América Latina: el final de un ciclo o el agotamiento del posneoliberalismo

América Latina: el final de un ciclo o el agotamiento del posneoliberalismo

François Houtart

ALAI AMLATINA, 19/04/2016.- América Latina fue el único continente donde las opciones neoliberales fueron adoptadas por varios países. Después de una serie de dictaduras militares, apoyadas por los Estados Unidos y portadoras del proyecto neoliberal, las reacciones no se hicieron esperar. La cumbre fue el rechazo en 2005 del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá, el resultado de la acción conjunta entre movimientos sociales, partidos políticos de izquierda, organizaciones no gubernamentales e iglesias cristianas.
Los gobiernos progresistas

Los nuevos gobiernos de Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Paraguay y Bolivia, pusieron en marcha políticas restableciendo el Estado en sus funciones de redistribución de la riqueza, de la reorganización de los servicios públicos, en particular el acceso a la salud y a la educación y de inversiones en obras públicas. Se negoció una distribución más favorable del ingreso de las materias primas entre multinacionales y Estado nacional (petróleo, gas, minerales, productos agrícolas de exportación) y la coyuntura favorable, durante más de una década, permitió importantes ingresos para las naciones en cuestión.

Hablar sobre el final de un ciclo introduce la idea de un cierto determinismo histórico, lo que sugiere la inevitabilidad de alternancias de poder entre la izquierda y la derecha, concepto inadecuado si el objetivo es sustituir la hegemonía de una oligarquía por regímenes populares democráticos. Sin embargo, una serie de factores permiten sugerir un agotamiento de las experiencias post-neoliberales, partiendo de la hipótesis que los nuevos gobiernos fueron post-neoliberales y no poscapitalistas.

Obviamente, sería ilusorio pensar que en un mundo capitalista, en plena crisis sistémica y, por lo tanto, particularmente agresivo, el establecimiento de un socialismo “instantáneo” es posible. Por cierto también existen referencias históricas sobre el tema. La NEP (Nueva Política Económica) en los años veinte en la URSS, es un ejemplo para estudiar de manera crítica. En China y en Vietnam, las reformas de Deng Xio Ping o del Doi Moi (renovación) expresan la convicción de la imposibilidad de desarrollar las fuerzas productivas, sin pasar por la ley del valor, es decir, por el mercado (que se supone el Estado debe regular). Cuba adopta, de forma lenta pero prudente a la vez, medidas para agilizar el funcionamiento de la economía, sin perder las referencias fundamentales a la justicia social y el respeto por el medio ambiente. Entonces se plantea la cuestión de las transiciones necesarias.

– Un proyecto posneoliberal

El proyecto de los gobiernos “progresistas” de América Latina para reconstruir un sistema económico y político capaz de reparar los desastrosos efectos sociales del neoliberalismo, no fue una tarea fácil. La restauración de las funciones sociales del Estado supuso una reconfiguración de este último, siempre dominado por una administración conservadora poco capaz de constituir un instrumento de cambio. En el caso de Venezuela, es un Estado paralelo que se instituyó (las misiones) gracias a los ingresos del petróleo. En los demás casos, nuevos ministerios fueron creados y renovaron gradualmente a los funcionarios. La concepción del Estado que presidió al proceso fue generalmente centralizadora y jerarquizada (importancia de un líder carismático) con tendencias a instrumentalizar los movimientos sociales, el desarrollo de una burocracia a menudo paralizante y también la existencia de la corrupción (en algunos casos a gran escala).

La voluntad política por salir del neoliberalismo tuvo resultados positivos: una lucha efectiva contra la pobreza para decenas de millones de personas, un mejor acceso a la salud y la educación, inversiones públicas en infraestructura, en pocas palabras, una redistribución por lo menos parcial del producto nacional, considerablemente aumentado por el alza de los precios de las materias primas. Esto dio lugar a beneficios para los pobres sin afectar seriamente los ingresos de los ricos. Se añadieron a este panorama importantes esfuerzos a favor de la integración latinoamericana, creando o fortaleciendo organizaciones como el Mercosur, que reúne a unos diez países de América del Sur, UNASUR, para la integración del Sur del continente, la CELAC para el conjunto del mundo latino, más el Caribe y, finalmente, el ALBA, una iniciativa venezolana con unos diez países.
En este último caso, se trataba de una perspectiva de cooperación bastante novedosa, no de competencia, sino de complementariedad y de solidaridad, porque, de hecho, la economía interna de los países “progresistas” permaneció dominada por el capital privado, con su lógica de acumulación, especialmente en los sectores de la minería y el petróleo, las finanzas, las telecomunicaciones y el gran comercio y con su ignorancia de las “externalidades”, es decir los daños ambientales y sociales. Esto dio lugar a reacciones cada vez mayores por parte de varios movimientos sociales. Los medios de comunicación social (prensa, radio, televisión) se mantuvieron en gran medida en manos del gran capital nacional o internacional, a pesar de los esfuerzos hechos para rectificar una situación de desequilibrio comunicacional (Telesur y las leyes nacionales en materia de comunicaciones). – ¿Qué tipo de desarrollo?
El modelo de desarrollo se inspiró en los años 60 del “desarrollismo”, cuando la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL) propuso sustituir las importaciones por el aumento de la producción nacional. Su aplicación en el siglo XXI, en una coyuntura favorable de los precios de las materias primas, combinada con una perspectiva económica centrada sobre el aumento de la producción y una concepción de redistribución de la renta nacional sin transformación fundamental de las estructuras sociales (falta de reforma agraria, por ejemplo) condujo a una “reprimarización” de las economías latinoamericanas y al aumento de la dependencia con respeto al capitalismo monopolista, yendo incluso hasta una desindustrialización relativa del continente.
El proyecto se transformó gradualmente en una modernización acrítica de las sociedades, con matices dependiendo del país, alguno, como Venezuela haciendo hincapié en la participación comunitaria. Esto dio lugar a una amplificación de consumidores de clase media de bienes del exterior. Se estimularon los megaproyectos y el sector agrícola tradicional fue abandonado a su suerte para favorecer la agricultura agroexportadora destructora de los ecosistemas y de la biodiversidad, incluso llegando a poner en peligro la soberanía alimentaria. Cero rastros de verdaderas reformas agrarias. La reducción de la pobreza en especial mediante medidas asistenciales (que también fue el caso de los países neo-liberales) apenas redujo la distancia social, siendo la más alta del mundo. – ¿Se podría haber hecho de otra manera?
Uno puede preguntarse, por supuesto, si era posible haberlo hecho de otra manera. Una revolución radical hubiera provocado intervenciones armadas y los Estados Unidos disponen de todo el aparato necesario para ello: bases militares, aliados en la región, el despliegue de la quinta flota alrededor del continente, informaciones por satélites y aviones awak y han demostrado que intervenciones no estaban excluidas: Santo Domingo, bahía de cochinos en Cuba, Panamá, Granada.
Por otra parte, la fuerza del capital monopolista es de tal manera que los acuerdos hechos en los campos de petróleo, minería, agricultura, rápidamente se convierten en nuevas dependencias. Hay que añadir la dificultad de llevar a cabo políticas monetarias autónomas y las presiones de las instituciones financieras internacionales, sin hablar de la fuga de capitales hacia los paraísos fiscales, como lo demuestran los documentos de Panamá.
Por otra parte, el diseño de la formación de los líderes de los gobiernos “progresistas” y de sus consejeros era claramente el de una modernización de las sociedades, sin tener en cuenta logros contemporáneos, tales como la importancia de respetar el medio ambiente y asegurar la regeneración de la naturaleza, una visión holística de la realidad, base de una crítica de la modernidad absorbida por la lógica del mercado y finalmente la importancia del factor cultural. Curiosamente, las políticas reales se desarrollaron en contradicción con algunas constituciones bastante innovadoras en estas áreas (derecho de la naturaleza, “buen vivir”).
Los nuevos gobiernos fueron bien recibidos por las mayorías y sus líderes reelegidos en varias ocasiones con resultados electorales impresionantes. De hecho, la pobreza había disminuido notablemente y las clases medias se habían duplicado en peso en pocos años. Existía un verdadero apoyo popular. Por último, hay que añadir también que la ausencia de una referencia creíble “socialista”, después de la caída del muro de Berlín, no incitaba a presentar otro modelo que el post-neoliberal. El conjunto de estos factores sugieren que era difícil, objetiva y subjetivamente, esperar otro tipo diferente de orientación. – Las nuevas contradicciones
Sin embargo, esto explica una rápida evolución de las contradicciones internas y externas. El factor más dramático fue, obviamente, las consecuencias de la crisis del capitalismo mundial y, en particular, la caída, en parte planificadas, de los precios de las materias primas y en especial del petróleo. Brasil y Argentina fueron los primeros países en sufrir los efectos, pero rápidamente siguieron Venezuela y Ecuador, Bolivia resistiendo mejor, gracias a la existencia de importantes reservas de divisas. Esta situación afectó inmediatamente el empleo y las posibilidades consumistas de la clase media. Los conflictos latentes con algunos movimientos sociales y una parte de intelectuales de izquierda salieron a la luz. Las fallas del poder, hasta entonces soportadas como el precio del cambio y sobre todo en algunos países, la corrupción instalada como parte integrante de la cultura política, provocaron reacciones populares.
Obviamente la derecha se tomó esta situación para iniciar un proceso de recuperación de su poder y su hegemonía. Apelando a los valores democráticos que nunca había respetado, logró recuperar parte del electorado, sobre todo tomando el poder en Argentina, conquistando el parlamento en Venezuela, cuestionando el sistema democrático de Brasil, asegurándose la mayoría en las ciudades en Ecuador y en Bolivia. Trató de tomar ventaja de la decepción de algunos sectores, en particular de los indígenas y de las clases medias. También con el apoyo de muchas instancias norteamericanas y por los medios en su poder, trató de superar sus propias contradicciones, sobre todo entre las oligarquías tradicionales y los sectores modernos.
En respuesta a la crisis, los gobiernos “progresistas” adoptaron medidas cada vez más favorables a los mercados, hasta el punto de que la “restauración conservadora” que denuncian con regularidad, se introdujo subrepticiamente dentro de ellos mismos. Las transiciones se convirtieron entonces en adaptaciones del capitalismo a las nuevas exigencias ecológicas y sociales (un capitalismo moderno) en vez de pasos hacia un nuevo paradigma poscapitalista (reforma agraria, apoyo a la agricultura campesina, tributación mejor adaptada, otra visión de desarrollo, etc.).
Todo esto no significa el final de las luchas sociales, al contrario. La solución radica, por una parte, en la agrupación de las fuerzas para el cambio, dentro y fuera de los gobiernos, para redefinir un proyecto y las formas de transición y por otra, en la reconstrucción de movimientos sociales autónomos con objetivos enfocados en el medio y largo plazo.
Quito, para Le Drapeau Rouge, Bruselas, No 56 (mayo-junio 2016)
Traducido por Pilar Castelano

Bernie or Bust?

Bernie or Bust?

March 31, 2016

I decided to re-post this earlier post after listening to Susan Sarandon’s comments on the Chris Hayes Show. Surely they will elicit much commentary and reaction – positive and negative – like Charles Blow’s insightful oped article in NYT this morning. I do hope this controversy will loose its steam (and I think it will) as we move beyond the primary season and into the general election. At that point a new reality with an unmistakably sobering and exceedingly dangerous side – Trump or Cruz sitting in the White House – will shape the perceptions of voters. Sam

There it was on my Facebook feed. An image of a young woman and beneath it the slogan, “Bernie or Bust.” Catchy enough, I thought. But what does it mean? Two very different interpretations came to mind.

One is that Sanders’ supporters are going all out, taking his campaign as far as it can go (and it’s gone further than many political observers thought only a few months ago), but no matter who wins the Democratic Party nomination this summer, supporting the nominee in the fall.

The other is that it’s full speed ahead now, but in the event that Bernie doesn’t win the nomination and Hillary does, his supporters will sit out the general election.

If the first interpretation is the case, so much the better; it’s a win-win. If it’s the other, it’s wrongheaded. Nothing good will come from it. In fact, a lot of bad could result. Let me explain:

Hillary isn’t Bernie; no question about that. His positions go beyond the conventional boundaries of the Democratic Party; hers don’t. His campaign feels transformational; hers doesn’t. He is energizing new constituencies and stimulating new thinking; she isn’t. He’s on the outs with the party’s hierarchy; she’s its favorite. He hopes to build a popular movement that will endure after the curtain falls on this election cycle. She has no such aspiration. And he’s a democratic socialist to boot. Not her cup of tea.

But, by the same token, Hillary isn’t Trump, Cruz, or Rubio either – far from it. Nor is she in the same ballpark as Margaret Thatcher or Carly Fiorina — or Sarah Palin or Michele Bachmann.

To say that she is a warhawk, a late arrival to the issue of income inequality, and linked to Wall Street, tells us something about her, something important, but it doesn’t tell us everything. Her politics, much like President Obama’s, are more complex and multidimensional than her unrelenting critics on the left and right allow.

In sharp contrast to her Republican adversaries, Hillary has a democratic sensibility and commitment, even if hemmed in by her centrist politics and class leanings. She may not want to break up banks too big to fail, or rein in U.S. military presence and activity worldwide, or embrace single-payer health care (arguably for good reasons), but she will fight for the full range of democratic rights – collective bargaining rights, wage rights, job rights, women’s rights, civil rights, gay rights, voting rights, immigrant rights, and, not least, health rights – as well as defend the integrity of democratic structures, governance, and traditions.

If elected president she will build on the achievements of Obama’s presidency. In other words, her White House will press for economic, social, and political reforms on a range of issues, including existentially necessary action on climate change. This will be especially so if the progressive and popular base of the coalition that elects her, assuming for the moment that she is the nominee, remains engaged in the post-election period. That wasn’t the case in the Obama years, at least on the scale necessary to successfully combat Republican obstructionism.

Even Hillary’s foreign policy, while likely more aggressive and military-inclined than Obama’s, also has a place for diplomacy, global cooperation, and realism – a far cry from any of the trigger-happy Republican candidates who believe there are no limits to the projection of U.S. power in a complex, fractured, and violent world.

Finally, the election of Hillary will break perhaps the biggest glass ceiling for women. While we can’t really know how great its symbolic significance will be, it is safe to say that it will be large and lasting on men as well as girls and women. Moreover, as president, Hillary will certainly do what she has long done – shine a light on women’s concerns, ranging from wage and job discrimination, to health care, abortion, and birth control rights, to rape and domestic violence, to child care and parental leave. But she will do it on the largest public stage and with a far bigger voice.

The GOP candidates, on the other hand, have no such sensibilities and commitments. Neither does the Republican Party as a whole. They have demonstrated by words and deeds that they think too much democracy, too much equality, and too many democratic rights plague the country. And if it were not for Obama in the White House for the past eight years, their “scorched earth” assault on this plague of excessive democracy and equality would have been much further along.

And herein lies the danger that supporters of both Bernie Sanders and Hillary Clinton must consider: If the Republicans win the presidency, that firewall against far-right extremism that the Obama administration represented will disappear and the barbarians will be no longer at the gate, but likely in charge of the whole castle.

Their grip on the Supreme Court is already secure and the odds are good that if they win the presidency, the presidential coattails will be long enough to maintain their congressional majority.

This doesn’t mean that fascism is around the corner. (More about that in another article). But it will mean that a nasty and brutish gang will use its control of the three main branches of government to roll back the democratic rights revolution of the last 60 years and knee cap democratic governance, not to mention ramp up militarism, climate change obstructionism, and the wholesale shrinkage of the public sector.

To make matters worse, this concentration of state power in the hands of the extreme right at the federal level is matched and augmented by its control of thirty state governments, ubiquitous voice in the major media, network of well-funded think tanks, pastors in the pulpits, energetic grassroots constituency, and nearly bottomless war chest – thanks to the Koch brothers and other right wing billionaires.

Which brings me back to the slogan “Bernie or Bust.” If too many interpret it to mean Bernie or no one, least of all Hillary, it becomes an action (or inaction) that could well cede the country to right wing extremists.

By the same token, much the same could be said if Hillary’s supporters – and there have been hints – go on strike in the event that Bernie wins the nomination.

Does anyone really want to repeat the debacle in 1972 when major sections of the Democratic Party sat on their hands rather than support the party’s nominee, the anti-war liberal, George McGovern? We got Nixon and Kissinger then; we will get worse now.

Unity around the eventual winner, not division, not sitting on one’s hands, is, therefore, imperative.

This may not sound sexy. It isn’t a leap down freedom road. It’s more defensive than transformational. But it isn’t an end point of struggle either. Instead, it’s an inescapable way station through which tens of millions have to pass if they/we hope to arrive at a future of radical and substantive democracy, equality, sustainability, and peace – a future that is worthy of our humanity.

Reimagined Communities

Reimagined Communities
Issue: 117
Posted on 18th December 2007
Neil Davidson

A review of Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism (Verso, 2006), £12.99

If there is one book on nationalism that every student is expected to read, one book that is certain to be included in any survey of the competing theories, it is Imagined Communities. It is, as Josep Llobera has written of the core conception, “as if people had been waiting for such an expression to be coined”.1 The appearance of the third edition therefore gives us an opportunity to reassess this original and influential work, but also to identify some of the problems to which it gives rise, problems which are, in part, the very reason for its popularity. These are not all simply the result of inevitable misunderstandings that occur when a complex concept is seized upon to fill an explanatory gap. Some are the result of Benedict Anderson’s underlying theoretical assumptions. As he himself notes, “the book attempted to combine a kind of historical materialism with what later on came to be called discourse analysis. Marxist modernism married to post-modernism avant la letter”.2

It is the postmodern aspects of the work which have proved the most influential, all too often at the expense of Anderson’s Marxism. Nevertheless, it would be ungenerous not to begin by recognising his achievement. To understand why this book had such an impact, it is necessary first to review how nationalism had previously been dealt with in the Marxist tradition.
Strategies, definitions, explanations

Marx and Engels engaged with the issue of nationalism in the middle decades of the 19th century, in other words, during the period in which the bourgeois revolution was being completed across Western Europe, North America and Japan. They argued that the working class (and “the democracy” more generally) should support national movements and the formation of new nation-states where they would hasten the development of capitalism, and consequently the emergence of a working class, and where they would weaken the great reactionary powers of Europe, the most powerful of which was absolutist Russia.3

Self-determination was not necessarily the absolute priority. Marx and Engels rejected the view that every national group had the right to establish a state, the so-called “principle of nationality”, as it was then known.4 On the contrary, for them it entirely depended on whether the success of the movement was likely to lead to a progressive outcome or not. Nor was their attitude to a particular movement determined by the class nature or political attitudes of its leadership. The Hungarian rising of 1848 was dominated by the nobility, the aristocracy led the Polish insurrection of 1863 and even the Irish Fenians—in many respects one of the more politically advanced non-socialist groups of the time—were heavily influenced by the Catholic church. None of these negative characteristics was decisive, however, compared with the positive objective consequences of opening up the possibilities for capitalist development or closing down the influence of the absolutist states. By contrast, Marx and Engels refused support to the Czechs and southern Slavs during the revolutions of 1848-9 because they were backed by Russian absolutism—the “gendarme of Europe”—for its own purposes.5

The specific situations with which these socialist strategies towards nationalism were intended to deal are now largely historical, but the method employed remains of enduring value. It was, however, arrived at without any real explanation of the emergence or nature of nations, whose existence Marx and Engels essentially took for granted. Marx and Engels do have much to teach us in relation to “nation theory”, but this has to be derived from their theory of ideology, and not some untheorised remarks about, for example, German tribes. They left the movement a correct strategic orientation on national movements together with an undeveloped theoretical position on the nature of nations, national consciousness, and so on.

The next generation of Marxists quite understandably concentrated, as a matter of practical necessity, on refining the approach of revolutionary socialists to national movements and national demands, under the changed conditions of the imperialist era. These discussions, which extended from the mid-1890s to the debates on “the national and colonial question” during the first four congresses of the Communist International (1919_1922), represent one of Marxism’s greatest contributions to the question of socialist strategy.6 But although some participants, notably Karl Kautsky and Lenin, made attempts to explain how nations emerged, these were rarely central to the argument, and usually went no further than emphasising the need for capitalism to dominate a territorial home market and the role of language in unifying the inhabitants of that territory.7

The Austro-Marxist tendency, represented by Karl Renner and Otto Bauer, did focus on the question of national formation, above all in Bauer’s monumental The National Question and Social Democracy (1906). But the definition of a nation offered by Bauer was resolutely non-materialist: “The nation is the totality of human beings bound together by a community of fate into a community of character.” Bauer did see capitalism as playing a role in the development of national consciousness, but only in the sense that such consciousness can only be complete when it is aware of other nations and the difference between them, which occurs most fully under capitalist development. Bauer’s work has been hailed as the only serious Marxist attempt to deal with the national question, but mainly by people who welcome it precisely because of its distance from Marxism. (Indeed, even Bauer is too marked by “economism” and “class reductionism” for some of his present day admirers.8)

Lenin claimed that Bauer’s theory was “basically psychological” and endorsed instead the “historico-economic” explanation associated with Kautsky and in his own writings,9 but failed to propose a comparably detailed alternative explanation for the emergence of nations or the nature of national consciousness. What was offered in direct opposition to Bauer was not a counter-explanation, but a counter-definition which is unfortunately still widely accepted by many on the left today. In 1913 Joseph Stalin wrote, under Lenin’s guidance, “A nation is a historically constituted, stable community of people, formed on the basis of a common language, territory, economic life, and psychological makeup manifested in a common culture”.10 Typically, he also informs us that if a single one of these factors is missing, no nation exists. The trouble with definitions of this sort is that they give a false aura of scientific objectivity, which collapses as soon as you start to think of all the nations it would exclude—the United States of America, for one. And although Stalin dismissed the demand for cultural autonomy associated with Austro-Marxism, his definition actually draws heavily on that of Bauer, by retaining the catch-all categories of “community” and “psychological makeup”.11

With the triumph of Stalinism in the late 1920s, serious discussion of nationalism virtually ceased. The main source of discussion about the nation therefore passed to non-Marxist political and social scientists, including many who were to be the founding fathers of the academic discipline of International Relations, an orientation which suggests that their interests lay in the “state” side of the “nation-state” couplet.12 Yet although they tended to see nationalism as a movement only emerging from the late 18th century, they also accepted that nations—at least the “old historic nations” such as Spain, England and France—long pre-existed this period.
The Andersonian moment: political and theoretical contexts

From the 1960s a “modernist” current emerged within the study of nationalism which took a much more foreshortened view of its history. Emphases varied. Of the initial “modernist texts”, Kedurie’s Nationalism (1960) privileged the Enlightenment and Gellner’s essay “Nationalism” (1964), the Industrial Revolution, as the sources on nationhood. But all “modernists”, as the name suggests, saw both nations and nationalism as relatively recent, “modern”, creations.13 As one survey of the field says:

For modernists, national consciousness in the modern age has to be seen as qualitatively different from that in the Scotland of the Declaration of Arbroath or the England of Shakespeare or Elizabeth or Cromwell… It is only with modernity that a sense of national identity comes to pervade all classes, or emerges as the overriding identity.14

The intellectual dominance of modernism only held sway for a relatively brief period, roughly from the late 1970s to the early 1990s, but included such key works as Nairn’s The Break–Up Of Britain (1977 and 1981), Breuilly’s Nationalism And The State (1982 and 1992), Gellner’s Nations And Nationalism (1983), Hobsbawm and Ranger’s The Invention Of Tradition (1983), Hobsbawm’s Nations And Nationalism Since 1780 (1990) and Nigel Harris’s National Liberation (1990). Of these writers, Nairn, Hobsbawm and Harris saw themselves as Marxists at the time of writing, as did Anderson.

Anderson is a specialist in East Asian politics. He went to Indonesia in 1962 to study that country’s experience during the Second World War, when Japanese occupation supplanted the Dutch colonial presence. The book which resulted from these researches, Java in a Time of Revolution (1972), dealt only in passing with the question of nationalism, but what it does say is interesting in the light of his later preoccupations. Anderson describes how at the second congress of the youth wing of the Indonesian National Party in 1928 “the youth took the historic oath of commitment to one people, the Indonesian people, one nation, the Indonesian nation, and one language, the Indonesian language”. Nationalism alone “made sense of the new life” on which young people drawn from many different places were “collectively embarked”. But the nationalism was limited at the time to “politically-minded youth” who were “profoundly isolated from the rest of their contemporaries”. It was not until the Japanese period that nationalism spread deeply into small-town and rural Java, and it did so then because of the new experiences encountered there, to which it gave coherent meaning.

Many of the themes rehearsed in this work—the initial growth of nationalism emerging from the collective experience of an elite group, the sense of nationalism as a means of understanding the world rather than a narrow set of political demands—were all to re-emerge in more fully developed form in Imagined Communities.

Anderson was expelled from Indonesia for displeasing the Suharto regime shortly after the book appeared. “Exile”, he later wrote, “had the advantage of pushing my inquiries back into the nineteenth century, and from everyday politics to the transformations of consciousness that made presently existing Indonesia thinkable”. There were, however, other factors which led him to write Imagined Communities.

In 1978 and 1979 wars had taken place between Vietnam, Cambodia and China, but “none of the belligerents had made more than the most perfunctory attempts to justify the bloodshed in terms of a recognisable Marxist theoretical perspective”. This said something about their character: “Since World War Two every successful revolution has defined itself in national terms…and, in so doing, has grounded itself firmly in a territorial and social space inherited from the revolutionary past”.15 But the idea that socialism, or even the transition to socialism, should perpetrate nation_state and nationalism was contrary to all previous Marxist positions. What implications did this have for the Marxist theory of nationalism?

There was already a perception that Marxism lacked an adequate theory of nationalism. In 1976 Tom Nairn had claimed that nationalism “represents Marxism’s greatest historical failure”.16 Anderson claims that he intended Imagined Communities to offer critical support, but also to extend Nairn’s critique from Marxism to all other political traditions, which he saw as similarly lacking.17 What then was his alternative?
Anderson’s argument

Anderson starts by arguing that nationalism is “a radically changed form of consciousness”.18 To define it, he starts with the reason why the nation has to be imagined: “It is imagined because the members of even the smallest nation will never know most of their fellow-members, meet them, or even hear of them, yet in the minds of each lives the image of their community.” Anderson is insistent that “imagined” does not mean “false”, because all communities beyond the original gatherer-hunter groups have to conduct a similar act of imagining: “Communities are to be distinguished, not by their falsity/genuineness, but by the style in which they are imagined.” Anderson argues that there are three aspects to what is being imagined: limitation, because no nation can encompass the entire world and the boundaries of each are set by other nations; sovereignty, because nations came into existence at the time when the legitimacy once conferred by absolutist divine right was being replaced by that of the state; and community, because the horizontal solidarities of the nation were stronger than vertical oppositions, even those of class.19

Anderson identifies “the end of the 18th century” as the period which saw “the spontaneous distillation of a complex ‘crossing’ of discrete historical forces”, and once distilled it was no longer necessary for each potential new nation to have undergone the same experiences. They could be “transplanted, with varying degrees of self-consciousness, to a great variety of social terrains”.20 But the origin of these forces goes much further back in time. Anderson argues that from the late medieval period onwards there was the collapse of three key conceptions of the world: the idea that belief systems expressed in particular script languages like those of Christianity and Islam (using respectively Latin and classical Arabic) offered privileged access to truth; the belief that society was naturally organised around and under monarchs who were persons apart from other human beings and who ruled by some form of divine dispensation; and an understanding of the past and present in terms of some creation myth. Such notions rooted human lives firmly in the very nature of things, giving certain meanings to the everyday fatalities of existence (above all death, loss and servitude) and offering, in various ways, redemption from them.

All these conceptions were subverted by economic change, discoveries, social and scientific, and the development of increasingly rapid communications: “No surprise then that the search was on, so to speak, for a new way of linking fraternity, power and time together”.21

For Anderson, the solution was provided by the emergence of “print capitalism”.22 This created the possibility of a vast market beyond the tiny minority who could understand Latin. Print-languages “created unified fields of exchange and communication below Latin and above the spoken vernaculars”. They “gave a new fixity to language, which in the long run helped to build that image of antiquity so central to the subjective idea of the nation”. And they created “languages of power”, with certain dialects playing a dominant part in communication through printing. These were “largely unselfconscious processes resulting from the explosive interaction between capitalism, technology and human linguistic diversity”.23

The remainder of the book sets out how national consciousness spread and was transmuted into nationalism. He argues there were three main kinds of nationalism, arising in successive waves: “creole” nationalism associated with the revolt of the American colonies (“creole” in its Spanish use means a Latin American of European ancestry); “language” nationalism associated with western Europe; and “official” nationalism associated with central and eastern Europe, and with the Asian and African anti-colonial movements.

In what is perhaps his boldest innovation, Anderson argues that the “pioneers” of nationalism were the first of these, the colonial states of the Americas. He ascribes the rise of nationalism to the attempt by Madrid to impose greater control, the influence of Enlightenment ideas and the way in which the South American continent had been divided into particular, territorially delimited, administrative units:

In this respect they foreshadowed the new states of Africa and parts of Asia in the mid-20th century… The original shaping of the American administrative units was to an extent arbitrary and fortuitous, marking the spatial limits of particular military conquests. But over time they developed a firmer reality under the influence of geographic, political and economic factors.24

Two necessary internal processes translated the brute fact of territoriality into national consciousness, according to Anderson. There was the self_identification of the descendents of settlers with the colonial territory, in distinction from their European-born equivalents. And there was the emergence of a particular manifestation of print capitalism: the newspaper which “brought together, on the same page, this marriage with that ship, this price with that bishop”, creating “quite naturally, and even apolitically…an imagined community among a specific assemblage of fellow-readers, to whom these ships, brides, bishops and prices belonged. In time, of course, it was only to be expected that political elements would enter in”.25

Although vernacular language was critical to the original formation of national consciousness, once nationalism became available as a model, it was no longer necessary for new nations to have this as their basis.26

The emergence of nationalism was originally associated with the popular masses, but it became available for use for “conservative, not to say reactionary,” ends by the state bureaucracies of societies which had not experienced successful popular movements.27

Anderson argues that the anti-imperialist nationalism, which began to build new states after 1945, drew on both of these aspects. “That is why so often in the ‘nation-building’ policies of the new states one sees both a genuine, popular nationalist enthusiasm and a systematic, even Machiavellian, instilling of nationalist ideology through the mass media, the educational system, administrative regulations and so forth”.28

A brief exposition can only hint at the subtlety, complexity and sophistication of Anderson’s arguments. More than any previous writer, Anderson established that the phenomenon of nationalism was constructed and historical, not natural and eternal. Part of the charm of the book lies in the sheer range and novelty of the examples which Anderson musters to illustrate his argument, many of them drawn from areas such as Burma, Thailand and Indonesia, which do not normally feature in discussions of nationalism. And yet Imagined Communities is one of those books of great individual value, but which have ultimately exerted a negative influence on socialist thought.

Postmodernist appropriation and primordialist approbation

Imagined Communities made an immediate impact on publication, but perhaps not in the way that Anderson had hoped. Although other Marxists did find his work useful, it actually provided far greater support for emerging ideologies fixated on questions of identity, above all postmodernism.

One of Anderson’s more insightful critics, Anthony Smith, noted that, while Anderson’s project is not itself a postmodernist reading, “it is the idea of the nation as discourse to be interrogated and deconstructed, that has proved most influential”.29 Anderson does not, of course, suggest that the nation is simply a discourse, but many of his critics have found it convenient to ascribe that view to him. The Scottish writer Murray Pittock, for example, writes, “The weakness of Anderson’s notion of the ‘imagined community’ is that it implies that one can imagine at will, and choose an identity as the postmodern consumer chooses a lifestyle product”.30

Smith is one of the main proponents of the ‘perennialist’ view of nations which sees them as rooted in much older ethnic identities. He considers it a problem that, for Anderson, “the nation possesses no reality independent of its images and representations. But such a perspective undermines the sociological reality of the nation, the bonds of allegiance and belonging which so many people feel, and obscures both the institutional, political and territorial constitution of nations, and of the powerful and popular cultural resources and traditions that underpin so many nations and endow them with a sense of tangible identity”.31 Similarly Pittock wants to defend a conception of Scottish nationalism stretching back to early medieval times.

These criticisms demonstrate the revival of arguments that hold that nations are much older than “modernists” have claimed. As Pittock notes, “the idea that nations and nationalism cannot predate the French Revolution’ is increasingly on the defensive”.32 The 1990s saw Greenfield’s Nationalism (1992), Llobera’s The God of Modernity (1994), Hutchinson’s Modern Nationalism (1994) and Hasting’s The Construction Of Nationhood (1997), although the final collapse into primordial essentialism was signalled by two works by Emmanuel Todd, L’illusion Economique (1998) and La Diversité du Monde (1999). Todd’s key thesis has been approvingly summarised by Tom Nairn to claim that “nationalism is constitutive of man’s social nature”.33

Re-imagining the history of the nation

Imagined Communities can still play a role in intellectually challenging both postmodernism and primordialism, but only if its themes are integrated into a more consistently materialist framework.

The book consists of a series of impressionistic studies on particular aspects of nationalism. But the connections between them are often difficult to establish. What is missing is any central dynamic linking them together, except for the concept of print capitalism. Yet the universality of contemporary nationalism suggests that it was originally produced and subsequently reproduced by a set of conditions wider and more fundamental than this.

The major contribution that Marxism might make here lies not in what Marx and Engels wrote about particular nations. Rather it lies in their more general observations on the historical conditions for the emergence of certain forms of consciousness, which could then be applied in the case of national consciousness, starting with their general relationship to social being:

The mode of production of material life conditions the general process of social, political and intellectual life. It is not the consciousness of men that determines their existence, but their social existence that determines their consciousness.34

Certain forms of consciousness are only possible under particular conditions. The point was further developed by George Lukács, who attacked “the crudeness and conceptual nullity” of those forms of thought which obscure “the historical, transitory nature of capitalist society”: “Its determinants take on the appearance of timeless, eternal categories valid for all social formations”.35 The “nation” is one of these historical categories which are only relevant to capitalist society. In making this particular error, anti-modernist writers simply follow bourgeois “normal science”.

