Liberalismo político de El Salvador, de la República Federal de Centro América y España

Liberalismo político de El Salvador, de la República Federal de Centro América y España
Plinio Ramírez, 8 de marzo de 2013

Las llamadas “reformas liberales” del siglo XIX impulsadas por los gobiernos de Santiago González (1871-1876), Rafael Zaldívar (1876-1885) y Francisco Menéndez (1885-1890) se proponían políticamente la construcción de un Estado laico en El Salvador, es decir, buscaban la separación del poder civil del eclesiástico; o en términos aún más específicos, buscaban la sustitución de principios fundamentales del liberalismo católico español (Estado confesional, tierras ejidales y comunales, cementerios católicos, total prohibición a la libertad de cultos, educación católica, matrimonio religioso, imposibilidad de divorcio, no libre testamentifacción, etc.) con los que fueron moldeadas originalmente las Provincias del antiguo Reino de Guatemala, luego de independizarse de España.

Ahora se proponía reconfigurar el Estado salvadoreño con los principios de un liberalismo radical (“rojo”, “jacobino”) de influencia francesa que demandaba una total separación entre Iglesia y Estado, pero también la adopción de otras políticas estatales que transformaran profundamente las instituciones arriba mencionadas.

En ese sentido, constituye un grave error reducir la transformación del Estado salvadoreño durante el último cuarto del siglo XIX a la privatización de las tierras comunales y ejidales, o que las llamadas “reformas liberales” buscaban transformar únicamente la estructura de la tenencia de la tierra. En realidad, debe entenderse que tanto liberales radicales como masones buscaban una sola cosa: un cambio estructural del país, de inventar, modelar o crear –si se quiere– un nuevo país de acuerdo con los importantes cambios ideológicos y políticos que se estaban realizando en Europa y en América, y parte de esa transformación o secularización pasaba indiscutiblemente por la privatización de las tierras comunales y ejidales, a las que se les consideraba una reliquia viviente del modo colonial, retrógrado y reaccionario, de concebir el mundo.

Es claro que un proceso de transformación política tan radical en la institucionalidad del país demandaba para su implementación y salvaguarda la aprobación de leyes y de Constituciones políticas en las que quedaran férreamente establecidas las bases del Estado laico. Por ello, desde la llegada del presidente Santiago González en abril de 1871, se inició un proceso de elaboración de leyes y de Constituciones políticas que progresivamente fueron introduciendo cambios esenciales en la estructura del Estado.

Si este proceso de transformación formal tomó 14 años (1871-1886) y necesitó de la elaboración de 6 Constituciones (1871, 1872, 1880, 1883, 1885, 1886), nos indica que se trataban de cambios difíciles de implementar; es decir, que liberales radicales y masones encontraron importantes resistencias, tanto de parte del clero como de los sectores conservadores y de buena parte del pueblo que miraba con desconfianza las políticas estatales promovidas por los nuevos liberales.

En efecto, las resistencias populares a la secularización del Estado podían ser producto tanto de una ideologización deliberada e interesada por parte del clero –como alegaban los liberales anticlericales–, pero también de la clara conciencia que los sectores populares fueron adquiriendo de que tales cambios implicaban la pérdida de importantes privilegios que disfrutaban desde tiempos de la Colonia, como eran precisamente las tierras ejidales y comunales, o los comerciantes seguir vendiendo sus productos en las calles y no en “modernos” mercados como los construidos en San Miguel en 1875; y, por supuesto, también estaba en juego la pérdida de una visión de mundo que le daba sentido y seguridad a la existencia humana (el tradicional rol social de la mujer, religión única, cementerios, matrimonio y educación católica).

Es innegable, pues, que algunas de las políticas estatales implementadas por liberales secularizantes y masones afectaban la vida diaria de los habitantes del país; y es claro que esos cambios afectaron y dañaban a uno de los sectores más poderosos del país: la Iglesia católica.

Se suele sostener que la Iglesia católica salvadoreña tenía muy poco que perder con las reformas políticas del último cuarto del siglo XIX, porque siempre fue una Iglesia pobre, sin grandes posesiones territoriales o riquezas económicas; pero ¿acaso no era suficiente poder el monopolio de la verdad y la falsedad, de lo que se debe leer o no, de lo que se debe enseñar o no, o si una persona merece ser enterrada en un cementerio o no, etc.?
En ese sentido, implicaba un gran cambio el que a las nuevas generaciones de ciudadanos ya no se les iba a enseñar que la religión católica era la única verdadera, que de ahora en adelante se tolerarían en el país la práctica pública de todos los cultos religiosos. Y por supuesto, la Iglesia católica luchó denodadamente por no perder el control de los nacimientos y las defunciones, o de los matrimonios. En fin, como parte de este movimiento de oposición a los procesos de secularización debe entenderse los graves disturbios de San Miguel en Junio de 1875.

Por otro lado, también se suele sostener que la llegada de Santiago González al poder no implicó grandes cambios en la estructura económica, o que su Presidencia no representó ningún cambio fundamental para la historia política e institucional del país. De nuevo, se trata de una afirmación demasiado tajante para ser verdadera. Porque, ¿acaso lo económico es lo único fundamental o necesario para entender el devenir histórico de los pueblos?

Más bien, es obligatorio preguntarnos a estas alturas cómo es posible que la mayoría de los investigadores de los procesos históricos que tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX en Centroamericana le hayan dado tan poca importancia al proceso de secularización que arrancó tan tempranamente –aunque sin éxito- durante los mandatos en Guatemala de Mariano Gálvez (1831-1838) y de Francisco Morazán, para terminar absolutizando los procesos económicos como los únicos decisivos a la hora de escribir la historia de los pueblos centroamericanos. Y resulta mucho más sorprendente constatar el esfuerzo que han hecho algunos de estos historiadores por nulificar o desvirtuar la trascendencia y lo traumático que resultaron estos tempranos procesos de secularización.

Frente a esta interpretación, historiadores como Ralph Woodward han logrado probar que fueron precisamente los “curas fanáticos” de Guatemala los que iniciaron el incontenible movimiento popular- católico de protestas que llevó al poder al conservador Rafael Carrera y a ejercer la Presidencia durante 30 años. Especialmente cacofónicos resultan aquellos historiadores que solo ven en el ascenso del café y las oligarquías cafetaleras las únicas causas para explicar lo acontecido en Centroamérica a partir de 1871; luego terminan concluyendo que tanto conservadores como liberales impulsaron el café, por lo que al final se quedan sin el necesario y estricto contrincante dialéctico que ayuda a entender los movimientos históricos.

Y sin embargo, al igual que ocurrió en tiempos de Mariano Gálvez en Guatemala, durante los años de las llamadas “reformas liberales” las fuentes católicas refieren categóricamente a que entre 1871 y 1886 en El Salvador se libró una intensa batalla entre “liberales ateos” y “buenos católicos”; y por su parte, las fuentes liberales confirman también la percepción de que con la llegada de la Administración de Santiago González había iniciado un significativo cambio en las políticas de Estado que fueron arrinconando progresivamente a los “fanáticos católicos”, quienes eran concebidos como los verdaderos enemigos del progreso, de la Libertad, de la Igualdad y la Fraternidad.

Además, ambas fuentes confirman que estas medidas “diabólicas” o “progresistas” fueron continuadas y profundizadas durante la larga presidencia de Rafael Zaldívar, con el claro apoyo de liberales radicales y masones, a pesar de que Zaldívar había sido un cercano colaborador del conservador Francisco Dueñas (1863-1871).

Tanto era la convicción de que había habido una ruptura entre la manera de entender y hacer política desde los tiempos de Dueñas, que las ambigüedades mostradas por el General Francisco Menéndez al inicio de su mandato no dejaron de alarmar a los radicalizados defensores del liberalismo secularizante que contemplaban con horror cómo Menéndez había reservado a Manuel Gallardo el decisivo cargo de Ministro de Hacienda, “á pesar del general desagrado que provocaba su presencia en el Gabinete” dadas sus posturas políticas conservadoras.

Seguramente no menos vergüenzas generaba para los liberales radicales comprobar cómo Menéndez era elogiado por conservadores y católicos, y cómo, en fin, Menéndez había abierto las puertas para que el clero “fanático y reaccionario” participara en la Constituyente de 1885, o cómo había permitido la reintroducción de la cátedra de derecho canónico en la Universidad.

Aunque siempre es difícil tener certeza sobre las convicciones religiosas de las personas, podríamos conceder que muy probablemente los planteamientos ideológicos de Dueñas eran muy similares a los de González, que quizás ambos eran fervientes creyentes en un liberalismo moderado, sinceros y temerosos católicos; pero, ¿qué decir de los Ministros de Estado de Dueñas y de los de González? O, ¿qué decir de los Representantes que redactaron la Constitución de 1864 y los que redactaron las Constituciones de 1871-72 en adelante? Un análisis detallado mostraría que la clase política y los burócratas en el poder a partir de 1871 fueron modelando e introduciendo poco a poco políticas que efectivamente fueron secularizando el Estado salvadoreño, medidas que fueron generando importantes resistencias de parte de estos sectores católicos y conservadores.

Es en este sentido que debe entenderse la expulsión de jesuitas, capuchinos y hasta de obispos a partir de 1872, la ruptura del Concordato con el Vaticano, la supresión de periódicos católicos en los que se atacaba a la nueva generación de liberales radicales centroamericanos. En este sentido, la férrea insistencia de parte de los sectores católicos y conservadores de que con la llegada de Santiago González al poder y la fundación de la Logia masónica “Progreso Nº 5” había iniciado una era de terribles y lamentables cambios en la conducción política del Estado.

A la luz de todas estas consideraciones, sería un error, a mi juicio, considerar que las únicas motivaciones que tenían los Presidentes salvadoreños para convocar a una nueva Constituyente durante los años 1871-1886 era que se aprobara su reelección o se ampliara el período presidencial. Aunque los deseos de eternizarse en el poder tanto ayer como ahora han sido una poderosa motivación para convocar a una Constituyente, para la clase política de liberales secularizantes y masones, cada Constituyente era una nueva oportunidad para ir profundizando en el proceso de transformación del Estado desde los ya vetustos, anacrónicos y ahora reaccionarios principios del liberalismo católico hispánico a los principios más avanzados del moderno liberalismo laicizante; pero también cada Constituyente era una oportunidad más para que conservadores y católicos hicieran importantes críticas a este proceso de transformación y pedir su reversión al estado de cosas en que había dejado al país la conservadora Constitución de 1864, cuyo Congreso Constituyente había hecho un esfuerzo por no romper con el paradigma del liberalismo católico español.

Y las mismas resistencias se producían cada vez que liberales radicales y masones intentaban introducir leyes que transformaran el carácter católico de la educación o promovieran la educación intelectual de la mujer, etc.

A mi parecer, pues, hubo significativas rupturas ideológicas y de políticas de Estado entre las Constituciones de 1864 y la de 1871, y estas diferencias se fueron haciendo cada vez más amplias a lo largo de las restantes que fueron siendo aprobadas hasta llegar a la de 1886; es decir, cada nueva Constituyente iba reafirmando las conquistas del liberalismo laicizante ya logradas, e introduciendo nuevas –quizás las que se atrevían a introducir o las que tuvieron éxito en imponer del amplio catálogo de reformas que incluía el proyecto Liberal de secularización del Estado. Y sobre todo no puede obviarse que muchas de estas políticas secularizantes se estaban tratando de implementar en países tan distantes como Francia o Bélgica o
Alemania.

Recuérdese, por ejemplo, que Bismark expulsó a los Jesuitas de Alemania en 1872, es decir el mismo año que lo hizo Guatemala y El Salvador.
Por ello sostengo que las reformas políticas liberales salvadoreñas deben ser definidas más precisamente como “secularizantes”.

Es claro que liberales radicales y masones estaban convencidos de que los tiempos habían cambiado, que ahora sí les había llegado su turno para implementar las políticas que las generaciones anteriores de liberales radicales soñaron con hacer realidad, pero con resultados catastróficos. Me refiero a las generaciones de Mariano Gálvez, de Francisco Morazán, pero también a la de Gerardo Barrios, Manuel Suárez y Manuel Irungaray. Ciertamente la tarea seguía siendo harto difícil, las resistencias del clero y de los católicos seguían siendo poderosas.

Pero la historia demostró al final –al menos en el caso de El Salvador- que liberales secularizantes y masones estaban en lo correcto: el tiempo les favorecía. La permanencia desde entonces del espíritu laico de las Constituciones de 1885 y 1886 es una buena prueba de esta afirmación.

Segunda parte de Tesis y Fundamentos del PCS (1979)

