Insularismo, falocentrismo, intertextualidad y colonialismo estadounidense. Entrevista con Mario O. Ayala Santiago. Endika Basáñez.

Introducción al concepto generacional

Endika Basáñez  Barrio  (EBB):Las  antologías  literarias  tienden  a  establecer sistemáticamente  una  división  generacional  en  cuanto  al  estudio  diacrónico  de  la literatura  puertorriqueña,  de  forma  que  engloban  así  a  una serie  de  intelectuales dentro de una generación u otra, como el caso de la generación del 30 o la del 40-50.  ¿Qué  opina  de  la  división  generacional  de  autores  y,  particularmente,  de  la generación del 40?

¿Existen razones objetivas para agrupar a una serie de autores en  una  misma  generación  literaria  atendiendo  a  la  época  histórica  en  la  que producen sus textos y/o la hegemonía de sus materiales narrativos?

Mario   O.   Ayala   (MOA):Lo   primero   que   le   tengo   que   decir   es   que, obligatoriamente,  uno  no  puede  escapar  de  lo  que  es  la  utilización  de  las herramientas de la generación como método, como herramienta conceptual, porque en muchos de los acercamientos a la literatura siempre se ha utilizado la generación para  establecer  el  estudio  diacrónico.  Sin  embargo,  yo creo  que  la  generación,  el concepto de generación, es un concepto extremadamente problemático y limitante porque, si bien ayuda a organizar o a periodizar a ciertos escritores que producen unas obras literarias de valía, no toman en cuenta que ese autor puede escribir por mucho más tiempo y puede evolucionar, como en muchos casos han evolucionado.

Desde una perspectiva más teórica, el concepto de generación es demasiado rígido con respecto a la situación de las fechas y a los eventos que agrupan a cierto grupo de escritores o a cierto grupo de obras. Muchas veces cuando se han utilizado los elementos característicos de ese tipo de etiqueta de la generación, se tiende a limitar los  acercamientos  que  se  pueden  hacer  al  análisis  del  texto,  texto  que  puede conllevar  una  serie  de  trabajos  ideológicos  o  estéticos  distintos. 

Básicamente  esa etiqueta comienza a buscar lo que se establece como característico de la generación y muchas veces puede nublar otros elementos constitutivos de la obra literaria como tal, pero también de la evolución del escritor o del lenguaje.

Y en el caso de Puerto Rico  es  extremadamente  problemática  la  utilización  de  la  generación,  pero  es imposible para uno poder no utilizar el concepto de generación como parte de lo que son los estudios dela literatura puertorriqueña.

EBB: Si bien el tema del jíbaro y su reivindicación como emblema distintivo del pueblo puertorriqueño y el seguimiento de los preceptos del Insularismo de Pedreira colonizan  gran  parte  de  las  obras  de  los  treintistas,  la  generación  del  40  parece ampliar  el  espectro  de  materiales  sobre  los  que  ficcionalizan  tales  como  el desplazamiento de sus relatos al ambiente urbano y el impacto de la migración a los Estados Unidos, coincidiendo con la Gran Migración Puertorriqueña.

¿Hasta qué punto opina que puede afirmarse que dicha información sea exhaustiva si podemos observar cómo en los relatos de José Luis González (como en el caso de En Nueva York y otras desgracias, 1973) o Pedro Juan Soto (en el caso de Spiks, 1956) el jíbaro sigue siendo una constante de sus historias?

