El Salvador celebra el cuarto cumpleaños del presidente Funes (2009-2013)

29 de mayo de 2013. El presidente Mauricio Funes llega a su cuarto cumpleaños fortalecido con un impresionante y envidiable índice de popularidad, pero a la vez debilitado, con elevadas tasas de endeudamiento y desempleo y lo que es para él más preocupante, con algunos roces con su principal aliado estratégico, la Administración Obama.

En un año tendrá que entregar la banda presidencial al sucesor que bien puede ser su amigo secreto, su aliado público o su ruin adversario…Y para terminar de empeorar las cosas, recientemente observó en Costa Rica como la presidente de esa nación parecía ser la favorita de Obama para el rol de aliado principal.

Sumado a esto, su padrino le va celebrar una gran fiesta pública en el Bulevar Monseñor Oscar Arnulfo Romero, con dulces y regalos, a la que seguramente no asistirá…Pero al ahijado del gobierno del cambio le van a guardar un pedazo del pastel. Tiene ya cuatro años, ha aprendido a caminar por los sinuosos corredores y jardines de Casa Presidencial, también ha aprendido a hablar en los foros internacionales, y entrevistar ya sabía…

Y aunque el presidente Funes entre a la edad de la fantasía y de la omnipotencia mágica, la rueda de la historia no cesa de girar. A continuación exploramos los conflictos y las fuerzas que rodean este singular acontecimiento nacional.

El rostro duro de la embajadora Aponte

La dulce embajadora Mari Carmen Aponte se vio obligada a abandonar su ya familiar sonrisa caribeña y mostrar sus dientes amenazantes ante el inexplicable atraso en la aprobación del famoso asocio publico privado. Tuvo que renunciar a su simpatía y asumir que en este país forjado al calor del autoritarismo solo se atiende al que protesta. Y entonces la embajadora Aponte procedió a exigir y logró su propósito.

Hay dos hechos que revelan que la embajadora Aponte ha logrado en estos momentos salir victoriosa sobre otros sectores nacionales, apoderarse de la iniciativa política y definir así el rumbo del país. Esto no significa que podrá mantener esta situación indefinidamente, pero sí que le pone su sello a este cuarto aniversario presidencial. Dirige el barco. Y la ruta está trazada.

El primero es la aprobación del Asocio Publico Privado, luego de año y medio de vegetar en los archivos legislativos. Lo logró con el voto unánime de los partidos. Todos se cuadraron ante esta orden y obedecieron. Algunos protestaron e incluso poniendo en riesgo su perfil electoral se atrevieron a desafiar al imperio y regatear para dejar por fuera ciertas áreas.

Pero al final obedecieron. Y en este esfuerzo confluyeron además el presidente Funes y la ANEP. También se cuadraron. Y definieron abrirle las puertas y darle la llave de nuestra casa puertos, aeropuertos, carreteras, etc. a las grandes empresas transnacionales norteamericanas. De eso se trata. Es la continuación de las privatizaciones de los años noventa del siglo pasado, pero hoy bajo un gobierno de izquierda.

El segundo es la salida del ministro de seguridad pública y del director de la PNC. Parece ser que el poderoso senador Menéndez que nos visitó a finales de abril fue categórico y en español: ambos tenían que irse. Y ya antes a finales de marzo había venido la subsecretaria de estado María Otero con el mismo discurso: las pandillas tienen que “deshacerse y desaparecer.”Es posición oficial.

Lo interesante es el abanico de fuerzas que la simpática embajadora Aponte logró movilizar para cumplir esta decisión, que incluyó al mismo Banco Mundial, varios medios de prensa, la ANEP, un fiscal general, una conferencia episcopal y concluyó con una sentencia de la sala de lo constitucional de la Corte Suprema de Justicia.

El imperio había hablado. Y esto no significa que haya una relación de subordinación, sino que existen intereses coincidentes que permiten unificar criterios y desplegar acciones simultáneas o escalonadas, como en este caso.
Y que se fueron, se fueron y con esto queda debilitada la estrategia de la ya famosa tregua entre pandillas y fortalecida la estrategia del CARSI, y de las poderosas agencias federales que desde Comalapa restablecen su control sobre la política de seguridad del país. Y aunque la OEA suplique y llore, esto no tiene retorno. Y es un golpe fuerte para el presidente Funes. Le acaban de derribar a una de sus mejores torres. Y torres gemelas.

Y no es la primera vez que lo hacen, a finales de 2011, le impusieron al cumpleañero Funes la salida del entonces Ministro de Seguridad Manuel Melgar y del entonces director de la PNC, Carlos Ascensio. Y tuvo que sacudirse de ellos. Y de ribete se fue el director de la OIE, Eduardo Linares.

No puede obviarse por otra parte, que la destitución de Munguía Payés y Salinas tiene también un aspecto progresista. Y que los que solicitaron el amparo ante la SC de la CSJ son sectores democráticos y hasta revolucionarios. Y esto es lo contradictorio, que el imperio al buscar recuperar el control sobre la seguridad del país logra a la vez hacer avanzar la necesidad de ajustar cuentas con el militarismo y sus nuevos adherentes. Así camina la historia.

