Ya nos dimos cuenta de que El Salvador camina como el cangrejo: en retroceso, sin progreso, con sobredosis de caprichos y discordia. Todos aspiramos a un verdadero «cambio», palabra trillada en nuestro país, nada creíble. Todos somos bombardeados de pura paja, ahora sin instituciones que nos amparen, solo corrupción y dictadura. La población civil nos hemos quedado sin espacios, sin independencia judicial, y pronto nos bañarán de gases lacrimógenos. Estamos fritos. Veamos cuáles son las alternativas de «ruta» que pudiésemos tomar:
El primer camino: Sobrevivir hasta 2024, acudir a las urnas, y sacarlos por el voto. La población está abriendo los ojos (las encuestas lo demuestran), y los abriremos aún más con la tormenta que se viene y con los trapos chucos que no dejan de salir al sol.
Que Bukele escuche y se vea en el espejo: Urge un baño de humildad para que corrija rumbo. Déselo por su padre, el Dr. Armando Bukele, escuche sus consejos. Calme su sed de poder; escuche a los diferentes actores; haga alianzas con inversionistas éticos; no se pelee con los gringos; active asocios público-privados; deje de comportarse como niño caprichoso; fomente la unión, no más división.
Golpe constitucional: Misión imposible pues los jueces impuestos en la Sala de lo Constitucional ya están en la lista negra gringa por corruptos y antidemocráticos. ¡Cortados con la misma tijera que el presidente! Menos mal la señora Manes dice tener más pruebas de chanchullo.
Golpe de Estado a cargo de la Fuerza Armada: ¡Ojalá! Pero no nos entusiasmemos pues el ejército de Bukele es igualito al de Maduro. Como claramente expuso la Mrs. Manes, están copiando el guion del libro textualmente. Jamás se atreverán a sacar a Bukele en pijama, como lo hizo el ejército de Honduras con Zelaya. Diferentes niveles de testosterona.
Huelga de brazos caídos: «Ahí te vas a estar, María, hasta que don cerote renuncie».
El problema es que todos tenemos que llevar el pan a la mesa; no nos podemos quedar ni con brazos cruzados, ni con brazos caídos. Pero sí necesitamos salir más a la calle a exigir nuestros derechos, a gritar nuestro descontento.
Sobornar a los serviles: Como lo hizo Churchill cuando sobornó a los militares de Franco para que no se unieran a Hitler. Hay muchos corruptos alrededor del dictador que tienen precio, el problema es que ya están bien maiceados. A uno de ellos lo dejaron vender 42,000 saquitos de comida, destinados para paliar el hambre de los salvadoreños. ¡Descarados!
Acción internacional: Un golpe desestabilizador al bloquear remesas, prohibir negocios, frenar ayudas. Esto tambalea a cualquier gobierno sin recursos. Lo que sucede es que cada país tiene sus propios problemas, no les interesa El Salvador.
Estamos como estamos por darles cheque en blanco en la Asamblea; por el cambio radical a las reglas constitucionales; por la imposición de medidas extremas como estados de excepción, anarquía y control de los poderes del Estado.
Entonces ¿cuál es la ruta? Unirnos, señalar lo que no nos parece, no tener miedo; por el amor de El Salvador, estas pésimas nuevas ideas tienen que terminar.