Diálogos de saberes y movimientos en el Perú: Apuntes sobre una experiencia parecida al tejer. Mar Daza.

 “Cuando se teje… Coges una madeja, coges otra, y otra, aprecias los colores, el grosor y textura del hilo, te enamoras de algunos, los tomas. Luego eliges los palitos, te imaginas los puntos, la forma de la prenda, logras sentir el calor que se sentirá al ponérsela, suspiras. Acaricias tus manos, te ubicas bajo la sombra o el sol, en el rincón que te cuidará cuando te adentres en el mundo de los hilos, las trenzas, los afectos, la imaginación, los nudos, el movimiento, el cambio. Acomodas los palitos en tus dedos, tus pensamientos se agitan, los hilos comienzan a bailar, tu corazón late al ritmo de cada punto, los colores se hacen formas,… avanzas.

De pronto tus dedos son más de diez, tu mirada se pierde en los varios rostros que te acompañan, haces memoria, enlazas, reflexionas. Aparecen algunas dudas, repasas el tejido, observas si hay nudos o hilos sueltos, las acoges. El movimiento de tus manos esconde la forma que va teniendo. Te sorprendes lo rápido que ha ido. Entonces aprietas los palitos, una maniobra y nace el punto final. Cuando el viaje termina sientes cómo la vida se tejió en cada punto. Aprendiste, sanaste, creaste, cambiaste”.

Introducción a Tejiendo saberes. Material formativo desde y para mujeres que defienden sus cuerpo-territorios

“Entonces la pedagogía que estamos planteando es de los cuerpos, de los territorios y de la vida cotidiana, como un punto de partida, no como el punto de llegada, un punto de partida que nos plantea pensar no solo las vivencias inmediatas, sí, partir de esas vivencias inmediatas pero pensar que nuestros cuerpos tienen memoria de la colonización y también de las emancipaciones, que nos plantea un nuevo modo de relacionar, saber y sentir esa idea, teoría y práctica, de pensar y discutir los lugares en donde se construyen las relaciones sociales básicas”. Claudia Korol

Introducción

En los últimos seis años nos juntamos personas de movimientos de mujeres, feministas, de diversidad sexual, jóvenes, estudiantes, afrodescendcientes, índigenas, campesinos, de territorios y comunidades afectadas por actividades extractivas, de organizaciones de barrios populares, de sindicatos, organizaciones políticas, entre otros para dialogar sobre nuestra realidad y los procesos de transformación que desde los movimientos sociales íbamos forjando.

Una travesía que nos llevó a reconocer coincidencias, diferencias y posibilidades de encuentro, a aprender unos de otros, a crear colectivamente conocimiento y, particularmente, a responder varios de los desafíos de nuestras culturas y sistemas políticos actuales.

El presente texto es el resultado de esta experiencia el cual llamamos Diálogos de saberes y movimientos. Sintetizamos aquí quizá sus principales reflexiones, aprendizajes y preguntas, entre ellas la de por qué los diálogos no son una propuesta clásica de formación política, ni tampoco un espacio y proceso de articulación orgánica entre organizaciones y movimientos sociales, aunque claramente pueden aportar a ambos.

O por qué los Diálogos se convirtieran en un proceso donde através de espacios para el encuentro e interaprendizaje se han tejido lazos políticos y de afectos, de saberes y estrategias colectivas de cambio. Y por último, del por qué los diálogos han llegado a ser una propuesta pedagógica y epistémica, que reconociendo su afiliación a la tradición de la educación popular y la pedagogía feminista, como a las corrientes de pensamiento crítico y decoloniales, sugiere formas propias para la construcción de conocimientos y el hacer política desde y para los movimientos sociales en el Perú de hoy.

Los Diálogos nacen al margen de los procesos sociales y políticos principales en el Perú. Conscientes de ello, no pretendemos haber generado grandes transformaciones, pero sí, haber aportado en un nuevo tejido colectivo después de un largo y doloroso periodo de violencia interna que culminó con una dictadura y la reconversión neoliberal, donde se aprecie los verbos básicos de la transformación como el conocernos, reconocernos, relacionarnos, cuestionar, reflexionar, comprender, interaprender, resistir, revolucionar, crear, amar, hacer memoria, hacer en colectivo… afirmar la vida, la diversidad y la libertad. Tejidos propios de una emancipación decolonial, feminista, ecológica y comunal por la que apostamos, y que hace diez años en el Perú tenía poca presencia.

El texto incluye un recuento de las raíces y antecedentes de los diálogos, la explicación de esta como proceso y como propuesta política pedagógica, un enliste de aprendizajes sustanciales y una evaluación inicial de sus impactos, contradicciones y desafíos que hemos identificado durante su sistematización.

Si bien las ideas aquí presentadas son el resultado de un proceso de síntesis y selección nuestra, evidentemente son el resultado de múltiples ideas, miradas y prácticas construidas colectivamente[1]. Su base principal es la experiencia misma, las reflexiones y acciones de decenas de personas tejidas en, y a partir de ella. Para tratar de dar justicia a lo anterior, hemos incluido varias citas y también un conjunto de situaciones que representan momentos, dilemas y aprendizajes del proceso.

Finalmente, es importante explicar que la sistematización en el marco de este proyecto de investigación ha sido realizada a partir de tres momentos de discusión entre el equipo del Programa Democracia y Transformación Global (PDTG) para consolidar nuestro enfoque de trabajo, a propósito de la escuela defacilitadores de procesos de transformación social y las escuelas de formaciónpolítica que cofacilitamos durante el 2014, en la vivencia y evaluación del Taller Diálogos sobre Educación Popular en el Perú en el cual contrastamos nuestraexperiencia con otras actuales e históricas, y la elaboración de este texto. Tambiénha sido alimentado por procesos de sistematización de los Diálogos previa; lasistematización de los Diálogos de Mujeres en 2009/2010; la sistematizaciónde los Diálogos de Saberes y Movimientos en Euskal Herria; y dos talleres desistematización específicos con participantes de los diálogos entre el 2012 y 2013.

I. Empezando a tejer los Diálogos

Los Diálogos parten de un contexto, de historias y situaciones particulares del Perú y del PDTG. De un lado, el Perú del siglo XXI post violencia política, post dictadura, y en transición a una democracia administrada dentro de la consolidación del neoliberalismo extractivista como régimen principal en la sociedad. Donde los movimientos sociales y organizaciones políticas de izquierda, que en los años setenta y ochenta del siglo anterior estuvieron entre los más potentes de Nuestra América, se encontraban en una situación de debilitamiento, fragmentación y desarticulación.

Mientras tanto, nuevas o renovadas luchas ganaron terreno, como luchas locales por la defensa del territorio, por la soberanía sexual, fuera de la dirección y control de las organizaciones políticas clásicas.

En este contexto, el PDTG se funda originalmente como un Programa de estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con el propósito de generar puentes para el diálogo entre la academia y la sociedad civil, y entre el proceso peruano y los procesos globales de cambio.

Esto fue fomentado a través de foros, seminarios y publicaciones en las cuales, la educación popular, el arte crítico y la memoria histórica jugaron un rol importante. Ese proceso resultó en una serie de eventos, entre ellos los Foros de Democratización Global donde dirigentes sociales, intelectuales críticos, trabajadores del arte y la cultura, estudiantes y activistas del Perú y otras partes del mundo dialogaban compartiendo posturas, agendas y estrategias de lucha.

En los años siguientes el proceso fue evolucionando, incorporando más dinámicas de talleres y de intercambios de saberes teniendo como un punto cúspide el Foro de las Culturas para la Transformación Social en el 2008.

A la vez, el PDTG en esos años participó de varios procesos de organización y articulación social y política como un actor en sí mismo. Tal fue el caso del proceso de organización del Foro Social Perú que culminó en el “Encuentro grande en Tambogrande”[2], el Foro de la Cultura Solidaria en un barrio popular autogestionario al sur de Lima, Villa el Salvador, y los espacios de articulación del movimiento feminista. Un nuevo desafío, y una gran oportunidad se presentaron en el 2008 cuando fuimos parte de la organización de la Cumbre de los Pueblos – Enlazando Alternativas en Lima, encuentro alternativo a la Cumbre oficial de presidentes de Europa, Latino América y el Caribe.

En este proceso complejo el PDTG integró primero el comité de iniciativa y luego la comisión organizadora con el deseo de facilitar la participación de diversos actores y de contribuir a nuevas articulaciones entre ellos (organizaciones indígenas y campesinas, ONG, organizaciones de mujeres, sindicatos, colectivos y organizaciones de izquierda).

Esta buena -pero algo ingenua- intención chocó con una realidad de constantes disputas ente actores que buscaban liderazgo en el proceso, disputas características de la cultura política de izquierda tradicional en el país. Ante ello y como estrategia colectiva optamos por dar soporte a procesos marginalizados dentro de la propia Cumbre.

Así organizamos y formamos parte de la Carpa de mujeres, el encuentro de jóvenes, el tribunal de los pueblos, y de un espacio de encuentro desde las artes y entre trabajadorxs del arte, donde no solo se impulsaron debates interesantes, experiencias novedosas de articulación y encuentro, sino también se experimentó con otras formas de trabajo conjunto y prácticas políticas alternativas.

Buscábamos otros caminos frente a los límites encontrados tanto en el campo de la academia (aún en la academia crítica) como en los espacios políticos y de articulación entre organizaciones sociales. Pues ambos tipos de espacios están atravesados por estructuras y valores que muchas veces impiden experiencias de construcción colectiva democráticamente radicales. Por la experiencia de la Cumbre vimos que en los espacios al margen se creaban otras condiciones de hacer política, de convivir y generar saberes.

De este modo, el proceso de organización de la Cumbre abrió al PDTG tres búsquedas que guiarían su andar para los siguientes años: i) la búsqueda de otras formas de construir conocimientos emancipadores descentrándolos de los espacios académicos, heteronormados y etnocéntricos; ii) de otras formas de trabajar con, desde y dentro de los movimientos; junto y para fortalecer organizaciones hermanas , sus procesos formativos y de articulación; y iii) de otras formas de encontrarse, dialogar y vincularse entre movimientos.

Las rutas que fueron resultando de estas búsquedas nos llevaron a tejer los Diálogos desde lo propio, lo contrahegemónico, lo diverso y desde los procesos de resistencias y (re)construcción de movimientos. Por ello, y después de la Cumbre, empezamos a estrechar lazos, a acompañar actores claves y afines: CONACAMI[3] y FENMUCARINAP[4].

Luego a estar presente en procesos locales de resistencia: Ayabaca y Cajamarca. Hicimos de nuestra vida organizativa un campo para la auto-exploración de enfoques, metodologías y lenguajes que coadyudaran a la consecución de los cambios anhelados.

Desarrollamos espacios para las discusiones estratégicas sobre escenarios y coyunturas políticas, para debates teóricos desde, con y para los movimientos.

De este modo y paulatinamente fuimos convenciéndonos de la necesidad e importancia de las interrelaciones entre movimientos y luchas. Y dentro de los movimientos, de la necesidad de la renovación generacional, la creación de nuevas culturas, prácticas políticas y formatos organizativos, la construcción de conocimiento emancipador, así como de visiones, estrategias y herramientas de cambio como resultados de una aprehensión crítica de la realidades particulares.

Ello implicó también una apuesta cada vez más consciente por hacer educación popular emancipatoria con dirigentes y dirigentas de los

procesos organizativos donde trabajamos, como también de poner en discusión lo conocido y de reiventar la educación popular. En este periodo fueron importantes los espacios de retroalimentación que tuvimos, como a través de nuestra integración a la Universidad Popular de Movimientos Sociales y distintos espacios de educación popular, donde debatímos las epistemologías, pedagogías y metodologías emergentes de los movimientos sociales[5].

Así nacen los Diálogos de Saberes y Movimientos como un proceso de búsqueda, una experiencia donde en el hacer-saber-sentir-aprender-crear colectiva y cotidianamente nos fuimos transformado y fuimos transformando.

Diálogos como proceso y propuesta política pedagógica

“Y ¿qué esperamos del taller? Esperamos generar o salir de aquí con un par de preguntas planteadas de manera colectiva. Articularnos mejor con otros y otras. Aumentar nuestras fuerzas para fortalecer nuestras luchas cotidianas. Contribuir a la formación de redes de redes.

También saber cómo ven las diferentes mujeres y hombres de diferentes organizaciones, de diferentes movimientos que están aquí presentes, cómo ven esta metodología y como podrían tal vez replicarla en sus propias organizaciones y luchas”. (Investigadora militante, I Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales. Mayo 2010).

Los Diálogos forman parte de la rica tradición de la educación popular latinoamericana. Se alimenta de pedagogías críticas y enfoques diversos como la de reflect action, las pedagogías feministas, indígenas y decoloniales, la ecología de saberes, el teatro del oprimido, las artes y comunicación popular comunitaria, etc., como de otras prácticas y saberes de los movimientos campesinos, indígenas, feministas, afro, ecologistas, de diversidad sexual, de comunicadores, artistas y educadores con quienes hemos desarrollado el proceso, hasta el día de hoy en construcción.

Los momentos angulares de los Diálogos han sido los Diálogos Intermovimientos de Mujeres (2009-2010) y los seis Diálogos de Movimientos y Saberes realizados desde el 2010 en Lima.

Cuadro 1. Síntesis de los diferentes Diálogos y sus principales debates

Nº Proceso/actividad Fecha y lugar Principales discusiones

1 Diálogo Intermovimientos de Mujeres: 2 encuentros entre movimientos, 1 sistematización y 7 talleres por movimiento.

Lima, 2009/2010. Reconocimiento agendas compartidas y diferenciadas, nudos de poder entre movimientos, análisis colectivo del significado político de cuerpo, territorio, derechos, género en distintos contextos culturales y organizacionales. Desafíos internos del movimiento de mujeres.

2 Diálogo I: Entre las crisis y los otros mundos posibles (con un foro público de 3 días sobre la temática).

Ñaña, 26 de mayo al 2 de junio de 2010.

Análisis del escenario de crisis múltiples y sus implicancias para los movimientos, aparte de una exploración profunda de las historias, realidades, propuestas de cambio y estrategias por cada movimiento.

3 Diálogo II: ¿La unidad hace la fuerza? (con 1 foro público de

1 tarde). Lima, 15 al 17 de diciembre de 2010.

Análisis de los desafíos del escenario electoral, el significado y estrategias de unidad política, y el rol de los movimientos bajo un eventual gobierno de izquierda.

4 Diálogo III: Pistas para la transformación del Perú (con 1 foro público de 1 tarde).

Lima, 21 al 23 Julio de 2011.

Análisis de las posibilidades y amenazas que ofrecía el nuevo gobierno nacionalista, y construcción colectiva de una propuesta de cambios desde los movimientos.

5 Diálogo IV: Experiencias organizativas: de la Resistencia a las transformaciones.

Lima, 10 y 11 de Noviembre de 2011.

Análisis de tendencias del gobierno nacionalista en torno a posicionamientos, intercambios y discusión sobre los procesos organizativos en distintos partes del país. Desafío de democratización interna y ante las relaciones de poder entre movimientos.