Pero no debemos de llamarnos a engaño, no obstante el carácter avanzado de la sentencia de la SC de la CSJ, su claro rechazo al militarismo , su profunda naturaleza democrática y su audaz propuesta de asumir los Acuerdos de Paz como fuente de derecho constitucional, responde de manera directa al interés imperial de golpear a la estrategia de tregua entre pandillas y a sus principales impulsores, para imponerle al presidente Funes nuevos actores y nuevas estrategias que sigan disciplinadamente el guión de las agencias federales (DEA,FBI,CIA) y que no improvisen ni inventen.
Con relación, por otra parte, con la aprobación de la ley de Asocio Publico Privado se fortalece la estrategia imperial reflejada en el Asocio para el Crecimiento, que ha logrado construir una poderosa alianza entre los EE.UU., el presidente Funes e incluso poderosos sectores económicos, que incluyen a los empresarios Francisco de Sola, Francisco Calleja, Ricardo Poma, Roberto Murray Meza y Juan Carlos Eserski. La crema y nata de la oligarquía criolla. Solo les faltó Cristiani y Kriete.
Pero la guerra no ha concluido y entre las futuras batallas de la inquieta diplomática boricua se encuentran las de lograr la aprobación de la ley de Extinción del Dominio, que les permitirá utilizar los activos y el dinero del crimen organizado originado en incautaciones, para financiar programas de seguridad dirigidos por el CARSI. Asimismo continuar con la aprobación del paquete de leyes para convertirnos en colonia. Y la urgente Ley de la Función Pública.
Y todo esto tiene un horizonte más amplio, forma parte del esfuerzo continental por recuperar la hegemonía norteamericana que se expresa también en la reactivación de la IV Flota así como de la coalición internacional conocida como Alianza del Pacifico, que el mismo día que se aprobaba la ley de APP estaba reunida en Cali, Colombia, su VII Cumbre. Están preocupados por el avance comercial y diplomático chino.
Y el propósito era el definir una estrategia que les permita enfrentarse a los agrupamientos del ALBA (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua) y al gigante Brasil, miembro de los BRICS (Rusia, India, China, Sudáfrica). O sea es una pelea a nivel mundial y continental. Es la resistencia ante los imperios. Es el esfuerzo por construir la multipolaridad.
Este nuevo proyecto imperial llamado Alianza del Pacifico, similar al fracasado proyecto del ALCA, tiene ya partidarios a nivel centroamericano, en los gobiernos de Panamá y de Guatemala. Y Costa Rica es ya miembro pleno. Y no sería extraño que este nuevo mecanismo de dominación toque también las puertas de nuestro país.
El presidente Funes: famoso pero débil
Aunque las encuestas puedan maquillar el rostro del presidente Funes es evidente que existe un natural desgaste político luego de intensos cuarenta y ocho meses de estar en el ojo del huracán presidencial. Las canas que rodean su cabeza lo reflejan, así como sus ya frecuentes posiciones a la defensiva y el lenguaje egocéntrico.
Y ya estamos a punto de iniciar el último tramo del viaje de este primer gobierno de izquierda. Y hay problemas que resolver. En particular lo financiero. Es muy delicado que el presidente Funes tenga que confiar al voto de diputados tránsfugas el avance de sus proyectos políticos y el pago de sus gastos administrativos.
Y es revelador que sea el FMLN y no el presidente Funes el que este convocando para las celebraciones del cuarto aniversario. Le están arrebatando en sus narices una celebración que también le pertenece. O que también debería de pertenecerle. Y si lo invitaron parece que no acepto asistir. Parece ser que únicamente lo veremos en su último informe ante la Asamblea Legislativa. Y esto es preocupante para lo que viene después.
Pronto sabremos qué dirá el cumpleañeros en su último informe ante la Asamblea Legislativa, pero seguramente reivindicara –y ARENA así lo espera- la tregua entre pandillas. Y mencionara la ley de Medicamentos, quizás su mejor contribución a la democratización social. Y claro, los programas sociales.
Al presidente Funes se le plantea el dilema de combinar su necesidad de mantener altos índices de popularidad con la también necesidad de fortalecer su posición ante Estados Unidos, que tiene una visión diferente sobre el combate a la delincuencia. Al final el cumpleañero sigue confiando en sus aliados del desaparecido partido Acción Popular (Munguía Payés, Perdomo, Pleités, Mijango) para dirigir su gabinete de seguridad.
El FMLN: poderoso pero preocupado
Políticamente el FMLN es la fuerza nacional más importante. A veinte años de los Acuerdos de Paz ha logrado consolidarse como un partido poderoso, con una considerable experiencia electoral, con un significativo aunque disminuido voto duro, con una militancia fogueada, con presencia ministerial, legislativa y municipal, con amplias alianzas internacionales, en particular Alba Petróleos.
Pero a la vez parece que existe la preocupación en algunos sectores de dirección por tres situaciones: el impacto en la militancia de diversas medidas legislativas; las dificultades de una campaña electoral signada por la incertidumbre y el todavía pendiente desenlace político en la Venezuela post-Chávez.
Sobre los asocios públicos privados posiblemente a regañadientes, empujados por una correlación legislativa desfavorable, y para evitar el aislamiento, el FMLN se vio obligado a subirse al tren imperial y dar una vuelta…Ojala no vuelva a subirse.
El FMLN en los hechos, hace un viraje táctico que lo acerca a Estados Unidos y lo aleja del ALBA. Hace algunos años el FMLN se opuso enérgicamente a la dolarización y al TLC. Y voto en contra. Hoy opta por realizar algunas reformas a la legislación sobre los APP. Y vota a favor.
Y lo mismo sucederá seguramente con el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Y con la ley de la Función Pública. Cuidado. La gente simpatizante observa y analiza. Y saca conclusiones, incluso la militancia. Incluso los funcionarios. Y puede ser que no lo expresen, pero lo sienten…puede ser que no critiquen públicamente, pero se repliegan, se desmovilizan…quedan confundidos y confundidas.
El FMLN a veces parece ser un partido dominado por el pensamiento posmoderno: popular pero desclasado, de izquierda pero desideologizado, de masas pero que niega su papel de vanguardia y su identidad con la clase obrera, con el socialismo y con la ideología revolucionaria encarnada en el marxismo, que renuncia al antiimperialismo y la lucha de clases. Al final de ese camino puede que se encuentre con la rosa socialdemócrata.
El movimiento popular y social: poderoso pero marginal
No obstante la multitudinaria demostración de fuerza de la clase obrera y movimiento popular el pasado 1 de mayo, tres semanas después la embajadora Aponte logra aprobar en la Asamblea Legislativa la ley de Asocio Publico Privado, que es un severo golpe a los intereses de los trabajadores y de la nación en general. Y no pudimos detenerlo.
El movimiento popular y social ha sufrido una derrota estratégica al no tener la capacidad de detener la aprobación de la ley de Asocio Publico Privado. Luego de esto vendrá la Ley de la Función Pública. Y así se irá perfilando una nueva escalada de medidas neoliberales que golpearan a los sectores populares. Y nos van a saquear aun más…
No obstante los esfuerzos realizados por el FSS, COFEVI, CONPHAS, CIRAC, la CSS, para evitar esta aprobación, la falta de coordinación para educar políticamente y movilizar a amplios sectores populares, permitió que los esfuerzos fueran dispersos y débiles y que al final los intereses de la Embajada de Estados Unidos y sus antiguos y nuevos aliados locales prevalecieran.
Es un movimiento popular que trabaja por acercar la llegada de un nuevo ascenso de la lucha popular, luego de más de una década de estancamiento. Por acortar este periodo de reflujo de la lucha popular y acelerar lo que llamaba Schafik un nuevo periodo de flujo.
Hace diez años, en 2002, el detonante que fue la chispa que encendió la pradera fue la pretensión de Francisco Flores de privatizar los servicios de salud. Esto originó un diluvio de protestas y las famosas marchas blancas, y la creación del BPS y del MPR-12. Fueron tres años (2002-2005) de movilizaciones populares que terminaron con la acción provocadora de Belloso, que originó un nuevo reflujo del cual todavía no salimos.
La ANEP: cabildeando en Washington y golpeando en San Salvador
En una interesante actitud ofensiva la ANEP viajo a Washington para cabildear en contra de este gobierno de izquierda. Fueron a explicar que es un gobierno que no respeta los derechos humanos, en particular la libertad de expresión. Fueron a denunciar que es un gobierno que se mantiene en una prolongada batalla en contra de la empresa privada. Fueron a informar que es un gobierno corrupto e incapaz.
Y dentro del país diariamente conspiran para denunciar la tregua entre las pandillas, la falta de medicinas en los hospitales, las deplorables condiciones de las escuelas; la falta de vivienda digna para los sectores populares. Están en campaña las veinticuatro horas del día. Y deben de estarlo ya que de acuerdo con su XIII ENADE son empresas “con responsabilidad social.”
ARENA cambiando de coach
La llegada del expresidente Flores a la coordinación de la campaña electoral está rindiendo ya los primeros frutos y quizás poniendo fin a la interminable sangría. Parece ser que ARENA como fuerza política no estará ya más condenada a sufrir y resignada a llorar.
Con una agresiva campaña publicitaria en la que Quijano rechaza la tregua entre pandillas, la mano de Flores parece destinada a restablecer el equilibrio de un barco que se hundía en el aburrimiento.
La conexión colombiana: Avianca, Royal Decameron, Grupo Sura, Grupo Carvajal, Davivienda, Bancolombia y Banco de Bogotá.
Existe un nuevo actor en el escenario político salvadoreño que hay que seguirle la pista. Es el capital transnacional, que tiene un fuerte componente colombiano, ya que controlan los tres principales bancos. Incluso acaban de pintar en las agencias del Banco Agrícola el logo de Bancolombia con los colores de la bandera de ese país. Y lo mismo sucederá este año con los aviones de TACA que pasaran a llevar el logo de sus dueños, de Avianca y van a eliminar las loras.
El capital transnacional un actor que prefiere el silencio a las declaraciones, pero que influye y su peso se irá consolidando a medida que vayan desplazando a la oligarquía local. Controlan ya el 53 % del sistema financiero. A nivel latinoamericano, en términos de activos, el Bancolombia ocupa la posición 20, el Banco de Bogotá la 23 y Davivienda la 27. Es extraño que todavía no tengamos presencia de la banca brasileña, que por sus activos es la líder continental, seguida por México y Chile.
Y el capital transnacional, que se concentra en cuatro sectores claves: fianzas, telecomunicaciones, manufactura y electricidad tiene también un componente mexicano en la telefonía mediante Claro, propiedad de América Movil, de Carlos Slim y en los jugos de fruta por medio de Jumex, con sun planta instalda en Nejapa en 2007.
La española Movistar, de Telefonica y la aseguradora Mapfre. Y un componente brasileño a través del Grupo Volvo, que esta meritoreando para el contrato de SITRAMSS. La empresa canadiense aeronáutica Aeroman.
El segundo banco del sistema es el canadiense Scotiabank y el tercero el estadounidense Citi. Y existe Pizza Hut y McDonald. Kimberly-Clark, la Corporación AES y DELSUR (electricidad). De Estados Unidos, los gigantes minoristas Wal-Mart y PriceSmart, la empresa de informática Hewlett-Packard; las textileras Hanesbrands y Fruit of the Loom; Sykes Y Stream Global, empresas de servicios empresariales. Esta última ubicada en Ciudad Arce es la mayor empleadora luego del gobierno, con 9,3000 empleados. La compañía japonesa electrónica AVX. La textilera brasileña Pettenati instalada en Coatepeque en el 2008.
La empresa atunera española del Grupo Calvo ubicada en La Uniòn en 2002. La controversial italiana ENEL, dueña de nuestros ausoles. La sudafricana ILC, propiedad de SabMiller. La empresa farmaceutica alemana Bayer; de servicios logísticos DHL y Red Fox, de plantas ornamentales. La inglesa Unilever. El guatemalteco Pollo Campero. Los gigantes suizos Nestle (alimentos) y Holcim (cemento), entre muchos otros.
Hay 16 Zonas Francas de Exportación que representan a cerca de 200 empresas, en su mayoría maquilas de textiles, de propiedad estadounidense (en un 40%), coreana y taiwanesa. La ubicación geográfica de estas zonas en seis departamentos nos permite identificar los futuros territorios en lucha.
Estos son Santa Ana, la Libertad, San Salvador, La Paz, Usulután y La Unión. Y en términos de municipios Chalchuapa, Santa Ana, Colón, Cuidad Arce, Opico, Santa tecla, Zaragoza, Ilopango, San Marcos, Olocuilta, La Herradura, Jiquilisco y la Unión.
Perspectivas
Durante cuatro años el gran capital no ha gobernado El Salvador. Esto explica le fuerte componente social de este gobierno. Es un hecho histórico inédito. Un gran avance. Por primera vez el administrador de la finca no representa los intereses de los barones de la tierra ni de la banca. Tampoco representa los intereses de los trabajadores. Pero fue impuesto por los trabajadores, aunque gobierne para sectores no oligárquicos del capital nacional.
Ante esta situación excepcional que ha impactado en lo político pero también en la delicada área económica, se presentan sorpresivamente tres salidas. La de la restauración oligárquica, la de la continuidad tutelada por las transnacionales o la de la continuidad orientada a la profundización del proceso.
Del desenlace del enfrentamiento tanto político como electoral entre los diversos sectores en pugna, en especial dentro y entre la Administración Funes, el FMLN, ARENA, la ANEP, la Embajada de Estados Unidos, el capital transnacional y el Movimiento Popular y Social va depender el éxito o fracaso de los contendientes presidenciales.
Es en estos siete sectores en pugna y en sus respectivas alianzas, rupturas, alineamientos, compromisos, intereses y necesidades que cristaliza los senderos de la lucha de clases en el país. Son siete grandes fuerzas que se disputan la hegemonía para definir el rumbo nacional e imponer su respectiva agenda política.-

Entrevista con Ricardo Poma, New York Times

27 de febrero del 2010. El padre de mi padre, Bartolomé Poma, nació en Barcelona y trabajó como mecánico automotriz especializado en París a principios del Siglo XX.
RICARDO POMA Jefe Ejecutivo del GRUPO POMA, San Salvador, El Salvador. EDAD: 63 años POETA FAVORITO: Rubén Darío ÚLTIMO LIBRO LEÍDO: “The Millenium Trilogy” por Stieg Larsen, (“La Trilogía del Milenio”).

Mi abuelo se mudó a El salvador en 1918 y fundó la Compañía que llamó “B. Poma Ltd”. dedicada a la venta de automóviles Hudson y Essex. El gran salto se produjo cuando él adquirió y recibió los derechos de distribución de la General Motors.

Mi Romanticismo y mi Espiritualidad es producto de las enseñanzas de mi madre. Mi madre era muy bohemia, mi interés por la poesía me la infundió mi abuela.
Cuando tenía 16 años, mi abuela me leía bastante poesía. Ella decía, “Apuesto que tu mamá está creyendo que andas afuera con chicas y no creería que haz estado leyendo poesía conmigo”.

Luis, mi padre, era un trabajador estoico, modesto y muy activo, más que todo tenía un espíritu pionero. Después de hacerse cargo de los negocios de mi abuelo en los años 30. En 1952 adquirió los derechos para distribuir la marca TOYOTA. Mi padre era un excelente visionario.

Mi padre llevó a cabo la diversificación del GRUPO POMA. También encabezó la creación de la Fundación Salvadoreña para la Salud y Desarrollo Humano, conocida como FUSAL, yo de sido su presidente desde 1966. En la última década, FUSAL ha distribuído una cantidad de $350 millones en suministros médicos donados por instituciones norteamericanas.

Siguiendo el ejemplo y los pasos de mi padre, en 1994, inicié la fundación de la Escuela Superior de Negocios y Economía en San Salvador (ESEN), para formar a los futuros líderes, que dirigirán al país, con los más altos estándares de excelencia académica.

Aunque yo soy uno de cinco hermanos, todos somos y estamos muy unidos, he compartido muchas experiencias significativas habiendo crecido a la par de mi hermano mayor Roberto, ambos fuímos a universidades de los Estados Unidos; Roberto a la Universidad de Notre Dame y yo a la Universidad de Princeton. Después de graduarnos de la Universidad, ambos simultáneamente obtuvimos nuestro MBA, (N.del.T. Master in Bussines Administration, Maestría en Admimistración de Negocios), Roberto lo estudió en la Universidad de Stanford y yo lo saqué en la Universidad de Harvard.

Cuando nosotros regresamos a El Salvador, Roberto comenzó ejerciendo en el servicio público; y yo me incorporé a la empresa familiar. Roberto se convirtió en el Presidente de la Junta de Turismo.

Toda la familia estaba prosperando mucho. Recuerdo claramente un día de 1977, estábamos en un almuerzo familiar en la finca de nosotros, yo estaba sentado muy cerca de una lagunilla de agua muy clara bajo un enorme árbol. Saliendo de la nada, nuestro padre dijo: “Estamos tan felices, tan unidos, en los negocios nos está yendo exelentemente bien y El Salvador está avanzando y progresando. ¿Cuándo nos caerá el hacha?.

Él resultó ser profético. Unos pocos meses más tarde, mi hermano Roberto fue secuestrado por guerrilleros de la izquierda radical y exigieron un voluminoso rescate. Nosotros pagamos una sustancial suma, sin embargo, ellos no le dieron la libertad. Durante un mes pedíamos y rogábamos por su liberación. Por último, después de haber realizado una intensa búsqueda a lo largo y ancho de todo el país, lo encontramos enterrado detrás de una casa en una colina de San Salvador. Los forenses nos dijeron que había muerto dos días después de su secuestro, debido a una gran cantidad de heridas que tenía.

Sus seres queridos nunca nos hemos recuperado de tal experiencia; el dolor viene a ser o se convierte en algo que da forma a lo que uno es. Cada noche antes de acostarme, digo una oración pidiendo consuelo para las familias que han perdido un hijo.

Durante la turbulenta década de los 80, la cuál los salvadoreños la llamamos “La Década Perdida”, tomamos la decisión de empezar un proceso de diversificación internacional de nuestros negocios. El GRUPO POMA ahora distribuye varias marcas de vehículos en seis países, tenemos nuestros propios Centros Comerciales, Edificios de Oficinas, Hoteles en once países y tenemos divisiones para la Manufactura y Asuntos Financieros.

A pesar de todo lo que poseemos, nunca dejaremos a El Salvador el cuál es nuestro hogar. Nosotros nunca lo haremos.

Yo he tenido mi propia licencia de piloto de aviación desde que tenía 21 años y vuelo a todas partes en mi avión privado, excepto a Asia y Europa, lo hago en mi Cessna Citation XLS. En éstos días, mis tres hijos y el hijo de mi hermano Roberto, a quien lo considero como si fuera mío, los cuatro trabajan en cualquiera de las cuatro divisiones del GRUPO POMA.

