1.1. MODOS DE PRODUCCIÓN PRECAPITALISTAS (1525 – 1660)

1.1. MODOS DE PRODUCCIÓN PRECAPITALISTAS (1525 – 1660) Noviembre 11, 2010 Reconoceremos 3 fases de la conquista: La lucha armada, un medio para llegar al sometimiento económico, siendo la evangelización y la creación del gobierno un tercer momento de consolidación.

La conquista económica es equivalente al despojo de las fuentes de riqueza de los indios: apropiación de las tierras y sometimiento o esclavitud.[1] Esta creó inicialmente un estado de esclavización y tributación de los pueblos conquistados mediante dos instituciones, coloniales: La Encomienda y el Repartimiento , como lo señala Flores Macal2 y Cardenal, en un periodo inicial que no sobrepasa 20 años (entre 1536 y 1542) la distribución de tierras y población era una practica virtualmente esclavista3.

Luego se configuraron “las nuevas leyes”(1542) y los llamados “defensores de indios”, se crearon para defender los intereses de la corona “sacarlos (a los indios) de la mano de conquistadores y convertirlos en tributarios del rey”. Llevó la lucha entre conquistadores, colonos y sus descendientes con la corona española, a colocar al indígena en un plano intermedio de la servidumbre, se libraron de quedar como esclavos pero no pasaron a ser trabajadores libres4.

Se crearon dos nuevas instituciones: La Nueva Encomienda, que era “una concesión, librada por el rey a favor de un español con merito de conquista y colonización, consistente en percibir los tributos de un conglomerado indígena…”. Y El Nuevo Repartimiento de indios, que era un “sistema que obligaba a los nativos a trabajar por temporadas en las haciendas, retornando con estricta regularidad a sus pueblos para trabajar en su propio sustento y en la producción de tributos”[5].

Para los planes de las nuevas leyes era imprescindible controlar a los indios: “los indígenas no podía pasar efectivamente a vasallos tributarios del rey, ni esté podía ceder parte de los tributos (Nueva Encomienda), ni sería posible suministrar a las haciendas periódicamente mano de obra indígena (Nuevo Repartimiento), mientras no hubiere centros de población perfectamente establecidos y controlados por autoridad”. A toda ésta labor se le llamó, “Reducción de Indios”[6] o pueblos de indios.
“El pueblo de indios: era una concentración de fuerza de trabajo, controlada por los grupos dominantes disponible en tres formas diferentes: 1) gratuita forzosa; 2) semi-gratuita forzosa; y 3) asalariada muy barata. La ultima sin posibilidad de desplazar las otras dos formas.”

El resultado de las nuevas leyes en el caso “salvadoreño” fue el vasallaje tributario de los indios y la reducción (cotos poblacionales indígenas) que surgieron como formas de explotación-dominación7.

La apropiación de los medios de producción, fundamentalmente la tierra y la fuerza de trabajo social indígena fue el problema concreto de la sociedad colonial.
El problema de la tierra tiene sus raíces en la organización económica de la colonia, siguiendo a Martínez Peláez, señala cinco principios que normarán la política agraria de aquel periodo histórico:
1) El señorío, de la corona española con derecho de conquista sobre todas las tierras de las provincias conquistadas en su nombre.
2) La tierra como aliciente, factor condicionante del latifundio en las colonias. Consistía en que el rey ofrecía y cedía una riqueza que no había poseído antes de momento de cederla el ceder tierra e indios fue el principal aliciente empleado.
3) La tierra como fuente de ingresos para las cajas reales, bajo el procedimiento de la “composición de tierra”, un procedimiento normalizado para apropiarse de la tierra.
4) La preservación de las tierras de los indios, donde pudieran ser controlados, trabajar para sustentarse, para tributar, y para estar en condiciones de ir a trabajar para otros. Un principio básico de la política agraria colonial.[8]
5) El bloqueo agrario de los mestizos: la política de negación de tierras a los mestizos pobres, en constante aumento demográfico fue un factor que estimulo el crecimiento del latifundio.

El latifundio y las tierras comunales9, eran las que realmente formaba el cuadro del agro colonial. A pesar que existió la propiedad rústica mediana y pequeña de indios ricos y ladinos, estas son fenómenos poco generalizados.

La tierra sin indios no valía nada, el gran valor de los indios como creadores de valor, aconsejaba la adquisición de grandes extensiones de tierra.[10] La ideología de los criollos, “el criollismo” reproducían prejuicios acerca de estos, la realidad histórica era otra11: el indio estaba obligado a acudir al trabajo de las haciendas y labores coloniales bajo la presión del sistema de repartimientos; el indio tenía que trabajar también para producir tributo al rey; y después de trabajar para los hacendados y para el rey- o los encomenderos-, el indio tenía que trabajar para sostenerse asimismo y a su familia. El indio es el trabajador de la tierra.

El problema de las epidemias, de las pestes de la viruela y de sarampión causó estragos en los pueblos de indios12. La implantación colonial provocó una verdadera catástrofe demográfica: se estima que la población de “El Salvador” desciende de 130,000 a 60,000 habitantes en éste brevísimo periodo, y no pocos núcleos desaparecen.

El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas se reflejaba en las técnicas que se pusieron en manos de los indios, que giraban entorno a la azada, el machete y el hacha y en menor proporción el uso del arado, con esa capacidad productiva, la explotación asalariada hubiera arrojado ganancias insignificantes, que no estimulaban ni consolidaban la colonización; el salario hubiera coexistido artificialmente junto a una capacidad productiva que correspondía a etapas de desarrollo económico anteriores al capitalismo más incipiente.

Los mestizos no formaron clases, sino capas13— en cuyo seno maduraba eventualmente una clase social14-. En el campo se formaron núcleos rurales de gente mestiza y/o ladina15, con gran importancia numérica que revelaba una capa media de mestizos pobres, trabajadores, segunda fuerza productora explotada después de los indios.[16]

El mestizaje configuro tres capas medias urbanas: la plebe, los artesanos y la capa media alta urbana. La plebe, hacía referencia exclusivamente su nivel de pobreza y a cierta conducta general que aparecía como propia de la gente, masa pobre de la ciudad. Los artesanos, a pesar de ser un sector de trabajadores definidos – e importantes- por rasgos comunes a todos los oficios17 mostraban una falta de cohesión y unida. La gran mayoría de los trabajadores artesanales pertenecen a la plebe, es decir a la gente pobre o paupérrima de la ciudad. Un grupo reducido de artesanos acomodados integraba, junto a un grupo de proveedores no artesanales una capa media urbana de abastecedores acomodados. Las capas medias urbanas, caracterizada como pequeños propietarios explotadores de obreros y empleados de comercio, se incorporaron a la clase media alta, embrión débil de la pequeña burguesía.[18].

Gradualmente en la reproducción del esquema colonial, se van borrando los matices étnicos dentro del gran conjunto, pero comienza a ser evidentes las diferencias de orden económico y social, tanto en el campo como en la ciudad.

El modo de producción colonial se afinco en la apropiación de la tierra y el sometimiento de la fuerza de trabajo social indígena y ladina, que se reprodujo, mediante un modelo de monocultivo de exportación dependiente19. El modelo integrado por el Cacao y el Bálsamo que desde el siglo XIII hasta el XVI (± 300 años) fueron los monocultivos iniciales.
El Cacao fue el primer producto agrícola de exportación, origen también de la primera gran crisis.

En “El Salvador”, las plantaciones de los Izalcos, entre 1540 y 1550 fueron reconocidas como las más ricas de la audiencia de Guatemala, y cobro mayor importancia con el proceso de conquista y cierre de las plantaciones principales20. Se cultivaba Cacao periféricamente en otras partes como Santa Ana, San Miguel, y el Valle del Jiboa.

La explotación del cacao de los Izalcos se llevó a cabo bajo el régimen de la Nueva Encomienda. Fue tan intensa la explotación que en 1556, la mayoría de los habitantes nativos habían muerto. Se necesitaba más fuerza de trabajo, y debieron traer indígenas de otras regiones. Otro rasgo fue que los encomenderos y sus descendientes se enriquecieron extorsionando a los indígenas con el pretexto del tributo. Se impone la lógica que en la época de decadencia, esta afectaba en primacía a la población indígena. En el caso de El Bálsamo, la demanda se difundió después de la conquista, pues se uso como ungüento, medicamento y cosmético, era común en Nueva España y Europa, lo mismo que el Cacao, los mercaderes españoles obtenían el Bálsamo de los indígenas mediante la Nueva Encomienda.

[1] La falsa superioridad española, nace de la inferioridad tecnológica y cultural en general de los pueblos indios, en los primeros contactos en la lucha armada; el posterior sometimiento económico y conversión del indio—esclavitud y servidumbre— en fuente de riqueza para el nuevo grupo dominante; y de allí la inferioridad general permanente, derivada de las condiciones a que quedaron reducidos los nativos.
[2] Flores Macal, Mario “Origen, desarrollo y crisis de las formas de dominación en El Salvador”. Ed. San José Costa Rica SECASA 1983 Pág. 11 y siguientes.
[3] Eran “exportados desde las regiones mas densas como Sonsonate, Escuintla, Choluteca, estrecho de Rivas y Nicoya con destino a Panamá, Antillas y Nueva España.
[4] En el caso “salvadoreño”, diremos que el 3 de noviembre de 1548 llego a San Salvador una delegación que convoco una audiencia donde debería asistir cuanto tuvieren esclavos, en tal audiencia se dio la libertad a estos a pesar de la protesta de sus dueños y de sus justificaciones. Léase: Flores Macal, Mario Op Cit Pág. 11.
[5] Martínez Peláez, Severo “La Patria del Criollo” Ensayo de interpretación de la Realidad Colonial Guatemalteca. Editorial EDUCA octava edición 1981 Centroamérica. Pagina 93-103
[6] Se aplico la reducción en la diversidad de indios (pipiles y lencas generalmente), se busco erradicar “los pajuiles y xacales”- Eran grupos de indios afuera del control colonial, clandestinos y prófugos de los poblados, que vivían en la montaña o terrenos aislados.-
[7] Flores Macal, Mario Op Cit. Pág. 7 y siguientes.
[8] Permite comprender por qué la sociedad colonial exigía la existencia de tierras en que los indígenas podían trabajar para sustentarse, para tributar, y para estar en condiciones de ir a trabajar en forma casi gratuita a las haciendas y labores y a otras empresas de los grupos dominantes. También incluía el interés económico de la monarquía; para que los indios permanecieran en sus pueblos, y fuera posible controlados para la tributación era indispensable que tuvieran ahí unas tierras suficientes para no ir a buscar a otra parte.
[9] Sobre las tierras de los pueblos de indios es necesario explicarlo un poco más, se puede distinguirse tres tipos de tierras de indios existentes: En primer lugar, aquellas llamadas “ejidos” , “ejidos o pastos” o “montes y pastajes”: era la tierra indispensable y de uso común en los alrededor del pueblo para recolectar madera y otro material de construcción, madera y hojas secas para leña, espacio para exponer al aire y el sol hilos y telas y para soltar animales de propiedad particular. El segundo plano- y de mayor importancia- las tierras comunales, llamadas de muchas maneras: comunes, de comunidad, comunes de sementera, comunes de labranza y sementera. El punto de partida de estas tierras fueron las que la corona les concedió a todos los pueblos en la época en que fueron creados la época de las reducciones. Fue corriente llamar ejidos al conjunto de aquéllas tierras comunales, englobando las de sementera y las que eran los propiamente ejidos.
[10] El valor de una hacienda incluía su derecho a un número determinado indios de repartimiento.; también se compraban labores y haciendas con el objetivo de no cultivarlas para disponer de sus indios de repartimiento en los trabajos de otra empresa agrícola. Martínez Peláez, Severo Op Cit. Paginas 235 –247
[11] 1) los indios son haraganes, no trabajan si no se les obliga; 2) los indios son inclinados al vicio y que aumentan entre ellos las borracheras-escándalo si no se les tiene ocupados con el trabajo obligatorio; 3) los indios no padecen pobreza, viven conformes y tranquilos.
[12] En conjeturas sobre las razones de la desaparición casi completa del cultivo del cacao y en la recolección de bálsamo en El Salvador, plantea que las epidemias de viruela, de sarampión, seguidas de una endemia de malaria y posiblemente de fiebre amarilla en las zonas bajas de la región, fue la causa principal de la disminución vertiginosa de la población. Browing, David. “El Salvador: la tierra y el hombre” Ed. DG. PP MINED. El Salvador 1973. Pág. 119.
[13] Una capa social— diferenciándola de la clase social— es un grupo numeroso de personas que, en una sociedad, presentan un nivel de riqueza o de pobreza semejante, pero que, debido que no desempeñan una función económica común y bien definida en el régimen de producción y de propiedad, tampoco reconoce intereses económicos comunes ni reaccionan con solidaridad que es propia de las clases. Con la salvedad que en situaciones históricas determinadas, son arrastradas estas capas por las clases y puede actuar en una dirección bastante precisa. Martínez Peláez, Severo Op Cit. Páginas 264-347.
[14] las clases sociales, si realmente lo son, se definen por su unidad de función económica y de intereses, que les son esenciales, y no por su ubicación relativa a otros grupos La ubicación relativa puede emplearse como un elemento de definición de las capas como carentes de unidad funcional, y aún allí es insuficiente y requiere el señalamiento de otras características.
[15] Conjunto de personas que no eran indias ni españolas o criollos que incluye mestizos y negros.
[16] Los ladinos rurales aparecen en las haciendas, como “familias de asiento”; eran trabajadores agrícolas libres, desprovisto de tierra de cualquier otro medio de producción, y, en consecuencia, económicamente apresados y explotados, que trabajaban a cambio de usufructo de la tierra ajena que habitaban sin llegar a ser trabajadores asalariados estrictamente .
[17] Talleres pequeños, jerarquías de maestros, oficiales y aprendices, empleo de instrumentos relativamente simples y no otra fuerza que la humana.
[18] La capa media alta no era exclusivamente una capa urbana, se prolongaba y completada en la capa media alta rural, de los pueblos, y estaban presente en donde hubiera propietarios de rango medio no colonial.
[19] La agricultura colonial, estaba compuesta por dos áreas: primero, la agricultura de subsistencia, esta producción material de medios de consumo era la base del trabajo indígena que soportaba la “Economía de exportación” o producción para el comercio, sin colocar los metales preciosos, esta producción era agrícola, por ello la concentración en productos primarios o sea minerales y vegetales básicos. En esta operaba un ciclo basado en un producto principal y otro secundario sujeto a la demanda de la metrópoli o del mercado europeo y luego a las provincias.
[20] Había plantaciones en las dos costas de la audiencia sin embargo la fuente principal de Cacao estuvo en la franja de los suelos volcánicos muy fértiles, a lo largo de la costa del pacifico, desde Tehuantepec hasta las llanuras noroccidentales y de las costas de Nicaragua hasta Nicoya.

