La Derecha Suele Fijar El Calendario De Las Luchas De La Izquierda

1. En el artculo anterior decamos que una gran parte de la izquierda partidaria, en las ltimas dcadas, ha tenido muchas dificultades para trabajar con los movimientos sociales y acercarse a los nuevos actores sociales. Esto se ha debido, a mi entender, a varios factores.

2. Mientras la derecha ha demostrado una gran iniciativa poltica, la izquierda suele estar a la defensiva. Mientras la primera usa su control de las instituciones del estado y de los medios de comunicacin de masas, y su influencia econmica para imponer el nuevo modelo, servil al capital financiero y a los monopolios, precipitando las privatizaciones, la desregulacin laboral y todos los dems aspectos del programa econmico neoliberal; la fragmentacin social y el fomento del antipartidismo, la izquierda partidaria, en cambio, al limitar el trabajo poltico casi exclusivamente al uso de la institucionalidad vigente, sometindose a las reglas del juego del enemigo, casi nunca lo toma por sorpresa. Se cae en el absurdo de que el calendario de las luchas de la izquierda lo fija la derecha.

3. Cuntas veces no hemos escuchado quejas de la izquierda contra las condiciones adversas en las que tuvo que dar la contienda electoral, luego de constatar que no ha logrado los resultados electorales esperados en las urnas? Sin embargo, esa misma izquierda muy pocas veces denuncia en su campaa electoral las reglas del juego que se le imponen y plantea como parte de esa campaa una propuesta de reforma electoral. Por el contrario, suele ocurrir que en bsqueda de los votos en lugar de hacer una campaa educativa, pedaggica, que sirva para que el pueblo crezca en organizacin y conciencia utilice las mismas tcnicas para vender sus candidatos que las que usan las clases dominantes.

4. Por otra parte, las propias reglas del juego impuestas por las clases dominantes dificultan la unidad de la izquierda y fomentan el personalismo. Obligan en algunos pases a trabajar por el propio partido en lugar de por un frente ms amplio, porque si eso no se hace ese partido tiende a desaparecer del escenario poltico.

5. Y esto determina que, en caso de un fracaso electoral, adems de la frustracin, el desgaste y el endeudamiento productos de la campaa, el esfuerzo electoral no se traduzca en un crecimiento poltico de quienes fueron receptores y actores, dejando la amarga sensacin de que todo ha sido en vano. Muy distinta sera la situacin si la campaa se pensase fundamentalmente desde el ngulo pedaggico, usando el espacio electoral para fortalecer la conciencia y la organizacin popular. Entonces, aunque los resultados en las urnas no fuesen los mejores, el tiempo y los esfuerzos invertidos en la campaa no seran algo perdido.

6. Con razn algunos sostienen que el culto a la institucin ha sido el caballo de Troya que el sistema dominante logr introducir en la misma fortaleza de la izquierda transformadora logrando minarla por dentro.

7. El trabajo de la militancia se delega progresivamente en las personas que detentan cargos pblicos y administrativos. El esfuerzo prioritario deja de ser la accin colectiva para convertirse en la accin parlamentaria o en la presencia meditica.

8. La accin militante ha tendido a reducirse a la fecha electoral, pegadas de carteles y algn que otro acto pblico.

9. Y, lo que es peor an, el financiamiento de los partidos proviene cada vez ms de la participacin de sus cuadros en las instituciones del estado: parlamento, gobiernos locales, tribunales de control electoral, etctera; con todo lo que ello entraa de dependencia y de presiones.

10. La actividad poltica de la izquierda no puede reducirse a la conquista de las instituciones, debe estar dirigida a cambiar las instituciones para poder transformar la realidad. Debe crear nuevas correlaciones de fuerzas que permitan realizar los cambios requeridos. Debe entender que no puede construir fuerza poltica sin construir fuerza social.

11. Debe, asimismo, evitar “partidizar” todas las iniciativas y los movimientos sociales con los que se relaciona, por el contrario debe esforzarse por articular sus prcticas en un proyecto poltico nico.

12. Por otra parte, a la izquierda partidaria le ha costado mucho abrirse a las nuevas realidades Muchas veces se ha mantenido aferrada a esquemas conceptuales que le han impedido apreciar la potencialidad de los nuevos sujetos sociales, centrando su mirada exclusivamente en los actores que tradicionalmente se movilizaban como los sindicatos, hoy muy debilitados producto de diferentes factores.

13. Por ltimo, una de las mayores dificultades de la izquierda poltica para trabajar con la izquierda social ha sido la consideracin de los movimientos sociales como correas de transmisin del partido. La direccin del movimiento, los cargos en los organismos de direccin, la plataforma de lucha, en fin, todo, se resolva en las direcciones partidarias y luego se bajaba la lnea a seguir por el movimiento social en cuestin, sin que ste pudiese participar en la gestacin de ninguno de los asuntos que ms le ataan.

14. Sintetizando, para que la izquierda partidaria logre acercarse a la izquierda social, es necesario que se renueve ideolgicamente, cambie su cultura poltica y estilos de trabajo, e incorpore a su arsenal las formas de lucha y de resistencia innovadoras implementadas por la izquierda social.

Chile: adios a la vieja izquierda

Este artculo habla sobre la muerte de la izquierda elitista. Entendemos por izquierda elitista el conjunto de organizaciones que plantean alcanzar el socialismo a travs de relaciones jerrquicas, en las que unos “piensan y dirigen” mientras los dems se limitan a ejecutar tareas. De estas organizaciones, la ms voluminosa, por su burocracia y cantidad de afiliados, es el Partido Comunista, pero no es la ms importante. Esta crtica es a las organizaciones que dicen estar a la izquierda del PC, y que desde all reproducen esta concepciˇn elitista de representaciˇn y mando poltico.

“Sin embargo, al arrebatar a las personas un suelo sobre el que podan posar sus pies pero que les impeda tener alas, este proceso ofrece algo ms que el dolor de la cada; es la ausencia completa – cruda, implacable – desde donde la plenitud, al poder llegar a ser distinguida y reconocida como necesidad y como aptitud, se vuelve posible.” (El club de lucha, noviembre del 2002) 1 La dcada de los 90 fue para la izquierda elitista un tiempo descorazonador. Si las heridas sufridas bajo la dictadura haban sido parte inevitable de un combate en el que muchos supieron preservar su dignidad, el captulo abierto en 1989 no fue tan decoroso: una parte de la militancia tuvo que soportar las maniobras de claudicaciˇn de sus lderes frente a los vencedores; otra parte, obligada a nadar en aguas enturbiadas, mordiˇ uno a uno los anzuelos tendidos por el siniestro d˙o Schilling-Carpenter, con resultados desastrosos; mientras que por todas partes las masas militantes se dispersaban dando la espalda a sus jefes. Las capas dirigentes no quisieron ver en ello ms que la consecuencia del “vaco” dejado por la salida de Pinochet, y por inercia, los dems se acostumbraron a creer que la desbandada se haba producido al no haber un enemigo claramente identificable al cual oponerse (la impotencia llega al extremo de que algunos a˝oran “los buenos tiempos de la dictadura, cuando al menos haba algo por qu luchar”).

La izquierda elitista vive naufragando, y siempre ve las cosas al revs. La dispersiˇn de una parte de la militancia y el suicidio armado de la otra, no se pueden explicar solamente por crisis internas de esas estructuras partidarias. En realidad fueron sntomas muy claros, aunque tardos, de la descomposiciˇn de un sistema social obsoleto, y del consiguiente desarrollo de un sistema nuevo contra el cual las viejas organizaciones no tenan nada que hacer. No fue el horizonte de emancipaciˇn lo que se hundiˇ, sino la concepciˇn elitista de la revoluciˇn y del partido. Desde fines de los ochenta, por cada direcciˇn poltica cada en desgracia, se han levantado cientos de proyectos autˇnomos, dirigidos por sus propios ejecutores en el polo opuesto al militantismo obtuso e ideologizado. Nunca antes hubo tanto por qu luchar, y nunca antes un amplio sector conciente, reacio a soportar jefaturas, pudo experimentar con tanta libertad formas nuevas de hacerlo. El espritu burocrtico menosprecia la autonoma porque no ve su bandera ondear en los capiteles de la Poltica; pero esta semi-clandestinidad de los proyectos autˇnomos ha sido hasta ahora su mayor fortaleza. Para nosotros, esta no ha sido una dcada perdida. 2 Es un lugar com˙n que a mediados de los setenta los llamados Chicago boys desataron una colosal transformaciˇn de las estructuras econˇmicas en Chile.

Tal transformaciˇn no poda completarse a menos que le acompa˝ara una mutaciˇn social de igual envergadura. Esa fue la tarea que la CIA le encomendˇ a la reacciˇn democratacristiana y eurosocialista, los Sorbona boys, en los 90: no se trataba simplemente de acentuar las polticas heredadas del rgimen militar, adems haba que eliminar todo lo que hiciera pensar en lucha de clases, empezando por las palabras que pudieran nombrarla. El ataque deba darse fundamentalmente en el terreno de la cultura y los medios de desinformaciˇn masiva. Aqu es donde la izquierda elitista no hizo otra cosa que retroceder, borrando de su discurso el horizonte comunista y con l todo lo que pudiera arrojar alguna duda sobre la necesidad de que unos pocos lderes condujeran la lucha. Para la tecnocracia del fascismo ligero, la izquierda elitista no ha sido un enemigo temible. Los que le inquietan el sue˝o son esos grupillos amorfos e incendiarios que no paran de multiplicarse, violentos y callados, como si no tuvieran nada que perder: hacia estas tropas oscuras han dirigido sus miradas, casi sin ver nada, los policas de El Mercurio y otros agentes estatales. Hasta ahora los ˙nicos medios para mantener a raya a estos brbaros sin capitanes han sido los gases lacrimˇgenos y la ley de seguridad interior del estado. Por su parte, los jefecillos de los diversos grup˙sculos jerrquicos ya no son un problema: bastan unos pocos estmulos sentimentales para ponerlos a morderse la cola con entusiasmo. 3 Con tal de no darle un respiro, los nuevos amos de la sociedad han apretado el nervio ms sensible de la izquierda: sus muertos.

En esto sˇlo han seguido ˇrdenes de los expertos del Pentgono, que aplicaron estrategias similares en el resto de Latinoamrica: a sabiendas de que los militantes, los familiares y una gran audiencia no aceptaran de ning˙n modo que los crmenes cometidos contra el pueblo fueran borrados de la memoria, han hecho colgar sobre sus cabezas la amenaza permanente del olvido y la impunidad, mantenindolos as en una alerta constante, cansadora, f˙til en la medida que depende de lo que hagan unos jueces contratados por el mismo estado que cometiˇ los crmenes. Cada vez que la izquierda ha parecido dispuesta a luchar por algo ms que por sus muertos, se le ha recordado que stos a˙n vagan sin sepultura, y amenazndola con un olvido decretado por ciertos legisladores, se la ha obligado a recordar interminablemente. “Hay que olvidar”, vociferan los fascistas, para que los revolucionarios no hagan otra cosa que conmemorar. Quizs ning˙n otro artilugio habra servido mejor para dificultarle a la izquierda pensar l˙cidamente las condiciones de su presente, cunto hay de nuevo en ellas y cˇmo emprender un nuevo comienzo. 4 Lo dems ha venido por s solo. Una vez que la vieja elite pasˇ a la ˙ltima lnea de retaguardia, con la espalda doblada bajo los bultos burocrticos e ideolˇgicos que no quiso abandonar, lo ˙nico que le quedˇ por hacer fue convencerse de que a˙n estaba a la cabeza del pueblo. Para demostrarlo, hizo suyas todas las trivialidades impuestas por la prensa y los departamentos de marketing poltico. No hablˇ ms de revoluciˇn ni de lucha de clases, y actuˇ en cada ocasiˇn de forma que nadie fuera a escandalizarse. Creyndose obligados a decir sˇlo lo que su pueblo destrozado quera escuchar, los izquierdistas de elite sacrificaron su imaginaciˇn y su audacia, y con ellas, el ˙nico lazo que poda unirles fructferamente a la multitud desposeda.

En lugar de investigar lo que esta sociedad realmente es, cˇmo ha llegado a ser lo que es y cˇmo se la podra destruir, la izquierda elitista se ha contentado con repetir las ridiculeces que el espectculo ha puesto en boca de todos. Cuando hay que darle un nuevo sentido al trmino “lucha de clases”, hablan de “derechos humanos”; cuando hay que denunciar la precarizaciˇn del trabajo como coartada para la preservaciˇn de la propiedad capitalista, exigen medidas para disminuir la cesanta; mientras la tecnocracia neofascista prepara la esclavizaciˇn definitiva de la fuerza de trabajo, ellos piden “justicia social”; cuando se necesita explicar y combatir el desarrollo de un nuevo rgimen de explotaciˇn, se limitan a lloriquear por la “continuidad del pinochetismo”. Pero cuando los combatientes contra ese mismo rgimen fueron cercados y encarcelados bajo condiciones de tortura permanente, ellos consideraron que no haba por qu apoyar a unos cuantos “cabezas de pistola” incapaces de ajustarse a las nuevas condiciones de lucha. Esta izquierda tan adelantada considerˇ que las “nuevas condiciones de lucha” la obligaban a abandonar, por divergencias tcticas, a los compa˝eros hechos prisioneros por el enemigo. Uno se pregunta si haba alg˙n enemigo para esta izquierda especialista en relaciones p˙blicas. 5 Los gobiernos democrticos mandaron a construir una nueva escenografa social en que las agitaciones no tuvieran lugar, o al menos resultaran invisibles e innombrables. La coaliciˇn reaccionaria reformˇ con ese fin la administraciˇn estatal, los servicios p˙blicos y el sistema judicial, cambiˇ la composiciˇn de los altos mandos militares, innovˇ los mtodos represivos contra la ultraizquierda, reestructurˇ el rgimen salarial, reformulˇ la poltica carcelaria, etc.

A lo que debe agregarse la metamorfosis cultural impuesta por la destrucciˇn de las ciudades, el consumo forzado de todo tipo de porqueras, la nueva estupidizaciˇn televisiva y el endeudamiento de masas. A este proceso la izquierda burocrtica aportˇ con las falsas soluciones a los falsos problemas que le gustaba imaginar. Desde que la sonrisa idiota de Aylwin empezˇ a anunciar la mayor transformaciˇn social ocurrida en Chile, todo lo que la izquierda elitista ha dicho sobre esta sociedad es que en ella “nada ha cambiado en realidad”. Seg˙n estos genios, nada cambiar mientras los asesinos a sueldo del estado no reciban castigo de los jueces a sueldo del estado; nada cambiar mientras el capitalismo siga siendo neoliberal en vez de “humano”; nada cambiar mientras las elecciones binominales obliguen a esa izquierda menesterosa a vestir el traje extraparlamentario con el cual no se le permite entrar en los salones. Estupideces. Los jefes de la izquierda burocrtica han hecho aparecer a los gobiernos concertacionistas como meros “continuadores del rgimen militar”, porque eso es lo ˙nico que puede justificar la continuidad de las jerarquas que ellos comandan. Esta falsificaciˇn se ha impuesto no sˇlo sobre las mentes adormecidas de la izquierda claudicante, sino tambin, y por simple contagio, sobre muchos compa˝eros honestos y comprometidos que carecen de teoras que den cuenta de la realidad. El enga˝o versa as: La forma-partido tradicional dio fuerza y conducciˇn a la lucha contra la dictadura > Los gobiernos de la Concertaciˇn son continuadores del modelo impuesto por la dictadura > A este rgimen continuista, hay que oponer las mismas herramientas polticas que se usaron contra la dictadura. Lo cual equivale ms o menos a decir: ayer tuve un resfriado y alivi los sntomas tomando aspirina; hoy amanec con pulmona, as que seguir tomando aspirina.

6 Es cierto que los fundamentos del sistema se han mantenido intactos, y en ese sentido es verdad que “se ha cambiado todo para que no cambie nada”. Pero esto seguir siendo as mientras no se ponga fin al capitalismo en cuanto tal. Con tal de preservar sus fundamentos podridos, la sociedad-mercanca requiere de reestructuraciones periˇdicas, siempre violentas, en las que se resguarda el n˙cleo de la explotaciˇn mediante la mutaciˇn de casi todo lo dems. Pues bien, dado que las bases del sistema capitalista – propiedad privada, explotaciˇn privada del trabajo social – se mantienen inalterables pese a las reestructuraciones, es ese amplio “todo lo dems” lo que debe importarnos si queremos saber dˇnde tenemos puestos los pies. Una de las cosas que ha cambiado ostensiblemente es la conciencia de los oprimidos, al menos en un punto en particular: cada vez menos gente cree que alguien pueda hacer algo para salvarla de la degradaciˇn y el fracaso. El descreimiento generalizado respecto a que alguna elite o jefe carismtico pueda cambiar las cosas tiene su primera expresiˇn en el individualismo egosta, en el “consumo autosuficiente”, en la liberalizaciˇn de ciertas costumbres no tan peligrosas… De la convicciˇn de que cada uno debe salvar su propio pellejo se pasa fcilmente a la paranoia armada, a la ostentaciˇn p˙blica de perros rottweiler, a un modo de convivencia cotidiana que recuerda el pabellˇn de “agresivos” de un asilo siquitrico, y al fascismo. Pasar. Es el momento traumtico de la prdida de la inocencia. Tras esto, nadie volver a votar seriamente por una alternativa al capitalismo, por la sencilla razˇn de que nadie puede creer seriamente que un gobierno sea capaz de acabar con toda esta miseria. Como mucho, tal vez seamos testigos de alguna parodia frentepopulista destinada a naufragar junto con todo lo dems, como el “socialismo” cubano, o ms recientemente, el de Chvez. La audiencia prestar sus servicios electorales con una mezcla de esperanza, compasiˇn y crueldad. Y luego tendr la oportunidad de salir armada a la calle, esta vez con un motivo. 7 Las alternativas elitistas por venir sern los ˙ltimos intentos por restaurar el viejo orden del autoenga˝o, y aunque es posible que estos “humanizadores de la barbarie” cosechen xitos parciales y espordicos, a la larga sern recordados como los ˙ltimos estertores de una poca excesivamente confiada.

No ser el pueblo quien barra con lo que queda de los estados, sino las mafias transnacionales. Entonces, cuando ya no haya ninguna duda de a quin sirven las burocracias polticas y sindicales, ni quede “bien com˙n” alguno que justifique la acciˇn de sus policas, entonces los asalariados tendrn que vrselas directamente con sus enemigos de clase.Entretanto, la concepciˇn elitista del partido tendr un solo papel que jugar: servir como colchˇn amortiguador del choque social. Si bien las organizaciones del movimiento obrero clsico (partidos y sindicatos) pocas veces desempe˝aron otro papel, esta vez las condiciones del capitalismo maduro lo harn mucho ms evidente. En el momento en que la economa mercantil se independiza por completo de las necesidades humanas y de cualquier control poltico, la poltica sigue a su vez el mismo movimiento, independizndose de las necesidades reales de la lucha y de cualquier control social. A la creaciˇn de valor-dinero como fin en s mismo corresponde el imperio de la representaciˇn poltica como fin en s mismo, justificable sˇlo por la supuesta vigencia de una “naturaleza humana” servil e incapaz de construir su propia historia. Las organizaciones de izquierda que no quieran obstaculizar la actividad independiente de la clase productora, necesariamente tendrn que diluirse en su movimiento general de auto-instituciˇn. No es fcil quitarse de encima la tradiciˇn elitista heredada, para asumirse en cambio como uno ms entre muchos n˙cleos de revuelta y contestaciˇn, aparentemente incoherentes entre s. Pero esta es una lecciˇn ante la cual ya no es posible retroceder: la coherencia del conjunto de las luchas sociales sˇlo puede nacer de su propio movimiento conciente. Ninguna elite impondr a los productores la coherencia y eficacia prctica que stos no puedan alcanzar por s mismos. 8 Si algo pueden y deben hacer los revolucionarios ahora, es un esfuerzo por comprender a cabalidad en qu consisten las nuevas condiciones del capitalismo maduro. Sˇlo teniendo en cuenta las nociones de espectculo, producciˇn posfordista, trabajo inmaterial, biopoltica e inteligencia colectiva es posible hoy da dilucidar los problemas de organizaciˇn que se nos imponen frente a un sistema que moldea y explota la totalidad de la vida humana.

La jerarquizaciˇn que seg˙n los viejos cuadros debe separar a dirigentes y ejecutantes del proyecto revolucionario, sˇlo tendra sentido si esa dirigencia poseyera en exclusiva la claridad de un “ms all” de esta sociedad que habra que alcanzar, un “otro lugar” al que estara capacitada para llevarnos, obedecindonos a la vez que nos manda. Pero, ┐quin ocupa hoy un lugar en la organizaciˇn del trabajo social que le permita vislumbrar esa “otra vida” deseable? ┐Quin puede ofrecernos un porvenir? La idea de que puede haber una vida emancipada ms all de la vida presente esclavizada, es una idea mstica que sˇlo sirve a quienes buscan ocupar las jefaturas vacantes. No hay futuro al que se nos pueda dirigir. El ˙nico terreno de aplicaciˇn de la inteligencia colectiva es la actualidad de su propio desenvolvimiento, su conflicto presente. Es all donde el dilogo constituye una unidad con la ejecuciˇn prctica, es decir, donde surge la praxis revolucionaria, y es all donde todo problema presente se convierte en un problema fundamental del devenir comunista. 9 La organizaciˇn revolucionaria debe oponerse a una sociedad que fragmenta, separa y asla todos los aspectos de la vida. Por lo tanto no puede fragmentar su propia actividad en especializaciones y jerarquas, ni aislarse del devenir de su clase. Su acciˇn debe tender ante todo a politizar la vida cotidiana en todos sus frentes, generalizando la comunicaciˇn entre las diferentes luchas, construyendo continuamente libre cooperaciˇn, liberando espacios y tiempos que den forma a acontecimientos cualitativamente superiores. Sˇlo hay una cosa que cambiar: el presente. Es preciso destruir todo ma˝ana emancipado que haya sido posible imaginar. La lucha no es por alimentar ilusiones, sino por erradicarlas, pues como afectos pasivos que son, derivadas del aburrimiento y la desesperaciˇn, constituyen medios de dominaciˇn. No es mediante ideales ni perspectivas de futuro como nos apropiaremos de nuestra vida material. No se trata de ser optimista o pesimista, sino de reconocer las condiciones concretas en que podemos recuperar la existencia que nos ha sido robada. ┐Qu pueden hacer por nosotros los rojos amaneceres? El problema es sustraer ahora nuestras fuerzas a la explotaciˇn. El problema no es concebir una fuerza poltica organizada para la revoluciˇn. Ms bien se trata de asegurar un devenir revolucionario en el que nuestras organizaciones nos ayuden a construir nuevas sociabilidades, nuevas fuerzas. Lo principal es propagar y multiplicar acciones, momentos, relaciones comunistas. Las formas organizativas que este movimiento adopte dependern de cada coyuntura.