A menudo me preguntan que cómo nos hemos arreglado para llevarnos tan bien en una empresa familiar que ha durado cuatro generaciones. Una manera de hacerlo es que cenamos toda la familia unida todos los lunes por la noche en San Salvador. Existe una tan sola regla: De negocios nunca platicamos en la mesa, de lo contrario nuestras esposas se rebelan.

Esta entrevista fue realizada por Perry Garfinkel, del New York Times.

La izquierda armada salvadoreña en las décadas de los 70 y 80: un debate pendiente

UCA. Semanario Proceso. Marzo de 1997. No. 749. Como es de sobra conocido, a lo largo de la década de los 70 se fueron constituyendo los núcleos político-militares que en la década siguiente conformarían el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN): FPL, ERP, FARN y PRTC, a los que se unió el PCS, con su brazo armado las FAL. Antes de vincularse más o menos orgánicamente en el FMLN, cada una de las organizaciones político-militares no sólo trató de hacerse de un cuerpo doctrinario que la legitimara como la auténtica expresión de los intereses populares (obreros y campesinos) y como la verdadera vanguardia de la revolución, sino que implementó las actividades más diversas para hacer sentir, ante la sociedad y ante los grupos de poder, su fuerza militar.

Estas actividades sin importar los costos humanos y materiales que trajeran consigo siempre fueron presentadas por sus ejecutores como el medio necesario para arribar a una sociedad más humana, solidaria y fraterna. Es decir, eran actividades que se legitimaban por el fin que se buscaba conseguir con ellas. La violencia político-militar, pues, era la partera de la nueva sociedad: la socialista. Los lemas más queridos de estos grupos político-militares eran: “Liberación o muerte: hasta la victoria final”, “Revolución o muerte, el pueblo armado vencerá”, “Vencer o morir”, “Lucha armada hoy, socialismo mañana”, “Combatir hasta vencer por Centroamérica, la liberación y el socialismo”.

La lucha y la muerte no eran males necesarios, sino valores que tenían que ser defendidos y proclamados a cualquier precio. Para la izquierda armada salvadoreña de los años 70, la lucha y la muerte no eran unos simples medios que se justificaban por el fin perseguido, sino que eran inseparables (incluso se identificaban) con este último. Era absolutamente ilegítimo proclamarse un socialista o un comunista si no se estaba en disposición de luchar militarmente, jugarse la propia vida y matar a otros (los “enemigos” del socialismo y del comunismo). Más aún, no bastaba la disposición, sino que había que demostrar con hechos la verdadera vocación revolucionaria.

En la década de los 80 nació el FMLN. La unidad de las cinco organizaciones político-militares bajo una sola sigla llevó a muchos engaños, entre ellos el de creer que con ello se habían superado los particularismos de la década anterior. Pues nada más alejado de la realidad que eso: en la comandancia general del FMLN nunca dejaron de estar representados los intereses y pugnas que las cinco organizaciones jamás superaron, al igual que nunca fueron superadas la barreras territoriales que cada una de ellas estableció en sus respectivas zonas de influencia.

En la década de los 80 también siguieron perviviendo, tanto en el FMLN como en cada una de sus organizaciones, los valores de la lucha y la muerte como exigencias insoslayables del compromiso revolucionario. En el marco de la guerra civil esos valores se tradujeron en iniciativas militares algunas llevadas adelante por el FMLN y otras a iniciativa de una organización en particular cuya creatividad dejó pasmados no sólo al ejército y al gobierno salvadoreños, sino también al gobierno de Estados Unidos, así como a las demás naciones que tenían puesta su mirada en El Salvador.

Pero no sólo se tomaron iniciativas de naturaleza estrictamente militar. Hubo una serie de iniciativas que trajeron consigo la pérdida de vidas humanas inocentes o pérdidas materiales de gran envergadura que sólo por cinismo o ignorancia se pueden considerar de carácter militar. En estas actividades unas veces la responsabilidad fue del FMLN de los cinco jerarcas que conformaban la comandancia general (Schafik Handal, Joaquín Villalobos, Roberto Roca, Leonel González y Fermán Cienfuegos) y sus asesores más cercanos y en otras fue una organización en especial la que siguió las ordenes de su máximo dirigente.

También hubo acciones al interior de los campamentos guerrilleros, en la relación hombre-mujer y en la relación adultos-niños, que tenían poco que ver con las exigencias militares y que más obedecían a patrones culturales en los cuales confluían el machismo y el estalinismo de utilización de los otros (mujeres y niños) para los propios fines.

Realmente es bien poco lo que se conoce del lado oscuro de la vida en los campamentos guerrilleros. Se sabe del heroísmo de quienes vivieron en ellos, de la nobleza de los cambatientes y de la recia personalidad de los comandantes. Se sabe también de lo sangriento de los bombardeos y del drama de las “guindas”, de las incursiones del ejército y del trato que este daba a las mujeres. Pero ¿qué sabemos de las relaciones entre guerrilleros y guerrilleras, más allá de las idealizaciones que la misma izquierda ha hecho de ello? ¿Qué sabemos del trato dado a los niños hasta convertirlos en combatientes?

Situándonos en la década de los 70, ¿qué tanto se sabe de las acciones realizadas por los grupos político-militares y sus responsables? Situándonos en la década de los 80, ¿qué tanto se sabe de las iniciativas militares y no militares efectuadas por el FMLN y por cada organización particular? Y una pregunta más de fondo: ¿cómo asumen su responsabilidad las diversas organizaciones y el FMLN en su conjunto ante las acciones militares y no militares realizadas en las dos décadas anteriores? ¿Creen que todo lo realizado lo bueno y lo malo (si es que lo hubo) se legitimó por las necesidades impuestas por el terror de los escuadrones de la muerte y las exigencias de la guerra? Si ello es así, ¿acaso no se legitima también el accionar de los grupos político-militares y de la Fuerza Armada en las dos décadas que nos ocupan?

Una tentación siempre presente en la izquierda ex armada de El Salvador así como en muchos de quienes simpatizan con ella ha sido la de presentar el conjunto de sus acciones en los 70 y en los 80 no sólo como audaces y creativas, sino como inscritas en una lógica militar. Lo primero ha servido como publicidad; lo segundo, como justificación, sobre todo en aquellos casos en que las acciones armadas dejaban daños humanos y materiales nada despreciables cuantitativa o cualitativamente. Era como si la lógica militar estuviera por encima de cualquier valoración fundada en la razón y el respeto a la vida humana. Curiosamente, esa era la postura del ejército y los escuadrones de la muerte. Vaya posición más aberrante, pues muchas actividades del FMLN y de cada una de sus organizaciones no se inscribieron en o respondieron a una lógica militar al igual que sucedió con el ejército y los escuadrones de la muerte, y aunque así hubiera sido no todo lo realizado antes y durante la guerra tendría justificación.

Apelar a exigencias militares puede servir de excusa, pero no para justificar hacer justas acciones que trajeron consigo pérdidas humanas y materiales irreparables. La lógica de la guerra, ciertamente, lleva implícitas unas exigencias que son ineludibles para quienes se insertan en ella, ya que de no cumplirlas se juegan su propia vida. Pero no todas esas exigencias son de la misma naturaleza las impuestas por el combate cuerpo a cuerpo, las de defensa de las posiciones, las de desgaste de las fuerzas contrarias, etc. y , además, cada una de ellas tiene consecuencias sociales distintas, así como niveles de inexorabilidad también distintos. Recurrir a las urgencias de la guerra para justificar todo lo que se hizo es un absurdo, que si se acepta como válido para uno de los contendientes tiene que ser aceptado para el otro. Pero, ¿a cuenta de qué se va a tomar la lógica de la guerra como justifición de los más diversos crímenes y atrocidades? ¿A cuenta de qué se va a considerar como legítimo que vidas humanas sean sacrificadas ante el altar impuesto por esa lógica?

Para la izquierda ex armada ha llegado el momento de dejar de referir todo lo que se hizo en las dos décadas pasadas a las exigencias de la guerra. La guerra no es un valor último en nombre del cual todo está permitido. Esto tienen que reconocerlo públicamente todos los que dirigieron a los grupos político-militares en la década de los 70 y también quienes comandaron al FMLN en la década de los 80. Pero no sólo eso. El país debe saber cómo operó la izquierda, ahora desarmada, en esas dos décadas, sus acciones político-militares, las perdidas materiales y humanas, las responsabilidades respectivas, etc. Y debe saberlo por boca de sus propios protagonistas, quienes deben hacer su propio informe de actividades, no como suelen hacerlo, de un modo triunfalista y heróico, sino con objetividad, rindiendo cuentas a la sociedad de los males que dejaron unas acciones que, exigidas o no por la lógica de la guerra, fueron nefastas en sus consecuencias.

Esta rendición de cuentas por parte de la izquierda ex armada tuvo que haber sido hecha después de la firma de los Acuerdos de Paz. Si así hubiera sido, a estas alturas ese pasado de la izquierda ex armada sería sólo eso, pasado. Ahora es un fantasma que la sigue a todas partes. El FMLN de ahora, que tiene poco que ver con el que participó en la guerra en la década pasada, tiene que enfrentar las acusaciones lanzadas por quienes fueron parte del mismo, cuyas cuentas ante la sociedad respecto de su pasado tampoco están del todo claras.

En fin, guste o no, la actual coyuntura electoral ha puesto a la izquierda ex armada (lo que ahora es el FMLN y el PD) ante el reto de rendir cuentas de su pasado. Tarde o temprano este momento tenía que llegar, y fue sólo por una falta de previsibilidad que ese desafío no salió a relucir en una coyuntura más propicia. Es indudable que el debate, animado por el PD a cuya sombra muy probablemente está ARENA, obedece a intereses que ni remotamente tienen que ver con una búsqueda sincera de la verdad. Y, precisamente, es la búsqueda de la verdad la que debe motivarlo. Inoportunamente el PD ha abanderado una disputa que perjudica al conjunto de la izquierda -incluido el propio PD cuyo pasado está ligado a las acciones político-militares y al accionar del FMLN de antes de los Acuerdos de Paz- y a la población. Mientras que la primera, al igual que el PD, pierde credibilidad social, la segunda se confunde aún más acerca de lo que sería el futuro político del país con suficiente poder en manos de la izquierda.

Después de las elecciones habrá una buena oportunidad para que el país se entere de una buena vez de lo que hicieron los grupos armados de las décadas de los 70 y 80. Si, por las razones que sean, no lo hacen, ese pasado los continuará persiguiendo como una sombra que se posará sobre sus cabezas cuando menos lo esperen. En las dos décadas pasadas se perfilaron dos bandos militares: la izquierda armada y el ejército-escuadrones de la muerte. Unos y otros realizaron acciones violentas que costaron vidas humanas inocentes y daños materiales de consideración. De los segundos algo se sabe, aunque falta mucho por investigar acerca de nombres y responsabilidades. De la primera es poco lo que sabe por boca de sus propios protagonistas. Así pues, parece que, por su bienestar político y por la confianza que determinados grupos sociales han depositado en ella como fuerza político-electoral, ha llegado el momento de que la izquierda ex armada rinda cuentas de su pasado ante la sociedad.

“Grupo de los 20” da giro publicitario en campaña de ARENA

22 DE MAYO DE 2013 Una de las primeras decisiones del Grupo de los 20 (poderosos empresarios del país que apoyan a ARENA) dentro del giro de timón en el partido fue cambiar agencia de publicidad y traer a reconocidos asesores políticos para que apoyen al candidato. Además, se colocarán otras personas en el trabajo territorial, según confirmó uno de los participantes en la reunión del “G-20”. Esto para mejorar los números de Norman Quijano hacia las presidenciales de 2014.

Las decisiones incluyen —de acuerdo a la fuente interna del “G-20”— quitarle la campaña publicitaria a Grupo 5 y dejarle solo la de la alcaldía de San Salvador. Grupo 5 es propiedad de Manuel Meléndez y (salvo en el periodo 2004-2009) ha llevado las campañas publicitarias areneras desde 1989.

