Estrategia militar-mediática estadounidense derrumba Proyecto Bolivariano

Heinz Dieterich 14.8.2009

Estrategia militar-mediática estadounidense derrumba Proyecto Bolivariano

1. El avance imperial

Con el ataque militar a Ecuador, la activación de la IV Flota, el golpe militar en Honduras y la iraquización de Colombia (bases militares), Washington ha reimplantado la Doctrina Monroe en América Latina. El reciente rechazo del Senado paraguayo a la adhesión venezolana al MERCOSUR coronó esos esfuerzos de la bota militar mediante un importante triunfo político. Tales éxitos de la dupla imperial Bush-Obama, logrados en poco más de un año, no hubieran sido posibles sin la notable falta de inteligencia y capacidad operativa estratégica de los gobiernos “bolivarianos”.

2. Reacciones tácticas, carencia de estrategia

Para lograr sus éxitos Washington diseñó un paradigma militar-mediático que le concedió la iniciativa estratégica en ambos campos. Ejecutaba sus jugadas sincronizadas en el tablero de poder latinoamericano, sin que los gobiernos de centroizquierda lograsen descifrar ni la sofisticación ni la dimensión de la amenaza. Fueron tomados recurrentemente por sorpresa y colocados a la defensiva, simplemente reaccionando, y reaccionando de manera individual, sin capacidad de previsión y, mucho menos, de prevención de las ofensivas enemigas.

3. Los campos de batalla: lo militar y lo mediático

El imperio, apoyado por sus cómplices europeos, instrumentó su ofensiva en los dos campos de poder donde no puede ser vencido: el militar y el mediático. Geopolíticamente, avanzó vía el Bloque Monroeista del Pacífico (BMP), conformado por países centroamericanos, Colombia, Perú y, en parte, Chile. Ante este paradigma de intervención la única defensa bolivariana posible hubiera sido una contraofensiva colectiva del Bloque Bolivariano que enfrentara políticamente el centro de la agresión, Washington arriesgando la ruptura abierta y que castigara económicamente a su avanzada militar, el gobierno de Uribe-Santos. Al no actuar de esa forma, omisión, cuya grave responsabilidad histórica recae principalmente sobre el gobierno brasileño, el monroeismo ha avanzado como un cáncer letal que proyecta matar al Bolivarianismo dentro de dos años (2011), liquidando a su centrum gravitatis, la presidencia de Hugo Chávez.

4. Ecuador: la Caja de Pandora

El momento crucial para enfrentar la ofensiva general de Washington se dio con el ataque militar a Ecuador. Las ventajas mediáticas, jurídicas y políticas, que esa fragante violación de la soberanía ecuatoriana proporcionaba al Bloque Bolivariano eran inmejorables. Por ejemplo, al violentar el gobierno colombiano la escena del crimen, removiendo y modificando la evidencia forense, hecho reconocido por la propia policía colombiana, el Bloque Bolivariano debía haber invocado la doctrina judicial universal de la inadmisibilidad de evidencia contaminada (tainted evidence) en una corte de ley.

Frente a los aparatos policíacos internacionales, la aplicación de este principio forense hubiera significado la negación de cualquier colaboración respectiva, advirtiéndose inclusive la posible ruptura en bloque con esas estructuras policíacas internacionales, controladas por Washington y Bruselas, ante presiones indebidas. Al no activar ese axioma jurídico y advertir sobre la prospectiva ruptura, los gobiernos de Quito y Caracas se convirtieron ad infinitum en rehenes pasivos de las campañas mediáticas chantajistas que Washington desata cuando le conviene.

5. Santo Domingo: el appeasement ante Hitler

El grave error de no enfrentar de manera jurídica-ofensiva la agresión militar de Washington-Bogotá a Ecuador, se repitió en lo político-económico. Presionado por dos cercanos aliados, Hugo Chávez tuvo que jugar al mediador y levantar las sanciones económicas contra Bogotá, dejando aislada la digna posición de no-reconciliación de Rafael Correa y, también, de Daniel Ortega. La resolución de Santo Domingo, a su vez, consagró la impunidad, absolviendo a los dos perpetradores principales de la agresión (Bush y Uribe), sin cobrarles costo político ni económico alguno. Con este triunfo de la política del appeasement (oportunismo), que la historia no absolverá, la puerta al regreso de James Monroe quedaba plenamente abierta. No tardó mucho el Uncle Sam (Tío Sam) en pasar por ella. Le tocó el turno a Honduras.

6. El appeasement se repite ante Honduras y Colombia

El mismo patrón de miedo e irresolución política de la nueva clase política desarrollista latinoamericana, practicado en Santo Domingo, se repite ante el golpe de Estado en Honduras y la conversión de Colombia en un protectorado militar del Comando Sur. Mientras el pueblo hondureño enfrenta heroicamente a los gorilas locales de Washington en la calle, los gobiernos latinoamericanos de centroizquierda hacen, esencialmente… nada. No solo se mostraron incapaces de detectar el golpe a tiempo, ahora se muestran sin voluntad real para cortar el nudo gordiano del problema.

7. Enfrentar a Obama o perder la guerra

La solución al problema de la dictadura militar se encuentra en Washington, en la presión pública y colectiva de los gobiernos latinoamericanos sobre el gobierno de Obama, para obligarle a definirse ya. Si los gobiernos latinoamericanos no se atreven a cobrarle un alto costo político al “Presidente del cambio y de la esperanza” por su de facto complicidad con el coup d´etat, congelando las relaciones con su gobierno, el monroeismo ganará la guerra. Y la misma disyuntiva debe plantearse ante Uribe, explicitándole a él y a la sociedad civil colombiana los costos políticos y económicos de la sumisión santanderista ante el imperio.

8. El circo

Pedirle explicaciones sobre las bases militares estadounidenses en Colombia en una futura reunión de la UNASUR, es ridículo; de hecho, tan ridículo y cínico como el circo de la OEA instrumentado por la Casa Blanca con el procónsul imperial Oscar Arias. No es más que una finta seudo-diplomática de los gobiernos desarrollistas que oculta la verdadera gravedad de la situación ante los pueblos latinoamericanos y engaña sobre el avance del cáncer monroeista. Es la mentira de poder parar el cáncer con operaciones cosméticas locales, en lugar de enfrentarlo en una operación de vida o muerte contra su centro de proliferación.

9. La lección de Ayacucho

Es la hora de la Batalla de Ayacucho, donde el virrey español La Serna, con el doble de tropas del Gran Mariscal de Campo Antonio José de Sucre y una abrumadora superioridad de artillería, aplicó la Guerra de Desgaste al Ejército Libertador del Sur; obligándolo a constantes movilizaciones reactivas en una guerra de movimientos. El Mariscal Sucre, resuelto a no caer en el juego del enemigo, decidió recobrar la iniciativa. Rompió la estrategia de los realistas con la de la batalla decisiva, es decir, la batalla que decide la guerra. En las áridas colinas de la pampa de Junín, el 8 de diciembre de 1824, forzó a los monroeistas europeos a presentar batalla y los venció. Fue el fin del colonialismo español.

10. ¿Cómo salvar el Proyecto Bolivariano?

Estamos, de nuevo, ante el escenario de una Guerra de Desgaste de fuerzas imperiales-oligárquicas muy superiores. Pero, esta vez, en calidad de huérfanos, sin el Gran Mariscal Antonio José de Sucre, sin el General Simón Bolívar y sin el General San Martín. Es decir, sin liderazgo ni vanguardia latinoamericana.

¿Qué hacer ante tal situación? Al igual que en el momento culminante del golpe imperial separatista en la media luna boliviana habrá que activar la sabiduría del comandante Fidel Castro para diseñar y consensuar un plan de contención y contraofensiva bolivariana hemisférica frente a Obama-Uribe. Pero, no basta reactivar las tareas de conducción de la Segunda Emancipación en manos de los gobiernos porque son precisamente ellos los que han perdido la iniciativa y el rumbo estratégico.

Por lo mismo es necesario que se reactiven en forma autónoma los grandes movimientos sociales, como el MST en Brasil, y los intelectuales de Estado, como la red “En Defensa de la Humanidad”, para que se autoasuman como sujetos estratégicos del cambio, abandonando su papel subordinado ante los gobiernos de centroizquierda, de cuya simbiosis se benefician con sus agendas particulares.

Crear la vanguardia unificada latinoamericana entre todas las fuerzas anti-imperiales; mantener la máxima unidad posible y la alianza estratégica entre Estados y movimientos de masas, sin dominación de los Estados; recuperar la iniciativa y el rumbo estratégico y enfrentar a Washington con la estrategia de la batalla decisiva. Esas son las tareas apremiantes generadas por la Guerra de Desgaste imperialista.

Es el momento de Ayacucho. Es el momento de la grandeza y audacia de los Libertadores.

Made in Washington

Made in Washington

Más allá del alto drama que se vive en Honduras y de la cuidada puesta en escena que lució San José de Costa Rica, la suerte de Honduras se decide en Washington. Lo dijo el canciller de Lula, lo dijo Fidel, lo dice cualquiera que siga con atención los acontecimientos. Y por cómo se viene jugando el partido en ese escenario, no es difícil aventurar que el gobierno de facto de Roberto Micheletti tiene los días contados y que el presidente legítimo, Mel Zelaya, volverá al poder pero a plazo fijo y condicionado.

