El año 2012 ha mantenido en nuestro país la ya prolongada tendencia predominante a la inercia y parálisis del movimiento popular y social, con algunas notables excepciones. La última gran batalla popular fue la lucha por evitar la privatización de la salud en el 2002.
De nuevo y ya por varios años, la hegemonía ideológica de la derecha impactando en medios de comunicación y medios de diversión, en universidades e iglesias, en ONGs y en partidos políticos, incluso de izquierda, ha logrado adormecer las conciencias y silenciar los gritos de la protesta popular.
El peso de la lucha parlamentaria como forma principal y exclusiva de lucha, aplasta, anula y mediatiza la posibilidad de impulsar la lucha social, que sigue siendo esporádica en el tiempo y fragmentaria en el territorio. Lo anterior ha permitido que la derecha política supere el golpe demoledor de marzo del 2009, se rehabilite y contraataque en marzo del 2012 y amenace con dar el zarpazo para la restauración oligárquica en febrero del 2014.
Los que en la izquierda sostienen la tesis que el camino hacia la derrota de la derecha pasa por el fortalecimiento exclusivo del sujeto político, mientras se mantiene debilitado y atomizado el sujeto social, olvidan las enseñanzas de la riquísima historia de la clase obrera y movimiento popular de nuestro país, que es la base social sobre la que descansen los actuales avances electorales.
Estos avances reales de la izquierda, en lo electoral, en lo institucional e incluso en la disputa económica, al no existir una fuerza social organizada y educada políticamente, que los sostenga y los profundice, se vuelven frágiles y temporales, reversibles, sometidos a la inclemencias de los huracanes neoliberales, ya que descansan en el clientelismo social y no en la militancia social. La gente desde el asistencialismo aprende a pedir y recibir y se olvida de luchar.
La izquierda política en sus expresiones principales ahora lanzadas a lo electoral, debería analizar, reevaluar esta compleja situación y comprender que la organicidad del movimiento social y popular, situación necesaria y ventajosa durante la dictadura y durante la guerra, hoy se convierte en una camisa de fuerza que bloquea el despliegue de la lucha popular frente a una situación de ofensiva del capital sobre los sectores populares.
La construcción de una poderosa fuerza social y popular que de manera unificada desafíe y derrote la ofensiva neoliberal presente en el gabinete económico de este gobierno de centro izquierda, como resultado de su composición social, y que incline la balanza hacia una nueva victoria de la izquierda en el 2014, es una necesidad impostergable. Pero avanza a paso de tortuga cuando lo que se necesita es la agilidad del jaguar.
A continuación, se hace un balance de esta situación desde diversos escenarios de enfrentamiento social, que fueron activados durante este año que está próximo a concluir así como se señalan tendencias de desarrollo de las diversas fuerzas sociales y políticas hacia futuro.
Un movimiento popular y social débil y fragmentado
Las principales luchas sociales y populares durante este año fueron emprendidas fundamentalmente por maestros, empleados estatales, trabajadores municipales y vendedores informales y se desarrollaron en la ciudad capital.
Los campesinos, los trabajadores de la industria, de la construcción, del comercio y de la banca, estuvieron ausentes de estas batallas. Aunque la crisis golpea a todos y todas. Una excepción notable fue la huelga de los trabajadores de la fábrica de pan LIDO.
Los aumentos salariales para enfrentar la crisis, el rechazo a despidos injustificados y el derecho a vender sus productos en las calles fueron las principales banderas de lucha. Y últimamente el esfuerzo en contra de la Ley de Función Pública que amenaza con flexibilizar aún más las condiciones de empleo.
No se registran desde el movimiento popular acciones en contra del alto costo de la vida, por un empleo digno, por una vivienda segura, en contra de la situación de delincuencia, por una reforma agraria. Y si los hubo fueron fragmentarios.
La atomización del movimiento popular continúa reflejando su debilidad. Incluso dentro del mismo sector popular organizado, influenciado por el FMLN, que es el mayoritario, aparecen varias bifurcaciones. Y lo mismo se repite a nivel campesino, sindical, comunal, estudiantil, etc.
La construcción de un espacio de unidad entre CONPHAS, FSNP, CIRAC, MDP y UDPC es una necesidad para avanzar en la defensa de los intereses populares, pero no se registra ningún esfuerzo orientado a lograr esta meta. Lo que predomina es la desconfianza y la rivalidad.
