Millonarios y escuadrones d ela muerte: la ultraderecha gobierna en El Salvador

El Salvador ha ocupado un lugar importante en la geografa de la derecha internacional, que en ese pas desarroll un proyecto de combate a la guerrilla y luego de consolidacin de un partido poltico conservador que actualmente, unido a otras fuerzas se opone a los derechos sexuales y a la despenalizacin del aborto. Desde luego, ha habido un enorme grado de injerencia estadounidense en la poltica salvadorea, encaminada a orientarla hacia la derecha.

Vale la pena recordar que segn public El Diario de Hoy el 29 de enero de 2004, Tony Saca, el entonces candidato presidencial de la Alianza Republicana Nacionalista, ARENA, estaba recibiendo apoyo de sectores republicanos de Estados Unidos y sobre todo del ejecutivo estadounidense, de tal suerte que para esas fechas Saca se haba reunido ya con personajes como Robert Pardo-Maurer, asistente del subsecretario de Defensa, con quien “habl acerca de la cooperacin que mantendr en materia de seguridad y combate al narcotrfico y terrorismo” y con Otto Reich, miembro del Consejo de Seguridad de EE.UU., al igual que con Barry Jackson, asistente del Presidente George W. Bush.

Saca fue recibido adems por representantes de la Fundacin Heritage, asociacin conservadora que estuvo presidida por el actual subsecretario adjunto del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental, Dan Fisk. Heritage despliega grandes esfuerzos para oponerse a las fuerzas de izquierda en Amrica Latina, para apoyar el activismo de corte Provida y especialmente proyectos de dominacin militar y econmica.

No es de sorprender por tanto que a principios de mayo, durante una visita a Mxico, y por cierto luego de impartir una conferencia en la exclusiva universidad Anhuac de los Legionarios de Cristo, el hoy presidente electo de El Salvador, Tony Saca, se pronunciara porque “en Cuba haya una democracia plena como en todas las naciones de la regin”.

Interrogado sobre el plan de accin estadounidense para acelerar la cada de Fidel Castro y la peticin de que Amrica Latina participe en l, Saca amenaz con que “El Salvador va a contribuir a cualquier actividad mundial que mejore la democracia en cualquier pas”.

Como otros polticos conservadores, Saca, quien tambin ha sido presidente de la Asociacin Nacional de la Empresa Privada, suele manipular lo religioso con fines polticos. Por ejemplo, durante su campaa presidencial, en diciembre de 2003, al asistir a una misa en Zacatecoluca, La Paz, Saca seal: “No estoy buscando un mercado electoral, me encuentro en esta catedral porque soy catlico y siento la necesidad de la palabra de Dios”.

Luego de la misa, el candidato coment que se haba sentido muy emocionado por la acogida que recibi en ese lugar y agreg que cuando estaba rezando el padrenuestro le encomend a Dios la Presidencia de la Repblica.

El 26 de marzo de 2004, luego de haber ganado las elecciones presidenciales, acudi a la Catedral de San Salvador, para pedir sabidura a Dios para poder gobernar el pas durante los prximos cinco aos. “Damos gracias a Dios por tener un Presidente catlico!”, gritaba una mujer en las afueras de la Catedral metropolitana, minutos despus de que el presidente electo, Elas Antonio Saca saliera del templo.

Por su parte, el nuevo mandatario dijo: “Como cristiano he venido a la iglesia, para agradecerle a Dios por haber tenido un evento democrtico el domingo, estoy agradecido con el pueblo salvadoreo por habernos dado su voto, le pido a Dios sabidura divina para este trabajo que apenas comienza”.

El Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) fue fundado en 1981 como la contraparte derechista de la insurgencia de izquierda, que buscaba eliminarla mediante una solucin militar. Su creador fue el mayor Roberto D’Aubuisson, polmico personaje vinculado a los escuadrones de la muerte durante la guerra civil y candidato fallido en las elecciones presidenciales de 1984. En la dcada de los 90, reportes de las Naciones Unidas sobre derechos humanos en El Salvador responsabilizaban a ARENA de organizar escuadrones de la muerte y llevar a cabo masacres.

Bajo las condiciones extremas de la guerra civil en ese pas, ARENA exhibi claramente la trayectoria y perfiles tpicos de las organizaciones polticas de la extrema derecha latinoamericana, entre otros: vnculos empresariales, apoyo a proyectos conservadores catlicos, relaciones con los republicanos estadounidenses, vinculaciones con sectores radicales del exilio cubano.

El Instituto Republicano Internacional, IRI, vinculado al partido republicano de Estados Unidos ha tenido colaboracin con ARENA, e incluso ha tratado de exportar la experiencia de ese partido a lugares tan lejanos como Camboya. En 1993, IRI y USAID organizaron en ese pas un “grupo de educacin para la democracia” donde tena una destacada participacin Ral Garca Prieto, vicepresidente de ARENA, lo cual motiv severas crticas dada la trayectoria sangrienta de ese partido. Aos despus, en Julio de 2001, Garca Prieto sera arrestado a raz de varios escndalos de malos manejos de recursos por parte del Banco de Fomento Agropecuario, del que fue ejecutivo.

Gracias a ARENA, en El Salvador han encontrado refugio personajes siniestros del exilio cubano como el terrorista Luis Posada Carriles, alias Bambi, ejecutor del sabotaje en 1976 al avin de Cubana en Barbados, donde murieron 73 personas, e involucrado en distintos planes terroristas contra ese pas.

De acuerdo con una ficha del Ministerio del Interior de Cuba, en 1999 Preparaba en Venezuela un atentado contra Fidel Castro en el marco de la VII Cumbre Iberoamericana y constitua “un fuerte apoyo en Centroamrica para las organizaciones terroristas, dirige entrenamientos, reclutamientos y compra de armas y medios, propiciando un apoyo logstico importante”.

Precisamente a las cuatro de la tarde del 5 de octubre de 1999, el gobierno cubano entreg al presidente Francisco Flores, proveniente de ARENA, un amplio informe donde indicaba que Posada Carriles “…radicaba, conspiraba y operaba desde El Salvador”“, lo cual declarara despus Fidel Castro en un discurso el gobierno salvadoreo “conoca, toleraba y ocultaba”.

Como es sabido, actualmente, el conservadurismo catlico enfatiza sobremanera la represin de la sexualidad para lo cual el Vaticano a la par que la derecha religiosa estadounidense han creado organizaciones de corte Provida.

En El Salvador, una de las principales es la Fundacin S a la Vida encabezada por Julia Regina de Cardenal, quien tambin es cantante y ha participado en actividades con grupos provida de otros pases centroamericanos. Dicha Fundacin, que es filial de la transnacional Vida Humana Internacional, con sede en Miami, fue creada en 1989, a partir de un grupo de oracin de la renovacin carismtica catlica.

En sus actividades contra la despenalizacin del aborto y contra los derechos sexuales, Regina de Cardenal opera en apoyo mutuo con personajes de la jerarqua catlica como el cardenal Fernando Senz Lacalle y con ARENA, partido que ha apoyado las propuestas antiaborto de dicha Fundacin y al cual pertenece el esposo de Regina de Cardenal, Luis Cardenal, quien en 2000 fue candidato a la alcalda de San Salvador y en 1999, como presidente de la Cmara de Comercio apoy el activismo de S a la Vida y otros grupos para que en la constitucin se mantenga el “derecho a la vida desde la concepcin”.

En esa ocasin, el poltico de ARENA se manifest contra los “intentos solapados de terminar con la vida humana, utilizando distintos argumentos como la eugenesia o la eutanasia”.

Haciendo referencia a esos hechos, en un comunicado de prensa del 13 de marzo de 2000 la organizacin derechista estadounidense Human Life International, de la cual es rama latina Vida Humana Internacional, sealaba: “El domingo 12 de marzo del 2000, en El Salvador, se celebraron las elecciones para los puestos de los alcaldes y los diputados de gobierno. ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), el partido poltico compuesto mayormente por personas que defienden la fe cristiana, la vida y la familia, perdi la alcalda de San Salvador frente a la FM (Federacin Farabundo Mart de Liberacin Nacional), el partido de oposicin compuesto por personas a favor de medidas perjudiciales para el pas, como el aborto y el feminismo extremista, as como un plan de accin socialista-comunista. Luis Cardenal, candidato para la alcalda de San Salvador por el partido ARENA, hizo una fuerte campaa contra su opositor Hctor Silva del partido FMLN”.

Pero, de acuerdo con algunos analistas precisamente campaa millonaria desplegada por Luis Cardenal, quien tambin ha sido dirigente de los empresarios salvadoreos se le convirti en un boomerang por su carcter ostentoso proveniente de una organizacin que se ha preocupado por gobernar slo para los ricos.

Por su parte, Julia Regina de Cardenal es tambin articulista del peridico El Diario de Hoy, donde, por ejemplo, ha acusado a la ONU de “promover una agenda antivida, antifamilia, antireligin, antimaternidad y anticultura”, con motivo de que, segn Julia Regina de Cardenal, en la Cumbre de la Niez de la ONU, en mayo de 2002, se haba pretendido introducir un lenguaje “a favor del aborto” y “en contra de la familia” en el documento final de la reunin.

Entre otros grupos Provida estadounidenses que han tenido actividad en El Salvador se cuentan Focus on the Family y el Population Research Institute, grupo derivado de Human Life Internacional que en marzo de 2001, el Population Research Institute denunciaba que en El Salvador el FNUAP (UNFPA) distribua anticonceptivos “abortivos” en lugar de agua y alimentos a las vctimas del terremoto del 13 de enero en ese pas. Esa organizacin, que ha tenido como principal blanco de sus ataques al FNUAP, tambin se dedica a denunciar a grupos civiles e instituciones oficiales que tienen proyectos de planeacin familiar o de defensa de los derechos sexuales.

Edgar Gonzlez Ruiz

Investigador y periodista mexicano, autor de Los Abascal, De los cristeros a Fox, La sexualidad prohibida, Cruces y Sombras y otros libros sobre la derecha en Mxico.

Carta Abierta al Embajador de Mxico en El Salvador

San Salvador, 25 de febrero de 2005

Estimado Embajador:

Los abajo firmantes somos dirigentes de organizaciones sindicales, campesinas, comunales, estudiantiles, religiosas, magisteriales, y de veteranos de guerra.

Le escribimos con el propsito de manifestarle nuestro repudio por la decisin de la empresa mexicana TV Azteca de despedir la semana pasada a trabajadores del Noticiero y Entrevista Al Da, incluyendo a su director el Lic. Mauricio Funes.

El despido de estos trabajadores significa para nosotros un grave atentado contra la libertad de expresin en nuestro pas, ya que ese espacio de entrevistas era uno de los nicos programas que practicaba un alto nivel de seriedad y de apertura a sectores populares.

Nuestra institucionalidad democrtica ha sido fuertemente golpeada con el despido de estos trabajadores por parte de una empresa de televisin mexicana. Es por esto que nos estamos dirigiendo a Ud. y haciendo acto de presencia en su Embajada.

Con Mxico nos unen entraables lazos de amistad como pueblos hermanos. En los momentos difciles de la dictadura y la guerra siempre hemos contado con la hospitalidad y la solidaridad del pueblo mexicano y tambin de su gobierno.

En este espritu le solicitamos interponga sus buenos oficios ante los dueos de TV Azteca, que son hoy tambin los dueos de canal 12, para que los trabajadores despedidos sean de nuevo contratados, incluyendo al Lic. Funes que goza del respeto de amplios sectores de la sociedad salvadorea.

Esperamos que a la mayor brevedad superemos esta delicada situacin que coloca a los empresarios mexicanos como interesados solo en obtener ganancias y no en contribuir a la democracia. Estamos seguros que esto no es as. Confiamos en su pronta intervencin para lograr una salida justa a esta situacin que nos preocupa fuertemente y que pueda ser utilizada para abrir brechas innecesarias entre nuestras naciones.

Atentamente

Carlos Rodrguez Guadalupe Erazo

Rev. Roberto Pineda Rev. Ricardo Cornejo

Efrn Meja Evelina Recinos

Carlos Zelada Mauricio Ordez

Mario Flores Ricardo Monje

BPS respalda gestin de Procuradora de Derechos Humanos

SAN SALVADOR, 16 DE FEBRERO DE 2005 (SIEP) “Les agradezco por este apoyo, sepan que siempre van a contar con una funcionaria que defiende los derechos de nuestra poblacin”dijo la Dra. Beatrice de Carrillo, Procuradora de Derechos Humanos a una numerosa delegacin del Bloque Popular Social de El Salvador.

En las ultimas semanas la Dra. De Carrillo ha sido amenazada a muerte y es vctima de una campaa de difamacin por parte de sectores derechistas del pas debido a su valiente defensa de los derechos de sectores populares, y a las investigaciones que esta institucin ha realizado sobre asesinatos polticos y situaciones de tortura presos comunes.

El pastor luterano Rev. Roberto Pineda, dirigente del BPS expres que “ nos encontramos aqu para manifestarle nuestro profundo respeto por el trabajo que Usted realiza, sepa que no esta sola, habemos miles de salvadoreos que la admiramos y estamos dispuestos a defenderla.”

Por su parte, la dirigente campesina Guadalupe Erazo hiz entrega de una carta de reconocimiento a la Procuradora con la firma de las organizaciones sindicales, campesinas, magisteriales, estudiantiles, juveniles, religiosas y de veteranos de guerra, que integran el BPS.

La Procuradora se hizo acompaar a la reunin por su Adjunto para Derechos Econmicos y Sociales, Lic. Antonio Aguilar y por parte del BPS asistieron Ricardo Monje, del STISSS, Rafael Coto, de Andes21 de Junio, Guadalupe Erazo, William Martnez, del BPJ, Carlos Zelada del MES, Gloria Rivas, de ACAP y los pastores luteranos Ricardo Conejo y Roberto Pineda, entre otros.

Cuando el país era grande…Entrevista con Schafik Handal

SAN SALVADOR, 4 de febrero de 2005 (SIEP) En primer lugar influyeron mucho mis padres, en especial mi madre, que tenía hacia los pobres una actitud de solidaridad, explica Schafik Handal, de 74 años, principal lider histórico de la izquierda salvadoreña, en entrevista realizada por el programa radial Fe y Esperanza, de la organizacin ecuménica Comunidades de Fe y Vida (COFEVI).

Agrega que estudie la primaria en el Colegio Municipal de Usulutan, de nombre Manuel de Jess Chávez, y mi mamá que se llamaba Erlinda, aunque su propio nombre era Yamileth, siempre me preparaba panes para llevar, de unos panes grandes que habían, panes con frijoles fritos, y me daba dos, uno para mi y otro me decía, para darle a algun compañerito que fuera pobre y no le den en su casa.

Nunca me dijeron nada porque me pasaba jugando con los cipotes (niños) pobres, andbamos siempre jugando con ellos, me acuerdo que tenía una pelota de fútbol y nos ìbamos a jugar enfrente del cuartel, en ese tiempo se puso de moda el indoor baseball, que era con una bola grande, y mis padres me ayudaron mandándome a hacer un bate y armábamos los juegos con los cipotes de la barriada.

Cuando estaba en quinto o en sexto grado vinieron a darnos unas charlas que me influenciaron, eran sobre la unidad centroamericana, eran gente del Partido Unionista Centroamericano, del PUCA, y formamos los estudiantes un grupo de apoyo, yo me uní desde entonces a ese ideal.

El primer año de secundaria, el primer curso, lo realice en un colegio que fundó el sacerdote Juan Gilberto Claros, hermano de otro sacerdote que estuvo en la Basílica. Después, como no había continuación en Usulutan, me vine al Colegio García Flamenco, que estaba en el centro de San Salvador, en la avenida Cuscatlan, a dos cuadras del Palacio Nacional, allí estuve interno.

En este colegio de secundaria estaba cuando se producen las jornadas de abril y mayo del 44. En esa época los estudiantes universitarios eran muy pocos, calculo unos 600, y solo existía la Universidad de El Salvador. Una vez fracasada la insurrección del 2 de abril… en donde combatieron aquí y en Santa Ana contra la dictadura de Martínez. La insurreccin fracasa y se inició un período muy duro y sangriento, habían fusilamientos diarios, Martínez fusiló hasta a su compadre, hasta a un hijo natural que tenía, el general Martínez implantó el estado de sitio, el 2 de abril que cayó domingo de Ramos hubo una gran represión.

