Instigación y conspiraciones en el Bicentenario. Francisco Martínez. 20 de septiembre de 2021

Cada vez es más claro, que el mensaje de la “marcha del 15” era para exportación, para hacerse eco en los medios internacionales e incidir en la agenda diplomática occidental para que presione a Bukele a que se circunscriba a la formalidad democrática.

A pesar de los reclamos legítimos de sindicatos, de organizaciones sociales y comunidades por reivindicaciones laborales y por obras en sus territorios; estos reclamos se mezclaron y diluyeron en la maniobra de los que manejaron los hilos de la convocatoria.

En el fondo, para los instigadores de la marcha, ellos querían tomas-fotos-videos que mostrar al exterior y para replicar y comentar acá el “apoteósico acontecimiento”, por eso no importaba la dispersión de las demandas, su interés era lograr un tumulto para el titular: dictadura amenaza la república, lo que no dijeron es que hablan de SU REPUBLICA, mejor dicho, de sus PRIVILEGIOS.

No se trata de ignorar cuantos marcharon, hay que tener en cuenta que electoralmente por la oposición votaron cerca de 600 mil personas (2 millones votaron por el partido de Bukele y sus aliados).

Después de esta movilización la batalla 2024 está planteada, ahora bien ¿los de la marcha serán bloque electoral o serán bloque golpista?

Mientras tanto Nayib Bukele habló en su mensaje para los de adentro con recado y reclamo para los “amigos” de afuera.

Y puso en la mesa el gran tema de las pensiones, señalando que en 30 días (15 de Octubre) presentaría una propuesta de reformas al sistema de ahorro para pensiones; con ese anuncio retomó la iniciativa política y colocó en la mente (top mind) y en la charla diaria de los ciudadanos un tema que a los salvadoreños les importa mucho.

La respuesta de la reacción en defensa del negocio de las afp y la banca no se hizo esperar, inmediatamente salieron los “expertos” a señalar el riesgo de la nacionalización del fondo de pensiones. Les incomoda que se plantee que las pensiones sean administradas por una o varias instituciones del Estado: y, que se asuma por el Estado el carácter solidario y universal de estas.

Sin duda cuando los grandes temas (pensiones, reforma fiscal, refundación del Estado, ampliación de derechos, nuevo orden constitucional con nuevas reglas y marco normativo) se ponen en la agenda para la toma de decisiones en beneficio de las mayorías, las elites del viejo poder y sus adláteres elevan el nivel de su campaña mediática de exportación y tergiversación, hasta pedir el magnicidio. 

Los sectores conservadores y otras fuerzas reaccionarias se sitúan conspirativamente en la coyuntura de la crisis del martinato 1940-1944, y olvidan que en El Salvador 2021, hay un “nuevo bloque hegemónico, emergente y en ascenso”; con la iniciativa estratégica y con la correlación de fuerzas a su favor; con las expresiones políticas tradicionales en decadencia; con nuevas formas comunicacionales en un mundo digital; y con un país con familia transnacional.

Mientras tanto, la vieja izquierda, la intelectualidad vacilante, la iglesia al servicio de saber “quién”, adoptan como suyo, la premisa de que, la democracia es sólo formas y nada más que formas. Olvidando el contenido de la causa por la gente. Sin ver la crisis de la democracia liberal.

Es claro que, para ser opositor, ser crítico, disputar ideas: No basta el antibukelismo, ni el golpismo.

Requiere CABEZA, altura moral, respaldo social, compromiso popular, formación holística; y neuronas, no bilis.

Pero, ante la magnitud de los hechos, parece que las viejas elites han optado por el golpismo y su eslogan preferido haga patria…

Estamos obligados a actuar progresistamente, para que esta vez no se salgan con la suya.

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