El marxismo y el postmodernismo del siglo XXI (2008). Tomás Rodríguez León

De la visión clasista a la visión sectorialista

A partir de la llamada crisis de los paradigmas y de la derrota parcial de la izquierda producida tanto por la caída el muro de Berlín como también por el no triunfo de la revolución en Centroamérica muchos sectores de la izquierda  decidieron abandonar los viejos planteamientos clasistas, y tirar con baúl y todo a los clásicos del marxismo, para integrarse  a desarrollar planteamientos pluriclasistas, pluralistas y democráticos que abarcarían a un espectro mucho más amplio de la sociedad, asumiendo una visión francamente social democrática de la política.

Ganar representatividad en  el sistema político y  en las rutinas parlamentarias son parte del  primer mecanismo ideológico de una nueva «racionalidad democrática» que sustituya la perspectiva insureccional. Se impulsa entonces la recuperación del gradualismo evolucionista y se abandona toda perspectiva revolucionaria.

Ser de izquierda será en adelante enfrentarse a las consecuencias del capitalismo en sus expresiones de coyuntura (se ponen de moda las conductas antineoliberales) más que oponerse al sistema y menos presentar el socialismo como oferta histórica.

Las identidades políticas ya no son ubicadas dentro de contenidos ideológicos, sino construcciones surgidas de  ilusiones imaginarias,  compulsiones simbólicas y  asedios de lo real. En otras palabras ya no habrá  sujeto político al que liberar  (la clase obrera no pesara más  en la conciencia izquierdista) y se retorna al socialismo del siglo XVIII (utópico) queriendo construir algo en el SIGLO XXI.

El tránsito primero a la institucionalización y luego a la construcción de una izquierda social, presionaron para un expresión más política y para revelar algo de contenido ideológico articulado a una  propuesta para insertarse en el juego del poder, en ese contexto no era ni prudente ni deseable recuperarse en la vida con el marxismo ya satanizado por la burguesía triunfante  iniciándose  el abandono de toda concepción clasista. A la postre, teóricos jubilados de Europa le darán formato a este vacío conceptual. Nace, así, la teoria post moderna del socialismo del siglo XXI.

La izquierda nueva o post moderna, por sus resultados, es una necesidad de autorregulación del sistema, ubicada  como elemento organizador frente a la  dispersión y desorganización de los  conflictos de los individuos y grupos, que ya produciría consecuencias disgregadoras para el propio sistema social.

Entonces, lógicamente  la visión clasista  involucionará hacia una visión sectorializada de la sociedad en donde primero y a través de una corriente social se lideran las urgencias  y aspiraciones de grupo y luego se armaran colectivos políticos para  los intereses confusos de todos. Mientras el mundo capitalista se globaliza y homogeniza, la izquierda claudicante se fragmenta en las parciales reivindicaciones o en la suma de parcialidades.

La estructuración de un lenguaje explicatorio será una racionalidad obligada como un mecanismo de simplificación de todas las  complejidades y confusiones, más aun cuando la realidad de las masas se asimila a la oferta de alternabilidad que le ofrece esta izquierda. Como  manifestación de estos discursos o lenguajes  se ira  forjando a una  «tematización» conexa al  sistema político.

Emergen entonces nuevos enunciados como ciudadanía, partidocracia y otros verbos y neologismos que ponen en olvido la nomenclatura y el glosario de la elaboración científica del socialismo marxista

Los nuevos sujetos sociales

A partir de la reelaboración equivoca de la realidad y suponiendo que la derrota conceptual del análisis  dialéctico era verdad superada, se evidencia el franco parcelamiento de las expresiones sociales. La micro mirada en lo cotidiano y local sobre-determinará  el peso de un nuevo lenguaje donde la opresión de género, el discrimen étnico, las “culturas subalternas”, se expresan como nuevos sujetos que emplazan y reemplazan a totalitarias vanguardias de otros tiempos (la clase obrera, la concepción proletaria).

La pretensión de avanzar a la socialización a través de la democracia o de reconocerse en las profundidades de una democracia ideal que nace de lo correctivo de los males agregados de la sociedad capitalista y no desde su esencia, es la clave para entender los desvaríos del pensamiento innovador imperante. Para quienes planteamos la vigencia del marxismo, los problemas sociales son consustanciales al ordenamiento económico de la sociedad burguesa y no distorsiones del concepto o construcción democrática.