El contrato publicitario sería destinado ahora, en primera instancia, a dos empresas: Publicidad Comercial y Grupo Calvo, de acuerdo a otra fuente de ARENA. Publicidad Comercial es propiedad de Juan Federico Salaverría (miembro del Grupo de los 20), y Grupo Calvo es del publicista Sherman Calvo.

Al ser consultado sobre el punto, el presidente del Grupo Calvo, Sherman Calvo, dijo que hasta el momento ninguna de las empresas de su consorcio tiene vínculo con tal estrategia.

Asesores y otros movimientos

Sobre los asesores internacionales —que estarán bajo el mando del expresidente Francisco Flores— se ha decidido por el español Antonio Sola, recomendado de alguien muy cercano a ARENA y a Flores: el ex jefe de gobierno español José María Aznar; y el venezolano J.J. Rendón, uno de los gurús latinoamericanos en cuyo pedigrí está el triunfo del actual presidente mexicano Enrique Peña Nieto.

Esto es parte de las primeras decisiones derivadas de la reunión de los influyentes empresarios el día 14 de mayo en la que participaron: Ricardo Poma, Francisco Calleja, Carlos Calleja, Ricardo Simán, Gerardo Balzaretti, Roberto Murray Meza, Juan Federico Salaverría, Luis Álvarez, Raúl Álvarez, Alejandro Dueñas, Tomás Regalado, Ricardo Sagrera y Fabricio Altamirano (en representación de Enrique Altamirano). No asistió a la reunión, por estar de viaje, Roberto Kriete.

Esa vez, los empresarios se reunieron para sellar fisuras en torno a la candidatura de Norman Quijano, ya que varios de ellos propugnaban porque se cambiara de aspirante. Al final persistió la postura de Ricardo Poma, quien además dio su beneplácito indispensable para que Francisco Flores fuera el máximo estratega de la campaña, según dijo a Diario La Página uno de los reunidos en esa cita.

Dentro de esos movimientos también se ha pensado poner como jefe de campaña operativo al exdiputado Rolando Alvarenga, quien durante la administración de Francisco Flores fungió como secretario de asuntos jurídicos.

Cuando Quijano deje la alcaldía capitalina, fecha que aún no se ha decidido, quedaría al frente de la comuna el concejal y exdiputado Julio Gamero.

Dentro de los movimientos internos está también otorgarle el control del trabajo territorial a Gustavo Perdomo, en conjunto con Rolando Alvarenga.

Este último movimiento dejaría a un lado el poder interno de Hugo Barrera, dijo otra fuente interna de ARENA.

Estos movimientos, de acuerdo a la fuente de ARENA, van a hacerse efectivos en estos días.

Con estos movimientos comienza la era “Poma” dentro de la administración del partido. Y se consolida el poder interno del empresario y del ex presidente Francisco Flores. Porque al tiempo que mantienen hegemonía en el poder partidario, tienen también hombres clave dentro de los distintas fuerzas empresariales como ANEP, ASI y Cámara de Comercio. Aparte de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades).

Linguists identify 15,000-year-old ‘ultraconserved words’

You, hear me! Give this fire to that old man. Pull the black worm off the bark and give it to the mother. And no spitting in the ashes! It’s an odd little speech. But if you went back 15,000 years and spoke these words to hunter-gatherers in Asia in any one of hundreds of modern languages, there is a chance they would understand at least some of what you were saying.

That’s because all of the nouns, verbs, adjectives and adverbs in the four sentences are words that have descended largely unchanged from a language that died out as the glaciers retreated at the end of the last Ice Age. Those few words mean the same thing, and sound almost the same, as they did then.

The traditional view is that words can’t survive for more than 8,000 to 9,000 years. Evolution, linguistic “weathering” and the adoption of replacements from other languages eventually drive ancient words to extinction, just like the dinosaurs of the Jurassic era.

A new study, however, suggests that’s not always true.

A team of researchers has come up with a list of two dozen “ultraconserved words” that have survived 150 centuries. It includes some predictable entries: “mother,” “not,” “what,” “to hear” and “man.” It also contains surprises: “to flow,” “ashes” and “worm.”

The existence of the long-lived words suggests there was a “proto-Eurasiatic” language that was the common ancestor to about 700 contemporary languages that are the native tongues of more than half the world’s people.

“We’ve never heard this language, and it’s not written down anywhere,” said Mark Pagel, an evolutionary theorist at the University of Reading in England who headed the study published Monday in the Proceedings of the National Academy of Sciences. “But this ancestral language was spoken and heard. People sitting around campfires used it to talk to each other.”

In all, “proto-Eurasiatic” gave birth to seven language families. Several of the world’s important language families, however, fall outside that lineage, such as the one that includes Chinese and Tibetan; several African language families, and those of American Indians and Australian aborigines.
That a spoken sound carrying a specific meaning could remain unchanged over 15,000 years is a controversial idea for most historical linguists.

“Their general view is pessimistic,” said William Croft, a professor of linguistics at the University of New Mexico who studies the evolution of language and was not involved in the study. “They basically think there’s too little evidence to even propose a family like Eurasiatic.” In Croft’s view, however, the new study supports the plausibility of an ancestral language whose audible relics cross tongues today.

Pagel and three collaborators studied “cognates,” which are words that have the same meaning and a similar sound in different languages. Father (English), padre (Italian), pere (French), pater (Latin) and pitar (Sanskrit) are cognates. Those words, however, are from languages in one family, the Indo-European. The researchers looked much further afield, examining seven language families in all.

Un País Atrapado por Oligarcas y Maras

21 de abril 2013. Hace 50 años El Salvador era una república cafetalera, ahora vive de exportar gente. La tercera parte de su población ha abandonado el país y en 24 años esos emigrantes enviaron 46.000 millones de dólares en remesas familiares, 30.000 en la última década. Sin embargo, en la medida en que las remesas han aumentado, la economía ha decrecido y la violencia se ha multiplicado. Las remesas pasaron de 686 millones de dólares en 1992 a casi 4000 millones en el 2012. El Salvador es la economía que menos crece en Latinoamérica y junto con Honduras y Guatemala son la región más violenta del mundo. En los últimos veinte años se han registrado más de 50.000 homicidios.

El Salvador es un caso clásico de poder oligárquico. Las familias que controlan la economía asumieron la exportación de personas como política económica, argumentando que el país es “potencia demográfica” y sus habitantes tienen “cultura de emigrar”. En 1969 la expulsión de salvadoreños provocó la llamada “guerra del fútbol” entre El Salvador y Honduras. Con la guerra civil comenzó la emigración a Estados Unidos y ésta creció exponencialmente con la paz por el desempleo crónico.

La parálisis económica no tiene nada que ver con el actual Gobierno de izquierda, los empresarios dejaron de invertir aun y cuando gobernaba la derecha. Los miles de millones de dólares que llegan al país como dinero fácil reducen incentivos a la inversión productiva, disparan el consumo y estimulan la emigración. El país dejó de ser agrícola y ahora es una economía artificial de servicios soportada por remesas que pagan la mitad de las importaciones y permiten convivir con un enorme y crónico déficit comercial.

Los oligarcas ganan mucho dinero, sin inventar nada, sin correr riesgos y sin necesidad de generar empleos, captando las remesas a través de suplir el consumo. Importan productos, ponen supermercados, abren centros comerciales y sacan el dinero del país. Las remesas han generado un progreso ficticio en un pequeño espacio de la capital saturado de centros comerciales; la mayor parte del territorio es desorden, inseguridad y pobreza. La mayoría de jóvenes de clases altas y medias no conocen el caótico centro capitalino.

En la medida en que las remesas que envían los emigrantes han aumentado, la economía ha decrecido y la violencia se ha multiplicado

La migración de uno de cada tres salvadoreños provocó una catástrofe social que generó una violencia peor que la guerra. La multiplicación de familias disfuncionales, las comunidades desarticuladas, las deportaciones masivas de convictos desde Estados Unidos, la importación de la cultura norteamericana de pandillas y el desempleo crónico en un país que ya era violento, convirtieron a las pandillas, conocidas como “maras”, en un poder fáctico que le ha arrebatado al Estado los monopolios de la coerción, la tributación y la justicia en gran parte del territorio. Están armados, extorsionan, asesinan a quien no paga y se apropian de viviendas y negocios.

Las maras pactaron una impopular tregua entre ellas que ha bajado significativamente los homicidios, pero el reconocimiento público a su poder ha institucionalizado las extorsiones, que son el delito principal y el que más afecta a los pobres. Los cambios generacionales en sus filas, la apropiación de negocios, el dominio territorial y la “violencia sumergida”, o capacidad creíble de matar cuando lo necesitan, los terminará convirtiendo en crimen organizado.

Las maras son el resultado de que la política de exportación de personas enriquece hacia arriba a costa de degradar socialmente hacia abajo. Son un problema de pobres que afecta a pobres, que se agravó porque los Gobiernos oligárquicos abandonaron políticas sociales, debilitaron la seguridad pública y desmantelaron al Estado. Convirtieron la inseguridad en negocio expandiendo la seguridad privada. El fortalecimiento de las maras es, por ello, directamente proporcional al debilitamiento del Estado. Han sido el Gobierno de Saca, quien fue expulsado de ARENA y el actual de izquierda de Funes, los que comenzaron a aplicar programas sociales para contrarrestar los efectos de la emigración, entre éstos el programa “Ciudad Mujer”, dirigido a la deformada realidad familiar del país.

Estimando todas las operaciones económicas vinculadas a los emigrantes, El Salvador podría haber recibido unos 60,000 millones de dólares en un par de décadas, una suma fabulosa para un país tan pequeño. ¿Por qué si ese dinero llega a los pobres no ha habido un crecimiento masivo de pequeñas empresas? En el 2012 Honduras registró que más de 10,000 pequeñas empresas habían cerrado en Tegucigalpa por la inseguridad, con lo cual se estimaban unos 100,000 empleos perdidos. En El Salvador no se cuantifican los efectos de las extorsiones ni del poder intimidatorio de las “maras” sobre la microeconomía, pero con seguridad, éstas y la competencia de los centros comerciales que poseen seguridad privada, son los obstáculos principales de una explosión microeconómica que generaría centenares de miles de empleos.

El Salvador está atrapado en un círculo vicioso. A mayor emigración más remesas, a más remesas menos crecimiento económico, a menos crecimiento más desempleo, a más desempleo más violencia y a más violencia más emigración. ¿Por qué un país que recibe tanto dinero en remesas no puede pagarse las políticas sociales, ni la cantidad de policías que demanda la protección de sus habitantes? La economía salvadoreña está dominada por una “elite extractiva”, sin interés por el desarrollo. Los oligarcas captan el dinero de las remesas, pero no invierten en el país, sino en Estados Unidos, Panamá y hasta en la Nicaragua sandinista. Mientras tanto, El Salvador pierde trabajadores y emprendedores altamente productivos, desperdicia tierras fértiles, desaprovecha la ambición creativa de nuevos empresarios y deja a las pequeñas empresas a merced de las maras.

En 1980 la Fuerza Armada expropió los bancos a los oligarcas, pero se los pagaron, luego la banca nacionalizada quebró porque muchos empresarios no pagaron sus deudas. En 1989 el partido de los oligarcas recuperó el gobierno, rescataron los bancos con dinero público y se los auto-vendieron saneados, baratos, al crédito y pagables con las mismas utilidades. Posteriormente las remesas hicieron crecer los bancos, entonces los oligarcas los revendieron a precios altos a la banca extranjera y sacaron el dinero al exterior. Esta apropiación de miles de millones de dólares es el mayor acto de corrupción de la historia del país y una evidencia del poder oligárquico.

El debate en El Salvador no es entre “Socialismo del siglo XXI y Capitalismo”, sino entre un capitalismo oligárquico, acomodado y depredador que concentra el poder económico; y un capitalismo promotor del desarrollo que disperse el poder económico, fomente la inversión productiva, genere empleos, detenga la emigración, rehabilite delincuentes, fortalezca las instituciones de seguridad y acabe con las extorsiones y la violencia que atormentan a los pobres. Para reactivar la economía es indispensable un Estado capaz de proveer seguridad y para mejorar la seguridad es indispensable reactivar la economía.