MOA: El  jíbaro    es  una  constante,  pero  yo  creo  que  lo  que  identifica específicamente a los dos autores que tú acabas de mencionar es que ese jíbaro o ese  ícono  representativo  como  jíbaro  evoluciona.  No  es  que  ellos  abandonen  el jíbaro como sujeto representativo, pero en el caso de González, encuentras cuentos donde, a pesar de que el personaje es víctima, no se trata necesariamente como una víctima. En otros casos sí, pero se empieza a notar ya ciertas diferencias. Lo que es problemático es la situación particular del jíbaro como ícono representativo de una identidad  porque  al  jíbaro  como  ícono  representativo  le  pasa  lo  mismo  que  a  la generación: una vez el jíbaro es parte de un todo que se comienza a establecer desde el Insularismo de Pedreira, entonces es básicamente una guía. Se persigue ese sujeto jíbaro como representativo de una identidad puertorriqueña en todos los elementos de la escritura, no solamente de González o Soto, sino de otros escritores también.

Eso nos  trae  a  nosotros  a  una  problemática  con  respecto  a  los  estudios  de  la literatura puertorriqueña. A un lado siempre vas a tener el canon y la búsqueda de ese ícono de identidad del jíbaro, muchas veces tratado como víctima, en búsqueda de reivindicación y cuando eso se hace, se empaña o se difumina lo que puede ser la evolución del sujeto, u otros tipos de sujetos, que no necesariamente implican un ícono  de  identidad  desde  esa  perspectiva,  sino  que  pueden  ser  incluso  otras identidades que no se tratan con la misma importancia y de la misma manera.

Por ejemplo, para mencionarte otros casos, nosotros tenemos un escritor que se llama Fernando  Sierra  Berdecía  que  tiene  una  obra  que  se  titula Esta  noche  juega  el  Jóker donde se presenta una visión muy distinta a lo que es la educación del jíbaro y ya se presenta un sujeto en evolución. Vamos a tener consecutivamente esa situación con respecto a la fusión icónica del sujeto o de los tipos en sentido educacional, porque muchas veces los críticos buscaban al jíbaro o buscaban establecer coincidencias.

Mientras que el fenómeno histórico o social podía ser más amplio y heterogéneo, como es el fenómeno de la inmigración. Así, pues, se obvia la heterogeneidad de lo que son los sujetos migratorios porque la literatura se concentró básicamente en el ícono del jíbaro, en las reivindicaciones del jíbaro, cuando realmente los fenómenos históricos y sociológicos son mucho más amplios.

EBB: El  concepto  de  generación  del  30  suma  a  un  nutrido  grupo  de  autores masculinos, al igual que la del 40-50, obviando a autoras del calibre de la poetisa y pionera Julia de Burgos, que coinciden en dicha época sincrónica y cuya obra parece estar siendo recuperada por la crítica literaria actualmente.

¿Existe un falocentrismo hegemónico en las generaciones de autores puertorriqueños que se han perpetuado por las antologías literarias o quedan aún nombres femeninos que recuperar y añadir a dichas promociones de autores?