El Salvador: el 1ro. de mayo y la unidad de la izquierda

9 de mayo de 2013 1ro. de Mayo 2013: un movimiento popular masivo y diverso Las decenas de miles de hombres y mujeres, trabajadores y trabajadoras, del campo y de la ciudad, jóvenes y adultos, que recorrieron las calles y avenidas de nuestra capital simbolizan la voluntad mayoritaria y unitaria de respaldar el actual proceso de cambios así como de exigir su profundización y continuidad.

Este fue el mensaje principal: respaldo pero a la vez exigencia. Respaldo al gobierno del FMLN surgido en 2009 con la derrota de ARENA. Exigencia para el gobierno del presidente Funes de romper con el modelo neoliberal. La lección es que existe un poderoso potencial de fuerzas sociales para avanzar en el proceso de democratización y de cambios. Estamos a la ofensiva. Podemos y debemos avanzar, definir el rumbo desde la calle. Obtener más victorias. Es tiempo de cambio.

Tiempo de impulsar una estrategia audaz y combativa desde el movimiento popular. La gente respondió masivamente al llamado a la marcha y nos dijo que esta dispuesta a luchar y que confía en nosotros. Nos corresponde diseñar la estrategia y la táctica para que esta lucha se realice y sea exitosa. Y que no sea ahogada en el mar de la pasividad prevaleciente. Esta marcha puede ser la señal inicial de un nuevo momento de participación popular.

Pero también podemos reducir los límites del enfrentamiento social a la comodidad del claustro parlamentario y de la feria electoral. Son las alternativas existentes. Y podrían fácilmente hacernos perder esta magnifica oportunidad. Pero también pueden hasta ser complementarias en la medida que nos permitan acumular fuerzas y construir poder popular.

Esta vez el punto de llegada de la marcha fue la plaza del Salvador del Mundo. La cabeza de la marcha estaba en la 25 Ave. Norte y la cola en el Reloj de Flores. Era una poderosa demostración de fuerza y de unidad. Las dos principales reivindicaciones eran el aumento al salario mínimo y el rechazo a la Ley de Asocios Público-Privado. Y el listado de convocantes se había ampliado hasta incluir a la CSTS, Conphas, Cirac, FSNP, MPR-12, FSS, Festraspes, Cofevi, etc. El MPR-12 encabezaba la marcha.

Pero debe registrarse también que de nuevo y ya por ya varios años hubo otra marcha de algunos sindicatos como AGEPYM, CTS, CSS y de algunas agrupaciones estudiantiles universitarias. Al privilegiar su visión “anticapitalista” y de rechazo al FMLN, se automarginaron del contacto directo con los miles de trabajadores organizados que desfilaron hasta el Salvador del Mundo.

Lo interesante es que las principales banderas de lucha de ambas marchas eran las mismas: rechazo a la ley de la Función Publica; rechazo a la ley de asocio público privado; incremento al salario mínimo y respaldo a la ley de medicamentos.

La mera convocatoria a dos marchas revela la existencia de dos concepciones y visiones sobre el desarrollo del actual proceso político iniciado en el 2009 con la llegada del FMLN y sus aliados democráticos al gobierno central.

Hay un sector de la izquierda, tanto organizada como no organizada, tanto al interior del país como fuera, que considera que el gobierno de Funes y del FMLN es un gobierno de derecha, y que nada ha cambiado. Y que la dirección principal de la lucha es por derrocar este gobierno pro imperialista.

Dentro de este sector hay que distinguir a los que inicialmente apoyaron a Funes como candidato presidencial del FMLN, de los que rechazan categóricamente cualquier participación electoral. Este sector es actualmente una fuerza social marginal, pero puede crecer.

Hay otro sector vinculado al FMLN, que considera que el gobierno de Funes es un avance significativo en el camino a construir una correlación de fuerzas que aísle a la oligarquía y permita revertir el modelo neoliberal. Y que es un gobierno en disputa en el que las fuerzas de izquierda necesitan fortalecer su presencia.

Y lo clave es garantizar la continuidad del proyecto político iniciado en 2009. El grueso del movimiento popular respalda esta visión de cambio. Es la tendencia mayoritaria. El 1 de mayo lo confirmó fehacientemente.

¿Como establecer un puente de diálogo y de unidad de acción entre estos dos sectores? Este es uno de los desafíos principales que enfrenta la izquierda para cumplir su rol dirigente de este complejo proceso. Y este es un problema que rebasa lo electoral y esta vinculado a la construcción del sujeto de la revolución.

Y pasa por el desarrollo de espacios de debate político e ideológico. Y pasa también y principalmente por el despliegue de la lucha popular. Es en las grandes batallas sociales donde podemos encontrarnos y reconocernos. Ya lo hemos vivido en el pasado. Recordemos las Marchas Blancas contra la privatización de la salud.

A finales de 1979 la crisis política obligó a los diversos contingentes de la izquierda a buscar la unidad para proyectarse como alternativa real de poder. Y a dejar en el baúl de los recuerdos las acaloradas polémicas y las abigarradas expresiones orgánicas para fundirse en un solo puño político-militar de cuatro letras.

Y las diferencias no desaparecieron, se trasladaron a una inesperada larga guerra con cinco ejércitos coordinados e incluso todavía se mantienen hoy como partido político, y con muy buena salud, pero bajo una misma tienda y en una misma casa. Y el que se sale de la casa pierde. Y es por eso que hay hoy muchas voces fuera de la casa.

Pero es claro que necesitamos para avanzar como movimiento popular una casa con muchas ventanas y muchas voces. Solo así se podrá construir el coro que encabece de nuevo el asalto al cielo…desde lo que Eduardo llama las nuevas vanguardias.

En aquella época, principios de los años ochenta, la realidad se encargo de lanzar por la borda incluso dos tesis que se consideraban en la izquierda artículos de fe. El primero, la brevedad del enfrentamiento final o la toma del poder. La insurrección soñada era cuestión de un fin de semana o lo más una semana. Y era una lucha urbana, a lo bolchevique, que iba a librarse fundamentalmente en el Bulevar del Ejército, donde estaba concentrado el proletariado industrial.

Al final fueron doce largos años y peleados desde campamentos guerrilleros en el campo, rurales. Mao desplazó a Lenin en la práctica. Y para rematar a los dogmas, en 1992 no hubo entrada triunfal guerrillera a San Salvador, no hubo victoria militar, sino un pacto político negociado y firmado en México, que modificó el sistema político sin modificar el sistema económico. Abrió un periodo ya prolongado y ojala sin retroceso, de democratización, de libertades públicas.

Funes espadeando con la ANEP, con los Candidatos Presidenciales, con Obama y en la Cumbre de Managua

El presidente Funes es un espadachín nato. Mantiene incluso desde antes de su llegada a la presidencia la espada desenvainada y bien afilada. Y no vacila en usarla contra los que osan criticar a su gobierno o los que desafían la mítica y hasta bíblica bondad de sus políticas sociales.

Recientemente presenciamos como logró evadir la emboscada tendida por la oligarquía en el XIII Enade y de ribete les enrostró su falta de patriotismo, les invitó a sumarse a los esfuerzos que se realizan desde el debilitado CES e incluso les reitero su papel de capitán del barco y ansioso de atacar a los roedores, los cuales últimamente manejan la tesis de la “responsabilidad social empresarial” como arma ideológica para ocultar su nefasto papel histórico.

Asimismo obligó a los cuatro presidenciables a visitarlo en Casa Presidencial y escuchar pacientemente acerca de los diversos proyectos que ejecuta su gobierno. Y ese mismo día viajó a reunirse con el presidente Obama y pudo observar que la presidenta de Costa Rica le esta disputando su papel de aliado estratégico. Y finalmente en Managua logra con Lobo y Ortega garantizar que el Golfo de Fonseca sea un espacio de paz. Lo que no pudo evitar fue que la Selecta bajara al puesto 85 de la FIFA.

¿Es la clase obrera salvadoreña la clase dirigente?

La clase obrera salvadoreña del siglo XXI es el resultado de los complejos procesos internacionales de globalización financiera así como de las modificaciones al interior de nuestra formación económico-social de sus fuerzas productivas y de sus relaciones de producción.

En la actualidad, en el marco del modelo económico neoliberal impuesto a partir de la llegada de ARENA al gobierno en 1989, registramos la disminución del sector industrial y del sector artesanal, el fortalecimiento de la manufactura textil maquilera vinculada a empresas extranjeras y con esto del peso de las mujeres en nuestro proletariado y de su perfil urbano. Además es un modelo basado en la captación por medio del comercio de las remesas familiares.

Así como la desnacionalización de la economía con la venta de las principales empresas y bancos –TACA, ILC, Banco Agrícola, Cuscatlán, Salvadoreño, CESSA, La Despensa de Don Juan entre otras- al capital internacional; la casi desaparición del sector agro-industrial, la disminución del campesinado como clase social; y la emigración masiva hacia Estados Unidos de amplios contingentes de trabajadores rurales y urbanos.

También la proletarización acelerada de sectores de capas medias y entre estas el debilitamiento de la capa militar, y la emergencia de un mayoritario sector de trabajadores del sector informal como resultado del crecimiento de los desocupados, del ejército de reserva.

Este es nuestro proletariado. Y es un proletariado que se ha incorporado a la clase obrera multirracial y multinacional de Estados Unidos, de Australia, de Italia y a sus luchas. Un proletariado salvadoreño con mayores niveles numéricos que en el pasado, pero debilitado en su nivel de organización, conciencia de clase y espíritu de lucha, Y esta es la fuerza que puede conducirnos objetivamente al socialismo.

En los últimos veinte años en general el sector servicios acapara un 60 por ciento del PIB, la industria un 25% y la agricultura un 10 %. Es una economía tercerizada en la que la mitad de nuestras exportaciones son manufacturas de baja tecnonología, o sea la industria textil maquilera.

Se observa el crecimiento de centros comerciales donde coexisten y disputan los principales grupos oligárquicos, ejemplo de esto en Antiguo Cuscatlán Multiplaza, Las Cascadas y la Gran Vía, privilegiando la importación de bienes sobre su producción nacional así como la agresiva expansión de los servicios bancarios en su mayoría de propiedad colombiana. Unido esto a una producción cafetalera amenazada por la roya y en franca desventaja frente a la caña de azúcar y los granos básicos.

El proletariado salvadoreño nace a mediados del siglo XIX en los obrajes añileros y en las entonces recién creadas fincas cafetaleras de Santa Tecla y Santa Ana. Surge en el campo como proletariado agrícola, derivado de la vía “junker” de desarrollo de nuestra agricultura.

A principios del siglo XX adquiere rasgos artesanales –sastres, zapateros, panaderos-en las principales ciudades y a mediados de este mismo siglo surge una clase obrera industrial vinculada a los procesos de integración regional. La guerra de 1980-1992 modificó de nuevo el escenario social.

Según datos del periodo 2011-2012 de la DIGESTYC el comercio concentra a 256,627 trabajadores; los servicios a 215,002; la industria a 133,399, el transporte a 15,830, la construcción a 7,427 y otros (que incluye la agroindustria, electricidad, minas y canteras) a 6,229 lo que hace un total de 634,514 trabajadores. Por otra parte, según FUSADES , el 72 por ciento de la población económica activa no tiene un empleo formal, o sea 1.9 millones.

El sector informal emplea a un 49.26 de la PEA. Más de 770,000 salvadoreños se ganan la vida con empleos en el sector informal. Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) 2011, el 49.26% de la Población Económicamente Activa ocupada en la zona urbana (PEA, que se estima en 1,564, 204) vive de lo que gana en este sector, es decir, 770,608 trabajadores.

Esta es nuestra realidad como proletariado salvadoreño. Y esto explica que las luchas sociales de clase de los últimos años estén encabezadas por sectores de capas medias, como empleados estatales, incluso médicos con su propio sindicato, como en la gran lucha en el 2002 contra la privatización de la salud; las luchas de las comunidades por el derecho al agua, por una vivienda digna, por el derecho a vender en las calles, las luchas de los maestros por un salario digno; la lucha de los jóvenes por ingresar a la UES, la lucha contra la flexibilización laboral, etc.

La clase obrera se ha modificado en su composición y esta disminución de su peso social influye fuertemente en lo sindical e incluso en lo político. Determina el predominio de sectores de la pequeña burguesía en la conducción del proceso revolucionario. Influye en nuestra visión de mundo. Y en nuestro caso, casi siempre ha sido así.

Incluso las figuras principales de nuestra izquierda, proceden desde Farabundo Martí y Arturo Romero con la excepción de Daniel Castaneda, Salvador Cayetano Carpio y José Luís Merino hasta Fabio Castillo y Schafik Handal, de las capas medias. No obstante esto, es claro que la alternativa al capitalismo, la transición, la ruptura del sistema esta vinculada al fortalecimiento del proletariado salvadoreño.

El proletariado salvadoreño es el sujeto histórico del cambio por su papel en el proceso de producción. Es la contraparte obligada de los sectores oligárquicos y de las corporaciones transnacionales. Pero por otra parte, es un papel que debe ganar, que debe disputar. Y que puede ser arrebatado.

Hay fuerzas sociales emergentes que le imprimen su propio estilo a la conducción del proceso político. Por ejemplo que favorecen la horizontalidad y el trabajo en redes por encima del centralismo leninista, que se origina en la visión de fábrica. O que priorizan la lucha contra el androcentrismo sobre la lucha de clases, etc. O la lucha cultural sobre la lucha política.Y hay lucha por la hegemonía en el movimiento popular y social. En particular de la pequeña burguesía originada en la UES o en la UCA.

La clase obrera salvadoreña es fuerza motriz o sujeto histórico en la medida que actúa y asume en la práctica y no en la teoría ese papel, no por simple decreto. En la medida que adquiera conciencia de clase y se ponga al frente de la lucha popular. Y esto esta vinculado al papel que desempeña la fuerza dirigente del proceso, que es el siguiente tema que comentaremos.

¿Es el FMLN el partido que necesitamos?

Existe en un sector de la izquierda la tesis e incluso hasta la convicción que el FMLN ha dejado de ser un partido de izquierda, o al menos su dirección. Argumentan que es un partido aliado o subordinado a otros partidos de derecha; que ha abandonado sus ideales de cambio social; que se dedica a administrar el sistema y que representa una nueva clase empresarial en ascenso.

