La Desobediencia Civil, una nueva forma de lucha. Vladimir de la Cruz, 23 de septiembre de 2020

En la tensión que vive el país desde hace varias semanas, por la presión, de diferentes grupos organizados, y de ciudadanos disconformes, contra la actuación del Gobierno, especialmente, centrada su protesta contra el Presidente Carlos Alvarado Quesada, no solo de crítica a su gestión sino hasta de pedir, irracionalmente, su renuncia, lo que se evidencia es una forma de lucha, la Desobediencia Civil, solo que a mi manera de ver, sin contenido concreto de cómo llevarla a cabo, y convocada de manera casi espontánea, incluso señalando que su éxito deriva de que no tiene dirigentes políticos conocidos que la convoquen, y que no esperan, tampoco, que de ella salgan dirigentes oportunistas que se aprovechen de esas protestas, como he leído recientemente en uno de sus activistas o defensores.

Esto último es un error de fondo. No se puede esperar que una lucha social no tenga dirigentes que la conduzcan, que sean visibles, que produzcan confianza en la gente que protesta, que inspiren con su ejemplo. Desear o destacar que no deben tener dirigentes es casi llamar a la lucha anarquista de la manera más amplia, y a la lucha espontaneísta social, sin rumbo, sin norte, sin salida misma, sin saber hacia dónde ir.

La Desobediencia Civil es la forma de reaccionar contra normas o acciones del Gobierno, que de manera pacífica se manifiesta o realiza. Es obvio que el solo acto de desobediencia a la autoridad de gobierno es un acto de fuerza en sí mismo. Y su fuerza y eficacia  dependerá del mayor número que desobedezca, o de la capacidad jurídica que se tenga para respaldar esa desobediencia ante los actos de gobierno que se imponen para su cumplimiento.

Se pide desobedecer o desacatar normas jurídicas, decretos ejecutivos o leyes de la República, que surgen de la Autoridad facultada para emitir esos actos jurídicos.

Aunque se conocen formas de lucha de este tipo desde el siglo XVI, el origen de esta forma de lucha se debe, en los tiempos actuales, al gran poeta, escritor y ensayista norteamericano Henry David Thoreau, quien a mediados del siglo XIX, en 1849, escribió la obra “Desobediencia Civil”, con el objetivo de negarse él, y llamar a negarse, a pagar impuestos del gobierno norteamericano que se justificaban para financiar la intervención de rapiña que estaban realizando en México, período en el que Estados Unidos se apropió de gran parte de los territorios mexicanos, en esa época, incluso con colaboración de William Walker, que después lo tuvimos en Centroamérica y en Costa Rica, intentando expandir los dominios esclavistas de los estados sureños norteamericanos y de someter a la esclavitud a los pueblos centroamericanos.

Thoreau protestaba contra la guerra que consideraba injusta, en el período en que el gobierno también justificaba la esclavitud. Para él “el gobierno por sí mismo, que no es más que el medio elegido por el pueblo para ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de originar abusos y perjuicios antes de que el pueblo pueda intervenir”. Así la Desobediencia Civil es una forma válida de lucha y de participación política.

Estas formas de lucha se han dado, históricamente, también como movimientos por el cambio social y político, como en la lucha por la Independencia de la India, dirigido por Mahatma Gandhi o por Desmond Tuto en Sudáfrica.

La Desobediencia Civil es propia  de realizarse en sociedades democráticas y no democráticas, y en aquellas sociedades arropadas de democracia que se consideran ilegítimas.

Gandhi llamó a boicotear al gobierno colonial con huelgas, movilizaciones, negándose a acatar la autoridad colonial, realizando movilizaciones masivas contra las leyes discriminatorias, y  contra los impuestos.

En Estados Unidos Martin Luther King, quien lideraba la lucha por los derechos civiles, en la década de 1960, llamaba a no aceptar las leyes racistas existentes. En Estados Unidos, también formaron parte de estas luchas las huelgas de hambre de las mujeres que luchaban por el reconocimiento del sufragio femenino, a principios del Siglo XX.