¿Por qué? Porque Honduras es lo más cercano a lo que puede ser una colonia de los Estados Unidos en el siglo XXI.
Allí tiene la base militar de Soto Cano, plataforma para sus operaciones antiinsurgentes en todo Centroamérica durante la Guerra Fría, a través de la cual ha tejido sólidos vínculos con las fuerzas armadas hondureñas, cuyos jefes son instruidos en instituciones estadounidenses.
Allí tiene a una oligarquía sumisa y trasnacionalizada con casa de verano en Miami, que defiende los intereses de las empresas y gobiernos estadounidenses como propios.
Allí tiene en vigencia un Tratado de Libre Comercio que garantiza el libre acceso a bienes estadounidenses y relega al empobrecido país centroamericano al rol de proveedor de bienes primarios en la periferia del capitalismo global. Hasta allí llegan las remesas de Florida y New York que mantienen viva a la economía local.
Allí tiene la Constitución y el sistema electoral más conservador de la región, prácticamente a prueba de experimentos populistas y/o progresistas, como el que súbitamente decidió encarnar Zelaya durante la segunda mitad de su mandato.
Por todo eso, el Departamento de Estado sabía que se venía gestando un golpe. Se lo venía contando su embajador. Pero el burocratizado Departamento de Estado había cometido un error que terminaría pagando muy caro. Tegucigalpa no es lo que se dice un destino diplomático apetecible. Antes de la conversión de Zelaya, parecía un lugar lo suficientemente inofensivo como para cumplir con la cuota de embajadores republicanos. Entonces había mandado a Hugo Llorens, un clásico ejemplo del diplomático-empresario que usa sus destinos para asegurarse trabajos bien pagos para su retiro, mimetizándose con los sectores más prebendarios de la oligarquía local, donde sus servicios son más útiles.
Como reveló Ernesto Semán en estas páginas, cuando Llorens estuvo destinado acá en Argentina fue lobbista de Ciccone Calcográfica. O sea, trabajó para una empresa especializada en colonizar distintos estamentos del Estado, ya sea aliada con Yabrán, ya sea aliada con Cavallo, siempre cerca de los sectores más retrógrados de la Iglesia que se referencian en políticos como Cacho Caselli, para copar los mejores negocios de impresión de dinero, cuasidinero, billetes de lotería, patentes de autos, pasaportes, cédulas y documentos de los últimos años.
Según fuentes de la diplomacia y de los organismos multilaterales, en Honduras las fuerzas golpistas tenían bastante persuadido a Llorens de que un golpe más o menos prolijo podía funcionar. Que era la mejor manera de prevenir que Zelaya forzara su reelección y Honduras cayera bajo la órbita chavista.
O sea, un disparate: por más que lo intentara, y probablemente lo intentaría, Zelaya no tenía ni los votos ni el poder legal ni el poder institucional ni el poder militar para forzar su reelección, y debía entregar el mando sí o sí en seis meses. La Corte Suprema, la Corte Electoral, el Congreso, los generales, la embajada norteamericana, la Iglesia Católica y las protestantes, dos de las tres principales cámaras empresariales, los diarios nacionales, las cadenas de televisión y hasta su propio partido, el Liberal, se habían manifestado en contra de la reelección y la Carta Magna vigente consideraba un delito siquiera intentarlo. Encima, en las encuestas Zelaya ni siquiera alcanzaba a arañar el cincuenta por ciento de la intención de voto.
Pero Llorens no hacía esa cuenta por afinidad ideológica sino por intereses compartidos. Llorens compraba el análisis paranoico-revanchista de los golpistas y en sus comunicaciones con Washington advertía que Zelaya era un peligro. Mientras tanto, en sus conversaciones con los golpistas a Llorens le costaba bajar la línea trazada por Obama en la última Cumbre interamericana: no más golpes, no más intervencionismo, todos somos socios.
Tom Shannon, subsecretario para la región, tuvo que viajar a Tegucigalpa para transmitir el mensaje a Micheletti y al general golpista Romeo Vázquez con el énfasis que a Llorens tanto le costaba encontrar. Pero en algo coincidieron los norteamericanos y los golpistas: Mel Zelaya no podía seguir más allá de su mandato. Sí o sí había que pararlo. Llorens, Shannon, los militares norteamericanos de la base hondureña, los militares hondureños, los civiles golpistas, todos estaban de acuerdo.
Había que contener la expansión chavista que supuestamente representaba la reelección de Zelaya. Una peligrosa expansión, no sólo a nivel territorial hacia el corazón del poder militar estadounidense en la región sino también a nivel ideológico: si a los aliados de Chávez se les permitía reformar sus constituciones a su antojo para perpetuarse en el poder, el equilibrio regional se perdía y los intereses de Washington quedaban desprotegidos.
Entonces pasó lo que pasó y antes de que Obama pudiera reaccionar, los cancilleres del hemisferio se habían reunido en Wa-shington en el marco de la OEA para pedir el retorno “inmediato e incondicional” de Zelaya, resolución que Estados Unidos no tuvo más remedio que acompañar, atento a los compromisos que Obama había asumido con los demás presidentes de la región. Pero había una palabra que incomodaba a los norteamericanos, “incondicional”. Foggy Bottom, como le dicen allá al Departamento de Estado, no quería un retorno “incondicional”. Aceptaba que vuelva, pero no que se quede.
Shannon seguramente recomendó hacer lo que se viene haciendo en la región en cada crisis desde que él se hizo cargo en el tramo final del gobierno de George W. Bush: bajarle los decibeles a la pelea con Chávez y negociar con Brasil una posición común que contenga a los demás países de la región. Como Lula quería que Zelaya volviera y Obama quería que no se quedara, consensuaron en Moscú que Zelaya volvería pero no se quedaría.
Para pasar de “vuelve sin condiciones” a “vuelve pero se va”, Shannon, Hillary o algún cráneo de Foggy Bottom tuvo la idea de convocar al presidente de Costa Rica, Oscar Arias, para que haga valer el acuerdo entre Obama y Lula.
El anuncio de la mediación fue un baldazo de agua fría para la OEA. “Veníamos invictos y de repente nos dejaron afuera”, graficó una fuente del organismo. Ni lerdo ni perezoso, Arias puso en la mesa su versión light de “vuelta incondicional”: amnistía para todos, gobierno de “unidad nacional”, adelanto de las elecciones, fuerzas armadas bajo las órdenes de la Corte electoral, promesa pública de Zelaya de irse sin tocar la Constitución. Así la OEA quedó rehén de Costa Rica: si había acuerdo, tendría un rol estelar en la puesta en marcha y verificación de los acuerdos; si fracasaba el acuerdo quedaba pintada, a merced de su creciente coro de críticos.
Los países del ALBA tampoco quedaron muy contentos y a través de Fidel Castro acusaron a Arias de querer perpetuar el golpe. En cambio Chávez hizo saber sus reparos, pero después acompañó con sonoros silencios los editoriales rabiosos del comandante cubano. Había decidido bajar el perfil en Costa Rica para jugar fuerte en Washington..
Zelaya aceptó la propuesta de Arias enseguida, Micheletti no. Pensaba que podía dar vuelta a los norteamericanos. Pasaban los días y Arias se mostraba nervioso porque los golpistas no se bajaban del caballo. Cuando el plazo se acabó, el Premio Nobel costarricense reiteró su oferta más algunos chupetines que venían pidiendo los golpistas: elogios para el “profesionalismo” de los militares hondureños, “Comisión de la Verdad”, moratoria por seis meses de cualquier juicio político. Micheletti volvió a decir que no.
¿Y qué estaba pasando en Washington? Pasaba que el lobby anticastrista, con epicentro en Miami, había recobrado los bríos de antaño y había hecho del golpe de Honduras su nueva causa patriótica. Bajo la batuta de los dinosaurios Otto Reich y Roger Noriega, los referentes de Llorens, este pequeño y marginal grupo de presión, que alguna vez fue influyente pero cuya imagen ante la opinión pública norteamericana quedó por el piso tras el caso del balserito Elián González, este lobby invadió despachos y redacciones de los diarios con publicistas y asesores caros que venían a presentar “el caso hondureño” ante los decision-makers de la capital norteamericana. “Si vas al Congreso está lleno de hondureños y gente paga por los hondureños haciendo lobby a favor del golpe”, cuenta Héctor Timerman, el embajador argentino en Washington.
Al mismo tiempo, la atención de Obama estaba en otro lado. El presidente buscaba desesperadamente los votos moderados que necesitaba para el pasaje de su reforma del sistema de salud, un tema decisivo en su pulseada con los republicanos. Lo último que quería era perder votos por una discusión sobre si hubo o no hubo golpe en Honduras. Por eso había un bando muy marginal que hacía mucho ruido contra otro bando con todo el poder que no contestaba, generando un microclima que algún analista confundió con “interna feroz” en el seno del gobierno norteamericano.
Así las cosas, fueron los diplomáticos argentinos y venezolanos quienes llevaron el peso de la campaña a favor de Zelaya, combatiendo en inferioridad de condiciones al lobby anticastrista en las horas decisivas que sucedieron al golpe, armando la agenda de la delegación zelayista cuando ésta finalmente llegó, una semana más tarde.
Esa gestión habría producido el mayor acercamiento diplomático entre Venezuela y Estados Unidos que se haya conocido hasta el momento, según confió una fuente que presenció el trabajo conjunto, acercamiento que ambos gobiernos prefieren ocultar por razones obvias de política doméstica: Chávez es mala palabra en Estados Unidos y Estados Unidos es mala palabra en la Venezuela chavista.
Más allá del ruido que generaron, a la hora de contar los porotos, la cosecha de los golpistas fue más bien exigua: dieciocho votos de los más de 400 congresistas norteamericanos para condenar los intentos reeleccionistas de Zelaya, algún editorial favorable en los diarios influyentes y la demora por un par de semanas de las confirmaciones de Arturo Valenzuela (subsecretario para América latina) y Shannon (embajador en Brasil). No mucho más.
Brasil jugó como venía jugando en la región, ya con el tema de las FARC, ya con el intento de golpe en Bolivia: sereno, confiado, sin correr detrás de la pelota, sabiendo que tarde o temprano le iba a llegar. Dejó hacer a Arias como antes había acompañado en la OEA y recién se puso en movimiento el lunes pasado, dos días antes de que venza el plazo de la mediación. Entonces el canciller Celso Amorin llamó a Hillary Clinton y le dijo que era tiempo de apretar a Micheletti para que agarre viaje. Washington tiene juego. Su as de espadas es la facultad de cancelar las visas de los golpistas. Según pudieron constatar una variedad de negociadores, ésa es la pena más temida.. De concretarse, los golpistas no podrían visitar por un largo tiempo sus condominios en Miami.
Al día siguiente de hablar con Amorim, Hillary apretó por teléfono a Micheletti. Pero el dictador le juró a la prensa hondureña que el tema de las visas ni siquiera se mencionó. Si Micheletti no miente, Hillary se guardó la carta.
Los tiempos se estiraban y el lobby anticastrista enrarecía el ambiente en Washington. Uribe, el presidente colombiano, envalentonado por las dos bases militares que los norteamericanos le acababan de enchufar, se animaba a tirarleS una soga a los golpistas, rompiendo el consenso en la OEA.. Entonces Zelaya decidió que había llegado la hora de presionar a Washington para que acelere el desenlace, y se trasladó a la frontera. Lula le deseó suerte. La Unión Europea pidió “serenidad”. Mercosur apoyó a Zelaya con una fuerte declaración, pero como no había querido invitarlo a la cumbre, Chávez faltó a la cita.
La movida obligó a Washington a usar toda su influencia para evitar que los militares hondureños cumplieran con la orden de Micheletti de meter preso a Zelaya no bien pisara suelo hondureño. Cuando lo pisó, un coronel lo mandó de vuelta a Nicaragua. En sintonía con el coronel, los norteamericanos usaron todo su poder de seducción para lograr que Zelaya retrocediera. Lo invitaron a Wa-shington, le prometieron reuniones top, le juraron que esto se resuelve sin sangre y en cuestión de días. Si lograba entrar sin Arias y sin la OEA, ya no lo podrían controlar.
Y Zelaya quedó ahí, en la frontera, a la espera de que los militares hondureños lo dejen volver. Y los muy profesionales militares hondureños, que antes desobedecieron a Zelaya y ahora desobedecen a Micheletti, también quedaron ahí, mudos y acuartelados. A la espera de que sus verdaderos patrones, los comanders de Soto Cano, les digan lo que tienen que hacer. Al cierre de esta edición, los militares norteamericanos esperaban órdenes de Washington, donde el partido entraba en tiempo de descuento.

Carta para los amigos en el FMLN

Lunes, 24 de Agosto de 2009 / 09:24 h
Carta para los amigos en el FMLN

Dagoberto Gutiérrez

La figura del cambio que funcionó como desencadenante en la campaña electoral de marzo, desamarró la imaginación del pueblo para enfrentarse a una realidad que, armada de dientes letales, mordía a los más pobres distribuyéndoles veneno, mientras ofrendaba y ofrenda bálsamo para los más ricos, por eso cuando el cambio resulta ser medular en el discurso de las izquierdas y también en su política real, debe ser puntualmente diferente al de las derechas, no debe tardar más de lo inevitable y debe armonizar con la idea que el pueblo tiene del mismo cambio.

El nuevo gobierno para ser gobierno nuevo, necesita significar un nuevo ejercicio del poder político, una nueva política y un nuevo proyecto de sociedad, más y mucho más que de país.

Estos son, presumiblemente, los contenidos mágicos que sintetizan las diferentes ideas de cambio en las que piensan los más pobres. En ningún caso el gobierno nuevo podrá ser simplemente un nuevo equipo de administradores, por buenos que fueran, porque siendo la crisis de aquellas totales e integrales, resulta que la realidad debe ser cambiada desde un principio desde abajo y con los de abajo. Es un cambio de vida que ha de caracterizar la nueva política anunciada, pero resulta que el FMLN como partido que ganó una votación presidencial con la bandera del cambio, una vez contados los votos ha desaparecido totalmente como actor político, se ha vuelto ciego, mudo, y sordo dentro de un autismo político total.

En realidad, el FMLN debió ser sujeto político e instrumento político, pero no lo ha sido ni lo es y, con angustias ha sido actor. Actualmente ha renunciado a este papel y todo parece indicar que también ha renunciado al gobierno de Mauricio Funes, en nombre de un mítico gobierno puro que vendrá después en algún momento, de algún modo y de alguna forma, en algún tiempo en alguna nube y en algún suspiro.

El Gobierno de Mauricio Funes no es el gobierno del FMLN, y aunque se necesitaron mutuamente, al desaparecer esta necesidad, real o aparentemente, y más aparente que real, aparecieron dos realidades políticas adolescentes desencantadas y desenamoradas.

Gobernar actualmente es enfrentar la mayor crisis y cambiar el ejercicio del poder político y, más concretamente, es asegurar medicina, atención médica, educación y trabajo para las mayorías. Este es el mínimo que se espera, se requiere y se necesita; como lo podés ver, querido amigo, este es un máximo que requiere de la participación y la movilización social más extensa y ocurre, que esta explosión de energía no aparece, todavía en la cabeza del gobierno ni en la de este partido. Aunque si a borbollones, en la cabeza y en el corazón del movimiento popular.

La relación entre gobierno y partido es la misma que se da entre un aparato y una organización, el primero funciona, complementa e implementa la política que la organización difunde, asegura y propagandiza en el corazón social, es, en definitiva, el nexo entre un músculo que mueve y un cerebro que concibe y que es al mismo tiempo movido por el músculo.

Cuando estos dos actores se desencuentran sufren ambos porque debiendo necesitarse pasan a ignorarse como doncellas resentidas y, a menos que nazcan una alternativa o que se establezca una nueva alianza en cualquier rumbo o que el gobierno, en disputa como lo esta actualmente, establezca su rumbo definitivo con el pueblo o contra el pueblo, la situación creada favorece la derrota de aquel gobierno que supuestamente tiene un presidente que se guía por Monseñor Romero. Tamaña situación, será obligatoriamente ventajosa para las derechas.