La veracidad del pensamiento burgués se traduce en su más alta representación y será  el propio imperialismo el pionero en la aceptación de un nuevo marco de referencia “democrático” donde se trastoca el discurso posmodernista de la pequeño burguesía  que se escuda, para hablar en sus propio discurso, en imaginarios izquierdistas.

Asi, mientras se masacra a pueblos enteros, el ejército norteamericano, acepta a homosexuales en sus filas, pone a mujeres a torturar en prisiones  de Irak, recibe a latinos y negros en los altos mandos del ejército  y la  consejera de seguridad,  figura clave del poder imperial, (mujer y negra) Condoleza Rice, reivindica la presencia de la raza  ya no excluida, dando paso a que el nuevo candidato demócrata afro americano, sentencie la  incuestionable realidad de la democracia incluyente, fruto del vientre imperial.

Los giros lingüísticos

Lo post se presenta, no solo como lo  ulterior necesario o lo ulterior cronológico sino que se impone como lo tangencial moderno. Ser post es equivalente a “ser mejor”…superación de….lo post moderno, el post marxismo, el post estructuralismo serian la convocatoria a renunciar lo viejo y a la aceptación de lo posibilísticamente cierto, es decir lo post como necesidad y virtud. En este concepto se inserta el neologismo de socialismo del siglo XXI.

Un aspecto analizados por Néstor Kohan, destaca en la cultura de los post la sobre utilización de las S  donde  se reemplaza los singulares por los plurales de manera que;  no existe resistencia sino “resistencias” no existe izquierda sino “izquierdas” ni imperialismo sino “imperialismos” y constituye uno de los tantos síntomas de frivolidad y superficialidad  donde el estilo es el mensaje[1]

Utilizar el lenguaje puede significar encubrir con el lenguaje, negarle la singularidad al imperialismo, puede significar diluir las responsabilidades específicas y concretas del imperialismo norteamericano por ejemplo. Otra variante desde este mismo ejemplo es la actualización no del termino imperialismo sino imperio.

Los nuevos discursos expresan lenguajes amortiguados donde para parecer más democráticos y menos revoltosos se importan léxicos dulcificados tanto para enjuiciar a la realidad como para proponer respuestas: De otra parte y para tomar distancia del marxismo superado, se dejan conceptos correlativos a la historia y la semántica revolucionaria como: lucha de clases, combatividad, ideología proletaria, suplantándolas con criterios de ciudadanía, sociedad civil, clases subalternas, acción activa y participativa etc.

Así, es más que doloroso, fastidioso encontrar un documento de un sector- fracción del MIR Ecuador que pretende “repensar la realidad desde valores emancipatorios y humanos” y que entre otros criterios expresa lo subalterno en contraposición a la explotación del trabajo y el rechazo  a lo “insostenible de los esquemas ideológicos inflexibles”.

La lectura forzada e injusta de Gramsci se impone como instrumento del nuevo lenguaje.  Posible  ponerlo en escena a falta de  una defensa abierta  y consecuente del pensamiento comunista del mártir italiano. El contexto de la elaboración de Gramsci es  la derrota del movimiento obrero frente al fascismo y su propio encarcelamiento,    circunstancias obligadas,  donde producir teoría revolucionaria  requiere de codificación de lenguajes cifrados que enmascaren  la construcción de teoría profunda sin reparar en la forma.

Cuando Gramnsci habla de clases subalternas no sustituye la dimensión de vanguardia ideológica del proletariado y cuando elabora el concepto de sociedad civil lo hace tributando su máxima contribución pedagógica a la estrategia revolucionaria, que es la búsqueda del consenso y hegemonía  revolucionaria.

Si Gramsci no hubiese escrito los cuadernos en la cárcel es muy probable que sus aportes al marxismo estuviesen desarrollados en un lenguaje de otra dimensión. También Lenin en el destierro de Siberia, escribe el Desarrollo del capitalismo en Rusia, un estudio más académico que político con encuadre de lenguaje  teórico para afianzar el pensamiento marxista. Los comunistas saben hablar desde la cárcel o desde la clandestinidad  en lenguajes que difieren sin dejar de prestar atención a los fenómenos sociales, políticos e ideológicos y sin hacer renunciamientos de principios

Los Cuadernos y las Cartas desde la Cárcel  no son solo aportes teóricos importantes  son también  la forma efectiva de resistir a la represión fascista que recayó sobre la clase obrera y su digno representante Antonio Gramsci. Gramsci el mismo que  empeñado, desde una celda en reabrir los horizontes intelectuales y políticos del marxismo, trascendió al igual que el Che a la historia, no sin los oportunistas en el camino que los sitúan o pretenden presentarlos como  iconos inofensivos de sospechosa universalidad

En otro momento nos dedicaremos al rescate de Gramsci y a su reivindicación de la utilización  morbosa de los esnobistas.