Segunda Parte

CAPITULO I
EL CARACTER Y LAS FUERZAS MOTRICES DE LA REVOLUCION QUE MADURA EN NUESTRO PAIS
A – EL CARÁCTER DE LA REVOLUCION:
1 – Como consecuencia del desarrollo medio y de la estructura plural del capitalismo dependiente, en El Salvador existen, maduras en lo fundamental, las premisas materiales para edificar la sociedad socialista y, al mismo tiempo continúan pendientes de ser cumplidas importantes transformaciones democráticas.
2 – Las premisas materiales internas (objetivas) para el socialismo son de dos tipos: económico-sociales y político-organizativas.
Las premisas económico-sociales se encuentran ya prácticamente maduras:
a) El proceso de socialización del trabajo, la concentración de la producción y de la circulación en manos de las empresas capitalistas, han llegado a niveles dominantes, mayoritarios en el conjunto de la economía nacional;
b) Los bancos y demás sociedades o uniones capitalistas, el sector de la economía capitalista de Estado, las sucursales de los monopolios transnacionales “interiorizados” y el capital imperialista de préstamo, han dado origen a vínculos y condicionantes económicos, técnicos y administrativos, que constituyen un sistema de regulación del proceso productivo y de la distribución de productos;
c) el proletariado en su conjunto es una clase bastante numerosa y su trabajo es el fundamento principal de la producción; la explotación del proletario (industrial y agropecuario) es la fuente principal de la riqueza de las clases dominantes. La explotación de los campesinos y otras capas trabajadoras hoy una fuente secundaria de riqueza. Ha surgido la clase obrera industrial más o menos moderna, cuyo peso dentro del conjunto del proletariado y de la producción total del país aumenta y cuyas filas se ensanchan; y
d) las fuerzas productivas en conjunto, aunque todavía atrasadas, han alcanzado un nivel de desarrollo incluso superior al que mostraban en el momento de la revolución algunos países donde hoy se construye el socialismo, como Viet Nam o Etiopía. Además, el obstáculo principal para un desarrollo desplegado de las fuerzas productivas lo constituye precisamente la estructura y el sistema político del capitalismo dependiente de nuestro país, contra el cual se dirige la revolución.
3 – Las premisas objetivas político-organizativas, es decir, la red de organizaciones de masas del proletariado y de los trabajadores en general (sindicatos, cooperativas, asociaciones de diverso tipo) y sus partidos políticos, la influencia, de las ideas socialistas, también muestran un considerable desarrollo en los últimos años, aunque en verdad continúan siendo insuficientes.
4- La posibilidad real del socialismo en nuestro país se ve sólidamente reforzada por la existencia, poderío e internacionalismo proletario militante de la comunidad de países socialistas encabezada por la Unión Soviética. La victoria del socialismo en Cuba ejerce particular influencia a favor de la difusión de las ideas socialistas, no sólo entre las masas proletarias, sino también entre el campesinado y las capas intermedias. Asimismo, refuerza la posibilidad real del socialismo en El Salvador la honda crisis general del sistema capitalista mundial, la crisis del imperialismo yanqui en particular y las cada vez más numerosas victorias de la revolución socialista en todos los continentes, aún en países más atrasados que el nuestro.
5- El retraso en la maduración de las premisas político-organizativas del socialismo, tiene su origen en varias causas:
El profundo golpe contrarrevolucionario de 1932, que destruyó el movimiento sindical de reciente formación y casi aniquiló al Partido Comunista; mismo tiempo, retrasó hasta los años cincuenta-sesenta el inicio del proceso de industrialización y la formación de la clase obrera moderna;
a) la muy reciente formación de la clase obrera industrial y la persistente represión sobre las organizaciones de los trabajadores, ejercida por la dictadura derechista desde 1932, dificultaron el reinicio del proceso organizativo de masas del proletariado y el rápido resurgimiento del Partido Comunista;
b) la lenta recuperación del Partido Comunista, condicionada no sólo por la persistente represión en su contra, sino también por la insuficiente composición proletaria de sus filas y la inestabilidad de su cuerpo dirigente durante décadas, acarreó desviaciones de derecha e izquierda que fueron causa de no pocos errores en la lucha popular y en su propia actividad; esos errores afectaron el proceso organizativo, la toma de conciencia del proletariado y de las masas populares en general;
d) La influencia ideológica de la burguesía, que desorienta a los trabajadores y les inyecta valores extraños a su condición de clase y a su causa. El “autonomismo y el “gremialismo” son fenómenos desarrollados en el movimiento sindical como expresión, entre otros, de esta influencia ideológica burguesa;
e) La acción real y concreta del imperialismo, los gobiernos reaccionarios y la burguesía salvadoreña por dividir a la clase obrera, principalmente al movimiento sindical, para lo cual han utilizado y utilizan ingentes recursos y variados procedimientos, tales como las ganguerías, la corrupción, la acción policial contra de los trabajadores y dirigentes honestos, etc.; y
f) la dispersión ideológica política y cierto grado de confusión que prevalece en la actualidad entre las masas, como consecuencia de la división en las fuerzas de izquierda, han impedido hasta hoy el surgimiento de una dirección única del movimiento revolucionario, condición ésta de suma importancia para facilitar la maduración de las premisas político- organizativas del socialismo.
6 – Las principales tareas democráticas pendientes de cumplirse son:
a) La conquista de las libertades y derechos democráticos para las grandes mayorías del pueblo;
b) solución al problema agrario en beneficio de las grandes masas campesinas del proletariado agropecuario; y
c) La conquista de una independencia política y económica reales, que haga posible el ejercicio de la autodeterminación nacional.
La aspiración a las libertades democráticas y a la tierra, junto con el deseo de mejorar sus condiciones de vida, han demostrado ser las motivaciones más poderosas que lanzan a la acción a las masas y polarizan el enfrentamiento político en nuestro país, dando origen con mayor agudeza y reiteración a los estallidos más peligrosos para el poder tradicional.
7 – Las transformaciones democráticas pendientes tienen el peso decisivo en la movilización y la lucha de las grandes mayorías populares, son la fuente de sus más fuertes motivaciones revolucionarias. Esto resulta lógico si se tiene en cuenta los factores siguientes:
a) El desarrollo medio, la naturaleza plural de la estructura (lastrada por fuertes remanentes precapitalistas) y la naturaleza misma del capitalismo dependiente, sus deformidades y desequilibrios estructurales, determinan la existencia de masas campesinas todavía numerosas y de unas capas medias urbanas y capas marginales también numerosas;
b) uno de los factores más determinantes de la crisis estructural que nuestro país es su agudo problema agrario;
c) la mayoría del proletariado está formado por su sector agropecuario;
d) la reciente industrialización y el rezago en la organización del proletariado y en la difusión de la conciencia socialista en sus filas; y
e) el insuficiente despliegue de la lucha de clases del proletariado y de las demás contradicciones típicas de la sociedad capitalista.
Estos factores determinan que las masas populares estén integradas en gran parte por campesinos, proletarios con incipiente conciencia clasista (todavía más campesina que proletaria) y elementos de las capas intermedias; y que predominen entre ellas la idiosincrasia y estados de ánimo propios de los pequeños propietarios empobrecidos y de la intelectualidad sin perspectiva estable en la sociedad actual.
A los anteriores elementos se suma el carácter autoritario tradicional de la dictadura militar derechista, incrementado por su actual fascistización, que hace de la lucha por la democracia política una necesidad apremiante, incluso vital, para todas estas clases y capas, para la subsistencia y desarrollo de sus organizaciones, de su cultura y aún lo es también para otros sectores de la sociedad.
Está probado a lo largo de la historia nacional, desde fines del siglo pasado y particularmente durante los últimos 48 años, que estas transformaciones democráticas no pueden cumplirse en nuestro país por una vía evolutiva; únicamente lo serán por vía revolucionaria.
Esto es así porque:
El problema agrario no radica solo, ni siquiera principalmente en la existencia de supervivencias feudales en el campo, sino sobre todo en la concentración de la mayor parte de la tierra en manos de un puñado de señores y esa concentración no es un legado feudal, sino que fue promovida en base al despojo de las masas campesinas- apoyado por la ley y la fuerza pública- para abrir paso al cultivo cafetero y, con ello, se empujó al país decididamente por el camino del desarrollo capitalista dependiente que hoy está en crisis.
Por esta causa como ya lo argumentamos en la primera parte de este documento la solución del problema agrario en beneficio de las masas del campo, la entrega de “la tierra a quienes la trabajan”, no puede sino estar dirigida contra el capitalismo dependiente en conjunto, que tiene una robusta raíz agraria en nuestro país. De allí que la burguesía rechace tan furiosamente, como se ha demostrado en tantas ocasiones, cualquier clase de reforma agraria con inclinación campesina, cerrando así la vía evolutiva de solución de esta tarea democrática pendiente en nuestro país. Así, la solución del problema agrario es una tarea que tiende a cambiar su carácter burgués, en la medida en que se transforma en una tarea para la revolución que ha de conducir en definitiva al socialismo.
El sistema político autoritario, anti democrático, que domina en nuestro país, es el resultado histórico de los rasgos esenciales del proceso del desarrollo por la vía capitalista dependiente, en sus tres etapas ya recorridas.(*) (*Ver en la Primera Parte de este documento el primer apartado, que presenta un esbozo histórico del desarrollo del capitalismo en El Salvador)
El actual forcejeo de la oligarquía financiera, las transnacionales “interiorizadas” y otros sectores de la gran burguesía, por abrir una cuarta etapa del desarrollo capitalista dependiente, están vinculados de modo principal a la fascistización de la tradicional dictadura militar de derecha.
Así, están cerradas las posibilidades de que las masas populares alcancen la democracia por vía evolutiva, por medio de un sucesivo proceso de democratización. Los pasos en tal dirección, aunque útiles para la lucha popular han sido puramente coyunturales y en extremo limitados, cuyos beneficios están siendo o han sido ya negados por la fascistización. En todo caso, las “aperturas” que pudieran lograrse en el futuro no abrirían un proceso de democratización real y consecuente hasta el fin, por la misma naturaleza del sistema político imperante, los rasgos de la burguesía salvadoreña, la actual referencia creciente de las transnacionales y la fuerza de la conveniencia del complejo militar industrial de los Estados Unidos y de la OTAN. La democracia real, pues, tendrá que conquistarse por vía revolucionaria.
c) Por lo que se refiere a las posibilidades de un desarrollo nacional independiente, está de sobra claro que tal posibilidad no existe dentro de los marcos de la vía capitalista en la que el país se encuentra inmerso hace tanto tiempo, no existe literalmente para nuestro país posibilidad alguna para un desarrollo capitalista independiente; el capitalismo en El Salvador no puede dejar de ser dependiente, no existe en absoluto la posibilidad que éste evolucione hacia un cauce autónomo.
La independencia política y económica, la autodeterminación nacional únicamente puede lograrse rompiendo las amarras que nos atan al imperialismo, liquidando el capitalismo dependiente como tal y, con él, toda otra posibilidad de desarrollo por la vía capitalista; es decir marchando hacia el socialismo.
He aquí por qué, incluso aquellos sectores de la burguesía que se muestran más partidarios de la democracia, no pueden dejar de ser, en fin de cuentas, pro-imperialistas.
La independencia política y económica de nuestro país sólo puede conquistarse por vía revolucionaria, contra el imperialismo y la burguesía, fuera del capitalismo, en el socialismo.
9 – Las tarea antiimperialistas de la revolución democrática no pueden cumplirse consecuente e irreversiblemente, si las fuerzas revolucionarias no han tomado el poder, o si no lo mantienen firmemente en sus manos, aplastando toda forma o intento de contrarrevolución, o rechazando y derrotando con firmeza toda maniobra política abierta, encubierta o refinada, para torcer el rumbo de la revolución, hacerla vacilar, mediatizarla.
Ahora bien, la tarea antiimperialista pudiera no aparecer como una motivación poderosa para las masas en los inicios de la revolución democrática, teniendo en cuenta las formas refinadas, encubiertas, de la explotación y dominio imperialista en nuestro país; pero necesariamente ha de pasar esta tarea al primer plano al desplegarse dicha revolución. Nuestro Partido y todas las fuerzas revolucionarias tendrán entonces, más que en cualquier otro momento, la obligación esencial de desenmascarar el dominio imperialista y todas sus maniobras, aunque vistan ropajes “democráticos”; el deber de ayudar las masas a comprender lo determinante que es romper su dominación para el logro consecuente de todas sus aspiraciones y conducirlas efectivamente a consumar esta ruptura.
11 – La más revolucionaria de todas las tareas democráticas pendientes en nuestro país, es la emancipación de la dependencia política y económica del imperialismo. Es esta una tarea que, a diferencia de las anteriores, no está condicionada a la liquidación de remanentes pre-capitalistas, sino que es del todo incompatible con el sistema del capitalismo dependiente en su conjunto y por ello, con el capitalismo como tal, ya que no es posible para nuestro país otro tipo de capitalismo que no sea éste que ya rige plenamente.
La realización de la tarea anti-imperialista lleva en sí misma la ineluctabilidad del paso hacia el socialismo. Como lo dijera la Declaración de la Conferencia de los Partidos. Comunistas de América Latina y del Caribe, reunida en junio de 1975 en La Habana:
“…la estrategia y la táctica de la Revolución en América Latina para aquellos que la concebimos como una Revolución cuyo objetivo final es el socialismo, pasan por el antiimperialismo”.
12 – De todo lo anterior se desprende que la realización consecuente, revolucionaria, de las transformaciones democráticas y antiimperialistas pendientes en nuestro país, a pesar de su carácter en principio burgués, mejor dicho, “democrático-burgués”, se vinculan de un modo orgánico y necesario con el avance de la revolución hasta el socialismo.
13 – La revolución que madura en nuestro país es, pues, en esencia, la revolución socialista, pero ella debe necesariamente tener su prólogo, su inicio en una revolución democrática anti-imperialista. No se trata, sin embargo, de dos revoluciones, sino de una sola, la revolución socialista, pero ella debe realizarse ineludiblemente con las banderas democráticas antiimperialistas desplegadas. En este sentido, y sólo en este sentido, se puede y se debe decir: la revolución que madura en nuestro país, es la revolución democrática antiimperialista.
14 – La toma del poder, su conservación y defensa es el problema central de la revolución. Si este problema se resuelve bien ya en el curso de la revolución democrática antiimperialista y ello es perfectamente posible de acuerdo a la experiencia histórica universal, entonces será posible y necesario pasar a la etapa socialista de la revolución. En caso contrario, estarán en peligro de revertirse todas las conquistas económicas, sociales y políticas democráticas que hayan sido alcanzadas (como ocurrió en Chile y Perú), estará en peligro la propia revolución democrática. Únicamente puede conjurarse este peligro si el proletariado revolucionario y todas las fuerzas que están por el socialismo toman el poder total, cualquiera otra que sea la fuerza que inicialmente encabece la revolución democrática.
15 – La defensa de la tierra, la libertad y la independencia conquistadas no podrían realizarse de ninguna otra manera que traspasando los linderos del capitalismo, transformando la revolución democrática antiimperialista en revolución socialista. Las mismas motivaciones democráticas y antiimperialistas que mueven a las masas a realizar la primera fase de la revolución, les imprimen el impulso suficiente para elevarla a su fase segunda, la fase socialista puesto que es vital para ellas defender sus conquistas revolucionarias. Se pone así de manifiesto, como en Cuba, que no se trata de dos revoluciones, sino de dos fases de una sola y misma revolución, la revolución socialista y que pueden llevar el proceso hasta el socialismo incluso las masas cuya conciencia socialista no ha madurado previamente.
La clave de esta transformación consiste en la toma revolucionaria del poder, en el aplastamiento político, económico y, militar, de la contrarrevolución. En una palabra, la clave está en la instauración y el ejercicio de la dictadura democrática antiimperialista de las masas revolucionarias, que en la segunda fase de la revolución deviene necesariamente en dictadura del proletariado.
La alternativa a este rumbo, que ha resultado invariable en la experiencia internacional contemporánea, es perderlo todo a manos de la contrarrevolución.
16 – No es fatal el triunfo de la alternativa de solución democrática antiimperialista y, en fin de cuentas, socialista. No llega solo, tiene que ser conquistado y defendido revolucionariamente.
Ha de tenerse en cuenta en todo momento, que también existe objetivamente la posibilidad de que la crisis estructural y política tenga una salida hacía la continuación del rumbo capitalista dependiente de desarrollo, ahogando en sangre la revolución o que la revolución se aplace canalizando la energías revolucionaria de las masas hacia una pretendida revolución reformista dentro del capitalismo, que si bien no sería eficaz para superar la crisis del sistema, podría dividir más a las fuerzas revolucionarias y facilitar su debilitamiento e incluso su destrucción.
17- He aquí la verdad de esta dialéctica, tajantemente expuesta:
Ni la revolución democrática antiimperialista puede sobrevivir sin avanzar hacia el socialismo, ni se puede ir al socialismo por ningún otro camino que no sea el de la revolución democrática antiimperialista en nuestro país. Tal ha sido esencialmente, por lo demás, la experiencia de todas las revoluciones socialistas en los países capitalistas dependientes o coloniales. Cuba, Vietnam y, más recientemente, Angola y Etiopía, son claras confirmaciones positivas de esta tesis, Mientras que Chile, Portugal y Perú son confirmaciones negativas de la misma.
18- Las tareas principales de la Revolución Democrática antiimperialista en El Salvador son las siguientes:
a) Derrocar la dictadura militar de derecha que deviene más y más en dictadura fascista, destruir su aparato burocrático-militar y establecer el gobierno democrático -revolucionario de las fuerzas populares encabezadas por el proletariado y su Partido; erigir una nueva organización estatal, con un ejército reorganizado, fiel al pueblo y a la revolución y una administración limpia de toda forma de corrupción;
b) Liquidar el dominio, bajo todas sus formas, de la gran burguesía (oligarquía financiera y grandes capitalistas en general);
c) Romper la dependencia política y económica del imperialismo poniendo fin al predominio económico y a toda forma de intervencionismo y dictado político del gobierno de los EE.UU., de los monopolios extranjeros y de los demás imperialistas;
d) Asegurar amplios derechos y libertades democráticas para las masas trabajadoras y el pueblo en general; organizar el control directo de las masas sobre el aparato estatal;
e) una profunda reforma agraria, que liquide el monopolio latifundista sobre la tierra y ponga la mayor parte de ésta en manos de las masas campesinas (especialmente de los campesinos pobres) y del proletariado agropecuario;
f) Elevar las condiciones de vida material y cultural del pueblo;
g) Emprender el acelerado desarrollo económico, social y cultural independiente de nuestro país;
h) Establecer una política internacional independiente, orientada a la defensa de la paz, la solidaridad con todos los pueblos que luchan por su liberación o por la defensa o recuperación de sus riquezas naturales; una política orientada a la lucha por un nuevo orden económico internacional y al fomento de las relaciones y la colaboración entre todos los pueblos;
i) Asegurar el paso al socialismo sin agotar previamente el desarrollo del capitalismo.
B – LAS FUERZAS MOTRICES DE LA REVOLUCION
19.- Son fuerzas motrices de la revolución las clases y capas sociales que por su posición dentro de las relaciones de producción y frente al sistema político, por las condiciones históricas concretas en que se desenvuelve internamente el proceso revolucionario y por la situación internacional que rodea e influye a éste, se ven lanzadas a promoverlo y a consumarlo.
En El Salvador las fuerzas motrices de la revolución son: el proletariado, el campesinado pobre y medio y las capas intermedias urbanas.
20 – La determinación de las fuerzas motrices de la revolución no depende de un modo mecánico del carácter de ésta. Aquí, la esencia histórica burguesa de las tareas democráticas que debe cumplir nuestra revolución, no determina que, por tanto, sea la burguesía la clase más interesada en llevarla a término. En nuestro país está claro que la burguesía no quiere esta revolución, en general, se opone a ella.
Cometen un grave error los oportunistas de derecha al razonar así: “puesto que las tareas que la revolución ha de realizar tienen un carácter democrático-burgués, debe ser la burguesía y no el proletariado la fuerza más interesa en realizarla; la presencia del proletariado a la cabeza de dicha revolución sólo no se justifica, sino que la radicalizaría, la aceleraría y, por eso, propiciaría su derrota”. El proletariado alegan los oportunistas de derecha ha de limitarse a ser fuerza de apoyo de la burguesía “democrática” o “progresista.
Por su parte, aquellos que padecen la desviación del izquierdismo, partiendo de que en nuestro país están maduras las premisas económico-sociales por el socialismo, consideran las tareas democráticas pendientes como un “estorbo y decretan que se puede “saltar” sobre ellas, e ir de un modo directo al socialismo; declaran que las tareas democráticas llevan “en sí” la participación hegemónica” de la burguesía y que, por tanto, estas tareas tienen una inclinación “reaccionaria” y hasta “contrarrevolucionaria”; opinan que “aceptar” el carácter democrático anti-imperialista de la revolución que se acerca equivale por sí, a “situarse a la cola de la burguesía”.
En ambos casos los oportunistas de derecha y los izquierdistas parten de una premisa equivocada común: la de que, según ambos, las fuerzas motrices de la revolución vienen determinadas de un modo mecánico, automática e invariable por el carácter de la revolución. Partiendo de esta premisa falsa los oportunistas de derecha, que por otra parte reconocen la naturaleza objetiva, sujeta a leyes, del carácter de la revolución, proclaman: “la revolución democrática es asunto de la burguesía y, por tanto, los comunistas, y todos los que luchan por el socialismo debemos dejarla hacer; limitarnos a apoyarla”. Los izquierdistas parten de la misma premisa equivocada, pero ellos no reconocen objetividad y fuerza de ley al carácter de la revolución, en consecuencia “deciden resolver el problema de las tareas democráticas pendientes, de un modo fácil”: decretando su abolición y proclamando voluntaristamente el carácter socialista inmediato y directo de la revolución.
21 – En realidad, la historia es muy clara en revelar reiteradamente que entre el carácter objetivo de la revolución y la determinación de sus fuerzas motrices no existe una relación mecánica, automática, ahistórica, sino un vínculo dialectico, vivo, histórico concreto.
Se había comenzado a perfilar en la revolución de 1848 en Alemania, cuando aun no aparecía el imperialismo, pero se hizo por completo claro y evidente desde la revolución democrática de 1905 en Rusia y se ha confirmado por toda la historia universal de la revolución desde entonces, que en la época del imperialismo, el proletariado está más interesado y comprometido que la burguesía en la lucha por la democracia y en la revolución democrática, puesto que necesita de las libertades democráticas para desplegar su organización y su lucha, incluso aquella que busca su mejoramiento económico inmediato; y porque la lucha por la revolución democrática es el marco indispensable que permite unir en torno suyo las fuerzas populares necesarias para derribar el poder de la burguesía, y éste se revela así como el camino ineludible que conduce al socialismo.
Cuán rápido o cuán lento transitará la revolución de su fase democrática a su fase socialista, es algo que varía según las condiciones nacionales e internacionales concretas en las que se realiza cada revolución. Lo que debe tenerse muy claro es que podrá escogerse el ritmo más conveniente, sólo en el caso que la revolución se haya consumado, es decir, si se ha tomado totalmente el poder por las fuerzas revolucionarias más consecuentes y comprometidas con el socialismo.
Una prueba de justeza de las tesis anteriores para nuestro país, la tenemos el hecho de que la gran burguesía se ha mostrado dispuesta a lanzar por la borda incluso cualquier juego democrático incipiente como el que hubo entre 1964 y 1972 y a empuñar, junto con los más recalcitrantes círculos dominantes de los EE.UU. y América Latina, las más sangrientas y despiadadas armas de la contrarrevolución, aferrarse al fascismo como lo hace hoy frente al proletariado, los campesinos y las capas medias que han avanzado demandando libertad y derechos reales, exigiendo la tierra para quienes la trabajan.
23 – Factor de un valor incalculable es el hecho de que las fuerzas por el socialismo se han ensanchado en nuestro país durante los últimos decenios, en particular desde que la Revolución Cubana arribó al socialismo, como una consecuencia del enorme prestigio alcanzado por la comunidad socialista encabezada por la Unión Soviética, basado en sus éxitos en todos los campos de la vida social, en los cambios radicales en la correlación de fuerzas mundial operadas a su favor, en su invariable política de paz y fomento de la distensión, en su internacionalismo consecuente al lado de los pueblos que luchan por la liberación nacional, la democracia, la paz y el socialismo; así como también como una consecuencia del ejemplo heroico de las revoluciones triunfantes en Asia y África.
Las ideas socialistas son ahora y pueden serlo todavía más ampliamente una poderosa fuente de inspiración, no sólo para los obreros e intelectuales avanzados, sino también para otros nutridos sectores de las capas intermedias y de los campesinos.
He aquí, pues, otra prueba de las relaciones dialécticas, no mecánicas, entre el carácter de la revolución y sus fuerzas motrices, lo mismo que una muestra elocuente de cómo se combina el proceso histórico interno con la marcha del proceso internacional, para configurar las fuerzas que han de llevar a término la revolución.
24 – En nuestro país capitalista dependiente es el proletariado la clase social que es capaz de realizar el papel más revolucionario; es la clase antagónica de la burguesía que crece y concentra más sus filas con el mismo desarrollo capitalista; es la más interesada en suprimir la explotación y la opresión capitalista, es la clase portadora de la formación social futura, el socialismo y, por consiguiente, la más interesada en desbrozar el camino hacia el socialismo, realizando con la mayor consecuencia las tareas democráticas pendientes. De su actitud frente a ellas, y de su cumplimiento, depende precisamente que el proletariado pueda contar con la alianza combativa de los campesinos y las capas intermedias, cuya fuerza es imprescindible para derrocar el poder de la oligarquía burguesa terrateniente y del imperialismo. Sin esa alianza la lucha por la revolución podría devenir en simple asonada o concluir en una derrota popular recibida con himnos de victoria por la contrarrevolución.
25 – Los campesinos (pobres y medios) y las capas intermedias, son las otra dos fuerzas motrices de la revolución que está en marcha en nuestro país y no sólo porque ellas tienen un interés común y vital en la realización de las tareas democráticas pendientes, sino también porque el pensamiento revolucionario de las masas que las forman puede avanzar, y de hecho avanza, hasta el nivel de las ideas socialistas.
26 – La revolución democrática anti-imperialista que madura en nuestro país será realizada por el proletariado, el campesinado y las capas intermedias. Esta es ya una verdad confirmada por la propia práctica del proceso de avance hacia la revolución que tiene lugar en nuestro país, por cada una de las luchas democráticas actuales.
27 – El proletariado es potencialmente la fuerza revolucionaria principal, pero no se convierte en tal espontáneamente, librado a sus propias posibilidades. Es necesario para ello promover su organización y su lucha clasista, lo mismo que llevar a sus filas la conciencia socialista, ayudarle a transformarse de “clase en sí” en “clase para sí”. Solamente de este modo puede el proletariado ascender a su papel revolucionario de vanguardia. Organizar este ascenso es un deber supremo del Partido Comunista y de la Juventud Comunista, y de toda organización revolucionaria de nuestro país.
28 – Ahora bien, para el cumplimiento de esta tarea comunista primordial es indispensable tomar en cuenta las características concretas del proletariado salvadoreño:
a)La mayoría del proletariado en nuestro país está formado por los asalariados agropecuarios, en gran mayoría analfabetas, e inestables en cuanto a su lugar de trabajo, lo cual dificulta mucho su organización;
b) El núcleo proletario más concentrado, con mayor base cultural y mayor productividad lo forman los obreros de la industria, pero su organización sindical y política y su conciencia de clase son aún débiles. Los obreros de la industria tienen múltiples vínculos sociales con las masas del campo, de donde procede el grueso de ellos;
c) sector con más tradiciones ideológicas revolucionarias está formado por obreros de tipo artesanal, pero ahora se encuentran sus organizaciones en proceso de franca liquidación, como consecuencia del desarrollo del capitalismo en los últimos 25 años, que ha forzado la desaparición de los talleres grandes de este tipo, generalizó el trabajo a domicilio y dispersó grandemente las filas de estos obreros, acercando a un sector de los mismos a una situación parecida a la de la pequeña burguesía, y a otros, los lanzó a las filas de las capas marginales,
d)No son del todo tajantes las fronteras entre el proletariado urbano, por un lado y la pequeña burguesía, y ciertos sectores de las capas marginales y capas medias urbanas por el otro lado. Más bien sus bordes se interpenetran, a veces considerablemente condicionando en las filas obreras formas de conciencia no proletaria, con sus vacilaciones consiguientes.
29 – El Partido Comunista y la JC deben esforzarse, a la vista de las características anteriores, por forjar un compacto, altamente organizado y nutrido destacamento revolucionario con los obreros de más alta concentración en la industria, agricultura y ganadería modernas.
Apoyándose en este destacamento puede nuestro Partido realizar mejor y más rápidamente su tarea de organizar y revolucionar al proletariado urbano y agropecuario en conjunto.
30 – El eslabón principal para forjar ese destacamento obrero revolucionario está en la construcción de Células y otros organismos del PCS y la JCS en fábricas y demás centros de trabajo, donde haya una más alta concentración de trabajadores y posean un mayor peso económico.
Junto a la construcción de estas Células, el Partido y la JC deben poner un esmero especial en la formación teórico-política y cultural, en el forjamiento combativo, altamente disciplinado, de los obreros (urbanos y rurales) mejor dotados y promoverlos paso a paso pero firme y sistemáticamente a escalones de dirección intermedia y nacional, tanto en las organización de masas, abiertas o secretas, como en el Partido y la JC mismos.
31 – Los campesinos pobres y medios son el aliado natural y principal del proletariado revolucionario en nuestro país.
Las cualidades combativas y revolucionarias del campesinado salvadoreño han quedado claramente demostradas durante los últimos años.
32 – Como asalariados durante algunos meses del año, los campesinos pobres son explotados por la burguesía y tienen la posibilidad de comprender los problemas que sufren los proletarios del campo y se identifican con sus aspiraciones y luchas; como campesinos son explotados por los terratenientes y la burguesía; sufren las peores condiciones de existencia, en comparación con el resto de las masas campesinas y forman la gran mayoría de éstas, son los que más angustiosamente necesitan la tierra de cuya propiedad carecen del todo o la poseen en cantidad absolutamente insuficiente.
Aguijoneados por esta doble explotación, los campesinos pobres sienten profundamente la necesidad de luchar contra los terratenientes y los capitalistas, por la tierra, la libertad y la liberación social.
33 – El proceso actual de expansión del capitalismo en la agricultura y la consiguiente proletarización que éste acarrea, golpea sobre todo a los campesinos pobres, expulsándolos de la tierra que cultivan, muchos de ellos resultan ser despojados de sus viviendas y pequeños huertos de que han venido disponiendo como colonos o mozo-colonos, dentro de las haciendas.
Además, como consecuencia de la inflación y otros aspectos de la crisis capitalista mundial, los campesinos pobres son hoy los primeros en arruinarse y perder el acceso a la tierra, engrosando las filas de las capas marginales o masas proletarias semi desempleadas, que constantemente migran dentro de nuestro país y hacia el exterior, en busca de medios de vida.
Todo ello lanza a las masas de campesinos pobres a formas agudas de la lucha de clases, los radicaliza y los lleva al cauce del proceso revolucionario.
34 – Estos factores en conjunto hacen de los campesinos pobres la fuerza capaz de ser el aliado más fiel, más firme y combativo del proletariado revolucionario, que puede ir bajo su conducción incluso a la lucha por el socialismo.
35 – El PCS debe ganar para sus filas a los campesinos pobres más firmes y combativos. La construcción de una numerosa, altamente organizada y clara vanguardia revolucionaria entre los campesinos pobres es la condición principal para desarrollar sus cualidades, lograr que su alianza con el proletariado sea irrompible y que marchen juntos hasta el socialismo.
36 – Los campesinos medios son también aliados importantes del proletariado en la revolución democrática anti-imperialista, puesto que sufren la explotación de los terratenientes y también de los comerciantes, prestamistas y banqueros; pero tienden a ser menos firmes, menos leales y menos seguros combatientes revolucionarios, debido a que sus intereses como pequeños propietarios, y por consiguiente, su ideología pequeño burguesa, los llevan a oscilar con frecuencia entre el proletariado y la burguesía. No es casual, por ejemplo, que el grueso de miembros de la ORDEN esté formado precisamente por campesinos medíos.
37 – En las condiciones actuales de nuestro país, los campesinos medios se encuentran bajo grandes presiones que tienden a arruinarlos y lanzarlos dentro de las filas del campesinado pobre, y aún del proletariado agropecuario y de las capas marginales. Esas presiones proceden de la crisis capitalista mundial y de la expansión capitalista en la agricultura salvadoreña; por ello, los campesinos medios se inclinan mucho hoy a apoyar las luchas por la tierra y parte considerable de ellos toman el cauce revolucionario.
38 – El proletariado revolucionario, concertando una alianza masiva y de combate con los campesinos pobres, puede atraer a los campesinos medios (incluyendo a muchos miembros de ORDEN), y mantener de un modo bastante estable la alianza con ellos, contra los terratenientes y la gran burguesía, por la tierra y la democracia.
39 – El reclutamiento para el PCS, la JCS y demás organizaciones revolucionarias de los campesinos medios más firmes, es una condición necesaria para apoyar de un modo sólido la lucha por disputar la masa de estos campesinos a la burguesía y mantenerla al lado del proletariado en la revolución democrática anti-imperialista.
40 – Los campesinos ricos, como ya se dijo en la primera parte de este documento, forman parte de los estratos bajos de la burguesía o de los terratenientes.
Los campesinos ricos son explotadores de asalariados agropecuarios, de campesinos pobres o medios y, como tales, consideran su suerte vinculada a la de toda la burguesía y los terratenientes; pero, al mismo tiempo, sufren limitaciones, la expoliación y el acecho de la gran burguesía monopolista y de los latifundistas, especialmente de parte de la oligarquía financiera y los grandes capitalistas agroexportadores e importadores o fabricantes de insumos agropecuarios, de quienes en verdad son tributarios.
Además, los campesinos ricos están emparentados con sectores importantes de las capas medias urbanas (estudiantes, profesionistas, técnicos, etc.) y se sienten afectados por las condiciones políticas, adversas para éstos, que imponen al país los señores del gran capital, los terratenientes y el imperialismo.
Por otra parte, las transformaciones democráticas por las que lucha el movimiento popular revolucionario no van dirigidas contra los campesinos ricos. Aunque a este respecto, es claro que ellos, como toda la burguesía no pueden apoyar en fin de cuentas un proceso revolucionario anti-imperial consecuente.
41 – Por todo esto, los campesinos ricos únicamente pueden ser atraídos de modo parcial y temporalmente a dar apoyo o, en la mayoría de los casos neutralizarse frente al avance del movimiento popular revolucionario.
Para comprender la importancia del trabajo de atracción o neutralización de los campesinos ricos, es necesario no olvidar que ellos pueden formar de las filas más activas y furiosas de la reacción capitaneadas por la gran burguesía, como pudo verse en 1976 frente al proyecto de “transformación agraria”. Tampoco debe perderse de vista que los campesinos ricos ejercen por lo general bastante influencia sobre los campesinos medios y pobres, inclusive sobre los asalariados agropecuarios y pueden arrastrar una parte considerando de éstos a posiciones contra-revolucionarias activas.
42 – Los campesinos ricos en realidad no forman parte de las fuerzas motrices de la revolución, pero tampoco debe conceptuárseles de una vez como fue fuerza fatalmente contra-revolucionaria, en la fase de la revolución democrática antiimperialista. Debe considerárseles como fuerza neutralizable y el proletariado revolucionario está interesado vitalmente en lograr el mayor aislamiento de los enemigos principales de la revolución democrática anti-imperialista.
Lo que se dirá más adelante sobre la burguesía vale también en gran medida para los campesinos ricos.
43 – Las capas intermedias son la tercera fuerza motriz de la revolución en El Salvador.
Las capas intermedias tienen una composición compleja, sus intereses son también complejos. Por un lado, están las capas medias urbanas, por otro, las capas marginales; por una parte, las capas medias asalariadas, por otra la intelectualidad y la pequeña burguesía, propiamente como tal. Por un lado, las capas medias tradicionales, por otro las modernas. Desde otro ángulo se visualiza dentro de la intelectualidad el muy específico y peculiar sector de los artistas.
44. Como en el resto de América Latina, las capas medias urbanas en nuestro país han demostrado tradicionalmente ser una gran fuerza de lucha por la democracia, una activa base social de apoyo para todos los movimientos contra tiranos y por otras causas progresistas, como la reforma universitaria y la difusión de la cultura. Por ello, las capas medias en particular su intelectualidad gozan de una fuerte influencia entre el pueblo, incluso en la clase obrera.
45. En general las capas medias urbanas oscilan entre el proletariado y la burguesía, pero sus mayoritarios sectores asalariados y una gran parte de la intelectualidad, tienden mucho más a una conducta revolucionaria, incluso a la radicalización izquierdista y a la disputa del papel hegemónico y de vanguardia al proletariado. Amplios sectores de las capas medias pueden tomar posiciones contrarrevolucionarias si el Partido y demás fuerzas revolucionarias no aplican una línea adecuada para ganarlas.
46. El proletariado revolucionario en su relación con las capas medias debe sobre todo esforzarse por atraer y concertar una alianza de combate con las capas asalariadas mayoritarias de maestros y trabajadores de la educación en general, trabajadores de la salud, empleados oficinistas (públicos y particulares), estudiantes, artistas y otros sectores de la intelectualidad.
47. El esfuerzo por atraer al enorme sector asalariado de las capas medias consiste en una activa labor de estímulo y apoyo a sus luchas reivindicativas, paciente y masiva labor de difusión ideológica y política revolucionarias, movilización en la lucha política concreta y de reclutamiento de sus elementos más combativos y avanzados para el PCS, la JCS y las otras organizaciones revolucionarias.
48. El trabajo revolucionario con las capas medias asalariadas ha de dirigirse principalmente a sus masas de más bajos ingresos, cuya situación se acerca más a la del proletariado.
Respecto a los estratos asalariados de ingresos mayores, la tarea consiste en ganarlos para una postura política progresista, contrarrestando lo más posible la influencia de los prejuicios anti-comunistas, por lo general fuertes entre ellos. Al menos debemos ganar su neutralidad benévola hacia el proceso revolucionario, mantener viva su disconformidad frente al régimen.
49. Al realizar el trabajo revolucionario entre las capas medias asalariadas han de tenerse en cuenta sus múltiples nexos económicos, familiares e ideológicos con la burguesía y, por tanto los métodos para promover su organización, impulsar y fomentar sus luchas, las formas de éstas, han de diferenciar aquellos que son eficaces entre el proletariado y los campesinos pobres; al mismo tiempo, llevarán el propósito de acercarlos a éstos últimos grandemente, avanzando paso a paso, a medida que avanza su experiencia, su organización y su conciencia. Sus mayoritarios estratos de bajos ingresos pueden ser arrancados casi totalmente a la influencia ideológica y política de la burguesía, si el proletariado revolucionario aplica una metodología correcta y, sobre todo, si les demuestra en la práctica que el suyo es el apoyo más sólido que pueden encontrar sus luchas.
50 – Entre la intelectualidad salvadoreña se destaca, por su concentración, homogeneidad y tradiciones de lucha, el estudiantado universitario y la comunidad universitaria en general (docentes, investigadores, oficinistas y demás trabajadores de las universidades).
Muy rara vez han predominado y en tales casos sólo de un modo efímero las tendencias reaccionarias en la comunidad universitaria. Esta ha crecido considerablemente con la ampliación del cupo de nuevo ingreso, con la distribución de los centros universitarios de oriente y occidente y la fundación de nuevas universidades, desde la década de los años sesenta.
Es sin duda la comunidad universitaria el núcleo más influyente de la intelectualidad salvadoreña; y el movimiento estudiantil, en particular, es de los importantes destacamentos de la revolución en nuestro país.
51 – El trabajo por ganar como aliado del proletariado revolucionario al movimiento estudiantil y a la comunidad universitaria en general, presenta al mismo tiempo dificultades. La principal de ellas consiste en que, por el carácter pequeño-burgués de su ideología, por sus abundantes nexos materiales con la burguesía y por su enorme superioridad cultural sobre el proletariado, por escasas perspectivas de empleo que ofrece a los graduados la sociedad capitalista dependiente, los estudiantes y docentes universitarios tienden a asumir actitudes elitistas y/o posiciones izquierdistas y a disputar activamente el papel hegemónico y de vanguardia en el proceso revolucionario; al mismo tiempo poseen una organización poco disciplinada y estable y suelen reaccionar e momentos agudos desbandando sus filas y sumiéndose en la apatía
La influencia de estas características sobre el proletariado debe evitarse ya que pueden facilitar reveses severos para la revolución
El trabajo por conquistar al movimiento estudiantil y la comunidad universitaria en general, debe combinarse, por tanto, con un esfuerzo sistemático, llevado adelante con firmeza, pero con métodos exentos de sectarismos y prejuicios “obreristas”, por derrotar las nocivas tendencias ideológicas pequeño- burguesas, por construir en sus filas una ramificada y sólida organización revolucionaria y ganar así a los elementos mejores, proletarizando su pensamiento, su temple y sus costumbres; convertirlos así en intelectuales comunistas verdaderos.
52 – Los maestros forman otro destacamento que durante los años sesenta y principalmente de los setenta, se ha destacado por sus luchas y su influencia entre el pueblo
Los maestros son al mismo tiempo, importante sector asalariado (en su mayoría de bajos ingresos) y de la intelectualidad
Por este doble carácter suyo, los maestros están cerca del proletariado, pueden dar origen a una organización más o menos disciplinada y, al mismo tiempo, desplegar influencia en los medios intelectuales en general.
Desarrollar la unidad y la solidaridad en la acción entre el movimiento obrero y el movimiento magisterial, forjar un fuerte e influyente destacamento de maestros comunistas y esforzarse por aumentar el peso del magisterio dentro de la intelectualidad, son tres facetas de la tarea que el movimiento revolucionario tiene planteada ante este sector.
53 –Al Realizar el trabajo revolucionario entre la intelectualidad debe hacerse una clara diferenciación del sector artístico, el cual tiende fuertemente a tomar el cauce de la revolución. Los artistas necesitan esencial e indispensablemente de la democracia para su propia actividad creativa y, por su extraordinaria sensibilidad, comprenden los sufrimientos de las masas; pero poseen rasgos que exigen del movimiento revolucionario una política y una metodología especiales y ejecutadas con cuidadoso esmero.
54 – El reconocimiento de la especificidad de este sector es la primera condición para realizar bien el trabajo revolucionario con los artistas.
En segundo lugar, ha de saberse combinar una gran amplitud hacia las distintas escuelas del arte, con un profundo y sistemático trabaja ideológico y político, para atraer a los artistas al cauce de la revolución. En principio se puede ser revolucionario, contribuir prácticamente a la revolución y al mismo tiempo ser partidario de cualquier escuela artística. Tal es la orientación básica en este punto.
En tercer lugar, es necesario adoptar una actitud sumamente flexible y comprensiva hacia los artistas mismos, cuya vida emocional es muy activa y su personalidad y hábitos, bien diferentes a lo común.
En cuarto lugar, ha de combinarse la lucha por un contenido humanista revolucionario del arte, con una gran amplitud ante las formas de este. Esta lucha dará más y mejores frutos en la medida que las masas trabajadoras se interesen por el arte y rodeen con su cariño y apoyo a los artistas revolucionarios y demócratas en general.
55 – En suma, en materia de arte la política de la revolución no debe dejarse estrechar por ningún tipo de prejuicios ni sectarismo, debe confiar firmemente en que, acercando a los artistas a las masas y viceversa, atrayéndolos a la actividad revolucionaria y manteniendo una lucha sistemática e inteligente por un contenido humanista y revolucionario para el arte, irán surgiendo poco a tradiciones y fortaleciéndose las escuelas más serias y de mayor significa para el progreso social.
Si nuestro Partido pretende erigirse en árbitro paternal del arte o dictar a los artistas formas determinadas únicas, sólo logrará atraer grupitos exigentes de artistas de calidad dudosa y fomentar sectas diminutas e hirvientes de problemas internos. El Partido ha de ser tajante sí, en oponerse a los artistas de un arte que trabaja al servicio de la reacción, que difunde el anti-comunismo, embellece la explotación del hombre por el hombre, el capitalismo y el imperialismo.
56 – En la intelectualidad salvadoreña hay un sector ya numeroso, que crece con cierta celeridad, formado por técnicos y profesionistas. Una parte de este se vincula profundamente y se identifica con la burguesía y el gobierno, pero en su mayoría se encuentran ante dificultades, a veces severas, para encontrar un lugar estable en la economía y para desarrollarse en su respectiva especialidad; con frecuencia sus conocimientos científicos y técnicos chocan con el atraso del país o los llevan a comprender la necesidad de una radical transformación de la sociedad. Estas dificultades emanan del propio carácter de la formación capitalista dependiente, de su rezago científico-técnico, del carácter antidemocrático de su sistema político y se ven agravadas por la crisis estructural y política que ella sufre, lo mismo que por los efectos provenientes de la crisis capitalista mundial.
Los técnicos y profesionistas tienen, en principio, por tanto, interés en la realización de las transformaciones que puedan promover el progreso social, en base de este interés, pueden ser atraídos al cauce de la revolución o a dar su apoyo; pero al mismo tiempo, por su origen clasista o por sus vínculos con la burguesía, tienden a ser inestables y poco seguros como aliados de la revolución, especialmente en cuanto ésta avanza hacia las fronteras de salida del capitalismo y la rebasa. Una gran parte de ellos son mucho más estables en el apoyo a la lucha por la democracia y otros cambios que de por sí no rompan las estructuras burguesas.
Desde luego, entre los técnicos y profesionistas hay muchos militantes revolucionarios, y pueden multiplicarse aún más, cuyo aporte es inapreciable.
El proletariado revolucionario ha de realizar un especial esfuerzo por y mantener a su lado al grueso de técnicos y profesionistas, pese a las dificultades que ello significa. Papel importante en este esfuerzos ha de jugarlo el esclarecimiento paciente y sistemático de la tarea histórica que la revolución reserva a los técnicos, profesionistas y científicos, como una de las fuerzas importantes en la construcción de la nueva sociedad.
57 – El trabajo por ganar a la intelectualidad reviste una forma predominantemente ideológica, pero ésta se vuelve bizantina, estéril, si al mismo tiempo no promueve o apoya su lucha política y reivindicativa.
58 – La política del proletariado revolucionario hacia las capas medias ha de optar modalidades y contenidos específicos ante la pequeña burguesía propiamente como tal. Aunque no es más numerosa que los otros sectores de estas capas, es también un aliado potencial en la revolución democrática anti-imperialista y el proletariado revolucionario puede atraerla a la unidad de acción por la democracia y la lucha anti-oligárquica, anti-monopolista en general, apoyando sus demandas reivindicativas de este tipo.
59 – Sector numeroso entre la pequeña burguesía, con tradiciones en las luchas democráticas y como fuerza de apoyo a las luchas obreras, estudiantiles y magisteriales, lo forman en nuestro país la mayoría de locatarias de los mercados y plazas, lo mismo que los artesanos (dueños de talleres trabajados por os mismos y sus familiares).
60 – El proletariado revolucionario también tiene un potencial aliado de masas en las capas marginales; aunque éstas, por su miseria extrema, por su posición al margen de la economía y los rasgos de su sicología social, son una masa expuesta a una rápida radicalización y al mismo tiempo sensible a los sobornos de la demagogia del régimen, a su política migajera y, en consecuencia, son bastante volubles en su conducta política.
Sin embargo, la experiencia en nuestro país y otros, demuestra que las capas marginales pueden constituirse en una gran fuerza luchadora por la libertad y las reivindicaciones socio-económicas, siempre que en su organización ejerzan especial influencia los cuadros obreros forjados en el movimiento revolucionario.
Esta posibilidad se ve favorecida en nuestro país por el hecho de que en grandes áreas de gran concentración de población marginal, habitan también numerosos grupos de obreros organizados.
61. Por lo general, cuando el movimiento revolucionario está en auge, las capas marginales pueden ser atraídas más eficaz y ampliamente al cauce de la revolución, pero en los períodos de reflujo ellas tienden a desertar y acomodarse bajo la tutela paternalista de las instituciones especializadas que el Estado y el imperialismo han creado para influirlas.
62 – La burguesía no es fuerza motriz de la revolución en nuestro país ni tampoco puede tomarse como tal ninguno de sus sectores por separado. Sin embargo, la burguesía o alguna parte de la misma, en determinadas condiciones concretas pueden verse impulsada a actuar en un sentido democrático.
Tal posibilidad existe y se ve reforzada por la creciente fascistización la dictadura militar derechista. El fascismo, como se sabe por toda la experiencia mundial, no es ni puede ser la política unánime y permanente de la burguesía; el fascismo es ante todo, en nuestro país, la política de una parte de la oligarquía financiera y de una parte del capital monopolista extranjero, es la política a la que se aferran como tabla de salvación los latifundistas y la dictadura militar derechista en franca crisis. El fascismo impone la hegemonía absoluta de estos sectores y de su política de extrema reacción, no sólo sobre los trabajadores, sino también sobre el resto de la burguesía.
De allí que algunos grupos de la burguesía se vean impulsados en determinado momento a adoptar una postura opuesta a los fascistas y, hasta cierto punto, democrática.
63 – La experiencia actual y anterior en nuestro continente, muestra que frente el despliegue de la revolución democrática por las masas populares, hay grupos de la burguesía, en algunos casos incluso la mayoría de ésta, que puede considerar necesario lanzarse a la lucha por la democracia, como un medio para disputar la dirección del movimiento en ascenso a las fuerzas revolucionarias avanzadas, que ven su meta final en el socialismo.
Un ejemplo de este tipo se vio durante 1958 en la lucha por derribar la tiranía de Fulgencio Batista en Cuba y hoy este mismo fenómeno, lo está presenciando con características de mayor audacia y masividad, en el caso de la lucha del pueblo nicaragüense por derribar la tiranía de Somoza.
64 – Lo que está planteado a definir frente a la burguesía en nuestro país, y pensamos que ello es común para América Latina en general no es sólo sí esta es o no una de las fuerzas motrices de la revolución, pues está bastante claro que no lo es, sino principalmente cuál ha de ser la actitud a adoptar frente a la posibilidad real de que sectores o grupos de la burguesía actúen en el bando anti-fascista y, sobre todo, cuando la burguesía, en vez de mantenerse firme y unida en el bando de la contra-revolución, empuña la bandera democrática y se lanza a disputar la dirección del movimiento popular a las fuerzas revolucionarias.
65 – El PCS se guía ante estos problemas por las orientaciones siguientes:
a) Las posibilidades anti – fascistas de sectores o grupos de la burguesía deben indagarse y examinarse en concreto y ante su existencia real debe aplicarse una política regida por los principios que norman el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo; pudiendo concertarse alianzas y temporales tendientes al aislamiento total y el debilitamiento de los fascistas; ante la acción ya en desarrollo práctico de la burguesía o de una parte de la misma, en lucha por un gobierno democrático, debe buscarse o fortalecerse la unidad de las fuerzas revolucionarias, con vistas a un gran esfuerzo común por mantener firmemente en los hechos la dirección del movimiento popular. Al mismo tiempo, se debe concertar bajo los principios anteriormente mencionados, una alianza concreta y temporal con las fuerzas burguesas que se pronuncian por la democracia, con el fin de aislar y debilitar al enemigo principal;
En un caso como éste, las fuerzas revolucionarias unidas deben hacer lo que sea posible en las condiciones concretas, por adelantarse a descargar con las masas los golpes decisivos, y en todo caso, deben adoptar las medidas necesarias para asegurar la acción independiente del movimiento popular frente a un eventual gobierno o apertura bajo dirección burguesa, de manera de pasar a realizar una lucha decidida por el cumplimiento consecuente de las transformaciones democráticas anti-imperialistas, encaminando esta lucha a la toma del poder real, para consumar la revolución democrática-antiimperialista y marchar hacia el socialismo; y cualquier alianza con fuerzas burguesas debe concertarse sabiendo que se adquiere un aliado “que hay que vigilar como enemigo”, en el que no se debe confiar ycon el cual es necesario romper para luchar en su contra, cuando las condiciones para el triunfo de la revolución han madurado.
66 – En general, no existe en nuestro país un sector o grupo específico de la burguesía que este predeterminado a actuar en un sentido progresista, en virtud de un supuesto carácter “nacional”, o por ser “industrial”, o por cualquier condición con fuerza de obligatoriedad histórica. En EI Salvador, como país capitalista dependiente de desarrollo medio, no hay una “burguesía nacional¨ como en las antiguas colonias asiáticas o africanas y la burguesía industrial se encuentra penetrada profundamente por el capital imperialista.
Lo que si debe saberse es que durante el desarrollo de la revolución democrática, como una consecuencia de la crisis del sistema político de dominación tradicional que la situación revolucionaria precipita, puede ocurrir que algún sector o grupo de la burguesía empuñe una bandera democrática y frente a esa posibilidad configurada en concreto, o convertida en realidad, es que debe el proletariado revolucionario y su partido adoptar una actitud correspondiente, de neutralización o unidad de acción contra el enemigo principal.
67. Por lo que se refiere a la realización consecuente de las tareas anti- imperialista y a la transformación de la revolución democrática en revolución socialista, de antemano debemos saber que la burguesía en su conjunto se coloca, temprano o más tarde, en el bando de la contra-revolución, excepto casos aislados de individuos que, por fuerte influencia de las ideas revolucionarios pueden adoptar una conducta favorable incluso al socialismo.
CAPITULO II
VIAS DE LA REVOLUCION Y FORMAS DE LUCHA
1 – El problema principal de la Revolución Democrática Anti-imperialista (como de toda revolución) es la toma del poder, su defensa y consolidación. Las formas y métodos de lucha revolucionaria por el poder vienen determinados por los rasgos característicos de la lucha de clases, particularmente por la correlación concreta de las fuerzas internas, por las formas de dominación y el carácter de la acción que las clases dominantes y su Estado realizan contra el avance de las fuerzas revolucionarias, lo mismo que por el grado de organización y capacidad combativa del proletariado y demás fuerzas motrices de la revolución. La correlación de fuerzas internacional y las condiciones concretas exteriores que rodean el proceso revolucionario, influyen, y a veces incluso determinan, las modalidades y características de la lucha de clases interna, tanto para las fuerzas revolucionarias; como para la reacción.
2 – De lo anterior se desprende que las formas y métodos del proletariado revolucionario y sus aliados en la lucha por tomar el poder, no deben adoptarse de manera voluntarista y mecánica, sino atendiendo a la situación histórica concreta.
A la forma de lucha que asume el papel principal en la toma del poder, o sea aquella que pasa a primer plano para realizar la tarea decisiva de la revolución, denominamos vía de la revolución o vía de la toma del poder.
3 – Es necesario distinguir entre vía de la toma del poder y vía de desarrollo del proceso de lucha por la revolución. Con frecuencia, la lucha por la revolución se desarrolla utilizando, a lo largo de muchos años, formas de acción diferentes a la forma que finalmente reviste la toma del poder. En otros casos, en dependencia de la situación concreta de la lucha de clases en cada país, un determinado tipo de esas formas de lucha se convierte en la principal y dominante, durante períodos más o menos largos o incluso para todo el proceso de lucha hasta la toma del poder.
4 – Saber determinar cuál ha de ser la vía más probable de la toma del poder y los rasgos y tareas más importantes de la vía de desarrollo de todo el proceso de lucha por la revolución, son decisiones de importancia estratégica, que permiten al Partido preparar y conducir debidamente al proletariado y sus aliados hasta la victoria.
Al mismo tiempo que se determinan la vía más probable para la toma del poder y los rasgos y tareas generales del proceso de lucha por la revolución, el Partido debe siempre estar preparado a realizar con la mayor agilidad los cambios que sean necesarios; debe estar listo a pasar de una a otras formas de lucha, según lo requieran los cambios que puedan ocurrir en la situación. El leninismo, confirmado por toda experiencia revolucionaria mundial, nos ha enseñado que es un deber primordial prepararse para saber realizar todas las formas de lucha.
5 – Así, pues, tanto la cuestión de la vía para la toma del poder como la de de desarrollo del proceso revolucionario, están íntima y esencialmente vinculados a las formas de lucha y a su mutabilidad. Nuestro Partido debe por ello conocer y aplicar las orientaciones fundamentales de la teoría marxista-leninista acerca de las formas de lucha, como una condición indispensable para dominarlas y utilizarlas con acierto.
A-LAS FORMAS DE LA LUCHA DE CLASES.
6. El marxismo-leninismo enseña que, por su contenido, la lucha del proletariado es de tres tipos: económica, política e ideológica; que de ellas la principal y decisiva es la lucha política y lo que hace a esta revolucionaria es que tenga como objetivo la toma del poder por el proletariado.
La lucha económica que no adquiere un carácter político-revolucionario, de hecho ayuda a fortalecer y consolidar al capitalismo; la lucha ideológica desligada de la lucha política, se transforma en pura propaganda de ideas que no están al servicio de ningún plan revolucionario concreto y hasta puede devenir en distracción y pérdida de sentido práctico para el Partido y las masas.
Unir la lucha económica e ideológica a la lucha política revolucionaria, hacer de ésta la principal, aunque en modo alguno la única: tal es la orientación invariable que rige la promoción, combinación y coordinación de estos tres tipos fundamentales de la lucha de clases.
7. — Desde el punto de vista de su forma, la lucha de clases puede ser:
a) legal o ilegal
b) abierta o secreta; y
c) armada o no armada. Preferimos esta expresión a la de “violenta o pacífica”, porque opinamos que la lucha de clases revolucionaria bajo todas sus formas, es en esencia violenta, puesto que se dirige a quebrantar, destruir y sustituir el poder y el sistema social imperantes.
8.— La lucha armada es una variedad de la lucha política, es la “continuación de ésta por otros medios” y se sujeta a la dirección política; mientras que las formas no armadas de la lucha política son también formas de la violencia revolucionaria, independientemente del grado de agudeza con que ésta se ejerza.
9. — Desde el punto de vista de las modalidades específicas que reviste la lucha de clases en cada momento, no es posible hacer ninguna clasificación en tipos determinados, puesto que en ello se expresa la infinita e inagotable inventiva de las masas.
10. — El requisito indispensable que han de cumplir todas las formas y métodos de lucha que se utilicen, es el de incorporar a las masas populares, promoverlas a actuar, llevándolas a realizar su propia experiencia y a aprender de ella. Así promoviendo a las masas a luchar contra sus opresores y explotadores, y a medida que crece su experiencia y su conciencia, ellas pueden dar origen a procedimientos nuevos y diversos de defensa y ataque.
La violación de este principio convierte a la revolución en simple “complot” o ‘conjura” y la expone a graves derrotas; su cumplimiento, en cambio, asegura al Partido vínculos profundos y ramificados con las masas, posiciones políticas decisivas para actuar con ventaja, sea una u otra, en fin de cuentas, la vía que lleve la revolución al poder.
B-LA VIA DE LA TOMA DEL PODER EN EL SALVADOR
11. — Aun cuando la vía para la toma del poder depende, como ya se dijo, de la situación histórica concreta que impere cuando tal paso madure, se puede y se debe prever el curso probable de tales acontecimientos en El Salvador.
Partiendo del conocimiento de las formas de dominación que emplean la oligarquía y el imperialismo en nuestro país, teniendo en cuenta el tipo de Estado y los métodos de éste, que se expresan en la dictadura militar derechista iniciada hace cuarenta y ocho años, la cual siempre ha respondido con la represión sangrienta a los avances de los trabajadores y ha venido cerrando los canales de la lucha electoral y otras formas democráticas, nuestro Partido considera que la vía más probable de la revolución en nuestro país será la conquista del poder mediante la acción armada del proletariado y sus aliados.
12. — Los comunistas quisiéramos que los trabajadores y el pueblo salvadoreño en general pudieran obtener sus reivindicaciones económicas, las libertades y derechos democráticos, e incluso el poder, con el mínimo de sacrificios, sin pérdida de vidas; pero nosotros no podemos determinar que la revolución triunfe sin violencia armada. La responsabilidad por la violencia y por el grado de destrucción que ella ocasione, corresponde en nuestro país a las clases dominantes y su dictadura militar derechista; y ya han demostrado ser especialmente crueles y despiadadas. A nadie puede caber duda de que son capaces de asesinar a decenas de miles de salvadoreños para sostenerse en el poder, contra la voluntad de todo el pueblo. Ya lo hicieron en 1932, y lo están haciendo hoy mismo, desde que se inició en 1968 y, sobre todo, en 1971-72,1a brutal escalada de represión y corrupción, cada vez más desbordadas; que nuestro pueblo resiste tan heroicamente.
La violencia viene así impuesta desde arriba; debe enfrentarse y derrotarse o acatarse con resignada sumisión. La resignación y la sumisión no son virtudes revolucionarias, son claudicación, renuncia a la revolución, a la conquista de la democracia y el socialismo.
13. —La conclusión de que la vía más probable de la revolución en nuestro país será la conquista del poder por medio de la lucha armada, se ve también fuertemente apoyada por la marcha de la dialéctica de la región y la contra-revolución en América Latina y particularmente en Centroamérica.
Las experiencias de la contra-revolución en Guatemala desde 1954; en Brasil el año 1964, en Bolivia en 1971, en Uruguay y Chile en 1973; en Perú desde julio de 1976, en nuestro país el 28 de febrero y días siguientes de 1977 y, sobre todo, en Nicaragua desde septiembre de 1978 demuestran con meridiana claridad que el imperialismo, sus aliados y sirvientes en nuestros países, han recrudecido en vez de atenuar las formas y la crueldad de la contra-revolución, han desarrollado y agilizado la cooperación y coordinación entre las fuerzas contra-revolucionarias de nuestro continente y de éstas con las de otros continentes; se muestran capaces de utilizar las armas y procedimientos más destructivos propios de las guerras entre los Estados (como los bombardeos aéreos y la artillería contra las ciudades), con tal de impedir el triunfo de la causa democrática revolucionaria.
14. — Desde luego, nuestro Partido cambiaría esta posición en el momento en que surgiera una modificación suficiente de los términos actuales del enfrentamiento revolución-contrarrevolución y se abriera una probabilidad real de tomar el poder por vía no armada para las fuerzas revolucionarías.
Los comunistas, entonces, nos aferraríamos a esa posibilidad que coincidiendo con otros partidos hermanos, consideramos remota, sumamente improbable, pero también sumamente valiosa.
Esta definición es de principio, establecida por los fundadores nuestra doctrina y reiterada por los partidos comunistas del mundo entero. La Declaración de la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de 1969, señala:
“La dureza y las formas de lucha en tales condiciones no dependerían tanto del proletariado como de la resistencia que los de círculos reaccionarios opongan a la voluntad de la inmensa mayoría del pueblo, del empleo de la violencia por esos círculos en una u otra etapa de la lucha por el socialismo”
15. — Nuestro Partido considera que la insurrección armada popular ha de ser la forma principal de la vía armada de la revolución en nuestro país.
Ello no descarta otras formas de la lucha armada; todo lo contrario, presupone la combinación y coordinación de todas las demás formas de la lucha armada con la insurrección, así como también la combinación y la coordinación de estas con la multiforme acción no armada de las masas trabajadoras y populares en general.
La insurrección armada es la forma superior de la lucha de clases del proletariado y sus aliados.
16. — La insurrección debe organizarse teniendo en cuenta ciertas reglas esenciales y realizarse en el momento en que las condiciones sean más favorables.
Lenin resumió así la orientación de los comunistas a este respecto:
“Para poder triunfar, la insurrección no debe apoyarse en una conjura, en un partido, sino en la clase avanzada. Esto, en primer lugar. En segundo lugar, la insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional, en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los aliados débiles, indecisos, a medias de la revolución”.
17. Para la conquista del poder no es suficiente que estén maduras las condiciones materiales que hacen posible la edificación de la sociedad socialista en nuestro país; es absolutamente indispensable que también maduren las condiciones para la revolución. Unas y otras condiciones son diferentes y ejercen una influencia también diferente en el curso del proceso histórico. Así, por ejemplo, en los EE.UU. y los demás países capitalistas desarrollados hace mucho tiempo que maduraron las condiciones o premisas para edificar el socialismo, pero las condiciones para la revolución socialista han sufrido retardamientos
18. Las condiciones para el triunfo de la revolución son de dos tipos: objetivas y subjetivas. Al momento en que maduran las condiciones objetivas lo llama el marxismo-leninismo “situación revolucionaria”. La situación revolucionaria es un momento pasajero, más o menos prolongado pero siempre transitorio.
Las condiciones subjetivas tienen que ver con la existencia, fuerza organizada, raíces y autoridad entre las masas, línea revolucionaria acertada y capacidad para aplicarla del Partido de vanguardia.
19. Así, pues, la insurrección ha de realizarse como una obra de las masas del proletariado y sus aliados, en el momento más favorable dentro de una situación revolucionaria, y contando con un alto desarrollo de las condiciones subjetivas.
Lenin definió así la situación revolucionaria, en su obra La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo:
“….para la revolución no basta con que las masas explotadas y oprimidas tengan conciencia de la imposibilidad de seguir viviendo como viven y exijan cambios; para la revolución es necesario que los explotadores no puedan seguir viviendo y gobernando como viven y gobiernan. Sólo cuando los de abajo no quieren y los ‘de arriba’ no pueden seguir viviendo a la antigua, sólo entonces puede triunfar la revolución. En otras palabras, esta verdad se expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a explotados y a explotadores). Por consiguiente para hacer la revolución hay que conseguir, en primer lugar, que la mayoría de los obreros (o, en todo caso, la mayoría de los obreros conscientes, reflexivos, políticamente activos) comprenda a fondo la necesidad de la revolución y esté dispuesta a sacrificar la vida por ella; en segundo lugar, es preciso que las clases dirigentes atraviesen una crisis gubernamental, que arrastre a la política hasta a las masas más atrasadas (el síntoma de toda revolución verdadera es la decuplicación o centuplicación del número de hombres aptos para la lucha política pertenecientes a la masa trabajadora y oprimida, antes apática), que reduzca a la impotencia al gobierno y haga posible su rápido derrocamiento por los revolucionarios”.
20- Además de clasificar las condiciones para la revolución en objetivas y subjetivas, conviene también —a la luz de la concepción leninista expuesta atrás— distinguir las condiciones “de abajo” (“no querer seguir siendo gobernados y explotados como hasta ahora”) y aquellas “de arriba” (“no poder seguir gobernando y explotando como hasta ahora”), y cuidarse de no subestimar el papel de las segundas, hasta el punto de considerar que absolutamente todo —la victoria o el fracaso— depende sólo de las primeras; porque “los de arriba pueden hoy, más que antes, prorrogar su dominación: han aprendido mucho de la experiencia mundial, cuentan con un aparato administrativo, político y militar mejor organizado que en las décadas pasadas y con la asesoría y hasta la cooperación directa del imperialismo y de la reacción internacional en general.
Para derrotar a la reacción de hoy, aún en los países atrasados, se necesita una organización revolucionaria superior, más calidad en la dirección, mayor coordinación nacional e internacional en la lucha de “los de abajo”.
21.-La situación revolucionaria tiene un carácter objetivo, las condiciones y factores que la configuran son también objetivos, no pueden crearse a voluntad, pero sí puede facilitarse su desarrollo y maduración mediante la acción política de la vanguardia, guiada por una línea revolucionaria certera, trazada con un profundo conocimiento de la experiencia de la lucha de clases en nuestro país y aplicada con energía y agilidad
Especialmente se puede acelerar el desarrollo de las premisas objetivas político-organizativas y preparar así una eficaz acción del factor subjetivo, una vez que la situación revolucionaria estalle en el país.
22.-El desarrollo rápido y la acción eficaz del factor subjetivo, una vez iniciada la situación revolucionaria, depende decisivamente de la claridad, la capacidad de acción enérgica y, sobre todo, de la iniciativa revolucionaria del Partido del proletariado. De ello depende que éste sea o no en los hechos la vanguardia de la revolución
23. La insurrección debe prepararse seria y minuciosamente, jamás debe improvisarse. Nunca debe jugarse a la insurrección
La preparación de la insurrección armada exige la realización de siguientes tareas fundamentales:
a)Preparar política y anímicamente a las masas y al Partido, ganarlas para la idea de alzarse a la toma del poder.
Esta tarea no se logra confiando sólo en la agitación y la propaganda; el factor principal y determinante que permite ganar a las masas para la insurrección, consiste en llevarlas a realizar su propia experiencia en la lucha política y adquirir mediante ella la convicción de que las clases dominantes y el imperialismo no cederán el poder sin oponer una enconada resistencia, y que es preciso vencer esa resistencia y derrocarlos, que no caerán solos, no abandonarán su posesión del Estado por hecho de que la mayoría del pueblo exprese su voluntad en tal sentido. Sobre la base del avance de las masas en la adquisición de esta experiencia y convicción, es necesario promover a las masas a defender sus luchas de la agresión enemiga, poniendo en marcha así su educación para hacer uso de la lucha armada y comprender profundamente la necesidad de sacrificar incluso la vida por la revolución.
b)Preparar y organizar técnicamente la insurrección; es decir:
— crear los destacamentos militares revolucionarios clandestinos, templarlos y adiestrarlos en la acción práctica; o dicho de otro modo, construir y desarrollar las fuerzas armadas revolucionarias, incluso un verdadero ejército popular;
— ganar el apoyo al menos de una parte del ejército enemigo; y
— preparar un minucioso y detallado plan para el inicio y despliegue de la insurrección en el cual se consignen las tareas insurreccionales a realizar por las masas y aquellas específicas que han de cumplir el ejército revolucionario y los segmentos del ejército enemigo que se unan a la revolución, lo mismo que la combinación y coordinación de todas estas acciones.
24. — La lucha por ganar al Ejército (o una parte del mismo) para la revolución, debe ante todo apoyarse en la influencia que ejerce en sus filas la lucha de las masas trabajadoras y populares en general y, a la vez debe ganarse a las masas para realizar un trabajo consciente y activo en la lucha por el Ejército.
25. No puede excluirse que otras organizaciones revolucionarias se adelanten al Partido al configurarse una situación revolucionaria, si éste no se encuentra preparado, o no sabe orientarse y actuar con acierto e iniciativa y se muestra indeciso. El Partido y la JC tienen el deber ineludible de asegurar la esencia revolucionaria y la vanguardialidad de su lucha, de manera que puedan siempre estar a tono con la marcha hacia la revolución y actuar por ella resueltamente.
Tampoco puede descartarse que, si ni el Partido, ni ninguna otra organización actúan certeramente para conducir a las masas, la situación revolucionaria transcurra y se desenvuelva sin que haya revolución.
Puede haber, pues, situaciones revolucionarias con un desenlace victorioso y situaciones revolucionarias frustradas.
C— LA VIA DE DESARROLLO DEL PROCESO DE LUCHA POR LA REVOLUCION EN EL SALVADOR
26. La vía de la revolución así determinada como más probable por nuestro Partido, ha de ser la culminación de un multifacético proceso de lucha, durante el cual el proletariado y las demás fuerzas motrices de la revolución alcanzarán la experiencia, la organización y la conciencia política suficientes para estar preparadas a dar la batalla decisiva por el poder, cuando las condiciones lo permitan.
27. No obstante que no es posible predecir la táctica concreta y mucho menos las acciones específicas que han de realizarse a lo largo de todo el proceso de lucha por la revolución, sí es posible y necesario trazar las tareas principales, los rasgos generales de ese proceso, lo mismo que ciertas reglas que la táctica debe tener en cuenta.
28. Ante todo debe siempre estar claro que el proceso de lucha por la revolución presupone la combinación de todas las formas de lucha, incluidas las acciones armadas, en el grado y modalidades que la situación aconseje.
“El Marxismo —ha dicho Lenin— admite las formas más diversas de lucha; además no las ‘inventa’, sino que generaliza, organiza y hace conscientes las formas de la lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el curso del movimiento.”
29. Combinar todas las formas de lucha no quiere decir utilizar mecánicamente siempre, en cada momento, en cada acción y obligatoriamente, una cuota de todas y cada una de dichas formas. Por lo general siempre el proceso destaca al primer plano una u otras formas como principales, asigna a otras un papel menos importante e incluso relega o suspende del todo algunas formas de lucha, por períodos que pueden cortos o largos.
He aquí los sabios consejos de Lenin a este respecto:
“En los diversos momentos de evolución económica, según las diferentes condiciones políticas, la cultura nacional, las costumbres etc., aparecen en primer plano distintas formas de lucha, que se hacen preponderantes y en relación con esto se modifican a su vez las formas de lucha secundarias, accesorias”.
¿Cuáles formas de lucha han de combinarse, cómo y en qué proporción ha de realizarse tal combinación? Este es un asunto a decidir por la táctica en cada momento, en cada acción, dependiendo del análisis de la situación concreta, del cálculo sobre la base de las condiciones existentes, etc. Es bien sabido que la táctica no se escribe para el futuro.
30. La experiencia de nuestro Partido enseña que en El Salvador la lucha de masas puede pasar muy rápidamente de una situación de receso y apatía a niveles —cuantitativa y cualitativamente— muy altos, y dar origen a verdaderos estallidos de la crisis política. El factor determinante de estos cambios básicos en la lucha de masas es la presencia de una motivación, que las impacte y ofrezca una posibilidad de acción política victoriosa.
La jornada de abril y mayo, el período mayo-octubre y la jornada.de diciembre de 1944; la lucha de septiembre-octubre de 1960 contra el gobierno de Lemus y la movilización de los 3 meses siguientes; las grandes huelgas de ANDES (1968 y 1971); las campañas electorales presidenciales: la de 1966-67 y el movimiento huelguístico obrero con ella entrelazado, que culminó con la “Huelga General Progresiva” del movimiento sindical unido, en abril de este último año; la de 1971-72, que culminó con el alzamiento militar del 25 de marzo y la de 1976-77, que culminó con la huelga política general progresiva y la toma por las masas de la Plaza Libertad y área céntrica de San Salvador, son algunos ejemplos destacados de esta característica de la lucha de masas en nuestro país.
30.1. — Los altos niveles de la lucha de masas en El Salvador tienden a ser de breve duración, muestran la tendencia a desvanecerse con cierta rapidez.
Influye para ello la falta de una amplia y ramificada red de organizaciones de masas, los errores o insuficiencias de la línea de las organizaciones que han encabezado las luchas y/o su falta de firmeza, pero también actúan ciertos rasgos —no suficientemente estudiados aún— de la sicología popular en nuestro país, particularmente el de que las masas esperan victorias rápidas y tienden a desilusionarse si ellas no llegan pronto.
Por eso, la dirección del movimiento revolucionario, además de los esfuerzos sistemáticos y permanentes por elevar el nivel orgánico de las masas y de educarlas en la disposición a la lucha larga y sostenida, debe también hacer planes que permitan aprovechar los momentos culminantes de la lucha de masas, de modo de alcanzar victorias concretas aunque no sean las decisivas y finales y, si las condiciones son maduras, planificar con audacia las batallas decisivas, procurando que sean de corta duración, atendiendo a los mencionados rasgos de la sicología popular.
30.2. — En nuestro país, excepto breves períodos, las formas abiertas y masivas de la lucha política predominan sobre las formas cerradas, clandestinas y de pequeños grupos; las masas comprenden mucho mejor las primeras que las segundas y se incorporan a ellas con cierta facilidad, siempre que se les abran vías accesibles de acción y se promuevan motivaciones influyentes.
Desde luego, la organización clandestina de nuestro Partido y de las demás fuerzas revolucionarias es una necesidad frente a la represión enemiga, pero ha de procurarse siempre promover y organizar las formas más amplias de la lucha de masas abierta, echando mano a todas las posibilidades.
30.3. — Tiene por eso mucha importancia, como lo hemos comprobado en la práctica, la combinación de las formas legales e ilegales de lucha. La experiencia indica que aun en los períodos de la más dura represión, existen posibilidades para realizar una u otras formas de la lucha legal.
Algunas formas de la lucha de hecho, simplemente no legales, e incluso ilegales, pero abiertas, como las huelgas o paros de hecho, han mostrado ser de una gran eficacia en la promoción de la lucha de masas.
Nuestro Partido, no da prioridad “por principio” a las formas legales, ni a las ilegales o de hecho, de la lucha de masas, sino que las utiliza separadas o combinadas, según lo requieran las condiciones y resulte más conveniente en cada momento. En las condiciones de nuestro país ha habido largos períodos en los que predominan objetivamente las posibilidades de la lucha en la esfera legal y otros en los que se impone la necesidad de impulsar la lucha de clases principalmente en la esfera ilegal.
30.4. — Nuestro Partido considera que no es el carácter ilegal o legal de las luchas lo que determina de por sí que se pueda o no educar revolucionariamente a las masas, como lo sostienen otras organizaciones revolucionarias. Lo que educa en este sentido a las masas es la orientación revolucionaria concreta que se imprime a cada lucha de masas, su acertada combinación con la lucha ideológica y política general y sobre todo, el que esa lucha permita hacer a las masas su propia experiencia, conocer en el curso de la misma la verdadera naturaleza de los enemigos, despojarse de ilusiones, lo cual las prepara a asimilar el punto de vista clasista revolucionario. Pero es indispensable, según nuestra experiencia, saber decidir correctamente el momento en que ha de virarse a la acción preponderante en la esfera legal y de esta a la ilegal. No realizar oportuna y ágilmente estos virajes es fuente segura de errores y tendencias ideológicas desviacionistas.
30.5.— Según nuestra experiencia, la utilización durante largos períodos únicamente de formas legales o ilegales de la lucha de masas, tiende a favorecer el aparecimiento en nuestras filas de corrientes oportunistas de derecha o de izquierda, respectivamente, las cuales se manifiestan especialmente en los momentos de viraje, obstaculizando e incluso frustrándolo. Estas tendencias erróneas suelen influir también sobre las organizaciones de masas que el Partido orienta, pero deben combatirse ante todo en las propias filas del Partido.
30.6. — Nuestro Partido, a pesar de estar sometido a la ilegalidad por las leyes burguesas y de funcionar en la clandestinidad, ha hecho una variada experiencia en organizar y dirigir diversas formas de la lucha legal. Especial importancia ha tenido en nuestro país la utilización de la lucha electoral. Para que esta lucha jugara un papel positivo en la revolucionarización de las masas, ha sido determinante la participación de nuestro Partido en la misma.
30.7.— Con la lucha electoral desde 1966 hasta 1977 pudo conseguirse o se ayudó a conseguir:
a) que las masas hicieran un decisivo aprendizaje político y la causa democrática anti-imperialista conquistara a la mayoría del pueblo, que nutridos sectores de éste se radicalizaran y asumieran un rol revolucionario;
b.- favorecer el proceso de viraje de la Iglesia Católica hacia una posición comprometida con las masas trabajadoras y el pueblo en general;
c) crear condiciones favorables al surgimiento de corrientes progresistas en el aparato civil y militar del Estado:
d) favorecer la lucha por la unidad del movimiento sindical y ayudar a debilitar la influencia de las agencias del imperialismo en éste y en el emergente movimiento de las masas del campo;
e) popularizar el programa de las transformaciones democráticas y antiimperialistas que nuestro país necesita;
f) facilitar grandes avances en el trabajo por el frente único democrático y enriquecer el campo de las fuerzas activas en la lucha por dicho programa;
g) alertar a tiempo a las grandes masas y a todas las fuerzas democráticas contra el peligro del fascismo y prepararlas para resistirlo;
h) polarizar el enfrentamiento político, debilitar la influencia de las clases dominantes y su régimen tiránico, desenmascararlos internacionalmente y atraer la solidaridad de otros pueblos; e
i) con todos estos logros, precipitar la crisis de la vieja dictadura militar derechista como sistema político de dominación.
30.8. — Los avances del movimiento popular convirtieron la lucha electoral en un instrumento de la causa democrática, arrebatándolo más y más a sus enemigos y por eso éstos se vieron arrinconados a la necesidad de corromper las elecciones, hasta quedar claro ante el pueblo salvadoreño que no es ésta una vía abierta para alcanzar el poder y realizar los profundos cambios estructurales y políticos por los que él lucha.
30.9. — Así, las elecciones en El Salvador agotaron para las masas mismas su valor estratégico, al menos mientras se mantenga en el poder la dictadura militar derechista, actualmente en proceso de fascistizacion; pero la lucha electoral conserva en principio un valor táctico. Participar o no en la lucha electoral es un asunto a decidir frente a cada momento concreto, evaluando su conveniencia o inconveniencia para adelantar en el cumplimiento de las tareas que tenemos planteadas en el proceso de lucha por la revolución.
30.10.— La lucha de clases en El Salvador ha dado confirmación a la reiterada experiencia internacional que indica: cada vez que las masas trabajadoras y populares en general consiguen realizar avances importantes en su organización, unidad o demandas reivindicativas y, más que todo, cada vez que el movimiento popular lanza una ofensiva generalizada de lucha política, las clases dominantes y su régimen lanzan un contra-ataque político y/o represivo, que busca anular tales avances, desarticular e incluso aplastar la ofensiva de las fuerzas populares y sus organizaciones.
Por no tomar en cuenta debidamente esta regularidad dialéctica de la revolución y la contrarrevolución, nuestro Partido y otras organizaciones revolucionarias hemos promovido batallas de masas en las que éstas se incorporaron con entusiasmo, pero terminaron sufriendo reveses, a veces severos.
30.11.— Así, pues, es una ley de la dirección táctica anticiparse a preparar con seriedad la acción que permitirá cortar, contrarrestar y —si las condiciones lo permitieran—incluso derrotar decisivamente el contraataque político y/o represivo del enemigo, cada vez que se lance una ofensiva o se consigan avances reales del movimiento popular; especialmente cuando se trate de las luchas del proletariado, los campesinos y sus aliados más cercanos o cuando se trate de ofensivas políticas generalizadas de las fuerzas democráticas y revolucionarias en conjunto.
Esta regla, que vale para las batallas y avances grandes, también vale para los pequeños combates parciales y/o locales, en los términos proporcionales correspondientes.
30.12. — La experiencia de la larga lucha de nuestro Partido indica que, como en todas partes, el proceso en conjunto de la lucha por la revolución pasa alternativamente por períodos de ascenso (o flujo) y de descenso, “bajón” (o reflujo). La táctica debe ser diferente en uno y otro período. La primera regla que debe cumplirse para trazar y aplicar una táctica acertada, consiste en lo siguiente: antes de formular un plan táctico debe estudiarse minuciosa y multifacéticamente la situación, incluyendo en ello el examen autocritico de nuestras actuaciones, con el objeto de determinar con la mayor claridad y certeza la o las causas, condiciones o motivaciones objetivas y subjetivas, económicas y políticas, que promueven el flujo o el reflujo y calcular sus probables alcances.
30.13. — La táctica durante el flujo tiene como objetivo fundamental lograr los mayores avances en el cumplimiento de las tareas principales del proceso de lucha por la revolución; llevar el flujo hasta sus niveles culminantes, sin permitir derrotas importantes contra las masas, fomentando su espíritu combativo, su disciplina y su ascenso a las posiciones de la conciencia revolucionaria, debilitando al máximo la influencia del enemigo.
30.14.— La táctica en el reflujo tiene como objetivo fundamental detener lo más pronto posible el “bajón” de las masas, sobre todo cuando las causas que lo determinan son más de carácter subjetivo que objetivo; impedir que las organizaciones de masas se desbanden o sufran daño profundo; defender la unidad del movimiento popular que en esos períodos es cuando está más amenazada; abrir la salida hacia un nuevo flujo, soldar las filas del Partido, elevar sus conocimientos, preparar sus cuadros y organismos, para hacer un trabajo más extenso y de mayor calidad en el flujo venidero.
30.15. — Cuanto más ramificada y sólida es la organización de las masas, cuanto más profundos son los vínculos del Partido y más elevado es su prestigio entre ellas, más prolongados y fructíferos tienden a ser los flujos y menos profundos y duraderos los reflujos. El factor subjetivo de una táctica correcta, de una actividad organizativa intensa y eficaz, puede, pues, incluso atenuar considerablemente la influencia de los factores objetivos que empujan hacia el reflujo.
30.16. — Continuar actuando con una táctica de flujo cuando las masas han entrado ya en reflujo, expone a reveses que pueden ser muy destructivos. Continuar con una táctica propia del reflujo cuando las masas han entrado en flujo, expone a que la vanguardia quede a la zaga de los acontecimientos, a que otros ocupen el lugar de vanguardia o/y que las masas actúen libradas a su suerte, sin dirección eficaz y hasta sin ninguna dirección o plan, facilitándose así la victoria del contra-ataque enemigo, la derrota profunda y el aplazamiento quizá muy duradero de la lucha por la revolución.
30.17. — Cuestión de una importancia difícil de exagerar durante el proceso de lucha por la revolución es la de saber determinar cuándo se ha agotado por las masas una determinada fase de su aprendizaje y de su lucha y se hace necesario pasar a una fase superior, elevando así sucesivamente el proceso de lucha por la revolución hasta su final victorioso.
Esta es ante todo responsabilidad del Partido Comunista y comprende dos tareas:
a) analizar y evaluar constantemente el proceso, conocer a fondo sus debilidades y fortalezas, las causas que las determinan; influir sobre el mismo con medidas concretas que permitan superar las debilidades y avanzar sólidamente ; y
b) elaborar con anticipación el plan que permitirá pasar el proceso de lucha a una fase superior y organizar a tiempo los fundamentos orgánicos y técnicos, los cuadros y recursos del Partido, que permitirán poner en marcha ese plan, llegado el momento oportuno.
30.18. — Nuestra experiencia y la de otros Partidos Comunistas, indica que el abandono de ésta obligación esencial puede conducir a graves errores de derecha y que abordarla con superficialidad y voluntarismo, menospreciando el estudio riguroso de la situación objetiva e improvisando los planes y recursos, conduce a graves errores de aventurerismo izquierdista. Ambos tipos de error pueden dividir al Partido y al movimiento popular y causarles otros efectos sumamente nocivos.
30.19.— La experiencia de nuestro Partido y de la lucha de clases en general en El Salvador, confirma la experiencia internacional de que los sentimientos y creencias religiosas de las masas deben ser respetadas, que se puede y se debe unir a las masas creyentes tras los objetivos de la revolución. Es necesario combatir las posiciones reaccionarias que procuran servirse de la fe religiosa para propagar el anticomunismo y dividir a las masas, pero debe estar absolutamente claro que no forma parte integrante del proceso de lucha por la revolución el combatir las creencias religiosas mismas y ganar a las masas para el ateísmo.
La tarea de dar a las masas una conciencia científica del universo es un problema a resolver a un plazo sumamente largo, que abarca la construcción y despliegue de la sociedad socialista e incluso quizá alguna parte de la sociedad comunista. Además, los métodos para resolver este problema son ajenos a cualquier hostilidad hacia los creyentes y sus iglesias.
31. — Las tareas principales a lo largo del proceso de lucha por la revolución democrática anti-imperialista, son las siguientes:
a) Construir una ramificada, extensa y firme red de organizaciones de masas: es decir, el “ejército político de la revolución”.
b) Conquistar la dirección del movimiento revolucionario por el proletariado y su Partido.
c) Construir las fuerzas armadas revolucionarias.
d) Forjar y consolidar la alianza obrero-campesina.
e) Construir el frente único de las Fuerzas democráticas antiimperialistas y antifascistas.
f) Ganar al menos una parte del ejército para la revolución.
32. — Entre todas estas tareas hay una inter-relación dialéctica, se determinan unas a otras; pero el punto de arranque, lo que permite el surgimiento de condiciones favorables para cumplirlas bien, es la promoción y organización de las grandes masas trabajadoras.
Al realizar dicha promoción y organización, los comunistas debemos actuar partiendo del punto de vista de las masas, de sus opiniones, de su nivel de conciencia y experiencia; debemos por tanto ser sumamente flexibles en este trabajo. Pero al mismo tiempo debemos realizarlo con vistas a elevar, paso a paso la conciencia, la organización y la combatividad de las masas, hasta el nivel revolucionario. Este y no otro son el objetivo y la razón de ser de nuestra flexibilidad. Sin este propósito y sin realizarlo, la flexibilidad se convierte en seguidismo y postración ante el espontaneismo de las masas, en “economismo”, en ayuda a las clases dominantes y su régimen a mantener y defender el capitalismo.
32.1. — Con el fin de organizar a la mayoría de las masas, se hace necesario impulsar la formación de diversos tipos de organización.
Cierto tipo de organizaciones, como los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones campesinas y otras similares, presuponen un cierto desarrollo de conciencia clasista y política. Estas organizaciones no pueden por eso abarcar a la mayoría.
Por lo dicho anteriormente, se hace necesario formar también organizaciones más amplias; es decir, con menor matiz político o clasista, incluso sin ningún matiz de éstos, como las asociaciones pro mejoramiento comunal, las cooperativas de diverso tipo, los clubs deportivos, los grupos culturales, etc., etc.
Paso a paso y sin violar el consenso de sus miembros, en la medida que lo va permitiendo y facilitando el proceso general de la lucha política de masas y el ahondamiento de la crisis de la dominación enemiga, es necesario y posible promover a estas organizaciones amplias a desempeñar un rol político revolucionario, sin desorganizarlas ni cambiar el cometido alrededor del cual se formaron.
32.2. — Dentro de las propias organizaciones con matiz político y/o clasista, hay también grados diversos; los partidos y otras agrupaciones de naturaleza política declarada, son bastante distintos a los sindicatos y otras agrupaciones para el mejoramiento económico y las condiciones sociales de sus miembros.
En estas últimas se agrupan elementos con distinta posición política, muchos de ellos son miembros de partidos políticos distintos, poseen diversas creencias religiosas, etc. El trabajo por su elevación política hasta el nivel de la conciencia y la práctica revolucionaria, debe realizarse sin violar el consenso básico que da vida a tales organizaciones (el común interés económico, educativo, sanitario, profesional, etc.); por el contrario, ha de realizarse apoyándose firmemente en dicho consenso y ha de avanzarse paso a paso hacia su revolucionarización, tomando en cuenta las condiciones y características de los asociados y el desarrollo general de la lucha por la democracia y la revolución en nuestro país, la influencia de la lucha de otros pueblos, etc.
33. — A lo largo del proceso de lucha por la revolución democrática antiimperialista, tiene una gran importancia la lucha por conquistar los derechos y libertades democráticas.
En las condiciones de nuestro país la lucha por la democracia encierra una perspectiva revolucionaria, más que una perspectiva reformista. En El Salvador ha imperado casi siempre —y en los últimos 47 años prácticamente sin interrupciones duraderas— un sistema político autoritario, donde la democracia burguesa no ha sido tradición, ni ha configurado un Estado y una organización civil correspondientes; de ahí que la lucha por tales derechos y libertades es una necesidad muy sentida por las masas; pero al mismo tiempo, es en extremo difícil que tal lucha dé origen a un proceso evolutivo sostenido y gradual de democratización que llegue a reorganizar paulatinamente al Estado, ya que la máquina estatal de la dictadura militar derechista y el recalcitrante carácter reaccionario de las clases dominantes, históricamente formados, se oponen de un modo tajante a un proceso consecuente de este tipo. Así, la conquista de la democracia surge como una tarea que solo puede realizarse por vía revolucionaria.
La lucha por los derechos y libertades democráticos con frecuencia ha conducido por eso en nuestro país a la agudización del enfrentamiento político, a su rápida polarización y a estallidos de la crisis política que, a veces, han acarreado incluso la división de la fuerza armada, golpes de estado y aperturas democráticas temporales y restringidas.
El derrocamiento del gobierno del general Hernández Martínez, del general Castaneda Castro y del coronel Lemus, originaron gobiernos aperturistas; la sostenida lucha de masas desde 1958, que tuvo un punto culminante en el derrocamiento del coronel Lemus (octubre de 1960) condujo en 1963-1964 junto con la influencia de ciertos factores internacionales, a una apertura democrática bajo el gobierno presidido por el coronel Rivera. Aquella apertura dio sus primeras muestras de agotamientos a comienzos 1967 cuando fue reprimida la campaña electoral presidencial del Dr. Fabio Castillo y, luego, cancelada la legalidad del Partido Acción Renovadora (PAR) que lo postuló.
33.1.- la experiencia en nuestro país demuestra que tales aperturas han sido una conquista de la lucha popular y aportaron condiciones favorables para avanzar en la organización y elevación de la conciencia política de las masas. La experiencia enseña, asímismo, que ante cada apertura democrática se han desencadenado el contra ataque de la reacción mediante el cual ha logrado clausurarlas todas hasta hoy ya sea de un modo gradual, como el cierre que siguió al derrocamiento del general Castaneda Castro y la promulgación de la constitución de 1950 , o el que siguió al establecimiento de la representación proporcional en la Asamblea Legislativas en 1963, o de un modo brusco, como ocurrió tras el golpe cuartelario de Osmín Aguirre en 1944, o tras el golpe de 25 de enero de 1961.
33.2.- nuestro partido no se propone como objetivo central el logro de aperturas democráticas, si no conducir al proletariado y sus aliados a realizar la Revolución Democrática. Anti-imperialista y a su continuación consecuentemente en el socialismo. Pero impulsa decididamente la lucha por la defensa y conquista de los derechos y libertades democráticas no solo por su significación de principio, si no por su potencialidad revolucionaria.
Al mismo tiempo, nuestro partido no ilusiona a las masas con las ¨aperturas ¨ si no que utiliza estas para clarificar y extender entre ellas la convicción, la decisión y la organización necesarias para avanzar hacia la meta revolucionaria de la toma del poder y la realización consiguiente del programa de las transformaciones democrático anti-imperialistas.
33.3.- teniendo en cuenta la experiencia histórica nacional, nuestro parido sabe que debe organizarse la defensa firme y resueltas de las conquistas democráticas alcanzadas, por medio de la acción más extensa y combatida de las masas y que la victoria popular en tal batalla, es decir la derrota del intento de la reacción de reimponer el cierre, puede devenir en un gran paso de aproximación a la revolución.
33.4.- Menospreciar estas luchas democráticas y sus posibilidades revolucionarias es un grave error que refleja falta de conocimiento de la realidad de la lucha de clases en nuestro país, ignorancia de la teoría marxista leninista y de la experiencia internacional
33.5.- en las condiciones actuales, en las que ha avanzado ya decisivamente el proceso de conversión de la dictadura militar derechista tradicional en dictadura fascista moderna, la lucha por la defensa y conquista de las libertades y derechos democráticos tiene una gran significación para adelantar el proceso de lucha por revolución. Incluso no se puede descartar que la revolución democrática anti imperialistas se realice en su primer paso como una ¨revolución antifascista ¨
Una ¨revolución antifascista ¨ puede, desde luego, no conducir ni a la revolución democrática anti imperialista ni al socialismo pero es sin duda otra forma de aproximarse a ella.
Tal tipo de experiencia se ha vivido en otros países, los casos más recientes fueron los de Portugal y Grecia en 1975, Irán a comienzos 1979.
34.- Centroamérica es un área de significación estratégica del imperialismo el cual ha promovido la integración de sus Fuerzas Armadas en el Consejo de Defensa Centroamérica (CONDECA), bajo la batuta del Comando Sur de los Estados Unidos. Cada una de las fuerzas armadas de los países centroamericanos, se encuentra mediatizada e influidas por las ¨misiones militares¨ norteamericanas y penetradas por redes de agentes de la CIA. De este modo, el imperialismo se ha asegurado cierta homogenización del sistema político de nuestros países, bajo pautas fascistizantes; lo mismo que una estrecha cooperación represiva y una acción contrarrevolucionaria coordinada, descubierta o abiertas entre los regímenes más reaccionarios del área, cada vez que la ola de lucha por la revolución se eleva en cualquiera de nuestros países.
Incluso costa rica, cuyas tradiciones democráticas-burguesas son antiguas, está sufriendo fuertes presiones políticas externas y manipulaciones militaristas en su Guardia Civil para forzarla a alinearse bajo esta mancomunidad de las tiranías. Desde luego, sigue siendo grande la diferencia de su sistema político con el del resto de Centroamérica, y muy fuerte la resistencia ante dichas presiones.
34.1.- por otra parte, la penetración o ¨interiorización¨ crecientes de los monopolios transnacionales y del capital de préstamos de los Estados Unidos en Centroamérica ha configurado un proceso y nexos de integración económica, lo mismo que h inducido un curso más o menos homogéneo del desarrollo capitalista bajo la creciente dependencia del imperialismo yanqui.
34.2 Sobre tales bases se procesa una crisis estructural similar en todos los países centroamericanos y la crisis política adquiere así mismo grandes similitudes, se asemejan los rasgos característicos de la lucha de clases e incluso las modalidades de la acción.
34.3.-Centroamerica, con un común origen histórico y un entrelazado e interdependiente proceso político desde la independencia de España, tiene hoy también un enemigo común para sus pueblos, enfrentan estos una contrarrevolución cada vez más coordinada bajo la batuta de este enemigo.
Todo ello hace posible y al mismo tiempo necesario una cooperación estrecha e incluso la coordinación relativa, especialmente en algunas esferas de la acción política, de los procesos de la lucha de la revolución en los países centroamericanos.
34.4.- El Partido Comunista de El Salvador se pronuncia decisivamente a favor de este acercamiento, cooperación y coordinación, de los partidos comunistas y obreros de Centro América entre si y de estos con todas las organizaciones revolucionarias y democráticas del istmo. Nuestro parido hará todo lo que pueda para poder conseguirlo.
Los recientes sucesos de Nicaragua se han encargado de subrayar con una claridad meridiana estas posibilidades y necesidades urgentes.
34.5.- Entre nuestros países y sus respectivos procesos económicos-sociales y políticos median también ciertas diferenciaciones: poseen disparidades en su desarrollo, peculiaridades y contradicciones inter-estales a veces agudas.
De ahí que la maduración de la condiciones para la revolución muestre también disparidades que deben tomarse en cuenta sin falta, al trazar la estrategia y la táctica y utilizar la diversas formas de luchas, al formular la política de alianzas y aprovechar las oportunidades y motivaciones capases de movilizar a las grandes masas.
34.6.- Por eso, elevar a formas supremas la práctica del internacionalismo proletario, estrechar la cooperación y organizar la coordinación entre los movimientos revolucionarios y democráticos de los pueblos centroamericanos, no significa de modo alguno realizar la revolución de un modo simultáneo y bajo iguales bajo modalidades del proceso.
34.7.- El Partido Comunista de El Salvador, al mismo tiempo que esta decididamente a favor de la cooperación más estrecha y de la coordinación, en todo lo posible, entre las fuerzas revolucionarias y democráticas centroamericanas, rechaza por errónea y conducentes a severos reveses, la condición uniformista y simultaneista de la revolución centroamericana, sustentada, bajo una u otra forma, por otras organizaciones de izquierda de la región.