Los países son un reflejo de la visión de sus elites; a diferencia de Costa Rica, cuyas elites construyeron una democracia próspera, la oligarquía salvadoreña ha puesto a El Salvador al borde de ser Estado fallido al haberlo llevado por un camino de dictaduras, golpes de Estado, rebeliones, magnicidios, represión, guerras, polarización política, corrupción, pobreza, emigración y violencia criminal. El enemigo principal de los oligarcas son ahora los nuevos ricos y lo único que puede salvar a El Salvador de convertirse en Estado fallido es precisamente el fortalecimiento de nuevas elites económicas que hagan contrapeso a los viejos poderes oligárquicos. Hay ahora miles de emprendedores exitosos en Estados Unidos y en el propio país que pueden reinventar la economía; sus principales obstáculos son los oligarcas y las maras.

Empresario Ricardo Poma consolida su poder dentro de ARENA

La pregunta “¿Quién manda en ARENA?” que hace unas semanas retumbó en el partido tricolor tiene ahora una respuesta. El empresario Ricardo Poma, cabeza de uno de los grupos económicos más fuertes de El Salvador, ha consolidado su poder dentro de ARENA al haber instaurado al expresidente Francisco Flores como estratega de la campaña proselitista, al unificar a los más fuertes empresarios en torno a la candidatura de Norman Quijano y al mantener en la presidencia del partido a uno de sus hombres de mayor confianza, Jorge Velado.

El poder de Poma quedó evidenciado en una reunión con empresarios de altos quilates donde, a pesar de las dudas de unos y las ambivalencias de otros, dio por sentada la candidatura de Norman Quijano con una lacónica frase: “Vamos a seguir con Norman hasta el final”.

El poder del empresario pasa, además, por un factor fundamental: los fondos económicos para la campaña proselitista; se sabe de manera extraoficial que se ha comprometido a reunir $25 millones entre sus amigos aparte de los donativos personales.

La entronización del empresario dentro del partido mata dos pájaros de un tiro. Quizás tres. Por una parte llena el vacío de liderazgo que ha tenido ARENA desde la salida del Coena de Alfredo Cristiani. Por otra, unifica a los empresarios más poderosos del país en torno a la candidatura de Norman Quijano y anula fisuras que podrían perjudicar al delfín de los areneros en la lucha por la Presidencia. Y, tercero, asegura un tema de extrema importancia en la actual situación: los fondos económicos.

Esta consolidación podría responder la pregunta que la diputada Ana Vilma de Escobar hizo pública hace algunas semanas y que retumbó en el partido: “¿Quién manda en ARENA?”.

La cita del Grupo de los 20

El martes 14 hubo una reunión de emergencia en San Salvador, donde se dieron cita poderosos empresarios del denominado Grupo de los 20. Uno de los participantes confirmó a Diario La Página este encuentro.

El tema principal era la preocupación por la caída en las encuestas del candidato de ARENA, Norman Quijano, y las estrategias a seguir como parte de una reingeniería que, incluso consideraba el cambio de la fórmula presidencial tricolor. El grupo estaba repartido entre los que proponían el cambio de Quijano como candidato y los que preferían mantenerlo pese a las debilitadas cifras de aceptación electoral.

A la cita con los empresarios también asistió un personaje: Francisco Flores, el expresidente, quien estaba ahí por invitación de algunos amigos del Grupo de los 20 y cuyo principal promotor y padrino es Ricardo Poma, el hombre fuerte de ARENA dentro de esta coyuntura política.

La reunión —de acuerdo con una fuente interna del partido— transcurrió en medio de un diálogo que evidenciaba preocupación por el futuro del país y por los escollos que debe superar la fórmula presidencial.

Como parte de esa preocupación se había convocado también al candidato Quijano, para que expusiera sus puntos de vista. Lo que todos deseaban era que se llegara a un consenso, con Francisco Flores como el “asesor” de alta gama, que llevará a cabo la estrategia de salvataje.

De acuerdo con la fuente de ARENA, entre los asistentes a la reunión estaban: Ricardo Poma, Francisco Calleja, Ricardo Simán, Gerardo Balzaretti, Roberto Murray Meza, Juan Federico Salaverría, Luis Álvarez, Raúl Álvarez, Alejandro Dueñas, Fabricio Altamirano, Tomás Regalado y Ricardo Sagrera. No asistió a la reunión, por estar de viaje, Roberto Kriete.

Con ellos estaban Quijano y el presidente de ARENA, Jorge Velado.

En un ambiente de cierta tensión, los empresarios que se habían reunido comenzaron a exponer sus apuestas y propuestas para cambiar el panorama electoral.

Escucharon además la estrategia que les presentó Flores, le pusieron atención a lo que dijo Quijano y el presidente de ARENA, Jorge Velado, y cuando estos dos se fueron continuaron con el debate.

Fueron momentos de diálogo sin tapujos, teniendo sobre la mesa los números de las encuestas y el desgano de buena parte de las bases areneras para apoyar a una fórmula a la que no ven ganadora.

La preocupación era evidente. Vieron los números de la más reciente encuesta interna del partido en la que Quijano vuelve a aparecer en declive, una tendencia que marca el descalabro del aspirante tricolor, según la fuente de ARENA que dio esta información a Diario La Página.

Cada empresario dijo lo que opinaba hasta que, en un momento se escuchó la voz de Ricardo Poma. La postura del poderoso hombre de negocios fue tajante: Sigamos unidos hasta el final apoyando a Norman.

Los empresarios asintieron. Unos convencidos, otros a regañadientes. Otros, los menos, se quedaron callados porque no estaban de acuerdo. Se habia sellado el pacto, les encantara a unos o les disgustara a otros. Igual, pacto de caballeros, pacto de poder.

En ese momento, aparte, se terminó de afianzar la llegada de Francisco Flores a la campaña presidencial de Norman Quijano; se decidió que se le iba a contratar por 8 semanas, para que enderezara el barco arenero y se le concedió suficiente poder para tomar algunas decisiones.

Flores llegó así a una cima de poder que nunca tuvo dentro de ARENA, donde incluso ha padecido anticuerpos entre sus correligionarios.

Pero no solo el expresidente llegaba a tal cota de poder. En la reunión de este 14 de mayo quedaba evidenciado quién era el verdadero poder detrás del trono. El que realmente tiene la sartén por el mango dentro del partido tricolor.

Ese hombre es Ricardo Poma, el empresario que ya había sido miembro del Consejo Ejecutivo Nacional (Coena) en los albores del presente siglo, y quien ahora ha logrado acaparar las principales estructuras.

La llegada de Flores a la conducción de la campaña arenera (en su esencia, aunque otros vean los detalles) es el último paso que ha dado Poma dentro del círculo de poder partidario.

Porque además de tener influencia directa en la campaña, en vista de que Flores le reportará los resultados, otro de sus hombres de confianza, Jorge Velado, es el actual presidente del partido ARENA.

La instauración de Velado en la presidencia del Coena es muestra de poder de Poma dentro del partido, en vista de que Velado es uno de sus gerentes favoritos desde hace muchos años.

Otra de las posiciones donde, según sostienen algunos areneros, se ancla el poder de Poma dentro del partido es en la Asamblea Legislativa, ya que de manera indirecta podría tener influencia con la diputada Ana Vilma de Escobar, en vista de que el esposo de ella, Carlos Patricio Escobar, es otro de los hombres de confianza del empresario.

El factor dinero

Sin embargo, el poder de Ricardo Poma no se queda en las tres figuras mencionadas.

También se ha informado a este Diario que uno de sus sobrinos es quien maneja ciertos hilos de poder dentro del grupo “Los 300”, otro círculo donde se incluye también a empresarios y a profesionales.

Este sobrino es quien también maneja las cuentas y los fondos de campaña en Grupo 5, la empresa que le lleva la publicidad y las asesorías políticas a Norman Quijano, tanto como alcalde de San Salvador como candidato presidencial.

Otro aliciente para que Poma tenga poder dentro de ARENA es el factor dinero. El empresario ha donado ya (de acuerdo con algunas fuentes) medio millón de dólares para la campaña proselitista. Además, ofreció millón y medio —de su dinero personal— para dentro de pocos días y se comprometió a recaudar otros 25 millones de dólares entre amigos empresarios.

El poder que Poma ha logrado obtener dentro del partido, no obstante, le ha hecho acreedor de algunos adversarios internos.

Porque el hecho de que, en la reunión, se optara por seguir “con Norman Quijano hasta el final” ha desinflado el interés de algunos miembros del selecto círculo. Sin embargo, como es acuerdo tomado, los aires actuales indican que se continuará sin mayores incidentes.

Otra de las fuentes consultadas por Diario La Página, que habló bajo condición de anonimato por su relación cercana al caso, dijo que “Don Ricardo Poma es un gran hombre, aunque el hecho de que esté ganando demasiado poder dentro de ARENA puede resultarle no beneficioso al partido, no por él, sino porque las personas cercanas a él le pueden reportar información distante de la realidad y eso puede obnubilar el pensamiento”.

Otro empresario advierte: “El riesgo de que Poma tenga el poder casi total en ARENA es que él podrá ser muy buen empresario, pero el partido no se maneja como una empresa”.

Las preocupaciones

Las dudas que sienten sobre la fórmula presidencial algunos miembros del Grupo de los 20 no es exclusivo de tal círculo. Es parte también de las preocupaciones que de manera pública o velada hacen constantemente diversos areneros, de la elite y de los barrios.

“Lo que queremos es que se ganen las elecciones, y para eso quizás hay que tomar decisiones fuertes”, dice un arenero de pura cepa consultado por este Diario. Sin embargo, al ver las encuestas y percibir la “temperatura” en las bases tricolor este triunfo en las presidenciales se percibe lejano.

Incluso, ayer miércoles se reunieron con el Coena algunos fundadores del partido para externar su preocupación porque Norman Quijano y René Portillo Cuadra (su mancuerna en este proceso) no logran “hacer clic” con la población votante.

La aspiración de un grupo de areneros es contundente: hay que cambiar la fórmula presidencial. Suponen que aún hay tiempo para fortalecer un nuevo equipo que aspire a la presidencia del país.

Y entre los nombres que se manejan como los posibles sucesores de Quijano como aspirante a la Presidencia están los empresarios Eduardo Zablah Touché y José Ángel Quirós, y los diputados Ana Vilma de Escobar y Edwin Zamora.

Como candidata a la vicepresidencia se reitera el nombre de la alcaldesa Milagro Navas.

Sin embargo, estas aspiraciones podrían quedar en el olvido si se sigue al pie de la letra el guión que terminaron de construir los empresarios del Grupo de los 20 en la reunión sostenida el pasado martes 14 de mayo.

El poder de Ricardo Poma al frente de este grupo podría ser el cemento que solidifique a las estructuras de poder dentro de ARENA. Los próximos meses serán cruciales para ver si el “Sigamos con Norman hasta el final” se mantiene o si, al ver que no fructifica la estrategia del ex presidente Francisco Flores, el grupo de máximo poder dentro de ARENA decide dar un golpe de timón.

¿Quiénes son los dueños de los bancos en El Salvador?

13 de mayo de 2013. Los dueños de los principales bancos del país son cuatro transnacionales financieras y apenas una decena de familias con mayor renombre empresarial. Antes de la venta, los bancos eran mayoritariamente salvadoreños y existían unos 70 dueños, quienes desempeñaron cargos en el Gobierno y en asociaciones empresariales. La investigación de Transparencia Activa revela, además, que con el traspaso accionario no se pagaron impuestos porque la ley no lo establecía.

El Banco Scotiabank adquirió el Banco de Comercio en abril de 2005. El Banco Scotiabank adquirió el Banco de Comercio en abril de 2005.
En el año 2005 los dueños de los principales bancos del país decidieron vender la mayoría de las acciones de las instituciones financieras a transnacionales. Desde entonces, poco a poco en El Salvador se empezaron a escuchar y ver los nombres de Scotiabank, CITI y HSBC, actualmente Davivienda.