Es muy cierto, que el actual gobierno necesita apurar el paso, definir definiciones pendientes, establecer rumbos, revisar lo hecho, pero, necesita sobre todo aprender y aprehender a involucrar al pueblo e involucrarse con el pueblo en el abordaje gubernamental. Esta es la piedra de toque de la gestión y es, precisamente, la carencia más notoria y desgarradora de los primeros meses; incluso, partido y gobierno, necesitan aprender a usar palabras diferentes a las de la derecha para referirse a los mismos hechos, estas son necesidades de gobierno y partido que sufren, ardientemente de los mismos cucos.

El acuerdo entre el pueblo y gobierno pasa porque este ultimo se torne defendible por el pueblo lo que solo será posible y necesario si el gobierno defiende al pueblo que lo puede defender.

La política es la materia prima más importante que el pueblo esta produciendo en estos momentos y solamente aprendiendo a usarla podremos construir la energía necesaria para salir adelante. No hay que olvidar que quien no haga política puede morir así como ocurre en el Protágoras griego.

Si el problema de la democracia es la necesidad de su democratización también la política requiere de su politización. Nunca como hoy, ha sido más cruda la frase que dice que, dime cuál es tu política y te diré quien eres.

Dos batallas guerrilleras estratégicas

Dos batallas guerrilleras estratégicas narradas por el comandante Claudio Armijo del ERP.

Después de intensos combates en la periferia de San Salvador, las fuerzas guerrilleras empiezan el repliegue, este movimiento fue interpretado por el ejército como una retirada.

Sin embargo, para los guerrilleros era nada más un reacomodo. Los guerrilleros se concentraron en las faldas del volcán de San Salvador, para reiniciar los combates en la Colonia Escalón, y con un objetivo concreto: tomarse el hotel Sheraton.

El hotel por su altura era un objetivo estratégico, que al final redituó beneficios políticos, gracias a los inesperados ocupantes que encontraron en él.

Lunes 23 de julio de 2007
Entrevista y edición Geovani Galeas y Berne Ayaláh (Tercera y última entrega)
redaccion@centroamerica21.com

Claudio Armijo, comandante de las fuerzas militares del ERP durante la ofensiva de 1989.

Para nosotros, como fuerza del ERP y desde el punto de vista militar, el momento más difícil de toda la ofensiva Al Tope fue en la colonia Zacamil.

Recuerdo que un compañero del mando me dijo que enviáramos un mensaje a nuestro comandante, Joaquín Villalobos, explicándole que la situación era ya tan crítica que habíamos llegado al punto de proclamar vencer o morir. Yo le respondí que para morir faltaba mucho; esa misma noche rompimos el cerco y salimos hacia el volcán.

Hay momentos en que, como jefe militar en el terreno, sabes que la situación es muy difícil, pero por eso debes saberte conducir y no delatar tus preocupaciones. Eso te hace ver un poco más allá, esforzarte, hacer más sacrificio. El rostro del jefe y su actitud frente al combate puede decidir una batalla, los combatientes están pendientes de ti.

Existe una gran diferencia entre la batalla del Moscarrón y la de la Zacamil: allá nosotros llevábamos la ventaja y aquí éramos nosotros quienes estábamos cercados. Aunque es importante decir también que el enemigo estaba un poco desordenado. Lo que sí nos complicaba era la ametralladora cincuenta que rompía las paredes y de nada te servía cubrirte en ellas. Eso psicológicamente es de un gran impacto para cualquier combatiente.

Cuando ingresaron las tanquetas a la zona, nosotros concentramos el fuego, entonces escuchamos por radio que habíamos superado el blindaje y que ellos tenían heridos. Los blindados no significaron mayor problema. El problema fue el bombardeo y el roqueteo desde los helicópteros.

El ejército logró articular una respuesta a la ofensiva el día 16 de noviembre, fecha en que mataron a los sacerdotes Jesuitas. La idea de ellos era retomar todas las posiciones, porque ese día en la madrugada combatimos fuerte y le hicimos varias bajas al batallón Bracamonte. No pudieron sacarnos de nuestras posiciones.

Tampoco tenía el ejército un cerco cerrado, pues la ofensiva los sorprendió. Ellos fueron pasando de la esperanza de que ya nos íbamos a ir hasta que, al fin, se decidieron a pedir el apoyo aéreo debido al posicionamiento de la guerrilla en la capital.

El ejército decidió utilizar la aviación en un momento de desesperación, pues lo que querían era sacarnos de la ciudad a toda costa. Las colonias Zacamil y Emmanuel fueron atacadas y bombardeadas con todo su poder de fuego.

En esas condiciones debíamos comenzar a replegarnos para evacuar a los heridos y reabastecernos. El desgaste y la presión militar del momento así lo exigían. Como he dicho, si nos hubiésemos quedado ahí nos habrían hecho más bajas y capturas o nos habrían matado a todos. Así de sencillo
El comandante Facundo Guardado, con sus tropas de las FPL, también se retira de Mejicanos y se reúne con nosotros. Ambas fuerzas nos movimos en dirección del volcán de San Salvador.

El ejército interpretó ese movimiento como si nosotros, ya derrotados, habíamos optado por una retirada definitiva. Ese fue su error. Nuestra intención y nuestra decisión era otra: al replegarnos lo que hicimos fue salirnos de una situación crítica para acomodar nuestra maniobra ofensiva en un sector de mayor importancia. Se trataba de una readecuación estratégica de toda la maniobra ofensiva. En las faldas del volcán realizamos las coordinaciones para una nueva incursión.

La toma del Sheraton

Como lo expliqué antes, nosotros ya contábamos con un plan preciso de la operación Sheraton. Tomar ese hotel, situado en una zona poblada por familias adineradas, y cercana a la Residencia Presidencial, significaba darle continuidad a la maniobra general de la ofensiva, pero además nos permitiría hacer resonar nuestra acción en todo el mundo, lo que implicaba traducir en beneficio político el uso de la fuerza.

Las experiencias acumuladas en los días anteriores eran importantes, pues nunca hasta ese momento habíamos estado más de un día dentro de la capital. Mientras nosotros realizábamos ese movimiento, en otros sectores de San Salvador, como en Ciudad Delgado y Soyapango, las otras fuerzas de la guerrilla continuaban los combates.

Nuestro desplazamiento abarcó parte de la 75 Avenida Norte y el final de la Juan Pablo II. Fue un amplio sector donde las tropas guerrilleras se posicionaron, de cara a amplios sectores de residencias que bordeaban el hotel. El objetivo de toda esa maniobra consistía en apoyar la toma del hotel, que era la operación principal.

Sorpresas en el hotel

Cuando nuestros comandos entraron al Sheraton no sabíamos que ahí estaba Joao Baena Soares, secretario general de la OEA, y tampoco conocíamos de la presencia de los marines norteamericanos. Lo que nos interesaba era la posición, porque se trataba de una altura y además estaba pegada a nuestro corredor de posibles retiradas y de maniobras militares.

La situación se volvió más tensa cuando Joaquín Villalobos y Ana Guadalupe Martínez nos avisaron, desde el exterior, que Baena Soares y los marines estaban ahí.

Yo tenía mi puesto de mando en la Escalonia, en las afueras del hotel. Las fuerzas de las FPL entraron por el redondel Artiga y por el Crucero. En ese momento teníamos total control del hotel y de sus alrededores.

Militarmente los marines estaban en nuestras manos, podíamos aniquilarlos perfectamente, pero la orden fue no hacerlo. A ellos los salvó la evaluación política de lo que sus muertes hubieran implicado en términos de un conflicto internacional.

Tiempo después, durante las negociaciones para la firma de la paz, un importante funcionario norteamericano nos confirmó algo que en aquél momento ignorábamos: una unidad de la Fuerza Delta del Ejército de Estados Unidos había despegado con el objetivo de rescatar a los marines.

En medio se esa situación tan tensa se realizaron negociaciones. Nosotros nos comprometimos a evacuar la zona para que pudieran salir tanto Baena Soares como los marines. Fue un gesto político de nuestra parte.

Salimos del hotel el 22 de noviembre con dirección hacia el volcán, pero tampoco en esa ocasión se trataba de un repliegue definitivo, aunque las fuerzas de las FPL que nos habían acompañado si se retiraron debido al cúmulo de heridos que tenían.

Yo esperé en el volcán a la fuerza del partido comunista. Nos reunimos el 28, y el 29 entramos juntos a la colonia Lomas Verdes, mientras otras unidades del PC y las FPL incursionaron a la colonia Escalón en diferentes momentos.

El repliegue

Luego de esas incursiones se comienza a dar el agotamiento. Éramos una fuerza que venía de combatir, que tenía heridos y que necesitaba reabastecerse. Todo eso, el cansancio, el cúmulo de heridos, la perdida de capacidades logísticas, la reducción de nuestra capacidad para maniobrar en el terreno y la toma de la contra ofensiva por parte del ejército nos obligaron a retirarnos.

Entonces comenzamos a salir definitivamente del asedio a la capital. En todos esos días de combate dormimos muy poco a nada, y el estrés se acumula. Uno lo supera durante un tiempo, pues el ser humano enfrentado a situaciones difíciles suele comportarse de manera increíble, la forma cómo se pueden sacar energías prácticamente de la nada es extraordinaria.

En una batalla como la ofensiva Al Tope no había seguridad de encontrarte fuera del alcance del fuego enemigo, aunque estuvieras en el puesto de mando, pues la batalla era dirigida desde allí mimo, a pocos metros.

En toda la operación de la ofensiva no hubo un momento en el cual no estuviera dando indicaciones, siempre había actividad permanente. El fuego enemigo más cercano fue el de la ametralladora cincuenta y el de los roquetazos que nos caían encima de las posiciones.

Nosotros logramos articularnos bien y evadir. El ejército mostró una serie de confusiones y de movilización de tropas de diferentes guarniciones.

En síntesis: la ofensiva de 1989 consistió en la penetración de toda la zona norte de la capital, especialmente en los barrios populares; luego de ahí se le da continuidad con otras operaciones de incursión al Hotel Sheraton y a las residencias de sus alrededores, donde los combates pasan a ser mayoritariamente ventajosos para la guerrilla.

Los combates en la zona de la colonia Escalón desestabilizaron al ejército pues no era lo mismo combatir en las colonias populares que en las grandes residencias, donde viven personas de influencia en el gobierno, eso desestabiliza pues es la zona más estratégica.

La ofensiva de 1989 ha sido la operación guerrillera urbana más importante en la historia moderna de América Latina; fue a la vez el signo de una época en la cual cristalizaron los esfuerzos conjuntos de todas las organizaciones del FMLN.

La incursión a las residencias de personas acaudaladas y al mismo Hotel Sheraton significó un quiebre en el curso de la guerra; fue a partir de esa acción militar que la negociación pasó a ocupar el lugar primordial en la estrategia tanto de la guerrilla como del gobierno

Carta urgente al Presidente Funes

Lunes, 17 de Agosto de 2009 / 10:05 h
Carta urgente al Presidente Funes

Dagoberto Gutiérrez

¿Cómo estás Presidente? Me imagino que aprendiendo a entender la temporalidad de un poder que puede ser real o artificial y también enseñando las verdades que emanan de la verdadera naturaleza de tu persona, aquí lo fundamental es eso, tu persona, porque la responsabilidad histórica es inmensa, es la mayor de cualquier presidente de post guerra con el factor decisivo que ningún presidente, antes que tú, ha sido depositario de tanta esperanza y confianza de parte de la gente más pobre y de tanta suspicacia y falta de fe de la gente más rica. Resulta que este desequilibrio produce el rasgo dominante de tu gobierno y de tu responsabilidad como persona. Esta, la persona y su componente la personalidad es lo permanente porque el cargo de presidente resulta ser, en todo caso, temporal.

El compromiso contraído durante la campaña electoral lo contrae el candidato de manera fundamental y también el partido, pero en otra dimensión, porque será el presidente el que responderá de los errores más que de los aciertos.

Su gestión, presidente, es de crisis porque corresponde a ese periodo, pero su gobierno no tiene porque ser de crisis y en todo caso la política a aplicar debería comprender, en todo momento, una noción critica de la crisis porque si bien, esta es planetaria, la vulnerabilidad del país frente a la misma es responsabilidad de 20 años de gobierno anterior.

Esta responsabilidad necesita ser ventilada publica y francamente para que el pueblo sepa de donde vienen sus males angustias y dolores y sepa, al mismo tiempo, quienes son los responsables. Esta resulta ser la verdad de la que arranca su gestión pero no su gobierno.