CAPITULO III
LA CONQUISTA DE LA DIRECCION DE LA REVOLUCION DEMOCRATICA ANTI-IMPERIALISTA POR EL PROLETARADO Y SU PARTIDO

A.- Orientaciones generales
1.- La dirección del proletariado y su Partido de la revolución democrática anti-imperialista es la principal y decisiva garantía de su victoria y realización consecuente, de su defensa imbatible frente a la contrarrevolución y de su avance firme hacia el socialismo. Por consiguiente, conquistar dicha dirección es un objetivo de importancia estratégica.
2.- Para lograr este objetivo estratégico, es necesario guiarse por un conjunto de orientaciones, cuya realización práctica sea capaz de originar una correlación de fuerzas y un prestigio ampliamente favorable al proletariado y su Partido en el seno de las fuerzas motrices de la Revolución Democrática Anti-imperialista.
De acuerdo a la experiencia internacional, dichas orientaciones son las siguientes:
A.- revolucionalizar, organizar y unir al proletariado
b.- ganar a las masas del campo (proletariado agropecuario y campesinos) para la revolución, atraerlas a una firme alianza con la clase obrera y aceptar la dirección de esta, logrando así que el movimiento obrero y el movimiento de las masas rurales sean en conjunto la fuerza revolucionaria ampliamente mayoritaria, ¨el grueso de las fuerzas de la revolución ¨ según la expresión vietnamita;
c.- el proletariado y su Partido deben adelantarse a tomar firmemente en sus manos la bandera democrática, sin dejar que la burguesía tome la iniciativa y se aproveche de estas banderas: y
d.- desarrollar al Partido del proletariado, mantener y reforzar su carácter revolucionario de vanguardia con una elevada organización, una disciplina férrea y profundamente vinculado a las masas
3.- A fin de revolucionalizar, organizar y unir al proletariado, es necesario realizar fundamentalmente las tareas siguientes:
a.- trabajar sistemáticamente por llevar a las masas proletarias de dentro y de fuera de los sindicatos a la acción política, desarrollar en sus filas una intensa agitación y propaganda política y forjar así entre ellas la más difundida conciencia revolucionaria.
b.- desarrollar cuantitativas y cualitativamente la organización sindical; unificar sus filas derrotando las tendencias y maniobras divisionistas, de cualquier matiz; y
c.- combatir intransigentemente, en el terreno ideológico, las diversas manifestaciones de la influencia burguesa y pequeño-burguesa en el movimiento obrero: el “economismo” y el “izquierdismo”.
4.- A fin de ganar las masas del campo para la revolución, atraerlas a una alianza firme con la clase obrera y aceptar la dirección de esta y de su Partido, es necesario
a.- que el partido se guie por una línea acertada frente al problema agrario;
b.-que el partido penetre profundamente en el campo y promueva a los obreros organizados y políticamente conscientes a participar de un modo directo en la promoción y orientación de las masas del campo, en su organización y sus luchas
c.- que el partido eduque a las masas del campo en los principios y la práctica de la solidaridad internacional; y
d.- que el Partido coordine, en todas las circunstancias y fases de la lucha por la revolución, el movimiento obrero con el movimiento de las masas de campo,
5.- Para adelantarse a tomar las banderas democráticas no basta hacerlo en la propaganda; es indispensable realizar las orientaciones y tareas políticas siguientes:
a.- tomar la iniciativa en cada momento para realizar las acciones políticas concretas de masas en defensa o por la conquistas de las libertades y derechos democráticos;
b.- luchar firme y sistemáticamente en lo ideológico contra las tendencias de la burguesía y la pequeña burguesía y su influencia en el movimiento popular; y
c.- cumplir activamente y bien el trabajo por el frente único y el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo; coordinando acertadamente el interés de clase del proletariado con los intereses de las demás fuerzas motrices de la revolución.
B- Revolucionarizar, Organizar y Unir al Proletariado
6.- El proceso determinante de la elevación del proletariado al nivel de la conciencia revolucionaria socialista, es decir de su elevación de “clase en sí” a “clase para sí” consiste en la más extensa politización de los cientos de miles de hombres y mujeres que lo componen en nuestro país, para lo cual es necesario promover sus más extensas y activa lucha política.
6.1- Considerando su contenido fundamental y su esencia, dos son las concepciones de la lucha política del proletariado; aunque desde un punto de vista concreto y práctico ellas asumen diversas variantes y matices:
a- Una de estas concepciones limita la lucha del proletariado al campo estrecho de las relaciones obrero-patronales, por conquistar mejores salarios, prestaciones sociales, condiciones de trabajo, mejores leyes laborales y sociales.
Dicho de otra forma esta orientación limita la lucha del proletariado al objetivo de conquistar un mejoramiento de los términos de la venta de su fuerza de trabajo a los capitalistas y al mejoramiento de las condiciones en que el trabajo se realiza.
Esta lucha cuando se hace bien, puede reportar cierto mejoramiento, ciertas ventajas a los trabajadores, pero jamás conduce por si misma a poner fin a la compra-venta de la fuerza de trabajo, es decir, a liquidar la explotación del capital sobre el trabajo asalariado, a liquidar el capitalismo como sistema económico, social y político erigido sobre la base de dicha explotación.
A esta orientación es a la que el leninismo bautizo, con el nombre de “economismo” (también llamado por algunos “economicismo”)
b- La otra concepción de la lucha del proletariado, impulsa a éste a realizarlo principalmente en el terreno alto del conjunto de todas las relaciones entre las clases sociales y de estas con el Estado, conduce al proletariado a unir en derredor suyos a los campesinos y demás fuerzas sociales progresistas para tomar el poder y reorganizar radicalmente a la sociedad, liquidar el capitalismo y construir el socialismo; subordina a estos objetivos supremos todas las luchas de reivindicaciones inmediatas de los trabajadores
Esta es la orientación marxista- leninista de la lucha política del proletariado.
6.2- la lucha limitada a la esfera de las relaciones obrero-patronales y la legislación respectiva es a la que el proletariado tiende espontáneamente, por su propio impulso, librado a su propia suerte. Los economistas se colocan detrás de esta tendencia espontanea, embellecen con todo tipo de frase, presentándola como “la lucha auténticamente obrera” “clasista,” etc.
Pero la tendencia espontanea de la lucha del proletariado a lo más que puede llegar es a obtener reformas que mejoren relativamente la situación de la trabajadores dentro del capitalismo, bajo la explotación de los capitalistas.
Y aunque es cierto que los capitalistas se oponen por lo general a conceder tales mejorías y reformas, una vez logradas la utilizan sin falta para embellecer con su propaganda al sistema capitalista y para confundir a las masas proletarias y trabajadores en general, apartándolas del camino que pueda conducirlas a la revolución y el socialismo.
6.3- Está claro, pues, que el economismo no es la orientación “obrera” “clasista” , “auténticamente proletaria” sino, todo, lo contrario es la forma principal de la influencia de la burguesía sobre el proletariado; es la política burguesa en el movimiento obrero. Quienes impulsan el economismo traicionan al proletariado, hacen más gruesas y sólidas las cadenas que lo someten a la esclavitud capitalista.
6.4- Llevar a las masas proletarias y trabajadoras en general a la lucha política revolucionaria es una tarea que debe realizarse rompiendo su tendencia espontanea, “desde fuera” de las relaciones obrero patronales.
Es cierto que la lucha política del proletariado y demás trabajadores se realiza durante algunos periodos sobre la base de su lucha económica, pero ello no significa que siempre, obligatoriamente, deba ser así, o que la lucha económica sea una especie de primer paso indispensable, o primera instancia obligatoria, tras la cual y solo tras la cual, pueda venir la lucha política.
La experiencia de la lucha política en nuestro país a confirmado plenamente la tesis leninista de que la lucha política puede ser el primer paso para cientos de miles de trabajadores, incluso no sindicalizados y, que la lucha política es no solo la más decisiva, sino también la que más ampliamente moviliza a las masas.
Cualquier tentativa de delegar obligatoriamente la lucha política y los intereses políticos del proletariado a un segundo plano, a un segundo o tercer paso o instancia, es una forma de economismo.
Estas son las dos políticas fundamentales que se disputan la conducción del movimiento obrero: el economismo, expresión de los intereses de la burguesía y el capitalismo, y la política marxista leninista, expresión de los esenciales intereses del proletariado y el socialismo.
6.5- Sin embargo, el movimiento obrero tratan de influir también diversas variedades de la política izquierdista, que son en esencia la expresión de los intereses y la ideología de los diversos sectores de la pequeña burguesía. Los izquierdistas hablan en el nombre del marxismo- leninismo, pero en los hechos aplican una orientación esquemática, mecánica y simplista, según la cual únicamente existen dos clases sociales: “ricos” “pobres” que para ello son lo mismo que, “explotadores y explotados “o lo mismo que “burguesía y proletariado.”
Partiendo de esta vulgarización de la ciencia marxista-leninista, los izquierdistas reducen la lucha de las clases al enfrentamiento de “clase contra clase” de “ricos contra pobres” y consideran que la forma “más profunda”, “clasista” y “revolucionaria” de tal enfrentamiento es la lucha económica y /o el terrorismo dirigido contra los intereses económicos de los ricos.
Los izquierdistas, a pesar de que postulan la lucha por el socialismo y de que hablan de la necesidad en abstracto de lucha política, desprecian o minimizan las distintas manifestaciones de la lucha política concreta, incluso consideran que estas son únicamente propias de la burguesía, por lo que toda participación del proletariado en las mismas lo “conduce inevitablemente a marchar a la cola de la burguesía “. etc. De allí su “posición de principio” contra la participación en las elecciones, en la lucha parlamentaria y en la lucha general a no ser que se luche por leyes que plasmen reivindicaciones económicas de las masas trabajadoras.
Así, pues, aunque parezca ilógico, el izquierdismo coincide con el economismo, ambos, aunque actúan con distintos métodos y formas de lucha, glorifican la reducción de la lucha a la estrecha esferas de la relaciones económica de las clases y de hecho glorifican la tendencia espontanea del movimiento obrero.
6.6- Desde luego, organizar e impulsar la lucha por reivindicaciones económicas, por reformas jurídicas y sociales, no es de por sí economismo, siempre ha sido parte del trabajo de los comunistas y debe seguirlo siendo; pero esta lucha tratamos de dirigirla no solo para reclamar concesiones y reformas, sino también para:
a.- llevar a los trabajadores a comprender por su propia experiencia la naturaleza reaccionaria del gobierno, su condición de instrumento de la gran burguesía, los terratenientes y el imperialismo, el carácter profundamente anti-democrático, autoritario y arbitrario de sus métodos;
b.- incorporar nuevos contingentes de trabajadores a la lucha activa;
c.- elevar la combatividad y templar el espíritu revolucionario de las masas trabajadoras; y
d.- poner a prueba a un gran número de elementos avanzados de las masas, poner a prueba, templar y desarrollar al propio Partido.
Todo ellos lo hacemos desembocar los comunistas en la lucha por instaurar un poder revolucionario, que asegure la democracia para el pueblo y, en definitiva, la instauración de la dictadura del proletariado y la reorganización socialista de la sociedad. Los comunistas subordinamos así la lucha por las demandas económicas y por las reformas a la lucha por la democracia y el socialismo.
6.7 Desarrollar la lucha política del proletariado y los trabajadores en general, exige:
a- realizar una activa y ágil denuncia de todas las arbitrariedades del régimen y no solo de aquellas que van dirigidas contra los proletariados sino, también de las arbitrariedades que afectan a las demás clases y capas, imprimiendo a esas denuncias un enfoque revolucionario, es decir apuntando las causas y objetivos clasistas reaccionarios que motivan tales arbitrariedades y levantando frente a las mismas los objetivos democráticos y socialistas.
Las denuncias y la agitación alrededor de ellas no deben reducirse a los conflictos obreros-patronales, a los problemas y demandas económicas, si no que principalmente han de ser el centro de nuestra agitación las denuncias políticas: la violación de los derechos humanos individuales y sociales, etc.;
b.- organizar e impulsar sistemáticamente la acción política practica de las grandes masas proletarias y trabajadoras en general, vinculando los siguientes objetivos inmediatos con la necesidad de avanzar hacia la lucha decisiva por la conquista revolucionaria del poder.
c.- realizar en la práctica una acertada combinación de las diversas formas de lucha, preparar ideológica y organizadamente a las masas para pasar a las formas superiores.
d.- realizar una amplia y sistemática difusión en las filas de los proletariados de las ideas del socialismo científico, de la necesidad de la revolución democrática anti-imperialista y de su programa y de los nexos de esta con la revolución socialista,
6.8 la tarea de llevar al proletariado a la lucha política” desde afuera” de la relación obrero patronal es en esencia, para nuestro Partido, el trabajo por unir su táctica, su línea general y el socialismo científico al movimiento obrero.
El Partido Comunista sin el movimiento obrero en extremo débil, inofensivo para la burguesía y el imperialismo, no puede dirigir el proceso de lucha por la revolución, ni encabezar esta. El movimiento obrero sin el partido marxista-leninista de vanguardia, es un movimiento a lo sumo reformista, un pilar de sostén de capitalismo.
7.- Los sindicatos son organizaciones surgidas históricamente para la lucha económica del proletariado; aparecieron antes que el socialismo científico y el movimiento comunista. Los sindicatos son la expresión orgánica de la tendencia espontanea de la lucha de clases del proletariado.
El movimiento sindical lleva en sí, por eso, la tendencia al economismo y si no se realiza en ellos una labor verdaderamente comunista, los sindicatos engendran economismo cotidianamente.
7.1- Los sindicatos agrupan a los trabajadores en base a su común interés en mejorar el salario, las condiciones de trabajo, las condiciones de vida, en general y la legislación social, aunque sus integrantes posean distintas creencias religiosas, filiación partidista o ideológica política.
En otras palabras, los sindicatos agrupan los trabajadores “dentro” de la relación obrero patronal.
Si los sindicatos dejan de luchar por dicho interés comunes, tienden a debilitarse a liquidarse o dividirse
7.2- Teniendo en cuenta la naturaleza de los sindicatos como organizaciones para la lucha económica, el trabajo comunistas dentro de los mismos debe realizarse sin violar el consenso que une a sus miembros, los comunistas deben fomentar, organizar cada vez mejor y dirigir la lucha económica, pero al mismo tiempo han de realizar una intensa y sistemática agitación y propaganda política, tanto como sobre la base de los intereses económicos y las luchas económicas, como la que no tiene base en ella sino en los intereses comunes de todo el pueblo frente al régimen de opresión, por la democracia y el socialismo.
7.3.- Nunca exigiremos los comunistas que todos los miembros de los sindicatos acepten y apoyen nuestra política como un requisito para pertenecer a estas organizaciones o para que estas asuman con firmeza la defensa de sus intereses en la relación obrero-patronal, pero jamás dejaremos de hacer nuestra agitación y propaganda política revolucionaria, comunista; jamás dejaremos de educar a los trabajadores en la idea correcta que los intereses políticos del proletariado y sus aliados están por encima de sus intereses económicos inmediatos, ni dejaremos de trabajar por llevar a los trabajadores sindicalizados a la acción política, a la lucha política por la democracia y el socialismo.
7.4-Estas orientaciones de ningún modo deben confundirse con la “neutralidad de los sindicatos” preconizadas por los economistas y reformistas en general, junto a todos los elementos reaccionarios en el movimiento sindical.
Los comunistas en los sindicatos procuramos mantener el consenso interno que une a sus miembros, el respeto de la democracia que rige el funcionamiento de estas organizaciones, respetamos el pluralismo ideológico y la diversa militancia política que hay en sus filas, pero al mismo tiempo hacemos el trabajo más esforzado y sistemático por ganar a las posiciones de la política comunista a la gran mayoría de los trabadores sindicalizados. A tono con nuestros progresos en esta dirección, hacemos que los sindicatos y sus conglomerados federales o confederales adopten esta política como suya.
Para los comunistas los sindicatos deben llegar a ser “correas de transmisión” entre el Partido y las grandes masas trabajadoras sin Partido.
7.5- En las condiciones de nuestro país se presentan casos en los que la lucha política entra en conflicto con la legalidad de los sindicatos, o estos se encuentran en una dirección reaccionaria o conformista. Los comunistas procuramos entonces crear formas de organización especiales para facilitar a los trabajadores sindicalizados la realización de su lucha política práctica, sin menoscabar en lo posible sus sindicatos o eludiendo el obstáculo de sus dirigentes oportunistas.
7.6- El trabajo comunista en los sindicatos exige que se recluten sistemáticamente para formar parte de nuestro partido y de la JC a los trabajadores más avanzados, más firmes y combativos, más honestos y ejemplares y formen con ellos una ramificada bases integradas por células, conforme los principios organizativos que rigen al Partido.
Si el Partido y la JC no se construyen fuertes y bien organizados en la filas sindicales, serán inútiles los esfuerzos por revolucionalizar a los trabajadores agrupados en los sindicatos, la tendencia espontanea prevalecerá o surgirá una y otra vez, el economismo robustecerá sus raíces y perdurara.
8.- Los comunistas estamos interesados en extender lo más posible la organización sindical, en elevar la eficiencia y la claridad de los sindicatos y unificar el movimiento sindical. Abarcar el proletariado en su conjunto y al grueso de los demás trabajadores en el movimiento sindical, unir bajo una dirección única a los sindicatos y demás organizaciones de los trabajadores, tales son nuestros objetivos.
8.1- al impulsar el desarrollo orgánico del movimiento sindical hemos de guiarnos por las siguientes orientaciones:
a.- hacer esfuerzos extraordinarios por extender la organización sindical entre el proletariado industrial y agropecuario;
b.- prestar atención especial a la organización de los trabajadores en las ramas decisivas de la economía
c.- impulsar la organización o reorganización de los trabajadores, tendiendo preferentemente a formar sindicatos por industria y federaciones por industria;
d.- esforzarnos por liquidar las diversas formas de paralelismo organizativo, buscando la agrupación en sindicatos únicos;
e.- esforzarnos por elevar la participación activa de las bases de los sindicatos, dándoles una organización y una educación política, administrativa y técnica multifacética, a tono con las exigencias de la lucha. Especialmente debemos impulsar la construcción del auto defensa;
f.- esforzarnos por elevar constantemente el grado de división del trabajo y eficiencia en los organismos de dirección sindical, enriquecer la práctica de la dirección colectiva y el control del trabajo; y
g.- esforzarnos por la formación sistemática de cuadros de elevada calidad política y práctica en el movimiento sindical.
8.2- Objetivo de importancia estratégica es para nosotros la unificación de todo el movimiento sindical y de más agrupaciones de trabajadores en una central única, que abarque las organizaciones del proletariado industrial y agropecuario, de los trabajadores de los servicios y el comercio, de los empleados públicos y particulares, de los maestros, los trabajadores de la salud. Etc. Y también a las organizaciones campesinas
La Central Única es la más alta expresión de la unidad orgánica del movimiento sindical.
8.3- En la lucha por la Central Única, juega un papel determinante ganar a las masas organizadas para la idea de la unidad, conseguir que ellas comprendan su profundo significado clasista revolucionario, su gran importancia política y la hagan firmemente suya, la utilicen como arma contra los divisionistas y la hagan prevalecer sobre las inconsecuencias y pretextos de los dirigentes que se muestran indecisos, esquivos y opuestos ante el proceso unificador.
8.4- Los comunistas, por consiguiente, debemos realizar una agitación y una propaganda sistemática, de muy amplia difusión, entre las masas trabajadoras organizadas, a favor de la unificación en una poderosa Central Única. Al mismo tiempo, debemos vincular esta agitación y propaganda a una práctica unitaria cotidiana, que se exprese en:
a.- la acción solidaria con las luchas de todos los trabajadores, independientemente de la Central o sindicato a que estén afiliados y cualquiera sea la orientación político-ideológica de su dirigentes; y,
b.- todas nuestras iniciativas de acción deben incluir sin falta medidas para atraer a la lucha conjunta a todos los trabajadores relacionados directa o indirectamente con los objetivos e intereses concretos que dichas acciones se proponen alcanzar o defender.
8.5- En la lucha por la Central Única desempeñan también un rol necesario el dialogo, las negociaciones y acuerdos entre los dirigentes. Nosotros debemos esméranos para realizar bien este trabajo unitario ¨por arriba ¨ sabiendo que será solido y fructífero si se apoya en un profundo trabajo unitario entre las masas, es decir ¨por abajo¨
Uno y otro trabajo se complementan, nunca deben ser vistos como contrapuestos o alternativos; pero el trabajo unitario ¨por abajo¨ es el principal y el es que se hace ¨por arriba¨ es el complementario.
8.6- Cuando las condiciones lo aconsejan, el trabajo unitario en un caso concreto puede iniciarse ¨por arriba¨, pero entonces debemos darle prontamente un fundamento ¨por abajo¨. Cuando el trabajo unitario se empieza ¨por abajo¨ debemos determinar el momento oportuno para complementarle con los contactos y negociaciones ¨por arriba”.
8.7- En la lucha por la Central Única juega un papel decisivo la unidad de acción, es decir, las acciones conjuntas por alcanzar determinados objetivos comunes y realizar la defensa de intereses y derechos también comunes. La unidad de acción no implica obligatoriamente la creación de organismos conjuntos; y si estos se crean tienen un carácter transitorio para coordinar la acción concertada en común.
La unidad de acción es una escuela de gran valor para ganar a las masas a la idea de la unidad orgánica y política y para promover el mutuo conocimiento entre los dirigentes, apreciar sus virtudes y defectos, sus reales posiciones político-ideológicas, sus compromisos etc.
La unidad de acción enfocada así, es motor y a la vez brújula para el trabajo de la unidad orgánica del movimiento sindical, cuya expresión superior es la Central Única.
8.8 La Central Única es la más alta expresión de la unidad orgánica del movimiento sindical, pero no implica la unidad ideológica de todos sus componentes, aunque si la unidad política en torno de una plataforma política y reivindicativa común, que recoja las orientaciones comunes frente a los fundamentales problemas nacionales e internacionales y frente a los intereses y demandas inmediatas de los trabajadores en lo económico-social.
Los integrantes de la Central Única pueden conservar sus enfoques, sus posiciones diferentes y divergentes, y tienen derecho a luchar a favor de su orientación particular, pero esa libertad de lucha por conquistar a las masas agrupadas en la Central Única, únicamente puede ser aceptada sobre la base del cumplimiento estricto e incondicional de todo lo pactado, de todo aquello que incluye la plataforma común y del absoluto acatamiento de las normas de vida recogidas en los Estatutos de la Central Única.
9.—En la lucha por revolucionar, organizar y unir al proletariado, los comunistas no nos limitamos al trabajo en el frente sindical, si no también buscamos actuar entre las extensas masas proletarias y trabajadoras no organizadas, o agrupadas en formas orgánicas diferentes a los sindicatos; organismos comunales, cooperativas, grupos artísticos y culturales, club deportivos etc.
10.- La experiencia de las últimas dos décadas permiten una muy amplia vinculación con las masas trabajadoras y desplegar entre ellas con rapidez nuestra influencia. Pero, al mismo tiempo, nuestra experiencia indica que en las condiciones represivas impuestas por la dictadura militar derechista que sufre por nuestro país, las masas, incluso las menos organizadas, responden el trabajo político de las organizaciones democráticas y revolucionarias brindándoles un gran apoyo, pero rehúsan integrarse abiertamente a sus filas, lo cual consideran un peligroso riesgo frente al ramificado aparato represivo del régimen.
10.1- Teniendo en cuentas las anteriores características de la lucha política en nuestro país, debemos promover diversas formas de organización de masas, incluso aquellas que tiene un matiz político atenuado o no tienen ningún matiz político, y al mismo tiempo mantener en todas ellas una permanentemente y sistemática agitación y propaganda política.
11.- La tarea de revolucionar al proletariado no puede realizarse con éxito si llevar adelante sistemáticamente una profunda lucha ideológica contra la influencia burguesa y pequeño burguesa en el movimiento sindical, en las filas proletarias y trabajadoras en general. Esta es ante todo una lucha contra el economismo y contra el izquierdismo.
11.1- La lucha por la unidad del movimiento sindical no significa el cese de la lucha ideológica: en el terreno ideológico no debe haber concesiones, ella debe librarse constantemente a fondo. Sin embargo, las divergencias ideológicas no deben colocarse como obstáculos para la unidad de acción y ni aun para la unificación orgánica del movimiento sindical. La unidad puede concretarse en cualquiera de sus formas, y al mismo tiempo, desarrollarse la lucha ideológica.
11.2- La experiencia de nuestro partido en la lucha ideológica dentro del movimiento obrero enseña que debemos librarla atendiendo a ciertas reglas:
a.- debemos tomar como temas de la lucha ideológica aquellos que están directamente relacionados con la lucha política que se libra en nuestro país y la arena internacional en cada momento: es decir no desarrolla una temática programada en abstracto, de acuerdo a un rigor académico, si no que ha de ser una lucha de ideas vivas, ligada al palpitar diario de la lucha de clases y a su perspectivas;
b.- debemos siempre de ir al fondo de los temas en debate, argumentarlos multifacéticamente, apoyándonos en la teoría marxista-leninista, en la experiencia concreta de la lucha de clases en nuestro país y en lo internacional, es decir, no debemos enfrascarnos ni dejarnos enfrascar en discusiones sobre aspectos superficiales del tema en discusión y mucho menos aceptar que la polémica se distraiga a otros temas lejanos o a dilucidar ataques provocadores.
c.- la forma de nuestra polémica debe ser lo más limpia posible de adjetivos, calificativos hirientes, etc., ue puedan distraer el fondo de asunto, confundir a las masas y a los elementos sanos de la contraparte, acerca de cuales son nuestros verdaderos propósitos en la lucha ideológica;
d.- en todo el desarrollo de nuestra polémica debemos tener presente a las masas que observan y analizan el debate y no solo a la contraparte.
Por consiguiente, hemos de esforzarnos porque nuestra argumentación sea clara y comprensible para las masas y lleve una gran fuerza persuasiva.
e.- al concentrar la lucha ideológica contra las posiciones economistas o contra las izquierdistas, debe cuidarse de que nuestra argumentación no sea unilateral, que abarque también el deslinde con la otra tendencia errónea. De no hacerlo así nuestra polémica contra una de estas desviaciones puede fortalecer a la otra;
f.- nunca debemos limitarnos a destruir la argumentación errónea de la contraparte, debemos poner especial énfasis en exponer y argumentar la orientación correcta de nuestro Partido;
g.- debemos abordar la lucha ideológica con espíritu autocritico, reconocer nuestros errores enjuiciándolos de modo extraer de ellos, las lecciones que dejan para el desarrollo de la lucha por la revolución, debemos asimismo, analizar objetivamente la argumentación de la contraparte, descubrir en ellas los elementos positivos que contenga, hacerlos notar y apoyarnos en ellos para robustecer nuestro esfuerzo persuasivo; y.
h.- nuestra polémica debe impregnarse de un claro espíritu unitario, debe librarse como una enérgica lucha por la unidad.
Si nos guiamos por estas orientaciones desarrollaremos una lucha ideológica seria, educativas para las masas, capaz de calar hondo y persuadir incluso a muchos elementos situados de buena fe en la posiciones equivocadas.
C.- Ganar a las masas del campo para la revolución y para la alianza Obrero-Campesina
12.- en un país capitalista agrario como el nuestro, la decidida participación de las masas del campo en la lucha por la revolución democrática anti-imperialista tiene una importancia decisiva, por consiguiente, ganarlas para realizar su papel revolucionario es una tarea de valor estratégico. Si el Partido realiza bien esta tarea, asegurara la premisa más importante para conquistar la dirección del movimiento popular de la revolución democrática-antiimperialista.
12.1- Ganar a las masas del campo para la revolución lleva consigo:
a- revolucionalizarlas.
b- organizarlas y unirlas
c- atraerlas a la alianza obrero-campesina y a aceptar la dirección obrera.
13.- Para realizar estas tareas es indispensable que nuestro Partido y la JC penetren profundamente en el campo. En las condiciones de nuestro país demanda mucho esfuerzo y por eso, esta labor solo debe de ser coronada con éxito por cuadros y activistas capaces de la mayor abnegación y sacrificio. Al mismo tiempo, el trabajo por penetrar profundamente en el campo es una escuela práctica y fuentes de valiosos elementos para el forjamiento de cuadros comunistas.
Así, pues, los cuadros y activistas para esta tarea deben ser cuidadosamente seleccionados, sistemáticamente educados y adiestrados; este trabajo debe de ser objeto de constante atención y ayuda de los organismos dirigentes del partido y la JC y sometido a permanente control.
13.1.- El trabajo por ganar las masas del campo para la revolución exige que los cuadros y activistas organizadores, propagandistas y agitadores provenientes de la ciudades vayan al campo y permanezcan ahí el mayor tiempo posible, incluso que se trasladen a vivir en el campo, trabajen, convivan y luchen con las masas .
Los cuadros de la ciudad enviados al campo deben poner especial esmero en promover de las masas a los mejores elementos para forjarlos, educarlos como activistas y cuadros.
14. En nuestro trabajo por construir y desarrollar la base organizada de masas de la revolución en el campo, nos guiamos por las cuatro orientaciones siguientes.
a.- conocer bien a las clases y capas que haya en el campo en nuestro país, organizar bajo formas distintas y separadas al proletariado agropecuario y a los campesinos; organizar principalmente al proletariado y en cuanto a los campesinos, principalmente a los campesinos pobres;
b.- educar a las organizaciones del proletariado y los campesinos en la practica de la solidaridad y la coordinación activa entre la lucha de ambas, en la solidaridad y la coordinación practica con el movimiento obrero de la ciudad, en la lucha política junto a todo el movimiento popular y democrático, en la necesidad de la unidad de todas las organizaciones de masas de los trabajadores dentro de una Central Única, y en la necesidad de unir todo aquel movimiento revolucionario bajo una dirección política única y de todo el movimiento democrático en un frente único.
c.- nuestro trabajo por construir y desarrollar la base organizada de masas debe tomar minuciosamente en cuenta en cada caso el nivel de conciencia y de las opiniones de masas, la correlación de fuerzas con el enemigo, en fin, las condiciones concretas y promover, según lo permitan estas condiciones, formas de organización avanzadas (como los sindicatos, las asociaciones campesinas, las “Ligas Agrarias”, etc. ) o formas amplias como (las cooperativas , las organizaciones comunales por el progreso local, los grupos culturales, deportivos, etc., etc., ) pero siempre, sin excepción los comunistas nos empeñamos por elevar estas organizaciones, paso a paso, según lo permitan los progresos de nuestra influencia y las demás condiciones a jugar un papel político revolucionario.; y
d.- simultáneamente con nuestro trabajo por construir las organizaciones de las masas en el campo, debemos poner en marcha sin excepción el proceso de construcción del PCS y la JC, la organización y adiestramiento de la autodefensa, la construcción de las fuerzas armadas revolucionarias.
15.- La alianza obrero-campesina solo puede lograrse si el movimiento obrero de la ciudad:
a.- se empeña resueltamente en fomentar la organización y promover las luchas de las masas del campo;
b.- se solidariza decidida y firmemente con la lucha de las masas del campo;
c.- promueve a los sectores progresistas del resto del pueblo y a las fuerzas democráticas en general a prestarle apoyo; y
d.- coordina sus luchas con las luchas del movimiento de las masas del campo,
Así las masas del campo aceptaran unirse a la clase obrera en la lucha, y aceptaran la dirección obrera en el proceso hacia la revolución. Llevar al movimiento obrero a realizar esta política por la alianza obrero-campesina es tarea primordial, estratégica del PCS y la JC.
16- Esta tarea comprende varios aspectos:
a.- los cuadros activistas comunistas encomendados del trabajo del campo, deben apoyarse en los obreros organizados sin partido mejor dispuestos, interesándolos en avivar los vínculos naturales (militares y sociales en general), que unen a esos obreros con las masas del campo, de las cuales ellos provienen en un elevado porcentaje. Los comunistas deben encargar a estos obreros sin partido tareas concretas a realizar en el campo, comenzando con las más simples y fáciles, y de la base de sus avances, deben encargarles tareas más complejas y reclutarlos para nuestras filas.
b.- los dirigentes comunistas del movimiento obrero a todo nivel, células del partido y la JC que trabajan en este movimiento, cada uno de sus miembros, deben hacer una permanente y sistemática propaganda en los sindicatos y otras organizaciones obreras, a favor de la alianza obrero-campesina, del papel que estas organizaciones obreras deben jugar para el logro de esta alianza; deben divulgar entre la base y de la dirigencia de dichas organizaciones la situación en el campo, la realidad del problema agrario, nuestra línea frente a este problema, denunciar constantemente la represión y toda clase de arbitrariedades del gobierno, los capitalistas y terratenientes contra los trabajadores del campo; deben esforzarse por convencerlos de la necesidad de realizar ágil y resuelta acción practica de solidaridad en favor de la lucha y desarrollo de las organizaciones de masas del campo y de darles una efectiva ayuda para estos fines;
c.- al formular todo un plan de luchas de masas, la dirección nacional e intermedia de nuestro Partido y JC, deben siempre asignar un papel concreto, tanto al movimiento obrero, como al movimiento de las masas del campo, aplicando un criterio de coordinación inteligente de la acción de ambos; y
d.- los comunistas debemos realizar en el campo una amplia divulgación de los problemas que enfrenta el movimiento obrero y de sus luchas, la denuncia constante de la represión y arbitrariedades que sufren los obreros y todas las demás clases, capas y sectores del pueblo; en divulgar extensa y persuasivamente la idea de la alianza obrero campesina, la necesidad de la revolución democrática anti-imperialista, nuestra línea ante el problema agrario como parte del programa de dicha revolución y los anexos de estas con la revolución socialista, el papel que corresponde a la clase obrera, al proletariado agropecuario y a los campesinos en la revolución democrática anti-imperialista y en el socialismo.
16.- Nuestro Partido cuenta con una justa y acertada línea frente al problema agrario. El PCS fue el primero en analizar el problema agrario y formular una línea revolucionaria frente al mismo, la justeza de esta línea ha sido confirmada por la experiencia en los últimos diez años, durante los cuales ciertos sectores de la burguesía y del Ejército, estimulados por el gobierno de los Estado Unidos intentaron poner en práctica planes reformistas para suavizar este problema.
Sin embargo, nuestra alinea frente al problema agrario fue elaborada cuando no surgía aun el movimiento de masas en el campo, El despliegue de la lucha de clases en el campo durante los cinco años y el surgimiento allí de grandes organizaciones de masas, tiende a poner a prueba y entregar el indispensable aporte del punto de vista de las masas del proletariado agropecuario y de los campesino frente a este problema y, sobre esa base, nuestro programa agrario deberá perfeccionarse, corregirse en lo que sea necesario, dar respuestas a ciertos aspectos que aún se encuentran para nosotros solo formulados en sus trazos más generales.
Nuestro Partido, por consiguiente, a de prestar gran atención al estudio de la lucha de clases y del movimiento de masas en nuestro campo, al conocimiento y al análisis de las opiniones de los proletariados rurales y campesinos acerca del problema agrario y perfeccionar nuestro programa sobre la base de tales análisis.
Nuestro Programa Agrario no es, pues, algo acabado y absolutamente inmóvil, sino una orientación cuyos fundamentos y objetivos principales son justos, pero cuyas formulaciones y objetivos detallados aún se encuentran en proceso de desarrollo y de perfeccionamiento. Este perfeccionamiento es imposible sin el despliegue de la lucha de clases en el campo y sin la configuración de las opiniones de las masas del campo.
D.- Tomar la iniciativa en la lucha por la Democracia
17- El Partido está en las condiciones de tomar la iniciativa en la lucha por la democracia, impidiendo que la burguesía se aproveche de esta bandera:
a) Sí se esfuerza permanentemente por realizar de modo emblemático la politización, especialmente de las masas proletarias, campesinas y trabajadoras en general;
b- Si asegura los instrumentos para combinar y combina bien la lucha política legal e ilegal y lucha por no dejarse sacar de ninguno de los terrenos;
c- Si se mantiene siempre informado acerca del estado de ánimo, de las aspiraciones y opiniones de las masas,; acerca del estado de ánimo, actividad y proyectos concretos del enemigo en todo los campos;
d- Si estudia constantemente los problemas naciones e internacionales, esforzándose al mismo tiempo por alcanzar un mayor dominio de la teoría científica del marxismo-leninismo, por servirse mejor de ella en el estudio de dichos problemas y por aplicarla de manera creadora en la elaboración y perfeccionamiento de su línea táctica y estratégica; y
e- Si cuenta con una elevada organización interna de sus filas, con militancia valiente y consciente, que domina la línea, que da su aporte para elaborarla y está dispuesta siempre a la acción, al trabajo sacrificado y disciplinado.
17.1- Basándose en esta información constantemente renovada y en el estudio de la realidad nacional e internacional, es que el partido elabora orientaciones y consignas concretas para la acción.
El partido debe contar siempre con tales orientaciones y consignas; no deben faltarle nunca. Cuando ellas faltan o cuando son elaboradas improvisadamente, o atendiendo más a los deseos que al análisis serio las condiciones objetivas y subjetivas, de la correlación de las fuerzas, la situación concreta, el Partido en fin de cuentas, pierde la iniciativa política, se desvincula de las masas, se expone a reveses y aun a severas rotas, cede la iniciativa a la burguesía o a la pequeña burguesía.
18.- El Partido no debe limitarse a trazar sus orientaciones y consignas de acción, debe sin falta formular planes concretos para llevarlos a la práctica y en esos planes debe siempre asignar tareas específicas al movimiento obrero, de manera que éste pueda incrementar su peso e influencia política. Los planes de acción deben siempre incluir tareas a todos los frentes de la lucha de masas y disponer la coordinación inteligente entre ellos. Pero sobre todas las cosas, los planes de acciones deben contener siempre las tareas y medidas destinadas a perfilar a nuestro Partido y a su política ante las masas, combinando para ello la realización de este objetivo en el plano legal e ilegal, conforme a las modalidades diferentes en uno y otro campo, que las condiciones dicten.
18.1- Papel de importancia difícil de exagerar para la politización de las masas, en el perfilamiento entre ellas de nuestro Partido y de nuestra iniciativa en la lucha política, lo desempeña la propaganda escrita, en especial la prensa del partido, La propaganda escrita y sobre todo la prensa comunista, deben merecer la atención más esmerada de la dirección del Partido y la observación critica de todos los organismos y militantes suyos y de la JC, buscando su constante desarrollo cuantitativo y cualitativo.
La difusión y perfeccionamiento de la propaganda escrita y, en particular, de la prensa del Partido, es tarea irrenunciable y esencial de todo militante y organismo del PCS y la JC.
19.- En una país como el nuestro, donde impera desde hace tiempo un sistema político autoritario y represivo, las libertades y derechos democráticos se encuentran asfixiado para la casi toda la totalidad de la población. Personas, grupos, organizaciones de diversas clases sociales, civiles o militares, sufren diariamente a manos de las arbitrariedad que impregna la conducta de régimen , de sus funcionarios y agentes de todo los niveles, Como algo circunstancial al carácter autoritario y represivo del régimen, la corrupción en todas sus formas invade su aparato, en prácticamente todos sus escalones y a diario la conducta corrupta de sus funcionarios y agentes brota ante los ojos de la gente, provocando su indignación.
Denunciar diaria e intensamente la asfixia de las libertades y derechos democráticos, los casos concretos de arbitrariedades y corrupción del régimen y no solo cuando nos afectan a nosotros o a las organizaciones populares, constituye un formidable recurso de la agitación y la lucha por la democracia, una premisa indispensable para encabezar esta lucha.
Solo asumiendo un papel activo, diario e intenso, en la denuncia de la arbitrariedad y la corrupción de régimen, puede nuestro Partido surgir ante las masas como el abanderado principal de la lucha por la democracia en nuestro país.
Toda la militancia de nuestro partido y la JC, todo sus organismos de base y dirección, deben ser educados para realizar en la práctica estas denuncias y darle amplia divulgación oral y escrita, en las asambleas de organizaciones de masas y en las calles.
Los comunistas debemos educar y promover a las organizaciones del proletariado y demás organizaciones populares a realizar estas denuncias, hasta volverlas una necesidad de su vida diaria.
La denuncia de la arbitrariedad y la corrupción del régimen debe incluir la denuncia del papel del imperialismo yanqui como sostén del régimen, unido a una intensa divulgación de la idea que es necesario conquistar un poder verdaderamente democrático en nuestro país, de que ese es el objetivo de la revolución democrática anti-imperialistas por la que luchamos.
Sí los comunistas somos capaces de realizar permanentemente agitación y presión, no solo daremos un poderoso impulso a luchar por la democracia en nuestro país, sino que también aseguraríamos para nuestro Partido y para el proletariado revolucionario, la posibilidad de ser siempre quienes tomen en sus manos la bandera de la lucha por la democracia, quienes unan tras de sí al pueblo, y frustren la posibilidad de que la burguesía se adelante y se aproveche de esta lucha.

