¿Qué decir sobre los “Estudios Culturales Latinoamericanos (ECL)”? ¿Es pertinente pensar que los ECL constituyen una corriente académica de análisis e interpretación y conforman una escuela? ¿Qué especificidades tendrían? ¿Qué debilidades?
¿Qué hace que un estudioso del pensamiento, la cultura, la literatura, la producción simbólica latinoamericana ubique su producción en el campo de los ECL? ¿Qué relaciones podríamos encontrar entre los Estudios Culturales nacidos en dos de los centros intelectuales hegemónicos (Inglaterra y Estados Unidos) y aquellos definidos geográfica y políticamente al sur de América?
La recepción de los Estudios Culturales en los países de la región ha sido sobresaliente, aunque siempre ha estado acompañada de una serie de cuestionamientos, relacionados con las especificidades continentales y las características de sus respectivas realidades nacionales.
Asimismo, entre los latinoamericanos -y latinoamericanistas- nunca se ha perdido de vista que, mucho antes de la adopción de una terminología que definiera un campo de estudios específicamente como “Estudios Culturales Latinoamericanos”, ya existía en la región una nutrida tradición ensayística marcada por la discusión de temas asociados a la identidad nacional y étnica, al papel de los intelectuales en la sociedad, a la relación entre política y cultura, además de cuestiones asociadas a las oposiciones nacional versus continental, rural versus urbano, tradición versus modernidad, entre otras.
Se podría decir que en América Latina ya se hacían Estudios Culturales antes de que surgiera el campo como tal y antes de que la academia metropolitana hegemónica tratara de encasillar tal producción en sus nuevos cánones y parámetros.[1]
Asimismo, la pregunta obligada es: ¿hasta qué punto una “adjetivación”, como menciona Restrepo,[2] es realmente pertinente para definir los Estudios Culturales que se hacen desde y sobre América Latina, como “Estudios Culturales Latinoamericanos”? La discusión ha sido larga y evidentemente dista de cualquier tipo de consenso.
No es nuestro propósito en este breve espacio hacer una retrospectiva conceptual de los Estudios Culturales de origen británico o de los realizados en la academia estadounidense, enmarcados en la tradición previa de sus llamados estudios de área, para buscar identidades y divergencias entre ellos y lo que algunos definen como ECL.
Nuestro objetivo es mucho más modesto. Entre 1998 y 2003 se editaron algunos libros colectivos en los que se observa la preocupación por discutir, analizar, establecer rumbos y plantear agendas de reflexión y acción entre los investigadores preocupados por pensar la cultura desde la perspectiva del poder, con un punto de vista construido a partir de un pensamiento crítico latinoamericano.
Nos centraremos en el contexto que les dio origen, los autores que participaron en tales antologías, las temáticas que abordaron y algunos de los debates teóricos que generaron. Este bosquejo dará pautas sobre su mirada en torno a los ECL como campo de producción de conocimiento, su postura respecto a la relación entre cultura y política en el contexto de la globalización neoliberal y su reflexión sobre el papel de las y los intelectuales y académicos latinoamericanos frente a la producción académica hegemónica, principalmente estadounidense.
A partir de este breve mapeo se pueden vislumbrar ciertas tendencias y caminos de la época, reconocer o no la existencia de un diálogo entre dichas vertientes y autores, e identificar las condiciones de producción y circulación académica que lo permitieron o, bien, limitaron.
La antología que abre el camino
La antología que, por decirlo de alguna manera, “inauguró” la perspectiva de una discusión más sistemática sobre el lugar del pensamiento latinoamericano ante el fenómeno de la globalización fue Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate, coordinada por Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta en 1998.[3]
Este trabajo transdisciplinario tuvo su origen en un largo debate sobre la relación entre globalización, poscolonialidad y latinoamericanidad, surgido en los años 1990 en medio del auge neoliberal. El libro se enmarca también en un cuestionamiento sobre el modo desigual y asimétrico de producción y circulación de las ideas en el nivel global, y en una crítica a los espacios institucionales que contaban con los recursos materiales para legitimarse como centros de producción académica e intelectual autorizados para hablar sobre América Latina.
Y es que, en Estados Unidos, el campo denominado Cultural Studies producía una gran cantidad de investigaciones sobre la región mediante categorías de análisis propias del llamado primer mundo. En su versión latinoamericana, los Estudios Culturales llegaron a consolidarse en los años 1990 como un campo novedoso en el estudio de la cultura, pero a su vez cuestionado por la adopción acrítica o descontextualizada de dichas categorías de análisis. En ese contexto, no deja de llamar la atención el hecho de que, de los once ensayos que componen esta antología, ocho provienen de autores latinoamericanos adscritos a universidades estadounidenses.[4]
Se podría pensar que tales autores entran a la discusión desde un “lugar de enunciación” en cierto sentido privilegiado, al formar parte del mainstream teórico y al mismo tiempo provenir y ocuparse de una región “periférica”. Además, no se puede perder de vista la existencia de vínculos personales e identidades teóricas entre los autores reunidos en el volumen. Cuando se analizan los libros colectivos, también es necesario considerar las llamadas relaciones de sociabilidad, tan caras a la construcción de las redes intelectuales.
De acuerdo con lo que los coordinadores comentan en la introducción al volumen,[5] las respuestas a las inquietudes que movían el debate se habían formulado inicial y paulatinamente desde dos frentes de discusión: aquel que releía a América Latina utilizando las teorías y conceptos de las instituciones centrales, y aquél que las rechazaba en pos de teorías y conceptos propios, acordes con los procesos histórico-políticos de la región.
