En 2024, y en vísperas de las elecciones europeas y estadounidenses, el mundo se ve impactado por una serie de seísmos (militares, climáticos, económicos, sanitarios, religiosos, sociológicos, tecnológicos) que se producen simultáneamente, se retroalimentan y configuran un panorama complejo que desconcierta, aturde y deprime tanto a los ciudadanos como a los gobernantes.
En este nuevo y complejo contexto de policrisis, ¿cómo entender lo que está sucediendo en Ucrania, en Oriente Próximo, en España, en América Latina? ¿Cómo anticipar el mundo que viene?
Durante casi tres años, de 2020 a 2022, la pandemia petrificó el planeta con un saldo humano de nueve millones de muertos y más de mil millones de enfermos. Cuando se empezaba a vislumbrar una salida, en febrero de 2022, estalló la guerra de Ucrania, un conflicto de dimensiones mundiales por sus consecuencias económicas, sus efectos geopolíticos y sus inéditas dimensiones militares.
Pero cuando este frente bélico pareció estancarse en una línea casi fija de trincheras, detonó otro polvorín aún más peligroso. En Gaza, el 7 de octubre de 2023, reventaba con una intensidad desconocida el conflicto más viejo del mundo: el que enfrenta en Oriente Próximo, desde hace más de un siglo, a los palestinos con el sionismo. Masacres, bombardeos indiscriminados y matanzas apocalípticas se han sucedido. Nadie puede excluir una escalada en toda la región.
A estos tres seísmos centrales, se añaden otras cinco sacudidas no menos perturbadoras:
1. En la esfera económica, el fin de la globalización sin que el capitalismo tenga una propuesta de sustitución.
2. La delicuescencia y descomposición del sistema internacional, empezando por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Consejo de Seguridad, un sistema creado en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, que no funciona pero nada lo sustituye.
3. Los efectos acelerados del cambio climático: sequías, incendios, inundaciones, heladas, ciclones y tempestades.
4. Las masivas migraciones humanas que, por primera vez, afectan a todas las regiones de la Tierra.
5. Los impactos imprevistos de las rápidas innovaciones tecnológicas en el campo de la comunicación de masas, de las redes sociales, de la inteligencia artificial, del cálculo cuántico y de la vigilancia generalizada.
Los propios gobernantes -de cualquier país- se encuentran desorientados, incapaces de comprender los nuevos retos y los nuevos desafíos que están aconteciendo a escala global. Peor aún, la mayoría de los Gobiernos se revelan inhábiles e incompetentes a la hora de fijar perspectivas y de proponer soluciones.