Nº Proceso/actividad Fecha y lugar Principales discusiones

6 Diálogos del Movimiento de Diversidad Sexual (4 talleres).

Lima y Chiclayo, 2012.

Análisis de la historia del movimiento de diversidad sexual, los aprendizajes y tensiones en este camino. Reconocimiento de la transformación del sujeto de lucha. Identidades, relaciones intergeneracionales y poder al interior del movimiento.

7 Diálogos de Saberes y Movimientos de Euskal Herria

(2 encuentros).

2012-2013. Análisis colectivo de la situación y el momento histórico de los movimientos sociales en Euskal Herria, enfocado en los avances y obstáculos para la renovación de la cultura política y la generación de lazos más fuertes entre movimientos.

8 Diálogos V: Desafíos y alternativas en los escenarios de Nuestra América: Extractivismo, patriarcado y movimientos sociales

(con 1 foro público y espacio de intercambio en la Universidad)[6].

Barranco, 23 al 25 de setiembre de 2014.

Memoria y avances en las luchas en defensa del territorio alrededor del continente, análisis de las interrelaciones entre extractivismo, patriarcado y colonialidad.

9 Diálogo VI: Encuentro para la educación popular emancipatoria (nacional e internacional)[7].

Barranco, 14 al 16 de mayo de 2015.

Análisis e intercambio sobre la historia, el presente y el futuro de la educación popular emancipatorio en el país, desde un diálogo intergeneracional y entre diversas vertientes del movimiento de la educación popular en el país.

Fuente: Elaboración propia.67

Los Diálogos Intermovimientos de Mujeres consistieron en un proceso de encuentros para el diálogo intra e intermovimientos, hecho a lo largo de un año en la ciudad de Lima. Participaron distintas expresiones del movimiento de mujeres (indígenas, campesinas, afroperuanas, feministas, lesbianas, trans y urbano populares). Tras un primer encuentro entre todas las expresiones, se realizaron una serie de talleres con cada una de las organizaciones y movimientos participantes, terminando con dos encuentros intermovimientos finales, uno de ellos de sistematización de la experiencia.

El diseño de la ruta para el diálogo y los objetivos políticos de los mismos, fueron establecidos en el primer encuentro y en los grupos de facilitación que definían la metodología de los diálogos intramovimientos. Durante los diálogos, temas y agendas aparentemente impermeables como lo relacionado al cuerpo, la sexualidad, el control de los territorios y el avance del extractivismo, el racismo, el poder fueron flexibilizándose, se reconoció ante todo una experiencia común de opresión por la condición de género aunque por el contexto diferenciado, también la existencia de desigualdades por clase y etnia entre las mismas mujeres.

Con ello se fue abriendo puertas al entendimiento, al reconocimiento de la experiencia valiosa de cada una en su lucha por cambiar las desigualdades, se abrieron a los vínculos y a la retroalimentación que culminara con la construcción de un nuevo marco de conocimientos sobre la situación de los movimientos de la mujeres en el país, los desafíos que enfrentan en las organizaciones mixtas, en el de mujeres y en la vida cotidiana; y los compromisos para transformarlos.

En el último Encuentro, tanto las mujeres urbano populares como las indígenas y las afroperuanas, levantaron este slogan: “Hemos recuperado nuestra voz. Ahora haremos nuestra propia historia”. Así, desde esta primera experiencia se fueron estableciendo los primeros rasgos que alimentarían nuestros enfoques, herramientas y horizontes (ver Situación I).

Lo que nos deja a los diálogos es que entendimos con ellas cómo las autonomías sobre nuestros cuerpos y la naturaleza como territorio común no pueden desvincularse, cómo ambas, mujeres y naturaleza, son concebidas desde los sistemas múltiples de opresión como un sujeto equiparable de dominación.

También la importancia de reconocer y procesar los conflictos y los nudos irresueltos para construir democráticamente desde adentro y entre movimientos. Finalmente, surgió aquí como en pocos otros espacios, la consciencia de la importancia del diseño y la facilitación colectiva de un proceso de diálogos. En este caso, todo fue construido desde un equipo mixto de dirigentas y activistas.

El primer Diálogo de Saberes y Movimientos mixto (con participantes de diversos movimientos) se realizó en mayo de 2010 en las afueras de Lima (en Ñaña). Fue un espacio excepcionalmente rico e íntimo, que surgió de una larga preparación y resultó en cuatro días de vida comunitaria con una “mística de saberes” –como fue llamándolo en talleres posteriores la dirigente amazónica del pueblo Kokama María Sangama–.

Con el taller hicimos exploraciones claves, revivimos las experiencias diversas para la reflexión colectiva por varias dimensiones como por la identitaria personal y política, lo histórico territorial, la artística y espiritual, de forma enlazada para llegar a un momento síntesis al final del taller. Este proceso, que incluía actividades de autoidentificación de movimientos, diálogo entre identidades, mapeos territoriales, revisión histórica de las luchas, muralización y cantos, ritos y otras expresiones espirituales fueron incorporándose a la propuesta pedagógica de los Diálogos.

También surgió en este taller un debate muy potente sobre el rol político de los educadores, investigadores, comunicadores y artistas militantes, quienes rechazaron ser facilitadores sin agenda propia por lo que hicieron un ejercicio de autoafirmación y diálogo crítico con otras identidades.

Estos dos procesos representan una fase constitutiva de la propuesta de los Diálogos, generando prácticas y convicciones que se han mantenido durante los años, como la facilitación colectiva de los talleres, la noción de movimientos sociales como procesos que se articulan, retroalimentan y potencian, la generación, desde la complementariedad, de prácticas, saberes y subjetividades alternativos que pueden llegar a constituir transformaciones societales.

Los Diálogos II, III y IV representan un segundo momento en el proceso de los Diálogos. En estas versiones los encuentros buscaron constituir espacios de análisis colectivo desde distintos sujetos sobre las oportunidades, tendencias, riesgos y amenazas del nuevo contexto socio-político en el Perú, ya que en las presidenciales se había logrado elegir un candidato hasta ese momento ligado a la izquierda.

En ese sentido, fueron espacios de reflexión local con un vínculo más directo con la coyuntura nacional. Los tres talleres indagaron sobre nuestra cultura política, prácticas y estrategias de cambio.

En el II Diálogo llamado “¿La unidad hace la fuerza?” nos preguntamos sobre el tipo de relaciones y articulaciones políticas que necesitamos para transformar el país, y si la tradicional concepción de unidad nos ayuda a ello.

En el III Diálogo llamado “Pistas para la Transformación” desarrollamos una agenda mínima de propuestas y demandas de los movimientos sociales que pudiera ser considerada por un eventual gobierno de izquierda nacionalista,

con Ollanta Humala.

En el IV Diálogo, “La Gran Transformación en Disputa: sobre inclusión social, extractivismo y alternativas de/al desarrollo”, con una dinámica tipo foro taller, se realizó tras cinco meses del gobierno nacionalista, por lo que las preguntas centrales del diálogo giraron en torno a si se puede impulsar cambios estructurales desde el Estado, sobre las contradicciones que encierra la política extractivista y de inclusión social del programa de gobierno y a la búsqueda de alternativas al desarrollo antes que de desarrollo. Paralelamente, con cada diálogo exploramos diversas metodologías adecuándolas a los temas y contextos, las mismas que fueron aplicadas como enriquecidas en procesos de acompañamiento a la FENMUCARINAP y CONACAMI.

En los años posteriores (2012-2013) el proceso de los Diálogos tomó un nuevo rumbo y se insertaron en nuevas dinámicas, logrando diseñar una propuesta pedagógica, epistemológica y política más definida. Las nuevas dinámicas incluyeron la investigación-acción relacionada al movimiento de diversidad sexual, y el proceso de Diálogos realizados en Euskal Herria.

En ambos casos, la propuesta de los diálogos fue aplicada dentro de contextos distintos a lo que se había hecho (el movimiento de diversidad sexual y “el territorio” Euskal Herria), lo cual nos permitió ver tanto su utilidad como sus limitaciones. A ello se fueron sumando la aplicación en otros procesos, como a la investigación-acción sobre género y minería[8], la sistematización de la resistencia contra el proyecto minero Conga en Cajamarca[9] y el acompañamiento a la FENMUCARINAP que enriquecieron los principios, enfoques y metodologías, moldeando más a los Diálogos.

Por ejemplo, la sistematización de la lucha contra Conga, trabajó con mayor fuerza la memoria histórica desde las artes populares a través de las coplas (cantos andinos) y las muralizaciones colectivas, provocando el reconocimiento de la fuerza cohesionadora y estratégica que tiene la reflexión histórica y la creación artítica colectiva en una lucha en curso.

Finalmente, en 2014 y 2015 se retoma la propuesta de los Diálogos, pero ahora reforzando algunos debates centrales de nuestro trabajo y del contexto político. El Diálogo V se dedicó a profundizar el análisis sobre la relación entre los sistemas múltiples de opresión que caracteriza nuestra época actual, el capitalismo, el patriarcado y la colonialidad, y cómo esta relación configura los procesos de resistencias territoriales y de construcción de alternativas a escala local y global.

El VI Diálogo más bien incursiona en las discusiones en torno a la educación popular emancipatoria como campo de conocimiento y acción política transformadora que aporta desde el cuestionamiento del sujeto y las formas hegemónicas de saber hasta la creación de métodos y herramientas para sostener procesos de emancipación social. Partiendo del contexto peruano, este último Diálogo también tenía el objetivo de propiciar (re)encuentros de experiencias de educación popular después de un repliegue histórico post dictadura así como abrir un espacio para la discusión sobre su carácter emancipatorio hoy en día.

A la vez, fuimos compartiendo y aplicando la propuesta política pedagógica de los diálogos, que derivaba en una metodología, en otros espacios a pedido de, o en colaboración con, otros actores sociales e instituciones, como sucedió en la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático (octubre 2014), la Cumbre de las Mujeres para el Buen Vivir (noviembre 2014) en Celendín, y en el Encuentro de Broederlijk Delen de copartes y aliados (agosto de 2013)[10].

Finalmente, realizamos la Escuela Popular para la Facilitación de Procesos Transformadores en que compartimos nuestros enfoques y herramientas de trabajo con un grupo de 40 facilitadorxs de distintas experiencias formativas en el país[11].

Parece que esta doble lógica: ser un proceso contínuo para el encuentro e interaprendizaje entre movimientos, situado y de carácter más delimitado; y por otra parte, ser una propuesta política pedagógica provista de principios y aplicaciones metodológicas que nace del proceso anterior pero que se inserta

de manera independiente en otros espacios más amplios, constituye el futuro de los Diálogos.

Cuadro 2. Situación I: La creación de una práctica nueva a partir del reconocimiento, el cuidado y los afectos.

Los diálogos inter e intra movimientos de mujeres

Los diálogos inter e intramovimientos de movimientos de mujeres no solo fueron el primer proceso de Diálogos, sino también el proceso más cuidadoso y probablemente más coherente, que llevamos a cabo. De un lado, sabíamos que entrábamos en un terreno de mucha complejidad al pretender hacer dialogar identidades tan diversas y dificultades de entendimiento. Y de otro lado, tuvimos que inventar una práctica y un método que permitió hacerlo de manera constructiva y políticamente coherente.

Para garantizarlo y conducirlo: i) se armó un equipo metodológico que integró a activistas, dirigentas y militantes de las organizaciones que optaron por participar del proceso; ii) se decidió trabajar a partir de las experiencias de vida, lucha y organización antes que desde la agendas y las ideologías; y iii) el objetivo último que orientó los talleres fue el de fortalecer los tejidos organizativos por lo que hubo un gran esfuerzo por contextualizar cada proceso, recuperando y poniendo en valor el saber acumulado de las dirigentas y activistas en ello.

El proceso nos enseñó que la construcción política de tejidos de luchas políticas y saberes, requieren de la creación y el cuidado de afectos y relaciones, y de un obrar coherente con la lógica colectiva. Desde el inicio se evidenció que los sentires y las subjetividades constituían una dimensión fundamental del conocimiento. Fueron estos afectos creados desde el compartir de nuestras experiencias que permitieron el diálogo profundo y sincero entre lesbianas y dirigentes indígenas, por ejemplo.

Y fue por esos afectos que cuidadosamente cultivamos que pudimos entrar en las experiencias de discriminación dentro de nuestras propias organizaciones, buscando sus raíces y salidas.

“Era difícil integrarnos a este Encuentro y al diálogo de mujeres”. “Se van a volver feministas, nos decían, nos van a mandar”. (Dirigenta indígena, II Encuentro Diálogo de Mujeres, 2010).

“Es complejo generar cambios personales y sociales: aún sería difícil conciliar principios de las mujeres andinas con las de la diversidad sexual y las feministas. Hay choques de valores culturales: nosotras no partimos del cuerpo sino de la sociedad. Pero es un proceso que se irá asumiendo delicada y lentamente”. (Dirigenta indígena. III Encuentro. Diálogo de Mujeres, 2010).

“Y pensábamos que éramos las únicas con ese problema” “el contar empodera”. (III Encuentro. Diálogo de Mujeres, 2010).

El reconocimiento de la opresión común y de las diferencias que nos enriquecen fueron el punto de partida. Esto nos llevó a la vez a recrear dinámicas de igualdad y paridad, donde las voces y cosmovisiones de todas eran reconocidas como válidas. Desde esta posición se construyó el reconocimiento de lo diferente en la “otra” afirmando que era más que posible, necesario, crear terrenos comunes de lucha, vínculos que hagan frente al sistema de opresión capitalista, heteropatriarcal, racista y colonial.

“Estamos haciendo unos esfuerzos muy bonitos, estamos tratando de construirnos desde las mujeres para poder ser un ejemplo a todo el país de cómo se debe armonizar criterios que nos lleven a una gobernabilidad equitativa, armoniosa, de respeto,… de identidades. Eso que nosotros llamamos el gobierno plurinacional y para un país que tenga como eje central el buen vivir”. (Dirigenta indígena, II Encuentro. Diálogo de Mujeres, 2010).

Un ejemplo de cómo este proceso generó reposicionamientos, y con ello afectaciones en las concepciones, valoraciones y prácticas, fue el correo de apoyo de una de las dirigentas indígenas más críticas al propio concepto de género y las estrategias de trabajo feminista que reenvió a la marcha del orgullo gay, tras el último diálogo donde se decidió colectivamente participar en las acciones de los diversos movimientos.

Posteriormente los Diálogos de Mujeres influyeron en los movimientos feministas y de mujeres, probando nuevos espacios donde se replicaban procesos similares bajo los mismos objetivos.

II. Hilos con los que se tejen los Diálogos

Hilos político conceptuales

Este conjunto de actividades nació de una serie de apuestas, posiciones políticas y teóricas que se han ido retroalimentando y transformando a través de los diálogos. Desde la historia particular de América Latina, sus luchas sociales actuales, y los debates relacionados a ellos, representantes de distintos movimientos no solo denunciaron las crisis explicitas de la economía, la alimentación, la energía, de los cuidados y del ambiente, sino también plantearon la necesidad de entenderlos como parte de procesos históricos más largos.