Cunto sirvan estas organizaciones a la auto-emancipaciˇn de los productores, depender del desarrollo de su propia conciencia y de su autonoma prctica. Todas las ilusiones se han ido. Los productores de mercancas hasta ahora no han producido ms que su propia ruina. Si en verdad desean tener un futuro, deben apoderarse de todos los medios de producciˇn material de la vida social. Cada hombre, mujer y ni˝o debe ser el productor libre de su propia vida, amo absoluto de su destino. Luchar por menos que eso no vale la pena. Santiago de Chile.

La resistencia apuesta a cambiar el pasado

En las conquistas de territorios en los siglos pasados, los poderosos buscaron siempre la coartada de la civilizacin. Civilizar no era otra cosa que domesticar. El despojo de riquezas continentales se llam entonces ‘nacimiento de nuevas civilizaciones’, y el fraude humano que signific no se refiere slo a que nunca han podido demostrar que lo construido es mejor que lo destruido. Tambin, y sobre todo, a que la ‘domesticacin’ fracas. Una y otra vez, en la historia, la ‘pacificacin’ despus de una guerra de conquista no era sino una definicin del nuevo estatus de los contrarios: unos ganaron, otros perdieron. Es decir, unos domesticaron a otros. O en trminos ms llenos: unos pasaron a mandar y otros a obedecer.

Con un auditorio lleno, en una mesa de reflexin en la que participaron Pablo Gonzlez Casanova, Adolfo Gilly, Javier Elorriaga, Adriana Lpez Monjardn y Sergio Rodrguez Lazcano, se celebr el segundo aniversario de la revista Rebelda. Al trmino del acto, el Sistema Zapatista de Televisin Intergalctica transmiti un video donde el subcomandante insurgente Marcos ley este texto.

La revista Rebelda es cumpleaera y me ha pedido un texto para su aniversario. Yo les he respondido que ya no hago textos, ahora produzco videos para el Sistema Zapatista de Televisin Intergalctica (SZTI), ‘la nica televisin que se lee’.

Necios como son (por algo llevan ya dos aos publicando), los de Rebelda han replicado diciendo que poseen la tecnologa necesaria para enlazarse con el SZTI y que basta con saber qu programa se transmite a la hora de su mesa redonda (que seguro es cuadrada) para que un nmero indeterminado de jirafas, perdn, de televidentes, se apersonen frente a la pantalla (o sea la cartulina) de la televisin zapatista.

As las cosas, nuestro selecto pblico (por el nmero, se entiende) podr ahora deleitarse con nuestro programa de finanzas zapatudas que, como todo economista posmoderno sabe, tiene como ejes fundamentales los siguientes: la paga, el crdito, las cuentas y un saldo.

As que saquen sus calculadoras, sus bacos y sus tablas de multiplicar, porque ya en la cartulina, o sea que en la pantalla, aparece…

I. La paga

Ignoro si la Eva todava atesora el video de Escuela de vagabundos y si an suspira cuando Pedro Infante le canta al odo a Miroslava. La Eva ya tiene 15 aos y es, como decimos ac, toda una soltera. Eso quiere decir que al aleteo de sus ojos se sienten convocados vientos jvenes que rondan su casa (cosa que, dicho de paso, no le causa ningn entusiasmo a su pap).

Hace casi diez aos, cuando la Eva cumpla 4 y entraba en 5 (o sea que tena 6 aos), meti en un paliacate sus pocas pertenencias y sali, junto con todo su pueblo, al exilio. El 10 de febrero de 1995, de la mano de la traicin de Ernesto Zedillo (se que, junto con Dios, est en el altar del ‘cambio’ foxista), helicpteros artillados, tanques de guerra y tropas de elite del Ejrcito federal mexicano tomaron su pueblo, Guadalupe Tepeyac, y, violando el derecho internacional, irrumpieron en la sede del Comit Internacional de la Cruz Roja (CICR), donde los pobladores tojolabales se haban refugiado.

El CICR, como luego lo habra de refrendar en el campamento de refugiados de Polh, en los Altos de Chiapas, tiene vocacin por la buena mesa y los halagos gubernamentales, y no por la labor humanitaria, as que nada dijo. El neoconverso a la democracia Gustavo Iruegas (quien, en una borrachera con Bernal y Del Valle, dio su memorable receta de ‘dilogo’: ‘hay que acabar a las comunidades zapatistas; sin ellas, el EZLN no vale nada’), entonces arquitecto de la poltica zedillista contra el EZLN, consol a la delegacin de la Cruz Roja Internacional con una oppara cena en un restaurante de lujo en la Ciudad de Mxico.

Mientras los ‘prceres’ del humanismo y la neutralidad del CICR cenaban con el asesino desmemoriado, los pobladores de Guadalupe Tepeyac suban la montaa e iniciaban lo que seran siete aos de exilio, mismos que no habran de terminar hasta que la movilizacin de ‘sociedades’ civiles nacionales e internacionales, en el contexto de la Marcha del Color de la Tierra, obligaron al gobierno de Fox a retirar el Ejrcito de esas tierras, posibilitando as el retorno de los autodenominados ‘tepeyaqueros’.

Pero dejemos al discpulo dilecto de George Castaeda intentando engaar bobos con cenas y escritos con posiciones supuestamente democrticas, y permitamos que la Cruz Roja Internacional acumule ridculos y desprestigios en todo el planeta. Dejemos que en el carnaval de arriba siga el intercambio de mscaras y la venta de dignidades.

Dejemos eso y vayamos con la Eva. Ahora la Eva tiene 15 aos y serios problemas econmicos por delante. Hace diez aos la Eva no iba a la escuela y no tena ms problemas que lavar ropa y cargar lea. Ahora va a la escuela y sus problemas no slo crecieron, tambin se complicaron. Sin embargo, no tienen que ver con la suma, la resta, la multiplicacin y la divisin. O bueno, s, pero no en el saln de clases.

Resulta que la Eva no tena la paga para conseguir un su cuaderno y un su lapicero. Alguien le ha ofrecido regalrselos, pero la Eva respondi con un: ‘Acaso estoy pidiendo que me den lo que no tengo’.

Nadie entendi entonces a la Eva. Tampoco cuando la vieron ocupndose, hacendosa, en la cra de conejos. Mucho menos cuando pudo vender dos conejos y conseguir un poco de paga. La sorpresa vino cuando, en lugar de comprarse un su prensapelo, un su medio fondo o un su portapechitos, la Eva se mand a comprar un cuaderno nuevecito que tiene muchas hojas: unas en blanco, otras con rayas y otras con cuadrcula. En la portada del cuaderno hay dibujada una Jirafa rosa cargando unos libros y la Eva, que tambin se mand comprar un lapicero y un juego de plumines, le ha pintado un pasamontaas azul a la Jirafa.

‘Acaso los zapatistas usan pasamontaas azul’, le dice el Heriberto (su hermanito, que ahora tiene 13 aos) cuando la Eva le muestra su cuaderno. La Eva vuelve a mirar su Jirafa y replica: ‘Acaso te estoy preguntando, si yo lo consegu la paga de mi cuaderno y yo le pongo el pasamontaas del color que se me da la gana’.

El Heriberto (que durante algunos aos logr rehuir la escuela argumentando que qu iba a hacer si el maestro le preguntaba algo, porque l no saba nada), est enojado, pero no con la Eva. Bueno, no slo con la Eva, sino con el mundo entero. Est enojado porque no le dan un su caballo, a pesar de que ya ha demostrado que, subido en una piedra, puede alcanzar con su pie el estribo. El Heriberto se desespera, pero aprende, y no precisamente en la escuela.

Despus de la respuesta de la Eva, el Heriberto va y se planta frente a sus paps y les dice: ‘Acaso estoy pidiendo que me den lo que no tengo. Yo lo voy a juntar la paga y me voy a comprar un mi caballo y lo voy a pintar de azul’, y voltea a mirar a la Eva como pidiendo apoyo.

La Eva sigue haciendo la tabla del 7 y, sin siquiera voltear a verlo, le dice: ‘Acaso hay caballos azules’.

‘Hay’, dice el Heriberto.

‘No hay’, dice la Eva.

‘Hay’, dice el Heriberto.

‘No te doy dulce’, dice la Eva.

‘No hay’, dice el Heriberto, que comprende que debe ser flexible y que, despus de todo, todava no tiene la paga y a l le gustan los caballos negros porque, dice que el Sup le dijo, ‘los caballos azules son para las nias’.

No le crean al Heriberto, los est mentirando. Yo no dije que los caballos azules son para las nias.

Lo pens, pero no lo dije.

II.- El crdito

En las conquistas de territorios en los siglos pasados, los poderosos buscaron siempre la coartada de la civilizacin. Civilizar no era otra cosa que domesticar. El despojo de riquezas continentales se llam entonces ‘nacimiento de nuevas civilizaciones’, y el fraude humano que signific no se refiere slo a que nunca han podido demostrar que lo construido es mejor que lo destruido. Tambin, y sobre todo, a que la ‘domesticacin’ fracas.

Una y otra vez, en la historia que arriba se escribe, la ‘pacificacin’ despus de una guerra de conquista no era sino una definicin del nuevo estatus de los contrarios: unos ganaron, otros perdieron. Es decir, unos domesticaron a otros. O en trminos ms llenos: unos pasaron a mandar y otros a obedecer.

En los grandes trancos que la humanidad ha dado desde entonces, para la historiografa del Poder las cosas no han cambiado mayormente: siguen habiendo guerras, siguen habiendo vencedores y vencidos, siguen las domesticaciones, y siguen quedando unos mandando y otros obedeciendo.

Una de las muchas consecuencias de esta manera de entender la historia es que define los acontecimientos con resultados definitivos de triunfo y derrota. En la historia de arriba no hay gradacin en el xito obtenido: se vence o se es vencido.

Y en el reparto de gracias y desgracias, el Poder es tan magnnimo como lo permita el pincel de quienes le adornan el rostro al de arriba y al de abajo.

As, el consuelo para el derrotado no es la revancha, sino la belleza. De esta forma se construye la esttica del derrotado: ‘Perdimos, s, pero ramos tan hermosos’.

Sin embargo, la derrota no tiene ninguna belleza. La aparente hermosura de la nostalgia que la adorna no ha sido construida desde abajo. Es slo una mala pintura para que nosotros, los derrotados de siempre, sigamos siempre derrotados, enamorados de la cada y convencidos de que la victoria no nos pertenece porque su fealdad slo atae al poderoso.

Lo que el Poder quiere es, simple y sencillamente, que volvamos a luchar, s, pero sin otro objetivo que acumular esas bellezas que no son sino la triste moneda de la derrota. Ahora tenemos los almacenes repletos de ella, y slo la podemos comercializar con otros como nosotros, abajo.

En suma, en las finanzas de la desmemoria, el que gana cobra al contado, el que pierde paga a crdito y a largo plazo. El sistema bancario del Poder slo ofrece a los de abajo crdito para la derrota. Mientras ms crezca la cuenta de nuestras cadas, ms fastuosa ser la bienvenida que recibamos en el sistema bancario de la desesperanza.

Sin embargo, algo no embona. Como si fueran piezas de rompecabezas en un tablero equivocado, la resistencia a la domesticacin y la rebelda contra la cadena de mando/obediencia, rompen con la lgica de una historia impuesta y se niega a adquirir el pster tridimensional del hermoso ngel cado.

Cuando el Poder escribe la palabra ‘FIN’, la resistencia agrega el signo de interrogacin que no slo cuestiona el fin de la historia, sino que, tambin, se niega a aceptar un maana que slo la incluye como derrotada. De esta forma, apostando a transformar el futuro, la resistencia apuesta a cambiar el pasado.

La resistencia es as el doble vaivn de la mirada, el que niega y el que afirma. El que niega el fin de la historia y el que afirma la posibilidad de rehacerla.

III. Las cuentas

Hacer realidad las cuentas en La Realidad no es sencillo. Sentado junto a m, Andrs est ‘ensendome’ a contar. Manteniendo la respiracin, Andrs empieza por el uno y pasa sin dificultad hasta el 77. Al llegar ah acelera y, ya morado, termina con un ’97, 98, 99 y siento que ya no puedo ms’. Andrs se me queda viendo. Yo entiendo que tengo que felicitarlo (y, por supuesto, no debo hacer notar que omiti los nmeros del 37 al 66), as que aplaudo discretamente.

El Andrs vive en La Realidad y tiene 7 aos y est entrado en 8. Naci el mismo da en que se firmaron los primeros Acuerdos de San Andrs, donde el gobierno federal se comprometa a reconocer, en la Constitucin, los derechos y la cultura de los pueblos indios de Mxico.

Ahora estamos con el Andrs sentados a la orilla del arroyo donde se baan los caballos. Llegamos ah corriendo, despus de tomar por asalto la tiendita La Nana, en el caracol de La Realidad. Ahora podemos descansar, porque todava falta para que encuentren al Moy y le digan que ‘Vino el Sup con unos nios y se llevaron los Totis, las galletas Maras, los chicles y los refrescos, y dijeron que van a pagar hasta cuando ganemos la guerra’, lo que no es sino una mentira flagrante, porque no haba refrescos.

Pensando que me ha conmovido con su ‘cuenta’ hasta el cien, Andrs me confiesa que tiene roto el bolsillo del pantaln y que se le cay todo su botn. Yo hago como que no vi que lo escondi detrs de un arbusto y le convido de mis Totis.

Con la boca repleta de frituras y con un tono mantecoso, Andrs me dice que l, cuando sea grande, va a ser contador. Yo entiendo que Andrs no quiere decir lo que quiere decir, y le pregunto qu va a contar.

‘Estrellas’, me dice, como si dijera ‘vacas’.

‘Mmh, pero sas son muchas’, le digo tratando de orientarlo a una profesin ms lucrativa.

El dice: ‘No importa, yo aqu voy a estar hasta tarde’.

Yo le iba a pedir que me firmara un autgrafo cuando llegan el Olivio y el Marcelo a invitarme a cazar ‘gallinita de agua’. Yo les pregunto si no tienen miedo. Ellos se indignan.

‘Ya somos grandes ya’, me dicen-informan-advierten.

‘Cuntos aos tienen, pues?’, les pregunto.

‘Ya no alcanzan las manos para hacer la cuenta’, me dicen, as que yo debo deducir que tienen 11 aos.

Viendo un rollo de galletas Maras, el Olivio me dice: ‘O Zup, en el caracol ya llegaron ya los promotores de salud’.

‘S’, dice el Marcelo, ‘…y traen muchas inyecciones!’

Les di las galletas Maras. De todos modos a m las que me gustan son las Pancrema.

El Olivio y el Marcelo prometieron avisarme cuando se vayan los promotores, as que sigo escondido en la Ceiba, mientras el Andrs est de guardia.

Aunque ya est oscuro, s que sigue ah. Claro escucho que cuenta:

’35, 36, 57, 58, 59…’

De pronto se detiene y, hasta la copa de la Ceiba avienta una pregunta:

‘O Zup, las estrellas que se caminan, cuentan o no cuentan?

IV. Un saludo

(In) definicin financiera de la rebelda: ‘Una cantidad indefinida de jirafas que de pie suean que en su cuenta aparecen estrellas feas y no hermosas derrotas. No son sujetas de crdito y, sobre todo, ni se venden ni se compran. De rendirse mejor ni hablar.’

Desde las montaas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos.

Mxico, noviembre del 2004, 20 y 10.

P.D. Aqu termina nuestro programa de finanzas globalizadas. Siga sintonizando el Sistema Zapatista de Televisin Intergalctica, ‘la nica televisin que se lee’.

Fuente: Plataforma de Solidaridad con Chiapas

25 aos despus de aquel 19 de Julio hacia donde ha transitado el FSLN?

JOSE LUIS ROCHA

Instituto de Investigacin y Desarrollo Nitlapn y Revista Envo

Universidad Centroamericana (UCA), Managua, Nicaragua

En Nicaragua, el derrumbe de los socialismos reales no slo sacudi el mundo de las ideas, ocasionando lo que algunos han llamado el ocaso de las ideologas. Aquel colapso coincidi en el tiempo con el fin de una dcada de gobierno sandinista y, con l, de nuestro tropical experimento socialista: regulacin de precios, control estatal de las exportaciones, reforma agraria, monopolio de la produccin ideolgica y, como est explcitamente propuesto por Marx en el Manifiesto Comunista, confiscacin de la propiedad de los sediciosos, centralizacin del crdito en manos del Estado y monopolio exclusivo, multiplicacin de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de produccin, roturacin de los terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, segn un plan general. (Marx, 1979: 53)

algunos notables logros de la revolucin

El Estado como eje de acumulacin, la socializacin de la propiedad de los medios de produccin y la promocin de grandes empresas agroindustriales contrapuestas a una economa campesina percibida como atrasada fueron algunas concreciones de un paradigma que en los aos 80 y desde mucho antes se presentaba indisolublemente ligado a las posiciones de izquierda. La experiencia nicaragense aport tambin elementos innovadores: cierto grado de economa mixta, alianza con algunos sectores de la burguesa a los que se abri espacios en el gabinete de gobierno, respeto por la religin e inclusin de sacerdotes en el gabinete de gobierno.

Los logros de la revolucin fueron notables. El experimento socialista se anot una buena puntuacin en muchos terrenos. Una radical reforma agraria transform los patrones de tenencia de la tierra. En 1979, de los 8 millones de manzanas bajo explotacin agropecuaria, casi 3 millones, el 36%, estaban repartidas en propiedades superiores a las 500 manzanas. Las finquitas de menos de 50 manzanas slo representaban el 17.5% de la tierra en explotacin. En 1988, dos aos antes de la derrota electoral del FSLN, de esas 8 millones de manzanas, el 48% integraba ya el sector reformado, el sector privado se haba reducido a 3.7 millones de manzanas, y las grandes propiedades de ms de 500 manzanas abarcaban solamente medio milln de manzanas (6.4%) (CIERA, 1989: 292). Casi la cuarta parte de las tierras agrcolas de Nicaragua pasaron a ser explotadas de forma colectiva, en cooperativas y empresas agropecuarias estatales, conforme al paradigma impulsado por la revolucin.

Una gigantesca cruzada de alfabetizacin redujo el analfabetismo de 51% a 13% en apenas cinco meses. La educacin de adultos le dio continuidad a esta empresa. Estas hazaas, junto a las jornadas populares de salud y los cortes de caf voluntarios esfuerzos en los que participaban estudiantes y funcionarios estatales de las ciudades fueron una masiva escuela de concientizacin nacional e hicieron realidad la muy justa causa marxista de aproximar campo y ciudad. La democratizacin del acceso al crdito, a los servicios de salud y a las medicinas, una poltica tributaria que apuntaba hacia la equidad y la disolucin de la represiva Guardia Nacional fueron otras transformaciones realmente colosales.

ste es un brevsimo catlogo de las que en los aos 80 solamos llamar conquistas revolucionarias. Ante su seductora memoria nos preguntamos: Qu fall? Y por qu seguimos pagando hasta el da de hoy el precio del fracaso de la izquierda? Tendra razn Hlderlin cuando sostuvo que lo que siempre ha convertido al Estado en un infierno en la tierra es justamente el intento del hombre de transformarlo en su paraso? (Sartori, 1996: 100) Las valoraciones de la izquierda en Nicaragua oscilan entre los partidarios de la tesis de la gran estafa y quienes se empean en rescatar elementos positivos distinguiendo entre el FSLN como partido y como experiencia histrica.

el fsln actu y acta compartiendo vicios de la cultura poltica

Quizs an es prematuro atinarle a las razones globales del fracaso, si es que las hay. Quizs nunca sabremos cunto del colapso econmico de los aos 80 es atribuible a los efectos de la guerra y cunto a polticas incorrectas, socialistas o no socialistas. El apoyo tcnico y financiero del gobierno estadounidense a la contrarrevolucin armada fue contundente y la guerra tuvo efectos directos e indirectos que forzaron a todo tipo de golpes de timn en el gobierno revolucionario. A veces profundizando el cambio, como ocurri con la aceleracin de la reforma agraria. A veces torcindole el brazo a las transformaciones, como cuando a final de los 80 se redujo drsticamente la inversin social. Sin embargo, sabemos que la guerra, aun con sus magnitudes, no fue el factor determinante de todas las polticas. No sabemos, y quizs no sabremos, el alcance de otros factores. Sabremos algn da si los partidos de oposicin al FSLN queran slo un somocismo sin Somoza como rezaban las consignas sandinistas y no cambios ms sustanciales? Algunos de esos partidos tenan aspiraciones capaces de generar consenso y ser compatibles con la revolucin? Pudo haber existido una relacin ms sana con la iglesia catlica?

