La unidad de la izquierda salvadoreña en diciembre de 1979 Por Roberto Pineda San Salvador, 23 de octubre de 2014
El 15 de diciembre de 1979 se cierra en La Habana, Cuba, un sombrío capitulo de división en la historia de la izquierda salvadoreña, que abarcó diez años de hiriente tirantez y voraz disputa del movimiento popular. Este acuerdo unitario inicial entre Partido Comunista (PCS), Resistencia Nacional (RN) y Fuerzas Populares de Liberación (FPL), viene a fortalecer el aspecto subjetivo del proceso revolucionario y pone a la orden del día la lucha por el poder mediante el derrocamiento de la dictadura militar.
Este primer acuerdo de tres organizaciones revolucionarias permitió la creación el 11 de enero de 1980 de la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM, aglutinando al BPR, UDN, FAPU, MLP y LP-28; y a la convocatoria a la histórica Marcha de la Unidad el 22 de enero de 1980 y asimismo proclama la Plataforma Programática del Gobierno Democrático Revolucionario, así como impulsó la fundación el 2 de abril del Frente Democrático Revolucionario, FDR, integrado por MPSC, MNR, MIPTES y CRM; el 22 de mayo de la Dirección Revolucionaria Unificada, DRU, integrada por el PCS, RN, FPL y ERP y el 10 de octubre del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.
En las siguientes líneas abordamos esta temática desde el prisma de los comunistas, quienes fueron los que históricamente impulsaron con mayor decisión esta línea de acción dentro de la izquierda salvadoreña.
Entrevista de Schafik con periodista mexicano (10 de enero de 1980)
Considera Schafik que “inseparablemente unido al tema de la unidad de las fuerzas revolucionarias está el tema de su división. No se puede abordar uno sin analizar el otro; son dos aspectos contradictorios de un mismo proceso dialéctico de desarrollo del movimiento revolucionario. Nosotros hemos reflexionad sobre este proceso, sobre las causas de la división y sus consecuencias. Quizás por eso es que estábamos listos para la unidad.”
Agrega que “hasta 1970 es que se forman las núcleos que dieron origen a las organizaciones revolucionarias armadas. Así pues, durante 40 años fue el PCS un combatiente solitario, que a pesar de su grave debilitamiento después d el derrota de 1932, pudo en condiciones muy difíciles mantener en alto la bandera de la democracia, del socialismo y del comunismo y poco a poco abrió espacio a esa causa, a esa bandera, a esas ideas.”
“Nosotros nos hemos preguntado ¿Por qué estuvimos solos durante tanto tiempo? Si esto se ve superficialmente, a la luz de algunas argumentaciones que han sido esgrimidas por otros, se podría creer por ejemplo, que nuestro Partido ejercía algo así como un monopolio de la izquierda que no dejaba espacio a otros, el cual fue roto “por fin” en 1970; o que la línea del PCS fue correcta hasta cierto momento en los años sesenta, pero su orientación degeneró volviendo al Partido inepto para la revolución y que, por una o ambas razones, aparecieron nuevas organizaciones revolucionarias.”
Enfatiza que “el hecho de que no existieran otras organizaciones de izquierda no basta para afirmar que el PCS monopolizaba todo ese espacio. La verdad objetiva dice que el PCS, fue durante aquellos 40 años una organización muy pequeña, rodeada de un difundido anti-comunismo, dominante incluso en la Universidad hasta 1960-1961. El PCS no “monopolizaba” la izquierda, luchaba dentro de ese cerco y bajo la persecución para abrir espacio al pensamiento de izquierda.”
Analiza que “lo ocurrido en los últimos dos decenios y en particular la división de los revolucionarios a partir de 1970 no puede comprenderse correctamente si no se tienen en cuenta las mutaciones y tendencias del desarrollo de la formación social, junto con el análisis de los principales conflictos políticos y de la conducta de las diferentes fuerzas de clase, el PCS entre ellas.”
Opina que “la industrialización dependiente trajo consigo cambios sustanciales en la estructura clasista de la sociedad: nuestra clase obrera era principalmente artesanal, habían muy pocas fábricas hasta 1950 y con su proliferación desde entonces, empezó a formarse un proletariado abril, reclutado en el campo y las localidades urbanas del interior del país…la expansión del capitalismo dependiente engendra estos nutridos segmentos sociales, pero su establecimiento industrial y económico es incapaz de absorberlos.”