Take, for example, the work of Adrian Hastings. Hastings has argued that “nation”, “the word and the idea”, existed in England at least since the 16th and probably since the 14th century.36 But, as Alasdair MacIntyre has pointed out:

To understand a concept, to grasp the meaning of the words which express it, is always…to grasp the role of the concept in language and social life… Different forms of social life will provide different roles for concepts to play.37

In other words, just because people used the term “nation” in, say, the 14th century, it does not follow that they meant by it what we mean by it—indeed, if we take Marxism seriously then it is extremely unlikely that they could possibly have done so. It is not simply a matter of words, but the forms of consciousness that the words express. Any Marxist account of national consciousness must therefore explain the particular “forms of social life” that could allow this form of consciousness, these modes of expression, to come into existence.
The origins of capitalism and nationalism

Anderson’s argument about the coincidence of existential doubt and technological advance in print seems unconvincing as an explanation for something as all-pervasive as nationalism. A more convincing explanation might be the more general development of capitalism. But, like Otto Bauer, Anderson sees a purely contingent relationship between this and the rise of nationalism: “What made the new communities imaginable was a half-fortuitous, but explosive, interaction between a system of production and productive relations (capitalism), a technology of communications (print), and the fatality of human linguistic diversity”.38 The connection between national consciousness and capitalism is, however, far more all-embracing than this suggests. In fact, national consciousness took as many centuries to become the dominant form of consciousness as the capitalist mode of production did to become the dominant mode of production, and it did so as a consequence of that.39 Four main elements combined, reflecting to a greater or lesser extent the impact of capitalism on feudal society.

The first element was the formation of externally demarcated and internally connected areas of economic activity. Europe had emerged from the first crisis of feudalism by the later 15th century as a system of states which was still dominated by the feudal mode of production. It was a system, however, increasingly adapted to elements of capitalism. In this context, the importance of capitalist development was less in the domain of production than that of circulation, for it was in the creation of trade networks that merchant capital began to link up dispersed rural communities both with each other and with the urban centres to form an extensive home market.

Linked directly to this element was a second, the adoption of a common language by the communities that were being connected to each other at the economic level. The need to communicate for the purposes of market exchange began to break down the distinctiveness of local dialects, forging a language common, or at least comprehensible, to all. Language in this way began to set the boundaries of the economic networks referred to above, boundaries that did not necessarily coincide with those of medieval kingdoms. Such economic and linguistic unification was far easier in a small centralised kingdom such as England than in a territory such as the German Empire. Indeed, establishment of state frontiers often purely determined the boundary between a dialect of a particular language and another language. And of course Anderson is right that the formation of standard forms of language was immeasurably aided by the invention of printing and the possibilities it presented for the codification of language in mass-produced works. These would not have been produced unless an audience of the literate already existed which understood their contents, but their effect was to extend the size of that audience, since printers could not produce works in every local dialect, only in the one which had emerged as the standard form, or in those which were in competition to do so. The increasing standardisation of language then fed back into its original economic formation, as the merchants whose trading networks had originally defined the territorial reach of linguistic comprehensibility increasingly identified themselves with that territory, to the exclusion of rivals who spoke a different language. The rise of the vernacular was accompanied by the decline of Latin as a lingua franca, a process virtually complete by the mid-16th century and expressed in the new profession of interpreter, now necessary to make vernacular diplomatic exchanges mutually comprehensible.

The third element was the character of the new absolutist states. Absolutism was the form taken by the feudal state during the economic transition from feudalism to capitalism. Yet the absolutist states did not arise automatically. The replacement of the estates monarchy of the earlier feudal period by a more centralised apparatus was the political response of the feudal ruling class to the social and economic pressures—different in degree and combination throughout Europe—set in train by the first crisis of the feudal system and the greater significance of capitalist production in the economies which emerged from it. The local jurisdictions that characterised the classic epoch of military feudalism began to give way to greater concentration of state power, notably through the introduction of standing armies and, partly in order to pay for them, regular centralised taxation.

Death and taxes both involve bureaucracies that require a version of the local language, comprehensible across the state territory, thus strengthening the “linguistic” element. They also had two unintended effects. The introduction of regular taxation and the adoption of mercantilist policies reinforced the economic unity that had begun to emerge spontaneously from the activities of merchant capitalists. And the military rivalry that characterised the new system necessitated mobilising the active support of the bourgeois minority as a source of financial backing and administrative expertise. Despite these innovations it is nevertheless important not to mistake the role of absolutism in the birth of nationhood, which was that of a midwife, not that of a mother. The issue is often elided by reference to the influence of “the modern state” in the creation of nations, but this is to dissolve the difference between the absolutist state and its genuinely modern bourgeois successor. The arrival of nationhood coincided not with the establishment of the absolutist states but with their overthrow.

The fourth and final element is local manifestations of a global religious belief. The ideology of absolutism involved stressing the deeds of religious figures such as saints, who were associated with the territory of the realm, but it was the Reformation that made religion more than an ideologically pious enhancement to the image of the ruling dynasty. Wherever Protestantism became the dominant religion within a given territory after 1517 it contributed to the formation of national consciousness by allowing communities of belief to define themselves against the inter-territorial institutions of the Roman Catholic Church and the Holy Roman Empire. In part this was through the availability of the Bible in the vernacular, but this in turn depended on the existence of linguistic frameworks in which market transactions and state administration could be carried out. Protestantism acted as a stimulus to national consciousness only to the extent that the development of capitalism had provided it with the framework to do so.

Naturally the process went furthest in England, but even there it was not until after the death of Elizabeth in 1603 that Protestantism came to be separated from regnal solidarity with the monarch. It took longer for Catholicism to play the same role.
Nationalism and bourgeois revolution

There is therefore a problem with Anderson’s focus as on “creole” nationalism as the major formative experience of nationalism. Apart from anything else, he contradicts himself by describing it as drawn from an earlier model: “In effect, by the second decade of the 19th century, if not earlier, a ‘model’ of ‘the’ independent national state was available for pirating.” He describes this as “a complex composite of French and American elements”.40 But incredibly, this is one of the first occasions that France is mentioned. To ignore the influence of the French Revolution in establishing the “model” seems particularly perverse. The problem here is that even France and the United States are not the first nations. The United Netherlands and England all have a stronger claim to priority. To argue that nations only appeared at some stage in the later 18th century would be as absurd as arguing that capitalism only appeared at the same period. While Anderson is right to draw attention to cumulative movements, he misses something else, which is the explosive effect of the revolutionary turning points which punctuate capitalist development, and their impact in coalescing hitherto inchoate ideological elements into a national identity. His account is, so to speak, all process and no events.

The success of groups with an emergent national consciousness in the Netherlands and England in elevating this new form of consciousness into political movements led others (first in North America, Ireland and France, then generally) to aspire to national status, even if their level of social development had not previously allowed national consciousness to arise. The bourgeois revolutions effected the final transformation of the term “nation” to one which stood for “the people” as a community—although one of the most divisive issues within all bourgeois revolutionary movements was precisely how “the people” should be defined. The struggle against absolutism required the mobilisation of at least a large minority of “the people” to achieve the expulsion or destruction of the royal dynasty. This could only be done by providing some form of identity which could embrace the often very different forms of opposition to the crown, regardless of whether the ruler in question was foreign (as in the case of Spanish Habsburg dynasty in the Netherlands) or native (as in the case of the Stuart dynasty in England). Nationalism provided this identity.

National consciousness could not flourish, or even take root, unless the conditions for capitalist development were present, and for it to be consolidated across Europe, even if only among the bourgeoisie, there had to be at least one case where it made the transition to nationalism and then became embodied in a nation-state. Only when there were concrete examples of nationhood could different groups know what they were conscious of, regardless of whether they then went on to develop nationalisms of their own or not.

The capitalist nation-state became a permanent feature of the international state system only towards the end of the hundred years between the end of the English Revolution in 1688 and the beginning of the French Revolution in 1789. Thereafter new nations could be manufactured regardless of whether the original elements were present or not—although an economic infrastructure and common language would, of necessity, have to be introduced at some point for a sense of national consciousness to be consolidated. The ideological dominance of nationalism over the population depended, however, on when a particular revolution occurred in the overall cycle of bourgeois revolutions. In the two states where bourgeois revolutions were successfully completed before or during 1688, the Dutch and the English, the existence of national consciousness was directly proportional to the extent that the post-revolutionary state developed a centralised apparatus, rather than a federal or confederal structure. In this respect English nationalism was as far in advance of its Dutch predecessors as it was of its American successor, which similarly remained an alliance of semi-autonomous states down to 1865.

After 1848 all ruling classes intent on creating states on the British or French models were forced to embrace nationalism, not because they were personally capitalists, but because all of them—Prussian Junkers, Japanese Samurai, Italian monarchists and, eventually, Stalinist bureaucrats—were engaged in building industrial societies dominated by the capitalist mode of production. The example of Italy is typical of how ruling classes were faced with the need to diffuse consciousness of being a nation down from elite level into the mass of the population, a large and growing proportion of whom were not the bourgeoisie and petty bourgeoisie who had originally formed the nation, but workers. The difficulties involved should not be underestimated: as late as the 1860s as many as a quarter of the inhabitants of the French state did not speak French.
Nationalism and the working class

Class is the great absent theme in Imagined Communities, yet no Marxist account can deal with the subject without exploring the role nationalism plays in class relations.41 National consciousness begins to emerge in the social classes below the rulers of the new nation-states, partly as the result of deliberate indoctrination, but far more so as the by now inevitable pattern of life experience within societies shaped by the nation-state form. Among the working class the existence of reformist class consciousness provides the context within which national consciousness and nationalism develop. Reformist class consciousness was originally a historical product of the social conditions produced by the transition to capitalism or, more precisely, by the process of capitalist industrialisation, first in Britain and subsequently elsewhere.

Once the initial shock of industrialisation passed, workers came to accept that capitalism was not a passing aberration, but a new form of society which might have many years of vitality ahead of it. The apparent permanence of the system forced accommodation and adaptation, however grudgingly, from the new exploited class, whose horizons were anyway limited by the “dull compulsion” to work, raise families and recover from the savage exertions demanded by the factory system. Although these conditions provoked resistance, the fact that the new system generated its own defensive illusions made the possibility of a generalised revolutionary class consciousness emerging out of these resistance struggles less likely. Under early capitalism exploitation was accompanied by the economic discipline instilled by fear of the poverty which would result from being sacked. The actual process of exploitation, the fact that the worker produced more than that for which she or he was rewarded, was hidden from view. As a result, although workers were usually hostile to their own particular boss, this did not necessarily generalise into opposition to the system as a whole. Although trade unions grew out of worker resistance, the goal of these new organisations, whatever rhetoric was employed about the (invariably distant) overturning of the system, was improving the condition of the working class within the system itself. The resulting contradictory form of consciousness finds its most basic expression in an acceptance by workers of the wages system accompanied by a rejection of the particular level of wages which they are being offered, but it extends to all aspects of social life.

What then is the relationship of national consciousness to this reformist consciousness? National consciousness does not compete with revolutionary class consciousness directly for the allegiance of workers, but as a key element in reformist class consciousness. Indeed, one might say that workers remain nationalist to the extent that they remain reformist. And from the point of view of the capitalist class in individual nations it is absolutely necessary that they do so, or the danger is always that workers will identify, not with the “national” interest of the state in which they happen to be situated, but with that of the class to which they are condemned to belong, regardless of the accident of geographical location. Nationalism should not therefore be seen as something which only “happens” during separatist movements on the one hand, or during fascist and imperialist manifestations on the other. The capitalist system generates nationalism as a necessary everyday condition of its continued existence.

Mass nationalism was therefore initially a product of industrialisation, but not simply because it is functional for the ruling class in industrial capitalism. Industrialisation and urbanisation together produced the changes in human consciousness that made nationalism possible (for the subordinate classes), as well as creating societies that made nationalism necessary (for the dominant class). They developed new structural capacities, new modes of experience and new psychological needs in the people who had to work in the factories and live in the cities. It is the need for some collective sense of belonging with which to overcome the effects of alienation, the need for psychic compensation for the injuries sustained at the hands of capitalist society, that nationalism provides in the absence of revolutionary class consciousness, but in conjunction with reformist class consciousness.

The ideological role played by the ruling class in reinforcing nationalism is therefore only possible because nationalism already provides one possible means of meeting the psychic needs created by capitalism. Once a capitalist nation-state has been established, those who control the apparatus always seek to consolidate the hold of nationalism among the people who inhabit its territory. States need conscripts for their armies, citizens to pay taxes, workers to accept that they have more in common with those who exploit them at home than they do with their fellow-exploited abroad. This made it imperative that loyalty to a state be secured, and the nation was the means. Since the 18th century British workers have often been asked to accept rises in interest rates, cuts in wages and services, or participation in imperialist wars, but never for the benefit of British capitalism, always for the benefit of the British nation, for “the national interest”.

It is not only the state that makes such appeals. The organisations of the working class themselves reinforce

Marx y la periferia

“Marx y la periferia”: Claudio Katz
04/04/2016 Deja un comentario Go to comments

Es sabido que Marx modificó su visión de los países subdesarrollados. Inicialmente concebía una ligazón pasiva de estas naciones con el auge y declive del capitalismo mundial. Posteriormente realzó la resistencia al colonialismo.

Ese giro fue intensamente discutido en los años 70 por los investigadores de su obra. El trasfondo de ese interés era el entusiasmo por las revoluciones socialistas en la periferia.

Los marxistas evaluaban la continuada brecha entre economías avanzados y retrasadas, a la luz de las intuiciones expuestas por el autor de El Capital. Los autores nacionalistas criticaban la hostilidad (o indiferencia) de Marx hacia el mundo colonial. Los neoliberales impugnaban o demonizaban su obra. ¿Cómo abordó Marx el problema de la periferia?

SOCIALISMO COSMOPOLITA

En su primera visión Marx supuso que la periferia repetiría la industrialización del centro. Consideró que el capitalismo se expandiría a escala mundial creando un sistema interdependiente, que facilitaría tránsitos acelerados al socialismo. Estimaba que el despojo de los artesanos y los campesinos conduciría a una expropiación ulterior de los confiscadores.

El Manifiesto Comunista presenta esa mirada. El capitalismo es retratado como un régimen que derriba murallas y expande su dominación desde el centro hacia la periferia (Marx, 1967).

China es mostrada como una sociedad bárbara que será modernizada por la penetración colonial. India es descrita como un país estancado por la preeminencia de comunidades rurales, creencias místicas y déspotas parasitarios. Se supone que esas estructuras quedarán demolidas con la instalación del ferrocarril y la importación de textiles británicos (Marx, 1964: 30-58, 104-111).

Pero, a diferencia de sus contemporáneos, el pensador alemán combinaba ese análisis con fuertes denuncias. Remarcaba la destrucción de formas económicas arcaicas cuestionando al mismo tiempo las atrocidades del colonialismo. Realzaba la función modernizadora del capital y objetaba las masacres perpetradas por los invasores.

Con este parámetro evaluaba el libre comercio. Los elogios al intercambio que rompía el aislamiento de viejas sociedades eran complementados con críticas a las dramáticas consecuencias de esa expansión.

Esta tensión ente ponderaciones y rechazos era compatible con una expectativa en rápidas victorias del socialismo. Marx suponía que la generalización del capitalismo aceleraría en pocas décadas la erradicación de ese sistema. También esperaba una vertiginosa irradiación de ese resultado desde el centro europeo hacia el resto del mundo.

Esta concepción cosmopolita del socialismo presuponía una acelerada secuencia de industrialización global, debilitamiento de las naciones y eliminación del colonialismo. Era una mirada afín al internacionalismo proletario de la época, que retomaba las utopías universalistas gestadas durante el siglo de las luces.

Marx compartía el proyecto humanista de trascender inmediatamente a la nación por medio de comunidades sin fronteras. A diferencia del cosmopolitismo radical legado por la revolución francesa, promovía la igualdad social junto a la ciudadanía universal (Lowy, 1998:11-21).

Al subrayar que el “capital no tiene patria” el revolucionario alemán observaba la mundialización del predominio burgués, como un paso hacia la disolución conjunta de las naciones y las clases. Esta propuesta de hermandad global gozaba de gran predicamento entre el artesanado geográficamente móvil que nutría a la I Internacional (Anderson, P, 2002).

REBELIONES Y VIRAJES

Marx quedó muy impactado por la rebelión china de Taiping (1850-64) que fue zanjada con millones de muertos. Denunció al colonialismo británico y observó esa tragedia como un proceso destructivo carente de alternativas. También fue conmovido por la revuelta de los cipayos de India (1857-58), que los ingleses aplastaron en forma sangrienta. Allí comenzó a notar cómo la expansión del capitalismo desataba grandes resistencias de los oprimidos (Marx, 1964: 139-143, 161-181).

Estos alzamientos modificaron su mirada. Ya no desvalorizó lo ocurrido en las colonias, ni repitió que las sociedades asiáticas estaban destinadas a copiar el patrón europeo. El actor omitido en el Manifiesto Comunista comenzó a cobrar cuerpo. Marx fue uno de los primeros pensadores occidentales en apoyar la independencia de la India.

Pero el mayor cambio se produjo con los levantamientos de Irlanda. Allí confirmó que el saqueo colonial destruye sociedades sin facilitar su desarrollo ulterior. Marx comparó la devastación británica de su vecino con las depredaciones que realizaban los mongoles. Observó que la reorganización rural impuesta en la isla era una caricatura de lo realizado en Inglaterra. Lejos de aumentar la productividad agraria reforzó la aristocracia territorial, la expulsión de los campesinos y la concentración de la propiedad.

El autor de El Capital también notó cóomo la burguesía inglesa bloqueaba el surgimiento de manufactureras irlandesas, para garantizar el predominio de sus exportaciones. Además, los capitalistas se aprovisionaban de fuerza de trabajo barata para limitar las mejoras de los asalariados británicos.

Al observar el saqueo de Irlanda, Marx abandonó su expectativa anterior en la expansión capitalista. Percibió cómo la acumulación primitiva no es la antesala inmediata de procesos de industrialización, en un país sometido al despojo (Marx, 1964: 74-80).

A partir de ese momento transformó su simpatía por la resistencia en India y China en un elogio explícito de la lucha nacional. Enalteció la rebelión de los irlandeses, que retomando viejas tradiciones comunales obligaron a los británicos a militarizar la isla.

El teórico alemán participó intensamente en las campañas para lograr la adhesión de los obreros ingleses a esa lucha. Comprendió la necesidad de contrarrestar la división promovida por los capitalistas entre los asalariados de ambas naciones. Señaló que la lucha irlandesa contribuía a reducir esas tensiones y adoptó la famosa frase de propagada a favor de los resistentes fenianos (“un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”) (Barker, 2010).

Los escritos de 1869-70 ilustran esta maduración. Marx ya no concibió la independencia de Irlanda como un resultado de victorias proletarias en Inglaterra. Privilegió una secuencia inversa e incluso consideró que la eliminación de la opresión nacional era una condición de la emancipación social. Destacó la estrecha interacción entre ambos procesos y recordó cómo en el pasado el aplastamiento de Irlanda había contribuido a frustrar las revoluciones contra la monarquía inglesa (Marx; Engels, 1979).

ESCLAVOS Y OPRIMIDOS

La nueva concepción de convergencias entre el proletariado europeo y los desposeídos del resto del mundo motivó el apoyo de Marx al Norte en la guerra de secesión estadounidense (1860-65). Adoptó la bandera del abolicionismo frente a la gran presión de los fabricantes británicos a favor del Sur. Los capitalistas se abastecían del algodón cosechado por los esclavos y convocaban a los obreros textiles ingleses a preservar su empleo, evitando toda participación en el conflicto americano.

Marx denunció ese chantaje y ratificó la necesidad de acciones comunes a ambos lados del Atlántico, para doblegar la sociedad de los explotadores británicos con los plantadores sureños.

Esa campaña también apuntó a contrarrestar la fractura racista dentro de la naciente clase obrera estadounidense. Los asalariados inmigrantes observaban al esclavo como un competidor que achataba su salario. Marx promovió pronunciamientos de la I Internacional para crear vínculos entre los trabajadores blancos y los oprimidos afro-americanos.

La guerra de secesión se desenvolvía en un país percibido como una democracia potencial de gran envergadura. Marx consideraba que la liberación de los esclavos y el aplastamiento de los plantadores aportarían un ejemplo mayúsculo de logros revolucionarios.

Por eso criticaba la timidez inicial de Lincoln que rechazaba el armamento de los negros promovido por las abolicionistas radicales. Estas vacilaciones ponían en peligro la victoria del Norte, que superaba ampliamente a los confederados en el plano económico y militar (Marx; Engels, 1973: 27-74, 83-171).

En su nueva etapa Marx celebró los procesos revulsivos en varias partes del mundo. Nunca dudó de la primacía europea en el pasaje al futuro socialista, pero subrayó el protagonismo de otros sujetos. Reivindicó la constitución de las juntas radicales en Cádiz frente a la invasión napoleónica y retrató con gran simpatía las rebeliones de las Antillas contra el colonialismo anglo-francés.

Pero lo más significativo fue su apoyo a México. Denunció la expedición de Maximiliano para cobrar deudas ocupando el país y apoyó las grandes reformas democráticas introducidas por Benito Juárez. Con esa definición dejó atrás su justificación anterior de la apropiación de Texas por parte de los colonos anglo-americanos (Marx; Engels, 1972: 217-292).

Marx abandonó su tesis precedente de emancipación externa de la periferia. Ya no supuso que los cambios en el mundo serían más rápidos que la maduración interna de las sociedades no europeas. Su visión del futuro pos-capitalista comenzó a incluir rebeliones en la periferia convergentes con el proletariado europeo.

DEMOCRACIAS Y COMUNAS

La nueva mirada enriqueció el enfoque de Marx sobre las batallas democráticas en el Viejo Continente. Esas luchas incluían demandas de auto-determinación nacional de pueblos sometidos a las monarquías imperiales de Rusia y Austria.

El teórico comunista era un activo partícipe de esas confrontaciones y apoyaba las unificaciones de Alemania e Italia resistidas por las autocracias. Marx auspiciaba la radicalización socialista de esas luchas. Proclamaba la carencia de patria del proletariado e imaginaba procesos de convergencia popular que desbordarían las fronteras. Pero favorecía también las insurrecciones nacionales que debilitaban al zarismo y a los Habsburgo (Munck, 2010).

Marx ponía el foco en quién resiste y cómo se presenta cada batalla. Razonaba en términos de acción y protagonistas de grandes gestas. Por eso reivindicaba la resistencia de los húngaros contra los ocupantes austríacos y la belicosidad de los polacos contra los opresores rusos.

Observaba especialmente el combate de Polonia como un “termómetro de la revolución europea”. Ese país había perdido su independencia con la partición entre Rusia, Prusia y Austria y era epicentro de reiterados levantamientos (1794, 1830, 1843, 1846).

Marx adoptó ese anhelo nacional como una bandera permanente. No sólo registró la espontánea solidaridad que suscitaba en todo el continente. También polemizó con las corrientes anarquistas que descalificaban esa resistencia, tanto por su ligazón con la nobleza como por su lejanía con las reivindicaciones obreras. Al proclamar que “Polonia debe ser liberada en Inglaterra”, Marx discutía con un enfoque que anestesiaba la conciencia internacionalista de los trabajadores (Healy, 2010).

El revolucionario alemán asignó a la independencia de ese país una gran incidencia en la batalla contra el zarismo. Como priorizaba la derrota de esa fuerza conservadora tomó partido contra Rusia en la guerra de Crimea con el Imperio Otomano. Rehuía el neutralismo y jerarquizaba los triunfos sobre al enemigo principal.

A partir de lo observado en India, China, Irlanda y México, Marx incorporó una nueva hipótesis de fuerzas transformadoras al interior del imperio ruso. Reconsideró el papel de las viejas formas comunales en el agro, que anteriormente veía como simples rémoras del pasado. Estimó que podían cumplir un rol progresista y evaluó la posibilidad de un tránsito directo al socialismo desde esas formaciones colectivas (Marx; Engels, 1980: 21-65).

Su nueva mirada sobre la periferia influyó en esta aceptación de un salto directo hacia etapas pos-capitalistas. Marx modificó su rechazo previo a esa eventualidad. Lo que había descartado en 1844 como una ingenua modalidad de “crudo comunismo” se convirtió treinta años después en una alternativa factible. Por eso extendió el estudio de las comunas a otros casos (India, Indonesia, Argelia).

UN NUEVO PARADIGMA

En su primera etapa Marx resaltó la dinámica objetiva del desarrollo capitalista como un proceso de absorción de formas precedentes de producción. Resaltó el rol de las fuerzas productivas como determinantes primordiales del curso de la historia. Por eso supuso que el capitalismo se desenvolvería incorporando a la periferia al torrente de la civilización.

En el segundo período Marx abandonó la idea de un amoldamiento pasivo del mundo colonial al devenir del capitalismo. Consideró saltos de etapas y señaló fuerzas activas que en la periferia podían acelerar la introducción del socialismo.

Kohan interpreta este viraje conceptual como un cambio de paradigma. Una filosofía unilineal asentada en el comportamiento de las fuerzas productivas fue reemplazada por una mirada multilineal, que resaltaba el papel transformador de los sujetos. La revisión de la problemática nacional-colonial precipitó el viraje.

Esta caracterización contrasta con la tradicional dicotomía entre dos Marx que introdujo Althusser. Ese enfoque distinguía al joven “humanista”-concentrado en la problemática filosófica de la alineación- del viejo “científico” absorbido por la detección de leyes del capitalismo. En el tratamiento de la periferia esa secuencia se invierte. El pensador debutante del Manifiesto estaba más atento a los procesos objetivos de expansión capitalista y el autor maduro de El Capital resaltaba la gravitación subjetiva de la lucha nacional y social (Kohan, 1998: 228-254).

Kevin Anderson subraya este mismo itinerario. La rígida cronología de absorción de la periferia a la modernización del centro fue reemplazada por una mirada de cursos abiertos y variados de desenvolvimiento histórico.

También estima que las singularidades de la periferia indujeron a Marx a dejar atrás el estricto modelo de adaptación de las superestructuras (políticas, ideológicas o sociales) a los cimientos económicos. El esquema de amoldamiento del contexto social (relaciones de producción) al crecimiento económico (fuerzas productivas) fue sustituido por una visión de procesos codeterminados y sin direccionalidades preestablecidas (Anderson K, 2010: 2-3, 9-10, 237-238, 244-245).

Otros autores sostienen que este giro de Marx no alteró su modelo inicial (Sutcliffe, 2008). Pero el tenor de los cambios indica modificaciones sustanciales. En 1850 Marx avizoraba al movimiento democrático de China e India como un simple aliado de los obreros europeos. En 1870 ya observaba la independencia de Irlanda como un motor de la revolución en Inglaterra. En 1880 fue más lejos y consideró que Rusia compartía con Europa un lugar clave en el debut del socialismo.

CONVERGENCIA Y FRACTURAS

La visión rudimentaria de la periferia que expuso del primer Marx sintonizaba con la inmadurez de su pensamiento económico. Por eso el Manifiesto avizoraba un vertiginoso proceso de mundialización que se verificó recién en la centuria posterior.

Junto a la Miseria de la filosofía y Trabajo asalariado y capital, el Manifiesto se ubicó a mitad de camino en la elaboración de Marx. Ya había desarrollado su crítica a la propiedad privada, descubierto la centralidad del trabajo, modificado el análisis antropológico de la alienación y captado la utilidad de la concepción materialista de la historia.

Pero no había superado a Ricardo, ni reformulado la teoría del valor con el concepto de la plusvalía. Las mismas correcciones cualitativas que introdujo Marx en su visión de China, Irlanda o Rusia fueron incorporadas a su visión de la economía.

En el Manifiesto exponía analogías entre el obrero y el esclavo que todavía estaban emparentadas con el “salario de subsistencia” de Ricardo. No caracterizaba aún el valor de la fuerza de trabajo como parámetro histórico-social, sujeto al impacto contradictorio de la acumulación. Aparecían referencias a la “miseria creciente” que serían sustituidas por enfoques centrados en la declinación relativa del salario. Las crisis eran presentadas como efectos del sub-consumo, sin integrar la estrechez del poder adquisitivo al movimiento descendente de la tasa de ganancia (Katz, 1999).

Estas insuficiencias permiten entender los errores que cometió Marx en sus primeras caracterizaciones de Asia y América Latina. A medida que perfeccionó sus investigaciones sobre el capitalismo, sustituyó la presentación de tendencias genéricas del mercado mundial por análisis específicos de la acumulación a escala nacional.

En la preparación de El Capital Marx analizó en detalle la economía inglesa. Estudió tarifas, salarios, precios, ganancias, tasas de interés, rentas y pudo observar contraposiciones entre el desarrollo y el subdesarrollo.

Analizó por ejemplo los vínculos del atraso irlandés con la expansión industrial británica. Notó como la equiparación entre economías centrales coexistía con brechas crecientes con el resto del mundo.

La época de Marx (1830-70) estuvo signada por la irrupción de varios focos de acumulación (Europa Occidental, América del Norte, Japón), junto a una segunda variedad de colonialismo. Por eso hubo proteccionismo en las economías emergentes y libre-comercio a escala mundial.

En su segunda etapa el teórico alemán comenzó a percibir variedades de evolución en la periferia, a partir de las diversidades en curso en el centro. El debut británico con industrialización preparado por beneficios comerciales y agrícolas fue sucedido por la expansión manufacturera francesa con gran incidencia de los bancos. Rusia extendió su estructura fabril con impulso militar preservando la servidumbre y Estados Unidos siguió un modelo opuesto de puro despegue capitalista .

Cuando Marx afirma que “el país más desarrollado muestra al siguiente la imagen de su propio futuro” alude a ese tipo de economías equivalentes. No extiende la igualación a la periferia. Se refiere a una evolución entre pares o a un tránsito hacia esa equiparación.

En esta etapa de maduración, Marx no sólo distinguió la industrialización clásica de economías abiertas (Inglaterra) de la industrialización tardía de estructuras protegidas (Alemania). También diferenció ese bloque de los países subordinados a los imperativos del capital extranjero (China).

Esta caracterización anticipó la fractura posterior entre semiperiferias ascendentes y periferias relegadas. En el primer bloque sólo se ubicaron las economías partícipes de la industrialización, que forjaron mercados internos y absorbieron la revolución agrícola (Bairoch, 1973: cap 1 y 2). Alemania y Estados Unidos despuntaron además en las narices de Inglaterra y Francia, porque las potencias coloniales no podían frenar a sus rivales.

La periferia quedó explícitamente excluida de esas convergencias. El caso irlandés ilustra cómo las autoridades coloniales gravaban con altos impuestos todas las actividades manufacturas locales, para garantizar el ingreso de importaciones inglesas.

Marx maduró su enfoque y algunos investigadores sostienen que habría distinguido dos tipos de economías. Las que asimilaban la expansión capitalista desde un estadio inferior (“atrasadas”) y las que no prosperaban por su sometimiento al colonialismo (“trasplantadas”) (Galba de Paula, 2014: 101-108, 141-143).

CAUSAS EXÒGENAS Y ENDÓGENAS

Marx captó que el capitalismo genera segmentaciones entre el centro y la periferia, pero no definió las causas de esa polarización. Sugirió varios determinantes exógenos en su crítica al colonialismo y puntualizó causas endógenas en su análisis de las estructuras pre-capitalistas. Pero no precisó cuál de esos componentes incidió más en la fractura global. Sólo observó la ampliación de esa brecha en el origen y en la formación del capitalismo.

El teórico alemán evaluó el primer impacto en su estudio del pillaje perpetrado durante la acumulación primitiva. Describió las transferencias de recursos consumadas para gestar el acervo inicial de dinero requerido por el sistema. Retrató cómo los metales sustraídos de las colonias cimentaron el debut del capitalismo europeo. Esta línea de análisis fue continuada con los estudios de la desindustrialización forzosa de Irlanda y las confiscaciones padecidas por China o India (Marx, 1973: 607-650).

Marx también describió ampliaciones de la brecha centro-periferia bajo el capitalismo ya formado. Sus observaciones sobre el intercambio desigual ilustran ese tratamiento. Afirmó que en el mercado mundial el trabajo más productivo percibe una remuneración superior al más retrasado, reforzando la supremacía de las economías que operan con técnicas avanzadas (Marx, 1973: cap 20).

Pero en otros comentarios igualmente numerosos Marx atribuyó el retraso de la periferia a la incidencia de rémoras pre-capitalistas, que impiden la masificación del trabajo asalariado, renuevan la servidumbre o amplían la esclavitud.

Señaló que estas formas arcaicas de explotación se recreaban para satisfacer la demanda internacional de materias primas, incrementando las rentas acaparadas por latifundistas, hacendados o plantadores de África, Asia y América Latina.

Marx no definió la primacía del origen colonial-exógeno o rentista-endógeno del subdesarrollo. Sólo pareció indicar una gravitación cambiante en distintos momentos del capitalismo.

Numerosos historiadores marxistas y sistémicos han enfatizado uno u otro componente. Los exogenistas ilustran cómo Europa se nutrió de la “des-acumulación primitiva” impuesta a América y del holocausto esclavista generado en África (Amin, 2001: 15-29).

Subrayan que el colonialismo logró separar a Europa de sociedades que habían alcanzado un nivel semejante de desarrollo (Medio Oriente, Norte de África, Meso-América) y otorgó a Gran Bretaña una primacía sobre sus competidores. Sostienen que en condiciones agrícolas, estatales e industriales equiparables, Inglaterra tomó la delantera por sus ventajas de ultramar (Wallerstein, 1984: 102-174; Blaut, 1994).

Por el contrario, los teóricos endogenistas explican el subdesarrollo de la periferia por la ausencia de transformaciones agrarias. Estiman que el despojo colonial no fue relevante para la consolidación del capitalismo central. Consideran que las potencias marítimas perdieron peso en ese despegue ( Portugal, España, Francia, Holanda), que el vencedor ingresó tarde a esa carrera (Inglaterra) y que varios contendientes exitosos eludieron las batallas externas (Bélgica, Suiza, Alemania, Escandinavia, Austria, Italia) (O´Brien, 2007).

También recuerdan que Europa se desenvolvió aprovechando su auto-suficiencia en materias primas y consideran que el colonialismo tuvo efectos adversos sobre el espíritu empresario. Atribuyen las ventajas de Inglaterra a un modelo tripartito de revolución agraria (propietarios, arrendatarios y asalariados), que preparó el despegue fabril con expansión demográfica e industrias en el campo (Bairoch, 1999: 87-137; Wood, 2002: 94-102).

Pero el enfoque de Marx también inspiró posturas intermedias, que ilustran cómo el colonialismo incidió más en el origen que en la consolidación del capitalismo. Afirman que la gravitación inicial de los recursos sustraídos de las colonias fue posteriormente reemplazada por la supremacía de plus-ganancias, derivadas de procesos internos de acumulación . Esta hipótesis es congruente con la cambiante primacía de determinantes internos y externos que sugirió el autor de El Capital (Mandel, 1978: cap 2).

INTERPRETACIONES LIBERALES

Los autores liberales ignoran las dos visiones de Marx del problema nacional-colonial. Sólo registran el primer período, resaltan sus caracterizaciones de India y omiten el viraje de Irlanda. Con ese recorte ubican al teórico del socialismo en la tradición “difusionista” que pondera el progreso y la expansión capitalista.

Warren fue el principal exponente de esa visión, que otorga al enfoque inicial del Manifiesto un status de teoría del desarrollo. Afirmó que Marx reivindicó el colonialismo británico en Asia por su labor disolvente de la vida vegetativa. También interpreta que ponderó los logros económicos de la colonización occidental, comparando esos avances con las situaciones previas de la periferia (Warren, 1980: 1-2, 9, 27-30).