Consideramos que el FMLN es el fruto histórico de un largo proceso de lucha que arranca desde las primeras huelgas de artesanos a finales de la primera década del siglo pasado. Y que pasa por la creación del Partido Comunista en marzo de 1930 como partido revolucionario de la clase obrera; por su experiencia electoral e insurreccional de 1932; por la amarga derrota de ese mismo año; por las jornadas revolucionarias de 1944; 1960; por el surgimiento de las organizaciones político-militares a principios y mediados de los años setenta; por la construcción de inmensas organizaciones de masas que ya unidas confluyeron en un ejercito popular revolucionario en los años ochenta; y luego por la construcción de un poderoso partido de masas. El cariño y el respeto de nuestro pueblo a estas cuatro letras entroncan con esta historia.

Durante buena parte de este trayecto reseñado, durante sesenta años, la existencia de una dictadura militar de derecha obligó a los revolucionarios a construir organizaciones clandestinas, cerradas, altamente selectivas. La derrota de la dictadura y la conquista de la democracia, permitió a partir de 1992 el despliegue y construcción de un ejército político diferente: un gran partido de masas, con una composición clasista diversa en lo político y en lo ideológico. De Lenin pasamos a Gramsci en la práctica.

En la actualidad el FMLN es un partido con un alto nivel de acumulación política nacional e internacional que se expresa en la presencia política territorial en los 262 municipios del país. Con una significativa presencia legislativa y de consejos municipales. Con la dirección de varios ministerios de gobierno central. Con presencia en la PNC.

Con una fuerte maquinaria electoral. Con influencia en la Corte Suprema de Justicia. Con fuerte presencia en el movimiento popular y social. Con un proyecto económico basado en Alba Petróleo. Con participación destacada en el Foro de Sao Paulo.

Pero a la vez es un partido de izquierda que en su estrategia política desde 1994 prioriza el enfrentamiento parlamentario sobre el enfrentamiento social; que no define con claridad su posición ante el gobierno norteamericano como expresión suprema del sistema capitalita imperial; y que no establece de manera diáfana cual es su rumbo estratégico.

A la raíz de estos posicionamientos del FMLN, se encuentra el hecho que luego de los Acuerdos de Paz de 1992, y en el marco del derrumbe de lo que se conoció como socialismo real, las cinco fuerzas que lo integraban abandonan gradualmente tres pilares que habían caracterizado e identificado a la izquierda salvadoreña por décadas: la teoría leninista de la organización de vanguardia, el carácter de clase del partido y la ideología marxista.

No obstante esto, el FMLN continúa siendo la fuerza política que expresa los intereses de los sectores populares, se enfrenta periódicamente a las fuerzas de derecha en los torneos electorales y conduce de manera diaria el enfrentamiento de clase. No se percibe en el horizonte cercano una modificación de este papel. Las ilusiones no son realidades.

Pero la profundización del reformismo, la colaboración de clases y una orientación pragmática hacia la socialdemocracia, pueden conducir en el horizonte lejano a la búsqueda de nuevas vanguardias. Esto ya ha sucedido en el pasado.

Pero a condición que las fuerzas emergentes de izquierda abandonen a la vez su sectarismo y dogmatismo, que las mantienen prisioneras en la marginalidad política. Al final, es la gente la que reconoce la voz de sus dirigentes y los sigue. Y en la actualidad continua reconociendo a la dirección del FMLN. Es un hecho.-

Movimientos electorales y correlaciones políticas (Parte I)

7 de Mayo de 2013. En la campaña electoral funcionan dos agrupamientos. En el primer agrupamiento actúan dos grandes tiendas constituidas por ARENA y el partido FMLN. ARENA expresa a una oligarquía decadente y el FMLN a una burguesía emergente. Ambos de derecha y compartiendo la búsqueda del control del aparato del Estado, toda vez que siendo sectores empresariales, necesitan del aparato estatal para asegurar la buena marcha de sus negocios. Volveremos sobre esto más adelante.

El segundo agrupamiento, constituido por el Movimiento Unidad y la candidatura del ex presidente Tony Saca, constituye la posibilidad de un proyecto burgués confrontado con el tradicional proyecto oligárquico.

Históricamente asistimos, muy probablemente, a la finalización del viejo Estado oligárquico montado en nuestro país desde finales del siglo XIX, que se ha mantenido, con algunas modificaciones, década tras década, incluso, con algunas Constituciones Políticas. Al quebrarse el predominio del sector cafetalero y al entrar en crisis planetaria el capitalismo neoliberal y la hegemonía del imperio estadounidense, en nuestro país se derrumba el viejo poder oligárquico y también su Estado y su bloque histórico. Este resulta ser el escenario político en el que se desarrolla la actual campaña electoral, y esto explica, aunque no suficientemente, por qué la confrontación electoral se desarrolla entre 3 proyectos de derecha, sin que juegue, aparentemente, ningún proyecto popular.

Por supuesto que es un momento de contradicciones, y es en este terreno, en el de las contradicciones, donde podemos encontrar las luces necesarias para entender lo que ocurre. Hemos dicho que entre ARENA y el partido FMLN funciona el interés común en el aparato estatal, y no funciona, todavía no, el verdadero interés, consistente en que la cúpula del partido FMLN constituye una nueva clase social burguesa con condiciones de formar una nueva fracción dominante dentro de una clase dominante que continúa pendiente de ser definida.

El final de la oligarquía cafetalera inició un vacío histórico y ese vacío es el que está llenando esta nueva cúpula empresarial partidaria. Hasta ahora, los sectores dominantes habían surgido, movidos por factores externos, vinculados a la tierra y jefeados por grupos familiares de origen extranjero, ya sea europeos o árabes. En el caso de la cúpula del FMLN, se trata de grupos humanos provenientes de la guerrilla del FMLN, que fue un agrupamiento político integrado por comunistas, anticomunistas y no comunistas, con predominancia de clases medias, vinculadas por un proyecto anti dictatorial pero no antisistémico.

Al final de la guerra de 20 años, las organizaciones integrantes se auto disolvieron para formar al partido nominado con el mismo nombre, y así, con el manto heroico de la guerrilla heroica, se hicieron parte del sistema político, sus mayores defensores y usufructuadores. Paso a paso, llegaron a ser una nueva burguesía con fuertes vasos comunicantes clasistas y empresariales que lo vinculan con la oligarquía que habita en ARENA; aunque estos vínculos no sean, por el momento, evidentes para la población ni para los electores, ni para algunos miembros de los dos partidos.

Hay que saber que ninguna de estas dos cúpulas partidarias piensa al aparato del Estado como fuerza subversiva para transformar la sociedad o al Estado mismo. Ambos entienden que se trata del botín a capturar, usufructuar y defender.

El ex presidente Saca significa, hasta ahora, el conflicto entre una cabeza oligárquica y una cabeza burguesa. Este conflicto puede ir más allá de la mera reacción ante la decisión de ARENA de expulsarlo de sus filas. Por supuesto que los alcances y profundidades dependerán de la cabeza política de Saca, de su compromiso, de su decisión de jugar un papel histórico, de sus aliados y alianzas, y de su voluntad o claridad de dejar de ser, en caso de ganar las elecciones, un presidente más, y convertirse en instrumento de transformación.

En este escenario, los candidatos de las dos tiendas electorales son figuras políticas débiles y debilitadas, sin capacidad cohesionadora ni discurso convocante, sin carisma y sin propuestas que anuncien transformaciones; más bien se trata de discursos similares. Aunque el candidato Quijano tiene la ventaja de poder hablar de un gobierno como el actual, caracterizado por la incapacidad y la falta de imaginación y la débil comunicación con las personas de carne y hueso.

En cuanto a Washington, hay que saber que hasta ahora, la Casa Blanca parece inclinarse hacia el entendimiento con sus viejos amigos y conocidos del partido ARENA. El imperio no parece entender el enorme potencial que para sus intereses ofrece la cúpula del partido FMLN.

En cuanto a Saca y su Movimiento Unidad, las encuestas últimas lo favorecen por encima del candidato Sánchez Cerén y cerca del candidato Quijano, aun cuando no se conocen planteamientos programáticos que anuncien un nuevo rumbo para el país, una nueva política o una nueva manera de hacer política. Pareciera que su ventaja depende del repudio ciudadano a las cúpulas arenera y del partido FMLN, y de la cuidadosa campaña que hasta ahora ha llevado el candidato Saca.

El Salvador: intervención «imperial» humanitaria y resistencia popular

26 de abril de 2013. “Pero todo cielo tiene su lucifer y todo paraíso su tentación…”
Saramago Obama en su segundo periodo Existe un nuevo equipo manejando la política exterior y la seguridad de Estados Unidos en esta segunda administración del presidente Obama (2012-2016). Lo integran el nuevo secretario de estado John Kerry, el nuevo jefe del Pentagono, el exsenador republicano Chuck Hagel y el nuevo jefe de la CIA; John Brennan.

Es un equipo hábil y experimentado que tratará de recuperar la hegemonía estadounidense en el mundo. Es un equipo que le dará continuidad a la labor realizada desde el inicio de la primera administración Obama (2008-2012) y a la Estrategia de Defensa divulgada oficialmente en enero de 2012.

La Estrategia de Defensa del presidente Obama tiene cinco componentes: fuerzas armadas reducidas en número pero más ágiles y tecnificadas; priorizar la región Asia-Pacífico; construir alianzas de defensa en todos los continentes; mantener capacidad de derrotar a más de un enemigo a la vez y finalmente, priorizar la inversión en nuevas tecnologías ( drones, guerra cibernética, etc).

A diferencia de la politica exterior de Bush, que se basaba en las amenazas y el uso de la fuerza, Obama desde su primera administración ha priorizado la necesidad de robustecer la economía interna, recuperar la hegemonía económica internacional e impulsar la diplomacia de “la presencia discreta.” Esta se basa en sanciones, alianzas, acciones encubiertas y la ciberguerra. Y el uso de drones, de aviones no tripulados.

Y de relaciones públicas que proyecten la tesis del imperio benefactor. Libia fue atacada no para apoderarse de sus reservas de petróleo sino para derribar la “dictadura sanguinaria de Kadafi” y conquistar “la democracia.”Corea del Norte es atacada porque existe en ese país “una grosera tiranía.” Vean CNN para enterarse de lo que pasa en el mundo.

Pero se cuidan de no desplegar tropas sobre el terreno y se prioriza el uso de drones. La guerra aérea sobre la guerra terrestre. Las computadoras de la ciberguerra sobre las botas de las intervenciones. Son mucho más sofisticados, coordinados y realistas. Curiosamente es el alicaído imperio colonial francés y la Unión Europea los que recientemente desplegaron tropas en Malí.

En la guerra terrestre hay bajas y estas conllevan altos costos políticos. Le temen a las lágrimas provocadas por la llegada de ataúdes. Esto explica que así como se realizó en el 2010 la retirada de tropas de Irak hoy se están yendo de Afganistán. Y Guantánamo esta pendiente pero en lista. Están terminando con la vergonzosa herencia de Bush pero a la vez eliminando un gasto militar insoportable para la deteriorada economía imperial.

Las prioridades de la política exterior de Obama son el Oriente Medio ( el conflicto palestino .israelí, Irán) ; la ola terrorista en el Sahel; la región Asia-Pacífico (donde esta China, Japón) y las relaciones con Rusia. Y de estos cuatro el principal es la región Asia-Pacífico que es a donde están gradualmente ubicando el grueso de su poderío militar. Es en estos cuatro ejes que se mueven las coordenadas y las preocupaciones de Washington.

Y aunque América Latina no forma parte de las prioridades actuales del imperio, esta visión nos afecta. Determina políticas, giros y estilos diplomáticos y de presencia militar. Explica la presencia de la embajadora puertorriqueña Aponte. Y de la IV Flota. Y de las bases militares.

Y explica el tratamiento a Cuba y a Venezuela. A Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Explica el apoyo a la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia, Mèxico). Y la política “respetuosa” hacia Brasil. Y hasta explica las actuales “diferencias” de nuestro gobierno con el poderoso y cercano “aliado estratégico.”

Y es esta visión estratégica de la administración Obama la que rodeara la próxima reunión con los presidentes centroamericanos el 3 y 4 de mayo en San José Costa Rica. Los temas en agenda son seguridad, comercio y migración. Y en seguridad su esfuerzo prioritario es el combate al tráfico de drogas mediante la CARSI. En comercio el TLC. Y en migración la iniciativa en proceso.

En el caso de El Salvador Obama estará hablando con el presidente de un país que tiene una tercera parte de su población en territorio imperial; una Base Militar bajo el nombre de Centro de Monitoreo del narcotráfico en el Aeropuerto de Comalapa desde el año 2000; un Tratado de Libre Comercio ratificado en el 2004 y la ILEA y su respectiva oficina del FBI desde el 2005.

La resistencia popular global

Por otra parte, la historia sigue su rumbo y los deseos de Obama de un imperio benefactor chocan con las realidades de las crisis financieras del capitalismo; las resistencias nacionales y populares en el mundo, y de las nuevas alianzas internacionales de países emergentes. Entre estas se encuentran la crisis financiera ya permanente de la Unión Europea, uno de sus principales aliados, o el aliado principal. Estados Unidos sigue siendo una superpotencia pero ya no hace lo que se le antoja sino lo que puede.

El fortalecimiento de la alianza conocida como BRICS que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, incluso con la creación reciente de una banca de desarrollo, expresa la emergencia de una situación novedosa de multipolaridad desde el Sur, lo que le mueve el piso a los imperios.

Asimismo la resistencia nacional del pueblo y gobierno sirio contra la arremetida imperial sigue invicta. No han logrado derribarlo como ocurrió con Kadafi. No logran detener el fortalecimiento económico y militar de Irán. También está la victoria electoral de Maduro sobre Carriles en Venezuela. No lograron derrotar este esfuerzo. Existe la resistencia mundial a los imperios.

Intervención “humanitaria” con rostro sonriente de “muchacha salvadoreña”: Más allá del horizonte 2013

Los imperios a lo largo de la historia siempre han disfrazado sus intereses geopolíticos y los han identificado con el progreso de la humanidad. Así han justificado sus intervenciones militares y “humanitarias.”Así fue en Corea, Vietnam, Irak. Así fue en Centroamérica durante los años ochenta del siglo pasado.

Los españoles justificaron su invasión y conquista hace quinientos años alegando que difundían la “civilización y la religión católica.”Los Estados Unidos intervenían en el pasado para defender a nuestras naciones del comunismo y promovían “la democracia y la libertad.” Y lo siguen haciendo.

La semana pasada el ejército estadounidense inició una serie de ejercicios militares “humanitarios” en nuestro país incluso con la llegada de una sonriente joven salvadoreña en el ejército imperial. Esta vez le tocó el turno a Sonsonate y Ahuachapán que disfrutaran durante tres meses de la presencia rotativa de 1,473 soldados del Comando Sur. Atrás han quedado los tiempos de yankee go home…hoy parece ser el tiempo de yankee come home.