Los dirigentes indígenas Hugo Blanco, Juan Tiney y Teresita Antazú afirmaron que las crisis solo pueden ser superadas si se impulsan formas radicalmente distintas de organización social y de Estado, así como cambios en las formas de conocer nuestra realidad.

Las lideresas campesinas, como Lourdes Huanca y Mafalda Galdames, relacionaron en sus aportes la crisis alimentaria como consecuencia de la explotación de los bienes comunes y la mercantilización de la vida, y de la explotación y discriminación de las mujeres, evidenciando equivalencias entre las luchas por los territorios y por los cuerpos.

Por otro lado, Rocío Muñoz, Wilder Gamarza y Belissa Andía, representantes del movimiento afroperuano y de diversidad sexual respectivamente, también plantearon la intersección de opresiones de género, clase y raza, y por tanto la necesidad de tejer las distintas luchas por la liberación, sin dejar de problematizar las dificultades que se presentan en ello.

Además, en sus análisis afirmaron que la opresión se ejerce en las distintas dimensiones de la sociedad y de la vida, lo cual hace que la lucha cotidiana por la igualdad y por el derecho a tener una identidad reconocida como tal, sea fundamental para el cambio.

Hoy, entendemos los Diálogos como una respuesta a una situación histórica, caracterizada por el conjunto de crisis que constituyen el declive de la civilización actual, es decir, una crisis civilizatoria que es profundamente epistemológica (como sociedad no logramos construir o ignoramos los saberes y conocimientos necesarios para la transformación social), cultural (valores y formas de vida que son insostenibles y que profundizan la injusticia social y ecológica) y política (las formas tradicionales de hacer política han perdido legitimidad y capacidad de afrontar el escenario descrito).

La idea de una crisis civilizatoria plantea que la modernidad que se ha difundido desde Europa transformando realidades locales alrededor del mundo, se basa en una racionalidad del poder, del conocimiento y de la relación humanidad-naturaleza que normaliza opresiones, para con las mujeres, disidentes sexuales, pueblos indígenas y campesinos, afrodescendientes, territorios del Sur global, jóvenes y niños, para con otras especies y la naturaleza en su conjunto, con el fin de tener mayor control sobre los recursos y el trabajo que sostienen la vida y generar con ello acumulación de capital.

Identificamos en los diálogos que esta crisis es resultado de un proceso histórico mundial con particularidades locales, marcado por la colonización como por la continuidad de estar bajo patrones de poder colonial. También identificamos que este sistema de dominio antropocéntrico y mercantilista, se sostiene en un patrón de poder aún más antiguo que el colonialismo, el patriarcado. Este trenzado sistémico que le llamamos capitalismo-colonialpatriarcal[12], como la propia noción de crisis, son hilos importantes con la que manufacturamos el cuerpo teórico de los Diálogos. Aquí compartimos un repaso de los conceptos elaborados.

El capitalismo, proyecto de organización de la sociedad que promueve la mercantilización de cada vez más espacios y dimensiones de la vida en búsqueda de la acumulación y concentración infinita de capital, para lo cual promueve la explotación de los bienes comunes y territorios, como también de los cuerpos y vidas de hombres y mujeres.

Supone que a mayor riqueza material mayor bienestar social (mito del desarrollo y del progreso). Para ello se privatiza lo común y se producen dos tipos de jerarquías y relaciones de explotación, la del capital sobre la fuerza de trabajo y la del capital sobre la naturaleza, normalizando así el dominio del humano (generizado en la figura del “hombre”) sobre la naturaleza y de las clases pudientes (propietarios de los medios de producción) sobre las clases populares.

El patriarcado, proyecto de organización de la sociedad que consiste en el control de la fuerza de trabajo, los cuerpos, los deseos, saberes e identidades de mujeres y disidentes sexuales através de la imposición de modelos asimétricos y heteronormados de las relaciones de género, donde al género “masculino” basado en el imaginario de la virilidad, la fuerza y la razón representado por la figura del padre, se le atribuye funciones públicas y productivas valoradas positivamente junto con el poder de dominio sobre las figuras representativas de “lo femenino”, seres comprendidos bajo este paradigma como naturales, instintivos, débiles irracionales y por lo tanto tutelables.

Estos estereotipos y valoraciones que subyacen, fundamentan la división sexual del trabajo, por lo que asigna a las mujeres funciones no reconocidas ni sociales ni económicamente como el trabajo de reproducción y de cuidado, y se convierte a las personas que transgreden la heteronormatividad en sujetos de abyección.

La colonialidad organiza a la sociedad desde la construcción histórica de la noción de raza a partir de la codificación de la diferencia entre el colonizador y el colonizado[13]. Implica no solamente la imposición de jerarquías entre personas según sus fenotipos o culturas, también impone jerarquías de saberes, productos culturales, prácticas sociales y políticas, y formas de relacionarse con el desarrollo, desde la noción que lo producido por la razón occidental es superior a los demás pueblos y culturas consideradas subalternas.

Los sistemas de dominación aquí descritos tienen sus propias temporalidades y especificidades geohistóricas. Se han materializado a través de procesos históricos globales como la propia colonización, la evangelización cristiana, la industrialización, el comercio internacional, las guerras abiertas y otras disputas imperialistas, la revolución informática, etc. que han facilitado su penetración en cada vez más territorios y relaciones sociales alrededor del mundo, originando nuevas intersecciones. Aunque se reconocen patrones comunes de poder que configuran la organización de las sociedades actuales, estos procesos interactúan con las historias y contextos particulares generando sistemas propios y altamente complejos.

No obstante, los pueblos del Sur Global han aprendido desde la colonia a lidear con este sistema a través de dinámicas de resistencia y colaboración con el Estado y el mercado capitalista. Es por ello que para atender las necesidades fundamentales para sus vidas han mantenido o creado formas de autoorganización y autogobierno como la de algunos pueblos indígenas, las y los campesinos sin tierra, las mujeres urbano-populares, las y los piqueteros, para mencionar algunos, las cuales resultan en prácticas de resistencia y de autodeterminación con éticas que desafían los paradigmas hegemónicos.

Dichas procesos van generando saberes “otros”, subjetividades “otras”, y prácticas de convivencia y transformación “otras” útiles hoy para delinear las salidas sistémicas a las crisis actuales.

Desde el primer diálogo, el diseño de un “marco” interpretativo anticapitalista, anticolonial, antipatriarcal y biocéntrico, fue hecho por los aportes de los diversos movimientos presentes:

 “Los médicos que van a prestar servicio a las comunidades creen que la gente se enferma “por no saber español” cuando son ellos los que deberían aprender el quechua porque son ajenos al lugar… En el caso del sistema de justicia es lo mismo: te juzgan en un idioma que no entiendes y ni siquiera te ponen un abogado que te traduzca de que te acusan. En las zonas rurales algunos hombres aprenden español porque se educan pero mayormente las mujeres no y cuando son golpeadas, frente a la justicia ellas siempre son invisibilizadas. No tienen oportunidad de estudiar, trabajar, nada. Los principales alimentos del mundo nacieron en estas tierras, ¿Qué es lo que ha pasado para que

ahora estemos así? El pueblo andino nunca ha sido pobre, ha sido rico. No era importante el dinero. A la mujer no le educaron porque cuando llegaron los españoles dijeron que no valíamos y no nos educaron. Tomando una palabra prestada, nos vulneraron”. (Dirigenta indígena andina. I Diálogos, 2009).

“Lo que siento que nos une es la lucha de poder político y económico. En este espacio podemos tener un punto en común. Cuando defendemos a la pachamama, defendemos la vida de todos, es ahí donde queremos entrar en entendimiento con ustedes. Y esto debemos devolver en reciprocidad con algunas agendas que reclamen apoyo”. (Dirigente indígena, I Diálogos, 2009).

Con los Diálogos entendimos que este sistema de dominación fuertemente articulado y reforzado en la modernidad, nos fragmenta. Rompe vínculos, nos aisla y cosifica para mercantilizarlo todo. Crea fronteras identitarias y posiciones dicotómicas para ejercer mayor control sobre la vida de las personas.

Nos jerarquiza. Elabora sistemas de conocimientos bajo estas mismas premisas que impide ver de manera integrada e histórica (cambiante) nuestras realidades, nuestra humanidad y a la naturaleza. Nos impide ver relaciones más allá de las utilitarias. Por ello el poder de construir vínculos y comunialidades son altamente revolucionarias.

Los Diálogos también nos dejaron la certidumbre de que los movimientos sociales son sujetos políticos que tienen este potencial. Que desde sus diversos saberes y subjetividades abren disputas a los discursos y conceptos impuestos para entender nuestro mundo. Y que, en la medida que están más articulados, son capaces de transformaciones profundas.

“… en medio de tanta diversidad de género, de origen, de lenguajes, fuimos encontrando una pasión común entre muchas pasiones comunes que era la pasión por luchar, (…) y encontramos que una manera de comunicarnos fuertemente era compartir nuestras diversas historias de luchas frente a un orden que todos sentíamos como opresor: capitalismo, y empezamos a contar nuestras luchas, las historias de nuestras luchas. Y para contar esas historias de esas luchas usamos por un lado mapas, (…) donde están nuestros afanes, contra qué y contra quiénes luchábamos, (…) también se hizo una línea de tiempo que adquirió la forma de una trenza y jugamos con la textura, con el color, con el tamaño, y fuimos haciendo también una línea de tiempo de hitos en la historia de luchas y los fuimos enredando y nos fuimos dando cuenta que no solamente enredábamos acontecimientos, nos enredábamos nosotros porque donde aparecía una lucha ahí veíamos que se conectaba con otra”. (Educador popular. II Diálogos de Saberes y Movimientos, 2010)…

Hilos pedagógicos

“Y también afirmar que apostamos por el proceso y no solo por los resultados. Otra de las ideas que salió era afirmar lo subjetivo y ver que en este encuentro significaba un reposicionar lo subjetivo frente a la dimensión más positivista, racional del conocimiento. Y decir: esa es nuestra bandera de lucha también, eso es lo que queremos afirmar dentro de los procesos, pero a la vez no caer en una actitud a la defensiva con todo lo llamado tradicional o con todo lo llamado académico o con todo lo llamado racional. No, sino ser conscientes de que se trata de proponer un espacio donde ambas experiencias puedan enseñarnos y sean referentes”. (Joven mujer activista. I Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales, 2009).

“[Uno de los desafíos de los movimientos sería] reanudar lo subjetivo, lo simbólico, los sentimientos y lo espiritual. Un poco recordando la experiencia que hemos tenido hace unas horas, fue gracias al hecho de aceptar discriminaciones nos hizo reflexionar. Eso también nos ayuda a entendernos y ponernos en el lugar del otro, tener experiencias conjuntas nos ayuda a ver y a hablar del otro lado”. (IV Diálogos sobre Experiencias organizativas, 2011).

Ecosistema y proceso

En nuestras discusiones internas llegó a correrse la frase, medio mantra, medio broma: “todo es un proceso”. Pues, los diálogos ante todo son un proceso, una secuencia de situaciones (vivencias, conversaciones, análisis, comprensiones) conectadas para que progresivamente se alcancen los reposicionamientos o aprendizajes esperados, y con ello se aporte a cambiar la realidad problematizada.

En este sentido, los Diálogos se podrían vivir de manera individual como colectiva y ser comprendidos como procesos:

… pedagógico vivenciales, vivenciales, porque busca que los aprendizajes nazcan de la experiencia (re)vivida, en el andar y en la revisión de los pasos. Por lo que la relación entre conocimiento emancipador y sujetos, sus fines y los caminos de aprendizaje están en constante revisón, se recrean en la contingencia y en el quehacer colectivo.

… históricos, ya que parten de los contextos históricos múltiples pero articulados. Busca afirmar territorialidades conectadas. Recupera memorias y potencia la capacidad de escribir nuestra propia historia.

Asume al cuerpo-territorio como una relación constitutiva de los sujetos, que nos sitúa, por donde transita y se reconocen las relaciones de poder así como los horizontes y estrategias que pretendan transformarlos.

… ecológicos, porque concibe las realidades sociales así como las experiencias pedagógicas como un conjunto de interacciones entre las personas y todo lo que les rodea. Interacciones con afecciones mutuas.

Busca conciliar las diferentes dimensiones de la vida (social-natural), provoca la conciencia de la interdependencia entre las personas y los otros seres y elementos que constituyen la naturaleza.

… radicales, porque busca de ir directamente hacia las raíces de las situaciones de opresión para trasformarlas. En ese sentido rehace historias, redefine conceptos, replantea prácticas y actitudes, amplia y multiplica las dimensiones espacio-tiempo, imaginarios, valores e ideologías.

Durante la sistematización se sumó a esta noción la idea que estos procesos dentro de un taller, encuentro o proceso formativo tomaban forma de un ecosistema, un sistema complejo conformado por múltiples comunidades e individuos que interactúan entre sí para generar la energía necesaria que sostiene la vida. Por ello es fundamental comprender las condiciones desde donde se parte para establecer los diálogos: qué saberes, experiencias, valores, ideologías, sentimientos, deseos… traen las personas.

También comprender las dinámicas de las interacciones entre ellas durante la convivencia. Como todo ecosistema, los diálogos son un proceso vivo que se mantiene en cambio permanente, y está compuesto por ciclos de cada elemento que lo constituyen (los ciclos de la confianza, de los afectos, de la construcción del saber individual y colectivo, del posicionamiento y reposicionamiento…) que suman a su ciclo general de vida.

Aunque es orientado, ningún ecosistema puede ser totalmente controlado por que se desarrollan demasiadas interacciones simultáneamente y porque cada individuo u organización se adapta a los cambios (aprende) con ritmos y lógicas distintas. La energía se conforma por todo lo vivido. Es decir lo sentido, lo querido, lo deseado, los miedos, las angustias, las soledades, lo aprendido…

El flujo depende de las capacidades por procesar lo vivido, por metabolizar y por concatenarlo al proceso general. Si apareciera un nudo en alguno de los procesos individuales o ciclos, el flujo se reduce o para afectando al proceso general. Por esa razón es importante mantener equilibrios, saber abrir y cerrar momentos, desarrollar capacidades, afianzar los vínculos, cuidar los afectos, la libertad creadora, la fe y las motivaciones más profundas, para no sobrecargar, potenciar y desgastar la energía individual y colectiva.

La geografía que conforma los ecosistemas de los diálogos son: el cuerpo, territorio, poder, memoria, subjetividad, espiritualidad, saberes y formas de expresión. Una premisa importante en los ecosistemas pedagógicos es la integralidad del sujeto que aprende, la diálectica del saber que articula el pensar, el reflexionar, el sentir, el hacer, el crear, el recordar, el desear, el soñar… y todo simultáneamente en el ser.

