Los dolores de ARENA
Es, sencillamente, la creencia inherente de un grupo social económicamente poderoso que, verdaderamente, se siente superior. Este pequeño grupo de personas, está convencida que ellos son los únicos que pueden ostentar la verdad política, intelectual y moral del país
08 DE MARZO DE 2017 09:21 | por Walter Araujo
LOS DOLORES DE ARENA
Renuncié públicamente de Arena, el 26 de septiembre del 2014. Transcurridos casi dos años y medio, las causas que me motivaron a romper con 33 años de vida realmente activa y partidaria no solo siguen intactas, se han multiplicado.
El principal motivo de mi renuncia fue la creciente visión elitista de su dirigencia. Arena, desde su fundación fue una mezcla de composiciones sectoriales, es decir, un conjunto de almas y seres humanos provenientes de los más diversos y disímiles sectores del tejido social.
Habíamos jóvenes, campesinos, empresarios, mujeres, profesionales, agricultores, ricos, pobres, comerciantes; en síntesis, representantes de la amplia y real composición de nuestra sociedad. Nuestro fundador era un ex militar, proveniente de una familia de clase media promedio, con relaciones de parentesco con distinguidas familias de la sociedad de 1980.
Aquella visión de élites, comenzó a sembrarse al interior de Arena en 1989, con el ascenso de Alfredo Cristiani a la presidencia del país. Con Cristiani al frente, aparecieron en los actos partidarios quienes solo eran financistas. Se hicieron visibles tras su regreso de Miami, los personajes que hasta entonces aportaban parte del financiamiento de Arena; y desde entonces, trataron de imponer su visión. La pregunta lógica que nace de lo anterior es la siguiente: ¿En qué consiste esa visión elitista?.
Es, sencillamente, la creencia inherente de un grupo social económicamente poderoso que, verdaderamente, se siente superior. Este pequeño grupo de personas, está convencida que ellos son los únicos que pueden ostentar la verdad política, intelectual y moral del país.
Lo creen porque son dueños de los sectores productivos más ricos de la empresa privada del país; porque gracias a sus inagotables riquezas, han tenido la oportunidad de brindar la educación a sus descendientes y empleados de confianza; porque en su mente y convicción, se sienten los dueños de El Salvador.
Cristiani inició el proceso de liberalización de la economía. La privatización de la banca, fue el factor que potenció y devolvió a la oligarquía salvadoreña el poder, le devolvió el control del dinero y los capitales en el país. Este proceso es así, desde 1989 hasta la toma del control total de Arena en el año 2001, cuando Francisco Flores le entregó al COENA SA de CV presidido por Roberto Murray Meza, las llaves de Arena a la oligarquía criolla.
Quiero apuntar que yo creo en la libertad de empresa, pero lo que no es posible en un país como el nuestro, es que, en un proceso de 20 años, un pequeño grupo económico se halla lucrado de la riqueza generada en el país en ese período. Las pruebas son evidentes, se quedaron con la banca privada, la cual adquirieron por una miseria y financiados por el estado, para luego venderla a capitales extranjeros por miles de millones de dólares. Crearon en esos 20 años, un sistema de pensiones del que han explotado dinero de quienes cotizamos, quedándose con cientos de millones de dólares anualmente vía la famosa comisión por el manejo de esos fondos.
Se han negado, paulatinamente, a pagar impuestos sobre sus millonarias ganancias, no quieren pagar patrimonio; han multiplicado sus ganancias gracias a privilegios adquiridos a través del control del aparato estatal, por ejemplo: han creado un muro invisible, que permitió a la familia dueña de los aviones, saquear el bolsillo de los salvadoreños con tarifas impresentables. Han protegido, durante años, a las empresas productoras de cervezas y licores al no gravar con impuestos reales estos productos, que tienen un impacto y altos costos en la salud del pueblo, igualmente pasa con el tabaco. Así hay miles de ejemplos en constructoras, ventas de vehículos y otros sectores que han contado con la coraza del aparato estatal controlado por la oligarquía.
Concluyamos, entonces, que la visión elitista consiste en colocar en el aparato partidario, en Arena específicamente, a personas que pertenecen sanguíneamente a las familias o a empleados leales a ellos, solo así se puede entender las tres últimas presidencias de Arena: Cristiani (El héroe que les devolvió el poder económico), Jorge Velado (Gerente de una empresa de los Poma) y Mauricio Interiano (Director de una AFP). Así se puede entender la bancada de Arena: Johnny Wright (Hijo de Juan Wright), Ernesto Muyshondt (Un torpe apoyado por Cristiani), Juan Valiente (Empleado de Bobby Murray en Agrisal), y así muchos otros ejemplos. Para ser dirigente de Arena ahora o se es hijo o pariente de los “popies” o se es empleado de los “popies”. Si se es rubio, si se tiene piel blanca, ojos claros o apellido extranjero y vistes “fashion”, se cumplen los requisitos secundarios. Esa es la “visión elitista” que ahora existe en Arena, que tiene un fin: proteger los intereses y negocios de los popies, de los que se creen dueños de El Salvador.