Sostiene que “los errores y debilidades del PCS en aquellos años (finales de la década de los sesenta) no fueron las causas profundas el aparecimiento de otras organizaciones revolucionarias; esta se finan, en primer lugar, en los nuevos fundamentos sociales formados en el curso de la tercera etapa del desarrollo del capitalismo dependiente en nuestro país.”
Estima que “el surgimiento y desarrollo de nuevas organizaciones de izquierda, aunque estas ha cometido muchos errores y en más de un caso sufrieron la división de sus filas, imprimió dinamismo al movimiento popular, incorporó a este la lucha armada y trajo una positiva emulación en todas las filas revolucionarias.”
Concluye que “la lucha en común va a unirnos mucho más; que el abordar en común el análisis de los problemas de nuestro país va a unirnos mucho más; que el derramar sangre juntos, combatiendo por la misma causa, v unirnos mucho más y que de esto va surgir pronto la dirección única de la revolución y a un plazo que no puede ser demasiado largo, va a surgir también el partido marxista-leninista único.”
Entrevista de Schafik con Prensa Latina (Febrero de 1980)
Sostiene Schafik sobre el proceso de unidad que este “concluirá unificando pronto todo el pueblo, todas sus corrientes revolucionarias y democráticas. El anuncio de la unidad produjo una explosión de jubilo popular, lo cual demuestra que la división era insostenible…Las bases de todas nuestras organizaciones, las grandes masas sobre las que influimos, cargaban con la división como un mal injustificable…”
Agrega que “el antecedente más inmediato, el que, por decirlo así, precipitó el acuerdo sobre la unidad salvadoreña, fue al unidad de las tres corrientes que integraban el Frente Sandinista y que condujo al triunfo de la Revolución Nicaragüense. Unidad y victoria, esta relación, esta conjugación precisa para obtener la victoria del pueblo de Nicaragua, produjo un fuerte impacto en El Salvador y la causa de la unidad se convirtió en una bandera para todos.”
Explica que “hemos alcanzado un acuerdo de unidad que pone en marcha un proceso orientado, según lo considera el PCS, hacia la creación de una dirección unificada de la revolución, una dirección político-militar unificada…y todavía más: hacia la formación de un partido único marxista-leninista de la Revolución Salvadoreña. Esa es la perspectiva con la que trabajamos todos…”
Opina que “la única posición verdaderamente revolucionaria que el PCS podía adoptar, era de reconocer como una consecuencia natural del desarrollo tardío de una sociedad capitalista dependiente la pluralidad de las organizaciones revolucionarias, con un base social y estable en El salvador y presentar el problema de la vanguardia de al revolución salvadoreña como algo para resolver a partir de la unidad de las organizaciones revolucionarias o, lo que es lo mismo: la vanguardia única se forma en un proceso de unidad progresiva.”
Subraya que “el PCS, fue fundado en 1930 y no fue sino hasta 1970 cuando surgieron los núcleos que dieron origen a las organizaciones revolucionarias armadas. Esto quiere decir que el PCS fue un combatiente solitario pro la causa de la revolución democrática y el socialismo en este período de 40 años; el PCS era la única organización marxista-leninista del país, combatida por el enemigo y durante mucho tiempo aislada d amplios sectores de las capas medias y de los mismos trabajadores.”
“Las masas mismas no sabían que comunistas dirigían sus luchas reivindicativas, había muchos prejuicios, y esto, inclusive, produjo traumas entre nuestros militantes y desviaciones en la metodología de trabajo. Ahora bien ¿Por qué el PCS estuvo solo durante tanto tiempo? Es decir: las organizaciones revolucionarias armadas surgieron hace diez años debido a los errores del PCS y al hecho d que era insostenible su monopolio sobre la izquierda. Consideramos que esto argumentos encierran algunos elementos de la verdad, pero no constituyen toda la verdad.”