MOA:Yo  creo,  evidentemente,  nuestra  cultura,  nuestra  idiosincrasia  cultural  ha sido  bastante  machista  y  es  todavía  machista.  La  situación  falocéntrica    tiene mucho que ver en términos teóricos, pero más bien a mí me parece que los sujetos de mayor exposición en la gran mayoría, y no estoy hablando de la calidad de su literatura, que muchos sí tienen literatura de mucha calidad y de mucho calibre, la exposición era mayormente masculina porque nuestra cultura ha sido siempre una cultura muy tradicional, donde se le negaban los espacios a los sujetos femeninos; incluso el propio mito que hay sobre Julia de Burgos, Julia de Burgos es un mito y es un sujeto porque en la gran mayoría de ocasiones ella se alejaba de lo que era la idiosincrasia femenina puertorriqueña. Y hay aspectos incluso de la vida de Julia de Burgos que muchos críticos no quieren tocar ni con una vara. Julia de Burgos era nacionalista  y  haber  sido  nacionalista  en  los  años  treinta  cuando  realmente  el nacionalismo  fue  un  movimiento  político  que  enfrentó  el  coloniaje  de  manera directa  era  una  ruptura  total  en  términos  políticos.  […]  Yo  creo  que  hay  que investigar porque el canon privilegió desde una perspectiva idiosincrática y cultural la  exposición  de  las  obras  de  los  varones.  A  veces  no  necesariamente  con  mala intención  sino  porque  por  la  cultura  era  así,  dominada  por  hombres,  y  entonces tenían más exposición. […] La literatura y la poesía de Julia de Burgos no solamente es poesía con matices políticos, con matices eróticos y entonces el que una mujer pudiera  expresar  su  sexualidad  con  un  orgullo  de  la  perspectiva  erótica  eso  era pecado  mortal  en  nuestra  sociedad,  era  pecado  mortal.  Pero,  por  ejemplo,  una compositora como Silvia Rexach es otra rara avis. Cuando buscas las composiciones musicales  de  Silvia  Rexach…es  básicamente  una  Julia  de  Burgos  en  la  canción popular. De todo tipo de exposición: de la sensualidad, de la sexualidad femenina, del elemento erótico… siempre fue muy vedado no solamente por el canon sino por  el  contexto  cultural:  nosotros  vivimos  en  una  sociedad  extremadamente reprimida. Y también hay un discurso de doble moral, nosotros vivimos en un país que   todo   mínimamente   es   doble.   Todo   es   puertorriqueño   o   influencia norteamericana,  o  es  norteamericano  o  es  adaptación  a  lo  puertorriqueño  y  esa disyuntiva que cala muy hondo en los sujetos coloniales, hace muchas veces que las perspectivas no se expandan lo suficiente para examinar un fenómeno como es la literatura, que es un arte que se nutre de la flexibilidad, de la ambigüedad, del juego con los sentidos.

Estrategias de resistencia cultural puertorriqueña frente al Estado Libre Asociado estadounidense e impacto de la migración boricua en la génesis cultural isleña

EBB: Las fechas en las que la llamada generación del 40-50 escribe son testigo de la firma del Estado Libre Asociado (ELA) de Puerto Rico con los Estados Unidos, mantenido  hasta  nuestros  días,  rompiendo  así  las  esperanzas de  estos  en  la obtención de la libertad geo-política para Puerto Rico, ¿cuál es bajo su opinión, el impacto del ELA en los miembros de dicha generación y en la recreación de sus historias?

MOA: Lo  que  pasa  es  que  el  ELA  como  realidad  política  y  geopolítica significó muchas  cosas,  entre…la  peor,  lo  que  significó  el  ELA  para  nosotros,  hablando como  independentista,  es  que  básicamente  el  establecimiento  del  Estado  Libre Asociado  conllevó  una  mentira  histórica:  la  mentira  histórica  de  presentar  o  de promulgar discursivamente que existía un acuerdo y un impacto bilateral entre el colonizado y la metrópolis. Y eso nunca fue cierto.

En las últimas investigaciones, los  que  hemos  investigado  la  historia  de  Puerto  Rico  […]  nosotros  en  los documentos y en todo lo que hemos encontrado nos hemos dado cuenta de que, básicamente,   esto   fue   un   complot.   Los   EE.UU.   necesitaban   apaciguar   al nacionalismo,  eliminar  el  nacionalismo  del  contexto  de  la  participación  en  las guerras mundiales. En los años cincuenta había que eliminar el nacionalismo porque estábamos en plena guerra fría, en los años 30 se salía de la primera guerra mundial y los EE.UU. en las dos guerras se mantuvieron como ejes bélicos, pero también como  ejes  económicos  en  términos  de  inversiones. 