Y por último, la integración con un ecosistema mayor, la conciencia de ser parte de procesos históricos más amplios de transformación social y de ser parte de los ciclos naturales. Así lo expresaba una dirigenta indígena:

“Vengo de Ayacucho, allí las mujeres estamos maltratadas, estoy contenta de compartir con ustedes, es como tener 5 dedos; los 5 dedos de la mano son distintos, pero es una sola mano. Veo ahora que nosotras también aportamos a construcciones colectivas, a pesar de nuestras diferencias. Pero la colonización nos había hecho pensar que no lo hacemos”. (Diálogos de Mujeres).

Orientaciones

Para profundizar lo dicho, el ecosistema de los diálogos se realiza con los siguientes elementos y orientaciones:

1) El punto de partida para la reflexión transformadora es la experiencia vivida. No se trata de hablar en abstracto. Al revés, la reflexión de la experiencia concreta interpela a los sujetos. La experiencia está situada y cargada de circunstancias, relaciones, y del senti-pensar de los sujetos.

Aludir a la experiencia y mantener el análisis y construcción en conexión con esta, desencadena un flujo potente y complejo de reflexiones. Incluso genera potenciales tensiones y conflictos, tanto como moviliza afectos, sensaciones y solidaridades. El camino consiste en recuperar las historias, momentos o situaciones significativas vividas, encontrar rutas que permitan expresarlas en su complejidad y riqueza, problematizarlas y generar espacios de diálogo para el interaprendizaje más plural de los sujetos.

Hay que decir que no son experiencias cualquieras que se encuentran en los diálogos, sino experiencias personales que movilizan los distintos campos del saber, lo sensitivo, lo afectivo, la memoria, y sus dimensiones políticas. Justamente el partir de la experiencia vivida hace que las historias y subjetividades políticas colectivas se puedan encontrar y reencontrar de otra forma.

2) Reconocemos la parcialidad de nuestro conocimiento. Cada unx sabemos desde nuestra historia, territorio, y afectos. Por lo tanto, nos necesitamos para comprender el mundo desde su complejidad, para analizar los sistemas de poder articulados, y para alcanzar liberarnos. Apostamos entonces por una ecología de saberes (saberes conceptuales, espirituales, emocionales, relacionales, afectivos, comunitarios, populares, etc.) y de procesos de transformación social desde la paridad entre los saberes diversos.

Con la conciencia que cada uno de ellos juega un rol concreto y clave en el funcionamiento de ese sistema y la anulación de cualquiera de ellos, por más pequeño que sea, desequilibra el sistema mismo. Para que esta ecología puede fluir, necesitamos movilizar distintos lenguajes (senti-cuerpo-pensante) para tener un diálogo en que no se prioriza un conocimiento o lenguaje sobre los demás, un diálogo que se desarrolle desde la horizontalidad.

3) Justamente porque se trata de principios, todo proceso tiene intencionalidades, es decir, nuestras formas de hacer apuntan a provocar (que no es lo mismo que controlar o predefinir) la identificación, reconocimiento, problematización de relaciones, motivaciones, capacidades, actitudes, comportamientos e identidades de lxs sujetos y entre sujetos. Entre las relaciones que merecen nuestra atención principal se encuentran las relaciones de poder y las que emergen en el encuentro entre culturas (de género, étnicas, organizacionales, generacionales, etc.) de lxs sujetos que participan en los procesos de reflexión-acción (interculturalidades en el sentido más amplio).

En ello es necesario pensar, sentir, actuar desde las opresiones para provocar nuestras liberaciones, porque no nos liberamos solos como decía Freire, nos liberamos siempre en comunión.

Es clave darse cuenta que ello depende más de nuestro posicionamiento frente la realidad, que de la realidad misma. Es decir, la opresión, pobreza o marginalización siempre existen, pero la cuestión es de qué forma está siendo percibida y qué tipo de acción inspira frente a la misma. En este sentido, buscamos también trabajar sobre estas percepciones.

4) Asumimos a los Diálogos también como espacios prefigurativos, en los cuales buscamos vivir y construir prácticas y relaciones distintas al status quo. Se busca hacer visible, entender, desnaturalizar y desaprender las relaciones de poder que conocemos y vivimos, y explorar en colectivo otras formas de poder. Esto a la vez implica vivenciar esta pedagogía en todos los espacios de la vida.

5) Por ello, los Diálogos buscan ser espacios de creación de afectos y transformación de relaciones. Donde es de suma importancia el cuidado mutuo, el hablar desde el corazón, el construir confianza, el valorarnos y reconocernos, el amarnos… porque el amor es fuente de poder. A la par, es vital saber escuchar a nuestro cuerpo, aceptar y transitar con las emociones, saber sostener una alegre rebeldía por sobre las desesperanzas y los ánimos de muerte, una cálida humildad por sobre la soberbia y el cinismo.

6) Los Diálogos son un proceso creativo sino más bien artístico. Consideramos que la potencialidad de las artes radica en la capacidad que tenemos todos y todas de crear, de transformar-nos, de reencontrarnos con nosotrxs mismxs y liberar-nos. Apelamos a la expresión de nuestro sentipensamiento a través de diversos lenguajes y composiciones artísticas de modo individual aunque sobre todo colectiva.

Vamos explorando la creación de formas, alegorías, metáforas, matices, texturas, polifonías, movimientos, narrativas, rituales… buscando disputar los imaginarios que están formados por representaciones simbólicas. A menudo, de esta manera logramos articular y comunicar mejor lo que queremos decir, palabras que casi siempre están cargadas de diferentes significados, que contienen más que razón, emociones, recuerdos, sensaciones… etc.

7) Por lo descrito arriba, los procesos de los diálogos no pueden ser otros que emergentes. No pueden tener una ruta o cauce preestablecido, aunque se diseñen, en cierta medida se reinventan en el camino. En consecuencia su construcción es continua y hecha en colectivo, y aunque es gestionado desde un equipo facilitador está abierto a la apropiación de lxs participantes.

Solo de esta forma se interrelaciona con la vida tal como es: compleja, contradictoria y cambiante. Implica que el propio equipo facilitador tenga que pasar inevitablemente por un proceso de reposicionamiento durante el taller, y derrumbe la separación jerarquizante clásica entre formador y

formados.

8) El conflicto tiene un lugar importante en los Diálogos; pues es en ello que se visibiliza las distintas formas de ver el mundo, se afirma y flexibiliza

identidades, se logra posicionamientos y reposicionamientos, se evidencia más claramente las relaciones de poder y otras dinámicas sociales. Los conflictos son parte de la vida humana y en sí mismos no son negativos, por lo contrario pueden provocar acercamientos más intensos y la consolidación de aprendizajes. El gran desafío es convertirlos en oportunidades de aprendizaje.

Por eso creamos condiciones en los diálogos para que los conflictos y tensiones pueden presentarse y procesarse. Ello puede darse por ejemplo, a través de dinámicas que hagan presente nuestras propias inconsistencias o contradicciones en nuestras relaciones, prácticas o discursos. O que provoquen interpelaciones. La contención afectiva, la confianza, la asertividad en la comunicación son claves para estas situaciones.

Cuadro 3. Situación II: Conflicto – Diversidad sexual vs. Luchas por el territorio

En uno de los talleres surgió un debate fuerte sobre la naturaleza de las luchas por la justicia de género, en comparación a las luchas territoriales (y una jerarquización de las luchas). Se planteó una distinción entre los objetivos de las feministas y activistas de diversidad sexual, los que apuntarían a derechos e igualdades, y los objetivos de las luchas territoriales, que apuntarían a combatir poderes, cuyo ejercicio de la violencia llega hasta atentados directos contra la vida:

“¿contra quién pelea [en el caso de una lucha de género]? Derechos, igualdades, etc., pero en el caso del otro [resistencia territorial], es más complejo porque peleamos contra un poder que tiene leyes especializadas, peleamos contra un poder económico que no escatima en amedrentar a la familia, que no escatima en hacer daño a tu persona y si es posible matar, es muy diferente ese tipo de luchas, no se pueden igualar son cosas totalmente diferentes y la minería tiene sus prácticas igualitas, y conocemos de muchos lugares cómo han matado dirigentes, cómo han violado personas, cómo han arrasado ciertos sitios”. (Dirigente varón, Frente de Defensa. Taller II “¿La unidad hace la fuerza?”. Diciembre 2010).

Sin embargo, frente a esto se responde que esta distinción no tendría sentido, toda vez que las luchas por la justicia de género enfrentarían sistemas de

poder entrelazados entre sí. Asimismo, se incidiría en que el tipo de poder que se enfrenta, si bien aparentemente funciona de manera distinta, también tiene consecuencias letales directas:

“Y entonces cuando tú dices (…) que nosotras peleamos por derechos y ustedes están peleando por el poder, visiblemente no estás entendiendo nada de la lucha que estamos llevando nosotras, porque yo creo que esa lucha fundamental desde esas otras perspectivas tiene que ver contra sistemas articulados. Es el sistema capitalista sin ninguna duda pero también el sistema racista, el sistema patriarcal que existe…” .

“Entonces, yendo más allá en relación a lo del poder, a los homosexuales y a las lesbianas no solamente las violentan así sino que las matan. En América Latina hay un nuevo fenómeno que se llama el feminicidio que son los crímenes de odio a mujeres que las matan solo por ser mujeres”. (Activista lesbiana y feminista. Taller II “¿La unidad hace la fuerza?”. Diciembre 2010).

Aún más interesante que el diálogo en sí, fue que la activista lesbiana luego se sentó con el dirigente anti-minero en el almuerzo, y discutieron sus diferencias y perspectivas.

9) Finalmente, todo ello implica asumir con transparencia nuestro rol y también nuestra identidad particular como educadorxs populares. En los Diálogos participamos como un sujeto político con posiciones e intencionalidades propias, y no como dinamizadores de procesos externos ni colaboradores.

Somos educadorxs que aprenden en la práctica con los movimientos sociales, siendo a la vez movimiento y deseando potenciarlos.

Cuadro 4. Situación III: Educadores como sujeto político: “rev(b)elar la importancia del aprender”

En el Diálogo de Saberes y Movimientos I surgió el dilema para cada unx de lxs artistas, educadores, comunicadores e investigadores presentes de cómo formulaban su identidad y si querían posicionarse como sujetos políticos, o no (ver el cuadro de las identidades). Lxs investigadores optaron por no hacerlo,

pero lxs educadores, comunicadores y artistas decidieron armar su propio grupo, y participar desde allí en el diálogo con los otros movimientos. En las dinámicas y días posteriores fueron consolidándose como un solo grupo, que afirmó una postura que mantenemos claros desde este día hasta ahora: somos un movimiento dentro de los movimientos. Este posicionamiento fue fraseado asi:

 “Pensar en la transformación como un proceso permanente individual y social para enfrentar un sistema que nos oprime y el que reproducimos “. (Agenda de lxs artistas, educadores y comunicadores. Taller I Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales. Mayo 2010).

En otros diálogos y encuentros se insistió en el rol particular y los aportes de educadores, comunicadores y artistas: “luchar contra el analfabetismo político, emocional y corporal”; “rev(b)elar la importancia del aprender”, “para”, “por”, “entre”, “con” la gente”; y la “desjerarquización de todas las relaciones personales y sociales”. En las discusiones sobre la unidad y articulación, “lxs comunicadorxs y facilitadorxs de procesos de cambio social” (así se identificaron en este espacio) plantearon:

“¿Qué aportamos a la unidad? Una metodología alternativa que implica una concientización sobre la importancia de los procesos y una forma y prácticas de vida. Segundo, una epistemología radical para trabajar identidades y subjetividades. Tercero, la valoración del individuo y las individualidades. Eso era en cuanto a los aportes, nada de asistencialismo ideológico de un tipo sino aprenderlo con los demás.

¿Qué necesitamos para cambiar? Tener una permanente autocrítica y capacidad de crítica de los contextos. Procurar prácticas de autoevaluación y reflexión hacia el aprendizaje mutuo. Incluirnos más como sujetos de cambio. Y por último sintonizarnos para mejorar nuestra capacidad de lectura de contextos y dinámicas.

¿Qué necesitamos de los demás? Que nos ayuden y expliquen sus necesidades y contextos. Apertura y capacidad de crítica para aportar en sus procesos. Y por último compartir y conocer sus experiencias diversas”. (Conclusiones del grupo de trabajo en el Taller II ¿La unidad hace la fuerza? Diciembre 2010).

Hilos metodológicos

“Es que los compañeros del grupo de comunicación hicieron una expresión que me resulta difícil de comprender, algo así como una epistemología no sé qué. De paso quiero decirles que parte del proceso del tema de la unidad, es el lenguaje y los métodos que tenemos que hacer en nuestras expresiones porque si no excluimos”. (Militante mujer de un partido político. Taller II ¿La unidad hace la fuerza? Diciembre 2010).

 “Yo creo que eso hoy me ha llevado y voy a tener más ese cuidado de ver y aprender a expresar lo que siento realmente. Yo creo que eso es lo que nos falta bastante, el expresar realmente lo que sentimos, porque muchas veces pensamos muchas cosas pero no lo decimos, no lo expresamos por miedo, o porque se pueden burlar o pueden decir”.

(Dirigenta agricultora. Taller I Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales. Mayo 2010).

“Nos podemos reír al decir que estos cuerpos que tenemos son nuestra cárcel del alma pero, la consecuencia es que hay una pedagogía que todavía separa al cuerpo y el alma y que todavía divide la razón de los sentimientos y de los pensamientos, que todavía hay separación de seres humanos y naturaleza, entre lo público y lo privado y que la producción de conocimiento hegemónico está racializada y sexualizada, que las teorías legitimadas por el poder han sido elaboradas fundamentalmente sin la participación de las mujeres ni de los pueblos negros, indígenas, ni de las disidencias sexuales”. (Educadora popular argentina. Taller V Diálogos de Saberes y Movimientos, 2014).

De los hilos pedagógicos se desarrollan metodologías adaptadas a cada Diálogo. Es decir, se establece una ruta provista de enfoques, herramientas y otros insumos que faciliten el interaprendizaje. Por eso que se crean situaciones reflexivas a partir de experiencias personales, organizacionales y/o de lucha, y se diseñan procesos más o menos estructurados de autoridad compartida.

Un ejemplo de una situación que expresa la propuesta metodológica, podría ser:

“Tres personas tienen gripe aviar, y puedan contagiar a lxs demás si logran tocar una parte de su cuerpo. Lxs infectadxs dicen que parte del cuerpo es contagioso, y lxs demás tratan de juntar estas partes de su cuerpo (nalga a nalga, ombligo a ombligo, nariz a nariz). En estas parejas se comparten recuerdos: su primer amor, un recuerdo de su familia, su primera participación en la lucha, un recuerdo de su lugar de origen, algo que le gusta de su cultura, su lucha principal”.

Así como los enfoques se adecúan al momento político y al territorio donde llegan, los colores del tejido son distintos en cada taller o encuentro. Aunque se compartan rasgos generales de las metodologías de los talleres, estos varían por ejemplo por la cantidad de participantes que ha variado entre 40 y 70. Puede existir mucha flexibilidad, pero lo ideal es que no haya menos de 30, ni más de 60 personas.