La gestión es el desempeño y el funcionamiento y su gobierno es la fórmula política y el proyecto por el que el pueblo votó y en ambos terrenos tu persona y tu personalidad responde y responderá ante cada votante que te apoyó.

La personalidad es una serie de atributos de cada persona y estos resultan ser determinantes a la hora de asumir compromisos; tratándose de un cargo como el de presidente resulta ser la sensibilidad humana y el olfato político animal el más determinante porque la primera oscuridad que rodea a un mandatario es el palpitar de las fanfarreas y el reflejo de las guirnaldas que le da lumbre al cargo y hacen que el presidente sea el rey o parezca el rey y si a esto se le agrega el ambiente áulico de la corte y los cortesanos que produce toda corte, tenemos el cuadro completo de una persona que ha dejado de oír, mirar y sentir como cualquier ser humano común y corriente en contacto ardiente con la realidad ardiente.

Tus primeros meses resultan predecibles pero siendo estos los más inofensivos conviene esperar los meses impredecibles y son éstos los que dictarán las últimas palabras sobre la posible armonía entre lo que eres tu como persona y lo que eres tu como funcionario. Porque, no piensa lo mismo un candidato que un presidente pero cualquier cosa que piense, su determinación, siempre será parcial y es aquí, en tu parcialidad y en tu capacidad de aplicar esa parcialidad, donde reside tu definición como gobernante. En otras palabras, pero en las mismas letras, está pendiente y así lo ve la gente, tu definición como presidente.

Resulta que la comunicación de un presidente y más aún de aquel en quien la gente pobre confía, conviene que sea sencilla, natural, fluida como los arroyos, cristalina como los ojos de una recién nacida y permanente. El presidente ha de saber dialogar permanentemente con la gente que le reclama derechos más que con la gente que le oferta sueños o le construye castillos de ensueño.

Es cierto que tu gobierno es gobierno sin partido pero eso tú lo has sabido de siempre y puedes y tienes que construirlo con el espeso follaje de la gente, adentro de casa presidencial y afuera de esas paredes que deben y pueden ser desmitificadas y sobre todo tú, comprometido como estás, necesitas contaminarlas de la gente.

Si existieren temas de tu gestión, como el de las presas, en el que chocas con la gente es, el contacto directo y la comunicación cara a cara, y personal la única que puede evitar que la herida producida se encone. El dialogo ha de hacerse tanto en casa presidencial como en la casa de los afectados; pero en todo caso hablando claro, escuchando claro, y más allá, más allá, y más allá de las declaraciones a los medios.

Si tu gobierno, querido presidente, es del pueblo debe venir de abajo, debe construirse abajo, debe de alumbrarse con luces de abajo y, vos y yo sabemos desde siempre, que los cambios de verdad solo son esos, los que son concebidos y paridos allí en el socavón de la realidad más que en los tabancos.

Sin duda que tu equipo de gobierno entiende esto y presumiblemente esta trabajando con esta inspiración. Solo resta prestarle atención a la opinión del pueblo cuando opinan lo contrario, y en realidad, este tema no se resuelve con encuestas, aunque puede apoyarse en ellas, sino más bien con la construcción de un tejido que te asegure a ti y a tu equipo que lo que el pueblo piensa es lo que se esta haciendo, porque si lo que se esta haciendo es lo que la oligarquía esta pensando estaremos construyendo un jardín en el mar.

La sensibilidad y el amorío entre el cielo y la tierra es lo que puede asegurar un buen comienzo y también un buen final porque este, siempre comienza en el principio.

Réplicas Hondureñas Estremecen Suelos Salvadoreños

Réplicas Hondureñas

Estremecen Suelos Salvadoreños

ELAINE FREEDMAN

El golpe de Estado en Honduras,

¿es un espejo en el que deberán mirarse

el gobierno de Mauricio Funes y el FMLN,

las fuerzas armadas de este país,

las fuerzas políticas

y el movimiento popular salvadoreño?

Y si se miran,

¿qué ven, qué reflejos, qué imágenes

les devuelve ese espejo?

El 28 de junio el Presidente de la vecina Honduras, Manuel Zelaya, fue sacado de su cama a punto de ametralladoras y enviado al exilio en Costa Rica. Al día siguiente, el jefe de la bancada legislativa de ARENA, Donato Vaquerano, advirtió al Presidente de El Salvador: “Funes debe tener un espejo en el que se puede ver con el Presidente Mel Zelaya”.

Aunque sus declaraciones provocaron mucho malestar, pues el son de amenaza fue más que claro, no hay duda que Vaquerano no dejaba de tener razón. No sólo el Presidente Mauricio Funes, sino todas las fuerzas políticas del país y el movimiento popular salvadoreño pueden verse en ese espejo en estos momentos. Como dice Ernesto Rivas Gallont, ex-embajador de El Salvador en Estados Unidos (1981-1989): “Es más que obvio que el golpe ha exacerbado las diferencias entre izquierda y derecha. Y no sólo en Honduras”. El golpe de estado en Honduras es un terremoto político que ha venido a estremecer con sus réplicas los suelos salvadoreños.

Golpes de Estado:
¿cosas del pasado?

Desde hace varios años venimos oyendo en El Salvador que los golpes de estado son cosas del pasado. La historia reciente de nuestro país cuenta con cinco golpes de Estado reconocidos por historiadores, por políticos de todos los colores y por la población. A pesar de esta memoria, nos han dicho una y otra vez que los golpes de Estado quedaron
para los museos. La derecha argumenta que la modernización de los procesos políticos deja sin fundamento este
mecanismo y la izquierda afirma que la estrategia de los golpes de Estado respondió a otro momento del imperialismo estadounidense y que ahora las crisis políticas se resuelven de otras formas.

A pesar de los golpes de Estado fallidos en Venezuela (2002) y Bolivia (2007) ambos con la participación documentada de la embajada de los Estados Unidos y la CIA ha predominado en el discurso de la izquierda el supuesto de que el golpe de Estado- un mecanismo excelente para que ciertos grupos de derecha se afianzaran en el poder estatal en toda América Latina durante el siglo 20 se agotó a finales de los años 80. En los últimos 18 años se han registrado once golpes de Estado en América Latina, mientras que a lo largo del siglo 20 fueron cerca de 250. Los que se han dado desde un ala progresista de las fuerzas armadas han sido clara minoría. En El Salvador sucedió así dos veces: en 1944 y en 1979.

Espejito, espejitoŠ
La Tandona está presente

Con estos antecedentes, es de primera importancia observar cómo las fuerzas armadas salvadoreñas están valorando el golpe de Estado hondureño, puesto que, a la hora de mirarse al espejo, son los primeros que tendrían que verse reflejados.

Son pocos los militares que se han animado a dar declaraciones públicas a la prensa y ninguno ha defendido abiertamente la medida. Sin embargo, su forma de abordar el asunto dice mucho. El ex-ministro de Defensa de El Salvador, general Humberto Corado, explica que un golpe de Estado no es justificable desde ningún punto de vista, pero afirma que los antecedentes provocados por el presidente “derrocado” lo dejaron en una posición “vulnerable”. En su opinión se lee entre líneas que el golpe de Estado, a pesar de no ser “justificable”, sí era esperable. En otras palabras, el golpe cobra validez porque “no había de otra”.

El grupo de “la Tandona” la promoción de militares salvadoreños graduados de la Escuela Militar en 1966, que dirigió la guerra contra el FMLN y contra el pueblo sigue teniendo un lugar en el desarrollo de la política nacional.
El actual embajador de El Salvador en Honduras, que se mantiene en este cargo desde 2001, es miembro de la Tandona y fue responsable de tres masacres importantes durante la guerra salvadoreña: la masacre de El Calabozo (Cabañas), la de La Joya (Zacatecoluca) y la de Los Llanitos (Cabañas).

Es también sobradamente conocida la relación del embajador de El Salvador en Honduras, Sigifredo Ochoa Pérez, con sectores recalcitrantes de la burguesía hondureña y sus fuerzas armadas. Por eso, aunque no haya pruebas concretas, muchas y muchos salvadoreños sospechan que Ochoa Pérez pueda haber jugado un papel de apoyo a los golpistas y exigen al Presidente Funes su sustitución inmediata de ese cargo diplomático.

Hay que leer todo esto a la luz de un antecedente importante que proyecta aún su sombra sobre las Fuerzas Armadas salvadoreñas. En septiembre de 2008, en medio de la campaña electoral para 2009, la Asociación de Veteranos Militares (ASVEN), liderada por figuras célebres de la Tandona, responsables de violaciones a los derechos humanos a lo largo de la guerra, como René Emilio Ponce y Francisco Elena Fuentes, realizaron una marcha acompañados por el entonces candidato a la presidencia de ARENA, Rodrigo Ávila. Esta marcha constituyó una muestra de fuerza de los sectores más recalcitrantes de las Fuerzas Armadas y expresó que, aunque la mayoría de ellos no ostentan ya cargos en el ejército, su influencia es indiscutible.

El reflejo de ARENA

El espejo del golpe refleja, con todavía más claridad, la imagen del partido de derecha, ARENA. Las primeras declaraciones que dio el Presidente del COENA, a sólo horas de conocerse el golpe, parecían dar señales positivas.
En ese primer momento, Alfredo Cristiani dijo “lamentar” lo sucedido en Honduras y calificó como “negativa” la búsqueda de “soluciones o modificaciones por vías que no son legales”.

Sin embargo, todas las otras fuentes de su partido justificaban que estas “soluciones o modificaciones” eran necesarias. Vaquerano, jefe de la bancada legislativa, lo argumentó así: “Quien comenzó a crear el conflicto ha sido el propio Mel Zelaya. De eso han venido una serie de acciones. Es producto del irrespeto al funcionamiento de los diferentes órganos”. Con similar son se pronunciaron otros funcionarios de ARENA, como la veterana Gloria Salguero Gross, el vicepresidente del COENA Jorge Velado, el ex-dirigente Hugo Barrera, y el ex-candidato presidencial Rodrigo Ávila.

En un aparente giro desde la posición original de Cristiani, ARENA no se ha atrevido a calificar como “golpe de Estado” el asalto al poder en el país vecino y ha criticado el comportamiento de la comunidad internacional, que condenó unánimemente el golpe de Estado.

¿Se equivocó la comunidad internacional al condenar el golpe de Estado? “La Carta Democrática también obliga
a los gobernantes a ejercer un gobierno democrático” opinó Vaquerano. Y las bases de la democracia están en el respeto a las jurisdicciones de cada uno de los órganos del Estado. Y esa famosa Carta también condena a Mel Zelaya, como condena a muchos gobiernos de Latinoamérica que la han irrespetado y que hoy están tratando de utilizarla como un arma”, añadió el diputado. De esta forma, ARENA descalificó la posición de la OEA, de la ONU y del PARLACEN, instituciones todas de las que El Salvador forma parte.

En un comunicado emitido por el partido de derecha después de la primera semana del golpe, se afirma que
el FMLN, como partido de gobierno, ha seguido consignas de dirigentes externos a Centroamérica, que han atropellado e intervenido en la soberanía del pueblo hondureño. ARENA cree que el partido oficial de gobierno afecta con su actuación las relaciones con la República de Honduras.

Cuando el FMLN puso a consideración de la Asamblea la condena al golpe de Estado en Honduras, ARENA mocionó para que en lugar de condenar el golpe, la Asamblea condenara el cierre comercial de las fronteras comunes
entre El Salvador y Honduras, ordenado por el Ejecutivo.

sin paralelos,
pero con similitudes

Aunque no se pueden hacer paralelos entre la situación hondureña y la salvadoreña, resulta llamativo que la configuración actual del poder político en El Salvador, en la que la derecha, aunque perdió el Ejecutivo, mantiene control del Legislativo, de la recién elegida Corte Suprema, de la Fiscalía General de la República y de la Corte de Cuentas, presenta similitudes con el mapa de poder hondureño.

Hugo Barrera compañero de fórmula como candidato a la vicepresidencia de Roberto d’Aubuisson en la elección presidencial de 1984 y precandidato para la presidencia por este partido en 2008 argumenta: “Es debatible si es un golpe o no, sobre todo cuando ha habido un pronunciamiento de la Corte Suprema, de la Fiscalía y de la Procuraduría y cuando hay una posición unánime de un Congreso”.

Estas declaraciones son peligrosas y representan un mal augurio en el panorama salvadoreño. Con mensajes tan claros como los del partido ARENA no hay dónde confundirse en la imagen que refleja el espejo.

La empresa privada
tiene el espejo en su bolsillo

La empresa privada salvadoreña fue más cautelosa al reaccionar a los acontecimientos del país vecino. A pesar de que sus homólogos del COHEP respaldaron públicamente el golpe de Estado, explicando que no se podía calificar así, los empresarios salvadoreños tomaron inicialmente distancia de lo acontecido. Federico Colorado, presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) valoró: “Definitivamente, la forma en que el Presidente fue sacado del país, sí tiene todas las características de un golpe de Estado”.