Este esfuerzo “humanitario” del imperio benefactor incluye como en anteriores ocasiones la reparación de escuelas, letrinas, puentes, casas comunales y consultas médicas y odontológicas. Se realiza cada dos años. Y en esta vez hasta invitaron a esta fiesta cívica a compadres militares de Canadá. Chile y Colombia. Se trata, explicaron los organizadores, de afianzar relaciones “de amistad” entre los ejércitos participantes.

Hace dos años estuvieron realizando estos “ejercicios” en San Vicente. Y es un proyecto que surgió un año después de los acuerdos de paz de 1992. En 1993 se realizaron los ejercicios militares conjuntos Fuertes Caminos, que se repitieron en 1994 y 1995; los cuales luego adoptaron el nombre de Nuevos Horizontes y se realizaron en 1996, 1998, 2000, 2002, 2005, 2007, 2009 para terminar en Más allá del horizonte en 2011 y 2013. En total han sido 12 ejercicios militares desde 1993. Y los “chelitos” han cubierto casi todo el territorio nacional.

El ENADE 2013

La gran empresa salvadoreña, que aglutina a sectores de la antigua oligarquía transformados en dueños de hoteles, comerciantes, y gestores de bienes raíces, han montado su 13 versión de ENADE, con el sugestivo título de Mejorando empresas, transformando vidas.

Y esta vez han desechado la táctica fallida de elaborar recomendaciones para el gobierno y han optado por publicar un documento dividido en tres partes: listado de sectores y empresas más exitosos del país; resultados de encuesta sobre inversión social empresarial y descripción del modelo de empresario 2024.

La oligarquía pretende presentarse como un sector responsable y también humanitario y de esta forma borrar en la mente popular su conocida tradición autoritaria y explotadora. Incluso se oponen al raquítica aumento del 10% al salario mínimo propuesto por el presidente Funes y lo están regateando a un 8%. Y es esto lo que comprende como valores compartidos y responsabilidad social empresarial. Y es esto lo que la ANEP trata de vendernos como una nueva filosofía humanista y respetuosa del medio ambiente.

Administración Funes

El reciente viaje de dos días del presidente Funes a Washington parece que estuvo orientado principalmente a aclarar “personalmente” malos entendidos con el poderoso “aliado estratégico.”Y es que en la rama latinoamericana de la administración Obama existe desde hace algún tiempo preocupación por diversas situaciones espinosas.

Entre este largo listado de quejas y facturas que también agobian las noches de la embajadora Aponte, sobresalen entre otras las tensas relaciones del Presidente Funes con la cúpula empresarial de ANEP; el estancamiento de Asocio para el Crecimiento; el tácito respaldo a la controversial candidatura de Saca; el inexplicable atraso en la aprobación de la ley de asocio publico-privado, el abierto apoyo presidencial el año pasado al FMLN-GANA en su pugna contra los 4 magistrados de la Sala de lo Constitucional de la CSJ; la elección fallida de los magistrados de la Corte de Cuentas; el retraso en el nombramiento de representantes al tribunal de ética y al Instituto de Libre Acceso a la Información; la sorpresiva destitución del embajador Altschul por el embajador Zamora; los vericuetos de la lucha contra el narcotráfico y el débil apoyo al CARSI; el impacto en empresas farmacéuticas estadounidenses por la Ley de Medicamentos; los indiscretos coqueteos con Venezuela; y hasta la controversial tregua entre pandillas, grupos a las cuales los Estados Unidos considera como “estructuras criminales transnacionales” por lo que opta como AID por realizar un trabajo paralelo en 55 municipios. Y quizás haya más temas. Parece que el cipote les salió rebelde.

Esta preocupación del socio estratégico ha sido expresada con inmejorable sutileza, primeramente por la inesperada alerta para viajar al país y recientemente por el informe del departamento de estado sobre derechos humanos que denuncia la corrupción generalizada en el sistema judicial, violencia y discriminación contra las mujeres e impunidad por violaciones imperante en nuestro país. El secretario de estado John Kerry también lo habrá expresado. Y seguramente dentro de poco el mismo presidente Obama se encargara de recalcarlo en la próxima reunión del SICA en Costa Rica.

Parece ser que para Washington los altos niveles de popularidad del presidente Funes y de su esposa, no son suficientes para aliviar el malestar existente, aunque como premio de consolación y para no despedirlo con las manos vacías, le otorgaron la posibilidad de instalar una planta de ensamblaje de sistemas sensoriales de iluminación. Pero todavía no recibe la confirmación del segundo compacto de los Fondos del Milenio. Lo tienen en lista de espera. Y socando…

El movimiento popular y social

Se acercan las celebraciones del 1 de mayo y lamentablemente ya existen tres convocatorias a marchas separadas, que reflejan la atomización del movimiento sindical, popular y social. Esta convocando la CTD en el Hospital Bloom. Esta convocando la “Izquierda Anticapitalista” en la Minerva de la UES. Y esta convocando la CSTS al Parque Infantil. Triste realidad.

Pero es una realidad del movimiento popular y social heredada y a la vez construida desde al menos dos matrices: la primera es la ofensiva ideológica desplegada por la derecha durante cuarenta años (1970-2010) para debilitar la conciencia política de los sectores populares y obligarlos a rechazar el cambio social y abrazar la “salvación” individual, y priorizar la sobrevivencia impuesta por los cambios en la economía sobre la organización y la lucha.

Ha sido una tormenta cultural neoliberal que nos ha golpeado fuertemente.20 años de ARENA no solo impusieron un modelo económico, sino también cimentaron la hegemonía cultural oligárquica (iglesias, universidades, arte, cultura, deporte, etc.). Y revertir esta tendencia nos va demandar ingentes esfuerzos.

El otro vector esta vinculado a los niveles de frustración popular originados por la lentitud en los cambios a partir de la llegada al gobierno de una coalición de izquierda encabezada por el FMLN y el presidente Funes en 2009. En el 2012 se escuchó el primer campanazo.

Este es un gobierno que es más parecido al pasado de ARENA que al futuro que soñábamos y prometimos en el 2009, y la gente pasa la factura. La gente nos observa, ve la televisión y nos juzga. Nos mira como y donde vivimos. Como nos vestimos. Como actuamos. Saca conclusiones, analiza.

Hemos avanzado pero de tal manera que parece que estamos estancados. Caminamos en cámara lenta. La ley de Medicamentos es un ejemplo. Debería de permitirnos masivas movilizaciones a su favor. Es una valiosa conquista popular de un gobierno de izquierda, que se enfrenta a las transnacionales farmacéuticas.

Pero la gente prefiere ser espectadora. Se la ha educado desde lo electoral a ser espectadora, respetuosa de la legalidad. Incluso en lo electoral, el actual nivel de alianzas es mucho menor que en el 2009, y esto explica en parte que la fórmula no avance en la aceptación popular como se esperaría por su planteamiento programático. La gente protesta mediante las encuestas.

Y aunque hay algunas señales esporádicas pero esperanzadoras en la movilización popular, lo cierto es que estas todavía no maduran lo suficiente como para constituirse en factores que modifiquen la actual dinámica de la lucha de clases, y permitan acercar la necesaria ruptura con el sistema existente. No estamos en ese momento.

Otra matriz importante que explica la actual situación es la visión del FMLN frente al movimiento popular. Es una visión en la cual el movimiento popular y sus luchas son fundamentalmente aspectos complementarios de su estrategia electoral. Lo electoral es lo determinante y la lucha social se considera puede atemorizar a sectores de votantes “indecisos.”

Incluso lo electoral que pudiera ser un factor de movilización y educación política se convierte en factor de adormecimiento y la gente se transforma en espectadora del duelo de titanes en la cancha electoral. Espectadora silenciosa porque no esta ni aplaudiendo. Mejor cambia de canal. Pero al final el esfuerzo por organizar y movilizar hay que hacerlo. La lucha continúa…

La tregua en Washington

16 de Abril de 2013 (El Faro). Escepticismo es la palabra que mejor resume la sensación de Washington respecto a la tregua entre pandillas en El Salvador. Aun ahora, después de una ofensiva oficial que incluyó dos visitas del ministro de Justicia y Seguridad Pública, David Munguía Payés, en poco más de un mes, y a pocos horas de la llegada del presidente Mauricio Funes a la capital de Estados Unidos, las dudas siguen, incluso entre quienes, desde el mundo de las oenegés latinoamericanistas y del de algunos gobiernos locales del área metropolitana, han visto la tregua con optimismo.

Más allá de la estrategia mediática de Seguridad en torno al pacto, que destaca con tino la baja en homicidios y maneja por lo bajo el problema de las extorsiones e incluso niega otros asuntos relacionados a la seguridad pública, como la corrupción y la infiltración del crimen organizado en el Estado, hay dos preguntas que el discurso oficial sigue sin despejar. La primera: en qué consistió el pacto inicial y cuál fue el papel real de la inteligencia del estado y del despacho de Munguía en esa gestión. La segunda: si a la vuelta de un año está claro que la reducción en los homicidios se sostiene, cuál es el plan de la administración Funes para convertir ese pacto inicial en una política pública que trascienda a los mediadores en los que pocos aquí confían y a los líderes pandilleros que han manejado la tregua desde las cárceles.

Debido en gran parte a la falta de respuesta efectiva a esas dudas, como lo dijo hace poco el investigador Douglas Farah a El Diario de Hoy, la comitiva del general Munguía se fue de Washington sin promesas importantes de apoyo financiero y sin nuevos respaldos políticos, más allá del ya garantizado de la OEA. Eso, sin embargo, no significa que no haya aquí, sobre todo en el mundo de los organismos financieros multilaterales, opciones de financiamiento para programas específicos de rehabilitación y prevención.

Hace poco, en un foro organizado por la Washington Office on Latin America (WOLA), una representante del Banco Mundial dijo que aun con la “opacidad” inicial podía haber líneas de crédito abiertas para programas de rehabilitación y reinserción para los llamados municipios libres de violencia. Siempre y cuando el gobierno presente un plan coherente y administradores diferentes de esos planes. Eso no ha pasado.

Lo de nuevos rostros que administren la segunda etapa de esta tregua es lugar común entre los interesados en Washington. Incluso desde las entrañas de la administración, incluso desde sus oficinas más críticas, se empiezan a oír ya, tímidas aún, preguntas sobre quiénes, desde el sector privado o el mismo gobierno Funes, podrían ser referentes alternativos. Quiénes además de Mijango, Colindres y el mismo Munguía, se entiende.

“Muchos pensamos que en estas reuniones conoceríamos un plan más elaborado sobre lo que sigue, sobre todo en el tema de los municipios, pero lo que escuchamos fue más explicación sobre la primera parte, sobre el pacto en sí mismo, y lo que oímos de esa parte no despejó las dudas”, me comentó uno de los funcionarios presentes en reuniones sostenidas por la comitiva salvadoreña la semana pasada. Desde el congreso, una apreciación similar de un asistente: “el problema no es la tregua; hay mucha gente aquí que puede encontrar una lección positiva, incluso replicable. El problema es que cuando alguien viene y te dice que en El Salvador no hay un problema importante de narcotráfico o de crimen organizado, y que todo se reduce a las pandillas, es difícil creerle algo de lo que te está diciendo”, dice este funcionario en referencia a conversaciones en que el ministro restó importancia al tema del narcotráfico en el mapa de la seguridad pública salvadoreña.

Está claro que, a estas alturas, el tema importante en relación a la tregua es el financiamiento. Pasó ya el tiempo político de trascender el balbuceo inicial sobre el pacto, desde la triple versión inicial sobre el traslado de los líderes de la cárcel de máxima seguridad a otros recintos razones humanitarias, recomendación de consejos criminológicos y posible atentado a roquetazos contra los penales hasta el retruécano aquel de no-negociamos-facilitamos-negociamos. Un analista centroamericano sobre tendencias de crimen organizado que trabaja en un tanque de pensamiento aquí lo explica así: “Esa parte del discurso es insostenible para ellos (el gobierno salvadoreño), pero si parten de aceptar que alguien debía de hacer lo feo para de ahí construir y hoy se concentran en eso pueden llegar a algún lado”.

Algún lado es, en esencia, dinero fresco que permita al estado salvadoreño, desde el gobierno central o desde las alcaldías, convertir a los municipios libres de violencia en algo más que una estrategia de comunicaciones o, como temen los más críticos, en territorios de paso libre para la droga. Esto lo explica un trabajador social del condado de Montgomery, en Maryland, uno de los sitios en que las pandillas salvadoreñas tuvieron una fuerte presencia criminal entre mediados de los 90 y el primer lustro de 2000: “No hay veredas mágicas aquí. Es simple. Cuando el tema de la calle está controlado, el estado entra con plata, con un montón de plata para programas sociales que permitan contener el riesgo entre los jóvenes”. Y un policía de Fairfax, condado de Virginia también conocedor de las pandillas salvadoreñas, el teniente Rick Pérez, me lo explicaba así antes de conocer sobre la tregua salvadoreña: “primero es fuerza, inteligencia y trabajo con la comunidad y luego la inversión social”.

Aun hoy, y a pesar del escepticismo, los departamentos de policía de estos condados siguen de cerca la tregua, y lo que esta puede haber implicado para la relación entre los liderazgos de las pandillas en El Salvador y en los barrios aquí en Estados Unidos. Después de todo, no fue hace mucho tiempo que desde las cárceles salvadoreñas se ordenaban asesinatos a ejecutarse en Maryland, Virginia o Nueva Jersey o que miembros de clicas aquí eran parte de redes de narcotráfico (la red de Juan Colorado, por ejemplo, usaba como mulas en Nueva Jersey y College Park, Maryland, a pandilleros locales, según el expediente judicial abierto en El Salvador).

En marzo pasado, a pocos días de revelado el pacto inicial, un policía del condado de Montgomery, en Maryland, me contó que la relación entre los liderazgos de Maryland y El Salvador era, como entre clicas en territorio salvadoreño, heterogéneo. “Es, a veces, un tema de relación personal. Hay quien aquí tiene un hommie allá al que le manda plata o con quien se hacen favores, pero sí hay relaciones y hay movimientos de dineros; es poca plata casi siempre, vía envíos…” La pregunta que este oficial se hacía, al conocer sobre condiciones carcelarias más relajadas, parecía lógica: “bueno, supongo que si estando en Zacatraz lo decía así, con esa palabra, en medio de una conversación en inglés hablaban por celular hasta aquí, hoy será más fácil”.

