Los desafíos de la posmodernidad a la filosofía latinoamericana. Santiago Castro-Gómez.1996

En el año de 1979 Horacio Cerutti presenta en Caracas una ponencia en el IX Congreso Interamericano de Filosofía, que titula: «posibilidades y límites de una filosofía latinoamericana después de la filosofía de la liberación[1].

En esta comunicación, Cerutti reconoce la intención de la «filosofía de la liberación» en asumir decididamente la realidad latinoamericana como problema filosófico, retomando de esta manera la preocupación por el sentido y la necesidad de un pensamiento comprometido con la realidad de nuestros pueblos, tal como había sido ya esbozado desde el siglo XIX por Juan Bautista Alberdi y los próceres de la «emancipación mental».

Reconoce también el gran esfuerzo de este movimiento por asumir filosóficamente los aportes de las otras dos corrientes intelectuales aparecidas en la primera y segunda mitad de la década de los 60 respectivamente: la teoría de la dependencia y la teología de la liberación.

Pero a pesar de todos estos logros, el filósofo argentino piensa que ya para esa época (1979), los tres discursos liberacionistas se habían esterilizado en su productividad[2].

Entre las razones aducidas por Cerutti para esta decadencia se encuentran la distorsión que tanto la filosofía como la teología realizaron de la teoría de la dependencia, separándola del núcleo de reflexión teórica que la sustenta y constituye, así como la caducidad de un cierto pensamiento «cristiano» que colocaba la fe como exigencia previa para filosofar liberadoramente.

Hoy día, quince años después de estas reflexiones, valdría la pena retomar las cuestiones planteadas por Cerutti y reformularlas de la siguiente manera: ¿qué tipo de transformaciones socio-estructurales han apresurado el envejecimiento de las categorías filosóficas, sociológicas y teológicas de los discursos liberacionistas?; ¿cuáles aportes nos es posible retomar de estos discursos para un diagnóstico contemporáneo de las sociedades latinoamericanas?; y. ¿qué clase de reajuste categorial tenemos que realizar para consolidar un nuevo tipo de discurso crítico en América Latina?

Dudo mucho de que exista algún pensador o pensadora en Latinoamérica, que afiliado(a) todavía a la filosofía o a la teología de la liberación, deje de preguntarse por el inevitable reajuste ideológico que implica el derrumbe de los regímenes socialistas en Europa del Este.

Pues, aún teniendo en cuenta las diferencias existentes al interior de ellos, casi todos los discursos liberacionistas estuvieron fuertemente influenciados por la retórica que animó la consolidación ideológica del socialismo.

La liberación de los oprimidos, la tesis de que el imperialismo es el único culpable de la pobreza y miseria de las naciones latinoamericanas, la fe en las reservas morales y revolucionarias del pueblo, el establecimiento de una sociedad en donde no existieran antagonismos de clase, todos estos fueron motivos centrales de la reflexión filosófica y teológica en la América Latina de los años sesenta y setenta.

Eran los días de la guerra fría y de la consecuente polarización ideológica en todo el continente; del temor ante la amenaza atómica que se cernía sobre toda la humanidad; de los procesos emancipatorios en África; del movimiento estudiantil y el auge de las guerrillas de liberación nacional; de la revolución cubana y el comportamiento valiente de Fidel en la Sierra Maestra y en Bahía de Cochinos; del sacrificio del Ché Guevara y Camilo Torres en Sudamérica; del apoteósico regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina; del martirio de monseñor Romero y de muchos otros cristianos comprometidos en Centroamérica; del triunfo de la Unidad Popular en Chile y del movimiento sandinista en Nicaragua; de la resistencia popular a las brutales dictaduras que ensangrentaron al sur del continente.

En no pocos sectores se respiraba un ambiente de esperanza en que ya pronto se lograría realizar la revolución verdadera y derrocar finalmente el poder de la burguesía capitalista, sacando de este modo a nuestros países de la pobreza y el sub-desarrollo.

Pero los años ochenta transcurrieron sin que la anhelada revolución apareciera por ninguna parte. Y allí donde se insinuó de cerca su presencia, fue aplastada sin piedad por las fuerzas poderosas del orden establecido, que demostraron ser inmunes a los «saltos cuantitativos» de orden estructural. Se incrementó, por el contrario, la pobreza, el endeudamiento externo y el crecimiento desordenado de las grandes ciudades, hasta el punto de que aquellos años pasaron a la historia con el nombre poco honroso de la «década perdida». Pero lo que se perdió en Latinoamérica no es mensurable solamente en términos cuantitativos (decrecimiento de la renta per cápita, del producto social bruto, de las exportaciones, etc.), sino que incluye también un desencanto ideológico que permea el tejido entero de nuestras sociedades.

¿Cómo interpretar fenómenos tales como el fracaso del socialismo y el cambio de sensibilidad que se observa actualmente en casi todos los países de Occidente, incluyendo, por supuesto, a la América Latina?

Creemos que un diálogo con los teóricos de la posmodernidad contribuiría a damos luces al respecto. Sin embargo, un diálogo semejante demanda, en primer lugar, confrontarnos con la gran avalancha de criticas a la posmodernidad, provenientes sobre todo de ciertos sectores filosóficos en América Latina que se resisten todavía a repensar su discurso según las nuevas exigencias de los tiempos.

Nos ocuparemos, entonces, de examinar el contenido de estas críticas, para luego pasar a un diálogo con las nuevas tendencias de las ciencias sociales en América Latina respecto al cambio de sensibilidad ya mencionado. Finalmente examinaremos algunas de las propuestas teóricas posmodernas, enfatizando aquellos elementos que pueden servirnos para revitalizar un discurso crítico en América Latina.


[1] H. Cerutti Guldberg. «Posibilidades y límites de una filosofía latinoamericana después de la «filosofía de la liberación», en La filosofi’a en América. Trabajos presentados en el IX Congreso Interamericano de Filosofia, Caracas, Sociedad Venezolana de Filosofía, 1979, tomo l. pp. 189-192.

[2] De hecho, la tesis de un «Adiós a la teoría de la dependencia» se presentó ya en 1974 con motivo del I I Congreso Latinoamericano de Sociología. cf. J.L. De Imáz, «¿Adiós a la teoría de la dependencia?. Una perpectiva desde la Argentina», en: Estudios Internacionales 28 (1974), pp. 49-75. Entre las razones aducidas por José Luis De Imáz para esta despedida se encuentran la pretensión elevada por la teoría de la dependencia de ofrecer una explicación omnicomprensiva del subdesarrollo, sobrepasando de este modo las posibilidades de comprobación empírica, así como la tendencia a un «externalismo» que impediría asumir la propia responsabilidad frente a los problemas de nuestras sociedades.

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