CAPITULO VI
El Frente Único y el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo
1.- Para conducir la lucha por la revolución hasta la victoria es absolutamente necesario que el proletariado y su Partido sepan combinar y coordinar la acción de todas las fuerzas revolucionarias y democráticas internas en cada etapa, ganar el apoyo de las fuerzas democráticas y anti-imperialistas internacionales, aislar nacional e internacionalmente al enemigo principal y concretar en su contra los golpes en cada momento. Esto es así porque:
a.- estamos en la etapa de la revolución democrática anti-imperialista, por consiguiente, el proletariado no es su fuerza motriz única, si no también lo son los campesinos y las capas medias
El proletariado no es tampoco la única fuerza capaz de ir hasta el socialismo. Se ha ensanchado y debemos esforzarnos por ensanchar aún más el campo de las fuerzas por el socialismo; y
b.-la evolución no se enfrenta a un solo enemigo, si no a varios y no puede derrotarlos a todos a la vez.
2.- En otras palabras, es necesario poner en ejecución una política que permita unir a las fuerzas motrices de la revolución, atraer a su lado o neutralizar a otras y, al mismo tiempo, aprovechar las contradicciones en el seno de las fuerzas enemigas. Esto es lo que llamamos “trabajo por frente único y el aprovechamiento de las contradicciones en el seno de las fuerzas enemigas “
Rechazar las alianzas y el aprovechamiento de las contradicciones del campo enemigo equivale en la práctica a preparar una derrota segura.
3.-El trabajo por la construcción del frente único y por el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo se complementan. Uno no puede realizarse sin el otro. Pero de estos dos trabajos, la construcción del Frente Único es el principal y el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo es el complementario.
4.- Nuestra política de alianzas debe conducir a la construcción de un Frente Único capaz de dar un gran poderío, una dirección única y una elevada coordinación a todo proceso de lucha por la revolución. Nuestro esfuerzo por descubrir y aprovechar las contradicciones entre los enemigos de la revolución, debe estar dirigido a aislar y debilitar a enemigo principal para facilitar la victoria de esta. La construcción del Frente Único y el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo son, por tanto, tareas estratégicas.
5.- Estas tareas únicamente pueden realizarse bien si el partido resuelve acertadamente estos otros problemas fundamentales:
a) definir con acierto el carácter de la revolución, sus fuerzas motrices, su enemigo principal y sus enemigos secundarios;
b) señalar con claridad el enemigo principal, no solo para todo el curso de la etapa en que se encuentra la revolución, sino también al enemigo principal más peligroso en cada momento concreto.
c) determinar también cuales son loa aliados que el proletariado puede y debe ganar y clasificarlos en distintos tipos, según sus características clasistas, su posición ante la revolución y frente al enemigo principal;
d) trazar una orientación clara para guiar este trabajo desde una posición clasista proletaria; y
e) trazar con acierto y emprender enérgicamente las tareas principales de la vía de desarrollo del proceso de lucha por la revolución.
6.- La determinación del enemigo principal en cada etapa de la revolución y del más peligroso en cada momento del proceso hacia su triunfo, es indispensable para aislarlo, dirigir en su contra la acción concentradas en las fuerzas revolucionarias, debilitarlo, descargarle el golpe principal oportunamente y derrotarlo. El carácter, las modalidades y la amplitud del Frente Único, lo mismo que las posibilidades concretas del trabajo por aprovechar las contradicciones en el campo enemigo, cambian al cambiar el enemigo más peligroso cualesquiera que sean las formas y los nombres que se adopten.
Así, pues, este trabajo, debe realizarse con un sentido de gran habilidad y agilidad, registrando los cambios en la situación; pero la permanencia de sus objetivos se mantiene invariable: unir junto a las fuerzas revolucionarias el poderío suficiente para defenderse y llevar al triunfo la revolución; aislar, debilitar y facilitar la derrota de sus enemigos.
El capítulo I de este documento está dedicado definir el carácter y las fuerzas motrices de la revolución que madura en nuestro país. Hemos caracterizado a esta como la Revolución Democrática Anti-imperialista, considerando como la primera etapa de la revolución socialista. Hemos definido asímismo que el proletariado, el campesinado y las capas medias son las fuerzas motrices de esta revolución y hemos definido posición ante la burguesía y su conducta probable frente a la revolución.
Debemos señalar que el enemigo principal de la lucha por la revolución democrática anti-imperialista, hasta su victoria, lo constituyen el imperialismo yanqui, la oligarquía financiera-terrateniente y los sirvientes de ambos.
En la actualidad (abril de 1979), es muy claro que los sectores fascistas del imperialismo yanqui, de la oligarquía salvadoreña y sus sirvientes, constituyen el enemigo principal más peligroso. Su política reaccionaria y represiva la dirigen no solo contra el proletariado y campesinos, sino con la mayoría de la sociedad, aportando así un amplio fundamento político para el Frente Único.
Nuestro Partido considera en la actualidad que el trabajo por el Frente Único debe realizarse simultáneamente en tres niveles, teniendo en cuenta el señalamiento de que los fascistas son el enemigo principal más peligroso de hoy:
a) El frente único de las fuerzas revolucionarias;
b) La alianza de estas con las demás fuerzas organizadas democráticas y anti-imperialistas; y
c) La alianza de todas las fuerzas anti-fascistas, incluidas las que no son imperialistas.
9.- Premisa indispensable para realizar el trabajo por el Frente Único es la determinación correcta de los aliados del proletariado, la clasificación de estos en distintos tipos, segun sus características clasistas, y la determinación de las distintas formas de alianzas que deben concertarse con ellos.
Tal clasificación, de acuerdo a la rica experiencia internacional debe distinguir entre:
a) Los aliados permanentes o aliados a corto plazo, y los aliados temporales;
b) Los aliados confiables y los condicionales.
10.- A partir de esta clasificación es necesario determinar un tipo de alianza a realizar con cada uno de esos aliados. En general, las alianzas pueden ser:
a) alianza combativa o militante.
b) alianza de atracción
c) alianza de neutralización
11.-En el curso de la lucha por revolución democrática anti-imperialista en El Salvador, los aliados del proletariado revolucionario se clasifican así:
a) el campesino y las capas medias deben ser ganados como aliados confiables y a largo plazo del proletariado revolucionario. El grado de confiabilidad varia y los menos confiables entre ellos, deben considerarse como aliados condicionales.
b) la burguesía media y todos los enemigos secundarios pueden ser aliados temporales y/o condicionales.
Dentro del proceso de lucha por la revolución democrática anti-imperialista, a los sectores medios de la burguesía no los consideramos en principio como parte del enemigo principal. Sin embargo, en la actualidad, algunos grupos de la burguesía media y de las capas medias tienden a alinearse en las posiciones fascistas militantes y, con ellos pasan a formar en las filas del enemigo principal más peligroso.
12.- Por lo que se refiere al tipo de alianza entre estas fuerzas, nuestro Partido considera que:
a) el proletariado revolucionario debe unirse y contratar una alianza militante de combate con los campesinos pobres, parte de los campesinos medios, las capas medias asalariadas de bajos ingresos y gran parte de la actualidad (estudiantes, maestros y una parte de los artistas, principalmente), con la parte más pobre de la pequeña burguesía urbana.
Esto significa que debe concertarse una alianza combativa entre el PCS, las FPL, la RN, el ERP y otras organizaciones revolucionarias.
b) con los campesinos medios acomodados y el resto de las capas medias debe el proletariado revolucionario realizar una alianza de atracción, atraerlas a brindarles apoyo, al menos moral y/o económico, a este y a sus aliados de combate, en la lucha por el programa democrático anti-imperialista o de las reivindicaciones inmediatas y comunes de todas estas fuerzas.
Esto significa que la PCS y, de ser posible, todas las organizaciones revolucionarias, deben concertar alianzas con las fuerzas democráticas.
El ingreso y permanencia de estos aliados en el Frente están condicionados a si la política de este refleja o no sus propios intereses y cómo los refleja: más exactamente, como plantea el Frente resolver sus problemas inmediatos o mediatos y, en particular, como lo haría el gobierno por el cual lucha éste.
Generalmente este tipo de aliados, según nuestra experiencia, se lanzan incluso a la acción cuando la lucha revolucionaria de masas es ascendentes, pero vuelven a ser pasivos y se alejan de la revolución cuando dicho proceso entra en reflujo.
c) Con los campesinos ricos, la burguesía mediana y los enemigos secundarios puede el proletariado revolucionario realizar alianzas de atracción o neutralización, según se presente cada caso.
13.- Al esforzarse por construir el Frente Único y para su desempeño en el seno de este, nuestro partido guía sus pasos bajo una orientación clasista proletaria y da a todo este trabajo dicho contenido. Solo así se puede asegurar que esta tarea sirva a la revolución democrática, anti-imperialista y al socialismo. El abandono del contenido clasista proletariado de este trabajo, puede conducir a graves errores que dañen o frustren la revolución.
Con el fin de asegurar el contenido clasista de nuestro trabajo comunista por el Frente Único, hemos de guiarnos por las directrices siguientes:
a) Lograr la unanimidad de todos los integrantes del frente único alrededor de sus intereses comunes, contra el enemigo principal ello significa que ha de pactarse una plataforma concreta que recoja dichos intereses comunes y que tal plataforma no incluirá los intereses contrapuestos.
b) Tomar la iniciativa para buscar el arreglo pronto de las diferencias y contradicciones entre los integrantes del frente único y restablecer la unanimidad. Al esforzarnos por el arreglo de las diferencias, hemos de tomar en cuenta los intereses clasicistas de cada uno y atenderlos en todo lo posible, pero no se permitirá que los intereses de uno prevalezcan sobre los otros, de manera de romper el genuino carácter común de la plataforma del Frente.
c) Asegurar que el proletariado tome la posición dirigente en el frente único; para lo cual es decisivo que desarrolle su alianza con los campesinos y los demás aliados a largo plazo, promueva enérgicamente la lucha conjunta con sus aliados de combate y realice con esmero, sin sectarismo, la defensa de la unanimidad.
El proletariado no impone con métodos atropelladores y prepotentes su dirección en el frente único, si no que la gana, la conquista, de la manera dicha.
15.-El amplio y constante examen del contexto internacional de la época histórica que vivimos y de las fuerzas políticas actuantes en el mundo, permite descubrir a los aliados internacionales, su carácter, fuerza y posibilidades para atacar a nuestro enemigos principal en sus momentos vulnerables, acorralarlos en sus momentos críticos y ayudarnos a debilitar su dominio en nuestro país, aislándolo internacionalmente. Este análisis descubre también a los enemigos exteriores y permite elaborar una política frente a los mismos.
Una correcta política de alianzas y aprovechamientos de las contradicciones entre los enemigos en lo nacional, constituye la premisa para realizar una política acertada y exitosa de alianzas y aislamiento del enemigo en lo internacional. En los tiempos actuales no puede haber victoria revolucionaria en lo nacional, sin una justa alianza internacional de las fuerzas revolucionarias.
En base a la experiencia internacional y la propia, nuestro Partido puede afirmar que, para lograr éxitos importantes en la construcción del Frente Único, no es suficiente poseer una línea política correcta, se vuelve indispensable desplegar una actividad decidida, amplia y vigorosa del Partido.
Por otro lado, la experiencia propia e internacional indica que solamente basándose en la acción política desplegada de las grandes masas se puede neutralizar a los enemigos secundarios y/o atraer a los aliados temporales o al menos lograr su apoyo moral. El trabajo comunista por el Frente Único no puede sustentarse, pues, únicamente en la habilidad para negociar y maniobrar de los dirigentes, debe poseer un fundamento real y practico en la movilización de las grandes masas trabajadoras y populares.
16.-Los comunistas deben esforzarse para alcanzar la posición directriz en el Frente Único. Pero esa posición solo será lograda si desarrollan la más desplegada y enérgica labor revolucionaria de masas, aplican una línea política correcta, muestran una disciplina férrea, inagotable espíritu de sacrificio., temple y valentía superiores y toman debidamente en cuenta tanto los intereses propios, como los de las otras organizaciones, clases, sectores o grupos que forman el Frente.
17.- La unidad de la propia clase obrera es básica y decisiva, es la que decidirá el rumbo y los alcances de la unidad de las fuerzas revolucionarias dentro del amplio marco del Frente Único. Es precisamente la estrecha unidad de las fuerzas revolucionarias la que permitirá asegurar la dirección única de la revolución y el tránsito de su etapa democrática anti-imperialista a su etapa socialista.
La unidad de la clase obrera y su alianza combativa con los campesinos es lo que puede asegurar la unidad de las fuerzas revolucionarias y esta a su vez garantizar la fortaleza del Frente Único en general y la defensa imbatible del poder, una vez conquistado.
18.- La unidad de las fuerzas revolucionarias es la forma política superior de la unidad entre el proletariado revolucionario y sus aliados confiables a largo plazo y de combate.
Lograr su unidad de las fuerzas revolucionarias es una tarea a la que nuestro Partido atribuye valor estratégico. Por las razones siguientes:
a)La mayoría de las fuerzas motrices de la revolución está formada en nuestro país por clases, capas y sectores cuyos intereses e ideología son de índole pequeño burguesa. Recordemos que dicha mayoría forman los campesinos, las capas medias y sectores numerosos de reciente incorporación al proletariado, cuya conciencia no se ha proletarizado aún.
Es pues natural y lógico que al agudizarse la lucha de clases y desarrollarse el proceso revolucionario, surjan sobre esta base diversas organizaciones revolucionarias y que estas sustenten en la mayoría de casos tendencias izquierdistas pequeño burguesas.
Está claro para nuestro Partido que sin la unidad entre estas diversas organizaciones, es en extremo difícil, por no decir imposible, unir a las fuerzas sociales motrices de la revolución, ni se puede sentar premisas sólidas para superar las deficiencias y errores ideológicos y políticos que dificultan la victoria del movimiento revolucionario.
b) La experiencia internacional contemporánea de la revolución (Chile, Portugal, particularmente )ha demostrado que precisamente por la mayoritaria composición pequeño burguesa de las fuerzas motrices, las organizaciones revolucionarias izquierdistas, aunque durante un largo trecho del proceso revolucionarios sean pequeñas, tienen en los momentos cruciales y decisivos la posibilidad y la capacidad de lograr un fuerte impacto dentro del bloque de las fuerzas revolucionarias y plagarlo de conflictos, facilitando así inconscientemente la tarea de la contra-revolución.
Nuestro partido considera por eso indispensable, y además posible, alcanzar con suficiente anticipación un acuerdo con todas o la mayoría de tales organizaciones revolucionarias, y realizar con ellas un proceso de acercamiento de las concepciones políticas, paso a paso y en el curso de la lucha en común, contra el enemigo común.
El trabajo por la unidad con otras organizaciones de izquierda es sumamente difícil, los esfuerzos por alcanzar la unidad con ellas se desarrollan en medio de una necesaria e ineludible lucha ideológica. Para servir a la causa de la unidad, la lucha ideológica debe sin falta ser cuidadosa, despojarse de todo sectarismo, realizar una polémica a la vez firme e intransigente en cuanto a los principios, profunda en el contenido, camaraderil en cuanto a la forma, flexible en todo lo que no es de principios y auto crítica ante nuestros propios errores y debilidades.
Esto no es fácil de realizar frente al estilo polémico difamatorio y hostil de alguna de esas organizaciones.
Nuestro partido, comprendiendo la gran importancia que tiene para el triunfo de la revolución, el logro de la unidad de las organizaciones revolucionarias, debe continuar esforzándose por realizar cada vez más correctamente este trabajo.
Nuestra propia experiencia demuestra que el trabajo por la unidad con las otras organizaciones revolucionarias se facilita cuando el Partido desarrolla una enérgica y combativa lucha, aplicando su línea y perfeccionándola al calor de la acción y de sus enseñanzas.
20.- El trabajo por el Frente Único busca unir contra el enemigo común a fuerzas sociales y políticas con diversa naturaleza clasista y variada ideología. Ello es posible de realizar puesto que entre todas estas fuerzas existen ciertos intereses comunes y objetivos coincidentes. Pero al mismo tiempo debe estar claro siempre que dichas fuerzas continúan siendo diferentes, tienen también otros intereses clasistas que son contradictorios – en algunos casos incluso profundamente contrapuestos – concepciones políticas asimismo divergentes y cada una de ellas procura conquistar la posición hegemónica en el Frente Único.
He aquí porque la unidad y la lucha tienen una base objetiva entre los integrantes potenciales o reales del Frente Único. Saber combinar bien la unidad y la lucha es una de las cuestiones más importantes y decisivas en el trabajo por el Frente Único.
21.- Los enemigos de la revolución, especialmente el enemigo principal, se empeñan constantemente en descubrir, estudiar y aprovechar las diferencias y contradicciones entre los integrantes potenciales o reales del Frente Único, para impedir su construcción y/o romper su unidad.
Por eso, al combinar la unidad y la lucha, debemos tener presente que el objetivo principal de esta combinación es el fortalecimiento de la unidad en el Frente Único. Unidad y lucha no deben, por tanto, combinarse mecánicamente, únicamente para dar cumplimiento a una norma rígida, según la cual “la unidad no sirve” si ella no va combinada con la lucha.
22.- De nuestra propia experiencia y de la experiencia de otros partidos hermanos hemos aprendido que en cuanto a combinar la unidad y la lucha por el trabajo por el Frente Único, se pueden cometer dos tipos de errores:
a) Cuando se inicia la construcción del Frente Único se suele dar una importancia exagerada a las diferencias que surgen entre sus componentes, mirando en cada una de ellas un asunto de principio que en realidad pocas veces es tal, y se da fuerte impulso a la lucha, agudizándola y extendiendo su contenido de uno a otro tema. Se olvida que esas diferencias no son más que la expresión de los intereses de clase allí representados y que al lado de ellas también hay intereses coincidentes, olvidando que sin esforzarnos por resolver las diferencias, la existencia del Frente peligra.
Este es el error del sectarismo, el cual puede llegar a ser peligroso enemigo de todo el trabajo por el Frente Único.
b) Pero también nos han enseñado la experiencia que al avanzar bastante la construcción del Frente Único, tiende a surgir entre nosotros el error que está en el polo opuesto al sectarismo, cuyos efectos dañan también gravemente los intereses de la revolución y el trabajo mismo por el Frente Único.
Este error es el oportunismo de derecha, que consiste en ver en el frente únicamente las coincidencias, subestimar y hasta ocultar las diferencias, no esforzarse por un arreglo correcto y oportuno de las mismas, supuestamente en aras de mantener la unidad; y en vez de ello hacer una concesión tras otra, incluso en cuestiones de principios.
Por este camino la unidad deja de estar basada en los intereses unánimes y de hecho pasa a convertirse en la supeditación de los diversos integrantes del Frente a uno de ellos, que logra así imponerse. Una tal situación llega a ser insostenible y explota inevitablemente en un momento dado, poniendo en peligro la existencia del Frente.
He aquí porque el trabajo por el Frente Único exige una firme y sistemática lucha contra el sectarismo y contra el oportunismo de derecha en nuestras propias filas.
23.- El arreglo de las diferencias exige a veces el desarrollo de la polémica ideológica entre los miembros potenciales o reales del frente, pero ella debe realizarse de nuestra parte conforme a un plan cuidadosamente elaborado, en base de un análisis multifacético y una serena y profunda reflexión sobre el asunto planteado.
Nos hemos referido atrás a los rasgos que debe reunir la polémica entre las fuerzas revolucionarias; por lo que se refiere a los demás integrantes potenciales o reales del frente único, además de la forma cuidadosa y persuasiva, debemos prestar mucha atención a delimitar el asunto o asuntos en discusión, no permitir que la polémica derive a otros puntos que no están en juego – al menos en el momento dado –y además debemos discernir con esmero y seriedad cuales son las cuestiones de principios envueltas de la discusión, sobre los cuales no hemos de ceder, y cuáles son los aspectos en los que pueden hacerse concesiones.
La experiencia enseña que no basta con la comunidad de objetivos para construir y desarrollar el frente único; es necesario también mostrar flexibilidad hacia los aliados en cuanto a las formas propias de su conducta política, hacia con el estilo con que desenvuelve su acción. Nosotros no podemos uniformar la disciplina y el estilo en el frente único. Lo que si podemos es exigir a los aliados que no hagan nada contra el interés común.
24.- Teniendo encuentra todos estos aspectos de la combinación de la unidad y la lucha en el trabajo por el frente único. Nuestro partido adopta el lema formulado por los compañeros vietnamitas a este respecto, por considerar que resume con claridad la orientación concreta: “unidad y lucha por la unidad”.
25.- Con el objeto de desarrollar bien el trabajo por frente único, fortalecer su unidad, crear condiciones para un desarrollo constructivo de la lucha en su seno, favorecer y elevar el papel dirigente del proletariado revolucionario, debemos:
a) ser leales con nuestros aliados en todo lo pasado con ellos ,cumplir bien con los objetivos adquiridos, abstenernos de intrigar entre unos y otros, desechar el método de las “zancadías” y las “trampas”; utilizar preferentemente el método de la persuasión; y
b) trabajar esmeradamente por multiplicar las fuerzas progresistas, atraer a las intermedias y hacer avanzar a las rezagadas, dentro del Frente Único.
26.- De esta tarea surgen dos aspectos de la cuestión:
26.1 De una parte las fuerzas progresistas, intermedias y rezagadas se clasifican así por su composición clasista:
Son progresistas los campesinos pobres y medios menos acomodados, las capas medias asalariadas, gran parte de la intelectualidad y la parte menos acomodada de la pequeña burguesía; son intermedias las capas medias altas, los campesinos medios y los pequeños burgueses urbanos más acomodados; y son rezagados los campesinos ricos y la burguesía media.
26.2 De otro lado, esta clasificación de progresista, intermedios y rezagados, se aplica a cada una de las organizaciones, grupos y personalidades que integran el frente. En cada una de estas fuerzas existen los mencionados niveles de desarrollo político-ideológico, es necesario establecerlos bien en cada caso y trazar una política diferente para cada uno y cada nivel.
Está claro que este tiene que ser un trabajo complejo y minucioso, que exige mucha atención, dedicados y esmero.
26.3 Ya dijimos atrás que a la revolución se oponen varios enemigos a los cuales es imposible derrotar juntos. Es necesario dividirlos, derrotando a uno primero y después a los otros y esto es perfectamente posible de lograr, puesto que las fuerzas enemigas de la revolución son clases sociales que deben su existencia a la propiedad privada, sufren la influencia constante del proceso de la lucha de las clases nacional e internacional y tienden a reaccionar de manera diversa y contradictoria.
27.- La primera y fundamental orientación para realizar el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo, es la determinación correcta del enemigo principal más peligroso de la revolución en cada momento. Así sabremos cuales son los enemigos secundarios y podremos concentrar el ataque contra el principal, aislarlo, debilitarlo y finalmente derrotarlo. La derrota del enemigo principal facilita la derrota subsiguiente de los enemigos secundarios.
En la actualidad, como ya hemos dicho, los fascistas y sus sirvientes, en lo nacional e internacional, son el enemigo principal más peligroso, los demás son secundarios.
28.- La segunda orientación a cumplir para aprovechar las contradicciones del campo enemigo, consiste en descubrir y estudiar seria y minuciosamente las contradicciones concretas entre el enemigo principal y cada uno de los secundarios. Nunca debe actuarse en eso sobre la base de las suposiciones, análisis superficiales o conclusiones que no son debidamente comprobadas.
29.- La tercera orientación consiste en que, sobre la base de los intereses contradictorios concretos –analizaLos y comprobados – entre el enemigo principal y los secundarios, se debe elaborar una propuesta también concreta a presentar ante estos, en la cual se recojan sus intereses contra el enemigo principal y la forma en que podemos nosotros apoyar o favorecer dichos intereses.
30.- La cuarta generación consiste en que al pactar con los enemigos secundarios, contra el principal:
a) debemos tener bien claro, bien definido previamente, el objetivo específico concreto, que en cada caso nos proponemos alcanzar;
b) debemos tener bien claro los principios en que basamos nosotros tal pacto y los límites que no pueden ser jamás violados
31.- La quinta orientación, cuya importancia es decisiva, consiste que es necesario ante todo lanzar el ataque contra el enemigo principal más peligroso y solo desde esta posición intentar el aprovechamiento de contradicciones de este con los enemigos secundarios. Sin realizar el ataque contra el enemigo más peligroso, el aprovechamiento de sus contradicciones con los enemigo secundarios puede devenir en oportunismo seguidista e, incluso, en traición a la revolución.
32.- La sexta orientación, que reviste una importancia fundamental, consiste en que todo esfuerzo por aprovechar las contradicciones en el campo enemigo debe apoyarse en la fuerza del movimiento de las masas y no ser una simple maniobra “habilidosa”. Las maniobras sin base de masas pueden fácilmente revertirse en perjuicio para la revolución, por faltar la fuerza que permite limitar las posibilidades de los enemigos secundarios de ocasionarnos daño.
33.- La séptima orientación consiste en que jamás debe confiarse en el enemigo secundario con el cual se pacta, ni infundir a las masas comienza en él. Debemos mantener muy alta la vigilancia en su contra, entender que la alianza concertada con él es temporal, parcial, extremadamente condicional y muy poco fiable.
Debemos saber cuándo cambian las condiciones que hicieron posible el pacto y cuando hemos de pasar de este a la lucha contra el enemigo secundario.
34.- El Partido y la JC deben aprender, desde su dirección hasta sus bases, a conocer y realizar bien el trabajo por el Frente Único y el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo.
Una parte de este trabajo debe de realizarlo la dirección, pero otra parte únicamente puede realizarlo la base
35.- Se puede concluir, a la vista de todo lo dicho – basados en nuestra experiencia y la experiencia de otros partidos hermanos -, que el trabajo por el Frente Único y el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo exige de nuestro Partido profundos conocimientos constantemente actualizados – de la realidad nacional e internacional, una gran claridad política, una fuerte cohesión de su filas y una férrea voluntad de combatir hasta vencer. Solo así podemos realizar las complejas, difíciles y delicadas tareas que este trabajo demanda