Algunas de estas preguntas son insolubles. Otras esperan mejores luces, el fermento del tiempo, nuevos conceptos, el ngulo de la distancia. Sin duda, el proyecto del FSLN encarn, en parte, la maldicin a la que se ve condenada toda izquierda, de acuerdo al filsofo italiano Norberto Bobbio: Manteniendo inalterable su vocacin utpica, la izquierda se autodestruye en el momento mismo en que trata de autorrealizarse. La meta es demasiado elevada para poder alcanzarla con los medios de la poltica, que son la fuerza o el consenso. Si usas la fuerza, destruyes la libertad, que es el fin mismo de la gran utopa. Si quieres apoyarte en el consenso, te ves obligado a atenuar y dulcificar tus propuestas de transformacin radical de la sociedad hasta hacerlas irreconocibles. (Bobbio, 1996: 87)

En el gobierno, el FSLN forz y fue intolerante. Ahora parece ceder demasiado, o incluso totalmente. Pero ms all de las aporas o maldiciones eternas de la izquierda, el principal problema de esa izquierda que quiso ser y pretende seguir siendo el FSLN es el hecho de que, en lugar de ser un rectificador de la cultura poltica nacional, actu entones y acta hoy subsumido en esa cultura, compartiendo y reproduciendo todos sus vicios.

1944: nace el partido socialista

Tras el asesinato de Augusto C. Sandino y el derrocamiento de Juan Bautista Sacasa, Anastasio Somoza Garca asumi la Presidencia de la Repblica en 1936. Emple como plataforma poltica al Partido Liberal Nacionalista, en aquellos aos considerado como el partido ms progresista, y se present como un personaje opuesto a la tendencia centro-derechista de Sacasa, un Presidente miembro de la oligarqua, poco interesado en obreros, mucho menos en campesinos.

Los aos de la depresin econmica haban hecho descender los salarios. Esta situacin motiv una serie de huelgas que acrecentaron la inestabilidad del gobierno y crearon un clima propicio para el golpe de estado dirigido por Somoza. Como mediador en estas huelgas, otorgador de concesiones a los sindicatos y administrador de represiones dosificadas empleando a la recin creada Guardia Nacional, Somoza proyect una imagen de aliado de los obreros, al tiempo que incentivaba el oportunismo de algunos de sus lderes. Tambin supo explotar las expectativas de un Cdigo del Trabajo que diera licencia al libre sindicalismo. Durante la primera dcada de su mandato, Somoza apareci como el primer dirigente poltico que puso atencin a los problemas del movimiento obrero. (Gould, 1997: 25-26)

Antes de que Somoza subiera al poder, el Partido Trabajador Nicaragense (1931-1938) fue el primer abanderado del sindicalismo nicaragense que luch por un cdigo laboral. El Cdigo fue promulgado finalmente por el Congreso en 1944, ao en que sali a la luz pblica el Partido Socialista de Nicaragua (PSN). En ese tiempo los sindicatos ligados al PSN tenan mucho vigor: zapateros, tipgrafos, carpinteros, albailes y jornaleros se atrevan a reclamar sus derechos, a emitir pronunciamientos y a emprender un vigoroso reclutamiento de afiliados. En 1948 decayeron cuando los trabajadores comprobaron que el Cdigo no lleg a ser la panacea que esperaban y vieron cmo algunos dirigentes se entendan con el rgimen somocista. El Cdigo jams tuvo plena aplicacin. (Guevara, 2002: 23 y 29) En ese contexto de debilidad sindical, Somoza decidi pactar con la patronal opositora y dejar de ser el Jefe obrero. En 1950 firm con Emiliano Chamorro el acuerdo que le permiti una alianza con la oligarqua conservadora destinada a perpetuar su dominio.

En el otro extremo del espectro poltico, el financiamiento de infiltrados en la cpula del PSN permiti a Somoza mantenerse informado y sofocar oportunamente las actividades de ese partido. (Guevara, 2002: 34-35) De las filas del PSN debilitado y en competencia por liderar la oposicin con el ambivalente y a veces oportunista Partido Conservador emergi Carlos Fonseca Amador, el fundador del FSLN. En 1957, Carlos Fonseca fue enviado por el PSN a Mosc y regres maravillado por los avances econmicos y en materia de justicia social. En Un nicaragense en Mosc, Fonseca no le regate elogios al socialismo sovitico. (Fonseca, 1985: tomo 1: 29-96)

1959: la revolucin cubana cambia el guin

La victoria de la revolucin cubana imprimi un giro a la poltica de izquierda en Nicaragua y en toda Amrica Latina. El recin creado FSLN decidi no esperar al trnsito por una etapa de mayor desarrollo econmico como aconsejaban las leyes del materialismo histrico y renunciar a una toma del poder por la va electoral como propona el Partido Comunista sovitico por necesidades diplomticas (Zimmermann, 2003: 49) y por influjo del Engels tardo que valor la lucha poltica legal y la participacin parlamentaria (Figueroa, 2001).

A principios de los aos 60, una enorme cantidad de jvenes de la Juventud Socialista Nicaragense migraron hacia el ms prometedor FSLN, como parte de un cuestionamiento de los jvenes al anquilosamiento poltico de los viejos y a su poco operativo pacifismo. El xito de la guerrilla cubana impuso un modelo de lucha, cuya tradicin conectaba directamente con la guerrilla de Sandino (Foneca, 1985, tomo 2: 21). Era difcil para un joven socialista no ser atrado por la apasionante prdica de la lucha armada: armas o nada (Guevara, 2002: 51). En 1967, se recrudeci un debate al interior del PSN en torno a la opcin por la lucha armada, que culmin en su divisin y en el surgimiento del Partido Comunista de Nicaragua. Aos despus, encontraremos a ese Partido Comunista engullido nada menos que por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemn, a cambio de diputaciones y otras prebendas burocrticas. (Guevara, 2002: 82)

Aunque el PSN cre posteriormente la Organizacin Militar del Pueblo (OMP) responsable de algunas escaramuzas antisomocistas, y pese al reducido nmero de sus integrantes, el FSLN perfil como vanguardia indiscutible de la lucha armada. Tras el triunfo de la revolucin, los miembros de la OMP fueron absorbidos por el Ejrcito Popular Sandinista, la Polica Sandinista y la Central Sandinista de los Trabajadores, con notorias desventajas para quienes no haban sido combatientes. (Guevara, 2002: 107-108)

los aos 80: el trigo con la cizaa

La estrategia de alianzas del FSLN fue muy hbil y logr integrar a miembros destacados del Partido Conservador, empresarios, profesionales de renombre y sacerdotes. Los muchachos como cariosamente llamaba la gente a los combatientes del FSLN conquistaron las simpatas de un amplio sector de la poblacin nicaragense y, posteriormente, el poder mediante una estrategia militar de ataques simultneos a diversas ciudades, procurando integrar civiles a la no muy voluminosa legin de combatientes sandinistas. Las armas, que dieron el poder, dieron despus la autoridad para reclamar cargos y privilegios.

Una vez asentado el FSLN en el poder, junto a los logros ya mencionados fueron apareciendo las aberraciones. Trigo y cizaa entrelazados. Fue ostensible el desmantelamiento del sistema financiero nacional por unas polticas de sistemticas condonaciones de las deudas y la subsiguiente falta de credibilidad de los ahorrantes. El crdito fue un instrumento del Estado-partido para constituir y reforzar una clientela poltica.

El excesivamente tardo y muy segmentado reconocimiento del aporte econmico y de las particularidades culturales de la economa campesina poco respetadas por la presin orientada hacia el colectivismo agropecuario, sumado a confiscaciones abusivas y arbitrarias y a la distorsin de los precios nacionales respecto del mercado centroamericano, dieron base social a la contrarrevolucin armada en las zonas rurales. El gobierno estadounidense le proporcion el sustento financiero. Finalmente, la imposicin del Servicio Militar Patritico en 1984 y el palmario deterioro de la economa termin de socavar la base social del FSLN.

Las presiones internacionales pusieron en jaque al gobierno sandinista. Las posibilidades de transformacin estuvieron minadas desde el principio por la contrarrevolucin armada, por la adversa propaganda estadounidense y por la clausura de las relaciones con los organismos financieros multilaterales. En bsqueda de una legitimidad externa que mejorara su posicin y en la negociacin de los acuerdos de paz con la cpula de la contrarrevolucin, el FSLN convoc a unas elecciones adelantadas, que perdi inesperada y aparatosamente frente a la UNO, una coalicin opositora de 14 partidos, encabezada por Violeta Barrios, viuda del periodista y empresario Pedro Joaqun Chamorro, asesinado en enero de 1978 por mercenarios del somocismo.

en el principio, mstica sin fisuras

Para quienes apoybamos el proyecto revolucionario, los defectos del gobierno sandinista se hicieron ms ostensibles tras su derrota. No slo eran ms visibles, tambin eran ms grandes. Con mucho tino y sin un pice de exageracin afirma el telogo Jos Mara Castillo que los defectos son como los cuernos: con la edad, crecen. Los defectos del FSLN crecieron y siguen creciendo en demasa.

El ms escandaloso de todos fue la emulacin de Somoza y de tantos otros gobernantes nicaragenses al apropiarse del patrimonio pblico. La distribucin de bienes del Estado entre la cpula del FSLN, apodada popularmente como la piata, degrad el capital tico del FSLN. Durante la lucha contra Somoza, era proverbial la honradez de los muchachos. La leyenda cuenta que el sandinista Jorge Navarro camin a pie desde un extremo a otro de Managua para ahorrase los 25 centavos del autobs, mientras cargaba 50 mil crdobas que un comando del FSLN haba recuperado en el asalto de un banco. (Zimmermann, 2003: 54)

Como los santos se titula un poema de Leonel Rugama. En l cuenta las hazaas de los hroes de Amrica, colocndolas a la par de las de los primeros sandinistas. El escritor Sergio Ramrez seala que esos primeros combatientes vivieron con una mstica sin fisuras, con un sentido de trnsito, de provisionalidad respecto a la propia vida, y para eso se requera una conviccin casi religiosa. El sacrificio haca posible abrir las puertas del paraso, pero un paraso para otros, en la tierra. No se llegara a divisar, ni de lejos, la tierra prometida. Pero haba que vivir como los santos. (Ramrez, 1999: 42)

hoy no caben todos en el palco

Los comandantes de la revolucin demostraron la misma avidez de los capitalistas que combatan. Su corrupcin fue denunciada con tristeza y esperanza en el sandinismo por Eduardo Galeano: Termina el sandinismo en algunos dirigentes que no han sabido estar a la altura de su propia gesta, y se han quedado con autos y casas y otros bienes pblicos? Seguramente el sandinismo es bastante ms que esos sandinistas que haban sido capaces de perder la vida en la guerra y en la paz no han sido capaces de perder las cosas. (Galeano, 1992)

Lo ms grave fue que con este proceder slo reforzaron al extremo dos de las inamovibles columnas de la cultura poltica nacional: el Estado-botn el Estado como fuente inagotable de ingresos desmesurados y compensaciones para quienes han llegado al poder y la impunidad. Si sigue siendo vlido que el ser social determina la conciencia social, no hay duda de que esta dirigencia, ahora adinerada y plena de empresarios, est muy distanciada de los estilos de vida e intereses de sus pobres seguidores. El lugar hermenutico desde el que se piensa la poltica es muy condicionante. Como Kierkegaard seal: no se piensa lo mismo en una choza que en un palacio. Si sigue siendo vlida la dicotoma derecha-izquierda como la que distingue entre quienes quieren suprimir y quienes quieren perpetuar la sociedad fundada en la explotacin (Lanzmann, 1971: 9), un FSLN de empresarios que han hecho su fortuna a costillas de la magra riqueza pblica no cabe como izquierda.

La poltica como conflicto entre derecha e izquierda naci en Versalles, en agosto de 1789, en la turbulenta Asamblea Constituyente. Durante la revolucin francesa, derecha indic apego a la estructura jerrquica y de privilegio e izquierda expres el deseo de romper esa estructura (Lukes, 1996: 50). Hoy, los dirigentes del FSLN parecen sentirse muy a sus anchas en un mundo con estructuras jerrquicas claramente definidas. As lo expres el General Humberto Ortega a principios de los aos 90, segn recogi el cineasta nicaragense Flix Zurita en su documental Nicalibre. Hay una jerarqua dijo Ortega, comparando la sociedad con un estadio de baseball. Al estadio entran cien mil, pero en el palco caben quinientos. Por mucho que usted quiera al pueblo, no puede meterlos a todos en el palco. (Galeano, 1998)

no al pluralismo, no a la gestin del consenso

El carcter no abierto a la pluralidad de posiciones, el fundamentalismo de izquierda que no tolera el disenso venga de donde venga y la infalibilidad de la dirigencia revolucionaria elevada a la condicin de dogma estuvieron muy presentes durante los aos 80 y siguen siendo un rasgo acusado del FSLN. Basta ver el trato reservado por el partido a sus disidentes.

Un vicio del FSLN ha sido la pretensin de suprimir la pluralidad de posiciones que genera la poltica y, con ello, la poltica misma. Tal como hizo notar perspicazmente Hannah Arendt: La filosofa del conocimiento no quiere que acabe el conocimiento, ni la filosofa cosmolgica pretende abolir el universo, pero en cambio la filosofa poltica parece suponer que slo obtendr autntico xito cuando la poltica quede suprimida (Savater, 1999: 203). El FSLN parece encajar en esta caracterizacin.

Ciertamente, la revolucin sandinista supo generar aspiraciones colectivas. Pero su negacin del pluralismo le impidi traducir esas aspiraciones en un consenso nacional que sirviera de base y apoyo para la construccin de un Estado Nacional. Observadores externos que miraron la revolucin con mucha simpata tuvieron que concluir que el disentimiento tolerado era puramente cosmtico y que la censura era equivocada y peligrosa (Rusdie, 1989: 40 y 62). En los aos 80 las ciencias sociales, la msica y la poesa revolucionaria se subordinaron al poder (Prez-Baltodano, 2003: 645). La paranoia y la susceptibilidad ideolgicas se convirtieron en un fardo para un genuino proyecto de izquierda. Lo son siempre y as lo seala el cientista social francs Andr Gorz: Una izquierda que pierda la relacin con la libertad pierde tambin la propia razn de ser y se cristaliza, a expensas tambin de sus promotores, en aparato de dominio. (Gorz, 1996: 109).

alianzas que colapsaron

El discurso del FSLN, imitativo del marxismo, fue enfrentado por un discurso opositor imitativo de toda la retrica anticomunista de la Guerra Fra de los funcionarios del gobierno estadounidense. Los grupos de oposicin fueron incapaces de articular una crtica sustantiva contra el gobierno sandinista, menos an un proyecto alternativo. Pero eso no deba haber conducido a su censura. Si se trataba de la importante relacin con los productores, el gobierno sandinista slo estaba abierto y no siempre a considerar las propuestas de los llamados empresarios patriticos, excluyendo de entrada a los individuos no organizados y a las gremiales opositoras.

El FSLN subi al poder apuntalado por amplios sectores que le dieron su respaldo, entre ellos y en primer lugar por el Grupo de los 12, que reuna a intelectuales, empresarios y sacerdotes (Ramrez, 1999: 95-96). Tras el triunfo de la revolucin, muchas de las alianzas colapsaron. El FSLN fue muy hbil en tejerlas antes del triunfo de la revolucin y en exceso intransigente para conservarlas a lo largo de los diez aos y medio de gobierno. Antes de su primer ao de gestin, la Junta de Gobierno de Reconstruccin Nacional perdi a Violeta Barrios y a Alfonso Robelo, representantes de la burguesa opositora. Desde el inicio del gobierno, el FSLN se enfrent a lderes y a partidos de larga trayectoria antisomocista: a Virgilio Godoy y el PLI, a Clemente Guido y el Partido Conservador, al Partido Popular Social Cristiano, al Partido Comunista de Nicaragua y al Movimiento Democrtico Nicaragense. Estos partidos haban formado parte del Frente Patritico de la Revolucin, que pronto devino, segn uno de sus integrantes, Mauricio Daz, del Partido Popular Social Cristiano, en instrumento accesorio a la poltica oficial, concebido para la venta a sus aliados de Europa del Este como el equivalente de los frentes de la patria que all existieron y no como un proyecto estratgico de alianzas. (Daz Dvila: 33)

En el huracn que sigui al fracaso electoral de 1990, decepcionados por la bancarrota tica que significaba la piata, se fueron desgranando del FSLN intelectuales y personalidades. Fernando Cardenal, Ernesto Cardenal, Carlos Tnermann, Sergio Ramrez, Onofre Guevara y muchos ms rompieron con el FSLN. Su separacin empobreci la produccin ideolgica y la calidad moral del FSLN.

el verticalismo: Bajando lneas

El verticalismo fue otra expresin de la infalibilidad de la dirigencia sandinista y de su repliegue ante las posibilidades del dilogo. Las orientaciones iban siempre de arriba abajo, desde la dirigencia hasta las bases. El papel de las bases era esperar a que los lderes bajaran lneas para entonces obrar en consecuencia. Los dirigentes de los movimientos sociales esperaban a que de la cpula del partido bajaran lneas porque ellos no eran ms que cabecillas en espera de que las grandes cabezas les dieran instrucciones.

La Asociacin de Trabajadores del Campo (ATC), la Unin Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG), la Asociacin de Mujeres Nicaragenses Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE) y la Asociacin de Educadores de Nicaragua (ANDEN) fueron algunas de las organizaciones que experimentaron ese dilogo con una divisin esttica del trabajo: uno habla y otro escucha. El dao que el verticalismo del FSLN infligi a los movimientos sociales es inmensurable. Actualmente, esta tendencia sigue existiendo y contina haciendo dao, cuando se instrumentalizan, por ejemplo, las demandas de los gremios de transportistas y de los estudiantes universitarios para demostrar que el FSLN an domina las calles.

tiro de gracia al pluralismo

Todos los vicios que denunciamos tmida e insuficientemente en los aos 80 se multiplicaron en los siguientes tres lustros. El pacto entre Daniel Ortega y Arnoldo Alemn, lderes del FSLN y del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) en el ao 1999 fue el tiro de gracia al pluralismo. El pacto cancel la participacin de otros partidos polticos en las elecciones: redujo la gran sbana electoral de 1996, con 24 partidos, a una servilleta electoral en las presidenciales de 2001, con slo 3 partidos, y elimin las asociaciones por suscripcin popular, que permitan la competencia, al menos en la contienda municipal, a candidatos independientes de los partidos polticos.

Esta maniobra redujo la pluralidad formal de las representaciones polticas. La Asamblea Nacional de 1997-2001 tena 15 diputados no ubicados jurdicamente ni en las filas del FSLN ni en las del PLC. Como resultado del pacto, la Asamblea siguiente slo dispone de un diputado no liberosandinista (Rocha, 2001). En el pacto, FSLN y PLC repartieron entre los ms leales a Ortega y a Alemn todos los cargos de contralores y todas las magistraturas del Consejo Supremo Electoral y de la Corte Suprema de Justicia. No qued en las instituciones del Estado, a excepcin del actual gabinete y de otras instancias adscritas al Ejecutivo, ni un solo cargo importante ocupado por miembros de otros partidos polticos o por ciudadanos no alineados bajo ninguna bandera partidaria.

un cargo en el gobierno: como una casa, como una finca

El pacto, con su reparticin de cargos, reforz la cultura poltica patrimonialista que entiende la posesin de un puesto en el Estado como una propiedad personal y partidaria. El analista liberal Len Nez dice: Se tiene un puesto en el Estado como se tiene una casa, una fincaEl sentido del derecho de propiedad sobre los puestos es tan arraigado que podra afirmarse, sin temor a equivocacin, que existe hasta un patolgico sentimiento de lo mo referido al puesto En este pas, y esto ha sucedido siempre, quien tiene un puesto, tiende a conservarlo; tiende a perpetuarse en l; en el poder. (Nez, 2001: 33) Como fruto del pacto, el FSLN y muchos de sus miembros compraron y poseen sus puestos magistraturas, direcciones, procuraduras y decenas de juzgados como se tiene una casa o una finca.

En vsperas de las ltimas elecciones presidenciales del ao 2001, y aspirando a mejorar su capital social -quizs ms ante los actores externos que ante los nacionales el FSLN cre la Convergencia Nacional, una alianza con ex-miembros de sus filas y ex-adversarios. Los menos maliciosos dentro del FSLN lo consideran ms un club de personalidades que de sumadores de votos. La Convergencia no ser una muestra de pluralismo mientras a los aliados no se les cedan puestos ganadores en las listas de diputados, mientras no se preste odos a sus impugnaciones del pacto y se les d manos para trazar lneas programticas en el plan del FSLN.

el Caudillismo: sin novedad en el Frente

En El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, Marx recuerda que Hegel seal que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen dos veces. Marx agrega que Hegel olvid aclarar que una vez aparecen como tragedia y la otra como farsa. (Marx, s/f: 9) En la percepcin de muchos nicaragenses, Daniel Ortega apareci como tragedia en los aos 80. Muchos creemos que ahora persiste como farsa.

El desgaste que ha sufrido entre otras razones, por la piata, por el pacto con Alemn, por tres fracasos electorales consecutivos, por la ruptura con miembros destacados del FSLN, incluidos dirigentes histricos, por la erosin de su imagen personal tras la acusacin que por abuso sexual le lanz su hijastra Zoilamrica Narvez, y ms recientemente por el no esclarecido asesinato del periodista Carlos Guadamuz, uno de sus grandes amigos hace que su tozudez en permanecer como eterno secretario general del FSLN y como candidato presidencial del FSLN slo se explique por el sndrome del caudillo, otro resorte de la cultura poltica nacional que el FSLN mantiene activo.