Ya en el nivel federal, es evidente que a las agencias policiales de Estados Unidos las law enforcement la tregua no les gusta nada. No le gusta al FBI. Tampoco le gusta a quienes, en el Departamento de Estado, manejan la minucia de CARSI, el programa estelar de cooperación en seguridad de la administración Obama con Centro América. En el evento de WOLA que mencioné, uno de estos funcionarios preguntó al panel, del que formé parte: “¿A quién pertenece esta tregua? ¿Le pertenece en realidad a los salvadoreños?” Mi respuesta: hasta ahora, en términos políticos, la tregua le pertenece a los mediadores, al general Munguía y a los líderes de las pandillas que están en las cárceles. Y aunque la baja en los homicidios es, sí, patrimonio del país, la transformación del pacto en política pública pasa por el presidente de la república y su capacidad de gestión.

Y está la otra duda, que viene también de algunas oficinas de la administración, pero sobre todo de oficinas del congreso que escucharon y apoyaron a Funes cuando, al inicio de su quinquenio, vino a Washington y a Nueva York con un fuerte discurso anti crimen organizado que partía de reconocer la infiltración del narco en el estado, no a las pandillas, como la amenaza principal a la estabilidad democrática de Centro América. “Sin una decidida vocación de combatir la infiltración del crimen organizado en las instituciones del estado no será posible enfrentar nuestras enormes metas… Comencemos por nuestra casa, limpiando las instituciones que, como la Policía, han sido presa de la corrupción y la compra de voluntades…”, escucharon los interlocutores más amistosos con la administración Funes, del partido demócrata todos, el discurso presidencial ante el pleno de Naciones Unidas en 2011. Hoy, los mismos interlocutores levantan las cejas cuando oyen al gabinete de seguridad decir que la Policía está limpia, que el crimen organizado es un mal menor y que el pacto entre pandillas es la solución unívoca.

La cita clave del presidente salvadoreño es, sin duda, con el secretario de estado, John Kerry, viejo conocedor de Centroamérica y El Salvador y uno de esos a quienes atentos asistentes informaron sobre el tono inicial del discurso de Funes. Por el formato protocolario de estas reuniones, pero sobre todo porque la situación financiera doméstica lo hace virtualmente imposible, es poco lo que El Salvador puede esperar del Departamento de Estado en términos monetarios. ¿En apoyo político explícito? Está claro que la palabra de un presidente vale mucho más que la de un ministro, e incluso puede ser que Funes logre una frase reproducible en comunicados de prensa. Pero, sin las explicaciones que le faltan entre los viejos aliados de su administración y sin el plan que le vienen pidiendo las multilaterales, poco logrará el presidente al final. Aquí de poco vale la bravata, el retruécano sabatino o la buena fe.

  • El autor es Investigador Asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos de American University en Washington, DC, y miembro del Consejo de Asesores del Center for Democracy in the Americas.

Dagoberto y Joaquín, coincidencia de los diferentes

23 de Abril de 2013 Entre Dagoberto Gutiérrez y Joaquín Villalobos hay diferencias manifiestas antes, durante y después de la guerra insurgente, en la que ambos compartieron responsabilidades dentro de los máximos organismos de jefatura política y militar.

Ellos llegaron casi adolescentes a las actividades revolucionarias, pero por vías distintas: el primero desde el marxismo y el Partido Comunista; el segundo, desde la doctrina social de la Iglesia católica y la democracia cristiana.

A principios de los años setenta, Dagoberto Gutiérrez optó por la lucha pacífica y legal y participó en el diseño y la conducción de una alianza electoral variopinta, la Unión Nacional Opositora, que ganó y fue víctima de fraude en dos elecciones presidenciales consecutivas; Joaquín Villalobos, por su parte, se decantó por la vía armada y fue uno de los fundadores y jefes de esa eficiente maquinaria guerrillera que fue el Ejército Revolucionario del Pueblo.

Ya hacia 1980, ambos postergaron sus diferencias ideológicas y se aliaron políticamente en la fundación del FMLN para hacer la guerra. El mismo Dagoberto Gutiérrez define aquella agrupación, que duró 12 años particularmente intensos, como “una alianza entre comunistas, no comunistas y anticomunistas”.

Después de los Acuerdos de Paz, cuando el FMLN se convirtió en partido político y comenzó a degenerar en mera maquinaria electoral, Dagoberto y Joaquín, aunque por razones diferentes pero de similar orden estratégico, se convirtieron en disidentes, salieron de sus filas y retomaron su formación universitaria. Se puede tener cualquier opinión sobre muchas de las decisiones y acciones de ambos, pero no se puede negar que son de los que ponen su vida en juego por la defensa de sus convicciones.

Asimismo es innegable que, por ahora, ambos son los ideólogos o intelectuales más notables salidos de la izquierda salvadoreña, y que sus respectivas obras analíticas, respaldadas igualmente por la experiencia vital y por el rigor académico, alcanzan niveles modélicos. Pero la diferencia ideológica entre ambos es originaria y se ha mantenido intacta: Dagoberto Gutiérrez siempre ha sido comunista, en tanto que Joaquín Villalobos nunca ha dejado de ser anticomunista.

Lo que permitió que fueran aliados en el FMLN histórico, a pesar de esa manifiesta diferencia ideológica, fue la coincidencia coyuntural de intereses y objetivos políticos, la necesidad de sumar esfuerzos contra un adversario común. Ahora, en otra coyuntura histórica, estos dos líderes parecen encaminarse, otra vez por vías y razones diferentes, a una nueva convergencia política.

Considerando sus últimos posicionamientos respecto a la realidad nacional, podemos decir que ambos coinciden en tres puntos: uno, el poder oligárquico es el principal obstáculo para el desarrollo de país, por tanto su instrumento partidario, ARENA, no debe regresar al poder; dos, dada su pérdida de rumbo estratégico, el FMLN no es la alternativa; tres, Tony Saca y su movimiento UNIDAD, al plantearse como un proyecto de centro capaz de atraer sectores de derecha y de izquierda, pueden romper efectivamente la polarización y generar un imprescindible consenso nacional.

Si se logra entender la complementariedad temporal entre la visión ideológica y el interés político, como si se tratara de la relación entre la estrategia y la táctica, muchos de los prejuicios y de las alarmas que se generan, ante determinados reposicionamientos pragmáticos, perderían sentido. Todos queremos llegar de una vez a la meta elegida, pero ello no siempre es posible dadas las condiciones objetivas. Por eso, aunque sea gradual, todo avance hacia esa meta es necesario.

(Nota: mi nuevo libro, “Héroes bajo sospecha, el lado oscuro de la guerra”, será presentado el próximo jueves en el Teatro Luis Poma, a las 7:30 de la noche. Ahí los espero para seguir debatiendo y compartir un vino).

Maduro: una victoria necesaria

Era fundamental que ganase Nicolás Maduro, y ganó. Pero ganó a duras penas, lo cual exige desentrañar las causas del bajón sufrido por el chavismo y el notable aumento experimentado por la derecha.

Fue una victoria que puso en evidencia la endeblez metodológica de las encuestas que de uno y otro lado pronosticaban una holgada victoria del candidato chavista. Sobre el veredicto de las urnas lo primero que hay que decir es que su desconocimiento por parte de Henrique Capriles no es en modo alguno sorprendente.

Es lo que señala para casos como este el manual de procedimientos de la CIA y el Departamento de Estado cuando se trata de deslegitimar a un proceso electoral en un país cuyo gobierno no se somete a los dictados del imperio. Si bien la distancia entre uno y otro fue muy pequeña, no tuvo nada de excepcional a la luz de la historia venezolana: en las elecciones presidenciales de 1978 Luis Herrera Campins, candidato del COPEI obtuvo el 46.6 por ciento de los votos contra el 43.4 de su rival de Acción Democrática. Diferencia: 3.3 por ciento, y el segundo reconoció de inmediato el triunfo de su contendor. Antes, en 1968, otro candidato del COPEI, Rafael Caldera, accedió a la presidencia con el 29.1 por ciento de los sufragios, imponiéndose sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios, quien obtuvo el 28.2 por ciento de los votos. Diferencia: 0.9 por ciento y asunto concluido. Más próximo en el tiempo, contrasta con el autoritario empecinamiento de Capriles la actitud del por entonces presidente Hugo Chávez que, en el referendo constitucional del 2007, admitió sin más trámite su derrota cuando la opción por el No obtuvo el 50.6 por ciento de los votos contra el 49.3 por ciento del Si a la reforma que él favorecía. A pesar de que la diferencia fue de poco más del 1 por ciento Chávez reconoció de inmediato el veredicto de las urnas. Toda una lección para el ofuscado perdedor.

Resultados electorales muy ajustados son más frecuentes de lo que se piensa. En Estados Unidos, sin ir más lejos, en la elección presidencial del 7 de Noviembre del 2000 el candidato demócrata Al Gore se impuso en la votación popular con el 48.4 por ciento de los votos, contra el republicano George W. Bush, quien obtuvo el 47.9 de los sufragios. Como se recordará, una fraudulenta maniobra efectuada en el colegio electoral del estado de Florida cuyo gobernador era casualmente Jeb Bush, hermano de George W. obró el milagro de “corregir los errores” en que había caído un sector del electorado de la Florida posibilitando el ascenso de Bush a la Casa Blanca. En suma, el que perdió ganó, y viceversa: todo un ejemplo de soberanía popular de la democracia estadounidense. En las elecciones presidenciales de 1960 John F. Kennedy, con el 49.7 por ciento de los sufragios, se impuso a Richard Nixon que cosechó el 49.6. La diferencia fue de apenas el 0.1 por ciento, poco más de 100.000 votos sobre un total de unos 69 millones, y el resultado fue aceptado sin chistar. Pero en Venezuela las cosas son diferentes y la derecha grita “fraude” y exige un recuento de cada uno de los votos, cuando ya Maduro accedió a efectuar una auditoría. Llama la atención, no obstante, la intolerable injerencia del inefable Barack Obama que no dijo ni una palabra cuando le robaron la elección a Al Gore pero encontró tiempo ayer por la tarde para decir, por boca de su vocero, que era “necesario” y “prudente” un recuento de los votos dado el resultado “extremadamente reñido” de las elecciones venezolanas. ¿Admitiría que un gobernante de otro país le dijera lo que tiene que hacer ante las poco transparentes elecciones estadounidenses?

Dicho lo anterior, ¿cómo explicar la fuga de votos experimentada por el chavismo? Por supuesto, no hay una sola causa. Venezuela transitó desde la aparición de la enfermedad de Chávez (8 de Junio de 2011) por un período en donde las energías gubernamentales estuvieron en gran medida dirigidas a enfrentar los inéditos desafíos que tal situación planteaba para un experimento político signado por el desbordante activismo del líder bolivariano y por el hiper presidencialismo del régimen político construido desde 1998. Esa caracterización en un primer momento molestó a Chávez, pero luego hidalgamente terminó por reconocer que era correcta. Premonitoriamente Fidel le había advertido, ya en el 2001, que debía evitar convertirse “en el alcalde de cada pueblo.” En todo caso, el desconcierto que emanaba de la forzada inactividad de Chávez impactó fuertemente en la gestión de la cosa pública, con el consecuente agravamiento de problemas ya existentes, tales como la inflación, la estampida del dólar, la paralizante burocratización y la inseguridad ciudadana, para no mencionar sino algunos. Problemas, no está demás recordarlo, a los que se había referido más de una vez el propio Chávez y para enfrentar los cuales había planteado la necesidad del “golpe de timón” anunciado en el primer Consejo de Ministros del nuevo ciclo iniciado luego de la victoria del 7 de Octubre del 2012, durante el cual el líder bolivariano hizo un fuerte llamado a la crítica y la autocrítica, exigiendo a sus colaboradores mejorar radicalmente la eficiencia de ministerios y agencias, fortalecer el poder comunal y desarrollar un sistema nacional de medios públicos como ineludibles prerrequisitos de la construcción del socialismo. Señalaba en su intervención que “a veces podemos caer en la ilusión de que por llamar a todo “socialista” … uno puede pensar que con eso, el que lo hace cree que ya, listo, ya cumplí, ya le puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo.”

De ahí su fuerte exhortación a fortalecer los consejos comunales, la socialización de la economía, la cultura y el poder. Decía, con razón, que “no debemos seguir inaugurando fábricas que sean como una isla, rodeadas del mar del capitalismo, porque se las traga el mar.” Pero junto a estos problemas de la gestión estatal hubo otros factores que también contribuyeron a la creación de un malestar social y un malhumor público: la derecha y el imperialismo trabajaron activamente, como lo hicieran en el Chile de Salvador Allende, para sabotear el funcionamiento de la economía y exasperar el ánimo de la población mediante el metódico desabastecimiento de productos esenciales, los cortes de energía eléctrica, la sospechosa actividad de grupos de paramilitares sembrando el terror en los barrios populares y la persistente campaña de denuncias y agravios en contra de Maduro vehiculizadas y agigantadas por su enorme gravitación en el manejo de los medios de comunicación de masas, facilitando así la deserción de un numeroso contingente de votantes.

La Revolución Bolivariana enfrenta una situación delicada pero que está lejos de ser desesperante o provocar la caída en un angustioso pesimismo. El desfachatado entrometimiento de Washington refleja su urgencia para acabar con la pesadilla chavista “ahora o nunca”, consciente de que se trata de una situación pasajera. Ante esto Maduro como presidente tiene que responder con serena firmeza, evitando caer en las previsibles provocaciones que le tiendan sus enemigos. Es innegable que tiene ante sí una sociedad partida al medio, donde la derecha por primera vez demuestra tener la capacidad para encuadrar y movilizar, al menos en el día de las elecciones, al 50 por ciento del electorado.

Recuperar el predominio en ese terreno no es imposible, pero dependerá menos de la radicalidad de los discursos del oficialismo que de la profundidad y eficiencia de las políticas concretas que adopte Miraflores; dependerá, en suma, de la calidad de la gestión gubernamental para enfrentar los principales problemas que agobian a la población, tema sobre el cual Maduro insistió sensatamente en su discurso de anteanoche. No habría que subestimar, en este cuadro, el hecho de que hasta el 2016 la Asamblea Nacional tendrá una holgada mayoría chavista (95 sobre 165) y que el nuevo presidente contará con el apoyo de 20 de los 23 gobernadores de la República Bolivariana.

La correlación de fuerzas, por lo tanto, sigue mostrando un claro predominio del chavismo, y la respuesta de numerosos gobiernos de la región y de fuera de ella como China y Rusia, entre otros agrega un importante reaseguro para la necesaria gobernabilidad y para avanzar en el impostergable cumplimiento del testamente político de Chávez, el ya aludido “golpe de timón.” Estamos seguros que el bravo pueblo venezolano estará a la altura de las circunstancias y de los retos que plantea la actual coyuntura.

Elección presidencial en Venezuela: Una victoria ajustada para la revolución ¿Y ahora qué?