Una segunda vuelta al debate, cuyas principales conclusiones quedarían plasmadas en el volumen, surgió en 1997, durante el Congreso de la Latin American Studies Association (LASA) ocurrido en Guadalajara, donde los Estudios Culturales Latinoamericanos se afirmaron “como nuevo paradigma de teorización de lo latinoamericano a finales del siglo XX”.[6]
No obstante, aun con el consenso de un campo de estudios legitimado y con precursores claramente identificables –Néstor García Canclini y Jesús Martín-Barbero, principalmente- éstos no protagonizan la discusión en la antología. De igual forma, si bien el texto introductorio enfatiza en las implicaciones del proceso de la globalización con elementos de análisis propios de los ECL, como el papel de las industrias culturales, los cruces entre cultura popular y cultura de masas, los procesos de homogeneización y desterritorialización cultural, tales conceptos y discusiones son poco significativos en el corpus de la antología.
Como ya dijimos, la mayor parte de los textos tuvo su origen en instituciones estadounidenses con autores hispanoamericanos pertenecientes a la filosofía, la literatura y los estudios subalternos. Su énfasis está principalmente en el problema de la poscolonialidad y sus consecuencias sobre lo latinoamericano. Se percibe una influencia notoria de la perspectiva decolonial en el uso de conceptos como transmodernidad, posoccidentalismo y subalternidad, como categorías alternativas al eurocentrismo y colonialismo existentes en las ciencias sociales.
La búsqueda de nuevas vetas de reflexión es evidente, sin embargo, a lo largo del volumen, y como los mismos coordinadores reconocen, las posturas de los colaboradores decantan su optimismo y se vuelven más críticas respecto al potencial del poscolonialismo como teorización descolonizadora.
Las antologías de Clacso: la reflexión desde las ciencias sociales y el Grupo de Trabajo sobre cultura y poder
En continuidad con el debate iniciado por los coordinadores de la antología anterior, aunque manteniendo una perspectiva más ceñida a las ciencias sociales tradicionales, Edgardo Lander coordinó en el año 2000 la famosa antología La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, editada por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).[7]
Este libro fue el resultado de dos años de trabajo, posteriores a la realización del Simposio “Alternativas al eurocentrismo y colonialismo en el pensamiento social latinoamericano contemporáneo”, que se llevó a cabo en 1998 durante el Congreso Mundial de Sociología en Montreal, convocado por Immanuel Wallerstein.
Con el patrocinio de la Unidad Regional de Ciencias Sociales y Humanas para América Latina y el Caribe de la UNESCO, en el libro participan nueve reconocidos autores en el ámbito de las ciencias sociales latinoamericanas, entre los cuales se encuentran Enrique Dussel y Aníbal Quijano.[8] En este trabajo vuelven a aparecer Walter Mignolo, con un artículo sobre colonialidad y modernidad, y el propio Santiago Castro-Gómez, con una reflexión sobre violencia epistémica.
En la presentación del volumen, Edgardo Lander explica que la implantación del neoliberalismo como pensamiento único dificultaba vislumbrar y formular alternativas epistemológicas y de intervención intelectual.[9]
De esta manera, el libro apuesta a rastrear la genealogía de este pensamiento, identificando el uso de categorías eurocéntricas, coloniales y modernas dentro de las ciencias sociales latinoamericanas. Pretende afianzar un diálogo epistemológico en el sur del mundo, visibilizando y a la vez nutriéndose de las múltiples luchas sociales e identidades que conforman América Latina.
Una revisión sucinta del contenido muestra cómo esta exploración epistemológica prima respecto a una propuesta multidisciplinaria que colocara dichas preocupaciones en las relaciones intersubjetivas y las esferas de la vida cotidiana que, desde los ECL, se reconocían trastocadas a raíz de los procesos de globalización.
La influencia de la perspectiva sistémica de Wallerstein se hace presente al opacar el uso del concepto globalización -pensado como un fenómeno inherente a la evolución del capitalismo global y no necesariamente novedoso- por categorías como eurocentrismo, modernidad y colonialidad del poder.
No obstante la diferencia, el trabajo coordinado por Lander es sintomático de una preocupación que cruza todas las antologías del periodo: la intención de poder contar con un trazado de largo aliento, que encontrara la génesis de nuestra dependencia epistemológica, para así formular un pensamiento propio latinoamericano libre de la razón occidental y sus métodos de acercamiento a la realidad.
De forma consonante pero a la vez divergente a la iniciativa coordinada por Lander, Daniel Mato encabezó un extenso y ambicioso trabajo desde la Universidad Central de Venezuela, que puso sobre la mesa la relación entre cultura y política, centrando su crítica en el uso de la noción de Estudios Culturales Latinoamericanos como campo de conocimiento.
En 1999 y 2000, el Grupo de Trabajo “Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización” tuvo sus dos primeras reuniones en Caracas, con la participación de más de veinte autores. Como resultado, en el año 2001 fue publicada la antología Estudios latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización, en dos volúmenes,[10] que contaron con la participación de autores de países latinoamericanos, incluyendo a Brasil, oriundos, en su gran mayoría, de instituciones o universidades de América Latina.
Daniel Mato jugó un rol notorio como organizador de un esfuerzo que pretendió integrar a los principales actores del campo en función de reformular temas, avivar discusiones e intentar asentar las principales preocupaciones de los estudios culturales de la época.[11]
No obstante, su crítica hacia el uso del concepto de Estudios Culturales Latinoamericanos, Mato convocó a los “padres fundadores” Martín Barbero y García Canclini para poner a discusión la pertinencia del término y de ellos mismos como sus protagonistas. Mato también invitó a diversos autores que posteriormente se volvieron referentes y organizadores de nuevos trabajos y líneas de investigación como Alejandro Grimson, Elizabeth Jelin y Martín Hopenhayn.
En su análisis, Mato señalaba que los procesos de globalización traían consigo mecanismos de exclusión, inequidad y asimetrías que se reproducían en el mundo intelectual y académico en un nivel global.[12]
Por ello, llamaba a atender los cruces existentes entre lo cultural y lo político para pensar el impacto de la institucionalización de los Cultural Studies en América Latina.