CAPITULO V
La línea internacional
Del PCS
La época que vivimos.
1. Vivimos una convulsionada época de la historia mundial, cuya principal característica es el proceso de transición del capitalismo al socialismo. Múltiples y variados son los fenómenos sociales, políticos y económicos, inherentes a este proceso:
a) Profundización de la crisis general del capitalismo.
b) Fortalecimiento del poderío económico y militar e incremento del prestigio político del campo socialista, encabezado por la URSS; cambios radicales a su favor en la correlación mundial de fuerzas;
c) Derrumbe del sistema colonial del imperialismo (casi totalmente concluido ya) y surgimiento de decenas de jóvenes estados independientes;
d) Crecimiento de las fuerzas de la paz, la democracia, la liberación nacional y el socialismo en todo el mundo;
e) Despliegue del victorioso proceso revolucionario multifacético y multiforme a escala mundial, por un lado, y exacerbación de la contrarrevolución, incluyendo el surgimiento de modalidades del fascismo ante el avance revolucionario de los pueblos, por el otro lado;
f) Mantenimiento de la coexistencia pacífica entre los estados capitalistas y socialistas y avances en la política de distención, a pesar de la oposición de las fuerzas guerreristas del imperialismo.
2.- En este proceso de transformación mundial se entrelazan, y en fin de cuentas se funden, la lucha contra el imperialismo y la reacción internacional que desarrollan los países donde el socialismo se construye y se avanza hacia el comunismo, con la lucha contra el socialismo en los países capitalistas desarrollados y la lucha que libran los pueblos de los países coloniales y dependientes por la liberación nacional y la revolución democrática-antiimperialista. Dicho de otro modo, se entrelazan y en fin de cuentas se funden, las grandes fuerzas y vertientes antiimperialistas de la época: el sistema socialista mundial, la clase obrera de los países capitalistas desarrollados, la clase obrera y demás clases y capas sociales revolucionarias de los países dependientes y los pueblos de los países coloniales.
3.- La comunidad de los países socialistas, con la Unión Soviética al frente, aunque han surgido serias discrepancia en sus seno, constituye la fuerza que marcha a la cabeza, el bastión y el apoyo principal de la revolución mundial; con su política de paz ha logrado amarrar bastantes las agresivas manos del imperialismo, le está imponiendo la distensión y creando así las nuevas condiciones favorables para el desarrollo de las fuerzas progresistas y revolucionarias en todo el mundo. La creciente fortaleza de la URSS y los demás estados socialista y el despliegue del movimiento revolucionario en un mundo cada día más adverso al imperialismo, demuestran que la política leninista de coexistencia pacífica es profundamente revolucionaria y antiimperialista.
3.1- En nuestra época, los éxitos y victorias políticas de todos los pueblos de la tierra, están indisolublemente relacionados en forma directa o indirecta a la existencia y fortaleza de la Unión Soviética y de la comunidad socialista, a su política internacional y su internacionalismo proletario militante. El anti-sovietismo, bajo cualquier forma, es incompatible con el interés vital de todo los pueblos, es una expresión de la ideología imperialista contraria a la revolución; el anti-sovietismo, independientemente de las motivaciones que lo originan, termina llevando a quienes lo sustentan a prestar servicios al imperialismo e incluso a pasarse del todo al campo de la contrarrevolución, como lo ha ilustrado abundantemente la historia desde 1917. El anti-sovietismo es una forma muy peligrosa del anti-comunismo. No se puede ser comunista, ni revolucionario verdadero en general y al mismo tiempo anti-soviético.
3.2 La Unión Soviética y los países del campo socialista cumplen su papel internacionalista ejemplarmente. Esto es lo que ha hecho posible que países pequeños como Corea, Laos, Kampuchea, y Viet Nam, hayan podido aplastar la agresión directa, criminal y masiva de los imperialistas yanquis; como también, ahora, posibilita a Viet Nam defenderse de la agresión traidora de los dirigentes chinos, permitió que Etiopía derrotara a los intervencionistas títeres de los círculos pro imperialistas y reaccionarios árabes; que Angola defendiera su libertad, su independencia y su revolución de la agresión mercenaria imperialista; que diversos países de África y Asia consoliden sus victorias políticas y avancen en su desarrollo económico-social; y que Cuba, a solo 90 millas del país capitalista más poderoso de la tierra, venciera el bloqueo, la agresión, el sabotaje y el chantaje norteamericanos y edifique hoy el socialismo en el suelo de América.
Esta política principista de coexistencia pacífica e internacionalismo proletario, aplicado por la URSS y la comunidad socialista, aporta condiciones de paz en Europa, que algunos Partidos Comunistas del Occidente capitalistas han sabido aprovechar para el crecimiento de su organización y de su influencia política y para proponerse el acceso al poder por vía pacífica.
3.3- Si algún revolucionario se lamenta del poderío, fortaleza e influencia que la Unión Soviética ha alcanzado en el mundo, estará cometiendo un grave error, estará suplantando la visión clase la humanidad y de su historia, por una visión nacionalista burguesa o “geopolítica¨ , dañando gravemente la causa de la revolución y el socialismo en su propio país y en el mundo.
4. La Revolución Cubana abrió para América Latina la época del paso al socialismo.
Dentro de este marco internacional, hace ya veinte años la Revolución Cubana abrió para América latina la época del tránsito del capitalismo al socialismo. Cuba, que con firmeza avanzó desde las posiciones revolucionarias democra´ticas y aintiimperialistas, hasta las posiciones anti-capitalistas y se transformó así en un país socialista, significa la confirmación de la inexorable ley del progreso social que conduce a la humanidad entera hacia la sociedad sin explotación y la sociedad sin clases. La revolución cubana inicio el periodo histórico de reacción en que América Latina se encuentra.
5.- Cuba como país socialista es la vanguardia de la revolución en América Latina. Contra ella está dirigida la punta de lanza imperialista en este continente. Ni la agresión militar directa, ni el criminal bloqueo económico, ni las desvergonzadas presiones, han doblegado a la heroica Isla de la Libertad; la base militar yanqui de Guantánamo sigue enclavada en su territorio y es una constante amenaza para su pueblo; sin embargo, la firmeza y la fidelidad del pueblo de Cuba a la causa del socialismo y de la revolución internacional permanecen incólumes y se agigantan. Su ejemplar actitud se ha convertido en fuente de inspiración para millones de hombres y mujeres latinoamericanos y de otras latitudes y su apoyo firme y probado a la revolución en África, Asia y América Latina, fortalece en los revolucionarios de todas partes sus convicciones, y su seguridad de victoria.
La solidaridad que Cuba ha prestado y presta a las revoluciones en esos tres continentes ha sido múltiple y variada, sin condiciones. Muchos cubanos han dado su vida por la causa revolucionaria de estos pueblos; miles de sus obreros, técnicos y especialistas contribuyen al desarrollo de muchos países en África y Asia. En la paz y en la guerra, tanto en los buenos como en los malos tiempos, Cuba, invariablemente, ha estado desde el 1 de enero de 1959 al lado de los luchadores por la libertad, la democracia y el socialismo.
5.1.- En contraste con la miseria, el atraso, y el desempleo, el bajo nivel cultural, el estancamiento, la subordinación política, económica y tecnológica al imperialismo, la corrupción, la discriminación racial y de sexo, la explotación sin límites sobre las grandes mayorías trabajadoras ejercidas por un puñado de grandes capitalistas, terratenientes y monopolios extranjero, etc., que imperan en el resto de América Latina, en Cuba las hondas y formidables transformaciones socialistas han liquidado la explotación del hombre por el hombre, han resuelto los más apremiantes problemas sociales y promueven el desarrollo en todo los aspectos de la vida económica, cultural y política de la nación, en beneficio de su pueblo.
5.2.- La revolución democrática antiimperialista consecuente, que toma el poder, destruye la vieja máquina estatal y crea una nueva al servicio de las fuerzas motrices de la revolución, que avanza sucesivamente de esa fase a la fase socialista: tal es la enseñanza histórica más trascendental de la experiencia cubana. La posición principista del partido comunista, su ejemplar cumplimiento de los deberes internacionalistas revolucionarios, su cohesión sólida, su inquebrantable firmeza al marxismo y leninismo, constituyen condición inseparable de la construcción del socialismo en Cuba.
La brillante experiencia de la revolución cubana enseña a los pueblos latinoamericanos que su rumbo es la democracia, el antiimperialismo y el socialismo; les muestra que la mejor guía, la más segura, la guía del marxismo-leninismo y la dirección del partido de vanguardia marxista leninista.
Estas conclusiones cobran fuerzas irrebatibles cuando, a la par del éxito del socialismo en Cuba, se tiene en cuenta el fracaso que han sufrido en América Latina todos los matices de reformismo, el desarrollismo, el populismo, el nacionalismo, “ la democracia representativa” etc.
5.3.- La actitud que se tenga hacia Cuba socialista es punto definitorio de genuina posición revolucionaria antiimperialista en nuestro continente, y nadie que se precie de ser revolucionario puede soslayar ni transar su posición y definición ante ella. Cuba es el destacamento más importante de la revolución en América latina y no se puede ser revolucionario y anti-cubano a la vez. Tampoco es consecuente la posición de los revolucionarios que, para subrayar su “independencia”, dicen “no ser pro-cubanos, ni pro-soviéticos, etc.”
6-El PCS y el movimiento comunista internacional
6.1- El Movimiento Comunista Internacional (MCI) es la fuerza revolucionaria principal de nuestra época, la más importante e influyente fuerza política en la historia de la humanidad al servicio del progrema social. Cuidar y fortalecer la unidad, el carácter revolucionario, la vanguardialidad y el prestigio del MCI, son deberes de principios para todo comunista.
El PCS, aunque pequeño, es un destacamento integrante del MCI y como tal, reconoce sus deberes y responsabilidades, trata de cumplirlas sin escatimar ningún esfuerzo del que sea capaz.
7.- La unidad del MCI sobre la base de los principios del marxismo-leninismo es condición fundamental para el triunfo de los ideales revolucionarios de la humanidad trabajadora.
Desde los tiempos de la internacional comunista (IC), existen dentro del MCI tendencias de distinto matriz que propician su disgregación; jamás debe permitirse que tales tendencias cobren fuerza y se desarrollen; por lo contrario, se deben empeñar todo el esfuerzo posible por defender y propugnar su unidad y su fuerza, que se expresan en el internacionalismo proletario militante.
La traición de la dirigencia del partido Pomunista de China muestra con claridad el grave peligro para el socialismo, la coexistencia pacífica y las aspiraciones revolucionarias de los pueblos que viene vinculado con las posiciones divisionistas o disgregantes dentro del MCI.
7.1- El PCS opina que mecanismos diversos bilaterales y colectivos más frecuentes y efectivos de consulta, discusión, coordinación y colaboración con los partidos comunistas, son los instrumentos más adecuados para derrotar el peligro segregacionista y fortalecer la base unitaria de nuestro movimiento. Da una especial contribución a la unidad la coordinación de las tareas comunes entre los partidos comunistas y obreros de cada región y de todo el MCI. El PCS se pronuncia por la reacción de nuevos, mas agiles y eficaces mecanismos de esta clase entre los integrantes del MCI.
8.- Es cierto que la práctica, ya superada, de relaciones de supeditación de unos partidos a otros, condujeron a fomentar las corrientes disgregadoras en el MCI, pero nosotros rechazamos la pretensión de fundamentar y justificar en tales errores las posiciones debilitadoras de la unidad de nuestro movimiento mundial; estamos en contra de justificar un error por medio de otro error. El PCS está a favor de un esfuerzo colectivo por lograr el perfeccionamiento de las normas de relación entre los partidos integrantes del MCI, pero siempre tras el objetivo de hacer más sólida su unidad, mucho mayor su cooperación mutua, y mucho más activo y militante el internacionalismo proletario, en pos de nuevos triunfos revolucionarios y de su defensa en el mundo entero. Estamos en contra de debilitar la unidad del MCI y el internacionalismo proletario, en aras de supuestas normas respetuosas de relación interpartidarias, según las cuales es bueno y debe aceptarse cualquier actuación, en cualquier sentido, en cada uno de los partidos, en una convivencia más diplomática que revolucionaria. Rechazamos cualquier concepción de las relaciones interpartidarias en el MCI, en la que el principio supremo sea una especie de “soberanía nacional” de cada partido, que termina contraponiéndose y sobreponiéndose al cumplimiento de los fundamentales deberes clasistas del internacionalismo proletario.
9- El marxismo-leninismo es la teoría científica revolucionaria probada por la historia universal de este siglo, y los comunistas debemos defender su carácter científico, clasista y revolucionario. El PCS recusa todo intento que se haga, por quien sea, de despojar nuestra teoría de su carácter revolucionario y rechaza cualquier acción tendiente a desligar los partidos comunistas y obreros de la guía certera del marxismo-leninismo. Todo intento por desnaturalizar nuestra gloriosa y probada teoría revolucionaria y a nuestros Partidos en su carácter de clase, atenta contra los interese de la revolución y el socialismo en cualquier parte del mundo y engendra peligros para la unidad del MCI.
10.- El PCS entiende las preocupaciones y los esfuerzos que han venido realizando algunos partidos comunistas y obreros de los países capitalistas de Europa y Japón por desarrollar su línea general, en busca de una vía apropiada para conducir la lucha de la clase obrera por el socialismo, en las condiciones creadas en sus países después de la segunda guerra mundial, con el advenimiento y /o consolidación del capitalismo monopolista de estado, la asimilación por este de muchas demandas socio-económicas inmediatas de las masas, el despliegue del reformismo y el consiguiente alejamiento de las posibilidades de configuración de situaciones revolucionarias. Entendemos estas preocupaciones, pero sostenemos que el capitalismo no ha modificado su naturaleza esencial, que continúan vigentes sus contradicciones y leyes fundamentales descubiertas por el marxismo- leninismo y que, por tanto, la búsqueda de una vía apropiada para el socialismo en tales condiciones, no puede transgredir el reconocimiento de esas contradicciones y leyes objetivas que rigen el proceso de la sociedad capitalista, ni de la leyes que rigen el movimiento de la sociedad humana en general, sin llevar a quienes lo hagan, a abandonar el terreno teórico y práctico de lucha por el socialismo.
10.1- El PCS no considera el socialismo real como una obra acabada y perfecta; considera que la sociedad socialista no es un estado inmóvil de existencia de la sociedad humana, sin contradicciones ni problemas, si no una sociedad viva en la que viejos problemas heredados del capitalismo y nuevos problemas surgido sobre la nueva base, exigen ser encarados, analizados en su raíz y resueltos. El PCS está a favor del estudio crítico y la asimilación de la experiencia de la construcción del socialismo en todos los países que integran la gran comunidad socialista; está a favor de la crítica comunista entre los partidos del MCI sobre este tema; pero al mismo tiempo, el PCS condena de modo categórico el juego politiquero, electorero, que algunos realizan a este respecto, desde las posiciones de un supuesto “socialismo ideal”.
10.2- En elación con algunas concepciones y tesis formuladas implícitas o explícitamente por teórico de estas posiciones en las filas comunistas, el PCS se pronuncia así:
a) No aceptamos los comunistas salvadoreños que no exista socialismo “verdadero”, que el existente en la URSS y demás países de la comunidad socialista sea un “socialismo desnaturalizado” o con cualquier otro adjetivo. El socialismo real es el socialismo de nuestro tiempo., opuesto al capitalismo; su defensa es deber clasista de principio, es la primera obligación internacional proletaria, es punto de definición frente al imperialismo, al capitalismo en general y a todo sistema basado en la explotación del hombre por el hombre.
b) No aceptamos que haya un marxismo-leninismo revolucionario, válidos para los países subdesarrollados y pobres y “marxismo reformista” para los países capitalistas desarrollados y ricos. Rechazamos la discriminación entre el marxismo y leninismo, consideramos al marxismo-el leninismo como la teoría del socialismo científico, la ciencia de la revolución proletaria, de la construcción del socialismo y comunismo; vemos el marxismo-leninismo como la guía certera para la acción, en constante desarrollo creador, enriquecido por la sintetizacion de la infinitamente rica experiencia del progreso de la humanidad
c.- Rechazamos la pretensión de de negar la dictadura del proletariado como culminación histórica necesaria de la lucha de clases y contenido esencial del estado socialista, fase transitoria entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista, en que el Estado se extinguirá.
d) Rechazamos la presentación de que se puede ser comunista y eludir el cumplimiento del deber internacionalista proletario o la formulación de un supuesto internacionalismo supeditado a utilitaristas intereses y conveniencias nacionales propias.
Consideramos esto último como una modalidad de nacionalismo que, tarde o temprano, como lo demuestra la experiencia contemporánea, se contrapone a los intereses de la revolución y el socialismo conduce hacerle el juego a la burguesía “propia” y/o al imperialismo general.
D. EL PCS y el movimiento comunista latinoamericano
11.- El PCS está, pues, a favor de formas más estrechas y activas de consulta, de la crítica y de lucha ideológica fraternal, de la cooperación y la coordinación dentro del MCI, particularmente en el Movimiento Comunista Latinoamericano (MCI). Esto ayudaría a la reflexión, a la corrección de errores, a la superación de cada destacamento y al aumento del prestigio de todo el movimiento comunista en el continente.
11.1.- Somos de la opinión que actualmente se hace imperativa la creación de órganos consultivos permanentes o al menos periódicos de partidos comunistas de América Latina. El análisis colectivo de problemas comunes y de una serie de nuevos fenómenos sociopolíticos internacionales, nos facilitaría a todos el acceso a la información y la comprensión de lo que acontece en nuestro país y en el mundo, nos admitiría conocer y asimilar mejor la experiencia revolucionaria internacional, orientar correctamente nuestros pasos, prestarnos una solidaridad más eficaz.
11.2 Mientras que los enemigos comunes de los pueblos coordinan sus esfuerzos para derrotar y aplastar la base de la revolución en nuestros países; nosotros, los comunistas, con frecuencia encontramos o creamos muchos obstáculos para informarnos, consultarnos mutuamente y coordinar nuestra acción y cooperación. Estamos convencidos que la mejor expresión del internacionalismo proletario y de la cohesión del movimiento comunista latinoamericano es la cooperación mutua y la coordinación de esfuerzos para esclarecer nuestra ruta y enfrentar al enemigo común.
No propugnamos la creación de un centro directriz y/o de control de la actividad de los partidos comunistas latinoamericanos, ni mucho menos proponemos una reedición de las formas orgánicas de la Internacional Comunista. Defendemos el principio de cada partido debe actuar con independencia de criterio, libre de decidir, trazar y aplicar su propia línea estratégica y táctica dentro de su país, por lo cual es responsable en primer lugar, ante la clase obrera y el pueblo de su propio país, pero sostenemos que también es responsable ante la clase obrera y los pueblos de los continentes y del mundo y ante el MCI. En este sentido, la cooperación mutua, la coordinación de esfuerzos contra el enemigo común, la mutua critica fraterna entre los partidos comunistas y obreros, solo contribuirá a que la clase obrera latinoamericana cumpla su histórica tarea antiimperialista de esta época de revolución y transito al socialismo.
E.- El PCS y el movimiento comunista de Centro América.
13.- La Revolución Cubana inicio para América Latina el periodo de tránsito del capitalismo al socialismo y, en ese marco, la ruptura del Mercado Común Centroamericano (MERCOMUNCA) en 1969, significo el punto de partida de la maduración de la crisis estructural de la región y, con ello, el inicio de un periodo histórico de revolución para Centro América, que no se cierra aun. La posibilidad real de revolución se convertirá en realidad, si las fuerzas revolucionarias del área contamos con suficiente capacidad política y orgánica y actuamos con iniciativa revolucionaria, audaz y combativa.
14.- Nuestra región se ha convertido, en los últimos tiempos, en el centro más activo de la revolución en América Latina, pero ella solamente triunfara si se logran superar importantes obstáculos que dificultan su desarrollo.
Unos de estos obstáculos es la división de las fuerzas revolucionarias dentro de cada país del área. El PCS considera que el entendimiento y la unidad de acción entre estas fuerzas organizadas permitirán, a corto desarrollo, obtener grandes éxitos y victorias reales para los pueblos centroamericanos.
14.1.- Se necesita sin falta de una efectiva coordinación de los movimientos populares de nuestro países, para actuar con más eficacia contra el enemigo común, concentrar la fuerzas de nuestros pueblos en la lucha por romper el eslabón más débil de la dominación imperialista en esta región, el cual se desplaza de un país a otro, como lo muestra la apariencia de los últimos años de honda crisis estructural y política en Centro América.
15.- Opinamos que para los partidos comunistas de Centroamérica, es urgente la creación de mecanismos regionales colectivos de consulta y coordinación. Solo un enfoque común de la situación centroamericana, creado por medio de un trabajo analítico colectivo, sistematizado, harán posible la coordinación de nuestros esfuerzos múltiples para influir sobre la situación del área. Esto facilitara también el trabajo por la cohesión de la izquierda revolucionaria centroamericana y traería un cambio favorable a la revolución en la correlación de fuerzas del Istmo.
16. Centro América y el Caribe son el área que alberga el primer país socialista de nuestro hemisferio y ellos refuerza la prioridad estratégica que el imperialismo yanqui asigna a la región, pero también sus posibilidades revolucionarias. Ambas derivaciones demandan de los partidos comunistas y obreros de esta región un alto grado de consulta, cooperación y solidaridad mutuas.
16-1 El PCS está a favor de la sistematización y perfeccionamiento de los encuentros bilaterales y regionales entre los partidos comunistas, que vienen realizándose desde 1961. Estamos a favor de crear formas prácticas de cooperación entre nuestros partidos.
F.- El movimiento comunista y las otras izquierdas
17.- En los últimos años ha cambiado notablemente la correlación de fuerzas en el mundo, bajo la vigorosa influencia de los avances del socialismo. El campo de las fuerzas antiimperialistas y por el socialismo ha experimentado una extraordinaria ampliación. Muchas de las nuevas organizaciones de izquierdas son partidarias del marxismo-leninismo y declaran su decisión y disposición de luchar por el socialismo. Los comunistas tenemos el deber de propiciar la unificación de esas nuevas y amplias fuerzas y de contribuir en su encausamiento en la común lucha revolucionaria de nuestra época.
17.1 Con algunos sectores de estas nuevas fuerzas los comunistas tenemos discrepancias, incluso algunas muy profundas. Nosotros estamos obligados a señalar esas discrepancias, pero también tenemos que subrayar nuestras coincidencias; debemos en la misma forma, señalar a las demás organizaciones de izquierda sus errores, pero también reconocer sus aciertos; debemos realizar la polémica como una lucha por la unidad, desde una posición autocritica, reconociendo y ajustando cuentas a nuestros propios errores.
18.-El PCS está a favor, nacional e internacionalmente, de un activo entendimiento y cooperación de las fuerzas antiimperialistas y pro socialistas que no sean anticomunistas, ni anti-soviéticas, aunque no sean miembros del MCI.
18.1- El PCS está a favor, especialmente de un activo entendimiento y cooperación en nuestra región, entre los Partidos Comunistas y Obreros y las demás organizaciones de izquierda revolucionaria.
18.2 El PCS se pronuncia por la realización de esfuerzos inmediatos a favor de entendimientos entre el MCI latinoamericano y las demás izquierdas en nuestro continente. Nuestro partido aplaude y apoya la línea de relaciones internacionales que en este sentido mantienen el Partido Comunista de Cuba. Consideramos que este tipo de relaciones y cooperación revolucionaria internacional constituye uno de los fundamentos imprescindible para la práctica del internacionalismo proletario.
G.- La actual política del imperialismo yanqui y de otras fuerzas burguesas internacionales
19.- La política mundial del imperialismo yanqui y en particular su política hacia el “tercer mundo”, ha experimentado reajustarse desde el ascenso de Carter a la presidencia de los Estados Unidos. La necesidad de reajustar la política exterior norteamericana vino a ser precipitada, entre otros hechos, por los siguientes: La derrota militar y política sufrida en Viet Nam; el escándalo de Watergate que culminó con la renuncia de Nixon a la presidencia; los reiterados reveses sufridos a manos de la revolución en África; la honda pérdida de prestigio en América latina y todo el “tercer mundo”; las agudas contradicciones en la esfera de las relaciones económicas con estas región y sus discrepancias y contradicciones con sus aliados de Europa Occidental y Japón.
En el fondo, pues, las esferas dirigentes de los Estados Unidos se vieron precisadas a introducir nuevas matices en su política mundial, a consecuencia de la profunda agravación de la crisis general del sistema capitalista mundial cuyo aspecto principal es la crisis del imperialismo yanqui y del avance del socialismo, sus éxitos económicos, científicos y culturales, el éxito de su política de coexistencia pacífica, distensión e internacionalismo proletario militante, la elevación del prestigio mundial de la Unión Soviética y la comunidad socialista en general.
19.1 – Los ajustes introducidos por la administración Carter a la política mundial de los Estados Unidos, pretendían mejorar su posición en su enfrentamiento con la Unión Soviética y la comunidad socialista, reparar su deteriorada imagen internacional, mitigar su crisis política recuperando el prestigio moral del sistema político y del liderazgo de la gran burguesía monopolista y militarista sobre la nación, propiciar el arreglo de sus conflictivas diferencias con sus principales aliados y posicionarse en situación de frenar el proceso revolucionario en el “tercer mundo.”
La agitación demagógica de la bandera de los derechos humano es uno de los principales recursos de la política Carter, al servicio de todos estos objetivos. Junto con la cuestión de los derechos humanos, atenuándola o prescindiendo de ella, el gobierno Carter busca otros recursos, según las características y sus propios intereses en el momento, en las distintas áreas del mundo.
19.2.- Importancia principal tiene en la política actual del imperialismo yanqui la atracción de la República Popular de China a una activa alianza anti-soviética y contra-revolucionaria. Los jefes chinos, ciegos por su nacionalismo y sus ambiciones hegemonistas en Asia y en el mundo en general, traicionaron al socialismo, le hacen el juego descaradamente a esos propósitos del imperialismo, se enfrentan a los pueblos revolucionarios junto con sus enemigos y, con la agresión de Viet Nam, han iniciado el desempeño practico de su papel como instrumento militar para la provocación y la guerra contra la comunidad socialista.
El agresivo aventurerismo de los jefes chinos implica un grave peligro para la paz mundial y para los intereses revolucionarios de todos los pueblos. Su política de traición al socialismo y de contubernio contra el imperialismo debe ser denunciada, repudiada y combatida por todos los comunistas y, en general, por todos los revolucionarios, fuerzas anti-imperialistas y amantes de la paz.
La alianza contra-revolucionaria del imperialismo yanqui con la jefatura traidora de Pekín es sin duda el principal éxito de la política mundial de Washington.
19.3- Para los Estados Unidos el “tercer mundo” ha sido desde la segunda guerra mundial una arena de lucha frontal, incluida la agresión militar directa, contra los movimientos o regímenes progresistas, una zona donde su poderoso apoyo se ha concentrado a favor de las fuerzas y regímenes más reaccionarios y sus o peores causas (el apartheid, el colonialismo del viejo tipo, el sionismo, los regímenes militares de derechas más represivos, etc.). Tales han sido rasgos tradicionales de la política Norteamérica en el “tercer mundo.” Ahora la política Carter intenta atraer a los movimientos y regímenes progresistas que no son firmemente revolucionarios; atraer, es decir, a los regímenes y fuerzas burguesas y pequeño burguesas reformistas, procurando así dividir el bloque de las fuerzas progresistas dentro de cada país y en cada región, el aislamiento de las fuerzas revolucionarias anti-imperialistas y socialistas consecuentes.
Por supuestos estos nuevos giros de la política de los Estado Unidos se combinan con la vieja estrategia de la agresión militar, allí donde ellos resulta indispensable a sus intereses; pero en este punto la tendencia dominante en Washington procura reemplazar el método de la agresión unilateral yanqui, por el de promover a realizar las agresiones a los regímenes reaccionarios de la región respectiva y/o a las demás potencias imperialistas, como ha podido verse en los últimos años en África y se ha visto en Centro América cuando la tiranía de Somoza a contado con la ayuda militar encubierta de los regímenes reaccionarios de la región, lo mismo que con el apoyo de las tropas norteamericanas y sudvietnamitas del derrotado ejército títere, situadas en la Zona del Canal de Panamá.
Así, pues, de nuevo como ocurrió en los gobiernos de Franklyn D. Roosevelt y John F. Kennedy Washington intentó dar prioridad a las tareas preventivas de la revolución, por encima de la contrarrevolución directa , para lo cual ensayan en el Tercer Mundo, particularmente en América Latina, maniobras de “suavizamiento”, “mediación” “compromiso” “democracia limitada o democracia viable”, etc. Agita la bandera de los derechos humanos, como atractivo y bases para una “alianza decenté” con las fuerzas democráticas reformistas que, difícilmente podrían aceptar un pacto con Washington en el pantano de la política tradicional.
19. 4.- Aunque la política Carter a conseguido pocos logros concretos, no debe subestimarse la dosis de confusión y ilusión que ha diseminado entre importantes sectores democráticos de América latina y de nuestro mismo país, ni sus progresos en la atracción al compromiso a partidos y otras organizaciones reformistas.
La esencia imperialista de esta política astuta patrocinada por Carter debe ser mostrada continuamente a las masas. Debe mantenerse muy alta la vigilancia alrededor de las maniobras de atracción que realiza Washington sobre las fuerzas democráticas de nuestros países y adelantarse a una acción política inteligente para frustrar los intentos de hacer jugar a esas fuerzas un papel contra-revolucionario.
19.5.- Esta política norteamericana preventiva de la revolución, ha llegado cuando en América Latina hay ciertas condiciones que la favorecen. La ofensiva de la contrarrevolución fascista promovida con el activo apoyo imperialista yanqui en los años 1964-1976 (principalmente desde 1973) alejó temporalmente la posibilidad de triunfos revolucionarios en gran parte de subcontinente. La presencia de regímenes fascistas, fascistizantes o fascistoides, puso la orden del día la lucha contra la represión, por las libertades democráticas y la defensa de la misma legalidad burguesa. De ahí que la agitación de la bandera de los derecho humanos y el planteo de “ aperturas democráticas restringidas” encuentre una resonancia importante en la América Latina de hoy, mientras que tales concesiones, en opinión de los estrategas de Washington, no ayudarían a un inmediato resurgimiento del peligro revolucionario, puesto que las organizaciones de izquierdas han sido debilitadas en la mayoría de los países latinoamericanos, excepto en Centroamérica y el Caribe donde la revolución asciende en ofensiva. Por eso Washington traza una política especial para esta región, en la cual tienen muchos pesos los agresivos procedimientos militares e intervencionistas en general.
20.- Desde 1976 ha cobrado una nueva dimensión la actividad de la Internacional Socialista en América Latina. Aunque ella se ha movido hacia nuestros países y en otras áreas del “tercer mundo” impulsadas por sus propias motivaciones políticas y por los intereses económicos euro occidentales, es necesario tener en cuenta que ello se realiza en estrecha relación con la política Carter.
Lo mismo puede decirse de los esfuerzos que realiza el movimiento demócrata cristiano por retomar presencia e iniciativa en América Latina.
Tanto la social democracia, como la democracia cristiana internacionales, presupuestaron el apoyo del gobierno Carter, con cuyo equipo entablaron negociaciones desde los días de su campaña electoral; aunque cada día se evidencia más la preferencia de Washington por la democracia cristiana.
Lo que hace posible esa alianza no es solo la coincidencia en ciertos objetivos, si no también y quizás principalmente el hecho de que Washington no cuenta en América Latina con una red de partidos políticos de masas, originados y educados bajo su tutela ideológica, en la que puede apoyarse para llevar adelante por sí mismo este tipo de política (como si fueran organizados partidos afines por los partido ingleses y franceses en el área de dominación colonial de sus dos países imperialistas). La existencia de tales partidos burgueses y pequeños burgueses de masas constituye un factor imprescindible, por la naturaleza “democrático representativa” y reformista de la formula que se propuso aplicar Carter. Así, pues la socialdemocracia y la democracia cristiana tenían la oportunidad de pactar con Washington la prestación de sus servicios, a cambio de que este coopere para llevar al poder a los partidos que se integran en dichos movimientos internacionales, o a sus afines.
20.1.- Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la política Carter no es ni puede ser la política unánime de todos los centros de poder en los Estados Unidos, ni puede contar y no cuenta en efecto con la aprobación unánime de todos los regímenes y fuerzas burguesas de América Latina.
La aplicación de la política Carter en América Latina aviva algunas viejas contradicciones y engendra otras nuevas en el campo de las clases dominantes y sus regímenes políticos.
Entre la socialdemocracia y la democracia cristiana, por un lado, y el gobierno Carter, por el otro, no existe total identidad y hay contradicciones (especialmente es conflictiva a la relación de Washington con la socialdemocracia), pero ambas partes buscan complementarse y reasegurarse en América Latina. Entre la social democracia por una parte y la democracia cristiana por la otra, existe competencia y contradicciones cada día más pugnaces.
20.2.- La principal debilidad de la socialdemocracia y la democracia cristiana como movimientos internacionales en América Latina, consiste en que ninguno de ellos posee un “proyecto histórico” propio, un modelo de sociedad distinto al capitalismo dependiente y al socialismo, que sea viable como alternativa para nuestros países. Esta debilidad permite que algunos partidos socialistas y demócratas cristianos se inclinen a veces hacia la derecha y a veces hacia la izquierda.
Entre los partidos filiales o afines a uno y otro movimiento en América Latina hay aquellos que se encuentran bajo una orientación reaccionaria, otros que se sitúan en las posiciones centristas y otros que se acercan a las posiciones antiimperialistas y pro socialistas o las comparten.
20.3.- La socialdemocracia y la democracia cristiana, como movimiento mundiales en cuya orientación y dirección influyen fuertemente los monopolios de Alemania Federal, Italia, Austria y otros países de Europa Occidental, son movimientos por su esencia burgueses y anti- revolucionarios, anti-socialistas; pero su actual actividad antifascista, especialmente de parte de la Internacional Socialista, es positiva. Entre sus partes filiales o afines, hay muchos con los cuales podemos y debemos los comunistas marchar juntos por la democracia y algunos con los que podemos marchar contra el imperialismo e incluso por el socialismo.
Tener claridad sobre dicha esencia anti-socialista y al mismo tiempo hacer los mencionados distingos, son condiciones determinantes para trazar y realizar una política acertada respecto de estos movimientos internacionales, que tienen expresión en nuestro país.
20.4- Dicho de otro modo, en cuanto a las relaciones con los partidos socialdemócratas o demócratas cristianos, el PCS se pronuncia en favor de una actitud acorde de la conducta concreta de cada uno de esos partidos.
Mientras no haya sido superada la crisis estructural que sufren nuestros países capitalistas dependientes latinoamericanos, la unidad de acción con estas y otras fuerzas en torno a los objetivos democráticos y, sobre todo los objetivos antiimperialistas, constituye de hecho una fuente de confrontación real contra el sistema de la dependencia y ello obliga en definitiva a quienes sostiene consecuentemente tal orientación a adoptar una posición revolucionaria a y a romper con el reformismo.
H. El PCS ante el internacionalismo proletario, la coexistencia pacífica, la distención y la lucha por la paz mundial
21.- El PCS considera el Internacionalismo Proletario como un principio y una obligación que es inherente e inseparable de su naturaleza como destacamento comunista, fiel al marxismo-leninismo. Al mismo tiempo opina que este principio y esta obligación forman parte del fundamento que hace posible la existencia del Movimiento Comunista Internacional como tal.
El Internacionalismo Proletario emana de los rasgos esenciales del proletariado como clase mundial, sin contradicciones de naturaleza antagónica en su seno y cuya misión histórica suprema es acabar con el capitalismo y toda otra forma de explotación y construir el socialismo. Oponerse al Internacionalismo Proletario, bajo cualquier pretexto o modalidad, atenta contra los intereses de todos los pueblos y contra el socialismo.
22.- El PCS reafirma su adhesión a la política leninista de coexistencia entre los estados socialistas y los estados capitalistas. La coexistencia pacífica, como lo ha demostrado clara e irrefutablemente la historia de este siglo, desde el triunfo de la gran Revolución de Octubre, es una política impuesta al imperialismo, que a favorecida a la consolidación y desarrollo del socialismo y el sucesivo avance del proceso revolucionario mundial.
Coexistencia pacífica e internacionalismo proletario no son orientaciones opuestas, sino plenamente compatibles y complementarias entre sí.
La política de coexistencia pacífica de la Unión Soviética y la comunidad socialista ha sido y es, cada día con mayor peso determinante, lo principal para impedir una nueva guerra mundial. El mantenimiento de la paz global ha sido y es la condición general y ha sido la más importante para que cada pueblo pueda realizar su propia revolución, determinar eso.
El estallido de una tercera guerra mundial, que sería inevitablemente una confrontación nuclear, acarrearía a la humanidad una pavorosa y devastadora destrucción, ala que los comunistas nos oponeos desde nuestros principios fundamentales y esenciales.
El socialismo y el proceso revolucionario mundial en general, no necesitan de la guerra para avanzar, como lo ha demostrado la historia cuarenta y cuatro años transcurridos desde que terminó la Segunda Guerra. Es el imperialismo el que no renuncia a su pretensión de imponer la guerra y utilizarla para retener la revolución, derrotar y acabar el socialismo.
Pero el imperialismo no puede hoy imponer fácilmente la guerra a la humanidad, no es porque haya cambiado su naturaleza explotadora y belicista, sino que es la directa consecuencia del grande y creciente poderío de la Unión Soviética y la comunidad socialista, de la invariable política de paz, y de la adhesión a la causa de la paz de crecientes fuerzas progresistas de la actualidad.
Apoyándose su enorme poderío, la Unión Soviética ha impulsado el proceso de distensión, que ha significado un movimiento de avances concretos en el terreno de la limitación y control de las armas nucleares, en materia de seguridad y cooperación entre los Estados y una aproximación sucesiva hacia la meta del desarme general y completo, hacia la total erradicación de la guerra en nuestro planeta.
La distensión es una forma concreta de la política de coexistencia pacífica y de la lucha por la paz.
22.4- El PCS apoya el programa de paz trazado por el XXV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética; lo considera como el programa de todos los comunistas, de las fuerzas del progreso y de la paz del mundo entero.
22.5 El PCS se pronuncia a favor de la solución pacifica de los conflictos entre las naciones, empleando para ello la negociación y demás medios que ofrece el derecho internacional y la practica diplomática mundial.
El PCS considera que el imperialismo y/o las clases explotadoras internas agudizan los conflictos viejos y nuevos entre los países, especialmente en el “tercer mundo”, se empeñan en utilizarlos para espolear la carrera armamentista y para enfrentar con las armas a unos pueblos contra otros, en provecho del mantenimiento de su dominación y de los fabulosos negocios de sus monopolios.
23.- Los pueblos latinoamericanos son hermanos, tienen enfrente al enemigo antiimperialista, a las oligarquías burguesas y terratenientes que los oprimen y explotan; su conveniencia e intereses vitales están en la unidad y la solidaridad entre ellos para hacer triunfar su lucha por la libertad, la verdadera independencia y el progreso social, contra estos enemigos comunes. No deben por tanto, dejarse arrastrar a la guerra que enfrenta a unos pueblos contra otros.
23.1 En total acuerdo con el hermano Partido Comunista de Honduras, el PCS se pronuncia por la pronta solución pacífica del conflicto existente entre nuestros dos países y el restablecimiento de la normalidad plena de sus relaciones mutuas.
El PCS y el PCH se empeñan en clarificar a nuestros pueblos y especialmente a sus mayorías trabajadoras, la verdadera naturaleza opuesta a sus intereses vitales, de los móviles y objetivos por los que los monopolios imperialistas, las oligarquías burguesas terratenientes y los gobiernos reaccionarios de nuestros países, los empujaron al enfrentamiento en julio de 1969. Los comunistas hondureños y salvadoreños luchamos s por combatir el chovinismo y nos hemos comprometidos a unirnos resueltamente para que nuestros dos pueblos hermanos no sean enfrentados nuevamente con las armas.
Estos últimos años, el agudizamiento de los conflictos y las tendencias, por momentos, casi inmediatas a desembocar en guerras, en el sur latinoamericano, han sido y son la obra intencionada de fuerzas fascistas que imperan en varios países de esa región. Lo mismo puede ocurrir en Centro América, donde los fascistas predominan en las altas jefaturas militares en El Salvador y Guatemala y avanzan en el gobierno de Honduras. El odiado gobierno sanguinario de Somoza en Nicaragua es un foco de provocaciones, aliento armamentista y un peligro para la paz en Centro América.
La condena del fascismo y de los regímenes tiránicos fascistoides o fascistas latinoamericanos implica, según considera el PCS, el pronunciamiento contra su militarismo y belicismo, y la lucha por la paz en el continente.
Las fuerzas militares norteamericanas y su Comando Sur establecido en Panamá, sus escuelas de adiestramiento para los ejércitos latinoamericanos, constituyen un abusivo centro de intervencionismo en los asuntos internos de nuestros países, una fuente impulsora del fascismo y del peligro de guerra en nuestro continente.
Las bases militares yanqui en Puerto Rico y la base de Guantánamo, mantenida en territorio de Cuba Socialista contra su voluntad, es una amenaza contra el derecho de nuestros pueblos a decidir sus destinos libremente y claros peligros contra la paz.
El PCS se pronuncia por la total liquidación de todos estos enclaves imperialistas en tierra latinoamericana.
I.Contra el racismo, el colonialismo y el neocolonialismo
24. El racismo es una de las más odiosas expresiones de la ideología burguesa reaccionaria y merece el más firme repudio de todos los revolucionarios. El racismo de toda laya, como el Apartheid y el sionismo, encuentra su más firme bastión de apoyo en las potencias imperialistas y este a su vez, encuentra en ellos a sus mejores aliados: Israel, en el Oriente Medio; África del Sur, Rhodesia y Namibia en áfrica austral. El racismo desaparecerá en forma total, solamente cuando desaparezcan de la tierra de los explotadores, opresores y verdugos de los pueblos; cuando las banderas del socialismo flameen victoriosas en todos los continentes y sean la inspiración de toda la humanidad.
24.1- El principio de los años 70 marca el inicio de la última etapa del colonialismo en África y Asia. Decenas de nuevos estados emergieron desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial; entre ellos, hay algunos que tomaron el rumbo socialista de desarrollo, otros, que como miembros del Movimiento de los Países No Alineados, mantienen una actitud política realmente independiente e incluso antiimperialista.
Pero en nuestro propio continente el colonialismo aun no se extingue: Puerto Rico sigue siendo colonia de los Estados Unidos y cerca de nuestro país se encuentra Belice, cuyo pueblo anhela la independencia.
El PCS se solidariza con la lucha de los pueblos hermanos de Puerto Rico y Belice por alcanzar su independencia.
24.2- Mientras el colonialismo se extingue, el neocolonialismo ha surgido como forma de dominación del imperialismo sobre los países descolonizados. Luchar deicidamente contra esta forma de dominación imperialista es tarea de todos los comunistas, dar nuestro apoyo y solidaridad a la lucha contra el neocolonialismo es un deber irrenunciable de nuestro movimiento.-

Desafíos y perspectivas en el segundo año de gobierno de Salvador Sánchez Ceren

Desafíos y perspectivas en el segundo año de gobierno de Salvador Sánchez Ceren Roberto Pineda San Salvador, 3 de junio de 2016
Dos años del segundo gobierno del FMLN, conducido por el Profesor Salvador Sánchez Ceren, permiten reflexionar sobre la lucha de clases en El Salvador y sus senderos inéditos, que requieren precisar con claridad para las diversas fuerzas de izquierda, los desafíos principales y sus perspectivas de solución, de los cuales depende la continuidad o la interrupción del actual proceso de cambios, en el contexto de una nueva correlación de fuerzas latinoamericana así como de próximas estaciones electorales en el 2018 y el 2019.

Elementos de la situación internacional
La situación internacional en esta mitad de la segunda década del siglo XXI se ha modificado. La caída de los precios de los productos primarios como el petróleo, junto con el ritmo lento de la economía china, y otros factores, ha golpeado fuertemente a países como Rusia, Irán, Brasil, Venezuela, debilitando así la alternativa a la globalización neoliberal representada en el BRICS. Y en nuestro continente, presenciamos un agotamiento del proceso iniciado con la elección de Hugo Chávez en la Venezuela de 1999 y el despliegue exitoso de una política exterior por parte del régimen Obama que combina magistralmente la zanahoria con el garrote.
Los Estados Unidos despliegan la IV Flota, con sede en Maryland, por nuestros mares a la vez que logran reanudar relaciones con Cuba, la próxima desmovilización de las FARC en Colombia, victorias electorales en Colombia, Ecuador, Argentina, Venezuela, Bolivia y la sustitución de la presidente Dilma Roussef en Brasil, y de postre seguramente Keko Fujimori en Perú. Seguramente luego vendrá el desmontaje de la CELAC y de UNASUR. Una cadena de victorias similar a la realizada por la izquierda durante la primera década, pero de signo ideológica contrario.
Y este torbellino, esta tormenta nos va golpear sin duda alguna, quizás no nos ahogue pero si nos va mojar y ojala que tengamos suficientes paraguas para no ser totalmente empapados. En definitiva, la situación se ha movida hacia la derecha, hacia los planes del imperio de marcar territorio y reasegurar América Latina, para la disputa estratégica global con China. Pasamos a la defensiva, en términos regionales, y es importante realizar como izquierda latinoamericana y caribeña este tránsito de manera creativa, pero sin entregar banderas, sin renunciar a principios.
Los tres grandes desafíos
El ruedo político salvadoreño es por lo general abigarrado y confuso, en permanente estado de flujo, por lo que es necesario siempre separar lo fundamental de lo complementario, lo esencial de lo decorativo, el trigo de la cizaña. De no realizar esta operación existe el peligro de perderse en un mar de acontecimientos y no captar las vigas principales que sostienen el edificio político.
En nuestra opinión, los tres grandes nudos son la seguridad, la economía y el rumbo de país. Alrededor de estas tres situaciones principales giran una serie de acontecimientos, fuerzas y personajes, con sus propias visiones e intereses. Y existen también otras situaciones, como la lucha contra la corrupción, la derogatoria de la Ley de Amnistía, el deterioro ambiental, la crisis de salud, que pugnan por asumir una situación protagónica y que en determinado momento podrían desplazar a las situaciones principales. Pero en este preciso momento son secundarias.
La seguridad pública
El gobierno de Salvador Sánchez Ceren necesita pasar de una política de shock, de blitzkrieg represivo, a una fase de consolidación de su estrategia de seguridad que tenga como eje central la recuperación del territorio tomado por las pandillas, por parte del estado. El mantener estrictamente la modalidad represiva aunque arroje resultados positivos en términos de imagen coyuntural amenaza con agotarse y provocar costos a medianos plazo. Y mediano plazo es peligroso tiempo electoral. Felizmente se llega a este segundo aniversario con el control de la iniciativa, pero esto puede cambiar repentinamente.
Una seguridad pública basada exclusivamente en la militarización de las comunidades para enfrentar a las pandillas, está condenada al fracaso. El gobierno necesita impulsar medidas que impacten en lo social dentro de las comunidades, necesita recuperar la presencia del Estado con servicios adecuados de salud, educación, recreación, agua, parques, iluminación, etc.
Pero si lo represivo se convierte en lo permanente y lo principal, lo que creara son escenarios de conflicto crónico. De resolver adecuadamente esta situación y esto pasa por contar con los recursos adecuados, seguramente podrá garantizarse un tercer periodo presidencial para el FMLN. De no realizarse seguramente presenciaríamos una restauración oligárquica, en sintonía con la tendencia latinoamericana.
Sobre las pandillas es preciso reconocer su naturaleza dual. Por una parte son organizaciones criminales, que extorsionan y asesinan. Y los que han delinquido deben necesariamente pagar por sus hechos. Pero por otra parte, son jóvenes que forman parte de las comunidades, expresiones de exclusión social, reflejos de la pobreza y falta de oportunidades de este sistema capitalista. Es un sector lumpen popular criminal.
Podemos pero no debemos como izquierda impulsar políticas racistas de “limpieza social” que son patrimonio de la derecha. Una de nuestras banderas más representativas como izquierda es la justicia social, la solidaridad, el humanismo. El desafío como izquierda al respecto de las pandillas juveniles es el de restablecer entre nuestros jóvenes y comunidades los lazos de amistad y de unidad frente a los verdaderos enemigos: la oligarquía y el imperio.
Por otra parte, es lamentable que a meses de cumplir 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz, el fantasma de la militarización vuelva a tomar cuerpo y se apodere de las políticas de seguridad pública, y esta vez desde un gobierno de izquierda, nuestro gobierno.
La economía
Hace veinticinco años, cuando concluyo la guerra, hablábamos en la izquierda de una economía alternativa al modelo de economía capitalista consumista. Hoy desde el gobierno hablamos de crecimiento económico, de asocios público privados y de búsqueda de tratados comerciales. Y si bien es necesario que la economía crezca la experiencia nos enseña que puede ser un crecimiento que fortalezca las desigualdades sociales.
El crecimiento de nuestra economía por lo tanto, debe estar vinculado a mayores niveles de oportunidades para los sectores trabajadores, en particular para los jóvenes que terminan sus estudios y sus perspectivas básicas para sobrevivir en la actualidad, son las de irse del país hacia estados Unidos o ingresar a las pandillas.
Nuestro gobierno de izquierda debe impactar estos próximos tres años mediante la creación de empleos de calidad para la juventud. En caso que el presidente Sánchez Ceren logre impactar en este campo, seguramente va a garantizar un tercer periodo de gobierno de la izquierda.
El rumbo de país
Este segundo gobierno del FMLN necesita definir un proyecto de país, que no puede ser la suma armónica de las opiniones de sus componentes, incluyendo a la oligarquía, sino que debe de ser la propuesta que como izquierda presentamos a la nación, y que fue aprobada por una mayoría electoral en 2009 y 2014.
¿Cuál es el proyecto estratégico de desarrollo? ¿Hacia dónde nos dirigimos? Pensamos en ser un país ¿maquilero, basado en el turismo, en las remesas, en los servicios financieros, etc.? La definición de la apuesta estratégica como izquierda nos va permitir claridad de rumbo. Si nuestro presidente Sánchez Ceren logra definir y establecer este marco, y no con la ANEP sino con los sectores populares, habremos garantizado seguramente la guayaba del tercer periodo.
El aliado estratégico
Un personaje del Ejecutivo acuñó esta maravillosa frase que refleja los anhelos de un sector de la izquierda, que considera que solo se puede avanzar como país en estrecha alianza con los Estados Unidos. Por otra parte, la llegada de Jean Manes en sustitución de la boricua Mari Carmen Aponte marca un viraje en la política estadounidense de la diplomacia pasiva a la diplomacia activa, agresiva. La anterior embajadora convencía, sugería, esta impone, ordena.
El lugar de donde procede Manes es significativo, viene de enfrentar a los talibanes en Afganistán, y ya las últimas decisiones del Fiscal General parecen reflejar este cambio de rumbo hacia una gestión diplomática estadounidense más enérgica, y vinculada los cambios que están ocurriendo en el Sur. Sus prioridades seguramente son las de imponer la visión militarista de la seguridad, aspecto en que coinciden ARENA, GANA e incluso el FMLN; y el seguimiento a Fomilenio II, la Alianza para la Prosperidad, la Alianza para la Seguridad del Triangulo Norte, y sin duda alguna empujar porque El salvador se integre a la Alianza del Pacífico y se aleje del vecindario de Cuba y Venezuela.
La derecha oligárquica
La derecha oligárquica, al igual que la izquierda, tiene diversas expresiones, entre estas la empresarial, la académica, la de medios de comunicación, la religiosa y la política entre otras. La empresarial está representada por la ANEP y durante estos siete años ha tenido que asumir roles protagónicos en el enfrentamientos político contra los gobiernos de izquierda, debido al agotamiento que enfrenta el partido ARENA.
Pero este rol le ha generado diversas fisuras a su interior, que incluyeron incluso una candidatura independiente para las últimas elecciones de su cúpula. La ANEP tiene claridad de su misión de dificultar, bloquear el éxito de este segundo gobierno de izquierda. Hacerse ilusiones de que pueda ser ganada a un “proyecto de nación” es un error, aunque puede ser neutralizada.
La reciente sustitución de Jorge Daboub por Luis Cardenal representa un cambio de estilo, pero la visión estratégica es la misma: recuperar el control del aparato de estado para ponerlo al servicio de sus intereses gremiales de gran empresa.
En relación a la derecha política, tiene a su vez diversas expresiones: ARENA, GANA, PCN y PDC. La principal es ARENA como derecha oligárquica, que atraviesa una profunda crisis derivada de su desplazamiento del gobierno central en el 2009 y del gobierno de la capital en el 2015. Sus contradicciones internas no le han permitido ejercer un papel relevante como oposición, pero tienen bajo su control la mayoría calificada en la Asamblea Legislativa, lo que les coloca en una situación muy ventajosa para bloquear iniciativas del Ejecutivo. Y las pugnas entre sus fracciones pueden rápidamente resolverse en la medida en que aparezca la posibilidad real de regresar al Ejecutivo.
En el caso de GANA representa los intereses de sectores capitalistas emergentes, no oligárquicos, vinculados a un sector del capital árabe. El PCN son sectores relacionados con la antigua dictadura militar, y en el caso del PDC, con la burocracia del antiguo proyecto contrainsurgente norteamericano.
El principal aliado político del FMLN es el partido GANA, que a partir de 2017 pasara a ocupar la presidencia de la Asamblea Legislativa. No sería extraño que este partido evaluara como más conveniente para sus intereses de cara al 2018 y el 2019 regresar al redil oligárquico. Por otro lado, las próximas elecciones legislativas y municipales de 2018 y presidenciales del 2019 determinan ya en gran medida la conducta política de las principales fuerzas sociales y políticas.
La izquierda
El FMLN como partido de gobierno y además como la principal fuerza de izquierda necesita urgentemente para las futuras batallas, en el marco de los nuevos tiempos latinoamericanos, realizar un viraje que le permita sumar a su poderoso poder político partidario, institucional y económico, el poder de la movilización popular, el poder popular desde abajo.
En este marco es preocupante que en el FMLN los principales candidatos presidenciales ya en campaña, de dentro y de fuera del Partido, se identifiquen con una visión socialdemócrata, lo que vuelve urgente la necesidad de un candidato o candidata con posiciones de izquierda revolucionaria. Por otra parte, en el caso que el actual alcalde de San Salvador logre éxitos tangibles en la transformación de la ciudad, esto lo colocara indiscutiblemente en una posición ventajosa, en el caso que se aceptara en el FMLN de nuevo, candidatos de fuera de las filas partidarias.
El movimiento popular y social
Luego de enfrentar directamente la ola represiva del cuarto gobierno de ARENA del 2004 al 2009 por medio del protagonismo del BPS y del MPR-12; a partir del 2009 el movimiento popular y social asume un papel de espectador de la pelea entre el gobierno y la derecha. Se sale de la cancha y se va hacia las graderías para observar el partido entre lso equipos FMLN y ARENA.
Y no obstante que la situación económica continuó deteriorándose, el grueso del movimiento popular decide no salir a protestar contra su propio gobierno, y mantenerse a la expectativa de los cambios. Y efectivamente hubo cambios que justificaron en parte esta actitud, como son los uniformes y útiles escolares, zapatos, créditos e insumos agrícolas, etc.
Y el grueso del movimiento popular siguió respaldando y votando por el FMLN, pero sin involucrarse directamente en su defensa. Por otra parte, algunos sectores del movimiento popular, particularmente maestros y trabajadores de la salud, si decidió actuar y salir a las calles a protestar. Y también la lucha por el agua y contra las políticas nefastas de ANDA ha generado el surgimiento de un amplio movimiento popular comunitario que diariamente cierra calles exigiendo agua.
No obstante esto, como izquierda salvadoreña no hemos resuelto aún el problema de la participación del movimiento popular y social en el marco de un gobierno de izquierda. Hay dos posiciones extremas. Algunos sostienen desde el gobierno y el partido que el movimiento popular es más un obstáculo que una ventaja porque asusta a los aliados políticos como GANA, porque pone en peligro la estabilidad. Otros argumentan desde la izquierda no gobernante que este es un gobierno de derecha, al cual se le debe dar el mismo tratamiento de lucha sin cuartel que a los gobiernos de ARENA.
Somos de la opinión que el movimiento popular y social debe estar en las calles porque la protesta más que la propuesta es su razón de ser. La protesta contra funcionarios y políticas que no respondan a los intereses populares, como en el caso de ANDA, aunque venga de un gobierno de izquierda; y a la vez el respaldo en las calles ante las amenazas o acciones desestabilizadoras de la derecha frente a este nuestro gobierno.
Perspectivas
A medida que nos acerquemos al 2018 la situación política se va a calentar. Lo que como izquierda nos permitirá superar estos desafíos así como fortalecernos será el combinar de manera adecuada lo acumulado en la construcción de poder popular desde arriba (Ejecutivo, Alcaldías, Asamblea Legislativa, CSJ, Partido FMLN, Empresas Alba, etc.) con la construcción de poder popular desde abajo (movimiento popular, social y sus luchas en la calle).
Todo esto en el marco de una contraofensiva imperial y oligárquica que tratará en El Salvador, de ahogar política y financieramente al segundo gobierno del FMLN, romper la alianza FMLNGANA, mantener adormecido al movimiento popular, aumentar el control ideológico sobre la población y lograr avances legislativos en el 2018, que los oxigenen para la batalla del 2019. La lucha está planteada.

La distribución prehistórica e histórica de los pipiles (1983)

La distribución prehistórica e histórica de los pipiles (1983)

William R. Fowler, Jr.