En el colegio había un profesor de nombre Salvador Cañas, universitario, culto y de pensamiento progresista que siempre conversaba con nosotros sobre lo que estaba pasando, en el colegio se oían los disparos y pasaban los camiones con los fusilados por la Avenida Cuscatlan. Recuerdo que estábamos en clase de álgebra, con el Profesor Belgori, y de pronto llegaron dos estudiantes universitarios al aula y dijeron con permiso e iniciaron su discurso: pertenecían al Comité Nacional de Huelga y nos exhortaban a incorporarnos a la Huelga General de Brazos Caídos , que iba durar nos dijeron recuerdo muy bien hasta que caiga el tirano, cuando terminaron de hablar nos pusimos de pie y salimos a apoyar la huelga. El director Rubén H. Dimas se preocupó mucho porque pensaba que lo iban a culpar. Los sealamientos en ese tiempo se pagaban con la muerte.

Nos fuimos y alcanzamos a tomar el último tren que salía para Oriente, no habían carreteras en aquella época, se acababa de inaugurar la Panamericana pero no pasaba por Usulutan, el tren demoraba cuatro horas, iba parando en cada estación, era cuando sentíamos que el país era grande….

Nos fuimos a la huelga…en Usulutan había un señor de apellido Osegueda que publicaba un periódico afin al tirano Martínez, publicaba que los insurrectos andaban a salto de mata y que los iban a fusilar, Martínez fusiló al General Márquez que era su compadre, era el jefe de la 1ra. Brigada de Infantería, en lo que hoy es el Mercado Cuartel, por eso le llaman así. Fallaron por errores de discreción, se tomaron la radio nacional y le revelaron al tirano sus posiciones y este pudo controlar la situación. Gabriel Garca Márquez en su novela El Otoño del Patriarca señala algunos de estos detalles.

Estando en Usulutan, en mayo el mismo periodiquito cuando Martínez cae, saca un numero extra con el título: huye el tirano. Cambio de líneas. Explicaba el director que era debido a la represión que tenía que adular al tirano…

Para mi estos acontecimientos de abril y mayo del 44 tuvieron un gran impacto. Muy grande. No había cumplido los 14 años, soy del 30, cumplía 14 en octubre. Estabamos claros que estabamos desafiando a un poder enorme, dueño de la vida del país, era un desafío grande, hacer caer aquel tirano parecía una empresa imposible, parecía muy difícil, la prensa lo elogiaba diariamente, las noticias casi no llegaban a la población, tenía un fuerte control…

La lección es que el pueblo si se une puede, no hay fuerza que pueda detener a un pueblo unido y decidido a terminar con una dictadura, esto tuvo un impacto muy grande en mi persona…

Después estudie en el Colegio Francisco Gavidia, donde don Celestino Castro era el director, él tenía mucha sensibilidad social. Allí junto con otros dos amigos fundamos un periódico estudiantil, junto con Efraín Pérez Gómez, también de Usulutan y Román Flores, por cierto tío de Paco Flores, el expresidente. Nos lo publicaba un amigo de una imprenta no nos cobraba mucho que era progresista e incluso estuvo exiliado en México, lo imprimiamos e ibamos a los colegios a venderlo, ibamos hasta la Escuela Militar. Primero se llamaba Alma Joven y luego le cambiamos a Sangre Joven.

Me impactó mucho que al cumplirse el 100 aniversario de la muerte de Gerardo Barrios, decidimos ir a la biblioteca a investigar sobre su vida y le dedicamos la edición, y fuimos a venderlo al Colegio Sagrado Corazón, como ya lo habíamos hecho antes, aunque era muy conservador, pero la superiora se escandalizó y salió muy alterada y nos sacó del colegio y se puso a recoger los periódicos. Para nosotros era inexplicable lo que pasaba. Pero nos sirvió para darnos cuenta cual era la verdadera historia de Gerardo Barrios y no la historia lírica que nos contaban, y para la verdadera historia contaba quienes y porque lo habían matado. Por eso era el impacto…

Al final salimos de bachilleres, eramos poquitos, solo seis de Usulutan, eramos privilegiados, se nos decía: hola bachiller, adiós bachiller, como si se tratara de un alto título académico. Luego ya en la Universidad fundamos la Asociación de la Juventud Democrática. En Guatemala estaba el gobierno de Arbenz, con un programa nacionalista, la reforma agraria, una nueva visión…

Forme parte del movimiento estudiantil que impulsó la Reforma de la Universidad en 1950, estuvimos más de un mes en huelga y al primer grupo lo sacó la Guardia Nacional, y fuimos a la Asamblea Constituyente para exigir que se estableciera la autonomía universitaria en la nueva constitución, y lo logramos, la autonomía es el logro de la lucha que impulsamos. Luego de este logro nos preguntamos:que sigue? Nos pusimos a leer y a involucrarnos en la lucha popular ya de manera permanente. (primera entrega)

EL BAUTISMO DEL SEOR

ABRAMOS EL CIELO

La Iglesia en su sabidura ha puesto en perspectiva el Evangelio de este da con la comprensin de la historia de la salvacin que expresa el Profeta Isaas. Es por ello que puede ser de mucha utilidad entender el relato evanglico desde esa perspectiva. Isaas 42: 1-9 pertenece a aquello que llamamos el Deutero o Segundo Isaas y que tambin se le conoce como el Libro de Consolacin. De qu puede servirnos este texto en la comprensin de la epidemia del VIH-SIDA y como construir palabras de consuelo y de esperanza a las personas que viven con el VIH y el SIDA?

En primer lugar el profeta le habla a personas que estn viviendo en un exilio forzado y que anhelan regresar al hogar para fundamentar la esperanza en que el retorno est prximo. Nosotros tambin le estamos hablando a personas que han sido exiliadas de nuestras comunidades cristianas y obligadas a vivir en la intemperie de una sociedad annima y muy poco solidaria. Nosotros y nosotras tambin estamos llamados a anunciar en medio de ese exilio impuesto por aquellos que se sienten dueos de la verdad que la comunidad cristiana inclusiva que les ha de recibir con los brazos abiertos y de forma incondicional es una realidad al alcance de la mano.

Asimismo, y frente a muchos fundamentalistas, que consideran que las verdades son eternas y que aquello que fue valido para un momento y una situacin determinada tienen valores absolutos en el tiempo y en el espacio, en este texto de Isaas vemos claramente como la revelacin de Dios es una accin dinmica. El pueblo de Dios arriba a una nueva comprensin con relacin a la naturaleza misma de Dios y de la responsabilidad de la comunidad de fe. En medio de la epidemia del vih-sida nosotros y nosotras tambin crecemos en la comprensin de la naturaleza de Dios y de la responsabilidad de nuestra comunidad como pueblo de ese Dios. Las profecas y las revelaciones de Dios no han cesado sino que cada da y en cada circunstancias nos llama a ser creativos y fieles.

El profeta Isaas descubre y comunica a sus hermanos y hermanas que Dios mismo es el que nos ha llamados a ser su pueblo. Que este pueblo tiene una misin especfica que es la de ser testigos de la accin transformadora y dinmica de Dios. Como afirma Santa Brgida de Suecia: Oh Jess, Hijo de Dios, T que estuviste en silencio delante de los que te juzgaron, silnciame, hasta que haya podido considerar qu y cmo hablar. Mustrame el camino y hazme dispuesto a seguirlo. Fatal es quedarse y peligroso seguir

Y con ese horizonte podemos aproximarnos al texto del Evangelio de hoy. Aqu encontramos dos formas muy claras de predicacin y de anuncio del Reino de Dios. Muchas de nuestras comunidades tendrn que reflexionar a qu escuela de predicacin pertenecemos. Juan el Bautista impone la conversin por el temor al Reino que ya viene. Es urgente convertirse porque de otra manera caer sobre todos y todas la condena. El temor es la base de la urgencia del llamado a la conversin. Muy semejante a lo que escuchamos en plazas y programas religiosos. Se leen los signos de los tiempos como calamidades que no deben hacer temer un fin apocalptico prximo. La misma epidemia del vih-sida se la entiende en ese contexto.

Jesucristo viene a predicar desde otra perspectiva. La conversin esta relacionada con la venida del Reino pero no por temor sino porque sabemos que esa conversin ha de acelerar la venida del Reino. La conversin de cada uno de nosotros y de nuestras instituciones son un anuncio de que la justicia y la paz que estn relacionadas con el Reino son el fruto de la conversin. Los cambios que debe mostrar nuestros pensamientos y acciones son herramientas para acelerar el establecimiento del Reino que quiere el Seor.

El otro hecho sorprendente es que Juan el Bautista acta exactamente como actuamos nosotros como individuos y como instituciones. No entendemos absolutamente nada de la accin de Dios en Jesucristo. Siempre Jess se coloca para nuestro escndalo y escndalo de Juan el Bautista, en la fila de los pecadores. Todos y todas hubiramos visto como lo polticamente correcto y pastoralmente esperado, que Jess comenzara a bautizar junto con Juan. Lo desconcertante entonces y ahora es que Jess se coloca del otro lado del mostrador. Jess se ubica en la fila de los pecadores y pecadores para mostrar que su compromiso es total. No tiene ningn temor que ser confundido con ellos y ellas porque sabe que desde esa comunin y compromiso de fila el cambio es posible. Sabe que ese ubicarse en ese contexto y en esa proximidad es la revolucin del Reino. Jess no solo se mezcla sino que a los ojos de Dios se hace marginado y excluido.

En esa ubicacin de Jess en la fila de los estigmatizados fundamentamos nuestra esperanza en el contexto de la epidemia del vih-sida. Podemos hoy anunciar que Jess se ha colocado en la fila de los grupos vulnerables al vih-sida, en todos esos grupos y con todos los hermanos y hermanas que viven con vih-sida porque estamos convencidos que Dios no hace diferencia entre personas. A los ojos de Dios todas y todas estamos en la misma fila, todos y todas necesitamos de ese bautismo que nos hace morir a los prejuicios y nos hace renacer a la comunin, solidaridad y justicia.

Esa accin de solidaridad, comunin y compromiso es la accin que abre los cielos. Si realmente la iglesia y la comunidad cristiana quiere ser puerta del cielo dependemos de una accin que asombre y confunda a muchos Juan el Bautista de nuestro tiempo. La iglesia misma necesita ser bautizada en ese bautismo de arrepentimiento para que el cielo se abra nuevamente a muchos hermanos y hermanas que viven hoy con el vih-sida y a las personas que forman parte de los exiliados de los grupos ms vulnerables a la epidemia.

Entonces todos y todas van a escuchar nuevamente Este es mi Hijo y mi Hija muy querida, en quien tengo puesta toda mi predileccin. El amor de Dios es la que nos hace hijos e hijas de Dios y hermanos y hermanas.

Para la revisin de vida

En este da volvemos a afirmar nuestro compromiso de Bautismo. Queremos que nuestras vidas sean iluminadas por la presencia de Cristo en ellas de tal forma que el Espritu del Reino descienda sobre cada uno de nosotros y nosotras para que este tiempo no se comn ni ordinario sino que sea un tiempo extraordinario de sorpresas y creativada en la fe y en la vida comunitaria.

Para la reunin de grupo

Cumplamos todo lo que es justo. Esas palabras de Jess se aplican hoy a la comunidad de fe, al pueblo llamado y convocado por el Espritu. Esa es la misin de los bautizados: cumplir todo lo que es justo. En el contexto de la epidemia de f debemos preguntarnos cmo y a travs de que alianzas estratgicas ayudamos a que se cumpla todo lo que es justo.

Para la oracin de los fieles

-Para que todos los hombres y mujeres, seropositivos o seronegativos, acepten y fomenten el Amor, la Justicia y el Derecho, roguemos al Seor

Por todos los seguidores de Jess, para que se distingan siempre como el Mesas en el que creen por su amor a la paz, a la concordia, a la justicia y al derecho

-Para que aprendamos de todos los hombres y mujeres, seropositivos o seronegativos, que han descubierto el imperativo absoluto de los derechos humanos, que vienen a ser derechos divinos

-Para que todos renovemos nuestro bautismo: nuestra decisin de seguir a Jess y comprometernos con su proyecto mesinico de implantar el Derecho en el mundo

-Para que la Iglesia se pueda colocar con simplicidad y humildad en la fila de aquellos y aquellas que necesitan el bautismo de conversin para que el reino se haga una realidad.

Oracin comunitaria

Dios nuestro, que en el bautismo de Jess lo has proclamado como tu Hijo muy amado, el predilecto; te suplicamos nos cobijes bajo su nombre y nos concedas conformarnos cada da ms cercanamente a su imagen, haciendo nuestra su Causa y prosiguiendo su misin de ser luz de las naciones y de implantar el Derecho en la tierra. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Seor

LA QUERELLA ENTRE QUECHUAS Y AYMARAS

Si bien la estructura poltica del Collasuyo (hoy Bolivia) se hallaba herida de muerte ante la expansin Quechua en el siglo XV, es indudable que el podero Aymara estaba intacto en su compleja expresin religiosa. Esto dio lugar a un matrimonio de facto entre las principales deidades Aymaras, representadas por la Pachamama, y el Inti o dios Sol Quechua de los Incas.

Cochabamba (Bolivia) – 8 de enero de 2005

Al promediar el siglo XV de nuestra era, el mundo andino fue escenario febril de dos naciones en pugna, de dos proyectos marcados por la dialctica de la historia: El imperio Colla del pueblo Aymara que haba heredado la concepcin comunitaria y politesta del extinguido Tiahuanaco, y el imperio Inca del pueblo Quechua-tambin de raz tiahuanacota- que se hallaba empero en una etapa activa de centralismo poltico y de constitucin estatal al influjo de una tendencia monotesta.

Eran dos procesos paralelos, de origen comn, pero diferenciados por la dinmica azarosa del desarrollo de las fuerzas productivas.

Los Aymaras del Collasuyo se resistan a ser sometidos por el centralismo del Estado inca y luchaban por conservar su organizacin econmica y social con rasgos an matriarcales rigindose por divinidades masculinas y femeninas, sustentando instituciones fundamentales como el ayllu y el ayni donde los conceptos de produccin comunitaria y reciprocidad laboral determinaban las caractersticas de la vida pblica y privada.

Los Quechuas del Cuzco incaico, en cambio, pretendan dar el salto cualitativo del comunismo primitivo hacia un socialismo de Estado1 bajo la centralidad teocrtica del dios Inti y su hijo directo el Inca. Este proyecto dinstico propenda a la expropiacin del excedente en un proceso de formacin de castas y divisin clasista del trabajo.

A pesar de su debilitamiento poltico, los Aymaras vencieron a los Quechuas no precisamente en el plano militar tras sangrientas batallas que multiplicaron el podero armado de los incas, sino en los planos cultural y religioso2. La expansin del imperio incaico tropez con una fuerte resistencia civil del pueblo Aymara, cuya fortaleza radicaba en su slida organizacin comunitaria protegida por mil dioses y muchas ms diosas.

El Collasuyo Aymara3 abarcaba una vasta extensin de seoros como los Canas, Collas, Canchis, Lapacas y Callahuayas al norte del Lago Titicaca, y por el sur los Pacajes, Charcas, Soras, Chuis, Carangas, Quillacas, Urus, Chipayas, Yamparaes, Caracotas y Chichas que atravesaban los actuales territorios bolivianos de La Paz, Cochabamba, Oruro y Potos, adems de los territorios norte de Argentina y Chile.

Para los incas era de estratgica necesidad expandir su dominio sobre esa vastedad Aymara. En 1440 el dominio Quechua se circunscriba apenas a Cuzco y Quito.

Los Quechuas cruzaron el Titicaca homogeneizando lingstica y religiosamente a las etnias que caan conquistados por el dios Inti; pero esta hegemona no lograba penetrar en los indmitos pueblos Collas (Aymaras), muchos de los cuales poblaban el actual territorio cochabambino.

Los Aymaras Soras por ejemplo, informa Gisbert, posean un extenso territorio que abarcaba la actual comunidad de Paria, llegando hasta Sipe Sipe y Tapacar. Otro grupo, los Charcas, abarcaba una superficie de 30.000 kilmetros cuadrados incluyendo Sacaca, Chayanta, Tiquipaya, Tomata, Macari, Cochabamba (Kanata) y Santiago de El paso. Otras zonas del valle cochabambino eran habitadas por Chuis y Cotas, tan indomables como los Soras y Quillacas.

Una religin unificadora

Al no poder someterlos por la fuerza, los incas optaron por pactar con los Collas y este pacto se produjo esencialmente en el mbito religioso, aproximadamente entre 1463 y 1493, apenas tres dcadas antes de la conquista espaola.

Dijimos que si bien la estructura poltica del Collasuyo se hallaba herida de muerte ante la expansin Quechua, es indudable que el podero Aymara estaba intacto en su compleja expresin religiosa. Esto dio lugar a un matrimonio de facto entre las principales deidades Aymaras, representadas por la Pachamama, y el Inti o dios Sol de los Incas.