El caudillismo es una versin de lo que Marx llam cesarismo (Marx, s/f: 6). Significa la persistencia en una concepcin medieval del poder, cuando las relaciones sociales estaban dominadas por la presencia fsica de quien ejerca el poder y no exista una clara distincin entre la imagen concreta del jefe y la idea abstracta del poder. El poder estaba indisolublemente ligado a quien lo encarnaba (Prez-Baltodano, 2004: 17-18)

Expresiones concretas del caudillismo en el FSLN son la recurrencia a los tradicionales tratos y reparticiones bilaterales bajo la mesa y el empecinamiento en mantener en Nicaragua un sistema bipartidista por la va de las planchas de candidatos a diputados, confeccionadas siempre a capricho del caudillo. Ya electos, esos diputados slo reconocen obediencia al caudillo y no a sus electores, con quienes jams dialogan ni consultan las leyes que los pueden afectar. El sistema caudillista subsiste porque en la cultura poltica nacional existe un desmedido culto a el hombre, como se designa siempre a quien manda en cualquier mbito.

El caudillismo es un factor permanente de demolicin de la escasa institucionalidad nacional y convierte al FSLN en un reproductor de los vicios de la cultura poltica nacional. La intolerancia ante los liderazgos alternativos al interior del partido rojinegro es slo una rama ms de la intolerancia que tambin se expresa en el FSLN ante otras posiciones y lderes polticos y sociales. Como Marx ya observ, al reflexionar sobre el fin del culto napolenico en la Francia de principio del siglo XIX, se necesita una revolucin espiritual para abolir el cesarismo. Mientras no se supere el caudillismo en el FSLN, no slo no surgirn otros liderazgos sandinistas, tampoco veremos un cambio en el desempeo poltico de esta organizacin. Y, a fin de cuentas, ser Nicaragua la que pierda.

fsln, sandinismo, danielismo: necesarias distinciones

En Nicaragua es urgente hacer la distincin entre FSLN y sandinismo. Y hay que distinguir entre sandinismo y danielismo. Mirado desde la poblacin, la distincin debe hacerse entre votantes por el FSLN, miembros o simpatizantes del FSLN, sandinistas y danielistas.

Los votos sandinistas cosechados en las elecciones superan a la poblacin sandinista y son fruto del imperativo de contar con una opcin poltica alternativa al liberalismo, a la derecha, al antisandinismo irracional. Algunos de estos votos son largamente madurados en la conciencia personal y se deciden por opciones tico-polticas y tambin por historia de militancia, por vnculos emocionales, por la memoria y aoranza de los aos pasados. Otros son consecuencia de la desesperacin por un cambio, de la apuesta por algo diferente.

En el sandinismo se aglutina una poblacin en nmeros, una tercera parte de la poblacin nacional? en la que encontramos a quienes permanecen vinculados a las estructuras del FSLN de una o de otra forma, a quienes han roto con ellas por diferentes razones y a quienes jams pertenecieron a ellas, pero se sienten vinculados poltica y ticamente a los ideales del sandinismo. Muchos de stos son cuadros de izquierda muy bien formados y dirigentes natos, y constituyen una reserva tica estratgica para un FSLN renovado y para Nicaragua.

fsln: populistas y empresarios

En el FSLN confluyen y conviven hoy dos corrientes:

los empresarios y los populistas. Controlan las estructuras del FSLN y, por tanto, son las caras visibles del sandinismo en todas las instituciones del Estado y en todas las instancias oficiales del partido. El danielismo representa la corriente populista, liderada por Daniel Ortega. Controla actualmente el partido y, al haber tenido cierto xito en encarnar la revolucin en el propio Daniel Ortega, controla la conciencia mentes y corazones de la mayora de las bases del FSLN, de muchos sandinistas y de un gran nmero de votantes por el FSLN.

La corriente de los empresarios es la que cuenta con mayor capital y con un discurso ms amistoso con los organismos multilaterales. Los populistas mantienen un discurso anclado en los aos 80, con mayor contenido social, y controlan las calles, si no con expresiones masivas s con la activacin de ciertos gremios el de los universitarios, por ejemplo y algunos movimientos sociales, a los que tienden permanentemente a cooptar, con el fin de llevar toda nueva organizacin, toda nueva demanda, toda agua nueva a su viejo molino. Entre populistas y empresarios no existe una brecha significativa. Es ms bien una relacin de simbiosis salpicada de breves perodos de inestabilidad y hasta de hostilidad. La cara populista gana votos entre los empobrecidos y desesperados y la empresarial determina propuestas atractivas para la comunidad internacional y los empresarios nacionales. La mano populista mantiene el poder juzgados, magistraturas, instituciones para que la mano empresarial goce de un clima adecuado para sus negocios.

tres candidatos, tres retos al caudillo

En las prximas elecciones internas primarias del FSLN, Herty Lewites, Alejandro Martnez Cuenca y Dora Mara Tllez han anunciado ms explcitamente Martnez Cuenca que disputarn a Daniel Ortega el derecho de correr como candidatos presidenciales del FSLN en las elecciones generales del ao 2006.

Herty Lewites encarna una saludable combinacin de carisma populista y corazn de empresario. Su popularidad en los barrios marginales, ganada durante su gestin como Alcalde de Managua, sera una buena mina que el FSLN podra explotar, sabiendo que, en todas las elecciones, la capital ha aportado un importantsimo caudal de votos al FSLN. Pero la leve independencia de Lewites es mirada con extrema suspicacia por Daniel Ortega y su cohorte de seguidores.

Poco a poco, Lewites ha querido ir ganando terreno para su propsito valindose de los medios de comunicacin, en los que siempre logra quedar bien. Primeramente, declar que por haber sufrido un infarto, dejando la Alcalda dejara la poltica por razones de salud. Despus, anunci sorpresivamente que aspiraba a ser candidato a Vicepresidente, en frmula con Daniel Ortega. Y despus declar que, aunque era prematuro hablar del tema, estara dispuesto a recorrer todo el pas visitando casa por casa: Yo s hasta dnde puedo llegar ahorita explic Ahorita ando con una popularidad de un 70 por ciento en la Alcalda, pero no s qu me va a pasar en un ao. Si mantengo la popularidad y la aceptacin de la poblacin, yo le dir a Daniel Ortega en diciembre de 2005: Hombr, comandante Ortega, no es lo que yo digo ni lo que yo quiero, pero esto es lo que pide el pueblo. Qu hacemos?

Alejandro Martnez Cuenca anunci en febrero de 2004 que se presentar por segunda vez a disputarle la candidatura presidencial a Daniel Ortega. Su discurso moderado, anhelante de consenso y atemperado por una formacin en universidades estadounidenses inspira sosiego y confianza en los odos neoliberales. A travs de la revista El Observador Econmico proporciona informacin til a los empresarios y difunde los avatares de sus negocios, combinando los comentarios a sus prcticas con crticas no muy severas a la derecha, a la gran empresa privada y al gobierno. Como se trata ms de un profesional y empresario de renombre que de un dirigente poltico o de un ex-combatiente, es percibido en el sandinismo como afn a los tecncratas que han medrado en los gobiernos de Violeta Barrios y Enrique Bolaos, de cuyos programas de gobierno se presume no tomara excesiva distancia. No es una persona con carisma para captar los votos de las bases del FSLN. Su falta de credenciales como combatiente, su olor a clase media alta, sus nulas dotes como comunicador y su talante tecnocrtico estn en marcado contraste con el tipo de liderazgo construido y promovido hasta hoy por el FSLN.

A diferencia de Martnez Cuenca y Lewites, Dora Mara Tllez anunci su candidatura de un modo totalmente directo y sin mucha alharaca. Pero ella no pretende ganar. Sabe que de momento es imposible demoler la columna caudillista que sostiene a Daniel Ortega. Pero considera un logro presentar la batalla, mostrar que es posible enfrentarlo y hacerlo para que se vea cmo: proponiendo un programa alternativo. Su pretensin un reto para ella misma, segn declar apunta hacia la erosin del caudillismo y a la formulacin de un programa, del que el FSLN carece desde que perdi las elecciones de 1990.

contra el estado laico

En el inventario de su falta de renovacin y modernizacin, hay que anotar tambin que el FSLN ha reforzado la dependencia de la poltica nacional del caudillismo religioso que desde hace unas tres dcadas ejerce el Arzobispo de Managua y Cardenal Miguel Obando y Bravo.

A manera de desagravio por las tensas relaciones que mantuvieron el gobierno sandinista y la jerarqua catlica en los aos 80, cada vez que la coyuntura siempre cambiante de la poltica nacional se tensa y muestra alguna de sus recurrentes crisis, y especialmente en campaa electoral, los dirigentes del FSLN acuden contritos y en romera a departir con el Cardenal Obando, a pedirle consejo u oraciones, a compartir con l preocupaciones, a besarle manos y anillo, como han hecho y siguen haciendo todos los polticos de derecha. Es memorable la visita que le hizo una vez el ex-GeneralHumberto Ortega, presentndose ante l como un paladn del libre mercado.

Estos gestos no slo desvalorizan el carcter laico del Estado, sino que refuerzan todas y cada una de las visiones providencialitas del poder y de la historia que atrapan la mente de la mayora de los nicaragenses (Prez-Baltodano, 2003: 655): gobernantes destinados o condenados por Dios, una sociedad esperando la intervencin divina en los procesos econmico-sociales, la interpretacin del colapso del sandinismo como un triunfo del bien sobre el mal y su posterior redencin como efecto de la sumisin de sus dirigentes al Cardenal. Para el FSLN no es importante contribuir a un Estado laico y romper con las visiones providencialistas. Es ms importante disolver la polarizacin: que los electores perciban que entre el FSLN y el PLC no existe mucha diferencia; obtener el imprimatur eclesistico del gran caudillo religioso.

los mltiples rostros de la exclusin

Con estos vicios a cuestas, el FSLN debe enfrentar nuevos retos. La historia ha mostrado que existen otros factores aglutinantes que en determinados momentos se tornan ms poderosos que los intereses de clase: el medio ambiente, la identidad de gnero, la defensa de los derechos humanos, las demandas tnicas y la religin son algunos de ellos (Figueroa, 2001; Castells, 1999: 158). Ante la evidencia de que la lucha de clases no es el nico motor de la historia y la reivindicacin de la idea de que la izquierda escapa a toda definicin esttica (Lanzmann, 1971: 11), la representacin de la diversidad de intereses de tantos excluidos que se espera de la izquierda es ahora ms compleja y exigente.

Hace ya ms de un lustro el filsofo italiano Salvatore Veca apunt que los rostros de la exclusin, de la invisibilidad y de la afona social son mltiples. (Veca, 1996: 138) Al variar los aparatos de poder y las formas de dominio, varan tambin los objetivos y formas de los movimientos de liberacin que realizan la poltica de izquierda. (Gorz, 1996: 109) Las clases y sectores subalternos no se restringen al proletariado. En Nicaragua, el universo de los desempleados es ms amplio que cualquier otro grupo social y no existe ni gremio ni partido ni movimiento social que los represente.

A inicios del siglo XXI encontramos a un FSLN que no logra concretar ni siquiera las reivindicaciones tradicionales de la izquierda. Los nuevos retos sorprendieron a un FSLN que haba retrocedido ante los antiguos.

sombras en la agenda legislativa del fsln

Examinando la representacin de los sectores marginados que competera a los legisladores del FSLN, descubrimos una situacin que desdice de las energas desplegadas por los fundadores del FSLN en sus inicios para acercarse a los obreros y campesinos y ganarlos para una causa de justicia. La pereza legislativa de los diputados sandinistas no va a la zaga de la que exhiben los miembros de otras bancadas y su distancia de los electores supera seguramente a la del resto.

Nicaragua tiene los diputados ms caros de Centroamrica. Anualmente, los salarios de nuestros 92 legisladores suman el 0.88% del total de nuestras exportaciones. En Costa Rica apenas llegan al 0.03%. El porcentaje del presupuesto anual de la Asamblea Nacional invertido en salarios y beneficios personales para los diputados pas del 25% en 1997 al 76% en 2003. Dada la languideciente productividad de los diputados, si consideramos slo las iniciativas de ley aprobadas, se calcula que en el ao 2001 cada ley le cost al pas casi medio milln de dlares (Navarro, 2004: 12-17). El FSLN nada a sus anchas en este ocio y lujo legislativo.

De los 70 diputados elegidos para ejercer la representacin departamental, apenas 4 introdujeron iniciativas de ley en el perodo 1997-2001. Ninguno de esos cuatro perteneca al FSLN. A la nula representacin geogrfica, se suma la inexistente representacin gremial. Por ejemplo, el diputado sandinista Nathn Sevilla recibe 4 mil dlares mensuales de salario por ser el inveterado portavoz de los muy mal pagados maestros y maestras del pas, quienes ganan menos de 50 dlares al mes. En sus casi 22 aos de ser diputado, Sevilla jams ha presentado una iniciativa de ley que beneficie al gremio cuyos intereses presume representar.

el pueblo: un abstracto principio

En lugar de representar intereses concretos, el FSLN prefiere invocar un abstracto principio: el pueblo. Como ocurri con Philipe Buchez (1796-1865) y sus seguidores del socialismo catlico durante la guerra civil en Francia, estn convencidos de que hablan en nombre de todos porque no hablan de nadie en particular. (Lanzmann, 1971: 34) Hay incluso luchas clave en las que el PLC ha tomado la delantera al FSLN. En pleno debate sobre la descentralizacin, la iniciativa de ley de transferencia presupuestaria a los municipios fue presentada por el PLC (Navarro, 2004: 18-21). En el FSLN no hay un solo diputado menor de 25 aos, a pesar de que el 65% de la poblacin nacional se ubica en ese rango de edad y a pesar de que muchos dirigentes del FSLN tenan menos de 25 aos cuando ocuparon altos cargos en el gobierno. Se trata de un FSLN que no se rejuvenece.

El FSLN est ms interesado en la gestin del poder que conserva y en ampliarlo que en poner ese poder al servicio de los sectores ms pobres. De las 19 iniciativas de ley presentadas por los diputados de la bancada sandinista en 2003, slo 4 pueden ser consideradas como orientadas a modificar aspectos de la poltica social. La mayora de las leyes propuestas son instrumentos para expandir cuotas de poder: dos iniciativas para normar las contrataciones en el sector pblico, tres respuestas a propuestas de indulto para excarcelar a Arnoldo Alemn lo que les permite negociar con los liberales cuotas de poder y cinco iniciativas sobre propiedades en litigio, regulacin de venta de bienes y otorgamiento de concesiones estatales (Navarro, 2004: 156-159). Una buena muestra de dnde estn las prioridades en la agenda legislativa del FSLN.

ante las mujeres?

La bsqueda de una verdadera equidad de gnero es, sin duda, una lucha que trasciende la dicotoma derecha-izquierda y en la que deben participar, a la par, mujeres y hombres. Prescindiendo de cualquier disquisicin terica sobre si alguna corriente poltica puede adjudicarse la exclusividad de esta lucha, est fuera de discusin que forma parte ineludible de una izquierda autntica.

En la direccin del FSLN no hay ni ha habido ninguna mujer con notorio poder. En la actual legislatura, las diputadas del FSLN representan el 37% (14 de 38) de la bancada sandinista (Rocha, 2001), cifra que supone una mejora con respecto a perodos anteriores, pero que an est muy lejos de las proporciones demogrficas nacionales, donde las mujeres en edad de ser diputadas superan al nmero de hombres.

Ms importante y ms decidora de la falta de una visin de gnero alternativa, tica, revolucionaria, es la actitud de los dirigentes del FSLN, para quienes en los aos 80 fue un hbito el abuso sexual de sus subordinadas en oficinas, ministerios e instituciones y la seleccin de muchachas sencillas de los pueblos y barrios por donde pasaban como vanguardias del pueblo, para usarlas al estilo de lo que se nos cuenta de Trujillo en La fiesta del Chivo, abusos a los que agregaron la comunidad de esposas que Marx tanto censur en los burgueses: Nuestros burgueses, no satisfechos con tener a su disposicin a las mujeres e hijas de sus obreros, sin hablar de la prostitucin oficial, encuentran un placer singular en seducir mutuamente las esposas. El matrimonio burgus es, en realidad, la comunidad de las esposas. (Marx, 1979: 50)

A estos comportamientos, delictivos e impunes, hay que agregar que el FSLN suma a sus besamanos al Cardenal Obando el hacerse eco de las posiciones ms retrgradas de la jerarqua catlica sobre educacin sexual y sobre derechos sexuales y reproductivos, respaldando, por accin o por omisin, polticas pblicas que afectan gravemente a las mujeres nicaragenses.

ante las etnias de la costa atlntica?

El mito de la Nicaragua masivamente mestiza, abonado por el FSLN en los aos 80 al reprimir a las organizaciones indgenas de la Costa Caribe, poltica originada en la ignorancia y en la carencia de sensibilidad ante la cuestin tnica, refuerza el olvido y marginacin de la presencia indgena, de su historia y de su rol (Gould, 1998).

El mito de la Nicaragua mestiza se hace presente en la poltica nacional a travs de mltiples exclusiones. La primera consiste en ignorar el peso demogrfico de los indgenas. En Nicaragua viven 338 mil 300 indgenas. Son el 7% de la poblacin nacional. Esas decenas de miles de mskitos, mayangnas, ramas y garfunas que habitan en la Costa Atlntica representan el 25% de la poblacin de esa zona (Grnberg, 2003: 10), en donde en el 50% del territorio nacional vive apenas el 11% de los nicaragenses (INEC, septiembre 2001: 67; INEC, 2001: 12).

Las riquezas naturales de esa mitad del pas fauna marina, bosques, yacimientos minerales, petrleo? han sido sistemticamente saqueadas por compaas transnacionales y por empresarios del Pacfico con la venia y el beneficio de los gobiernos centrales. El FSLN no fue una excepcin: no slo saque las minas y la fauna marina del Atlntico, tambin convirti esta zona en el purgatorio a donde enviaba como castigo a sus funcionarios ms indisciplinados y corruptos. Hoy, mientras el saqueo de la Costa Caribe contina, el analfabetismo es norma en casi el 50% de su poblacin mayor de 6 aos (INEC, 1997: 31-33)[1] y la electricidad slo llega al 40% de las viviendas (INEC, 2002: 43).[2]

Los habitantes de la Costa Caribe no hacen or su voz ni defienden sus intereses en la Asamblea Nacional. No hay un solo indgena, ni del Atlntico ni del Pacfico, ni un afroamericano de la Costa Caribe en la bancada del FSLN. El pacto liberosandinista acorral a los ciudadanos costeos ofrecindoles, en las dos ltimas elecciones, una dieta a base de dos nicos platillos, PLC o FSLN, sin sabor caribe. Esto deriv en apata poltica y en deslegitimacin de los procesos electorales entre los caribeos. En las elecciones del 2001 se registraron en la Costa los mayores niveles de abstencionismo del pas. En la Regin Autnoma del Atlntico Norte se super el 50% (Rocha, 2001). Abrir espacios polticos a las minoras tnicas o institucionalizar jurdicamente los que ya tienen debera ser una prioridad de la izquierda nicaragense. Actualmente, los gobiernos municipales del Caribe todos en manos del FSLN o del PLC siguen pasando por encima de los tradicionales Consejos de Ancianos y de otras estructuras de autoridad indgenas.

La valoracin del cientista social Andrs Prez-Baltodano sobre la relacin del gobierno del FSLN con los ciudadanos de la Costa Atlntica en los aos 80 sigue teniendo vigencia hoy: La trgica relacin entre los sandinitas y los mskitos de la Costa Caribe de Nicaragua despus de 1979 tuvo como base una tradicin terica marxista, imitativa y eurocntrica, que no fue capaz de reconocer la realidad histrica de ese pueblo y que, por lo tanto, fue incapaz de comprender su singular cosmovisin. En su empeo por institucionalizar una revolucin socialista, los sandinistas trataron a las minoras tnicas de la Costa Caribe como un segmento atrasado y reaccionario de un proletariado nacional imaginario. (Prez-Baltodano, 2004: 90)

el fsln no se reverdece

El socilogo cataln Manuel Castells ha observado que en Europa y Estados Unidos es difcil que un partido o un candidato sea elegido para un cargo sin reverdecer su programa, sin enfocarse en temas ecolgicos. Castells encuentra que el hecho de que todos estos temas y muchos otros estn en el debate pblico y de que haya surgido una conciencia creciente sobre su carcter global interdependiente crea la base para su tratamiento y, quizs, para una reorientacin de las instituciones y polticas hacia un sistema socioeconmico responsable en cuanto al medio ambiente. (Castells, 1999: 135-136)

El concepto de justicia medioambiental que afirma el valor de todas las formas de vida contra los intereses de la riqueza, el poder y la tecnologa alcanza cada vez mayor influencia y presencia en los programas polticos de muchos partidos de izquierda. Pero no en el FSLN y en sus dirigentes. Las luchas medioambientales forman parte de un movimiento cada vez ms diversificado. Y no hay duda de que existe un enorme espacio de interseccin entre sectores marginados y luchas ambientalistas. Las comunidades pobres y las minoras tnicas se ven ms expuestas que la poblacin en general por la irresponsabilidad medioambiental: sustancias txicas en tierras y fuentes de agua, erosin de suelos, degradacin de sus hbitats, crecientes problemas de salud (Castells, 1999: 157). Aunque slo fuera por esta razn, la izquierda debe vincularse a los movimientos ecologistas.

En lugar de retomar esta bandera, ms all de proclamas y discursos bastante escasos en esta temtica, algunos dirigentes del FSLN se han convertido en prsperos madereros que devastan los bosques de la Costa Atlntica o se entusiasman con proyectos de canales secos o hmedos que presentan como solucin para el desarrollo de Nicaragua sin atender nunca a mnimas consideraciones ambientales.

demoliendo la institucionalidad

En la Nicaragua de hoy la lucha por la institucionalidad es prioritaria. Se trata de un esfuerzo que, de tener xito, mejorar la posicin de la sociedad frente a las amenazas del neoliberalismo. De una lucha que debe ser y est siendo emprendida por gente de derecha y de izquierda. Pero que tambin ha sido mancillada por gente de derecha y por la gente que dice ser de izquierda.

En el pacto de 1999, el PLC y el FSLN llegaron a un acuerdo para distribuirse los poderes pblicos. El FSLN estim altamente rentable vulnerar la frgil institucionalidad porque obtuvo, adems de ciertos puestos clave en el gobierno, una reforma electoral que redujo a 35% el porcentaje de votos para que el candidato Daniel Ortega pudiera ganar en primera vuelta.