La preocupación de Mato por incluir prácticas intelectuales diversas y rastrear históricamente lo que constituía a América Latina como lugar de enunciación, lo llevó a proponer que en lugar de Estudios Culturales Latinoamericanos, éstos fueran denominados como Estudios Latinoamericanos sobre Cultura y Poder.[13]
Con esto, puso acento en dos reflexiones -no exactamente nuevas- que desarrolló y puso en práctica a posteriori: el papel político del intelectual o académico latinoamericano y la necesidad de incorporar los análisis y teorizaciones provenientes de los movimientos sociales, activistas, pueblos indígenas, etc.[14]
Sin embargo, a pesar de reivindicar un espacio de reflexión para voces no académicas, en ambos volúmenes es mayoritaria la contribución de académicos formados en universidades, principalmente en las áreas de antropología, sociología y literatura.
Para refrendar su crítica al “uso descontextualizado y descontextualizante”[15] de la noción de los ECL, Mato impulsó el cambio de nombre del Grupo de Trabajo a “Cultura y Poder”, después de su tercera reunión en Caracas en noviembre de 2001, reunión de la cual se derivó una tercera y amplia antología de 32 ensayos, publicada en 2002 y titulada Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Con la colaboración de algunos militantes y activistas, este trabajo integra un mosaico rico en temas y, por lo mismo, difícil de asir. Se pueden encontrar análisis sobre memoria y lucha política, diversidad étnica, feminismo, formulación de políticas culturales, culturas afroamericanas, identidades reformuladas por el trastocamiento de las fronteras, entre otros.[16]
Para Mato, los ECL ocultarían la reproducción de relaciones de poder en el nivel mundial, al establecerse como un espacio donde, según sus palabras, “las voces que tienen mayor poder para establecer qué es y qué no es este campo, el sistema de inclusiones y exclusiones (de temas, enfoques, autores, etc.) son las que se expresan mediante publicaciones en inglés”.[17] Por ello, vale la pena insistir, buscó reunir textos en castellano y portugués con participación mayoritaria de autores de universidades latinoamericanas.
Lo que resalta de este volumen es el considerable número de textos que abordan las trayectorias y debates intelectuales de autores como García Canclini, Martín-Barbero, Aníbal Quijano y Jesús García. Dos capítulos incluso revisan los aportes intelectuales del propio Mato al campo de estudio. Si bien el autor reconoce que sus antologías son sesgadas y no representativas, en cuanto a autores y temas se refiere, es notable la visibilidad de un grupo de investigadores consolidados como referentes, sujetos a revisión y relecturas.
Hay que reconocer que, a pesar de los buenos propósitos del compilador, la presencia de autores que escriben no sólo sobre, sino desde movimientos como el indígena, chicano, feminista, teatral y de derechos humanos -esas “otras prácticas intelectuales” continuó siendo moderada. Al parecer, la justificación de Mato para este hecho estaría en las dificultades que la militancia siempre ha tenido para poder teorizar sobre su práctica y en la disociación del intelectual con la sociedad, como resultado de la modernización neoliberal e institucionalización de las universidades en América Latina.[18]
En tal contexto, Mato insistiría en una intervención ético-política del intelectual y académico en un contexto que veía el surgimiento de nuevos movimientos sociales con sus respectivas apuestas de transformación cultural y política.[19]
La vertiente de Pittsburgh: arte y literatura
En el año 2000, Mabel Moraña coordinó la antología Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina: el desafío de los estudios culturales. El volumen se compone de las discusiones vertidas en el Simposio Internacional de la Universidad de Pittsburgh ocurrido en 1998,[20] en el que, según Moraña, se reunieron investigadores y estudiosos de la cultura latinoamericana para una reflexión colectiva en torno a muchos de los temas […] que se refieren a las relaciones entre globalidad y regionalización, redefinición de la esfera pública y del lugar del intelectual en los procesos de institucionalización y recentralización cultural, multiculturalismo y ubicación de los “saberes locales” con respecto a los modelos de conocimiento gestados en espacios “centrales”, regionales o internacionales.[21]
A decir de la autora, en este volumen se plasmaron “los aportes más representativos de los Estudios Culturales producidos en la actualidad desde/sobre América Latina”.[22]
Como línea distintiva en relación con las antologías anteriores, 29 de los 36 ensayos incluidos provienen de autores formados en el área de lenguas y literatura. Es necesario observar que 25 artículos pertenecen a autores latinoamericanos adscritos a universidades estadounidenses, cinco a autores adscritos a instituciones europeas y sólo nueve son de autoría de intelectuales pertenecientes a universidades latinoamericanas. Entre estos últimos aparecen los referentes Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, Renato Ortiz, Nelly Richard y Beatriz Sarlo.[23]
En su introducción, Mabel Moraña muestra la preocupación, cercana a la de Mato, de traer a la mesa el lugar de lo político y lo ideológico en las discusiones de los Cultural Studies que, considera, se habían constituido como bloque de poder teórico, interpretativo y representacional.[24]
En ese contexto, y en consonancia con la antología dirigida por Castro-Gómez y Mendieta, le parecía necesario discutir el lugar de América Latina y reformular el latinoamericanismo internacional en busca de una independencia epistemológica.
Situándose en el marco de los debates sobre la modernidad, Moraña reconoce los peligros que entraña la visión de los Cultural Studies al tratar a América Latina como otredad excluyente, pero también señala el uso culturalista de los discursos antihegemónicos que, mediante análisis a un nivel micro, pretenden detentar el uso legítimo de la epistemología del subalterno.