El Estado Inca, al final, tuvo que asimilarse oficial y formalmente a la religin Aymara todava hegemnica en el ancestral mundo andino.

El antroplogo Steve Stern, de la Universidad de Wisconsin, nos explica con claridad ese hecho:

En lugar de destruir las huacas4 regionales ms poderosas, los incas trataron de asimilar su prestigio al del Estado. Los incas inundaron de rebaos, tierras, servidores y regalos para los santuarios pacarinas y otros santuarios preincaicos e hicieron transportar al Cuzco en literas a los principales dioses, como invitados de honor en las festividades reales. Al elevar los recursos y el prestigio de determinados dioses (Aymaras) bajo los auspicios de los incas, el Estado esperaba poner a los dioses locales a su servicio, establecer una red de lealtades y de obligaciones mutuas que dara a la dominacin imperial un carcter menos forzado.

Confirmando aquello, de Huarochiri emergi una hermosa leyenda segn la cual el inca Quechua Tupac Yupanki que gobern entre 1471 y 1493 aproximadamente, se vio obligado a rendir devocin a uno de los huacas ms influyentes del mundo Aymara, Pariacaca, exigiendo en recompensa que, con su mediacin, los dioses colaboren con el Inca en su guerra contra los ayllus rebeldes.

El captulo 23 del referido manuscrito narra lo siguiente5:

Se dice que cuando el inca Tupac Yupanki seoreaba y haba conquistado todas las comunidades, descans varios aos con gran contento.

Entonces, en algunas comunidades, grupos rebeldes se alzaron.

A saber: ni los Alancu Marka, ni los Calanco Marka queran ser sbditos del Inca. Lograron arrastrar a su causa a varias huarangas6 de hombres, y juntos guerrearon durante unos doce aos.

Como aniquilaban a todas las fuerzas que enviaba contra ellos, el Inca estaba muy afligido y, lamentndose mucho, se pregunt: : Qu va a ser de nosotros?

Entonces, un da pens: Para qu sirvo a estos huacas con mi oro, mi plata, mi ropa, mi comida y todo lo que poseo? A ver, voy a mandar a llamarlos a todos ellos para que me ayuden contra los enemigos.

As mand convocar a los huacas de todas las comunidades que reciban oro y plata para que viniesen al Cuzco.

Los huacas aceptaron y se pusieron en marcha.

Pachacmac vino transportado en una litera; de la misma manera todos los huacas locales de todo el Tahuantinsuyo vinieron transportados en literas.

Todos los huacas locales llegaron al Haucaypata, pero Pariacaca no llegaba an. Segua resistiendo preguntndose si deba ir o no.

Finalmente Pariacaca envi a su hijo Macahuisa dicindole: Ve t, despus de haber escuchado lo que digan, vuelve.

Cuando Macahuisa lleg (…) el Inca empez a hablar: Padres, les dijo, Huacas y Huillcas, ya sabis cmo yo os sirvo de todo corazn con oro y plata; es posible que vosotros no me ayudis a m, que os sirvo con tanta generosidad, ahora que estoy perdiendo tantas huarangas de mis hombres? Por ese motivo os he hecho convocar.

Ninguno de ellos contest. Ms antes, permanecieron en silencio.

Entonces, de nuevo el Inca les dijo: Hablad! Es posible que permitis que los hombres que han sido animados y hechos por vosotros sean aniquilados en la guerra? Si no queris ayudarme, en este mismo instante os har quemar a todos! para qu pues yo os sirvo y embellezco envindoos todos los aos mi oro y mi plata, mis comidas, mi bebida, mi coca, mis llamas y todo cuanto poseo? Entonces, no me ayudaris despus de haber escuchado todas estas mis quejas? Si me negis vuestra ayuda, arderis ahora mismo.

Entonces Pachacmac empez a hablar: Oh inga sol, yo no propongo nada puesto que suelo hacer temblar la tierra entera con todos vosotros juntos. No slo aniquilara al enemigo, sino que acabara con todos vosotros y con el mundo entero tambin. Por eso me he quedado callado.

Como todos los dems huacas se callaron, Macahuisa (el hijo de Pariacaca) empez a hablar: Oh inga sol, yo voy a ir all. T permanecers en las proximidades en una tienda bien instalada e identificada con una seal distintiva para que no te aniquile con los dems; en un mnimo de tiempo voy a conquistarlos para t.

Mientras Macahuisa hablaba, de su boca sala un aliento muy denso cual si fuese humo verde.

Y se dice que tambin en esa sazn comenz a soplar su zampoa de oro. Su pinquillu tambin era de oro. En su cabeza llevaba coronada la diadema. Su phusuca tambin era de oro, en tanto que su camiseta era negra7.

Dieron a Macahuisa para su viaje una litera de las que se llaman Chicsirampa, destinada a transportar al propio Inca. Y fueron escogidos por el Inca, para acompaarlo, unos fornidos callahuaya. (…).

Lo transportaron hasta la cima de un cerrito; una vez all, Macahuisa, el hijo de Pariacaca, comenz, poco a poco, a caer bajo la forma de lluvia.

Los hombres de las comunidades rebeldes empezaron a organizarse, preguntndose qu podra significar este fenmeno.

Atacndolos con sus rayos, Macahuisa aument la lluvia y as abri quebradas por todas partes, y arrastr a los miembros de todas estas comunidades rebeldes con sus aguas torrenciales.

Aniquil a los kuracas principales y a los hombres valientes con sus rayos. Slo una parte de la gente comn se salv. Si hubiera querido, habra aniquilado a todos.

As, despus de haber vencido a todos los dems rebeldes, los persigui hasta el Cuzco.

Desde esa poca, el Inca apreci todava ms a Pariacaca y le otorg cincuenta Yanas8.

Padre Macahuisa, le dijo al huaca victorioso, qu te dar?. Pide todo lo que quieras. No ser avaro. El otro respondi: Yo no deseo nada excepto que te hagas huacsa9 y celebres mi culto como lo hacen nuestros hijos de Yauyos.

El Inca acept, pero, como le tema mucho a este huaca, quiso ofrecerle todo lo que pudiera para que no lo aniquilase a l tambin.

As mand que se le ofrendara comida, pero Macahuisa le dijo: Yo no suelo comer estas cosas y pidi que le trajeran corales.

Se dice que cuando le trajeron corales, los comi con rapidez, ronzando, haciendo sonar kap, kap.

Despus el Inca mand que le entregaran a sus ustas10, escogindolas entre las ms nobles, pero el huaca las rechaz.

Y as volvi Macahuisa donde su padre Pariacaca, informndole acerca de esta su misin.

Desde entonces, y por mucho tiempo, los incas tambin fueron sus sacerdotes devotos en Jauja, donde bailaban teniendo a Macahuisa en gran estima… .

Esta alianza espiritual Aymara-Quechua, fruto de una relacin de fuerzas donde lo militar-coercitivo cede ante lo religioso-consensual, consolidar la estructura dualista y recproca del sistema incaico, dentro el cual las deidades matriarcales de la comuna Aymara terminan convivendo en armona con el Estado centralista del Inti (en un escenario que muy poco despus ser suplantado por el monotesmo cristiano, que tambin habr de ceder ante el paganismo sincretizante de los ayllus politestas) .

Tal estructura en la cual se origina la utopa del Estado Comunitario que late en estos tiempos de posmodernidad es un rasgo fundamental todava vigente en la vida cotidiana de los festivos, msticos y holsticos pueblos indgenas que habitan sobre la cordillera de los Andes desde el sur de Colombia hasta el norte de Chile y Argentina, pasando por Ecuador, Per y Bolivia.

Wilson Garca Mrida, SERVICIO INFORMATIVO DATOS Y ANLISIS

Director del Servicio Informativo Datos & Anlisis, antroplogo y comunicador boliviano.

Altercom

NOTAS:

1.- En su libro Buscando un Inca, Carlos Flores Galindo advierte que la famosa obra de Louis Baudin sobre El Imperio Socialista de los Incas fue escrita en 1928 para criticar al socialismo como un rgimen opresivo.

2.- En 1438 los kuracas (seores) Collas Cari y Zapana se encontraban en disputas por la concentracin de ayllus, facilitando los aprestos expansionistas del Inca Viracocha, segn informa Gisbert.

3.- El Collasuyo era la regin andina ms importante que los incas incorporaron a su imperio denominado Tahuantinsuyo (cuatro regiones). Chinchansuyo, Condesuyo y Andesuyo fueron las otras tres.

4.- El o la Huaca (o Guaca) es el nombre genrico con que se conoce en el mundo Aymara a los dioses (o diosas) mayores. Los dioses o diosas menores son llamados genricamente Huillcas y Villcas.

5.- Elaboramos el texto en cuestin en base a traducciones del Manuscrito de Huaruchiri realizadas por Angel Herbas Sandval en 1989 y Gerald Taylor en 1999, que presentan diferencias lingsticas y matices complementarios en varios prrafos a lo largo de todo el Manuscrito.

6.- Una huaranga era equivalente a una divisin de mil comuneros armados que eran dirigidos por un jefe local conocido como Mallku, de menor jerarqua respecto a los kuracas, pero superior al jilakata.

7.- En el original Quechua, antara por zampoa. El pinquillo es una flauta de sonido agudo. El vocablo phusuca podra ser, segn Herbas, una especie de cerbatana que usaban los ejrcitos desaparecido del Collasuyo.

8.- Los yanas o yanacunas eran servidores seleccionados por el inca para realizar tareas domsticas y administrativas en favor de los seores. Tenan privilegios de casta y constituan la base social de la burocracia emergente en el Estado incaico.

9.- Los huacsas eran los sacerdotes devotos que dirigan y organizaban las fiestas rituales. Generalmente este clero andino estaba constituido por los propios kuracas, mallkus y jilacatas, hasta por el Inca mismo como se puede ver.

10.- usta: doncella que tena rango de princesa en la corte del Inca.

Crisis poltica en Polonia. El barco sin rumbo

Tres aos despus de la derrota electoral de la derecha liberal, el balance del gobierno social-liberal polaco es catastrfico. Frente a la grave crisis poltica y a la ausencia de una alternativa creble en la izquierda, la esperanza solo puede venir de la construccin paciente de una izquierda anticapitalista.

En 2001, por segunda vez, un amplio electorado de izquierda expuls a la derecha del gobierno para instalar en l a la Alianza de la Izquierda Democrtica (SLD), un partido socialdemcrata salido del POUP, partido en el poder bajo el antiguo rgimen burocrtico. No solo una parte del pueblo polaco suficiente para imponer su voluntad en las elecciones parlamentarias prefiri ser gobernado por una fuerza llamada “poscomunista” que por una mezcla de fuerzas de derechas reagrupadas en la Alianza electoral Solidarnosc (AWS) y apoyada por el sindicato del mismo nombre; adems, elimin del parlamento a la gran mayora de los componentes de esta alianza, en particular, la Unin por la Libertad (UW) salida de la antigua “oposicin democrtica”.

El ajuste de cuentas de las masas polacas con los vencedores de 1989 convertidos en restauradores del capitalismo y promotores del liberalismo econmico no poda ser ms implacable. Hoy, Polonia parece un barco sin rumbo que deriva inexorablemente hacia una montaa de hielo. Miembro de la Unin Europea (UE) desde el 1 de mayo, es el estado ms corrompido de la Unin, dando, al mismo tiempo, una tasa de paro del 20% y el nivel de salarios reales, con Eslovaquia, ms bajo. Corrupcin febril e insolente, poltica econmica liberal sin reparos a pesar de su fachada “social”, proteccin impdica de los intereses del ms poderoso magnate econmico del pas, Jan Kulczyk, utilizacin de los servicios secretos para ello y con otros fines polticos, sumisin completa de la poltica internacional a los intereses del imperialismo estadounidense y participacin en la ocupacin militar de Irak, contra la voluntad de la inmensa mayora de los polacos: este es el resumen del balance del go!

bierno socialdemcrata.

Ostentosamente machista, Leszek Miller, el hombre de hierro de la SLD, deca que “el hombre es apreciado no por la forma de empezar sino por la de terminar”. El 2 de mayo, ha dimitido del puesto de Primer ministro, desacreditado y abandonado por su propio partido. Hundida en una grave crisis poltica y moral, la SLD se ha dividido en dos partidos socialdemcratas cuyas diferencias polticas son difciles de situar. El estado est paralizado en gran medida. Desde hace un mes y medio, hay un gobierno nombrado por el presidente Kwasniewski pero incapaz de obtener el apoyo de una mayora parlamentaria. La composicin actual de la Dieta no permite formar gobierno, pero Kwasniewski se obstina en rechazar elecciones anticipadas. Tras dos reformas liberales propiamente desastrosas, el Sistema nacional de salud corre el riesgo de hundirse a corto plazo, pero la parlisis gubernamental no permite tomar medidas de salvamento.

Frente a una socialdemocracia dividida, a punto de perder las elecciones, no queda ms que la derecha liberal (la Plataforma Ciudadana, PO), el populismo rural y provincial oscilante entre la izquierda y la derecha (Samoobrona o Autodefensa), la derecha conservadora (Ley y Justicia, PIS) y la derecha radical y extrema (la Liga de las familias polacas, LPR). Ninguna alternativa parece dibujarse a la izquierda: marginal, dividida e influyendo muy poco en las relaciones de fuerza, la izquierda radical sigue siendo algo ficticio. Un ejemplo: se ha anunciado a la izquierda anticapitalista europea que se presentara una lista comn de la izquierda anticapitalista polaca para las elecciones europeas. Se ha visto que era una operacin sin fundamento. Los trabajadores, por su parte, paralizados por el paro masivo, desorientados, desprovistos de una referencia poltica de clase y desmoralizados, tienen muchas dificultades para movilizarse. En el mejor de los casos, llevan a cabo luchas defensivas aisladas y a menudo desesperadas. El fondo de esta gran crisis poltica, es la formacin en Polonia, en el interior de la UE imperialista misma, de un capitalismo dependiente y perifrico. Es por ello fundamental, en la reflexin y en la accin, construir una izquierda anticapitalista.

Entrevista a James Petras en Peru

La victoria ms grande de los ltimos tiempos de Washington, es precisamente la derechizacin de los ex regmenes centro izquierdistas como Lula, Gutirrez, Kirchner y Vzquez

Por Jos Caldern Dongo (*)

SODEPAZ (Solidaridad para el Desarrollo y la Paz), 01/12/04

Los primeros das de noviembre del presente ao, 2004, tuvimos la oportunidad de contar con la presencia de James Petras, prestigioso intelectual de izquierdas, que no ha claudicado jams de sus convicciones polticas, su sorprendente lucidez y su profundo conocimiento de la realidad peruana se pone de manifiesto en esta primera entrega de la entrevista que le hiciramos en la ciudad de Lima.

JCD: Empecemos primero con una pregunta clave en estos momentos, acerca de los acontecimientos electorales recientemente vividos en los Estados Unidos de Norteamrica Cules seran las consecuencias para Amrica Latina en general y para el Per en particular.

Yo no creo que vayamos a ver muchos cambios, lo que est ocurriendo va a continuar igual. La victoria ms grande de los ltimos tiempos de Washington, es precisamente la derechizacin de los ex regmenes centro izquierdistas, creo que entre ellos la ms destacada es la victoria de Lula, un golpe de Washington, que tiene entrada en el pas ms grande en la corporacin internacional, particularmente con Hait, con la poltica que Lula ha desarrollado con Venezuela, hablando especficamente del mal llamado Grupo de Amigos de Venezuela, un desastre total, junto con esto la colaboracin de Kirchner con el pago de la deuda externa, la legitimacin de las privatizaciones, el papel bombero que han hecho contra los movimientos insurreccinales. Es un trabajo espectacular. Yo creo que pocos presidentes han tenido el xito de Kirchner, en dividir, cooptar, contra los movimientos de oposicin al sistema; y bueno ms all de eso, tiene en sus manos a Toledo, a Gutirrez, un Gutirrez que est entregando bases militares en la selva, en la costa, el petrleo est sobre la mesa, la electricidad est sobre la mesa, para ser privatizados.

JCD: Entonces podramos decir que asistimos a un cambio sustantivo en estrategia del Imperio con respecto a Amrica Latina va Brasil?

No, no necesitan cambiar muchas cosas para tener la poca de oro con gobiernos estables como la primera vez hace muchos aos, han debilitado los movimientos populares en el Brasil tremendamente, la CUT es una organizacin ya hueca, se ha roto, hay divisin, hay formacin de nuevas federaciones no oficialistas.

JCD: Cul sera entonces, a partir de estos acontecimientos, el papel que deba adoptar la izquierda?

