La campaña electoral y la militancia partidaria

En la actual campaña electoral, cada partido contendiente carece de una militancia cohesionada ideológica o políticamente. La membrecía de estos partidos se mueve alrededor de intereses diferentes y hasta confrontados, y aunque todos buscan una victoria electoral, y en cada partido buscan ganar el botín del aparato del Estado, resulta que esta meta tiene diferentes caminos de acceso. Como veremos, es posible que este aparato, una vez conquistado, tenga diferentes usos.

El partido ARENA ha sufrido la mayor quiebra filosófica, toda vez que depende teóricamente del imperio estadounidense y de ahí obtiene su pensamiento político, económico, su conducción y sostén. Así ha sido durante estos 20 años, después del fin de la guerra. Cuando se quiebra el neoliberalismo a nivel planetario, ARENA pierde su base teórica, y en ese momento pierde también el gobierno en las elecciones del 2009. Se inicia un proceso de debilitamiento que no es total, porque el nuevo gobierno no expulsa del aparato de Estado a toda la membrecía arenera, ni establece en el gobierno una política económica, educativa, internacional, diferente a la de ARENA. Así, ARENA conserva parte de ese aparato y también presencia en la filosofía de gobierno. Sin embargo, la derrota electoral abre grietas tan hondas que hace aparecer nuevas confrontaciones. Por ejemplo: por primera vez aparece el enfrentamiento entre una militancia de clase media y los tradicionales sectores oligárquicos, dueños del aparato del partido.

Esta es una confrontación nueva porque, para todo arenero, saber que los poderosos eran dueños de su partido funcionaba como seguridad y hasta garantía, pero, cuando sobreviene una derrota inesperada, aparece la inseguridad y la desconfianza. Esta no resulta ser la única confrontación, pero es la base para que surja otra más interna que expresa la lucha contra la cúpula, dueña real e inmediata del partido. Esta cúpula expresa los intereses de la mencionada oligarquía y es la encargada de administrar férreamente la vida partidaria, impidiendo toda disensión o diferencia en sus filas toda vez que garantizan a la militancia arenera el usufructo del aparato estatal. Se trata del más típico clientelismo electoral que convierte al aparato estatal en una verdadera empresa que ha sido exitosa para este partido, durante más de 20 años. Sus militantes han acatado y aceptado la voluntad de esa cúpula porque es la que asegura sus empleos y sus vidas.

Con el quiebre neoliberal en los Estados Unidos y la derrota electoral del partido, sobreviene un verdadero cataclismo cuando se decide la expulsión del ex presidente Antonio Saca, y por primera vez, este partido se escinde en dos, que tentativamente puede explicarse de la siguiente manera: un agrupamiento tradicional expresado en la cúpula partidaria y otro agrupamiento que se retira del partido, que expresa intereses y posiciones de clases medias, diferentes a la oligarquía tradicional. El ex presidente Saca parece expresar estos intereses, y a partir de este hecho, se inicia un periodo de turbulencia y confrontación que llega hasta nuestros días.

Esta situación explica la lucha intestina que ha significado las candidaturas presidenciales y las interminables fugas partidarias de funcionarios o de otros militantes. No todos los que abandonan a ARENA se incorporan a las filas de Antonio Saca, pero hasta ahora, todos lo hacen atacando a la actual cúpula dirigente.

El partido FMLN tiene una militancia más afectada política, ideológica y subjetivamente, en donde podemos distinguir los siguientes sectores: una parte de sus militantes no termina de entender la crisis de su país ni la conducta política real de la cúpula de su partido, y cree que las cosas son como se les dice, es decir, que el gobierno de Mauricio Funes es del FMLN, que es un gobierno de izquierda y que está realizando los cambios que el país necesita. Esta es una especie de base pétrea del partido que cree que la revolución consiste en darle leche a los niños y niñas de las escuelas y en los zapatos y uniformes que se les proporcionan, y con eso calman su conciencia y pueden seguirse moviendo en la sociedad como gente de izquierda.

Hay otro sector que logra darse cuenta que no se trata de ningún gobierno de izquierda, que no hay ningún proceso de cambio, que su cúpula es de ricos empresarios, pero de todo eso depende su actual empleo, su salario y su modo de vida, y decide, por eso, guardar silencio e ignorar la realidad. Este sector es parte del aparato gubernamental.

Un tercer sector logra darse cuenta que no existe ningún gobierno de izquierda y ningún proceso de cambio, ni tan siquiera capacidad gubernamental, pero entienden que no hay otro camino porque si el FMLN pierde las elecciones, regresa ARENA, y se trata, precisamente, de impedir que ARENA retorne, y para eso, hay que tragarse otros 5 años de este tipo de gobierno, con la esperanza de que los esperados cambios, aunque son lentos y mínimos, pueden ser acelerados.

Hay otro sector, realmente envilecido, porque llega a entender que no existe ningún proceso de cambio y, mucho menos, un gobierno de izquierda, pero el usufructo del aparato de Estado y las ventajas que el uso de este aparato proporcionan, es un fin en sí mismo, y todo aquel que se oponga al disfrute de este aparato es un enemigo que hay que eliminar de cualquier manera y a cualquier costo.

Otro agrupamiento es el de la cúpula. Aquí reside, en una especie de cohabitación, la empresa partidaria y la empresa ALBA Petróleos. ALBA es la que financia la campaña electoral y debe ser, con justa razón, la dueña del aparato partidario, pero esto, como se comprenderá, no resulta de tan fácil solución, y aquí tenemos con conflicto real que no siempre es captado así por los otros agrupamientos.

En el FMLN, la cúpula empresarial y partidaria usa beneficiosamente el miedo al retorno de ARENA, como un acicate para la lealtad partidaria, así como ARENA usa con sus militantes, el miedo al FMLN, aun cuando las cúpulas empresariales de ambos partidos estén en condiciones de adoptar acuerdos empresariales que no son captados siempre por sus militancias.

El Movimiento UNIDAD de Antonio Saca es, como su nombre lo indica, un movimiento político que siendo movimiento se enfrenta a la estructura partidaria que sustenta el ejercicio del poder en el país.

Aquí tenemos una especie de quiebre en el orden partidario existente, y el proceso largo, compendioso y accidentado de construcción de un movimiento político choca con los tiempos electorales que están diseñados para un partido y no para un movimiento. Hasta ahora, militantes del partido de Concertación Nacional, de la Democracia Cristiana y ex militantes de ARENA parecen integrar la base del Movimiento Unidad y es la figura del ex presidente Saca el motor y la imagen que logra mover el reconocimiento y respaldo de estos sectores partidarios.

Para otros sectores sociales, intelectuales, profesionistas, empresariales, la figura y el discurso de Antonio Saca se perfila como un camino de salida a la crisis, diferente a la de las grandes cúpulas empresariales, pero sigue pendiente un proyecto político que defina objetivos estratégicos y no solo electorales, que determine un viraje en el discurso político y una diferenciación de la tradicional política electorera y en la manera de relacionarse con la gente, viéndola como seres humanos y no solo como electores a los que hay que sacarles el voto a toda costa.

En definitiva, la lucha por capturar el aparato del Estado también define a las fuerzas porque este aparato puede ser un medio para transformar la realidad o un fin para usufructuarlo en beneficio de los que ganen la votación. Aquella fuerza que use ese aparato subversivamente podrá considerarse de izquierdas.

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