Añade que “el proceso de industrialización produjo cambios substanciales en las estructura de las clases sociales salvadoreñas. La clase obrera, hasta 1950, estaba ligada a talleres que por el desarrollo de su técnica, de sus fuerzas productivas, eran de tipo artesanal. Había pocas fábricas en El Salvador. Entonces, empezó a surgir un proletariado fabril, reclutado en el campo, en las poblaciones urbanas del interior del país, un proletariado sin experiencia en la lucha de clases…”
“Al mismo tiempo, como una necesidad del mismo proceso de industrialización se produce la expansión del sistema educativo y con ello el surgimiento de un sector sumamente numeroso de estudiantes universitarios y de intelectuales que, integran una masa que, también es marginal, por que no puede ser absorbida por el proceso de desarrollo industrial.”
Argumenta que “se registro entonces, un despliegue de la lucha de clases; brotaron nuevos conflictos, y esta expansión del capitalismo dependiente en El Salvador aportó la base social que hacia necesaria la aparición de organizaciones revolucionarias de diverso tipo. Esta es la nueva base social que también ofreció la posibilidad de sostener diversos matices ideológicos y políticos en la izquierda salvadoreña.”
Especifica que “los errores del PCS fueron el detonante que hizo surgir a las demás organizaciones revolucionarias pero las raíces profundas, las cusas, tiene una base social e histórica. En este proceso, el PCS no ve únicamente el enfrentamiento de concepciones ideológicas y el pretendido monopolio de la vanguardia revolucionaria. También considera que en las condiciones del desarrollo social de América Latina, el surgimiento de la clase obrera y de otras clases, grupos y capas sociales…esta influid ay marcada por las características del capitalismo dependiente. Debido a eso, existe una suficiente base social para la irrupción no de una, sino de varias organizaciones revolucionarias en un solo país.”
Concluye que “la única posición revolucionaria que el PCS podía adoptar era la de reconocer, como una consecuencia natural del desarrollo tardío de una sociedad capitalista dependiente, la pluralidad de las organizaciones revolucionarias con una base social propia y estable en El Salvador, y presentar el problema de la vanguardia de la revolución salvadoreña como algo por resolver a partir de la unidad de las organizaciones revolucionarias, o lo que es lo mismo: la vanguardia única se forma en un proceso de unidad progresiva.”
La participación del PCS en la primera Junta de Gobierno
Explica Schafik que “el PCS participó porque la revolución salvadoreña necesita también de las fuerzas democráticas. Solo, el movimiento revolucionario no puede triunfar. Y en aquel entonces, a la caída del régimen el General Carlos Humberto Romero, las corrientes democráticas, los sectores progresistas, brindaron su apoyo y se incorporaron a la Junta de Gobierno. Así, siendo el PCS la organización revolucionaria con las relaciones más antiguas hacia las fuerzas democráticas, fuerzas con las que anteriormente había desplegado una política de alianzas, era necesario acompañarlas, ir a su lado hasta el momento en que el proyecto fracasara, a fin de evitar la dispersión después de la derrota y poder inmediatamente vincularlas con el movimiento revolucionario.”
Agrega que “en segundo lugar, porque independientemente de que el golpe del 15 de octubre de 1979 fue una maniobra y una simulación del imperialismo y la derecha salvadoreña, estaba involucrada una corriente patriótica, progresista, de jóvenes militares que desconocían los objetivos de nuestro enemigo principal y que en verdad habían cifrado sus esperanzas en esa salida para la crisis nacional. Ahora, ante esos militares, también han sido definidos los caminos y se presenta la posibilidad histórica de que una parte del ejercito se una al pueblo y a su movimiento revolucionario.”
Explica que “el PCS considera que esta es una hermosa posibilidad, aunque también subraya que la revolución es un proceso irreversible y su triunfo no depende de si participa o no un parte del ejército. Sin embargo, también es cierto que la incorporación de los militares patriotas representaría el ahorro de un costo social, y los revolucionarios somos los primeros en tratar de evitar la violencia y sus trágicas consecuencias.”