Pero Marx nunca expuso esas exaltaciones del imperio y tampoco recurrió a contrapuntos históricos lineales. Lo que debe contrastarse es el efecto de la expansión capitalista en Europa y las colonias y explicar por qué razón generó acumulación en un polo y des-acumulación en el otro. Los liberales simplemente desconocen esa fractura.

Estiman que Marx evitó calificaciones morales, rehuyó el romanticismo y valoró el individualismo. Consideran que aplaudió especialmente la cultura humanista de la modernización industrial (Warren, 1980: 7-18).

Pero toda la obra del pensador alemán fue una denuncia y no un elogio del capitalismo. Sus aterradoras descripciones de la acumulación primitiva, del trabajo infantil y de la explotación fabril ilustran ese rechazo. Incluso la contemporización inicial con el personalismo burgués se diluyó en la reivindicación posterior de la comuna. Las mejoras sociales que los liberales asignan al capitalismo eran vistas por Marx como resultados de la resistencia obrera.

Es absurdo afirmar que el teórico comunista avaló los crímenes cometidos por Inglaterra, para facilitar la implantación del capitalismo en las sociedades no europeas (Warren, 1980: 39-44,116). Si Marx hubiera sido un Cecil Rhodes insensible a los sufrimientos coloniales, no habría promovido campañas de solidaridad con las víctimas del despojo imperial.

Otros autores fascinados por el mercado coinciden en la presentación del teórico alemán como un entusiasta promotor de la ocupación británica de la India. Consideran que ese aval era congruente con la instalación de un modo de producción más avanzado (Sebreli, 1992: 324-327).

Pero ese razonamiento positivista olvida los sufrimientos humanos que Marx registraba con mucha atención. Estaba comprometido con la lucha popular y no era indiferente a las dramáticas consecuencias sociales del desarrollo capitalista.

Los liberales colocan en boca de Marx su fanática exaltación de la burguesía. Afirman que el revolucionario alemán presentó el advenimiento de esa clase social como un acontecimiento de conveniencia mayúscula para toda la sociedad (Sebreli, 1992: 24).

Pero incluso en su primera etapa Marx subrayaba el otro costado de ese proceso: la aparición de un proletariado que debía sepultar a la burguesía para permitir la erradicación de la explotación.

Sebreli desconecta las observaciones de Marx sobre la cuestión colonial de ese fundamento anticapitalista. Por eso ignora cómo la indignación social motivaba las investigaciones del autor de El Capital. Esa actitud lo distinguía de sus contemporáneos y explica su rechazo a las intervenciones imperiales.

Marx también objetó en su madurez las ilusiones en el libre comercio. Por eso, en lugar de promover la internacionalización de los mercados, auspició la asociación cooperativa de los pueblos.

VARIANTES DEL EUROCENTRISMO

Algunos autores nacionalistas coinciden con sus adversarios liberales en la presentación de Marx como un apologista del capitalismo occidental y objetan esta postura en términos virulentos. Afirman que esa actitud lo indujo a “despreciar a los pueblos no occidentales” y a justificar el uso de la violencia para su sometimiento (Chavolla, 2005: 13-14, 255-261).

Con esa caracterización invierten la realidad. Un furibundo oponente del capitalismo es mostrado como adalid del status quo y su internacionalismo es identificado con la sumisión a la Reina Victoria.

Este enfoque presenta los escritos pre-Irlanda como prueba de sintonía con el colonialismo y atribuye esa postura al extremo eurocentrismo del teórico alemán (Chavolla, 2005: 16, 265-269).

Pero Marx estaba en la trinchera opuesta de personajes imperiales como Kipling. Era un pensador de la emancipación con proyectos comunistas contrarios a la opresión imperial. La errónea expectativa cosmopolita juvenil expresaba esa esperanza humanista de rápida gestación de un mundo sin explotadores. No tiene sentido ubicar este enfoque en el casillero del eurocentrismo imperial.

Otros autores consideran que Marx desconoció la opresión de la periferia por su “reduccionismo de clase”. Suponen que indagó exclusivamente las tensiones sociales en desmedro de la sujeción nacional y racial (Lvovich, 1997).

Pero olvidan que el segundo Marx jerarquizó las relaciones de clase, incorporando la raza, la nacionalidad y la etnicidad a un cuestionamiento simultáneo de la explotación y la dominación. Esta síntesis explica su defensa de Irlanda y Polonia y su compromiso con la causa anti-esclavista en la guerra estadounidense.

El eurocentrismo despectivo que los nacionalistas atribuyen a Marx es totalmente imaginario. Pero se puede considerar otra acepción del concepto, como sinónimo de atadura a un modelo de repetición universal de los valores forjados en el Viejo Continente.

En este segundo enfoque se presupone que Europa ofreció el rostro del futuro, al desarrollar la civilización superior que heredó de la Antigüedad clásica. Esta concepción influyó en el perfil positivista que adoptaron las ciencias sociales tradicionales (Wallerstein, 2004: cap 23).

¿Esta caracterización más benévola de eurocentrismo se aplica al Marx del Manifiesto? La respuesta es negativa, si se recuerda que el deslumbramiento con Europa incluye al capitalismo forjado en esa región. Marx fue el principal crítico del sistema que los europeizantes idolatran.

Esas miradas también universalizan cierto desarrollo particular resaltando la intrínseca supremacía de Europa sobre otras culturas. Por el contrario, el socialismo que promovía por Marx apuntaba a forjar desarrollos igualitarios y cooperativos entre todos los pueblos del mundo.

Ciertamente el autor de El Capital era alemán, vivió en Europa y estaba imbuido de la cultura occidental, pero desenvolvió una teoría que desbordaba ese origen. A diferencia de muchos pensadores, no razonaba contraponiendo las virtudes de cierta civilización sobre otra. Explicaba la lógica general de la evolución social en función de contradicciones económicas (fuerzas productivas) y sociales (lucha de clases).

El eurocentrismo es un término utilizado también por varios autores marxistas, para caracterizar un defecto teórico del primer Marx. En este caso la calificación no implica rechazo. Señala un error de la concepción inicial, que otorgaba protagonismo absoluto al proletariado europeo en la emancipación de todos los oprimidos.

La misma denominación de eurocentrismo ha sido utilizada en sentidos muy contrapuestos para evaluar la trayectoria de Marx. Su identificación con desaciertos juveniles difiere de la asimilación con el colonialismo. Esta última acepción es inadmisible.

LOS PUEBLOS SIN HISTORIA”

Las alusiones de Engels a los “pueblos sin historia” son vistas por los críticos nacionalistas como otra confirmación de la desconsideración marxista por la periferia. Ese enfoque trataría a todas las fuerzas externas al proletariado occidental como masas irrelevantes e inmóviles (Chavolla, 2005: 188, 255-269).

Es cierto que Engels recurrió a esa controvertida noción para referirse a conglomerados incapaces de encarar su auto-emancipación. Recogió una categoría que Hegel utilizaba para caracterizar a los pueblos sin atributos suficientes para forjar estructuras nacionales.

Marx no aplicó ese concepto. Pero utilizó denominaciones virulentas contra los eslavos del sur, en su apasionada batalla política contra las autocracias imperiales. Como el zar y los Habsburgo habían logrado sumar a esos pueblos a sus campañas contrarrevolucionarias, su reacción incluyó el rechazo de los derechos nacionales de esos grupos (Lowy; Traverso, 1990).

El militante socialista suponía, además, que muchas demandas de ese tipo no llegarían a concretarse. Estimaba que las naciones pequeñas serían absorbidas por vertiginosos torrentes de transformaciones internacionales, antes de alcanzar el umbral requerido para forjar sus propios estados.

Marx apostaba a una emancipación externa de muchos pueblos sin nítida definición nacional. Creía que el derrumbe de los regímenes monárquicos conduciría a ese desenlace. En su etapa inicial, Marx no reconocía la existencia de fuerzas históricas significativas para constituir estados diferenciados, en distintas partes de Asia y Europa Oriental.

No cabe duda que la tesis de los “pueblos sin historia” era desacertada y fue refutada en forma contundente por teóricos marxistas. Esa crítica demostró cómo se transformaban alineamientos políticos de un período en datos invariables de trayectoria nacional. Si el imperio ruso había logrado cooptar a los campesinos ucranianos, rumanos, eslovacos, serbios o croatas era por la opresión que sufrían por parte de la nobleza polaca y húngara.

Esa situación tripolar se verificó en numerosas ocasiones. Pueblos sojuzgados por opresores intermedios fueron empujados a jugar un rol reaccionario. Pero lo ocurrido con los irlandeses ilustró el carácter histórico variable de esos alineamientos. Cumplieron un rol contrarrevolucionario durante la era de Cromwell y luego encabezaron la lucha nacional (Rosdolsky, 1981).

En su segunda etapa Marx se alejó de cualquier variante de los “pueblos sin historia”. Algunos autores estiman que también Engels revaluó ese controvertido concepto en su caracterización de las guerras campesinas de Alemania (Harman, 1992).

Es igualmente falso presentar este problema como una prueba del eurocentrismo pro-colonial de Marx. Las naciones que el teórico alemán reivindicó de entrada (polacos, húngaros), que rechazó al inicio (eslavos del sur) o que descartó primero y luego aprobó (irlandeses) eran todas europeos. Si su criterio de discriminación para ingresar en la historia fuera la pertenencia al Viejo Continente no hubiera utilizado esas distinciones.

Los críticos afirman que sostuvo a los polacos y a los irlandeses, pero despreció a los eslavos del sur, escandinavos, mexicanos, chinos y norteafricanos (Nimni, 1989). Pero este argumento geográfico es inconsistente. Los pueblos descalificados no se localizan sólo en Asia, África o América Latina, sino también en Europa.

Se podría quizás precisar que el pecado euro-centrista se ubica en la fascinación con Europa Occidental. Pero Marx desconoció al principio la pujanza revolucionaria de un país de esa región (Irlanda) y realzó la gravitación de otro de la zona oriental (Polonia).

Los objetores sugieren también que el eurocentrismo contiene principalmente una dimensión cultural de idolatría a Occidente. Estiman que por esta razón Marx se involucró en el conflicto extra-europeo de la guerra de secesión norteamericana.

Pero aquí no perciben lo obvio. Los confederados tenían mayor aproximación a Europa y Marx sostuvo a los yanquis, que luchaban por la liberación de esclavos de origen africano. No se guiaba por criterios de ascendencia, sino por objetivos de emancipación social.

NACIONES Y NACIONALISMO

Los críticos consideran que la tesis de los “pueblos sin historia” es una aberración derivada de caracterizar a la nación en términos puramente objetivos. Estiman que Marx cometió ese desacierto por reconocer sólo a las comunidades que tienden a forjar estados tradicionales, descartando los casos restantes (Chavolla, 2005: 117, 153-155).

El criterio atribuido al teórico alemán era muy corriente en el siglo XIX, cuando la formación del estado liberal presuponía ciertas condiciones de mercado, territorio, cohesión histórica y lengua. Fue la concepción adoptada también por las vertientes del marxismo que tipificaron a la nación a partir de sus componentes económicos, idiomáticos y territoriales (Kautsky), con agregados psicológicos o culturales (Stalin).

Pero la visión de Marx no encaja en ese esquema, puesto que jerarquizaba la acción política como elemento definitorio de la conformación nacional. Se guiaba más por el proceso de lucha que por consideraciones a priori. Por eso avaló el reclamo de los irlandeses y no de los galeses absorbidos por Gran Bretaña o los bretones incorporados al estado francés.

Los objetores desconocen esta actitud y le achacan a Marx un razonamiento dogmático. Pero su comportamiento era exactamente inverso, como lo prueba el sostén a una nación como Polonia, que no reunía las condiciones de mercado o territorio requeridas para conformar un estado.

Los rígidos criterios atribuidos a Marx fueron elaborados por sucesores objetivistas, que desechaban la centralidad de los sujetos. Esa postura les impidió reconocer la gran variedad de configuraciones nacionales. En polémica con ese enfoque, una corriente subjetivista (austromarxistas) definió a la nación como una “comunidad de carácter”, asociada a la cultura y a la experiencia común (Lowy, 1998: 49-54).

Marx brindó pistas para combinar ambos planteos y realzando tanto las identidades como las determinaciones objetivas. Sugirió que los entrelazamientos económicos, idiomáticos o geográficos dan lugar a una memoria de pasado común.

Pero los cuestionadores desconocen esos aportes y observan en Marx una “subvaloración del nacionalismo”. Consideran que cometió ese error por subordinar la lucha contra la opresión nacional a consideraciones de clase (Chavolla, 2005: 95).

Con esta crítica se postula de hecho una jerarquía inversa, omitiendo la continuidad de la explotación y la desigualdad bajo cualquier estado nacional. En cambio, Marx promovía el socialismo para erradicar esos padecimientos.

Los objetores desconectan al teórico alemán de su tiempo (Saludjian; Dias Carcanholo, 2013). Suponen que ignoraba la legitimidad de nacionalismos, que en realidad recién despuntaban. A mitad del siglo XIX los estados se encontraban en plena formación, superando las soberanías fragmentadas y las fronteras porosas de las dinastías feudales.

El modelo clásico francés (o inglés) de gestación de la nación a partir del estado se había consolidado mediante la delimitación de territorios, la administración de las leyes, la identificación de la lealtad con la patria y la construcción de un sistema escolar que inculcaba el apego a la bandera.

Pero el esquema opuesto alemán (o italiano) de pasaje de la nación hacia el estado desde culturas e idiomas previos recién germinaba. El nacionalismo como ideología que enaltece obligaciones público- militares de la ciudadanía aún no había emergido.

Marx no desvalorizó el nacionalismo puesto que actuaba en un escenario previo al desarrollo de esa doctrina. En ese contexto tuvo el mérito de sugerir la distinción entre vertientes progresivas (Irlanda, Polonia) y regresivas (Rusia, Inglaterra) de los planteos nacionales. Estableció esa diferencia en función del papel que jugaban en la aceleración o retraso del objetivo socialista (Hobsbawm, 1983).

Marx dilucidaba posturas con esa brújula. Por un lado realzaba las metas internacionalistas comunes de los trabajadores, rechazaba la supremacía de una nación sobre otra, combatía las rivalidades entre países y no aceptaba la existencia de pueblos virtuosos. Por otra parte valoraba las resistencias nacionales contra la opresión imperial, como un paso hacia el futuro pos-capitalista.

Marx sentó las bases para evaluar los nacionalismos y definir a la nación con criterios objetivo-subjetivos. Su mirada se contrapuso a los enfoques románticos que retoman mitos históricos, étnicos o religiosos para enaltecer a distintos países. Esa exaltación suele eludir la corroboración de los fundamentos que expone.

El nacionalismo imagina orígenes remotos y continuados de cada identidad nacional, desconociendo la enorme mutación de las comunidades que se entremezclaron en cada territorio . Recurre a supuestos de cohesión étnica que chocan con gran variedad de ascendencias generadas por los ciclos poblacionales. Supone que la religión facilitó la constitución de ciertas naciones, olvidando que las estructuras eclesiásticas transnacionales también obstruyeron esa gestación (Hobsbawm, 2000: cap 2).

Desconocen, además, que la lengua no aportó un vínculo definitorio de la nación. Una variedad enorme de idiomas convivieron, se diluyeron o se reinventaron a la hora de estandarizar la actividad estatal en torno a un léxico predominante. De 8000 lenguas sólo emergieron 2000 estados (Gellner, 1991: cap 4; Anderson, B, 1993: cap 7).

Marx no desvalorizó a las naciones, sino que contribuyó a desmitificar las creencias de su origen milenario, único o superior. Aportó los pilares para desmontar las fantasías que transmite el nacionalismo. Su cosmopolitismo inicial lo alejó de esas mitologías y su sensibilidad revolucionaria le permitió captar la legitimidad de las luchas nacionales contra el colonialismo.

ESTADO Y PROGRESO

Los críticos nacionalistas objetan también la mirada de Marx sobre el estado. Consideran que idealizó las formas burguesas convencionales, en desmedro de otras modalidades étnico-culturales surgidas de confluencias populares (Nimni, 1989).

Este cuestionamiento es bastante extraño, si se recuerda que Marx era un teórico comunista que promovía la disolución de todos los estados, a medida que se extinguieran los antagonismos de clase. No es muy sensato atribuirle fascinación por las vertientes tradicionales del estado.

Esa institución es enaltecida por nacionalistas, que observan al estado como un ámbito natural para alcanzar el bienestar de comunidades multiclasistas. Marx rechazaba esa forma de perpetuar la explotación y sólo ponderaba el surgimiento transitorio de los estados forjados en la lucha contra la autocracia.

El luchador socialista promovía la acción por abajo y no la institucionalización por arriba. Auspiciaba lo contrario de lo supuesto por sus críticos. La imagen de un Marx estatista que desvaloriza las construcciones populares carece de sentido.

El teórico no sabía cuán importante resultaría la existencia de estados nacionales autónomos en la determinación del lugar ocupado por cada país en la jerarquía mundial. Ese dato se clarificó con posterioridad a su fallecimiento. Pero su defensa de esa soberanía anticipó un rasgo clave de la relación centro-periferia. Las comunidades que no conquistaron la independencia política sufrieron más duramente las consecuencias del subdesarrollo. Los contrastes entre Japón y la India o entre Alemania y Polonia ilustran esa bifurcación.

Los objetores no valoran las intuiciones del pensador socialista y le atribuyen una “teoría del progreso”, que condena a las naciones atrasadas a seguir la senda de los avanzados (Nimni, 1989).

Ese retrato podría encajar en los socialdemócratas de la II Internacional, pero no cuadra con el segundo Marx. En esa etapa no se verifica ningún rasgo de la visión teleológica de la historia, que los críticos asignan a su familiaridad con Hegel.

El autor de El Capital no supuso que el desenvolvimiento de la humanidad seguía un curso predeterminado y ajeno a la voluntad de los sujetos. Estimaba que en ciertas condiciones que acotan el margen de la intervención humana los individuos agrupados en clases sociales son activos constructores de su futuro. Esta visión quedó plasmada en el modelo multilineal de alternativas variadas.

Pero incluso el primer razonamiento unilineal era muy distinto al esquema de cuatro estadios sucesivos de Adam Smith. Marx no postuló transiciones automáticas o inevitables de modos de subsistencia primitivos a la fase comercial, ni compartió la mitología del progreso (Davidson, 2006).

Su evolución teórica fue antagónica con el retrato positivista que transmiten los críticos. Percibió que el capitalismo no se expande universalizando formas avanzadas, sino amalgamando desenvolvimientos con modalidades retrógradas (Rao, 2010).

Los estudios finales sobre Rusia ilustran hasta qué punto Marx se aproximó a ideas de desarrollo desigual y saltos de etapas históricas. Esas hipótesis se ubican en las antípodas del fatalismo objetivista ( Di Meglio; Masina, 2013).

Los objetores no captan la flexibilidad de un razonamiento fundado en expectativas socialistas. Olvidan que las teorías del progreso presuponen una eternidad del capitalismo más próxima a las concepciones nacionalistas que al pensamiento de Marx.

LEGADOS

En su trayectoria analítica desde la India hasta Irlanda Marx sentó las bases para explicar cómo el capitalismo genera subdesarrollo. Este es el principal aporte de sus textos sobre la periferia. No formuló una teoría del colonialismo, ni expuso una tesis de la relación centro-periferia, pero dejó una semilla de observaciones sobre la polarización global y la recreación del atraso..

Los señalamientos de Marx sobre el impacto positivo de las luchas nacionales sobre la conciencia de los obreros del centro aportaron cimientos al antiimperialismo contemporáneo. Indicaron la contraposición entre potencias opresoras y naciones oprimidas y enunciaron un principio de convergencia entre la lucha nacional y social.

Esos planteos inspiraron estrategias posteriores de alianzas entre obreros del centro y desposeídos de la periferia. También anticiparon el creciente protagonismo de los pueblos extra-europeos en la batalla contra el capitalismo.

Los escritos de Marx sobre la periferia no fueron obras menores, ni simples descripciones o comentarios periodísticos. Contribuyeron a su análisis del capitalismo central y motivaron cambios metodológicos de gran envergadura.

A principios del siglo XX sus trabajos inspiraron tres aportes claves a la teoría del subdesarrollo. Estas miradas de Lenin, Luxemburg y Trotsky requieren otro análisis, que desarrollaremos en nuestro próximo texto.

RESUMEN

El giro de Marx frente a la periferia suscita interés. Bajo el impacto de varias rebeliones modificó su mirada de la expansión capitalista mundial y sustituyó sus expectativas cosmopolitas por críticas al colonialismo. Revalorizó la lucha nacional e imaginó transiciones al socialismo desde formas comunales.

También reemplazó el esquema unilineal de desarrollo de las fuerzas productivas por una visión multilineal de desenvolvimientos variados. Percibió empalmes entre economías desarrolladas y fracturas con el resto del mundo, pero no definió primacías exógenas o endógenas en la gestación de esa brecha.

Los liberales transforman las denuncias de Marx del capitalismo en elogios. Los nacionalistas desconocen su viraje, equivocan las críticas al eurocentrismo y recrean objeciones superadas a los “pueblos sin historia”.

Marx inspiró caracterizaciones objetivo-subjetivas de la nación y criterios para diferenciar los nacionalismos progresivos y regresivos. No postuló teorías del progreso y anticipó nociones sobre el subdesarrollo.

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Saludjian, Alexis; Dias Carcanholo, Marcelo; Figueira Corrêa Hugo; Ferreira de Miranda, Flávio, (2013). Marx’s theory of history and the question of colonies and non-capitalist world, Discussion Paper 015.

Sebreli, Juan José (1992). El asedio a la modernidad, Sudamericana, Buenos Aires.

Sutcliffe, Bob (2008). Marxism and develpment, c hapter 11, International Handbook of Development Economics, Volumes 1 & 2, 2008, Edward Elgar Publishing.

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Wallerstein, Immanuel (1984). El moderno sistema mundial, Volumen II, Siglo XXI, México.

Warren, Bil, (1980). Imperialism, pioneer of capitalism, NLB/Verso, London.

Wood, Ellen Meiksins (2002). The origin of capitalism, Verso.

Claudio Katz es economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

Nueva crisis global financiera a la vuelta de la esquina

Nueva crisis global financiera a la vuelta de la esquina

29 Feb 2016
by admin

El clima financiero global evidencia que una nueva crisis global está a la vuelta de la esquina y que esta vez los impactos que tendrá serán más catastróficos que la del 2008. Los autores revisan las causas de esta nueva ola de caídas y qué estaría detrás de ella, o quiénes.

Walter Formento y Wim Dierckxsens *

A título de catástrofe todos hablan de la inminente caída del Deutsche Bank (DB), y pronostican que ello tendrá el mismo impacto que la del LehmanBrothers-Citibank en 2008. La caída del Lehman hizo que la crisis financiera, que se venía tomando forma desde 1999/2001, se transformara en Crisis Financiera global (CFG) en septiembre de 2008. Hoy nos encontramos dentro del despliegue de esa crisis global. La crisis del Deustche Bank mal podría ser lo mismo que la del Lehman.

Entonces ¿de cuál momento de la crisis financiera global podríamos estar hablando?

Veamos los hechos:Deutsche Bank AG fue degradado por la calificadora de riesgo Standard &Poors[i]. S & P le redujo la calificación de los títulos de nivel 1 del banco cuatro niveles por debajo del grado de inversión. Mientras, la agencia de calificación Moody´s, dijo “que el banco puede pagar sus deudas, durante el 2017”. Nuevamente las grandes calificadoras de riesgo (S&P y Moody´s) en el centro de la escena de la puja de intereses financieros transnacionales.
El banco alemán el mes pasado registró su primera pérdida para todo el año desde 2008, sus acciones cayeron en más de un 30 por ciento este año

El banco alemán el mes pasado registró su primera pérdida para todo el año desde 2008, sus acciones cayeron en más de un 30 por ciento este año[ii]. Ahora que los precios de la energía están cayendo en picada y los temores de una recesión económica están aumentando, los inversores están huyendo de las CoCo (Instrumentos de Capital Contingentes Convertibles) por temor a que los bancos puedan dejar de hacer pagos de interés si las pérdidas comienzan a acumularse.

Frente a esto, el Deutsche Bank dijo que iba a volver a comprar $ 5.4 mil millones en deuda garantizada, para demostrar que tiene una “fuerte posición de liquidez.” Este movimiento empujó hacia arriba las acciones del banco hasta el 12%. La oferta pública anunciada es “un modesto ajuste a la estructura de capital que no tiene ningún impacto directo en nuestra evaluación de crédito de la empresa”, respaldó Moody´s.

Por otro lado, el índice de los fletes marítimos de carga seca a granel (BalticDryIndex)[iii], que reúne hasta 20 rutas marítimas claves de ese régimen en todo el mundo y es administrado por el Baltic Exchange de Londres, ha caído por debajo del índice de 300 puntos por primera vez en la historia (desde 1744), y los números de exportación están cuesta abajo para casi todos los países exportadores importantes de todo el planeta. Esto incluye a China, que es el mayor actor en el comercio mundial, por lo que el hecho de que sus importaciones y exportaciones estén colapsando ha levantado una enorme bandera roja.

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Cuando menos cosas se compran y, se venden y envían a todo el mundo, esto nos dice que la “economía real” se está contrayendo. Se están realizando enormes esfuerzos para tratar de apuntalar los mercados financieros en este momento, pero la economía mundial va claramente a la recesión, y en este momento se está haciendo muy difícil, incluso para los más optimistas, negar esta realidad.

Las cifras del comercio para China para enero de 2016, eran una gran decepción. Las exportaciones de China cayeron un 11,2 % interanual y las importaciones disminuyeron un 18,8%. Las importaciones chinas han caído durante 15 meses seguidos, desde fines de 2014. Estos nuevos números sólo pueden ser descritos como catastróficos.

El comercio mundial se ha reducido de manera tan dramática que ahora es más barato alquilar un buque mercante de 1.100 pies ($ 1563) que alquilar un Ferrari ($ 5597). Los precios para barcos de la clase Capesize se desplomaron un 92 por ciento.

Lo mismo está sucediendo en el mercado de la vivienda Hong Kong, en enero estaban en camino de registrar el peor mes desde 1991. El precio del petróleo ha caído un 75% en los últimos 18 meses y 17 billones de dólares de riqueza de la bolsa mundial han sido eliminados desde mediados de 2015. Las economías se paralizan, los consumos industriales y personales también, la demanda de materias primas y, bienes y servicios industriales le siguen, todo esto impacta en el transporte de importación y exportación, y también sobre la demanda de petróleo y dinero para financiar la producción y el comercio. Es la economía real lo que vemos. Nos encontramos en medio de un impresionante descenso económico global, y el sistema financiero global toma nota de esto.

Las tasas de interés negativas (a 0%) que permitieron inflar una burbuja financiera, de emisiones de bonos sin respaldo y compra de deuda basura, 12 veces mayor a la que estalló en 2008, actúa ahora incluso como una carga, como un impuesto sobre el sistema bancario. Hemos alcanzado realmente el límite de lo que la política monetaria puede hacer. Desde marzo de 2008, las tasas de interés se han reducido 637 veces en todo el mundo.

Se oyen voces en el centro de las finanzas globales que dicen: “Todos vamos a pagar un precio horrible por la incompetencia de los Bancos Centrales “, (CNN Moneys); “llegamos a la fase terminal de la mayor burbuja financiera de la historia y poniendo a todo el mundo a las puertas de la 3ra Guerra Mundial en el Medio Oriente”.
Hemos alcanzado realmente el límite de lo que la política monetaria puede hacer. Desde marzo de 2008, las tasas de interés se han reducido 637 veces en todo el mundo.

Todos los ojos se centran en el DB[iv]. Pero no se trata sólo de él, es todo el sistema bancario occidental en su conjunto el que se encuentra en crisis. Nadie dijo que Morgan Stanley cayó más del 7% también. Que el Bank of América el 5,4%, el Goldman Sachs cayó el 6% y el JPMorgan otro tanto. Hoy CreditSuisse está siendo golpeado por una caída del 7,7%. Todos tienen en común el excesivo alto grado de exposición. Sin excluir de esta lista al Santander, RBS y Barclays.

En entrevista con Bloomberg TV[v] para discutir el futuro del DB, John Mack, Morgan Stanley, dijo “Deutsche Bank está muy bien. La posibilidad de que no pueda realizar el pago de sus intereses es simplemente absurdo. El Gobierno de Alemania no va a permitir que eso ocurra. De lo contrario, será rescatado”. Luego de estas palabras, las acciones de Deutsche Bank subieron más que en los últimos siete años.

Advirtiéndonos que el problema no se resuelve desde lo económico, nunca los problemas de esta escala se analizan ni se resuelven desde lo económico solamente. La solución siempre incluye a la política y a lo político estratégico, sin lo cual estos gigantes financieros nunca hubieran alcanzado tal tamaño.

Después de todo, el DB solo tenía una exposición nacional bruta a los derivados de aproximadamente US$60 billones el 2014, 3,4 veces mayor que el PIB de Europa y 16 veces el PIB alemán.

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Con la corrida financiera global de junio de 2013[vi], iniciada por la Reserva Federal de Estados Unidos, se da inicio a una crisis que nos lleva a la desaceleración de la economía real y a la crisis de los grandes bancos (“demasiado grandes para dejarlos caer”) que observamos hoy.

La FED, al anunciar que iba a aumentar la tasa de interés de 0,25 al 2,5% y a dejar de emitir dinero sin respaldo (tapering), generó una salida violenta de los capitales financieros invertidos en las 22 principales economías emergentes (EE) (Brics). Una salida de dinero que no fue a parar a las economías centrales (EC) como esperaban Bernanke y la gran banca financiera de EE.UU. (JPMorgan, BofA, Goldman Sachs, etc.) para potenciarlas. Esto sucedió por la imposibilidad registrada de la economía de EE.UU. de resolver el conflicto entre las transnacionales financieras que pujan en su economía y que se expresa como imposibilidad de crecer en forma sostenida y ofrecer una tasa de ganancia mínima con una tasa de inflación acorde a esa puja, por ello nunca pudieron cumplir lo anunciado y la tasa está aún en 0,50%, es decir 0% negativa.

Este hecho golpeó de tal manera a la Economía Mundial en general y a China en particular, lo que produjo el inicio de la desaceleración de la economía real global que hoy observamos, la crisis del petróleo y las guerra de materias primas, la guerra de monedas y la crisis financiera global. Todo esto nos aparece en el anuncio de la calificadora de riesgo S&P sobre la “Caída del Deustche Bank”, “una caída como la del LehmanBrothers”, etc.

Todas las grandes bancas financieras que ya mencionamos se encuentran financiadas, desde febrero de 2009, sostenidas por las “emisiones flexibles de bonos sin respaldo, a una tasa de 0% y con recompra de sus bonos basura”. En un primer momento, 2009-2013, a través de la emisión de la Reserva Federal se iniciaron los planes de cooperación para impulsar el crecimiento global por la vía de la demanda, que pronto comenzaron a ceder terreno a los planes de corrección monetaria con ese armamento de grueso calibre que va desde la flexibilización cuantitativa a la intervención de divisas y los controles de capital. Para el 27 de septiembre de 2010 ya se planteó que la economía se encontraba en una guerra mundial de divisas. Las acciones políticas de los diversos líderes del mundo se fueron reformulando en términos de este campo de batalla. Este proceso recorrió a todos los grandes bancos centrales.

¿Si todas las grandes bancas financieras se encuentran en la misma situación, con bonos de deuda que superan varias veces su capacidad de pago, por qué se pone en el centro al Deustche Bank? La respuesta nada tiene que ver con la economía y las finanzas ya que la crisis atraviesa a todos. Por lo tanto, la respuesta debemos buscarla en la política y lo político-estratégico.

La calificadora de riesgo S&P, instrumento del esquema de las transnacionales financieras globales a partir de las citis financieras Londres-WallStreet-HongKong, ya ha producido hechos de corridas financieras como estas, en la crisis Europea de octubre-diciembre de 2009:

“el 9 de diciembre de 2009, luego de la crisis en Dubai y de que el semanario londinense The Economist apunte los cañones sobre España, calificando a dicho país como el gran enfermo de Europa, S&P pasó la perspectiva de calificación de la deuda española de estable a negativa. Un día antes, había cambiado la perspectiva de calificación de la deuda Griega de estable a negativa, acompañada por la calificadora Fitch quien bajó la calificación de la deuda griega de A- a BBB+. Ni Fitch ni Moody’s (la otra gran calificadora internacional) cambiaron en absoluto la nota española a pesar de manejar los mismos indicadores: un 19% de desocupación, un déficit fiscal del 11%, un déficit de cuenta corriente de 5,4% y una recesión galopante. Por el contrario, mantuvieron la máxima calificación crediticia: AAA. Sobre la baja de calificación de S&P, comenzaron a montarse los ataques especulativos, centrados en las apuestas sobre la cesación de pagos de los seguros de default (credit default swaps).”[vii]

Como podemos observar, ni S&P ni Moody´s, es la primera vez que producen y forman parte de corridas y golpes financieros a partir reducción de la calificación de deuda. No es la primera vez que actúan enfrentadas, confrontando una con la otra. S&P favoreciendo movidas de las transnacionales financieras globales (HSBC, Barclays, Lloyd´s, RBS, Santander, Citigroup, etc.), y Moody´s bancando a las transnacionales financieras multinacionales de país central, como JPMorgan, Goldman Sachs, Deustche Bank, SocieteGenerale-Paribas, etc. Lo hicieron en 2009/10 y lo están haciendo ahora en diciembre de 2015/enero de 2016.
Podríamos decir que, con la “caída” de Deustsche Bank la globalista S&P tiene el objetivo de golpear duro a la UE (Unión Europea). Golpearla duro para que frene su aproximación a la Unión Aduanera Euroasiática-Brics

Podríamos decir que, con la “caída” de Deustsche Bank la globalista S&P tiene el objetivo de golpear duro a la UE (Unión Europea). Golpearla duro para que frene su aproximación a la Unión Aduanera Euroasiática-Brics[viii] y luego, para debilitarla de tal modo que no pueda no aceptar su incorporación subordinada en el esquema financiero global de Londres/WallStreet/HongKong.

Por tanto, ¿qué está en juego en este movida de S&P y en la contra-movida de Moody´s?

La Unión Europea, Alemania y los grandes jugadores económico-estratégicos de estado continental europeo, alemanes y franceses, se encuentran embarcados en profundizar la relación de articulación con la Unión Aduanera Euroasiática y con la Organización de Cooperación de Shanghay (OCS). Lo cual implica un distanciamiento respecto del tratado de comercio e inversión entre la UE y EE.UU. (TTIP, por sus siglas en inglés). Un distanciamiento que provoca no solo la pérdida de un actor central y estratégico para el esquema financiero global de poder sino que implica también, con su articulación a los Brics, la consolidación estratégica del esquema multipolar no-financiero de poder.