La exclusin de otros partidos de la contienda electoral por una masiva y arbitraria invalidacin de las firmas que haban recogido para ser inscritos fue el paso siguiente. Ya en el poder Bolaos, la diputacin regalada, con inmunidad incluida, que Ortega le regal a Alemn a cambio del 35% que Alemn le regal a Ortega, caus una crisis desgastante. Despojar a Alemn de esa diputacin y de esa inmunidad fue una hazaa que slo contribuy a hacer de la institucionalidad una farsa.

Despus, el juego de la jueza sandinista Juana Mndez de meter y sacar a Arnoldo Alemn de la crcel dio el jaque mate a la escasa credibilidad que los nicaragenses pudieran an tener en las instituciones y en la poltica como una lucha con posiciones consistentes, con convicciones y con principios. Todas estas movidas demostraron que las instituciones nicaragenses estn al servicio de los caudillos y han horadado su legitimidad. Todas se explican por una racionalidad netamente instrumental, orientada a expandir el poder de cada bando.

haciendo ms frgil al pas en los tiempos del clera globalizador

Cuando esta debilidad institucional se enfrenta a la globalizacin y a los poderes neoliberales, el resultado es muy pernicioso para la sociedad nicaragense y especialmente para los ms pobres. Andrs Prez-Baltodano ha destacado que la creciente interpenetracin entre los aparatos administrativos nacionales y el sistema econmico mundial y sus instituciones tiende a reducir la capacidad del Estado para responder a las necesidades y presiones domsticas, especialmente cuando stas se encuentran en contradiccin con la lgica del mercado mundial. (Prez-Baltodano, 2004: 26)

Los efectos negativos de la globalizacin son mayores en pases como Nicaragua, donde nunca se estableci una relacin de congruencia entre Estado y sociedad. No hay proteccin institucional adecuada porque la brecha que separa al Estado y la sociedad dificulta el desarrollo de una fuerza social con la capacidad de utilizar el Estado como un filtro que neutralice o condicione los efectos negativos de la globalizacin, segn el anlisis de Prez-Baltodano. (Prez-Baltodano, 2004: 27)

Con los golpes asestados a la institucionalidad, el FSLN y el PLC han ensanchado la brecha entre Estado y sociedad, abonando a la fragilidad del pas frente a las tendencias negativas de la globalizacin y el neoliberalismo. Los gremios, movimientos sociales, ONG y la ciudadana perciben que, con reglas del juego que oscilan al capricho de los caudillos, se les escapan las decisiones fundamentales y su participacin en la poltica queda restringida a legitimar con sus votos unas elecciones convertidas en lo que Prez-Baltodano llama la rifa quinquenal del derecho a la impunidad. (Prez-Baltodano, 2004: 139) Hay crisis de la democracia porque los ciudadanos se ven expuestos al efecto de decisiones que no controlan. El FSLN y el PLC son responsables de la apata poltica que de todo esto se deriva. Y el saldo es obvio: a mayor apata, menor representatividad de los diversos intereses y menor democracia.

tantos retos, tantos rostros

Como la izquierda que pretende ser el FSLN no est tocando fondo, sino hablando de esa entidad abstracta que llaman pueblo, no tiene una palabra oficial sobre los nicaragenses que abandonan el pas. Para los problemas de quienes no pudiendo cambiar el pas, cambian de pas, ni el populismo ni la tecnocracia tienen formulaciones adecuadas. Los nicaragenses que residen permanente o temporalmente en Costa Rica son ya el 10% de la poblacin nacional. En una encuesta que la firma M&R realiz en el mes de junio de 2003, el 65.3% de los encuestados dijeron estar dispuestos a emigrar a otro pas si se les presenta la oportunidad (El Nuevo Diario, 27 de junio de 2003). Ms radical an fue el 57% de nicaragenses que, en una encuesta realizada en Nicaragua a principios de 2003, confes su deseo de haber nacido en otro pas (Equipo NITLAPAN-Envo, marzo 2003: 6).

Esos migrantes y las redes e identidades transfronterizas que construyen (Castro, Morales; 2002) son un movimiento social de una ndole que constituye un reto a la izquierda. Otros retos le lanzan a la izquierda las pandillas juveniles, los campesinos sin tierra en conflictos por conseguirlas, las vctimas de la depredacin de los recursos naturales en zonas indgenas, los productores que trabajan en agricultura orgnica y en comercio justo. Tantos retos, tantos rostros. No son cifras. Todos tienen un rol expresivo en la construccin de identidades colectivas y reconocimiento social y un rol prctico que reta los acuerdos institucionales existentes (Jelin, 1998: 413). Ambos son esenciales para viabilizar la democracia y generar polticas congruentes. El FSLN no convierte en leyes estos temas ni representa los intereses de estos grupos.

Muchos de estos movimientos, grupos y temas estn siendo abordados por las ONG. En sus agendas aparecen todos estos retos que el FSLN no asumi ni asume hoy: gnero, medio ambiente, etnias. Los asume la izquierda en la dispora, formada mayoritariamente por intelectuales y profesionales de races sandinistas. Como lcidamente explica Prez-Baltodano, sus representaciones son voluntarias, basadas en principios ticos y no en una coincidencia de intereses entre estas organizaciones y los sectores que dicen representar (Prez-Baltodano, 2004: 121). Sin embargo y a pesar de sus bemoles, muchas veces sirven de intermediarios polticos que llevan las necesidades y demandas de voces no articuladas a la esfera pblica, vinculndolas a las instituciones estatales, a fin de aproximar Estado y sociedad. Empujan hacia el proyecto democrtico de izquierda, que slo tendr plena vigencia el da en que los gremios, los grupos de productores orgnicos y en comercio justo, los migrantes y sus familiares, los jvenes pandilleros y otros muchos ms hagan sus demandas y rompan todos los diques que la cultura poltica nacional les antepone.

ser de izquierda es una tica

El comunismo cientfico tuvo la errnea pretensin de convertir el socialismo en una necesidad poltica y econmica y no slo en un asunto de carcter moral. El capitalismo y otras formas de egosmo humanos sern superados por decisiones de los seres humanos basadas en criterios ticos. La superacin del capitalismo y, ahora del neoliberalismo, no est garantizada por las leyes econmicas. Reivindicar los planteamientos ticos nos hace falta para combatir la asepsia de la tecnocracia neoliberal, uno de los aspectos ms peligrosos del neoliberalismo, uno de los que ms ha contaminado a la izquierda. La retrica y la racionalidad tecnocrtica envasa la pobreza en una frmula matemtica, vacindola de su carcter trgico y reduciendo su combate a una desapasionada y fantasiosa manipulacin de variables. Fernando Savater deca que no hay ms triste y repugnante derechista que un burcrata de izquierdas reciclado. (Savater, 2000: 245) Ahora tenemos por doquier a muchos burcratas sandinistas en ONG, en el gobierno, en los aparatos de los organismos multilaterales, repitiendo con fines piadosos el lenguaje de la tecnocracia neoliberal.

La izquierda debe procurar que los pobres no sean cifras en textos burocrticos, sino rostros y, sobre todo, voces en la Asamblea Nacional, en las convenciones de los partidos y en los medios de comunicacin. Un aporte muy importante de la izquierda es negarse a emplear el lenguaje de la tecnocracia, minar la capacidad de la tecnocracia neoliberal de darle nombres a las cosas, especialmente porque esos nombres, los trminos que emplea, son representaciones conceptuales elaboradas en base al estudio del desarrollo histrico de las sociedades capitalistas avanzadas y trasplantadas a sociedades con historias diferentes (Prez-Baltodano, 2004: 91).

del poder conquistado al aferramiento al poder

Los rasgos que de manera ms ostensible distinguen a la izquierda nicaragense del resto de izquierdas centroamericanas son el xito que tuvo en la conquista del poder del Estado y su persistencia en conservar ms cuotas de ese poder, por encima de cualquier otra prioridad relacionada con la propia identidad y con acciones y proyectos de izquierda. De ambos rasgos el poder conquistado y el aferramiento a ese poder se derivan vicios que son hoy un fardo para todas las formas de izquierda que mal conviven en Nicaragua.

De la conquista del poder y de su manipulacin durante ms de diez aos, el FSLN hered un control centralizado de los gremios y la capacidad de cooptar cualquier otro movimiento social u organizacin popular, la habilidad para capitalizar incluso los brotes espontneos de descontento popular y un monopolio de la izquierda ideolgica y partidaria en el pas. Estos elementos refuerzan la posicin dominante del FSLN y le permiten distanciamientos tcticos de sus antiguos programas y aproximaciones a la derecha ms antisandinista su nmesis poltica, el Partido Liberal Constitucionalista, estrategia inspirada por una concepcin instrumental de la poltica.

El FSLN est demasiado enfrascado en sus mezquinas batallas por el poder de su cpula dirigente. No tiene tiempo, energa ni voluntad para luchar contra el neoliberalimo. Su produccin de leyes de poltica social es menos que exigua, no se reverdece ni rejuvenece, no se hace laico ni lucha por la institucionalidad nacional, no se sacude el caudillismo ni el verticalismo. Reproduce todos los vicios de la cultura poltica nacional. Hagmosle un favor a Nicaragua: acabemos de una vez por todas con el mito de que el FSLN es izquierda.

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……………………………………………………………………………

[1] El promedio nacional es de 29 %.

[2] En Managua esos servicios llegan al 98.7 % de las viviendas, en Len al 78.9 %, en Granada al 85.1 % y en Masaya al 93.4 %.

FUTBOL, EL PAJARO PICON-PICON Y EL GOBIERNO ARENERO

Recientemente la secretara de la juventud ha dado a conocer que lanzar un plan para rescatar el ftbol salvadoreo, para esto propone brillantemente reclutar jvenes talentos en todo el pas. El Sr. Funes responsable de esta cartera no tiene ni la ms mnima idea de lo que es una poltica cultural y como est se traduce en estrategias de accin en las reas y sub reas correspondientes. El deporte es un derecho no satisfecho y violentado desde siempre.

Ciertamente es penoso y hasta vergonzoso escuchar a este muchacho lleno de emotividad y muy orgulloso de su mediocre idea, claro esa reducida y limitada propuesta no es producto de su cabeza de manera exclusiva, al menos esa puede ser su defensa. El deporte en El Salvador siempre ha sido utilizado solo con fines polticos electorales o bien para darle circo y pan al pueblo, a lo mucho es promovido como accin recreativa ms no como hecho formativo integral.

El presidente Saca, con su muy limitada experiencia en el tema, la cual se limita a narrador de ftbol, su visin es la del espectculo, la del evento para mantener la atencin de manera sensacionalista en el pueblo. Un hecho de evidente retrazo y poca perspectiva es que la brillante propuesta de Funes se limita al ftbol, pero qu pasa con las otras ramas deportivas?, claro el ftbol pude servir para seguir dando migajas al pueblo y seguir con la poltica de para mientras hasta que se les ocurra otra cosa.

Sera honroso y digno que Funes y Saca se pronuncien sobre el caso de la seleccin nacional de ftbol y de manera valiente tomen la decisin de sanear ese nido de oportunistas que viven ganando experiencia y cobrando salarios altos a costa de los impuestos del pueblo.

Pero ese es mucho pedir, con lo hasta ahora visto por parte del gobierno, no sera extrao que escuchemos en las radios de una corporacin muy cercana al presidente, la muy famosa cancin del pjaro picn-picn para generar una atmsfera de apoyo a la propuesta recin lanzada.

Le recomendamos a Funes y a Saca que lean sobre polticas culturales y como se formulan de manera participativa y consultando a sectores y personalidades doctos en la materia. El pas necesita una poltica cultural y que de esta se definan las estrategias de accin de manera sostenida encaminadas a formar deportivamente fsica, emocional y Psicolgicamente de manera integral.

Los ndices de progreso deportivo de un pas son indicadores de desarrollo cultural y social de un pas, pero salir con ese churrito de una academia para atender a menos del 1% de la juventud salvadorea no puede ser considerada como una accin del estado, no basta tener canchas ni regalar pelotas, si el gobierno quiere demostrar verdadero inters por el deporte, deben de tener voluntad poltica y dar muestras de capacidad real.

Por ejemplo, un paso en esta va sera potenciar y fortalecer la educacin fsica en educacin bsica y media, invertir en formar y actualizar a profesores de educacin fsica, mejorar la infraestructura deportiva escolar e incorporar el deporte en el plan 2021 que dicho sea de paso lo han dejado fuera, lo que demuestra la inconsistencia de dicho plan y la falta de visin estratgica gubernamental.

Mientras tanto, Sr. Saca y Sr. Funes sueen que van a tener una seleccin mundialista que llegar a las finales y que de su academia saldrn los ms cotizados futbolistas para ser exportados al mundo, (hasta en el deporte piensan en seguir exportando mano de obra barata y calificada) es posible que les enseen ingles y as sean mundialistas bilinges y den conferencias de prensa en ingls.

Pero en fin hablar de plan nacional de deporte es pedir mucho, Saca y Funes seguramente ya andan regalando camisetas del plan de rescate y bailando el pjaro picn-picn.

PENTECOSTES ES LUCHA Y ESPERANZA

Reflexin sobre Juan 20:19-23

Pentecosts significa presencia de Dios; acompaamiento de Dios; la certeza que Dios nunca nos abandona, siempre camina con nosotros y nosotras, en los momentos tristes y en los momentos de alegra. Nunca estamos solos cuando tenemos fe, y es en la lucha que crece la esperanza.

Luego del asesinato de Jess de Nazaret se desencaden una violenta represin contra sus seguidores. Y fueron encarcelados desaparecidos, dispersados, diezmados. Fjense que el texto nos habla que se reunan ‘con las puertas cerradas.’ Experimentaron el temor, la angustia y la incertidumbre.

Cuando el temor se apodera de nuestras vidas nos bloquea la esperanza. No sabemos que hacer, hacia donde caminar. Nos sentimos arrinconados, derrotados, inmovilizados. As se sentan los seguidores de Jess y no era para menos, haban presenciado la prepotencia romana de su cruel asesinato y esto los golpe profundamente. Estaban temerosos y angustiados. Se saban perseguidos y la luz de la esperanza que era Jess se haba apagado.

Era tal su temor que no reconocen a Jess resucitado y este se ve obligado a mostrarles las manos y el costado. El temor y la angustia los domina de tal manera que no les permite reconocer a su antiguo camarada de luchas y de sueos, al galileo rebelde, al predicador subversivo que fue crucificado. Estn esclavizados, sometidos, humillados.

Jess los busca y los encuentra y con una gran alegra los saluda desde el fondo de su corazn: Shalom! La Paz sea con ustedes! Les grita con todo su cuerpo, con su voz victoriosa: aqu estoy, no pudieron matarme, fracasaron los imperialistas, tengan confianza, recuperen la esperanza, hay que organizarnos de nuevo, hay que recorrer las aldeas, reanudar los contactos, vamos hacia la victoria, la lucha contina…

Jess resucitado les repite el mismo mensaje: ‘as como el padre me envi a m as yo los envo a ustedes.’ Hay que ponerse de nuevo en el camino para predicar las Buenas Nuevas del Reino de Dios; hay que gritar ms fuerte para denunciar las injusticias, hay que abrir nuestros corazones a la solidaridad con los que sufren, hay que acompaar a los que suean y luchan.

Y Jess resucitado sopl sobre ellos, coordin, planific, los entusiasmo para vencer el temor y continuar la lucha, para ir construyendo el Reino en cada familia, en cada comunidad, en cada pas, en cada continente. Firmes y adelante para no temer a los que matan el cuerpo pero no pueden matar nuestro Espritu de lucha.

Con toda la fuerza del amor y del compromiso, Jess les proclama: reciban el Espritu Santo. Reciban la fuerza de lo alto que nos impulsa a luchar por la justicia, por la verdad, por la alegra. La fuerza que nos permite enfrentarnos a los poderosos y defender a los dbiles. La fuerza que nos hacer ser comunidad en un mundo dividido. La fuerza de Pentecosts.

Pentecosts es muy importante porque muchas veces nos sentimos en Latinoamrica como esos discpulos de Jess que estaban atemorizados ante el podero romano. Muchas veces pensamos que no existe otra salida ms que rendirnos y asimilarnos, buscar como integrarnos al sistema ya que los enemigos son muy poderosos.

Y nos sentimos acorralados por los problemas, por los conflictos, por las deudas, por el temor al futuro. Y es en esos momentos que debemos de repetirnos: la Paz sea con ustedes, la Paz sea con nosotros y nosotras! Tenemos el Espritu Santo, nada ni nadie podr derrotarnos!

Cada persona debe buscar su propio Pentecosts. Cada uno de nosotros y de nosotras tenemos nuestro propio Pentecosts, porque Dios nos ama, porque Jess nos lo prometi y porque tenemos la seguridad que el Espritu Santo se ha derramado sobre nuestros pueblos que sufren y suean, que caminan y creen. Amn.

Rev. Roberto Pineda

  • Predicacin en Vigilia de Pentecosts, 18 de mayo de 2002, de Iglesia Luterana La Resurreccin, San Salvador, El Salvador.

La construccin de poder: asambleas y sujeto social

Entrevista a Rubn Dri. Rubn Dri es Filsofo, Telogo y Docente de Filosofa y Ciencias de la Educacin de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Participa activamente en la Asamblea de Juan. B. Justo y Corrientes. Es autor, entre otros libros, de Proceso a la Iglesia Argentina: las relaciones de la jerarqua eclesistica y los gobiernos de Alfonsn y Menem.

La construccin de poder: Asambleas y sujeto social

Se puede hoy hablar de la vuelta a la idea de un sujeto sartreano, un sujeto comprometido con la realidad social, con su poca, con la posibilidad de trabajar intersubjetivamente?

-Yo nunca pens que el sujeto se pueda realizar si no trabaja con el otro, si no trabaja con la realidad social y poltica, dentro del marco de un trabajo de construccin colectiva; incluso en las pocas ms nefastas, despus de la dictadura militar, la dcada del 90, cuando aqu se impone un neoliberalismo fundamentalista y con todo un discurso que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos, de pleno individualismo, para m el concepto permaneca totalmente vigente, que era trabajar con el otro, trabajar para la transformacin de la realidad social que, era a su vez, la transformacin del sujeto que debe ser siempre intersubjetiva. El problema es que en esa etapa el trabajo se haca muy difcil, se haca cuesta arriba pensar en proyectos colectivos. Sin embargo, ese era el camino que siempre hubo que buscar, que yo trat de transitar y de hecho siempre estuve trabajando en contacto con grupos de base, agrupaciones sociales, asociaciones cristianas, y adems, con grupos universitarios, de jvenes. Eso ha cambiado bastante. Se ha venido produciendo un quiebre de la concepcin neoliberal en la conciencia colectiva. No quiere decir que el quiebre ya est hecho, pero tuvo un epicentro, un estallido, en las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001.

Esas jornadas, de hecho lo que hicieron fueron manifestar en la escena pblica, todo un proceso subterrneo que se vena dando, con bastante fuerza, en las bases subjetivas, que en ese momento estallan. Tiene que haber diversas condiciones para que se produzca un estallido, que en ese momento es la extrema debilidad del gobierno de Fernando De la Ra, la traicin completa de ese gobierno a lo que haba prometido, ms el querer imprimir la represin mediante el estado de sitio. Se juntan, adems, los intereses de otros sectores que quieren a su vez el poder; ah estn las ambiciones, las maquinaciones del aparato duhaldista, es decir, hay diversos factores que intervienen. Digo esto porque en los anlisis que se hacen, a veces se unilateraliza demasiado diciendo que en ese momento lo que triunf fue el aparato de Duhalde. Ese anlisis unilateral es parte de la verdad pero no es la verdad que a m me interesa, porque hay otra verdad.

Cul es esa otra verdad?
– Que hay una insurgencia popular, hay una expresin pblica de aspiraciones muy profundas de sectores populares que se expresaron de dos maneras fundamentales: una manera negativa y otra positiva. Negativamente se expresaron con el que se vayan todos. El que se vayan todos hoy se lo quiere deslegitimar, de hecho cuando se lo interpreta de una manera literal no tiene sentido, porque significa que se vaya este o aquel, pero en esa frase hay una aspiracin muy profunda que es que se vayan todos los que son responsables de este proyecto neoliberal, que expresa el deseo de terminar con ese proyecto, el neoliberalismo, que nos ha sumido en esta miseria. A m me parece que esta es la lectura que hay que hacer, porque es lo que estaba en las aspiraciones populares de los que ah nos expresbamos, que eran amplios y diferentes sectores sociales, porque ah nos encontrbamos maestros, profesores, universitarios, intelectuales, clase media venida a menos, desocupados, villeros, cartoneros. Era una mezcla de sectores sociales, pero a todos nos una precisamente la idea que este proyecto nos estaba dejando afuera. Eso se expresa colectivamente en esas jornadas y es uno de los momentos, a mi modo de ver, ms altos de la conciencia y de la racionalidad colectiva o popular. No es meramente un estallido pasional e irracional, es todo lo contrario: es un momento en que la pasin, las ganas, se unen a la razn. Tanto es as que se apunta a los enemigos, a los que son verdaderamente los responsables. El enemigo ya no es el vecino, el piquetero; se apunta racionalmente hacia los responsables. Hubo una razn muy profunda unida a una pasin muy profunda. Yo creo que los grandes momentos constructivos, creadores, son esos momentos en que el Eros, como lo elabora Platn, y el Logos se conjuntan. Cuando Eros y Logos logran una conjuncin se produce un momento de mxima creatividad filosfica, potica, poltica, artstica. En una insurreccin como la del 19 y 20 de diciembre yo veo esa conjuncin.