Las luchas populares y callejeras que siguieron en Estados Unidos, ante el asesinato de George Floyd, recientemente, adquirieron la forma de luchas de Desobediencia Civil, para lograr imponer el sometimiento a la justicia de sus policías asesinos.

La Desobediencia Civil se puede entender como todo aquel acto o lucha de oposición pública a una ley, un decreto, una norma o una acción política impulsada por un gobierno legítimamente establecido  cuando quienes protestan  tienen conciencia de que los actos impugnados pueden ser ilegales o de discutible legalidad, razonabilidad y necesidad, que son arbitrarios, odiosos y que repugnan o rechazan los ciudadanos, porque los consideran injustos. Así la Desobediencia Civil se realiza, se lleva a cabo y se mantiene para conseguir los propósitos de la protesta que la origina.

La Desobediencia Civil tiene que hacerse públicamente, debe provocar la clasificación de ilegalidad por parte del Poder establecido, sabiendo los que la realizan que pueden ser objeto de detenciones y acusaciones, por esos actos.

La Desobediencia Civil se orienta a llamar la atención pública sobre el problema contra el que se actúa, para sumar ciudadanos en esa lucha y tratar de eliminar o derogar las normas que se impugnan, de manera pacífica, por presión popular de las movilizaciones que se logren, considerando que los actos de gobierno conculcan derechos o libertades ciudadanas. La lucha de Desobediencia Civil debe tener objetivos posibles de lograr, como todas las luchas sociales y políticas. No se puede convocar a luchas con objetivos imposibles.

La Desobediencia Civil debe dirigirse contra las autoridades de gobierno, de modo que se les identifique claramente, en la protesta a realizar. La Desobediencia Civil rechaza el acatamiento a las normas jurídicas que se impugnan con esta acción. La Desobediencia Civil es una forma de acción política clara, deliberada, intencional, moralmente sustentada en quienes la ejercen. Es una forma de disidencia política orientada a quebrar la legalidad existente o concreta contra la que se actúa, de eliminarla y de sustituirla, si es del caso, por otra más acorde con los intereses generales de los ciudadanos, que logre imponerse de la misma forma, por el procedimiento democrático de la formación de la voluntad, de la formación de las leyes.

Los actos que se realizan de protesta contra las políticas fiscales, de última hora, que quiere imponer el Gobierno, y de los que derivan de la negociación con el préstamo del Fondo Monetario Internacional, calzan dentro de esta forma de lucha de Desobediencia Civil, que es reconocida internacionalmente, como parte de las libertades de los ciudadanos, en uso de sus derechos de organización, manifestación, libertad de opinión y de expresión, y de acción contra actos que se consideren ilegítimos u opuestos al buen gobierno, a la armonía que debe existir entre gobernante y gobernados, entre el Primer Mandatario de la Nación y sus mandantes políticos, cuando estos consideran que en su actuar ha roto el Pacto Social de su mandato.  

La Desobediencia Civil está implícita en la existencia misma del Estado Derecho y del Estado Social y Democrático de Derecho, que responde a sociedades y sistemas democráticos maduros como el costarricense.

Quienes se manifiestan en la Desobediencia Civil deben guardar relación, implícitamente, con los principios de Justicia y de Bien Común. La Desobediencia Civil se hace acatando y usando  las reglas del orden constitucional, de tal modo que se considera que no es revolucionaria en tanto respeta las reglas democráticas de los cambios políticos. Por su esencia la Desobediencia Civil es pacífica, no es violenta en sus actos.

Con la Desobediencia Civil además se trata de influir en la opinión pública, por ello es un medio de persuasión más que de coacción. Es una forma pedagógica del discurso político.

La Desobediencia Civil, como un derecho, es una forma de no cooperar con el Gobierno, cuando se llama a no acatar o a rechazar una norma, de manera pacifica, porque se le considera injusta.

