde se planificaban actividades, se escribían comunicados, se organizaban festejos, etc. Esa era la mejor muestra de que nuestras relaciones con aquella gente trabajadora y luchadora eran unas relaciones de verdad.

El padre jesuita Rutilio Grande era el párroco de Aguilares, una parroquia con gran dinamismo, en donde a partir de la lectura del evangelio se conocía y analizaba la realidad nacional. La misas de los domingos del padre Grande se abarrotaban, eran como las del padre Rutilio Sánchez en San Martín o David Rodríguez en Tecoluca, porque sus homilías, con lenguaje sencillo, campesino y campechano, tenían una gran profundidad, que no solo ayudaban a la gente a hacer una mejor lectura de la injusta realidad y opresión que vivíamos, sino que sobre todo, transmitían un mensaje, que por una parte denunciaba las injusticias, y por otra, alentaba la esperanza y fundamentaba la necesidad de luchar para cambiar las estructuras económicas, sociales y políticas que las producían.

Aguilares era un centro de concientización, donde se formaban campesinos y campesinas con una nueva visión, con una nueva conciencia, con un profundo sentido de responsabilidad, gracias a la inmensa labor que realizaban los celebradores de la palabra y los dirigentes de FECCAS cantón por cantón, complementado por el arduo trabajo que realizábamos nosotros los jesuitas y colectivo de estudiantes.

Para ese tiempo, 1974, los campesinos no tenían instrumentos para pelear por sus derechos, pero con el trabajo pastoral de los celebradores de la palabra –esto no sucedió solo en Aguilares, sino en distintas partes del país-, comenzaron a tomar conciencia de la necesidad de organizarse y buscarle salida a sus problemas más sentidos. De esta manera, FECCAS toma cartas en el asunto, fortaleciendo la organización campesina, con el objetivo inicial de mejorar los salarios y que a los trabajadores se les diera mejor alimentación en las haciendas de caña, café y algodón, con pan, frijoles y tortillas.

A los pocos meses de estar en Aguilares, se tensionó un poco la relación entre parte de la comunidad de teólogos y la parroquia, especialmente con el padre Salvador Carranza, porque la parroquia tenía temor de que el trabajo pastoral se politizara, aunque la parroquia respaldaba fuertemente a FECCAS. El problema estaba en que a nosotros nos veían con un pensamiento más radical y trabajando en lo que ellos consideraban una dimensión más directamente política y a eso, justamente, le temían. Personalmente, tuve siempre una relación crítica, aunque buena y de mucho respeto con la parroquia.

Posteriormente, el Padre Rutilio Grande me comentó, que él, desde mediados de 1975, sospechó que algunos de nosotros teníamos relación directa con alguna de las organizaciones político militares, cosa que siempre respetó.

Cursos de formación y surgimiento de importantes cuadros dirigentes campesinos

Para el segundo semestre del 74, empezamos una etapa con Polín, en la que al mismo tiempo que trabajábamos con la gente en los cantones, preparábamos los primeros cursos de formación para los campesinos y campesinas que se estaban afiliando a FECCAS. De esta manera se pondría en marcha un proceso que en adelante caracterizaría a la organización: la articulación del trabajo de base, con la formación y la movilización. Eran tres factores fundamentales en la estructuración y desarrollo de una organización más fuerte.

Con Toño Cardenal y Ana María, ideamos y estructuramos el primer curso de formación de cuadros intermedios y formamos el primer grupo –lo llamábamos el Grupo “A”- que éramos 26 personas incluidos nosotros, de los cuales estamos vivos solo tres. Este grupo, entre otras cosas, fue el responsable de formar en Aguijares y Suchitoto a muchos campesinos. Todos los y las integrantes del grupo pasaron después a tareas y organismos de dirección nacional de FECCAS y de la Federación de Trabajadores del Campo (FTC) que FECCAS formó con la UTC (Unión de Trabajadores del Campo) en 1975. En poco tiempo algunos campesinos se hicieron dirigentes del Bloque Popular Revolucionario (BPR) y de ahí se fueron a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) “Farabundo Martí”, a desempeñar tareas militares o de dirección del movimiento popular.

Todo ese grupo de dirigentes que alcanzaron niveles muy altos de responsabilidad en el movimiento revolucionario salvadoreño, que cambiaría la historia del país, se inició desde los cantones; fue creciendo poco a poco desde abajo hacia arriba, se fue forjando mediante un compromiso cotidiano y un trabajo tenaz.

Ello es una muestra de las transformaciones que pueden sufrir las personas cuando encuentran las oportunidades y las condiciones para crecer y desplegar sus potencialidades.