La movida de junio de 2013 de Ben Bernanque y la Fed ha conducido al estancamiento y la imposibilidad entre las transnacionales financieras de imponer condiciones de vencedores y vencidos desde 1999, nos lleva a este momento donde no solo está bloqueado el proceso de acumulación capitalista a partir la economía real, producción y comercio, sino que ahora hay indicios de que la acumulación financiera de capital también ha estallado.

Quién pueda imponer las condiciones para la producción y el comercio real, con una moneda sólida y respaldada en el Oro, una alternativa de arquitectura económica financiera y productiva[ix], y un esquema político estratégico alternativo a la guerra militar y a la guerra financiera. Quién pueda imponer estas condiciones de Paz, Producción y Trabajo habrá podido crear las condiciones para construir una gran puerta de salida.

Una Salida a la combinación de guerra/crisis financiera y crisis/guerra militar que se abre en 1999/2001 a partir de la “caída” de ley que bloqueaba a los bancos financieros globales desde 1933 y la “caída” de las torres gemelas del World Trade Center (Centro de comercio financiero mundial) expresando ambos hechos el antagonismo estructural entre las dos fracciones de capitales financieros transnacionales angloamericanos.

La salida a la crisis financiera mundial de 1929 fue la guerra mundial de 1939-44 y el acuerdo de Bretton Woods, donde EE.UU. impone su fuerza militar a partir de diciembre de 1942 luego de haber dejado desangrarse a “sus aliados” en la guerra, su moneda –Dólar- y su plan Marshall de finanzas y producción, tanto en EE.UU. como a Japón, Gran Bretaña, Alemania y Francia. A todo el bloque occidental.

La crisis financiera global de 2008 está abierta a una solución que no es la del poder de la guerra militar ni la del poder de la guerra financiera. Está abierta a una solución que es el poder de la Paz, de la producción real y un modo multipolar de poder, con miradas que se entretejen y entrelazan entre los productivos-Brics y el ecuménico humanismo con vértice en Francisco.

  • Wim Dierckxsens es investigador del DEI, miembro del Foro Mundial de Alternativas (FMA) y de miembro de la junta directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economistas Políticos (SEPLA) y Walter Fomento es miembro del Encuentro Nacional Popular Latinoamericano

Referencias

[i]Deutsche Bank CoCo Ratings Cut by S&P on Earnings Concerns. Laura J Keller, February 12, 2016

http://www.bloomberg.com/

[ii]Deutsche Bank will pay debts, Moody’s says. Kaja Whitehouse and Nathan Bomey, USA TODAY.

[iii]Chinese Exports Plunge 11.2 Percent As Economic Activity Continues To Collapse All Over The Planet

February 16, 2016 Michael Snyder.

[iv]Global Economic And Banking Collapse On Deck, February 12, 2016, Dave Kranzler.

[v]Martin Armstrong Warns February Crisis is the Prelude to Chaos & Unwinding of Western Civilization!

Posted on February 12, 2016 by The Doc.

[vi]Crisis financiera global y Oportunidad histórica para los Pueblos del mundo. Ponencia al 1er. Congreso del Pensamiento Nacional Suramericano. 13 y 14 de noviembre de 2013, Chapadmalal, Argentina. Autor: Walter Formento, Octubre de 2013.

[vii]Crisis Financiera Global, La lucha por la configuración del orden mundial, Editorial Peña Lillo-Continente, 2011.

[viii]La batalla de los imperios financieros por el mundo ¿Un mundo en transición histórica? WimDierckxsens – Walter Formento. Mundo Siglo XXI, revista del CIECAS-IPN, ISSN 1870-2872, Núm. 38, Vol. XI, 2016.

[ix]La crisis financiera global, unipolarismo y multipolarismo, es nacional y popular; Walter Formento y WimDierckxsens. http://www.alainet.org/es/articulo/175127#sthash.k87LJVfk.dpuf

La batalla de imperios financieros por el mundo (noviembre 2015)

La batalla de imperios financieros por el mundo (noviembre 2015)
Walter Formento—Wim Dierckxsens
LA BATALLA DE IMPERIOS FINANCIEROS POR EL MUNDO
¿Un mundo en transición histórica? *
Walter Formento Wim Dierckxsens
Los imperios financieros en el mundo

En la actualidad el capitalismo aún continúa siendo capitalismo pero entró a la escena un capital global que está haciendo al parecer de todo el mundo o de todos los países “neo-colonias emergentes”, todas colonizadas por el gran capital financiero transnacional.

Una nueva forma de capital que necesita negar al estado-nación de país central (o estado-corporación multinacional) como modo de organizar y producir el Estado del poder-valor. El Estado fue: Ciudad-Estado, Estado-Reyno, Estado-Nación (en las metrópolis), Estado-Multinacional (Corporación multinacional de país central) y ahora en desarrollo el Estado-Global (Estado-Red Global de Citis Financieras). Partiendo de que solo hay Estado, dentro de la racionalidad capitalista, donde hay poder de producir-organizar acumulación ampliada de riquezas.

Este Estado-Global financiero, asume como Estado-Practico, el modo y forma de una doble plataforma de nodos de ensamble, una de ensamble de servicios financieros en red a la gran banca global (comercial y financiera, aunque la financiera es la central y subsume a la comercial), y otra la plataforma de nodos de ensamble de la red proveedores hiperespecializados /hiperfragmentados/ informalizados/deslocalizados de bienes y servicios a la producción real.

La plataforma de nodos que conforma la gran banca global es permanentemente invisibilizada/ocultada por mecanismos tales que exaltan solo la plataforma de nodos de ensamble de proveedores de bienes y servicios reales. Tal capacidad de focalizar y exaltar para ocultar, sucede por el desarrollo de plataformas mediáticas transnacionales que monopolizan el espacio de la comunicación e imponen que la realidad es aquella que transcurre en el espacio virtual, donde nos llevan a comportarnos frente a esto como si fuera el terreno donde se disputa el poder y se libran los enfrentamientos entre intereses en conflicto, es decir el terreno de la política.

Conocido es por todos que quién imponga el terreno donde se libra la lucha, se habrá impuesto en el conflicto. Dos plataformas de comunicación mediático-virtuales enfrentadas se destacan hoy, la global que tiene como núcleo a la CNN-Ted Turner-Time Warner y la multinacional que lo tiene en Foxs News Corp-Rupert Murdoch.