Otro criterio metodológico fundamental entonces es la diversidad en el grupo, ya que se aprende de la diferencia y la complementariedad. Como se tratan de diálogos interculturales, se debe considerar la proveniencia de lxs participantes ya que vienen de distintos territorios del país (Cajamarca, Cusco, Puno, Arequipa, etc.) y cuando ha sido posible también desde afuera del Perú.

De esta manera, han participado durante estos años personas desde Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia, Guatemala, México, Estados Unidos, Alemania, Suecia, Holanda, Estado Español, Euskal Herria y hasta de Mozambique. Participaron quechuas,aymaras, boricuas, shipiboo, kokama, nasa, maya, afrodescendientes, rondas campesinas y otros pueblos más.

Cuadro 5. Situación IV: Las identidades como interpelación y construcción –Trabajo sobre las identidades en el I Diálogo

Ya que la diferencia, la parcialidad de nuestro saber y la multiplicidad articulada de las opresiones y liberaciones han sido fundamentales en los diálogos, lógicamente la noción de identidad ha estado en la raíz de mucho de lo tejido. Con ejercicios que nos hacen preguntarnos por ¿Cómo nos identificamos? ¿Qué nos define, que nos caracteriza? ¿Cuál es nuestra lucha principal? ¿Con quiénes nos identificamos y queremos trabajar juntxs?

Probablemente, fue el I taller de Diálogos de Saberes y Movimientos donde trabajamos con más dedicación de tiempo en una secuencia de identificaciones, posicionamientos y reposicionamientos que generó un mapa de nuestras identidades.

A partir de dinámicas como la licuadora, en lo cual armamos distintos grupos por rasgos identitarios distintos (color de ojos, tamaño, etc.), terminando con grupos por identidad de lucha, fuimos agrupándonos. Otros ejercicios reflexivos profundizaron la discusión sobre las agendas, rasgos, situaciones, estrategias y experiencias que constituían esas identidades.

A la vez, se abrió la reflexión sobre las cosas comunes y las diferencias con otros grupos, generando reacomodos. Luego se realizaron diálogos bilaterales entre diversos grupos: entre feministas y movimientos de mujeres, entre educadores, comunicadores y artistas, y entre el grupo de derechos colectivos y de diversidad sexual.

Estos diálogos provocaron un último reacomodo, haciéndonos concluir el taller con cuatro grupos identitarios: movimiento de mujeres y feministas, movimiento de diversidad sexual, movimiento de derechos colectivos y minería, y movimiento de educadores, comunicadores y artistas.

Cada uno trabajó su agenda y revisó sus estrategias, readecuando a la vez la percepción de sí. Varias personas cambiaron de grupo en el camino, y las definiciones de las identidades personales y grupales fueron revisadas, afinadas y reformuladas en varios momentos durante el taller.

Buscábamos provocarnos, generando reflexión sobre los elementos más fuertes de nuestra identidad, pero también sobre la multiplicidad de lo que somos y las múltiples identidades que tenemos, sobre las fronteras borrosas entre identidades, y sobre la posibilidad de cruzar, permear o hacer diluir estas fronteras, creando lazos, puentes y confluencias.

Es decir que se pueden generar procesos de confluencias identitarias, pero siempre a partir de desnudar y poner sobre la mesa las diferencias como punto de partida. Sin juntarnos, homogenizándonos por necesidades teóricas, buenismo y/o falta de autonomía. La construcción de una unidad real y profunda (identidad compartida) pasa por reconocer al otro, por redescubrirnos en el otro, por identificar lo esencial que nos posiciona codo a codo en relaciones de horizontalidad, en una lucha compartida contra los sistemas de opresión comunes.

Lunes: tarde “Lucha principal” (Dinámica Gripe Aviar)

Lunes: mañana “Identidad personal” (Dinámica de la licuadora)

Martes: mañana

Miércoles: mañana

Anexo 2: Desarrollo de las identidades por grupos

Celebración de la diversidad

Mapas

Cuando es un taller de diálogo entre movimientos, además de que participen personas de distintos movimientos siempre buscamos que hayan personas con distintos roles dentro de sus movimientos (dirigentes principales, dirigentes intermedios, educadores, artistas, comunicadores, investigadores militantes, etc.).

Los diálogos no son espacios representativos, ni de negociación y/o de coordinación orgánica y en este sentido se buscan tener más bien personas con ganas y apertura para dialogar y trabajar de formas diferentes durante unos días.

Aunque nos gustaría que los diálogos se realizaran más en las distintas provincias del país, en general se han dado en Lima, por las facilidades que trae[14]. El espacio que se utiliza generalmente es tranquilo, con lugares abiertos e iluminados, con suficiente espacio para trabajos de grupos y para plenarias, con contacto directo con la naturaleza, y con muros donde se puedan pegar banderolas, papelotes y tarjetas. Idealmente hemos buscado que todxs lxs participantes duerman y vivan en comunidad durante el diálogo, pero por presupuesto ello no siempre ha sido posible.

El tiempo mínimo de un taller de diálogos es de un día, pero necesitamos y preferimos trabajar 2 o 3 días para poder realizar un proceso más completo. En ello, el compartir en las noches es fundamental también.

La secuencia metodológica es distinta en cada taller, dependiendo del tiempo disponible, de la diversidad cultural, política, generacional en el grupo de participantes, y la temática u objetivos escogidos. Algunos elementos siempre presentes incluyen:

i) conexión con el entorno, a través de una mística de distinto tipo, que nos pueda conectar con la naturaleza/Pachamama, con los antepasados o futuras generaciones, y/o simplemente con el espacio/realidad donde conviviremos durante los días del diálogo;

ii) la construcción de confianza en el grupo, y apertura para vernos a nosotrxs y a lxs otrxs de otra forma, que incluye una presentación inicial y holística de quiénes somos los que allí estuvimos. No nos enfocamos en las formalidades, sino en encontrarnos como personas, con nuestras complejidades, fortalezas, desafios, sueños, dolores y luchas;

iii) reconocimiento de experiencias significativas vividas por los participantes.

Las experiencias nos ofrecen una mirada rica y compleja de las realidades, relaciones y contextos en los cuales los participantes intentan generar transformaciones. Nos permite ubicarnos en el momento histórico, en la realidad sociocultural y en el territorio, para entender los desafíos para la transformación social;

iv) la profundización en torno a la temática u objetivos del taller, que dependen de lo que se estableció para el taller. En distintos momentos del encuentro se trabaja, por un lado a partir de momentos de conexión de nuestras subjetividades y cuerpos a través de dinámicas, intercambios y lenguajes diversos, que permitan generar aportes significativos a la comprensión de la temática y al posicionamiento frente a la misma; y por el otro a partir de un diálogo entre perspectivas y experiencias diferentes en relación a esa misma temática, que permita abrir espacio de decodificación profunda de la misma;

v) la construcción de conclusiones, miradas, aprendizajes y nuevas preguntas como resultados del taller. En ello lo principal es el reposicionamiento de los sujetos, de las personas que participaron del proceso. Pues, se espera que salgamos del ecosistema de forma diferente a como entramos, por haber fluído, bailado, escuchado, sentido, hablado, pensado, hecho. Este reposicionamiento abre un nuevo ciclo de reflexión acción que supone interrogarse y construir condiciones para realizar ensayos tratando de poner en práctica las iniciativas de transformación para encarar los desafíos que en este encuentro identificamos;

vi) la clausura, que incluye la despedida del entorno, pero también la toma de conciencia de lo hecho y aprendido y el espacio para expresar los nuevos afectos y relaciones creados en el Diálogo;

vii) después viene el trabajo de sistematización y construcción de los productos del taller. Ellos también son variados, y han incluido, además de las memorias más literales, cartillas, mapas, y videos. En la medida de lo posible este proceso también es participativo.

III. Aprendizajes y saberes tejidos en el proceso

“… pensar en la política también como una experiencia pedagógica y (…) atrevernos a mencionar que también estos espacios de diálogo son espacios de formación y la diversidad de sujetos políticos que están presentes, ayudarían no solamente a complejizar los debates sino a agarrar algunos que son muy difíciles de tocar solamente como de una forma uniorganizacional”. (Militante varón. Taller IV Experiencias organizativas. Noviembre 2011).

Cuando decimos que los diálogos son una propuesta política, pedagógica y epistemológica, estamos diciendo que son también un espacio y propuesta de construcción de conocimiento, reconociendo que los movimientos sociales construyen saber, teoría y nuevas posiciones desde donde ver y vivir el mundo.

La academia a menudo recoge y formaliza estos saberes. Hablamos de que existe una academia extractivista, que expropia e individualiza saberes, a partir de la construcción histórica de la academia como supuesto lugar privilegiado o hasta único de producción de conocimiento, confundiendo la oficialización del saber en las jerarquías sociales, con su generación.

Frente a ello, la propuesta epistemológica de los diálogos afirma que cualquier saber es el resultado de procesos colectivos. La construcción de conocimiento es como el tejer, si se juntan colores distintos salen combinaciones nuevas, pero también afirma que el propio proceso de tejer es un proceso de transformación, de creación de algo nuevo. Por lo tanto, afirmamos que los diálogos entre distintos saberes y lenguajes enraizados en sujetos y luchas sociales, permite la creación de nuevas intersubjetividades y nuevos saberes.

Y más allá de la “novedad” de las ideas, resulta fundamental su enraizamiento en los sujetos y sus acciones. Es decir, no se asume el conocimiento como algo desvinculado de la realidad que lo genera, ni de la acción transformadora que se realiza a partir de los posicionamientos asumidos.

Aquí queremos recuperar de modo sintético algunos de los tejidos de saberes que surgieron de los diálogos. En la selección de perspectivas, ideas, conceptos que se construyeron enfocamos en algunas discusiones recurrentes que aparecieron en más de un encuentro. Dejemos hablar principalmente a quienes participaron, a través de las citas:

Transformación personal, colectiva y social

En los diálogos se discutió mucho sobre las relaciones entre la ética y la política, entre las luchas emancipadoras de las que somos parte y de nuestras luchas personales para ser coherentes con nuestros ideales y apuestas:

Creo que también, el sketch que nosotros hicimos también demostraba que cada uno de nosotros plasmamos ese conflicto unitario, somos en un momento democráticos y en otros momentos salen los 15, 18 años de formación que seguramente hemos visto en nuestros hogares, patriarcalismos y lo reproducimos seguramente. Entonces, ¿cómo lidiamos con ese conflicto?”. (Activista cultural, varón. Taller II ¿La unidad hace la fuerza? Diciembre 2010).

“Yo sentía que uno de los principios que fui aprendiendo en el camino con los compañerxs de las educaciones populares es que de alguna manera reconoces que estás bajo un sistema con múltiples opresiones y que un espacio no va ser emancipado en la medida de que no se reconozcan esas opresiones, nunca vas a teñir un espacio totalmente emancipador, siempre es un proceso de construcción pero es importante afrontarlas y hacerlas explicitas. Yo sentía que a veces los educadores populares necesitamos dudar más de lo que hacer en el mejor sentido de la expresión porque si hemos sido, si aceptamos que hemos sido educados de forma machista ¿no podemos asumir que replicaremos estas conductas? y ahí me gustaría ponerle atención a esa palabra de Desaprender y creo que el sentimiento más importante en el proceso de un aprendizaje emancipador es la capacidad de dudar sobre algunas cosas que ya crees tacitas o buenas y positivas per se. Sino dudáramos de eso no podríamos dejar de ser homofóbicos, machistas, no podríamos construir valores más libertarios”. (Plenaria Identidad del educador popular, Taller I Diálogos de Movimientos y Saberes, 2009).

Entonces, estamos –incluyendo lxs facilitadorxs– atravesados por los sistemas de dominación, y las reproducimos también. Ser consciente de ello, es un paso clave en cualquier proceso de transformación. Es por ello, que afirmamos que la transformación siempre es personal, colectiva y social a la vez, capaz con velocidades distintas, relaciones complejas, pero inevitablemente dándose en estas distintas dimensiones para poder generar transformaciones sistémicas.

A la vez, apareció insistentemente en los diálogos que justamente en la coherencia entre esos ámbitos aparentemente diferenciados residen los desafíos más grandes. Pues, por ejemplo, hay buenos dirigentes que puedan resultar padres irresposables o maltratadores con sus esposas.

También se dialogó mucho sobre las dificultades de transformar nuestras formas de organizarnos y también nos dimos cuenta que ello responde al momento y a las estrategias:

“Si entendemos que las crisis y los problemas del mundo no se están resolviendo, que quizás se están poniendo cada vez más graves y cada vez más difíciles, eso genera obviamente una necesidad muy grande por parte de los sistemas de poder crear otros mecanismos de dominación, otras formas de controlarnos a través de la producción de la subjetividad”. (Militante varón. Taller I Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales. Mayo 2010).

Consideramos que es importante vivenciar esta pedagogía liberadora en nuestras casas, en nuestras organizaciones, a nivel personal y a nivel colectivo, porque como dice la consigna feminista lo político es personal y lo personal es político:

“Para nosotras la pedagogía emancipadora parte entonces de los cuerpos, esos cuerpos en los que reconocemos las opresiones, nuestros cuerpos, y también distintas opresiones, porque acá por ejemplo Horacio decía, bueno hay un hombre poseedor blanco que oprime a mujeres desposeídas, pero también hay hombres desposeídos que oprimen a mujeres desposeídxs, ¿no? y también hay mujeres que oprimen a mujeres, es decir, es más compleja la trama de las opresiones”. (Educadora popular. V Diálogo. 2014).

“Lo decía alguna mesa en el encuentro, no hay que pensar en cosmovisiones sino en cosmovivencias, ya que no son cuestiones que en las comunidades no se den que simplemente se imaginan, sino que en muchas de ellas así se practican. Y también pensar en esta cuestión de la complementariedad no como una cuestión solo lineal y de ida y vuelta, sino en espiral, en vaivén, porque la complementariedad se puede definir como la relación hombre y mujer pero también cómo el hombre busca su feminidad y como la mujer busca su masculinidad y cómo se interpelan ellas mismas”. (Militante, varón I Diálogo. 2010).

Frente a ello, los Diálogos son una pequeña irrupción politizadora, que a partir de las perspectivas y experiencias distintas de sus participantes nos ha permitido vernos, interpelarnos, preguntándonos tanto como conectamos nuestras luchas por la transformación personal y por la transformación de la sociedad, como también de qué forma están presentes en nosotrxs las sistemas de dominacón que identificamos.

Además, estas discusiones sobre las distintas dimensiones de los cambios que buscamos tienen una correlación importante en la revisión de nuestra cultura política, sobre las formas y prácticas de organizarnos, de procesar diferencias y conflictos, de toma de decisión, etc. en nuestras propias organizaciones:

[Momento emancipatorio ante] “otros movimientos sociales que tenían el mismo discurso que yo, solo que de la cintura para arriba. [Fue] cuando me sentí un militante de izquierda no tan querido por esa ‘chevere’ izquierda (…) Creía que mi posición de gay concordaba con la lucha anti-hegemónica. Me sentí cuestionado (…) me liberé de la sacralización de los movimientos sociales. Me hice consciente que la articulación me sería fácil. Porque me permitía ser crítico, cuestionador”. (Militante LGTBI, joven. I Diálogos de Movimientos y Saberes. 2010).