El candidato bolivariano Nicolás Maduro ganó las elecciones presidenciales de Venezuela del 14 de abril por un estrecho margen. Con el 99,12% de los votos escrutados, hubo una participación del 78,71%. Maduro consiguió 7.505.378 votos (50,66%), y Capriles 7.270.403 (49,07%). Capriles declaró que no reconocía el resultado y exigió una auditoría del 100% de los votos.

Los resultados fueron anunciados por la jefa de la Comisión Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena a las 11.45 pm hora local, después de una espera larga y tensa. La razón de la demora, claramente, fue el hecho de que los resultados estaban tan ajustados, ya que se estila anunciarlos sólo una vez contado un número de votos que hiciera irreversible el resultado. Este fue el caso, especialmente, en la medida que la campaña de la oposición había estado difundiendo rumores de que había ganado y que Capriles anunció que el gobierno tenía la intención de “cambiar los resultados”.

Las masas bolivarianas se habían reunido frente al Palacio de Miraflores para celebrar la victoria esperada y Nicolás Maduro les dirigió un discurso. Mientras tanto, el estado de ánimo era sombrío en la sede de la campaña de la oposición. Un pequeño número de partidarios de la oposición organizó disturbios en las áreas residenciales de clase alta, como El Cafetal, en el este de Caracas, quemando neumáticos y bloqueando las calles.

Capriles anunció que no reconocerá los resultados y exigió una auditoría completa del 100% de la votación, alegando que se habían producido más de 3.200 irregularidades. Fue apoyado por el rector de la CNE, Vicente Díaz, quien también pidió una auditoría de todas las urnas. La verdad, sin embargo, es que la oposición había llevado a cabo una campaña implacable durante semanas para tratar de desacreditar a la CNE, y Capriles y otros voceros de oposición denunciaron fraude horas antes de que hubiera sido anunciado cualquier resultado. Esta fue su estrategia desde el principio.

Lo primero que hay que decir acerca de los resultados es que se trata de una nueva victoria electoral de la revolución bolivariana, a pesar de su carácter ajustado. La llamada oposición “democrática” no tuvo ningún problema cuando Capriles ganó la gobernación de Miranda por sólo 40.000 votos, o cuando ganaron el referéndum de la reforma constitucional de 2007 por un estrecho margen (1,4%). En ese momento, la revolución bolivariana aceptó los resultados como democráticos. El patrón es claro, cada vez que la oligarquía gana acepta el resultado, pero cuando pierde, grita fraude.

Como Maduro señaló en su discurso de victoria, Bush fue declarado vencedor de las elecciones presidenciales EE.UU. en 2000, a pesar de conseguir menos votos que su rival (y hubo acusaciones generalizadas de fraude que nunca fueron investigadas). A lo largo de la campaña Maduro insistió en que reconocería los resultados dados por la CNE, incluso aunque éstos le dieran la derrota por un solo voto. Capriles por su parte se había negado a decir que iba a hacer lo mismo, y se negó a firmar un documento por el estilo elaborado por la CNE.

La participación rebasó el 78%, sólo 3 puntos por debajo de la masiva participación del 7 de octubre del año pasado, cuando Chávez fue reelegido. A pesar de todos los intentos de la oposición y del imperialismo de cuestionar el carácter democrático de las elecciones, todos los observadores internacionales coincidieron en que se habían llevado a cabo de una manera libre y justa, y que el sistema de votación era infalible y eficiente.

Las colas de gente para votar el día de las elecciones se habían formado desde la mañana temprano; como es tradicional, los activistas revolucionarios hicieron sonar la diana a las 3am, y un gran número de personas fue a votar a lo largo de la mañana en los barrios obreros. La oposición dio instrucciones a sus partidarios de salir a votar masivamente por la tarde, aunque no parecía haber largas colas en las zonas residenciales de clase media y alta en ningún momento del día. Durante todo el día el ambiente fue tenso, como lo había sido durante los últimos días de la campaña. Paramilitares colombianos y salvadoreños habían sido detenidos en el país, acusados ​​de intentar llevar a cabo acciones desestabilizadoras. Estaban armados y algunos tenían uniformes del ejército venezolano en su poder. Las fuerzas armadas se habían apoderado también de un alijo de armas, municiones y explosivos.

En los medios de comunicación capitalistas se han podido leer toda clase de informes sobre supuestas acciones de violencia contra partidarios de la oposición, pero la verdad es que fueron activistas bolivarianos quienes recibieron todo tipo de provocaciones y de violencia extrema. Vale la pena dar algunos ejemplos. Un grupo de unas docenas de matones de la oposición intentaron prender fuego al edificio del gobernador de Mérida, al final de un mitin de Capriles. Un trabajador de PDVSA, que estaba lanzando fuegos artificiales de celebración al final del enorme mitin de cierre electoral de Maduro el 10 de abril, fue asesinado por dos sicarios en una moto. El 14 de abril mismo, un camarógrafo de la emisora de la televisión comunitaria Barrio TV fue baleado en El Valle mientras informaba sobre las elecciones. Los planes detallados de desestabilización elaborados por la organización juvenil opositora JAVU también fueron descubiertos y publicados. El simpatizante bolivariano, Potro Alvarez, un conocido jugador de béisbol y cantante, fue asaltado por una turba frenética de la oposición mientras iba a votar en el distrito de clase media alta donde vive, en Baruta, al este de Caracas. El mismo día de las elecciones, un grupo de activistas revolucionarios que mantenían un “punto rojo” de información en Los Ruices (este de Caracas) fue rodeado por una multitud furiosa y violenta de la oposición y tuvieron que ser protegidos por la guardia nacional. Cuando se acercaba la hora del cierre de las urnas se produjo un ataque cibernético intenso para piratear las cuentas de Twitter de Maduro, de varios ministros y de destacados activistas bolivarianos, que también resultó en la desfiguración de la página web de la campaña de Maduro y la caída de toda una serie de páginas web del gobierno y de los ministerios. Todo esto fue calculado para crear incertidumbre y miedo en un momento crucial, cuando todo el mundo estaba esperando los resultados de las elecciones. Esta es la verdadera cara de la llamada oposición “democrática”, que son exactamente los mismos individuos, partidos y fuerzas económicas que organizaron el golpe de Estado del 11 de abril de 2002.

Un desglose detallado de los resultados todavía no se ha anunciado, pero por las cifras anunciadas estado por estado se puede ver que la oposición esta vez logró recuperar gran parte del terreno perdido en las elecciones presidenciales del 7 de octubre y en las elecciones regionales de diciembre. Ha ganado en Mérida, Táchira, Zulia, Lara, Nueva Esparta y Miranda, que tenía antes, así como en Anzoátegui, donde ya había ganado en las elecciones para la Asamblea Nacional en 2010. Cabe destacar que la oposición ha ganado en el estado clave de Bolívar, donde se encuentran las principales industrias básicas de propiedad estatal y donde hay un estado de ánimo muy crítico entre la base boliviariana contra el gobernador Rangel y la burocracia en general, debido a su papel en la lucha contra el control obrero. Sin embargo, Maduro ganó en 16 de los 25 estados del país, incluso en el Distrito Capital y en los estados industriales de Carabobo y Aragua.

En su discurso desde el Balcón del Pueblo, en el palacio de Miraflores, Maduro se refirió a un tema que es muy sensible para las masas revolucionarias: la de hacer concesiones o conciliar con la oligarquía y el imperialismo. Él explicó que había recibido una llamada de Capriles una hora antes de que se anunciaran los resultados de las elecciones para ofrecerle un pacto. Maduro dijo que había rechazado cualquier tipo de pacto y que le había respondido que la condición previa para cualquier conversación era el reconocimiento de los resultados electorales, algo que Capriles, por supuesto, se negó a hacer.

Maduro reiteró lo que ya había dicho más temprano ese día, que no habría ningún diálogo con la burguesía y que ya pasó el tiempo en que las cosas se negociaban “a espaldas del pueblo”. Si bien no rechazaba tener charlas o una conversación con “portavoces razonables de la oposición”, insistió en que lo que se necesitaba era un auténtico diálogo “con el trabajador, con el soldado” y que el debate debe ser abierto “en las fábricas, en los barrios, con el fin de desarrollar el Plan de la Patria (el programa electoral con el que Chávez se había presentado) y el legado de Chávez “, y dijo que éste era la “construcción de un país socialista”.

Explicó que durante la campaña se había topado con una sistemática campaña de guerra y sabotaje económico. “En cada estado que visité hubo un apagón del suministro eléctrico, y la energía sólo era restablecida cuando me iba”, explicó. Como cuestión de hecho, unas 23 personas han sido detenidas acusadas de participar en el sabotaje de la red eléctrica. Lo mismo puede decirse del sabotaje de la cadena de suministro de alimentos, con la especulación y el acaparamiento. Por último, reconoció la necesidad de la autocrítica y de una “rectificación a fondo” y de que el pueblo participe en ese proceso.

La dura verdad es que esta fue una victoria, pero sólo por un estrecho margen, que debe servir como una llamada de advertencia seria para la revolución. Desde el 7 de octubre la revolución bolivariana ha perdido 680.000 votos, mientras que Capriles ha ganado el mismo número. El ambiente entre las masas revolucionarias es de celebración por haber logrado una nueva victoria, pero al mismo tiempo hay un malhumor combativo y autocrítico. El descontento acumulado contra la burocracia y los reformistas “bolivarianos” se está convirtiendo en una exigencia para que se tomen acciones combativas contra los saboteadores y los elementos infiltrados dentro del movimiento revolucionario, y en particular contra todos esos alcaldes, gobernadores regionales, y funcionarios locales y estatales que juran por Chávez y se ponen una camisa roja, pero en realidad son sólo arribistas, oportunistas o, peor aún, corruptos. Hay llamamientos crecientes para una purga en el PSUV.

Maduro tiene razón al decir que a lo que la revolución se enfrenta es a una guerra de desgaste económico por parte de la clase dominante. Todas las conclusiones necesarias deben extraerse de esto. La única manera de completar la revolución y defender sus masivas conquistas sociales, es asestando golpes al poder económico de la clase capitalista, que es utilizado para sabotear la voluntad democrática de la mayoría. Esto significa expropiar los medios de producción, los bancos y el latifundio, a fin de permitir la planificación democrática de la economía en interés de la mayoría de la población. Esto en sí mismo permitiría a la revolución hacer frente a problemas tales como la inflación, el acaparamiento y la especulación, que están teniendo claramente el impacto deseado de desgastar la base social de apoyo a la revolución entre los trabajadores y los pobres.

Los problemas de la corrupción y de la burocracia sólo pueden abordarse mediante la introducción del control y de la gestión obrera en todos los niveles de la economía. ¿Cómo es posible que en una empresa estatal como Corpoelec, generadora y distribuidora de electricidad, haya sabotaje generalizado? Los trabajadores revolucionarios de la empresa han venido denunciando esto desde hace algún tiempo. La manera de tratar esto es a través del control obrero, que es la misma manera como pueden ser tratados los problemas de robo e ineficiencia a gran escala de las empresas básicas de Guayana.

El obstáculo en el camino de la adopción de estas medidas no es tanto la fuerza de la oposición. A pesar de su buen resultado electoral del domingo, todavía el 70% de la gente piensa que la presidencia de Chávez fue buena para el país. La inmensa mayoría de la población apoya los programas sociales introducidos. Si un número significativo ha sido convencido por los cantos de sirena de Capriles, es en parte debido a la incapacidad del gobierno para hacer frente a los problemas de desorganización económica que son el resultado de la continuación de la existencia del mercado capitalista, no al contrario. Los dos últimos meses han demostrado que las masas bolivarianas están todavía motivadas y que son muy superiores a las fuerzas de la oposición en lo que respecta a la movilización de masas en las calles.

El obstáculo en el camino de completar la revolución hacia el socialismo no es el “bajo nivel de conciencia de las masas”, como argumentan los reformistas ¡Todo lo contrario! ¿Qué más se puede pedir a las masas de obreros, campesinos, jóvenes, mujeres y pobres bolivarianos? Una y otra vez han demostrado tener un fino instinto revolucionario, una comprensión política muy desarrollada y una voluntad de combate. Ellos son quienes han salvado la revolución en todos los momentos cruciales, como ayer, y la han propulsado hacia adelante después de cada victoria.

La presión sobre la dirigencia bolivariana para que concilie será ahora muy poderosa. Los medios de comunicación burgueses internacionales ya han construido el discurso de un “país dividido”, el “llamamiento desvanecido del chavismo”, que Maduro no tiene “ningún mandato”, etc. The New York Times estuvo presionando para una reconciliación con los Estados Unidos cuando se publicó una declaración del representante de la OEA, y ex gobernador de Nuevo México, Bill Richardson en el sentido de que tanto Maduro como el canciller Elías Jaua se habían aproximado a él:

“Bill Richardson… dijo que Maduro lo llamó aparte después de una reunión de los observadores electorales el sábado y le pidió que llevara un mensaje. “Me dijo: ‘Queremos mejorar la relación con los EE.UU., regularizar la relación’”, dijo Richardson. El ministro de Relaciones Exteriores, Elías Jaua, se reunió con Richardson el domingo, y le dijo que Venezuela está dispuesta a reanudar las conversaciones que se habían cortado, dijo Richardson”

De lo que el New York Times y la clase dominante de EE.UU. están hablando no es tanto la reanudación de las relaciones diplomáticas sino de que Maduro debe girar a la derecha y conciliar con el imperialismo. Este fue también el significado del mensaje envenenado de apoyo a Maduro del ex presidente brasileño Lula, cuando dijo que debe “formar alianzas con otros sectores”. Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique y principal representante de ATTAC, estaba empujando en la misma dirección anoche en Telesur, cuando se refirió a un “diálogo político con los empresarios, inversores, sectores de la oposición”. Con el asesoramiento de amigos como éstos, ¿quién necesita enemigos?

Una capa de burócratas y arribistas ahora comenzará a considerar si el campo bolivariano es el que les da las mejores garantías para promover sus propias carreras, que es lo único que les interesa. Una serie de gobernadores regionales ya se han unido a la oposición en los últimos años y ahora la presión para que abandonen el barco será mucho más fuerte.

Si la oligarquía fuera inteligente (y eso no es cierto), debería jugar para el mediano plazo, con la combinación de la presión sobre la cuestión del llamado “fraude electoral” y la auditoría de los resultados con el sabotaje económico, mientras que al mismo tiempo ofrece una mano a los diferentes sectores de la burocracia bolivariana.

El pueblo revolucionario trabajador es la única garantía contra estas maniobras, lo que significaría una sentencia de muerte para la revolución. La vanguardia revolucionaria, que está presente en cada barrio obrero, comunidad campesina, fábrica, y cuartel militar necesita organizarse urgentemente en torno a un programa claro de cómo completar la revolución, la forma de llevar a cabo el legado de Hugo Chávez de un país socialista.