Fue hasta que les tocaron el bolsillo que los gremios empresariales se colocaron plenamente frente al espejo. Al no más sumarse El Salvador al cierre comercial de las fronteras por 48 horas, definido en la reunión del SICA en Managua,
los empresarios comenzaron a cambiar su tono. El discurso de Colorado se modificó: “Hay que ver el otro lado de la moneda, en el sentido de que el presidente Zelaya venía en una actitud de no respetar los acuerdos de las instituciones democráticasŠ Zelaya se ha quedado solo porque se quedó sin partido, las instituciones democráticas
lo han dejado solo y el apoyo popular es para el gobierno constituido recientemente”.

Al día siguiente, Federico Colorado se reunió con sus homólogos centroamericanos en un encuentro extraordinario de la Federación de Entidades Privadas de Centroamérica y Panamá (FEDEPRICAP), que tuvo como resultado la emisión de un comunicado conjunto de rechazo al cierre de fronteras aprobado por los gobiernos de Guatemala, Nicaragua y El Salvador.

La Federación de Cámaras de Comercio del Istmo Centroamericano (FECAMCO) hizo lo mismo y su presidente,
el salvadoreño Jorge Daboub, aclaró que en el centro de la discusión estaba algo más que el tema de Honduras:
“Éste es un tema de seguridad jurídica, de respeto a los tratados de libre comercio, de principios de libertad económica y de respeto a la propiedad privada”.

De esta forma, Daboub reveló los verdaderos temas que están sobre la mesa y ejemplificó la afirmación
de Rivas Gallont: el golpe de estado hondureño exacerbaba las contradicciones entre la derecha y la izquierda, “y no sólo en Honduras”.

El espejo de Funes
es nebuloso

El Presidente Funes es quien ha tenido un espejo más nublado al balancearse en una cuerda floja en su manejo
de la situación hondureña. Por un lado, ha sido consecuente con el respeto al principio de constitucionalidad y a las normas internacionales. Por otro lado, su distancia parece un intento para disuadir a la derecha salvadoreña de cumplir con sus amenazas. Jorge Velado, Vicepresidente de Ideología del COENA fue más claro al manifestar: “Si el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, actúa como Zelaya, puede pasar aquí lo mismo que en Honduras”.

Las declaraciones del Canciller salvadoreño, Hugo Martínez, en la víspera del golpe fueron confusas.
Cuando ya la mayoría de presidentes de América Latina denunciaban un golpe de Estado en ciernes, Martínez expresó sus votos por el respeto a la constitucionalidad hondureña sin condenar un golpe que, según sus cálculos, no se preveía aún. Por otro lado, el propio día del golpe, Funes fue el primer presidente del área que declaró su rechazo al golpe exigiendo la inmediata reinstalación del Presidente Zelaya. El mismo día mandó tropas para reforzar las fronteras y gestionó su participación en la reunión del SICA, en la que se sumó al embargo comercial de 48 horas.

Las chocantes reacciones del sector empresarial contra esta acción parecen haber provocado un paso atrás de Funes. Pidió la comprensión de los empresarios, justificando que el golpe militar ameritaba la imposición de medidas drásticas como el cierre de las fronteras. Y agregó que se podría crear un mecanismo, que no detalló, para compensar las exportaciones que no se realizaran durante el cierre de fronteras.

Es indiscutible que el gobierno de El Salvador ha dado su apoyo a las fuerzas anti-golpistas. Ha recibido a Mel Zelaya dos veces desde el 28 de junio y abrió espacios para una conferencia de prensa en la que participaron los presidentes de Argentina, Paraguay y Ecuador, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, y el presidente de la Asamblea General de la ONU, el ex-canciller nicaragüense Miguel D´Escoto. Sin duda, la oferta de “hospitalidad” a Mel Zelaya ha sido bien cumplida por el gobierno salvadoreño.

Sin embargo, muchos analistas consideran que la hospitalidad queda corta como oferta diplomática, en un escenario que se ha convertido en el pugilato geopolítico más importante de este período. A estas alturas, no hay duda de que el gobierno de Estados Unidos, a pesar de su condena verbal del golpe, tuvo de antemano conocimiento de su preparación y no hizo nada para denunciarlo ni prevenirlo. Igualmente, más allá de las declaraciones, el gobierno de Estados Unidos no ha cortado ningún apoyo ni económico ni militar a los golpistas hondureños. Tampoco pasa desapercibido que los países del ALBA alianza de la que Honduras forma parte interpretan el golpe como una acción apoyada por Estados Unidos para frenar el avance de los países progresistas de América Latina. En este contexto,
la hospitalidad puede ser un aporte autentico, pero no es suficiente y no responde a las expectativas populares en un gobierno del que esperarían ser más activo en la defensa de los intereses de los pueblos de la región.

El pueblo:
la verdadera BlancaNieves

Según el cuento infantil, cuando la malévola reina preguntó al espejo quién era la más hermosa, el espejo contestó que Blancanieves era la más bella. Es probable que si Donato Vaquerano preguntara lo mismo a su espejo, podría oír una respuesta parecida. En este caso, lo más hermoso son los valores humanos, como las muchas muestras de solidaridad y hermandad, de El Salvador con Honduras.

CCR, un gremio comunal de Chalatenango, fue contundente en su comunicado del 3 de julio: “Las comunidades organizadas de Chalatenango nos solidarizamos con nuestro hermano pueblo hondureño, con quien hemos tenido a lo largo de la historia lazos fuertes de solidaridad y lucha por la justicia, por lo que hoy condenamos enérgicamente el golpe de Estado como una maniobra desesperada de la derecha para detener el avance de los gobiernos democráticamente elegidos en Centroamérica”.

Este mismo sentir ha movido a distintos sectores del pueblo salvadoreño a movilizarse en múltiples ocasiones desde el 28 de junio. Distintas acciones han sido casi diarios durante este período y han tenido diferentes blancos: la Asamblea Legislativa, la embajada
de Honduras en El Salvador, la embajada de Estados Unidos, Catedral y las dos aduanas fronterizas con el país vecino. Las acciones han tenido como finalidad apoyar las iniciativas de la fracción del FMLN: emitir una condena legislativa al golpe de Estado; provocar a la embajada salvadoreña en Tegucigalpa a posicionarse contra los golpistas; protestar contra la actitud de apoyo del arzobispo de San Salvador, Luis Escobar Alas al Cardenal Rodríguez, quien ha sido mano derecha de los golpistas hondureños; protestar contra la posición del gobierno de Estados Unidos; y realizar cierres comerciales “populares”, que afecten la economía de los empresarios que apoyan económica y políticamente a los golpistas.

sería ingenua la ignorancia

El movimiento social salvadoreño debe rendir homenaje al movimiento social hondureño por su inesperada capacidad de enfrentar un golpe de este tipo. Seguramente, ni los golpistas ni nadie esperaba que el pueblo hondureño tendría la capacidad de mantenerse en lucha de calles, casi a nivel nacional, enfrentar la represión selectiva y accionar bajo un estado de sitio durante un mes completo.

En este sentido, el movimiento social salvadoreño tendría que revisarse ante el espejo, con sus capacidades
y sus debilidades, para medir sus posibilidades reales de enfrentar una situación similar u otra parecida que podría presentarse en nuestro país.

Las cooperativas agrupadas en la Confederación de Federaciones de la Reforma Agraria Salvadoreña (CONFRAS) hallan un amplio eco en el pueblo salvadoreño al afirmar que “la derecha política y económica salvadoreña está deseando que el gobierno golpista hondureño se consolide. Sueñan con que esa misma receta podrían aplicar cualquier día contra el gobierno del FMLN”. Sea o no que potenciales golpistas contarían con las condiciones propicias en nuestro país, sería ingenuo de parte de los sectores populares, incluyendo al partido FMLN, ignorar esta posibilidad o un escenario similar con maquillaje salvadoreño. La forma en que ARENA y las otras fuerzas de derecha realizaron su campaña electoral, el manejo de la elección del Presidente de la Asamblea Legislativa, la de la Corte Suprema y la del Fiscal General, incluso los intentos dentro de las Fuerzas Armadas de bloquear el ascenso del actual Ministro de Defensa, David Munguía Payés, son muestras, señales, avisos.

ante El peligro
de perder el poder

Los sectores populares no dudan que cuando la derecha centroamericana actúa, lo hace en bloque. Como afirma
el ex-embajador Rivas Gallont, “Si los golpistas llegaran a prevalecer en Honduras, no hay duda de que eso envalentonaría a las derechas centroamericanas”. Tampoco dudan de que este bloque cuenta histórica
y actualmente con el apoyo de las embajadas de Estados Unidos.

En su famoso libro llamado “Técnica del golpe de Estado” (1931), el polémico Curzio Malaparte, aún siendo voz crítica dentro del fascismo europeo, escribió: “El golpe de Estado es un recurso de poder cuando se corre el peligro de perder el poder”.

La revocatoria de la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos el 3 de junio, contra la voluntad expresa de Estados Unidos, fue un claro signo de que los escenarios del poder han cambiado en América Latina. Por lo tanto, también han cambiado los escenarios para las fuerzas de derecha en nuestros países. En estos momentos, no deben sorprendernos reacciones agresivas a iniciativas como fue la de la Cuarta Urna, orientada a iniciar el proceso de una Asamblea Constituyente en Honduras, con el fin de dar más poder al pueblo.

En este sentido, el llamado de Vía Campesina, “en nombre de la integración centroamericana,
a acompañar a las organizaciones populares, indígenas, sindicales y campesinas que están en resistencia”, representa una forma de autodefensa para el pueblo salvadoreño que, desde las elecciones presidenciales
del 15 de marzo, ya se manifestó a favor de un cambio real.

EDUCADORA POPULAR. CORRESPONSAL DE ENVÍO
EN EL SALVADOR.

Honduras: contra a manobra do pacto de elites: lutar pela volta de Zelaya para convocar Constituinte!

HONDURAS:

CONTRA A MANOBRA DO PACTO DE ELITES:

LUTAR PELA VOLTA DE ZELAYA PARA CONVOCAR A CONSTITUINTE!

Ivan Pinheiro (*)

Em Honduras, joga-se uma importante batalha que impactará a correlação de forças da luta de classes entre o capital e o trabalho na América Latina. As classes dominantes locais e o imperialismo tentam se contrapor ao desejo de mudanças políticas, econômicas e sociais das massas populares, para manter e se possível ampliar a exploração dos trabalhadores, a criminalização da pobreza e dos movimentos sociais, assim como o saque às riquezas naturais da região.

Honduras mostra com clareza a ilusão de alianças com as chamadas burguesias nacionais nos processos de luta por mudanças, mesmo nos países em que o desenvolvimento das forças produtivas é inconsistente. Manuel Zelaya não é um Chávez, um Evo e nem mesmo um Rafael Correa; está longe de qualquer verniz socialista. Para ser deposto, bastou-lhe querer mudar a Constituição conservadora e incorporar o país à ALBA (Alternativa Bolivariana para as Américas) – uma integração complementar e solidária, não imperialista – à busca de recursos e alternativas capazes de mitigar injustiças sociais.

Honduras mostra também que, apesar de os EUA deterem a hegemonia mundial (ainda que em processo de decadência), o mundo não é mais unipolar. Tende a ser cada vez mais multipolar. O imperialismo estadunidense não conseguiu consumar o golpe que patrocinou por debaixo do pano, em articulação com o núcleo duro da oligarquia hondurenha.

O modelo do golpe não era original. Dois golpes anteriores se deram da mesma forma: uma falsa renúncia do Presidente da República, sua prisão de surpresa, sem processo, o translado em avião para fora do país e a posse de um fantoche de confiança dos EUA e da oligarquia local. O golpe em Honduras é um desempate; daí sua importância. Num deles, no Haiti, conseguiram sacar do poder o Presidente eleito, Aristides; na Venezuela, não conseguiram derrubar o Presidente Chávez.

No caso hondurenho, houve erros na execução do plano golpista. O maior deles foi a falta de uma satanização prévia de Manuel Zelaya, para que a opinião pública mundial, manipulada pela mídia única, “compreendesse” as razões do golpe. Isto levou também a maioria esmagadora dos governos do mundo a repudiar imediatamente o golpe, inclusive, alguns deles, para não permitir que este tipo de golpe virasse uma “jurisprudência” contra eles próprios.

Honduras mostra ainda que, principalmente em política externa, o Presidente dos Estados Unidos não passa de um mero portavoz de luxo do verdadeiro poder imperialista, formado pelo governo de fato, invisível, composto por quadros do Departamento de Estado, do Pentágono, da CIA e do complexo industrial-militar.