“… creo que también hay una necesidad de replantear hacia dentro cómo se está construyendo el movimiento (…) y eso pasa por hacer reflexiones por ejemplo en relación a las relaciones de poder que muchas veces se generan y que no permiten, por ejemplo, construir una agenda desde las mujeres afrodescendientes, porque esta discusión puede llevar a replantear que más allá de querer construir movimiento estamos haciendo una división del movimiento”. (Activista mujer y afro. Foro VII Alternativas al Desarrollo. Diciembre 2011).

En los distintos talleres se planteó que nuestra capacidad de cambiar nuestra sociedad, depende de nuestra capacidad de renovar la política, de crear culturas políticas distintas dentro de nuestras organizaciones. Fluyeron palabras como autonomía, autogestión, horizontalidad, democracia radical. A la vez, quedó claro más de una vez que estas palabras son complejas y difíciles de concretar en una práctica real.

Identidad(es), unidad y articulación: entre las luchas principales y el caminar juntos

Como ya evidenciamos en la situación IV, el trabajo desde la subjetividad en los diálogos puso nuestras identidades en el centro de la construcción política y del propio diálogo. Entendimos que las identidades son una materia prima de cualquier proceso de organización y transformación social, como también para cualquier proceso de articulación. Sin embargo, descubrimos varias complejidades en estos procesos:

“Si bien es cierto que hay identidades que cada uno de nosotros puede tener, creo que a veces, como se dijo por acá, esa permanente reafirmación de nuestra identidad no permite que nos reconozcamos como sujetos, no sé, dominados por el sistema neoliberal o por otras cosas. (…) A mí la identidad me parece positiva pero también a veces me parece que termina no permitiéndonos esa convergencia. Eso es algo que permanentemente me preocupa si es que hacer esta reivindicación unitaria es hacerle el juego a otro o en vez de hacérnoslo a nosotros mismos”. (Militante mujer, Colectivo de jóvenes. Taller II ¿La unidad hace la fuerza? Diciembre 2010).

Los Diálogos buscan generar permeabilidad de las identidades presentes, a nivel individual y colectivo, abriendo la posibilidad de crear un reposicionamiento real y profundo de los sujetos. También nos ha permitido reconocer la multiplicidad de nuestras identidades, e inclusive de reconocernos a nosotrxs mismxs a través de los encuentros con otras personas:

“No solamente era un tema intelectual, no solamente era un tema cultural, sino que era un tema de vivencias. Tuve que agradecer, ponerme en contacto con los activistas, y compañeros y compañeras, y hermanos y hermanas, que empezaban a relevar en el Perú hace algunos años el tema del movimiento indígena, tema que no termina de cuajar a mi modo de ver, en eso estoy de acuerdo con lo que dices tú compañera. Y sin embargo, empecé a tener la curiosidad de explorar mi lado indígena, empecé a investigar de dónde venía, por ejemplo mi apellido paterno, mis viajes por el Perú. Entonces todo es un constante aprendizaje”. (Militante y artista, varón. Taller I Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales. Mayo 2010).

La posibilidad del reposicionamiento se abre a partir del reconocimiento, la confianza y el afecto que desarman resistencias artificiales y crean condiciones de interpelación y retroalimentación desde nuestras humanidades, finalmente provocando la identificación de desafíos y compromisos a nivel personal y colectivo.

En todo ello, la cultura juega un rol central, y la interacción y diálogos entre culturas es una oportunidad para recuperar los elementos más emancipadores de cada una de ellas. Reconocemos la interculturalidad crítica que se entiende desde una ecología de saberes, que las culturas son construcciones históricas, a menudo a través de las luchas sociales y las resistencias, que contienen elementos liberadores y opresores, y que están en movimiento siempre. El diálogo entre saberes y culturas buscaría hacer prevalecer los elementos emancipadores y liberadores, y abrir la posibilidad de caminar juntos:

“Yo siento que un proceso de unidad siempre va a implicar que te veas afectado por el otro, no lo vas a poder evitar, la cosa es cómo trabajas con esa afección y dejas que te permee y cuestiones tu propia agenda en base a la agenda del otro”. (Militante mujer, colectivo de jóvenes. Taller II ¿La unidad hace la fuerza? Diciembre 2010).

“La tarea política y pedagógica por encontrar estrategias concretas de encuentro deben sobrepasar las que se manifiestan a través de campañas de solidaridad, o marchas y plantones, donde todos y todas nos sumamos. Deben de ir interpelándonos cada vez más sobre la posibilidad de pensarnos, ponernos, y asumir la agenda del “otro”. (Foro V ¿La unidad hace la fuerza? Diciembre 2010).

Pero también nos preguntamos:

“Entonces mi pregunta a todos es, creo que ya en lo abstracto, en lo teórico, tenemos muy claro que tenemos que trabajar todos juntos (…) La pregunta sería: en la práctica, ¿cuáles son las cosas que no son fácil de trabajar juntos entre las identidades y entre las luchas?”. (Militante varón. Taller I Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales. Mayo 2010).

Se reconocieron varias dificultades. Realmente caminar juntos requiere de procesos de transformación e interpelación personal profundos, que no son fáciles, e inclusive se requiere analizar críticamente las culturas de las que somos parte, para poder transformarlas. En los propios procesos sociales y políticos hay disputas por el liderazgo, la representatividad, las estrategias y los discursos, donde la diferencia puede ser utilizada tácticamente para hacer prevalecer los intereses de uno. También hubo debates más estratégicos sobre si existen momentos en que el conjunto de las luchas emancipadoras pueden avanzar más si reconocen una lucha principal.

¿Puede ser la identificación de una lucha principal una estrategia de articulación? ¿O es que todas las luchas valen igual y deben llevarse a cabo en simultáneo? Así, algunos piensan que el jerarquizar es la forma de construir unidad de forma más operativa, mientras que otros más bien sienten que el jerarquizarlas puede dificultar la solidaridad y complementariedad entre estas:

“Hace diez años se discutió y habló en algunos países de América Latina, en Argentina como en México por efecto del zapatismo, qué tipo de construcción política se podía realizar que respetara las subjetividades, las identidades previamente establecidas, que no las absorbiera, que no las homogeneizara en función de un proyecto hegemónico. La palabra hegemonía de alguna manera está en nuestra categoría política, ideológica de larga tradición en las izquierdas pero (…) mal adecuadas realmente. (…) el término coordinación es de baja intensidad, lo que implica realmente es coordinar acciones sin ceder espacio, sin ceder identidad, sin ceder otra cosa. Es algo más que estratégico que viéndolo más bien táctico. Mientras que la noción misma de articulación o la tradición más llana que tiene y reenvía la noción misma de hegemonía, lo de Antonio Gramsci, gran histórico marxista, es una noción mucho más potente, mucho más fuerte, que sí implica efectivamente constitución en una identidad, no digo superior, pero de una identidad otra, además de la que se tiene, a través de una práctica, de una práctica política”. (Intelectual militante argentina, Taller II ¿La unidad hace la fuerza? Diciembre 2010).

Del reconocimiento de que el caminar juntos implica que creamos identidades nuevas, más intersectadas y liberadoras permitió una postura más crítica a la noción de “unidad” tan presente en el debate político izquierdista en general, y en el Perú en particular, como una noción obligatoria o intocable. En los diálogos se planteó que justamente esta noción ha sido utilizada a menudo para relegar o postergar determinadas agendas “incomodas”, como las relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos:

 “(…) Yo estoy convencida de que dejar de lado las agendas feministas en perspectiva transversal es una limitación política antidemocrática.

Sin embargo no tengo ninguna aspiración de que mi agenda sea la única agenda que trabajemos juntos. Y entonces en ese sentido es un reconocimiento parcial, es una experiencia parcial, importantísima pero compartida por algunas y no por el conjunto, y de un conocimiento con el mismo sentido”. (Intelectual y activista feminista, mujer. ¿La unidad hace la fuerza? Diálogo sobre política, cultura, diversidad y democracia).

“La otra idea es cómo salir de estos espacios con agendas comunes. Le dimos mucha reflexión a esto, agendas comunes que no oscurezcan las agendas específicas de los diferentes movimientos, eso como un reto. Y encontrar una forma de trabajar estas agendas a pesar de la sobrecarga de trabajo en nuestras propias agendas. Buscar esta agenda común a partir de un punto o una dimensión que sea capaz además –como les decía– de no oscurecer las demás entradas. Hacer espacios de interlocución desde nuestros territorios porque eso le daba realmente un nivel de concreción y de realidad, de posibilidad, a las estrategias”. (Intervención grupo América Latina. V Diálogo. 2014).

Cuerpo-territorio

En estos procesos de caminar juntos, las nociones del cuerpo y del territorio, y la equivalencia entre ambas emergió con mucha potencia.

“Acá le escuché a Margarita, una campesina que venía de la zona de Cusco, y ella decía ‘que me quiten mi territorio es que me corten una parte de mi cuerpo’ yo aprendí, esas son frases que se me quedaron grabadas, y es exactamente así, creo que este ciclo de gobiernos progresistas puede ser bien explicado con esta metáfora quirúrgica, hemos sido anestesiados por un flujo consumista, pero hemos entrado al quirófano y nos están amputando una parte de nuestro cuerpo, por suerte, muchas poblaciones siguen vivas, siguen sintiendo en carne propia el dolor de la devastación de los territorios, por suerte, hay poblaciones donde las anestesias del consumo, el fetichismo de las mercancías no hace meya y no hace efecto, están alerta y despiertos, yo creo que eso forma parte de las buenas noticias”. (Investigador militante, V Diálogo. 2014).

Partimos de la comprensión del cuerpo como nuestro primer territorio como personas, donde se encuentran nuestros sueños, recuerdos, dolores, y fortalezas. Desde nuestro cuerpo sentimos, sabemos, pensamos, decidimos y actuamos. En los Diálogos, el territorio emergió más bien como un cuerpo colectivo, como el espacio de vida colectiva entre humanxs y con la naturaleza, de reproducción de la cultura, economía, política y espiritualidad. El territorio es donde damos forma a nuestro futuro y actualidad, es donde constituimos parte de nuestras identidades colectivas.

En los diferentes Encuentros del Diálogo de Mujeres se dió lentamente paso a un intento más amplio y comprehensivo de posicionar el cuerpo como territorio desde una mayor complejidad, recuperando la afirmación del placer como derecho, al mismo tiempo evidenciar las profundas y múltiples otras exclusiones que el cuerpo recibe, por la heteronormatividad, por el racismo, por la alimentación, por la violación, etc. Posicionando el cuerpo como territorio de resistencia-innovación:

“El cuerpo, la sexualidad, la reproducción (salud reproductiva). Nosotras sumamos los conocimientos ancestrales como las hierbas medicinales para hacerle frente a las trasnacionales que patentan nuestros productos”. (Indígena).

 “Es importante contar nuestras historias para ver lo común, incluyendo las diferencias, no partir del rechazo, sino reconocer la diversidad… …un ejemplo es la categoría del cuerpo y del placer del que habla el feminismo, que (está) cruzado también por la categoría de raza-etnia (racismo), el hambre (lucha contra el neoliberalismo), la salud (patentes de medicamentos), patriarcado (diversidad sexual), etc. El cuerpo como expresión de diversidad, de la raza y etnia, de influencias del neoliberalismo. Todos son dimensiones del cuerpo que son melladas y violentadas”. (Feminista en Encuentro de Diálogos de Mujeres. 2010).

En un proceso acumulativo de reflexión e intercambios, los acercamientos de las mujeres indígenas también comienzan a moverse desde la afirmación radical de la diferencia hacia el expresar su reconocimiento, no necesariamente aceptación, con un lenguaje poético, delicado.

“Graficamos un paisaje para ubicar nuestros aportes, nuestras sugerencias, lo que habíamos sistematizado. El paisaje que tenemos es un paisaje natural, un campo y hemos ubicado nuestra sexualidad en las lomas, ¿por qué? porque la sexualidad es algo muy delicado y es algo que debemos alimentarlo, cuidarlo, porque si lo maltratan, como la flor si la maltratan, muere, se acaba. La sexualidad para nosotras es la vida, es la delicadeza, y quizás dentro de nuestras luchas siempre estamos buscando eso, que se nos respete y se nos considere como una flor”. (Indígena. Trabajo de grupo en plenaria. Diálogos de Mujeres. 2009).

“Desde el movimiento de mujeres debemos seguir construyéndonos, seguir reflexionando sobre nuestros conceptos de cada cosa, porque a veces el idioma que nos une, que es lamentablemente el idioma castellano, no es un idioma que construye sino más bien, a veces, tiende a dividir porque una palabra tiene diferentes excepciones. Con el diálogo vamos a superar eso y vamos a unificarnos primero (viendo) qué significa para cada quien. Por ejemplo, ahora nosotras tenemos una perspectiva de lo que es la libertad sexual y de repente es diferente a las hermanas lesbianas, pero pienso que de repente hay puntos que sí podemos concertar y nos puede unir, y esos son temas claves para nosotras, para poder conversar y para poder saber que vamos a respetarnos y que vamos a entender, que criterios llevamos. Lo fundamental es que este es un espacio que se nos brinda para poder difundir lo que es nuestro punto de vista de la vida desde nuestra cosmovisión andina”. (Entrevista líder de la Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería –CONACAMI–. Diálogos de Mujeres).

Estrategias políticas: Estado y autonomía

Particularmente en los años de 2010 y 2011 los Diálogos fueron espacios de análisis estratégico de los escenarios políticos en general, y de los procesos electorales en particular, ya que el país pasó por elecciones locales y regionales (2010) y nacionales (2011). Más que preguntarnos por las tácticas o estrategias electorales, nos preguntamos por los límites, amenazas, desafíos y oportunidades que estos procesos realmente ofrecen a las luchas emancipatorias. Ello fue aún más interesante, ya que en ambos procesos hubo varias victorias de candidatos críticos al estatus quo. Si bien, construimos desde el diálogo una agenda mínima de cambios que se esperaría del gobierno de Humala, reconociendo primero el proceso electoral y luego el gobierno como campos claves de disputa para el cambio, también estaban presentes perspectivas mucho más críticas que insistieron en la construcción de autonomía y poder popular como el camino más importante de emancipación:

“… Cometeríamos un error pensando de que Ollanta va a transformar este país, no, olvídense; la tarea sigue siendo acá, sigue siendo en la raíz, sigue siendo en las escuelas donde hay que hacer reproducción educativa, sigue siendo en los centros de producción, de trabajo, de diversión, de creación, de gozo, ahí están las transformaciones. Y ahí hay un reto en cómo articular un nuevo tipo de organización que no va a ser el viejo partido marxista leninista maoísta con centralismo democrático sino un movimiento de articulación de la diversidad”. (Ex-congresista varón. Foro VI Pistas para la transformación del Perú. Julio 2011).