La segunda causa por la que renuncié a Arena fue “la falta de debate democrático”. En la actual Arena, el debate es inexistente. La élite o los dueños de Arena (Poma, Kriete, Calleja, Simán, Dueñas, Regalado y un par más), se reúnen y toman las decisiones de lo que debe ser y tiene que hacer el partido, luego contratan a un par de especialistas en politología o todología para que les den forma a sus decisiones y las hagan presentables. Allí se generan las decisiones y los empleados las trasladan a su COENA, quien dicta la línea.
En Arena no se puede hablar de las formas de democratizar el partido realmente, de ampliar la afiliación, de debatir posturas diversas. En las últimas horas, se exhibieron al sacar a la luz esa gran verdad, cuando expulsaron a un miembro de la Juventud Republicana Nacionalista (JRN).
Las dos versiones públicas del hecho demuestran la falta de la cultura de debate democrático en esta actual Arena. La versión oficial es que el joven filtró al periodista, Paolo Luers, información sobre unas decisiones del COENA, lo que motivó una publicación del periodista; la otra versión, la no oficial, es que la expulsión fue por el contenido de una entrevista que el joven organizó con el periódico digital El Faro.
Ambas versiones caen por su peso mismo. ¿Cuál es el problema de hacer públicas las decisiones del COENA a un periodista, al decirle que el COENA les había exigido revisar todo lo que la juventud pudiese plantear? ¿Cuál es el pecado en el caso de la entrevista con El Faro, que los jóvenes expresaran su posición en temas que atañen a decisiones de estricta decisión personal? En ambos casos, lo que se nota en la dirigencia de Arena es la falta de debate democrático, es la falta de lo que tanto se llenan la boca al decirlo: LIBERTAD. Arena no cree en la libertad. El comunicado oficial del partido sobre este hecho los desnuda totalmente al terminar diciendo: “Finalmente, como la gran familia unida que es Alianza Republicana Nacionalista, las diferencias o coincidencias internas las analizamos o discutimos en nuestro seno.” ¿No se han dado cuenta los señores dueños de Arena, que Arena es un partido político, una institución pública, por lo que no puede utilizar la vieja política de que los trapos sucios se lavan en casa? Hay derecho de los afiliados y el joven tiene derechos. ¿Le aplicaron al joven el reglamento para separarlo de su cargo?
Y la tercera razón de fondo por la que renuncié a Arena, fue por “ser un partido excluyente”. Arena se alejó de las grandes mayorías; se alejó de sus principios de solidaridad, y de su humanismo cristiano. Los pobres y marginados, no significan ya nada para Arena; los programas sociales (no hablo del despilfarro) son para su visión, innecesario: no reconoce la existencia del hambre, de la miseria, del triste devenir de un niño sin zapatos para ir a estudiar, el dolor de tripas de una criatura que no tiene que comer, la angustia de una madre con hijos a los que no puede darles salud y seguridad. Arena se olvidó de los pobres, por eso principalmente renuncié a Arena.
Es excluyente porque solo obedece al bienestar y seguridad de los intereses de los popies, porque su fin es simplemente electoral, porque su visión política es rescatar el poder por el poder mismo, para brindarlo en bandeja a sus dueños y verdaderos amos. Por eso, renuncié a Arena, luego de haberle sido fiel durante 33 años, 33 años en los que voté por ese partido siempre, muy a pesar de haber estado en contra de algunas de sus decisiones. El 26 de septiembre del 2014, renuncié formalmente y públicamente de Arena; y de la misma forma, el COENA aceptó mi renuncia. Así que, terminado el contrato legal y moral que un día firmamos, desde entonces nunca más he votado por Arena; no por ser Arena, sino porque siguen por el camino incorrecto.
Yo nunca más votaré por partidos. He decidido, desde aquel año 2014, votar por personas; así que no se si alguna vez votaré por alguna persona que Arena le presente a la población, pero si un día lo hago, lo haré público y significará que al fin reencontraron el camino. Hoy por hoy, no es posible, porque están más perdidos que Adán en el día de la Madre.