• Ponencia presentada en VII CONFERENCIA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA DE CIENCIAS SOCIALES (CLACSO) – Noviembre 2015 – Medellín, Colombia
La pregunta que emerge necesariamente es si van a lograr imponer un Estado global financiero. Donde la geografía es social y la ciudadanía son proveedores-y- consumidores en relación de producción con plataformas transnacionales financieras. En la actualidad, ´los bloques económicos se caracterizan por una etapa intermedia en la superación del capital transnacional de todo tipo de frontera´ (Wim Dierckxsens, Los límites de un capitalismo sin ciudadanía: DEI, Costa Rica 1998).
La pregunta es, si realmente nos encontramos en un momento histórico en el cual la nueva forma de capital financiero global, que niega a la anterior forma financiera y niega al capital financiero en su conjunto, va imponiendo una nueva forma de capital y, abre también la posibilidad a la negación del capitalismo y la irrupción de “algo” nuevo pos-capitalista. Algo nuevo que se desarrolla como multipolarismo emergente.
El capital financiero globalizado puja desde Wall Street y la City de Londres, más toda una red de citis financieras globales (Hong Kong, Bombay, Buenos Aires, Sao Pablo, Qatar, Teherán, etc.), por un Estado global sin fronteras o “barreras” nacionales a la libre circulación de ese capital financiero. Puja por un Estado sin ciudadanía, es decir, sin una participación de los pueblos más allá de las a menudo alienantes redes sociales y redes de medios de la televisión satelital. Donde los pueblos que producen-trabajan directamente son parte de redes de plataformas que proveen bienes y servicios a ETN´s (empresas transnacionales). Son pueblos y ´ciudadanos´ sin mayores derechos económicos (es decir, sin ciudadanía) en relación a ETN´s, que son partes de la GBF (plataformas de servicios financieros) que pujan por dominar directorios de Bancos Centrales (BC) y que los BC sean dominantes respecto de los gobiernos-locales-nacionales (municipales es su objetivo). De modo que el gobierno del Estado se instrumente a partir de una administración estatal que ascienda-y-descienda por la burocracia financiera de los BC, de los GBF y de las ETN´s.
Tratase de un Estado con instituciones propias más allá de las naciones, que la supera conteniéndola en otro orden, donde niega lo nacional como tal identidad e impone una nueva identidad local, asociada a la corporación ETN, como tendencia. De aquí que la relación entre el par local-global es orgánica a la nueva forma de capital global, por lo que construye y lo que diluye-desarticula. Donde puedan imponer a los ´ciudadanos´ (es decir, un ciudadano sin derechos políticos ni económicos) procesos sin necesidad del “juego electoral democrático” propio de los partidos ideológicos de masas y si más propio de las grandes corporaciones mediáticas y del marketing político ocupando el lugar de los partidos políticos de masas; con sus propios órganos, su propio sistema jurídico de propiedad material e intelectual y, sobre todo con la posibilidad de una fuerza armada global (la OTAN).
El Estado global busca y requiere instaurar una moneda independiente de cualquier nación que permita incluso diezmar el poderío de EEUU como estado- nación central, donde diezmarlo implica fragmentar el complejo financiero militar industrial y la Reserva Federal (Fed) como banco central único. Lo anterior supone sustituir al dólar y con ello pujas de poderes incluso al interior de EE.UU.
Son precisamente las contradicciones internas entre bloques económicos en conflicto por la hegemonía que ponen el mundo en suspenso por lo que podrá suceder en el plano militar.
La lucha entre fracciones financieras transnacionales en el centro unipolar del poder financiero, EE.UU.
En el territorio económico de EEUU (que implica el NAFTA North American Free Trade Agreement: EE.UU.+ Canadá+ Méjico) hay otra fracción de capital financiero transnacional que brega más bien por fortalecer a EE.UU. apuntando a “Otro Siglo Americano” basado en el Dólar, viendo en ello la garantía de su propia hegemonía. Esta fracción está expresada en parte por el Tea Party del partido Republicano y hegemonizado por capitales con asiento en la esfera del complejo industrial-militar, el petróleo, la industria farmacéutica entre otras, entrelazados en los directorios de sus megabancos y de sus corporaciones multinacionales (JPMorgan-Chase, Bank of América y Goldman Sachs, etc.) con mayor desarrollo en lo nacional y multinacional que en lo global, no sería internacional porque se desarrolla negando lo nacional y sus relaciones.
La proyección de poder de la gran banca multinacional es desde el país central multinacional, proyectándose como unipolarismo-unilateral, y delimita estados- continentes. Es la continuidad de la Trilateral con tres áreas y tres monedas que tiene su momento más elevado en 1998 (Dólar, Marco y Yen). Con la derogación de la prohibición de la banca de inversión como instrumento financiero, con la “caída” de la Roosveltiana ley Glass Steagal en diciembre de 1999, la gran banca global abre el enfrentamiento y la crisis con la gran banca multinacional de país central como forma dominante de capital y de estado. Esta le responderá con la “caída” de las “Torres Gemelas”, en tanto asiento del World Trade Center (centro del comercio financiero global) y el inicio de una guerra militar transnacional bajo la forma de “choque de civilizaciones” a la guerra financiera que había iniciado el capital global.
La fracción asentada en Wall Street-Londres proyecta instaurar poder global desde la red de city´s financieras multilaterales (Citigroup-Barclays-HSBC- Lloyd´s-ING Baring, Santander CH, etc.). Su proyecto es desarrollar un Estado- Global en la forma de red financiera unipolar-multilateral de city´s financieras. Aunque ambos son modos de poder unipolar y financiero, la multinacional se encuentra claramente en su fase de declinación (superación dialéctica) pero con fuertes intentos de ´Restauración´, basado en que aún es dominante en el pentágono, en el complejo financiero-industrial-militar.
La Global se encuentra en su fase ascendente pero es fuertemente confrontada con la política de restauración del capital financiero multinacional y, a partir del año 2014 cada vez más también con la alternativa del mundialismo BRICS- Multipolar.
El Brics, si bien como denominación viene de 2001 como terminología de los gerentes de inversión financiera (J O´Neill de Goldman Sachs), nace en su connotación política en diciembre de 2008, como expresión de la inclusión de las grandes economías emergentes al G7, conformando el G20 para hacer frente a la Crisis Financiera Global. Estas economías son consideradas emergentes en tanto son lugar de radicación de la deslocalización de las empresas transnacionales y motorizadas a partir de estas. Donde el dato central es que importan-integran- exportan subordinadas a las ETN´s.
Los investigadores trabajaron con una base de datos de 37 millones de empresas de todo el mundo y buscaron las interconexiones entre ellas obteniendo las 43.000 transnacionales –ETN´s- que las unían. Luego desarrollaron un modelo para estudiar la participación de las redes de accionistas que unían a estas transnacionales y llegaron a determinar un núcleo con 1.318 empresas, que representan el 60% de los ingresos mundiales.
En su proceso de desenredar aún más la telaraña de esta red, encontraron un “súper nucleo” de 147 empresas estrechamente unidas que son los que controlan el 40% de la economía mundial. La gran mayoría de estas empresas son entidades financieras de Estados Unidos y Gran Bretaña) . (ver, La red capitalista que controla el mundo. Andy Coghlan y Debora MacKenzie, 25-10-2011. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138137
Algunos leen estos datos para concluir que el mundo lo “controlan y manejan” un pequeño grupo de grandes bancos y banqueros que poseen intereses y proyectos estratégicos comunes. Algo así como la errónea teoría del ultra-imperialismo de 1914. Una teoría que oculta y niega la lucha inter-imperialista, sus fracciones, sus crisis, transiciones y cambios de forma, sus proyectos y concepciones diferentes, algo que beneficia a quienes parece criticar.
Avanzando, es importante tener presente que aproximadamente el 67% del comercio mundial se explica en tanto comercio intra-transnacionales y el 50% como intra-trasnacional. Donde el 50% de la riqueza social producida/ensamblada en la economía de las transnacionales tiene asiento en paraísos fiscales (Londres-Delaware-Hong Kong, etc.) por lo tanto es opaca- invisible a los ojos del estado-nación de país central y solo el 52% es visible a las instituciones de la administración de los países centrales y dependientes.
Donde lo declarado-visible son un 39% en costos del supermercadismo, 1% en beneficios del supermercadismo, 1% de beneficios declarados, 1,5% de ingresos a trabajadores y 10,5% otros costos. (ver: Latindadd, Red de Justicia Fiscal, Rodolfo Bejarano). Esto nos permite dimensionar el peso de las ETN´s en general sin distinguir, entre las redes financieras globales, las corporaciones multinacionales y los grupos económicos internacionales.
Importante también es señalar el momento 2009-2012, cuando las economías emergentes empiezan a desarrollar sus mercados internos de modo integral (no solo lo que necesitan las ETN´s que es importar-ensamblar-exportar), a partir de sustituir bienes y servicios y, desarrollar nuevos bienes y servicios. Por lo tanto, a comportarse con proyecto propio multipolar, alternativo y complementario al globalismo financiero.
La creciente integración económica y militar de la Eurasia de los Brics, les preocupa de suma manera a ambos capitales financieros en particular. Lo anterior no quita que la confrontación abierta entre el capital global y las fuerzas de la Restauración, que sigue constituyendo aun la contradicción principal.
La confrontación financiera global se desarrolla a partir de 2001 con la “caída” (voladura) de las Torres Gemelas; seguido en 2008 por otra “caída”, la del Lehman Brothers (controlado por el Citigroup, megabanco que es parte del esquema globalista financiero). Diez años después apenas entra realmente en escena la alternativa de los BRICS (Vea Walter Formento, La situación para Syriza-Grecia después de la victoria electoral).
La economía-política transnacional se despliega con economías de países centrales paralizadas (creciendo a menos del 1%) al estancar la inversión productiva. Debido a la tendencial baja en la tasa de ganancia en el centro, el capital financiero más dinámico se globaliza y el capital productivo que opera como nacional o transnacional aún en EE.UU., por ejemplo, muestra un envejecimiento de su capital fijo alcanzando niveles de fines de los años treinta (ver, Michael Hennigan Average age of US industrial equipment at highest since 1938, http://www.finfacts.ie/, 15 de agosto de 2014).
El capital que globaliza opera en economías reales de países dependientes (emergentes para los capitales globales) que crecen-emergen a una tasa media del 7% (sobre un PPA de 14bn). La economía china lo hacía en el pasado, por años incluso al 14% (sobre un PPP de 7bn aproximado). La tasa de crecimiento en los países emergentes está actualmente a la baja (4% de media).
La Unión Europea, Estado-Continente
La Unión Europea (UE) constituye en este entorno un bloque regional de poder de país-central (Estado-Continente), conformado hoy por 27 países. Los grandes capitales financieros Alemanes, en primer lugar, junto con los de Francia, se despegan de su base nacional y se transforman en capitales financieros de la UE, para hegemonizar este bloque continental. Es interesante observar que el capital fijo en los países de la UE (y no solo en Alemania) no se ha envejecido a partir de los años setenta, contrario a lo que pasó en EE.UU. (Ver, Bernd Görzig, Depreciation in EU member states, http://www.euklems.net; abril de 2007, pp21).
Luego de la crisis financiera global de 2008, desarrollaron un proceso de centralización de poder económico y político institucional a partir de lo que se denominó la segunda ola de Crisis Financiera Global (CFG) de 2010-2012. La segunda ola de Crisis Financiera Global, se inicia con el “estallido” de la crisis en Grecia, país periférico en el bloque. En 2015 la nueva crisis en Grecia solo ha acentuado aún más esta tendencia. A partir de esta crisis, el gran capital financiero europeo UE logra imponer condiciones de expropiación de todo lo que era empresas-estatales griegas. Alemania y Francia no solo lograron centralizar poder en Grecia sino en toda la Unión Europea como Estado-UE.
La City de Londres, otro centro de operaciones del capital financiero global a la par de Wall Street, contraataca a la Unión Europea en esa coyuntura tratando de ampliar la crisis hacia países como España, Italia y de ser posible Francia. El objetivo fue producir una crisis que pueda imponer el programa del globalismo financiero y bloquear el programa de los grandes capitales financieros Germano-Franceses de avance en la “Restauración” de la Unión Europea política- económica-y-cultural como bloque de poder.
Son dos programas de centralización de autonomías de los estados-nación: uno vía centralización desde la política- estado (UE –Unión Europea-), para conformar un Estado-Continente; y el otro programa, vía la centralización desde lo financiero-mercado para conformar un estado global, universal. El desarrollo de la coordinación “trilateral” entre EEUU- ALCA, más la Alemania-UE, más Japón-APEC como lógico devenir del Plan Marshall, era la vía unipolar-unilateral hacia un Estado-Mundial. La intervención de China y Rusia con diversos instrumentos consolidó la posición de Alemania- Francia y debilitó a Londres-Inglaterra (2009-2012), debilitando el desarrollo de la estrategia unipolar-financiera globalista.
Si con la primera “Crisis Griega”, noviembre de 2009, se abrió el proceso de centralización del poder económico político de las “burguesías nacionales” a la oligarquía financiera de la UE, con la “segunda” crisis griega de enero de 2015, se manifestaron y profundizaron las grietas entre Francia y los capitales financieros multinacionales dominantes en la UE (originarios de Alemania los más poderosos, pero no los únicos) y con ello de la UE. La situación en la Unión Europea actualmente es tal que los ex estados-naciones que conforman la UE, ya no son estados, en realidad son solo 27 naciones en un estado-continente –UE- y hasta Francia sufre las consecuencias negativas.
Por ello la “crisis griega del 2015” que se plantea desde Grecia como un nacionalismo popular anti-imperial, permite que Francia pueda expresar la resistencia de las naciones (burguesías locales) frente a la oligarquía dominante en la UE que centraliza su poder, desplazando el estado-poder de lo nacional a lo continental (Estado-UE), o puede expresar las luchas internas entre las fracciones financieras que conforman en el nuevo bloque de poder dominante en la UE, aunque muy posiblemente una combinación de ambas.
El presidente de Francia, Hollande, ´interviene´ en la crisis con Grecia, por intereses propios, algo más humano que los buitres de Berlín. La negociación dura y prolongada ha dejado en evidencia una fractura conceptual entre Francia y Alemania sobre lo que debe ser la unión monetaria. Grecia fue el peón en el juego de ajedrez entre Francia y Alemania (Claudio Testa, La crisis en Grecia desnudó las contradicciones en la UE- Alemania y Francia: tensiones entre socios cada vez más desiguales, www.socialismo-o-barbarie.org 16 de julio de 2015).
En realidad hay un nuevo bloque financiero de poder que se ha conformado reuniendo y sintetizando a las oligarquías de todos los países miembros, sintetizados por el eje-oligárquico financiero germano-francés por encima de las naciones. La reciente Crisis Griega, llamada Crisis de la Deuda, es la manifestación de la Crisis de la Unión Europea, en tanto pone de manifiesto el límite del bloque financiero Unión-Europea. La crisis de la Unión Europea es la crisis de las fuerzas de la restauración que cada vez más se manifiesta como un Estado-Buitre dirigido desde Berlín.
Desde un abordaje geopolítico, las fuerzas de la restauración del Estado continental-multinacional de país central, tanto en EE.UU. como en la Unión Europea, están cediendo cada vez más posiciones en su defensa, y su situación los torna en consecuencia cada vez más virulentos. Están asumiendo cada vez más una posición defensiva frente a la amenaza que supone es la ofensiva del globalismo financiero, y por lo tanto agresiva en la necesidad de centralizar los grados de libertad de las burguesías locales de cada nación subsumida en la UE.
Lo que está en juego no es solamente la dirección que debe tomar la zona euro, sino la sobrevivencia misma de la UE. Es preciso saber que la gran banca Deutsche Bank está muy comprometida, no solo con los bonos soberanos de Grecia, España, Italia o Francia sino con los bonos (chatarra) de todos los países de la eurozona. Para protegerse tiene una cartera de derivados entrelazados con todos los mayores bancos en Occidente a fin de cubrir riesgos de impago de la deuda y/o los intereses. En total Deutsche Bank posee 25 billones de dólares en derivados con bancos centrales y otros grandes bancos que al caerse provocaría un efecto en cadena múltiples veces más grande. Lo anterior significa si Deutsche Bank cayera, caerán otros bancos grandes y entre otros City Group, HSBC, JP Morgan, Goldman Sachs, Barclays, Societé Génerale, etc. La crisis se tornaría sistémica. (Vea Jim Willie, If Deutsche Bank goes under it will be Lehman times five, www.silverdoctors.com, 7 de octubre de 2015).
Ante la Crisis de la UE, crisis que abre una transición donde: por un lado, Grecia aún no pudo restaurar el proceso abierto a la posición de Estado-Nación (recuperando poder-grados de libertad), y por el otro, no logra la UE consolidarse como Estado-Continente profundizando la centralización de poder, habla que están en crisis las formas de proyectarse hacia el futuro. Tratase de una estrategia restauradora unipolar multinacional en crisis.
En medio de una crisis estructural de época que es general-mundial y no solo de Europa y de la UE, a esta se le abren dos opciones transformadoras.
Puede avanzar transformándose políticamente ya sea en parte de la Red Financiera Global con la cuasi segura subordinación de sus 27 naciones componentes a la Red de citis financieras Angloamericanas globales, mediante el Tratado Transatlántico de Inversiones y Comercio (TTIP), o más bien avanzar transformándose en parte de la Red de Polos del esquema de poder multipolar, vinculándose con el proyecto de Eurasia, van-guardado primero que todo por Rusia y China y los demás países de los BRICS, con todas las implicaciones geopolíticas que semejante rumbo tenga.
BRICS ante los imperios financieros
En julio de 2014, el conjunto de países BRICS que forman parte del G20 (las veinte economías más importantes, centrales G7 y emergentes), presentan, un esquema alternativo a los dos esquemas transnacionales financieros unipolares. Este proyecto alternativo pasa a denominarse nueva arquitectura financiera- productiva BRICS-Multipolar, compuesto por un Banco de fomento y desarrollo, un Fondo de reservas monetarias de los Estados miembros, un sistema de compensación de intercambios (CIPS) para comerciar en monedas propias. Este proyecto se conforma a partir de Bloques regionales continentales de poder emergentes: China-OCS, Rusia-Unión Aduanera Euroasiática, Brasil-Unasur- Celac, India-, Sudáfrica-, Iran-Egipto-Siria. Los países se encuentran en varios esquemas de uniones aduaneras o áreas de libre comercio, lo que distingue los momentos son la dinámica de los procesos, qué instituciones los articulan y quién/es lidera/n el proceso. Conformando en conjunto un globalismo multipolar productivo en su desarrollo.
Desde la crisis del Lheman Brothers de 2008, los capitales financieros multinacionales (asentados en las economías centrales en forma dominante) se encuentran retrasándose en su capacidad de acumular, mientras los capitales financieros globales (asentados en modo proporcional globalmente, en las EC – Economías Centrales- y las EE – Economías Emergentes-) logran acumular a gran velocidad. Es aquí donde el capital logra aumentar la tasa de ganancia en la economía real.
Estos capitales han sido financiados desde la Reserva Federal en un volumen de 85 billones U$S/mes, a una tasa de interés de 0% y comprando su deuda de “bonos basura”. Esto financia de modo dominante al mundo emergente financiero global de manera directa (e indirectamente la estrategia de los países dependientes), pero también hace crecer la burbuja de deuda financiera a un tamaño diez veces mayor que la que estalló en 2008 (la economía real esta aproximadamente en 75 billones y la economía financiera próxima a los
750 billones, aunque los debates entre especialistas oscila entre los 750 Bn –
agosto 2014- y los 1200 bn, entre 10 y 16 veces la economía real).
Todo esto profundiza las diferencias y la confrontación haciendo que la guerra financiera sea la moneda común. En la guerra financiera el proyecto multinacional tiene menos “capacidades”, pero en la guerra militar es fuerte aun. Solo en este contexto se comprende cómo Francia se alineó con los halcones de EEUU en torno a Siria y que Obama llega a negociar en nombre de los globalistas con Putin. Dos terrenos de fortalezas diferentes que se expresan actualmente en las pujas por el control de Medio Oriente. Incluso puede entenderse mejor los “tácitos” acuerdos entre Obama-Castro-Francisco y entre Obama-Putin-Xi Jimping en el marco de la semana de la Asamblea de la ONU. Acuerdos que dieron paso a acciones que dejaron siempre mal parado a los Republicanos- Buitres-Financieros.
Los BRICS nacen como los países “emergentes” con peso mundial, por volumen de población, de materias primas y por ser territorio de deslocalización de los capitales financieros globales desde 1994, que conforman el G20, junto a los “viejos” países centrales del G7.
Los BRICS expresan en su primer momento una relación estratégica subordinada a los intereses financieros globalistas (2008-2010). Luego (al no ser aceptados como verdaderos socios en el Fondo Monetario Internacional FMI) buscan definida y agresivamente su propio espacio geopolítico. Originalmente, el FMI había propuesto en 2010 anunciar un cambio de moneda internacional en 2014 a partir de los Derechos Especiales de Giro (DEG´s) para posponerlo luego a una fecha antes de finalizar el año 2015.
El 11 de Agosto de 2015 en el FMI decidieron posponer la inclusión del yuan a la nueva canasta de monedas y sus respectivos valores para el 30 de setiembre de 2016. La aceptación del yuan hubiera sido el primer paso en firme para que fuese considerado como una moneda de reserva internacional. Artos de ser engañados (negados), a partir de julio de 2014, los BRICS-Multipolares no financieros, plantean en Brasil su programa de nueva arquitectura económica, financiera, política y cultural. A partir de ello el multipolarismo de los BRICS adquiere mayor agresividad.
BRICS insurge como proyecto estratégico no financiero. Como opción estratégica desde los países dependientes-subdesarrollados-periféricos-no alineados. Insurge en el marco de la guerra financiera transnacional inter-imperialista y a partir de las decisiones del FMI se pone de pie con un proyecto propio en confrontación con los capitales financieros. Insurge en el momento en que el mundo dependiente-“emergente” se vuelve centro dominante de producción y consumo de riqueza social. China justifica su accionar en la medida en que el FMI no permite la inclusión del yuan en la determinación del valor de los Derechos Especiales de Giro y no habilita a dicha moneda como instrumento de cambio internacional. Aunque el centro dominante de las capacidades militares aún se encuentra en EEUU, en tanto país central financiero Buitre, la presencia de Rusia y el acuerdo militar entre este país con China y otros países de Asia, otorga mayor fuerza geopolítica disuasiva al proyecto BRICS-Ampliado.
Avanzar en la salida Multipolar BRICS-Ampliado se torna cada vez más factible. La propuesta cuenta con un Banco de Desarrollo y Fomento como con un Fondo de Compensación entre los instrumentos más importantes. El esquema avanza proponiendo un instrumento de cambio (moneda) mundial multipolar potencialmente basado-respaldado en oro, en sus reservas de oro que han subido vertiginosamente aunque el país no las reconoce oficialmente. Este esquema de poder conforma a la vez una mayoría institucional mundial activa a partir del G77+China (que reúne un piso de 140 votos sobre una asamblea de 197 miembros en total).
China, a la par, recientemente lanzó la iniciativa de un servicio de pago internacional, el CIPS –China International Payment Platform – una “alternativa” al SWIFT Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication creado en 1973. El SWIFT lanzó la amenaza con destino ruso de desconectarle sus bancos. Rusia ha respondido con la creación de su propio sistema, aunque obviamente la potencia del sistema Chino que incorporaría gran cantidad de entidades financieras es superior. El CIPS garantizaría una mayor cobertura del yuan en los pagos internacionales y permitiría a esa moneda avanzar hacia su conversión como moneda de reserva.
No es diferente, lo que pasa con el nuevo sistema que rige desde marzo de 2015 para la determinación del precio del oro. Hasta el 19 de marzo de ese año, el precio fue fijado por London Gold Fix1 cuyos 5 socios que pasaron igualmente a formar parte del nuevo sistema de fijación de precios son: Bank of Nova Scotia, Barclays, Deutsche Bank, HSBC y Societé Générale. Hubo presunta manipulación en la fijación de precios del oro, plata, platino y paladio. Delitos del mismo tipo se comentaron con la fijación de la tasa LIBOR. Ahora la fijación del precio del oro se gestionará a través de una plataforma de negociación electrónica para la London Bullion Market Association (LBMA).
El precio del oro se va a dejar de fijar diariamente como desde hace casi 100 años mediante acuerdos privados a través de videoconferencia entre los cuatro miembros del London Gold Market Fixing Ltd., que en la actualidad son, Bank of Nova Scotia-Scotia Mocatta, Barclays Bank PLC, HSBC Bank U.S.A., y Société
1 Institución fundada en 1919 por N M Rothschild & Sons; Mocatta & Goldsmid; Samuel Montagu & Co.; Pixley & Abell; y Sharps & Wilkins.
Générale SA. Tres bancos chinos ya son miembros de la LBMA y participarán más directamente en la fijación del precio del oro. Esto significa que los inversores chinos tendrán una mayor y más directa influencia sobre el precio internacional del metal. China a través de los bancos de propiedad estatal, ya controla el Shanghai Gold Exchange (Bolsa de Oro de Shanghai), el mayor mercado físico en Asia. China ha venido aumentando significativamente sus reservas en oro a la vez que es el mayor productor de oro en el mundo. El país adquiere de esta forma mayor poder para crear un caos financiero simplemente ‘subiendo’ la cotización del oro. Si lo hacen, será sólo una cuestión de tiempo, para que el sistema de reserva fraccional londinense de cuentas de oro sin respaldo físico colapse, dejando a Shanghai como único mercado físico importante en el mundo (Vea, Marion Mueller, Se reforma el sistema para fijar el precio de oro en Londres;
.www.loff.it.abc.es; 16.03.2015).
China ha venido aumentando significativamente sus reservas en oro a la vez que es el mayor productor de oro en el mundo. Es preciso saber que Rusia como China son hoy los más activos compradores de oro a nivel mundial. En general en la medida en que le es posible, los países de Eurasia están posicionando cada vez más sus reservas en dicho metal. La pregunta es qué pasaría con el Dólar si China decidiese hacer el yuan convertible al oro. Una nueva moneda mundial con respaldo en el oro, implicaría un profundo cambio no observado desde cuando EEUU impuso el Dólar, sin otro respaldo que su poder militar desde 1971/73. Estos posibles escenarios de cambio en lo económico conllevan cambios también en lo político, militar y estratégico.
Todo esto hace vislumbrar la necesaria e inevitable Crisis del Dólar, como instrumento de cambio y reserva mundial. Un instrumento cuyo respaldo más importante hoy radica en la alta capacidad bélica del complejo financiero industrial-militar norteamericano. La Crisis de la UE implicaría, en el fondo, la posibilidad abierta de la Crisis del Dólar, y la Crisis del Dólar implicaría la crisis del conjunto de jugadores del Unipolarismo Financiero Multinacional (Fuerzas de Restauración-Buitres-Tea Party) y pondría en plena ventaja al esquema unipolar Globalista si no fuera que el BRICS-Ampliado estuviese en el camino de su desarrollo propio. Lo anterior pone a Rusia y China como los enemigos más directos no solo de los globalistas, sino también de las Fuerzas de Restauración en EE.UU. Los últimos, sin embargo, no toleran que Medio Oriente se escape a las manos de EE.UU ya que significaría el fin del dólar como moneda internacional. Con ello divergen radicalmente con los globalistas sobre Irán.
La geopolítica actual
En Ufa, Rusia se dieron cita, entre el 8 y el 10 de julio de 2015, las cumbres internacionales de la Organización de Cooperación de Shanghái y del BRICS. Es ahí donde una nueva arquitectura económica, política y cultural se desarrolla y toma forma.
La nueva arquitectura incluye el NBD –Nuevo Banco de Desarrollo- un fondo común que financiase inversiones recíprocas y una alternativa a los organismos financieros internacionales; el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (Asian Infrastructure Investment Bank o AIIB); el Fondo de Reserva, el cual permitirá reaccionar a tiempo y de manera adecuada a las fluctuaciones de los mercados financieros y sus golpes financieros por corridas; el CIPS que le permite romper con el “monitoreo” que realiza EEUU sobre el sistema financiero mundial; La Moneda propia, los estados del bloque habrán de establecer una unidad de cuenta común que refleje el promedio ponderado de la cesta de las monedas de los BRICS. (¿Cómo crearán los brics su propia moneda?. 5 sep 2015, ria novosti.)
China, recientemente lanzó la iniciativa de un servicio de pago internacional, el CIPS como “alternativa” al SWIFT, sistema que construyo la amenaza con destino ruso de desconectarle sus bancos (en el marco de un conjunto de sanciones económicas aplicadas a ese país por la llamada crisis de Ucrania). A la vez, Rusia primero, y China después han respondido con la creación de su propio sistema. Lo fundamental es que el CIPS garantizaría una mayor cobertura del yuan en los pagos internacionales y permitiría a esa moneda avanzar hacia su conversión como moneda de reserva y de la moneda Brics, conformada como canasta de monedas.
Salir del SWIFT que aparece como un mecanismo “técnico”, puramente “neutral”, según los magnates de Wall Street y la City de Londres. Fue no obstante salir del dispositivo que dominan las transnacionales del unipolarismo financiero, en otras palabras, una confrontación directa con los globalistas y los buitres.
Los ataques del 11 de septiembre a las Torres Gemelas sirvieron para que Estados Unidos se inmiscuyera en el sistema de pagos: el Departamento del Tesoro solicita desde entonces “información específica” con la excusa de que “monitorea” los canales de financiamiento de “grupos terroristas”. De esta manera, con el argumento de que se encontraban inmiscuidos en actividades ilegales se desconectó a los bancos iraníes del SWIFT hace 3 años, situación que puso en aprietos la provisión de crédito a las operaciones de comercio exterior del país persa. Además, Washington abrió el camino para la intromisión de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés). Según las revelaciones de Edward Snowden, ‘Follow the Money’ es el nombre del programa especializado de la NSA que se encarga de espiar el sistema financiero global. Por lo tanto, Estados Unidos se hizo del control cuasi monopólico del sistema de pagos internacionales para asfixiar a sus rivales.
Hasta ahora la desconexión de SWIFT aún no se ha implementado en contra de Rusia por la “falta de autoridad” de las autoridades regulatorias. Pues, una cosa es castigar a una potencia regional, y otra muy distinta es entrar en una batalla cara a cara con una potencia mundial. (Rusia precipita el abandono de SWIFT entre los BRICS. 30 sep 2015, Ariel Noyola Rodríguez, RT.).
Todas estas instituciones fueron parte del programa anunciado en Fortaleza, Brasil, en Julio de 2014, ahora en Ufa se define que empiezan a desarrollarse concretamente y fueron parte importante del temario de todas las reuniones.
Pero no solo eso sucedió en la reunión de Ufa, también se hicieron presentes los países que forman parte de los acuerdos profundos a partir de cada uno de los grandes países del Brics, como aquellos que componen la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái), los que componen la UAE (Unión Aduanero Euroasiática), y los que ingresan como invitados tal el caso de Paquistán e Irán.
Pero también hay que recordar aquellos que son parte con Brasil, de la Unasur- Celac que están expectantes por sumarse directamente.
Aunque lo más impactante que aparece, y que descoloca la mirada geopolítica tal como venía desarrollándose, es la posibilidad del desarrollo de acuerdos-diálogos del BRICS-Ampliado y la OCS con la UE-Alemania, Francia e Italia. (ver: Jim Dean, Cumbre BRICS-OCS marca fin de hegemonía occidental; www.hispantv.com, 26 de julio de 2015). Los diálogos que implican la posibilidad clara de que la UE sea parte del multipolarismo Brics, es una decisión clave por su impacto geo-estratégico. Al mismo tiempo pone el mundo ante un escenario bélico posible.
Es central para entender esto, no solo lo que significa el mercado del Brics- euroasiático (más de 3500 millones de habitantes) y con el proceso de industrialización con más perspectiva, que incluye el desarrollo de un gran complejo científico tecnológico y del gran proyecto estratégico de la nueva ruta de la seda –NRS-. Una NRS que está compuesta por varios recorridos que incluyen, vertebran y articulan, algunas son terrestres y otras marítimas.
NRS que esencialmente es un proyecto de comercio y producción, para motorizar el comercio y la producción en el mundo, es a la vez un proyecto geo-político de gran envergadura. En un mundo donde los países centrales, con su proyecto financiero y sus luchas, desde el 2001 lo han llevado a la parálisis, para solo beneficiar a los grandes capitales financieros concentrados en los negocios de la especulación financiera con bonos y papeles de capital ficticio. Donde su única propuesta es el negocio de inflar una burbuja financiera especulativa que se alimenta del programa de flexibilización cuantitativa implementado por los bancos centrales de los países centrales.
Cuando introducimos el tema de la nueva ruta de la seda (Eurasia) como plan de desarrollo de la economía real, plan que salió a la luz en el 2012 en China (y por lo tanto venia de antes), lo hacemos para poder entender también las decisiones actuales y ciertos comportamientos de China-Brics en los años 2009-2010 frente a los golpes financieros contra la consolidación de UE, acciones que significaron la defensa de la UE y Alemania, y la derrota del plan de ataques financieros desde las citis de Londres/Wall Street. No es extraño que muchos bancos en la UE se apuntaran para invertir en el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura. Ausentes llamativos han sido EE.UU. y Japón (ver, Wim Dierckxsens, La gran transición hacia una nueva civilización, DEI 2015).
Este punto de cruce constructivo de China-Brics y Alemania-UE fue considerado cuando abordamos la Crisis la UE en 2009-2010 y el papel que jugo entonces China y Rusia en la defensa de una economía que produce, incorpora tecnología y genera grandes saldos exportables. Claro es que no lo observamos como una acción en contra de un oponente estratégico común y menos, aun, como parte de un plan de desarrollo de la Nueva Ruta de Seda (NRS), donde la UE tiene un lugar clave en la Estrategia multipolar del Brics-China.
Cuando recordamos en qué momentos se estrecharon vínculos entre la UE y los Brics-China, el momento es la crisis por corrida financiera contra la UE que realizó Londres.
Decíamos en 2010: “El enfrentamiento entre EEUU y la China nacionalista recorre todo el camino de la crisis europea desde noviembre de 2009. En realidad, lo que se inicia en noviembre-diciembre de
2009 es un nuevo momento del enfrentamiento entre polos de poder mundial que involucra a todos los actores, ya que conmueve la situación político-estratégica mundial, el estado de relaciones de fuerzas internacionales.”
“El 22 de marzo de 2010, el Financial Times publicó un artículo firmado por uno de sus principales editorialistas, Martin Wolf, que se titula “China y Alemania: los exportadores que debilitan la economía mundial”.i
“Chinlemania’ habló la semana pasada y el mundo escuchó. (….) Déjeme presentarle a Chinlemania, un compuesto de los dos mayores exportadores mundiales netos: China, con un superávit de cuenta corriente pronosticado de u$s 291.000 millones este año y Alemania, con un superávit previsto de u$s 187.000 millones.”, afirma Wolf.
¿Qué es lo que molestó a los intereses angloamericanos de chinlemania, en esta segunda fase de la crisis? Que ni China ni Alemania cedieron a las presiones de los Rothschild, Barclays, HSBC, Standard Chartered, Lloyd’s, RBS, Citigroup, etc.,ii ni tampoco a las presiones de los líderes políticos e intelectuales angloamericanos, para que modifiquen su política de agresiva exportación-ahorro- superávit comercial-inversión. (…)
Por ello, la decisión de China (y la de Alemania) pone en pie de guerra a las fuerzas angloamericanas globalistas ya que es la puerta de entrada a la guerra comercial, un nuevo momento de la guerra financiera y la guerra económica general con la que se entró en el inicio de la crisis, que implica un recrudecimiento en el plano político y militar. ” (ver, Crisis Financiera Global, 2010: Formento, W y Merino, G.-)
La ofensiva angloamericana (que formo parte del desarrollo de la Crisis de la UE, del EURO y del BCE) en 2010 produce un reforzamiento de la alianza entre China y la UE (zona euro), y la consolidación del bloque de poder UE, que dominan la oligarquía germana y la fracción de la oligarquía francesa afín, enfrentadas a aquella fracción franco-germana asociada a la oligarquía financiera globalista angloamericana.
La ofensiva obliga al bloque de alianzas China-Rusia-Brics a acercar posiciones con la UE, y a profundizar su camino contradictorio con los intereses angloamericanos, que se expresó con la profundización de la estrategia exportadora-industrialista en el esquema de ajuste-ahorro-inversión-exportación- superávit. Este bloque de alianzas “continental-UE” a veces juega articulando con el bloque de poder americano, y lo nuevo es que abre juego articulándose con el esquema Brics, principalmente China y Rusia. Conformando tendencialmente un temible bloque universal multipolar (ver: respecto a una consideración hoy de Albert Stahel, Russia Today 15 de junio de 2015).
Los industriales alemanes, en particular, parecen ansiosos por continuar con unos tratos comerciales con Rusia y China que no tienen límite. Estos podrían colocar al país en camino hacia un poderío mundial sin los límites de las fronteras de la UE y, a largo plazo, indicar el final de la era en la que Alemania, por mucha sutileza que se quisiera, era esencialmente un satélite estadounidense (Vea, Pepe Escobar, Pueden China y Rusia echar a Washington a empujones de Eurasia, www.rebelión.org, 9 de octubre de 2015).
China ya era un jugador central en las relaciones de poder mundial, que no consideraba aún desafiar a sus aliados angloamericanos. Es la debilidad del imperialismo angloamericano producto del conflicto por diferenciación en su seno y choque de intereses estratégicos a su interior (la “crisis en la alturas” enfrenta y divide el bloque de poder angloamericano financiero transnacional en lo económico-tecnológico y político- ideológico y, por lo tanto, reduce transitoriamente el Umbral de Poder Necesario para poder avanzar- desarrollar proyectos alternativos), lo que permite por un lado sostenerse a la UE, con la ayuda de China, frente a los ataques financieros que hicieron de la crisis europea la segunda ola de la crisis global. Y le permite a China-Brics asociarse contra el golpe financiero globalista defendiendo a la UE y, a partir de este hecho considerar que había llegado el momento de iniciar el desarrollo abierto del juego propio. A partir de la “crisis” se vuelve claro para todos los bloques que pueden y deben desarrollar un juego estratégico propio.
El G-20 quedó paralizado, ya que si antes era complicado establecer una única estrategia, ahora con la profundización de la fractura entre los principales polos de poder mundial y la decisión germano-francesa de contraatacar, contando para ello con el apoyo de China y Rusia, el G-20 se convierte en un foro de resonancia de esta lucha entre diversas fuerzas con capacidades estratégicas.
Con el plan económico-estratégico de la nueva Ruta comercial-industrial de la Seda (NRS), China y Rusia agregan, a su nueva arquitectura económico- financiera y político estratégica, la nueva arquitectura económica comercial y productiva. Con directo impacto en los Brics, desde China-Rusia, India-Pakistan, Irán-Siria-Egipto-Sudáfrica y la UE. Ahora habrá que observar de qué modo suma al Brasil-Unasur-Celac. Con los dos brazos abiertos de la NRS. Tal vez a partir del gran puente terrestre de Rusia-Alaska.
Se observa claramente cómo van siendo articulados países y poblaciones a través de una columna que vertebra desde lo económico comercial-industrial, una columna que incluye masivamente a los pueblos de productores y trabajadores, y que se diferencia profundamente del modo en que vertebra la propuesta globalista unipolar angloamericana desde lo económico financiero. Con su red de productores hiperespecializados e informalizados reducidos a proveedores de los nodos-plataformas de ensamble de bienes y servicios, subordinados a la gran banca global. Eso que está planteado como “Acuerdos” TPP para Latinoamérica y TTIP para la Unión Europea. Dos proyectos estratégicos para revolucionar el mundo, dos revoluciones de carácter diferente, una capitalista financiera y la otra desde un capitalismo social de estado ó pos-capitalismo.
Alemania y la UE ya fueron amenazados en 1991, en el periodo fundacional de la UE y también en la llamada segunda ola de la crisis financiera global – 2009/2010-. Ahora lo que ha sucedido son los intentos de golpe de estado por corrida financiera, por operaciones de falsa bandera como Charly Hepdo y por desplazamientos masivos de población –“refugiados”- desde el Medio Oriente a partir de actos de organizaciones terroristas conformadas a partir de acciones del Unipolarismo Financiero retrasado en EEUU e Israel (Bush-McCain-Netanyahu). La crisis de los refugiados también permite ser leída como un intento de desestabilización de la UE, por la ola de desplazados-migrando hacia la UE a partir de la “guerra contra el ISIS” que construye el complejo financiero multinacional militar norteamericano republicano.
La crisis de la guerra en Siria-Irak-Irán-Turquía produce la migración de refugiados hacia la UE, y el desarrollo de la crisis por la “recepción” de los desplazados-refugiados en la UE, una crisis que potencia las tensiones internas a partir de hecho de abrir o cerrarle las puertas a los “desplazados”. En relación con ello los Brics-Rusia-Putin simultáneamente planean una jugada final respecto a Ucrania, que involucra el fin de sanciones. Las naciones que realmente cuentan en la UE quieren eliminarlas. Y lo harán si Putin hace lo que ellos no pueden hacer, destruir el “Califato” que está enviando oleadas de refugiados hacia la Fortaleza Europa. (Alemania y toda Europa cambiarán EE.UU. por Rusia, www.actualidad.rt.com, 17 de junio de 2015).
Pero incluso los Brics y no solo Rusia tienen intereses propios en la solución de la “guerra terrorista del EI-Isis en Siria”. Rusia quiere acabar con los yihadistas antes de que se vuelvan contra ella y China también. Mientras que Estados Unidos (Republicanos-Complejo Financiero) espera utilizarlos en “otros” conflictos que le permitan contener o desestabilizar a Rusia y China en donde tengan población musulmana. Elementos del Emirato Islámico han llegado a la región de Kherson, en Ucrania, donde ya se encuentra un llamado gobierno de Crimea en el exilio» (Vea Alfredo Jalifa- Rahme, Cooperación entre Obama y Putín contra el Yihadismo global, La Jornada, www.redvoltaire 4 de octubre de 2015).
La actual coyuntura en Siria parece brindar una oportunidad. En medio de una crisis mundial que va desde Siria a Ucrania, los intereses geoestratégicos de Berlín parecen ir divergiendo lentamente de los de Washington. (Vea, Pepe Escobar, Pueden China y Rusia echar a Washington a empujones de Eurasia, www.rebelión.org, 9 de octubre de 2015).
La fractura y enfrentamiento en EE.UU., entre las líneas de intereses financieros Globalistas y Multinacionales, le restan capacidad militar y económica como para “proteger” a la UE. Además, para “el control eficaz” de Rusia en Europa, Washington carece de “recursos financieros y apoyo suficiente del pueblo estadounidense”. La UE-Alemania desempeña un papel clave en la oposición entre EE.UU. y Rusia. Si apoya a Rusia, habrá una posibilidad de “expulsar a EE.UU. de la Europa continental paso a paso”. (Stahel; www.actualidad.rt.com 15 de junio de 2015).
En relación con lo que venimos afirmando es muy significativo el dato acerca de los cambios en el pentágono, con la asunción de Ashton Carter y con ello un cambio en la mirada estratégica que domina el complejo financiero industrial militar. Un cambio que implica una visión más cercana a una solución pacífica del conflicto, más cercana a las acciones que realizó Obama con Cuba y Francisco, y con Putin y Xi-Jimping. Claro que mucho más lejana a los intereses que el Republicano John McCain expresaba en sus diálogos con los Yijadistas en Siria.
Es posible que las dos últimas semanas de septiembre con los sucesos en Siria nos hayan alejado incluso de una tercera guerra mundial nuclear. A juicio de Thierry Meyssan, el nuevo mandamás del Pentágono, Ashton Carter, regresa a los juegos geopolíticos «al estilo de Kissinger». Él considera que si se trata a Rusia en forma seria como a una gran potencia, entonces sus preocupaciones deberán ser reconciliadas con las de Estados Unidos, entre lo que destaca la virtual cooperación en una Ucrania militarmente no alineada, lo cual dejaría de lado la confrontación de Estados Unidos contra Rusia y China «al estilo de Brzezinsnki». Kissinger tiende un lazo de reconciliación al presidente ruso, Vladimir Putin, en contrapunto a la rusofobia de Zbigniew Brzezinski. El último recurre a los montajes hollywoodenses de «revoluciones democráticas» con los yihadistas y sus anárquicos «cambios de régimen» (Vea, Thierry Meyssan, Moscú y Washington se plantean refundar las relaciones internacionales, Red Voltaire, 5 de octubre de 2015).
Por supuesto que, lo anterior no significa que no continúa la guerra económica y financiera, lo que significa es que el escenario de guerra militar está siendo contenido, frenado. Entonces, la posición de los intereses globalistas financieros es la que se impone en EEUU, esa que necesita el acuerdo con Irán en el 5+1, para lograr que el Irán reformista se fortalezca y así poder lograr que éste se distancie de los acuerdos con los Brics-Rusia y China. Lo cual sería un duro golpe al plan de NRS –nueva ruta de la seda- por el lugar clave que cumple en tal diseño. Nada que sorprenda a Rusia, China y la India.
Por lo tanto, el bloque dominante en la UE conformado a partir de fracciones financieras germano-francesas que saltan de calidad-escala, se transforman en lo económico y, se consolidan como Estado-UE, un Estado-Continente. Pero a su vez necesariamente desarrollan vínculos crecientes con el Multipolarismo-Brics y la nueva forma de estado-universal multipolar productivo en desarrollo.
En el devenir de 1991-a-2009 se fueron consolidando como bloque dominante, pero a partir del 2008-2009 la crisis global hizo observables amenazas y oportunidades. Amenazas desde las estrategias unipolares financieras. Desde la globalista financiera la amenaza es desmembrar no solo la UE, sino incluso cada país miembro y cada corporación financiera para ser parte subordinada de la Red Financiera Global como citi financiera (Frankfurt, Paris, Madrid, Barcelona, Lisboa, etc.). Una subordinación a un esquema de poder que tiene iniciativa en las grandes bancas anglosajonas (City, HSBC, Barklays, Lloyd´s, etc.).
La otra posibilidad es ser parte del esquema unipolar trilateral con EEUU y con Japón. Un esquema de poder donde son dominantes las corporaciones multinacionales americanas (que se desarrollaron a partir del plan Marshall de 1950) y que necesitan que Alemania-UE y Japón-Asean, sean parte de ello pero partes subordinadas.
La crisis global que se inicia-abre en el lapso 2001-2008 y el despliegue de una alternativa universal, multipolar y económico-productiva-comercial, donde la UE puede ingresar como polo de poder y ser parte de la NRS, hacen que las oportunidades se expandan para la UE. Más aún si existe el antecedente en la segunda ola de la crisis global, 2009-2011, cuando ante el ataque financiero globalista el respaldo provino del esquema multipolar china-brics, y la acción de la multinacional Goldman Sachs se mostró insuficiente.
Un mundo en transición histórica
Políticos de Washington, del Pentágono y de Wall Street observaron con preocupación la doble cumbre en julio de 2015 de los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghai en la ciudad rusa de Ufa. Hasta entonces habían estado emprendiendo una guerra de información/propaganda, de energía, de mercado financiero, de divisas (monedas) y económica general contra la Federación Rusa. Después de Ufa extendieron la guerra de mercado financiero y económica a China.
China continua el proceso de desplazar el dólar estadounidense como moneda global. Siguen poniendo en el mercado sus bonos del Tesoro estadounidense, haciendo acopio de reservas de oro y abriendo bancos de distribución regional para el desarrollo de su propia moneda, Yuan. Esto les proporcionará un acceso más fácil a los mercados de capitales y los protegerá de la manipulación financiera por parte de la Fed y Wall Street.
Cuando el precio del renminbi/yuan empezó a subir como resultado de las movidas de Washington, Beijing empezó su expansión cuantitativa para devaluar su divisa nacional, como un medio para no perder y de seguir potenciando el comercio de exportación. El Congreso y la Casa Blanca estadounidenses empezaron a poner fuertes objeciones. Acusaron a China de manipulación financiera y exigieron que Beijing no hiciera nada para reajustar el valor del renminbi/yuan. Lo que quería Washington era que China-Brics dejara subir el valor del yuan/renmimbi para trastocar la economía y el mercado de China. (Ver, Mahdi Darius Nazemroya, El Yuan eclipsa al dólar; www.rebelión.org, 23 de setiembre de 2015).
Nuevamente el eje de la confrontación por parte de EEUU-Washington es que China debe dejar que su moneda se revalúe para que pierda competitividad industrial, de modo que deje de exportar y se transforme en un importador de bienes y servicios. Regresando a un esquema financiero transnacional de importar-ensamblar-exportar. Asumiendo el lugar subordinado de ser ensamblador de las ETN´s y motor de los negocios financieros de las transnacionales angloamericanas y de este modo ayudar a la recuperación económica de la economía central de EEUU. Que abandone todo proyecto estratégico de desarrollo propio, Brics y NRS.
La política de la Fed de subir la tasas de interés al 3%, dejando de lado la política de billones de dólares mensuales a tasa 0% y la compra los bonos basura, no solo tiene el objetivo de golpear a las economías emergentes por la violenta salida de dólares hacia EEUU, sino también poner en marcha la economía de EEUU. Claro que esto no es posible si la economía China continua en el rol de taller del mundo, donde no solo se encuentran las empresas Chinas sino también las transnacionales deslocalizadas desde 1993 y globalizadas en Shanghái-Hong Kong. Al igual que en la crisis de 2010, el objetivo es que tanto en China-Brics como en Alemania-UE se debilite el proyecto propio basado en exportación- ahorro-superávit comercial-inversión y subordinarlo al proyecto de las transnacionales financieras angloamericanas de importar-ensamblar-exportar sin desarrollo integral en las economías emergentes.
Recordemos que ya en 2009-2010, ni China ni Alemania cedieron a las presiones de los Rothschild, etc., para que modifiquen su política de agresiva exportación-ahorro-superávit comercial-inversión. Además, la UE pidió la salida de la política de flexibilización cuantitativa que artificialmente le proporcionaba competitividad a la economía de EE.UU. y dejara que la economía real resolviera la situación. Del mismo modo China-Beijing responde en 2015 frente a la guerra financiera de la Fed, usando sus reservas en bonos del Tesoro por 3,7 bn de dólares para comprar Yuanes y de ese modo devaluar su moneda de modo que mantenga la competitividad industrial con capacidad exportadora (exportación-ahorro-superávit comercial-inversión). Lo anterior deja a la Fed sin posibilidad de subir las tasas de interés saliendo de la política de flexibilización cuantitativa.
Es muy importante la señal de que “bancos y gobiernos de la Unión Europea habían estado considerando y analizando el utilizar la divisa nacional de China, el renminbi/yuan, como divisa de reserva debido al atractivo de la estabilidad como divisa. Eso preocupó a Washington y Wall Street, y fue uno de los factores que provocaron la expansión de la guerra de divisas y financiera contra Rusia y China. Wall Street intentó hundir o colapsar el mercado de valores chino y aumentar el valor de la moneda china.
Beijing en respuesta anunciaba que había comprado 600 toneladas de oro en el lapso de un mes para respaldar su moneda y la canasta de monedas-Brics, consolidando su camino alternativo al Dólar, que es una moneda que desde 1973 solo se respalda en su capacidad de amenaza militar. El Banco del Pueblo de China se había librado de más de 17 mil millones de dólares de sus reservas de divisas para comprar yuanes y poder devaluar, lo que dejó perplejo a Wall Street (IBID). La posibilidad que la Reserva federal aumentase la tasa de interés quedaron en el aire. Todo indica que el atractivo de la moneda-Brics no es solo la moneda como instrumento económico-financiero, sino como parte de una nueva arquitectura económica productiva.
La Reserva Federal dudaba sobre si aumentar o no la tasa de interés de los fondos federales. Desde diciembre de 2008 la tasa de interés de los fondos federales se mantiene entre 0 y 0.25%. Ello no ha logrado estimular inversiones productivas significativas para, en esa misma proporción, impulsar la creación de empleo en EEUU. Lo mismo sucede en el caso de los programas de flexibilización cuantitativa. Los mayores beneficiarios resultaron ser los grandes bancos de inversiones: Citigroup, Goldman Sachs, J.P. Morgan Chase, Bank of America, Morgan Stanley. Estos usaron dichos fondos para hacer “negocios financieros” con el propósito de constituir a las economías emergentes en economías que importaban-ensamblaban-exportaban como parte de las plataformas de ensamble de las ETN´s .
Para las “economías emergentes”, Brics-ampliado, estas masas de dinero sirvieron para potenciar sus economías, pero en el sentido del desarrollo productivo y no financiero. De modo tal que el producto mundial bruto pasara a ser determinado en un 57% por la producción/consumo de estas economías emergentes, con centro en China. No solo la producción sino también el consumo de estos bienes y servicios pasaron a ser dominante hoy en las economías emergentes como porcentaje del consumo mundial. Las llamadas economías emergentes (EE), en los 80, explicaban el 36% de la riqueza global creada y las economías avanzadas (EA) el 64% restante. En el 2014, mientras que las EA explicaron el 43%, las EE el 57% del PBI PPP mundial. Fue en 2007 cuando las EE y las EA se repartieron en partes iguales la creación mundial del PBI. (vea, Aproximación al estado de la crisis financiera global, Formento, W y Sosa, M, 19-4-2015.)
Pero lo central fue cuando los países emergentes pasaron de ocupar el lugar de importadores-ensambladores-exportadores de bienes y servicios de las ETN´s (1994-2009), a desarrollar economías “emergentes” donde la ecuación es exportación-ahorro-superávit comercial-inversión de bienes y servicios donde cada vez más se agrega alto valor y se desarrolla una economía integrada emergente.
Donde las ETN´s empiezan competir con las EGN´s (Empresas Estatales Mixtas Grannacionales que se desarrollan en los países del Brics). En sus orígenes (1994) las ETN sólo sustituían mano de obra cara de los países centrales, por otra barata de los países dependientes, fomentando la transición de economías emergentes a economías en desarrollo con grados de libertad crecientes, bajo iniciativa de la EGN´s Mundiales multipolares (2010-sigue).
Desde junio de 2013, la Fed (BC de EEUU) a través de su presidente anuncia que “considera” la posibilidad de aumentar la tasa de interés y salir de la política de Flexibilización Cuantitativa (EQ3). Salir de la carpa de oxigeno financiero global que mantiene con vida a los grandes bancos transnacionales hasta que pueda definirse un perdedor en la crisis financiera global, iniciada en 1999-2008 por la confrontación profunda y terminal, entre las dos fracciones transnacionales financieras anglo-americanas, la global y la multinacional.
El ´golpe de estado´ a los países emergentes
En junio de 2013, se produce la primera corrida financiera global como instrumento de golpe de Estado. El presidente de la Reserva Federal de EEUU” (Bernanke) plantea, que debe pensarse el cese de la política de flexibilización cuantitativa (política de estímulo financiero para la salida de la crisis financiera). Dicha flexibilización implicaba billones de dólares entregados a los Big-Banks (a los bancos demasiado grandes para quebrar) a partir de diciembre de 2008, a una tasa de interés que resulta negativa. Esta política ha inyectado 85 mil millones de dólares mensuales desde diciembre de 2012. Billones de dólares que se otorgan a los Big Banks comprando sus carteras de “bonos hipotecarios basura”; que son basura-incobrable a una tasa del 5%, pero no a una tasa de menos del 1%. Fondos frescos para los Big Banks y bonos basura para la Fed, el banco central de EEUU absorbe la “deuda mala” incobrable de los Big-Banks y les libera fondos financieros para que sigan creciendo y haciendo crecer el globalismo financiero.
Este dinero es convertido por los Big-Banks en fondos financieros que fluyen financiando las economías emergentes (24 al menos). Fondos financieros globales que son invertidos por estos bancos para potenciar en las economías emergentes sus “negocios globales”, incluso a partir de 2010-2011 han producido una realidad de economías periféricas en emergente actividad económica, y en las economías centrales una realidad de parálisis de aquellos actores económicos que no tienen el mismo “vinculo” en el directorio de la Fed.
Las palabras de Bernanke hacen-producen que estos fondos financieros de inversión (Big Banks) salgan violentamente de las economías emergentes a partir de junio de 2013, desestabilizándolas-paralizándolas de golpe, y se dirijan directamente a refugiarse en el lugar de donde salieron ya que Bernanke sugirió que se iban a cortar los fondos-flexibles y se iba a subir la tasa de interés a 2,5%. De las 24 economías emergentes más golpeadas, Brasil, Indonesia, Turquía se transforman en referentes de lo que sucede. Con el golpe que paraliza-y- desestabiliza Brasil, se desestabiliza a todo el bloque regional emergente que está centrado en la economía de Brasil. Igual sucede con Indonesia y Turquía.
La reducción de los estímulos financieros de la Fed, la amenaza de suba de tasas de interés, la salida de los capitales invertidos en las economías emergentes, la parálisis y mínimo dinamismo de las economías centrales favorece y potencia la caída de los precios de las materias primas y del petróleo. Todo esto va configurando una crisis no solo en las Economías Centrales (1% de crecimiento) sino también en la Economías Emergentes (7%), y definiendo un escenario propicio para los golpes financieros sobre los países dependientes claves de los Brics: Brasil-Argentina, Rusia, India, China.
La mayor preocupación de las autoridades monetarias de Estados Unidos es el surgimiento de la caída de precios. Si la tasa de interés de los fondos federales permanece intacta, será entonces evidente que Estados Unidos es mucho más vulnerable ya que la burbuja financiera está mostrando los primeros signos de estar explotando. La nerviosidad en torno a la bolsa de valores está con ello en ascenso. En cualquier momento podrán explotar sin que la Reserva Federal haya aumentado las tasas de interés y la depresión económica al estilo de 1929 será un hecho, solo que varias veces peor. La deuda mundial incluyendo los derivados se calcula en 500 billones de dólares, o sea, más de 6 veces el Producto Mundial. Otros aseguran que esa burbuja es 10 o 16 veces el producto mundial. Más temprano que tarde terminará por estallar esa burbuja. (Vea, Ariel Noyola Rodríguez, La deflación es la peor pesadilla para Estados Unidos, en www.redvoltaire.org.es, 20 de setiembre de
2015).
Cuando la bolsa de valores colapse en el mundo, la depresión económica y la deflación serán la consecuencia. Los gobiernos serán presionados a saquear las cuentas bancarias mediante políticas de ´bail-in´s con los probables ´corralitos´ al estilo argentino en muchas partes. Al mismo tiempo muchos fondos de pensiones serán arrebatados. Los medios de comunicación dominantes se encargarán que los ciudadanos se vean forzados a condescender con estas políticas ´para su propio bien´. (Ver, Clive Maund, Fiat endgame- More QE, NIRP, Bails-ins and Pension Plunder; www.gold-eagle.com, 4 de octubre de 2015).
El actual panorama de otra gran crisis de la deuda en el mundo y la quiebra de bancos y bancarrotas de estados demandaría fondos más allá de la capacidad que cualquier banco central podrá proveer. La lógica pareciera ser la de un mundo, un banco y una sola moneda para todo el planeta. Es aquí donde la élite financiera en el poder presentará al FMI como banco único por encima de todas las naciones con una sola moneda (los Derechos Especiales de Giro del FMI) que no tenga vínculo alguno con una nación con intereses propios en particular. La elite propondrá en esta coyuntura la creación de un Estado Global. Lo que esto en última instancia significa un gobierno mundial, con un banco central mundial y moneda mundial. Lo que también significará y lo que es mucho más preocupante, que todo esto se materialice como resultado de un descenso de la democracia en el mundo, y por lo tanto, un aumento en el autoritarismo. Será un estado global sin fronteras ni compromiso alguno con los ciudadanos. Lo que estamos presenciando es la creación de gobierno mundial totalitario. (Vea, Andrew Marshall, A global Central Bank, a global Currencyand a global Government; www.drawingmagazine.com, agosto de 2009). Esta lógica es propia al unipolarismo financiero global e implicaria que ha impuesto sus condiciones.
El gobierno global se estructuraría a partir de los tres Tratados que no se discuten, sino que se imponen; que no pasan por los poderes del Estado, sino que se “arreglan”. Los gobiernos “amigos” de los EEUU, (entre los que se cuentan los obsecuentes de México, Perú, Chile y Colombia) están obligados a mantener en secreto los ´arreglos´ aún después de la reciente firma de Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) por dichos gobiernos. Aunque falte la ratificación parlamentaria de los países, de concretarse no solo se divide a la Unasur y se frena el avance del núcleo Mercosur-Alba, sino el totalitarismo supranacional se instalaría en América latina.
El otro tratado entre EE.UU. y la UE se denomina: Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés). Estos dos tratados y el Tratado de Comercio de los Servicios (TISA, por sus siglas en inglés) tiene alcances que no son locales, ni nacionales, ni regionales sino mundiales. Juntos buscan establecer un nuevo orden hegemónico global con más de la mitad de la economía mundial bajo su control total.
¿Estado global o rebelión mundial?
Está muy claro que no hay mayor perspectiva de un repunte en la economía occidental. Ya lo hemos abordado en otros textos nuestros (Wim Dierckxsens, Después de Grecia ¿Estado global o rebelión mundial?, http://www.deicr.org, artículos para descargar) que es debido a la baja en la tasa de ganancia que la inversión ha abandonado de manera definitiva el ámbito productivo. Al acortar la vida media útil de la tecnología aumenta el costo de reemplazo tecnológico más de lo que es posible bajar el costo de la fuerza laboral. No ha sido el creciente costo de la fuerza de trabajo la causa esencial del neoliberalismo sino el creciente costo tecnológica al reemplazar capital fijo a ritmos crecientes. La migración de capital transnacional y los flujos financieros que ello implique hacia países emergentes (y en primer lugar hacia China) apenas han dado un espacio temporal para rebajar el costo de la mano de obra y un consecuente realce en la tasa de beneficio.
Ahora bien, así como Japón lucía en la posguerra como la quinta maravilla del mundo, así lucía China en la era de la globalización. La economía japonesa fue un motor súper dinámico durante las cuatro décadas que siguieron a la segunda Guerra Mundial. Pero hacia finales de la década de los ochenta esta locomotora perdió velocidad. En ese momento se había reducido la vida media útil del capital fijo mucho más allá de lo que se había observado en EE.UU. y Europa, al mismo tiempo que el costo de la mano de obra iba en alza rápida. Japón entró desde entonces en una recesión de la cual no ha podido salir. Entre 1975 y 2008 la vida media del capital fijo en maquinaria en la industria japonesa subió de 6 a 11 años, fenómeno observado igualmente en EE.UU (ver, Shinada Naoki, Cuality of labor, capital and productivity growth in Japan; Development Bank of Japan, marzo, 2011)
La notoria baja de la tasa de crecimiento en China en los últimos años se debe a la sustitución veloz de la tecnología y a inversiones sin encadenamiento (la construcción de ciudades fantasma y otros proyectos estériles). Si al mismo tiempo observamos el rápido aumento en el costo de la fuerza de trabajo por las exigencias en materia de educación y salud, podemos concluir que no solo China sino la economía mundial entera ve reflejada su imagen en el espejo japonés (Vea, Alejandro Nadal, El virus japonés infecta la economía global, La Jornada México, 15 de setiembre de 2015). Es importante observar que la crisis de Japón, en el marco del esquema trilateral con eje en EEUU, se produce también porque no puede resolver la subordinación y absorción de China como parte del área de libre comercio bajo su dominación. Una situación que impacta de modo negativo en los procesos de acumulación ampliada de las corporaciones multinacionales japonesas como yanquis. Las cuales también sufren por la pérdida del área de libre comercio de las américas –ALCA- en 2005.
Las multinacionales de origen Japonés y de origen Yanqui pierden capacidad de reproducirse de modo ampliado a partir de la pérdida de territorio, China y Latinoamérica respectivamente. Por lo tanto, en el caso de la China-Brics la crisis sobrevendrá si los proyectos de nueva arquitectura económico financiero y la nueva ruta de la seda económico-productiva no pueden avanzar consolidando territorio. Que por lo expuesto en Ufa, Rusia, se plantea no solo sumar a la OCS, la UAE, a la UNASUR-Brasil sino también a la UE-Alemania/Francia/Italia. Tratase de un proyecto keynesiano a escala eurasiático donde ni EE.UU. ni Japón quisieran participar. Como vemos los proyectos estratégicos entran en crisis cuando el territorio del poder, en el momento histórico considerado, no alcanza el Umbral. Hoy el Umbral de poder-territorio para que pueda conformarse una unidad de poder-estado es el estado-universal.
El proyecto productivo multipolar Brics-Ampliado se plantea con escala universal, al igual que los dos proyectos unipolares financieros. La clave está en que si la UE se articula al esquema Brics-A, este se consolida y los esquemas financieros unipolares quedan imposibilitados de desarrollarse. Lo anterior pone al rojo vivo la situación geopolítica y militar. Sea quien sea que salga hegemónico de esta confrontación de bloques de poder, ninguna de los dos estará en las condiciones de reconectar la inversión con el ámbito productivo de manera duradera. El keynesianismo eurasiático es el que más posibilidades tiene de ganar tiempo. No faltará mucho tiempo para ver si esos proyectos encadenen luego con la economía real o si resulten inversiones estériles como ha sido el caso con casi todos los muchos proyectos de trenes de alta velocidad.
Por lo pronto habremos llegado a los límites de acortar la vida media de la tecnología y con ello a la acumulación de capital en el ámbito productivo. Hemos llegado también a los límites de la acumulación de capital ficticio en una economía financiarizada. Estaríamos en plena crisis civilizatoria y en un mundo donde las guerras tampoco brindarán ninguna salida más que la radicalización de procesos de rebelión a escala mundial luchando por otro sistema. Estamos ante un período de transición de la historia cuyo proceso podrá implicar mucha guerra y lucha social a la vez.
i Financial Times, 22 de marzo de 2010.
ii Si sumamos sólo los activos que controlan de forma directa e indirecta estas redes financieras que mencionamos la cuenta supera largamente todo el PBI anual de EEUU, la mayor economía mundial.

