La globalización no ha muerto: respuesta a Álvaro García Linera
Miguel Ángel Barrios
04/01/2017
En los últimos días ha proliferado en numerosos sitios de Internet una nota de opinión sobre un diagnóstico de la situación mundial del actual Vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera titulada “La globalización ha muerto” (1)
Teniendo en cuenta la personalidad internacional de Linera y su profundidad intelectual, la nota nos parece sirve como disparador del debate para la acción que necesita Nuestra América en un momento crucial de su historia y del destino que nos toca en la globalización.
Nos tomaremos la humilde licencia de disentir con Linera en algunos puntos de sus planteos porque consideramos que el tiempo estratégico que nos toca vivir y actuar, nos obliga al coraje de discutir y debatir sin medias tintas, ya que nos une el mismo objetivo y los idénticos anhelos: la independencia de América Latina. Por eso realizamos esta nota, no con el afán de ponernos a la altura de Linera, pero con el convencimiento que a la independencia la haremos si la realizamos entre todos, que no estamos en la época del Rey Filósofo de Platón.
Por lo tanto, no entraremos a analizar desde que paradigma reflexiona Linera, sino señalar errores que nos parecen nodos estratégicos de la situación mundial y regional que Linera soslaya. Demás está decir que es un planteo distinto, pero no pretende ser monopólico, sino que sirva como disparador de un debate de ideas para la acción.
No escribimos desde una “neutralidad cientificista” sino embarrados en la militancia político académica por la Patria Grande de Manuel Ugarte y del continentalismo de Juan Domingo Perón. Aclarado este punto, pasamos a enumerar en general lo que consideramos errores o verdades parciales que pueden conducirnos a falsos diagnósticos, para lograr una hoja de ruta que nos ubiquen en el horizonte de la autonomía.
Álvaro García Linera realiza en la nota citada un muy importante bosquejo del estado de la situación mundial bajo el título “La globalización ha muerto”.
En verdad la llamada globalización , mundialización, sistema-mundo o universalismo-como lo denominó Juan Perón de manera anticipatoria es un proceso histórico multidimensional de interconexión mundial no de integración ni de homogeneización que abarca y atraviesa todas las dimensiones, desde lo político, lo económico, lo científico-tecnológico, lo social, lo cultural , lo demográfico. Lo que queremos decir que independientemente del nombre, este sistema de interconexión mundial que se inició en el siglo XV en Europa con la emergencia del capitalismo y las grandes expansiones geográficas que dan origen a la política mundial y a la generación de centros y periferias y viceversa, no puede ser reducido a un fenómeno exclusivamente capitalista, porque caeríamos en una interpretación dogmática del proceso histórico y no estratégica.
La globalización puede ser parcialmente entendida, si se lo asocia exclusivamente con el neoliberalismo , en verdad la última sub etapa de la globalización, que se inicia hace unos 40 años cuando se rompe el consenso keynesiano .El neoliberalismo entiende a la globalización desde una visión ideológica donde el mercado gobierna y la política administra, y el mercado se unifica a través del gobierno de las finanzas y nos hallamos ante el “fin de la historia”, de la “geografía” y hasta del mismísimo Estado, sin precisar qué Tipo de Estado entra en crisis y qué tipo de Estado surge.
Lo que está en crisis punto de inflexión desde su origen etimológico griego krisis es un capitalismo monopólico corporativo transnacional con ramificaciones en los ejes financieros-económicos-comunicacionales-militares de carácter global con epicentro en los EEUU.
Pero no debemos asociar mecánicamente y confundir neoliberalismo con sistema mundo. El neoliberalismo como dijimos, es una subetapa del sistema mundo que empezó en el siglo XV en Europa occidental.
El primero que utilizó la categoría de sistema mundo como política global, ha sido el gran geopolítico inglés Halford Mackinder cuando en su famosa conferencia de 1904 “El pivot geográfico en la historia”, afirma que la etapa de los grandes descubrimientos había llegado a su fin y que el mundo se había transformado en un único sistema.
La crisis de la globalización en el subperíodo del sistema mundo ha sido, entre otras, las causas del triunfo de Trump en los Estados Unidos, la derrota del Brexit , la crisis europea con la consecuente aparición de partidos “anti sistema” mal llamados populismos sino que en el fondo representan la vieja xenofobia que condujo a los totalitarismos.
La Unión Europea, a diferencia de lo que afirma Linera, no fue nunca “la mayor y más exitosa ilusión liberal de nuestros tiempos”. Y que “provenga de dos naciones que hace 35 años atrás, enfundadas en sus corazas, anunciaron el advenimiento del libre comercio y la globalización como la inevitable redención de la humanidad”.