Por lo dems, yo creo que la izquierda se qued con la boca abierta frente a los acontecimientos, porque falta un conocimiento profundo de los procesos polticos. Para darte un ejemplo, en este caso de la astucia o por lo menos de la habilidad del imperialismo frente al fracaso de la izquierda, los analistas observan la transformacin de PT en los ltimos aos, de un partido vinculado a movimientos sociales fue convertido en una maquinaria electoral, mquina electoral social-demcrata, a fines de los noventa un partido social liberal en los hechos, con muchos gobernantes alcaldes social-demcratas, hasta liberales. Y finalmente pactando con el Fondo Monetario un excedente del presupuesto, el 4.25, entregando 40 mil millones de dlares para el pago de la deuda externa, congelando los salarios, bajando las pensiones de todo el sector pblico en un 30%, modificando las leyes laborales favorables a los patrones, paralizando la reforma agraria casi totalmente, cosas que nadie de derecha tena capacidad de hacer.

Incluso Lula en su arrogancia ha llamado a todos los presidentes anteriores cobardes, frente a su gran acto heroico de haber logrado el aplastamiento del movimiento popular, y bueno sufriendo algunas consecuencias en las elecciones municipales, perdieron en Belm, Sao Paulo, hasta su baluarte en Porto Alegre, ganan en Belo Horizonte por una coalicin en la que han compartido liberales y burgueses, y ganaron en Fortaleza porque la candidata, una mujer que mantuvo una lnea contra la lnea oficial de Lula. En Ro han logrado cuatro, adems han ganado muchas municipalidades medianas del interior, pero con una poltica clientelista, lo que llaman cero pobreza, que es una mquina de corrupcin, de clientelismo, financian a 4 partes de los pobres, pero mantienen tropas en Hait en manos de brasileos colaborando con escuadrones de la muerte, asesinando militantes pro Aristide, con colaboracin de chilenos, argentinos, haciendo el trabajo sucio, despus de que Estados Unidos raptara a Aristide, e impone gobierno ttere y vienen los latinos a limpiar el piso; toda la mierda y la sangre que derramaran. En este sentido, yo creo que estamos en una fase de tremendo retroceso, enormes ganancias y beneficios, y entregas a las multinacionales y bancos, que va a costarnos tiempo recuperarnos, con la excepcin del avance en Venezuela con Chvez por lo menos con un programa de bienestar social revolucionario muy similar a una versin moderada de Velasco Alvarado, moderado porque nunca nacionaliz nada ms que el petrleo, que era nacionalizada pero por lo menos ahora orientada a hacer algunas inversiones sociales en su pas.

Pero el hecho es que Chvez mantiene una posicin antiimperialista, frente al ALCA, al plan Colombia, mientras los dems como Lula, que abraza a Bush diciendo claramente antes de las elecciones que la mejor opcin para Brasil es el presidente Bush, y esto marca la derechizacin hasta el absurdo, yo creo que la izquierda tiene que ponerse serio dejar los cliss y los impresionismos, de que Lula es la esperanza para la izquierda, no era, mucho menos no es ahora, y peor en el futuro.

Kirchner es un conservador moderado, eso quiere decir mantiene algunas posiciones sociales, como la subvencin con 50 dlares al mes para dos millones de desocupados, es algo ms que los reaccionarios anteriores, a aumentado en algo las pensiones, pero el petrleo argentino queda en Repsol, que es una mina de oro, la electricidad y lo dems en manos privadas, sigue pagando una parte de la deuda externa, y despus de negociar por lo menos cuotas posibles de pagar, se comprometen con el 30 o 35% de la deuda pendiente con los especuladores en bonos.

Tabar Vzquez est para mi, en el mismo camino, lo dice textualmente, que pact con el FMI, Astore es un reaccionario, el ministro de economa que en las entrevistas es muy honesto, dice que en el fondo vamos a cumplir todo, deuda externa, todo, no vamos a privatizar, incluso vamos a formar empresas asociadas. Yo creo que la izquierda tiene que pensar ms a fondo, o si va a caer en el posibilismo de los aos 80, cuando se metieron con Alfonsn, con democristianos, yo creo que en primera instancia debemos saber con lo que realmente tratamos, y eso no se puede hacer mirando a un funcionario burcrata partidarizado 25 aos, y llamarlo metalrgico, Lula es metalrgico como si yo soy metalrgico, hace 40 aos yo trabajaba en una fbrica y llamarme metalrgico es una estupidez, un hombre que no trabaja en una fbrica hace 25 aos y que es pagado por el partido a tiempo completo, un partido que en su ltimo congreso era 80 % funcionarios, y un 10 15 % burcratas sindicales, y llamarlo un Partido de los Trabajadores que pacta idealmente con el FMI… si citas cualquier declaracin del Fondo o del Banco Mundial, encuentras a Lula, incluso salud y aplaudi a Davos.

JCD: En esta nueva configuracin del escenario mundial como quedan el resto de pases latinoamericanos?

Entonces… Washington no tiene que moverse contra Colombia, contra los guerrilleros, contra los movimientos populares, est preocupado por los movimientos de masas en Bolivia, ha neutralizado a Evo Morales en un grado importante, tiene al Cholo aqu, Lagos es otro cipayo completo, van a jugar a provocar otras fuerzas contra Chvez, van a apretar a Cuba, estn preocupados por la corrupcin y desprestigio total de Gutirrez, que a diferencia de Per es que Gutirrez tiene una oposicin organizada, fuerte; en Per el Cholo del Banco Mundial, no tiene una posicin orgnica, tiene a Diez Canseco dando discursos, tiene al APRA, buscando substituirse, persiguiendo el recambio; entonces cae a 5% de popularidad, sube a 11 %, y baja a 8, y no cae, y no va a caer. Entonces, por eso digo que la victoria, hablamos del plan Colombia, hablamos del ALCA, hablamos de paramilitares, pero el gran xito esta en la va electoral, gran xito de Bush, Bush-Lula, los mejores aliados en Amrica Latina, Bush que es la ultranza clerical fascista que tenemos, y vamos sufriendo nosotros ms y cada vez ms, y este seor respaldado por los guerreristas, apoyado por los fundamentalistas, y parte importante de facho norteamericamos, bienvenido dice Lula, Qu ms hombre!

JCD: Es decir estamos frente a una situacin muy compleja que no nos permitira tener acciones acertadas en el corto plazo?

No, no, es una situacin muy grave, muy grave, donde primero tenemos que aprender de nuestros malos anlisis, yo apoyo a Chvez contra la derecha, pero es un rgimen contradictorio, la poltica fiscal ortodoxa, con 30 mil millones de dlares en reservas que podra construir una economa tremenda, con medios de comunicacin modernos, un CNN latinoamericano, y voy a plantearlo cuando nos veamos en diciembre, estos miles de millones de reservas, y bueno, tienen programas de salud, de micro empresas, micro crditos, educacin, subvencin de alimentos; poco a poco los crculos bolivarianos se estn organizando. Pero toda la estructura econmica multinacional esta formada compartiendo las nuevas exploraciones de petrleo, Bancos Privados espaoles, toda la burguesa rentista contina igual; igual tenemos que apoyarlo contra el imperialismo obviamente, contra el intervensionismo golpista, y tratar de influir para que por lo menos se defina la forma de inversiones productivas sociales; sacar el manejo del dinero en dlares, el dlar tan depreciado, 29 % en un ao, y la gente mantiene sus cuentas en dlares, no tiene sentido mantener una economa en dlares.

Hay cosas para entender la dinmica y las oportunidades en Amrica Latina, y creo que Bush en este momento va a seguir dando besos y abrazos a Lula y los dems mientras son tiles, ahora que se estn desgastando Lula y Meza, van a buscar un recambio; en Bolivia es peligroso porque ya tienen los grupos de Santa Cruz, que son militares, y podran dar un golpe cvico militar y podran imponer una versin mas castellana de Goi, alguien que pueda articular ms o menos claramente un programa imperialista en la lengua de su pueblo, ahora, a parte de eso Gutirrez tambin se desgasta y tiene recambio con lo Social-Cristiano, con Febres Cordero. Asistimos a una fase donde se tiene que volver a reconstruir el CONAIE institucional con autocrtica, de Pachacuti bueno, un partido reformista desprestigiado en su asociacin con Gutirrez vuelven a trabajar y a convencer a las masas que era un error, y que vuelven hacia la lucha local, los petroleros (la organizacin de trabajadores), lo mismo, descabezados, pero vuelven.

Estuve en Ecuador, hace tiempo, cuatro o cinco meses, conversando con los mximos dirigentes pretroleros, Yolango, y admiten que fue un gran error, les costo bastante, los nicos que no admiten los errores son los maostas que dicen que todo era correcto, (el decir los errores es correcto), pero ahora obviamente estn tratando de reconstruir una oposicin, as mientras cae Gutirrez la derecha institucional esta presente para echarlo y reemplazarlo, los movimientos estn creciendo para ver si aprovechan del momento dbil de Gutirrez a ver que pasa, en Bolivia lo nico que queda para Meza en el poder es el apoyo de Morales, aparte de eso, Morales divide el movimiento popular, Morales paraliza las huelgas, baja la bandera de la nacionalizacin, para compartir ganancias, pero mas que nada es un obstculo porque tiene base, tiene carisma, tiene organizacin, tiene estructura; y los dems estn bastante fragmentados, entonces l es el punto de cohesin, y mientras l esta esperando las elecciones del 2007, no pueden avanzar en la lucha frontal. Entonces estamos en situacin de retroceso pero que Bush aprovecha para mantener la paz, para que el golpismo siga latente, yo creo que Colombia piensa, o en un momento pensaba, yo no se si va a cumplir; en un incidente fronterizo con Venezuela, usando lo para militar y matando soldados, creando un incidente tipo Reichstag, para meterse. Pero los colombianos que no son completamente tontos, Uribe sabe que mientras tiene a las FARC y al ELN a la espalda, no puede luchar en una guerra frontal en un lado, y proteger Bogota de los ataques guerrilleros; entonces eso est limitando su capacidad, pero es un gobierno muy peligroso para Bush.

JCD: Heinz Dieterich a propuesto el Bloque Regional de Poder, tomando en cuenta…

Es un idiota, Heinz Dieterich, es un idiota total habla de un Bloque entre Chvez que es anti imperialista, anti ALCA, con gente como Lula, que esta entregando el petrleo, descubierto por Petroblas a Shell, a Repsol y a las dems, esta proponiendo una alianza entre Brasil que tiene tropas en Hait, defendiendo los intereses imperialistas, con Chvez que apoya a Aristide; ALCA, Hait, colaboracin con Bush, con el presidente de Cuba, tiene que ser un absoluto idiota, quien tome a Heinz Dieterich en serio, habla incluso en un momento de Gutirrez, ya esta en una farsa, habla de Meza, habla de Kirchner, hay cosas puntuales con Venezuela, Lula y Kirchner estn con China, comercio con Estados Unidos, la Poltica Internacional, no se va a formar una alianza, sobre qu base, yo deca lo mejor que puedo decir de Dieterich es que es un ignorante, lo peor que puedo decir es que esta decepcionando a la gente, porque como te enumeraba las medidas de Lula, todas estn en el extremo del entreguismo, a favor de Estados Unidos, pago de deuda, extraordinarios pagos de la deuda, cuarenta, cincuenta mil millones por ao, entrega del petrleo, ALCA ligh dice-, negociando para los agro negocios, que tiene lugar en los Estados Unidos esas son sus objeciones. Dice: Estados Unidos debe tener una poltica de reciprocidad, los productos derivados de la naranja, la soya brasilea, deben tener entrada libre a los Estados Unidos, y como contrapartida, dice Lula, yo creo que el sistema de libre comercio es lo mejor del mundo, siempre que se practique en ambos lados, es decir Lula representa ms el libre comercio que Bush, porque Bush quiere proteger los sectores no competitivos, y Lula esta dispuesto a bajarse los pantalones.

Entonces Dieterich de qu habla, de qu pases, sabe algo de lo que esta pasando en Brasil, y cuando Brasil form los Amigos de Venezuela, recuerdas? Por quin estaba integrada, Aznar, Garoso, Lagos, Fox. Quines son los amigos de Brasil? Aznar y Estados Unidos apoyaron el golpe contra Chvez. Bien entonces, Fidel dijo, mierda, con amigos como estos quin necesita enemigos; y Chvez nunca puso en accin esta agrupacin, formulada por Brasil, nunca les dej un espacio; inteligente, por lo menos ha sido realista, es que no se puede formar un grupo sin preguntar a Venezuela a quien quiere elegir como sus amigos, incluir a Rusia o a algn otro pas, menos a pases vinculados a Estados Unidos. Brasil no lo acept, la oferta de Venezuela de incluir a otros pases, entonces estamos en eso, como deca tenemos que mejorar el conocimiento de lo que esta pasando, y Dieterich no es un buen profesor para ensear lo que est pasando.

(Fin de la primera parte de la entrevista)

(*)Jos Caldern Dongo, Director de la Multiversidad Autnoma MARCA, Colaborador de la Revista Nosotros-Nosotras

La Ecologa Poltica en Amrica Latina

Emergencia de la Ecologa Poltica

La ecologa poltica se encuentra en el momento fundacional de un campo terico-prctico. Es la construccin de un nuevo territorio del pensamiento crtico y de la accin poltica. Situar este campo en la geografa del saber no es tan slo delimitar su espacio, fijar sus fronteras y colocar membranas permeables con disciplinas adyacentes. Ms bien implica desbrozar el terreno, dislocar las rocas conceptuales y movilizar el arado discursivo que conforman su suelo original para construir las bases seminales que den identidad y soporte a este nuevo territorio; para pensarlo en su emergencia y en su trascendencia en la configuracin de la complejidad ambiental de nuestro tiempo y en la construccin de un futuro sustentable.

La ecologa poltica en germen abre una pregunta sobre la mutacin ms reciente de la condicin existencial del hombre. Partiendo de una crtica radical de los fundamentos ontolgicos y metafsicos de la epistemologa moderna, ms all de una poltica fundada en la diversidad biolgica, en el orden ecolgica y en la organizacin simblica que dan su identidad a cada cultura, la ecologa poltica viene a interrogar la condicin del ser en el vaco de sentido y la falta de referentes generada por el dominio de lo virtual sobre lo real y lo simblico, de un mundo donde parafraseando a Marshal Berman, todo lo slido se desvanece en el aire. A la ecologa poltica le conciernen no slo los conflictos de distribucin ecolgica, sino el explorar con nueva luz las relaciones de poder que se entretejen entre los mundos de vida de las personas y el mundo globalizado.

Pues si la mirada del mundo desde la hermenutica y el constructivismo ha superado la visin determinista de la historia y el objetivismo de lo real, si el mundo est abierto al azar y a la incertidumbre, al caos y al descontrol, al diseo y a la simulacin, tenemos que preguntarnos, que grado de autonoma tiene la hiperrealidad del mundo sobre-economizado, hiper-tecnologizado y sper-objetivado sobre el ser? en qu sentido se orienta el deseo, la utopa, el proyecto, en la reconfiguracin del mundo guiado por intereses individuales, imaginarios sociales y proyectos colectivos? Qu relaciones y estrategias de poder emergen en este nuevo mundo en el que el aleteo de las mariposas puede llegar a conmover, derribar y reconstruir las armaduras de hierro de la civilizacin moderna y las rgidas estructuras del poder y del conocimiento? Qu significado adquiere la libertad, la identidad, la existencia, la poltica?

La ecologa poltica construye su campo de estudio y de accin en el encuentro y a contracorriente de diversas disciplinas, pensamientos, ticas, comportamientos y movimientos sociales. All colindan, confluyen y se confunden las ramificaciones ambientales y ecolgicas de nuevas disciplinas: la economa ecolgica, el derecho ambiental, la sociologa poltica, la antropologa de las relaciones cultura-naturaleza, la tica poltica. Podemos afirmar sin embargo que no estamos ante un nuevo paradigma de conocimiento o un nuevo paradigma social. Apenas comenzamos a indagar sobre el lugar que le corresponde a un conjunto de exploraciones que no encuentran acomodo dentro de las disciplinas acadmicas tradicionales. La ecologa poltica es un campo que an no adquiere nombre propio; por ello se le designa con prstamos metafricos de conceptos y trminos provenientes de otras disciplinas para ir nombrando los conflictos derivados de la distribucin desigual y las estrategias de apropiacin de los recursos ecolgicos, los bienes naturales y los servicios ambientales. Las metforas de la ecologa poltica se hacen solidarias del lmite del sentido de la globalizacin regida por el valor universal del mercado para catapultear al mundo hacia una reconstruccin de las relaciones de lo real y lo simblico; de la produccin y el saber.