Por ello, si bien hay una intención reivindicativa de las propuestas teórico-epistemológicas latinoamericanas respecto a los discursos centrales, también hay un reconocimiento de los Estudios Culturales como campo y de su contribución “a liberarnos de pesados esquemas que son insuficientes para explicar hoy día el complejo trasiego de problemas y niveles del análisis cultural”.[25]
Este reconocimiento marca un rasgo distintivo de la reticente postura de Daniel Mato a adoptar el nombre de ECL como campo de estudio. De manera consecuente, la mitad de las secciones de la antología están abocadas a la reflexión sobre los estudios culturales, el culturalismo, la crítica y el papel de los intelectuales latinoamericanos. Se coloca en primer plano el lugar de lo político-ideológico desde una perspectiva primordialmente literaria. Los pocos aportes que se realizan desde la antropología, la filosofía y la sociología serán el marco introductorio sobre las implicaciones de la globalización en la multiculturalidad, a cargo de Martín-Barbero, García Canclini y Ortiz.
Los demás bloques temáticos abordan discusiones sobre la memoria y la territorialidad, fronteras, ciudadanía y género, así como la formulación de políticas culturales en la esfera pública. La última sección incluye debates sobre movimientos sociales, subjetividades y saberes locales. Sin embargo, a diferencia de las antologías coordinadas por Mato, estas reflexiones, a cargo de autores latinoamericanos de universidades estadounidenses en el campo literario, se harán exclusivamente sobre dichos movimientos y no desde los mismos.
Una radiografía sucinta del texto introductorio y la estructura del libro revela que, a pesar de que los autores provienen de universidades estadounidenses, hay una lucha interna por el reconocimiento de temáticas y autores excluidos del debate de los Estudios Culturales en la academia anglosajona. La impronta ideológica neoliberal que se instala en el quehacer académico toca también a esta porción de académicos e intelectuales y por ello Moraña pretende que, con esta antología, otros temas y voces puedan abrirse camino en los circuitos internacionales de producción de conocimiento. Aunque reconoce que los debates no se agotan en dichos textos, que configuran apenas aproximaciones, la autora sí aspira a que el libro se vuelva un referente alterno a unos estudios culturales que, considera, han tratado a la cultura latinoamericana de manera reducida y estereotipada.26
Como continuidad a este trabajo, Moraña editó junto con Hermann Herlinghaus el volumen Fronteras de la Modernidad en América Latina. La publicación del año 2003 derivó del Tercer Congreso Internacional de Estudios Culturales Latinoamericanos acontecido en la Universidad de Pittsburgh, en marzo de 2002. El eje articulador de este trabajo fue discutir el lugar de los ECL en la modernidad. En un contexto marcado tanto por asimetrías históricas como por nuevos fenómenos culturales, los autores vieron la necesidad de abordar las formas en que se pensaba y hacía lo moderno en América Latina.27
La discusión se percibe fuertemente influida por los debates poscoloniales que significaban para ambos “una radical reformulación de los problemas de nacionalidad, transnacionalidad, multiculturalismo y globalización”.28 Sin embargo, lo poscolonial no se asume como un adecuado piso epistemológico, sino que apunta hacia la necesidad de un pensamiento descolonizador desde las ciencias sociales “de los márgenes”, capaz de dar cuenta de una “hermenéutica de la heterogeneidad” propia de los descentramientos y tensiones post-1989.29
A diferencia de la antología anterior, este libro se encuentra más diversificado en cuanto al origen disciplinario de los autores, así como más parejo en lo que se refiere a sus adscripciones académicas. De los 23 ensayos, diez provienen de América Latina, mientras diez vienen de Estados Unidos. Europa sigue minoritaria, con tres contribuciones.30 De nueva cuenta, Jesús Martín-Barbero surge como referente para comprender las transformaciones en las dinámicas culturales y comunicacionales en la modernidad. Aunque Moraña y Herlinghaus ven como central el papel de la comunicación en el debate sobre la identidad y la cultura misma, llama la atención que los análisis desde la comunicología no tienen un lugar predominante en este libro, como tampoco lo tienen en las antologías previamente analizadas.
De esta manera, el trabajo se centra en la discusión sobre las fronteras y territorios en el marco de la globalización y transnacionalización, la configuración de nuevos y viejos espacios simbólicos e identitarios, las interacciones y zonas de contacto existentes entre numerosos conjuntos socioculturales, las redefiniciones sobre lo moderno en el nuevo escenario global y los desafíos del multiculturalismo en América Latina.31
La anterior reflexión sobre el carácter de los Estudios Culturales, la crítica literaria y los movimientos sociales se ve sustituida por un abordaje teórico diverso que analiza lo nacional, el género, la interculturalidad, lo posmoderno, lo transmoderno, las identidades y, de manera escueta, las políticas culturales, la violencia y la democracia.
El resultado de esta composición heterogénea de enfoques y temáticas hace que los editores vean en este libro otro aporte imprescindible del pensamiento crítico en el campo de los ECL. Esta vez, son más entusiastas respecto al alcance de dichos textos, pues ven en ellos
[…] propuestas que desarticulan los imaginarios teóricos disciplinarios y hasta sus propias bases epistemológicas, reivindicando la especificidad de la experiencia latinoamericana al tiempo que logran articularla a contextos mayores, sin fáciles abstracciones ni universalismos casuales, sino desde las bases experimentales de un pensamiento crítico rebelde e inquisitivo.32
¿Qué ocurrió después de 2004?