La superintendencia adjunta de bancos, aseguradoras y otras entidades financieras, de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF) explicó a Transparencia Activa que la venta de la mayoría de las acciones se realizó en Panamá, bajo la supervisión del ente controlador panameño en coordinación con el salvadoreño.

El superintendente adjunto de bancos, William Durán, explicó que las operaciones de ventas, así como la determinación de pérdidas o ganancias se dieron en los libros de las supervisoras de Panamá, y no en las de El Salvador.
Fue así entonces como el Banco de Comercio de El Salvador, S.A. vendió la mayoría de sus acciones a The Bank Of Nova Scotia, de origen canadiense, quien adquirió el 97.71% de las acciones.

La SSF autorizó en marzo de 2007 a Bancolombia, S.A. (radicada en Panamá) ser propietaria de la sociedad Inversiones Financieras Banco Agrícola, S.A. quien poseía el 94.29% de las acciones de Banco Agrícola.
El Banco Cuscatlán, para agosto de 2008, realizó la suscripción de un acuerdo privado para la venta de inversiones Financieras Uno, S.A. en proceso de fusión con Inversiones Financieras Cuscatlán, S.A. Ésta última tenía el 97% de las acciones del banco.

Según la información de la Superintendencia, Citibank Overseas Investment Corporation con domicilio en Wilmington, Delaware, Estados Unidos, compró el 99.99572% de las acciones de Inversiones Financieras Uno, la cual estaba en proceso de fusión con Inversiones Financieras Cuscatlán, y fue así como se convirtió en dueño.

El Banco Salvadoreño fue comprado por HSBC Asia Holding, B.V. con domicilio en Holanda, adquiriendo el 99.98% en 2007. Cinco años después, la SSF autorizó a Inversiones Financieras HSBC, S.A. la venta del 98.24066% de sus acciones al Banco Davivienda, S.A., con domicilio en Colombia.

Los accionistas minoritarios
Antes de la venta de los bancos, la mayoría de las acciones las poseían entidades denominadas inversiones financieras, entre un 86% y un 95%. El resto lo tenían personas con apellidos como Poma, Simán, Kriete, Eserski, Cristiani, Baldochi, Bahaia, Salume, Zablah, Belismelis, Sol, Araujo, entre otros.
El economista e investigador del Equipo Maíz, César Villalona, aseguró que luego de la privatización de los bancos a inicios de la década de los 90 y el pago de la deuda de la misma, por medio del Fondo de Saneamiento y Fortalecimiento Financiero (FOSAFFI), familias como Dueñas, Regalado, Baldochi, Cristiani, Simán, Poma y Murray Meza constituyeron “una argolla financiera”.

Los bancos Cuscatlán y UNO se convirtieron en CITI, de capital estadounidense. Los bancos Cuscatlán y UNO se convirtieron en CITI, de capital estadounidense.
“Luego los empresarios montaron las empresas de seguros. Posteriormente, la privatización de las pensiones”, aseguró Villalona, quien ha publicado varios libros sobre este tema en el Equipo Maíz.
El investigador afirmó que la venta de los bancos a las transnacionales ocurrió para que las familias “estuvieran protegidas” de un Gobierno de izquierda y tuvieran el “paraguas” de empresas internacionales.
“La lógica de la privatización de la banca es la protección, y con el capital de la venta seguir desarrollando los negocios más rentables, incluso fuera de El Salvador, sin dejar de ser banqueros. Eso está bien pensando”, subrayó Villalona.
La ley impidió pagar impuestos
En los años que se vendieron las acciones en el país se impusieron incentivos para que la gente se animara a incursionar en la bolsa de valores, y uno de estos fue la exención del Impuesto Sobre la Renta (ISR) a las ganancias que obtuvieran personas naturales que vendieran sus acciones en ese mercado.

El artículo cuatro, ordinal 14, de la anterior ley estipulaba que son rentas no gravables: “Las utilidades, dividendos, premios, intereses, réditos, incluyendo ganancias de capital, o cualquier otro beneficio que obtengan personas naturales, generados en inversiones o en la compra de venta de acciones o demás títulos valores, siempre y cuando tales acciones o títulos valores pertenezcan a emisiones inscritas y autorizadas por la Bolsa de Valores y la Superintendencia de Valores, y la colocación de los mismos sea realizada a través de una bolsa de valores legalmente autorizada”.
El director de fiscalización del Ministerio de Hacienda, Luis Díaz, dijo que para evitar esta elusión del ISR, el actual Gobierno envió una reforma en 2009 y la Asamblea Legislativa modificó la ley. Ahora quienes realicen estas transacciones están obligados a pagar impuesto.
La venta de las acciones de las personas naturales apenas fue el 10% del total de los bancos, mientras el 90% se vendieron fuera del país para que no se les aplicara el artículo 16 de la ley del ISR, que estipulaba el pago de renta de los bienes y los capitales invertidos en el territorio.

Mientras, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) tampoco se pagó porque el artículo cinco de esta ley indica que los títulos valores no son sujetos de este gravamen.
El economista Villalona afirma que con la venta de las acciones de los bancos se debieron pagar unos $260 millones en impuestos, pero que no realizaron porque la ley lo permitía.

Con los $260 millones de la elusión fiscal se podría haber financiado más de la mitad del programa social para este año, en el que se financiaría la reforma de salud, el Plan de Agricultura Familiar, construcciones de vivienda popular,planes educativos, la instalación de agua potable en las comunidades rurales y urbanas del país y demás obras.

Actualmente en el país hay unos diez bancos operando, de los cuales dos son del Estado. El último que se vendió fue el HSBC y pasó a ser propietario Davivienda, de capital colombiano. Los activos de las instituciones ascienden a más de $13,000 millones.

¿Qué nuevo marxismo?

El universalmente vilipendiado Francis Fukuyama es autor, pese a todo, de uno de los mejores chistes de esta época al sostener que, pese al triunfo universal del liberalismo, no cabría descartar que el marxismo sobreviviera en lugares improbables como Albania o Cambridge (Massachusetts), es decir, en sociedades aisladas y semirrurales o en subculturas académicas, igualmente aisladas del mundo pero elaboradamente intelectuales, como la Universidad de Harvard.

A decir verdad, es probable que el marxismo no sobreviva ya por mucho tiempo en Albania y lugares similares, pero es verosímil, en cambio, que siga habiendo marxismo por mucho tiempo en las universidades más avanzadas intelectualmente. Pero ya no será el marxismo clásico, ni mucho menos la vulgata stalinista del marxismo, ni siquiera el marxismo occidental actualizado de los años 60 y 70. Ahora es otra cosa, a la que se puede llamar con buenas razones marxismo analítico, marxismo de la elección racional o, con cierta megalomanía analógica, marxismo neoclásico. Una cosa distinta e identificable, pero difícil de definir.

Hay razones para tomarse esta cosa en serio: la New Left Review (el equivalente al Osservatore Romano del pensamiento marxista) ha dedicado al fenómeno dos artículos expositivos y bien intencionados de Alan Carling, preparando el terreno a la previsible condena a cargo del cardenal Ratzinger del modernismo marxista, la historiadora Ellen Meiksins Wood. Ya Gerald Cohen, primero de los nuevos herejes, había recibido una severa admonición de Wood que presagiaba lo que parece la actitud de la ortodoxia culta ante el nuevo marxismo: respeto y dura crítica.

Comencemos por los hechos. El marxismo, lo que identificamos en cuanto tal, es una filosofía de la historia tomada de Hegel, y en la que las categorías idealistas (el espíritu los pueblos y sus formas de civilización) son sustituidas categorías rudamente materialistas, las clases sociales y modos de producción que en éstas son dominantes. En Marx el esquema funciona especialmente para tres clases: la nobleza feudal, la burguesía industrial y el proletariado.

Ronald Meek, uno de los pocos autores marxistas que compatibilizaba tal fe con la erudición y un muy apreciable sentido del humor, subrayó que Marx había dado forma clásica a la síntesis de dos ideas (la de progreso histórico y la de que la economía explica la política y la cultura) que ya estaban anudadas en la ilustración escocesa. Meek sostenía que, como en las películas cómicas, una breve estancia de Adam Smith en Francia podría ser la razón de ese mestizaje de filosofías: que Marx fuera heredero de la bastardía de Smith sería la suprema paradoja.

La vinculación entre la idea de progreso y la de determinación económica de la existencia es sin duda central para hablar de marxismo o, mejor, de materialismo histórico. Pero ese nudo es más fácil de anudar (de reconstruir su origen en historia de las ideas, como lo hace Meek) que de exponer racionalmente. Esa fue la aportación del canadier – trasplantado a Oxford- Gerald Cohen, en su libro La teoría de la historia de Karl Marx: una defensa (1978).

Era una obra singular en más de un sentido, y llamó mediatamente la atención del público informado. Cohen alejaba de la jerga hegeliana y aplicaba las herramientas de la filosofía analítica para reducir el núcleo del materialismo histórico a tesis lógicamente independientes, y pasaba después a justificarlas en base a una interpretación impecable de la explicación funcional (la aparición recurrente de un hecho se explica por sus consecuencias), un tipo de explicación poco acreditada fuera de la biología darwiniana. Así, Cohen sostiene que es racional afirmar que en una cierta etapa de desarrollo económico la forma del poder político tenderá a ser la que más convenga a la estabilidad y desarrollo de la economía, la que tenga consecuencias más funcionales para ella, y que a su vez la organización social de la economía será la más funcional para el grado de desarrollo de la tecnología.

Hasta aquí, la novedad no residía en ninguna revisión del contenido del materialismo histórico, sino en un cambio de lenguaje: los razonamientos de Cohen eran rigurosos, paso a paso, y de absoluta claridad. Ni el más exquisito filósofo de Oxford sería capaz de buscar incoherencias en esta obra. Pero lo que se ha dado en llamar marxismo analítico es, en realidad, el resultado de la coincidencia en el tiempo del nuevo rigor introducido por Cohen con una profunda revisión del contenido y la metodología del marxismo desde un ángulo distinto: la teoría de la elección racional.

Para comprender la radical novedad del matrimonio de la teoría de la elección racional con el marxismo hay que subrayar que de antemano sería difícil imaginar enfoques teóricos más distintos en sus premisas y en sus ambiciones: el marxismo parte de unos agentes sociales (las clases), cuyos intereses determinan su acción independientemente de los individuos que componen una clase social; la elección racional es un planteamiento radicalmente individualista, y no hay más explicación social que la que parte de los intereses y percepciones de los individuos en cuanto tales. Si un obrero no se comporta según lo previsto por el análisis marxista de sus intereses de clase, es una anomalía carente de significación, explicable por su falsa conciencia sobre sus intereses en cuanto miembro de esa clase: en otras palabras, es un asno y un esquirol. Para la elección racional, por el contrario, no hay intereses de clase si no hay una coincidencia de intereses individuales: la clase es el agregado de individuos o un simple espejismo teórico.

En la jerga de la polémica actual, el marxismo es metodológicamente colectivista, mientras que la elección racional es individualista. Pero además las dos teorías se separan en sus ambiciones: el marxismo quiere explicar la historia, y nada menos, mientras que la elección racional se conforma con explicar la acción social, y sus representantes más sensatos se conforman con explicar la acción en microgrupos, el tipo de conflictos de interés que se pueden formalizar con teoría de juegos y a los que se puedan aplicar presupuestos de la economía neoclásica. Y para agregados sociales (clases o grupos de interés) resulta ya difícil fijar costos y ganancias de estrategias concretas, y no digamos suponer que cada jugador (el proletariado y la burguesía, por ejemplo) posee información perfecta sobre la respuesta del adversario a cada una de sus hipotéticas jugadas. Pero casi es inimaginable aplicar estas condiciones a un proceso temporal dilatado, con agentes sociales cambiantes y modificación de las reglas de juego.