La ecologa poltica emerge en el hinterland de la economa ecolgica para analizar los procesos de significacin, valorizacin y apropiacin de la naturaleza que no se resuelven ni por la va de la valoracin econmica de la naturaleza ni por la asignacin de normas ecolgicas a la economa; estos conflictos socio-ambientales se plantean en trminos de controversias derivadas de formas diversas y muchas veces antagnicas de significacin de la naturaleza, donde los valores polticos y culturales desbordan el campo de la economa poltica, incluso de una economa poltica de los recursos naturales y servicios ambientales. De all surge esa extraa politizacin de “la ecologa”.

En la ecologa poltica han anidado as trminos que derivan de campos contiguos la economa ecolgica, como el de distribucin ecolgica, definido como una categora para comprender las externalidades ambientales y los movimientos sociales que emergen de “conflictos distributivos”; es decir, para dar cuenta de la carga desigual de los costos ecolgicos y sus efectos en las variedades del ambientalismo emergente, incluyendo movimientos de resistencia al neoliberalismo, de compensacin por daos ecolgicos y de justicia ambiental. La distribucin ecolgica designa “las asimetras o desigualdades sociales, espaciales, temporales en el uso que hacen los humanos de los recursos y servicios ambientales, comercializados o no, es decir, la disminucin de los recursos naturales (incluyendo la prdida de biodiversidad) y las cargas de la contaminacin” (Martnez-Alier 1997).

La distribucin ecolgica comprende pues los procesos extraeconmicos (ecolgicos y polticos) que vinculan a la economa ecolgica con la ecologa poltica, en analoga con el concepto de distribucin en economa, que desplaza a la racionalidad econmica al campo de la economa poltica. El conflicto distributivo introduce a la economa poltica del ambiente las condiciones ecolgicas de supervivencia y produccin sustentable, as como el conflicto social que emerge de las formas dominantes de apropiacin de la naturaleza y la contaminacin ambiental. Sin embargo, la distribucin ecolgica apunta hacia procesos de valoracin que rebasan a la racionalidad econmica en sus intentos de asignar precios de mercado y costos crematsticos al ambiente, movilizando a actores sociales por intereses materiales y simblicos (de supervivencia, identidad, autonoma y calidad de vida), ms all de las demandas estrictamente econmicas de propiedad de los medios de produccin, de empleo, de distribucin del ingreso y de desarrollo.

La distribucin ecolgica se refiere a la reparticin desigual de los costos y potenciales ecolgicos, de esas “externalidades econmicas” que son inconmensurables con los valores del mercado, pero que se asumen como nuevos costos a ser internalizados por la va de instrumentos econmicos, de normas ecolgicas o de los movimientos sociales que surgen y se multiplican en respuesta al deterioro del ambiente y la reapropiacin de la naturaleza.

En este contexto se ha venido configurando un discurso reivindicativo en torno a la idea de la deuda ecolgica, como un imaginario y un concepto estratgico movilizador de una conciencia de resistencia a la globalizacin del mercado y sus instrumentos de coercin financiera, cuestionando la legitimidad de la deuda econmica de los pases pobres, buena parte de ellos de Amrica Latina. La deuda ecolgica pone al descubierto la parte ms grande y hasta ahora sumergida del iceberg del intercambio desigual entre pases ricos y pobres, es decir, la destruccin de la base de recursos naturales de los pases llamados subdesarrollados, cuyo estado de pobreza no es consustancial a una esencia cultural o a su limitacin de recursos, sino que resulta de su insercin en una racionalidad econmica global que ha sobre-explotado a su naturaleza, degradado a su ambiente y empobrecido a sus pueblos. Sin embargo, esta deuda ecolgica resulta inconmensurable, pues no hay tasas de descuento que logren actualizarla ni instrumento que logre medirla. Se trata de un despojo histrico, del pillaje de la naturaleza y subyugacin de sus culturas que se enmascara en un mal supuesto efecto de la dotacin y uso eficaz y eficiente de sus factores productivos.

Hoy, este pillaje del tercer mundo se proyecta al futuro, a travs de los mecanismos de apropiacin de la naturaleza por la va de la etno-bio-prospeccin y los derechos de propiedad intelectual del “Norte” sobre los derechos de propiedad de las naciones y pueblos del “Sur”. La biodiversidad representa su patrimonio de recursos naturales y culturales, con los que han co-evolucionado en la historia, el hbitat en donde se arraigan los significados culturales de su existencia. Estos son intraducibles en valores econmicos. Es aqu donde se establece el umbral entre lo que es negociable e intercambiable entre deuda y naturaleza, y lo que impide dirimir el conflicto de distribucin ecolgica en trminos de compensaciones econmicas.

El campo de la ecologa poltica se abre en un horizonte que desborda el territorio de la economa ecolgica. La ecologa poltica se localiza en los linderos del ambiente que puede ser recodificado e internalizado en el espacio paradigmtico de la economa, de la valorizacin de los recursos naturales y los servicios ambientales. La ecologa poltica se establece en ese espacio que es el del conflicto por la reapropiacin de la naturaleza y de la cultura, all donde la naturaleza y la cultura resisten a la homologacin de valores y procesos (simblicos, ecolgicos, epistemolgicos, polticos) inconmensurables y a ser absorbidos en trminos de valores de mercado. All es donde la diversidad cultural adquiere derecho de ciudadana como una poltica de la diferencia, de una diferencia radical, en cuanto que lo que est all en juego es ms y otra cosa que la distribucin equitativa del acceso y los beneficios econmicos derivados de la puesta en valor de la naturaleza.

Desnaturalizacin de la Naturaleza

En el curso de la historia, la naturaleza se fue construyendo como un orden ontolgico y una categora omnicomprensiva de todo lo real. Lo natural se convirti en un argumento fundamental para legitimar el orden existente, tangible y objetivo. Lo natural era lo que tena “derecho de ser”. En la modernidad, la naturaleza se convirti en objeto de dominio de las ciencias y de la produccin, al tiempo que fue externalizada del sistema econmico; se desconoci as el orden complejo y la organizacin ecosistmica de la naturaleza, en tanto que se fue convirtiendo en objeto de conocimiento y en materia prima del proceso productivo. La naturaleza fue desnaturalizada para convertirla en recurso e insertarla en el flujo unidimensional del valor y la productividad econmica. Esta naturalidad del orden de las cosas y del mundo la naturalidad de la ontologa y la epistemologa de la naturaleza fue construyendo una racionalidad contra natura, basada en leyes naturales inexpugnables, ineluctables, inconmovibles.

No es sino hasta los aos sesenta y setenta en adelante que la naturaleza se convierte en referente poltico, no slo de una poltica de Estado para la conservacin de las bases naturales de sustentabilidad del planeta, sino como objeto de disputa y apropiacin social, al tiempo que emergen por fuera de la ciencia diversas corrientes interpretativas, en las que la naturaleza deja de ser un objeto a ser dominado y desmembrado para convertirse en un cuerpo a ser seducido, resignificado, reapropiado. De all todas las diversas ecosofas, desde la ecologa profunda (Naess), el ecosocialismo (OConnor) y el ecoanarquismo (Bookchin), que nutren a la ecologa poltica. En estas perspectivas, la ecologa viene a jugar un papel preponderante en el pensamiento reordenador del mundo. La ecologa se convierte en el paradigma que, basado en la comprensin de lo real y del conocimiento como un sistema de interrelaciones, orienta el pensamiento y la accin en una va reconstructiva. De esta manera se establece el campo de una ecologa generalizada (Morin) donde se configura toda una serie de teoras y metodologas que iluminan y asechan el campo de la ecologa poltica, desde las teoras de sistemas y los mtodos interdisciplinarios, hasta el pensamiento de la complejidad (Floriani 2003).

Se propuso as un cambio de paradigma epistemolgico y societario, del paradigma mecanicista al paradigma ecolgico, que si bien contrapona al fraccionamiento de las ciencias la visin holstica de un mundo entendido como un sistema de interrelaciones, interdependencias y retroalimentaciones, abriendo el conocimiento hacia la novedad y la emergencia, al caos y a la incertidumbre, la conciencia y la creatividad, no renunci a su pulsin totalizadora y objetivante del mundo. Se gener as un nuevo centralismo terico, que si empezaba a enfrentar el logocentrismo de las ciencias, no ha penetrado el cerco de poder del pensamiento unidimensional asentado en la ley unitaria y globalizante del mercado. La ecologa se fue haciendo poltica y la poltica se fue ecologizando, pero a fuerza de abrir la totalidad sistmica fuera de la naturaleza, hacia el orden simblico y cultural, hacia el terreno de la tica y de la justicia (Borrero 2002).

Las corrientes dominantes de pensamiento que alimentan la accin ecologista, van complejizando a la naturaleza, pero no logran salir de la visin naturalista que, desde la biosociologa hasta los enfoques sistmicos y la ecologs generalizada, no han logrado romper el cerco de naturalizacin del mundo en el que la ley natural objetiva vela las estrategias de poder que han atravesado en la historia las relaciones sociedad-naturaleza.

La ecologa poltica es por ello el terreno de una lucha por la desnaturalizacin de la naturaleza: de las condiciones “naturales” de existencia, de los desastres “naturales”, de la ecologizacin de las relaciones sociales. No se trata tan slo de adoptar una perspectiva constructivista de la naturaleza, sino poltica, donde las relaciones entre seres humanos entre ellos y con la naturaleza se construyen a travs de relaciones de poder (en el saber, en la produccin, en la apropiacin de la naturaleza) y los procesos de “normalizacin” de las ideas, discursos, comportamientos y polticas.

Ms all de los enfoques ecologistas que siguen dominando el pensamiento ambiental, nuevas corrientes constructivistas y fenomenolgicas estn contribuyendo a la desconstruccin del concepto de naturaleza, resaltando el hecho de que la naturaleza es siempre una naturaleza marcada, significada, geo-grafiada. Dan cuenta de ello los recientes estudios de la nueva antropologa ecolgica (Descola y Plsson 2001) y de la geografa ambiental (Gonalves 2001), que muestran que la naturaleza es producto no de una evolucin biolgica, sino de una coevolucin de la naturaleza y las culturas que la han habitado. Son estas “naturalezas orgnicas” (Escobar), las que han entrado en competencia y conflicto con la naturaleza capitalizada y tecnologizada por una cultura globalizada que hoy en da impone su imperio hegemnico y homogeneizante bajo el dominio de la tecnologa y el signo unitario del mercado.

La ecologa poltica se establece en el encuentro, confrontacin e hibridacin de estas racionalidades desemejantes y heterogneas de relacin y apropiacin de la naturaleza. Ms all de pensar estas racionalidades como opuestos dialcticos, la ecologa poltica es el campo en el cual se estn construyendo en una historia ambiental cuyos orgenes se remontan a una historia de resistencias anticolonialistas y antiimperialistas nuevas identidades culturales en torno a la defensa de las naturalezas culturalmente significadas y a estrategias novedosas de “aprovechamiento sustentable de los recursos”, de los cuales basta citar la invencin de la identidad del seringueiro y de sus reservas extractivistas en la amazona brasilea, y ms recientemente el proceso de las comunidades negras del Pacfico de Colombia. Estas identidades se han configurado a travs luchas de resistencia, afirmacin y reconstruccin del ser cultural frente a las estrategias de apropiacin y transformacin de la naturaleza que promueve e impone la globalizacin econmica. Porto Gonalves ha caracterizado a estos procesos culturales como movimientos de re-existencia.

Poltica Cultural/Poltica de la Diferencia

La diferencia es siempre una diferencia radical; est fundada en una raz cuyo proceso y destino es diversificarse, ramificarse, redificarse. El pensamiento de la diferencia es el proyecto de desconstruccin del pensamiento unitario, aquel que busca acomodar la diversidad a la universalidad y someter lo heterogneo a la medida de un equivalente universal, cerrar el crculo de las ciencias en una unidad del conocimiento, reducir las variedades ontolgicas a sus homologas estructurales y encasillar las ideas dentro de un pensamiento nico. La ecologa poltica enraza el trabajo terico de desconstruccin del logos en el campo poltico, donde no basta reconocer la existencia de la diversidad cultural, de los saberes tradicionales, de los derechos indgenas, para luego intentar resolver el conflicto que emana de sus diferentes formas de valorizacin de la naturaleza por la va del mercado y sus compensaciones de costos.

Hablamos de ecologa poltica, pero habremos de comprender que la ecologa no es poltica en s. Las relaciones entre seres vivos y naturaleza, las cadenas trficas, las territorialidades de las especies, incluso las relaciones de depredacin y dominacin, no son polticas en ningn sentido. Si la poltica es llevada al territorio de la ecologa es como respuesta al hecho de que la organizacin ecosistmica de la naturaleza ha sido negada y externalizada del campo de la economa y de las ciencias sociales. Las relaciones de poder emergen y se configuran en el orden simblico y del deseo del ser humano, en su diferencia radical con los otros seres vivos que son objeto de la ecologa.

Desde esta perspectiva, al referirse a las “ecologas de la diferencia”, Escobar pone el acento en la nocin de “distribucin cultural”, como los conflictos que emergen de diferentes significados culturales, pues “el poder habita a los significados y los significados son la fuente del poder” (Escobar 2000:9). Pero si bien el poder se moviliza por medio de estrategias discursivas, la “distribucin cultural” no surge del hecho de que los significados sean directamente fuentes de poder, sino de las estrategias discursivas que generan los movimientos por la reivindicacin de sus valores culturales, es decir, en los procesos de legitimacin de los significados culturales como derechos humanos. Pues es por la va de los derechos (humanos) que los valores culturales entran en el juego y el campo del poder establecido por los “derechos del mercado”.

Pero en realidad la nocin de distribucin cultural puede llegar a ser tan falaz como la de distribucin ecolgica cuando se le somete a un proceso de homologacin y homogeneizacin. La inconmensurabilidad no slo se da en la diferencia entre economa, ecologa y cultura, sino dentro del propio orden cultural, donde no existen equivalencias entre significaciones diferenciadas. La distribucin siempre apela a una materia homognea: el ingreso, la riqueza, la naturaleza, la cultura, el poder. Pero el ser que funda los derechos es esencialmente heterogneo, en el sentido de que implica pasar del concepto genrico del ser y del ser ah heideggeriano, an herederos de una ontologa existencialista esencialista y universal, a pensar la poltica de la diferencia como derechos del ser cultural, especfico y localizado.

La ecologa poltica en Amrica Latina est operando as un proceso similar al que Marx realiz con el idealismo hegeliano, al “poner sobre sus pies” a la filosofa de la posmodernidad (Heidegger, Derrida), al volver al Ser y a la diferencia en la sustancia de una ecologa poltica. La esencial diversidad del orden simblico y cultural se convierte en la materia de la poltica de la diferencia.

Pero la diferencia de valores y visiones culturales no se convierte por derecho propio en fuerza poltica. La legitimacin de esa diferencia que le da valor y poder, proviene de una suerte de efectos de saturacin de la homogeneizacin forzada de la vida inducida por el pensamiento metafsico y la racionalidad modernizante. Es de la resistencia del ser al dominio de la homogeneidad hegemnica, de la cosificacin objetivante, de la igualdad inequitativa, que surge la diferencia por el encuentro con la otredad, en la confrontacin de la racionalidad dominante con lo que le es externo y con aquello que excluye, rompiendo con la identidad de la igualdad y la unidad de lo universal. De esa tensin se establece el campo de poder de la ecologa poltica, de la demarcacin del pensamiento nico y la razn unidimensional, para valorar la diferencia del ser y convertirlo en un campo de fuerzas polticas.

Hoy es posible afirmar que “las luchas por la diferencia cultural, las identidades tnicas y las autonomas locales sobre el territorio y los recursos estn contribuyendo a definir la agenda de los conflictos ambientales ms all del campo econmico y ecolgico”, reivindicando las “formas tnicas de alteridad comprometidas con la justicia social y la igualdad en la diferencia” (Escobar 2000:6, 13). Esta reivindicacin no reclama una esencia tnica ni derechos fincados en el principio jurdico y metafsico del individuo, sino en el derecho del ser, que incluye tanto los valores intrnsecos de la naturaleza como los derechos humanos diferenciados culturalmente, incluyendo el derecho a disentir de los sentidos preestablecidos y legitimados por poderes hegemnicos.

La poltica de la diferencia no slo implica diferenciar criterios, opiniones y posiciones. Tambin hay que entenderla en el sentido que asigna Derrida (1989) a la diferencia, que no slo establece la diferencia en el aqu y el ahora, sino que la abre al tiempo, al devenir, al advenimiento de lo impensado y lo inexistente. En este sentido, frente al cierre de la historia en torno al cerco del pensamiento nico y del mercado globalizado, la poltica de la diferencia abre la historia hacia la utopa de la construccin de sociedades sustentables diferenciadas. El derecho a diferir en el tiempo abre el sentido del ser que construye en el tiempo aquello que es potencialmente posible desde lo real y del deseo, “lo que an no es” (Levinas 1977).