El micromundo de los movimientos sociales

Refugio de bandidos ideológicos, de sobrevivientes  asustados de la represión y de la sobrevivencia derrotada, los viejos cuadros revolucionarios se hicieron  militantes de la ONGs  muchos con el auspicio económico de Europa.[2]

De la militancia social revolucionaria de los años sesenta y setenta  a la militancia social institucional  finisecular de los años noventa se generaron plenas condiciones para la variación de la ideología y de la semántica. El sujeto social histórico ya no era la clase obrera y  a los nuevos sujetos sociales, habría que encontrarlos en la llamada “población objetivo” de los programas desarrollistas; en la ecología, las féminas, los gay y o agrupaciones culturales o etnias.

El cambio no fue solo de lenguaje sino de concepciones,  hacer algo y ese algo  se tradujo en pluralismo, diversidad y reformismo, esto último se enmarca en una nueva realidad y propuesta que llevó a la misma Marta Harnecker a decir que los revolucionarios actuales son los reformistas. Cuestionar a la democracia y ampliarla en su contenido no fue más una táctica sino una estrategia que a la postre resultó ser de contención y no de marcha en el proceso de ascenso revolucionario.

Los Movimientos Sociales, emergen como movimientos ciudadanos con una doble connotación: de un lado descategorizando los conceptos clasistas de la izquierda proletaria y de otro descartando la necesidad histórica de un partido revolucionario. Siendo los MS una masa amorfa de contenido y acción, será esta, la línea basal desde la que se elabora el discurso reformista de una corriente electoral que se ha dado en llamar  izquierda y que como lo hemos descrito en otro análisis no es sino la representación de los afanes desarrollistas de una nueva burguesía emergente. En suma lo que ha ocurrido es  un ‘desarme’ intelectual y político de las “clases subalternas”

La idea de representación colectiva como totalitaria

Una de las claves del juicio supuesto a lo viejo realizadas por el post modernismo innovador es el rechazo a lo totalitario. Su primera versión nació del seno  del movimiento comunista europeo (erocomunismo) en franco revisionismo y de la intelectualidad disidente que primero  asume la crítica al estalinismo  y fue moviéndose desde lo extremo hacia el centro con un sutil encuadre socialdemócrata.

La lucha contra el totalitarismo tiene propiedad y origen en el anticomunismo de Churchill y Truman y se corresponde a la nueva situación a partir de la  post guerra con la derrota de la Alemania nazi y el triunfo de la Unión Soviética. Ellos  en la promoción de la democracia occidental proclaman el rechazo a los dos totalitarismos  e inauguran la guerra fría. En otra fase es bueno recordar que el estribillo de la ideología burguesa imperialista siempre fue la defensa del pluralismo ideológico parte del lenguaje asumido por el esnobismo.

La lucha contra el estalinismo desde la izquierda no asimila el término totalitarismo. La pérdida de la democracia socialista no fue efecto de una concepción de totalidad  considerada como categoría invariable que puede ser originaria de la mala interpretación del marxismo, sino descomposición metodológica de la esencia del marxismo, que encuentra en las masas y su participación el referente de acción democrática. No se trata  de defender la totalidad aunque si es necesario  identificarse con la unicidad.

Desde la defensa de las categorías del marxismo (que no es pasarse al dogmatismo) es propio recordar que la antropología de Marx se entiende  como un humanismo que se centra el hombre como valor esencial, es decir que parte de lo general para  fundamentar la igualdad. La valoración y   presencia de la raza humana  como única, le permite al marxismo superar el debate sobre la supremacía de una sobre otra, aun reconociendo las diferencias y las escalas de desarrollo. El hombre se sitúa de antemano como propietario frente a la naturaleza, primera fuente de todos los medios[3]

La unicidad del marxismo le da fundamento igualitario a la condición de la mujer, a las nacionalidades y a las creencias, sin pasar a la cacofonía recordatoria y enfática de las diferencias. Cuando Marx y Engels , llaman a la defensa de las naciones oprimidas, las razas sometidas, las religiones perseguidas  no lo hacen en defensa de las naciones sino en contra de la opresión, ni se  defiende a las razas, sino que se oponen al sometimiento como se oponen también a la persecución . Aquí estriba la riqueza del marxismo su unicidad y si no nos asusta el término su totalidad.