Ahora bien, y para continuar la idea, las profundas aspiraciones sociales se expresaron positivamente de la siguiente manera: no queremos ms representantes, no queremos ms la clase poltica, el poder vuelve a nosotros, a la horizontalidad o la democracia directa. Es decir, nosotros reasumimos nuestra propia representacin. De ah surgen las asambleas con su horizontalidad y el no delegar. Esto tambin hay que saber leerlo con detenimiento y no literalmente, porque si se lo lee literalmente se confunde lo que es una aspiracin profunda, que siempre es utpica, con los proyectos. Porque estas aspiraciones profundas o utopas, deben luego corporizarse, encarnarse en proyectos concretos, y en ellos la utopa nunca est pura. El decir que el poder lo tenemos nosotros, que es plenamente horizontal, no puede efectivizarse si queda ah; debe organizarse y para ello se elabora un proyecto y vuelve a haber representantes, quienes tienen mandato. Ese representante no puede, cada vez que debe tomar una decisin, reunir a la asamblea; tiene que tener un poder de actuar de por s, frente al cual la asamblea, la base, tendr el poder supremo, y la posibilidad de pedirle al representante que rinda cuenta de sus resoluciones.

-Usted cree que despus de la eclosin del 19 y 20 de diciembre del 2001 y de la conformacin de las asambleas populares, se pudo realmente materializar esta expresin de cambio en nuevas discursividades, nuevas prcticas para afrontar los desafos que sigue planteando la realidad del pas.
– S, y naturalmente que con matices, y esto tengo que desarrollarlo. El primer momento de entusiasmo, primer momento carismtico, para emplear una categora Weberiana, que en realidad es una categora cristiana, yo lo reinterpreto como ese momento de unin del Eros con el Logos. Es un momento que no se puede mantener por largo tiempo en la cotidianeidad; la cotidianeidad es rutina, por eso hay una rutinizacin. Era lgico esperar que al momento carismtico le iba a llegar la rutinizacin, pero esa rutinizacin no nos iba a llevar a la desmembracin completa ni a la derrota si es que a partir de ese entusiasmo nosotros ramos capaces de tener organizaciones que hiciesen efectivos nuestros deseos. Por lo tanto, lo que necesitbamos era una mnima organizacin para poder seguir trabajando durante el perodo de rutinizacin. Entiendo que esto es lo que ha pasado. Es decir, hubo asambleas en las cuales la ceguera dogmtica de la denominada izquierda, hizo que funcionasen como un poder disolvente de muchas asambleas, de modo que muchas de ellas no pudieron gestar algo nuevo y directamente se disolvieron o fueron absorbidas. Hubo otras asambleas en las cuales la rutinizacin, la no-organizacin, tambin las llev a un tipo de disolucin. Pero quedan bastantes asambleas funcionando hoy, no con el fervor y el entusiasmo de inicio, pero s con mayor eficacia.
– En qu perodo de trabajo estn las asambleas que quedan organizadas?
– En este momento es un perodo de consolidacin y de paulatina expansin de trabajos concretos, como por ejemplo, la conformacin de ollas populares junto con cartoneros, la formacin de merenderos, la conformacin de talleres, de cursos, de actividades culturales a partir de ir logrando determinados locales, lugares fsicos. En un momento muy romntico de las asambleas funcionamos en la calle, al aire libre, llueva o truene, pero eso no puede durar siempre, por eso yo hablo de la organizacin que supone siempre una materialidad. Eso lo van logrando las asambleas. En la que yo estoy trabajando, que es la de Juan B. Justo y Corrientes, hace poco que hemos conseguido el local, y a partir de eso hay ms compaeros que se acercan y aumentan las iniciativas.
– En otras dcadas, como la del 60 y 70, el objetivo era la formacin de cuadros para la toma del poder. Cul es el fin de las asambleas hoy, a travs de estos talleres, seminarios yotras actividades?
– Creo que en las asambleas hay muchas contradicciones, y es muy difcil a partir de ellas, pensar directamente en la organizacin poltica. Me estoy refiriendo a lo que tradicionalmente se llama partido poltico. Por eso yo estoy trabajando tambin en otro tipo de emprendimiento, directamente poltico, que es la Coordinadora de Organizaciones Populares Autnomas ( C.O.P.A.) Es en ella dnde nosotros pensamos cmo organizarnos, desde distintas agrupaciones, desde distintas experiencias, como por ejemplo, las agrupaciones campesinas, las estudiantiles, las de derechos humanos, culturales, grupos de intelectuales, etc.; vamos coordinndonos y vamos discutiendo polticamente sobre cmo debe ser la construccin poltica y cmo la vamos construyendo. Vamos avanzando, en ese sentido, en que los distintos emprendimientos que se van haciendo se van coordinando a travs de mesasregionales y una mesa nacional, que se rene peridicamente, analiza todo y tiene que ir formulando polticas, cosa que an no lo hace por la eficiencia del crecimiento.
– Pero el fin es insertarse, a travs de la participacin poltica, dentro de este sistema democrtico?
– Est claro que hay que derribar este sistema; el problema es cmo se hace. Ese es el camino que nosotros tenemos que ir debatiendo mientras vamos creciendo en construccin de poder. En lugar de pensar directamente en la toma del poder, que en realidad, cuando se piensa en la toma del poder y se va a elecciones, se est pensando en la toma del gobierno, hay que pensar cmo construir un poder efectivo. Construir poder efectivo significa organizarse intersubjetivamente,socialmente, y a partir de ah, construir, reclamar, es decir, ser eficaz. Se participar o no en elecciones, ac no puede haber un dogma. Para poder cambiar las reglas del sistema, si no podemos construir poder organizado, eso no lo vamos a cambiar. Es un proceso que tenemos que transitar. Tenemos claro que tenemos que salir del capitalismo para poder salir de esta situacin. Se han transitado distintos caminos. Ahora estamos transitando un camino diferente pero que recoge todas las experiencias anteriores y las reformula. Por eso, ni quedarse en la plena horizontalidad, el puro asamblesmo, ni tampoco pensar ahora cmo construimos el partido vertical para ira tomar el poder. Ninguna de las dos cosas, pero tomamos de las dos. Porqu? Porque s creemos que el poder est en las bases, que hay que construirlo desde abajo; pero creemos tambin que sin organizacin no vamos a ningn lado. En toda organizacin hay liderazgo y en algn momento se va a decidir y se va a formular. Si no llegamos a la construccin de un poder no podemos ser eficaces; estamos simplemente reproduciendo lo peor de lo anterior. Esta es una sociedad terriblemente violenta, la sufrimos todos, y nadie le puede decir al pueblo la violencia que tiene que emplear. Pero para eso tenemos nosotros que hacer un aprendizaje y un anlisis para saber cul es el nivel de acciones, de resistencia, de violencia que hay que emplear, porque no podemos seguir jugando para el enemigo. Muchas veces un acto de violencia sirve solamente para que se legitime la represin, porque no provoca crecimiento en la conciencia y en la organizacin popular, entonces est sirviendo al enemigo aunque uno crea que est sirviendo al proceso popular.
– Cmo definira, desde su lugar de construccin de un espacio nuevo de poder, la categora violencia y su implementacin?
– La categora violencia es lo mismo que la categora vida, porque en griego fuerza es bias y vida es bios. Es la vida que es fuerza, esa es la violencia. Pero la vida que es fuerza es una violencia constructiva, una violencia que construye. Nosotros no estamos con la violencia que destruye. Laviolencia opresora es la muerte, en cambio esta violencia es constructiva, porque va destruyendo todo esos obstculos que se oponen al crecimiento de la vida. Enese sentido es que nosotros no podemos estar de ninguna manera en contra de la violencia.

De piquetes, neokeynesianismo y ballotage frustrado.Cmo analizara ese malestar que hoy vemos que se genera ente los piqueteros y esa clase media empobrecida, que identifica en el piquetero la causa del malestar, de la violencia?
– Esto ha comenzado a romperse. El golpe que ha sufrido la clase media fue tan fuerte, que en un momento ese slogan Piquetes y cacerolas la lucha es una sola, expres por lo menos un fenmeno, si bien no generalizado, de algo nuevo que se viene produciendo en la conciencia de la clase media, que es que el que hoy est en el piquete est en una situacin en la que maana podemos caer nosotros. Es un proceso complejo, pero hay una tendencia que se va a ir profundizando. Por otra parte, tampoco hay que interpretar que el ombligo de la transformacin es el piquetero. Grupos piqueteros o movimientos de trabajadores desocupados tienden a veces a considerarse la vanguardia, la revolucin. Eso tambin hay que combatirlo. De hecho son un grupo importante y muy dinmico, como en otra poca lo fueron los estudiantes, pero cuando los estudiantes se consideraron la vanguardia ah estuvimos perdidos. Para poder pensar en serio en una transformacin profunda que nos lleve a un tipo nuevo de sociedad, hay que pensar hoy al piquetero, al cartonero – que en realidad no son los ltimos escalones, porquehay quienes ni llegan a serpiqueteros o cartoneros – junto al trabajador, al maestro, al intelectual, a distintos grupos culturales. Hay que pensar en articulaciones de estas experiencias que a su vez nos vayan llevando a un tipo diferente de organizacin poltica.
– Podemos pensar que asistimos a un tipo de discurso social esquizofrnico, en el siguiente sentido: por un lado se va a elecciones, se dice querer acabar con un modelo viejo que representa la corrupcin, y por otro lado el discurso que subyace es una reformulacin del mismo modelo?
– Enel seno del modelo neoliberal hay determinados tipos de modificaciones, que no cambian el modelo, pero que no simplemente lo barnizan sino que pueden producir determinado tipo de beneficios a la poblacin. En ese sentido el neo- keynesianismo es una variante, una variante en la que amplios sectores fcilmente se prenden, y no es que est mal que se prendan en el sentido quepueden lograr determinados beneficios; el problema es si llegan a la conviccin de que eso los puede salvar. No es lo mismo la aplicacin fundamentalista neoliberal, como la que se hizo aqu en la dcada del 90, que destruy absolutamente toda la produccin, que un modelo donde se propicia un determinado nivel de produccin y por lo tanto un determinado nivel de trabajo, de salario, que produce algn tipo de bienestar frente al terrible malestar que existe. Hoy los dos discursos son estos, si la realidad va a ser esa, es otra cosa. El discurso de Lpez Murphy, el de Menem, es el discurso plenamente neoliberal. En cambio el discurso de Elisa Carrio y de Nstor Kirchner es un discurso neo-keynesiano; se llame o no as, hablan de la productividad, de dar prioridad a la produccin y generar trabajo genuino. Es un discurso distinto al otro. Depender de la lucha social si se lleva a cabo o no.
– En la ltima entrevista que le realic en 1998, usted me deca que vea en los escraches y en las organizaciones de derechos humanos un sntoma de curacin social. Cules seran hoy los indicadores o sntomas de curacin social?
– El sntoma de curacin social, para m, ha sido en gran parte todas las movilizaciones que se produjeron a partir del 19 y 20 de diciembre del 200: las asambleas, los piquetes, los movimientos de trabajadores desocupados, las nuevas organizaciones que han surgido. En la medida que surge un movimiento de lucha que se organiza, la gente comienza a curarse. Cuando yo siento que me vuelvo a constituir como sujeto comienzo a sentirme bien; me siento mal cuando estoy pasivo, recibo los golpes y me quejo.
– Es fundamental esa relacin con el otro.
– Fundamental; sin la relacin con el otro nadie se cura, siempre que la relacin con el otro sea activa, constructiva. Por eso yo hablo siempre de grupos, de organizacin. La asamblea es un mbito de curacin formidable por lo siguiente: porque es un espacio de construccin, que lo sabemos poltico, pero en el que al mismo tiempo, no tenemos desconfianza uno del otro, porque nadie esta pensando que el otro est maniobrando para obtener un tipo de poder, y que nos pueda utilizar para ello. Es un espacio de gran confianza y al mismo tiempo de construccin poltica, donde uno se siente til, y se cura.
– Si bien es muy genrico hablar del rol de los intelectuales. Cul debe ser segn su punto de vista particular, el rol del intelectual hoy?
– Primero, el intelectual no debe considerarse ombligo de nada, es decir, no es el intelectual quin debe ponerse a dirigir el proceso porque sabe cmo es, sino que debe poner a disposicin su saber. El saber acadmico, para darle un nombre, debe entrar en conexin dialctica con el saber popular. Si no es capaz de hacer esto no sirve para nada. El pueblo necesita el saber acadmico, pero ste sin el saber popular est en el aire. De la conexin de ambos surge la accin eficaz, creativa, por eso el intelectual tiene que dialogar con los sectores populares y para hacerlo debe estar conectado con los fenmenos sociales, culturales, que estn ocurriendo.
– No puede ser un mero observador.
– Exactamente, el compromiso significa eso: tiene que saber qu piensa, qu siente la gente; brindar lo que sabe y entrar en dialogo con ellos, porque el dilogo es lo que me permite a m pensar no en el aire, sino sobre una realidad concreta. Es una sntesis dialctica.
– Una pregunta que remite a la ms voraz realidad poltica. Ante la bajada de Menem del ballotage, al que llegaronrepresentantes de un mismo signo poltico, qu anlisis puede realizar usted frente al prximo perodo poltico que se inicia en el pas?
– Primero yo quiero decir que festejo la cada de Menem y el menemismo, porque representa una lacra pestfera insoportable. Con esto no quiero decir que estoy contento con el duhaldismo, con Kirscher o con quin sea, pero s creo que hay algo que se ha cado, y esto no es menor, porque esto es una llamada de atencin tambin para los otros. Me parece que cerramos parte de una etapa, hay una purulencia que finalmente nosotros la descartamos, nos queda ahora seguir trabajando. El prximo gobierno es un gobierno que est en condiciones sociales diferentes a los anteriores; despus del 19 y 20 de diciembre del 2001 las condiciones han cambiado, ya no pueden hacer cualquier cosa, de hecho hemos visto lo que le pas a la Alianza. El prximo gobierno est muy condicionado. Yo espero que sea lo suficientemente inteligente como para darse cuenta, y por ende, actuar de acuerdo a los sectores sociales, que son los que estn empujando hoy. Si no lo hace, tambin va a caer. Su legitimidad la tiene que construir desde ahora. Y yo no apuesto simplemente a su ilegitimidad, es decir no apuesto a su cada, porque si yo hoy tuviese la organizacin s entonces apostara con todo. Si cae el gobierno no cae el sistema capitalista. A m me interesa que este gobierno pueda manejar las cosas de tal modo que los sectores sociales podamos crecer, podamos manifestarnos y organizarnos. Esta es mi apuesta fuerte, que perdure para que podamos organizarnos para cambiar ms tarde no el gobierno sino el sistema. Si nos organizamos y crecemos, puede que todas estas etapas de lucha sirvan para el crecimiento del movimiento popular

Un dios cotidiano: Reformulacin teolgica del cristianismo – Durante el Concilio Vaticano II, se discuti cmo predicar el cristianismo en el siglo XX. Cmo se predica en el siglo XXI? –
– Yo corregira lo de predicar el cristianismo, porque el cristianismo es la iluminacin de los valores ms profundos y realizadores del ser humano, por lo tanto, se trata de transmitir y reinterpretar la realidad a partir de esta iluminacin que nos da el cristianismo. Y los valores humanos no se expresan solamente en una cultura que sera la cultura cristiana, sino que se expresa en diferentes culturas. Una cultura islmica, budista, una cultura de los pueblos indgenas no puede ser una cultura cristiana, entonces yo no puedo transmitir el cristianismo, si por eso se entiende transmitirle el dogma o diferentes conceptos que solamente pertenecen al cristianismo. Lo que el cristianismo le debe transmitir es, precisamente, los valores ms esenciales del ser humano como ser humano, porque ah es donde se descubre a Dios. Lo que nos trasmite Jess es que Dios est en el hombre, en la sociedad, pero solamente en la realizacin plena de un ser humano, en la realizacin plena de una sociedad es donde descubrimos a Dios. Pero yo lo voy a expresar con mis smbolos y mis categoras de cultura cristiana; el budista no lo va a expresar as, lo va a expresar de otra manera. El cristianismo es un camino para llegar a lo ms profundo del ser humano y por lo tanto llegar a Dios, pero puede haber otros caminos con los cuales el cristianismo tiene que dialogar; ms que predicar tiene que dialogar.
– Si Dios est en el cuerpo de los hombres a travs de Jess, cmo se pueden justificar acciones blicas, guerras, en dnde los hombres se matan entre s, lo cual implica simblicamente matar a Jess?
– No se puede justificar una guerra. Una guerra es una prctica de muerte y la de Jess es una prctica de vida. El nico que puede justificar la muerte es quin defiende la vida, por lo tanto, el dominado que se ve obligado a luchar para defender su vida. Es la nica justificacin. Pero una guerra, la guerra de conquista, las cruzadas, las guerras de exterminio, no pueden tener ninguna justificacin cristiana porque son directamente anticristianas, estn basadas en una teologa de dominacin, que ya est en la Biblia, son las teologas monrquicas, sacerdotales. La de Jess es una teologa de liberacin, tiene como premisa fundamental que Dios est en el oprimido, en el pobre y no quiere la opresin, por lo tanto lo que legitima son luchas de liberacin, prcticas de liberacin, toda prctica de transformacin del ser humano y de la sociedad en funcin de un ser humano mejor, ms realizado, ms feliz. La teologa de dominacin de la Iglesia es, precisamente, la teologa de dominacin de una institucin que en lugar de aceptar plenamente el proyecto de liberacin de Jess, est enmarcada en un proyecto de dominacin, de poder.
– La institucin Iglesia, en qu estadio cree que se encuentra actualmente?
– Est en un estadio sacerdotal, de dominacin, que ha retrocedido frente a los avances que haba significado Juan XXIII, en la dcada del 60, y el Concilio Vaticano II. Retrocedi hacia un tipo de estructura jerrquica de dominacincon amplia base popular en un proyecto populista, es decir clientelar, donde los fieles son considerados directamente ovejas, sbditos y no actores, no verdaderamente sujetos.
– Dios evoluciona junto al hombre, representa o tiene en cuenta los derechos de las minoras, de las mujeres, los homosexuales?Es decir, a medida que el hombre evoluciona y se libera de ciertas ataduras medievales, Dios acompaa esa evolucin?
– Esta es la concepcin que surge con el xodo. Hacia 1250 a.c., cuando un grupo de esclavos, que no era un pueblo como dice el relato sacerdotal de la Biblia, sino un grupo de esclavos, logra liberarse. Este grupo, con un lder que se llama Moiss, reflexiona y piensa: Dios no quiere un estado monrquico, un estado dominador, como es el estado egipcio; Dios est con el oprimido, con el pobre y por ende quiere la liberacin. La teologa de la liberacin, la concepcin del Dios liberador, surge ah. Esto es totalmente revolucionario porque todas las teologas eran teologasdel poder:los sacerdotes estaban con el poder. Eso se puede ver en Egipto, en Asiria, en Babilonia, en los smeros, etc. Esta es la concepcin que van a retomar los grandes profetas, y sobre todo, Jess de Nazaret. Jess considera que Dios est en el pobre, en el oprimido, est en contra de la dominacin. Con relacin a lo que me pregunta, Dios est hoy en las minoras oprimidas y vamos descubriendo nuevas facetas de Dios. Dios comprometido en la historia, se va transformando, por lo menos en nuestra concepcin, y hoy lo vemos de una manera distinta, no slo como varn sino tambin como mujer. No sabemos como es Dios, eso es lo primero que debe decir la teologa; lo que hacemos son aproximaciones. A partir de las experiencias religiosas, que son experiencias humanas, experiencias sociales, polticas, etc., vamos avanzando en nuestra concepcin teolgica de Dios y lo vamos reformulando.
– De acuerdo a esa reformulacin se van contemplando los derechos de las minoras, incluso minoras sexuales?