Los  EE.UU.,  dentro de  su perspectiva imperial, necesitaban tener en Puerto Rico una relativa paz por lo que era  la  amenaza  bélica  de  la  Primera  Guerra  Mundial  y,  posteriormente,  de  la Segunda Guerra Mundial. Durante este proceso y después en la tercera guerra fría. Obviamente eso ya ha cambiado, con el avance de la tecnología, pero Puerto Rico, un  país  que  estaba  rodeado  de  campamentos  y  bases  militares  de  todo  tipo…Y tenemos  diez  o  doce  campamentos  militares,  campamentos  de  entrenamientos, campamentos de prácticas militares…que en una situación normal, cualquier país que intenta o quiere tener una base militar en otro país tiene que pagar. Aquí no tiene  que  pagar.  Básicamente,  nosotros  somos  propiedad  de  ellos,  sin  contar  la situación del caso de Vieques que fue campamento de tiro, que la desfachatez era tal que se le alquilaba Vieques a otros países para que vinieran a hacer prácticas de tiro. 

Esa  situación,  evidentemente,  cala  hondo  en  los  sujetos  coloniales  con conciencia  o  los  sujetos  que  pretendemos  no  ser  colonizados,  pero  para  los escritores  era  muchos  más  dura  esa  realidad.  Por  ejemplo,  el  caso  de  Pedro  Juan Soto  y  José  Luis  González,  ellos  conocían,  básicamente,  lo  que  era  este  tipo  de realidad y atacaron ferozmente, discursivamente desde su literatura…muchas veces su literatura se le tacha de literatura comprometida o panfletaria cuando realmente se están encargando de un fenómeno político real que es el fenómeno del coloniaje.

Pero desde que se estableció el establecimiento del ELA y se coge el jíbaro como representante de esa identidad homogénea, esa identidad que no es peligrosa porque es folclórica, porque es suave, porque es discursiva. […] Nuestra literatura siempre tiene,  de  alguna  forma,  una  connotación  política  con  el  coloniaje,  a  favor  o  en contra, pero siempre tiene una disyuntiva con el coloniaje.

EBB: Prácticamente la totalidad de los autores agrupados en la generación del 40-50sufren las consecuencias del desplazamiento por lo que sus obras se convierten en   testimonio   del   trato   de   los   puertorriqueños   en   las   grandes   urbes estadounidenses.  A  pesar  de  hallarnos  frente  a  historias  literarias  y,  por  lo  tanto, ficción artística, ¿cree usted que las obras de González, Soto, Marqués o Valcárcel pueden  ser  analizadas  como  testimonio  autobiográfico de  las  experiencias  del pueblo boricua (e hispano, por extensión) a comienzos del segundo decalustro del siglo XX en la sociedad hegemónica del WASP estadounidense?

MOA: Sí,  podrían  ser  tomadas  como  testimonio,  pero  en  parte.  Yo  creo  que  las obras  de  estos  escritores  que  acabas  de  mencionar,  y  posiblemente  de  otros  más que no se mencionan, puedan presentar una mayor riqueza. No solamente la riqueza que tú acabas de mencionar, sino que puedan presentar una mayor riqueza desde la perspectiva filosófica, donde tú veas un sujeto con contradicciones no solamente en términos de emigración-inmigración sino que veas cómo parte de ese fenómeno, evolución  humana,  situaciones  antropológicas,  de  toma  de  conciencia,  desarrollo del pensamiento y de un cuestionamiento de la existencia misma. Y de cómo, ellos como sujeto, en un momento dado, se tiene que enfrentar a una situación existencial que  es  realmente  lo  que  ampliaría  mucho  más  el  espectro  de  estudio  de  nuestra literatura.  Pero  yo  creo  que  esos  escritores  son  fundamentales  porque  atacar  o tomar  como  punto  de  partida  el  fenómeno  de  la  inmigración  tiene  un  elemento político central. El ELA de Muñoz Marín como parte de su gestión gubernamental promocionaron   la   emigración   como   política   pública   y   entonces   atacar   las consecuencias  de  esa  emigración,  muchas  veces  promocionada  por  el  gobierno, otras veces forzada o forzosa, era aún sin quererlo un discurso contestatario a lo que  era  la  hegemonía  del  Partido  Popular  y  su  gestión  gubernamental  en correspondencia con todo este complot de que “no, nosotros somos, conservamos nuestra  cultura,  nuestra  identidad.  Nosotros  somos  socios”. 