Los pipiles fueron grupos de habla nahuat que, en sucesivas etapas u “oleadas” de migración que duraron desde aproximadamente 800 d.C. hasta
alrededor de 1250 o 1300 d.C. , se trasladaron al altiplano central de México
y las tierras bajas de la región sur del golfo de México y llegaron a
asentarse en varias regiones de las actuales repúblicas de Guatemala, El
Salvador y Honduras en Centroamérica.

Un grupo nahuat se desprendió de los pipiles alrededor de 1200 o 1250 d.C. y fue a asentarse en Nicaragua donde se conocieron con el nombre de los nicaraos. 1 Se ha calculado que al momento de la conquista la población nahuat de Centroamérica era de por lo menos 700,000 personas.2 Los nicaraos fueron aniquilados o llevados de Nicaragua en esclavitud poco después de la conquista. 3Aproximadamente unos 2,000 descendientes de los pipiles sobreviven actualmente, la mayoría en los pueblos de Cuisnahuat y Santo Domingo de Guzmán (departamento de Sonsonate), en el occidente de El Salvador.4

Los pipiles tuvieron un profundo impacto en los acontecimientos prehispánicos de la periferia sur de Mesoamérica y, aunque son pocos los que quedan ahora, la herencia cultural, genética y lingüística de la antigua
población nahuat de Centroamérica se conserva y es indiscutiblemente fuerte.

Uno de los problemas respecto a esta antigua población es precisar con exactitud la extensión y las fronteras del territorio que ocupaban y
controlaban los pipiles en tiempos anteriores a la conquista. Este problema
puede ser enfocado por medio de la correlación de los datos históricos, arqueológicos, y lingüísticos.

William Fowler, de nacionalidad estadounidense, recibió un doctorado en arqueología de la University of Calgary; ahora es profesor asistente de antropología y arqueología, University of North Dakota-Grand Forks.
1 Paul F. Healy, Archaeology of the Rivas Region, Nicaragua (Waterloo, Ontario: Wilfrid Laurier University, 1980) ; William R. Fowler, Jr. , “The Pipil-Nicarao of Central America” (disertación doctoral, University of Calgary, 1981).
2 Fowler, “The Pipil-Nicarao of Central America”, pp. 819-24.
3 David Richard Radell, “The Indian Clave Trade and Population of Nicaragua during the Sixteenth Century”, en The Native Population of the Americas in 1492, William M. Denevan, ed. (Madison: University of Wisconsin Press, 1976); William L. Sherman, Forced Native Labor in Sixteenth-Century Central America (Lincoln: University of Nebraska Press, 1979).
4 Lyle Richard Campbell, “La dialectología pipil”, América Indígena 35 (1975): 833; Lyle Richard Campbell, “The Linquistic Prehistory of the Southern Mesoamerican Periphery , en Las fronteras de México (México: Sociedad Mexicana de Antropología, 1976), 1: 172.

En este artículo, cono primer paso, se traza la distribución geográfica de los pipiles según se conoce por medio de los documentos h i s t ó r i c o s ; se recurre luego a la evidencia arqueológica y lingüística, a fin de proyectar su distribución en la época prehispánica.

Evidencia y fuentes históricas

Varias fuentes históricas que se han publicado presentan contribuciones a nuestro conocimiento de la distribución geográfica de los grupos de habla nahuat en el área. Es de primera importancia la lista que hizo el oidor lic. Diego García de Palacio de los idiomas indígenas hablados en el territorio de la Audiencia de Guatemala, desde Chiapas hasta Costa Rica, en 1573 y 1574.5

En su confusa relación de las migraciones de los grupos de habla nahuat de México a Centroamérica, fray Juan de Torquemada mencionó específicamente algunos pueblos y varias regiones donde se asentaron los inmigrantes. 6De los datos en la historia escrita por don Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán entre 1680 y 1695, es posible recoger importante información acerca de las antiguas ubicaciones de los Pipiles.7

De menos importancia, pero aun digna de notar, es la relación geográfica de las provincias de Escuintla y Guazacapán escrita en 1740 por don Alonso Crespo, quien incluyó en este breve documento comentarios sobre las lenguas maternas de ambas provincias coloniales.8

Mientras que éstas y otras fuentes ofrecen cierta cantidad de información útil, hay dos fuentes que son de excepcional importancia por los datos que proporcionan sobre la distribución geográfica de los grupos de dialecto nahuat en Centroamérica y los linderos lingüísticos entre ellos y los otros grupos indígenas del área.

Dichas fuentes son el secretario de fray Alonso Ponce, Antonio de Ciudad Real, y el arzobispo Pedro Cortés y Larraz. Ponce y Ciudad Real viajaron por Centroamérica en 1586; Cortés y Larraz recorrió su diócesis (Guatemala y El Salvador) en tres viajes de 1768 a 1770.

5 “San Salvador y Honduras el año 1576”, informe oficial del lic, Diego García del Palacio al rey de España sobre las provincias centroamericanas de San Salvador y Honduras e l año de 1576, en Colección de documentos para la historia de Costa Rica (León Fernández, 1881-7907) 1:t-52.
6 Monarquía Indiana (México: Editorial Porrúa, 1969)’ pp. 331-33.
7 Recordación florida: discurso historial demostración natural, material, militar, y política del reyno de Guatemala, 3 toms (Guatemala: Biblioteca “Goathemala”, 1932-1933).
8 AGCA, Al. 17.2 10.5003, versión paleografiada, “Relación geográfica del partido de Escuintla”, Boletín del Archivo General del Gobierno 1 f 193f): 9-15.

Ambos hicieron apuntes escrupulosos sobre la distribución de los idiomas indígenas en las regiones por donde pasaron. Aunque muchos asentamientos indígenas habían sido reubicados y algunos se habían despoblado antes que se recogieran estos datos, los informes de Ciudad Real y Cortés y Larraz son de máximo valor en cualquier estudio que se haga de la distribución geográfica de los idiomas indígenas de Centroamérica.

Los datos históricos pueden o no ser comprobados por la evidencia
lingüística y arqueológica. Hay dos clases de evidencia lingüística que se relacionan con e l problema de “reconstruir” el antiguo territorio de
los pipiles. La primera consiste de vocabularios nahuat recolectados por
Bromowicz en 1878 en San Agustín Acasaguastlán (Guatemala), publicada por Brinton, y la lista que Stoll obtuvo en Salamá (Guatemala) en 1883.10

El otro importante vocabulario es e l que Squier consiguió en la costa del Bálsamo en El Salvador.11 Ciertos problemas se plantean en el uso de estas listas: el primero consiste en determinar su autenticidad; también hay que
averiguar si los vocabularios representan fósiles de una presencia prehistórica
nahuat en las regiones donde fueron obtenidos, o si indican un movimiento postconquista de hablantes del nahuat a estas regiones.

La otra clase de evidencia lingüística proviene de los estudios toponímicos, como por ejemplo los de Vivó Escoto, Geoffroy Rivas y Arriola. 12Como Wainwright ha señalado:
La toponimia proporciona en medida completa información de una clase que está ausente en la arqueología y generalmente pasada por alto u oscurecida en la historia. También permite conclusiones bastante precisas sobre la intensidad de los asentamientos, las fronteras lingüísticas, los orígenes y las relaciones, con comentarios de vez en cuando sobre las condiciones sociales
y económicas.

9 Antonio de Ciudad Real, Relación breve y verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al Padre Fray Alonso Ponce en las provincias de la Nueva España, siendo comisario general de aquellas partes…, 2 tomos (Madrid: Imprenta de la Ciudad de Calero, 1873); Cortés y Larraz, Descripción geográfico-moral de la diócesis de Goathemala (1768-1770), 2 tomos (Guatemala: Biblioteca “Goathemala”, 1958); Fowler, “The Pipil Nicarao of Central America”, pp. 659-62 y 668-69.
10 Daniel Brinton, “On the So-Called Alagüilac Ianquai~p of Guatemala”, Proceedings of the American Philosophical Society 24 (1887): 366-77; Otto Stoll , Etnografía de Guatemala (Guatemala: Seminario de Integración Social Guatenalteca, 1958), PP. 20-29.
11 E. G. Squier, Notes on Central America; Particularly t h e S t a t e s of Honduras and San Salvador (New York: Harper and Brothers, 1855), pp.351-52.
12 Jorge Vivo Escoto, “El poblamiento nahuat de El Salvador y otros países de Centroamérica” (San Salvador: Ministerio de Educación, 1972):
Pedro Geoffroy Rivas , Toponimia nahuat de Cuscatlán (San Salvador: Ministerio de Educación, 1973): Jorge Luis Arriola, E l libro de las geonimias de Guatemala (Guatemala: Ministerio de Educación, 1973).

Esta información es principalmente lingüística, desde luego, pero sus implicaciones políticas y sociales son muchas veces menos ambiguas y más convincentes que las implicaciones equivalentes inherentes en el material arqueológico. l3

Los topónimos mexicanos en Centroamérica se hallan muchas veces
asociados con las regiones del asentamiento nahuat que se conocen por la
evidencia histórica. En algunas regiones, empero, los topónimos nahuas
ocurren donde no hay indicación histórica de una previa ocupación nahuat. En algunos lugares estos nombres fueron impuestos por las tropas mexicanas de Alvarado, pero éste no fue siempre el caso. Podemos utilizar la distribución de estos topónimos para arrojar luz adicional sobre la distribución
geográfica de los grupos de habla nahuat en Centroamérica.

Como los estudios lingüísticos, la arqueología nos da indicaciones de la distribución prehistórica de los pipiles. Frecuentemente la identificación
de los restos arqueológicos con cierto grupo lingüístico resulta en controversia, pero los pipiles dejaron vestigios netamente mexicanos de
casi toda clase en sus restos culturales. Trajeron a las regiones de que se apoderaron, cambios en la arquitectura, los patrones de asentamiento ,
la economía y la tecnología, entre otras cosas.

Son especialmente reveladoras las representaciones en cerámica de tamaño natural de dioses mexicanos como Tlaloc (o Quiahuitl), Xipe Totec, y Mictlantecuhtli, los que dejaron en sus centros ceremoniales.

La siguiente serie de interpretaciones, ordenada geográficamente de
oeste a este y de norte a sur, pretende determinar, por medio de toda l a
evidencia disponible, la distribución histórica y prehistórica de los
pipiles. Se enfoca en las regiones donde los grupos de habla nahuat están
seguramente documentados en la historia, o donde su presencia puede inferirse por medio de la evidencia lingüística o arqueológica. También se
pone énfasis en las regiones problemáticas donde la presencia nahuat es
dudosa o insegura.

La Figura 1 muestra la distribución conocida de los grupos de lengua
nahua (el idioma que incluye el dialecto de nahuat) en Centroamérica.
Además de la distribución pipil en Guatemala, El Salvador y Honduras, el
mapa señala la distribución de los grupos de lengua nahua en Centroamérica
no tratados en este artículo: los nicaraos de Nicaragua y probablemente
Costa Rica, así como unos posibles enclaves en Panamá.

13 Frederick 1. Wainwright, Archaeology and Place-Name and History (London: Routledge and Kegan Paul, 1962) pág. 4.

El Salvador

Casi todo El Salvador al oeste del río Lempa estaba ocupado por los
Pipiles al momento de la conquista y probablemente durante el período
postclásico. Es posible que grupos de lengua nahuat penetraran en el oriente de El Salvador antes de la conquista.

Las regiones occidental y central.

La evidencia arqueológica, lingüística y etnohistórica indica, fuera de toda duda razonable, que al momento de la conquista, y por lo menos cinco siglos antes, casi toda la parte de El Salvador al oeste y al sur del río Lempa estaba ocupada por los pipiles. 71

71 Véanse por ejemplo Squier Notes on Central America, PP. 340- A A 41; Walter Lehmann, “Erqrhnicse eincr ForschungsrcLs~? in Mittelamerika und Mexico 1907-199’l”. Z e i t s c h r i f t für Ethnoloqie 42 (1910): 734; khmann,
Zentral-Amerika, 11: 1021-24; Herbert J. Spinden, “Notes on the Archaeulogy
of Salvador”, American Anthropoloqist 17 (1915): 446; Jorye krdé,
“Los choroteuas en E l Salvador”. Revista de Etnolda, Arcnieoloqia Y Lin-
“lstica 1 ( 1926) : 286; Samuel kirkland Lothrop, “Pottery ‘ s -ande their
?&uence in E l Salvador”, Indian Notes and Monoyraphs 1 ( 192v 216; John
M. Lonuvear. 111. “Archaeolosical Investiaations in El Salvador”, Memoirs
of the-$eabódy ~úseum of Arck;aeology and Éthnology 9 (1944): 2: 6; Thompson,
“Archaeological Reconnaissance”, pág. 13; Doris Stone, “Los grupos mexicanos en la América Central y su importancia”, Antropologla e Historia de Guatemala 1 (1949): 44; y Francisco de Solano, “Población y áreas lingüísticas en El Salvador, 1772”, Revista Española de Antropología Americana 5 (1970): 280-89.

De hecho, e1 antiguo territorio pipil en El Salvador occidental y central a veces probablemente se extendió al norte y al este de la tradicional
frontera cultural del Lempa. Al menos en la cuenca central, el sitio de
Santa María constituye evidencia de la ocupación pipil un poco al norte
del Lempa.72

Examinaremos la posibilidad de la expansión pipil al este del Lempa al tratar el oriente de El Salvador, más adelante. Hay solamente tres, posiblemente cuatro, excepciones específicas a la dominación total de El Salvador occidental y central por los pipiles al momento del contacto europeo. Estos son los enclaves de pokomames en Chalchuapa, Ahuachapán y posiblemente Atiquizaya en el occidente, y evidentemente una penetración lenca en Istepeque, un poco al norte del volcán San Vicente y al oeste del río Lempa. 73

Aunque Ciudad Real manifestó que Chalchuapa era una población de habla
nahuat en 1586, esto parece ser un error; o quizás Ciudad Real se topó con algunos individuos que hablaban e l nahuat en Chalchuapa. En 1637, fray Tomás Gage, quien dominaba e l pokomam, habló a los indígenas de
Chalchuapa en ese idioma. Francisco Ximénez escribió a principios del
siglo XVIII que en tiempos de la conquista, Chalchuapa estaba habitada por los pokomames. A fines del sigloXVIII, Cortés y Larraz infomó que el
idioma materno de la parroquia de Chalchuapa, que incluía el pueblo de
Atiquizaya, era e l pokomam. 74

Los indicios arqueológicos muestran que los pokomames arrebataron Chalchuapa de los pipiles a fines del postclásico tardío.

72 Fowler, “The Pipil-Nicarao of Central America”.
73 Thompson, Maya History and Religion, pp. 95-96.
74 Ciudad Real, Relación breve y verdadera, 1: 323; Thomas Gage, Thomas Gaye’s Travels in the New World (Norman: University of Oklahoma, 1958), pag. 304; Francisco Ximénez, Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala, 3 tomos (Guatemala: Biblioteca “Goathemala”,1929- 193 1 ) , 1 : 69; Cortés y Larraz, Descripción geográfico-mral, 1 : 233.

Esta impresión está confirmada por la evidencia de la lingüística histórica. 75Así, Lothrop se equivocó gravemente cuando aseveró que los pokomames antes dominaban toda el área de El Salvador occidental y central, y que más tarde llegó a ser territorio pipil. 76

Ciudad Real y Cortés y Larraz informaron que Ahuachapán era de idioma
mexicano, pero Lardé citó un informe de 1549 de un oidor de la Audiencia
de Guatemala, Tomás López Medel, el cual dice que las mujeres de Ahuachapán hablaban el pokomam, mientras que los hombres hablaban el nahuat (probablemente ellos eran bilingües). 77 Según parece, la única evidencia para la ocupación pokomam de Atiquizaya es la declaración de Cortés y Larraz, mencionada arriba. Ciudad Real manifestó que Atiquizaya era pueblo pipil.

En cuanto a la intrusión lenca en el territorio pipil del este, García de Palacio declaró que en Istepeque, aunque se localizaba en la misma provincia de
San Salvador, poseída por los pipiles, los habitantes hablaban un idioma que los pipiles llamaban “el chontal”. La voz nahuat chontal (nahuatl chontalli) quiere decir “forastero”. Los pipiles daban este nombre a cualquier otro grupo indígena que no hablaba e l nahua. Por ejemplo, a los pokomames de Santa Catarina Mita, Guatemala, los pipiles también les llamaban “chontales”. Lothrop estaba convencido de que los chontales de Istepeque eran pokomames; pero Thompson demostró convincentemente que el idioma en cuestión era en realidad el lenca, al que también se referiría muchas veces en el siglo XVI como potón o potona.80

Es sensato suponer, por lo menos como una hipótesis de trabajo, que tal como las intrusiones tardías de pokomames en la región del oeste, la entrada de los lencas en Istepeque era relativamente reciente.

Puesto que algunos mapas lingüísticos indican grupos mayences conocidos
históricamente en la vecindad de San Salvador, es necesario un comentario breve sobre su presencia.

75 Robert J. Sharer, Pottery and Conclusions: The Prehistory of Chalchuapa, El Salvador (Philadelphia : University of Pennsylvania, 1978 1 ,111: 211 y 213-15; Campbell, “Linguistic Prehistory of the Southern mesoamerican Periphery” , pág. 168.
76 “The Southeastern Frontier of the Maya”. Véase Thompson, Maya History and Religion, pp. 95-96.
77 Ciudad Real, Relación breve y verdadera, 1: 321; Cortés y Larraz, Descripción geográfico-moral, 1: 66; Lardé, “Los chorotegas en El Salvador”,pág. 283.
78 “San Salvador y Honduras”, pág. 33.
79 García de Palacio, “San Salvador y Honduras”, pág. 35.
80 Lothrop, “The Southeastern Frontier of the Maya”, pág. 46; Thompson, Maya History and Religion, p . 95-96; Gircía de Palacio, “San Salvador y Honduras”, pág. 6; Ciudad Real, Relación breve y verdadera, 1: 384.

Ciudad Real declaró que la mayoría de los indígenas de San Salvador eran pipiles, pero algunos eran achies81. Estos mayas del altiplano de Guatemala
no tenían nada que ver con los acontecimientos previos a la conquista de El Salvador, al menos no directamente. Por cierto, fueron llamados al servicio de la hueste española y reubicados en San Salvador después de concluirse la conquista de Cuscatlán.82

Aparte de los dos o tres pequeños enclaves de pokomames en el oeste y
la penetración lenca en Istepeque, en tiempos de la conquista el resto de
El Salvador occidental y central estaba densamente poblado por los pipiles.
Alvarado se refirió frecuentemente a las grandes e importantes poblaciones
pipiles y los grandes ejércitos pipiles que encontró en el valle de Sonsonate, la región de Acajutla (la planicie costera del suroeste) y Cuscatlán (cerca de San salvador). 83

Algunos de los pueblos pipiles por los que Alvarado pasó en 1524 pueden tentativamente identificarse con sitios arqueológicos: Mopicalco con El Güisnay; Miaguaclam con Los Lagartos, también conocido como Miahuacán; y Atehuan con Ateos. Desafortunadamente, tenemos solamente un conocimiento superficial de estos sitios. No ha sido establecido con seguridad el sitio de la antigua capital, aunque muchas autoridades, notablemente Barón Castro, han considerado que es e l actual pueblo de Antiguo Cuscatlán. en el suroeste de las afueras de San Salvador.84

No hay datos arqueológicos que apoyen esta identificación, pero la evidencia etnohistórica indica que Cuscatlán sí estaba ubicado a poca
distancia al suroeste de San Salvador.85

En cuanto a l valle de Sonsonate y la planicie costera del suroeste de
El Salvador, fue allí donde Alvarado libró las dos mayores batallas de su
campaña contra los pipiles. Izalco, cerca de Sonsonate, fue un conocido
centro de producción de cacao durante la colonia y probablemente también
durante e l período postclásico. 86

Fuentes y Guzmán describió y usó dos documentos pipiles que eran listas del tributo que se pagaba antes de la conquista a uno de los pueblos pipiles cerca de Sonsonate, probablemente Izalco.87

81 Quichés, cakchiqueles, o tzutujiles; véase Relación breve y verdadera,1: 383 y 400.
82 Thompson, Maya History and Religion, p, 97-9
83 An account of the Conquest of Guatemala in 1524 [New York: The Cortes Society, 1924), pp. 79, 8q) 83 y 88.
84 Rodolfo Barón Castro, La población de El Salvador (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1942), pp. 92-93.
85 Ciudad Real, Relación breve y verdadera, I: 400.
86 Véanse, entre otros: AGI, Guatemala 128, 82 y 82% f 1549): René Francis Millon, When Money Grew in Trees: A Study of Cacao in Ancient Mesoamerica
(disertación doctoral, Columbia University, 1955, pp* 71-73; y o F. Bergamn, ’93% Distribution of Cacao Cultivation in Precolumbian America”, Annals of thee Association o£ American Geographers 59 (1963): 92- 93.
87 Recordación florida, 2: 108-10.

Los pocos sobrevivientes de la cultura pipil viven hoy en esta región, y se ha recolectado una considerable cantidad de datos lingüísticos y etnográficos sobre los pipiles actuales de Izalco y las poblaciones circunvecinas. El valle de Sonsonate y la planicie costera del suroeste de El Salvador eran sin duda regiones importantes de la ocupación pipil durante e l período de la conquista y antes de la conquista, por lo menos durante el período postclásico. La arqueología de estas regiones, especialmente la de esta época, es muy mal conocida y necesita investigación.

Además de estas regiones y la de San Salvador (Cuscatlán), los datos
lingüísticos, arqueológicos y etnohistóricos indican que otras zonas de El
Salvador occidental y central eran importantes regiones del asentamiento
pipil durante los períodos postclásico y de la conquista. Estas incluyen,
entre otras: la región del lago de Güija; la Cuenca Central y su región
circundante; la costa del Bálsamo; la región de Cojutepeque e Ilopanqo; y
la ladera sur del volcán San Vicente, incluyendo la región de los Nonualcos.

En general, con excepción de la Cuenca Central, hay pocos datos arqueológicos sobre estas regiones. Tal vez el mejor conocido pueblo pipil
prehistórico es el s i t i o de Cihuatan, en la Cuenca Central, que era centro
activo en el período postclásico temprano 1900-1200 d.c.).

Además, hay una plétora de topónimos nahuat en El Salvador occidental
y central que no debe pasarse por alto.89 Aunque muchos de estos nombres
han sido “nahuatlizados” (por ejemplo, Cuscatlán en vez de Cuscatán), l a
mayoría retienen su carácter nahuat original, a pesar de que muchos hayan
sido corregidos a formas hispanizadas (como por ejemplo, Cuisnahuat en
vez de Huitsnahuac o Tamagashte en vez de Tamagaztepec, y otros ejemplos
semejantes). Algunos topónimos nahuas de El Salvador fueron probablemente
impuestos por los indígenas auxiliares de Alvarado, o incluso por los españoles.

Un ejemplo del último tipo sería Tacuba (nahuatl Tlacopán), un nombre que Geoffroy Rivas piensa que fue traído por los españoles en forma ya corrompida.

87 Recordación florida, 2: 108-10.
88 Lehmann, Zentral-Amerika 11: 1027-28 y 1032-59; Próspero Aráuz,
El Pipil de la región de los Itzalcos (San Salvador: Ministerio de Cultura,
1960) ; Leonard Schultze-Jena, Indiana II: Mythen in der Muttersprache
der Pipi1 von Izalco in E1 Salvador (Jena: Gustav Fischer, 1935); Karl T. Sapper , “Pipiles und MayavZlker”, en pro-Amerikanisches Archiv,
10 ( 1936 ) : $8-86; y Campbell, “La dialectolog~ap ipi l”, pp. 833-44.
89 Johann C a r l Eduard Buschmann, über die aztekischen ürtsnamen,
(Berlin: Ferd. Dümmler, 1853), pp. 137-39 y 187-200; Lehmann, Zentral-
Amerika 11: 1025; Vivó Escoto, El poblamiento nahuat de E l Salvador; Geoffroy Rivas, Toponimia nahuat de Cuscatlán.

Sin embargo, , la inmensa mayoría de los topónimos nahuas en El Salvador seguramente se originaron de los p i p i l e s , y no de los
españoles o de sus aliados mexicanos. Como demuestra e l estudio de Vivó
Escoto, muchos de los topónimos nahuat de E l Salvador forman grupos que
pueden correlacionarse con las migraciones históricas de los pipiles a
esta y otras regiones de Centroamérica.

La región de oriente.

Los especialistas están generalmente de acuerdo que al momento de la conquista casi todo El Salvador al este del río Lempa estaba ocupado por los lencas, con pequeños enclaves de cacaoperas en el noreste, ulúas en el sureste, y mangues en el extremo oriente. 91

La extendida distribución de los topónimos lencas de esta región es notoria, y
esta distribución debe ser una indicación bastante buena del antiguo
territorio lenca. 92

Sin embargo, los topónimos nahuas son numerosos en las tierras bajas
costeras del departamento de Usulután; algunos ejemplos son Jiquilisco,
Aguacayo, Ozatlán, Gualacho y e l propio Usulután. Los topónimos lencas
también ocurren en la región, por ejemplo, Oxucar, Chaquantique y Ereguayquín.94 Estos topónimos plantean la posibilidad de que simultáneamente los pipiles y los lencas compartieran la zona entre la par te baja del río Lempa y el río Grande de San Miguel. De hecho, algunos mapas lingüísticos extienden la distribución de los pipiles al este de la parte baja del
Lempa hasta la región de la bahía de Jiquilisco.95

Es muy posible que los pipiles nonoalcas, que arribaron a la periferia sur de Mesoamérica alrededor de 1250 o 1300 d.C., lograron e l control total o parcial de esta región costera en e l período postclásico tardío.

90 Los ejemplos se tomaron de Geoffroy Rivas, Toponimia nahuat de Cuscatlan
Pág. 52, 136 y 141.
91 Véanse, por ejemplo: Lehmann, Zentral-Amerika; Spinden, “Notes on the Archaeology of Salvador” pág. 447; Solano, “Población y áreas lingüísticas en El Salvador, 1972,
pp. 292-97; E. Wyllys Andrews V, “The Southeastern Periphery of Mesoamerica: A View from Eastern E l Salvador”, en Social Process in Maya Prehistory, N. Hammond, ed. (New York: Academic Press, 1977), pág. 120: y Campbell, “The Linguistic Prehistory of the
Southern Mesoamerican Periphery”, paq. 166.
92 Lehmann, Zentral-Amerika, 11: 719-22; Campbell, “The Linguistic Prehistory of the Southern Mesoamerican Periphery”, pág. 166; Andrews, “The Southeastern Periphery of Mesoamerica”, pag. 720.
93 Geoffroy Rivas, Toponimia nahuat de Cuscatlán, pp. 18, 82, 101,119, 159 y 1GO.
94 Lehmann, Zentral-Amerika, 11: 719-20.
95 Véanse: Lardé, “Los chorotegas en 0i Salvador”, pág. 286; Throp, “The Southeastern Frontier of the Maya”, Figura 1; Johnson, “Linguistic Map of Mexico and Central America”; y Longacre, “Systematic Comparison and Reconstruction”, Figura 15.

La “nahuatización” de los lencas de esta región está bien documentada para e l
período colonial, y este proceso pudo haber comenzado antes de la conquista.
96 Sin embargo, esta posibilidad se halla debilitada por la declaración inequívoca de Ciudad Real que en 1586 el territorio pipil tenía al
Río Lempa como lindero al este. También es digno de notar que había una
colonia postconquista de habla nahuatl de los indígenas auxiliares en la
conquista, en Mejicapa, a corta distancia al este de Usulután. Hasta
cierto punto, es posible que este grupo haya sido la fuente de la mexicanización de los lencas que tuvo lugar en el período colonial. Ante estos
hechos y con los datos actuales no es posible establecer con seguridad si
hubo o no ocupación pipil durante el período postclásico en las tierras
bajas costeras de Usulután.

Cambiando el enfoque a una época temprana y una zona más al este, Andrews ha recobrado evidencia arqueológica de que un grupo de Veracruz o bajo influencias veracruzanas se trasladó al oriente de El Salvador posiblemente alrededor de 600 d.c.98 Los restos culturales del sitio de Quelepa, cerca de San Miguel, durante la fase Lepa (625-1000 d. C. ) son muy distintos en contenido y carácter a los de las fases anteriores. Desde fines del período preclásico medio hasta el clásico tardío el sitio puede ser atribuido con confianza a los lencas. En el clásico tardío aparecen cambios completos en cerámica, lítica, arquitectura y costumbres funerarias. Además, se introducen al sitio durante la fase Lepa varios rasgos culturales que indican vínculos estrechos con Veracruz. 99

Esta evidencia indica una sustitución total o parcial de la población de Quelepa durante el clásico tardio, y Andrews propone la hipótesis de que una élite veracruzana tomó el sitio con apoyo militar, quizás acompañada por un grupo de la clase baja. Andrews no identifica específicamente como pipiles a estos invasores hipotéticos, pero sugiere que su traslado al oriente de El Salvador esté relacionado con las migraciones pipiles de México a Centroamérica. En vista de la estrecha relación entre el nahuat de Veracruz y el nahuat de El Salvador, es muy posible que la población de Quelepa durante la fase Lepa fuera de los primeros grupos de habla nahuat que entró a la
periferia sur de Mesoamérica. 100

96 Ciudad Real, Relación breve y verdadera 1: 393; Cortés y Larraz,
Descripción g eográfico-moral, 1: 149; Solano, “población y áreas lingüísticas”, pp. 293-94.
97 Ciudad Real, Relación breve y verdadera 1: 329-30.
98 E. Willys Andrews V, Tfie Archaeology of Quelepa, E l Salvador (New
Orleans: The American Research Institute, 1976), p . 783-86; Andrews,
‘The Southeastern Periphery of Mesoamerica”, pp. 725-f9.
99 Andrews, The Archaeology of Quelepa, pp. 41 y 146-48 y SS.
100 Morris Swadesh, “Algunas fechas glotocronológicas Wrtantes
ara l a rehistoria nahua”, Revista Mexicana de Estudios Antropoloqicos 14
71954-19 5% ): 173-92; Alvin Luckenbach y Richard S. Levy, “The implications
of Nahua (Aztecan) Lexical Diversity for Mesoamerican Culture-history”,
American Antiquity 45 ( 1980) : 455-61 ; Fowler, “%e Pipil-Nicarao of Cent
r a l America”, pp. 532-47.
100 Morris Swadesh, “Algunas fechas glotocronológicas Wrtantes
ara l a rehistoria nahua”, Revista Mexicana de Estudios Antropoloqicos 14
71954-19 5% ): 173-92; Alvin Luckenbach y Richard S. Levy, “The implications
of Nahua (Aztecan) Lexical Diversity for Mesoamerican Culture-history”,
American Antiquity 45 ( 1980) : 455-61 ; Fowler, “%e Pipil-Nicarao of Cent
r a l America”, pp. 532-47.

Resumen y conclusión

Este ensayo ha tenido efectivamente tres metas. Primero, hemos tratado de exponer una metodología para estudiar la distribución geográfica, histórica y prehistórica de un grupo indígena de Centroamérica que, como la mayoría de los grupos del área, ocupaba varias zonas no contiguas, las fronteras de las cuales casi siempre estaban en flujo. La base de la metodología es el uso integrado de datos históricos, lingüísticos y arqueológicos.

E l segundo objetivo fue identificar las fuentes históricas que ofrecen datos sobre el problema y evaluar su importancia relativa, así como las contribuciones que puedan hacer en un estudio de esta índole. La meta principal fue reunir y examinar los datos pertenecientes al problema de la distribución geográfica de los pipiles en Centroamérica, tal como se
conoce históricamente, y tal como se puede proyectar a la época prehistórica
(ver mapa).

En resumen, hemos visto que las mayores regiones en posesión de los
pipiles al tiempo de la conquista eran la planicie costera y bocacosta del
sureste de Guatemala, entre los ríos Coyolate y Michatoya, parte de la zona
de oriente de Guatemala, y casi todo El Salvador occidental y central.
Algunas de su poblaciones principales en tiempos de la conquista eran Escuintla, Panatacat, Asunción Mita, Izalco, Acajutla, y Cuscatlán. Estas
zonas y poblaciones por cierto pertenecieron a los pipiles durante e l período postclásico, a p a r t i r más o menos de 900 d.c., y por algún tiempo antes de la conquista es casi seguro que el territorio pipil se extendía
más allá de las fronteras que se conocen por medio de los datos históricos.

Por ejemplo, su territorio en la vertiente del Pacífico de Guatemala
probablemente se extendió al oeste del río Coyolate durante el postclásico
temprano, y en El Salvador es posible que los pipiles ocuparan parte de
las tierras bajas costeras de Usulután, a l este del río Lempa, durante e l
postclásico tardío. Una zona de suma importancia para la ocupación pipil
prehistórica fue la Cuenca Central de El Salvador, con su población principal de Cihuatán, próspero centro del postclásico temprano que, según parece, ya estaba abandonado en tiempos de la conquista.

Los pipiles de la zona de Acasaguastlán, Guatemala, probablemente fueron
reasentados ahí después de la conquista, y este fue definitivamente el caso de los pipiles de Salamá, Guatemala. Hay indicios imprecisos acerca de enclaves pipiles previos a la conquista en Honduras, posiblemente en Naco en la región noroeste y en el valle de Comayagua, y prohablemente en el valle de Olancho. La evidencia histórica indica que hubo pequeños grupos de habla nahuat en el valle de Aguán y en parte de la región de Choluteca, Honduras, y que su entrada puede fecharse por lo menso en el período postclásico.

Apuntes para un esquema de periodización de las lenguas indígenas en El Salvador (2007)

Apuntes para un esquema de periodización de las lenguas indígenas en El Salvador (2007)
Raúl E. Azcúnaga López1
razcunaga@gmail.com

En esta comunicación presento una panorámica básica de las lenguas indígenas de El Salvador desde el momento del contacto con el castellano (s.XVI) hasta nuestros días. Aplico, de manera general la periodización de las fases de Bauman (1980).

Introducción

A la llegada de los conquistadores a las actuales tierras de El Salvador, el grupo indígena predominante era el que con el paso de los años se conoció como los pipiles2. Se ha establecido- con las dudas del caso- (Larde y Larín (1926), Jiménez (1937, 1959), Geoffroy Rivas (1969), Fowler (1983), Campbell (1986), Hasemann y Lara Pinto (1994) entre otros) que
los pipiles llegaron de México producto de una serie de migraciones hacia al sur originadas por eventos dramáticos como la expansión y caída de Teotihuacan (alrededor de 600 d.C), el colapso de Tula (1200 d.C) y el surgimiento de Tenochtitlán (1300 d.C).

Estas migraciones se presentan en términos generales así:
“La expansión Teotihuacana iniciada por el 500 d.C dio lugar a un intenso
movimiento migratorio en el centro de México que culminó con la dispersión, entre otros, de hablantes de nahua, quienes se dirigieron al Golfo de México y Soconusco alrededor del 800 d.C. De aquí habrían partido después para Centroamérica. (…) los chorotega-mangue que se asentaron en la región del Golfo de Fonseca en Honduras y la costa pacífica de Nicaragua, así como la península de Nicoya en Costa Rica, aunque emigraron primero fueron seguidos en un corto espacio de tiempo por los pipiles que se asentaron en la costa pacífica de occidente y el centro de El Salvador. Lo anterior concuerda con el relato de Torquemada en donde dice que los chorotega- mangue “iban en la delantera”. Los

1 Profesor de Lingüística de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente, Universidad de El Salvador. Candidato a Doctor en Artes y Letras, con especialidad en Lingüística Teórica por la Universidad Nacional de Costa Rica.
2 La primera mención de los pipiles es en la cédula real de 1538, después hay otra referencia de Fray Francisco de Vásquéz. León-Portilla (1956:107) constata que la voz náhuat pipil- pipil significa infante, príncipe. Casalbé (cfr. 2002:274) destaca que el grupo indígena protomaya, los pocomames, llamaron pipiles a los indios que huían del altiplano mexicano en su paso por el territorio actual de Guatemala.

Señala, Casalbé, sin dar las explicaciones lingüísticas del caso, que este nombre significa “extraño o extranjero”. En la actualidad la palabra pipil se entiende como noble: pipil viene del nahuat pipiltin, plural de pilli que significa noble. La comunidad indígena se identifica a sí misma como nahua y reclama para su lengua el nombre de nawat o
náhuat . Los estudiosos de la lengua hacen referencia al pipil (Másin (1926), Lardé (1926), Jiménez (1937, 1959), Araus (1960), Schultze Jena (1982), Campbell (1972, 1976, 1978, 1985), Maxwell (1981), Fowler (1983), Lemus (1985, 1997)) o al nawat o náhuat (Geoffroy Rivas 1969, 1973; Lemus 1988, King (2004)). Otro nombre para referirse de manera genérica a este grupo indígena es el gentilicio de indios cuzcatlecos, principalmente entre centroamericanos y el término se vuelve extensivo a los salvadoreños en general. Se usa
pipil también para referir al náhuat de Centroamérica (Campbell 1985). Además, señala Campbell (1985) que otros han empleado la palabra pipil, para referir los dialectos nahuas del sur de Veracruz, Tabasco y Chiapas (Campbell 1985:5). Geoffroy Rivas (1969) utiliza
pipiles o yaquis.

Los pipiles mismos no parecen haber llegado a El Salvador hasta el año 900 d.C. La segunda gran migración atribuida a grupos nahuas, acaecida entre el 1200 y 1300 d.C., (…) se ha identificado como nonoalca. Su llegada constituyó una seria amenaza militar y económica para los pipiles ya establecidos. El trastorno provocado por la migración nonoalca condujo a la separación de grupos pipiles tanto de Guatemala como de El Salvador que se trasladaron a la costa pacífica de Nicaragua, irrumpiendo en territorio chorotega-mangue y subtiaba mangue después de 1200 (…) Estos tardíos inmigrantes son los nicaraos,… ” (Hasemann y Lara Pinto1994: 178).

Al momento de la conquista los pipiles se habían asentado en las regiones occidental y central del país, desde el río Paz hasta el río Lempa; en la región noroeste, hacia Chalatenango, y al oeste de El Salvador estaban los pocomames y chortis (cfr. Larde y Larín 1952); había una expansión territorial maya tolteca hacia Chalchuapa (Hasemann y Lara Pinto1994); los lencas, con algunos enclaves al oeste (Fowler 1989) y ulúas se asentaban en la zona oriental (cfr. Larde y Larín 1952). La lengua de
los pipiles de El Salvador es el náhuat-pipil o pipil de El Salvador, pertenece al subgrupo nahua de la familia Uto-azteca (Cambell 1985).
Desde el primer contacto de la lengua náhuat-pipil con el castellano hasta la fecha se pueden establecer siguiendo la periodización de Bauman (1980), en términos generales, las siguientes fases:

Fase I: De contacto con el castellano y otras lenguas indígenas

Las comunidades indígenas pipiles de El Salvador coexistían con otros grupos que habitaban la zona, algunos que estaban desde antes de su llegada, formando parte de un verdadero mosaico geopolítico, cultural y lingüístico. Diego de Palacio en Carta de Relación a Felipe II sobre la provincia de Guatemala en 1576 señala con respecto a las leguas en las comunidades salvadoreñas que: “… en cada una de ellas (provincias) hay y hablan los naturales diferentes lenguas, que parece fue el artificio más mañoso que el Demonio tuvo en estas partes para plantar discordia, confundiéndolas con tantas y tan diferentes lenguas como tienen, que son: (…) Los Yzalcos y costa de Guazacapán: la popoluca y pipil (…) La de San Salvador: pipil y chontal (…) En la de San Miguel: potón, ytaulepa, ulúa, la choluteca, mangue y chontal.”

En las provincias próximas (de Guatemala y Honduras), al norte y este de El Salvador:

“A la de Chiapa: chiapaneca, zoque, mexicana, zozil, zeldalquelen.
En la Soconusco: la mexicana corrupta y la materna y vibeltlateca. (…..) En la de los Suchitepeques y cuahutemala (Guatemala): mame (man) y achi, cuahutemalteca, chicnauteca, hutateca, chirrichota (…..) La Verapaz: poconchi, cacchi, colchi. (…..) El valle de Accuastlan y el de Chiquimula de la Sierra: hacacuastleca y apay (…..) En Onduras: ulúa, chontal y pipil (…..) En la Taguzgalpa: la materna y mexicana (…..) En las provincias próximas (Nicaragua y Costa Rica), al sur: “Nicaragua: pipil corrupto, mangue, marivio, potón y chontal (…) En la de Costa Rica y Nicoya: la materna y mangue (…)”
(Diego de Palacio 1576/2000: 36)

Se presenta en las anotaciones de Diego de Palacio, el problema de la
compresión de los nombres que utiliza para referirse a las lenguas (“materna” y “chontal”); Herranz (cfr.1995) llega a la conclusión que la “lengua choluteca” de que escribe De Palacio eran el mangue y la ulúa; además, agrega Herranz, citando Chapman que “ deben considerarse como lencas en la documentación colonial todo los indios que aparecen bajo los términos “care, cerquin, putum o potom” “y los términos “ taulepa” y “ pupuluca”.

El término lenca se generalizó a partir de 1855 en que Squier (1897:217) lo utilizó para denominar la lengua y el grupo indígena…” (Herranz 1995: 190).

Mapa Nº 1. Diócesis de Guatemala del siglo XVIII Fuente: Pedro Cortés y Larraz (1921/2000)

Si bien para esta fecha sigloXVII, y hasta muy avanzado el siglo XIX3, establecer los límites del territorio de cada provincia en Centro América es bastante impreciso, para el caso de los pipiles se puede suponer la relación, dada la proximidad de las comunidades y lenguas con grupos
mayenses, lencas y ulúas, principalmente. Lardé y Larín (1957) al estudiar 262 nombres de pueblos, villas y ciudades (toponimia) de El Salvador encuentra glosas de las siguientes lenguas:

Lengua Topónimo %
Náhuat o pipil 137 57.3%
Lenca 83 34.7%
Taulepáulua 13 5.4%
Chortí 6 2.5%
Total 239 100%

Cuadro Nº 1. Fuente: Elaboración propia con base a los datos de Larde y Larín (1957)

El primer contacto del náhuat-pipil con el castellano, se da en 1524 con las primeras expediciones de los conquistadores a Cuzcatlán, que estuvieron encabezadas por el extremeño Pedro de Alvarado, encomendado por Hernán Cortés para la conquista de los territorios actuales de Guatemala y El Salvador. De Alvarado narra los sucesos en dos cartas de relación a Hernán Cortés. La primera con fecha, 11 de abril de 1524 desde Utatlán y la segunda, la más relevante para el caso salvadoreño es fechada el 27 de julio en Iximché o Quauhtemallan. Presenta De Alvarado en esta segunda carta la bitácora de la expedición y narra su enfrentamiento con los Izalcos.
Desde el primer cuarto del siglo XVI los españolas bajo la divisa colonizadora fundaron en los territorios pipiles y lencas las provincias (ciudades) que llegarán tres siglos después a aglutinarse con el nombre de El Salvador: San Salvador de Cuzcatlán (1525); la Ciudad de los Caballeros (1530, de efímera existencia, fundada al oriente de San Salvador, por el actual San Martín); la villa de San Miguel de la Frontera (1530 San Miguel), Acajutla (1532) y la villa del Espíritu Santo de Sonsonate (1552). Y llegan a Cihuatehucan en 1525 a la que llamarán posteriormente (1576 primera referencia) Santa Ana (cfr. Lardé y Larín 1957).

3 Y siglo XX en el caso de las fronteras limítrofes entre El Salvador y Honduras.
4 Esta segunda carta de De Alvarado junto al denominado Códice de Glasgow
– presentación de los combates y traza de la ruta seguida- dan el panorama de la expedición-conquista de Cuscatlán (cfr. Escalante Arce 2000).

En esta etapa colonizadora, apunta Herranz (1995) al tratar la política lingüística en Honduras, le corresponde el establecimiento de una política monolingüe castellana que va de 1502 a 1569, política diseñada por los Reyes Católicos y continuada por Carlos V basada en que “todos los naturales de América debían aprender obligatoriamente el castellano” (cfr. Herranz 1995: 156).

Sin embargo, para este primer contacto del náhuat-pipil con el castellano se debe tomar muy en cuenta que los conquistadores fundaron las ciudades con exiguas fuerzas y los indígenas se alejaron de los asentamientos, dirigiéndose a los montes (montañas) desarrollando en un primer momento prácticamente una convivencia paralela, alejados los unos de los otros.

Posteriormente, de manera paulatina se dará un proceso de mestizaje en el que en un intercambio desigual se comienza a construir un mundo simbólico sincrético con predominio de valores occidentales-cristianos. La lengua, se puede decir, aplicando las fases de Bauman (1980) pasa de un estado de florecimiento a un estado de resistencia.

De la época se tiene noticia, según Parada (1982), del desaparecido Manuscrito Pipil , referido por Lehmann, que Parada “mantiene la hipótesis de sus existencia en el conocido Manuscrito de Amatitlán (1559 – 1562), conformado por 18 folios dobles escritos en Pokoman, 14 en Pipil y 21 en Español….” (Parada 1982: 10)

Fase II: De bilingüismo (náhuat-castellano) y marginación

En el decurso de los siglos XVII y XVIII conforme el modelo administrativo del reino se va instalando se desarrolla una situación de bilingüismo, favorecida por la ordenanza de Felipe II de 1565 para que los predicadores aprendieran la lengua de cada grupo de indios a su cargo; se inaugura con una Cédula Real de 1570 una política bilingüe, para El Salvador de dos lenguas: el español para la administración y funcionarios y el náhuat para la cristianización de los indios en estas tierras (cfr. Herranz 1995: 162). La Iglesia seguirá oficiando en latín. Esto vino a privilegiar el náhuat ante las demás lenguas indígenas que poco a poco irán quedando reducidas.

Se logra así a lo largo de los siglos XVI y XVII que el náhuat diera el salto a la escritura, específicamente el náhuatl de la Nueva España que será reconocido, siguiendo la tradición latina como náhuatl clásico. Lo que condujo a la idea errónea de considerar al pipil como un náhuatl corrupto,
vulgar (hablado). Después de todo, la provincia de San Salvador era periferia de Guatemala y Guatemala de Nueva España, y, además, Centroamérica en la parte occidental y central era el sur de Mesoamérica.

No se mencionan artes (estudios gramaticales) del pipil en esta etapa de la colonia. Sin embargo, el privilegio del náhuat debe relativizarse pues al ser el castellano la lengua de la administración pública, es la de la escuela, de manera que las élites indígenas allegadas a los españoles irán adoptando en un proceso aún no muy documentado, el castellano como su lengua; por otra parte, el fenómeno del mestizaje tan notorio e importante en El Salvador, acelerará el aprendizaje del castellano en las urbes de la época.

Serán los indios de las zonas rurales quienes mantendrán la lengua, en las ciudades y la floreciente clase mestiza se comunicará en castellano. El náhuat- pipil pasa entonces, a la fase que Bauman (1980) llama de resistencia a un estado de reclinación.