Seguro, y tenemos que ver el derecho de los negros, el de los asiticos, el de los pueblos originarios de Amrica. Hoy la teora de la liberacin est desafiada, precisamente por el descubrimiento de todos estos nuevos fenmenos que han aparecido. Por eso hoy la teora de la liberacin no es slo la que surgi en la dcada del 60, en el seno de nuestro compromiso que viene fundamentalmente del catolicismo, sino que es una teologa que entra en dialogo con la teologa negra, la asitica, con las teologas que surgen de los pueblos originarios. Hoy nosotros no somos los que tenemos la revelacin, sino que participamos con distintos grupos y juntos tenemos que ir avanzando.
– Y la institucin Iglesia?
– La institucin Iglesia es una institucin dogmtica, de poder, que cree tener la verdad; pero la Iglesia teolgicamente no es la institucin. Yo no pertenezco a la institucin Iglesia y no me considero fuera de ella. La Iglesia es la comunidad de creyentes,ah donde yo me uno con creyentes estoy en la iglesia e incluso cuando no sean creyentes explcitos, cuando sean ateos, pero que me una con ellos la lucha por la liberacin del ser humano, es ah donde yo me considero dentro de una Iglesia, dentro de una comunidad donde est Dios. Dios est donde el hombre se libera.
– En un comienzo, el pobre estaba considerado como un vehculo o un modo de conseguir un acercamiento al paraso, a partir de conceptos como la caridad. Ese concepto despus se reformula y da paso a la idea de que el pobre es pobre por sus propios vicios. Usted no cree que esa reformulacin del concepto de pobre es la que prim finalmente y nos ronda hoy?
– S, los negros no quieren trabajar, es el concepto de hoy, y adems es una cultura clasemediera muy expandida. Ha habido un trabajo ideolgico muy fuerte que ha creado toda una cultura que es necesario revertir.
– Pero que tuvo un viso institucional, un apoyo eclesistico
– S, y que adems intent legitimar, a travs de determinados textos, tomados literalmente, descontextualizados completamente y a veces traducidos errneamente, como por ejemplo: Siempre habr pobres; mal traducido del griego, idioma que yo conozco. Es un texto totalmente tergiversado y ha servido para legitimar cualquier tipo de poltica opresora, porque el texto es en realidad una discusin sobre la economa que se entabla en el grupo que acompaa a Jess, donde Jess les dice: A los pobres siempre los tienen con ustedes, y el problema se soluciona estando con ellos, luchando ah, que es una cosa muy distinta que decir siempre habr pobres. Ha habido siempre una prdica acerca de que siempre habr pobres, de que no existe la cultura del trabajo, que son pobres por sus vicios. Adems de haberlos oprimido se les introyecta el complejo de culpa, es decir, adems de ser pobres son culpables por lo que son. Eso es una perversin completa y eso es haber pervertido el cristianismo de una manera realmente intolerable.
– Qu es la caridad?
– Es algo perverso, porque la caridad consiste en lo siguiente: Alguien da y el otro simplemente recibe. El que solamente recibe es un objeto porque tiene necesidad de recibir, porque no puede generar sus propias condiciones de vida, lo que significa que no puede crearse como sujeto y por lo tanto permanece como objeto. Lamentablemente esta actividad perversa se vuelve una necesidad en el capitalismo, porque hay determinados sectores que quedan fuera y tienen necesidad de comer, y la nica manera de hacerlo es mediante la caridad, por lo tanto, se crea un circulo perverso. En ese sentido, cuando se ensalza tanto a la madre Teresa de Calcuta y a otros caritativos que andan por ah, es porque el sistema capitalista tiene mucho inters en que se los ensalce, y desearan tener unas quinientas madres Teresa de Calcuta que les fuesen solucionando los problemas a todos los enfermos y hambrientos que el sistema va dejando. Entonces pueden ir creando nuevos hambrientos y al mismo tiempo limpindose de culpa porque a su vez hay asilos, hospitales y madres Teresa que les solucionan el problema.
– Para volver al plano poltico actual, los planes trabajar, o Jefas y Jefes de Familia, no se vinculan con este concepto de caridad?
– S, tambin eso es perverso, es un concepto de caridad. Lamentablemente hoy aquel que pueda beneficiarse con uno de estos planes puede comer unos das, pero como concepto es perverso. El que pueda acceder a un plan que lo agarre, pero tendra que tener conciencia que se debe cambiar, porque sino es un objeto, y tienen que tener conciencia adems de que eso lo estn consiguiendo por una lucha social que se est dando, que a lo mejor no la dio l, pero la estn dando otros que s son sujetos, y que si se permanece en esa situacin va a permanecer existiendo como objeto, y van a seguir haciendo con l lo que quieran.
– Cree Usted que, en una poca en la cual el depositario de la verdad parecera ser la ciencia, la religin y la fe estn en crisis?

No, la religin no est en crisis, estn en crisis las instituciones religiosas. La religin est realmente en un momento de florecimiento extraordinario. No quiero yo alegrarme con esto simplemente porque ese florecimiento muchas veces tiene que ver con faltas de respuestas en el mbito poltico, social y cultural. La religin es un sentimiento muy profundo del ser humano que, sobre todo, se aviva en determinados momentos de crisis porque pasa a ser la nica respuesta que va encontrando el ser humano. La religin, el mito, la mitologa, la filosofa, son grandes respuestas que necesita y busca el ser humano, y por lo tanto no son irracionales, son racionales. Naturalmente, no responden a la racionalidad de tipo cientfico, que es otro tipo de racionalidad pero no la ms abarcativa. Cuando el ser humano pierde sus conexiones religiosas, filosficas, teolgicas, se descentra, se desorienta, porque la racionalidad cientfica no lo puede orientar, porque es muy particularista y cada vez acota ms su objeto y no puede dar una orientacin. La orientacin siempre es religiosa, es mitolgica o es filosfica-teolgica. Una cosa no niega la otra y todos nosotros, conciente o inconscientemente, somos filsofos, somos religiosos, somos mitlogos, porque tenemos esa visin universal. Gramsci deca con mucha razn: Todo ser humano es filsofo. Por eso, como deca anteriormente, mi visin universal tiene que saber dialogar con esa visin universal del cartonero, del campesino, de lo contrario no podemos hacer absolutamente nada; tal vez mi visin ha quedado demasiado abstracta y con el otro yo comienzo a aterrizar e incluso a ver nuevos problemas que no estaba viendo, o incluso los estaba enfocando solamente de una manera muy unilateral.

La Tecla Ee, mayo-junio del 2003, Buenos Aires, Argentina

Necesidad de articular la izquierda poltica y la izquierda social

1. Cada vez es ms intenso el rechazo de la mayora de la gente contra el modelo de globalizacin que se impone en nuestro continente, por su incapacidad para resolver los problemas ms acuciantes de nuestros pueblos. Las polticas neoliberales, implementadas por el gran capital financiero transnacional respaldado por un gran podero militar y meditico, y cuyo centro hegemnico son los Estados Unidos, no slo no han resuelto estos problemas sino que han agudizado vertiginosamente la miseria y la exclusin social, mientras las riquezas se concentran en cada vez menos manos.

2. Entre los primeros que sufren las consecuencias econmicas del neoliberalismo estn los sectores tradicionales de la clase obrera urbana y rural. Pero sus efectos nefastos no se limitan a ellos sino que afectan a muchos otros sectores sociales como: los pobres y marginados, los estratos medios empobrecidos, la constelacin de pequeos y medianos empresarios y comerciantes, el sector de los informales, los productores rurales medianos y pequeos, la mayora de profesionales, la legin de los desocupados, los cooperativistas, los jubilados, la polica y los cuadros subalternos del ejrcito (suboficiales y cuadros que les estn subordinados). Por otra parte, no slo debemos tener presente a los sectores econmicamente afectados, sino tambin a todos los discriminados y oprimidos por el sistema: mujeres, jvenes, nios, ancianos, indgenas, negros, determinadas creencias religiosas, homosexuales, etctera.

3. El neoliberalismo empobrece a la gran mayora de la poblacin de nuestros pases, los empobrece desde el punto de vista socioeconmico y desde el punto de vista de su subjetividad.

4. Algunos de estos sectores se han transformado en poderosos movimientos. Entre ellos estn los movimientos de mujeres, de indgenas, de consumidores, los que luchan por los derechos humanos y la proteccin del medio ambiente.

5. Estos movimientos difieren en muchos aspectos del clsico movimiento obrero. Sus plataformas tienen un fuerte acento temtico y su convocatoria es policlasista y multigeneracional. Sus modos de organizacin son menos jerrquicos y ms en red que en el pasado y sus formas concretas de accin son muy variadas.

6. Aparecen tambin en el escenario nuevos actores sociales. Es sorprendente, por ejemplo, la capacidad de movilizacin que han manifestado los jvenes, organizados fundamentalmente por va electrnica, con el objetivo de repudiar la actual globalizacin; resistir a la aplicacin de medidas de corte neoliberal, desarrollar poderossimas manifestaciones contra la guerra y ahora contra ocupacin, y difundir experiencias de luchas revolucionarias, rompiendo el cerco informativo al que haban sido siempre sometidas las ideas progresistas y de izquierda.

7. Este creciente rechazo se expresa a travs de prcticas plurales y alternativas de resistencia y de lucha.

8. La consolidacin de partidos, frentes o procesos polticos de izquierda que se oponen al neoliberalismo es innegable en varios pases: Venezuela, Brasil, Colombia, Uruguay, El Salvador, Bolivia. En otros, como Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y Mxico surgen poderosos movimientos sociales, que se transforman en destacados actores polticos, asumiendo la crtica y ocupando las primeras lneas de combate contra la globalizacin neoliberal.

9. Sin embargo, a pesar de la profundidad de la crisis que este modelo provoca, la amplitud y variedad de los sectores afectados que abarcan a la inmensa mayora de la poblacin, la multiplicidad de las demandas que surgen desde la sociedad y permanecen desatendidas, hechos que producen una situacin altamente favorable para la creacin de un bloque social antineoliberal muy amplio y con enorme fuerza social, la mayor parte de las expresiones crecientes de resistencia y de lucha estn todava muy lejos de significar una verdadera amenaza para el sistema.

10. Pienso que una de las razones para explicar esto es que junto a las condiciones objetivas favorables para conformar un gran bloque social alternativo al neoliberalismo, se dan condiciones subjetivas muy complicadas, que tienen que ver con un problema de fondo: la dispersin de la propia izquierda.

11. Y por ello que considero de importancia estratgica para una lucha eficaz contra el neoliberalismo la necesidad de articular a los diferentes sectores de la izquierda y entiendo por izquierda el conjunto de fuerzas que se oponen al sistema capitalista y su lgica del lucro, y que luchan por una sociedad alternativa humanista y solidaria, construida a partir de intereses de las clases trabajadoras.

12. La izquierda no se reduce, entonces, a la izquierda que milita en partidos u organizaciones polticas de izquierda, sino que incluye a actores y movimientos sociales. Estos son muchas veces ms dinmicos y combativos que los primeros pero no militan o rechazan militar en partidos u organizaciones polticas. Entre los primeros hay quienes apuestan a acumular fuerzas por la va del uso transformador de las instituciones, otros mediante la lucha guerrillera revolucionaria; entre los segundos hay quienes buscan ir construyendo movimientos sociales autnomos y distintos tipos de redes.

13. Para simplificar he decidido denominar izquierda poltica a los primeros e izquierda social a los segundos, aunque reconozco que esta separacin conceptual no se da siempre as en la prctica. De hecho los movimientos sociales ms desarrollados adquieren dimensiones socio polticas.

14. Para concluir, pienso que slo la unin de los esfuerzos militantes de las ms diversas expresiones de la izquierda permitir cumplir a cabalidad la tarea de construir el gran bloque social antineoliberal que necesitamos La tarea estratgica sera, entonces, articular la izquierda poltica y social, para, a partir de ella, reunir en una sola gran columna a la creciente y dispersa oposicin social. Las dificultades de esta empresa y las formas de superarlas sern analizadas en prximos artculos.

Le cas de la Palestine

Droits des peuples ou droits des Etats ?

Socle de toute mobilisation citoyenne, larticle premier des deux Pactes internationaux de 1966 affirme que tous les peuples ont le droit de disposer deux-mmes. En vertu de ce droit, ils dterminent librement leur statut politique et assurent librement leur dveloppement conomique, social et culturel .

Droits nationaux du peuple palestinien

Poser ce pralable est important car il oriente la nature de lengagement de nombreuses personnes demandant quun Etat palestinien viable soit dclar dans des frontires sres ct de lEtat isralien.

Or, dans cette rgion du monde, depuis le colonialisme impos par de nombreux pays europens puis limprialisme port par les Etats-Unis, la plupart des pays sont maintenus dans des relations de soumission et de dpendance, des rapports de forces qui les contraignent cder aux forces dominantes et donc priver leur population dun dveloppement conomique, social et culturel auquel les autorise ce droit des peuples disposer deux-mmes.

Dans cet environnement, les peuples et les Etats de la rgion sont privs de ce droit, y compris lEtat isralien qui entretient une relation de dpendance stratgique et conomique avec les Etats-Unis.

Pour autant, ce manque dautonomie ne justifie en rien les choix anti-dmocratiques, les politiques doppression, doccupation, voire dictatoriales privilgies par certains de ces Etats, dont lEtat dIsral.

LEtat isralien fait payer cher au peuple palestinien le prix de cette dpendance. Derrire cette politique dasphyxie, il y a bien dautres objectifs ; un des premiers est bien danantir les droits fondamentaux du peuple palestinien. Le premier reni est le droit la vie , en effet, au prtexte dassurer la propre scurit de ses citoyens, lEtat dIsral oublie lobligation qui est faite aux Etats de dfendre et de protger les droits de lhomme et les liberts fondamentales , tout comme il nie les obligations auxquelles le soumettent la IVe Convention de Genve en tant que pays occupant.

Ces transgressions ont pour consquence que le peuple palestinien est dans limpossibilit de se voir attribuer le droit de vivre dignement et normalement ; ses droits fondamentaux sont quasiment inexistants alors que le 3 du prambule de la Dclaration universelle des droits de lHomme prcise qu il est essentiel que les droits humains soient protgs par un rgime de droit pour que les individus ne soient pas contraints, en suprme recours, la rvolte contre la tyrannie et loppression .

Qui est garant des droits humains du peuple palestinien ?

LEtat isralien, qui maintient sous occupation le peuple palestinien coup dordres militaires, de dcisions de la Cour suprme qui rduisent des interstices terriblement tnus lespace de vie des Palestiniens ou lEtat palestinien qui il est refus, de facto, toute possibilit dexistence ? Mme si lAssemble gnrale des Nations Unies a reconnu, dans la rsolution 2535 , que le peuple palestinien tait un sujet de droit international , ce qui est primordial car, ds lors, il aurait d bnficier du droit lautodtermination – rsolution 2649 du 30 novembre 1970- et des droits la souverainet et lindpendance nationale rsolution 3236 du 2 novembre 1974.

Rappelons que cette dernire rsolution fait obligation tous les Etats et organisations internationales daider le peuple palestinien dans sa lutte pour recouvrer ses droits, conformment la Charte . Rappelons aussi que lalina 3 de larticle 1 des deux Pactes internationaux prcise que les Etats parties au prsent Pacte, y compris ceux qui ont la responsabilit d’administrer des territoires non autonomes et des territoires sous tutelle, sont tenus de faciliter la ralisation du droit des peuples disposer d’eux-mmes, et de respecter ce droit, conformment aux dispositions de la Charte des Nations Unies . Notons, pour mmoire, que lEtat dIsral a ratifi les deux Pactes internationaux en 1991.

Dun ct, des Etats qui ont obligation daider un peuple recouvrer ses droits, de lautre un Etat qui doit faciliter la ralisation du droit des peuples disposer deux-mmes. Deux cas de figure dobligations prcises par les textes manant de lONU et un seul rsultat : un peuple maintenu sous occupation qui cette fameuse communaut internationale ne reconnat mme pas le droit de se voir appliquer la 4e Convention de Genve puisque, malgr les nombreux appels des dirigeants palestiniens et de la socit civile, cette communaut ne sest toujours pas leve pour affirmer que le droit doit rester au droit. Si elle le fait, cest de manire si timide que cest peine audible ! Sur le terrain, il nen reste pas moins vrai que le peuple palestinien voit ses territoires diminuer, sa population enferme prison, couvre-feux et autres humiliations quotidiennes-, certains de ses dirigeants que lon soit daccord ou non avec eux- tuer lors dexcutions judiciaires

La seule question qui harcle lesprit est comment cela est il possible ?

Systme incitatif ou contraignant ?

Depuis la rsolution 2535 , quen est il des droits fondamentaux du peuple palestinien, quont fait la plupart des Etats et des organisations internationales?

Pourtant, les occasions nont pas manqu pour lensemble des Etats de se mobiliser face une situation de plus en plus explosive pour la rgion.

En 1979, le Conseil de Scurit , de son ct, dans sa rsolution 446 demande lEtat dIsral, entre autres, de cesser dimplanter, dans les territoires occups, des colonies de peuplement car ces implantations changent le statut juridique, la nature gographique et elle affecte la composition dmographique des territoires arabes .

Le 24 septembre 2002, le Conseil de scurit dans sa Rsolution 1435 salarme parce que la population civile ainsi que toute lconomie palestinienne sont pnalises par une occupation outrancire qui prive les Palestiniens de libert de mouvement, du droit au travail, lducation, et du droit la sant.

Sans oublier les Rsolutions manant du Conseil de Scurit entre 1967 et 2003 , sans quaucune nait t suivie deffetsans parler des dclarations de lAssemble gnrale.

Certains argueront que les rsolutions concernant la question de la Palestine sont prises dans le cadre du chapitre 6 de la Charte des Nations Unies dont les attributions portent sur le rglement pacifique des diffrends et non dans celui du chapitre 7 concernant laction en cas de menace de guerre contre la paix, de rupture de la paix et dacte dagression.

Mais ne sommes nous pas dans le cas de figure o le statut de la paix est rompu, impossible trouver ?

Navons-nous pas devant nous des menaces de guerre qui pourraient stendre dautres pays de la rgion ? Et ny a-t-il pas au quotidien des actes dagression rciproques qui exacerbent la violence et font reculer encore plus la possibilit dun processus de paix ?

Alors comment devant cette situation tragique pour les deux peuples mais quand mme plus pour le peuple palestinien !- est il possible de peser sur les espaces de contradiction produits par le non respect du droit international qui nest en rien un instrument neutre, mais qui par la dcision de certains se trouve aujourdhui avec des normes quils veulent hirarchises, rpondant en cela aux relations entre les intrts des Etats, voire des intrts privs et ceux des populations?

Il peut tre rpondu que seul lEtat dIsral est membre des Nations Unies, mais noublions pas que la Palestine a t reconnue membre de droit ce qui lui donne les mmes devoirs, droits et obligations. Autre question, pourquoi nest elle pas en mesure de ratifier traits ou accords internationaux ?

Il peut tre avanc que lEtat Palestinien nest pas encore un Etat mais juste reconnu membre de droit de la communaut internationale ! Pourquoi alors lOrganisation des Nations Unies na t elle pas pes ou ne pse- t- elle pas de tout son poids pour imposer dans les faits cette prise de dcision historique ?

Ds lors, devant le vide de non-droit dans lequel est plac le peuple palestinien, lEtat isralien, en tant quoccupant ce quil ne nie pas- reste le seul sur qui devrait peser des obligations juridiques internationales. Aucune sanction venant de la communaut internationale na, pourtant, t prise.

Au contraire, il lui est laiss une place de choix, puisque de manire unilatrale, il peut dcider de la politique quil va mettre en place lgard du peuple palestinien. Quelques ractions discrtes; et des politiques de plus en plus mortifres sont mises en place !

Un seul constat : la Palestine est maintenue hors du droit international et de facto lEtat dIsral se met ouvertement hors la loi, avec lassentiment de la communaut internationale.

Il semble bien, alors, que les personnes pour qui la Charte des Nations Unies a t rdige Nous, peuples des Nations Unies ne fassent pas le poids face aux Etats dcideurs et que les diffrents lments de son prambule soient, dans ce cas, devenus caducs.

Cela pose la question fondamentale du rle des instruments internationaux de lONU. Ils ne sont plus ce qui guide les politiques des pays aussi bien riches que pauvres, puisque les uns et les autres se combattent ou se dfendent des uns et des autres et encore moins ce qui guide la politique des Etats qui ne devraient reprsenter que les peuples.

Leau et la terre en Palestine

Pour ne prendre que lexemple de leau et des terres en Palestine, de nombreux rapports ont t raliss et prsents devant les instances onusiennes, europennes et amricaines, mais l aussi rien na pu faire changer le cours de toutes les consquences de la colonisation subie par le peuple palestinien. Il nest pas possible, en ltat, pour les Palestiniens de disposer librement de leurs richesses, de leurs ressources naturelles, sans prjudice des obligations qui dcoulent de la coopration conomique internationale, fonde sur le principe de l’intrt mutuel, et du droit international . Malgr cela, force est de constater que sur le terrain, la ralit de loccupation dmontre la contradiction avec larticle 1-alina 2- des Pactes internationaux de 1966 qui prcise quaucun peuple ne pourra tre priv de ses moyens de subsistance mais aussi met en porte faux lensemble des Etats parties au(x) prsent(s) acte(s) y compris ceux qui ont la responsabilit dadministrer des territoires non autonomes et des territoires sous tutelle, sont tenus de faciliter la ralisation du droit des peuples disposer deux-mmes, et de respecter ce droit, conformment aux dispositions de la Charte des Nations Unies .

Leau prsente dans le sous-sol des Territoires palestiniens occups (nappes phratiques de lOuest, du Nord-Est et de lEst de la Cisjordanie et celles de la Bande de Gaza) est entirement contrle par lEtat dIsral qui rgule de manire drastique le droit leau pour les Palestiniens . Selon un rapport ralis par OXFAM, la puissance occupante utilise plus de 85% de leau fournie par les nappes phratiques de la Cisjordanie .

Prs de 45% de la Bande de Gaza ont t pris pour y installer 6429 colons alors que la population palestinienne doit vivre sur les 55% restants, ce qui a comme consquence davoir sur cette terre de 165, 04 km2 une des plus fortes densits au monde !

Les terres agricoles palestiniennes sont captes, grce une srie dordres militaires mis en place sous mandat britannique, pour crer des colonies de peuplement, des zones industrielles ou agricoles ou encore des zones militaires fermes. Ces vols lgaliss de terres permettent aussi lvolution de certains produits agricoles, en effet si lon regarde de prs les documents concernant les prvisions de production de certains produits (citrons et autres), on peut remarquer que leur production entre 1995 et 2004 est en srieuse augmentation, passant de 100 170 tonnes

Comment, ds lors, les Etats parties aux Pactes de 1966, acceptent ils que le peuple palestinien soit spoli de ses terres, de ses puits sans au moins anticiper les consquences dun tel manquement aux obligations donnes par le droit international ?

Question dautant plus pertinente que dans sa Rsolution 58/229 lAssemble gnrale raffirme les droits inalinables du peuple palestinien () sur leurs ressources naturelles, notamment leurs terres et leurs eaux et dnonce les destructions considrables faites par Isral, puissance occupante, au cours de la priode rcente, de terres agricoles et de vergers dans le territoire palestinien occup, notamment larrachage dun grand nombre doliviers

Y aurait il une logique suprieure aux Pactes internationaux de 1966?

Pourquoi les Etats membres signataires du Pacte international relatif aux droits conomiques, sociaux et culturels et participant au Comit des droits conomiques, sociaux et culturels – ne demandent ils pas des comptes sur les mesures mises en place aussi bien dans le cadre de lEtat isralien qu lintrieur des territoires occups pour assurer laccs ces droits ? Pourquoi le Comit sur les droits conomiques sociaux et culturels nexerce t il pas son rle en demandant un rapport denqute?

Serions nous face une logique plus puissante que le droit international et humanitaire ?

Peut-on dire que cest parce que de nombreux pays, dont lEtat isralien, sont soumis par lOrganisation mondiale du Commerce des rgles conomiques quils acceptent avec empressement, afin de faire partie des pays dits riches ou en tout cas privilgis ?