A partir de 2004, la notoriedad gozada por los ECL y la discusión sobre sus características y validez, su lugar en el espacio de producción teórica en América Latina, fueron disminuyendo. Por una parte, sucedieron importantes relevos en algunos de los nombres de quienes organizaban la discusión y, por otra, empezaron a ocurrir transformaciones discursivas y usos conceptuales diferenciados. Una breve revisión de lo que se produjo posteriormente muestra la relevancia que adquirió el discurso decolonial y la primacía de otros itinerarios intelectuales, relativos a los nuevos movimientos sociales, las migraciones, los estudios sobre juventud, entre otros. Ello da muestra de transformaciones en los espacios y modos de producción de conocimiento desde y sobre América Latina, a su vez indicativos de un trabajo interinstitucional latinoamericano en diálogo con la producción académica global, que parece agotar ciertos temas y hegemonizar otros.
Después de Teorías sin disciplina…, Santiago Castro-Gómez -quien aparece en las antologías mencionadas excepto aquellas coordinadas por Daniel Mato- se confirmaría como un referente del Grupo Modernidad/colonialidad, colocando al Instituto de Estudios Sociales y Culturales (Pensar) de la Universidad Javeriana de Colombia como un fructífero centro de producción teórica sobre los estudios poscoloniales. Esto lo llevó a publicar, en 2007, junto con Ramón Grosfoguel, el libro titulado El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global.33 Posteriormente, en 2010, colaboró en un trabajo editado por Ileana Rodríguez y Josebe Martínez titulado Estudios transatlánticos postcoloniales: narrativas comando-sistema mundo.34
Para Clacso, la producción teórica posterior también sufrió cambios interesantes que -sólo en parte- pueden ser explicados por las propias trayectorias que los investigadores eligieron. Pese a la importancia que tuvo su antología La colonialidad del saber…, Edgardo Lander ya no volvería a fungir como editor. Como autor, participó en la antología Hegemonías y emancipaciones en el siglo XXI, coordinado por la mexicana Ana Esther Ceceña en 2004.35 El sociólogo venezolano pasó a concentrar su actividad académica en el think tank Transnational Institute (TNI), y siguió fungiendo como un intelectual de peso en los movimientos sociales venezolanos y en las articulaciones contrahegemónicas en un nivel regional como el Foro Social Mundial.
Por su parte, el Grupo de Trabajo Cultura y Poder, que hasta el año 2002 había sido coordinado por Daniel Mato, retomó sus actividades bajo la conducción del argentino Alejandro Grimson. De su cuarta reunión, en 2003, surgió el libro La cultura en las crisis latinoamericanas,36 donde aún se percibe una impronta de los temas de discusión que atañían a Daniel Mato, así como de los autores referenciales (Jesús Martín-Barbero, Gustavo Lins Ribeiro, Elizabeth Jelin y Néstor García Canclini). Sin embargo, la publicación decantaría en el abordaje de las transformaciones en los imaginarios nacionales y comunitarios, así como de las identidades étnicas y políticas ante las crisis de los estados latinoamericanos. En la introducción, Grimson hace una interesante retrospectiva de la dinámica adoptada en las reuniones de trabajo y presenta una importante reflexión sobre los dos ejes en los que se organizó el volumen: la presencia de “lo nacional” en el análisis cultural y la múltiple definición de “crisis”.37 El libro trae algunos estudios de caso (específicamente sobre Venezuela, Ecuador, Argentina, Colombia, Perú y Brasil) y algunos trabajos de carácter teórico.
Respeta la diversidad regional del continente, pues considera a autores de varios países y publica artículos en español y portugués.
Grimson volvería a coordinar la quinta reunión del grupo en Porto Alegre, en 2004. Sin embargo, no será él sino Mato quien, en 2005, reeditará 21 de los ensayos incluidos en las pasadas antologías en el libro Cultura, política y sociedad. Perspectivas latinoamericanas.38 La publicación puede considerarse la despedida de Mato como organizador del campo, coincidente con el fin de su ciclo en la Universidad Central de Venezuela (UCV).
En una biografía intelectual de Daniel Mato, Alejandro Maldonado relata que, tras haber impulsado por 18 años el Programa de Estudios sobre Globalización, Cultura y Transformaciones Sociales en el Centro de Investigaciones Posdoctorales de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCV, el programa no enraizó en la institución como el académico argentino hubiera querido, así como tampoco proliferó el reconocimiento intelectual que él deseaba.39 De esta forma, Mato acabó por jubilarse de la UCV en 2002 y, a partir de 2005, pasó a desempeñarse como asesor académico del IESALC-UNESCO, para volver finalmente a su natal Argentina en 2010. A partir de entonces, su producción intelectual se concentró en el estudio de los think tanks y la comunicación intercultural.
Las consecuencias de la ausencia de Mato en Clacso fueron patentes. Entre 2005 y 2008 el Grupo de Trabajo sobre Cultura y Poder no se reunió. Apenas en 2007, Grimson compilaría el libro Cultura y neoliberalismo, en el que Mato participó como autor, junto con Pablo Semán entre otros nombres que no estuvieron presentes en las antologías anteriores.40 Semán coordinaría el Grupo de Trabajo en su reaparición en 2009. Sin embargo, aunque el grupo había conservado el mismo nombre, en los registros de Clacso la reunión de 2009 apareció como “primera”. Es de resaltar que ni de esta reunión, ni de la que se realizó en 2010 se publicaron antologías.