Pero la trampa está en que mientras las corrientes post modernas le rinden homenaje a las “diferencias” y enaltecen la tolerancia hacia el “otro” el mercado mundial hegemoniza y aplana toda diversidad[4]   El mercado y el terror imperialista son la auténtica expresión de totalitarismo que reinan entre bombardeos  e invasiones mientras en la jerga izquierdosa se sueña con una entelequia de democracia inexplorada que se estrella con la realidad cuando, siendo poder legitima  el abuso de la fuerza desde el estado, por ejemplo Dayuma.

Los medios y la construcción de la hegemonía en el lenguaje del poder

Otro aspecto de destacar en la nueva realidad intelectual es el interés en omitir lenguajes no involucrados en la dualidad de confrontación entre las dos nuevas fuentes de hegemonía; el poder imperialista burgués y la expresión posmodernista del neorevisionismo. No permitir que el léxico marxista se involucre, es la estrategia de silencio de la ideología imperante.

Esto se debe también a la escasa reelaboración teórica del marxismo, a que estos (los marxistas) son minorías en los propios partidos comunistas y a los pobres mecanismos de divulgación por el arcaísmo de los medios de reproducción  empleados.

Los medios  canalizan las expresiones del poder constituido o constituyente, del poder del estado o los opositores temporales, con actores oficiales y discursos legitimados por la encuesta del poder. La delegación está y fuera de ella, los excluidos deben caer en el silencio para dejar que sus representantes hablen por ellos. Se trata también en la misma relación de expulsar la opinión del marxismo no siquiera obligándola a callar (fea y no democrática seria tal actitud) sino de alejar los oídos de los órganos de opinión para sentenciar su ausencia.

Destaca  y se acepta solo la interdependencia entre las instituciones que detentan el control, en tanto los medios de comunicación serán  la verbalizacion de  las fuentes de poder y de  autoridad social. Los mensajes al servicio de quienes poseen el poder político y económico.

Son noticia, teoría valida, verdad en discusión los que tienen el poder en el gobierno y o la oposición. El marxismo será una tercera vía no consentida y la intención será jamás abrirse al debate con sus tesis, pues la experiencia indica que en ese terreno es batalla perdida pues la dialéctica con  su peso específico y contundencia pondría en entredicho sus verdades. También faltan nuevos interlocutores y difusores del socialismo científico y eso es tarea a construir.

El marxismo no puede ni debe quedarse en la retaguardia y el reto comunicacional y pedagógico es un desafío para lograr el consenso o la hegemonía revolucionaria como lo propone Gramsci. Ahora en condiciones más difíciles por el sorprendente ascenso y velocidad de los monopolios de  medios.

La gente (y la clase)  subordinados a la determinación de las imágenes y a los planteos habituales del sistema dominante.(Esc Frankfurt) no pueden ser una fatalidad, la verdad revolucionaria no es fuerte por su nivel ideal sino por su necesidad históricamente determinada, la tarea, es construir los canales adecuados para educar y movilizar, para construirse en poder dual que irrumpa contra las lógicas de  falsedades y errores de quienes detentan el poder de dominación o de quienes pretenden maquillarlo

Una nueva industrial cultural que emerge y se dirija  al  debate cotidiano, con la calidad axiomática del marxismo como eje orgánico, debe dotar a una intelectualidad comprometida para que sea  la base  sostenible de una oferta política profunda y máxima que  reivindique la verdad del socialismo.


[1] Nestor Kohan Fetichismo y hegemonía en tiempos de rebelión .Ciencias Sociales ED La Habana

[2] Las ONGs que  recibieron más de diez mil millones de dólares y que según el Banco Mundial va a canalizar tres mil millones de dólares a través de ellas, para limpiar el piso después de las masacres. J Petras

[3] Karl Marx glosas marginales al programa del partido obrero

[4] Nestor Kohan fetichismo y hegemonía en tiempos de rebelión

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