La lucha parlamentaria como la reina de la fiesta
Desde diciembre de 1979 hasta enero de 1992 la lucha armada fue la principal forma de lucha de la izquierda salvadoreña. Y el ejército popular estuvo nutrido, alimentado, oxigenado por un amplio movimiento popular inicialmente disperso en cinco agrupaciones populares (FAPU, BPR, LP-28,MLP y UDN) luego en la CRM y finalmente en la UNTS. La guerrilla del FMLN nadaba y se sumergía en un mar de apoyo popular organizado. Los principales cuadros estaban distribuidos en la lucha militar, diplomática, de masas, de solidaridad, etc.
En un periodo anterior, en los años sesenta del siglo pasado, la lucha sindical era la principal forma de lucha. Y cuando surgió la lucha electoral a finales de 1966 fue vista con desconfianza. Y los principales cuadros de la izquierda estaban inmersos en los sindicatos.
A partir de 1992 la lucha electoral se convierte en la principal forma de lucha de la izquierda salvadoreña. En la reina de la fiesta. Y en una de sus principales orientaciones, la dirección del FMLN toma la decisión de desmontar y separarse de todo el andamiaje organizativo popular que se había construido. Y el movimiento popular pasa de una situación de control cuasi militar a una de autonomía repentina.
Los resultados fueron diversamente adversos: la UNTS terminó extinguiéndose, algunos sindicatos muy combativos como FENASTRAS se derechizaron, otras organizaciones populares desaparecieron o se debilitaron, los sectores sindicales y universitarios fueron abandonados, etc.
El grueso de cuadros que integraban el movimiento popular pasaron luego de 1992 a integrar los comités municipales del partido político FMLN y posteriormente a 1994 a ocupar espacios como alcaldes, concejales, funcionarios municipales o diputados.
El movimiento popular fue debilitado y el partido político FMLN potenciado. El FMLN pasó de ser una alianza de cinco organizaciones de cuadros políticos y militares a un gran partido de masas. Han pasado ya veinte años del inicio de este proceso. Y desde 1994 electoralmente se ha venido avanzado hasta el 2012, que marca un peligroso punto de inflexión.
Gradualmente la Asamblea Legislativa se ha transformado en el centro de la lucha política del país. Y en la fracción parlamentaria del FMLN desde hace algunos años se encuentra la mayor concentración de cuadros de nivel superior. En la actualidad hay once miembros de la comisión política del FMLN en ese espacio, incluyendo al Coordinador General, dos en el Gobierno Central, dos en Albapetróleo, uno en el TSE y una en el Parlacen.
Mientras no se modifique esta visión de la Asamblea Legislativa como el centro del mundo, difícilmente se podrá seguir avanzando, porque parece ser que la lucha electoral ya llegó a su límite, a su techo, en términos de avanzar la correlación de fuerzas y lo único que pueda convertirse en un nuevo vector de acumulación social es la lucha popular.
Fundamentalmente porque la lucha popular organiza y educa, tiene un efecto a largo plazo, a diferencia de la lucha electoral, que moviliza y electriza pero en periodos cortos. Y se apaga hasta la próxima contienda electoral. En alguna medida debido también a que el estilo electoral de confrontación no incluye la educación política, la formación de cuadros.
Existen considerables avances en la lucha parlamentaria. Se ha logrado en diversas batallas aislar a ARENA. Se ha logrado construir alianzas legislativas. En este tema es preciso considerar la relación entre política y ética. Para los revolucionarios el fin no justifica los medios.
La correlación legislativa continúa modificándose y la realidad mágica enseña que pueden ganarse diputados sin elecciones. El problema radica en que la opinión pública puede objetar este camino y los votantes pueden a futuro castigar a los que lo adopten, incluyendo al FMLN.
Finalmente debe reconocerse que el grueso del liderato de la izquierda política ocupa curules legislativos o aspira a ocuparlos. Y que lamentablemente perciben como un retroceso regresar a posiciones de liderato en el movimiento popular y social. Esta situación objetiva vuelve aún más difícil la construcción de un movimiento popular y social poderoso, anticapitalista y pro socialista. Pero no imposible.
Unas Fuerzas Armadas seguras y poderosas
Durante sesenta años, de 1932 a 1992, los militares administraron políticamente a El Salvador. Y respondieron con represión ante cualquier intento de transformar el país y desplazar del poder a los sectores económicamente poderosos, a la oligarquía agroexportadora que luego se ha transformado en una oligarquía comercialimportadora, hoy sometida al capital internacional.