En 2010, Nelly Richard -figura central que encontramos en las antologías coordinadas por Mato- lanzaría el libro En torno a los estudios culturales. Localidades, trayectorias y disputas.41 La publicación fue resultado de la primera reunión de la Red de Estudios y Políticas Culturales, dirigida por Alejandro Grimson y creada por iniciativa del Centro de Altos Estudios Universitarios de la Organización de Estados Iberoamericanos y de Clacso, que se realizó en Buenos Aires en abril de 2009. El volumen ofrece a los lectores una reflexión sobre el carácter de los ECL, con las figuras que su editora considera primordiales en el debate. No sorprende, evidentemente, la presencia de Jesús Martín-Barbero y Néstor García Canclini como fuentes del trazado genealógico del campo. También reaparecen autores como Alejandro Grimson, Catherine Walsh y Eduardo Restrepo, para entonces nombres reconocidos en lo que a Estudios Culturales se refiere.42 Richard anuncia en la Introducción a la obra que a los autores les había parecido
[…] valioso articular un conjunto de reflexiones elaboradas principalmente desde América Latina por quienes se dedican a la práctica académica de los Estudios Culturales en distintas latitudes geográficas y contextos universitarios (Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, México, Perú, Puerto Rico), para contribuir así a corregir ciertas asimetrías de la producción editorial del mercado académico internacional que suele privilegiar los nombres y textos “en inglés”.43
El tema del dominio del conocimiento producido por los centros hegemónicos -y su paradigmática difusión en inglés- se mantuvo como un eje aglutinador de esfuerzos para iniciativas como la de la Red de Estudios y Políticas Culturales, que seguiría reuniéndose hasta 2014. En cuanto al Grupo de Trabajo Cultura y Poder, hay que observar que volvió a desaparecer durante dos años, momento en que se consolidaron otros grupos de trabajo sobre temas como género, migración, movimientos sociales, juventud y cambio climático, entre otros. Ello da cuenta de desplazamientos teórico-conceptuales que parecen disminuir sensiblemente el interés por el tema de los Estudios Culturales.
No obstante, en 2013 el grupo vuelve a la escena, esta vez con una reunión en Bogotá que, aunque no trasciende en una publicación, indica un cambio significativo en el espacio de enunciación de la discusión grupal.44 En 2015, la coordinación del grupo se trasladará al Instituto Pensar de la Universidad Javeriana de Colombia a cargo de Eduardo Restrepo. La presencia del antropólogo colombiano es relevante, ya que en los últimos cinco años ha articulado diversas discusiones sobre los Estudios Culturales poniendo el acento en su carácter decolonial, lo cual le da un matiz distinto al grupo entonces constituido por Mato.
En cuanto a Mabel Moraña, se notará también un interés por el análisis poscolonial en América Latina. En este tenor, publicará en 2008, junto con Enrique Dussel y Carlos A. Jáuregui, el libro Coloniality at Large: Latin American and the Postcolonial Debate.45 El texto, publicado en inglés, discute la pertinencia de la teoría poscolonial en la realidad latinoamericana y la occidentalización. Para ello, cuenta con la participación de nuestros viejos conocidos Santiago Castro-Gómez, Fernando Coronil, Walter Mignolo, Eduardo Mendieta, Aníbal Quijano y Catherine Walsh, además de otros autores consagrados como Mary Louise Pratt, Peter Hume y Román de la Campa. Posteriormente, sus publicaciones muestran cierta continuidad de los temas previamente trabajados, como el papel de los intelectuales latinoamericanos o la modernidad.46 Sin embargo, desaparece la reflexión sobre el carácter de los ECL, tan presente en la primera antología que Moraña elaboró.47
Cabe mencionar que, en 2005, después de diez años de trabajar en la Universidad de Pittsburgh, espacio de gran relevancia para la gestación de las antologías analizadas, Moraña se trasladó a la Universidad de Washington en St. Louis, donde, hasta la fecha, pasó a fungir como profesora y directora del Departamento de Estudios Latinoamericanos. Al analizar la cantidad e importancia de las publicaciones que Mabel Moraña ha coordinado o editado, no podemos dejar de reconocer su capacidad de convocatoria, su talento para dialogar con distintas vertientes intelectuales y el papel fundamental que ha desempeñado en el debate intelectual y la producción de conocimiento desde y sobre América Latina. Una reflexión más sistemática sobre el tenor de las antologías que coordinó aún está por hacerse.
Una última palabra
Los ires y venires en la discusión sobre la relevancia y pertinencia teórica de los ECL han caracterizado el debate entre distintos grupos de intelectuales latinoamericanos, que cuestionaban su lugar en los circuitos académicos internacionales y su producción teórica en relación a un contexto sociopolítico determinado que los interpelaba. El análisis realizado sobre las antologías aquí propuestas, muestra que no es posible negar la importancia del “lugar de enunciación” para la proyección y mantenimiento de determinadas visiones teórico-epistemológicas. Esto es particularmente significativo cuando América Latina es el lugar desde y sobre el que se enuncia. La diferencia entre hablar desde y hablar sobre representa la adopción de una postura no sólo académica, sino también político-ideológica. Decidir entre ambas opciones ha hecho que la discusión sobre los ECL se organice en grupos con grados de influencia variables, definidos por condiciones materiales (sobre todo de financiamiento) y geográficas específicas.
Las antologías han fungido como un espacio fundamental para entender las discusiones teóricas, los interrogantes y debates -no siempre armónicos- que surgen para responder a un desafío epistemológico en un momento histórico específico. La forma en la que las antologías aquí mencionadas organizaron y han orientado los debates, las elecciones sobre quiénes fueron y se han mantenido como las voces autorizadas para abordar ciertos temas, la manera en la que se han propuesto y se siguen proponiendo los ejes temáticos, entre otros aspectos, dan cuenta de los distintos modos de construcción de conocimiento por parte de las y los intelectuales latinoamericanos que están en constante tensión con los centros hegemónicos de producción de conocimiento, pero también entre ellos mismos. En el caso de los ECL estos distintos modos también reflejan relaciones de poder, jerarquías y “modas” teóricas que pueden dialogar o bien oponerse de manera evidente.
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26Ibid., p. 15.
27Mabel Moraña y Hermann Herlinghaus [eds.], “Introducción”, en Fronteras de la modernidad en América Latina, Pittsburgh, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana/University of Pittsburgh, 2003, pp. 11-20.
28Ibid., p. 13.
29No obstante el distanciamiento, en el libro participan Santiago Castro-Gómez y Enrique Dussel con reflexiones filosóficas decoloniales acerca de las dinámicas transfronterizas en el ámbito universitario e identitario, respectivamente.