Fase III: De la marginación a la negación. La obsolescencia

Ya en la segunda mitad del siglo XVIII, Carlos III retomó la noción imperial de el castellano como única lengua del reino (Cédula Real de 1770) y se desarrolla una política monolingüe (cfr. Herranz 1995: 166), que viene a acelerar la marginación y negación de las lenguas y culturas indígenas.
En El Salvador esta política es coadyuvada por las modernas ideas de la vida política y económica, ya que la élite criolla ve desde muy temprano en el siglo XIX al indio como atraso y barbarie. Los indios y sus lenguas cada vez son más arrinconados en los montes y presionados a una incorporación humillante a la vida de la incipiente nación en el cultivo del añil y la explotación del bálsamo. La vida cultural de las provincias salvadoreñas privilegian el francés y el latín como las lenguas del saber, de ciencias y artes; el latín como lengua de la iglesia y al castellano como lengua oficial.

Con el advenimiento de la independencia y las pugnas en torno a la construcción del aparato de Estado, la situación para las comunidades indígenas llegará a ser más crítica, al punto que a principios de la década del 30 del siglo XIX se dan sublevaciones en Izalco, un motín en San Miguel y el levantamiento indígena de los nonualcos de Anastasio Aquino (1833).
La reforma liberal de finales el siglo XIX agrava la situación de los indios, que para la fecha ya son una minoría ante mestizos y españoles. Los indios salvadoreños reciben el siglo XX como minoría desposeída (de tierra y demás bienes), como comunidades que se enfrentan a la desintegración; como grupo étnico marginado y como cultura y lengua excluidas. Schuller (1928), citado por Del Río (1999:195) señala a propósito del oriente de El Salvador:
“Indios Lenca, con sus arcos y flechas, aparecen cada semana en San Miguel, una de las poblaciones más importantes de Oriente de la República de El Salvador, donde estos indígenas, a pesar de sus escasos conocimientos del castellano, acostumbran a vender con bastante provecho los productos de su industria casera (mecates y otros objetos trenzados de pita), con cuyo lucro luego se aprovisionan para sus hogares.” (Del Río 1999:195).

Mapa 2. Territorios pipil y lenca. Fuente: Ethnologue.com (2005)

Medio siglo después constata Campbell, que en 1970 murió el último hablante lenca salvadoreño (Campbell 1976), idioma, que se ha conocido como el lenca de Chilanga8 (Campbell l976, Arguedas 1987, Del Río 1999). De la extinción del ulúa se conoce poco y el chortí fue de las lenguas que tempranamente se dejaron de hablar en El Salvador.
El náhuat-pipil tiene su estocada más importante en el siglo XX con los sucesos de 1932 en El Salvador. En el occidente del país miles de campesinos se levantan contra los patrones y se produce la mantanza de indios (masacre del 32) con alrededor de 30 mil muertos, bajo la consigna de el indio es comunista. Se desmantela la organización comunal indígena por considerarla una amenaza a la seguridad del Estado y la democracia; se persigue cualquier forma de identificación cultural indígena y se considera al náhuat lengua comunista de subversión. Señala Campbell (1985): “… the goberment decree that Indian languages could no longer legally spoken.” (1985:2)

Unos años antes del levantamiento, el americanista alemán Leonhard Schultze-Jena, visitó la región de los Izalcos y recogió de singular manera relatos pipiles, que sustentaron la publicación de Indiana II: Mytehn in der Muttersprache der Pipil von Izalco in El Salvador (1935) del que se desprende casi medio siglo después en español Mitos y leyendas de los pipiles de Izalco (1977) y Gramática pipil y diccionario analítico (1982).

Cerca de una década antes de la publicación de Schultze-Jena, Másin
(1926) publica su artículo “ El pipil de Izalco” y posteriormente Jiménez (1937) Idioma pipil de Cuzcatlán y Tunalá, hoy República de El Salvador en la América Central . Escritos que junto a otros listados de vocabulario documentan la lengua para este período anterior a 1932 (período pre-32).

Después de los sucesos del 32, pasarán alrededor de 30 años para volver a tratar el tema del náhuat, Jiménez (1959) saca a luz La lengua de los pipiles, sus relaciones con el dialecto lenca y su distribución en El Salvador , un año más tarde Aráuz (1960) El pipil de la región de los Itzalcos y a finales de la década de 1960 Geoffroy Rivas (1969) El Nawat de Cuscatlán: apuntes para una gramática tentativa, trabajos que documentan la lengua para lo que se le puede denominar período post-32. No se tienen al momento datos demográficos y de sociolingüística que orienten el camino hacia la comprensión del fenómeno de la obsolescencia de la lengua, en la terminología Bauman (1980).

Campbell (1985) en el período de 1970 a 1976 en diversas estadías recorre comunidades nahuas salvadoreñas, recogiendo relatos de informantes nativos y señala que: “El pipil es poco usado, sólo lo hablan un pequeño grupo de mujeres mayores principalmente en los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán, al este de El Salvador: Comazagua, Concepción de Ataco, Cuisnahuat, Chiltiupán, Izalco, Jicalapa, Juayúa, Nahuilingo, Nahuizalco, Santa Catarina Mazaguat, Santa Isabel Ishuatán, Santo Domingo de Guzmán, Tacuba y Teotepeque. El número exacto de hablantes se desconoce, ya que muchos son recelosos a ser reconocidos como hablantes (…)los hablantes más jóvenes no hablan fluido. Mientras los censos y otros reportes oficiales señalan un máximo de 2000, mi suposición es que a lo mucho llegaran a alrededor de 200.” (Campbell 1985:2) (la traducción es mía).

Campbell, producto de este trabajo de campo publica The Pipil Language of El Salvador (1985), que se suma a las gramáticas anteriores y que provee un rico diccionario para futuras investigaciones sobre la lengua y que da la posibilidad de trabajos contrastivos de diversa índole. La lengua se puede decir, entonces, que se encuentra en un período avanzado de extinción.

Fase IV: del silencio a la palabra, la revitalización.

De finales de la reciente guerra civil en El Salvador (1980-1992) a la fecha, se ha ido desarrollando un creciente interés por los pueblos, culturas y lenguas indígenas del país que llevan a pensar en un proceso de revitalización del náhuat. Varios estudiosos, se han interesado por la elaboración de cartillas de alfabetización en náhuat (Roque 1990, 2000, Ramírez 2002, King 2004); por debatir el tema de la revitalización (Roque 1996 y Lemus 1999); por diagnosticar la situación de los pueblos indígenas (Perfil de los pueblos indígenas de El Salvador 2004); por discutir aspectos de la lengua (Lemus 1997a, 1997b, 1999, King 2004) y se han creado software para el aprendizaje de la lengua náhuat (Ward 2001 y Tiberio 2005).

Mapa Nº 3. Comunidades indígenas por departamento en El Salvador (2004). Fuente: Perfil de los pueblos indígenas de El Salvador (2004).

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Atlas linguistico pluridimensional de El Salvador

Atlas linguistico pluridmensional de El Salvador (por Raul Ernesto Azcunaga L.)

Atlas lingüístico pluridimensional
de El Salvador (ALPES): nivel fonético

M.Sc. Raúl Ernesto Azcúnaga L.

Universidad Nacional (Heredia, Costa Rica, julio de 2003

Descripción del objeto de estudio

El español de América Central es un área de interés tanto para el conocimiento de las culturas e identidades de la región como para la dialectología como disciplina que trata la variación idiomática. Para la dialectología hispanoamericana, se vuelve relevante en tanto existe una escasez de estudios sobre el español de la región y debido a que el conocimiento de las variantes centroamericanas permitirán ampliar los avances de los últimos años, en el campo de la geografía lingüística en América1.

En términos generales, se han dado varios intentos de caracterización dialectal de la región centroamericana: J.I de Armas y Céspedes (1882), Henríquez Ureña (1921:360), D. Canfield (1988:21), V. Honsa (1988:745) y J.Lipski (1994:19), pero como sentencia Quesada Pacheco al citarlos:
el problema con los intentos por describir y explicar el español de América Central en calidad de una zona dialectal radica en que carecen de una base teórica de conjunto y de una metodología que los una, y por lo tanto deberán tenerse como meras hipótesis hasta tanto no se realicen generales y con un marco teórico-metodológico definido” (2000:162-164)

En los distintos países centroamericanos existen, a la vez, estudios que tratan de dar cuenta de los rasgos que caracterizan sus respectivas variaciones dialectales, pero en la mayoría de ellos, no se cuanta aún con una delimitación de zonas dialectales definida mediante la metodología de la geografía lingüística, que contribuya al establecimiento de isoglosas, a la cartografía general de la región y a una explicación de conjunto en el español de la zona.

Los estudios del español de cada país, además, han privilegiado el tratamiento del nivel léxico, en la búsqueda de la definición de amplios catálogos de palabras que puedan considerarse nacionales: hondureñismos, costarriqueñismos, salvadoreñismos, etc. Se cuenta con diccionarios que dan muestra de esto en todos los países (Guatemala: Armas (1971); El Salvador: Salazar García (1910), Geoffroy Rivas (1975), Casalve (2002), Romero (2003); Honduras: Membreño (1982); Nicaragua: Castellón (1939), Rabella y Pallais (1994), Van der Gulden (1995), Castrillo Gámez (1966), Valle (1972); Costa Rica: Gagini (1892, 1919); Quesada Pacheco (1992, 1996) y Panamá: Revilla (1976), Agulera Patiño (1951), Alfaro (1968), entre otros por país.

Ha estado presente también, en la región un interés por explicar variaciones de índole fonética (Guatemala: Alvar (1980), Canfield (1951), Lentzner (1938), Predmore (1945); Nicaragua: Lacayo (1954, 1962), Lipski (1989), Ycaza Tigerino (1980); El Salvador: (Bonilla (1950), Gozález Rodas (1963), Pedro Geoffroy Rivas (1975, 1978), L. Canfield (1953,1960), J. M Lipski (1985, 1986, 1987); Honduras: Amastea (1989), Lipski (1983, 1986,1987), Costa Rica: Agüero (1960), Arroyo Soto (1971), Chavarría-Aguilar (1951), J. Wilson (1971,1980), J. Quesada Pacheco (1984), Quesada Pacheco (1992).
Investigaciones en otras áreas lingüística como la sintaxis y la morfología tienen mayor retraso.

En el caso específico de El Salvador, se presentan en la investigación sobre el español dos momentos claramente diferenciados2, que se relacionan con el desarrollo mismo del estudio de la lengua en esta parte del mundo: los estudios de índole normativo-academicista de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y los de mayor rigurosidad científica de la segunda mitad del siglo XX en adelante.

Los primeros se desarrollaron con la pretensión de señalar y corregir todas aquellas expresiones que se alejaban de la norma culta; entre los principales trabajos se destaca el “Diccionario de Provincialismos y Barbarismos Centroamericanos, y Ejercicios de Ortología Clásica” (1910) de Salomón Salazar García.

Dentro de los segundos, de tipo descriptivista, son los trabajos de Geoffroy Rivas (1975, 1978) los estudios más relevantes. Geoffroy Rivas basa sus investigaciones en los principios de la relación entre el lenguaje y la sociedad de E. Sapir y la explicación del español americano propuesta por Pedro Henríquez Ureña; según la cual, en América hay cinco zonas dialectales:
el carácter de cada una de las cinco zonas se debe a la proximidad geográfica de las regiones que las componen, los lazos políticos que las unieron durante la dominación y el contacto con una lengua indígena principal” (1921:357-390).

El Salvador, junto a México, Nuevo México y la mayor parte de América Central pertenecen a la primera zona (de norte a sur) bajo la influencia del náhuat.
Geoffroy Rivas se empeña en demostrar la influencia del náhuat3 en el español salvadoreño en el nivel léxico (conformación de palabras)4 y en el fonético mediante la persistencia (sustrato) del sonido fricativo palatal sordo del pipil en muchas expresiones de uso cotidiano en la población salvadoreña. Sus trabajos tienen un carácter relevante por ser los únicos que se proponen como objeto el español salvadoreño en su totalidad (estudio global), se alejan del academicismo, abordan los diversos niveles de la lengua y no se sustentan solamente en la literatura costumbrista. Como el mismo autor señala:
Me he dedicado desde hace años al estudio del idioma, no en su aspecto académico, no conforme a las frías y rígidas normas (…) sino observando los cotidianos cambios que el pueblo –ese genial modificador de las lenguas- va introduciendo en ellas” (Geoffroy Rivas;1966:7).

Hoy en día se puede demostrar que muchos de los fenómenos considerados influencia del náhuat, también ocurren en zonas lingüísticas de toda América en las que nunca se habló aquella lengua, si bien se reconocen las influencias de las lenguas indígenas en general al español de América.

Otros trabajos importantes, específicos del área fonética son: el análisis del lenguaje costumbrista en una muestra literaria de Publio González Rodas (1963); un pequeño estudio sobre la necesidad de la SH en el español salvadoreño de Carlos Bonilla (1950); las observaciones sobre el español salvadoreño y los andalucismos en la pronunciación salvadoreña de L. Canfield (1953,1960); las referencias a la fonética del español salvadoreño en el estudio del español centroamericano de J. M Lipski (1985, 1986, 1987) y el artículo descriptivo del español que se habla en El Salvador y su importancia para la Dialectología Hispanoamericana de este mismo autor (2000).

Estos estudios aportan al conocimiento del español de El Salvador, pero no explican las diferencias entre las distintas regiones del territorio, ni dan cuenta de la distribución geográfica de los fenómenos señalados; lo que lleva a plantear un estudio de esta índole y con las características de un Atlas Lingüístico, pues siguiendo a Coseriu el único método enteramente adecuado para la dialectología es la geografía lingüística, que encara directa e inmediatamente la variedad idiomática (1981:18).

Por otra parte, este trabajo, Atlas Lingüístico Pluridimensional de El Salvador (ALPES), se enmarca dentro de la perspectiva de la geolingüística pluridimensional, método dialectológico y comparativo, que presupone el registro en mapas espaciales de un número relativamente elevado de formas lingüísticas (fónicas, léxicas o gramaticales) (Coseriu 1985: 103) que incorpora a la dimensión diatópica las dimensiones diastrático y diafásica con los parámetros diasexual, diageneracional, así como la dimensión dialengual en casos necesarios (Radtke & Thun 1996: 25-49) para dar cuenta de forma más amplia y sistemática de la variación lingüística.
En el ALPES partiendo de la tal marco teórico y del reconocimiento de que la lengua no sólo cambia en la dimensión diatópica (geografía), sino que también lo hace en la dimensión diastrática (social), se propone estudiar las diferencias lingüísticas por regiones considerando en los informantes el sexo (parámetro diasexual) y la generación (parámetro diageneracional), es decir, se considera la variación de la lengua en función de si el hablante es hombre o si es mujer, si es joven o mayor, para establecerá para cada fenómeno lingüístico sus propios límites por variable geográfica.
El ALPES busca ser un estudio dialectal global del país por lo que abarcará la totalidad del territorio salvadoreño en la definición de los puntos de la red.
El nivel lingüístico de estudio en el ALPES es el nivel fonético y se rastrearán las siguientes realizaciones: 1) vocales /a/, /e/, /o/ postónicas finales; 2) /b/ en posición inicial, tras /ui/, /l/ y /r/; 3) /d/ tras /eu/, /l/, /r/ y /–ando/; 4) /g/ tras /ui/, /l/ y /r/ 5) /f/ ante vocal, ante /ie/ y /ue/; 6) /s/ inicial, intervocálica, final, final y ante t, ante /p/, /k/, /b/, /d/, /g/, /m/, /n/, vibrante /r/ y ante /l/; /x/ en posición inicial ante vocal; 7) /_/ en posición intervocálica e inicial; 8) /n/ posnuclear y final; 9) /r/ final, /r/ intervocálica, ante /n/, /m/, /l/ y /s/; 10) /j/ inicial, intervocálica y tras n; 11) /tr/ inicial e intervocálico; 12) los grupo consonántico /str/, /ndr/, /ldr/ 13) la deshiatación y el cambio de acento.
Tal es objeto de este proyecto de investigación, el establecimiento de un Atlas Lingüístico Pluridimensional de El Salvador. Nivel Fonético (ALPES).

Justificación

En América Central los estudios lingüísticos tienen pendiente la enorme tarea de dar explicaciones pertinentes y de conjunto, por país y de la región en su totalidad, sobre las variantes dialectales del español y la descripción completa y comparativa de las lenguas indígenas y los creoles.
En el caso del español, en El Salvador, al margen de los estudios –escasos y poco conocidos- de aspectos específicos en el nivel fonético, los trabajos con los que se cuenta (ver apartado 4), no se proponen en ningún momento establecer límites geográficos a los fenómenos que señalan, por una parte, y por otra son trabajos que datan algunos desde mediados de siglo XX y otros desde hace ya tres décadas; y la lengua, al igual que los cuerpos teóricos que explican el fenómeno lingüístico han continuado su desarrollo. De igual forma ninguno de estos trabajos presenta la metodología de la geografía lingüística. De aquí la necesidad de proponer como imperioso objeto de estudio para el conocimiento del español salvadoreño en el área fonética la definición de un Atlas Lingüístico.

EL atlas lingüístico de El Salvador permitirá presentar una visión espacial simultánea de fenómenos lingüísticos, con la cual se potenciarían deducciones de orden histórico, general y comparativo (Gimeno, 1994: 82); constituirá un inventario de formas lingüísticas del español salvadoreño y permitiría corroborar la existencia de ciertas formas, cómo coexisten dos o más formas y cómo otras van quedando reducidas.
Además de corroborar la existencia de los rasgos fonéticos señalados como característicos del español dialectal salvadoreño y su estado actual, el ALPES servirá de base para futuras investigaciones en el país que busquen profundizar en ciertas áreas de este mismo nivel fonético; servirá a posteriores trabajos de carácter diacrónico; y se convertirá, dada su metodología, en un eslabón para el establecimiento de las variaciones dialectales en la región centroamericana y en un criterio de comparación para las otras variantes de los países vecinos.

Objetivos de la investigación

Objetivos generales
1. Estudiar la distribución de los fenómenos lingüísticos del nivel fonético del español de El Salvador, considerando las variaciones diatópicas (geográfica) y diastráticas (de sexo y generacional) desde la perspectiva teórico-metodológica de la geolingüística pluridimensional.
2. Contribuir al conocimiento del español salvadoreño, en específico, y del español centroamericano, en general.

Objetivos especificos
1. Cartografiar desde la perspectiva geolingüística pluridimensional mapas que den cuenta de la variación diatópica y diastrática del español en El Salvador en el nivel fonético.
2. Establecer zonas dialectales generales a nivel del español en El Salvador
3. Corroborar la vigencia de los fenómenos fonéticos tradicionalmente considerados como característicos del español de El Salvador.
4. Comparar los resultados obtenidos con similares en el ámbito centroamericano.

Estado de la cuestión

Los estudios del español salvadoreño en el nivel fonético no son muy abundantes. Los más importantes son:
La propuesta sobre la necesidad de la /sh/ en el español salvadoreño de Carlos Bonilla (1950), que tiene como base según el autor que :
el idioma de Castilla ha tenido que aceptar varios injertos de las lenguas indígenas (…) y aunque muchas de esas palabras han sufrido ya la castellanización, aquí aún entre los salvadoreños aún conservan su pronunciación primitiva, y para la cual el castellano no tiene letras aparentes (sic) ( Revista La Universidad (marzo-abril 1975): 12- 13).
Presenta un listado de 37 palabras con el sonido /sh/.
Las observaciones sobre el español salvadoreño y los andalucismos en la pronunciación salvadoreña de L. Canfield (1953,1960), que describen el habla de El Salvador de mediados del siglo XX, señala que “además de ser la tierra de buir a traer, andate y ¡primero Dios! el castellano en El Salvador tiene ciertos rasgos fonéticos que saltan al oído del extranjero…”
El análisis del lenguaje costumbrista en una muestra literaria de Publio González Rodas (1963), en el que se identifican en la novela “Jaraguá” de Napolén Rodríguez Ruiz, fenómenos lingüísticos diversos como la dislocación del acento, la destrucción del hiato, la asimilación y disimilación, el yeísmo, los metaplasmos por adición y supresión, metátesis, vocalización, consonantización y la aspiración.
En la década de 1970 surgen los trabajos de Geoffroy Rivas (1975,1978) que tratan de dar a la lengua salvadoreña una explicación de sus orígenes y de su desarrollo. Geoffroy Rivas intenta en aquellos años que germinan la agudización del conflicto armado salvadoreño de la década de 1980, dar el carácter reinvindicativo de lo que es y será nuestra lengua y desde la perspectiva de un momento crítico darle legitimidad a lo indio, ya campesinado, al pueblo mal hablado ante la norma culta.
Los trabajos de mayor actualidad son las referencias a la fonética del español salvadoreño en el estudio del español centroamericano de J. M Lipski (1985, 1986, 1987) y el artículo descriptivo “El español que se habla en El Salvador y su importancia para la dialectología hispanoamericana de este mismo autor (2000) en donde sistematiza los trabajos hasta ahora realizados y presenta muestras de la literatura costumbrista salvadoreña.

Estos trabajos son importantes, como se señaló anteriormente (en el punto 3), pero ninguno toma el área fonética como tema central, ni son realizados como un estudio específico de geografía ligüística. De tal manera que el estudio de zonas dialectales en El Salvador es completamente novedoso y necesario. Así como lo son trabajos comparativos entre los países de la región.

Marco metodológico

La presente investigación se enmarca dentro de la denominada geografía lingüística pluridimensional (Radtke & Thun 1996: 38), en la cual se consideran variables sociales en la distribución de los fenómenos lingüísticos en estudio. La geografía pluridensional permite tener una visión más global de las distribuciones de los fenómenos lingüísticos en el territorio.
Las variables sociales que se contemplan para esta investigación son: el sexo y la generación. El estudio de estas variables –sexo y generación- posibilita una descripción más completa de la dinámica del sistema lengua e incorpora sectores otrora marginados en la selección de informantes en el marco de la dialectología o de la geolingüística.
En la definición de este Atlas Lingüístico Pluridimensional de El Salvador (ALPES) se toma el nivel fonético como material de estudio. Se indagará sobre la distribución regional de ciertos rasgos considerados característicos de la fonética del español salvadoreño, en específico, y del español centroamericano en general.
En cuanto a la espacialidad, el ALPES es un estudio global de todo el territorio salvadoreño, el cual comprende 20, 460 kms2., con una población aproximada de 6 millones (anexo No. 1).

Definición de puntos de la red

En consideración a los factores expuestos por Montes Giraldo (1995: 92-93) presentado en punto 1.2.3 de este proyecto, se definen los siguientes parámetros como requerimientos básicos para formalizar la red de puntos en El Salvador:
1.Distribución geográfica: se ha pretendido que haya una distribución homogénea en el territorio, sin grandes acumulaciones que dificulten la cartografía ni grandes áreas sin puntos de encuesta.
2. Presencia de todos los departamentos (provincias) del territorio: El Salvador se divide política y administrativamente en 14 departamentos, de cada uno de ellos se ha tomado al menos 1 puntos y en los más grandes y densamente poblados 2.
3. Preferencia en el estudio de localidades urbanas y no de reciente formación: La demografía salvadoreña se caracteriza por concentrar grandes cantidades de población en las tres ciudades más grandes (Santa Ana, San Salvador y San Miguel) y en el resto del país la tendencia es que las cabeceras departamentales aglutinen al grueso de la población y se conviertan en centros de irradiación cultural y lingüística.

4. En atención a la naturaleza nacional del estudio y de las características de la región se han considerado la variedad dialectal del territorio y las zonas de contacto interdialectal fronterizas en el occidente con Guatemala y el norte con Honduras.
Las localidades seleccionadas como objeto de estudio, con el símbolo que aparecerá en el cartografiado, son las siguientes:
RED DE PUNTOS ALPES

N Localidad Departamento Símbolo
1 Metapán Santa Ana SA-01
2 Santa Ana Santa Ana SA-02
3 Ahuachapán Ahuachapán A-01
4 Sonsonate Sonsonate S-01
5 Acajutla Sonsonate S-02
6 Nueva San Salvador La Libertad LL-01
7 Quetzaltepeque La Libertad LL-02
8 Chalatenango Chalatenango CH-01
9 La Palma Chalatenango CH-02
10 San Salvador San Salvador SS-01
11 Panchimalco San Salvador SS-02
12 Cojutepeque Cuscatlán C-01
13 Zacatecoluca La Paz LP-01
14 San Vicente San Vicente SV-01
15 Sensuntepeque Cabañas Sen-01
16 Usulután Usulután U-01
17 El triunfo Usulután U-02
18 San Miguel San Miguel SM-01
19 San Francisco Gotera Morazán M-01
20 La Unión La Unión LU-01

Estos punto son ubicados en el anexo No. 2.

Técnica de investigación

La encuesta es la base para la recolección de datos en el ALPES, que sigue en este aspecto la metodología de la geografía lingüística clásica. Se complementará la información con una entrevista previa al informante, en la cual le preguntan aspectos generales de la localidad y datos básicos sobre su historia de vida.
En la administración del cuestionario se opta en ALPES por la encuesta directa, es decir el encuestador y el informante frente a frente. Todo el material de estudio se registrará en cintas magnetofónicas, por el mismo encuestador.

El cuestionario

El cuestionario del ALPES es el propuesto para el establecimiento del Atlas Lingüístico Etnográfico de Costa Rica,(ALICORI) por M. A. Quesada Pacheco (1992).
La utilización de este cuestionario en el proyecto ALPES permitiría establecer una matriz de datos para la realización futura de estudios de geografía lingüística de América Central en su conjunto, lo cual aportará en gran medida a la explicación de las variantes dialectales del español de la región.
Del cuestionario en mención se retomó la parte correspondiente al nivel fonético (anexo No. 3) previa una prueba piloto (punto 6. 8) que corroboró la validez del instrumento en comunidades lingüística salvadoreña.
Al cuestionario propuesto por el por M. A. Quesada Pacheco se le hicieron modificaciones de dos tipos:
1) Modificación de la redacción de aquellas preguntas referidas al contexto costarricense (preguntas número 1, 12, 15, 23,43, 46 y 47).
2) Incorporación de preguntas para sondear la neutralización de /b/ y /g/ ante /ue/ y cambio en el acento (4 preguntas)
El cuestionario de ALPES consta de 60 preguntas, las cuales responden, casi en su totalidad, al tipo de preguntas indirectas denominadas como NAMING, es decir, preguntas que buscan la respuesta por medio de una perífrasis (Chambers y Trudgill, 1994:46-49) y una minoría es por oposición.

Informantes

De acuerdo al enfoque pluridimensional del ALPES, los informantes no siguen la caracterización clásica NORM´S (nonmobile, older, rural males; de Chambers y Trudgill (1994:56-59)) se mantiene únicamente las características de “nonmobilie” y se incorporan al estudio las variable diastráticas de sexo y generación. (ver punto 5. 1.2.4)
Las características generales de los informantes informantes serán las siguientes:
1. Nativos de la localidad o residentes por más de 20 anos.
2. Con edades comprendidas entre los 60 y los 80 años para la generación mayor y de 30 a 40 para la generación joven.
3. Analfabetos o con escasa instrucción.
4. Con ascendientes y cónyuge nativos de la localidad.
5. Personas poco viajeras y que no hayan residido fuera de la comunidad durante mucho tiempo.
6. Personas con dominio de sus facultades mentales.
7. Personas con dentadura completa.
Se seguirá el criterio del informante único por cruce de variables, así:
1 informante mujer-mayor
1 informante hombre-mayor
1 informante mujer-joven
1 informante hombre-joven
Aunque siempre que sea posible —o cuando las circunstancias lo requieran— se registrarán informantes secundarios, sobre todo en aquellos casos en que la información no sea en partes audible, o en que el informante presenté poca fiabilidad.
El ALPES trabajará con un total de 80 informantes, de los cuales en atención a las variables sexo y generación, y a su cruce se dividirán en: 50% mujeres y 50% hombres; un 50% mayores y un 50% jóvenes.

Transcripción fonética

El procedimiento de transcripción fonética a utilizar es el denominado indirecto, se desarrollará, a partir de la grabación de la encuesta. El alfabeto que se empleará es el Alfabeto Fonético Internacional y los rasgos se presentarán en términos de la fonética y fonología funcionales.

Ordenamiento, clasificación del material y cartografía

Con el material transcrito y analizado se procederá al establecimiento de las isoglosas, al trabajo de cartografía y a la caracterización las zonas dialectales.
Se utilizarán dos clases de mapas:
a) Mapas lingüísticos puntuales o sintéticos: Se presentará un mapa por cada uno de ítemes investigados.
b) Mapas lingüísticos analíticos: Se presentará una elaboración, por medio de símbolos especiales, de las zonas identificadas.

La nomenclatura a utilizar es la diseñada en “Fonética del Español de Costa Rica: Análisis Geolingüístico Pluridimensional” (Vargas 2000) y “Aspectos Morfosintácticos del Español de Costa Rica” (Castillo 2000).

Prueba piloto

La validación del cuestionario se realizó en dos vías:
1) Aplicación del cuestionario original, con la modificación de redacción en que aquellas preguntas y respuestas que hicieran relación directa a la cultura y realidad costarricenses. (preguntas 1, 12, 15, 23,43, 46 y 47).
2) El estudio detallado de lo que cada pregunta busca sondear, es decir, los rasgos característicos. que servirán de parámetro para establecer el Atlas.
En la prueba piloto se administró el cuestionario a una muestra no aleatoria en las comunidades de Texistepeque y Ciudad Arce, de los departamentos de Santa Ana y La Libertad respectivamente, a un total de 8 informantes: 2 hombres-mayores; 2 mujeres-mayores; 2 hombres-jóvenes y 2 mujeres jóvenes.
Esta aplicación permitió identificar las preguntas y palabras-respuesta que generaban dificultad para los informantes y proponer su respectiva modificación.(anexo 5). De las 51 preguntas propuestas para el ALCORI se modificaron:
La redacción de las preguntas pero manteniendo la palabra-respuesta: Siete preguntas, las número: 1, 12, 15, 23,43, 46 y 47.
La redacción de las preguntas y la palabra-respuesta: Seis preguntas, las número 3,5, 23 27, 31 y 50.
El análisis del cuestionario permitió reconocer la enorme coincidencia de fenómenos identificados tanto en El Salvador como en Costa Rica, incorporar aspectos que pueden ser relevantes en el español salvadoreño (neutralización de /b/ y /g/ y cambios de acento) no considerados en la encuesta original, su respectiva incorporación mediante ítemes y reconocer aquellos fenómenos que aunque no son directamente relevantes para el español salvadoreño si lo son para los estudios comparativos en el español centroamericano (por ejemplo, realización de /r/ y de los grupos /tr/ inicial e intervocálica y la de los grupos consonánticos /str/, /ndr/ y /ldr/).

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Zamora Vicente, Alonso (1960): Dialectología española, Madrid: Gredos, 1979.

Salvador (el) Diciembre de 1993

Salvador (el)

Diciembre de 1993

El viaje de Guatemala a El Salvador lo hice por carretera empleando una vieja línea de autobuses que por el irrisorio precio de 400 pts. (2,40€) hice 400 km los que, por supuesto, me llevaron todo el día. Cruzar la frontera fue toda una aventura y la “mordida” estaba asegurada. Yo viajaba con una amiga y se negaban a dejarla pasar…hasta que pagamos.

El Salvador es más tropical que otros países del entorno, aunque más pobre y miserable. Sus ruinas mayas no tienen valor alguno hasta el extremo de que no quise hacer ni una sola fotografía. Lo que han tratado de restaurar está horrible, tal es el caso de Tazumal que son ruinas que han sido “arruinadas”.

Pero, eso sí, hay maravillosas flores por todas partes en un mes de enero, cosa que no tiene Guatemala en estos días, aún cuando son dos países pegados el uno al otro…así son los climas. Yo diría que es la vegetación lo que más destaca de El Salvador y lo más interesante en esta época del año.

El país es veinte veces menor que España. Tiene una buena veintena de volcanes activos y una población de seis millones. Como moneda emplean el Colón que vale unas 14 ptas. (0,084€). Además del español se habla el NAVATL que es un dialecto que no hay dios que lo entienda. Son exportadores de café, azúcar y algodón. A pesar de ello, aquí como en Guatemala, el café lo hacen al estilo americano y es como agua del fregadero…que diría un latino o un habitante de oriente medio; ¡qué vergüenza en un país productor de café! Bueno, hay que tener en cuenta que nosotros los mediterráneos tomamos un café fuerte, expreso, y ellos lo que hacen con el café es casi una simple infusión. Cuestión de culturas. Esto lo hacen la mayor parte de los países productores de café.

En este mes se está haciendo la recolección del café y de la caña de azúcar y es agradable ver por todo el país la actividad de los campesinos, las enormes áreas donde extienden el café para secarlo al sol; los camiones cargados de caña de azúcar, las pequeñas fábricas azucareras, los hornos donde tuestan el café… Es triste descubrir que el café que toman los nativos no es más que el pellejo del café, una vez tostado. Lógicamente el autentico es exportado y como el nivel de vida es tan bajo la gente no puede permitírselo…es como si un país productor de vino no pudiera permitir a su población beberlo ya que con la venta del mismo al exterior obtuvieran mas dinero y asi ayudar mejor a la población pobre. En fin cada uno que lo interprete a su aire.

El país está lleno de ladrones y bandoleros por todas partes, que no son otros que los propios revolucionarios que han detenido la lucha, pero que no encuentran trabajo o no quieren trabajar después de 12 años de lucha armada. Por tanto resulta muy peligroso caminar cuando cae la noche o hasta durante el día por la ciudad. En cualquier caso hay que ir siempre muy atento y no llevar mucho dinero ni ningún objeto de valor o bolso de mano. Por el contRario las mujeres salvadoreñas cuidan su cuerpo, no están gordas, visten bien, van bien arregladas y me han parecido, sin duda, más atractivas y limpias que las de otros países de la zona. También llevan a sus hijos limpios y arreglados.

Las palmeras son muy altas y delgadas. Se mantienen perfectamente verticales como si el viento no pudiera con ellas. Los autobuses son lo más atractivo o simpático del ambiente: están pintados en muchos colores y dan una cierta alegría. Con ellos visité Izalco, Sta. Ana, Chalchuapa, S. Andrés, Puerto Acajutla, etc.

Redes y territorios, articulaciones y tensiones

REDES Y TERRITORIOS: ARTICULACIONES Y TENSIONES

XII ENCUENTRO DE GEOGRAFOS DE AMERICA LATINA
MONTEVIDEO, 3 AL 7 DE ABRIL DE 2009
Jorge Blanco – Instituto de Geografía – Universidad de Buenos Aires – Argentina

I. Introducción

Uno de los rasgos característicos del mundo contemporáneo es la presencia cada vez más destacada de diversas formas de circulación: de bienes, de personas, de informaciones, de ideas, de imágenes, de capitales, siendo uno de los componentes esenciales del funcionamiento actual del capitalismo y de los procesos contemporáneos de organización territorial.

En estrecha asociación con la aceleración de estas diversas formas de circulación, en los últimos años ha sido notable la incorporación de perspectivas relacionales en las discusiones en geografía y otras ciencias sociales. Estas perspectivas traen a un primer plano la discusión del papel de las redes en la conformación y el análisis del territorio y plantean nuevos desafíos teóricos y metodológicos.

Este trabajo se propone como objetivo principal indagar, desde un punto de vista teórico, en la relación entre redes y territorios. Esto implica explicitar qué entendemos por redes y desplegar un conjunto de relaciones entre redes y territorios. Tomaremos las ideas de articulación y tensión que queremos incorporar a la noción de red como guía orientadora de esa búsqueda. En este sentido, entendemos que es muy estimulante indagar a través de los juegos de oposición que los actores tienen capacidad de desarrollar a través de y con las redes.

Algunos de los aportes de la perspectiva relacional en el análisis del territorio están vinculados con la capacidad para plantear las escalas de las prácticas sociales como construcciones sociales y no como niveles escalares fijos, que confinan las prácticas de los actores; en sostener una mirada extrovertida de los lugares; en ser adaptables a considerar un conjunto variable de geometrías del poder (Massey, 2005) y en poner en cuestionamiento el determinismo tecnológico en relación con las transformaciones territoriales.

Las redes son un elemento privilegiado en esta perspectiva relacional. Cuestiones tales como la inclusión y la exclusión, la fragmentación y la articulación, la circulación y el control, la fluidez y la viscosidad, la hipermovilidad y la inmovilidad, la cercanía y la lejanía, la presencia y la ausencia, son abordadas en el trabajo. Una pregunta que acompaña este desarrollo es si existen dos lógicas en el territorio que, en principio, podríamos denominar como areal y reticular, respectivamente. Esto lleva a
tomar en cuenta, de manera simultánea, las escalas en las que diversos procesos sociales cobran sentido y las múltiples interacciones que se producen en lo local como consecuencia de esos procesos variables multiescalares.

II. Acerca de la definición de redes

En este marco, es preciso reconsiderar la noción de redes y tratar de reconstruir las relaciones entre redes y espacio geográfico/territorio1. Desde la geografía, las redes han sido vistas, a menudo, simplemente como objetos técnicos, fragmentados y disociados de las acciones que los originan y son por ellos condicionadas, o han sido abordadas como formalizaciones geométrico-matemáticas aprehensibles fundamentalmente desde una perspectiva cuantitativa. Frente a estas aproximaciones, coincidimos con Paul
Claval (2005) en que la perspectiva de redes puede aportar a la disciplina de dos maneras fundamentales “1. enseñando a leer, por detrás de las formas visibles, las redes que las estructuran y los flujos que las animan; 2. mostrando los estrechos lazos que existen entre las formas sociales y las estructuras espaciales”

La incorporación de la perspectiva de las redes coloca en primer plano las relaciones, los flujos que conectan distintos sujetos/actores/territorios formando un conjunto articulado. La noción de red es polisémica, en el sentido de admitir una pluralidad de significados. Daniel Parrochia describe la red como “un conjunto de objetos interconectados y reunidos por sus intercambios de materia e información” (citado por Gras, 2001). Gras considera la definición insuficiente y agrega: las redes “son flujos, nodos, contactos a larga distancia siguiendo vías” (Gras, 2001:130).

Esta primera caracterización, que alude a los componentes de la red y a destacar, aunque tibiamente, la articulación, puede hacerse más compleja. En las redes pueden distinguirse al menos tres dimensiones: la infraestructura, que remite al conjunto de elementos materiales que permite establecer la relación; los flujos, que rediseñan las redes en la utilización efectiva de la infraestructura; y la infoestructura, que designa la red regulatoria que hace funcionar las redes (Offner, 2000; Pumain – Saint Julien;
2004). Todos estos elementos son articulados para su funcionamiento efectivo por los operadores de las redes, que gerencian y organizan el conjunto.

Milton Santos, refiriéndose a las definiciones de redes, sostiene que se encuadran en dos matrices: “la que sólo considera su aspecto, su realidad material, y otra, en la que también debe ser tenido en cuenta el dato social” (1996: 208-209)2 Resulta central destacar, por lo tanto, la presencia de dos componentes articulados: una arquitectura formal y una organización social. La primera hace referencia, básicamente, a los componentes materiales; la segunda pone de relieve que las características que adoptan esos componentes materiales no son inteligibles sin desvendar quiénes son los actores que conforman y comandan esa red.
1 Dejamos planteado aquí que, según el plano que adoptemos, podemos hablar de espacio geográfico o de territorio. Entendemos esta distinción en términos de una conceptualización abstracta y general (el espacio geográfico) y otra, con referencias empíricas concretas (el territorio). Este último reconoce todas las características del espacio geográfico, pero remite a una porción de superficie terrestre apropiada y transformada, usada por determinada sociedad, sobre la que se despliegan las relaciones de poder, las disputas de clase y de la diversidad e igualdad social, los procesos de identificación, pertenencia y representación colectiva, los proyectos de los actores. (Raffestin, 1993; Blanco, 2007a)
2 En la Geografía del siglo XX hay dos momentos importantes de producción sobre el tema de las redes. A mediados de siglo, en el marco de la perspectiva neopositivista, numerosos geógrafos anglosajones trabajaron con redes, especialmente con las de transporte, con una aproximación cuantitativa. Surgen de allì numerosos indicadores cuantitativos para analizar forma, densidad, grados de centralidad, etcétera. También se aplican modelos para describir y predecir los flujos en las redes. A partir de la década de
1980 hay una reaparición significativa del concepto de redes en el temario geográfico, pero en esta oportunidad es en el marco de la geografía crítica e incorporando la cuestión de los actores como eje para el análisis (Blanco, 2007b)

No debe confundirse esta doble composición con una diferenciación entre redes técnicas y redes sociales, ya que las propias redes técnicas deben ser consideradas tanto en sus aspectos materiales como organizacionales y, de manera simétrica, las redes sociales requieren para desplegarse de componentes materiales. Esta confusión suele ser habitual en lo que se refiere a las redes técnicas (transporte, telecomunicaciones, energía, entre otras), que suelen ser cosificadas y autonomizadas de los complejos procesos sociales que se articulan con esos objetos técnicos en red.

Proponemos, en cambio, que las redes técnicas sean analizadas como un conjunto de objetos (en red, es decir, concebidos como articulados con otros objetos y solo aprehensibles cuando son vistos en esa articulación en una cadena de actores y tecnología), que son al mismo tiempo concreciones y portadores de proyectos. En términos de concreciones, porque las redes
condensan iniciativas, proyectos y políticas de los actores, fijando materialidad en el territorio (Raffestin, 1993).

En términos de su capacidad de ser portadoras de nuevos proyectos, porque habilitan la concreción de nuevas formas de producción y reproducción social a partir de la existencia de esas redes. En cierta medida, la articulación de objetos y acciones, de materialidad y decisiones sociales, propuesta por
Milton Santos (1996) para definir el espacio geográfico, vuelve a reproducirse en esta conceptualización de la red.

Las redes, así concebidas, requieren incorporar una perspectiva dinámica: se puede rastrear su génesis lo que lleva a indagar acerca de su concepción, de su incorporación en la agenda pública, su construcción, su conformación y su funcionamiento y sus transformaciones, lo que implica también concebirlas como cambiantes, inestables, inacabadas, móviles en el tiempo (Musso, 2001; Raffestin, 1993). Esta dinámica puede rastrearse tanto en la configuración material de las redes es decir, en la ampliación, extensión, diversificación, cambio técnico, obsolescencia, como en las operaciones de los actores, que imaginan y deciden estos procesos de cambio.

En este sentido puede decirse que cada red es producida y reproducida constantemente por los actores que tienen dominio y capacidad de gestión sobre ella.

Esta visión dinámica se traduce en el interés por los procesos de reticulación, es decir, por aquellos procesos que canalizan y facilitan interacciones e intercambios entre puntos privilegiados, que aparecen como los nodos o los cruces puestos en conexión por trayectos selectivos. Los procesos de reticulación, en este sentido, son ineludiblemente históricos. La historia de la reticulación es, por lo tanto, la de los procesos de conformación de las redes en sus aspectos organizacionales y de su arquitectura material, impulsados por actores que intervienen en un cierto marco normativo.

Vistas así, las redes ponen foco en las relaciones entre
lugares/sujetos/técnicas/territorios/comunidades y plantean un espacio de posiciones relativas y con significados diversos espacio dinámico, móvil e inestable, sometido a las decisiones de comando y control de la red y a códigos de funcionamiento. Tal vez sea más apropiado decir que es la secuencia no lineal de actores/lugares/objetos técnicos y tiempo, conformando un espacio relativo, la que requiere ser investigada.3 Cada uno
de los términos de esta secuencia se vincula dialécticamente con los demás, de modo que no son comprensibles las acciones descontextualizadas de los lugares, del tiempo y de los objetos técnicos preexistentes.
3 Formulamos esta idea utilizando muy libremente la teoría del actor-red propuesta por Bruno Latour (2008).

De manera similar, los objetos técnicos sólo cobran sentido vinculados con las acciones que les dieron origen y los recrean, en un cierto lugar y tiempo.

Esta reorientación del concepto de redes lleva implícita la discusión con respecto a otros conceptos centrales de la geografía, tales como los de espacio y territorio. En efecto, la modalidad con la que se incorporan las redes en el análisis geográfico está íntimamente ligada a la concepción de espacio geográfico y de territorio.

En este sentido, entendemos el espacio geográfico como una instancia de la totalidad social (Santos, 1996, Massey, 1985; Soja, 1985), Según esta perspectiva el espacio participa como condicionante de los procesos sociales al mismo tiempo que como su producto, en una secuencia de opuestos como productor-producido, subordinantesubordinado, presupuesto-concreción (Soja, 1985; Hiernaux y Lindón, 1993).

En palabras de Massey (1985: 12), “el espacio es un constructo social –sí. Pero las relaciones sociales están construidas sobre el espacio, y eso marca una diferencia”. La misma autora amplía que “comprender la organización espacial de la sociedad, por tanto, es crucial. Es central para nuestra comprensión de las maneras cómo funcionan los procesos sociales; para nuestra conceptualización de alguno de aquellos procesos, probablemente, y para nuestra capacidad para actuar sobre ellos políticamente, con certeza” (Massey, 1985:17)

El carácter de condicionante no debe confundirse con un nuevo tipo de determinismo del espacio sobre la sociedad; por el contrario, es una invitación a pensar en las condiciones en que los procesos sociales se territorializan, en la fijación y acumulación en el territorio de las decisiones sociales de diferentes momentos y en el territorio como un medio a través del cual las relaciones sociales son producidas y reproducidas.

Incorporamos, además, una perspectiva relacional, a partir de los trabajos de Doreen Massey, que conceptualiza al espacio a través de tres proposiciones. Según la primera, el espacio “se constituye a través de interacciones, desde lo inmenso de lo global hasta lo ínfimo de la intimidad” (Massey, 2005:104), debiéndose destacar el carácter constitutivo de las mismas, es decir, considera que las interacciones son parte esencial y distintiva del espacio, lo que es diferente de atribuirle a éste una cierta cualidad derivada de las interacciones.

Según la segunda proposición, el espacio “es la esfera de la posibilidad de existencia de la multiplicidad; es la esfera en la que coexisten distintas
trayectorias, la que hace posible la existencia de más de una voz” (Massey, 2005:105).

Según la tercera proposición, el espacio está en proceso constante de formación, ya que es producto de las relaciones “necesariamente implícitas en las prácticas materiales que deben realizarse” (Massey, 2005:105), o sea, que resultan de un proceso permanente de re-producción.

Es en este marco que se hace necesario pensar las redes en relación con el conjunto de objetos técnicos ya fijados en el territorio, y con el conjunto de prácticas y estrategias que despliegan los actores sobre el territorio. Creemos que este es un punto de partida muy estimulante para repensar las relaciones entre tecnología y territorio, el papel de los objetos técnicos, el contexto de intervención vía redes en el territorio y la noción de impacto territorial que, lejos de presentarse como una acción externa que “recibe” un territorio dado, está intrínsecamente ligada con los procesos en curso, con las estrategias de los actores, con la apertura de posibilidades para acelerar tendencias preexistentes o asociar nuevos procesos con esos objetos técnicos (Offner, 1993; Silveira, 2003; Blanco, 2006).