Hoy, en muchos países del mundo se llevan a cabo estas formas de lucha dentro del concepto de Desobediencia Civil, cuando en esos países se lucha, o ha luchado,  por la libertad de presos políticos, o de detenidos injustamente por razones políticas, cuando se actúa colectivamente para proteger, como escudos humanos, instalaciones de medios de comunicación atacados por los gobiernos, las que se hacen para defender a vida de líderes políticos, huelgas estudiantiles que se realizan dentro de este concepto, las movilizaciones sociales y populares en 1989 en Alemania para derribar el muro, las que se han hecho para oponerse a la obligatoriedad de entrenamientos militares de la población o del servicio militar obligatorio, para oponerse a la construcción de edificios y bases militares, los movimientos que se realizaron para bloquear las concesiones de tierras israelíes a los árabes, después de los acuerdos de Oslo, también los bloqueos de carreteras. 

En Pakistán en el 2014 se llamó a la Desobediencia Civil para no pagar impuestos y otros servicios públicos con la intención de hacer caer al gobierno. Los movimientos de Desobediencia Civil pueden conducir al cierre completo de todas las oficinas gubernamentales e instituciones públicas,  del transporte público, de empresas, escuelas y universidades. En la lucha contra la guerra en Vietnam la Desobediencia Civil se usó como una de las formas de lucha más desarrolladas y eficaces del estudiantado, la juventud y el pueblo norteamericano, junto a las luchas por los derechos civiles y del Movimiento Indio Americano. En la lucha que gira alrededor del Cambio Climático se han dado muchas formas de Desobediencia Civil en distintos países. El movimiento de los indignados que sacudió España y otros países fue parte de estas luchas.

Las acciones de Desobediencia Civil si son fuertes provocan necesariamente un diálogo político con todos los actores interesados en solucionar la causa de la Desobediencia Civil.

La Desobediencia Civil es en su ejecución una forma consciente de actuación, pública, pacífica y no violenta, manteniendo una actitud de protesta contra la autoridad con el fin de rectificar los errores que se considera que esta autoridad  haya cometido, a juicio de quienes protestan.

En un sistema democrático, el desobediente civil viola la norma como medio de apelación a la mayoría para que ésta rectifique, aunque siempre recurriendo, en la expresión de la protesta, a los mismos principios constitucionales a los que la mayoría recurre para legitimarse. En el marco de sistemas no democráticos, la Desobediencia al derecho, con motivación política se hace, más bien, al amparo del derecho de resistencia.

En nuestra sociedad democrática las prácticas movilizadoras de ciudadanos, que se han venido haciendo, calzan en este marco de la Desobediencia Civil. De distinta manera participan, desde los medios de comunicación hasta la marchas que se han organizado, en la calle, hacia la Casa Presidencial, en Zapote, o la casa particular del Mandatario, en Santa Ana, sectores empresariales hasta sindicales y comunales protestando contra las mismas medidas, pero desarticulados entre sí. Los hay desde quienes piden la renuncia del Presidente hasta los que piden echar atrás con las políticas de impuestos y no aprobar el préstamo del Fondo Monetario Internacional. Hasta ahora estas movilizaciones no tienen apoyo de partidos políticos parlamentarios o extraparlamentarios. 

Defiendo la Desobediencia Civil como una forma democrática de lucha, pero no dejo de observar que el  peligro que tienen estas marchas, de continuarse sin dirigencia política reconocida, y organizada debidamente, es que sirvan de caldo para entusiasmar populistas y populismos que puedan desembocar en el desbarranco de la vida democrática que hasta ahora tenemos. Lo peor es cuando hay en ellas también políticos activos del pasado, que aparecen convocando estos movimientos sin ton ni son, aun cuando tengan derecho, como ciudadanos a manifestarse y movilizarse. 