La formación fue adquiriendo una gran complejidad con el tiempo. Se multiplicaron los cursos que eran reproducidos a todos los niveles y que incluían desde temas como la situación internacional y el capitalismo dependiente en El Salvador, hasta métodos de trabajo y dirección, o formas para analizar la realidad nacional y elaborar documentos como la misma Carta de Principios o los Estatutos de FECCAS.

Si alguna lección nos ha dejado la historia de FECCAS vivida entre 1974 y 1979, es que la diversidad y calidad de dirigentes que se formaron en los ámbitos local, intermedio y nacional, y que aportaron no solo al movimiento campesino, sino al movimiento popular y al movimiento revolucionario en su conjunto, fueron resultado de la acertada combinación de un trabajo organizativo desde la base, una formación sistemática de cuadros desde la base y a nivel intermedio y nacional, la movilización para reclamar sus derechos y buscar soluciones a sus necesidades más sentidas y a la construcción de la organización como el gran instrumento en el que todo lo anterior se ensamblaba.
Reuniones con el naciente movimiento de religiosos y religiosas

El mismo año 1974, empezamos a tener contacto con varios seminaristas y con el naciente movimiento de sacerdotes, religiosos y religiosas que ya en ese tiempo se reunían a nivel nacional para analizar la realidad del país, intercambiar experiencias y reflexionar sobre su compromiso sacerdotal o religioso. Algunos domingos nos reuníamos en Santa Tecla, en el noviciado de los jesuitas, con los padres David Rodríguez, Trinidad Nieto, Tilo Sánchez, Ricardo Navarro, Neto Barrera y otros; participaban también algunas religiosas cuyos nombres no recuerdo. Entre otros objetivos, estaba el formar grupos de apoyo al trabajo del movimiento campesino; sin embargo esto no llegó a estructurarse, porque la represión hacia la iglesia, específicamente hacia algunos sacerdotes y religiosas, empezó a incrementarse a través de la Guardia y la Policía Nacional. Muchas de sus casas y parroquias comenzaron a ser vigiladas de manera sistemática y se incrementaron las acusaciones de que eran teólogos y curas “comunistas”.
Toma de Catedral: Un gran aprendizaje para continuar la Lucha

En 1975 se da un acontecimiento que marca un salto cualitativo en el movimiento popular salvadoreño: la toma de la Catedral como protesta por la masacre de estudiantes realizada en San Salvador por el ejército salvadoreño el 30 de julio. Nuestra participación en este hecho político de gran alcance nacional e internacional fue total. No es la ocasión para profundizar en esto, pero vale la pena señalar, que la participación de los principales dirigentes de FECCAS y de nosotros – los jesuitas y estudiantes que colaborábamos con ellos-, que a esas alturas nos habíamos convertido en un “Movimiento” –le decíamos “el Movi”- junto a otros dirigentes populares, sacerdotes, religiosas, etc. nos permitió un enorme aprendizaje político, una toma de conciencia de la fuerza y la dimensión que ya tenía el movimiento popular en El Salvador y adquirir mejores condiciones para continuar aportando en las nuevas etapas de lucha revolucionaria que se avecinaban.
De Aguilares a Antiguo Cuscatlán, una comunidad comprometida

Para 1976, en la comunidad de Aguilares se comenzó a presumir que yo estaba vinculado a las FPL, por lo que se provocó una reflexión sobre los riesgos que esto implicaba para mis demás compañeros. La tensión fue subiendo de grado, hasta que una noche hablé con Rafael Moreno en su calidad de responsable de la comunidad, y como él era el único que sabía a ciencia cierta que efectivamente yo estaba militando en las FPL, reflexionamos sobre el tema y concluimos que dados los crecientes temores de varios de nuestros compañeros, lo mejor era salir de Aguilares. Me fui entonces a vivir a la comunidad de Antiguo Cuscatlán con Toño Cardenal y Fernando Áscoli, que además eran con quienes yo trabajaba.

En esa comunidad también se repetía el fenómeno de convivencia entre jesuitas con dos tipos de pensamiento y de práctica, unos más involucrados en el trabajo organizativo de las organizaciones populares y otros más vinculados a los esfuerzos pastorales o académicos tradicionales de la Compañía de Jesús.