Enganam-se os que imaginam que há alguma divergência entre Obama e Hilary Clinton, que parecem fazer movimentos diferentes. Na realidade, trata-se de uma divisão de tarefas, em que o Presidente critica moderadamente o golpe (para simular que representa mudança) e a Secretária de Estado opera habilmente uma esperta tática para resolver a crise com uma solução que, apesar do insucesso do golpe, contemple o mais importante para os EUA e a oligarquia: os resultados políticos que motivaram o golpe.

Confirmando um ditado popular brasileiro (“filho feio não tem pai”), os EUA há mais de um mês simulam que não têm nada a ver com o golpe nem com o histriônico “presidente” de opereta, ganhando tempo para desmotivar a renitente mobilização popular, inviabilizar o plebiscito sobre a reforma constitucional, comprometer ou neutralizar Zelaya com acordos rebaixados e criar as condições para um pacto de elites, um governo de ”união nacional”, que exclua os setores populares e garanta os privilégios da classe dominante e do imperialismo.

Zelaya acaba alimentando este jogo, com seus erros e/ou conciliações. Quando aceita uma negociação de cartas marcadas, mediada por um ventríloquo do império, reconhece na prática o governo golpista. Quando bravateia entrar no país e recua, fortalece os golpistas e desanima a resistência.

Outros preços certamente serão cobrados nas negociações: a ruptura com a ALBA e a manutenção (quem sabe a ampliação), da estratégica base militar ianque de Soto Cano. Afinal de contas, Honduras dispõe de grandes reservas de petróleo e fica exatamente entre os dois países com governos progressistas na América Central, articulados com a ALBA: El Salvador e Nicarágua.

O objetivo principal desta tática é a eleição de um “tertius” de consenso das elites, para “unir o país” e legitimar o golpe. O títere de plantão será carta fora do baralho. Já fez sua parte. A tarefa de convocar as eleições pode ser cumprida pelo próprio Zelaya, que voltaria ao país apenas para convocar as eleições, sem direito à reeleição e à Constituinte. Seu prêmio de consolação seria uma anistia e o direito de concorrer no futuro. Há outras alternativas. O próprio Micheletti pode convocar eleições antecipadas sem poder concorrer ou ainda renunciar para que o Presidente da Corte Suprema assuma e as convoque. Para apurar as responsabilidades do golpe, nada melhor que a criação de uma comissão de “notáveis”, destinada apenas a conciliar.

O plano é perfeito. Mas dois fatores podem derrotá-lo.

Um deles é a intensificação da mobilização popular que, diante deste quadro, deve imediatamente acrescentar uma outra bandeira, para além da volta do Presidente deposto. Hoje já não basta ele voltar. Talvez seja o caso de a heróica resistência popular hondurenha ligar a bandeira pela volta de Zelaya à da realização do plebiscito sobre a Constituinte. Até para poder continuar lutando por esta bandeira, caso o Presidente volte apenas para operar o pacto de elites. A luta popular pode inclusive assumir um patamar superior, como alternativa de poder.

O outro fator é a solidariedade internacional. Não apenas a importante solidariedade atual de governos de países capitalistas e organismos multilaterais, pois estes respaldarão imediatamente o pacto de elites, inclusive o governo brasileiro, apesar de vir tendo uma posição correta e firme pela volta de Zelaya. Refiro-me à solidariedade internacionalista, única forma de contribuir para que a solução da crise hondurenha faça avançar, e não retroceder, o processo de mudanças.

É hora de as organizações políticas e sociais do campo popular e de esquerda que atuam na América Latina (1) marcarem um grande e unitário evento, de preferência na Nicarágua, não só para verbalizar a solidariedade dos povos da região, mas sobretudo para, a partir de então, promover atos unitários e simultâneos em toda a América Latina, de respaldo a uma saída popular para a crise hondurenha.

(*) – Ivan Pinheiro é Secretário Geral do PCB (Partido Comunista Brasileiro);

(1) Centrais sindicais, Congresso Bolivariano dos Povos, Conselho Mundial da Paz,

Coordenadora Continental Bolivariana, entidades de solidariedade, Federação Mundial da Juventude Democrática, Federação Mundial das Mulheres, Federação Sindical Mundial, Fórum de São Paulo, Movimentos Sociais, Partidos, parlamentares e personalidades progressistas, Via Campesina etc.

Jorge Luis Borges: la palabra universal ¿Un ciego con luz, o un lúcido enceguecido?

Jorge Luis Borges: la palabra universal
¿Un ciego con luz, o un lúcido enceguecido?

Por Cristina Castello

«Sentí en el pecho un doloroso latido, sentí que me abrazaba la sed»

J. L. Borges, de «El Inmortal»

Jorge Luis Borges es una metáfora de sí mismo. Es uno de los escritores más destacados del siglo XX y un emblema de su patria argentina, donde todos lo nombran pero pocos lo leyeron. Niño prodigio, vivió su infancia vestido de niña por su madre, quien lo llamaba «inútil» e «infeliz».

Su erudición tiene pocos parangones. ¿Fue tan lúcido para descubrir la sacralidad de la vida, como para escribir? ¿O la lucidez dañó esa parte del espíritu donde está escrito que nada de lo humano debería ser extraño?

Pocos artistas son tan amados y aborrecidos. Y se comprende: los versos de Borges son sagrados, pero su boca fue incontinente. Calificó a Federico García Lorca, como un «poeta menor», y de la misma forma honró a los vates de la Generación del XXVII española; no se privó de críticas a Julio Cortázar; de Cien años de soledad, de García Márquez dijo: «Lindo título, ¿no?». Fue implacable con Charles Baudelaire, se ensañó con Pierre Corneille –autor de «El Cid»– y con Isidore Ducasse (el Comte de Lautréamont).

Más: al ritmo de cada sorbo de su té inglés calificó a Arthur Rimbaud como «un artista en busca de experiencias que nunca logró», y criticó salvajemente a André Breton, potencia de imaginación y poesía; y, aunque nacido en las pampas, su anglofilia era tan fuerte como su franco fobia (Juan José Saer dixit). Demasiado, Mister George.

Su sed, su sed eterna. Este 24 de agosto, se cumplen 110 años de su nacimiento, y la pregunta de siempre sigue en pie: ¿Tuvo sed de poesía, o, también –y sobre todo– de sentirse amado por una mujer? Él, la pluma universal, tuvo amores imposibles y sufrió como los personajes de las novelas más vulgares, que despreciaba. Hasta que llegó su cauce: María Kodama, con quien tuvo una unión en el misterio.

Mente prodigiosa, en «El jardín de los senderos que se bifurcan», propuso –sin saberlo­­­­– una repuesta a un problema de la física cuántica. Y toda su vasta obra fue un hito, como disparador de la fantasía de lectores y gentes de letras.

A la par, si bien en su momento condenó a Adolfo Hitler y a Benito Mussolini, después hizo loas de autores de crímenes de lesa humanidad: Francisco Franco, Jorge Rafael Videla y Pinochet, entre otros. Asesinos, condenados en tal condición por la Justicia.

Más que por otros poetas, se sintió marcado por el enorme Walt Whitman. Pero, ¿qué asimiló de él? La palabra de Whitman se batía por la libertad de los pueblos y la dignidad humana; la palabra hablada de Borges defendía –también– la invasión-masacre norteamericana en Vietnam.

Su obra de ficción, plena de ironía, es sobria y precisa pero, en general, tiene una gran distancia con la vida viviente, como si lo que escribía hubiera pasado por su cerebro y no por su sangre; está plena de símbolos, de metáforas tan ricas como poco comprensibles para la mayoría; tiene un sentido metafísico, y muchas veces intensamente lúdico. «Historia universal de la infamia» y «El Aleph», entre otras, son piezas maestras del siglo XX.

Borges fue uno de sus espejos de tinta. Un acertijo. Una suerte de estatua de sí mismo, un monumento, un ser sin piel, por cuyos poros asomaba su inteligencia. Pero en la poesía que escribió asoman sus venas terrenales, irremediablemente: […] Sin que nadie lo supiera, ni el espejo, /ha llorado unas lágrimas humanas. /No puede sospechar que conmemoran /todas las cosas que merecen lágrimas (de «La cifra»).

La poesía es una voz: la vida viva. Ni siquiera este hombre de la esquina rosada, pudo esconderse tras los muros de cristal del poema. El poema no tiene tapias: es revelador.

La hora de la espada:

Borges, Pinochet y Videla

Amaba la música de Pink Floyd, de Los Beatles, de los Rolling Stones y de Brahms. Adoraba a «Bepo», su gato. Mientras, aplaudía al gobierno que hizo desaparecer a 30.000 personas –luego de torturas satánicas–, durante el golpe de Estado de 1976 en Argentina. Abrazado a su gato, Borges reclamó públicamente «cien años de dictadura militar».

«Le agradecí personalmente el golpe del 24 de marzo, que salvó al país de la ignominia, y le manifesté mi simpatía por haber enfrentado las responsabilidades del gobierno», dijo en mayo de aquel año. Se refería a la reunión que mantuvo con el genocida Jorge Rafael Videla, primer presidente de facto de aquella etapa; había asistido, presuroso, con Ernesto Sábato, quien fue después defensor de los derechos humanos: los rictus de la vida.

El tiempo hizo su juego y en1980, con o sin el gato «Bepo», recibió a las Madres y a las Abuelas de Plaza de Mayo, gesto en el cual –aunque ella lo niega, discreta– hay una influencia evidente de María Kodama. Entonces se mostró conmovido, y hasta indignado con los militares asesinos; y reiteró esa conducta cuando, ya en democracia, se juzgó a los desaparecedores de seres humanos: recién en ese momento quiso enterarse de los suplicios y muertes sufridos por sus congéneres, y escribió una crónica para la agencia EFE. ¿Había despertado por fin su lucidez para la fraternidad? Ojalá.

Pero las palabras son una suelta de pájaros: imposible remontarlas cuando vuelan a voluntad del viento. ¿En cuántas personas influyeron sus primeras declaraciones? ¿Cuántas, sin pensamiento propio, repitieron los conceptos del poeta sólo porque «lo dijo Borges»?

Paseó entre laberintos, espejos, libros de arena, ruinas circulares y bibliotecas de Babel. Cultivadísimo –es una de las más grandes glorias mundiales de la literatura– se fue de este planeta el 14 de junio de 1986, siempre en espera del Nobel. La condecoración que, orgulloso, había recibido de las manos con sangre de Augusto Pinochet, fue un escollo insalvable para el premio. Aquel día se alborozó con su flamante doctorado Honoris Causa de la Universidad de Chile, y enarboló la hora de la espada. La hora de la espada, el discurso reaccionario de Leopoldo Lugones, quien –con esas palabras– avalaba la siembra de muerte de los futuros golpes de Estado.

Borges fue Borges, ni más ni menos, a pesar de haberse definido como anarquista. A los 17 había sido tildado de comunista, con la prohibición de entrar a Norteamérica. En realidad, sólo había tenido un enamoramiento adolescente de la Revolución Rusa, fuente de inspiración para el poemario «Los salmos rojos», que destruyó tres años después. Sólo se publicaron los versos de la poesía que da título al libro, en la revista «Grecia», en un periódico de España y en otro de Ginebra.

De su pecado de juventud sólo queda esa huella, y las cenizas de tantas estrofas incendiadas.

En 1983 anunció su suicidio en el diario La Nación, en el relato «Agosto 25, 1983». Por cierto que no se quitó la vida; y justificó haber jugado con las palabras y con la opinión pública, en su cobardía para auto inmolarse. ¿Buscaba con sus actitudes, la fama y el espacio que su país le negaba como escritor? ¿Era un exquisito provocador?

Lúdico, me dijo en una entrevista que el deporte que más le gustaba era la riña de gallos; y con su proverbial ironía bajo el aspecto de ingenuidad, se preguntaba por qué en el fútbol 22 hombres corren detrás de una pelota, en lugar de comprar 22 pelotas.

Se jactaba de haber tomado mescalina y cocaína en su juventud. Pero aquello no duró más que un instante: su droga dura fueron los caramelos de menta, y su devoción, la merluza hervida.

Travieso, guardaba billetes de 10, 50 y 100 dólares entre los libros de su Paraíso: la biblioteca. A pesar de no haber creído en ningún dios, antes de morir rezó el «Padre Nuestro», porque así lo había dictaminado muchos años antes, su madre. Doña Leonor Acevedo seguía rigiendo el destino del hijo –el «inútil» e «infeliz»–, obediente hasta el último soplo, que exhaló el 14 de junio del ’86.