“También lo que esperamos dentro de esta óptica de fortalecimiento de comunidades es el conocimiento de nuestras propias historias.La práctica, el ejercicio de derechos sin la necesidad del Estado, por ahí viene la cuestión de la autonomía y la autodeterminación. Y finalmente en lo que esperamos es la reconstitución de identidades olvidadas y excluidas dentro del marco de un conocimiento colectivo”. (Dinámica: ¿Cómo es nuestra relación con los demás movimientos? Grupo Autodeterminación. Taller I Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales. Mayo 2010).

Desde una reflexión más compleja se reivindicó también la complementariedad posible entre ambos caminos, dentro de un proceso de renovación de la política y del Estado. Sin embargo, ya en el IV Taller de Diálogos en noviembre de 2011 se habían evidenciado los nuevos dilemas que se desprendieron del gobierno nacionalista, aún en su fase más interesada, en generar cambios y de las limitaciones grandes de generar transformación real:

 “Es que a mí me molesta el tema negociación porque eso involucra tranzar muchas veces e involucra perder agenda, entonces mi pregunta específica: ¿desde qué agendas básicas o desde qué puntos básicos generales y unitarios, nacionales se puede llegar a negociar con este nuevo gobierno, con Ollanta?, porque me parece que negociar involucra tranzar y el tranzar involucra perder muchas veces lo que se ha luchado, se ha construido históricamente. Esa es una pregunta”. (Militante mujer y feminista. Taller III Pistas para la transformación del Perú. Julio 2011).

“Después lo otro es secundario, si negociamos, no negociamos, mira porque el conflicto es negociar, porque el conflicto no puede ser mil años, en algún momento tiene que parar y decir hay que negociar, lo que pasa que negociar puede o no capitular y en muchos casos no creo que sea capitular y en muchos casos sí. Es decir en qué términos se presente la negociación y cómo lo planteamos, ¿qué tipo de ordenamiento tenemos?”. (Dirigente campesino, Taller III Pistas para la transformación del Perú. Julio 2011).

IV. Tejidos, nudos, diseños y horizontes

“Yo puedo decir lo siguiente: Que me voy con una tarea, una tarea que profundizar, desde el punto de vista de nuestra filosofía andina, esos aspectos que nosotros no los hemos tocado hasta ese extremo, hasta esa finura, hasta esa delicadeza”. (Dirigenta Indígena. Diálogos de Mujeres. 2010).

“También del cuidado del cuerpo. Pero, no solo de cuerpo, no. Sino cuidado y afecto. Yo queriéndome con el otro como centrales para construir la articulación del diálogo en el encuentro con el otro.

Y lo que pasa es que muchas veces las experiencias de educación popular están aún muy concentradas en las metodologías académicas y lo escrito como decía ella, los resultados, la bonificación y la sistematización de la experiencia. Y no da tanta centralidad para las otras experiencias que son fundamentales: la danza, la música, la expresión corporal, las místicas, las experiencias, las dinámicas, en el contacto con el otro”. (Grupo Metodología para las alternativas de diálogo. V Diálogo. 2014).

Al final de este recorrido, toca revisar el tejido hecho, sus colores, enredos y nudos. Nuestra evaluación es positiva, lo que no significa que el camino recorrido esté exento de errores, puntos ciegos, preguntas aún sin respuesta, riesgos previsibles, percibibles e inesperados……y muchos retos. Sin pretender ser exhaustivxs, queremos evidenciar algunos de estos retos, en esta última sección. Enfocaremos también en los avances del proceso, en sus limitaciones y contradicciones, y en sus horizontes futuros como espacio/proceso, y como enfoque.

Impactos: un esbozo

Al inicio del texto planteamos que los Diálogos no son un proceso de formación de una organización social o política, ni tampoco un espacio de representación ni articulación formal. Queda claro que los Diálogos no han sido un proceso de masas, sino un conjunto de encuentros en los cuales habrán pasado unos cientos de personas. Y encima es un proceso con objetivos poco comunes de vincular la transformación personal y social, de apostar por la renovación de culturas políticas, y de plantear la necesidad de intersectar luchas.

Cada una de estas apuestas es compleja y responde a un horizonte de mediano plazo. Por todas estas características no es fácil de “medir” o “identificar” sus impactos políticos directos. Igual hacemos un esbozo, basado en entrevistas con lxs participantes y el análisis de la relación entre los diálogos y los procesos sociales de que somos parte.

En un primer nivel, los Diálogos apuestan por la subjetividad, las identidades y los lazos entre la gente. A través de la propuesta pedagógica se abren espacios para la autoreflexión, para la solidaridad y renovación de apuestas y compromisos, para combatir las soledades e intercambiar realidades y experiencias.

Fortalece la autoestima el reconocerse-reconocernos como portadores de experiencias cognitivas, desde culturas políticas organizativas y movimientos diversos que, en proceso de diálogo y negociación, van deconstruyendo prejuicios, desconfianzas, relaciones de poder.

En las entrevistas con participantes queda claro que esta dimensión es una de las más valiosas para ellos. Pues se considera que los Diálogos son una oportunidad única de tomar distancia de la práctica cotidiana, para la (auto) reflexión, justamente desde la conexión entre la transformación personal y social. Dinámicas como el cruce de la calle[15] o el círculo de poder[16], apuntaron a interpelarnos, hacer vernos de otra forma, para deconstruir y reconstruirnos.

Además, los diálogos han servido para la creación de lazos que a menudo han sobrevivido a los propios talleres, que han ido evidenciando y nutriéndonos

con otros múltiples saberes que acompañan, iluminan, esclarecen los que llevamos. Efectivamente de los diálogos salimos distintos de lo que entramos.

Justamente, estos lazos afectivos fueron la primera base para contribuir a diálogos y articulaciones entre movimientos. Los Diálogos generaron dinámicas únicas y nuevas. Por primera vez, dialogaron activistas LGTBI, con organizaciones indígenas o luchas contra la megaminería en el Perú. Se pudieron interpelar de manera muy directa dirigentas populares a activistas feministas. Y de allí surgieron cosas inesperadas, como el correo de una dirigenta indígena con un discurso muy duro, convocando a la marcha por el orgullo gay.

En estos años, poco a poco los agendas y discursos de los movimientos han ido permeándose, y la idea del diálogo entre y dentro de movimientos ha ganado terreno. Y creemos que los Diálogos han sido un aporte a ello, porque justamente lograron juntar activistas y dirigentes más abiertos y comprometidos con crear condiciones para ello.

Los Diálogos también han sido un espacio de construcción de conocimientos y discursos, que apuntaron a la interconexión de luchas, a la equivalencia entre la autonomía sobre nuestros cuerpos y territorios, a la importancia de generar otras prácticas políticas al interior de nuestras organizaciones, a la centralidad de los movimientos sociales en cualquier proceso de transformación y de crear alternativas más allá de las promesas del desarrollo moderno.

Ayudar a construir conocimientos colectivos desde el descubrimiento del sentir-hacer-saber en equipo es uno de los objetivos y logros de los procesos de Diálogos. Estos discursos y agendas han ido ganando terreno en el país. Creemos que los Diálogos han sido parte de este proceso. Vemos también que los Diálogos fueron creando teorías y estrategias que han permeado tanto los espacios académicos y políticos, como los de los movimientos.

El enfoque de los Diálogos se ha consolidado en el proceso y ha ido enriqueciendo y afectando al trabajo del PDTG en otros espacios y acciones. Realizamos procesos de investigación militante, de sistematización de experiencias, de facilitación de procesos por invitación de los actores sociales, de procesos de formación, y eventualmente en la creación de una escuela de facilitadores de procesos de transformación social.

Particularmente en los procesos de fortalecimiento organizacional en que nos involucramos como PDTG, con la FENMUCARINAP, la CONACAMI, o con organizaciones sociales en Ayavaca y Cajamarca, para mencionar algunxs, se ha ido creando una metodología de acompañamiento y facilitación de procesos.

Los Diálogos también permitieron consolidar alianzas en el país y a nivel internacional.

Finalmente, los Diálogos han ido difundiendo un enfoque, una apuesta metodológica y pedagógica, que ha sido recogido, replicado, transformado en muchos otros lugares. A veces muy directamente, como los Diálogos entre Movimientos de Mujeres, con los cuales la ONG feminista Flora Tristan quería dar seguimiento al proceso iniciado por el PDTG, o en la construcción de un programa de cooperación de la ONG belga Broederlijk Delen[17], donde se implicaron varias personas que habían facilitado también espacios en los Diálogos. Los Diálogos viajaron al País Vasco y Catalunya, fueron replicados en formas propias en el Sur Andino, en Cajamarca y Piura, en el movimiento de diversidad sexual y de mujeres, e influyeron en el Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL) y en la Universidad Popular de Movimientos Sociales.

Esto ha sucedido a veces con nuestra facilitación, a veces con nuestra participación y a menudo sin ello. En este sentido, también ha influido en la revisión de prácticas metodológicas en el país.

Cada uno de estos aportes han sido creaciones colectivas de una corriente informal y difusa de militantes, educadores y dirigentes en el país, a la cual hemos buscado aportar y potenciar. En este proceso identificamos también nudos. Los nudos siempre están hechos de los mismos hilos del tejido, y en este sentido lxs consideramos tensiones, contradicciones y retos creativos, propios del proceso de tejer.

Desde la apuesta política: la articulación, el poder y el fortalecimiento

Una primera cuestión justamente se relaciona con los impactos de los Diálogos, en los procesos políticos y sociales. Aunque la autodefinición de los Diálogos siempre ha sido muy clara, la pregunta del “¿para qué es útil?” ha surgido en varios momentos (particularmente en el Diálogo III y IV), con mayor énfasis desde dirigentes principales de luchas locales y de espacios políticos. El argumento ha sido en varios momentos que los Diálogos deberían dar vida a una articulación o una red.

Desde el PDTG hemos dejado abierto esta posibilidad, pero no la hemos querido liderar, ya que una red dirigida por una organización y sostenida por su capacidad de convocar y tener los recursos para hacerlo posible, nos parecía artificial. Aparte de que creíamos que hubo otros espacios de articulación desde las propias organizaciones, que deberían servir para ello. Los intentos en los Diálogos III y IV de avanzar en una red en base a las iniciativas de la gente misma no prosperaron.

Ello nos provocó también la pregunta de por dónde seguir con el proceso de los Diálogos; discusión que nos llevo al menos 2 años, y que entre otras cosas resultó en la apuesta de aplicar el enfoque de los diálogos en espacios más amplios de organización social y política. Entre ellos está el proceso del incipiente Movimiento de los Pueblos por el Buen Vivir, que facilita el diálogo entre distintos procesos locales de organización y movilización social.

Un segundo nudo parte de la constatación de que la afirmación identitaria, de cada unx de lxs participantes y de cada grupo es un proceso vital y sustancial.

Desde el reconocimiento de lo que somos, desde nuestras subjetividades, se alimenta de la práctica y se construye en discurso. Sin embargo, ¿cómo lograr afirmaciones identatarias sin caer en los fundamentalismos? Indudablemente en ello tiene significación central la forma en que nos acercamos a la autonomía.

La autonomía como concepción y como práctica política ha sido el motor fundamental de la capacidad de interrogar la realidad desde la perspectiva de las actrices y actores, desde la perspectiva de la diferencia; ha sido clave para visibilizar presencias y propuestas que validan a los movimientos como interlocutores sociales y políticos. Sin embargo, sabemos también que todas las expresiones de conflictividad social están en intersección permanente con las múltiples categorías de exclusión.

De allí que una autonomía que descanse sólo en la defensa del discurso y el espacio propio (que sigue siendo también una estrategia) deja fuera la reflexión, las luchas y propuestas autónomas desde y dentro los otros múltiples espacios de intersección. Una autonomía que no recupere y visibilice estas intersecciones puede ser muy aislante.

Una autonomía que no recupere las diferentes dimensiones contenidas en ella –política, física, económica y sociocultural– buscando sus conexiones y articulaciones, restringe el campo de maniobra. Es decir, las prácticas de la autonomía centradas en una sola dimensión, o aislada, o centrada en sí misma, es limitante porque lo que se avanza en la defensa propia, sin articulación, no produce transformación de largo aliento. Pero, ¿cómo conectamos entonces la afirmación identitaria y la articulación en diversidad? ¿En qué momentos corresponde qué estrategia? ¿Cómo son, y cómo se construyen, estas autonomías interdependientes de las que hablamos?

El tercer nudo en lo político responde a la apuesta por el fortalecimiento de las organizaciones sociales. Los diálogos como enfoque dentro de procesos de fortalecimiento organizacional llevan a visibilizar y cuestionar las relaciones de poder, la cultura política, las tensiones y conflictos en las organizaciones, generando una base para transformarlos en la vida cotidiana organizativa.

Surgen preguntas de distintas formas. Los talleres envuelven muchas dinámicas, no solo la ejecución misma de lo programado y desarrollado, colectivamente, no solo la mística y los espacios lúdicos, que son de importancia fundamental… también las tertulias informales, los espacios libres, los diálogos de 2, o de 3, tienen un significado político en los procesos abiertos por los diálogos, porque facilitan complicidades, solidaridades, reconocimientos, empoderan, desde la convivencia más íntima en la diversidad. En consecuencia, los talleres y procesos de diálogos impactan en la vida real de las organizaciones.

En este proceso, hay niveles diversos y entrelazados de poder que buscamos entender y visibilizar. Una forma es acercarse al poder como una realidad a confrontar y cambiar y otra, es percibirlo como cualidad a desarrollar y compartir. La explicitación de las dinámicas y de los “nudos” de poder que son percibidos o que van surgiendo; el reconocer las ambivalencias de poder que traen los liderazgos, que no siempre avanzan en el proceso de “mandar obedeciendo” (subcomandante Marcos); el análisis de las dinámicas de poder al interior de los movimientos; el riesgo de la autonomía de los liderazgos en relación a sus organizaciones; los asuntos de transparencia y rendición de cuentas, etc.; todos estos y muchos otros elementos colocan permanentemente el reto de cómo lograr equilibrar el proceso democratizador, iluminando y cuestionando el poder, avanzando en el fortalecimiento organizativo con autoridad compartida, sin disolver la organización.

¿Cómo construir otras relaciones de poder, otras formas de distribución de poder; cómo consensuar lenguajes; cómo fortalecer elementos que consideramos estratégicos para generar transformaciones profundas, estructurales, etc.? Se vuelven objetivos subyacentes a estos procesos transformación del poder de opresión también presente en las organizaciones sociales. Así aprendimos en el acompañamiento a las organizaciones y el activismo desde los movimientos.

Por ello creemos que la renovación de la cultura política es fundamental para generar liderazgos colectivos, fomentar el involucramiento de mujeres y jóvenes, y para generar articulaciones desde la diversidad. Además, creemos que estos procesos de renovación vienen desde adentro del proceso organizativo, a partir de interpelaciones, discusiones y a veces conflictos. En la práctica hemos visto, que este tipo de reflexión sobre el horizonte del fortalecimiento organizacional a menudo se invisibiliza en el contexto de disputas internas, exigencias cotidianas y coyunturas políticas.

