La seducción como arma. Jorge Gómez. 1 de abril de 2021

En los años setenta del pasado siglo, Herbert Marcuse puso en circulación la idea de que, por vía de la elevación del bienestar y la absorción cultural, el capitalismo altamente desarrollado integraba la clase obrera al sistema, limando la esencia revolucionaria que Karl Marx percibió a mediados del siglo XIX. Lo mismo ocurría con otros sectores contestatarios.

Antes, en su obra ¿Qué hacer?, Lenin había expuesto la idea de que la clase obrera, aunque espontáneamente genera conciencia y herramientas para la lucha económica, no produce conciencia política. Según el líder bolchevique la ideología política se importa a la clase obrera desde los círculos intelectuales, forjando de ese modo los vínculos con los partidos.

Byung-Chul Han, un pensador marxista alemán nacido surcoreano, se suma a estas corrientes al sostener que esas circunstancias hacen que la revolución anticapitalista ya no sea posible. Según él, las tradicionales acciones de masas que pudieran formar una red global para confrontar al capitalismo y provocar el fin del imperio, no son viables debido a la eficiencia alcanzada por el sistema dominación, frente al cual la resistencia abierta es poca y efímera.

Según sus juicios en la antigua sociedad industrial, los mecanismos de preservación del sistema eran coercitivos, incluida la represión económica y social. Entonces, la explotación de los trabajadores era visible, lo cual conllevaba a actos de protesta, resistencia y oposición por medio de los cuales se gestaban los movimientos revolucionarios.

El actual sistema de dominación neoliberal ―afirma―, no funciona a través de la represión, sino de la seducción. Ya no es visible, como lo fue en el pasado. Ahora el capitalismo de segunda generación, además de proveer bienestar y solvencia económica, no suprime la libertad, por tanto, no hay nada que defender. Cada trabajador y cada ejecutivo lucha por ser mejor, lo cual es premiado con salarios, prestaciones y ascensos en la escala social, contribuyendo a la cohesión social.

Hoy, quienes no tienen éxito se culpan ellos mismos y se avergüenzan.

En lugar de operar mediante prohibiciones, el sistema lo hace por medio de la satisfacción y en vez de forzar la adhesión de las personas al estatus quo, las hace parte del mismo. La política y las ideologías, apenas desempeñan algún papel.

La artista conceptual Jenny Holzer formuló la siguiente paradoja: “Protégeme de aquello que deseo”. Otro enarboló la consigna de “¡Viva nuestra perdición!” Antes Marcuse, había afirmado que el capitalismo desarrollado promueve una explotación placentera.

Actualmente los mecanismos de cohesión del sistema, asumen una apariencia “inteligente” y amigable” y, al hacerlo, se vuelven invisibles e inexpugnables. El sujeto explotado no reconoce que lo es, por el contrario, cree que es libre y al defender su libertad, defiende al sistema. El capitalismo contemporáneo es autoinmune porque utiliza la libertad en lugar de reprimirla. Suprimir la libertad provoca resistencia, reivindicarla, no.

Según Byung-Chul Han, el neoliberalismo no puede explicarse en términos marxistas porque la “alienación” del trabajo se volvió invisible. El trabajador moderno se sumerge en el trabajo hasta el agotamiento y pide cada vez más trabajo. El agotamiento y la revolución son mutuamente excluyentes. Ninguna masa revolucionaria puede surgir de individuos agotados y aislados.

Las conclusiones obtenidas desde la perspectiva del capitalismo super desarrollado tienden a obviar, tanto las potencialidades de las amplias zonas de pobreza existentes en los países desarrollados como las del Tercer Mundo donde la pobreza y la inconformidad son la regla.

Si bien tal estatus no conduce a la ruptura social en forma de revoluciones, suele impulsar reformas que significan importantes avances.

El hecho de que no haya revoluciones en el sentido clásico de la expresión, no significa que sea imposible el cambio social, lo que puede suceder es que llegue de otra manera. Tal vez China, Vietnam o Cuba, avanzando sobre lo que han alcanzado puedan probar que tal curso es posible.

Los nuevos tiempos apenas dejan margen: O la izquierda marxista se reinventa e identifica nuevos modos de avanzar mediante reformas decisivas que auspicien la evolución política y social, o desaparece.

Allá nos vemos.

La Habana, 31 de marzo de 2021

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