Cuando  realmente nunca hemos sido socios sino que, obviamente, un grupo muy particular, que ha sido  conciliador  en  términos  políticos  y  también  protegiendo  unos  intereses  de clase, unos intereses particulares que han podido insertarse en este tipo de política neocolonial  o  política  colonial  norteamericana  sacando  así  buenos  dividendos. Entonces como tienes un gobierno que promociona que la gente, que los naturales del país, se vayan porque adoptan una misión económica de que en el país existe sobrepoblación, existen toda una serie de elementos que no permiten el desarrollo económico y eso dio paso a la dominación completa de capitalismo norteamericano porque, en un principio, ese jíbaro que se iba era el sujeto que le daba al país unos de  los  elementos  constitutivos  de  la  economía,  eran  los  agricultores. 

Entonces, cuando se abandona la agricultura en pos de un proceso de industrialización en la dependencia, ese sujeto, básicamente obligado por las circunstancias, es un sujeto desarraigado, que entra en conflicto con la nueva realidad de la urbe metropolitana, que no necesariamente quiere estar allí o le gustaría estar allí o quisiera quedarse allí. Por ejemplo, Emilio Díaz Valcárcel en Harlem todos los días tiene un episodio donde “une los muertos del mundo”: está hablando es de la costumbre de la gran mayoría de  los  puertorriqueños  que  cuando  morían  fuera  del  país,  regresaban  a  ser enterrados en el país.

Estableciendo un tipo de empresa económica de traslado de cadáveres.  Fue  una  costumbre  que  vimos  los  puertorriqueños  con  familia  fuera. Todos los que hemos tenido familias como migrantes una vez se moría el tío tal o la prima tal o el primo tal en Nueva York, en Chicago, en cualquier sitio, sobre todo si era de la primera orden migratoria, había dejado por escrito el regreso del cadáver a Puerto Rico y que quería ser enterrado en Puerto Rico.

Eso crea una situación de un  arraigo  con  la  tierra  que  va  mucho  más  allá  que  el  elemento  telúrico  de  la literatura, sino que es una situación de vínculo porque ese sujeto muchas veces ni siquiera aprendió inglés. Aprendió el inglés práctico para la subsistencia, pero nunca se  asimiló  y  mantenía  siempre  un  pie  en  la  Isla, un  contacto  con  la  Isla  que  en muchas   ocasiones   buscaba   capital   fuera   para   entonces   regresar.   Cosa   que, evidentemente,  ahora  ha  cambiado,  pero  ha  sido  parte  de  todo  un  fenómeno migratorio,  político,  económico  que  en  muchos  de  los  libros  de  la  literatura puertorriqueña  nadie  lo  quiere  tocar,  nadie  lo  quiere  ver  así.  Porque  todavía  es chocante para un canon que intenta mantener la hegemonía.

EBB:Los viajes de los intelectuales de la generación del 40-50 al extranjero ponen en contacto su acervo creacional con otros escritores tales como el caso de Faulkner o  Hemingway,  renovando  así  la  cuentística  boricua  de  la  segunda  mitad  de  siglo XX. ¿Hasta qué punto cree usted que se ven influidos sus relatos por los textos de los intelectuales extranjeros como los ya mencionados? ¿Cree que dichas influencias suponen un elemento vital en la renovación de la cuentística puertorriqueña de la generación del 40-50?