Esto en verdad, es un concepto abstracto y hasta un poco confuso. Europa fracasó porque no pudo llevar a cabo el ideal fundacional de un Estado europeo con los fundadores Schumann, Adenauer, Monnet, etc. Prevalecieron sus fracturas religiosas, culturales, lingüísticas y políticas y Europa no pudo armonizar o sincronizar la identidad entre la Unión Europea, la Eurozona y la OTAN. Más aun, al carecer de un brazo militar propiamente europeo y con Inglaterra erosionando o jaqueando como punta de lanza norteamericana .En síntesis, es la vieja pero siempre vigente política que aconsejo el gran geopolítico norteamericano del poder marítimo, el Almirante Alfred Mahan a los ingleses en 1904, que se acoplasen a la política norteamericana.
La globalización como “horizonte político” ideológico capaz de encausar las esperanzas colectivas hacia un único destino que permitiera realizar todas las posibles expectativas de bienestar, ha estallado en mil pedazos”.
Aquí nos parece, un error clave de Linera, porque lo que estalló fue la dictadura del pensamiento único del neoliberalismo y de su falsa opción, de que el mercado gobierna y el Estado administra. Sin embargo, el sistema mundo nosotros utilizamos esta categoría analítica desde la visión Geopolítica de Mackinder avanza con una velocidad inédita .Y esta falsedad ideológica, tiene tanta potencialidad en Occidente que terminó colonizando culturalmente al pensamiento político occidental en todo su espectro, desde el arco ideológico del liberalismo al socia-liberalismo en lo político y en las ciencias sociales, la tercera vía de Antonny Giddens fue una caricatura del liberalismo.
Esto no quiere decir, como sostiene Linera, que “hoy no existe en su lugar nada mundial que articule esas expectativas comunes; lo que se tiene es un repliegue atemorizado al interior de las fronteras y el retorno a un tribalismo político, alimentado por la ira xenofóbica , ante un mundo que ya no es el mundo de nadie”.
Está fuera de discusión el aporte de Marx como uno de “los primeros y más acucioso investigador de los procesos de globalización del régimen capitalista”. Tampoco “los esquemas de Giovanni Arrighi en su propuesta de ciclos sistémicos de acumulación capitalista a la cabeza de un Estado hegemónico: Génova-siglos XV-XVI-, los Países Bajos siglo XVIII, Inglaterra-siglo XIX- y Estados Unidos-siglo XX-.”
Linera, se queda en la cita de Marx y de Arrighi pero no precisa, y esto se torna medular, los tipos y capacidades estatales en cada ciclo sistémico del capitalismo. El recorrido histórico seria: ciudad-estado burguesa, Estado-monárquico, Estado-Nación industrial -este actor dejó de ser exclusivamente europeo y llegaron a poseer esa capacidad Inglaterra, Francia, Alemania e Italia en esa secuencia, Japón, el primero extra europeo- y el Estado continental industrial- EEUU, luego de la guerra de la secesión y la URSS. En el fondo un Estado continental industrial reúne, en un espacio de dimensiones geográficas continentales, un poder que reúna la dimensión científica-tecnológica, industrial, militar, cultural y por lo tanto la renta geoestratégica de sumar un poder estatal continental industrial. En verdad, la guerra fría más que una confrontación ideológica fue la bipolaridad de dos Estados continentales industriales. Cuando implosiona la URSS se inicia una nueva lógica mundial. Aquí se hace altamente necesario dos puntualizaciones:
A-En la historia habían existido Estados continentales, pero agrarios multiétnicos. Como el romano, el imperio mongol, etc. Pero, el primero industrial fueron los EEUU, superadores de toda unidad política previa.
B-Linera ha expresado en muchas ocasiones la necesidad de concretar en Nuestra América un “Estado continental plurinacional”. Se vuelve difícil de entender esta categoría porque en verdad somos una Nación fragmentada en múltiples Estados. Una Nación en la diversidad, donde lo común es lo ibérico y la diversidad reside en la riqueza de nuestras etnias originarias y las diferentes formas que tomó el mestizaje con sus choques y confluencia.
Es decir, la única respuesta al desafío que nos somete el sistema mundo es la Nación de Repúblicas de Bolívar, la Patria Grande de Ugarte, el continentalismo de Perón. Allí se encuentra el núcleo de nuestra razón de SER o NO SER.
Es la Patria Grande o la nada. Así de simple. Así de complejo. Así de difícil. Así de apasionante.
La caída de la URSS significó para George Bush-padre- el comienzo de un “nuevo orden mundial” en correlato con el japonés norteamericano Francis Fukuyama que afirma “El fin de la historia”. Esta fue la interpretación oficial que irradia al mundo la República Imperial, al decir de Aron. Linera cae en esta conceptualización al decir: “Hoy, cuando retumban los últimos petardos de la Larga fiesta del fin de la historia, resulta que quien salió vencedor, ha fallecido dejando al mundo sin final ni horizonte victorioso”.
No estamos de acuerdo para nada de esta afirmación incluso riesgosa, porque en verdad desde nuestra óptica, la caída de un polo URSS no se reflejó en la victoria del otro polo EEUU, sino que se iniciaba una nueva lógica mundial donde las incertezas predominan por sobre las certezas. Uno de los que advirtió de esta nueva lógica mundial, es justo reconocerlo, fue el Papa Juan Pablo II en 1991 en la Encíclica Centésimas Annus a cien años de la República Novarum.