La red capitalista que controla el mundo ( octubre de 2011)

La red capitalista que controla el mundo ( octubre de 2011)

Andy Coghlan y Debora MacKenzie
New Scientist

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Las 1.318 corporaciones transnacionales que forman el núcleo de la economía. Compañías superconectadas están en rojo, compañías muy conectadas en amarillo. El tamaño del punto representa el ingreso. ((Imagen: PLoS One)

Mientras las protestas contra el poder financiero se extienden por el mundo esta semana, la ciencia parece haber confirmado los peores temores de los manifestantes. Un análisis de las relaciones entre 43.000 corporaciones transnacionales ha identificado el grupo relativamente pequeño de compañías, en su mayoría bancos, con un poder desproporcionado sobre la economía global.

Las hipótesis del estudio han atraído algunas críticas, pero analistas de sistemas complejos contactados por New Scientist dicen que es un esfuerzo singular por desenmarañar el control sobre la economía global. Si se llevara más lejos el análisis, dicen, sería posible identificar maneras de lograr que el capitalismo global sea más estable.

La idea de que unos pocos banqueros controlen un gran trozo de la economía global podrá parecer algo nuevo para el movimiento Ocupad Wall Street de Nueva York y los manifestantes en otros sitios. Pero el estudio, hecho por un trío de teóricos de sistemas complejos en el Instituto Federal de Tecnología suizo en Zúrich, es el primero que va más allá de la ideología para identificar empíricamente una semejante red de poder. Combina la matemática utilizada desde hace tiempo para modelar sistemas naturales con datos corporativos exhaustivos para catalogar la propiedad entre las corporaciones transnacionales del mundo (TNCs, por sus siglas en inglés).
“La realidad es muy compleja, debemos separarnos del dogma, sean teorías de la conspiración o libre mercado”, dice James Glattfelder. “Nuestro análisis se basa en la realidad”.
Estudios anteriores han establecido que unas pocas TNCs poseen grandes segmentos de la economía global, pero incluían solo una cantidad limitada de compañías y omitían propiedades indirectas, por lo cual no podían decir de qué manera esto afecta a la economía global, si la hace más o menos estable, por ejemplo.
El equipo de Zúrich puede hacerlo. De Orbis, 2007, una base de datos que enumera 37 millones de compañías e inversionistas de todo el mundo, extrajo todas las 43.060 TNCs y las propiedades de acciones que las vinculan. Luego construyó un modelo de qué compañías controlaban a otras mediante redes de propiedad de acciones, combinado con los ingresos operativos de cada compañía, para representar la estructura del poder económico.
El trabajo, que será publicado en PLoS One, reveló un núcleo de 1.318 compañías con propiedades entrelazadas (vea imagen). Cada una de las 1.318 tenía vínculos con dos o más compañías diferentes, y en promedio estaban conectadas con 20. Lo que es más, aunque representaban un 20% de los ingresos operativos globales, las 1.318 parecían ser dueñas colectivamente a través de sus acciones de la mayoría de las grandes firmas más rentables y manufactureras del mundo –la economía “real”– que representa otro 60% de los ingresos globales.

Cuando el equipo desenmarañó aun más la red de propiedad, descubrió que gran parte provenía de una “súper-entidad” de 147 compañías aún más estrechamente entrelazadas –toda su propiedad en manos de otros miembros de la super-entidad- que controlan un 40% de la riqueza total de la red. “En efecto, menos de 1% de las compañías era capaz de controlar un 40% de toda la red”, dice Glattfelder. En su mayoría eran instituciones financieras. Las 20 superiores incluyen a Barclays Bank, JPMorgan Chase & Co, y The Goldman Sachs Group.
John Driffill de la Universidad de Londres, experto en macroeconomía, dice que el valor del análisis no consiste solo en ver si un pequeño grupo de personas controla la economía global, sino más bien su perspectiva sobre la estabilidad económica.
La concentración del poder no es buena o mala en sí, dice el equipo de Zúrich, pero las estrechas interconexiones del núcleo podrían serlo. Como el mundo vio en 2008, tales redes son inestables. “Si una [compañía] sufre problemas”, dice Glattfelder, “eso se propaga”.
“Es desconcertante ver hasta qué punto las cosas están conectadas”, aprueba George Sugihara de la Scripps Institution of Oceanography en La Jolla, California, experto en sistemas complejos que ha asesorado al Deutsche Bank.
Yaneer Bar-Yam, jefe del New England Complex Systems Institute (NECSI), advierte de que el análisis asume que la propiedad equivale a control, lo que no es siempre cierto. Muchas de las acciones de las compañías están en manos de administradores de fondos que pueden o no controlar lo que hacen en realidad las compañías que poseen parcialmente. El impacto de esto en la conducta del sistema, dice, requiere más análisis.
Crucialmente, al identificar la arquitectura del poder económico global, los analistas podrían ayudar a hacerlo más estable. Al descubrir los aspectos vulnerables del sistema, los economistas pueden sugerir medidas para evitar que futuros colapsos se propaguen por toda la economía. Glattfelder dice que podríamos necesitar reglas anti-trust globales, que ahora existen solo a nivel nacional, para limitar la sobre-conexión entre TNCs. Sugihara dice que el análisis sugiere una posible solución: las firmas podrían ser gravadas por excesivas interconectividad para disminuir ese riesgo.
Una cosa no es compatible con algunas de las afirmaciones de los manifestantes: es poco probable que la super-entidad sea el resultado intencional de una conspiración para gobernar el mundo. “Semejantes estructuras son de naturaleza común”, dice Sugihara.
Los recién llegados a cualquier red se conectan preferencialmente a miembros altamente conectados. Las TNCs compran acciones las unas de las otras por motivos empresariales, no por dominar el mundo. Si la capacidad de ser conectado aglomera, lo mismo sucede con la riqueza, dice Dan Braha de NECSI: en modelos similares, el dinero fluye hacia los miembros con mayores conexiones. El estudio de Zúrich, dice Sugihara, “constituye una fuerte evidencia de que las reglas simples que rigen a las TNCs conducen espontáneamente a grupos altamente conectados”. O como dice Braha: “la afirmación de Ocupad Wall Street de que 1% de la gente tiene la mayor parte de la riqueza refleja una fase lógica de la auto-organización de la economía”.
Por lo tanto, es posible que la super-entidad no sea el resultado de una conspiración. La verdadera pregunta, dice el equipo de Zúrich, es si puede ejercer un poder político concertado. Driffil piensa que 147 son demasiados para sustentar una colusión. Braha sospecha que competirán en el mercado pero actuarán juntas por intereses comunes. La resistencia a cambios a la estructura de la red puede ser un semejante interés común.
Las máximas 50 de las 147 compañías súper-conectadas:
1. Barclays plc
2. Capital Group Companies Inc
3. FMR Corporation
4. AXA
5. State Street Corporation
6. JP Morgan Chase & Co
7. Legal & General Group plc
8. Vanguard Group Inc
9. UBS AG
10. Merrill Lynch & Co Inc
11. Wellington Management Co LLP
12. Deutsche Bank AG
13. Franklin Resources Inc
14. Credit Suisse Group
15. Walton Enterprises LLC
16. Bank of New York Mellon Corp
17. Natixis
18. Goldman Sachs Group Inc
19. T Rowe Price Group Inc
20. Legg Mason Inc
21. Morgan Stanley
22. Mitsubishi UFJ Financial Group Inc
23. Northern Trust Corporation
24. Société Générale
25. Bank of America Corporation
26. Lloyds TSB Group plc
27. Invesco plc
28. Allianz SE 29. TIAA
30. Old Mutual Public Limited Company
31. Aviva plc
32. Schroders plc
33. Dodge & Cox
34. Lehman Brothers Holdings Inc*
35. Sun Life Financial Inc
36. Standard Life plc
37. CNCE
38. Nomura Holdings Inc
39. The Depository Trust Company
40. Massachusetts Mutual Life Insurance
41. ING Groep NV
42. Brandes Investment Partners LP
43. Unicredito Italiano SPA
44. Deposit Insurance Corporation of Japan
45. Vereniging Aegon
46. BNP Paribas
47. Affiliated Managers Group Inc
48. Resona Holdings Inc
49. Capital Group International Inc
50. China Petrochemical Group Company

  • Lehman todavía existía en la base de datos de 2007 utilizada.

Fuente: http://www.newscientist.com/article/mg21228354.500-revealed—the-capitalist-network-that-runs-the-world.html
rCR

La crisis financiera global, unipolarismo y multipolarismo, es nacional y popular

La crisis financiera global, unipolarismo y multipolarismo, es nacional y popular (febrero de 2016)
Wim Dierckxsens
Walter Formento
Introducción

Nuestra tesis central es que el poder hoy por hoy parte del estado/universal, no hay poder en el Estado/Nación solo Nación, ni tampoco en el Estado/Continente solo Unión Continental, solamente como Estado/Universal (Estado/Global para las ETN´s) se puede construir poder/soberanía constituyendo Estado en lo nacional y continental.
Este trabajo tiene su punto de partida en el hecho que en Argentina ha cambiado de manos la presidencia de la nación, ha cambiado la persona que preside la Nación, ha cambiado el programa político estratégico que gobierna a los argentinos y que sitúa a la Argentina en la región latinoamericana/caribeña y en el mundo.
El 10 de diciembre de 2015, asume Mauricio Macri como presidente con el 51,34% contra el 48,66% de los votos en un ballotage electoral representando a la segunda fuerza más votada, e inmediatamente aplica su programa de gobierno de hecho, sin mediar consulta con un parlamento, en receso de verano pero tampoco llamado a sesiones extraordinarias, donde es minoría en ambas cámaras legislativas.
Su política de gobierno se encuentra orientado hacia adentro de la Argentina donde los mayores ganadores son las transnacionales financieras globales con sede Londres/WallStreet/HongKong. Además, reorienta la política exterior coherentemente hacia la globalista Alianza del Pacifico.
Esto sucede hoy cuando en el 2005, paso de ser parte del esquema ALCA a ser parte de la Unasur/Celac en los BRICS. Este “cambio” conduce a la Argentina hacia el esquema financiero global unipolar, confrontando al interior de la alianza del gobierno con el esquema financiero unipolar retrasado/buitre y, por fuera de esta alianza de gobierno, con el esquema productivo multipolar universal (Brics-A y Francisco) en el que estuvo inscripta de modo dominante durante la administración anterior, particularmente luego de junio de 2013.
El hecho de un cambio de gobierno nacional, con un programa financiero global que cambia profundamente la orientación que la Argentina traía a partir del 2005, que se aplica de modo virulento y de hecho, que no tiene mayoría en las cámaras del poder legislativo, que fue segunda fuerza en las elecciones generales reuniendo solo un 34,33% de los votos y que gano en ballotage con el 51,34%. Es el punto de partida de este trabajo.
Argentina: ¿Macri en el Gobierno, quién en el Estado?
Cuando el gobierno de Mauricio Macri, en Argentina, impone como política la devaluación de la moneda, de 9,6 a 14 $/U$, en más de un 30% y, además, “acuerda” con los grandes bancos financieros globales la entrega del control del banco central, de la moneda nacional y de la política monetaria, “a cambio de” disponibilidad de financiamiento en dólares y la no corrida financiera. Cuando Macri realiza esto, lo que hace es “ceder” la soberanía del territorio económico-financiero a las Empresas Transnacionales financieras –ETN´s-.
Es esta entrega de la soberanía económica financiera la que permite/facilita que el dólar pase de 9 a 14 $/U$s en el tipo de cambio, con disponibilidad de crédito internacional y sin corrida financiera. Claro que esta decisión lo enfrenta a las ETN´s Buitres de Singer/Griessa, que presionaban a Macri con no abrirle el crédito internacional para la Argentina, si antes no resolvía la deuda con los Buitres financieros del republicanismo neoconservador norteamericano.
Macri entrega el control del banco central de Argentina a los Neoliberales globalistas financieros (HSBC, Barclays, Lloyd´s, Citibank), y estos les garantizaron la disponibilidad de crédito internacional fluido, a partir de esto ¡¡Chau buitres Neoconservadores!!
Otro hecho que sucede al mismo tiempo, es que también se ha producido un salto de inflación de más del 30%. Las grandes empresas multinacionales agroalimentarias, nucleadas en la UIA-Copal, tienen la capacidad de imponer esta suba de precios en los alimentos y en toda la canasta de bienes de consumo masivo (bienes salarios). Incluso en común acuerdo con las transnacionales financieras del hiper/supermercadismo (Carrefour, Wallmart, Jumbo, Coto, etc.). Estas corporaciones multinacionales de la alimentación no solo aumentan de hecho los precios en más del 30%, sino que hacen pública su decisión de no retrotraer los precios y no participar realmente del programa Macrista de “precios cuidados”.
La pregunta que nos hacemos es: ¿Por qué las grandes transnacionales financieras van a tener precios/ganancias en Argentina menores a las que pueden realizar en otras partes del mundo? Las Empresas Capitalistas se guían por la lucha por la maximización de la ganancia financiera (dividendos), en una guerra económica-financiera global sin cuartel.
Entonces, es central recordar que, solo los actores sociales organizados (pueblo), política y gremialmente, pueden lograr defender las conquistas así como también conquistar nuevamente el gobierno del estado y construir poder para imponer reglas de juego, donde se beneficien los pueblos de pequeños empresarios y trabajadores. En este marco, por lo tanto, los precios/ganancias de las ETN´s serán menores a las del mercado mundial. Porque el poder de los Pueblos organizados permite, que la riqueza social no se la apropien las ETN´s y si se distribuya democráticamente. Democratizar la distribución de la riqueza económica, política, cultural sólo es posible con pueblos organizados y movilizados. Los intereses organizados de las transnacionales financieras NO tienden a la democratización de nada, SI a la monopolización de todo. Esa es la ley interna que rige a los monopolios capitalistas financieros.
Con el gobierno de MMacri la guerra/crisis financiera global ha entrado en Argentina, porque las ETN´s ahora son Gobierno y Estado. Por lo tanto, manda el “mercado”, es decir las ETN´s, donde el Muy-Grande se come al Grande, y no hay lugar para nadie más. Sólo si la Política manda, hay lugar para todos y un pueblo organizado puede ser Estado y gobierno.
Pueblo, Nación, Gobierno y Estado
Cuando hablamos de construir poder, decimos que la reunión de un conglomerado heterogéneo de actores políticos y sociales constituyo fuerza político social en Argentina, articulando con “iguales” en Brasil, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Chile, Paraguay, Perú, etc., para conformar volumen/masa de poder suficiente para mantener a raya a las ETN´s y poder desarrollar política con proyecto propio y con un grado alto de soberanía estratégica.

En estas condiciones consideramos que hay Estado-Poder, porque esa magnitud de poder permite constituir Estado y delimitar un territorio para ejercer una política soberana. Sin Unasur/Celac no podía haber margen de soberanía/poder para frenar al ALCA de las corporaciones transnacionales financieras Buitres. En noviembre de 2005 en Mar del Plata no existía Unasur como institución, pero si existía como organización de actores políticos que coordinaba política y que tuvo la voluntad política de producir ese hecho, el “No al Alca”.
Es importante mostrar que, en este marco, el banco del sur, la moneda del sur y el fondo del sur nunca pudieron nacer como instrumentos estratégicos de la soberanía de la Unasur/Celac. Pero los instrumentos de la soberanía alternativa al poder financiero transnacional se abrieron paso recién a partir de la reunión de los Brics en 2014 y consolidan su avance en 2015, como “nueva arquitectura económica multipolar”. Dando cuenta de que no hay poder/soberanía alternativa al Poder/Estado de las ETN´s por fuera de un esquema multipolar universal.
Argentina es parte del esquema multipolar universal. Además, como parte de la Unasur/Celac es muy importante para el esquema de poder/soberanía multipolar, Brics-A+Vaticano Francisco. Incluso, es importante tener en cuenta que, hoy, el esquema multipolar de poder/estado/soberanía se encuentra sólido y fuerte, y avanzando. Es el gobierno del Estado en Argentina el que ha cambiado de “manos”, ha pasado a manos de las transnacionales financieras globales unipolares –ETN´s unipolares-.
La Argentina de la producción, el trabajo, la ciencia y la tecnología tiene margen de maniobra, espacio, en el mundo multipolar, donde la Unasur/Celac es parte, para disputar poder y ser parte del poder. Se perdió el gobierno en la Argentina, pero no se perdió margen de maniobra de política internacional a partir del Estado Multipolar Universal (Global para las ETN´s globalistas).
Por ello es importante saber que no puede pensarse/constituirse poder por fuera de la construcción del Estado/Universal (Multipolarismo Brics-Francisco). Se perdió el gobierno de la nación Argentina, hemos perdido el manejo de la administración del estado en Argentina, pero la correlación de poder en el plano universal no ha cambiado sustancialmente por ello. Si incluso perdiera Lula/Dilma en Brasil (que no es el caso) arrastrando a Venezuela-Bolivia-Ecuador, la perdida sería importante para la Unasur/Celac pero, aun así, no sería de impacto estratégico en lo Universal.
De igual modo los cambios de gobierno en Grecia-Italia-España no impactan en el gobierno de la UE, incluso los cambios locales en Francia y Alemania no impactan en UE. Ahora un cambio de intereses dominantes en el gobierno de la UE tiene un impacto importante en el Estado Universal de fuerzas. Así como la actual decisión de la UE de avanzar en el camino de la “nueva ruta de la seda” multipolar multiplica la fuerza de ese esquema.
En síntesis, el poder parte del estado/universal, no hay poder en el Estado/Nación solo Nación, ni tampoco en el Estado/Continente solo Unión Continental, solo como Estado/Universal (global para las ETN´s) se puede construir poder/soberanía constituyendo Estado en lo nacional y continental. Es a partir de constituir y formar parte del Estado Universal de fuerzas políticas internacionales que podemos considerar luego, la situación de las terminales-esquemas de poder en Argentina, en la Unasur-Celac y en la UE.
Estado Nación, Continental o Universal/Global
El Estado Global (Universal) Unipolar Financiero existe desde 1989-1991, para ponerle fecha de referencia aproximada. Los indicadores más importantes son el lanzamiento del programa financiero global de dominación global del Consenso de Washington en 1989 y, la “disolución” de la URRS y del Muro de Berlín en 1991. La interna del unipolarismo financiero se plantea inmediatamente con el lanzamiento de la UE y del ALCA como Estado Continental en 1991/94.
El conjunto de crisis/guerras militares, que el complejo financiero industrial militar de Washington desarrolla, y el conjunto de crisis/guerras financieras, que el complejo financiero de New York/Londres/Hong Kong despliegan, dan cuenta de la confrontación estratégica planteada al interior del Unipolarismo Financiero Transnacional, entre la fracción/forma de capital financiero que se retrasa en sus capacidades económico-financieras y recurre a la militarización del mundo, y la fracción/forma nueva de capital financiero global que avanza y se desarrolla, por lo tanto trata de que la lucha se resuelva en el terreno económico-financiero donde tiene ventaja.

Esta interna del unipolarismo financiero transnacional tiene dos hechos de magnitud estratégica:
a- la “caída/derogación” en diciembre de 1999 del “muro” que la ley Glass Steagall había podido levantar en 1934 (F. Roosevelt) en defensa de la gran banca financiera comercial y en contra del desarrollo de la banca financiera de inversión, desde la crisis financiera de 1929.
Y b- la “caída/demolición” de las Torres Gemelas Financieras de Wall Street (new york) en septiembre de 2001, que permite al capital financiero transnacional retrasado legitimar el poder extender/llevar la guerra militar a escala transnacional/global, llevando el enfrentamiento a máxima escala contra el capital financiero global y su guerra financiera global. Guerra financiera de burbuja global de bonos y deslocalización global de empresas transnacionales, de las ETN´s Multinacionales uni-centradas en las Corporaciones de país central a las ETN´s Globales poli-centradas en la Red de citis financieras, poniendo en crisis al Estado / País Central. Son dos formas de capital financiero diferentes conformando dos formas de ETN´s distintas.
Son estos dos hechos de impacto global los que dan contexto y marco de política internacional para el “No al Alca” y una reestructuración de deuda soberana exitosa (2000-2004/2004-2010). Sabiendo, que la Deuda significa para el deudor pérdida de soberanía y para el acreedor dominación sobre un territorio, lo que explica la lucha entre las dos líneas financieras transnacionales por conducir el proceso de reestructuración de Deuda Soberana.
Previamente, fue marco y contexto, para el golpe de estado por “corrida financiera” en diciembre de 2001 en Argentina, la salida anticipada del gobierno de De la Rua-Cavallo (2001), la operación “masacre de Kosteki-Santillan en el puente Avellaneda” (2002), la profundización de la crisis de los partidos políticos (2002/2003), elecciones anticipadas con los partidos políticos (UCR y el PJ) fragmentados en 3 instrumentos electorales cada uno (2002-2003), la elección de Néstor Kirchner presidente en 2003 con el 21%, las plazas de Blumberg, la salida de Prat Gay en diciembre de 2004 del BCRA, el ingreso de Redrado al BCRA, Lousteau al ministerio de economía, el estallido de la crisis financiera de 2006-2008. MMacri alcanzando la gobernación de capital federal y renombrándola como City de Buenos Aires, en un contexto de una muy dudosa “Tragedia de Cromañón” que le allana la victoria electoral.
La división profunda, estructural, del unipolarismo financiero transnacional y el enfrentamiento orgánico entre su línea financiera Globalista y la Multinacional, construyen una situación coyuntural de Umbral de Poder; donde la unidad de medida no es la unidad económico tecnológica de la economía central más avanzada sino el umbral que marca ahora el esquema de poder político estratégico desarrollado en esta coyuntura de crisis orgánica del capitalismo y para todas las clases sociales, policlasismos, pueblos, etc.; crisis orgánica/épocal que permite que proyectos alternativos al capitalismo financiero transnacional, del tipo de capitalismo social de estado o emancipatorios de estado social encuentren condiciones para su momento histórico.
En este punto se puede observar la importancia estratégica del momento en que insurgen, en una situación de crisis económico-financiera global, los esquemas de poder universal/global multipolares alternativos (Brics-A y Vaticano-Francisco) a los esquemas financieros unipolares (Globalista y Multinacional).
Estado, Global Unipolar o Universal Multipolar
El estado universal multipolar tiene su primer momento cualitativo en diciembre de 2008 en la conformación del G20, que reúne el G7 central más las llamadas “Economías Emergentes”. La crisis financiera global se inicia en febrero de 2006 y estalla como burbuja en septiembre de 2008, formando parte del conflicto y la confrontación de las dos estrategias unipolares financieras, la Global y la Multinacional. Es la estrategia financiera multinacional (retrasada) la que detona el “estallido” de la crisis global, a partir de la decisión de dejar caer al Banco Financiero de Inversión Lehman Brothers, parte de la Red financiera global Citigroup/Barclays, que conlleva el estallido de la burbuja financiera de “bonos basura”. Bonos basura cuando la tasa de interés de la Fed paso al 5% (el Tesoro y la Fed en manos del Goldman Sachs/JPMorgan/BofA), pero que no lo eran cuando estaban al 1% (el Tesoro y la Fed estaba en manos del Citigroup/Barclays/HSBC)i.
Su segundo momento es en 2010, cuando el unipolarismo retrasado detona ahora la crisis de la Unión Europea, a partir de la crisis de Grecia. El mismo Goldman Sachsii que está muy presente en el 2006/08 en la caída del Lehman, lo encontramos ahora en la crisis Griega. Esta crisis griega está en la estrategia de consolidar la UE centralizando grados de libertad de los ex estados nación parte, ahora, de la UE. A la crisis griega le sigue y se le superpone la crisis española, que amenaza con ser también Italiana, pero esta crisis tiene iniciativa en el unipolarismo financiero global (Londres), con el objetivo de frenar la consolidación de la UE y hacerla volar en pedazos, que podrán ser luego re-articulados a partir de consolidar las Citis Financieras europeas.
Es en este momento en que China/Rusia como parte del Multipolarismo se hacen presentes respaldando/defendiendo el Euro, como moneda y como instrumento que organiza económica-políticamente la UE. Esta acción desarticula el golpe financiero globalista, permite que la UE avance, hace avanzar a los Brics-A y abre la crisis del Vaticano-Unipolar Global (Tarsicio Bertone), lo cual permitirá que en marzo de 2013 se resuelva con la consolidación del Vaticano-Multipolar (Francisco + Benedicto XVI).
Los Brics-A, en julio de 2014, consolidan posiciones y lanzan como programa la Nueva Arquitectura Financiera alternativa al Dólar/FMI/BM. En 2014, China-Rusia vuelven a coincidir en la defensa de la UE y en contra de una nueva operación de golpe financiero global, que se resuelve nuevamente en contra de Londres, y la UE avanza en los diálogos con los Brics-A a partir del proyecto de nueva ruta de la seda.
La UE es una pieza clave en la geoestrategia del poder universal/ global. La consolidación de la UE como parte de los Brics-A (ampliado) define una magnitud/masa de poder que implica la consolidación cualitativa del Multipolarismo y la subordinación de ambos esquemas financieros unipolares. En este marco es importante situar los hechos de falsa bandera de 2015 llamados, la “masacre de Paris” y la “masacre de San Bernardino-California”.
Los hechos militares a partir del uso de “instrumentos terroristas irregulares subcontratados por Estados/ETN´s” en Siria, Irak, Egipto, Libia, Ucrania, Méjico, Colombia, Perú, Argentina, EEUU, Francia, etc., son modos de obstaculizar la consolidación de los esquemas multipolares (Brics-A y Vat-Francisco).
Las “operaciones alquimistas” para la “imposible e inexplicable” derrota electoral presidencial, en Argentina 2015, de los candidatos del multipolarismo son muestra de ello; para la situación de impugnación de la presidenta de Brasil; y para el triunfo de la oposición venezolana en las elecciones a la Asamblea Nacional son indicadores de peso en esta línea argumental.
La corrida financiera global (golpe de estado por medio de corrida financiera) iniciada desde la Fed-EEUU en junio de 2013, a partir del anuncio de “su intención” de aumentar la tasa de interés de 0,25% (2009) al 2,5% (que aun hoy no pudo lograrse y sigue técnicamente en 0%), dispara la salida violenta (corrida) de los fondos de financieros, invertidos desde diciembre de 2008, de las economías emergentes debilitándolas al restarle financiamientoiii.
Las políticas de expansión monetaria en EEUU, desde la crisis de 2008 hasta 2013, llevaron a una depreciación del dólar, revaluando al Euro y al Yen, volviendo más competitivo Dólar como moneda mundial, abaratando también las materias primas en relación al dólar y encareciéndola respecto a las otras monedas, pero no logrando reactivar la economía norteamericana ni hacer nuevamente creíble al Dólar, porque la crisis financiera transnacional angloamericana no ha sido resuelta y, continua paralizando y deslocalizando su industria. La consecuencia de la suba de los precios de las materias primas, entre otras el petróleo, permitió a EEUU desarrollar y abastecerse de petróleo de esquisto (no-convencional).
Una situación contraria sucede después de 2013/14, cuando finalizan las emisiones sin respaldo en EEUU y son sustituidas por la expansión monetaria en Japón y la UE subordinadas al plan de las corporaciones financieras de Washington. Al repuntar el dólar frente a las otras monedas lleva los precios de las materias primas: del petróleo, minerales y, cereales y oleaginosos, a un precio mínimo, afectando sobre todo a los países emergentes. Esta guerra de divisas, de devaluaciones y revaluaciones del Dólar, a partir de emisiones de bonos/dinero, primero en EEUU y luego en la UE y Japón, sucede justo en el momento en que el multipolarismo plantea la nueva arquitectura financiera, con una moneda propia (canasta de monedas Brics) y respaldada en oro (el Dólar cada vez más exclusivamente se respalda en el poder militar de EEUU desde 1971/3), un banco de fomento y fondo de compensación propia. Justo en este momento es cuando estalla la batalla entre imperios financieros.
La batalla entre imperios financierosiv
El 3 de diciembre de 2015 hubo una prueba de fuerza entre imperios financieros en su batalla por el mundo. La Reserva Federal presionó durante todo el año 2015 al BCE (Banco Central Europeo) para que impulsara un fuerte programa de flexibilización cuantitativa en beneficio del dólar. Desde principios del 2015 el Bundesbank (Banco Federal –Central- Alemán) se había opuesto a esta forma de expansión monetaria porque beneficiaba al Dólar y no al Euro, pero hasta diciembre prevalecieron en el BCE los actores Europeos alineados a los intereses financieros globalistas, que hasta diciembre aún no habían abierto su ataque al dólar. Hasta ese momento no se habían tornado antagónicos los intereses financieros de los nacionalistas neoconservadores de EEUU, con los intereses financieros de los globalistas neoliberales de Wall Street/Londres/Hong Kong.
En el año 2016, antes de las elecciones de noviembre en EEUU, los intereses financieros globalistas de la City de Wall Street y la City de Londres esperan acabar con la Era del dólar. Esa Era que nació en la Conferencia de Bretton Woods en junio de 1944 impuesta por EEUU, como el verdadero vencedor de la guerra financiera que se inicia en 1929 y de 2da guerra militar mundial que se inicia en 1939. Con esta imposición, el mundo se dividió en dos, dando inicio al bipolarismo geopolítico con punto de apoyo en el Berlín de la Alemania dividida, entre el mundo occidental de EEUU y el mundo oriental de la URSS. Esa Era del Dolar inicia su crisis en 1991 con la “caída” del Muro de Berlín y la “caída” de la URSS. Este momento es de carácter político, pero hay otro económico de mucho peso a tener presente.
El mundo como un todo, al entrar al año 2016, ha alcanzado niveles de saturación de deuda. Solo la tasa de interés cero ha permitido el creciente endeudamiento año tras año posponiendo el colapso financiero internacional. Cuando la pirámide invertida de deudas ya no puede continuar creciendo, el colapso es inevitable. El 2016 muestra los signos donde los márgenes de maniobra de los bancos centrales se han agotado. Sin poder aumentar la emisión en dólares sin respaldo real, a tasa negativa y comprando los bonos incobrables emitidos antes. Además, sin poder emitir sin respaldo real, no solo en Dólares, sino también en Yenes y en Euros, se torna inviable que nuevos ´inversionistas´se sumen al esquema de la pirámide invertida de Ponzi, que es su prerrequisito de funcionamiento.
Pues, continuar con un esquema ´ponzi´ requiere de nuevos ´inversionistas´. Estas nuevas inversiones cada vez más grandes solamente han sido posibles mediante nuevos créditos, o sea, nuevas y cada vez mayores deudas. Hemos llegado al extremo hoy que dinero equivale a deuda, o sea, habiendo tanta deuda a partir de la emisión de dinero por los Bancos Centrales sin respaldo real, el dinero hoy se reduce a deuda.

La economía real en Occidente se encuentra en estado agonizante, al no invertirse el creciente crédito en ella. No se invierte en la economía real en los países centrales por haber bajado la tasa de ganancia en esa orbita a casi un 0%, hecho que coincide con el estallido de la Crisis Financiera Global de 2007/2008. Cuando la economía real ya no puede generar las ganancias suficientes para que estos nuevos acreedores participen en las ganancias en forma de intereses y dividendos, o cuando esa economía real para peor tiende incluso a contraerse, la ´solución´ creada por los bancos centrales ha sido bajar las tasas de interés hasta llegar incluso a niveles negativos. Con tasas de interés cada vez más negativas, el servicio a la deuda tiende a la baja y podría continuarse con la pirámide invertida. Sin embargo, hay límites para bajar las tasas de interés a niveles cada vez más negativos. Conforme las tasas de interés se tornen negativas, el sistema mismo pierde credibilidad ante un número creciente de actores. Al acabarse las posibilidades de endeudamiento con tasas de interés negativas, la Reserva Federal hace efectiva a fines de 2015 un aumento en la tasa de interés (de 0,25 a 0,50%). Hace efectiva la decisión anunciada en junio de 2013 de elevar la tasa de interés, solo que la eleva a 0,50% cuando había anunciado elevarla al 2,5%.
Lo anterior no solo implicará que los países emergentes se encontrarán en crecientes problemas de pago, lo cual sucede desde el anuncio de la Fed-Bernanke en junio de 2013 y servirá de pretexto para echar la culpa al colapso, que se está acelerando en el mismo centro del poder financiero.
En el inicio mismo del año 2016, Occidente se encuentra ante un proceso de bancarrota a gran escala. A fines del año 2015 se levantan banderas rojas en el mercado de los bonos porque aumentan sin cesar las deudas impagables de los llamados ´bonos basura´, y ya no tanto de los gobiernos sino más bien de las propias corporaciones globales. El mercado de bonos (deudas) es aquel donde empresas, países e individuos toman préstamos de dinero. Es un mercado mucho más grande que el mercado de valores (las bolsas de valores). En Estados Unidos, por ejemplo, el mercado de bonos es dos veces más grande que la bolsa de valores de Wall Street. Las deudas impagables, constituyen hoy por hoy una proporción significativa de todo el mercado de bonos. La revista ´Financial Times´ informó el 24 de noviembre de 2015 que la mitad de los bonos corporativos son bonos basura y que la tasa de bancarrota alcanzó niveles no vistos desde la crisis de 2008.