MOA: Te voy a decir que sí, pero también tengo que aclarar que a veces es un poco problemático hablar de influencias. Creo que sí hay modelos y que ellos han tenido contacto  con  otros  modelos  y  que  muchas  veces  no  es  que  ellos  reciban  la influencia,  yo  creo  que  comienzan  a  ver  esas  otras  maneras  de  escribir  y  de incorporar  y  reincorporar.  Esas  maneras  de  escribir,  no  solamente  en  el  caso  de Faulkner y Hemingway, y creo que también de otros muchos escritores y eso no es nuevo  en  la  literatura  puertorriqueña.  Los  mejores  escritores  de  Puerto  Rico  del siglo XIX estaban en contacto con la cultura, no solamente europea sino también norteamericana. Un  poco,  tomar  con  seriedad  el  oficio  de  la  escritura,  sí,  pero también es un poco de visión. Los escritores puertorriqueños que se les acusó de ser muy insularistas no necesariamente lo han sido, aunque creo que muchos del canon  sí.  Pero  nosotros  tenemos  casos  en  el  siglo  XIX  como  Hostos,  Tapia,  el propio  Zenon  Gandía,  que  es  considerado  como  uno  de  los  mejores  escritores latinoamericanos, porque creo que la literatura es el primer gran fenómeno mundial desde  la  perspectiva  de  lo  que  puede  entenderse…como  se  entiende  ahora  el internet.

Yo creo que la literatura y el trabajo con el arte con el lenguaje, obviamente, es  mucho  más  limitado  que  el  internet.  Nuestra  literatura  siempre  tuvo  vasos comunicantes  con  el  exterior  en  el  caso  de  estos  escritores  del  siglo  XX,  pero también en todos los del siglo XIX. Tampoco de esos, muchas veces, la crítica se ocupa, de establecer esa situación de vínculo…aun cuando el método de la estética provee  para  eso: en la  estética  y  la  retórica  si  se es  muy  conservador  desde  una perspectiva crítica, aún desde la perspectiva estética y retórica, se pueden establecer el tipo de vasos comunicantes de las obras literarias puertorriqueñas con elementos estéticos  foráneos,  no  necesariamente  europeos,  sino  también  norteamericanos  y latinoamericanos,   sobre   todo   en   la   región   del   Caribe,   porque   el   Caribe, culturalmente,  funciona  como  una  entidad  que  es  un  archipiélago  unido,  pero heterogéneo. […] No es lo mismo cómo afronta la muerte un continental que como la afronta un caribeño y si es negro, menos.

EBB:La impronta de los conflictos bélicos sincrónicos en los que Estados Unidos y, por lo tanto, Puerto Rico, se ven envueltos, influyen también en la temática y el tono reivindicativo de las historias a las que dan lugar los autores de la generación del 40, ¿hasta qué punto considera usted vital la influencia de dichos procesos en la génesis textual de los autores de dicha promoción?

MOA: Creo   que   es   fundamental   con   respecto   a   la   participación   de   los puertorriqueños  en  los  conflictos  bélicos  hay  un  elemento  político  que  muchas veces tampoco la crítica se quiere ocupar de él y es que en puerto Rico existía el servicio  militar  obligatorio,  entonces,  muchas  veces,  por  ejemplo,  José  Luis González en el cuento “Una caja de plomo que no se podía abrir”, hay un elemento de   contradicción   o   aparentemente   un   elemento   de   contradicción   con   la participación  de  los  puertorriqueños  en  un  conflicto  bélico  porque  el  sujeto puertorriqueño  no  tenía  otra  opción. 

Como  dominación  colonial  si  alguien  en Puerto Rico se negaba al servicio militar obligatorio iba preso y podía ser acusado de  traición.  Entonces,  la  participación  de  los  puertorriqueños,  sobre  todo  de  los puertorriqueños que se ven en “la obligación de…”, y no necesariamente tiene una conciencia política o está educado en esos términos de su condición colonial, pues pasaba sin pena y sin gloria, pero en ese cuento de José Luis González, con respecto a cultura, al puertorriqueño de esa época le era fundamental ver el muerto, ver el cadáver.  Entonces  tratar  de  que  ese  sujeto,  el  hijo,  el  hermano,  el  padre,  el  que fuera…estuviera presente como un rito religioso o un rito cultural.