30Algunos de los colaboradores de la antología anterior vuelven a aparecer. Asimismo, entre los autores de esta antología adscritos a universidades latinoamericanas, se encuentran Enrique Dussel, Bolívar Echeverría, Ernesto Laclau y Carlos Pereda, los cuatro dedicados a la filosofía, al lado del especialista en Estudios Culturales José Manuel Valenzuela, del historiador de las ideas Nicolás Casullo y del escritor y ensayista Carlos Monsiváis. Entre los radicados en universidades estadounidenses, destacan el historiador Tulio Halperin-Donghi y la escritora y crítica Sylvia Molloy.
31Moraña y Herlinghaus, op. cit., p. 17.
32Ibid., p. 20.
33Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel [eds.], El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global, Bogotá, Universidad Central/IESCO/Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar/ Siglo del Hombre Editor, 2007.
34Ileana Rodríguez y Josebe Martínez [eds.], Estudios transatlánticos postcoloniales: narrativas comando-sistema mundo, México, Anthropos/UAM-Iztapalapa, 2010.
35Ana Esther Ceceña [comp.], Hegemonías y emancipaciones en el siglo XXI, Buenos Aires, Clacso, 2004. En http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20101018121053/cecena2.pdf.
36Alejandro Grimson [comp.], La cultura en las crisis latinoamericanas, Buenos Aires, Clacso, 2004, pp. 7-15. En http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20100918083912/grimson.pdf.
37Alejandro Grimson, “Introducción”, en Ibid., pp. 7-15.
38Daniel Mato [coord.], Cultura, política y sociedad. Perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, Clacso, 2005. En http://www.culturarecreacionydeporte.gov.co/sites/default/files/cultura_politica_y_sociedad._perspectivas_latino-americanas.pdf.
39Alejandro Maldonado, “Daniel Mato: una vida de interculturalidad”, en Revista Nómadas, núm. 34, Bogotá, Universidad Central Colombia, 2011.
40Alejandro Grimson [comp.], Cultura y neoliberalismo, Buenos Aires, Clacso, 2007.
41Nelly Richard [ed.], En torno a los estudios culturales: localidades, trayectorias y disputas, Santiago de Chile, Universidad ARCIS, 2010.
42Catherine Walsh, quien había participado en el Grupo de Trabajo con Daniel Mato, coordinó la antología Estudios culturales latinoamericanos: retos desde y sobre la región andina, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/Abya-Yala, 2003. En el apartado “Estudios culturales latinoamericanos: perspectivas críticas” aparecen sólo tres textos, significativamente, de autoría de Mato, Mignolo y Castro-Gómez. En el apartado “(Des)identificaciones disciplinarias y luchas del cononimiento” aparece un artículo de Moraña, redactado desde el punto de vista de la formación disciplinaria de la autora, titulado “Literatura, subjetividad y estudios culturales”.
43Richard, op. cit., p. 9.
44Aunque el trabajo no se enmarca claramente en el quehacer del Grupo de Trabajo, Grimson publicará, durante ese mismo año, junto con Karina Bidaseca, el libro Hegemonía cultural y políticas de la diferencia, Buenos Aires, Clacso, 2013. En el libro nuevamente aparecen como colaboradores Nelly Richard y Eduardo Restrepo, poniendo acento en el papel de los estados y las tecnologías en la inclusión/exclusión de las diferencias.
45Mabel Moraña, Enrique Dussel y Carlos Jáuregui [eds.], Coloniality at large: Latin American and the postcolonial Debate, Duke University, 2008.
46Véase Mabel Moraña y Bret Gustafson [eds.], Rethinking intellectuals in Latin America, Frankfurt am Main/Iberoamericana/Vervuert, 2010; y Mabel Moraña [ed.], Para una crítica de la modernidad capitalista: dominación y resistencia en Bolívar Echeverría, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 2014.
47En una entrevista realizada en 2007, Moraña critica el hecho de que los estudios culturales habían utilizado demasiado tiempo en hablar de sí mismos, cuando lo primordial era un análisis que pensara, desde lo político, el lugar de lo nacional-popular en la globalización. Mabel Moraña, “Los estudios latinoamericanos en la encrucijada. Entrevista a Mabel Moraña”, en Revista Itinerarios, núm. 5, 2007, pp. 9-31. En http://itinerarios.uw.edu.pl/wp-content/uploads/2014/12/01_entrevista_Morana.pdf.
[1] Es conocida la serie de entrevistas que, entre 1996 y 1997, la revista británica Journal of Latin American Cultural Studies realizó a intelectuales latinoamericanos dedicados, en términos generales, a los Estudios Culturales. Llama la atención el énfasis de autores como Néstor García Canclini en separarse de lo que propugnaba la academia estadounidense (“me involucré en los estudios culturales antes de saber cómo se llamaban”). Apud Mónica Szurmuk & Robert Mckee Irwin, “Presentación”, en Diccionario de Estudios Culturales Latinoamericanos, México, Siglo XXI/Instituto Mora, 2009, pp. 17 y 18
[2] Eduardo Restrepo, “Estudios culturales en América Latina”, en Revista de Estudos Culturais, núm. 1, São Paulo, USP, 2014, p. 7. En http://www.each.usp.br/revistaec/sites/default/files/artigos-em-pdf/03_ed1_ESTUDIOS%20CULTURALES%20EN%20AME%CC%81RICA%20LATINA.pdf (fecha de consulta: 19 de abril, 2016).
[3] Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta, Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate, México, Porrúa/University of San Francisco, 1998.