«Me duele una mujer en todo el cuerpo»

(Borges, en «El oro de los tigres»)

Su padre lo llevó a un prostíbulo en Ginebra, para que ejerciera por primera vez como varón; y desde entonces, el amor le fue una frustración. Muy amigo de Adolfo Bioy Casares, escritor y caballero excelso y de una personalidad fuertemente seductora, Borges vivía a través suyo, lo que la vida no le daba: la pasión de una dama. Se sentía el patito feo.

El nombre de una mujer recorrió el mundo en los versos borgianos: «Yo que he sido todos los hombres, no he sido aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach». Matilde no existió jamás: era el personaje de una novela ignota y de baja calidad, a quien él dio entidad universal con su estrofa.

La soledad puede ser una telaraña.

A Elsa Astete Millán, su primera esposa, la conoció en 1931, cuando él tenía 32. La relación fue terrible: sin amor, sin pasión, sin interés de ninguno de los dos por el otro. Ella se enamoró de Ricardo Albarracín Sarmiento, dejó al poeta ciego y amante de las espadas, y se casó con el candidato nuevo. Sólo después de decenios, Elsa relató aquel fracaso, sin mucha elocuencia:

―«No se dio», contó, apenas.

―«Sólo la esperaba a ella», gimió el poeta a modo de narración.

Para mitigar la espera, Borges se enamoró de Estela Canto –quien jamás lo amó–, de Silvina Bullrich, de María Esther Vásquez, y más.

Y llegó 1965 –habían pasado más de treinta años– y el reencuentro con Elsa. Él ya estaba casi ciego, tenía 68 años y ella 57. Sin que le importara su agnosticismo, se casaron por iglesia: por amor, todo podía sacrificarse. Al menos eso creyó.

Doña Leonor Acevedo había influido una vez más: ―«¿Cada noche de su vida, antes de acostarse, miraba tu foto», dijo a su futura nuera.

El matrimonio se terminó después de tres años, en 1970. Georgie se cansó: sin una palabra, salió de la casa conyugal y no volvió jamás. Unos meses después, mientras paseaba con su sobrino por la calle Florida de Buenos Aires, Elsa Astete Millán se cruzó con el escritor y lo saludó:

―«¿Quién es? », preguntó el poeta, ya totalmente ciego. ―«Es Elsa, tío», fue la respuesta

―«¿Y quién es Elsa?», repreguntó Borges.

Enterraba el amor, ¿el amor? ¿Fue Millán la pasión que le hizo escribir me duele una mujer en todo el cuerpo? Todo hace pensar que no, pero… Qui sait?

Alcanzó la fama recién en la antesala de la vejez, a pesar de haber comenzado su vida literaria como un superdotado. A los siete años había escrito en inglés un resumen de la mitología griega; a los ocho, el cuento «La visera fatal», inspirado en un episodio del Quijote; y a los nueve tradujo del inglés «El príncipe feliz» de Oscar Wilde.

Su obra incluye cuentos, ensayos y poesía. Fue un innovador, abrió senderos. No hay que olvidar que dos de las grandes revoluciones de la lengua castellana, tuvieron su origen en la América morena: una fue la de Rubén Darío y el modernismo; y la otra, la de Borges, a partir del cambio que impuso a la narrativa. Además, hizo guiones de cine, crítica literaria y prólogos; escribió en colaboración con otros escritores, y tradujo obras del inglés, francés, alemán, anglosajón y escandinavo antiguo.

Era como Leonardo da Vinci, complejísimo y lleno de matices, con inteligencia fascinante e imaginación enorme. ¿Era como el genio da Vinci? Así lo siente María Kodama. Cultivadísima, escritora e incansable cancerbero de la obra del Maestro, ella amaba tanto «su rostro de conejo» como verlo reír tal «un cachorro de tigre al sol».

«Ulrica», según él la llamaba –nombre nórdico que quiere decir «Osita»–, escuchó por primera vez un poema del que sería su esposo, cuando tenía cinco años; lo conoció a los 12 y la relación amorosa empezó a finales de los’60, pero se hizo exclusiva, desde el adiós a Elsa. «Osita» fue también un gran soporte de la actividad literaria y personal de Borges, lo ayudó en la dirección de su colección «Biblioteca personal»; y escribieron juntos, en colaboración, «Breve antología anglosajona» y «Atlas».

Fue desenfadada, fresca y espontánea con el Maestro: a pesar de su juventud, le discutía cosas que podrían haber parecido una insolencia y que, sin embargo, a Georgie le gustaban y divertían. Y así la disfrutó: libre como un animal en la selva, según ella se define, a costa de ser prisionera de su libertad.

María fue los ojos a través de los cuales Borges descubrió geografías, amaneceres y obras de arte presentidas pero vedadas para sus pupilas en penumbras. Hoy, el poeta descansa –por su elección– en el cementerio Plainpalais (Ginebra), cerca de donde había tenido su primera experiencia sexual, en aquel prostíbulo. Vaya coincidencia.

Y tantos amores frustrados, y tantos versos, y dos esposas, tan diferentes.

Elsa le había dicho:

¾­«Georgie, aprovecha tu cuarto de hora; hoy estás en el candelero, pero dentro de dos o tres años nadie se acordará de vos».

María lo acompañó hasta el final y hoy recorre el mundo, para mantener vigente y hacer crecer la obra del poeta. Y no le debe de ser fácil: no es sencillo tener talento y ser la viuda de un grande, en un país como Argentina, donde tantos quieren apropiarse del alma del Maestro. ¿La amó? Nadie puede saberlo, el corazón del hombre es insondable, aún para sí mismo.

¾«Yo pronuncio ahora su nombre, María Kodama. / Cuántas mañanas, cuántos mares, cuántos jardines de Oriente y de Occidente, cuánto Virgilio», le escribió, entre tantos versos. Es como el ojo del huracán: serenidad y silencio cuando todo se arremolina a su alrededor, dijo de su mujer.

«Y que nadie temiera», está grabado en la tumba de Jorge Luis Borges, un grande de las letras y un poeta sin compromiso con la vida humana. Sediento, lúdico, incontinente verbal, brillante, desamparado, a veces un niño. En los días anteriores a su muerte, contaba a su esposa de los caramelos «toffie» que le compraba su abuela, hablaban de literatura y estudiaban árabe.

¿Fue un hombre ciego pero con la lucidez a flor de alma, o la luz del conocimiento lo encegueció? «Debo justificar lo que me hiere. /No importa mi ventura o mi desventura. /Soy el poeta», había escrito.

Quizás sea la mejor sentencia y la única conclusión.

*Cristina Castello es poeta y periodista, bilingüe (español-francés) y vive entre Buenos Aires y París.

http://www.cristinacastello.com

Il Futuro della Sinistra in Europa

Il Futuro della Sinistra in Europa

Discorso di appoggio alla nascita del Partito della Sinistra in Francia – Parigi, Novembre 2008 – di Oskar Lafontaine

Signore e Signori, Care compagne e Cari compagni!

È un piacere per me essere venuto a Parigi per dirigervi alcune parole, nel momento in cui vi preparate a ricostruire in Francia un nuovo partito di sinistra che merita senz’altro questo nome. In Germania, abbiamo fatto questo passo con grande successo. È proprio grazie a questa esperienza che sono venuto qui a incoraggiarvi nella scelta di intraprendere lo stesso percorso. So bene che la costellazione dei partiti politici tedeschi non è paragonabile a quello francese. Ma oggi, la società francese e quella tedesca non differiscono profondamente l’una dall’altra. I problemi economici, politici e sociali che si pongono nei nostri due paesi sono praticamente identici. Non vedo dunque nessuna ragione per cui un nuovo partito di sinistra non debba avere le stesse possibilità di successo in Francia così come è stato in Germania.

La Die Linke esiste da un anno e mezzo, i sondaggi, quelli attendibili, la attestano intorno al 12% o 13% a livello nazionale. Devo riconoscere che io stesso sono sorpreso da questo successo, nonostante queste cifre non riflettano realmente il raggio d’azione della nostra influenza politica. Il fatto che siamo qui, il fatto che esista in Germania un partito con un profilo politico e rivendicazioni sociali dichiaratamente di sinistra, ha costituito l’elemento in grado di cambiare l’orientamento della politica tedesca. E non sono solo io ad asserirlo. Quasi tutti i giornali tedeschi, di sinistra o di destra, che si rallegrino o si lamentino, hanno la stessa opinione. La maggioranza di essi concordano nello scrivere che siamo noi, la “Linke”, a incarnare il progetto politico di maggior successo degli ultimi decenni, che siamo noi che in realtà definiamo sempre di più l’agenda politica tedesca, che siamo noi che obblighiamo il resto dei partiti a reagire. Se reagiscono, se fanno proprie alcune delle nostre rivendicazioni, è per paura dell’elettorato. E se il neoliberismo, così violento dal 1990, sta scomparendo in Germania, è dovuto in gran misura alla nostra presenza parlamentare.
Cari compagni, è evidente che la costruzione di un nuovo partito di sinistra non avrebbe potuto avere successo se le condizioni esterne, ovvero, la situazione politica e sociale della Germania, non fossero state favorevoli al progetto stesso. È quindi questa la prima ragione del nostro esito positivo. Mentre tutti i partiti politici dell’Ovest della Germania si contendevano il “centro” e proponevano una politica economica neoliberista, la maggioranza della popolazione tedesca lamentava la mancanza di un equilibrio sociale quale risultato di questa politica. Il vuoto nella sinistra all’interno dello spettro politico chiedeva solo di essere riempito. Non c’è niente di più efficace di una idea che incontra la sua epoca.

La seconda ragione del nostro successo è senza dubbio dovuta all’unione delle forze e delle organizzazioni politiche che si definiscono sulla base di una posizione critica nei confronti del capitalismo.
La terza ragione, forse la più semplice in quanto dipende esclusivamente da noi stessi, anche se non per questo meno importante, risiede nella volontà di dare al nuovo partito un profilo chiaro, in grado di differenziarsi dall’uniformità degli altri. Avrò modo di spiegare più concretamente questo concetto più avanti, ma vorrei parlarne da un punto di vista storico. È spesso utile fare un passo indietro per avere una migliore prospettiva dell’insieme.

Agli inizi della mia carriera politica, 40 anni fa, le posizioni dei partiti di sinistra in Europa erano ancora chiare e le loro missioni ben definite. Non c’era ancora questa uniformità centrista che i grandi partiti mostrano oggi giorno. Anche in Germania, dove la SPD, a Bad-Godesberg, decise di accettare il capitalismo, la sinistra e la destra erano chiaramente distinte dagli elettori.. La SPD aveva rinunciato al marxismo, è vero, ma aveva conservato nonostante ciò l’idea di riformare il capitalismo, di cercare la famosa “terza via” tra comunismo e capitalismo. Purtroppo, quell’ideale riformatore venne sotterrato dalle macerie del Muro di Berlino.

In Francia, le posizioni dei partiti della sinistra erano ancora più chiare, non solo dal punto di vista comunista, ma anche da quello socialista. Con l’appoggio alla guerra coloniale in Algeria, la SFIO perde alla fine degli anni ‘60 tutta la legittimità come partito delle sinistre. Nel 1971, nel Congresso d’Epinay, si forma un nuovo partito socialista sotto la direzione di François Mitterrand. Il programma del nuovo partito socialista francese differisce considerevolmente da quello che i socialdemocratici tedeschi avevano scelto dieci anni prima: è anticapitalista, è critico nei confronti della NATO ed è a favore delle alleanze con il partito comunista: tutto quello che non contiene il programma della SPD. Per questo, nell’Internazionale Socialista, il dibattito vede lo scontro tra Épinay e Godesberg. Sono tedesco, ma non vi nascondo le mie simpatie per coloro che stavano dal lato dell’ Épinay.

Condivido quindi, cari compagni, le vostre delusioni, perché a partire da questo programma teoricamente anticapitalista, la politica portata avanti dal governo Mitterrand non è stata in nessun modo più anticapitalista di quella del governo socialdemocratico in Germania. In Inghilterra, come in Germania, Spagna, Francia o in qualsiasi altro posto, la breccia tra la teoria e la pratica politica è sintomatica per la storia del socialismo dell’Ovest europeo. Quasi sempre e quasi in tutti i luoghi, i dirigenti dei partiti socialisti hanno abbandonato i loro principi come zavorre, spesso contro la volontà della massa di militanti, in cambio di un portafoglio al governo.
Ed è qui il grande dilemma dei partiti socialisti: l’aver formulato, per così dire, i principi di opposizione di Épinay ed i principi di governo di Godesberg. La storia dei partiti socialisti dell’Europa occidentale al potere è una lunga lista di compromessi marci. Cari compagni, bisogna uscire dal dilemma e rompere con questa tradizione fatale del compromesso marcio! Per un partito di sinistra, i principi del governo devono essere gli stessi che i principi di opposizione. Altrimenti sparirà molto presto.