Eduardo Pellecer (“El Cuache”) trabajaba en un programa de alfabetización con un grupo de estudiantes del colegio Externado San José –el principal colegio de los jesuitas en El Salvador-, enseñando a leer y escribir a grupos de campesinos mediante una metodología inspirada en el educador brasileño Paulo Freire, que hacía de la alfabetización un proceso de aprendizaje sobre la situación del país y las causas de la pobreza e injusticia. Este trabajo complementaba y respaldaba, tanto los esfuerzos pastorales de los celebradores de la palabra, como los avances orgánicos y políticos de FECCAS.

La represión en esa época era constante y creciente. Pero en la medida en que crecía, mayor era la incorporación de la gente a las distintas organizaciones populares, y FECCAS no era la excepción. En ese contexto, nosotros vivimos varias experiencias difíciles, aparte del hostigamiento y vigilancia sobre nuestra casa por parte de diferentes cuerpos de seguridad. Un ejemplo fue, cuando cerca de El Líbano la Guardia Nacional capturó a dos de los estudiantes que trabajaban con Eduardo Pellecer y fueron llevados a las cárceles de Suchitoto. Según el análisis posterior que hicimos, todo indicaba que a quien pensaban capturar era a mí, porque yo iba a ir justamente en esa dirección, pero a última hora cambiamos y me fui para Amayo. Poco después, también fue capturado Jorge Sarsanedas en los alrededores de la terminal de oriente en San Salvador. En ambos casos, los compañeros fueron torturados y golpeados.
Un grupo de trabajo que pasó a llamarse “Movimiento” (El Movi)

Ante la creciente oleada represiva, quienes trabajábamos con FECCAS y otras organizaciones populares poco a poco el grupo inicial de jóvenes y estudiantes había ido creciendo y ampliando nuestro trabajo, tanto con FECCAS y la UTC en el campo, como a organizaciones obreras y de pobladores de tugurios, tuvimos que tomar medidas de seguridad más drásticas, y comenzamos a emplear métodos semiclandestinos de trabajo, que nos permitieran continuar funcionando e impulsando el movimiento popular. La naturaleza de nuestro trabajo que consistía en apoyar a las organizaciones populares en su organización, formación y movilización, era pública y abierta. Eso no lo podíamos cambiar. Además, éramos bastante conocidos y por supuesto, estábamos bien identificados por los órganos de inteligencia de los cuerpos de seguridad. Por eso, lo que hicimos fue estructurarnos en pequeños grupos que llamamos “células”, para evitar las reuniones del grupo completo. Cada célula tenía un responsable que era parte de un equipo pequeño de dirección. Ya bajo esa estructura, bautizamos al grupo como “El Movimiento” y cariñosamente le decíamos “el movi”.

Yo estaba en una célula con Ana María, Carlos Aragón (Tamba) y Estephan Turcios. La composición era bonita: una estudiante, un cantante, un seminarista y un jesuita. Expresaba bien la composición del “Movimiento”. El que formaba parte del equipo de dirección era yo.

Al principio no tratábamos de ocultar nuestras reuniones, sino el contenido de las mismas. Por eso, muchas veces, nuestra célula salía de la UCA con libros de sicología para reunirse en los jardines de la Basílica de Guadalupe, donde llegaban familias, niños y niñas a jugar y otros estudiantes. En medio de los libros llevábamos los documentos políticos y los materiales que nos servían para analizar la situación nacional y para la planificación del trabajo. También nos reuníamos en casa de Ana María o en Comasagua, en la casa de la mamá de Estephan Turcios. Como anécdota, allí estábamos reunidos cuando fue el terremoto de Guatemala en 1976. El temblor se sintió muy fuerte y nos regresamos muy temprano para investigar si había pasado algo serio en San Salvador u otra parte.
Apoyo del “Movimiento” a las movilizaciones de FECCAS

La primera movilización de FECCAS a nivel nacional, que apoyamos, fue la que se hizo en solidaridad con una comunidad campesina de Garita Palmera departamento de Ahuachapán, que querían desalojar para construir un centro turístico. La noche antes la pasamos con Janet Samur y otros compañeros en casa de Ana María, hasta las cuatro de la mañana, haciendo panes con frijoles y café para toda la gente que venía. Fue muy divertido trasladar las ollas de café y los panes hasta la Iglesia El Rosario, para repartirlos entre quienes habían venido a la marcha.