El gran conflicto de ese cuento es, básicamente, la contradicción que representa que no se pudiera abrir la caja. Entonces es tan fuerte la situación de no poderse abrir la caja que a mucha gente le da como por atacar la situación del servicio militar obligatorio, pero lo  que  realmente  está  haciendo  José  Luis  González  en  un  cuento  como  ese  es presentar   la diferencia   cultural   como   un   elemento   de   identidad   para   el puertorriqueño. Era fundamental ver el cadáver y el que a esta persona en una caja de plomo que no se podía abrir conlleva unos elementos particulares de reacciones en  el  velorio,  ¿verdad?  También, en  ese  sentido,  si    buscas  otros  cuentos  de González,  verás  que  el  sujeto  puertorriqueño  comete  los  mismos  abusos  que cometen con él.

Desde la perspectiva colonial él comete los mismos abusos con un prisionero coreano, entonces lo que está haciendo es retratando su propia situación frente a la situación de otro sujeto no enfrentando, básicamente, lo que ha causado que  él  esté  en  esa  situación.  El  enfrentamiento  en  los  conflictos  bélicos  es fundamental  porque,  además,  todos  esos  escritores  lo  trabajan Coexistencia de relaciones interpersonales e intertextuales entre los miembros

EBB: Las  vivencias  de  los  autores  desplazados  a  Nueva  York  suponen  una experiencia  compartida  por  todos  los  autores  en  cuyos  relatos  se  evidencia  la imposibilidad de una relación intercultural entre el pueblo anglófono, hegemónico al otro lado del Estrecho de la Florida, y el boricua desplazado, alterno. ¿Son, bajo su opinión, dichas experiencias testimoniadas con un propósito intrínseco a favor de  la independencia  de  Puerto  Rico  por  la  suma  de  los  autores  agrupados  en  la promoción de los 40? ¿Comparten los intelectuales un activismo político común de manera explícito en pro de la libertad política de la Isla del Encanto en cuanto a sus relaciones con los Estados Unidos continentales?

MOA: Yo creo que eso en un momento histórico sí, fue cierto, pero creo que ya no. Pero en un momento histórico, sobre todo los escritores que estamos hablando, creo que para ellos eso era fundamental. No solamente en las visiones políticas que tenía Pedro Juan Soto, las visiones políticas que podían tener Emilio Díaz Valcárcel, José  Luis  González  y  René  Marqués.  Ellos  sabían  y  su  literatura  fue  siempre contestataria al proyecto hegemónico del ELA y en la relación colonial.

Es como si se hiciera pasar la relación colonial como una relación normal. Entonces la literatura de ellos, en distintas instancias,  siempre  confrontaba,  de  alguna u otra manera, o contestaba de  manera  contradictoria  todo  ese  discurso  hegemónico  y  todo  ese canon cultural protegido y establecido del ELA. Entonces por eso es que eso hace, no desde la perspectiva política únicamente, sino que desde la perspectiva estética que  su  literatura  sea  tan  rica  porque  ellos,  como  no  eran  escritores  panfletarios, tenían una conciencia del oficio de la escritura. Buscaban o intentaban buscar los mejores elementos representativos para poder plasmar esas contradicciones, que no fuera el discurso netamente político.