Pero hay que reconocer que al interior del ejercito siempre surgieron corrientes que anhelaban vincularse a la lucha popular por una verdadera democracia y en contra de los sectores entreguistas y represivos. Al final una larga guerra concluyó regresando a los militares a sus cuarteles. Y desde los Acuerdos de Paz de 1992 se han esmerado en cultivar una imagen de respeto y profesionalismo.
Esto les ha permitido que la opinión pública vea como positivo su salida a las calles a enfrentar la delincuencia y que un militar haya asumido la conducción de la PNC. Los sectores populares debemos de superar nuestra tradicional visión antimilitarista e ir al encuentro de sectores progresistas que hay que identificar y buscar en las fuerzas armadas.
La fuerza armada es una institución en disputa, en la cual tanto los Estados Unidos como la derecha trata de influenciar, de ganar terreno. Lo mismo sucede en la PNC. No debemos de quedarnos al margen y evitar así que en un futuro pueda ser de nuevo instrumentalizada por la reacción como sucede en Honduras y en Guatemala.
La mano que paga y mece la cuna
Los niveles de influencia para usar un eufemismo de la Administración Obama sobre el país son evidentes. Y no solo de Obama, parece también que de Merkel, por las últimas declaraciones del embajador alemán. Y quizás también de Roussof, quien sabe.
Parece ser que la Administración Obama apoya y confía en América Latina en dos gobernantes de izquierda: el uruguayo y el salvadoreño. Ambos gobernante llegan al gobierno montados en una plataforma programática e institucional de izquierda, pero ya en la silla presidencial se niegan a romper con el esquema neoliberal y se muestran como “aliados” del imperio.
El inicio del segundo paquete de la Cuenta del Milenio representa el principal proyecto de inversión del actual gobierno y se realizara en la zona costera. El primero se desarrolló en la zona norte. Son proyectos orientados principalmente a crear condiciones para la llegada de inversión extranjera, pero que benefician adicionalmente a sectores populares de estos lugares.
Desde el estallido de la segunda guerra mundial en 1941 los Estados Unidos se convirtieron en la potencia dominante en El Salvador. Y por cuarenta años apoyaron a la dictadura militar. Y participaron activamente para no decir que condujeron y pagaron la larga guerra de los años ochenta que concluyó en los acuerdos de paz de 1992.
En la primera década del presente siglo impusieron a gobiernos entreguistas del partido ARENA un lesivo tratado de libre comercio, así como la instalación de una Base Militar en Comalapa y de la ILEA; y la presencia de variadas agencias federales como el FBI, DEA, etc.
El gobierno del presidente Funes en ningún momento ha cuestionado estas medidas sino que por el contrario ha profundizado estas relaciones, impulsando entre otros, el proyecto de Asocio para el Crecimiento. Y parece ser que a nivel de todos los partidos políticos, incluyendo al FMLN, predomina la idea de acercarse y fortalecer lazos con la potencia del Norte.
Uno de los argumentos para justificar esta posición es la presencia en suelo norteamericano de más de dos millones de salvadoreños, que con sus remesas sostienen la economía nacional. La construcción de una posición política respecto a Estados Unidos es un desafío para la izquierda salvadoreña.
Una posición que tome en cuenta esta presencia poblacional pero también el papel imperial que sigue jugando en su apoyo a Israel, y en sus guerras imperialistas en Irak y Afganistán. La pérdida del perfil antiimperialista es uno de los aspectos más preocupantes de la identidad actual de la izquierda salvadoreña.
Habría que preguntarse desde la óptica posmoderna salvadoreña: ¿es posible un gobierno de izquierda proimperialista? ¿es posible un partido de izquierda proimperialista? ¿es posible un movimiento popular proimperialista? ¿es posible una estrategia política progresista y proimperialista?
Un presidente popular y antioligárquico
Los sectores populares aplauden la independencia del presidente Funes y lo premian en las encuestas ante la mirada iracunda de los dueños de los medios de comunicación y de la derecha política, que no se explican las razones de esta popularidad.
Durante muchos años el ahora presidente Funes se fue ganando este respeto desde su espacio televisivo Al Día. Muchos políticos desfilaron por este programa de entrevistas y fueron desafiados por un periodista caracterizado por un alto nivel académico y rigor periodístico.