Para un observador modesto cabría conjeturar que las exigencias del individualismo metodológico son excesivas: hay regularidades sociales que no pueden reducirse a la acción de individuos, y que sin embargo pueden estudiarse. Y paradójicamente sus ambiciones son demasiado modestas, pues explicar la acción social en microgrupos (y en condiciones hipotéticas muy estrictas) no parece bastante en un mundo como el nuestro, en el que la acción colectiva puede condicionar desde la sobrevivencia de la especie al más prosaico acto de poderse ir de vacaciones o llegar al trabajo a la hora prevista.

Pese al uso común de un lenguaje riguroso, de una misma familiaridad con la lógica y de compartir como punto de partida la tradición marxista, las posiciones de Cohen y del marxismo de la elección racional no eran inicialmente nada próximas. El noruego Jon Elster, en particular, es autor de la crítica de mayor interés dirigida a la obra de Cohen: éste sostiene que la tesis tradicional de la determinación (funcional) de las relaciones sociales de producción por la tecnología puede formularse como un enunciado legaliforme perfectamente legítimo. Elster lo admite, pero niega capacidad explicativa al enunciado si no se puede especificar el mecanismo causal que lleva de la tecnología a las relaciones sociales.

En suma, esa adaptación funcional (de la política y el derecho a las relaciones económicas, de las relaciones económicas al desarrollo tecnológico) puede afirmarse, pero no tendrá fuerza explicativa si no se nos dice cómo se produce la adaptación funcional. ¿La produce un agente consciente, por ejemplo el Estado? ¿Se produce espontáneamente a través de un mecanismo de selección natural, como en la biología darwiniana? Elster negaba que éstas fueran explicaciones válidas en teoría social. No obstante, en estas mismas fechas un libro de menor impacto que el de Cohen, obra de un joven profesor holandés (P. van Parijs), ofrecía un muestrario de mecanismos evolutivos (desde la selección natural al refuerzo) que podrían satisfacer las objeciones del Elster.

Estas son, en cualquier caso, características de la teoría de la elección racional, al negar validez teórica a tesis que no puedan sustentarse en acciones de agentes orientados racionalmente hacia la consecución de sus intereses, aunque dichas tesis parezcan verosímiles. Sin embargo, John Roemer se propuso aplicar esas desmesuradas exigencias del individualismo metodológico al marxismo tradicional, al proponer la búsqueda de los microfundamentos en términos de intereses y acción individuales de la teoría económica de Marx.

La culminación de este proyecto es su Teoría general de la explotación y de las clases (1982). Partiendo de una situación inicial de distribución desigual de capacidades y recursos materiales, los individuos entran en un juego competitivo tratando de maximizar sus beneficios particulares. La asimetría previa de recursos determina diferentes estrategias, que se plasman en relaciones de clase y de explotación. Quienes estén familiarizados con la teoría de la justicia de Rawls observarán una cierta similitud metodológica: en ambos casos se parte de individuos y de recursos asimétricos. Pero Rawls trata de construir una idea de justicia sobre la que todos los individuos se pondrían de acuerdo si a priori, bajo el famoso velo de la ignorancia, no supieran en qué posición se van a encontrar en la existencia social (con qué capacidades y recursos van a contar). Roemer toma a los individuos reales, ya desigualmente dotados, y muestra cómo las reglas del juego les van a llevar a establecer estrategias y relaciones de clase.

Un punto interesante es que Roemer abandona la noción de explotación de Marx, basada en el intercambio desigual de valor que producen las relaciones capitalistas de producción. Para un defensor de la teoría clásica éste es un abandono irreparable, y sin embargo es prácticamente inevitable tras el ascenso en los años 70 de la escuela neorricardiana (heredera de Piero Sraffa) que no contenta con señalar la dificultad de relacionar valores y precios negó toda utilidad a los primeros a la hora de explicar la economía real. Pero si el valor (y el plusvalor de Marx) no tienen consistencia ni uso teóricos, hablar de explotación para justificar éticamente el socialismo requiere otros conceptos.

La formulación de Roemer es que cabe hablar de explotación, en juego, cuando un colectivo de jugadores (o un jugador colectivo, una clase social) puede obtener mejores resultados abandonando el juego y yéndose a otro con sus correspondientes recursos. O sea, que la clase obrera está explotada porque le iría mejor si dejara el capitalismo y jugara al socialismo. Hay varios problemas con esta definición, pues implica que la explotación sólo existe si hay alternativas sociales superiores: no es algo absoluto sino relativo.

Desde otro punto de vista, eso deja la explotación reducida a una imperfección del mercado de trabajo: a un trabajador se le explota en una empresa porque en otra, en otro país, le pagarían más. A menos que se pueda hablar de una alternativa sistémica y colectiva (el socialismo), la explotación sería sólo una consecuencia de la insuficiente universalización y profundización de los mecanismos de mercado. Parece evidente que Marx no quería decir eso, y, lo que es más fuerte, que con esa definición no se puede hablar de la superación histórica del capitalismo como exigencia moral mientras no se tenga un ejemplo de sociedad superior, de socialismo.

Aquí es donde se han centrado las críticas políticas de la ortodoxia marxista contra el marxismo de la elección racional: si hay diferencias metodológicas de partida y las conclusiones nos llevan al más vergonzoso reformismo, el viaje no vale la pena. Y aunque no se comparta el razonamiento, hay que reconocer que tiene una sólida base: el marxismo de la elección racional, o marxismo analítico, quiebra radicalmente el núcleo político del marxismo clásico (la hipótesis revolucionaria) sin aparentemente ser consciente del hecho, como si la teoría no tuviera consecuencias prácticas.

Comenzando por Roemer, su discusión de la explotación se mueve en un contexto tan abstracto que los hechos históricos parecen no afectarla. Como ha señalado la crítica conservadora tras la aparición de su último libro Free to lose (1988), se diría que Roemer no es consciente de que, tras el espectacular derrumbamiento del llamado socialismo real, y la descomposición del bloque soviético, nadie sabe cuál es esa organización social de la producción (el socialismo) a la que hay que remitirse para admitir que los trabajadores están explotados en el capitalismo. No hay ya (o, si se quiere, todavía) un modelo con el que comparar el capitalismo en términos de justicia.

La crítica puede ser (y es) más dura cuando se refiere a otros autores como el polaco Adam Przeworski, actualmente profesor en Chicago. En su Capitalismo y socialdemocracia 1986), Przeworski recurre sistemáticamente a la experiencia y el razonamiento históricos, y aplica la teoría de la elección racional para argumentar que la clase obrera de los países desarrollados ha actuado racionalmente al adoptar una estrategia socialdemócrata y renunciar a la acción revolucionaria. Pero al mismo tiempo se lamenta de que así hayan sido las cosas, dando a entender que la vía más racional es incompatible con el socialismo.

Esto deja dos posibilidades. La primera es pensar que se puede ser socialista sin creer en la posibilidad de una realización práctica del socialismo. La segunda es pensar en un socialismo compatible con la elección racional de los agentes sociales, en un socialismo que no suponga imaginar un curso diferente de la historia real, sino plantear una estrategia hacia el socialismo que sea coherente con las hipótesis de la elección racional.

La primera posibilidad (que se desprende del libro de Przeworski), implica, en palabras de Ellen Wood, ambigüedad y quizás un cierto cinismo. Pero la segunda no ha sido abiertamente abrazada por ninguno de los principales portavoces del marxismo analítico, lo que parece apoyar la idea de que, hoy por hoy, nos las vemos con un marxismo académico, o de cátedra, más que con una teoría vinculada con la política cotidiana.

Un mal síntoma, en este sentido, es que sus más conocidos autores han empleado últimamente sus esfuerzos en trabajar sobre la teoría de lo justo, sobre filosofía social, incluso autores que como Cohen habían irrumpido en la escena del pensamiento social para defender la racionalidad de la tesis de la determinación económica de la existencia social. Esta es una tesis filosófica que tiene que ver con el pensamiento social duro, con las premisas teóricas necesarias para juzgar la viabilidad de las diferentes estrategias de los agentes sociales. Las teorías de la justicia son otra cosa, muy válida, pero lejana de la ambición tradicional del marxismo de poder juzgar qué líneas de acción política son realistas (científicas, en el lenguaje clásico) y cuáles utópicas, es decir, irrealizables.

Sería injusto decir que el discurso del marxismo analítico sobre filosofía social no tiene repercusiones prácticas. A firmar que el marxismo es incompatible con la idea de autopropiedad (como lo viene haciendo Cohen) es cosa importante: significa que la vida en sociedad no puede basarse en la libre realización personal, sino que exige la aceptación de normas de convivencia que limitarán forzosamente los deseos y acciones individuales. Eso significa negar uno de los aspectos (el libertario) de la utopía comunista imaginada por Marx, lo que daña gravemente a las ideas más o menos anarquistas que, como la obra de Marcuse, pretenden tener sus raíces en Marx.

Pero, volviendo a la metodología, lo que separa al marxismo de la elección racional del marxismo clásico es la idea de que la acción social debe explicarse por la suma de acciones individuales guiadas por el interés personal. Y el problema que presenta esta hipótesis es saber por qué a menudo las personas se comprometen en empresas colectivas de las que pueden obtener escasas ventajas particulares y que en cambio les pueden exigir riesgos altos (como la acción revolucionaria) o costes excesivos para los resultados esperables (la movilización política, e incluso el voto, en condiciones democráticas).

A sí ha surgido la teoría de la acción colectiva. El autor más conocido en este campo, Mancur Olson, no es lo que se diría precisamente un marxista, pero de sus ideas han arrancado algunas de las aportaciones más interesantes del marxismo de la elección racional, especialmente las de Przeworski y Elster. Este último, sin duda el autor más prolífico dentro del marxismo analítico, realizó toda una tesis doctoral sobre Marx desde la perspectiva de la elección racional: Making sense of Marx (1985). Su propósito es ver qué afirmaciones del marxismo clásico tienen sentido (y cuál) si se abandona el colectivismo metodológico y se adopta una estrategia individualista. Esta obra, más bien extensa para el lector de a pie, ha sido convertida en otra breve (Una introducción a Marx) que en buena lógica debería ser lectura obligatoria para quienes en los años noventa aún se sientan interesados en conocer desde un ángulo actual a un autor indudablemente clásico.

Para Mancur Olson, la paradoja de la acción colectiva es que no siempre la conciencia del propio interés se traduce en una acción destinada a realizarlo. Cuando un grupo posee intereses comunes es probable que sólo una minoría dentro de él esté dispuesta a movilizarse en defensa de dichos intereses, mientras la mayoría espera obtener los beneficios de la acción de la minoría sin pagar un precio (en riesgo o esfuerzo) a cambio. Esta es la paradoja del free-rider, del gorrón o polizón que viaja gratis: el problema es saber qué razones o mecanismos pueden llevar a un individuo calculador racional a comprometerse en un proyecto colectivo cuando en buena lógica todos tenderíamos a comportarnos como gorrones sociales.

Esta paradoja es central para la hipótesis revolucionaria de Marx, quien da por descontado que los intereses de la clase obrera exigen la realización de una evolución socialista, y de ello deduce que, una vez dadas las condiciones necesarias, esta revolución tendrá lugar. La crítica del marxismo analítico a la tesis de Marx es que los intereses de la clase obrera como tal no implican la movilización de sus miembros. Se podría aceptar que la revolución proletaria fuera lo mejor para los trabajadores y, sin embargo, no sería evidente que éstos fueran a correr el riesgo de ponerla en marcha.

Przeworski argumenta la improbabilidad de la revolución proletaria con lo que llama el valle de la transición. A través de la revolución la clase trabajadora podría pasar de su estado actual a un estado económico y social muy superior, pero pagando el precio de una etapa intermedia de alto riesgo y fuertes privaciones. En consecuencia, la mayor parte de los trabajadores preferirán apostar por mejoras graduales antes que emprender el recorrido del arduo y peligroso valle de la transición en busca de las luminosas cumbres del socialismo. El problema es de nuevo el mismo: nadie ha visto nunca tales cumbres, por lo que la travesía del valle de la transición exigiría de los trabajadores la misma fe que llevó al pueblo de Israel a la travesía del desierto. En términos de elección racional lo extraño sería lo contrario. Pero sin embargo hay y ha habido revoluciones: ¿cómo se explican en este marco teórico? Y si las revoluciones pueden tener lugar, ¿por qué serían especialmente improbables las revoluciones proletarias?