La ecologa poltica reconoce en el ambientalismo luchas de poder por la distribucin de bienes materiales (valores de uso), pero sobre todo de valores-significaciones asignadas a los bienes, necesidades, ideales, deseos y formas de existencia que definen los procesos de adaptacin / transformacin de los grupos culturales a la naturaleza. No se trata pues de un problema de inconmensurabilidad de bienes-objeto, sino de identidades-valoraciones diferenciadas por formas culturales de significacin, tanto de la naturaleza como de la existencia misma. Esto est llevando a imaginar y construir estrategias de poder capaces de vincular y fortalecer un frente comn de luchas polticas diferenciadas en la va de la construccin de un mundo diverso guiado por una racionalidad ambiental (hibridacin de diversas racionalidades) y una poltica de la diferencia. De ese otro mundo posible por el que claman las voces del Foro Social Mundial; de otro mundo donde quepan muchos mundos (Sub-comandante Marcos).

Las reivindicaciones por la igualdad en el contexto de los derechos humanos genricos del hombre, y sus aplicaciones jurdicas a travs de los derechos individuales, son incapaces de asumir este principio poltico de la diferencia que reclama un lugar propio dentro de una cultura de la diversidad, pues como afirma Escobar,

Ya no es el caso de que uno pueda contestar la desposesin y argumentar a favor de la igualdad desde la perspectiva de la inclusin dentro de la cultura y la economa dominantes. De hecho, lo opuesto est sucediendo: la posicin de la diferencia y la autonoma est llegando a ser tan vlida, o ms, en esta contestacin. El apelar a las sensibilidades morales de los poderosos ha dejado de ser efectiva [] Es el momento de ensayar [] las estrategias de poder de las culturas conectadas en redes y glocalidades, de manera que puedan negociarse concepciones contrastantes de lo bueno y el valor de diferentes formas de vida y para reafirmar el predicamento pendiente de la diferencia-en-la-igualdad. (Escobar 2000:21).

Conciencia de clase, conciencia ecolgica, conciencia de especie

La poltica de la diferencia se sita en otro plano que el de una ecologa poltica subsumida en el pensamiento ecolgico. Pues la significancia de la naturaleza que mueve a los actores sociales en el campo de la ecologa poltica no podra proceder ni fundarse en una conciencia genrica de la especie humana. La “conciencia ecolgica” que emana de la narrativa ecologista como una noosfera que emerge desde la organizacin biolgica del cuerpo social humano esa formacin discursiva desde la cual la gente habla del amor a la naturaleza, se conmueve por el cuidado del ambiente y promueve el desarrollo sostenible no es consistente con bases tericas ni con visiones y proyectos compartidos por la humanidad en su conjunto. Por ello los “tomadores de decisiones” pueden anteponer la conciencia econmica a la de la supervivencia humana y del planeta, y negar las evidencias cientficas sobre el cambio climtico; por ello los principios del desarrollo sostenible (las responsabilidades comunes pero diferenciadas, el consentimiento previo e informado, el pensar globalmente y actuar localmente, o el principio de quien contamina paga) se han convertido en slogans con un limitado efecto en la construccin de una nueva racionalidad ambiental. El movimiento ambientalista es un campo disperso de grupos sociales que antes de solidarizarse por un objetivo comn, muchas veces se confrontan, se diferencian y se dispersan tanto por el fraccionamiento de sus reivindicaciones como por la comprensin y uso de conceptos que definen sus estrategias polticas.

Para que hubiera una conciencia de especie sera necesario que la humanidad en su conjunto compartiera la vivencia de una catstrofe comn o de un destino compartido por todo el gnero humano en trminos equivalentes, como aquella que llev el silogismo aristotlico sobre la mortalidad del hombre a una conciencia de s de la humanidad cuando la generalizacin de la peste convirti el simbolismo del silogismo en experiencia vivida, transformando la mxima del enunciado en produccin de sentido de un imaginario colectivo (o la que fund la cultura humana en la prohibicin del incesto y de la cual el simbolismo del complejo de Edipo vino solamente a convertir en sentido trgico y manifestacin literaria una “ley cultural” vivida, que no fue instaurada ni por Sfocles ni por Freud). Pues como ha afirmado Lacan (1974-5), del enunciado de Aristteles “todos los hombres son mortales” no se desprende el sentido que slo anid en la conciencia una vez que la peste se propag por Tebas, convirtindola en algo “imaginable” y no slo una pura forma simblica, una vez que toda la sociedad se sinti concernida por la amenaza de una muerte real.

En la sociedad del riesgo y la inseguridad en que vivimos podemos afirmar que el imaginario del terror est ms concentrado en la realidad de la guerra y la violencia generalizada que en el peligro inminente de un colapso ecolgico. Pareciera que el holocausto y los genocidios a lo largo de la historia humana no hubieran sido capaces de anteponer una tica de la vida a los intereses del poder; menos an una conciencia que responda efectivamente al riesgo ecolgico o con un imaginario colectivo que reconduzca sus acciones hacia la construccin de sociedades sustentables. La crisis ambiental que se cierne sobre el mundo an se percibe como una premonicin catastrofista de una naturaleza que se presume cada vez ms controlada, ms que como un riesgo ecolgico real para toda la humanidad. La amenaza que se ha establecido en el imaginario colectivo y que mantiene pasmado al mundo actual es la del terrorismo que se manifiesta en un miedo generalizado a la guerra desenfrenada, al holocausto humano, al derrumbe de reglas bsicas de convivencia y de una tica de y para la vida, ms que como la conciencia de la revancha de una naturaleza sometida y sobreexplotada.

Ciertamente prcticamente todo el mundo tiene hoy conciencia de problemas ecolgicos que afectan su calidad de vida; pero estos se encuentran fragmentados y segmentados segn su especificidad local. Estos generan una variedad de ambientalismos (Guha y Martnez Alier 1997), pero no todas las formas y grados de conciencia generan movimientos sociales. Ms bien prevalece lo contrario, y los problemas ms generales, como el calentamiento global, son percibidos desde visiones y concepciones muy diferentes, desde quienes ven all la fatalidad de catstrofes naturales hasta quienes lo entienden como la manifestacin de la ley lmite de la entropa y el efecto de la racionalidad econmica. El ambientalismo es pues un kaleidoscopio de teoras, ideologas, estrategias y acciones no unificadas por una conciencia de especie, salvo por el hecho de que el discurso ecolgico ha empezado a penetrar todas las lenguas y todos los lenguajes, todos los idearios y todos los imaginarios.

La ley lmite de la entropa que sustentara desde la ciencia tales previsiones y los desastres “naturales” que se han desencadenado y proliferado en los ltimos aos parecen an disolver su evidencia en los clculos de probabilidades, en la incertidumbre vaga de los acontecimientos, en el corto horizonte de las evaluaciones y la multiplicidad de criterios en los que se elaboran sus indicadores. Lo que prevalece es una dispersin de visiones y previsiones sobre la existencia humana y su relacin con la naturaleza, en la que se borran las fronteras de las conciencias de clase, pero no por ello las diferencias de conciencias alimentadas por intereses y valores diferenciados, en los que el principio de diversidad cultural est abriendo un nuevo mosaico de posicionamientos que impide la visin unitaria para salvar al planeta, a la biodiversidad y a la especie humana. Cada visin se est convirtiendo en nuevos derechos que estn resquebrajando el marco jurdico prevaleciente, construido en torno al principio de la individualidad y del derecho privado, de la misma forma que esos pilares de la racionalidad econmica se colapsan frente a lo real de la naturaleza y los sentidos de la cultura.

Esta recomposicin del mundo por la va de la diferenciacin del ser y del sentido rompe el esquema imaginario de la interdisciplinariedad, e incluso de un “dilogo de saberes” entendido como la concertacin de intereses diferenciados a travs de una racionalidad comunicativa (Habermas). La conciencia de la crisis ambiental se funda en la relacin del ser con el lmite, en el enfrentamiento del todo objetivado del ente con la nada que alimenta el advenimiento del ser, en la interconexin de lo real, lo imaginario y lo simblico que oblitera al sujeto, que abre el agujero de donde emerge la existencia humana, el ser y su relacin con el saber. El sujeto de la ecologa poltica no es el hombre construido por la antropologa ni el ser-ah genrico de la fenomenologa, sino el ser propio que ocupa un lugar en el mundo, que construye su mundo de vida como “produccin de existencia” (Lacan 1974/75): la nada, la falta en ser y la pulsin de vida que van impulsando y anudando el posible saber en la produccin de la existencia, forjando esa relacin del ser y el saber, del ser con lo sido y lo que an no es, de una utopa que est ms all de toda trascendencia prescrita en una evolucin ecolgica, sea esta orgnica o de una dialctica ecologizada de la naturaleza (Bookchin 1990).

La conciencia ecolgica se inscribe as en una poltica de la diferencia referida a los derechos del ser y a la invencin de nuevas identidades atravesadas y constituidas en y por relaciones de poder.

Ecologa Poltica / Epistemologa Poltica

La ecologa poltica es la poltica de la reapropiacin de la naturaleza. Pero como toda poltica, no es meramente una estrategia prctica; su prctica no slo est mediada por procesos discursivos y por aplicaciones del conocimiento, sino que es esencialmente una lucha que se da en la produccin y apropiacin de los conceptos. No slo porque el ambientalismo crtico combate las ideologas que fundan la racionalidad de la modernidad insustentable (Leis 2001), sino porque la eficacia de una estrategia de reconstruccin social implica la desconstruccin de los conceptos tericos e ideolgicos que han soportado y legitimado las acciones y procesos generadores de los conflictos ambientales. La orientacin de las acciones hacia la construccin de sociedades sustentables se da en un campo de luchas tericas y de politizacin de conceptos. As, los conceptos de biodiversidad, territorio, autonoma, autogestin, estn reconfigurando sus significados en el campo conflictivo de las estrategias de reapropiacin de la naturaleza.

La poltica de la diferencia se abre a una proliferacin de sentidos existenciales y civilizatorios que son la materia de una epistemologa poltica que desborda al proyecto interdisciplinario en su voluntad de integracin y complementariedad de conocimientos (las teoras de sistemas), reconociendo las estrategias de poder que se juegan en el campo del saber y reconduciendo el conflicto ambiental hacia un encuentro y dilogo de saberes. Ello implica una radical revisin del conocimiento, de la relacin entre lo real, lo simblico y lo imaginario, donde la solucin no se orienta a copiar a la naturaleza, a subsumirse profundamente en la ecologa, a generalizar la ecologa como modelo de pensamiento y comportamiento, sino a situarse polticamente en lo imaginario de las representaciones de la naturaleza para desentraar sus estrategias de poder (del discurso del desarrollo sostenible). Se trata no slo de una hermenutica de los diferentes sentidos asignados a la naturaleza, sino de saber que toda naturaleza es captada desde un lenguaje, desde relaciones simblicas que entraan visiones, sentimientos, razones, sentidos e intereses que se debaten en la arena poltica. Porque el poder que habita al cuerpo humano est hecho de lenguaje.

Es dentro de esta epistemologa poltica que los conceptos de territorio-regin funcionan como lugares-soporte para la reconstruccin de identidades enraizadas en prcticas culturales y racionalidades productivas sustentables, como hoy lo construyen las comunidades negras del Pacfico colombiano. En este escenario,

El territorio es visto como un espacio multidimensional fundamental para la creacin y recreacin de las prcticas ecolgicas, econmicas y culturales de las comunidades […] Puede decirse que en esta articulacin entre identidad cultural y apropiacin de un territorio subyace la ecologa poltica del movimiento social de comunidades negras. La demarcacin de territorios colectivos ha llevado a los activistas a desarrollar una concepcin del territorio que enfatiza articulaciones entre los patrones de asentamiento, los usos del espacio y las prcticas de usos-significados de los recursos. (Escobar 1999:260)

Una ecologa poltica bien situada se sustenta en una teora correcta de las relaciones sociedad-naturaleza, o en la desconstruccin de la nocin ideolgico-cientfica-discursiva de la naturaleza, capaz de articular la sustancia ontolgica de lo real del orden biofsico, con el orden simblico que la significa, que la convierte en referente de una cosmovisin, de una teora, de un discurso sobre el desarrollo sustentable. La ecologa poltica remite directamente al debate sobre monismo/dualismo en el que hoy se desgarra la teora de la reconstruccin / reintegracin de lo natural y lo social, de la ecologa y la cultura, de lo material y lo simblico. Es all donde se ha desbarrancado el pensamiento ambiental, bloqueado por efecto del maniquesmo terico y la dicotoma extrema entre el naturalismo de las ciencias fsico-biolgico-matemticas y el antropomorfismo de las ciencias de la cultura; unas llevadas al polo positivo del positivismo lgico y empirista; el otro al relativismo del constructivismo y de la hermenutica. En el naufragio del pensamiento ante su polarizacin extrema, pensadores y cientficos se han agarrado de la tabla de salvacin que les ha ofrecido la ecologa como ciencia por excelencia e las interrelaciones de los seres vivos con sus entorno, llevando a una ecologa generalizada que no logra desprenderse e esa voluntad de totalizacin del mundo, ahora guiada por el objetivo de construir un pensamiento de la complejidad (Morin 1993). Surgen de all todos los intentos por reconciliar a esos entes no dialogantes (mente-cuerpo; naturaleza-cultura; razn-sentimiento), ms all de una dialctica de contrarios, unificados por un creacionismo evolucionista, de donde habra de emerger la conciencia ecolgica para reconciliar y saldar las deudas de una racionalidad anti-ecolgica. Este pensamiento complejo en bsqueda de un paradigma monista fundado en la ecologa no ofrece bases slidas a una ecologa poltica capaz de guiar las acciones hacia una sustentabilidad fundada en una poltica de la diferencia.

La otra falla del pensamiento epistemolgico reciente ha sido querer reunificar la naturaleza y la cultura sobre la base de una perspectiva fenomenolgica a partir de la constatacin de que las cosmovisiones de las sociedades “tradicionales” no reconocen una distincin entre lo humano, lo natural y lo sobrenatural. Empero estas “matrices de racionalidad” no constituyen “epistemologas” conmensurables, equiparables con la epistemologa de nuestra civilizacin “occidental”. De manera que si bien podemos inspirarnos en las gnoseologas de las sociedades tradicionales para una poltica de la diferencia basada en el derecho de sus saberes, el campo general de la epistemologa que anima y legitima la poltica de la globalizacin econmico-ecolgica debe desconstruirse desde el cuerpo mismo de sus fundamentos.

La posmodernidad est marcada por el fin de los universalismos y los esencialismos; por la emergencia de entes hbridos hechos de organismo, smbolos y tecnologa (Haraway); por la imbricacin de lo tradicional y lo moderno. Pero es necesario diferenciar este reenlazamiento de lo natural, lo cultural y lo tecnolgico del mundo actual de la complejidad, del mundo de vida de los primitivos que desconocen la separacin entre cuerpo y alma, vida y muerte, naturaleza y cultura. Esta continuidad y fluidez del mundo primitivo se da en un registro diferente a la relacin entre lo real, lo simblico y lo imaginario en la cultura moderna.

El problema a resolver por la ecologa poltica no es slo el dejar atrs el esencialismo de la ontologa occidental, sino el principio de universalidad de la ciencia moderna. Pues la ciencia ha generado, junto con sus universales a priori, al hombre genrico que se convirti en el principio de discriminacin de los hombres diferentes. De esta manera, los derechos humanos norman y unifican al tiempo que segregan y discriminan. Por ello, la ecologa poltica debe salir a la desconstruccin de todos los conceptos universales y genricos: el hombre, la naturaleza, la cultura, etc., pero no para pluralizarlos como “hombres”, “naturalezas” y “culturas” (con sus propias “ontologas” y “epistemologas”), sino para construir los conceptos de su diferencia. As pues, el ecofeminismo no debe tan slo diagnosticar los lugares asignados a la mujer en la economa, la poltica, la familia. Su diferencia sustantiva no radica en el lugar (diferente, subyugado) que le asigna la cultura jerrquica falocntrica, sino en decir su diferencia con un lenguaje propio, que no es slo el agregado de sensibilidad a la supuesta racionalidad inconmovible del machismo. La ecologa poltica habr de edificarse y convivir en una babel de lenguajes diferenciados, que se comunican e interpretan pero que no se traducen en un lenguaje comn unificado.