A los movimientos de este tipo que se han venido dando les falta orientación política clara en sus objetivos de lucha. No basta solo movilizarse contra los impuestos y el FMI. La Desobediencia Civil no es solo resistencia a la autoridad, no es solo una manifestación de rebeldía. La Desobediencia Civil es, por ahora, una forma de sustituir las convocatorias de sindicatos, aunque ya una de estas marchas fue convocada por una asociación sindical, pero dentro la protesta típicamente sindical.

Los sucesos de la Huelga de Brazos Caídos en 1947 contra el gobierno de Teodoro Picado, bien podrían analizarse dentro de esta perspectiva de la Desobediencia Civil, por los objetivos que tenía esa lucha, el control del aparato electoral y el de seguridad que se quería controlar.

La Desobediencia Civil es la forma de la justificación del rechazo público, consciente, colectivo y pacífico a acatar leyes o políticas gubernamentales consideradas injustas o inmorales.

Se limita esta lucha a una reivindicación  precisa, razonable que se estima injusta. Puede ser contra una Ley, un Decreto Ejecutivo, una política o acción de Gobierno, o hasta una Sentencia Judicial. Es una protesta canalizada contra actos de la autoridad que se basan o justifican en la potestad coercitiva del Estado o del Poder político. Los desobedientes políticos no forman por sí un partido político. Generalmente pertenecen a distintos partidos políticos. Ante procesos electorales se subsumen en ellos, o desaparecen las movilizaciones de Desobediencia Civil, que se canalizan por las luchas partidarias específicas de los propios desobedientes. En estas luchas los desobedientes no tratan de ganar votos, a lo sumo hacer perder votos al Partido Político que está en el Poder o a los partidos políticos que aprueban ciertas leyes contra las que se lucha. En la Desobediencia Civil siempre está implícita la presión no violenta, la tolerancia y la posibilidad de negociación.

En la protesta de la Desobediencia Civil no está implícita la lucha por el Poder, en el área política electoral, como pareciera que en Costa Rica, algunos de los que convocan a este tipo de movilizaciones se lo proponen, como cuando piden la renuncia del Presidente. Solo en los Estados no democráticos la Desobediencia Civil pasa a jugar un papel político más activo, donde la conciencia de la protesta se asocia a la liquidación de lo no democrático y a ganar votos si es del caso.

En la teoría política, la Desobediencia Civil se tiene como un último recurso de lucha, cuando están agotados los medios políticos y los jurídicos, o sabiendo que por medio de ellos no se va a tener ningún resultado ni ganancia. Se trata, en esta forma de lucha, de obtener resultados, para realizar los cambios por los que se lucha. En este tipo de luchas, como en todas las luchas sociales, hay que procurar no caer en actos que, por su naturaleza, los califiquen de delitos comunes, para evitar persecuciones penales y castigos judiciales.

En estas protestas, convocadas a movilizarse en autos, ¿quiénes se movilizan?, ¿la clase obrera?, ¿la clase trabajadora?, ¿los trabajadores del campo?, o ¿las clases medias, en general? ¿Es esta forma de protesta una forma de lucha de las clases medias que están siendo fuertemente golpeadas con las políticas económicas, salariales y  tributarias por parte del Gobierno? ¿Es una protesta de gente que siente cada vez más desesperada en el horizonte político y nacional electoral?

En la lucha actual, general de muchos sectores, entre ellos empresariales, se podría estar a las puertas de la organización de una posible Huelga de Brazos caídos, como la de 1947, contra las políticas tributarias, encabezada por los sectores empresariales, pero necesariamente, apoyándose en las clases medias y asalariadas.

Pareciera que entramos, en esta época de la pandemia,  a una nueva etapa de las luchas sociales en Costa Rica, la de las marchas de esta naturaleza, de Desobediencia Civil y de movilización ciudadana en autos, en lugar de a pie,  por las calles, especialmente de los nuevos movimientos sociales.

(Artículo publicado en la Columna Pizarrón, publicada en el periódico La República, en su edición digital, larepublica.net, el miércoles 23 de setiembre del 2020)

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