Añade que “es necesario subrayar que el PCS no se limitó a una presencia, digamos, de personalidades, no, fue la única fuerza política que emitió una plataforma y un programa de cambios políticos y estructurales consecuente con los intereses populares…Y ese es precisamente el programa, que mutilado, se abre paso ahora con la segunda Junta de Gobierno. Advertimos lo de mutilado, porque no se realizaron los cambios políticos dirigidos a expulsar del aparato del estado a los fascistas, ni cesó la represión, ni se puso en libertad a los presos políticos, ni se castigo a los asesinos y torturadores, ni se liquidaron los cuerpos para-militares, etc., todo lo cual ya provocó una nueva crisis.”
Concluye que “la primera Junta de Gobierno fracasó, como lo esperaba el PCS, y fue una derrota para los fascistas, porque las fuerzas democráticas se retiraron asestándoles golpes contundentes. Por otra parte, y a pesar de que al Democracia Cristiana se encuentra en la actual Junta de Gobierno, es preciso advertir que en su seno existen corrientes progresistas, y en la medida en que se agudice la lucha de clases, en esa misma medida se irán incorporando al lado del pueblo, con el movimiento revolucionario, que no les cierra las puertas.”
Tenemos un solo camino: la lucha armada. Junio de 1980
Reconoce Schafik que “nosotros teníamos confianza en que íbamos a llegar a los acuerdos de unidad, a pesar de la apasionada polémica, pus hacia algún tiempo que habíamos arribado a algunas conclusiones, derivadas del análisis de l estructura clasista d ela sociedad en condiciones de capitalismo dependiente y de subdesarrollo propios e la formación social en El Salvador.”
Explica que “antes, en la polémica con otras organizaciones surgía con mucha frecuencia esta argumentación de parte de ellas: el Partido Comunista era una organización revolucionaria que monopolizaba todo el espacio revolucionario del país, pero a finales de los años 60 cometió errores que negaron su carácter revolucionario y lo convirtieron en una organización reformista; y por eso fue necesario y posible el surgimiento de otras organizaciones revolucionarias.”
Comparte que “nosotros analizamos estos argumentos, tratando de encontrar lo que hubiera de verdad en ellos. En 1970, el Partido Comunista tenía 40 años de vida. ¿Por qué durante eso 40 años no aparecieron otras organizaciones revolucionarias? Nuestros amigos decían que el Partido monopolizaba la izquierda porque era revolucionario, pero esa explicación no resultaba satisfactoria., simplemente eso no era cierto. Después de la derrota de la insurrección de 1932, nuestro Partido quedo sumamente debilitado durante muchos años, cometió muchos errores, la mayoría de las veces errores de reformismo y algunos de índole izquierdista.”
Agrega que el PCS “fue sumamente pequeño y débil, con muy poca influencia, cercado por la hostilidad anticomunista de la reacción. Hubo un tiempo en que el pequeño Partido de los comunistas se sintió tan cercado, que incluso empezó a propagarse la idea de que él no existía. Era, desde luego, una idea errónea que fue corregida. El pequeño grupo de comunistas participaba en todas las luchas, se vinculaba a todas ellas, y por eso subsistió y logró luego desarrollarse, pero tuvo que realizar una lucha muy grande para abrirse campo.”
Concluye que “las respuestas radican fundamentalmente en los cambios sufridos por la estructura clasista de la sociedad en el curso de la tercera etapa de desarrollo del capitalismo dependiente en nuestro país. Esta se inició a finales de los años cuarenta en el marco de la inmediata posguerra y alcanzó sus niveles culminantes en los años sesenta; teniendo como núcleo dinámico la industrialización penetrada por los monopolios imperialistas y apoyada en el Mercado Común centroamericano…Era imposible que sobre la base del aparecimiento de estos nuevos sujetos sociales dejaran de surgir diversas organizaciones de izquierda.”
Evalúa en relación a los acuerdos unitarios que “nosotros mismos estábamos sorprendidos de como sobre la base de los primeros acuerdos ha surgido un clima verdaderamente fraternal entre nuestras organizaciones. Por supuesto que no es idílico el panorama; hay restos de sectarismo, de la dura polémica de10 años, quedan prejuicios. Pero todo eso es hoy muy secundario y hasta insignificante y no puede detener la marcha ascendente del proceso unitario, cuya meta es la creación del Partido Marxista-Leninista Unificado, para lo cual no hay, desde luego, un plazo fijado.”