Esta epistemologa poltica trasciende el juego de interrelaciones e interdependencias del pensamiento complejo fundado en una ecologa generalizada (Morin) y en un naturalismo dialctico (Bookchin), ya que est situada ms all de todo naturalismo. Esta emerge desde ese orden que inaugura la palabra, el orden simblico y la produccin de sentido. En esta perspectiva, la ecologa poltica no emerge del orden ecolgico preestablecido, ni de una ciencia que hara valer una conciencia-verdad capaz de vencer los intereses antiecolgicos y antidemocrticos, sino en un nuevo espacio donde el destino de la naturaleza se juega en un proceso de creacin de sentidos-verdades y en sus respectivas estrategias de poder. Ese reanudamiento entre lo real, lo simblico y lo imaginario es lo que pone en juego las leyes de la naturaleza (entropa como ley lmite de lo real) con lo simblico de su teora y con la discursividad del desarrollo sostenible. Esta cuestin epistemolgica no se dirime en el campo del conocimiento, sino en el de la poltica que hace intervenir otros smbolos, otros imaginarios y otros reales, en el sentido de que la naturaleza (la biodiversidad) no son entidades objetivas desde el momento en que la naturaleza se construye desde el efecto de poder de los procesos imaginarios y simblicos que la transforman en geopoltica del desarrollo sostenible.

tica y Emancipacin

La ecologa poltica busca su identidad terica y poltica en un mundo en mutacin, en el que las concepciones y conceptos que hasta ahora orientaron la inteligibilidad del mundo y la accin prctica, parecen desvanecerse del campo del lenguaje significativo. Sin embargo, el pensamiento dominante se resiste a abandonar el diccionario de las prcticas discursivas que envuelven a la ecologa poltica (como a todos los viejos y nuevos discursos que acompaan la desconstruccin del mundo) a pesar de que han perdido todo peso explicativo y resuenan como la nostalgia de un mundo para siempre pasado, para siempre perdido: el del pensamiento dialctico, el de la universalidad y unidad de las ciencias, el de la esencia de las cosas y la trascendencia de los hechos. Y sin embargo algo nuevo puja por salir y manifestarse en este mundo de incertidumbres, de caos y confusin, de sombras y penumbras, donde a travs de los resquicios y resquebrajamientos de la racionalidad monoltica del pensamiento totalitario, se asoman las primeras luces de la complejidad ambiental. Llamemos a ese algo inconformidad, lucidez mnima, necesidad de comprensin y de emancipacin. Mientras los juegos de lenguaje son infinitos para seguir imaginando este mundo de ficcin y virtualidad, tambin lo son para avizorar futuros posibles, para construir utopas, para reconducir la vida. Y el pensamiento que ya nunca ser nico ni servir como instrumento de poder, busca comprender, enlazar su poder simblico y sus imaginarios para reconducir lo real. Y si este proceso no deber sucumbir al poder perverso y annimo de la hiperrealidad y la simulacin guiadas por el poder o por la aleatoriedad de las cosas, un principio bsico seguir sosteniendo la existencia en la razn, y es la de la consistencia del pensamiento, consistencia que nunca ser total en un mundo que nunca ser totalmente conocido y controlado por el pensamiento. Que nunca ms ser regido por razones de fuerza mayor.

La crisis ambiental marca el lmite del logocentrismo y la voluntad de unidad y universalidad de la ciencia, del pensamiento nico y unidimensional, de la racionalidad entre fines y medios, de la productividad econmica y la eficiencia tecnolgica, del equivalente universal como medida de todas las cosas, que bajo el signo monetario y la lgica del mercado han recodificado al mundo y los mundos de vida en trminos de valores de mercado intercambiables y transables. De all que la emancipacin se plantee no slo como un antiesencialismo, sino como de-sujecin de la sobre-economizacin del mundo. Lo anterior implica resignificar los principios liberadores de la libertad, la igualdad y la fraternidad como principios de una moral poltica que termin siendo cooptada por el liberalismo econmico y poltico por la ecualizacin y privatizacin de los derechos individuales, de fraternidades disueltas por el inters y la razn de fuerza mayor, para renombrarlos en la perspectiva de la desujecin y la emancipacin, de la equidad en la diversidad, de la solidaridad entre seres humanos con culturas, visiones e intereses colectivos, pero diferenciados.

La ecologa poltica es una poltica de la diferencia, de la diversificacin de sentidos; ms all de una poltica para la conservacin de la biodiversidad que sera recodificada y revalorizada como un universal tico o por el equivalente universal del mercado, es una transmutacin de la lgica unitaria hacia la diversificacin de proyectos de sustentabilidad y ecodesarrollo. Esta poltica es una revolucin que abre los sentidos civilizatorios, no por ser una revolucin de la naturaleza ni del conocimiento cientfico-tecnolgico (biotecnolgica), sino por ser una revolucin del orden simblico, lo que implica poner el espritu desconstruccionista del pensamiento posmoderno al servicio de una poltica de la diferencia, proponer la “imaginacin abolicionista” como principio de libertad y de sustentabilidad:

La agenda abolicionista propone comunidades autogestionarias establecidas de acuerdo al ideal de organizacin espontnea: los vnculos personales, las relaciones de trabajo creativo, los grupos de afinidad, los cabildos comunales y vecinales; fundadas en el respeto y la soberana de la persona humana, la responsabilidad ambiental y el ejercicio de la democracia directa “cara a cara” para la toma de decisiones en asuntos de inters colectivo. Esta agenda apuntaba a cambiar nuestro rumbo hacia una civilizacin de la diversidad, una tica de la frugalidad y una cultura de baja entropa, reinventando valores, desatando los nudos del espritu, sorteando la homogeneidad cultural con la fuerza de un planeta de pueblos, aldeas y ciudades diversos. (Borrero 2002:136)

El discurso de la ecologa poltica no es el discurso lineal que hace referencia a los “hechos”, sino aqul de la poesa y la textura conceptual que al tiempo que enlaza la materia, los smbolos y los actos que constituyen su territorio y su autonoma de su campo terico-poltico, tambin llevan en ciernes la desconstruccin de los discursos de los paradigmas y las polticas establecidas, para abrirse hacia el proceso de construccin de una nueva racionalidad a partir de los potenciales de la naturaleza y los sentidos de la cultura, de la actualizacin de identidades y la posibilidad de lo que “an no es”.

La ecologa poltica no solamente explora y acta en el campo del poder que se establece dentro del conflicto de intereses por la apropiacin de la naturaleza; a su vez hace necesario repensar la poltica desde una nueva visin de las relaciones de la naturaleza, la cultura y la tecnologa. Ms que actuar en el espacio de una complejidad ambiental emergente, se inscribe en la bsqueda de un nuevo proyecto libertario para abolir toda relacin jerrquica y toda forma de dominacin. Ms all de estudiar los conflictos ambientales, est constituida por un conjunto de movimientos sociales y prcticas polticas que se manifiestan dentro de un proceso de emancipacin. La ecologa poltica se funda en un nuevo pensamiento y en una nueva tica: una tica poltica para renovar el sentido de la vida (Leff 2002, PNUMA 2002).

As, dentro de la imaginacin abolicionista y el pensamiento libertario que inspira a la ecologa poltica, la disolucin del poder de una minora privilegiada para sojuzgar a las mayoras excluidas es tarea prioritaria para la ecologa poltica. La ecologa poltica de Amrica Latina deber ser un rbol cultivado por nuestras vidas y las de tantos movimientos sociales que se cobijan bajo su follaje; un rbol con ramas que enlacen diversas lenguas, una Babel donde nos comprendamos desde nuestras diferencias, donde cada vez que alcemos el brazo para alcanzar sus frutos degustemos el sabor de cada terruo de nuestra geografa, de cada cosecha de nuestra historia y cada producto de nuestra invencin. De ser as, tal vez no tardemos mucho en darle nombre propio a su savia, como esos seringueiros que se inventaron como seres en este mundo bajo el nombre de ese rbol del que con su ingenio extrajeron el alimento de sus cuerpos y vida de su cultura.

El tercer milenio:tiempo de sustentabilidad

El trnsito hacia el nuevo milenio es una cuestin de tiempo; un tiempo cronolgico que gana fuerza simblica y adquiere valor de cambio, precipitando los tiempos histricos y propiciando una reflexin sobre el mundo; un mundo que desborda su inercia de crecimiento la saturacin y el lmite de la modernidad hacia un futuro incierto. Este fin de siglo marca un punto de inflexin en la historia; una historia que se proyecta hacia un horizonte nebuloso por el que avanzamos descifrando las marcas que la cultura ha dejado en la naturaleza, para construir un desarrollo sustentable.

Varios acontecimientos en la historia reciente anuncian un cambio de poca: el fin de los grandes proyectos de la modernidad y la emergencia de nuevos sentidos civilizatorios. El signo ms elocuente de esa falla histrica es la crisis ambiental y la reconstruccin social desde los potenciales de la naturaleza y los sentidos de la cultura. La sustentabilidad del desarrollo anuncia el lmite de la racionalidad econmica, proclamando los valores de la vida, la justicia social y el compromiso con las generaciones venideras.

Las grandes narrativas de la modernidad ignoran el tiempo que determina y delimita sus posibilidades de progreso y su proyeccin hacia el futuro. La modernizacin transcurre en la permanencia de valores universales, atemporales y trascendentes; en un tiempo indefinido e incierto, negado por los paradigmas en los que se funda el conocimiento del mundo. En el “fin de la historia”, el trnsito hacia la sustentabilidad aparece como el “desarrollo” de la economizacin del mundo. Sin embargo, es esta racionalidad modernizadora lo que ha generado las externalidades econmicas y sinergias negativas del crecimiento sin lmites que ha llevado a la insustentabilidad: al desequilibrio ecolgico, la escasez de recursos, la pobreza extrema, el riesgo ecolgico y la vulnerabilidad de la sociedad.

Si entendemos el problema de la insustentabilidad de la vida en el planeta como una verdadera crisis de civilizacin de los fundamentos del proyecto societario de la modernidad, podremos comprender que la construccin del futuro (sustentable) no puede descansar en falsas certidumbres sobre la eficacia del mercado y la tecnologa ni siquiera de la ecologa para encontrar el equilibrio entre crecimiento econmico y preservacin ambiental. La encrucijada en la cual se abre camino el nuevo milenio es un llamado a la reflexin filosfica, a la produccin terica y al juicio crtico sobre los fundamentos de la modernidad, que permita generar estrategias conceptuales y praxeolgicas que orienten un proceso de reconstruccin social. La complejidad ambiental y los procesos de autoorganizacin generan sinergias positivas que abren el trnsito hacia una sociedad sustentable, fundada en una nueva racionalidad.

Ello implica la necesidad de trascender la idea de la trascendencia histrica que descansa en la razn econmica como un proceso de superacin dialctica del reino de la necesidad, fundado en la racionalidad cientfica e instrumental que moviliza el desarrollo de las fuerzas productivas como un proceso natural de evolucin que avanza hacia estadios superiores de desarrollo. Esta teleologa histrica llevara en ciernes la satisfaccin de las necesidades bsicas y el acceso al reino de la libertad; la emancipacin de las sociedades “primitivas” por la clarividencia del conocimiento y la desalienacin del mundo premoderno por el desarrollo de la ciencia y la tecnologa.

La crisis ambiental es crisis de las premisas ontolgicas, epistemolgicas y ticas con las que se ha fundado la modernidad, negando las leyes lmite y los potenciales de la naturaleza y de la cultura; de un mundo homogeneizante que ha negado la potencia de lo heterogneo y el valor de la diversidad. Los propsitos de la sustentabilidad implican la reconstruccin del mundo a partir de los diversos proyectos civilizatorios que se han construido y sedimentado en la historia. La racionalidad ambiental es una utopa forjadora de nuevos sentidos existenciales; conlleva una resignificacin de la historia, desde los lmites de la condicin humana y las condiciones de vida de la naturaleza.

El trnsito hacia el tercer milenio es un viraje de los tiempos en nuevas direcciones. La sustentabilidad no podr resultar de la extrapolacin de los procesos naturales y sociales generados por la racionalidad econmica e instrumental dominante. No ser una solucin trascendental fundada en la “conciencia ecolgica” como emergencia de una dialctica de la naturaleza (Bookchin, 1990), sino la construccin social de una racionalidad ambiental (Leff, 1999a).

Los tiempos histricos se fraguan en la maduracin de tiempos ancestrales que preceden a tiempos inditos; tiempos contenidos que no se manifiestan en una sucesin de tiempos cronlogicos, sino que trasgreden la previsin de la historia y la proyeccin hacia el futuro de la realidad actual. Los lmites de la modernidad se han venido expresando sin esperar el fin de siglo. As, en los sesenta (1968 como la marca ms precisa), irrumpen los movimientos juveniles como un proceso emancipatorio por la libertad y la democracia, desencadenando el reconocimiento de la diferencia, la otredad, la diversidad y la autonoma; las reivindicaciones de gnero, la participacin y la expresin de la ciudadana, los derechos de los pueblos indios.

1989 marca el fin de la guerra fra y del socialismo real, y al mismo tiempo el triunfo provisorio de la globalizacin econmica, bajo la hegemona del mercado; 1992 inicia la era del desarrollo sustentable, en un momento en el que coinciden 500 aos de la conquista de los pueblos indgenas de las Amricas y del dominio sobre la naturaleza. Estas irrupciones en la historia son la manifestacin de fuerzas internas, reprimidas por las estructuras de poder, que se sacuden el yugo de la historia para abrir nuevos cauces en el devenir del ser y del tiempo. Anuncian nuevas formas de habitabilidad, de convivencia, de solidaridad y de identidad.

Los tiempos cclicos ordenan rituales; son una danza de fuerzas subyugadas que abren procesos suspendidos en el tiempo. Si algo aprendimos de los sofisticados mtodos de proyeccin y de los modelos de prospeccin, es que la historia guarda en secreto sus innovaciones y sus tiempos de cambio; la contingencia y la incertidumbre tiran por tierra las predicciones construidas sobre principios teleolgicos y leyes cientficas, sobre la inercia de procesos construidos sobre la base de una naturaleza dominada por la tecnologa y una sociedad controlada por el Estado.

De esta historia clausurada, hemos visto brotar lo indito como una renovacin incesante de identidades que, desde la densidad de su pasado de las formas en que los seres colectivos han habitado el mundo y transformado la naturaleza, se enlazan en la complejidad ambiental emergente abriendo nuevos sentidos civilizatorios a partir de los lmites del ser y los potenciales de la naturaleza.

La crisis ambiental ha estado acompaada por la emergencia de la complejidad frente a la instrumentalidad del conocimiento y el fraccionamiento de lo real. La degradacin ecolgica introyecta la flecha del tiempo como un camino inexorable hacia la muerte entrpica del planeta, develando el carcter antinatura de la racionalidad econmica; revela las estrategias fatales de ese espectculo sin lmites que manifiesta su carcter autodestructivo e incontrolable por su ineluctable inercia hacia la catstrofe. Pero tambin anuncia la posibilidad de construir otra racionalidad social, fundada en la autoorganizacin de la materia, en la productividad de la naturaleza y la creatividad de los pueblos.

La encrucijada de nuestro tiempo es el encuentro de diversos tiempos: de los ciclos de la naturaleza de la vida y la evolucin; la emergencia y la novedad, los cambios tecnolgicos y las transformaciones histricas. All se inscriben los tiempos internos los de la verdad y el sentido marcados por la muerte ineluctable y la finitud de la existencia, y tiempos que cristalizan en la diversidad tnica, en la heterogeneidad de culturas y tradiciones. Estos tiempos internos y externos se entrelazan en un caleidoscopio de mundos de vida, reconfigurando sentidos existenciales a travs de nuevos cdigos ticos, valores culturales e identidades subjetivas.

En este fin de milenio que presagia la muerte de la vida por la hipertrofia de lo real y el triunfo de una hiperrealidad por la sobre objetivacin del mundo, surgen nuevas identidades y se vislumbran nuevos sentidos civilizatorios movilizados por nuevos actores sociales. Ms all del sujeto autoconsciente de la ciencia, el saber ambiental emergente (Leff, 1998) plantea la reconstruccin de la subjetividad y de los sujetos de la historia; desde la diferencia y la otredad del individuo, desde la diversidad de los sujetos colectivos, desde las identidades y la memoria de los pueblos originarios, se generan nuevas formas de posicionamiento en el mundo. Desde el sentido ms profundo de la existencia de los pueblos se reconfiguran las identidades tnicas y los intereses sociales; se legitiman derechos humanos que movilizan cambios histricos, orientados por los valores de la autonoma, de la diversidad cultural, la pluralidad poltica y la democracia participativa.