Como señala Claval (2005) la relación entre formas sociales y
estructuras espaciales “no toma jamás la forma de relaciones de causalidad directa: se trata de correspondencias complejas”

III. Juegos de articulaciones y tensiones en las redes

Decíamos en la introducción que una vía para indagar en las relaciones redes/territorio era a través de los juegos de articulaciones y tensiones. De la definición de articulación rescatamos dos acepciones que pueden ser de interés para nuestro trabajo. La primera plantea “la unión de dos o más piezas de manera que permita el movimiento relativo entre ellas” o que “mantengan entre sí algún grado de libertad de movimiento” (RAE, 2008). La segunda remite a la organización de “diversos elementos para lograr un conjunto coherente y eficaz” (RAE, 2008)

De la definición de tensión, interesa particularmente el “estado de oposición u hostilidad latente entre personas o grupos humanos, como naciones, clases, razas, etc.” (RAE, 2008)

Podemos retomar ambos términos destacando que, en tanto que uno de ellos remite a la unión y a la vinculación de elementos y procesos, con cierta rigidez (y algún grado de libertad) tendiendo a lograr coherencia y eficacia; el otro concepto pone en juego la dinámica, el malestar, los intereses encontrados, la latencia de los conflictos derivados de, podemos precisar nosotros, acciones y estrategias de articulación. Refiriéndose a las relaciones de trabajo, De Urquijo (2007) señala que “la tensión social representa un momento de los antagonismos sociales anterior al conflicto abierto, simultáneo con los
conflictos latentes y concomitante para con los conflictos resueltos parcial y
temporalmente. La tensión, en consecuencia, es un fenómeno constante”

Es decir, que mediante el juego de articulación y tensión lo permanente en el territorio es la inestabilidad, la posibilidad de conflicto, la confrontación de intereses.

Las redes son elementos constitutivos del territorio que remiten de manera inequívoca a relaciones con otros territorios. “No existe territorio sin red” afirman Pumain y Saint-Julien (2004), dando cuenta que, en el proceso de apropiación efectiva de una porción de la superficie terrestre, es necesario el control de la movilidad, el establecimiento de lazos permanentes entre los lugares. Circular y comunicar son aspectos centrales del ejercicio del poder, y se realizan por medio de redes, agrega Raffestin (1993).

Amin(2008), refiriéndose al nuevo orden de funcionamiento del capitalismo global realiza una extensa enumeración de redes: de telecomunicaciones y transporte (alrededor, debajo y encima del mundo); redes corporativas y cadenas de proveedores que vinculan lugares distantes; rutas de emigración, turismo, viajes de empresa, asilo y terror
organizado de alcance transnacional; redes transhumantes de lo viral, animal y vegetal a escala microscópica, corporal, aérea, epidemiológica, planetaria; espacios de relación emocional que van desde el hogar hasta las redes culturales mundiales; incluye registros políticos que exceden ampliamente la comunidad local y el Estado Nación, como la organizaciones internacionales y los movimientos sociales globales.

La creciente importancia de los flujos de todo tipo (personas, bienes, información, ideas, órdenes, capitales) genera cambios en la organización del territorio, llevando a algunos autores, como Pierre Veltz (1999), a hablar de territorios en redes, discontinuos y segmentados, articulados por múltiples redes superpuestas y enmarañadas, en tensión con la vieja concepción del territorio de zonas.

Amin (2008:335) afirma que, en el momento actual, “las ciudades y las regiones aparecen sin ninguna promesa automática de integración territorial o sistémica puesto que se construyen a través de la espacialidad de flujo, yuxtaposición, porosidad y conectividad relacional”

La articulación de escalas a través de las redes es un aspecto central de la relación con el territorio; por esta vía la “economía global está inmediatamente presente en la economía local” (Veltz, 1999:60). Los actores se despliegan de esta manera en las distintas instancias territoriales, vinculando los lugares con lo global, a través del proceso de
construcción social de la escala, mediante las relaciones de producción capitalistas, reproducción social y consumo (Marston, 2000).

Esta autora considera que “el punto fundamental es que la escala no es necesariamente un patrón jerárquico preordenado para ordenar el mundo –local, regional, nacional y global. Es, en cambio, un producto contingente de las tensiones que existen entre las fuerzas estructurales y las prácticas de
los agentes humanos” (2000:220).

El papel de las telecomunicaciones no es menor en este ejercicio de las prácticas sociales vía las teleacciones (Silveira, 2005). “Las redes de la comunicación instantánea tienden un puente inmaterial entre los diversos ‘lugares’ del territorio. Estas redes inmateriales permiten una articulación inédita entre los diferentes niveles escalares (continente, estados, regiones, ciudades…) Los dos extremos –local y global- se encuentran, de hecho, aproximados de manera novedosa a causa de los usos de las
nuevas tecnologías de la información (telecomunicación, informática, transmisión de imágenes).

La irrupción de una casi instantaneidad –que cobra todo su sentido por las
transmisiones de banda ancha en redes confiables, que permiten acceder al mundo entero- plantea en nuevos términos la noción de espacio geográfico” (Bakis, 2001:69).

Al tiempo que se producen estas articulaciones, las redes son frecuentemente vistas como vehículos de tensiones. En realidad, según nuestro planteo, articulaciones y tensiones son indisociables y no pueden ser vistas separadamente.

En este sentido, cuando Pierre Musso reconstruye la génesis del concepto de red destaca que, en sus orígenes, el término estuvo asociado con la red de pesca y con el tejido. Y señala que en estos elementos simples ya emergen pares de opuestos: “la red de pesca retiene los sólidos y deja pasar los fluidos, el tejido cubre el cuerpo y lo deja respirar, lo oculta y lo revela a la vez” (Musso, 2001:196)

Aunque cargada con un origen biologicista, Musso (2001:215) destaca una metáfora inquietante que recoge la “ambivalencia de la vida (circulación de los flujos, la red que funciona) y de la muerte (desperfecto, la red no funciona más)”, como consustanciales a las redes. Con un leve desplazamiento de sentido no es difícil imaginar las situaciones conflictivas derivadas de redes técnicas que no funcionan o que sufren “repentinos” desperfectos traducidos en caos urbano, situaciones de aislamiento, emergencias sanitarias, dejando al descubierto la fragilidad en el funcionamiento del territorio derivada de su dependencia de las redes.

En estrecha vinculación con el par circulacióninterrupción de la circulación, Musso señala la dimensión de circulación-vigilancia que exhibe el poder a través de las redes: “la figura de la red está siempre lista para ser
invertida: de la circulación a la vigilancia, o de la vigilancia a la circulación. Según el modo de funcionamiento de la red, estamos de un lado o del otro, porque la metáfora de la red es, en principio, bicéfala: vigilancia de la circulación y circulación de la vigilancia” (2001:216).
Las conexiones, las vinculaciones, la circulación y la comunicación se realizan en un marco de alta selectividad. Por su propia definición, las redes articulan puntos selectos en una geometría variable. Esa inclusión remite inmediatamente a la exclusión de los no incluidos, porque la conexión solidariza los elementos pero, al mismo tiempo, tiene el potencial de excluir (Dias, 2005). Y son los actores, operadores de ese dispositivo de
socialización, los que concretan la selectividad, la inclusión y la exclusión. Es así como el crecimiento de las disparidades en cuanto a la difusión de las tecnologías de punta no puede sino acentuar las disparidades sociales ya efectivas. El acceso a los productos, a la red y a los servicios implica costos no despreciables, que resultan selectivos en relación con aquellos incluidos y aquellos excluidos (Bakis, 2001).

Las disputas entre lugares para formar parte de la red –como sucede frecuentemente cuando se pone en marcha un proyecto de líneas de transporte de alta velocidad, por ejemplo- ilustran bien estas diferencias entre “ser o no ser” un nodo de la red.

La red materializa otra situación de tensión: aquella que opone la hipermovilidad a la inmovilidad. La hipermovilidad del mundo actual es altamente selectiva: diferentes grupos sociales y diferentes individuos se posicionan de manera diferencial en relación con los flujos y las conexiones: “algunas personas son más responsables por esa movilidad que otras, algunas dan inicio a los flujos y movimientos, otras no; algunas se quedan más que otras en el extremo receptor: algunas están efectivamente aprisionadas
por esa movilidad” (Massey, 2000).

Es necesario recalcar, además, que esa hipermovilidad está acompañada por mayores instancias de segregación y de fijación estrictamente delimitada, como lo muestra el ejemplo del auge de las comunidades cerradas, o la generalización de las condiciones de inmovilidad derivadas de situaciones de desempleo y exclusión, en lo que autores como Hughes, Lash y Urry denominan el “gueto inmovilizado” (citados por Haesbaert, 2004).

Ejemplos evidentes de esta duplicidad hipermovilidad-inmovilidad son corrientes en las grandes metrópolis latinoamericanas, con sectores sociales y recortes del territorio asociados con la velocidad y la globalización, en tanto que otros grupos y recortes territoriales permanecen limitados aún para el ejercicio de sus derechos básicos como el acceso a la educación y la salud y del propio derecho a la movilidad.
De la misma manera puede pensarse esta par de opuestos para las telecomunicaciones, como sostiene Michael Dear (citado en S. Graham; 2000): “Con la telemática, las coordenadas de tiempo y espacio se han ensanchado a dimensiones aún desconocidas, para los grupos de elites altamente móviles, mientras que para las minorías, los pobres, las mujeres y discapacitados, el prisma del tiempo y el espacio se cierra rápidamente hasta convertirse en una prisión temporo – espacial”.

Por su parte, Milton Santos señala un nuevo par de opuestos en relación con las redes, ya que afirma que las redes provocan orden y desorden de manera paralela: “Cuando es visto por el lado exclusivo de la producción de orden, de la integración y de la constitución de solidaridades espaciales que interesan a ciertos agentes, este fenómeno es como un proceso de homogeneización. Su otra cara, la heterogeneización es ocultada. Pero ella está igualmente presente” (Santos, 1996:222).

Las redes reproducen, de manera no mecánica y en un cuadro dinámico, las diferencias en el territorio, y ellas mismas se apoyan en las heterogeneidades del propio territorio. Las políticas en red de
las grandes compañías transnacionales a menudo revelan un marcado orden interno, en el que cobran coherencia y sentido sus decisiones, y una significativa tensión con los lugares de articulación, donde frecuentemente esas decisiones son disruptivas y desatan procesos con graves efectos en el ámbito local. Las producciones de enclave, como las explotaciones mineras transnacionales, son otro ejemplo de esta tensión entre orden y desorden.

Las redes se presentan, asimismo, como las garantes de la fluidez, de la facilidad de movimiento que asegura la eficiencia y la velocidad de los flujos. El imperativo de la fluidez del mundo contemporáneo está asociado con fuertes transformaciones en el territorio. Santos (1996) señala una cuestión crítica en relación con la fluidez: no es una categoría técnica, sino una entidad sociotécnica, ya que en las innovaciones técnicas están operando nuevas normas de acción, como la desregulación. Frente a esta fluidez,
se reconocen los espacios viscosos.

A menudo en la conformación de redes técnicas de circulación se oponen la fluidez a cierta escala con la viscosidad a otra. Este tipo de problema es frecuente en los corredores de transporte como los llamados corredores
bioceánicos, proyectados para garantizar la fluidez entre los extremos y puntos
significativos, que niegan las necesidades en las sucesivas escalas locales de circulación articuladas con el corredor.

En último lugar, para este enunciado provisorio y no exhaustivo, queremos señalar las articulaciones y tensiones que se producen en torno a los procesos de fijación y obsolescencia de las redes. En cuanto a la fijación, ya hemos señalado algo en relación con la disputa territorial por la localización/integración como nodo de una red; hay, además, articulaciones con normas técnicas y códigos de funcionamiento de las redes en las que aparecen vinculados actores, tales como las empresas y los diversos organismos estatales, con capacidad para planificar, ejecutar, regular y controlar el funcionamiento de esa red.

La obsolescencia, por su parte, puede pensarse también como técnicoinstitucional, recuperando la íntima relación que planteamos entre arquitectura material de las redes y organización social. De este modo, en el par fijación – obsolescencia se recuperan las estrategias y prácticas de los actores frente a una visión que, en apariencia, remite esta dicotomía a consideraciones de orden técnico. Los procesos de expansión y
renovación de las redes de servicios urbanos pueden ser un buen ejemplo de campo de decisiones en los que se manifiestan estas cuestiones. En estos procesos es frecuente la necesidad de elegir normas de funcionamiento que vuelven obsoletas otras normas o que proyectan en el tiempo ciertas normas que deberán mantenerse so pena de costos altísimos.

IV. ¿Dos lógicas en el territorio?

Una discusión que ha recibido atención en los últimos años plantea a modo de hipótesis la posibilidad de reconocer dos lógicas en el territorio, en las que se ponen en juego dominios areales y reticulares. Las lógicas, en tanto tales, remiten al sistema de acciones, a los contextos, normas y regulaciones en los que se concretan las intencionalidades de los actores. Lógicas necesariamente delimitadas y confinadas en recortes territoriales, como las lógicas de ejercicio del poder político, se tensan en la relación con procesos que sólo se hacen comprensibles cuando se los mira en un conjunto relacional. Caben aquí como ejemplos no sólo los procesos económicos, como los propios de las modalidades actuales de reproducción del capital por parte de los
actores más dominantes, sino también los asociados con, por ejemplo, las dimensiones culturales y ambientales.
Leila Dias sostiene que la lógica de las redes es definida por los agentes que diseñan, modelan y regulan las mismas, y en las que despliegan sus estrategias. A esta lógica se opone la que resulta de la concepción del territorio como arena de oposición entre el mercado y la sociedad civil, el primero de los cuales singulariza en tanto que la segunda incluye sin distinción a todas las personas (Dias, 2004 citando a Santos).

Otra dimensión de este planteo resulta de considerar la lógica territorial como resultado “de mecanismos endógenos relaciones que suceden en los lugares entre agentes conectados por los lazos de proximidad espacial y mecanismos exógenos -que hacen que un mismo lugar participe de varias escalas de organización espacial.”(Dias, 2004:168)

David Harvey coloca en otros términos la misma discusión, al hablar del nuevo imperialismo. Harvey distingue dos vectores que se fusionan contradictoriamente en su definición: “El primer vector de la definición de imperialismo se refiere a las estrategias políticas, diplomáticas y militares empleadas por un Estado (o una coalición de Estados que operan como bloque de poder político) en defensa de sus intereses y para alcanzar
sus objetivos en el conjunto del planeta. El segundo vector atiende a los flujos de poder económico que atraviesan un espacio continuo y, por ende, entidades territoriales (como los Estados o los bloques de poder regionales) mediante las prácticas cotidianas de la producción, el comercio, los movimientos de capital, las transferencias monetarias, la migración de la fuerza de trabajo, las transferencias tecnológicas, la especulación
monetaria, los flujos de información, los estímulos culturales y otros procesos similares.” (Harvey, 2004:39)

Siguiendo a Arrighi, Harvey identifica dos lógicas: territorial y capitalista, que
presentan diferencias entre sí, en términos de motivaciones e intereses de los agentes, en el grado y modalidades de participación pública. “El capitalista opera en un continuo espacio-temporal sin límites, mientras que el político lo hace en un espacio segmentado territorialmente y, al menos en las democracias, en un lapso temporal dictado por determinados ciclos electorales. Por otra parte, las empresas capitalistas vienen y van,
desplazándose de un lugar a otro, se fusionan o quiebran, pero los Estados son entidades de larga vida, no pueden emigrar y se ven confinados, excepto en circunstancias excepcionales de conquista geográfica, dentro de límites territoriales fijos.” (Harvey, 2004:40)
Los procesos geográficos de acumulación de capital son difusos, en ellos operan agentes individuales “en un movimiento molecular que da lugar a fuerzas múltiples que se entrecruzan, a veces contrarrestándose y otras veces reforzando ciertas tendencias conjuntas. No resulta fácil controlar estos procesos sino de forma indirecta, y a menudo sólo después de constatar tendencias ya establecidas. Los dispositivos institucionales del Estado tienen un papel determinante en la configuración del marco en que tiene lugar la
acumulación de capital, (…) pero, incluso en los Estados autoritarios o los que se denominan “desarrollistas” en virtud de las estrechas conexiones internas entre política estatal, finanzas y desarrollo industrial, encontramos procesos moleculares que escapan a todo control” (Harvey, 2004:40-41)

Y concluye que la relación entre estas dos lógicas debe considerarse “como algo problemático –y con frecuencia contradictorio (esto es, dialéctico)- más que funcional o unilateral.” (Harvey, 2004:41)

Una manera más general de enfocar la cuestión, pero que remite de manera clara a las articulaciones y tensiones, es la presentada por do Río (2006) que, al estudiar cuencas hídricas en el cono sur (un campo típico de estudio de redes), aporta la idea de superficie de regulación para referirse al ámbito de ejercicio de la capacidad normativa sobre una porción del territorio. Al utilizar el término superficie remite a continuidad y delimitación precisa, características que pueden oponerse a la discontinuidad y flexibilidad de delimitación de las redes. Podría enmarcarse en este planteo la
articulación contradictoria entre las topologías de las empresas (Silveira, 2005) y los diferentes marcos de ejercicio de poder por parte de los actores estatales.

Las distintas geometrías del poder de las que habla Doreen Massey (citada por Haesbaert, 2004) para referirse a las desigualdades de configuración, de origen y de distribución del poder, son abarcativas de ambas instancias: poder ejercido en redes de alcances variables interactuando con el poder ejercido en ámbitos de continuidad territorial delimitados.

V. Repensando el territorio desde las redes

Las redes son el vehículo de articulaciones y tensiones que obligan a repensar las miradas sobre el territorio. Al respecto, Haesbert (2004:179) sostiene que “gracias a la fluidez creciente en los/de los espacios y a la predominancia del elemento red en la constitución de territorios, conectando sus parcelas discontinuas, tenemos el fortalecimiento ya no de un mosaico patrón de unidades territoriales en áreas, vistas muchas veces de manera exclusiva entre si y a las cuales denominamos territorioszonas, sino una miríada de ‘territorios-red’ marcada por las discontinuidades y por la fragmentación (articulada) que posibilita el pasaje constante de un territorio a otro, en un juego que denominaremos aquí, más que como desterritorialización o declinación de los territorios, de su ‘explosión’ o, en términos más consistentes de una multiterritorialidad”.

La multiterritorialidad se destaca así por la posibilidad de conexión a diversos territorios, entendidos “como el espacio imprescindible para la
reproducción social, ya sea de un individuo, de un grupo o de una institución”
(Haesbaert, 2004:180). Esta propuesta intenta incorporar entonces las lógicas reticulares y areales a través de la posibilidad de distintas territorializaciones a las que dicho autor clasifica en: más cerradas, tradicionales y exclusivistas, más flexibles y efectivamente múltiples, según admitan o no pluralidad de poderes e identidades, superposición de jurisdicciones, intercalación de territorios o superposición de funciones, controles y simbolizaciones.

Diversas consecuencias se abren sobre las políticas territoriales a partir de esta
perspectiva. Sólo vamos a señalar aquí la importancia que le atribuimos para pensar cuestiones tales como la planificación territorial, la regionalización o el desarrollo local, a menudo planteadas en recortes territoriales cerrados o en una instancia reticular que atiende sólo a algunas de las múltiples relaciones que se vinculan con esas redes.

Amin, en referencia a la importancia de concebir las ciudades o regiones en términos territoriales o relacionales, afirma que esa diferencia tiene una importancia “políticamente significativa” porque estas dos lecturas del lugar remiten “no sólo al alcance y la amplitud de la actividad política local sino también a lo que se considera importante políticamente a escala local” (Amin, 2008:336) El mismo autor aboga por una política local “topológica (es decir, donde lo local agrupa conjuntamente diferentes escalas de la acción/práctica social)” (Amin, 2008:342)

Entendemos que estas cuestiones pueden ser resignificadas a la luz de reconocer y hacer inteligible estas múltiples lógicas, articulaciones y tensiones en el territorio, visto desde una perspectiva relacional y la consiguiente posibilidad de plantear una estrategia apropiada para el logro de los objetivos propuestos.
A lo largo del trabajo se ha ensayado la presentación de algunos aspectos de la relación entre procesos sociales que se desarrollan en la tensión entre la lógica areal y la lógica reticular; la primera expresando las vinculaciones de proximidad y continuidad y la segunda enfatizando las vinculaciones a distancia entre puntos conectados por actores que se explican más por su pertenencia a ese conjunto que por sus relaciones locales.

Creemos que la perspectiva relacional promueve una mirada más compleja sobre los territorios, que no pueden ser explicados por las articulaciones de proximidad o presencia sino son entendidas en el sentido con que las coloca Haesbaert cuando afirma que “lo espacialmente distante se puede hacer ‘presente’ en una disociación entre presencia aquí (espacial) y presencia ahora (temporal)” (Haesbaert, 2004:176).

No obstante, pareciera que aún resta por profundizar en esta línea siendo que estos puntos conectados en una red están localizados y forman parte, en consecuencia, de un sistema de objetos históricamente articulados y situados con los que necesariamente tiene algún tipo de interacción interna. La índole de estas articulaciones, las resistencias y las cooperaciones, las alianzas y las oposiciones, las sinergias y las inviabilidades de los distintos procesos reticulares y areales subsisten como objeto de una indagación más profunda.

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Geometrías del poder y la conceptualización del espacio

Geometrías del poder y la conceptualización del espacio11
Conferencia 1

Doreen Massey (Open University, Inglaterra)

La invitación que recibí a visitar Venezuela me explicó que les interesa a
ustedes el concepto de ‘power-geometry’ – la geometría del poder. Soy geógrafa, y ‘la geometría del poder’ es un concepto que inventé, en el contexto de mi trabajo, para enfatizar el carácter social del espacio – el hecho de que el espacio social (y el espacio en general) es producto de acciones, relaciones y prácticas sociales. Y por eso:
1. como producto social es, por consiguiente, abierto a la política (si lo
producimos, igualmente podemos transformarlo)
2. como producto social el espacio es, en su misma constitución, lleno de,
empapado de, poder social
3. y el poder, como sabemos, tiene múltiples formas (económica, política,
cultural; dominación, igualdad, potencia) y se realiza ‘en relación’, entre una
cosa (persona, nación, región, lugar) y otra
4. y por eso a su vez, el poder tiene una geografía.

Estaba tratando, por este concepto, de establecer ‘el espacio’ (como dimensión, así como es el tiempo) como cosa en juego en la política.

Además, este planteamiento de ‘power-geometries’ es una parte, un elemento, dentro de un tema más amplio – el tema de la (re)conceptualización del espacio. Mi propuesta es sencilla: que importa la conceptualización del espacio: que tiene efectos tanto intelectuales como políticos, y que – aunque normalmente no se reconozca – ‘el espacio’, y su conceptualización, plantea desafíos políticos importantes.

Entonces, empezaré con ‘el espacio’, y quisiera entrar en este tema propeniendo tres características del espacio, que son las siguientes:2
1 Conferencia dictada en la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 17 de setiembre, 2007.
2 Este argumento, y la conceptualización del espacio en general, es elaborado en Massey, For space, 2005, Sage.

*1. El espacio es producto de relaciones (y de la falta de relaciones). Es una
complejidad de redes, una malla, de vínculos, de prácticas, de intercambios, tanto a nivel muy íntimo (como él del hogar) como a los niveles de la ciudad, el país, lo global. Producimos el espacio en el manejo de nuestras vidas. (Ésta es una propuesta bien conocida en la geografía humana teórica, aunque no es bien utilizada en la práctica.)

Un ejemplo: Me di cuenta de esta característica del espacio en estudios de la
industria, y de la desigualdad entre regiones, en el Reino Unido.3 Es decir, se trató del espacio económico. En el Reino Unido el sur/sur-este (la región de Londres) tiene más empleo, ingresos mucho más altos, puestos que exigen un nivel más alto de educación o de formación, etc etc …. que lo tiene el norte del país. (Creo que hay, aquí, circunstancias parecidas entre Caracas y otras partes de Venezuela.)

¿Cómo representar o analizar esta desigualdad regional? ‘Normalmente’ (por
ejemplo en la imaginación del gobierno del Reino Unido y de capital) se
conceptualiza, esta geografía de desigualdad, como si hubiera dos regiones – dos territorios, distintos, con características diferentes. Es (se conceptualiza como) un espacio de territorios. Ésta es la concepción hegemónica y, creo yo, es una conceptualización que refuerza la geometría del poder hegemónica.

Pero esta geografía se puede conceptualizar de otro modo. Por ejemplo: digamos que hay una empresa. Su sede se encuentra en el sur-este, así como la dirección, la junta de directores y la sección de investigación. La producción material se encuentra en el norte. El resultado de esta distribución (y es una distribución típica) no es simplemente dos regiones con características distintas – conceptualizadas como si fueran entidades independientes – sino es que, en efecto, tenemos las relaciones de producción capitalista extendidas ‘en’ el espacio.

El poder de dirección va del sur al norte; las decisiones sobre inversiones se toman en el sur; las vidas de los obreros del norte dependen de las acciones en el sur; etc. Esto es un espacio de relaciones, y relaciones de poder.

No es decir que no existen ‘regiones’ o ‘territorios’, pero las regiones mismas,
sus características y sus identidades, son productos de relaciones dentro de un espacio más amplio.
3 Massey, Spatial divisions of labour, 1984, 2nd edn 1995, Macmillan/Palgrave.

O, mejor dicho, son las relaciones de producción capitalista las que
producen este espacio y estas regiones.
Este es el espacio entendido como producto de relaciones sociales – un espacio de vínculos llenos de poder – y es una forma básica, un ejemplo sencillo, de la geometría del poder. Es decir, el poder se constituye ‘en relación’; por eso hay una geografía del poder – una cartografía del poder.

Eso es la naturaleza de la desigualdad entre el sur-este y el norte en el Reino Unido. Claro que no es en estos términos que la discute el gobierno británico cuando enfrenta el llamado ‘problema regional’. Al contrario, el gobierno habla en términos de una región (el sur-este) que ‘tiene éxito’ y otra región que no lo tiene. Es una geografía casi ‘moral’ – el norte se ve como culpable de su fracaso económico. Para el gobierno, el problema es como el norte puede ‘mejorarse’ para competir con el sureste.

No hay ningún reconocimiento de las enlaces, las relaciones de poder, atando integralmente las dos regiones y sus fortunas económicas. No hay tampoco ningún reconocimiento político del hecho de que integral a las diferencias empíricas, económicas, entre regiones existe una desigualdad más importante – la del poder – una geometría del poder.

Y esta geometría del poder, en la cual domina el sur-este, existe no solo en la esfera económica, sino también en las de la cultura, del financiamiento, y de la esfera gubernamental. Cada espacio – económica, política, cultural – tiene sus geometrías del poder (aunque es importante subrayar que estas esferas son muy interconnectadas).

Pero hablar así, de la geografía del poder, y de las relaciones de poder, constituye una amenaza, un reto, mucho más peligroso a los que mandan, porque implica que lo que se necesita, en el espacio económico, es no solo una descentralización de empleo por ejemplo sino una política de relaciones del poder. Eso fue un ejemplo de un espacio nacional.

El mismo tesis se puede plantear a nivel internacional. En el campo internacional Londres no es simplemente centro financiero (cuestión de rama, sector …) sino también (y más importante) centro de poder dentro de la mundialización neoliberal. La globalización, igualmente, se puede
conceptualizar (debería conceptualizarse) como una complejidad de geometrías del poder. Y es esta geometría, tan desigual y con efectos tan nocivos – y no el hecho en sí mismo de ser global – la que debe ser en juego en la política. Y, de lo que yo conozca de Caracas y de Venezuela, eso es, precisamente, una meta aquí.
La meta no es acabar con la inserción global de la ciudad ni del país, sino tentar de construir otro modo, otra forma, de inserción dentro de la economía mundial – una forma alternativa de incorporación a dicha economía. El intercambio con Cuba (médicos/petróleo) se trata precisamente de una política de relaciones. Transforma una relación que habría podido ser de competencia (lo normal en un mundo neoliberal) en una relación de cooperación. Cambia el contenido de poder de la relación; y cambia el carácter del espacio. Esto es el caso también con el acuerdo con Londres. Son tentativas, creo yo, de transformar un poco la geometría del poder económico y internacional.

*2. La segunda característica del espacio es que: el espacio es la dimensión de la multiplicidad. Sin la dimensión del espacio, no podría existir multiplicidad (en el sentido sencillo de más de una cosa). Pero, también, sin la multiplicidad no podría existir tampoco el espacio. El espacio y la multiplicidad se producen, uno y otro, mutuamente. Es un argumento filosófico,4 pero con implicaciones políticos, y quisiera ejemplificarlo con un caso pragmático geopolítico.

Aún después de la caída de la Unión Soviética y el difundirse del neoliberalismo en todas partes del mundo, toda la evidencia demuestra que siguen haber diferencias marcadas entre países, regiones, lugares, en términos de distribución de ingresos, gastos sociales, movilidad social, compromiso a la solidaridad social, compromiso al ‘mercado libre’ etc. etc. Es decir, sigue la especifidad geográfica, (una forma de) la multiplicidad espacial. De un modo, los diferentes lugares exhiben maneras distintas de organizarse.

Es que son emblemáticos de políticas distintas. Por ejemplo (un hecho
pequeño, para mí inesperado) – la diferencia (en unas medidas) en desigualdad de ingresos entre los Estados Unidos y los países de Escandinavia es tan grande como la diferencia entre los Estados Unidos y México. Es decir, el capitalismo, aun neoliberal, no es la misma cosa en cada país. Es decir, aunque, como dije, los distintos lugares están vinculados, están constituidos mutuamente, siguen sus propias trayectorias. El modelo eeuu no está dominante en todas partes.

El reconocimiento de esto es, al mismo tiempo, el reconocimiento de la multiplicidad (la multiplicidad de trayectorias) que es el espacio social.
Además, esta ‘multipolaridad’ (como se llama en el debate político) es un aspecto necesario en cualquier democracia global. Y afirmar este hecho de especifidad geográfica también constituye una crítica conceptual a las narrativas del neoliberalismo (de la izquierda tanto como de la derecha) que hablen de un neoliberalismo inexorable, inevitable, imposible a resistir o a modificar.
4 Ver For space.

Las narrativas que, por lo tanto, implican que hay solo un futuro, un futuro neoliberal, para todos, todos los lugares. Pero, para que funcione este ‘democracia global’ es preciso que cada lugar haga explícito el acuerdo social sobre lo que se base – los valores éticos que se puedan realizar por la participación común en la negociada/disputada asociación sociopolítica que es ‘el lugar’.

A mi juicio es lo que está haciendo Venezuela en el foro internacional. Tiene
‘una voz’ en el mundo, y es suya. En el libro For space escribí yo:
We come to each place with the necessity, the responsibility, to
examine anew and to invent (Hay que entender cada lugar tomando en cuenta la necesidad, la responsabilidad, de analizar de nuevo, y de inventar.)

No estaba pensando en él, pero Simón Rodríguez, como saben ustedes muy bien, dijó: o inventamos o erramos. Creo que Simón Rodríguez fue buen geógrafo … es una manera excelente de evocar la multiplicidad de ‘lo espacial’, del espacio.

*3. Hasta aquí tenemos: 1. el espacio como producto de relaciones (formando una geometría del poder) y 2. el espacio como dimensión de la multiplicidad (la multiplicidad de entidades con sus propias trayectorias). La tercera proposición que tengo (muy breve, pero importante…y a consecuencias de las características ya mencionadas)… es que el espacio está siempre ‘bajo construcción’. Nunca es cosa acabada. Siempre hay relaciones que queden por hacerse (o no hacerse) y/o que se puedan modificar.

El espacio (las geometrías del poder que lo constituye) está siempre en vías de producción y – por eso – siempre abierto al futuro. Y – por eso a
su vez – abierto también a la política. El hacer del espacio es una tarea política. Si lo conceptualizamos de este modo, el espacio plantea un verdadero desafío a la política.

Aun más, para evadir este desafío, adoptamos frecuentemente imaginaciones (es decir, conceptualizaciones implícitas) alternativas del espacio. Creo que éste sucede en todas las esferas de la política, pero voy a fijarme por un momento en la política que tiene que ver específicamente con este mundo tanto ‘globalizado’ como desigual.

Quisiera darles a ustedes dos ejemplos entonces de esta evasión del desafío del
espacio. El primer es que, frecuentemente, transformamos el espacio en el tiempo. Por ejemplo, cuando planteamos preguntas sobre la pobreza y la desigualdad económica que se encuentran dentro de la globalización de corte neoliberal (pensemos en Mali, Nicaragua, Mozambique) la ‘explicaciόn’ que frecuentemente se ofrece es que estos países ‘están por detrás’ o ‘son atrasados’.

Del mismo modo, utilizamos una terminología de ‘países desarrollados’, países ‘en vías de desarrollo’, etc. O, otro caso, asimismo utilizamos ‘las grandes narrativas’ de la modernidad – del Progreso, de los Modos de Producción – imaginamos un mundo dentro del cual hay una sola
sucesión histórica de ‘períodos’.

En todos estos casos, la geografía desigual del mundo se está transformando en una cola histόrica. Es una transformación (una reorganizaciόn) de la geografía (una simultaneidad espacial de diferencias – una multiplicidad) en una (sola) historia. Es un modo de pensar que tiene una relación fuerte con la modernidad, y con el colonialismo y el imperialismo.

Entonces aquí tenemos dos efectos: primero, la supresiόn de la multiplicidad contemporánea del espacio, y segundo, la reducción al singular de la temporalidad. Aquí hay solo una cola histόrica (un modelo de desarrollo), y es una cola definida por ellos que son ya ‘desarrollados’ (es su historia a ellos).

Hay, en fin, solamente una voz. Y todo eso implica que ellos que se encuentren ‘por detras’ (entre comillas) en esta cola no tienen posibilidad – no tienen espacio – de definer un modelo que sea suyo propio. ‘Su futuro es predicho’, presagiado en el presente de otros paises. Quizás tales paises no querrían seguir el sendero de los países llamados desarrollados – claro que han habido, y hay, muchos ejemplos en América Latina.

Entonces hay que enfrentar explícitamente este modo de ‘ver’ el mundo – lo que sería al mismo tiempo enfrentar un entendimiento de lo que es ‘el
espacio’. Y es un entendimiento del espacio que se usa con el fin de ocultar la
posibilidad de otras maneras de desarrollar.

Eso es una argumentación bastante bien conocida. Pero hay más consecuencias de esta transformación del espacio en el tiempo que yo quisiera sugerir. Primero, es una imaginación que esconde la posibilidad (en verdad el hecho) de que la desigualdad en el mundo se produce en la actualidad – que es una característica estructural de la globalizaciόn capitalista de hoy. Esconde los efectos de las formas actuales de la relacionalidad del espacio (la geometría del poder), que no solamente hace menos probable que la mayoría de ‘los paises atrasados’ puedan desarrollarse sino también (y astutamente) deja a un lado la complicidad de los países ‘desarrollados’ dentro de la producción actual de esta desigualdad econόmica.

Oculta, precisamente, el poder. Segundo, disminuye de una manera (hace menos urgente) las diferencias entre paises (o regiones). Reduce estas diferencias a la ‘posición en la cola histόrica’. Y eso a su vez produce un efecto decisivo: niega la igualdad de voz. Es una manera de despreciar. Niega que somos verdaderamente coetáneos. Y la existencia de coetáneos – de una multiplicidad contemporánea – es una propiedad esencial del espacio.

Ambas consecuencias que acabo de indicar implican la eliminación – la
evasión – de desafíos éticos y políticos, y resultan de un modo específico de imaginar el espacio y el tiempo.

Es preciso aclarar aquí que no estoy criticando toda concepción del ‘desarrollo’ (agua limpia sin duda es mejor que agua sucia). Los problemas a los que me refiero son la singularidad de su forma supuesta y la cuestión de quien es que tiene el poder de definir esta forma. Mi intención es simplemente destacar primero la dificultad para reconocer la contemporaneidad de la diferenciación espacial, y segundo las pequeñas
maniobras de la imaginación que usamos para evitar hacerlo frente.

Los grandes poderes de la mundialización lo hacen. Nosotros científicos sociales lo hacemos. Lo hacemos todos en la vida cotidiana. Cada vez que caracterizamos una sociedad, un país, una cultura como ‘atrasado’ o ‘primitivo’ negamos su diferencia actual. Nos faltamos el respeto a los otros y – declara el filósofo Jacques Derrida – el respeto es una actitud, una disposición de ánimo, integral al verdadero reconocimiento
del espacio.

Y también: al ocultar las relaciones (las geometrías del poder) las que han
contribuido a producir estas características (‘atrasadas’etc) nos privamos a nosotros mismos de la posibilidad de entenderlas políticamente. En resumen, es preciso no transformar el espacio en el tiempo.

*El segundo ejemplo de la evasión del desafío del espacio es que
conceptualizamos – implícitamente – el espacio como una superficie. Hablamos de ‘viajar a través del espacio’. Es otra vez una imaginación colonial. Los ‘viajes de descubrimiento’ del ‘nuevo mundo’ se imaginaban (en Europa a lo menos) en un escenario dentro del que había solamente un agente, un actor (el viajero), el actor que descubrió ‘el nuevo mundo’, ‘los otros’. En este escenario (esta imaginación) hay solamente una historia (la del viajero).

Es como si ‘los otros’ no tuvieran ninguna historia antes de la llegada del viajero. Es una imaginación que hace muy difícil comprender que ‘los otros’, ‘el nuevo mundo’, ‘los indígenas’, también tuvieron sus trayectorias propias. Pensar en el espacio como si fuera superficie tiene el efecto de
privar a los otros de sus propias historias.

En este sentido, la insistencia política en ‘el encuentro’ en vez de ‘el
descubrimiento’ evoca también un espacio más activo – el espacio como una
simultaneidad de historias inacabadas, el espacio como un momento dentro de una multiplicidad de trayectorias. Si el tiempo es la dimensión del cambio, el espacio es la dimensión de multiplicidad contemporánea.

Por esta razón, el espacio es la dimensión de lo social. Es el espacio lo que
plantea la cuestión política más fundamental: ‘¿cómo vamos a vivir juntos; a convivir, co-existir?’ El espacio nos ofrece el desafío (y el placer y la responsabilidad) de la existencia de ‘otros’. Pero en muchos discursos políticos, y en los discursos dentro de las ciencias sociales, no se pone en obra. Eso tiene, creo yo, graves efectos políticos.

*Una etapa más: que trata del tema de la identidad, tanto la identidad de un lugar (ciudad, país, Caracas, Venezuela) como la identidad de grupos, de individuos, de capas sociales.

Si el espacio no es simplemente la suma de territorios, sino una complejidad de relaciones (flujos y fronteras; territorios y vínculos) implica que ‘un lugar’, un territorio, no puede ser tampoco simple y coherente. Al contrario, cada lugar es un nodo abierto de relaciones – una articulación, una malla – de flujos, influencias, intercambios, etc. La identidad de cada lugar (incluso su identidad política) es, por eso, el resultado de la mezcla distinta de todas las relaciones, prácticas, intercambios, etc … que se entrelazen ahí (dentro de este ‘nodo’) y producto también de lo que se
desarrolle como resultado de este entrelazamiento. Es lo que he llamado ‘un sentido global del lugar’, un sentido global de lo local.

Entonces: no hay lugares que existan con identidades ya fijadas (pre-determinadas) que luego tienen interacciones• los lugares adquieren sus identidades, en una parte en el proceso de la práctica de las relaciones ‘con’ otros y en otra parte de las relaciones internas• la identidad de un lugar siempre está en proceso de cambio, de formarse, de modificarse• lo local y lo global se constituyen mutuamente.

Igualmente, podemos conceptualizar la identidad de personas o de grupos sociales del mismo modo.

En las décadas pasadas se ha desarrollado en las ciencias sociales un debate
fuerte respecto a la conceptualización de la subjectividad y la identidad. Se plantea que nuestra identidad es, en su misma constitución, ‘relacional’. Que no existimos ‘en primer lugar’, como islas, y solamente después de esta constitución esencial, nos relacionamos. No somos individuos ‘antes’ de ser social (igualmente no hay lugares fuera de un contexto geográfico más amplio). Todos nosotros (y nuestros lugares) nos ubicamos, nos constituimos, por una red de relaciones de poder.

Más bien es que nuestra identidad se constituye en el proceso de relacionarse. Es una reconceptualización que tiene raíces feministas, anti-racistas, pos-coloniales …Y ha sido muy importante políticamente al romper los discursos ‘esencialistas’, al insister en la constitución social de la identidad.

Esta manera de imaginar la identidad nos puede conducir en múltiples
direcciones. Primero, implica que hay una cartografía de relaciones más amplia que la identidad misma. Somos articulaciones dentro de configuraciones geográficas más extensas. Y eso plantea la cuestión de nuestra relación social y política con esas geografías dentro de las cuales nuestras identidades se construyen; la geografía más amplia de nuestras responsabilidades políticas.

También implica que hay una geometría del poder dentro de cada lugar, que ‘la identidad’ de cada lugar es producto de negociación, conflicto, contienda, entre distintos grupos, grupos con intereses materiales, y posiciones social y políticas, distintivas. Ya hice referencia a ‘la
asociación negociada/disputada socio-política que es el lugar’. ‘Normalmente’ habrá un acuerdo social implícito, y por eso hegemónico, sobre lo que se base el funcionamiento cotidiano del lugar.

‘Lo social’ en este sentido es la esfera de prácticas cotidianas, implícitas; prácticas que, por su mismo carácter implícito, ocultan el acuerdo sobre lo que se basa. El acuerdo social se acepta como ‘normal’, dado por sentado. Aun el hecho de que es producto de una negociación no se ve (pero, claro, de hecho se base sobre una geometría de poder específíca). Pero de vez en cuando hay que poner en duda el acuerdo hegemónico, hacer explícito y visible el
acuerdo y su geometría de poder – y eso es el momento político.

*Lo que he estado tratando de hacer, en mis investigaciones, es poner en juego
como cosa política el espacio y el lugar. Pero eso a su vez implica que hay que
conceptualizarlos en términos de las geometrías del poder, y que el poder mismo tiene una geografía.

A crise brasileira e a geopolítica mundial

A crise brasileira e a geopolítica mundial
20/04/2016

Seria errôneo pensar a crise do Brasil apenas a partir do Brasil. Este está inserido no equilíbrio de forças mundiais do âmbito na assim chamada nova guerra fria que envolve principalmente os EUA e a China. A espionagem norte-americana, como revelou Snowden atingiu a Petrobrás e as reservas do pre-sal e não poupou até a presidenta Dilma. Isto é parte da estratégia do Pentágono de cobrir todos os espaços sob o lema:”um só mundo e um só império”. Eis alguns pontos que nos fazem refletir.

No contexto global há um ascensão visível da direita no mundo inteiro, a partir dos próprios EUA e da Europa. Na América Latina está se fechando um ciclo de governos progressistas que elevaram o nível social dos mais pobres e firmaram a democracia. Agora estão sendo assolados por uma onda direitista que já triunfou na Argentina e está se pressionando todos os países sul-americanos. Falam, como entre nós, de democracia mas, na verdade, querem torná-la insignificante para dar lugar ao mercado e à internacionalização da economia.

O Brasil é o principal atingido e o impedimento da presidenta Dilma é apenas um capítulo de uma estratégia global, especialmente das grandes corporações e pelo sistema financeiro articulado com os governos centrais. Os grandes empresários nacionais querem voltar ao nível de ganho que tinham sob as políticas neo-liberais, anteriores a Lula. A oposição à Dilma e o apoio ao seu impedimento possui um viés patronal. A Fiesp com o Skaf, a Firjan, as Federações do Comércio de São Paulo, a Associação Brasileira da Indústria Eletrônica e Eletrodomésticos (Abinee), entidades empresariais do Paraná, Espírito Santo, Pará e muitas redes empresariais estão já em campanha aberta pelo impedimento e pelo fim do tipo de democracia social implantada por Lula-Dilma.

A estratégia ensaiada contra a “primavera árabe” e aplicada no Oriente Médio e agora no Brasil e na América Latina em geral consiste em desestabilizar os governos progressitas e alinhá-los às estratégias globais como sócios agregados. É sintomático que em março de 2014 Emy Shayo, analista do JB Morgan coordenou uma mesa redonda com publicitários brasileiros ligados à macroeconomia neoliberal com o tema:”como desestabilizar o governo Dilma”. Armínio Fraga, provável ministro da fazenda num eventual governo pós-Dilma vem do JB Morgan (cf.blog de Juarez Guimarães,”Por que os patrões querem o golpe”).

Noam Chomski, Moniz Bandeira e outros advertiram que os EUA não toleram uma potência como o Brasil no Atlântico Sul que tenha um projeto de autonomia, vinculado aos BRICS. Causa grande a preocupação à política externa norte-americana a presença crescente da China, seu principal contendor, pelos vários países da América Latina, especialmente e no Brasil. Fazer frente a outro anti-poder que significam os BRICS implica atacar e enfraquecer o Brasil, um de seus membros com uma riqueza ecológica sem igual.

Talvez o nosso melhor analista da política internacional. Luiz Alberto Moniz Bandeira, autor de “A segunda Guerra Fria – geopolítica e dimensão estratégica dos Estados Unidos” (Civilização Brasileira 2013) e o deste ano “A desordem internacional”(da mesma editora) nos ajude a entender os fatos. Ele trouxe detalhes de como agem os EUA: ”Não é só a CIA… especialmente as ONGs financiadas pelo dinheiro oficial e semi-oficial como a USAID, a National Endwoment for Democracy, atuam comprando jornalistas e treinando ativistas”. O “The Pentagon´s New Map for War & Peace” enuncia as formas de desestabilização econômica e social através dos meios de comunicação, jornais, redes sociais, empresários e infiltração de ativistas Moniz Bandeira chega a afirmar que “não tenho dúvida de que no Brasil os jornais estão sendo subsidiados…e que jornalistas estão na lista de pagamento dos órgãos citados acima e muitos policiais e comissários recebem dinheiro da CIA diretamente em suas contas”(cf. Jornal GGN de Luis Nassif de 09/03/2016). Podemos até imaginar quais seriam esses jornais e os nomes de alguns jornalistas, totalmente alinhados à ideologia desestabilizadora de seus patrões.

Especialmente o pré-sal, a segunda maior jazida de gás e de petroleo do mundo, está na mira dos interesses globais. O sociólogo Adalberto Cardoso da UERJ numa entrevista à Folha de São Paulo (26/04/2015) foi explícito“Seria ingenuidade imaginar que não há interesses internacionais e geopolíticos de norte-americanos, russos, venezuelanos, árabes. Só haveria mudança na Petrobras se houvesse nova eleição e o PSDB ganhasse de novo. Nesse caso, se acabaria o monopólio de exploração, as regras mudariam. O empeachment interessa às forças que querem mudanças na Petrobrás: grandes companhias de petróleo, agentes internacionais que têm a ganhar com a saída da Petrobrás da exploração de Petróleo. Parte desses agentes quer tirar Dilma “.

Não estamos diante de um pensamento conspiratóro, pois já sabemos como agiram os norte-americanos no golpe militar em 1964, infiltrados nos movimentos sociais e politicos. Não é sem razão que a quarta frota norte-americana do Atlântico Sul está perto de nossas águas.

Devemos nos conscientizar de nossa importância no cenário mundial, resistir e buscar o fortalecimento de nossa democracia que represente menos os interesses das empresas e mais as demandas tão olvidadas de nosso povo e na construção de nosso própro caminho rumo ao futuro.

Leonardo Boff é articulista do JB online e escritor.