Con las tasas de interés negativas (en términos reales) las corporaciones no-financieras norteamericanas (básicamente) enfrentaron en 2015 una deuda de 7.7 billones de dólares. Durante los primeros once meses del año 2015 unas cien compañías globales entraron en bancarrota, de las cuales 62 son norteamericanas y alineadas con la estrategia financiera multinacional retrasada. Las empresas calificadoras de los bonos (deudas) como Standard&Poors, alineadas con los intereses financieros globalistas, calificaron a la baja a un número creciente de corporaciones globales, es decir, dudan de su capacidad de pago. Muchas de esas corporaciones globales endeudadas entrarán en bancarrota en 2016. La consecuencia lógica de estas bancarrotas es que la bolsa de valores de Nueva York, donde se cotizan las acciones de las corporaciones en general y, por lo tanto, también de aquellas con problemas de pago, está de regreso de su máximo del 3 de diciembre de 2015.
Una caída libre sin parar se perfiló en Wall Street en los primeros 12 días del año 2016. Ya no cabe duda alguna, nos encontramos en 2016 ante una Gran Depresión y aparentemente bien manipulada por los intereses globalistas. Vivimos en un mundo donde no solo la economía sino también las crisis económicas cada vez más se manejan con planificación centralizada. Una crisis económico financiera inducida desde un centro de poder financiero, que se posiciona para acumular poder/valor a partir de producir la crisis. Muy similar a lo sucedido en 2007/08. Tal vez lo nuevo respecto a 2008, es que están dadas las condiciones mundiales de poder para “dejar caer” a los perdedores, a las transnacionales financieras retrasadas. Dejarlas caer significa dejar que quiebren y sean desarticuladas y absorbidas por los “ganadores”. ¿Cuáles son los posibles actores internacionales ganadores? Son los escenarios de posibilidad de los cuales debemos dar cuenta.
Hacia fines del año 2015, pudimos observar que son 27 mercados bursátiles en el mundo los que han perdido más del 10% desde su máximo alcanzado en el año. Por otro lado, llueven los estudios que afirman que ni China ni los países emergentes podrán continuar siendo países de destino de las inversiones a escala global. La campaña contra China tiene todos los indicadores que continuara en el 2016. Seguramente habrá nuevos intentos para consolidar un gran crash (golpe) financiero en el país asiático, estallido y colapso financiero que va a ser “manipulado” seguramente mediante “entrevistas de opinión estratégica” y los multimedios/tics de comunicación desde Wall Street/Londres. Si bien es cierto que se produjeron en 2015, en dos momentos consecutivos, caídas abruptas del valor de las bolsas de China (y sin lugar a dudas con ´ayuda´ del capital especulativo externo), también es cierto que en el primer semestre del año 2015, hubo una gigantesca capitalización bursátil en el gigante asiático. En síntesis, durante el año 2015 la capitalización bursátil de China ha dado positiva.
Que el modelo económico chino tiene serias fallas estructurales no puede ser discutido, pero no es riguroso afirmar que se acabó el milagro chino y que entró en depresión. Que ya no crece como antes es cierto, paso de 10% a 7% anual. Que su PBI medido por su PPA se quintuplico entre 1980-2008, cuando dejo de crecer al 10% de media e inicio su caída al 7%, también lo es. Por lo tanto, crecía a un 10% sobre un total 5/7 veces menor, y crece hoy al 7% sobre un total 5/7 veces superior. Entonces, ¿dónde estaría la crisis de china? No en este indicador económico. Afirmar que está en pleno colapso financiero está fuera de toda realidad y suena más bien a un (otro) ataque planificado. Todo esto se percibe más como un intento de atribuir el caos venidero a causas externas, sea en lo económico con China o en lo militar con Rusia.
El colapso financiero en marcha en los EE.UU. se da en el contexto global que se construyó a partir del “golpe de estado financiero de junio de 2013 contra los países emergentes organizado por la Fed”, que llevo a que en muchos países emergentes el mercado bursátil colapsase en 2015. También las bolsas de valores en países europeos como Alemania, Reino Unido, España y Polonia perdieron en 2015 más del 10%.
Es a partir del alza de la tasa de interés (de 0,25 a 0,50%) en diciembre de 2015, que esto alcanzo al mercado bursátil de EEUU. Las principales bolsas de valores de Nueva York (Standard&Poors, Nasdaq y el Dow Jones) han sufrido sustanciales bajas en diciembre de 2015, y el año 2016 comenzó con valores de pérdidas diarias nunca visto antes en los últimos cien años. En nuestra opinión, el colapso financiero que estamos observando “está beneficiando a” los intereses financieros globalistas. El fortalecimiento del Estado Global Unipolar llevado a cabo por el FMI, el Banco de Basilea (Banco central de todos los bancos centrales) y los bancos centrales hegemonizados por los Rothschild-HSBC, no es tanto la eventual resultante del colapso financiero sino más bien su causa, al haberlo provocado para lograr instaurarlo.

No tienen ningún reparo ante una nación como EEUU, ni ven a EEUU como demasiado grande para no dejarlo caer. Para ellos los EEUU, la Reserva Federal y el dólar son solo piezas de ajedrez en un tablero mayor. Por ello insistimos en considerar que, antes de las elecciones de noviembre de 2016, es de esperar que presenciemos ya la demolición controlada del poder unipolar centrado en EEUU. En medio del caos económico, político y hasta militar, los globalistas nos querrán hacer creer que no hay otra opción y además, crearán el caos necesario para convencernos a todos nosotros de ellov.
El alza en la tasa de interés de la Fed, significa que hay ´luz verde´ para dejar caer al dólar. Esta política de dejar caer al dólar estimuló la venta neta de bonos del Tesoro por sus principales tenedores en 2015, fenómeno que sin lugar a dudas podrá acelerarse en el año 2016. Con ello la situación del dólar se ve comprometida directamente. Podemos mencionar que el Banco Popular de China reportó, el 7 de diciembre de 2015, que en el mes de noviembre había vendido 87 mil millones de dólares en Bonos del Tesoro, lo que representa el 2.5% de las reservas vendidas en un solo mes. Desde su máximo en junio de 2014, el Banco Central de China ha vendido bonos del Tesoro por un monto de medio billón de dólares, lo que representa el 14% de todo su stock de reservas. El Banco Central de Japón, el segundo poseedor más importante de los bonos del Tesoro, vendió el 6% desde su máxima posesión alcanzada hace unos años.
El Estado-Continental Unión Europea (UE) en el contexto global
En diciembre de 2015, la posición del Bundesbank de Alemania se impuso para que el programa de flexibilización cuantitativa (o expansión monetaria) no continuara ni en el volumen ni en la dirección de los intereses del dólar. La monetización (QE) ahora ya no se orienta básicamente a la compra de bonos del Tesoro de EEUU, sino que se dirige a la compra de deudas de gobiernos locales y regionales en la UE. La consecuencia inmediata es que el Euro deja de depreciarse frente al dólar, fortaleciendo al dólar como moneda de reserva al usar la emisión para comprarlo y, a partir de entonces, se observa nuevamente más bien cierta depreciación del dólar frente al euro.
Esta fue una medición-de-fuerzas entre los intereses neo-conservadores de la UE, representados por el Bundesbank de Alemania, y la de los bancos del capital financiero neo-conservador norteamericano en defensa del dólar como moneda de referencia. De hecho el Bundesbank quedo jugando en la misma línea de acción que los intereses de la estrategia financiera neoliberal globalista. Misma línea de acción con los globalistas frente a los intereses financieros neoconservadores de EEUU, pero con intereses y estrategia diferentes. El Bundesbank, actuando de este modo, sigue en la dirección de consolidar a la UE, al Euro y al BCE en su camino de profundizar la articulación con la Nueva Ruta de la Seda de los Brics-A y China. Recordando los dos intentos de golpe financiero de estado, entre 2010 y 2014, de las citis de Londres y Wall Street para quebrar al núcleo Germano-Francés y hacer de la UE una red dispersa de citis financierasvi.
Con este viraje de la UE y el Bundesbank, los mercados bursátiles y el del dólar fueron inmediatamente sacudidos. Es preciso recordar que en la UE están presentes y pujan todos los intereses financieros transnacionales, así como lo hacen también dentro de EEUU. Lo nuevo desde 2010, Tratado de Lisboa, es que el núcleo de poder germano-francés de la UE se consolida, al derrotar el ataque financiero globalista, coincidiendo para ello con China/Rusia y los Brics. Es importante remarcar que no solo se consolida el proyecto de Unión Europea, sino que también diferencia su estrategia respecto de los Neoconservadores de EEUU.
En la UE existen fuerzas que son parte del capital financiero globalizado, con su centro hegemónico en Wall Street/Londres/HongKong. En la Comisión Europea en Bruselas, donde tiene sede el poder ejecutivo, los intereses de la City de Londres tienen peso, lo que se manifiesta concretamente en una política de gobierno que apuesta fuertemente al Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, negociado en total secreto. El mismo tiene por objetivo lograr crear, con este tratado Transatlántico en conjunto con el Tratado Transpacífico, el mayor mercado económico-financiero del mundo. De lograrlo la élite financiera hegemónica de Wall Street/Londres consolidaría su proyecto de un Estado global sin fronteras ni ciudadanos.
Las negociaciones en torno a este tratado han sido muy lentas y la oposición al tratado ha crecido durante todo el año 2015. A partir de la política de QE (emisión sin respaldo para comprar bonos del Tesoro) de la Unión Europea en defensa del dólar, se observó en 2015 la paulatina paridad entre el euro y el dólar. A partir de esta situación de paridad entre las dos monedas, al mismo tiempo que se fortalecía el Dólar como moneda de reserva mundial, también hubiera sido posible introducir una moneda global que sustituyera al (petro) dólar. La creación de una nueva moneda común y de referencia es un mecanismo muchísimo más profundo y eficiente que un Tratado de Libre Comercio entre ambos bloques económicos. Una zona euro-dólar constituiría la punta de lanza para que, la articulación de la City de Wall Street y la City de Londres, se trasformen en dominantes para desarrollar un nuevo sistema monetario internacional, con capacidad de imponer el Estado Global Unipolar.
Esto no sucedió, porque en esa puja de intereses entre: – los neoconservadores de EEUU que imponían una emisión de Euros para respaldar al Dólar, – los neoliberales de las citis financieras de Londres/Wall-Street/Hong-Kong que en su lucha por imponer los Tratados Transatlántico-y-Transpacífico podrían haber remplazado al Petro-Dólar por el Eurodólar y, – los neoconservadores de la UE en el Bundesbank que, con su aversión al PetroDolar y el rechazo al EuroDolar porque ambos proyectos implican su derrota y desaparición, avanzan lentamente en dirección al Brics-A y su proyecto económico-industrial de Nueva Ruta de la Seda.
En cualquiera de los escenarios ganadores de los intereses financieros anglo-americanos, los países de la Unión Europea, incluyendo a Alemania, perderían su soberanía así como la perdieron los países de Europa del Sur frente al núcleo neoconservador Alemania-Francés en la creación de la Unión Europea del 2010. Para que el núcleo financiero neoconservador germano-francés en la Unión Europea conserve su soberanía (poder), la alternativa es consolidar la mirada hacia los BRICS en general y Eurasia en particular. Al estimular su política económica en beneficio de la Unión Europea, en vez de estimular la compra de bonos del Tesoro de Estados Unidos, se torna más probable la integración de la Unión Europea con el proyecto de Eurasia. En tal caso estaría triunfando un proyecto de Estado Universal Multipolar bajo cierta hegemonía de los Brics. Lo anterior sería a costa de un mundo unipolar, no solo bajo la hegemonía de EEUU con ´otro siglo americano´ sino incluso bajo el Estado Global Unipolar controlado por el capital financiero de las Citis de Wall Street y de Londres. En este sentido la UE toma una posición estratégica en la próxima reconfiguración del mundo.
Es interesante señalar que en esta misma coyuntura, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha redactado una misiva al presidente ruso Vladímir Putin en la que le propone fomentar las relaciones comerciales entre la Unión Europea y la Unión Económica Euroasiática, bloque liderado por una Rusia-Euroasiática profundamente imbricada con la China Multipolar.

En una carta escrita después de la cumbre del G20 en Turquía, el 16 de noviembre de 2015, Juncker le propuso a Putin llegar a un acuerdo comercial entre los 28 países miembros de la Unión Europea y la Unión Económica Euroasiática. Moscú ha confirmado que ha recibido la carta del presidente de la Comisión Europea, aunque se ha negado a revelar su contenido. La idea de un diálogo entre la Unión Europea y la Unión Económica Euroasiática no es nueva pero si es muy llamativa la misiva en esta coyunturavii.
Las Fuerzas por un Estado Universal Multipolar
Los BRICS representan al 45% de la población mundial, el 25% del PIB mundial, el 41% de las reservas de divisas y 45% de la producción agrícola del mundo. Su comercio intra-bloque supone el 17% del comercio mundial. En materia de inversiones extranjeras directas, las de flujo Sur-Sur ya son casi 50%. Este grupo de países además viene construyendo una arquitectura financiera paralela a la hegemónica, con su propio Banco de Desarrollo y su Fondo de Reservas; y realizan una gran parte de sus transacciones comerciales sin “utilizar” el dólar. El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) y su proyecto de la ´Ruta de Seda´ con inversiones gigantescas proyectadas para la integración de Eurasia, pretende rivalizar con el FMI y BM, y también con el Banco Asiático de Desarrollo (creado en 1966, y muy controlado por Japón).
Ni Tokio, ni Washington se han adherido al BAII; pero ya se han adherido unos 57 países, entre ellos no solo los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) o los países euroasiáticos alrededor de la ´Ruta de Seda, sino también Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, Australia, Corea del Sur, Israel, etc. Lo anterior es una señal que la Unión Europea está preparándose para integrarse al proyecto Euroasiático y consecuentemente optando por un mundo multipolar. Esto constituye una enorme victoria diplomática de BRICS y China en particular en materia financiera internacional, no solo frente a los intereses nacionalistas neoconservadoras de EEUU, sino también frente al capital financiero globalizado. La UE juega, en este sentido, un rol estratégico para el futuro sistema económicoviii.
En 2015 China anunció un Fondo de Oro para la ´Nueva Ruta de Seda´, lo que implica más cooperación entre 60 países euroasiáticos en materia de minería de oro, comercio de ese metal y, la compra y venta de oro a bancos centrales de Eurasia en moneda china. El mercado de oro de Shanghái lanzará en abril del año 2016 su mercado internacional de compra y venta de oro en yuanes. Es el avance lógico de la economía más grande del mundo, que más oro produce, compra e importa. El mercado iniciará en abril con 15 bancos chinos y unos cuantos bancos extranjeros. Su peso en el mercado, sin lugar a dudas, influirá en la formación de precios del oro. De esta forma la moneda china se tornará completamente convertible y proporcionará más poder a Asia en general y China en particular.
El mayor o menor éxito del mercado de oro en yuanes dependerá sobre todo de la participación de bancos extranjeros. China ha advertido a los megabancos extranjeros en Londres y Nueva York, que tradicionalmente han fijado el precio del oro en dólares, que aquellos que no participen en el mercado del oro en yuanes perderán la posibilidad participar en las compras e importaciones de oro de Asia y China. Como el oro en la última década va de Oeste a Este, es probable que pronto el precio del oro físico sea determinado básicamente por Chinaix.
Fin del Unipolarismo financiero retrasado de EEUU
Las fuerzas del nacionalismo neoconservador imperial en la órbita política, representadas por el ´Tea Party´ dentro del Partido Republicano y el capital financiero multinacional retrasado de EEUU, juntos quieren mantener la hegemonía unipolar de país central a toda costa. Lo anterior requiere mantener el petrodólar como moneda internacional de referencia. El imperio financiero Rockefeller y su corporación industrial petrolera (convencional) están a la defensiva. Todo parecía indicar a principios de 2015 que con el petróleo de ´fracking´ o esquisto, EEUU iba ser un país autosuficiente en materia de petróleo. Durante el año 2015, con la fuerte caída del precio de petróleo, la producción del crudo de esquisto cayó un 12% en 9 meses y en algunos lugares incluso en un 30%x.
La perspectiva para el año 2016, son precios del petróleo aún más a la baja. En los primeros días de enero de 2016 el barril de petróleo ya se vendía por debajo de los 30 dólares. La progresiva bancarrota de esta industria ya está en marcha. Esta es una muy mala noticia para el imperio financiero Exxon-Rockefeller, así como para la Tesorería de EEUU y la Reserva Federal. El gobierno de Estados Unidos ha de importar nuevamente mayores volúmenes de petróleo con dólares de papel, que cada vez tendrán menos aceptación. Ya mucho ha retrocedido el dólar en los intercambios de petróleo y sobre todo en los países de Eurasia.

El petróleo y la energía fósil en general, se compran y venden cada vez menos en dólares y más en Yuanes, Rublos u otras monedas fuera del ámbito del dólar. Es de esperar que, en 2016, Irán entre fuertemente al mercado internacional de petróleo y fuera del esquema dólar. Si, además, Arabia Saudita abandona el esquema petrodólar y comienza a comercializar su petróleo en otras monedas, bien podrá anunciarse el fin de la era del petrodólar, que es la del Dólar como moneda mundial.
En el momento en que el dólar deje de existir también como moneda internacional de reserva, los bonos del Tesoro perderán rápidamente su valor. La consecuencia será que el precio del oro se disparará. Este oro se encuentra concentrado en países como China, India, Rusia, etc., en los Brics. Está situación coloca a China en posición ventajosa en la actual guerra de monedas. China podría lograr que su moneda (Yuan/Renminbi) avance como moneda de referencia internacional de mayor importancia, asunto que preocupa no solo al nacionalismo oligárquico imperial norteamericano, sino también a los intereses del neoliberalismo oligárquico imperial financiero globalista.
Ante el amenazante escenario donde el dólar pierde su estatus de moneda de reserva de referencia, el oro se torna el ´puerto seguro´.
El panorama de stocks de oro sufre actualmente por la cortina de humo levantada por Estados Unidos, quien “afirma” tener guardados el 74% de las reservas oficiales en oro, base para sostener la posición dominante del dólar respecto de las otras monedas. Efectivamente el ascenso del dólar y más tarde del euro de moneda nacional a moneda regional e incluso global, ha sido sobre la base de enormes reservas en oro físico. Debido a la falta de auditorías hay mucha duda acerca de las reales reservas de oro físico de Estados Unidos. Llama la atención además que el país se niega a entregar los stocks de oro guardados en Estados Unidos pero que pertenecen a otros países, como es el caso de Alemania, por ejemplo.
Hace mucho tiempo los expertos del mercado del oro sospechan que la Reserva Federal ya había agotado todo el oro de EE.UU. Y después de que se quedaron sin el oro estadounidense, comenzaron a usar todo el oro dejado en la Reserva Federal en depósitos. Estiman que es en el año 2011, cuando se agotaron las reservas de oro, desde ese momento se está controlando el precio del oro durante los períodos del mercado cuando el comercio es leve o no se realiza. Es así como EE.UU. protege al dólar de la flexibilización cuantitativa, inundando la oferta de oro en el mercado con contratos a futuro. La venta de oro a futuro mediante acuerdos entre los propios megabancos terminó en un mercado cada vez más fraudulento.
Estimamos que la peor parte de la catástrofe será a partir de la perdida de interés en las monedas fiduciarias, es decir en las monedas de puro papel. Los estadounidenses no podrán convertir su dinero en oro, porque los chinos con los demás países orientales ya lo tienen prácticamente todo. Es preciso saber que en tiempos recientes China ha logrado acumular un total de 12 mil toneladas de oro, aparte de lo que oficialmente reporta el país, lo que es más de lo que ´oficialmente´ tiene Estados Unidosxi.
Es importante saber que en los últimos años la demanda mundial de oro físico ha aumentado más que la producción en todo el planeta. Como consecuencia, la producción anual de oro físico no alcanza para la satisfacer la demanda. Es preciso saber que China, Rusia, India y Eurasia en general, han acumulado en los últimos años enormes reservas de oro físico que van bien más allá de la producción anual mundial. La pregunta es de donde sale este oro cuando la compra de oro físico es bien mayor que la producción de ese metal. La demanda de oro y plata es tan alta que no hay ninguna posibilidad de satisfacerla.
El precio del oro y de la plata, sin embargo, ha seguido un camino a la baja. La plataforma financiera occidental dirigida por los megabancos mantiene artificialmente bajo el precio del oro mediante su oferta a partir de contratos a futuro. Al mantener así el precio de estos metales o bajándolo incluso, defienden de facto al dólar, pues el día que el precio del el oro se dispare, el dólar se va a pique. La consecuencia del vencimiento progresivo de muchos contratos a futuro es que ya no es viable cumplir con la entrega de oro físico en las fechas establecidas en dichos contratos. Esta situación se dio por primera vez hacia finales del año 2015 en el mercado de oro de COMEX y sin lugar a dudas se acentuará en 2016. El bloque financiero unipolar retrasado con centro en EEUU y el Dolar, en otras palabras, tiene sus días contados.

Wim Dierckxsens, OIC
Walter Formento, CIEPE

i La llamada crisis financiera global. CIEPE: Proyecto de investigación acerca de los cambios estructurales que produce y forma parte la Crisis Financiera Global de 2007/8. CIEPE –Centro de Investigaciones en Política y Economía. Noviembre de 2008.
ii Crisis Financiera Global, La lucha por la configuración del orden mundial, Editorial Peña Lillo-Continente, 2011.-
iii Crisis financiera global y Oportunidad histórica para los Pueblos del mundo. Ponencia al 1er. Congreso del Pensamiento Nacional Suramericano. 13 y 14 de noviembre de 2013, Chapadmalal, Argentina. Autor: Walter Formento, Octubre de 2013.
iv La batalla de los imperios financieros por el mundo ¿Un mundo en transición histórica?. Wim Dierckxsens – Walter Formento. Mundo Siglo XXI, revista del CIECAS-IPN, ISSN 1870-2872, Núm. 38, Vol. XI, 2016.
v Vea, Brandon Smith, The Global Economic Reset Has Begun, www.altmarket.com , 9 de diciembre de 2015.
vi Ibid nota iv.-
vii Ria Novosti, 20 de noviembre de 2015.
viii Alfredo Serrano Mancilla, Apuntes sobre geoeconomía desde el Sur -2015-2016-; en www.silverdoctors.com, 4 de enero de 2016.
ix Koos Jansen, China is playing the gold game very carefully, www.silverdoctors.com, 22 de diciembre de 2015.
x SrsRocco Report: Collapse Of U.S. Shale Oil Production Has Begun, silverdoctors.com, 11 de diciembre de 2015.
xi Paul Craig Roberts, “No hay más oro en la Reserva Federal”, RT, 29 junio 2014; Koos Jansen, Renminbi Internationalization And China’s Gold Strategy, bullionstar.com, 6 de diciembre de 2015.
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Publican libro de Roberto Pineda sobre el Partido Comunista de El Salvador

Publican libro de Roberto Pineda sobre el Partido Comunista de El Salvador, PCS

SAN SALVADOR, 22 de marzo de 2016 (SIEP) Ideas emancipadoras y tradiciones de lucha. El Partido Comunista de El Salvador (1930-1995) es el título del último libro de Roberto Pineda, catedrático universitario y director del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Indica Pineda en la introducción de esta nueva obra, que constara de tres tomos, que “hace noventa años en los círculos urbanos de San Salvador arranca el proceso de construcción de tradiciones emancipadoras y la difusión de ideas de lucha popular y social, en sus vertientes reformistas, anarquistas y marxistas, las cuales, iban a desplazar a los últimos remanentes del liberalismo, entre estos el culto a Morazán y a Barrios, e impulsadas por sectores que laboraban en los talleres artesanales de la época, a la vez iban a redefinir las modalidades del enfrentamiento político durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI. “

Subraya que entre estas ideas se encontraban “la identidad como clase obrera en oposición a la burguesía, la denuncia del capitalismo, el marxismo como ideología revolucionaria, la oposición al imperialismo y el colonialismo, el combate contra el oportunismo, la lucha de clases, la reivindicación de la violencia insurreccional, la formación de sindicatos y ligas campesinas, la definición como izquierda, la visión de un partido de vanguardia, la alianza obrera-campesina, la lucha por el socialismo.”

Afirma que “todas estas son ideas fuerza, construcciones simbólicas que se crean, aceptan, adaptan y adoptan por el movimiento obrero y popular durante la segunda década del siglo XX, inspiradas principalmente en la poderosa influencia de las ideas y logros de la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia, conducida por Lenin, Trotsky y Stalin, así como en las tradiciones revolucionarias mexicanas encarnadas en Emiliano Zapata y Pancho Villa.”

Concluye que “surgía así una nueva tradición intelectual, aunque subterránea la de los comunistas. Surgía un mito y una ruptura en el imaginario social salvadoreño: el Partido Comunista de El Salvador, PCS. Y este instrumento de lucha popular se convierte durante el siglo XX en el principal pilar en la constitución del sujeto histórico del cambio social, de la subversión del orden oligárquico-militar establecido; e inaugura multiplicado en el FMLN el proyecto de liberación nacional y social todavía vigente.”

Templarios

TEMPLARIOS
Canal Historia

Fragmento
1

El hierro y la fe

Hubo un tiempo en que Europa vivió en la anarquía y la oscuridad. Una era en que todo vestigio de orden, de justicia y de autoridad se había olvidado y había sido reemplazado por el ejercicio de la fuerza. Reyes y obispos palidecían ante el avance de los señores feudales que aprovecharon una época de inestabilidad para imponer su voluntad sobre una población atemorizada e ignorante. La espada y la lanza habían afianzado su lógica sangrienta sobre la ley y la administración que no hacía tanto se habían extendido por los territorios del Occidente europeo. En los siglos X y XI, puesto que éste es el período al que nos referimos, la única esperanza para la mayoría de los europeos se depositaba en una fe que los consolaba y dotaba de sentido a sus desdichadas vidas. La Iglesia estaba lejos de ser ejemplar y caritativa, pero poseía en su interior la suficiente vitalidad para seguir extendiendo su presencia junto al sufrido campesino o al valiente comerciante que se instalaba en las todavía balbucientes ciudades. Además, algunos de sus miembros eran lo bastante osados como para denunciar los excesos y reclamar los cambios que toda la sociedad sentía como indispensables.

Ésta es la historia de un tiempo en el que surgió un grupo de hombres que hizo del ejercicio de las armas una profesión y un medio de vida, que después sería conocido como «caballería». Y en el que también nacería una nueva espiritualidad más auténtica, más compasiva y más fuerte que haría de la búsqueda de la coherencia su bandera y de su cercanía al pueblo su ideal. Dos protagonistas cuyo encuentro daría pie a una de las aventuras más singulares de la Europa medieval, las Cruzadas, y al nacimiento de las órdenes militares, de las que el Temple fue la pionera.

La Edad Media es uno de los períodos históricos que más pasión despierta en el público general. Muchos de los ávidos lectores de divulgación y ficción histórica se sienten atraídos por el aliento épico y el exotismo que atribuyen a esta etapa. ¿Quién no se ha imaginado como alguno de los poderosos guerreros que poblaron aquellos siglos, como las damas que en determinados momentos cambiaron el destino de reinos enteros o como los míticos reyes cuyas leyendas resuenan todavía hoy? El Cid, Leonor de Aquitania o el rey Arturo son sólo algunas de las muchas figuras que podrían ilustrar con facilidad esos arquetipos y cuyas peripecias han hecho correr ríos de tinta.

Sin embargo, la realidad suele ser mucho más prosaica. Los profesionales de la Historia dedican buena parte de su esfuerzo a desmentir los tópicos más o menos fundados que se reproducen hasta la saciedad y que obedecen más a las inquietudes de nuestros días que al conocimiento que tenemos del pasado. Muchas veces un simple vistazo sirve para darse cuenta de que lo que suele presentarse como un tiempo heroico y brillante puede ser mucho más complejo y menos loable de lo que se había pensado en un primer momento.

LA NOCHE DE LOS TIEMPOS

Si cualquier lector contemporáneo hubiese nacido en el siglo XI, lo más probable es que no hubiese sido ni guerrero, ni dama noble ni rey. Como en los siglos anteriores, la inmensa mayoría de la población vivía en (y del) campo, en lo que constituía una lucha diaria por la subsistencia con un pobre equipamiento técnico y unos limitados conocimientos sobre agricultura. Su vida solía ser muy corta (se estima que la esperanza de vida en torno al año 1000 tan sólo llegaba a los veintidós años) y alrededor de la quinta parte de los niños que nacían vivos no llegaba a superar el año. Nada que parezca digno de envidia.

Si sobrevivir era ya de por sí difícil, el contexto no lo facilitaba en absoluto. Europa se encontraba entonces en un momento muy delicado. Los tiempos en que sus habitantes podían acudir a un poder fuerte que los socorriese y gobernase habían pasado no hacía tanto. A comienzos del siglo IX, Carlomagno fue el último monarca que logró llevar a término la reconstrucción de un Estado inspirado en el Imperio romano. Aunque no alcanzó los deslumbrantes resultados de éste, consiguió imponer una administración imperial desde Italia y los Pirineos hasta el mar del Norte en los actuales Países Bajos y Alemania occidental. Pero el sueño de este imperio, que conocemos con el nombre de Imperio carolingio, duró poco tras la muerte de su fundador.

Después del breve reinado de su hijo, Ludovico Pío, sus sucesores se repartieron el territorio en una serie conflictos y divisiones que sólo sirvieron para dejar en evidencia su debilidad. Pero lo peor estaba por llegar. Aunque ellos no lo sospechaban, estaban a punto de sufrir un golpe que se iba a transformar en una terrible prueba. A finales del siglo IX, una serie de amenazas externas, que no eran desconocidas y cuyo poder destructivo se intuía, se materializaron abatiéndose sobre la maltrecha Europa. Los historiadores suelen denominar a la serie de agresiones que se produjeron entonces con el nombre de «segundas invasiones», rememorando las que en los siglos IV y V precipitaron el final del Imperio romano.

Los primeros protagonistas de estas acciones vinieron del norte. Los vikingos eran un pueblo de guerreros y pescadores que habitaban la península de Jutlandia y el sur de Escandinavia. En aquel momento muchos de ellos se dieron a la piratería y desplegaron una brutal acción depredadora a lo largo de los litorales atlántico y mediterráneo. Sus hazañas fueron más allá de los fabulosos botines obtenidos en sus correrías. Mediante el desarrollo de varias campañas bien organizadas lograron apropiarse de algunas regiones en los reinos de Inglaterra y Francia, en los que se fueron instalando. Especialmente llamativo fue el caso de Normandía, cuyo territorio (elevado a la categoría de ducado) les fue concedido por el rey de Francia a cambio de su conversión al cristianismo y de que le jurasen fidelidad. Aunque los ataques vikingos acabaron sobre el año 930, su asombrosa epopeya todavía dio mucho de sí. Un siglo más tarde, los descendientes de los normandos que se habían trasladado hasta Sicilia, para ofrecerse como mercenarios a los gobernantes bizantinos y musulmanes, acabaron apropiándose de la isla y del sur de Italia, creando entonces un reino nuevo con el apoyo del Papa.

Mientras esto sucedía, el interior del continente se vio amenazado por un peligro que llegaba del este. Los húngaros eran un pueblo nómada procedente de los Urales. A mediados del siglo IX, la presión de otro pueblo, los pechenegos, los empujó hacia las fronteras orientales de la cristiandad. Llevaron a cabo innumerables razias tanto sobre el Imperio bizantino como en los reinos de Germania, Italia y Francia. Su principal objetivo era, al igual que los piratas vikingos, el saqueo de las aldeas y, sobre todo, los grandes monasterios, que habían acumulado importantes riquezas en los siglos anteriores. Sus jinetes eran un peligro aterrador: atacaban a gran velocidad armados con arco y flechas y montaban sobre caballos herrados y con estribo, innovaciones técnicas que los europeos desconocían. Pronto se hicieron acreedores de una merecida fama de matar y quemar todo lo que no podían transportar sobre sus corceles. Tendría que pasar un siglo para que un europeo fuese capaz de ponerles freno. En el 955, el duque Otón I de Sajonia los derrotó definitivamente a orillas del río Lech comenzando a partir de entonces un reflujo en el ritmo de sus desmanes. Finalmente, los húngaros acabaron por sedentarizarse en la llanura de Panonia (en la actual Hungría) y convertirse al cristianismo romano.

Pero todavía un último enemigo se alzó para abatirse sobre la sufrida Europa. En el sur, la ribera del Mediterráneo se vio sacudida por un violento avance de los musulmanes. A diferencia de la gran conquista de los siglos VII y VIII, en esta ocasión se sucedieron los ataques de piratas que actuaban al margen de la autoridad de los emiratos de al-Ándalus y el norte de África. Desde localidades costeras de estas regiones se abalanzaban sobre los puertos para saquearlos y capturar a mujeres, hombres y niños que vendían como esclavos en sus lugares de origen. Sus acciones se volvieron cada vez más violentas y sistemáticas: conquistaron Sicilia, de donde expulsaron a los bizantinos, y atacaron el sur de Italia y la costa provenzal. Allí se apoderaron de Praxitenum, uno de sus principales cuarteles generales del que fueron expulsados en 972 después de numerosos y penosos esfuerzos.

Los reyes europeos demostraron una escasa capacidad para repeler estos ataques y defender a sus respectivos pueblos de estos nuevos bárbaros. En la mayoría de los casos estas agresiones sólo sirvieron para acelerar la descomposición del poder central y demostrar que la autoridad real estaba demasiado lejos y era demasiado débil como para articular una respuesta que fuese más allá de reacciones episódicas. ¿No hubo nadie, entonces, que plantase cara a la situación, que hiciese un esfuerzo para defender el territorio y sus gentes?