Comenzando el nuevo siglo, lejos de percibirse una estabilizacin del desequilibrio ecolgico (crecimiento de la poblacin, de la economa, de la tecnologa), se siguen acelerando las sinergias negativas y los crculos perversos de pobreza, desigualdad social y degradacin ambiental. Hoy, no slo constatamos signos contundentes del colapso ecolgico (las sequas y los incendios forestales atribuidos a “El Nio” o “La Nia”; los ciclones y huracanes que han azotado en forma particular a los ecosistemas y los pueblos de las regiones tropicales); tambin se avisora una crisis econmica global sin precedentes, sin que se manifieste la voluntad y la factibilidad de desacelerar el crecimiento econmico y la produccin de gases invernadero.

La racionalidad ambiental se plantea como la reanudacin de procesos en el sentido de la sustentabilidad. La transicin hacia la sustentabilidad convulsiona los tiempos donde se entrecruzan las inercias en aceleracin de las racionalidades establecidas y el desencadenamiento de nuevos procesos para desarrollar el potencial ambiental, la conformacin de nuevas conciencias, la constitucin de nuevos actores y la produccin de cambios institucionales movilizados por nuevos valores y racionalidades.

Una nueva tica, basada en el reconocimiento y respeto a la otredad, la diversidad y la diferencia, est generando una poltica de dilogo y consenso, de convivencia y solidaridad. Pero en un tiempo en el que se derrumban las ideologas del humanismo y el socialismo, en el que se ensanchan las diferencias sociales y econmicas, se produce un abismo que desemboca en el sinsentido de la vida. En la desesperanza, los sujetos sociales se rearraigan y reafirman en los valores de la individualidad y la competencia, del estatus y la distincin, donde renace la reafirmacin de la diferencia como distancia, propiciatoria de la explotacin, la marginacin y el racismo; donde emergen los fundamentalismos exclusionistas y la intolerancia ante la alteridad y la diferencia.

La sustentabilidad replantea la pregunta por el ser y el tiempo desde el cuestionamiento sobre la racionalidad econmica, sobre la ontologa y la epistemologa que fundan una comprensin del mundo que ha derivado en formas de dominacin de la naturaleza. Al mismo tiempo, interroga los procesos nticos de la naturaleza y los potenciales de lo real; valora el ser desde la diversidad cultural, abriendo nuevas vas para la reapropiacin de la naturaleza y la recreacin de mundos de vida; configura nuevas temporalidades e identidades de las que depende la transicin hacia un futuro sustentable. En el crisol de la sustentabilidad, se confrontan los tiempos de la degradacin entrpica, los ciclos de la naturaleza y las crisis econmicas, la innovacin tecnolgica y los cambios institucionales, con la produccin y asimilacin de nuevos paradigmas de conocimiento y cambios de comportamientos que fundan una nueva racionalidad ambiental.

Ms all de la posibilidad de acceder a un estado de equilibrio a travs de una “gestin racional del ambiente”, la pregunta por la sustentabilidad se presenta como un problema sobre el sentido de la existencia. La sustentabilidad replantea la relacin entre cultura y naturaleza; entre las diferentes significaciones culturales y los diversos potenciales de la naturaleza. La sustentabilidad implica un proceso de apropiacin cultural de la productividad neguentpica de biomasa que genera la fotosntesis por diferentes estilos tnicos y diversos proyectos de gestin productiva de la riqueza vital del planeta. La sustentabilidad se funda en la capacidad de vida del planeta fundada en ese fenmeno neguentrpico nico la fotosntesis, que permite transformar la energa radiante del sol en biomasa.

Cantemos pues la sustentabilidad en clave de sol. Articulemos los tiempos csmicos y planetarios con los procesos globales desde la diversidad de racionalidades ambientales y culturales locales. Pensemos la sustentabilidad desde los procesos entrpicos que rigen el devenir del universo, pero sobre todo desde ese proceso neguentrpico que da su singularidad al planeta Tierra, de donde emerge la vida que alimenta la evolucin biolgica y determina su productividad ecolgica. Lo que determina la sustentabilidad no es ese proceso entrpico que luego del big-bang rige el devenir del universo a travs de la “flecha del tiempo”. La muerte del universo est inscrita en un horizonte temporal que desborda el inters ms cercano de nuestros mundos de vida y de la equidad transgeneracional. Lo que nos interesa son los tiempos en los que se reflejan las formas actuales de dominacin y explotacin de la naturaleza, tiempos que estn conduciendo hacia una precipitada muerte entrpica del planeta.

El tiempo es flujo de fenmenos y acontecimientos, pero es tambin la marca de la finitud de la existencia que resignifica la vida y los procesos reales (la entropa y la neguentropa, la cultura y el orden simblico). Si la contingencia suplanta al determinismo, ello no anula la ineluctabilidad de los procesos de degradacin entrpica la ley lmite que resignifica la existencia de los hombres, que hoy plantea la reconstruccin de la economa para la supervivencia del planeta. La actualidad que vivimos como presente en crisis, como encrucijada del proceso civilizatorio, no slo es presencia de nuevos hechos; no es la actualizacin de proceso evolutivo “natural” que ha llevado del ser biolgico al ser simblico, del homo sapiens al homo economicus, cuya verdad se reconoce en su adecuacin a las leyes (externas y objetivas) del mercado.

La actualidad es entrecruzamiento de tiempos, desde la explosin de tradiciones congeladas y bloqueadas por los tiempos de dominacin y represin histrica, hasta el entrelazamiento de las diversas racionalidades que han constituido las formas humanas de relacin con la naturaleza. La sustentabilidad es la supervivencia en el tiempo de otros tiempos que enfrenta la aceleracin del tiempo (degradacin entrpica). La complejidad ambiental anuncia la emergencia de nuevos tiempos que se gestan por la reflexin del saber y del conocimiento sobre las cosas: la tecnologizacin de la vida, la mercantilizacin de la naturaleza. Es en este sentido que Morin y Kern (1993:185) piden que

No olvidemos finalmente lo que constituye la propia originalidad de la era planetaria en el siglo XX, la constitucin de un espacio-tiempo planetario complejo en donde todas las sociedades tomadas en un mismo tiempo viven tiempos distintos: tiempo arcaico, tiempo rural, tiempo industrial, tiempo posindustrial. Todo ello debe llevarnos a romper con la idea de que, en adelante, debemos alinear todas las sociedades en el tiempo ms rpido, el tiempo cronometrado, el tiempo occidental. Eso debe llevarnos, ms bien, a vivir la complementariedad de los distintos tiempos, a contener la invasin del tiempo cronometrado, a desacelerar el tiempo occidental.

Hoy, la historia se est rehaciendo en el lmite de los tiempos modernos; en la reemergencia de viejas historias y la emancipacin de sentidos reprimidos por una historia de conquista y dominacin, de sometimiento y holocausto. Estas historias ancestrales, que en su quietud parecan haber perdido su memoria, despiertan a una actualidad que resignifica sus tradiciones y sus identidades, abriendo nuevos cauces en el flujo de la historia.

Esa inquietante quietud como advierte Heidegger es la forma de permanencia del tiempo en el tiempo:

Esta quietud del acontecer no es ausencia de la historia, sino una forma bsica de su presencia. Lo que conocemos generalmente como pasado y lo que nos representamos en primer trmino como tal es casi siempre slo la ‘actualidad’ de un momento pasado, (…) lo que pertenece siempre a la historia pero no es propiamente historia. El mero pasado no agota lo sido. Este est presente todava, y su forma de ser es una peculiar quietud del acontecer, cuya forma se determina a partir de aquello que acontece. La quietud es slo un movimiento que se detiene en s, y es con frecuencia ms inquietante que ste (Heidegger, 1975: 44-45).

Hoy, esta quietud est descongelando la historia; sus aguas fertilizan nuevos campos del ser y fluyen hacia ocanos cuyas mareas abren nuevos horizontes del tiempo. No es tan slo el entrecruzamiento de los tiempos objetivados en la historia, de las historicidades diferenciadas de lo real, del encuentro sinergtico de procesos que han llevado a la catstrofe ecolgica. Se trata de la emergencia de nuevos tiempos, de una mutacin histrica donde se articula la tecnologizacin transgnica de la vida y la mercantilizacin de la naturaleza capitalizada; la hibridacin de lo real donde confluye la naturaleza fsica y biolgica, la tecnologa y el orden simblico; la actualizacin de tiempos vividos en nuevos mundos de vida.

Esta hibridacin de mundos de la complejidad ambiental es algo nuevo y muy diferente de la visin evolutiva, ciberntica y trascendental del devenir histrico. Pues el hombre, en su voluntad de conocer y apropiarse el mundo, ha cambiado las leyes de lo real sus ontologas y epistemologas, desviado sus trayectorias, generado nuevos sentidos y formas de ser en el mundo. Y es esto lo que se anuncia a la vuelta del nuevo milenio, ms que el aceleramiento de los ritmos de rotacin del planeta sobre sus viejos y corrodos ejes tecnolgicos y econmicos.

La sustentabilidad apunta hacia un futuro, hacia una solidaridad transgeneracional y un compromiso con las generaciones futuras. Ese futuro es una exigencia de supervivencia y un instinto de conservacin. Pero esta sustentabilidad no est garantizada por la valorizacin econmica que pueda asignarse a la naturaleza ni en ese horizonte de temporalidad restringida que es traducible a tasas de descuento econmicas. La sustentabilidad no ser tampoco resultado de internalizar una racionalidad ecolgica dentro de los engranajes de los ciclos econmicos.

La sustentabilidad surge del lmite de un mundo llevado por la bsqueda de una unidad de la diversidad sometida bajo el yugo de la idea absoluta, de la racionalidad tecnolgica y de la globalizacin del mercado. Es el quiebre de un proyecto que quiso someter la diversidad bajo el yugo de una unificacin forzada de lo real (del monotesmo al mercado globalizado). Es un proyecto emancipatorio para dejar en libertad a los potenciales de la diversidad biolgica y cultural. Es el desencadenamiento de un mundo tecnologizado para dejar hablar al ser acallado por la objetivacin de un mundo calculado.

La crisis ambiental es el punto donde confluyen las lneas de la saturacin y encasillamiento de las inercias de un desarrollo unidimensional y donde emerge la complejidad ambiental que destraba el potencial de lo real y de la historia. El ambiente es lo otro, lo absolutamente otro. La apertura hacia un infinito de alteridad proveniente del ambiente como exterioridad (Levinas, 1977).

La sustentabilidad arraiga en el ser y en el tiempo, en tiempos que anidados en la cultura trascienden el cerco de la hegemona homogeneizante para dar curso a la heterogeneidad y la diversidad. Es la reapertura de los sentidos de la historia y la existencia donde se entrecruzan los tiempos de la historia y se decantan en identidades hbridas, donde se enlazan la historia natural, la tecnologa y el orden simblico; espacio en el que se articulan las ciencias transformadas por un saber ambiental; crisol donde se funden los tiempos pasados, unitarios y mesurables; y donde irradia un futuro jalado por la diferencia, creado por la utopa, movilizado por la otredad y el infinito. Esta trascendencia no es proyeccin ni desarrollo de la realidad existente, sino creacin de algo nuevo desde la reemergencia de identidades que conservan las marcas de sus historias diversas, para rearraigar el yo en un territorio, lugar donde se sustentan nuevos sentidos civilizatorios.

La sustentabilidad anuncia el nacimiento de lo que an no es, a partir del potencial de lo real, el encauzamiento de lo posible y la forja de la utopa. La sustentabilidad encuentra su razn y su motivacin no en las leyes objetivas de la naturaleza y del mercado, sino en el pensamiento y en el saber, en identidades y sentidos que movilizan la reconstruccin del mundo.

En el mundo interdependiente de la globalizacin econmica, bajo el dominio de una visin unipolar y monoltica, cada nacin y cada poblacin juegan su viabilidad y supervivencia en esta encrucijada histrica. El trnsito hacia la democracia y la sustentabilidad implica una nueva concepcin y nuevas formas de apropiacin del mundo; all se definen nuevos sentidos existenciales para cada individuo y cada comunidad, trazando nuevas lneas de fuerza que atraviesan las relaciones de poder donde se forjan nuevos proyectos civilizatorios.

Lo que con sus magnavoces grita la globalizacin econmica es el fin de las ideologas y de la historia, la disolucin de los conflictos en una concertacin de voluntades domeadas, la dilucin del pensamiento en un automatismo absolutista. Empero, el nuevo milenio no ser una continuacin y una expansin del orden actual; este mundo se est resquebrajando ante la imposible proyeccin de la realidad actual hacia un futuro sin futuro. Lo que emerge desde este lmite no es una conciencia ecolgica reordenadora de un mundo fragmentado, antagnico y enajenado, guiado por la misin de una ecologa generalizada que habra de resolver las contradicciones y conflictos del mundo actual.

La crisis ambiental anuncia una mutacin de los sentidos de la vida: muerte y transfiguracin, creacin de nuevos sentidos para reconstruir la historia a partir de los lmites de la modernidad.

La in-quietud por la sustentabilidad del planeta y de la humanidad es un cuestionamiento de los fundamentos de nuestro ser en el mundo, cuyos sedimentos primeros estn en la forja misma de la civilizacin occidental judeo-cristiana, desde la tica y la filosofa de la antigua Grecia, hasta la ontologa y la epistemologa modernas. Es una nueva pregunta por el ser que cuestiona a la realidad acuada por la lgica y la gramtica con las que hemos construido nuestro mundo, bajo el signo monetario como smbolo de igualdad, medida de cambio y valor-signo de todas las cosas. Por ello, el problema de la sustentabilidad no slo remite a un cuestionamiento de la modernidad, sino a una autntica crisis de civilizacin, que abre una transformacin de nuestra existencia histrica.

La complejidad acompaa a la sustentabilidad, como una conjuncin de tiempos heterogneos que se enlazan en la construccin de lo real. El concepto de complejidad ambiental sale al encuentro de los procesos ecolgicos, tecnolgicos y sociales que movilizan su campo de posibilidades, como articulacin de lo heterogneo en la multiplicidad de los fenmenos de la naturaleza, los smbolos de la cultura, las racionalidades sociales y las categoras del pensamiento (Leff, 1999b).

La temporalidad es el ser de los procesos y est en la esencia de las cosas. El cambio de poca es una mutacin histrica: el cambio, la transformacin, ya no son accidentes, sino la esencia de la determinacin: mutaciones genticas, emergencia sistmica, cambio social. Lo constante es el cambio. Hoy, estar en el tiempo no se define por la constancia del objeto y el fin de la historia, sino por la movilizacin del ser y los procesos en el tiempo. Lo real estalla en el lmite de las inercias de un mundo insostenible, reabriendo los potenciales de la historia.

El proyecto unificador del mundo est por morir: el monotesmo, la idea absoluta, la unidad de la ciencia y el mercado globalizador. La historia se abre hacia una resignificacin del ser, desde el lmite de una razn insustentable, hacia los potenciales de la naturaleza y los sentidos de la cultura.

Eplogo

En el trnsito hacia la sustentabilidad, est en juego la propuesta y la apuesta de Ernesto Sbato:

Les propongo entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso: salgamos a los espacios abiertos, arriesgumonos por el otro, esperemos con quien extiende sus brazos, que una nueva ola de la historia nos levante. Quiz ya lo est haciendo, de un modo silencioso y subterrneo, como los brotes que laten bajo las tierras del invierno (Sbato, 1999:214).

Una primera versin de este texto fue presentada en el Seminario “La Sociedad Mexicana frente al Tercer Milenio”, organizado por la Coordinacin de Humanidades, UNAM, el 8 de septiembre de 1998.

Enrique Leff es director de la Red de Formacin Ambiental del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en su oficina regional para Amrica Latina en Mxico.

Bibliografa

-Bookchin, M., The Philosophy of Social Ecology. Essays on Dialectical Naturalism, , Black Rose Books, Montreal, 1990.

Heidegger, M., La Pregunta por la Cosa, Editorial Alfa Argentina, Buenos Aires, 1975.

Leff, E., Saber Ambiental: Sustentabilidad, Racionalidad, Complejidad, Poder, Siglo XXI editores/UNAM/PNUMA, Mxico, 1998.

Leff, E., “La Racionalidad Ambiental y el Fin del Naturalismo Dialctico”, en Persona y Sociedad, Nmero especial, marzo, Santiago de Chile, 1999a.

Leff, E., “Pensar la Complejidad Ambiental”, en Leff, E., Aprender a Aprender la Complejidad Ambiental, Siglo XXI/UNAM/PNUMA, Mxico. 1999b.

Lvinas, E., Totalidad e Infinito, Ediciones Sgueme, Salamanca, 1997.

Morin, E. y A.B. Kern, Tierra Patria, Kairos. 1993.

Sbato, E., Antes del Fin, Seix Barral, Barcelona, 1999.