Sin una enorme voluntad política en la organización de revisar y renovar sus prácticas de poder, la transformación será inviable, inclusive cuando un enfoque como el de los diálogos propicie algunas condiciones de cambio interno.

Nuestro rol: Caminar juntos

Las discusiones sobre el impacto y objetivo político de los diálogos nos lleva automáticamente a la pregunta sobre nuestro rol como organización. ¿Quiénes somos en el tejido, como equipo, organización y facilitadores? Ya dijimos que no creemos en una separación rígida o total entre participantes y facilitadores, porque todxs aprendemos y orientamos en este tipo de proceso. Todo ello implica también asumir una conciencia de sí y una identidad muy concreta y determinada como educador popular: somos sujetos políticos en primera persona, no simple colaboradorxs o aliados de lxs sujetxs políticxs.

Nos consideramos sujetos políticos que afectamos y somos afectados en los procesos de los que somos parte, que también nos pertenecen. Lxs educadores populares nos hacemos, rehacemos con y desde dentro de los mismos movimientos sociales y en el hacer movimiento. Somos parte de los movimientos. Los Diálogos han surgido desde el PDTG y han sido sostenidos y facilitados por nosotrxs.

En el caso de los Diálogos intermovimiento de mujeres, el proceso fue muy intencionalmente cogestionado con las organizaciones de mujeres participantes, pero en otros casos, los temas y agendas han dependido de nuestras lecturas del momento político, y de nuestras preocupaciones principales dentro de ello. En este sentido, en los Diálogos nos afirmamos claramente como un actor político, con un tipo de militancia: de generar lazos, aportar a debates, crear perspectivas nuevas.

Estamos convencidos de que este posicionamiento es legítimo, somos también conscientes que ello ha generado limitaciones en nuestra capacidad de llegada y convocatoria. Pues este rol debe ser reconocido como tal por los actores sociales, quienes a veces tienden a ver a los educadores, artistas y comunicadores como apoyo y no como sujeto político propio, por esta razón en los Diálogos hubo mucha más participación de ciertos movimientos (con quienes a menudo trabajamos en otros espacios también), pero menor que en otros espacios. También generó, desde estos distintos movimientos, un tipo particular de dirigente, activista o militante que ha tendido a participar: aquellos quienes tienen preocupación por los procesos, las articulaciones y la reflexión.

Todo ello implica cuidar, en todo momento, de no caer en nuevos vanguardismos. No creemos que tenemos el paradigma correcto para fortalecer las organizaciones; estamos conscientes de que no somos los únicos que “acompañamos”. Y no tenemos, ni de lejos, todas las respuestas. Estas surgirán con la experiencia, como resultado de tensiones, conflictos y de las prácticas y reflexiones de las y los actores.

Metodología y enfoque del conocimiento

Los diálogos se sustentan en una profunda crítica a la modernidad y a la especialización del saber (desde algunos espacios como la academia, o desde algunos sujetos –los letrados–, los intelectuales “no orgánicos”).

Por lo tanto, la metodología es, una práctica política y parte sustancial de la propuesta pedagógica. Cómo no caer en el metodologismo ha sido una preocupación permanente en el equipo. No es solo “enunciar” otros conocimientos, sino evidenciar lo que implica asumir esta pluralidad en la recuperación de la diferencia y en la lucha contra la desigualdad. De allí deriva la importancia de un análisis interseccional como aterrizaje metodológicopolítico.

Solo desde el reconocimiento de la diversidad y de su relación directa con la intersección de las opresiones en espacios concretos y con la construcción histórica de las posibles rebeldías es como se puede alimentar una “ecología de luchas y de saberes”.

Las implicancias de esta mirada se ven cuando hablamos de otra categoría compleja como la de El Buen Vivir. Aporte de la cosmovisión indígena, se ha convertido hoy también en terreno de disputa al interior de los movimientos mismos (por no hablar de las políticas formales) en la medida que, por un lado es una tremenda inspiración y por otro, es una práctica y una construcción conceptual y vivencial no acabada. Los buenos vivires son diferentes para mujeres y hombres, homotrans y heterosexuales, indígenas y urbanas, etc.

Recuperar la diversidad de los buenos vivires, que rompan la homogeneidad, hegemonismo, institucionalización con la que se define el buen vivir es un reto.

El sentir-hacer-pensar desde estas experiencias concretas es lo que alimenta lo colectivo y acá hay un clivaje y una reconfiguración de lo importante: la conceptualización no es el punto de llegada, es solo una dimensión de todo el proceso en el que intervienen múltiples lenguajes, conceptuales, cotidianos, prácticos… que aportan otras miradas y cosmovisiones. La subjetividad es central en esta perspectiva, abre el espacio para la memoria histórica y política… complejiza, historiza y desafía a los movimientos….

Por algo Freire decía “… es imposible conocer con rigor despreciando la intuición, los sentimientos, los sueños, los deseos, porque es el cuerpo entero el que socialmente conoce”.

Todo ello presenta el desafío de traducir estos saberes enraizados en los diálogos, en los sentimientos y lazos generados allí, a teoría, análisis, estrategia y artefactos comunicacionales. Hicimos varios intentos, como los mapas criticos, los videos, etc., abriendo nuevas discusiones y caminos, pero vemos que cada forma de plasmar el saber y el diálogo es parcial. Este mismo artículo es un buen ejemplo de ello, ya que cae en muchas de las limitaciones que tendemos a criticar. Una respuesta que hemos ido aplicando es que optamos por estas parcialidades, sabiendo que llegan a públicos y campos distintos y que es mejor que transmitan algo de lo aprendido.

En búsqueda de una Educación Popular Feminista

La perspectiva feminista está intrínsecamente ligada y alimentando nuestra concepción de educación popular atravesando todas las expresiones de

exclusión que sostienen y perpetúan el patriarcado, la colonialidad, el capitalismo.

No es un proceso fácil. A menudo, el género aparece como demasiado amenazante, como dimensión de disputa de poder, lo cual es cierto. Sin embargo, el género también ha sido despolitizado. Necesitamos recuperar la perspectiva de intersección donde el género –dimensión fundamental en la vida de las personas/mujeres– se encuentre con las exclusiones múltiples, de raza, etnia, clase, generación, sexualidad.

Este proceso se facilita si las dinámicas priorizadas son aquellas que impulsan un proceso crítico y vivencial de lo que es mujer, en toda su complejidad. Lo que se comienza a conseguir con intercambio de roles, deconstruyendo estereotipos sobre las mujeres u hombres, sobre las relaciones de género, sobre la raza, la sexualidad, la discapacidad…

El compartir tareas-procesos de co-facilitación como espacio de aprendizajes e interprendizajes (personales, políticos, metodológicos) que faciliten vivenciar la pedagogía (feminista) emancipadora en la vida personal y en el colectivo de trabajo/vida, es un reto permanente. Lograr reconocer nuestra subjetividad como lugar de conocimiento y de construcción política. Lo personal es político no es un eslogan, es una propuesta política para radicalizar la democracia.

De allí la importancia de que la metodología emancipadora recupere la experiencia-vida que se da desde la cotidianeidad.

Asumir nuevas categorías o politizar-complejizar las previas es parte del horizonte de sentido que se va construyendo en los procesos de los diálogos. Solo abordaremos dos de estas categorías, conceptualizaciones y vivencias que contienen un potencial trasformador y un horizonte de emancipación.

El cuerpo, como categoría política es uno de esos conceptos que se anclan en la cotidianeidad, expresa y alimenta una subjetividad, siente y presiente todas las discriminaciones y exclusiones, las violencias y violaciones de su cuerpo físico y pensante. Y desde allí nace el deseo de rebeldía. El cuerpo como el territorio del saber/aprender/transformar. Desde estos múltiples significados, el cuerpo es una entrada hacia politizar nuestra cotidianeidad y ampliar las interconexiones entre los movimientos. La defensa de mi cuerpo como territorio propio, como portador de derechos, desde donde ejerzo mi capacidad de decisión sobre mis derechos sexuales y mis derechos reproductivos; mi derecho a un cuerpo no discriminado por el color de la piel, ni estigmatizado por ser lesbiano o gay, o trans… Y la defensa del territorio donde mi cuerpo habita, convive, se alimenta, lucha. Esta mirada al cuerpo y al territorio no solo pone en diálogo agendas de los diversos movimientos, también compromete a las agendas feministas, a las luchas en defensa de los territorios y de la sostenibilidad de la vida.

Un acercamiento potente al significado del cuerpo lo ofrece Claudia Korol: “… la pedagogía que estamos planteando es de los cuerpos, de los territorios y de la vida cotidiana, como un punto de partida, no como el punto de llegada, un punto de partida que nos plantea pensar no solo las vivencias inmediatas, sí, partir de esas vivencias inmediatas pero pensar que nuestros cuerpos tienen memoria de la colonización y también de las emancipaciones, que nos plantea un nuevo modo de relacionar, saber y sentir esa idea, teoría y práctica, de pensar y discutir los lugares en donde se construyen las relaciones sociales básicas”.

De allí que un desafío permanente es: ¿Cómo abordar, metodológica y políticamente el cuerpo desde su complejidad? ¿Cómo construir discursos prácticos que den cuenta de estas intersecciones? ¿Cómo sostener esta mirada multidimensional de los cuerpos, los territorios, la vida cotidiana, a lo largo de los procesos y con todo ello hacer educación popular feminista?

Y ahora qué?… A modo de reflexión final

Terminamos, como comenzamos, con la pregunta: ¿Y ahora qué? Estos años de aprendizaje y de creación nos han generado muchas nuevas apuestas, afirmaciones, dudas y autoreflexiones, que nos llevan a considerar cómo sigue este camino o tejido. La sistematización nos ha permitido estructurar nuestra mirada, plasmar la experiencia en un conjunto de ideas, para que luego las ideas y apuestas puedan nuevamente liberarse, interpelarse y transformarse.

En los últimos años hemos apostado crecientemente por llevar la propuesta política-metodológica de los Diálogos a otros espacios y lógicas. En cada caso ello implica revisar, adaptar la radicalidad metodológica y política del proceso. Pues es distinto aplicarlo en un espacio con 400 dirigentes campesinos que en un taller de sistematización con 8 personas.

Distinto en una asamblea de una organización social que en un proceso de planificación estratégica de una organización de solidaridad. A la vez, en cada caso los diálogos buscan develar, abrir, provocar, entrelazar. Su forma y éxito dependen también de las miradas propias de los actores. Esto es un proceso desafiante e interesante de aprendizaje, que debería permitir adecuar las metodologías y aumentar su impacto. En ello es clave también que aprendamos de lxs dirigentes sociales aliadxs, quienes han participado de nuestros espacios, sobre cómo ellos aplican los Diálogos en sus propios espacios..

Hay otras búsquedas y cuestiones: ¿Hasta qué punto de verdad cuestionamos la palabra escrita? ¿Cómo compartir de manera radicalmente democrática la autoridad cuando construimos conocimientos? ¿Cómo sistematizar, recoger aprendizajes de procesos de transformación en lo cotidiano? ¿Cómo conciliar las diferentes lógicas del tiempo (lineal, moderno, occidental y desde otras cosmovisiones)? ¿Cómo trascender lógicas de trabajo puntual?

Y un reto central: en la búsqueda de coherencia entre lo que digo lo que hago y lo que siento. Cómo hacer que esto no se convierta en una limitación, que genere divisiones sino que genere tejidos y emancipe cuerpos, subjetividades y pensamientos. Mirando el tejido realizado, pensamos que los retos siguen siendo los mismos, y que las respuestas seguirán siendo creadas en la práctica, a través de las experiencias por venir.


[1] Particularmente queremos agradecer y reconocer por su contribución a la construcción de este camino a: Tempora Pintado, María Sankama, Alejandra Tunco, Rosa Ojeda, Lourdes Huanca, Rodrigo Carpio, Mario Palacios, Juan Carlos Giles, Elna Abad, Agustina Daguerre, Edmundo Murrugarra, Alfredo Ortiz, Selene López, María Ysabel Cedano, Ela Pérez, Miryam Córdova, Camila Álvarez, Marfil Francke, Milton Sánchez, Blanca Llamoctanta, Diana Tika Puka Flores, Jorge Miyagui, Martín Gómez, Esteban Escalante, Xochitl Leyva, Raúl Zibechi, Claudia Korol, Horacio Machado y todxs lxs compañerxs que colaboraron en la organización y participaron de los Diálogos en estos años.

[2] Una localidad norteña que evitó el ingreso de la minera Manhattan con una consulta popular, la primera en su género en el país.

[3] Coordinadora Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería <www.alainet.org/es/active/30470>.

[4] Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú <www.fenmucarinap.org>.

[5] Particularmente fueron claves dos talleres en el enfoque de Reflect Action en Lima facilitados por Nicola Foroni, quien luego se sumó al proceso del PDTG. Consideramos que los Diálogos se inscriben, como un proceso de construcción y búsqueda propia, dentro del marco de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS). De esta manera pudimos participar de algunos espacios de la UPMS en el Foro Social Mundial de Kenya (2008) y el Foro Social Temático en Porto Alegre (2010). El V Diálogo de Saberes y Movimientos Sociales fue realizado en colaboración con la UPMS, y concluyó con un taller de reflexión interna sobre el proceso recorrido. Ver: <www.universidadepopular.org/site/pages/es/en-destaque.php?lang=ES>.

[6] Ver: <www.youtube.com/watch?v=PngVAbUe-qw>.

[7] Ver: <www.youtube.com/watch?v=1dnnRnhTA6A y: https://www.youtube.com/watch?v=SaD1-1inxaA>.

[8] Ver: <https://generoymineriaperu.wordpress.com>.

[9] Ver: <www.youtube.com/watch?v=_nAXhoY-NOI>.

[10] Ver: <www.youtube.com/watch?v=c9a4ZMTqk4U>.

[11] Ver: <www.democraciaglobal.org/noticias/888-1era-escuela-popular-para-la-facilitacion- deprocesos-transformadore>.

[12] Un análisis más fino sobre ello se encuentra en: Mar Daza, Raphael Hoetmer y Gina Vargas. Crisis y movimientos sociales en Nuestra América (Lima 2011, Programa Democracia y Transformación Global).

[13] Ver el trabajo de Aníbal Quijano y del Grupo de Colonialidad/Modernidad.

[14] Lima se encuentra en el centro del país, que facilita la llegada

[15] En el cruce de la calle, lxs participantes cruzan el espacio cuando se sienten identificados con distintas opresiones, evidenciando el status y relación de dominación entre quienes cruzan y lxs que se quedan al otro lado de la línea. La experiencia es intensa, ya que se hace en silencio y repetidamente. Luego se abre la conversación colectiva al respecto.

[16] En el círculo de poder se encuentran unas personas dentro de dos círculos de personas que buscan impedir que las de adentro salgan. Los círculos son vigilados por unos guardias y el facilitador coordina el conjunto. La dinámica busca representar y hacer sentir cómo opera el poder en nuestras sociedades.

[17] Ver por ejemplo: <www.youtube.com/watch?v=yY1erj9SaWI>.

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