Otra movilización que recuerdo –aunque no recuerdo ni el motivo ni la fecha- fue cuando FECCAS entró por primera vez a la Asamblea Legislativa. Nosotros apoyamos todos los preparativos y la coordinación que se hizo con el entonces diputado de la Democracia Cristiana, Mario Zamora que años más tarde sería asesinado por escuadrones de la muerte en su casa, hermano de Rubén Zamora. Mario dio la señal de entrada de los campesinos y campesinas a la Asamblea Legislativa. Esta experiencia dejó una mayor conciencia en los dirigentes de FECCCAS y en nosotros, sobre su poder y responsabilidad para continuar luchando por los derechos y las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras del campo.
Construcción de organizaciones y cuadros históricos desde el trabajo de base

El movimiento popular siguió creciendo de manera acelerada, contando cada vez con más colaboradores y colaboradoras, entre ellos, una estructura bien organizada como que el “Movimiento”, que trabajaba con una metodología férreamente compartimentada y una disciplina estricta que la cumplíamos a rajatabla, desde el equipo de dirección hasta cada una de las células, al punto que a partir de cierto momento, ya no todo el mundo sabía lo que hacían los demás.

Gerson y Villacorta

Con ese espíritu de construir organizaciones desde las bases, con una conciencia cada vez más clara de que había que combinar la lucha por resolver las necesidades inmediatas –lucha reivindicativa-, con la lucha por cambiar el sistema capitalista por uno socialista –lucha revolucionaria-, con una profunda visión y mística colectivas, con dinámicas de movilización y programas de formación de dirigentes a todos los niveles, empieza a emerger y a tejerse un inmenso movimiento popular que en aquel entonces llamábamos “de masas”, del que FECCAS, junto a la UTC era parte importante. FECCAS y la UTC no solo constituyeron la organización de trabajadores y trabajadoras del campo más amplia y sólida en la historia del país, sino que además forjaron en su seno a destacados cuadros que de inmediato comenzaron a dar un invaluable aporte al movimiento popular y revolucionario en su conjunto.

Una reflexión desde el presente es, que en aquellos momentos no se había desarrollado aún el enfoque de género, no había una organización de mujeres como tal, aunque la participación de mujeres en todas las organizaciones populares era impresionante. Sin embargo, en el campo era muy difícil la participación de las mujeres. La cultura machista era muy profunda. Los hombres muy pocas veces y con gran dificultad “dejaban” participar a las mujeres en las reuniones y actividades. A pesar de ello, hubo mujeres del campo que se destacaron como dirigentes importantes; un ejemplo de ello fueron las compañeras Patricia Puertas (Ticha) y Gabina Dubón (Gaby).
Aguilares generó organización y cuadros dirigentes

No cabe duda, pues, que Aguilares, entendido aquí como la zona que formaban pueblos, cantones y caseríos a sus alrededores y que abarcaban los municipios de Suchitoto y San Salvador, fue uno de los centros más importantes de generación de organización y de cuadros de dirección, que pasaron de ser dirigentes campesinos, a ser dirigentes populares y luego dirigentes revolucionarios político-militares. Fue un vivero de hombres y mujeres revolucionarios ejemplares, que se entregaron en cuerpo y alma a esa batalla gigantesca del pueblo salvadoreño por transformar el país en un lugar donde desaparecieran la pobreza, la exclusión, la dictadura militar y se instaurara una sociedad solidaria, justa y en paz.

Para quienes éramos estudiantes jesuitas e integramos el “Movimiento” me refiero aquí a Toño Cardenal, Fernando Áscoli y yo, esta experiencia marcaría y determinaría el resto de nuestras vidas. Cuando yo tomé la decisión de venir a El Salvador a estudiar teología, luego la de vivir en Aguilares y después la de trabajar con FECCAS, jamás imaginé los alcances que estas decisiones tendrían. Entre marzo de 1974, cuando llegué a El Salvador por segunda vez –había vivido en Santa Tecla mi primera etapa en la Compañía de Jesús en 1967 y 1968- y febrero de 1976 cuando, junto con Ana María, pasé a la clandestinidad en las FPL, viví una de las etapas más intensas, apasionadas y hermosas de mi vida, a pesar de las condiciones en que me tocó hacerlo. Fue ante todo una escuela de compromiso y solidaridad, de lucha y fraternidad, donde el dolor refrescaba la ternura y se transformaba en convicción renovada y donde comprendí mejor y para siempre, que el sentido de la vida cobra toda su plenitud, cuando nos despegamos de nosotros mismos, y junto con otros y otras a quienes queremos, nos hacemos cargo de la historia y nos entregamos a crear las condiciones que permitan ir borrando las causas de la injusticia y la exclusión, y construyendo sociedades cimentadas en la solidaridad, el mutuo reconocimiento, el amor, donde hombres y mujeres encuentren con facilidad el sentido de sus propias vidas y la ilusión de forjarlas y proyectarlas.

  • Tomado del documento “para que no olvidemos”