La explicación más clara es la que ha ofrecido Michael Taylor (Rationality and revolution, 1988) al señalar que en una comunidad tradicional (una pequeña población rural, un gremio de artesanos, un núcleo minero aislado) existe una fuerte capacidad de sanción social que hace improbable la aparición defree-riders. Si la comunidad se siente agredida en sus intereses por el terrateniente, un comerciante de la capital o la política de reconversión de la señora Thatcher, todos sus miembros se movilizarán de forma casi unánime, pues lo contrario sería condenarse al aislamiento y al rechazo sociales.

Pero una clase trabajadora cuyos lugares de residencia y relaciones personales fuera del lugar de trabajo varían mucho carece de mecanismos similares de sanción social. Si en un conflicto colectivo uno de los trabajadores acepta una fuerte indemnización y deja la empresa, puede obtener ventajas personales sin pagar el precio de ninguna sanción social. Si un campesino o un minero llega a una solución individual traicionando los intereses del colectivo, se ve obligado a abandonar la comunidad con su familia o su vida se convierte en un infierno.

Eso explica por qué sólo ha habido revoluciones en situaciones sociales premodernas, en las que existían comunidades locales o profesionales con una fuerte capacidad de sanción sobre sus miembros, y en las que el interés colectivo se imponía a las posibles estrategias individuales de maximización de intereses. Lo más parecido que ha desarrollado la moderna clase trabajadora (los sindicatos) tiene fuerza en el mejor de los casos para evitar el esquirolaje, pero no la defección o la pasividad. El grado de control social en una organización de intereses moderna es muy inferior al que la comunidad tradicional podía ejercer sobre sus miembros.

Pero eso a su vez remite a muchos problemas. La comunidad tradicional tiene casi siempre una base local, y conseguir una movilización simultánea de comunidades campesinas exige la aparición casual de una coyuntura unificadora (el derrumbamiento del poder político frente a una guerra exterior, como fue el caso de la revolución rusa de 1917), o la existencia de empresarios políticos capaces de acumular recursos políticos y locales y permitir su convergencia en una empresa nacional (los comunistas y las religiones Hoa Hao y Cao Dai en Vietnam del Sur). No es tan fácil que se dé una combinación de comunidades tradicionales, capaces de asegurar la acción colectiva a nivel local, y de empresarios políticos o circunstancias globales que permitan la movilización simultánea para el derrocamiento de un Estado.

Al aparecer estos problemas aparece también un horizonte donde el marxismo analítico puede salir de su confinamiento académico en un doble sentido. Por una parte puede trascender la frontera de la especialización tradicional. Ver a las mejores cabezas de la primera generación de esta escuela discutiendo cosas tales como la posibilidad de un socialismo sin explotación es un poco decepcionante, aunque si se desciende al detalle de lo que se diría una polémica bizantina se encuentran problemas importantes de teoría de la justicia y de filosofía social. Pero si se va a la frontera que separa la teoría de la acción colectiva de lo que se ha dado en llamar sociología histórica, se descubre un campo de problemas distinto.

Es un campo que, pese a las diferencias de lenguaje y de resultados, está mucho más próximo al de lo que en la tradición marxista se conoce como materialismo histórico: el análisis de las condiciones estructurales y los intereses de los agentes sociales que pueden explicar (y hacer posible) el cambio social. Es bastante curioso ver que en este terreno convergen planteamientos metodológicos estructurales (como los de la heredera de la tradición de Barrington Moore, Theda Skocpol), y planteamientos subjetivistas, centrados en la acción humana, individual o colectiva, como los de la elección racional.

Puede que para la filosofía política sean más interesantes los actuales desarrollos sobre justicia y explotación de Cohen, Van Parijs o Roemer, pero para los sociólogos es probable que desde esta perspectiva interdisciplinar lo más destacable del marxismo analítico sea la nueva perspectiva que ofrece sobre el cambio social, en este cruce de fronteras entre economía y sociología del que fuera un adelantado Albert O. Hirschman (al que probablemente causaría cierta sorpresa verse considerado como un predecesor de cualquier variedad de marxismo, incluso el de la elección racional).

A hora bien, si hay razones para tomarse en serio teóricamente a este hijo ilegítimo de Marx que ha resultado ser el marxismo analítico, convendría subrayar no sólo los retos académicos sino también los retos políticos a los que se enfrenta. Como ya se ha apuntado, el mayor de sus límites teóricos es probablemente la tendencia a volverse de espaldas a la historia, un límite que sólo Przeworski y Taylor superan con soltura. (Entre paréntesis, a Taylor se le ha definido, con bastante propiedad, como un anarquista de la elección racional antes que como a un marxista, por su muy coherente defensa de una tendencia de la evolución social hacia la cooperación espontánea, en la línea de Robert Axelrod).

Pero de este límite teórico, como también se ha apuntado, surge un límite político: los marxistas de la elección racional (o analíticos) siguen hablando del socialismo como una idea platónica, acabada y preexistente, precisamente en tiempos en que, por fortuna para todos, el socialismo real ya ha dejado en claro que ni era socialista ni era tan real. Si desde la vieja izquierda se les reprocha estar apoyando inconsciente e incoherentemente al socialismo reformista, quizá desde la socialdemocracia (entendida como movimiento histórico) se les pueda culpar de lo mismo. De dar argumentos para el reformismo como estrategia pero hacerlo sin plena conciencia o sin explicitar tan obvia consecuencia.

Una vez más Przeworski es el mejor ejemplo, con su ambivalencia sobre la racionalidad de la historia del socialismo y su personal insatisfacción ante los resultados de ésta. Pero en Roemer, que reconoce un avance hacia la emancipación social en la superación de las formas más crudas de explotación, también cabe hablar de una nostalgia del socialismo como idea pura y de un rechazo ante la historia real de cómo se han ido produciendo los cambios sociales.

Y, por poner un ejemplo significativo que hasta ahora no ha sido mencionado, tenemos el caso de Erik Olin Wright, sin duda el principal teórico (marxista) de las clases sociales en el capitalismo avanzado, que ha pasado de un riguroso estructuralismo económico a posiciones en las que, bajo la influencia de Roemer, reconoce cada vez más el papel del poder como clave de las relaciones de clase (de explotación), pero sin acabar nunca de recorrer su propio calvario teórico (cuya última muestra es la polémica desencadenada por su libro Las clases). La cuestión es que si una sociedad sin clases económicas no parece verosímil, habrá ya que poner el acento en el cambio en las relaciones de poder político entre estas clases para poder pensar el socialismo.

Lo curioso es que el marxismo analítico abre claramente el camino para ir por ahí, pensando una modificación de las formas de juego (del capitalismo) que sin romper las reglas (el mercado) permita soluciones cooperativas y beneficios equitativos. Y sin embargo, los principales representantes de este marxismo neoclásico no quieren enterarse, o fingen no enterarse, de las consecuencias de su trabajo. Se tienen bien merecida, por tímidos, la condenatoria encíclica de Ellen Meiksins Wood. Si fueran más atrevidos no se molestaría en atacarles, dejándoles ya por imposibles residuos reformistas condenados a las alcantarillas de la versión ortodoxa (y cada vez más improbable) de la historia marxista.

5. CONCLUSIONES GENERALES: LA ACUMULACIÓN DE CAPITAL LA LUCHA DE CLASES Y LA REPRODUCCIÓN DE CAPITAL EN LA ACTUALIDAD.

Noviembre 21, 2010 El Modo de Producción capitalistas se ha reajustado y el modelo económico agroexportador, ha sido liquidado. Las nuevas formas de acumulación y reproducción de capital están basadas en una combinación de valorización de capital vía del comercio, los servicios, la industria manufacturera textil, y principalmente del control financiero del dinero, del ahorro, del crédito y de actividades económicas claves para apropiarse del excedente económico interno y de las remesas.

Existen nuevos niveles de desarrollo de las fuerzas productivas, hay una nueva composición de la fuerza de trabajo social según las categorías y grupos ocupacionales por área geográfica y sexo. Hay una redistribución y ajuste de la población urbana y rural afectada por la migración. Las vías de transporte y comunicación hay crecido y mejorado sin llegar a satisfacer las necesidades surgidas.

La dinámica demográfica, las actividades de trabajo de la población, la producción y el ingresos distribuido, la calidad de vida de las clases y capas sociales y el vinculo del comercio exterior muestran los rasgos del ajuste del modo de producción capitalista sufrido en el periodo 1979-2003.

Pero ante la liquidación del modelo económico anterior todavía no hay “motores de acumulación” que le den identidad a este nuevo modelo económico neoliberal.

El nuevo Estado Neoliberal estimula un modelo económico inestable, donde pueden verse algunas características.
Existe una preponderancia del capital dinero y no de la tierra, de la manufactura textil y no la producción industrial, mayor empleo en la ciudad y no el campo, un mayor proletariado urbano junto a una creciente ejército de reserva y disminución del campesinado; mayor peso del proletariado mujer y no el hombre, y en el caso de las capas sociales se ha debilitado la capa militar.

Dentro de las actividades económicas predomina la expansión del comercio de bienes importados y no la producción interior; la expansión de los servicios, en donde los financieros tienen el poder económico, seguida de la producción industrial textil y la disminución en la producción del resto de industrias. Se intensifica la producción diversificada de mercancías agrícolas y no del café, el crecimiento de la caña de azúcar y el crecimiento de los granos básicos. El sector ganadero y la silvicultura son muy dinámicos aunque su peso sea menor.

La facción capitalista financiera hegemoniza y controla el capital dinero, liderando a la clase capitalista dentro del Bloque Hegemónico Empresarial. El campesinado ha sido reducido y empobrecido sometido a un continuo proceso de depauperación o en su defecto, siendo expulsados al exterior.

El proletariado ha crecido en número, pero poco en conciencia, debido a que el grueso, es decir, las mujeres sufren mayor explotación y dominación que los hombres. Las capas surgidas del ajuste del modo de producción son volubles proclives hacia la inercia social. La lucha de clases se libra escondida de la conciencia pública, bajo la lucha entre partidos políticos. Herencia de la situación revolucionaria donde las alianzas entre clases y capas organizadas actúan contra las instituciones controladas por las fuerzas políticas de los capitalistas.

En síntesis el nuevo modelo económico neoliberal es inestable y no esta definido económicamente cuales son las formas particulares de acumulación de capital.

Algunos rasgos de las formas de acumulación son: la valorización mediante el comercio y la venta de servicios así como de la explotación de los trabajadores de estas actividades junto a la maquila.

El nuevo modelo económico esta fundamentado en una fuente y/o uso del excedente basado en la apropiación y control de ahorro, consumo, crédito, inversión y FBK a partir de la captación de las TEN, es decir las remesas familiares.

Su proceso de acumulación indica una producción de mercancías no agrícolas como la predominante y muestra una forma de inserción internacional como proveedores de fuerza de trabajo obrera y campesina al mercado agrícola y urbano, así como vendedores de productos de consumo “nostálgicos” para la masa proletariado salvadoreños en EE.UU., junto a la exportación de mercancías no agrícola al mercado centroamericano.

En términos generales hay un nuevo balance del poder entre las clases y las capas sociales. Los 5 grupos de poder económicos o NFE agrupados en el BHE, son el nuevo rostro de la clase capitalista salvadoreña.

Las masas de proletarios y capas populares no están articuladas en frente organizados, sino descentralizados en pequeños agrupamientos con reivindicaciones sectoriales y diversas.

Las capas de ingresos medios en proceso de depauperación son vacilantes y por lo inestable del modelo económico son vacilantes para aceptar su condición proletaria, viéndose arrastrados por el aparato ideológico de la clase capitalista.