[4] Ocupa un espacio interesante en este conjunto de artículos el “Manifiesto inaugural” del Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos, publicado originariamente en inglés, primero en la revista Boundary, y después en un volumen colectivo editado por Duke University Press. Resaltan en el libro las participaciones de Walter Mignolo y Alberto Moreiras, de la Universidad de Duke. También destacan las apariciones de Mabel Moraña, de la Universidad de Pittsburgh, quien, como veremos más adelante, dirigió una de las vertientes de reflexión sobre los ECL, y la franco-chilena Nelly Richard, que hará lo propio en 2010, desde Chile. Los demás autores entonces adscritos a universidades estadounidenses son tres: Ileana Rodríguez, Fernando Coronil y el mismo coorganizador Eduardo Mendieta. Afiliados a universidades hispanoamericanas, tenemos solamente a Hugo Achúgar, Santiago Castro-Gómez y Erna von der Walde, de la Universidad de los Andes, quien se encontraba entonces como profesora visitante en la Universidad de Duke.
[5] Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta, “Introducción: la translocación discursiva de ‘Latinoamérica’ en tiempos de globalización”. Castro-Gómez y Mendieta, op. cit., pp. 5-30.
[6] Ibid., p. 22.
[7] Edgardo Lander [ed.], La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, Clacso, 2000.
[8] La lista de autores es la siguiente: Santiago Castro-Gómez, Fernando Coronil, Enrique Dussel, Arturo Escobar, Edgardo Lander, Francisco López Segrera, Walter D. Mignolo, Alejandro Moreno y Aníbal Quijano. A pesar de ser una figura de peso en su crítica al colonialismo de las ciencias sociales, resulta significativo que Quijano no reaparezca en ninguna de las demás antologías producidas durante esos años. No deja de ser significativa también la ausencia absoluta de mujeres en este libro.
[9] Lander, op. cit., p. 3.
[10] Daniel Mato [coord.], Estudios latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización, vols. I y II, Buenos Aires, Clacso, 2001. En el primer volumen, además de Daniel Mato, colaboraron Lourdes Arizpe, Néstor García Canclini, Martin Hopenhayn, Jesús “Chucho” García, Elisabeth Jelin, Jesús Martín Barbero, Ana María Ochoa Gautier, Gustavo Lins Ribeiro, Nelly Richard y Yolanda Salas. En el segundo, participaron Daniel Mato, Gustavo Lins Ribeiro, Lourdes Arizpe, Guiomar Alonso, Isidro H. Cisneros, Gioconda Espina, Jesús “Chucho” García, Alejandro Grimson, Mireya Lozada, Fabio López la Roche, Luz Adriana Maya Restrepo, Carlos Ossa, Ángel G. Quintero Rivera, Nelly Richard, Yolanda Salas y Ana Wortman. Ambos volúmenes están disponibles en PDF, en http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20100912034428/estudios.pdf y http://biblioteca.clacso.edu.ar/ clacso/gt/20100914030954/estudios2.pdf.
[11] Asimismo, es destacable el papel del argentino para conseguir la participación de diversos actores, sobre todo venezolanos, para financiar los encuentros y publicaciones del Grupo de Trabajo. Además de Clacso y la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (ASDI), participaron el Centro de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central de Venezuela, el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC-UNESCO), el Consejo Venezolano de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, el Instituto de Cultura Brasil-Venezuela y la Corporación Andina de Fomento (CAF).
[12] Daniel Mato, “Introducción: cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización”, en Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización, vol. I…, pp. 12-29.
[13] Ibid., p. 21.
[14] Sobre este punto, llama la atención la reiterada presencia de Jesús “Chucho” García, prácticamente el único autor que no pertenece a una institución académica tradicional y que es conocido por su activismo y reflexiones desde las comunidades afroamericanas, especialmente venezolanas. García no sólo participó en los dos volúmenes de la primera antología editada por Mato, sino que también colaboró en la antología que Mato publicaría en 2002, donde hizo precisamente una revisión crítica acerca de las visiones académicas e intelectuales sobre la africanía.
[15] Daniel Mato, “Parte I. Estudio Introductorio”, en Daniel Mato [coord.], Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder, Caracas, Clacso/ASDI/CONICIT/UCV/IESALC-UNESCO/CAF/FONACIT/Instituto Cultural Brasil-Venezuela, 2002, p. 15. En https://www.academia.edu/3462517/Estudios_y_otras_pr%C3%A1cticas_intelectuales_latinoamericanas_en_cultura_y_poder.
[16] Algunos de los colaboradores de los dos volúmenes anteriores, como Nelly Richard, permanecieron, y otros nombres se incorporaron.
[17] Mato, op. cit., p. 23. La presencia, por ejemplo, de George Yúdice, con el artículo “Contrapunteo estadounidense/latinoamericano de los estudios culturales”, es interesante para entender la preocupación de Daniel Mato por avanzar en la discusión del tema.
[18] Ibid., p. 2.
[19] Ibid., pp. 15-49
[20] El simposio fue patrocinado por el Departament of Hispanic Language and Literatures, el Roggiando Fund, el Center for Latin American Studies, el University Center for International Studies, el Brazilian Studies Program y el Program for Cultural Studies, todos de la Universidad de Pittsburgh. No obstante, la publicación resultante fue editada por el Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, impresa en Chile, con textos en español y uno en portugués.
[21] Mabel Moraña [ed.], “Introducción”, en Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina: el desafío de los estudios culturales, Pittsburgh, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana /Universidad de Pittsburgh, 2002, p. 11.
[22] Loc. cit.
[23] En este grupo están también el uruguayo Hugo Achúgar, de la Universidad de la República, el argentino Raúl Antelo, catedrático de la Universidad Federal de Santa Catarina, en Florianópolis, Ricardo Kaliman, de la Universidad de Tucumán, y José Teixeira Coelho, de la Universidad de São Paulo.
[24] Moraña, op. cit., p. 12.
[25] Ibid., p. 14.