Guardate l’Italia e la Spagna. La lezioni che la sinistra può imparare è che le ultime elezioni in questi due paesi hanno parlato chiaro: Izquierda Unida marginalizzata, Rifondazione Comunista eliminata. Questi due partiti hanno dovuto pagare molto cara la partecipazione al governo perché si fondava sul compromesso marcio! È molto assurdo, effettivamente, lasciare un partito a causa della sua linea politica, costruire un nuovo partito e successivamente formare una coalizione di governo con il partito che ha appena abbandonato i fondamenti della sua politica, motivo per cui si era deciso di lasciare il partito. Gli elettori non apprezzano per nulla questo tipo di scherzi e non si sbagliano.

Cari amici, se la sinistra perde la sua credibilità, perde la ragione del suo essere. È per questo che il mio partito, la “Linke”, ha preso misure per correggere questa tendenza fatale dei dirigenti verso il compromesso politico del quale ho parlato. Le decisioni sui grandi principi del nostro programma devono essere prese dall’insieme dei militanti del partito e non solo dall’assemblea dei delegati..
Ciò significa che non accetteremo donazioni che oltrepassino una determinata quantità, una quantità relativamente bassa. E credetemi, non è l’atteggiamento di chi rifiuta qualcosa perché comunque non l’otterrà. Significa semplicemente che non vogliamo essere corrotti. La corruzione politica è una disgrazia della nostra epoca. Ciò che chiamiamo donazione spesso non è che un modo legale per corrompere.

La vittoria elettorale di Barak Obama è una buona notizia, dal momento che la politica del presidente Bush e del suo partito è stata insopportabile. Ma visto le enormi somme che il capitale americano ha investito nella campagna elettorale del nuovo presidente, sono molto scettico in merito al suo futuro come riformatore. Il capitale non da mai niente senza chiedere.

Passiamo quindi a parlare del profilo programmatico che un partito di sinistra dovrebbe avere per quanto mi riguarda. Ho parlato prima delle mie simpatie, quaranta anni fa, erano per Épinay e non per Godesberg. Bé, lo sono ancora oggi. Anzi lo sono più che mai. Lo spirito anticapitalista che ha animato la sinistra francese negli anni 70 si impone ancora. Appare chiaro che una opinione pubblica manipolata al servizio del capitale ci suggerisce in tutti i modi possibile che la globalizzazione dovrebbe aver cambiato completamente le cose, che l’anticapitalismo è completamente superato dalla storia. Ma se analizziamo il processo economico e sociale che si sviluppa sotto i nostri occhi obiettivamente, ci rendiamo conto che la globalizzazione non ha dissipato ma aggravato i problemi sociali e le turbolenze economiche causate dal capitalismo. Se paragonate gli scritti di Karl Marx in merito alla concentrazione di capitale, all’imperialismo o alla internazionalizzazione del capitale finanziario alle stupidaggini neoliberiste propagate oggi giorno, constaterete che questo autore del XIX secolo è molto più attuale e illuminante che gli ideologi del neolibersimo attualmente in voga.

Cari amici, ora più che mai l’anticapitalismo è di moda, già che l’imperialismo agli inizi del XXI secolo è ancora reale. La NATO è strumentalizzata al suo servizio. Prima concepita come una alleanza di difesa, la NATO si è trasformata oggi giorno in una alleanza di intervento diretta dagli USA. Ora, la sinistra non può predicare una politica estera che abbia come obiettivo la conquista militare delle risorse e dei mercati. Non accettiamo l’imperialismo belligerante della NATO che interviene in tutto il modo violando il diritto internazionale. Siamo a favore di un sistema di sicurezza collettivo dove i soci si difendono tra loro quando vengono attaccati, ma si astengono da tutte le violenze che non sono conformi al diritto internazionale.

In Germania, la questione degli interventi militari ( sia in Kosovo o Afghanistan) è una linea di demarcazione chiara tra il mio partito (Die Linke) e tutti gli altri partiti, compreso l’SPD. Siamo intransigenti con loro e la nostra partecipazione a un governo favorevole agli interventi militari della NATO è inconcepibile. La questione della guerra o della pace è stata da sempre una ragione di scissione in seno al socialismo tedesco. Già nel 1916, sotto l’impulso di Rosa Luxemburg e di Karl Liebknecht, la guerra divise la socialdemocrazia tedesca in due parti. E non fu solo in Germania che la sinistra riuscì a mantenere la lucidità. Vi ricordo le parole di Jean Jaurès, che disse che “il capitalismo porta la guerra così come le nuvole portano la tormenta”. Compagni, se vogliamo un mondo di pace e in pace, bisogna civilizzare il capitalismo.

Contro l’ideologia della privatizzazione sostenuta dai portavoce del neoliberismo, manteniamo l’idea di una economia pubblica sotto il controllo democratico. Proponiamo una economia mista dove le imprese private, maggioritarie, affianchino le imprese nazionalizzate. Soprattutto le imprese che producono i beni per soddisfare i bisogni fondamentali per l’esistenza della società devono essere nazionalizzate; il settore energetico, per esempio o anche il settore bancario nella misura in cui sono indispensabili per il funzionamento di tutta l’economia.

Torneremo a mettere all’ordine del giorno la questione dell’autogestione operaia o della partecipazione degli impiegati nel capitale della propria azienda, questione che sembra oggi dimenticata.

Lottiamo contro una politica della de-costruzione sociale che da priorità agli interessi degli investitori e che ride davanti alla crescente ingiustizia sociale, alla povertà di molti bambini, ai salari bassi, ai licenziamenti nei servizi pubblici, alla distruzione degli ecosistemi. Lottiamo contro una politica che sacrifichi a favore delle rendite del capitale finanziario ciò che rimane di una opinione pubblica deliberativa. Non accettiamo la privatizzazione dei sistemi di protezione sociale, né la privatizzazione dei servizi di trasporto pubblico. Non accettiamo neanche la privatizzazione del settore energetico e ancora meno la privatizzazione del settore pubblico dell’educazione e della cultura. La nostra politica fiscale vuole ridare allo stato i mezzi per compiere le sue funzioni classiche.

Oggi, le forze motrici del capitalismo non sono gli imprenditori, ma gli investitori finanziari. È il capitale finanziario a governare il mondo e ad instaurare globalmente un’economia d’azzardo. La crisi dei mercati finanziari era quindi prevedibile e attesa dagli esperti.. Nonostante ciò i governi non hanno fatto niente per impedire questa crisi. Negli Stati Uniti e in Gran Bretagna, le élite politiche hanno giudicato utile la speculazione sfrenata. Il continente europeo si è chinato di fronte a questa idea. Persino durante i periodi nei quali la maggioranza dei governi europei erano formati da partiti affiliati all’Internazionale socialista, nessuna misura è stata presa. La perdita di una visione critica di fronte al capitalismo ha fatto fracassare purtroppo la politica opportunista dei partiti socialisti e socialdemocratici. Se c’era bisogno di una prova del fracasso, la crisi attuale dei mercati finanziari ce la sta fornendo.

E se c’era bisogno di una prova che noi, la sinistra critica, non siamo regressivi, che non peschiamo rimedi ai mali di oggi dal passato, come ci recriminano costantemente i liberali ed i conservatori, se c’era bisogno di una prova, anche in questo caso è la stessa crisi che ce la fornisce. Dagli inizi degli anni ‘90 e dalla successiva globalizzazione, la sinistra, incluso me stesso, non ha smesso di reclamare una regolamentazione dei mercati finanziari globali. Ma l’opinione pubblica neoliberale ha riso in faccia alle nostre opinioni tacciate di regressività. Che la logica della globalizzazione non fosse compatibile con una regolamentazione è stata la risposta che ci hanno dato. Ma soprattutto che non si poteva ostacolare il libero commercio e il libero flusso transnazionale del capitale; la regolamentazione era una soluzione passata di moda, regressiva. E adesso, cosa fanno i neoliberisti in America del Nord e Inghilterra, che fanno i conservatori in Germania e Francia? Be pretendono regolamentare. Coloro che ci hanno accusati di regressione politica quando chiedevamo la nazionalizzazione di alcuni settori bancari per evitare la crisi che fanno ora? Be fanno vedere che nazionalizzano tutte le banche in nome del futuro.

Adesso, si socializzano le perdite e si fanno pagare i gruppi più vulnerabili delle società per il fallimento del sistema. Adesso, si organizzano vertici internazionali pomposi per regolamentare i mercati finanziari. Ma non siamo degli innocenti: sono tutte parole. Chiuderanno il casinò? Assolutamente no! Cambieranno in modo radicale le regole del gioco all’interno del casinò? Certo che no!. Ciò che faranno, è elaborare con un gran frastuono di parole un nuovo codice di comportamento per i croupiers. In realtà non cambierà niente.
Se volete dei cambiamenti, compagni, bisogna ricostruire la sinistra, in Germania, in Francia, in tutte le parti d’Europa. L’esperienza tedesca ci insegna che una sinistra europea riorganizzata e forte può far cambiare le cose obbligando gli altri partiti a reagire. Costruiamo insieme questa nuova sinistra, una sinistra che ripudi i compromessi nauseabondi! Per riaffermare una volta ancora l’importanza di questa massima, voglio concludere on una immagine che prendo in prestito dal poeta russo Mayakovski: cantiamo insieme la nostra canzone, ma evitiamo di calpestarne la gola.

“Nunca se supo quien lo mató”

“Nunca se supo quien lo mató”

Roberto Cañas

Realmente en El Salvador es difícil perder la capacidad del asombro, el domingo 26 de julio en un periódico matutino la Alcaldesa de Antiguo Cuscatlán en una entrevista hace declaraciones impresionantes: “A Monseñor Romero lo hicieron mártir innecesariamente. Nunca se supo quien lo mató, unos dicen que fueron los de ARENA, otros dicen que fueron los mismos del FMLN. Aquí se tiran una pelota, lástima que nunca se averiguó bien quién lo mató”.

Señora Alcaldesa: sí se sabe quien lo mató, es muy fácil saberlo es conocido y está escrito desde 1993, cuando el Secretario General de Naciones Unidas envió una carta dirigida al Presidente del Consejo de seguridad por la que se trasmite el informe presentado el 15 de marzo de 1993 por la Comisión de la Verdad.

Para la Comisión de la Verdad la muerte de Monseñor Romero es un caso ilustrativo de “asesinatos de los escuadrones de la muerte”. En el resumen del caso la Comisión concluye lo siguiente:
Existe plena evidencia que:

a. El ex mayor Roberto d’Aubuisson dio la orden de asesinar al Arzobispo y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad, actuando como “escuadrón de la muerte”, de organizar y supervisar la ejecución del asesinato.

b. Los capitanes Álvaro Saravia y Eduardo Ávila tuvieron una participación activa en la planificación y conducta del asesinato, así como Fernando Sagrera y Mario Molina.

Señora Alcaldesa, tenga la seguridad que sí se averiguó bien, quien mató a Monseñor Romero.

Estoy convencido que las declaraciones de esta funcionaria pública no se pueden dejar pasar y guardar silencio. Hay que hacer honor a la verdad. Y decirle Señora, que no se hace mártir innecesaria o necesariamente a nadie. Es un crimen matar a una persona por sus creencias, convicciones o causas.

Las declaraciones de la Señora Alcaldesa nos deben permitir reflexionar acerca de la necesidad de hacer de la Memoria Histórica una política de Estado destinada al recuerdo de quienes padecieron persecución política o ideológica durante el conflicto armado. El establecimiento de la verdad, y el conocimiento de la historia, es un derecho de todos y todas, especialmente de los jóvenes que no vivieron entre los años de 1980 y 1991 cuando nuestro país estuvo sumido en una guerra civil.
Es necesario un despliegue de políticas públicas dirigidas a la recuperación, conmemoración y fomento de la memoria histórica, se debe impulsar la organización de actividades divulgativas, de investigación, formación que permitan conocer la verdad.

También, de una vez por todas, se debe hacer un esfuerzo por la creación de una cultura de paz que esté fundada en valores, actitudes y comportamientos que tengan como fin preservar la vida, la dignidad humana, la libertad y la convivencia armónica de la población salvadoreña. Desarrollar estrategias dirigidas a los estudiantes con miras a educar ciudadanos solidarios y responsables, respetuosos de la dignidad humana. Elaborar un proyecto de transformación curricular: para tener asignaturas de cultura de paz: Garantizar que en todos los niveles del sistema educativo se imparta una cátedra de Cultura de Paz con contenidos especializados en solución de conflictos, dialogo y negociación.