Ils prfrent dmanteler leurs services publics plutt que de rpondre, sur certains plans, aux exigences et au respect du droit international et humanitaire. Peu leur chaut que des peuples accdent au rang dEtat ou que dautres voient leur droit au dveloppement respect.

Ds lors, les droits fondamentaux passent au second plan, souvent ignors, voire ouvertement bafous par les Etats qui veulent tre les meilleurs dfenseurs du nouvel ordre mondial.

Dans ce contexte, lEtat isralien qui devrait, entre autres, toujours dans le contexte des droits fondamentaux, permettre la cration de conditions propres assurer tous des services mdicaux mais aussi uvrer pour la diminution de la mortinatalit, de la mortalit infantile et le dveloppement sain de lenfant , fait fi de ses obligations en maintenant la socit palestinienne sous occupation.

Cet tat a bien dautres consquences en ce qui concerne les Droits conomiques, sociaux et culturels ; il est de plus en plus difficile aux coliers, aux tudiants et professeurs de se rendre dans les diffrents centres ducatifs, en contradiction avec larticle 13-1 affirmant que toute personne a droit lducation .

Ainsi, il sera facile tout un chacun de critiquer lAutorit palestinienne, qui a rendu lenseignement primaire et secondaire obligatoires , parce quelle ne dveloppe pas le rseau scolaire tous les chelons. Mais noublions pas que bien souvent les forces de larme isralienne, lors dincursions, dtruisent ou mettent mal les lieux ducatifs, les rendant inutilisables, tout comme il est difficile damliorer les conditions matrielles du personnel enseignant , puisque la plupart des crdits rinvestis sont utiliss reconstruire ce qui a t dtruit.

Il faut aussi prciser que les bouclages imposs de manire unilatrale viole le droit toute personne un niveau de vie suffisant pour elle-mme et sa famille, y compris nourriture, vtement, logement, ainsi qu une amlioration constante de ses conditions dexistence .

Devant ces constats de violations quotidiennes avres et connues de lensemble de la communaut internationale et de la socit civile, la lutte du peuple palestinien pour son droit disposer de son propre Etat lui aurait elle fait perdre son droit bnficier de larticle 1 de la Dclaration universelle des droits de lHomme lorsque lon voit avec quel silence les nombreuses violations dont il est victime sont acceptes et regardes par la plupart des Etats membres des Nations Unies ?

O est cette fraternit entre peuples ?

Cest quand mme bien la question que lon est amen se poser lorsque les liberts des uns se dissolvent dans les besoins des autres !

Si les droits fondamentaux ne sont plus respects dans certains lieux et dans dautres fortement remis en cause, les raisons sont chercher dans la globalisation conomique qui entrane, de fait, une rorganisation des relations internationales au profit du nouvel ordre mondial !

Mais cela doit il se faire au dtriment du droit international et en contradiction avec la dclaration concernant linstauration dun nouvel ordre conomique international ?

Avec la question de la Palestine qui secoue la communaut internationale depuis des dcennies, force est de constater que lon assiste lmergence dun nouveau cadre de rfrence qui rend compte la fois de la violence des rapports de force dans les relations politiques et de lvolution des relations conomiques dans le monde actuel.

Pourtant regarder de prs certaines des dclarations de lAssemble gnrale des Nations Unies, entre autres dans celle concernant le droit au dveloppement o il est admis que la paix et la scurit internationales sont des lments essentiels pour la ralisation du droit au dveloppement , rien ne devrait sopposer au respect des droits fondamentaux et cela concerne aussi bien les peuples palestinien quisralien. Sans paix et sans scurit, point de dveloppement !

Dans le cas de la Palestine, le dveloppement est pens et organis de manire unilatrale. Toute tentative du peuple palestinien de dvelopper son conomie ou certains secteurs de celle-ci se solde par une destruction systmatique de ces secteurs et mme des infrastructures.

Et pourtant dans la Dclaration concernant le droit au dveloppement, il est prcis que lAssemble gnrale consciente que les efforts dploys au niveau international pour promouvoir et protger les droits de lhomme devraient saccompagner defforts tendant instaurer un nouvel ordre conomique international, ce qui signifie que cette dclaration du droit au dveloppement doit tre lue dans le contexte de la Dclaration concernant linstauration dun nouvel ordre conomique international .

Si tel tait le cas, les citoyens pourraient constater que le nouvel ordre conomique international qui roriente les relations en vu dun nouvel ordre du monde- est fond sur lgalit souveraine des Etats et sur lautodtermination de tous les peuples o il est inadmissible que des territoires soient acquis par la force, o il est, la fois, impossible de remettre en cause lintgrit territoriale et de singrer dans les affaires intrieures dautres Etats .

Sans parler du droit pour chaque pays dadopter le systme conomique et social quil juge le mieux adapt , mais aussi du droit la souverainet permanente intgrale de chaque Etat sur ses ressources naturelles et sur toutes les activits conomiques . Malheureusement, ce nest pas le cas ! Trop de pays, et particulirement la Palestine, sont victimes des derniers vestiges de la domination trangre et coloniale, loccupation trangre, la discrimination raciale () qui sont parmi les plus grands obstacles la pleine mancipation et lavancement des pays en dveloppement et de tous les peuples en cause .

Les obstacles identifis dans la Dclaration renvoient la perception mme inconsciente- quont certains peuples sur dautres. Nous ne sommes jamais loin des droits humains ! Ils sont mme sans cesse convoqus et surtout lorsquil sagit dun nouvel ordre conomique international.

La mise en relation entre droits de lhomme et nouvel ordre conomique ne devrait pas tre antagonique mais tre une relation dquivalence et surtout de complmentarit. Pourtant, aujourdhui les droits de lhomme sont en position de faiblesse et remis en cause par ce qui est pens et fait au nom de ce nouvel ordre conomique. Il ny a plus relation dquivalence mais relation de soumission dun droit fondamental un droit conomique qui doit devenir premier. Voil un des tournants qui marque la perte de sens sur le plan international de la lutte pour les droits humains.

Le couperet de la globalisation librale met en danger les droits conomiques sociaux et culturels dune grande partie des habitants de la plante.

Ainsi, si les droits fondamentaux sont refuss aux Palestiniens, certains de ces droits fondamentaux sont aussi remis en cause pour la socit isralienne qui paye, elle aussi, le prix de loccupation.

Les droits des occups sont rduits pratiquement nant, ceux des occupants se trouvent rduits ou en tout cas srieusement menacs.

Ds lors, le bien commun de lhumanit que sont les droits fondamentaux sont fortement mis en pril.

Que faire lorsque pour des raisons dites dEtat, les droits fondamentaux sont nis et que les Etats membres des Nations Unies qui se sont engags assurer en coopration avec lorganisation des Nations Unies, le respect universel et effectif des droits de lHomme et des liberts fondamentales se taisent?

Vers quel organe se tourner pour obtenir que ces droits soient respects?

Que faire lorsque lONU narrive plus demander des comptes sur ce qui est son objet propre?

Pourquoi lONU ne peut elle faire entendre sa voix en ce qui concerne lapplication des normes internationales contraignantes et le respect des normes incitatives?

On a remplac insidieusement les droits fondamentaux par une logique de march dfendue par les bailleurs de fonds les plus importants. Petit petit ce glissement sest opr. Il fait courir le risque un trs grand nombre dtres humains dtre exclus de tous droits et dpourvus de tout recours collectif ou individuel.

En effet, dans le cadre de lOrganisation mondiale du Commerce , les instruments internationaux de lONU ne font pas rfrence ; lOMC dfend des valeurs lies la recherche du profit et non au dveloppement des droits des citoyens.

LOrgane de Rglement des Diffrends organisme de lOMC qui seul dispose dune structure qui la fois juge et sanctionne travaille hors du cadre de lONU et sans aucune rfrence un quelconque de ses textes. Il se dfend mme davoir des relations avec lOrganisation des Nations Unies. Au regard de cela, la crise, dans laquelle se trouve lapplication et le respect des droits humains trouve ses origines dans les possibilits normes laisses lOrganisation mondiale du Commerce.

Ds lors, il semble important de partir des objectifs assigns aux institutions internationales et de cesser daccepter les dcisions prises au dtriment du droit des peuples et du droit des personnes.

Il faut que la Dclaration universelle des droits de lHomme et la Charte des Nations Unies qui sont des rfrences deviennent le cadre dun programme dorientations qui ne pourra tre assur que par la transparence du fonctionnement, par la limitation des missions assignes aux diffrents organes internationaux et par la mise en place dinstances dvaluation internes mais galement et surtout dinstances externes. Il est aussi important que le mouvement social dnonce, de manire systmatique, les violations du droit si nous voulons imposer les droits fondamentaux.

Le droit ne sera dfendu et garanti que par les peuples et non par des transnationales ou des Etats dpendants de celles-ci et qui veulent imposer des traits bilatraux en contradiction avec les normes impratives du droit international. Le droit des peuples est de dnoncer les nombreuses distorsions quil y a entre leurs intrts fondamentaux et ceux des Etats.

Cest l une force que nous devons dvelopper et dont nous devons jouer.

Une des voies serait de mettre les Etats et les transnationales devant lobligation de respecter les droits auxquels ils ne peuvent droger.

Cela concerne, essentiellement, les droits qui se rfrent lintrt gnral et qui, de fait, ne peuvent entrer dans une commercialisation. Le jus cogens doit tre oppos et impos.

Par exemple, la Convention de Vienne sur le droit des traits permet de considrer nul tout trait qui, au moment de sa conclusion, est en conflit avec une norme imprative du droit international gnral .

Evidemment, la Dclaration sur le droit au dveloppement et celle concernant linstauration dun nouvel ordre conomique international ne sont que des dclarations et ce titre nont quun caractre incitatif ; en revanche, il en va tout autrement du Pacte international relatif aux droits sociaux, conomiques et culturels, qui, par son article 25, convient que la ralisation des droits reconnus dans ce Pacte comprend la conclusion de Conventions() , qui comportent un caractre contraignant.

Il est, donc, urgent didentifier et de nommer les contradictions, venant aussi bien des Etats que des organisations des Nations Unies, qui semblent faire obstruction aux droits humains pour le plus grand bnfice du nouvel ordre mondial. Il faut aussi prciser le vide juridique dans lapplication des droits fondamentaux, dont les droits conomiques, sociaux et culturels, afin que lencadrement juridique soit identifi et que des mcanismes juridictionnels soient revendiqus et vraiment mis en place avec pour objectif dassurer le contrle du respect de ces droits par les citoyens eux-mmes, qui en sont les premiers utilisateurs mais toujours les premires victimes.

Le citoyen doit exercer son droit demander des comptes lEtat qui doit et peut tre questionn sur les moyens mis en place et sur le rsultat obtenu, lors dune transposition ou du refus de transposition dune norme dans le droit rgional et/ou national.

Mireille Mends-France

Membre de lAssociation Droit-Solidarit/AIJD

Novembre 2004

Organizacin poltica y movimiento social: parecidos y diferencias

Andreu Coll

Nuevo contexto: de la removilizacin al retorno de la exigencia estratgica

Hoy en da se habla mucho del papel de los movimientos sociales y de su protagonismo en cualquier proceso de cambio social, lo cual supone un cambio de tendencia muy positivo si tenemos en cuenta que hace tan solo cinco aos que hemos empezado a remontar un largo ciclo de apata cultural, de desmovilizacin social y de desconcierto ideolgico. La irrupcin del movimiento contra la globalizacin capitalista y su mutacin en movimiento antiguerra ha abierto un nuevo periodo histrico de removilizacin y de radicalizacin poltica que ser de largo alcance, ya que responde a causas profundas: la agudizacin de los efectos antisociales del capitalismo debida a treinta aos de polticas neoliberales, imperialistas y militaristas y la consciencia creciente entre importantes capas sociales de que no hay ninguna salida estable y duradera para los principales problemas de la gente comn dentro de los cada vez ms estrechos mrgenes del sistema capitalista.

Sin embargo, en los ltimos aos, se ha hecho patente que la agudizacin de las contradicciones del capitalismo est generando situaciones polticas explosivas en muchas zonas del mundo: Indonesia, Ecuador, Argentina, Bolivia donde se han producido autnticos terremotos sociales que han agitado esos pases de arriba abajo, abriendo situaciones de vaco de poder en las cuales la perspectiva revolucionaria dejaba de ser una utopa lejana para convertirse en una tarea factible y concreta. Y es precisamente la derrota momentnea de estas experiencias de movilizacin popular, con la posterior reconstruccin de la autoridad del Estado debida, fundamentalmente, a la incapacidad del campo popular en encontrar una salida poltica anticapitalista a las explosiones sociales- el elemento que aade un nuevo peldao a la reflexin de la izquierda alternativa y del movimiento anticapitalista: ya sabemos que no resolveremos los principales problemas que nos afectan y que no hacen ms que empeorar- en el marco del capitalismo; tambin est claro que no cambiaremos las cosas sin luchas masivas y sin romper un plato Sin embargo, a la vista de muchas experiencias recientes, el Que se vayan todos!, sin concretar una ruptura con el aparato estatal establecido, ha tenido, tiene y, desgraciadamente, tendr como resultado un triste Se quedan todos!.

Muchas experiencias histricas del movimiento socialista y otras de ms recientes ensean que el mantenimiento del ncleo duro del Estado capitalista es la garanta ltima de que las clases dominantes puedan estabilizar de nuevo la situacin: no hay crisis socioeconmica alguna que sea irreversible para las clases dominantes mientras conserven el control sobre su Estado. Y esto vale tanto para la Argentina de hace dos aos, como para el Chile de hace treinta y valdr en el Estado espaol dentro de diez.

Accin social y accin poltica; sociedad civil y Estado

L@s marxistas revolucionari@s defendemos una concepcin de la accin poltica que intenta alejarse de dos errores diferentes, pero que se alimentan mutuamente. Creemos que no se puede acabar con la sociedad capitalista utilizando como nicos instrumentos de transformacin las instituciones desarrolladas por esta sociedad y que le son afines. Creemos que es imposible superar el capitalismo con una mera acumulacin de reformas socioeconmicas que, sin enfrentamientos ni sobresaltos, conduzcan a una sociedad emancipada. Las instituciones polticas de su democracia estn controladas por las clases que ejercen el poder en todas las dems esferas. Y, no lo olvidemos, estas clases nunca renunciarn a sus privilegios sin oponer resistencia: Espaa 1936, Indonesia 1965, Chile 1973, Venezuela 2004, son nombres y fechas que ejemplifican que ninguna clase dominante explotadora renunciar jams a sus privilegios sin oponer una resistencia encarnizada.

Sin embargo, a su vez, l@s marxistas creemos que tampoco se puede cambiar de sociedad exclusivamente desde la movilizacin extraparlamentaria, ignorando la necesidad de imponer una ruptura radical de estructuras polticas y econmicas. A diferencia de l@s libertari@s, que creen que el Estado es un mal en s mismo independientemente de su naturaleza de clase, pensamos que las instituciones existentes no pueden desaparecer con un mero ejercicio de voluntad y que no se extinguirn definitivamente hasta que las contradicciones socioeconmicas que las generan i perpetan no se hayan resuelto por la va de transformaciones revolucionarias de gran alcance y duracin. Ninguna forma de poder poltico ha desaparecido sin ser substituida por otra y es bastante manifiesto que el Estado burgus tampoco ser una excepcin. Creemos que solo puede ser derrocado por formas nuevas y transitorias de poder poltico resultantes de un proceso revolucionario construido desde la movilizacin de todas las capas sociales trabajadoras y oprimidas.

As pues, el marxismo revolucionario est condenado a moverse en las complejas aguas del anlisis estratgico. Unas aguas en las que se deben sortear los escollos de la ilusin poltica de pensar que el gradualismo electoral es suficiente para generar cambios sociales y los escollos de la ilusin social, consistente en pensar que se puede derrotar al sistema desde la movilizacin social vaciada de consideraciones polticas estratgicas.

Hoy se habla muy a menudo de que la distincin tradicional entre accin social y accin poltica se ha difuminado hasta el punto de ser prcticamente lo mismo. Esta idea gua a corrientes polticas como la Autonoma. Si bien es cierto que existen relaciones muy complejas entre lo social y lo poltico y que no se puede tener una visin reduccionista y mecanicista de estas relaciones, creemos que decir que la accin social y la accin poltica son una misma cosa es tan absurdo como decir que la sociedad civil y el Estado son lo mismo. Es ms, precisamente porque el Estado y la sociedad civil son esferas diferentes que establecen relaciones mediatizadas, complejas, deformadas, pero desde luego muy reales entre si, hay que entender que la accin anticapitalista debe infiltrarse y ramificarse en todos los mbitos de la sociedad, descifrando las relaciones existentes entre si.

El marxismo crtico y alternativo afirma que la accin social y la accin poltica son tipos de acciones cualitativamente diferentes. Si bien es cierto que hay que potenciar el protagonismo del movimiento social en los procesos polticos, tambin es verdad que hay que implicar a la estrategia poltica en el movimiento social. Dicho en otras palabras: ni estamos a favor de que los movimientos sociales sean indiferentes a la accin poltica (como afirma el apoliticismo libertario) ni creemos que la accin poltica sea monopolio de lo que la gente llama despectivamente los partidos (como pretenden l@s reformistas y l@s polticos profesionales del sistema). No habr un movimiento anticapitalista eficaz sin que el movimiento social irrumpa en las luchas polticas y sin que la izquierda poltica contribuya a construir el movimiento social. As pues, lo que tenemos que hacer no es afirmar la desaparicin de las diversas esferas sociales de intervencin, sino, ms bien, buscar y contribuir a crear los puntos de interseccin que permitan construir una izquierda alternativa insertada en el movimiento, pero a su vez orientada por una estrategia de poder anticapitalista.

El concepto de accin poltica: algunas nociones claves

Decamos ms arriba que, a pesar de que se han ido difuminando y haciendo ms volubles, se puede establecer todava una distincin entre la esfera social y la esfera poltica. Es precisamente por este hecho que ambas esferas tienen lgicas y cdigos diferentes que hay que esforzarse en analizar. Y es en la esfera poltica donde se condensan y se codifican todas las contradicciones de la sociedad. Es en buena medida en la esfera poltica donde se consolidan las correlaciones de fuerzas entre las clases sociales, es tambin en buena medida el lugar donde se van forjando las hegemonas poltico-culturales de las clases dominantes que cultivan el consentimiento de los oprimidos, estableciendo el campo de lo cuestionable y de lo que no est sujeto a cuestionamiento. Es tambin en el campo de la accin poltica donde las clases sociales articulan, mediante sus partidos, sus procesos de movilizacin para el ejercicio del poder.

Precisamente, la funcin de una organizacin revolucionaria es potenciar la dimensin poltica de cualquier proceso o fenmeno; ya sea econmico, social, cultural, ideolgico, etc en la medida en que sea til para mejorar la correlacin de fuerzas polticas a favor de las clases subalternas. Y, a su vez, el xito de una organizacin anticapitalista depender de su capacidad de traducir su estrategia poltica global de ruptura con el sistema en una serie de iniciativas polticas, sociales (y sindicales!), culturales que vayan creando las condiciones y vayan acumulando la experiencia necesaria para un enfrentamiento poltico abierto con el adversario. Dicho en otras palabras: desarrollar un programa significa pasar del campo de la ideas al campo de las acciones; conseguir que el trabajo propagandstico transcrezca en agitacin y movilizacin. Pero tambin implica arraigar una organizacin poltica que sea capaz de asumir un rol prctico objectivo que resulte til a las clases oprimidas siempre que luchen por su emancipacin, tomando consciencia de sus intereses y de sus objetivos.

La organizacin poltica como dispositivo estratgico: las tareas de una organizacin revolucionaria

Como apuntbamos ms arriba, una organizacin poltica se define y se delimita en base a su programa. Es el programa lo que perfila al partido y no a la inversa. Son los objetivos finales de la organizacin (la ruptura radical con el capitalismo y la construccin de una sociedad ecolgicamente sostenible emancipada del dominio clasista y de la opresin patriarcal) lo que define sus tares concretas y sus formas de lucha.

Esta es una diferencia central entre una organizacin poltica y un movimiento social: un movimiento lucha contra opresiones y problemticas especficas, mientras que una organizacin poltica articula a sus militantes en torno a un programa general y un proyecto de sociedad, y no en base a reivindicaciones parciales y concretas.

Pero, cules son las grandes tareas que debe desarrollar una organizacin revolucionaria?

Descifrar las claves de la situacin poltica: calibrar el nivel de conciencia y politizacin de los diferentes sectores sociales, analizar la correlacin de fuerzas poltica real entre las clases, entender las dinmicas sociales y los procesos polticos de fondo que se desarrollan en la sociedad, percibir las contradicciones que atraviesan al sistema, identificar los sntomas y los procesos de radicalizacin poltica

Desarrollar un sentido de la iniciativa poltica. Esto es: desarrollar la capacidad de formular hiptesis estratgicas que orienten el conjunto de las tareas de la organizacin. Una organizacin revolucionaria meramente emprica incapaz de hacer predicciones generales que permitan adelantarse a los acontecimientos no tiene ninguna razn de ser y no puede cumplir ninguna funcin objetiva en el movimiento emancipatorio. Es ms: sin hiptesis estratgicas es imposible establecer una jerarqua de prioridades a la hora de optimizar los esfuerzos.

La ltima gran tarea general de una organizacin revolucionaria es contribuir a establecer en cada momento, desde dentro de las luchas, los objetivos generales del conjunto del movimiento obrero en sentido amplio. Esta es una tarea de ida y vuelta, en la medida en que supone conjugar los anlisis tericos y las experiencias prcticas de intervencin. Como deca Marx en el Manifiesto Comunista, lo nico que diferencia a l@s comunistas del resto del movimiento obrero es la consciencia clara de los objetivos generales de la lucha: construir una nueva sociedad desembarazada de opresiones y de explotacin, una sociedad socialista.

  • Publicado en Revolta Global n.9 / www.revoltaglobal.net