LA OMNIPOTENCIA DE LAS ESPADAS

Poco después de que se pusiese freno a las segundas invasiones, a comienzos del siglo XI, surgió el primer estilo artístico internacional propiamente europeo. En las regiones de Lombardía y Borgoña se comenzaron a construir las primeras iglesias del estilo que hoy llamamos románico. Una de sus representaciones escultóricas favoritas era la del Juicio Final. En los tímpanos de templos como la iglesia de Santa Fe de Conques o la catedral de San Lázaro de Autun (ambas en Francia) ha quedado constancia de la riqueza plástica de que fueron capaces los artistas de aquel tiempo. El visitante que se acerque hasta allí podrá ver las impresionantes imágenes en que Cristo resucitado, rodeado de una corte de ángeles, evangelistas y ancianos del Apocalipsis, aparece mayestático para impartir su justicia universal sobre los vivos y los muertos. Entre éstos se pueden distinguir sin dificultad todos los «estados» del momento: reyes, obispos, nobles, caballeros, monjes, mujeres, tullidos y marginados. Los escultores que tallaron esas imágenes quisieron dejar constancia del entorno que los rodeaba y de los tipos humanos que lo componían. Su intención era mostrar al espectador de su tiempo que lo que contemplaba podía suceder en cualquier momento. Para el hombre actual, su obra se ha convertido en una de las fuentes de conocimiento más valiosas sobre la realidad de hace casi mil años.

Por tanto, en los tímpanos de las iglesias medievales es posible «leer», entre otras muchas cosas, el paisaje humano de aquellos siglos. Precisamente uno de los tipos más representados en la escultura románica, el del caballero, tuvo su origen real en ese momento. De las cenizas de una Europa arrasada por las segundas invasiones surgieron grupos de gentes de armas que se aprestaron a defender lo suyo. Ante el vacío de poder central, la reacción provino de los poderes locales de las regiones más afectadas por los ataques. Fueron los notables de cada lugar los que movilizaron los recursos necesarios para reunir contingentes armados que protegiesen sus patrimonios y a sus subordinados.

En algunos casos estos poderosos fueron los descendientes de las autoridades carolingias, los condes que Carlomagno puso al frente de cada uno de los distritos en que dividió su imperio. En otros muchos no había quedado rastro alguno de autoridad, y sencillamente fueron los que tenían medios para costearse una montura y armamento los que se organizaron por su cuenta. Proliferaron por doquier los castillos, donde floreció una nueva aristocracia guerrera a la que le resultaba cada vez más necesario aglutinar en torno a sí un grupo de jinetes armados que les permitiese cimentar su poder tanto en el interior de sus tierras como frente a los señores vecinos, que en muchos casos eran rivales.

El origen de estos nuevos guerreros a caballo solía responder a un mismo patrón. Según el medievalista francés Jean Flori, «hasta el siglo XII parece ser que las únicas restricciones a la entrada en la caballería eran de carácter material. Para convertirse en caballero era menester, naturalmente, estar dotado de la capacidad física (lo que excluía a los débiles, a los enfermos, a los niños y generalmente a las mujeres), pero también de medios financieros: el coste del equipo y la disponibilidad de tiempo que exigía el entrenamiento indispensable para la eficacia del guerrero». Así, aunque inicialmente no hacía falta ser noble para ser caballero, en la práctica las exigencias económicas limitaron el acceso. A tal condición sólo pudieron llegar un contado grupo de terratenientes ricos o los hombres que los propios señores mantenían para que ejerciesen el oficio de las armas a su servicio. La relación entre los señores y sus guerreros a caballo se cimentaba en la fidelidad personal y en el reparto de prebendas, lo que acabó por crear clientelas personales excluyentes en las que cada guerrero obedecía a un señor.

En un ambiente de inseguridad reinante, los campesinos cada vez más empobrecidos no tuvieron más remedio que acudir a los señores en busca de protección. Éstos se la concedieron, pero a cambio de atarles a las tierras de su propiedad y de que les reconociesen el derecho a ejercer sobre ellos funciones que antes desempeñaban las autoridades reales. Además, los señores los obligaron a que les diesen muestras de fidelidad personal y que cumpliesen con ciertas obligaciones económicas. De este modo comenzó a cristalizar el feudalismo en Europa.

Sin embargo el nuevo sistema no mostró beneficios a corto plazo en lo que al orden y la paz se refiere. Los invasores de las periferias del mundo medieval fueron aplacando su furia en la segunda mitad del siglo X, pero quienes habían hecho del ejercicio de las armas una forma de vida no estaban dispuestos a renunciar a él. La lucha contra los invasores fue sustituida por las guerras privadas entre los señores feudales, que rivalizaban por afianzar y extender su poder. Como apunta Flori, «los guerreros, menos apremiados por las amenazas del exterior, tendieron a orientar hacia el interior, hacia las poblaciones, sus actividades protectoras y, al mismo tiempo, expoliadoras».

La actividad militar de las huestes a caballo dejó de ser la de defender las fronteras; su principal ocupación era las cabalgadas, razias contra los señores rivales con objeto de infligir bajas a sus fuerzas armadas, destruir sus bienes y hacerse con un botín que se pudiesen repartir. La capacidad ofensiva y predatoria se convirtió en el mejor medio para acrecentar el prestigio y la riqueza de los señores, que se enredaron en un sinfín de conflictos. Así, a la anarquía de los ataques externos le siguió la anarquía feudal. La violencia, lejos de disminuir, se mantuvo; pero por contra los bárbaros no venían del exterior, sino que habían surgido en el seno de la cristiandad. El impacto de esta situación en las conciencias de la época fue inmenso. En vez de la satisfacción por un nuevo tiempo de paz, la sensación era de estupor por la saña destructora que se extendía imparable. En opinión de la medievalista y paleógrafa italiana Barbara Frale, «la sociedad europea estaba conmocionada por la inusitada violencia de las mesnadas que luchaban continuamente entre sí, destruían los cultivos, depredaban las aldeas y mataban a los indefensos —incluso a los sacerdotes—, a menudo sin otro motivo que la codicia del botín».

La virulencia de las correrías feudales aumentó, además, por problemas internos de la nueva clase dirigente. Los señores aprovecharon la situación para asegurar la continuidad de su poder mediante la herencia. Pero para que no se disgregase lo que con tanto esfuerzo habían acumulado, dispusieron unánimemente la sucesión exclusiva de los primogénitos. Todo el poder y la riqueza pasarían al hijo mayor, lo que inmediatamente planteaba el problema de qué hacer en caso de que hubiese más descendencia masculina. La opción mayoritaria fue la de entregar a los segundogénitos a la carrera eclesiástica. Pero ¿y si había más hijos varones o el segundón no se avenía a ingresar en el clero? El camino normal era el de las armas, pero el ejercicio de éstas había que hacerlo lejos del heredero, ya que para asegurar la transmisión patrimonial era preciso evitar a todo trance rivalidades entre hermanos.

Lo más frecuente era enviar al hijo menor al castillo de un familiar cercano, en cuyas huestes ingresaba como caballero. Pero estos «jóvenes», como se les ha llamado frecuentemente, no estaban dispuestos a equipararse con el resto de sus compañeros de armas. Tendieron a desarrollar actitudes especialmente enérgicas, ya que deseaban lograr por otros medios lo que la herencia les había negado. Se los ha descrito como hombres frustrados, ambiciosos y belicosos, que deseaban como ninguno de sus compañeros la gloria, el botín, una rica heredera o una aventura que les permitiese alcanzar un rango parangonable al de sus padres. Su actitud, además de abrir una grieta con el resto de sus camaradas, a los que despreciaban por su origen menos encumbrado, azuzaba todavía más la espiral de correrías, robos, destrucción y muerte que amenazaba con convertirse en una pesadilla sin fin. Para atajarla, los europeos no podían contar con la nueva aristocracia feudal. Las súplicas que llevaban formulando desde hacía décadas tendrían que ser dirigidas a otro destinatario.

LA CULPA Y EL PERDÓN

La Iglesia había jugado, desde la caída del Imperio romano, un papel de primer orden en Europa. Siempre había permanecido cerca del poder político apoyando la actividad de gobierno de reyes y emperadores. Su importancia económica y social había crecido exponencialmente a medida que iba acumulando los bienes legados por los difuntos que aspiraban a asegurar su salvación haciéndose enterrar en suelo sagrado o dejando algún bien o renta para que se rezase por su alma a perpetuidad.

Pero si algo la diferenciaba del resto de poderes de aquel tiempo era que poseía un patrimonio que nadie podía donarle ni legarle, porque era prácticamente su monopolio. La Iglesia era la depositaria fundamental del legado cultural grecorromano en Europa, que preservaba celosamente y era enseñado a los clérigos en las escuelas catedralicias y monacales. En aquel momento casi nadie sabía leer ni escribir fuera del clero, razón por la que éste era tan importante en la actividad de gobierno de los monarcas, que como contrapartida apoyaron la extensión de la fe y le concedieron nuevos beneficios. Pero aquello sucedió en los viejos buenos tiempos. El nuevo clima de los siglos X y XI no le era especialmente propicio. Las instituciones eclesiásticas, sobre todo los monasterios, habían sido las víctimas preferidas de las incursiones de vikingos y húngaros. Pero cuando la agresividad de estos pueblos remitió, su situación tampoco mejoró. Pasaron a ser entonces un botín apetecible para las huestes feudales al servicio de los señores.

Los eclesiásticos se defendieron escribiendo duras denuncias contra los excesos de los guerreros a caballo, a los que llamaron milites (literalmente, «soldados» en latín), que consideraban como un hecho inaceptable y una expresión del mal. Como recuerda el medievalista italiano Giovanni Miccoli: «Las agresiones y los saqueos perpetrados con daño para la vida y para los bienes monásticos por milites indisciplinados en busca de fortuna o por señores ambiciosos y sin escrúpulos, son juzgados siempre por la cultura monástica como fruto de ciega violencia y de maldad diabólica».

Los monasterios eran grandes propietarios de bienes rústicos y en una sociedad de analfabetos las soflamas no tenían mucha efectividad, sobre todo si el poder civil brillaba por su ausencia. No tuvieron más remedio que integrarse en la lógica feudal para poder defender su patrimonio. Legalmente, el clero no podía portar armas ni practicar la lucha. Aunque esta prohibición era generalmente respetada, no faltaron situaciones en las que algunos se vieron forzados a ignorarla o lo hicieron con gusto. Según José Luis Corral, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza: «Aunque el ideal eclesiástico parecía decir todo lo contrario, en realidad hubo clérigos de la época que combatieron con las armas como cualquier soldado de su tiempo, incluso había algunos obispos que eran muy famosos porque eran unos extraordinarios combatientes, unos soldados que manejaban muy bien la espada y la lanza…».

Sin embargo, la solución que tuvo más éxito fue buscar la asistencia de los caballeros para defenderse. Estos ejércitos de la fe fueron conocidos como defensores Ecclesiae o milites Ecclesiae («defensores de la Iglesia» o «soldados de la Iglesia»), cuya actividad era sufragada y se hacía bajo el amparo de la institución que requería sus servicios. En complejas ceremonias llenas de simbolismo, los monjes les entregaban las armas y el estandarte del santo patrón del monasterio bajo el que lucharían por defenderlo. Después tanto estos objetos como los propios guerreros eran bendecidos. Los caballeros se beneficiaban de no tener que pagar las armas, que eran financiadas por el monasterio, y de las ventajas espirituales que conllevaba servir a un señor sagrado.

Así la institución que criticaba a los guerreros movidos por instintos demoníacos comenzó a ofrecerles un medio para que redimiesen sus culpas y empleasen su oficio por una buena causa. Este giro en la percepción de la caballería, siempre que estuviese al servicio de la religión, se fue reforzando con el tiempo. Más adelante se suprimieron para estos soldados eclesiásticos la penitencia en caso de matar por defender a la Iglesia. Fue el primer paso para sacralizar la caballería, que se potenció sobremanera mediante la difusión del culto a santos de caracterización militar o caballeresca, como san Miguel o san Jorge, el santo caballero por excelencia.

Al tiempo que la Iglesia adoptaba una estrategia de intervención directa para protegerse de las agresiones, desplegó una importante actividad para intentar frenar la anarquía y el caos en que se había sumido Europa debido a las guerras privadas de los señores. En regiones especialmente afectadas por los desórdenes internos, como Aquitania y el Midi francés, y ante la debilidad del poder real, algunos prelados eclesiásticos tomaron la iniciativa de convocar las que se conocieron como «asambleas de paz». Gracias al apoyo de algunos nobles y de la mayoría de la población, los eclesiásticos reunían a amplios grupos de caballeros a los que hacían jurar sobre reliquias de santos que no atacarían las iglesias, ni a los clérigos ni a los indefensos. Tampoco podrían apropiarse de las rentas o propiedades eclesiásticas y tendrían que respetar las cosechas, viviendas y mercancías de los legos que no usasen armas. El objetivo de esta campaña eclesiástica era patente; en opinión de Flori: «Se trataba realmente de reservar y de circunscribir la guerra a los guerreros y de hacer que este ejercicio no interfiriera en la buena marcha de los negocios de la Iglesia, por una parte, y de los “trabajadores laicos” (campesinos y comerciantes), por otra». Esta serie de límites a la acción armada fueron agrupados bajo el nombre de «Paz de Dios», a la que pronto se añadió el de no luchar en los días en que era obligatoria la asistencia a los oficios religiosos, la llamada «Tregua de Dios». Ambas instituciones de paz poco a poco empezaron a expandirse por Europa gracias al apoyo de la jerarquía eclesiástica.

La pena para los que no respetasen estos términos y rompiesen su juramento era la excomunión y la persecución por parte de los milites Ecclesiae para hacerles cumplir con la penitencia que dictase un juez de la Iglesia. Entre las más llamativas de las que se introdujeron estaba la de obligar a los infractores a realizar una peregrinación penitencial a Jerusalén para limpiar su pecado. Un castigo muy en consonancia con la religiosidad propia de aquel tiempo. Aquellas asambleas de paz se desarrollaban en un clima de excitación religiosa, de fervor encendido por las reliquias y los santos, de tintes apocalípticos. Después de una larga etapa de guerras y devastación, la vivencia de la religión cristiana y su mensaje salvador ultraterreno por parte de quienes cargaban a sus espaldas tanto sufrimiento era un hecho palpable y cotidiano. Cuando la muerte es una compañera visible todos los días, la preocupación por la finitud de la vida ocupa un lugar muy destacado. Pero también es cierto que la actitud de la Iglesia hacia la religiosidad popular había cambiado en los últimos tiempos.

¿LUZ ENTRE LAS TINIEBLAS?

A mediados del siglo XI, la Iglesia romana estaba inmersa en un período de profunda renovación interna. Debido a la iniciativa de una serie de papas enérgicos, a partir del pontificado de León IX las autoridades eclesiásticas emprendieron una serie de importantes reformas. Su objetivo inmediato era lograr la emancipación de la Iglesia de cualquier injerencia externa. Durante las agitadas décadas del siglo y medio anterior se habían vuelto demasiado frecuentes los casos de cargos eclesiásticos que eran nombrados directamente por el señor feudal más próximo. Incluso algunos clérigos cedían a las presiones externas y accedían a vender sus cargos o las rentas y propiedades que llevaban anejos. La pobre impresión e incluso el escándalo que producían semejantes conductas se veían acentuados por las costumbres poco ejemplares y la escasa formación de parte del clero. La lucha contra el amancebamiento en que vivían muchos de sus miembros fue el estandarte de un amplio movimiento promovido por las autoridades con el objetivo de remediar esta situación.

La preocupación principal que subyacía a estas acciones no siempre había estado en las mentes de quienes debían velar por la salvación de sus fieles. Las décadas anteriores habían estado marcadas por el deseo de convertir al cristianismo romano a los reyes y caudillos de los pueblos que, procedentes de la periferia, habían comenzado a asentarse en la Europa cristiana. En ese momento el interés se había vuelto hacia los propios europeos. Era la forma que tenía la jerarquía de hacer caso a las señales de alarma que llevaban tiempo llegando desde dentro.

Desde finales del siglo X, algunos sectores de la Iglesia y de sus fieles demostraron una gran inquietud religiosa. Un primer signo fue una sorprendente proliferación de ermitaños. Aunque el movimiento eremítico era muy antiguo, hacía siglos que languidecía frente a la tendencia mayoritaria de que los monjes viviesen en comunidad. En aquel momento surgieron en los territorios de Francia y Germania occidental una serie de monjes que se apartaban del mundo para perseguir su ideal de perfección religiosa en la soledad más absoluta. Su pobreza, su independencia y la predicación que ejercían algunos de ellos les granjearon rápidamente la adhesión del pueblo. Empleaban un lenguaje nuevo en sus sermones, en el que el centro de atención se ponía en la salvación personal, usando como ejemplo las vidas heroicas de los santos y hablando de un Cristo cercano, humanizado y consolador de los afligidos. Su actividad generó una gran inquietud entre los prelados, ya que como recordaba Julio Valdeón Baruque, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, los eremitas eran «auténticos anarquistas de la vida religiosa que gozaban de una inmensa veneración popular».

Además, no eran los únicos que habían emprendido la búsqueda de un cristianismo más auténtico dentro de la Iglesia. En el año 910, el duque Guillermo de Aquitania había fundado un monasterio en Cluny, que entregó al respetado fray Bernon para que lo dirigiese como abad. Éste puso en marcha lo que acabaría por convertirse en una auténtica revolución en la Iglesia medieval. Impuso la regla que san Benito había redactado en el siglo VI con la intención de devolverla a su rigor original, enfatizando para ello la penitencia, la pobreza, la castidad y la obediencia que debían practicar los monjes. Como contrapeso, dejó algo de lado el trabajo manual en favor de la celebración de la liturgia y el trabajo intelectual.

Pero lo auténticamente radical fue que, frente a unos monasterios que llevaban siglos organizándose de forma individual e interpretando la regla a su manera, comenzó a crear nuevos monasterios subordinados y a someter otros existentes a su autoridad. Era la primera vez que se ponía en pie una organización monacal en Europa, una auténtica orden. Para más novedad, la puso bajo la dependencia directa al Papa, ya que antes cada monasterio debía obedecer al obispo de su diócesis. El éxito de la iniciativa prendió como la pólvora y los monasterios cluniacenses se diseminaron rápidamente por todo el continente.

Su ejemplo fue seguido además por otros monjes que, a lo largo del siglo XI, hicieron lecturas todavía más drásticas de la regla. En 1084, san Bruno fundaba cerca de Grenoble la Gran Cartuja, que se convertiría en la casa matriz de la orden homónima. En ella los hermanos se sometían a un silencio y una abstinencia perpetuos, así como a ayunos frecuentes. Pero el ejemplo más exitoso fue el de la Orden del Císter, los monjes de hábito blanco, creada por san Roberto de Molesmes con la fundación de la pequeña comunidad de Cîteaux en 1098. Seguían una rigurosa observancia de la regla benedictina como reacción a la relajación progresiva que estaba mostrando Cluny, haciendo hincapié en la austeridad de sus monasterios, la pobreza y el trabajo de la comunidad como único sustento. El éxito del ascetismo de estos monjes fue tal que el color de sus hábitos comenzó a verse como algo simbólico. Como recuerda el profesor Corral: «Los cistercienses visten de blanco, adoptan el hábito blanco como un símbolo de pureza, como un símbolo también de pobreza, pero a la vez un símbolo que representa la luz de Dios, que es una luz blanca».

Quizá la clave de su éxito residiese en su capacidad de combinar la tradición de la Iglesia con el nuevo espíritu religioso del momento. El deseo de cristianizar auténticamente a los europeos que habían mostrado los papas de la reforma había llevado a un mayor interés de las autoridades eclesiásticas en llegar al pueblo llano. La construcción de iglesias desde las que el Evangelio llegase a los campesinos de los pueblos y aldeas alcanzó gran intensidad. Sus fachadas comenzaron a esculpirse pronto con escenas de la historia sagrada para ilustrarles, en lo que constituían auténticas «biblias de los analfabetos». La Iglesia potenció el culto a los santos y las reliquias como una forma de acercar el mensaje del cristianismo reformado. Las pruebas de que éste estaba calando no tardarían en llegar.

Cada vez más hombres y mujeres daban muestras de querer llevar a la práctica el ideal de una vida apostólica, en el que la penitencia jugaba un papel clave. Una de las formas más factibles de hacer realidad esos deseos fue el de ponerse en marcha hacia alguno de los lugares especialmente vinculados a Cristo y los santos. Las peregrinaciones vivieron un auténtico auge popular. Los destinos tradicionales eran Jerusalén (donde había acontecido la pasión, muerte y resurrección de Cristo) y Roma (lugar del suplicio de san Pedro y otros muchos mártires). Pero pronto se les añadieron otros nuevos, entre los que el más destacado fue Santiago de Compostela, donde se había descubierto la tumba del apóstol Santiago el Mayor en el siglo IX.

En medio de ese ambiente de excitación espiritual no faltaron los milenaristas, partidarios de una corriente que aparecía intermitentemente en el cristianismo medieval. Defendían la inminencia de la segunda venida de Cristo para acabar con un mundo corrupto y violento del que sólo se salvarían los desheredados, auténticos testigos del verdadero mensaje del Redentor. Por tanto, avanzado el siglo XI se había extendido un fervor popular que contribuyó poderosamente a que la tensión religiosa se difundiese por toda la escala social. Este ánimo colectivo coincidió con la cristalización de un estado de opinión en el que se empezaba a ver con buenos ojos el ejercicio de la violencia en defensa de la fe. Semejante mezcla era sumamente inflamable y no podría permanecer estable por mucho tiempo. Sólo hacía falta una chispa para que se desatase el incendio que liberase una energía que la sociedad europea apenas podía contener. De forma inesperada para muchos, la chispa saltaría en Clermont, una tarde de noviembre de 1095.
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Dios lo quiere

La Orden del Temple fue la primera de las órdenes militares de la historia. Quienes se sumaban a ella abrazaban una dura vida cuyo sentido último era el propio sacrificio en nombre de Dios. Como verdaderos peregrinos, los templarios soñaban con llegar a Tierra Santa, a los lugares en que había transcurrido la vida y pasión de Jesucristo, para alcanzar la redención. Pero la expiación de sus pecados iba mucho más allá del simple sacrificio que el peregrinaje en sí implicaba. Su titánica tarea no era otra que la de restaurar el honor de Dios mancillado por la presencia de infieles en los Santos Lugares. Y para ello, la sola oración no era suficiente, ni siquiera bastaba la consagración religiosa de la vida. Los templarios se erigieron en el brazo armado de la justicia de Dios. Por la fuerza de sus armas, los infieles serían sometidos y la cristiandad, amenazada por ellos, recuperaría para sí las tierras que nunca debería haber perdido.

Sin embargo, la Orden del Temple nació en una Jerusalén ya conquistada para la cristiandad en una guerra hecha también en nombre de Dios: la cruzada. Y es que varias décadas antes de su surgimiento la cristiandad occidental se vio sacudida por un verdadero terremoto espiritual que llevó a la Iglesia a proclamar que ningún acto podría ser más puro que tomar las armas en defensa de Dios. Miles de personas respondieron al llamamiento que el papa Urbano II hizo a finales del año 1095 para liberar los Santos Lugares de la presencia musulmana. La génesis de la Orden del Temple resulta incomprensible sin detenerse en aquella respuesta, en sus razones y su justificación, pues es en la historia de la Primera Cruzada donde se encuentran las raíces de la mítica orden de los caballeros de Cristo.

Con triste frecuencia, los informativos y periódicos recogen noticias sobre atentados perpetrados por fundamentalistas. Se trata de personas convencidas de ciertas ideas de carácter religioso que excluyen cualquier otra percepción de la fe, la sociedad o la política ajenas a la propia. Su convencimiento llega a tal grado que no sólo consideran lícito, sino noble, la defensa de dichas ideas mediante la fuerza, incluso aunque el precio a pagar sea la propia vida. Desde la perspectiva actual de millones de personas en todo el mundo, tales comportamientos resultan difícilmente comprensibles o justificables, y sin embargo un paseo por nuestra propia historia nos sorprende con un pasado no tan distinto. Es bien cierto que las Cruzadas tuvieron lugar hace siglos, pero no es menos cierto que se llevaron a cabo en nombre de una religión, la cristiana, profundamente asentada en nuestra cultura y cuyo quinto mandamiento prohibía, entonces y ahora, matar.

La legitimación de la violencia es siempre una cuestión espinosa, y también lo fue para el cristianismo desde sus inicios, muy especialmente cuando desde finales del siglo IV pasó a convertirse en religión oficial del Imperio romano, es decir, religión oficial de un edificio político en el que la actividad bélica resultaba indispensable para la supervivencia. Ya a comienzos del siglo V, uno de los principales teóricos del cristianismo y padre de la Iglesia, san Agustín de Hipona, abordó el problema de la llamada «guerra justa», cuyos principios dejaría establecidos. Teólogos y canonistas, entre los que destaca san Isidoro de Sevilla, matizarían y completarían las ideas de san Agustín, dando así forma al concepto de guerra santa medieval sobre el que habría de descansar el de cruzada.

Tres eran los principios fundamentales que definían la guerra santa: la causa justa, es decir, la existencia de un motivo (por lo general, una agresión) que convirtiese el recurso a las armas en un acto moralmente aceptable e inevitable; la autoridad legítima, pues sólo a ella quedaba reservado el derecho de proclamarla, y la recta intención, ya que el objetivo de una guerra santa no podía ser otro que el de reparar una injusticia que de otro modo no podría ser corregida. No obstante, como recuerda el profesor de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid Carlos de Ayala, «hasta mediados del siglo XI, el ejercicio de las armas, incluso en el contexto de una guerra justa y santa, comportaba penas espirituales»; es decir, quienes participaban en ellas después debían practicar penitencia. Pero este último asunto pronto habría de cambiar cuando de la mano de Urbano II cristalizase el concepto de cruzada.

La cruzada era un tipo especial de guerra santa que sólo podía ser proclamada por el Papa como cabeza de la cristiandad, cuyo objetivo era la liberación de los Santos Lugares y que contribuiría a la realización de las profecías apocalípticas sobre el final de los tiempos. Por todo ello, la cruzada, a diferencia de otras guerras santas, se convertía en un instrumento de salvación para quienes participaban en ella. Era en sí misma una forma de penitencia, de ahí que, al tener como meta la Tierra Santa, se concibiese como una suerte de peregrinaje redentor. «No se esperaba de ellos [de los cruzados] que emprendieran una gloriosa travesía, sino que se vistieran sencillamente como peregrinos y llevaran sus armas y armaduras en las alforjas de sus animales de carga», recuerda el catedrático y especialista en cruzadas Jonathan Riley-Smith. Quienes sobrevivían a la cruzada obtenían la remisión de las penas temporales por sus pecados, pero quienes morían en ella alcanzaban la salvación de forma directa, sin aguardar al Juicio Final, un privilegio hasta entonces reservado a los mártires y los santos.

Por otra parte, en el contexto de violencia generalizada característico del período comprendido entre principios del siglo X y mediados del XI, la posibilidad de convertir la actividad bélica, correctamente encauzada, en un acto de defensa de la fe se mostraba especialmente interesante. Sobre todo para una Iglesia que se encontraba en pleno proceso de reforma interna para consolidarse como poder hegemónico en Europa. La canalización adecuada de la violencia ya había sido abordada por la Iglesia con la creación de instituciones como la Tregua de Dios, pero la cruzada iba mucho más allá abriendo nuevos horizontes. Unos horizontes que, sin duda alguna, tenía en mente Urbano II cuando en la primavera del año 1095 recibió la visita de una peculiar embajada bizantina.

UNA DESESPERADA PETICIÓN

En marzo de 1095, obispos italianos, borgoñones, franceses y alemanes acudieron a Piacenza para asistir a un gran concilio convocado por el Papa. En la cabeza de Urbano II zumbaban los numerosos problemas a los que por entonces debía hacer frente la Iglesia y a los que desde la época de su predecesor, Gregorio VII, se trataba de dar respuesta con un importante movimiento de reforma interna. Entre esos problemas no era menor el de la quiebra de la cristiandad que venía arrastrándose desde 1054. En esa fecha, el enfrentamiento entre el pontífice romano y el patriarca de Constantinopla por cuestiones doctrinales terminó conduciendo al que se conoce como «Cisma de Oriente». La Iglesia bizantina quedó formalmente separada de la romana y el entonces Papa, León IX, excomulgó al emperador bizantino. Recuperar la unidad de la Iglesia bajo la hegemonía romana era una de las mayores prioridades de Urbano II cuando accedió al solio pontificio, razón por la que en 1089 levantó la excomunión impuesta a los emperadores bizantinos y en 1095 no dudó en invitar a los representantes del emperador Alejo I al Concilio de Piacenza.

Por entonces, el Oriente Próximo islámico se encontraba profundamente dividido. Dos grandes califatos, el fatimí de Egipto y el abasí de Bagdad, se repartían lo que hasta el siglo X había sido un único imperio y pugnaban por hacerse con el control de la estratégica región sirio-palestina (en la que se encontraba Tierra Santa). En 1095 ésta se encontraba bajo dominio turco, pues desde inicios del siglo XI los turcos selyúcidas habían logrado hacerse con el control efectivo del califato abasí. El empuje turco no sólo había puesto en jaque a los abasíes, sino también al Imperio bizantino cuyos territorios de Asia Menor habían logrado conquistar. Bizancio carecía de los recursos militares suficientes para afrontar la recuperación de sus posesiones anatolias, una cuestión que obsesionaba a Alejo I, empeñado en fortalecer el debilitado poder de los emperadores bizantinos.

En esa situación, la invitación pontificia a Piacenza no pudo resultar más oportuna. A través de sus embajadores, Alejo I hizo llegar una petición de auxilio al Papa. El emperador solicitaba la ayuda militar de la cristiandad latina y lo hacía empleando el mejor argumento posible: las comunidades cristianas de Oriente agonizaban bajo el yugo musulmán del que sólo conseguiría librarlas la ayuda militar de sus hermanos cristianos de Occidente. No era la primera vez que se producía una petición de auxilio de tales características. Ya en 1073 el emperador bizantino había solicitado apoyo militar al Papa instándole a recuperar los Santos Lugares, pero como recuerda Barbara Frale, «aunque Gregorio VII había pensado encabezar personalmente la expedición de auxilio a Tierra Santa para liberar el Santo Sepulcro, en 1085 murió sin haberse ocupado nunca de los detalles organizativos de la misión de socorro a Oriente».

Sin embargo, la solicitud de 1095 correría mejor suerte. El panorama descrito por la embajada bizantina no podía ser más sombrío. Se relataron pormenorizadamente las calamidades padecidas por los cristianos orientales, se insistió en la necesidad de recuperar para la cristiandad los lugares santos mancillados por los infieles, y no se ahorró ni un solo detalle que pudiese contribuir a convencer a los asistentes al concilio de lo patético y desesperado de la situación. Además, el emperador daba a entender su inclinación favorable a flexibilizar la situación de quiebra entre la Iglesia romana y la bizantina. Difícilmente el auditorio podía permanecer impasible ante tantos y tan seductores argumentos.

Los especialistas coinciden en señalar que el contenido de la embajada no respondía a la realidad de las comunidades cristianas bajo dominio musulmán. La convivencia de éstas con el islam había discurrido tradicionalmente por cauces tranquilos a excepción de situaciones puntuales y del período de gobierno del desequilibrado califa al-Hâquim (996-1021), que protagonizó persecuciones religiosas contra cristianos, judíos y musulmanes suníes y destruyó el Santo Sepulcro de Jerusalén en 1009. Pero fuera de estos episodios excepcionales, las comunidades cristianas de Oriente pudieron vivir libremente su fe y el fenómeno creciente de las peregrinaciones a Tierra Santa respondió a esa realidad de tolerancia. La entrada de los turcos en escena supuso un importante factor de inestabilidad interna que, como es lógico, también afectó a las comunidades cristianas, pero no conllevó un empeoramiento tan sustancial de su situación como para explicar la desesperada petición de ayuda de Bizancio.

Alejo I necesitaba, por encima de todo, el apoyo militar que podía proporcionarle el Papa para recuperar los territorios bizantinos tomados por los turcos, y supo recurrir a los argumentos más certeros para lograrlo. Sin embargo, como recuerda el profesor Ayala, «es evidente que las reglas de una llamativa propaganda se impusieron, y también lo es que dicha propaganda, que tanto influyó en el Papa y su entorno episcopal, acabó revolviéndose contra el emperador: éste esperaba de Occidente un buen número de disciplinados mercenarios, y acabó encontrándose con una masiva e incontrolable presencia de cruzados». Sin saberlo, Alejo I había puesto en marcha la maquinaria de la Primera Cruzada.

TOMAR LA CRUZ

Finalizado el Concilio de Piacenza, Urbano II estaba completamente persuadido tanto de las ventajas políticas que para su programa reformista supondría emprender la cruzada a Tierra Santa, como de la necesidad religiosa de abordarla. Con los ojos puestos en una nueva reunión conciliar que habría de tener lugar en la localidad francesa de Clermont en noviembre de 1095, el Papa inició un largo viaje. En su camino a Clermont recorrió buena parte de Francia aprovechando para tomar contacto con algunos personajes que, como el obispo de Le Puy o el conde Raimundo IV de Tolosa, más adelante desempeñarían un papel esencial en la Primera Cruzada. Como apunta el profesor Riley-Smith, «su itinerario después de su estancia en Piacenza demuestra que, tal como él mismo escribe, se proponía “estimular las mentes” de los nobles y caballeros de su tierra natal, Francia. […] Pasó por varias ciudades luciendo su corona, las cuales nunca, o casi nunca, habían visto un rey. Lo acompañaba un impresionante séquito compuesto de cardenales y altos cargos de la Iglesia católica, así como una hueste de arzobispos y obispos franceses, que producían un efecto deliberadamente teatral».

El 18 de noviembre dio comienzo el Concilio de Clermont. La asamblea tenía por objeto principal tratar de cuestiones relativas a las instituciones de paz promovidas por la Iglesia, y en ese contexto la discusión sobre la cruzada encontró su espacio perfecto. No en vano el primero de los cánones (decisiones doctrinales) aprobados por el concilio se dedicó a la consagración de la Paz de Dios como tregua formal e inviolable, y el segundo de ellos a la consagración de la cruzada como peregrinación redentora. Las decisiones adoptadas por el concilio no podían ser más relevantes, pues convertir la cruzada en una realidad suponía hacer efectiva una empresa que abarcaba al conjunto de la cristiandad. Consciente de ello, Urbano II preparó cuidadosamente la que habría de convertirse en la primera de las predicaciones de la cruzada.

El 27 de noviembre, una muchedumbre ansiosa congregada a las afueras de la ciudad esperaba escuchar el anuncio extraordinario prometido por el pontífice una semana antes. El atrio de la catedral de Clermont, en la que se había celebrado el concilio, con toda seguridad no habría sido suficiente para albergar al enorme grupo de autoridades eclesiásticas, civiles, nobles y campesinos allí reunidos. A todos ellos se dirigió el Papa con un apasionado y persuasivo discurso: los …