Y este mismo espíritu pudo mantenerlo como candidato desafiante y seguro. Y el estilo lo mantiene ya como gobernante durante estos tres años y medio. La gente respeta la independencia frente al FMLN, frente a la Asamblea Legislativa, frente a la derecha y frente a la oligarquía. La gente incluso apoya su alineación con los Estados Unidos. Le complace la relación con sus ministros. Encaja perfectamente en la matriz autoritaria de nuestra cultura clasista, racista y patriarcal.
Uno de las instituciones que le han permitido al presidente Funes este nivel de popularidad es la ANEP. Cada vez que el presidente Funes se enfrenta a esta gremial empresarial el pueblo aplaude. Y esto es muy significativo, refleja la comprensión popular de donde se encuentra el enemigo.
El capital colombiano viene para quedarse
La casita roja que simboliza al banco colombiano Davivienda se ha instalado en el paisaje financiero salvadoreño. La presencia del capital inglés de HSBC fue muy corta. Estamos hablando de un banco que en un no muy lejano pasado y como metáfora de país, se llamaba Banco Salvadoreño.
Y lo mismo pasó con el Banco Agrícola que aunque conservó el nombre sus dueños son hoy colombianos, el Banco Grancolombia. Y lo mismo pasó con el Banco de Comercio que se convirtió en el canadiense Scotiabank. Y lo mismo le pasó a Banco Cuscatlán que pasó a ser el norteamericano Citi.
Parece ser que hay una disputa entre colombianos y mexicanos como nuevas expresiones de capital extranjero en el país. Los colombianos tomándose la banca y los mexicanos tomándose la telefonía. Es parte de la reconfiguración provocada por los acuerdos de libre comercio.
Y coloca al capital internacional como la principal fuerza económica de país. Es un cambio histórico. Y esto necesariamente repercute en lo político y fue uno de los elementos que permitió la victoria de marzo de 2009 ante la expresión política de una oligarquía debilitada en lo económico.
Perspectivas para el 2014
Lo electoral va a determinar las dinámicas sociales en los diversos terrenos. El ajedrez electoral no esta todavía completo, hay piezas ocultas, reyes o quizás reinas todavía escondidas, alfiles y torres. Hay jugadas secretas. Hay candidatos reales y candidatos simbólicos. El escenario electoral es indiscutiblemente el principal teatro de operaciones de las fuerzas y movimientos sociales y políticos hasta el 2014 y el 2015.
La derrota de los sectores más derechistas de ARENA representados por Norman Quijano es la clave para avanzar en todos los terrenos, incluyendo el de la lucha popular. Al interior de ARENA, la lucha entre clanes se ha definido a favor del sector más antipopular, antidemocrático y represivo.
Una victoria de ARENA va significar un ataque de grandes proporciones sobre los niveles de vida de los sectores populares, incluso perder logros hasta de los años cincuenta del siglo pasado, como el derecho de organización.
Hay dos contendientes principales y uno que viene en camino y no termina de aterrizar. Y es que la tardanza en llegar es parte de su estrategia. Es la búsqueda del momentum de la alineación favorable de los astros. Pero el reloj de arena y del fmln avanza y Saca necesita ubicarse para marcar terreno.
Parece ser que el FMLN electoralmente sigue empeñado en priorizar su dinámica interna sobre la dinámica de las alianzas y de seguir fielmente el mismo guión utilizado con el candidato Funes. Ojala no se equivoquen. El contexto y el enemigo político es distinto. Por su parte el MNP ha surgido ya a la palestra pública.
Dos proyectos electorales desde la izquierda no es lo más adecuado pero es la realidad. De lo que se trata ahora es de acercar posiciones. Y de impulsar la lucha ideológica. Cuando se discute con la cabeza y la mano en el arado de la lucha no hay confusión. Todos los caminos conducen a Farabundo.
A nivel electoral, compartimos la visión que alcanzar y educar políticamente a miles de luchadores sociales es la tarea política principal. La gente tiene que construir las defensas para protegerse la avalancha mediática de la derecha. Lo decisivo es construir una amplia coalición de fuerzas democráticas y revolucionarias, de izquierda y de centro, que logre derrotar de nuevo a la derecha y prolongar el proceso iniciado en marzo de 2009, y mantener esa puerta abierta para los sectores populares y cerrada para la derecha.
El programa económico-social es clave: empleos, seguridad, costo de vida y reforma tributaria. Los candidatos son clave. Pero lo decisivo son los sectores populares organizados y sus luchas políticas y sociales.
San Salvador 12 de diciembre de 2012