El fortalecimiento de la corriente marxista dentro del movimiento bolivariano, que se agrupa alrededor del periódico Lucha de Clases es por lo tanto crucial, ya que el marxismo revolucionario es la única ideología que puede proporcionar una expresión acabada a las aspiraciones revolucionarias instintivas de las masas bolivarianas.

¡Defender el resultado electoral a través de la movilización y la vigilancia de masas!

¡Luchar contra el sabotaje por medio del control obrero!

¡Luchar contra la dislocación económica a través de la expropiación de los medios de producción, los bancos y las grandes haciendas!

¡Construir una fuerte corriente marxista en el movimiento bolivariano!

Crisis política e intensa lucha de cúpulas por cuotas de poder: ¡La solución es la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente!

En El Salvador se está produciendo una intensa lucha por la recomposición del poder político, entre los sectores que conforman la tradicional clase burguesa y los sectores económicos emergentes que buscan consolidarse como núcleos económicos dominantes. Estos sectores emergentes de la burguesía ya controlan ciertos órganos del aparato del Estado burgués, lo que les permite presionar y negociar con quien más le conviene de cara a la defensa de sus intereses. Esta “toma” de una parte de las instituciones, preocupa a una parte del empresariado salvadoreño tradicional que considera que la democracia está en riesgo, aunque en realidad lo que está en riesgo son sus intereses económicos y políticos y la perdida del control del aparato de Estado.

Una Constitución reaccionaria y antidemocrática

La Constitución de la Republica de El Salvador, vigente desde 1983 con algunas reformas, no fue elaborada con la participación democrática del pueblo salvadoreño. Al contrario, fue impuesta por el imperialismo norteamericano y las clases dominantes en plena Guerra Civil y en momentos en que las Fuerzas Armadas y demás cuerpos represivos de seguridad, junto a los escuadrones de la muerte, masacraban a los dirigentes obreros y populares. Esta Constitución en el artículo 85 sentó las bases de la partidocracia, al establecer que: “El sistema político es pluralista y se expresa por medio de los partidos políticos, que son el único instrumento para el ejercicio de la representación del pueblo dentro del Gobierno”.

Estos conceptos respondieron a las necesidades y realidades históricas de los sectores de la clase dominante, que en aquel momento buscaba desesperadamente frenar un posible arribo al poder de la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que en ese momento libraba la lucha armada y propugnaba por la insurrección popular. Aunque, al mismo tiempo, creó mecanismos institucionales para que la guerrilla del FMLN pudiese desarmarse, abandonar el programa socialista, y participar en la vida política como un partido más, pero amarrado a los preceptos constitucionales que la oligarquía definió en 1983.

Por ello la Constitución de 1983 limitó y continúa limitando la participación política democrática de los trabajadores, campesinos, pueblos originarios y demás sectores populares, estableciendo rígidos requisitos exigidos para constituir nuevos partidos políticos, e implementando procesos viciados en la inscripción de los mismos.

Las maniobras de ARENA

El partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) nació como una agrupación contrarrevolucionaria, y siempre ha defendido los intereses de los sectores tradicionales de la clase dominante. Después de la derrota electoral del 2009 perdió del poder ejecutivo, así como la hegemonía en la Asamblea Legislativa, como resultado de la división interna que llevó a la fundación del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA). Antes de que se produjera el cambio de correlación de fuerzas dentro de la Asamblea Legislativa, ARENA se atrincheró en el órgano judicial, recurriendo posteriormente a una serie de maniobras como dictar sentencias favorables a la seudo democratización del sistema político, al permitir las candidaturas independientes, el desbloqueo de listas cerradas de candidatos a diputados, etc.

Estas maniobras estaban dirigidas a debilitar políticamente al gobierno de Mauricio Funes y del FMLN, creando mecanismos institucionales que les restasen caudal electoral al FMLN y GANA, este último como expresión partidaria de los sectores burgueses emergentes. Las sentencias de la Sala Constitucional fueron una clara maniobra política que beneficiaba a ARENA, pero al dictarlas dejaron muy claro que los gobiernos de ARENA se basaron en instituciones antidemocráticas, como siempre lo hemos denunciado los socialistas centroamericanos.

Como Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), partiendo de que dichas sentencias sólo buscaban cambiar algo para que todo siguiera igual, declaramos que no apoyábamos las sentencias de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, por considerarla una maniobra política de la derecha y porque eran insuficientes para satisfacer los objetivos políticos de la clase trabajadora. Expresamos a la vez que no podíamos permitir ni apoyar restricciones a los derechos democráticos de los trabajadores y del pueblo, como los que fueron realizados en los gobiernos de ARENA.

Como Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) también hemos criticado al gobierno del FMLN porque éste se ha negado a encabezar la lucha por la democratización del sistema político salvadoreño. Hasta ahora las “Reformas Electorales” sólo han beneficiado a ARENA y GANA, no así a la clase trabajadora, ya que continúan vigentes las restricciones que impiden la participación política de los trabajadores, campesinos y pueblos originarios, por lo que sigue siendo necesario luchar por una verdadera democratización del régimen político.

La clase dominante tradicional y el partido ARENA han buscado maneras para evitar que las expresiones políticas de los nuevos grupos económicos emergentes consoliden posiciones dentro de las instituciones del Estado. En este contexto, a pesar que ARENA se recuperó en las pasadas elecciones legislativas de 2012, la repartición de los cargos dentro de la Corte Suprema de Justicia y en la Fiscalía General de la Republica se realizó cuando el FMLN y sus aliados tenían mayoría de diputados en la Asamblea Legislativa

Este es el verdadero origen de la actual crisis política. Este “golpe de mano” del FMLN y sus aliados es considerado “inconstitucional” por ARENA y la clase dominante tradicional. El temor de estos sectores es que en el futuro tendrían que negociar las decisiones judiciales con el FMLN y sus aliados.

La defensa de la Constitución, nueva táctica de la derecha arenera

El nombramiento de los Magistrados por segunda ocasión por parte de la legislatura 2009 -2012 llevó a que la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia declarara inconstitucional la elección de los magistrados en 2012 y en 2006. Evidentemente, las decisiones de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia contradecían la voluntad de los aliados del FMLN dentro de la Asamblea Legislativa.

Fue así como la Asamblea Legislativa aprobó un acuerdo para interponer una demanda ante la Corte Centroamericana de Justicia (CCJ) contra las ultimas sentencias de la Sala Constitucional de la Corte Suprema, la que ordenó la suspensión de los actos de la Sala de lo Constitucional, validando momentáneamente en los hechos las decisiones de la Asamblea Legislativa de elegir Magistrados en dos ocasiones. Esta resolución de la CCJ fue considera por la Sala Constitucional de la Corte Suprema como “invasión indebida en la justicia constitucional del Estado salvadoreño”, agravando la crisis política y poniendo en tela de juicio los órganos de la integración centroamericana, que fueron reconocidos en su momento por el Estado de El Salvador.

Por su parte, el presidente Mauricio Funes se mostró afín a las resoluciones de la CCJ, debido su temor a que se declaren también inconstitucionales los nombramientos de los militares en los organismos de seguridad, decisión que ha sido cuestionada por muchas organizaciones sociales.

Esta lucha política en las alturas del poder, no beneficia en nada a la clase trabajadora, los campesinos, los pueblos originarios y demás sectores populares. A pesar de ello, la clase dominante tradicional muy astutamente ha logrado arrastrar a ciertas organizaciones a su causa, como es el caso de algunos grupos en Aliados por la Democracia. De igual manera, expresiones políticas de los sectores económicos emergentes, también han manipulado y arrastrado a sectores de masas en esta lucha por el control de los aparatos del Estado.

En este conflicto por el control de la Corte Suprema de Justicias, tanto el FMLN y sus aliados, como ARENA, han apelado a la movilización controlada de sus seguidores, para incidir en la mesa de negociaciones. Ninguno de estos bandos en pugna apela realmente a las masas, porque ambos temen que se cree una dinámica social que no puedan controlar. Ambos enseñan los dientes y los puños, esperando convencer al otro de la necesidad de encontrar una salida negociada.

Chantaje e imposiciones del imperialismo

Esta crisis política ha empezado a preocuparle al imperialismo norteamericano, debido a las buenas relaciones que mantiene con el gobierno de Funes y del FMLN.

El imperialismo también presiona por una salida pactada a dicho conflicto. Para ello ha recurrido al chantaje, amenazando con retirar los programas de cooperación financiera al gobierno y utilizando la figura del presidente Funes, quien parecía no querer involucrarse en el conflicto so pretexto de la independencia de poderes. Pero la dinámica del conflicto obligó a Funes a encabezar el proceso de diálogo entre el FMLN y ARENA.

Funes ha dicho que “Se trata de lograr un ámbito favorable al diálogo y a la construcción de consensos que permita alcanzar acuerdos superadores del conflicto de poderes que vivimos ya desde hace varias semanas… No estoy esperando que al final de esto salga la solución, pero al menos si nos ponemos de acuerdo en cómo comenzar a abordar el problema y el alcance de estas reuniones, con eso diría yo que nos podríamos dar por satisfechos…” (http://www.presidencia.gob.sv)

La dirección del FMLN junto al gobierno de Funes, solamente están presionado para negociar, pero no en función de los intereses de las grandes mayorías, sino para garantizarse cuotas de poder como partido político.

El resultado de las primeras negociaciones entabladas, bajo la mediación del Presidente Funes, indica que tanto ARENA como el FMLN y sus aliados, han llegado a acuerdos parciales que indican la voluntad política de fortalecer el bipartidismo, la repartición de cuotas de poder, a costa de los mismos valores democráticos que ambos sectores dicen representar.

Exijamos la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, libre y soberana

En el 2009, el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), planteó la necesidad de terminar con los gobiernos de ARENA. Una vez derrotada la derecha arenera, expresamos total desacuerdo con el gobierno de Unidad Nacional, por ser contrario a los intereses de las grandes mayorías, llamando a la instauración de un gobierno de la clase trabajadora, de campesinos, pueblos originarios y sectores populares en el cual no debía participar ningún burgués.

Era y sigue siendo necesario rechazar todo pacto o negociación con la derecha. Se debía terminar con el sistema antidemocrático, ampliar las libertades, garantías y derechos en beneficio de la clase trabajadora, el campesinado, los pueblos originarios y demás sectores populares, siendo necesarios la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente en la cual sea el pueblo quien decida democráticamente los rumbos de la nación.

A pesar de sus maniobras y de los resultados electorales del 2012, la derecha arenera realmente no ha podido recuperarse. Ha perdido el control del órgano judicial y la hegemonía en la Asamblea legislativa, lo que ha generado una crisis del sistema de dominación burgués. Este es el momento en que el FMLN debería luchar desde la Asamblea Legislativa por la derogatoria de la pétrea Constitución de 1983 y reorganizar el Estado en beneficio de las clases oprimidas, pero se niegan a hacerlo. Salvador Sánchez Cerén ha dicho con claridad que el FMLN aspira a realizar reformas constitucionales.

Esta crisis política se produce en el marco de la crisis económica nacional e internacional del sistema capitalista, lo que debe ser aprovechada por la clase trabajadora, el campesinado, los pueblos originarios y demás sectores populares para cambiar el sistema político económico y social imperante.

Un Plan de Lucha para convocar a la Constituyente

Llamamos a las organizaciones sindicales, campesinas, pueblos originarios y populares a construir un frente unitario para reclamar la instalación de una Asamblea Constituyente que implemente un plan de reorganización democrática del Estado. Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) proponemos un Plan de Reivindicaciones básicas que debe implementar la Asamblea Nacional Constituyente, así tenemos:

1. Que sea el pueblo quien elija directamente al presidente y magistrados de la Corte Suprema de Justicia, Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, Presidente y Magistrados del Tribunal Supremo Electoral, Presidente y Magistrados de la Corte de Cuentas de la República, Fiscal general de la república y al Procurador general de la República, así mismo que sea el pueblo quien revoque el mandato a cualquier funcionario publico. Un alto funcionario no debe ganar más allá del salario de un obrero calificado.

2.- Democratización del régimen político lo que implica flexibilizar los requisitos para la creación y legalización de partidos políticos, y de las candidaturas no partidarias que permitan la participación política de los trabajadores, campesinos, pueblos originarios y demás sectores populares. A nivel municipal los consejos municipales deben ser representativos de todas las expresiones políticas.

3. Incorporación de mecanismos como el referéndum, plebiscito. Etc que permitan la participación democrática y consulta popular en temas de interés nacional.

4. Reconstruir la nación y el estado federal centroamericano.

5. Revertir el proceso de dolarización.

6. Retirar toda protección jurídica que permita a los funcionarios públicos actuar en impunidad tal es el caso del fuero político y militar.

7. Cese de la creciente remilitarización.

8. Garantizar la seguridad, la prevención y combate a la violencia y delincuencia.

9. Por el derecho a la libertad de sindicalización y el derecho a huelga de todos los empleados públicos y municipales, así como también garantías de estabilidad laboral.

10. Despenalización de todos los métodos tradicionales de lucha social.

11. Asegurar que los que tienen más dinero, paguen mas impuestos.

12. Implementación de una reforma agraria integral.

13. Reconocimiento de la existencia y derechos de los pueblos originarios (indígenas).

14. Fortalecer el sistema público de salud con carácter gratuito a niveles que satisfagan las necesidades de la población.

15. Garantizar el acceso de toda la población a una educación gratuita y de calidad en todos los niveles, así como la asignación de un presupuesto justo a la Universidad de El Salvador. Destinar los recursos necesarios para el fortalecimiento del sistema de educación pública, mejorando la excelencia académica y la investigación científica.

16. Aumento general de salarios para los trabajadores públicos y privados de la ciudad y del campo. Que se establezcan salarios mínimos acordes con el monto de la canasta básica, los cuales deben subir automáticamente al ritmo del aumento de la canasta básica. Obligar a los patronos a pagar todas las prestaciones sociales de ley.

17. Plan de construcción de viviendas a bajos precios para todos los trabajadores, sectores populares y campesinos que las necesiten. Eliminación de los asentamientos marginales y entrega de viviendas gratuitas a sus habitantes.

18. Protección del medio ambiente y de los recursos naturales. Terminar con todo proyecto que afecte al medio ambiente y las poblaciones.

19. Renacionalización de las empresas, servicios y recursos privatizados o entregados en concesión.

20. Nacionalización de la banca y del sistema financiero, bajo control de los trabajadores.

21.- Garantizar el Derecho al trabajo y una vida digna para todos. Se debe combatir el desempleo. No a la flexibilización laboral y a los empleos precarios sin goce de prestaciones ni estabilidad. No a la privatización de la seguridad social.

¡!Es hora de democratizar el Salvador en beneficio de los mas pobres!!