“Entonces con el socialismo de Estado derrotado y el neoliberalismo fallecido por suicidio, el mundo se queda sin horizonte, sin futuro, sin esperanza movilizadora”.
Repetimos, Linera expresa un pesimismo que opaca su relativo optimismo nos atenemos a su nota, por la crisis de Occidente.
Sin embargo, esta crisis de Occidente para nada debe eclipsar para Nuestra América en categoría de José Martí, dos sucesos centrales del actual sistema mundo:
-la emergencia definitiva de un “orden” multipolar de carácter global desoccidental por primera vez en la historia y multicivilizacional de círculos culturales que convergen geoculturalmente con los Estados continentales (EEUU, China, Rusia, India, Irán, etc.).
-la irrupción de un Papa Latinoamericano por primera vez en la historia, como el Papa Francisco, hijo de la Teología de la Cultura que rescata la religiosidad popular, la opción por los pobres y la Patria Grande. Partidario de un Estado Continental en América Latina, de gran influencia en su formación, el pensador uruguayo Alberto Methol Ferré.
-un “orden” multipolar nos brinda a los latinoamericanos un mayor margen de viabilidad, si nos ponemos en la altura de las exigencias de la época
El final o conclusión de Linera nos parece interesante. Apela a la esperanza: “No existe ser humano que pueda prescindir de un horizonte y hoy estamos compelidos a construir uno. Eso es lo común de los humanos y ese común es el que puede llevarnos a diseñar un nuevo camino distinto a este emergente capitalismo que acaba de perder la fe en sí mismo”.
Nadie puede prescindir de la esperanza. Pero en esta conclusión de Linera, dejamos esta observación. En primer lugar, no se trata de un capitalismo emergente sino de una economía casino que está llenando al sistema mundo de lo que el Papa Francisco llamó “la globalización de la indiferencia”. Y refugiarnos solo en la esperanza es un camino de derrota anunciada. Aquí también volvemos al último libertador José Martí, cuando decía: “Para crear hay que creer”.
Desbordaría esta nota y caeríamos en el intelectualismo inútil y dañino, creer que se puede elaborar un plan de gobierno como hoja de ruta de compromiso con el futuro a partir de nuestras raíces y no de evasión y de refugio pasivo con la esperanza.
Este enorme desafío nos conduce al Maestro del Libertador Simón Bolívar, Don Simón Rodríguez y su apotegma: “O inventamos o erramos”.
En este sentido, rescatamos la oleada integracionista postconsenso de Washington que integró los peldaños del Mercosur, la Unasur y la CELAC. Pero, como dijo el ex presidente de Uruguay José Mujica, quedamos rehenes de los discursos.
Una hoja de ruta constituye puntos concretos transformados en metas estratégicas a realizarse en no más de dos años. Es decir las metas relegan a los discursos. Metas que deben ser conducente al Estado continental. En forma de ejemplo me permitiré enumerar algunas a realizar dije en dos años como máximo:
-Ciudadanía común suramericana y latinoamericana.
-Reconocimiento de estudios en todos sus niveles
-Tierra, techo y trabajo sea los acuerdos programáticos de todas las fuerzas políticas y movimientos sociales
-Integración de infraestructura y energética del subcontinente con el paradigma de la Casa Común del Desarrollo Sustentable y Sostenible
-Armonización de códigos penales y criminalidad económica para una lucha frontal contra la criminalidad organizada
-Ley común regional para el financiamiento de las campañas políticas con el fin de evitar el financiamiento de la política y transparentarla al máximo
-Recuperar una Pedagogía Latinoamericana que incluya las nuevas tecnologías y nuevas redes en la globalización. Debemos generar el humanismo que reconcilie a la Ética con la Ciencia. La educación inclusiva sólo es, si es de calidad. Esto es imposible sin una política que devuelva la alianza entre el estado, la familia y la escuela
-Fortalecer y potenciar medios de comunicación desde y para la comunidad. Con decisión y respetando la libertad.
-Impulsar cadenas de complementariedad económica industrial que tenga como base las pymes y el cooperativismo.
Estas son simples enunciados concretas a manera de ejemplo. Pero todas ellas resultan imposible sin el primer punto que ahora enunciamos y todo sería una mentira
-Solo es posible llevar a cabo estas medidas con una reconstrucción de un poder ético político impenetrable a la corrupción. El cáncer más difícil que nos ha tocado vivir. No, porque sea nuevo, sino empieza a ser sistémico. Por lo que esta epopeya nos involucra a todos.
Agradezco enormemente a Álvaro García Linera que me hizo pensar. Y esta es una tarea de todos, porque el pensar con muchos es mejor que con uno.
Nota
1. La globalización ha muerto, Pagina12/La otra mirada https://www.pagina12.com.ar/11761-la-globalizacion-ha-muerto
Miguel Ángel Barrios Argentina es doctor en educación y en ciencia política. Autor de reconocidas obras sobre América Latina.