Porque, yo creo que José Luis González, ha sido lo más cercano a lo que nosotros hemos tenido al intelectual orgánico, pero José  Luis  González  también  tiene  su  evolución.  Ahora  algo  que  es  claro  de  José Luis  González,  es  que  José  Luis  González,  si  bien  se  separa  de  los  desastres  de Stalin y de esa ortodoxia marxista hacia el final de su escritura, José Luis González nunca  abandona  los  grandes  temas  humanos  de  la  explotación  y  de  la  pobreza, incluso del racismo. Eso en José Luis González no lo vas a ver jamás, incluso te diría  que,  en  sus  últimas  obras,  creo  que  en términos  estéticos  es  exacto.  Es  la plasmación  de  una  ideología  propia  de  un  escritor  en  particular  en  un  texto.  La pugna que crea José Luis González con el nacionalismo de los años 30 es una pugna que ha mediado y asediado todo nuestro siglo XX en términos culturales, pero José Luis  González,  para  mí,  comete  un  error  conceptual,  nublado,  un  poco,  por  su ortodoxia  marxista  de  un  momento  dado  cuando  dice  que  Albizu  era  el  mejor representante de la clase hacendada desplazada y eso no es… no solamente no era cierto,  no  podía  ser  cierto  en  términos  de  la  argumentación,  cuando  Albizu  era negro, hijo ilegitimo…y en términos de estructuras mentales, Albizu era un sujeto que  no  solamente  ha  estudiado  en  Estados  Unidos,  en  Harvard, sino  que  el pensamiento   albizuísta,   si   bien   tenía   unas   raíces   hispánicas   profundas,   un pensamiento   político que   fue   evolucionando   a   través   del   tiempo   y   de   las circunstancias  y  el  Albizu  de  1935,  no  el  Albizu  de  1950,  entonces  José  Luis González nunca rectificó.

Pedro  Juan  Soto: activismo  político  y  producción  literaria  como  estrategia  de  lucha  frente  a  la transculturación estadounidense

EBB: A lo largo de su obra, Soto recurre una y otra vez a la ficcionalización de las relaciones culturales y políticas entre Estados Unidos y Puerto Rico. Así en Spiks(1956) alude  a  las  experiencias  de  los  boricuas  desplazados  a  la  ciudad  de  Nueva York, marginales y ajenas al grupo hegemónico cultural estadounidense; en Usmaíl(1959)  relata  los  acontecimientos  de  la  invasión  norteamericana  en  la  isla  de Vieques; o en Ardiente suelo, fría estación(1961) recurre a la figura del nuyorican que no termina de encajar en la cultura hegemónica estadounidense y busca en la Isla una patria utópica que no encuentra.

¿Cree que es posible establecer un ejercicio de abstracción  de  la  lectura  de  la  obra  de  Soto  a  través  de  la  imposibilidad  de  las relaciones  interculturales  entre  ambos  pueblos,  el  anglo  (Estados  Unidos)  y  el hispano (Puerto Rico)?

MOA: Yo creo que es eso, precisamente, lo que identifica la obra de Pedro Juan Soto. Soto mantiene un constante, siempre, que establece la diferenciación, pero no solamente la diferenciación cultural; creo que lo que más le molesta al canon o lo que le molesta a la gente de este tipo de obras es que son obras de insubordinación, son  obras  que  no  se  tragan  el  cuento.  No  es  que  solamente  contestan,  es  que  se atreven a decir y a tomar en consideración estas grandes contradicciones como los elementos constitutivos de sus obras literarias.

Entonces, eso, para el establishment cultural, para el canon, porque nuestra realidad es profundamente colonial y la gran mayoría de las instituciones educativas y culturales están metidas como parte de ese establishment, de manera directa o indirecta. Por eso es que la obra de este tipo de sujeto es problemática porque alguien que fuera a dar con una obra como Harlem todos los días o Ardiente suelo, fría estación tendría que contextualizar para los sujetos del  siglo  XXI  lo  que  ha  sido  una  problemática  de  relación  entre  subordinación colonial por más de 118 años.

Entonces tener que tocar la situación colonial o la de la  subordinación  colonial  que  te  lleva  obligatoriamente  a  cualquier  política  y posteriormente  a  las  grandes  comparaciones  económicas  es  algo  que  el  sujeto puertorriqueño y el sujeto letrado institucionalizado no quiere hacer porque le es problemático, no solamente a la hora de enseñarlo, le es problemático para sí mismo como sujeto[…] desde  distintas perspectivas.

 

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