Centroamérica, 28 de Julio del 2012

Secretariado Ejecutivo Centroamericano del

PARTIDO SOCIALISTA CENTROAMERICANO (PSOC

El Salvador: programas políticos y programas electorales

12 de abril de 2013 La ausencia de un programa político definido de transformaciones revolucionarias, y su sustitución por programas electorales de naturaleza coyuntural, es una de las expresiones más reveladoras del peso de la visión reformista predominante en el discurso y la práctica del grueso del movimiento revolucionario salvadoreño.

Desprenderse de esta visión reformista y retomar el rumbo revolucionario es uno de los principales desafíos de la izquierda salvadoreña, para poder así aprovechar la extraordinaria acumulación de fuerzas existente e inclinar la balanza social hacia la ruptura del sistema y no hacia su sostenimiento, como sucede en la actualidad.

Para cumplir esta tarea de naturaleza estratégica se requiere poner en tensión la voluntad popular de transformar este sistema capitalita dependiente, por un nuevo tipo de sociedad, la sociedad socialista. Y de esta forma iniciar el esfuerzo histórico por hacer desaparecer las diferencias de clase, la opresión y la explotación.

Sin un programa político, el barco de la revolución navega sin rumbo. Y va dando bandazos hacia la izquierda o hacia la derecha, hacia el oportunismo o hacia el izquierdismo, y puede hasta naufragar. De lo que se trata es de garantizar que el barco llegue al puerto, al puerto del socialismo.

Y una de las más evidentes manifestaciones del peso alcanzado en nuestro pensamiento por la visión reformista, es la ausencia de debate sobre un programa político que defina con claridad los objetivos y las estrategias, tanto a corto como a mediano y largo plazo del movimiento revolucionario salvadoreño. Trabajamos con base a la coyuntura. Afinamos el oído y el olfato de la táctica (programa mínimo) y descuidamos la visión estratégica (programa máximo). No siempre ha sido así.

Y podemos rescatar como valiosa herencia la plataforma de lucha por el poder del Comandante Anastasio Aquino, que construyó un ejército indígena para garantizar el cumplimiento de los famosos Decretos de Tepetitan de 1833 que entre otras cosas, planteaban: “Queden libres de obligación de pagar todos los deudores que se encontraren en el territorio en que hace sentir su fuerza mi gobierno.”

En los últimos noventa años hemos vivido diversas experiencias de construcción de programas y de lucha por el poder. De 1924 a 1928 la lucha por conquistar la jornada laboral de ocho horas fue una bandera reivindicativa prioritaria de la FRTS (programa mínimo) a la vez que se creaban las condiciones para constituir el partido político de la clase obrera y garantizar así la lucha por el socialismo (programa máximo).

En la insurrección de 1932 el objetivo del PCS fue la instauración de soviets. Eran los tiempos de la III Internacional. El socialismo tenía quince años de existir en el mundo en la URSS. El programa no estuvo muy claro pero la decisión de romper con el sistema fue definitiva, categórica. De 1932 a 1944 la bandera fue el derrocamiento del tirano Martínez. De 1944 a 1992 la bandera fue terminar con la dictadura militar. ¿Y ahora?

Durante toda la década del setenta del siglo pasado uno de los puntos más significativos de la lucha ideológica entre las diversas corrientes de izquierda fue precisamente el debate sobre la caracterización del régimen y sobre el programa revolucionario.

Y claro, sobre las formas de lucha y de organización. Y también sobre las corrientes ideológicas internacionales. Se leía y se debatía profusamente, apasionadamente. Discusiones intensas que se daban en las alturas y en la base popular de la izquierda política y social de ese momento, entre los “revis” y los “ñurdos”, entre los “electoreros” y los “ultras.”

Para algunos el régimen era una dictadura militar en escalada fascista, para otros una dictadura militar de derecha, para otros una tiranía militar fascistoide, una dictadura de excepción, etc. Y se hablaba como proyecto de un gobierno democrático antiimperialista y antioligárquico; de un gobierno de obreros y campesinos con hegemonía proletaria, de un gobierno de salvación nacional, etc.

Al final el avance del proceso unitario y la agudización de la crisis nacional impusieron la necesidad de abandonar posiciones dogmáticas y en febrero de 1980 a nivel de CRM se logró coincidir en un planteamiento único: el de la plataforma programática del gobierno democrático revolucionario, que respondía a un nivel concreto de alianzas plasmado en el Frente Democrático Revolucionario. Y posteriormente en la alianza FDR-FMLN.

El corazón de este planteamiento radicaba en lo político en el cese a la represión contra el pueblo y libertad de los presos políticos, así como en lo social la realización de una reforma agraria, la nacionalización de la banca y del comercio exterior. Un mes después, el proyecto contrainsurgente de manera audaz asumía este planteamiento social para quitarle las banderas al proyecto revolucionario.

Posteriormente, los desafíos derivados del avance de la Guerra Popular Revolucionaria y de la profundización de la Intervención Regional del gobierno estadounidense, impusieron la necesidad de una nueva iniciativa táctica plasmada en la propuesta del FMLN-FDR de enero de 1984, llamando a la creación de un Gobierno Provisional de Amplia Participación.

Y todo esto culminó en el proceso de dialogo y negociación que dio origen a los Acuerdos de Paz de enero de 1992. Surgió una nueva institucionalidad, que incluyó la transformación del FMLN de fuerza político-militar a fuerza político-electoral. Y a la búsqueda de conquistar el gobierno mediante la vía electoral, y de esta manera ir acumulando poder político.

El 2009 el FMLN logra conquistar el ejecutivo a través de una amplia alianza de fuerzas democráticas y revolucionarias. En la actualidad esta planteada la renovación de ese mandato popular en el 2014. Han sido veinte años ya de enfrentamiento político con la derecha, durante cinco elecciones presidenciales.

Además de participar en elecciones legislativas y municipales. En el caso de las presidenciales se ha optado por 2 candidatos de fuera del FMLN
(Rubén Zamora en 1994 y Mauricio Funes en 2009)y por tres candidatos de dentro del FMLN (Facundo Guardado en 1999, Schafik Handal en 2004 y Salvador Sánchez Ceren en 2014).

Hay una relación estrecha en lo electoral entre candidato y programa. Un programa excelente puede ser opacado por un candidato débil, mientras que un candidato excelente puede ganar incluso con un programa débil. Influye fuertemente en este campo la magia de la imagen. La percepción se convierte en la realidad. La misma lección se extrae de las experiencias del PAR en 1967 con Fabio Castillo, de la UNO en 1972 con José Napoleón Duarte y en 1977 con el Cnel. Ernesto Claramount.

En conclusión, como movimiento popular tenemos el desafío de construir una propuesta política de largo plazo, que rebase los límites de las competencias electorales. Y no estamos hablando de socialismo como meta a corto plazo pero tampoco estamos hablando de acomodarnos a este sistema capitalista como el mejor de los mundos posibles. Y pensar exclusivamente en la siguiente elección y en el próximo cargo.

Esto no significa abandonar la tarea de seguir derrotando a la derecha en cada elección y de garantizar la continuidad del actual proceso iniciado en el 2009. Esto significa construir desde nuestros lugares de trabajo y territorios organización popular que es poder popular; además una propuesta de Nación desde nuestra visión y necesidades a mediano plazo, digamos veinte años.

Y educar a nuestro pueblo en la necesidad de una ruptura, de un cambio de sistema, en la necesidad de un futuro socialista (programa máximo). Debemos aprender a caminar simultáneamente en estos tres carriles. Es posible y urgente hacerlo.

Movimiento social y popular

La implementación de la Ley de Medicamentos es una de las últimas medidas mediante las cuales el gobierno del presidente Funes expresa su naturaleza popular. Lamentablemente como movimiento popular no hemos tenido la claridad de visión y capacidad de acompañar activamente y solo ha activado el movimiento social vinculado a problemáticas de salud.

Cuando se trata de una gran batalla por la profundización de la democracia social. Pero a diferencia de 2002, en la batalla contra la privatización de la salud, esta vez la movilización popular ha estado bloqueada en parte por la existencia de un gobierno de izquierda.

Es un enfrentamiento social en el cual el Gobierno defiende los intereses populares contra la elite empresarial que se ha beneficiado por décadas de este lucrativo negocio. Pero el gobierno aparece dando la batalla solamente con un débil apoyo. Una excepción fue la masiva movilización del 4 de abril, del Hospital Rosales a la Corte Suprema de Justicia, convocada por el Foro Nacional de Salud.

El presidente Funes si ha comprendido que la batalla por la salud es la que le permitirá quizás cerrar con broche de oro su presidencia y se ha lanzado al ruedo denunciando las maniobras de la derecha para tratar de boicotear la ley de Medicamentos. Son estas actitudes las que mantienen su figura en alto en las preferencias populares.

Lo mismo sucede con otras tres grandes batallas: la del agua, la del transporte y la de las minas. Incluso con la batalla por el aumento salarial anunciado por el Gobierno, en la cual brilla por su ausencia el movimiento sindical. No hay interés en organizar esta lucha en las direcciones sindicales pero tampoco en las bases. Es lamentable, pero es una realidad.

Y mucho menos interés en la población. Prevalece el espíritu de “aceptar lo que nos den” sobre el espíritu de “luchar por lo que es justo.” Es un problema de conducción política y es un problema de estado de ánimo de los sectores populares.

En la batalla del transporte, el esfuerzo gubernamental por garantizar cambios en el sector orientados a beneficiar a la población se ven bloqueados por la actitud cerrada de transportistas que se lucran del caos existente. No hemos tenido la capacidad como movimiento popular de crear un Sindicato de Pasajeros que asuma la defensa de los derechos a un transporte barato y de calidad. Y la población es víctima y espectadora de este duelo entre Viceministerio de Transporte y Transportistas. Esperamos que sea el gobierno el que nos resuelva el problema.

Lo mismo sucede con la batalla del agua, hay un debate en la Asamblea para una Ley del Agua que es acompañado básicamente por ONGs que trabajan en el tema, pero con escasa presencia de las organizaciones comunales, de los sindicatos, de las mujeres.

No se logra captar la integralidad e interconexión de los temas. Y es que esto le correspondería hacerlo a la conducción política, como en el pasado. Definir líneas de acción. Quizás hoy con mayores niveles de consulta. Pero la conducción política esta ausente o preocupada por otros temas. Hay un vacío preocupante.

Y en este caso del agua ANDA juega un papel ambiguo, para ser benévolos. Hay que resaltar que el 4 de abril las comunidades Aragón II y Brisas del Mirador bloquearon a la altura del Rancho Navarra la carretera que conduce al Aeropuerto Internacional de Comalapa exigiendo a ANDA que se les restablezca el servicio de agua, suspendido desde hace dos semanas.

No hemos tenido la capacidad de supervisar desde el movimiento popular a este ente estatal. Y es posible hacerlo, pero estamos paralizados y confundidos. Unos temerosos de atacar al gobierno y hacerle el juego a la derecha y otros preocupados exclusivamente por atacar al gobierno al que consideran de derecha. Debemos de buscar puntos de encuentro. Es urgente.

En la batalla contra las minas, o en general en defensa de nuestros recursos naturales, no hemos tenido la capacidad de doblegar la voluntad colonialista de la italiana ENEL. No hemos logrado construir un frente común contra la amenaza de Cerro Blanco en la frontera con Guatemala.

Y la minera canadiense Pacific Rim continúa amenazante con una demanda hoy por 315 millones de dólares en concepto de indemnización por denegarles el permiso para trabajar en el país, tal como lo denunció la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica..

Es evidente que la derecha empresarial y mediática ha logrado que la izquierda social emprenda cada una de estas batallas separadamente, viendo solo los árboles de su sector y descuidando el bosque del horizonte común, de la lucha amplia por la democracia social.

Esta situación se explica a su vez por la ausencia de un ente popular que sistematice y coordine los diversos esfuerzos y los oriente hacia una meta común. Luego de los Acuerdos de Paz de 1992 el FMLN renunció a jugar este papel. Y este vacío influye poderosamente en la determinación de la actual situación.

Crisis en ARENA

La derrota electoral de marzo de 2009 es un hachazo al pecho que todavía sigue desangrando al partido de la oligarquía. Perdieron el ejecutivo. Es una situación de agonía que lleva ya cuatro años y que no pudo ser curada ni por las labores quirúrgicas de Cristiani ni por el bálsamo de la inesperada victoria electoral del año pasado. ARENA está en peligro de muerte. Y lo saben.

Y parece que no les interesa saberlo porque las pugnas continúan y cada una de las fracciones parece empeñada en lograr la anulación política de su adversario, aunque esto les acarree una nueva derrota electoral en el 2014. Quijano observa impotente como su candidatura es triturada en los trapiches de las intrigas y deserciones legislativas y hasta municipales. Y se lamenta del error cometido al no haber aceptado la conducción del partido.

No obstante esto, no puede subestimarse la capacidad de este partido por readecuar su estrategia y fortalecerse. Ya lo ha hecho en el pasado y puede repetirlo. No olvidemos marzo del año pasado. No olvidemos Apopa, Soyapango, Ilopango, etc. No podemos dormirnos…

Pero cada decisión política parece abrir una nueva herida, como ha sido la designación del candidato a la presidencia y luego la del candidato a la vicepresidencia. Y las deserciones de oficiales en plena batalla que conducen a la irrelevancia legislativa. Y las denuncias internacionales por vínculos terroristas. De continuar esta tendencia a la implosión, la segunda vuelta a estas alturas será seguramente entre Sánchez Ceren y Saca.

En el peldaño 107 del IDH 2012

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD en su Informe sobre el Indice de Desarrollo Humano, IDH 2012 ubica a nuestro país en el preocupante puesto 107. En el 2011 ocupó el puesto 105, o sea que hemos bajado dos posiciones.

El Indice de Desarrollo Humano evalúa tres condiciones: esperanza de vida, escolaridad promedio, e ingreso nacional bruto. Es una medición internacional que inició en 1990 y que este año lleva como titulo: “El ascenso del Sur: progreso humano en un mundo diverso.”

En los primeros lugares de este año se encuentran Noruega, Australia, Estados Unidos, Holanda y Alemania. En los últimos lugares se encuentran (186) Níger, República Democrática del Congo, Mozambique, Chad y Burkina Faso. O sea Europa y Africa. Los imperios y las colonias.

Hay cuatro categorías: muy alto, alto, medio y bajo. El Salvador esta en la franja de IDH Medio. Seguimos a Gabón (106) Surinam (105) y Maldivas (104) y somos seguidos por Bolivia (108) Mongolia (también 108) y Palestina (110). Y no es twitter.En nuestra región, Panamá ocupa el lugar 58, Costa Rica el lugar 69. Belice el 93. Honduras el 121. Nicaragua el 129. Guatemala el 133.-